Los Primeros Habitantes de España Según La Historia y Según

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  • 7/26/2019 Los Primeros Habitantes de Espaa Segn La Historia y Segn

    1/44

    DISCURSOS

    RE L C DEMI DE

    BUBN S

    LITR S

    DE B A R C E L O N A

    E N

    L RE EP IDN POBLIC E

    D U N R U B I O

    DE

    LA SERNA

    B RCELON

    MPRENTA

    E

    LA

    C SI

    ROTIYCI L

    DE

    CARIDAD

    Calle

    de Montealegro

    nt t m io

    19 4

    Reial Academia Boncs

    Lletres

    llllllllllllllllllllllllllll

    L -

    1~ 437 441

    1

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    LOS PR IMEROS

    H B I T N T E S DE E S P

    S GY

    L

    HISTORI

    Y

    SEGTNL

    BQUEOLOCI

  • 7/26/2019 Los Primeros Habitantes de Espaa Segn La Historia y Segn

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    .

    . . ~

    .

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    .

    ~.

    .

    , .

    . . .

    . . ~

    .

    ~ r sAcadmicos

    .

    :.

    Fuera en vano que in tentara ocultar, cn esto acto solem ~

    iic, l a turbacin de mi espritu a l considerai+ a alteza del honoi,

    qiic mc liablis otorgado, y la pequeiiez de mis aptitudes y rnb

    ritos para. crresponder t vuestra benevolencia y h los deberes

    que queilo obligado al traspasar l o s utibrwles de es ta .kea-

    deinia insigne.

    Cuando 181pesadumbre de los afios

    y

    la gravcdad dc invete-

    rados achaques en m i salud no han podido menos de hacer sen-

    tir su fatal infliieiicia en mis siempre menguadas facultades

    zcmo no he de extremecerme ante la idea de que mi coopera-

    cin en vuestras tareas acsdkmicas no pueda ser todo lo asidua

    y provechosa dc lo que mi corazn anhela

    y

    vosotros tenis .de-

    recho aexi gi r de mi? Alibntame, s in embargo, la esperanza de

    que ini buena voluntad podr suplir algn tanto mi insuficieii-

    cia,

    y

    que i i o siendo desconocidas de vosotros; por su notoria

    evidericia,-aquellasdesfavorables cireuristancias que cn mi coi-

    cnrren, slo habrkis tenido en cuenta, a l clevarine k este sitial,;

    m i acendrada vocacin por el estudio do la Arqueologia y de la

    Historia, arraigada y robustecida felizmente por el descubri-

    miento eii e l pueblo de Cabrera de Matar6 de una necrpolis dc

    Bpoci muy anterior

    L

    la venida de los romanos, cuya detchida

    exploracin puso de manifiesto preciosos ejemplares en cerkmi-

    ea, armas, inscripciones, monedas,, marcas y otros objetos del

    mhs subido valor para la prehistoria de esta regiOn de la penin

    silla ibhrica. ~.

    El gozo que tan rico y trascendental hallazgo nie produjo,

    impulsme dediearlc largas horas de estudio, .y h escribir l

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    Memoria que sobre dicha necr6polis corre impresa entre las que

    forman el tomo X de las de la Real Academia de la Historia,

    y

    algunos arttculos sueltos en Boletines y Revistas sugeridos por

    nuevos ejemplareslogrados en las excavaciones que se conii-

    niiaron rnetdicamentc mientras no se crey agotado el ajuar de

    aquella estacin arqueolgica, y por otros hallazqos de este or-

    den en mi pais natal.

    Mas, el titulo preeminente qwi sobre todo mi escaso y pobre

    haber literario puedo presentaros par a contarme en vuestro nii-

    mero, es el cariiio

    y

    la admiraci6n de que mi alma rebosa por

    esta tierra, catalana, tan atrayente no slo por los encantos na-

    tiirales con que k Dios plugo dotar sus costas, valles

    y

    monta-

    iias, sino por la prosperidad, culhra y civilizaci6n que sus

    hijos supieron elevarla con su ilustracin

    y

    trabajo. Si la gene-

    ralidad de sus ciudades y pueblos no lo acred it an , lo pregona-

    ra muy alto esta

    inkente metrpoli con su industria

    y

    comercio

    exhuberantes, con siis monumentos antiguos

    y

    modernos, con el

    sorprendente renacimiento y progreso en artes, ciencias y lite-

    ratura,

    y,

    fiiialmcntc, por cl desbordamiento. de su urbe hacia

    todos lados dcsdc que fueron rotos los diques que la aprisiona-

    b a ~ ~asfixiaban en estrecho recinto. Rien pudo decir de.ella

    al cantar sus excelencias aquel llorado inmortal poeta ca-

    t,alAn:

    Junys bcsar'eoldvian tes pens ab ses onades

    . eiclatcs

    de

    tu grnitdesa, Aess y Llovegat

    y ser de tes

    reductes tro?zeres aoansadcs

    los

    p i t s

    de Catalunya, Montseny Montserrat 1) ;

    . .

    Desde que allh cn mi pais, la antigua Rastetania, leyendo

    al principe dc los ingenios castellanos, t'ropec con aquella tan

    grkfica como breve seinblanza que nos dej de Barcelona, re-

    piitkndola Arcliiuo de

    la

    cortesfa, albergue de os eztranjeros,

    tiospttnl de los pobres, patria de.

    los

    vatienles, venganza de los

    ofendidos correspondencia grata. de firmes aniistadcs, en silio

    en belleza iLnico recrekbase mi mente con la ilusin de llegar

    conocerla dlgiin dia, muy lejos de imaginarme que la Provi-

    dencia la tenia sckaladn como aquella eii que mi obscuro destino

    en la tier ra habia dc cumplirso.

    1)

    da Barcelono, por

    J ac in to

    Vcrdnguet versos

    69 7.2.

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    -

    2 3 -

    Asi fui: que, con el fin primordial de satisfacer aquel vehe-

    mente deseo, vine h terminar mi ca rr er a literaria cn esta Uni-

    versidad, en la que recib

    In investidura de Licenciado en Dc-

    recho con aquella

    inolvidable

    y tierna solemnidad prescripta

    para el caso en aquellos tiempos; mejores sin duda, y no por

    pasados, que los que hoy corren para la ensciianza en general,

    y para los Institutos

    docentes del Estado en particular.

    Hallhbase entonces la 'Universidad instalada en aquel ve.

    tusto edificio que habia sido convento del Carmen, hace aos

    desaparecido, y formaba el claustro de Catedrticos un conjuii-

    to de eminencias, una ~e rdadern lyade de catalsries ilustres,

    que en aquellas mal acondicionadas aulas dcrramabaii en rau-

    dales 1uininosoSsu sana

    y

    bien cimentada cicncin, infiltrndola

    en el corazn y en la inteligencia de sus alumnos, siempre rcs-

    petuosos y absortos c n oirles t.).

    No dudo, scorcs AcadBmicos, que habrn ya neudido vues

    tra mentc, sobre todo en la de aquellos de vosotros quc desde

    hace alios peinis canas, los nombres venerandos de Marti

    Eixalii., Anglasell, Nila y Fontanttls, Permanyer, Roig y Rey,

    Elubi6 y Ors, Vergs y Ferrnanycr y otros, con cl de nuestro

    por tantos tltiilos eximio Presidente, nico que sobrevive de tan

    escogido plantel, honra

    y

    prcz del profesorado y de esta mismri.

    Academia, en la que brillaron como astros de priinera 111aj.:

    nitud.

    Por una dc csns vicisitudes iiiiprcvistas qiie trastornaiido

    todos nuestros planes de actividad p2~ra'la ucha por la vida les

    imprimen nueva direcciri, hubo dc

    fijar

    aqui mi domicilio

    y

    ho-

    ga r, en el que iixcieron mis hijos,

    y

    van niciciido iiiis iiieto3,

    por cuyas venas corre saiigre de estirpe c:ztalaiia. Ved si, .con

    todo esto, no son bastantc estrechos los lazos que me unen esta

    hermosa tierra para quc la considere y arnc titrito como aque-

    lla en que se iieci mi cuna, y que

    os otros

    vens honrar y

    enaltecer en e l ltimo de sus,hijos.

    Vuestros sufragios me traen ocupar la plaza vacante por

    fallecimiento dcl electo

    D

    Ramii Arabia y Solallas, arrebatado

    S la patria

    y ii

    las letras en edad todava, temprana para que

    con su talento, ilustraci6n

    y

    'amor a l trabajo, pudiera acrccen-

    --

    (1) Durniit doce niios do estudios en

    vi

    Iosti'ti~toy cnntro Uuivershln- ,

    des

    no

    recuerdo qiic se promoviern.

    el

    menor ncto dc,indisciplinn,rii

    l

    m xs

    ,

    leve algarada cstiidin. til.

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    )-

    tar su ya meritisima labor en pro de la cultura y progreso de

    su querida Catalua en las diversas manifestaciones de su rena-

    cimiento. La circunstancia de no haber llegado el Sr. Arabia

    9

    tomar posesin de su plaza de Acadmico me priva de aadir

    una palabra mks en su elogio.

    Entrando, pues, en la materia tema de este discurso, habr de

    someter vuest ra benbvola atencin unas breves consideracio-

    nes concernientes k los primeros habitantes de nuestra Peuin-

    sula, cuyo origen, as1 como el dc todos los pueblos antiguos del

    globo, se hallii. envuelto en densas tinieblas, travhs de las que

    no han podido caminar con paso seguro los ingenios quc con

    mayor ah incoy sagacidad han tratado de investigarlo

    y

    escle-

    rcccrlo, ni aun con el auxilio'dc la Arqueologia y dc otras cien-

    cias, como la Antropologia y la Filologia, que han apa,recido

    -

    modernamente en el exteiiso campo de la Historii~. pesar de

    esto, no se ha vacilado en sentar tcorias sistemkticns, incon-

    sistentes, y, t veces, absurdas, quc iiupulsos de una sana cri-

    tica, de nuevos testimonios, sc iinn abandonado, quedando su.-

    midas en el mayor dcscr6dito.

    La

    gcilcralidad de los escritores que se hnn ocupado cn cl

    origen de nuestra iiacionalidad, aferrados

    6

    las descripcioncs de

    los gebgrafos historiadores de la antigedad clAsica, no han

    procurado sacudir el yugo do una a~~toridadoiisagrnda por una

    rutina secular, accptarido sin critico eximen sus narraciones in.

    co crcntcs, sin otro fundamento que el de su fan tas ia y cl d las

    noticias vagas, incompletas y err6iieas que tenian acerca del

    mundo, friera de los Hiiiites de aquella parte.dc1 mismo cn que

    habitaban.

    Por otro lado, los monumentos (cntcndiCridosc por tales toda

    clase de objetos de antigedad

    reconocida)

    quc la casualidad

    explyraciones intencionadas pusicron dc mariifiesto en tiempos

    pasidos, no se apreciaron cn todo su valor, ni menos se estudia.

    ron como pgini~sclocu'cntcs de -otras edades,

    desconocierido

    quc cn cllos sc condensa irecueiitemente la historia verdadera,

    auiiquc desnuda, como deca Csar Cant.

    No faltaron en Espaiia hombres emiileiites que se dedicaron

    al cstudio de las antigedades; puessi retrocedeiuos algunos si.

    glos, hallaremos ya en el

    xvr

    nl sabio prelado tarraconense

    D

    Antonio Agusti~i; Florikn Do i:ainpo, k Zurita y k Ambro-

    sio de Morales, entre otros; en el

    x v I r r

    (saltando sobre el

    ~ V I I

    por que, si bien fu el de oro do nuestra literatura y Bellas Ar-

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    - 2 5 -

    tcs, nos leg muy poco cn materia de Iiistoria antigua), sobre-

    salieron igualmente cn aquellos estudios el insigne P. Enrique

    Flbrez, D FranciscoPrez Rayer,

    D.

    Gregorio Mayans, el mar-

    qu8s de Valdeflores, con algn otro; pero todos ellos, y los que

    principalmente han florecido en la ultima centuria, tales como

    D

    Antonio Delgado,

    D.

    Jacobo Zobe1,D. ~e lcst ino ujo1 y Cainps,

    1 .

    Juan Vilanova,

    D.

    Francisco Tubino

    y

    otros, con el sabioale-

    m h n ' ~ r . . Emilio Rbner, al que la Espafla cs deudora de un mo-

    numento epigrhfico tan grandioso co111o cl que le levant,cn su

    orp i~ s

    nscrip;ioi t i tnz Lritinnrum Ilispnr~ice,dirigieron espccial-

    mente sus espcculii,ciones hacia la Arquitectura, la Epigrafia y la

    Nurnismitica; antiguas si, pero dcntro ya de la esfera y del domi-

    nio dc la Historia, por l o que nada nos revelan ni pueden en-

    sefiarnos relativamente a los aborigenes ibericos.

    Los grandes descubrjmicntos que desde el siglo d8cimooct.z-

    vo has ta nuestros diss vienen verifichndose en Egipto,' Asiria,

    Caldea, Persia y otros puntos del Oricntc, asi como en Et r~ ir ia ,

    desde tiempos anteriores, han perinitido profundizar en el cono-

    cimiento dc aquellas portentosas civilizaciones, y por su rcsul-

    tado sc lilt visto la necesidad imperiosa de recoiistituir la Hisloria

    en iiiuchos puntos, i'ectificnndb sucesos cuyo anacronismo fal-.

    sedad qucdaban pnterites,

    y

    aiiadiendo otros ignorados aritcs;

    pcro debiendo cuidar el historiador de no limitarse una simple

    narraciii mis 6 menos ordcnada de hechos pasados tcnidos por

    verdaderos, que cs como se escribia y se deinia aGel la ciencia,

    sino que, dcspus de ordenarlos cronolgicamente, haba que

    fijar su intima relacin y eiilace, clcv~~~ldosee los efectos

    d

    las causas, de los Penbmenos

    la lcy que los rige, inspirhndose,

    cn una palabra, en la Filosofa dc la ~ i s t o r i h .

    Pa ra lograr u n fin tan racional y cientfico, vinieron en

    ayuda de aquella

    la.

    Arqueologa, l a Antropologia

    y

    la Geologia:

    abarcando la primera el cstudio de los restos que el hombre nos

    dej6 desde su aparicin, ya sea en el concepto literario (Filolo-

    ga,

    Paleografia, Epigrafin)

    6

    ya en el monumental

    artistico:

    la scgundn, tomando al.ruismo hon~ bre omo un ejemplar en la

    escala zoolbgica, de la especie, horno, estudia sus

    facultades

    fisi-

    cns

    y

    psquicas,

    y

    por mediodel examen compara.tivo de las

    dimensiones y configuraci6n del criLneo se csfucrza en distinguir

    y

    clasiiicar el caritcter tnico de las razas humanas,

    y

    en deter-

    iniiiar su etnografia

    las regiones quc habitaron en tiempos

    -que no alcanzan los testimonios cscritos monumentales, ni aiin

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    aquellos que, como los de Egipto Asiria

    y

    Bibilonia, se remon-

    tan a cuarcnta r cincuenta siglos antcs dc Jesucristo; y, final-

    mente, la Gcologia, desentraiiando las difercntcs capas que ior.

    man la corteza terrestre coi?10 resultado de las convulsi'oncs, ca-

    taclismos y transformaciones que en un principio y por dy-

    rante una la rga serie de sig loshubo de experimciitnr nuestro

    planeta,

    las clasifica segn las edades y periodos de su constitu-

    cin, seiialando aquellas en que aparecen los primeros vestigios

    de vida orghnica, vegetal

    y

    animal, y cuales pudieron ser los

    entes de estos dos reinos de la Naturaleza que surgieron y prc-

    valecieron en aqucllos periodos.

    Veeinos, sentadits cstas ideas preliminares, Lo que la nuti

    giiedad nos 'dice en sus textos escritos y en sus monumentos

    acerca de 13s gentes que ocuparon primitivamente la Peilinsuls

    Si nos atenemos la erudicin, s610 los Griegos se debcii

    las primeras noticias sobre-las regiones occidcntalcs de Europa

    y, por lo tanto, sobre esta en que htbitaillos. Su situacin gco-

    grfica a l cxtrcmo del ii'editerrbneo, que la haiia por Lcvaritc

    y

    Medioda, habia de haccrla asequible

    los priinei-os nnvegarites

    que surcaron sus aguas, y que, ya impelidos por l a fuerza in-

    contrastable de los vientos,

    ya

    con cl intento de descubrir uue-

    vas tierr;is donde hallar medios de subsistencia suficeiitcs

    adccuados sus ricccsidi~des gnero de vida, arribaroii sus

    costas. Conocidas las condiciones tan favorables no slo de bstis,

    sino del interior del pais, por la bondad del clima y l a feracidad

    del suelo, cabe suponerquc aquellos advenedizos fijaro~i' cfiui-

    tivltmente en 8 sil residericia, y que entabladas, andando el

    tiempo, relaciones de comercio con otros pueblos, del litoral, fu6

    extendindose, paulatina imperfectamente en un principio,

    y

    de unos cn otros, cl conocimiento de todos cllos. AS y siil que

    sea dable en

    mi

    concepto asegurar cual iucsc.cl verdadero coil-

    ducto por dondc Ilekitron 1%Grecia las primeras nociones re-

    ferentes

    cstc tcnido entonces por exlremo dcl inundo, apode-

    r&ndosede ellas 1'0s poetas

    y

    gegrafos las itbiiltaron ~ n a r a

    villa, y las exornaroil con los br il lantes~o loors uc la faiitasia

    de los primeros y laimaginacin dc los segundos podian prestar-

    les, y que se revelan en las Ckbulas y leyendas en que los albores

    histricos de Espaa aparecen envueltos.

    Aquelia facultad prodigiosamente iilvcntiva que supo produ

    cir tantas divinidades olimpicas

    y

    tantos hroes legendarios, de

    bia de inventar

    forzosamente

    empresas y hazaiias conformcs

  • 7/26/2019 Los Primeros Habitantes de Espaa Segn La Historia y Segn

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    la sublime grandeza de unos sercs celestiales,

    superiores.

    cuando menos, a l comn de los mortales. Dc aqui la venida de

    nrcules

    al

    frente de ejrcito poderoso pa ra

    arrebatar

    los gana -

    dos de Geriii, monstruo de tres cabezitc, a l que vcnci

    y

    mat6;

    la ereccin de las dos famosas columnas de su noiubrc en el

    Estrecho, y su dominacili en toda l a Ihoria. en l a quede j a l

    par tir algunos de sus compaii os de empresa y varios coloniza-

    dores pr~cedei~tese Mesenia y de Lacedemonia.

    De

    aqui la

    expedicin d e Pan, jeCe de los ejrcitos de Baco, y el nombre dc

    IIispania, esto cs,'ti erra lejana, scgn Plutarco, que de aqucl se

    di6 la Pcninsula y adoptaron los romanos con preferencia a l

    de Iberia, usado por los Gricgos.

    Trogo Pompeyo, historiador latino del siglo a. d e

    N.

    E. y

    su coinpeiidiador Justino (siglo

    11

    d de

    J. C.

    nos hablan de la

    estupenda guerra de los Titanes contra los Dioses, en Tar tes is,

    ciudad inmediata a l Tarteses, cl Retis de los romanos y nuestro

    Guidalqiiivir, ent re cuyos reyes fueron los mi s famosos Galgoris

    y

    Habidos, salvado Bste milagrosamente de las rcpctidas a se .

    chanzas de aquS1, su abuclo materno, con cl fin de matar lo, por

    Iinberle tonido su hija i ucra de matrimonio.'

    Comentando EstrabOn algunos pasajes del cantor de Ulises,

    afirma que no es slo cn las costas de Italia y do Sicilia en doii-

    de pueden encontrarse vestigios de los rclittos homkricos, sino

    en la misma Ibe ria , como lo probaba la existericia e n sta d e

    una ciudad Ilamnda

    Ollissea

    (prxiiua Abdera), un templo. de

    Mincrva y muclios otros indicio3

    y

    rastros de las aventuras

    del infortuiisdo hroe. Asegura igualmente el mismo historia.

    dor y ge6grafo que Homero dcbia de conocer la Tartcsidc,

    por cuanto eii aquella rcgibn ibCrica coloc los Cainpos Eliceos,

    tier ra feliz doiide los hu mn nos pasan

    s in

    in lerrupc i6n d ias ve~i-

    lt~rosos: n Ea qtie no se conoce la nie ve, n i el frio ni la l lu i i i ;~

    entu rbi a la ni1idez.de los cielos, eiz Ea que los ditlces alientos qu e

    recibe del

    Ocknrio

    llevan con suave murniitllo

    u

    frescor deli-

    cioso 1 ) .

    Si ,aceptamos la opini6n de un distinguido cscritor f ra icb .dc

    nuestros dias, l a misma isla de Calypso con su cricantada gru ta ,

    lugar del cautiverio dc Ulises, no cr a otr a que l a Esparia. En

    cfecto,.ocupndoso Ir. Pli. Champi~ult e la obra publicada por

    Vctor Bcrard con cl titulodc Les P h ~ o e i e ~ i st l odyssde, con

    1) Homero Odis. Canto IV .

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    - 218 -

    el fin de reconstituir en algunos puntos la geografa y la historia

    del Nediterrneo, sostiene que no es en la isla del Peregil, en la

    costa de Iarruecos, donde debia de hallarse aquella caverna

    tan mgicamente descrita por Hoinero en el canto V del poema,

    como sostiene dicho autor, sino en EspaRa, junto a l Peiin de

    Gibraltar, por.convenir esto paraje con la afirmacin del poeta

    de que la diosa habitaba en los alrededores de la colmua que

    sostiene al.cielo en los limitcs del Occidente,

    y

    por coincidir la

    misma gruta con la que describe el poeta rabe Edrisi, quien,

    r iri8ndose Gibraltar, dice que. .del lado ael mar, junto al

    puerto de los Arboles, se vB tina vasta caverna de la que fluyen

    dos manantiales de agua vivan, detalle que falta c.oinpletamcritc

    en la de la isla africana, en cuyo interior debian de brotar cua-

    tro fuentes segn la Odisca.

    >fr. Cbampault funda, ademis, su opini6n en quc la distan

    ciit que media en tre Gibraltar

    y

    1;a isla dc Iscliia, quc. l afiim~i.

    ser la famosa Schcria, pucde sa1vxrse:cii diez y siete dias .con

    diez

    y

    sicte noches, que

    fu

    cl tiempo empleado por Ulisks desde

    que libro de sil largo cautiverio, einpreridib la navegacin hastn

    su arribo

    la isla expresada 1).

    En

    mcdio de todas estas Iiibulas, 6 atrcvidas narraciones,

    y

    dc otras que omito en obsequio 1 la brevedad, no pnede menos

    de traslucirse,

    con mucha antelaciOn los tiempos homericos,

    u n vago

    y

    obscuro conocimicnto de la existencia dc nuestra Pc

    ninsula en el extremo occidciit~l e la tierra; vaguedad que

    subsisti

    hasta los siglos inmediatos

    la

    venida de los romanos,

    sin que bastaran.

    disiparla, ni las supuestas remotas cxpedi

    cioiies maritimas de los Fcnicios por el Mediterrhneo occidental

    y por el Atlntico, hasta las islas Cassitrides, en busca dcl es-

    taiio, ni su establecimiento cn la Peninsula como colonizadores,

    ni los mismos Griegos con sns.famosas colonias en nuestras cos-

    .tas

    y

    e n las de la Galia.

    Sostiericn reputados autores modernos que los FenicioS no te-

    nian medios ni aptitud para emprender aquellas navegaeioncs

    en los lejanos tiempos cn que Se les supone, que alguiios reinon-

    tan hasta la guerra de Troya, por e ~ n t on el comicnzo de su

    historia no eran sino un pueblo pequeiio y miserable, siii otros

    barcos que los prccisos para la pesca, iinpropios para

    separarse

    desu limitado litoral,

    y

    por que, prescindiendo de esto,.no tarda-

    1) evista

    a cienee

    Socialc 1902, pBg

    417

  • 7/26/2019 Los Primeros Habitantes de Espaa Segn La Historia y Segn

    11/44

    .-

    219 -

    ron en quedar sometidos sucesivamente

    los Egipcios, ihiriosy

    Persas, sin haber constituido jain8unna nacionalidad propia, ni.

    alcanzado otra civilizacin que la pcculiar de a ~u el lo s repo.

    tentes .imperios. Se supone, adems, a los Fenicios,

    h

    la termina

    cin del- largo reinado de Ramsks 11 cn Egipto (siglo XIV ante :

    de J C.) como piratas , ladrones y sanguinitrioe.

    Todo esto no se compadece con lo que otros escritores de au

    toridad reconocida exponen sobre iina invasin de l a Siria por

    1o.j Cananeos, en un periodo sincrnico con la dc los Hycsos 6

    reyes pastores cn Egiptc; (siglos

    XXII 6 xxr

    a. de J. C.), duri~rite

    cuya dominacin los Fenicios, nombre que los griegos dieron t

    los Canitrieos, desarrolla ron sus condiciones

    y

    elementos.de pros-

    peridad y civilizacin e n su s famosas y florecientes ciudacies de

    ~ y r o , - ~ i d nArados, que tan activo comercio. sostuvieron con

    Egipcios, Asirios g Gricgos. Aunque admitamos que aquel puc.

    blo tard6 todavin bastantes siglosen al ci ne ar tal grado de pro-

    greso, no seria improbable que hubiese llegado

    e1

    en

    el

    siglo

    antes de N E., &poca en que se cree-escribi I-Iornerosus obras,

    y que su decadencia no fnern m u y accntuada a l quedar some-

    tido los Babilonios en 673 por Ncbukadnezar,

    6

    it los Prsas

    por Ciro en 636 6 uand, finainiente, Alejandro DSaguo logr

    en

    332

    la conquista d e la opulentii Tyro.

    El tcsto: griego m8s antiguo

    6x1

    que se hace mciici6n de los

    Iberos p~t rece aber sido cl periplo atribuido

    h

    Scylas de.Ci-

    ryaildn, gegrafo de ls ig lo

    IV

    a. de

    J

    C

    y

    conteinp0r8i~eo dc

    Aristteles 1).

    Enipieza

    la

    descripci6n de

    s u

    viaje desde las co l~imnas e

    HBrcilles, exponiendo que los primeros habitantes d c Europa

    eran los Iberos, y que antes de Emporia? habla un rio llanlado

    Ebro, como tambien una gentc lbcra.

    .V,zrrn, calificxdo por Quintilitu~o de

    Vir

    omanorum

    r i l l r l i

    t iss i i~zus ue escribia en el siglo prjmero a. de

    J.

    C ci t ;~ los

    Iberos cn primer lugar entre los pobladores de-Espaiia, los'que

    siguen en orden los Pcrsas, los Fenicios, los Celtasy los Carta

    gineses. Asi lo confirma Plinio el viejo

    6

    el Naturalista:

    : l n uni..

    ~

    1)

    H. ~ ~ r b o i se Jiihainville, Cours

    de

    L i l d ~ a l u ~ e r l l i q u ~

    ... X I I

    p8ginas il y

    56

    Este eruditlsiuio y ssbin escritor, en su obra Les P r e n i i e r r

    a

    H b i t n n ts d e l'E,cro , t 1, L 1, c 111 dice

    que

    el periplo do Scylax res-

    pecto

    da

    lbs cost,as d c Espaa, parece

    sor

    eontemporAiieo d c Heenteo, fines

    . .

    del siglo VI prii:cipios del v.

  • 7/26/2019 Los Primeros Habitantes de Espaa Segn La Historia y Segn

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    -

    n2

    -

    versnm hispaninin A Vnrro perunisse Iberos t Pdrsas

    t

    Phoe-

    nices Celtasque et Poenos l rade t , dice en el libro de su Histo-

    ri a Natural.

    Esta teoria ha sido aceptada, por lo genera l, y es la que apn-

    re ce en casi todas las obras do Historia, de Espaiiit desde los

    tiempos de Vnrrn, pues si bien Estrabn,

    y

    con el no pocos a u-

    tores, hacen caso omiso de los Persa s, es porqiie en el testo dc

    Varrn, Pcrsas

    y

    Fenicios dcbcn entenderse como sinnimos po.

    Siticamente, en v i r t ~ ~ dc estar sometidos los segundos

    6

    los pri -

    meros en la,epoca

    que se refiere 1).

    Con el noriibre de Iberos no quiso sig ~ificarseuna raza pnr-

    tieular distinta de la que ocup prirnitivaaicritc ot ras regiones,

    tarito del Norte d e Alr ica coino del lado allA de los Pirineos y del

    litoral europeo dcl iiIcditcrrAneo, piies las conesipnes t n h t s en

    tre los habititiitcs dc todas ellas son e~~ iden tes .i aquclla denomi-

    nacin expresa la idea de que los primeros pob1:~dores de Es-

    pafia del Occidente de l A s i t ~ . e la limitada regiii

    que en tre cl CAucaso y el mar Caspio se llnni Iberia, como.pi-e

    tenden distinguidos historindorcs; sino qiie del rcqp griego,

    y

    del

    Iberzts

    latino, con que los antiguos designaron e l rio Ebro

    EC

    formar011 las voces de IOcro 4 Tberia, aplicadas l l a Peninsuli~

    y

    sus habit:~rites, tlcsde los Piriiieosal Estrecho de Gibr:Litai.

    y desde el Mediterrneo n1 Atldntico; y aun se oxtendicron aque

    Ilas-voces, eii un pr ii ic ip i~ , l a Galia mcridioiiitl y orilln de-

    r echa dc l ~ dan~ , ' ha s t . auc los Ligures conquistaron el litoral

    ent re estc rio

    y

    los Pirineos, lo ciic~l udo tener ef ee to fines del

    siglo

    V

    a, de N. E., desde eiiyo tiempo q~i cd ar on ichos montes

    por limite septentrional de l a Iberi:~.

    En este sentido lato usaron los repetidos nombres de Ibero

    Iberia algunos gegrafos

    e

    historiadores de l a antigua Grecia.

    como Rerodoro de Heraclea, siglo

    v

    a . de J . C., ciiando en

    s l

    obra sobre Heracles dice quo los Cunnetes, habitantes de las

    orillas del Guadiana, y los Tartcsios, de las del Giiadalquivir y

    demas tierr as hasta frento las Baleares, eran de raza IbBricn:

    aun puoblo, en fin, quc llcgaba

    l

    la orilla derecha del ~6 ;l an on .

    Thucydidcs y Philisto de Siracusa se expresan en el propio sen-

    tido respecto de los Sicanos, ribereiios del Sicano, h o ~l

    Jc i~ r .

    .

    En el citado pcriplo de Scyla s, del que se sirvi Rufo Festo

    1 ) D A rbois,

    oh.

    cit.

    t .

    XI1 pRg. 33

  • 7/26/2019 Los Primeros Habitantes de Espaa Segn La Historia y Segn

    13/44

    -

    zi -

    Avicno nueve siglos despus par a su rn

    mnriliirecs

    o descrip-

    cin de las costas del DIeditcrrkneo, la voz Iberia venia es -

    presar tan s610 el

    N

    E. de Espaiia, por cuanto se habla de los

    Iberos en contraposicin de los Tartesios. El mismo sentido res

    tringido us Herodoto en el libro primero de sus historias, 3

    adoptaron tambiCn Eforo, un siglo despiiCs, y Scymno de Chio,

    en su Pcriegesis en el siglo primero a. dc N E., al decir que des-

    pus de los Libioie~iieios staban los Titrtesios

    y,

    despus de 6s

    tos, los Iberos. En uno

    otro sentido, lberia era una expresin

    geogrfica m que de raza , toda vez que en su cxtensiii terr i

    torial habitaba11 pueblos con distintas denominaciones 1):

    En cuanto ;tl origen

    y

    procedencia, de los Iberos en general,

    dos son las teorias que han alcanzado mityor predicamento eu-

    tre las que se han expuesto desde la aurora de la Historict, sin

    que k pesar del brillante ropaje con que se las presenta, y del

    derroche de erudicin de que hacen gala sus mantencdores, puc-

    da.

    la critica serena, C imparcial hitllnr eii cualquiera de ellas

    prucbas fehacientes dc estar fuiidada sobre slidos cimientos ~

    para ofrecer tl resclncin del. problema.

    Xr . D'drbois de Jiibninville, Al tratar de los Iberos, pre

    gunta de dnde proceden,

    y

    dice: .Parecen scr los desceiidicil-

    tes de aquellos diez millones de AtlAntidos que segin Theopoin.

    po vinieron

    establecerse en el pais

    de

    los Hiperbreos. Lo:;

    que novecientos anos aiitcs dc Pl at i~ ominaron eii el Occidente

    de Italia y Nortc dc Africa, hasta las froiiterss del Egipto. Due-

    iios desdc'cntoiices de la Espaiia, Galias, Ital ia , Islas RritBni-

    eas y Ciircegi y Cerdeiia siifrieron despues desastres sin cuento,

    siendo su historia l a de las conquistas cfcctuitdas en su dafio por

    los pueblos guerreros que sueesivamentc 10s sometieron sii

    yugo.

    (2).

    No ignoris, sin du-da, que la supuesta existencia de un ex-

    ~

    tenso contiiiente en e l mar Atlntico, no lejos de las costas occi

    dentales de Espaa. y de Africa, procede de tina tradicin qijc

    unos sacerdotes egipcios refirieron ii Soin, repetirla luego por

    1)

    .\lo ser ocioso advertir q ~ i ca voz

    r s

    h a de tornarse en todos os

    tos casos e n el sentido cttiogi. Rco,y no c n el antropolbgico, pues con hart n

    lamentable froiuencia historiadores

    y

    arqueblogos cotifundcti ambos

    cuneeptos, dando lugar

    las rns absurdas teorlas sobre el origen

    y

    carie

    ter 6tnico de un a naciii

    6

    porcibn dc

    ella,

    2)

    Lnr l rerniePs

    Hnbi tanls

    e L E u~ope ,

    1.1 L. 1, c 111.

  • 7/26/2019 Los Primeros Habitantes de Espaa Segn La Historia y Segn

    14/44

    - 2 22 )-

    Platn en su

    Tineo

    y cn su Crel ia y ~ Sarde por Poseidonio,

    h~a rce llus otros autores de la antigedad, en cuyas obras abun-

    dan las fbulas y errores dc todo gncro. En el siglo xrv antes

    de N . E. en que se supone que tuvo lugar lit,inv,asin dc los A t

    l a n t e ~ , entenares, si no uiiles, de generaciones, se haban ya

    sucedido en esta Peninsula, desde un tienipo qiie por lo renloto

    esta fucrl~del alcance de todo cAlculo 'humano. Es, pues, la

    teoriit Atlhntida uno de tantos mitos como los clhsicos de la Gre-

    cia nos legaron sin fundamento alguno cientifico para elevarlo

    d

    la cntegoris de heclio histrico

    1).

    Descartada esta teoritz, veauios la dc los Iberos del Asia,

    que ha contado con mayor nmero de pro litos.Atirrnau stos,

    que dc un pCqueA0 territorio comprendido entr e el occidente del

    ruar Caspio y las faldas meridionales del Ctiucizso, al que los

    antiguos denominarori Ibcria, y que hoy comprende la eorgia,

    nuinerosisimas tr ibus salieron impelidas probnblcmente por otras

    .de sil misma raza , que corno aqu6llns desccndiari dc las orillas

    del Aral, dirigietidose por el Sur del antiguo Ponto Euxioo ha&

    el Bsforo, que at ravesar0i i. y deteiiindose algii tieinpo en el

    Sur de l a Tracia , donde dieron sil nonibre a l ro EOriis levizn-

    taron de nuevo sus tiendas;

    y

    dejando por allh algunas gentcs

    que llevaron nombres oinniinos de otros pucblos que dcspu&s

    :ipitreccii eri la Peuirisula, coi it inuaro~ia ruta quc, al pirrcccr,

    se hrtbiau trnzndo'hacia el podente. Cruzaron la Trac ia, la Me.

    sia. y le Tlirirt, en los confines del AdriAtico, y por las costas ve

    necianks, orillas del Po y litora l lferliterrhneo de Ttnlia la

    ( > d i legaron las fixldns se~itentrionales e los Pirineos, cuyo

    territorio ociiparoii y denoi~iinitronAqiiitanii~. ntr e tanto, siguen

    ~zfluyendo tras y otras tribus de Ibcros que, dcjando el camino

    ya t,an trillado de 1ri. ilqu itni~ia, ontiriilan por ILLSostas dcl NIc-

    diterrneo, p.enetran en las hasta entorices inrioi~iiiiadas icrr-s

    e s p a f i o ~ ~ s jevantan la Iiuro rnnritiiiia, y ~ ~ r g a r ior fin i t ~ au.

    daloso rio quc llamaron lberus en recuerdo del de la Iberia del

    CAucaso

    y

    del de lii. Tracia, fundando orillas de aqu lu na

    ciudad con el mismo nombre.

    1) Yenturoso n ii to . s in emhnrgo q ue comprende el d e 1n fel iz mans ibn

    d e las LlespArides puc s qu e al in h o de voiri tisais s iglos vino

    A

    eiiriqiiaeor

    In l i ter ntr i r a cat .ainna coi1 u n a d e Ins crencioi ies

    in;ls

    inspiradas erni i iei i -

    t ea q u e h n y n p r o d u c id o c l e s t r o d e u i i I io n ih re d cs d e l os ti em p o s h o m C

    ricos.

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    Tal s en compendio cl ciiadro qncla generalidad de los his

    toriografos, y especialmente uno de los

    conspicuos de los

    que cultivan hoy nuestra Arqueologia, nos otrcccn de aqucllas

    ingentes iiivasioues en la Espaila primitiva,

    a

    la sazn sin nom.

    hre y despoblada, ascntindose primero eri esta parte oriental,

    extendicndosc luego desde el Ebro al Betis y, desde t ste, por el

    nns (Guadiitna) e l TaguS y el Ditriiis es decir, por toda casi

    toda la Peninsula, formando pueblos que tomaron ms adelante

    distintos nombres, comolos de Edetanos, Contestanos, BAstulo;,

    Turdctanos, etc ., todos Iberos, como lo c ra n los que desde los

    Pirineos al Ebro y desde cl Dlcditerrneo al CAllcgo sc distin-

    guieron tambin con diversos apelativos.

    Y

    bien, seores, semejante teoria, no obstante el justo renom.

    bre y la vasta erudiciii de sus adeptos, robustecida con profu-

    sin de citas de autores antiguosy modernos, de dentro y fuera

    de Espaiia, no esta en mi humilde coniepto, bastante fundada

    cn la Arqueologia ni en buenos principios de critica histrica g

    filosfica. Adems de quc no existe, ni hay memoria de que

    haya existido jamAs, monurnerito alguno que piuebe la idcntidad

    de origen entre los Iberos del Cucaso y los de Espafia, lo quc

    neg ya Avieno, afirmado que no concordaban ni en el idioma

    ni en las costumbres: sobre que an admitida la posibilidad de

    que de un territorio tan reducido como el que los Griegos llama-

    ron la

    Chlqciida

    salieran borbollones aqucllos cnjambres de

    hombres impclidos por cxccso dc poblacin, por irivasioncs do

    otros pueblos, 110 una ni pocas veces, sino en corriente no inte-

    rrinnpida y durante siglos, con intento preconcebido de llegar,

    paso a paso, t travbs de vientos y tempestades y por comarcas

    feracisimns, este ltimo confin d e l a Europa, desconocido por

    los que en siglos posteriores arribaron a sus playas y le llama-

    ron Iiispania por su lqjania y ocultacin: sobre que la fecha

    aproxmadamentc dcl siglo vigsimo a . de

    N

    E., que Se indici

    como la cn que pudieron haber tenido lugar semejantes Bxodos

    invasiones de piieblos orientales en Europa,. no se compagina

    con lo que los monunientos de Egipto, Asiria . y ~ab i lon iahan

    rcvelado sobre el estado de nq~iellos iieblos en tieiiipos anter io-

    res y posteriores ti la fecha indicada, por lo que ilustrados orien-

    titlistas no conceden las ernigracioncs dc talcs tribus mayor

    antigedad de la dcl siglo

    V

    a. dc J. C ; sobre todo csto, y pres-

    cindiendo de las dificultades ius~iperablesque en tiempos tan

    atrasados

    habiil- de ofrecer tina peregrinacin semejante por

  • 7/26/2019 Los Primeros Habitantes de Espaa Segn La Historia y Segn

    16/44

    - 4 1

    tierra, sin viac de comunicacin, ni elementos

    de

    transporte y

    de vida capaces para e,l incesante transito de tan apretadas mu

    chedumbres, que cual regucro de asoladora langosta dcbian de

    esquilmar la tierra qne holliiban, tcndriamos que, cuiindo el

    Egipto contaba ya con mas de veinte siglos de civilizaciu, co-

    nociendo el ;wte de navegar y la escritura, y Espana habia es-

    tado cn coinunicaciri con el, segin monumcntos epigrhficos del

    tiempo dc la SV I I I dini~,stia, n los reinados de los Xamsks

    y

    TT

    (siglo xv a . de J

    C.

    pucs representan los Tartesios coa-

    ligados con yucblos de la Tracia y del Asia Menor contra In pu

    jante acometividad de los dominadores del Nilo, esta priviiigiadr,

    regin de a Europa occidental estaba despoblad; , in que antes

    de las irrupciones de los Iberos hubiera. el hombre aparecido en

    ella, rii menos pasado por aqiiellos grados de ruda civilizacin y

    actividad qile caracterizan las edades quo dcntro del periodo

    cuaternario se clasifican cn la de

    1

    p i e d r ~ allada, paleoliti-

    ch en neolitica, de la piedra pulida; edadcs confirmadas

    en nilestrn pcninsul+ por repetidos descubrimientos prehistb-

    ricos, cuyo carcter y antigedad sincrnica con otros nriiilo-.

    gos del extraiijcro se hallan reconocidos por eminentes arque-

    10gi,s.

    Lo que acabo de oxponer acerca de los Iberos del Asia puede

    aplicarse 4 los Vascos Vascuences, en cuanto no faltan autores

    que los aiiteponen los inismos Iberos como primeros poblado-

    res de la Periinsula. Sil origen, su antigedad

    y

    su lengiia habla-

    da h a n sido temas obligados de laboriosos estudios y disqiiisicio-

    iies sin cuento por p~t r tc e afaniados historiadores, niimismati-

    cos, fillogos y aritroplogos, cspaiioles y estrarijcros, engolfbrl:

    dose menudo en laberinticns lucubraciones etiwolgicas, con

    las miis peregrinas teoras

    y

    las consecuencias m;is atrevidas que

    pucden imi~ginarse.

    La cita

    y

    juicio critico de tantos ingenios que se aplicaron

    tan ardua eiiipresa sera harto proliji~ poco nada pertinente

    ii iui propsito; basta decir, para que sc comprenda el grado

    de ofi~scacin las cxorbitancias en que incurrieron los ms re .

    crzlcitrantes vascfilos, rchuscadores de etimologias, raices y to-

    ponirnias, que afir ina~i ue cl vasco fue la lengua de que el mis-

    mo Dios se sirvi para dictar sus preceptos instriicciones

    nuestros priiiieros padr'cs: que surgi de la confusin de las len- ,

    guas en la Torre de Bithel: quc la habl Tubnl, primer poblador

    de Espaiia: que en esta Iu8 la lengria p r i i i ~ i t i ~ ~iiliversal, siendo

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    6 -

    t6stenes para su grande obra gcogrAfca, en

    kit

    que cita los

    Celtas, Calates 6 Galos, como estitblecidos en su tiempo, siglo 111

    antes dc J.

    C

    en la mayor par te de la Peninsula iberica h'hsta

    Chdiz, si bien cita tambin los Cepmses

    y

    Sacfes entre. los do

    miiiadores d t sta, situados cn el territorio que posteriormente

    ocuparon los Celtas.

    A

    fines del siglo

    I y

    principios del

    11

    de

    N E,,

    Dionisio el Pc-

    rigieta, poeta y gramktico dc Bitinia, compuso en,griego un

    poema, compendio de geografia, 6 descripeibii del mundo, en el

    cual h m e mencin de los Kempses corno del pueblo mis impor-

    tante entre los que antes de los Celtas ocupaban el Noroeste de

    la Pennsula hasta 1osPirineos: .Hay en la Europa meridional,

    dice el gegrafo griego, tres peninsulas x p q x ~ o ~ ss Cecir, botas):

    1.

    a de los Iberos;

    2.'

    1s de los ~e l'e nos ;

    O

    la de los Rusones,

    la

    Ital ia. La de los Iberos toca el Ocano al Oeste. Alli se en-

    cuentra el promontorio de lyba (Calpe) que es una de las co.

    liimrias de Rrcules;

    mhs

    alla esth In risiieiia Tartesia, que s61o

    poseen las personks ricas, y despu6s los Kempses a l pie de los

    Pirineos'

    Ilufo F. Avieno, traduciendo, tres siglos despus, al Pere-

    gieta dice:

    Hic Hispanus ager , tcll~isbi dives Hiberum

    Tnrtesiusquc super attollitur: indeque Cernsi

    gens. agit in rupis vestigia Pyrenzeze

    protendens populos 3.).

    Dz

    modo, sefiores,

    l o s~ i t scosno figuran, en aquellas

    ab ras mhs antiguas que trat:in de (feografia, entre los prjmeros

    litxbitantcs de la Pcninsula; y si gegrafos

    6

    historiadores de si-

    glos mks adelantados les. citan, coino lo hace el misino Avieno,

    q11e

    los coloca en el interior de las tierras, entre los Ketes y el

    Ebro, no les atribuyen por cso mayor importancia ni antigedad

    -que

    i

    otro p~ieblo ilalquicra de los citados; lo cnal no concuerda

    con la. opinin de los enardecidos vasc6Rlos a l pretender que

    toda

    la

    primiti\v poblacin de Xspalia fu do origen vasco, y

    los itctiiales Vascongados los geiiuinos descendientes y represen-

    tantes

    de

    ella.

    Pero despus de todo, si los Vascos fueron cn su origeil tri-

    ~

    1)

    D Atbois, oh cit . ,

    L X11, pigs

    3G-ld.-Ai4eno,

    rbis t e r ~ m

    cr

    so6 479 482

  • 7/26/2019 Los Primeros Habitantes de Espaa Segn La Historia y Segn

    19/44

    - 7 )

    bus emigrantes de las regiones paradisiacas del Asia,

    y

    los pri-

    meros pobladores de Espaiia cmo sc comprende que vinieran

    5

    parar

    y

    asentarse en la parte m5s abrupta, incultivable

    y

    fr ia de toda ella, cuando podian escoger su arbitrio, con hol-

    gura y sin oposicin de nadie, otra de las muchas favorecidas

    por el Criador con los doncs.de una naturaleza feraz

    y

    benigna?

    Bajo de este concepto, puede aplicarse

    B

    los Vascos lo que Tdcito

    dijo de los Gcrrnimos, que los crea indgenas, por que no podii

    imaginar quien hubiese dejado el Asia, la Italia 6 el frica para

    ir a establecerse en un pas tan rudo, triste

    .y

    salvaje, como

    ln Germania, .a no ser su.propia pat ria 1).

    Tratando nuestro

    P.

    ltari ana, cn su conocida ~ i s t o r i a ene

    ral de Espaiia. de como los Celtas, Asirios

    y

    Rodios vinieron

    a

    poblarla despues de fabulosas calamidades, dice: ~ A s i crijda la

    ocasi6n, con mujeres, hijos

    y

    hacienda vinieroii los pucblos en-

    teros morar en ella, y dc la provincia yerinacrtda cual ocilp

    aquella parte que entendia ser mits su propsito, sea pa ra los

    ganados que tra ia, 6 por ser aficionados 4 la labor de la tierra.)

    Esto cs lo natural; lo que debi de succder ser cierto el relato

    del historiador espaiiol;

    y

    aunque rcspecto de los Vascos no se

    diceque trajeran

    y

    que conocieran la agricultura, s,

    como se pretende por algunos aptores, eran do raza turania, sus

    inen-

    ostumbres haban de ser sa1vajes;coino eran la de los T

    ses, de igual origen, desconocedores de todo elemento de civili-

    zacibn,

    y

    alimentkndosc de la caza

    y

    de frutas silvestres, que

    seria cuanto en aquellos tiempos primitivo's podran obtener de

    un suelo pobre, de montes escizgpados

    y

    bosques espesos, ms

    propios para guaridas de fieras que para moradas de hombres.

    P

    sto es precisamente lo que han venido

    5

    demostrr~ras ex.

    ploraciones que se prosiguen hoy en unas grutas de Landarbsso,

    no lejos de San SebastiAn, en las que se han hallado abundantes

    restos de animales antidiluvianos, como el Oso de las cavernas,

    el Manimut, el Reno, tigres, hienas, etc.,' c o n silex tallados

    y

    otros objetos de la industria 11x5s primitiva y rudimentaria del

    hombre.

    Concluir6 acerca de los Vascos, citando l a opinin de Ir.Ro-

    1)

    TBcito, Germania 11.-Ko sc olvide un momerito que t ra to do los

    tiempos primitivos, piics har to sabido es que,

    hoy,

    el territorio vnsco, por

    l laboriosidad, iliistracin y ciiltura de sus habitantes, forma tres dc Ins

    provi~icinsmas herrriosas, ricas adelautadas de Espaiia.

  • 7/26/2019 Los Primeros Habitantes de Espaa Segn La Historia y Segn

    20/44

    get, Bar611 de Bcllunguet, con la que estoy en te ramentedeacuer -

    do. Tratando de ellos cn su obra

    Elhwogenie

    Gauloise, dice: elos

    vascos son, pues, Vascones

    Y

    cstos dqu son?: sencillamente

    Iberos*.

    Oisteis que el

    P.

    Mariana ci ta los ce ltas como los primeros

    que vinieron

    poblar la Pennsula aespues de los ticrnpos fabu-

    losos y de calamidades asoladoras, pues n o lo figuran as cn

    eI plan cronolgico dc su Historia ~ e n e r a l , ino. en orden de

    prelaci6n respecto de Asirios y Rodios. Mas, hemos visto antes,

    que ni Hecateo, ni Himilcon, ni Hannn comprende11 los Cel.

    tas

    entre los pueblos que ocupaban 1~1. cninsula ha ci a princi-

    pios del siglo-v a . d e

    J. C.

    I?n efecto, basta mcdio siglo despilbs

    no parece quc aquellos invasoreq hubiesen penetrado cn Espaiia.

    segin se desprende de dos pasajes de IIerodoto cori~~rcnd idosn

    sus famosas historias,

    y

    escritos cntrc.losaiios 445 433 del mis-

    mo siglo

    V.

    En el primero ice quc el Danubio

    I s l v o s )

    empie-

    za en el piifs de los Celtas, en la ciudad dc Pyrene, y que los

    Celtas habitaban f ~ iera e las columnas de Hkrculcs, vecinos de

    los Cynessi, ltimo pueblo de la Europa occidcritul

    (L.

    11, c.

    33 .

    En e l segundo

    L . I V ,

    c.

    49 ,

    insiste en lo mismo, si bicn omitc

    lo de la ciudad pircnaica

    (1).

    E1

    buen padre de la Historia, que refiribndose probablcmentc

    t

    Anaximandre, autor de Iitprimcrii car ta geogrfica de quc sc

    tiene noticia, y IIecateo

    y

    sus copistas, dicc: .Yo me rio cuan-

    do veo que tantos han escrito descripciories dc la tier ra y que

    ninguno de sus rcl t~tos iene sentido co~nn:haccn correr el

    OcCano alrededor de la t ic rra, que represeiitari redonda como s i

    se

    la

    hubiera fabricado a l torno,

    y

    dan la Europa igual cxten-

    si6n quc a l Asia.

    (L.

    IV,

    c.

    36.

    2); cl que asi se mofa dc los

    1)

    D'Arbois de Jubninvillc, 0h. cit., t . XI I lecciones segunda y ter.

    cera. No ha de extraarse quc cite ta n amcnudo este sxhio historigrato,

    teniendo la mano su ultima ob r ,e u n cual se hallari compendiados, eoii

    erudicin pismoia y rocto sentido crfl ico, cuantas fuentes literarias dehaii

    consultarse sobre los Celtas. El insigne

    P . Fitn

    dedica sl tomo

    XII

    de la obrn

    de hl . D'Arbois un extanso ai,ticulo critico, excelente como suyo, eri elq uc

    dice que deberia difundirse por Espaa la Icctiii'a y aun la traduccin d e

    aquel BoL~rin c l a eal rmdcrnim de l n Histo~in, . XL,

    pAg

    p29). Mi.. C.

    Julliari dice que el libro de Mr.D'Arbois ser.? el primero que 'en adc1nnl.c

    deher8 leerse cuando se quiera iniciarse en l Historia de la Galia y en ol

    modo que se form. i uue Ilisloriqiie, t.

    LSXXT.

    phg. 80, Uul le t in Histo-

    r ique.

  • 7/26/2019 Los Primeros Habitantes de Espaa Segn La Historia y Segn

    21/44

    gebgrafos que le precedieron, incurre cn cl craso error deaf ir -

    mar que el Danubio nace en la ciudad de Pirene, esto es, en los

    Pirineos. Por cstc

    y

    otros tropiczos

    invenciones en que incu-

    rri, aconsejan autores y crticos scnsatos que se lea con gran

    cautela, no atenindose precisamente la letra, sino

    6

    lo que

    quiso expresar;

    y

    fu tambin por lo mismo, que Cicerbn, gran

    admirador suyo por cl esmerado estilo y forma agradable con

    que supo revestir sus relatos, le tildara de giandc inventor de

    fabulas:

    Qunmqnnm

    apz& lHerodoftcin patreitt hzslorim, el p i i ~ l

    Teopnmpum. sunl innuinernbiles f bulcc (De Legibus L. 1,C l. ,

    5). A pesar de todo, las obras de Herodoto hSn constituido eii

    todo tiempo una de las mejores Eueritcs literarias de la antige-

    dad, y su doctrina acerca de los Celtas prevalecib entre los es-

    critores griegos y romanos de los siglos posteriores, como Eforo,

    Varrn, Estrabn y muchos otros cuyas obras suelen estar

    .re

    neralmente inspiradas cn las de sus antecesores.

    Eforo, historiador dc mcdiadov del siglo IV a. de

    N E.,

    cita

    los pueblos que ocupabari los cuatro puntos cardhakes del mun-

    do: a l Oriente los Indos, al Medioda los Etopes, a l Occide~i tc

    los Ccltas y al Norte los Escitas*. Los Ccltas eran dueiios de. la

    mayor parte dc la Fcriinsula Ibrica hasta Cdiz, segn este au-.

    tor; de modo que se liabiun extendido desde e l

    Noroeste

    sobre

    los C ytzessi C ynelcs, donde los supone Hcrodoto, por todo el

    Centro y ltediodiit de la ~cn insu ia ; , en mi opinin, por estas

    comarcas del Levante, ocupadas..cntonces por pueblos dc estirpe

    ibrica, y cuyos nombres de Indigctes, Laietaiis y otros nos

    ;transmitieron los latinos.

    l n ilustrado escritor cataln afirrn que en ~ a ta lu i i a elo

    pucdc sefalarsc uu foco celta de poca iinportaneia, siempre in-

    ferior al elemento ibkrico, en Urgell, Pallis

    y

    la Cerdaiia, y que

    en todo lo demas del Principado no habitaron aquellos invaso-

    res

    (1).

    La.Arqueologia, quc con su incontrastable empuje tan-

    tos errores liist6ricos ha desvanecido, nos ha demostrado con

    elocuente lbgica que los Celtas sc asentaron, a l traspasar los Pi-

    rineos, en el territorio que hoy forman lasprovincias d6 Barce-

    lona q Gerons.

    La Nccrpolis ante-romana descubierta en Cabrera dc hla-

    tarU, cs sin gnero alguno de duda una estacin ibero.celta; tan

    celta en lo que tienc de tal, como la mAs gcnuina y autkntica

    (1)

    Orrgens onts d e l o A acio Cata lana

    po t

    D. S nmpere y Miquel

  • 7/26/2019 Los Primeros Habitantes de Espaa Segn La Historia y Segn

    22/44

    que

    haya sido descubiert e11 las Galias

    y

    dernits naciones de

    Europa, en l as que los Celtas dominaron por algunos s@los; y no

    digo en Espafia, porque si bien en todas sus historias se habla

    mucho de los Celtas, no se seaalan rnonumcntos de verdadero

    carkc ter cltico hallados en ella, dcinostrado ya el error de

    atribuir k aquellos invasores los dlmenes y otros mo~iriiiientos

    llamados DIegaliticos.

    En la Memoria sobre l a referida Necrpolis, afirm que la s

    espadas y demits armas ofensivas de hierro, los escudos, las fibu-

    las los fusayoles, por su materia y por su forma, ofrecen idn-

    tico carhcter que los objetos de l a misma clase encontrados en

    Francia, Italia, Suiza, ~ i n a r c ; ~ otros paises; carkctcr reco-

    nocido y deinido.como c,ltico desde que fu descubicrto y estu-

    diado cl establecimiento sobre pilotes de la Teitr en cl lago de

    Kcuichatel (Suiza), segn cl excelcrite estudio que Nr. Hildc-

    brand, conservador dcl Nuseo de Estocoluio, pubtic6 ace rca del

    mismo establecimiento.

    Ade1n;is'de dato tan elocuente como el que por su materia y

    Forma nos ofrecen los objetos que pa ra su defensa

    y

    adorno usa-

    ron los hnbitantes prcromanos de las faldas de Burriach

    y

    Mont-'

    cabr, nos patentizan tambibn su nacionalidad cltica los usos y

    ccreinonias sepulcrales que observaron en sus entierros, con su

    sistema de incineracin y cl bi~nquctc uncbre, ta n distinto todo

    de lo que nos i.cvclitii las sepulturas de iiihumaciiin del tiempo

    de 10s ronlanos descubiertas en EspaBa, inclusa l a comarca

    misma de Mzttai'.

    El cariicter indigena, puramente ibrico, lo evidencian en

    aquel la estacin arqueoliigica muchos de sus rasos y urnas ci-

    nehr ias , semejantes en la forma k los mits antiguos hallados en

    otras regiones espafio1a.s; asi como la, cerkmia fina y artistica

    parece importada de la Etruria influida por cl ar te etrusco

    por el griego, debida las colonias griegas dc Rhode y Emporirc

    y Ias cornlinicaciones sostenidas con los pueblos deL itoral del

    Mediterrneo

    Al decir que los Ccltas habitaron tambin en la provincia de

    Gerona, ent re los antiguos

    etcs

    Ceretaiios, como les llam Es-

    trabn, me fundo en algunos objetos, como fibulas, espadas;

    puntas de l an z i~ fusayoles semejantes 6 los de Cabrera, que

    hace silos se conservaban en el palacio sefiorial de los condcs

    de Perelada.

    Supongo que aquellos objetos, dclos quc conservo unas Co-

  • 7/26/2019 Los Primeros Habitantes de Espaa Segn La Historia y Segn

    23/44

    - 2 3 1 ) -

    tograiias, procederian dc la misma localidad,

    de al na in-

    hedia ta ,

    y

    que no sersn los nicos hallados cn l a comarca.

    Mas, si la Arqueologia no nos demostrara Jc modo tan pa l-

    mario la presencia de los Celtas en esta par te oriental de l a

    Iberia, mc induciria tenerla por ciertit la cousideracin de l a

    amistad y alianza poltica que existi entre aqullos y los Grie:

    gos, tanto de Espaiia como dc l a Galia

    y

    dc I talia, habindose

    coaligado en las tres guerras quc los primeros sostuvieron en

    los siglos v y V a . de J . 'C . contra los Cartagineses, los Etruscos

    y

    los Ilirios. Eran los Celtas tan adictos los Griegos que Es tr a-

    bn, con rcferenciit Eforo, dijo que era n qriChhrl. cs esto es,

    amantcs de los hclcnos (1).

    Pucs bicn, cstnblecidos los Rhodios y Foceos en sus colonias

    dc este litoral, y extendida su influencia preponderante por el

    pais mucho antes de la invasin de los Celtas, nada mds natural-,

    que a l cruzar stos los Pirineos se detuvie ran, en mayor me-

    nor nniero. y fijaran,su residenci aen una regin de tan a tra c-

    tivas

    y

    favor;ibles coiidicioi~es omo sta, bajo la gida anlistosi

    ac sus aliados, someticndo dc grado

    6

    .por fuerza los indige.

    nas, como lo fueron haciendo con los demits dc la Peiinsula,

    hasta mezclarse con ellor

    y

    formar un solo pueblo.

    El argunlento capital de que se sirven los que niegan l a exis-

    tencia de los Celtas en . Cataluiia, se funda en cl tipo y simbolo

    de las monedas ibricas acuiiadas en esta par te dc la Espaiia

    Citerior; las que, segn aqullos, ostentan todas en

    c1 kverso

    cl ginctc con palma a l hombro. micntras que las de la Celtibe-

    ria , en la Ulterior, preser~tan l ginctc con lanza en ristre.

    Esta clasificacin, que por e l deficiente conocimiento de las

    .misiones ibr icas pndo tener su razn de scr cuando los emi-

    nentes numismkticos

    D

    Antonio Delgado,

    D

    Jacobo Zobel y

    algunos de sus discpulos la consignaron en sus obras, no es

    sostenible desde

    que se vi6 que las piezas inds antiguas salidas

    de las cecas de dos pueblos ausetanos, Arco-Gelin

    Yailo1 i ie-

    l e s ofrecen 01 ginete con lanza en ristre. Pero ,quO ms? las

    monedas acufkttdas en Iluro, en l a Iluro de lit necrpolis de Ca.

    brera, ostentan indcfcctiblemente el ginete con lanza. Dc modo

    que,

    d

    ser exacta

    la

    tcoria de quc slo en dondc dominaron

    los Celtas se acnfiaron moncdas con semejante smbolo, tendria-

    (1) D Arbois de Jubninvillo

    Les Premiers knbitants de EIEurope

    t o o

    11,L

    l. ,

    c ; y

    Coiars

    de

    Lilernlure Celtique L

    XII,

    pQ

    59

  • 7/26/2019 Los Primeros Habitantes de Espaa Segn La Historia y Segn

    24/44

    - 238 -

    mos en aquellas l a prueba ms decisiva, d e que l a ELVRO de

    que habla Pomponio Mela,

    la

    I l ~ i r o

    e Plinio, que ambos colo-

    can entre

    U m l i ~ l o

    l

    cnda

    (Badalona

    y

    Blanes) estuvo ocupada

    por los Celtas. no sc arguya con que aquellos numismticos y

    otros &ibuyen las monedas que, como las referidas llevan la, le -

    yenda FAAUH otras poblaciones, como Liria en Valencia,

    6 AlcnlA de Chisvert en Castelln, porque si el gran numero de

    ejemplares que figuran de las mismas eu las colecciones de

    Catalufia no probaran su procedcncia lciielaita, Ins cuatro mag-

    nficas piezas. flor de cuiio, que aparecieron en el terreno de

    la necrpolis demostrarian con cvidencia que por all cstuvo

    la ceca en que se acuiiaron.

    Conviene tener presente que la emisibn de monedas ibricas no

    ~empez6 n l a &palia Citerior hasta mediados dcl siglo 111 antes

    de J. C., 6 poco antes del tratddo de Sagunto cntre Cartaginescs

    y Romanos, de 236; de suerte, que habian trascurrido dos siglos

    largos desde que lo% Celtas penetraron en la peninsula, y que si

    bien la nuinismbtica espatlola alcaiiz6 un notabilisimo progreso

    con los profundos estudios y brillantes obras publicadas por los

    citados Sres. Delgado

    y

    Zobel de Zangroniz, vigorizado des

    -

    pues por otros esclarecidos ingenios que se han dedicado esta

    rama dc nnestra Arqueologia, lo qne es tocante la in terprc.

    tacin de las leyeiidas e inscripciones coi1 lctri3s ibricas nos

    hallamos la misma al tura que tres siglos atrits, cuando el sa-

    bio D Antonio Agustin refiriendose ellos en sus I)ialogos de

    m e d u l l a s , i n , ~ c r i p c i o ~ i e s

    1i11.1is

    r l i g ~ d a d e s , ijo: =Lo cierto es

    que no las entendemos.. No ha mncho que el insigne. maestro

    Hbner hizo, con ingeriuidad laudable, una confesin anloga,

    refirikndose

    unas

    inscripciones

    ibericas halladas en

    la

    zonii,

    minera de Asturias

    1).

    ~ u c c d e on el alfabeto ibCrico lo mismo que con el etrusco,

    cuya afinidad cvmhn salta dcsde luego la vista. Sc ha llegado

    respecto de este trariscribir' la muchas inscripciones quc se

    conoccri, relacioiinndo sus letra con las dcl alfabeto griego ar .

    caico, del cual se cree originario; pevo en cuanto al sciltido

    c&al de las palabras nada se trusluce. y cl enigma de su signi-

    ficiciijii contin~ ia mpenetrtible.

    1 ) BoleLin d e

    l

    lleol Acndeinia d.: u HLxloria, t

    XXX

    pgiii c

    44

    y 346

  • 7/26/2019 Los Primeros Habitantes de Espaa Segn La Historia y Segn

    25/44

    -

    33

    )

    Esto envuelve l a ignorancia de la lengua que hablaron los

    Etruscos el obstkculo invencible en quc los mks expertos fil-

    logos tropiezan pa ra determinar el ca ri et er tnico cl origen

    kerdadero de aquel pueblo; pues miciitras que unos siguiendo k

    Hellenicus lcs suponen Pelasgos otros con IIerodoto afirman

    que eran Lidios otros finalmcrite les creen Autctonos como

    lo sent Dionisio de Halicarnaso. Sobre ta n obscuro como deba-

    tido punto.histrico se lee en una iiotabilisima y magna obra de

    Arqueologa en curso de publicacin dcsdc aiios hace lo si-

    guiente ademks de l t s

    consideraciones

    que acabo de exponer:

    .Entre las regiones conocidas dc los antiguos desde las orillas

    del Gnnges a l Estrecho de Gibraltar no hay una sola e n la quc

    algtiieri no ha ga pretendido hallar l a cuna de los .Etruscos. Se

    ha querido hacerles venir de l a India del Egipto de l a 1laui.i-

    tauia de la tierra de CanaAri. Se les h a he ch o Celtas Semitas

    TArtaros . Tracios Ilirios Libios-Bereberes Italiotas Hittitns

    y otr a vez se h a retrocedido desarrollkndolos k los tres siste-

    mas expresados antes. 1).

    Es poco ms

    menos lo mismo que acontccc coi1 l a cuna d e

    nuestros aborigeiies ibbricos; por esto he creido que .no era

    fue ra delu ga r tr ae r k colacihn lo relativo k los Etruscos con

    tan to .ma.yor nlot iro cuitoto que arqueIogos crticos ilustra dos

    sostienen con fundamclito 5 mi ver l a identidad de raza co-

    munidad de origen ent re uno yo t ro piieblo.

    Mas ya lo veis seflores; en el estado ac tu il de la ciencia sc

    ria vano

    y

    temerario einpefio sefialar con jcdo ccrtero infali.

    ble el punto hora de donde part ieron los priincros seres racio -

    nales que vinieron poblar nucstras costas niiestras mesetas

    centrales

    iiuestros valles montaas; iio slo de nuestra

    Peninsula sino de la Europa toda. h si viencn reconocerlo

    oxplicitamcritc los m8s desapasionados escritores que han

    eon

    sagrado la s luces de su inteligencia a l estudio de tan arduo pro-

    blema asi se desprende implcitamente de esa baraunda de sis-

    temas hipdtesis y opiniones que a cerca del inismo surgeri k cada

    paso sin otrolas tre en lo general que el de una er~idieibnque

    confunde

    marea una fan tas ia fecunda hasta lo increble.

    IIabremos de convenir con todo eso en que la existencia

    del hombre en nuestro suelo en la poca cuaternaria dentro

    de s ta en 103 periodos palcolitico y neolitico estk comprobadn

    ..

    1)

    Dictionaire des Anliquiles Grecs el Rornains to o X Elrusques.

  • 7/26/2019 Los Primeros Habitantes de Espaa Segn La Historia y Segn

    26/44

    34 -

    por los r e s t ~ s ue as la Arqucologia.como la Antropologia nos

    seilalan como testimonios irrefragables de aquella existencia

    en tiempos tan arcaicos.

    Abundan en Espaiia las cavernas que, it la vez, sirvieron

    a

    niiestros aborigenes trogloditas dc refugio y morada y de luga-

    res de enterramiento, algunas de las cuales han sido exploradas

    con intcr6s

    y

    acierto, eshumitndosc restos humanos y objeto? de

    la industria

    y

    ar te de sus habitantes. Bastarit citar, ent re les

    mAs notables, la cueva Lbrega, en Torrecilla de Carneros,

    de Logroso; la de la Mujer, cerca de Alhama; la dc

    los Murcilagos, prximaA Albuiiol, ambas en la provincia dc

    Granada, q la de Altamira, en el Ayuntamiento de Santillana

    del Mar, provincia de Santander, uno de los monumentos palco

    liticos mas interesantes de cuantos se conocen cn la ~kninsul it

    fuera de ella, por lo que debo dedicarle algunits liiieas.

    ~ x ~ l o r a d asta griita por

    D

    Marcelino S. de Santuola, le de -

    -die unabreve disertacibn quc di6 it la imprenta en l O, en

    1

    que llama priucipalnie,ntc la atencin sobre las pinturas que se

    observan en las paredes de la caverna, represeitando toros,

    bisontes, caballos, corzos y otros animales, para cuyo trazado

    se valieron los artistas trogloditas del ocre rojo negro.

    Conocido que fu el opsculo del Sr. Santuola por los emi-

    nentes arqueblogos Mrs. Cartailhac

    y

    FIarl, director y redac.

    tor respectivamente de

    1

    grande y conocida obra lValrinlin

    p02ir l'hisloire

    primiliue de l'homnze,

    pas el segundo de ellos

    visitar la gruta, no q~ledandomuy satisfecho de su inspeccin,

    piihs aunque comprob la existencia dc las pinturas niurales y

    de otros detalles enunciados por el explorador sitntanderiiio,

    dud de la antigedad que Bste les atribua,

    y

    aun sospechb la

    falsedad y reciente fac tura de aqullas, segiiri as ilo dejb com-

    prender en el articulo qiie con el cpigrafe de Ln Gr ol e

    le

    All~i-

    mira public bajo su firma en la citada Revista t.

    XVI ,

    pg. 75

    y siguientes). Nas, habindose descubicrto posteriormente en

    los departamentos del Gironda y del Dordoiia unas grutas con

    pinturas, osamentas

    y

    silcs muy semejantes las de Altamira,

    crey Cartailhac deber entonar el n culpa de,

    u n ,

    escepl ique ,

    confesando que no dudaba ya dela alitigiiedad dclas pinturas de

    la citverna espailola, rcruorititndola a 6poca paleolitica Mag-

    dalcrierise, periodo medio cuaterriario de la piedra talladi y del

  • 7/26/2019 Los Primeros Habitantes de Espaa Segn La Historia y Segn

    27/44

    - 35 )-

    hueso, pero sin el Reno 1). Impulsado adems por el ansia fer -

    viente que por conocer un monumento arqueologico aguijonea

    A

    todo arquelogo, sobre todo si es de l a cepa dc un Cartai lhac,

    acudi con el abat e Nr . Brenil a explorar personitlmeiitel;%gruta,

    quedaudo ambos sorprendidos y maravillados de sus preciosi

    dades artsticas

    y

    dc su importanckt prehistrica, segn lo rev e-

    la la siguiente cartlt dirigida por aqul II r. Verneuu. y que

    considero digna de transcr ibir litera lmente por lo que expresa y

    deja entrever sobre tan precioso tesoro dc

    la

    Espaiia primitiva.

    *Santillana del. lar, vendredi, 10 Octobrc

    1902).

    nI\ion cher ami:

    ~ V o u s pprendrez av cc plaisir quc le grztnd fait de l'orna-

    mentation des cavernes par la g ravure ct l a peinturc a pris une

    valeur considcrablc da,ns i'bistoire des Ages palolithiques.

    1. l'abb Breuil c t moi sommes, depuis deux semL1incsen Esyag-

    ne tudier, dans lit province de Santnnder, la grotte d Altami

    ra J,'abb rapportera

    a

    Pari3 un album d l o n ~ n n l u possible, car

    cette grotte n'avait t qu'entrevue et tous les joursnous

    y

    d-

    coiivrons des pages nouvcllev pour l'histoirc dc I'ar t. Les pein-

    tures sont grandioses, compliques, habiles, originales. Lcs sig-

    ncs irinombrables, les

    graffites

    couvrent des snrfaces normes.

    On

    discutira longuemcnt sur ce monde e str aordin i~i reCv16 pa r

    la p l ~ t s e l l e les ca v e rn cs o r i ~ c s .Amitia CAIITAIL~AG~2 ) .

    Este miimo disert aniplia y detalladamcntc sobre l a y a r e.

    noinbrada gruta en l a sesin del de Junio siguienle de l a

    Academia de Ciencias de l'ars, prcseiltando reprodilcciones

    cn color dc las pinturas, con otros accidentes notables de aquk.

    Ilu, cuyas galerias alcanzan 250 metros de largo.

    En los yacimientos diluviales de San Isidro. k

    40

    metros sobrc

    el Manzanares, en Zainors, en .Tarragona y otros lugares d* las

    cuencas del Ebro, del ~ u a d a l ~ u i v i r ,el Tajo

    y

    del Duero. se han

    hallado fsiles y sil es tallados de la'kpoca euaternaria y de los

    tipos paleoliticos llaniados Chelense, blusteriense

    y

    de Solutrb.

    Todo,esto nos prueba la existencia del hombre cuatcrnar io

    en la pinn~~llabrica, y ,que su estado de ci;ilizacin no c1.a

    enteramente salvaje, 6 Cuaiido menosinferior a l dc otros hitbi-

    taiites de allende el Pirineo,

    en

    la iuisma poca.

    Los monumentos que nuestros abo r i~en cs os legaron del pe-

    11

    L AnLhropologie, t. XLII, pBg. 348

    9 ) Id. id. i d ,

    681.

  • 7/26/2019 Los Primeros Habitantes de Espaa Segn La Historia y Segn

    28/44

    - 37

    que con admiracin y sorp resa del mundo cientifico se han

    descubierto y explorado desde unos treinta. aiios ack,

    revelando

    la,existencia, apenas sospechada mites, de todo un pueblo oculto

    bajo t ie rra por una serie inclculablc de siglos, y clirc al surgir

    dc sus sepulcros con todo cl rico atcstado de su ra za . antige-

    dad, civilizacion y c~iltura a difundido raudales de luz sobre

    estos eleincntos de nuestros indigcnas.

    Esthbales reservado los ilustrados irigenieros

    D

    Enrique

    y

    D. Luis Siret , con

    SUS

    numerosrw

    y

    bicn dirigidas esploracio.

    ncs itrqueolgicas en la zoiii~del lito&&l que se est iendc desde

    el cabo de Gata hasta &I az~ ~rr bn,ltiiiiamcrite

    t

    los PP. dc la

    Compaiiia de Jess que dirigen el Colegio de Sto. Domingo de

    Orihucla, y su frente el sabio arquelogo Rev. P. Julio Eiir-

    gs

    1))

    con sus inteligentes

    y

    fructuosas excnvaciones en la

    la-

    dera de San Antn, h unos dosliilbmetros de aquclla anliquisiilia

    ciudad. episcopal, la gloria. de habcr contribuido tan porten-

    toso resultado, haciendo ret rogradar la historia de l a civiliza-

    cin ib6rica

    i

    la aurora misma de su

    existencia.

    Porque en

    aquellos mil1;ircs de sepult'uras 1,600 dcscubrieron los ingeifie.

    ros citados, y sobre 300 los PP. Jesuitas), con los diferentes siste-

    mas de eritcrramiento

    y

    el abundante

    y

    variado 'ajuar que en

    cerraban; e11 los fondos de habitacin

    y

    caserios; en la cer;iiiiica

    dc tan variadas formas; en los infinitos tiles de piedra, y a ta -

    llada, 6 y n pulida; cri las armas de cobre y btonce y en el pro-

    digioso nmero de objetos de adorno, dcsde la huinildc coiicha

    inarinn, la. pedrezuela

    y

    cl hueso, hastit el marfil, la plata

    y

    el

    oro, en todo este conjunt'o de la act ividad del hoiiibre, sc rios

    rcvela una raza iildigeria, sedentaria y numerosa cuyos priiiie-

    ros intentos progreso en la senda de la civilizacin surgen y

    sc desenvuclvcri en ella misma por l a ley

    de

    la evoolcibn ni%-

    tural

    y

    Icnta, coilii~iih todos los pueblos, y no por irnportacio-

    iies de otros m is avanzados, que si por ave ntura invadieron la

    Peninsula, ya fuese como simples merc ~~d ere sbien como colo-

    nizadores, hubo de scr muchos siglos despus.

    1)

    D e los S re s . Sirii, toiieiiins In I a u r e n d a olwn . L n s pr in cras edades

    del ~ l l l r i l n

    el

    SE

    de E spo lLo~

    Bnrceloi>.z,

    1893

    IJcl

    Rdo

    J . l i i r g h ,

    u i i comple to y er ud i to cs tu dio , perfec tam entr . p lanie iido , q u e cor i c l t i tu lo

    le

    / u i d w p r r h i 4 o r i c a en

    Orilruelu

    hn

    v stu

    l a luz

    en

    l a e x eo lc r it c l i e r i s t a

    mei isua l I l o z d n Fe q u e d i i i g e n lo s

    PP.

    d c i a C ornpni ii a

    di;

    J e s s e n I l a -

    d r id ; u inc ros co r re spond ien te s ep t i cm brc , Oc tub re y Novie ii ibrc d e

    1902.

  • 7/26/2019 Los Primeros Habitantes de Espaa Segn La Historia y Segn

    29/44

    rodo neolitico son naturalmente ms profusos

    y

    de una impor-

    tancia capititl para cl eoiiociniiento dc

    la

    etnografia.

    y

    liz

    etno-

    logia ibricas. En este concepto, y en pr imer luptty, han de

    considerarse los megaliticos: timiilos, iiieiihires, cromlechs, re -

    cintos castros fortificados, et c., de cuy? antigliedad prehist-

    rica

    carctcr sepulcral, deducidos del estudio y comparacin

    tanto de la. lornia como de los crancos, vasos, iostrumentos de

    piedra

    y

    otros detalles descubiertos en ellos, no sc duda ya por

    los arquelogos y aritropblogos, rechazaiido toda idca, dc inveri-

    cin celta

    y

    de ca ri ct er religioso, conio ut il i~ado s or los sncer-

    dotes drnidas par a sus sacriticios

    y

    cereiiionias de su culto.

    L a coexistencia de construccioiies senirjantes, no s610 en

    Europa, sino en cl Norte de Africa, e.n E ~ i p t o ,en la antigua,

    Fenicia, e n la India, en Mjico, el Per J. otros puntos del globo,

    alejan toda creencia de exclusivismo de pueblo raza c i i la in-

    vencin y difusinn de tales monumentos, nl paso que con su

    admirable sincronismo de poca

    y

    la identidad de carhcter

    fii.

    nebrc revelan un grado dc civilizacin

    y

    de respeto

    li

    los muer-

    tos cornn

    6 la

    humanidadcn los tiempos m8s remotos 1).

    La Pennsula ibrica, conlits Baleares abunda, como indi-

    qu antes , en

    moniiinentos de esta clase, quc han sido materia

    de concienzildos estudios

    y

    lurniiiosas iluslraciones para, repii.

    tados escritores espalioles y estranjeros, cuya cita resultara

    1a i. p siempre incoinpleta

    2) .

    Concurrcn con la s cavernas

    y

    los monumeiitos niegaliticos

    demost,rar la poblacibri de la Pcninsula cn cl principio

    y

    medio

    del sisteiiia cuatenlario, la, niultitiid de cstacioiies prebistricss

    1 )

    Exaoi i i iando

    Mr.

    Arihar r ibnul

  • 7/26/2019 Los Primeros Habitantes de Espaa Segn La Historia y Segn

    30/44

    Al igual de lo acontecido en las cavernas y cn los monu-

    mentos megaliticos, no han aparecido eii aqiiellas cstacioncs y

    sepulturas

    inscripciones, monedas, figurillas de idolos

    6

    cosa se.

    .

    mejante, ni itrmits de hierro . L a cerimic it, modelada sin valerse

    del torno, k mano en moldes, y secada a l sol

    6

    211 fuego. libre ,

    reviste en sus formas y decorado u r i carkctcr original y tipico

    que la distingue de la de otros paises. Los pezones que en ma-

    yor 6 menor nimeru se observan en muchas vasijas y urnas

    scpulcrales, parecen ser un sello caractcristico dc la antigua

    vajilla ibrica, llevado k veces al extremo dc cubrir toda la

    superficie del vaso, como sucede en algunos encontrados en la

    comarca d c los Vlez Iiubio

    y

    Blanco

    1).

    Los alfareros indigonas dc Iluro, mucho mhs adelaritndos

    que los del SE bien fuese por la diferencia de tiempos,

    o

    por

    su mayor contac tocon Etruscos y Griegos, conocieron y usaron

    el torno,

    y

    colocaban los pezones referidos en el ari sta de la

    panza , segn se ve en algunos vasos de los hallndos en Ca brera,

    de ta n primorosa factura por la correccin dc sus lincas, la de l-

    g a d e ~ e la s paredcs

    y la

    finura de la pasta, que cn nada des

    merecen, si no aventa jan en estos conceptos A 135 miis renom

    bra das lozas modernas.

    En aquella esplndida manifestacin de la actividad y ciiltu-

    ra dc los Iberos, y en cuanto de verdaderamente prehistrico

    se ha descubierto en el territorio dc

    la

    Peuinsvla, se observa

    desde luego

    lit auscnciit de todo ras tro

    oriental

    fciiicio, griego

    6 etrusco, pues hasta el bronce, que en armas y objetos de ador-

    no figura en nienor proporciri coi1 el cobre. no hay ritari bits

    taritc pa ra considerarlo de importacin fenicia,

    y

    para negar k

    .

    nuestros indigenas los medios y l a facul tad dc obtenerlo por si

    mismos. Ellcs poseian el cobro

    en itbundaiicia, y lo fundinn -11

    moldes y crisolcs que se han dcsuubierto en Orihuela, y otros pun

    tos: poseian el estao (plomo bli~nco., pl ic nb i~incandidirnz dc

    Plinio) r era ta l 1s creencia. que de su abuoditncia en Espafin

    tenian los gegrafos antiguos, que bvieilo afirmaba qiie el

    monte Argentario, que no er a otro que la Sierra S a g a de H~ ie s-

    car (Gritnnda), brillaba por el estntlu, si bicn .E? trabn supuso

    que er a dcbi do i llt pl r~ ta. oscidonios dc Aprtmea, cuatro siglos

    antes de Avieno, en su eleg~tt ite escripcin de lus iuiiiits

    que

    1)

    Vease mi

    Monoq~at ia

    e l

    ailla

    de

    7d s2

    l iubco 11SU COIILU~CU, p

    gin 21, y L

    11

    fig. 7

  • 7/26/2019 Los Primeros Habitantes de Espaa Segn La Historia y Segn

    31/44

    - 339 ) -

    se explotaban en

    la

    antigua Iberia, afirma que en el territorio dc

    los Artabros, Roroeste dc l a Peninsula, se beneficiaban ricas mi-

    nas de plata y estao. Sabido es que en varias provincias, in-

    clusala de Almerii~, e explotan hoy minas de iiltiino metitl.

    NZK,

    unque asi no fuese, y el estao hubiera de importarse

    de la s niismas islas CassitBrides, como los griegos llamaban

    6

    las

    Rritki~icas. el nombre xu:

  • 7/26/2019 Los Primeros Habitantes de Espaa Segn La Historia y Segn

    32/44

    - 240 )-

    pretende Pompoiiio XIela (lib. 111 cap.

    6,

    S

    46)

    1). Seii coiuo

    quiera , as la Historia coino la Arqueologa

    110s

    vienen ;ideiiios-

    t r a r el a.lto grado de civili.zaciii de los iiidigenas ibkricos, cltic

    cl bronce hallado eii sus sepulturas poda scr producto dc su iu-

    dustrin, sin necesidad de que los Fenicios lo importaraii.

    Y bien, seiiores Acad micos, por la s consideritciones que tan

    superficialmeiitq dejo expucstrts. y apartilridonos de teoris s sis-

    temilticas quc como -la dc las emigracioiies eii grandes masas

    del Ccritro y del Occidente del Asia y del Norte de kuropa. han

    pasado y a de moda: sirpuesto que la Filologia no pucdc decirnos

    cual fuese el verdadero origen de nueskos primcros pobladoi;es,

    por laigtiorancia absoliiti~de 111 lcngii:~ ciiic tiahlaron: que l a

    Antropologit~,dcsl>us de hslier exarniiiado sus distintos ca ra c-

    tercs moriolgic,os, los crneos y de in is osameiit,ns procedcntcs

    dc las estaciones prehistricas de la . Peiiirisola, nada nos crisc-

    fia, de positivo y coiicyeto sobro aque l mismo oi.is:.cn, pudierido

    deducir tnii solo que aqiiellos restos huinauos acusan una nlez-

    cla k t i ~ i ~ a ,db rtrzits, scmejitiitc la que presei~laii os lin,lln,-

    dos eii la s cs k~ cio nes rriouumcntos riiiis iiotnbles del territorio

    galo y de otros de Europa, de tal rnailern que, 'h oy mismo, uiio

    de los atitroprilogos iii.is eminentes de la vecina Itepiiblica quie-

    r e cleditcii', aiiiirlue eoii ciertas s;i,loedades y reservas,

    de lil

    coiiir>n,rn,cin le ti11 crneo fsil hal lado cil titia gruta de hTeiltoii,

    coii otro proccilcutc de ;'ustraliit, dc In-que resulla u n proiiun-

    ci i~ do arActer de progaalisrno

    muy

    seinejaiite en ti e ambos quc

    el horribre Eiii'opeo, y priiicil)nliiiente el del Mediterriiiieo, pro-

    ceda de iin n,intey>aswdo Ailstralin,no

    (2),

    hiptesis aue prueba

    que iia.de de fuiidaiiiciita,l ha establecido hasta c1 p~.csei~Ce

    nqiiella cieiicia

    sobre

    cl origeii d e l as razas, coiicluyurnos de

    acucrdo coi1 el ilustre

    Ir.

    Citrtailliac

    31,

    que nuestros hombres

    ~~reliistricos~cr~naneceiiiinoli~irlados, que I~ l t, ai i oiiipleta.

    1)

    Segiiii i s croriolngia de Vclleius Paterciilus

    1.1.

    LundaciOn de C5diz

    ocurri h.ziia el niio

    1100

    sntc s dc

    J .

    C ; pe ro coino cstos

    y

    otros c0uipiitos

    cronulgicos dc. los hist,orind6rccantigiios so11 de exact itud muy problem8-

    ti ci , rio debcn dc aceptarse sin rcserva. Mr.

    D hrbois

    y

    otros autores no

    co~iecdcii

    2

    In fiiiidacin do Cadia mayor antigiiedad de 500 5

    G O

    ;tiios

    -rilcn

    de N ;

    E.

    2)

    Co~i l r ibu t ion l ' lt i s lo i re de$

    h97lsn rs

    foss i e s ,

    p a r M r .

    .Alberl Gati-

    d r y .

    VCsie

    ~ , ' ~ , i l r o ~ o ' o y l r ~ ,

    ol.

    XIV, pg. 1,

    y a

    N

  • 7/26/2019 Los Primeros Habitantes de Espaa Segn La Historia y Segn

    33/44

    mente pruebas que permitan clasificnr y atribuir a tal o cual

    pueblo los \~estigios an numerosos tan interesantes de los tiem.

    pos prehistricos.

    Siendo esto asi, entiendo qlic la Paleontologia ibrica, como

    la todos los pueblos cu gcncral , slo puede explicarse racional:

    rncntc por la evolucin, en virtud de la marcha que la humani-

    dad sigui desde su gnesis, B medida que fu multiplicSndose,

    ocupanrlo lenta y gradualmente las diversas regiones de la

    Tierra. Partiendo de esta base, y cn la imposibilidad de deter-

    minar catcgricamentc cl punto dc su proccdcncia, ni aquel

    otro por dondc pcnctraron en la Peninsula los primeros hombres

    que pisaron su suelo, czbe, en mi concepto, conjeturar in-

    ducci6n de cuanto nos dicen las fAbulas y tradiciones, los-mo-

    numentos a,rqueol6gicos, los textos histricos y la s condiciories

    fisicas y naturales de esta mnima porcin del mundo, que bien

    fucsc por mar, dcsde una otra orilla del ilIediterrAneo, 6 ya

    por tierra, y qiiicn sabe si por cl istmo que la, unla al Africa

    antes del cataclismo geoliigico quc las separ y puso en comu-

    nicaci6n los dos mares, llegaron aquella f6rti lf risueiia

    Ta,i.-

    tBside, nianslhn potica de los Campos Eliscos; y quc cxtasiados

    ante aquella naturaleza exuberante, favorecida por un cielo

    rcflgcntc, un clima benigno y un suelo pr6digo dc cuanto les

    fuera menester para la subsistencia, la adoptaron sin vacilacin

    por la patria que el Ornisipotentc lcs tcnia, predestinada como

    trmino de su vida errante: alli moraron ellos y sus desce.ndien.

    tcs, grutas naturales 6 artificiales y en chozas cabaiias

    rsticas de ticrra y ramaje;

    y

    desde alli fueron paulatinamcntc

    diseniin;indose por las comarcas limitrofes y despobladas; prefi-

    riendo unos 1aS del litoral, 6 las riborefias de los rios

    y

    lagos,

    mientras que otros, mis dedicados a l pastoreo, a l ciiltivo de la

    tierra 6 la explotacin de las minas, iban ocupando el interior

    del pais, formando peqiiefios. y desparramados poblados, cuyo

    nmero f u creciendo coi1 nuevas y sucesivas gcnerafiones,

    liasta n o quedar rcgi6n alguna de la Peninsula complotamentc

    inhabi tada. Mas, aislados estos primeros pobladores por la s ba -

    rre ras i~att ira les ue el intrincado y fragoso sistema orogrifico

    peniiisular

    y

    los caudalosos rios lcvantan por todo el territorio,

    y lc dividen en comarcas de variedad de clima?, grados de

    h a -

    rnedad y

    de

    sequedad, terrenos y pl.oductos de naturaleza y cla-

    se diferentes, con otros agentes fisicos que-influycn de un modo

    especial en los caracteres etnol6gicos de los habitantrs de una

  • 7/26/2019 Los Primeros Habitantes de Espaa Segn La Historia y Segn

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    misma nacin razii., llegaron coiistituirsc i quellasagrupa-

    ciones dc pueblos que, iuo tan slo en foermt de los ag.entes iiidi-

    ados, siiio por de los distintos hahitos y costumbres, clzise

    de tra.bajo, ~kgiii len linici iti~io,coinuiiidad de sentirnicntos

    y

    -medios de ex~ ~rc si ii,ue soii tgdos consecucnia. de rtcluellos,

    adquirieron una cierta fisonoiniii. peciiliar y distintiva respecto

    dc lit sde otras comarcas.

    Asi, pues, hemos de considerar que la pohlaciii de la l'cnin-

    sula fuB obro del tiempo, de un tieiiipo inconmensurublc, y del

    desarrollo evoluti\~o c iine ritza indigeiia: ra za que pertene-

    ciaii- aquellas itgrup;tcioiics etilograficas que los gcgrsfos his-

    toriadores gricgos

    y

    Iittinos rios designa,n con nombres distintos,

    derivados de cunlqiiier accidente notablc dc uria determinada

    rcgijri; como de iin rio, de un lago, dc uri mor~te, e una pohla-

    ciii .iiliport nte, cte. ; pcro todas bajo elconcepto genrico y

    lato de Iberos corrlo pcrtcnacientes una niisma estirpe penin-

    sular.

    Esta r az a es la que desde los tiempos mas lejiinos mereci Sus

    dictados de sufrid;&, onrada, icl hcroics ta,n aiiiantc de s u

    independericia que

    hn

    pre fer ido e l suicidio antes quc doblar la

    c e r v i ~ l yugo exbranjero.

    Bien

    alto lo proclami~a. Historia, s,l coiisigiiar c,n pHgiiias de

    oro las hazaiias heroicas

    y

    6pien.s eniprcsas dc los espanoles eii

    todos los Anibitoi del riiuurlo, eii Ins qiic titiitos llCroes 1egeiid;r-

    rios iiiinortnlizaron iioinhrc

    y

    cl de

    s u

    patria.

    Y

    no s6lo la

    guerra, siiio eii. las a,rtes dc lid Pirz en todas 13s rnanif c~t~tc io-

    ne s

    del genio y do la ~tctividad hri.11 sobresalido ~ ~ r d i ~ d e r n s

    eruiiieucias quc tigurai' in sienrpre coiiio gloria. y orilt~iiienlo e

    nuestra, f i t ~ a del nonlbre espaiiol.

    IIi ICHO

  • 7/26/2019 Los Primeros Habitantes de Espaa Segn La Historia y Segn

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    D

    Francisco Carreras y C a nd i

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    eores

    Acadmicos

    El esfuerzo qiie ejercemos en pro de la ciilti~rri.intelectual

    catalana, dejaria dc ser constante

    y

    eficaz, si no atendiera

    procurar l a desaparici6ii de iiqucllos sureos abiertos en nuestro

    seno poi ~ladevastadorit niarcha del tiempo. Con la llegada del

    iiiiero acad6mic0, riiks de obt,ener la oportuna repnrnci6ii del

    vetusto edificio, se logra ver suplido cl innterial caduco, coi1

    otro de mayor coiisisteiicia, reduiidr~ndo

    Eii

    bcncficio de Ilz soli-

    dez del conjunto Las cnrEo inidas initderas 6 eiideliles tttpias,

    derribadas por los t~fios, e ver1 ieeiriplazadas por el potente hie-

    rro 6

    eI

    compacto cemento hidrhulico, con que edifica inks sli-

    damente, el siglo vigbsimo.

    De igual manera, pues, los infatigables desvclos

    y

    razoiiado

    criterio, qiie caracterizan al r~ucvoacndkmico Sr. R,uhio de la

    Seriia, ~ uien ine cun~ yle ar la l~ienvei iida ii naiiibre de todos

    vosotros, soii cl niacerial robusto que cooperhr

    la

    inayor

    resiste,ncin, de Bsta, iiltrii. ceiitciiaiia, mctnsin de nucstrns buc-

    nas 1ctr:~s. adrede digo buellas lctr;ls, por tciicr ta l palabr:~,

    ent re nosotros, iin Amplio scntido, que quizks en otros sitios no