Muerte y Resurreccion de La Teologia

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  • 7/31/2019 Muerte y Resurreccion de La Teologia

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    Raimon PANIKKAR

    Muerte y resurreccin de la Teologa

    http://servicioskoinonia.org/relat/367.htm

    La teologa no est encadenada

    (II Tim. II, 9)

    Amigos y enemigos de la teologa [1]:Es un honor tener la oportunidad de presentar

    crticamente algo que ha sido para m un problema capitaldurante toda mi vida: Muerte y resurreccin de lateologa [2].

    He dicho enemigos no como una ocurrencia, sino porque,a menudo, escuchndo a los enemigos es como ms seaprende tambin teologa. Suerte tiene la teologa de sus

    enemigos hoy en da si no para resucitar, s al menos parareanimarse. La contradiccin, como ya decan los antiguos,no slo espolea la inteligencia, sino que tambin hacemadurar los espritus.

    Hace poco tiempo, unos cuantos telogos decretaron lamuerte de Dios. ste, tras el veredicto, sigue vivo yespabilado. Dios vive, pero la teologa ha muerto o, por lomenos, est moribunda. No tiene vida. No slo

    estadsticamente (ya no se estudia); tambin est ausente dela sociedad. La teologa ha sido expulsada de los grandescentros de educacin, tanto en la enseanza secundariacomo en las universidades. La teologa no interesa porque seha vuelto irrelevante para la vida pblica.: Ya no sirve paraganarse la vida, expresndolo con doble irona, porque lamisma frase ha cambiado de sentido y ya no significa forjarsela propia vida para vivirla plenamente ahora y siempre, sinoconseguir algn dinero para tener una existencia cmoda.

    Esta gran civilizacin, la musulmana, tan mal entendida,tan caricaturizada y tan profunda, que se extendi durante

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    siglos por el sesenta por ciento de la Pennsula Ibrica y quefecund el pensamiento cristiano desde el siglo X, estescandalizada, sin atreverse a decirlo as, al ver que elOccidente moderno ha conseguido crear una civilizacin, no

    digo una cultura, que puede permitirse el lujo de ser toleranteporque, tanto si Dios existe como si no, en el fondo daexactamente igual. Se ha convertido en una hiptesissuperflua. Los ferrocarriles, la poltica, la economa, todofunciona igual, con Dios o sin l. Podemos permitirnos el lujode que una persona se confiese creyente y la otra no, porquees indiferente. La alternativa no es, evidentemente, que nosmatemos porque no pensamos lo mismo, sino quedialoguemos y dialogando cultivemos nuestro espritu, quees como Cicero describa la filosofa: cultura animi. Han

    pasado aquellos tiempos en que la gente del pueblo seapasionaba por los problemas fundamentales de laexistencia: Dios, la Trinidad, el alma, la felicidad, el sentidodel dolor ... Se acaloraban por aquellas cuestiones, lasdiscutan y acudan a aquellos que las conocan un pocomejor para preguntarles y gozar de una mayor plenitud devida intelectual, espiritual e incluso fsica. No es que enaquellos tiempos la gente fuera mejor o peor que en nuestrosdas pero es un hecho que, actualmente, los problemas

    teolgicos, las cuestiones sobre el destino del ser y el sentidode la vida, las cuestiones metafsicas en una palabra, no nospreocupan demasiado porque no tenemos tiempo parapensar en ellas, y las respuestas teolgicas corrientes nosresultan como prefabricadas y no nos convencen. Diciendoesto no idealizo aquellos tiempos en que los telogosespeculaban esplndidamente sobre la Trinidad y laEncarnacin, por ejemplo, y se olvidaban de la justicia socialdel mismo Evangelio pero, tras veinte siglos, no parece quese haya progresado mucho. Hace aos escrib una nota en

    donde deca que la denominada teologa de la liberacinimplicaba tambin una liberacin de la teologa precisamente para que pueda resucitar.

    Hemos convertido a la filosofa y a la teologa en unasespecialidades sobre las que los expertos tal vez saben algo,pero de las que el pueblo en general puede permitirse el lujode prescindir. Son irrelevantes. No me refiero a si las iglesiasestn vacas o no. O si la gente practica, entendiendo por

    prctica la asistencia a una serie de actos de culto. No hagoahora sociologa, sino que nicamente sealo que los

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    problemas fundamentales de la teologa parecenintrascendentes para nuestro mundo. Es un hecho, unaconstatacin. Ni tan siquiera, siendo un tanto irnico, se le haorganizado un funeral de primera, ni se le ha edificado un

    mausoleo en un cementerio. Se ha marginado a los telogosy, a los pocos que quedan, se los tolera porque no inciden enla vida. Hay unos cuantos expertos que dicen conocer lateologa, existen incluso institutos que dicen encontrarlainteresante pero, para la mayora de la gente, la teologa hamuerto.

    Con ello no quiero decir que debamos echar de menostiempos pasados, ni que proponga una proliferacin defacultades de teologa. Acabo de decir que la teologa no es

    una especialidad y que, por tanto, no puede ser encerrada enaulas elitistas. Por ello, el ttulo de esta leccin inauguralcontiene una copulativa y no una disyuntiva: muerte yresurreccin. La resurreccin sigue a la muerte. Si la vida noes una constante resurreccin no es vida propiamentehumana -como viene a decirnos san Pablo. Si cada damuero (I Cor XV, 31) es porque cada da resucito-.

    * * *

    Quisiera desarrollar esta idea en tres puntos, muysencillos:

    I. La constatacin de que la teologa, como sueleentenderse, tiene una vida vegetativa y es irrelevante para lavida humana.

    II. Aventurar una hiptesis sobre el Por qu?

    III. Preguntarme sobre su posible resurreccin.

    * * *

    I) Tras seis milenios de historia humana, creo que sepuede llegar a la conclusin de queel sistema poltico ms

    eficaz y realista (la Realpolitik) es precisamente el Evangelio.Los dems sistemas han fracasado. Aun cuando hoy en da es

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    sabido que la Donatio Constantini (mediante la cual elemperador Constantinus daba al Papa Silvestre I laimperialis potestas sobre todo el mundo, romano) fue unafalsificacin en toda regla del siglo VIII, la mentalidad del

    Sacrum Imperium sigue todava vigente, y la teologa se havisto afectada por ello. El ministerium ha pasado amagisterium. Ahora bien, este estilo de vida y, por tanto,de vida poltica, que podra resumirse en el Sermn de laMontaa, est prcticamente por estrenar en la vida pblica.En el Evangelio se dice y se repite que el ms pequeo serel ms grande y que los ltimos sern los primeros.

    Justamente el Evangelio de hoy [3] dice: Os envo comocorderos entre lobos (Lc X, 3). Yo me pregunto si hemoscomprendido bien el sentido de esta frase Qu significa?:

    corderos con armas atmicas, pertrechados de seguridadesy defensas y repletos de dlares? Corderos que tienenmiedo y se arman ms que los leones? Los leones, por cierto,son fuertes y no van armados Hemos olvidado tal vez laleccin eucarstica de dejarse comer para fructificar y as darvida al mundo? Hay paradojas que, tras veinte siglos,empiezan a no parecerlo. Tal vez es la nica Realpolitikparallevar paz al mundo y a las conciencias. Deca Bismarck quecon el Sermn de la Montaa no se poda gobernar un

    imperio. Sin embargo, hoy sabemos que sin el Sermn de laMontaa todos los imperios se hunden, incluida la dictaduraimperial que se nos est echando encima. Ante estasituacin, la teologa ni siquiera se atreve a abrir la boca. Msque afnica, se ha quedado muda.

    En una palabra, la teologa est muerta. Tambin loprueba el hecho de que no tiene ni voz ni voto en elfenmeno cultural ms importante de los ltimos siglos: laciencia moderna. Como mximo se oyen las voces de una

    moral que parece querer frenar la pasin investigadora pormotivos ms o menos pragmticos. Pero la teologa es muchoms que moral moral, por otra parte, que convence a muypocos.

    * * *

    II) Ahora bien, lo difcil es aventurar una hiptesis sobrepor qu muri la teologa. La historia a la que he hechoalusin tiene gran parte de responsabilidad. Se suele decir

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    que el responsable fue el rgimen de cristiandad que, ennuestro caso, podra caracterizarse por la confusin de laexousia evanglica con la potestas romana y el podermoderno. Pero como nos encontramos en un instituto de

    teologa, quisiera aventurar una hiptesis ms teolgica,concomitante a las razones histricas.

    Utilizar una frase que, con toda seguridad, se haestudiado en esta institucin y que, en este lugar, bien puedocitar en latn: Philosophia ancilla teologiae, la filosofa,servidora de la teologa. Aqu tenemos un ejemplo de cmoel cambio de contexto modifica el sentido de un texto. Lafrase se gest en la poca patrstica como smbolo de laautonoma de las intuiciones de la fe ante las elucubraciones

    mticas y racionales. Los mitos y las filosofas del denominadopaganismo eran usados por los Padres de la Iglesia paraformular las verdades del cristianismo criticndolas,adoptndolas y transformndolas. Las monjas, en el Concilioromano del 721, son denominadas Dei ancillae, servidorasde Dios. Despus, con Petrus Damiani en el siglo XI y paradefender la exgesis simblica tradicional de la escriturafrente a la interpretacin racionalista de la artis humanaeperitia, a esta pericia meramente racional se la denominancilla. Finalmente cuando, despus de Abelardus, se inicila autonoma de la dialctica racional, se utiliz la frmula enel sentido que se le dio desde la Edad Media hasta Kant consu famoso Streit der Fakultten.

    Como ya he dicho muchas veces, para interpretar bien untexto hay que conocer su contexto. sta es la tarea delhistoriador. No se puede entender la teologa cristiana sinconocer su contexto hebreo-greco-romano. Uno de los efectoscolaterales de haber relegado al olvido el estudio de la

    historia y de las lenguas clsicas es que la teologa que sesuele ensear parezca momificada o meras formulacionescadas del cielo hasta la aberracin de confundir larevelacin con su misma formulacin. De ah tambin lo quehe denominado el imperativo intercultural para la paz delmundo y el estudio de la teologa. Un texto cristiano, porejemplo, en un contexto asitico suena muy diferente de loque el texto quera decir.

    Ahora bien, para entender un texto hace falta algo ms. Yesto se ha dicho menos y se ha olvidado a menudo. Hay que

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    entendertambin elpretexto del autor tarea del filsofo, sies un autntico amante de la sabidura. Este entender esde otro orden que el mero conocimiento racional; hace faltaun conocimiento personal que implica amor, entre otras

    cosas. El pretexto de los Padres de la Iglesia fue llevar elmundo pagano a comprender y aceptar el Evangeliohablando su misma lengua. Elpretexto de la Edad Media fuela polmica, y el de la Edad Moderna, conservar el poder.Dicho de otra manera, el texto tiene muchas lecturas.

    Mi interpretacin se limita al uso que se ha hecho de lafrase Philosophia ancilla theologiae desde la teologaescolstica hasta nuestros das. La teologa, en oposicin a loque se nos dice en el Evangelio, ha querido mandar y, al

    mandar, se ha desacreditado. Ha querido tener poder, ser laregina de las ciencias y dictaminar lo que stas debandecir. Ha confundido autoridad con poder. Como la mismapalabra indica, tiene autoridad quien hace crecer a losdems, quien hace crecer la confianza, el amor, lacomprensin y la tolerancia. Como decan los antiguos:Auctoritas ab augendo, La autoridad viene de quien noshace crecer. No es poder. La autoridad nos la da y nos lareconoce el otro. Yo tengo el poder, dado por mi dinero,armas o msculos, y por ello el otro me teme. La teologa,una vez utilizada una cierta filosofa, ha querido mandar, serreina, convertir a la filosofa en su servidora y, por esta causa,se ha anquilosado, por no decir que ha muerto. Ya lo decaLaots antes que el Evangelio: quien realmente tieneautoridad ocupa el ltimo lugar y entonces le es reconocida.La teologa ha querido convertir a la filosofa en una especiede servidora. An hoy, en las facultades de teologa seintroduce a la filosofa como materia para preparar la entradaa la teologa. Una vez adoctrinados en esta filosofa, que no

    es autntica filosofa porque no es libre, se nos quiereintroducir en la teologa. Al hacer de la filosofa su servidora,la teologa ha cado en sus manos. De manera que sinAristteles, Platn, etc., no existe teologa posible. La teologase ve obligada a expresarse por medio de las formas que nospresenta la filosofa. Decan tambin los antiguos: Quidquidrecipitur ad modum recipientis recipitur, Todo lo que serecibe, se recibe segn la forma del recipiente. Ello conectacon otra idea de Laots, que exalta el agua diciendo que es

    femenina y que toma la forma del recipiente que la contiene.

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    No tiene forma propia, se adapta a la forma del continente y,cuando se la deja correr, se desliza hacia abajo.

    La cosa no acaba aqu. Este dominio de la teologa sobrela filosofa no slo desvirta a la primera, sino que tambinhace degenerar a la segunda. As por ejemplo, para defenderel lenguaje de un Concilio que utiliza la palabra personarefirindose a la Trinidad, se elabora, ms o menosgratuitamente, todo un concepto peculiar de persona queya para los griegos tena otro sentido, y no digamos para todaAsia. Las lenguas no son neutrales.

    La situacin es mucho ms grave de lo que pareceporque en siglos posteriores, cuando el cristianismo entr en

    contacto con las religiones orientales se dijo, y se dice anhoy en da, que el gran escndalo y la gran diferencia entrestas y el cristianismo reside en la concepcin de un Diospersonal en este ltimo y un Dios impersonal en las primeras.Estamos sufriendo un malentendido teolgico que tieneconsecuencias histricas de primera magnitud. Repito que lateologa es de importancia vital para la vida de los pueblos.

    Nos hemos convertido en esclavos de una teologa que,queriendo mandar, se ha convertido en esclava de unafilosofa que, a su vez, y queriendo servir a su seora,tampoco ha crecido. No hay teologa posible sin una basefilosfica, pero esta base es ya teolgica. Qu significanpersona, Dios, virtud, sabidura, felicidad? Hay queexplicarlo con palabras que surjan de una experienciahumana integral, sea esta una experiencia de la razn, de lafe, del sentimiento o de cualquier otra fuente deconocimiento lo que no elimina la funcin crtica denuestras mismas facultades.

    Ahora bien, si ya tengo una idea preconcebida delsignificado de Dios, verdad, gracia, sabidura, ... esdecir, una idea recibida de una cierta filosofa previa,entonces la teologa se convierte en esclava de aquellosmoldes mediante los que, necesariamente, debe expresarse.

    Hoy en da la filosofa ha escapado a esta tutela. Caminaen solitario y ha roto la simbiosis positiva con la teologa. Lateologa se ha quedado entonces sin fundamento. Una

    teologa sin filosofa es pura elucubracin, cuando nosupersticin. Una filosofa sin teologa es intranscendente,

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    cuando no aburrida. Lo fundamental son los problemas vitalesdel hombre, el dolor, la vida, la muerte, la existencia de algoms de lo que se puede ver con los ojos... Todo ello, sin lateologa, parece no funcionar. La separacin entre filosofa y

    teologa es mortfera para ambas. Hay que distinguirlas, perono se pueden separar. Su relacin no es dualista, sino a-dualista, advaita. Se podra discutir si el divorcio se produjopor los malos tratos que recibi la filosofa a manos de lateologa o porque la primera se enamor de las hijas de loshombres, como dice el Gnesis (VI, 2), y se dej deslumbrarpor las nuevas ciencias emergentes. El hecho es que la solarazn como criterio ltimo de verdad tuvo que divinizarse, yque las creencias hubieron de refugiarse en un Dios hecho amedida para ellas solas. Se separ al alma del cuerpo y

    murieron ambos. Paradjicamente, el alma es la filosofa y elcuerpo es la teologa -su encarnacin concreta-. Una filosofaexclusivamente racional debe coexistir con el concepto comoncleo intelectual de la cosa, en tanto que su alma. Unateologa esencialmente encarnacional, como lo es al menos lacristiana, debe coexistir con la realidad existencial de la cosa,en tanto que su cuerpo -que la tradicin denomina el cuerpode Cristo, calificndolo an como mstico-. Se empieza adescubrir entonces que la encarnacin no es un accidente

    dentro de la misma teologa cristiana. Pese a todas laselucubraciones teolgicas, san Juan no dice que Dios se hizohombre, sino que el logos se hizo carne -aunque la palabrahebrea que corresponde a la palabra griega sarx, tambintiene la connotacin de hombre- y el vocablo hebreo quecorresponde a palabra (logos, dabar) significa tambincosa e incluso evento.

    Quisiera an hacer una aclaracin. He dicho que lafilosofa es el alma, y la teologa, el cuerpo. Pero no un alma

    cartesiana ni un cuerpo individual. El alma es la vida de larealidad y, por ello, puede serlo todo. Ya lo deca Aristteles ylo repetan los escolsticos: Anima quodammodo omnia. Elcuerpo es la realidad material. Y as se deca durante losquince primeros siglos cristianos al afirmar que el cuerpo deCristo es la Iglesia. Tambin lo avanz Rmnuja al afirmarque el cuerpo de Dios es el mundo real. Dejemos sin embargolas elucubraciones culturales para otro momento y volvamosa nuestro tema, que la vocacin cristiana y, por lo tanto,

    tambin la de la teologa, es la de servir.

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    Hay un hecho histrico, del que se podra extraer ms deuna consecuencia prctica hoy en da. Me refiero a lo quesucedi en una buena parte de Europa tras la restauracinpost-napolenica. No se dudaba ni por un momento de que la

    teologa formaba parte de la educacin universitaria, dehecho la teologa fue la co-fundadora de todas lasuniversidades europeas. Tampoco se dud ni por unmomento de que la religin formaba el ncleo mismo de lavida humana, que en tanto que vida consciente necesitaba dela teologa. Fue el poder, y no la autoridad, de la Iglesia oficialde la poca quien quiso acaparar en exclusiva a la teologa.Las universidades as lo aceptaron, y con ello se produjo eldivorcio entre una teologa eclesistica y una filosofauniversitaria; un divorcio entre filosofa y teologa que no

    existe en Escandinavia, ni siquiera en Alemania, en donde lafacultad de teologa es an la primera. Esta separacin haprovocado la degeneracin de ambas, de la filosofa ytambin de la teologa. Si no vamos a buscar a las fuentesvitales qu es la vida y cules son las respuestas a laspreguntas fundamentales del ser humano; si la teologa y lafilosofa no responden a esta inquietud humana, propia detodo hombre que viene a este mundo, entonces pierden surazn de ser.

    Este divorcio entre alma y cuerpo ha causado la muertede la teologa -por no hablar ahora de la filosofa-. Unateologa que no ha examinado sus fundamentos no sesostiene y, finalmente, stos acaban tambalendose. No hayms que ir a Oriente para comprobarlo. En Occidente somostan provincianos que hemos quedado atrapados en nuestrospropios moldes, creados ms o menos artificialmente -sin queello suponga una apologa de Oriente, que tambin tiene suspropios problemas-.

    En una palabra, la teologa ha querido ser la reina, y noslo ha sido destronada, sino que en su exilio ha perdido elcontacto con la realidad y, cuando algunos quieren hacer quevuelva, se resiste, con razn, a reconocer una constitucinque ella no ha firmado. Tambin aqu vale la paradojacristiana de que para ser testigos de la verdad hay que sermrtir, como la misma palabra indica. Hay que morir pararesucitar. Y ste es ya nuestro tercer punto.

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    III) En esta tercera parte de la exposicin, elemental ypuede que a veces caricaturesca para hacerla ms incisiva,quisiera hablar de la resurreccin de la teologa.

    Todo en la vida muere y nace de nuevo. Es muysignificativo observar cmo la ley de la inercia, que yaformul Platn, ha condicionado la forma del pensaroccidental -pese a la et hypoteses non fingo del genialNewton-. Tal vez haga falta una inmersin en el mundocultural buddhista para descubrir que la impermanencia detodo puede llevarnos a descubrir la resurreccin de todas lascosas. El espritu hace nuevas todas las cosas en cada

    momento y renueva la faz de la tierra, tal como consta en ellibro de la Sabidura, segn dice la liturgia el da dePentecosts. Si mi hiptesis es vlida, es decir, que la filosofay la teologa han muerto a causa de su separacin, lo quehace falta entonces es reconciliar este matrimonio sagrado:Hieros gamos, como decan los griegos, entre filosofa yteologa, para que ambas puedan resucitar -sin que pierdanpor ello su ontonomia propia-.

    San Buenaventura, este santo, amigo pese al hecho dehaber vivido hace 700 aos, no reconoca el divorcio entre lateologa y la filosofa. No creo que Aristteles deje de estarvivo ahora, o que Jesucristo sea nicamente un recuerdohistrico, salvando las distinciones fundamentales entre losdos ejemplos. Si no superamos la historia, cmo podemoscreer en la Eucarista, que es ms que una simplerememoracin de un hecho histrico? Si solamente vivimosen el mito de Occidente (la historia), nuestra vida es bientriste. La vida va hacia la muerte y es un valle de lgrimas.

    Si no superamos la historia llevaremos nuestros erroressiempre a cuestas. Si la historia es la nica realidad, una vezcometido un error ya no hay perdn posible; podrn noimputrnoslo o no tenerlo en cuenta, pero la remisin jurdicano es el perdn ontolgico, sacramental, que constituye unadecreacin, como he intentado explicar en otras ocasiones-aun cuando no sea ste ahora nuestro tema-. Tan slo quieroapuntar aqu que hay que superar el mito de la historia -perosuperarlo no significa negarlo, sino dejar de identificarlo conla realidad-. Recuerdo la ancdota de un misionero cristianoque, en los mismos jardines de Vrindnava, al norte de la

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    India, en donde se sita la leyenda del Dios Krsna, contaba losiguiente, a uno de sus seguidores: Nuestro Cristo es real, esdecir, histrico. Vivi hace 2000 aos; tenemos documentosque lo prueban. En cambio, de vuestro Krsna no se conoce

    ms que una leyenda, y no demasiado edificante. El buenhind estaba encantado. Entenda que Jess era, comoNapolen o san Francisco de Ass, una figura histrica muyimportante, pero nada ms. Para l, el Krsna de su fe era elreal, el que vala. El hecho de que hubiera sido o no hijo deDevak y hubiera hecho diabluras era intrascendente. Pero noquiero entrar ahora en comparaciones interculturales.

    La resurreccin de la teologa slo puede llegar si vuelvena unirse su cuerpo y su alma. Slo entonces se podr

    reencontrar su espritu. Deca que san Buenaventura todavano haba reconocido este divorcio, pese a que Santo Tomshubiera ya consentido en la separacin de hecho -aunque node derecho-. San Buenaventura hablaba de una nicateologa, en la que reconoca una triple distincin. Distinguauna teologa simblica, una teologa propia y una teologamstica. Pero las tres constituyen una nica teologainseparable de la filosofa. En aquel tiempo era usual referirsea los dos grandes libros de la realidad: el libro de lanaturaleza y el libro de la revelacin. Haba que leer ambos ala luz que desciende del Padre de las luces (Jacob. I, 17). Loque ocurre es que ahora no sabemos leer, captar laprofundidad, la belleza y la verdad del libro de la naturaleza,y ni tan slo del libro de la revelacin -que, sin el primero,tampoco se comprende-. Analizamos y hacemos la autopsiaal libro de la naturaleza, convirtindolo en asunto deespecialistas. Pero no sabemos verlo, vivirlo ni disfrutarlo.Algunos artistas tal vez si, pero la gente en general no sabeleer; es iletrada. He pasado largos ratos en la India

    escuchando discretamente las explicaciones de gente que nosabe leer ni escribir sobre el sentido de una figura colgada delas ramas de un rbol o esculpida en las grandes puertas delos templos. E interpretando y dando vida a aquellasrepresentaciones artsticas descubran en ellas sentidosinsospechados mucho despus de que yo, en mi interior, yahubiera agotado mis recursos expresivos sobre las mismas.Algo parecido nos ha sucedido con el libro de la revelacin.Hemos hecho exgesis, anlisis, autopsias, pero a menudo se

    nos escapa su sentido simblico -y no digo nicamentemetafrico-. Existe una diferencia esencial entre el

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    conocimiento simblico y el conceptual. Este ltimo pretendeobjetividad. El primero transciende la dicotoma sujeto/objetoy pide participacin. Por ello las sabiduras tradicionales(griega, ndica, cristiana, etc.) requieren la iniciacin para la

    incorporacin vital de cualquier doctrina. Aqu, la dialctica(en el sentido moderno) no sirve. No todo es cuestin de unamera interpretacin racional. Como dicen los ingleses: Thedevil can quote Scripture for his purpose (El diablo puedecitar tambin la Escritura para sus intereses), tal como haceel demonio en las tentaciones de Jess cuando cita laEscritura. Jess le responde entonces que no slo de pan viveel hombre, sino de todapalabra que sale de la boca de Dios no de toda escritura surgida de la mano del hombre, porinspirado que sea-. He dicho muchas veces que el

    cristianismo no es una religin del Libro, sino de la Palabra-que slo est viva cuando se la habla, se la escucha y se laentiende-. Por ah es por donde va la resurreccin: la Palabraviva.

    Hemos de saber leer el libro de la naturaleza y escucharla Palabra que alimenta a todo hombre que viene a estemundo. Esta palabra no es una escritura. Recordemos que,hasta el siglo XV, slo se hablaba de un Testamento, elAntiguo. El que ahora denominamos Nuevo era conocidoantes como las Escrituras Cristianas. Para entenderlas noshacen falta los dones del Espritu Santo. Hay uno, sinembargo, que no est en la lista y sin el cual no se puedehacer buena teologa: la irona -humor, si as se quiere-.

    Tomando las cosas al pie de la letra se cae en elfundamentalismo.

    Hay un texto que me ha preocupado durante aos y alque tard mucho tiempo en encontrar sentido. El texto se

    halla slo en san Mateo. Hace referencia a un vocablo difcilde traducir, y que la Vulgata denomina verbum otiosum(palabra ociosa). Las nuevas versiones suelen traducirloas: De toda palabra intil que digan los hombres, darncuenta el da del juicio; por aquello que habrs dicho, tesalvars, y por aquello que habrs dicho, te condenars. Elgriego dice por toda palabra argon; es decir, toda palabraque no tenga energa, fuerza, que no cause aquello que dice,que no sea sacramento. De toda palabra intil, vana, argon,de todas stas se nos va a pedir cuentas. Esta es la palabra

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    que complementa el pan, dice Jess. Pan y Palabra resucitana la teologa.

    Para recuperar el sentido de la teologa (que no es unmonopolio cristiano, pero debo ceirme a la teologa cristianaque aqu nos ocupa), me servir de la citada frase de sanPablo. Dice textualmente que la teologa no estencadenada. El contexto de la frase es diferente: san Pablose encuentra encadenado en la prisin y dice que la palabrade Dios no est encadenada, es libre. Recordemos, sinembargo, que el mismo Santo Toms de Aquino nos dice quecualquier interpretacin de la Escritura es perfectamentelegtima, mientras se respete su sentido literal. Lo que pasaes que, con la mejor intencin del mundo, hemos querido

    encadenarla para que no escape a nuestro control. Lateologa (palabra ya utilizada por Platon) es el logos sobreDios (genitivo objetivo) y el logos de Dios (genitivo subjetivo).El genitivo objetivo, decir cosas sobre Dios pensando que elconcepto toca al objeto (Dios), es una blasfemia, ya quehacemos de Dios un objeto de pensamiento. Gregorio deNyssa deca que la peor de las idolatras es convertir a Diosen concepto. Dios no es ni un objeto ni un concepto. Podemostener un concepto de las cosas, pero Dios no es una cosa; nopuede ser una ms entre ellas. No existe un concepto posiblede Dios. Lo que hay son doctrinas que se acercan a larealidad del misterio, de lo que nosotros denominamos Dios.Ahora bien, no podemos hablar sobre Dios de la mismamanera en que hablamos de un dinosaurio. Necesitamos undiscurso diferente, ya que Dios no es una cosa ms entre lascosas. Caer en esta trampa es perderlo todo. Es perder todala teologa. Ya deca san Pablo que la fe surge del escuchar -yslo se escucha la palabra de un hablante-. Este escuchar esuna experiencia. La teologa se funda en la experiencia de la

    fe, como ya deca la teologa ms tradicional.

    Las cosas no acaban aqu. Nos lo aclara tambin elgenitivo subjetivo: Palabra de Dios, y no tan slo sobre Dios.Aqu radican la fuerza y debilidad de la teologa cristiana. Lateologa cristiana dice, siguiendo el Prlogo de san Juan, queen Dios hay un logos, que Dios es Palabra, que esta Palabraera y estaba en el principio, pero no es el Principio. La Palabraera Dios y estaba en Dios y es igual a Dios, pero no dice quefuera el Principio. En el Principio haba la Palabra. Como dicesan Irenaeus en una frase lapidaria: Del Silencio del Padre

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    surge la Palabra del Hijo. Esta palabra se puede escuchar entoda palabra que no sea ociosa, que surja del corazn, quesea sincera; en toda palabra que pueda decir un hombre debuena voluntad. Y cundo se dicen estas palabras? Estas

    palabras se dicen cuando el conocimiento y el amor no sehan separado, lo que constituye, como ya he insinuado, elgran divorcio de la poca actual; es decir, cuando no se creeque se puede conocer sin amar (que es clculo) o amar sinconocer (que es sentimentalismo). Esta unin entre elConocimiento (logos) y el Amor (pneuma, espritu) nos abre almisterio de la Trinidad. La fe surge de saber escuchar estapalabra. Ya he dicho que el cristianismo no es la religin delLibro, sino que es la religin de la Palabra, la Palabra que eradesde el Principio. Por ello el Espritu Santo quien, como dice

    la Escritura, tiene conocimiento de toda palabra, tuvo elsuficiente humor en procurar que no se conservase casininguna de las palabras dichas por Jess. Todo es traduccin.

    Jess hablaba en dialecto, y sus palabras se tradujerondespus al griego, muy distinto del hebreo y del arameo.Conocemos nicamente un par de frases originales. Una deellas ya al final, cuando est en la cruz y lanza aquel gritoextraordinario. La gente no le entendi porque hablaba en sudialecto. Para m, estas palabras son una de las revelaciones

    centrales de su mensaje (Yaweh lo abandona, pero su Padreno); pero ste no es ahora mi tema. Mi tema es que lateologa surge de escuchar la Palabra. Palabra no esescritura, y an menos traduccin. Santo Toms de Aquino datres razones de por qu la divina providencia hizo que Jessno dejase nada por escrito. Primero, porque el mejor maestroes el que inscribe la palabra en el corazn de sus discpulos.Segundo, porque idolatraramos la escritura pensando que noexiste nada ms sublime, puesto que es idntica a sumensaje. Tercero, porque para comunicar vida debe existir un

    mensajero vivo que nos hable. La palabra debe serescuchada, y toda palabra debe tener alguien que latransmita, como as lo encomend a sus discpulos. No haypalabra si nadie la escucha. No hay palabra sin sonido, sinmateria. En la palabra hay quien habla, quien escucha, lamateria mediante la que se habla y aquello que se dice, susentido. Saber escuchar la palabra es el arte de la verdaderateologa; es decir, la intuicin simblica, el conocimiento(intelecto) y el conocimiento mstico, como dice san

    Buenaventura. Sin mstica no hay teologa.

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    El espritu tiene el conocimiento (gnsis) de todapalabra (Sap. I, 7) [LXX]. Si perdemos este sentido mstico,holstico, completo, de la teologa y la convertimos en unaciencia especializada, se comprende entonces su muerte.

    Volver a este matrimonio entre conocimiento y amor (entre lamente y el corazn) es otro imperativo cultural de nuestrotiempo.

    No nos hallamos en una poca de cambio, sino en uncambio de poca. Hace falta una transformacin radical; sino, vamos hacia la catstrofe. No basta con cataplasmas opequeas reformas que tan slo prolongan la agona de unsistema intrnsecamente injusto. Si los cristianos, en cuantocomienzan a vislumbrarlo, no viven plenamente este misterio

    (que se revela en toda palabra autntica), se conviertenentonces tambin en responsables de la situacin en que nosencontramos. Si vivimos en torres de marfil, anquilosados ennuestras pequeas trifulcas, cmo podemos atrevernos ahablar de un Dios que hace llover sobre justos e injustos yhace nacer el sol ante buenos y malos?, de un Dios queparece que no discrimina, que no deja que se separe el trigode la cizaa antes de tiempo? Para esto nos hace falta volvera la teologa simblica. Pero hay que abrirse al smbolo, hayque experimentarlo como smbolo; si no, no es smbolo. Todapalabra tiene una triple funcin: significa (contiene unconcepto); pero tiene ms de un sentido (contiene unsmbolo) y, en tercer lugar, toda autntica palabra esportadora de vida (contiene fuerza vital). Dicho msacadmicamente: toda palabra se puede traducir en un textopero, adems, est dentro de un contexto. Ahora bien, nopodemos captar su fuerza si no captamos el pretextoexistencial de quien la dice.

    Texto, contexto y pretexto forman parte del conocimientode cualquier palabra. En nuestra cultura escriturstica,informtica dira yo, tendemos a identificar la palabra con sutexto, su concepto. Toda palabra, sin embargo, tiene ms deun sentido, que se capta en el conocimiento simblico -y queno es el conocimiento conceptual-. El conocimientoconceptual es conocimiento cientfico, tiende a la univocidad.El conocimiento simblico, en cambio, es un conocimientoconcreto, existencial y polismico. Si el smbolo no metransmite nada, no constituye para m ningn smbolo. Elconocimiento simblico debe contar con la participacin del

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    conocedor que nos descubra su valor no exclusivamenteconceptual. Cuando el smbolo comienza a hablarnos, cuandocomienza a estar vivo, se acerca entonces la resurreccin dela teologa. La fe cristiana se expresa en smbolos que se

    traducen en praxis: el smbolo de los apstoles. Cuando elsmbolo de los apstoles se identifica a la doctrina cristiana,acecha el peligro de convertir la fe en una ideologa. Y ellonos lleva an a otra cuestin.

    Toda palabra, y sigo hablando del genitivo subjetivo,revela un hablante. Por esto en la teologa hay que escucharla palabra. Ahora bien, para escuchar hay que conocersimultneamente texto, contexto y pretexto. Al texto podrtal vez empezar a entenderlo leyndolo, aplicando mi

    conocimiento conceptual. El contexto requiere elconocimiento simblico; he de ver el texto en su lugar naturalpara que me hable y pueda entenderlo ms plenamente. Parconocer el pretexto he de conocer al autor del texto, alhablante; me hace falta escucharlo y entenderlo; esto es,amarlo.

    [1] Texto de la conferencia inaugural del curso 2002-2003del Institut Superior de Cincies Religioses de Vic, publicadobajo el ttulo Mort i resurrecci de la Teologia, Vic (InstitutSuperior de Cincies Religioses), 2002, 27 pp.

    [2] El estilo hablado no es el estilo escrito. El autor haprocurado conservar la espontaneidad del primero, pero seha permitido intercalar frases que clarifican su pensamientoporque le parece que el tema es suficientemente importante.

    Ha renunciado, sin embargo, a todas las citas quecomplicaran el texto. Por respeto a las diversas tradiciones,ha conservado la ortografa original de los nombres propios.

    [3] Se hace as referencia al Evangelio que, segn elcalendario litrgico, deba leerse el da 3 de octubre de 2002,fecha en que tuvo lugar esta conferencia de inauguracin delcurso en el Institut Superior de Cincies Religioses de Vic.

    http://servicioskoinonia.org/relat/367.htm#_ftnref1%23_ftnref1http://servicioskoinonia.org/relat/367.htm#_ftnref2%23_ftnref2http://servicioskoinonia.org/relat/367.htm#_ftnref3%23_ftnref3http://servicioskoinonia.org/relat/367.htm#_ftnref1%23_ftnref1http://servicioskoinonia.org/relat/367.htm#_ftnref2%23_ftnref2http://servicioskoinonia.org/relat/367.htm#_ftnref3%23_ftnref3