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X ENCUENTRO INTERNACIONAL DE HISTORIOGRAFÍA
NACIONALISMOS EN TIEMPOS DE GLOBALIZACIÓN
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA UNIDAD AZCAPOTZALCO
7 A 11 DE SEPTIEMBRE DE 2015
Martha Ortega Soto
Área de Historia del Estado y la Sociedad
Cuerpo Académico de Historia Mundial
Universidad Autónoma Metropolitana
Unidad Iztapalapa
NACIONALISMOS Y GLOBALIZACIÓN EN EL IMPERIO RUSO
Introducción
En los últimos años ha tomado auge utilizar el término globalización para referirnos
al proceso mediante el cual los seres humanos de todo el orbe vivimos en una
realidad interdependiente. La globalización es un fenómeno que no se reduce a los
ámbitos político o económico sino que también se manifiesta en el social y en el
cultural. La globalización implica, pues, que habitantes de territorios alejados entre
sí mantengan un intercambio constante de experiencias de todo tipo y que participan
en ellas ya sea como actores pasivos o activos. El proceso de globalización no es
un fenómeno histórico iniciado en años recientes. Por el contrario, podríamos decir
que la historia humana ha supuesto, entre muchos otros fenómenos, la construcción
de la globalización que hoy en día parece haber concluido. Así, a lo largo de la
historia los diversos grupos humanos han tejido paulatinamente un entramado que
ha permitido el contacto y la convivencia, aunque en ocasiones mediada, entre
2
diferentes comunidades. La categoría de análisis de redes humanas1 nos facilita
comprender cómo a lo largo de la historia los grupos humanos han extendido las
relaciones entre ellos al mismo tiempo que se tornaron más complejas. Así, la
globalización a la que aludimos no es más que la suma de diversas redes que
gracias a la mundialización de la economía capitalista se ha transformado en una
red planetaria.
Por otra parte, la expansión territorial de los pueblos ha jugado un papel
sumamente importante en la creación de redes humanas pues comunidades
diferentes han entrado en contacto entre sí e incluso han existido fenómenos de
integración entre ellos. La expansión puede ser el resultado de la conquista o bien
de la colonización pacífica pero siempre incluye procesos migratorios. En cualquier
caso, la expansión territorial ha dado pie a la construcción de estados multiétnicos2
y multinacionales3 que, de manera genérica, podemos denominar grandes imperios
territoriales. Este tipo de imperios se han construido sobre una base económica
agrícola y el comercio suntuario de gran distancia, lo que no impidió que también
incluyeran territorios habitados por pueblos de recolectores-cazadores o de
pastores muchos de ellos trashumantes. La convivencia de los múltiples pueblos al
interior de los imperios territoriales ha propiciado la aparición de nuevas
comunidades como resultado de la integración o el desarrollo de patrones culturales
comunes sin que pierda cada uno de ellos, su propia identidad a través de
fenómenos de interculturalidad y transculturación4. La convivencia en el marco de
1 Para una definición de las redes humanas vid. J. R. McNeill, y William H. McNeill, Las redes humanas. Una historia global del mundo. Trad. Jordi Beltrán. Barcelona, Crítica, [2003]. 412 pp., cuads. y mapas, introducción pp. 1-6. 2 Para comprender la relación entre etnicidad e identidad véase el libro Susana B. C. Devalle, (comp. y coautora), Identidad y etnicidad: continuidad y cambio. México, El Colegio de México, Centro de Estudios de Asia y África, 2002. 192 pp., en particular la introducción, pp. 11-29 3 Por nación debemos entender “Conjunto de personas de un mismo origen y que generalmente hablan el mismo idioma y tienen una tradición común.” Real Academia Española, Diccionario esencial de la lengua española. [Madrid], Espasa Calpe, 2006 1632 pp., p. 1014. Si bien este concepto dio lugar a los de estado-nación y nacionalismo en sí mismo no tiene ninguna connotación política. Por tanto un imperio multinacional es aquel que gobierna a diversas naciones. 4 Para una definición del concepto interculturalidad véase Horacio Miguel Hernán Zapata, “Los inkas frente al problema de la interculturalidad. Una introducción al estudio de la configuración del Tawantisuyu en contextos de diversidad étnica y cultural. Siglos XIV-XVI” en Antítesis, vol. 3. N.5, enero-junio de 2010. Http://www.uel.br/revistas/uel/index.php/antítesis, consultado en julio de 2010. Para el de transculturación
http://www.uel.br/revistas/uel/index.php/antítesis
3
los imperios tradicionales constituye una experiencia histórica fundamental para la
globalización sin que ello implique la pérdida de la identidad de las naciones
involucradas al mismo tiempo que ha estimulado el intercambio y la cooperación
entre ellas. Desde luego, lo anterior no pretende ignorar que la convivencia pudo
ser conflictiva o incluso violenta, ya que ésta en sí misma no implica una relación
armónica.
Durante la Revolución Francesa (1789-1804) se gestó un modelo novedoso
de organización política: el estado nacional. De tiempo atrás algunos pueblos
europeos dotaron al término nación de significaciones que antes no tenía hasta
convertirlo en un concepto ambiguo pero útil para conformar estados de los que
excluyeron a otros, no considerados miembros de la nación, del ejercicio del poder.
De acuerdo con la experiencia europea un estado nacional implica5: el desarrollo de
un lenguaje propio, de un gobierno nacional y que la economía local se transforme
en nacional. Dadas las características de la Europa medieval el advenimiento del
auge nacionalista tuvo sus antecedentes en la aparición de las iglesias nacionales.
Por lo tanto, la aparición del nacionalismo surgió a medida que desapareció
el feudalismo. En el siglo XVI la nación se identificaba con la persona del monarca.6
Al mismo tiempo empezó a desarrollarse una economía común en el territorio
ocupado por la nación, el objetivo de la creación del mercado nacional fue consolidar
al estado-nación. De esta manera surgió la diferenciación entre las naciones
europeas.
En el siglo XIX el concepto nacionalidad incluía el postulado de que una
nación estaba formada por el compromiso voluntario de sus miembros. Pero,
también declaraba tener, según las regiones, un sustrato racial. Sin embargo, el
pilar principal del nacionalismo del período era el idioma común que tenían los
integrantes de una nación y que les permitía distinguirse de otras. Se concebía a la
Fernando Ortiz, Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar. Prolg. y cronología Julio le Riverend. Caracas, Biblioteca Ayacucho, [1978]. 600 pp., ils., pp. 96-97. 5 Carlton J. H. Hayes, Nationalism: a Religion, Nueva York, The Mac Millan Company, 1960. 188 pp., p,30 6 E. H. Carr, Nationalism and After, Londres, Mac Millan and Co., LTD, 1945. 74 pp., p.30
4
nación como un individuo cuya energía para la acción provenía de su interior y del
espíritu del pueblo.7 Debía además respetar a sus miembros. Todo lo que ella hacía
era porque los integrantes lo habían querido. Pero atendía a intereses colectivos,
no individuales.8 En palabras de Ernest Renan
Una nación es un alma, un principio espiritual. Dos cosas que, a decir verdad, son sólo una, constituye esta alma, este principio espiritual. Una está en el pasado, la otra en el presente. Una es la posesión en unión en un común de un legado rico en recuerdos; [p.23] la otra es el consentimiento actual, el deseo de vivir juntos, la voluntad de hacer valer la herencia que ha recibido indivisa.9
En cuanto al objetivo político, éste se dirigía a instaurar un estado soberano
aunque el programa político concreto variaba. Por ejemplo, algunos entendían el
nacionalismo como el medio para conservar tradiciones en todos los aspectos de la
vida en común, mientras que otros promovían el cambio. “Esta palabra tan nueva
debió su popularidad a su misma imprecisión. Cada teórico, cada partido, cada país
pudo introducir en ella lo que quería, lo que justificaba sus aspiraciones.”10
Característica propia del concepto que no tiene un contenido por sí mismo.
En general, en la época, el nacionalismo se entendía como la cualidad que
le permitiría a un grupo disfrutar al menos de tolerancia y libertad, pero para la
mayoría de las naciones la libertad significaba un gobierno autónomo su contenido
atacaba, por tanto, a los imperios que existían en Europa. El nacionalismo implicaba
la conservación y expansión de los atributos que la nación se asignaba a sí misma
aún a costa de las demás. Por ello, esta ideología enfrentó a las naciones que
velaban exclusivamente por sus propios intereses.11 Entre las demandas principales
que tenía una nación era adquirir su propio territorio. Si para esto tenía que someter
a otras naciones era justificable. Además se debía fortalecer el poder económico
7 Weill, G., La Europa del siglo XIX y la idea de nacionalidad, Trad. José López Pérez, México, Unión tipográfica. Edit. Hispanoamericana, [1961]. 342 pp., mapas y láminas (La evolución de la Humanidad. Sección cuarta, Hacia el tiempo presente, tomo CXXXI), p.2 8 Carr, op. cit., p.7-15 9 Ernest Renan, ¿Qué es una nación? Prolg. y trad. Lourdes Quintanilla Obregón. México, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco. Departamento de Política y Cultura, 2008. 32 pp. (Cuadernos Política y Cultura, 7), pp.23-24 10 Weill, op. cit., p.5 11Hans Kohn, The Age of Nationalism. The First Global History, Nueva York, Harper and Brothers Publishers, [1962], 172 pp. (World Perspectives, Volume twenty-eight), p.20-26
5
que para ese momento rebasaba las propias fronteras hasta llegar a influir en todo
el mundo. en beneficio de la nación.12
En este trabajo haremos una breve reflexión acerca del imperio ruso, la
contribución que aportó a la globalización que hoy por hoy vive el mundo
contemporáneo y los conflictos que el nacionalismo propició en el imperio. Este
análisis histórico permitirá aventurar algunas conclusiones acerca de las
perspectivas del nacionalismo en tiempos de globalización
El imperio ruso empezó a formarse en el siglo XV y la expansión fue un
elemento constitutivo de él. Poco antes de su colapso como estado monárquico
(1917) todavía se agregaba nuevos territorios. Aunque desde el siglo XIX el imperio
ruso inició su proceso de industrialización, las estructuras del mismo eran
básicamente tradicionales; por ello, la expansión mantenía el patrón de la ocupación
territorial, no obstante que estuviera involucrado en la competencia imperialista.
Este proceso expansivo se prolongó durante cuatro siglos y de él resultó una de las
concentraciones territoriales más grande de la historia, en la que se reunió una gran
diversidad de pueblos. El pueblo ruso se desparramó desde Europa oriental hasta
alcanzar los confines del este de Asia e incluso en un momento llegó a la costa del
noroeste de América para después replegarse otra vez a Asia y continuar ahí su
proceso. Por tanto, el imperio ruso debe considerarse como una potencia asiática y
los encuentros entre pueblos que tuvieron lugar en su interior se escenificaron en
una gran porción de Asia. También se extendió sobre otros pueblos de Europa
oriental. Es decir, formación del estado ruso implicó la conquista de territorios y la
sujeción de otros grupos étnicos, es decir, se construyó un imperio en el que se
establecieron redes euroasiáticas por lo que considero que contribuyó al proceso
de globalización.
Rusia europea y los mongoles
Remontándonos en la historia, el pueblo ruso fue producto de la integración
de distintas comunidades eslavas orientales que emigraron hacia las llanuras
12 Carr, op. cit., p.7
6
adyacentes al río Dniéper y se mezclaron con los pueblos fineses y mongoloides
que se encontraban en el lugar.
Cuando el reino de Kiev estaba en decadencia, en el norte se había formado
una comunidad que dio origen a los " rusos" resultado de la mezcla de los eslavos
orientales con los fineses que habitaban la región y los varegos que llegaron de
Escandinavia. Surgieron poderes locales que competían con Kiev cuando los
mongoles invadieron la Rus (c. 1235-1245) cuya dominación se prolongó alrededor
de 240 años. Los mongoles construyeron un vasto imperio que abarcaba toda la
estepa asiática desde el este de Asia hasta el este de Europa, los rusos sólo fueron
un pueblo conquistado más. Ya que los mongoles se convirtieron islam, el mestizaje
entre conquistadores y conquistados fue limitado. Sin embargo, la convivencia
introdujo nuevos elementos asiáticos a la cultura rusa que no carecía de ellos
porque el contacto con pueblos de la estepa asiática era frecuente. Esta experiencia
aportó prácticas en el ejercicio del poder y la organización administrativa para la
autocracia rusa.
Durante la dominación mongola, la Rus estaba dividida en pequeños
principados que disputaban entre sí la hegemonía interna pero que estaban sujetos
al jan tártaro. El príncipe más poderoso en esos momentos era aquél encargado de
cobrar el tributo que debía pagarse a los conquistadores. En el siglo XIV el príncipe
de Moscovia gozó de ese privilegio y al mismo tiempo que recaudaba el tributo para
el jan, sometió paulatinamente a los principados -como Riazán- y a las ciudades
aledañas -Pskov y Novgorod- a los que "protegía" de las ambiciones expansionistas
del duque de Lituania.
La anexión de nuevos territorios a Moscovia culminó en la segunda mitad del
siglo XV durante el gobierno de Iván III (1462-1505), cuando los antiguos
principados de la Rus reconocieron la autoridad del príncipe de Moscú sobre ellos.
Beneficiados por la segunda oleada de expansión mongola (1370-1405) Moscovia
derrotó a los mongoles y mantuvo su autonomía frente a Lituania. Con Iván III nació
la autocracia rusa que vio su fin con la Revolución de Octubre (1917). En resumen,
la integración de lo que hoy día es el corazón de la Federación Rusa es el resultado
7
de la expansión del principado de Moscovia y de la interrelación constante entre
pueblos europeos y asiáticos.13
Desde el gobierno del primer zar, Iván IV (1533-1584) se inició la emigración
de los habitantes de este núcleo hacia la periferia. Sus súbitos, quienes ya habían
rebasado los Urales, se desplazaron hacia regiones más fértiles o bien que
ofrecieran recursos naturales que en la zona donde habitaban ya escaseaban,
particularmente los recursos que ofrecía el bosque boreal. La limitada fertilidad del
territorio ruso impelió a su población a buscar fuentes de ingresos que financiaron,
a su vez, la política expansiva.14 La trayectoria hacia el este significó que los rusos
antes sometidos por un pueblo asiático, pusieron bajo su dominio a un sin número
de pueblos asiáticos a partir del siglo XVI.
La incorporación de Siberia
Desde 1580, los cazadores rusos iniciaron la expansión sobre Siberia15 cuando el
cosaco Yermak Timofeyevich (1532/42-1585) llegó al rio Ob. Dos años más tarde el
janato de Sibir fue destruido con lo que cayó la barrera que impedía la expansión
rusa hacia el este de su frontera. Siberia proporcionó una cantidad enorme de
presas de pieles finas, principalmente de martas cibelinas. En este territorio los
rusos encontraron muchos otros recursos naturales como las minas de sal y el
13[I.D. Káliastov, I. Smirnov, A. Kopaniov, et.al.), Historia de la URSS. Primera parte. Desde la Antigüedad hasta
la Gran Revolución Socialista de Octubre. Trad. L. Vladov. Moscú, Editorial Progreso, [s.d.]. 382 pp., ils., pp.25-74; Fernand Braudel, Las civilizaciones actuales. Estudio de historia económica y social. Trad. J. Gómez Mendoza y Gonzalo Aves. México, Rei, 1991. 500 pp., pp. 460-465; Manfred Hellmann, Carsten Goehrke, Peter Scheibert, et al., Rusia. Trad. María Nolla. [España], Siglo XXI, 1975. 370 pp., mapas (Historia Universal siglo veintiuno, 31), pp.60-113; B. H. Sumner Una retohistoria de Rusia. Trad. Teodoro Ortiz. 2ª ed. México, Fondo de Cultura Económica, 1985. 446 pp. (Sección de obras de historia), pp.33-34.
14 Hellmann, op.cit., p. 126; O. H. Hufton, Europa privilegio y protesta 1730-1789. Trad. Fernando Valero y equipo editorial. 2a ed. [México], Siglo XXI edit., 1983. 464 pp. (Historia de Europa siglo veintiuno), pp.270-271. 15 “Siberia es una gran llanura que se extiende desde los Urales a la costa del Pacífico. Su clima es muy frío; durante el invierno, puede bajar hasta -30ºC o -40ºC, pero en algunas áreas particularmente frías baja a -71ºC. En el verano la temperatura puede elevarse hasta 34ºC. El territorio que los promyshlenniki conquistaron se caracteriza como taiga. Tiene ríos numerosos y largos, como el Yenisey o el Lena, que permanecen congelados durante seis meses cada año. Como se menciona en la introducción, todos los pueblos que habitaban este territorio en el siglo XVIII eran cazadores recolectores.” James Forsyth, A History of the Peoples of Siberia. Russian North Asian Colony 1581-1990. Gran Bretaña, Cambridge University Press, 1994. 456 pp., planos, mapas, pp.6-10, traducción de la autora.
8
hierro. El estado ruso no delineó ningún proyecto específico para la colonización de
Siberia ni realizó inversiones para impulsarla, sin embargo, apoyó el avance de los
emprendedores ya que los pueblos sometidos por ellos pagaban un tributo
denominado iasak. Éste se pagaba en pieles las cuales comercializaba el estado.16
Se estableció una red de fortificaciones (ostrog) para garantizar la seguridad de los
súbditos en estos lugares y mantenerlos en contacto con la Rusia europea.
Asimismo, el zar nombraba gobernadores (voyevoda) cuya labor consistía en regir
a la población local, nativos y rusos, y recolectar el iasak.17
El sometimiento de los nativos siberianos fue violento pues los rusos contaron
con la ventaja de poseer armas de fuego que también utilizaron para cazar.18 Otro
factor que facilitó el dominio de los rusos sobre los nativos fue la introducción de
enfermedades desconocidas por ellos. Males como el sarampión, la tuberculosis y
la sífilis causaron un descenso muy pronunciado en la población local.19
Los rusos también aprovecharon las rivalidades entre las diferentes
comunidades siberianas, se aliaban con una de ellas para dominar a su enemigo.
Estos grupos servían como tropas auxiliares pero también quedaban bajo el control
ruso aunque gozaban de algunos privilegios.20
Los cazadores rusos llegaron rápido a Siberia oriental. En 1630, fundaron el
distrito de Yakutsk. En su avance hacia el sur, entraron en contacto con los
mongoles y, en 1654, establecieron el puesto de Nerchinsk en la frontera del imperio
chino. En 1689, China y Rusia firmaron su primer convenio, el Tratado de Nershinsk.
En 1727, signaron otro acuerdo, el Tratado de Kiajta. En ambos se fijaron las bases
para la demarcación de la frontera entre ambos imperios así como los reglas para
16John King Fairbank, East Asia: the Modern Transformation. Edwin O. Reischauer and Albert M. Craig. Boston, Houghton Mifflin, 1965. 955 pp., ils. (Reischauer, E.O., A History of East Asian Civilization, 21), p.45 17Forsyth, op.cit., p.40; Robert Joseph Kerner, “The Russian Eastward Movement: Some Observations on its Historial Significance” in Morgan B. Sherwood (Ed), Alaska and its History. Seattle, University of Washington Press, 1967. 475 pp., fotos, pp.5, 7. 18 Forsyth, op.cit., pp. 1,3, 29-33. 19 Alfred W.Crosby, Imperialismo ecológico. La expansión biológica de Europa, 900-1900. Trad. Montserrat Iniesta. Barcelona, Edit. Crítica, 1988. 352 pp., ils., cuads., mapas (Historia y teoría), pp. 51-52. 20 Forsyth, op. cit., p. 35.
9
el comercio.21 Poco después, los rusos se extendieron a Kamchatka en donde
fundaron Ojotsk que se convirtió en un punto de partida para la expansión en el
norte del Pacífico.22
En la costa norte de Asia los promyshlenniki se encontraron con los chukchi
quienes les hablaron acerca de la Gran Tierra (Bolshaia Zemlia) que se encontraba
en dirección al este.23 Esta información que resultó atractiva a los emprendedores
interesados en encontrar nuevas fuentes de riqueza peletera. En 1648, el cosaco
Semion Dezhnev (c.1605-1673) exploró la península de Chukota en un viaje
terrestre, a lo lejos alcanzó a divisar lo que parecía ser la Gran Tierra.
Al mismo tiempo, Pedro I (1689-1725) tenía interés en descubrir tierras
nuevas y en saber si Asia y América formaban una sola masa continental. Por ello,
ordenó que se organizara una expedición cuyo objetivo consistía en investigar si
existía un paso entre Asia y América. Asimismo quería conocer los recursos
naturales con los que contaba dicha región. También quería saber si habitaban ahí
pueblos desconocidos para los rusos y si existía algún establecimiento europeo.
Pedro el Grande murió antes de que se realizara la expedición pero su sucesora, la
zarina Isabel, giró instrucciones para que se financiera la exploración por el norte
del Pacífico. Las dos expediciones al mando de Vitus Bering (1728 y 1741-1742)
abrieron la ruta hacia las Aleutianas y América. Desde la segunda mitad del siglo
XVIII, los cazadores comerciantes se desparramaron sobre las Aleutianas hasta
ocupar los que hoy es Alaska en los primeros años de la siguiente centuria, e
instalar, poco después una fortificación en Alta California. En 1799, el zar aprobó la
creación de un monopolio comercial denominado Compañía Ruso Americana que
fue la encargada de administrar las colonias en América. América Rusa fue vendida
a los Estados Unidos en 1867 pero para entonces la presencia rusa en la región
había producido una mezcla entre los habitantes de Siberia oriental, los aleutianos,
los nativos del noroeste de América y los propios rusos. Así los novohispanos
21Fairbank, op. cit, pp.45-49; Forsyth, op. cit., pp. 96-99. 22Forsyth, op.cit., p.81. 23James Burney, A Chronological History of North-Eastern Voyages of Discovery; and of the Early Eastern Navigations of the Russians. Londres, impreso por Luke Hansard and Sons, 1819. 310 pp., mapas, pp.97-100.
10
podían decir con toda propiedad que al norte de San Francisco se encontraban
“indios rusos”.24
Las posesiones en América no fueron más que un apéndice del extenso
territorio siberiano. En el siglo XVIII la agricultura empezó a practicarse en Siberia
occidental y la explotación de pieles dejó de ser la actividad económica fundamental.
Pedro el Grande inició la extracción del hierro en los Urales. Dado que en Siberia
no había concesiones de tierras sino que los agricultores trabajaban el terreno que
podían, el estado desalentó la emigración durante el siglo XIX porque prefería
mantener a los productores en las provincias en las que existía el régimen de
servidumbre. Por otra parte, Siberia se convirtió en el lugar en donde se confinó a
los enemigos de la autocracia por ello "Para la opinión pública Siberia, debido a los
decembristas [opositores del régimen] ahí desterrados, pasó de ser una colonia de
castigo a un ‘país de la libertad’ en el que lejos de los controles burocráticos, los
espíritus emprendedores podían respirar más libremente".25 Fue en este siglo
cuando los recursos de la región empezaron a explotarse en gran escala y el índice
de inmigración fue muy alto, gracias al desarrollo agrícola. En la última década del
siglo, gracias a la construcción del ferrocarril transiberiano y ante la cada vez mayor
demanda de tierras del campesinado, llegó una verdadera avalancha de colonos al
territorio entre los Urales y el lago Baikal.26
Al parecer, la población que actualmente habita Siberia es resultado de un
proceso de interculturalidad particular. Los nativos, en general fueron forzados a
adoptar el cristianismo ortodoxo al menos aparentemente. En la mayoría de los
casos, adoptaron prácticas del cristianismo pero sin abandonar sus propias
creencias religiosas de los que resultó una mezcla. Como la mayoría de los
inmigrantes de la Rusia europea eran campesinos que no tenían una educación
formal, empezaron a compartir las prácticas religiosas los pueblos siberianos, dando
24Martha Ortega, “¿Un nuevo modelo de colonización? Los rusos en Alaska” en Signos. Anuario de Humanidades. T.II México, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, 1991. 392 pp., pp.131-154, pp. 133-152. 25Hellmann, op.cit., p.203. 26Sumner, op.cit., pp.29, 48-51; Hellmann, op.cit., p.222.
11
por resultado una práctica religiosa que mezclaba creencias y ritos chamanistas con
creencias y ritos cristianos.27 De manera paralela tuvieron lugar otros procesos
culturales, en algunos casos la transformación de los pueblos cazadores-
recolectores siberianos en grupos sedentarios fue posible merced a la adquisición
de los patrones culturales rusos, incluso en el siglo XIX algunos de ellos fueron a
estudiar a la universidad.28
Durante el siglo XIX, y debido a la incorporación de territorio en Asia Central
y el Cáucaso como veremos más adelante, el gobierno imperial clasificó a la
población asiática con base en la cual se recaudó el tributo. Se definieron tres
categorías: los pueblos sedentarios- osedley- los pueblos nómadas -kochevye, que
se refería a aquéllos que tenían una territorialidad definida- y los errantes -
brodyachiye, los nómadas sin territorialidad definida. La clasificación fue arbitraria,
de manera que muchos pueblos nómadas fueron obligados a sedentarizarse porque
así estaban obligados a pagar impuestos tan altos como los campesinos rusos. Los
pueblos siberianos clasificados como nómadas también sufrieron un incremento
elevado en el iasak. Esto propició la pauperización de muchos de ellos pues fueron
desplazados de los territorios en los que acostumbraban deambular lo que redujo
sus fuentes alimenticias mientras que otros, al avecindarse, no adquirieron la misma
destreza que los campesinos rusos y, por tanto, también fueron condenados a la
miseria.29 El objetivo del gobierno imperial al inducir a los nómadas a sedentarizarse
fue dedicar nuevas tierras al cultivo.
La sedentarización y la rusificación de los nativos facilitaron que algunas
comunidades fueran asimiladas por los rusos de origen europeo. Los mestizos
nacidos en Siberia pusieron especial empeño en adoptar la cultura rusa a fin de
tener mejores oportunidades de desarrollo personal al mismo tiempo rechazaban la
cultura nativa. Sin embargo, las transformaciones culturales no fueron absolutas y
27 Forsyth, op. cit., pp.154-155 28Ibidem, p. 212. 29 Ibidem, pp.156-157
12
la población rusa de Siberia conservó costumbres locales lo que ha contribuido a
distinguirlos de los rusos europeos.
En el siglo XIX con la difusión del nacionalismo, para el gobierno de San
Petersburgo la nacionalidad de los siberianos era rusa pero en sus papeles de
identidad les añadían su nación tradicional, sin embargo su condición fue asimétrica
con respecto a los rusos europeos. En primer lugar, la participación en una
economía de mercado, dio lugar a que los siberianos pagaran los productos que los
rusos les vendían a precios muy altos lo que condujo a su endeudamiento. En
segundo lugar, ya que no comprendían el concepto de propiedad privada, los
pueblos enajenaban sus cotos de caza, de pesca y de recolección de manera que
cuando intentaban utilizarlos nuevamente, se les impedía el acceso al territorio que
habían “vendido” a cambio de adquirir bienes rusos.30
La colonización rusa en Asia implicó un reacomodo de la población local.
Algunos pueblos intentaron rehuir el contacto con los rusos y emigraron al norte de
Siberia. Otros, cambiaron de residencia al ser desalojados por los campesinos rusos
que recibieron tierras para el cultivo. En este caso, las tierras más fértiles quedaron
en manos de los colonos en tanto que los nativos fueron forzados a trasladarse al
bosque o bien a sedentarizarse ocupando las tierras menos fértiles. De esta manera
las naciones que antes de la llegada de los inmigrantes mantenían poco contacto
entre sí, fueron obligadas a habitar en el mismo territorio, lo que propició tanto
conflictos como mestizaje entre ellos.31
En Siberia se creó una sociedad resultado de la llegada de rusos europeos y
de la integración -forzosa en la mayoría de los casos- de los nativos. Aquellas
naciones que a pesar de todas las presiones lograron preservar su identidad
adaptaron su cultura a las nuevas circunstancias. La interculturalidad fue mutua, los
rusos que vivían entre ellos adoptaron algunos de sus patrones culturales. Ése fue
el caso de los habitantes de Yakutia, en Siberia oriental, cuyo idioma se convirtió en
el vehículo de comunicación no sólo de los rusos con los nativos sino incluso de los
30Ibidem, pp. 158-159. 31Ibidem,pp. 174-185.
13
rusos entre sí pues parte de los jefes yakutos se integraron a las elites rusas
locales.32
En la frontera con China, los buriatos consiguieron conservar su identidad
gracias a que sirvieron como tropas de defensa en la frontera. Por ello, el gobierno
ruso puso especial atención en concederles privilegios que aseguraran su lealtad.
De cualquier forma, los buriatos tuvieron que compartir su territorio con el creciente
número de inmigrantes rusos que se establecieron en la región durante el siglo XIX.
La distribución de las tierras entre los buriatos y los colonos condujo a los primeros
a transformarse en agricultores pero lograron mantener su propia cultura.33
Durante el siglo XIX, Rusia amplió su territorio en Siberia a costa de China
pues se extendió a las regiones del Amur y del Ussuri (1858, 1860). En 1860, el
imperio chino reconoció el control ruso sobre aquellas provincias. Los objetivos
rusos fueron: incrementar su influencia en China y consolidar su posición en la costa
del Pacífico toda vez que se vendió Alaska a los Estados Unidos en 1867. De
inmediato se habilitó el puerto de Vladivostok que facilitó el abastecimiento de la
creciente población siberiana y el intercambio transpacífico. Rusia también
estableció un servicio regular de correo entre Kiajta y Pekín. El territorio fue
constituido en virreinato bajo control directo del zar. Sin embargo, estos esfuerzos
no rindieron los frutos esperados y la colonización más importante fue de chinos. La
situación mejoró cuando el ferrocarril transiberiano llegó a la región. El
fortalecimiento de las relaciones sino-rusas motivó que el imperio entrara en
conflicto con Japón por el control de China. Primero se repartieron, en 1875, las
islas Sajalín -que quedaron en poder de Rusia- y las Kuriles -que quedaron bajo la
jurisdicción de Japón. La guerra ruso-japonesa (1904-1905), que terminó con la
derrota de Rusia, no impidió que posteriormente, ésta y Japón unieran sus
esfuerzos para apoderase y repartirse cuanto terreno chino fue posible: a Japón le
tocó Corea (1910) y al imperio ruso, Mongolia exterior (1912). Estas anexiones
32Ibidem, pp.163-168. 33Ibidem, pp.168-174
14
implicaron una convivencia más estrecha -violenta en muchas ocasiones-, entre
rusos, chinos y japoneses y otros tantos pueblos asiáticos.34
Aunque en muchas ocasiones los pueblos siberianos se resistieron a aceptar
la colonización rusa e incluso hubo rebeliones sangrientas, las demandas
nacionalistas no cundieron en el siglo XIX. Hasta el momento, a pesar del
reconocimiento de la identidad de los pueblos que lograron sobrevivir y la
instauración de distritos, provincias y hasta repúblicas con nombres de los pueblos
locales, no se han intentado organizar estados nacionales soberanos
independientes de la Federación Rusa. La globalización, por tanto, no implicó la
adopción de formas de organización política gestadas en Europa occidental.
Presencia rusa en el Cáucaso
Como mencioné, la segunda expansión mongola desintegró el janato
Kipchak, lo que originó la formación de los janatos de Kazán, Astracán, Sibir y
Crimea. En el siglo XVI los dos primeros cayeron en manos rusas pero la
colonización de la zona no fue inmediata porque los pueblos tártaros opusieron una
resistencia tenaz, cabe destacar que al interior de los propios janatos la cultura de
sus habitantes era diversa, había por ejemplo circasianos, chechenos, osetios,
azeríes, entre otros más. La ocupación fue encabezada por colonias militares y por
cosacos que, provenientes del oeste, recibieron el privilegio de asentarse en este
territorio a cambio de proteger la frontera rusa. Los cosacos habitaban en la región
de Ucrania, los de Ucrania oriental reconocieron la autoridad del zar en el siglo XVI
y sirvieron como cosacos de servicio.35 Conforme la región se fue pacificando, los
nobles rusos y cosacos empezaron a recibir las fértiles tierras negras de la estepa
34Sumner, op.cit., pp.271-277; Hellmann, op.cit., pp. 233, 235, 249; Federico Engels, "Los éxitos de Rusia en el este de Asia" en L. Knauth (comp), Marx y Engels, 1843-1849. China ¿Fósil viviente o transmisor revolucionario? México, Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, 1975. (Serie Estudios, 44) p.145-150, texto completo; D.K. Fieldhouse, Economía e imperio. La expansión de Europa (1830-1914). Trad. Juan A. Ruiz de Elvira Prieto, prolg. Charles Wilson. 2a ed. [México], Siglo XXI, edit., 1978. 566 pp. (Historia económica mundial), pp.180-188; Asa Briggs (dir.), Historia de las civilizaciones: 10. El siglo XIX. Las contradicciones del progreso. Trad. José Ma. Balirl, Juan Canti, Arcadio Castillejo, Ignacio Fernández, Carlos Ma. López, José LLopis y Baldomero Porta. Madrid/México, Alianza Edit., Edit. Labor, 1989. 508 pp., ils. y mapas (El libro de bolsillo, 1379, Sección: Humanidades), pp.389.391. 35 Sobre Ucrania se hablará también en relación con Europa del este.
15
y los nativos fueron sometidos al régimen servil al ser derrotados cada vez que se
rebelaron para conservar su libertad. La sublevación más conocida del siglo XVII
fue encabezada por Stenka Razin (1670-71). En ella participaron los cosacos
plebeyos y las tribus bashkires y kirguices, originarias estas últimas de Asia. Los
levantamientos llegaron a amenazar la estabilidad del imperio pero cuando fueron
sofocados, la colonización de la región fue muy rápida. De esta manera los antiguos
pueblos pastores y cultivadores hortenses fueron sedentarizados e incorporados a
la servidumbre.36
Al sometimiento de Kazán y Astracán le siguió como objetivo el janato de
Crimea vasallo de los turcos otomanos. Los intentos que Pedro I hizo por
conquistarlo fueron infructuosos. En 1739, tras un enfrentamiento con los otomanos,
el imperio consiguió incorporar el Mar de Azov37, que lo dejó a un paso de la
península de Crimea. De tiempo atrás, la frontera rusa sufría continuamente los
ataques de los tártaros de Crimea e incluso en los momentos más difíciles los rusos
pagaron para que no los asaltaran.38 Por ello, Catalina II (1762-1796) decidió
conquistar el territorio para acabar con el pillaje tártaro y, sobre todo, para ganar la
salida al mar Mediterráneo a través del Mar Negro. Para lograr sus objetivos,
Catalina tuvo que incorporar antes Ucrania occidental al imperio ruso para desplegar
después una política ofensiva en contra del janato de Crimea. Gran parte de los
cosacos de Ucrania se vieron reducidos a la servidumbre en cuanto el gobierno
imperial empezó a fomentar la colonización rusa en la región. Esta situación provocó
una de las rebeliones más peligrosas para el imperio. Yemelyan Pugachov (m.
1775) encabezó la sublevación (1773-1774) en la que se movilizaron una enorme
cantidad de campesinos; no obstante Catalina II logró aplastarla y así el régimen de
la servidumbre fue impuesto en toda Ucrania. Tras esta victoria, la zarina aseguró
36 Hugh Trevor-Roper, (dir.), Historia de las civilizaciones 8. La época de la expansión. Europa desde 1559 hasta 1660. Trad. Juan Andrés Iglesias Sanz. Madrid/México, Alianza Edit., Edit. Labor, 1989. 528 p., ils. Y mapas. (Sección: Humanidades, El libro de bolsillo, 1346), p. 410 37 Soboul, Albert, Guy Lemarchand y Michèle Fogel, El siglo de las Luces. T.I Los inicios (1715-1750). Vol. 2. Trad. Juan Calatrava Escobar. Madrid, Akal, 1993. 896 pp., mapas (Pueblos y civilizaciones, XII, Historia General), p. 821 38 Anderson, op. cit., pp.344-347, Trevor-Roper, op. cit., p.407
16
a la nobleza de Kazan que su bienestar equivalía al bienestar del imperio.39 La
nobleza que se había resistido a adoptar el cristianismo ortodoxo dejó de ser
perseguida y fue asimilada paulatinamente. Esta política obedeció a que el control
de la región posibilitaba comerciar con Persia, pero esto sólo podían efectuarlo los
musulmanes requisito que cubrían los tártaros. La asociación con el imperio permitió
que se desarrollara en Kazan una clase media así como una intelectualidad –se
fundó una universidad en la zona- que más tarde encabezaron al renacimiento
cultural de los tártaros fincado en el islam.40
E importante hacer notar que el imperio otomano incluía territorios en Asia
suroccidental y en Europa suroriental. Las disputas entre éste y el imperio ruso
tenían por tanto dos escenarios: uno en el Cáucaso y otro en los Balcanes, en
ambos casos también estaba en juego el acceso de Rusia al Mediterráneo oriental.
Ahora bien, los límites entre Asia y Europa se han definido históricamente.
Actualmente, el Cáucaso se considera territorio europeo, no así Asia menor. En los
siglos XVIII y XIX el Cáucaso era percibido por los estados de Europa occidental
como parte del ambiguo “oriente” que llegaba hasta la costa del Pacifico. Debido a
esta concepción, las guerras ruso-turcas requieren referirse a tierras asiáticas lo
mismo que europeas.
Resuelto el problema en las tierras negras, la zarina se dirigió a la costa oriental
del Mar Negro y al territorio del Cáucaso lo que implicó enfrentarse a los turcos-
otomanos y a los persas que poseían ese territorio. La ofensiva fue simultánea, de
manera que se sostuvieron guerras en contra del imperio otomano, se atacó a los
persas y se hizo propaganda entre georgianos, armenios y turcos para atraerlos hacia
la "protección" del imperio ruso. La ofensiva en contra de los otomanos dio a Catalina
primero la salida al Mar Negro (1774) y posteriormente el control del territorio que
39 Paul Dukes, A History of Russia. Medieval, Modern, Contemporary. 2a ed., [Hong Kong], MacMillan, 1990. 426 pp., mapas, p. 116 40 Sumner, op. cit., pp. 34,43; Braudel, op.cit., p.469; Hufton, op. cit., pp. 254, 256, 270-278; Gavin Hambly (comp.), Asia central. Trad. Maribel Carrillo. 2a ed. Madrid, Siglo XXI, edit., 1973. 350 pp., mapas (Historia Universal siglo veintiuno, 16), pp.186-189, Marc Raeff, Understanding Imperial Russia. State and Society in the Old Regime. Trad. Arthur Goldammer, Foreword John Keep. New York, Columbia University Press, 1984. 284 pp., p.130.
17
abarcaba el janato de Crimea (1783), posesión que fue reconocida por el sultán en
1792. Como una ganancia adicional, en 1783 Georgia quedó bajo la protección de
la zarina. Casi al mismo tiempo que los tártaros huían a Asia menor como
consecuencia de la política de confiscaciones -pues la mayoría de ellos eran
agricultores-, los colonos rusos se instalaban en el territorio. Por ello, en Crimea
sólo permaneció una pequeña porción de la población local. El estado deseaba
impulsar la producción en la región a la que llamó “Nueva Rusia”. Además de los
rusos, se aceptaron pobladores polacos, ucranianos y alemanes menonitas -estos
últimos contribuyeron decididamente a la prosperidad agrícola del lugar- y hasta
judíos con la intención de "destartarizar" el lugar. En la península se fundó una de
los puertos más importantes para el imperio: Odesa (1794)41. Como queda claro, en
el siglo XVIII no importaba la procedencia de los súbitos, el idioma que hablaran o
la religión, lo determinante para vivir en el imperio era la lealtad y el servicio al
autócrata, como era costumbre en lo imperios territoriales tradicionales cuya
existencia facilitó la globalización de la sociedad humana.
La conquista de Crimea, le había dado al imperio la salida al Mediterráneo a
través de los estrechos del Dardanelos desde 1772. En el siglo XIX, el gobierno ruso
se esforzó por apropiarse de la ruta hacia el Mediterráneo a costa del imperio
otomano. Las constantes escaramuzas, entre otros factores, condujeron a la Guerra
de Crimea (1854-1856) en la que los otomanos recibieron ayuda de los gobiernos
de Francia e Inglaterra. La derrota rusa cimbró a propios y extraños, el imperio
perdió el derecho a transitar por el Mar Negro. 42 No obstante, el gobierno ruso no
cejó en su lucha por recuperar la navegación por el Mar Negro hacia el Mediterráneo
oriental.
Los pueblos del norte del Cáucaso reanudaron su lucha en contra de la
dominación rusa cuando en 1817 se empezó a construir una serie de fortalezas para
apoyar el enfrentamiento en contra de los otomanos y desplazarse hacia el sur del
41 Hufton, op.cit., pp. 152, 254-255, 264, 270, 276; Dukes, op. cit., p. 117; Longworth, Philip, Russia. The Once and Future Empire from Pre-history to Putin. Nueva York, St. Martin’s Press, 2005. 398 pp. Ils. Y mapas., pp. 179-182. 42 Earl, op. cit., p. 84, Dukes, op. cit., p.143.
18
Cáucaso. Circasianos, daguestanos y chechenos quienes conocían las montañas y
el bosque guiados por sus líderes religiosos derrotaban una y otra vez al ejército
ruso. La solución fue desmontar el bosque y sólo así fueron sometidos alrededor de
1860. La paz se mantuvo en esta zona hasta que el imperio desapareció.43
Respecto al sur del Cáucaso, en 1801 Georgia oriental pasó de la sujeción
persa a la rusa y como el proceso ocurrió a petición de la propia nobleza georgiana,
ésta fue asimilada rápidamente. Entre 1825 y 1828 el imperio ruso se anexó, a costa
de Persia, Azerbaiyán -hasta Bakú- y una porción de Armenia. Al año siguiente
(1829) los rusos arrancaron la parte suroccidental del Cáucaso a los turcos-
otomanos. Los pueblos de la región no han sido fáciles de asimilar pues han opuesto
una resistencia enconada, sobre todo, los montañeses de Georgia. En el Cáucaso
también se asentaron colonos rusos. Por tanto, una vez más la convivencia entre
ellos ha enriquecido la cultura de todos los pueblos que habitan la región lo que no
ha solucionado los conflictos nacionales entre ellos. Asimismo las actividades se
han diversificado, por ejemplo en el caso de los turcos de Azerbaiyán la explotación
de petróleo en Bakú desde finales del siglo XIX ha transformado su organización
tradicional.44
En la región del Cáucaso la mayoría de los pueblos que lo habitaban han
mantenido su identidad pese a que los nobles se asimilaron con la nobleza rusa, en
especial los georgianos y los armenios. A partir de su fe, en el caso de los armenios
de un cristianismo con su iglesia propia y entre el resto de los pueblos del islam, en
el último tercio del siglo XIX empezaron a luchar por recobrar su autonomía e
independencia enarbolando un discurso nacionalista.45
43 Paul Bushkovitch, Historia de Rusia. Trad. Hermini Bevia y Antonio Resines. [Madrid], Akal, 2013. 510 pp., ils. y mapas (Historias), pp. 281-282 44 Hufton, op. cit., p. 256; Summer, op.cit., pp.41-43, 263-269; Hellmann, op. cit., pp. 180-182; Hambly,
op.cit., p.191-193; Franco Martinelli, Historia de Rusia. Desde sus legendarios inicios a los grandes zares. Barcelona, Edit. De Vecchi, 1973.760 pp., ils., pp.719-723; Gladys Scott Thompson, Catherine the Great and the Expansion of Russia. Nueva York, Collier Books, 1962, 224 pp. (Collier Books, Men and History), pp. 137-158. 45 Marc Ferro, La colonización. Una historia global. Trad. Eliane Cazenave-Tapie. [México]. Siglo veintiuno, [2000]. 504 pp., mapas, pp. 200-203
19
La entrada en Asia central
Durante el siglo XIX la expansión rusa continuó inexorable en dirección al
Asia Central. Esta conquista fue posible tanto por los avances rusos en Siberia como
por la conquista del Cáucaso.El imperio ruso se anexó la estepa kazaka y el
Turquestán. Aunque desde la época de Pedro el Grande hubo proyectos por
extenderse en Asia central -pues los pastores atacaban constantemente a las
caravanas comerciales del imperio y a los súbitos que habitaban las zonas
fronterizas- no fructificaron porque fue necesario dominar antes territorios menos
áridos y explorar el terreno por ocuparlo exitosamente. Más tarde, los habitantes de
la estepa kazaca, criadores de caballos, solicitaron el apoyo ruso en contra de otras
tribus nómadas que los hostigaban. Fue hasta la primera mitad del siglo XIX cuando
el imperio tuvo la posibilidad de establecer fortalezas en la región para "socorrerlos".
Así las tribus musulmanas kazacas paulatinamente quedaron bajo el dominio ruso.
La estepa empezó a poblarse con colonos ucranianos y rusos que se dedicaron al
cultivo de cereales y algodón. La agricultura redujo los pastizales que usaban los
kazacos y kirguices para el pastoreo. Por tanto, a medida que la estepa se pobló
con colonos agricultores, los pastores empobrecieron, por esa razón intentaron
detener la invasión.
Tan temprano como 1783 tuvo lugar la primera rebelión kazaca que pretendió
contener la llegada de los campesinos europeos. La zona quedó pacificada hasta
1868 en que se aplastó la última insurrección.46 Los kazacos y kirguices
sobrevivientes tuvieron que aceptar la ocupación de su territorio. Bajo la influencia
de la ideología nacionalista, los musulmanes de la estepa dieron pasos firmes hacia
la afirmación de su identidad musulmana. El gobierno imperial intentó, hacia 1870,
mediante un cambio de política también influida por el nacionalismo, asimilar a los
pueblos turcos pues hasta el momento había respetado sus costumbres y su cultura.
Para el efecto, se establecieron escuelas de educación rusa, con lo que se esperaba
“rusificar” a la población a fin de formar en el futuro una nacionalidad común para
46 Hambly, op. cit., pp. 195-198; Dukes, op. cit., p. 140
20
todos los habitantes del imperio47. Los esfuerzos resultaron inútiles pues la
inmigración creciente despojaba a los nómadas de su territorio. Debido a esta
constante agresión se resistieron a la definitiva y completa asimilación.48
Al noreste de Kazakztán (Kazajistán) se localiza la región de Altai a donde se
extendieron los colonos rusos casi de inmediato. El despojo sufrido provocó que los
tucos de Altai, también se rebelaran en contra de la política de colonización. Pero
las rebeliones fueron fácilmente derrotadas, no sólo por la superioridad de la armas
rusas sino porque los nativos habían perdido sus fuentes de subsistencia
habituales.49
La pacificación de la estepa kazaca también abrió las puertas para la
conquista del Turquestán. Desde 1847, siguiendo el curso del río Syr-Darya los
rusos construyeron fortalezas en las que cavaron pozos y concentraron una gran
cantidad de abastecimientos. Así preparados se lanzaron a someter a los janatos
de la región. Entre 1864 y1876 fueron cayendo las ciudades más importantes como
Tashkent y Samarcanda y las janes reconocieron el dominio ruso. El territorio fue
incorporado al imperio en calidad de colonia, salvo el janato de Bujara en el que se
estableció un protectorado. Este avance provocó el recelo inglés porque el control
del Turquestán podía servir de trampolín para la expansión rusa sobre el norte de
la India. El gobierno zarista justificó la conquista de ese territorio con el argumento
de detener el avance inglés hacia el norte, particularmente en Afganistán, así como
de consolidar su frontera en Siberia donde los colonos sufrían constantemente los
asaltos de los nómadas de Asia central. La colonización de estos territorios provocó
la hostilidad de los nativos -uzbecos, turcómanos y tártaros- porque el gobierno
imperial concedía las pocas tierras aptas para el cultivo a campesinos rusos y
ucranianos. Desde la década de 1880, la economía del Turquestán se transformó
pues la construcción de obras de regadío y la introducción de nuevas técnicas y
diferentes especies de algodón hicieron de su cultivo una actividad sumamente
lucrativa. Las insurrecciones no se hicieron esperar pero no amenazaron al imperio.
47Ferro, op. cit., p. 198 48 Fieldhouse, op. cit., pp. 188-196. 49 Forsyth, pp.185-189; Dukes, op. cit., p. 166
21
Éstas tuvieron un tinte musulmán y también estaban influidas por el panturquismo
que se reforzó con la influencia de la revolución de los Jóvenes Turcos (desde
1908).50
Así pues, tanto en las estepas kazacas como en Altai y el Turquestán
occidental51 los nativos fueron prácticamente desplazados de sus tierras para
adjudicárselas a una ingente cantidad de campesinos rusos y ucranianos. Asimismo
el gobierno imperial tuvo el interés de controlar las rutas comerciales que de mucho
tiempo atrás existían en la zona. La colonización adquirió tal magnitud que al iniciar
el siglo XX, la población de inmigrantes superó a la nativa. A pesar de que el estado,
acorde con los vientos de la época de formar una nación homogénea instauró
políticas de rusificación estableciendo escuelas de enseñanza del idioma y la cultura
rusa, no tuvo éxito porque en los centros urbanos, al lado de las viejas ciudades se
levantaron nuevas en las que sólo habitaban personas originarias de Europa. La
segregación, así como el desplazamiento, tan sólo consiguieron reafirmar la
identidad de tártaros y turcómanos de manera que lejos de desarrollarse un proceso
de mestizaje y transculturación se provocó un antagonismo entre los pueblos
asiáticos y los europeos. Dicho antagonismo se manifestó con toda claridad en el
marco de la revolución en la que los pueblos de la región dieron rienda suelta a sus
aspiraciones nacionalistas.52
Así, en el periodo previo a la revolución bolchevique, el imperio ruso
enfrentaba la efervescencia nacionalista de las múltiples naciones ubicadas en el
Cáucaso y Asia central que no fueron asimiladas por completo. Aunque en un
principio los bolcheviques intentaron responder a estas demandas nacionalistas la
consolidación del poder soviético requirió evitar la disgregación del otrora imperio
ruso. En cambio en Siberia no ocurrieron este tipo de disturbios. He aquí pues, una
50 Hambly, op.cit., p.200-203, 208; Fieldhouse, op. cit., p. 179; Bushkovitch, op. cit., pp283-287; Marx, Karl."La
expansión de Rusia en el Asia central" en Karl Marx y Friedrich Engels, Sobre el colonialismo. 3a ed. [México,
Siglo XXI, 1979]. (Cuadernos de pasado y presente, 37), p. 191-196, vid. Texto completo. 51 Actualmente en esta región se localizan las repúblicas de: Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán, Uzbekistán y una porción se integró a Kazakstán en http://www.es.m.wikipedia.org/wiki/Turquestán_Occidental consultado 23 de julio de 2015. 52J. Hambly, op. cit., pp. 205-224.
http://www.es.m.wikipedia.org/wiki/Turquestán_Occidental
22
muestra de los diferentes fenómenos que pueden resultar de la convivencia -
violenta o no- de un sin número de pueblos y culturas diferentes entre sí en el marco
de la formación de los imperios territoriales que fueron un paso previo al proceso de
globalización.
El imperio en Europa del este
Tal vez la historia más conocida en México sobre la expansión del imperio ruso fue
la que tuvo hacia el oeste a pesar de que fue la más reducida. Esto se debe a que
a partir del gobierno de Pedro I, el imperio tuvo una intervención creciente en los
asuntos de los estados europeos. Por otra parte, no se debe soslayar que los
eslavos de este, pueblo del que surgieron los rusos, de asentaron en Europa del
este en el siglo VI. La coronación de Iván III (1462-1505) como autócrata de Todas
las Rusias implicó que había sometido a todos los principados rusos pero su frontera
occidental estaba amenazada por la fuerza expansiva del ducado de Lituania.53 Tal
vez estos vecinos esparcieron en el resto de Europa la concepción de que los rusos
eran crueles, sucios y borrachos como si no fueran males comunes el en
“occidente”. La historiografía sobre Rusia ha repetido esta representación de lo ruso
una y otra vez añadiendo que, en consecuencia, son un pueblo atrasado con
respecto a las naciones europeas localizadas al oeste de la cuenca del río Elba.54
Iván IV (1533-1584) también dirigió sus afanes expansionistas hacia el oeste.
Su fracaso en el intento de derrotar y terminar definitivamente con la amenaza que
significaba el Ducado de Lituania -para entonces firmemente ligado a Polonia-
provocó una crisis que estuvo a punto de causar el colapso del naciente imperio
moscovita. El sueño del zar de alcanzar una salida al mar Báltico se desvaneció.55
Durante el periodo de Las Tribulaciones, los vecinos de Rusia -Polonia y
Suecia- intervinieron en la crisis política apoyando a diferentes contendientes con la
esperanza de obtener territorios a su costa. Los campesinos también se sublevaron.
53 Hellmann, op. cit., pp.70-75, 79-82. 54 Como ejemplo, entre muchos más, véase Alan Earl, Breve historia de Rusia. Trad. J. Ferrer Aleu. [Barcelona, Plaza y Janés, 1973]. 187 pp., mapas, (Colecc. Rotativa), pp.52-56 55 Hellmann, op. cit., pp.
23
En un momento dado el consejo de los boyardos reconoció a Ladislao, hijo del rey de
Polonia, como zar (1610). Pero como el zar era católico y no parecía dispuesto a
convertirse a la fe ortodoxa, parte de la nobleza rusa y la iglesia se opusieron a él. En
1613, los miembros de la oposición se organizaron en una "Asamblea del País o
Nacional o de la Tierra" (zemsky sobor) y eligieron como zar al único pariente vivo de
Iván IV: Miguel Romanov.
El nuevo zar se dio a la tarea de pacificar su imperio. Firmó la paz primero con
Suecia (1617), a cambio de cederle territorios en el Báltico, y después con Polonia
(1619) la cual no reconoció en ese momento a Miguel Romanov (1596-1645) como
zar. En 1634, por fin Ladislao renunció a sus derechos como zar de Rusia y la dinastía
Romanov quedó como gobernante legítima.56 Los Romanov continuaron la política de
expansión. Hacia el oeste se enfrentaron a Lituania y a Polonia y así ganaron la región
de Ucrania oriental, incluida Kiev, los cosacos, habitantes de dicha región, se pusieron
bajo la protección del zar y recuperaron la ciudad de Smolensko.
Se le atribuye a Pedro I la tarea de modernizar al imperio gracias al viaje que
emprendió al occidente de Europa. El futuro zar se percató del atraso de su estado
con respecto a algunos reinos europeos y por ello cuando se coronó zar lo reformó
y lo transformó en una potencia europea. Reconquistó la región de Kiev, en disputa
constante con Polonia. La Gran Guerra del Norte (1700-1721) enfrentó al imperio
ruso con el reino de Suecia que controlaba el comercio por el Báltico. El desenlace
de la guerra con Suecia le dio el acceso a la desembocadura del río Neva donde
construyó la nueva capital de San Petersburgo y el control de las rutas comerciales
del Báltico. Además anexó Estonia, Letonia y algunos territorios de Finlandia.57 De
esta manera Rusia, entró de golpe en la historia europea. La reorganización del estado
56 Geoffrey Parker, Europa en crisis 1598 -1648. Trad. Alberto Jiménez. 2a ed. en esp. [España], Siglo XXI, 1981. 466 p., cuads., mapa (Historia de Europa Siglo XXI), pp.123-278; Perry Anderson, El estado absolutista. Trad, Santos Juliá. 2ª ed. México, Siglo XXI, 1980. 594 p. (Historia), pp.337-341. 57 Earl, op. cit., pp. 65-67
24
y la sociedad rusos se diseñó en función de las necesidades que generó el proceso
expansivo, estructura que se extendió a los territorios que sucesivamente se
incorporaron al imperio. Por tanto, la implantación de la servidumbre estuvo asociada
a la colonización que le permitió al estado adquirir nuevos tributarios a la vez que
recompensaba a la nobleza que apoyaba la política estatal.58
Como resultado de la migración germana al este en la Edad Media, en los
territorios con costa al Báltico existía una nobleza alemana que mantenía en calidad de
siervos a los pueblos fineses. Su incorporación al imperio ruso no modificó la situación.
Para la autocracia ruso, los alemanes fueron personajes útiles en la administración del
imperio y en el desarrollo de las ciencias. Por tanto, los movimientos nacionalistas del
siglo XIX en Estonia, Letonia y Curlandia atacaban a los sectores alemanes privilegiados
y no consideraban a los rusos como los enemigos a vencer.59
La situación de Finlandia fue todavía mejor. La anexión de zonas como Carelia
fue consecuencia del enfrentamiento de Rusia con Suecia. A principio del siglo XIX, el
reino sueco había perdido su condición de potencia, los finlandeses consideraron que
tendían más ventajas unidos a Rusia que permaneciendo unidos a Suecia. En 1809, se
anexó al imperio y el zar Alejandro I (1777-1825) respetó su organización interna. Fue
hasta 1863 que el zar Alejandro II (1818-1881) reconoció los derechos de los
campesinos finlandeses y ordenó que los documentos oficiales pudieran redactarse
tanto en finlandés como en sueco. En el cambio de siglo, sin embargo, Nicolás II (1868-
1918) decidió que los funcionarios deberían hablar y escribir ruso. Esta medida
despertó una reacción nacionalista inusitada, sin embargo, mientras el imperio
subsistió, Finlandia conservo su autonomía.60
58 Hellmann, op.cit., pp.162-169, Hufton, op. cit., pp. 254, Anderson, op.cit., pp .347-350, Sumner, op. cit., p.97 59 Bushkovitch, op. cit., pp. 272-273. 60 Bushkovitch, op. cit., pp. 274-276-
25
Hacia el oeste, tras la disolución del reino de Polonia, el imperio negoció con
Prusia y Austria la repartición del que otrora fuera su territorio. En la primera
repartición de Polonia (1772) entre Prusia, Austria y Rusia, Pedro I, incorporó el
territorio más extenso. Pero los polacos no estaban conformes. En 1791,
proclamaron su constitución que llevó a un segundo reparto en 1793. En 1794 la
nobleza polaca se sublevó, las tres monarquías negociaron la tercera repartición
(1795), Catalina II obtuvo una porción territorial mayor para el imperio. Estas
negociaciones también produjeron que la presencia rusa se manifestara en la
desembocadura del Danubio61 y que se sumara una población judía que no había
en el imperio.62
Al iniciar la Revolución francesa (1789), Catalina II intentó mantener el
imperio al margen de la guerra europea con el objetivo de evitar que los aires
revolucionarios llegaran hasta él. Sin embargo, para impedir que los ejércitos
franceses llegaran a sus fronteras se unió a la primera coalición antifrancesa en
1795, aunque no envió tropas.63 Poco después de que Pablo I (1796-1801) subió al
trono se formó la segunda coalición en contra de Francia (1798). Primero los ejércitos
rusos lucharon en contra de los franceses en Italia, pero cuando Inglaterra ocupó la
isla de Malta, Pablo I retiro a sus ejércitos. Esto condujo a los rusos a atacar al
protectorado británico en la India. Como consecuencia de esta expedición sólo
consiguió incorporar al imperio ruso el reino de Georgia. En 1801, Pablo I fue asesinado
y ocupó el trono Alejandro I, comprometido de lleno en la política europea, en 1805
se unió a los aliados antifranceses, pero sus ejércitos no obtuvieron una campaña
exitosa. Por eso en julio de 1807 Alejandro I y Napoleón Bonaparte (1769-1821) se
encontraron en Tilsit donde firmaron un tratado de alianza antibritánica. La alianza con
Francia le dio al imperio ruso cinco años de paz.
61 Hellmann, op.cit., pp.180-181; Dukes, op. cit., p. 119; Hufton, op. cit., p. 256; George Rudé, La Europa revolucionaria 1783-1815. 8ª ed. Trad. Ramón García Cotarela, España, Siglo veintiuno editores, 1988 [1ª 1964]. 450 pp. (Historia de Europa), p. 74. 62 El tema d los judíos no será tratado aquí porque no intentaban formar un estado nacional en tierras del imperio ruso y no apoyaron las aspiraciones polacas. 63George Rudé, Revuelta popular y conciencia de clase. Trad. Jordi Beltrán. Barcelona, Edit. Crítica, 1981. 242 pp. (Estudios y ensayos, 78), pp. 8, 23, 25, 31-32.
26
Pese a la alianza, en 1812 el imperio ruso fue invadido por las tropas de
Napoleón Bonaparte en represalia por incumplir con el bloqueo continental en contra
de Gran Bretaña. El imperio contraatacó encabezando, junto con la Gran Bretaña,
la coalición en contra de Napoleón. Cuando el emperador francés fue derrotado, el
zarismo ruso se convirtió en el protector de los gobiernos conservadores de Europa.
Alejandro I pactó con Prusia y Austria la formación de la Liga de la Santa Alianza
que impuso en el Congreso de Viena (1815) el principio de la Restauración durante
las guerras napoleónicas, lo que favoreció que conservara los territorios europeos
que poseía antes de la guerra64.
En la frontera occidental del imperio los movimientos nacionalistas tuvieron
una fuerza mayor. Destacó el caso polaco. La región rusa, llamada Reino de
Polonia, abarcaba el 80% del antiguo territorio polaco. El reino tenía una
constitución propia de corte liberal, una administración gubernamental y económica
también propias, además contaba con su ejército. Los polacos gozaban el derecho
de ciudadanía, libertad de prensa y culto y una igualdad jurídica ante los rusos.
Asimismo se permitía que se desarrollase la cultura polaca.
En el campo se mantenía la servidumbre. En cambio, la industria empezó a
adquirir gran importancia. Se establecieron fábricas textiles y de industria pesada.
El estado promovió la apertura de marcados para los productos. La minería fue otra
actividad de importancia. La industria se vio favorecida por la emigración incluida la
alemana.65 Sin embargo, las sociedades secretas pugnaban por obtener la
independencia total. Éstas estaban integradas por aristócratas terratenientes o
militares e intelectuales incluidos los estudiantes. Hay que anotar que la nación
polaca era de tipo aristocrático. Por lo tanto estaban alejados del campesinado por
lo que el movimiento resultaba elitista aunque ni la élite estaba unificada. “Frente a
la juventud liberal, y hasta radical, de tendencias democráticas, se levantaba el
partido de la aristocracia y del alto clero, no menos sinceramente, patriota, pero
64 Anderson, op.cit., pp.353-355; Sumner, op.cit., pp.79, 98, 102; Rudé, La Europa…, op. cit., pp. 314-366. 65 Gieysztor, Kieniewicz, Rostworowski, et al., History of Poland, trad. Krystuna Cekadska, Ralf-Suez, Dodzinska, et al., PWN. Polish Scientific Publishers, 1968, 784 pp., mapas, fotografías, p. 438
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resignado a la soberanía rusa y lleno de desconfianza respecto de las ideas de
occidente”66
Además existía el conflicto ruso-polaco sobre los territorios de Lituania, Rusia
Blanca, Podolsk, Volynia y Kiev. Polonia alegaba que desde 1389 cuando se unió
al Ducado de Lituania estos territorios le pertenecían. Rusia negaba lo anterior y por
lo tanto sostenía que era legítimo que se los hubiese anexionado. En fin, los dos
reclamaban el derecho de someter a estas naciones. Igualmente luchaban por la
posesión de Ucrania occidental y solamente se unían cuando querían aplastar a los
nacionalistas ucranianos. Con los sucesivos repartos de lo que fuera el reino de
Polonia, las tierras habitadas por lituanos, bielorrusos y ucranianos occidentales
habían quedado integradas al imperio y no tenían ningún estatus especial.67
El 20 de noviembre de 1830 estalló la insurrección, Constantino (1779-1831)
el hermano de Nicolás I (1796-1855) que gobernaba el reino huyó. La revuelta
fracaso porque los nobles polacos no atendieron las demandas nacionalistas de los
pueblos eslavos no polacos asentados en su territorio, no accedieron a armarlos, al
mismo tiempo la aristocracia polaca tampoco estaba unida. El ala conservadora
negoció la capitulación con el gobierno imperial, Varsovia fue tomada por el ejército
ruso el 8 de septiembre. Los polacos perdieron los privilegios de que gozaban y se
impuso una política de rusificación.68
Los polacos no cedieron, insistían que su reclamo por reconstruir su estado
era legítimo. Entre 1863 y 1864 estalló otro levantamiento, pero los gobiernos de
Rusia y Prusia lograron sofocarlo, las fronteras no se movieron y la nobleza polaca
debió esperar casi 50 años más. La represión rusa se intensificó, la zona fue
nombrada como Provincias del Vístula para borrar hasta el nombre, sus habitantes
debían aprender ruso y ara debilitar a la nobleza se favoreció a los campesinos que,
debemos recordar, no eran polacos.69
66 Weill, op. cit., p.44 67 Bushkovitch, op. cit., p. 271 68 Gieysztor, op. cit., Pp. 450 ss. 69 Bushkovitch, op. cit., pp. 268, 272.
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A diferencia de los polacos, los eslavos del sur que habitaban en los Balcanes
veían en el imperio ruso una entidad que podría prohijar sus aspiraciones
nacionalistas.70 Ya que la religión y el idioma eran elementos determinantes en la
“comunidad imaginada” de las naciones europeas del siglo XIX, la mayoría de los
eslavos del sur eran cristianos ortodoxos igual que los rusos –cabe subrayar que
Rusia fue el único estado eslavo ortodoxo que no sucumbió ante los otomanos
musulmanes- y hablaban idiomas semejantes.71 Nicolás I en el Tratado de
Adrianápolis (1829) que puso fin a una de las tantas guerras en contra de los
otomanos, obtuvo la desembocadura del Danubio, lo que le permitió influir en los
pueblos balcánicos. Ese ascendiente en el Mar Negro y sobre los eslavos del sur
desencadenó la Guerra de Crimea, ya mencionada. El Tratado de París firmado en
1856 le costó la imperio perder la desembocadura del Danubio, retirarse de Mar
Negro y neutralizar su influencia en los ortodoxos que habitaban el imperio
otomano.72
Sin embargo, el paneslavismo cundió entre los eslavos del sur y el gobierno
ruso no desaprovechó la oportunidad de azuzarlos en contra de los otomanos. Poco
a poco, la flota rusa regresó al Mar Negro. Cuando en el último tercio del siglo XIX
iniciaron las guerras en los Balcanes, el imperio apoyó a quienes buscaban su
autonomía o más aún, su independencia.73 Ello no significaba que alentara los
movimientos nacionalistas al interior de sus fronteras, antes bien, intensificó su
política de rusificación con la ilusión de mantenerse íntegro mediante la
homogenización de sus súbditos. Ilusión que en lugar de cumplirse intensificó los
movimientos nacionalistas.
Por último, es necesario señalar en nacimiento de las aspiraciones
nacionalistas ucranianas. El territorio que empezó a denominase como Ucrania tuvo
70 Para un panorama sobre la historia de los eslavos de sur véase Martha Ortega, “Violencia intrínseca: la historia de los eslavos del sur” en Martha Ortega Soto, José Carlos Castañeda Reyes y Federico Lazarín Miranda (comps.), Violencia: estado y sociedad, una perspectiva histórica. México, UAM-I, Cámara de Diputados LIX Legislatura, Miguel Ángel Porrúa, 2004, pp.151-199 71Jacques Droz, Europa: restauración y revolución 1815-1848. Trad. Ignacio Romero de Solís. 10ª ed. En español. [Madrid], Siglo veintiuno editores, 1988. 318 pp., p. 197 72 Dukes, op. cit., pp. 142-143. 73 Dukes, op. cit., pp. 167-168; Bushkovitch, op. cit., pp. 268-269
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su momento de esplendor en la Edad Media cuando existió la Rus de Kiev. La
decadencia del reino motivó que los eslavos que vivían al norte del Mar Negro se
transformaran en los cosacos organizadas en tres jefaturas. Los cosacos hablaban
un idioma semejante al ruso y era ortodoxos. Los cosacos del Dniéper fueron
incorporados al reino de Lituania-Polonia y modificaron su iglesia. Los de oriente
juraron su lealtad al zar desde el siglo XV. Los cosacos sirvieron como tropas a
polacos y rusos en sus diversos enfrentamientos.74 Ucrania fue incorporada al
imperio ruso desde el siglo XVIII. El nacionalismo influyó en estos eslavos y poco a
poco se forjó el nacionalismo ucraniano. A finales de siglo XIX aparecieron los
primeros escritos en ucraniano. Fue en el siglo XX cuando el nacionalismo
ucraniano al fin floreció.75
Conclusiones
Desde un principio la formación del estado tuvo características de estado
multinacional, pero en el siglo XIX, la dinastía Romanov mostró poca compresión
ante el fenómeno nacionalista que empezó a sustituir los vínculos tradicionales. Más
aún, cuando se reafirmó el nacionalismo ruso propiamente dicho ligado a esta
historia imperial, se delineó una clara política de rusificación. Por tanto, se empezó
a exigir "...no tan sólo que los súbditos obedecieran al zar, sino que también fueran
y se sintieran como rusos. Se iba ampliando la base de la legitimidad del gobierno,
pues a continuación del Dios y el zar, se añadió la nación rusa".76 De manera que
en la segunda mitad del siglo XIX la rusificación se convirtió en una política oficial
que no logró imponerse sistemáticamente porque el imperio no contaba con los
recursos para hacerlo. No obstante, algunos pueblos construyeron su propia
identidad nacional no solo frente a los rusos sino también frente a otras naciones
con las que convivían en el imperio. Así, al mismo tiempo que se consolidaba el
nacionalismo ruso, florecían los nacionalismos de otros pueblos tanto eslavos, como
74 Véase Martha Ortega Soto, Origen de un imperio: cómo el estado ruso llegó a la Cuenca del Pacífico. Tesis de Doctorado. México, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, Posgrado en Humanidades, Línea de Historia, 2014. 344 pp., mapas y anexos. 75 Bushkovitch, op. cit., pp.279-280 76 Brigss, op.cit., p.392
30
el caso de Ucrania, como musulmanes, como se pudo observar a principios del siglo
XX en Asia Central. En consecuencia, en el periodo previo a la revolución que causó
la caída del imperio, éste enfrentaba la efervescencia nacionalista que en la mayoría
de los casos no buscaba la separación sino la autonomía. Eta situación nos habla
de la contribución del imperio ruso al proceso de globalización.
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