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3. L A MUJER COMO TENTACIÓN El matrimonio místico con la reina diosa del mundo repre- senta el dominio total de la vida por el héroe; porque la mujer es la vida y el héroe es su conocedor y dueño. Las pruebas que sufre el héroe, preliminares a sus últimas experiencias y hechos, son el símbolo de esas crisis de realización por medio de las cuales su conciencia se amplifica y se capacita para resistir la posesión completa de la madre destructora, su inevitable desposada. De esa manera sabe que él y el padre son uno solo: él ocupa el lugar del padre. Así expresado, en los términos más extremos, el problema puede parecer alejado de los asuntos de las creaturas humanas normales. Sin embargo, cada fracaso para enfrentarse a una situación vital debe ser referido, finalmente, a una restricción de la conciencia. Las guerras y los arranques de cólera son los recursos de la ignorancia; los arrepentimientos y las iluminaciones que llegan demasiado tarde. El contenido del mito ubicuo del camino del héroe es el de que ha de servir como modelo general a los hombres y a las mujeres, en cualquier punto de la escala en que se encuentren. Por lo tanto, está formulado en los términos más amplios. La función del individuo es descubrir su propia posición con referencia a esta fórmula humana general y permitir que lo ayude a traspasar los muros, que lo reprimen. ¿Quiénes son y dónde están sus ogros? Ésas son las reflexiones de los enigmas no resueltos de su propia humanidad. ¿Cuáles son sus ideales? Tales son los síntomas de su aferrarse a la vida. En la oficina del psicoanalista moderno las etapas de la aventura del héroe salen a la luz de nuevo en los sueños y alucinaciones del paciente. Desaparece una profundidad tras otra de las ignorancias de sí mismo, con el analista representando el papel del ayudante, del sacerdote iniciador. Y siempre, después de las primeras emociones de la iniciación del camino, la aventura se convierte en una [115] jornada de oscuridad, horror, repugnancia y temores fantasmagóricos. El eje de la curiosa dificultad se encuentra en el hecho de que nuestros puntos de vista conscientes de lo que la vida debería ser, pocas veces corresponden a lo que la vida realmente es. Generalmente nos rehusamos a admitir dentro de nosotros mismos o dentro de nuestros amigos la plenitud de esa fiebre incitante, protegida en sí misma, maloliente, carnívora y lasciva que es la verdadera naturaleza de la célula orgánica. Más bien tendemos a perfumar, a blanquear y a reinterpretar

Mujer como tentacion

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joseph campbell

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3. La mujer como tentacin

El matrimonio mstico con la reina diosa del mundo representa el dominio total de la vida por el hroe; porque la mujer es la vida y el hroe es su conocedor y dueo. Las pruebas que sufre el hroe, preliminares a sus ltimas experiencias y hechos, son el smbolo de esas crisis de realizacin por medio de las cuales su conciencia se amplifica y se capacita para resistir la posesin completa de la madre destructora, su inevitable desposada. De esa manera sabe que l y el padre son uno solo: l ocupa el lugar del padre.As expresado, en los trminos ms extremos, el problema puede parecer alejado de los asuntos de las creaturas humanas normales. Sin embargo, cada fracaso para enfrentarse a una situacin vital debe ser referido, finalmente, a una restriccin de la conciencia. Las guerras y los arranques de clera son los recursos de la ignorancia; los arrepentimientos y las iluminaciones que llegan demasiado tarde. El contenido del mito ubicuo del camino del hroe es el de que ha de servir como modelo general a los hombres y a las mujeres, en cualquier punto de la escala en que se encuentren. Por lo tanto, est formulado en los trminos ms amplios. La funcin del individuo es descubrir su propia posicin con referencia a esta frmula humana general y permitir que lo ayude a traspasar los muros, que lo reprimen. Quines son y dnde estn sus ogros? sas son las reflexiones de los enigmas no resueltos de su propia humanidad. Cules son sus ideales? Tales son los sntomas de su aferrarse a la vida.En la oficina del psicoanalista moderno las etapas de la aventura del hroe salen a la luz de nuevo en los sueos y alucinaciones del paciente. Desaparece una profundidad tras otra de las ignorancias de s mismo, con el analista representando el papel del ayudante, del sacerdote iniciador. Y siempre, despus de las primeras emociones de la iniciacin del camino, la aventura se convierte en una [115] jornada de oscuridad, horror, repugnancia y temores fantasmagricos.El eje de la curiosa dificultad se encuentra en el hecho de que nuestros puntos de vista conscientes de lo que la vida debera ser, pocas veces corresponden a lo que la vida realmente es. Generalmente nos rehusamos a admitir dentro de nosotros mismos o dentro de nuestros amigos la plenitud de esa fiebre incitante, protegida en s misma, maloliente, carnvora y lasciva que es la verdadera naturaleza de la clula orgnica. Ms bien tendemos a perfumar, a blanquear y a reinterpretar imaginando mientras tanto que todas las moscas en el ungento y todos los pelos en la sopa son los errores de algn otro ser, bien desagradable.Pero cuando repentinamente se nos revela o se impone ante nuestra atencin que cada una de las cosas que pensamos o hacemos participar necesariamente del olor de la carne, entonces no es poco comn que se experimente un momento de repulsin: la vida, los actos de la vida, los rganos de la vida, la mujer en particular como el gran smbolo de la vida, se vuelven intolerables para la extremada pureza del alma. Oh, que esta slida, demasiado slida carne pudiera derretirse, deshacerse y disolverse en roco! O qu no hubiese fijado el Eterno su ley contra el suicidio! Oh, Dios! Dios! As exclama el gran heraldo de este momento, Hamlet. Y agrega: Qu fastidiosas, rancias, vanas e intiles me parecen las prcticas todas de este mundo! Vergenza de ello! Ah! Vergenza! Es un jardn de malas hierbas sin escardar, que crece para semilla; productos de naturaleza grosera y amarga lo ocupan nicamente... Que se haya llegado a esto![footnoteRef:1]38 [1: 38 Hamlet, I, ii. Traduccin de Luis Astrana Marn.]

El inocente deleite de Edipo despus de haber posedo a la reina por primera vez, se convierte en agona de espritu cuando descubre quin es ella. Como a Hamlet, lo persigue la imagen moral de su padre. Como Hamlet, se vuelve de las bellas formas del mundo para buscar la oscuridad de un reino ms alto que ste poblado por el incesto y el adulterio de la madre lujuriosa e incorregible. El que busca la vida detrs de la vida debe ir ms all de ella, sobrepasar las tentaciones de su llamada y tender al ter inmaculado que ella esconde.[116]

...voz profundadel dios que repeta: Edipo, Edipo, qu tardamos en ir? ya mucho tiempo retrasndote ests!...[footnoteRef:2]39 [2: 39 Edipo en Colono, escenas finales; traduccin de A. Espinosa Polit.]

Cuando este rechazo Edipo-Hamlet permanece para acosar al alma, el mundo, el cuerpo y la mujer sobre todo se convierten en los smbolos ya no de la victoria sino de la derrota. Un sistema tico monsticopuritano, negador del mundo transfigura inmediatamente todas las imgenes del mito. Ya no puede el hroe descansar inocentemente con la diosa de la carne; porque ella se ha convertido en la reina del pecado.En tanto que el hombre conserve algn afecto por este cuerpo que es como un cadver escribe el monje hind Shankaracharya, es impuro y sufre de sus enemigos, as como del nacimiento, la enfermedad y la muerte; pero cuando se piensa como un ser puro, como la esencia de Dios y lo Inamovible, se vuelve libre... Alejad de vosotros esta limitacin del cuerpo que es inerte y sucio por naturaleza. No pensis ms en ella. Porque una cosa que ha sido vomitada (como vosotros vomitaris vuestro cuerpo) slo puede excitar repugnancia cuando se la recuerda.[footnoteRef:3]40 [3: 40 Shankaracharya, Vivekachudamani, 396 y 414, traduccin de Swami Madhavananda (Mayavati, 1932).]

ste es un punto de vista familiar al Occidente, por las vidas y escritos de los santos.Cuando San Pedro observ que su hija Petronila era tan hermosa, obtuvo de Dios el favor de que ella enfermara de una fiebre. Un da en que sus discpulos estaban cerca de l, Tito le dijo: T curas todas las enfermedades, por qu no haces que Petronila se levante de su lecho? Y Pedro le contest: Porque estoy satisfecho con su condicin. Esto no significaba que no tuviera el poder de curarla, porque inmediatamente le dijo: Levntate Petronila y apresrate a servirnos. La muchacha, curada, se levant y vino a servirlos. Pero cuando hubo terminado, su padre le dijo: Petronila, vuelve a tu lecho. Ella regres y de nuevo sufri la fiebre. Ms tarde, cuando ella comenz a perfeccionarse en su amor por Dios, su padre la volvi a la perfecta salud.En aquel tiempo, un noble caballero llamado Flaco, deslumbrado por su belleza, vino a pedir su mano. Ella [117] contest: Si deseas casarte conmigo, manda un grupo de doncellas para conducirme a tu hogar, pero cuando stas hubieron llegado, Petronila se dedic al ayuno y a la plegaria. Despus de haber recibido la comunin, cay en cama, y luego de tres das, entreg su alma a Dios.[footnoteRef:4]41 [4: 41 Jacobus de Voragine. The Golden Legend, LXXVI, Santa Petronila, virgen. (Comparar con la fbula de Dafne, p. 63, supra.) La iglesia posterior no quiso pensar en San Pedro como el padre de una hija, habla de Petronila como su hija adoptiva.]

Cuando era nio, San Bernardo de Claraval sufra de dolores de cabeza. Una joven vino a visitarlo un da, para calmar sus sufrimientos con canciones. Pero el nio, indignado, la envi fuera del cuarto. Dios lo recompens por su celo, pues se levant del lecho inmediatamente; ya estaba curado.El viejo enemigo del hombre, habiendo percibido que el pequeo Bernardo era de disposicin tan ntegra, se dedic a poner trampas a su castidad. Cuando el nio, sin embargo, instigado por el diablo, permaneci un da mirando por algn tiempo a una dama, se ruboriz repentinamente y se introdujo en el agua helada de una fuente como penitencia, hasta que se helaron sus huesos. Otra vez, cuando dorma, vino a su lecho una joven desnuda. Bernardo, al enterarse de su presencia, cedi en silencio la parte de la cama en que yaca y movindose hasta el otro lado volvi a dormirse. Habindolo tocado y acariciado por algn tiempo, la infeliz muchacha se sinti tan avergonzada, a pesar de su desvergenza, que se levant y huy a toda prisa, llena de horror de s misma y de admiracin por el joven.Otra vez, cuando Bernardo con algunos amigos haba aceptado la hospitalidad del hogar de cierta rica dama, ella, observando su belleza, fue arrebatada por la pasin de dormir con l. Se levant esa noche de su cama y vino a colocarse al lado de su husped. Pero l, tan pronto sinti a alguien cerca, empez a gritar: Ladrn! Ladrn! Inmediatamente la mujer huy, todos en la casa despertaron, encendieron linternas, y todos empezaron a buscar al malhechor. Pero como a nadie se encontr, todos volvieron a sus camas y a dormirse, con la sola excepcin de esta dama, que, incapaz de cerrar los ojos, de nuevo se levant y se desliz en el lecho de su husped. Bernardo empez a gritar: Ladrn!, y de nuevo la alarma y las investigaciones. [118] Despus de aquello, se expuso la dama por tercera vez a ser humillada de la misma manera; de modo que finalmente abandon su malvado proyecto, ya por temor o por desaliento. Al da siguiente, los compaeros de Bernardo le preguntaron en el camino por qu tena tantos sueos con ladrones. Y l les contest: En verdad tuve que rechazar los ataques de un ladrn, porque mi anfitriona trataba de robarme un gran tesoro, y de haberlo perdido, nunca hubiera podido recobrarlo.Todo esto convenci a Bernardo de que era cosa riesgosa vivir cerca de la serpiente. Por lo cual decidi abandonar el mundo y entrar en la orden monstica de los cistercienses.[footnoteRef:5]42 [5: 42 Ibid., CXVII.]

Ni siquiera los muros de los monasterios, ni la lejana de los desiertos, pueden proteger contra las presencias femeninas. Porque en tanto que la carne del ermitao se aferre a sus huesos y se sienta tibia, las imgenes de la vida estn alerta para trastornar su mente. San Antonio, cuando practicaba sus austeridades en la Tebaida Egipcia, era perturbado por alucinaciones voluptuosas perpetradas por demonios femeninos atrados por su soledad magntica. Apariciones de este orden, con flancos de atraccin irresistible y pechos que anhelan caricias, son conocidas a todos los ermitaos de la historia. Ah, bel ermite! bel ermite!... Si tu posais ton doigt sur mon paule, ce serait comme une trane de feu dans tes veines. La possession de la moindre place de mon corps templira dune joie plus vhmente que la conquete dun empire. Avance tes lvres...[footnoteRef:6]43 [6: 43 Gustave Flaubert, La tentation de Saint Antoine (La reine de Saba).]

Escribe Cotton Mather, de Nueva Inglaterra, El Desierto que atravesamos para llegar a la Tierra Prometida est todo lleno de feroces serpientes aladas. Pero, bendito sea Dios, ninguna de ellas se ha aferrado a nosotros hasta el punto de confundirnos totalmente. Nuestro camino al cielo pasa entre las Guaridas de los Leones y las Montaas de los Leopardos; hay increbles manadas de demonios a nuestro paso... Somos pobres viajeros en un mundo que es tanto el Campo del Diablo como la Crcel del Diablo; un mundo en donde el Diablo ha acampado en cada rincn [119] con Bandas de Ladrones, para atacar a todos aquellos que tienen los rostros vueltos hacia Sin.[footnoteRef:7]44 [7: 44 Cotton Mather, Wonders af the Invisible World (Boston, 1693), p. 63.]