Militarización y seguridad ciudadana

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    183E s p i r a l , Estudios sobre Estado y Sociedad Vol. VI. No.18 Mayo / Agosto de 2000

    En este ensayo se analiza el papel que lasFuerzas Armadas han ido asumiendo en la

    definicin e instrumentacin de laspolticas de Seguridad Nacional y de

    seguridad pblica que el Estado mexicanoha venido impulsando desde principios delos ochenta, y en donde la relacin entreciviles y militares se ha ido modificando,

    tomando estos ltimos un papel cada vezms protagnico en tales cuestiones. Se

    analiza tambin cmo se ha dado esta

    relacin en Estados Unidos y cmoinfluye sta en nuestro pas.

    Militarizacin,seguridad nacional y

    seguridad pblicaen Mxico

    Juan Manuel Sandoval Palacios

    Introduccin

    A pa r t i r de los ochent a ,pero sobre t odo despus dell ev a n t a m i en t o a r m a do delE jrcito Za pat ista de Libera-cin Na ciona l (EZLN), el 1 deenero de 1994, las F uerza s

    Arma da s ha n ido tomando un papelca da vez m s prota gnico en diver-sos m bitos de la v ida socia l y polti-ca de Mxico. La presencia milita r seha extendido m s a ll de la l la ma dazona de conflicto en la entida d chia-pa neca , donde existe un esta do for-ma l de guerra que le fue declara do al

    E jrcit o Federa l por el EZLNen di-ciembre de 1993, pa ra ubica rse prin-cipa lmente en las r egiones indgena sdel pas , funda menta lmente en losesta dos del a l t ipla no centra l y delsur -sur este, por el a cciona r de ot rosgrupos insurgent es, el Ejrcito P opu-la r Revoluciona rio (E P R) y el E jrcito

    Revoluciona rio del P ueblo In sur gen-t e (E R P I ), a s como diver sos movi-mient os socia les y popula res.

    Adems encontramos abundantepresencia m ilita r en los esta dos delnort e, bajo el pret exto de la luchacont ra el na rcot r fico. La presenciami li t a r en l a s g ra ndes urbes ya es

    Investigador Titular C de la Direccin deEtnologa y Antropologa Social del InstitutoNacional de Antropologa e Historia, donde esCoordinador General del Seminario Perma-nente de Estudios Chicanos y de Fronteras.

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    ta mbin una const a nt e, en part icula r en la ciudad de Mxico.Todos los ma ndos superiores de la P rocura dura G eneral de

    la Repblica y d el Centro de Invest igaciones y S egurida dNa ciona l (C I S E N) en el rea a nt ina rcticos son milita res en-trena dos en Esta dos U nidos.

    P ero no es slo esta presencia la qu e nos ocupa en esteensayo, sino el papel que las F uerzas Armada s ha n ido a su-miendo en la definicin e inst rum enta cin de la s poltica s deSegurida d Na ciona l y de segurida d pblica que el E sta domexica no ha venido impulsa nd o desde principios de los

    ochent a , y en donde la relacin ent re civiles y m ilita res se haido modifica ndo, toma ndo est os ltim os un pa pel cada vezm s prota gnico en ta les cuestiones.

    P or un la do, el concepto de segurida d pblica ha a va nza doha sta convertirse en sinnimo de segurida d int erior, y comosta es una de las funciones asignada s a las Fuerzas Arma -da s en su ley orgnica, las m isma s desempea n un impor-ta nt e pa pel en la instrumenta cin de la seguridad pblica ,ya sea ejerciendo los ma ndos medios y superiores y como ele-ment os de ba se de la s diferent es polica s, incluyendo los 5mil milita res presta dos a la recin forma da P olica F edera lP revent iva . P or otro la do, el a va nce del concepto de segur i-da d na ciona l ha sido import a nt e y a costa del concepto desobera na , pa ra justifica r los intereses de un a lite poltica yeconmica como si fuesen los de la na cin.

    Como consecuencia de los procesos d e int egra cin econ-mica regiona l y de la globa l iza cin, a ctu a lment e, nuestr opas se encuentra inmerso ma teria lmente dentro de los inte-reses geoestr a tgicos esta dounidenses, y la perspectiva ofi-cial de segurida d na ciona l mexica na se ha ido a simila ndo,desde una perspectiva pra gm tica , a la Doctr ina de Seguri-da d Na ciona l de la U nin America na . Es en este ma rco don-de los milita res mexica nos ha n ido a sumiendo el nuevo pa pela signa do por E sta dos U nidos para las Fuerzas Arma da s deAmrica La tina , a pa rt ir de la cumbre de Willia msbur g en

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    1995, donde participaron todos los jefes militares del conti-nent e a excepcin d e Cu ba y Mxico, como ga ra nt es de la

    s e gu r i d a d i n t e r n a d e ca d a p a s , a s u m i e n d o f u n ci on e spoliciaca s en la lucha cont ra la delincuencia orga niza da y elna rcotr fico y como verda dera s fuerza s de ocupa cin en suspropios t errit orios na ciona les ejerciendo a ctivida des de con-tr a insur gencia y r epresin de movimientos socia les y popu-lares. P a ra el desarrollo de esta s a ct ividades, la s FuerzasArma da s de muchos pa ses, y de ma nera crecient e la s deMxico, reciben a sistencia milita r de E sta dos U nidos (a rma -

    mento, entrena miento y a doctr ina miento), y la s part idaspar a los ga stos milita res dentr o del presupuesto oficial va nen aum ento.

    P a ra entend er el pa pel de los milita res en la definicin einstrument a cin de las polticas de Segurida d Na ciona l y desegurida d pblica en Mxico es import a nt e t a mbin a na liza rlos ca mbios ha bidos en la relacin ent re civiles y milita res yel peso especfico de estos lt imos en dicha rela cin a ctua l-ment e. P a ra ello es necesar io a na lizar t a mbin cmo se hada do esta rela cin en E sta dos U nidos y cmo influye sta ennuestro pas.

    La relacin militar-sociedaden el Estado democrtico-liberal:el caso de Estados Unidos

    E n la s lla ma da s democra cias libera les o Democra cias deLibre Merca do, segn el eufemism o con el que se nombra nhoy en da a los pa ses desa rrolla dos en el ma rco del NuevoOrden Mundial, se considera que las fuerza s a rma da s debenesta r ba jo el cont rol civil.

    Ya el president e Eisenhower, quien ta mbin fuera el Co-ma nda nt e de las F uerza s Alia da s en E uropa de 1943 a 1945,sostena en la dca da de los cincuenta que cont rol civil signi-fica que la s decisiones b sica s referentes a las fuerzas mili-

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    t a res deben ser toma da s por fun ciona rios civiles polt ica -ment e responsa bles (cita do por Coles, 1962). P ero aunque la

    definicin de E isenhower resulta ra a decua da para la d emo-cra cia esta dounidense, en modo a lguno es exha ust iva. H a yot ro a specto del problema que ha ce qu e el principio del con-tr ol civil asuma la m a yor import a ncia pa ra todos los gobier-nos, democr t icos o no. E st e punt o de vista , cuya expresinclsica se debe a C lausew itz, se ba sa en un a n lisis lgico dela relacin ent re la fuerza y otros element os de la socieda d ydesta ca la prima ca de la poltica . Segn C lau sewit z (1973),

    la guerra es, por su misma na tura leza , un medio para un finpoltico; si no existe una fina lidad poltica , la guerra no tieneut ilida d a lguna . Siendo a s, son los esta dista s y no los solda-dos q uienes deben determina r la poltica. E l funda mento delcont rol civil se a poya , por lo t a nt o, en dos fuerza s de poderdesigual: una a ntigua herencia h istrica de temor a la usur-pacin y a la tira na y un a n lisis lgico de la rela cin entr efuerza y socieda d.

    S egn algunos aut ores esta dounidenses, de esta s fuerza ses la tr a dicin liberal , a nt imili ta rista , la que ejerce ma yorinfluencia en la forma cin de la s a ctit udes a ngloa merica na s.P ero de mucha ma yor tr a scendencia en las condiciones pre-sentes es el concepto lgico de la prima ca de la poltica en la scuestiones de E sta do. P a ra a lgunos estr a tega s milita res es-t a dounidenses, el verda dero problema en la s relaciones cvi-co-milit a res n o es ta nt o la recupera cin del prin cipio de laprimaca de la poltica, cuan to de su modifica cin y a da pta -cin a las circunsta ncia s a ctua les.

    Y es qu e Cla usew itz desa rroll su a n lisis en un a pocaen que la guerra y la pa z era n f cilment e reconocibles comositua ciones diferentes, cua ndo la guerra era un inst rument ovia ble de la polt ica y cua ndo los medios y los fines era n cla-ra ment e discernibles. P ero el a dvenimient o de una era deguerra tota l y el a lto desarr ollo tecnolgico que la a compa confun dieron los a spect os civiles y m ilit a res de la socieda d;

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    la poltica exterior, la poltica milita r y la poltica econmicase hal lan hoy m s estrecha mente vinculada s que en cua l-

    qu ier poca a nt erior. P or ejemplo, desde qu e la guerra tota ldej de ser u n inst rum ento pr ctico de la poltica, a dqu irima yor gra vita cin la estra tegia de la disua sin. Est e ca mbiode tnica oblig a los milit a res a toma r conocimiento de todauna serie de considera ciones de ca r cter poltico, socia l y eco-nmico. P or otra pa rt e, en una poca de ca si guerra o ca sipa z no import a cmo se le lla me, la principa l preocupa-cin d e la poltica na ciona l ser la distr ibucin d e los recur-

    sos. E l monto y el a lca nce sin precedent es de la s exigencia sque pla nt ean las insti tuciones de la defensa l leva r n n ece-sa ria mente a los dirigent es polticos a informa rse, ca da vezm s, sobre todo lo rela t ivo a la esfera milita r. E n efect o, una ut or ha llegado a su gerir q ue el problema a ctua l no es queel elemento milita r se ha lle en expa nsin a expensa s del ci-vil, sino, m s bien, que exista interferencia civil en lo milit a r(Howard, 1960).

    J ohn K . G a lbra ith (1970) ha lla ma do la a tencin sobre elpa pel de los indu st ria les y cient ficos dent ro del est a bleci-miento ca st rense. La consecuencia de esto, dice G a lbra ith, esque se ha ido produciendo un despla za miento del poder pol-tico ha cia el poder milita r, es decir, el poder milita r ha tr a sla-da do el poder del pueblo y del Congreso al P ent gono.

    P ero esta situa cin sufri un desca labro en la guerra deVietn a m, donde se dio una crisis del pa ra digma de la s rela-ciones civiles-milita res. Y es que el cost o huma no de la gue-rra fue muy a l to para la U nin America na , de ta l maneraqu e produjo un fuert e sentimient o en la pobla cin de n oinvolucra rse en m s int ervenciones m ilit a res en el TercerMundo, lo que se conoci como S ndr ome de Vietn a m. Ten-dran q ue pasa r 7 a os pa ra que los estra tega s del P ent go-n o desa r r o l la r a n un a n uev a pol t i c a i n t e r v en c ion i s t a ,supera ndo t a l sndrome (Kla re, 1981). La leccin fun da men-ta l que surgi de la guerra de Vietna m pa ra los milita res era

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    cla ra : No m s Vietn a ms. Y es que en Vietna m la s decisio-nes poltica s y milita res la s toma ron los civiles.

    A principios de los ochent a , Rea ga n resucit la ideologa ylas polticas de la G uerra Fra , dibuja ndo a la U nin S oviti-ca como un a dversar io impla ca ble y a nunciando pla nes pararevivir la ca rrera a rma mentist a y la intervencin como pol-tica s b sica s (La nda u, 1988). E l complejo indust ria l-milita rvolvi por sus fueros con el desa rrollo de la lla ma da G uerrade la s G a laxia s, y los estra tegas del P ent gono impulsaronsu poltica guerrerist a int ervencionist a en el Tercer Mun do,

    ba jo la estra tegia del Conflicto de B a ja Int ensida d (CB I), quevendra a sustituir a la de la C ont ra insurgencia , desa rrolla -da en Vietna m.

    La estra tegia del C B I, que mostr su efica cia a l ser a plica -da a los movimient os insurgentes de Centroa mrica y otra sregiones de Amrica La tina y del mund o subdesar rollad o,represent una import a nt e reorienta cin del sect or m ilita resta dounidense y un renovado compromiso pa ra emplea r lafuerza en una cruza da global en cont ra de movimientos ygobiernos revoluciona rios del lla ma do Tercer Mundo. B a jo laa dministra cin Reaga n, la estra tegia del CB Ifue inst itucio-na l iza da en la burocra cia de la Seguridad Na ciona l . En lamente de muchos funciona rios se ident ifica ba a las insurgen-cia s del Tercer Mundo y no la concentra cin de t ropa s sovi-t i ca s e n E u r op a c om o la a m e n a z a p r ed om i n a n t e a l asegurida d esta dounidense; y era , m s a n, una visin quella ma ba a Est a dos U nidos a toma r la ofensiva en contra s-te a la a ctitud pa siva de persua sin que ha ba predomina -do ha st a entonces en la concepcin de la segurida d na ciona lde la posguerra par a a caba r con el peligro revoluciona rio(Klare y Kornbluh, 1988).

    A fines de la dca da de los ochent a y prin cipios de los no-venta se precipit, por cuestiones intern a s y externa s, la ca -da del bloqu e sovit ico y el desmembra mient o de la U ninS ovitica . Y cua ndo se espera ra qu e con la derrota del ene-

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    migo principal la s rela ciones civiles-milita res est a douniden-ses se modifica ra n a fa vor de los primeros, en a par ente con-

    t ra diccin se modifica ron fa voreciendo a los lt imos.E n la perspectiva esta dounidense, con el fin de la G uerraFr a comenz a emerger un Nuevo Orden Mun dia l que re-quera la const ruccin de una n ueva G ra n E stra tegia que lespermit iera ubicar el papel de esa n a cin en el concierto mun-dial. P a ra los estr a tega s esta dounidenses, a l mismo tiempoque se liberaba a E sta dos U nidos de su gra n preocupa cinpor la a mena za sovitica, el fin de la G uerra Fra ta mbin los

    compela a confront a r de nuevo cuest iones cent ra les concer-nient es a la definicin del int ers na ciona l y a su nuevo papelen el mundo. E st o llev a un nuevo deba te sobre la direccinde la estr a tegia de la segurida d na ciona l esta dounidense enla P os-G uerra Fr a (Asmus, 1994).

    En est a perspect iva, del deba te sur gi una opcin como lam s viable y por la que se inclina ron los estra t ega s y polti-cos. A sa ber: Man tener el lidera zgo est a dounidense y preve-nir el surg imient o de otr o riva l globa l y la mu ltipola rida d(Kh a lizad, 1995). Y, pa ra un m a yor xito a lar go pla zo en laconsecucin d e este objetivo, se recomend a ba q ue E st a dosUnidos debera adherirse a siete principios bsicos:

    1) Ma nt ener y extender selectiva mente la a lia nza entrelas na ciones democr t icas m s capa ces econmica mente;2) prevenir la hegemona sobre regiones crt ica s; 3) esta -blecer un cerco en cont ra de la reimperia liza cin r usa y elexpa nsionism o chino mient ra s qu e se promueve la coope-ra cin con a mbos; 4) preserva r la suprema ca m ilita r esta -dounidense; 5) ma nt ener la fuerza econmica de E sta dosU nidos y un sistema econmico int erna ciona l abiert o y re-ducir la crisis socia l de la na cin; 6) ser sensa to en el uso dela fuerza , evita r sobreextenderse y logra r una compa rt icinefectiva de la ca rga entr e alia dos; 7) obtener y ma nt ener ela poyo domstico pa ra una visin n ecesaria de estr a tegia ylidera zgo globa l.

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    P a ra julio de 1994, Clinton enuncia ba en su pla n de Segu-ridad Na ciona l que:

    Nuestra estra tegia de segurida d na ciona l est basa da ena mplia r la comunida d de democra cias de merca do mientra sse disua den y contienen a un ra ngo de amena zas a nuestrana cin, a nuestr os a lia dos y a nuestr os int ereses (The WhiteH ouse, 1994, p.3).

    La estra tegia r eca lca tr es objetivos prima rios par a ta l fin:a ) Mejora r nuestr a seguridad con fuerza s milita res que

    estn lista s par a lucha r y con represent a cin efectiva en el

    ext ra njero; b) reforza r la revita liza cin econmica de E st a -dos U nidos; c) promover la democra cia en el mun do.De acuerdo con dicha estra tegia , estos objetivos a segura -

    r n que Est a dos U nidos perma nezca involucra do en el mun-do y extienda la comun ida d de na ciones segura s, democr ti-ca s y de libre mercado. Pero lo m s import a nt e: que E sta dosUnidos, como el pas ms poderoso, se consolide en el lideraz-go del Nuevo Orden G loba l emergente, ya que nunca ha sidoel lidera zgo esta dounidense m s esencial.

    E n esta perspectiva , de a cuerdo con a na lista s milita res dela Ra nd Corpora tion, la postur a y capa cidades de la s fuerza sa rma da s esta dounidenses perma necen como fa ct ores cen-tr a les en la esta bilida d globa l (Vase, Kha liza d y Ochma nek,Eds., 1997).

    As, 20 a os despus de la derrota de Est a dos U nidos enVietn a m, el 30 de noviembre de 1995, el Secreta rio de De-fensa , Will ia m J . P erry, test if ic a nte la C ma ra de Dipu-ta dos sobre el compromiso de envia r fuerza s t errestres aB osnia en la ex Yugoslavia . E nfa tiz la na tur a leza estricta -ment e milita r de la misin; promet i a dem s que los coma n-da nt es milita res tendra n a cceso a ta nt o poder a reo de laOTAN como requirieran y qu e las tr opas esta dounidensesesta ra n fuera de B osnia en un a o. E ste compromiso, ela -bora do en Da yt on, Ohio, ha ba sido evita do dura nt e 4 a os(J ohnson, 1997).

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    Con ello, las d ema nda s puesta s por los mil ita res en ela cuerdo de Da yt on refleja ba n un increment o const a nt e de su

    influencia en el diseo de la poltica de defensa . E sta a ut ori-da d incrementa da y el deterioro resulta nt e en la s rela cio-nes civiles-milita res es, en gra n medida , el resulta do de laslecciones obtenida s por los milita res en Vietna m. Y la leccinesencia l de Vietna m fue que slo los oficia les milita res profe-siona les pueden form ula r los principios funda ment a les quegobierna n la a plicacin del poder milita r esta dounidense, odoctrina militar.

    Qu significa t odo esto par a la s rela ciones civiles-mili-ta res esta dounidenses en la pos G uerra Fra ? En el senti-do his tr ico, a punta J onhson, los mi l ita res ut i l iza r n suconocimient o especia l en conforma r la poltica de defensapara a segura r q ue la s Fuerzas Arma da s no sean compro-met ida s en opera ciones por su s superiores civiles, si en-frenta n la s misma s const ricciones pa ra ga na r que existieronen Vietn a m y en S oma lia , o si poseen u n r iesgo al bienes-ta r insti t uciona l de los milita res. Est os impera tivos insti-tu ciona les est n ba sa dos en la creencia de que nicament elos profesionales militares son competentes para tomar de-cisiones a cerca del despl iegue de la s Fu erza s Arma da s yde qu e ellos deben ejercer el contr ol opera t ivo dur a nt e cua l-quier compromiso milita r . C eder esta s prerroga tiva s a losciviles m enos compet ent es conlleva el riesgo inh erent e deexponer a los milita res a l fra ca so en el ca mpo y cuya s con-secuencias seran sobrelleva da s pesad a ment e por los pro-pios mili t a res. As, en la s rela ciones civiles-milit a res enE st a dos U nidos, los civiles cla ra ment e ha n cedido mucha sde sus prerrogat ivas y se ha n vuelto dema sia do deferen-tes a l punt o de vista de los mil ita res. E l pa ra digma mil i-ta r a ctua l san ciona , en la s mentes de los milita res, el deberde decidir no slo cmo pelea r , s in o ta mbin cu nd o pe-lea r . De esta ma nera, los mil ita res est n dicta ndo la pol -t ica de defensa .

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    P ero esta revolucin en la doctr ina milita r t a mbin vinoa compa a da de una Revolucin en C uestiones Milita res

    (Revolu t ion in M il i tar y Affair s-RMA), en la cual los milita resha n a braza do la t ra nsforma cin de sus fuerzas a tra vs dela r pida a dopcin de las a va nza da s tecnologas de la infor-m tica, con el objetivo de prepara r a est a s fuerza s para lasnueva s cont ingencia s del Nuevo Orden Mun dia l, principa l-ment e la prolifera cin de a rma s de destruccin m a siva (qu-mica s y biolgica s y a un n ucleares) en ma nos de E sta dostruh a nes. En esencia, RMAse ma nifiest a en r pidos desplie-

    gues de fuerza s, el empleo decisivo de la s mism a s y en lareduccin de la vulnera bilida d. P or otro lado, RMAt ra nsfor-ma t iempo y espacio, dos element os susta nt ivos de la s estra -tegia s milita res. Comprime el tiempo a l a celera r el pa so delmovimiento y la lucha . Y reduce la importa ncia del espa cio,no slo por la s opera ciones y despliegues r pidos, sin o por-que las a rma s de la rgo a lca nce son t a n precisas como la a rt i-llera de cort o a lca nce, los dispa ros de los t a nq ues y la s bom-bas . B a jo la ma yor a de la s ci rcunsta ncias , l as fuerza s deRMApueden derrota r a fuerza s mucho m s gra ndes peromenos giles. E sta dos U nidos tra ta de extender esta RMAasus a l ia dos de la OTANpa ra ejercer la h egemona mil ita rgloba l de ma nera conjunta , pero bajo su liderazgo ( G ompert,Kugler y Libicki, 1999).

    P ero est a s revoluciones en doct rina y en cuestiones mili-ta res ta mbin ha n ido a compa a da s de nueva s definicionesde los conflictos en este Nuevo Orden Mundia l. As, mientra sen la G uerra Fra , a part ir del nuevo impulso a l milita rismoque cara cteriz a l rgimen de Rona ld Reaga n, los gra ndesconflictos a rma dos (la guerra ent re Ir n e Ira k, por ejemplo)era n car a cteriza dos como Conflictos de Alta Int ensida d o deMedian a In tensida d, y los confl ict os en el Tercer Mun docomo Conflictos de B a ja Int ensida d, en la pos G uerra Fra ,los primeros va n a ser definidos por los a na lista s y estr a te-ga s m ilita res como Cyberwar, o G uerra Ciberntica , que se

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    refiere a las opera ciones milita res basa da s en las t ecnologasde la inform tica y designa da s para destruir o desorga nizar

    a un a dversa rio (Arq uilla y Ronfeldt, 1992).P or ot ro la do, el concepto de Netwar, o G uerra de Redes,se relaciona r a a los Conf lictos de B a ja In t ensidad en e lextremo socia l del espectr o. As, Netwarse refiere a los con-f l ict os en los cuales un comba tient e est orga niza do a lola rgo de lnea s de redes o emplea redes pa ra el cont rol yotr a s comun ica ciones opera tiva s. S e considera que sta serla forma de conflicto m s prevalecient e y desa fian te en la

    emergent e era de la inform tica y su espectro va desde la sredes de na rcotr fica nt es, t errorista s y otr os grupos de de-l incuencia orga niza da , ha sta redes de orga niza ciones so-ciales, movimient os populares e insurgent es. La G uerra deRedes es t enfoca da a a na l iza r y cont ener , a i s la r , deses-t ruc tura r e inmovil iza r y a un para a n iqui la r a l a s redes(Arq uilla y Ronfeldt , 1996). E s import a nt e menciona r q ueel Movimient o Za pa tist a ha sido considera do, por los a na -l is ta s y es t r a tega s de la G uerra de Redes , como el nuevopar a digma pa ra ca ra cteriza r a los conflictos socia les en elNuevo Orden Mun dia l . En el ca so del zapa t ismo se le ca -r a ct e r i z a c om o G u e r r a d e R e d e s S oci a l e s (R o n f el d t ,Arq uilla s, F uller y Fu ller, 1998).

    La relacin militar-sociedaden el estado democrtico-autoritario:el caso de Mxico

    E l trmino milita riza cin se ha vuelto de uso comn y co-t idia no en nuest ro pas, y con ello se quiere significar , gene-ra lmente, que la presencia d e los miembros de la s Fuerza sArma da s se va h a ciendo ca da vez m s conspicua en diferen-t es regiones, mbit os socia les y espa cios pblicos, ma nifes-t ndose la s m s de las veces con a cciones coercitiva s. P erootro elemento que a compa a a esta concepcin es q ue la rela-

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    cin ent re milita res y socieda d, y en pa rt icula r el poder civil,se ha ido modifica ndo acelera da ment e.

    P a ra un estudioso de la s Fuerzas Arma da s mexica na s(B ent ez, 1999), las r ela ciones milit a res-civiles ha n est a doma rcada s por la existencia de un pa cto cvico-milita r vigentedesde los a os cua rent a , en el cua l los milit a res respeta ra na ca pa y espa da a l poder civil y ste le correspondera igua l.E st e pa ct o ha l leva do inclusive a la inhibicin d el conoci-miento en la opinin pblica de las fuerzas a rma da s por pa r-te del Es t a do mismo. Segn B entez, los cam bios econmi-

    cos, polticos y socia les sufridos por el Est a do mexica no en lal t ima dca da no han ido a compa a dos por la necesar iaa da pta cin de las instituciones dedica da s a la segurida d na -ciona l y la defensa , las cua les no han a tr a vesado por la nece-saria a dapta cin a la s nueva s circunsta ncias . Pa ra este au-tor, el dilema futuro de la s fuerza s a rma da s de nuestr o pases si sern el a poyo de un E sta do que no puede recomponer laesta bilida d poltica o, por el cont ra rio, el E sta do se moderni-za y el sist ema poltico, con o sin el part ido oficia l P RI, re-con s t r u y e m e ca n i s m o s d e e s t a b i li d a d y l a m i l ici a s eprofesiona liza y m oderniza .

    Otr o expert o en la s Fuerza s Arma da s, J os Luis P ieiro(1999), a punt a t a mbin qu e la ma yora de los cont roles ci-viles objetivos y subjet ivos se encuentr a n en crisis pa rcialen nuest ro pa s debido a que la t ra nsicin poltica y los con-flictos poltico-militares ponen en cuestionamiento al po-der presidencial y a l pa rt ido de Est a do en sus a nt erioresusos y cost um bres poltica s, n o slo con los m ilit a res, sinocon a mplios sect ores de la socieda d. E n esta perspect iva ,dice P ieiro, da da la si tua cin a ctua l de la real idad mexi-ca na , es difcil qu e se d un regreso r pido a la s forma s decont rol civil objetivo, a s como el regr eso de los m ilita res alos cua rt eles.

    A principios de los a os ochent a , los primeros estudios so-bre la cuestin de la segur ida d na ciona l en Mxico plan tea -

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    ban que una ca ra cterstica sobresa liente de este tema era laesca sa par ticipa cin q ue tena el sector milita r, ta nt o en la

    definicin misma del concepto, como en la toma de decisionessobre los meca nismos m s a decua dos pa ra ha cer frent e a lospeligros q ue la a cecha ba n (P ellicer, 1981). Algun os de lospropios estu dios sobre la s F uerza s Milita res, en los a os se-tenta y ochenta , enfa tiza ban la poca part icipa cin poltica destos en la vida na ciona l, debido a que los milita res esta ra nsujet os a l poder civil, ocupan do un pla no secund a rio en la srelaciones de poder; que no ha bra una ca sta milit a r que obs-

    t ruyera el juego poltico y q ue el ejrcito ha bra sufr ido unproceso de despolitiza cin (B oils, 1975; C orona del Rosa l,1988; Fuent es, 1983; Lozoya , 1984). S in emba rgo, otro a ut orpla nt eaba que los enfoques int erpreta tivos de estos estudioscont ena n import a nt es fallas par a comprender el porq u dela m a yor o menor pa rt icipa cin del insti tut o a rma do en elescenar io mexica no y la incidencia de la a yuda mil ita r deE st a dos Un idos en dicha in t ervencin (P ieiro, 1985). Dea cuerdo con P ieiro, la a sistencia milita r esta dounidense aMxico ha esta do presente de diversa s form a s desde los cin-cuent a . Y el movimiento estud ia nt il de 1968 fue el pa rt ea -guas pa ra que la s Fuerza s Arma da s comenzara n a incre-ment a r su pa pel prota gnico en la vida n a ciona l.

    Algunos ana lista s esta dounidenses, var ios de ellos milit a -res, ta mbin enfat izan el crecient e papel de los m ili ta resmexica nos en la ecua cin de la segurida d na ciona l a pa rt irde 1968 (C a mp, 1992; Cunn ingh a m, 1984; Ronfeldt , 1984;Sereseres, 1984; Wagner, 1984; Williams, 1984). De acuerdocon stos, la nueva orienta cin de segurida d na ciona l, en lapr ctica , implic un crecient e involucra mient o de los milita -res en la recoleccin de informa cin poltica de int eligenciaen con t r a de g r upo s sub v er s i v os ex is t en t es y de ot r ospercibidos como t a les, e inclusive la pa rt icipacin de elemen-tos mil ita res en grupos para mili ta res (B r igada B lanca)par a a ca bar con grupos extr emista s; se hizo norma una co-

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    opera cin conjunt a entr e la polica , especia lment e a gentesfedera les, y los milita res. U na infusin de nuevo lidera zgo en

    el cuerpo de oficia les fue otro efecto de 1968 en los m ilita res,lo qu e llev a qu e oficia les m s jvenes toma ra n cont rol deposiciones de t oma de decisiones en la S ecreta ra de la De-fensa Na ciona l y en las coma nda ncia s de zona . Se cre unanueva coma nda ncia de zona y se esta blecieron tres nuevosba ta llones -infan tera , pa ra ca idista s y polica m ili ta r-, ascomo una nueva compa a de ingenieros de comba t e en laG ua rdia P residencial. Al mismo tiempo, la mita d de las tro-

    pa s del ejrcito recibi nuevo a rma ment o y la Fuerza Areaa dquiri 37 nuevos a viones de Est a dos Un idos.D ura nt e la a dministr a cin de Lpez P ort i llo se cre un

    a mbiente m s fa vora ble pa ra ca mbios susta ntivos dentro dela s Fuerza s Arm a da s. P rimero, se estimul a que el ejrcitoconsolida ra e increment a ra su pa pel en el rea de la seguri-da d pblica a l toma r la proteccin de insta laciones vita les,incluyend o la s petrolera s. Segun do, se a mpli el involucra -mient o de los milita res en la definicin de la poltica de segu-rida d na ciona l. Tercero, se ava nz en la m oderniza cin de laeduca cin y del ar ma ment o. Y, cua rt o, se dio m s presenciapblica a los milita res.

    De La Ma drid cont inu con el a poyo a los milita res quizen a lgunos a spectos m s intensa mente que sus dos a nt eceso-res. La presencia pblica de los milita res se hizo m s nota bleen los desfiles civiles y el d iscurso presidencia l incorpor tr-minos ta les como piedra a ngula r de la esta bilidad interna ygua rdi n de la socieda d a l referirse a los milita res. El cre-cient e pa pel de stos en los progra ma s a nt ina rcticos, quecomenza ron en el sexenio a nt erior, car a cteriz a l gobierno deDe La Ma drid. Ta mbin los conflictos cent roamericanos, y enpart icular en G ua tema la, lleva ron a que se esta bleciera unapresencia milita r m s fuerte en la front era sur y les dio a losmilita res una voz m s influyent e en cuestiones de polticaexterior.

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    Sa lina s de G ort a ri incluy a los milita res como un impor-ta nt e elemento en su nueva frmula de alian za s poltica s, en

    la bsq ueda d e dar le ma yor legitimida d a su gobierno. E nesta perspectiva , Sa lina s hizo un uso extensivo de los milita -res par a ejecut a r a lguna s de sus decisiones: detencin deimport a nt es na rcotr a fica nt es, lderes sindica lista s corrupt osy qu iebra de huelga s de t ra ba ja dores indust ria les, como lade Ca na nea en Coahuila. Ta mbin utiliz tropa s para ma n-tener el orden en elecciones esta ta les y en a lgunos casos efec-tua r fra udes electora les. Ha y q ue menciona r q ue el gobierno

    de Sa lina s de G orta ri adopt la s tesis y estra tegia s de la gue-rra cont ra las dr oga s, propuesta s por Rea ga n en su directivade 1986, que incluyen la milita riza cin del comba te a nt ina r-co y la reconversin del problema , de uno de sa lud pblica ,pobreza y educa cin, a uno de segurida d na ciona l. Sa lina s deG ort a ri ta mbin involucr a los milita res en el Ga binete deSegurida d Na ciona l crea do en 1989 y promovi un import a n-te a umento en el presupuesto pa ra las F uerzas Arma da s, ascomo en la compra de a rm a ment o de diversos pases, sobretodo a pa rt ir del 1 de enero de 1994.

    As, en un perodo de a proxima da ment e 25 a os, los m ili-ta res se moderniza ron en t rminos de equipo milita r a dquiri-do en Est a dos U nidos, Europa, Isra el, Amrica La tina y otrospa ses. Incrementa ron m s del doble sus nmeros y, lo m simport a nt e, el progreso en educa cin milita r ha tenido el m sgra nde impa ct o sobre la influencia m ilit a r en cuestiones deseguridad na ciona l. En ello ha desempeado un pa pel impor-ta nt e el Colegio de D efensa Na ciona l crea do en 1981 por laSecreta ra de Defensa y el Centr o de Est udios S uperiores deMa ndo y Seguridad Na ciona l , creado por la Secreta r a d eMa rina en la misma fecha . Est a educa cin pone a los milita -res mexica nos en una posicin m ucho mejor pa ra pa rt icipa refectiva ment e en a cciones considera da s desde la perspect ivaguberna menta l de seguridad na ciona l. Ha y q ue menciona rta mbin que muchos de los ma ndos superiores ha n recibido

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    educa cin milita r ta mbin en Est a dos U nidos y que, a pa rt irdel primero de enero de 1994, un nmero creciente de milita -

    res mexica nos ha n recibido ent rena miento cont ra insurgenteen la fam osa Escuela de la s Amrica s y en otr a s insta lacionesmil ita res esta dounidenses (El F i nanciero, 6 de enero de1998; I sa cson y Olson, 1998; Rodr guez Reyn a , 1998).

    Con Zedillo, los milita res va n a a sumir un papel m s pro-ta gnico en la vida na ciona l. Y como resulta do directo delconflicto en Ch iapa s y para lan za r una ofensiva int egral encontra del EZLN, sus ba ses de apoyo y la s orga niza ciones soli-

    da rias con el zapa tismo en el mar co de la denomina da G ue-rra de Redes (S a ndova l, 1998; 1999), la cpula milita r pusoen ma rcha , a pa rt ir del mes de enero de 1995, una profundareestr uctur a cin de las Fuerza s Arma da s , cuya m ximapriorida d es int egra r coma ndos de li te ad iestr a dos par area l izar operaciones en reas urba na s y suburba na s , as como actua r en desiert o, mont a a y selva. S egn un d ocu-ment o confidencial elabora do por la Secreta ra de la D efensaNa ciona l, en el cort o y media no plazos, la s Fuerza s Arma da sdel pas centra ran su s ta reas en la cont ra insurgencia y lalucha a nt ina rcticos. En el Pr ogra ma de Desa rrollo del Ejr-cit o y la Fu erza Area Mexican os y su a nexo se definen losobjetivos a corto y mediano plazos (Rodrguez Reyna, 1995;Ca mp, 1999). Adem s, el E sta do Mayor de la Defensa Na cio-na l public, en ener o de 1995, un Manual de Guerr a I r regu-l ar, con el objeto de present a r l a s norm a s de empleo yopera cin d e las pequ ea s un ida des en la s opera ciones decont ra guerrilla o resta ura cin del orden.

    P a ra esta reestructura cin se cont con el a poyo ma terial,a sesora y a doctrina miento de Esta dos U nidos a las Fuerza sArm a da s de Mxico. P or ejemplo, ba jo la supervisin y conentr ena mient o del P ent gono se crea ron, entr e 1996 y 1997,con 1,800 element os, los G rupos Aeromviles de Fuerza s E s-pecia les (GAFE), unida des de li te especializada s en a sa ltoa reo, lucha a nt ina rct icos y de cont ra insurgencia y cuyo

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    ent rena mient o fina lizar a en 1999 (Apont e, 1997; B ena vi-des , 1997).

    Est a ca pacita cin, ad ems del a poyo ma terial y la a seso-ra esta dounidense a la s Fuerzas Arma da s mexica na s, hasido posible en el ma rco de un ma yor a cercam iento entr e losmilita res de am bos pa ses, el cua l comenz a da rse a par tirde la negocia cin del TLCANentr e Mxico y E sta dos U nidos,a dem s de Ca na d . As, pa ra J ohn A. Cope (1996), exmilita r,expert o en cuest iones mil it a res mexica na s y profesor ena sunt os de segurida d hemisfrica en el Instit ut e for Na tional

    St ra tegic St udies de la Na tiona l Defense U niversity, y quienfuera a sesor milita r del Subsecreta rio de Est a do pa ra Cues-tiones Int eram erica na s: Un mbito, restringido y limita do,donde el espritu de cooperacin del TLCANha impulsado ini-ciat ivas bila tera les tenta tiva s es el de la s rela ciones ent re la sfuerza s a rma da s de Est a dos U nidos y Mxico. Y despus demenciona r q ue si bien la relacin ent re a mba s fuerzas fuedura nt e mucho tiempo dista nt e y ma l comprendida en loscrculos guberna ment a les, sin emba rgo,

    Mxico, en particular, no slo est acoplndose alTLCAN, sino tam-bin a la presin creciente de Estados Unidos para que colabore msvigorosa y eficazmente contra el narcotrfico, a la rebelin en Chiapasy a los disturbios internos de tipo poltico y econmico que aumen-tan da con da. El estado actual y el potencial futuro de la relacinbilateral militar es mucho ms importante que antes para una nacien-te relacin de seguridad.

    Dura nt e los a os de negocia cin del TLCANse fort a lecieronlos vnculos entr e los jefes de la s fuerza s a rma da s de a mbospa ses, de a cuerdo con C ope:

    Despus de viajar a Mxico en por lo menos cuatro ocasiones y derecibir a su homlogo en Estados Unidos varias veces en un lapso detres aos, se podra decir que el general Gordon Sullivan jefe del

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    Estado Mayor del ejrcito estadounidense- pas con creces la prue-ba (de demostrar la sinceridad de su inters en mejorar los contac-

    tos entre los militares de ambos pases). Sullivan cultiv una buenarelacin personal con el General Antonio Riviello, secretario de De-fensa Nacional y, por ende, jefe del ejrcito y la fuerza area; asimismo,despus de iniciarse la rebelin zapatista en enero de 1994, reafirmla amistad y cooperacin de Estados Unidos en un momento en queel ejrcito mexicano estaba dndose cuenta de las insuficiencias desus doctrinas militares, del equipo obsoleto y del mundo intrusivo dehoy, conformado por grupos de inters no gubernamentales, medios

    de comunicacin internacionales y la tecnologa de la informacin.

    G ra cias a dicha s relaciones, y dura nt e los primeros mesesdespus del leva nta miento za pat ista , milita res de am bos la-dos via ja ron en va ria s ocasiones a uno y ot ro pa s. G enera lesmexican os llevar on a ca bo diversa s visita s a inst a laciones yescuelas del ejrcito est a dounidense, con el fin de invest iga rtema s ta les como rela ciones pblicas y ent rena mient o mili-ta r. El G enera l Sulliva n y una pequea delega cin visita rona l G enera l Riviello en Mxico dos veces a principios de 1994y, dur a nt e uno de esos via jes, por primera vez pudieron verla s opera ciones de comba te a l na rcot r fico del ejrcito mexi-can o. E sta s reun iones con R iviello dieron como resulta do lasvisi ta s ya menciona da s de mil ita res mexica nos a E sta dosU nidos, el a poyo a la venta de var ios a rt culos no leta lesdel ejrcit o esta dounidense y el a poyo de Wa shin gt on a losincrementos en la a signa cin pa ra Mxico de los fondos delIMET(I nternat i onal M i l i tary Educat ion and Tr aini ng), des-tina dos a educa cin y entrena miento milita res en 1994, 1995y 1996 (a unq ue el apoyo milita r se ha increment a do en losltimos a os, pero ba jo otr os r ubros, va se Isa cson y Olson,Op.Cit.).

    La bsqueda de convergencia en las rela ciones milita restr a nsfront eriza s ent r en una nueva eta pa (cua rta , de a cuer-do con la estra t egia esta dounidense) a fina les de octubre de

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    1995, cua ndo un secreta rio de Defensa esta dounidense vi-sit Mxico por vez primera . E l viaje de Willia m J . P erry,

    orga nizado a ra z de una invita cin del general C ervant es,fue consid era do por el gobiern o est a dounidens e como unpaso na tura l t ra s l a f irma del TLCAN y la reun in en juliode ese a o de los minist ros de Defensa a merican os en Wil-lia msburg, Virginia (que se enma rcaba en los plant eam ien-tos de la Cum bre de la s Amrica s rea l iza da en Miami, endiciembre de 1994, pa ra a corda r la crea cin d e un rea deLibre Comercio de la s Amrica s pa ra el a o 2005), a la cual

    no a sisti el secreta rio mexica no. P erry puso el a cent o enlas relaciones bilat erales en ma teria de seguridad m s q ueen la s rela ciones milita res. E l principal objetivo de la visitade P erry fue genera r un a ma yor coopera cin m ili ta r pa racomba tir el tr f ico de droga s a tr a vs de la front era , perota mbin int ent, en sus propia s pa labra s, mont a r el esce-na rio para que nuestra s na ciones hiciera n m s en el reade segur ida d, a n iveles m s a l tos y m s profundos (L osAngel es Ti mes, 25 de oct ubre de 1995). P erry invit al E jr-cito Mexican o a conforma r u n t ercer vnculo la rela cinde segurida d dada la cerca na ya existente ent re am bospa ses en poltica y economa (Fa zio, 1996; Fu ent es y E st -vez, 1995).

    Y aun que el Secreta rio de la Defensa Na ciona l, G ra l. E n-rique Cerva nt es, ma nifest que en esta s relaciones debe res-peta rse la sobera na , por la v a d e los hechos , e l E sta domexica no est ca da vez m s inmerso en el mbito geopolticoy de seguridad na ciona l esta dounidense. En esta perspecti-va , dice Sa xe-Fern ndez (1994), la estra tegia de E sta dosU nidos, no slo pa ra Mxico, sino t a mbin pa ra el rest o delhemisferio, es gara ntiza r su a bsoluta prima ca milita r, por locua l se encamina a inducir ca mbios en la s funciones y misio-nes, de lo propia ment e milita r a lo policia co. D e hecho, enmuchos pa ses la tinoa merica nos existe ya un t ra slape entr elos milit a res y la s polica s (Dema rest , 1995).

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    E n est e ma rco se ubica e l crecient e a poyo de Est a dosU nidos a las Fuerza s Arma da s y polica s de Mxico y otros

    pa ses de Amrica La t ina y el Ca ribe, en rubros ta les como:dona ciones de equipo milita r, venta s de equipo milita r, en-t rena miento, cursos milita res, etc. (Isa cson y Olson, Op.Cit );y especficam ente en el ca so de Chia pa s, un ma yor involu-cra miento milita r en t cticas y equipo de cont ra insurgen-cia , de a cuerdo con exmilit a res vetera nos de Vietn a m, comoB ria n Wilson (1998), y milit a res como Dona ld S chulz, unexpert o en Amrica La t ina en el U .S. Army Wa r C ollege

    (Burke, 1998).P ero para poder a vanza r en esta estra tegia de segurida dhemisfrica , E sta dos U nidos int enta consolida r primero unacomun ida d de int ereses de segurida d en Amrica del Nort e.Segn Michael J . Dziedzic, Coronel de la Fuerza Area y P ro-fesor Milita r Titular del Inst itut e for Na tiona l St ra tegic St u-dies de la Na tional D efense U niversity , expert o en cuestio-nes m ilit a res de Mxico, como result a do del TLCANpodraint ensifica rse la import a ncia de Amrica del Norte como en-tida d geopoltica y fa ctor unifica dor en a sunt os de seguridadna ciona l (p.94).

    As, con ba se en un a recomenda cin h echa en 1997 por unequipo de expert os en defensa , el teniente coronel J oseph R.Nuez sostiene, en un estudio tit ulado A New U nited S ta tesS t ra tegy for Mexico, publicado por el Colegio de G uerra delEjrci to de Est a dos U nidos, que la estra tegia a ctua l de supas ha cia Mxico est fuera de tono y dema nda gra ndesa just es, como la crea cin de una s fuerza s de paz y un coma n-do milita r de Nortea mrica , int egra dos por esta dounidenses,ca na dienses y mexica nos. Nuez propuso, a fines de junio de1999, que el plan pa ra crea r un nuevo coma ndo am erica noconsidere a su vez el proyecto de incorpora r dos subcoma n-dos unificados: el Coma ndo de Nortea mrica y el actua l Co-ma ndo S ur (E st vez, 1999). E l coma ndo de Nortea mricaesta ra int egrado por Ca na d , Est a dos U nidos y Mxico. La

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    Fuerza Nortea merica na de Ma ntenimiento de la P a z (NAPF,por sus sigla s en ingls) esta ra compuest a por un regimien-

    to livia no-pesa do que se congrega ra una vez a l a o par a rea -l iz a r e je r ci ci os de en t r en a m i en t o dur a n t e un m es . S ufina ncia mient o sera compa rtido por Wa shington, Ott a w a yMxico: 60, 25 y 15%, respect iva ment e. La jefa tura de la uni-da d se loca liza ra en E sta dos U nidos, mientr a s que la sedede la subjefa tura se a lternar a entre Ca na d y Mxico. Estafuerza multinaciona l ta mbin ay uda ra a mejora r el enten-dimient o y la coopera cin ent re los pa ses miembros.

    Militarizacin, seguridad nacionaly seguridad pblica en Mxico

    La ideologa de la Revolucin Mexica na , el Na ciona lismoRevoluciona rio, desempe dura nt e mucho tiempo el pa pelde cohesiona dor y esta biliza dor del conjunt o de la F orma cinEconmico Socia l mexica na , con un discurso sobre la defensade la sobera na e independencia na ciona les; pero a pa rt ir dela moderniza cin neolibera l, dicha ideologa entr en gra n-des cont ra dicciones. Y con ello surg ieron inq uieta nt es ten-dencias a subordina r la nocin de sobera na na ciona l a lasra zones supuesta mente superiores de la segurida d (B a rt ra ,1990, p.151).

    E n l os r e g m e n e s d e D e L a M a d r i d y d e S a l in a s d eG ort a ri, el concepto de Segurida d Na ciona l adquiri ma yorade eda d y, con ello, su ca rt a de na tura liza cin, no obsta nt e laa mbigeda d con la que se le ma nej en los planes na ciona lesde desa rrollo de a mbos sexenios. Se intent da rle a l conceptoun cont enido int egra l pa ra ma nt ener la condicin de liber-ta d, paz y just icia socia l dentr o del ma rco const ituciona l, yen el cua l la s Fuerza s Arma da s colaborar an en coa dyuva ro cont ribuir a la segurida d na ciona l (Plan N acional de De-sarrollo, 1983-1988, pp. 60-63). Y aun se estableci, en el r-gimen sa linista , una a genda de amenaza s a la seguridad y se

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    cre a la ma nera esta dounidense del Consejo de Segurida dNa ciona l un G a binete de Seguridad N a ciona l que inclua a

    la S ecreta ra de G oberna cin, dependiente de la Oficina deCoordina cin d e la P residencia de la Repblica . Adem s sedesa par eci a la D ireccin F edera l de Segurida d y, en su lu-ga r, se cre la Direccin G enera l de Segurida d Na ciona l, mis-ma que se tra nsform en C entro de Investiga cin y S eguri-da d Na ciona l, ent re cuya s a tribuciones est la de esta blecery opera r un sist ema de investiga cin e informa cin pa ra laseguridad del pas (Aguayo, 1990).

    H a cia fina les de la gest in sa linist a se int ent esta blecerun C onsejo de Segurida d Na ciona l pa ra la coordina cin detodas las inst a ncia s y dependencias cuya s funciones esta ranvinculada s con la segurida d del Est a do, incluyendo la s F uer-za s Arma da s, en una forma no prevista en la Constitucin yba jo la gida del ex Secreta rio del Tra ba jo, Arsen io Fa rr ellCubillas , quien se ha ba dist inguido por su dureza cont ra elmovimiento la bora l y en fa vor de los empresa rios.

    Sa l ina s de G orta r i , en su af n por integrar a Mxico a lP rimer Mundo, acept t ci ta mente que esta na cin fuerapar te de la segurida d na ciona l esta dounidense (Sa xe-Fer-n ndez, 1994; 1995), cont ribuyendo a debilita r a n m s lasobera na na ciona l ya ma ltrecha por los regmenes a nt erio-res; y, por la va de los h echos, les dio ma yores funcionespoliciaca s a las fuerzas a rma da s, adems de la s ya a signa-da s en los dos sexenios a nt eriores cont ra el na rcot r f ico.Como se mencion an t eriorm ente, Sa lina s hizo suya la con-cepcin estadounidense de considerar el narcotrfico comoun problema de segurida d na ciona l y no de sa lud pblica . Ya cept, como condicin pa ra a va nza r en la s negociaciones delTLC , impulsa r una agresiva ca mpa a a ntina rcticos, a m-plian do los esfuerzos de erra dicacin del E jrcito mexican o yla polica , de a cuerdo con un informe presenta do por el Comi-t Selecto sobre Na rct icos del 101 Congreso est a douniden-se, despus de un via je en misin de estudio a la s ciuda des de

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    Mxico y G ua tema la a f ines de 1990 (Repor t of the Sel ectCommi tt ee on N ar coti cs Abuse and Contr ol , 1991).

    Con Zedillo, est a poltica se ha cont inua do y, con m ira sa l Mxico del a o 2000, el P resid ent e propus o en el PlanN aci onal de Desar r ol l o 1995-2000:Forta lecer la capa ci-dad del Es ta do para ga ra n t i za r nues t r a segur idad na cio-na l y el imperio de la ley en t odo el territ orio mexican o (p.9). P a ra ello, Zedillo a nu nci en el mismo pla n la creacinde un Consejo de Segurida d Na ciona l (COSENA) qu e inte-gra r a a l Cent ro de Inves t igac in y S egur ida d Na ciona l

    (C I S E N) y a l Instit uto Naciona l cont ra las D rogas, y se a po-ya r a en la est ructura de la s secreta r as de G oberna cin,Defensa , Ma rina , Comunica ciones y Tra nsport es, as comoen la P rocura dura G enera l de la Repblica y la s corpora -ciones de procura cin de just icia es ta t a les , todo ba jo elma ndo del Pr esidente de la Repblica .

    Adem s, el 30 de octubr e de 1995 se aprob, por pa rt e delSena do, la Ley G enera l que Esta blece la s B a ses de Coordina-cin del Sistema Na ciona l de Seguridad P blica , cren doseun C onsejo Naciona l de Segurida d P blica con la par ticipa -cin de las F uerza s Arma da s y su virt ua l vinculacin conasuntos policiacos (Rico, 1995).

    E n esta ley, la indefinicin d el concepto de segurida d p-blica lo vuelve sinnimo de segurida d int erior o segurida ddel E sta do, lo cua l abre las puerta s a la pa rticipacin de lasF u e r z a s Ar m a d a s en l a i n s t r u m e n t a ci n d e l a m i s m a(Turbiville, 1997), da do que la Ley Org nica del E jrcito y laFuerza Area Mexica nos los faculta par a ga ra nt izar la segu-rida d interior; y el a rt culo 89, pa rt icula rm ente en sus fra c-ciones VI y VI I , que facul ta n y obligan a l P residente de laRepblica , como Coma nda nt e S upremo de la s Fuerza s Ar-ma da s, a disponer de la t ota l ida d de la s Fuerzas Arma da sP erma nentes para la segurida d interior y defensa exteriorde la Federa cin (Rosa s P a rda vell, 1999, pp. 53 y 55). As,con esta ley y con este orga nismo, la s fuerza s a rma da s a su-

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    men un nuevo pa pel en la part icipacin de la toma de decisio-nes de la vida na ciona l y refuerza n la a ctitud a utorita ria del

    E st a do mexica no. Y es que, como bien a punt a el expert o enderecho penal Serafn Ortiz (1998):

    A lo largo de los doscientos aos transcurridos de la modernidad,esta concepcin (la de que la seguridad jurdica y pblica estn pues-tas al servicio de los ciudadanos) se ha venido distorsionando; lamen-tablemente ahora se entiende que la seguridad pblica implica laseguridad del Estado y no de los gobernados; concretamente: el fin de

    seguridad jurdica (a travs del derecho) es para los gobernados y lafuncin de seguridad pblica es la seguridad estatal, o bien, laautoconstatacin del Estado. Aunque como justificacin de la seguri-dad pblica se expongan otras finalidades. (...) la seguridad pblica esla actividad principal de la polica; es una funcin estatal limitadora delas garantas individuales y acaso tambin conculcadora de la seguri-dad jurdica. Lo cual evidencia una clara contradiccin () Despusde este anlisis, es vlido preguntarse cul debe prevalecer? Sin lugara dudas la proteccin de los intereses individuales. Aun cuando no sepuede ignorar que el Estado no tenga prioridad sobre su propia segu-ridad, sin embargo, continuar en esa prctica conlleva a la ruptura delEstado de derecho y al autoritarismo (p. 14).

    E n esta perspectiva , pa ra el grupo goberna nt e, la segurida dpblica se ha entendido funda menta lmente como la seguri-da d de la s inst ituciones, del a pa ra to de gobierno, no como lasegurida d pa ra los ciuda da nos (Ola mendi, 1997, p. 15).E n el ma rco de la Coordina cin Na ciona l de Segurida d P -blica, el gobierno zedillist a impuls la s reforma s a los a rt cu-los 15, 20, 21 y 22 const i t uciona les , qu e impl ica ron ela ument o de pena s a a lgunos delitos en ma teria s del fuerocomn y federa l y la creacin, en ma rzo de 1996, de una LeyFedera l cont ra la D elincuencia Orga niza da , en la cual se in-cluyen el tr fico de droga s y de persona s y el terrorismo, en-t re ot ros. Todo ello como par t e de directiva s impulsa da s

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    desde E st a dos U nidos (Acosta , 1997; Fern ndez, 1997; G on-z lez, 1997), pas que ha venido int erna ciona lizando sus po-

    ltica s y leyes cont ra la delincuencia (Na delma nn , 1993). Deesta ma nera , la s modifica ciones const ituciona les y el est a -blecimient o del Consejo Naciona l de S egurida d P blica y d ela L ey Contr a la D elincuencia Orga nizada significa n la ho-mologa cin del sistema de just icia y segurida d pblica d enuestro pas con la s leyes de E sta dos U nidos, en el ma rco dela integra cin econmica y poltica esta blecida s desde la fir-ma del TLCAN. Como apun ta Fern ndez (Op. Cit. p. 84), es-

    ta s m odifica ciones conform a ron un nuevo cuerpo lega l q uefaculta a las fuerzas a rma da s pa ra intervenir en ta reas desegurida d pblica qu e de ma nera const ituciona l y tr a dicio-na lmente le era n a jena s y la s fa cult a no slo como coa dyu -van tes de la a utorida d civil.

    Actua lment e, en el Consejo Na ciona l de Segurida d P bli-ca , en la direccin de mucha s polica s del pa s, incluyendo laP olica J udicia l Federa l, los ma ndos superiores y medios delC I S E N, encar ga dos de la lucha a nt ina rcticos, est n ba jo laconduccin y no ba jo la coa dyuva ncia de los m ilit a res. Y eneste cont exto de la coa dyuva ncia se viola el ar t culo 21 cons-tit uciona l, como a punt a Ortiz (Op. Cit.).

    Constitucionalmente es facultad del Ministerio Pblico y bajo susubordinacin la polica, la de perseguir los delitos (Art. 21 const.) yninguna otra autoridad aun en acciones conjuntas, porque la inter-vencin de otras autoridades es atentatorio de la legalidad (por ejem-plo, es inconstitucional la intervencin del Ejrcito Mexicano paraejecutar las rdenes de aprehensin dictadas a los rebeldes del Ejrci-to Zapatista de Liberacin Nacional en Chiapas, aun en accin con-

    junta) (p.34).

    La presencia m ilita r se ha extendido m s a ll de la lla ma dazona de confl icto en la entida d chiapa neca , par a ubica rseprincipa lment e en la s regiones indgena s del pa s, en el a lti-

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    plano cent ra l y el sur-sureste, por el acciona r de otros gruposinsurgent es a rma dos, el Ejrcito P opular Revoluciona rio

    (E P R) y el E jrcito Revoluciona rio P opular Indgena (E R P I), ypa ra a ct ua r en coordina cin con la s diversa s pol ica s delpas. E n este ca so, dura nt e una reunin de a lto nivel celebra -da en la Secreta r a de G oberna cin el 2 de septiembre de1996, 31 gobern a dores y el regente ca pita lino a corda ron co-ordina r a cciones con la s fuerza s a rm a da s, policas federa lesy judicia les esta t a les par a prevenir a ctos de terrorismo porpa rt e del E P R(Rodrguez , 1996).

    P ero ta mbin encontr a mos a bundan te presencia mili ta ren esta dos del norte ba jo el pretexto de la lucha cont ra elna rcot r fico (D e la F uent e, 1999; Ra mr ez, 1999) y en la sgra ndes urbes, en pa rt icula r en la ciuda d de Mxico donde,ha sta pr incipios de la gest in de Cu a uht moc C rdena s(quien a sum i el gobierno capit a lino a fines de 1997), los mi-lita res llega ron a sustituir a la polica capita lina ta nt o en susma ndos superiores, como en los niveles m s ba jos en a lguna sdelega ciones (Izt pa la pa , por ejemplo). P a ra media dos de1997, m s del 75%de la s fuerza s policiacas del pa s se encon-t ra ba en ma nos del ejrcito (Ara nda , 1997). Y el gasto en se-gurida d na ciona l y just icia represent a ba t a mbin en esa sfecha s el 0.9% del P IB , en cont ra st e con el 0.6% en 1988,a un qu e a n por deba jo del 1.5% qu e era el promedio de lospa ses de Amrica L a t ina (G ut irrez, 1997).

    S in emba rgo, los milita res no pudieron y n o ha n podidoga ra nt izar la segurida d pblica , especialmente en el DistritoFedera l. P or el cont ra rio, en este ltimo ca so, los milita resrea ctiva ron medida s del cont rovert ido progra ma de Rea c-cin In media ta de Mxima Alerta (RIMA), a nun cia do en ju-n io de 1995, y qu e rec ib i fuer t es cr t i cas y e l recha zociuda da no (U rr ut ia , 1997). Los opera t ivos policia co-milita -res en cont ra de la delincuencia no slo ha n sido inefica ces,sino que ha n viola do los derechos huma nos de la pobla cindonde se ha n llevado a cabo ta les acciones, e inclusive de los

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    mismos presunt os delincuentes, a a lgunos de los cua les seles ha tortura do y a un a sesina do. Los ndices de delincuencia

    e insegurida d no ha n disminuido y en la violacin sistem ti-ca de los derechos hum a nos, incluyendo la tort ura , los mili-ta res se encuent ra n ent re los principa les a ctores.

    La s orga niza ciones no guberna menta les de derechos hu-ma nos, y a un la propia C omisin Na ciona l de Derechos Hu-ma nos, ha n ma nifesta do qu e el ejrci to no t iene por q ua sumir t a reas de segurida d pblica que corresponden exclu-sivam ente a la P rocura dura G enera l de la Repblica y a las

    corpora ciones policia cas de esta dos y m un icipios (B rea ch,1997). Recientement e, sin emba rgo, y con m ot ivo de la crea-cin de la P olica Federa l P reventiva , se incorpora ron en ca -lida d de prst a mo ca si 5 mil mili ta res a la s fuerza s de lamism a . A esta polica se le a sign como funcin primordia lsa lvagua rda r la int egrida d y derechos de la s persona s, pre-venir la comisin de delitos, as como preserva r la s libert a -des, el orden y la pa z pblicos. S e le dot de au t onomatcnica y opera t iva en el ejercicio de sus a t ribuciones, la scua les ejercer en t odo el territ orio mexicano. La nueva poli-ca depende de la Secreta ra de G oberna cin, est jefa tur a dapor u n comisiona do y a sume t a mbin la s a tr ibuciones queesta ba n conferida s a las policas a dministra tiva s federales:Migra cin, Federa l de Ca minos y Fisca l Federa l, cuyos efec-tivos podr n forma r pa rte de la P olica Federa l P reventiva ,si cumplen con los requisit os que esta blece la ley ... (Concha ,1999). Con est a s a cciones, lo que se ha creado es un rgimende excepcin, por la va de los hechos. Ta mbin orga nism osextr a njeros como Amnista Int erna ciona l ha n plan tea do quees un gra ve error milita riza r la seguridad pblica , ya que conel con t ro l to t a l , el E jrc it o a gred e a l a pob la c in c iv i l(Elizalde, 1997).

    Y a un en el ca so de la lucha a nt ina rcticos, un estud ioa ca dmico-milita r est a dounidense propuso revertir la estra -tegia, a va lada por el P ent gono, de promover la par ticipa-

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    cin de las F uerza s Arm a da s de Mxico en el comba te a la sdrogas por considera rla costosa y a rriesgada y porque pre-

    ocupa la vulnera bil ida d de la s fuerza s a rma da s a ser co-rr ompida s , como lo most r e l propio jefe del Inst i tu t oNa ciona l de Combat e a la s Drogas (INCD) hoy desa pa reci-do, G ra l. G ut irrez Rebollo (E st vez, 1997).

    La estra tegia genera l en la que se inscribe este procesode milita riza cin en nuestro pas tiene diversa s a rista s, al-guna s de la s cua les se ha n justifica do por el leva nt a mientoa rma do del EZLN , qu e le decla r la g uerra a l ejrcito fede-

    ra l; pero t a mbin ba jo los pretextos de la segurida d pbli-ca , la s a cciones en cont ra del terrorismo del E P R y el E R P I ,y el comba t e a l na rcotr fico. Sin emba rgo, resulta cla ro qu ela estra tegia va m s a l l de esta s cuest iones y que a barcaa spect os q ue incluyen no slo el cont rol de diversos secto-res socia les a nt e posibles est a ll idos, con ela bora da s t cti-ca s cont ra insurgentes en las zonas r ura les y en las ciudades,como lo demostr el pla n u til izado par a ma nt ener un con-tr ol absoluto de la ciuda d de Mxico dura nt e la visi ta deClint on en ma yo de 1997, bajo el ma ndo del G ra l. Enr iqueSa lgad o, Secreta r io de Seguridad P blica del D .F. , quienfuera a gregado milita r en I sra el, donde a prendi las tcni-cas de cont ra insur gencia y cont rol de la pobla cin. S ino que,como ya se men cion, t odo ello se inscr ibe dent ro de losin tereses de la l la ma da G ra n E s t r a teg ia es t a dounidensede integra cin m ili ta r h emisfrica , la cua l no puede versedesl igad a , a su vez, de la crea cin del rea de Libre Co-mercio de la s Amrica s (ALCA) en 2005, a nu ncia da porClint on dura nt e la C umbre de La s Amrica s en noviembrede 1994, y cuya cabeza es el rea de Libr e Comercio deAmrica del Nort e. Resulta cla ro que si Mxico es de sumaimport a ncia como puente con Amrica La tina pa ra la int e-gra cin econmica y comercial, ta mbin lo es pa ra la in t e-g r a c in m i l i t a r h e m i s f r i ca , com o lo h a p l a n t e a d o e lsecreta rio de Defensa esta dounidense, Willia m P erry, y di-

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    versos a na lista s milita res. P or ejemplo, el Coronel Dziedzic(Op. Cit.) plan t ea q ue:

    Desde una perspectiva geopoltica , nuest ra ca pa cida dpar a desempea r un pa pel prepondera nt e en el escena rioglobal resulta ra m uy a fecta da si surgieran d isturbios gra -ves a l otr o lado de nuestra front era sur y n uestra a ctua l es-tra tegia milita r queda ra poco menos que trun ca . Sin emba r-go, igua lmente import a nt es son los resulta dos positivos q ueproducira un a relacin geopoltica estr echa entr e E st a dosU nidos y Mxico. No slo fa cilita ra en gra n m edida la labor

    de abordar los a suntos mut uos de segurida d a lo largo de lafront era , sino que se logra ra n gra ndes a va nces en la forma -cin d e un rgimen coopera tivo de segurida d a lo la rgo delHemisferio Occidental (pp. 83-84).

    () La esencia de nuestra gran estrategia (de seguridad hemisfrica),entonces, debe ser garantizar que Mxico tambin se convierta en uncolaborador, y no en el conducto para los agentes transnacionalesindeseables que cruzan nuestra frontera sur (p. 78).

    P a ra ello, Est a dos U nidos busca esta blecer, por un lado, uncont rol a bsolut o de la regin front eriza con nu estr o pa s,a plica ndo la estra tegia del Conflicto de B a ja Int ensida d a hcon el pretexto de detener el cruce de droga s, la migr a cinindocument a da y el t errorismo (Dunn , 1996; P a la fox, 1996;Sa ndova l, 1993; 1996). Y, por el otro la do, busca a segura r laesta bilida d poltica y social en el territorio mexicano. E n estema rco se inscriben la s a cciones de G uerra de Ba ja In tensi-da d y de G uerra de Redes qu e aplica el gobierno mexican o -con a sesor a mi l ita r es ta dounidense- en Chia pas y o tra sregiones del pa s; y los plan es y acciones intervencionist a s deEst a dos U nidos ba jo el pretexto de ayu da r a l gobierno deMxico en la lucha a nt ina rcticos y cont ra insurgent e. Algu-nos a na l ist a s m ili ta res (Rex Applega te, Michel Dz iedzic,S t eph en J . Wa gn er , J oseph N u ez , et c . ) y a ca dm i cos

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    (Roderic Ca mp) ha n pla nt eado la existencia de pla nes decont ingencia del P ent gono que considera n, en caso necesa -

    rio, la int ervencin m ilita r. E stos pla nes se han presenta doinclusive en form a novela da por el ex-Secreta rio de Defensadura nt e el gobierno de Reaga n, G ra l. Ca spa r Weinberger, ensu libro The Next War, en donde rela ta una invasin m ilita r aMxico en el a o 2003.

    U na cuestin es rea l : la penetra cin esta dounidense enlas fuerza s ar ma da s mexica na s es ya evidente ta nto en ela doctr ina miento, como en el diseo de estra tegia s, la a seso-

    ra y el ent rena mient o y en el aprovisiona mient o de a rma -ment o sofistica do que incluye a erona ves, vehculos t erres-tres y barcos a rtilla dos.

    A manera de conclusiones

    A fina les de los novent a , los milita res ha n ret orna do dis-creta mente a l centro de la escena en la m a yor pa rt e de lospa ses la tinoa merica nos, vistiendo nuevos h bitos y con nue-va s fun ciones q ue les perm iten seguir siendo a ct ores polti-cos o econmicos poderosos. E n t oda s pa rt es, los m ilit a resest n forma ndo encla ves de poder; Est a dos dentr o del E sta -do; tienen su propia Corte de J usticia y, en la ma yora de loscasos, cont rolan la polica y sus servicios de espiona je. Cont i-na n sirviendo a los intereses civiles de los m s poderosos,pero ocupa n un luga r ca da vez m s import a nt e dentr o delsistema econmico y poltico. La s form a s que reviste este fe-nmeno son diversa s (Aguirre, 1999). Y los milita res mexica -nos ya no esca pa n de esta ca ra cteriza cin.

    P or otro lado, ha y que agrega r el pa pel de Est a dos U nidosy su Nueva G ra n E stra tegia, en la cua l el resto del cont inen-t e ser dent ro de poco el ma yor socio comercial de la econo-ma esta dounidense, va ALCA. Y en est e ma rco, la integra -cin m ili ta r es par te fund a ment a l del nuevo concepto deseguridad continenta l . Mediant e progra ma s de a yuda mili-

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    ta r, intercam bio y entr ena miento conjunto en la lucha cont rael na rcotr fico y la cont ra insurgencia , a dem s de la venta de

    a rma s, Wa shington cont r ibuye a reforza r a la fuerza m srea cia a la democra cia y a consolida r su peligrosa funcin enel seno de las sociedades lat inoamerica na s, pero ba jo la h ege-mona de la s Fuerza s Arma da s esta dounidenses. La subordi-na cin de la s fuerza s a rma da s mexica na s a las estadouni-denses se da en funcin de la Nueva G ra n E stra tegia de laU nin America na , dent ro del cont exto de su nueva concep-cin de S eguridad Na ciona l pa ra ha cer frent e al Nuevo Or-

    den Mundial.As, el uso del concepto de segurida d na ciona l por los gober-na nt es mexica nos, pa ra just ifica r sus int ereses como los de lana cin, ha debilita do el concepto de sobera na na ciona l, supe-dita ndo sta a la primera . P a ra los goberna ntes, la seguridadna ciona l implica la defensa de la sobera na , la independenciay la integridad t erritoria l de la na cin (Sa ndoval, 1998). Consi-dera mos que los conceptos de seguridad na ciona l y soberan ana ciona l no pueden ser ut ilizados como sinnimos o, incluso,ta mpoco da rle a l primero el contenido del segundo, como a lgu-nos autores lo manejan (Su rez, 1995). Y que t a mpoco es posi-ble seguir pla nt ean do la pert inencia del uso del concepto desegurida d na ciona l, a rgumenta ndo la necesida d de ampliar lo,y desecha r la definicin que se centra dema siado en tema s dedefensa m ilita r y na ciona l y de seguridad interna , para incluircuestiones como desarrollo, economa, bienestar social, dere-chos huma nos y democra cia, a unque los a utores que ma ntie-nen dicha posicin consideren que est a reconceptua lizacin noes simplemente producto de una a cti t ud volunt a rista , sinoobligada por la s gra ndes tr a nsforma ciones mundia les y por laubica cin geogr fica y la t ra dicin no milita rista de nuestropas (Agua yo, B a gley y S ta rk, 1990; Cha uvet, 1994; Herrera-La sso, 1988; P ieiro, 1994). Y es q ue, a pesar de estos esfuer-zos, la esencia a ut orita ria del concepto de segurida d na ciona lsiempre vuelve a surgir, por la va de los hechos.

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    D e lo qu e se tra ta entonces es de recupera r el cont enidodel que se ha va ciado a l concepto de sobera na na ciona l. Pa ra

    ello, de acuerdo con S ouza (1994), se requiere impulsa r u narenovacin y a ctua lizacin de la sobera na , en el ma rco de lacua l se desprenden los dos ra sgos mnimos de su esencia queha bra qu e revigoriza r: a ) E l component e democr t ico, queha sido ha sta a hora un germen m s bien reprimido; y b) elca r ct er int erna ciona lista , que implica a sumir co-responsa -bilida des intern a ciona les.

    Ha sta a hora , sin emba rgo, el a va nce del concepto de segu-

    rida d na ciona l ha sido import a nt e y a costa del concepto desobera na , y este a va nce ha ido integra ndo a Mxico a los in-tereses geopolticos y de segur ida d na ciona l esta dounidenses.Actua lmente, nuestro pa s se encuent ra engloba do ma teria l-ment e dent ro de los intereses geoestr a tgicos esta douniden-ses y la perspectiva oficial de segurida d na ciona l mexica na seha ido a similan do, desde una perspectiva pra gm tica, a laDoctrina de Seguridad Na ciona l de la U nin America na .

    Y es qu e en el a f n mil i ta r ista hegemnico de Est a dosU nidos, la estr a tegia del P ent gono par a nuestro cont inent eimplica , en a par ente cont ra diccin, la desmilita riza cin delos ejrcitos del mismo y su subordina cin a la s Fuerza s Ar-ma da s esta dounidenses. En esta nueva perspectiva , nues-t ros ejrcit os, desmilita riza dos, cum plir n fun ciones po-licia cas y de segur ida d pblica (principa lment e en la luchacont ra el na rcotr fico y la delincuencia orga niza da ) y de fuer-za s de ocupacin en sus pr opios t errit orios na ciona les pa racont ener a los movimientos socia les e insur gent es. Y de estemodo, dicha s fuerzas a poya r n t a mbin la consolidacin dela s economa s de libre merca do y de democra cia s de ba jaintensidad (Robinson, 1996), acorde a los intereses estado-unidenses.

    P or otra part e, y en cont ra part ida a la milita rizacin deCh ia pa s y el resto de la Repblica , se ha venido da ndo porpar te de diversos sectores de la socieda d mexica na una lucha

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    en diversos frentes y que se ubica en los esfuerzos por la de-mocra t iza cin del pas . La cua l , s in emba rgo, tendra que

    a barca r a las propia s Fuerza s Arma das.E l ejrcito, erigido como una corpora cin cerra da y refra c-ta ria a nt e la ciuda da na y los preceptos const ituciona les, re-s ien t e pa ra dji ca ment e ha ci a e l in t er ior l a ca renc ia dederechos huma nos y ciuda da nos. Debido a ello se desar ro-lla n cont ra dicciones poltica s. La propuesta del G enera l J osFr a ncisco ga lla rdo (a ctua lment e preso por ello), de crea r unombudsm a n milita r, es expresin por el a f n de un ca mbio.

    En cont ra part ida a una milita rizacin de la socieda d se debelucha r por una ciudada nizacin de la s Fuerzas a rma da s. Di-cha ciuda da niza cin significa que existen derechos y deberesno slo con respecto a l cuerpo corpora t ivo ca st rense, sino res-pect o de la socieda d de la que forma n pa rt e como un cuerposocial con ma yor ca pilar ida d y a la q ue t ienen que rendircuent a s de su desempeo, y no slo al P oder E jecut ivo (Ma -chuca , 1999).

    P or otro la do, se debe exigir la desmilita riza cin de la se-gurida d pblica y q ue sta est a l servicio de los ciuda da nosy no del Est a do. Y es que la funcin policial (eje de la segur i-da d pblica ) ja m s puede ser vist a ni pensada como funcinpblica pa ra limita r los derechos de los goberna dos, menosa n pa ra violenta rlos (Ort iz, Op. Cit ., p. 28).

    E n este sent ido, de acuerdo con este a ut or, sera m s co-rrecto ir const ruyendo una cultura diversa a la a cepta cinpa cfica de los conceptos de orden y segurida d pblicos y , ensu luga r, busca r la proteccin de los derechos ciuda da nos,qu e deben preva lecer a un sobre los int ereses del E st a do(p.31). Por ello, dice Ortiz:

    Es preciso hablar deseguridad ciudadanacomo funcin de la polica,ya que en realidad la funcin policial debe otorgar seguridad a losparticulares respecto de sus bienes y sus personas y no proteger alstatus quo. (...) Por consiguiente, en materia de seguridad hay que su-

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    primir la razn de Estado por las razones del gobernado que, entreotras cosas, implica el respeto de la soberana popular, justificacin del

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