Nivel Familiar

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Arqueologia

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  • PRIMERA PARTE

    E L G R U P O D E N I V E L F A M I L I A R

  • CAPTULO 2

    E L N I V E L F A M I L I A R

    La organizacin de nivel familiar es u n a forma elemental de la so-ciedad h u m a n a . Un grupo tpico t iene alrededor de veinticinco miembros que residen jun tos en un c a m p a m e n t o o aldea de quiz cinco familias nu-cleares o extendidas mn imamen te . Las relaciones clave son biocultura-les: padres-hijos, marido-mujer y he rmanos . Un campamen to de recolec-tores es como u n a familia ampl iada, que incluye los he rmanos mayores , sus esposas y sus hijos. Los individuos pueden moverse entre los campa-mentos , incorporndose a los grupos pequeos en los que t ienen parien-tes cercanos.

    La familia biolgica de padres e hijos organiza muchas actividades bsicas complementar ias : comen juntos , cooperan y comparten. Los hom-bres suelen ayudarse m u t u a m e n t e y les gusta sentarse apar te y dedicarse a actividades mascul inas. Las mujeres se jun tan pa ra ayudarse entre ellas y hacerse compaa . Los nios juegan y trabajan como amigos y compe-tidores. Las relaciones son personales e nt imas. Cada familia mant iene una amplia red de relaciones que vinculan de mane ra sutil los pequeos campamentos o aldeas de una regin, permit iendo un movimiento fcil y una asociacin flexible dentro de y entre los asentamientos .

    Los antroplogos tardaron en reconocer el nivel familiar como un tipo distinto de sociedad humana . Damos por supuesto que las familias, los ho-gares y los grupos emparentados son unidades econmicas fundamenta-les. Aun as es tudiamos las familias, incluso en sociedades no estratifica-das, como subord inadas a inst i tuciones sociales mayores . En el pasado, los re t ra tos antropolgicos de los primitivos tendieron a centrarse en sociedades con estructuras sociales ms desarrolladas, tales como grupos familiares corporativos, sistemas polticos de rango, y asociaciones cere-moniales. Esta idea ha provocado demasiado a menudo que describamos a las sociedades de nivel familiar en trminos de lo que les falta, como si mos t ra ran una imposibil idad deplorable para alcanzar un t amao res-petable y una sofisticacin institucional (p. ej., Evans-Pritchard, 1940: 262; Holmberg, 1969: 124-60). Incluso Steward (1955: 120), cuyo relato de los shoshn (caso 1) contribuy en gran medida a clarificar el concepto de so-ciedad de nivel familiar, los consideraba tipolgicamente nicos y neg su significacin terica en la prehistoria. Service (1962: 64-66) neg total-

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    mente la existencia del nivel familiar, excepto en instancias aisladas de con-tacto moderno y rup tura social.

    Sin embargo, el anlisis de Steward del nivel familiar de los shoshn es vlido para muchas sociedades cazadoras-recolectoras algunas con domesticacin existentes hoy en da y para muchas otras conocidas slo a travs del registro prehistrico. Steward acert al identificar un modelo de poblaciones dispersas que buscan distintos recursos a nivel local: ali-mentos vegetales silvestres y unos pocos animales. Y estaba en lo cierto al pensar que en estas si tuaciones u n a familia, que pa ra l significaba una familia nuclear ampliada con unos pocos parientes cercanos, poda ser en gran m a n e r a autosuficiente y no estar pe rmanen temen te subord inada a un grupo plurifamiliar estable (Steward, 1 9 5 5 : 1 0 2 ) .

    La caracterst ica notable de las sociedades de nivel familiar es su li-ber tad respecto a las insti tuciones formales por encima de la familia. Ms que cons iderar las u n a deficiencia, debe r amos m i r a r las n o r m a s f l ex i -bles del nivel familiar como u n a consecuencia adaptat iva na tura l de las d inmicas especficas de los cazadores-recolectores de baja densidad. Las economas de nivel familiar dependen de ser capaces de conseguir y uti-l izar recursos de m a n e r a opor tunis ta . El acceso a la prodigal idad de la t ierra debe ser poco restr ingido, y el trabajo y la tecnologa pa ra conse-guir la recompensa debe estar disponible para todas las familias. En tr-minos econmicos, los factores pr imar ios de produccin tierra, trabajo y capital deben ser retenidos po r la familia. Como veremos en captu-los posteriores, slo con la erosin del acceso independiente de la fami-lia a los medios de produccin surge la formacin de inst i tuciones a una escala m s amplia.

    No obstante , es preciso no exagerar el carcter no es t ruc turado del nivel familiar. Tan p lenamente cul turales como cualquier comunidad hu-m a n a , las sociedades de nivel familiar a b u n d a n en es t ruc tu ras que re-gulan el acceso a los recursos , modelos de produccin, d is t r ibucin del a l imento y relaciones econmicas ms all de la familia. Son caracters-ticas las n o r m a s que gobiernan la divisin sexual del t rabajo y las formas de compar t i r de m a n e r a in terpersonal . No se t r a ta t an t o de pr incipios formales como de sobreentendidos comunes relativos a las esferas pro-pias de la actividad de mujeres y hombres , y al apoyo hac ia los familia-res y amigos de u n o mismo . Una violacin no es un cr imen, sino u n a ver-genza: el violador tiene menos posibilidades de ser castigado fsicamente que de ser escarnecido y r idicul izado. La base es t ruc tura l de estas nor-m a s es t a n p ro funda y p e r d u r a b l e que h o m b r e s y mujeres casi n u n c a real izan la m i sma tarea: incluso en un afn c o m n como la obtencin de a l imentos , las tareas t ienden a dividirse entre act ividades mascul inas y femeninas, en lugar de desdibujar la dist incin de gnero. Y cuando se m a t a un an imal se espera seguir u n a pau t a establecida de dis t r ibucin de la ca rne . La organizacin social de la economa , flexible e individua-lista como es, marca el compor tamiento de manera poderosa y penetrante a travs de sobreentendidos cul turales de lo que es respetable , adecuado y valiente.

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    Siguiendo la lista de descripcin del ncleo cultural de las ocho va-riables (vase captulo 1), resumimos las principales caractersticas de las sociedades de nivel familiar:

    1. El medio, para los casos modernos , es marginal en las estrategias de subsis tencia intensivas. Los recursos se hal lan genera lmente disper-sos, son improduct ivos y a l tamente variables. En la prehistoria, y en al-gunas si tuaciones del presente etnogrfico, los cazadores-recolectores se desenvolvieron en medios mucho ms ricos. Mientras las densidades de poblacin h u m a n a fueron relativamente bajas y la economa se centraba en las plantas , pudo cont inuar u n a sociedad de nivel familiar; a medida que las densidades de poblacin aumenta ron se hicieron necesarias insti-tuciones m s complejas.

    2. La densidad de poblacin es baja, n o r m a l m e n t e muy por debajo de una persona por cada dos kilmetros cuadrados. Las causas de una den-sidad de poblacin baja pueden incluir un asentamiento reciente, una fer-ti l idad baja resul tante de las actividades de subsis tencia o menos co-m n m e n t e u n a alta mortal idad resultado de la enfermedad.

    3. La tecnologa consiste en her ramientas personales, tales como el ubicuo palo para cavar o el arco y la flecha, que se usan de manera indi-vidual pa ra p rocura r se y p rocesar los a l imentos y las mate r ias p r imas . Por lo genera l , la tecnologa p a r a reco lec ta r y p a r a cul t ivar es m e n o s complicada que la de cazar y por eso ms fcilmente conseguida y utili-zada dentro del contexto familiar (Oswalt, 1976).

    4. La organizacin social de produccin es familiar e informal. El pa-rentesco, flexible y bilateral, permite a los grupos pequeos formarse y dis-persarse. La divisin sexual del trabajo organiza la produccin en las fa-milias, y la reciprocidad entre las familias ayuda a resolver los impredecibles problemas cotidianos, especialmente en la caza. Las familias individuales pueden ser m s autosuficientes cuando p redominan los al imentos vegeta-les. Dentro de los campamentos y las aldeas se t raban amistades entre in-dividuos del mismo sexo y edad similar, que se jun tan para cooperar y ha-cerse compaa .

    5. La guerra y la territorialidad son v i r t ua lmen te inexis tentes . El m e c a n i s m o p r i m a r i o pa ra la exclusin es social: pa ra usa r un recurso , u n a persona se debe conec ta r a travs de lazos de paren tesco o de o t ro t ipo a los m i e m b r o s del c a m p a m e n t o local. La escasez y lo impredeci -ble de los r ecursos favorece un acceso rec proco abier to , de m o d o que las familias se pueden mover hacia zonas m s p rome tedo ra s c u a n d o lo neces i tan . Las hos t i l idades persona les , e spec ia lmen te en t re h o m b r e s , pueden acaba r en homic id ios compuls ivos c u a n d o las agres iones esta-llan por las mujeres u otros p rob lemas , a u n q u e se desal ienta la agres in a fin de m a n t e n e r u n a red extensiva de re laciones . Pues to que las bases terr i tor iales son ampl ias en relacin al n m e r o de pobladores , las con-f ron tac iones in t e rg rupa les sobre e l acceso exclusivo son poco comu-nes . La defensa del t e r r i to r io es difcil, c u a n d o no s imp lemen te poco prct ica .

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    6. La integracin poltica es mn ima y no inst i tucionalizada. Como mximo existe cierta identidad cultural de grupo, aunque la flexibilidad de asociacin reuniones y separaciones opor tunis tas impregnan las re-laciones entre familias.

    7. La estratificacin prct icamente brilla por su ausencia. Poseer ms r iqueza o recursos equivale a ser requerido pa ra compar t i r ms con los o t ros . El l iderazgo aparece en los m o m e n t o s en que es necesar io p a r a proporc ionar direccin, luego se evapora, como con los jefes de las lie-bres de los shoshn. Las diferencias en habilidades, aunque ampl iamente conocidas y reconocidas, no confieren poder alguno sobre los otros, a pe-sar de que pueden conllevar algunas ventajas a la hora de procurarse co-mida o parejas.

    8. La santidad se ve reducida en gran parte a prcticas chamnicas dest inadas a la salud y el bienestar de la familia: rituales curativos, caza mgica y otras por el estilo. Los chamanes pueden adquir ir algn aura lo-cal de poder, en la que los dems observan una ambivalencia entre lo be-neficiosa y lo amenazante , aunque la reputacin de los chamanes flucta a lo largo del t iempo. Los chamanes no suelen presidir los elaborados ri-tuales comunales . Las ceremonias ocasionales ad hoc que acompaan a ganancias inesperadas de recursos no son acontecimientos caracterstica-mente rituales o sagrados.

    En la sociedad de nivel familiar, las cons iderac iones p r agm t i ca s son de la mayor importancia. Las personas se procuran alimento, se mue-ven, forman grupos y realizan ceremonias segn los beneficios percibidos y sus necesidades. Es pa r t i cu la rmente l lamativo, como mues t r an nues-tros casos, cmo las familias dividen pragmt icamente el m u n d o del tra-bajo en una esfera mascul ina y otra femenina. Casi s iempre los hombres cazan, construyen y real izan los t ranspor tes pesados. Las mujeres reco-lectan los al imentos vegetales silvestres, los procesan para comerlos y al-macenarlos, confeccionan la ropa y cran a los nios. Esta divisin de ta-reas conduce a una fuerte interdependencia entre maridos y mujeres: cada uno es incompleto por s solo y la necesidad del otro es t an fuerte e in-mediata que las relaciones de gnero t ienden a ser igualitarias, fundadas en el respeto por aquello que cada cual aporta a la vida en comn.

    En el nivel familiar, la pr imera y principal consideracin es la nece-sidad de reducir los riesgos, lo cual se resuelve en una dieta eclctica, u n a red extensiva de parientes y lazos de amistad y la agregacin y dispersin oportunis ta de campamentos y aldeas. Esta descripcin constituye el mo-delo bsico de la economa y la organizacin social de la mayor par te de los cazadores-recolectores de baja densidad, que confan en la recolec-cin y a m e n u d o en la caza. Y el mode lo puede con t inua r pa ra grupos que utilizan plantas cultivadas y animales domesticados. La incorporacin de especies domest icadas no produce por s mi sma el asentamiento y la construccin de un hogar por par te de los humanos : los agricultores pue-den vivir independientemente en grupos familiares pequeos; en cambio, cuidar rebaos de animales requiere tal movilidad oportunista que, incluso

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    en las sociedades ms complejas que vamos a examinar ms tarde en el presente libro, los pastores se resisten al control y vuelven a los grupos fa-miliares pequeos cuando les es posible.

    En bsqueda de los humanos no domest i cados

    La bsqueda de los primitivos ha consti tuido u n a permanente preo-cupacin de los antroplogos. Buscamos conocer la profundidad de nues-tra historia y documentar nuestros extraordinarios logros a travs del tiempo y del espacio. La revolucin cultural fue el p r imer cambio profundo en la historia h u m a n a y se produjo hace ms de cuaren ta mil aos, como re-sultado de la seleccin natural : creando tecnologas, lenguajes, inteligen-cias y relaciones interpersonales ordenadas . Aunque muchos animales tie-nen la habil idad para fabricar herramientas (desde las telaraas, pasando por los n idos de los pjaros hasta el palo pa ra las termitas de los chim-pancs), la flexibilidad en la capacidad h u m a n a para forjar nuevas tecno-logas es extraordinar ia , y al mi smo t iempo cabe decir de su capacidad para la percepcin, la toma de decisiones y la sociabilidad.

    Sin embargo, tenemos pocas pruebas directas de tipo arqueolgico de la emergencia de estas pr imeras sociedades h u m a n a s y tampoco se han hal lado en las sociedades que los etngrafos es tudian hoy en da. Estas sociedades vivientes existen en el m u n d o moderno y cada u n a tiene una historia cultural tan profunda como la nuestra . Sin embargo, a pesar de que no se pueden descubrir sociedades primit ivas de nues t ro pasado vi-viendo aisladas en algn bosque oscuro, en u n a isla remota o en un de-sierto rido, podemos aceptar una hiptesis universal sobre los h u m a n o s que nos permita entender el pasado en conjuncin con las evidencias ar-queolgicas disponibles , a saber, que los procesos que operan en el pre-sente se aplican tambin al pasado siempre que las condiciones fuesen las mismas entonces que ahora.

    Por ejemplo, los gelogos saben que el p le is toceno es un per odo prehistrico, aunque condiciones similares de formacin y movimiento de hielos que existen hoy en da pueden usarse pa ra modelar caractersticas de la edad del hielo. Muchos aspectos del m u n d o moderno, como la tec-nologa industrial y el comercio internacional, son sin duda nuevos, pero, all donde estos rasgos tienen una presencia limitada y las condiciones me-dioambientales, la tecnologa y la economa son similares a aquellas que existieron en el pasado, podemos esperar observar cambios y soluciones similares.

    Hace al menos unos cien mil aos la fisiologa h u m a n a moderna ha-ba evolucionado a par t i r de anteriores formas de homnidos , y es razo-nable suponer que las caractersticas de compor tamiento h u m a n o estaban asentadas desde haca largo t iempo. Ciertamente, los datos arqueolgicos sugieren que hace unos cuaren ta mil aos los h u m a n o s e ran modernos en todos los sentidos fisiolgicos. Las habilidades cognitivas humanas para el lenguaje, el s imbolismo y el pensamiento abstracto son compart idas por

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    todas las poblaciones humanas , algunas aisladas de las otras durante de-cenas de miles de aos. Estas capacidades, ellas mismas producto de lar-gas historias evolutivas, constituyen una naturaleza h u m a n a compart ida por las personas tanto modernas como antiguas. La gente puede tener cul-turas muy distintas, pero las bases de sus pensamientos y emociones son equivalentes. La bsqueda de lo primitivo es un viaje hacia nosotros mis-mos: una bsqueda de la naturaleza humana .

    Para entender las obras de los humanos hay que mira r los contextos en los cuales evolucionamos: los aproximadamente cien mil aos que los h u m a n o s vivieron como cazadores-recolectores antes del cultivo de plan-tas y de la domesticacin de animales y de nosotros mismos. Los cazado-res-recolectores t ienen un conocimiento complejo y efectivo de su m u n d o y a menudo tecnologas bastante complicadas. En un reciente examen de la etnografa de las sociedades cazadoras-recolectoras, Kelly (1995) des-tac su variabilidad. No existe un nico modo de produccin cazador-re-colector, ni formas de organizacin cazadoras-recolectoras, ni una tecno-loga cazadora-recolectora. Sin embargo, la variacin es todo menos aleatorio o inf ini tamente variable. Siendo pragmt icos , los h u m a n o s compar t en cierta racionalidad que les permite sobrevivir y prosperar en situaciones extraordinar iamente distintas. Fue este pragmat ismo, conciencia y creati-vidad lo que permit i a los humanos reconocer las opor tunidades en me-dios vastamente diferentes, y desarrollar formas culturales para vivir en ellos y para colonizar el mundo .

    Los h u m a n o s domesticados que vamos a analizar ms tarde ata-dos a regiones concretas, rodeados por restricciones en el acceso a com-paeros y recursos, sujetos a la dominacin respaldada por la fuerza con-t ras tan con los cazadores-recolectores de nivel familiar, organizados de m a n e r a e lementa l . stos son d is t in tos , no po r u n a falta de capac idad para desarrollarse, sino por una preferencia para vivir sin la carga de una elaboracin institucional: sin grandes poblados, sin je rarquas de poder. stas fueron las condiciones humanas durante gran par te de la prehisto-ria y es en estas circunstancias en las que se fundamenta todo lo que vino despus: las posibilidades, las promesas y los problemas de la civilizacin humana . Buscamos los primitivos, o quiz mejor, los h u m a n o s de verdad, en el nivel familiar, y vemos que la dinmica de aquel mundo , perdido hace mucho t iempo, subyace en todos los logros h u m a n o s posteriores.

    Teorizacin de la soc iedad de nivel familiar

    Nuestro impulso biolgico para sobrevivir y reproducirnos sita fir-memente a la humanidad en el reino animal. La sociedad a nivel familiar nos fuerza a reconocer este parentesco, especialmente con los grandes pri-ma tes . Quiz sea sta u n a r azn por la que a lgunos an t rop logos h a n descuidado la importancia terica de este nivel de integracin sociocultu-ral. Sin embargo, desde la pr imera Edad de Piedra los h u m a n o s crearon tiles de mane ra formalizada y repetitiva, lo cual documenta una capaci-

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    dad primigenia pa ra la cultura, una capacidad estratgica para crear un m u n d o parcia lmente manufac turado . En alguna par te ello aumen t con una capacidad para la autorreflexin y la creatividad, que debe remontarse al menos a decenas de miles de aos. Como insisti Boas, todos los hu-manos son iguales en su capacidad pa ra la cultura, al menos en el sentido de que la inteligencia y la creatividad se distribuyen por cualquier comu-nidad h u m a n a en proporciones similares. Es casi seguro que, en alguna parte y en un momen to t emprano de la evolucin de la cultura, un com-plejo de prcticas culturales inmensamente poderosas y generativas emer-gi de las capacidades evolutivas pa ra confiar, compar t i r y pa ra la reci-procidad, que forman la base de las relaciones sociales de nivel familiar.

    RECIPROCIDAD

    Incluso a nivel familiar, la capac idad h u m a n a pa ra cons t ru i r rela-ciones sociales a travs del in tercambio es notable y nica comparada con la de los grandes pr imates y otros animales . La mi sma familia nuclear de-pende de la voluntad sin pa rangn del padre h u m a n o pa ra compar t i r la comida con su pareja y sus vstagos, y ello a su vez se hace posible por la aceptacin, por par te de la madre , de las n o r m a s culturales que le exi-gen ser s exua lmen te fiel a su m a r i d o . Es ta r ec ip roc idad , s imple pe ro profunda, que permite el abastecimiento de comida pa ra m a d r e e hijos a cambio de los derechos de reproducc in (ms o menos) exclusivos po r par te del padre sobre su compaera , es u n a constante h u m a n a con raras excepciones.

    La voluntad que le es costosa de un hombre de aprovisionar a su mujer y a sus vstagos depende de su confianza en que l es el padre de sus hijos. Aunque elemental , esta confianza se sita evidentemente ms all de la capacidad de nues t ros par ien tes p r ima tes m s cercanos; y de hecho no es un logro del todo fcil pa ra los humanos . De esta manera , la vida social humana , incluso en el nivel familiar, se basa en relaciones de confianza que se extienden mucho m s all de la familia nuclear, al usar el poder combinado del intercambio y los refuerzos simblicos para cons-truir lazos duraderos de ayuda mu tua entre un nmero comparat ivamente grande de individuos.

    En The Gift, Mauss (1967 [1925]) seal cmo los humanos usan un conjunto de entendimientos al tamente estructurados sobre la reciprocidad para construir la confianza que apunta la relaciones fiables de don y con-tradn entre parientes y amigos. A pesar de que Mauss pensaba que su an-lisis se aplicaba en pr imer lugar a los dones entre grupos sociales, de he-cho describi de mane ra precisa cmo los individuos en las sociedades de nivel familiar tambin construyen lazos perdurables a travs de prestacio-nes: regalos que, aunque pueden presentarse como si no tuvieran atadu-ras, de hecho conllevan obligaciones implcitas.

    Las tres obligaciones principales asociadas con prestaciones son las de devolver, recibir y dar. Las pr imera de ellas es la ms obvia y familiar:

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    un regalo crea la obligacin de devolverlo. Un gracias verbal es un esfuerzo pequeo para devolver un regalo, pero la n o r m a ms comn es que al f i -nal se va a da r algo de valor equivalente pa ra hacer recproco el regalo. Cuando se rompe esta n o r m a la probabil idad de resent imiento crece (ex-cepto si la relacin es inherentemente nutriz, como la de padre e hijo) y un fallo a la hora de ser recprocos es un golpe a la relacin. A pesar de que las relaciones ms profundas no se basan necesar iamente en un re-conocimiento explcito del intercambio justo, cualquiera que valore una relacin debe ser cuidadoso en ser recproco con los regalos a lo largo del t iempo, si no quiere poner en riesgo la relacin (Homans, 1958).

    La cont r ibucin m s profunda de Mauss fue mos t r a rnos cmo las obligaciones de un regalo van ms all de la simple devolucin. La segunda obligacin en una relacin de confianza es la de aceptar un regalo cuando ste es ofrecido, ya que recibir un regalo es aceptar la obligacin de de-volverlo: al recibir un regalo estamos de hecho aceptando u n a relacin con el donante . Podemos devolver inmedia tamente el regalo y de esta manera intentar cortar la relacin de raz, pero si valoramos la relacin pr imero aceptaremos el regalo que se nos ofrece y nos p reocuparemos de devol-verlo en el momento apropiado. Negarnos a aceptar un regalo, o devolverlo inmediatamente , es un insulto pa ra el donante, un rechazo al gesto de con-fianza que el regalo encierra en s mismo.

    Finalmente, en un relacin de reciprocidad hay una obligacin de dar. Esto puede ser t an simple como u n a obligacin de ser generoso cuando u n o tiene recursos: sta es la razn por la que aparecen tantos amigos y parientes cuando conocen la buena suerte de un cazador. O puede ser al-tamente es t ructurado cul turalmente, como con las obligaciones de orga-nizar un festn o t raer regalos rituales. Al igual que en el caso de las obli-gaciones de devolver y recibir, no dar cuando es apropiado es un rechazo y un golpe a la relacin. Las relaciones fuertes, fundamentadas en muchos regalos dados, recibidos y devueltos, pueden sobrevivir a unos pocos de es-tos golpes. Cada rechazo lanza ondas de descontento y las personas en general son cuidadosas a fin de reparar el dao, a no ser que hayan deci-dido que la relacin en cuest in ya no merece el esfuerzo.

    La reciprocidad en s mi sma puede estructurarse de manera diferente segn los distintos niveles de complejidad social. En su construccin de la economa sustantivista, Polanyi (1957) describi la reciprocidad como la forma de relacin econmica par t icularmente caracterstica de las socie-dades igualitarias. Siendo iguales, la gente intercambia bienes y servicios con amigos y conocidos de confianza, a la mane ra en que Mauss lo des-cribi. Aunque estos in tercambios pueden tener un contenido y funciones econmicos, siguen siendo sociales, ya que en estas sociedades sin mer-cado la economa es fundamentalmente social. Los individuos nacen en fa-milias y redes preexistentes de relaciones, pero al m a d u r a r empiezan a crear y a mantener sus propios mundos sociales mediante la reciprocidad; escogen en quienes confan al elegirlos con sus regalos. Como se ha sea-lado en el captulo 1, Polanyi vio la naturaleza del in tercambio determi-nada por la organizacin social de la economa. Encont ra remos los mo-

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    delos de in tercambio que l l lam redistr ibucin e intercambio en prxi-mos captulos que t ra tan de rdenes sociales ms complejos.

    Siguiendo a Polanyi, Sahlins (1972) analiz la reciprocidad como un comportamiento complejo por s mismo, estructurado de manera diferente segn la distancia social de los individuos involucrados (fig. 4). La reci-procidad generalizada t iende a caracterizar las relaciones nt imas de la fa-milia cercana, reminiscencia de la tica marxista de cada cual segn su capacidad, y a cada cual segn su necesidad. Aqu no existen unas cuen-tas estrictas de pago y devolucin. Las personas compar ten unas con otras pa ra enfatizar su sociabilidad, ayudarse en caso de necesidad y cubrirse contra el riesgo y la incer t idumbre. En cambio, a mayor distancia social, las relaciones t ienden a estar estructuradas po r la reciprocidad equilibrada, requir iendo un mayor sentido de in tercambio justo. Aquellos comprome-tidos en la reciprocidad equilibrada pres tan atencin al valor de los inter-cambios que vienen y van, y se van a quejar de la injusticia si creen que los in te rcambios se es tn convir t iendo en demas i ado unidi reccionales . Ent re la gente sin lazos sociales, el objetivo es probablemente el de la re-ciprocidad negativa, un esfuerzo ab ie r tamente explotador por conseguir tanto como sea posible dando lo mn imo a cambio, llegando incluso a los extremos del robo y la extorsin. Mientras que la reciprocidad generali-zada y equil ibrada se usa pa ra crear lazos familiares y amistosos clidos, la reciprocidad negativa caracteriza las relaciones sociales entre extraos y enemigos.

    FIG. 4. Reciprocidad y distancia social (fuente: Sahlins, 1972).

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    Mauss, Polanyi y Sahlins centraron sus argumentos sobre la recipro-cidad en insti tuciones sociales ms complejas que aquellas que se hallan en el nivel familiar, especialmente en los grupos familiares corporativos del nivel de grupo local. Como los sustantivistas, tendieron a derivar pa-t rones de rec iproc idad de u n a e s t ruc tu ra social preexis tente , m ien t r a s que en el nivel familiar tiene ms sentido darle la vuelta a este argumento: la reciprocidad no deriva de una estructura social existente; al contrario, es la sociedad la que se crea y renueva mediante la reciprocidad en el es-fuerzo por construir las redes al tamente flexibles, centradas en el indivi-duo, que conectan los individuos a las familias, a los campamentos y a las poblaciones regionales.

    La familia misma, basada en u n a divisin del trabajo por edad y sexo, se organiza siguiendo los principios de la reciprocidad generalizada. La di-visin formal de deberes es un modo de material izar este apoyo mu tuo de mane ra cont inuada. Dentro del campamen to o la aldea, los aspectos de la economa requieren cooperacin, bien a causa del riesgo, como en la ca-cera diaria de los !kung (caso 2), o bien a causa de las demandas de tra-bajo, como en la bat ida de conejos de los shoshn (caso 1) y el envenena-miento de los peces de los machiguenga (caso 3). Compartir crea un sentido de objetivo comn, es una mezcla de reciprocidad generalizada y equili-brada, que efectivamente crea y mant iene el grupo del campamento o la aldea. Fuera del campamento o de la aldea, cada individuo establece u n a red personal amplia de vnculos regionales ( intercambios recprocos equi-librados), tales como los intercambios hxaro de los !kung, que permi ten a las familias moverse a travs del terreno, encontrar parejas, comerciar con mater ias valoradas localmente y s implemente pasarlo bien en reuniones sociales ms amplias.

    MODOS COMPETITIVOS Y COOPERATIVOS

    Si la reciprocidad nos permite entender cmo se construye la socie-dad en el nivel familiar, el anlisis de Steward (1955: 105-107) del aspecto competit ivo de la caza-recoleccin a nivel familiar nos permite entender los lmites ms all de los cuales la sociedad de nivel familiar no se desa-rrolla. A no ser que exista una base econmica para u n a cooperacin con-t inuada, dos o ms familias que vivan juntas simplemente se cruzan en sus caminos al agotar recursos disponibles localmente y compit iendo unas con otras por los al imentos y materias p r imas ms convenientes y deseables. En este caso, su tendencia natural es la de dispersarse a fin de minimizar la interferencia.

    La n o r m a simple, con implicaciones de largo alcance, es que las for-m a s compet i t ivas pa ra p rocura r se comida favorecen la dispersin y las formas cooperativas favorecen la agregacin. La descripcin de Steward (1938) del pa t rn de asentamiento de los shoshn sirve como modelo de dispers in y agregacin en el nivel familiar. A lo largo del curso de un ao, las familias individuales se mueven hacia posiciones ms cercanas a

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    los mejores al imentos de la estacin. En invierno viven en grupos peque-os, multifamiliares, cercanos a los piones recogidos de pinares altamente productivos y a lmacenados cerca de fuentes de agua. Al llegar la pr ima-vera, las familias se separan a fin de vivir independientemente en el campo. Para periodos cortos se forman grupos mayores para realizar actividades conjuntas como la bat ida de conejos. Los grupos se forman y se disuelven a lo largo del ao segn la disponibilidad de alimentos y los requerimien-tos especficos para obtenerlos.

    La intuicin de Steward sobre la organizacin de nivel familiar de los shoshn fue reforzada por la investigacin contenida en el histrico libro Man the Hunter (Lee y DeVore, 1968). Este volumen, que algunos dijeron que bien podra haberse ti tulado la mujer recolectora, most r que mu-chas sociedades cazadoras-recolectoras dependen de los recursos propor-cionados por plantas silvestres y mant ienen u n a organizacin al tamente flexible. La agregacin y la dispersin estacionales se ven tambin en el pa t rn de asentamiento de los cazadores-recolectores descrito arqueol-gicamente: con muchos campamentos pequeos y unos pocos campamentos base mayores ocupados en estaciones especficas. Binford (1980) ve este esquema como el pa t rn de asentamiento bsico de una estrategia caza-dora-recolectora.

    En la sociedad de nivel familiar, la familia nuclear o la familia extensa muy un ida constituye la unidad econmica bsica en la que se producen la mayor a de las decisiones sobre las actividades diar ias . Wolf (1966a) seal, en un marco de referencia ampl iamente comparat ivo, que es pre-ciso la un idad econmica familiar (normalmente un hogar) a fin de que asigne una buena porcin del total de sus recursos para separar fondos: mn imo calrico, reemplazo, ceremonial y arr iendo. El fondo del mn imo calrico cubre las necesidades bsicas de alimentacin de la familia, mien-tras que el fondo de reemplazo incluye los gastos de cobijo, ropa, semillas, herramientas , animales de tiro y todo aquello que se necesite para reem-plazar [...] el equ ipo m n i m o p a r a la p roducc in y el consumo (Wolf 1966a: 6). Nos referiremos a stos en conjunto como el fondo de subsis-tencia. El fondo ceremonial cubre aquellos gastos, especialmente de co-mida y bebida, utilizados para organizar encuentros sociales, y los bienes utilizados para construir y mantener las relaciones sociales a travs de la reciprocidad. El fondo de ar r iendo se refiere a los desembolsos para las lites (propietarios, nobles, sacerdotes y otros poderosos) a cambio de los derechos de acceso a los medios de produccin.

    En la sociedad de nivel familiar, el fondo de subsistencia es el ms evidente. El fondo ceremonial implica festines y entrega de regalos pe-queos y ocasionales (ad hoc). El fondo de arr iendo a duras penas puede decirse que exista a este nivel, ya que la libertad y la flexibilidad del nivel familiar asegura a todos el acceso a los recursos, a pesar de los conflictos entre individuos acerca de emplazamientos de recursos part iculares. Este nfasis refleja la au tonoma y autosuficiencia de la familia en este nivel. Cada casa, entendida como la camarilla de toma de decisiones, en consulta con los parientes cercanos y amigos, debe resolver cmo proporcionar cada

  • 60 LA EVOLUCIN DE LAS SOCIEDADES HUMANAS

    da el fondo de subsistencia, planificando para el conjunto del ao y de cara al futuro. La familia, en este sentido, se encuent ra en todas las so-ciedades humanas y nos ayuda a entender algunos de los procesos comu-nes, as como el carcter individual de las economas humanas (Halperin, 1994).

    Sin embargo, la produccin, el intercambio y el uso de los bienes pri-mitivos desempean un significativo papel en el fondo ceremonial , que surge en el nivel familiar. Nuestros casos mues t ran que las relaciones en-tre las familias, en el mi smo campamen to y entre campamentos distintos, son esenciales, y que las redes de tales relaciones se mater ia l izan a travs del in tercambio de objetos. Bienes primitivos como las cuentas de con-cha de ostra de los !kung sirven pa ra muchos fines. Es obvio que las per-sonas se enga lanan con ellas, pero igua lmente significativo es el valor social implci to: hab l an de la ident idad cul tural de los individuos y de sus relaciones dent ro de las redes sociales regionales. En algunos casos, los bienes t ambin sirven para a lmacenar riqueza, obtenida median te el i n t e rcambio de a l imento extra y m a n t e n i d a en vistas a ayudas futuras (comprese con la discusin de Vayda [1967] de las cuentas de concha en-tre los pomo) .

    Las dinmicas primarias de la sociedad y la economa del nivel familiar

    Nuestro reto es el de entender las dinmicas de cmo la t oma de de-cisiones entre los grupos cazadores-recolectores t ienen como resultado la variabilidad descrita en el registro arqueolgico y etnogrfico. Para con-seguirlo volvamos sobre el modelo bsico t razado en el captulo 1 (fig. 3).

    Los h u m a n o s , en todos los niveles de complejidad social, son alta-mente inteligentes e incesantemente creativos. Siempre pragmticos, en-cuentran y evalan los costes y los beneficios de toda una serie de alimentos dentro de un medio. Desde luego, algunos alimentos pueden permanecer inalcanzables, a la espera del desarrollo de una tecnologa especfica tal como utensilios de pesca o la utilizacin de semillas. Sin embargo, la his-toria prueba que la necesidad es la madre de la invencin cuando est en juego proveer a la familia; a largo plazo, se puede esperar que los huma-nos desarrollen la tecnologa para conseguir hacer el trabajo.

    Dos variables clave afectan lo que este trabajo implica: el medio y la poblacin h u m a n a . La pr imera variable, el medio, est creada por proce-sos fsicos y biolgicos. Medios opuestos derivan de las diferencias clim-ticas (especialmente lluvia y temperatura) , de la geologa (topografa y sue-los) y de los procesos biogeogrficos de la dispersin de animales y plantas. Jun to a ello, existen distintos cambios antropognicos del medio. stos in-cluyen muchos cambios intencionales, como es la quema anual pa ra ani-m a r especies concretas de plantas o animales (hecho comn en muchas sociedades cazadoras-recolectoras), la introduccin de especies domesti-cadas y la modificacin del medio para capturar la caza o producir cose-chas. Consecuencias no intencionales incluyen el potencial de degradacin

  • EL NIVEL FAMILIAR 6 1

    del medio, como cuando una presa fcil, como las aves no voladoras de Nueva Zelanda, es cazada hasta su extincin. Entre las sociedades de ni-vel familiar, la baja densidad de poblacin y la tecnologa de pequea es-cala tienden a minimizar, pero en ningn modo a eliminar, los cambios an-tropognicos. Veremos que tales cambios fueron cada vez ms significativos en la evolucin de las sociedades ms complejas.

    En el pleistoceno, los cazadores-recolectores humanos colonizaron el m u n d o y afrontaron la extraordinaria variedad medioambienta l y de ali-mentos potenciales. La creatividad cultural humana permiti a nuestros an-tepasados vivir en condiciones muy distintas, desde el glacial rtico hasta las exuberantes selvas tropicales y las ridas estepas. La mayor parte de la variabilidad econmica y social hallada en los cazadores-recolectores hu-manos es resultado de su flexibilidad adaptativa frente a la gran diversidad de circunstancias medioambientales que hallaron y explotaron (Kelly, 1995).

    Como most raba en el modelo tecnodemogrfico de la figura 3, la in-tensificacin es el motor para el cambio en la economa de subsistencia, a medida que la poblacin creciente y el desarrollo tecnolgico van uno en pos del otro. En cierto sentido, dada la extraordinaria creatividad cultural de los humanos , lo que sorprende es lo mucho que las poblaciones tarda-ron en crecer (Cowgill, 1980). No tenemos ms remedio que reconocer que los h u m a n o s regulan su capacidad reproductiva. En las sociedades de ni-vel familiar, las mujeres determinan cuntos nios van a tener, espaciando los nacimientos para ayudar a garant izar la supervivencia de sus hijos y reducir sus cargas diarias. Estas elecciones racionales pueden haber ma-ximizado el xito reproductivo en las condiciones experimentadas por los cazadores-recolectores y los horticultores simples.

    Sin embargo, la presin de la poblacin sobre los recursos a lo largo de un lapso suficiente, a la postre provoca la explotacin intensiva de los entornos existentes. Como entrevi Kelly (1995), la intensificacin toma diferentes vas, canalizadas por las opor tunidades y restricciones que mar-can los dist intos medios y tecnologas. El proceso ms general fue el de ampliar la dieta en una revolucin de amplio espectro que se produjo a finales del pleistoceno. En gran par te del globo los grupos h u m a n o s ex-ploraron una enorme variedad de especies, especialmente plantas, para cu-brir las necesidades de sus poblaciones en expansin (Earle 1980a). Estas sociedades p robab lemente se parecan ms a los cazadores-recolectores clsicos del nivel familiar descritos en el captulo 3. No obstante, en cier-tas condic iones la intensif icacin p u d o t ene r como resu l tado el hecho que se aadieran especies de plantas y animales domest icadas para am-pliar la dieta, al mismo t iempo que se permit a a los grupos de nivel fa-mil iar con t inua r sin cambios du ran t e m u c h o t iempo (p. ej., los machi -guenga [caso 3] y los nganasan [caso 4]). Al final, los problemas planteados por la necesidad de proseguir con la intensificacin pa ra soportar a po-blaciones todava mayores requerira la creacin de nuevas instituciones que organizaran a la gente por encima del nivel familiar. Estos cambios si-guen lneas distintas en las economas cazadoras-recolectoras, agrcolas y ganaderas , que se estudian en este volumen.