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un libro de recetas
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Las recetas del libro que tiene en sus manos no son ni de cocina moderna ni de cocina tradicional:
son recetas de cocina natural, sana, fresca, práctica, de la que me gusta. Recetas que recomiendan
berenjenas de la huerta, tomates de Murcia, espárragos de campo o naranjas amargas de Valencia.
Son recetas heredadas que están cumpliendo una misión histórica en nuestra gastronomía.
No existe mayor satisfacción que la de cocinar un plato para alguien y hacerle feliz. Y eso ha
pretendido este libro. Hacer felices a las abuelas que han enseñado sus platos, a las madres y
padres que las han cocinado, a los niños que las han probado, a los lectores que las probarán y
reproducirán, y a un servidor, a quien le reconfortan iniciativas como ésta.
Lo he dicho muchas veces. No me cabe ninguna duda de que la cocina es el reflejo de la propia
sociedad. Por eso tengo que confesarle que me llena de satisfacción comprobar que en la cocina
de cada uno de ustedes sigue despertando más interés cómo hacer una buena sopa de cebolla
que una espuma de caviar al aroma de paprika. Si busca lo segundo, se ha confundido de libro.
Este libro no sólo le va a ayudar a suavizar la bechamel o a saber qué cocinan sus vecinas los
domingos. Le va a permitir, si así lo desea, divertirse, hablar con sus hijos, ir con ellos a por moras,
cocinar en familia y contarles cómo llegaba el mielero a su casa en verano cuando usted era más
joven. Yo, gracias a la cocina, aprendí mucho de mi padre. Aprendí a valorar las cosas de la tierra
y la importancia de algo tan natural como llegar a casa con un cesto de lo que había recogido
por bosques y campos y con el que nos ofrecía a mi madre, recién salida de la fábrica, y a mí, una
tortilla de colmenillas o un arroz con espárragos trigueros y guisantes. Pero mi padre me enseñó
también que la vida no está hecha sólo de recuerdos, ni se pueden tolerar actitudes nostálgicas
o lloronas de quienes, en lugar de plantar cara a la adversidad, se refugian en la idealización del
pasado. Y me siento muy afortunado por ello.
Por eso le animo a que haga de la cocina, además de una fuente de alimentación, una oportunidad
de disfrutar, enseñar y aprender. Comemos tres veces al día y, a este paso, nuestros nietos van
a pensar que lo que comemos sale de un programa informático o de una red social. Apague el
ordenador el fin de semana. Salga con su familia al campo, enséñele a sus hijos lo que es una
parra, pesquen juntos cangrejos de río, compre con ellos aguacates en el mercado y cocinen
juntos en casa. Hablen, experimenten, disfruten, sean creativos. La cocina puede ayudarnos a
luchar contra la cultura del usar y tirar tan común en nuestros días, porque no es un objeto más
que se paga con dinero. Detrás de la buena cocina hay una historia, unas personas, una tradición
y una oportunidad para hacer pasar buenos ratos a otros. Disfrútelo. Este libro combina los
mejores ingredientes: productos naturales, tradición familiar, fusión, creatividad y, sobre todo,
sencillez y síntesis. Todo lo que le gusta a Santi Santamaría.
Santi Santamaria • Cocinero • 7 Estrellas Michelín.
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INTRODUCCIÓN
Desde el momento en que surgió la idea de elaborar un libro de recetas,
sabíamos que el riesgo estaba asegurado. Existían otras propuestas mucho
más sencillas para recaudar fondos y apoyar la educación de niños sin recursos:
podíamos distribuir entre los alumnos huchas en Navidad. O vender camisetas
que, con mucho menos esfuerzo, probablemente nos iban ayudar a recaudar más
dinero en este curso. Pero buscábamos algo diferente. Buscábamos un proyecto
que implicara a profesores, alumnos y familias. Un proyecto que perdurara en el
tiempo y que además fuera divertido, útil, digno y bueno. Esto último era muy
importante. Quienes trabajamos en temas benéficos caemos frecuentemente en la
tentación de hacer cosas mediocres, porque, “como es para ayudar a quienes más
lo necesitan” parece que está justificado. Pero nosotros hemos optado por hacer un
libro de cocina de calidad.
Queríamos que participara el mayor número de familias posible y, que
además, lo hiciera no con cualquier receta sino con aquella “que siempre hacemos
cuando vienen invitados, porque siempre sale bien”. Preferimos por ello no pedir a
cada clase o colegio un tipo de plato, sino dejar a cada uno elegir, y hacer un libro
con la recopilación de esas especialidades de cada familia.
La riqueza que tiene hacer una recopilación de recetas más de quinientas
familias, conlleva no pocas dificultades. Cada receta llegaba redactada en un tiempo
verbal diferente, expresiones locales, o unidades de medida distintas. Hemos llevado
a cabo una tarea de homogeneización en la que ha habido que cambiar títulos,
palabras y expresiones. Por ejemplo, “batir las claras a punto de nieve” la hemos
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cambiado por “montar las claras a punto de nieve” en todas las recetas en las
que aparecía. Esperamos que los autores comprendan que éste tipo de cambios no
responden a la incorrección de ninguna de las formas, sino a un tema de unificar el
estilo y de facilitar la lectura y el uso.
No se trata de un libro exhaustivo al que acudir para encontrar una solución
cuando uno no sepa qué hacer con un queso gorgonzola y un calabacín. Que cada
uno mandara su especialidad nos ha aportado un valor añadido muy importante,
pero no nos ha permitido tener recetas de todo y para todo. Este espíritu ha
hecho que mantengamos recetas de ocho brownies diferentes, pues aunque los
ingredientes eran parecidos y se podían haber unificado, cada familia es diferente,
y cada brownie tiene su historia. Y eso era lo importante.
No es, decíamos, exhaustivo, pero sí es un libro práctico. Es práctico porque
en él aparecen recetas simplificadas, cocinadas cientos de veces. Recetas que
muchas madres, padres, niños y abuelas hacen cada domingo. Cada jueves. Cada
día que vienen invitados o cada mediodía que no tienen ganas de cocinar. Y que les
gustan y os gustan tanto, que habéis querido aportarlas a este proyecto.
Tenemos la esperanza de que “Sabores de casa” os enseñe mucho más que
quinientas veintiséis recetas. Queremos que cada vez que lo utilicéis o lo veáis en
vuestra estantería, os acordéis de que existe una fundación en vuestros colegios,
que es la Fundación Altius-UFV, que trabaja para dar una educación de calidad a
niños sin recursos y que en el año 2009 llevó a cabo esta iniciativa. Ojalá os guste y
os animéis a regalárselo a más gente; a que éste pueda ser vuestro regalo de empresa
para las próximas Navidades o a que convenzáis a vuestro amigo, el que tiene una
cadena de librerías, para que lo venda en su sección de cocina. Cuantos más libros
vendamos entre todos, más estaremos ayudando y más gente estará conociendo
la labor de la fundación. Si leéis un poco más allá de las recetas, podréis conocer
también nuestros colegios Mano Amiga, nuestro programa de apadrinamiento de
niños, los proyectos que lleva a cabo Altius en el mundo y en España, la gente que
hay detrás, y los muchos planes de futuro que tenemos por delante y para los que
contamos con vosotros. Por eso, aunque el trabajo ha sido duro y el riesgo estaba
asegurado, hace 9 meses y medio optamos por hacer este libro y no por distribuir
huchas de Navidad en los colegios.
Nueve meses y medio dura un embarazo, y nueve meses y medio ha durado la
gestación de este libro en el que tanta gente nos ha acompañado, cuidado, apoyado,
asesorado y, en definitiva, ha hecho posible que hoy podamos estar celebrando su
bautizo. A todos os agradecemos vuestra participación y colaboración. Sin ella, y en
esta ocasión no es un tópico, este libro no existiría. Esperamos que os guste, que
disfrutéis cocinando en familia, que os animéis a probar nuevas recetas y que nos
hagáis llegar todas vuestras sugerencias y aportaciones ([email protected])
para poder introducir mejoras en la próxima edición que, si Dios quiere, llegará muy
pronto.