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Las opiniones del autor no son, necesariamente, las de CIESPAL o la Fundación Friedrich Ebert.

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Las opiniones del autor no son, necesariamente, las de CIESPAL o la Fundación Friedrich Ebert.

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PLANIFICACION y

COMUNICACION

JUAN DIAZ BORDENAVE HORACIO MARTINS DE CARVALHO

editorial Don Bosoo Quito - Ecuador

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Título: Planíficacíón y Comunicación

Primera Edición Febrero de 1978

COLECCION -INTIYANDerechos reservados, según la Ley de Derechos

~.c.1ML

de Autor expedida mediante Decreto Supremo No. 610 de 30 de julio de 1976. La repro­ducción parcial o total de esta obra no puede hacerse sin autorización de CIESPAL.

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"En todos los planos, somos llevados a esta verdad fundamental de la vida; lo que hay en mí de más íntimo y esencial es la presencia del amor de los otros. El otro, los otros, son mi trascendencia; lo que me llama más allá de mis límites individuales, lo que me constituye como hombre. La humanidad no es una aventura solitaria. Es una conquista de la comunidad. Una comunión".

ROGER GARAUDY Palabra de Hombre

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A mi hijo Juan Eugenio que me enseñó a ser padre. A mi colega Luis Ramiro Beltrán que me enseñó a ser amigo.

J. D. B.

A minha companheira Maria Albertina pelo esforco de fazer-me compreender com humildade a prática da Iiberdade.

H. M. C.

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índice

Página

Prólogo 11 Introducción general 25

CAPITULO 1

La Comunicación en las mallas de la dominación 29

El centro y la periferia 31 La dependencia mental 33 Modernización vs. desarrollo auténtico 39 Dominación en Comunicación 48 Los objetivos del desarrollo 50

CAPITULO 2

Hacia nuevas formas de pensar de la Comunicación 51

Los modelos de comunicación 53

La realidad, la conciencia y el significado

El modelo semiológico estructural de

Una visión dialéctica estructural de la comunicación 84

comunicación como superación de contradicciones 90

Pierre Vigier 97 Realidad, discurso y comunicación educativa 99

CAPITULO 3

La Ortodoxia de la Planificación "racionar· 105 Instrumentos de la planíñcacíón 114 Procedimientos en planüicación 130 El Proyecto en comunicación 156

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CAPITULO 4

La Planificación como ingeniería de la alienación 173

Problemática de la planificación de la comunicación 176 Canales de la alienación: la planüicación

La Comunicación Colectiva como canal manipuladora 192

Tecnología para la alienación 209

CAPITULO 5

Planificación de la comunicación: los fines se parecen a los medios 215

Flujos unilaterales 225 Flujos multilaterales 228 Esquemas convencionales e innovadores de planeamiento de la comunicación 230

CAPITULO 6

Planificación sin plan 253

Planificación sin idiotización 258 Supuestos para la planificación sin plan 271 Procedimientos para la planificación sin plan 280

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prólogo

"Existen dos futuros, el futuro del deseo y el futuro del des­tino; la razón del hombre nunca aprendió a separar los dos". Con estas magníficas palabras el célebre científico J. D. Bernal expresó una verdad muy profunda. El hombre persigue un futuro moldea­do, de acuerdo con sus propios deseos. Pero el futuro del destino, el que realmente acontece, es siempre otro, por más que el hombre se esfuerza por dominarlo.

Así por ejemplo, la lucha en contra del subdesarrollo aún no está ganada, pese a treinta años de ingentes esfuerza; por encauzar en los países del Tercer Mundo, procesos de desarrollo acelerados y por lograr una transferencia masiva del "l~ow how" científico y tecnológico, desde los países más avanzados. Pero la brecha sigue creciendo; las soluciones parecen diluirse en forma casi inexplica­ble; y las metas, más difíciles de ser alcanzadas. Crecimiento eco­nómico, cambio estructural, modernización, movilización social etc. parecen objetivos que, por más que los estadistas y expertos del desarrollo tratan de controlarlos se escapan de sus manos.

Me parece que en relación con las disciplinas que son tópicos del presente libro, la planificación y la comunicación, o de un mo­do más específico, la planificación de la comunicación, ocurre algo similar. Ambas disciplinas, tanto la planificación como la comunicación social se encuentran inseparablemente vinculadas a la esencia y acción del ser humano. Ya el hombre de las cavernas que afilaba sus flechas o cavaba fosas para atrapar allí los grandes animales, planificaba sus acciones. Se comunicaba con los otros

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miembros de su tribu para programar la caza o preparar su defensa contra un enemigo que se aproximaba. Se podría hasta decir que este hombre ya planificaba su comunicación, puesto que sus pala­bras, sus gestos y otras formas de expresión servían a finalidades sociales importantes.

Pero lo que interesa en el contexto de este libro es la pla­nificación de la comunicación con fines de desarrollo. Al respecto, cabe reconocer de entrada que en este campo, aún estamos pisan­do terreno relativamente virgen. No existe una teoría elaborada de la planificación de la comunicación ni claridad sobre las técnicas y metodologías a emplearse. Lo que si existe es un amplio consenso de los cientistas de la comunicación de que planificar el desarrollo y las actividades de la comunicación, en apoyo al desarrollo eco­nómico y cambio social, es indispensable.

Desde luego, ni la planificación ni la comunicación estuvieron ausentes hasta ahora de los esfuerzos de desarrollo que se vienen realizando en el mundo bajo los más diversos signos políticos e ideológicos. Dondequiera que se estén ejecutando programas y proyectos de desarrollo, se están usando formas y métodos de pla­nificación y existen procesos de comunicación. Independiente del grado de transformación y cambio que caracteriza al proceso de una sociedad subdesarrollada, siempre ha habido y hay alguna pla­nificación de las acciones tendientes a configurar el futuro, y siem­pre han intervenido e intervienen canales y flujos de comunicación ya sea para promover estas acciones o para retardarlas. Ambas ciencias, la de la planificación y la de la comunicación social, se encuentran al servicio de las tareas de desarrollo desde hace algún tiempo, pero separadas, cada cual por su lado. Ahora, lo que se pretende es dar a la comunicación una dimensión mucho más diná­mica por medio de su desarrollo y uso planificado. Lo que se bus­ca, no es una incorporación mecánica de técnicas de planificación, sino una simbiosis que permita también a la comunicación operar a un nivel cualitativo superior.

La planificación, en su definición más simple, no es sino un instrumento racional que permite al hombre maximizar los resulta­dos de sus acciones por medio de una óptima asignación y aprove­

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chamiento de recursos limitados, en un determinado tiempo. En­raízado en el 'I'aylerismo, en los Estados Unidos, hombres como Nolen, Olmsted, Howard, Robert A. Walker, Tugwell, Banfield y muchos otros, crearon los fundamentos de una teoría y un instru, mento de planificación muy sofisticado que hoy permite a la em­presa capitalista moderna optimizar todas sus actividades y resulta­dos, entre otros, la producción, inversión, desarrollo tecnológico y hasta las utilidades. En las economías de los países socialistas, basándose en los escritos de Carlos Marx y Lenin, la planificación se ha convertido en el eje vertebral del ordenamiento estatal, en las esferas económica, social y cultural.

En América Latina, y dejando de lado su aplicación en el campo empresarial privado, el término planificación se asocia pre­dominantemente con el concepto de la planificación estatal del desarrollo económico y social. En un grado y otro, todos los paí­ses latinoamericanos planifican sus actividades de desarrollo. ¡Quién no ha oído hablar de los planes para el desarrollo industrial

o agropecuario, de la planificación de las exportaciones o del desa­rrollo regional!. O de los planes de educación, p. ej., para erradicar el analfabetismo o crear cuadros medios, planes de salud y vivienda y hasta de la p.aniñcación familiar!.

Indudablemente, la planificación tiene algo fascinante para el desarrollo económico y social. Se presenta corno una herramienta muy eficaz para la transformación racional y coherente de un or­den socio-económico caracterizado por estructuras arcaicas, el cie­go juego de las fuerzas de mercado y relaciones de poder y reglas que perpetúan la desigualdad, la injusticia y el atraso técnico y cul­tural. En estas circunstancias, es muy sugestiva la tesis que le in­cumbe al Estado, defensor del bien común de la sociedad por arriba de los intereses particulares, servirse del instrumento de la planificación para dar al desarrollo un rumbo claro en base a pol í­

ticas y estrategias precisas y una asignación de recursos a las áreas estimadas prioritarias. Permite -yeso es lo más atractivo- al menos en la teoría, una cuantificación de las metas que se quieren alcanzar así como de los medios y del tiempo necesarios para este fin.

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La planificación, sin embargo, no es un "Deus ex máquina" y de ninguna manera puede y debe ser considerada como una pana­cea para los problemas y males del subdesarrollo. Según Grae­venitz, existe en América Latina una creciente aprehensión en relación con la interrogante de si las instituciones e instrumentos de planificación cumplieron con las expectativas que habían crea­do. Como causas de un cierto desencanto con la planificación señala planes demasiado ambiciosos, la burocratización del proceso planificador, resistencias de sectores afectados por los cambios planificados y la falta de voluntad política para cumplir con los planes elaborados. Es necesario reconocer, por lo tanto, que la planificación también tiene sus problemas y que acusa disonancias entre la teoría y la práctica. Creo, por otra parte, que Graevenitz tiene razón en puntualizar, "que no se puede pedir de la planifica­

. ción más de lo que puede rendir". Alegar, como se suele argumen­tar en círculos conservadores, que por las deficiencias que muchos planes han padecido, más vale deshacerse de la planificación, me parece echar el agua de la bañadera con el niño adentro. En vez de desechar un instrumento que indiscutiblemente facilita empren­der acciones racionales y coordinadas para combatir el subdesa­rrollo, comparto la opinión que lo que se precisa es perfeccionar este instrumento y sus múltiples aplicaciones y remediar las condi­ciones de fondo que a menudo obstaculizan su rendimiento. En relación con el tema central de este libro, creo que lo que se plan­tea, entre otros, es una adecuada adaptación de formas y métodos de planificación a los diversos procesos de comunicación que cabe promover para favorecer y operacionalizar el cambio.

Creo que en relación con la comunicación nos encontramos con una situación parecida. Desde que Schramm y Lerner electri­ficaron el mundo de los comunicadores con los enunciados "comu­nicación para el desarrollo" y "comunicación para la moderniza­ción" transcurrieron ya más de veinte años. A través de este tiem­po se ensayó en no pocos proyectos en Africa, Asia y también en América Latina, la incorporación de la variable comunicación a las tareas de "nation buílíng", a nivel macro y más aún a programas principalmente de desarrollo rural y de introducción de innova­ciones a nivel micro y local. Sin embargo, desde hace dos décadas, las ilusiones iniciales sobre las posibilidades promotoras de grandes

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cambios a través de los esquemas de comunicación, p. ej. para pro­mover la aceptación de innovadores por parte de los campesinos, dieron lugar a criterios menos eufóricos. En América Latina, par­ticularmente, se llegó a la convicción de que fuertes frenos estructu­rales se interponen al papel conscientizador y dinamizador de la comunicación, tanto a nivel macro como micro. Investigadores como Beltrán, OIdóñez y Pasquali, entre otros, demostraron no sólo el carácter profundamente dependiente de la comunicación en la región, sino su carácter clasista y la existencia de una alienación general y una acentuada descomunicación especialmente de la población rural. Se percibió, a la vez, el flujo desigual de informa­ción que existe a nivel internacional, percatándose la misma Unes­co que la libertad de información no es sinónimo de justicia e igualdad, en tanto que Mattelart y Schiller, entre otros, llamaron la atención a la creciente transculturación en el continente y el peli­gro inherente a la transferencia indiscriminada de tecnologías sofis­ticadas de comunicación del mundo industrializado.

Lo más significativo quizá, desde los años 70, empezó a to­mar cuerpo en lo que Harms llama un nuevo paradigma de las cien­cias de la comunicación. Este, además de incorporar los conceptos críticos apuntados, se aparta en sus lineamientos del viejo esquema verticalista y lasweIliano de la comunicación tipificada en la rela­ción unidireccional "fuente - receptor" y se basa en principios como "el derecho a la comunicación", la "participación en la toma de decisiones", las "necesidades de comunicación" y la "prerroga­tiva del hombre a disponer de adecuados recursos de comunica­ción" etc. No por azar las resoluciones adoptadas en las conferen­cias de la Unesco, en San José (1976) y Nairobi (1977), sobre "políticas nacionales de comunicación", el "derecho a la comuni­cación" y "flujo libre y balanceado de información" se inscribie­ron en grado considerable con criterios de esta nueva corriente.

También en la ciencia de la comunicación se opera, por lo tanto, actualmente, un significativo cambio. Sin temor a equivo­carme, me parece que su meollo estriba a nivel nacional y local en el rechazo del esquema autoritario e impositivo de la comunica­ción de "arriba-abajo" y en la búsqueda de auténticas formas en que grupos de la población, p. ej. del área rural o suburbano, pue­

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dan participar activamente en el proceso de cambio y comunica­ción que los atañe directamente. De acuerdo con este tren de ideas se asigna a la planificación de la comunicación un papel muy importante.

Tanto la ciencia de la planificación como la de la comunica­ción social atraviesan, por lo tanto, en la actualidad, por un perío­do muy denso de autoexamen y reenfoque, lo que sin duda abre perspectivas muy prometedoras en relación con la planificación de la comunicación. Desde que la Unesco confirió a la planifica­ción de la comunicación una alta prioridad, numerosas institucio­nes, entre otras el East West Communication Institute, en Hawai, AMIC, en Singapur, CIESPAL en Quito, y la misma UNESCO, comenzaron con análisis serios de la temática. Su objetivo común es investigar a fondo los intrumentos y mecanismos de planifica­ción más o menos para facilitar que procesos de comunicación genuinamente participativos, en el sentido del nuevo paradigma, operen como incesante motor y polea de transmisión de concretas tareas de desarrollo. Hay acuerdo al respecto que esta investiga­ción de los aspectos conceptuales y metodológicos no adolece de complejidad. Trataré, a continuación y a título de señalar en for­ma muy breve su alcance, de destacar algunos de estos aspectos.

En primer lugar, me parece importante conceptualizar la comunicación --como lo hacen los autores en el presente libro­en toda su pluralidad funcional y multidireccional, dentro del proceso.

Así Dan J. Wedemeyer del EWCI considera la comunicación como una actividad inmersa dentro del complejo proceso de toma de decisiones, ya no como actividad per se y aislada de las demás del hombre, sino íntimamente vinculada con el complejo sistema de planes, programas y proyectos de desarrollo promovidos por el Estado así como con las líneas directrices del rumbo general que sigue la sociedad. Engloba las estructuras y sistemas de comunica­ción así como lo que Everett Rogers analiza bajo los términos de la comunicación institucional interna y la interinstitucional. Y con­templa, junto a los canales de comunicación de los grupos formales o informales y los medios masivos, también el rico potencial de la intercomunicación personal, del diálogo directo, que se reconoce

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de nuevo como el vehículo más auténtico de la comunicación par­ticipativa.

Sería incongruente, por lo tanto, concebir la planificación de la comunicación en forma separada del gran contexto político y social del cual forma parte. Y se considera imprescindible que la planificación de la comunicación vaya estrechamente ligada con la elaboración de correspondientes políticas de comunicación que re­flejen la realidad del gran contexto social y la intencionalidad de cambiarla. Difícilmente pueden concebirse planes coherentes que apuntan hacia un fin, si no se afincan en objetivos y metas precisas, productos de una clara visión del papel que la comunica­ción, ya sea a nivel macro o micro, debe desempeñar para impulsar un proceso de cambio propuesto o dado. En síntesis, esta política no es más que un conjunto de reglas y normas-guía para orientar el desarrollo y las actividades de la comunicación en toda su ex­tensión; debe preceder a la planificación y no viceversa, como a veces suele ocurrir.

Un aspecto básico que se desprende de esta característica es que la planificación de la comunicación nunca puede tener un auto­propósito, sino que se apoya siempre y obligatoriamente en pro­gramas y proyectos de desarrollo específicos, como para promover el desarrollo rural, diversificar la producción, facilitar la acepta­ción de medidas de salud o nutrición, fomentar la participación en relación con el saneamiento ambiental, estimular la educación, etc. En este contexto, adquiere suprema importancia la compatibiliza­ción de los planes de comunicación con los otros planes, tanto en lo que a su contenido, fases y grado de importancia se refiere. La respectiva planificación de lo¿ recursos de la comunicación es aquí un problema decisorio.

Al hablar de la planificación de la comunicación conviene dis­tinguir entre la planificación a nivel macro y micro, entre la global, sectorial e institucional y local. Existen planes estratégicos y pla­nes operacionales. Será necesario planificar a corto, mediano y largo plazo. Una cosa es planificar el desarrollo de la comunica­cación a nivel nacional global, incluyendo aspectos como tele­comunicaciones, creación de institutos especializados de investiga­

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cion y preparación de especialistas de comunicación. Y otra es planificar las actividades de comunicación, p. ej., en apoyo a un específico proyecto de salud como la vacunación contra la polio­melitis. El plan a corto plazo señalará metas mucho más específi­cas, detalladas y cuantificadas, con lujo de cifras, que el a mediano plazo. El plan operativo es explícito sobre el "cómo" y el "por quién" y "hasta qué plazo" será ejecutado, en tanto que el plan estratégico contiene las grandes pautas a seguir.

La planificación se ha dicho, no es sustituto del contenido y del mensaje ni férrea camisa de fuerza para las metas fijadas. No hace innecesario el detenido estudio de los contenidos sino, al con­trario, plantea como una de sus fundamentales exigencias la realiza­ción de serios análisis de la realidad socioeconómica y de los patro­nes de comportamiento de los grupos con los cuales se pretende promover el diálogo para la determinación tanto de los canales como de los mensajes. ¡Cuántos planes no se han incumplido, pre­cisamente por falta de diagnósticos solidos, por desconocimientos de idiosincracias socio-culturales esenciales de grupos beneficiados por proyectos de desarrollo!. Otros fallan por la apreciación sub­jetiva de las necesidades de comunicación existentes o de los recur­sos de comunicación disponibles. Por otra parte, un cambio de enfoque, p. ej., en relación con un proyecto de desarrollo comunal, puede volver obsoleto su adjunto plan de comunicación. Y, por qué no admitirlo, cambios de políticas a menudo se convierten en los verdugos del plan mejor estructurado ya veces ya en ejecución. Con razón se afirma, por lo tanto, que el plan demasiado ambi­cioso es tan cuestionable como el demasiado rígido Pero tan cierto es también que la planificación no puede evitar los impon­derables; más bien le incumbe adaptarse con cierta flexibilidad a ellos, igual que le cabe a la teoría adaptarse a la realidad cambiante y no viceversa.

Desde luego que la planificación de la comunicación no deja de ser blanco de críticas desd-e diversos ángulos. Gravenitz no se encuentra solo al señalár que "los pequeños grupos de planifica­dores e innovadores siempre están expuestos en América Latina a la activa resistencia de grupos tradicionales de poder". Cambios socioeconómicos casi siempre afectan los privilegios de élites con­

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servadores, que ven en la planíñcacíón a menudo un instrumento que se pregta a la implantación de reformas que ínciden sobre el statu quo. A su vez, Naesselund, de la Unesco, se refiere a la resis­tencia de no pocos políticos en países en vías de desarrollo, a la planificación de la comunicación por "preferir soluciones rápidas y no tener paciencia para planteamientos científicos de problemas de comunicación, aunque a la larga se obtendrían con su ayuda resultados mejores". De allí, la exigencia de que la planificación debe ser ágil, que los estudios previos como diagnósticos de situa­ción no podrán excederse en el tiempo y que sus resultados deben responder a las inquietudes sentidas también por los niveles guber­namentales donde se toman las decisiones.

En relación con esta exigencia surge, sin embargo, como ha sido apuntado por varios autores, un problema de fondo. Borde­nave y Carvalho aluden a él al expresar su preocupación de que la planificación, si se orienta de acuerdo con los antojos de los gober­nantes de tumo, llega a servir sólo a los intereses de las clases pode­rosas y al mantenimiento del estado de cosas vigente. Según esta opinión, el sistema imperante se encarga invariablemente del pla­nificador de la comunicación y este se ve imposibilitado de elabo­rar planes auténticamente renovadores y participatorios, convir­tiéndose finalmente en un fiel ejecutor de las políticas oficiales, ya sea retrógradas o desarrollistas, en la mayoría de los países latino­americanos. Un punto de vista conflictivo, pero que no deja de ilustrar que el planificador de la comunicación no opera en un vacío político, sino que especialmente en los niveles superiores su trabajo se desenvuelve necesariamente en un medio cargado de opciones ideológicas.

Estos apuntes recogen, creo, a groso modo, algunas de las problemáticas que enfrenta la planificación de la comunicación. Ayudan quizá a introducir una temática que no es fácil, que aún no está comprendida cabalmente, ni teórica ni metodológica­mente, pero que sin duda reviste gran importancia sobre todo para el trabajo práctico de comunicación. Es de esperar que las investi­gaciones y estudios que se van realizando por parte de institucio­nes como Unesco, EWCI y CIESPAL y algunas universidades norte­americanas y europeas aportarán nuevos criterios para una com­

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prensión más exacta de sus bases teóricas y modalidades de aplica­ción práctica.

Pero, aún a reserva de las anotadas insuficiencias y problemas, el actual enfoque sobre la planificación de la comunicación ya re­presenta un significativo avance, un intento de convertir con su ayuda los procesos de cambio en una viviente realidad sentida y compartida también por los sectores más atrasados de la población. Seguramente el instrumentario de planificación aún requiere per­feccionamiento. Tampoco sería razonable negar los frenos tanto estructurales como burocráticos que se interponen a menudo a la elaboración y ejecución de planes con un contenido progresista. De todos modos, la planificación que logra incentivar procesos de comunicación realmente conscientizadores y participatorios puede más que compensar estas deficiencias. Obliga a la realización de serios análisis sobre las realidades socio económicas en las cuales aún viven las grandes mayorías latinoamericanas y sobre sus nece­sidades de comunicación. Ayuda a incentivar la formación de ideas sobre el tipo de cambios que precisa lograr en la sociedad y su priorización en el tiempo así como en su compatibilización con otros programas y proyectos de desarrollo que cuentan con la promoción gubernamental. El análisis de los recursos disponibles y necesarios y la elaboración de estrategias alternativas para defi­nir los caminos más convenientes a seguir según criterios de costo­beneficio sientan realmente las bases para intervenciones coheren­tes y sostenidas a favor del cambio. Una vez identificados los objetivos y recursos, el resto ---su traducción en metas cuantifica­das y cronogramadas, la elaboración y ejecución de planes opera­tivos, su eventual revisión, control y evaluación-le confieren for­zosamente a la planificación de la comunicación algo fundamental que le ha faltado a la mayoría de los proyectos de comunicación hasta ahora: seriedad científica, disciplina en el manejo y una ma­yor garantía de cumplimiento y obtención de los resultados desea­dos. Sin planificación resulta difícil lograr la masiva movilización de recursos que se hace necesaria para la urgente dinamización de muchos proyectos de cambio con un orientado "input" de comunicación.

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Es precisamente debido a este tipo de razonamientos que la presente obra de Diaz Bordenave y Carvalho adquieren una impor­tancia singular: Su significado estriba también en el hecho de que en América Latina los especialistas en la ciencia de la comunica­ción sólo reciéntemente comenzaron a preocuparse de una manera más sistemática sobre los diversos aspectos de la planificación de la comunicación. Estimo, por lo tanto. muy atinado el esfuerzo de estos dos destacados autores latinoamericanos, que analizan en este tomo diversos aspectos teóricos que me parecen fundamenta­les para la ubicación conceptual del tema y quizá instrumentales y muy útiles para estudios posteriores centrados más en sus aplica­ciones prácticas y en la explicación de los mecanismos técnicos y metodológicos de la planificación. Como particularmente valioso debe ser evaluado también su enfoque crítico de los tradicionales conceptos de la teoría de la comunicación así como la ubicación del tema dentro de los grandes lineamientos del nuevo paradigma participativo y dialogal de la comunicación así como su plena in­serción en el sistema político y social.

Antes de presentar una breve síntesis del contenido conviene quizá una indicación de la posición básica que distingue a los dos autores. Creo que la afirmación "toda planificación debe encami­narse a maximizar el grado de justicia. de libertad y de solidaridad" esclarece lo esencial. Esta afirmación sitúa al hombre. sus dere­chos básicos y su plena realización en la sociedad en un primer plano de su análisis.

A modo de introducción. Bordenave y Carvalho se refieren en el primer capítulo al estado de dependencia socioeconómica y mental que caracteriza la mayoría de los países latinoamericanos. Ven esta dependencia en un doble plano. primero la externa frente a los países industrializados; y. segundo. la interna. producto de las diferencias de clase y la antinomia ciudad - campo. Constatan en seguirla que conforme a esta realidad en el continente predominan modelos de desarrollo de "modernización". sin intentar la modifi­cación de las estructuras anacrónicas. Citando estudios como los de Beltrán y Cardona describen entonces las características funda­mentales de las estructuras de comunicación vigentes en la región y señalan su alto grado de concentración y su carácter dependiente.

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El segundo capítulo contiene un análisis teórico del pro­ceso de comunicación. Después de explicar varios modelos en boga durante las últimas décadas, concluyen que su, falla común consiste en no situar la comunicación de lleno en el contexto de la realidad económica, política y social. El modelo alternativo pro­puesto por los autores se inscribe en una concepción clasista de la sociedad, planteándose la necesidad de superar el carácter vertica­lista y alienante del sistema de comunicación capitalista. Ambos subrayan la esencia dialéctica-estructural de la comunicación señalando que además de involucrar procesos psicológicos muy profundos del hombre, "la comunicación no aparece solamente como un instrumento de interacción social, sino que viene a cons­tituir la propia urdimbre de la cultura y el vehículo más poderoso de la manutención o la modificación de la estructura social".

En el tercer capítulo se presenta un análisis de la planifica­ción como instrumento de racionalización para alcanzar determina­das metas así como de los diversos elementos y fases que forman parte del proceso de planificación. Entre otras cosas se hace hinca­pié en el requisito de disponer de adecuados datos estadísticos ---si éstos no existen, la planificación se basa necesariamente en intui­ciones subjetivas- en la importancia de la formulación de objeti­vos y metas factibles y el significado de elaborar proyectos preci­sos en cuanto a recursos y previsiones de cronograma para facilitar la elaboración de planes viables. Muy lograda está en este capítulo la explicación de los pro y contra de la planificación ascendiente y descendiente y de los problemas que estas dos modalidades encierran para los comunicadores.

En el capítulo siguiente los dos autores se expresan sobre las posibilidades de que en América Latina la planificación sirva al mantenimiento del "statu qua" o, en el mejor de los casos, a un tímido desarroUismo. Reconocen por otra parte que en los países socialistas la planificación es un instrumento totalizante que se utiliza también para la dominación de las conciencias. Se pregun­tan, ¿por qué planificar?, y responden que el 'estado capitalista moderno usa la planificación para adaptar la sociedad a las crecien­tes exigencias planteadas por el desarrollo técnico y las contra­dicciones sociales. Rechazan en este contexto una planificación

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netamente técnica y supuestamente científica y objetiva, que en su parecer no existe y llegan en base a un análisis de las organizacio­nes formales e informales, como canales de comunicación, a la conclusión poco alentadora que bajo los sistemas imperantes en la región, por sus modelos cuestionables de desarrollo y ataduras burocráticas, difícilmente los comunicadores planificadores pue­den dejar de actuar como "agentes de la clase dominante".

En el quinto capítulo, después de describir algunos esquemas tradicionales de planificación de la comunicación B y C se refieren a algunos nuevos modelos que de uno u otro modo ya incorporan la participación de la población en la toma de decisiones respecto a sus necesidades de comunicación, una tesis planteada en forma muy convincente por Paulo Freire e Ivan micho Consideran pri­mero "la comunicación en apoyo de proyectos de desarrollo", un modelo desarrollado por la Unesco que exige para el ingrediente de la comunicación, exhaustivos estudios previos sobre todo de los patrones de comportamiento de los grupos a los cuales se dirige un proyecto. Se presenta después un modelo más ambicioso para el nivel macro, elaborado por Allan Hancock, aplicable para la elabo­ración de políticas y planes nacionales de comunicación así como el modelo probabilístico de Grunig y Disbrow que sirve para ana­lizar bajo cuales condiciones psicosociales el individuo se siente incentivado para buscar y procesar información considerada útil para él. Por último, se hace mención de un modelo de planifica­ción de la comunicación diseñado por la brasileña Beatriz B. Costa, que en opinión de los autores supera los residuos de direccionali­dad que aún caracterizan a los tres esquemas señalados anterior­mente.

En el último capítulo, finalmente, los autores plantean un esquema alternativo de planificación de la comunicación -"la planificación sin plan". Separándose de conceptos tradicionales, Bordenave y Carvalho presentan un modelo práctico muy original que es un verdadero reto a la teoría y que rompe con muchos de los más sagrados principios de la planificación convencional. En su fundamentación, que se basa en una sólida experiencia de campo, exigen echar por la borda los estereotipos que la teoría viene arrastrando y abogan por una sana desracionalización de la planificación y desmistificación de la técnica.

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Dado el carácter audaz e innovador de las ideas expresadas al respecto prefiero no ahondar en ellas y remitir al lector directa­mente a lo expuesto por los dos autores, Sólo en forma de anti­cipo me animo a indicar que de acuerdo con el criterio de su es­quema "el plan es sustituido por el compromiso y por la crítica y autocrítica" y que este esquema representa un intento muy valedero y que provoca la imaginación para desvestir la planifica­ción de todos los formalismos engorrosos y de hacerla realidad sobre todo a nivel de pequeños grupos, como comunidades, con la consciente participación de todos.

Estando de acuerdo o no con el análisis y los novedosos plan­teamientos que contiene este libro, el tratamiento pionero del tema significará sin duda un valioso aporte teórico que estimulará la meditación y la investigación futuras. La planificación de la co­municación es una disciplina que por su complejidad conceptual y por sus grandes posibilidades de aplicación práctica seguirá ocu­pando la atención tanto de teóricos como de pragmáticos de la comunicación. El haber analizado el tema y sus problemas a fondo y con un enfoque crítico y muy prometedor para el trabajo futuro de los estrategas de la comunicación, es seguramente el mayor mérito de esta obra.

Peter Schenkel

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introducción general

El título de esta obra dice por si mismo de la complejidad del tema abordado. Dos grandes conceptos, en efecto, aparecen en el mismo: Comunicación y Planeamiento.

No hace falta demasiada imaginación para vislumbrar la canti­dad enorme de combinaciones y permutaciones que son teórica­mente posibles entre los contenidos diversos que cada uno de estos conceptos podría encerrar. Inténtese combinar, por ejemplo, los posibles tipos de sociedad con los posibles tipos de comunicación, con la variedad inmensa de los usos de la comunicación y con las variadas formas de planear (o dejar de planear) dicho uso, y se verá cuan del todo imposible sería el tratamiento exhaustivo del tema propuesto.

De alguna manera, por consiguiente, los autores enfrentaron y resolvieron la obvia necesidad de restringir las combinaciones po­sibles de contenidos,· a una gama más estrecha de alternativas. Obviamente también, la selección tuvo que ser guiada por la orien­tación ideológíco-ética-polftica-técnica de los autores, quienes, como latinoamericanos y como profesionales del planeamiento y de la comunicación, han vivido experiencias que los han llevado a asumir determinadas percepciones de la realidad y ciertas escalas de valores.

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La idea fundamental que unifica las orientaciones de ambos autores es la de justicia social dentro de la libertad y la solidaridad. Alarmados por los síntomas del caminar acelerado de la sociedad humana hacia el Admirable Mundo Nuevo, de Aldous Huxley, en virtud de los efectos racionalizadores, disciplinadores y uniformi­zadores de la tecnología, los autores creen que constituye misión histórica de la América Latina alertar al resto de la humanidad -como lo hizo Orwell en "1948"- sobre el peligro de que una sociedad de colmena y hormiguero, dotada de solidaridad impues­ta pero carente de libertad y de justicia pueda constituir la única alternativa para el futuro.

Pero como no es suficiente alertar a la humanidad sobre el peligro que la amenaza, los autores creen que los latinoamericanos debemos pensar en nuevos caminos que se contrapongan eficaz­mente a la marcha, de manera alguna inexorable, hacia una socie­dad rígidamente esquematizada.

La búsqueda de nuevos caminos, naturalmente, debe ir acom­pañada de la destrucción de ciertos mitos modernos que obnubilan el pensamiento libre y la imaginación creadora de los países sub­desarrollados. Entre ellos, destacamos, el Mito de la Tecnología, el Mito de la Racionalidad, el Mito del Planeamiento y el Mito de la Eficiencia.

La tarea del libro consiste en explicar inicialmente la concep­tualización escogida para los términos Comunicación y Planea­miento. Competiría después aplicar dichos conceptos a una praxis concreta. Sin embargo, la aplicación no se lleva en el libro hasta el nivel del qué hacer propiamente dicho, sino más bien hasta el nivel del porqué hacer. En otras palabras, no se presentan métodos y técnicas para el planeamiento del uso de la comunicación, sino más bien principios y criterios que tratan de justificar porqué deberían adoptarse algunos tipos de comunicación y ciertas rnodalidades de planeamiento. Esta restricción no solamente no. constituye una omisión sino que se ciñe coherentemente a uno de los más caros principios del propio tipo de planeamiento defendido, cual es el de dejar suficiente amplitud y libertad a este plano para que las accio­nes de él emanadas sean adecuadas para la situación específica de

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.....ificación y Conwnicación"

VIda ~ histórico y de cada ámbito geográfico y social.

En todo caso, el libro no se presenta como un glosario semán­tico y menos aún como un recetario pragmático. Su intención es alertar, desmitificar y promover debate. El enfoque, un tanto agre­sivo, se debe a la índole de su público primordial: los estudiantes y profesores de comunicación de América Latina.

Después de todo, la más fuerte esperanza de ver surgir de nuestro continente un mensaje de libertad y de solidaridad, radica en su juventud, todavía no contaminada por la seducción de la pre­sunta taumaturgia de la tecnología ni la pretendida eficiencia ra­cional de la tecnocracia. De la juventud universitaria de América la historia espera el desarrollo de la intuición creadora, la gratuidad de la entrega al servicio de los demás, el humanismo auténtico que preconiza la primacía de la justicia sobre el orden y la seguridad, de la conservación de la naturaleza sobre la productividad, de la sobriedad sobre el confort y el consumismo, de la paz sobre la competición individualista entre personas, grupos y naciones.

En una sociedad así, la comunicación es, al mismo tiempo, el alfa y el omega. Ella constituye el plasma vinculador que permite la participación y la solidaridad. Interpretada como comunión, ella representa el camino natural hacia el ideal de la unidad univer­sal.

De ahí que el planeamiento de la comunicación se convierte en asunto crucial. Ante la importancia histórica del tema, los au to­res inician su trabajo con humildad y reverencia.

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CAPITULO 1

la comunicación en las mallas

de la dominación La experiencia mundial de las últimas décadas parece tender a

demostrarnos que, para el progreso de la humanidad, es menos útil formular un tipo de sociedad ideal, deseable y aceptable para to­dos, que tener un concepto claro de lo que constituye el mínimo de bienestar y felicidad para la mayoría de los hombres.

En otras palabras, parece más realista ir resolviendo los pro­blemas que obstaculizan el caminar cuotidiano de los hombres -en su doble dimensión individual y social- hacia la realización de sus aspiraciones de ser respetados en su dignidad y en su libertad, en su derecho a trabajar, alimentarse decentemente, educar a sus hijos y gozar de un poco de recreación.

Lo que no puede olvidarse nunca es que todo progreso huma­no implica la solidaridad, la acción en comunidad. Pues eemo dice Roger Garaudy en su libro "Palabra de Hombre" 1/:

"En todos los planos, somos llevados a esta verdad fundamen­tal de la vida: lo que hay en mí de más íntimo y esencial es la presencia del amor de los otros. El otro, los otros, son mi trascendencia, lo que me llama más allá de mis límites indivi­duales, lo que me constituye como hombre. La humanidad no es una aventura solitaria. Es una conquista de la comuni­dad. Una comunión".

Todo indica que nadie posee el secreto para conseguir siquie­

11 Garaudy. Roger - PaJawa de Roman. Sao Paulc, DIFEL, 1975.

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ra este mínimo indispensable. Todos los países están procediendo más o menos por ensayo y error, aplicando tal vez a pesar suyo, la frase del poeta:

caminando, caminando se hace camino al andar.

El problema con guiarse rígidamente por un tipo ideal de so­ciedad es que dicho tipo ideal cambia periódicamente, influencia­do por los paradigmas económicos, científico-tecnológicos e ideo­lógicos de la época histórica en que el mismo es formulado, por un lado; y, por otro, por las vivencias reales experimentadas por la humanidad.

Como lo sabemos muy bien, los paradigmas no tienen validez permanente. El tipo ideal de sociedad imaginado cuando la razón era adorada en los altares como un dios, ha sufrido serio detri­mento después de dos guerras mundiales en las que la diosa razón perdió muchos puntos en la bolsa mundial de valores.

Más concretamente, para los latinoamericanos sería más posi­tivo caracterizar de manera más completa y veraz el tipo de socie­dad en que vivimos hoy -como producto de nuestra historia y de nuestro ser actual- que ponernos a pensar en "shangrí-las" de muy difícil consenso y de aún más difícil realización. Es posible que, de la crítica franca de los defectos de nuestra sociedad actual, emerja una pequeña luz que ilumine nuestros pasos siguientes, aun cuando nuestro destino remoto continúe dentro de una nebulosa.

Ahora bien, el conocimiento tan completo como sea posible, de nuestra realidad actual, es un presupuesto indispensable para el planeamiento -no solo del uso de la comunicación en la socie­dad- sino de cualquier otra actividad importante. De modo que, sin más pérdida de tiempo, presentaremos a continuación una rá­pida y apretada síntesis de nuestra percepción de la sociedad de hoy, aquella para la cual debemos planear intervenciones delibera­das.

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EL CENTRO Y LA PERIFERIA

Eduardo Galeano 1/, en su libro "Las Venas Abiertas de Amé­rica Latina", nos muestra cómo, en virtud de haberse iniciado la Revolución Industrial en la Europa Occidental, las colonias perte­necientes a los países que formaban parte del grupo colonizador fueron sistemáticamente desangradas por todos los medios y en todos los campos de la actividad humana productiva. Así, Galeano nos va guiando por un recorrido de explotación que atraviesa la importación de esclavos, la caña de azúcar, el palo Brasil, el algo­dón, la banana, el oro, la plata, el petróleo, la carne, en fin, todo lo que se puede vender y comprar para que obtengan lucros los em­presarios y gobiernos de los países colonizadores.

Como consecuencia de esta explotación sistemática, y de los mecanismos de dominación económica y política que la hicieron posible, el mundo se fue organizando en un sistema económico­~olítico uníñcado sezún el esquema gráfico siguiente:

PAISES PERIFER/COe

GI'UfKlS ()regione5/)ominan/es encoda poi;

6~ oregionesexPlotadas en ooaa pat5

11 GlI1eano. Edwudo - L.. VllPU abiertaa de Am6dca LaUDa, Bueno. Aire.. Editorial Siglo XXI, 1973.

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Osvaldo Sunkel distingue, en el esquema, "un conjunto de actividades, grupos, regiones, localizadas en naciones diferentes, constituyendo la parte desarrollada del sistema y estando estre­chamente vinculados entre sí de manera transnacional". Además, "en cada nación, actividades, grupos, regiones, excluidos de la par­te desarrollada y desprovistos de lazos con actividades, grupos, regiones semejantes en otras naciones". En los propios países do­minantes existe también un mecanismo interno de explotación de unas clases a otras. Las consecuencias concretas de esta sítuacíón; que parece tan simple, son innumerables y enormemente comple­jaso Se extienden desde hechos tan físicos como la disposición.de las redes ferroviarias y rodoviarias de los países perüéricos para exportar materias primas a los países centrales, a hechos bien me­nos tangibles pero no menos influyentes como los sistemas y filo­sofías educacionales prevalecientes en los países dominados, sin mencionar, evidentemente, los hechos financiero-económicos a través de los cuales la dominación se ejercita de forma más directa y cruda, tales como la actuación de los bancos y empresas multi­nacionales y su fraternal, o mejor dicho, paternal relación con los políticos y empresarios de los países satélites.

No estamos hablando apenas del tiempo de las invasiones in­glesas al Río de la Plata, o de la participación de Inglaterra en la independencia de las repúblicas latinoamericanas y su posterior dominio financiero de las mismas, o aún de los gobiernos títeres dejados por los "U. S. Marines" en Cuba, Nicaragua y República Dominicana, hace varias décadas. Nos referimos a los tiempos que vivimos hoy, en los que siguen ocurriendo cosas como la deposi­ción de Jacobo Arbenz, por la CIA, en Guatemala; la invasión de Santo Domingo por los fusileros navales norteamericanos con la ulterior legitimación de la OEA; la obstinada resistencia de Ingla­terra a devolver Belice y las Malvinas a los países americanos; el de­sembarque en la Bahía de los Cochinos; la tentativa de impedir el acuerdo nuclear Brasil-Alemania, la intervención externa en el cambio de gobierno en Chile, etc.

Ahora bien, aunque dramática, esta corta lista de "hechos de dominación" no trasunta fielmente la verdadera esencia de la do­

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minación global, la cual va mucho más allá de los aislados esfuer­zos de "desestabilizacióri" de gobiernos de izquierda o temporarios desembarques de fusileros navales.

La dominación global se manifiesta a través de una serie de dependencias -rmental, económica, social, educacional, eultural-r de las cuales tenemos tanto la culpa nosotros mismos como nues­tros dominadores. Theotonio dos Santos define la dependencia como 1/:

"Una situación en la cual la economía de determinados países está condicionada por el desarrollo y la expansión de otra economía, a la que están sometidas las primeras. La relación de interdependencia entre dos o más países; y entre estos, y el comercio mundial, toma la forma de dependencia cuando algunas naciones (las dominantes) pueden expandirse y ser autogeneradoras, en tanto que otras naciones (las dependien­tes) sólo pueden hacerlo como reflejo de esa expansión la cual puede tener un efecto negativo o positivo sobre su desa­rrollo inmediato".

Dedicaremos este primer capítulo a una rápida revista de nues­tras dependencias. Ellas pueden siministrarnos la base conceptual de la realidad para la cual debemos planear el uso de la comunica­ción.

LA DEPENDENCIA MENTAL

De los esfuerzos deliberados de dominarnos económica y po­líticamente, podemos tranquilamente responsabilizar a los países centrales. Pero existe un tipo de dominación-dependencia del cual ellos son menos responsables que nosotros mismos. Y ese tipo es la dependencia mental. De ella, por lo menos en principio, podría­mos librarnos con nuestro propio esfuerzo y determinación, mien­tras que de las otras dependencias nuestra liberación exige la inter­vención de diversos elementos que escapan a nuestro control inme­diato.

11 Santos. Theotonio dos - La estructura de la dependencia. Economía Política del Im­periaUsmo, Ediciones Periferia, SRL. Buomos Aires, 1971, p. 43.

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La dependencia mental se manifiesta a diversos niveles y en distintos campos. Una de sus manifestaciones más radicales es la resistencia a la revisión crítica de la historia: no se quiere saber cómo ocurrieron realmente las cosas, qué fuerzas actuaron en nuestra historia provocando nuestra "independencia", nuestras guerras internacionales y nuestras guerras civiles. A pocos chilenos les interesa conocer la verdadera historia de la Guerra del Pacífico tanto como a muchos brasileños y argentinos les resulta muy poco interesante escudriñar las reales causas de la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay.

En el campo nacional, a pocos les quita el sueño tratar de entender porqué una determinada familia de la "aristocracia" es dueña de enormes extensiones de tierra y cómo rué que ciertas empresas extranjeras recibieron concesiones y privilegios que las propias empresas nacionales no poseen. Y así por el estilo.

En resumen, una primera señal de dependencia mental es la pereza de conocer nuestra verdadera identidad, nuestra real estruc­tura social y nuestra auténtica génesis nacional. Somos lo que nos dicen que somos los historiadores de una determinada época y cla­se social.

La segunda manifestación importante de nuestra dependencia mental es Ja aceptación acrítica de doctrinas, ideologías y modelos de pensamiento que nos vienen de fuera. Esta sumisión puede ob­servarse en todos los campos, desde el religioso hasta el tecnoló­gico, pasando por el educacional, el político y el cultural.

En lo religioso, la historia del sectarismo y el oscurantismo que dominaron nuestro pensamiento y nuestra conducta, es sim­plemente increíble. Afortunadamente, es en la propia América Latina donde se está desarrollando la antítesis a ese pasado de os­curidad y distorsión dogmática, pues es aquí que está naciendo la llamada Teología de la Liberación 1/.

En lo ideológico-político, tanto los partidarios de la democra­cia liberal como los defensores de las tesis totalitarias de izquierda

11 Gutiérrez. GuRavo - Teolo81a de la Llberaci6n, Lima, Peró. Edlc10nea SílUeme, 1972.

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"Planificación y Comunlcacíon"

y de derecha, basan sus principios y dogmas, no en el examen cui­dadoso de la realidad latinoamericana, sino en los textos emitidos por antiguos pensadores sobre realidades distintas de las nuestras.

En lo científico, se cuentan con los dedos de la mano los pen­sadores latinoamericanos que se apartan drásticamente de los para­digmas intelectuales dominantes, en sus respectivas ciencias, en los países centrales. Teorías y modelos sociológicos, psicológicos, fí­sicos y biológicos, son rápida e indiscriminadamente adoptados por la "intelligentsia" latinoamericana.

Así vemos, en las ciencias sociales, defensores latinoamerica­nos del funcionalismo de Tacott Parsons, del difusionismo de Eve­rett Rogers, del behaviorismo de Skinner, del psicologismo de Ha­gen y McClelland, etc., que jamás han dedicado un minuto a obser­var su propia realidad con ojos críticos para formular su propia teoría explicativa de los fenómenos observados.

En lo cual, América Latina continúa su tradicional veneración obediente a todo lo que suena a moderno porque tuvo éxito en París, Londres o Nueva York, desde la música a la arquitectura. Pero donde se nota mejor la submisión cultural es en el habla de nuestros países en donde ya es raro encontrar un hotel, tienda, bar, o edificio de departamentos que no ostente un nombre anglo-sajón 1/.

Así como en décadas pasadas la dominación cultural francesa nos impuso infiltraciones gálicas en nuestro vocabulario, tales como "robe-de-chambre, garage, abat-jour, pegnoír, mise-en-cene, debenture, souvenir, boutique", actualmente el dominio anglo­sajón amenaza con prácticamente substituir nuestra lengua por el inglés. Considérese la incompleta lista siguiente de términos de uso común en América Latina:

feedback marketing best-seller drive-in media check-up week-end service press-realease

11 En una ciudad del estado de sao Paulo. Braal1,1lamada Rlbeirao Prefo, lo que 1IIpItI­Cl! Riacho Negro, el principal hotel lleva como nombre "Black Stream Hotel".

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stop playground jingle milk-shake take-off spot hamburger manpower house-bogan

shopping-center input jet set by-pass output copy-desk follow-up hardware disk-jockey know-how software flash-back

top check-list lay-out count-down desing briefing overhead warm-up expertise brainstorming leasing fringe benefits holding company brain drain happy birthday to you please pic-nic

El humorista brasileño Henfil, caricaturizó magistralmente esta "invasión cultural" en la historieta cómica en que un indio Bororo aprende "portugués" para integrarse a la sociedad urbana de su país. (Ver caricatura).

Además de la fuerte penetración semántica del vocabulario inglés en nuestro medio, se nota también penetraciones de tipo sintáctico, que alteran la propia estructura de nuestra lengua. Así notamos que en cuanto a la forma de indicar el posesivo en espa­ñol o en portugués consiste en utilizar la preposición de, como en Bar de Roberto, ya se está poniendo difícil encontrar un bar, tien­da o restaurante, que no utilice el genitivo inglés con apóstrofe y s. Robert's Bar (cuando no es Bob's Bar), Apolonio's Car Service, y, en la ciudad de Vicosa, Minas Gerais, Brasil, existe una tienda (en portugués "loja") llamada Ligia's Loja.

La invasión cultural, por otro lado, no se efectúa solamente en los aspectos semánticos y sintácticos de la comunicación, sino en la propia conceptualización del proceso como tal. Como lo ve­remos en el próximo capítulo, los modelos extranjeros del proceso de la comunicación han sido aceptados como los únicos posibles

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PA~A

DE!3E (r~)~'\ POlm.}G'uE8! ~~

INTB3I(ARS~USrE[) APREN[)ER

PRESTE ATENe/ON .

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.... Publicado ~n la revista FRADINHO de Río de Janeiro, Autor: Henfil'y ...¡

traducido al "espafiol-ingl's" por el editor. .

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39 "Planificación y Comunicación"

y han determinado toda una forma de pensar sobre comunicación que responde a .exígencias de la época y el lugar donde dichos mo­delos fueron engendrados.

El planeamiento, como proceso social, tampoco podría esca­par a los alcances de la dependencia mental. En este campo los efectos son todavía más graves pues la cosmovisión que le sirve de base envuelve una división de la humanidad en grupos que piensan y grupos que ejecutan, comprende un culto casi fanático de la ra­zón instrumental y ocasiona un progresismo manipulador tan ine­xorable que sería necesario un análisis más complejo para demar­car los orígenes de la planeolatría hoy vigente. Un análisis parcial del fenómeno aparece en el capítulo IV.

MODERNIZACION VERSUS DESARROLLO AUTENTICO.

El dilema en que nos encontramos todos y cada uno de los latinoamericanos en el presente consiste en tomar una opción, in­dividual y colectiva, en favor del desarrollo auténtico, superando el actual entusiasmo por una modernización superficial o refleja.

Conviene aclarar las diferencias entre ambas alternativas.

En esencia, la diferencia fundamental radica en la manuten­ción o destrucción del esquema de cominación-dependencia repre­sentado por la Fig. 1.

En otras palabras, o bien toda la sociedad se desarrolló en imitación de los países más avanzados o bien ella dolorosa pero pero creativamente, experimenta nuevos caminos de liberación y realización plena.

El problema con el llamado "desarrollo auténtico" es que no existe un significado compartido sobre la naturaleza de tal estado o procéso, Al no haber acuerdo, tampoco hay sínergía de esfuer­zos para abrir un sendero determinado. La consecuencia es la dis­

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persión y el debilitamiento de todos los grupos que desean innovar. Al final, por cansancio y por pesimismo se termina volviendo al camino conocido y trillado del desarrollo occidental capitalista, para el cual ya existen siglos de pre-condicionamiento e inmensas fuerzas mundiales en su favor.

En todo caso, existe una cualidad que sirve de denominador común a todos los caminos hacia el desarrollo no capitalista, y ella es la participación. En efecto el sistema capitalista se caracteriza por la división de la sociedad en clases: las clases de "élite" en las que se concentran la propiedad de los medios de producción (rí­queza e íngresos), la autoridad y la influencia (poder) y el mono­polio de los conocimientos (educación, instrucción, información); las clases medias entregadas a la construcción y consolidación de su propio bienestar, amenazado a veces por las demandas de mejo­ría de las clases inferiores; y las grandes masas proletarias urbanas y rurales, sometidas a un círculo vicioso de explotación. En el sis­tema capitalista naturalmente, no se ve con buenos ojos la partici­pación del pueblo en las decisiones política- v económicas de la sociedad por la simple razón de que su puu.era decisión sensata sería la de modificar las estructuras vigentes. Un modelo de "desa­rrollo auténtico", por lo contrario, no tendría por qué tenerle miedo a la participación popular, visto que, por definición, el au­téntico desarrollo consístíría en el desarrollo de la propia gente. Esencialmente, en la construcción (o producción) permanente del hombre por el hombre es que consiste todo el desarrollo y todos los mecanismos del desarrollo, tales como la difusión tecnológica, el mercado, etc., son formas de transformar el mundo material sólo para actuar los unos sobre los otros; es decir, para entre­producirnos (Perroux).

Es oportuno anotar que, entre la voluntad de los hombres de producir o construir a los demás hombres y la real y concreta ma­terialización de estos deseos, existen estructuras e instituciones so­ciales históricamente creadas, que no se modifican de la noche a la mañana y que, inclusive, pueden obstaculizar el proceso de inter­producción humana fundamentado sobre nuevas bases.

Este es el caso de nuestra sociedad latinoamericana.

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Podemos sentir individualmente un gran entusiasmo en favor de la íngualdad, de la participación, de la solidaridad, de la libertad Pero si echamos una ojeada a nuestra historia y a las estructuras so­ciales e instituciones que de ella emergieron, comprobaremos in­mediatamente que tenemos un enemigo dentro de nosotros mis­mos, que nos obligaría, si pretendemos construir un mundo mejor, a "nacer de nuevo", como se lo exigió Jesús a Nícodemo, para al­canzar la salvación.

En nuestros países, en efecto, existen varios órdenes de domi­nación interna, surgidos de nuestra historia. Veamos algunos:

a. Dominación étnica

Por más que la Constitución y las leyes de nuestros países prohiban la discriminación por razones de raza y color, el hecho real es que en la mayoría de los países del continente existe una escala de picoteo ("pecking order") semejante a la que existe en los gallineros. Dicha escala está más o menos organizada en las si­guientes líneas:

Blanco Extranjero

Blanco nacional

Mestizo o Mulato

Indio o Negro

En el Brasil, país que se jacta de su gran tolerancia racial, pue­den encontrarse anuncios en los periódicos solicitando "empleadas de tienda, de buena presencia, piel clara". Cuéntase que una señora de la sociedad afirmó a un extranjero: "En el Brasil no existe pro­blema racial pues aquí los negros saben dar su lugar".

En la Argentina, basta leer el Martin Fierro para notar cuan profundo es el desprecio que el gaucho sentía hacia el negro. Se dice de un argentino que fue a Estados Unidos y que al regresar afirmó: "Sólo hay dos cosas que no me gustaron en Norteamérica: una, la tremenda discriminación racial que todavía existe; y otra, la enorme cantidad de negros que andan por ahí:

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Aún en el Paraguay, donde tradicionalmente el español se cruzó libremente con las indias, hasta hace poco tiempo las fami­lias urbanas de la clase media alta utilizaban el adjetivo peyorativo "guarango" para referirse a quien usaba muchos vocablos guara­níes en su conversación. Los hijos de estas familias no recibían estímulo alguno para aprender el guaraní y en la mayoría de los colegios particulares se prohibía hablar dicha lengua.

En el Perú, los mestizos qu~ bajan de la Sierra a habitar en las "barriadas" de Lima (hoy llamadas "pueblos jóvenes"), evitan ha­blar el quechua pues su lengua nativa los marca como indios y por consiguiente les coloca en status inferior.

b. Dominación económica y social

Unas pocas cifras nos revelan crudamente la enorme desigual­dad económica -y, por lo tanto,- social, que existe entre las ca­madas o estratos de la sociedad latinoamericana. En el Brasil, se­gún José Gomes da Silva 1/ la tierra agrícola, factor de riqueza y de poder, está distribuida en la siguiente proporción: el latifundio -en sus dos dimensiones legales de excesiva dimensión y deficiente explotación- ocupa un 82,9 % de la superficie de los inmuebles rurales del país. En cambio, el minifundio, representa solamente el 12,5 % del total de la superficie de los establecimientos rurales, y las empresas rurales el 4,6 oto, Esto quiere decir que existe una enorme cantidad de tierra en pocas manos: 79 de las mayores pro­piedades del Brasil ocupan más de 20 millones de hectáreas, o sea, 10 veces el área del Estado de Israel. Según Gomes da Silva el grupo Michel Silva, posee 2 millones y 305 mil hectáreas en la Amazonia.

En el Paraguay, "el tamaño de las explotaciones agrícolas­ganaderas define una estructura agraria deficiente y ésta condicio­na, directa e indirectamente, una organización de baja productivi­dad. Conforme a los datos del Censo Agropecuario de 1956, el 1,4 % del número total de explotaciones censadas, con superfi­

11 Gomes da Silva José. aefozma AIlriria DO Bruil. Editora Zahar, Río de Janelro. 1971.

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cies que varían de 1.000 a 20.000 Has., disponía del 29 % de la superficie total; en cambio, el 98,6 % del número de explotacio­nes disponía sólo del 11 % de la superficie total, lo que es indica­tivo de la alta asimetría de la propiedad rural del país". 1/

El mismo patrón .de desigualdad extrema que se observa en las áreas rurales impera en las ciudades de América Latina. A poca distancia de barrios donde se levantan mansiones que no desento­narían en Beverly fIills, se extienden barrios proletarios que crecen vertiginosamente a medida que el éxodo rural empuja poblaciones mal preparadas para la vida urbana a abandonar los campos donde llevaban vidas miserables y sin esperanza. Cinturones de miseria caracterizados por el hacinamiento, la desnutrición, la falta de sa­neamiento, la criminalidad, el desempleo y el alcoholismo, rodean la mayoría de las capitales de América Latina.

Nada pueden contra la inatajable proletarización de la pobla­ción las tentativas modernizantes de los planes de desarrollo, todos ellos concebidos dentro de la opción concentradora de los ingresos en las clases privilegiadas. Es que los países latinoamericanos, en su afán de conquistar mercados de exportación, se aferran a la po­lítica suicida de mantener bajos los salarios de los trabajadores para mantener competitivos los precios de sus productos.

c. Dominación educacional

El circulo vicioso de la dependencia interna, naturalmente, encuentra su mejor aliado en los sistemas educacionales vigentes en América Latina. La educación impartida, tanto por los sistemas formales de educación como por los sistemas no formales o extra­escolares, no conscientiza ni enseña a pensar.

La educación, en la América Latina, debería estar orientada a fomar la conciencia crítica de las personas; es decir, la capacidad de conocer de la manera más objetiva posible su propia realidad y de buscar los caminos para SU transformación. Este ideal exige, por lo menos, una base biológica mínima de salud y de nutrición

11 Plan Nacional de O,lUroDo ECODÓmico 'Y Socfal para el BieDio 196&-1966 (Tomo m, Presl.dencla de la República, República del Paraauay, A8uDci6n, 1965. HclDa 12.

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en los alumnos. Además, requiere el uso de una metodología edu­cacional de tipo activo y participativo por los profesores.

Que estas condiciones no son satisfechas en la mayoría de las escuelas públicas del continente -y sobre todo en las escuelas rura­les-lo atestiguan numerosos documentos.

No se suministra ni en las escuelas ni en los hogares la estimu­lación que según Jean Piaget 1/ es indispensable para que la inteli­gencia crezca y desarrollen sus "esquemas de asimilación" de la realidad.

Según Piaget, en efecto, la inteligencia se desarrolla a través de varias etapas sucesivas.

Etapa sensorio-motora Etapa simbólico-intuitiva Etapa operatoria concreta Etapa operatoria formal o abstracta

En ambientes con estimulación normal, al llegar a la adoles­cencia, la inteligencia ya debe haber alcanzado la última etapa, aquélla en que le es posible "teorizar" y comprender bis complejas relaciones entre los fenómenos. Los niños pertenecientes a las cla­se media y alta, en general, son favorecidos por una buena nutri­ción, ambientes estimulantes que les ofrecen lecturas, viajes, con­versaciones variadas, juguetes complejos, etc. y todo esto los pre­para para una etapa intelectual más avanzada. En cambio, los ni­ños pobres comen mal, duermen mal, rara vez salen del mismo lu­gar, el vocabulario y la temática conversacional de sus padres son limitados y rutinarios, los juguetes a que tienen acceso son de ma­dera o de plástico, sin desafío alguno, ete.

La obvia consecuencia es la perpetuación de la superioridad educacional de las clases altas sobre las claes bajas.

Un estudio realizado en Río de Janeiro por Tania Dauster 2/

11 Richmond. P. G. Introducción a Piaget, Editorial Fundamentos, Madrid, 1970.

21 Dauster, Tania - Analise do nivel operatorio do adulto analfabeto. MOBRAL, Río de Janeiro, 1976.

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presenta datos sugestivos sobre la falta de acceso de las mentes de adultos pobres a la etapa culminante del pensamiento operativo formal o abstracto. Tanía aplicó pruebas de Jean Piaget a 30 adul­tos analfabetos, alumnos del Movimiento Brasíleiro de Alfabetiza­ción (MOBRAL) yencontró que:

- De las 30 personas estudiadas, solamente una había alcan­zado el dominio completo de las operaciones concretas y 29, ape­nas dominio parcial de las mismas.

- Ninguno de los sujetos había adquirido la cualidad crucial de la "reversibilidad" que indica el comienzo del dominio de las operaciones formales (manejo de raciocinio abstracto o teórico).

¿Qué consecuencias tiene esta situación? Según palabras textuales de Tania Dauster:

a "Teniendo en vista las etapas que marcan el desarrollo mental para Piaget. diríamos que el adulto analfabeto estaría en seria desventaja. Sus capacidades de raciocinio no alcanzan siquie­ra plenamente todas las posibilidades operatorias característi­cas de la etapa de operaciones concretas. El grupo demostró poseer apenas dominio parcial de estas operaciones.

b. El adulto analfabeto estaría limitado en sus modos de conoci­miento a una estrategia operatoria condicionada a lo concreto, a la percepción, a la experiencia vivida y a lo contingente.

c. El adulto analfabeto tendría insuficiente capacidad deductiva a partir de enunciados hipotéticos, dado que difícilmente su­peraría en su raciocinio las constataciones puramente empíri­cas o inmediatas de los hechos observados".

Andreas Fuglesang 1/ encontró resultados muy semejantes a los de Tania Dauster al aplicar las pruebas de Piaget a adultos afri­canos analfabetos.

Por su parte, la universidad se ha convertido en una fábrica de

11 Fuglesang. AnlUeBS - AppUed Communication in developinl countrles Uppsala, Tbe Hammerskiold Foundation, 1973.

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profesionales liberales y de tecnócratas, con poco o ningún interés en desentrañar las causas reales del subdesarrollo. La investigación focaliza apenas la superficie de los problemas, nunca los substratos estructurales que sustentan la sociedad clasista y dependiente. La extensión universitaria se dedica a transmitir a la población los re­siduos más frívolos del quehacer universitario, prefiriendo brindar­le intrascendentes espectáculos de cultura general a hacerle partí­cipe de un verdadero esfuerzo de promoción comunitaria trans­formadora.

En resumen, los sistemas educacionales de nuestros países preparan una pequeña élite para los cargos profesionales y técnicos necesarios para la manutención de sus privilegios, y ofrecen a las masas una formación alienada que no les permite comprender su situación sino apenas aprender las destrezas indispensables para conseguir su sobrevivencia.

d. Dominación interna centro-periférica y urbano-rural

Así como el mundo actual está dividido en países centrales y países periféricos, en el interior de cada país latinoamericano exis­te también la división en regiones centrales y regiones periféricas.

El mismo patrón de dominación-explotación que se efectúa a nivel mundial, se realiza en la absorción que las regiones más ri­cas de cada país llevan a cabo de la plusvalía de las regiones más pobres. En el Brasil, por ejemplo, la región Centro-Su! explota al Noreste de muchas maneras; una de las más crueles, la inversión en la primera de los lucros que los usineros e industriales recogen en la segunda, pagando salarios de hambre a los trabajadores rura­les y obreros urbanos.

A su vez, las ciudades se dedican a explotar al medio rural. De éste, extraen los productos agrícolas a precios envilecidos; y le venden en trueque productos industriales artificialmente encareci­dos. Una cadena interminable de intermediarios, la mayor parte venidos de las ciudades, obliga al productor original a vender su producto a precios a veces hasta 500 % inferiores a los precios pagados finalmente por el consumidor.

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Además con la concentración del poder político en la capital y en las capitales de estados o de provincias, se ha establecido en la América Latina una verdadera pirámide de imposición y de mando que neutraliza la autonomía e iniciativa locales en el interior. Este hecho, como lo veremos más adelante, configura necesariamente una filosofía de planificación vertical, al mismo tiempo que deter­mina una red vertical de comunicación, ambas aliadas a la manu­tensión deldominio de las clases privilegiadas.

No debe inferirse, sin embargo, que la sociedad latinoameri­cana está dividida de forma estática en dos grandes sectores, el moderno-industrial y el agrícola-tradicional, sin movimiento algu­no entre ambos sectores o dentro de cada uno de ellos. Afirmar esto sería desconocer el dinamismo natural de la sociedad, acelera­do aún más cuando existen procesos deliberados de desarrollo económico.

Según Fernando Henrique Cardoso 11 se está produciendo en América Latina el siguiente fenómeno: los estratos bajos se frag­mentan entre grupos que se incorporan al sistema económico en expansión y otros que permanecen en la periferia. Por su parte, los estratos altos aceptan ser penetrados por grupos que vienen de capas inferiores, empujados por los cambios ocurridos en la estruc­tura ocupacional debido al proceso de industrialización. Además, existe una cierta "movilidad intersectorial" de las élites "que cam­bian de función y actividad", ya sea pasando del nivel económico al político como forma de adaptación a circunstancias económica­mente desfavorables para algunos grupos o cambiando de actividad a nivel económico, del agro a los servicios, de éstos a la industria, a la banca, etc. asegurando así una cierta continuidad entre los va­rios sectores de las clases dominantes y efectuando en la práctica un amplio sistema de solidaridad entre las élites tradicionales y los "nuevos ricos". (Pág. 99).

Estos flujos de movilidad vertical horizontal) sin embargo, no llegan al punto de romper la estructura piramidal. Apenas obli­

1/ Oardoso, Fernando Renrique - CuelÜonel de IOciololía del deaaollo de AlDl!rlca La­ttna. Santiago. Chile. Editorial Univelllitaria, 1968.

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gan a las clases dominantes a inventar nuevas formas de control socíal y de acomodación para sobrevivir y mantener su poder. Dice Cardoso:

"Si bien es cierto que (el desarrollo) produjo cambios en la estructura ocupacional. y por ende. en las formas de estratifica­ción social. no tuvo como resultado el desplazamiento de los gru­pos altos tradicionales en beneficio de la formación de una socie­dad abierta de clases ' •• (pag 99). Según Cardoso, "no ·sólo la peri­feria de, la sociedad se constituye en función del centro capitalista­industrial. sino que además. (éste) la subordina". (pag.102).

En resumen. aunque debe reconocerse en América Latina' "la presencia de nuevos grupos sociales que tratan de imponerse den­tro del conjunto de la sociedad" (Cardoso, pago 104) y una cierta "reorganización del sistema de clases y formación de amplias capas sociales que de él dependen". continúa siendo el sector moderno. llamado por Cardoso "policlasista", el que determina las tenden­cias del movimiento de las sociedades que se industrializan y la fragmentación de los sectores populares.

DOMINACION EN COMUNICACION

El siguiente esquema sintetiza, de manera talvez excesiva­mente simplista, lo que se considera un fenómeno general en cuan­to al papel de los medios de comunicación social como factores de consolidación y perpetuación del dominio de las élites sobre las masas.

~ E5TRUCTUflA SfXlAL IOEOLOGIA

\ I ( \. \. ""E..... ,. E "

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El modo de producción adoptado por la sociedad (feudal, ca­pitalista, socialista, etc) determina históricamente la organización de una estructura social, es decir, una jerarquía de status, de poder y de influencia, presidida por una clase minoritaria, la élite, privile­giada en todos los sentidos. En virtud del deseo de las clases socia­les inferiores, de llegar a gozar aunque sea vicariamente de los pri­vilegios de la élite, las percepciones, valoraciones y tipos de relacio­nes de esta última --es decir, su IDEOLOGIA- se constituyen en normas para el resto de la sociedad. Esta ideología es aprendida durante la socialización en los hogares, durante la escolarización y durante la politización, pero, además, es constantemente reiterada y fortalecida por los medios de comunicación de masas. La indoc­trinación contínua, que ocurre a través de la propaganda comercial de los entretenimientos, de las telenovelas, de las historietas cómi­cas, y hasta de las noticias supuestamente objetivas, contribuye a mantener la población sumisa bajo el dominio de las élites y clases superiores de la sociedad. Este fenómeno es acentuado por el pre­dominio de la propiedad privada en los medios de la comunicación. Transcribimos a continuación las conclusiones a que llegaron Luis Ramiro Beltrán y Elizabeth Cardona 1/ sobre la propiedad de los medios de comunicación en varios países de América Latina:

"En resumen -dicen Beltrán y Cardona- las características esenciales del sistema de propiedád de los medios de comunicación social en Latino América son las siguientes:

1. En general, un alto nivel de concentración. 2. Un formato oligopolista particularmente agudo en los

casos de la radio y la televisión. 3. Una tendencia hacia el monopolio internacional en el

caso de la TV. 4. El marcado predominio de la propiedad privada sobre la

pública. 5. Una clara conexión entre la propiedad de los medios

--especialmente la de los mayores diarios y canales de televisión- y la propiedad de los más importantes medios de producción (minería, agricultura y banca) indentifica­dos con el status quo.

1{ Beltrán L. R. Y Fox de Cardona E., - Communication Rigbts: a L, A. Perspeetíve , mi­meografiado,1976.

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En relación con este cuadro, comentan Beltrán y Cardona:

"Esto indica bastante claramente que la distribución de las opciones en cuanto a la difusión de mensajes en la América Latina está fuertemente sesgada en favor de las reducidas mi­norías de propietarios y directores de medios de comunica­ción social y en des-favor de la vasta mayoría de los 300 millones de seres humanos que habitan en la región".

LOS OBJETIVOS DEL DESARROLLO

Ahora bien, el simple reconocimiento de las características negativas de la sociedad latinoamericana actual, no completa el análisis de su situación. Para redondear el concepto necesitamos examinar los esfuerzos que se están realizando por caminar hacia un nuevo tipo de sociedad; es decir, los rumbos que los países de América Latina le están dando a su proceso de desarrollo. Más concretamente, ¿cuáles son los objetivos del desarrollo en nuestros

, ?paIses ..

Antes de tratar de responder a la pregunta, conviene dejar muy en claro que no debemos confundir los objetivos declarados con los objetivos reales. En efecto, desde que se fundaron las Na­ciones Unidas, los países vienen firmando con toda tranquilidad todo tipo de declaraciones sumamente idealistas y ambiciosas, que más tarde, con igual tranquilidad, dejan de cumplir. Uno de estos documentos es la Carta de Punta del Este, en la cual todos los gobiernos latinoamericanos se comprometieron solemnemente a modificar drásticamente sus estructuras agrarias. La realidad es que los países continúan sustentando la misma estructura agraria caracterizada por el binomio latifundio-minifundio. Otro docu­mento frecuentemente olvidado es la Declaración universal de los Derechos del Hombre, firmada por países en los que la tortura continúa siendo el instrumento institucionalizado para obtener confesiones de los presos políticos.

De ahí, que nos vemos obligados a ser muy serenos cuando analizamos los conceptos de Planeamiento y de Comunicación, pues debemos referirnos siempre no tanto a cómo ellos serán en la Jerusalén Celestial que soñamos, sino en la sociedad estratificada, injusta, dominada y dependiente en la cual vivimos.

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CAPITULO 2

hacia nuevas formas de pensar

de la comunicación La palabra comunicación cubre un campo semántico tan am­

plio que es preciso distinguir las diversas dimensiones de significa­ción que ella encierra antes de comenzar a usarla indiscriminada­mente en una obra como la presente.

En efecto, al decir comunicación podemos estar refiriéndonos al proceso natural, universal, de interrelación e influencia recípro­ca entre las partes de toda "organización" y entre ésta y su medio ambiente. Dentro de este concepto de la comunicación como "in­formación", podemos decir, por ejemplo, que el cerebro del hom­bre "se comunica" con los miembros y viceversa. Fácilmente acep­taremos la afirmación de que hay comunicación en las plantas, los animales, y hasta en los mecanismos cibernéticos que gobiernan las máquinas en general y los computadores en particular.

Es usando este sentido de la comunicación que Kenneth Boulding 1/ nos muestra cómo el fenómeno de la "información" no está confinado al mundo de lo humano sino que actúa, aunque de maneras diferentes y con diversa complejidad, en todos los ni­veles de organización:

al nivel de los mecanismos de relojería (Ej. un reloj) al nivel de los mecanismos homeostáticos (Ej. un termostato) al nivel de los organismos biológicos (Ej. la célula) al nivel botánico (Ej. la planta)

11 Boulding. Kenneth -The Ima.e. Ann Arbor, The Micbigan University PrellS.l96l.

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al nivel zoológico (Ej. el animal) al nivel del ser humano (Ej. la conversación) al nivel de la organización social (Ej. la estructura de papeles

o roles sociales).

Ahora bien, la palabra comunicación podría también referirse al proceso más limitado de interrelación humana que se realiza me­diante el uso de signos, generalmente organizados en forma de códigos.

No es infrecuente, además, que la palabra comunicación sea empleada como equivalente a los vehículos normalmente utiliza­dos por el hombre para transportar mensajes o materiales y pro­ductos. Se estaría hablando entonces de los medios de comunica­ción. Así, cuando a un especialista en comunicación le preguntan su profesión, y él dice: "Yo trabajo en comunicaciones", muchos de sus oyentes quedan con la clara idea de que es un hombre en­tendido en teléfonos, telégrafos o carreteras.

En todo caso, trátase de la comunicación como tecnología, es decir, como conjunto de recursos mecánicos, electrónicos, físicos, etc., que se aplican a la producción, transmisión y recepción de mensajes.

Otras veces, podemos querer indicar con el uso de la palabra comunicación (como en las expresiones: sistemas de comunica­ción, redes de comunicación, flujos de comunicación, etc.), aspec­tos de aquellos sistemas institucionales dedicados a la producción y circulación de mensajes en la sociedad. Varios niveles de especi­ficidad encontramos en esta dimensión semántica, tales como:

la comunicación como ingrediente importante de todo sistema social (empresa, gobierno, comunidad, etc)

la facilitación de la comunicación como finalidad de cier­to tipo de sistemas sociales (correos y telégrafos, agencias noticiosas, mercado de productos, o de valores, etc).

la producción de comunicación como finalidad esencial de determinados sistemas sociales (empresas periodísticas, radioemisoras y televisoras, estudio de cine, etc).

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53 "planificación y Comunicación"

Finalmente, hemos adquirido el derecho de aplicar la palabra comunicación a una nueva ciencia social, justamente aquélla que estudia el proceso, la tecnología, los sistemas institucionalizados y otros aspectos de la comunicación.

En síntesis, tenemos una serie de acepciones posibles para la palabra comunicación: un proceso natural universal, que alcanza su máxima complejidad en el ser humano viviendo en sociedad; un conjunto. de prácticas y técnicas que configuran el arte de comuni­car; un sistema institucional compuesto por organizaciones sociales que facilitan la circulación de los mensajes o los producen sistemá­ticamente; y una ciencia que estudia e investiga los fenómenos que ocurren en los campos anteriormente mencionados.

De relativamente fácil separación en la teoría, estos campos semánticos en la realidad práctica no son entes separables. En efecto, el proceso de la comunicación normalmente se efectúa mediante las artes y la tecnología de la comunicación (una conver­sación telefónica, una bailarina interpretando "La Muerte del Cisne", un periodista redactando una noticia) y la tecnología de la comunicación es utilizada por las instituciones de comunicación para producir sus mensajes y hacerlos llegar al público que los con­sume. Y, como ya lo vimos, la ciencia de la comunicación describe y explica cómo funciona todo lo anterior, tratando de poder even­tualmente predecir sus efectos y sus tendencias.

Ahora bien, para poder reflexionar sobre la planificación del uso de la comunicación en la sociedad, que es el objetivo de este libro, necesitamos analizar la comunicación en todos sus aspectos, tanto como fenómeno humano y social, así como fenómeno tec­nológico. Esto nos llevaría a detenernos en consideraciones teóri­cas sobre la propia naturaleza de la comunicación, pues del con­cepto que adoptemos sobre la misma, dependerá en gran parte la orientación que le demos al planeamiento de su uso en la sociedad.

LOS MODELOS DE COMUNICACION

En virtud de ser un proceso universal, la comunicación ha sido estudiada por todas las ciencias sociales. De ahí que podamos encontrar diversos modelos de comunicación, cada uno imbuído

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54 Bordenave - Carva1ho

de los conceptos y características de las diferentes ciencias que los crearon. Creemos que constituye un ejercicio útil pasar una rápida revista por algunos de los modelos más conocidos. No solamente esta revista equivale a una ojeada histórica hacia el enriquecimien­to del concepto de comunicación, sino que nos presentará los múl­tiples aspectos del proceso de la comunicación.

Examinaremos los siguientes tipos de modelos:

a. modelos físicos b, modelos psicológicos c. modelos sociológicos d modelos antropológicos e modelos socio-psicológicos f. modelos semiológicos

a. Modelos físicos

El paradigma de este tipo lo constituye el esquema famoso de Shannon y Weaver 1/.

~B I::lTransmisor ~] ISeñal ~ Receptor ~ Fuente 1

--lmensaje ---l ~ ~mensaje

~

Este esquema nos dice que una fuente emisora selecciona ciertos signos de un repertorio (alfabeto), organizando con ellos un mmsaje (organización secuencial), que es transmitido mediante la emisión de señales o estímulos físicos, mediante un canal electró­nico o mecánico. Las señales son recibidas por un mecanismo re­ceptor, que también las decodifica o descifra, es decir,reconstruye

1/ ShannOD, C. y Weaver, W. - Tbe Mathematlcal TheoQ' 01 CommunieatloD. Urbana,

The UDlversity of DlinolB Presa, 1949.

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"Planificación y Comunicación" ss

los signos a los cuales corresponden las señales. De esta manera, el mensaje es recibido por el destinatario. Interferencias físicas pueden ocurrir durante la transmisión, llamadas genéricamente "ruido", que hacen que el mensaje no siempre se transmita fiel­mente. Además, conspira contra la transmisión fiel la sobrecarga de los canales. En cambio, refuerzan la fidelidad de la transmisión, la redundancia y la repetición.

A A La fuente selecciona El receptor trabaja

B signos del alfabeto sobre su 'alfabeto con B SEÑALES las señales y selecciona

C y los codifica en C

señales físicas signos correspondientes,

D recreando el mensaje. D

Comenta Bettinghaus 1/:

"Shannon y Weaver no estaban interesados en los aspectos psicológicos de la comunicación. Así, cuestiones del orden: ¡Qué papel tienen las actitudes del receptor en la comunicación! no son directamente derivables de su modelo. Tampoco estaban interesa­dos en los aspectos dinámicos de la comunicación humana, con­siderada separadamente de otros posibles sistemas de comunica­ción.

De aquí que este modelo haya recibido el nombre de "modelo de telecomunicación", campo en el cual ha tenido una fecundidad admirable.

Otro modelo de la categoría más o menos mecanicista del anterior, aunque generado más específicamente para la comunica­ción humana de masas, es el de Westley McLean 2/, que, por razo­nes didácticas no se presenta en un solo diagrama, sino en cuatro etapas sucesivas:

11 Bettinghaus. E. - CommUJÚcation Modela. Ch. 3 in National Project Agricultura! Com­municatioDS. Michigan State Uníversity. 1960•.

21 Welt1ey. B. H. y McLean M.'- A Conceptual Model for Communícation Researh. Jou:r­naliam QuarterIy. Winter 1957.

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S6 Bordenave - Carvalho

x,~,

X1~ BX3 ,

X.3 -----X;:' X,4.

CDXcu

Objetos de orientación Xl ... Xnn en el campo sensorial del recep­tor B le son transmitidos directamente en forma abstracta Xl ... X3 después de un proceso de selección entre todas las Xs, estando tal selección basada al menos en parte en las necesidades y proble­mas de B. Algunas o todas son transmitidas en más de un sentido (X3m por ejemplo).

X1~,

X2~C 1/8X3--------- ro,

X' ~_'"X3m ', _

X4- ® foc XIX)

Aquellas Xs que B recibe pueden deberse a abstracciones seleccio­nadas y transmitidas por un codificador e, que está actuando por B y así extendiendo el ambiente de B. Las selecciones hechas por e son necesariamente basadas en parte en retroinformación venida de B (fbc).

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"Planifi.c:ación y Comunicación"

Las mismas Xs son seleccionadas y abstraídas por el comunicador A y transmitidas como un mensaje X' a B, que puede o no tener ya parte o todas las Xs en su propio campo sensorial (Xlb). Sea deli­beradamente o sea sin querer B transmite retroinformación (ffiA) aA.

Los mensajes que C transmite a B (X") representan sus selecciones tanto de los mensajes dirigidos a él por A (X') como las selecciones y abstracciones que el propio C hace de las Xs que están en su pro­pio campo sensorial (X3C, X4), las cuales pueden estar o no en el campo sensorial de A. La retroinformación se mueve no sólo de B a A (fBA) Yde B a C (fBC) sino también de C a A (fCA).

Es claro que en la situación de comunicación de masas, un gran número de Cs reciben de un gran número de As y transmiten a un número enormemente mayor de Bs, quienes simultáneamente reciben de otros Cs.

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58 Borden.ve • Carvalho

A guisa de crítica de los modelos ffsíco-mecanícístas de la co­municación, podríamos decir, de manera simplista, que ellos dejan de lado muchas de las características humanas del proceso. Pero la verdad sea dicha y es que estos modelos nunca tuvieron la preten­sión de tomar en cuenta dichas características. El modelo de Sha­nnon y Weaver fue exclusiva y explícitamente desarrollado por sus autores para la telecomunicación; es decir, para estudiar los equi­pos técnicos (micrófonos, auriculares, altoparlantes, cables, etc) y no para estudiar sus agentes o destinatarios humanos. No fue culo pa de los autores del modelo que las ciencias sociales, por no po­seer modelos propios, hayan hecho una extrapolación de sus con­ceptos físicos a la comunicación humana y social, con la grave con­secuencia de que toda la conceptualización inicial de la comunica­ción fue impregnada por la orientación mecanicista del modelo.

Ya que estamos hablando de las limitaciones de los modelos mecanicistas, vamos a detenernos en una de ellas, bastante intere­sante, que consiste en que dichos modelos son más aptos para representar la comunicación de información del tipo llamado digital pero mucho menos aptos para representar los procesos más sutiles de la comunicación analógica.

La comunicación digital consiste en transmitir información mediante la combinación de signos-arbitrarios, convencionales, que no guardan semejanza alguna con las ideas u objetos que represen­tan (REFERENTES). El código Morse, por citar un ejemplo, pro­cesa cualquier mensaje mediante combinaciones de puntos y rayas (CODIGO BINARIO). Los computadores electrónicos también trabajan con códigos digitales, binarios, pues substituyen los men­sajes por perforaciones en determinados lugares de unas tarjetas o por impresiones magnéticas en cintas. Los números que son asig­nados a nuestros teléfonos constituyen otro ejemplo de código di­gital. Los semáforos del tránsito también caen en esta categoría.

Según Colin Cherry 1/ la humanidad viene utilizando códigos digitales binarios desde hace ya mucho tiempo. Unos 1500 años

11 Cherry. Colin - On Human Comnoullication. The MIT Presa. 1970.

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atrás los celtas usaban un sistema de rayas. El propio código Mor­se fué introducido en 1832, bastante antes de la formulación del modelo de Shannon y Weaver. Los africanos con sus tom-toms y los pieles-rojas con sus hogueras de leña verde ("señales de humo") ilustran el descubrimiento humano de que "se puede transmitir información por medio de un código de dos estados".

La comunicación analógica difiere de la digital en que existe alguna semejanza entre la cosa que se quiere transmitir y el signo usado para hacerlo. Aunque no podamos entender lo que nos dice un extranjero en su idioma, fácilmente comprendemos lo que nos quiere decir cuando nos mira con rabia y nos muestra un puño ce­rrado. Según Watzlawick 1/:

"La comunicación analógica tiene sus raíces en períodos mu­cho más arcaicos de la evolución y posee, por consiguiente, una validez mucho más general que el modo de comunicación digital, que es más bien abstracto".

Virtualmente, es comunicación analógica toda nuestra comu­nicación no verbal, incluyendo en este término tanto los movi­mientos del cuerpo (expresión corporal) -gestos, posturas, expre­sión facial, inflexión de la voz, secuencia, ritmo y cadencia de las propias palabras- como también todas las indicaciones informati­vas que surgen del contexto en que se efectúa la interacción huma­na. Ejemplos: la ropa y el perfume que usamos, el lugar de la me­sa donde nos sentamos, la hora en que llegamos a un encuentro, etc. comunican cosas de manera analógica.

Ahora bien, según Watzlawick en toda comunicación existen dos elementos básicos: un elemento de contenido, que se refiere a lo que queremos decir sobre algún objeto, y un elemento de rela­cionamiento, que se refiere a la relación existente entre los interlo­cutores.

Lo importante es que el contenido en general es transmitido mediante un código digital, tal como el lenguaje, en cuanto la ín­

1{ Watzlawick, P., J. H. Beavin, D. D. Jackson - Pracmatics 01 Human Communicatiou. New York, W. W. Nortou.1967.

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60 Bordenave - Carvalho

dole del relacionamiento es indicado mediante un código analógico o no verbal. Según Watzlawick, "lo que le falta a la comunicación digital es un vocabulario adecuado para las contingencias del rela­cionamiento".

Por su parte, los códigos analógicos padecen de una terrible imprecisión. Por ejemplo, ¿cómo sabemos si unas lágrimas son de dolor o de alegría? ¿Aquella sonrisa, significa simpatía o ironía? ¿Este silencio, debo interpretarlo como tacto o indiferencia de mi interlocutor?.

En cambio, debido a su flexibilidad y versatilidad (como la del alfabeto, por ejemplo), los códigos digitales son capaces de des­cribir muy exactamente cualquier fenómeno.

En resumen, según Watzlawick, aunque los códigos digitales son muy limitados en vocabulario para las contingencias del rela­cionamiento, los códigos analógicos son tan ambiguos e imprecisos que es necesario traducirlos a un código digital para hablar del rela­cionamiento con cierta precisión: alguien tiene que explicar en palabras (digital) qué significan realmente esas lágrimas, esa sonrisa y ese silencio.

La adopción acrítica de los modelos mecanicistas por las cien­cias sociales tal vez podría explicarse desde el punto de vista de una supuesta "coincidencia ideológica". En efecto, los modelos mecanicistas tienden a presentar la comunicación como un fenó­meno neutro, sin intencionalidad manifiesta fuera de la de transmi­tir fielmente un mensaje y sin una relación evidente con la estruc­tura social en la cual el proceso se desarrolla. Además, los modelos mecanicistas privilegian la fuente de los mensajes, dejando la impresión de que ella es la creadora del mensaje. En cambio, los modelos colocan al receptor en una posición pasiva, como de clien­tela de la fuente, como de objeto de la influencia persuasiva o in­formativa de la fuente. Esta situación de superioridad de la fuente sobre el receptor que se desprende subliminarmente del modelo, fue aceptada por muchos años sin despertar reacciones negativas, quízás por el simple hecho de que ella refleja una situación real de nuestra sociedad, en cuyas instituciones siempre existe un domínío

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de ciertos papeles o estratos sobre otros:

En la familia En la escuela En la iglesia En el gobierno En la agricultura En la industria En el ejército En general

los padres sobre el profesor " el sacerdote " el tecnócrata " el extensíonista " el patrón " el militar " el hombre "

los híjos los alumnos los fieles los ciudadanos los agricultores los empleados los soldados la mujer

De modo que los modelos físico-mecanisistas, así como su adopción por las ciencias sociales en general, sólo comenzaron a ser puestos en cuestión cuando los movimientos de liberación em­pezaron a reclamar una mayor igualdad entre fuentes y receptores. Fue así, por ejemplo, que Paulo Freire afirmó que no debería ha­ber "educadores" y "educandos" sino que todos somos "aprendi­ces".

b. Los modelos psicológicos

Estos modelos tratan de relacionar la parte física de la comu­nicación con los procesos mentales de las personas que se comuni­can. Entre los más conocidos están los de Osgood, Hovland y

Berlo. Menos conocido es el enfoque de Donald Stewart.

Nivel de Representación

(6) Nivel de Disposición

Nivel Sensorial y de Habilidad .Motora (2) .

¡(1) (11) : : ~Nivel de .;,

Mensajes oDecodificar Interpretar Codificar

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62 Bordenave - Carv8lho

El modelo de Osgood 1/ contiene un campo externo -el mensaje- que es considerado un estímulo; y un campo interno, dentro del cual se procesa la respuesta. El campo interno está dividido en tres niveles, correspondientes a las diversas maneras en que la respuesta puede ser procesada por la mente del individuo.

La primera manera, que equívaldría al acto reflejo o impulsi­vo, es aquella en que el mensaje detona una respuesta sin que apa­rentemente intervengan los niveles de disposición y representación. Una segunda manera produce respuestas internas que a su vez ac­túan como estímulos secundarios, provocando nuevas respuestas internas; y así, siguiendo, hasta terminar en una respuesta externa. Según este camino, la decodificación, la interpretación y la recodi­ficación del mensaje puede realizarse a través de diversos circuitos mentales del receptor.

El modelo de Berlo 1/ que fué difundido profusamente en la América Latina gracias a la publicación de su libro "El Proceso de la Comunicación" por la Agencia de Desarrollo Internacional, uti­liza los elementos básicos de Shannon y Weaver (fuente, mensaje, medios y receptor) pero destaca algunas de las características psico­sociales intervinientes.

11 SchJ:lU11m, Wilbur - Thl> Process and Effects of Mu8 CommunicatiOn, Urbana, Univer­sity of Illinois Press, 1954.

11 Bezlo; David -The Procesa of Communicatlon, Holt Rinehart and Wlnston, 1960.

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Como fue alumno de Osgood y recibió su influencia "psicolo­gizante", Berlo produjo también otro modelo que trata de estable­cer una relación entre los procesos de comunicación, aprendizaje ~.

comportamiento.

Este segundo modelo contiene diversas variables psicológicas de que carece el modelo más difundido tales como atención. signi­ficado, comprensión, aceptación, compromiso para la acción y otros, además de destacar el papel de la realimentación.

Nótase en los modelos psicológicos un esfuerzo por apartarse de los modelos mecanicistas, humanizándolos. Pero el esfuerzo, aunque evidente, no consigue superar el concepto de "mecanismo" y así vemos en los modelos de Osgood y de Berlo una interpreta­ción de la comunicación como un juego de circuitos eléctricos de funcionamiento más o menos automático, por los cuales circulan estímulos. Aunque esta limitación- puede deberse al uso de esque­mas gráficos, el hecho es que no aparece en los modelos la comple­jidad del proceso de la comunicación tal como el mismo se realiza entre las personas que viven en un contexto real.

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64 Borclenave - Carvalho

El modelo de Hovland 11 fue preparado con la intención casi exclusiva de organizar los elementos y variables del cambio de acti­tud producido por la comunicación social. El modelo sirvió de base para las investigaciones conducidas por Hovland y sus colabo­radores en la Universidad de Yale.

Erwin Bettinghaus 21 comenta así el modelo de Hovland: "Nótese que el modelo de Hovland no intenta especificar las

relaciones precisas que existen entre los diversos factores, ni pro­cura mostrar el carácter dinámico de la comunicación. Esencial­mente, el modelo nos dice que la comunicación puede ser estudia­da mediante varios enfoques y que existen relaciones entre los mismos".

Entre los enfoques de la comunicación que destacan sus aspec tos psicológicos, se incluye el de Donald Stewart 3/, quien distin­gue claramente dichos aspectos de los aspectos puramente físicos de la comunicación.

11 Hovland, C. J. - Persuadon and PersuasibUity, Vale Universlty Presa, 1969.

21 NPAC, op, cit.

al Stewart, Daniel K. - A Paicololllía da C011lunieaeao. Río de Janeiro, Editora Forense, 1972.

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66 Bordenave - Carvalho

El siguiente diagrama le sirve a Stewart para establecer sus puntos de vista sobre la relación señal-símbolo-sentido, que él reputa básica para entender el proceso de la comunicación humana.

Señales

/Naturales Convencionales

(señales propiamente (llamados símbolos dichas. Ej. nube negra) P. Ej. letras "melro")

Señala Stewart que tanto las señales naturales como los sím­bolos comparten la misma propiedad física. Pero para que estas señales y símbolos contribuyan a la comunicación, ellos deben transformarse en ideas. Sólo así ellos tendrán sentido para la per­sona.

"Si es que las ideas realmente existen, son las mentes indivi­duales las que las poseen. La implicación, es, por tanto, que "sen­tido" es una función de las ideas".

Stewart define la comunicación como "un proceso físico­mental cuya función es el enunciado de significados con sentido", y usa el siguiente diagrama para representarlo:

Sistema de Pensamento R Sistema de explicación Rb Sistema de a (espíritu 1) Pensamento

(eSPírjU 2) 1 1 locutor complejo de símbolos físicos intérprete

Fig. La estructura general de la comunicación humana, según Stewart.

A primera vista pareciera no haber diferencias entre el diagra­ma de Stewart y otro cualquiera del tipo:

fuente-mensaje-receptor

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Lo que es diferente aquí es la importancia que Stewart le atribuye al "sentido", el cual va unido al concepto de "compren­sión". Sentido, para él, es algo más general y amplio que signifi­cado, como lo demuestra su definición de comunicación: elobje­tivo primordial de la comunicación es que el receptor enuncie el sentido pretendido.

Sentido es la expresión usada para describir el estado de espío ritu en que ciertas ideas se asocian o yuxtaponen armoniosa­mente con otras. Solamente las ideas son objetos del sentido. Los fenómenos físicos como palabras, mesas y sillas no pue­den tener sentido en sí. El sentido es propiedad eminente­mente humana, de la mente.

El énfasis dado por Stewart a la idea de sentido como pro­ducto de dos o más ideas que existen en una armoniosa yuxta­posición o relación, le lleva a destacar la importancia de la lógica, que Stewart supone ser una cualidad innata de la mente humana. En consecuencia, para entender el proceso de la comunicación no basta con entender la manipulación de signos y medios, sino tam­bién debemos comprender el funcionamiento lógico de la inteli­gencia. En este sentido, Stewart se aproxima significativamente a la espistemología genética de Jean Piaget.

c. Modelos sociológicos

Uno de los más conocidos tal vez sea el de los esposos Riley 1/ que presenta la comunicación como un fenómeno social que ocurre ciertamente entre personas, pero sin olvidar que éstas son miembros de grupos primarios, los cuales a su vez son partes de estructuras sociales mayores. Las propias estructuras sociales, para los Riley, constituyen segmentos del sistema social global, es decir, de la sociedad en su conjunto.

1/ Riley, John W. y M. White Riley - Mass Communícatíon and the Social System, Cap. 24 del libro Merton, T. (ed.) Sociology Today. New York, Basic Books, 1961 .

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Borddlave - Carvalho 68

Sistema Socia/Global

~

~

Fig. Modelo sociológico de Riley y Riley

Wilbur Schramm 11 popularizó un modelo relacionado con los medios de comunicación de masas, el cual nos dice que, aun­que la clientela inmediata de los medios sean individuos, cada uno de éstos está conectado con un grupo, o con varios, los que pueden ser grupos primarios como la familia o los amigos íntimos, o bien grupos secundarios tales como los formados por los compañeros de trabajo o de escuela.

Rg. /)iagrama de la comuniC'fX'iÓr) dt' masos, según 5chromm

~/¡menl(JCiOf/

por inkrendex

/nsumos noticiosos Q/f'tlfJlico8, etc.

11 Schramm, Wilbur - Process and Effeds of Mus Communication. Urbana lllinois Uní­versity Press, 1960.