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Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
MujeresMujeresnicaragüenses,
cimiento económico familiar
Sonia Agurto
Alejandra Guido
Enrique Alaniz
Ivonne Acevedo
Adelmo Sandino
Natalia Michell
AUTORES:
Sonia Agurto, Alejandra Guido, Enrique Alaniz, Ivonne Acevedo, Adelmo
Sandino y Natalia Michell
INSTITUCIÓN:
Fundación Internacional para el Desafío Económico Global (FIDEG)
CON EL APOYO DE:
Real Embajada de Noruega
EDICIÓN:
Irene Agudelo y Ruth Largaespada
DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN:
Lluiman Morazán
FOTOGRAFÍA DE PORTADA:
Miguel Alvarez Arzate
FOTOGRAFÍA INTERIORES:
Oscar Navarrete
OBRA PORTADA:
Aparacio Arthola
La decisión, 2007. Mural
IMPRESIÓN:
X
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 3
Índice
Agradecimientos 7
Prólogo 9
Resumen ejecutivo 13
CAPÍTULO IMetodología 171.1 La muestra panel 1998-2006 18
CAPÍTULO II Cambios en las características sociodemográfi cas de los hogares 252.1 Composición de la población 25
2.1.1 Conceptos y defi niciones básicas 25
2.1.2 Estructura de la población nicaragüense 26
2.2 Jefatura de los hogares 28
2.2.1 Conceptos y defi niciones básicas 28
2.2.2 Jefatura femenina en crecimiento 28
2.2.3 Jefatura según rango de edad 29
2.3 Educación 30
2.3.1 Contexto actual 31
2.3.2 Nivel educativo 31
2.3.3 Años de estudio promedio 32
2.3.4 Razones de no matrícula 33
2.4 Tipología de los hogares 34
2.4.1 Conceptos y defi niciones básicas 34
2.4.2 Hogar nuclear en extinción 34
2.5 Procesos migratorios 36
2.5.1 Reseña 36
2.5.2 Años de las migraciones 36
2.5.3 Migración interna – externa 37
2.5.4 Destino de las migraciones 38
2.5.5 Razón de migración 40
2.5.6 Educación de los emigrantes 41
4 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
2.5.7 Número de hijos e hijas 42
2.5.8 Ocupación de los emigrantes 42
2.5.9 Remesas 45
2.6 Conclusiones 46
CAPÍTULO III Cambios en el mercado de trabajo 493.1 Conceptualización 49
3.2 Población Económicamente Activa (PEA) 50
3.2.1 Tasa global de participación 50
3.2.2 Composición de la PEA 51
3.2.3 Ocupación, desempleo y subempleo 52
3.2.4 Nivel educativo de la PEA 54
3.2.5 Sub-utilización de la fuerza de trabajo califi cada 56
3.3 Características de la población ocupada 57
3.3.1 Ubicación de la población ocupada por rama de actividad 58
3.3.2 Categoría ocupacional de los empleados 59
3.3.3 Lugar de trabajo de los ocupados 60
3.3.4 Cobertura de la seguridad social en la población ocupada 62
3.4 Conclusiones 63
CAPÍTULO IV El rol de la microempresa en la economía nicaragüense 654.1 En busca de una defi nición de MIPYME 66
4.2 Distribución de la fuerza laboral por tamaño de la MIPYME 67
4.2.1 Distribución de la fuerza laboral por tamaño de la MIPYME, 68
según sexo 68
4.3 Distribución de los trabajadores de las microempresas por lugar de trabajo,
según sexo 69
4.4 Distribución de los trabajadores de las microempresas por rama de actividad 70
4.5 Distribución de los trabajadores de las MIPYME por posición ocupacional,
según sexo 71
4.6 Distribución de los trabajadores de las microempresas por nivel educativo 72
4.7 Ingresos de los trabajadores de las microempresas 73
4.8 Distribución de los trabajadores de las microempresas por condición de pobreza 74
4.9 Distribución de las microempresas por tipo de control contable 75
4.10 Distribución de las MIPYME por principal razón de no llevar control 76
4.11 Conclusiones 77
CAPÍTULO V Características de los ingresos de los ocupados 815.1 Consideraciones relevantes 81
5.2 Ingresos de los ocupados 82
5.3 Ingresos por rama de actividad 83
5.4 Ingresos por sector económico 84
5.5 Ingresos por nivel educativo 84
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 5
5.6 Distribución del ingreso 86
5.7 Determinantes del ingreso 87
5.8 Conclusiones 89
CAPÍTULO VI Acceso a recursos 936.1 Acceso a la propiedad 93
6.1.1 Propiedad rural 94
6.1.2 Acceso a la tierra 95
6.1.3 Propiedad urbana 96
6.1.4 Acceso a la vivienda 97
6.2 Asistencia técnica y capacitación 100
6.2.1 Reseña 100
6.2.2 Acceso a asistencia técnica 101
6.2.3 Acceso a capacitación 102
6.3 Acceso al crédito 107
6.3.1 Distribución del crédito 107
6.3.2 Cobertura del crédito 108
6.3.3 Monto promedio del crédito 108
6.3.4 Benefi ciarios del crédito 109
6.3.5 Procedencia del crédito 110
6.3.6 Monto y procedencia del crédito 111
6.4 Conclusiones 112
CAPÍTULO VIIPoder y toma de decisiones en los hogares 1157.1 Conceptualización 115
7.2 Decisiones sobre aspectos relacionados con la vida familiar 117
7.2.1 Decisiones cotidianas en la vida de las familias 117
7.2.2 Toma de decisiones en la vida cotidiana de hijos e hijas 119
7.2.3 Toma de decisiones en la vida educativa de hijos e hijas 120
7.3 Decisiones sobre aspectos relacionados con los recursos familiares 122
7.4 Conclusiones 125
CAPÍTULO VIII Participación ciudadana 1278.1 Contexto 127
8.2 Población organizada 127
8.3 Tipos de organización 128
8.4 Razón de no organización 130
8.5 Conclusiones 131
6 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
CAPÍTULO IXCondiciones de vida de los hogares según métodos de medición de la pobreza 1339.1 Defi niciones y métodos de medición de la pobreza 133
9.2 Evolución de la pobreza según el método NBI 134
9.2.1 Pobreza en los hogares de hombres y mujeres según el método NBI 135
9.2.2 Índice de bienestar de los hogares según el método NBI 136
9.3 Evolución de la pobreza según el método de Línea de Pobreza 136
9.3.1 Pobreza en los hogares de hombres y mujeres según el método LP 137
9.3.2 Índice de bienestar de los hogares según el método LP 138
9.4 Evolución de la pobreza según el método Combinado 139
9.4.1 Pobreza en los hogares según el método Combinado 140
9.5 Conclusiones 141
CAPÍTULO X Uso del tiempo reproductivo 14310.1 Conceptualización del ”trabajo doméstico ó trabajo reproductivo” 143
10.2 Tiempo dedicado por hombres y mujeres a la realización del trabajo reproductivo 144
10.3 Tiempo dedicado por niños y niñas al trabajo reproductivo 147
10.4 Distribución del tiempo dedicado por hombres y mujeres al trabajo productivo
y reproductivo 148
10.5 Conclusiones 151
Bibliografía 153
ANEXO I 157
ANEXO II 210
ANEXO III 213
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 7
Agradecimientos
El patrimonio de datos que FIDEG entrega hoy a través de este libro a la sociedad nica-
ragüense, no hubiera sido posible sin el apoyo que nos brindaron 1,600 hogares que
habitan en las zonas urbanas y rurales de todo el país, quienes nos abrieron sus vidas
para plasmarlas en estadísticas que hicieron visible el aporte de hombres y especialmente de
mujeres a la economía de Nicaragua. La loable actitud de estas familias al entregar información
por diez años consecutivos, debería ser sufi ciente para que los diseñadores y ejecutores de
políticas y estrategias, tomen en cuenta de una vez por todas a las mujeres como agentes de
desarrollo económico y de esta forma lograr que el país avance en relaciones de igualdad y
equidad.
Asimismo, agradecemos a un grupo especial de personas que nos acompañaron a lo largo de
estos diez años. Ángeles Barberena con su constante y rigurosa metodología para la construc-
ción de indicadores de pobreza; Santiago Mejía incansable trabajador que nos apoyó con las
bases de datos. Asimismo, agradecemos a todas las mujeres extraordinarias que nos ayuda-
ron en la recolección de datos de calidad.
Finalmente, agradecemos a la Real Embajada de Noruega por creer en el papel que FIDEG
juega como fundación generadora de datos cuantitativos y alternativos para facilitar que la so-
ciedad nicaragüense se benefi cie de los datos generados con una visión de género.
8 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 9
Prólogo
Este libro trata sobre cómo los hogares nicaragüenses urbanos y rurales se han movido
en la escala del desarrollo económico de los últimos diez años. En el mismo se intenta
describir la película y no la fotografía de lo que ha sucedido al interior de los hogares
durante el período 1998-2006 en Nicaragua. Para ello se ha utilizado el método de repetir año
a año las entrevistas a los mismos hogares y observar así la complejidad del permanente movi-
miento de las condiciones económico-sociales de los individuos y sus hogares. En este libro se
propone identifi car si, en términos de los hogares, hay tendencias positivas,que nos permitan
entender mejor si la sociedad nicaragüense está logrando salir de la pobreza, viéndolo todo
desde una dimensión de género. ¿Quién está quedando más rezagado? ¿Las mujeres? ¿Los
hombres? son preguntas que este libro trata de contestar.
Se narran hechos sobre la migración interna y externa a lo largo del período. Como todo,
se pueden analizar estos fenómenos desde dos ángulos opuestos. Podemos considerar las
migraciones como la expresión del fracaso en el medio en que se mueven los individuos que
emigran, o se pueden analizar como resultado del ascenso de la sociedad en la escala del
desarrollo económico donde los individuos, hombres y mujeres, están despertando y quieren
sacudirse la pobreza en que han permanecido, rompiendo con la cultura patriarcal, al decidir
moverse de un lugar a otro. En ese enfoque la migración interna es vista como una señal espe-
ranzadora, aun cuando los efectos colaterales en la integración de la familia no sean buenos.
Es claro que el desarrollo económico tiene su costo, y la desmembración de la familia patriarcal
es el costo que se paga si queremos movernos en la escala del desarrollo.
Cuando una joven mujer (o un hombre joven) decide moverse de su casa en el campo para
buscar trabajo en la ciudad, ella (o él) está asumiendo la oportunidad de liberarse de los víncu-
los patriarcales que envuelven los hogares rurales, y es una fuerza importante para que ella (o
él) avance en la escalera de la movilidad social, tan necesaria en el desarrollo. Esa mujer y ese
hombre, que relatamos como migrantes, cuando se liberen de su entorno tienen que comenzar
a pensar en cómo ahorrar para que lo que ganen les cubra sus necesidades; tienen que bus-
car su vivienda, decidir con quién salen y con quien fi nalmente se juntan para convivir, y ya no
tienen por qué hacer lo que tradicionalmente sus padres hicieron. Lo que desata el elemento
liberador que permite posicionar al individuo, hombre o mujer, en el camino a su superación y
desarrollo.
10 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
El libro en sus manos trata de los cambios que experimentan los miembros del hogar nicara-
güense en un período de diez años que ha durado la investigación. Hay cambios positivos y
negativos, y otros en los que no se identifi can mutaciones de ninguna especie. Lo importante
es que el balance no deja de ser esperanzador.
Se identifi ca un importante aumento de los ingresos en la mayoría de los hogares rurales y
urbanos, tanto en los hombres como en las mujeres, y dicha tendencia sigue muy de cerca los
cambios que a nivel del PIB de las Cuentas Nacionales se han refl ejado para el mismo período.
Lo que indica que el crecimiento del PIB conlleva también mejorías en las condiciones de ingre-
sos de los hogares. No se analiza la causalidad de si es el crecimiento del PIB lo que causa el
crecimiento de los ingresos individuales, ni viceversa. Lo que sí afi rmamos es que cuando hay
crecimiento global también hay aumento en los ingresos de los hogares.
También se observan, en la medida en que se van dando los movimientos en el tiempo, espe-
ranzadoras señales, aunque tímidas, de cierta mejoría en las mediciones de la equidad tanto
en el ingreso como en las diferencias entre hombres y mujeres, aunque falta aún mucho ca-
mino para eliminar esas inequidades. Lo importante es que, de la revisión de los resultados
del período 1999-2006, se puede concluir que el desarrollo económico que se busca en los
hogares no ha sido el resultante de un juego de suma-cero en el que los que ganan lo consi-
guen a costa de los que pierden, y que queda demostrado que éste puede ser un juego en el
que todos ganan y nadie pierde. Además de constatar que en la medida en que el crecimiento
económico global se afi anza, en esa medida se afi anza la revolución de la movilidad social de
los hogares.
Uno de los aspectos de esa revolución de la movilidad social, de particular importancia en esta
investigación, es el relacionado con los cambios de rol de género en el proceso nicaragüense.
En las sociedades tradicionales y de poco avance, los roles que juega la mujer se diferencian
enormemente de los del hombre, y siempre la mujer es la que queda al fi nal. En esos contextos
el promedio de hijos por mujer es al menos de cinco, y la mujer gasta casi la totalidad de su
vida adulta procreando esos niños y niñas. En esos hogares tradicionales la mujer consume
su vida en arduos trabajos domésticos, en el pedazo de tierra que cultiva, y recorriendo largas
distancias para acarrear la leña y el agua que se requieren. En la medida en que el crecimiento
económico se va experimentando, en esa medida, la tradicional dinámica también se va modi-
fi cando. El libro trata de identifi car esa dinámica de cambio.
En la investigación de diez años aquí presentada, se observan modifi caciones en las condicio-
nes de vida y en las mismas actividades económicas que están apuntando hacia cambios en
nuevas realidades de la estructura de los hogares. Mientras en las zonas rurales la norma es
hogares con familias grandes, en las zonas urbanas las familias buscan tener menos niños, lo
cual origina la parte medular de la transición demográfi ca que es una de las piezas fundamen-
tales de los cambios sociales en la era del crecimiento económico. Así también es medular la
división del trabajo que, al aumentarse, permite tanto al hombre como a la mujer desarrollar
nuevas destrezas que rompen con la visión de lo que antes hicieron. El alcance de esa división
está limitado por el tamaño del mercado pero, a pesar de ello, es un avance requerido para
aumentar la productividad general de los hogares.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 11
Si la transición a un crecimiento económico moderno consiste en una creciente urbanización,
cambios en los roles de género, mayor movilidad social, cambios en las estructuras familiares
y mayores especializaciones, podemos concluir que el período analizado muestra que en el
caso de Nicaragua esa transición se está dando, aunque en algunos casos más lentamente
que otros pero se está dando, lo cual es un signo esperanzador.
El libro está organizado en diez capítulos. Comienza con una explicación de la metodología
utilizada en la recopilación de los datos a lo largo de los diez años que duró esta investigación.
En el capítulo II se abordan los cambios socio demográfi cos identifi cados a lo largo del período,
lo que incluye las modifi caciones en la estructura de la población, los cambios en la estructura
de los hogares incluyendo el crecimiento de la jefatura femenina de estos hogares así como
avances y retrocesos de los niveles educativos; además se estudian los procesos migratorios
tanto internos como externos y su tendencia a lo largo del período analizado.
En el capítulo III se analizan los cambios identifi cados en el mercado laboral y se resalta que
las mujeres se han incorporado aceleradamente al mercado de trabajo y que ya en 2006 ellas
representan casi la mitad de la población económicamente activa; también se muestra la cre-
ciente tendencia a la informalidad del mercado de trabajo y sus aparentes limitantes.
En el capítulo IV se describen los roles de las microempresas en la economía nacional, y el
creciente papel que éstas han jugado en abrir oportunidades que otros han cerrado para los
sectores de las PYME sobre todo porque, al fi nalizar 2006, se refl eja que las microempresas
son fundamentales para afi anzar la movilidad social, y que es a través de la microempresa que
la mujer está teniendo mayor acceso a trabajos fuera del hogar.
En el capítulo V se presentan los cambios en los niveles de ingreso por sexo, así como los
cambios que se observan en las mediciones de la desigualdad de ingreso. En el capítulo VI se
aborda el tema del acceso a recursos, y la titulación tanto a hombres como a mujeres, y se
reseña cómo ha avanzado a lo largo del período la capacitación y la asistencia técnica en los
hogares, diferenciando la situación de hombres y mujeres. También en este capítulo se aborda
el tema del acceso al crédito y los cambios que, en esta materia, se identifi can para ambos
géneros.
En el capítulo VII se analiza el tema del empoderamiento y de los cambios que se observan en
el proceso de decisiones de los hogares, donde se nota que las jefas de hogar toman la mayor
parte de las decisiones familiares.
En el capítulo VIII se abordan las tendencias que durante el período se observaron con res-
pecto a la participación ciudadana. Se señala que la misma viene reduciéndose y que, aunque
las organizaciones religiosas experimentan mayores afi liaciones de hombres y mujeres, aun en
éstas se muestran tendencias a menores niveles de participación, y se reafi rma el rechazo a
las organizaciones políticas.
En el capítulo IX el libro aborda las condiciones de vida de los hogares según distintos métodos
de medición de la pobreza, se observan leves mejorías en las condiciones de vida de los ho-
12 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
gares nicaragüenses, y se advierte que, al ritmo en que se va reduciendo la extrema pobreza,
Nicaragua no podría cumplir con la meta del milenio de llegar a 2015 sin pobreza extrema.
En el capítulo X se describe el uso actual del tiempo en los hogares y se compara con el que
había al inicio de la investigación. La conclusión es que, si bien hay algunos cambios que no
son notables, la mujer continúa mayoritariamente haciendo el trabajo doméstico. Al contabili-
zarse el tiempo que invierten las personas en el trabajo productivo y reproductivo se observa
que las mujeres trabajan más tiempo que los hombres, y asumen jornadas de trabajo más
intensas que ellos.
Alejandro Martínez Cuenca Ph.D
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 13
Resumen ejecutivo
En este libro se hace un análisis intertemporal de las condiciones de vida de los hogares
nicaragüenses desde la perspectiva de género. El período de estudio va desde 1998
hasta 2006 y los datos analizados fueron recolectados a través de las encuestas panel
de hogares realizadas por FIDEG en ese mismo período.
En lo que a la estadística se refi ere el análisis es principalmente descriptivo aunque en algunos
casos también es inferencial.
El panel está compuesto por hogares nicaragüenses de las áreas urbana y rural. El tamaño de
la muestra es de 1,600 hogares y la misma es representativa a nivel nacional.
La metodología panel permitió encontrar cambios importantes que estaban aconteciendo en
los hogares, tales como la aparición de mujeres adultas que se declaraban jefas de hogar, el
incremento sustancial de las familias extendidas y la transmisión de la cultura patriarcal de
los adultos a las nuevas generaciones. Asimismo la metodología panel permitió hacer uso de
herramientas cualitativas como lo fueron estudios de caso en 35 familias de la muestra con el
fi n de entender por qué hogares que en un año eran clasifi cados como pobres al año siguiente
eran clasifi cados como no pobres. Los resultados fueron reveladores ya que los entrevistados
atribuyeron estos cambios a acontecimientos fortuitos y no al efecto de las políticas públicas.
Los principales hallazgos presentados en este libro son:
El nivel educativo de la población encuestada durante el período 1998-2006, experimentó
una mejoría. Los años de estudio promedio de la población aumentaron, la proporción de la
población sin ningún nivel educativo se redujo mientras que la proporción de la población con
educación secundaria se incrementó.
A lo largo de los años estudiados el panel mostró una clara tendencia a la baja de la tasa global
de participación en el mercado laboral, así como una reducción de la tasa de desempleo. El
crecimiento del sector informal de la economía mostró una tendencia alcista, esto se refl eja
en el incremento porcentual de las empresas que emplean de tres a cinco trabajadores. Entre
los problemas que se observan en el mercado laboral nicaragüense se pueden mencionar la
subutilización de la fuerza laboral califi cada y la baja cobertura de la seguridad social.
14 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
La pobreza estructural medida por el método de Necesidades Básicas Insatisfechas se ha
reducido en Nicaragua. Sin embargo, la pobreza de tipo coyuntural medida por el método de
Línea de Pobreza se ha incrementado de 1998 al 2006.
Sin distingo de sexo, la participación ciudadana es bastante baja en Nicaragua y refl eja un alto
grado de desmotivación. Las principales razones que los encuestados dieron para justifi car su
no participación fueron: porque no les gusta, porque no tienen tiempo y porque no hay sufi -
cientes organizaciones.
Sobre la equidad de género algunos hallazgos fueron:
• Las jefas de hogar han incrementado a lo largo del período de estudio, sin embargo esto
no puede ser interpretado como una mejoría en términos de género pues lo que hace que
una mujer se declare jefa de hogar es el hecho de encontrarse sola. Asimismo, los datos
refl ejan que una buena parte de las jefas de hogar son abuelas que han quedado con la
responsabilidad de cuidar a los nietos ya que sus padres han emigrado principalmente por
razones de empleo. Claramente las condiciones en las que las mujeres ejercen la jefatura
del hogar son distintas a las de los hombres.
• Los datos del mercado laboral dan cuenta de una incorporación acelerada de las mujeres
al mismo, a tal punto que en el 2006 representaron casi la mitad de la población econó-
micamente activa. El 90% de la PEA se encuentra ocupada, sin embargo la calidad de los
empleos es precaria, ya que se observa un subempleo de 77.8%. Por lo general, las em-
presas donde trabajan las mujeres se dedican al comercio, el cual presenta un alto grado de
informalidad respecto a las empresas, dedicadas a la actividad agropecuaria que es donde
mayoritariamente se ubican los hombres. El nivel educativo de la PEA es bastante bajo pero
se observa que las mujeres presentan niveles ligeramente superiores a los de los hombres.
Las mujeres se ubican en el sector más vulnerable de la economía pues, mayoritariamente,
trabajan en empresas de una o dos trabajadores.
• El ingreso de los ocupados ha experimentado un crecimiento a lo largo del período 1998-
2006, al igual que su poder adquisitivo. Al controlar el efecto de la experiencia y la educa-
ción, se observan diferencias signifi cativas en el ingreso que perciben hombres y mujeres,
lo cual es una evidencia a favor de la desigualdad de género. Las mayores diferencias de
género se observan en el sector informal de la economía; las ramas de actividad donde se
observan las mayores diferencias de género son las de comercio y servicio. La distribución
del ingreso mejoró en el período de 1998 a 2006, y se puede decir que la distribución del
ingreso entre las mujeres es ligeramente más equitativa que la de los hombres.
• A pesar de que la mujer participa de igual manera que el hombre en las actividades rela-
cionadas con la tierra, ésta se concentra mayoritariamente en las manos del hombre. Esto
tiene un efecto negativo en el acceso al resto de recursos por parte de la mujer. La mujer ha
quedado rezagada como receptora de la asistencia técnica, lo que implica mayor vulnerabi-
lidad al no acceder a mejoras tecnológicas en sus procesos productivos. Pero la mujer está
siendo integrada a los programas de capacitación lo que indica una mejora en ese sentido,
pues ahora tiene la oportunidad de apropiarse de nuevos conocimientos que, al igual que el
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 15
hombre, podrá transmitir y poner en práctica dentro de su hogar. Por otro lado, se observa
que el Estado está otorgando capacitación bajo un enfoque de género, lo cual es impor-
tante ya que está concediendo herramientas para un mejor desempeño en la economía sin
diferenciar sexo. Las mujeres han logrado aumentar su participación como benefi ciarias de
crédito, al punto que en 2006 ellas constituían el 50% de los benefi ciarios. Sin embargo, los
montos que reciben siguen siendo inferiores a los que reciben los hombres.
• Al medir la pobreza con los métodos tradicionales los datos indican que, independiente-
mente del método que se utilice (NBI, LP o Combinado), en la actualidad son los hogares
encabezados por mujeres los que presentan mayores niveles de pobreza.
• En el período 1998-2006, la división del trabajo doméstico no ha experimentado cambios
notables, ya que mayoritariamente continúa siendo realizado por las mujeres. Este compor-
tamiento está siendo reproducido a nivel de las nuevas generaciones: las niñas asumen la
mayor carga de trabajo doméstico y los niños se ven liberados de gran parte del mismo. No
obstante, los niños están asumiendo en mayores proporciones que los hombres adultos
este trabajo. Al contabilizar el tiempo total que invierten en el trabajo productivo y reproduc-
tivo las personas, los datos son contundentes al revelar que las mujeres aportan el 57.7%
y los hombres el 42.3%, lo que muestra de forma clara que las mujeres están trabajando
más que los hombres y asumiendo una jornada de trabajo más intensa, lo que es conocido
como “la doble jornada”.
• El poder y la toma de decisiones en los hogares están concentrados en el jefe. Sin embar-
go, en el caso de los hogares encabezados por hombres, éstos traspasan a sus cónyuges
las decisiones relacionadas con el ámbito doméstico.
Los resultados presentados en este libro indican que en términos de género se ha avanzado
en algunos aspectos aunque en la mayoría, las relaciones entre hombres y mujeres no han
cambiado.
16 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Las investigaciones del FIDEG
han abierto brecha en el
estudio con perspectiva de
género y han desmitifi cado
el pensamiento económico
tradicional. También han
sido un medio para el
empoderamiento personal,
económico, social, cultural y
político de las mujeres.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 17
CAPÍTULO IMetodología
A inicios de la década de los noventa, investigadoras de la Fundación Internacional para
el Desafío Económico Global (FIDEG), se plantearon el reto de visibilizar el trabajo de
la mujer en la economía nacional, conscientes de que la invisibilización acentuaba las
desigualdades en el acceso a las oportunidades que ofrece el desarrollo económico y social.
El contexto de conferencias internacionales llevadas a cabo en 1995 tales como la Cumbre
sobre Desarrollo Social en Copenhague y la IV Conferencia Mundial de la Mujer en Beijing,
que exhortan a los gobiernos del mundo a asumir el compromiso de incorporar a las Cuentas
Nacionales el aporte que realizan las mujeres, ha estimulado a FIDEG a llevar a cabo investiga-
ciones que destaquen el rol económico de las mujeres nicaragüenses desde la esfera produc-
tiva y cuantifi quen su aporte desde la esfera reproductiva o doméstica.
El marco teórico en el que se basó el análisis de esta investigación tuvo sus cimientos en apor-
tes internacionales que se lograron identifi car referidos al concepto de Cuentas Nacionales y a
las vinculaciones e interrelaciones existentes entre la economía monetaria y la no monetaria.
El punto de partida para la investigación estuvo basado en la premisa de que todas las activi-
dades que realizan los hombres y las mujeres para satisfacer sus necesidades, ya sea desde
la esfera productiva o reproductiva, son actividades económicas. De esta manera, la concep-
tualización metodológica utilizada en ese estudio cuantifi có y valoró el aporte del trabajo que
realizan todas las personas a la economía nacional, rompiendo los esquemas tradicionales que
solamente toman en cuenta las actividades mercantiles.
FIDEG inicia la investigación haciendo uso de tres herramientas metodológicas: una encuesta
dirigida a hogares; revisión de bibliografía sobre el tema; y entrevistas a informantes clave, con
el fi n de explorar temas que no podían ser profundizados en una encuesta.
Para la selección de la muestra de hogares a los que se aplicarían las encuestas, FIDEG
realizó una muestra nacional para la que utilizó la cartografía del Consejo Supremo Electoral
(CSE), conformado por las circunscripciones electorales o Juntas Receptoras de Votos (JRV),
a las que están asociadas segmentos poblacionales constituidos por manzanas o grupos de
viviendas, las que se encuentran debidamente ubicadas en mapas, elaborados por distritos o
barrios.
18 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Esta muestra se llevó a cabo en tres etapas: muestreo aleatorio estratifi cado cuyas unidades
de primera etapa fueron los municipios; selección sistemática en la segunda etapa que fueron
las JRV y la tercera etapa que fueron las viviendas en las cuales se aplicaría la encuesta, todo
ello con el fi n de garantizar un nivel de representatividad por departamento, así como permitir
realizar estimaciones de promedios y porcentajes. Como resultado de la misma, se seleccio-
naron 6,028 hogares (3,013 en el sector rural y 3.015 en el área urbana), de 16 departamentos
del país.
Para la medición del aporte económico del trabajo de las mujeres y hombres, se utilizó la me-
todología del uso del tiempo de todas las personas del hogar, tanto en la esfera productiva
como en la reproductiva. El diseño metodológico y la contabilización del aporte del trabajo de
hombres y mujeres al PIB, FIDEG lo llevó a cabo con la participación de funcionarios del Banco
Central de Nicaragua, quienes contribuyeron y aportaron a la refl exión conceptual sobre el
instrumento que se aplicaría en el trabajo de campo, a fi n de captar la información necesaria
que permitiera cuantifi car el trabajo de hombres y mujeres, de forma tal, que pudiera ser rela-
cionado en las Cuentas Nacionales.
La sistematización de la información anteriormente comentada, permitió aproximar una cuan-
tifi cación de lo que signifi caba el trabajo de mujeres y hombres en la generación del PIB de
Nicaragua en 1995: el balance fi nal de los cálculos indicó que el aporte del trabajo de las mu-
jeres, a nivel nacional, era el 35,4% del PIB y el de los hombres el 64,6%. Estos resultados se
publicaron en el libro “La esperanza tiene nombre de mujer: La economía nicaragüense desde
una perspectiva de género”.
1.1 La muestra panel 1998-2006
FIDEG, motivado por la valiosa contribución que entregó a la sociedad nicaragüense a partir
de los resultados de la investigación de 1995, resultados pioneros en mostrar el verdadero rol
y el aporte que hacen las mujeres a la economía del país desde la esfera productiva y reproduc-
tiva, optó por continuar con los esfuerzos por vincular la problemática macroeconómica con
la realidad, situación y posición de hombres y mujeres en la sociedad, convirtiéndose de esta
manera en un referente nacional e internacional en relación al tema de mujer y economía.
En 1997 FIDEG, con el respaldo de la Real Embajada de Noruega, decide dar seguimiento a
la investigación iniciada en 1995, no obstante lo hace a partir de una submuestra de 1,600
hogares provenientes de la muestra de los 6,028 hogares que fueron entrevistados durante
1995 y 1996.
Para la selección de la submuestra se partió de tres criterios:
1. La pobreza es generalizada.
2. La estratifi cación de los municipios no es de utilidad inmediata, ya que la submuestra so-
lamente tendría representatividad nacional y de sus zonas urbanas y rurales.
3. La única estratifi cación que se consideró de importancia fue la de los tipos de pobreza ya
establecidos.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 19
20 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
De acuerdo al tamaño de la muestra se procedió a hacer una submuestra aleatoria de los ho-
gares. Se seleccionó a 817 hogares en el área rural y 781 hogares en el área urbana para un
total de 1,600 hogares seleccionados Se elaboraron listados por departamentos y se eligió a
los hogares según estratos de municipios y grado de pobreza:
a) Hogares en pobreza crónica: son aquellos hogares que perciben ingresos por deba-
jo de la línea de pobreza (inferior al costo de dos canastas básicas de alimentos) y presen-
tan insatisfacción de necesidades básicas (vivienda inadecuada, hacinamiento, servicios
básicos insufi cientes, baja educación y alta dependencia económica). Se seleccionó a 920
hogares con estas características.
b) Hogares en pobreza reciente: son aquellos hogares que tienen sus necesidades bá-
sicas satisfechas, pero perciben ingresos por debajo de la línea de pobreza, lo que mues-
tra un empobrecimiento reciente. Se seleccionó a 196 hogares con estas características.
c) Hogares en pobreza inercial: son los hogares con ingresos superiores a la línea de
pobreza, pero con insatisfacción en las necesidades básicas, especialmente en la vivien-
da. Se seleccionó a 268 hogares con estas características.
d) Hogares no pobres: son aquellos hogares que perciben ingresos por arriba de la línea
de pobreza y que tienen sus necesidades básicas satisfechas. Se seleccionó a 216 hoga-
res con estas características.
De esta manera, el seguimiento a la investigación se retoma a partir de 1998 y se estructura
en una muestra tipo panel con los 1,600 hogares, con el fi n de visitarlos año tras año y captar
los cambios que, de forma dinámica, acontecen en los mismos. Este seguimiento se dio todos
los años entre 1998 y 2006.
Debido a la forma aleatoria en que fue sustraída la submuestra panel de la muestra de 1995,
los hogares que conformaron dicho panel quedaron distribuidos en todos los departamentos
del país, teniendo representatividad nacional.
A continuación un cuadro que da cuenta de la ubicación de la muestra panel.
Fuente: FIDEG.
DEPARTAMENTO - MUNICIPIOS DEL PANEL 1998-2006DEPARTAMENTO/ ZONA DE RESIDENCIA DEPARTAMENTO/ ZONA DE RESIDENCIA
MUNICIPIO DEL NORTE Y CENTRO Urbano Rural Total
MUNICIPIODEL PACIFICO Urbano Rural Total
Estelí 44 40 84 León 40 38 78Estelí 33 24 57 Achuapa 11 0 11La Trinidad 8 9 17 Santa Rosa del Peñón 4 1 5San Nicolás 3 7 10 Larreynaga 7 19 26Madriz 42 36 78 León 18 18 36Quilalí 1 0 1 Chinandega 53 62 115Somoto 14 13 27 San Pedro del Norte 1 0 1San Juan de Río Coco 18 18 36 El Viejo 12 20 32Palacagüina 9 5 14 Villanueva 1 10 11Nueva Segovia 75 52 127 Chinandega 9 15 24Jalapa 25 34 59 Chichigalpa 30 17 47San Fernando 8 6 14 Managua 92 84 176Ocotal 30 0 30 San Francisco Libre 0 3 3Quilalí 12 12 24 Tipitapa 39 11 50Boaco 33 42 75 Mateare 11 10 21Boaco 18 20 38 Ciudad Sandino 24 1 25Camoapa 9 17 26 Managua 6 33 39Santa Lucía 6 5 11 El Crucero 0 1 1Chontales 51 40 91 San Rafael del Sur 12 25 37Juigalpa 38 23 61 Masaya 65 39 104Santo Tomás 13 5 18 Masaya 49 31 80El Coral 0 12 12 Catarina 6 0 6Matagalpa 51 52 103 Niquinohomo 10 8 18Sébaco 17 8 25 Granada 76 52 128Matagalpa 18 21 39 Diriá 3 6 9Ciudad Darío 16 23 39 Diriomo 11 15 26Jinotega 29 66 95 Granada 43 7 50El Cuá 5 31 36 Nandaime 19 24 43Santa María de Pantasma 11 8 19 Carazo 58 43 101Jinotega 13 27 40 San Marcos 0 2 2Río San Juan 18 41 59 Jinotepe 22 5 27El Almendro 7 6 13 Dolores 5 0 5San Carlos 11 35 46 Diriamba 23 24 47RAAS 26 53 79 Santa Teresa 8 12 20Paiwas 5 8 13 Rivas 63 44 107Nueva Guinea 21 45 66 Tola 9 25 34 Potosí 9 5 14 Rivas 45 13 58 San Juan del Sur 0 1 1DEPARTAMENTO/ ZONA DE RESIDENCIAMUNICIPIO Urbano Rural TotalGran Total 816 784 1600
22 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Para garantizar que el panel se mantuviera a lo largo del tiempo con un nivel de reemplazo
anual no mayor del 2%, se tomaban algunas precauciones:
1. Se incluía en el cuestionario una pregunta para saber si el hogar había sido entrevistado el
año anterior o si era un hogar que se entrevistaba por primera vez, debido a diversas razo-
nes: migración, nuevo hogar en la vivienda, rechazo total a responder el cuestionario, entre
otras.
2. Antes de salir al campo se llenaban en la encuesta las casillas con los nombres y apellidos
de cada uno de los miembros de la familia que habían sido mencionados el año anterior,
cada uno de ellos tenía designado un lugar determinado que no podía ser ocupado por otro
miembro del hogar. Al realizarse la entrevista, si un miembro de la familia no era mencio-
nado se indagaba sobre su ubicación en ese momento a fi n de captar fl ujos migratorios,
formación de nuevos hogares, entre otros. Por el contrario, si en el hogar entrevistado se
mencionaba a nuevos miembros de la familia u otras personas que habían llegado a vivir,
con ellos, se preguntaba su procedencia y se le asignaba un lugar dentro de la estructura
de parentesco, que no estuviese ocupado por otro miembro. Es decir, que si una hija del
jefe o jefa del hogar fue colocada en la línea número tres del cuestionario al inicio del panel,
esta persona, permaneciese o no en el hogar, quedaba registrada en esta línea todos los
años que durara el panel.
La realización de estas investigaciones panel con perspectiva de género, permitió a FIDEG
abrir brecha en el estudio y conocimiento sobre Mujer y Economía, contribuyendo de esta
manera a la receptividad y desmitifi cación del pensamiento económico tradicional, abriendo las
puertas a este tipo de conocimiento, constituyéndose como valor agregado, en un medio para
el empoderamiento personal, económico, social, cultural y político de las mujeres de diversos
sectores económicos y de otros agentes de desarrollo en el país.
Se puede afi rmar que el análisis de los datos arrojados por el panel, y los estudios de caso rea-
lizados, permitieron evidenciar que las metodologías convencionales de medición de la pobre-
za (Línea de Pobreza), no eran sufi cientes para determinar si la población estaba superando
la misma. Lo que sí se pudo determinar es que la reducción de las desigualdades, económicas
y sociales, pasa por políticas que permitan a las grandes mayorías de la población acceso a
empleo, a servicios de salud, educación, tierra, crédito, asistencia técnica, entre otros; sin
esto, todos los esfuerzos por reducir la pobreza estarán visibles solamente en las estadísticas
construidas a través de métodos tradicionales, más no en un cambio positivo en la calidad de
vida de los y las nicaragüenses.
24 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Para el año 1998 el hogar nuclear extendido
representó el 36.8% del total de hogares, al
igual que el nuclear con 36.9%, pero para el
año 2006 los cambios han sido notorios ya
que el hogar nuclear extendido ha pasado a
ser el 41.3% del total de hogares, mientras
que el nuclear se ha reducido a 28.2%.
Estos cambios bruscos en la tipología de los
hogares podrían ser consecuencia de las
condiciones socioeconómicas que Nicaragua
ha vivido en los últimos años y que obligan a
buscar alternativas de sobrevivencia.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 25
CAPÍTULO IICambios en las características sociodemográfi cas de los hogares
En las últimas décadas Nicaragua ha experimentado profundas transformaciones de ca-
rácter económico, político, social y cultural. Éstas han infl uido de una u otra manera en
las características sociodemográfi cas de los hogares, incidiendo en el tamaño, la estruc-
tura y la composición de la familia y en los procesos migratorios, entre otros.
En este capítulo se presenta un perfi l sociodemográfi co de los hogares nicaragüenses basado
en los resultados de las Encuestas Panel de Hogares que a lo largo de los años ha realizado
FIDEG. Dentro de éste se procura explicar las posibles causas de los cambios que han sufrido
los hogares.
Este capítulo está compuesto por cinco secciones. La primera abarca la composición de la
población por sexo y edad. La segunda describe el comportamiento en la jefatura de hogares
y resalta las causas del aumento de la jefatura femenina; los niveles de educación de la pobla-
ción se presentan en el tercer apartado. Las siguientes dos abordan la tipología de los hogares
y los procesos migratorios.
2.1 Composición de la población
2.1.1 Conceptos y defi niciones básicas
Las proyecciones de la dinámica, el volumen y la distribución por edad y sexo de la población
constituyen un instrumento indispensable para llevar a cabo la planeación económica, social y
demográfi ca del país. Dado que el comportamiento económico de los individuos varía según la
etapa de la vida en la que se encuentran, los cambios en la estructura por edad pueden afectar
el desempeño económico de una nación.
Por un lado están los países que tienen un alto porcentaje de personas dependientes, es decir
ancianos o jóvenes, pues estos grupos dependen del resto de sus familias o del Estado para
cubrir sus necesidades, por lo que requieren una parte considerable de los recursos. Por otro
lado están los países en los que una porción considerable de su población ya alcanzó la edad de
trabajar y puede generar desarrollo como consecuencia de la mayor proporción de trabajadores,
de la acumulación acelerada del capital y de la reducción del gasto en personas dependientes. A
este fenómeno se le conoce como bono demográfi co (Populations Matters, 2002).
26 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
De acuerdo con un estudio, se estima que en América Latina y El Caribe hay alrededor de 140
millones de personas entre 12 y 24 años de edad. La proporción de jóvenes con respecto al
total de la población en muchos países de la región (entre ellos Argentina, Brasil y Costa Rica)
estará alcanzando su máximo entre 2000 y 2010, mientras que en otros como Nicaragua y
Perú, lo hará entre 2010 y 2030 (BM, 2007).
2.1.2 Estructura de la población nicaragüense
Población total •
Las mujeres nicaragüenses representan el 52% del total de la población del país. La distribu-
ción porcentual para el año 2006 no presenta diferencias signifi cativas con respecto al año
1998. Es decir, que de cada 100 habitantes 52 son mujeres, lo que indica que tanto los toma-
dores de decisiones como la ciudadanía en general deben emprender acciones y políticas de
inclusión de la mujer en todas las esferas de la sociedad, ya que éstas representan la mitad de
la población y por tanto la mitad del capital humano nacional.
Gráfi co 2.1.2a
Distribución porcentual de la población por sexo. Nacional, 2006
Fuente: FIDEG, Encuesta de hogares.
Estructura de la población por edades•
La población nicaragüense está compuesta principalmente por jóvenes, para el año 1998 el
63.12% de la población era menor de 25 años de edad mientras que el 6.33% tenía 61 o más
años. Para el año 2006 los datos de FIDEG muestran que el 55.84% de la población total es
menor de 25 años de edad. En el otro extremo están las personas de 61 años o más que
constituyen el 8.55% de la población total. Estos resultados indican que Nicaragua cuenta con
capital humano sufi ciente para generar desarrollo económico, ya que es una fuerza potencial
de generación de cambios.
La estructura piramidal de las edades indica que Nicaragua cuenta con un bono demográfi co,
pues en el 2015 la fuerza de trabajo se incrementará en un millón de personas aproximada-
mente (Acevedo, 2007).
48%Hombres
52%Mujeres
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 27
Mujer Hombre
0 a 25 años
26 a 40
41 a 60
61 a más
64.8%
17.0%
12.1%
6.1%
12.67
61.57
19.20
6.56%
Mujer Hombre
0 a 25 años
26 a 40
41 a 60
61 a más8.3%
13.8%
20.7%
57% 54.7%
21.7%
14.8%
8.7%
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares. Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Los gráfi cos 2.1.2b y 2.1.2c muestran la composición por sexo y edad de la población para
los años 1998 y 2006. Como se puede observar los datos de FIDEG refl ejan que en el año
1998, la población menor de 25 años fue la más predominante en hombres y mujeres, 64.8%
y 61.57% respectivamente mientras que las personas de 61 o más años fueron 6.1% de los
hombres y 6.56% de las mujeres.
Para el año 2006 se observa una reducción en hombres y mujeres menores de 25 años y un in-
cremento en las personas de tercera edad. La población menor de 25 años, tanto de hombres
como de mujeres, es la que ocupa mayores proporciones, 57.02% y 54.74%, respectivamente
mientras que aquellas personas mayores de 61 años únicamente representan el 8.36% de los
hombres y 8.74% de las mujeres. Estos datos no refl ejan diferencias signifi cativas entre am-
bos sexos, únicamente permiten afi rmar que gran proporción de la población nicaragüense es
joven. Estas estadísticas muestran que se han producido cambios signifi cativos en el período
de estudio, las que se refl ejan principalmente en la reducción de la población joven y en el au-
mento de las personas de la tercera edad.
La estructura etaria de Nicaragua plantea grandes retos al gobierno y a todos los sectores
sociales, ya que en la base de la pirámide se encuentran los niños, niñas y jóvenes que deman-
dan inversiones en educación, salud y empleo productivo. La principal necesidad está en las
inversiones dirigidas a este amplio segmento de la población ya que la preparación educativa y
laboral de este grupo poblacional garantiza el desarrollo económico del país.
Por otro lado, el grupo de personas de 61 años o más que están en edad de jubilación deman-
da un sistema de pensiones que le permita cubrir sus necesidades básicas. La sostenibilidad
del sistema de seguridad social recae sobre la población joven en edad de trabajar ya que el
porcentaje de la población ocupada tendrá que costear las prestaciones de un porcentaje de
adultos mayores que está en edad de jubilación.
Gráfi co 2.1.2b
Distribución porcentual de la población
según grupo de edad, por sexo.
Nacional, 1998
Gráfi co 2.1.2c
Distribución porcentual de la población
según grupo de edad, por sexo.
Nacional, 2006
28 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Finalmente, se encuentran las personas en plena edad productiva que demandan empleo. Para
esto, se necesitan políticas de empleo que absorban la creciente oferta laboral, sumadas a
mejorías en la calidad de la educación lo que implica reformas profundas al sistema educativo
(Portocarrero y Ortega, 2003).
Estas características constituyen una ventana de oportunidad para resolver la situación antes
de que la vasta población juvenil llegue a la edad madura y pierda así su ventaja demográfi ca.
Por tanto, dirigir políticas públicas es una de las decisiones de fondo que el país podría tomar
para erradicar la pobreza y lograr el despegue de la economía.
2.2 Jefatura de los hogares
2.2.1 Conceptos y defi niciones básicas
El término “Jefatura del hogar” ha estado en discusión por muchos años, pues tradicionalmen-
te se ha considerado que el jefe del hogar es la persona reconocida como tal por los demás
miembros, independientemente de si éste incide o no en el proceso de toma de decisiones o
de si es un proceso compartido o de la contribución económica al hogar (Arriagada, 2002).
En la realidad de los hogares la jefatura es ejercida por una persona que no necesariamente
es el proveedor. Las razones para designar al jefe o jefa de hogar obedecen generalmente a
esquemas culturales muy diversos: el hombre de la casa sea este esposo, padre, suegro o hijo
mayor; la persona más anciana; la que administra el dinero; la mujer sola; entre otras.
Para efectos de las Encuestas Panel de Hogares de FIDEG, la jefatura del hogar se le adjudica
a la persona que la familia decida, ya sea el hombre o la mujer. Es decir, que se deja que sea
la familia encuestada la que designe quién es la persona que se considera como jefe o jefa del
hogar.
2.2.2 Jefatura femenina en crecimiento
El gráfi co 2.2.2 presenta la descomposición por sexo de la jefatura del hogar en el período
1998 – 2006. En él se observa que la jefatura femenina ha mostrado una tendencia creciente,
pasando de 30.4% en 1998 a 36.7% en 2006 para un incremento de 6.3 puntos porcentuales.
En cambio, la jefatura masculina para el año 1998 fue de 69.6% y 63.3% para el año 2006.
Esto nos da indicios de las condiciones en las que las mujeres se declaran jefas del hogar, ya
que en Nicaragua las jefas por lo general, son aquellas que no tienen a su lado a un compañero
o marido. Es decir, que la mujer que se declara jefa del hogar usualmente está sola, es madre
soltera o ha sido abandonada por su pareja (Agurto y Guido, 2004).
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 29
Gráfi co 2.2.2
Distribución porcentual de los hogares según sexo del jefe. Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
De acuerdo con los datos de la Encuesta Panel de FIDEG, en el año 1998 el 80.5% de las mu-
jeres que se declararon jefas de hogar eran solteras o viudas. Solamente el 6.8% afi rmó estar
casada. En cambio, para el año 2006 únicamente el 10.3% de las jefas declararó estar casada
en comparación con el 75% que indicó estar separada, soltera o viuda.
Las mujeres que no tienen un compañero ejercen la jefatura del hogar en condiciones muy
distintas a las de los hombres, pues sobre éstas recaen todas las responsabilidades del hogar,
no solo las del trabajo reproductivo sino las del productivo y de manutención. El incremento de
la jefatura femenina no debe ser entendido como una señal de emancipación de la mujer, sino
como una respuesta a los problemas culturales y socioeconómicos y a los elevados índices
de pobreza.
2.2.3 Jefatura según rango de edad
Las edades que ostentan los jefes y las jefas del hogar permiten conocer algunas característi-
cas de las condiciones y estructura de los hogares nicaragüenses. Para el año 1998 el grupo
etario que tenía la mayor proporción de jefatura de hogar fue el de 26- 40 años (33.94%),
mientras que para el año 2006 el lugar fue ocupado por las personas entre 61 años o más
(30.13%).
Al analizar los datos por edad y sexo del jefe en el gráfi co 2.2.3a se observa que en el año
1998, las jefas del hogar mayores de 50 años fueron casi el 50% del total de jefas, mientras
que los jefes del hogar en este mismo rango de edad representaron el 35% del total de jefes.
Por otro lado, las jefas de hogar entre 19 y 40 años alcanzaron un 28% del total de los hogares
jefeados por mujeres en cambio los jefes del hogar en ese mismo rango de edad fue el 42%
del total de jefes.
Entre 1998 y 2006 se produjeron cambios relevantes. Los datos revelan que la jefatura feme-
nina se incrementó en todos los rangos de edad, siendo las mujeres de 61 años o más las
que tuvieron mayor peso en el grupo con 33.9%. Cabe destacar que la jefatura masculina en
MujerHombre
0
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
Añ
os
10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
Porcentaje
69.6 30.4
67.5 32.5
67 33
67 33
66 34
65.5 34.5
63.7 36.3
63 37
63.3 36.7
30 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
el grupo etario de 61 años o más también experimentó un aumento signifi cativo al pasar de
18.96% en 1998 a 27.94% en 2006.
El 33.9% de la jefatura femenina está en manos de mujeres de 61 años o más, es decir que
son abuelas que han quedado a cargo del hogar y se están haciendo responsables de sus
nietos, hijos, y demás parientes. Entre las múltiples causas que podrían explicar este compor-
tamiento resaltan la falta de empleo productivo u oportunidades laborales que originan que
hombres y mujeres emigren a otros países dejando a las abuelas a cargo de la familia. Además
los embarazos a temprana edad también infl uyen en el incremento de las abuelas como jefas
(Agurto y Guido, 2003).
Estas mujeres de más de 60 años tendrían que estar en etapa de jubilación y no haciéndose
cargo de las familias de sus hijos e hijas. La manutención de un hogar y la responsabilidad
de crianza a esa edad representan un reto para las abuelas, ya que a esa edad hay labores y
trabajos que se convierten en una tarea muy difícil de ejecutar. Además existe una brecha ge-
neracional que en muchos casos afecta a los niños y niñas pues están siendo criados por una
generación que no les corresponde.
El rol de las abuelas en las dinámicas familiares actuales ha sido revelado gracias a la utilización
de la metodología panel, pues mediante esta herramienta FIDEG ha dado a conocer el incre-
mento de la participación de personas de la tercera edad como jefes y jefas del hogar.
2.3 Educación
La educación constituye la inversión más rentable de todo país ya que garantiza la formación
del capital humano que genera crecimiento y desarrollo económico. El capital humano degra-
dado implica mano de obra de baja productividad, una sociedad con bajos niveles de ingreso y
fi nalmente un país destinado al subdesarrollo.
MujerHombre
26%
22.6%
20.3%
28.9%
1.8%
0.2%15 a 18
19 a 25
26 a 40
41 a 50
51 a 60
61 a más18.9%
16%
22.3%
37.3%
4.9%
0.4%
MujerHombre
16.8%
22.1%
24.7%
33.9%
2.04%
0.3%15 a 18
19 a 25
26 a 40
41 a 50
51 a 60
61 a más27.9%
18.5%
27.4%
22.8%
3.3%
0%
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares. Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Gráfi co 2.2.3a
Distribución porcentual de los jefes de
hogar según grupo de edad, por sexo.
Nacional, 1998
Gráfi co 2.2.3b
Distribución porcentual de los jefes de
hogar según grupo de edad, por sexo.
Nacional, 2006
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 31
Los datos proporcionados por las Encuestas Panel de FIDEG indican que en general el nivel
educativo de la población de Nicaragua es bajo. En 1998 el 54.2% de la población total sola-
mente había cursado algún grado de primaria, 23.7% alguno de secundaria y 3.7% algún año
de la universidad. Para 2006 el 44.8% de la población total solamente alcanzó algún grado de
educación primaria; el 29.9% alcanzó algún nivel secundario; a la universidad solamente ha
logrado llegar el 7.2%.
2.3.1 Contexto actual
La mayor parte del capital humano se forma con la educación o la capacitación, que incremen-
tan la productividad económica de una persona, lo que le permite obtener ingresos más altos.
Los gobiernos, los trabajadores y los empleadores invierten en capital humano, dedicando
dinero y tiempo a la educación y a la capacitación.
2.3.2 Nivel educativo
En el gráfi co 2.3.2 se destacan los datos de las Encuestas Panel de Hogares de FIDEG para
los años 1998 y 2006. Para 1998 los datos indican que el 54.2% de la población había cursa-
do primaria. Mientras que las personas que cursaron algún grado de secundaria alcanzaron el
24.8%, solamente el 3.7% de la población afi rmó haber estudiado algún año de una carrera
universitaria, aunque no se podría afi rmar si la concluyeron. Por otro lado, la proporción de
población sin ningún grado educativo alcanzó 15.2%.
Al realizar el mismo análisis para el año 2006 se observa que la población total con ningún gra-
do educativo cursado disminuyó a 13.3%; primaria continúa siendo el principal nivel educativo
de la población con 42.7% pero se presentan aumentos signifi cativos en el resto de niveles de
educación. La población que cursó algún grado de secundaria aumentó a 29.9%, incrementán-
dose en seis puntos porcentuales.
Gráfi co 2.3.2
Distribución porcentual de la población de 7 años y más por nivel educativo, según sexo.
Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
MujerHombre
Por
cent
aje
Nin
guno
Prim
aria
Secu
ndar
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itario
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Prim
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Secu
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itario
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0
10
20
30
40
50
60
1998 2006
Año y nivel
32 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Un hallazgo relevante entre los datos anteriores es que en 1998 únicamente el 3.7% de la
población concluyó primaria y secundaria ya que este es el porcentaje que ingresó a la univer-
sidad cuyo requisito de ingreso es haber terminado la secundaria. Aunque para el año 2006
hubo un incremento de 3.6 puntos porcentuales en ese indicador, la mejoría sigue siendo
insufi ciente, pues la mayor parte de la población cuenta con un bajo nivel de capacitación y
formación, lo que los convierte en mano de obra barata para trabajos poco tecnifi cados y de
poca remuneración.
Los datos disgregados por sexo para el año 1998 muestran el mismo comportamiento de la
población total. Durante ese año tanto la proporción de hombres como de mujeres que única-
mente cursó primaria es superior a la de los otros niveles, 55.9% y 52.8% respectivamente.
Los hombres presentan proporciones levemente superiores a las de las mujeres en todos los
niveles educativos, excepto en la categoría de técnico superior, 3.9% para las mujeres y 2.3%
para los hombres.
Asimismo, para el año 2006 la proporción de mujeres con ningún nivel educativo fue de 14.5%
en comparación con la de los hombres, 12%. Las mujeres presentan porcentajes superiores a
los de los hombres en los niveles de educación universitaria y técnico, 7.3% y 6.1%, mientras
que los hombres presentaron 7% y 3.4%, respectivamente.
La brecha educativa que afecta negativamente a las mujeres puede ser explicada por la imposi-
bilidad de muchas mujeres para continuar con sus estudios formales cuando se ven obligadas
a enfrentar solas la manutención y cuido de sus hogares. La falta de dinero y la falta de tiempo
disponible son los elementos que por lo general inciden en que miles de mujeres no asistan a
centros de estudio.1
Este indicador refl eja el bajo nivel de vida de la población, ya que el mayor nivel de educación
facilita a hombres y mujeres el acceso a mejores condiciones de empleo y remuneración lo
que infl uye en el mejoramiento del nivel de vida de la población y por tanto a mejores niveles
de desarrollo.
2.3.3 Años de estudio promedio2
El gráfi co 2.3.3 presenta el comportamiento de los años de estudio promedio de hombres y
mujeres. Para el total de la población los años de estudio promedio se incrementaron de 5.4
años en 1998 a seis años en 2006.
Al analizar los resultados por sexo se muestra en ambos que la tendencia ha sido creciente.
En 1998 los años de estudio promedio para las mujeres fueron 5.5 en comparación con 5.3
para los hombres mientras que para el año 2005 estos datos corresponden a 6.6 y 6.4 para
mujeres y hombres respectivamente. Sin embargo, la diferencia en ambos años no es estadís-
1 Ver capítulo V, donde se realiza un análisis del efecto del nivel educativo sobre los ingresos de los ocupados.
2 En esta sección se aborda el período de 1998 – 2005.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 33
5.0
5.2
5.45.6
5.8
6.0
6.26.4
6.66.8
1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005
Años
Pro
med
ioMujerHombre
ticamente signifi cativa.3 Esto quiere decir que no hay una ventaja ni de hombres ni de mujeres
con respecto a los años de estudio promedio.
Gráfi co 2.3.3
Años de estudio promedio de la población de más de 15 años por sexo.
Nacional, 1998-2005
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
2.3.4 Razones de no matrícula
Un sinnúmero de factores infl uyen en la no asistencia a la escuela; sin embargo, las razones
que sobresalen en los datos de FIDEG están relacionadas con causas económicas y se pre-
sentan para los niños y niñas de 7 a 14 años, dicho rango de edades pertenece a los niños y
niñas que deberían de estar cursando la primaria.
Gráfi co 2.3.4
Proporción de la población de 7 a 14 años que no esta en la escuela
por razones económicas según sexo. Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
3 En el anexo II se presentan los resultados de una prueba t para la diferencia entre los años de estudio promedio de los hombres y las mujeres.
La hipótesis nula de igualdad entre las medias se rechaza tanto en 1998 como en 2005.
MujerHombre
0.0
2.0
4.0
6.0
8.0
10.0
12.0
1998 2006
Años
Po
rcen
taje 7.7
8.7
6.5
11.1
34 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Para el año 1998 el 7.1% de este segmento no asistió a la escuela por razones económicas
en comparación con el 9.4% que afi rmó no asistir por las mismas razones en el año 2006. Al
descomponer los datos por sexo, para el año 1998 el 7.7% de los niños que no asistió a la
escuela lo hizo por razones económicas, en el caso de las niñas este porcentaje fue de 6.5%.
Estos mismos datos para el año 2006 corresponden a 8.7% para niños y 11.1% para niñas.
La asistencia a la escuela no depende únicamente de la gratuidad de los servicios educativos
ya que para enviar a los infantes al colegio se incurre en una serie de costos de transacción
como transporte, tiempo y materiales de estudio, entre otros. En muchos hogares se prioriza
a los niños sobre las niñas cuando el costo de ir a la escuela no puede ser solventado para
todos los hijos, por tal razón, la no asistencia de las niñas por razones económicas puede estar
explicada por este patrón cultural.
2.4 Tipología de los hogares
2.4.1 Conceptos y defi niciones básicas
Los países de América Latina comparten muchas de las tendencias mundiales de la evolución
de la familia: la reducción de su tamaño, el aumento del número de hogares en que ambos
cónyuges trabajan y de los hogares formados por una persona.
Estudios internacionales establecen la diferencia entre hogar y familia afi rmando que para que
un hogar sea considerado “familia”, al menos un miembro de éste debe tener relaciones de
parentesco conyugal o fi lial con la persona que se declara jefe del hogar (Barahona, 2007).
De acuerdo con las defi niciones utilizadas en la Encuesta Panel de Hogares de FIDEG, el hogar
nuclear es el que está formado por los padres e hijos. Los otros tipos de hogar corresponden
a nuclear extendido que es el constituido por la pareja, hijos y parientes y no parientes; mono-
parental que usualmente está constituido por la mujer y sus hijos y el monoparental extendido
que está formado por la mujer, sus hijos y parientes y no parientes.
En esta sección el objeto de estudio son los hogares y no los individuos como tales.
2.4.2 Hogar nuclear en extinción
El hogar nuclear constituye el estereotipo de hogar impuesto en las sociedades, es decir, el
hogar integrado por los padres e hijos. Sin embargo, la realidad socioeconómica ha incidido en
los cambios y tipología de los hogares dando paso a nuevas formas de estructura.
Los datos dan cuenta de que los hogares nucleares extendidos son la mayoría en el país. Esto
signifi ca que en ese hogar habitan padre, madre, hijos, abuelos, tíos, primos, entre otros. Para
el año 1998 este tipo de hogar representó el 36.8% del total de hogares, al igual que el nuclear
con 36.9%, pero para el año 2006 los cambios han sido notorios ya que el hogar nuclear ex-
tendido ha pasado a ser el 41.3% del total de hogares, mientras que el nuclear se ha reducido
a 28.2%.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 35
Esta misma investigación en años anteriores (Agurto y Guido, 2004) establece que la posi-
ble causa de esta tendencia ha sido la necesidad de sobrellevar las condiciones económicas
mediante la unión de varios hogares en una sola vivienda, de esta manera la cohabitación se
transforma en una estrategia de sobrevivencia. Esto implica que hay hogares que viven en ha-
cinamiento porque las condiciones de las viviendas no son aptas para albergar cómodamente
a hogares extendidos.
Gráfi co 2.4.2
Distribución porcentual de los hogares por tipo de hogar, según sexo del jefe.
Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
El gráfi co 2.4.2 presenta los tipos de hogar por sexo del jefe o jefa para los años 1998-2006.
Durante 1998 los hogares con jefatura masculina presentaban mayor porcentaje de hogares
nucleares (48.5%), mientras que los jefeados por mujeres solamente el 8.2%. Un comporta-
miento disímil se presenta en aquellos hogares con jefatura femenina entre los que el mayor
porcentaje lo constituyeron los hogares monoparentales extendidos con 61.1%.
Sin embargo, para el año 2006 el hogar nuclear extendido representó el 52.4% de los hogares
con jefatura masculina y el 22% de los hogares con jefatura femenina. En cambio, los hogares
con jefas redujeron en 4.5 puntos porcentuales la incidencia de los hogares monoparentales
extendidos, pero sigue siendo la principal tipología de hogar en la jefatura femenina con 56.6%.
La mayor proporción de hogares monoparentales extendidos explica el incremento de la jefa-
tura femenina.
Los cambios bruscos que han experimentado los hogares nicaragüenses obedecen a los
problemas estructurales del país que han obligado a muchos hombres y mujeres a emigrar,
quedando hogares con solo la madre o el padre y niños y niñas viviendo con tíos u otros
familiares.
La estructura de los hogares ha sufrido tantos cambios que en algún momento, en el análisis
de los datos, FIDEG catalogó a los hogares como “acordeones” que se ensanchaban cuando
tenían necesidades económicas y se achicaban cuando recobraban nuevamente su estatus
económico anterior. Estos cambios dinámicos únicamente pueden notarse a partir de la mues-
tra panel.
Monoparental extendida Nuclear extendida Monoparental Nuclear Unipersonal
0
20
40
60
80
100
Hombre
Po
rcen
taje
Mujer Total Hombre Mujer Total
1998 2006Año y sexo del jefe
48.5
8.236.9 39.6
28.2
46.9
11.7
52.4
22
41.3
3.6
61.1
20.1
6.3
56.6
24.8
8.5
36.8
36 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
2.5 Procesos migratorios
2.5.1 Reseña
El análisis de los fenómenos vinculados a la migración puede ser comprendido por procesos
económicos, sociales y políticos, enmarcados en sociedades caracterizadas por desigualda-
des y regímenes políticos; es así que la movilidad de las poblaciones centroamericanas entre
un territorio y otro, ya sea dentro de sus propios países o fuera de ellos ha sido el resultado
de una dinámica relacionada con la coyuntura política o las transformaciones económicas que
ha sufrido la región (Morales y Castro, 2006).
A partir del análisis de los fl ujos migratorios nicaragüenses es posible señalar que éste es un
fenómeno reciente que no tiene más de 25 años de antigüedad. Su actual situación es pro-
ducto de una combinación de factores socioeconómicos y políticos, como los fuertes cambios
políticos en el país en la década de los ochenta y las transformaciones en el sistema productivo
en los noventa.
Los tipos de fl ujo migratorio pueden ser internos, los cuales son desplazamientos que ocurren
dentro de un país; las migraciones externas puede ser transfronterizas o extrarregionales, las
primeras se producen entre países limítrofes (como Nicaragua y Costa Rica) y las extrarregio-
nales son aquellos movimientos que se dan de una región a otra región del mundo (Centro-
américa a Estados Unidos) (Morales y Cuadra, 2006). En este apartado se analizan los datos
de la Encuesta Panel de FIDEG referente a los fl ujos migratorios internos y externos de la
población nicaragüense.
2.5.2 Años de las migraciones
Los fl ujos migratorios de la población nicaragüense han mostrado un comportamiento irregular
a lo largo de los años, lo que demuestra que son el resultado de procesos coyunturales que
inciden en las decisiones de las familias de abandonar el país o bien sus lugares de origen.
De acuerdo con estudios de FIDEG los movimientos migratorios que se dieron a mediados de
los años noventa constituyeron un acontecimiento sin precedentes en el país, pues miles de
hombres y mujeres optaron por emigrar dada la difi cultad de encontrar empleo y así solucionar
las necesidades económicas de sus familias.
De acuerdo con los resultados del año 2006, el 0.96% de la población contestó que sus fa-
miliares emigraron en el año 1995, mientras que el 21.32% contestó que emigraron en el año
2002. En el 2006 la proporción total de personas que afi rman que sus familiares emigraron en
ese año alcanzó el 11%; aunque presenta una disminución el porcentaje es elevado en com-
paración con los datos de fi nales de los noventa.
El gráfi co 2.5.2 presenta la distribución porcentual de los emigrantes según año de la migra-
ción; en el año 2006 cuando se les preguntó a los encuestados y encuestadas en qué año
emigraron sus familiares, el año 1998 presenta el primer aumento considerable, el porcentaje
de hombres que afi rmaron que sus familiares migraron en ese año fue de 4.55% y 4.47% para
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 37
las mujeres. Este año constituye el primer repunte en los fl ujos migratorios y puede estar ex-
plicado por los efectos del Huracán ¨Mitch¨, pues familias enteras perdieron sus activos y sus
medios de producción por lo que se vieron obligadas a buscar nuevas formas de solventar sus
necesidades en otros países.
Gráfi co 2.5.2
Distribución porcentual de los emigrantes según año de la migración, por sexo.
Nacional, 2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
A partir del año 1998 se muestra una tendencia creciente que presenta el punto máximo en el
año 2002 con 21.75% y 20.93% para hombres y mujeres respectivamente. Estos resultados
podrían ser consecuencia de la crisis del sector cafetalero, producto de la sobreproducción
mundial, y de la caída de los precios internacionales lo que afectó a miles de pequeños pro-
ductores y productoras, jornaleros y cooperativas.
Esto ocasionó una reducción de las inversiones y por lo tanto del empleo y de los ingresos.
El aumento del desempleo profundizó los niveles de pobreza, principalmente en las familias
rurales, lo que podría haber originando mayores fl ujos migratorios. Esta fuga de capital humano
ha dejado muchos hogares desintegrados y al país sin recurso humano que podría ser apro-
vechado.
2.5.3 Migración interna – externa
Según los datos de FIDEG, en el año 2000 del total de fl ujos migratorios el 83% fue interno
y el 17% externo; mientras que para el año 2006 la migración interna presentó un aumento
evidente de 12.5 puntos porcentuales.
El gráfi co 2.5.3 presenta la evolución de la migración interna y externa por sexo. Al realizar
el análisis por sexo, se muestra que para el año 2000 la migración interna fue de 83.4% para
las mujeres y 78% para los hombres, mientras que la migración externa fue de 16.6% en las
mujeres y 22% en los hombres.
MujerHombre
0
5
10
15
20
25
1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006
Años
Po
rcen
taje
38 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Gráfi co 2.5.3
Distribución porcentual de la migración por tipo de migración, según sexo.
Nacional, 2000-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Para el año 2006, la migración interna para las mujeres fue de 95% y para los hombres 96.2%;
por otro lado, la migración externa presentó una disminución en comparación con el año 2000,
5% para las mujeres y 3.8% para los hombres.
El aumento de la migración interna de la población está formado por el éxodo de la población
rural a las ciudades, muchos hombres y mujeres del campo se dirigen a la capital o a las cabe-
ceras departamentales, en busca de otras oportunidades de empleo y de superación.
De acuerdo con investigaciones relacionadas con la materia las posibles causas de las migra-
ciones internas son la severa crisis de la producción agrícola, la mala distribución de la pro-
piedad rural, la continuidad de los frentes pioneros de colonización agrícola y la demanda de
trabajadores estacionales para la producción de agroexportación (Morales y Castro, 2007).
Históricamente la migración interna se le había atribuido a los hombres por ser los jornaleros
agrícolas que durante el período de cosecha se trasladaban a los centros de producción pero,
como lo demuestran los datos de FIDEG, este comportamiento se ha modifi cado y ahora las
mujeres también presentan altos índices de migración interna.
2.5.4 Destino de las migraciones4
La siguiente sección analiza los procesos migratorios externos de la población nicaragüense,
ya sean estos transfronterizos o extrarregionales; los transfonterizos se refi eren a los países
limítrofes y los extrarregionales a aquellos fuera del territorio centroamericano.
En el año 2000, del total de emigrantes el 80.1% se dirigió a Costa Rica, el 9.6% a Estados
Unidos y el 9.3% al resto de Centroamérica. Sin embargo, para el año 2006 los desplazamien-
tos externos presentaron cambios considerables: Costa Rica aunque sigue siendo el principal
4 La Encuesta Panel de FIDEG recoge estos datos a partir del año 2000.
MujerHombre
78
22
96.2
3.8
83.4
16.6
95
5
0
20
40
60
80
Interna Externa Interna Externa
2000 2006
Año y tipo de migración
Po
rcen
taje
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 39
destino de los nicaragüenses presentó una disminución de 24.9 puntos porcentuales, mientras
que el resto de países centroamericanos se ubica en segundo lugar con 19.5% y Estados Uni-
dos y otros países con 12.6% cada uno.
Gráfi co 2.5.4
Distribución porcentual de la emigrantes por destino, según sexo. Nacional, 2000-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Los datos por sexo presentados en el gráfi co 2.5.4 indican que en el año 2000 tanto para
hombres como para mujeres emigrantes Costa Rica fue el principal país destino, 84.7 y 74.2%
respectivamente. Estados Unidos fue el destino del 12.9% de las mujeres emigrantes y sola-
mente el 7% de los hombres que emigraron optó por esta alternativa. El tercer destino de las
mujeres nicaragüenses fue alguno de los países de Centroamérica con 11.3% y 7.6% para los
hombres.
Para el año 2006 Costa Rica continúa siendo el primer país destino de las y los nicaragüenses
que optan por emigrar, pero las proporciones disminuyeron en comparación con el período
anterior. Es así que de cada 100 emigrantes mujeres 51 optaron como país destino por Costa
Rica, 22 por el resto de Centroamérica, 15 por otros países y 11 por Estados Unidos. En el
caso de los hombres, de cada 100 que emigraron 59 se dirigieron a Costa Rica, 16 al resto de
Centroamérica, 14 a Estados Unidos y nueve a otros países.
El país destino está estrechamente relacionado con el tipo de actividades económicas que
generan una demanda de fuerza de trabajo emigrante, pues las actividades agrícolas tienden
a generar puestos de trabajo principalmente para hombres, mientras que la actividad turística
y los servicios, en particular el servicio doméstico, generan una demanda de empleo femenino
(Baumeister, 2006). Es así que miles de mujeres nicaragüenses deciden migrar a Costa Rica
por la elevada demanda de empleo doméstico y por la cercanía entre el país de origen y el de
destino.
El incremento de las migraciones hacia el resto de Centroamérica en el año 2006 se dio prin-
cipalmente hacia El Salvador (13.8%). Esto podría estar explicado por tres razones: la dolariza-
ción de la economía salvadoreña, la cercanía entre Nicaragua y El Salvador, lo que les permite
MujerHombre
En losEEUU
EnCosta Rica
Resto deCentroamérica
Otrospaíses
En losEEUU
EnCosta Rica
Resto deCentroamérica
Otrospaíses
0.010.020.030.040.050.060.070.080.090.0
2000 2006
Año y destino
Po
rcen
taje
40 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
visitar a sus familiares con mayor frecuencia, y una política migratoria fl exible que les permite
entrar y salir del país en cualquier momento (Roque, 2006).
Por otro lado, la disminución de las migraciones hacia Costa Rica podrían estar explicada por
el nuevo marco regulatorio que se ha implementado en ese país con la aprobación de la Ley
Migratoria, lo que pudiera estar originando que los individuos opten por otros países destino.
2.5.5 Razón de migración
Según las Encuestas Panel de FIDEG, para el año 2000 dos fueron las principales razones de
migración de la población total: por falta de trabajo con 70.1% y por decisión familiar 24.6%.
Para el año 2006 estas razones se mantuvieron con 72.4% y 13.8%, respectivamente.
La descomposición por sexo que presenta la tabla 2.5.5 muestra que la falta de trabajo es la
principal causa de las migraciones para hombres y mujeres en ambos años de estudio, 75.8%
y 66.9% en 2000 y 78.6% y 66.7% en 2006. Lo más relevante es que este motivo aumenta en
este período, indicando que las tasas de desempleo no han disminuido sino que han infl uido en
que cientos de hombres y mujeres decidan dejar sus familias y hogares para buscar empleo en
otros países y solventar las necesidades mediante el envío de remesas.
Tabla 2.5.5
Distribución porcentual de los emigrantes por razón de la migración, según sexo.
Nacional, 2000-2006
Año y razón Hombre Mujer Ambos2000Por trabajo 75.8 62.9 70.1Por estudio 1.9 3.2 2.5Por salud 0.0 0.8 0.4Por matrimonio 0.0 1.6 0.7Por decisión familiar 21.0 29.0 24.6Por confl icto personal 1.3 0.8 1.1Otra razón 0.0 1.6 0.72006Por falta de trabajo 78.6 66.7 72.4Por estudio 4.8 0.0 2.3Por salud 2.4 0.0 1.1Por matrimonio /divorcio 0.0 4.4 2.3Para pagar deudas 4.8 4.4 4.6Por decisión familiar 7.1 20.0 13.8Para cambiar de ambiente 0.0 4.4 2.3Mejor salario 2.4 0.0 1.1
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
De igual manera, estos datos dan indicios de que la población que está emigrando por falta
de empleo es población en edad de trabajar, es decir, que se está fugando capital humano
dispuesto a trabajar y que por la precariedad del mercado laboral de Nicaragua no logran en-
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 41
contrar empleo productivo que les genere ingresos sufi cientes para cubrir sus necesidades
básicas.
2.5.6 Educación de los emigrantes
Otra de las variables relevantes en el análisis de los fl ujos migratorios lo constituye el nivel
de escolaridad. De acuerdo con los datos de FIDEG para el 2006, del total de emigrantes el
45.3% había cursado algún grado de secundaria, el 36% la primaria y el 9.3% algún año de la
universidad.
Según otros estudios la escolaridad juega un papel determinante en la decisión sobre el país
destino. Es así que para la emigración a países donde no se habla el mismo idioma, como en
Estados Unidos, se exigen mayores niveles de preparación sobre todo para enfrentar las ba-
rreras idiomáticas, culturales y migratorias (Morales y Cuadra, 2006).
Los fl ujos migratorios están originando que Nicaragua pierda una parte de sus recursos más
califi cados, dejando al país sin capital humano necesario para superar la pobreza y enfrentar
los diversos retos de la inequidad social.
El gráfi co 2.5.6 presenta la distribución porcentual de los emigrantes por nivel educativo y
sexo. A simple vista se puede observar que las mujeres con mayor califi cación presentan
proporciones más elevadas de migración que los hombres. Es así que del total de mujeres
emigrantes el 50% ha cursado algún grado de secundaria, 2.5% de técnico superior y 12.5%
ha estudiado o fi nalizado la educación terciaria.
Gráfi co 2.5.6
Distribución porcentual de la emigrantes por nivel educativo, según sexo.
Nacional, 2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
En cambio, los emigrantes varones en su mayoría han cursado algún grado de primaria (50%)
o de secundaria (40%), mientras que solamente el 5.7% había cursado algún nivel de la uni-
versidad.
MujerHombre
6
49
40
6
25
50
3
1310
0
10
20
30
40
50
60
Ninguno Primaria Secundaria Técnica Universitaria
Nivel educativo
Po
rcen
taje
42 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
2.5.7 Número de hijos e hijas
El gráfi co 2.5.7 presenta el número de hijos que los emigrantes han dejado en el hogar. El 50%
dejó al menos un hijo, el 27% dos y el 13% cuatro. Estos datos refl ejan la desintegración fami-
liar, producto de los procesos migratorios, pues son familias y hogares con una o con ninguna
fi gura paterna o materna y son niños y niñas que han quedado en manos de otros parientes,
abuelas, tíos, primos, entre otros.
En la sección 2.2 que abarca los resultados correspondientes a la jefatura del hogar, uno de
los hallazgos que permitió resaltar la metodología panel fue el aumento de la jefatura femenina
de mujeres de 61 años y más. Una de las causas a las que se le atribuye este incremento es
la migración, como se muestra en el gráfi co 2.5.7 únicamente el 6% de lo emigrantes afi rmó
no dejar hijos, mientras que el 94% restante si ha dejado a niños y niñas y éstos usualmente
quedan a cargo de las abuelas que son las jefas de hogares monoparentales extendidos, que
es la principal tipología del hogar en la jefatura femenina según los datos presentados en la
sección anterior.
Gráfi co 2.5.7
Distribución porcentual de la población de emigrantes
por número de hijos dejados en el hogar. Nacional, 2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
2.5.8 Ocupación de los emigrantes5
Esta sección abarca la última ocupación del emigrante antes de migrar y la ocupación que tenía
en el país destino al momento de levantar la encuesta.
Última ocupación •
Los datos proporcionados en la Tabla 2.5.8a indican que entre las últimas ocupaciones que
tenían los emigrantes para el año 2005 sobresale la de estudiante con 35.3%, seguido de
5 La Encuesta Panel de FIDEG recoge estos datos a partir del año 2005.
12.5%3 Hijos
27.1%2 Hijos
4.2%4 Hijos
6.3%No dejó hijos
50.0%1 Hijo
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 43
obrero no agropecuario con 11.38%, menor de edad y desempleado son las otras categorías
sobresalientes, 10.3% y 9.3% respectivamente.
Para el año 2006, las ocupaciones de obrero no agropecuario y comerciante fueron las prin-
cipales entre los emigrantes con 20.5% cada una, seguidos de estudiantes y desempleados,
15.4% y 14.1% respectivamente.
Al analizar los datos por sexo como se refl ejan en la Tabla 2.5.8a, en el año 2005, hombres
y mujeres que emigraron en su mayoría eran estudiantes, 37.2% hombres y 33% mujeres;
mientras que para el año 2006 los hombres que emigraron en su mayoría eran obreros no
agropecuarios (28.9%) y estudiantes (23.7%) y las mujeres eran comerciantes (27.5%) y des-
empleadas (20%).
Estos resultados nos indican que la población que está emigrando está en edad de trabajar, lo
que se traduce en una pérdida para la fuerza de trabajo nacional. Por otro lado, los estudiantes,
tanto hombres como mujeres, están optando por buscar oportunidades en otros países lo que
implica pérdida de capital humano para Nicaragua.
Tabla 2.5.8a
Distribución porcentual de los emigrantes por última ocupación, según sexo.
Nacional, 2005-2006
Ocupacion2005 2006
Hombre Mujer Total Hombre Mujer TotalEmpleada doméstica 0.0 7.7 4.1 0.0 12.5 6.4Productor agropecuario 3.0 0.0 1.4 10.5 0.0 5.1Desempleado (a) 7.3 11.2 9.3 7.9 20.0 14.1Ama de casa 0.0 15.0 7.9 0.0 10.0 5.1Trabajador de la construcción 1.7 0.4 1.0 7.9 0.0 3.8Estudiante 33.1 37.3 35.3 23.7 7.5 15.4Obrero (a) agropecuario 13.7 0.8 6.9 7.9 5.0 6.4Obrero (a) no agropecuario 18.0 6.2 11.8 28.9 12.5 20.5Comerciante/Servicios/Industria 10.7 7.7 9.1 13.2 27.5 20.5Maestra (o) 0.0 1.5 0.8 - - -Secretaria (o)/Personal administrativo 0.4 1.2 0.8 - - -Menor de edad 12.0 8.8 10.3 0.0 5.0 2.6Jubilado 0.0 0.4 0.2 - - -Otro 0.0 1.9 1.0 - - -
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Ocupación actual•
La tabla 2.5.8b presenta los resultados con respecto a la ocupación de los emigrantes en el
país al que emigraron de acuerdo con la información proporcionada por sus familiares. Para
el año 2005, según los familiares el 24.3% de los emigrantes estaba estudiando, estos datos
llaman la atención pues para ese año los datos de la Encuesta Panel de FIDEG indican que sólo
el 3.1% del total de los emigrantes lo hizo por razones de estudio. Este alto porcentaje podría
44 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
estar explicado por razones culturales ya que las familias podrían estar ocultando la verdadera
actividad u ocupación que realizan sus familiares en el exterior. Sin embargo, para el año 2006,
la principal ocupación era de obreros no agropecuarios con 25.6%.
Los datos por sexo para el 2005, indican que el 26% de las mujeres eran amas de casa y el
22.5% estudiantes, para los hombres las actividades más representativas fueron estudiantes,
26.3% y obrero no agropecuario 16.8%.
Para el año 2006, este esquema cambió pues la principal actividad económica que realizaban
las mujeres emigrantes fue la de empleada doméstica con 37.5%, seguido de comerciante con
22.5% y obrero no agropecuario 12.5%. La principal ocupación para los hombres fue obrero
no agropecuario 39.5%, seguido de trabajador de la construcción y comerciante con 15.8%
cada uno.
Estas ocupaciones indican la demanda laboral de los países destino y muestran una segrega-
ción por sexo pues los hombres realizan en mayor proporción actividades físicas como obreros
de la construcción u obreros agropecuarios y no agropecuarios mientras que las mujeres rea-
lizan actividades relacionadas con labores domésticas o con el sector terciario.
Tabla 2.5.8b
Distribución porcentual de los emigrantes por tipo de ocupación actual, según sexo.
Nacional, 2005-2006
Ocupación2005 2006
Hombre Mujer Ambos Hombre Mujer AmbosEmpleada doméstica 0.0 11.6 6.1 0.0 37.5 19.2
Productor agropecuario 0.9 0.0 0.4 2.6 0.0 1.3
Desempleado (a) 4.3 8.5 6.5 0.0 2.5 1.3
Ama de casa 0.4 26.0 13.9 0.0 5.0 2.6
Trabajador de la construcción 4.3 0.0 2.0 15.8 2.5 9.0
Estudiantes 26.3 22.5 24.3 13.2 0.0 6.4
Obrero (a) agropecuario 12.1 0.8 6.1 13.2 5.0 9.0
Obrero (a) no agropecuario 16.8 3.5 9.8 39.5 12.5 25.6
Comerciante/Servicios/Industria 11.6 6.6 9.0 15.8 22.5 19.2
Maestra (o) 0.0 0.8 0.4 - - -
Secretaria (o)/Personal administrativo 0.0 0.8 0.4 - - -
Menor de edad 12.5 8.9 10.6 0.0 7.5 3.8
Otro 10.8 10.1 10.4 0.0 5.0 2.6Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 45
2.5.9 Remesas
Las remesas son uno de los benefi cios de las migraciones. Para miles de hogares, en especial,
para aquellos de pocos recursos, las remesas representan su principal fuente de ingresos. Los
fl ujos de las remesas permiten paliar los niveles de pobreza y desigualdad en nuestro país, ya
que para muchos estas son las únicas fuentes de ingreso que les permiten sobrevivir. Además
del benefi cio generado sobre los receptores, las remesas son un saldo a favor en la balanza
de pagos, lo que ha permitido que el défi cit comercial sea sostenido.
Las remesas fl uyen de los países industrializados demandantes de mano de obra hacia los
países en vías de desarrollo privados de ingresos. Es decir, que millones de personas se tras-
ladan a países con niveles de desarrollo más elevados y el dinero se traslada a aquellos que
presentan altos niveles de inequidad y pobreza siendo el motivo principal de las remesas el
compromiso familiar (FIDEG, 2006).
Del total de los emigrantes nicaragüenses el 37.2% envió remesas en comparación con el
61.5% que no lo hizo. El gráfi co 2.5.9 presenta estos datos por sexo; como se puede obser-
var el porcentaje de mujeres que envía remesas es considerablemente mayor que el de los
hombres, 45% frente a 28.9%.
Gráfi co 2.5.9
Distribución porcentual de la población que envía remesas por sexo. Nacional, 2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Las causas de este comportamiento pueden estar relacionadas con factores culturales, ya
que las mujeres desde pequeñas son acostumbradas a velar por el bienestar del hogar, lo que
incide en que éstas sean más responsables con los compromisos familiares y, desde el país en
que se encuentren, envíen recursos para que sus familias suplan algunas de sus carencias.
Asimismo, otro de los factores que incide en que tanto en hombres como mujeres no envíen
remesas es el alto costo de la vida en los países a los que emigraron, dado que tienen que
cubrir sus necesidades y del remanente envían a sus familiares. De igual manera, otros no
envían remesas por los altos costos de transacción en que incurren cuando acuden al sistema
fi nanciero formal.
NOSÍ
28.945.0
71.152.5
0.0
20.0
40.0
60.0
80.0
100.0
Hombre Mujer
Sexo
Po
rcen
taje
46 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Monto de las remesas•
Con respecto al monto enviado, la media, es decir el monto promedio que envían los nicara-
guenses que están en el exterior, es de US$ 220.00 mensual; la media para las mujeres es
de US$ 270 mensual, en comparación con los US$ 112.85 mensual que envían los hombres.
Cabe destacar que el monto mensual de dinero que más envían tanto hombres como mujeres
es US$ 100.00.
Tabla 2.5.9
Monto de remesas enviadas, según sexo. Nacional, 2006
Medida Hombre Mujer TotalMedia 112.85 270 220
Mediana 70 100 100
Moda 100 100 100Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
2.6 Conclusiones
• La población nicaragüense está compuesta principalmente por jóvenes, para el año 2006
los datos de FIDEG muestran que el 55.84% de la población total es menor de 25 años, por
tanto se necesita de políticas que permitan el empoderamiento y la capitalización de este
segmento de población que está o estará en plena capacidad productiva.
• La jefatura femenina ha mostrado una tendencia creciente en los últimos años. Sin embar-
go, esto no signifi ca que las mujeres hayan alcanzado un estatus de igualdad sino que éstas
se declaran jefas cuando no tienen un compañero o esposo.
• Las condiciones en que las mujeres ejercen la jefatura del hogar son distintas a las de los
hombres, pues sobre éstas recaen todas las responsabilidades del hogar.
• El 33.9% de la jefatura femenina está en manos de mujeres de 61 años y más, es decir que
son abuelas que se han hecho cargo de las familias de sus hijos e hijas.
• Para el año 1998 el hogar nuclear extendido representó el 36.8% del total de hogares, al
igual que el nuclear con 36.9%, pero para el año 2006 los cambios han sido notorios ya
que el hogar nuclear extendido ha pasado a ser el 41.3% del total de hogares, mientras que
el nuclear se ha reducido a 28.2%. Estos cambios bruscos en la tipología de los hogares
podrían ser consecuencia de las condiciones socioeconómicas que Nicaragua ha vivido en
los últimos años y que obligan a buscar alternativas de sobrevivencia.
• De acuerdo con los datos proporcionados por las personas encuestadas en el año 2006,
el mayor fl ujo migratorio se dio a partir del año 1998 y alcanzó el punto máximo en el año
2002. Las causas de esta tendencia pueden ser explicadas por acontecimientos, como el
Huracán ¨Mitch¨ y la crisis del café, que agudizaron las desigualdades socioeconómicas y
los niveles de pobreza.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 47
• La migración interna presenta porcentajes más elevados que la externa tanto en hombres
como en mujeres. Estudios han demostrado que los hombres presentan mayores índices
de migración interna ya que durante el período de cosecha se demanda mano de obra de
jornaleros agrícolas por lo que estos se trasladan a los centros de producción.
• Para el año 2006 Costa Rica continuaba siendo el principal país destino de las y los nicara-
güenses, seguido del resto de Centroamérica y Estados Unidos.
• La principal causa de las migraciones es la falta de empleo, lo que indica que la creciente
oferta laboral no es absorbida por el mercado de trabajo nacional obligando a miles de hom-
bres y mujeres a buscar oportunidades fuera del su lugar de origen.
• De acuerdo con los datos de FIDEG para el 2006, del total de emigrantes el 45.3% había
cursado algún grado de secundaria, 36% primaria y 9.3% había cursado algún año de la
universidad, lo que signifi ca una fuga de irreemplazable capital humano.
• El 94% de la población que emigró dejó al menos un hijo, en comparación con el 6% que no
tiene ninguno.
• En el año 2005, hombres y mujeres que emigraron en su mayoría eran estudiantes, 37.2%
hombres y 33% mujeres; mientras que para el año 2006 los hombres que emigraron en su
mayoría eran obreros no agropecuarios (28.9%) y estudiantes (23.7%) y las mujeres era
comerciantes (27.5%) y desempleadas (20%).
• Del total de los emigrantes nicaragüenses el 37.2% envió remesas en comparación con
el 61.5% que no lo hizo. El gráfi co 2.5.9 presenta estos datos por sexo, como se puede
observar el porcentaje de mujeres que envió remesas es considerablemente mayor que el
de los hombres, 45% frente a 28.9%.
• En promedio los nicaragüenses en el exterior envían US$ 220.00 mensuales, sin embargo
el monto más enviado fue de US$ 100.00
48 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Las mujeres se han incorpora-
do aceleradamente al mercado
de trabajo y constituían, en
2006, casi la mitad de la pobla-
ción económicamente activa.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 49
CAPÍTULO IIICambios en el mercado de trabajo
El mercado de trabajo se da en los diversos lugares donde hombres y mujeres se ubican
para generar ingresos. En este capítulo se abordarán las nuevas conceptualizaciones del
mercado laboral; la población económicamente activa y sus características y las caracte-
rísticas de la población que tiene un empleo.
3.1 Conceptualización
La defi nición de fuerza de trabajo ha venido siendo modifi cada en las últimas décadas, debido
a los fuertes cuestionamientos que han señalado que las defi niciones convencionales sobre
fuerza de trabajo correspondían más a las realidades de países desarrollados que a las de los
países en vías de desarrollo. Hasta 1982 estuvo vigente la defi nición que incluía como fuerza
de trabajo, solamente a las personas que desempeñaban algún trabajo remunerado, durante
un determinado período (Renzi y Agurto, 1997).
En países en desarrollo como es el caso de Nicaragua, donde el sector no estructurado de
la economía tiene un peso importante y donde se llevan a cabo actividades que no permiten
visualizar con claridad la línea divisoria entre lo económico y lo no económico, la defi nición con-
vencional excluye de manera sistemática gran parte del trabajo que realizan las personas en
este sector de la economía. Ejemplo de esta situación son las actividades que se desarrollan
en el sector rural, donde la unidad de producción y consumo es una sola, es decir, que la familia
participa en la siembra y cosecha de la producción que les garantizará el autoconsumo familiar
y la generación de ingresos a través de la venta de una parte de la cosecha. Otro ejemplo lo
constituyen aquellos hogares que realizan actividades informales, que son una prolongación
del trabajo doméstico, como es la venta de alimentos, refrescos, entre otros, que además de
ser consumidos por la familia, son vendidos en parte. En ambos casos, el valor de la fuerza de
trabajo familiar invertida en la producción de bienes y servicios, no es reconocido por estas
defi niciones convencionales como actividades económicas, y por lo tanto, se hace difícil dife-
renciar a la población económicamente activa de la población económicamente inactiva.
Este concepto fue revisado y luego ampliado en 1993, por el Sistema de Cuentas Nacionales
de las Naciones Unidas, que incluyó como actividades económicas aquellas que se realizan en
el hogar para la producción de bienes (sean o no vendidos en el mercado) y las de servicios,
siempre que no estuvieran destinados a las mismas personas que los producían o presta-
ban. No obstante, ese mismo año, en una segunda revisión se excluyeron de las actividades
50 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
económicas todas aquellas que fueron catalogadas como trabajo doméstico: preparación de
alimentos, atención de niños y ancianos, limpieza y demás tareas domésticas.
De esta manera, en la actualidad, una persona es considerada económicamente activa sola-
mente si realiza actividades que son intercambiables en el mercado entre un vendedor y un
comprador, de manera notoria, y quedan por fuera todas aquellas actividades que se llevan a
cabo al interior de las parcelas o de los hogares, donde las relaciones mercantiles se dan pero
de forma oculta. Estas actividades permanecen invisibilizadas porque no existen herramientas
metodológicas que escudriñen en los hogares las diversas formas que, especialmente las mu-
jeres, han desarrollado para generar ingresos y mantener económicamente a sus familias.
En este sentido, FIDEG en sus investigaciones ha realizado grandes esfuerzos metodológicos
para captar todo este trabajo oculto, realizado por mujeres en su gran mayoría, con el fi n de
visibilizar el verdadero aporte de ellas a la economía de sus hogares y del país, así como su
inclusión en la Población Económicamente Activa (PEA).
3.2 Población Económicamente Activa (PEA)
3.2.1 Tasa global de participación
La tasa global de participación es el indicador más visible que muestra cuál es la oferta y la
disponibilidad de fuerza de trabajo existente en el país, relacionando la Población Económica-
mente Activa (PEA) con la Población en Edad de Trabajar (PET), lo que muestra el grado de
aprovechamiento potencial del uso de los recursos humanos en la actividad económica.
Tabla 3.2.1
Tasa global de participación según sexo. Nacional, 1998-2006
Año Hombre Mujer Ambos1998 72.9 43.5 57.3
1999 73.1 47.7 59.7
2000 61.9 41.2 50.7
2001 59.5 39.8 49.2
2002 54.9 35.4 44.7
2003 54.1 37.1 45.2
2004 55.5 40.3 47.5
2005 54.3 40.2 46.8
2006 52.1 40.5 46.0Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Los datos de la Encuesta Panel de FIDEG muestran que entre 1998 y 2006, la disponibilidad
de fuerza de trabajo en Nicaragua se ha reducido notablemente, lo cual está explicado por una
reducción drástica de la fuerza de trabajo de hombres y un estancamiento en la fuerza de trabajo
de las mujeres. Efectivamente, los datos dan cuenta de que entre 1998 y 2006, la disponibilidad
de fuerza de trabajo masculina se redujo de 72.9% a 52.1% y la femenina de 43.5% a 40.5%.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 51
Una posible explicación a esta situación podría estar en la agudización de los procesos migra-
torios que han acontecido en el país, producto de la crisis económica que no logra retener la
nueva fuerza de trabajo que emerge y que demanda empleos, nuevos empleos o mejores sala-
rios. Un elemento que nos anima a hacer esta afi rmación es el incremento signifi cativo que han
experimentado las remesas en Nicaragua (ver www.bcn.gob.ni, Cuadro VI-2), las que pasaron
de US$ 200 millones de dólares en 1998 a US$ 655.5 millones de dólares en 2006, mostran-
do un crecimiento de 227.8% en dicho período, lo que indica, seguramente, un crecimiento del
número de nicaragüenses que salieron del país y están enviando remesas.
Esta situación se torna más grave en la medida en que las nuevas ofertas de trabajo que brinda
el mercado, ofrecen mayormente oportunidades de empleo de baja califi cación y con bajos
ingresos. Por otro lado, el sector informal que ha sido el refugio de miles de personas que
abren sus propios empleos, se encuentra saturado y los ingresos que generan sus negocios
son precarios.
3.2.2 Composición de la PEA
La muestra panel pone de manifi esto que entre 1998 y el 2006 la composición por sexo de la
PEA se ha modifi cado de manera notoria, y en ella las mujeres muestran una fuerte participa-
ción. Mientras en 1998 las mujeres representaban el 40.1% de ésta, en 2006 ven aumentada
su participación al 45.9%, lo que demuestra que las mujeres nicaragüenses están a poca dis-
tancia de representar la mitad de la población que trabaja, que busca trabajo y genera, al igual
que los hombres, la riqueza del país.
Gráfi co 3.2.2
Composición de la PEA por sexo. Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Mujeres Hombres
40.1 59.9
45.9 54.1
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
Porcentaje
1998
2006
Año
52 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
3.2.3 Ocupación, desempleo y subempleo
Ocupación•
El trabajo tradicional que proporcionaba seguridad, estabilidad, ingresos adecuados y que se
creía que era para toda la vida, ha desaparecido en Nicaragua, para dar paso a una nueva mo-
dalidad: de trabajo inestable, precario, informal, eventual y desprovisto de derechos laborales.
Estos nuevos trabajos por lo general se llevan a cabo por cuenta propia, en pequeños negocios
familiares de sobrevivencia, ocupando como ámbito las casas de habitación, los mercados, las
calles, los vehículos y cualquier lugar donde se pueda vender y generar ingresos.
Gráfi co 3.2.3a
Evolución de los sectores de la economía. Nacional, 1985-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
La muestra panel de FIDEG y otros datos recopilados de otras encuestas nacionales como
son la Encuesta Sociodemográfi ca de 1985 y la Encuesta de Nivel de Vida de 1993, del INEC,
evidencian de manera dramática esta realidad, mostrando el crecimiento acelerado del sector
informal de la economía. Mientras en 1985 el sector informal proporcionaba el 52.1% de los
empleos de la PEA ocupada, en 1998 ya constituía el 66.3% y para el año 2006 los empleos
generados por este sector eran el 77.4%.
Nicaragua es un país donde la población ha encontrado en el sector informal una alternativa
de vida, un refugio de sobrevivencia para miles de personas de todos los estratos sociales y
de todo nivel educativo, a fi n de generar ingresos. Este sector, además de estar limitado de
recursos económicos para dinamizar sus pequeños negocios, está desprovisto de todas las
prestaciones sociales como seguridad social, paga de vacaciones, pago de treceavo mes,
subsidios por enfermedad o embarazo y, principalmente, está desprovisto de una pensión de
jubilación.
FormalInformal
0
20
40
60
80
100
1985 1993 1995 1998 1999 2000 2003 2004 2005 2006
Años
Po
rcen
taje
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 53
Desempleo o desocupación•
La desocupación que signifi ca no tener empleo y estar activamente buscándolo, es un fenóme-
no que se ha reducido drásticamente. Las estadísticas muestran que año tras año hay menos
hombres y mujeres desempleadas. La posición de FIDEG al respecto es que no hay que caer
en una lectura simplista de las estadísticas, especialmente de aquellas que no logran medir la
verdadera dimensión de un problema.
El desempleo es un indicador válido de medir en países donde aún prevalece el trabajo tradi-
cional y las personas sienten que su vida y la de su familia está asegurada, no así en países
como Nicaragua donde porcentajes por encima del 70% trabajan en condiciones precarias y
de subempleo.
El desempleo abierto se defi ne como el conjunto de personas que estando en edad de trabajar
(10-64 años), no tienen trabajo y lo buscan activamente. En lenguaje sencillo esto signifi ca que
una persona desempleada sería aquella que sale por la mañana a buscar trabajo y regresa por
la tarde sin haberlo encontrado, y al día siguiente continúa la búsqueda, y sigue buscando día
a día y no lo encuentra. Esta persona no realiza ninguna actividad económica que le genere
ingresos, sino que solamente se dedica a buscar empleo.
Si observamos a nuestro alrededor, veremos que casi no reconocemos a este tipo de perso-
nas en los espacios en que nos movemos, ya que la mayoría de los y las nicaragüenses no
cuentan con un “seguro de desempleo”, por lo tanto se lanzan al mercado de trabajo a realizar
cualquier actividad para generar algún ingreso, todo ello con el objetivo de llenar las necesida-
des básicas de su familia.
De hecho, Nicaragua presenta cifras de desempleo de países desarrollados como son las
encontrados por FIDEG, en las que se muestra que en 1998 el desempleo afectaba al 5.8%
de los hombres y al 13.6% de las mujeres, indicador que se redujo en 2006 a 4.3% y 9.1%
respectivamente. Estas cifras no indican el verdadero problema que enfrenta la PEA nicara-
güense, el que más bien radica en la calidad del empleo o subempleo.
Subempleo •
El subempleo se defi ne como la subutilización de la fuerza de trabajo de grupos poblacionales,
que trabajan jornadas cortas o jornadas más largas que las establecidas (40 horas semanales)
y, por lo tanto, los ingresos que perciben son inferiores al costo de una canasta básica de
alimentos. Generalmente, estas personas desarrollan trabajos precarios y no logran utilizar
plenamente sus capacidades profesionales o técnicas. Es decir, que el subempleo es una
situación de rebusque, en la que se realiza cualquier trabajo sin importar los ingresos ni la
jornada laboral, ni si el trabajo a realizar se corresponde con las expectativas profesionales y
técnicas, ni de suplir necesidades básicas.
Los datos del panel muestran que en 1998, del total de la PEA masculina el 94.2% tenía un
empleo, solamente el 5.8% estaba en el desempleo y el 77.8% trabajaba en condiciones de
54 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
subempleo. En 2006 la población masculina empleada se había incrementado a 95.7%, los
desempleados disminuyeron a 4.3%, así como los subempleados que se redujeron al 60.8%
de los ocupados.
La PEA femenina en 1998 manifi esta niveles de empleo de 89.4%; se ve afectada por el
desempleo en 13.6% y por el subempleo en un 44.4%. Para el 2006, estos datos cambian
notablemente. Mientras el empleo se incrementa al 90.9%; el desempleo se reduce a 9.1%,
no obstante, el subempleo se intensifi ca y alcanza cifras del 74.5%.
Gráfi co 3.2.3b
Composición de la PEA por condición de actividad, según sexo. Nacional, 1988-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Los datos dan pautas para afi rmar que el verdadero problema, en Nicaragua es la calidad del
empleo que se realiza. La mayoría de los hombres y en especial de las mujeres nicaragüen-
ses trabajan en el subempleo viendo lesionada su dignidad humana, al no poder realizar una
actividad económica que genere ingresos para cubrir no solamente las necesidades más ele-
mentales, sino poder recrearse, educarse, y poder ofrecer una vida mejor a sus hijos e hijas.
Otros y otras ven truncados sus sueños al no encontrar un trabajo que llene sus expectativas
profesionales y se tienen que conformar con trabajos alejados de lo que soñaron cuando ini-
ciaron sus estudios, lo que les lleva a la frustración y muchas veces a la migración hacia tierras
lejanas donde creen que podrán realizar sus sueños.
3.2.4 Nivel educativo de la PEA
El nivel educativo de la población económicamente activa de un país dice mucho sobre el nivel
de desarrollo que éste puede alcanzar en un determinado tiempo. En Nicaragua los niveles de
educación alcanzados por la PEA son insufi cientes, dado que arriba del 10% de la misma no
tiene ningún nivel de educación y un alto porcentaje de ésta, apenas ha logrado alcanzar algún
nivel de la educación primaria.
Los resultados que arroja la muestra panel efectuada por FIDEG en el 2006 confi rman esta situa-
ción. Efectivamente, la PEA con ningún nivel de educación representa el 12%, el 42% alcanzó
Hom
bre
98
Hom
bre
06
Muj
er 9
8
Muj
er 0
6Desempleo
SubempleoOcupación
94.2 95.7
86.4 90.9
77.8
60.8
44.4
74.5
5.84.3
13.69.10
20
40
60
80
100
%
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 55
algún nivel de la primaria, el 30% algún nivel de secundaria, solamente el 7% posee algún nivel
de educación técnica y un 9% algún nivel de la universidad.
Gráfi co 3.2.4a
Distribución porcentual de la PEA por nivel educativo. Nacional, 2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Contrastando los mismos datos del 2006 por sexo, observamos que la tendencia se mantiene
con algunas variantes en las que destacan en algunos niveles educativos los hombres y en
otros las mujeres. Los hombres superan a las mujeres en el nivel de educación primaria y se-
cundaria, pues presentan en ambos niveles porcentajes de 45% y 31.7 % y las mujeres, por su
parte, en estos mismos niveles presentan porcentajes del 39.6% y 29.7% respectivamente.
Sin embargo, las mujeres aventajan a los hombres en la educación técnica y universitaria, ya
que su participación en ambos niveles es de 9.1% y 9.8% respectivamente, y la de los hom-
bres de 4.4% y 7.5%.
Gráfi co 3.2.4b
Distribución porcentual de la PEA por nivel educativo, según sexo. Nacional, 2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
11.6%Ninguno
42.6%Primaria
30.8%Secundaria
6.5%Técnica
8.5%Universidad
11.4 45 31.7 4.4 7.5
12 39.6 29.7 9.1 9.8
0 20 40 60 80 100
Porcentaje
Hombre
Mujer
Ninguno Primaria Secundaria Técnica Universidad
Sex
o
56 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
De lo anterior, se puede concluir que las mujeres exhiben mayores ventajas educativas que
los hombres en los niveles superiores de educación. Esta posición educativa de las mujeres
las coloca, potencialmente, en una situación de privilegio, cuando el mercado abre oportunida-
des de trabajo que demandan una mayor califi cación. Es en ese momento cuando las mujeres
podrán demostrar sus habilidades, capacidades y destrezas y cerrar la brecha de inequidades
existentes en el mercado de trabajo actual en el que, además de no haber oferta de iguales
oportunidades a hombres y mujeres, los que privan son los patrones culturales androcéntricos
y de referencias personales.
3.2.5 Sub-utilización de la fuerza de trabajo califi cada
Cuando se habla de subutilización de fuerza de trabajo en este apartado, se está haciendo
referencia a aquellos grupos de la población económicamente activa que, teniendo un deter-
minado nivel educativo, se encuentran ubicados dentro del mercado de trabajo en un lugar
equivocado donde sus conocimientos y destrezas no están siendo aprovechados al máximo
y, por lo tanto, las personas se ven imposibilitadas de aportar a la sociedad los conocimientos
adquiridos en una escuela, en un politécnico, en una normal, en una universidad o en la escuela
de la vida familiar.
En este acápite se hará énfasis en la fuerza de trabajo califi cada con niveles universitarios, para
indagar sobre su posición en el mercado laboral y la adecuación entre su nivel educativo y la
actividad que desempeña dentro del mismo.
En Nicaragua, al igual que en muchos países, prevalecen patrones educativos que hacen que
la mayoría de hombres y mujeres aspiren a alcanzar una carrera universitaria, meta válida en
la medida en que todo ser humano desea prepararse para alcanzar un mejor nivel de vida. No
obstante, muchas veces estos anhelos se ven obstaculizados por la existencia de un mercado
laboral que no puede absorber toda la fuerza de trabajo que emerge año tras año y demanda
tener un empleo.
Los datos de las investigaciones dan cuenta de que no todas las personas califi cadas logran
llenar sus expectativas de encontrar o generar un empleo que esté acorde a su nivel de califi -
cación; por lo tanto, tienen que aceptar ó desarrollar trabajos que están muy distantes de su
nivel de califi cación.
Los resultados de las investigaciones de FIDEG mostraron que en 2006 existían cuatro formas
de inserción laboral de las personas con califi cación universitaria:
a) Un primer grupo que desarrollaba trabajos que correspondían a su nivel de educación.
Efectivamente, el 58% estaba desarrollando una actividad como profesional. Esta situa-
ción mostraba brechas de género en detrimento de las mujeres, las que alcanzaban un
porcentaje del 54.1% mientras los hombres lo hacían en un 62.2% en este grupo.
b) Un segundo grupo se encontraba desarrollando trabajos como técnicos y profesionales
a un nivel medio. El 10.1% de las personas con título universitario desarrollaba trabajos
que aunque no correspondían exactamente a la califi cación adquirida, podría decirse que
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 57
desempeñaban trabajos “aceptables”, teniendo en cuenta la situación económica que se
vive en el país, donde existe una economía que no logra captar a toda la fuerza de trabajo
que espera ingresar al mercado. En este grupo las mujeres observan una mayor ventaja
que los hombres, al presentar porcentajes de 11.2% versus 9.0% de aquellos.
c) Un tercer grupo que desarrolla trabajos califi cados a nivel agropecuario y no agropecuario.
El 24.4% de la PEA con califi cación universitaria se encontraba trabajando como emplea-
dos de ofi cina, en el sector comercio y servicios y como operarios agropecuarios y no
agropecuarios. Esta situación de empleo sin correspondencia al nivel educativo afectaba
más fuertemente a las mujeres (27.6%) que a los hombres (21.0%).
d) El cuarto y último grupo lo constituían personas que, teniendo un título universitario, de-
sarrollaban trabajos sin ningún tipo de califi cación (7.4%); en este grupo los hombres
presentan una leve afectación en relación a las mujeres.
Los profesionales universitarios ubicados en los dos últimos grupos y que representan el
31.9%, son aquellos que ven subutilizada su fuerza de trabajo. A esta fuerza de trabajo
subutilizada es normal encontrarla desempeñando diversos trabajos: ingenieros en sistemas
vendiendo celulares; administradoras de empresas como cajeras en los bancos; economistas
que ofrecen tarjetas de crédito; médicos que venden medicinas; ingenieros agrónomos que
levantan encuestas; sociólogas y psicólogas que atienden las dudas del público; entre otros.
Por otro lado, dentro del sector informal de la economía se encuentra a técnicos en computa-
ción vendiendo artesanías; bachilleres vendiendo periódicos; maestras vendiendo joyas lami-
nadas, lavando o planchando ajeno; mujeres de la tercera edad en un tramo de los mercados
y jefeando los hogares de sus hijos e hijas migrantes.
Tabla 3.2.5
Distribución porcentual de la PEA con nivel educativo universitario por posición
ocupacional, según sexo. Nacional, 2006
Posición ocupacional Hombre Mujer TotalProfesionales, científi cos e intelectuales 62.2 54.1 58
Técnicos y profesionales de nivel medio 9 11.2 10.1
Trabajadores califi cados agropecuarios y no agropecuarios 21 27.6 24.5
Trabajadores no califi cados 7.8 7.1 7.4
Total 100 100 100Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
3.3 Características de la población ocupada
En el nuevo contexto de transformación en la organización del mercado de trabajo, las des-
igualdades de género continúan marcando pautas que condicionan actividades diferenciadas
para hombres y mujeres y derivan hacia una fuerte segregación del mismo, ya que limitan las
oportunidades para las mujeres y les impiden tener un involucramiento en el espacio producti-
vo de mejor calidad y mayores benefi cios económicos y sociales.
58 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
La fuerza de trabajo que tiene un empleo o trabajo en Nicaragua revela diferencias signifi ca-
tivas de género, las que se manifi estan en la ubicación por rama de actividad económica; por
la posición frente al trabajo, así como por el lugar donde desarrollan sus actividades, todo ello
infl uenciado por una cultura que no brinda igualdad de oportunidades a hombres y mujeres
cuando se insertan en el mercado de trabajo.
3.3.1 Ubicación de la población ocupada por rama de actividad
Los datos de la encuesta panel señalan que los hombres se ubican en el sector primario de la
economía, en actividades agrícolas y pecuarias, mientras las mujeres se ven más que repre-
sentadas en el sector terciario de la economía, en actividades de comercio y servicios.
Gráfi co 3.3.1
Distribución porcentual de la población ocupada por rama de actividad, según sexo.
Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
En el período estudiado se evidencia esta situación. En 1998, los hombres se ubicaban en
actividades agropecuarias en un 45.8%, muy por encima de las mujeres cuya participación era
de 14.8%. En cambio, las mujeres se colocaban en actividades de comercio y servicio con
porcentajes de 33.1% y 33.8% respectivamente, superando a los hombres que presentaban
porcentajes del 13% y 27.2% en las mismas actividades.
En 2006 se producen cambios en la participación de hombres y mujeres en las distintas ac-
tividades. Se observa una disminución de la participación de los hombres en las actividades
agropecuarias en relación a 1998, las que disminuyen en 6.9 puntos porcentuales, pero sin
dejar de superar la participación de las mujeres en estas actividades, aún cuando la presencia
de éstas se incrementó un poco en relación a 1998.
Por otra parte, en 2006 aumentó la presencia de hombres y mujeres en las actividades de
servicios, que alcanzó en los hombres un incremento de 11.6 puntos porcentuales, lo que los
llevó a superar el liderazgo de las mujeres en estas actividades.
45.8 13 27.2 2.7 10.7
38.9 11.7 38.8 2.3 7.9
14.8 33.1 33.8 14.1 3.8
15.5 26.5 36.7 14.2 7
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
Porcentaje
Hombre 98
Hombre 06
Mujer 98
Mujer 06
Añ
o y
sex
o
Cultivo/ganadería Comercio Servicios
Procesamiento de alimentos Artesanías e industria Otras actividades
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 59
Otro cambio importante es la disminución de la presencia de hombres y mujeres en las activi-
dades de comercio, las que manifestaron una reducción de 1.3 puntos porcentuales para los
hombres y 6.6% para las mujeres, sin embargo, éstas últimas conservan su ventaja en este
espacio en relación a los hombres.
Llama la atención que entre 1998 y 2006, las mujeres dan un salto cualitativo en las actividades
de artesanía e industria y amplían su participación de 3% a 7%, situación que las coloca en una
posición de ventaja, dado que esta actividad está experimentando un repunte con la apertura
comercial y con la priorización del turismo como eje de desarrollo de la economía nacional.
3.3.2 Categoría ocupacional de los empleados
En Nicaragua la fuerza de trabajo de hombres y mujeres se sitúa mayoritariamente como por
cuenta propia, asalariados y como trabajadores familiares no remunerados; no obstante los
estudios de FIDEG indican que esta posición de los trabajadores frente a su trabajo ha experi-
mentado cambios importantes entre 1998 y 2006:
a. Los cuentapropistas, que son hombres y mujeres que abren sus propios negocios, ad-
ministran ellos mismos sus comercios y se auxilian de la mano de obra de sus familiares
cuando los necesitan. Aquí se experimentaron cambios: mientras los hombres muestran
un leve incremento al pasar de 29% a 30.9%, las mujeres redujeron su participación del
37.9% al 34.2%.
b. Las personas que venden su fuerza de trabajo por un salario disminuyeron en el período
estudiado. Efectivamente, los hombres pasaron del 46.7% al 40.9% y las mujeres del 35%
al 33.9%.
c. Las personas conocidas como familiares no remunerados y que son el apoyo sustantivo
e indispensable para que los cuentapropistas puedan salir adelante, incrementaron noto-
riamente su participación entre 1998 y 2006. Los datos evidencian que los hombres no
remunerados pasaron del 19.9% al 23.5% y las mujeres del 25.2% al 29.2%.
A manera de resumen se puede afi rmar que los datos anteriores, muestran que la posición de
los ocupados frente al trabajo denota brechas de género. Mientras los hombres se destacan
como asalariados, las mujeres lo hacen como cuentapropistas, es decir, que mientras un por-
centaje considerable de hombres tiene un salario asegurado, contrariamente, otro porcentaje
considerable de mujeres tienen que rebuscar sus ingresos en pequeños negocios familiares
que ellas mismas manejan.
60 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Gráfi co 3.3.2
Distribución porcentual de los ocupados por categoria ocupacional, según sexo.
Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Asimismo, los datos indican que a pesar de la política de los gobiernos anteriores de incentivar
el autoempleo, los trabajadores no pueden mantenerse como cuentapropistas, producto de la
crisis económica y la falta de una política de crédito más adecuada a los pequeños negocios.
Por otro lado, la insufi ciente apertura de nuevos empleos en el sector formal, hace que toda
esta fuerza de trabajo se vea obligada a reacomodarse al interior del mercado laboral y lo ha-
cen mayormente como trabajadores familiares no remunerados.
3.3.3 Lugar de trabajo de los ocupados
Las familias nicaragüenses se han visto obligadas a adecuar su casa de habitación, espacio
privado donde comparten sus planes, sus vivencias, sus problemas y sus sueños, a la asigna-
ción de un espacio para abrir un negocio.
Los resultados del panel de FIDEG certifi can que la casa de habitación ha sido a lo largo del
período del estudio, el principal lugar donde hombres y mujeres crean sus propios empleos.
Sin embargo, son éstas últimas las que hacen un mayor uso de su vivienda para montar sus
negocios.
Asimismo, las personas ocupadas realizan su trabajo en fábricas, talleres y otros lugares en
menores porcentajes. A continuación se presentan los datos de los lugares de trabajo de ma-
yor relevancia.
La casa de habitación o fi nca: En 1998 el 41.1% de los hombres y el 49.8% de las muje-
res, utilizaban como lugar de trabajo su vivienda o su fi nca, según habitaran en el sector urbano
o en el rural. La utilización de la vivienda para negocios familiares continua siendo, en 2006, el
principal espacio donde se llevan a cabo las actividades para generar ingresos. Sin embargo,
son las mujeres las que evidencian un mayor uso de la vivienda para hacer negocios, segura-
mente porque la casa les permite combinar el trabajo reproductivo con el trabajo productivo.
4.4
4.6
1.9
2.7
29
30.9
37.9
34.2
46.7
40.9
35
33.9
19.9
23.5
25.2
29.2
0 20 40 60 80 100
Hombre 98
Hombre 06
Mujer 98
Mujer 06
Añ
o y
sex
o
Porcentaje
Patrón Cuenta propia Asalariados No remunerados
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 61
Fábrica, taller, institución: Este espacio era el que califi caba en segundo lugar en 1998,
en el hombres y mujeres desarrollaban sus actividades laborales en un 33.5% y 22.7% res-
pectivamente. En 2006, el porcentaje de personas que trabajaba en estos espacios se redujo
a 23.7% y 18.1% para hombres y mujeres respectivamente.
A domicilio: Visitar casa por casa, recorrer las calles, los barrios, los residenciales, las ofi -
cinas privadas y estatales ofreciendo productos es otra modalidad que ponen en práctica las
personas para generar ingresos. Es común encontrar deambulando a personas que venden
artículos para el hogar como: cepillos, escobas, telas, ropa usada y nueva, oro laminado, za-
patos, prendas de vestir, entre otros. En 1998 esta modalidad fue desarrollada por el 8.1% de
los hombres y 4.6% de las mujeres. En 2006 esta forma de generar ingresos se incrementa
tanto en hombres como en mujeres y refl eja porcentajes del 9.3% en los hombres y 6.0% en
las mujeres.
Otras formas: Existen diversas formas de trabajo según lo lugares que se utilizan, no obs-
tante, tienen un peso diferente para hombres y mujeres. En 1998 las ventas en vehículo re-
presentaban para los hombres la cuarta forma en importancia para generar ingresos; mientras
para las mujeres era otra vivienda, especialmente como trabajadora doméstica. En 2006 estas
prioridades cambian para hombres y mujeres: para los primeros los locales independientes y
para las mujeres otra vivienda y locales independientes.
Tabla 3.3.3
Distribución porcentual de los ocupados por lugar de trabajo, según sexo.
Nacional, 1998-2006
Lugar1998 2006
Hombre Mujer Hombre MujerVivienda o fi nca 41.1 49.8 40.6 50.5Local anexo a la vivienda 1.2 0.1 2.9 2.7Local independiente 3.3 4.9 8.8 8.4A domicilio 8.1 4.6 9.3 6Vía pública 1.5 1.5 3.4 2.2Mercado 1.8 5 0.7 1.8Vehículo 6 0.1 6.7 0.2Fábrica/taller/institución 33.5 22.7 23.7 18.1Otra vivienda 0.3 9.2 2.3 8.4Otros lugares 3.1 2.2 1.5 1.7Total 100 100 100 100
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
A manera de conclusión, los datos permiten corroborar que, ciertamente, el “trabajo para
toda la vida” ha agotado su modelo en Nicaragua; van surgiendo diversas formas de ganarse
la vida y, por lo tanto, los lugares donde las personas desarrollan su trabajo se diversifi can y
cambian.
62 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
3.3.4 Cobertura de la seguridad social en la población ocupada
El seguro social, garante para los asegurados y las aseguradas a la hora de una enfermedad,
accidente o jubilación, cubre a una mínima parte de la población que tiene un trabajo en Nica-
ragua.
Los datos de FIDEG destacan que del total de la población ocupada, solamente el 14% está
cubierta por el seguro social. El 85.9% de la población ocupada no tiene ningún tipo de co-
bertura médica y solamente el 0.1% paga seguro facultativo. Los datos demuestran que las
mujeres tienen una mayor cobertura que los hombres, al presentar porcentajes del 15.8% y
los hombres del 12.6%.
Gráfi co 3.3.4
Distribución porcentual de la población ocupada por tipo de seguro, según sexo.
Nacional, 2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Esta situación es inquietante en la medida en que el seguro social no solamente protege a los
asegurados de las enfermedades que puedan afectarlos, sino que las personas van cotizando
a lo largo de su vida laboral y con ello van garantizando su jubilación, lo que signifi ca tener
ingresos en la vejez.
La situación de la seguridad social de las personas asalariadas es menos precaria que la del
resto de personas que trabajan. Sin embargo, aun cuando están protegidas con el régimen
obligatorio de seguridad social, enfrentan serias limitaciones en cuanto a este derecho laboral.
Los datos de FIDEG revelan que del total de personas asalariadas solamente el 36.5% está cu-
bierto por dicha ley, el resto está desprotegido, especialmente en la etapa de la tercera edad,
cuando las personas necesitan un ingreso por el trabajo que realizaron en toda su vida.
Estos datos permiten afi rmar que en Nicaragua se debe ir pensando desde ahora en una po-
lítica que proteja a todos los trabajadores, que a lo largo de su vida productiva entregan sus
conocimientos, su fuerza, su entusiasmo y su productividad a la sociedad, y no tienen un futuro
asegurado, lo que amenaza con convertirse en un problema social grave para el país.
HombreMujer
Total
Facultativo
Asegurado
No asegurado
87.484.1 85.9
12.6 15.814
0.1 0.20.1
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
Po
cen
taje
Sexo
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 63
3.4 Conclusiones
• Entre 1998 y 2006 la disponibilidad de fuerza de trabajo en Nicaragua se ha reducido drás-
ticamente, fenómeno explicado mayormente por la reducción de la fuerza de trabajo de
los hombres y un estancamiento de la fuerza de trabajo de las mujeres, lo que puede estar
infl uído por los fuertes fl ujos migratorios de hombres y mujeres que cruzan las fronteras
para buscar trabajo y enviar remesas a sus hogares.
• Las mujeres se han incorporado aceleradamente al mercado de trabajo y constituían, en
2006, casi la mitad de la población económicamente activa.
• En Nicaragua las mediciones tradicionales de empleo generan datos en los que la pobla-
ción ocupada está por encima de porcentajes del 90% y el desempleo por debajo del 5%.
No obstante, el verdadero problema que enfrenta la PEA nicaragüense es el desempleo
encubierto y transformado subempleo, que alcanza cifras del 77.8%.
• La PEA presenta problemas educativos, ya que arriba del 40% solamente llegó a alcanzar
algún nivel de la escuela primaria y contrariamente solo el 9% alcanzó algún nivel universi-
tario. Las mujeres presentan mayores niveles educativos que los hombres, en categorías
de mayor califi cación como son la educación técnica y universitaria.
• En Nicaragua existe una fuerte y drástica subutilización de la fuerza de trabajo con niveles
universitarios: solamente el 58% está desarrollando una actividad que corresponde a su
califi cación.
• La seguridad social cubre solamente al 14% del total de ocupados, y están en la indefen-
sión total el resto de las personas que laboran y desarrollan actividades productivas, lo
que se convierte en un reto para Nicaragua, en la medida en que en unos años existirá una
gran cantidad de personas de la tercera edad sin ninguna seguridad social.
64 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Dentro de las microempresas
sobresalen los trabajadores
por cuenta propia, caracteriza-
dos por hacer parte del sector
informal, y son las mujeres las
que tienen mayor presencia en
este sector.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 65
CAPÍTULO IVEl rol de la microempresa en la economía nicaragüense
En Nicaragua, y a nivel internacional, existe un amplio consenso de todos los sectores
gubernamentales y no gubernamentales, de la sociedad civil organizada y no organizada
y de organismos internacionales de cooperación, acerca de que las micro, pequeñas y
medianas empresas (MIPYME) son potenciales promotoras del desarrollo económico de los
países.
Instituciones como el Banco Mundial sostienen que las experiencias de éxito de los países en
desarrollo han demostrado la importancia de las pequeñas y medianas empresas, incluidas
las microempresas, para generar el crecimiento y el desarrollo. Las MIPYME desempeñan un
papel importante en la promoción del crecimiento en las zonas rurales, sobre todo en las acti-
vidades agrícolas. En las zonas urbanas, las MIPYME son una fuente de puestos de trabajo y
animan la ampliación de las zonas urbanas.
En nuestro contexto, las MIPYME son importantes porque, además de representar a la ma-
yoría de las empresas nicaragüenses, tienen gran participación en la generación de empleos,
son intensivas en el uso de materia prima nacional y requieren bajos niveles de inversión y
fi nanciamiento para competir efi cientemente (MIFIC, 1999).
En Nicaragua estas empresas generan el 77.2% del total de los empleos de la PEA, y las mu-
jeres tienen mayor participación (80.1%) que los hombres (74.9%) (Agurto y Guido, 2006).
A pesar del atractivo del que gozan, las MIPYME en Nicaragua tienen mucho por recorrer para
alcanzar la modernización, superar muchos obstáculos y enfrentar nuevos retos si se desea
potenciar sus cambios en benefi cio de la economía en su conjunto. Sin embargo, aun cuando
existe una serie de programas gubernamentales y de organismos internacionales para atender
a las MIPYME nacionales, las necesidades son muchas y la globalización avanza a ritmos sin
precedentes forzando a las empresas a ser más competitivas cada día.
Las microempresas, que representan la mayoría de las MIPYME del país, enfrentan el gran
reto, junto con las políticas de gobierno y los programas de organismos no gubernamentales,
de transformarse como microempresas de subsistencia en pequeñas empresas sostenibles.
En ese sentido se hace imperativo conocer la evolución del sector para determinar dónde
están los cuellos de botella que impiden esta transformación. Por esa razón, FIDEG ha reali-
66 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
zado desde 1998 un monitoreo continuo, a través de su encuesta panel, para conocer cómo
avanza el desempeño del sector MIPYME en el país, principalmente de las microempresas, a
través de una serie de indicadores que no sólo persiguen saber el estado de las MIPYME sino
también el de las brechas de género existentes y de las mujeres nicaragüenses en el sector,
muchas de la cuales encabezan la dirección de microempresas.
En este capítulo pasaremos revista a cada uno de esos indicadores. Primero abordaremos la
dinámica laboral por tamaño de la empresa, seguido de la actividad económica de la que pro-
viene. Segundo, examinaremos la brecha de género por nivel ocupacional de la microempresa,
por el nivel educativo de sus trabajadores y luego por el lado de los ingresos. Tercero, aborda-
remos el estado actual de las MIPYME por su condición de pobreza y fi nalmente, en la última
sección, se abordará el tema de los registros contables.
Para efectos de este análisis consideraremos como microempresa aquella empresa cuyos
trabajadores no excedan las cinco personas; aquellas que sobrepasan este número serán con-
sideradas como pequeñas y medianas empresas. De la sección 4.2 en adelante sólo haremos
referencia a las microempresas.
4.1 En busca de una defi nición de MIPYME
A falta de una defi nición consensuada, (económica y metodológica), existe una amplia varie-
dad de criterios para clasifi car a las pequeñas empresas. En dependencia de la clasifi cación
de las mismas en micro, pequeñas o medianas empresas, los más utilizados son: número de
trabajadores por unidad productiva, el nivel de ventas anual, el valor de activos en libro, nivel
de informalidad, nivel de especialización en el trabajo, capital de trabajo, nivel tecnológico,
entre otros. Estos elementos son utilizados de manera heterogénea en los países de América
Latina, inclusive existen diferencias entre las mismas instituciones a lo interno de los países,
para tratar de defi nir a las empresas pequeñas.
Lo relevante de una defi nición parte del hecho de que ésta contribuye a conocer la magnitud de
cada segmento de empresas por su impacto en la actividad económica en la que se desenvuel-
ven, esto a su vez permite diseñar y aplicar medidas de política de fomento mejor enfocadas a
las necesidades particulares de cada segmento empresarial.
El Banco Mundial, a partir de la Encuesta sobre Clima de Inversión 2006 (www.investmentclimate.org)
da una nueva clasifi cación de los tamaños de las empresas como siguen: micro-empresa: menores
de cuatro trabajadores; pequeña empresa: entre cinco y 19 trabajadores; mediana empresa: entre 20
y 99 trabajadores y; gran empresa: mayor de 100 trabajadores.
Las microempresas en la región están inmersas en lo que se denomina PYME. Lo interesante
de esta clasifi cación es que profundiza una forma común de dividir las microempresas entre las
de subsistencia y aquéllas con opción de desarrollo, utilizando como único criterio el número
de trabajadores que laboran en ellas. Sin embargo, tal y como sostiene Cevallos, (2003), a
pesar de que la variable número de trabajadores da una idea cuantitativa de la microempresa,
no entrega ningún indicio sobre sus características cualitativas.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 67
En Nicaragua, el levantamiento ofi cial de la información6 se ha centrado en conocer, a partir
de la distribución de la fuerza laboral, el tamaño y número de las empresas y de esta manera
reconocer la importancia en términos de empleo que generan las MIPYME. En ese sentido
FIDEG, en su encuesta panel, ha venido observado no sólo los patrones de distribución de la
fuerza laboral por tamaño de la empresa sino una serie de indicadores cualitativos y de género
que dan una dimensión más precisa de lo que constituye una microempresa.
En lo que sigue, abordaremos cuál ha sido el comportamiento de la distribución de la fuerza
laboral por tamaño de las empresas (en micro y pequeñas empresas).
4.2 Distribución de la fuerza laboral por tamaño de la MIPYME
Las estadísticas revelan que el sector de las microempresas es un sector dinámico y en cons-
tante transformación. Así, mientras en 1998, las empresas constituidas por uno o dos traba-
jadores representaban una mayoría del 41.7%, en 2006 este porcentaje se redujo a 37.8%,
para dar lugar a un crecimiento sostenido de las empresas que están empleando de 3 a 5
trabajadores. En efecto este grupo, en esos mismos años, pasó del 25.3% a representar al
36.6%. Ambos estratos corresponden a microempresas.
Gráfi co 4.2
Distribución de la fuerza laboral por tamaño de la empresa.
Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
La mayor participación del grupo de tres a cinco trabajadores es positiva en tanto que, a medi-
da que crece el número de trabajadores que laboran en una unidad productiva (pasando de mi-
croempresas a pequeñas empresas mayormente sostenibles), se espera que exista una mayor
estabilidad laboral y el negocio sea menos propenso a quedar fuera del mercado. Sin embargo,
se espera que la mejoría en el indicador se transfi era también a los otros segmentos que em-
plean de seis a diez y de once a más trabajadores, pero más bien se observa una reducción
6 El último Censo Económico Urbano por ejemplo se hizo en el año 2000 por parte del BCN.
0
10
20
30
40
50
60
70
80
1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006
Años
Po
rcen
taje
De uno a dos trabajadores
De tres a cinco trabajadores
De seis a diez trabajadores
De once a más trabajadores
68 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
en la participación de los mismos, alentándose el crecimiento de las empresas que contratan a
menos trabajadores y que tienden a concentrarse en el estrato de tres a cinco trabajadores.
Así, y bajo la misma comparación de años, las empresas que emplean de seis a diez trabajado-
res sufrieron una reducción de 2.2%. Del mismo modo, y en mayor grado, las empresas que
emplean de once a más trabajadores sufrieron una reducción de 5.1 puntos porcentuales. Esta
movilidad de un estrato superior a uno inferior puede no ser positiva si tomamos en cuenta las
necesidades de empleo que el país demanda y esta situación abre paso una mayor atomiza-
ción de empresas que emplean a menos trabajadores, difi cultándose ciertamente la creación
de economías de escala para propiciar un determinado nivel de desarrollo. Por otro lado, un
crecimiento de las microempresas se traduce en una mayor demanda de políticas de fomento
para atender al sector.
4.2.1 Distribución de la fuerza laboral por tamaño de la MIPYME, según sexo
Visto según el sexo del trabajador, el comportamiento es más dinámico, pero se observan bre-
chas de desigualdad que se conservan. A pesar de que el indicador muestra cierta mejoría para
ambos sexos, al crecer el empleo de la fuerza laboral en empresas de más trabajadores (de
tres a cinco fundamentalmente), la mujer sigue estando mayormente expuesta al ocupar una
proporción más importante en el segmento más sensible de uno a dos trabajadores, pero esto
podría ser una señal positiva al dejar al descubierto lo emprendedoras que son las mujeres
en la creación de empresas puesto que, como veremos más adelante, la mayoría son cuenta-
propistas. No obstante, en este segmento (de uno a dos trabajadoras) el cambio de 1998 a
2006 es mayor pues decrece la participación en 7.3 puntos porcentuales comparada con la de
los hombres que varió sólo 3.1 puntos porcentuales. Asimismo, la mujer está teniendo mayor
participación laboral en empresas que emplean de once a más y de tres a cinco trabajadores.
Gráfi co 4.2.1
Distribución de la fuerza laboral por tamaño de la empresa, según sexo.
Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
35.9
51.4
32.8
44.1
28.1
20.7
40.3
32
12.7 10.3 10.1 9
23.317.6 16.8 14.9
0
10
20
30
40
50
60
Hombre 98 Mujer 98 Hombre 06 Mujer 06
Año y sexo
Po
rcen
taje
1 a 2 3 a 5 6 a 10 11 a más
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 69
Un reciente estudio (Valenzuela, 2007) revela que, en Latinoamérica, la mujer está teniendo
una mayor presencia en el sector empresarial pues durante las dos últimas décadas su partici-
pación ha ido del 22% al 48%. Dicho estudio hace énfasis en la contribución signifi cativa de la
mujer a la creación de empleos y a la generación de riqueza y rescata el aporte signifi cativo que
realiza en la manutención y el bienestar de sus familias y que, a partir de sus ingresos, muchos
hogares han logrado salir de la pobreza.
4.3 Distribución de los trabajadores de las microempresas por lugar de trabajo, según sexo
La Encuesta Panel de FIDEG también recopila información sobre el lugar donde laboran los
trabajadores y trabajadoras de las microempresas. En 2006, la vivienda o fi nca ocupaba el
primer lugar de trabajo con 57.0%, y disminuía su peso relativo respecto a 1998 sólo en dos
puntos porcentuales.
La fábrica, taller, almacén o institución ocupan el segundo lugar de importancia con 13.0%,
tras sufrir un crecimiento de 4.2 puntos porcentuales respecto al período comparativo an-
terior. Otros lugares que presentaron cambios positivos fueron los locales independientes
y los talleres o anexos a la vivienda que juntos suman el 2006 un 12.6% de participación. El
resto de lugares suman un 17.4% y presentan variaciones tanto positivas como negativas en
las que sobresale la disminución de casi tres puntos porcentuales de los lugares de trabajo a
domicilio.
Al realizar el análisis de esta misma panorámica por sexo para el último período, es decir 2006,
las diferencias no son tan notables. Más del 50% de los trabajadores de ambos sexos está
laborando principalmente dentro de la vivienda o fi nca, lo cual indicaría que las microempresas
son fundamentalmente negocios familiares y esto estaría relacionado con el alto porcentaje de
microempresas con grupos reducidos de trabajadores (como vimos en la sección 4.2).
Sin embargo, las mujeres presentan a su favor una reducción de 7.7 puntos porcentuales y
de 7.6 puntos porcentuales de participación en vivienda o fi nca u otra vivienda como lugar de
trabajo respectivamente, si vemos 1998. Y por el contrario está aumentando su participación
en la fábrica, taller, almacén o institución, lo que indicaría que la mujer está teniendo mayor
acceso a trabajos fuera del hogar, donde corre mayor riesgo de estar ocupada adicionalmente
en el trabajo doméstico no remunerado.
70 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Tabla 4.3
Distribución de los trabajadores de las MIPYME por lugar de trabajo, según sexo.
Nacional, 1998-2006
Año y lugar de trabajo Hombre Mujer Ambos1998Vivienda o fi nca 56.63 63.01 59.23Local anexo a vivienda o fi nca 1.82 0.10 1.12Local independiente 4.33 5.28 4.72A domicilio 10.34 6.30 8.69Vía pública/al descubierto 1.75 1.63 1.70Mercado 2.72 6.30 4.18En vehículo 6.91 0.00 4.10Fábrica/taller/institución/fi nca 12.85 2.95 8.82Otra vivienda 0.49 12.50 5.38Fuera del departamento 1.96 1.42 1.74Fuera del país 0.21 0.51 0.332006Dentro de la vivienda o fi nca 32.71 54.92 42.83Taller o local anexo a la vivienda o fi nca 3.51 3.33 3.43Local independiente 7.21 7.60 7.39A domicilio 11.27 7.67 9.63Vía pública/al descubierto 3.82 2.68 3.30Local en el mercado 0.91 2.32 1.55En vehículo 7.87 0.22 4.39Fábrica/taller/institución/fi nca 3.21 1.88 2.60Otra vivienda 28.04 17.29 23.15Fuera del departamento 1.33 1.95 1.62Fuera del país 0.12 0.14 0.13
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
4.4 Distribución de los trabajadores de las microempresas por rama de actividad
Según las estadísticas de FIDEG, en 2006 un tercio del empleo generado por las microem-
presas descansa en el sector servicios (comunitarios, sociales y personales), y es el más
dinámico respecto a los otros sectores encuestados desde 1998. El cambio signifi cativo de
7.2 puntos porcentuales adicionales de participación del sector servicios, le estaría restando
protagonismo al sector agropecuario y al sector comercio (al por menor) los cuales perdieron
en el mismo período 3.0 y 4.6 puntos respectivamente. El sector de la industria (manufacture-
ra) prácticamente no presenta variación alguna.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 71
Gráfi co 4.4
Distribución porcentual de los trabajadores de las microempresas por rama de actividad,
según sexo. Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Los servicios representan para las mujeres el segundo sector en términos de empleo con una
participación del 32% en 2006; le antecede muy de cerca el sector comercio con 32.4%. En
el caso de los hombres, cuyo sector predominante es el agropecuario con 44.5%, el sector
servicio también es el segundo generador de empleo con un 35.5%. Lo anterior denota la
importancia del sector servicios que ha mostrado una tendencia positiva de crecimiento en la
generación de empleo para las microempresas.
4.5 Distribución de los trabajadores de las MIPYME por posición ocupacional, según sexo
La tabla adjunta muestra la posición ocupacional tanto de hombres como de mujeres dentro de
las microempresas. Sobresalen los trabajadores por cuenta propia, caracterizados por formar
parte del sector informal, que ocupan más del 40% en ambos años. En este mismo segmento
vemos que las mujeres están teniendo una participación menor, al pasar de representar un
51.7% en 1998 a 44% en 2006, aunque sigue siendo mayor su participación que la de los
hombres.
Por el contrario, este comportamiento no se repite en los otros segmentos. Por ejemplo en el
caso de la participación de la mujer como familiar no remunerado ésta ha tenido un crecimiento
notable (casi diez puntos porcentuales), lo que estaría signifi cando que cada vez más la mujer
es vista como un agente no económico que aporta a la economía del hogar. Mientras en 1998
aproximadamente dos de cada diez mujeres trabajaba como familiar no remunerado, en 2006
tres de cada diez cumplía con esta condición. En el caso de los hombres la diferencia no es
muy notable.
En cuanto a los asalariados se muestra un decrecimiento en perjuicio de la mujer de 2.2 puntos
porcentuales, en cambio en los hombres solo es de 1.7 puntos porcentuales lo que los sitúa,
de hecho, en una mejor posición, comparativamente. Esto genera mayores brechas de género
50.6
16.3
24.9
8.2
9.8
42.4
29.4
18.5
44.5
13.9
35.5
6.1
14.7
32.4
32.1
20.8
0 10 20 30 40 50 60
Agropecuario
Comercio
Servicios
Industria
Ram
a
Porcentaje
Mujer 06
Hombre 06
Mujer 98
Hombre 98
72 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
porque el sector asalariado, vinculado al sector formal de la economía, garantiza una mayor
estabilidad laboral y cumple con los requisitos de seguro social.
Tabla 4.5
Distribución de los trabajadores de las MIPYME por posición ocupacional,
según sexo. Nacional, 1998-2006
Año y posición ocupacional Hombre Mujer Ambos1998Patrón 5.80 2.13 4.30Cuenta propia 44.34 51.73 47.35Asalariado 25.42 22.66 24.30Familiar no remunerado 24.44 23.48 24.052006Patrón 5.75 3.33 4.65Cuenta propia 40.52 43.99 42.10Asalariado 27.07 20.41 24.04Familiar no remunerado 26.65 32.27 29.21
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Finalmente, para la clasifi cación de patrón, acá la situación es ligeramente distinta, pero se
mantienen las brechas de género. En 2006, el 5.7% de los hombres ocupaba la posición de
patrón, mientras en el mismo año la mujer sólo representaba el 3.3% de dicha condición. Sin
embargo si vemos el año 1998, que comparativamente fue más desigual, se observa una me-
joría en el crecimiento de la participación femenina.
4.6 Distribución de los trabajadores de las microempresas por nivel educativo
La educación es un factor de mucho peso en el desarrollo económico de los países. Sin recur-
sos humanos educados y capacitados las empresas no pueden ser competitivas y por tanto
insertarse de manera efi ciente en la globalización.
En Nicaragua, el nivel educativo de la fuerza laboral en las microempresas, en su mayoría, si-
gue siendo muy básico. El 46% de los trabajadores de microempresas en 2006 poseían sólo
una educación primaria, con los hombres en ligera desventaja respecto a las mujeres. Para
ambos sexos, sin embargo, se observa una mejoría en tanto que el porcentaje de personas en
la educación secundaria aumentó de 21.3% a 29.4%; en la educación técnica y universitaria
esta mejoría ronda el 2.5%. Asimismo, las personas que no poseen ninguna formación educa-
tiva formal redujeron su participación al pasar de 21.1 a 15.1%.
Si comparamos cada nivel educativo entre los sexos, la balanza se inclina ligeramente a favor
de las mujeres en todos los grupos y en ambos años; aunque las cifras refl ejan para el caso
de las mujeres que el primer grupo (ninguna formación) sufrió un retroceso al crecer de 14.7
a 15.5%.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 73
22.9 18.7 14.7 15.6
53.252.0
48.1 43.6
19.923.4
29.4 29.5
0
20
40
60
80
100
Hombre 98 Mujer 98 Hombre 06 Mujer 06Año y sexo
Po
rcen
taje
Ninguno Primaria Secundaria Técnica Universidad
Gráfi co 4.6
Distribución porcentual de los trabajadores de las microempresas por nivel educativo,
según sexo. Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
4.7 Ingresos de los trabajadores de las microempresas
Los ingresos promedios que recibieron los ocupados por las microempresas encuestadas
muestran que de 1998 a 2006 éstos crecieron un 97% para ambos sexos respectivamente,
es decir, los ingresos promedios percibidos por los trabajadores de las MIPYME se duplicaron.
Pese a lo anterior, si tomamos en cuenta que la infl ación acumulada para el mismo período fue
de 79.1%, en términos adquisitivos reales estos ingresos signifi caron una mejoría del 17.9%.
Gráfi co 4.7
Ingreso promedio y mediana del ingreso de los trabajadores de las MIPYME, según sexo.
Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
La brecha de ingresos entre hombres y mujeres se mantiene inalterable. Mientras en 1998 el
ingreso promedio de las mujeres era el 59% de el de los hombres (1.7 veces inferior), en el
2006 esta misma relación fue de 58.9%. Es decir, que los hombres siguen ganando más del
doble que las mujeres. Lo anterior sufre un cambio a favor de las mujeres si validamos un mejor
14
89
.9
88
8.0
28
83
.9
16
99
.2
84
0
60
0
15
00
12
00
0
500
1000
1500
2000
2500
3000
3500
Hombres 98 Mujeres 98 Hombres 06 Mujeres 06
Año y sexo
Có
rdo
bas Promedio
Mediana
74 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
indicador de los ingresos: la mediana de ingresos:7 Mientras en 1998 la mediana de ingresos
de las mujeres era el 71.4% de la de los hombres (1.4 inferior), en el 2006 esta misma relación
fue de 80%, es decir 1.2 veces inferior. En síntesis, la mujer ha ganado terreno en los ingresos
que percibe respecto al hombre en los años comparativos.
4.8 Distribución de los trabajadores de las microempresas por condición de pobreza
Según la metodología de medición de la pobreza a partir de la Línea de Pobreza (LP), en 1998
la pobreza afectaba a siete de cada diez trabajadores de las microempresas y de estos casi
cuatro de cada diez estaban bajo la línea de pobreza. En 2006 esta situación se ha agravó.
Los no pobres han reducido su participación aumentando los pobres extremos. Ahora ocho de
cada diez son pobres y cinco de cada diez son pobres extremos.
Gráfi co 4.8a
Distribución porcentual de los trabajadores de las MIPYME por condición de pobreza,
según sexo. Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
De estas variaciones, la mujer es la que ha salido mayormente afectada proporcionalmente.
Mientras en 1998 los pobres extremos hombres eran el 41.5%, en 2006 este mismo indicador
es de 49.2%, 7.7 puntos porcentuales superior. En el caso de las mujeres esta última medida
asciende a 14.4 puntos porcentuales, es decir el doble del crecimiento que en los hombres.
Hay que destacar que en 1998 había menos mujeres pobres, superior en casi diez puntos
porcentuales que los hombres. En 2006 la situación es similar.
La encuesta de FIDEG también recoge estadísticas de pobreza basadas en la medición de
Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). Según esta medición, comparativamente de 1998
a 2006 la pobreza se ha reducido, dando paso a una mayor participación de los no pobres. En
este sentido, los cambios favorecen a ambos sexos dado que se presenta una mejor posición
al crecer la participación de los no pobres en 11.4 puntos porcentuales para los hombres y 7.5
puntos porcentuales para las mujeres.
7 Dado que la media aritmética se ve afectada por sus valores extremos, los cuales tienden a ser no representativos del conjunto de datos, una
mejor medida estadística la constituye la mediana que mide el valor central del conjunto.
35.220.5 20.2
31.132.3
30.2 32.9
41.5 32.549.2 46.9
27.4
0
20
40
60
80
100
Hombre 98 Mujer 98 Hombre 06 Mujer 06
Año y sexo
Po
rcen
taje
No pobre Pobre Pobre extremo
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 75
Gráfi co 4.8b
Distribución porcentual de los trabajadores de las MIPYME por condición de pobreza
(NBI), según sexo. Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Por otro lado, estos resultados corresponden a una menor proporción de personas que viven
en extrema pobreza, situada la mujer en mejor posición con un 28.8% ante un 33.4% de los
hombres.
4.9 Distribución de las microempresas por tipo de control contable
Si algo caracteriza a las microempresas en Nicaragua es su falta de controles contables en el
negocio. La contabilidad es importante por una serie de razones pero principalmente porque le
permite al empresario conocer a qué necesidades debe hacer frente y con qué recursos cuen-
ta para ello, así también permite conocer cómo marcha el negocio y por ende realizar estrate-
gias a futuro para lo cual se requiere de conocimientos de las técnicas contables adecuadas.
En síntesis la contabilidad es importante por tres razones: i) el conocimiento del patrimonio de
la empresa; ii) el registro de las operaciones que realice la empresa en el curso de sus activi-
dades; iii) el cálculo de los resultados de la actividad.
Las estadísticas de FIDEG demuestran que a lo largo de los años esta práctica empresarial
cada vez es menos usada en las microempresas del país. En 1998 el 46.6% de los jefes de
las microempresas declararon no realizar ningún tipo de contabilidad, más de la que llevan de
memoria. Esta misma situación se repite en mayor grado en 2006 cuando el 53.1% dijo reali-
zar la misma práctica informal. Lo anterior puede estar vinculado, además de los bajos niveles
educativos, al crecimiento de las MIPYME de menor tamaño por trabajador debido a que llevar
un control contable mínimo necesita cierto grado de organización y contar con los recursos
humanos disponibles para esta tarea.
30.6 33.4 38.0
30.4 31.033.2 33.2
47.6 38.4 33.4 28.8
22.0
0
20
40
60
80
100
Hombre 98 Mujer 98 Hombre 06 Mujer 06
Año y sexo
Po
rcen
taje
No pobre Pobre Pobre extremo
76 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Tabla 4.9
Distribución de las MYPIME por tipo de controles contables, según sexo del dueño.
Nacional, 1998-2006
Año y tipo de control Hombre Mujer Ambos1999Con contador 1.34 1.18 1.27
Ellos mismos con libros de contablidad 3.34 1.18 2.35
Con cuadernos informales 47.49 52.36 49.73
En su memoria 47.83 45.28 46.65
2006Con contador 0 0.68 0.32
Ellos mismos con libros de contabilidad 4.19 3.39 3.82
Con cuadernos informales 35.63 50.85 42.77
En su memoria 60.18 45.08 53.10Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Asimismo, el 49.7% de las MIPYME en 1998 llevó la contabilidad haciendo uso de cuadernos
informales, proporción que disminuye a 42.7% en 2006. Lo llamativo de las estadísticas es
que menos del 10% de las MIPYME realiza una contabilidad adelantada para su sector. Así se
muestra que en el 2006 sólo el 3.8% (2.3% en 1998) llevaba una contabilidad con libros y un
máximo de 0.3% (1.3% en 1998), lo hacía a través de un contador.
Por sexo, el uso de la contabilidad presenta algunas particularidades. La mujer es quien pre-
senta el mayor interés por llevar cualquier tipo de contabilidad más formal. Así, y distinguiendo
sólo el año 2006, el 45.1% de las mujeres realizaba una contabilidad en su memoria y los hom-
bres lo hacían en 60.2%. Las mujeres llevaron una contabilidad con cuadernos informales en
una proporción de 51% mientras que de los hombres sólo el 35.6%. Las mujeres llevaron una
contabilidad por sí mismas en un 3.4% y los hombres en un 4.2% y a través de un contador las
mujeres en un 0.7% pero el indicador es prácticamente nulo para los hombres.
4.10 Distribución de las MIPYME por principal razón de no llevar control
La principal razón por la cual las MIPYME no llevan un control contable es porque consideran
que el negocio es pequeño y por tanto no es necesario. Así respondieron en el 75.7% de las
MIPYME entrevistadas durante 1998. Esta proporción aumentó considerablemente en 2006,
elevándose a 85.0% quienes consideran irrelevante la contabilidad para su empresa. Visto por
sexo, se mantienen prácticamente las mismas proporciones para hombres y mujeres, aunque
muestran un aumento los primeros.
La segunda gran razón por la cual no se lleva contabilidad en las MIPYME presenta variaciones
relevantes de un año a otro, de 1998 a 2006. En un principio la segunda razón era el desco-
nocimiento, lo cual claramente está vinculado a la falta de capacitación de los trabajadores de
las MIPYME que en 1998 apenas registró una cobertura de 5% de los encuestados. Para el
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 77
año 2006, la segunda razón (10.4%), según las personas entrevistadas, fue la poca importan-
cia que reviste la contabilidad para el negocio. Sin variación relevante se presentan estas dos
razones respectivas según el sexo.
Ahora veamos a los que sí consideran que es importante la contabilidad. En 1998 el 49.6%
veía el benefi cio de la misma en que les permitía conocer las ganancias y pérdidas. Esa misma
categoría disminuyó a 29.0% en 2006. La segunda razón de benefi cios de la contabilidad sufre
un cambio de 1998 a 2006 al pasar de 20.2% a 29.1% de quienes consideran que la razón es
saber si el producto o servicio es rentable, mientras que para el mismo período 14% de las
personas encuestas argumentaron que el tercer benefi cio de llevar contabilidad es que ésta
le permitiría saber si el negocio marcha bien, proporción que ascendió a 31.3% en 2006. En
términos de sexo, para la mujer la segunda razón de benefi cio la constituyó el conocimiento de
cuánto aumentar el precio del producto.
4.11 Conclusiones
• Las microempresas están experimentando un crecimiento. Eso se refl eja en un incremento
en el porcentaje de participación que tienen los trabajadores, de tres a cinco personas, en
la distribución de la fuerza laboral por tamaño de la empresa. Lo anterior se traduce en una
mayor demanda de este sector a causa del diseño y realización de políticas focalizadas
de fomento, cuyos objetivos sean apoyar a las microempresas de subsistencia para que
se transformen en pequeñas empresas sostenibles, lo que en defi nitiva redundaría en un
mayor crecimiento y desarrollo del país por la alta participación de las microempresas en
el empleo.
• En el punto anterior, la mujer está en desventaja respecto al hombre porque está ubicada
sobre todo en el segmento más sensible (de una a dos trabajadoras) a pesar de la dismi-
nución porcentual de este estrato.
• El ámbito de operación de los trabajadores y trabajadoras de las microempresas es esen-
cialmente el hogar (vivienda o fi nca). Este indicador refl eja que las microempresas son
fundamentalmente negocios familiares. La mujer está teniendo una mayor participación en
la fábrica, taller, almacén o institución, lo que indicaría que ella está teniendo mayor acceso
a trabajos fuera del hogar, y así corre menor riesgo de estar ocupada adicionalmente en el
trabajo doméstico no remunerado.
• Las microempresas tienen una mayor presencia en el sector servicios en el que muestran
una tendencia positiva de crecimiento en la generación de empleos para ambos sexos.
Sin embargo, para la mujer, el comercio, caracterizado por un alto grado de informalidad,
es el sector donde mayormente se ubica. El hombre, en cambio, sigue teniendo mayor
participación, como lo ha sido tradicionalmente, en el sector agropecuario.
• Los trabajadores en las microempresas tiene una educación básica (a nivel de primaria
escolar) lo que estaría limitando las oportunidades de crecimiento de las mismas. Esto sin
contar que un porcentaje, nada despreciable, de ellos son analfabetas. Sin embargo, cerca
de 2/5 partes de los trabajadores poseen una educación secundaria o superior. En estos
78 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
resultados la mujer parece estar en una mejor posición en cada clasifi cación de estudio,
lo que signifi ca que el desarrollo del sector dependerá en gran medida del aporte de la
mujer.
• En términos de ingresos las brechas son más que visibles entre los trabajadores y las
trabajadoras de las microempresas. Tanto en los ingresos promedios como en la mediana
de ingresos, el hombre recibe montos que duplican los que reciben las mujeres. Esto es
una clara muestra de las desigualdades a las que se enfrentan ellas, a pesar de poseer
características homólogas a los hombres, especialmente en lo que a nivel educativo se
refi ere.
• Dentro de las microempresas sobresalen los trabajadores por cuenta propia, caracteriza-
dos por hacer parte del sector informal, y son las mujeres las que tienen mayor presencia
en este sector. Por otro lado la mujer, como familiar no remunerado, está teniendo un cre-
cimiento notable, lo que signifi ca un retroceso puesto que cada vez más la mujer es vista
como un agente no económico que aporta a la economía del hogar.
• De acuerdo al método de medición de Línea de Pobreza, siete de cada diez trabajadores
están en las microempresas y de éstos casi cuatro de cada diez están bajo la línea de po-
breza. El año 2006, comparado al año 1998 muestra que esta situación se ha agravado.
De estas variaciones observadas proporcionalmente, la mujer es la que ha salido mayor-
mente afectada.
• Bajo el método de medición de pobreza de Necesidades Básicas Insatisfechas, el esce-
nario es diferente. Según esta medición, comparativamente de 1998 a 2006 la pobreza se
ha reducido. En este sentido, los cambios favorecen a ambos sexos.
• A pesar de la importancia que reviste para un negocio el llevar algún control contable, de
esto no parece estar conciente una inmensa mayoría de microempresas. Más bien se
observa la supremacía de prácticas informales. Claro, esto se explica por el bajo nivel edu-
cativo de sus integrantes pero principalmente parece prevalecer la falta de interés, ya que
la principal razón por la cual las microempresas no llevan un control contable es porque
consideran que el negocio es pequeño y por tanto tal control no es necesario.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 79
80 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
En 2006 la mitad de las
personas ocupadas tenían
un ingreso inferior a C$1,500
córdobas. La brecha de
género en el ingreso se redujo
en 6.5 puntos porcentuales, y
en 2006 las mujeres ocupadas
percibieron un ingreso inferior
en 18.5% al de los hombres.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 81
CAPÍTULO V Características de los ingresos8 de los ocupados
En este capítulo se hará un análisis comparativo por sexo del ingreso total de los ocupa-
dos a lo largo del período 1998-2006. Se estudiará en detalle el ingreso que perciben los
ocupados en las diferentes ramas de actividad, en los diferentes sectores de ocupación,
así como el ingreso que perciben los ocupados según su nivel educativo.
En la última sección del capítulo se presentan los resultados de la estimación de un modelo
de regresión lineal para el ingreso y sus determinantes. En el modelo se incluyeron variables
que refl ejan el nivel educativo y la experiencia de los ocupados. También se incluyeron otras
variables que refl ejan características propias de los individuos.
5.1 Consideraciones relevantes
El análisis del ingreso es de suma importancia porque permite tener una idea acerca de la
capacidad que tienen los individuos de adquirir bienes y servicios. Igualmente, en el contexto
de este libro, sirve para poner en evidencia las desigualdades de género que experimentan las
personas.
La literatura indica que en Nicaragua existe una desventaja de las mujeres con respecto a los
hombres en lo que se refi ere a ingresos percibidos. Los datos de FIDEG son congruentes con
la literatura y demuestran que en 2006, el ingreso que perciben los hombres es 18.5% más
alto que el que perciben las mujeres.
Cabe destacar que en este libro, cuando se habla de ingresos, se hace referencia al ingreso to-
tal. El ingreso total está compuesto por: ingresos por actividad principal, ingresos por actividad
secundaria, ingresos por venta o autoconsumo de productos de agroexportación, ingresos por
venta o autoconsumo de productos no tradicionales, ingresos por venta de bienes y equipos,
y otros ingresos como transferencias del Estado, remesas, alquileres, entre otros.
Es bien sabido que el ingreso se distribuye de manera asimétrica, lo que signifi ca que hay una
gran cantidad de individuos que perciben ingresos bajos y muy pocos individuos que perciben
ingresos muy superiores a los de los demás. Con el fi n de evitar posibles sesgos en el análisis,
8 En este capítulo se analiza el ingreso en córdobas de los ocupados. En el anexo se presenta el tipo de cambio promedio anual con respecto
al dólar para cada año del período de estudio. Es válido mencionar que los datos de ingresos que se presentan están en términos nominales;
si se quisiera hacer el análisis en términos reales habría que dividir los ingresos entre el Índice de Precios al Consumidor entre 100.
82 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
como medida de resumen se utilizará la mediana del ingreso ya que, a diferencia del promedio,
esta medida no se ve afectada por los valores extremos de la distribución.
5.2 Ingresos de los ocupados9
El ingreso de los ocupados ha experimentado un crecimiento, a lo largo del período de análi-
sis, tanto para hombres como para mujeres. En 1998 la mediana del ingreso mensual de los
ocupados era de C$630 córdobas al mes, es decir que 50% de los ocupados tenía un ingreso
inferior a C$630 al mes, mientras que en 2006 fue de C$1,500 córdobas mensuales.
Gráfi co 5.2
Mediana del ingreso de los ocupados por sexo. Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
En el gráfi co 5.2 se puede observar claramente que la mediana del ingreso de los hombres es
superior a la de las mujeres10. En 1998 la mediana del ingreso de los hombres era de C$ 800
y la de las mujeres era de C$ 600, es decir que el ingreso de los hombres era 25% más alto
que el de las mujeres. En 2006 la mediana del ingreso de los hombres fue de C$ 1,775.7 y la
de las mujeres fue de C$ 1,447.37. En 2006 el ingreso de los hombres fue 18.5% mayor que
el de las mujeres.
En el período de referencia se produce una reducción de 6.5 puntos porcentuales en la brecha
del ingreso entre hombres y mujeres. Esto sugiere que, en términos de ingresos, la mujer ha
mejorado su situación de desventaja. En promedio la brecha se redujo 0.8 puntos porcentuales
cada año del período de estudio. Si este comportamiento se mantuviera constante tomaría
más de 22 años y medio que el ingreso que perciben las mujeres se equiparara al que perciben
los hombres. Si no fuera por la presencia de elementos machistas en la sociedad, esta brecha
no existiría al día de hoy.
9 En el período 1999 a 2006, según datos del Banco Central de Nicaragua, el PIB creció 30.7% en términos reales. Según los datos de FIDEG,
para el mismo período el ingreso de los ocupados creció 33.2% en términos reales. Esto signifi ca que por cada punto porcentual que el PIB
crece, el ingreso de los ocupados crece 1.08 puntos porcentuales.
10 Esta afi rmación también es válida para el promedio. En el anexo II se presentan los resultados de una prueba t para la diferencia de medias
entre el ingreso de los hombres y el de las mujeres. La hipótesis nula de igualdad entre las medias se rechaza en todos los años del período
de estudio.
0
500
1000
1500
2000
1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006
Años
Có
rdo
bas
Hombre Mujer Ambos
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 83
5.3 Ingresos por rama de actividad11
Tanto en 1998 como en 2006, las ramas de actividad que presentan mayores ingresos son
las de comercio y servicios. En 1998 la mediana del ingreso de un ocupado en estas ramas
de actividad era de C$ 800 en ambos casos, en contraposición a la mediana del ingreso de
C$ 450 en la rama de actividad agropecuaria, que es la rama de menor ingreso. En 2006 la
mediana en la rama de servicios fue C$ 1,800, en la rama de comercio fue C$ 1,680 y en la
rama agropecuaria fue C$ 1,200.
En el gráfi co 5.3 se puede ver que tanto en 1998 como en 2006 las ramas de actividad en las
que se presentan mayores diferencias entre los ingresos de hombres y mujeres son las de
comercio y servicios.
Gráfi co 5.3
Mediana del ingreso por rama de actividad, según sexo. Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Por ejemplo, en la rama de actividad de servicios para 1998, la mediana del ingreso de los
hombres era C$ 990 y la de las mujeres era C$ 600, es decir que el ingreso de las mujeres
era inferior al de los hombres en un 39.4%. Para 2006 la mediana del ingreso en esta misma
rama de actividad fue C$ 2,100 para los hombres y C$ 1,440 para las mujeres. El ingreso de
las mujeres fue inferior al de los hombres en un 31.4%
Esto apunta a que en estas ramas de actividad la discriminación12 por sexo tiene una fuerte
presencia, lo cual resulta preocupante, pues las mujeres trabajan fundamentalmente en ellas.
En el caso de la rama de actividad de industria la diferencia en el ingreso entre hombres y
mujeres se redujo considerablemente en el período de referencia. En 1998 el ingreso de las
11 En el período de 1999 a 2006, según datos del BCN, el PIB de la rama agropecuaria creció 36.2% en términos reales, el de la rama de co-
mercio creció 30.8%, el de la rama de servicios creció 35.5% y el de la rama de industria en 42.5%. Según FIDEG, el crecimiento real de los
ingresos de los ocupados en esas ramas de actividad fue de 48%, 39.2%, 39.8% y 16.5% respectivamente. Estos resultados ponen en evi-
dencia la relación positiva entre el crecimiento de la economía y el ingreso de los ocupados. Se observa que mientras en la rama agropecuaria
un incremento en el PIB produce un incremento más que proporcional en el ingreso, en la rama de industria un incremento del PIB produce
un incremento en menor proporción en el ingreso de los ocupados.
12 Para abundar en el tema de la discriminación leer el artículo “Discriminación por sexo, una aplicación de la metodología de Oaxaca y Blinder
para el mercado laboral nicaragüense” presentado en el Anexo III de este libro.
0
500
1000
1500
2000
2500
Agropecuario Comercio Servicios Industria
Rama de actividad
Có
rdo
bas Hombre 98
Mujer 98
Hombre 06Mujer 06
84 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
mujeres en esta rama de actividad era 25% menor que el de los hombres, en 2006 esta misma
proporción fue de 2%. Se produjo una reducción de 23 puntos porcentuales en la brecha entre
el ingreso de hombres y mujeres en esta rama de actividad.
5.4 Ingresos por sector económico
El ingreso de los ocupados en el sector formal de la economía experimentó mayor crecimien-
to que el de los ocupados en el sector informal. De 1998 a 2006 se produjo un incremento
de 185.7% en la mediana del ingreso, mientras que en el sector informal el incremento fue
133.3%. En 1998 la mediana del ingreso en el sector formal era C$ 700 y en el sector informal
C$ 630, en 2006 estas mismas fueron C$ 2,000 y C$ 1,470 respectivamente.
En el gráfi co 5.4 se puede observar que para el año 2006 la diferencia entre el ingreso de los
hombres y el de las mujeres es inexistente en el sector formal de la economía, no así en el
sector informal. En este último, a diferencia del primero, en el año 2006 la mediana del ingreso
de la mujer es 20% inferior a la de los hombres. En 1998 esta proporción fue de 25%.
Gráfi co 5.4
Mediana del ingreso por sector económico, según sexo. Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Estos datos sugieren que, en términos de género, el sector formal de la economía es más equi-
tativo que el sector informal; sin embargo como ya se observó en capítulos anteriores, más del
70% de la población ocupada tanto de hombres como de mujeres se ubica en el sector infor-
mal de la economía. Una posible causa de la desigualdad en el sector informal de la economía
es el hecho de que en tal sector las oportunidades de acceso a recursos productivos son me-
nores para las mujeres que para los hombres. Además, es válido destacar que las actividades
a las que las mujeres del sector informal se dedican son actividades de subsistencia.
5.5 Ingresos por nivel educativo
Existe una relación positiva entre el ingreso de los ocupados y su nivel educativo. Es decir
que a medida que aumenta el nivel educativo del ocupado también aumenta su ingreso. Esto,
756
800
1500
2000
1200
600
600
2000
0
500
1000
1500
2000
2500
Formal Informal
Sector económico
Có
rdo
bas
Hombre 98 Mujer 98 Hombre 06 Mujer 06
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 85
a su vez, se tiene efectos positivos en la salud y en la reducción de la pobreza. Por ejemplo
en 1998 la mediana del ingreso de los ocupados era de C$ 500 para los que no tienen ningún
nivel educativo, C$ 600 para los que alcanzan el nivel educativo de primaria, C$ 800 para los
del nivel educativo de secundaria, C$ 900 para los que tienen formación técnica y C$ 1,500
para los de tienen nivel educativo universitario. En el 2006 estos mismos valores fueron de C$
1,200, C$ 1,500, C$ 1,600, C$ 2,200 y C$ 2,600 respectivamente.
En cuanto a la brecha de género en el ingreso, en el gráfi co 5.5 se observa cómo en el período
de estudio se produjo una reducción de la misma en los niveles de educación más altos. No
así en los niveles de educación más bajos.
En el grupo de los ocupados que no tienen ningún nivel educativo, en 1998 el ingreso de las
mujeres era 10.7% inferior al de los hombres, en 2006 este porcentaje fue 16.7%.
Gráfi co 5.5
Brecha en el ingreso en detrimento de la mujer. Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Para el caso de los ocupados que tienen educación universitaria, en 1998 el ingreso de las
mujeres era 41.4% inferior al de los hombres, mientras que en 2006 ese porcentaje fue 20%.
Se produjo una reducción de 20 puntos porcentuales en la brecha en el ingreso entre hombres
y mujeres con nivel educativo universitario. Aparentemente los ocupados con este nivel edu-
cativo son los que han mejorado más en términos de género; sin embargo menos del 10% de
ellos alcanza este nivel de educación.
También se puede apreciar en el gráfi co que en 1998 las diferencias entre el ingreso de hom-
bres y mujeres aumentaban a medida que aumentaba el nivel de educación. En 2006 el com-
portamiento fue distinto, se observa que la diferencia de ingresos es de alrededor de 20% en
todos los niveles de educación.
Estos resultados dejan entrever que la inversión en capital humano no es igual de rentable para
las mujeres que para los hombres.
111717 20
33
18
35
20 20
41
05
1015202530354045
1998 2006
Año
Po
rcen
taje
Ninguno Primaria Secundaria Técnico Universidad
86 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
5.6 Distribución del ingreso
De 1998 a 2006 se produjo una mejora en la distribución del ingreso a nivel nacional. Sin em-
bargo ésta todavía se encuentra lejos de ser una distribución equitativa.
En 1998 el ingreso medio del 20% más pobre de la población era C$ 280 y el del 20% más rico
era de C$ 3,128.06. Existía una diferencia de más de 90% entre el ingreso medio de los más
pobres y el de los más ricos. En 2006 el ingreso medio del 20% más pobre de la población fue
de C$ 604.76 mientras que el del 20% más rico fue C$ 6,933.34. La diferencia fue también
de más de 90%.
Gráfi co 5.6
Curva de Lorenz del ingreso. Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
En 1998 el 55.5% del ingreso total se concentraba en el 20% más rico de la población, mien-
tras en el 20% más pobre solo se concentraba el 5.7% del ingreso total. En 2006 estos por-
centajes fueron 49.3% y 5.5% respectivamente.
El gráfi co 5.6 ilustra cómo en 2006, con respecto a 1998, se produce un acercamiento de la
curva de Lorenz a la recta de igualdad a partir del cuatro quintil de ingreso.
El coefi ciente de Gini13 nos da una idea de cuanto más equitativa es la distribución de una
variable. En 1998 el valor de este coefi ciente fue 0.41, mientras que en 2006 fue 0.39. Esto
confi rma la ligera mejora que se observa en el gráfi co.14
13 El coefi ciente de Gini es una medida de igualdad. Se calcula como el cociente entre el área comprendida entre la recta de igualdad y la curva
de Lorenz sobre el área bajo la recta de igualdad. El coefi ciente toma el valor de 0 cuando la igualdad es total y el valor de 1 cuando la igualdad
es inexistente. La formula que se utilizó para el cálculo del coefi ciente es la siguiente: G=1+(1/N)-(2/mN2)∑Yi(N+1-i), donde N es el número
de deciles, i es el decil, m es el ingreso promedio total y Yi es el ingreso promedio del decil i.
14 Esta mejora es consistente con los datos publicados por el Instituto Nacional de Información de Desarrollo. Según los mismos el coefi ciente
Gini de la distribución del ingreso a nivel nacional se redujo de 0.54 en 1998 a 0.51 en 2005.
0
20
40
60
80
100
0 20 40 60 80 100
Población acumulada
Ing
reso
ac
um
ula
do
1998 2006 Igualdad
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 87
Tabla 5.6
Coefi ciente de Gini del ingreso, por sexo. Nacional, 1998-2006
Año Hombres Mujeres Total1998 0.43 0.41 0.41
2006 0.40 0.37 0.39Fuente: FIDEG.
Al analizar la distribución del ingreso por sexo en la tabla 5.6 queda en evidencia que tanto en
1998 como en 2006 la distribución del ingreso de las mujeres es ligeramente más equitativa
que la de los hombres. Asimismo, se observa que la reducción del coefi ciente es mayor para
el caso de las mujeres que para el caso de los hombres. Para las mujeres el coefi ciente pasa
de 0.41 en 1998 a 0.37 en 2006.
Estos resultados sugieren que las diferencias entre mujeres ricas y mujeres pobres, en térmi-
nos de ingreso, son menores que las que hay entre hombres ricos y hombres pobres.
5.7 Determinantes del ingreso
Contrastar la hipótesis con una prueba-t de que la diferencia entre el ingreso medio de los
hombres y el ingreso medio de las mujeres es cero, no es sufi ciente para sacar conclusiones
acerca de la desigualdad de género. Un modelo de regresión que tome en cuenta el efecto
de otros factores como la educación, la experiencia y características del empleo, además del
sexo, puede ser más útil en ese sentido.
Tomando como población de referencia a todos los individuos ocupados, tanto hombres como
mujeres, en este apartado se presentan los resultados de la estimación de un modelo de re-
gresión que incluye las siguientes variables: ingreso, edad, edad al cuadrado, sexo, relación de
parentesco, estado civil, nivel educativo, sector de ocupación y tamaño de la empresa. Dicho
modelo de regresión fue estimado para el año 1998 y para el año 2006.
Se espera que la edad tenga un efecto positivo en el ingreso de los ocupados, la edad al cua-
drado sin embargo debe tener un efecto negativo pues el incremento en el ingreso es menor
a medida que la edad es mayor.
El coefi ciente de la variable sexo debe tener signo negativo pues esta variable toma el valor
de cero cuando el ocupado es un hombre y uno cuando el ocupado es mujer. El signo negativo
indicaría que el ingreso medio de las mujeres es inferior al de los hombres.
La relación de parentesco debe tener signo positivo ya que esta variable toma el valor de uno
cuando el ocupado es jefe de hogar y cero para cualquier otro caso. El signo positivo indicaría
que el ingreso medio de los jefes de hogar es superior al de los demás ocupados.
La variable de estado civil toma el valor de uno si el ocupado es casado y cero para cualquier
otro caso. Se presume que su coefi ciente sea positivo.
88 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Se espera que el nivel educativo tenga un efecto positivo en el ingreso, ya sea porque aumenta
la productividad el ocupado, por prestigio o porque se asocia con mayor capacidad.
La variable sector de ocupación toma el valor de uno si el ocupado trabaja en el sector formal
y cero si trabaja en el sector informal. El tamaño de la empresa toma el valor de uno si la em-
presa tiene menos de cinco trabajadores y cero para cualquier otro caso.
En la tabla 5.7 se observa que tanto en el año 1998 como en el año 2006 todos los coefi cien-
tes tienen los signos esperados. Sin embargo no todos los coefi cientes son signifi cativos en
ambos años.
Como se había mencionado, los resultados comprueban que a medida que aumenta la edad
del ocupado también aumenta su ingreso, pero el aumento en el ingreso se hace menor con
el aumento de los años.
Tabla 5.7
Resultados de la estimación del modelo de regresión para los años 1998 y 2006
Modelo 1998 2006Coefi ciente t Coefi ciente t
Variable dependienteLogaritmo del ingresoVariables independientesEdad 0.045 8.34* 0.053 5.43*Edad 2 -0.000 -6.81* -0.001 -5.49*Sexo -0.321 -9.5* -0.381 -7.14*Relación de parentesco 0.201 5.29* 0.210 3.46*Estado civil 0.153 4.27* 0.068 1.27Educación primaria 0.369 8.22* 0.326 3.83*Educación secundaria 0.651 12.69* 0.505 5.2*Educación técnica 0.804 10.79* 0.643 5.95*Educación universitaria 1.179 14.24* 0.816 6.88*Tamaño de la empresa 0.182 1.95* 0.067 0.63Sector de ocupación 0.173 1.84 0.276 4.02*Constante 4.994 35.81* 5.938 28.26*Estadísticos del modeloR cuadrado ajustado 0.240 0.204F 67.74 29.93El modelo fue estimado con el método de Minímos Cuadrados Ordinarios.
*Indica que el coefi ciente es signifi cativo con un nivel de signifi cación de 5%.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 89
El coefi ciente de la variable sexo es signifi cativo en ambos años. En 2006, el valor de este co-
efi ciente fue -0.380615, lo que indica que el ingreso de una mujer con determinadas característi-
cas es 38% inferior al de un hombre con características similares. De este modo se evidencian
una vez más las desigualdades de género.
En lo concerniente a la relación de parentesco los resultados indican que hay una diferencia
de aproximadamente 20% entre el ingreso de los jefes de hogar y el resto de la población de
ocupados.
En el caso de la educación la interpretación de los coefi cientes es distinta. El valor del coefi -
ciente de la variable educación primaria indica la diferencia porcentual entre el ingreso de los
ocupados con nivel educativo primario y los ocupados con ningún nivel educativo, 36.9% en
1998 y 32.57% en 2006. Del mismo modo el coefi ciente de la variable educación secundaria
indica la diferencia porcentual entre el ingreso de los ocupados con nivel educativo secunda-
rio y los que no tienen ningún nivel educativo. La interpretación es la misma para el resto de
niveles educativos. Asimismo, al observar los coefi cientes de los cuatro niveles educativos se
nota que el valor de éstos aumenta al pasar de primaria a secundaria, de secundaria a técnica
y de técnica a universitaria. Esto comprueba la relación positiva entre el nivel educativo y el
ingreso.
En 1998 el estado civil era signifi cativo, es decir que existían diferencias entre el ingreso de un
ocupado que estaba casado y uno que no lo estaba. En 2006 esta variable no fue signifi cativa.
Lo mismo ocurrió con el tamaño de la empresa. Por otro lado, también sucedió que el sector
de ocupación no fue signifi cativo en 1998 y si lo fue en 2006.
Los resultados de este modelo permiten concluir que aun cuando se controla el efecto de la
experiencia y la educación, existen diferencias signifi cativas entre el ingreso de hombres y mu-
jeres. Es decir que las diferencias entre el ingreso que perciben los hombres y el que perciben
las mujeres no son explicadas por el hecho de que los hombres tengan mejor educación o
sean más experimentados que las mujeres, sino que son explicadas por razones culturales que
impiden que las capacidades de la mujer sean valoradas de la misma manera que se valoran
las del hombre.
5.8 Conclusiones
• El ingreso de los ocupados ha experimentado un crecimiento a lo largo del período de aná-
lisis. Sin embargo, en 2006 la mitad de los ocupados tiene un ingreso inferior a C$1,500.
Por su parte la brecha de género en el ingreso se redujo en 6.5 puntos porcentuales, y en
2006 las mujeres ocupadas perciben un ingreso inferior en 18.5% al de los hombres
• Al analizar el ingreso en las distintas ramas de actividad, se puede concluir que las ramas
donde las brechas de género son mayores son las de comercio y servicios.
15 Como la variable dependiente está expresada en logaritmos, el valor de los coefi cientes al ser multiplicados por 100, pueden interpretarse
como porcentaje.
90 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
• Por sector de ocupación, los resultados de este capítulo indican que en el sector formal de
la economía los ocupados experimentaron un mayor crecimiento de sus ingresos que en
el sector informal. Las mayores diferencias de género se observan en el sector informal,
y en éste se ubica más del 70% de la población ocupada.
• La brecha de género se redujo en los niveles educativos más altos pero aumentó en los
niveles educativos más bajos. La brecha se redujo considerablemente entre los ocupados
con nivel educativo universitario, sin embargo estos representan menos del 10% del total
de ocupados.
• La distribución del ingreso mejoró de 1998 a 2006, tanto en hombres como en mujeres.
Asimismo se nota que la distribución del ingreso entre las mujeres es ligeramente más
equitativa que entre los hombres.
• Los resultados de la estimación de un modelo econométrico que controla el efecto de la
experiencia y la educación, permiten concluir que existen diferencias signifi cativas entre el
ingreso de hombres y mujeres. Estos resultados ponen en evidencia y de manera contun-
dente la existencia de desiguales de género.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 91
92 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
A pesar de que la mujer
participa de igual manera que
el hombre en las actividades
concernientes a la tierra,
el hombre es el agente
concentrador de la misma
dado que persisten patrones
culturales patriarcales que
no permiten el avance en la
tenencia mancomunada de
la propiedad. Esto limita el
acceso de la mujer a otros
recursos como el crédito.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 93
CAPÍTULO VIAcceso a recursos
El acceso a los recursos de parte de los agentes económicos es clave para incrementar
los resultados generados por las actividades que éstos realizan con el objetivo de alcan-
zar los benefi cios propuestos, contribuyendo, así mismo, al desarrollo del país.
Patrones culturales predominantes han propiciado un sesgo a favor del hombre en el acceso
a los recursos, al limitar la incorporación plena de la mujer a las actividades generadoras de
ingresos, a pesar de ser ésta actora con igual peso económico y social. Más todavía, el patriar-
cado imperante restringe la independencia económica de la mujer aun teniendo ésta acceso al
recurso. Así, en muchas ocasiones, pese a ser dueña del recurso, la mujer muestra inseguri-
dad en la toma de decisiones y delega esta funciónen otros miembros del hogar.
El presente capítulo aborda, en primer lugar, el acceso a la propiedad rural y urbana. En el
primer caso, el objeto de estudio es el propietario de la tierra, y se analiza la tenencia según
el dueño de la misma. En el segundo lo es el hogar conforme a su jefatura, y se muestran las
viviendas de acuerdo al tipo de propiedad y en atención al titular de la documentación legal que
la sustenta.
A continuación se estudia el acceso a la asistencia técnica por hogar según el sexo de su jefe.
Más adelante se exponen los resultados obtenidos en la cobertura de la capacitación por sexo,
expresados con relación a los temas impartidos y las instituciones que la brindaron; se seña-
lan, a la par, las razones de las inasistencias a la misma, siendo el objeto de estudio, en este
caso, las personas que recibieron la capacitación. Por último se analiza el acceso al crédito, y
se observa la distribución de la masa de créditos, los montos promedios otorgados a hombres
y mujeres y las principales instituciones que los brindan.
6.1 Acceso a la propiedad
Aun cuando se plantea que los desequilibrios y contradicciones en el acceso a la propiedad
deben regularse a través de mecanismos del libre mercado, la experiencia ha mostrado cómo
las actividades especulativas distorsionan los precios de los bienes y, por tanto, las posibili-
dades de acceso a los mismos, y se hace necesaria la intervención de la sociedad y el Estado
mediante procesos de reforma para asegurar su correcta distribución.
94 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
En Nicaragua las reformas impulsadas produjeron, en su momento, cambios sustantivos en la
tenencia de la tierra y la vivienda urbana. Sin embargo, irregularidades en su puesta en marcha,
como la falta de indemnización a los antiguos propietarios, la no inscripción en los registros
correspondientes, además de constantes cambios en el marco jurídico de la propiedad, ge-
neraron situaciones de ilegalidad e inseguridad, que afectan el pleno aprovechamiento de los
bienes y difi cultan su compra-venta, enajenación y arrendamiento, a la par que obstaculizan el
desenvolvimiento de los procesos productivos en que éstos intervienen.
La mujer, si bien ha intervenido siempre en las actividades vinculadas con la propiedad, ha teni-
do una participación menor que la del hombre y está situada en desventaja respecto al acceso
a los ingresos que la propiedad provee.
6.1.1 Propiedad rural
No obstante que las primeras manifestaciones de reforma en la tenencia de la tierra se ob-
servan ya desde 1963, no fue sino hasta en la década de los ochenta que se llevaron a cabo
transformaciones profundas en la misma.
La reforma agraria implementada en los años ochenta redujo el latifundio del 32.2% al 7.5%
de las tierras en fi ncas. La tierra en manos de cooperativas llegó a representar el 58.3%; la
asignada a empresas estatales el 34.1% y la perteneciente a productores individuales el 7.1%
(Michell, 2000). Aun cuando dicha reforma contempló la igualdad de las mujeres en el acceso
a la tierra, sólo el 8% de éstas fueron benefi ciarias (Hollinger y Daviss, 2007).
A raíz de la pérdida del poder, en aras de proteger a los benefi ciarios de la reforma agraria
impulsada, el régimen sandinista promulgó, a última hora, la ley N° 88 (Ley de Protección a
la Propiedad Agraria) y transformó los títulos de propiedad en derechos plenos. El régimen
emergente puso en práctica mecanismos legales que limitaron la aplicación real de esta ley,
desarrolló acciones a favor de los antiguos dueños, y promovió la devolución de la tierra que
había sido confi scada o su indemnización16 cuando lo primero no fue posible. Asimismo, se
privilegió nuevamente la propiedad privada como forma predominante de adjudicación y titula-
ción de la tierra.
Algunos programas aplicados a partir de los noventa para el reordenamiento de la tierra fueron
el Programa Nacional de Catastro Titulación y Registro de la Propiedad Agraria Reformada
(PNCTR), el Programa de Promoción del Despegue Económico en el Medio Rural en Nica-
ragua (CEDEPER), el Proyecto del Registro de la Propiedad Agraria Reformada (PNCTR), el
Proyecto de Ordenamiento de la Propiedad (PRODEP), el Proyecto de Regularización de la
Propiedad para León, Chinandega, Estelí y Madrid.
Durante esa década se promovió mayor participación de la mujer en la propiedad de la tierra,
consignada en la Ley N° 209 (Ley de Estabilidad de la Propiedad), la cual establecía el principio
de titulación conjunta de la propiedad. Asimismo, el Programa Sectorial de Desarrollo Rural
16 A la fecha aún falta pagar US$750 millones de dólares en concepto de Bonos de Pagos de Indemnización (BPI) (EFE, 2007).
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 95
Productivo Sostenible (PRORURAL) contempló el fortalecimiento del marco legal institucional
referido al acceso a la tierra por parte de la mujer. Con todo, los benefi cios de la tenencia de
la tierra mancomunada entre cónyuges continúan siendo insufi cientes debido a los esquemas
patriarcales predominantes, como también por las limitaciones económicas para asumir los
gastos administrativos y legales que implica el cambio de propietario.
Los problemas de ilegalidad e inseguridad en la tenencia de la tierra han provocado que mu-
chos vendan sus propiedades a bajo precio, lo que ha propiciado la concentración de la tierra
en pocas manos. Estudios del Banco Mundial indican que cerca del 30% de las tierras rurales
no poseen documentos legales. De este porcentaje, un 11% no tiene ningún tipo de papeles,
un 9% posee títulos de reforma agraria y un 3% otros documentos que confi rman la posesión
de la tierra pero no su propiedad.17 La concentración de la tierra, medida según el coefi ciente
Gini,18 es de 0.72 (Carter, 2001), lo que sitúa a Nicaragua con una de las concentraciones de
tierra más alta del hemisferio (Hollinger y Daviss, 2007).
6.1.2 Acceso a la tierra
Uno de los indicadores medidos por la Encuesta Panel de FIDEG es la tenencia de la tierra
según el sexo del propietario, cuyos resultados se observan en el gráfi co 6.1.2. Éste muestra
que la tierra ha estado en manos de los hombres, con oscilaciones entre el 61% y el 76% del
total titulado en el período comprendido de 1998 a 2006. Las mujeres aparecen rezagadas: se
observa una disminución que va del 20.7% en 1998 al 13.7% en 2006.
Aunque la tenencia mancomunada de la tierra muestra un aumento del 2.4% al 7.7%, los va-
lores son aún demasiado bajos. Si bien, en la década de los noventa se realizaron programas
para titular la tierra a nombre de la pareja, un monitoreo realizado por la FAO y el Banco Mun-
dial descubrió que los títulos no se estaban adjudicando a la pareja sino a la familia, debido a
un manejo erróneo del término mancomunado (FIDEG, 2003).
Gráfi co 6.1.2
Distribución de la tenencia de la tierra por dueño. Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
17 Encuesta realizada por el Banco Mundial, la Universidad de Wisconsin y FIDEG, 2002.
18 Según el coefi ciente de Gini, el cero (0) representa una distribución equitativa perfecta, mientras que el uno (1) se refi ere a una distribución
completamente desigual.
64.7
68.7
73.2
69.4
61.2
72.3
76.2
73.0
73.8
20.7
13.6
12.3
12.6
21.7
13.7
11.5
11.1
13.7
2.0
5.0
3.3
4.0
2.6
5.9
4.6
9.4
7.7
10.2
11.0
8.4
12.0
12.2
7.1
7.3
4.1
4.0
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
Añ
os
Porcentaje
Hombre
Mujer
Pareja
Colectivo
Otro
96 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
La forma colectiva de tenencia de la tierra se redujo del 2.4% en 1998 al 0.8% en el año 2006.
Ello podría deberse a las desmembraciones practicadas en las cooperativas por distintas razo-
nes, entre las que sobresalen el reestablecimiento del predominio de las formas privadas de
propiedad y el libre mercado que estimula la legalización individual en detrimento de la titula-
ción colectiva. Otra causa puede estar en el hecho de que en muchas cooperativas todos los
socios reciben iguales ganancias, a pesar de que no todos tienen la misma productividad, lo
que provoca desavenencias.
Cabe anotar que las desmembraciones ocurridas en las cooperativas fueron a favor de los
hombres, no de las mujeres o de la pareja en conjunto, lo que se justifi ca con el argumento
de que las mujeres no podían trabajar la tierra o que sus tareas eran de otra índole, de ma-
nera que tales desmembraciones han empeorado la participación de la mujer en la tenencia
de la tierra.
Pese a lo avanzado en pro de la equidad de género, expresado mediante la tenencia de la
tierra por parte de la pareja, falta mucho para que el hombre, principal agente concentrador de
la propiedad, ceda el título a nombre de su pareja. Cabe señalar que tanto el hombre como la
mujer participan en las actividades productivas por lo que ambos tienen derecho a la titulación
de la propiedad, indispensable para acceder a créditos y asistencia técnica y tener la sensación
de seguridad sobre su propiedad.
6.1.3 Propiedad urbana
Durante el régimen somocista el principal negocio inmobiliario consistió en la edifi cación de
viviendas, concentradas en repartos residenciales, para los sectores de ingresos altos o me-
dios, y en barrios para los sectores de escasos recursos. En el caso de estos últimos la vi-
vienda se les vendía sin título, y si el comprador no podía pagar las cuotas era desalojado y la
propiedad entregada a otro.
En la década de los ochenta, la revolución sandinista echó a andar reformas orientadas a reor-
ganizar el régimen de la propiedad urbana. En 1984 se aprobó la Ley de Expropiación de Tierras
Urbanas Baldías y se entregaron unos 100 mil lotes con documentos de adjudicación, fi gura ju-
rídica no existente en Nicaragua. No todas estas propiedades fueron debidamente confi scadas,
dado que muchos de sus dueños se encontraban fuera del país. Asimismo, se entregaron a sus
ocupantes viviendas administradas por el Banco de la Vivienda (BAVINIC) que aún no habían
sido canceladas. Del mismo modo, la Ley de Intervención de Repartos Ilegales entregó unas 500
mil escrituras sobre aquellas viviendas que se encontraban en condición de ilegales.
La reforma urbana de los ochenta benefi ció a unas 200 mil familias en el país. No obstante,
a pesar de los esfuerzos realizados, millares de casas y lotes quedaron sin inscribir (Vijil,
1995).
Al igual que con la reforma agraria, el advenimiento de un nuevo régimen político obligó al
gobierno sandinista a dar protección a la propiedad reformada de viviendas y terrenos median-
te las leyes 85 y 86. La Ofi cina de Ordenamiento Territorial (OOT), creada durante el nuevo
gobierno, difi cultó el proceso de legalización por parte de los benefi ciarios de las leyes antes
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 97
mencionadas, especialmente en el caso de los inmuebles más pequeños, cuyos propietarios
no tenían sufi ciente efectivo para pagar los precios establecidos para la adquisición defi nitiva
de las propiedades, lo que provocó su desalojo y absorción por grandes propietarios.
En 1997 se publicó fi nalmente la Ley No 278 (Ley sobre Propiedad Reformada Urbana y Agra-
ria), cuyo objetivo era darle punto fi nal al problema de la propiedad.19 Sin embargo, en ésta
se contempla que los habitantes de hacinamientos humanos, aunque tengan la posesión del
inmueble, quedan sujetos a las decisiones de las autoridades competentes de urbanismo para
ser reubicados cuando las áreas que ocupen se vean afectadas por las normas de desarrollo
urbanístico de la ciudad (Castillo, 1997).
6.1.4 Acceso a la vivienda
Otro indicador incluido dentro de la Encuesta Panel de FIDEG es el acceso a las viviendas y su
objeto de estudio son los hogares separados según el sexo del jefe. El gráfi co 6.1.4a muestra
avances en los procesos de titulación de las viviendas encuestadas entre 1998 y 2006. Las
viviendas con títulos, además de representar el 79.5% del total, se incrementaron en 12.7
puntos porcentuales entre 1998 y 2006. Asimismo, las viviendas sin títulos de propiedad re-
fl ejan una reducción de 2.2 puntos porcentuales. Esta mejora en la titulación de las viviendas
coincide con la reducción en otros tipos de tenencia de la vivienda como prestada, ocupada o
alquilada.
Gráfi co 6.1.4a
Distribución porcentual de las viviendas por tipo de propiedad,
según sexo del jefe de hogar. Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Al separar los datos por sexo del jefe del hogar, los hogares con jefaturas femeninas muestran
mayor presencia en la titulación de las propiedades que los hogares con jefaturas masculinas.
Tanto en 1998 como en 2006 se observa que existen más viviendas tituladas y menos vivien-
das sin titular en hogares con jefatura femenina que en hogares con jefatura masculina. Sin
embargo, la titulación de viviendas ha crecido a un ritmo mayor en hogares liderados por hom-
19 En abril del año 2000 el gobierno de Nicaragua había entregado 25,489 escrituras de propiedad (Ministerio de Hacienda y Crédito Público,
2000).
64.8 71.5 78.7 81
19.316.6
12.9 11.112.1 6.6 5.2 5.1
0
20
40
60
80
100
Hombre 98 Mujer 98 Hombre 06 Mujer 06
Año y sexo
Po
rcen
taje
Alquilada
Amortizándose
ocupada/tomada
Cedida o prestada
Propia sin título
Propia con título
98 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
bres que en los liderados por mujeres, tanto así que la brecha de género a favor de la mujer se
redujo en 4.4 puntos porcentuales durante el período.
El aumento en los procesos de titulación de las viviendas antes mencionados ha permitido la
disminución de los porcentajes de viviendas cedidas y alquiladas. Los hogares con jefatura
masculina que dijeron vivir en casas cedidas representaron el 12.1% al iniciar el período y el
5.2% al fi nalizarlo, valores menores para el caso de los hogares con jefatura femenina que
fueron de 6.2% a inicios del período y 5.1% al fi nal del mismo. A pesar de esta situación, los
hogares con jefatura femenina que vivían en casas cedidas experimentaron una disminución
más acentuada que los hogares con jefatura masculina durante el período, siendo de 5.7%
para los primeros y de 0.1% para los segundos.
En las casas alquiladas ocurrió lo contrario que en las casas cedidas, ya que los hogares
liderados por mujeres que vivían en casas alquilas disminuyeron en 1.7 puntos porcentuales
durante el período, valor que fue solo de 0.2 puntos porcentuales para los hogares con jefatura
masculina.
A partir de los datos presentados se puede concluir que los hogares con jefatura femenina
tienden a titular más sus viviendas que los hogares con jefatura masculina. Sin embargo, en
el período analizado se observa un crecimiento en la titulación de viviendas por parte de los
hogares con jefatura masculina. Esto podría indicar que los hombres tienen acceso más fácil y
rápido a títulos de propiedad que las mujeres. Lo importante a destacar es que las brechas de
género, tanto a favor del hombre como de la mujer, se han reducido en todas las modalidades
de tenencia de la propiedad.
Asimismo, la Encuesta Panel de FIDEG considera, dentro de la categoría de acceso, el com-
portamiento de la propiedad de los documentos según el sexo del jefe del hogar.
El gráfi co 6.1.4b señala que los documentos de propiedad de las viviendas se han concen-
trado en la mujer y representa el 46% del total al fi nal del período. Le sigue el hombre quien
representó el 38.7% en el año 2006, valor relativamente menor que el alcanzado en 1998
que fue de 43.5%. Sin embargo, el incremento en los títulos de propiedad a nombre de hijos
y parientes provoca la disminución de la posesión de la vivienda a nombre de la pareja en 1.2
puntos porcentuales además de ubicarse en el último lugar con respecto al resto de tipos de
propietario al fi nal del período.
Al separar por sexo la jefatura del hogar, se observa que existe una tendencia a inscribir la
vivienda a nombre del jefe del hogar. Evidencia de esto es que en los hogares con jefatura
masculina las viviendas a nombre de los hombres representaron el 60.1% en 1998 y el 58.6%
en 2006. Del mismo modo, en los hogares con jefatura femenina las viviendas a nombre de
las mujeres fueron el 84.2% en 1998 y el 77.6% en 2006.
Estos datos señalan que los hogares con jefatura femenina se caracterizan por concentrar los
títulos de propiedad a nombre de las mismas en mayor proporción que los hogares con jefatura
masculina. Esto se refl eja en que, para el año 1998, la brecha a favor de la mujer como propie-
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 99
taria de la vivienda en los hogares con jefatura femenina fue mayor en 42.6 puntos porcentua-
les que la brecha a favor del hombre como propietario de la vivienda en hogares liderados por
los mismos, condición que prevaleció en 2006 con una brecha mayor en 40.3.
Gráfi co 6.1.4b
Distribución porcentual de las viviendas por propiedad de los documentos, según sexo del
jefe del hogar. Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Estas grandes brechas explican la poca participación de la pareja como dueña de la propiedad
y su disminución durante el período. La propiedad en manos de la pareja fue de 6.9% en 1998,
valor que disminuyó a 2.3% en el año 2006.
Se observa que los hogares liderados por mujeres son más reservados en poner la vivienda
a nombre de la pareja que los hogares liderados por hombres, dado que los primeros repre-
sentaron el 0.6% y los segundos el 9% para el año 2006. Esto se debe a que, por lo general,
los hogares con jefatura femenina están compuestos por madres solteras. En el caso de las
viviendas a nombre de los hijos y parientes pasa lo contrario, ya que las jefaturas lideradas por
mujeres son menos reservadas en poner la propiedad a nombre de los hijos o parientes que
las jefaturas lideradas por hombres.
Las mujeres prefi eren poner la vivienda a nombre de sus hijos y no de forma mancomunada,
debido a que sienten temor de que su cónyuge les arrebate la propiedad. Este temor gene-
ralizado se debe a que tanto las leyes como los abogados están a favor de los hombres; por
tanto, la única manera en que la mujer puede asegurar a sus hijos la herencia de su propiedad
es poner la misma a nombre de éstos.
Muchos de los resultados mostrados por el gráfi co indican que aún prevalecen conductas
culturales que no han permitido poner la vivienda a nombre de la pareja, situación que persiste
sobre todo en los hogares con jefatura femenina lo que permitiría afi rmar que cuando la mujer
es jefa del hogar por lo general es madre soltera. El hecho de que las mujeres tiendan a poner
la vivienda a nombre de sus hijos o parientes obedece también a patrones culturales de velar
por la familia antes que por ellas mismas.
0 20 40 60 80 100
Hombre 98
Mujer 98
Hombre 06
Mujer 06
Añ
o y
sex
o
Porcentaje
Del hombre De la mujer De la pareja
Hijos Parientes
100 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
6.2 Asistencia técnica y capacitación
6.2.1 Reseña
En los años noventa se realizaron distintos esfuerzos para insertar a los sectores productivos
en el mercado internacional por medio de programas dirigidos a fomentar la asistencia técnica
y la capacitación. Entre las instituciones que se crearon están:
• El Instituto Nicaragüense de Tecnología Agropecuaria (INTA) para transferir nuevas
tecnologías a productores.
• El Consejo Nicaragüense de Ciencia y Tecnología (CONICYT) para elaborar políticas
nacionales referentes a estos temas.
• El Fondo Nacional de Garantía (FONAGA), que dentro de sus funciones contemplaba
asegurar la asistencia técnica a las empresas o personas que adquirieron créditos por
medio del fondo.
Durante la década de los noventa, el INTA puso en práctica varios programas que incluían
asistencia técnica y capacitación como:
• El programa de suelos, manejo integrado de plagas y poscosecha, para fortalecer los
conocimientos en técnicas de conservación de suelos y aguas.
• El programa de cultivos diversos para la generación y transferencia de tecnología en
los rubros tradicionales como cultivos hortícolas y frutales.
• El programa de producción animal para el manejo zoo-sanitario de aves de corral y de
cerdos criollos por medio de trasferencias de tecnologías sobre producción y utiliza-
ción de recursos alimentarios y producción de semillas.
• El programa de asistencia técnica participativa (ATP) que integraba el otorgamiento de
la asistencia técnica a campesinos en tres modalidades: la primera para los campesi-
nos que no podían pagar la asistencia técnica, la segunda para los que podían pagarla
poco a poco y la tercera para los que podían acceder a la asistencia técnica ofrecida
por empresas privadas.
El Programa Nacional de Desarrollo Agropecuario coordinado por el MAG, MARENA, INTA,
ONDR y MAS, apoyó la producción y comercialización de productos de consumo interno por
medio del fortalecimiento de la capacidad nacional de generación y transferencia de tecnología
adecuada a unidades productivas familiares.
El Plan Nacional de Desarrollo (PND) incluyó, dentro de sus políticas de fomento, la introduc-
ción de innovación, capacitación y tecnología, objetivo presente en el Programa de Apoyo de
Conglomerados Productivos, Política de Promoción de Exportaciones e Incentivo a la Inversión
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 101
Extranjera, Política de Fomento a la MIPYME y Programa Sectorial de Desarrollo Rural Produc-
tivo Sostenible (PRORURAL).
El PRORURAL contempla acelerar los procesos de innovación tecnológica amigable con el
ambiente (investigación, asistencia técnica, educación) a lo largo de las cadenas y aglome-
rados agro productivos priorizados por el PND-Operativo en los territorios rurales. También
contempla el fortalecimiento de los procesos de institucionalización del enfoque de género en
el sector público agropecuario y forestal, así como la capacitación al personal técnico de las
instituciones del sector en el tema de género.
6.2.2 Acceso a asistencia técnica
El hecho de poseer tierra y mano de obra para trabajarla no es sufi ciente para responder a los
múltiples cambios tecnológicos que el mercado experimenta con alta rapidez. La exigencia de
los mercados internacionales de proveer de productos competitivos a los mismos, determina
la necesidad de recibir asistencia técnica en fi ncas para mejorar los procesos productivos, lo
que reduce sus costos y permite alcanzar los márgenes de competitividad deseados. En este
caso el objeto de estudio son los hogares según jefatura de los mismos.
El gráfi co 6.2.2 indica que la cobertura de asistencia técnica fue considerablemente baja duran-
te el período de estudio, tanto así que en 1999, año en que los hogares accedieron a mayor
asistencia técnica, ésta apenas alcanzó un 8.5% del total de hogares. La media durante el
período fue de 4.76%, lo que indica que, en promedio, sólo este porcentaje del total de los
hogares recibió asistencia técnica.
Gráfi co 6.2.2
Evolución de la cobertura de asistencia técnica según sexo del jefe del hogar.
Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
La tendencia muestra un incremento considerable en la cobertura de asistencia técnica en los
hogares para el año 1999, cuando ésta aumentó en 3.6 puntos porcentuales con respecto al
año anterior. La causa de este aumento puede encontrar una explicación en que en 1998 el
país fue azotado por el Huracán ”Mitch“, el cual fue precedido por ayuda de urgencia en prime-
0.0
2.0
4.0
6.0
8.0
10.0
12.0
1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006
Años
Po
rcen
taje
HombreMujer
102 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
ra instancia y luego por ayuda de reconstrucción, lo cual pudo haber aumentado los niveles de
asistencia técnica durante el año siguiente. En el año 2000 los niveles de asistencia técnica re-
gresan al promedio presentando un estancamiento hasta el año 2003. A partir del año 2003 en
promedio creció en 1.4 puntos porcentuales por año hasta el 2005. El año 2006 presenta una
disminución en la cobertura de asistencia técnica en los hogares de 0.3 puntos porcentuales.
Al separar los hogares por jefatura, se observa que los hogares con jefatura masculina no
solo tienen mayor acceso a asistencia técnica que los hogares con jefatura femenina, sino
que la brecha entre ambos ha ido creciendo a lo largo del período. Evidencia de los anterior
es que para el año 1998 los hogares con jefatura masculina recibieron en asistencia técnica
2.61 veces más que lo recibido por hogares con jefatura femenina, valor que en el año 2006
se incrementa a 3.21 veces.
Los resultados indican que la cobertura de asistencia técnica en los hogares es demasiado
baja, lo que limita su capacidad de mejorar en sus procesos productivos para alcanzar mayores
niveles de productividad y por tanto de ingresos. Asimismo se observa que la mujer ha queda-
do rezagada como receptora de la asistencia técnica, lo que implica mayor vulnerabilidad por
parte de la misma al no acceder a mejoras tecnológicas en sus procesos productivos, para
continuar condenada a su situación de pobreza por más tiempo.
6.2.3 Acceso a capacitación
El acceso a la capacitación es de suma importancia ya que tiene una relación directa con la
productividad de los individuos. Mejorar la productividad de la mano de obra no solo contribu-
ye al alcance de resultados más efi cientes en los mercados, sino que también incrementa los
niveles de salario real, y con ello el bienestar social. En esta sección el objeto de estudio lo
constituyen las personas que recibieron capacitación separada por sexo durante el período.
El gráfi co 6.2.3a muestra que el acceso a capacitación ha incrementado a lo largo del período pero
que, al igual que en la asistencia técnica, los valores alcanzados son demasiado bajos. El valor más
alto en la cobertura de personas capacitadas se alcanzó en el año 2005, el cual sólo representó el
8.5% de las personas encuestadas. La media durante el período fue de 6.01%, lo que indica que,
en promedio, solo este porcentaje de las personas recibió algún tipo de capacitación.
La tendencia seguida por los datos es un poco parecida a la que presentó la asistencia téc-
nica. Del mismo modo se observa un incremento de 1.7 puntos porcentuales en el año 1999
con respecto al año anterior. Luego se observa una disminución en el año 2000 de 0.9 puntos
porcentuales, año a partir del cual el comportamiento se estanca hasta el año 2003. En el año
2004 las personas que recibieron capacitación se incrementaron en 4.2 puntos porcentuales
con respecto al año anterior. Durante el resto del período se mantiene una disminución prome-
dio interanual de 0.5 puntos porcentuales.
Al separar a las personas que recibieron capacitación por sexo se observa que, a pesar de
que al inicio del período fue el hombre el que recibió más capacitación siendo ésta mayor que
la de la mujer en 0.7 puntos porcentuales, al fi nalizar el período fue la mujer la que recibió más
capacitación en un punto porcentual más que el hombre.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 103
Gráfi co 6.2.3a
Evolución de la cobertura de capacitación por sexo. Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Los resultados indican que, a pesar de que los niveles de capacitación a las personas son
demasiado bajos, se debe considerar que en los últimos tres años del período estos han expe-
rimentado un alza considerable. También hay que destacar que la mujer está siendo integrada
a los programas de capacitación, aunque sigan existiendo brechas de género, ya sea a favor
de la mujer o del hombre.
La tabla 6.2.3a desagrega las personas que fueron capacitadas según el tema en que se les
capacitó y por sexo del encuestado. Se observa que la mayoría de los encuestados recibe ca-
pacitación en producción agrícola, en servicios y en otros cursos distintos de los presentados
en la tabla.
Se observa una disminución de 11.8 puntos porcentuales en las personas que recibieron
capacitación en producción agrícola con respecto al año 1998. Por el contrario, las personas
capacitadas en temas de servicios se incrementaron en 2.9 puntos porcentuales con respecto
al año 1998. Esto podría ser resultado del aumento en los procesos migratorios del campo a la
ciudad, lo que habrá generado mayor interés en programas de capacitación al sector servicios
que concuerdan más con las labores realizadas en el casco urbano.
Tanto la capacitación en producción agrícola como pecuaria, actividades clave del sector pri-
mario en Nicaragua, han sufrido una disminución en el período. Sin embargo, se observa un
pequeño incremento de la capacitación en temas industriales, importantes para desarrollar
cadenas verticales en el país.
La capacitación en temas de género y formulación de proyectos también sufrió una disminu-
ción si se compara el año 2006 con el año 1998. El primero disminuyó en 5.4 puntos porcen-
tuales y el segundo en 2.4. Esta situación es lamentable dada la importancia económica que
tienen ambos temas, el primero como trasfondo de problemas estructurales que obedecen
al empobrecimiento de la mujer, y el segundo de vital importancia para el acceso a créditos
productivos.
5.1
6.2 6.15.4
4.44.8
8.6
7.77
4.4
6.5
5.0
3.84.6
3.9
8.3 8.58
0
2
4
6
8
10
1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006
Años
Po
rcen
taje
Hombre Mujer
104 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Al separar las personas capacitadas por sexo, se observa que en Nicaragua persisten los es-
tereotipos asignados por la sociedad a hombres y mujeres en el rol laboral.
Tabla 6.2.3a
Distribución porcentual de la población capacitada
por tema de capacitación según sexo. Nacional, 1998-2006
Tema1998 2006
Hombre Mujer Hombre MujerEn producción agrícola 49.3 9.6 35.9 3.8En producción pecuaria 5.8 2.2 3.3 2.1En producción artesanal 0.7 2.2 0.4En producción industrial 0.7 0.0 2.7 1.7En comercio 4.3 11.1 3.8 5.5En servicios 12.3 23.0 20.7 20.4Administración/contabilidad 1.4 2.2 3.8 3.8Formulación de proyectos 8.7 8.9 4.3 8.1Género 2.9 11.9 0.5 3.0Medicina natural 5.8 11.9 0.9Otros cursos 8.1 17.0 25.0 50.2
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Prueba de ello es que la capacitación en temas agrícolas y pecuarios, tareas asignadas a los
hombres a pesar de la alta participación de la mujer en las mismas, presentan grandes brechas
de género en ambos años. En la capacitación en producción agrícola la brecha fue de 32.1
puntos porcentuales a favor del hombre en el año 2006, un poco menor a la del año 1998 que
había alcanzado 39.7 puntos porcentuales.
De igual forma, en la capacitación en actividades pecuarias persiste la misma brecha a favor
del hombre. A pesar de que se observa una disminución de la misma en el año 2006, esto no
es producto de un avance de equidad de género, sino que más bien obedece a una disminu-
ción de 2.5 puntos porcentuales en la capacitación a los hombres durante el período.
Ahora, la capacitación en aquellas actividades que a través de los años se han asignado a
mujeres tales como las artesanales, comerciales, de servicios, género, medicina natural y
otros cursos, presentan una brecha a favor de la mujer. Sin embargo, a través del período se
observa que en la capacitación en actividades asignadas culturalmente a mujeres los hombres
han tenido mayor participación, ya que en casi todas estas se observa una disminución en las
brechas de género.
Los resultados muestran que a pesar de que Nicaragua es un país meramente dependiente de
las actividades del sector primario, los programas de capacitación han disminuido su interés
en temas concernientes a este sector y concentran su atención en otros temas para el sector
servicios y otros cursos. También se observa que la asignación de roles a hombres y mujeres
en la capacitación por actividades ha disminuido mayormente en el caso del hombre.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 105
El gráfi co 6.2.3b muestra las instituciones que otorgaron capacitación según el sexo de la
persona capacitada. El gráfi co indica que inicialmente la capacitación era dada sobre todo por
las ONG o gremios, lo que representa el 44.7% del total en 1998. Sin embargo, en el año
2006 este lugar fue tomado por las instituciones del Estado, las cuales otorgaron el 48.4% de
las capacitaciones totales. Esto indica que el Estado está teniendo más presencia con tales
políticas en las zonas rurales.
Gráfi co 6.2.3b
Distribución porcentual de la población capacitada por institución, según sexo.
Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Al separar por sexo a las personas que recibieron la capacitación, se observa que el hombre
inicialmente recibía capacitación sobre todo de parte de las ONG o gremios, los que represen-
taban el 50% del total. Sin embargo, en el año 2006 pasan a ser las instituciones del Estado
las que otorgan mayor capacitación a los hombres, con representación del 47.3% del total.
En el caso de las mujeres, éstas recibieron mayor capacitación por parte del Estado tanto al
inicio como al fi nal del período, con un aumento de 43% a 49.4%. Sin embargo, en el año 2006
la capacitación otorgada por las ONG/gremios disminuye para las mujeres en 3.5 puntos por-
centuales con respecto a 1998.
Con base en estos datos se puede concluir que la mujer siempre ha recibido más capacitación
por parte de las instituciones gubernamentales, y el hombre por parte de las ONG/gremios.
Esto indica que el Estado está otorgando capacitación bajo un enfoque de género, lo cual es
importante ya que está concediendo herramientas para un mejor desempeño en la economía
sin diferenciar sexo.
La tabla 6.2.3b resume las razones por las cuales las personas capacitadas no asisten a los
cursos de capacitación, según sexo. La tabla muestra que en el año 1998 las personas que no
asistieron a los cursos de capacitación adujeron como principales razones que nadie llegó a ca-
pacitar (36.2%) y que no existió ningún problema para no asistir a la capacitación (31.1%). En
el año 2006 la situación es diferente, ya que aunque persiste el no haber ningún problema para
no asistir a los cursos (29.1%), el que no haya llegado nadie a capacitar disminuyó en 19.3
34.8
4347.3
49.450
39.3
33.7 35.7
15.2 17.2 1914.9
0
10
20
30
40
50
60
Hombre 98 Mujer 98 Hombre 06 Mujer 06
Año y sexo
Po
rcen
taje
Institución estatal ONG/gremios Otros
106 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
puntos porcentuales. Sin embargo aumentó considerablemente el no interés en los temas de
capacitación de 7.4% a 17.6% durante el período, al igual que el poco tiempo disponible de
11.9% a 16.8%.
Tabla 6.2.3b
Distribución de la población que no asiste a capacitaciones por razones de no asistencia,
según sexo. Nacional, 1998-2006
Razón de no asistencia1998 2006
Hombre Mujer Hombre MujerNo tienen donde dejar los hijos 0.5 2.8 0.2 1.0Nadie ha llegado a capacitar 37.8 34.8 16.5 17.2No tienen tiempo disponible 13.1 10.9 19.1 14.8Los maridos no dan permiso 0.3 0.1 0.1Capacitacion en lugares alejados 0.4 0.7 0.3 0.5No hay dinero para viajar 7.2 7.4 5.3 5.3Solo capacitan a promotores 0.3 0.5 0.0 0.0Temas de capacitacion no interesan 7.3 7.6 16.2 18.9No saben donde recurrir 2.8 2.7 9.8 9.6Malas experiencias 0.5 0.3 0.2 0.1Ningun problema 30.0 32.1 0.3 0.4Bajo nivel educativo 29.2 29.1Reunion en horas que no puede 2.7 2.9
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Los datos indican que existe un problema más allá de la cobertura de la capacitación del Esta-
do o de las ONG, ya que la misma población se niega a recibir la capacitación, ya sea porque
simplemente no quieren ir, porque no les interesan los temas o no les interesa organizar su
tiempo para asistir. Esto podría deberse a que en el campo existe, por razones culturales,
aversión a los cambios. Por lo general, las personas en el campo son muy conservadoras y
difícilmente cambian sus métodos de producción. Se observa un avance en la responsabilidad
de las organizaciones que proveen la capacitación dada la disminución en la razón de no asis-
tencia de los capacitadores a los lugares.
Al separar las razones de no asistencia a los cursos de capacitación por sexo, se observa en
general que tanto hombres como mujeres se asemejan bastante en las razones que aducen
para no asistir a los cursos de capacitación en ambos años, salvo algunos casos como el no
tener dónde dejar a los niños y el no tener tiempo disponible. En el primer caso la mujer adujo
más que el hombre esta razón, la primera representó el 2.8% en 1998 y el 1% en 2006, y el
segundo 0.5% en 1998 y 0.2% en 2006. En el segundo caso la razón fue aducida más por
el hombre y representó el 13.1% en 1998 y el 19.1% en 2006, y la mujer 10.9% en 1998 y
14.8% en 2006.
En 1998 el hombre no asiste a los cursos de capacitación principalmente porque nadie llegó a
capacitar, no tuvo ningún problema para no asistir y no tuvo tiempo disponible. En el año 2006
la principal razón es que no tuvieron ningún problema para asistir lo que disminuyó en 0.8 pun-
tos porcentuales con respecto a 1998, seguido de que no tuvieron tiempo lo que disminuyó
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 107
en seis puntos porcentuales y luego porque nadie llegó a capacitar lo que disminuyó en 21.4
puntos porcentuales.
En el caso de la mujer las principales razones por las que no acudieron a los cursos de capa-
citación fueron que nadie llegó a capacitar, que no tuvieron ningún problema para asistir y que
no tuvieron tiempo en 34.8, 32.1 y 10.9% respectivamente. Para el año 2006 el orden cambió
y la principal razón fue el no tener ningún problema para asistir, seguido por falta de interés
en los temas y, por último, que nadie llegó a capacitar lo que representa 29.1, 18.9 y 17.2%
respectivamente.
A pesar de que en ambos sexos aumenta la falta de interés en los temas de capacitación, la
mujer presenta un porcentaje mayor que el hombre, lo cual podría indicar que las organizacio-
nes no están enfocando bien los temas de capacitación a las necesidades o actividades que
realizan las mujeres en el campo.
6.3 Acceso al crédito
El défi cit de acceso al crédito es un obstáculo para el desarrollo de la mayor parte de los
pequeños productores y trabajadores por cuenta propia. Estos no pueden acceder al crédito
principalmente por dos razones: la mayor parte de la cartera de los bancos está destinada al
consumo y no a la producción, y las garantías exigidas exceden la capacidad económica de la
mayoría de estos pequeños productores y trabajadores por cuenta propia. Esta situación se
agrava en el caso de las mujeres, pues gran parte de ellas no posee títulos de propiedad que
puedan ofrecer como garantía.
A inicios de 2000, el sistema fi nanciero nicaragüense experimentó una crisis que tuvo como
consecuencia la quiebra de varios bancos comerciales. La banca convencional se vio debili-
tada y se produjo un fortalecimiento de las instituciones microfi nancieras. En 2005 había 21
microfi nancieras y contaban con alrededor de 400 mil prestatarios (Navajas y Tejerina, 1997).
Esto se refl eja en los datos pues, como se verá más adelante, la mayor parte de los créditos
proceden de estas instituciones.
6.3.1 Distribución del crédito
Al ordenar a los benefi ciarios de crédito de manera ascendente según el monto del crédito
recibido, se puede observar en la tabla 6.3.1 que tanto en 1998 como en 2006 hay un 20% de
la población que concentra la mayor parte del crédito. Concretamente, en 1998 el 85% de la
masa de créditos otorgados se concentraba en el último quintil. En 2006 este mismo porcen-
taje fue 62.7%.
En 1998 el 20% de la población que recibió los montos de créditos más bajos, recibió en pro-
medio C$ 386 córdobas, mientras que el 20% de la población que recibió los montos de cré-
ditos más altos, recibió en promedio C$ 50,576 córdobas. En 2006 estos promedios fueron
C$ 2,067 córdobas y C$ 38,694 córdobas respectivamente.
108 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Tabla 6.3.1
Distribución de la masa de crédito por quintil.
Nacional, 1998-2006
Quintil 1998 200620 0.7 4.840 2.9 12.360 6.9 19.480 15.3 37.3100 100 100
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Aunque se produjo una mejora en la distribución del crédito, éste aún sigue siendo muy desigual.
La distribución desigual del crédito puede explicarse, en gran medida, por el hecho de que el
monto prestado está en función de la calidad de la garantía que el benefi ciario otorgue. Esto
estaría indicando que son pocos los benefi ciarios que cuentan con buenas garantías. Una po-
sible solución para que la distribución del crédito sea menos desigual es fl exibilizar los criterios
con los que se decide otorgar los mismos.
6.3.2 Cobertura del crédito
La proporción de la población que dijo ser benefi ciaria de crédito creció en el período de estu-
dio; sin embargo esta proporción sigue siendo bastante baja. En 1998 fue de 2.8% y en 2006
fue de 8.2%. Es válido destacar que en 1999 la proporción de benefi ciarios de crédito tuvo un
crecimiento notable producto del efecto del Huracán ¨Mitch¨.
En todos los años de estudio la cobertura del crédito fue levemente mayor para el caso de los
hombres que para el caso de las mujeres. En 2006 existe una diferencia de un punto porcen-
tual entre la proporción de hombres y la proporción de mujeres benefi ciados por crédito.
6.3.3 Monto promedio del crédito
Históricamente, los montos de crédito con que han sido benefi ciados los hombres son mayo-
res que los de las mujeres.20 Los datos presentados en el gráfi co 6.3.3 dejan en evidencia la
afi rmación anterior.
En 1998 el monto promedio de los créditos otorgados a hombres fue de C$ 16,724 córdobas,
mientras que este promedio para el caso de los créditos otorgados a mujeres fue de C$ 4,204
córdobas. Es decir que había una diferencia de 74.9% entre el crédito otorgado a hombres y
el crédito otorgado a mujeres.
20 En el anexo II se presentan los resultados de una prueba t para la diferencia de medias entre monto del crédito otorgado a hombres y a mujeres. La hipótesis nula de igualdad entre las medias se rechaza tanto en 1998 como en el 2006.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 109
Para 2006, el monto promedio de lo créditos que recibieron los hombres fue C$ 14,702 cór-
dobas y este mismo promedio fue C$ 9,776 para el caso de las mujeres. Esto signifi ca una
diferencia de 33.5% a favor de los hombres.
Gráfi co 6.3.3
Evolución del monto promedio del crédito por sexo del benefi ciario.
Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Se produjo, en el período de referencia, una aparente reducción de la desventaja de las mu-
jeres frente a los hombres en lo concerniente al crédito, lo cual es una contribución al empo-
deramiento de las mismas, ya que les proporciona mayor inclusión social, más confi anza en sí
mismas para ganarse la vida y mayor sentido de autovaloración, entre otras cosas (WCCN,
FIDEG y ASOMIF, 2007).
6.3.4 Benefi ciarios del crédito
La distribución de los benefi ciarios de crédito según su sexo ha experimentado un cambio a lo
largo del período de referencia. En 1998, de cada 100 benefi ciarios 58 eran hombres y 42 eran
mujeres. En 2006, de cada 100 benefi ciarios 50 fueron hombres y 50 fueron mujeres. Estos
datos indican que la mujer ha logrado que las instituciones fi nancieras la consideren como su-
jeto de crédito. Esto puede explicarse porque estas instituciones se han dado cuenta de que
la mujer es mejor administradora de recursos que el hombre, lo cual la convierte en un cliente
más atractivo.
En el gráfi co 6.3.4 se observa que hasta el año 2001 los hombres eran los principales benefi -
ciarios de créditos; sin embargo, a partir del año 2002 la situación se revierte y son las mujeres
las principales benefi ciarias de crédito. Este comportamiento coincide con el hecho de que a
inicios de la década del 2000 se produjo la crisis bancaria y las microfi nancieras experimenta-
ron un auge.
16
72
4
14
41
3
18
83
5
18
93
7
16
08
5
10
52
0
16
77
0
15
17
5
14
70
3
42
04
39
85
48
80
57
12
47
80
51
31
82
26
65
85
97
77
75 72 7470 70
51 5157
34
0
5000
10000
15000
20000
1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006
Año
Có
rdo
bas
-5
5
15
25
35
45
55
65
75
Po
rcen
taje
Hombres Mujeres Brecha
110 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Gráfi co 6.3.4
Distribución porcentual de los benefi ciarios de crédito según sexo.
Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
En 2006 la proporción de benefi ciarios hombres es igual a la de mujeres.
6.3.5 Procedencia del crédito
Tanto en 1998 como en 2006 la mayor parte del crédito procede de los bancos privados y las
microfi nancieras. La proporción de benefi ciarios que obtuvieron su crédito a través de estas
instituciones fue de 78.8% en 1998 y de 88.4% en 2006.
Al estudiar a hombres y mujeres en el gráfi co 6.3.5 se pueden observar las diferencias en la
procedencia del crédito.
Gráfi co 6.3.5
Distribución porcentual de los benefi ciarios de crédito por procedencia, según sexo.
Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
58.0 55.1 51.4 53.646.1 48.5 43.2 49.4 50.0
42.0 44.9 48.6 46.453.9 51.5 56.8 50.6 50.0
0
20
40
60
80
100
1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006
Años
Po
rcen
taje
Hombres Mujeres
50
15 22 20
18
187 3
29
63 63 72
3 4 9 5
0
20
40
60
80
100
Hombre 98 Mujer 98 Hombre 06 Mujer 06
Año y sexo
Po
rcen
taje
s
Bancos privados Bancos estatales Microfinancieras y otros Prestamistas
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 111
En 1998 la proporción de hombres que recibió crédito de los bancos fue de 50%, mientras
que la proporción de mujeres que recibieron crédito de esas mismas instituciones fue de 15%.
En el caso de los benefi ciados por microfi nancieras se observa que la proporción de hombres
benefi ciados por estas instituciones es de 29% mientras que esta misma proporción para el
caso de las mujeres fue de 63%. Claramente se observa que la mujer recurre a instituciones
que tienen criterios menos estrictos para otorgar crédito.
Para 2006, en el caso de los hombres la situación cambió de manera notable. La proporción
de benefi ciados por los bancos privados disminuyó 28 puntos porcentuales, mientras la pro-
porción de benefi ciados por las microfi nancieras se incrementó en 34 puntos porcentuales. En
el caso de las mujeres la situación es similar a la de 1998, sin embargo hay que destacar que
la proporción de benefi ciarias de las microfi nancieras aumentó a 72%, el aumento es princi-
palmente explicado por la reducción de benefi ciarias en la banca estatal.
Claramente se ve que en un período de diez años la banca convencional, tanto privada como
estatal, ha sufrido un retroceso hasta el punto de ser sustituida en gran proporción por las
microfi nancieras, esto puede ser explicado en gran parte por la crisis que experimentó el sis-
tema fi nanciero a inicios de la década del 2000 y el crecimiento del número de instituciones
microfi nancieras.
Los datos refl ejan que las mujeres han sido pioneras en el uso de las instituciones microfi nan-
cieras como fuente de crédito, lo cual ha logrado reivindicarlas como agentes económicos.
6.3.6 Monto y procedencia del crédito
En 1998 los montos de crédito más altos los otorgaban los bancos privados y los bancos es-
tatales. Para 2006 la situación cambió y los montos más altos los otorgaban los bancos priva-
dos y las microfi nancieras. En promedio, estas instituciones otorgaron montos de C$ 17,928
córdobas y C$ 16,253 córdobas respectivamente.
Gráfi co 6.3.6
Distribución porcentual de los benefi ciarios de crédito por procedencia, según sexo.
Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
50
15 22 20
18
187 3
29
63 63 72
3 4 9 5
0
20
40
60
80
100
Hombre 98 Mujer 98 Hombre 06 Mujer 06
Año y sexo
Po
rcen
taje
s
Bancos privados Bancos estatales Microfinancieras y otros Prestamistas
112 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Al observar a hombres y mujeres en el gráfi co 6.3.6 se puede ver que, independientemente de
la institución que otorgue el crédito, en ambos años los montos son superiores para el caso
de los hombres que para el caso de las mujeres.
Los datos del gráfi co indican que a pesar de que la mayor parte del crédito al que acceden la
mujeres proviene de microfi nancieras, los montos que reciben son inferiores a los que pudieran
recibir de otras instituciones. Un dato curioso es que para el hombre, en 2006, en promedio el
monto de los créditos otorgados por las microfi nancieras fue superior al de los bancos, lo que
signifi ca que el hecho de que las cantidades que las mujeres reciben de las microfi nancieras
sean menores que las que reciben de los bancos, no es atribuible a que por política las micro-
fi nancieras otorguen créditos por menores montos que los bancos.
Se nota que el hombre ha seguido el ejemplo de la mujer al recurrir a las microfi nancieras como
fuentes de crédito. Los montos con los que éstas benefi cian a los hombres son superiores a
los de las mujeres, comportamiento que es similar en el resto de instituciones.
6.4 Conclusiones
• A pesar de que la mujer participa de igual manera que el hombre en las actividades concer-
nientes a la tierra, el hombre es el agente concentrador de la misma dado que persisten
patrones culturales patriarcales que no permiten el avance en la tenencia mancomunada
de la propiedad lo que limita a la mujer el acceso al resto de los recursos.
• En el caso de la tenencia de la vivienda se observa que son los hogares con jefatura feme-
nina los que tienden a concentrar el grueso de las mismas, aunque son los hombres los
que han presentado tasas de crecimiento mayores en la tenencia de la vivienda. Sin em-
bargo, las brechas de género, tanto a favor del hombre como de la mujer, se han reducido
en todas las modalidades de la tenencia de la vivienda.
• Los hogares con jefatura femenina tienden a poner la vivienda a nombre del jefe más que
los hogares con jefatura masculina, situación que se debe a que cuando la mujer es jefa
del hogar por lo general es madre soltera.
• La mujer ha quedado rezagada como receptora de la asistencia técnica, lo que implica
mayor vulnerabilidad al no acceder a mejoras tecnológicas en sus procesos productivos y
la condena a su situación de pobreza por más tiempo.
• La mujer está siendo integrada a los programas de capacitación y existe equidad de géne-
ro en este indicador, lo que permite disminuir los recursos humanos ociosos que impone
la desigualdad de género.
• Las asignaciones de roles a hombres y mujeres en la capacitación por actividades han
disminuido, mayormente en las actividades que se adjudican solamente a la mujer, y se
observa mayor acceso a temas concernientes a éstas por el hombre.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 113
• El Estado está otorgando capacitación bajo un enfoque de género, lo cual es importante
ya que está concediendo herramientas para un mejor desempeño en la economía sin dife-
renciar sexo.
• Patrones culturales como aversión al riesgo y a los cambios en el campo, provocan des-
interés de la población para asistir a los cursos de capacitación, situación mayor en el
caso de la mujer, lo que podría indicar que las organizaciones no están sabiendo enfocar
los temas de capacitación a las necesidades o actividades que realizan las mujeres en el
campo.
• La distribución de la masa de crédito en Nicaragua es desigual, sin embargo en el período
de referencia se produjo una ligera mejora.
• La cobertura del crédito en Nicaragua es baja: para el año 2006 apenas 8.2% de la pobla-
ción dijo ser benefi ciada por un préstamo.
• Los montos de crédito que se otorgan a las mujeres son inferiores a los que se otorgan a
los hombres. En 2006 la diferencia es 33.5%.
• La distribución de los benefi ciarios de crédito según su sexo ha experimentado un cambio
a lo largo del período de referencia. En 1998, de cada 100 benefi ciarios 58 eran hombres y
42 eran mujeres. En 2006, de cada 100 benefi ciarios 50 son hombres y 50 son mujeres.
• La banca convencional, tanto privada como estatal, ha sufrido un retroceso lo que ha dado
paso a las microfi nancieras. Las mujeres han sido pioneras en el uso de las instituciones
microfi nancieras como fuente de crédito.
114 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Las decisiones sobre los
recursos económicos
familiares en hogares jefeados
por hombres están en manos
de éstos, lo mismo pasa con
los hogares jefeados por
mujeres, con la diferencia de
que las mujeres se apoyan en
redes familiares para tomar
un porcentaje importante de
dichas decisiones.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 115
CAPÍTULO VIIPoder y toma de decisiones en los hogares
La investigación de FIDEG indaga sobre la temática de la toma de decisiones en diferentes
aspectos de la vida de hombres y mujeres. Como este tema está asociado a aspectos
culturales y subjetivos, se incluyeron en el instrumento de medición algunas preguntas
relacionadas con esta temática, las que se sometieron a la opinión de hombres y mujeres para
conocer su posición al respecto.
El capítulo en mención aborda el tema en dos acápites. En un primer momento se muestra la
percepción de jefes y jefas acerca de preguntas que tienen que ver con la toma de decisiones
cotidianas en el hogar vinculadas al ámbito de la vida familiar y en un segundo acápite se plan-
tean las percepciones sobre la toma de decisiones en relación a los recursos familiares.
7.1 Conceptualización
Las decisiones que toman las personas en sus vidas están relacionadas estrechamente con la
autoestima y la seguridad en sí mismas. Ambos elementos inciden en el comportamiento, des-
envolvimiento y actitud de las personas ante situaciones distintas. Este comportamiento tiene
que ver con la socialización recibida por la persona. En el caso de los hombres y las mujeres,
dicha socialización ha sido infl uida vigorosamente por valores culturales con gran ascendencia
machista y patriarcal infundidos mediante un trato diferenciado de acuerdo al rol asignado a
hombres y mujeres.
En el hombre las cualidades formadas en este sistema han sido asociadas a posiciones de
fuerza y control como: autonomía, seguridad, autosufi ciencia, independencia, participación,
liderazgo, entre otras. Cualidades propias para lidiar en el ámbito público. Por el contrario,
en la mujer las cualidades fomentadas han sido relacionadas más con: sumisión, inseguridad,
dádiva, dependencia, entre otras, asociadas más al ámbito de lo privado.
La toma de decisiones en cualquier ámbito de la vida ya sea éste privado o público está fuerte-
mente vinculada con el poder y el control que se ejerce a través de la apropiación de éste. En el
sistema patriarcal es el hombre quien se benefi cia con una socialización que lo hace heredero
de éste y es quien lo ejerce a su favor en detrimento de los demás miembros de la familia, de
la sociedad y, específi camente, de la mujer. Por ello cualquier análisis sobre este tema exige
una noción o defi nición del poder o empoderamiento en el nuevo análisis de entorno.
116 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
El tema de poder y empoderamiento fue debatido por primera vez de forma abierta y franca en
la IV Conferencia Mundial de las Mujeres llevada a cabo en 1995 en Beijing, donde se regis-
tró en la Plataforma de Acción de dicha conferencia, que existía una insufi ciente participación
de las mujeres en el ejercicio del poder y en la toma de decisiones, situación que, de no ser
superada, pondría en riesgo el logro de los objetivos de igualdad, desarrollo y paz. De esta
manera, Beijing trae a la discusión pública la importancia de la participación de las mujeres en
los procesos que involucran el poder y la toma de decisiones. En esta misma dirección, en el
año 2000, cuando se lleva a cabo la Declaración del Milenio, se ratifi ca y corrobora la urgente
necesidad de emprender acciones para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de
las mujeres, revelándolas como agentes reales y efectivos para reducir la pobreza, mejorar la
salud familiar y alcanzar un verdadero desarrollo de los países empobrecidos.
A la par de declaraciones como la de Beijing en 1995 y la del Milenio en el 2000, en la sociedad
en general, y en Nicaragua en particular, se han llevado a cabo investigaciones que no sola-
mente hacen declaraciones sobre el importante rol de las mujeres en el espacio privado y pú-
blico, sino que sustentan, con estadísticas duras, el papel que las mujeres están jugando para
la sobrevivencia de sus países y sus familias. No obstante, todo ello continúa siendo invisible
por la desigualdad existente en las relaciones de poder y toma de decisiones en los espacios
donde hombres y mujeres se desarrollan.
De esta manera, analizar qué es el poder, y qué relación tiene con la falta de empoderamiento
de las mujeres, es de relevancia para entender la exclusión en la que continúan situadas las
mujeres hoy en día, a pesar de todos los aportes que hacen a la sociedad y a su familia.
El concepto de empoderamiento contiene la palabra poder que es el control sobre los bienes
materiales, los recursos intelectuales y la ideología (León, 1997). Entender el poder por parte
de las mujeres es un proceso que pasa por la asimilación, refl exión, participación, concientiza-
ción y deconstrucción de su posición y condición en la sociedad, para cuestionar la posición
y condición de los hombres y llegar a asumir un rol en condiciones de igualdad y equidad con
relación a éstos. Proceso que es acompañado de acontecimientos que surgen en la sociedad;
educación, organización y participación que llevan a las mujeres a refl exionar y a realizar cam-
bios en sus vidas.
Los resultados de las investigaciones de FIDEG sobre esta temática son una primera aproxi-
mación a un tema que ha sido muy poco explorado y muy controversial. Sin embargo, FIDEG
quiso introducir algunas variables que mostrarán algunos indicios de lo que se puede estar
dando al interior de los hogares nicaragüenses en cuanto al poder y a la toma de decisiones.
Las preguntas relacionadas con decisiones en la vida familiar se introdujeron por primera vez
en el año 2003 y, por lo tanto, la comparación de los resultados sobre este tema fue hecha
entre 2003 y 2006. Por otra parte, las preguntas referidas a las decisiones sobre los recursos
de la familia fueron incluidas desde 1999, de esta manera, la comparación con 2006 propor-
ciona pistas sobre los cambios acontecidos en el comportamiento de las familias sobre esta
temática.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 117
Los primeros resultados dejan ver que hombres y mujeres participan en la toma de decisiones,
y un porcentaje de éstas son compartidas entre ambos o con otras personas del hogar. No
obstante, los resultados de las investigaciones de FIDEG manifi estan diferencias de género en
las opiniones vertidas por hombres y mujeres alrededor de este tema.
7.2 Decisiones sobre aspectos relacionados con la vida familiar
7.2.1 Decisiones cotidianas en la vida de las familias
Las decisiones familiares son de diversa índole y están mediadas por la trascendencia que
cada una de estas lleva consigo. Es por este motivo que en la investigación de FIDEG, se le
hicieron las mismas preguntas a hombres y a mujeres que tenían bajo su responsabilidad la
jefatura de sus hogares. Las preguntas estaban relacionadas con la toma de las decisiones
respecto a: visitar amigos o familiares; comprar algo costoso; decidir llevar a hijos y cónyuge
al médico; educación de los hijos e hijas; alimentos para cocinar y uso de anticonceptivos.
Los niveles decisorios de jefes y jefas sobre estas preguntas son diferentes y van en el sentido
que se presenta a continuación:
Respuestas de los jefes •
Los jefes comparten las decisiones con su cónyuge en más del 50%. No obstante, los datos
muestran algunos cambios entre 2003 y 2006: hay algunos en los que los niveles decisorios
se comparten en mayores porcentajes y otros donde el poder se concentra en los hombres.
Los datos dan cuenta de una concentración de poder ante decisiones de mayor trascendencia
como las relacionadas con la compra de productos costosos y las visitas a amigos y familiares.
Es en este tipo de decisiones cuando el hombre se adjudica un mayor peso ya que se rela-
cionan con el control y el poder que generalmente son ejercidos por los hombres en el hogar:
control sobre el dinero y control sobre las personas que se manifi estan en la vida cotidiana de
los hogares entrevistados por FIDEG.
Contrariamente, cuando se trata de asuntos sumamente domésticos —como las decisiones
sobre qué alimentos se deben cocinar para la familia— el hombre transfi ere cada vez más a
su cónyuge la toma de esta decisión. En efecto, los datos muestran que mientras en 2003 las
mujeres asumían el 59.7% en el 2006 lo hacen en un 65.3%. Esta responsabilidad, que cada
vez más asume la mujer, denota que el hombre no siente que al decidir su cónyuge sobre este
aspecto le reste control ni poder sobre el resto de su familia, sino que más bien, su actitud
demuestra una apropiación de los patrones culturales imperantes, en los que este trabajo es
responsabilidad de la mujer.
Un dato importante, de mucha transcendencia para la vida de la familia y en especial para la
de las mujeres, se evidencia en cambios positivos en los niveles de decisión relacionados con
la salud reproductiva de la mujer. Los datos evidencian que las mujeres en hogares jefeados
por hombres están teniendo más poder de decidir sobre el momento en que necesitan ir al
118 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
médico y sobre el uso de anticonceptivos. En estos dos aspectos y, en especial, en las deci-
siones sobre el uso de anticonceptivos, las mujeres han ganado espacio y son decisiones que
pasaron a ser tomadas por ellas del 19.2% al 35.3%. Este dato podría estar relacionado con
el trabajo que muchas ONG realizan con las ”parejas, hombre y mujer” con quienes discuten
sobre esta temática.
Respuestas de las jefas •
Cuando se hicieron las mismas preguntas a las jefas de hogar las respuestas indican cambios
interesantes en relación con la opinión de los jefes. Las jefas se autoasignan por encima del
50% la toma de decisiones al interior del hogar, sin embargo comparten, en porcentajes impor-
tantes, las decisiones con otros miembros del hogar.
Esta forma de compartir con otras personas las decisiones al interior del hogar se ha profun-
dizado entre 2003 y 2006. Es importante señalar que este comportamiento no implica nece-
sariamente que la mujer tenga conciencia de que debe existir mayor equidad e igualdad en la
toma de decisiones. Esto puede obedecer a una posición involuntaria ante su condición de
estar sola, ya sea sin compañero o bien porque el cónyuge no asume de forma igualitaria en
todos las tareas; y al no poder asumir sola todas las responsabilidades, busca apoyo en otros
miembros del hogar.
Tabla 7.2.1
Decisiones sobre aspectos relacionados con la vida familiar. Nacional, 2003-2006
Sexo y decisión Ella Él Ambos Otros Total2003Jefe Visitar a amigos y a la familia 10 15.2 72.5 2.3 100.0Comprar algo caro para la casa (televisor) 10.0 16.8 70.3 2.9 100.0Cuando un niño o niña necesita ir al doctor 13.3 6.8 70.4 9.5 100.0Cuando la cónyuge necesita ir al doctor 11.8 9.6 75.3 3.3 100.0La educación de los niños y niñas 12.2 5.9 72.0 9.9 100.0Qué alimentos cocinar diariamente 59.7 3.8 26.8 9.8 100.0El uso de anticonceptivos 19.2 5.9 66.0 9.0 100.0Jefa 74.1 2.7 13.3 10.0 100.0Visitar a amigos y a la familia 70.5 2.4 14.0 13.2 100.0Comprar algo caro para la casa (televisor) 62.3 1.4 13.0 23.4 100.0Cuando un niño o niña necesita ir al doctor 55.6 3.0 23.0 18.4 100.0Cuando la cónyuge necesita ir al doctor 61.8 1.6 12.6 23.9 100.0La educación de los niños y niñas 77.7 0.6 5.3 16.5 100.0Qué alimentos cocinar diariamente 52.8 0.8 19.3 27.2 100.0El uso de anticonceptivos 62.1 0.9 13.4 23.6 100.02006Jefe Visitar a amigos y a la familia 8.6 13.3 71.8 6.3 100.0Comprar algo caro para la casa (televisor) 6.6 17.9 69.6 5.9 100.0Cuando un niño o niña necesita ir al doctor 8.6 5.4 69.7 16.3 100.0
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 119
Sexo y decisión Ella Él Ambos Otros TotalCuando la cónyuge necesita ir al doctor 14.4 4.7 77 3.9 100.0La educación de los niños y niñas 13.2 6.4 63.9 16.4 100.0Qué alimentos cocinar diariamente 65.3 4.6 20.5 9.6 100.0El uso de anticonceptivos 35.3 2.5 50 12.2 100.0JefaVisitar a amigos y a la familia 71.9 1 13.3 14.1 100Comprar algo caro para la casa (televisor) 67.6 1.4 12.4 18.6 100Cuando un niño o niña necesita ir al doctor 52.6 0.2 11.7 35.5 100Cuando la cónyuge necesita ir al doctor 52.5 1 21.8 24.8 100La educación de los niños y niñas 53.1 0 11.6 35.3 100Qué alimentos cocinar diariamente 82.9 0.9 3.1 13.2 100El uso de anticonceptivos 31.5 1.1 14.1 53.3 100
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Entre 2003 y 2006 en los hogares jefeados por una mujer, se observa que éstas, al tomar
decisiones tan importantes como el uso de anticonceptivos, lo discute con otros miembros
del hogar, seguramente con sus hijas u otras mujeres que la apoyan en su vida cotidiana. Sin
embargo la profundización de esta temática requiere de estudios más cualitativos que gene-
ren información al respecto. El tema en cuestión aún no ha sido sufi cientemente explorado en
América Latina (Anderson, 1994).
En la tabla 7.2.1 se pueden observar de forma detallada las decisiones que toman los jefes y
jefas al interior de sus hogares.
7.2.2 Toma de decisiones en la vida cotidiana de hijos e hijas
Disciplinar, otorgar permiso para jugar, tener amigos o novio, son decisiones que tienen que
ver con aspectos importantes en la vida de las personas. Estas decisiones son tomadas en
un 90% por los jefes de hogar, dejando que su cónyuge decida solamente en un 4% en estos
aspectos tan primordiales que inciden de manera directa en la formación para la vida de sus
hijos e hijas.
Se puede afi rmar entonces que son los hombres los que “mandan” o “deciden” en sus hoga-
res en aquellos aspectos en los que el poder se impone sobre las demás personas.
En relación con las decisiones sobre la misma temática, los datos de FIDEG dan cuenta de que
cuando las mujeres son jefas de hogar, las decisiones las asumen ellas. Es la mujer quien ejerce
el control en la vida de los miembros de su hogar, es ella quien toma la mayor parte de las deci-
siones en disciplinar, otorgar permisos para jugar, tener novio, tener amigos, para trabajar, entre
otras.
120 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Gráfi co 7.2.2a
Jefes de hogar: Decisiones en la vida cotidiana de la niñez
Nacional, 2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Gráfi co 7.2.2b
Jefas de hogar: Decisiones en la vida cotidiana de la niñez
Nacional, 2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Al igual que en otros aspectos de la vida de su familia, las mujeres comparten con otros miem-
bros del hogar estas decisiones. Hay que recordar que en Nicaragua las familias extensas son
las que tienen un mayor peso, y es por ello que otros miembros de la familia, sean abuelas,
abuelos, tías, hermanas, apoyan a las mujeres en la crianza de sus hijos e hijas, sobre todo
cuando esta mujer es sola, jefa de hogar y la persona que garantiza la generación de ingresos
para la familia.
7.2.3 Toma de decisiones en la vida educativa de hijos e hijas
Las decisiones y responsabilidades sobre la educación de los hijos e hijas son delegadas por
los jefes a sus cónyuges.
90.6 90 89.5 88.2 88.7 89.4 89.5
5.2 5.6 6 8 7.6 7.2 6.7
0
20
40
60
80
100
Disciplinar Permisojugar
Permisoamigos
Permisonovios
Sacar dela escuela
Permisotrabajar
Permisodeporte
Desición
Po
rcen
taje
Jefe Cónyuge
Otros hombres Otras mujeres
0
20
40
60
80
100
Disciplinar Permisojugar
Permisoamigos
Permisonovios
Sacar dela escuela
Permisotrabajar
Permisodeporte
Desición
Po
rcen
taje
Jefa CónyugeOtros hombres Otras mujeres
80.6 79.2 78.1 69.8 68.5 74.3
12 11.9 14.3 20.9 20.8 17.4
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 121
Los datos muestran que son muy pocos los hombres jefes de hogar que comparten con sus
esposas o compañeras esta importante responsabilidad. De hecho, solamente en porcentajes
inferiores al 30% los jefes asumen decisiones en este aspecto y en porcentajes arriba del 60%
asumen las mujeres cónyuges de estos jefes de hogar.
Por el contrario, en los hogares con jefatura femenina son las jefas las que asumen en por-
centajes considerables, arriba del 50%, las decisiones relacionadas con el aspecto educativo
de sus hijos e hijas. Aunque las jefas comparten estas decisiones y responsabilidades con
sus cónyuges, también lo hacen con otras mujeres de su hogar. Este comportamiento, que se
muestra como una práctica democrática, pudiera obedecer a que las mujeres al tener que salir
a trabajar, tengan que delegar en otras mujeres de su hogar estas responsabilidades, siendo
en muchos casos sus hijas mujeres mayores o las abuelas las que se hacen cargo de ello.
Gráfi co 7.2.3a
Jefes: Decisiones en la vida educativa de la niñez
Nacional, 2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Gráfi co 7.2.3b
Jefas: Decisiones en la vida educativa de la niñez.
Nacional, 2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
11.9 15.4 14.3 14.9 15.1 16.1 15.531.4
69.8
79.4 81.1 81.3 82.5 81.5 82.765.4
16.5
4.4 4 3.2 1.7 1.6 1.3 2.7
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
100
Matricular Reuniones Contacto
maestro
Tareas Salir a
estudiar
Actividadesescolares
Concejo
escolar
Colegio a
estudiar
Decisión
Po
rce
nta
je
Jefe Cónyuge Otros hombres Otras mujeres
Jefa Cónyuge Otros hombres Otras mujeres
54.874.6 75.5 72.7 80.7 82.1 79.1 74.7
37.5
11.8 11 9.1 5.8 6.7 7.512.4
0
20
40
60
80
100
Matricular Reuniones Contactomaestro
Tareas Salir a
estudiarActividadesescolares
Concejo
escolar
Colegio a
estudiar
Decisión
Po
rcen
taje
122 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
7.3 Decisiones sobre aspectos relacionados con los recursos familiares
Para entrar en la temática de toma de decisiones sobre recursos económicos, FIDEG introdujo
en la investigación una serie de preguntas orientadas a conocer los niveles de decisión que te-
nían los jefes y las jefas alrededor de este tema. Las preguntas estuvieron orientadas a conocer
una diversidad de decisiones relacionadas con recursos económicos que maneja la familia como:
qué sembrar; compra de insumos; seleccionar a quién vender la producción; en qué invertir; en
qué gastar el dinero; solicitar el crédito, gastarlo, manejarlo y pagarlo, entre otros.
Las respuestas a estas preguntas de parte de los jefes y jefas expresaron cambios en relación
a las decisiones ligadas a la vida cotidiana.
Respuestas de los jefes•
Los datos de la investigación dejaron ver que en los hogares jefeados por hombres, entre
1999 y 2006, ellos se han adjudicado arriba del 50% de las decisiones que se toman en re-
lación a los recursos del hogar. Si bien, le conceden a su cónyuge que tome decisiones de
manera unilateral, este porcentaje, que en 1999 no superaba el 15%, ha disminuido al igual que
las decisiones que tomaba en conjunto con su cónyuge.
Dos cosas son importantes de relevar. Por un lado, en las decisiones relacionadas con el cré-
dito las mujeres han mantenido su participación que, aunque pequeña, ha sido sostenida. Por
otro lado, en los hogares jefeados por hombres los datos permiten observar que éstos están
transfi riendo una parte de sus decisiones a otros miembros del hogar, que seguramente son
sus hijos varones que ya están en edad de asumir y apoyarlos en el trabajo, pero permanecien-
do desplanzada la mujer en las mismas.
Los datos revelan una situación muy importante, en el sentido de que en lo vinculado al control
de los recursos —gasto y pago del crédito, manejo del dinero, aplicación de asistencia técni-
ca— son los hombres quienes asumen en mayor porcentaje las decisiones. Comportamiento
que, posiblemente, obedece a que los hombres son por tradición dueños de los recursos y por
lo tanto en este aspecto la negociación está pendiente.
Respuestas de las jefas•
En cuanto a las decisiones de las jefas de hogar relacionadas con el manejo de los recursos
económicos, FIDEG encontró que éstas expresan el mismo patrón de comportamiento mos-
trado en aquellas decisiones relacionadas con la vida cotidiana en sus hogares.
Las jefas de hogar están tomando las decisiones sobre los recursos familiares en porcentajes
por encima del 60%, comportamiento que no ha mostrado grandes variaciones entre 1999 y
2006.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 123
Llama la atención que las mujeres involucran en esta función en porcentajes cercanos al 20%
a otros miembros del hogar. Seguramente, al igual que los jefes, las mujeres involucran en sus
decisiones a otras mujeres y a otros hombres que habitan con ellas en sus casas o fi ncas,
lo que es determinante en su vida económica y familiar. FIDEG no relaciona el apoyo que en-
cuentran las jefas de hogar en las redes familiares con una renuncia al poder y al control de
los recursos. Por el contrario, lo interpreta como un benefi cio que las mujeres encuentran en
esos miembros con quienes comparten las decisiones ya que se nutren de las experiencias y
saberes que estas personas les pueden brindar.
En las tablas 7.3a y 7.3b, se pueden observan con mayor detalle las decisiones que toman
jefes y jefas y los principales cambios que han experimentado entre 1999 y 2006.
Tabla 7.3a
Decisiones sobre aspectos relacionados con los recursos familiares. Nacional, 1999
Sexo y decisión Ella Él Ambos Otros TotalJefe Qué productos sembrar o comprar 15.6 57.2 24.2 3.0 100.0Qué insumos comprar 15.5 58.5 23.2 2.8 100.0A quién vender los productos 17.5 58.6 20.2 3.8 100.0A qué precio vender 18.4 57.7 20.0 3.9 100.0Quién vende los productos 17.8 57.5 20.6 4.0 100.0En qué invertir 17.0 53.4 25.6 4.0 100.0En qué gastar el dinero de la venta de los productos 18.4 51.9 25.8 3.9 100.0Solicitar crédito 8.1 49.8 37.0 5.2 100.0Cómo gastar el crédito 8.6 49.2 37.0 5.2 100.0Quién maneja el dinero del crédito 9.7 49.6 35.7 5.1 100.0Quién paga el crédito 9.0 51.0 35.0 5.0 100.0Recibir asistencia técnica 6.7 64.1 25.5 3.8 100.0Decisiones del negocio o parcela 14.9 52.9 28.7 3.5 100.0Si hay que ahorrar, cuándo y cuánto 11.0 41.4 43.8 3.8 100.0Jefa Qué productos sembrar o comprar 65.6 9.6 6.8 18.0 100.0Qué insumos comprar 64.6 10.9 6.9 17.5 100.0A quién vender los productos 67.5 8.7 5.3 18.5 100.0A qué precio vender 68.5 8.8 5.1 17.6 100.0Quién vende los productos 67.5 9.3 4.9 18.3 100.0En qué invertir 69.2 9.3 5.6 15.9 100.0En qué gastar el dinero de la venta de los productos 68.9 9.0 5.2 17.0 100.0Solicitar crédito 58.5 6.0 10.2 25.4 100.0Cómo gastar el crédito 59.0 5.7 9.9 25.4 100.0Quién maneja el dinero del crédito 59.6 5.7 9.6 25.2 100.0Quién paga el crédito 60.4 5.8 9.0 24.8 100.0Recibir asistencia técnica 57.3 11.2 7.0 24.5 100.0Decisiones del negocio o parcela 65.8 8.0 7.1 19.2 100.0Si hay que ahorrar, cuándo y cuánto 64.6 5.3 9.5 20.6 100.0
Fuente: FIDEG, encuestas de hogares.
124 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Tabla 7.3b
Decisiones sobre aspectos relacionados con los recursos familiares. Nacional, 2006
Sexo y decisión Ella Él Ambos Otros TotalJefe Qué productos sembrar o comprar 12.2 57.6 24.9 5.2 100.0Qué insumos comprar 12.7 57.5 23.8 6.1 100.0A quién vender los productos 13 54.9 25.7 6.4 100.0A qué precio vender 13.4 54 26.2 6.4 100.0Quién vende los productos 13.1 53.5 27 6.4 100.0En qué invertir 12.9 47.1 34.4 5.6 100.0En qué gastar el dinero de la venta de los productos 12.7 44.8 36.8 5.7 100.0Solicitar crédito 10.1 53.6 29.5 6.7 100.0Cómo gastar el crédito 9.2 49.8 34.2 6.8 100.0Quién maneja el dinero del crédito 9.1 48.5 35.3 7.1 100.0Quién paga el crédito 9.1 55.9 27.7 7.2 100.0Recibir asistencia técnica 7.2 62.1 23.1 7.6 100.0Decisiones del negocio o parcela 12 52.3 28.8 6.9 100.0Si hay que ahorrar, cuándo y cuánto 10.5 41.6 42.1 5.8 100.0Jefa Qué productos sembrar o comprar 66.4 9 7 17.6 100.0Qué insumos comprar 66 8.3 5.8 19.9 100.0A quién vender los productos 65.2 8.2 6.3 20.3 100.0A qué precio vender 65.2 8.2 6.3 20.3 100.0Quién vende los productos 64.6 8.2 6.3 20.9 100.0En qué invertir 68 6.9 7.4 17.7 100.0En qué gastar el dinero de la venta de los productos 67.7 6.5 7.2 18.6 100.0Solicitar crédito 64.6 6.8 7.2 21.4 100.0Cómo gastar el crédito 62.8 6.9 8.4 21.9 100.0Quién maneja el dinero del crédito 62.4 6.6 8.9 22.1 100.0Quién paga el crédito 59.7 7.4 8.3 24.6 100.0Recibir asistencia técnica 61 9.1 6.1 23.8 100.0Decisiones del negocio o parcela 63.6 8.1 7 21.3 100.0Si hay que ahorrar, cuándo y cuánto 67.8 5.3 9.8 17.1 100.0
Fuente: FIDEG, encuestas de hogares.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 125
7.4 Conclusiones
• El poder y el control de decisiones importantes en la vida cotidiana de los hogares jefea-
dos por hombres está mayormente en manos de ellos. Contrariamente, los hombres tras-
pasan a sus cónyuges aquellas decisiones que se relacionan con el ámbito doméstico.
• Las jefas de hogar toman la mayor parte de las decisiones familiares; no obstante, se apo-
yan sustantivamente en otros miembros de su familia para tomar dichas decisiones.
• Las decisiones sobre los recursos económicos familiares en hogares jefeados por hom-
bres están en manos de éstos, lo mismo pasa con los hogares jefeados por mujeres, con
la diferencia de que las mujeres se apoyan en redes familiares para tomar un porcentaje
importante de dichas decisiones.
126 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Para el año 1998, 19.1% de
las mujeres y 17.8% de los
hombres afi rmaron estar
organizados; sin embargo,
para el año 2006 se presentó
un declive considerable en
la población organizada de
20 puntos porcentuales para
ambos sexos en comparación
con el año anterior.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 127
CAPÍTULO VIIIParticipación ciudadana
En este capítulo se analizarán los datos de la Encuesta Panel de FIDEG relacionados con
la participación ciudadana. Las secciones en las que se divide están compuestas por la
proporción de la población que se ha organizado, el tipo de organización a la que perte-
necen y las razones de no organización.
8.1 Contexto
La participación ciudadana es importante, ya que el acceso a redes y asociaciones se ha con-
vertido en un mecanismo de participación social que permite obtener más poder y mejores
medios de incidencia.
Cuando las personas se organizan en asociaciones se les facilita el acceso a mercados e in-
sumos más baratos, en el caso de gremios o cooperativas productivas; mejores mecanismos
de protección como los sindicatos y las organizaciones de defensa del consumidor; incidencia
política en consejos comunales y acceso a bienes, programas y servicios como las organiza-
ciones religiosas y los programas sociales (Banco Mundial, 2007).
La participación ciudadana contribuye a la formación de espacios de intervención de la so-
ciedad civil para incidir en la coyuntura económica, política y social, y de esta manera lograr
disminuir las inequidades para consolidar el proceso democrático del país.
Las organizaciones gremiales y asociaciones productivas son una manera efi ciente de reducir
costos, aminorar el riesgo, acceder a materias primas, posicionarse en el mercado y ser suje-
tos de programas de asistencia técnica y capacitación. En los últimos años las autoridades han
reconocido la importancia del asociativismo por lo que las políticas de fomento incluyen entre
sus metas y objetivos promover la asociatividad entre los productores, es este el caso de las
políticas sectoriales como las de MIPYME y PRORURAL.
8.2 Población organizada
En el gráfi co 8.2 se puede observar el comportamiento de la población que ha estado organiza-
da en el período 1998-2006. Para 1998 el 18.8% de la población afi rmó estar organizada pero
este porcentaje mostró un decrecimiento signifi cativo para el año 2006 cuando solamente el
7.8% de la población afi rmó haber estado organizada.
128 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Gráfi co 8.2
Proporción de la población organizada por sexo.
Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
La descomposición por sexo muestra que las mujeres en todos los años presentan un porcen-
taje levemente superior al de los hombres. Para el año 1998 19.1% de las mujeres y 17.8%
de los hombres afi rmaron estar organizados; mientras que en el año 2005 los porcentajes de
hombres y mujeres organizados se incrementaron considerablemente, 27.0% y 30.9% res-
pectivamente.
Sin embargo, para el año 2006 se presentó un declive considerable en la población organizada
con relación al año 1998, tanto en hombres como en mujeres, 7.2% y 8.4% respectivamente.
Este sesgo podría estar explicado por el período electoral, ya que se presenta una tendencia
decreciente para el año 2001 y para el año 2006 y el levantamiento de la encuesta se dio en
plena campaña electoral, pero esta drástica disminución no se puede atribuir con certeza a
este factor.
8.3 Tipos de organización
En el año 1998 el total de la población que afi rmó estar organizada fue el 18.5%, pero de
este porcentaje el 76.6% afi rmó pertenecer a organizaciones religiosas, solamente el 7.3% a
organizaciones gremiales y el 3.5% a organizaciones políticas. Para el año 2006 la población
organizada se redujo considerablemente a 7.8%, pero las religiosas continúan siendo el prin-
cipal tipo de organización al que pertenece el 49.5% de la población, mientras que el 14.7%
pertenece a gremios y el 8.3% a organizaciones comunales.
La tabla 8.3 presenta la distribución porcentual por sexo del tipo de organización al que perte-
nece la población que sí está organizada. En el año 1998 las organizaciones religiosas fueron
el principal centro al que acudieron hombres y mujeres, 68.5% y 83.3% respectivamente.
Mientras en las organizaciones gremiales y cooperativas los hombres presentan mayores por-
centajes (11.5%) en comparación con las mujeres (4%).
5
10
15
20
25
30
35
1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006
Años
Po
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Hombre
Mujer
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 129
Para 2006, el comportamiento anterior es similar ya que las religiosas siguen siendo el princi-
pal tipo de organización al que la población acude, 58.6% para las mujeres y 37.8% para los
hombres. Pero se presenta una drástica disminución, de 24.6 puntos porcentuales para las
mujeres y 30.7 puntos porcentuales para los hombres. Esto nos podría indicar que las organi-
zaciones religiosas han perdido cierta credibilidad ya que los niveles de participación ciudadada
han disminuido considerablemente.
Por otro lado, las organizaciones gremiales aumentaron sus porcentajes de participación ciu-
dadana, 21.7% para los hombres y 9.4% para las mujeres. La particicipación en asociaciones
comunales y proyectos de hombres y mujeres fue, 6% y 10.1%, respectivamente, lo que
representa una tendencia creciente que puede estar explicada por una mayor actividad de los
gobiernos locales y por el proceso de descentralización municipal.
Estos resultados son preocupantes porque es una pequeña proporción de la población la que
está organizada y, sumado a esto, gran parte de ella pertenece a organizaciones religiosas; el
bajo porcentaje de afi liación a cooperativas y gremios nos indica el bajo nivel de asociativismo
de los productores y productoras nicaragüenses, la falta de visión empresarial no permite que
los y las micro, pequeños y medianos productores, tanto hombres como mujeres, se asocien
para fortalecer sus ramas productivas.
Un estudio (Banco Mundial, 2007) sobre Nicaragua indica que la participación en organiza-
ciones productivas aumenta las probabilidades de que haya más hogares que se benefi cien
de programas sociales, principalmente aquellos de escasos recursos ubicados en las áreas
rurales donde la agricultura es la principal actividad económica.
Tabla 8.3
Distribución porcentual de la población organizada por tipo de organización, según sexo.
Nacional, 1998-2006
Tipo de organización1998 2006
Hombre Mujer Hombre MujerDel Estado 2.9 0.3 1.8 0.7ONG 6.1 3.2 1.8 3.6Gremial/ productores / cooperativa 11.5 4.0 21.7 9.4Política 4.2 2.9 11.5 5.4Religiosa 68.5 83.3 37.8 58.6Comunal/ proyectos 2.1 1.0 6.0 10.1De mujeres 0.0 1.2 4.3Educativa/ salud 1.2 2.7 2.3 4.0Deportiva 2.7 1.4 15.2 2.5Otras 0.8 0.0 1.8 1.4
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
130 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
8.4 Razón de no organización
La tabla 8.4 presenta la distribución porcentual por sexo de las razones por las cuales la po-
blación no está organizada para los años 1998 y 2006. Durante el año 1998, la principal razón
que la población total adujo para no estar organizada fue que no les gusta (37.4%), seguido de
“no opina” (20.2%), la falta de tiempo y la ausencia de organizaciones son las otras razones
por las que la población no se organiza, (20.1% y 14.7%).
En 2006, las cuatro razones anteriores siguen siendo las principales por las que la población en
general no está organizada, pero se presentan con distintas distribuciones, no le gusta 47.5%,
falta de tiempo 27.8%, ausencia de organización 10.8% y no opina 9.1%.
El análisis por sexo nos indica que en 1998 la principal causa por la que los hombres y mujeres
no estaban organizados fue que no les gusta (36.9% y 37.8% respectivamente). En el año
2006 esta razón se incrementó para ambos sexos, en 8.2 puntos porcentuales para los hom-
bres y 11.8 puntos porcentuales para las mujeres.
Este comportamiento es alarmante porque se podría entender como un factor de desmotiva-
ción por parte de la población en general; este desinterés se traduce en falta de incidencia de
la sociedad civil en el proceso democrático de Nicaragua. De igual manera, refl eja el bajo nivel
de articulación que posee la sociedad para elaborar propuestas congruentes que se acoplen
a la coyuntura nacional.
Tabla 8.4
Distribución de la población no organizada por razón de no organización, según sexo.
Nacional, 1998-2006
Razón1998 2006
Hombre Mujer Hombre MujerFalta de tiempo 21.6 18.7 30.9 24.9La religión no se lo permite 0.1 0.3 0.1 0.1Están muy politizadas 0.8 0.6 2.4 3.4Mejor trabaja solo 3.8 2.9 0.8 1.0Se reúnen mucho 0.5 0.4 0.2 0.3Exigen cotizaciones 0.1 0.2 0.0 0.0A su pareja no le gusta 0.1 0.6 0.0 0.1Problema dónde dejar los hijos o hijas 0.1 1.3 0.1 0.1Es vagancia 0.2 0.2 0.0 0.0Ausencia de organización 14.4 15.0 10.3 11.3La mujer es de su casa 0.1 0.2 0.0 0.0Reuniones en horas no posibles 1.0 1.2 0.1 0.3No le gusta 36.9 37.8 45.1 49.6No opina 20.3 20.2 9.8 8.4Ya está organizado 0.1 0.3 0.1 0.3
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 131
8.5 Conclusiones
• Para el año 1998, 19.1% de las mujeres y 17.8% de los hombres afi rmaron estar organi-
zados; sin embargo, para el año 2006 se presentó un declive considerable en la población
organizada de 20 puntos porcentuales para ambos sexos en comparación con el año an-
terior.
• Las religiosas son el principal tipo de organización al que se afi lian hombres y mujeres,
pero han presentado una tendecia decreciente con el paso de los años. Las organizacio-
nes gremiales y políticas han mostrado mayor participación por parte de la población pero
todavía constituyen una pequeña proporción de la población organizada.
• Las principales razones por las que la población no está organizada son: no le gusta, no
opina, no tiene tiempo y ausencia de organizaciones.
132 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Al medir la pobreza con el
método Línea de Pobreza,
los datos de las encuestas
de hogares de FIDEG
indican que, en Nicaragua,
las condiciones de vida de
los hogares desmejoraron.
Mientras en 1998 el 70% de
los hogares experimentaba
alguna condición de pobreza,
en 2006 esta proporción fue
de 80%. En 2006 casi el 50%
de los hogares nicaragüenses
vivía por debajo de la línea de
pobreza extrema.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 133
CAPÍTULO IXCondiciones de vida de los hogares según métodos de medición de la pobreza
En este capítulo se analiza la pobreza de los hogares según tres metodologías: NBI, LP y
método Combinado. Se hace un análisis general y uno comparativo entre hogares enca-
bezados por hombres y hogares encabezados por mujeres. El período de análisis abarca
los años comprendidos entre 1998 y 2006.
9.1 Defi niciones y métodos de medición de la pobreza
La pobreza puede defi nirse como la privación en las necesidades básicas. De manera directa
se puede calcular con el método de las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), de manera
indirecta con el método de Línea de Pobreza (LP). El primer método hace referencia a la pobre-
za de tipo estructural mientras el segundo hace referencia a la pobreza de tipo coyuntural.
La pobreza estructural es aquella que está ligada a factores de largo plazo, es decir factores
que cambian muy lentamente. La pobreza coyuntural es la que está ligada al ciclo económico,
en otras palabras, se agudiza cuando la economía está en recesión y pierde agudeza cuando
la economía se acelera. La pobreza coyuntural a diferencia de la estructural no existe si la
economía no experimenta crisis severas o un estancamiento prolongado. Desde una visión
coyuntural los hogares pobres son aquellos que, por el mal desempeño económico del país,
pasan de una condición de no pobreza a una de pobreza o pobreza extrema.
El método NBI considera cinco indicadores para clasifi car a los hogares: dependencia econó-
mica, baja escolaridad del jefe del hogar, vivienda inadecuada, hacinamiento y servicios bási-
cos insufi cientes. Si el hogar presenta una de esas condiciones, entonces se clasifi ca como
pobre. Del mismo modo, si el hogar tiene de dos o más de esas condiciones, entonces se
clasifi ca como pobre extremo.
El método de Línea de Pobreza clasifi ca a los hogares según su capacidad de cubrir total o
parcialmente sus necesidades proteico-calóricas a través de sus ingresos. Si el hogar no pue-
de adquirir, al menos, dos canastas de bienes, defi nidas según los requerimientos proteico-
calóricos de sus miembros, entonces se clasifi ca como pobre. De igual manera si el hogar no
puede adquirir al menos una de estas canastas de bienes, entonces se clasifi ca como pobre
extremo.
134 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
El método combinado clasifi ca a los hogares de la siguiente manera: pobres crónicos, si son
pobres por NBI y pobres por LP. Pobres inerciales si son pobres por NBI y no pobres por LP.
Pobres recientes si son no pobres por NBI y pobres por LP. Integrados, si no son pobres por
NBI ni por LP.
Según la literatura escrita sobre las desigualdades de género, la pobreza es multidimensional
y, en el caso de la mujer, no sólo es la privación de las necesidades básicas sino también la
privación de los medios para satisfacerlas. Dicho de otra forma, la mujer es pobre porque ca-
rece de tiempo para buscar la forma más adecuada de satisfacer sus necesidades (Arriagada,
2006). Sin embargo, los estudiosos de las desigualdades de género no han logrado desarrollar
un método de medición de la pobreza que incorpore la multidimensionalidad de la misma, por
lo tanto en este capítulo se analiza la pobreza con la metodología tradicional.
9.2 Evolución de la pobreza según el método NBI
Los datos demuestran que en el período de referencia los hogares tuvieron una mejora en
sus condiciones de vida, pues en 1998 el 74.2% de ellos experimentaba alguna condición de
pobreza, mientras que en 2006 esta proporción disminuyó al 61.9%. Se puede afi rmar que la
pobreza de tipo estructural que experimentan los hogares nicaragüenses se redujo en térmi-
nos porcentuales.
En el período de 1998 a 2006, según el método NBI, se produce una clara reducción de la po-
breza extrema de los hogares nicaragüenses. En 1998, el 43.7% de los hogares no satisfacía
dos o más necesidades básicas. En 2006, esta proporción fue 28.8%. No se puede decir lo
mismo de la pobreza no extrema, pues en 1998 la proporción de hogares que no podían satis-
facer una de sus necesidades básicas fue 30.5% y en 2006 esta proporción fue 33%.
Gráfi co 9.2
Evolución de la pobreza (NBI). Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
20
25
30
35
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45
1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006
Años
Po
rcen
taje
Extrema pobreza Pobreza No pobres
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 135
La proporción de hogares no pobres aumentó más de 12 puntos porcentuales. En 1998 la pro-
porción de hogares no pobres fue 25.8% y en 2006 fue 38.1%. El aumento en la proporción
de hogares no pobres se explica por el hecho de que la reducción de la pobreza extrema fue
mayor que el aumento de la pobreza no extrema.
9.2.1 Pobreza en los hogares de hombres y mujeres según el método NBI
En el gráfi co 9.2.1 se observan las condiciones de vida de los hogares según el sexo del jefe.
Mientras en 1998 la proporción de hogares que no experimentaban ninguna condición de po-
breza era menor en los hogares jefeados por hombres con respecto a los hogares jefeados
por mujeres, en 2006 esta proporción es mayor en los hogares jefeados por hombres.
Gráfi co 9.2.1
Pobreza (NBI) en los hogares por sexo del jefe, según condición de pobreza.
Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
En 1998 la proporción de hogares no pobres jefeados por mujeres superaba en 2.2 puntos
porcentuales a la proporción de hogares no pobres jefeados por hombres. En 2006, esta dife-
rencia es de 4.9 puntos porcentuales a favor de los hogares encabezados por hombres.
En el gráfi co se puede ver que en 1998, tanto la pobreza como la pobreza extrema afectaban
más a los hogares encabezados por hombres, en cambio en 2006 la situación se revierte y
son los hogares encabezados por mujeres los que se ven más afectados por la pobreza y la
pobreza extrema.
Este cambio se explica, en gran medida, por el hecho de que, según el método NBI, la po-
breza extrema se redujo más en los hogares encabezados por hombres que en los hogares
encabezados por mujeres. La pobreza extrema se redujo en 16.6 puntos porcentuales en el
caso de los hogares encabezados por hombres y en 11.9 puntos porcentuales en los hogares
encabezados por mujeres.
43.7 43.727.14 31.79
31.2 29
32.87 33.33
25.1 27.339.98 34.87
0
20
40
60
80
100
Hombre 98 Mujer 98 Hombre 06 Mujer 06
Año y sexo
Po
rcen
taje No pobres
PobrezaExtrema pobreza
136 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Los datos dan cuenta de que la pobreza estructural en 2006 afecta más a los hogares enca-
bezados por mujeres que a los hogares encabezados por hombres. Esto apunta a que las po-
líticas encaminadas a mejorar indicadores como el acceso a agua potable y energía eléctrica,
nivel educativo, hacinamiento, calidad de la vivienda y dependencia económica, han surtido un
mejor efecto en los hogares encabezados por hombres. Es decir que en los hogares encabe-
zados por hombres los recursos están siendo destinados a la mejora de los indicadores antes
mencionados, mientras que en el caso de los hogares encabezados por mujeres los recursos
se están destinando a cubrir otras necesidades que no están contempladas dentro del método
NBI.
9.2.2 Índice de bienestar21 de los hogares según el método NBI
Con el fi n de resumir de manera clara y sencilla lo expuesto en la sección anterior, se presen-
tan en la tabla 9.2.2 los resultados de la construcción de un índice de bienestar de los hogares.
Los valores bajos del índice están asociados a valores bajos de satisfacción, consecuente-
mente los valores altos están asociados a niveles más altos de satisfacción.
Tabla 9.2.2
Índice de bienestar (NBI) de los hogares, por sexo del jefe.
Nacional, 1998-2006
Año Hombre Mujer Total1998 1.81 1.84 1.822006 2.13 2.03 2.09
Fuente: FIDEG.
Los datos indican que, efectivamente, se produjo una mejora en el bienestar de los hogares ni-
caragüenses; sin embargo los hogares encabezados por hombres experimentaron una mayor
mejoría en su bienestar que los hogares encabezados por mujeres, tanto así que en 1998 el
bienestar de los hogares encabezados por mujeres era mayor que el de los hogares encabeza-
dos por hombres y en 2006 son estos últimos los que presentan mayor bienestar. Como ya se
mencionó antes, pareciera ser que hubo un cambio en la manera en que se están priorizando
los recursos en los hogares encabezados por mujeres.
9.3 Evolución de la pobreza según el método de Línea de Pobreza
Aparentemente los hogares que no eran pobres se volvieron pobres, y los hogares que eran
pobres se volvieron extremadamente pobres. Al medir la pobreza con el método LP, los datos
de las encuestas de hogares de FIDEG, indican que, en Nicaragua, las condiciones de vida
de los hogares desmejoraron. Mientras en 1998 el 70% de los hogares experimentaba alguna
condición de pobreza, en 2006 esta proporción fue de 80%.
21 El índice de bienestar se construye de la siguiente manera: IB=Ppe
+2Pp+3P
np. P
np es la proporción de no pobres, P
p es la proporción de pobres
y Ppe
es la proporción de pobres extremos. El índice de bienestar toma valores entre 1 y 3. Toma el valor de 1 cuando la población se concentra
en el grupo de pobreza extrema y el valor de 3 cuando la población se concentra en el grupo de no pobreza.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 137
Gráfi co 9.3
Evolución de la pobreza (LP). Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Según el método LP, en el período de referencia se produjo un aumento de la pobreza extrema
en los hogares nicaragüenses. Mientras en 1998, el 36.9% de los hogares no podía adquirir
al menos una canasta de bienes que satisfi ciera las necesidades proteico-calóricas de sus
miembros, en 2006 este mismo porcentaje fue 48.3%. Por otro lado, la pobreza no extrema
se redujo. En 1998 el 32.8% de los hogares nicaragüenses vivía en condición de pobreza no
extrema, en el 2006 esa proporción fue de 29.1%.
La proporción de hogares no pobres disminuyó. En 1998 el 30.3% de los hogares nicara-
güenses no experimentaba ninguna condición de pobreza, en 2006 este porcentaje se redujo
al 22.6%. Esto se explica por el hecho de que el aumento de la pobreza extrema fue mayor
que la reducción de la pobreza no extrema. Mientras la primera aumentó más de once puntos
porcentuales, la segunda solo disminuyó 3.7 puntos porcentuales.
9.3.1 Pobreza en los hogares de hombres y mujeres según el método LP
En el gráfi co 9.3.1 se muestra la distribución de los hogares según su condición de pobreza.
Tanto en 1998 como en 2006, la proporción de hogares que no experimentaba ninguna con-
dición de pobreza era mayor en el caso de los hogares encabezados por hombres que en los
hogares encabezados por mujeres. En ambos años, la diferencia entre las proporciones antes
mencionadas era alrededor de cinco puntos porcentuales.
En 1998 la pobreza extrema afectaba más a los hogares encabezados por mujeres que a los
hogares encabezados por hombres. En 1998 de cada 100 hogares nicaragüenses encabeza-
dos por hombres, casi 36 vivían en pobreza extrema; en el caso de los hogares encabezados
por mujeres vivían en esa condición casi 39 de cada 100. En 2006, las proporciones anteriores
eran 47.4% y 49.9% respectivamente.
1015202530354045505560
1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006
Años
Po
rcen
taje
Extrema pobreza Pobreza No pobres
138 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Gráfi co 9.3.1
Pobreza (LP) en los hogares por sexo del jefe, según condición de pobreza.
Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Al igual que la pobreza extrema, la pobreza no extrema afecta más a los hogares encabezados
por mujeres que a los hogares encabezados por hombres. Tanto en 1998 como en 2006 la
proporción de hogares que vivían en condición de pobreza no extrema era 2.7 puntos porcen-
tuales superior en el caso de los hogares encabezados por mujeres.
El hecho de que al medir la pobreza de manera indirecta, con el método LP, los resultados
indiquen que los hogares encabezados por mujeres aparezcan como más pobres, se explica
porque en estos hogares la cantidad de perceptores de ingresos es inferior a la de los hoga-
res cuya jefatura es ostentada por hombres. Asimismo en estos hogares encabezados por
mujeres la cantidad de personas económicamente dependientes es mayor pues, como ya se
ha mencionado en otros capítulos, las jefas de hogar son en su mayoría abuelas solas que se
hacen cargo de hijos y de nietos.
9.3.2 Índice de bienestar de los hogares según el método LP
Tomando el ingreso como medida de bienestar, los resultados que se presentan en la tabla
9.3.2, indican que el estado de bienestar de los hogares nicaragüenses empeoró en el período
de referencia. De manera consecuente con lo que se ha planteado en el apartado anterior, la
tabla muestra claramente que el bienestar de los hogares encabezados por hombres es supe-
rior al de los hogares encabezados por mujeres.
Tabla 9.3.2
Indice de bienestar (LP) de los hogares, por sexo del jefe. Nacional, 1998-2006
Año Hombre Mujer Total1998 1.96 1.88 1.932006 1.77 1.69 1.74
Fuente: FIDEG.
36 38.8 47.4 49.9
32 34.7 28.1 30.8
32 26.5 24.5 19.3
0
20
40
60
80
100
Hombre 98 Mujer 98 Hombre 06 Mujer 06
Año y sexo
Po
rcen
taje No pobres
PobrezaExtrema pobreza
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 139
9.4 Evolución de la pobreza según el método Combinado
Según el método Combinado, más del 86% de los hogares nicaragüenses no se encuentra so-
cialmente integrado. Asimismo la pobreza que más afecta a los hogares es la pobreza crónica,
aunque ésta se ha reducido levemente. La pobreza reciente, por su parte, ha venido incremen-
tando su incidencia en una manera importante.
Al medir la pobreza con el método Combinado, los datos indican que de 1998 a 2006 se
produce una leve disminución de la pobreza crónica. En 1998 la proporción de hogares que
tenían necesidades básicas insatisfechas, y además vivían con ingresos inferiores a la línea de
pobreza, era 57.5%, en 2006 esa proporción fue 53%.
Al igual que la pobreza crónica, la pobreza inercial también disminuye, pero lo hace en mayor
proporción. En 1998, casi 17 de cada 100 hogares vivían con ingresos superiores a la línea de
pobreza pero tenían necesidades básicas insatisfechas. Para 2006 esta proporción se redujo
a un poco menos de ocho de cada 100 hogares.
Gráfi co 9.4
Evolución de la pobreza (Combinado).
Nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
La proporción de hogares que experimentan pobreza reciente incrementó en 12.2 puntos por-
centuales. Es decir que son cada vez más los hogares que, teniendo sus necesidades básicas
satisfechas, no tienen ingresos sufi cientes.
En cuanto a la proporción de hogares socialmente integrados, es decir que tienen sus necesi-
dades básicas satisfechas y tienen ingresos sufi cientes, se puede decir que fue la misma en
1998 y en 2006 aunque a lo largo del período se observan pequeñas variaciones. Esta propor-
ción fue 13.5% en 1998 y 13.6% en 2006. La proporción de hogares integrados se mantuvo
en el mismo nivel porque el incremento de la pobreza reciente contrarrestó a la reducción de
la pobreza crónica y la pobreza inercial.
0
10
20
30
40
50
60
70
1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006
Años
Po
rcen
taje
Crónico Inercial Reciente Integrado
140 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
9.4.1 Pobreza en los hogares según el método Combinado
Al observar la distribución de los hogares por sexo del jefe, se nota en el gráfi co 9.4.1 que,
tanto en 1998 como en 2006, la proporción de hogares socialmente integrados es mayor en
el caso de aquellos cuyos jefes son hombres con respecto a aquellos dirigidos por mujeres.
Asimismo los datos indican que la diferencia incrementó: mientras en 1998 la diferencia era 1.2
puntos porcentuales, en 2006 ésta fue de 2.4 puntos porcentuales.
La pobreza crónica redujo su incidencia en los hogares encabezados por hombres, no así en
los hogares encabezados por mujeres. Mientras la proporción de hogares con jefes que vivían
en condiciones de pobreza crónica se redujo casi siete puntos porcentuales en el período
1998-2006, se mantuvo invariable en el caso de los hogares con jefas.
Gráfi co 9.4.1
Pobreza (Combinado) en los hogares por sexo del jefe,
según condición de pobreza nacional, 1998-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
A diferencia de la pobreza crónica, la pobreza de tipo inercial afecta más a los hogares
encabezados por hombres. En 1998 la proporción de hogares cuyos jefes eran hombres y
padecían la pobreza inercial era 18.1%, mientras que para el caso de los hogares con jefas
ese porcentaje fue 13.8%. En 2006, los porcentajes antes mencionados fueron 10% y 7.2%
respectivamente.
En lo que respecta a la pobreza reciente el gráfi co ilustra que, mientras en 1998 este tipo de
pobreza afectaba más a los hogares con jefas que a los hogares con jefes, en 2006 la situación
cambia y son estos últimos los que se ven más afectados.
Los datos presentados en el gráfi co 9.4.1 indican que, según el método combinado, la propor-
ción de hogares encabezados por mujeres que experimentan alguna condición de pobreza es
ligeramente mayor que la de los encabezados por hombres. Asimismo indican que la pobreza
crónica tiene mayor incidencia en los hogares encabezados por mujeres. De este tipo de
pobreza es muy difícil salir pues además de tener un componente coyuntural tiene un compo-
nente estructural.
56.9 58.9 50.04 58.09
18.1 13.89.97
7.15
11.1 14.625.46 22.65
13.9 12.7 14.51 12.09
0
20
40
60
80
100
Hombre 98 Mujer 98 Hombre 06 Mujer 06
Año y sexo
Po
rcen
taje
Integrado
Reciente
Inercial
Crónico
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 141
9.5 Conclusiones
• Según el método NBI, los hogares nicaragüenses experimentaron una mejoría en sus con-
diciones de vida. Sin embargo en 2006, de cada diez hogares seis viven en condición de
pobreza y, de éstos, tres viven en extrema pobreza.
• Mientras en 1998 los hogares encabezados por mujeres eran menos pobres que los en-
cabezados por hombres según el método NBI, en 2006 son los hogares encabezados por
hombres los que son menos pobres.
• Al medir la pobreza con el método LP, los datos de las encuestas de hogares de FIDEG
indican que, en Nicaragua, las condiciones de vida de los hogares desmejoraron. Mientras
en 1998 el 70% de los hogares experimentaba alguna condición de pobreza, en 2006 esta
proporción fue de 80%. En 2006 casi el 50% de los hogares nicaragüenses vive por deba-
jo de la línea de pobreza extrema.
• Según el método LP, los hogares encabezados por mujeres son más pobres que los enca-
bezados por hombres. Esto está ligado a la cantidad de perceptores de ingresos que hay
en los hogares liderados por mujeres.
• Al medir la pobreza con el método Combinado, más del 86% de los hogares nicaragüen-
ses no se encuentra socialmente integrado. Asimismo la pobreza que más afecta a los
hogares es la pobreza crónica, aunque se ha reducido levemente. La pobreza reciente, por
su parte, ha venido incrementando su incidencia en una manera importante.
• A diferencia de la pobreza crónica, la pobreza de tipo inercial afecta más a los hogares
encabezados por hombres. La pobreza reciente en la actualidad afecta más a los hogares
encabezados por hombres.
142 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Al contabilizar el tiempo total
que invierten en el trabajo
productivo y reproductivo
las personas, los datos son
contundentes al revelar que
las mujeres aportan el 57.7%
y los hombres el 42.3%. Esto
muestra de forma clara que
las mujeres están trabajando
más que los hombres y
asumiendo una jornada de
trabajo más intensa, conocida
como “la doble jornada”.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 143
CAPÍTULO XUso del tiempo reproductivo
El objetivo de este capítulo es entregar los resultados que las encuestas de FIDEG gene-
raron durante 2004 y 200622 sobre el tema ¨el uso del tiempo, que hombres y mujeres,
destinan al trabajo doméstico¨. Como este es tema de vital importancia, FIDEG consi-
deró la inclusión de variables sobre él dentro de sus investigaciones, y en este capítulo se
presentan los resultados.
El presente capítulo está estructurado en cuatro secciones. En la primera se presenta la con-
ceptualización del trabajo doméstico ó reproductivo; seguidamente se analizan los datos re-
feridos al tiempo dedicado por hombres y mujeres a la ejecución del trabajo doméstico; en
una tercera sección se exponen los resultados de la participación de la niñez en el trabajo
doméstico; y, por último, se hace un ejercicio por contabilizar el peso que tienen las actividades
productivas y reproductivas en el tiempo total de trabajo de hombres y mujeres.
10.1 Conceptualización del ”trabajo doméstico ó trabajo reproductivo”
Solamente examinando el rol que jugaron hombres y mujeres desde tiempos remotos, se pue-
de comprender cuáles fueron las causas de la estructuración de un sistema de discriminación
y exclusión que colocó a las mujeres en posición de desventaja respecto a los hombres, no
sólo en la esfera reproductiva sino también en la esfera productiva.
Veamos entonces, el concepto de economía (Renzi y Agurto, 1998) proviene de la palabra
griega ”oiko nomos”, relacionada al ámbito doméstico. Según los fi lósofos, dicho término
pertenecía a la esfera banal, donde se realizaba el trabajo manual que por sí mismo era des-
preciable por poseer características simples y no requerir de inteligencia, por lo tanto podía
ser aprendido y desempeñado por los esclavos, las clases bajas y las mujeres. Por otro lado
estaba la esfera de la ”polis” ó ámbito público donde se ubicaban todas aquellas personas
(hombres), capaces de pensar, crear, dirigir y fi losofar. Sin embargo, reconocían al “oiko”
como necesario, en la medida en que creaba las condiciones materiales para absolver al hom-
bre libre y pensante del trabajo físico.
22 Antes de 2004 no se hacían preguntas en la encuesta sobre este tema.
144 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Esta separación entre trabajo manual e intelectual sentó las bases para una división sexual del
trabajo que asignó a la mujer el rol de la reproducción biológica y material y al hombre el rol de
pensar y crear. El trabajo reproductivo se realiza para satisfacer las necesidades familiares y
constituye una dimensión necesaria para la reproducción de la familia y la sociedad; su realiza-
ción ha quedado delimitada al espacio privado, básicamente a la esfera doméstica; de ahí su
nombre más reconocido: “trabajo doméstico”.
Por otra parte, la economía tradicional también ha contribuido a la desvalorización del trabajo
reproductivo frente al trabajo productivo, resultado de la conceptualización que hace la teoría
económica sobre valor de uso y valor de cambio según la cual el primero se relaciona con las
actividades reproductivas y el segundo con las actividades productivas. El mercado que da valor
solamente a las mercancías que pueden ser intercambiadas entre un comprador y un vendedor
(valor de cambio), expropia la importancia que tiene para la familia y la sociedad el trabajo re-
productivo (valor de uso), confi nándolo a la esfera doméstica y justifi cándolo como propio de la
naturaleza femenina. Es aquí donde la economía tradicional muestra un sesgo de género.
El legado ancestral de discriminación hacia la mujeres tiene mucho arraigo aún en la sociedad
nicaragüense. Por ello tienen importancia las investigaciones que FIDEG ha realizado a lo largo
de los últimos años, que han hecho visible que las mujeres realizan la mayor parte del trabajo
doméstico y, a su vez, se han incorporado masivamente al mercado de trabajo, lo que se torna
en una injusticia hacia ellas porque asumen una sobrecarga o una doble jornada de trabajo, al
combinar actividades no remuneradas con actividades remuneradas.
10.2 Tiempo dedicado por hombres y mujeres a la realización del trabajo reproductivo
Las investigaciones de FIDEG dan cuenta de que el trabajo reproductivo o doméstico, en pleno
siglo XXI, continúa siendo mayoritariamente realizado por mujeres. Es decir, que el legado an-
cestral que las discriminó y subordinó, al colocarlas como una propiedad privada y como seres
humanos de segunda categoría, es todavía un estigma que tienen que cargar miles de ellas,
sin demandar ningún salario, ingreso o remuneración por llevarlo a cabo.
Gráfi co 10.2a
Distribución porcentual del tiempo dedicado al trabajo reproductivo, por sexo.
Nacional, 2004-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
2004 2006
Hombre
Mujer
81.681.9
18.4 18.101020
3040
50
60
70
80
90
%
Año
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 145
Los datos provenientes de las investigaciones de FIDEG correspondientes a los años 2004 y
2006, observan que la división del trabajo doméstico no ha experimentado cambios notables.
De hecho, mientras las mujeres en 2004 realizan el 81.6% de las actividades domésticas, en
2006 ven incrementada su participación en las mismas al 81.9%; no así los hombres quienes
pasaron del 18.4% al 18.1% en dicho período. Los datos evidencian que la división sexual del
trabajo continúa inalterable en detrimento de las mujeres, y no se observaron, entre 2004 y
2006, cambios sustanciales en el tiempo que hombres y mujeres dedican a este trabajo. Por lo
tanto, lo importante es señalar que las inequidades en la división de este trabajo al interior de
los hogares continúa inamovible en detrimento de las mujeres.
El trabajo doméstico implica llevar a cabo múltiples actividades como son la preparación de los
alimentos, lavar y planchar la ropa, asear la casa, cuidar niños y ancianos, halar leña, acarrear
agua, remendar ropa, hacer mandados o gestiones, ayudar en las tareas escolares, llevar co-
mida a la parcela y un sinnúmero de otras actividades. Si bien es cierto son las mujeres las que
destacan en la realización de estas tareas, los datos de las investigaciones dan luces sobre
una marcada división sexual del trabajo, según la cual los hombres contribuyen con tareas que
históricamente han sido consideradas “masculinas”ya que demandan de fuerza física, como
halar agua y acarrear leña; en cambio las mujeres continúan realizando tareas que aunque,
aparentemente, no demandan gran fuerza física sí demandan de mucha resistencia, la que en
ocasiones lleva a las mujeres a situaciones de estrés, en la medida en que algunas de estas
actividades se realizan de manera simultánea y en condiciones precarias.
La rutina de una inmensa mayoría de mujeres nicaragüenses se puede describir de la manera
siguiente: mientras prepara el desayuno alista a los hijos o hijas para ir a la escuela, deja el
almuerzo hecho para cuando ellos regresen, se prepara ella para asistir a su trabajo, pasa de-
jando a los hijos por la escuela y toma el autobús para ir a su trabajo. Esta rutina de las mujeres
ha trascendido de tal forma que los medios de comunicación la han utilizado para ejemplifi car a
la “super madre” que alimenta con “Corn Flakes” a sus hijos y cumple el mismo ciclo, pero en
condiciones que no refl ejan la verdadera realidad y pésimas circunstancias en que la mayoría
de las mujeres realiza estas tareas; por el contrario, muestran a una mujer de clase media, en
condiciones económicas óptimas, pero paradójicamente, al fi n de cuentas, única responsable
de garantizar el trabajo doméstico.
El gráfi co 10.2b ilustra las actividades que hombres y mujeres realizan en el hogar. Los datos
indican que en el período estudiado, efectivamente, los hombres se destacan en dos activida-
des muy específi cas: acarrear leña y halar el agua.
Esta participación se ha mantenido entre 2004 y 2006. Los hombres que realizaban la tarea de
acarrear leña a sus hogares pasaron del 79.8% al 80.3% y los que halaban agua pasaron del
45.5% al 45.7%. Es válido resaltar que los hombres han elevado su participación en activida-
des de limpieza de la casa y cuido de los niños y niñas, actividades que mostraron en el período
estudiado un incremento. En el resto de las tareas domésticas las mujeres tienen una mayor
participación que los hombres, como lo indica el gráfi co 10.2c.
146 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Gráfi co 10.2b
Distribución porcentual del tiempo dedicado a actividades reproductivas por tipo de
actividad, según sexo. Nacional, 2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Los datos dan pautas para afi rmar que entre 2004 y 2006 no se han experimentado cambios
sustantivos que lleven a una distribución equitativa del trabajo doméstico, que abone a que las
mujeres se puedan integrar al mercado de trabajo productivo en condiciones menos estresan-
tes y con jornadas en la casa y en la calle menos intensivas.
Lamentablemente, debido a la crisis económica que enfrenta el país, el trabajo doméstico
se ha tornado una carga más pesada para hombres y mujeres que lo realizan, especialmente
para estas últimas que asumen la mayor parte. Las mujeres tienen que desarrollar su sentido
común, su imaginación, para enfrentar, por ejemplo, los problemas de crisis energética, el des-
abastecimiento de agua y el encarecimiento de los alimentos, problemas que son vistos como
una simple molestia por algunos mientras que para las mujeres suponen desarrollar múltiples
esfuerzos.
Gráfi co 10.2c
Distribución porcentual del tiempo dedicado a actividades reproductivas por tipo de
actividad, según sexo. Nacional, 2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
10.8
45.7
29.0
22.7
9.6
80.3
28.5
5.7
19.0
17.3
89.2
54.3
71.0
77.3
90.4
19.7
71.5
94.3
81.0
82.7
0 20 40 60 80 100
Preparación de alimentos
Cuidado de los niños
Halar agua
Limpiar la casa
Lavar y planchar
Acarrear leña
Hacer compras
Remendar ropa
Llevar comida a la parcela
Cuidado de ancianos
Act
ivid
ad
%
Hombre Mujer
10.8
45.7
29
22.7
9.6
80.3
25.5
5.7
19
17.3
89.2
54.3
71
77.3
90.4
19.7
74.5
94.3
81
82.7
0 20 40 60 80 100
Preparar alimentos
Halar agua
Limpiar la casa
Cuido de niños
Lavar y plancha ropa
Acarrear leña
Hacer compras
Remendar ropa
Llevar comida a parcela
Cuido de ancianos
Act
ivid
ad
%
Hombre Mujer
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 147
Con el encarecimiento de los alimentos, las mujeres tienen que disponer de más tiempo para
encontrar el lugar donde pueda comprar los alimentos a precios que se adecuen a sus ingre-
sos. Asimismo, tienen que prodigarse el tiempo para realizar las tareas de lavado y planchado,
acomodándose a los horarios en que llega el agua y la luz a sus viviendas, tiempo que no es
nada conciliador entre el trabajo doméstico y el trabajo que realizan fuera de la casa.
10.3 Tiempo dedicado por niños y niñas al trabajo reproductivo
La metodología panel utilizada por FIDEG en sus investigaciones ha arrojado datos interesan-
tes, pero a la vez impactantes, sobre el trabajo doméstico que realizan las personas al interior
de sus hogares.
Un primer hallazgo ha sido que las personas adultas están reproduciendo el modelo patriarcal,
que asigna a las mujeres el rol de realizar el trabajo doméstico. En el caso de la niñez hay claras
evidencias de que son las niñas las que apoyan a sus madres con este trabajo. Por su parte,
los hombres trasladan a los niños varones los trabajos domésticos en los que ellos tienen ma-
yor presencia, como son halar el agua y acarrear la leña.
Gráfi co 10.3a
Distribución porcentual del tiempo dedicado al trabajo reproductivo por niños y adultos.
Nacional, 2004-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Los resultados de las investigaciones señalan que entre 2004 y 2006, el trabajo doméstico
realizado por niños y niñas se ha visto incrementado signifi cativamente. De hecho, mientras la
niñez asumía en 2004 el 21% del trabajo doméstico, en 2006 lo hace en un 31.6%.
Lo alarmante de este comportamiento es que en países pobres, como es el caso de Nica-
ragua, el trabajo doméstico, aunque es parte de una formación para la vida, se convierte en
una carga pesada por la responsabilidad que implica tener bajo su cuidado a otros menores,
a ancianos, entre otros, lo que, la mayoría de las veces, les resta tiempo para sus actividades
escolares y recreativas.
2004 2006
Niños y Niñas
Adultos
79
68.4
2131.6
01020304050607080
%
Años
148 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Los datos también evidencian que, además de reproducir y consolidar un sistema cultural,
se va transfi riendo una división sexual del trabajo doméstico, según el cual a las niñas se les
asignan tareas “eminentemente femeninas” —la preparación de alimentos y el lavado y plan-
chado de la ropa— mientras que a los niños se les asignan tareas consideradas ¨masculinas”
—acarrear leña, hacer mandados y botar basura—.
Gráfi co 10.3b
Distribución porcentual del tiempo dedicado al trabajo doméstico por niños y niñas.
Nacional, 2004-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Asimismo, la investigación observa que la división sexual del trabajo doméstico presenta bre-
chas de género en las que las niñas quedan en desventaja en relación a los niños.
Aunque los niños en el 2006 están dedicando más tiempo a la realización de trabajo doméstico
que en 2004, aún esta participación está muy por debajo de la participación que asumen o se
les delega a las niñas. En 2006 el 66.3% del trabajo doméstico aún sigue siendo realizado por
las niñas y solamente el 33.7% por los niños.
10.4 Distribución del tiempo dedicado por hombres y mujeres al trabajo productivo y reproductivo
La cultura de discriminación y subordinación, en la que se ha mantenido a las mujeres, no reco-
noce el tiempo que éstas dedican a realizar el trabajo del hogar. Esta situación se ve agravada
cuando la sociedad tampoco reconoce muchas de las actividades que las mujeres realizan en
el ámbito productivo.
Las investigaciones de FIDEG muestran que la mujer se ha insertado masivamente en el mer-
cado laboral, ya sea en el trabajo agrícola y ganadero, realizando actividades de pequeña
industria, de comercio y servicios en el mercado formal y, esencialmente, en el mercado in-
formal. No obstante, este trabajo no es reconocido en toda su dimensión por la confusión
imperante entre empleo y trabajo. Solamente cuando las mujeres se insertan en una empresa
formal, devengando un salario, su trabajo es reconocido. Sin embargo, miles de mujeres crean
20042006
Niños
Niñas
72.366.3
27.7 33.7
0
20
40
60
80
%
Año
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 149
sus propios empleos, abriendo pequeños negocios por cuenta propia, los que son invisibles
porque aparentan ser una prolongación del trabajo doméstico como son las tareas de vender
nacatamales o tortillas, manejar una comidería o una pulpería, entre otras, actividades que
generan ingresos y que son esenciales para la manutención de los hogares.
Dada la magnitud de la inversión de tiempo de hombres y mujeres, pero especialmente de
estas últimas, en el trabajo doméstico que garantiza la satisfacción de las necesidades fami-
liares y la reproducción de la familia y la sociedad, así como de la inversión de tiempo en las
actividades productivas que generan la riqueza del país, FIDEG ha realizado un ejercicio que
contabiliza el tiempo dedicado por hombres y mujeres a ambas actividades, con el fi n de mos-
trar el aporte que hacen ambos con su esfuerzo.
Los gráfi cos 10.4a y 10.4b ilustran este ejercicio, donde se puede apreciar cómo hombres y
mujeres participan en el trabajo doméstico y productivo. En 2004, se puede observar, si se
contabiliza o suma el tiempo de trabajo doméstico y productivo que hombres y mujeres desti-
nan para realizar ambas actividades, una realidad llena de discriminación e inequidad:
• Del total del tiempo dedicado a las actividades domésticas, las mujeres estaban asumien-
do el 81.6% y los hombres el 18.4%.
• Del total del tiempo dedicado a las actividades productivas las mujeres se adjudicaban el
40.2% y los hombres el 59.8%
• Del total del tiempo dedicado a ambas actividades (domésticas y productivas), las mujeres
asumían el 54.7% y los hombres el 45.3%.
Gráfi co 10.4a
Distribución porcentual del tiempo dedicado al trabajo por tipo de trabajo, según sexo.
Nacional, 2004-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Para 2006 los datos evidencian que la brecha se agudiza en detrimento de las mujeres, al estar
éstas asumiendo el 57.7% del total del tiempo invertido en ambas actividades, mientras los
hombres lo hacen en un 42.3%.
18.4
81.6
59.8
40.2
45.3
54.7
0
20
40
60
80
100
%
T.Reproductivo T.Productivo Total
Tipo de trabajo
Hombre Mujer
150 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Estos resultados provenientes de la Encuesta Panel de FIDEG, cuya bondad ha sido dejar ver
cambios dinámicos de los sucesos que acontecen en los hogares, permiten afi rmar, con toda
propiedad, que las mujeres nicaragüenses del campo y la ciudad están trabajando más que los
hombres, asumiendo una doble carga de trabajo, es decir, la ¨doble jornada de trabajo”.
Para poder llevar a cabo esta doble jornada de trabajo, las mujeres se ven obligadas a com-
patibilizar ambas tareas, ya que tienen que garantizar no solo la reproducción de la fuerza de
trabajo sino también los ingresos monetarios necesarios para la reproducción de esta misma
fuerza de trabajo.
Gráfi co 10.4b
Distribución porcentual del tiempo dedicado al trabajo por tipo de trabajo, según sexo.
Nacional, 2004-2006
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Otro dato que viene a ratifi car la intensidad del trabajo de las mujeres es la contabilización de
las horas promedio diarias que destinan a la realización del trabajo productivo y doméstico.
Efectivamente, mientras los hombres dedican un promedio de tres horas al día a los trabajos
domésticos, las mujeres dedican diez horas en promedio al día. En cuanto al trabajo producti-
vo, los hombres emplean un promedio de nueve horas diarias y las mujeres ocho horas.23
Tabla 10.4
Tiempo promedio diario (horas) dedicado al trabajo por tipo de trabajo,
según sexo. Nacional, 2006
Sexo Tiempo doméstico Tiempo productivoHombre 3 9Mujer 10 8
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
La evidencia presentada a partir del análisis de los resultados que generaron las investigacio-
nes de FIDEG, son contundentes para afi rmar que la situación de las mujeres se va agravando,
23 En el anexo se presentan los resultados de una prueba t para la diferencia de medias entre el tiempo dedicado por hom-bres y mujeres al trabajo reproductivo. La hipótesis nula de igualdad entre las medias se rechaza tanto en 2004 como en 2006.
18.1
81.9
59.3
40.7
42.3
57.7
0
20
40
60
80
100
%
T.Reproductivo T.Productivo Total
Tipo de trabajo
Hombre Mujer
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 151
en la medida en que estos dos trabajos, cada día, le están demandando mayores retos, ener-
gías y esfuerzos que la podrían llevar a una situación de deterioro físico y mental. Asimismo,
la situación de las mujeres seguramente tendrá repercusiones negativas en las familias donde
ellas se alzan como pilares fundamentales para sus hijos e hijas.
Por otro lado, las situaciones de inequidad que viven las mujeres podrían tener serias repercu-
siones negativas en la economía del país, al no tener oportunidades de desarrollar sus habili-
dades a plenitud, dada la desproporción en la carga de trabajo que asumen. Esta situación las
inhibe para retornar a la sociedad la inversión en educación y capacitación que reciben, por la
falta de políticas públicas que abonen a liberar parte del tiempo que las mujeres invierten en
el trabajo doméstico, y se pueden conciliar ambos trabajos, sin que ello tenga implicaciones
negativas ni para ellas, ni para sus familias, ni para la sociedad.
10.5 Conclusiones
• En el período estudiado, 2004-2006, la división del trabajo doméstico no ha experimentado
cambios notables ya que, mayoritariamente, continúa siendo realizado por las mujeres.
• Los hombres que participan realizando actividades domésticas se destacan en dos acti-
vidades muy específi cas: el acarreo de leña y halar el agua. Entre 2004 y 2006 el tiempo
que éstos destinan a realizar estas actividades no ha variado de manera sustantiva.
• Las mujeres participan en todas las actividades domésticas, pero se destacan en la prepa-
ración de los alimentos, lavar y planchar la ropa, remendar la ropa y asear la casa.
• Se puede concluir que la división del trabajo doméstico no ha experimentado cambios sus-
tantivos al interior de los hogares, cambios que conduzcan a una distribución equitativa e
igualitaria del trabajo reproductivo entre sus miembros.
• La división sexual del trabajo doméstico está siendo reproducida a nivel de las nuevas
generaciones: las niñas asumen la mayor carga de trabajo doméstico y los niños se ven
liberados de gran parte del mismo. No obstante, los niños están asumiendo en mayores
proporciones que los hombres adultos este trabajo.
• Además de la reproducción del modelo patriarcal de adultos a menores, según el cual las
mujeres descargan en sus hijas la mayor parte del trabajo doméstico, también se está
reproduciendo una cultura machista que asigna a los niños tareas consideradas “masculi-
nas” y a las niñas aquellas tareas consideradas “femeninas”.
• Al contabilizar el tiempo total que invierten en el trabajo productivo y reproductivo las
personas, los datos son contundentes y revelan que las mujeres aportan el 57.7% y los
hombres el 42.3%, lo que muestra de forma clara que las mujeres están trabajando más
que los hombres y asumiendo una jornada de trabajo más intensa, lo que es conocido
como “la doble jornada”
152 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 153
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156 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 157
ANEXO I
Tablas Capítulo II
Tabla 1
Distribución porcentual de la población según grupo de edad, por sexo.
Nacional, 1998-2006
Grupo de edad Hombre Mujer Total19980 a 2 7.86 7.87 7.87tres a 5 8.04 7.56 7.79seis a 9 12.01 10.35 11.15diez a 14 14.15 13.21 13.661cinco a 18 10.66 10.29 10.4719 a 25 12.08 12.28 12.182seis a 40 17.03 19.20 18.1641 a 60 12.08 12.67 12.3961 a más 6.08 6.56 6.3320060 a 2 3.25 3.23 3.24tres a 5 5.10 3.94 4.50seis a 9 8.41 7.43 7.91diez a 14 12.11 10.94 11.511cinco a 18 10.48 9.76 10.1119 a 25 17.66 19.43 18.572seis a 40 20.76 21.69 21.2441 a 60 13.87 14.83 14.3661 a más 8.36 8.74 8.55
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 2
Distribución de los hogares según el sexo del jefe. Nacional, 1998-2006
Año Hombre Mujer1998 69.6 30.41999 67.5 32.52000 67 332001 67 332002 66 342003 65.5 34.52004 62.7 36.32005 63 372006 63.3 36.7
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
158 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Tabla 3
Distribución porcentual de los jefes de hogares según grupo de edad, por sexo.
Nacional, 1998-2006
Grupos de edad Hombre Mujer Total19981cinco a 18 0.36 0.21 0.3119 a 25 4.94 1.85 4.002seis a 40 37.38 26.08 33.9441 a 50 22.28 22.59 22.3851 a 60 16.08 20.33 17.3861 a más 18.96 28.95 22.0020061cinco a 18 0 0.34 0.1319 a 25 3.26 2.04 2.812seis a 40 22.80 16.87 20.6341 a 50 27.44 22.15 25.5051 a 60 18.56 24.70 20.8161 a más 27.94 33.90 30.13
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 4
Distribución porcentual de la población de 7 y más años por nivel educativo según sexo.
Nacional, 1998-2006
Año y nivel educativo Hombre Mujer Ambos1998Ninguno 15.3 15.2 15.2Primaria 55.9 52.8 54.2Secundaria 22.5 24.8 23.7Universitario 4.0 3.3 3.7Técnico 2.3 3.9 3.21999Ninguno 15.0 14.6 14.8Primaria 55.0 52.9 53.9Secundaria 22.4 23.6 23.0Universitario 4.4 3.8 4.1Técnico 3.2 5.1 4.22000Ninguno 15.5 16.2 15.9Primaria 55.0 51.2 53.0Secundaria 22.5 23.3 22.9Universitario 4.0 4.0 4.0Técnico 3.0 5.3 4.22001Ninguno 16.2 16.8 16.5Primaria 53.5 49.8 51.6
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 159
Año y nivel educativo Hombre Mujer AmbosSecundaria 23.2 24.6 23.9Universitario 4.9 4.5 4.7Técnico 2.2 4.3 3.32002Ninguno 15.0 15.5 15.3Primaria 52.8 48.9 50.8Secundaria 24.9 26.9 25.9Universitario 4.9 4.7 4.8Técnico 2.4 4.0 3.22003Ninguno 15.2 14.8 15.0Primaria 51.4 47.6 49.4Secundaria 25.4 27.8 26.6Universitario 5.7 5.7 5.7Técnico 2.3 4.1 3.32004Ninguno 13.5 13.8 13.6Primaria 51.9 47.5 49.6Secundaria 26.4 27.7 27.1Universitario 6.0 6.4 6.2Técnico 2.2 4.6 3.52005Ninguno 10.8 12.7 11.8Primaria 51.4 46.1 48.6Secundaria 28.8 29.9 29.4Universitario 6.7 6.7 6.7Técnico 2.2 4.4 3.42006Ninguno 12.0 14.5 13.3Primaria 47.0 42.7 44.8Secundaria 30.5 29.4 29.9Universitario 7.0 7.3 7.2Técnico 3.4 6.1 4.8
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
160 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Tabla 5
Años de estudio promedio de la población de más de 1cinco años por sexo.
Nacional, 1998-2006
Año Hombre Mujer Ambos1998 5.3 5.5 5.41999 5.6 5.7 5.62000 5.7 5.8 5.82001 5.8 5.9 5.92002 6.0 6.1 6.12003 6.0 6.3 6.22004 6.3 6.5 6.42005 6.4 6.6 6.52006 6.0 5.9 6.0
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 6
Proporción de la población de 7 a 14 años que no está en la escuela por razónes
económicas según sexo. Nacional, 1998-2006
Año Hombre Mujer Ambos1998 7.7 6.5 7.11999 9.1 7.7 8.42000 11.4 7.7 9.62001 7.3 6.1 6.72002 5.1 4.3 4.72003 6.0 4.2 5.12004 4.5 3.9 4.22005 7.1 3.6 5.42006 8.7 11.1 9.4
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 7
Tasa de analfabetismo por sexo. Nacional, 1998-2006
Año Hombre Mujer Ambos1998 25.4 25.9 25.71999 25.7 25.9 25.82000 23.1 25.4 24.32001 23.8 26.8 25.32002 22.1 25.5 23.92003 23.6 24.6 24.12004 10.8 12.4 11.62005 11.4 11.9 11.62006 10.3 12.1 11.2
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 161
Tabla 8
Distribución porcentual de los hogares por tipo de familia según el sexo del jefe.
Nacional, 1998-2006
Año y categoría Hombre Mujer Ambos1998Unipersonal 0.2 0.5 0.3Nuclear 48.5 8.2 36.9Monoparental 0.8 18.5 5.9Nuclear extendida 46.9 11.7 36.8Monoparental extendida 3.6 61.1 20.11999Unipersonal 0.5 1.2 0.7Nuclear 44.3 7.5 32.8Monoparental 1.2 16.6 6.0Nuclear extendida 49.4 10.8 37.5Monoparental extendida 4.6 63.9 23.02000Unipersonal 1.1 1.9 1.4Nuclear 45.5 12.1 34.4Monoparental 0.7 13.8 5.1Nuclear extendida 48.2 17.2 37.9Monoparental extendida 4.5 55.0 21.22001Unipersonal 0.9 2.1 1.3Nuclear 41.8 10.6 31.4Monoparental 0.9 11.4 4.4Nuclear extendida 51.4 18.8 40.6Monoparental extendida 5.0 57.1 22.32002Unipersonal 0.8 1.5 1.1Nuclear 41.1 11.2 31.0Monoparental 0.9 10.4 4.1Nuclear extendida 53.0 20.0 41.7Monoparental extendida 4.2 56.9 22.12003Unipersonal 1.0 1.5 1.1Nuclear 41.0 10.3 30.4Monoparental 1.3 9.4 4.1Nuclear extendida 52.0 21.4 41.4Monoparental extendida 4.7 57.4 23.02004Unipersonal 0.7 2.4 1.3Nuclear 41.7 9.1 29.9Monoparental 0.5 10.1 4.0Nuclear extendida 51.8 22.0 41.0Monoparental extendida 5.3 56.4 23.9
162 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Año y Categoría Hombre Mujer Ambos2005Unipersonal 0.5 1.4 0.8Nuclear 39.6 8.1 28.0Monoparental 1.1 10.1 4.4Nuclear extendida 52.3 23.0 41.5Monoparental extendida 6.5 57.4 25.32006Unipersonal 0.8 1.4 1.0Nuclear 39.6 8.5 28.2Monoparental 0.9 11.6 4.8Nuclear extendida 52.4 22.0 41.3Monoparental extendida 6.3 56.6 24.8
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 9
Distribución porcentual de los emigrantes que envian remesas, según sexo.
Nacional, 2006
Envia remesas Hombre Mujer AmbosSí 28.9 45.0 37.2No 71.1 52.5 61.5
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 10
Distribución porcentual de la población de emigrantes
por número de hijos dejados en el hogar. Nacional, 2006
Número de hijos Porcentaje0 6.31 50.02 27.13 12.54 4.2
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 11
Distribución porcentual de los emigrantes por nivel educativo,
según sexo. Nacional, 2006
Nivel educativo Hombre Mujer AmbosNinguno 5.7 10.0 8.0Primaria 48.6 25.0 36.0Secundaria 40.0 50.0 45.3Técnica 0.0 2.5 1.3Universitaria 5.7 12.5 9.3
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 163
Tabla 12
Distribución porcentual de los emigrantes por destino, según sexo. Nacional, 2000-2006
Año y destino Hombre Mujer Ambos2000En los EEUU 7.0 12.9 9.6En Costa Rica 84.7 74.2 80.1Resto de Centroamérica 7.6 11.3 9.3Otros países 0.6 1.6 1.12006En los EEUU 14.3 11.1 12.6En Costa Rica 59.5 51.1 55.2Resto de Centroamérica 16.7 22.2 19.5Otros países 9.5 15.6 12.6
Fuente: Encuestas de hogares
Tabla 13
Evolución de la migración interna-externa por sexo. Nacional, 2000-2006
Año y tipo de migración Hombre Mujer Ambos2000Interna 78 83.4 83Externa 22 16.6 172006Interna 96.2 95 95.5Externa 3.8 5 4.5
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 14
Distribución porcentual de los emigrantes según año de la migración,
por sexo. Nacional, 2006
Año Hombres Mujeres Total1995 1.10 0.83 0.961996 1.17 0.54 0.841997 0.71 0.72 0.711998 4.55 4.47 4.511999 5.19 4.23 4.692000 13.51 13.12 13.302001 12.40 11.87 12.122002 21.75 20.93 21.322003 19.42 19.38 19.402004 4.94 5.55 5.252005 5.52 6.20 5.882006 9.74 12.16 11.00
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
164 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Tablas Capítulo III
Tabla 1
Distribución porcentual de la PEA-PEI por sexo. Nacional, 1998-2006
Año Hombre Mujer Ambos1998PEA 72.9 43.5 57.3PEI 27.1 56.5 42.71999PEA 73.1 47.7 59.7PEI 26.9 52.3 40.32000PEA 61.9 41.2 50.7PEI 38.1 58.8 49.32001PEA 59.5 39.8 49.2PEI 40.5 60.2 50.82002PEA 54.9 35.4 44.7PEI 45.1 64.6 55.32003PEA 54.1 37.1 45.2PEI 45.9 62.9 54.82004PEA 55.5 40.3 47.5PEI 44.5 59.7 52.52005PEA 54.3 40.2 46.8PEI 45.7 59.8 53.22006PEA 52.1 40.5 46.0PEI 47.9 59.5 54.0
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 2
Tasa global de ocupación según sexo. Nacional, 1998-2006
Año Hombre Mujer Ambos1998 68.6 37.6 52.21999 68.9 43.8 55.72000 57.3 37.3 46.52001 55.3 36.5 45.52002 51.0 32.9 41.62003 50.2 34.2 41.82004 53.5 38.3 45.52005 52.4 37.7 44.72006 49.8 36.8 43.0
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 165
Tabla 3
Tasa global de desempleo abierto según sexo. Nacional, 1998-2006
Año Hombre Mujer Ambos1998 5.8 13.6 8.91999 5.7 8.2 6.72000 7.4 9.5 8.22001 7.0 8.1 7.52002 7.1 7.0 7.12003 7.4 7.9 7.62004 3.5 5.0 4.12005 3.2 6.2 4.62006 3.5 8.3 5.7
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 4
Tasa global de subempleo visible según sexo. Nacional, 1998-2006
Año Hombre Mujer Ambos1998 12.1 22.7 16.11999 27.2 41.5 33.92000 18.6 28.4 22.72001 27.3 41.4 33.72002 36.5 42.6 39.32003 62.4 62.9 62.62004 47.1 57.4 51.62005 52.9 55.3 54.02006 35.7 49.3 41.8
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 5
Tasa global de subempleo invisible según sexo. Nacional, 1998-2006
Año Hombre Mujer Ambos1998 34.5 42.2 37.41999 45.9 47.1 46.42000 20.9 27.0 23.42001 45.7 44.8 45.32002 38.7 40.8 39.72003 15.0 20.9 17.62004 8.8 18.7 13.22005 19.0 24.9 21.62006 21.9 25.8 23.7
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
166 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Tabla 6
Distribución porcentual de la población ocupada por rama de actividad,
según sexo. Nacional, 1998-2006
Año y rama de actividad Hombre Mujer Ambos1998Cultivos/Ganadería 45.8 14.8 34.1Comercio 13.0 33.1 20.6Servicios 27.2 33.8 29.7Procesamiento de alimentos 2.7 14.1 7.0Artesanías e industria 10.7 3.8 8.2Otras actividades 0.6 0.4 0.41999Cultivos/Ganadería 46.5 16.8 34.3Comercio 8.2 27.5 16.0Servicios 37.0 37.5 37.3Procesamiento de alimentos 2.1 13.9 7.0Artesanías e industria 5.6 3.7 4.8Otras actividades 0.6 0.6 0.62000Cultivos/Ganadería 45.0 18.9 34.2Comercio 9.4 26.0 16.2Servicios 35.7 34.7 35.3Procesamiento de alimentos 2.4 13.8 7.1Artesanías e industria 6.4 6.2 6.3Otras actividades 1.2 0.4 0.92001Cultivos/Ganadería 43.5 16.7 32.4Comercio 9.9 27.0 17.0Servicios 34.6 35.1 34.8Procesamiento de alimentos 3.5 15.8 8.6Artesanías e industria 7.9 5.4 6.9Otras actividades 0.6 0.0 0.32002Cultivos/Ganadería 40.2 12.2 28.6Comercio 11.3 29.9 19.0Servicios 35.6 35.6 35.6Procesamiento de alimentos 3.1 15.1 8.1Artesanías e industria 8.9 6.8 8.1Otras actividades 0.8 0.3 0.62003Cultivos/Ganadería 42.7 12.7 29.8Comercio 10.8 27.2 17.8Servicios 34.1 37.5 35.5Procesamiento de alimentos 2.8 15.3 8.2Artesanías e industria 9.0 7.1 8.2Otras actividades 0.6 0.3 0.5
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 167
Año y rama de actividad Hombre Mujer Ambos2004Cultivos/Ganadería 40.8 14.2 29.1Comercio 11.6 24.4 17.3Servicios 31.7 37.7 34.3Procesamiento de alimentos 1.7 13.4 6.9Artesanías e industria 8.6 7.6 8.2Otras actividades 5.5 2.6 4.22005Cultivos/Ganadería 37.9 12.8 26.8Comercio 10.3 25.8 17.1Servicios 34.1 36.1 35.0Procesamiento de alimentos 2.5 16.3 8.6Artesanías e industria 7.3 5.7 6.6Otras actividades 7.9 3.3 5.92006Cultivos/Ganadería 38.9 15.5 28.5Comercio 11.7 26.5 18.3Servicios 38.8 36.7 37.9Procesamiento de alimentos 2.3 14.2 7.6Artesanías e industria 7.9 7.0 7.5Otras actividades 0.5 0.1 0.3
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 7
Distribución porcentual de los ocupados por categoría ocupacional,
según sexo. Nacional, 1998-2006
Año y categoría ocupacional Hombre Mujer Ambos1998Patrón 4.4 1.9 3.5Cuenta propia 29.0 37.9 32.4Asalariado 46.7 35.0 41.6No remunerado 19.9 25.2 22.51999Patrón 5.4 1.6 3.8Cuenta propia 27.6 35.3 30.8Asalariado 44.8 37.6 41.8No remunerado 22.2 25.5 23.62000Patrón 5.9 2.2 4.4Cuenta propia 27.2 34.1 30.1Asalariado 44.4 35.4 40.7No remunerado 22.5 28.3 24.82001Patrón 5.5 2.2 4.1
168 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Año y categoria ocupacional Hombre Mujer AmbosCuenta propia 27.1 35.2 30.5Asalariado 43.7 32.2 38.9No remunerado 23.7 30.4 26.52002Patrón 4.4 2.1 3.5Cuenta propia 29.7 36.6 32.5Asalariado 43.7 36.8 40.8No remunerado 22.2 24.5 23.22003Patrón 5.4 1.7 3.8Cuenta propia 30.0 37.4 33.2Asalariado 41.6 36.0 39.2No remunerado 22.9 24.9 23.82004Patrón 6.1 1.5 4.0Cuenta propia 27.1 34.2 30.2Asalariado 43.9 37.6 41.1No remunerado 22.9 26.7 24.62005Patrón 4.5 1.5 3.2Cuenta propia 29.4 37.1 32.8Asalariado 46.2 35.2 41.3No remunerado 20.0 26.2 22.72006Patrón 4.6 2.7 3.8Cuenta propia 30.9 34.2 32.4Asalariado 40.9 33.9 37.8No remunerado 23.5 29.2 26.0
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 169
Tabla 8
Distribución porcentual de la poblacíon ocupada por sector, según sexo.
Nacional, 1998-2006
Año y sector Hombre Mujer Ambos1998Formal 36.8 27.9 33.0Informal 63.1 72.1 67.01999Formal 32.9 24.1 29.6Informal 67.1 75.9 70.42000Formal 31.6 24.5 28.7Informal 68.4 75.5 71.32001Formal 27.6 22.7 25.6Informal 72.4 77.3 74.42002Formal 23.5 22.1 22.9Informal 76.5 77.9 77.12003Formal 23.1 20.6 22.0Informal 76.9 79.4 78.02004Formal 26.1 21.7 24.0Informal 73.9 78.3 76.02005Formal 28.0 22.0 25.0Informal 72.0 78.0 75.02006Formal 23.5 21.5 22.6Informal 76.5 78.5 77.4
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
170 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Tablas Capítulo IV
Tabla 1
Distribución de la fuerza laboral por tamaño de la empresa,
según sexo. Nacional 1998-2006
Año y tamaño de la empresa Hombres Mujeres Ambos1998De uno a dos trabajadores 35.9 51.4 41.7De tres a cinco trabajadores 28.1 20.7 25.3De seis a diez trabajadores 12.7 10.3 11.8De once a más trabajadores 23.3 17.6 21.11999De uno a dos trabajadores 58.6 78.4 67.1De tres a cinco trabajadores 30.8 17.6 25.2De seis a diez trabajadores 6 2.3 4.4De once a más trabajadores 4.5 1.8 3.32000De uno a dos trabajadores 37.3 49.8 40.4De tres a cinco trabajadores 35.3 26.1 31.5De seis a diez trabajadores 10.9 7.2 9.4De once a más trabajadores 20 16.9 18.72001De uno a dos trabajadores 37 49.4 42.2De tres a cinco trabajadores 34.2 27 31.2De seis a diez trabajadores 11.3 6.2 9.2De once a más trabajadores 17.3 17.5 17.42002De uno a dos trabajadores 42.3 51.6 46.2De tres a cinco trabajadores 32.3 24.2 28.9De seis a diez trabajadores 9.3 7.4 8.5De once a más trabajadores 16.2 16.8 16.42003De uno a dos trabajadores 39.1 54.2 45.6De tres a cinco trabajadores 34.5 23.3 29.7De seis a diez trabajadores 10.4 7.5 9.2De once a más trabajadores 16 15.1 15.62004De uno a dos trabajadores 32.9 47.9 39.5De tres a cinco trabajadores 37 27.2 32.7De seis a diez trabajadores 13.2 9.9 11.7De once a más trabajadores 16.9 15 16.12005De uno a dos trabajadores 32.1 48.2 39.2De tres a cinco trabajadores 37 26.9 32.5De seis a diez trabajadores 12.8 9.5 11.4
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 171
Año y tamaño de la empresa Hombres Mujeres AmbosDe once a más trabajadores 18.2 15.4 16.92006De uno a dos trabajadores 32.8 44.1 37.8De tres a cinco trabajadores 40.3 32 36.6De seis a diez trabajadores 10.1 9 9.6De once a más trabajadores 16.8 14.9 16
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 2
Distribución de los trabajadores de las MIPYME por rama de actividad,
según sexo. Nacional, 1998-2006
Año y rama de actividad Hombre Mujer Ambos1998Cultivos/ganadería 50.56 9.76 33.94Comercio 16.34 42.38 26.95Servicios 24.93 29.37 26.74Pequeña industria 8.17 18.50 12.382006Agropecuario 44.46 14.69 30.89Comercio 13.93 32.42 22.35Servicios 35.49 32.05 33.93Pequeña industria 6.12 20.84 12.83
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 3
Ingreso promedio mensual de los trabajadores
de las MIPYME por sexo. Nacional 1998-2006
Año Hombres Mujeres Ambos1998 1489.87 887.97 1184.192006 2883.91 1699.21 2333.66
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 4
Mediana del ingreso mensual de los trabajadores
de las MIPYME por sexo. Nacional, 1998-2006
Año Hombres Mujeres Ambos1998 840 600 6302006 1500 1200 1500
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
172 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Tabla 5
Distribución de los trabajadores de las MIPYME por condición de pobreza (LP),
según sexo. Nacional, 1998-2006
Año y condición de pobreza Hombre Mujer Ambos1998No pobre 27.37 35.16 30.55Pobre 31.15 32.32 31.62Pobre extremo 41.48 32.52 37.832006No pobre 20.53 20.19 20.38Pobre 30.22 32.92 31.45Pobre extremo 49.24 46.89 48.17
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 6
Distribución de los trabajadores de las MIPYME por condición de pobreza (NBI),
según sexo. Nacional, 1998-2006
Año y condición de pobreza Hombre Mujer Ambos1998No pobre 22.00 30.59 25.50Pobre 30.38 31.00 30.63Pobre extremo 47.63 38.41 43.872006No pobre 33.43 37.99 35.51Pobre 33.19 33.21 33.20Pobre extremo 33.37 28.80 31.29
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 7
Distribución de las MIPYME por principal razón de no llevar control,
según sexo del dueño. Nacional, 1999-2006
Año y principal razón Hombre Mujer Ambos1999No sabe como hacerlo 14.15 8.13 11.53No tiene como pagar a un contador 1.39 0.60 1.05El negocio es pequeño 69.61 83.73 75.75No sirve para mucho 7.89 3.61 6.03No tiene tiempo 5.57 1.81 3.93Puede hacerlo pero le da pereza 1.39 2.11 1.702006No sabe como hacerlo 1.48 0.80 1.18No tiene como pagar a un contador 1.27 0.27 0.83El negocio es pequeño y no es necesario 81.99 88.77 84.99No sirve para mucho 12.29 8.02 10.40No tiene tiempo disponible para hacerlo 1.91 1.07 1.54Puede hacerlo pero le da pereza 1.06 1.07 1.06
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 173
Tabla 8
Distribución de las MIPYME por principal benefi cio de llevar control,
según sexo del dueño. Nacional, 1999-2006
Año y principal benefi cio Hombre Mujer Ambos1999Lo que gasta 6.64 5.84 6.27De lo que gana o pierde 45.51 54.47 49.64Si el producto o servicio es rentable 19.60 21.01 20.25Si hay que disminuir o aumentar precios 7.64 8.95 8.24Le da seguridad que el negocio/fi nca marcha bien 17.94 9.73 14.16Ningun benefi cio 0.33 0.00 0.18Otro 0.33 0.00 0.18No sabe 1.99 0.00 1.082006Lo que gasta 6.57 3.39 5.08De lo que gana o pierde 25.67 32.88 29.05Si el producto o servicio es rentable 9.25 8.14 8.73Si hay que disminuir o aumentar precios 19.10 27.46 23.02Le da seguridad que el negocio /fi nca marcha bien 35.52 26.44 31.27Ningun benefi cio 3.88 1.69 2.86Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
174 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Tablas Capítulo V
Tabla 1
Evolución del ingreso promedio por sexo. Nacional, 1998-2006
Año Hombre Mujer Ambos1998 1273.1 892.22 1109.541999 1267.82 807.59 1055.732000 1536.63 998.57 1294.632001 1528.91 1162.4 1403.492002 1632.09 1118.16 1394.862003 1791.23 1184.35 1468.552004 2075.76 1361.78 1751.852005 2649.34 1683.96 2209.992006 2856.53 1867.26 2412.15
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 2
Evolución de la mediana del ingreso por sexo. Nacional, 1998-2006
Año Hombre Mujer Ambos1998 800 600 6301999 800 600 7002000 1000 750 8402001 1050 840 9602002 1050 879 10002003 1200 840 10002004 1260 1000 12002005 1500 1200 14002006 1775.5 1447.37 1500
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 3
Ingresos promedios por rama de actividad, según sexo. 1998-2006
Año y rama de actividad Hombre Mujer Ambos1998Agropecuario 538.32 480.63 527.6Comercio 1877.95 1097.41 1404.26Servicios 1519.48 797.24 1204.08Pequeña industria 1183.05 939.1 1078.751999Agropecuario 584.06 498.84 571.51Comercio 1512.15 943.14 1102.3Servicios 1440.98 768.41 1160.66Pequeña industria 1277.62 779.45 987.642000Agropecuario 730.02 798.6 738.92
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 175
Año y Rama de actividad Hombre Mujer AmbosComercio 1763.85 1187.08 1377.99Servicios 1679.36 976.78 1394.32Pequeña industria 1927.25 840.6 1276.612001Agropecuario 770.18 602.05 759.47Comercio 2164.09 1427.52 1662.37Servicios 1822.56 1080.42 1512.33Pequeña industria 1399.83 1071.93 1219.762002Agropecuario 771.62 795.38 774.11Comercio 2190.91 1297.12 1578.54Servicios 1829.73 1042.54 1496.34Pequeña industria 1500.37 1084.69 1276.542003Agropecuario 1008.83 1974.96 1099.9Comercio 2521.42 1432.41 1793.73Servicios 1937.35 1062.95 1533.24Pequeña industria 1641.91 1107.08 1337.32004Agropecuario 1011.31 866.55 991.33Comercio 2943.92 1464.09 2015.83Servicios 2359.9 1381.73 1900.19Pequeña industria 2503.52 1324.44 1830.52005Agropecuario 1363.51 901.2 1323.77Comercio 3120.32 2036.13 2388.34Servicios 3193.58 1515.16 2482.33Pequeña industria 2254.94 1752.64 1943.552006Agropecuario 1842.85 1083.7 1785.85Comercio 3307.43 2304.3 2645.32Servicios 3314.06 1791.05 2654.05Pequeña industria 2316.8 1703.66 1944.34
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 4
Mediana del ingreso por rama de actividad, según sexo. Nacional, 1998-2006
Año y rama de actividad Hombre Mujer Ambos1998Agropecuario 450 425 450Comercio 900 600 800Servicios 990 600 800Pequeña industria 840 630 7801999
176 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Agropecuario 504 500 504Comercio 840 630 750Servicios 924 500 800Pequeña industria 1000 600 8002000Agropecuario 600 600 600Comercio 1050 840 900Servicios 1168 670 1000Pequeña industria 1000 800 8002001Agropecuario 700 525 670Comercio 1260 840 900Servicios 1260 800 1000Pequeña industria 1200 900 10002002Agropecuario 750 675 750Comercio 1260 900 1000Servicios 1260 840 1000Pequeña industria 1200 861 10042003Agropecuario 900 630 891Comercio 1260 900 1000Servicios 1300 840 1100Pequeña industria 1200 800 10002004Agropecuario 840 750 820Comercio 1575 1000 1200Servicios 1600 1000 1400Pequeña industria 1500 1000 12002005Agropecuario 1000 826 995.6Comercio 2000 1260 1500Servicios 1800 1200 1500Pequeña industria 1680 1200 14102006Agropecuario 1260 1000 1200Comercio 2000 1500 1680Servicios 2100 1440 1800Pequeña industria 1500 1470 1500
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 177
Tabla 5
Ingresos promedios por segmento económico, según sexo. Nacional, 1998-2006
Año y segmento Hombre Mujer Ambos1998Formal 1204.4 929.08 1113.79Informal 1343.86 874.01 1106.322006Formal 3077.7 2366.52 2773.93Informal 2768 1650.53 2254.57
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 6
Mediana del ingreso por segmento económico, según sexo. Nacional, 1998-2006
Año y segmento Hombre Mujer Ambos1998Formal 756 600 700Informal 800 600 6302006Formal 2000 2000 2000Informal 1500 1200 1470
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 7
Ingresos promedios por nivel educativo, según sexo. Nacional, 1998-2006
Año y nivel educativo Hombre Mujer Ambos1998Ninguno 680.22 707.54 692.74Primaria 1073.18 830.7 972.7Secundaria 1575.98 859.1 1299.89Técnico 1866.37 971.16 1321.99Universidad 3070.61 1979.39 2543.811999Ninguno 931.46 526.03 719.7Primaria 1077.41 693.52 911.35Secundaria 1268.53 773.51 1053.71Técnico 1824.45 1065.9 1331.64Universidad 3072.94 2309.1 2744.852000Ninguno 1293.41 650.39 955.08
178 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Año y nivel educativo Hombre Mujer AmbosPrimaria 1222.91 820.22 1054.9Secundaria 1558.67 981.6 1325.37Técnico 1674.18 1249.7 1389.44Universidad 4000.86 2564.77 3336.432001Ninguno 1091.68 751.8 925.62Primaria 1309.87 1034.15 1199.15Secundaria 1802.87 1282.31 1574.07Técnico 1835.81 1306.15 1481.64Universidad 3282.3 2016.02 2720.262002Ninguno 1024.11 893.68 955.65Primaria 1417.74 973.28 123446Secundaria 1681.65 1129.2 1430.32Técnico 1907.65 1374.3 1546.23Universidad 3425.2 1913.21 2711.672003Ninguno 1110.65 1054.51 1081.76Primaria 1551.13 946.11 1283.27Secundaria 1791.14 1177.45 1503.94Técnico 2491.27 1200 1892.59Universidad 3897.58 1966.7 2913.392004Ninguno 1221.49 1004.93 1117.94Primaria 1781.62 1110.5 1499.33Secundaria 2276.76 1368.3 1879.76Técnico 2575.33 1718.32 2002.41Universidad 4088.1 2623.41 3370.952005Ninguno 1541 1424.36 1481.24Primaria 2410.83 1290.96 1949.6Secundaria 2883 1822.09 2420.82Técnico 3278.33 2008.82 2439.16Universidad 4025.8 2650.76 3340.672006Ninguno 1735.22 1360.72 1553.14Primaria 2586.39 1662.97 2209.66Secundaria 3070.14 1704.08 2504.44Técnico 3433.63 2459.63 2828.5Universidad 4482.18 2901.72 3649.76
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 179
Tabla 8
Mediana del ingreso por nivel educativo, según sexo. Nacional, 1998-2006
Año y nivel educativo Hombre Mujer Ambos1998Ninguno 504 450 500Primaria 700 579 600Secundaria 900 600 800Técnico 1230 800 900Universidad 2000 1173 15001999Ninguno 600 400 504Primaria 750 500 600Secundaria 1000 600 800Técnico 1500 900 1000Universidad 2000 1260 16002000Ninguno 700 500 600Primaria 840 600 750Secundaria 1200 800 1000Técnico 1260 1000 1008Universidad 2000 1500 16902001Ninguno 750 600 630Primaria 1000 630 840Secundaria 1200 900 1000Técnico 1500 1150 1200Universidad 2520 1470 20002002Ninguno 840 630 756Primaria 1000 800 900Secundaria 1200 840 1000Técnico 1680 1200 1257Universidad 2000 1600 16402003Ninguno 900 600 800
Año y nivel educativo Hombre Mujer AmbosPrimaria 1000 700 900Secundaria 1255 840 1000Técnico 1680 1200 1425Universidad 2354 1500 16502004Ninguno 900 700 800Primaria 1200 840 1000Secundaria 1600 1100 1300Técnico 2000 1500 1600Universidad 3000 1950 20002005Ninguno 1050 813 900Primaria 1400 900 1200Secundaria 1764 1200 1500Técnico 1900 1650 1785Universidad 2100 2100 21002006Ninguno 1260 1050 1200Primaria 1500 1200 1500Secundaria 1800 1470 1600Técnico 2600 2090 2200Universidad 3000 2400 2600Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 181
Tablas Capítulo VI
Tabla 1
Distribución porcentual de las viviendas por tipo de propiedad,
según el sexo de los jefes. Nacional, 1998-2006
Año y tipo de propiedad Hombre Mujer Ambos1998Propia con título 64.8 71.5 66.8Propia sin título 19.3 16.6 18.5Cedida o prestada 12.1 6.6 10.4Ocupada / tomada 0.6 1.0 0.8Amortizándose 0.2 0.2 0.2Alquilada 3.0 4.1 3.31999Propia con título 72.7 72.8 72.7Propia sin título 15.1 16.7 15.6Cedida o prestada 8.3 6.8 7.8Ocupada / tomada 0.2 0.4 0.3Amortizándose 0.4 0.0 0.3Alquilada 3.3 3.3 3.32000Propia con título 76.4 79.8 77.5Propia sin título 14.2 10.9 13.1Cedida o prestada 5.9 5.0 5.6Ocupada / tomada 0.5 0.8 0.6Amortizándose 0.5 0.3 0.4Alquilada 2.5 3.2 2.82001Propia con título 76.6 81.3 78.2Propia sin título 12.8 9.7 11.8Cedida o prestada 6.6 6.5 6.4Ocupada / tomada 0.5 0.2 0.4Amortizándose 1.1 0.0 0.8Alquilada 2.4 2.3 2.42002Propia con título 75.5 82.2 77.8Propia sin título 14.3 9.6 12.7Cedida o prestada 7.1 5.7 6.7Ocupada / tomada 0.2 0.2 0.2Amortizándose 0.7 0.6 0.6Alquilada 2.2 1.7 2.02003Propia con título 75.1 79.7 76.7Propia sin título 14.9 12.9 14.1Cedida o prestada 7.1 5.4 6.5
182 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Año y tipo de propiedad Hombre Mujer AmbosOcupada / tomada 0.1 0.0 0.1Amortizándose 0.2 0.2 0.2Alquilada 2.6 1.8 2.42004Propia con título 75.2 79.7 76.8Propia sin título 15.0 13.8 14.6Cedida o prestada 6.6 3.8 5.6Ocupada / tomada 0.4 0.3 0.4Amortizándose 0.2 0.0 0.1Alquilada 2.6 2.4 2.52005Propia con título 73.6 78.3 75.4Propia sin título 16.3 16.4 16.3Cedida o prestada 7.3 3.6 5.9Ocupada / tomada 0.5 0.5 0.5Amortizándose 0.0 0.0 0.0Alquilada 2.3 1.2 1.92006Propia con título 78.7 81.0 79.5Propia sin título 12.9 11.1 12.2Cedida o prestada 5.2 5.1 5.1Ocupada / tomada 0.3 0.3 0.3Amortizándose 0.2 0.1Alquilada 2.8 2.4 2.6
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 2
Distribución porcentual de las viviendas por propiedad de los documentos,
según el sexo de los jefes. Nacional, 1998-2006
Año y propiedad de los documentos Hombre Mujer Ambos1998Del hombre 60.1 9.2 43.5De la mujer 27.7 84.2 46.1De la pareja 8.9 2.9 6.9Hijos 3.3 3.7 3.5Parientes nd nd nd1999Del hombre 59.1 9.2 43.0De la mujer 25.0 75.3 41.2De la pareja 7.1 1.3 5.2Hijos 3.1 6.7 4.3Parientes 5.7 7.5 6.32000Del hombre 54.1 8.4 38.6
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 183
Año y propiedad de los documentos Hombre Mujer AmbosDe la mujer 27.0 79.0 44.7De la pareja 9.4 1.4 6.7Hijos 2.9 4.5 3.4Parientes 6.6 6.7 6.62001Del hombre 52.0 6.6 36.5De la mujer 30.1 78.0 46.6De la pareja 9.3 2.5 6.9Hijos 3.1 5.9 4.0Parientes 5.5 7.0 6.02002Del hombre 52.2 7.4 36.1De la mujer 29.5 74.9 45.8De la pareja 8.7 1.9 6.2Hijos 3.4 6.1 4.4Parientes 6.2 9.7 7.52003Del hombre 59.6 9.8 41.7De la mujer 27.7 80.8 46.8De la pareja 10.6 5.2 8.6Hijos 0.9 2.6 1.5Parientes 1.2 1.6 1.42004Del hombre 63.8 17.0 45.9De la mujer 24.9 67.6 41.2De la pareja 1.3 0.2 0.9Hijos 3.9 6.5 4.9Parientes 6.1 8.7 7.12005Del hombre 53.4 7.8 35.9De la mujer 27.6 76.2 46.3De la pareja 9.0 0.6 5.8Hijos 3.4 7.6 5.0Parientes 6.6 7.8 7.12006Del hombre 58.6 5.7 38.7De la mujer 27.0 77.6 46.0De la pareja 3.4 0.4 2.3Hijos 3.2 5.9 4.2Parientes 7.8 10.3 8.8Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares..
184 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Tabla 3
Distribución porcentual de la tenencia de tierra según año, por dueño.
Nacional, 1998-2006
Año Hombre Mujer Pareja Colectivo Otro1998 64.7 20.7 2.0 2.4 10.21999 68.7 13.6 5.0 1.8 11.02000 73.2 12.3 3.3 2.7 8.42001 69.4 12.6 4.0 2.0 12.02002 61.2 21.7 2.6 2.3 12.22003 72.3 13.7 5.9 1.0 7.12004 76.2 11.5 4.6 0.4 7.32005 73.0 11.1 9.4 2.5 4.12006 73.8 13.7 7.7 0.8 4.0
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 4
Evolución la cobertura de asistencia técnica por sexo
del jefe del hogar. Nacional 1998-2006
Año Hombre Mujer ambos1998 6.0 2.3 4.91999 9.6 5.7 8.52000 4.8 1.5 3.72001 4.0 0.8 3.02002 4.5 0.4 3.12003 4.4 1.3 3.32004 5.7 2.1 4.42005 8.5 2.0 6.12006 5 1.2 3.6
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 5
Evolución de la cobertura de la capacitación por sexo.
Nacional 1998-2006
Año Hombre Mujer Total1998 5.1 4.4 4.71999 6.2 6.5 6.42000 6.1 5.0 5.52001 5.4 3.8 4.62002 4.4 4.6 4.52003 4.8 3.9 4.32004 8.6 8.3 8.52005 7.7 8.5 8.12006 7 8 7.5
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares..
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 185
Tabla 6
Distribución de la población capacitada por institución que dio la capacitación,
según sexo. Nacional, 1998-2006
Año e institución Hombre Mujer Total1998Institución estatal 34.8 43.0 38.8ONG`S /gremios 50.0 39.3 44.7Otros 15.2 17.8 16.52006Institución estatal 47.3 49.4 48.4ONG`S /gremios 33.7 35.7 34.8Otros 19.0 14.9 16.7Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares..
Tabla 7
Distribución porcentual de la población capacitada por tema de capacitación
según sexo. Nacional, 1998-2006
Año y tema Hombre Mujer Ambos1998En producción agrícola 49.3 9.6 29.7En producción pecuaria 5.8 2.2 4.0En producción artesanal 0.7 2.2 1.5En producción industrial 0.7 0.0 0.4En comercio 4.3 11.1 7.7En servicios 12.3 23.0 17.6Administración/contabilidad 1.4 2.2 1.8Formulación de proyectos 8.7 8.9 8.8Género 2.9 11.9 7.3Medicina natural 5.8 11.9 8.8Otros cursos 8.1 17.0 12.41999En producción agrícola 50.6 18.5 33.1En producción pecuaria 7.8 1.0 4.1En producción artesanal 0.6 1.5 1.1En producción industrial 1.2 0.0 0.5En comercio 2.4 8.5 5.7En servicios 15.7 23.5 19.9Administración/contabilidad 1.8 2.5 2.2Formulación de proyectos 2.4 2.0 2.2Género 1.2 7.5 4.6Medicina natural 0.6 7.5 4.4Otros cursos 15.7 27.5 22.22000En producción agrícola 51.5 20.0 36.4En producción pecuaria 6.7 2.0 4.5
186 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Año y tema Hombre Mujer AmbosEn producción artesanal 1.2 1.3 1.3En producción industrial 0.8 0.8 0.6En comercio 5.5 12.7 8.9En servicios 16.0 34.0 24.6Administración/contabilidad 6.1 1.3 3.8Formulación de proyectos 1.8 3.3 2.6Género 1.2 9.3 5.1Medicina natural 1.2 1.3 1.3Otros cursos 8.0 14.0 10.92001En producción agrícola 33.8 10.2 23.3En producción pecuaria 4.1 2.5 3.4En producción artesanal 0.7 1.7 1.1En producción industrial 2.0 1.7 1.9En comercio 3.4 1.7 2.6En servicios 16.8 29.7 22.6Administración/contabilidad 2.7 1.7 2.3Formulación de proyectos 6.7 9.3 7.9Género 4.1 9.3 6.3Medicina natural 0.7 0.8 0.8Otros cursos 25.0 31.4 27.82002En producción agrícola 36.2 15.9 25.0En producción pecuaria 7.8 2.9 5.1En producción artesanal 0.0 0.7 0.4En producción industrial 1.7 1.4 1.6En comercio 7.8 6.5 7.1En servicios 18.1 30.9 25.0Administración/contabilidad 2.6 2.2 2.4Formulación de proyectos 3.4 5.0 4.3Género 5.2 7.2 6.3Medicina natural 0 0.7 0.4Otros cursos 17.2 26.6 22.42003En producción agrícola 34.6 6.7 21.1En producción pecuaria 12.6 3.4 8.1En producción artesanal 0.8 0.0 0.4En producción industrial 3.9 4.2 4.1En comercio 2.4 5.0 3.7En servicios 23.6 32.8 28.1Administración/contabilidad 4.7 2.5 3.7Formulación de proyectos 1.6 6.7 4.1Género 0.8 10.9 5.7Medicina natural 0.0 2.5 1.2Otros cursos 15.0 25.2 19.9
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 187
Año y tema Hombre Mujer Ambos2004En producción agrícola 28.3 8.6 17.9En producción pecuaria 5.7 2.0 3.7En producción artesanal 0.4 1.2 0.8En producción industrial 3.0 1.2 2.1En comercio 5.2 10.5 8.0En servicios 30.9 39.1 35.2Administración/contabilidad 5.2 5.5 5.3Formulación de proyectos 5.7 2.3 3.9Género 3.0 8.2 5.8Medicina natural 0.9 3.1 2.1Otros cursos 11.7 18.4 15.22005En producción agrícola 27.5 6.1 15.6En producción pecuaria 9.2 1.9 5.1En producción artesanal 1.0 0.8 0.9En producción industrial 7.2 3.4 5.1En comercio 1.4 5.0 3.4En servicios 20.3 27.6 24.4Administración/contabilidad 4.3 4.2 4.3Formulación de proyectos 8.2 6.5 7.3Género 3.9 13.0 9.0Medicina natural 2.4 4.6 3.6Otros cursos 14.5 26.8 21.42006En producción agrícola 35.9 3.8 17.9En producción pecuaria 3.3 2.1 2.6En producción artesanal 0.4 0.2En producción industrial 2.7 1.7 2.1En comercio 3.8 5.5 4.8En servicios 20.7 20.4 20.5Administración/contabilidad 3.8 3.8 3.8Formulación de proyectos 4.3 8.1 6.4Género 0.5 3.0 1.9Medicina natural 0.9 0.5Otros cursos 25.0 50.2 39.1
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
188 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Tabla 8
Evolución de la cobertura del crédito por sexo. Nacional, 1998-2006
Año Hombres Mujeres Ambos1998 3.4 2.3 2.81999 7.6 5.3 6.42000 5.8 4.7 5.22001 5.5 4.3 4.92002 5.2 5.3 5.32003 6.2 5.7 5.92004 6.1 6.9 6.62005 8.6 7.8 8.12006 8.7 7.7 8.2
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 9
Evolución del monto promedio del crédito por sexo. Nacional, 1998-2006
Año Hombres Mujeres Ambos1998 16724.00 4204.00 11466.001999 14413.00 3985.40 9730.702000 18835.30 4879.70 12051.302001 18936.50 5712.10 12803.402002 16085.44 4780.06 9992.032003 10519.72 5131.23 7746.232004 16770.23 8226.05 11897.552005 15175.02 6584.66 10843.292006 15268.94 9777.96 12516.92
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 10
Evolución del monto máximo del crédito por sexo. Nacional, 1998-2006
Año Hombres Mujeres Ambos1998 625000 100000 6250001999 300000 50000 3000002000 260000 50000 2600002001 198000 60390 1980002002 276900 30000 2769002003 90000 45000 900002004 384000 432000 4320002005 346500 50000 3465002006 150000 144000 150000
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 189
Tabla 11
Evolución del monto mínimo del crédito por sexo. Nacional, 1998-2006
Año Hombres Mujeres Ambos1998 200 100 1001999 100 100 1002000 300 0 02001 260 300 2602002 500 300 3002003 100 500 1002004 16 500 162005 100 200 1002006 200 200 200
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 12
Distribución porcentual de los benefi ciarios de crédito según sexo.
Nacional, 1998-2006
Año Hombres Mujeres1998 58.0 42.01999 55.1 44.92000 51.4 48.62001 53.6 46.42002 46.1 53.92003 48.5 51.52004 43.2 56.82005 49.4 50.62006 50 50
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 13
Distribución porcentual de la procendencia del crédito según el sexo de los benefi ciarios .
Nacional, 1998-2006
Año y procendencia Hombres Mujeres Ambos1998Bancos privados 49.6 14.5 42.9Bancos estatales 18.0 17.8 17.9Microfi nancieras, ONG, proyectos, gremios 29.3 63.4 35.9Prestamistas 3.1 4.3 3.31999Bancos privados 46.1 31.3 43.4Bancos estatales 8.4 0.0 6.8Microfi nancieras, ONG, proyectos, gremios 38.0 61.7 42.3Prestamistas 7.5 7.0 7.42000Bancos privados 59.0 27.1 52.1
190 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Año y procendencia Hombres Mujeres AmbosBancos estatales 0.7 0.0 0.6Microfi nancieras, ONG, proyectos, gremios 33.3 66.7 40.5Prestamistas 7.0 6.2 6.82001Bancos privados 41.3 31.4 39.2Bancos estatales 8.3 0.8 6.8Microfi nancieras, ONG, proyectos, gremios 33.9 66.2 40.6Prestamistas 16.5 1.6 13.42002Bancos privados 11.6 5.6 8.4Bancos estatales 8.6 4.3 6.3Microfi nancieras, ongs, proyectos, gremios 74.8 85.1 80.3Prestamistas 5.0 5.0 5.02003Bancos privados 14.6 6.5 10.5Bancos estatales 7.3 1.8 4.5Microfi nancieras, ONG, proyectos, gremios 68.9 87.6 78.4Prestamistas 9.1 4.1 6.62004Bancos privados 6.7 3.2 4.7Bancos estatales 4.3 0.9 2.4Microfi nancieras, ONG, proyectos, gremios 79.9 89.4 85.3Prestamistas 9.1 6.5 7.62005Bancos privados 12.9 10.9 11.9Bancos estatales 7.7 1.3 4.4Microfi nancieras, ONG, proyectos, gremios 68.2 79.9 74.2Prestamistas 11.2 7.9 9.52006Bancos privados 21.93 19.74 20.83Bancos estatales 6.58 3.07 4.82Microfi nancieras, ONG, proyectos, gremios 62.72 72.37 67.54Prestamistas 8.77 4.82 6.80
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 14
Distribución porcentual de los benefi ciarios por procedencia del crédito según el sexo.
Nacional, 1998-2006
Año y procendencia Hombres Mujeres1998Bancos privados 91.7 8.3Bancos estatales 85.9 14.1Microfi nancieras, ONG, proyectos, gremios 66.0 34.0Prestamistas 74.9 25.1
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 191
Año y procendencia Hombres Mujeres1999Bancos privados 86.8 13.2Bancos estatales 100.0 0.0Microfi nancieras, ONG, proyectos, gremios 73.2 26.8Prestamistas 82.6 17.42000Bancos privados 88.7 11.3Bancos estatales 100.0 0.0Microfi nancieras, ONG, proyectos, gremios 64.3 35.7Prestamistas 80.3 19.72001Bancos privados 83.4 16.6Bancos estatales 97.4 2.6Microfi nancieras, ONG, proyectos, gremios 66.2 33.8Prestamistas 97.6 2.42002Bancos privados 64.0 36.0Bancos estatales 63.2 36.8Microfi nancieras, ONG, proyectos, gremios 43.2 56.8Prestamistas 46.7 53.32003Bancos privados 68.6 31.4Bancos estatales 80.0 20.0Microfi nancieras, ONG, proyectos, gremios 43.1 56.9Prestamistas 68.2 31.82004Bancos privados 61.1 38.9Bancos estatales 77.8 22.2Microfi nancieras, ONG, proyectos, gremios 40.4 59.6Prestamistas 51.7 48.32005Bancos privados 53.6 46.4Bancos estatales 85.7 14.3Microfi nancieras, ONG, proyectos, gremios 45.4 54.6Prestamistas 57.8 42.22006Bancos privados 52.6 47.4Bancos estatales 68.2 31.8Microfi nancieras, ONG, proyectos, gremios 46.4 53.6Prestamistas 64.5 35.5
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
192 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Tabla 15
Monto promedio del crédito por procedencia según el sexo de los benefi ciarios .
Nacional, 1998-2006
Año y procendencia Hombres Mujeres Ambos1998Bancos privados 38553.00 8500.00 31340.00Bancos estatales 44167.00 20833.00 36389.00Microfi nancieras, ONG, proyectos, gremios 4324.00 2855.00 3680.00Prestamistas 2278.00 849.00 1601.001999Bancos privados 28905.30 11255.60 23941.30Bancos estatales 12090.00 - 12090.00Microfi nancieras, ONG, proyectos, gremios 10137.60 3226.00 6443.50Prestamistas 8319.40 2275.00 5691.402000Bancos privados 45537.00 20900.00 40181.00Bancos estatales 20000.00 0.00 20000.00Microfi nancieras, ONG, proyectos, gremios 9731.00 4176.00 6597.00Prestamistas 12926.00 5937.50 10495.302001Bancos privados 28200.00 5737.30 17107.30Bancos estatales 21405.50 2106.70 17270.00Microfi nancieras, ONG, proyectos, gremios 11303.50 6203.00 8847.70Prestamistas 38454.20 1642.90 24892.102002Bancos privados 37246.60 8875.00 27378.30Bancos estatales 10866.60 2114.30 7642.10Microfi nancieras, ONG, proyectos, gremios 14006.90 4796.50 8765.90Prestamistas 9300.00 2737.50 5550.002003Bancos privados 17245.83 12454.55 15740.00Bancos estatales 4102.50 3100.00 3902.00Microfi nancieras, ONG, proyectos, gremios 10571.46 4594.35 7192.10Prestamistas 4536.67 1557.14 3588.642004Bancos privados 65381.82 65500.00 65427.78Bancos estatales 4900.00 3750.00 4644.44Microfi nancieras, ONG, proyectos, gremios 14857.10 6532.29 9877.78Prestamistas 3114.13 3457.14 3279.72
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 193
Año y procendencia Hombres Mujeres Ambos2005Bancos privados 19703.33 11619.23 15950.00Bancos estatales 6627.78 3333.33 6157.14Microfi nancieras, ONG, proyectos, gremios 16782.26 6208.50 11025.77Prestamistas 6038.46 3825.00 5132.952006Bancos privados 21354.00 14123.33 17928.95Bancos estatales 5660.00 4171.43 5186.36Microfi nancieras, ONG, proyectos, gremios 24647.18 9029.09 16253.09Prestamistas 5117.50 6781.64 5708.00
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
194 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Tablas Capítulo VII
Tabla 1
Distribución porcentual de la toma de decisiones sobre aspectos relacionados con
recursos familiares, según sexo del jefe del hogar y quién decide. Nacional, 1999-2006
Año y aspecto Jefe Hombre Jefa MujerElla El Ambos Otros Total Ella El Ambos Otros Total
1999Qué productos sembrar o comprar
15.6 57.2 24.2 3.0 100.0 65.6 9.6 6.8 18.0 100.0
Qué insumos comprar 15.5 58.5 23.2 2.8 100.0 64.6 10.9 6.9 17.5 100.0A quién vender los productos 17.5 58.6 20.2 3.8 100.0 67.5 8.7 5.3 18.5 100.0A qué precio vender 18.4 57.7 20.0 3.9 100.0 68.5 8.8 5.1 17.6 100.0Quién vende los productos 17.8 57.5 20.6 4.0 100.0 67.5 9.3 4.9 18.3 100.0En qué invertir 17.0 53.4 25.6 4.0 100.0 69.2 9.3 5.6 15.9 100.0En qué gastar el dinero de la venta de los productos
18.4 51.9 25.8 3.9 100.0 68.9 9.0 5.2 17.0 100.0
Solicitar crédito 8.1 49.8 37.0 5.2 100.0 58.5 6.0 10.2 25.4 100.0Cómo gastar el crédito 8.6 49.2 37.0 5.2 100.0 59.0 5.7 9.9 25.4 100.0Quién maneja el dinero del crédito
9.7 49.6 35.7 5.1 100.0 59.6 5.7 9.6 25.2 100.0
Quién paga el crédito 9.0 51.0 35.0 5.0 100.0 60.4 5.8 9.0 24.8 100.0Solicitar la asistencia técnica 6.5 62.8 27.1 3.6 100.0 58.7 10.5 7.0 23.8 100.0Recibir asistencia técnica 6.7 64.1 25.5 3.8 100.0 57.3 11.2 7.0 24.5 100.0Aplicar la asistencia técnica 6.6 64.1 25.5 3.8 100.0 56.9 11.1 6.9 25.0 100.0Decisiones del negocio o parcela
14.9 52.9 28.7 3.5 100.0 65.8 8.0 7.1 19.2 100.0
Si hay que ahorrar, cuándo y cuánto
11.0 41.4 43.8 3.8 100.0 64.6 5.3 9.5 20.6 100.0
Quién maneja información de los precios
16.4 46.8 32.4 4.4 100.0 65.9 5.9 8.8 19.5 100.0
2000Qué productos sembrar o comprar
16.7 58.6 22.0 2.8 100.0 65.7 13.0 6.5 14.8 100.0
Qué insumos comprar 7.1 71.3 17.8 3.8 100.0 49.7 18.9 8.4 23.1 100.0A quién vender los productos 12.5 64.0 18.9 4.7 100.0 63.1 11.8 6.2 19.0 100.0A qué precio vender 13.5 63.5 18.5 4.5 100.0 62.3 11.8 5.9 20.1 100.0Quién vende los productos 13.1 63.5 18.8 4.6 100.0 62.3 12.6 6.0 19.1 100.0En qué invertir 11.5 61.1 23.1 4.4 100.0 61.1 11.6 8.8 18.5 100.0En qué gastar el dinero de la venta de los productos
12.1 59.0 24.4 4.5 100.0 61.6 11.4 8.1 19.0 100.0
Solicitar crédito 9.4 57.2 29.5 4.0 100.0 63.3 10.0 9.6 17.0 100.0Cómo gastar el crédito 9.8 55.2 31.2 3.8 100.0 64.4 8.9 10.0 16.7 100.0Quién maneja el dinero del crédito
11.2 55.5 29.5 3.8 100.0 65.7 8.1 9.2 17.0 100.0
Quién paga el crédito 8.7 59.9 27.4 4.1 100.0 63.0 10.0 10.4 16.7 100.0Solicitar la asistencia técnica 4.3 68.9 23.5 3.4 100.0 59.3 12.1 6.4 22.1 100.0Recibir asistencia técnica 4.3 67.8 24.8 3.2 100.0 57.7 12.4 6.6 23.4 100.0Aplicar la asistencia técnica 4.0 68.5 24.3 3.1 100.0 58.7 12.3 6.5 22.5 100.0
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 195
Año y aspecto Jefe Hombre Jefa MujerElla El Ambos Otros Total Ella El Ambos Otros Total
Decisiones del negocio o parcela
10.6 56.5 29.2 3.7 100.0 64.6 9.6 7.7 18.1 100.0
Si hay que ahorrar, cuándo y cuánto
10.6 47.3 38.8 3.4 100.0 64.9 9.2 10.7 15.2 100.0
Quién maneja información de los precios
13.3 50.1 33.1 3.5 100.0 67.6 8.5 7.9 16.0 100.0
2001Qué productos sembrar o comprar
13.2 59.2 23.0 4.5 100.0 63.3 13.8 4.6 18.3 100.0
Qué insumos comprar 11.8 60.7 22.8 4.7 100.0 58.0 15.1 5.2 21.7 100.0A quién vender los productos 13.6 58.7 23.3 4.3 100.0 61.1 13.8 5.0 20.1 100.0A qué precio vender 14.4 58.2 23.0 4.4 100.0 61.5 13.5 4.9 20.1 100.0Quién vende los productos 14.5 57.4 23.9 4.3 100.0 61.7 13.6 4.5 20.2 100.0En qué invertir 13.8 57.3 24.7 4.2 100.0 61.6 13.3 5.9 19.2 100.0En qué gastar el dinero de la venta de los productos
14.0 55.9 25.8 4.3 100.0 61.7 12.9 6.5 19.0 100.0
Solicitar crédito 12.2 52.1 32.8 2.9 100.0 61.1 13.0 8.1 17.8 100.0Cómo gastar el crédito 12.0 51.8 33.3 2.8 100.0 61.4 13.0 7.6 17.9 100.0Quién maneja el dinero del crédito
11.9 52.1 32.9 3.1 100.0 60.9 13.0 7.6 18.5 100.0
Quién paga el crédito 11.7 53.9 31.3 3.1 100.0 60.3 13.4 8.4 17.9 100.0Solicitar la asistencia técnica 4.9 62.3 29.1 3.7 100.0 42.7 18.0 11.2 28.1 100.0Recibir asistencia técnica 5.2 62.3 29.0 3.4 100.0 42.7 18.0 11.2 28.1 100.0Aplicar la asistencia técnica 5.2 62.8 28.4 3.7 100.0 42.1 18.2 11.4 28.4 100.0Decisiones del negocio o parcela
14.2 52.8 28.5 4.5 100.0 59.8 11.6 7.7 20.8 100.0
Si hay que ahorrar, cuándo y cuánto
15.5 44.9 35.9 3.7 100.0 63.9 8.7 9.0 18.4 100.0
Quién maneja información de los precios
15.5 44.8 35.8 3.9 100.0 64.2 8.7 8.2 18.9 100.0
2002Qué productos sembrar o comprar
11.5 55.6 27.2 5.7 100.0 64.0 10.2 8.0 17.8 100.0
Qué insumos comprar 10.0 57.9 26.3 5.9 100.0 64.3 10.4 7.2 18.1 100.0A quién vender los productos 9.9 57.2 26.8 6.2 100.0 64.5 10.0 7.2 18.3 100.0A qué precio vender 10.2 56.9 26.8 6.1 100.0 65.6 9.4 7.0 18.0 100.0Quién vende los productos 10.4 56.8 26.7 6.1 100.0 64.9 9.6 7.2 18.3 100.0En qué invertir 10.0 57.0 27.0 6.0 100.0 64.2 10.0 7.3 18.5 100.0En qué gastar el dinero de la venta de los productos
11.0 54.2 28.8 6.0 100.0 65.0 8.9 7.8 18.3 100.0
Solicitar crédito 9.3 43.0 42.0 5.8 100.0 59.3 6.5 11.0 23.3 100.0Cómo gastar el crédito 8.8 43.3 42.2 5.7 100.0 59.6 6.4 10.9 23.1 100.0Quién maneja el dinero del crédito
9.4 43.6 41.6 5.5 100.0 59.8 6.4 10.6 23.2 100.0
Quién paga el crédito 9.0 45.0 40.4 5.7 100.0 59.3 6.7 10.7 23.3 100.0Solicitar la asistencia técnica 9.0 52.7 32.2 6.2 100.0 53.6 9.2 13.4 23.8 100.0Recibir asistencia técnica 8.6 53.2 32.0 6.2 100.0 53.4 9.2 13.4 23.9 100.0Aplicar la asistencia técnica 8.9 52.8 32.1 6.2 100.0 53.8 9.2 13.0 23.9 100.0
196 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Año y aspecto Jefe Hombre Jefa MujerElla El Ambos Otros Total Ella El Ambos Otros Total
Decisiones del negocio o parcela
10.6 52.3 31.3 5.8 100.0 58.8 9.3 10.9 21.1 100.0
Si hay que ahorrar, cuándo y cuánto
11.7 44.0 38.5 5.8 100.0 60.5 7.9 11.0 20.7 100.0
Quién maneja información de los precios
11.5 45.9 36.9 5.8 100.0 60.7 8.0 10.9 20.4 100.0
2003Qué productos sembrar o comprar
10.7 59.1 28.0 2.3 100.0 59.2 12.0 6.7 22.1 100.0
Qué insumos comprar 8.5 63.8 25.4 2.3 100.0 52.4 14.6 7.5 25.5 100.0A quién vender los productos 9.0 61.8 26.7 2.4 100.0 52.9 14.5 7.7 24.9 100.0A qué precio vender 9.5 61.3 26.8 2.4 100.0 52.9 14.5 7.7 24.9 100.0Quién vende los productos 9.2 61.2 27.2 2.4 100.0 52.9 14.5 7.7 24.9 100.0En qué invertir 9.7 58.8 29.4 2.1 100.0 55.4 12.7 8.4 23.5 100.0En qué gastar el dinero de la venta de los productos
9.3 59.3 29.3 2.1 100.0 54.2 13.0 8.8 23.9 100.0
Solicitar crédito 12.2 48.0 37.3 2.5 100.0 63.7 7.4 10.3 18.6 100.0Cómo gastar el crédito 11.8 47.3 38.3 2.6 100.0 63.6 7.2 10.6 18.6 100.0Quién maneja el dinero del crédito
12.2 48.3 36.9 2.6 100.0 63.4 7.2 10.6 18.7 100.0
Quién paga el crédito 12.0 50.7 34.8 2.6 100.0 62.9 7.5 10.4 19.2 100.0Solicitar la asistencia técnica 10.0 56.8 30.1 3.1 100.0 60.6 10.6 8.7 20.2 100.0Recibir asistencia técnica 10.0 57.5 29.7 2.8 100.0 60.1 10.6 9.0 20.2 100.0Aplicar la asistencia técnica 9.9 57.4 29.9 2.8 100.0 59.9 10.7 9.1 20.4 100.0Decisiones del negocio o parcela
10.8 53.4 32.8 3.0 100.0 60.5 9.8 8.7 21.0 100.0
Si hay que ahorrar, cuándo y cuánto
11.1 43.6 42.3 3.0 100.0 63.8 6.9 10.1 19.1 100.0
Quién maneja información de los precios
15.5 48.7 31.8 4.0 100.0 64.6 7.6 7.6 20.2 100.0
2004Qué productos sembrar o comprar
12.9 55.2 24.4 7.6 100.0 66.8 4.9 5.9 22.4 100.0
Qué insumos comprar 12.0 56.2 23.4 8.4 100.0 65.3 5.6 5.6 23.5 100.0A quién vender los productos 12.4 54.9 22.9 9.7 100.0 60.6 4.9 5.9 28.6 100.0A qué precio vender 12.1 54.8 23.1 10.0 100.0 61.0 4.8 5.9 28.2 100.0Quién vende los productos 12.0 54.4 23.5 10.1 100.0 60.6 4.9 5.9 28.6 100.0En qué invertir 11.6 54.0 24.9 9.5 100.0 60.8 5.0 6.5 27.8 100.0En qué gastar el dinero de la venta de los productos
11.9 53.5 24.7 9.9 100.0 61.3 4.6 6.7 27.4 100.0
Solicitar crédito 12.9 47.7 28.2 11.1 100.0 60.3 4.5 6.1 29.2 100.0Cómo gastar el crédito 13.2 47.8 28.0 11.0 100.0 60.4 4.7 5.6 29.3 100.0Quién maneja el dinero del crédito
13.9 49.7 25.4 11.0 100.0 60.4 4.7 5.6 29.3 100.0
Quién paga el crédito 12.2 53.1 23.5 11.2 100.0 59.1 6.3 5.0 29.6 100.0
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 197
Año y aspecto Jefe Hombre Jefa MujerElla El Ambos Otros Total Ella El Ambos Otros Total
Solicitar la asistencia técnica 6.5 67.7 16.2 9.6 100.0 57.0 12.7 6.3 24.1 100.0Recibir asistencia técnica 6.2 67.8 15.9 10.1 100.0 56.0 14.7 6.7 22.7 100.0Aplicar la asistencia técnica 6.2 67.7 16.2 10.0 100.0 56.0 14.7 6.7 22.7 100.0Decisiones del negocio o parcela
10.9 54.6 26.7 7.8 100.0 63.6 6.0 8.4 22.0 100.0
Si hay que ahorrar, cuándo y cuánto
10.8 46.5 34.3 8.4 100.0 65.6 5.0 8.1 21.4 100.0
Quién maneja información de los precios
28.4 32.0 27.0 12.6 100.0 82.7 2.2 2.6 12.6 100.0
2005Qué productos sembrar o comprar
16.1 32.8 45.0 6.1 100.0 71.9 3.1 7.3 17.8 100.0
A quién vender los productos 13.9 34.2 44.8 7.0 100.0 69.9 3.1 6.8 20.3 100.0A qué precio vender 13.9 34.4 44.7 6.9 100.0 69.7 3.2 6.9 20.1 100.0Quién vende los productos 13.9 34.3 45.2 6.5 100.0 69.0 3.2 6.8 21.0 100.0En qué invertir 14.1 32.4 47.5 6.1 100.0 70.2 3.1 7.1 19.6 100.0En qué gastar el dinero de la venta de los productos
14.1 32.0 47.6 6.3 100.0 69.2 2.7 7.3 20.8 100.0
Solicitar crédito 11.2 41.2 39.7 7.9 100.0 64.6 3.6 6.9 24.9 100.0Cómo gastar el crédito 10.8 37.8 43.8 7.6 100.0 64.3 3.4 6.9 25.4 100.0Quién maneja el dinero del crédito
11.0 37.9 43.5 7.6 100.0 64.3 3.4 6.9 25.4 100.0
Quién paga el crédito 10.1 44.2 37.8 7.8 100.0 63.3 4.4 6.3 26.1 100.0Solicitar la asistencia técnica 8.9 46.2 36.7 8.1 100.0 61.9 4.7 6.6 26.7 100.0Recibir asistencia técnica 9.0 46.1 36.7 8.1 100.0 62.1 4.9 6.3 26.7 100.0Aplicar la asistencia técnica 8.8 46.4 36.2 8.5 100.0 62.3 4.9 6.3 26.6 100.0Si hay que ahorrar, cuándo y cuánto
9.2 32.9 49.0 8.9 100.0 66.3 3.1 7.1 23.6 100.0
2006Qué productos sembrar o comprar
12.2 57.6 24.9 5.2 100.0 66.4 9 7 17.6 100.0
A quién vender los productos 12.7 57.5 23.8 6.1 100.0 66 8.3 5.8 19.9 100.0A qué precio vender 13 54.9 25.7 6.4 100.0 65.2 8.2 6.3 20.3 100.0Quién vende los productos 13.4 54 26.2 6.4 100.0 65.2 8.2 6.3 20.3 100.0En qué invertir 13.1 53.5 27 6.4 100.0 64.6 8.2 6.3 20.9 100.0En qué gastar el dinero de la venta de los productos
12.9 47.1 34.4 5.6 100.0 68 6.9 7.4 17.7 100.0
Solicitar crédito 12.7 44.8 36.8 5.7 100.0 67.7 6.5 7.2 18.6 100.0Cómo gastar el crédito 10.1 53.6 29.5 6.7 100.0 64.6 6.8 7.2 21.4 100.0Quién maneja el dinero del crédito
9.2 49.8 34.2 6.8 100.0 62.8 6.9 8.4 21.9 100.0
Quién paga el crédito 9.1 48.5 35.3 7.1 100.0 62.4 6.6 8.9 22.1 100.0Solicitar la asistencia técnica 9.1 55.9 27.7 7.2 100.0 59.7 7.4 8.3 24.6 100.0Recibir asistencia técnica 7.2 62.1 23.1 7.6 100.0 61 9.1 6.1 23.8 100.0Aplicar la asistencia técnica 12 52.3 28.8 6.9 100.0 63.6 8.1 7 21.3 100.0Si hay que ahorrar, cuándo y cuánto
10.5 41.6 42.1 5.8 100.0 67.8 5.3 9.8 17.1 100.0
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
198 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Tabla 2
Distribución porcentual de la toma de decisiones sobre aspectos relacionados con la vida
familiar, según sexo del jefe del hogar y quién decide. Nacional, 1999-2006
Año y aspecto Jefe Hombre Jefa MujerElla El Ambos Otros Total Ella El Ambos Otros Total
1999Visitar a amigos y a la familia 8.9 13.4 73.4 4.3 100.0 73.7 1.2 14.4 10.6 100.0Comprar algo caro para la casa (ej. Televisión)
9.9 15.7 68.1 6.3 100.0 68.4 2.3 13.1 16.2 100.0
Cuando un niño o niña nece-sita ir al doctor
18.7 6.3 62.5 12.5 100.0 61.4 0.8 10.4 27.5 100.0
Cuando la cónyuge necesita ir al doctor
16.6 9.2 67.5 6.7 100.0 60.3 3.2 18.1 18.4 100.0
La educación de los niños y niñas
13.8 4.8 69.5 11.9 100.0 63.1 0.5 11.2 25.2 100.0
Qué alimentos cocinar dia-riamente
72.4 3.6 15.1 8.9 100.0 82.9 0.2 2.6 14.3 100.0
El uso de anticonceptivos 24.8 2.7 55.4 17.1 100.0 37.3 18.0 44.7 100.0Cómo disciplinar a niños y niñas
13.7 5.2 70.2 10.9 100.0 63.2 0.5 12.0 24.3 100.0
2000Visitar a amigos y a la familia 12.6 13.5 69.4 4.6 100.0 68.9 3.8 12.4 14.8 100.0Comprar algo caro para la casa (ej. Televisión)
7.8 17.0 69.7 5.5 100.0 60.4 4.1 14.2 21.3 100.0
Cuando un niño o niña nece-sita ir al doctor
15.2 6.9 67.0 11.0 100.0 51.3 2.3 12.0 34.5 100.0
Cuando la cónyuge necesita ir al doctor
18.4 7.9 69.7 4.1 100.0 56.8 4.6 18.2 20.4 100.0
La educación de los niños y niñas
10.1 5.9 72.4 11.6 100.0 50.9 2.6 12.7 33.8 100.0
Qué alimentos cocinar dia-riamente
71.0 3.3 18.3 7.4 100.0 81.3 0.7 3.0 15.0 100.0
El uso de anticonceptivos 17.9 3.8 68.5 9.8 100.0 35.1 4.7 16.9 43.2 100.0Cómo disciplinar a niños y niñas
11.2 4.6 73.3 10.9 100.0 50.6 2.0 14.1 33.3 100.0
2001Visitar a amigos y a la familia 9.8 11.6 74.7 3.9 100.0 72.3 1.0 15.8 10.9 100.0Comprar algo caro para la casa (ej. Televisión)
8.3 12.6 72.9 6.2 100.0 66.0 1.2 14.4 18.4 100.0
Cuando un niño o niña nece-sita ir al doctor
12.9 4.8 68.5 13.8 100.0 55.4 0.5 14.6 29.6 100.0
Cuando la cónyuge necesita ir al doctor
9.5 4.7 81.1 4.7 100.0 53.5 1.1 28.2 17.2 100.0
La educación de los niños y niñas
10.3 5.3 70.3 14.1 100.0 54.5 0.2 16.4 28.9 100.0
Qué alimentos cocinar dia-riamente
69.3 2.7 19.2 8.8 100.0 80.4 0.4 5.1 14.2 100.0
El uso de anticonceptivos 17.1 2.7 68.8 11.4 100.0 35.2 0.7 28.9 35.2 100.0Cómo disciplinar a niños y niñas
10.3 4.7 71.3 13.7 100.0 55.5 0.5 16.2 27.9 100.0
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 199
Año y aspecto Jefe Hombre Jefa MujerElla El Ambos Otros Total Ella El Ambos Otros Total
2002Visitar a amigos y a la familia 10.6 12.7 72.0 4.8 100.0 69.9 2.2 15.0 12.9 100.0Comprar algo caro para la casa (ej. Televisión)
9.5 14.6 70.1 5.7 100.0 66.6 1.9 15.0 16.5 100.0
Cuando un niño o niña nece-sita ir al doctor
13.1 6.7 67.5 12.7 100.0 59.0 1.4 14.8 24.8 100.0
Cuando la cónyuge necesita ir al doctor
10.1 5.9 79.1 5.0 100.0 44.4 2.9 34.4 18.3 100.0
La educación de los niños y niñas
13.0 6.3 68.2 12.5 100.0 59.0 1.2 14.9 25.0 100.0
Qué alimentos cocinar dia-riamente
68.3 3.7 15.8 12.2 100.0 78.2 0.8 4.0 17.1 100.0
El uso de anticonceptivos 16.8 3.0 67.0 13.2 100.0 31.7 2.5 26.7 39.1 100.0Cómo disciplinar a niños y niñas
12.4 5.9 69.8 12.0 100.0 59.2 0.7 16.0 24.2 100.0
2003Visitar a amigos y a la familia 10 15.2 72.5 2.3 100.0 74.1 2.7 13.3 10.0 100.0Comprar algo caro para la casa (ej. Televisión)
10.0 16.8 70.3 2.9 100.0 70.5 2.4 14.0 13.2 100.0
Cuando un niño o niña nece-sita ir al doctor
13.3 6.8 70.4 9.5 100.0 62.3 1.4 13.0 23.4 100.0
Cuando la cónyuge necesita ir al doctor
11.8 9.6 75.3 3.3 100.0 55.6 3.0 23.0 18.4 100.0
La educación de los niños y niñas
12.2 5.9 72.0 9.9 100.0 61.8 1.6 12.6 23.9 100.0
Qué alimentos cocinar dia-riamente
59.7 3.8 26.8 9.8 100.0 77.7 0.6 5.3 16.5 100.0
El uso de anticonceptivos 19.2 5.9 66.0 9.0 100.0 52.8 0.8 19.3 27.2 100.0Cómo disciplinar a niños y niñas
12.5 5.6 73.1 8.8 100.0 62.1 0.9 13.4 23.6 100.0
2004Visitar a amigos y a la familia 9.3 17.3 62.4 10.9 100.0 63.5 1.7 11.0 23.8 100.0Comprar algo caro para la casa (ej. Televisión)
9.2 18.1 64.4 8.3 100.0 61.2 2.4 12.1 24.4 100.0
Cuando un niño o niña nece-sita ir al doctor
13.1 8.4 64.0 14.5 100.0 55.6 0.4 10.1 33.9 100.0
Cuando la cónyuge necesita ir al doctor
14.4 8.3 71.5 5.8 100.0 38.7 3.8 24.1 33.5 100.0
La educación de los niños y niñas
12.5 8.1 63.8 15.5 100.0 53.5 0.2 11.2 35.1 100.0
Qué alimentos cocinar dia-riamente
55.3 4.5 29.3 10.9 100.0 74.3 0.5 5.2 19.9 100.0
El uso de anticonceptivos 14.7 2.8 58.6 23.8 100.0 20.8 0.6 14.1 64.4 100.0
2006Visitar a amigos y a la familia 8.6 13.3 71.8 6.3 100.0 71.9 1 13.3 14.1 100Comprar algo caro para la casa (ej. Televisión)
6.6 17.9 69.6 5.9 100.0 67.6 1.4 12.4 18.6 100
200 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Año y aspecto Jefe Hombre Jefa MujerElla El Ambos Otros Total Ella El Ambos Otros Total
Cuando un niño o niña nece-sita ir al doctor
8.6 5.4 69.7 16.3 100.0 52.6 0.2 11.7 35.5 100
Cuando la cónyuge necesita ir al doctor
14.4 4.7 77 3.9 100.0 52.5 1 21.8 24.8 100
La educación de los niños y niñas
13.2 6.4 63.9 16.4 100.0 53.1 0 11.6 35.3 100
Qué alimentos cocinar dia-riamente
65.3 4.6 20.5 9.6 100.0 82.9 0.9 3.1 13.2 100
El uso de anticonceptivos 35.3 2.5 50 12.2 100.0 31.5 1.1 14.1 53.3 100
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 3
Distribución porcentual de opiniones sobre las habilidades de hombres y mujeres,
según sexo. Nacional, 1999-2003
Año y habilidad Hombres MujeresDe
acuerdoDes-
acuerdoNo
sabeTotal De
acuerdoDes-
acuerdoNo
sabeTotal
1999El hombre es más listo que la mujer, por eso debe mandar en la casa
23.1 75.6 1.3 100.0 28.5 70.6 0.9 100.0
El hombre es más listo que la mujer, por eso él debe manejar el dinero
15.2 84.0 0.9 100.0 24.1 75.3 0.7 100.0
El hombre es más listo que la mujer, por eso él debe recibir las capacitaciones
16.6 81.3 2.1 100.0 24.9 73.9 1.2 100.0
El hombre es más listo que la mujer, por eso él debe ser el dueño de los bienes
12.4 86.3 1.4 100.0 17.9 81.1 1.0 100.0
El hombre es más listo que la mujer, por eso él debe ser el que estudie más
9.3 89.9 0.9 100.0 14.9 84.0 1.0 100.0
El hombre es más listo que la mujer, por eso él debe ser el lider del barrio
17.2 81.6 1.2 100.0 25.3 72.9 1.9 100.0
La mujer debe ser señora de su casa para que la respeten
74.8 24.8 0.4 100.0 78.5 21.1 0.3 100.0
La mujer no debe meterse en política por-que eso es cosa de hombres
35.8 60.5 3.6 100.0 40.7 56.9 2.4 100.0
La mujer que participa mucho es porque no tiene quien le ponga las riendas
33.6 61.9 4.4 100.0 45.0 51.9 3.1 100.0
La mujer debe participar en organizaciones, pero no ocupar cargos directivos
24.8 72.2 3.1 100.0 33.6 64.7 1.7 100.0
La mujer debe participar, pero no com-prometerse para no tener problemas en el hogar
66.7 30.7 2.6 100.0 68.6 29.6 1.9 100.0
La mujer no es importante en la economía del país, porque ella no produce
10.3 88.5 1.1 100.0 15.6 84.2 0.2 100.0
2000El hombre es más listo que la mujer, por eso debe mandar en la casa
20.4 79.5 0.1 100.0 25.2 73.1 1.6 100.0
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 201
Año y habilidad Hombres MujeresDe
acuerdoDes-
acuerdoNo
sabeTotal De
acuerdoDes-
acuerdoNo
sabeTotal
El hombre es más listo que la mujer, por eso él debe manejar el dinero
16.4 83.5 0.1 100.0 22.0 76.4 1.6 100.0
El hombre es más listo que la mujer, por eso él debe recibir las capacitaciones
17.2 82.7 0.1 100.0 20.2 78.1 1.6 100.0
El hombre es más listo que la mujer, por eso él debe ser el dueño de los bienes
12.7 87.2 0.1 100.0 19.4 79.0 1.6 100.0
El hombre es más listo que la mujer, por eso él debe ser el que estudie más
11.4 88.5 0.1 100.0 14.1 84.3 1.6 100.0
El hombre es más listo que la mujer, por eso él debe ser el lider del barrio
19.4 80.5 0.1 100.0 24.3 74.0 1.6 100.0
La mujer debe ser señora de su casa para que la respeten
79.8 20.1 0.1 100.0 82.8 15.7 1.5 100.0
La mujer no debe meterse en política por-que eso es cosa de hombres
35.0 64.6 0.4 100.0 82.8 15.7 1.5 100.0
La mujer que participa mucho es porque no tiene quien le ponga las riendas
40.5 59.2 0.4 100.0 47.2 51.0 1.8 100.0
La mujer debe participar en organizaciones, pero no ocupar cargos directivos
25.1 74.6 0.2 100.0 28.4 70.0 1.6 100.0
La mujer debe participar, pero no com-prometerse para no tener problemas en el hogar
75.9 24.0 0.1 100.0 75.5 22.8 1.6 100.0
La mujer no es importante en la economía del país, porque ella no produce
10.9 88.8 0.2 100.0 14.1 84.3 1.6 100.0
2001El hombre es más listo que la mujer, por eso debe mandar en la casa
17.3 82.5 0.1 100.0 27.1 72.7 0.2 100.0
El hombre es más listo que la mujer, por eso él debe manejar el dinero
10.9 88.9 0.1 100.0 19.0 80.7 0.3 100.0
El hombre es más listo que la mujer, por eso él debe recibir las capacitaciones
13.1 86.6 0.3 100.0 16.9 82.9 0.2 100.0
El hombre es más listo que la mujer, por eso él debe ser el dueño de los bienes
10.3 89.4 0.3 100.0 14.4 85.0 0.6 100.0
El hombre es más listo que la mujer, por eso él debe ser el que estudie más
8.0 91.8 0.2 100.0 10.7 88.9 0.3 100.0
El hombre es más listo que la mujer, por eso él debe ser el lider del barrio
18.4 81.2 0.4 100.0 21.1 78.4 0.5 100.0
La mujer debe ser señora de su casa para que la respeten
71.5 28.3 0.2 100.0 74.8 24.8 0.5 100.0
La mujer no debe meterse en política por-que eso es cosa de hombres
26.9 72.1 0.9 100.0 29.1 70.4 0.5 100.0
La mujer que participa mucho es porque no tiene quien le ponga las riendas
29.7 69.2 1.2 100.0 33.3 65.6 1.1 100.0
La mujer debe participar en organizaciones, pero no ocupar cargos directivos
19.9 79.5 0.7 100.0 25.4 74.1 0.5 100.0
La mujer debe participar, pero no com-prometerse para no tener problemas en el hogar
59.3 39.9 0.8 100.0 61.7 37.9 0.3 100.0
202 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Año y habilidad Hombres MujeresDe
acuerdoDes-
acuerdoNo
sabeTotal De
acuerdoDes-
acuerdoNo
sabeTotal
La mujer no es importante en la economía del país, porque ella no produce
11.3 88.3 0.4 100.0 15.9 83.6 0.5 100.0
2002El hombre es más listo que la mujer, por eso debe mandar en la casa
13.4 86.0 0.6 100.0 24.2 75.8 100.0
El hombre es más listo que la mujer, por eso él debe manejar el dinero
9.5 90.1 0.4 100.0 18.8 80.7 0.5 100.0
El hombre es más listo que la mujer, por eso él debe recibir las capacitaciones
11.6 88.1 0.2 100.0 16.0 83.8 0.2 100.0
El hombre es más listo que la mujer, por eso él debe ser el dueño de los bienes
7.8 91.8 0.4 100.0 14.7 84.8 0.5 100.0
El hombre es más listo que la mujer, por eso él debe ser el que estudie más
8.6 91.1 0.3 100.0 11.5 88.3 0.2 100.0
El hombre es más listo que la mujer, por eso él debe ser el lider del barrio
13.9 85.4 0.7 100.0 18.9 81.1 100.0
La mujer debe ser señora de su casa para que la respeten
61.2 38.7 0.1 100.0 72.5 27.5 100.0
La mujer no debe meterse en política por-que eso es cosa de hombres
28.1 71.0 1.0 100.0 28.7 70.8 0.5 100.0
La mujer que participa mucho es porque no tiene quien le ponga las riendas
29.5 69.6 0.9 100.0 34.1 64.0 1.9 100.0
La mujer debe participar en organizaciones, pero no ocupar cargos directivos
16.7 82.1 1.2 100.0 18.9 80.4 0.7 100.0
La mujer debe participar, pero no com-prometerse para no tener problemas en el hogar
60.6 39.0 0.4 100.0 65.7 33.6 0.7 100.0
La mujer no es importante en la economía del país, porque ella no produce
7.2 92.8 100.0 11.3 88.3 0.3 100.0
2003El hombre es más listo que la mujer, por eso debe mandar en la casa
17.1 82.8 0.2 100.0 24.9 75.1 100.0
El hombre es más listo que la mujer, por eso él debe manejar el dinero
11.2 88.7 0.1 100.0 20.7 79.2 0.2 100.0
El hombre es más listo que la mujer, por eso él debe recibir las capacitaciones
11.9 88.0 0.2 100.0 15.3 84.7 100.0
El hombre es más listo que la mujer, por eso él debe ser el dueño de los bienes
9.6 90.3 0.2 100.0 16.6 83.4 100.0
El hombre es más listo que la mujer, por eso él debe ser el que estudie más
8.9 91.0 0.1 100.0 11.9 88.0 0.2 100.0
El hombre es más listo que la mujer, por eso él debe ser el lider del barrio
15.0 84.4 0.6 100.0 20.2 79.4 0.3 100.0
La mujer debe ser señora de su casa para que la respeten
71.4 28.5 0.1 100.0 76.1 23.6 0.3 100.0
La mujer no debe meterse en política por-que eso es cosa de hombres
27.1 72.4 0.5 100.0 29.5 70.1 0.3 100.0
La mujer que participa mucho es porque no tiene quien le ponga las riendas
31.7 67.6 0.7 100.0 34.8 64.7 0.5 100.0
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 203
Año y habilidad Hombres MujeresDe
acuerdoDes-
acuerdoNo
sabeTotal De
acuerdoDes-
acuerdoNo
sabeTotal
La mujer debe participar en organizaciones, pero no ocupar cargos directivos
15.3 84.1 0.7 100.0 18.1 81.5 0.3 100.0
La mujer debe participar, pero no com-prometerse para no tener problemas en el hogar
55.8 44.2 0.1 100.0 62.0 37.7 0.3 100.0
La mujer no es importante en la economía del país, porque ella no produce
6.5 93.5 0.1 100.0 7.3 92.5 0.2 100.0
Tablas Capítulo VIII
Tabla 1
Proporción de la población organizada por sexo. Nacional, 1998-2006
Año Hombre Mujer Ambos1998 17.8 19.1 18.51999 18.1 19.6 18.92000 20.1 24.6 22.52001 19.4 21.5 20.52002 13.0 14.0 13.52003 12.2 15.2 13.82004 13.8 15.6 14.82005 27.0 30.9 29.12006 7.2 8.4 7.8
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 2
Distribución porcentual de la población organizada por tipo de organización,
según sexo. Nacional, 1998-2006
Año y tipo de organización Hombre Mujer Ambos1998Del Estado 2.9 0.3 1.5ONG 6.1 3.2 4.5Gremial/ productores / cooperativa 11.5 4.0 7.3Políticas 4.2 2.9 3.5Religiosas 68.5 83.3 76.6Comunales/ proyectos 2.1 1.0 1.5De mujeres 0.0 1.2 0.7Educativas/ salud 1.2 2.7 2.0Deportivas 2.7 1.4 2.0Otras 0.8 0.0 0.41999Del Estado 1.9 1.0 1.4ONG 4.3 3.5 3.8
204 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Año y tipo de organización Hombre Mujer AmbosGremial/ productores / cooperativa 12.6 2.4 6.9Políticas 6.6 3.0 4.6Religiosas 63.1 77.3 71.0Comunales/ proyectos 2.1 1.7 1.9De mujeres 0.2 5.6 3.2Educativas/ salud 1.0 4.5 2.9Deportivas 7.2 1.0 3.8Otras 1.0 0.0 0.52000Del Estado 1.3 0.5 0.9ONG 2.8 1.6 2.1Gremial/ productores / cooperativa 13.4 4.8 8.5Políticas 7.2 3.0 4.8Religiosas 69.9 81.9 76.9Comunales/ proyectos 0.6 0.9 0.8De mujeres 0.2 3.8 2.3Educativas/ salud 1.6 3.2 2.4Deportivas 3.0 0.1 1.3Otras 0.0 0.2 0.02001Del Estado 0.4 0.2 0.3ONG 3.4 2.2 2.8Gremial/ productores / cooperativa 14.7 4.1 8.8Políticas 9.2 5.7 7.2Religiosas 65.7 78.1 72.6Comunales/ proyectos 2.6 1.7 2.1De mujeres 0.4 3.2 1.9Educativas/ salud 2.1 4.4 3.4Deportivas 1.3 0.2 0.7Otras 0.2 0.2 0.22002Del Estado 1.7 1.2 1.4ONG 3.2 2.4 2.8Gremial/ productores / cooperativa 18.0 6.8 11.9Políticas 6.4 2.1 4.1Religiosas 60.8 76.0 69.1Comunales/ proyectos 5.7 3.1 4.3De mujeres 0.3 4.8 2.7Educativas/ salud 1.2 2.9 2.2Deportivas 1.2 0.0 0.5Otras 1.5 0.7 1.02003Del Estado 0.6 0.4 0.5ONG 1.9 1.8 1.8Gremial/ productores / cooperativa 15.5 6.5 10.2
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 205
Año y tipo de organización Hombre Mujer AmbosPolíticas 7.6 2.9 4.8Religiosas 68.7 80.6 75.7Comunales/ proyectos 0.9 0.9 0.9De mujeres 0.0 2.2 1.3Educativas/ salud 0.9 3.3 2.4Deportivas 2.5 1.1 1.7Otras 1.3 0.2 0.72004Del Estado 4.6 1.4 2.8ONG 1.9 2.0 1.9Gremial/ productores / cooperativa 13.9 5.4 9.1Políticas 8.4 4.7 6.3Religiosas 53.4 71.7 63.7Comunales/ proyectos 2.1 2.7 2.4De mujeres 0.0 3.2 1.8Educativas/ salud 3.7 6.9 5.5Deportivas 10.0 0.7 4.8Otras 2.1 1.3 1.62005Del Estado 1.8 0.3 0.9ONG 2.2 2.5 2.4Gremial/ productores / cooperativa 4.7 1.5 2.9Políticas 2.5 1.6 2.0Religiosas 72.1 84.0 78.7Comunales/ proyectos 2.5 2.0 2.2De mujeres 0.0 2.0 1.1Educativas/ salud 1.9 2.8 2.4Deportivas 11.4 1.4 5.8Otras 1.1 1.9 1.62006Del Estado 1.8 0.7 1.2ONG 1.8 3.6 2.8Gremial/ productores / cooperativa 21.7 9.4 14.7Políticas 11.5 5.4 8.1Religiosas 37.8 58.6 49.5Comunales/ proyectos 6.0 10.1 8.3De mujeres 4.3 2.4Educativas/ salud 2.3 4.0 0.8Deportivas 15.2 2.5 8.1Otras 1.8 1.4 1.6Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
206 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Tabla Capítulo IX
Tabla 1
Distribución porcentual de los hogares por condición de pobreza (NBI), según sexo.
Nacional, 1998-2006
Año y condición de pobreza Hombre Mujer Ambos1998Extrema pobreza 43.7 43.7 43.7Pobreza 31.2 29.0 30.5No pobres 25.1 27.3 25.81999Extrema pobreza 42.3 44.4 43.0Pobreza 29.2 28.5 29.0No pobres 28.5 27.1 28.02000Extrema pobreza 36.6 43.3 38.8Pobreza 32.4 30.4 31.7No pobres 31.0 26.3 29.52001Extrema pobreza 35.0 38.7 36.3Pobreza 32.5 31.1 32.0No pobres 32.5 30.2 31.72002Extrema pobreza 34.5 38.1 35.7Pobreza 31.9 30.7 31.5No pobres 33.6 31.2 32.82003Extrema pobreza 34.0 36.9 35.0Pobreza 32.5 33.9 33.0No pobres 33.5 29.2 32.02004Extrema pobreza 30.4 31.1 30.6Pobreza 31.3 34.1 32.4No pobres 38.3 34.8 37.02005Extrema pobreza 29.5 32.8 30.7Pobreza 32.4 33.8 32.9No pobres 38.0 33.4 36.32006Extrema pobreza 27.1 31.8 28.8Pobreza 32.9 33.3 33.0No pobres 40.0 34.9 38.1
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 207
Tabla 2
Distribución porcentual de los hogares por condición de pobreza (Línea de Pobreza),
según sexo. Nacional, 1998-2006
Año y condición de pobreza Hombre Mujer Ambos1998Extrema pobreza 36.0 38.8 36.9Pobreza 32.0 34.7 32.8No pobres 32.0 26.5 30.31999Extrema pobreza 34.7 38.8 36.0Pobreza 32.2 30.4 31.6No pobres 33.1 30.8 32.42000Extrema pobreza 45.7 49.5 47.0Pobreza 29.7 29.6 29.6No pobres 24.6 20.9 23.42001Extrema pobreza 43.3 44.7 43.8Pobreza 30.7 34.2 31.8No pobres 26.0 21.1 24.42002Extrema pobreza 48.7 52.1 49.9Pobreza 30.9 31.2 31.0No pobres 20.4 16.7 19.12003Extrema pobreza 48.9 55.9 51.3Pobreza 28.1 28.2 28.1No pobres 23.0 15.9 20.62004Extrema pobreza 46.4 50.4 47.9Pobreza 29.7 29.7 29.7No pobres 23.9 19.9 22.42005Extrema pobreza 55.6 57.4 56.3Pobreza 26.7 25.7 26.3No pobres 17.7 16.9 17.42006Extrema pobreza 47.4 49.9 48.3Pobreza 28.1 30.8 29.1No pobres 24.5 19.3 22.6
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
208 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Tabla 3
Distribución porcentual de los hogares por condición de pobreza (Combinado),
según sexo. Nacional, 1998-2006
Año y condición de pobreza Hombre Mujer Ambos1998Crónico 56.9 58.9 57.5Inercial 18.1 13.8 16.8Reciente 11.1 14.6 12.2Integrado 13.9 12.7 13.51999Crónico 53.7 56.6 54.7Inercial 17.8 16.3 17.3Reciente 13.2 12.6 13.0Integrado 15.3 14.5 15.02000Crónico 58.0 64.3 60.1Inercial 11.0 9.3 10.5Reciente 17.4 14.8 16.5Integrado 13.6 11.6 12.92001Crónico 56.1 61.1 57.7Inercial 11.5 8.7 10.6Reciente 17.9 17.8 17.9Integrado 14.5 12.4 13.82002Crónico 59.1 61.4 59.8Inercial 7.4 7.4 7.4Reciente 20.5 22.0 21.1Integrado 13.0 9.2 11.72003Crónico 57.9 64.2 60.1Inercial 8.6 6.6 7.9Reciente 19.1 19.9 19.4Integrado 14.5 9.2 12.72004Crónico 52.8 57.3 54.4Inercial 8.9 7.9 8.5Reciente 23.3 22.8 23.1Integrado 15.0 12.0 13.92005Crónico 55.5 59.6 57.0Inercial 6.4 6.9 6.6Reciente 26.8 23.5 25.6Integrado 11.3 10.0 10.82006Crónico 50.0 58.1 53.0
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 209
Año y condición de pobreza Hombre Mujer AmbosInercial 10.0 7.2 8.9Reciente 25.5 22.7 24.4Integrado 14.5 12.1 13.6
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tablas Capítulo X
Tabla 1
Distribución porcentual del uso del tiempo en el hogar por actividad,
según sexo. Nacional, 2004-2006
Año y actividad Hombre Mujer Ambos2004Preparación de alimentos 7.5 92.5 100Cuidado de los niños 17.9 82.1 100Halar agua 45.4 54.6 100Limpiar la casa 13.8 86.2 100Lavar y planchar 9.2 90.8 100Acarrear leña 79.8 20.2 100Hacer compras 28.8 71.2 100Remendar ropa 4.7 95.3 100Llevar comida a la parcela 55.0 45.0 100Cuidado de ancianos 22.1 77.9 1002006Preparación de alimentos 10.8 89.2 100Cuidado de los niños 45.7 54.3 100Halar agua 29.0 71.0 100Limpiar la casa 22.7 77.3 100Lavar y planchar 9.6 90.4 100Acarrear leña 80.3 19.7 100Hacer compras 28.5 71.5 100Remendar ropa 5.7 94.3 100Llevar comida a la parcela 19.0 81.0 100Cuidado de ancianos 17.3 82.7 100
Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
210 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Tabla 2
Distribución del tiempo dedicado al trabajo por tipo de trabajo,
según sexo. Nacional, 2004-2006
Año y tipo de trabajo Hombre Mujer2004Trabajo reproductivo 18.4 81.6Trabajo productivo 59.8 40.22006Trabajo reproductivo 21.4 78.6Trabajo productivo 59.3 40.7Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Tabla 3
Distribución del tiempo dedicado al trabajo por sexo,
según tipo de trabajo. Nacional, 2004-2006
Año y sexo T. Reproductivo T. Productivo2004Hombre 14.2 85.8Mujer 52.1 47.92006Hombre 32.9 67.1Mujer 72.5 27.5Fuente: FIDEG, Encuestas de hogares.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 211
ANEXO II
Tabla 1
Prueba t para la diferencia entre los años de estudio promedio
de los hombres y las mujeres. Nacional, 1998-2005
Año t Valor P (α=5%)1998 -1.486 0.1372005 1.506 0.132
Fuente: FIDEG.
Tabla 2
Prueba t para la diferencia de medias entre el ingreso total
de los hombres y las mujeres. Nacional, 1998-2006
Año t Valor P (α=5%)1998 4.809 0.0001999 6.943 0.0002000 5.125 0.0002001 4.835 0.0002002 5.974 0.0002003 6.918 0.0002004 7.734 0.0002005 6.049 0.0002006 4.205 0.000
Fuente: FIDEG
Tabla 3
Prueba t para la diferencia de medias entre el monto de crédito otorgado a hombres y a
mujeres. Nacional, 1998-2006
Año t Valor P (α=5%)1998 2.012 0.004
2006 2.904 0.045Fuente: FIDEG.
212 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Tabla 4
Prueba t para la diferencia de medias entre el tiempo dedicado al trabajo domestico por
hombres y a mujeres. Nacional, 2004-2006
Año t Valor P (α=5%)2004 -30.095 0.0002006 -48.937 0.000
Fuente: FIDEG.
Tabla 5
Tipo de cambio ofi cial. Promedio anual.
Año Córdobas por Dólar1995 7.5601996 8.0801998 10.4031999 11.7312000 12.9312001 13.4402002 14.3882003 15.1622004 16.2972005 16.6622006 17.570
Fuente: BCN
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 213
ANEXO IIIDiscriminación por sexo, aplicación de la Metodología de Oaxaca y Blinder para el mercado laboral nicaragüense24
Al estimar una función de ingreso de Mincer25 para Nicaragua e incluir una variable dummy
que capte el efecto del sexo en el ingreso, se puede comprobar que existe una diferencia en
el ingreso medio de los hombres y el de las mujeres, pues el coefi ciente de la variable dummy
resulta signifi cativo y con signo negativo. Sin embargo este procedimiento no permite conocer
la causa de esta diferencia.
Utilizando los datos de la Encuesta de Hogares 2006 realizada por la Fundación Internacional
para el Desafío Económico Global (FIDEG), en este trabajo se aplica la metodología de Oaxa-
ca-Blinder para descomponer la brecha de ingresos y conocer sus causas.
Marco teórico
El trabajo de los individuos es remunerado de acuerdo a las aptitudes y habilidades de los
mismos, también es remunerado de acuerdo al tipo de labor que estos realizan.26 Dado que no
todos los individuos tienen los mismos atributos y no todos tienen el mismo trabajo, es normal
que existan diferencias entre el salario de uno y otro individuo.
Sin embargo, hay ocasiones en las que el trabajo de los individuos es remunerado tomando en
consideración características personales tales como la edad, el sexo, la raza o grupo étnico.
De tal forma que el retorno de las aptitudes y habilidades es distinto entre un grupo y otro. A
esto se le llama discriminación.
Observar el ingreso medio por trabajo de los individuos de un grupo y compararlo con el de
otro grupo no ayuda mucho para saber si existe discriminación o no, pues como ya se mencio-
nó incluso en ausencia de la misma los individuos tienen ingresos distintos.
Según Oaxaca-Blinder27 al estimar una función de ingreso para dos distintos grupos de indi-
viduos, en ausencia de discriminación los efectos generados por las dotaciones de capital
humano deberían ser los mismos para ambos grupos. De tal forma que si se equiparan las di-
ferencias entre las aptitudes y habilidades (dotaciones de capital humano) entre ambos grupos
y aún existen diferencias, estas pudieran ser atribuidas a la discriminación.
24 Elaborado por Enrique Alaniz C.
25 Jacob Mincer (1974) propuso especifi car la función de ingresos de la siguiente forma:
ln Yi = ln Y
0 + β
1E
i + β
2X
i + β
3X
i2 + µ
i. Y
i es el ingreso del individuo i, E
i son los años de estudio del individuo i y X
i es la experiencia del individuo
i. En esta especifi cación la función es lineal en los años de estudio y cuadrática en la experiencia.
26 Según la hipótesis del capital humano de Gary Becker (1975), el nivel educativo, la experiencia en el mercado laboral y la capacitación en el
trabajo son fuertes determinantes de la productividad, por lo tanto de los ingresos de los individuos. Un individuo con nivel educativo más alto
y mejor formación puede ofrecer una cantidad mayor de esfuerzo productivo útil.
27 El método de Ronald Oaxaca y Allan Blinder (1973) es comunmente utilizado en economía para realizar descomposiciones salariales y deter-
minar de esa forma qué parte de la diferencia se debe a discriminación y qué parte a diferencias en la dotación de los individuos. Un aspecto
importante del método es determinar qué grupo representará la estructura libre de discriminación.
214 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Discriminación por sexo
Oaxaca y Blinder proponen calcular la diferencia de ingresos entre sexos a partir de las siguien-
tes funciones de ingreso:
ln Yh = βX
h + U
h
ln Ym = βX
m + U
m (1)
Donde,
Y = Vector columna de los ingresos.
X = Matriz de variables explicativas.
β = Vector columna de coefi cientes a estimar.
U = Término de perturbación.
El subíndice h indica que la observación corresponde a un hombre y el subíndice m indica que
la observación corresponde a una mujer.
Una vez estimada la función para los hombres y la función para las mujeres, se evalúan ambas
en los valores promedios de las variables de la muestra:
ln YMediah = βXMedia
h + U
h
ln YMediam = βXMedia
m + U
m (2)
De esta manera la diferencia en las medias de los logaritmos de los ingresos estimados tanto
para hombres como para mujeres es:
ln YMediah - ln YMedia
m = βXMedia
h - βXMedia
m (3)
La diferencia entre los vectores de coefi cientes de ambos grupos es,
Δβ = βh – β
m por lo tanto β
h = β
m – Δβ (4)
Al sustituir (4) en (3), se obtiene la siguiente ecuación:
ln YMediah - ln YMedia
m = β
h(XMedia
h - XMedia
m) + Δβ(XMedia
m) (5)
Al ponderar las diferencias por los parámetros y promedios correspondientes a los hombres,
se obtiene la siguiente ecuación:
ln YMediah - ln YMedia
m = β
m(XMedia
h - XMedia
m) + Δβ(XMedia
h) (6)
La ecuación (5) y la (6) difi eren en que una remunera a los hombres como mujeres y la otra re-
munera a las mujeres como hombres. Sin embargo, en ambos casos los términos del lado de-
recho se interpretan de la misma manera. El primer término recoge el efecto de las diferencias
de las dotaciones de capital humano y el segundo término recoge el efecto de las diferencias
de los retornos o discriminación.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 215
Variables y estimación del modelo
Los datos utilizados provienen de la Encuesta de hogares 2006 realizada por FIDEG. Las uni-
dades de análisis son todos los hombres y mujeres mayores de diez años y menores de 65
años.
La variable dependiente es el logaritmo del ingreso por trabajo principal. Las variables explica-
tivas son: los años de estudio, la experiencia, la experiencia al cuadrado y el logaritmo de las
horas mensuales trabajadas.
Los años de estudio son los que se preguntan en la encuesta. Se espera que el signo del
coefi ciente de esta variable sea positivo. Es decir que, a medida que aumentan los años de
estudio, aumenta el ingreso.
La experiencia se construye restándole a la edad los años de estudio menos seis, esto supone
que mientras el individuo estudia no trabaja y que los individuos entran en el sistema de edu-
cación formal a los seis años.28 El signo esperado del coefi ciente de la experiencia es positivo,
a mayor experiencia mayor ingreso. Con el fi n de captar la depreciación del capital humano se
incluye la experiencia al cuadrado y su signo esperado es negativo.
Para construir el logaritmo de las horas mensuales trabajadas se dividen las horas semanales
trabajadas entre siete y se multiplican por 30, luego se toma el logaritmo natural.
El coefi ciente de esta variable debe ser positivo y se interpreta como una elasticidad.
Dado que la variable Logaritmo del ingreso tiene una distribución truncada, es decir, existe una
gran cantidad de individuos para los cuales el logaritmo del ingreso es no observable, el mode-
lo se estima con el método de máxima verosimilitud.29 De este modo se obtienen resultados
consistentes e in segados.
Resultados
En la tabla uno se presentan los resultados de la estimación de una ecuación de ingresos
para todos los individuos y en la que se incluye la variable sexo, que toma el valor de cero si
el individuo es hombre y el valor de uno si el individuo es mujer. El coefi ciente de esta variable
es signifi cativo, lo que indica que efectivamente existe una diferencia entre el ingreso de los
hombres y el de las mujeres. Su signo es negativo, indicando que la diferencia es a favor de
los hombres.
También se presentan los resultados de la estimación de la ecuación de ingresos de los hom-
bres y de las mujeres. En los tres casos los coefi cientes tienen los signos esperados.
28 Se refi ere a la experiencia potencial. Esta forma de construir la variable experiencia no toma en cuenta la posiblidad de que la mujer deje de
trabajar cuando sus hijos están pequeños. Por esta razón es posible que la experiencia de la mujer esté siendo sobrestimada.
29 Concretamente lo que se estimó fue una regresión Tobit truncada. Esta, a diferencia de la regresión por Mínimos Cuadrados Ordinarios, en
vez de minimizar la suma de los errores al cuadrado, maximiza la función de verosimilitud.
216 • Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006
Tabla 1
Resultados de la estimación de la regresión Tobit truncada para el logaritmo del ingreso
Variables independientesTodos Hombres Mujeres
β z β z β zSexo -0.114 -1.96*Año de estudio 0.105 12.84* 0.118 10.52* 0.078 6.69*Experiencia 0.063 8.81* 0.088 9.32* 0.016 1.55**Experiencia al cuadrado -0.001 -7.61* -0.001 -6.42* -0.0005 -2.92*Ln de las horas mensuales trabajadas 0.745 14.77* 0.669 8.44* 0.751 11.76*Constante 0.885 3.15* 0.755 1.78* 1.698 4.57*Log de la verosimilitud -4380.5937 -2278.221 -2057.1597
* Signifi cativo al 5%
** Signifi cativo al 10%
La tasa de retorno de la educación es de 11.8% para el caso de los hombres y de 7.8% para el
caso de las mujeres. Es decir que un incremento de un año de estudio produce un incremento
de 11.8% en el ingreso de los hombres y de 7.8% en el ingreso de las mujeres. La inversión
en educación es más rentable para el hombre que para la mujer.
El coefi ciente de la experiencia tiene signo positivo, es decir un incremento en los años de
experiencia produce un incremento en el logaritmo del ingreso. La experiencia al cuadrado tie-
ne signo negativo tanto para el caso de los hombres como para el caso de las mujeres, lo que
indica que a medida que aumentan los años de experiencia el retorno de la misma disminuye.
El número de años de experiencia que maximizan el ingreso30 de los hombres es 44 años, lo
que signifi ca que un hombre con título universitario alcanza su ingreso más alto a los 59 años.
Una mujer con título universitario alcanza su nivel de ingreso más alto a los 31 años.
La elasticidad de las horas mensuales trabajadas es 0.66 para los hombres y 0.75 para las
mujeres. Es decir en el caso de los hombres, un incremento de 1% en las horas mensuales
trabajadas produce un incremento de 0.66% en el ingreso. Para el caso de las mujeres un in-
cremento de 1% en las horas mensuales trabajadas produciría un incremento de 0.75% en el
ingreso. En ambos casos las elasticidades son inferiores a uno, lo que signifi ca que un cambio
en las horas mensuales trabajadas, produce un cambio en menor proporción en el ingreso.
Al evaluar la función de ingreso de los hombres en los promedios de las variables explicativas,
el logaritmo del ingreso es 5.44. Al hacer lo mismo para las mujeres el logaritmo del ingreso es
4.30. Es decir que existe una diferencia de 1.14 entre el logaritmo del ingreso de los hombres
y el de las mujeres.
En la tabla 2, usando la metodología Oaxaca-Blinder, se observa la descomposición de la dife-
rencia entre los ingresos si los hombres fueran remunerados como mujeres.
30 El número de años de experiencia que maximizan el logaritmo del ingreso se calcula con la siguiente expresión: -βe/2β
e2. β
e es el coefi ciente
de la experiencia y βe2
es el coefi ciente de la experiencia al cuadrado. Esta expresión surge de derivar la función de ingreso con respecto a la
experiencia e igualarla a cero.
Mujeres nicaragüenses, cimiento económico familiar • Estadísticas e investigaciones de FIDEG, 1998-2006 • 217
Tabla 2
Descomposición de la brecha de ingresos*
Tipo de brecha Abs %Brecha bruta 1.14 100
Diferencias en las dotaciones capital humano 0.10 8.8
Diferencias en los retornos (discriminación) 1.04 91.2* La descomposición se hizo asumiendo que la estructura de ingresos femenina es la que no genera discriminación.
Los resultados indican que el 8.8% de la diferencias en el logaritmo de los ingresos es explica-
da por diferencias en las dotaciones de capital humano. Es decir, por el hecho de que no todas
las personas tienen las mismas aptitudes y habilidades.
El 91.2% de la diferencia en el logaritmo de los ingresos se debe a la discriminación por sexos.
Es decir, por el hecho de que los hombres y las mujeres son remunerados de manera distin-
ta.
Conclusiones
En Nicaragua, el ingreso de los hombres es superior al de las mujeres. Esta diferencia es expli-
cada en un 91.2% por la presencia de discriminación sexual en el mercado laboral.
La tasa de retorno de la educación es más alta para los hombres que para las mujeres, y dejan
entrever que en este mercado laboral a los hombres les es más rentable invertir en capital
humano que a las mujeres.
Los hombres alcanzan su ingreso máximo a los 59 años mientras las mujeres lo alcanzan a
los 31 años.
Existe una diferencia a favor de las mujeres en la elasticidad de las horas mensuales trabaja-
das, lo que signifi ca que el incremento en el ingreso que una mujer recibe, por aumentar su
número de horas de trabajo al mes, es mayor que el incremento que recibiría un hombre por
hacer lo mismo.