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1 RUTA DE LOS CASTILLOS, LEYENDAS y TRADICIONES DE LA COMARCA “COMUNIDAD DE TERUEL”. Viaje al pasado de la Comarca de Teruel, a través de los vestigios de sus fortalezas y de su rica tradición oral e histórica. Los castillos fueron consustanciales a la edad Media, Apenas hay testimonios en los que no se aluda en aquel tiempo, a algunos de ellos por la razón que fuera. Muchas localidades conservan restos, en mayor o menor cuantía, del castillo medieval, y en otras se revive su nombre, su topografía: Castellar, Castiel, Castel, Castro, Torre, Calat, y no faltan cerros denominados todavía “del castillo”. Por esto queremos visitar en esta ruta, castillos que aun se pueden apreciar en estas tierras turolenses, así como la rica tradición histórica y mítica que encierran. Es un lugar común el estado abandonado y ruinoso de muchos, esto es algo en lo que Teruel no es excepción, pero no debemos menospreciar lo que existe, tenemos una gran riqueza castellológica, sean restos o edificaciones patentes , que constituyen testimonio vivo de la historia local; e independientemente de su mayor o menor mérito artístico, suelen ser el vestigio más antiguo y a veces la evocadora y sugerente estampa que caracteriza un pueblo, sin estas construcciones sería difícil imaginar algunos lugares, ya que están perfectamente imbricados e integrados en el contexto urbanístico… Algunos de estos castillos cayeron por las diferentes acciones bélicas y la poca o nula atención cuando ya no era tan necesario el mantenerlos; ciertamente la guerra de Independencia, la Carlista en el s. XIX han sido las más intensas, destruyendo o dañando gran parte de estas estructuras; es curioso pero, para la guerra y la vigilancia de fronteras fueron fabricados, así pues ese es el final más honroso para ellos, más que la desidia o la piqueta como ha sucedido en algunos casos. Los lugares alejados de núcleos de población, la solidez de sus estructuras y en ocasiones el uso peculiar que se les ha dado, como es el caso de Cascante de Río, usado para cementerio, los ha preservado. Más desafortunados por razones obvias de expansión han sido las murallas y torreones que circundaban o ceñían cascos urbanos de villas y ciudades, con excepción en lugares, donde permitieran por su ubicación topográfica una ampliación sin problemas. ¿Por qué abundaron los castillos durante toda la Edad Media en Europa? Hay diversas causas que apuntan los historiadores: la fragmentación del territorio, las muchas guerras intestinas, la formación de zonas de frontera, la situación de conquista y reconquista, esto sobre todo en España es notorio, ausencia de grandes ejércitos, la precariedad de recursos de los Reyes ,los grandes poderes que acumulaba la nobleza etc. todo esto sumado se traduce en un sistema de defensa particularista, casi personalizado, cada quien organizaba sus defensas como podía o quería, con un fin práctico y de supervivencia; aunque algunas grandes familias dueñas de inmensas tierras o de señoríos jurisdiccionales más pequeños, por prestigio , también levantaban sus torres y fortalezas, emblemas de su poder y su nobleza, el espíritu de la era feudal, que perduró hasta el s. XVI. En este sentido los castillos turolenses son en su mayor parte estructuras defensivas, preventivas, estrictamente militares, de severa disciplina castrense y en

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RUTA DE LOS CASTILLOS, LEYENDAS y TRADICIONES DE LA COMARCA “COMUNIDAD DE TERUEL”.

Viaje al pasado de la Comarca de Teruel, a través de los vestigios de sus fortalezas y de su rica tradición oral e histórica.

Los castillos fueron consustanciales a la edad Media, Apenas hay testimonios en los que no se aluda en aquel tiempo, a algunos de ellos por la razón que fuera.Muchas localidades conservan restos, en mayor o menor cuantía, del castillo medieval, y en otras se revive su nombre, su topografía: Castellar, Castiel, Castel, Castro, Torre, Calat, y no faltan cerros denominados todavía “del castillo”.Por esto queremos visitar en esta ruta, castillos que aun se pueden apreciar en estas tierras turolenses, así como la rica tradición histórica y mítica que encierran.Es un lugar común el estado abandonado y ruinoso de muchos, esto es algo en lo que Teruel no es excepción, pero no debemos menospreciar lo que existe, tenemos una gran riqueza castellológica, sean restos o edificaciones patentes , que constituyen testimonio vivo de la historia local; e independientemente de su mayor o menor mérito artístico, suelen ser el vestigio más antiguo y a veces la evocadora y sugerente estampa que caracteriza un pueblo, …sin estas construcciones sería difícil imaginar algunos lugares, ya que están perfectamente imbricados e integrados en el contexto urbanístico…Algunos de estos castillos cayeron por las diferentes acciones bélicas y la poca o nula atención cuando ya no era tan necesario el mantenerlos; ciertamente la guerra de Independencia, la Carlista en el s. XIX han sido las más intensas, destruyendo o dañando gran parte de estas estructuras; es curioso pero, para la guerra y la vigilancia de fronteras fueron fabricados, así pues ese es el final más honroso para ellos, más que la desidia o la piqueta como ha sucedido en algunos casos.Los lugares alejados de núcleos de población, la solidez de sus estructuras y en ocasiones el uso peculiar que se les ha dado, como es el caso de Cascante de Río, usado para cementerio, los ha preservado.Más desafortunados por razones obvias de expansión han sido las murallas y torreones que circundaban o ceñían cascos urbanos de villas y ciudades, con excepción en lugares, donde permitieran por su ubicación topográfica una ampliación sin problemas.

¿Por qué abundaron los castillos durante toda la Edad Media en Europa?Hay diversas causas que apuntan los historiadores:la fragmentación del territorio, las muchas guerras intestinas, la formación de zonas de frontera, la situación de conquista y reconquista, esto sobre todo en España es notorio, ausencia de grandes ejércitos, la precariedad de recursos de los Reyes ,los grandes poderes que acumulaba la nobleza etc. todo esto sumado se traduce en un sistema de defensa particularista, casi personalizado, cada quien organizaba sus defensas como podía o quería, con un fin práctico y de supervivencia; aunque algunas grandes familias dueñas de inmensas tierras o de señoríos jurisdiccionales más pequeños, por prestigio , también levantaban sus torres y fortalezas, emblemas de su poder y su nobleza, el espíritu de la era feudal, que perduró hasta el s. XVI.En este sentido los castillos turolenses son en su mayor parte estructuras defensivas, preventivas, estrictamente militares, de severa disciplina castrense y en

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algunos casos formidables; muy pocos castillos se erigieron por señores territoriales, se pueden contar escasamente con las manos.Cuando hablamos de señores o de barones, no solo hablamos de nobleza de sangre sino también de la nobleza eclesiástica como es el caso de los Arzobispos de Zaragoza o bien los Comendadores de Ordenes Militares, personajes ciertamente muy importantes para esta zona de la provincia y para otras de nuestra geografía; destacando la Orden del Temple y la de San Juan del Hospital.Todo esto produce una red apretada ,un enjambre de castillos y torres levantados en lugares estratégicos, propias de un sistema de defensa dispersa, con guarniciones mínimas a las que a veces se sumaban los propios vecinos de la localidad, cuando así se requería para repeler a un enemigo más poderoso: los reinos cristianos frente al potente y centralizado poder islámico.Pocos de estos castillos fueron testigos de la vida mitificada en las novelas “románticas” del s. XIX, la realidad era más prosaica, solo guerreros más o menos rudos, sangre, asedios ( para abrir brecha: catapultas, torres de asedio, escalas) y defensas ( de” arriba abajo”: piedras , flechas, líquidos ardientes…) o con demasiada frecuencia largas y aburridas veladas de centinela pasando mucho frío en los rigurosos inviernos turolenses; estas guardias solitarias nos han dejado un elemento vigoroso y verdadero testimonio de la vida en estos castillos tácticos, como es en el caso de Villel, en cuya torre los centinelas templarios y sanjuanistas para matar esos lapsos tediosos de su tiempo hicieron graffitis reflejando su realidad cotidiana: caballeros revestidos de armadura, montados en tremendos caballos de guerra totalmente enjaezados, haciendo cargas, lucha cuerpo a cuerpo, asedios, campamentos etc.

Su clasificación en cuanto a estilos artísticos habituales, es más compleja, ya que constituyen obras a las que se denomina según los expertos en Historia del Arte, “arte sin edad”, pero, cronológicamente, en su mayoría si podemos decir que los vestigios que nos quedan en esta zona son del s. XIII-XIV.En cuanto a la tipología, es muy diversificada en nuestra provincia, pero mucho más matizada en nuestra zona de la Comarca de Teruel, condicionada sobre todo por el emplazamiento topográfico y por su importancia geoestratégica.Pero si podemos establecer los siguientes tipos:

Castillos Tácticos:Aislados sobre alturas, generalmente de pequeñas dimensiones y de planta irregular condicionada por el terreno: es el caso del Castillo de Valacloche, Monteagudo del Castillo.Fortalezas Estratégicas:

Casi siempre son complejas en su planta, de aspecto aguerrido, con más de un recinto, este es el caso de Villel, aunque ocupa una extensión reducida.Recintos Refugio:Es una tipología de castillos algo indefinida, siempre construidos en un núcleo habitado, con la misión de servir en caso de necesidad de auxilio a la población en tiempo de guerra. El recinto es una simple cerca o muro a veces con pocos torreones o con ninguno, y de apariencia poco robusta; empezaron a desaparecer poco a poco ya que entorpecían el desarrollo o expansión urbana de las poblaciones. Es el caso de Alba del Campo o de Visiedo. Según los historiadores, proliferaron en las comarcas del Oeste de Teruel, muy castigadas por las guerras castellano-aragonesas desde s.XIII- s.XIV.Castillos Palacio:

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De grandes dimensiones y aspecto imponente. La estructura interna suele ser residencial, levantados en la población principal sede del señorío o del poder. Corresponden a esquemas de planta regular con fuertes torreones en las esquinas pero nula importancia de una Torre del Homenaje y salas organizadas en torno a un patio central: Patio de Armas.A este tipo pueden pertenecer los llamados “Alcázares” de origen musulmán, siguiendo sus pautas, como es el caso del Alcázar Real de Teruel, llamado de Ambeles.Palacios fortificados:Fueron mansiones de señorío jurisdiccional en las diferentes villas de su ejercicio (llamado dominicatura), la diferencia con la tipología anterior es subjetiva, son construcciones más palaciegas y menos bélicas, más cuidadas en lo estético y suntuario que en lo defensivo; es el caso de Celadas perteneciente a la Orden de San Juan del Hospital.Este tipo se difundirá en los mases o masadas fortificadas mixtas (mitad residencia, mitad explotación agrícola y ganadera)Torres de Defensa:En algunos núcleos de población, la vigilancia y la defensa se confiaron a torres, erigidas dentro del caserío o anejas a la muralla; a veces está a unos cuantos km de las poblaciones en lugares estratégicos, pero siempre visibles y robustas en su construcción, es el caso de la Torre de Villastar, que en este caso está aneja a una masada, que precisamente se denomina “Mas de la Torre”.Esta reutilización es algo común, pues algunas se han adosado a las iglesias como Campanarios o torres del reloj.Fortalezas para Artillería:En época renacentista se adecúan algunas fortalezas para el uso de la artillería, las técnicas de la guerra imponen las casamatas y las troneras para alojar las piezas de artillería. Es la época de los Reyes Católicos y la unificación de España, y aunque se preferían adecuar los recintos de la costa y de las fronteras, en Teruel se levanta una torre cercana al Alcázar, de planta semioctogonal con troneras, llamada LombarderaEsta es a grandes rasgos la tipología de estas construcciones en nuestro recorridoAunque no quedan vestigios, el Fuerte de Teruel, situado en lo que es hoy la Glorieta, fue reconstruido a mediados del s. XVI como consecuencia de las Alteraciones.Fuertes fusileros del s. XIX:Las Guerras Carlistas se dieron en Teruel de forma más intensa que en otras zonas de Aragón, fueron el motor de reparación y reconstrucción de castillos más antiguos, con vestigios identificables como en Camarillas.Esta es a grandes rasgos la tipología de estas construcciones en nuestro recorrido por tierras de la Comarca “Comunidad de Teruel”.

Un poco de Historia:¿Cuántos castillos hubo en Teruel?, aproximadamente uniendo los que existen, los que son vestigios y los que han desaparecido aunque tenemos referencias documentales;la estimación sería de unos ciento cincuenta, como dice Guitart Aparicio “existiría un castillo cada cien kilómetros cuadrados, aunque desigualmente repartidos”; este es el índice común en la Europa Medieval, equivalente, con los términos de aquel tiempo, en sentido longitudinal “con la carrera de un caballo”.Si nos preguntamos cuando comenzaron a elevarse, la respuesta es más incierta: hay historiadores que nos hablan de la época prerromana y romana, con algunos torreones y murallas, pero el registro más curioso está en la Toponimia, existen poblaciones cuyo nombre tiene el rastro lingüístico del latín: castra, castella en

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referencia a estas construcciones que se hicieron para mantener sujeto el territorio de acuerdo a la política del Imperio.El historial de nuestros castillos, en general para todo Aragón, arranca de la época musulmana con las mismas motivaciones del Imperio Romano, la de asegurarse el dominio territorial de lo que iban conquistando.Casi todo el territorio aragonés formo parte de la llamada Marca Superior, estando el centro de gravedad del protagonismo histórico de las diferentes familias musulmanas en sus feudos de asentamiento en las tres provincias, aunque sean más notorios en Zaragoza.En Teruel, zona repartida entre la Marca Superior y la Media, hubo un protagonismo marginal en los avatares y escritos del Emirato y posterior Califato de Al Andalus por la escasa densidad de población en la etapa islámica, junto a un clima rigorista, aunque si existían familias de renombre con territorios y fortalezas a su mando, como los Beni Razín, señores de Albarracín que tuvieron parte en el Valle del Turia, cuyas fortalezas estamos recorriendo. A pesar de todo la toponímia árabe en nuestra provincia no es tan extensa como en otras.Durante los últimos lustros del s. XI se desarrollaron en esta nuestra tierra las correrías del Cid Campeador en sus campañas, camino de Valencia, quedando su impronta en el paisaje y en la Literatura, así como en la Historia.La parte más importante y que nos afecta más de cerca es la época de la Reconquista, sobre todo los últimos diez años del s. XII, bajo el reinado de Alfonso I El Batallador. Teruel se constituye en zona de frontera, unas veces las tierras están en manos cristianas y otras en las de los musulmanes; la fecha de 1170 es fundamental con la conquista y repoblación de Teruel, por Alfonso II el Casto, además en estas fechas Albarracín se establece firmemente como señorío cristiano bajo los Azagra.El resto del siglo, lo ocupan las distintas suertes en la guerra de reconquista, sin grandes hechos de armas, pero sin pausa.Lo original de estos momentos es la introducción jurídica, por parte de los Reyes de Aragón, de la figura del “tenente” en los principales castillos y plazas fuertes reconquistadas. Existen los documentos probatorios en el caso de Villel entre otros; solían ser caballeros que habían ayudado al Rey en sus conquistas territoriales, en cierto modo son el germen de dinastías y de señoríos que se consolidarán en fechas posteriores.De estos años del s. XII y comienzos del XIII, se afianzan en una considerable porción del territorio turolense (sobre todo la zona S y E), las Ordenes Militares, grandes constructoras de castillos y fortalezas en tierra Santa y en la Europa Occidental.En 1163 se instituía la Encomienda de la Orden de San Juan del Hospital de Jerusalén, con sede en Aliaga, La de Calatrava señoreó la Tierra Baja en torno a Alcañiz, (1179).Efímero es el paso de la Orden de San Redentor o Monte Gaudio que desde 1174 hasta 1188 tuvo casa en Teruel y en otros lugares entre ellos Villel; todo el potencial de esta Orden pasará a la muy poderosa e internacional Orden del Temple en 1196, perdurando hasta su supresión a comienzos del s. XIV cuando la Orden de San Juan del Hospital, recibe la mayor parte de bienes y hombres del Temple; formando un enorme y compacto territorio en los distritos del centro y de la serranía turolense, entre los que están los de la Vega del Turia.Más tardío y no tan importante es el señorío de la Orden de Santiago, circunscrito a Montalbán y algunas aldeas más en 1210.

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Una vez que Valencia está en manos de los cristianos y del monarca Jaime I en 1238, el peligro musulmán se diluye, y las fortalezas empiezan a decaer, perdida ya la razón de su existencia, aunque faltaban dos siglos para la unidad de España.Tengamos en cuenta Una vez que Valencia está en manos de los cristianos y del monarca Jaime I en 1238, el peligro musulmán se diluye, y las fortalezas empiezan a decaer, perdida ya la razón de su existencia, aunque faltaban dos siglos para la unidad de España.De estos momentos son la reconstrucción y arreglos de murallas y castillos para prepararse ante este nuevo peligro que significaban los castellanos, o bien levantar un castillo refugio sin mucho ornato hecho por los mismos vecinos con prisas. Respondiendo a esta necesidad urgente se levantó el castillo de Valacloche, cercano a Villel.En los siglos venideros, estas edificaciones de nuestro territorio, han ido entonando su canto de cisne; en la edad Moderna con la unificación de España por los Reyes Católicos, la institucionalización de la monarquía que detentaba todo el poder hizo que los ejércitos se centralizasen y que determinadas fortificaciones se preparasen para el uso de la artillería y los cañones; en esta zona fueron languideciendo, así como con la iniciativa señorial , desde comienzos del s.XVI se van despojando sus mansiones y castillos palacio de aditamentos bélicos.Sumemos la paulatina caída de la influencia de la Órdenes Militares, hasta que en el s. XIX, con la firma del Concordato entre Isabel II y el Vaticano es definitivo elcambio de manos a los Concejos o Ayuntamientos de las localidades.Aun sirvieron en la Guerra de la Independencia y con las Guerras Carlistas, hasta su franca y progresiva destrucción o ruina.

Ahora vamos a visitar una por una las diferentes localidades con los vestigios deeste pasado Medieval, punto de partida de nuestra Historia, crisol de pueblos, de culturas y de avatares que han dado como resultante la idiosincrasia del pueblo turolense.

Seguiremos el recorrido lógico, dividido en las cuatro zonas de la Comarca (ver mapa) cada ruta va marcada con el color correspondiente a cada una de estas cuatro divisiones para facilitar el recorrido a los visitantes:

1) SIERRA DEL POBO – mapa-ruta azul:Poblaciones:CORBALAN CEDRILLASMONTEAGUDOABABUJAGUILAR DE ALFAMBRACAMARILLASJORCAS.

2) VALLE DEL ALFAMBRA Y ALTIPLANO TUROLENSE-mapa-ruta naranja:

Poblaciones:ALFAMBRACAMAÑASARGENTE

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VISIEDO.

3) TERUEL, BARRIOS Y VALLE DEL JILOCA- mapa-ruta roja:Poblaciones:TERUELCELADASCELLAALMOHAJAALBA DEL CAMPO

4) VALLE DEL TURIA Y ESTRIBACIONES DE LA SIERRA-mapa-ruta verde:

Poblaciones:VILLASTARVILLELCASCANTEVALACLOCHELIBROS

TRAMACASTIELTORMÓN.

SIERRA DEL POBO: ruta azulSe conoce con esta denominación a una extensa cadena montañosa orientada de norte a sur, a lo largo de unos 25 km., desde la Hoya de Galve hasta los Altos de Corbalán, donde enlaza con la sierra de Camarena. Constituye una importante divisoria estructural entre la Depresión de Alfambra-Teruel y la de El Pobo-Cedrillas.El recorrido muestra gentes y parajes ricos en testimonios de la historia cuyo paso ha dejado el cimiento para el presente de esta zona, parte más Occidental de la Comarca Comunidad de Teruel; con numerosos castillos repartidos en diferentes poblaciones que hablan de tierra de frontera en época medieval, entonces es cuando surge Teruel y su Comunidad, cuando se forja su pasado romántico y legendario tan sugerente.La localización antigua y presente es la encrucijada entre los ríos Turia y Alfambra, en su centro Teruel de donde partiremos; Esta región tuvo una gran importancia en la Antigüedad como vía de comunicación entre el Mediterráneo, la Meseta y el Valle del Ebro: poblados de la época del Bronce, vestigios griegos, romanos y musulmanes se hacen presentes en este crisol. La Comarca de Teruel es extensa y heterogénea en territorio, que en su mayor parte formó parte de las tierras conquistadas por Alfonso II y que pasan a integrar la Comunidad de aldeas de Teruel, a excepción del Valle del Alfambra, territorio otorgado a las Ordenes Militares para que vigilasen las fronteras y repoblasen las zonas conquistadas.

Partiendo en automóvil desde Teruel por la A-226 nos encaminaremos pasando por el Puerto de Cabigordo a CORBALAN: situado a 14 km. de Teruel., cuenta con un censo de unos 85 habitantes y su altura es de 1261 m. sobre el nivel del mar.Los orígenes de Corbalán son inciertos pero parece que se remontan a la prehistoria. Al respecto hay que señalar que en el término municipal hay restos de dos asentamientos humanos además del propio pueblo, en Los Castillejos se hallan restos de un poblado ibero .El segundo asentamiento humano del que se tiene noticias es el llamado Corbalán

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viejo que se sitúa en las cercanías del Remolín. Este poblado se remonta a la Edad Media, siendo abandonado a finales del siglo XV o XVI , cuando se trasladaron al nuevo pueblo, al poco tiempo se erigió la iglesia parroquial de S. Pedro (1593) de estilo gotizante; este cambio tiene causas desconocidas. Es cierto que cerca del Remolín se construyó un pequeño embalse.El Castillo es de la época de la Repoblación, es decir del s. XIII-XIV; después que el rey Alfonso II conquista la zona, la villa pasa a formar parte de la Comunidad de aldeas de Teruel, sesma del Río Cella.

El Concejo de Corbalán tiene anexionada la “Casa Grande de la Baronía de Escriche”, este palacio perteneció durante ocho siglos a una ilustre familia aragonesa de rancio abolengo y lustre aristocrático: los Sánchez Muñoz. El propio Alfonso el Casto concedió en 1176 el título de barón a Pascual Sánchez Muñoz y recompensó a éste y a sus diecisiete hijos reconociendo sus valiosos servicios de armas, el escudo de la familia data de la época de las Navas (1212), donde la familia sirvió a Pedro II el Católico. Fueron señores de “horca y cuchillo hasta que las Cortes e Cádiz lo abolieron y entonces Escriche fue un lugar más.

Es un palacio renacentista que se levanta en la Baronía de Escriche, barrio de Corbalán. Es un edificio rectangular de tres plantas situado en la falda de una gran colina. En la planta baja se situaban las dependencias de la servidumbre, la cárcel, las cuadras y el patíbulo. La primera planta era la planta noble: a ella se accede por una monumental escalera estando dividida en dos alas: la del señor de Escriche y el ala de la servidumbre. Destaca en las dependencias del señor de Escriche las pinturas murales que cubren las mismas con distintos motivos y que han sido objeto de diversos estudios y de una tesis doctoral. No obstante parece que también en las dependencias de la servidumbre y debajo de la cal con la que están pintadas hay murales. Finalmente la tercera planta se dedicaba a graneros. Contaba con una legendaria Biblioteca, destruida en la Guerra Civil.

La iglesia parroquial se San Bartolomé se encuentra situada al lado del palacio de los Barones de Escriche. Se trata de una obra barroca de la segunda mitad del siglo XVII, con fábrica de mampostería, tres naves en su interior, la central cubierta por bóveda de medio cañón y lunetos, y las laterales, de arista. Tan sólo se conserva el pie de la primitiva iglesia y en no muy buen estado de conservación ya que la cabecera se encuentra derruida al parecer porque al finalizar la guerra civil los propietarios vendieron la techumbre que algunos sitúan en Italia.

Existe una bella leyenda, sobre el origen de la Baronía en el s. XII:

Una terrible fiera, hay quien cree que era un enorme y sanguinario lobo, tenía atemorizados a todos los habitantes de la localidad, no solo era un depredador malvado sino que además pareciera que su piel fuese de acero, ya que no lo dañaban ni las lanzas ni las espadas y menos las flechas que salían despedidas. Los caminantes que no tenían más remedio que pasar por estos lares daban un costoso rodeo para no atravesar por la zona donde la bestia merodeaba. Esta noticia corriócomo la pólvora por todo el Reino.

Un día se personó ante el Rey Alfonso el Casto un joven y esforzado caballero, llamado Diosdado, juramentándose ante el regio personaje de matar a la fiera,

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pidiendo tan solo una espada mejor templada que la suya y un escudo bruñido de tal forma que era un espejo. Todos estaban extrañados ante estas demandas pero accedieron.

Con esto salió el joven a buscar a la fiera que en seguida le salió al paso. Al verlo , el animal rabioso, le acometió, el guerrero se cubre con el espejo arrodillado en el suelo, cuando la bestia ve su cuerpo reflejado en el escudo ,para la feroz embestida y cabecea perplejo, en este momento el joven certerote introduce la espada hasta la empuñadura en el único lugar donde podía herirle: la boca.

Muerta la bestia, llegó la calma a la comarca, los habitantes que se habían alejado volvieron confiados, la vida siguió. El Rey, agradecido por la valerosa hazaña y por el servicio prestado premió al guerrero, haciéndole Tenente de todo el territorio que el pudiese recorrer en un solo día…Así nació de esta forma tan singular la que sería la Baronía de Escriche.

El hecho está inmortalizado en la letrilla de una jota:

“Nadie le tema a la fiera/ Que la fiera ya murió/ Al revolver una esquina

/Un valiente la mató”.

Aún hay más, pues la familia Sánchez Muñoz ha entrado de lleno en la historia y en los mitos de Teruel y de Aragón, casi siempre en el campo de batalla; hemos hablado de las Navas de Tolosa, pues bien siendo alférez-abanderado Juan Muñoz, de esta renombrada familia, portaba la bandera con la Cruz de Calatrava, un guerrero almohade en el fragor de la batalla, le cortó la mano que sujetaba la enseña, Juan, aguantó firme con la otra mano la bandera y continuó agitándola para enardecer a las huestes aragonesas, desangrándose, cumpliendo su deber…más este joven héroe no murió, su coraje y su orgullo aragonés le hizo asumir su propio destino: llegó a ser abanderado en las sucesivas batallas de la conquista de Valencia, siempre al lado del Rey, es por esto que siempre un descendiente suyo conservó el gran honor de ser el abanderado del ejército aragonés.

Del Castillo de Corbalán que vigilaba el caserío desde la cima de la meseta cercana, tan solo nos quedan una semiderruida torre rectangular de 5 x 4 m, de mampostería tosca y paredes recubiertas de argamasa, los sillares de los cimientos , no obstante nos permiten imaginar su imponente factura. El muro al que está adherida la torre y una construcción rectangular de aparejo y tamaño diferente nos permite suponer sin equivocarnos que se rehicieron en fecha posterior.En Corbalán y en su castillo se da algo muy peculiar en estas construcciones; pero no en esta zona, sino en la zona Altoaragonesa, como es el binomio castillo –iglesia ó ermita, aunque en este caso a una cota inferior nos encontramos con la Ermita de la Virgen del Castillo, construida en la misma época que la fortaleza, cuenta la leyenda que en los escombros del antiguo Castillo se encontró, de forma milagrosa, una talla de la Virgen que desde entonces es la patrona de Corbalán.Es una modesta estructura, una sola nave gótico-mudéjar cuya techumbre se apoya sobre tres arcos ojivales. Se dice que debe de ser del siglo XIII En una de las

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esquinas se conserva la planta desmochada(a cinco metros) de una de las torres del Castillo. La cabecera es un bien planteado torreón de sillería, cuadrado, con un ligero taludamiento, la puerta de acceso es un arco rebajado con dovelas; en su interior se guarda la talla románica de la Virgen del Castillo.Los corbalanenses tienen gran devoción a la virgen del Castillo y a la menor ocasión suben a su ermita: especialmente en fiestas y durante el mes de mayo para celebrar una novena.Es de suponer que los de Corbalán fueron por siglos un pueblo dedicado a la agricultura, ganadería y a una incipiente industría que debió ser floreciente poco después, el abastecimiento de leñas a Teruel; fruto de ello es sin duda el dicho:"Corbalán, mucha leña y poco pan".

Después nos dirigimos a CEDRILLAS que nos recibe con la silueta del antiguo Castillo recortándose en la lejanía, sobre la meseta rocosa que preside el lugar, hacia el lado meridional de la misma se ubica el casco urbano.Este municipio está a 30 km. de Teruel y su altitud es de 1364m., su censo actual es de unos 530 habitantes aproximadamente y es muy conocido por la Feria de Ganado Anual que se celebra a principios de Octubre, ya que está en la nómina de las Ferias de Ganado más importantes de España; desde 1892, una de las 4 más activas de Aragón y una de las 22 más importantes del país. Como complemento a las subastas de animales se realizan unas jornadas técnicas sobre ganadería.

Parece que etimológicamente el topónimo Cedrillas significa lugar de sabinas o de enebros. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, a la sabina se la llamaba en la antigüedad "cedro de España". Por su parte, el Diccionario Espasa dice lo mismo de enebro. Debieron abundar tanto las sabinas como los enebros en el término municipal hasta el punto de dar nombre al lugar. Paradójicamente las sabinas han desaparecido casi por completo actualmente, aunque abunden aún en lugares vecinos como Corbalán y Las Baronías de Escriche.

Otras indicaciones señalan la posibilidad de proceder de “encebro” o asno salvaje en árabe. Aunque no existen pruebas de su existencia en nuestro medio.Los restos arqueológicos, ya de edad muy temprana, abundan Para La Edad del Bronce se han localizado varios asentamientos. De época ibérica se tiene conocimiento de otros varios.De época romana aparecieron numerosos restos, al construirse el depósito de aguas potables del pueblo, en 1962. Algunas monedas encontradas entonces pueden verse expuestas en el Museo Provincial de Teruel.

En las inmediaciones de emplazamiento actual del pueblo abundan los restos de cerámica ibérica, romana y medieval. Pero sin duda el vestigio arqueológico que más se hace notar es el castillo o recinto murado.Cabe suponer que el lugar estuviese habitado en época musulmana, pero al igual que para edades anteriores no poseemos testimonios escritos que aludan explícitamente a Cedrillas.

Es probable que en la época de los reinos de taifas el lugar perteneciera al reino musulmán de Albarracín. Al ser destronado el último rey moro por los almorávides, elreino pasó a ser un distrito dependiente de Valencia pero, en el momento de la conquista

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de Zaragoza por Alfonso el Batallador en 1118, Cedrillas, como el resto de lugares pertenecientes al "Campo de Monteagudo" tal vez estaban adscritos al reino musulmán de ZaragozaSegún los estudios del historiador turolense A. Gargallo Moya estos lugares del "Campo de Monteagudo" debían formar parte de una circunscripción militar ( hisn en árabe) en la que se agrupaban varios lugares en torno a un castillo. Los lugares que la integrarían serían Camarillas, Aguilar, El Pobo, Cedrillas y Monteagudo; y quizá también Allepuz. Esta circunscripción militar árabe pervivirá en tiempos posteriores como "Sesma del Campo de Monteagudo"; y se le agregarán los lugares de Gúdar, Valdelinares y Mosqueruela.La conquista cristiana de la zona en tiempos del Batallador será efímera después de la derrota de Fraga, toda la zona sur del reino se perderá.

Igualmente, llama la atención que en el fuero de Molina, en 1154, el límite sureste del territorio de expansión de la villa castellana vaya desde el Puerto de Escorihuela al Puerto Escandón, quedando Cedrillas, justo en medio como lugar de frontera extrema.

La reconquista definitiva de Cedrillas y de los otros pueblos de alrededor, se dio en el último tercio del siglo XII: Tras la batalla de Monteagudo en el 1191, Cedrillas, que pertenecía al "Campo de Monteagudo" pasa a formar parte del término de Teruel, tierra del rey de Aragón.

La fortaleza de Cedrillas es de origen musulmán, es constatable su existencia en 1212, cuando las Navas, luego al pasar a manos cristianas los repobladores bajan al llano, aunque siempre el recinto fue lugar de seguridad y protección para todos, por ejemplo en 1369,poco después del fratricidio de Montiel, todo el pueblo a una hubieron de refugiarse con sus enseres y ganados para huir de las iras castellanas.(Según los Anales de Zurita) .

En el siglo XV fue incendiado por los castellanos de Juan de Silva junto con los partidarios aragoneses del Príncipe de Viana (1462.).Aun en 1874 con las Guerras Carlistas sirvió de refugio a las partidas guerrilleras que fracasaron en el intento de tomar Teruel.

La fortificación es muy similar a la grandiosa Alcazaba califal de Gormaz, en Soria: planta del recinto como un óvalo irregular, aprovechando el perímetro de la plataforma rocosa que le sirve de base, los muros a veces aprovechan el mismo borde de las piedras.

Su eje máximo alcanza los cien metros de longitud, y el menor unos cuarenta, espacio de sobra para albergar a los cedrillenses.

El recinto de murallas es de piedra irregular, con aristas reforzadas por sillares, de altura uniforme. Están completos los flancos Norte y Oeste, en donde destacan un portillo y tres torreones cuadrados de muy buena factura, respectivamente. La entrada se orienta al Sur, protegida por una torre puerta de planta rectangular; el vano es un arco semicircular bajo bóveda de cañón con un cuerpo superior de ventanas semicirculares cubiertas con una bóveda octogonal ya desaparecida. Es uno de los mejores ejemplos de Castillo-refugio que tenemos en Teruel.

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El Castillo es un elemento peculiar de Cedrillas y junto con el paisaje del nacimiento del río Mijares es un perfecto complemento que hace de este paseo natural un auténtico disfrute.

Nuestro siguiente alto en el camino será MONTEAGUDO DEL CASTILLO:

Lugar que dista 40 km. de Teruel, con un censo de 66 habitantes, situado a 1450 m. en la misma carretera A-226. Situado entre Cedrillas y Allepuz, situado en la margen derecha del barranco de la Tejería, su término municipal se reparte entre la depresión de El Pobo-Cedrillas, recorrida por la red del río Seco, y la Sierra de Moratilla, donde encontramos la mayor cobertura vegetal, propiciada por la presencia de pinos silvestres, que dan paso a un enclave de sabinar. El pueblo está ubicado al pie de varios relieves residuales, destacando el cerro del Castillo de Monteagudo, que da apellido al pueblo, a cierta distancia del caserío.

Esta fortaleza era uno de los confines del Principado de los Banu Razín, y su origen es claramente musulmán; Almagro afirma su existencia en 1168 para defender estas fronteras; aunque la primera mención de la villa data de 1158, como iglesia perteneciente al Obispado de Zaragoza.

Aquí sufrieron una onerosa derrota las tropas castellanas de don Bermudo (según Caruana).En 1169 es conquistado por las tropas aragonesas de Alfonso II que aligual que lo hiciera su abuelo Alfonso I, insistió en formar una milicia netamente hispana. Así cedió a la orden de Montegaudio, fundada en 1173 en tierras leonesas, este y otros lugares, cabeceras desde entonces de esta nueva milicia. Esta Orden contó pronto con bienes incluso en Palestina recibiendo importantes donaciones por parte del monarca aragonés. Con la unión de El Hospital del Santo Redentor, que fundado en Teruel por Alfonso II con el patrocinio de los López de Varea, que tenía como fin la redención de cautivos; más la orden de la Alfambra, pasó a conocerse como Orden del Santo Redentor de la Alfambra.

La Villa perteneció a la Comunidad de aldeas de Teruel, sesma del Campo de Monteagudo, y por tanto de realengo. En 1369 sirvió de refugio al ganado de la Comunidad de Teruel (según Zurita) y en 1374 fue asolado por las tropas castellanas.

Aún hay más, en la época de las Guerras carlistas, esta fortaleza fue reparada porlas tropas isabelinas del general Espartero, aunque todo este esfuerzo no sirvió de mucho, pues casi totalmente destruido por la escaramuza con los carlistas en 1840.Ya Madoz habla de su estado abiertamente ruinoso.

Guitart Aparicio lo considera un fortín militar auténtico del s. XIII- XIV, no un recinto refugio; ahora solo nos quedan restos, dos altos paredones en la zona occidental, colocados en ángulo, en ellos se aprecian antiguas saeteras y diferentes vanos hacia el este se levanta otro maltrecho paredón, parte de la esquina contigua, entre ambos se abría la portalada de acceso; pero sabemos que desde la altura de sus torres era posible tener comunicación visual con otros castillos de la Comarca, como Cedrillas por ejemplo. Este recinto con forma de rectángulo

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irregular de 37 x 28 m. se adapta a las formas del cerro donde se sitúa. El material es mampostería muy irregular. De la antigua fortificación del pueblo se conserva una puerta de arco ligeramente apuntado, en la calle Baja, que se denomina “Puerta de las Eras”.

Los parajes son extraordinarios e invitan a caminar por ellos, sosegadamente, es famosa la calidad de las aguas de las fuentes de Monteagudo del Castillo.

La misma carretera que nos está llevando a descubrir estos lugares, encamina nuestros pasos hasta ABABUJ, municipio serrano de Gúdar, entre los ríos Seco y Alfambra; A 40 km. de Teruel y una población de 90 habitantes; la altitud es de 1368 m. sobre el nivel del mar. Pueblo que viste de historia, su trazado urbano con dos características torres muy altas que marcan su silueta desde la distancia y en el llano: la Torre Vieja y la Torre de la Iglesia de Santa Ana (llamada Torre Nueva, s. XVI)

Situada en un cerro muy próximo al caserío se levanta una interesante y bien conservada torre de defensa, la” Torre Vieja”, que hemos citado antes; de planta cuadrada, 6.50 x 15 m. Sobre una especie de plinto que la realza y que al interior, alberga un sótano, y que es la solución para salvar el obstáculo del desnivel del terreno, desde la roca viva. Del siglo XIII- XIV, cuando la población era aldea de la Comunidad de Teruel, dentro de la sesma del Campo de Monteagudo. Su aparejo es de excelente sillería en piedra gris oscura. La puerta, en alto, a metro y medio del suelo, presenta un arco apuntado de grandes dovelas, mientras que las amplias ventanas del piso superior se abren con vanos de medio punto. La construcción se remata con merlones. El conjunto es airoso y equilibrado, buena muestra de la arquitectura militar de estilo gótico-mediterráneo, aunque ha perdido la cubierta y los suelos. Esta construcción muy bien conservada, con cierto aire de campanario, formaba parte de la fortaleza mencionada en los documentos de Jaime I en 1239, ¿tal vez esta Torre era la Torre del Homenaje?, ¿tal vez era una especie de Torre atalaya o de vigilancia, para alertar a los vecinos en caso de peligro, ya que el altozano donde se levanta domina el Valle el Alfambra?, ambas explicaciones son factibles y no excluyentes. Sabemos que la Comunidad de Aldeas de Teruel propició y facilitó por su iniciativa la construcción de este tipo de torres fortificadas , contando con la ayuda de los habitantes de los lugares, costumbre que se perpetuó hasta bien entrado el siglo XV, en previsión de las continuas incursiones de los castellanos. La Torre Vieja está al lado de la Ermita de Santa Bárbara.

De este pueblo se decía, según Madoz en el s. XIX) que en el término de La Cañada del Ornao se engordaban 1.000 carneros, cuya carne era de la más fina de Aragón.

En cuanto al nombre, tan sonoro de la localidad ha sufrido diferentes mutaciones gramaticales, llamándose Fabbatux en 1177, a corta distancia de su Reconquista y con poblamiento sujeto al Fuero de Teruel y siempre de realengo, nunca tuvo la tenencia un señor feudal.

Ababuix en 1385, reinando en el reino de Aragón Pedro IV el Ceremonioso.Fabaux en 1543, cuando el emperador Carlos V dejó el Gobierno de España en

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manos de su hijo, el príncipe Felipe. El nombre del pueblo sufre una nueva mutación en 1722, en que se le conoce por Ababuj, su nombre al menos por el presente.

Es una zona con abundantes icnitas o huellas de dinosaurios.

Según el mismo Madoz en su Diccionario, la mayor cota de población se alcanzo en 1857 con 450 habitantes.

Un dato curioso que tiene que ver de forma secundaria con la Torre Vieja y con el fortín de Ababuj así como con su tradición castrense es por haber sido uno de los baluartes defensivos que antaño constituyeron el cinturón fortificado de Teruel : Al tener que vivir en una población cuyo asentamiento era peligroso, los mozos de Ababuj figuraban en los tercios de voluntarios levantados por el coronel Quadros para acudir a la defensa de la sitiada Zaragoza, que defenderían bloqueando con sus pechos la Puerta de Santa Engracia el 4 de agosto de 1808. Si Lefebvre no pudo entrar en Zaragoza se debió a los paisanos que Quadros se trajo de las tierras de la Comunidad de Aldeas de Teruel donde el castillo de Ababuj conservaba como tantos otros una guarnición militar de la que sin duda echó mano el padre de la condesa de Santa Engracia.

La tradición militar y la entrega de los mozos de Ababuj por su patria, desde hace algunos años , se recuerda en la llamada Romería de los Manjanos (estos son los montones de piedras que se colocan en las tumbas) y que se realiza anualmente en el mes de Abril, se sube al alto del Monte Clavero, donde hay una escultura en hierro del Crucificado, para honrar a los jóvenes de Ababuj caídos en la defensa de su tierra y de su patria, culminando con una comida de confraternidad.

Otra curiosidad de este hermoso pueblo es su gentilicio, sus habitantes se llaman “ababujanos”, pero en la región e incluso fuera de Teruel se les conoce como “chamorros”, la razón nos la da el historiador Mariano Aguilar, y tiene que ver con el dominio de España sobre la isla de Guam cercana a las Filipinas (Magallanes la llamó la “isla de los Ladrones”), a los habitantes de la isla se les llamaba “chamorros”; desde el s. XVI, guarniciones y religiosos españoles se sucedían ininterrumpidamente, se cree que algunos paisanos de Ababuj se encontraban entre unos y otros, que al finalizar su estadía en la isla, al volver, los empezaron a llamar “chamorros” y al generalizarse abarcó a todos los habitantes del pueblo.

El siguiente hito en el camino es AGUILAR DE ALFAMBRA, villa de 82 habitantes y a 45 km. de Teruel, y una altitud de 1302 m.

Pocas referencias históricas hay sobre su castillo, tal vez construido en el s.XII,como vigía del paso del Valle del Alfambra, el río Rojo de los musulmanes y que de seguro y debido a la movilidad de la frontera se abandonó al poco de reconquistar la población. Este paraje no deja indiferente.

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Del castillo, situado a un kilómetro de la población, cuyo paraje no deja indiferente: en un espolón rocoso situado al Este de la villa; dominando un tremendo precipicio por donde discurre el río; subsiste aún un amplio muro de sillarejo basto, pero sólido y de fuerte espesor, en ángulo y con una altura de 4 m. el más largo, conserva a su vez varias saeteras, y en el interior se observan los encajes donde se situaría el entramado de madera que sostenía el camino de rondaque protege el flanco accesible del promontorio. Entre sus ruinas es posible apreciar lo que fue una puerta, adintelada; el lado más corto aparece más deteriorado, pero en el interior es posible adivinar vestigios de construcciones y restos de dos aljibes hoy cubiertos de maleza y escombros.

Una referencia escrita sobre el castillo que en el s. XVIII la hace en su libro sobre las Ermitas e Iglesias de Aragón el Padre Faci (1739) citando a la Virgen de la Peña que se alza junto a la fortaleza. La villa pertenecía a la Comunidad de Aldeas de Teruel, sesma de Monteagudo. El núcleo urbano de esta antigua aldea de la Comunidad de Teruel se divide en dos, apiñándose el caserío en una ladera presidida por la iglesia de San Pedro, construida en torno a 1770, según consta en la puerta de ingreso.

Existe una leyenda que nos habla de las problemáticas relaciones entre moros y cristianos y que tienen mucho que ver con las Ermitas que existen en nuestra villa, data del s. XII, como dicen los ancianos del lugar “del tiempo de los moros”…

En Aguilar existen varias ermitas, dos de ellas dedicadas a Santa Celestina y a Santa Catalina de época tardía (siglos XVIII y XVI respectivamente); pero a los lugareños le llama más a devoción la Virgen de la Peña, que se apareció a una pastorcilla justo en el lugar donde está situado el Castillo. Desde 1925 ya no se celebra el dance que se dedicaba a la patrona de la localidad. Sin embargo, queda constancia de los personajes que intervenían: mayoral, rabadán, ángel y diablo, entre otros. También existen noticias de los danzantes que bailaban, de la embajada de moros y cristianos y de los diálogos que se recitaban ante el público congregado.

Hoy continúa realizándose una romería a la ermita de la Virgen de la Peña, patrona de la localidad, el día de su festividad para pedir las lluvias necesarias. El tercer miércoles de octubre se acude a la ermita y se celebra misa cantando los gozos a la Virgen, que también se cantan en mayo y en las fiestas de agosto, en el mismo lugar donde se ubicaba la fortaleza musulmana; aunque algunos en el pueblo, dicen que es de “época de los godos”.

De todas las cruentas batallas y escaramuzas que hubo en la altiplanicie turolenseen tiempo de la Reconquista llevada a cabo por el Rey Alfonso II en 1170, la conquista de Aguilar es el objeto de esta leyenda que nos cuenta que el Castillo, ahora llamado de la Virgen de la Peña sirvió de baluarte y refugio a los moros que se hicieron fuertes en este lugar inexpugnable; todos los esfuerzos de los cristianos hicieron por rendirlos fueron en vano, pero era preciso que la villa fuera tomada para la buena marcha de los planes cristianos, así pues tuvieron que recurrir a otras estrategias; por esto reunieron un enorme rebaño de cabras traídas de toda la comarca, las guardaron en una paridera cercana hasta que en una noche

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cerrada y oscura, colocando teas encendidas, amarradas a los cuernos, con los hocicos atados para evitar ruidos, usando el factor sorpresa, las lanzaron contra el castillo.

Ante esta inopinada carga, los moros, que se encontraban confiados durmiendo al abrigo de los potentes muros; despertaron asustados, y huyeron despavoridos, dando tremendos gritos, ante este asalto, que juzgaban extraño y desesperado… Es por eso que, a los naturales de Aguilar se les llama “chotos” más como apodo que como gentilicio que es “aguilarano”.

Abandonamos Aguilar, siguiendo la misma carretera para llegar a nuestra próxima parada: CAMARILLAS, a 49 km. de la capital y con una población en el último censo de 2003 de 104 habitantes; su altura sobre el nivel del mar es de 1314 m. La población se sitúa en el fondo de una zona deprimida y de relieves relativamente llanos, en la confluencia de numerosos barrancos que descienden de las sierras circundantes (Puntal de Legana, Loma de la Mesta, Muela de Camarillas) para formar el río Penilla, que confluye con el río Alfambra, en la Hoz de las Calderetas.

Es otro lugar que llama la atención al vislumbrarlo en el horizonte; entre Cobatillas y Aguilar pero antes, hay que rendir parada en el Santuario de la Virgen del Campo, enclavado en un paraje cuasi mágico, lugar ancestral de peregrinación, que sigue manteniendo este status hoy día (en el municipio hay yacimientos de la época del Bronce, ibéricos ( el Cabecico) y romanos); este santuario tiene dos ermitas la Vieja( s. XIV) y la Nueva (s. XVIII), juntas son un compendio de la historia del arte en el territorio turolense, por su estructura y por su decoración, existe una tradición que se perpetúa desde el s. XII y es que para San Roque se baja a la Virgen al pueblo en procesión y romería. Las fiestas de la Virgen y de san Roque tienen fecha variable, la primera o segunda semana de agosto. El domingo se acude en romería a la ermita de la Virgen del Campo, donde al acabar la misa se le cantan los gozos y se reparte pan bendito. En Pascua Florida se va por segunda vez al santuario, cuya advocación tenía una cofradía ya documentada en 1374.

Hay una bella tradición en este pueblo, que recoge el Padre Faci, acerca de la imagen milagrosa de la Virgen del Campo, un milagro que va de la mano de la creación de la Cofradía de la Virgen:

“Se cuenta que un labrador bueno, al que Dios le quitó la vista después de una enfermedad, tenía una hija muy virtuosa que cultivaba los campos. El labrador aunque ciego hacía compañía a su hija mientras esta labraba con la yunta de bueyes, estos tropezaron con una gran piedra de pizarra, al removerla, descubrieron una imagen resplandeciente. El buen hombre lloró y rogó con fe que se le permitiera volver a ver. El milagro ocurrió, vio la hermosa imagen a la que piadosamente llevaron a su casa. Dieron cuenta a los eclesiásticos y autoridades,que les creen, porque el labriego ahora tiene visión en sus ojos anteriormente muertos. Tres veces la imagen de la Virgen se traslada ella sola del pueblo al campo donde había aparecido, allí, interpretaron, debía de hacerse la Iglesia”

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El toro es un elemento tradicional muy importante y emblemático en las fiestas, en su doble vertiente, lúdica y favorecedora de unión entre la comunidad, aparece en forma de toro embolado y vaquillas. El primero se suelta no por las calles del pueblo, como es habitual en la comarca de Gúdar-Javalambre, sino en una era a las afueras previamente vallada, y una de las vaquillas con las que se juega se mata y se guisa para ser comida por todos los vecinos y forasteros.

Al llegar al casco urbano, El Castillo nos hace elevar la vista hasta su dominio, la población se asienta entre dos colinas enlazadas por una calle, la de los Olmos, en la que hay edificios excelentes de los s. XVI y XVII.(Casa Miedes y Casa Barbenades, ésta con un patio porticado).

La primera mención documental aparece en el Cartulario de Aliaga y data de 1217, citando la senda de “Camarellas”. Desde el principio perteneció a la Comunidad de aldeas, integrada en la sesma de Monteagudo. Es un castillo-refugio, probablemente del S. XIV, durante la Guerra de los dos Pedros, en 1369 sabemos por Zurita que se puso “en estado de defensa”.

No se conocen los nombres de los alcaides que fueron pasando por su gobierno, pero si conocemos la costumbre de elegirlos por la Comunidad de aldeas en caso de necesidad. Cuando el peligro de invasión fue nulo, ya en el s. XVI, los habitantes abandonaron la ciudadela y se ubicaron en el llano; pero en el s. XIX, nos cuenta Madoz, que fue utilizado en las luchas civiles de 1822 que culminaron con la restitución de Fernando VII y luego, en las guerras carlistas en 1833 y 1846 se hizo un reducto con dos muros en esquina y varias aspilleras.

Hoy son ruinas, pero imponentes, esta colina oriental parece que era el núcleo primitivo de la población, ya que no solo está el Castillo sino un acueducto medieval interesante con arcos apuntados y las ruinas de la primitiva parroquia, hoy ruinosa y aislada, aunque en perfecto estado, la portada gótico-renacentista, que, según consta inscrito en ella, fue realizada por Roque Cejado en 1550. La monumental iglesia de la Virgen del Castillo, que sustituyó a la anterior es barroca (s. XVIII) y ahora está en proceso de restauración.

Es lógico que el castillo refugio abarcase la mayor parte de la extensión de la loma, en el punto más alto se encuentra una torre robusta, de mampostería y planta circular de unos 7 m. de diámetro, con remate almenado. Está fortificado por una muralla también robusta de piedras menudas y planta redondeada reforzada por tres cubos semicirculares; esto es una particularidad en el sur de Aragón, pero no en la zona del Alto Aragón donde hay varios ejemplos.

En la otra loma, está la ermita de San Roque y un edificio de sillares conocido como el “Granero del Obispo”, silo donde se guardaban los diezmos recibidos por la iglesia

Nuestro viaje en esta ruta de la Serranía del Pobo, va tocando a su fin, el último pueblo es JORCAS, una pequeña y serena localidad en la Serranía Está instalado en la vertiente norte de la Sierra de Gúdar, junto al barranco del Regajo. En su

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término municipal existen dos interesantes poblados pertenecientes a la Primera Edad de Hierro, uno en la partida de La Muela y otro en la Cruz de los Vallejos.

Dista de Teruel unos 56 km., y su censo es de unos 44 habitantes, su altitud mediaes de 1357 m. podemos llegar hasta Jorcas por carreteras comarcales, que salen de A-226: la TE-800 o TE-802.

Es curioso que a los naturales de Jorcas se les denomina como gentilicio “zoqueros”, derivado de un antiguo oficio que aquí era una industria importante, los fabricantes de zuecos, aunque también lo era la del esparto.

El nombre de Jorcas, tiene una curiosa historia, que casi casi se remonta a la Creación de la tierra en el Génesis:

“Cuando Dios hizo el mundo toda la tierra era un mar, pero luego hubo un terremoto muy grande y se levantaron las montañas, muchos animales no se pudieron ir al agua, se quedaron en la tierra y se murieron convirtiéndose en piedra, Una de esas montañas era La Muela, parecida a la muela de la boca, pero muy grande, claro está. Allí encima, empezaron a vivir los hombres y construyeronun pueblo llamado JOR. Cuando el agua se fue secando, pensaron que era mejor vivir abajo; pues era más llano y había fuentes; pero habían llegado otras gentes y habían construido otro pueblo en el llano, lo habían llamado CAS; decidieron entonces, juntarse todos. Ambos pueblos formaron uno solo, que entonces se llamó JORCAS”.

(Tomado de la tradición oral, recogido en “Palabras de parte de Jorcas”. Jorcas. 2006)

Aunque el nombre del pueblo parece derivar de la palabra hebrea “Xorcas”, “tierra yerma”. Probablemente estas tierras de la vertiente norte de la sierra de Gúdar estuvieran abandonadas y se repoblaron a partir del s. XII. El castillo se construyó entre los siglos XIII-XIV.

Se cita que fue empeñado por dos mil maravedíes a Sancho VII el Fuerte en 1214, junto con el castillo de Linares de Mora, aunque esto duró poco pues en 1285 pertenecía al Obispado de Zaragoza, siendo señorío eclesiástico por siglos, tal y como explica Frey Juan Bautista Labaña en 1610, este caballero de Cristo, era un matemático y geógrafo portugués que hizo viajes científicos, comisionado por el Rey don Sebastián a distintos lugares, entre ellos Aragón.

Pero en 1414 hubo un acuerdo entre los Sanjuanistas de Fortanete y el Arzobispo de Zaragoza, sobre el mojonamiento de términos entre Jorcas y dicha villa. En 1532, el arzobispo don Fadrique comisionó a dos de sus arquitectos para que hiciesen un inventario de los 23 castillos que poseía la Mitra en la región y su estado de conservación y si merecían restaurarse algunos, entre ellos se decidió reparar el de Jorcas, de esta época son las ruinas que hoy nos quedan: un largo muro de mampostería ya muy rebajado en altura, pegado a las piedras de la cumbre del monte donde está asentado, dominando el pequeño caserío. Este muro formaba parte de un recinto alargado, angosto, estando unido a un torreón pentagonal de mampostería con las aristas reforzadas con sillares. Hoy día sobre

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estos restos se ha construido un depósito de agua para el abastecimiento de la población.

Jorcas tenía un antiguo Dance dedicado al santo Patrón que es san Pedro Mártirde Verona, del que constan múltiples milagros realizados en el pueblo. Este Dance se recuperó en 1981 después de unos sesenta años en el olvido. Todos los personajes (danzantes, mayorales y rabadán) recitan dichos al santo tras el relato del milagro de San Pedro Mártir. Se danzan asimismo los bailes y por último el rabadán o gracioso cuenta de forma satírica lo acaecido en el pueblo durante el año y se despide Esta manifestación folklórica de carácter festivo, a la vez religiosa y profana, sirve de identificación de la localidad que la protagoniza (actores y público) y sólo cobra verdadero sentido en el marco de esa comunidad; fruto del esfuerzo y amor de loszoqueros por su rica historia y tradición cultural. La Casa del Consistorio de Jorcas es una buena muestra de los edificios civiles con lonja de tres arcos y gran puerta de arco de medio punto, tan característicos de nuestra tierra serrana (1580).

VALLE DEL ALFAMBRA Y ALTIPLANO TUROLENSE: ruta naranja

El Valle del Alfambra y el Altiplano de la Comarca Comunidad de Teruel se encuentran situados en el borde sur del Valle del Ebro, sobre el Sistema Ibérico.

El Norte de la Comarca de Teruel, es un terreno ondulado, situado entre sierras: Palomera (oeste) El Pobo (este) y Costera (norte), surcado por el río Alfambra.Territorio de una gran variedad en paisajes y bellezas naturales, en tradiciones y monumentos que les invitamos a descubrir.

Partiendo de nuevo de la capital, Teruel, por la carretera N-420 rumbo a ALFAMBRA, siguiendo la vía que corre paralela o incluso a veces superpuesta al río del mismo nombre: el Alfambra, afluente del río Turia, que nace en la Sierra de la Moratilla, en la cumbre de Peñarroya a unos 2.000 metros de altura en nuestra provincia. En un recorrido sinuoso, primero al norte y luego al sur, sus avenidas ocasionales causan a veces, daños en las huertas de las pequeñas poblaciones por donde transcurre. El río discurre por las poblaciones de Galve, Orrios y Alfambra, de donde toma su nombre y son rojizas sus aguas debido a la presencia de gran cantidad de arcillas, además de por Peralejos, Cuevas Labradas, Tortajada y Terueldonde se une al río Turia. Su régimen es escaso, con fuertes crecidas a finales del invierno, primavera y otoño. No cuenta con embalses o presas.

ALFAMBRA villa de 765 habitantes a unos 25 km. de Teruel, la altura media es de 1043 m. El núcleo urbano está situado junto a la llanura aluvial del río, en una zona de gran amplitud del valle, aprovechando un extenso afloramiento de arcillas que dan nombre a la localidad y al río. Estas arcillas generan paisajes muy peculiares: valles de fondo plano y gran anchura y áreas intensamente acarcavadas, pero con relieves dominantes de muelas calizas de bordes escarpados y color blanquecino, con algunos cerros aislados (“cerros testigos”) por la erosión, como el cerro del castillo de la localidad. Las muelas se extienden por la parte suroeste y sur (Muela Alta, Valdelamuela, Los Valles, Peña Dorada) y llegan a cerrar

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el valle en este último sector, convirtiéndolo en un cañón relativamente estrecho. Un punto de gran interés es el barranco de la Hoz en la zona de los Palomares, fácilmente localizable por el impresionante puente construido sobre él para la vía férrea, nunca finalizada, de Teruel-Alcañiz.

Alfambra nos recibe con la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, levantada en 1956, en lo alto del cerro (parte sur) donde también se encuentran los restos del Castillo medieval, con una panorámica perfecta de todo el valle; el cerro tiene una importancia geomorfológica considerable; es un cerro testigo que en su cumbre conserva las calizas y yesos duros formando una cornisa resistente, con amplias cárcavas modeladas en sus laderas arcillosas.

Los estudios geoarqueológicos realizados han mostrado numerosos datos acerca de los cambios climáticos y de la ocupación humana del lugar desde la Edad del Bronce, hasta la época medieval. Se cree que el nombre ibero romano dado a la población Bilda Rubra, fue respetado por los musulmanes en “Al hamra”

El valor estratégico del cerro del castillo ha dado lugar a su reiterada ocupación a lo largo de los tiempos: Fundado por la poderosa familia de los Banu Razín como una parte del “hisn” o cinturón de castillos que protegían las fronteras del reino de Albarracín. Tras su conquista por Alfonso II, éste donó Alfambra al conde Rodrigo de Sarriá, fundador de la Orden de Monfragüe, que vino a Aragón con el séquito de la reina Sancha, e hizo aquí la casa principal de la misma; y es quien otorgó a la población un importante Fuero hacia 1175. Tras pasar a control de la Orden Militar del Santo Redentor (es el nombre que toma la de Monfragüe en Aragón) Alfambra y sus posesiones, que incluían Escorihuela, Orrios y Camañas.Se incorporaron en 1196 a la del Temple.

Con la autorización de Alfonso II, el primer Comendador fue Guillem de Peralta. En 1308, tras la disolución de la orden templaria, su comendador hubo de rendirse al rey, este fue Berenguer de Olmos, tal y como lo cita Gordillo Courcieres;pasando a depender de la Orden de San Juan, a la que estuvo vinculada hasta las Desamortizaciones del s. XIX. En la Guerra de los dos Pedros en 1363 la villa y el castillo fueron tomados por Pedro I de Castilla. Era la sede y residencia de los Comendadores, especialmente de la Orden del Hospital, que se dilató en el tiempo, como hemos visto. Es notorio que el acta de donación hecho a la Orden de San Redentor se especificaba que los caballeros monjes no podían vender o empeñar el territorio salvo al rey y sus sucesores.

Cuando Alfambra pasó a la orden del Temple ya había allí una población cristiana, iglesia, molino, horno...Por el privilegio dado a los habitantes, el comendador de Alfambra sólo les podía exigir servicio de hueste y cabalgada dos veces al año.. Este privilegio fue mantenido por el maestre de la orden. Los castillos de Alfambra y Villel compartieron un mando conjunto hasta 1207.

Desde este castillo partieron el Rey Jaime I y sus huestes para la conquista de Valencia; aquí los había reunido y desde aquí se planeó la marcha y la ruta a seguir.

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Al parecer en 1535 el castillo todavía vigilaba la vega, firme en su estructura aunque decadente en la utilización. En 1611 ya estaba en ruinas.

En 1938, durante la guerra Civil, se libró la batalla del Alfambra, en la que fueron derrotadas 70 brigadas del ejercito republicano, ya sólo existían unos mínimos restos de lo que fuera el castillo.

Fue comprado el castillo en 1972 en pública subasta, por un conocido arquitecto.

Mínimos son los restos que se conservan de esta fortaleza que ocupó la cima del cerro, se aprecia la planta rectangular de 14 x 7 m. siendo únicamente significativos, el torreón, enclavado en el extremo norte, y el aljibe, que pese a haber perdido los arcos perpiaños mantiene en pie su bóveda apuntada. En verdad eran dos aljibes abovedados y el brocal circular de una cisterna, ahora cubiertos con un cristal para evitar daños.

A los pies del castillo, en un promontorio destacado sobre el pueblo, se aprecian los restos de la iglesia medieval, la “Iglesia Alta”, como la llaman los alfambrinos,que poseía dos portadas enfrentadas, dedicada a Santa María Magdalena, con culto desde 1158.

Es el tipo de fortaleza llamado castillo de sierra recordando la estructura alargada de un navío, con su proa y su popa.

Hay una jota característica que se canta en Alfambra, a “la tierra roya” como se dice por estos lares:

“Por el color de tu suelo/Tierra roja te llamaron,/ Es color de sangre noble /De alfambrinos y de maños.”

Pero todos los Castillos tienen sus leyendas y pasadizos subterráneos para escapar o para abastecerse de lo necesario en los asedios, sobre todo de agua. Pues en Alfambra no faltan estas referencias, es tradición popular, amablemente compartida con nosotros la historia del pasadizo que une el Castillo y la ermita de san Juan, a 500 m., al otro lado del río:

La historia del pasadizo enlaza con la historia del yacimiento ibérico del castillo, puesto al descubierto por las excavaciones arqueológicas. Se dice que en este poblado se halló un agujero que conducía a una gran cueva, en la que se conservaban los alimentos sin estropearse, durante años. Es un lugar en que los cruces de la red H tenía un aumento de los rayos gamma, energía dinámica del cuerpo de la tierra, variable según horas , estaciones y el juego astral; en otras palabras un lugar “mágico “o de poder. En la zona cercana a la Ermita, debió existir un dolmen, un monumento megalítico, una piedra plana horizontalmente colocada sobre otras dos verticales.

Los árabes construyen una importante fortaleza. Ellos descubrieron la cueva y siguieron perforando una galería para escapar del castillo si hubiese esa necesidad. Hallaron una gran bóveda por la que discurría una corriente de agua; no era difícil, ni lo fue conectar este corredor con el dolmen de la Ermita. Se dice que

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como guardián de la gruta vivió allí mismo en la ermita, lugar sagrado y telúrico, el músico del gobernador moro. Los últimos años de su vida los empleó en componer un acorde musical para mantener una vibración determinada, que permitiera proyectarse en el tiempo y en el espacio, se cree que el cuerpo de éste reposa, incorrupto allí mismo.

Luego los caballeros Templarios conocedores de la existencia de esta “leyenda” del Cuerpo de la Tierra, recordemos que donde hubo un monte sacro en la antigüedad, un dolmen erigido hubo templarios. Sabedores de que la tradición ha pasado a través de las costumbres y del sentimiento esotérico que tierra y cosmos comparten en las corrientes energéticas que actúan sobre los seres humanos para elevar y favorecer dones de alto contenido espiritual, lo que la tradición céltica llama wuivres. Pues bien, hubo un pequeño grupo de templarios que decidieron no entregarse al Rey Jaime II y vender cara su vida, cuando la Orden cae en desgracia, se acuartelan en la ermita de san Juan, uno de ellos, amante del esoterismo y en su búsqueda de la inmortalidad, causó un desastre, al intentar recrear los acordes musicales que permitirían ese tránsito; se derrumbaron las paredes, sepultándolos con las cenizas del músico árabe…las piedras del dolmen se precipitaron por el cerro hasta el río, esta fue la causa de que la entrada de la cripta fuera destruida…Se dice que los otros caballeros aterrados ante estos signos, decidieron entregarse al Rey…¿Quién encontrará el pasadizo? ¿Quién cabalgará sobre el curso subterráneo de las aguas en las noches de pactos y oráculos, de conjuros de las aguas? Hombres habrá…

Nuestra próxima etapa a la búsqueda de los Castillos de la Comarca Comunidad de Teruel, nos lleva a VISIEDO; salimos de Alfambra por la misma N- 420 dirección a Perales, allí tomamos, a la izquierda el desvío a la A-1509 hasta esta población que dista de Teruel 45 km. con 165 habitantes censados y una altitud de 1187 m.

Lo más característico del término son las grandes extensiones de cultivos, que en las zonas más elevadas son sustituidos por un matorral de aliagas y erizón. No en vano estamos en el llamado Campo de Visiedo. Esta localidad ocupa la zona de mayor amplitud en unas extensas altiplanicies suavemente alomadas tomando asiento el pueblo sobre la llanura dominante de la superficie erosiva, que se extiende desde la zona de Perales de Alfambra hacia Lidón y Argente.

El pueblo presenta tres núcleos bien diferenciados, el que más nos interesa es el del Nordeste, que surgió en torno al Castillo, en el s. XIV.

Se hizo necesaria la fortificación de la localidad, cuya situación en un amplio llano no ayudaba demasiado a su defensa. Se construyó así un castillo-refugio, a las afueras de la población, pero en llano, consistente en un recinto murado, estos muros tienen una buena altura y son de mampostería y tapial, perforados por saeteras y troneras circulares, de gran envergadura y planta cuadrada (de unos 35 m de lado) con una torre en cada esquina; en la distancia podría parecer una mansión feudal más que castillo. Tres de ellas se perdieron, y se han sustituido por otras modernas que desentonan porque son mas bajas y chatas; la situada en el poniente es la que se mantiene en pie, con aparejo de calidad, ya que formabanparte de todo este bastimento defensivo de choque, con cuatro plantas al interior,

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ventanas saeteras en hilera; carece de remate, que se perdió y ahora está cubierta con un simple tejadillo.

La puerta de ingreso se sitúa a levante, hoy muy alterada, aunque se conserva el interior del arco junto con el alojamiento de la tranca, a modo de cerrojo.

Fue pensado así después de una visita realizada en 1357 a los Campos de Visiedo, Langa y Cella por el ministro de Pedro IV, el Ceremonioso, don Bernaldo de Cabrera, ante el inminente enfrentamiento con Castilla y para hacer frente a la necesidad de que los habitantes pudieran tener un seguro acomodo. No se conocen nombres de los alcaides ya que pertenecía a la Comunidad de Aldeas, sesma de Campo de Visiedo.

A pesar de todas estas medidas defensivas hubo saqueo sufrido por la población en 1363, durante la invasión castellana. No hay noticias posteriores, pronto debió de quedar abandonado con lo que su deterioro se aceleró progresivamente, hasta llegar a ser usado como pajar y establo de propiedad privada, entre corrales y almacenes.

De las torres, una casi ha desaparecido, otras dos han perdido hasta cierta altura, conservándose casi integra la torre principal, realizada en mejor piedra. A pesar de utilizarse hoy como paridera, se trata de uno de los más representativos castillos-refugio que se construyeron en la turbulenta segunda mitad del siglo XIV.

En la parte posterior de este castillo se situaba la dula donde se recogía el ganado de toda la población, el encargado de ello era el dulero. Actualmente este espacio ya no se conserva, en su lugar se ha levantado una construcción destinada a guardar el ganado, un aprisco de grandes dimensiones, con palomares adosados.

Además de los numerosos, peirones cabe señalar la existencia de una cruz cubierta, uno de los pocos ejemplos de esta tipología de carácter devocional existente en la provincia de Teruel, aunque ha perdido la cruz, que poseía en su base decoraciones escultóricas. De planta cuadrada, cuatro columnas octogonales sostienen una cubierta de madera a cuatro aguas. Ha sido recientemente restaurada.

Un aspecto curioso de la etnografía de Visiedo es el Dance. En el conjunto de la provincia de Teruel se ha documentado la existencia de treinta dances, Visiedo es uno de los pocos lugares en que se sigue representando cada cinco años, tras su recuperación en 1981. Esta tradición, propia del folklore aragonés, se dedica aquí a “los santos de la piedra” (granizo), los copatronos San Abdón y San Senén, aunque ya no en mayo para proteger las cosechas de los apedreos sino el último fin de semana de agosto, coincidiendo con las fiestas de verano, lo que demuestra la pérdida de su motivación religiosa en favor de la festiva y la social.

Tras la misa y la procesión con los santos, que se detiene varias veces para que los ocho danzantes bailen y se canten los gozos, se termina en la plaza de la Iglesia, donde tiene lugar el dance, estructurado según el siguiente esquema: diálogos entre el mayoral y el rabadán; diálogos entre el ángel y el diablo; dichos del rabadán sobre lo ocurrido en el pueblo durante el año; vida de los santos y despedida por el abanderado, intercalándose entre estas partes, propias del teatro popular, la

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música y los bailes ( la antigüedad de las danzas de palos, espadas y “corbeteras” puede ser llevada documentalmente hasta el Siglo XII, fiesta de las bodas de Ramón Berenguer IV con Doña Petronila en 1150, siendo esta noticia escrita la más antigua con que contamos en Aragón.) Aunque tras su recuperación también se han modificado, además de la fecha, parte del vestuario, alguna mudanza en la música y se han acortado los textos; el pueblo entero sigue siendo el actor y el público al mismo tiempo y es él, quien da sentido a la representación.

Existe una historia real en Visiedo, luego magnificada o mitificada, acerca del caballo blanco que usó el joven Rey Alfonso XII, cuando entró en Madrid, fue regalo de un visiedano ilustre, don Alberto Ibañes Palenciano…

Se cuenta que Bernaldo de Cabrera, que erigió la fortaleza medieval, usabatambién un caballo blanco al entrar en batalla.

Alfonso XII, con su talante simpático y llano, tan cercano al pueblo, tan abierto, tenía una faceta que Cánovas intento publicitar, para identificar ejército y monarquía, la de Rey-soldado. Además Alfonso, era un amante de los caballos, aunque su precariedad de príncipe en el exilio no le permitía comprar; pero con la quiebra de la Bolsa de Viena, cuando estudiaba en la Academia del Theresianum, consiguió algunos ejemplares, eso sí, pagados en seis meses, por eso nos imaginamos al joven, ya Rey, ilusionado como un niño ante este regalo.

Ibañes Palenciano era un rico hombre, monárquico, ilustre, vinculado con los centros de poder y con las posesiones de España en América, fue alcalde de la Habana y senador electo. Como otros, puso su talento y sus bienes al servicio de la Restauración monárquica.

Pronto, el rey tuvo que enfrentarse con la situación de las Guerras Carlistas, acudió al frente y allí su caballo, ese magnífico y noble ejemplar, salvó la vida del Rey, en la batalla de Lácar donde los carlistas ganaron, allí el caballo hizo un extraño, una cabriola sin venir a cuento y de esta forma se desvió una bala que daría de pleno a Alfonso, la bala perforó la manga de la guerrera regia e hirió a otro caballo.

Marchamos ahora hacia ARGENTE situado sobre una suave colina que domina los alrededores, sobre ella se emplazan las construcciones más importantes de la villa: Un torreón defensivo y junto a él, la iglesia de Sta. María la Mayor, la parroquial (s. XVII).

Población situada a unos 55 Km. de la capital Teruel, siguiendo la carretera N-420, a la izquierda, desde Visiedo, con un censo de 275 habitantes y una altitud media de 1253 m. Se sitúa sobre una superficie plana (Llanos de Visiedo. Hacia el este y noreste de Argente se extienden las sierras de Palomera-Lidón, que superan en esta zona los 1.400 m de altitud (La Serretilla, Mojón Blanco).

El caserío perteneció a la Comunidad de Teruel, sesma de Campo de Visiedo desde su fundación. Situada en los llanos de Visiedo, junto a la rambla de la Hoz. El lugar, tal como su nombre indica, posee yacimientos platíferos de ahí el nombre

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de la villa. El castillo fue erigido, al igual que otros tantos de la zona, para refugio de los vecinos y habitantes debido a la Guerra de los dos Pedros.

Con posterioridad las murallas desaparecieron para dejar paso a la expansión urbana del pueblo y de sus habitantes, quedando solo la torre, que ha sido utilizada hasta tiempos bien recientes, como campanario de la Iglesia Parroquial que está aledaña.

Esta bien restaurada dicha torre, es de planta cuadrada de unos 5 m. de lado, obra de mampostería tosca aunque con refuerzo de sillares en las esquinas.

En su alzado se distinguen dos cuerpos, superior, cúbico que presenta dos huecos en una de las caras en los que se alojaron las campanas y se remata con almenas. El inferior, ataludado; en una cara contigua se encuentra la puerta de ingreso en alto y muy cambiada.

El interior bastante deteriorado conserva la escalera y resto de la bóveda.

Aun quedan restos, escasos, de los muros que defendían la población mezclados con las viviendas de la villa.

De especial interés es la casa Grande o “casa de la Horca” con fecha en 1567, enuna de sus portadas. Cuenta con molino, ermita y oratorio propio.Existe además una estructura constructiva de planta circular que pudiera haber pertenecido a un molino de viento o bien a una torre vigía.

Dentro del patrimonio artístico de Argente sobresale sin duda la ermita de Santa Quiteria, singular y bien conservado ejemplo de la arquitectura religiosa medieval en tierras turolenses. Incluida dentro del gótico más temprano, el edificio posee nave única, cubierta de madera sobre arcos transversales de piedra, de perfil apuntado. Además de su excelente techumbre de madera decorada con pinturas, presenta la particularidad de poseer ábside semicircular al exterior y ligeramente apuntado al interior cubierto también de madera. Su aspecto exterior es muy rural.

Nos dirigimos para terminar nuestro recorrido en esta ruta, hacia CAMAÑAS.

Población cercana al extremo oriental de Sierra Palomera, situado en los límites de los Llanos de Visiedo, una extensa superficie de erosión; seguimos la carretera N-420, saliendo de Alfambra, para tomar el desvío a la izquierda de la carretera comarcal A-1509, en Perales de Alfambra. Su distancia desde Teruel es de 52 Km. y su población presenta un censo de 162 habitantes y una altitud de 1239 m.

La primera noticia sobre el castillo de Camañas es que fue una fortaleza musulmana que una vez conquistada se entrega en 1174 a la Orden del Santo Redentor por parte de Alfonso II, para la repoblación de la zona donada. Poco después, en 1196, pasó a ser una encomienda de la Orden del Temple al unirse ambas, después de 22 años. En 1251 el rey Jaime I permitió que la Orden

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repoblase con cinco hombres la aldea de Camañas sita en Teruel. En 1280 ya les pertenecía su iglesia por donación directa del Obispo de Zaragoza.

Tras la disolución de esta Orden en el siglo XIV, el castillo fue administrado por la de San Juan de Jerusalén. Los restos de la fortificación que todavía pueden apreciarse deben datar de la guerra de “los Pedros”, a mediados del siglo XIV, el encargo lo recibió Bernardo de Cabrera, ministro del Ceremonioso como parte de las defensas del Campo de Visiedo, esta restauración y arreglos se fechan en 1357.

En 1383 era de la Comunidad de Teruel, sesma del Campo de Visiedo y es por esta razón que ya no se conocen Tenentes.

Sobre un cerro inmediato al caserío se localizan restos de los muros sensiblemente rebajados, dibujando una planta tendente al cuadrilátero (de 25x15 m.). El torreón muestra la técnica constructiva seguida, consistente en muros de tapial revestidos al exterior con piedra. Este revestimiento ha sido arrancado en su mayor parte y permanece únicamente en la base del torreón (metro y medio de buenos sillares) y en el marco del vano en altura, que conserva en buen estado un arco de medio punto. El resto es de tapial y piedra.

Junto al castillo, en un espolón triangular, se construyó la actual ermita de la Virgen del Consuelo, que en origen debió de ser la iglesia parroquial. (S. XIII) en mampostería, seguro que fue la iglesia del Castillo.

En el edificio se distinguen dos fases. De la primera, procede la cabecera cuyo ábside semicircular se decora con pinturas murales románicas que representan al Pantocrátor con el Tetramorfos, lamentablemente en deficiente estado de conservación. Al exterior posee una cornisa de canecillos a modo de alero. Poco después, en el siglo XIV, la nave se amplió en dos tramos más anchos y se cubrió con una techumbre de madera policromada con interesantísimas pinturas de gótico lineal, similares a las que muestra la ermita de Santa Quiteria en el cercano pueblo de Argente. En ellas se representan en dos hileras imágenes de jinetes que portan escudos, bestias, escenas de caza y otros elementos de la imaginería fantástica medieval. Los azulejos que aparecen en su interior son ya del siglo XVI. La ermita de la Virgen del Consuelo constituye uno de los raros ejemplos de lo que debió de ser la arquitectura medieval turolense, donde se mestizaron un románico muy rural con elementos gótico-mudéjar.

Existe una leyenda sobre la reconquista de Camañas, villa musulmana a la sazón,por los cristianos que habitaban Alfambra, en el s. XII, es una mezcla de amor y odio con un final inesperado, en esta tierra donde todo lo que tiene que ver con el amor, la valentía y el honor, es posible:

“Entre el alcalde moro de Camañas y el Conde cristiano de Alfambra existía una rivalidad enconada que iba más allá de la política, como jefes enemigos de poblaciones fronterizas.

En casa del señor de Alfambra se hablaba del enemigo musulmán tan a menudo, que la condesa se enamoró de el a distancia, y este amor fue tan violento que concertó una cita secreta para verse.

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Aceptó Yusuf el encuentro sabedor de la renombrada belleza de la condesa e ideó la forma en que ambos podían disfrutar de esa pasión sin levantar las sospechas de don Rodrigo, su enemigo.

Hizo preparar a sus hechiceros, un bebedizo que horas después de ingerido, causaba un estado similar al de la muerte durante ocho días, tiempo que estimaba suficiente para que el cristiano se acostumbrara a la desaparición de su esposa.

El sarraceno y la cristiana tuvieron su cita, se juraron amor mutuo y decidieron poner en práctica el plan ideado. Una vez que se amaron ella ingirió la pócima, anduvo los escasos kilómetros que le separaban de su hogar y “murió” en su propia cama, tal y como estaba previsto, aunque el calor no huía de su cuerpo. DonRodrigo andaba desconfiado, vertió plomo ardiente en la mano de su esposa, que se perforó, pero ella no se movió. Ante esta prueba irrefutable, el conde se dispuso a enterrarla y a llorarla.

Pasado el tiempo convenido, los hombres de Yusuf la desenterraron y “resucitada” se vistió como una dama extranjera, se convirtió en la señora de Camañas. Pero un mendigo pasado algún tiempo, la identificó por la mano horadada y dio aviso al apenado viudo.

Don Rodrigo, a su vez vestido de pordiosero, acudió al palacio de Camañas, ambos se reconocieron, y ella le aseguró que se hallaba allí a la fuerza.

Entretanto Yusuf llegaba a su hogar, ella escondió a don Rodrigo en un arca a los pies del lecho…después de raptos de cariño propios de marido y mujer, ella le pregunto al alcaide cuanto le daría por entregarle a su enemigo; Yusuf contestó que la mitad de sus bienes o de su reino, ella entonces, delató a su antiguo esposo, éste como estaba prevenido, hizo sonar un cuerno y al momento sus hombres que estaban ocultos por todo Camañas atacaron y vencieron a los moros tomándolospor sorpresa.

De esta forma Camañas pasa a ser cristiana mientras Yusuf y su enamorada eran quemados vivos en Sierra Palomera”.

TERUEL, BARRIOS Y VALLE DEL JILOCA ruta roja:

En esta zona, la belleza monumental e histórica de la capital, Teruel, es un anticipo de los interesantes rincones que existen en esta tierra generosa y hospitalaria, donde han dejado su huella muchas culturas, siempre en torno a un río o a varios,Turia, Jiloca y Guadalaviar, que simbolizan la vida , el paso inexorable por la senda de la historia y la tradición que nos permite mirar al futuro desde la esperanza y el tesón.

TERUEL, La ciudad, capital de la provincia, a 915 m. de altura sobre el nivel del mar, se localiza junto a la confluencia de los ríos Alfambra y Guadalaviar, que a partir de allí pasa a denominarse Turia. Esta situación le abre los caminos naturales hacia las serranías del norte y del Bajo Aragón, así como hacia las

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serranías de Albarracín y Cuenca, lo cual se completa con la confluencia en Teruelde la depresión del Jiloca y del Mijares, que la comunican hacia el noroeste y sureste respectivamente.

La ciudad ocupa una terraza fluvial de confluencia de los ríos mencionados, colgada a una altura de unos 45 m sobre el cauce actual.En los alrededores de la ciudad se localizan numerosos yacimientos paleontológicos de una gran importancia, cuyos materiales están repartidos en museos españoles y extranjeros. En el entorno de la ciudad existen además parajes de gran interés y variedad. Las arcillas rojas miocenas de la fosa de Teruel producen paisajes muy característicos de cárcavas en la zona que tradicionalmente ha servido de explotación de arcillas para la producción de cerámicas, ladrillos y tejas (San Julián, Las Ollerías).

Aunque en el término municipal de Teruel se han localizado una treintena de asentamientos prehistóricos, entre los que destaca el poblado ibero-romano del Alto Chacón; las primeras noticias sobre Teruel datan de época altomedieval, durante el califato de al-Andalus. En las crónicas musulmanas del siglo X se menciona el lugar de Tirwal, situado en el camino entre Córdoba y Zaragoza.No obstante, tanto su situación como posible entidad en el momento de su conquista por los cristianos en 1169 son causa de controversia historiográfica. Para algunos autores se trataría de una pequeña aldea agrícola instalada en la vega fluvial del río Alfambra y por lo tanto fuera del actual núcleo urbano; otros consideran, por contra, que el lugar se hallaría en el sector más oriental del casco antiguo, en la zona más elevada de la ciudad, basándose en la distinta disposición de las calles.Esta Tirwal musulmana, fuese como fuese, pertenecía a la taifa de los Banu Razín. El poblamiento actual viene del s. XII, tras su conquista por las tropas de Alfonso II el Casto en 1169; es lógico pensar que el pequeño núcleo moro estaría al este del actual casco antiguo donde se localizó el primitivo alcázar luego sustituido por el Castillo de Ambeles.

Una vez conquistada se imponía su repoblación y su fortificación ante las sucesivas oleadas sarracenas, especialmente los Almohades.En principio se incluyó en el término de Daroca, con el Fuero de población. En 1177 se desgaja para prosperar, convertida en una villa libre y avanzadilla de la frontera cristiana ante la conquista musulmana de Valencia.Existe la leyenda de su fundación, que nos ayudará a comprender el emblema básico de Teruel, que está en su Escudo: el toro y la estrella.

He aquí:” Era el mes de octubre de 1171 los cristianos acaudillados por Alfonso II llegaron a Cella y prosiguieron su avanzada hasta acampar en la cercanía de lo que hoy llamamos Villa Vieja, en Teruel. Era tarde, el monarca, agotado como sus huestes, decidió esperar al nuevo día para atacar; mas cuando se hallaba descansando de tan duras jornadas llega al campamento un mensajero que le solicita con urgencia su presencia en otros lugares del Reino; da la orden de levantar el campamento, de replegarse, negando a varios señores, que se sienten desairados, el continuar solos con la expedición.No obstante atendió los requerimientos de dos caballeros Blasco Garcés de Marcilla y Sancho Sánchez Muñoz, que le proponían fundar una villa, a la que el

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rey concedería una Carta Puebla que estimase conveniente, para no menguar su autoridad sobre la población. Pareció bien al rey, y se preparó con avios, monturasy hombres para el viaje al interior del Reino.Se aprestaron a cumplir con lo acordado, pero surgían dudas sobre dónde se habría de construir la villa nueva. No conseguían un acuerdo y es por eso que decidieron construir donde una señal de la providencia les marcara el sitio escogido.En estas estaban, cuando supieron de una emboscada que los moros les tenían preparada, a una, sienten que deben hacerles frente. La estratagema musulmana consistía en reunir una manada de toros en cierta cantidad y colocarles en las astas y la testuz antorchas y así lanzarlas contra los cristianos, a los que pensaban totalmente desprevenidos…No fue así, porque lanceros, arqueros, ballesteros e infantes se parapetaron y atrincheraron, un poco más lejos, y presta para intervenir estaba la caballería.Los toros fueron dispersados, y los moros acosados y vencidos, persiguiéndolos hasta los confines del río, muelas y cerros de los alrededores, dejando libre el lugar. Entonces al amanecer, los cristianos vieron sorprendidos en lo alto de la Muela un toro superviviente, entre sus cuernos brillaba una luz, restos del fuego prendido por los sarracenos, pero que en la distancia semejaba una estrella, así como el toro visto en la distancia parecía un toro pequeño, un eral. Lo tomaron como la señal del cielo que esperaban, y sobre esa misma Muela, conquistada a los moros construyeron la villa cristiana de Teruel…” (Jaime Caruana y Gómez de Barreda, cronista de Teruel .1952)

Lógicamente aunque fuese una pequeña villa cristiana al principio, situada en el lugar, más o menos, de la aldea musulmana llamada Tirwal, dependiente de la taifa de los Banu Razín, ubicada al este del actual casco antiguo; tendría sus murallas y su recinto fortificado y un lugar importante para que posasen las autoridades o el Rey cuando este visitara la villa.De ese Alcázar o antiguo castillo no queda nada, lo llamaron el Fuerte de Teruel o Fuerte del Rey Pedro el Ceremonioso y en el s. XVI (1572) fue reconstruido por orden de Felipe II, que ocupó la ciudad a través de su enviado, el duque de Segorbe. pues tuvo graves disgustos con los turolenses y sus Fueros.Su ubicación era la de la zona del Ovalo o la Glorieta actuales. El Castillo miraba hacia Valencia, en una posición estratégica.Eso si, hoy quedan restos de una torre y hay lienzos de muralla que dan fe del historial castrense. Esta construcción fue entregada primero a la Orden del Santo Redentor en 1188, luego pasó a templarios y Sanjuanistas que tenían un Hospital cercano; en todos estos casos, era Casa Matriz también.

Según el archivero e historiador, López Polo, este fuerte tenía planta cuadrada con tres torres de esquina llamadas de Villel, del Redentor y de San Juan, aún existían en los tiempos de Madoz (1848). Pronto abandonó su carácter militar pues el rey Felipe III lo entrega a los dominicos para hacer su convento (1604) lo que ocasionará roces y querellas con los Sanjuanistas que no querían entregar su iglesia adjunta al fuerte, se tardaron nueve años en dar el consentimiento.Pero las murallas son el elemento visible y mejor conservado, por fortuna, denuestra ciudad, reconstruidas por mandato de Pedro el Ceremonioso bajo la

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supervisión técnica del Castellán de Amposta, Juan Fernández de Heredia (1374), una vez recuperada la ciudad de los tres años de ocupación castellana bajo Pedro I en 1366.Esta piedra de la muralla es piedra blanquecina frente al rojizo del caserío y las hermosas torres mudéjares; de estos fuertes muros quedan varios lienzos en la zona Norte y dos soberbias torres: La Bombardera o Lombardera, muy alta que termina en semioctógono y sin cierre a intramuros con troneras para artillería y la llamada de Ambeles.Justamente en el lado Norte, están dos puertas que nos quedan de las varías que daban acceso a esta ciudad: la “Andaquilla”, bajo una torre, y el “Portal de la Traición”, este tiene para los turolenses un recuerdo curioso, que hace referencia a una de las formas más comunes para vulnerar un recinto amurallado y casi inexpugnable:

“En el siglo XIV con la Guerra entre castellanos y aragoneses, gran parte de las tierras de Teruel, cayeron en manos del castellano una tras otra, aunque los turolenses parecían no dar mayor importancia a tanta derrota ya que confiaban en sus defensas y en las de Daroca. No fue así, Cariñena, Daroca, Báguena… fueron conquistadas; los castellanos se iban acercando a Teruel y les precedía un rumor de muerte, violencia y saqueo.El sitio a la ciudad comenzó el día de San Marcos de 1363, los castellanos se reunieron en grueso ante la Puerta de Zaragoza, usaron entonces las temibles balas de piedra que lanzaban con pesadas máquinas de guerra, intentando sobre todo batir la moral de la población, para que se rindiesen por pánico.El sitio, feroz, duro nueve días y se iban derrumbando casa tras casa y la mortandad de los defensores era mucha.Entre tanto, el Juez de Teruel, temiendo una muerte terrible, entro en conversaciones con los castellanos, a quienes abrió un pequeño portillo de la muralla, conocido por este nombre “de la Traición” desde entonces hasta hoy.El castellano, Pedro I entró en Teruel por una puertecilla y no por la puerta principal, delatando así al traidor. Tres años estuvieron en Teruel.El aragonés montó en cólera, abolió los Fueros de la ciudad, hasta que una vez recuperada y antes las súplicas de la población, que no tuvo nada que ver con este acto deshonroso, indultó a Teruel y les devolvió los privilegios y los Fueros, los castellanos habían abandonado una ciudad arrasada previamente por ellos.El Juez traidor, no pudo ser castigado físicamente, pues huyó, pero su nombre fue borrado y raspado de pergaminos y crónicas…para que fuera ignorado por y para siempre”.

Aún en este recorrido de la ciudad nos queda la Torre de Ambeles, único resto del alcázar real, que Alfonso V el Magnánimo mandó embellecer en 1425, hasta que el Rey Borbón Felipe V, lo vendió a la familia Ambel (1707).Debía ser un Palacio fortificado, ya que en 1724 se alude al “castillo” de Antonia Ambel. Al año siguiente pasa a la familia Zelaya por cuestiones de matrimonios, se le llamó también casa de la Judería por la cercanía con este barrio. No se sabe su estructura, pero debió ser un alcázar embutido en la misma muralla, la torre debía ser el mejor elemento defensivo del mismo, por eso tiene forma de espigón, pero con forma estrellada, exótica y extraña al menos en España, donde no hay muchas; tiene vinculaciones con la Provenza debidas al Gran Maestre Fernández de Heredia, una torre parecida aparece en el Castillo de la familia en

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Mora de Rubielos. Quedaba un artesonado de una de las salas interiores, que fue vendido en el extranjero.

Esta panorámica de Teruel con su posición elevada , alcázar, torreones y muralla no sería completa sin las torres mudéjares, especialmente San Martín y el Salvador, que cumplían una misión defensiva y de vigía, pues desde su remate se atalayaban distintas partes del ejido, a corta y larga distancia y se podían dan señales de alerta.

Hay una curiosa anécdota del rey Jaime I, citada por Caruana, que hace bueno el refrán de nuestra comarca “gástalo en la cocina y no en medicina”…“Ocurrió cuando el rey trata de conquistar Valencia cuyo cerco cada vez era másapretado, cuando vio su oportunidad claramente apresta a la hueste y se dirige hacia esta ciudad , pasa por Teruel , donde posa y manda acampar el ejército, a la espera de refuerzos; en este tiempo le acomete una rara y misteriosa dolencia que le traía postrado e inmovilizado.La noticia de su enfermedad corre como la pólvora, mandan llamar a los más afamados médicos que no acertaban ni a diagnosticar y cuanto menos a curar dicha dolencia…Hay quien pensó en los maleficios sarracenos, e incluso se trató poner remedio a este “mal de ojo” por métodos nada ortodoxos, sin resultados.Llegado a un punto límite temiendo por la vida regia, se llegó a pensar en colocar al Rey en una tienda a la entrada de la ciudad ,para que cualquier caminante hallase la solución terapéutica adecuada; pero fue el propio rey que en medio de su sufrimiento, sin perder la compostura lo prohibió por considerarlo indecoroso.Se trata de recurrir a la sabiduría popular, autorizando, un poco a la desesperada, a que todo aquel que entendiera tener el remedio lo ensayase con el real enfermo;ni hierbas, ni mágicos pases, ni conjuros, ni la música lograron efecto.Un buen día cinco jóvenes turolenses hicieron saber que la solución estaba en dar de comer al Rey unas sopas de ajo.Había un grave problema y es que al acudir tanta gente a la ciudad no quedaban ajos, ni un triste diente, había que arriesgarse e ir a la huerta valenciana corriendo múltiples peligros para conseguir el preciado ajo; y fueron los jóvenes que lo habían propuesto quienes se prestaron a este viaje suicida; efectivamente de entre ellos solo regresó uno.Pronto se hicieron las sopas a la manera de Teruel, con esos ajos tan costosos, el rey estuvo comiéndolas por unos días, y su salud fue sanando paulatinamente hasta estar completamente bien.Gran fiesta y regocijo hubo en Teruel, pero el Rey aunque estaba preocupado por los días perdidos dijo “caros ajos”…pero como era magnánimo, recompensó con creces a las familias de los caballeros, se organizó para dar el golpe de gracia a Valencia, que pasaría a manos cristianas y… algo que es muy importante, aunque pasa desapercibido, dispuso que se propagara por todo su reino el cultivo de los ajos, para evitar de nuevo la pérdida de vidas jóvenes y preciosas.”

Aún tenemos más relatos curiosos en la capital que tienen que ver con la gastronomía y sobre todo en el trinomio festejo-comida de hermandad-virgen y romería.El martes después de Pascua se celebra el “Sermón de las Tortillas”, acabada la Semana Santa, libres de abstinencias, es el momento de celebrar a Nuestra Sra. De

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la Villavieja, del antiguo Convento de Capuchinos, conocida popularmente como la “Virgen de las Tortillas”.El último Sermón data de 1935, año en que los padres paúles abandonan el convento.La Cofradía de la Virgen de la Villavieja y de la Sangre de la parroquia de san Andrés se empezó a celebrar en 1475, un 25 de marzo.Los estatutos se reforman en el S. XIX, 1899, acordando celebrar la Misa en el tercer día de Pascua. Los sermones comienzan en 1720, cuando se construye la Iglesia donde San Vicente de Paúl y la Virgen de Villavieja ocupan el altar mayor. Los Cofrades acompañaban a los reos en sus últimos momentos y se encargaban de darles sepultura postrera.A las cuatro de la tarde se llevaba a cabo el culto religioso, los cantos y el sermón. Después la parte lúdica: la merienda, los grupos familiares y de amigos se repartían por determinados lugares de la ciudad: Los Baños, las Atarazanas, Cuesta de la Cera etc. Para degustar el rico manjar de la tortilla hecha de mil maneras, preparadas por las sabias manos de las mujeres, con ajos, espárragos, patata, cebolla, no falta la “conserva” y los dulces, especialmente “la rosca”…Hay una jota moderna, que al cantarla, nos conjura contra el peligro de olvidarnos de nuestras raíces y de nuestra peculiar forma de ser y dice así:

¡Qué sería de TeruelSi le quitaranLos Amantes,El Sermón de las TortillasY la Vaquilla del Ángel!

Teruel también tiene su aparición mariana, según la tradición del s. XII, se llama a su imagen Nuestra Sra. De la Villavieja, ya que apareció justamente en el lugar del viejo Teruel, que luego fue cristianizado al arrebatarlo a los moros el Rey Alfonso II. La historia nos dice que pertenecía a un Obispo francés, que vivía cerca de Tolosa, estaba en su oratorio personal junto con otras dos más; el Obispo debía de tener graves vicios y cometió grandes errores; las santas imágenes desaparecieron por su propia voluntad, una, la de la Virgen marcha a Teruel, otra fue a Ródenas y la otra esta en una población desconocida del mismo territorio aragonés.Nuestra imagen era de alabastro, su túnica y manto están cuajados de lises y otras flores con esmaltes de oro, tal y como nos lo cuenta el Padre Faci en un magno libro en el que pasa revista a las ermitas, imágenes y santuarios de la Virgen en todo Aragón.

Un milagro hay, referente a la imagen del Santo Cristo de la Iglesia del Salvador, en época medieval, este Cristo crucificado, apareció arrastrado por las aguas turbulentas del Guadalaviar que se había salido de madre y estaba causando estragos en toda la Vega.Despreciando el peligro, un Marcilla se tiró a las aguas turbulentas para rescatarlo, en ese momento, las aguas bajaron y se amansaron. De esta forma la imagen pudo ser llevada al templo. Desde aquel entonces los Marcilla, crearon una Cofradía de la que fueron patronos.

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Otro prodigio que cuentan los turolenses, recogido por algunos historiadores tiene que ver con la imagen de la Virgen de los Dolores en el convento de las Claras de Teruel.Esta narración tiene que ver con el pintor valenciano, Antonio Bisquert (1596-1646), que enamorado de Teruel, decidió vivir y trabajar aquí. Recibió numerosos encargos, entre ellos el de la Virgen de los Dolores para el convento de las monjas franciscanas, Las Claras. Bisquert estaba obsesionado con el cuadro y sobre todo con el tratamiento del rostro de la Virgen, una noche soñó con la ella, que se le mostró transida de dolor, se despertó y trató de plasmar en el lienzo lo que había visto, de forma apasionada y febril; pero no lo logró, esto le sumió en una gran desazón y tristeza, enfermó y murió. En la Guerra civil, una bomba destrozó el retablo, menos la cara que había costado la muerte al pintor, y que ahora todos podemos contemplar, en un pequeño marco.Ciertamente, como dice el poeta:

“Por dos extremos de horror, Teruel es ciudad famosa:Por la guerra que es odiosaY por su historia de amor”…

( Ricardo Fombuena Vidal.”Vidamor”. 2006)

Nuestra ruta a la búsqueda de castillos continúa; el próximo hito, está en las cercanías de la capital, es el pueblo de CELADAS, a unos 15 Km. al norte de Teruel, con unos 433 habitantes y a 1198 m. de altitud.Esta señalizado su desvío por la carretera general a Zaragoza o N-330, a la altura del comienzo del Polígono de la Paz, saliendo de la capital de la provincia, es la misma vía que lleva a Concud.

El pueblo está situado en una zona ligeramente deprimida rodeada de relieves de plataformas de calizas, que se prolongan hacia el este hasta formar escarpes sobre el valle del río Alfambra (Muela de Celadas, La Losilla, Lomas de los Casares).

Tras su reconquista, la villa perteneció sucesivamente a las Órdenes militares de Alfambra y del Santo Redentor, se le cita como límite en el documento de concesión de Alfambra al Conde Rodrigo fundador de la Orden, dictado por Alfonso II en 1174. Luego pasará al Temple en 1196 al unirse estas órdenes en una.La villa se integro en el territorio asignado a la Comunidad de aldeas de Teruel, sesma del río Cella, aunque con un status especial, porque se mantuvo dentro del señorío templario hasta 1310, en que hubo que entregarlo a la Corona por orden del Rey Jaime II y decisión papal.Otra vez de nuevo los Sanjuanistas se hacen cargo de estas tierras de los templarios y se cree que algún Comendador de la Orden, debió mandar construir este Palacio o mejor, Castillo –Palacio fortificado que después de algunas modificaciones es usado como Ayuntamiento o Casa Consistorial. El castillo presenta una fachada torreada a ambos lados, con potentes torres prismáticas. Puede proceder del siglo XV o XVI, pero su excelente estado actual se debe a una no muy lejana restauración.

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Está ubicado por tanto en el centro de la villa, construido en un cierto estilo gótico, con buena sillería, es un cuerpo central al que se abre la portada de arco apuntado con dovelas y balcones con forja artística. Este conjunto se flanquea por dos torres de planta rectangular, con saeteras y cubrición en tejado saliente, tal vez en tiempos pretéritos tuvieran el remate de almenas. Al interior presenta un pequeño patio por el que se accede a las diferentes dependencias. Después de una gran portalada, otro patio de mayores dimensiones, del que arranca una escalera monumental hacia el piso superior.Celadas aúna lo antiguo de su pasado medieval con lo moderno, existe un Parque precisamente junto a la llamada Fuente Vieja, obra de Pierres Vedel, arquitecto e ingeniero que desde su Francia natal se apasionó por estas tierras y sus gentes, esta fuente, su pila y su traída de aguas se hizo en 1560.Hace unos años tuvo lugar el hermanamiento de Celadas con la ciudad rusa de Vinogradovo, lo que explica la existencia de un parque infantil, el “Parque de la Amistad”, idéntico a los que hay en la antigua Unión Soviética inspirados en la literatura popular. Las piezas del parque, realizadas de forma artesanal, fueron importadas desde allí.

Dejamos Celadas para proseguir nuestro recorrido, encaminándonos hacia la afamada “ÇELFA, LA DEL CANAL” que dice el Cantar de Mío Cid… esta Celfa,nombre moro, no es otra que CELLA.La localidad se sitúa enel fondo de la depresión del Jiloca, en una zona llana de gran extensión limitada al oeste por las estribaciones de la Sierra de Albarracín, de la que abarca una pequeña parte en su término municipal, y al este por la Sierra Palomera, fuera del territorio municipal de Cella. Predominan los paisajes de llanura, completamente ocupada por campos de cultivo.Una población que asentada en raíces antiquísimas como la mayoría de las poblaciones de nuestra Comarca, mira hacia el futuro y el progreso con un arranque y un empuje característicos.Con acceso por la carretera nacional N-330, dirección a Zaragoza, a 15 Km. de Teruel un desvío a la izquierda lleva a Cella por el camino vecinal TE-V-9021. A 1023 m. sobre el nivel del mar y una población de más de 3100 habitantes, en crecimiento.Su primea mención documental procede de 1127, cuando las defensas árabes fueron refortificadas por orden de Alfonso I para habilitar la villa como base en su progresión hacia Valencia, dejando en el Castillo a un tenente de su total confianza.

Tras un corto periodo de tiempo en que vuelve a manos sarracenas es reconquistada por Alfonso II en 1170, casi al unísono con la conquista de Teruel, donando la Iglesia al Obispo de Zaragoza. En 1177 se asienta la Orden del Temple. Fue el Obispo Torroja quien concedió licencia a la Orden para que reconstruyeran el pueblo en 1177. Los monjes guerreros se establecieron en la plaza fuerte del Castillo de Cella. A primeros del s. XIII la villa se encuentra desvinculada de la Orden.

Sobre una suave colina, se levantan hoy las ruinas del castillo, muro y base de un torreón rectangular, en el centro del casco antiguo.

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En 1333 todo el pueblo fue amurallado. Un siglo después, Cella fue refugio de la Inquisición turolense y de las tres ermitas existentes, una de ellas está dedicada al inquisidor Pedro de Arbués

El Castillo fue uno de los hitos importantes de la Corona y para la zona del Alto Jiloca que protegió a esta villa. Sólo queda un paño de muro de piedras irregulares y se distingue la base de un torreón rectangular, situado en la pequeña meseta donde se enclavó.Por la crónica del cordobés Ibn Hayyan sabemos que en el 935, cuando el califa 'Abd al-Rahman III se dirigía hacia Zaragoza, ya existía el hisn as-Sahla (“La fortaleza de la Llanura”), identificable con Cella. Antiguo lugar que fue ciudad en los albores del 1.100. Llamáronla por entonces Azehla. De hecho, P. Madoz señaló como moriscos los restos de fortificaciones que se conservaban. A la historia ha pasado gracias al Cantar de Mío Cid que la cabalgó a lomos de Babieca para someterla, casi al fin del Cantar del Destierro, tras conseguir el tributo de Daroca y Teruel, de la que dista tan sólo 21 kilómetros. En esta villa se reunieron las tropas para tomar Valencia. Alfonso I el Batallador intentó poblarlo en 1127. Las recientes excavaciones realizadas en torno a las plazas del Ayuntamiento y del Castillo han permitido detectar además interesantes testimonios de cronología celtíbero-romana, además de un nutrido conjunto de silos andalusíes.

Fue residencia real, Pedro III estuvo aquí durante su conquista de Albarracín, esporádicamente fue residencia de Jaime II y Alfonso IV.En 1298, Jaime II dio a Pedro Jiménez de Iranzo tres torres del castillo, con la condición de que a su muerte se restituyesen a la corona, esto lo hicieron sus herederos en 1334, lo recibió el rey Pedro IV el CeremoniosoYa en el siglo XIV desempeñó un importante papel en la guerra con Castilla, de lo cual hay constancia de varias reparaciones, que figuran en las “Relaciones regias” con el nombre de ”Domo plana”, lo que le da un tono residencial.La villa era cabecera de la sesma del río Cella, dentro de la Comunidad de Teruel, ya que el Rey Jaime I la cede a Teruel en 1242 con todo el alfoz o terrenos adyacentes.A los pies del castillo se sitúa la iglesia de la Inmaculada. La primigenia edificación debió de construirse a finales del XIV o comienzos del siglo siguiente, siguiendo el tipo habitual del gótico levantino con nave única con capillas entre los contrafuertes y cubierta con bóveda de crucería sencilla. Ya en el siglo XVI se remodelaron las capillas de los pies, cubriéndolas con bóvedas de crucería estrellada. La sólida torre se debe al cantero Juan de Larrenaga, quien en 1612 pactó con el concejo la modificación del proyecto anterior. En 1616 la obra estaba ya prácticamente finalizada a excepción de la escalera. A comienzos del XIX, en 1802, se hundió la cabecera, que fue reconstruida como si se tratara de un crucero con cúpula, aunque su actual configuración se debe a la intervención de Pablo Monguió, quien diseñó la ampliación modernista en las primeras décadas del siglo XX. Esta iglesia ha sido restaurada en 1999.El retablo mayor, pese a que se destruyó al hundirse la cabecera en 1802, es lapieza que más interés ha despertado entre los estudiosos, quienes basándose en los fragmentos hoy conservados en la sacristía lo han atribuido sucesivamente a Juan de Salas, a Gabriel Yoly y a Bernardo Pérez. Actualmente parece demostrado que

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el retablo se realizó entre 1560 y 1562, teniendo por artífice a Cosme Damián Bas, mientras que Bernardo Pérez se hizo cargo de la mazonería.

Un siglo después, Cella fue refugio de la Inquisición turolense y de las tres ermitas existentes, una de ellas está dedicada al inquisidor Pedro de Arbués, que es fama,estuvo aquí en el proceso contra los judaizantes.

Hay otros edificios magníficos e importantes en Cella:El Ayuntamiento se construyó a finales del siglo XVI y constituye una de las casas consistoriales más importantes de la zona. En origen su fachada se distribuía en dos plantas, la primera con una lonja de cuatro arcos apoyados en pilastrasacanaladas y la segunda abierta por medio de cuatro ventanas adornadas con círculos. En 1982 se abrieron en el tercer piso ocho ventanas. Hecho en cantería y mampostería. La casa solariega de los Goyanes del s. XVI, edificio de grandes dimensiones y tres plantas, la fachada con vanos adintelado con su correspondiente escudo.

La casa de los Lanzuela ya del XVII-XVIII, la típica casona solariega aragonesa de su siglo de tres plantas, con patio de entrada, escalera imperial con cúpula sobre ella y vanos cuadrados; tiene gran riqueza decorativa en el interior con pinturas de la época en algunas estancias y austeridad en el exterior.

Existe una anécdota sobre el famoso cura Zarzoso, teólogo y matemático. Francisco Martínez Zarzoso (Cella, Teruel ¿?-1556), Zarzoso es un personaje de fama universal y su nombre está registrado en todas las enciclopedias de cierta categoría. Destacó por sus cualidades de astrónomo y científico. Estudió en París, donde publicó en 1526 en la imprenta de Simón Colines, un importante tratado sobre el movimiento de los planetas en el que desarrolló los principios del ecuatorio que lleva su nombre, y que se conserva en el Museo de las Ciencias de Oxford, amen de una copia en el Museo de las Ciencias de París. El largo título del libro, traducido del latín, explica el alcance del trabajo: “Estudio de un ecuatorio de los planetas en dos libros. El primero comprende la construcción de un ecuatorio. El segundo, su uso y utilidad, es decir, que enseña a hallar con ayuda del mismo, los movimientos verdaderos de los planetas y lo que acontece con ellos en el curso del zodíaco.”Se posesionó de su cargo de vicario de los Racioneros de Cella en 1530 y ya no se ausentó de aquí durante toda su vida. Construyó en la parte superior de un edificio de Cella un observatorio edificio de tres plantas y alero de madera (S.XVI), que aún conserva los mismos arcos desde los cuales observaba los astros con sus habituales instrumentos.

Cella, la del canal… dice el Cantar de Mio Cid, y es verdad, es un lugar donde afloran las aguas y se canalizaron.Cella es famosa por La fuente de Cella, pozo artesiano con un caudal que puede alcanzar los 3.500 litros por segundo. La fuente debe su actual configuración a las obras realizadas por el ingeniero italiano Domingo Ferrari en 1729, quien para sanear el entorno del pozo artesiano construyó un pretil elíptico sobre el que se levantó la ermita de San Clemente. Hay quien asocia el origen del Pozo de Cella con los Templarios, allá por el siglo XII.

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Constituye una surgencia de las aguas recogidas en las calizas de la sierra que ven favorecida su salida por la presencia de fallas activas, que seguramente produjeron el afloramiento masivo del agua en época medieval. Esto se deduce porque con anterioridad existía un canal que trasvasaba aguas desde el río Guadalaviar a través de un túnel, del que aún puede observarse la entrada en las cercanías de Gea de Albarracín, así como los respiraderos circulares alineados a lo largo de los 8 km de túnel abierto en las calizas jurásicas…es el famoso acueducto romano excavado en la roca para llevar el agua desde dicho Río, el Río Blanco, su trayecto salvaba la distancia de Albarracín a Cella, hoy es visible después de las excavaciones arqueológicas hechas.

Hay leyendas al respecto, que constituyen una hermosa tradición oral: es la Historia de Zaida y de sus amores:“ Corrían los albores del s. XII, en la parte mas oriental de la Sierra de Albarracín existía un imponente castillo que señoreaba los territorios de Çelfa, la actual Cella, su alcaide era Garci Núñez, Señor de la villa y caballero cristiano; tenía una única hija, muy bella, Zaida, el amor de la doncella era disputado por dos galanes que no iban a la zaga en méritos para tener su mano…uno era Abdelmalik , hijo del Señor de Albarracín, sarraceno, el otro era un cristiano, Hernando, conde de otra fortaleza avanzada.Garci era padre pero también Señor de Çelfa, difícil dualidad para no tomarse enserio el futuro casamiento de su hija; quería lo mejor para ella, lo que ella quisiese, pero por otra parte sabía que lo conveniente era también de mucho peso dada su condición.Su decisión era vital para mantener su territorio en buena armonía con los señores vecinos, tanto moros como cristianos y de la disponibilidad de un acuífero constante para hacer habitable y fértil el territorio.Estaba dispuesto a decantarse por el mejor partido para su hija y para su señorío, es por esto que a los dos jóvenes pretendientes les hace saber que Zaida será para el que cumpla un cometido a Hernando le manda buscar y hacer aflorar una fuente del subsuelo y a Abdelmalik reconstruir el antiguo acueducto romano que recogía el tesoro de agua del río Guadalaviar, quería por tanto asegurarse el constante abastecimiento de agua para sus territoriosAmbos se ponen con ahínco a sus tareas, pero de forma fortuita, un hecho pone de manifiesto que la joven Zaida se inclina por Hernando, ya que le da agua a beber con sus propias manos, delante del Cid y de sus caballeros que posaban en Cella, Abdelmalik preso de celos trata de matar al joven cristiano, pero este se defiende con bravura y le remata, no obstante poco disfrutará e su victoria, ya que sicarios a sueldo del Valí de Albarracín acabarán con su vida ,en venganza.La infeliz y desolada Zaida morirá días después incapaz de resistir tanta tragedia, pero muchos , a lo largo de generaciones de celdenses cuentan que en la antigua fuente puede verse la silueta etérea de una hermosa joven dando de beber con sus manos a un apuesto galán, en las noches de luna llena. Es Zaida con su amado Hernando, juntos en la eternidad”.

Otra variante de la misma historia, pero con un final distinto, nada dramático, aunque sí romántico:En esta ocasión es el valí de Albarracín Abú Meruán quien ante el enamoramiento de su hijo por Zaida la hija del Señor de Cella, le impone la entrega de la doncella, so pena de arrasar la población y su castillo, el señor de Cella ya le había

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dado su palabra de casamiento pero idea una estratagema: Zaida será para Abdelmalik si en el plazo estricto de cinco años las aguas del Río Blanco riegan los llanos altos de Cella.Cientos de hombres trabajan sin descanso para horadar las montañas que separan el río Guadalaviar de los resecos campos del llano.Se ideó un acueducto que por las entrañas de la tierra lanzaría el agua del río encajonado a los campos de la llanura.Faltaban muy pocos días para cumplirse los cinco años, el agua llegó a Cella. Así el joven Abdelmalik se casó con Zaida, y Cella tuvo abundancia de agua para siempre.

Podemos disfrutar, igual, de parajes extraordinarios, con agua y un ambiente idílico en la antigua Laguna del Cañizar, el Raidal o el pozo Mosendiego.

Con este sentimiento festivo abandonamos la localidad para proseguir hacia AGUATON, lugar de 26 habitantes a una altura de 1225 m. y a unos 40 Km. de Teruel, usando la N-234 que corre paralela a la Autovía mudéjar hasta llegar al desvío de Torrelacárcel, a la derecha , hemos de tomar la carretera comarcal señalizada, T-V-1002Aguatón se ubica en plena Sierra Palomera, a pie de monte, con alturas que rondan los 1.400 m (pico del Ruido), concretamente junto al regato de la Cañada, que aquí ha generado un profundo cañón, atravesando la alineación principal de la sierra para salir hacia la depresión del Jiloca. Otros barrancos, como el de Peña Blanca y de la Virgen, cortan transversalmente la sierra Poco sabemos del pasado de esta población. En 1804 se localizó una inscripción romana de carácter funerario (en la que un hijo recuerda a su padre, muerto a los 60 años) en las inmediaciones de la ermita de Nuestra Señora del Castillo, actualmente empotrada en la fachada de una casa de Torremocha.

Desde su conquista perteneció a la Comunidad de Aldeas de Teruel, sesma del río Cella, y siempre fue de realengo, por lo cual su castillo no tuvo tenentes.A seis kilómetros del pueblo se ubicaban los hoy, inexistentes restos de una vieja torre fortificada medieval, apenas reconocibles. En su lugar se construyó a mediados del siglo XVII la ermita de Nuestra Señora del Castillo, un sencillo templo de nave única, cubierta con bóveda de cañón con lunetos y cuya cabecera se adorna con símbolos marianos. Fue restaurada hace poco tiempo y a su alrededor se ha habilitado una zona recreativa y de descanso.Al pie de pico Palomera, el trayecto discurre a lo largo de un hermoso valle flanqueado por barrancos.

Según la tradición la Virgen se apareció a raíz de la Reconquista de las tierras del Alfambra por el rey Alfonso II, en un montículo cercano en el que existen también restos de edificaciones sin determinar. Solo conocido dicho lugar, porque el Padre Faci hace referencia en su precioso y curioso libro de 1739 llamado “Aragón, Reino de Christo y dote de María Santísima” editado en Zaragoza: citando la tradición que habla de la aparición de la venerada imagen de Ntra. Sra. Del Castillo, a un pastorcillo; que recoge Madoz en su Diccionario.No se sabe ninguna otra noticia o circunstancia, salvo remontarse a tiempos inmemoriales, pero en Argente, Lidón, Visiedo, Torremocha y Singra la veneranyendo en romería.

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Otra tradición refiere que se apareció a Alfonso II durante la reconquista de las tierras de Alfambra.Un sábado de mayo antes del día 10 el pueblo vuelve a acudir a la ermita, donde se cantan otra vez los gozos a la Virgen y la salve propia de la zona.Las hogueras, tan extendidas en la celebración de festividades en la provincia, se levantan para San Antón, Santa Lucía, Santa Bárbara y San Blas, y propician la convivencia vecinal.

Regresamos por la carretera comarcal TE-V-1002 hacia Torrelacárcel, para luego desviarnos en Santa Eulalia para visitar la localidad de ALBA DEL CAMPO; antiguamente llamada Alva o AlavaA 40 Km. de Teruel, con 250 habitantes, y una altura media de 294 m. El núcleo habitado está ubicado en las estribaciones orientales de la Sierra de Albarracín, en posición dominante sobre el valle del Jiloca. Son sierras de calizas jurásicas y algunas areniscas, todas sumamente aplanadas por las superficies de erosión (Peñarrubia, Altarejos, Monte Gallén).En este término municipal, la arqueología ha proporcionado numerosos e interesantes restos, desde hachas pulimentadas hasta asentamientos de la primera Edad de Hierro como el Cabezo de la Cisterna y otros de época andalusí, como es el caso del Castillejo. No lejos de éste, se sitúan las ruinas de Gallel, antigua aldea de la Comunidad de Teruel.

La reconquista de estas tierras tuvo lugar hacia 1171 cuando el rey Alfonso II repobló Teruel y organizó la Comunidad de aldeas.Las noticias más antiguas de Alba son del s. XIII en tiempo de Jaime I, y en los de Jaime II con las fricciones entre castellanos y aragoneses sabemos que él mismo personalmente nombraba a los alcaides de la fortaleza; a los que conocemos por nombre, en 1308 Martín Garcés de Galvanes, igual que lo fue su progenitor Martín Galvanes; consta que los autoriza para reconstruir y reparar los castillos de la frontera.

En 1357 la reina Doña Leonor, esposa de Pedro IV, mandó repararlo y abrir el aljibe. Así se informa a través de Mosén Blasco Fernández de Heredia. De estos momentos parece proceder lo que hoy nos ha llegado de la construcción (s. XIV).En la Guerra de los dos Pedros tuvo amplia participación.Subsisten junto a la población los restos del castillo, uno de los pocos que restan en pleno valle alto del Jiloca, en una posición no óptima, sobre la mitad de la pendiente de la colina que domina el caserío.Conserva dos de los lienzos contiguos que conformaban el recinto murado deplanta cuadrangular, de 30 x 20; de buena mampostería que mantienen su altura original y se coronan con merlones de remate puntiagudo. De los cuatro torreones que poseyó sólo se mantiene en pie uno, esbelto de unos cinco metros de lado, deplanta cuadrada y con buharda amatacanada sobre la entrada para defensa de dicha puerta que da al exterior. Posee otra entrada intramuros. Ahora la cubierta es un simple tejado.Indagando un poco es posible distinguir en la parte más arruinada del recinto los cimientos de los otros tres torreones que componían su estructura, dos en las esquinas y uno más, en el centro.En el extremo oriental de la población se alza el campanario antiguo, único resto de la anterior iglesia, una robusta torre de mampostería formada por un zócalo y dos cuerpos,

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mientras que la cantería se reservó para las esquinas y los vanos. El cuerpo superior, destinado a campanario, presenta un vano en cada cara, uno está dividido por una columna dórica, típica del siglo XVI. El conjunto se remata con una galería de vanos que recorre todo su perímetro superior.Ubicada en un solar distinto al anterior para que permitiera mayor desahogo, la moderna iglesia de la Invención de la Santa Cruz fue levantada hacia 1704, como consta sobre la clave del arco de entrada. Se configura según el tipo habitual en esos momentos: tres naves cubiertas con bóveda de cañón con lunetos. Sin embargo, la torre, situada a los pies en el lado del evangelio, destaca de modo especial. En ella se aprecia el arraigo de la tradición mudéjar en tierras turolenses; Se conoce la fecha de su conclusión, 1738, cuando se le pagó a Miguel Sebastián, ollero de Teruel, por las tejas vidriadas que se colocaron en el remate.Hay una tradición peculiar en las fiestas de Alba, “los Mayos”, son rondas nocturnas en las que se canta con rondalla a las jóvenes casaderas por lo general, el 30 de abril.Las fiestas mayores a continuación, a primeros de mayo en honor a la Invención de la Santa Cruz y San Cristóbal.Las esposas e hijos de los cuatro clavarios, elegidos cada año en orden a la fecha de su matrimonio, o voluntarios en el caso de que no haya matrimonios nuevos, reparten el pan bendito en la misa. Son característicos los símbolos que cada uno lleva: el bastón que sostiene el capitán, la bandera grande que representa a San Cristóbal, la bandera pequeña a la Virgen de Mora y el espejo que simboliza a la Cruz de Mayo. El día de la Santa Cruz se arrojan a lo alto a los clavarios del año siguiente, en el orden en que llevan los símbolos, mientras el alcalde pregunta “¿habrá fiestas en Alba?” a lo que el pueblo responde “mientras haiga tejas”.

Cercanos a la población hay lugares donde disfrutar de la naturaleza, como la Humbría o la Fuentecilla.

Marchamos ahora, como última parada de esta ruta en la zona de Teruel y Valle del Jiloca, a un pueblo cuyo nombre tiene resonancias árabes, y ha presentado una relevancia arqueológica y con tradición minera, su territorio está surcado por la llamada “vía verde” del antiguo tren que unía Ojos Negros con Sagunto, es ALMOHAJA, en árabe “el camino”(al- muhajja) con un censo de 30 habitantes y a 45 Km. de Teruel.La altura sobre el nivel del mar es de 1199 m. Tomamos una pista señalizada a la derecha, viniendo de Alba, a unos quince Km. encontramos esta peculiar localidad enclavada en la sierra que lleva su nombre, en las estribaciones de Sierra Menera-San Ginés, caracterizada por la presencia de cuarcitas y pizarras, areniscas y rodeno, y yacimientos de hierro.

El dominio vegetal corresponde al matorral de tomillos y aliagas. Encinar en la Tejería, en las cercanías de la población, donde llega a ocupar el fondo del barranco, mezclándose con chopos y espino albar.En el panorama arqueológico turolense destaca esta localidad por los abrigos con figuras esquemáticas del Neolítico de la Peña de la Albarda y de los Tioticos, ambos junto a la confluencia entre el barranco Cardoso y el barranco de los Arejos. Presentan series de grabados con temas antropomorfos y animales datados

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a finales de la Edad del Bronce. Junto a ellos se encuentra una interesante inscripción rupestre en árabe. Otros yacimiento localizado en La Acacia Gorda del Molino, de la edad del Hierro,siglo VII a.C., además de los ibéricos. Merece mencionarse también el complejo minero de época andalusí de la Virgen Vieja.

Los restos del castillete, llamado “el Paredón” más bien una torre de señales de los otros castillos más importantes, como Ródenas, Pozondón o Peracense, se alzan sobre el cerro de san Ginés. Su técnica constructiva permite analizarlo como musulmán y anterior a los citados.No se conocen hechos de armas de dicha construcción, pues su función primordial era la vigilancia; con la terminación de los conflictos de la reconquista y las fricciones con Castilla, pierde su utilidad y vigencia, para ser abandonada. Volvería a reutilizarse en las Guerras Carlistas, en el s. XIX.El emplazamiento del Cerro de san Ginés es espectacular por su elevada altura sobre el Altiplano turolense. La construcción es mampostería irregular de 5 x10 m., ha perdido una pared principal, donde estaría la puerta; todo el conjunto está muy rebajado en altura y la erosión ha limado la estructura de los paredones.Parecía rodeado de un recinto fortificado a excepción del lado que da al barranco que lo hace totalmente inexpugnable, hay restos irregulares de esta cerca.En un cerrete próximo a la población se alza un torreón circular con dos aljibes y cercanas dos torrecillas cuadradas, de dudosa datación, separados por unos 200 metros, que tal vez pudieran tener carácter defensivo, una más arruinada que la otra que esta reconvertida en palomar, ambas de mampostería irregular unida con argamasa, las paredes aparecen enlucidas a trechos.

VALLE DEL TURIA Y ESTRIBACIONES DE LA SIERRA: ruta verde

Es la zona sur de la Comarca Comunidad de Teruel, delimitada por la Sierra de Albarracín al oeste donde se localizan pequeños municipios; La de Javalambre al este, con otros tantos pueblos y en medio , el valle del río Turia en cuyas márgenes buscando el acomodo del agua están otras localidades que visitaremos.El valle del Turia parte en dos la región recibiendo por la izquierda los aportes de los ríos Camarena y Riodeva, y por la derecha son el Ebrón y el RegajoBellos lugares, misteriosos, sobrecogedores contrapuestos de monte y ribera cierran con broche de oro este recorrido por una de las Comarcas mas extensa, contrastada , variada, enigmática y mágica de Teruel.Reyes, batallas, defensas… por ser tierra de frontera con Castilla y con el mundo musulmán ese es su poso histórico y esa es también su esperanza para afrontar el futuro.

Ahora vamos a visitar una por una las diferentes localidades con los vestigios deeste pasado Medieval, punto de partida de nuestra Historia, crisol de pueblos, de culturas y de avatares que han dado como resultante la idiosincrasia del pueblo turolense.

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Estas poblaciones junto con los castillos de nuestro territorio de la Ribera, han ido entonando su canto de cisne; más y más conforme decaía la influencia de la Ordende San Juan, repuntando en el s. XIX en que aún sirvieron en la Guerra de la Independencia y con las Guerras Carlistas, después, con las Desamortizaciones, y su paso a manos de los Concejos o Ayuntamientos de las localidades en la mayor parte de los casos, supuso su paulatina destrucción y ruina.

Comenzaremos, siguiendo la N -330 a Cuenca, paralela en su mayor parte al río Turia. A 8 Km., de Teruel, se encuentra VILLASTAR: población de 344 habitantes, con altura media sobre el nivel del mar de 866 m.Su término municipal se reparte entre las dos márgenes del valle del río Turia. Una serie de plataformas o muelas de calizas terciarias, con la cumbre plana y bordes escarpados y muy recortados, dominan sobre el valle principal y las ramblas afluentes (de La Escondilla, de La Cañada, del Molino).La llamada alquería de BELLESTAR según los estudios de Gordillo Courcieres sobre los castillos templarios en el sur de la Corona de Aragón (1974), existía en 1180, su nombre es evocador de un lugar magnífico para quedarse y vivir, Alfonso II donó la alquería de Bellestar al caballero Martín Pérez, pasando después a manos de distintas órdenes militares: fue repoblada por los Templarios de la cercana encomienda de Villel en 1267. De esta fecha, en el s. XIII es la esbelta torre; pero había pasado desapercibida a todos y minusvalorada, aunque su existencia está bien documentada; es lo único que ha quedado, que hoy aparece anexa a una masía muy posterior, que hasta en su nombre indica su pervivencia “Mas de la Torre”… a kilómetro y medio de Villastar en el camino hacia Teruel

Con los templarios es cuando se construye, por tanto, en 1267 el Maestre del Temple concedió terrenos a Ferag de Palí y otros pobladores musulmanes para “poblar el lugar nuestro y alquería que se llama Villestar, que está en el término de Villel”. Luego acabado el Temple pasará a los Hospitalarios que la mantuvo bajo su poder hasta el s. XVII, siendo una granja con más de treinta casas dependiente de la Encomienda de Villel.Está adosada y se aprecia desde la carretera a una masía de construcción muy posterior. Está bien conservada, los dueños de la masada le han hecho una restauración reciente, es rectangular de 5,50 x 4,50 metros, realizada en tapial enlucido y con refuerzo de ladrillos en las aristas. Su parte superior con almenas rectangulares hendidas por una saetera. Debajo sobresalían unas mensuras de madera, hoy han sido eliminadas, que servían a todas luces para soportar una buharda de madera.

Existen dos vanos de acceso situados en alto formados por arcos de medio punto.Esta torre del s. XIII es una muestra más que interesante de las construcciones defensivas o tácticas inmediatamente posteriores a la reconquista de Teruel en 1170.

Villastar, es un lugar antiquísimo, partiendo desde el pueblo, una ruta senderista nos va a llevar hasta un Santuario Celta de importancia excepcional en la montaña de Peñalba de Villastar. Se trata de un centro de culto al aire libre situado en una pared rocosa donde aparecieron una serie de inscripciones que indican un persistencia como lugar de culto a lo largo de distintas épocas. Debió estar dedicado al dios celta Lug, dios

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solar y fue lugar de peregrinación también en época romana e incluso cristiana. Gran parte de las inscripciones fueron extraídas por su descubridor, Joan Cabré, y llevadas a Barcelona. En la actualidad muy pocas y en no muy buen estado de conservación se mantienen in situ.El conjunto gráfico de Peñalba de Villastar está constituido por casi tres Km. de cantera de caliza clara, expuesta a Norte, Levante y Mediodía, en la parte superior del monte de Peñalba, al que da nombre, en la cuenca alta del Turia, y dominando el acceso al estrecho de Villel que controla la ruta desde el Mediterráneo al interior siguiendo el curso del mencionado río.Cabré lo consideró un santuario de frontera, en el que coincidían gentes de etnias distintas, y la idea es atractiva, pero tampoco hay que perder de vista su posición estratégica, la magnitud del conjunto obliga a pensar no en un simple lugar de paso sino en un auténtico santuario, visitado ex profeso por gentes diversas con una cierta frecuencia.La presencia de Lug y las características del lugar indican que se trataría de un lugar sagrado y que, por tanto, algunas de las inscripciones, deberían ser votivas. La inscripción, más importante del conjunto, alude a una peregrinación hasta la montaña del dios y la erección de una estructura edilicia, confirmando el carácter de santuario, no de asentamiento de población. Los individuos que aquí accedían podían proceder, por tanto, de distintos puntos de los alrededores. La dedicación a Lug se realizó en alfabeto latino y, por otra parte, algunas inscripciones se efectuaron con caracteres ibéricos.Se puede vincular con la Caridad de Caminreal, 60 Km. más al norte.Este carácter sagrado unido al paisaje característico de calizas y agua, a la antigüedad, nos aclara que el lugar fuese deseado por los templarios, la unión de lo mágico y lo sagrado era su búsqueda recóndita.

Existe la leyenda o mito, que hace referencia a esta tierra y peña de Lug y a su gran importancia, mezcla de verdad y exageración en la boca y el sentir del pueblo:Pocos saben que descendemos de los Turos o Turboletas, que habitaban Peñalba y Villel, celtas e iberos unidos, más unidos si cabe por lazos religiosos comunes: el dios Lug…Marcial el poeta de Calatayud, ratifica esta razón de ser en sus versos«Que a nosotros, que nacimos de celtas y de iberos, no nos cause vergüenza, sino satisfacción agradecida, hacer sonar en nuestros versos los broncos nombres de la tierra ».Lug el Dios supremo del Olimpo celta, sus funciones revelan un aspecto mágico-guerrero; su acción benéfica llega no sólo a los soldados sino también a los poetas y magos. Como animal, se le asocia el toro (por la fuerza y capacidad de destrucción), el cuervo (mensajero de los dioses, vuela alto, es inteligente, atrevido) y el lobo. (La astucia, la capacidad de depredar, la unión).De su nombre se dan diversas interpretaciones, siendo probable que signifique 'el luminoso, el claro', y etimológicamente está relacionado con el griego leukos('blanco') y con el latín lux ('luz') Algunos datos llevan a pensar que se trata del mismo dios al que César llama Mercurio No era solo el dios de la luz, sino que era un dios politécnico, maestro en todas las ciencias y las artes. Aparece algunas veces representado como un dios de largos brazos, poderoso, capaz de abarcarlo todo.Las mujeres tenían un gran protagonismo en los ritos. Una gran fiesta que celebraban era Lugnasad “recuerdo de lug” importantísima como unión de tribus y asambleas en las que se discutía todo aquello que era vital a las tribus.

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Se efectuaban rituales después de los solsticios y equinoccios. Uno, llamativo y que nos explicaría la fascinación en nuestros pueblos actuales por el fuego, era hacer pasar por hogueras saltándolas a personas y animales para procurarles fertilidad y salud, purificándolos.Es pues una religión naturalista y respetuosa con el medio.

La herencia de Lug, mágico-espiritual, es recogida por los Templarios a través de Mercurio transformado en la advocación cristiana de San Miguel, patrono de la Orden, o de san Juan en otros casos con matices.

Pero vayamos con el mito vinculado a Peñalba:

Para los celtiberos la creación del mundo es algo cruento, un sacrificio, esto justificaría los sacrificios humanos y el correr de la sangre, esto renueva y regenera la vida, alguien muere para que otro resurja. A Lug se le ofrecían ceremonialmente las cabezas cortadas porque en ellas reside la fuerza sagrada, divina. En una de estas ceremonias, los druidas y el pueblo observaron que las aguas del gran lago que allí existía subían de nivel inundándolo todo…Lug envió al dios de los Caminos, a Bran para resolver este problema, Bran toma la forma de un cuervo, con su fuerte pico excava un estrecho que permite el paso de las aguas.Después voló hasta posarse sobre la Peña Negra, piedra o Tormo mágico, heredero de vibraciones capaces de hacer girar la rueda del Universo.La historia mítica nos dice que aún los cuervos cuando pasan por Peñalba detienen su vuelo y lo mismo en la Peña negra, reconocen el escenario cósmico en el que están…Mientras suene el agua en el Turia, por el Estrecho de Villel, mientras el viento cante en Peña Negra, habrá vida y semillas de esperanza… y no habrá temor a la muerte porque esta es solo un tránsito, el alma sobrevive…Se cuenta que las huellas que existen en la Rambla de Peña Negra corresponderían al caballo alado de Lug, con doble cuerpo y ocho patas, sus pisadas, las huellas de sus cascos marcan un camino para que las almas que cruzan el umbral, no se pierdan o bien para hacerlas reencarnar, en un viaje con retorno.La inmortalidad del alma era parte de la enseñanza secreta y esotérica de los druidas, inaccesible a los no iniciados.Precisamente por secreta no se escribía, se transmitía, hasta que una generación de pobladores traspasó esa norma ritual y dejó constancia sobre la roca caliza del santuario, la palabra apresa a la divinidad en su propio terreno.

Con esta sensibilidad en el cuerpo, dejaremos esta “antesala de lo maravilloso”, traspasaremos el umbral de la Peña negra, el Estrecho y nos adentraremos en VILLEL, en la misma N-330 a 15 Km. de Teruel; a orillas del mismo río Turia.

Pueblo habitado desde muy muy antiguo, desde que el ser humano se puso erguido y empezó a crear artefactos. La trayectoria de la población es un crisol donde se ha forjado una manera de ser con muchos ingredientes, una magnífica conjunción de materiales diversos, destacándose los celtas que iberizados se convierten en celtíberos, la tribu de los Turos o turboletas habitaba aquí, y aquí tenían su poblado en lo alto del cerro del Castillo, aunque vinculados al santuario de Peñalba, lugar de peregrinajes…romanos, visigodos, moros, cristianos…El núcleo de Villel ocupa un sector de estrechamiento del valle del junto a la desembocadura del río Camarena, procedente de la sierra de Javalambre, paisajes

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angostos con desfiladeros, barrancos y hoces donde el agua, el color cambiante de la piedra y los tonos de la vega forman una fiesta de sensaciones.

Nos recibe el anfitrión, de forma sorpresiva, desde lo alto del peñasco, el Castillo, antes musulmán y luego templario…anciano impertérrito que lo domina todo desde sus sabias ruinas, hoy remozadas vigila el Estrecho o desfiladero, de una perfecta belleza natural, armoniosa y equilibrada.

Villel, recibe el sobrenombre de Villel del Romeral, por esta planta tan característica de su entorno. Y también Villel del Río, por su perfecto maridaje con el Turia.En este entorno hay numerosas fuentes y manantiales minero-medicinales, como el de los Baños. También llama la atención la presencia de grandes desmontes junto a la carretera y el río Turia, en las cercanías de Villel, mostrando niveles arenosos blancos y rojizos, que corresponden a antiguas explotaciones de caolín,minas ya cerradas desde mediados de los años 60 del siglo pasado.

El topónimo es según muchos expertos abiertamente árabe: Billal, aunque otros lo derivan del latín: Villa, algunos más osados lo derivan de Vilianus, es decir, haciendo referencia a la posesión de esas antiguas tierras por un personaje romano de incierta existencia. Como sea la interpretación que queramos darle, lo que es notorio es que el primitivo castillo formó parte del señoreo de los Banu Razín de origen magrebí; según Bosch Vila, colaborador de Almagro, que sitúa a Rodrigo Díaz de Vivar, como dueño temporal del Castillo recién conquistado a los musulmanes y que usó como baluarte (1099?) ; Aquí paso sus días de convalecencia, pues estaba herido por una saeta sarracena en el cuello, en alguna algarada por tierras de Albarracín y luego partió a Valencia.

La conquista definitiva de este territorio fue el 1180 por Alfonso II el Casto, que situó como tenente a Martín Pérez así como de las poblaciones cercanas: Libros, Tramacastiel, Villastar y Riodeva.Esta es la historia, real y prosaica avalada por los documentos, pero también existe la leyenda, La leyenda de la caída de Villel en manos cristianas:

“ nos habla de los amores del gobernador de la fortaleza y de la villa, Seti-Mahomat por una esclava cristiana, que ayudó a las tropas de Alfonso mandadas por Martín Pérez de Arándiga, gobernador de Escondilla (Villastar) para tomar el castillo .El hermano de la joven se deja capturar por los moros para urdir el plan con ella .Aprovechando una fiesta y la total ausencia de los pobladores y de la tropa que celebraban una boda, el gobernador quedó a solas con ella; la joven lo mató con una afilada aguja que clavó en su cabeza, salió a las almenas e hizo señas con un gran velo blanco a las tropas cristianas escondidas en los cerros cercanos, abriéndoles las puertas de la muralla.El plan tuvo éxito; cuando los musulmanes quisieron reconquistar Villel, ya les fue imposible.”

A nadie se le escapa la dificultad de conquistar un lugar tan inexpugnable como es Villel, por su topografía, esto ocurrió el 13 de Noviembre de 1179, día de san Briz y efectivamente las tropas estaban comandadas por el gobernador de Villastar

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Martín Pérez, que luego recibió la Tenencia de la zona de manos del Rey, como ya hemos explicado.La leyenda y la realidad se mezclan para cargar las tintas en la heroicidad y en la consecución de un “imposible”.

Siete años después el rey lo dona en 1187 a la Orden de San Redentor o Monte Gaudio con la promesa de una difícil repoblación de estas tierras; esta Orden Militar, nueve años después se incorpora a la poderosa e internacional del Temple, con los templarios, el castillo, por cincuenta años será una posición avanzada importantísima frente al reino moro de Valencia.

Con la disolución y caída en desgracia de los Caballero del Temple, el comendador Frey Bartolomé de Villafranca en Villel, vendió cara su rendición ante el ejército del rey Jaime II que tuvo que sitiarlo y apoderarse de él en 1308.Villel cambia de manos pues todas las posesiones templarias de la zona pasaran a formar parte de la Orden de San Juan del Hospital en 1317; Villel y su castillo siguen siendo cabeza de la Encomienda, entre los que rigieron los destinos de la población y su fortaleza y lo administraron figura un personaje importantísimo y muy vinculado con Teruel, que alcanzo la mas altas cotas de poder en la Orden , llegando a ser gran Maestre de Rodas y Castellán de Amposta, Juan Fernández de Heredia, iniciador a pesar de circunstancia de ser freire , de la dinastía de los Señores o Barones de Mora; éste fue su primer destino en 1339.Aun a Villel le quedaban más asedios y batallas que pasar, pero no ya contra los musulmanes que ofrecían peligro alguno, sino contra Castilla y su rey Pedro I, que en su avance a Valencia obtuvo la fortaleza; en tiempos más modernos la Guerra de la Independencia, tuvo aquí un hecho de armas notable en la confrontación de la guerrilla dirigida por el general Villacampa contra tropas napoleónicas en 1810.

Las ruinas actuales se alzan en la misma posición vigilante de antaño, castillo táctico o roquero donde los haya, tiene una forma bastante irregular, ya que se adapta a la topografía, pero que se puede asimilar a un cuadrilátero de 40 x 25 metros. En la parte más alta del recinto se eleva la torre, se ven restos de la corachas o prolongación de muros hasta un punto estratégico formando miradores; la torre rectangular de 8 x 6 metros estaba hecha de aparejo de piedrabasta y parcialmente enlucida, como las corachas, es decir tapial característico, al interior presenta dos plantas con bóveda de medio cañón y una estrecha escalera de caracol.En la parte superior, en el cuerpo de guardia, se pueden apreciar en zonas resguardadas de esta torre en la pared Norte, Sur y Oeste, bajo los ventanales abocinados, al lado de ellos y las jambas; son grabados sobre el enlucido, unas de surco fino sobre el yeso fraguado y otras más anchas, sobre el revoco sin fraguar, esto indicaría que se hicieron sin lugar a duda en el momento de la conclusión de las obras de la torre. Graffitis realizados por los templarios y sanjuanistas en las tediosas y frías noches de guardia y vigilancia con clara temática militar.Se cuenta entre los habitantes de Villel, que un pasadizo atraviesa el monte desde el castillo hasta el río y que luego subía hasta el llamado “Cerro de la Horca” (Punta Olmeda), donde se ejecutaba a los prisioneros, quien conoce la topografía de la zona puede pensar que es un tanto exagerado, pero si es plausible que tuviera una salida al río…Se dice en voz baja que al tirar dos casas viejas de la Calle Concejo Alto, aparecieron los restos de una escalera subterránea…

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Por excavaciones que se hicieron en el año 1994 sabemos que presentaba un aljibe y un gran horno, en el centro de la explanada.El edificio actual podría perfectamente encuadrarse en el s. XIII, sin descartar lo que pueda tener de musulmán en su origen; siendo como es, un magnifico ejemplo de fortaleza táctica. Ha sido recientemente restaurado en 1994-1995.

La última huella cruel de las Guerras ha sido la de la Guerra civil del 36-39, ya un castillo en ruinas, sirvió como observatorio republicano antiaéreo y como dice el poeta:

“…Corre un raudal de historia y olvido entre la peña dura: ya no hay dolor en la carne de cañón. ¡Hasta el polvo de la nada se lo llevó el tiempo y el agua!”.

Ricardo Fombuena.”Una gota por el Turia”2002.

Villel es mucho más, historiadores y estudiosos han considerado este territorio como uno de los Enclaves Mágicos de Aragón : en el santuario de la Fuensanta al lado de Barranco del Tranco, a unos tres Km. de Villel, donde se veneraba la antigua talla de una Virgen negra, majestuosa, llamada de la Fuente Santa, una Virgen templaria, que creemos desaparecida en la Guerra Civil, que no destruida, sustituida por una hermosa talla moderna.En este lugar se levantó un Santuario, que fue creciendo en importancia, gracias al Temple y al Hospital, valedores de este lugar y a los prodigios que realizaban la milagrosa imagen y su fuente sanadora…

“Ve y dirás a la Villa que es mi voluntad se edifique un Templo en mi nombre en este sitio”.

“Estas son las palabras que según la tradición el día 5 de Septiembre de 1238 en el alba, recibió el pastor manco Juan Pérez, que apacentaba ovejas en los ásperos montes cubiertos de maleza y vegetación silvestres, de boca de la Virgen , que se apareció llena de resplandor en una gruta cercana. Las buenas gentes de Villel no hicieron caso al pastor, pero cuando recupero la movilidad de su brazo inerte fue la señal para que aprestasen manos a la obra. Fueron los Caballeros Templarios los más entusiastas y a los que siguió todo el pueblo. Quisieron trasladar la imagen a la Parroquial, pero la Virgen regresaba al lugar donde se había aparecido, esto sucedió por tres veces; el pueblo hizo rogativas para que la Virgen decidiera la ubicación definitiva, ya que el sitio les parecía complicado y de difícil acceso para los fieles; se decidieron a bajar de nuevo la imagen a Villel, por cuarta vez, y ya en la Rambla, a la izquierda se abrió una fuente nueva, diferente de las otras que manaban agua, esta manaba aceite. Este milagro supuso la elección de lugar donde se levantaría el Santuario, los Templarios costearon la pequeña Ermita y otro oratorio en el lugar más alto donde había aparecido, (La Ermita de la Bien Aparecida).El aceite de la fuente tenía propiedades curativas, manó por 200 años, pero luego comenzó a salir mezclado con el agua, para terminar saliendo agua. Por estas propiedades milagrosas se le llamó “Virgen de la Fuente Santa”, Fuensanta en su contracción.”Esta es la historia de esta aparición milagrosa, tal y como la recogen el P. Faci y un anónimo escritor del XIX auténtico cronista de la historia pasada y perdida de Villel, que gracias a su pluma ya no nos es ajena.

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La ermita y su entorno es un lugar de peregrinación, al que se suman en rogativas especiales los pueblos de los alrededores, sobre todo en años difíciles de guerras, pestes o sequías etc.La Virgen y su Santuario fueron visitados por primera vez por habitantes de Teruel en 1331; la época de la nefasta “peste negra”, desde junio de 1348 hasta enero de 1351 en que más de un cuarto de la población murió. El Rey Pedro volvió de Valencia a Teruel para refugiarse de la enfermedad, la reina Leonor se contagió, es seguro que viajó como peregrina al Santuario en busca de salud, tal y como desde 1331 acudían los turolenses, grandes y chicos, autoridades civiles y eclesiásticas. La reina dejó privilegios en Villel y en el Santuario recogidos por el Cartulario de San Juan del Hospital, en agradecimiento, aunque por desgracia, murió en Zaragoza unos meses después.Y así se ha ido perpetuando en el tiempo y en el espacio la fama y la atracción que ejerce.Los Sanjuanistas, debido a la gran devoción por la Virgen de la Fuensanta, constituyen un Priorato, al lado de la propia Ermita, una Casa Regular de la Orden de San Juan del Hospital, estos monjes atendían a los peregrinos, todos los priores eran monjes sacerdotes de la Orden, ininterrumpidamente desde 1568 hasta 1810.La Ermita de mampostería de 37,50 m. de nave por 13 m. de ancho y 14,70 m de alto hasta el tejado, de estilo gótico tardío, es del s. XVI apreciable en las nervaduras de la nave; una de las paredes aprovecha la roca de la montaña precisamente en la zona donde la fuente milagrosa manaba.Anécdotas curiosas vinculadas a Villel y a la Fuensanta hay muchas, citemos por ejemplo:En el s. XVIII comienza la decadencia del Santuario, los primeros reveses los trae la Guerra de Sucesión, recortando privilegios y quedándose la Corona con algunos usufructos. En 1709 es saqueada y quemada, con la pérdida de sus Archivos, por partidarios de los Austrias, los temidos” Micaletes o Migueletes”, especie de milicias voluntarias.De la guerra de la Independencia, tenemos un relato de primera mano, de alguien que lo vivió de cerca, el último Prior sanjuanista D. Miguel Garzarán, que escribió “Memorias del Santuario”, en 1810, 18 de marzo, una patrulla francesa le robó y saqueó el Santuario y su corral. El 12 de noviembre se entabló allá una feroz lucha entre el general Villacampa y sus hombres contra los franceses. El Prior pidió permiso para salvar la imagen de la Virgen y enseres sagrados, se le dio una escolta y vio la batalla desde el monte “el Calarizo”: pudo ver que tras la retirada táctica de las tropas españolas los franceses se cebaban con el santuario, lo destrozaron pero no lo quemaron. Villacampa regreso unos días después y le pidió celebrara Misa solemne para el y sus tropas, dando 40 reales como óbolo por la misa, 80 al santuario y 160 a los músicos, villelinos todos.

En 1851 ya no se proveyó plaza de clérigo para la Fuensanta, pero si se instituyó la figura del ermitaño, un vecino de Villel que junto con su familia se desplazaba a vivir a la casa hospedería del Santuario, limpiaba y atendía a los numerosos visitantes, se sustentaba de un pequeño huerto y del corral, amen de las donaciones que afluían al Santuario.

En la Guerra Civil, la ermita es saqueada y destruida, quedando sin tejado; la imagen de la Virgen desapareció junto con la de san Lamberto, la Virgen de los

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Dolores ,san Joaquín y san José, todo esto se reparó después en los años 40 y se hizo una capilla ,la de santa Teresa.

Ciertamente el enclave del santuario, que no ha sido abandonado, y los fenómenos religiosos de las romerías y de las peregrinaciones además de ser parte de la idiosincrasia del pueblo, una afirmación étnica, están íntimamente unidos a la memoria colectiva por la que una región, una comarca, o un pueblo tienen sus lugares ancestrales religiosos y mágicos, atávicos, a los que siempre se vuelve. Villel desde tiempos inmemoriales lo ha sido.

Pero aún nos queda una historia que discurre entre las hierbas aromáticas del monte, más reciente que las otras, contada por Natalio Gómez y recogida de sus labios por Manuel Pascual, se llama “el cauce secreto del Pastor”:

“Un pastor estaba sentado, tranquilo viendo como se ocultaba el sol, llamó a su perro y no acudió, lo buscó por todas parte pero sin éxito, se encontraba detrás del Barranco del Tranco, el lugar que llaman el Calarizo…se iba a volver ya cuando escucho ruidos raros como gases que salieran de la tierra, mezclados con rumor de agua que corre y los ladridos de su perro… se acercó con cuidado a aquellos matorrales descubriendo un pequeño agujero, entró por el y siguió por el hueco hasta encontrar un cauce de agua que se bifurcaba, allí estaba su perro. Le gustó y lo hizo su refugio, se encontraba bien allí, arrullado por el agua y con los olores del monte que lo llenaban todo.El pastor se volvió caviloso, con este descubrimiento, indagó a donde conducían los dos regatos de agua subterránea, un día tapó con piedras uno e ellos, y observó que en la Fuente Chartera que surte a Villel el agua rebosaba y abundaba.Al día siguiente supo que en Tramacastiel se les había secado la fuente.Tenía un gran secreto entre manos y pensó en explotarlo para su beneficio.Acudió a los vecinos de los dos pueblos exigiendo dinero porque de lo contrario secaría las fuentes. No cedieron al abuso los vecinos, y secó una de ellas, al mes siguiente secó la otra.Esta historia acabó ahí, poco después lo encontraron muerto y el agua volvió a fluir abundante como siempre. El pastor halló la muerte por codicioso, quedó como un antiguo sacrificio, sobre la piedra y con él también murió el secreto del cauce del agua”.

Esta agua escurridiza y siempre fugitiva nos enseña a ser sabios, a cada uno lo que necesitamos… podemos reflexionar sobre estas cosas profundas si caminamos por la zona del “Empedrao”, en las antiguas trincheras de Rubiales.

Seguimos avanzando en nuestro viaje, siguiendo la misma vía y como dice el bardo: “Cuando a la memoria vienesQué poco es lo que nos dices.¡Turia que tanto contienes Del pasado y sus raíces!Gota de historia y de navíoPor singladuras del Río”.

Ricardo Fombuena Vidal .Barcelona. 1924.

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Nuestra próxima parada es una población siempre sugerente, CASCANTE DEL RÍO. Villa desde 1785. Cascante adquirió oficialmente su actual nombre en 1920.Está situada a unos 22 Km. de Teruel, la altitud es de 984 m. y la población es de 100 habitantes aproximadamente.Ocupa un altozano junto al río Camarena, que aporta un caudal de una cierta regularidad gracias a tener su cabecera en las formaciones de la Sierra de Javalambre. El nombre “cascante” tuvo su razón de ser en la actividad minera del pedernal en la localidad de Cascante, en Navarra, lo que fue el origen del nombre que significa pedernal.Regresando por la carretera nacional 330 a Villel, a mano derecha debemos coger el desvío señalizado en la carretera comarcal TE-V- 6013, hacia este lugar, la antigua “Cascant” de los documentos, esta villa fue repoblada en 1198, merced al Fuero por gentes venidas del norte y sobre todo de Navarra; pero no se integró en la Comunidad de Teruel sino que perteneció a señoríos privados, primero a Sancho de Tobía señor de esta villa y de Tramacastiel que en 1309 vendió la mitad del castillo.Los Ruiz de Castellblanque fueron los propietarios en el s. XIV, en la persona de don Lope, que se intitulaba Señor de Cascante, con sus dependencias en Valacloche, el Tormón, El Cuervo etc. Y luego de los Fernández de Heredia,señores de Mora, integrando su enorme e importante patrimonio.Del Castillo quedan vestigios: dos largos muros de piedra, tal vez modernizados, en ángulo recto, con la base en un ligero talud, al nivel del caserío, en una especie de meseta natural, que se aprovechó para ubicar el cementerio del pueblo.En el s. XVII fue abandonado por la familia, aunque siguió conservando la propiedad, el Conde de Fuentes; este condado fue instituido por Fernando el Católico y otorgado por vez primera a don Juan Fernández de Heredia en 1508, ahora ya Barón de Mora y Conde de Fuentes. Cuando en 1677 muere el decimosegundo conde sin hijos, el titulo pasa al segundo conde de Castelflorit. Luego pasó a los Marqueses de Coscojuela de Fantova y a los Pignatelli.Lo que hay permite sugerir que el castillo tuviera planta cuadrangular de unos 45 x 20 metros.Por su posición topográfica y en atención a que perteneció a un señorío privado, es seguro que albergara la residencia señorial de los Fernández de Heredia.Cercano al núcleo de población en el Cabezo de la Ermita se localizan los importantes restos de un yacimiento ibérico, a los pies de este, los restos de un asentamiento romano, en el lugar conocido como” la Paridera”.

De Cascante marcharemos en la misma vía hacia VALACLOCHE, pueblo con 22 habitantes y nombre sugerente, que aparece en antiguos documentos como Balacroche o Varacroche, (¿Vera cruz?; ¿Val clausus?) situado a los pies de la Sierra de Camarena, a orillas de la margen derecha del río del mismo nombre; zona de parajes de gran belleza agreste, con multitud de fuentes y alguna sima, presenta las ruinas de una fortaleza o castillo no menos sorprendente.Hay pocas noticias de esta localidad próxima a Teruel que nunca figuró en su Comunidad de aldeas, constando su pertenencia a los Ruiz de Castellblanque, en el s. XIV y luego a los Señores de Mora, los Fernández de Heredia por razón de dote matrimonial, ya que la hija y única heredera de don Lope Ruiz, Toda, casó con Blasco Fernández de Heredia.

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Si existe documentación de su existencia, como castillo, de su asedio y toma posterior por el Concejo de Teruel, que mandó su ejército por la orden del Juez de Teruel, Martín García de Marcilla.

Esta situado sobre la montaña, muy escarpada, dominando el caserío y el territorio; es de forma alargada, con muro de mampostería que termina en torreón cilíndrico en un extremo y cuadrado, pero muy arruinado, en el otro. En la zona central se elevaría la torre principal, medio caída, su cronología no es dudosa, pertenece al siglo XIV, y su tipología es la de fortaleza estratégica o táctica. Quedan lienzos de la muralla que se asientan en la roca.

El casco urbano de la población se asienta bajo el castillo, en la ladera meridional del cerro. La fuerte pendiente del enclave ha marcado su trazado urbano, basado en calles paralelas a las curvas de nivel situadas a distintas alturas, comunicadas entre sí mediante escasos callejones transversales de fuerte pendiente.

LIBROS el próximo pueblo a visitar en nuestra ruta, constituye un pueblo de montaña que separa Aragón del Rincón de Ademuz y se sitúa entre pintorescos valles.En la misma N-330, a 26 Km. de Teruel, con censo de 146 habitantes,.Está situado en la parte cóncava de un meandro encajado del río Turia, aparecen áreas de cauce estrecho que dejan en resalte capas duras, formando relieves espectaculares como el de la Peña del Cid, al norte. A partir de esta localidad el valle vuelve a abrirse, puesto que se introduce de nuevo en terrenos con materiales arcillosos y conglomerados.

Lo más conocido de Libros son las antiguas minas de azufre, que se explotaron desde 1797 hasta finales del siglo XIX, y a las que se accede por la carretera de Riodeva. Se explotaron las margas yesíferas bituminosas, que se trataban en hornos de leña para purificar el azufre. Pueden observarse aún el Barrio de las Minas y restos de las instalaciones industriales. También hay que destacar la importancia paleontológica, ya que estos sedimentos se abren fácilmente en hojas. Así, han aparecido abundantes moluscos lacustres junto con una gran cantidad de ranas fósiles en extraordinario estado de conservación, con esqueleto completo e incluso impresiones de órganos y piel, ejemplares que se conservan en colecciones españolas y extranjeras.

Dependió durante siglos del cercano castillo de Villel, y siempre permaneció en el señorío de las Ordenes militares, primero de la de Montegaudio, por la donación de Alfonso el Casto en 1196, luego la del Santo Redentor de Alfambra al unirse las dos.El rey observó que a pesar de todo, la frontera al sur no avanzaba contra la morisma, culpó a los caballeros del Redentor, y disolvió la Orden siendo gran Maestre Fray Lino de Luca.

Después el Temple se unió o absorbió propiedades y hombres del Redentor; es por eso que va a englobar junto con Villel y Alfambra los extensísimos dominios de la Orden en Aragón.

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En 1212, el Comendador Raimundo Gran dio tierras a los colonos en Libros y la Peña del Cid para su repoblación.En 1280 la Iglesia pertenecía al Temple y después con su desaparición, pasa al Hospital, manteniéndose en la Encomienda hasta la Desamortización decretada por Mendizábal en el XVIII.

En una elevada roca sobre la curva del río Turia, en la llamada Plaza de los Moros aparecen unos inapreciables restos de lo que fue el castillo, que como el de Villel perteneció a las órdenes militares del Redentor y del Temple. En 1212 recibió carta de población, un auténtico contrato agrario entre la entidad señorial y los cultivadores con el fin de colonizar el territorio tras la conquista: eran hombres “libres”, de ahí el nombre “liberos” según el término en el derecho medieval, que deriva en” Libros.”

En los primeros años del siglo XIV la disolución del Temple dio paso a la instalación de la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén, que continuó con la misma estructura señorial.Los vestigios indican un castillo roquero construido primero por los árabes en el s. XI para defender el paso del desfiladero por donde transcurre el Turia, los restos como el de Villel, están encumbrados en un risco, ya de por si inexpugnable, a su sombra se extiende la población.

Estos restos hoy son un simple tramo de mampostería de dos metros de altura, tal vez, por donde se ubica, la esquina de un torreón, un poco más allá está un paño de muralla hecho con piedras irregulares y argamasa.De este castillo ,igual que el de Villel se dice que existía un pasadizo que llegaba hasta el río, bajando desde la fortaleza, su uso era una vía de escape en las situaciones desesperadas de asedio para llevar agua y vituallas al castillo, burlando al enemigo.El hallazgo arqueológico más reseñable es la aparición de varias vasijas cerámicas ibéricas en una cueva situada en el barranco de la Caída del Gayato.Hemos hablado del Paraje de la Peña del Cid, es un alto promontorio, llamado así porque el Campeador acampó su hueste justamente en este sitio.

Desde Libros, en un pequeño desvío por las Eras, a la salida de la población a mano derecha tomamos la TE-V-9103 con rumbo a TRAMACASTIEL, que está señalizado. Su distancia kilométrica con respecto a Teruel es de 32 Km.Esta localidad se sitúa junto al río que lleva su nombre, que drena el sector más oriental de la sierra de Albarracín, en un valle de fondo estrecho, que comunica esta zona con el valle del Turia, del que es afluente al sur de Libros.La mayor parte de los hallazgos arqueológicos realizados en el término municipal se han efectuado en torno a “Mas de la Cabrera”. Es el caso de los poblados del Bronce situados en el Puntal de los Cinglos de la Contienda y en el Prado de las Boqueras. Recientemente se ha descubierto cerca de ese núcleo de población un asentamiento ibérico y una interesante lápida árabe. El castillo, situado sobre el casco urbano, también podría remontarse al periodo andalusí, si bien las estructuras conservadas parecen corresponder a la estructura bajomedieval cristiana.

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El casco urbano de Tramacastiel se ubica al pie de un gran paredón rocoso, en la parte inferior de la ladera oriental del Tormo / Peña de la Masada, sobre el barranco de la Pinilla. El emplazamiento está dominado por el espolón sobre el que se asienta el castillo. El caserío se dispone en una estrecha franja de terreno, tradicionalmente limitada por el progresivo aumento de la pendiente en su flanco oriental y por los primeros campos de labor en su parte occidental. Una barranquera, que desciende con fuerte inclinación desde el paredón rocoso, irrumpe en la población seccionando y alterando la trama urbana.Las calles son irregulares y estrechas; su trazado es paralelo al de las curvas de nivel; se comunican entre si mediante ramales oblicuos, que dan lugar a frecuentes edificios “en quilla”. Son escasas las calles transversales y las plazas; estas últimas consisten en un irregular ensanchamiento de las calles. La única plaza propiamente dicha es la de la Iglesia, edificio que se ubica en la parte más baja y llana de la población.

Su toponimia nos indica ya la existencia de una fortaleza (“entre el castillo” o “dentro del castillo” o bien otra explicación en referencia a ser frontera con Castilla Es un pequeño valle rodeado de montañas rocosas que imponen; precisamente los vestigios del castillo se confunden con las rocas y peñas de su entorno. Según Caruana la localidad dependió de Villel en 1187 y luego pasó a los Templarios que elevaron el castillo. Curiosamente desde 1200 pertenece a los Ruiz de Castellblanque y después por el enlace de Toda con Blasco, a los Fernández de Heredia, señores de Mora.El castillo era de fundación mora, pero no hay datos de aquella época. Tal vez vigilara los valles del Guadalaviar, paso obligado a la Meseta castellana.Desde 1187 hay documentos acerca de la población cuando Alfonso II dona las tierras recién conquistadas a la Orden de Montegaudio y luego a la de Alfambra igual que Villel y el alfoz correspondiente, en él se encontraban Tramacastiel y Cuevas de Eva. Cuando los caballeros el redentor se unen al Temple siguen perteneciendo a Villel y su Encomienda.En el s. XIII cesa esta sujeción y el lugar pertenece a los Ruiz de Castelblanque, luego por casamiento con un Fernández de Heredia, pasa a los señores de Mora.En 1329 era su señor Sancho de Tobía, que vendió la mitad del castillo de Cascante, en el XVII pasa al condado de Fuentes.

Hemos dicho que los restos del castillo se confunden con las rocas circundantes del alto donde se asienta .Debió de ser de gran tamaño, apreciable por los paños de muralla que conserva, muy rebajados en altura.Su estructura es escalonada en dos niveles, ahora ya imposibles de delimitar, por el estado erosionado y arruinado; pero aun se distingue la torre rectangular de mampostería, que formaba parte del recinto superior, también existía otra torre de menor tamaño y cuadrangular encaramada sobre la parte más alta del saliente, en posición estratégica sería la torre vigía, comúnmente llamada albarrana .Toda la obra en mampostería basta, desigual y unida con argamasa.El antiguo cartero de la zona que vive en Tramacastiel, ahora jubilado, es una fuente de sabiduría acerca de los secretos del castillo y la población, amablemente habla sobre el cementerio visigodo y las tumbas en la roca, de la misma forma que con tristeza reconoce, los nidos de ametralladoras que existen en el interior del recinto y que se utilizaron en la Guerra Civil.

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Es otro lugar peculiar y lleno de resonancias espirituales.Existe una leyenda en el lugar, allí se venera una Virgen, copia de Nuestra Sra. De la Fuensanta en Villel, que debido al lugar en donde se halló se llama “nuestra Señora del Golizno”.“una vecina del pueblo pasaba por la Rambla vecina a la Peña el Golizno, cuando una avenida de agua creció inopinadamente, la pobre mujer fue arrastrada por el ímpetu del agua; invocó en su angustia a la Fuensanta y vio en la orilla de la rambla una luz, el mismo agua la lleva a la orilla donde esta la luz.La mujer muy agradecida mandó hacer un retrato de la Fuensanta venerada en Villel, colocándolo, como en un altar en una concavidad de la Peña el Golizno.Esta Virgen es una Virgen del patrocinio, protectora, que guía y cuida a los perdidos, a los que naufragan en tierra y en el agua.Esta misma historia mariana y el milagro son recogidos por el Padre Roque Faci.

El rico patrimonio musical de Tramacastiel, compuesto por albadas, gozos a los santos, Rosario de la aurora o el “Reloj de la Pasión”, ya no puede escucharse en ninguna de las festividades religiosas aunque se han conservado letras y músicascomo en otros pueblos de la comarca, formando parte del riquísimo acervo etnográfico, una tesoro que no se debe perder.

La última población que nos queda por visitar en este recorrido por los castillos medievales de nuestro entorno, es TORMON.Se llega hasta ella por el Rincón de Ademuz o bien por la Sierra de Albarracín, está a 64 Km. de la capital, Teruel, por el suroeste.El pueblo está situado en un área de profundos cañones fluviales (Los Estrechos) del río Ebrón y afluentes, excavados en la caliza jurásica, que en algunos tramos superan los 200 m. de pared casi vertical. En la parte noreste predominan las areniscas del rodeno con sus formas características como torres y con abundantes abrigos abiertos por alteración de la misma.

La pequeña localidad está situado en medio de un paraje especial y agreste , añadiendo un encanto nuevo, como es la pertenencia a los parajes de Ródeno, más propios de las estribaciones de la Sierra de Albarracín ; para llegar a este lugar hay que cruzar por el Rincón de Ademuz para luego volver a entrar en las tierras de Aragón

La población nunca formó parte de la Comunidad de Albarracín o de la de Teruel, porque estuvo siempre vinculada a los Ruiz de Castellblanque y a los Fernández de Heredia desde el s. XIV.El caserío se apiña en torno a un saliente o pitón rocoso, la propia toponimia lo afirma, las raíces celtas del vocablo, un “tur”, nos hablan de un gigante pétreo,semejante a un menhir. Sobre la cima, milagrosamente, se yergue un castillejo, mero torreón, hoy, muy rebajado en altura; tal vez su sentido monumental carezca de importancia, pero plásticamente compone un cuadro de gran belleza y melancolía.

En el término de Tormón se localizan algunos de los conjuntos de pintura levantina más interesantes de la provincia, como son los del barranco del Pajarejo, la Cerrada del Tío José o del Tío Jorge en la Ceja de Piezarrodilla. No obstante, los

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dos conjuntos más interesantes son el Abrigo de las Cabras Blancas y el barranco de las Olivanas. En el primero se representa una escena del acoso y caza de una manada de cabras blancas, contrastando el naturalismo en la representación animal con la estilización de los arqueros. En el abrigo del barranco de las Olivanas aparecen un gran número de figuras humanas, cápridos, toros, etc. en un friso de nueve metros de largo. Dada la amplia gama de colores (blanco, rojo vivo y oscuro, negro) y sus superposiciones, resulta excepcional para la cronología relativa de las representaciones.

Solo subsisten uno pocos restos de este castillo musulmán, cuya mención documental data de 1180, cuando formaba parte del pequeño reino taifa de los Banu Razín.Cuando pasa al dominio cristiano a fines del s. XII debió pasar señorio privado pues la localidad fue una de las que no quedaron integradas en la Comunidad de aldeas de Teruel.En 1242 Sancha Pérez de Azagra lo donó a la Orden de Santiago con sede de la Encomienda en Montalbán. El tres de agosto de 1275 Jaime I lo da a su hijo bastardo Jaime, que tuvo con Teresa de Vidaure.Luego la población estaba incluida en el XIV en el señorío de Ruiz de Castilblanque, que luego pasó a los Fernández de Heredia.Cuando la Guerra con Castilla, en 1366, el rey aragonés Pedro IV lo confisca a Gil Álvarez de Espejo que se había rebelado contra su autoridad.

El propio entorno del castillo lo hace por si inexpugnable, solo los vestigios rebajados en altura de un torreón cuadrado, que se asienta en la roca del Espolón,que lo sostiene. El acceso era muy difícil, ya que suponía pasar por un estrecho pasadizo en horizontal que desemboca en otro vertical por el que se accedía al interior a través de una escala o escalera de mano, que luego se retiraba.En el pueblo, aun bien entrado el s. XIX se explotaba la famosa mina de hierro y una fábrica de fundición que fabricaba armas y aperos todo ello de gran calidad y muy apreciados.

Tormón junta su antigüedad, sus atávicos yacimientos y su paisaje, aflorando el resultado en sus fiestas y tradiciones como en un espejo de otras festividades que vienen de la aurora de los tiempos, una de ellas es “el Judas”.A simple vista es el colofón de una fiesta cristiana hecha en el Domingo de Pascua.Se prepara un muñeco o monigote rellenando con paja el traje, que cubría un armazón de palos sujetando todo con cuerdas o alambres… muchos de estos Judas son pequeñas obras de arte manual.El muñeco se ponía en la calle e la Iglesia en su parte mas angosta y se le prendía fuego.El significado para los que no están en el “secreto” es la quema del apóstol traidor pero para los “iniciados” es una manifestación de la fiesta céltica del fuego, que limpia y purifica las almas, que las refina y regenera, las aquilata.

Hay quien piensa que esta curiosa costumbre tiene mucho de historia revestida de teatro… nos remontamos a la Edad media, al siglo XIV, tiempo convulso para estas tierras, en lucha Castilla y Aragón, el castillo de Tormón está a cargo de Gil Álvarez de Espejo.

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Pedro el Ceremonioso, estaba en estos momentos necesitado de más efectivos bélicos solicitados a los señores y a las ordenes Militares, esto hizo con Tormón,una y otra vez; pero no obtuvo respuesta del Comendador.Pedro no solo tenía que hacer frente al castellano sino a una rebelión en su propio reino.El ejercito del rey de Aragón sitiará el poblado y su castillo, que no era posible rendir, por mas refuerzos que venían y ofensivas que se lanzaban contra él, todo era en vano. Esto minaba la moral de las tropas reales y enardecía a los rebeldes. Pero el 24 de marzo de 1366 un caballero traidor envió la solución a los sitiadores, facilitándoles un plano para acceder al interior del castillo a través de la Iglesia; era como un acertijo, tenían que esperar a que el último rayo de sol del espolón se reflejara en la campana y señalase un hueco bajo una ojiva donde estaba un resorte en piedra que abría y cerraba la galería subterránea. El castillo fue tomado, el comendador rebelde destituido y llevado a Albarracín. El caballero traidor, de noble casa, confesó que había vendido el castillo y a sus compañeros por despecho lo primero y porque le habían prometido una villa; pues su amada años atrás había preferido a Gil Álvarez.El pactó con las fuerzas del mal, creyendo que le vendrían grandes beneficios amen de rendir a la mujer que no le correspondía. Tristemente, no fue así.El pueblo fue quien hizo justicia, ellos mismos lo capturaron, lo ataron de un poste y prepararon una gran pira, allí mismo, al lado de la puerta de la Iglesia, donde quemaron a aquel felón.”Pero no nos quedemos con una sensación triste…

Entre las localidades de Tormón y el Cuervo, que no tiene castillo, discurre el ríoEbrón, haciendo surcos y caminos por entre las rocas, formando una caprichosa arquitectura: saltos, puentes naturales, cuevas…recubierta por un tapiz de vegetación abundantisima… hemos encontrado el Paraíso en esta tierra, donde uno puede escuchar la perfecta sinfonía de la naturaleza que quiere conectar con nuestra sensibilidad y transformarnos…Dejemos que el poeta ponga el punto final a nuestro viaje, en el que hemos puesto nuestros cinco sentidos, formado parte de esta tierra y de sus gentes, rebuscando en el recuerdo del pasado pero viviendo este presente cara al futuro…

“Lazo de tierra que anudaA un ibérico paisaje

Y a mi pensamiento ayuda,Hacer de versos tu traje;Que el recuerdo es algo asíComo un rumor que se cuela, O como un panal que enmielaEste Edén que guardo en ti”…

Ricardo Fombuena “VIDAMOR”. Madrid 2006.

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Idea, texto y fotografías: Sonsoles Moreno Mayoral

Octubre -2006

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