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Lectio divina del Salmo dominical Domingo III de Cuaresma Año A Ex 17,3-7: Danos agua de beber. Sal 94,1-2.6-7.8-9: Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón». Rm 5,1-2.5-8: El amor de Dios ha sido derramado en nosotros con el Espíritu Santo que se nos ha dado. Jn 4,5-42: Un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.

Lectio divina del Salmo dominical Domingo III de Cuaresma Año A Ex 17,3-7: Danos agua de beber. Sal 94,1-2.6-7.8-9: Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:

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Page 1: Lectio divina del Salmo dominical Domingo III de Cuaresma Año A Ex 17,3-7: Danos agua de beber. Sal 94,1-2.6-7.8-9: Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:

Lectio divina del Salmo dominical

Domingo III de Cuaresma

Año AEx 17,3-7: Danos agua de beber. Sal 94,1-2.6-7.8-9: Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón».Rm 5,1-2.5-8: El amor de Dios ha sido derramado en nosotros con el Espíritu Santo que se nos ha dado. Jn 4,5-42: Un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.

Page 2: Lectio divina del Salmo dominical Domingo III de Cuaresma Año A Ex 17,3-7: Danos agua de beber. Sal 94,1-2.6-7.8-9: Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:

«No endurezcáis

vuestro corazón».

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Venid, aclamemos al Señor,demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,aclamándolo con cantos.

  

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Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:

«No endurezcáis

vuestro corazón».

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Entrad, postrémonos por tierra,bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,y nosotros su pueblo,el rebaño que él guía.

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Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:

«No endurezcáis

vuestro corazón».

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Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como

en Meribá,como el día de

Massá en el desierto;

cuando vuestros padres me

pusieron a pruebay me tentaron, aunque habían

visto mis obras.»

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Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:

«No endurezcáis

vuestro corazón».

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LectioAhora leemos el

salmo entero, despacio…

SALMO 94 (95)

1Venid, aclamemos al Señor,demos vítores a la Roca que nos salva;2entremos a su presencia dándole gracias,aclamándolo con cantos.

3Porque el Señor es un Dios grande,soberano de todos los dioses:4tiene en su mano las simas de la tierra,son suyas las cumbres de los montes;5suyo es el mar, porque él lo hizo,la tierra firme que modelaron sus manos.

6Entrad, postrémonos por tierra,bendiciendo al Señor, creador nuestro.7Porque él es nuestro Dios,y nosotros su pueblo,el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:8«No endurezcáis el corazón como en Meribá,como el día de Masá en el desierto;9cuando vuestros padres me pusieron a pruebay me tentaron, aunque habían visto mis obras.

10Durante cuarenta añosaquella generación me asqueó, y dije:"Es un pueblo de corazón extraviado,que no reconoce mi camino;11por eso he jurado en mi cóleraque no entrarán en mi descanso."»

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El salmo 94 se caracteriza por el montaje de dos piezas, a primera vista heterogéneas:

• La primera (vv. 1-7) es un canto procesional dirigido a la comunidad para invitarla a ingresar jubilosamente en la morada del Señor.

• En la segunda parte (vv 8-11) se alza la voz de Dios con una amonestación grave y una amenaza condicionada que exhorta a Israel a no imitar la incredulidad y la rebeldía de sus antepasados en el desierto. Ellos ya viven en la tierra prometida, tienen el templo, y parecen haber llegado al reposo. Sin embargo, cada día deben escuchar la llamada de Dios y cumplirla, para conservar el don de la tierra.

Este salmo, que pertenece a la colección de salmos reales 92-98 (como siempre, según la numeración de los LXX que sigue la liturgia), era utilizado por los judíos en las ceremonias de renovación de la Alianza tras el exilio. Mediante dos exhortaciones los levitas, organizadores del culto en el Templo, invitan a la asamblea a participar activamente en la celebración: "venid, aclamad, gritad... entrad, postraos"... A cada invitación, la muchedumbre responde mediante una fórmula ritual que canta el motivo de esta alabanza: "sí, el gran Dios, es el Señor"... (La creación) "Sí, él es nuestro Dios"... (la Alianza).

La clave cristiana de este salmo nos la da la Carta a los Hebreos: todo el Antiguo Testamento es una repetida llamada y expectación del “hoy” en que podrá el Pueblo entrar en el descanso de Dios. Con Cristo llega este “hoy”, con su resurrección se inaugura en el mundo el reposo de Dios.

La Iglesia nos propone recitar este salmo cada mañana al inicio del Oficio divino. La invitación a la alegre alabanza del comienzo, es una invitación diaria, al igual que la severa advertencia de resistir a la tentación. Hoy... todo es posible. Cada día hay que volver a entrar: en la tierra como tarea, en el culto como compromiso.

Lectio¿Qué dice el texto?

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Hoy podemos meditar la primera parte de este salmo poniéndolo en labios de la mujer samaritana cuando va a avisar a su gente: “¡Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva!” Ella ha descubierto que la Roca que da firmeza a su Fe ya no son sus cinco maridos ni el que tiene ahora, que no lo es, (probablemente se alude aquí a los cinco ídolos de Samaría debido a la inmigración forzada de cinco grupos paganos que, en parte, siguieron fieles a sus dioses) sino Jesucristo. Él es la Roca espiritual de la que brota agua viva (cf. 1 Cor 10, 4: Aquí Pablo sigue toda una tradición rabínica que ve en la roca una figura de Dios, fuente de agua viva, que, presente en medio del Pueblo, lo acompaña milagrosamente en sus andanzas por el desierto). Roca que dio de beber a los israelitas cuando se querellaron con Moisés (Meribá significa “querella”), y tentaron a Dios (Massá significa “tentación”). Los samaritanos tras ver a Jesús, pueden continuar el salmo con gozo: “Él es nuestro Dios y nosotros su pueblo, el rebaño que Él guía”, ya que reconocen en Jesús al “Salvador del mundo.”

Nosotros también hemos visto las obras del Señor en favor nuestro, pero hemos de estar atentos cada día para escuchar su voz y no endurecer nuestros corazones. Que la Voz del Padre sea nuestro alimento cotidiano como lo fue de Jesús (Jn 4, 34)

MeditatioLo propio de este paso es meditar qué me dice a mi el

texto. Esto es algo muy personal por ello aquí para ayudar a esta meditación relacionamos el salmo con las

lecturas del domingo.

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Señor, tantas veces he contemplado tus obras y, sin embargo, mi corazón inconstante se olvida y, como los israelitas, ante cualquier dificultad te tiento y me pregunto: “¿está Dios o no entre nosotros?”

Toca de nuevo mi corazón, Señor. Enséñale a escucharTe, a poner en Ti, la Roca de Agua Viva, toda su confianza para que te diga: “Tú eres mi Dios” y, así, entre en tu descanso.

Gracias, Señor, por tu paciencia tan grande, que alargas el “hoy” y nos das una nueva oportunidad para entrar en tu descanso (Heb 3,7- 4,11). Gracias, porque, a pesar de vagar muchas veces errante Tú me dices de nuevo: “Venid a Mi todos los que estáis cansados y agobiados y Yo os daré descanso.” (Mt 11, 28)

Oratio¿Qué me hace decirle a Dios este

salmo?

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“ Levantémonos, pues, de una vez, que la Escritura nos espabila, diciendo: «Ya es hora de despertarnos del sueño». Y, abriendo nuestros ojos a la luz de Dios, escuchemos atónitos lo que cada día nos advierte la voz divina que clama: «Si hoy escucháis su voz, no endurezcáis vuestros corazones». (…) ¿Y qué es lo que dice? «Venid, hijos, escuchadme, os instruiré en el temor del Señor». (…) Hermanos amadísimos, ¿puede haber algo más dulce para nosotros que esta voz del Señor, que nos invita? Mirad cómo el Señor, en su bondad, nos indica el camino de la vida.

Ciñéndonos, pues, nuestra cintura con la fe y la observancia de las buenas obras, sigamos por sus caminos, llevando como guía el Evangelio, para que merezcamos ver a Aquel que nos llamó a su reino.” (SAN BENITO DE NURSIA, Regla, prólogo 8-10. 12. 19-21)

ContemplatioMiro y me dejo mirar… En esto los Padres de la Iglesia son

maestros…

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¡Señor, quiero escuchar tu Voz, ser fiel a tu Alianza!

Ayúdame esta semana a empezar de nuevo, a retomar mi camino de conversión.

Actio¿Qué me hace vivir el Señor a partir de esta Palabra? Es el

momento de la “obediencia de la Fe”…