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Basado en un relato de Joffre AlcívarPor Jenner Baquero
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LAS ÚLTIMAS SEMANAS EN EL MAIZAL (16-MAR-1995/31-MAR-1995)
Basado en un relato de Joffre Alcívar
Por: Jenner Baquero
Por la radio nos enteramos que se había firmado el cese del fuego entre Ecuador y Perú, pero no
se desalojaron inmediatamente las posiciones que ocupábamos; esta vez no se bajó la guardia.
Notamos que cesaron los disparos de mortero y rara vez se escuchaba alguna escaramuza; de vez
en cuando alguien activaba una mina y entonces las bases respondían con fuego repeliendo el
supuesto ataque.
Empezamos a comer mejor ya que aprovechando el ingreso de los periodistas; los helicópteros
ingresaban alimentos frescos a Tiwintza; es así que casi al mes, pudimos comer un guisado de
pollo; se habilitó además una cocina ya que nos llegaron ollas y utensilios; antes era impensable
cocinar ya que se pensaba que el calor podría atraer misiles enemigos de alguna especie; el humo
además podría revelar nuestra posición y era un riesgo que nadie quería correr.
Con mi body Víctor aprovechamos la súbita tranquilidad para arreglar nuestra posición
dotándola de un techo con toquilla; el modelo lo había visto en Manabí tierra de mis padres;
quedó muy bien; de allí en adelante pudimos abrigarnos de la lluvia y dormir secos.
En la base pudimos movilizarnos pero en forma restringida, así que aprovechaba para visitar a
mis amigos de promoción: Carrión, Pozo, Diego Carvajal, Chanataxi, Leonardo Bautista, Henry
Bravo, Cuasquer y otros; de esa manera se podía “negociar” las cajetillas de cigarrillos
“BELMONT, AUSPICIANTE OFICIAL DE LA GUERRA DEL CENEPA” por latas de atún.
Pozo era uno de mis mejores clientes; más tarde me enteré que él escondía las latas de pescado
de su body Carrión para cambiármelos.
Los cigarrillos no los fumaba porque en mi primera vez de aprendiz y para “bajar la tensión” me
dispuse a despachar uno, pero al momento sufrimos un bombardeo; por la sorpresa inhalé el
humo de tal manera que me engalillé; me asusté tremendamente ya que llegué a escupir sangre
durante el ataque peruano; así que me prometí…. “Ningún cigarrillo más”.
Con el pasar de los días, en el interior de la base se podía transitar en relativa calma pero sin
mucha aglomeración. Por la iniciativa del Mayor Castro construimos una especie de gimnasio;
además en el rio- en la pica hacia el Helipuerto- hicimos una represa; nos quedó de lujo.
Durante el tiempo que estuvimos en “El Maizal” (06 semanas), recibíamos a diario la visita de
los encargados del flanco: Los tenientes “Mac” Garrido y Nelson Bedón, nuestros oficiales a
cargo y los sargentos Inca y Villarreal que eran nuestros comandantes directos; a todos ellos les
tengo mucha gratitud ya que por ellos continuamos con vida, recuerdo que en los momentos de
más ansiedad cuando el combate arreciaba, ellos se daban modos para cerciorarse de nuestro
bienestar y brindarnos una que otra palabra de aliento para mantener nuestra moral en alto y
solucionar algún problema ya sea logístico o de salud.