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guía de estudio para formulación de políticas públicas
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Modelos de Toma de Decisión
República Bolivariana de Venezuela Universidad del Zulia
Facultada de Ciencias Jurídicas y Políticas Escuela de Ciencia Política
Cátedra: Análisis y formulación de políticas públicas
Marcel Casella 15.616.883
Maracaibo, julio de 2012
Modelos de toma de decisión
Para el estudio de los modelos de toma de decisión se tomarán en cuenta
sólo los expuestos por el autor André-Noël Roth en su libro Políticas Públicas
(2006). Según el autor, la idea de la creación de estos modelos explicativos es
para comprender las variables que determinan la decisión de un actor u
organización. El autor propone que los modelos de toma de decisiones se mueven
en un continuum en donde sus extremos representan la libertad que tiene un actor
para tomar decisiones, o lo determinante que resultan los factores externos en la
toma de estas.
Modelo de racionalidad absoluta
Según Roth, este modelo proviene de la visión taylorista de modelos de
toma de decisiones. Esta suposición deberá ciertamente presentar varios
requisitos propuestos por Taylor, lo cual incluiría una división o descomposición de
cada operación en tareas y la medición de cada una de las formas de realizar
dichas tareas para llegar a la forma más eficiente de ejecutarlas (Chiavenato,
2006).
El atractivo de este modelo es que, suponiendo un conocimiento absoluto
acerca de los objetivos, costos, alternativas y posibles resultados, el decisor podrá
siempre tomar la mejor decisión. El problema se presenta cuando introducimos al
actor o decisor en un contexto lleno de incertidumbre causada por la presencia de
otros actores. En un sistema social, donde un actor debe tomar decisiones en
cuanto a la formulación de políticas públicas, las demandas son siempre inciertas,
y los costos para satisfacer estas demandas también lo son (Simon, 1972). Por lo
tanto, por más atractivo que este modelo pueda resultar para explicar cómo las
organizaciones toman las decisiones, supone que el decisor deba encontrar
soluciones a ecuaciones donde al menos las demandas y costos son siempre
desconocidos (Simon, 1972).
Modelo de racionalidad limitada
Este modelo se propone debido a varias razones: La información accesible
para un actor nunca es completa, las habilidades cognitivas del decisor es limitada
y variable, los criterios para evaluar las consecuencias, ventajas y desventajas de
las posibles soluciones son también variables, los objetivos del decisor rara vez
están claros, y el tiempo para recabar toda esa información es limitado.
Según el autor Herbert Simon (1972), la racionalidad se puede limitar de
varias maneras; introduciendo incertidumbre y riesgo en la variable de las
demandas y costos, y se asume que tienen ciertas posibles distribuciones: de esta
manera ya no se asume que el decisor conozca las variables, sino que
simplemente conozca las distribuciones. Se puede también limitar asumiendo que
el decisor tiene información incompleta sobre las posibles alternativas, lo cual crea
un vínculo entre la cantidad de recursos que invierta en adquirir información, y la
cantidad de acciones específicas que pueda tener al alcance. Por último, se puede
limitar la racionalidad asumiendo que la complejidad del sistema de costos es tan
grande que no permite al actor saber con certeza cuál es la mejor alternativa.
Basado en estos criterios, el decisor se ve obligado a encontrar soluciones
satisfactorias, o al menos a evitar la peor decisión. Esto hace que haya una alta
tendencia a usar la intuición, el sentido común o la moda como parámetros
decisionales.
Modelo Incremental o de Ajustes Marginales
Otro autor que critica los modelos de toma de decisión racional es Charles
Lindblom (1959), quien dice que el factor tiempo impide el examen exhaustivo de
los problemas y las posibles soluciones, y que es casi imposible ponerse de
acuerdo sobre los valores y objetivos de las políticas con los actores involucrados
en el proceso de decisión. El autor pone en relieve el hecho de que los métodos
usados mayormente utilizados por los administradores, a pesar de tener una
apariencia de improvisación, pueden llegar a convertirse en verdaderos métodos
sistemáticos para la formulación de políticas públicas.
Hay dos maneras de formular políticas públicas, o resolver problemas
complejos según sea el caso. Uno es la formulación de raíz, clarificando los
objetivos a priori, aislando los fines para luego encontrar los medios para
alcanzarlos. Para esto se requiere conocer todos los aspectos que puedan influir
en el problema y apoyarse lo más que se pueda en la teoría. Este método
pareciera ser el ideal, porque crearía políticas en forma de saltos que resolverían
el problema de raíz, pero requiere de cantidades de información demasiado
costosa, y una capacidad de comprensión que rebasa los límites humanamente
posibles (Lindblom, 1959). El otro enfoque sería el de las ramificaciones, en el cual
los objetivos, los fines y los medios se formulan simultáneamente, la evaluación de
las políticas se hace por medio del consenso, se descuidan valores y alternativas
posibles, y la fuente de conocimiento no proviene de la teoría, sino del recuento de
comparaciones sucesivas (Lindblom, 1959).
La evaluación de las políticas bajo este modelo se basa en el consenso. Se
puede observar que varios partidos políticos pueden tener valores totalmente
disímiles, pero que entre ellos acuerdan que hay políticas públicas convenientes,
aún cuando persigan fines diferentes. Los objetivos de las políticas son formulados
a posteriori si es posible. Las decisiones sobre cambios en las políticas requieren
simplificación de la información relevante para poder tener la suficiente capacidad
de análisis; por ejemplo sólo tomando en cuenta aquellas políticas que sólo se
diferencian de las actuales en grados relativamente pequeños, o ignorando las
consecuencias posibles de las políticas alternativas. Alguno podría pensar que es
un método caótico o descuidado, pero es mucho más eficiente para construir
políticas cada vez más eficientes que funcionan bajo ensayo y error, que tratar
desde raíz un método del cual no se está seguro si funcionará o no, por mejor
sustentado que esté en la teoría. Un buen político o administrador debe esperar
que sus decisiones sólo logren parte de lo deseado, pero también esperar que
cause problemas inesperados, para continuar con el proceso de cambios
incrementales sucesivos (Lindblom, 1959).
Anarquía Organizada
Este modelo de toma de decisión es típico de organizaciones que tratan de
funcionar bajo principios democráticos y de consenso (Maister, 1983). Estas
organizaciones tienen como características:
Ambigüedad de objetivos, con preferencias no definidas.
Las actividades y técnicas usadas, tienden a tener procesos
ambiguos.
El grado de participación de sus miembros no está especificado, se
observa que cada quien se esfuerza en grados diferentes en su
actividad.
La mayoría de los problemas tienen poca relevancia para la mayoría
de los miembros.
Hay altos niveles de inercia organizacional. Se necesita normalmente
demasiado esfuerzo para introducir cambios.
La información necesaria para la toma de decisiones no es
recolectada y no está disponible fácilmente.
Dadas estas características, la pregunta más común es ¿Cómo es el
proceso decisional en este tipo de organizaciones? Lo más común en este tipo de
organizaciones es que las decisiones directas para resolver problemas sean
evitadas y que se traten de resolver como subproducto de decisiones secundarias
o que ataquen otros problemas. Mientras más problemas hayan, menos
probabilidades hay que alguno se resuelva, los decisores encuentran los mismos
problemas una y otra vez a pesar de haber considerado alternativas para sus
soluciones. Las grandes decisiones tienden a resolver menos problemas que las
pequeñas por la cantidad de compromiso que requieren para ejecutarse (Cohen,
March, & Olsen, 1972).
Cohen, March y Olsen, en su trabajo, recomiendan soluciones claras para
lidiar con este tipo de organizaciones, donde lo más importante es hacer que la
organización trabaje para los líderes generadores de cambios, que en su contra
(Cohen, March, & Olsen, 1972).
Modelo del Public Choice
Este modelo surge como la respuesta que dan los científicos económicos a
las preguntas sobre cómo se formulan las políticas públicas. Para ellos, el
individuo se vuelve la unidad de análisis y el criterio de evaluación es la eficiencia
de los resultados en la toma de decisión (Ostrom & Ostrom, 1971). Este modelo
consta de una metodología individualista en la que se hacen cuatro suposiciones
básicas acerca de los individuos para facilitar el análisis:
1. Los individuos tienen intereses propios que afectan las decisiones que
hacen, y que difieren de individuo a individuo.
2. Se asume que los individuos son racionales, definiendo racionalidad como
la habilidad de asignar valor a cada alternativa de manera que todas tengan
un orden de preferencia.
3. Se asume que el individuo adoptará estrategias de maximización, que
implica escogencias consistentes con la asignación de valor de las
alternativas y que perciba que obtendrá el mayor beneficio basado en sus
propias preferencias y la información disponible para él a la hora de tomar
decisiones.
4. Se asume que hay tres niveles de toma de decisiones relacionados con la
información disponible para el individuo:
a. Certidumbre: El individuo conoce todas las estrategias posibles, cada
estrategia tiene un sólo resultado posible y el individuo conoce su
propia preferencia acerca de cada resultado posible. El individuo
simplemente escoge la estrategia por la cual tenga la mayor
preferencia.
b. Riesgo: Se asume que el individuo conoce todas las posibles
estrategias, y los resultados potenciales de cada alternativa. El
individuo conoce las probabilidades de que cada resultado se cumpla
y la decisión consiste en sopesar sus preferencias contra la
probabilidad de que cada resultado ocurra antes de escoger la
estrategia.
c. Incertidumbre: Es el nivel más común en la toma de decisiones, y se
puede tomar como el conocimiento de todas las estrategias y
posibles resultados sin saber las probabilidades de que ocurran, o el
desconocimiento de todas las estrategias o resultados que existen.
Se establece un patrón de ensayo y error, donde el individuo
aprende a medida que prueba estrategias. Si sus predicciones
acerca de las consecuencias se cumplen, su imagen del mundo se
vuelve más confiable; si sus predicciones no se cumplen, el individuo
se ve forzado a cambiar su imagen del mundo y a modificar sus
estrategias. De esta manera reducen sus niveles de incertidumbre.
Otro aspecto que se toma en cuenta en este modelo es cómo el costo o
beneficio de la acción afecta la lógica de la acción/inacción colectiva. Si una
decisión beneficia al público en general, entonces es probable que tenga costos
elevados que un solo individuo no querrá asumir, a menos que otros individuos
estén dispuestos a asumirlos. También se toma en cuenta la cantidad requerida
de gente que apoye la decisión de tomar la acción. Un individuo tomando una
decisión por sí solo, tendrá costos externos máximos, pero costos de toma de
decisión mínimos. Para lograr puntos medios en estos rangos, una institución u
organismo tenderá a escoger solucionar problemas que el individuo medio quisiera
que se resolviera, para lograr un compromiso de la mayoría de asumir los costos,
y un proceso de toma de decisión que sólo necesite el apoyo mayoritario también
y no la unanimidad.
Todo esto se traduce en que las decisiones se toman a medida que se haya
posibilidades de construir coaliciones mayoritarias. Esto lleva a la aparición de
incentivos para la formulación de políticas públicas que sean atractivas para el
mayor número de personas. La efectividad de las medidas comienza entonces a
decrecer a medida que el rango de acción es mayor, al incluir comunidades cada
vez menos homogéneas o con preferencias diversas (Ostrom & Ostrom, 1971).
Otros problemas se esperan de organizaciones burocráticas donde los individuos,
ambiciosos de ascender en la escala laboral a través de la obtención de buenas
referencias por parte de sus superiores, comienzan a filtrar la información hacia
arriba, suprimiendo la información negativa creando una distorsión. Esta tendencia
se acentúa en organizaciones grandes, y cuando se trata de corregir por medio de
controles estrictos, el problema simplemente se agudiza. Esto se evita si se siguen
los parámetros propuestos por Ronald Coase para el buen manejo de las
burocracias (Coase, 1937).
Lógica organizacional de las Naciones Unidas
En las Naciones Unidas se pueden observar todos los modelos de toma de
decisiones en acción. En períodos de crisis, las misiones enviadas a países como
Libia o Siria, cuentan con información limitada, pero tratan de recabar toda la que
puedan para enviarla al Consejo de Seguridad, el cual tratará de tomar la mejor
decisión en cuanto a las acciones a tomar. Debido a la incertidumbre en cada
situación, el Consejo de Seguridad está obligado a evitar tomar la peor decisión,
entrando así a regirse por los principios de la racionalidad limitada.
En las discusiones de los distintos órganos de las Naciones Unidas, se
aplican varios modelos decisionales. Por ejemplo, muchos de sus órganos tienen
objetivos ambiguos o poco definidos, y los procesos decisionales también tienden
a ser ambiguos, haciendo que la organización en sí misma resulte poco clara en
cuanto a sus procesos y resultados. Las decisiones directas son evitadas lo más
posible, y para muestra se pueden leer las distintas resoluciones que los órganos
emiten regularmente. Este modelo de anarquía organizativa, se contrasta con
elementos de ajustes marginales cuando se comienzan a comparar las
resoluciones tomadas entre sí. Las resoluciones tomadas en cuanto al problema
en Libia por ejemplo, han sido incrementales a medida que avanza el proceso de
pacificación, igualmente pasa con las resoluciones destinadas a la pacificación de
Bahrein.
Otro punto importante es que, a pesar de los disímiles puntos de vista de
las personas involucradas en los procesos de toma de decisión, que llegan a ser
en muchos casos diametralmente opuestos, las medidas que se toman tienden a
ser consensuadas. Mientras más grande el órgano, más se puede apreciar la
aplicabilidad explicativa del modelo del public choice. En las decisiones de la
asamblea general, que se constituye por delegaciones de todos los países
pertenecientes a la ONU, las resoluciones y comunicados expresan el punto de
vista de lo que se podría considerar el votante medio dentro de esas asambleas.
Los países tienden a concentrarse en bloques o coaliciones que buscan el
consenso de la mayoría para lograr tomar ciertas medidas, y para ello formulan
políticas que contengan aspectos considerados beneficiosos por bloques cada vez
mayores.
Uno de los órganos más interesantes es el departamento de asuntos
políticos. Éste se encarga de recabar información a través de agencias locales
ubicadas en todos los países miembros. Esta información está dividida en datos
económicos, políticos y sociales, estudios realizados, evaluación de políticas
aplicadas por la misma ONU o sus órganos regionales, y artículos o trabajos
teóricos realizados por expertos en diversas áreas de especialización. Este órgano
es consultado constantemente por el Secretario General y envía informes a cada
órgano en la ONU. Esto puede verse como un esfuerzo por acercarse cada vez
más a un modelo de toma de decisiones racional, aunque las capacidades de
procesar la información sean todavía insuficientes.
Bibliografía
Chiavenato, I. (2006). Introducción a la Teoría General de la Administración.
México: McGraw-Hill.
Coase, R. (1937). The Nature of the Firm. Economica , 4, págs. 386-485.
Cohen, M., March, J., & Olsen, J. (march de 1972). A Garbage Can Model of
Organizational Choice. Administrative Science Quarterly , 17 (1), págs. 1-25.
Lindblom, C. (1959). The Science of "Muddling Through". Public Administration
Review , 19 (2), págs. 79-88.
Maister, D. (1983). Garbage Can Decision Making. Recuperado el 21 de July de
2012, de David Maister,: http://davidmaister.com/articles/5/54/
Ostrom, V., & Ostrom, E. (March - April de 1971). Public Choice: A Different
Approach to the Study of Public Administration. Public Administration Review , 31
(2), págs. 203-216.
Simon, H. (1972). Theories of Bounded Rationality. En R. Radner, & C. McGuire,
Decision and Organization (págs. 161-176). Amsterdam: North-Holland Publishing
Company.