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“La Cuestión Social en el Marco de la Urbanización del Santiago de Principios del Siglo XX”. “Esa vida sin tuyo ni mío; esa vida de puertas abiertas, desprovista de murallas divisorias y de intimidad; esa vida en la que participaban la curiosidad del vecino y de la amiga, a ella, en ocasiones le resultaba fatigosa, abominable” (Alberto Romero; “La Viuda del Conventillo”. Pág. 113.) “Pero los pobres no pueden detenerse mucho tiempo a pensar, y ella menos que nadie” (Alberto Romero; “La Viuda del Conventillo”. Pág. 12.) La ciudad de Santiago hace un siglo atrás, a principios del siglo XX, era muy distinta a como la conocemos hoy día, a principios del siglo XXI. Era una ciudad que estaba totalmente dividida en dos sociedades yuxtapuestas, que coexisten separadamente entre sí. Hacia finales del siglo XIX se expresó el fenómeno que los historiadores denominaron “Cuestión Social”, cuyo detonante fue el éxodo desde el campo a la ciudad. La “Cuestión Social hace alusión al conjunto de problemas que afectaron a la sociedad chilena en las tres primeras décadas del siglo XX. Las migraciones campo – ciudad provocaron una mayor concentración de población en Santiago, la ciudad capital de Chile, la que no estaba preparada para tan fuerte fenómeno migratorio sumado al crecimiento demográfico. Sin duda esta causa provocó la aparición de los conventillos y cités, el hacinamiento, la marginalidad, la inseguridad social y otros problemas que el Estado chileno trató de paliar con medidas coyunturales. Durante el último tercio del siglo XIX hubo una gigantesca crisis económica que afectó al campo. Los agricultores se endeudaron con el objeto de mejorar las casas convirtiéndolas en regias estancias señoriales, pero el principal objetivo fue aumentar la extensión del latifundio. Encina postula que hacia 1865 se agotaron las tierras óptimas, cualquier expansión agrícola sólo podía avanzar por una o por dos de las siguientes vertientes: - Mejor uso de la tierra fértil. - Explotación de los terrenos inferiores.

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“La Cuestión Social en el Marco de la Urbanización del Santiago de Principios del Siglo XX”.

“Esa vida sin tuyo ni mío; esa vida de puertas abiertas, desprovista demurallas divisorias y de intimidad; esa vida en la que

participaban la curiosidad del vecino y de la amiga, a ella, en ocasiones le resultaba fatigosa, abominable”

(Alberto Romero; “La Viuda del Conventillo”. Pág. 113.)

“Pero los pobres no pueden detenerse mucho tiempo a pensar, y ella menos que nadie”

(Alberto Romero; “La Viuda del Conventillo”. Pág. 12.)

La ciudad de Santiago hace un siglo atrás, a principios del siglo XX, era muy distinta a como la conocemos hoy día, a principios del siglo XXI. Era una ciudad que estaba totalmente dividida en dos sociedades yuxtapuestas, que coexisten separadamente entre sí.

Hacia finales del siglo XIX se expresó el fenómeno que los historiadores denominaron “Cuestión Social”, cuyo detonante fue el éxodo desde el campo a la ciudad.

La “Cuestión Social hace alusión al conjunto de problemas que afectaron a la sociedad chilena en las tres primeras décadas del siglo XX.

Las migraciones campo – ciudad provocaron una mayor concentración de población en Santiago, la ciudad capital de Chile, la que no estaba preparada para tan fuerte fenómeno migratorio sumado al crecimiento demográfico. Sin duda esta causa provocó la aparición de los conventillos y cités, el hacinamiento, la marginalidad, la inseguridad social y otros problemas que el Estado chileno trató de paliar con medidas coyunturales.

Durante el último tercio del siglo XIX hubo una gigantesca crisis económica que afectó al campo. Los agricultores se endeudaron con el objeto de mejorar las casas convirtiéndolas en regias estancias señoriales, pero el principal objetivo fue aumentar la extensión del latifundio.

Encina postula que hacia 1865 se agotaron las tierras óptimas, cualquier expansión agrícola sólo podía avanzar por una o por dos de las siguientes vertientes:

- Mejor uso de la tierra fértil.- Explotación de los terrenos inferiores.A esta crisis interna agrícola, se agrega un demoledor golpe externo: la crisis mundial sufrida

por los precios agrícolas. “Entre 1873 y 1896 hubo una caída general de los precios de un 45%”1. Enrique Mac – Iver en agosto de 1900, afirmaba que “La producción en realidad no aumenta

desde hace años; si no fuera por el salitre, podría decirse que disminuye; la agricultura vegeta. . .”2. Esta crisis se debió a que los productos agrícolas (principalmente harina y trigo) y mineros

(cobre y plata) “fueron eliminados del mercado internacional por la concurrencia de productores más eficientes que abrieron con su oferta un largo periodo de baja en los precios de los productos primarios. Entre 1873 y 1878, el precio promedio del trigo en el mercado de Londres cayó en 41,6%, en tanto que la baja del cobre en el mismo periodo fue de 28%”3.

La viabilidad de las exportaciones chilenas dependía de la persistencia de precios altos en el mercado exterior, pero el valor de los productos agrícolas comienza a caer en la década de 1870, con ello la balanza de pagos de Chile fue negativa.

1 Vial C, Gonzalo.; “Historia de Chile (1891-1973)”; Tomo II; Pág. 4432 Grez T, Sergio; “La “Cuestión Social” en Chile, Ideas y Debates Precursores (1804 – 1902)”: Enrique Mac-Iver; ”Discurso Sobre la Crisis Moral de la República”; Pág. 522.3 Ortega, Luis; “Semper Idem. Los Límites de la Modernización. Chile, 1850-1880”; Pág.96.

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El campo chileno se descapitalizó, debido a muchos factores, como la compra de nuevas tierras o el endeudamiento hipotecario para mantener indiviso un predio; una fiebre inversionista, en molinos en vista de exportar harina; pero la inversión más significativa fueron los canales de regadío, donde el Estado no cooperó. Así, entre 1830 y 1880 el Valle Central fue regado por completo.

La crisis exterior y el alza del costo interno sorprendieron a la agricultura, que estaba endeudada y descapitalizada, lo que hizo poco rentable el agro chileno. Los terratenientes no podían dar a sus trabajadores mejores salarios ni mejor calidad de vida.

Como plantea Luis Ortega (1996) “no hubo transformaciones estructurales y tampoco desarrollo[en el agro chileno]. En realidad, hubo varios ciclos eufóricos cuyo fin resultó siempre dramático y que causaron una desilusión profunda. Nunca, en todo caso, después de ellos. . . se formularon las preguntas adecuadas respecto de los problemas de corto y largo plazo que generaron tales desenlaces. Así, lentamente, se fue configurando una profunda desazón y un marcado deterioro de las condiciones de vida, que derivó en lo que eufemísticamente a comienzos de este siglo se llamó la “crisis moral” y la “cuestión social”, se convirtió en fuente de numerosas y, a veces, álgidas controversias y conflictos.4

La vida del campesino chileno tuvo un marco monótono y materialmente modesto, pero esto se compensaba con la permanencia y la seguridad física, ya que si bien el patrón abusaba con el campesino, también le brindaba protección.

En tanto, la seguridad moral era dada por la religión y la Iglesia a través de los curas párrocos, los conventos rurales, las festividades sacras, el culto a los santos y las misiones. Con el traslado a la ciudad el campesino perdió la sensación de permanencia, perdió a su patrón explotador – protector, perdió Iglesia, religión y moral.

La principal causa del éxodo fue la búsqueda de una mejor remuneración, pero no está claro cuanto creció su salario en dinero; y cuando vinieron las grandes infecciones comenzando el siglo, subieron los precios, entonces la balanza se inclina hacia el campesino, quien al menos generaba sus propios alimentos.

Pero en el campo, el patrón ya había inmigrado a la ciudad, lo que significó para el campesino ver aumentar la inseguridad, por el bandidaje y las vejaciones, y también la disminución de la vida religiosa, lo que se tradujo en el campo en el aumento del alcoholismo, la promiscuidad, la familia campesina se desintegró, generalizándose las uniones irregulares y los nacimientos ilegítimos.

El éxodo desde las regiones rurales desencadenó la “Cuestión Social”, y ésta fue más aguda en la ciudad que en el campo.

Es necesario señalar que éste fenómeno no es privativo de Chile, sino que en las primeras décadas del siglo XX, en casi todos los países latinoamericanos, con diferente intensidad, se produjo una explosión demográfica y social. Hubo “un crecimiento de la población con decidida tendencia a sostenerse y acrecentarse. Pero inmediatamente comenzó a producirse un intenso éxodo rural que trasladaba hacia las ciudades los mayores volúmenes de población, de modo que la explosión sociodemográfica se transmutó en una explosión urbana”5.

Entre 1860 y 1900 ocurren cambios importantes en la radicación de la población chilena, una alteración en la distribución regional de la población y un éxodo desde los campos hacia las zonas urbanas.

Carlos Hurtado(1966) afirma que: “Las tasas de natalidad y mortalidad fueron iguales en todas las regiones, por lo tanto, se supone que las diferencias en las tasas de crecimiento son resultados únicamente de las migraciones”6.

“La población rural constituía el 78% del total en 1865 y en 1907 era solo el 62%”7.

4 Ortega Luis; Op. cit.; Pág.89.5 Romero, José Luis; “Latinoamérica: Las Ciudades y las Ideas”; Pág.322.6 Hurtado R.T., Carlos; “Concentración de Población y Desarrollo Económico: El Caso Chileno”; Pág. 58.7 Ibíd. Pág.59.

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“La población urbana aumentó del 38% del total en 1907 a un 48% en 1930”8.“La tasa de crecimiento de Santiago subió desde un 2,2% entre 1895 y 1907 hasta un 3% entre

1907 y 1930”9.El siguiente cuadro muestra la evolución de la población de la ciudad de Santiago desde 1865 a

1930:Año Número de

habitantes1865 115.3771875 129.8071885 189.3321895 256.4031907 332.7241920 507.7961930 650.000

El perímetro físico de la capital se extendió en forma excesiva y anárquica. El progreso fue invadiendo la “gran aldea”. Ya en 1890 existía el teléfono inglés, sus múltiples líneas, comenzaron a invadir la ciudad con postes y alambres; el alumbrado callejero veía el desplazamiento de velas y parafina por el gas, y la luz eléctrica llegó con el nuevo siglo.

El agua potable venía desde la quebrada de Ramón, sólo en 1910 comenzaron las obras para captar nuevas aguas desde Vitacura, y también se inicia la construcción del alcantarillado santiaguino, desapareciendo así las acequias que antes corrían por el fondo de las casas llevando desperdicios y aguas servidas.

Cundían en el centro los pavimentos modernos, sustituyendo la tierra, el huevillo y los adoquines de madera de la calle dieciocho.

“En el año 1900 corrió el primer tranvía eléctrico, partía desde la estación Brasil(actualmente, Avenida Brasil con Avenida Balmaceda). En 1903 Santiago contaba con 275 carros eléctricos y en 1910 comienzan a aparecer algunos vehículos a motor de gasolina, como “góndolas” y “taguas”10.

Las calles primitivas apropiadas para traficar a pie o a caballo, resultaron inoperantes para los coches e imposibles para los automóviles y tranvías, y especialmente para los autobuses.

Con el tranvía surge en la ciudad una serie de elementos tales como los postes, los cables, los paraderos, que comienzan a condicionar el paisaje urbano.

La ciudad crece y se especializa, en torno al lugar central en que se entremezclaban una gran cantidad de funciones y actividades que le otorgaban a Santiago el carácter de gran ciudad.

En general todas las funciones y actividades públicas se ubicaban en el área central, relativamente próximas al palacio de gobierno. Las casas matrices de la prensa se ubicaban fundamentalmente en calles tales como Catedral, Bandera, Agustinas, Morandé y Compañía de Jesús. Las casas matrices de los bancos se ubicaban en la calle Huérfanos, mientras que la función comercial estaba representada eminentemente a través de calles como Estado, Ahumada, Huérfanos y los frentes de los portales de la Plaza de Armas. El matadero público se ubicaba en la calle Franklin, y el mercado central, en la misma ubicación actual (San Pablo esquina Puente).

Las zonas industriales adquieren una ubicación aledaña a la línea del ferrocarril, organizándose lentamente zonas de carácter industrial en las inmediaciones de las estaciones Central, Yungay, Santa Elena y Mapocho.

8 Ibíd. Pág.799 Ibíd..Pág.8010 De Ramón, Armando; “Santiago en el periodo 1897-1918”: Desarrollo Urbano y Medio Ambiente”; Pág.65.

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La función lúdica estaba representada por los teatros y biógrafos, en 1913 llegó el cinematógrafo Lumiere. Esta función se complementaba con los paseos públicos y plazas.

El cerro Santa Lucia era uno de los más importantes parques y lugares de interés, luego de que en 1872 se fue transformando en un singular paseo.

Con los terrenos ganados al río Mapocho, gracias a su canalización en el año 1900, se inicia la construcción del Parque Forestal, en la ribera sur del río, a imitación del diseño de los parques europeos. El parque se convirtió en un sitio favorito de la sociedad santiaguina.

La Alameda era un paseo de importancia, localizando a lo largo de su recorrido edificios públicos y residencias de categoría.

El Campo de Marte, al sur de la Alameda, fue entregado en 1870 a Luis Cousiño, quien quiso crear a su peculio un parque o paseo público; durante muchos años el Parque Cousiño (actualmente Parque O’Higgins) fue el lugar preferido de las familias opulentas de la capital.

En los pabellones de la Quinta Normal de Agricultura se organizaban exposiciones de animales, aunque no constituía un lugar de encuentro y paseo al estilo del Parque Cousiño, pero en ella se celebraban Kermesse y ferias de navidad.

En 1908 se inauguró la imagen de la Virgen María en la cumbre del cerro San Cristóbal, y años más tarde se inician los trabajos para hermosearlo y entregarlo al uso de los habitantes de Santiago.

Pero esta renovación arquitectónica no alcanzó a toda la ciudad, había muchas viviendas de estilo colonial, muchas casitas modestas y sobre todo los abigarrados rancheríos de los arrabales.

En el Santiago de principios del siglo XX hay una sociedad escindida, habiendo barrios de ricos y barrios de pobres. En esta ciudad se contraponen dos mundos, dos sociedades coexistentes y yuxtapuestas.

Una fue la sociedad tradicional, compuesta de clases y grupos articulados, cuyas tensiones y formas de vida transcurren dentro de un sistema convenido de normas.

La otra sociedad fue el grupo inmigrante, que llega desde el campo, constituido por personas aisladas que convergen a la ciudad, que sólo en ella alcanzaban un primer vínculo por esa sola coincidencia, y que como grupo carece de todo vínculo.

En síntesis, en Santiago convivían mezclados, pero separados, decentes y plebeyos. “Sólo habían dos clases sociales, ricos y pobres, explotadores y explotados, no existe clase media”11.

En 1874 se dictó una ley de carácter general: “Ley de Calles Tajadas”, debido al incentivo del intendente Benjamín Vicuña Mackenna. El recinto urbano quedaba delimitado por:

- Oriente: el Camino de Cintura Oriente (actualmente Av. Vicuña Mackenna).- Sur: por el Camino de Cintura Sur o Camino de los Monos (actualmente Av. Matta) hasta el

Parque Cousiño, de ahí torcía hacia el norte hasta el Camino Sur (actualmente Av. B. Encalada).- Poniente: por el Camino de Cintura Poniente(actualmente Av. General Velásquez).- Norte: el limite norte de la ciudad era la calle Yungay, hasta la Calle de los Padres

(actualmente Av. R. Cumming); y desde ahí torcía al norte para juntarse con el Camino de Cintura Norte(actualmente Av. Santos Dumont).

La obra de Vicuña Mackenna constituyó en términos jurídicos y ordenancistas algo que ya formaba parte de las actividades de la elite: el deseo de deslindar la “ciudad opulenta y cristiana” de sus arrabales populares, lo que se expresaba en el proceso de segregación social deslizar sistemáticamente lo que él llamaba "esa suerte de Cairo infecto de la ciudad ilustrada opulenta y cristiana.. .”

Vicuña Mackenna se propuso arrasar los rancheríos “que emponzoñan la ciudad”, y luego separar ciudad y arrabales mediante este cinturón profiláctico y de seguridad.

Aunque el proyecto de Vicuña Mackenna no llegó a completarse, quedó trazado conceptualmente.

11 Godoy, Hernán; Op. cit.: A. Venegas “Alejamiento de las clases sociales”; Pág. 292.

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Las zonas semirrurales se fueron poblando lentamente, alternándose las viejas quintas, que impedían la apertura de calles con las cuarterías baratas.

Luis Emilio Recabarrén afirmaba que “El conventillo y los suburbios han crecido en mayor proporción que el desarrollo de la población”12.

La habitación fue el primer desafío urbano planteado por la afluencia de nuevos pobladores. Problema que iba más allá del solo techo, abarcando temas conexos de mayor envergadura: los servicios públicos, la higiene, las enfermedades y epidemias, el abastecimiento alimenticio, la criminalidad, el alcoholismo, la promiscuidad, la prostitución, la disolución familiar, etc.

Santiago no pudo dar a sus inmigrantes habitación, los arriendos subieron con ímpetu. Entonces los trabajadores sin especialización no podían pretender vivienda propia, para ello se hermanaron la necesidad y la codicia en acomodar antiguas casas arrendándolas por pieza, donde convivían entre tres y ocho personas.

El desorden campesino invadió estos hormigueros humanos y se agravó con el hacinamiento y la estrechez. Primaba la oscuridad y la estrechez. No se hacía ningún tipo de reparaciones en las multiviviendas.

“En Santiago, la mayor parte de las habitaciones de pobres son muy bajas, oscuras, húmedas, faltas de aire, se cocina dentro de ellas, etc., todo con grave detrimento de la salud y la moral”13.

Así nacieron los conventillos y los cités. Dos ordenanzas municipales(en los años 1883 y 1901) buscaban hacer desaparecer los rancheríos, e hicieron brotar en Santiago barrios enteros de conventillos.

El conventillo, se puede definir como “una vivienda colectiva de un piso, corrientemente edificado con adobes en la cual se alinean los “cuartos redondos” a ambos lados de un patio común y tienen por excepción recintos especiales para algunas cocinas y servicios higiénicos”14.

Mientras que el cité, “es un conjunto de casitas continuas en su mayor parte edificada con ladrillos que se levantan a un lado, o en ambos, de un estrecho pasaje embaldosado, adoquinado, empedrado o de tierra apisonada”15.

En síntesis la principal diferencia entre el conventillo y el cité, es que éste último es “una solución habitacional urbana de densidad habitacional media, que proporciona viviendas adecuadas para sectores de ingresos medios y bajos en áreas no periféricas de la ciudad”16 , planeada por el Estado, han sido construidos para albergar a varias familias; mientras que el conventillo es una casa que ha sido abandonada por miembros de la elite, que migran hacia otros barrios, por lo tanto no han sido construidos para albergar a una gran cantidad de familias, pero se transformaron en una multivivienda, que permite la residencia de una gran cantidad de familias populares en una misma casa, en diferentes habitaciones, por lo que no había privacidad.

Según Vial (1981), en 1910: “. . .100.000 personas - la cuarta parte de la población capitalina – se hacinaban en 25.000 piezas de conventillos, cuartos redondos y ranchos”17.

Sobre el mismo tema, Armando de Ramon (1984), dice que en el sector norte de Santiago, entre Vivaceta e Independencia, “. . .había 1.574 conventillos con 73.000 habitantes repartidos en 26.792 habitaciones, lo que daba un promedio de casi tres personas por cada pieza18.

También existían piezas subarrendadas que no daban directamente a ningún lugar abierto, eran los siniestros y asfixiantes “cuartos redondos”.

12 Godoy, Hernán; Op. cit.: Luis E. Recabarrén: “El balance del siglo”; Pág. 299.13 Grez T., Sergio; Op. cit.; Pág. 393.14 Concha, María Soledad et. als.; “La Cuestión Social en el periodo Parlamentario”; Pág. 116.15 Ibídem. 16 De Ramón, Armando, et. als.; “Imagen Ambiental de Santiago.(1880 – 1930)”; Pág. 176.17 Vial C., Gonzalo; Op. cit.; Pág. 502.18 De Ramón, Armando, et. als.; Op. cit.; Pág. 178

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Arturo Alessandri P., sostenía que “Generalmente las casas de los obreros carecen del aire necesario, elemento indispensable para la vida, y esto tiene por origen la falta de densidad, de ventilación, o bien, el gran número de personas que habitan cada pieza en razón de la mucha gente, que necesita morada y de la falta y carestía de éstas.

De suerte que no es raro ver la inmensa mortalidad que se nota en Chile, mortalidad universalmente atribuida a las malas condiciones higiénicas de nuestro bajo pueblo”19.

Es importante señalar las condiciones de vida de las personas que habitan en los conventillos, cités o cuartos redondos, que eran bastante diferentes a las condiciones de vida de los "decentes". Los genéricamente llamados "rotos" vivían en los ya comentados ranchos, chozas, etc. que fueron proliferando a medida que crecía la ciudad.

Respecto a esto Vicuña Mackenna, se pronunció diciendo que prohibía "habitar todo cuarto a la calle que no tenga una ventana, cuanto menos de una vara y cuarto de alto y una vara de ancho”20. Según esto, Domingo Faustino Sarmiento señala la importancia de la circulación del aire en las viviendas y decía "la gran masa de la población tiene, costumbre de desaseo y abandono que parecen incurables"21; en definitiva estas condiciones de vida, tuvieron consecuencias sobre la salud, la conducta individual y la organización familiar.

Toda la situación descrita se debe a que la ciudad crece explosivamente y sin el menor planeamiento; como plantea Luis Alberto Romero(1997): “si las ciudades crecen, generalmente se debe a que se llenan de pobres, son ellos los que ocupan todos los espacios físicos y sociales hasta hacerlos estallar”22.

El principal problema para el que llegaba a una ciudad era conseguir un techo y un trabajo. Pero lentamente se iba consiguiendo, ya sea en los núcleos deprimidos de la ciudad o bien en las zonas periféricas.

Ya en 1893, Arturo Alessandri Palma señalaba: “La cuestión de las viviendas cómodas, higiénicas y baratas para el hombre que consagra su existencia entera al trabajo, y al trabajo activo de los músculos, es cuestión de mayor importancia que la vulgarmente atribuida a este asunto”23.

Con la masiva migración campo – ciudad del periodo, hubo un desarrollo urbano, pero también, desempleo y miseria, puesto que la demanda de trabajo superaba a la oferta de trabajo.

José Luis Romero sostiene que “ el número de quienes se incorporaban a la estructura urbana era siempre superior a lo que ésta podía soportar. Era inevitable que la explosión urbana, nacida de una explosión sociodemográfica, desencadenara a su vez graves problemas sociales en el seno de las ciudades”24.

Este fenómeno ocurre en toda Latinoamérica, pues en todos los casos el polo urbano funcionó como una opción frente a la crisis de las áreas rurales, y en cada caso a su escala, provocó migraciones, las concentraciones de población y explosión urbana.

La explosión urbana modificó la fisonomía de las ciudades, quedan con una infraestructura insuficiente para el número de sus habitantes. Las invasiones las desfiguraron.

Las ciudades crecían, los servicios públicos se van haciendo cada vez más deficientes, las distancias más largas, el aire más impuro, los ruidos más ensordecedores. Pero nadie quiso ni quiere todavía renunciar la ciudad.

Las instalaciones sanitarias eran todavía coloniales, no existían alcantarillados, las aguas servidas corrían a tajo abierto por acequias en plena calle. Los retretes eran casuchitas colocadas sobre aquellas acequias.

19 Grez T., Sergio; Op. cit.. Arturo Alessandri P.: “Habitaciones para Obreros”; Pág. 390.20 De Ramón, Armando; "Santiago de Chile 1541-1991: Historia de un Sociedad Urbana"; Pág. 81.21 Ibíd. Pág. 54.22 Romero, Luis Alberto; “¿Qué hacer con los pobres? Elite y Sectores Populares 1840-1895”.23 Grez T., Sergio; Op. cit.; Pág. 389.24 Romero, José Luis; Op. cit.; Pág.327

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La recolección de basura era también rudimentaria y era común que el agua potable se contaminara con el agua servida.

Santiago fue continuamente visitado por terribles epidemias como la peste bubónica, el cólera, viruelas endémicas y la fiebre tifoidea; las pestes infantiles como el sarampión, la difteria y la gripe; y la tuberculosis pulmonar que afectaba principalmente a los jóvenes.

Otro fenómeno que se manifiesta con la “Cuestión Social”, es la prostitución, sobre este tema Gonzalo Vial (1981), afirma que “En 1916 las autoridades santiaguinas controlaban 543 rameras. Pero eran apenas una ínfima parte de las que en verdad ejercían el comercio sexual: con las “clandestinas”, exagera un entendido, el número llegaba a las diez mil. Había ciento setenta y ocho lenocinios inscritos, pero ésta era una cifra relativa. Las casas de mala vida, sin vigilancia fueron muchas más y, por otro lado, la prostitución se practicaba desembozadamente en, a lo menos, un centenar de hoteles”25

En este periodo hay dos tipos de prostitutas, unas jóvenes y bellas, que obviamente cobran precios más altos por sus servicios, por lo tanto son visitadas por los señores de la alta sociedad.

Mientras que hay prostitutas viejas, feas, gordas y contagiadas de enfermedades venéreas, que son visitadas por los hombres del bajo pueblo, que por su “menor calidad”, deben cobrar un precio más bajo.

Como afirma Vial(1981): “Hacia adelante la caída era vertical. Se comenzaba como “niña reservada” para clientes selectos y en burdeles de campanillas; “las casas de lujo. . . calles San Francisco y Serrano”. Se iba descendiendo a medida que moría la juventud, desaparecían los encantos y se aproximaba la cuarentena, límite fatal. Se bajaba de categoría, entonces, primero personalmente y luego de burdel. En seguida esperaban los brutales “barrios chinos”, provincianos y sobre todo salitreros”26.

El alcoholismo fue un fenómeno de gran relevancia durante el periodo de 1880 a 1930, ligado en especial a la “Cuestión Social”.

El consumo se hizo masivo, en especial en los centros urbanos y mineros, en los sectores populares.

Gonzalo Vial(1981) afirma que: “El alcoholismo urbano, mientras tantos devoraba los barrios populares. Los trabajadores que hacían “San Lunes”eran, calculaba Encina, un 60%. . . La embriaguez adquiría dimensiones alucinantes para mayo y junio, cuando proliferaban, como callampas siguiendo una lluvia, innumerables depósitos que expendían “chicha nueva”. . . Entonces los trabajadores se alcoholizaban diariamente, todas las tardes. Pero los otros meses la ebriedad también era rampante; se vendían vino y licor en cualquier parte y de cualquier modo, lícito o clandestino. . .”27.

No cabe duda que durante este periodo estudiado, los barrios populares fueron azotados por la delincuencia y que esta afectaba a pobladores tranquilos, humildes y honestos.

El cambio de siglo presenciaba el fuerte aumento de la delincuencia urbana, debido a las condiciones vitales de los sectores populares. Los policías municipales fueron corruptos e ineficaces.

En conclusión en el Santiago de principios del siglo XX, conviven dos sociedades yuxtapuestas, una de la elite que habita grandes casas, con toda clase de lujos; mientras que a su lado, pero no junto a ella vive otra sociedad totalmente diferente, con profundas necesidades, que habita en los conventillos y en los cités, en la periferia de la ciudad, con graves problemas de higiene, hacinamiento, delincuencia, prostitución, gente que a través del alcohol intenta evadir su terrible realidad.

25 Vial C., Gonzalo; Op. cit.; Pág. 514.26 Ibíd. Pág. 516.27 Ibíd.; Pág. 512.

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La ciudad de Santiago hace un siglo atrás, a principios del siglo XX, era muy distinta a como la conocemos hoy día, a principios del siglo XXI. Era una ciudad que estaba totalmente dividida en dos sociedades yuxtapuestas, que coexisten separadamente entre sí.

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