1

1

MI BARRIO, LA 1ª AVENIDA (1958-1961). Por: Leon Rojas Caron.

Dedico esta semblanza a la distinguida familia de Comayagüela, integrada por: don Víctor Figueroa y su esposa Consuelo Guillén; y, sus hijos: María Consuelo (Mimi) Manuel, Martha, Luz, Salvador y Ramón.

Primera Av. de Comayagüela, vista desde el pasamano del puente Mallol. Se ve su diamante el cual desvía troncos y ramas para proteger sus arcos, allí atrás quedaba “La Sabanita”.

I.- MI BARRIO. Una tarde del otoño de 1958, dos cipotes corrían velozmente tras un lustrabotas, le dieron alcance cerca del Puente Mallol, le pegaron con los nudillos del puño en su columna vertebral, “un pope”, raudamente dieron la vuelta y se alejaron. El chaineador de zapatos se quedó retorciendo del dolor. Mi papá me dijo “estos puñeteros han de ser de éste barrio, cuidado te juntas con ellos”.

2

2

1° Av. Comayaguela. MI CASA EN EL BARRIO. Nos habíamos mudado a una casa en la 1ª Av. de Comayaguela, contiguo a la Sastrería Habana, cuyas ventanas traseras miraban al Río Choluteca. Pronto conocí a los del pope, eran Muñecon y Pelón, dos hermanos, uno de catorce años y él otro de doce, quienes serian mis mejores amigos por el resto de mi vida. El lustrador era Roberto, “el gringo” que caminaba con otro chainero conocido como el Charrudo. LAS POZAS DEL RÍO CHOLUTECA.- Por la ventana de atrás de mi casa se veía, la poza conocida como “La Primera” o “El Muro”, quedaba contigua al puente Mallol, allí desnudos bañaban los de la Escuela México. Este poza y la cancha “La Isla” eran su patio de recreo. Mi mamá al más asiduo clavadista le puso el mote de “Zanahoria”, por el color de su pelo, éste se hizo taxista. Otro famoso de la escuela México era “Cebolla” quien jugaba descalzo hábilmente al futbol. Las otras pozas del Rio Grande o Choluteca recibían el nombre de “la segunda” y “la tercera” o “El Aserrín”, llamadas así porque allí desembocaba la segunda y tercera calle de Comayagüela, en la margen de “la tercera” botaban aserrín. Cierta vez un cipote que encontré en la sabanita del río, me invitó a bañar y ante mi indecisión me dijo ¡yo pongo el Jabón! LA SABANITA, la conformaba un pequeño espacio en la vega del río que se divisaba desde el “puente Mallol” quedaba atrás y bajo la casa de la familia del Dr. Zuniga (Makaroff) donde paseaba en su caballo. Allí era nuestro patio de recreo, donde jugábamos “potras” de futbol con metas marcadas con piedras, con pelotas pequeñas de plástico, de hule o de trapos. LAS LAVANDERAS. En la sabanita asoleaban la ropa las lavanderas del río. Ellas acostumbraban llegar de mañana y lavar con las tetas al aire, sólo se medio cubrían con un fustán. Al terminar por la tarde, se bañaban, recogían el motete de ropa y se iban. LOS SAPOS MOLOTOV. Cierta tarde mi papá observó desde la ventana de la casa que en la rivera del río, dos muchachos inyectaban sapos con algo y luego le ponían mecha y le

3

3

prendían fuego, eran “niños del barrio” que se entretenían echándole gasolina a los sapos y lanzándolos al río como cócteles molotov. II.- LA CASAS SEDE.

Casa de Anita Streber Vda. De Escalón, 1 Av. Comayagüela.

Me fui acercando a los demás muchachos del barrio, el cobijo de reunión era la 3ª calle de la 1ª av., en una esquina que tenía dos gradas que daban a una puerta que nunca abrían. En la otra esquina vivía Carlos Escalón, su casa tenía ventanas con quicios que permitía sentarse, él tenía una pequeña moto Bantam inglesa que siempre estaba reparando. Todos los muchachos éramos bien recibidos por “Chaya” Turcios la mamá de Carlos Escalón, lo único malo es que había un perro llamado “Pardayan”, que dejaba entrar a la casa pero no dejaba salir. La otra casa de todos, era la de los Ucles, Doña Purita la mamá de ellos, era pura bondad. Para llamarnos se silbaba “hey Salvador”, o sea, donde estas, Salvador Figueroa. LA METIDA DE LA LEÑA. Como se cocinaba en fogones, los camiones con leña la dejaban apilada frente a la puerta de las casas, haciendo un cuadrito, todo dispuesto para que cuando vinieran los cipotes de la escuela la metieran hasta la cocina. Meter la leña astillaba y era una de las tareas más ingratas de aquella época. Fue un alivio cuando aparecieron las estufas de gas. LA TORTURA INDIA.- La pandilla del barrio cuando agarraba algún ladronzuelo que venía corriendo desde el Mercado San Isidro, después de asaltar a alguna señora, le aplicaba la tortura india, esto es, lo acostaba en la Sabanita y lo amarraba sobre el monte a en algún hormiguero, mientras llegaba la policía y de esa forma se escarmentaba.

4

4

III LAS ANDANZAS.

León Homero y Claudio Lautaro, Rojas Caron con Roger Menbreño. “Foto Chiqui Mex” 1958.

LAS POZA DEL CONGO. Entre la casa de los Ucles y el “Campo la Isla”, quedaba la poza del Congo, donde en verano pescábamos congos y bagres por montones, los aparejos eran cordel de cáñamo y anzuelos de un centavo que comprábamos en la Tienda del chino Luís Lee que quedaba en una esquina opuesta al mercado San Isidro. En verano cruzábamos el río grande saltando sobre las piedras dispuestas como camino, aunque en la desembocadura de la tercera calle o del aserrín, los vecinos en el verano cada año hacían un copante con tablas sobre postes y piedras para pasar al otro lado del río sin tener que dar la gran vuelta por los puentes. LA RUTA DEL RÍO. Abordábamos el busitos V.W, en la 4ª Av., contiguo a la “Normal de Señoritas” que nos dejaba en el barrio la “Granja“, y de allí, seguíamos a pie hasta los mangos, (hoy Club del Banco Central) luego caminábamos por veredas a lo largo del río, cantando al compás de la dulzaina de “Tato Sosa”, llegábamos a nuestra poza preferida “El Canalón”. Aunque otras veces íbamos a las posas “El Vacilón” y “San José”, ahora colonia San José de la Vega. El tema favorito durante el trayecto era “Vereda Tropical”, los manjares que degustábamos eran galletas “campiranas” y pan blanco que rellenábamos con conserva (dulce de masa con leche). LOS GLOBOS. Un tico de apellido Gatica que trabajaba en la vidriería Euskadi nos enseñó a fabricar hidrogeno haciendo reaccionar en agua virutas de aluminio con soda cautica que depurábamos en un serpentín y con este gas inflábamos globos. En las noches le poníamos como linterna una candela puntiaguda protegida con papel celofán para que

5

5

no se apagara. Algunos vecinos cuando por la noche miraban ascender estos globos iluminados creían que eran objetos voladores no identificados (ovnis). LA CONQUISTA DE LOS CERROS EL PICACHO Y EL BERRINCHE. Una aventura de nuestra mocedad fue subir al “Cerro el Picacho”, caminando trechos: desde nuestro “barrio Concepción” hasta el Barrio Buenos Aires; subíamos por donde bajan los tubos de agua que vienen desde allá, continuaba la ruta por la mítica “Cueva de la Loca” y así llegábamos hasta la cima, esto es, al parque “Naciones Unidas” y su “mirador” desde donde se divisa Tegucigalpa, descansamos, comíamos algo y regresamos orgullosos. También conquistamos el “Cerro el Berrinche” desde en cual en las revueltas intestinas sitiaban la capital, para eso llegamos a la Colonia Soto, subíamos por veredas y después de dos horas de fatiga nos sentamos en la cima a disfrutar de la vista del Picacho, del cerro Juan. A Laínez y de las ciudades gemelas de Tegucigalpa y Comayagüela. TOGO, EL PERRO DE LOS FIGUEROA. El único perro que he conocido, que jugaba “landa” se llamaba “Togo”. Este juego consiste en correr para que no lo toquen y al que lo tocan la “anda “y para quitársela se tiene que correr y tocar a otro. Pues bien éste perro pastor alemán era muy entendido y sabia jugarla, era hijo de King, el perro del poeta laureado Don Luís Andrés Zuniga y de “Loba” la perra de Doña Tina Rossner. Togo además sabía nadar, dar la mano, obedecía la orden de atacar, irse para la casa, etc. En realidad era una excelente compañía. IV.- EL VECINDARIO.

LAS ZAPATERIAS. Los “botines negros” de sólo meter (con elásticos) eran parte del uniforme del instituto central los hacían la “Zapatería Mexicana”, de don Doroteo Hernández, situada en la calle Real contiguo a la barbería “El Fígaro” de Tacho Wang Lung, donde Marquitos reparaba sombreros de fieltro, ambas se encontraban esquina opuesta a la Librería Navarro. En esa época aparecieron salvadoreños pregonando “Zapatos de componer” que arreglaban allí mismo frente a la casa por un módico precio y al igual los afiladores de tijeras y cuchillos. LAS PULPERIAS. Comprábamos refrescos, galletas y “los confites moritas” que eran a dos por un centavo en la “Galletería Lido” atendida por doña Margot. Los polvorones con

6

6

Pepsi en la abarrotería de Don “Juan Poca Risa”; Las manzanas en navidad donde los Caso Pasareal y en la abarrotería “La Mariposa” de los Chain. Cierta vez un parroquiano le dijo a dos niños, ¿les doy un cinco si me dicen como se lo van a dividir? Y uno de ellos le contestó.- > dos centavos y una morita cada uno<.

LA MAGNOLIA Y RIO GRILL.- En una esquina frente al parque La Libertad la refresquería “La Magnolia” vendía: helados, curiles, Yuca con chicharon, enchiladas y su famoso fresco de piña picada con uvas; y en la tercera avenida en la esquina opuesta a la Policlínica, Rio Grill competía con sus inigualables enchiladas.

LOS SANDWICHES DE BASURA. En la acera vecina al “cine Variedades” ponían sus bateas las que vendían sándwiches de gallina con recado de su jugo, papas y remolacha cocida por un tostón “cincuenta centavos”. Les decían sándwiches de basura porque especulaban que eran de zopilote, y porque las vendedoras que los preparaban con la misma mano sacaban del delantal los vueltos.

En esa época estaba de moda la emulsión de Scott.

LAS PATONAS.- La carnada para pescar la hacíamos con gusanos que sacábamos escarbando en cualquier lugar de la ribera del río, (culiches), pero también pegamos como carnada en el anzuelo masa del pan dulce conocido como “patona”. Estas patonas eran famosas porque era la que la acostumbraba servir con café en los velorios. Los pescaditos que sacábamos del río se lo regalábamos a otros cipotes. LAS PANDILLAS.- En los años sesenta las películas gringas pusieron de moda las pandillas, nacieron grupos como Los Stomper, Los Black Jack, La Chivera, La Séptima y La Primera Avenida. Se armaban de cadenas, manoplas y navajas automáticas, se peinaban el bucle de pelo con aceite Glostora o con Aguacatina y se retaban a pelear entre sí. LAS PELEAS. En realidad fueron más la bulla que el daño que hicieron aquellas pandillas, pues por regla general uno de nosotros hacia de gladiador y se enfrentaba a puñetazos con él designado por el grupo rival. Durante la pelea ambas pandillas hacían barra a su Campeón (puñetero) y se disolvía al grito ¡viene la policía!

7

7

LA REVISTA JUEVES. German Allan Padget, vivía en el Barrio y desde allí, editaba su revista Jueves con el poeta Oscar Acosta, que anunciaban como la única que no servia para envolver haciendo alusión a que era muy pequeña. German como periodista nos aprovechaba como reporteros pues con nuestros relatos escribía sobre la delincuencia juvenil en los barrios de Comayagüela. EL CONJUNTO MUSICAL.- El barrio formó un conjunto musical, Tato tocaba la Armónica o dulzaina; Luisón tocaba con la palma y los dedos un baúl de madera de “Chaya” a manera de tambor; Salvador unas latas como timbales; el ñurdo Asunción unas maracas; Carlos Fraño rascaba latas corrugadas con un peine como si fuera un güiro; Ramón sonaba dos latas como platillos, Escalón dos palos como claves, los demás tocábamos siguiendo el ritmo, latas con un palito, integrando una peculiar orquesta, que ejecutaba ritmo caribeño, pero sobré todo bulla y alegría para el barrio. EL TUBO.- Por las noches nos sentábamos a conversar encuclillados en el tubo de la vitrina de la Ferretería de doña Carmen Fléfil en la Calle Real donde después estuvo la Cafetería Miami de Toño Chi Ham y su esposa Chía. En ese tiempo el Shap Shuy costaba un lempira, Tomas Narváez llevaba en la bolsa dos panes y le echaba casi medio bote de salsa de tomate, además con el vaso de agua, el azúcar de la cafetería y los limones que ponían, transformaba el agua helada en limonada. Éste amigo que ejecutaba desde niño el acordeón años después fue fundador del conjunto musical “Los Monjes de Tela”. V.- EL ATLETICO ESPAÑOL.

Equipo Atlético Español Mosquito, 1959. De Pie: Gustavo Lagos (el choco flajedes), Ramón Cruz (Mónica), Rafael Cruz (Falo), Zelaya, Roberto Jerez, Ramón Figueroa (El pelón), Elías Asfura, y León Rojas Caron. Agachados: Villa, Rolando Mondragón, (Camisa) Nelson Jerez, Gilberto Turciós; Roque Reinaldo Lagos

8

8

(Rocolita), Mario Cárdenas (el bolito) y Bolívar Ordóñez. Otros: Augusto Andino Cesar; Reinaldo Juan de Dios. EL EQUIPO DE FUTBOL. Todos éramos parte del equipo de Fútbol Atlético Español de los Ucles, cuentan que este equipo se inicio con una pelota de cuero comprada en el Bazar Mary en la Calle Real que le regalaron a Carlitos Escalón. Cuando jugamos en la calle era con pequeñas pelotas de hule y piedras como metas. Cuando hacíamos gritería nos echaba la policía el fabulista y poeta laureado, Don Luís Andrés Zúñiga. LAS CANCHAS DE FUTBOL. Jugábamos en la “Cancha La Isla”, la cual era barrosa en invierno y polvosa en verano; la portería eran tres palos de madera; como quedaba al otro lado del río cruzabamos en verano saltando entre rocas salientes aunque era frecuente resbalarse y mojarse. La Cancha Birichiche, era igual de barrosa y polvosa, queda al píe del cerro Juana Lainez, donde está el Monumento de La Paz. Otra era “El Campo Motagua”, en la vega del río Choluteca, entre el Puente Mallol y Carias. Cuando nos invitaban a jugar la pregunta de rigor era, tienen pelota, pues en esa época con un balón de cuero, se fundaba un equipo.

Bolívar Ordoñez leyó que el básquetbol ayudaba a ganar altura y le dio resultado.

EQUIPO LOS MOSQUITOS. El Atlético Español tenía varias categorías. La de doce a quince años era la de “Los Mosquitos”, jugábamos contra “El Pelota de Trapo” y “El Debora”, ambos del barrio la Chivera. Nuestro entrenador tenia dieciséis años, hoy es conocido como Chelato Ucles. JUGADA INDIVIDUAL. Recuerdo que una vez jugando en el Campo Motagua, Chelato me hecho a jugar como alero izquierdo contra el “Pelota de Trapo” y me sacó del juego porque me lleve la pelota por la banda izquierda e intente en jugada personal hacer el gol; y por tanto no le hice el pase al Pollito ni a Rocolita que corrían como delanteros en mejor posición para hacer el gol. Nunca me dijo el motivo, pues en esa época se enseñaba el fútbol ejemplificando de esa manera.

9

9

EL EQUIPO DEL ZAMORANO. La Categoría juvenil, (de dieseis a veinte años) jugaba contra equipos de los barrios Morazán, Villadela y La Chivera; así cómo, contra el equipo de la Escuela Agrícola del Zamorano, quienes cuando invitaban a jugar proporcionaban el transporte y obsequiaban un sabroso almuerzo. Los partidos contra “El Zamorano”, por su calidad futbolística son inolvidables. Sus estrellas eran dos ticos y un colombiano; y, por parte del Atlético Español alineaban: portero, Alboroca; delanteros: Catocho Bran, la muerte Castillo; Bayoy; aleros: el Bolito, Chelato, Julián; medio campo: Tito Bados, Julio y Paco Rodríguez, (Rapacholi), Tiki Borjas, Foncho; defensas: Kati, Mincho, Jerez, Roger Urquía, Salvador Figueroa, el Azulejo Bulnes; y, Entrenador: Tabo Ucles. VI.- EVENTOS.

Cementerio General en 1890. ENTIERROS, en procesión, cargando en hombros el ataúd hasta el panteón, pues recién se comenzaba a usar vehículos automotores como carrozas fúnebres. Cuando el difunto era una persona importante, los oradores detenían el entierro en las esquinas y decían su oda fúnebre; el policía de trafico siempre en señal de respeto al caído hacia el saludo militar al pasar el féretro. DIA DE DIFUNTOS. El 2 de noviembre día de los difuntos en Honduras, invadían las calles aledañas al cementerio los vendedores de flores y coronas provenientes de las aldeas campesinas aledañas a la capital. Se instalaban vendedoras de buñuelos y alborotos con miel, vendedoras de atoles, horchatas, etc. Los deudos limpian o mandan a limpiar y encalar las tumbas. Es día de conmemoración popular.

10

10

Parque La libertad. REPASO EN NOVIEMBRE.- Los exámenes eran a finales de noviembre, como las casas no eran amplias y la luz de las casas era mortecina se acostumbraba repasar en el día en los parques, en cementerios y en lugares tranquilos; y, por la noche en la calle bajo la luz del poste de la lámpara pública. Los estudiantes se protegían de los fríos de noviembre con chumpas, suéteres, bufandas y gorritos de lana de diversos colores. Además era la época de volar papelotes. JUEGOS MECANICOS. En “Campo la Isla” se instalaban los juegos mecánicos, tales cómo el paragua japonés, la montaña rusa, la rueda de Chicago, el martillo, el satélite; y, de paso, vendían golosinas cómo el algodón de Azúcar y las manzanas enmieladas. Afuera se rebuscaba haciendo prestidigitaciones el mago “Casaya”, quien aparecía billetes de un lempira y le sacaba el sostén a una dama sin quitarle la blusa, por supuesto ella era su cómplice. Un maricón de nombre Maruca, voceaba sus mantelitos para tapar pan; y Carioca anunciaba sus tajaditas de plátanos como “vitaminas” CIRCOS: El Royal Dumbar Circus, armaba sus carpas con dos pistas simultáneas. Su maestro de ceremonia al son de una orquesta presentaba el espectáculo de frac y Bombín, comenzaba pregonado “Señoras y Señores… sus mejores números eran los trapecistas con su “salto mortal triple” sin red protectora para lo cual le pedían al publico silencio absoluto; “Los Vanda” eran los equilibristas que desafiaban la gravedad; habían domadores de tigres, elefantes acróbatas, payasos, etc. Los mismos artistas armaban el circo, vendían las entradas y las golosinas, hacían de porteros, etc. El circo nacional del salvadoreño “Firuliche” visitaba pueblos y barrios, su principales actos eras los payasos y las canciones con doble sentido. LOS CARTELERAS DEL CINE. En esa época, los cines de Comayagüela eran el Hispano con películas en español, El Moderno y El Centenario con dos películas en ingles dobladas con sub títulos en español, todos con palco y luneta. Al salir de ver una película comentábamos cuales cuadritos de la cartelera no habían salido en la misma. Otro cine muy barato, se llamó, cine Lux.

11

11

Mercado San Isidro, labrador, que quita el agua y pone el sol. LOS FOTOGRAFOS EN LOS MERCADOS. Usaban cámara con trípode, película en blanco y negro, paraban a la gente ante tapetes con fondos tales como la iglesia de Suyapa. Subían a los hombres en un caballo postizo y les ponían una la pistola con cartuchera. Allí mismo se instalaban las gitanas que decían la suerte y los periquitos que sacaban una tarjeta de colores que decía la suerte. INTENTONA DE USURPAR EL PODER.- Gobernaba el Dr. Ramón Villeda Morales, un presidente democrático en una etapa progresista, sin embargo los conservadores el 12 de julio de 1959, hicieron una intentona dirigida por el coronel Armado Velásquez con el apoyo de la Policía Nacional e instigada por la embajada gringa. La intentona fue sofocada por la Guardia de Honor Presidencia, los guardias de la Penitenciaría Central y la población civil. Todo terminó el mismo día, por la tarde noche entró el Primer Batallón de infantería a restablecer el orden. Producto del fuego cruzado se incendió el edificio de la policía nacional, la que al ser derrotada fue disuelta y se creó la Guardia Civil que vimos cuando era entrenada en el Campo La Isla. VII.-TRANSPORTE PÚBLICO.

LOS BUSITOS V .W.- LA MOVILIZACIÓN URBANA.- Los Busitos eran V.W. de nueve pasajeros, por diez centavos cubrían las rutas urbanas: “San Felipe-La Granja“; “San Felipe-Belén Cantón” y “Guadalupe-Vacilón”.

12

12

LOS BUSES INTER URBANOS.- Los Que Van Para… Los buses recogían a los pasajeros en sus casas, comenzaban a las tres de la mañana y despertaban a los vecinos con sus pregones, “los que van para Olancho, o, para Sabana Grande, o, para Choluteca,” etc. Sin embargo dejaban los pasajeros en una terminal en su lugar de destino. LOS TREINTEROS. Los Taxis, tenían un letrero en el vidrio frontal que decía, “30” o sea, que la carrera dentro de la ciudad costaba treinta centavos. Se exclamaba va a sesenta (60) kilómetros por hora, cuando se iba muy rápido sobre todo en las calles empedradas o de tierra. EL REFLECTOR.- El reflector de la Fuerza Área del aeropuerto de Toncontin, deslumbraba por la noche en forma intimidante a todos los carros que transitaban por la Carretera del Sur, puesto que los seguía con el potente rayo de luz durante un corto trayecto. Esa era una buena táctica militar en aquella época.

El autor de esta remembranza, abogado León Rojas Caron.

VIII.- EL OCASO DEL BARRIO. Cierto día caímos en cuenta que no obstante perdurar nuestra amistad, aquel barrio de nuestra adolescencia se había ido en el tiempo. Unos se habían mudado de barrio, otros habían dejado el equipo de fútbol porque ingresaron a la Universidad, otros se fueron a estudiar agronomía a Catacamas, otros a trabajar a la ciudad de la Ceiba y otro ingreso al Instituto Militar presidencial. Aquellos peligros que sorteamos juntos, los triunfos, derrotas y lecciones que da la vida, las conversaciones sobre: la inexistencia de Dios, el porqué de la conducta femenina, de las guerras, de finanzas públicas, política, derecho, etc., nos enseñaron el respeto a la individualidad de cada quien, a tomar nuestras propias decisiones y a comprender las ventajas del bien común. En fin por uno u otro motivo de aquel barrio de nuestra juventud sólo quedan las remembranzas del ayer.

13

13

El barrio La “primera avenida”, en el que cantábamos, jugábamos al Fútbol, peleábamos con karate, pescábamos congos, nos bañábamos en las pozas del rió >el devenir del tiempo se lo llevó<. Mis amigos de ese barrio del ayer, son ahora padres de familia y abuelos, son los médicos, los economistas, los periodistas, los abogados, los ingenieros, los agrónomos, los entrenadores de futbol, los empresarios, los técnicos, en epítome constructores de nuestro porvenir. Versión ampliada, de la Publicada en Diario El Heraldo, el miércoles 28 de febrero de 1996.