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36 Nursing 2003, Volumen 21, Número 8 Enfermeríahospitalaria U n gran número de enfermeras piensa que los drogadictos son diferentes al resto de nosotros, es decir, desmotivados e improductivos. Confieso que yo también pensé lo mismo, hace tiempo. Pero mi propia experiencia con la adicción me enseñó otras cosas y me gustaría compartir lo que aprendí. Después de graduarme como delegada de mi promoción de enfermería, encontré trabajo en una unidad de cuidados intensivos del hospital de una pequeña población. Cuando tenía 26 años, yo era gestora de turnos y supervisaba alrededor de 40 profesionales de plantilla que trabajaban en los turnos de tarde y noche. Segura y afortunada, me encantaba mi trabajo de un alto nivel de estrés. Entonces me puse enferma y necesité cirugía. La rigurosa normativa del hospital sobre las bajas por enfermedad no permitían muchos días de baja. Las ausencias prolongadas, incluso por enfermedad confirmada, serían causa de falta grave y bastantes faltas graves podrían ser motivo de despido. Mi reputación y mi carrera profesional lo significaban todo para mí, así que volví a trabajar antes de haberme recuperado totalmente, y terminé necesitando una segunda intervención quirúrgica. Alguna cosa para el dolor De nuevo volví al trabajo demasiado pronto, esta vez armada con paracetamol y bitartrato de hidrocodona para aliviar mi dolor y ayudarme a aguantar las largas noches. Si alguna vez olvidaba mis pastillas, conseguía con facilidad alguna cosa en la unidad. Cuando fui sometida a una tercera intervención quirúrgica, aquel año, las presiones económicas y los problemas personales se fueron amontonando. Mi enfermedad crónica estaba teniendo graves efectos sobre todas las personan que me rodeaban y empecé a consumir analgésicos para aliviar también mis trastornos internos. Cuando comencé a tomar meperidina, me di cuenta que tenía un problema. Empecé a buscar a alguna persona en la que confiar pero, ¿de quién podía fiarme? Indudablemente, mi supervisora me despediría si se enteraba de mi problema. Mi médico trabajaba en el mismo hospital y, aunque le expliqué que no podía dormir y que siempre estaba “irritable”, no le mencioné mi adicción. Me diagnosticó una depresión y me hizo empezar con antidepresivos. Mi marido tampoco se dio cuenta que tenía un problema. Él trabajaba de día, yo trabajaba de noche. Mi creciente sensación de vergüenza me impidió acercarme a él. En lugar de hacerlo, añadí morfina a mi armamento. Aunque estaba tomando meperidina y morfina, creía que estaba desempeñando bien mis tareas. Tomando 50 mg de morfina en un turno de 12 h, yo estaba ajustando programaciones horarias, calculando dosis de fármacos y orientando a las personas nuevas en la unidad. Mirando hacia atrás, estoy muy agradecida por no haber perjudicado nunca a un paciente. Esperando a que se cayera el otro zapato Sabiendo que era adicta, aún intentaba racionalizar mi consumo de fármacos. Para encubrir mi hábito acepté más responsabilidades, pensando que mi expediente laboral desviaría cualquier posible sospecha. Impartí una clase de cuidados críticos y contraté a profesionales para mi unidad, cumplí los plazos, admití a todos los holgazanes, me gané el reconocimiento por los cuidados excepcionales al paciente repetidamente y me hicieron empleada del mes, todo esto mientras estaba haciendo uso de los opiáceos prescritos. A pesar de estos esfuerzos, mi hábito me estaba alcanzando. Un día fui cesada por no documentar un fármaco que yo había administrado. De algún modo, yo sabía que el próximo paso sería una acusación formal por consumo de drogas en el trabajo, así que pedí una baja de enfermedad y busqué ayuda profesional. Además, intenté averiguar que pasaría con mi empleo, mi licencia para ejercer y mi futuro. Ninguna persona a la que pregunté parecía saberlo y las librerías no me sirvieron de ayuda. Me sentí más perdida que nunca. Mi viaje a través de la adicción Si usted piensa, Esto nunca podría pasarme a mí, lea esta aleccionadora historia. JANE DOE, RN* Trabajando un turno de 12 h y tomando 50 mg de morfina, yo estaba ajustando programaciones horarias, calculando dosis de fármacos y orientando a las personas nuevas en la unidad.

Mi viaje a través de la adicción

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Page 1: Mi viaje a través de la adicción

36 Nursing 2003, Volumen 21, Número 8

Enfermeríahospitalaria

Un gran número de enfermeras piensa que losdrogadictos son diferentes al resto de nosotros,es decir, desmotivados e improductivos.

Confieso que yo también pensé lo mismo, hace tiempo.Pero mi propia experiencia con la adicción me enseñóotras cosas y me gustaría compartir lo que aprendí.

Después de graduarme como delegada de mi promociónde enfermería, encontré trabajo en una unidad de cuidadosintensivos del hospital de una pequeña población. Cuandotenía 26 años, yo era gestora de turnos y supervisabaalrededor de 40 profesionales de plantilla que trabajaban en los turnos de tarde y noche. Segura y afortunada, me encantaba mi trabajo de un alto nivel de estrés.

Entonces me puse enferma y necesité cirugía. La rigurosa normativa del hospital sobre las bajas por enfermedad no permitían muchos días de baja. Las ausencias prolongadas, incluso por enfermedadconfirmada, serían causa de falta grave y bastantes faltasgraves podrían ser motivo de despido. Mi reputación y mi carrera profesional lo significaban todo para mí,así que volví a trabajar antes de haberme recuperadototalmente, y terminé necesitando una segundaintervención quirúrgica.

Alguna cosa para el dolorDe nuevo volví al trabajo demasiadopronto, esta vez armada con paracetamol ybitartrato de hidrocodona para aliviar midolor y ayudarme a aguantar las largasnoches. Si alguna vez olvidaba mispastillas, conseguía con facilidad algunacosa en la unidad.

Cuando fui sometida a una terceraintervención quirúrgica, aquel año, laspresiones económicas y los problemaspersonales se fueron amontonando. Mi enfermedad crónica estaba teniendo graves efectossobre todas las personan que me rodeaban y empecé a consumir analgésicos para aliviar también mistrastornos internos.

Cuando comencé a tomar meperidina, me di cuentaque tenía un problema. Empecé a buscar a algunapersona en la que confiar pero, ¿de quién podía fiarme?

Indudablemente, mi supervisora me despediría si seenteraba de mi problema. Mi médico trabajaba en elmismo hospital y, aunque le expliqué que no podíadormir y que siempre estaba “irritable”, no le mencionémi adicción. Me diagnosticó una depresión y me hizoempezar con antidepresivos.

Mi marido tampoco se dio cuenta que tenía unproblema. Él trabajaba de día, yo trabajaba de noche.Mi creciente sensación de vergüenza me impidióacercarme a él. En lugar de hacerlo, añadí morfina a mi armamento.

Aunque estaba tomando meperidina y morfina, creíaque estaba desempeñando bien mis tareas. Tomando 50 mg de morfina en un turno de 12 h, yo estabaajustando programaciones horarias, calculando dosis de fármacos y orientando a las personas nuevas en la unidad. Mirando hacia atrás, estoy muy agradecidapor no haber perjudicado nunca a un paciente.

Esperando a que se cayera el otro zapatoSabiendo que era adicta, aún intentaba racionalizar miconsumo de fármacos. Para encubrir mi hábito acepté másresponsabilidades, pensando que mi expediente laboral

desviaría cualquier posible sospecha. Impartíuna clase de cuidados críticos y contraté aprofesionales para mi unidad, cumplí los plazos,admití a todos los holgazanes, me gané elreconocimiento por los cuidados excepcionalesal paciente repetidamente y me hicieronempleada del mes, todo esto mientras estabahaciendo uso de los opiáceos prescritos.

A pesar de estos esfuerzos, mi hábito meestaba alcanzando. Un día fui cesada por no documentar un fármaco que yo habíaadministrado.

De algún modo, yo sabía que el próximopaso sería una acusación formal por consumo de drogasen el trabajo, así que pedí una baja de enfermedad ybusqué ayuda profesional. Además, intenté averiguarque pasaría con mi empleo, mi licencia para ejercer y mi futuro. Ninguna persona a la que pregunté parecíasaberlo y las librerías no me sirvieron de ayuda. Mesentí más perdida que nunca.

Mi viaje a través de la adicciónSi usted piensa, Esto nunca podría pasarme a mí, lea esta aleccionadora historia.

JANE DOE, RN*

Trabajando un turno

de 12 h y tomando 50 mg

de morfina, yo estaba

ajustando programaciones

horarias, calculando dosis

de fármacos y orientando

a las personas nuevas

en la unidad.

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Enfermeríahospitalaria

¿Qué pasa si usted tiene problemas?Una de las cosas más duras con respecto a admitir que usted es una drogadicta es decírselo a los demás.Muchas personas tienen menos tolerancia a la adicciónen un profesional sanitario, lo cual se suma a lavergüenza y el aislamiento de una enfermera. Aun así,cuando rompí mi silencio, encontré apoyo. Mi marido,por ejemplo, estuvo a mi lado en todos los pasos delcamino, a pesar del enorme golpe a su confianza en mí.

Si usted necesita confesar una adicción, escojacuidadosamente a quién se lo dice. Piense sobre lafábrica de rumores antes de compartir su historia conuna colega. Usted puede encontrarse con versionesembellecidas que vuelven para perseguirla.

Su empresa notificará su adicción al consejo estatal de enfermería y la investigación estará basada en lasnormativas del consejo y de su empresa. Usted puederecibir tratamiento en su institución, pero el tropezarsecon sus colegas durante las etapas tempranas de la rehabilitación sería muy duro. Para facilitar la transición, trabaje con una persona de ayuda alempleado y el departamento de recursos humanos.

Éste es un período de enormes cambios, de maneraque concédase tiempo y consiga el apoyo que necesitapara tomar buenas decisiones. Revise la normativa desu empresa con referencia a los recursos humanos.Mantenga registros exactos de todas las pruebas a las que ha sido sometida, reuniones a las que haasistido y cualquier participación de su profesionalsanitario de referencia.

Compareciendo delante del consejoSuceden varias cosas cuando usted es denunciado al consejo estatal. En primer lugar, un investigador se pone en contacto con usted. Usted puede quererdisponer de la presencia de un abogado mientras elinvestigador confirma la información que ha obtenidode su empresa. A continuación, el investigador preparaun informe para el abogado del estado y a usted se leda una fecha para una audiencia con un miembro delconsejo y el abogado del estado.

Cuando llegué a este punto me sentí absolutamentesola. Sin embargo, el investigador me explicó que yoera una de las diez enfermeras que había visitado aqueldía, y él era uno de los tres investigadores que trabaja a jornada completa. Por muy deprimida que usted sesienta, hágase cargo de que muchos otros han pasadopor este proceso y han sobrevivido.

En el juicio, usted tiene que explicar su versión de lahistoria y describir todas las medidas que ha tomadopara su recuperación. Lleve todos los registros de altade rehabilitación, notas de asistencia a las reuniones degrupos de apoyo y cualquier otra cosa que muestre unaimagen más clara sobre quién es usted y lo que haestado haciendo con respecto a su adicción.

La audiencia fija el estado futuro de su licencia para ejercer, que puede ser revocada, retiradatemporalmente o puesta a prueba. La puesta a pruebapuede necesitar varios pasos, como la notificación a la empresa, los análisis sistemáticos de drogas, la asistencia regular a las reuniones de toxicómanosanónimos (TA) o de alcohólicos anónimos (AA) ytrabajar bajo supervisión directa. La puesta a pruebapuede prolongarse durante 3 años o más tiempo, pero cuando ha terminado, usted puede recuperar su carrera profesional.

Apoyo exclusivo para las enfermerasEncontrar el grupo de apoyo adecuado es fundamental.Yo tuve buenas experiencias con el TA y el AA, perocomo enfermera tenía problemas que estos grupos no podían tratar: ¿qué pasaría con mi licencia paraejercer?, ¿qué sucedería cuándo solicitase un nuevopuesto de trabajo?, ¿cuántas cosas debería contarles a mis colegas? Yo necesitaba poder escuchar: “Séexactamente por lo que está pasando porque a mí meha pasado lo mismo, y aquí tiene lo que ha de esperar”.

Sí, existen grupos para profesionales sanitariostoxicómanos. Su consejo estatal de enfermería o inclusoun hospital de la localidad pueden ayudarle a encontraruno. Cuando me incorporé a uno de estos grupos, mequedé asombrada por las similitudes de nuestrashistorias. El grupo no tan sólo respondió a mispreguntas, sino que también me dio la oportunidad deayudar a otras personas, finalmente. Qué maravillososentimiento para una enfermera, que, en el fondo, es una cuidadora nata.

Aprendiendo cada díaCada día aprendo más cosas sobre la adicción pero,quizás, la lección más importante es que las enfermerasson especialmente vulnerables. Si usted está en lasgarras de la adicción, espero que mi historia le ayude a encontrar su camino de vuelta a la salud. Si algunapersona que usted conoce es adicta, espero que usted se comportará con compasión y comprensión. Lasenfermeras necesitamos estar ahí para ayudarnos unas aotras, y a veces el primer paso consiste en darse cuentaque podría haber sido usted.

*La autora, que desea mantenerse en el anonimato, es una enfermera de plantilla en unhospital del medio oeste.

Addiction Resource Guide: http://www.addictionresourceguide.com

Recovery Resources Online: http://soberrecovery.com

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