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SEGURIDAD Para evitar derrames y deterioros del producto, los tambores de aceite deben ser almacenados de manera ordenada y segura. Muchas veces consideramos al lubricante como una más de las mercaderías ofrecidas en el negocio. Sin embargo, conviene prestar especial atención a su manipuleo y almacenaje ya que de esto depende en gran medida la conservación de su calidad y su posterior desempeño en el motor, la caja, el circuito hidráulico, etc. La realidad es que si bien el lubricante es “uno más” de los materiales que hay en el depósito, cuando se lo aplica pasa a formar parte vital del motor o la máquina, de forma tal que podríamos considerarlo como la “sangre” de los mecanismos. Tal como la sangre, cualquier deficiencia en su composición o comportamiento puede llegar a causar fallas en uno o varios de los equipos por los que circula, generando costosas fallas y reparaciones, que originan discusiones con el cliente y afectarán el prestigio de la marca y del mismo negocio. Para evitar estos problemas no alcanza con que dispongamos de lubricantes de excelente calidad, sino que debemos mantenerlos y cuidarlos adecuadamente durante el almacenamiento en el negocio. Recepción de lubricantes En general los lubricantes se reciben en cajas, baldes/bidones o tambores. En este paso debe evitarse la mala práctica de arrojarlos desde arriba del camión sobre cubiertas o almohadones. Este proceder puede romper o debilitar los envases con el consiguiente derrame y pérdida de producto. Si el camión no está equipado con descargador propio habrá que disponer de tirantes de madera o metal en el lugar de recepción y deslizar los envases por estos hasta llegar suavemente al piso. Traslado al punto de aplicación

Lubricantes

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SEGURIDAD

Para evitar derrames y deterioros del producto, los tambores de aceite deben ser almacenados de manera ordenada y segura.

Muchas veces consideramos al lubricante como una más de las mercaderías ofrecidas en el negocio. Sin embargo, conviene prestar especial atención a su manipuleo y almacenaje ya que de esto depende en gran medida la conservación de su calidad y su posterior desempeño en el motor, la caja, el circuito hidráulico, etc. La realidad es que si bien el lubricante es “uno más” de los materiales que hay en el depósito, cuando se lo aplica pasa a formar parte vital del motor o la máquina, de forma tal que podríamos considerarlo como la “sangre” de los mecanismos. Tal como la sangre, cualquier deficiencia en su composición o comportamiento puede llegar a causar fallas en uno o varios de los  equipos por los que circula, generando costosas fallas y reparaciones, que originan discusiones con el cliente y afectarán el prestigio de la marca y del mismo negocio. Para evitar estos problemas no alcanza con que dispongamos de lubricantes de excelente calidad, sino que debemos mantenerlos y cuidarlos adecuadamente durante el almacenamiento en el negocio.

Recepción de lubricantes

En general los lubricantes se reciben en cajas, baldes/bidones o tambores. En este paso debe evitarse la mala práctica de arrojarlos desde arriba del camión sobre cubiertas o almohadones. Este proceder puede romper o debilitar los envases con el consiguiente derrame y pérdida de producto. Si el camión no está equipado con descargador propio habrá que disponer de tirantes de madera o metal en el lugar de recepción y deslizar los envases por estos hasta llegar suavemente al piso.

Traslado al punto de aplicación

No es conveniente “rodar” los tambores hasta ubicarlos, ya que esta tarea es poco recomendable desde el punto de vista de la salud del trabajador por el peso del tambor y además porque puede dañarse la pestaña inferior del tambor, ocasionando su debilitamiento o rotura con las consiguientes pérdidas. La mejor solución es moverlos con un carro, carretilla u otros medios rodantes.

Almacenamiento de los envases

Las cajas de lubricantes en envases menores (1 y 4 lts) deben ser almacenadas en el depósito, así como los bidones o baldes. La única excepción a este proceder es que se ubiquen en la sala de ventas para impulsar su venta o con fines decorativos o con la misma finalidad en la playa cerca de los surtidores. En este último caso deberán estar en exhibidores prolijos y protegidos del sol y la intemperie. Los depósitos donde se guardan los lubricantes deben tener aireación adecuada, para no acumular vapores ni llegar en verano a tener altas temperaturas, ya que esto puede afectar la

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estabilidad del lubricante. Los tambores también debieran ser ubicados bajo techo, aunque en negocios que venden al agro o la industria y manejan cantidades importantes de tambores, esto puede resultar problemático por el gran espacio requerido. También se suelen ubicar en el local de cambio de aceite para tenerlos a mano pero estos locales en general son abiertos y no protegen adecuadamente de la intemperie. Adicionalmente un tambor parado ofrece una superficie muy tentadora para usarla de mesa de trabajo y se convierten en el lugar donde se apoyan herramientas, filtros de aceite y aire sucios, trapos sucios, etc. recibiendo además tierra, polvo, hojas, agua de lluvia o del lavadero que en general esta cerca, etc. La razón de resguardar los tambores de la intemperie es que la exposición al sol, la lluvia y el frío tienden a afectar la calidad del producto. En principio las variaciones de temperatura entre el día y la noche provocan dilataciones y contracciones que posibilitan el ingreso de agua y aire (con polvo) que contaminan el producto. Para evitar este efecto y cuando no se disponga de capacidad de almacenaje bajo techo, o se los quiera ubicar en el local de cambio de aceite, se recomienda mantener los tambores acostados, con los tapones bien cerrados y ubicados horizontalmente (posición 3 y 9 de un reloj) de forma que el mismo producto haga un cierre hidráulico minimizando la posibilidad de ingreso de contaminantes. Aun así, la exposición al sol y la lluvia suele borrar las etiquetas de las precauciones de seguridad y el nombre del producto lo cual posibilita confusiones y errores. Por lo tanto insistimos en la inconveniencia del almacenamiento a la intemperie salvo casos excepcionales, por muy corto tiempo y en tal caso en posición acostados como se explicá más arriba y cubiertos por – al menos – un techo provisorio que puede ayudar a conservar el producto en buen estado. La naturaleza líquida y pegajosa de los lubricantes hace que en algunos negocios nos encontremos que el local donde se guardan los lubricantes o el local de cambio de aceite sean los más sucios. Así aparecen tambores y baldes abiertos (muchas veces más de uno del mismo producto), trapos sucios, aceiteras o pistolas de grasa, bombas usadas para trasvase, etc. Obviamente que esto es indeseable ya que afecta el orden general del negocio, da mala imagen ante el cliente, es causa de contaminación, errores y accidentes, y constituye un peligro de incendio.

Algunas recomendaciones

* Seguridad: tener el depósito de lubricantes en una construcción separada del resto, resistente al fuego, con rejilla perimetral por si hay derrames. * Apoyar los tambores sobre cunas o plataformas de metal, cemento u otro material resistente al fuego * Los tambores u otros envases vacíos o en uso deben mantenerse siempre con sus tapas puestas. * Es recomendable acostar los tambores en uso y dotarlos de válvulas que permiten extraer producto en forma limpia y sin goteras. Además, al estar acostado se los diferencia de otros y así se tiene un sólo envase de cada producto en uso * De todas maneras es conveniente disponer de una cubeta debajo de las válvulas por las

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cuales se extrae producto de los tambores acostados para evitar que los pequeños derrames caigan al piso. * Si se usan bombas para extracción, es conveniente utilizar una para cada producto para evitar contaminaciones. Por ejemplo, pequeñas cantidades de aceite de motor afectan gravemente la performance de aceites hidráulicos. * No usar envases galvanizados para manipular lubricantes ya que el zinc del galvanizado puede reaccionar con algunos aditivos y generar problemas durante la aplicación.

* Docente asociado al Centro Argentino de Tribología, Comité Técnico de la Cámara Argentina de Lubricantes. Director Técnico de SUI SRL.