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I 128 20 Lectura ¡Cuánto diera por tender sus alas de cromo en aquella azul inmensidad! ¡Con qué rabia de placer se hundiría en el verde lujurioso de la fronda exuberante! ¡Cómo picotearía allá arriba en la cúpula chispeante que parecía una joya monstruosa bañada por el sol...! El pobre Chiquitito, el infeliz canario, tenía sed de las aguas de un charco, en el que se retrataban una rosa anémica y un jirón de nube que pasaba lentamente por el cielo... Ansiaba remover las parduscas hojarascas, esconderse en las macetas rotas, posarse en las cornisas musgosas y bañarse en el charco, aquel luminoso charco hacia el cual tendían sus cuerpos viscosos los rastreros caracoles, y parecía fascinar con su juego de reflejos y colores a las lagartijas, que lo miraban de hito en hito y con aire de fakires en éxtasis. A las ocho de la mañana la animación llegaba a su colmo: no había un pájaro ocioso; todos iban y venían con no sé qué aire de animales ocupados, y él los miraba pasar, tan acostumbrado a sus caricias, que podía distinguirlos. ¡Pobre cautivo! Su distracción única era dominar con la mirada la acera de enfrente, derruida tapia de una iglesia, tras la cual el enmarañado follaje del jardín lucía sus pompas y del cual parecía levantarse una torre sin campanas habitada por golondrinas. Se agrupaban en el alambre de un teléfono, haciendo temblar las gotas de la última lluvia y las empapadas colas de los papelotes, harapos caídos allí como en la cuerda de un tendedero. De dos en dos se destacaban en el horizonte, alisábanse las plumas y de repente ¡arriba! tendían las alas y se lanzaban al macetón de barro de una azotea: gritaban desde ahí a un ejército de gorriones que iba de paso, lo seguían en el aire hasta el borde de una tapia; se hablaban, se despedían abatiéndose en la calle solitaria, dando saltitos en el empedrado, buscando granos y levantando el vuelo en medio de píos de susto, cuando el paso de un transeúnte o el rodar de un coche interrumpían la calma del barrio. Pasaban frente a su jaula sin hacerle caso o se detenían para recoger en los alpistes que se habían caído o para arrancar una flor de nabo. Les hablaba, les decía cosas capaces de enternecer a un vendedor de pájaros, pero ellos no le hacían caso, no entendían su idioma... No hablan el mismo las aves educadas en las frondas y los prisioneros de las jaulas. Las hembras, al pasar, lo miraban contrastadas por su cautiverio. Hubo alguna que le lanzó un requiebro, era una gorriona de mal vivir, pintarrajeada de lodo, ebria consuetudinaria, arrojada de todos los nidos honrados y segregada allá, a un montón de escombros, del que huía todo pájaro de honestas costumbres. —Adiós, lindo... Sal un momento... Ángel de Campo, Micrós E l C h i q u i t i t o

Lectura l C hiqui ti o - magisterjurismexico.com · el vuelo en medio de píos de susto, ... pájaro de honestas costumbres ... A continuación se presentan dieciséis palabras que

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I

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20Lectura

¡Cuánto diera por tender sus alas de cromo en aquella azul inmensidad! ¡Con qué rabia de placer se hundiría en el verde lujurioso de la fronda exuberante! ¡Cómo picotearía allá arriba en la cúpula chispeante que parecía una joya monstruosa bañada por el sol...! El pobre Chiquitito, el infeliz canario, tenía sed de las aguas de un charco, en el que se retrataban una rosa anémica y un jirón de nube que pasaba lentamente por el cielo... Ansiaba remover las parduscas hojarascas, esconderse en las macetas rotas, posarse en las cornisas musgosas y bañarse en el charco, aquel luminoso charco hacia el cual tendían sus cuerpos viscosos los rastreros caracoles, y parecía fascinar con su juego de reflejos y colores a las lagartijas, que lo miraban de hito en hito y con aire de fakires en éxtasis. A las ocho de la mañana la animación llegaba a su colmo: no había un pájaro ocioso; todos iban y venían con no sé qué aire de animales ocupados, y él los miraba pasar, tan acostumbrado a sus caricias, que podía distinguirlos. ¡Pobre cautivo! Su distracción única era dominar con la mirada la acera de enfrente, derruida tapia de una iglesia, tras la cual el enmarañado follaje del jardín lucía sus pompas y del cual parecía levantarse una torre sin campanas habitada por golondrinas. Se agrupaban en el alambre de un teléfono, haciendo temblar las gotas de la última lluvia y las empapadas colas de

los papelotes, harapos caídos allí como en la cuerda de un tendedero. De dos en dos se destacaban en el horizonte, alisábanse las plumas y de repente ¡arriba! tendían las alas y se lanzaban al macetón de barro de una azotea: gritaban desde ahí a un ejército de gorriones que iba de paso, lo seguían en el aire hasta el borde de una tapia; se hablaban, se despedían abatiéndose en la calle solitaria, dando saltitos en el empedrado, buscando granos y levantando el vuelo en medio de píos de susto, cuando el paso de un transeúnte o el rodar de un coche interrumpían la calma del barrio. Pasaban frente a su jaula sin hacerle caso o se detenían para recoger en los alpistes que se habían caído o para arrancar una flor de nabo. Les hablaba, les decía cosas capaces de enternecer a un vendedor de pájaros, pero ellos no le hacían caso, no entendían su idioma... No hablan el mismo las aves educadas en las frondas y los prisioneros de las jaulas. Las hembras, al pasar, lo miraban contrastadas por su cautiverio. Hubo alguna que le lanzó un requiebro, era una gorriona de mal vivir, pintarrajeada de lodo, ebria consuetudinaria, arrojada de todos los nidos honrados y segregada allá, a un montón de escombros, del que huía todo pájaro de honestas costumbres.—Adiós, lindo... Sal un momento...

Ángel de Campo, Micrós El Chiquitito

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—No puedo, mi vida...—Mira: dame un poco de tu alpiste entonces... ¡Yo que tú, esperaba un descuido y fuera! ¿De dónde eres?—De México, ¿y tú?—¿Yo? ¿Qué no me lo conoces? Soy tapatía... Vine con una compañía de zarzuela... ¡y la de malas…! mi marido, un tenorcillo del tres al cuarto, me abandonó y aquí me tienes.—Pues qué, ¿eres casada?—Viuda, tú... Ya él murió. “Quien mal anda, mal acaba...” era un perdido… muy calavera... se lo llevó una anemia cerebral, ¡era de esperarse…! Conque, adiós buen mozo… Y la alegre muchacha volaba a escandalizar al barrio de un pirú con su modo de volar desgarbado y sus maneras impropias de una gente decente. No faltó quien aleccionara al canario y lo pusiera al tanto de la vida y milagros de la marimacho. ¿Qué dirían las gentes al verlo platicar con una cualquiera? ¿Con tanto descaro, a las doce del día, cuando se asomaban al balcón las niñas decentes de los nidos? Había sido la única compasiva, y la amó por eso. ¿Quién hace caso de calumnias? Y calumniaban a aquella Virginia con alas... ¿Qué había de saber del mundo un pájaro que no había salido nunca de los cuatro alambrados de su jaula…?

II

—Ahora sí... ahora sí... —Y mientras ella soplaba el polvo del alpiste, empujó la puerta y ¡fuera! Lanzó agudo trino esponjando sus plumas, se lanzó, y en su furioso vuelo tropezó con el cielo raso. Entonces la señora, fuera de sí, sofocada, trémula, lanzó este grito desgarrador:—¡Cierren! ¡Se ha volado el Chiquitito! Se ha salido de la jaula el Chiquitito, ¡cierren…! —¡Se escapaba el Chiquitito! Y cerraban puertas... Pero el Chiquitito

estaba en el corredor, agarrado con las rosadas patitas a una cabeza de viga... Abajo, el desorden era atroz. Toda la vecindad se había reunido y hablaba a gritos; el portero empuñaba una escoba, las señoras se habían armado con toallas y plumeros, y una niña sin corazón gritaba:—La regadera, ¡pronto! Los pájaros enjaulados de la vecindad le gritaban.—No seas tonto, vuela, vuela… escápate; ahí te van a matar... Y hasta el gato, que dormitaba en la sombra, se había desperezado estirándose, lamiéndose los bigotes, y sentado sobre las patas traseras, balanceando la cola, ladeaba la cabeza, lo miraba con sus grandes ojos amarillos, en traidora actitud, en cruel acecho. El Chiquitito estaba atarantado con los gritos; no sabía qué hacer; volaba, y ¡paf! una toalla hecha bola amenazaba aplastarlo; los plumeros lo azotaban y un chorro de agua estuvo a punto de alcanzarlo. Huían, al mirarlo, los otros pájaros y la gorriona, la querida gorriona, volaba con otro, espantada de la rechifla que armaban en la calle los vecinos...—¡Vete! —le gritaban de los nidos— vuela, te cogen; y voló… Tendida el ala en un último esfuerzo, remontóse para caer, lanzando un trino de dolor, un chorro de agua, un cañonazo, la jeringa de las macetas, manejada por hábil enemigo, lo había alcanzado; no supo más y se desmayó, para despertar en su jaula...—Más vale: huía por ella y ella huyó con otro. Más vale morir. Y cerrados los ojos, escondía su cabeza bajo el ala... ¡Adiós, cielos azules; adiós, frondas verdes; adiós, coquetas mariposas; adiós soñada libertad; ¡adiós todo! Y presa de profunda tristeza, no volvió a abrir el pico.

III

—¡Pobrecito Chiquitito! —dijo la señora—. Y los niños se apoderaron del cadáver. Aventáronse con

El Chiquitito

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Pertenecía a una familia modesta. Su paso por la Escuela Nacional Preparatoria fue definitivo para su vocación literaria. Ahí recibió enseñanzas y estímulo del maestro Ignacio M. Altamirano. Fue periodista, maestro en la Escuela Nacional Preparatoria y empleado de la Secretaría de Hacienda. Colaboró en casi todos los diarios de la época con los seudónimos de Micrós y Tick-Tack. Parte de su obra se halla recopilada en Ocios y Apuntes, Cosas Vistas y Cartones. Es autor de la novela La rumba. El lenguaje acorde con el tema, la emoción vívida y tierna, el tono mesurado y discretamente irónico, la rebeldía punzante y el calor de piedad humana, son las notas que distinguen a este escritor costumbrista.(1868-1908) • México

Ángel de Campo

Ángel de Campo, Micrós, “El Chiquitito”, en Cosas vistas, México, Porrúa, 1958. (Escritores Mexicanos)

él, y por último, entre risas y gritos lo enterraron en una maceta... Pobre tumba en la que yace un abrojo; pobre tumba, sin flores, profanada por los gatos y que suelen ver los pájaros con tristeza; la gorriona no ha pronunciado en ella una sola oración, y otras hembras apenas la han visto con esa curiosidad que inspira la última morada de un personaje de novela... un Romeo, un Abelardo, un Pablo infeliz...

Una jaula vacía en el techo de una covacha, habla a los que pasan de un dolor desconocido… y dio motivo a un zentzontli romántico para hacer esa reflexión... ¡Cuántas almas se parecen a esa jaula vacía. Cuando las abandona una ilusión...! ¡Cuántas ilusiones se parecen al pájaro prófugo... enterrado en una maceta... sin flores, sin lágrimas, sin epitafios, con un abrojo y profanada por los gatos! ¡La tierra le sea leve!

Localicen en la sopa de letras ocho palabras que aparecen en el cuento que acaban de leer. Pueden estar escondidas tanto horizontal como verticalmente, así como en diagonal, del derecho o del revés. Escríbanlas en las líneas.

m e y j d l a o l z u oe t m a ñ q p w m e p vm x n e v e o z h o e ib l u j u r i o s o r sv y k b d w n a a s j cx u c r e q u i e b r oa o x e c r m e c a l sa i n m u l a c b l m oq p a l q d v n d u n gw b ñ v s e c m t m ñ he o d a b r a g s e d ir t r e m z l j n r e jt c w l j u g t r t f k

Lo que dicenlas palabras

qué¿opinas

¿Ytú,

¿De quése trató?

Y tú,¿qué opinas?

Y tú,¿qué opinas?

¿De quése trató?

Jueguen, escriban, hablen, escuchen...

Jueguen, escriban, hablen, escuchen...

Lo que dicenlas palabras

escriban, hablen, escuchen...Jueguen,

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A continuación se presentan dieciséis palabras que aparecen en la lectura de Ángel de Campo, Micrós. Busquen su significado en la lista enumerada y escriban debajo de cada vocablo el número correspondiente. Observen el ejemplo.

Cúpula Anemia Parduscas Cornisas

De hito en hito Fakires Éxtasis Frondas

Contristadas Aleccionara Segregada Abrojo

Covacha Reflexión Epitafios Enmarañado

1. Desnutrición, debilidad.

2. Enredado, desordenado.

3. Espina, cardo, ortiga.

4. Inscripciones, dedicatorias.

5. Fascinación, delirio.

6. Cuartucho.

7. Boscaje, selva.

8. Mirar con gran atención, sin distraerse

y sin perder detalle.

9. Aconsejara, sugiriera.

10. Meditación, pensamiento.

11. Afligidas, entristecidas.

12. Grisáceas, cenicientas.

13. Parte superior del conjunto de molduras

que coronan un edificio o habitación.

14. En la India, personas que se dedican

a la práctica y perfección espiritual.

15. Apartada, separada.

16. Bóveda en forma de una media esfera con

que suele cubrirse todo un edificio o parte de

1 6

2.

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Contesten el cuestionario e intercambien sus respuestas con sus compañeros de equipo.

Cuando Micrós describe al Chiquitito lo hace como si se tratara de un ser humano. No sólo se ocupa de su aspecto físico, sino que lo analiza exponiendo su manera de ser, sus rebeldías, sus ansias, como si en lugar de ser un pájaro fuera una persona. Busquen en el texto ofrecido pequeños fragmentos en los que se advierta lo que se pide a continuación:

Desilusión

Rabia

Impotencia

Miedo

¿De quése trató?

Las palabras son polisémicas, esto es, tienen distintos significados de acuerdo en el contexto1 en el que se presenten. Acorde con lo anterior, localicen en el relato “El Chiquitito” los vocablos de la sopa de letras y busquen en un diccionario de uso del español su significado. Trabajen en parejas. Comparen y discutan su trabajo con otros compañeros.

Lujurioso

Exuberante

Viscoso

Requiebro

Calumnia

Desgarbado

Trémula

Cromo

1 Contexto: entorno lingüístico del cual depende el sentido y el valor de una palabra, frase o fragmento considerados

3.

1.

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Sin consultar el texto de “El Chiquitito”, contesten lo que se solicita a continuación. Con ello podrán verificar el grado en que se han apoderado de algunos pasajes que hay en el relato. Comparen sus resultados con otros equipos.

El Chiquitito era un feliz gorrión. Correcto Incorrecto

El Chiquitito no era un pájaro libre. Correcto Incorrecto

Otros pájaros pasaban por la jaula del Chiquitito para recoger alpiste y arrancar flor de nabo. Correcto Incorrecto

El Chiquitito amó a una pájara que tuvo compasión por él. Correcto Incorrecto

El Chiquitito fue enterrado en una maceta. Correcto Incorrecto

La jaula vacía del Chiquitito habla a los que pasan de un placer conocido. Correcto Incorrecto

El cuento termina con la expresión en la que se espera que la tierra en la que fue enterrado el Chiquitito no le sea pesada, cargante. Correcto Incorrecto

Reflexionen en lo que en la historia del Chiquitito dice un zentzontli romántico:

“¡Cuántas almas se parecen a esta jaula vacía cuando las abandona una ilusión! ¡Cuántas ilusiones se parecen al pájaro prófugo… enterrado en una maceta… sin flores, sin lágrimas, sin epitafio, con un abrojo y profanada por los gatos! ¡La tierra le sea leve!”

En trabajo de equipo resuman los hechos fundamentales del cuento. A partir de la reflexión del zentzontli trasladen la

trama al mundo de los hombres. Observen que se habla de dos cosas, que en el relato están unidas: las almas que, al perder una ilusión, se parecen a una jaula vacía y las ilusio-nes que no logran convertirse en una realidad y a las que sin compasión se les debe enterrar, se tienen que olvidar y no volver a ocuparse de ellas.

Estas dos consideraciones les servirán de punto de partida para un relato en el que seres humanos vivan historias pare-cidas a las del Chiquitito. Existe una alternativa para no darle al relato un final tan dramático: ¡cambien el desenlace!

Jueguen, escriban, hablen, escuchen...

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