12
CRITICÓN, 87-88-89, 2003, pp. 787-798. Menéndez Pidal y la filología del 98. Estado latente e intrahistoria Julián Santano Moreno Université di Roma «La Sapienza» «Menéndez Pidal y la generación del 98» es el título de un artículo de Dámaso Alonso 1 en el que, ampliando el concepto de generación, defendía la pertenencia de don Ramón a esa generación de literatos y aun de «literatísimos», como la definiera Laín Entralgo. La actividad de Menéndez Pidal se extiende en un primer momento por los años de actividad de la misma generación del 98: en 1895 la Academia Española premia el estudio del Poema del Cid (publicado en 1908), en 1896 aparece La leyenda de los Infantes de Lara, y en 1898 el estudio sobre las Crónicas generales de España. Sin embargo, no sólo cronológicamente pertenece Menéndez Pidal a la «época del 98»: él mismo afirmaba en 1955, en una conversación con Julio Díaz Usandivaras y refiriéndose a sus contactos con la generación del 98, que «todos estábamos en una comunión espiritual que necesariamente debía revelarse en nuestra obra»¿. La mayor parte de los postulados teóricos de la obra de Menéndez Pidal, han señalado Portóles 3 y Lange 4 , provienen de las tendencias intelectuales y científicas de la segunda mitad del siglo xix, que en España encontraron acogida principalmente en la generación del 98. Dos campos conceptuales de esta generación parecen haber influido en el tradicionalismo pidaliano 5 : el primero lo constituye el rechazo a una mera historia de archivos que conlleva un cambio hacia una historia de lo «humilde», y el segundo la consideración de la literatura como expresión del alma popular, más verdadera, por 1 Alonso, 1975; artículo publicado por primera vez en 1969. 2 Cito por Lange, 1982, p. 169. 3 Portóles, 1986, p. 68. 4 Lange, 1982, p. 164. 5 Lange, 1982, p. 169.

Menéndez Pidal y la filología del 98. Estado latente …...CRITICÓN, 87-88-89, 2003, pp. 787-798. Menéndez Pidal y la filología del 98. Estado latente e intrahistoria Julián

  • Upload
    others

  • View
    5

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

CRITICÓN, 87-88-89, 2003, pp. 787-798.

Menéndez Pidal y la filología del 98.Estado latente e intrahistoria

Julián Santano MorenoUniversité di Roma «La Sapienza»

«Menéndez Pidal y la generación del 98» es el título de un artículo de DámasoAlonso1 en el que, ampliando el concepto de generación, defendía la pertenencia de donRamón a esa generación de literatos y aun de «literatísimos», como la definiera LaínEntralgo. La actividad de Menéndez Pidal se extiende en un primer momento por losaños de actividad de la misma generación del 98: en 1895 la Academia Españolapremia el estudio del Poema del Cid (publicado en 1908), en 1896 aparece La leyendade los Infantes de Lara, y en 1898 el estudio sobre las Crónicas generales de España.Sin embargo, no sólo cronológicamente pertenece Menéndez Pidal a la «época del 98»:él mismo afirmaba en 1955, en una conversación con Julio Díaz Usandivaras yrefiriéndose a sus contactos con la generación del 98, que «todos estábamos en unacomunión espiritual que necesariamente debía revelarse en nuestra obra»¿. La mayorparte de los postulados teóricos de la obra de Menéndez Pidal, han señalado Portóles3 yLange4, provienen de las tendencias intelectuales y científicas de la segunda mitad delsiglo xix, que en España encontraron acogida principalmente en la generación del 98.Dos campos conceptuales de esta generación parecen haber influido en eltradicionalismo pidaliano5: el primero lo constituye el rechazo a una mera historia dearchivos que conlleva un cambio hacia una historia de lo «humilde», y el segundo laconsideración de la literatura como expresión del alma popular, más verdadera, por

1 Alonso, 1975; artículo publicado por primera vez en 1969.2 Cito por Lange, 1982, p. 169.3 Portóles, 1986, p. 68.4 Lange, 1982, p. 164.5 Lange, 1982, p. 169.

7 8 8 J U L I A N SANTANO MORENO Criticón, 87-88-89,2003

tanto, que la historia. «Menéndez Pidal y la filología del 98» es nuestro título. Noscentramos, sin embargo, en dos conceptos: el de estado latente de elaboraciónpidaliana, y el de intrahistoria, acuñado por Unamuno. No debe sorprender la reuniónde un término lingüístico-literario y de otro de intención y alcance ideológico-filosófico6. Una de las concreciones de la idea de intrahistoria es la de la tradicionalidadliteraria, aunque Unamuno hable todavía de «poesía popular»7. Pero también laintrahistoria se concreta en lo que Unamuno, en el prólogo de En torno al casticismo(pp. 14-15), llama lenguaje íntraliterario o lengua intraliterarias. Estado latente,intrahistoria e intraliteratura surgen de un mismo fondo común, de una misma idea detradición; intentaremos analizar la relación que se puede establecer entre ellos segúnesta idea de tradición, considerando sobre todo, en el caso de Unamuno, sus trabajos decarácter lingüístico.

U N A M U N O Y S U C O N C E P C I Ó N D E L L E N G U A J E

Unamuno, como teórico del lenguaje, y a pesar del estudio de Blanco Aguinaga?, noes bien conocido10. Las ideas lingüísticas de don Miguel hay que ir a buscarlas en susestudios sobre la lengua11. El Unamuno filólogo desarrolla sus ideas sobre el lenguajeen un momento en que la escuela española de filología tiene aún que nacer de la manode Menéndez Pidal. Un tipo de estudios, por tanto, poco considerado en España desdeun punto de vista científico. En su Vida del romance castellano deseaba que seestableciera «oficialmente en España el estudio histórico-comparativo, es decir,rigurosamente científico, de nuestra lengua propia»12. A pesar de todo ello, la filologíadel propio Unamuno quedó rezagada con respecto a la de Menéndez Pidal, quien sísuperó esa erudición tradicional española por la que se lamentaba don Miguel,introduciendo en España la filología comparada fundada por Diez13. Y esto debido aque, como escribió el mismo Menéndez Pidal, Unamuno poseía un «espírituimaginativo, rebelde a todo método riguroso»14.

En torno al casticismo

En esta obra, constituida por cinco ensayos que aparecieron en la revista La EspañaModerna a lo largo de 1895 y reunidos en forma de libro en 1902, aparece, come essabido, el concepto de «intrahistoria», que ha dado lugar a interpretacionesdiferentes15. En el prólogo al libro (p. 14), como ya hemos señalado más arriba,Unamuno pone en relación el término intrahistoria con el de intraliteratura: «esto deldesconocimiento de la vida difusa popular lo veo y lo toco en la lengua, donde a lo que

6Caudet, 1999, p. 17.7 Abad, 1989, p. 362.° También utiliza Unamuno el término lenguaje sotolíterario.9 Aguinaga, 1954.1 0 En el mismo sentido se expresa Abad, 1989, pp. 359 y 363.1 1 El tomo IV de las Obras completas, García Blanco, 1968, recoge la obra lingüística de Unamuno.1 2 García Blanco, t. IV, 1968, p. 692.1 3 Véanse las obras de Catalán, 1974 y Portóles, 1986.1 4 Cito por García Blanco, t. IV, 1968, p. 45.1 5 Véanse Laín Entralgo, 1959, pp. 145-172, Abad, 1989.

M E N É N D E Z P I D A L Y LA F I L O L O G Í A D E L 9 8 7 8 9

llamé intra-historia corresponde el lenguaje soto-literario o intra-literario». El lenguajepopular es intraliterario, y esta lengua intraliteraria está enterrada en el hablacampesina y en la terminología especial de los distintos oficios (p. 15). La lengua reflejael espíritu colectivo del pueblo, «es el receptáculo de la experiencia de un pueblo y elsedimento de su pensar» (p. 46). Las lenguas romances son los depositarios de laintrahistoria del pueblo romano, que nos ha transmitido «muchas cosas escritas ydefinidas y concientes» (p. 47), pero cuando pensamos lo hacemos con los conceptosque él engendró: «lo más grande de nuestro pensamiento es hacer conciente lo que en élllegó a inconciente». Unamuno identifica la literatura con lo consciente y la lenguahablada con lo subconsciente: «la idea conciente de aquel pueblo encarnó en unaliteratura, así como el fondo de representaciones subconcientes en el pueblo de queaquélla brotó, en una lengua» (p. 53). Y de este modo se establece la igualdad entreliteratura e historia, por un lado, y lengua e intrahistoria, por otro; «lo que hace lacontinuidad de un pueblo no es tanto la tradición histórica de una literatura cuanto latradición intra-histórica de una lengua; aun rota aquélla, vuelve a renacer merced aésta» (p. 53). Para esta segunda equivalencia lengua-intrahistoria, Unamuno acuñaráposteriormente el concepto de lenguaje intraliterario o lengua intraliteraria, comohemos visto. Podemos esquematizar estas ideas de la siguiente manera:

literatura lengua

consciente subconsciente

I IHISTORIA INTRAHISTORIA

Vida del romance castellano

Este trabajo lingüístico de don Miguel había permanecido inédito hasta que fuerescatado en la edición de sus Obras completas16. No parece que desde entonces hayadespertado la curiosidad de los investigadores. Nosotros lo consideramos, sin embargo,importante para el pensamiento lingüístico de Unamuno y la idea de tradición. Seencuentran noticias de este trabajo en varias cartas que permiten su ordenacióncronológica17. La primera alusión data de 1895, siguen otras de 1897, 1898 y 1900. Deellas se puede deducir que Unamuno se puso a trabajar en este proyecto en 1888 y queen 1900 lo había abandonado. Obra frustrada, pues, pero elaborada en la misma épocaque otras fundamentales del pensamiento unamuniano como En torno al casticismo (enrevista 1895 y en libro 1902) y novelas como Paz en la guerra (1897), cuya ideaoriginaria remonta a 1887 ó 188818.

Unamuno se había propuesto estudiar la lengua del «cantar o romance de myoCid», considerado por él el más antiguo monumento de la poesía castellana (Vida, p.

!6 García Blanco, t. IV, 1966, pp. 659-692. En adelante, Vida.1 7 Véanse los textos en García Blanco, t. IV, 1966, pp. 43-45.1 8 En carta a Pedro de Múgica de 20 de octubre de 1895, Unamuno le anunciaba «tengo ya creo que

terminada mi novela dichosa y estoy pensando cómo darla a luz. Y para enseguida me he puesto a trabajar enmi otro trabajo, La vida del romance castellano», cito por Caudet, 1999, p. I l nota 2.

7 9 0 JULIÁN SANTANO MORENO Criticón, 87-88-89,2003

659). La elección del Poema del Cid como objeto de estudio responde al valor queUnamuno concede a la lengua en que está escrito. Según él, constituye el primerejemplo de romance castellano libre de las ataduras de la lengua latina, y no una lenguaescrita por semi-doctos ignorantes imitadores del latín, como lo es la lenguacancilleresca; ni tampoco la de un letrado como Berceo. La lengua del Poema del Cid,es, en efecto, la «fiel expresión de la que el pueblo castellano hablaba en la época enque aquél fue compuesto, sin los elementos de labor erudita que aparecen ya en Berceo;la lengua del Poema del Cid es el naciente romance castellano» (p. 661). Lenguaprofundamente popular por ser anterior a la escisión entre lengua vulgar y lengualiteraria. Unamuno imagina en la historia de las lenguas un período en el que estaescisión aún no se ha producido; son los «rudos tiempos primitivos, cuando todosforman pueblo», en los que la lengua conserva su unidad y uniformidad y sólo sirvepara las transacciones y necesidades de la vida cotidiana (p. 661). La escisión de lalengua en erudita y popular tiene su origen en la introdución de la escritura. Con ellalas antiguas formas se fijan y, más resistentes al tiempo, acaban creando un poderconservador y tradicional, que conduce a la escisión de los ciudadanos en clase culta yclase iletrada. De este modo,

la primitiva inspiración poética que sacaba sus cantos de las entrañas del pueblo, cede supuesto a la imitación de los tradicionales cantares, y a la vez las ideas más refinadas yexquisitas, hijas del ocio de la clase superior, crean un dialecto literario o culto que tiende aperpetuarse en lo escrito, mientras la lengua hablada sigue su curso (p. 661).

Junto al latín hablado por el pueblo, el latín popular, surge pronto un latín clásicoque se nos ha transmitido a través de la escritura, que se levanta como un dique contrael decaimiento fonético, convirtiéndose así en archivo de las tradiciones de las diferentesgeneraciones: «la literatura es la memoria del pueblo, a la vez que su órgano de relacióncon otros pueblos» (p. 662). La literatura es portadora de un nuevo mundo de ideas,para el que la lengua popular hablada resulta inadecuada: «este latín vulgar habíaseguido la natural corriente de la acción fonética, mientras la literatura escrita preservade ella al clásico, era más pobre en sinónimos que éste, como es el pueblo más pobre enideas que los cultos» (p. 662). España fue romanizada por soldados que trajeron elsermo militaris, es decir, la lengua popular, no el latín clásico: «los doctos y lospatricios se quedaban en Roma, y los doctos de fuera a ella acudían, mientras el sermorusticus, trasportado por los soldados, daba origen a los sermones vernaculae (sic)» (p.663). Lengua, el romance castellano, que nace del pueblo, como toda lengua; de esebajo latín vivo, el hablado, que «en boca y oído» llegaba del pueblo al romancepopular, mientras que el latín clásico, el literario, pasaba de los libros, a través de losojos de los doctos, a la lengua hablada (pp. 682-6S3). Al fondo popular, por tanto, seañade un nuevo elemento de origen erudito, que Unamuno encuentra a partir deBerceo. Desde este momento, es decir, cuando se forma una tradición literaria, lalengua escrita comienza a diferenciarse de la lengua hablada.

Esta escisión entre lengua popular y lengua literaria revela la establecida en Entorno al casticismo, como ya hemos visto, entre literatura y lengua, es decir, entre loconsciente y lo inconsciente, entre la historia y la intrahistoria:

M E N É N D E Z P I D A L Y LA F I L O L O G Í A D E L 9 8 7 9 1

La literatura viene a ser respecto a la lengua hablada en el espíritu de los pueblos lo que laconciencia respecto al fondo subconciente en el espíritu individual humano. Por la literaturallegan los pueblos a ser concientes de su propia lengua; la lengua literaria ha sido la principalbase de los estudios lingüísticos reflexivos y de la preceptiva gramatical, así como casi toda lapsicología tradicional se fundamentaba en la introspección conciente. Y, sin embargo, lomismo que bajo la conciencia el riquísimo fondo subconciente que la sustenta, vivifica y dacontenido, siendo uno con ella en perfecta unidad, así bajo la lengua literaria palpita elriquísimo fondo popular, manantial de que aquélla se surte. Y así como se da el caso de queuna representación percibida en la conciencia y olvidada luego, es decir, caída al fondosubconciente, reaparece, así voces que como allaudare se nos muestran en Plauto ydesaparecen, luego resurgen en el romance alabar [Vida, p. 684).

No es tampoco difícil adivinar en estas palabras el concepto de intraliteratura (lenguajeintraliterario) que Unamuno introdujo en el prólogo de En torno al casticismo (p. 14)para designar la lengua popular. Y, de la misma forma que entre «historia» e«intrahistoria», se produce un condicionamiento mutuo: si hechos de la historia puedenser consecuencia de otros diarios y triviales y modificar, a su vez, los cotidianos19,también encontramos esta interconexión entre inconsciencia y consciencia, por un lado,y lengua popular y lengua culta o literaria, por otro:

Si lo subconsciente, el contenido del espíritu, determina y vivifica la conciencia, ésta, a su vez,es la luz de aquél. La lengua popular, al irrumpir en la literatura por ministerio de ciertosescritores, le da una plenitud de savia que la remoza, y la lengua culta y la labor literaria, a suvez, rectifica y encauza a la lengua hablada, y a las veces corrige verdaderas enfermedades dellenguaje, como el hombre las suyas por la ciencia (Vida, p. 684).

La lengua popular es el contenido del espíritu, como en En torno al casticismo (p.46) la lengua reflejaba el espíritu colectivo del pueblo, y este espíritu colectivo no esmás que, como Unamuno lo llama en su discurso «Sobre el cultivo de la demótica»20,«el Volksgeist de los alemanes», el cual «tiene su fondo subconciente, por debajo de laconciencia pública, que es la única que en la historia se nos muestra». En los grandeshombres de la historia se hace consciencia el espíritu del pueblo, son el instrumento delque se sirve éste para adquirir consciencia de sí mismo, como a través de la literaturatoman consciencia los pueblos de su propia lengua («Sobre el cultivo de la demótica»,p. 478). Unamuno se sirve de la metáfora arriba-abajo en relación con los conceptos dehistoria e intrahistoria: la historia es arriba, la intrahistoria es abajo; la consciencia esarriba, lo subconsciente es abajo; la literatura es arriba, la lengua popular es abajo;abajo es, en definitiva, «el riquísimo fondo en que palpita el silencioso sedimento de lossiglos hundidos en la tradición» («Sobre el cultivo de la demótica» p. 476). La hondura,por tanto, es un componente de la imagen empleada por Unamuno para expresar elconcepto de intrahistoria21. A este fondo, silencioso y continuo como el fondo del mar,

1 9 Abad, 1989, p. 360.2 0 Leído en la Sección de Ciencias Históricas del Ateneo de Sevilla el 4 de diciembre de 1896; cito por

Obras completas, t. VII, 1958, p. 476.21 Juaristi, 1998, p. 254.

792 JULiÁN SANTANO MORENO Criticón, 87-88-89,2003

desciende de la superficie, de la historia, de lo consciente, lo olvidado. Existe siempre,sin embargo, un fondo de continuidad, un nimbo «que envuelve a lo precedente con losubsiguiente» (En torno al casticismo, p. 63). Este fondo Unamuno lo denomina «intra-conciente», y no «inconciente» o «sub-conciente», por estar más bien dentro de loconsciente que debajo de él. Así, del latín miscere sobrevive en Salamanca un verbomejer que ignora el diccionario de la Academia, que recoge, en cambio, un adjetivomejido y un sustantivo mejunje, «y como el verbo radical mejer está contenido en suparticipio —y no adjetivo— mejido, y en el sustantivo mejunje, está dentro de ellos,vele aquí por qué puede hablarse de lengua intra-literaria» (En torno al casticismo, p.15). La lengua intraliteraria es eso, lengua enterrada, lengua olvidada, «pero loolvidado no muere» (En torno al casticismo, p. 37). El pueblo castellano usa el verbomejer como lo ha estado usando durante siglos sin que los documentos oficiales lohayan recogido; ha vivido abajo, hundido en el rico fondo de la tradición, hasta quelogra llegar arriba, «a las olas de la Historia, con su rumor y su espuma que reverberaal sol» (En torno al casticismo, p. 33). Nosotros percibimos una discontinuidad, unaruptura de la continuidad en el espacio y en el tiempo, pero en la sucesión deimpresiones discretas existe, sin embargo, este fondo de continuidad:

Pero así como si las aguas del mar fueran bajando, a medida que bajaban irían apareciendo anuestros ojos las conexiones geográficas de tierras hoy separadas, más aún en el estado actualdel nivel de sus aguas, una inspección detenida y un método comparativo bastan paradeterminar sobre un mapa tales conexiones, así sobre el mapa de los documentos literarios esposible establecer el proceso de los vocablos y las formas sumergidas en el mar del olvido(Vida, p. 691).

La metáfora del descenso paulatino del nivel de las aguas, que permite comprobar laconexión geográfica de tierras o islas separadas, se encuentra igualmente en En torno alcasticismo (p. 63) y en «Sobre el cultivo de la demótica» (pp. 477-478). Metáfora queexpresa también la idea de continuidad en el lenguaje, cuando «hacen repentinaaparición en los documentos que han llegado hasta nosotros vocablos y giros quetenían larga vida en boca del pueblo y cuya continuidad se nos escapa» (Vida, p. 691).Voces que surgen del rumor del coro, melodías de una sinfonía eterna (En torno alcasticismo, p. 63): «tal vocablo como alabar deriva de un allaudare que hallamos enPlauto y no en los clásicos posteriores a él, voces que han renacido a la vida literariaporque han vivido siempre en el habla vulgar, pues nada resucita porque nada muere»(Vida, p. 668).

En el lenguaje, por tanto, como hecho de intrahistoria, se recoge el alma oculta deun pueblo y en él se manifiesta su forma de pensar: «en los hondos repliegues de susmetáforas (y lo son la inmensa mayoría de sus vocablos) ha ido dejando sus huellas elespíritu colectivo del pueblo» (En torno al casticismo, p. 46). La palabra es forma delpensamiento y la evolución lingüística, por consiguiente, está sometida a la evoluciónmental (Vida, pp. 669, 672). Idea que se encuentra en perfecta consonancia con elepígrafe de Shelley a la Vida: «He gave Man speech, and, speech created thought,Which is the measure of the Universe» (Prometheus Unbound act. II, scene IV).

M E N É N D E Z P I D A L Y LA F I L O L O G Í A D E L 9 8 7 9 3

M E N É N D E Z P I D A L Y E L ESTADO LATENTE

En sus trabajos sobre las actividades colectivas del hombre, Menéndez Pidal se habíaencontrado frente «a largos períodos en que la actividad desaparece ante nuestros ojos,aunque tenemos indicios o pruebas de su existencia; se halla, pues, en estado latente»22.La expresión «estado latente» la usa por primera vez Menéndez Pidal en los Orígenesdel español (p. 533), pero ya en 1896 habla de la continuidad entre el Cantar de losInfantes de Lara y los romances que tratan del mismo asunto, descubriendo laexistencia de un cantar intermedio en la crónica de 1344 que anticipa la génesis de losromances y que evita al mismo tiempo la solución de continuidad que encontraba Miláy Fontanals entre los dos tipos de poemas23. La idea de estado latente la aplicametódicamente Menéndez Pidal al estudio de las realidades lingüísticas (f latina > hcastellana) y literarias (los romances, la poesía de los juglares) que no documenta y delos que se supone la existencia24. Se trata de un proceso que consta de tres momentos:difusión, ocultación y aparición:

A) como punto de arranque, nos es bien conocida la difusión de una actividad colectiva;B) sobreviene después la ocultación, pues esa modalidad queda relegada a clases incultas, ydespreciada por los observadores, no queda de ella rastro ni noticia alguna; C) la ocultacióncesa, sea porque investigaciones eruditas descubren la pervivencia del fenómeno, según sucedecon el romancero, sea porque el fenómeno relegado se extiende y propaga entre las clases máscultas {Romancero hispánico, t. II, p. 362)25 .

En la expresión de «estado latente» hay que cons iderar , c o m o bien ha observadoJul ián Mar í a s 2 6 , los dos valores que se le da en la lengua , e t imológico ( 'oculto ') yanalógico ('palpitante, vivo', de latir): lo latente está latente, es decir, actúahistóricamente, condicionando la realidad histórica patente, visible, y emerge en formade recuerdo o noticia erudita del mar del olvido, donde yace el sustrato de realidad quelo sustenta todo y al cual se llega partiendo de los datos que poseemos. El propioMenéndez Pidal lo expresa así:

En vez de una tendencia hereditaria diferida, en vez de una fuerza latente inactiva que a largadistancia resurge a la actividad, pensemos en una tendencia latente activa, operandolentamente, oculta, inadvertida durante varios siglos en que esa tendencia coexiste con latendencia dominante que es la únicamente ostensible o manifiesta27.

El estado latente se produce por la existencia de la lengua literaria, culta yconservadora: en un primer momento, el paso f > h \o realiza sólo «la gente másdominada de inculto iberismo, refractaria a la docta romanidad», y es enérgicamenterechazado por la literatura: «la represión purista apenas deja aparecer h en algunacacografía que otra, y así el fenómeno permance en estado latente muchos siglos»

2 2 Menéndez Pidal, 1963, p. 129.2 3 Portóles, 1986, p. 41.2 4 Marías, 1963, p. 162; Portóles, 1986, p. 42.2 5 Véanse Catalán, 1954, p. 110; Marías, 1963, pp. 163-164."Marías , 1963, p. 171.2? Menéndez Pidal, 1950, p. 4.

794 J U L I Á N SANTANO M O R E N O Criticón, 87-88-89,2003

(Orígenes, p. 533). Desde el punto de vista de la lengua oral de los estratossocioculturales inferiores, «los de abajo», sin embargo, se puede hablar de estadomanifiesto, vigente2».

Las literaturas románicas nacen conjuntamente con las lenguas románicas; paraMenéndez Pidal «lengua y poesía son una misma cosa» (Poesía juglaresca, p. 19).Frente a la explicación del nacimiento de las literaturas románicas por la intervenciónprincipal y decisiva de los clérigos latinizantes de la Edad Media, él postula la existenciade formas anteriores orales, no tenidas en cuenta porque de ellas no poseemos realidadninguna «tangible». Sería como querer explicar el origen de las lenguas románicasconsiderando únicamente el bajo latín medieval y rechazando el latín vulgar por serhipotético, por vivir en estado latente.

Las literaturas románicas no nacen de golpe con los primeros textos hacia el siglo xipor obra de los clérigos que inventan temas y adiestran a los juglares para que loscanten. Son los juglares, más bien, «el factor primordial en la creación de las lenguasliterarias modernas y en el desarrollo de éstas durante los siglos iniciales» (Poesíajuglaresca, p. 19). Son los juglares, «ajenos a la cultura eclesiástica y a la lengua oficiallatina», los que en el siglo xi en España cultivan las cantigas de amigo y los cantares degesta. En el medio milenio largo antes del siglo xi se olvida el latín de los histriones ynacen las lenguas romances de los juglares (Poesía juglaresca, p. 424).

Esta poesía inicial recreativa, la canción, era consustancial al idioma y ambos siguenun mismo proceso evolutivo. Los clérigos despreciarían en un primer momento lasformas vulgares de los juglares para acabar adoptante la lengua común y expresar suspropios temas de la clerecía (Berceo, Alexandre) : «Juglares y clérigos fueron, pues, dosclases sociales muy distanciadas entre sí en su origen, y sólo tardíamente tuvieroncontacto literario» (Poesía juglaresca, p. 425). El mismo proceso sufre la épicajuglaresca. Al lado de la historiografía latina de los clérigos, existió la historiografíavulgar de los juglares más o menos activa («poesía cantada, noticiera de la actualidad,especie de periodismo de aquellos tiempos», Poesía juglaresca, p. 444), que vive enestado latente durante largos periodos. Dos historias, pues, la clerical y la juglaresca,que a veces pueden juntarse al citar los clérigos a los juglares y resumir sus cantos ensus crónicas, resurgiendo así del «silencio de los siglos» en el que normalmente sehalla2?.

La noción de estado latente, por tanto, permite tener en cuenta períodos de tiempomucho más antiguos que los de los primeros textos escritos y, al mismo tiempo,presenta a los juglares como iniciadores de los clérigos en el uso de la lengua vulgar, enlugar del proceso contrario:

La diferencia tiene gran alcance, porque el clérigo se vincula a una tradición docta, difusa,internacional, aferrada a la lengua latina, mientras el juglar forma parte de una tradiciónpopular o nacional, densa; y esta tradición es la que más nos interesa en el período deorígenes, pues es portadora de las iniciativas que las nacientes lenguas neolatinas traenconsigo (Poesía juglaresca, p. 449).

28 Rabanales, 1970, p. 235.29 Menéndez Pidal, 1963, p. 146.

M E N É N D E Z P I D A L Y L A F I L O L O G Í A D E L 9 8 7 9 5

Esta tradición popular o nacional está constituida por una época de duraciónmultisecular, anónima, de producciones orales más que escritas, transmitidas encontinuas variantes. Menéndez Pidal insiste en el hecho de que no se puede pensar quelas lenguas romances careciesen de una literatura hasta el siglo x en Francia, hasta elsiglo XII en España y hasta el siglo XIII en Italia. Y esta cronología en la aparición de losprimeros textos archivados en los tres países mencionados está relacionada con el gradode alejamiento de cada lengua vulgar respecto del latín: según sea mayor o menor ladiferenciación, aparecen antes o después los primeros textos escritos, «indicio claro deque las literaturas vulgares nacen y conceden estima a sus textos como una necesidadapremiante del vulgo que se queda exlcuido de la cultura latina» (Poesía juglaresca, p.457). El lenguaje, por tanto, es un elemento necesario para integrar el conceptopidaliano de tradicionalidad literaria: «Tradición es, pues, la trasmisión deconocimientos y prácticas con interés social o colectivo (idioma, arte, relatos, doctrinas,ritos, costumbres) hecho todo o en gran parte oralmente, de viejos a jóvenes, degeneración en generación» (Poesía juglaresca, p. 458). La tradición, la materiatradicional, no es fija, sino que cambia, evoluciona con el tiempo. Cualquier cambioque se introduzca en la tradición depende siempre de un individuo innovador al quesiguen otros individuos hasta hacerse general la innovación (Poesía juglaresca, p. 458).

La historia del lenguaje, como tradición en la que intervienen todos los miembros deuna colectividad, puede alcanzar un alto grado de fijeza y regularidad en sus lentoscambios y hacer creer que está regida por leyes independientes de la voluntad humana,como pensaban August Schleicher y Ferdinand de Saussure30. Para Menéndez Pidal,repetimos, la constitución y evolución del lenguaje dependen de la voluntad einteligencia del individuo que obra sobre otros individuos: «el individuo por sí solopuede influir en el lenguaje de la comunidad lo mismo que puede influir en unaselecciones por sufragio universal: captándose adhesiones» (Poesía juglaresca, p. 460).

L A F I L O L O G Í A T R A D I C I O N A L I S T A

El estado latente comporta dos aspectos esenciales: a) la multisecular duración de unfenómeno y b) la actividad individual-social durante los siglos de ocultación. Veamos larelación que mantienen estos dos aspectos con la intrahistoria de Unamuno y su obrafilológica.

a) Unamuno identifica, como hemos podido ver, la lengua con lo subconsciente ycon la intrahistoria, mientras que la literatura se asocia con lo consciente y la historia.La dualidad historia-intrahistoria conlleva otra, la de tiempo y eternidad; la historia eslo temporal, la intrahistoria lo eterno, lo que subyace a la división de pasado, presente yfuturo, para hacerse actual. La verdadera tradición vive en el presente por ser eterna, notemporal31. En la concepción de Menéndez Pidal, la tradición aparece como distinta dela historia, o lo tradicional de lo histórico, como formas de presencia o influjo delpasado32. El juglar es el hablante de la lengua vulgar y el transmisor de una obratradicional común que lo vincula al pueblo, al presente y al pasado en una continuidad

30 Menéndez Pidal, 1963, p. 131.31 Véase para estas ideas Morón Arroyo, 1980, pp. 161-162.3 2 As! lo ha señalado filosóficamente Marías, 1963, pp. 167-168.

796 JULIAN SANTANO MORENO Criticón, 87-88-89,2003

inexorable33. Es el pasado intemporal, inmemorial, del que habla Marías, opuesto a laconciencia histórica34. Unamuno hablaba de los que viven en el mundo, en la historia,de los que permanecen anclados en lo que él llamaba «el presente momento histórico»(En torno al casticismo, p. 34). El presente en Unamuno es el ápice de una totalidad,punto de encuentro de todos los momentos pretéritos; el presente expresasimultáneamente toda la serie de momentos, él mismo es la totalidad de momentos35:es, en otra expresión de Unamuno, «el presente total intrahistórico» (p. 44). Hay unpresente histórico porque hay una tradición del presente, una tradición concentrada enel presente, «porque la tradición es la sustancia de la historia» (p. 33). La tradición es elsedimento, la revelación de lo intrahistórico, de lo inconsciente en la historia.

Paralelamente al concepto de intrahistoria, Unamuno acuña el de lenguaintraliteraria, que es lengua oculta, olvidada, pero no muerta. El contenido de esteconcepto, introducido por Unamuno en 1902 en el prólogo de En torno al casticismo(p. 14), se halla ya en varios pasajes de la Vida del romance castellano (pp. 668, 684),cuando habla del latín allaudare, que aparece por primera vez en Plauto, desaparece enlos clásicos posteriores, para acabar resurgiendo en el romance alabar. Se trata de lostres momentos que hemos señalado en el estado latente pidaliano: difusión, ocultacióny aparición36.

La tradición eterna de Unamuno parece corresponder, por tanto, a la tradiciónmultisecular de Menéndez Pidal que orienta la evolución de una lengua y que acabaconvirtiéndose en una fuerza latente —soterrada— que encamina, forzada por unorigen preciso, el desarrollo de dicha lengua37.

b) La lengua en Unamuno es el resultado «del concurso de todas las voluntades a unfin» (Vida, p. 667). En Menéndez Pidal la poesía inicial recreativa es obra de anónimose incultos juglares; de ellos parte la inspiración primera, pero el resultado es el productocolectivo del pueblo38. La aceptación de la creatividad individual y la creencia en unespíritu colectivo o nacional no tiene por qué llevar a una contradicción. Una de lasconcreciones de la intrahistoria, habíamos dicho al comienzo, es la de la tradicionalidadliteraria, que Francisco Abad descubre en «Sobre el cultivo de la demótica» de 1S9639.Unamuno rechaza la creencia en un autor colectivo, cualquier creador no es sinoindividual; el pueblo necesita de órgano individual, de poeta. Los productos literariostradicionales viven en variantes y refundiciones: «El pueblo da la materia, la forma lada un poeta. Lo que suele a veces ocurrir es que la modifica otro, y un tercero la retoca,y la remodifica un cuarto, y corre así de uno en otro, poniendo en ella algo todos»(«Sobre el cultivo de la demótica», p. 481). Tanto para Menéndez Pidal como paraUnamuno el espíritu colectivo, la semejanza de ciencia, arte y lengua que constituye elcarácter nacional, se refleja en este fondo latente, en la intrahistoria, en lo que Krause

3 3 Várela, 1999, p. 244.3 4 Marías, 1963, p. 168.3 5 Alvarez Gómez, 1989, p. 227.3 6 Menéndez Pidal, 1963, pp. 132-133, ejemplifica el proceso con el nombre de persona Eneko.3 7 Portóles, 1986, p. 42.3 8 Várela, 1999, p. 241.3 9 Abad, 1989, p. 362.

M E N É N D E Z P I D A L Y LA F I L O L O G Í A D E L 9 8 7 9 7

llamaba historia interna, que se presenta como «verdadera», frente a la historia externaconsiderada «cuasi-verdadera»4».

Referencias bibliográficas

ABAD, Francisco, «Textos y sentidos de la idea de intrahistoria en Unamuno», en Actas delCongreso Internacional Cincuentenario de Unamuno, Salamanca, Universidad de Salamanca,1989, pp. 359-363.

AGUINAGA, Blanco, Unamuno, teórico del lenguaje, México, El Colegio de México, 1954.ALONSO, Dámaso, «Menéndez Pidal y la generación del 98», en Obras Completas, vol. IV,

Madrid, Gredos, 1975, pp. 99-123.ALVAREZ GÓMEZ, Mariano, «La tradición y el "hecho vivo" en el primer Unamuno», en Actas

del Congreso Internacional Cincuentenario de Unamuno, Salamanca, Universidad deSalamanca, 1989, pp. 219-233.

CATALÁN, Diego, La escuela lingüística española y su concepción del lenguaje, Madrid, Gredos,1954., Lingüística íbero-románica. Crítica restrospectiva, Madrid, Gredos, 1974.

CAUDET, Francisco, véase Unamuno, Miguel de, Paz en la guerra.JUARISTI, Jon, El linaje de Aitor. La invención de la tradición vasca, Madrid, Taurus, 1998.LAÍN ENTRALGO, Pedro, La generación del noventa y ocho, Madrid, Espasa-Calpe, 1959.LANGE, Wolf-Dieter, «El concepto de tradición en la crítica de don Ramón Menéndez Pidal», en

Actas del Coloquio hispano-alemán Ramón Menéndez Pidal, Tübingen, Max Niemeyer,1982, pp. 150-171.

LÓPEZ MORILLAS, Juan, El krausismo español, México-Buenos Aires, Fondo de CulturaEconómica, 1956.

MARÍAS, Julián, Los españoles, Madrid, Revista de Occidente, 1963.MENÉNDEZ PIDAL, Ramón, «Modo de obrar el substrato lingüístico», Revista de Filología

Española, 34, 1950, pp. 1-8., Romancero hispánico (hispano-portugués, americano y sefardí): teoría e historia, Madrid,

Espasa-Calpe, 1953, 2 vols., «El estado latente en la vida tradicional», Revista de Occidente, 1963, pp. 129-152.

-, Orígenes del español, Madrid, Espasa Calpe, 1980., Poesía juglaresca y juglares. Orígenes de las literaturas románicas, Madrid, Austral, 1991.

MORÓN ARROYO, Ciríaco, «Unamuno y Hegel», en Miguel de Unamuno, ed. de A. Sánchez-Barbudo, Madrid, Taurus, 1980, pp. 151-179.

PORTÓLES, José, Medio siglo de filología española (1896-1952). Positivismo e idealismo, Madrid,Cátedra, 1986.

RABANALES, Ambrosio, «La obra lingüística de don Ramón Menéndez Pidal», Revista defilología Española, 53, 1970, pp. 225-292.

UNAMUNO, Miguel de, En torno al casticismo, Madrid, Alianza Editorial, 1986., Faz en la guerra, ed. de Francisco Caudet, Madrid, Cátedra, 1999., «Sobre el cultivo de la demótica», en Obras Completas, vol. VII, Madrid, Afrodisio

Aguado, 1958, pp. 473-492.-, Vida del romance castellano, en Obras Completas, ed. Manuel García Blanco, t. IV,Madrid, Escelicer, 1968, pp. 659-692.

VÁRELA, Javier, La novela de España. Los intelectuales y el problema español, Madrid, Taurus,1999.

40 López Morillas, 1956, p. 40.

798 JULIÁN SANTANO MORENO Criticón, 87-88-89,2003

SANTANO MORENO, Julián. «Menéndez Pidal y la filología del 98. Estado latente eintrahistoria». En Criticón (Toulouse), 87-88-89, 2003, pp. 787-798.

Resumen. El artículo estudia la relación entre la obra filológica de Ramón Menéndez Pida!, fundador de laescuela española de lingüística, y la obra lingüística de Miguel de Unamuno, miembro destacado del grupo deescritores que constituyen la llamada generación del 98, Se analizan dos conceptos fundamentales de la obrade don Ramón y don Miguel, el estado latente y la intrahistoria, y cómo ambos remiten a una misma ¡dea detradición.

Résumé. La relation qui existe entre l'œuvre philologique de Ramón Menéndez Pidal, fondateur de l'écoleespagnole de linguistique, et l'œuvre linguistique de Miguel de Unamuno, un des membres éminents de la«Génération de 98». Deux concepts fondamentaux —l'état latent chez Menéndez Pidal, l'intrahistoire chezUnamuno— sont ici analysés dans les rapports qu'ils entretiennent avec l'idée de tradition.

Summary. This paper is based on the relationship between the philological work of Ramón Menéndez Pidal,the founder of the Spanish school of linguistics, and the linguistic work of Miguel de Unamuno, an importantmember of the group of writers who represent the so-called generación del 98. The two fundamental conceptsin the work of Don Ramón and Don Miguel: the estado latente and the intrahistoria are closely analysed aswell as the idea of how they can both Iead to the same idea of tradition.

Palabras clave. Estado latente. Generación del 98. Intrahistoria. MENÉNDEZ PIDAL, Ramón. Tradicionalismo.UNAMUNO, Miguel de.