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    Papelucho en VacacionesMarcela Paz

    Papelucho nmero 11

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    O saba que a mi vuelta de vacaciones la seorita Fresia meiba a dar de tarea una composicin de la dem. Por eso ladej hecha antes de irme y tambin me qued harto chora,con aventuras sulfurosas y espaciales.

    Para que no se me perdiera, la escond secretamente yapunt el escondite por si se me olvidaba; lo malo es que seme perdi el apunte para siempre jams... Dnde estar mitarea? Total, llegando al colegio: -De tarea, nios, unacomposicin sobre sus vacaciones -clam la seorita Fresia,como quien dice ah va una Coca Cola.Y en la noche, dale con pensar y pensar en mi composicin

    perdida... o tratar de inventar aventuras guerrilleras que le dieran envidia a

    los dems cabros. Pero, nada! Hasta que por fin decid escribir la puraverdad, aunque duela, como dice el dentista.

    (El da antes de salir. Escenario dormitorio. Miles de porqueras encima

    de las camas.)PAP. Por fin saldremos de vacaciones! Se abre la camisa y se hacecario en la cara. No me afeitar! declama como si alguien le estuvieradiciendo que se afeitara.

    MAM. Tampoco te cortars el pelo... Hace ratito que ests queriendoser hippie...

    PAP. Y a ti quin te critica tu moo de codorniz?MAM. Total, en campamento no hace falta la moda.

    YO. Vamos a ir a campamento? pregunto.PAP. Llevar equipo de pesca con aperos...YO. Vamos a ir a campamento? le pregunto.

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    MAM. Sueo con no tener reloj y vivir sin horas... bosteza y se estira.YO. Eso quiere decir que vamos a ir a campamento me contesto.El pap y la mam amanecen vestidos de scout. Se ven bastante

    psimos por lo ancianos que son. Los dos se creen capitanes de equipo y no

    tienen ni la mayor idea de nada. El equipo soy yo y la Ji.El suelo entero se vuelve bolsas, canastos, lienzas, caas, gusanos,

    anzuelos, trapos, ollas y sacos de dormir. En total, trece bultos.MAM. Trece! Nmero ideal para no olvidar cuntos son clama.YO. No llevamos carpa? pregunto.PAP. Dormiremos al aire libre, por fin!MAM. Y si llueve?

    PAP. Cundo no? Cmo se te ocurre que va a llover en verano?

    Y partimos al sur.Era un bus Galgo Azul sper choro. Como un avin sin alas. Inmenso,

    cataclptico, con parlantes y excusado propio, dulces chilenos, montones deruedas y msica al paladar.

    Volaba por rutas propias, bocineando a los autos y camiones intrusosque se entrometan en su camino. Atravesaba el largo Chile sin resuello...

    Cuando bajamos del bus, el pap cont los bultos.PAP. Estn justos los diez! clam churumblico, con alegra paternal.

    YO. Eran trece, pap. La cuestin del nmero ideal le sopl.PAP. T te callas. Ni locos, trece bultos para cuatro personas!El bus Galgo Azul parti, sin nosotros.Caminamos bien cargados, yo pensando feliz que por suerte se haban

    perdido tres canastos y eran tres menos que llevar. En el primer potrero,bajo el primer rbol, acampamos.

    PAP (creyndose O'Higgins). Papelucho! A ver si limpias el terrenocomo buen scout. Echa a un lado las ramas!

    l se golpeaba el pecho silbando a todo rin.Y avariento se tragaba todo el aire del sur. La mam se solt el moo y

    se crea gitana. Ligerito me di cuenta que me tenan de esclavo.MAM. Amontona las hojas para tender los sacos de dormir!PAP. Arma una pira de palos para hacer el fuego! Trae piedras

    grandes...!

    MAM. Pon a un lado los bolsones de ropa!...PAP. Ayuda a tu madre a ordenar las ollas! Trae el bidn con agua!

    Corre aqu, corre all. Yo trataba que fueran felices con un hijo

    obediente, aunque fuera un solo da. Me tragu las protestas, los rezongos.Y as se hizo la noche.Nunca jams apareci el bidn con agua, ni el canasto en que venan

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    los fsforos, la parafina y demases. Iban en viaje al sur en Galgo Azul...Tampoco apareci el saco de dormir del pap donde haba enrollado sus

    pantalones nuevos. Y claro, se acomod en el mo, yo en el de la Ji y a ellala metieron en un canasto. Yo habra dormido igual en una olla; estaba tan

    cansado... Habamos comido huevos duros y choclos cocidos como un mesantes. Nos moramos de sed, pero en vez de agua o bebida tuvimos quecontentarnos con el juguito de unos tomates reventados...

    Con harta congoja y sonando la lengua seca en una boca sin saliva, nosdormimos.

    Menos mal que los sueos los invent Dios para consolarnos deldesastre de lo que algunos llaman campamento. Yo soaba que iba enavin a chorro, cuando el avin se volvi submarino y yo un pez gigante que

    luchaba enredado en una red. La red era del pap, naturalmente.PAP. Papelucho! Despierta! No te das cuenta de que est diluviando?

    La crueldad del pap. Por qu no me dej seguir como pez gigante?Yo tena montones de cosas que hacer en el fondo del mar... Y por

    ltimo, si estaba lloviendo a chorros, no iba a parar la lluvia porque yodespertara...

    MAM. No te dije que trajramos carpa? gorgoreaba llovida. Qudesastre, Seor! Qu tragedia! Estamos empapados y no tenemos refugio

    chillaba estrica en la noche.PAP (sacudindose y tiritando como los perros peludos que se caen alagua). A quin se le ocurre llover en este tiempo! Pero luego amanecer ysaldr un sol radiante que lo secar todo se senta de nuevo O'Higgins.

    MAM. Cmo sabes las horas que faltan si no trajimos reloj? Laoscuridad mojada se la estaba capeando la Ji en su canasto con una tapa deolla en la cabeza.

    Pero nosotros los grandes, tenamos tilimbre en todo el cuerpo.Yo decid ayudarlos.

    YO. Hay que copiar a los monos y trepar a los rboles dije consabidura. Y trepamos. Cada uno en su rama, deca que no le llegaba elagua. Pero la oscuridad era tremenda y brujurienta y el ruido nauseabundo.De repente yo divis a lo lejos un auto bienvenido. Sus luces, aunque chicas,brillaban guerrilleras en la noche mojada trayndonos mortales esperanzas.

    YO. Pap, un auto! mi grito rompi el ruido de la lluvia.PAP. Dnde, hijo, dnde?

    YO. Ah! All! gritaba yo apuntando con el nico dedo que poda

    soltar de la rama. Claro l no me vea el dedo. Tampoco poda decirle yo adnde mirara l si no saba dnde estaba su cabeza.

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    PAP. No hay nada! Dijo con voz de anestesista. Ests soando...Eso se llama espejismo, igual que en el desierto.

    YO. No es espejismo lo contradeca. El auto se mueve. Lo malo esque no avanza. Se bambalea, pero no se acerca...

    MAM. Tambin yo lo veo! su voz pareca de parlante. Es un auto,quiz un jeep... pap. S, s, tienen razn...! Una hoja me tapaba susluces... Pero no es auto ni est lejos... Es algn gato o animalito trepadoaqu en el rbol muy cerca.

    El ex auto, ahora animalito, se movi sin avanzar.PAP. Tendremos que espantarlo o matarlo. Puede ser un gato salvaje

    gru.

    YO (furioso). Y por si acaso lo vas a asustar o matar? Es mo. Yo lo

    descubr y nadie me lo quita.PAP. En realidad, yo no me siento seguro en esta rama. T eres ms

    liviano. Apenas tuve que estirar la mano para pillarlo. Estaba tan cerquita dem. Pero no era gato. Era algo sin pelos y un poquito helado y resbaloso. Altiro me di cuenta que era una culebra. Y yo no les tengo miedo, sino que medan pena porque nadie las quiere.

    Le sujet la cabeza y la dej enroscarse en mi brazo.

    YO. Es mansito, pap. Lo tengo en mis brazos y tiene mucho fro dije.PAP. Quieras o no voy a matarlo para estar tranquilo. Dmelo!

    YO. No puedo. No s dnde est usted.PAP. Ese absurdo amor por los animales... Entiende, Papelucho, los

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    animales no tienen alma.MAM. Ay! grit como si fuera ella la desganchada. Te quebraste

    algn hueso, lindo?PAP. Por qu iba a quebrarme algo? furiondo. No soy viejo ni

    enclenque... Trepo otra vez.MAM. Ay! Te agarraste de mi pelo. No soy rama tampoco.El pap embarrado y resbaloso no le achuntaba jams a una rama. Se

    pesc de mi pierna y casi me la arranca. Por suerte cay al suelo sin ella. Miculebro asustado se enrosc tanto en mi brazo que me lo anestesi, y mevino calambre. Claro, me caentonces, pero por suerte encima del pap. Lamam, al sentir la crujidera de ramas, salt al suelo justo encima de m...Pero miculebro se salv. Se desenrosc de mi brazo y parti en la noche...

    Yo me qued estupeflatu mientras el pap y la mam contaban susmachucones en la oscuridad.

    YO. Justo por eso yo quiero que lo pasen bien. No tienen otra vida.Puramente sta.

    PAP. No se discute trepado en un r... y prum!Se quebr el gancho en que se sostena y se vino al suelo

    estrepontosamente. Por poco nos arrastra a todos con l, pero no se quej.

    Con el tremendo golpe que recibi la Tierra al caer la mam encima dem, par la lluvia.

    Una claridad subcutnea estrope la regia negrura y la selva poco apoco se convirti en potrero. Apareci el rbol y demases, todo lindo ybrillante.

    Yo tena cototo de haber perdido a mi nico amigo y me cargaba el daque con su luz no dejaba ver los ojitos luminosos que yo quera reencontrar.Para poder consolarme me jur que no me volvera sin mi culebro.

    Justo que haba jurado, dijo el pap: Ahora empacaremos todo parabuscar un sitio cerca de un ro y hacer una ramada. As tendremos agua y

    techo.MAM. Volvamos al camino y busquemos un hotel la mam ya no era

    scout... Y se arm la discusin: Que no porque llovi anoche va a llover otravez, etc., etc., etc. Yo me alej con disimulo y volv a trepar al rbolbuscando mi culebro. Pero nada!

    Los gritos del pap me bajaron electrnicamente. Haba que empacar yvolv a ser esclavo.

    Que recoge, echa al canasto, estruja el saco de dormir...!

    Cog el saco con odio, y lo retorc maldiciabundo. Quera reventarlo.Entonces sent al fondo algo pesado. Palp mirando al cielo, como miran los

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    ciegos, y sent a mi culebro en su dentro. Un hipo de alegra me dejparalelo... Electrnicamente enroll el saco, los tres sacos, recog elcachureo en los canastos y me ech al hombro el premiado. Feliz ysonrisoso segu a mis paternales scout a donde quisieran ir. Un esclavo con

    su secreto propio es ms feliz que un rey.A poco andar, una nube negra, y otra vez zas! Se descarga el diluvio

    universal.PAP. A refugiarse cada uno donde pueda! orden O'Higgins.MAM. Aqu, bajo este rbol... gorgoreaba mandona.Con el diluvio no se vea nada y cada uno corri a meterse quiz dnde.

    Yo descubr una casuchita como de perro chico, pero con cruz. Animita creoque las llaman y por lo general estn cerca de una lnea de tren. Me calzaba

    perfecta, con saco y todo y tena hasta velas derretidas y chorreadas. Entodo caso yo y mi culebro estbamos protegidos del diluvio. Ojal que losdems hubieran encontrado motelitos como ste para cada uno!

    Yo ni s cunto tiempo pas ah hasta que par la lluvia. En el sur es loque pasa, no se sabe de horas porque el hambre es perpetuo.

    Mientras estaba en mi refugio, desenroll mi saco para dejar respirar ami amigo. Y por suerte, porque estaba un poquito asfixiado con esaporquera plstica que meten dentro y no deja pasar el aire. Pero hacindole

    respiracin artificial, mi culebra revivi.Cuando dej de llover y se sinti mejor, salimos del motel. No sedivisaba nadie, ni siquiera el rbol gigante en que pasamos la noche.Estbamos solos, mi culebro y yo.

    Pens: Estamos en el sur, y si hay una animita aqu es sea queestamos cerca de algn camino o de una lnea de ferrocarril. Esa lnea va alnorte. Cuando uno no tiene brjula ni hay sol, cmo puede saber a dndeva? Buscara la lnea, por si acaso. Total, me perd. Ni luces de la Ji, ni pistadel pap ni de la mam. Solos mi culebro y yo, en plena selva chilena. Parano desconsolarme, le dije a m culebro:

    Apenas encontremos un alambre en un poste, hacemos contacto ymandamos un teletipo con este aviso a algn diario: Se ha perdido unamam con pap y todo. Devulvanse al remitente. Papelucho.

    Mi culebro relampague su lengua y comenz a animarse. Se ve quetiene vocacin de detective. Poco a poco se me enroll en el brazo yseguimos caminando. Mis violentos papas cada vez ms perdidos y lejanos.La jungla chilena, con sus ruidos propios y su eco lejano, a cada rato me

    engaaba hacindome or clamores y escuchar: Papeluchooo!Espejismo me dije, hacindome de auto-pap. Mi culebro pareca

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    asustado, porque tambin se oa un tamborileo perpetuo, y all arribazumbaba un avin y bajo tierra un terremoto se vena anunciando...

    Qu importa un terremoto en pleno campo! tranquilic a miculebro. Qu importan los aviones all arriba, mi Bartolom!

    Y as no ms qued bautizado. Y de posdata lo llam Bartolo.ramos los dos solos en el mundo y avanzbamos. A cada paso se iba

    oyendo ms inflamable el tamboreo. Y comenc a saber que no eraespejismo. Se nos vena encima con su machaca y machaca. Un pozopetrolero? Alguna fbrica? Ojal fuera de helados. Tenamos tanta hambre!

    De repente nos encontramos ante un campamento indio. Era unasorpresa chora que no nos esperbamos. Haba una ruca maldita y unosenanos indios tamborileando el aire...

    Los quedamos mirando, escondidos detrs de unas matas. Eran justo

    de mi porte y tenan el cuerpo pintado entre hippie y cebra. Les colgabanflechas y plumas, y no lejos arda una fogata que ola a palo quemado. Esome tranquiliz; no coman gente asada.

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    Junto con salir del escondite, los indios nos vieron y dejaron detamborear. Parecan tenernos ms miedo ellos a nosotros que nosotros aellos. Es inflamable tener por compaero a un culebro! Me sent elvencedor, antes de haber peleado.

    Los seis indios se vinieron acercando a nosotros y se pararonmirndonos con los ojos muy fijos en los nuestros. Los dibujos de suscuerpos se retorcan un poco, cambiando las figuras. Ellos tenan tilimbre delBartolo.

    Hola! les dije para tranquilizarlos. Hola! contestaron en coro, apuntando sus flechas. Amigos o enemigos? pregunt.En vez de contestar tamborilearon de nuevo.

    No entiendo teletipo dije. Saben hablar chileno? Somos chilenos! dijeron otra vez en coro. Y as fuimos

    hacindonos amigos.Resulta que no eran indios, sino un grupo de cabros de mi edad

    haciendo campamento. Se llamaban Cote, Andi Panda, Negro, Sedri, Rody yJapo. Eran tipos del uno. Tenan su propia carpa y no les importaba la lluviaporque lo pasaban brujurientamente bien. Me convidaron leche de tarro, pany fruta, y lo nico que me pidieron cambio era que los dejara tocar al

    Bartolo.Pero al Bartolo le dio por sacarle la lengua a cada uno.Somos de la Banda del Puma -dijo uno de los cabros tirndose pinta

    y conocemos todos los secretos del sur de Chile. Te gustara ser de labanda?

    Ya lo creo contest y mi boca se puso jugosa con eso de hablar otravez.

    Salimos a pescar salmones en un ro que era desconocido de todo elmundo, menos de ellos, y nos asamos un salmn completamente glucoso.Nunca com algo ms rico. Bartolo se enroscaba en los rboles mientrasnosotros nos babamos en el ro y jugamos a Tarzn, indios y montones decosas.

    Cuando lleg la noche, nos amontonamos en la ruca maldita y Bartoloprefiri quedarse afuera, porque era muy caliente con tanto cuerpo y pocohueco. Quiz se larg a llover y quiz no, pero ya no importaba...

    Cuando sent la lluvia pens en los perdidos que andaran mojndose enla jungla chilena. Qu dira la mam al verme acurrucado en una carpa? Me

    compadeca de ella, de la Ji, del pap scout, y me baj romadizo depensar... De pena, me dorm...

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    Despertamos traspirando. El sol quemaba tremendo y era medioda entoda la Repblica, porque la sombra nos quedaba debajito de los pies. Asduermen los scout, y uno despierta con hambre de puma.

    Pero a la banda le quedaba de todo para comer y al poco rato el humitode la fogata ola a salchichas y nos chorreaban los jugos de ganas demorderlas.

    Ya sin hambre, empezamos a planear.JAPO. Podramos hacer negocio con el Bartolo dijo.COTE. Y ganaramos montn de plata si lo amaestramos.RODY. l vera la suerte. Hay montones de gente que quiere saber

    cundo se va a morir.

    NEGRO. Pero, cmo ve la suerte un culebro?RODY. Tenemos que amaestrarlo.YO. Al Bartolo no lo amaestra nadie! Lo haran sufrir y no lo aguanto.Se arm la discusin:Que un culebro no sufre.Que un to me cont que en la India ven la suerte.Que si es inteligente, qu le cuesta aprender.Que t eres idiota si no aprovechas al Bartolo.

    Que te echamos de la banda si no lo dejas actuar.Que yo le enseo a hacer judoQue nadie me lo toca -clam yo.Te echamos de la banda dijeron todos en coro. El Bartolo les tir un

    escupo y nos fuimos los dos...Pero a los pocos pasos, nos alcanzaron los pumas.NEGRO. Puedes quedarte con nosotros. Hemos pensado hacer un circo.

    COTE. Ganaramos montn de plata y el Bartolo no necesita trabajar.Y as comenzamos a planear la cuestin del circo. Cada uno saba

    alguna prueba chorifli, y los que no la sabamos empezamos a practicarhasta aprenderla. La cosa iba resultando sper, aunque con hartosmachucones y unas pocas narices sangrientas. El nico que no se mataba deesfuerzo era Bartolo que, trepado en un rbol, nos sacaba su lengua muyfeliz.

    Ahora se trataba de salir a buscar un auditorio o quiz un canal de Tv.que transmitiera el programa.

    Enrollamos en su palo la ruca de lona, recogimos el equipo y cargando

    cada uno con algo, partimos por la selva.Mi cuerpo estaba pintado como el de ellos, con hartos signos brujos y

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    flores pegadas y culebras preciosos. Yo era el domador de serpientes ycaminara en las manos llevando al Bartolo enrollado en mis piernas areas.Lo haba ensayado un poco mientras los dems se costaleaban dando saltosmortales y demases. Marchbamos en pos de algn pueblo dando gritos

    selvticos, tamborileando para atraer nuestro pblico.De pronto, cruji una rama y salt a nuestros pies un puma chico. Era

    quiz una guagua, del tamao de un gato, blandito y asustado aunque conganas de ser feroz.

    Lo correteamos hasta lograr pillarlo y nos hicimos su amigoconvidndole un poco de chorizo y sacndole una espina de una pata. Lobautizamos Caupolicn.

    Con Bartolo a la cabeza, tres tambores, Caupolicn y los otros, el desfile

    del circo era impotente. Sensacional!Slo faltaba el pblico. Dnde se meter en el sur de Chile? No se oa

    ni una sola voz, ni siquiera de espejismo. Nada. Nada.Al igual que Coln, seguamos caminando sin saber a dnde bamos.Y al igual que Coln, cuando nos sentimos desanimados y choreados,

    encontramos un papel arrugado en el suelo. Signo de gente. Ms all untarro y algunas porqueras. Gritamos de alegra. Pero Caupolicn y Bartolose pusieron nerviosos...

    A poco andar, un sendero de pastos aplastados se fue ensanchandohasta parecer casi un camino, con sus huellas y todo. Era la senda deltriunfo! Aceleramos la marcha, los gritos, los tambores. Bartolo sacaba sulengua a mil por hora y Caupolicn se puso flatulento y hediondo.

    Estbamos exiliados y jubilosos y a cada instante creamos ver alpblico y oamos aplausos y vivas.

    Entonces divisamos una casa rodante y otra y otra. Tres casas. Era unpueblo en fundacin. Qu felicidad tendra su gente aburrida cuando vieranvenir nuestro circo maravilloso con su sensacional programa... Nos dio comotilimbre de felicidad, pero frenamos la marcha para averiguar bien cmoponerlos curiosos y con atraccin animal.

    Por separado, fuimos cateando a ver qu hacan.Haba que tener cuidado por si eran salvajes, antidiluvianos y amigos de

    la muerte.Pero no haba nadie. Todo desierto, por ningn lado gente...Nos juntamos de nuevo y Japo nos aconsej respirar hondo y guardar

    silencio. Despus de un largo minuto de este ejercicio, con todo respeto y

    sin hacer ningn ruido, nos metimos a una casa rodante.Era el despipe. Ah haba de todo y nadie a la vista!

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    Cordeles y un trapecio, calzoncillos con brillos de oro puro, cinturonescon hebillas rutilantes y hasta trajes de tony.

    Un circo abandonado! clamamos los siete.Es un milagro dijo el Negro. Faltaban los artistas y llegamos

    nosotros!Y, ya confiados, revisamos las otras casas rodantes abandonadas. Aqu hay una trompeta! gritaba uno. Aqu un parlante! chillaba otro, y a cada rato descubramos ms y

    ms cosas. Con tal que no aparecieran nunca ms los que las habanjuntado. Porque es brutal encontrar cosas de nadie, cosas sin dueo. Esvictorioso!

    Cada uno iba sacando lo que necesitaba para su nmero glucoso, y

    aunque hubo puetes por el calzoncillo de lentejas de oro, quedamos todoslujuriosamente elegantes. Hasta inventamos ms nmeros aprovechando lascuestiones encontradas.

    Y empezaron de nuevo a repicar nuestros tambores con el compstriunfal de la trompeta y el parlante que atronaba la selva como Juicio Final.

    Siguiendo la huella, divisamos entonces gente de verdad, pblico, allmuy lejos, lo nico que nos faltaba. En este mundo la cuestin es tratar delograr algo y se consigue.

    Se vea un montn de pblico surtido: nios, viejos, mujeres, todos de

    ocasin. Aburridos. Sentados, sin hacer nada.Al vernos venir se les alarg el cogote, les brillaron los ojos y quedaron

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    supersnicos. Quiz creyeron que ramos marcianos. Se levantaron unoscomo para venir a nuestro encuentro, pero un gordo gigante abri los brazosy detuvo a los asustados. Un flaco estir la mano como queriendo robar elpantaln luminoso, pero el gordo lo sent en el suelo. Y entonces el gordo

    sac una huasca muy larga y con ojos de rinoceronte embravecido relinchun Atrs todos! electrnico. El pblico qued inmvil y tan idiotizadocomo antes.

    El gordo de bigotes de cuerno de venado, se acerc a nosotros haciendosonar su huasca.

    Quines sois? Qu queris? De dnde vens? preguntsperamente.

    Este es Bartolo! -dije con orgullo mostrando a mi culebro.

    Y este es Caupolicn! dijo Cote con su voz de pitilla. Somos el sensacional Circo Puma Intramuscular! resopl yo por el

    parlante. Slo queremos pblico para dar la funcin.El caballero de huasca se guard su huasca de un huascazo.Aqu lo tenis dijo mostrando al grupo magistral. A qu hora

    comienza la funcin?Ahora mismo contest por el parlante. Mi voz era para asustar a

    cualquiera. Pero en ese momento al Bartolo se le ocurri meterse en mi

    trompeta y tuve que largarla. Asom su cabeza escupidora y sacadora delengua y metido en la cuestin pareca un fenmeno.El pblico nos rode aplaudiendo al Bartolo. Sentarse todos en crculo y que empiece la funcin! rugi el

    bigotudo. Todos le obedecieron y la pista qued hecha: una redondelacomo estadio, todos sentados en el suelo. Miles de ojos enchufados en elBartolo y yo.

    Era bien claro que lo que ms interesaba era mi culebro-cohete. Porquemetido en el cometn pareca algo lunar. O sea que su cabeza asomada enuna punta y la cola al final eran algo extra. Tambin el traje duro que habaelegido el Bartolo lo pona nervioso y se retorca con ojos fulgurantes.

    La banda de los Pumas se larg a hacer sus nmeros. Sus vueltas decarnero, sus saltos, su krate y su judo. Los tonys, sus payasadas hartofomes. El pblico rea o pifiaba, que es igual que aplaudir. Era un pblicosubdesarrollado. Yo entretanto trataba de sacar al Bartolo de la trompeta...

    De repente, empezaron a tirarnos cscaras y tomates y hasta piedras.Entonces me adelant con el Bartolo y anunci su nmero:

    Seores! dije. Por primera vez se presenta en pblico el msfamoso culebro don Bartolo y su amigo pumita Caupolicn. Pero antes de

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    presentarlo, nuestro querido auditorio debe pagar su entrada al Circo PumaIntramuscular.

    Una lluvia de monedas nos bombarde hasta aturdimos. Es decir, nossalieron cototos en la frente y el Japo qued tendido en el suelo, cara al

    cielo, sonriente y desconectado. El Sedri saltaba en una pata su dolor decanilla, mientras los otros arrancaban del bombardeo. El pblico gritabarubicundo. Caupolicn y Bartolo hacan cosas tremendas estereofnicas.

    Yo he odo decir que el xito desvanece, pero no estaba seguro si eraeso lo que nos pasaba a nosotros. Rotundamente desvanecidos haba dos...

    El bombardeo par y algunos y otros empezaron a recoger monedas.Ya ah vino lo raro. La pista se llen de cabros chicos-pblico y se nos

    vinieron encima a quitarnos las monedas. Se arm la gran pelea y volaban

    los puetes, las patadas, zancadillas y canillazos. El pblico viejo se rea.Hasta que de pronto son un pito y el caballero bigotudo con los cachetesbien inflados de pitear, hizo bailar su huasca. El asalto qued esterilizado. Yentonces don Bigote se acerc.

    Basta de chacota dijo. Me intereso por la culebra! No se vende! le contest violento. Y adems es culebro.Ustedes se han robado los equipos de mi circo dijo. Van presos si

    no dan la culebra y la pumita.

    Cremos que eran de nadie estas porqueras le dije. Ah las tiene!Y a los de la banda orden: Devolverlo todo!Yo estaba tan furiondo que hasta los aturdidos volvieron en ellos. En un

    minuto les habamos devuelto al bigotudo sus cordeles, sus ftidos trajes detony y sus calzones de lentejas de oro.

    Oye, chico mal genio dijo l sonrisoso, acercndose. Qu tal sinegociamos el culebro y el puma? Entre amigos, compaeros de circo, sepuede tratar, no? Hasta podran formar parte de la compaa y viajar connosotros en las casas rodantes. Pensamos llegar al fin del mundo.

    Me volv a consultar a los de la banda. Les tincaba como diantre la ideade ser del circo y ms que todo llegar al fin del mundo...

    Di que s me soplaban entre dientes. Piensa en las aventuras.Yo me volv al Bartolo y lo mir en los ojos preguntndole. No me sac

    la lengua, sino que se escondi en la trompeta parlante, y su cabezadesapareci para venir a salir por la otra punta. Yo me qued con latrompeta en la mano y se la dispar al bigotudo. Bartolo vino a enroscarseen mi cogote feliz.

    Bartolo ha decidido que no dije con sabidura. Es por l que seinteresan y l no quiere.

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    Yo les propongo que pongan Uds. las condiciones la huasca sonabasuavecita en mis piernas.

    No hay condiciones! le ladr al bigotudo.Est bien dijo ponindose ms seco y haciendo sonar la huasca al

    lado de mis narices, pero el ms fuerte soy yo y mostr con la huasca asu famoso pblico.

    Sent como un tilimbre en el estmago, pero Bartolo estir su cogote yescupi al bigotudo. Eso me dio valor.

    Lstima que siendo tantos no puedan defenderse de la mordeduravenenosa del Bartolo! me insolent.

    Junto con decirlo se me acerc un gallo inmenso, puro msculocachimba, de esos que parecen montn de neumticos. Me pesc de unaoreja y me elev en el aire y desde ah me solt. Cuando abr los ojos en elsuelo, vi saltar al Bartolo y enroscrsele en su inmenso cogote y apretar y

    apretar... El matn cachiporra se iba poniendo rojo, negro y color mora ysus ojos se agrandaban como huevos en plato.

    El bigotudo quiso acercarse para pescar al Bartolo, pero l lo escupi enla cara. El pblico retrocedi asustado.

    Haz que suelte al Gorila! maldicin el bigotudo. Esa fiera lo va aahorcar!

    Lo soltar si prometen no fregarnos dije rubicundo, y cuando todosjuraron mandarse a cambiar, yo le orden al Bartolo: Sultalo y ven aqu!

    Bartolo se desenroll del tremendo cogote del Gorila, y se vinogalopando a mis piernas amigas. El matn haba cado al suelo y serevolcaba sobndose la garganta. El pblico y su jefe corran a consolarlo,

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    No vas a ser tan egosta que por juntarte con tu gente vas a darle alBartolo...

    Claro, ellos no tenan problema; eran libres en su campamento y nadielos buscaba. Pero al pobre yo, lo crean perdido y uno sabe que la mam de

    uno es de esa gente que siempre piensa lo peor, aunque requete sabe quenunca pasa nada. Porque ella es mal pensada de nacimiento y no tieneremedio. Por eso me revolva adentro la famosa cuestin de la con ciencia,porque sin ciencia uno es mucho ms feliz, Y perder mi Bartolo para siemprepor puro que no se asusten gratis de uno, es harto mal negocio. Y porltimo, un rato ms de yo perdido, no era tan atroz cuando faltaba pocopara la noche y en la noche todos duermen.

    Los otros comprendan mi problema.

    Si es bruja dijo el Negro se queda con el Bartolo y a lo peor t niencuentras a tu gente.

    Si es bruja pcara nos puede convertir a todos en sapos dijo Sedri.Y puede hacer un caldo con el Bartolo aleg otro.Y llevarnos a una cueva maldita...O echarnos en el crter de un volcn...Si es adivina sabe lo que estamos hablando dije con un calor

    tremendo en las orejas. Caupolicn gru mostrando sus dientecitos filudos.

    Tambin l tena miedo que lo entregramos a la hechicera en vez deBartolo.Total somos siete contra una dijo el Negro. No nos puede quitar a

    los amigos.La bruja se dio vuelta y dijo:Ni siete ni setenta veces siete ni todas las fieras juntas pueden vencer

    a una hechicera ri la bruja con una carraspera carcajada tan larga quecre se ahogaba.

    La cuestin era hacer algo sin pensar, para que ella no alcanzara aadivinarlo. Qu tendra tan sper el Bartolo que todo el mundo se lo querarobar y hasta los buenos se convertan en malos con tal de tenerlo?

    Mir a mi culebro como pidiendo su ayuda. Desde el fondo de latrompeta me mir l a m y me envi un mensaje. Era un mensaje areo sincomunicaciones. Directo.

    Ipso flatus sopl por la trompeta y el Bartolo sali disparado escupiendoa chorro y sacando la lengua a mil por minuto. Corra por el rancho agrandes saltos y fue a pararse en su cola, muy derecho, delante de la bruja.

    Ven a m, Bartoln dijo ella con voz cremosa. Te necesito, miprncipe, para librarte de tu encantamiento...

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    La vieja se haba vuelto color sanda y se le paraban los pelos de purosusto. Bartolo no se mova y la segua escupiendo.

    Oiga, bruja dijo el Cote, stos son otros tiempos y no hay hadasni prncipes encantados, ni patillas. Ni siquiera el Bartolo le cree sus

    promesas.Ella no le hizo caso; segua aterrada mirando al Bartolo y ponindose

    cada vez ms verde. Ya no se atreva a hablarle.Pasaba el tiempo y los siete apiados sujetbamos al Caupolicn que

    grua sulfuroso. La adivina tena ahora los pelos tan parados, que topabanel techo de su rancho. Sus manos tilimbreaban electrnicamente haciendocastaear sus uas. Los pelos de su nariz asomaban como balasencaonadas. Era algo folclrico, pero daba como pena la pobre vieja

    estupidizada.Hice una carraspera y le dije rotundamente:Ya ve UD. que Bartolo no la quiere, ni tampoco le cree. As que mejor

    nos vamos...Junto con decir esto Bartolo salt a embutirse en la trompeta y Japo

    abri la puerta del rancho. Todos se atropellaron en salir, Caupolicn elprimero; Sedri y yo nos quedamos atrs para dar las gracias por el ricocauseo.

    Los pelos de la bruja se haba bajado de golpe y sus manos seafirmaron en sus rodillas.Todo esto lo saba yo de antes dijo tristonamente como tambin

    s lo que les espera a Uds. all afuera...Ya estaba otra vez tentndonos para seguir negociando.No queremos saber lo que nos espera, preferimos la sorpresa -dijo el

    Negro y nos fuimos.

    Haba parado de llover y un sol de ltimo minuto tiraba rayos rojoshaciendo ms verdes las hojas, ms brillantes las gotas de agua limpia.

    Ahora no es problema orientarnos dijo el Negro. No hace falta labrjula porque sabemos que el sol se hunde en el mar. Ese es el Oeste!

    Y qu sacamos con que sea el Oeste? dijo el Japo.Bueno, al otro lado est el Este dijo Andi Panda.Y aqu el Sur y all el Norte dijo otro abriendo los brazos y

    creyndose brjula. Y qu sacamos con eso si no sabemos a dnde queremos ir? dije

    yo. Total, no sabemos ni de dnde venimos...

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    Lo nico importante es no llegar a las casas rodantes dijo el Rodri.No quiero ver nunca ms a esa gente.

    Y ah empez la discusin: que venamos de aqu, que no, venamos deac. Que si caminamos por ah, nos topamos con el circo... Y dale y dale,

    todos ponindose sulfurosos y rabiosos. Tambin tenamos hambre, creo,porque cuando el Andi descubri unas frutitas, nos largamos a devorarlas yhasta se nos pas el mal genio. Eran frutas desconocidas y chirimoyas.Comamos haciendo carrera a ver quin coma ms. Ni Bartolo ni Caupolicnlas quisieron probar...

    Por fin, ya sin hambre y con el ltimo rayo de sol, largamos aCaupolicn para que nos sirviera de gua. Parti como un cohete ruso yapenitas lo podamos seguir. Japo se iba quedando atrs y al poco rato elAndi y el Cote. Pero los dems seguamos corriendo tras la pumita. Desdemuy lejos se me vena anunciando un dolor conocido, de esos que llamanretortijn, pero no le hice caso. Me di cuenta que era yo el nico que seguacorriendo. Atrs se haba quedado el Rodri, el Sedri y hasta el Negro. Sedivisaban echados en el suelo revolcndose. Yo tambin me ech al suelo,porque tena como cuchillos en las tripas. Arrastrndonos nos juntamostodos, y all lejos Caupolicn se detuvo cuando vio que el jueguito nosegua.

    Estamos embrujados! llorique el Japo poniendo blanco los ojos.

    Envenenados! -dijo Cote revolcndose y sobndose la camisa. Las frutas malditas! -grit Rodri, rodando por el suelo.

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    Hay que vomitar dijo el Negro. No me quiero morir y tambin estremendo morir envenenado... ay... ay... ay...

    Yo fui el que ms com -huac! el Sedri dispar su vmito como unmanguerazo, saltando al pelotn que se revolcaba y sin tocarnos. Puso caras

    atroces, pero al poquito rato sonrea.Lo mirbamos con envidia. Si hubiramos comido tanto como l! Pero

    no haba caso. Dolor y ms dolor. Tratamos de vomitar haciendo arcadas,hasta que al Sedri, que se senta superman, se le ocurri meternos unahojita de helecho en la garganta bien adentro y revolverla. Huac!! A unopor uno nos cur y quedamos como nuevos. El cochino de Caupolicnolfateaba la cosa casi como tentado a comer... El pobrecito tambin tenahambre. Habra que preocuparse, porque es carnvoro y no hay carniceras

    en las selvas del sur. Ya se notaba ms flaco desde ayer.Oscureca, pero poquito a poco. Volvimos a largar al hambriento pumita

    para que nos guiara a su supermercado o restaurante o lo que fuera dondele gustaba comer, y lo seguimos. Bartolo se haba devorado lo suyo mientrasnosotros estuvimos envenenados y se enroscaba y desenroscaba jubiloso demi cogote a la trompeta y viceversa.

    Caupolicn haba acortado el paso, olfateaba y olfateaba, arrastrando lanariz entre hojas y ramas. Aqu se detena un rato y revolva; ms all

    enterraba su hociquito y casi desapareca tras l.A lo mejor nos lleva a su guarida dije y si su familia es grande...La idea nos par los pelos. Valor no nos faltaba, pero... cmo bamos a

    defendernos de miles de pumas, algunos de ellos furiosos, creyendo que leshabamos robado a su hijo nico?

    Retrocedimos un poco. La noche quera venirse encima, y adems,dnde bamos a arrancar y escondernos si saltaban los pumas parientes deCaupolicn?

    De pronto la pumita se aferr de una rama y trep hasta perderse.Dimos pasos atrs, algunos, pero no muchos, y esperamos...Entretanto, planebamos mil cosas para defendernos del asalto de

    fieras enrabiadas.Cruji en esto una rama y nos corri un tilimbre por piernas y espinazo.Haba saltado al suelo el Caupolicn y se acercaba, gordo, rechoncho,

    contento y satisfecho, relamindose feliz de su tremendo almuerzo.Qu haba comido arriba de ese rbol? Qu animal sera su plato

    favorito que tan bien lo ubic, lo comi y lo sabore? Nos daba terror pensar

    lo que habra sentido el que estaba ahora en las tripas del leoncito chileno...Pero era un gran misterio. Y sera un misterio quizs siempre.

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    Caupolicn nos miraba desde el sueloy pareca decirnos: Ya estoy listo! Ahora qu?Japo lo tom en brazos y seguimos caminando por nuestra propia senda

    que era menos difcil que la de Caupolicn.La oscuridad creca y empezaban a orse esos crujidos misteriosos de la

    noche, esos silbidos annimos, esos suspiros lejanos.

    Decidimos cantar para espantar los malos pensamientos y con lacancin de Yungay a grito pelado se hizo ms ligero el camino y ms segurollegar a alguna parte.

    Y justo, no muy lejos, apareci una luz...Era una luz musicloga y tremenda, sulfurosa y alfombrillenta que haca

    picar el cuerpo todo entero, aun desde lejos...Paramos un momento; creo que algunos tenan como miedo, era tan

    raro el asunto en plena selva...

    Hay dos alternativas dije a los Pumas. O avanzamos oarrancamos...

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    No se oy contestacin, porque la msica era cada vez ms fuerte.Caupolicn salt de los brazos de Japo y avanz hacia la luz. Bartolo

    alarg su cogote fascinado... Tenamos que seguir; era una sea!Dimos un paso, otro y otro. Cada uno pensaba con sus propios terrores

    cientficos lunares, calladito. Yo estaba seguro de que sera algo espacial dela Nasa. Eso me daba tranquilidad y menos picazn.

    Ya estbamos muy cerca.La luz radiante y la msica parecan desparramarse y desteirse. Pero

    tambin se agrandaban... Nos quedamos paralelos un rato. Mirar no erapeligroso.

    Bartolo galop hacia la luz. Caupolicn lo sigui. Es un enjambre de lucirnagas! Grit el Negro que sabe mucho de

    otorrino. Yo dira que asaltan un panal de abejas... Es una toma! Dijo el Andi. Se han tomado la miel y...No pudo terminar la frase. La msica se vino encima... Eran abejas

    zumbonas, furiosas contra los asaltantes, y parecan tirarse en picada contranosotros, creyndonos los malos.

    Caupolicn haba dado media vuelta y galopaba abrindose paso entrelas quilas, Bartolo lo segua y la luz antes maravillosa, era ahora como unanube desteida que se agrandaba hasta desaparecer. Los Pumas y yo

    arrancamos aterrados del enjambre de abejas que nos segua.Sedri iba abriendo un tnel con su cuchillo. Las ramas de las quilas erantan tupidas que resultaba difcil hasta para las abejas alcanzarnos.

    En cuatro patas nos arrastramos y tapamos la entrada de nuestro tnel.Los ojos sulfurosos de Caupolicn nos alumbraban el fondo de esta cueva yBartolo haca llamear su lengua como una chimenea. El zumbido de lasabejas se fue alejando poco a poco y su famosa msica se acall con unalluvia chora. Slo nosotros la oamos; no nos llegaba ni gota de agua ennuestro tnel.

    Al da siguiente despertamos con unas risotadas. Alguien, no, muchoslguienes, se carcajeaban muy cerca, entre el ramaje. Se hubiera sido denoche nos habra asustado, pero a travs del tnel se divisaba el sol de unda glorioso.

    Ser otra vez la gente del circo? pregunt Japo con bocachurrasquera.

    No dijo el Negro sabio. Son chucaos... Yo conozco su cantopitancero.

    Chucaos? preguntamos. No sabamos si era un animal feroz, algnindio colonial o un tiburn de ro. Porque no lejos se senta correr agua...

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    Los chucaos son lindos y puros pjaros. Se meti entre las ramasdel tnel y mostr uno. Era entre zorzal y pollo, algo grande, con el pechobien rojo y alas negras; con su pico fuerte haca risas o cuestiones deinstrumento musical. Un pjaro churumblico.

    Poco a poco fuimos saliendo del tnel. Al estirar el espinazo y levantarla cabeza, nos cay el hambre de golpe y para consolarnos hicimos unejercicio mental-yoga-salchichnico. Cada uno contaba lo que estaracomiendo de ms rico:

    Yo deca el Negro un inmenso hot-dog harto jugoso y lechorreaba saliva sin querer.

    Yo, una sanda deca el Andi.Yo, un pollo entero asado al palo dijo otro.

    Yo, siete churrascos de lomito jugoso.Yo tambin Yo tambin Yo tambin decan todos saborendose

    su propia saliva. Pero no nos llenbamos. Caupolicn y Bartolo se buscabanla vida y los seguamos, bien confiados, mientras los chucaos rean...

    De pronto se detuvieron ante algo extrao. Caupolicn comenz a lamerel suelo y Bartolo, todo misterioso y coqueto, se retorca y bajaba su cabezapara levantarla muy alto: tragaba algo...

    Descubr que la pumita saboreaba miel, y cera con abejas y todo. Era lo

    que quedaba del panal. La crema. Increble que las lucirnagas tan chiquitasganaran a las abejas. De seguro eran electrnicas. Ah estaban fallecidas laspobres abejas revueltas con su miel que chorreaba y chorreaba. De laslucirnagas ni luces, por ahora, aunque quiz en la noche volveran.

    Nos pegamos un feroz desayuno medio alemn medio Ambroslico,pero harto llenador. Estbamos pegajosos de las hojotas al pelo, pero felicesde no sentir hambre.

    Ni podamos usar las manos porque los dedos se nos haban pegadounos con otros y apenitas podamos caminar con la cantidad de hojas yramas pegadas a las piernas.

    Yo sent correr agua cuando estbamos en el tnel dije, y volvimosa meternos en l. Sedri adelante iba ahondando el tnel con su cuchillo,mientras nosotros nos arrastrbamos, muy lento con pinta de rboles cadavez ms grandes.

    ramos puras hojas, ramas, hierbas y demases. Ni nos rasgubamosla cara de lo puro aforrada en hojas...

    Y al fin, despus de mucho, una quebrada con agua cristalina!

    Zas! De un run todos chapoteando en el agua... que se llen de hojas yde mugre. Pero nosotros, despegajosos, libres, revolendonos entre piedras

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    preciosas y tomando gratis cualquier cantidad de la bebida ms rica. Porqueel agua con la miel y las hierbas resultaba mejor que Coca Cola.

    Y cuando nos cansamos, salimos, nos empiluchamos y tendimos lasropas a secar. Tenamos la esperanza de que el sol del sur nos dejara

    oscuritos o piel roja. Pero nada...

    Mientras esperbamos que se secara la ropa, se nos vino encima unlote de queltehues gigantes, tipo guerrillero y con ganas de pelear.

    Son treiles dijo el sabio, no les hagamos caso...Y en ese momento se me cay la teja del problema de mis padres

    perdidos. Mejor dicho: ellos crean perdido a su hijo Yo. Era un problemamo, y no tena por qu fregar a los de la banda.

    Sin decir nada, me cal la polera y el pantaln y le hice sea a miamigo el Bartolo.

    Chao! dije cuando llevaba unos pasos caminados. Eh, t! Grit alguien. Dnde te vas? Y qu te crees que te

    llevas al Bartolo?El Bartolo, que lo entiende todo, se me enrosc en el cogote y les sac

    la lengua a los siete Pumas.Cuando encuentre a mi gente, vuelvo donde ustedes. Ahora me

    acord de que me andan buscando...Pero si no sabes dnde estn dijo alguien.La cuestin es encontrarlos y si me quedo aqu es mucho ms difcil

    que si camino...Depende dijo el Negro porque si t caminas para un lado y ellos

    para otro...Total, el mundo es redondo y tenemos que toparnos alegu.Alegando y alegando se iban vistiendo todos. Caupolicn nos miraba

    esperando ordenes. Un puma sabe que l es bestia y no trata demandar alhombre, pero al amigo lo ayuda si lo ve entontecido.

    Apenas se vistieron todos, parti el Caupo adelante a todo trote.Tenamos que correr para no perderlo de vista y slo se detuvo cuando llega la orilla de un arroyo con harta corriente. Ah se puso a olfatear y darsaltos, entre la orilla y el agua.

    Debe ser un mensaje dijo el Japo. Claro, nos da la idea de irnos por el agua! dije yo. Es lo ms

    rpido...

    Y ms suave... dijo el Japo que estaba ms rasguado que unbanco de colegio. La verdad es que todos tenamos cara, piernas y cuerpo

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    bien estropeado.Hicimos unas canoas con cscara de rboles, las ensayamos y

    aterrndonos fuerte cada uno a la suya, nos largamos al agua con tilimbrede risa. La corriente nos llevaba a todo chancho, saltando entre las piedras,

    tropezando y tambaleando entre races y troncos, chocando y dando brincosen olitas sulfurosas.

    Vimos pasar bosques y ms bosques, pjaros raros y ejrcitos debandurrias formando arcos en el cielo. Unos tiuques inmensos e insolentesnos seguan como queriendo atacarnos, pero el Bartolo, con su lenguarelmpago, los espantaba desde el agua.

    Todo se volva ruidos y chapoteo, salpicadas y enredos de canoas.Entre el alboroto de gritos y demases, estoy casi seguro de haber odo

    all lejos la voz de mi mam llamando: Papeluchooo!!.Pero no haba caso de frenar las canoas. Cada vez la corriente nos

    tiraba ms lejos y ahora los rboles se vean como un solo borrn. El vientonos doblaba atrs las orejas y a cada rato haba que agachar la cabeza paraque no la cortara alguna rama.

    A este paso vamos a caer al mar! chill Cote.Menos mal que el mar tiene playa grit yo y en las playas hay

    siempre pescadores y mariscos.

    Junto con decir esto zas! Un tirabuzn de remolino... Olas, peascos,vertientes desde el cielo, acantilados de rocas lujurientas, volteos y tornillosde corriente alterna.

    El primero en elevarse en una ola gigante, fue Andi Panda, que salidisparado contra el cielo y anduvo desapareciendo unos minutos... Perovolvi a caer entre las olas muy aferrado a su canoa gloriosa. Y tras l,enredadas las canoas del Sedri con el Rodri, se dieron vuelta en el aire ysigui viaje. Pareca un avioncito de mar, las dos canoas como alas. El Negroy yo quisimos imitarlos; con los brazos abiertos nos pescamos de loshombros ajenos, agarrados con fuerza de orangutanes, firmes las piernas decada uno en su canoa. Pero llegaron el Cote y el Japo a hacer lo mismo y ahse arm la crema. Logramos librarnos del enredo de piernas y canoas yensayamos de nuevo. Con la potente intencin de no morir, nos elevamoscon otro remolino, bajamos y volvimos a subir hasta el cielo y as, subiendoy bajando al galope en las olas, sentamos lo que siente un astronauta, singravedad o con y volviendo a tenerla golpe y golpe.

    Resulta que de repente se nos acab el asunto. Un mar inmenso, sin

    orillas de ramas ni de bosques, nos columpiaba con blandura.El Negro meti la mano adentro y se la llev a la boca:

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    Oye! dijo. Este mar no tiene sal. A lo mejor es el Mar Muerto...Si es el Mar Muerto, floto dije yo, y me tir sin soltar mi canoa. Pero

    me hund definitivamente. Se ve que no era el mar ese, y a no ser por elNegro que me pesc de las mechas y me ayud a salir, ah mismo me

    ahogo.Lo que pasa es que debe ser un lago del sur dije escupiendo agua

    hasta por las orejas.Suspiramos con pena. Ya que estbamos en plena aventura acuosa,

    habra sido ms refulgente un ocano de verdad y poder llegar a islasdesconocidas. Habra sido choro encontrar una cpsula flotante de esas quese han perdido...

    Miramos con desprecio estas aguas sin sal ni peligros, sin siquiera

    tiburones ni ballenas. Los otros, all adelante, se rean felices, ydespistados, convencidos de que iban a llegar al otro lado del mundo. Novala la pena desconvencerlos y tampoco era fcil, porque ya estaban lejos.

    Por suerte se levant una ventolera y las olitas suaves se alborotarongrandes y violentas, y como si las canoas fueran veleros, nos arrastr unacorriente a todos a un rincn. Ah nos juntamos como en islita flotante decanoas chocadas y enredadas.

    Viene un huracn dijo el Negro y se le pusieron bien redondos los

    ojos. Un temporal en el lago es cosa seria explic.Ms vale que no hubiera dicho nada, porque las caras de todos sepusieron bien jaras y estupidizadas. Por suerte no haba tiempo de seguirconversando, sino que apenas podamos sujetarnos cada uno en su canoa.Se llenaban de agua y con el mismo bailoteo se vaciaban slitas.

    El nico tranquilo era el Bartolo y le sacaba la lengua al mismo huracn.Cuando menos pensbamos, zas! un tremendo sacudn y las siete

    canoas rechinaron chocando para quedar completamente autgrafas.Molidas. Puros pedazos y nosotros enrollados entre sus cscaras.

    Pero estbamos en tierra!Empezamos a desenchufarnos unos de otros tratando de saber de quien

    era una pierna, un brazo o un cogote, pero felices de estar en tierra firme. Bendito huracn! Dijo el Negro. Por l nos salvamos...Chitas que eres mamerto al Andi Panda le gustan los peligros.Yo tengo la esperanza de que no estamos bien salvados dije.

    Total no sabemos ni dnde estamos ni si hay canbales aqu trataba yo deanimarlos.

    Aunque sea un lago del sur, puede haber una tribu del tiempo de losindios, que no est civilizada... dijo alguien.

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    No hay caminos ni sea de excursionistas intrusos. No tiene nada deraro que algn nieto de Lautaro haya salvado su tribu de la civilizacin.

    Qu choreza sera! suspiramos.Habra que buscar armas para defendernos dijo alguien.

    Con el Caupolicn y el Bartolo no hace falta armamentos.Pero, por si las pulgas, nos dedicamos a buscar palos filudos para

    fabricar flechas. El viento se haba ido a otro lado y la recogida de flechasfue bien rotunda. Como nadie tena cordeles ni cuestiones de esas, cada unotiridiz su camisa retorciendo las tiras para usarlas como cordeles yarmamos as los arcos. Disparaban de lejos...

    Hay que envenenar las flechas dijo el Andi para que seanmortales.

    El Bartolo puede hacerlo cuando llegue la hora de guerrear. Primerohay que encontrar al enemigo. No hay que gastar la radioactividad delBartolo.

    Con las flechas bien metidas en la parte de atrs del pantaln y el arcoal hombro, partimos por las selvas con el odo intento para sorprendernosotros primero al enemigo.

    Mirbamos los rboles esperando ver saltar de entre sus ramas algunafiera desconocida y antidiluviana. Pero nada. El cuchillo del Sedri volva afuncionar abriendo paso y los pechos y espaldas otras vez se iban poniendorojos de rasguos y demases. Al Japo le sali sangre de uno de ellos yaprovechamos para hacernos dibujos, pintarnos la cara y parecer

    apasionadamente feroces.Pero otra vez empezaron a sonar las tripas lujuriosamente. Daban

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    ganas de volverse a la casa y comer aunque fuera un pan duro.Busquemos alguna ensalada dijo el Negro. Total si le falta aceite,

    limn o sal, al ratito nos acostumbramos.Y ah mismo encontramos una mina de berros, fresquitos y sin uso. Nos

    tiramos al suelo y para no perder tiempo, mordisqueamos igual que lasovejas, en su propia mata, hasta quedar bien llenos. Y el berro es puravitamina, porque nos levantamos sintindonos la muerte y listos para lapeor batalla.

    De repente, descubrimos un coleptero raro, pero lindo, de colortornasol. El Negro fue a tomarlo y le sali un olor ftido, as que lo dej irsecon toda su hediondez. Cada uno tiene su modito de defenderse en estemundo.

    Y cuando menos pensbamos, cruji el gancho de un rbol y salt unpuma gigante. (Claro, gigante al lado del Caupolicn, pero bastantegrandote y medio flaco). Por suerte salt a otra rama y todos soltamos elsusto que nos habamos tragado... Pero, justo cuando ya nos creamosseguros, paff! cruji el suelo y grueron montones y montones de pumasrugientes e inflamables. Pareca una horrible pesadilla. La selva se haballenado de fieras y de ojos furiondos, de hocicos llenos de jugos comilones...

    Apuntar y disparar! chill el Cote creyndose jefe.

    No! grit yo. No asustemos a los pumas... Hay que parlamentarcon ellos.Guardemos las flechas por si nos atacan los indios... dijo el Japo.Pero en ese momento uno de los pumas avanz blando pero rotundo y

    nos mostr sus dientes. Fue como una orden, y todos los dems abrieronsus hocicos llenos de dientes filudos y ojos refulgientes, avanzando...avanzando... cataclpticamente.

    Muchos de la banda dieron un paso atrs, pero otros no tu vimos miedoy avanzamos igual. Bartolo se me haba enroscado en la cintura y yo llevabaal Caupolicn en los brazos. Un valor genial me recorra el espinazo.

    El puma jefe se me enfrent nauseabundo y abri su choro hocico.Yo no me mov y le alargu al Caupolicn, para que l parlamentara.En realidad pensaba en ese momento que si el Caupolicn les explicaba

    algo a los pumas momios, los convencera de que ramos amigos y hastapodramos llevarnos a varios con nosotros para darle compaeros alCaupolicn, tan hurfano.

    Pero el Caupo, en vez de explicar, se qued sinttico. No dio un paso ni

    adelante ni atrs.Los de la banda quedaron suspendidos, esperando, pero listos para

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    atacar o arrancar. Dnde iban a refugiarse si los pumas se trepan a losrboles? Ms vala seguir parlamentando...

    Mi corazn marca pasos iba haciendo sentir cmo corra el tiempo.Yo le ped socorro al Bartolo y l respondi.

    No s cmo logr alargarse tanto ni con qu se hinch como unainmensa salchicha de colores fulgurantes, sicodlicos, quemantes. Su cabezaavanz algo como un kilmetro y de su lengua de fuego empez a salir unacuestin como laca diablica pulverizada.

    El puma jefe dio un paso atrs y cerr su hocico. Los otros lo imitaron.En el fondo a m me dio como desengao: el puma es tan valiente y tanchileno. Podra tenerle miedo a un simple culebro como Bartolo?

    Entonces comprend que transmita. Nosotros no tenemos carcter de

    animales y por eso no entendemos algunas de sus cosas. El Bartolo estabahacindole ver a los pumas que nuestra banda era una banda amiga y unpoco perdida en el sur de Chile. Los pumas le haban entendido y nosdejaban en paz.

    Sin ninguna ceremonia perdan todo inters por comernos o atacarnos yse volvan por distintos caminos...

    Quiz el Bartolo les dijo que no tenamos carne sabrosa para pumas.A medida que retrocedan los pumas, se desinflaba el Bartolo hasta

    quedar dem que antes. En cambio el Negro y Cote se inflaron de protesta. Qu se han credo los pumas que no tenemos carne! dijo uno. Y dnde dejan los msculos choros mos? Y mi sangre llena de violencia? Debe ser exquisita.Pero los pumas no se haban ido. Se haban escondido y nos miraban

    raros... Yo pens que eran desconfiados de nosotros. Y quise darlesconfianza. Me acerqu a uno amigosamente, pero gru. Los de la banda megarabatearon.

    Tarao! No ves que se estn puro dominando?Total le hice cario al Caupo para mostrarles que ramos buena gente.En ese momento el Bartolo, flaco y todo, parti haciendo tobogn por la

    selva y tuvimos que seguirlo. Era nuestro gua. Los pumas se apartaronentonces para darnos paso y se quedaron mirndonos mientras nosenredbamos entre las ramas y demases. Parecan estar montando guardia.Quiz era su guarida y nosotros fuimos unos intrusos.

    Seguimos caminando hasta llegar a un campo sembrado de extraos

    seres. Cuestiones sin vida, bastante antidiluvianas, especies de esqueletosde profetas fallecidos antes de Cristo. Porque tenan unos cuernos grandes.

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    Bastante inmensos que seguramente usaban como armas en los tiempos deentonces. Yo pensaba en la media sonajera y el medio enredo que searmara cuando entraban en la batalla. Porque batalla hubo, y tan tremendaque todos quedaron de funcin.

    Chitas la batalla esta! dijo el Sedri.Son esqueletos... dijo Andi Panda. Sin olor...Esqueletos de ciervos dijo el Negro. Siervos de los espaoles? pregunt. Idiota! Ciervo, el animal con cachos. La carne se la han comido los

    pumas. Por eso estn gorditos. Este es un cementerio de ciervos.

    A lo mejor nos comen a nosotros y quedamos esqueletos... dijo unocon tamborileo de dientes.

    Por qu no nos armamos con ellos? Podramos ser un grupo deguerrilleros ultra marcianos... dije.

    Ipso flatus eligi cada uno sus armas. Eran huesos duros yrotundamente formados para guerreros.

    Primero nos pusimos de coraza, es decir en vez de camisa, loscostillares que protegan contra ramas, asaltos a cuerpo presente y tal vezflechas. En la cabeza nos plantamos los cuernos que nos dejaban de ferozaltura y temible pinta. Por si los asaltantes eran boxeadores, nos protegimosla quijada o sea el mentn, con las calaveras de los tinados. Quedamosmarcianizados. Y nos dbamos terror el otro al uno... Hasta al Caupo le dio

    susto de vernos. Slo Bartolo pareca rerse con su lengita electrnica. Encada mano llevbamos cualquier cantidad de huesos filudos que servan de

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    flechas o cuchillos, segn el caso.Costaba caminar con la armadura nueva.Era un enredarse en las ramas, y un rabiar y pelear porque por

    desenredar al otro, se enredaba uno con l y crujan los huesos y nos

    rasgubamos iracundos y volaban los garabatos, puetes y huesazos y loscueros del cuerpo se iban poniendo rojos de araazos.

    Y entonces vino la lluvia pacfica. Menos mal que cuando es verano yuno est rasguado, el agita cae bien al cuerpo y a la sangre sulfurosa. Asque nos dejamos llover enteros y nos dio risa tilimbre y se nos quit la rabiay par la lluvia justo a tiempo para seguir caminando...

    (Yo no quera seguir ms con la tarea de mis vacaciones, pero la

    seorita Fresia es de esa gente tremenda que tiene carcter y no hay quienla convenza de nada.

    Yo no lo encuentro justo proclam. Llevo ms de un cuaderno...Si es por el precio del cuaderno, te regalo otro dijo sonrisosa.Es la tarea ms larga del mundo... rezongu.Hagamos un trato, Papelucho. Mientras ests escribiendo tus

    vacaciones, quedas libre de cualquier tarea de castellano.Era un negocio, por fin. Los negocios son negocios, as que sigo...)

    Como iba diciendo, mientras andaba y andaba, me vino elremordimiento familiar, o sea que me acord de la mam, del pap, de la Ji

    que nadie la entiende...Y me fui quedando atrs para pensar en ellos tranquilo. Porque a lo

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    peor nunca jams iba a volverlos a ver y me daba congoja. Mi madrehurfana de hijo, mi padre con su famosa responsabilidad de jefe, mihermana subdesarrollada tan pegoteada a m. Qu hacer? Yo los hababuscado. Ellos me habran buscado. Si el mundo fuera redondo, pero quieto

    y no diera vueltas, ya nos habramos encontrado... Una lgrima caliente mecay en pleno pecho y me di cuenta de que casi estaba llorando. Entoncesme llam al orden. Un hombre no llora y tampoco se desanima. Cada vezque yo sufr pensando en lo que sufra mi mam, result viceversa. As quea lo mejor ella tena magnesia y ni se acordaba de su hijo perdido... (Otralgrima). Entonces cant a todo rin la Cancin Nacional y me alegr.

    Y justo que me haba alegrado cuando al idiota del Japo se le olvid quetena cuernos, quiso darse una vuelta de carnero y se le enterraron los

    cachos hasta el cogote. As que qued perpetuamente asomado entre elloscomo en un balcn de esos antiguos. Y lo grave es que cremos sera paratoda la vida.

    Forcejeamos y forcejeamos hasta que al fin lo colgamos de los cachosen un rbol y lo dejamos ah para que cayera de su peso. Pero no cay. Asque forcejeamos y forcejeamos y por fin nos colgamos todos de sus patascomo un inmenso racimo de marcianos y tampoco cay. Lleg el Caupo, deun brinco se trep en el racimo y parece que fue la famosa gota de agua que

    llena la copa, porque paff! todos al suelo, con sonajera repercutiente dehuesos en todo el sur de Chile. Aunque nos demoramos bastante enarmarnos de nuevo y nos sobraron muchos huesos quebrados delarmamento, bamos a seguir caminando, cuando descubrimos una mina deuna especia de fresa salvaje, deliciosa. Su gusto era algo churumblico,junto con descubrirlas las comimos a ver quin ms ligero y quin ms.Ojal que fueran un poco como las cebollas, que acompaan un buen rato alque las come. Porque lo que pasa en el sur es la cuestin del hambre, queestorba bastante a los aventureros. Menos mal que quedamos tan inflados yhostigados para no comer ms de esas frutillas en toda la vida.

    Haba aparecido el sol entre los rboles, y era como un faro de buqueen lontananza apuntando un camino. Bartolo iba delante y nosotros a larastra detrs con el Caupo, que a cada rato se enredaba en mis piernas. Elpobre estaba cansado, porque era guagua y no seor: haba ocurrido quefuera recin nacido. En todo caso, aunque le tuviramos con pasin, nopodamos llevarlo en brazos estando tan armados y recomidos.

    De repente cambi algo en el aire. Era como un frescor distinto, y unaluz y reflejos acuosos en el cielo... Y justo que era otra vez el lago donde

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    sucumbimos por el huracn, slo que era otra orilla. Nos baj la tentacin debaarnos, pero no de navegar. Poco a poco nos metimos. El fondo era deunas piedras speras rajuonas y cargantes. Nos salimos y buscamos otrolado, dem de dem. Dolan tremendo los pies y total preferimos la tierra...

    En eso sentimos un lejano motor. Miramos al cielo por si era unhelicptero buscndonos. No. All lejos se divisaba una lancha, en plenolago. Iba a todo chancho, haciendo olitascachirulentas a sus costados y conpopa sin tocar el agua. Yo mir con violencia y pude distinguir a los que laocupaban: era mi padre, madre e hija con algn lanchero-taxi.

    Me llen de viento y grit llamndolos... Pero nada! Qu manera debuscar tiene la gente! Es que crean que me iban a encontrar ahogado yflotando en medio del lago?

    Chill ms y los de la banda me ayudaron haciendo coro. Las vocesnuestras se perdan paulatinamente. La lancha se alejaba...

    Otra vez me quiso bajar la congoja y otra vez la ataj: Estn paseando felices por el lago y ni se acuerdan de m!La lancha se perdi para siempre y yo me trep en un rbol para verla

    hasta el ltimo...Vi hasta las olitas que dejaba atrs y creo que algunas gotas me

    salpicaron, porque tena borrones en los ojos y como romadizo interior.

    Pero entonces descubr algo contundente: el sur en que estbamosnosotros era una isla, porque all lejos, pero por todos lados, se divisaba elagua de la eterna laguna huracanada...

    Cuando uno cree que est en un continente, y descubre que est enuna isla desconocida, da una cuestin rara en la boca y la saliva se vuelveengrudo y las ideas dem. Uno piensa, qu me pasa? Tengo miedo? -y secontesta- Quiz! -que es de esas palabras que sirven para s y parano. En todo caso piensa en los dems, es decir en la banda de SietePumas compaeros y se dice: Entre los siete, con uno que tenga miedo,basta. El miedo es contagioso y si se nos pega a todos, siete asustados escosa seria. Fijo que nos da terror...

    Me callo! Jur en m dentro. Es mi secreto... y me sent hartohombre de guardrmelo.

    Porque sacaba la cuenta que tena un poquito de miedo, y bastantemiedo al miedo de todos, y entre el miedo mo y el miedo al miedo, eramejor mi miedo, porque por lo menos era un poco ms chico.

    Baj paulatinamente del rbol y mi cabeza estaba gacha, segn dicen.

    No te pongas neurtico porque no te vieron dijo el Negro. Totalninguno anda con sus papis...

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    Si supieran! pens. Cundo y cmo vamos a salir de esta isla yllegar al continente? Quizs si somos sus nicos pobladores y tendremos quepoblarla... levant la cabeza con violencia y me dije: Disimula! y pesqual Caupo y lo chacote para dejarme pensar.

    Japo y Sedri haban partido y los seguan los dems con Bartolo, as quemordisquendonos con el Caupo nos fuimos detrs. Era mejor no perderlosde vista.

    Es raro caminar por las puras, sabiendo que no va uno a ninguna parte,oyendo crujir las ramas y cantar algunos pjaros annimos, sin importarle sies de da o noche, si aparecern otra vez los pumas o algn rinoceronte, sise acabar el mundo o puramente nosotros... No dan ganas de morirse. Y yotengo un invento que es muy choro, pero que se me olvida cada vez quetengo tiempo para escribirlo.

    Tal vez con la pena de morirme y tanto pensar, me fui quedando atrs,siempre jugando con el Caupo, hasta que de repente l gru y se pararonsus pelos y sus orejas.

    Entonces me di cuenta de que haba un hombre mirndonos. Era un

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    hombre chico, como de mi edad y con ojitos de ojales. Me miraba. Yo quedparalelo. Uno no est preparado para encontrar un hombre vivo en una isladesierta.

    Hola huei! me dijo sonriendo.

    Hola! contest y nos quedamos sonriendo. Tuyo el pangui? pregunt mostrando al Caupo.S ni saba cmo seguir la conversacin. En eso llegaron el Sedri y el

    Cote. El aparecido los mir siempre sonriendo y me pregunt: Son pais? Claro! dije por no decir s ni no. No tena la mayor idea de lo que

    me preguntaba. Parece que contest bien, porque sigui sonriendo.Huincas... dijo y le hice sea que s con la cabeza. No poda estar

    insultndonos si segua sonriendo. Fueron llegando los otros y se agrand surisa y aparecieron en su boca muchos ms dientes blancos.

    A m me haba bajado una felicidad completamente centrfuga, justo almedio de mi centro y se me atropellaban las preguntas que le quera haceral amigo huei. Pero si las haca, los otros se iban a dar cuenta queestbamos en la isla... As que frenaba a fondo.

    Vives aqu? pregunt el Japo que no tiene complejos.Me mir a m y me imit en el s de cabeza.

    Cmo te llamas? pregunt Andi Panda.Pelln... y ri con ms dientes todava. Eres huinca? le pregunt el Rodri, que no le haba entendido lo

    que nos dijo.Yo no dijo. Ustedes s!Ms vale que no le hubiramos preguntado; nos quedamos tan

    estupidizados que ni sabamos si era un insulto o lo contrario. En todo casola cuestin era hacerse muy amigo de l, meterlo en la banda, y no soltarloen jams de los jamases.

    Andamos medio perdidos dijo el Japo; por qu no nos llevas a tucasa?

    Pelln mir al Bartolo y dijo no con la cabeza. Parece que no le caabien.

    No es ofensor le expliqu, es amigo y bueno y parademostrrselo envolv al Bartolo en mi cogote.

    Pelln se ri con risa ronca y se acerc a tocarlo. Tena unas manoschicas, morenas y duras, con las uas muy rosadas y al Bartolo le cay bien

    y estir el cogote como para abrazarlo, pero Pelln se alej.Tienen mala fama los culebros en esta isla pens.

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    Pelln nos llev por un caminito misterioso donde haba puras floresrojas, sin piedras ni ramas, completamente de cuento para nios chicos.Torca por aqu y torca por ac entre rboles inmensos, hasta llegar a unamaravilla que nadie imaginaba. Un tremendo suspiro de asombro nos sali a

    todos en coro y las bocas se abrieron definitivamente.El castillo de Mancera dijo Pelln mostrando el castillo con su dedo

    de ua tan rosada, y nos qued mirando con orgullo. Tu casa? pregunt el Japo sorprendido.Pelln dijo que s con la cabeza. Eres prncipe? le pregunt el Sedri. Y Pelln no dijo nada, pero

    cerr sus ojitos de ojales como si fuera un s. Podemos verla? Andi Panda no se aguantaba las ganas de entrar a

    ese castillo hecho de piedra, con subterrneo, caones de verdad y fosochoros. El Pelln deba ser muy feliz de vivir ah. Disparara alguna vez esoscaones?

    Nos llev a dar la vuelta alrededor del castillo y nos mostr el calabozopara los prisioneros, que era un horrible hoyo. Tuvimos que bajar una escalahecha en la tierra, pero tremenda de larga...

    Si Pelln era prncipe, dnde estaran sus soldados y dnde losprisioneros para ese calabozo? Pelln mostraba todo pero no explicaba... Ni

    siquiera nos llev a su dormitorio ni a ver su corte. Me estaba sonando raro.Un prncipe sin corte ni soldados, y un castillo sin gente... Una isla desierta yun puro prncipe ah solitario...

    Mientras los otros hurgueteaban los caones, yo me acerqu a Pelln yle dije en su oreja: Cmo se llama esta isla?

    Isla Mancera dijo, ro Tornagaleones y Valdivia volvi a indicarcon su ua rosada.

    As que era isla y este castillo de Mancera a lo peor no era tanmaravilloso sino que una pura ruina... Pero, qu pito tocaba ah el Pelln?Sera una momia de verdad? O quiz un nima...?

    Quiero ver dnde duermes? t... le dije al Pelln. Por qu? pregunt.La cuestin de la curiosidd...Se qued pensaroso y despus dijo:Cuando es noche yo duermo y nada ms.As que no era prncipe; no tena dormitorio... Tampoco tendra lacayos

    con bandejas ni lanzas, ni menos trono o cosa por el estilo. De qu le serva

    el castillo, entonces?Saqu la cuenta de que si no le serva a l, podra servirnos a nosotros,

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    estando desocupado. Ah podamos instalarnos y reconstruir la capilla, lacasa del castellano y usar el calabozo para criar animales. Tenamos muchoque hacer. Pero la banda se haba largado a recorrerlo todo y gritabanjugando a guerrilleros, saltando de un muro a otro, cayndose a los fosos,

    etc.El Pelln le haba perdido el susto al Bartolo y le tocaba poco a poco la

    cola. El Caupo no se apartaba de mi lado.Quise llamarlos a todos para organizar un plan, pero nadie me oa.Trep al muro ms alto con el Pelln y desde ah les grit...Nada! Seguan su guerra churumblica y estaban completamente

    sordos. Yo mir alrededor y vi otra vez mar por todos lados. Todo mar? dije mostrndole el agua que rodeaba la isla.

    No dijo, Tornagaleones...Pens: el Pelln es mapuche. A lo mejor en mapuche Tornagaleones es

    mar... Y a lo peor tampoco sabe lo que nosotros llamamos isla... Otra vez elproblema de las olas y temporales y canoas. Por ahora era preferible vivir enel castillo un tiempo hasta que se nos olvidara lo que es luchar con las olas.Lo mejor sera trazar mi plan con el Pelln y despus explicarles a los otros elasunto y lo que bamos a hacer.

    T vives solo aqu? le pregunt. Tena que averiguar si la dems

    gente del castillo habra salido de paseo y poda volver. Pelln se ri con surisa misteriosa sin contestar. Eres guardin del castillo?No. Huecuvi... Huecuvi? Dnde est?Nunca se sabe dijo. Mejor no verlo...Quin sera Huecuvi? Si era mejor no verlo, que se quedara

    desaparecido...Yo quera explicarles a los otros la cuestin del Huecuvi desaparecido y

    que era l el guardin del castillo. Pero nadie contestaba a mis gritos y pocoa poco me di cuenta que tambin toda la banda haba desaparecido... Loshabra hecho aire el Huecuvi? Se habran perdido para siempre? Qu iba ahacer yo ah solo? Dnde estaran todos? En algn mundo brujo oconvertidos en piedras o caones? Me empezaron a picar las pestaas, algoas como que no me caban los ojos en su hueco. Y tambin, yo que nuncatuve manzana de Adn como Javier, ahora tena una que suba y bajaba acada rato...

    Ah estaba yo solo, muy dueo del castillo de Mancera en medias conPelln y dos amigos que ni hablan: Bartolo y Caupolicn. Qu haramos?

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    Consegu tragarme la maldita manzana y le pregunt a Pelln: Dnde estn mis amigos? Los robara Huecuvi?Pelln se puso casi blanco, l que tena un color lindo de ladrillo.Pens que no le caa bien Huecuvi, por eso le pregunt:

    Malo Huecuvi?Malo, malo... dijo y se cruz las manos sobre el pecho.La cosa se iba poniendo fea. Si Pelln, que viva en ese castillo, le tena

    tanto miedo a Huecuvi y si Huecuvi andaba suelto... Bueno... Trat deconsolarme pensando que las aventuras sirven por lo menos para contarlas.Saqu pecho y decid ser valiente:

    Brujo Huecuvi? pregunt rezando para que me dijera que no.Huecuvi mismo malo dijo emblanquecindose otra vez. Chitas! La

    cosa se pona cada vez peor... Y no crean, mis queridos radioescuchas, queporque cuento el cuento no era eso tremendo. Casi no lo cuento!

    Se me pararon los pelos y al Caupolicn dem. Pareca un pelotnredondo de pura pelera, y el Bartolo se larg a disparar su lenguametralleta, y a mis piernas le empezaron a sobrar las rodillas quechocaban...

    T... t... t... t... no me sali la palabra.Ensay de nuevo.

    Huec... Huec... Huec... Nada! Ser el dia... dia... diablo? pregunt por finPelln dijo s con la cabeza.No crean que yo tena miedo. Era mucho peor. Eso que sienten los

    hroes y hasta los ms valientes cuando tienen delante un fenmenoultraterrestre, de esos invencibles.

    Mir al castillo y pens que no era tan atroz convertirse en can o enpiedra de la casa del castellano, o a lo mejor de la capilla. Total una piedrano se mueve ni tiene hambre. Uno es piedra definitivamente. Me consol yle pregunt al Pelln:

    Cmo saber si el Huecuvi anda suelto por aqu? Te atreves arecorrer el castillo? Tenemos con nosotros un puma y un culebrosupersnico y consegu sonrer. Es lo bueno de cuando otro tiene msmiedo que uno, se hincha uno de valor para darle al otro.

    Le di la mano al Pelln. Era una mano media tiesa, y pareca ms chicaque la ma. l se haba achicado bastante ahora... Caminamos.

    Primero bajamos los escalones de tierra que iban al calabozo.

    No haba nadie. Fuimos a la capilla y llamamos. No contest ninguno.Podran contestar las piedras? Cada vez me iba convenciendo ms que

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    todos se haban convertido en piedra. Nadie de las familias de los de labanda lo sospechaba. El Japo tena un hermanito chico que lo queramucho... Pobre Japito! con un hermano convertido en piedra y sin tener nila mayor idea.

    Entramos a la casa del castellano. El Caupo se me haba trepado a losbrazos y tena fro. El Bartolo se enroscaba y desenroscaba como tornillosuelto. La casa del castellano estaba desierta.

    Pero encontr en ella un hueso de ciervo de los que usbamos antes dellegar. Los de la banda habran pasado por ah antes de convertirse enpiedras. Al menos era una pista.

    Con el hueso-lanza comenc a escarbar entre los huecos de piedras. Derepente salt algo brillante... Tuve miedo que fuera el ojo de alguno de labanda. Podra ser del Sedri... que los tiene tan grandes. Ni me atreva amirarlo. Un ojo es un ojo y da respeto. Por fin me decid. No era un ojo, erauna piedra, quizs si preciosa o hiper-valiosa. Servira para el collar dealguna reina petrificada. Yo, nada que ver con reinas, pero, por si las pulgas,

    la guard. Segu escarbando. Otra piedra, de un rojo maquiavlico, pesadacomo bala, y tambin la guard. Me servan para cuando yo fuera piedra:tendra algo distinto de las otras. Yo, al menos, me reconocera.

    Aunque registrbamos todo y corramos de un lado a otro, meempezaba la angustia de los dems. Hasta que por suerte encontramos en lacasa del castellano, una cueva misteriosa. Era como para ratones gigantes yoscuros tremendos. Daba tilimbre asomarse y el Pelln remeca la cabezacomo una coctelera.

    Yo, todava valiente, met la cabeza, estirando el cogote como si fuerael Bartolo, para no meter nada de mi cuerpo. Cre or algo raro. Era como un

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    guru-guru de agitas sonrisosas. Sera otra vez el Tornagaleones o chucaosmarinos?

    Le dije al Pelln que se asomara y como l no se atreva, puse al Caupoen la puerta de la cueva. Parti hacia dentro muy tranquilo y no volvi nunca

    ms. As que obligados a esperarlo o entrar para sacarlo.Me persign y part por el hoyo. Es lo malo de hacerse el valiente: tiene

    uno que seguir sindolo aunque se arrepienta.A medida que avanzaba, los gorgoritos se hacan cada vez ms

    gordos... Y cuando ms susto daba, de repente reconoc la risa de AndiPanda. Y tambin la del Japo, que es como salpicn. Eran ellos, los muytaraos, escondidos de m!

    As que me estaban jugando chueco.

    Se haban arrancado para dejarme solo.Se rean de m? Yo iba a rerme de ellos, hacindome el que ni me

    haba dado cuenta que estaban desaparecidos. Ni siquiera sent la felicidadde saber que no era el Huecuvi el que la revolva. La rabia que tena conellos me tap la alegra. De ahora en adelante, el Pelln y yo bamos aformar una banda propia secreta y mapuche. No los veramos nunca ms.

    T y yo amigos le dije al Pelln.Mucho mucho dijo sonrisoso.

    Ellos no! apunt hacia la cueva definitivamente. No! repiti el Pelln por fin serio.T y yo banda Panguipulli le dije. Sin Pangui? pregunt. Se me haba olvidado que pangui es puma

    en mapuche, y panguipulli, tierra de dems. El Pelln tena razn: si noestaba el Caupo, no le vena el nombre a nuestra banda.

    Cmo llamarla? pregunt.Paillaco dijo y me apunt el agua.Mientras yo pensaba qu podramos hacer los dos sin ellos, o all lejos

    un sonido de campana. Era una cosa un poco musical, como sonora y suave,sin nervios ni mandato, difcil de explicar. Algo como si un picaflor chocaracon la luna.

    Qu es eso, Pelln?En sus medias palabras de chileno y mapuche me explic que era una

    campana de oro. Parece que hace muchos aos, en tiempos de losespaoles, y justo cuando ellos hicieron el castillo de Mancera, amontonaronmucho oro y, para que estuviera seguro, lo fundieron en una inmensa

    campana. A los araucanos les cargaba el oro, porque eran distintos de lagente de ahora que pelea por l. El oro los haba hecho sufrir... Tampoco

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    queran que lo tuvieran los espaoles. As que un buen da, mientras losespaoles andaban de picnic, se robaron tranquilamente la campana de oroy la echaron al ro Calle Calle. Este es un secreto, que me cont el Pelln, unsecreto de nuestra banda secreta Paillaco, y uno de estos das, cuando

    tengamos tiempo, la vamos a ir a sacar. Porque parece que esta campanatae algunas veces, al anochecer, cuando va a pasar algo choro aqu enMancera. Si suena con taidos de oro es mejor que cuando parecepuramente de plata, que es un modo de disfrazarse.

    Hablando con el Pelln, me haba olvidado que ahora yo era enemigo dela banda de los Pumas, y cuando vi acercarse al Sedri con el Caupo y losdems, olvid ponerme en guardia. O sea en facha de ataque.

    Venan sudorosos y mugrientos, con los ojos plomizos de tierra y las

    pestaas blancas con hartas telaraas.Yo me hice el que no notaba su disfraz.Empezaron a sacudirse y a fantochear y tirarse pinta de lo tremendo

    que era trepar por la cueva hacia afuera, de lo sofocante que era dentro, dela tierra que haba y chorreaba encima de ellos, de los tesoros que habanencontrado.

    No les dije ni po de la campana de oro ni de la misteriosa bandaPaillaco del Pelln y yo.

    Te encantar all dentro dijo el Negro revolviendo sus ojoslacrimgenos de telaraas.Yo arrespingu los hombros con un na que ver de esos que sacan

    pica.Estamos seguros de que ah hay tesoros... dijo el Cote. De stos? pregunt desprecise, mostrando las piedras que tena

    guardadas.Los seis se me vinieron encima, a tocarlas, a morderlas, a pesarlas. Los

    ojos les daban vueltas como hlices. Dnde las encontraste? Tienes ms?Son piedras preciosas. Hemos descubierto un tesoro!Al pasito interrump yo. Uds. no han descubierto nada... Estas

    piedras son mas.Bueno, pero t eres el jefe de la banda, el jefe de nosotros. As que

    son de todos...

    Desde cundo soy jefe? pregunt.Se miraron los seis y con ojos cataclpticos dijeron:

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    Desde ahora!As que yo soy jefe porque tengo un tesoro... dije pensando fuerte

    para estar bien seguro. De todos modos me convena ser jefe, porque el quemanda, manda y se acab. Tambin es muy aburrido estar peleando con los

    amigos. Qu sacaba con mis tesoros y mis piedras preciosas? Tambin nome aguantaba las ganas de contarles la cuestin de la campana de oro... Ycatapln, se las cont.

    A medida que hablaba, senta que ellos se iban poniendo como mschicos, o quizs si yo ms grande, pero me senta ms duro y ellos msreverentes. Yo tena esa cosa que llaman vanidad de que le hablan a uno.Pero yo creo que es vanidad cuando no hay motivo y no es vanidad cuandohay. Y yo tena motivo.

    Y qu piensas hacer con la campana de oro? me pregunt elRodri.

    Muchas cosas dije, y me tamborileaban las ideas lujurientas.Tengo que hacer un plan con el Pelln...

    Y con nosotros dijo el Cote. Porque la campana ser de la banda.Ser, si logramos sacarla del ro. No es fcil. Cmo sabes que no es fcil? -pregunt el Japo.Porque si fuera fcil la habra sacado otro dije yo.

    Y cmo sabemos si est ah todava? pregunt el Sedri.Porque con mis propias orejas la o sonar contest.El Pelln deca s con su cabeza y sonrea con ms dientes que nunca.

    Ya se le haba pasado el susto del Huecuvi (diablo, en mapuche) y estabaotra vez contento.

    El cielo se haba nublado y lo que pasaba es que se estaba haciendo lanoche. No s por qu la noche trae el mal pensamiento de comer y es comoterrible cuando uno ni tiene la mayor idea de dnde encontrar comida.

    Chitas que tengo hambre! dijo el Rodri y todos suspiraronsobndose el cinturn.

    No s si el Pelln entendi o adivin, la cosa es que empez a hacergestos para que lo siguiramos. Y nos llev por un caminito chirimoya, quebajaba y suba, resbalaba, haca dar unos saltos, trepar bastante y frenar atodo chorro cuesta abajo...

    Y as llegamos a un bosquecito donde haba una ruca hecha de barro yramas con techo de totora bien chascona. Desde lejos se vena acercando unolorcito de humo retorcido con algo que podra ser pan amasado.

    Tu casa? Tu mam? le pregunt al Pelln, cuando vi una viejecitaindia muy chora que esperaba en la puerta.

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    Yo no tener uque ni Chao dijo el Pelln, y le entend que eso eramam y pap. Ella mi Chuchu, yo su Tutu.

    Claro! Tu Geli y t su nieto me expliqu para que oyramostodos.

    Esta viejita no tena nada que ver con la hechicera bruja ambiciosa delBartolo. Se pareca al Pelln y tena dientes con sonrisa y todo.

    Entramos, y mientras la Chuchu sacaba unas tortillas calentitas delhorno, el Pelln se afanaba haciendo hueco en el suelo para que todosentrramos.

    Chali, chali deca la duea de casa pasando las tortillas tan calientesque nos quemaban las manos y tenamos que tirarlas al aire para enfriarlasun poco. Pero las devoramos calentitas, mientras el Pelln hablaba a toda

    vela en su idioma que no alcanzaba a entender. Apenas terminaba yo unatortilla, tena otra en la mano, hacindola saltar...

    Entre el nieto y su geli nos acomodaron un rincn blandito de hojassecas y los dos se arreglaron en otro, ah cerquita. El horno se haba idoapagando poco a poco y la oscuridad se iba poniendo tremenda con elsueo...

    Es difcil dormirse cuando uno est cansado, pero es ms difcildespertar al otro da.

    Yo senta entre sueos la cuestin musical de la campana de oro all enel ro, llamando para que la fueran a buscar. Dos veces despert con eltaido de oro que lo ahogaban los ronquidos de la banda dormida.

    Hasta que por fin la voz de la campana repercuti tan fuerte que hizosalir el sol y la noche se hizo da de un garrotazo. Yo salt del rincn ydespert a los roncadores, que aseguraban que la oan sonar y aun dormidossentan su llamado.

    Las abuelitas mapuches no tienen maas como las de ciudad y ni seacuerdan de esas reglas de lavarse cara y dientes. Yo creo que por esotienen dientes tan blancos y parejos. Al levantarse, la nica obligacin esrecoger ramitas para el horno. Uno aprende a tostar harina y hacer ulpo,que es rico y llenador. La Chuchu nos dio tambin unas abejas revueltas consu miel.

    Resulta que como soy jefe, aqu me llamo lonco.Desde que soy el lonco de la banda Paillaco, me he puesto ms rabioso,

    mandn y abusador, porque dan ganas de ver hasta dnde le obedecen auno. Los obligo a recoger varillas y espinas para hacer caas con anzuelo y a

    seguirme. El Pelln nos llev hasta la orilla de Tornagaleones y pescamoscauques p'al mundo. Tenamos que engarfiarlos y, como eran pesados, los

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    arrastramos hasta el rancho de la Chuchu. Quedaron descamaditos, listospara el almuerzo. La Chuchu los ahum un rato y resultaron caballos. Losque sobraron los puso a secar para hacer algo como un charqui de pescado.

    Total, con esto de comer y comer casi se nos olvida el negocio de la

    campana del ro.Dejmosla para maana dijo el Negro.Vamos al castillo a buscar piedras preciosas dijo el Cote.La campana para el ltimo porque es tan pesada dijo el Andi.Estando llenos se crean la muerte y ni me hacan caso. Aqu mando yo! chill a todo rin. No sei tarao! dijo alguien y al tiro le di un puete. Un lonco tiene

    que hacerse obedecer.

    Pero junto con dispararlo, me lleg uno a m. Alguien le peg al rebeldey otro a ste. Y se arm la pelea entre los fieles y los infieles y qued latendalada. Pelln puramente miraba y el Bartolo y el Caupo se hicieron biena un lado para que los cados no los reventaran.

    Como nadie gan se parti en dos la banda: una la de ellos y otra lama. La de los siete Pumas ahora era de puros tres, y los desgraciados nisaban dnde encontr las piedras y menos dnde estara la famosacampana.

    Nos separamos furiondos y, para que ellos no nos siguieran, los fuimosdespistando y despistando hasta que nos perdimos definitivamente.Envueltos en ramas nos venan siguiendo los muy mamertos tres

    pumas, y cuando vieron que nos tiramos al suelo de lo puro cansados, seacercaron reverenciosamente hacindonos la pata. No les convena estarpeleados si el Pelln era de mi banda, as que decidieron ponerse bien. Yo meaburr de ser lonco, porque es harto cargante manduquear todo el rato.

    As que nos sentamos a descansar y planear el asunto de la campana.Lo primero que hay que hacer es bucear... dijo Andi Panda. Tai loco? Con el tremendo ro... Hay que ubicar la campana.Podramos conseguir un helicptero para verla dijo el Japo. Claro! Con el montn que hay en esta isla. Elgete uno! ri el

    Negro.Ubicarla es la cosa dije yo, despus bucear. Hay que hacerla

    sonar, pero de da... Y cmo? Le pregunt el Sedri a Pelln. Sabr Chuchu cmo

    sonarla?

    Pero Pelln mostr sus dientes sonrisosos. Nadie daba solucin, as quefui a un lado para poder pensar. Haba que tomar en cuenta lo que es una

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    campana de las antiguas, de esas que sonaban para los incendios, segndicen. Era todo el oro que haban juntado los espaoles y lo hicieroncampana, quizs para despistar. Haba que pensar que sera pesada y que silos indios la echaron al ro, tiene que haber sido desde una loma de la isla,

    hacindola rodar. No quise pensar ms. Con estos datos ya podamosubicarla.

    Hagamos una gran fogata dije; las campanas de antes se largabana sonar con un incendio.

    A todos nos pareci chora la idea. Buscamos una lomita con bajada alro, juntamos hartas ramas y Pelln hizo fuego con sus famosas piedrecillasque siempre anda trayendo.

    La fogata prendi chorifli, con hartas llamaradas, crujidera de palos y

    ms humo que un volcn. All lejos se oy sonar la campana...

    Y vamos apagando el fuego, que no es fcil en una isla sin mangueras.

    Hasta que por fin con piedras, ramas verdes y puados de tierra, se apagla cuestin.

    All o yo el taido! dijo el Negro. Taido?Yo la o sonar por ac dijo otro.Que aqu Que ac Que en esa punta Que en sta...El Bartolo estir su cogote y se par en la cola. No le gustan las peleas

    y cuando lo vimos tan furiondo, nos quedamos paralelos. Creo que estabatrasmitiendo un mensaje y la cosa era entender lo que l quera decir.

    Cuando se me enrosc en el cogote, le hice cario y poco a poco se fuetranquilizando, hasta que de pronto salt al suelo y parti todo ondulse por

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    un caminito que l mismo iba abriendo entre las ramas y bosques. Calladitosy obedientes, lo seguimos todos los Panguipullis con Pelln.

    El Bartolo brillaba sulfuroso, lleno de anillos y flores hippies de coloresbien locos, tornasoles, electrnicos, marcianos. No se poda perder entre la

    hierba siempre verde; alumbraba el camino como si el sol se le hubierametido dentro. Nos llevaba por sendas desconocidas.

    Y cuando menos pensamos, todo eso verde y castao se convirti enarena y en playita, una playa cualquiera con su ro o su mar, pero hartaagua con olitas y todo.

    El Bartolo cruz la playa y se dispar al agua como quien llega a sucama. Estaba loco que bamos a seguirlo as no ms? Las olas de la orilla seiban engordando a medida que el sol bajaba... Y se ponan rojas y rugientes,

    con verdadera rabia.Desde la misma orilla nos mi