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e r r libros W.· Harvey, Del movi- miento del corazón y de la sangre en los animales. Versión castellana anota- da y precedida de una in- troducción historicocrítica sobre los antecedentes, los orígenes y la importancia de esta obra por el Dr. Jo- Joaquín Izquierdo. Pro- blemas Científicos y Filo- sóficos. UNAM. 2a. Ed. mexicana. México, 1965. La primera edición castella- na del Movimiento del cora- zón apareció en'México el año de 1936 bajo el título Har- vey, iniciador del método ex- perimental muy ajustado a su contenido. Las dos consecu- tivas, fueron ediciones frag- mentarias, vieron la luz en Buenos Aires ( 1944) Y en Puerto Rico (1954). Todas ellas tuvieron una acogida en- tusiasta y sirvieron el prop5- sito del maestro poblano de difundir en los pueblos de ha- bla española el texto del sabio inglés muy poco conocido en el ámbito hispánico por falta de traducción al idioma co- mún. Dejando aparte a los eruditos o a quienes como Coyanes, Mariscal, y algunos otros, se ocuparon de les pre- cursores, el conocimiento de Harvey fue indudablemente muy superficial e incompleto entre nosotros. Quizá deba exceptuarse a los médicos ilustrados de los siglos xvrn y XIX, y, entre los humanistas, al P. Feijoo, que en la carta nÚmero 28 de sus Cartas eru- ditas da muestras de conocer, " si no de apreciar debidamen- te, el mérito de Harvey, cuan- do reclama, con argumenta- ción endeble, la prioridad del descubrimiento para el albéi- tar Francisco de la Reyna y en segundo lugar para el "fa- moso hereje" Miguel Servet, a quien se refiere a través de las Memorias de Trevoux donde el barón de Leibniz defiende el alto nivel de co- nocimientos sobre la circula- ción de la sangre, que alcan- zó el español heterodoxo. Acaso unas lineas más bas- tasen para hacer una presen- tación escueta de este mag- nifico trabajo del profesor Izquierdo, pero tal vez sea oportuno añadir algunas otras consideraciones. En e! prefa- cio de esta edición, refirién- dose a la de 1936, dice el ilustre comentador y traduc- tor de Harvey: Tal obra fue preparada co- mo lógica continuación de esfuerzos previos, encami- nados a lograr que la en- señanza de la medicina en el medio patrio dejara la trillada senda de! aleccio- namiento, principalmente verbalista y con miras in- mediatas hacia la práctica de la profesión, y entrara por lo que se ajusta a mé- todos de la ciencia experi- mental. Por dedicarla a revelar el camino que ha- bía llevado a Harvey a re- coger tan abundantes y ricos frutos, esperaba ayu- dar a que el hombre de ciencia moderno lo encon- trara, para inspirarse en la verdadera filosofía y la ver- dadera lógica científicas que deben animarlo. De- seaba que tan efectos alcanzaran de mo- do especial a los jóvenes de los países hispanoamerica- nos, para despertar y for- talecer en ellos las más tempranas y genuinas vo- caciones científicas. Estos propósitos de adoc- trinamiento no se limitaron a exaltar e! ejemplo señero de Harvey sino el de otros in- vestigadores y hombres de ciencia que merecieron su atención. El magisterio universitario del profesor Izquierdo, su completa dedicación a la Fi- siología, su dignidad intelec- tual, constituyen un alto ejemplo que han podido apre- ciar muchas generaciones de estudiantes de medicina en nuestra Facultad, del IPN y de la EMN. Debo recordar aquí que el maestro Izquierdo ha sido y sigue siendo uno de los más eficaces propulsores de los estudios científicos, que en nuestro medio yacían en ostensible decaimiento. Cons- ciente de esta ingrata reali- dad acude a informarse a las principales Universidades de Europa y de los EU de Nor- teamérica, para entregar lue- go sus renovadas experiencias a las generaciones> que le es- peran. Estos afanes lo han hecho acreedor al respeto y a la gratitud de sus discípu- los, de sus amigos y de todos sus coterráneqs. La UNAM reconoció el grado eminente de sus merecimientos otorgán- dole la investidura de Profesor Emérito de nuestra Facultad. Pero volvamos a la coyun- tura df' la que Harvey fue actor tan principal. El lar de Cambridge acude a Padua para realizar su voca- ción y allí queda impregnado de las esencias del Renaci- miento. Vive, durante aprendizaje, aq uellos IlIomen- tos esplendorosos en los que Ja persona humana lucha pa- ra librarse de las estructuras y prejuicios tradicionales. El hombre acomete nuevas em- presas y aventuras. El libre exalllen se enfrenta al crite- rio de autoridad. Surgen los albores de la "N uova Scien- za" cuando Galileo proclama en los recintos frecuentados por Harvey que la investiga- ción de los fenómenos natu- rales no puede realizarse por la mera observación cualitati- va sino que habían de some- terse al examen dinámico y cuantitativo. De regreso a su patria Har- vey lleva consi.e,'o los gérmenf's de la modernidad. Triunfa en los concursos académicos. es nombrado sucesivamentr> Fe'- low del ColeO'io de Médicos de Londres, Médico del Hos- pital de San Bartolomé, Jue- go profesor y más tarde Mé- 'clico del Rey. Los éxito, científicos y sociales no le envanecen ni sustraen de sus propósitos más elevados. Cuando sus obligaciones lo permiten se recluye.en su Mu- seum donde se aplica a con- trastar las ideas vigentes con la observación experimental. Elude la tentación, si es que la tuvo, de publicar apresu- radamente los resultados que iba reuniendo con laboriosa asiduidad; los elabora, los madura, los coteja una y otra vez con disecciones en distin- tas especies animales. Su ins- piración parece surgir de la vieja sentencia griega: "defi- ne, cuenta, mide", que aplica a su técnica de trabajo hasta que, después de algunos años, convencido de tener en sus manos unas verdades com- probables por tedas, entrega a las prensas de Francfort, en 1628, su trabajo más comple- to y sustancioso Exereitatio Anatomica de Motu Cordis et Sanguinis in Animalibus. Harvey era ya cincuentón cuando traspone sosegada- mente los linderos de la glo- ria y se convierte en uno de los más calificados soste- nedores de la ciencia moder- na. Un genial contemporá- neo suyo, De cartes, fue de los primeros en apreciar los méritos de Harvey. En la quinta parte del Discurso del t/lhodo (1637) da una refe- rencia sustancial del descubri- miento de la circulación de la sangre, aunque alterando la buena doctrina del sabio inglés con otros aderezos que no se avienen con ella. De - U29

libros...difundir en los pueblos de ha bla española el texto del sabio inglés muy poco conocido en el ámbito hispánico por falta de traducción al idioma co mún. Dejando aparte

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W.· Harvey, Del movi­miento del corazón y dela sangre en los animales.Versión castellana anota­da y precedida de una in­troducción historicocríticasobre los antecedentes, losorígenes y la importanciade esta obra por el Dr. Jo­sé Joaquín Izquierdo. Pro­blemas Científicos y Filo­sóficos. UNAM. 2a. Ed.mexicana. México, 1965.

La primera edición castella­na del Movimiento del cora­zón apareció en'México el añode 1936 bajo el título Har­vey, iniciador del método ex­perimental muy ajustado a sucontenido. Las dos consecu­tivas, fueron ediciones frag­mentarias, vieron la luz enBuenos Aires ( 1944) Y enPuerto Rico (1954). Todasellas tuvieron una acogida en­tusiasta y sirvieron el prop5­sito del maestro poblano dedifundir en los pueblos de ha­bla española el texto del sabioinglés muy poco conocido enel ámbito hispánico por faltade traducción al idioma co­mún. Dejando aparte a loseruditos o a quienes comoCoyanes, Mariscal, y algunosotros, se ocuparon de les pre­cursores, el conocimiento deHarvey fue indudablementemuy superficial e incompletoentre nosotros. Quizá debaexceptuarse a los médicosilustrados de los siglos xvrn yXIX, y, entre los humanistas,al P. Feijoo, que en la cartanÚmero 28 de sus Cartas eru­ditas da muestras de conocer, "si no de apreciar debidamen-

te, el mérito de Harvey, cuan­do reclama, con argumenta­ción endeble, la prioridad deldescubrimiento para el albéi­tar Francisco de la Reyna yen segundo lugar para el "fa­moso hereje" Miguel Servet,a quien se refiere a través delas Memorias de Trevouxdonde el barón de Leibnizdefiende el alto nivel de co­nocimientos sobre la circula­ción de la sangre, que alcan­zó el español heterodoxo.

Acaso unas lineas más bas­tasen para hacer una presen­tación escueta de este mag­nifico trabajo del profesorIzquierdo, pero tal vez seaoportuno añadir algunas otrasconsideraciones. En e! prefa­cio de esta edición, refirién­dose a la de 1936, dice elilustre comentador y traduc­tor de Harvey:

Tal obra fue preparada co­mo lógica continuación deesfuerzos previos, encami­nados a lograr que la en­señanza de la medicina enel medio patrio dejara latrillada senda de! aleccio­namiento, principalmenteverbalista y con miras in­mediatas hacia la prácticade la profesión, y entrarapor lo que se ajusta a mé­todos de la ciencia experi­mental. Por dedicarla arevelar el camino que ha­bía llevado a Harvey a re­coger tan abundantes yricos frutos, esperaba ayu­dar a que el hombre deciencia moderno lo encon­trara, para inspirarse en laverdadera filosofía y la ver­dadera lógica científicasque deben animarlo. De­seaba que tan ~enéficos

efectos alcanzaran de mo­do especial a los jóvenes delos países hispanoamerica­nos, para despertar y for­talecer en ellos las mástempranas y genuinas vo­caciones científicas.

Estos propósitos de adoc­trinamiento no se limitarona exaltar e! ejemplo señerode Harvey sino el de otros in­vestigadores y hombres deciencia que merecieron suatención.

El magisterio universitariodel profesor Izquierdo, sucompleta dedicación a la Fi­siología, su dignidad intelec­tual, constituyen un alto

ejemplo que han podido apre­ciar muchas generaciones deestudiantes de medicina ennuestra Facultad, del IPN yde la EMN. Debo recordaraquí que el maestro Izquierdoha sido y sigue siendo uno delos más eficaces propulsoresde los estudios científicos, queen nuestro medio yacían enostensible decaimiento. Cons­ciente de esta ingrata reali­dad acude a informarse a lasprincipales Universidades deEuropa y de los EU de Nor­teamérica, para entregar lue­go sus renovadas experienciasa las generaciones> que le es­peran. Estos afanes lo hanhecho acreedor al respeto ya la gratitud de sus discípu­los, de sus amigos y de todossus coterráneqs. La UNAMreconoció el grado eminentede sus merecimientos otorgán­dole la investidura de ProfesorEmérito de nuestra Facultad.

Pero volvamos a la coyun­tura df' la que Harvey fueactor tan principal. El es~o­

lar de Cambridge acude aPadua para realizar su voca­ción y allí queda impregnadode las esencias del Renaci­miento. Vive, durante ~u

aprendiza je, aq uellos IlIomen­tos esplendorosos en los queJa persona humana lucha pa­ra librarse de las estructurasy prejuicios tradicionales. Elhombre acomete nuevas em­presas y aventuras. El libreexalllen se enfrenta al crite­rio de autoridad. Surgen losalbores de la "Nuova Scien­za" cuando Galileo proclamaen los recintos frecuentadospor Harvey que la investiga­ción de los fenómenos natu­rales no puede realizarse porla mera observación cualitati­va sino que habían de some­terse al examen dinámico ycuantitativo.

De regreso a su patria Har­vey lleva consi.e,'o los gérmenf'sde la modernidad. Triunfa enlos concursos académicos. esnombrado sucesivamentr> Fe'­low del ColeO'io de Médicosde Londres, Médico del Hos­pital de San Bartolomé, Jue­go profesor y más tarde Mé­'clico del Rey. Los éxito,científicos y sociales no leenvanecen ni sustraen desus propósitos más elevados.Cuando sus obligaciones lopermiten se recluye.en su Mu­seum donde se aplica a con­trastar las ideas vigentes con

la observación experimental.Elude la tentación, si es quela tuvo, de publicar apresu­radamente los resultados queiba reuniendo con laboriosaasiduidad; los elabora, losmadura, los coteja una y otravez con disecciones en distin­tas especies animales. Su ins­piración parece surgir de lavieja sentencia griega: "defi­ne, cuenta, mide", que aplicaa su técnica de trabajo hastaque, después de algunos años,convencido de tener en susmanos unas verdades com­probables por tedas, entregaa las prensas de Francfort, en1628, su trabajo más comple­to y sustancioso ExereitatioAnatomica de Motu Cordiset Sanguinis in Animalibus.

Harvey era ya cincuentóncuando traspone sosegada­mente los linderos de la glo­ria y se convierte en unode los más calificados soste­nedores de la ciencia moder­na. Un genial contemporá­neo suyo, De cartes, fue delos primeros en apreciar losméritos de Harvey. En laquinta parte del Discurso delt/lhodo (1637) da una refe­rencia sustancial del descubri­miento de la circulación dela sangre, aunque alterandola buena doctrina del sabioinglés con otros aderezos queno se avienen con ella. De -

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FRANCOFVRTI.

Sumptibus GVILIELMI FITZERI.ANNO M. De. ¡rxrm.

de una lucha tenaz ponelos cimientos de la fwologíamoderna.

Contrariamente a lo quecreyeron los inmoladores deServet, su influencia sigue ac·tuando principalmente en l~

países anglosajones. El unita.rismo religioso moderno, querepresenta una modalidad decristianismo liberal, reconocecomo uno de sus antecesoresmás respetados a Miguel Ser·veto Las prácticas de estegrupo religioso están dirigidashacia la vida social y el ejer­cicio de la filantropía. Priest·ley, uno de los miembros másprestigiosos de la Royal Sacie·ty, contribuyó a difundir enInglaterra la doctrina y lasprácticas religiosas de los uni·tarios. En su libro History o/the corruptions o{ Christiani·ty recoge las ideas de Serve!y los socinianistas que cons­tituyeron la clave y el.puntode iniciación de este gruporeligioso. Quizá no sea aven­turado suponer que en lamente bien organizada dePriestley influyeran de con·suno Harvey, mediante sU!normas de investigador, y Ser·vet por sus inquietudes teo­lógicas. En los Estados Uni·dos, Channing y AbrahamLincoln fueron prosélitos con·secuentes de este mismo gru.po, la Unitarian Church, quedefiende la libertad del penosamiento religioso y la prác.tica de un humanismo ético.

Acotada por Izquierdo lasituación de los precursoresde Harvey en sus términosjustos, no queda disminuidala grandeza de nuestro atoromentado precursor, pues alproyectar su poderoso enten·dimiento lo hizo con tantagenerO!)idad y amplitud quesuscita admiración y respeto.

Con motivo del cuatricen·tenario de la muerte de Ser·vet apareció en el VoL xrode la revista Ciencia (1953)un valioso trabajo de H. deCastro, donde relata las rec·tificaciones que Servet pu~ohacer en las cartas geogra'ficas de Ptolomeo merced asu clara inteligencia y a sU!conocimientos geodésicos.

Habrá . de perdoná~/

esta ligera digresión a propo­sito del libro de Harvey, peroconsidero obligado que, ,'.pretender empañar la .1eg¡?·ma gloria del fisiólogo lOgles.

Pero esta actitud ecléctica,ante problemas poco conoci­des en su tiempo, no debeamenguar los méritos del in­signe descubridor.

J. J. Izquierdo dedica sen­dos capítulos de su. trabajopreliminar a esclarecer el va­lor de los datos y argumenta­ciones aducidos por distintosautores cuando tratan de atri­buir la prioridad del descubri­miento de la circulación de lasangre. Con rigurosa impar­cialidad y decoro académico,el maestro Izquierdo señalalos elementos espurios que sehan venido confabulando pa­ra enturbiar la verdad sobreeste trascendental descubri­miento; nacionalismo, igno­rancia, pereza, y nos convencede que ninguno de los antece­sores de Harvey logró obtenerlos elementos de evidenciaque lucen en los trabajos delsabio inglés.

De entre todos a los quese atribuyera la prioridaddestaca por sus grandes mere­cimientos y trágico destinoMiguel Servet.· Comparandola vigorosa personalidad delheterodoxo español con la deHarvey se observa junto a laradical diferencia de sus res­pectivos tipos humanos, ciertaidentidad de propósitos. Elprimero representa la acciónapasionada, casi mística, porla vivificación de la Fe cris­tiana y la simplificación delas relaciones teológicas. Elinglés parece desentenderse delos problemas metafísicos yencauza su acción al plantea­miento y resolución de pro­blemas concretos vinculadosa las estructuras vivientes y asu valoración cuantitativa.Ambos se rebelan, de distin­to modo, ante las normastradicionales, pero, u n o yotro, luchan denodadamentepor llegar a obtener certidum­bres. Servet de carácter reli­gioso; Harvey de índole físicay experimental. El español alarriesgarse por terreno máspeligroso pereció en la aven­tura, exterminado por la so­berbia y el fanatismo. El in­glés concentró su voluntaden obtener hechos compro­bables que le permitieranemitir una doctrina válida yoperante. A Servet sus sañu­dos perseguidores lo llevan almartirologio. Harvey refuta oelude a sus detractores y tras

se extendieron a los distin­tos estamentos, a la opiniónsecular y a los claustros uni­versitarios. Riolano y Prim­rose combatieron con argu­mentos capciosos la validez dela doctrina circulatoria. Esteúltimo llegó a decir: "¿ Quésignifica este descubrimientode la circulación de la san­gre? Los médicos antiguos ladesconocían y ello no les im­pidió curar a sus enfermos."Cuy Patin, inefable decanode la Facultad de Medici­na de París, pudo sentenciarsu inutilidad diciendo: Lacirculation était paradoxale,inintelligente, absurde. nuisi-.ble a la vie de l'homme.

Harvey tuvo serenidad ycontención ante sus contradic­tores, a los que fue refu­tando con datos precisos yfundamento experiment al.Los hechos que se descubrie­ron con posterioridad afirma­ron la certeza de sus descu­brimientos.

En la actualidad, todavía,historiadores minuciosos re­prochan a H a l' v e y ciertasanalogías entre su tesis delfuncionamiento circulatorioy la concepción del macro­cosmos de Aristóteles. Pero es­tas reminiscencias del pensa­miento antiguo que se puedanentresacar de los textos deHarvey, aunque contrastancon su actitud fundamental,tienen u n valor adjetivo.También se ha hecho notarsu posición ambigua ante lainterminable controversia en­tre vitalismo y mecanicismo

ex ERCltrA'lIO

ANATOMICA DEMOTV CORDIS ET SAN·

GVINIS IN ANIMALI.BVS.

qrrILIELMI HÁRVEI ÁNGL/.MlJiri&gii, e1Profr.lforis '!AnA/omi. in (Al-

k~'tN"¡"'- r.-litItllji.

cartes explica la contraccióndel corazón como debida aexplosiones de "un fuego sinluz" que calienta los ventrícu­los y expande la sangre envapores, los cuales al pasarpor los pulmones se conden­san de nuevo para volver alestado líquido en el ventrÍcu­lo izquierdo. Así el creadorde la Reglas para la direc­ción del espíritu, asumiendo elaspecto fundamental de ladoctrina de Harvey la inter­preta a su modo y proponeun modelo mecánico de laactividad cardiaca, más simi­lar al de un motor de explo­sión que el prosupuesto porHarvey de la contracción su­cesiva de las estructurasmusculares.

Pese a sus divergencias conHarvey, Descartes defiende,con decisión, la doctrina dela circulación sanguínea, queconsidera muy afín a sus pro­pias concepciones. Esta con­gruencia comprobable deideas, experimentos y resul­tados, g a n Ó rápidamenteadeptos y apasionados adver­sarios. U no de los más deci­didos contradictores fue elobispo Parker, de Oxford,que condenaba las nuevasideas en los rotundos términosque siguen: That mechani­cal philosophy is quite unfitfor solving the problems ofphenomena. Condenaba aDescartes junto a Cassendi yHobbes como los tres ateístasmás peligrosos de su tiempo.

Las manifestaciones de re­pulsa hacia los innovadores

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tratemos de conservar la quepueda corresponderle al granvilanovano por sus aportacio­nes a la ciencia y a la libertadde pensamiento.

Así debieron reconocerlomuchos hombres de b i e ncuando erigieron hace pocosaños el monumento a la me­moria de M. Servet en An­nemasse. Por cierto que laagresividad de las tropas na­zis se manifestó en Annema­sse desmantelando el m'onu­mento que en honor de Serveterigiera la solidaridad inter­nacional. No les valió el bron­ce de la noble efigie paraganar la guerra aunque sípara recolectar un poco másde oprobio al mucho que jun­taron.

La edición de la UNAMestá realizada con el esmeroque acostumbra, y creo queeste. libro de Harvey y el es­tudio que le precede habránde rendir provecho a los es­colares y a los estudiosos dela ciencia.

-José Puche

Historia natural de la agre­sión, compilado por J. D.Carthy y E. J Ebling(trad. de Juan Almela).234 pp. Siglo XXI Edito­res, México, 1966.

La historia de la ciencia espródiga en sorpresas_ Apenashabrá un fenómeno más uni­versal y de más vastas conse­cuencias que el fenómeno dela agresividad y, sin embargo,su estudio científico es rela­tivamente reciente. El propiofundador del psicoanálisis, fas­cinado por sus descubrimien­tos acerca del papel patógenode la sexualidad trastornadaen su evolución, tardó muchosdecenios en reconocer el va­lor autónomo de los impulsosagresivos, a los que, a:I fin,ubicó dentro de un existen­cialismo biológico como som­bríos servidores de la muerte.La agresividad, en la medi­da en que podía servir a fi­nes políticos o económicos,fue ampliamente racionaliza­da (justificada en nombre deideales, a veces ·pacifistas yconstructivos) y en sus mani­festaciones antisociales fuesencillamente proyectada ha­cia fuera, como algo animal,

patológico, en última instan­cia no-humano. Pero tantola racionalización como laproyección suponen una re­presión previa del fenómenooriginario, cuyo rostro no sepuede mirar de frente, por­que provoca angustia. Llegaun momento, sin embargo, enque hay que afrontar la ver­dad cuando las contradiccio­nes que nos la ocultan se hanhecho demasiado flagrantes odemasiado peligrosas. El po­tencial destructivo acumuladoen el armamento atómico estan absolutamente despropor­cionado respecto de cualquierfinalidad humana constructi­va imaginable, que es precisopreguntarse por las raíces yel sentido biológico de esatendencia que ha dado ori­gen a tales instrumentos dedestrucción y que parece fas­cinada por ellos. Cerca decuarenta científicos se reunie­ron en simposio en octubrede 1963 en el British Museum(Natural History) justamen­te con el propósito de aunarsus esfuerzos en pro del escla­recimiento científico de esteproblema. Las contribucionesy discusicnes de este simposioacaban de aparecer en caste­llano. Participaron en él bió­logos, etnólogos, psicólogos,psicoanalistas, sociólogos ehistoriadores. Las comunica­ciones no tienen desperdicio.Cinco de ellas están consagra­das al estudio de la agresivi­dad en el reino animal; otrascuatro abordan diversos as­pectos fisiológicos, psicológicosy psicopatológicos del fenó­meno; los cinco últimos estándedicados a la sociología yantropología de la agresividadhumana, con una atención es­pecial al fenómeno de la gue­rra y sus implicaciones en laedad atómica.

El acuerdo entre biólogosy etólogos (estudiosos estosúltimo, del comportamientoanimal comparado) es prác­ticamente completo: todosellos distinguen la agresividadinterespecífica (entre anima­les de especie diferente), cu­yo ejemplo más común es laque enfrenta al predador va la presa, de la agresividadintraespecífica (entre indivi­duos de la misma especie).En ambos casos ~e trata decomportamientos instintivos,pero si en el primero la íusti­ficación biológica es evidente.

no lo parece tanto en el se­gundo: ¿ qué ventajas puedetraer a una especie animal elque sus individuos luchenentre sí hasta la muerte?Los etólogos descubren va­rias: la distribución de terri­torios, de tal manera que cadaindividuo disponga de unhabitat y de comida suficien­tes, la selección del "mejor"para la defensa de la familiao la sociedad, el estableci­miento de jerarquías, de grantr.ascendencia para el apren­dIzaJe y la cooperación en losanimales sociales, etc. .. Contodo, los peligros de la luchaentre congéneres son dema­siado evidentes y de ahí quela evolución haya inventadouna serie de mecanismoscomportamentales para inhi­bir o hacer más raras y peli­grosas tales luchas. La mayo­ría de esos mecanismos tienenel carácter de comportamien­tos ritualizados.

Los psicoanalistas coincidencon los etólogos en reconocera la agresividad el carácter deun instinto autónomo, de pro­ducción endógena, pero quepuede ser activado especial­mente por la frustración y quepuede descargarse en múlti­ples formas: cuando no pue­de hacerlo directamente sobreel causante de la frustración,lo hará sobre un chivo expia­torio o se volverá contra elpropio sujeto, dando lugar alcomponente masoquista de lasconductas patológicas.

El acuerdo entre sociólo­gos, historiadores y psicólogos,en cambio, no es tan unáni­me. Para el antropólogoFreeman "la perpetua agre­sión y crueldad del hombrehistórico ... se explica sólo ...en términos de sus orígenescarnívoros y caníbales" (p.172). Para el sociólogo An­dreski la causa de las guerrassería, en última instancia, eldesequilibrio -señalado porMalthus- entre la poblacióny los recursos vitales. El his­toriador J. Burton, en fin, nocree que exista una agresi­vidad innata en el hombre,pero aunque la hubiera, nofuncionaría al nivel de los es­tados soberanos: no hay esta­dos agresivos.

Naturalmente todos estosestudios se inspiran en un de­seo: descubrir el modo deevitar las desastrosas conse­cuencias de la agresividad

para la especie humana y so­bre todo la más terrible detodas las previsibles: la gue­rra atómica. Etólogos y psi­coanalistas están de acuerdoen reconocer que los instintosagresivos son inerradicables ycumplen una función biológi­ca; se trataria entonces deenc?~trar sucedáneos sanos yPOSItIvOS para sus manifesta­ciones patológicas o antisocia­les. Nadie cree en los tratadosde paz perpetua ni en la pa­nacea de un gobierno mun­dial. Una participante echade menos una discusión delpunto de vista marxista de lalucha de clases como causade guerra. Esta ausencia es,en efecto, sensible. El terri­torialismo (cuya última mo­tivación es ecológico-alimen­ticia en los animales yeconómica en el hombre),la jerarquización social, ladefensa de los valores gru­pales, etc., siguen siendo mo­tivo y justificación de la agre­sividad humana tanto comoen las otras especies animales,"pero en el hombre acabantransformándose en conflictosideológicos que enmascaran,distorsionan y agudizan lasrealidades biológicas de base.

"Es evidente, dice Andres­ki, que siempre tiene quehaber alguna lucha en lassociedades humanas, pero só­lo si e por las necesidadesvitales habrá muertes. Peropreguntaremos: ¿ por qué loshombres siempre combatenpor las necesidades vi tales?¿ Por qué no comparten lascosas sencillamente y viven enpaz?" En su opinión la res­puesta la dio Malthus y deahí que proponga como so­lución el control de la nata­lidad. Pero evidentemente estasolución no puede ser sinoparcial. Es preciso encontrarsucedáneos a la guerra: elpsicoanalista Storr y el etó­lago Lorenz proponen las lu­chas ritualizadas (a través dela competición espacial, de­portiva, científica, etc.). Pe­ro habría que desenmascararprimero las ideologías agresi­vas que, utilizando el meca­nismo paranoide de la pro­yección, ven siempre en "elotro" (el negro, el comunista,el imperialista, etc.) las defi­ciencias y las intenciones tur­bias que uno no se atreve areconocer en sí mismo.

-Armando Suárez

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