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4 PERICOLI El ilustrador publica un libro donde reflexiona sobre el rostro y el retrato, acompañado de ilustraciones sobre grandes escritores. 3 G. DEL TORO El Laberinto del Fauno vuelve a po- ner de relieve la capacidad del me- xicano para hacer cine comercial sin renunciar a su sello de autor. culturas TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 15 de octubre de 2006 ¿Dónde está el aura de la obra de arte contemporáneo? ¿Qué lleva a los turistas a los nuevos museos? Se impone un arte que tiene cada vez más en cuenta conceptos como espectáculo, evento, juego, diversión. 5 N° 87 Suplemento de artes y letras ARTE espectáculo Laurence Fishburne en una de las fotografías de la serie ‘Crying Men’, de Sam Taylor-Wood, expuesta en Explorafoto

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¿Dónde está el aura de la obra de arte contemporáneo? ¿Qué lleva a los turistas a los nuevos museos? Se impone un arte que tiene cada vez más en cuenta conceptos como espectáculo, evento, juego, diversión. 5 N° 87 Suplemento de 4 PERICOLI 3 G. DEL TORO El ilustrador publica un libro donde reflexiona sobre el rostro y el retrato, acompañado de ilustraciones sobre grandes escritores. TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 15 de octubre de 2006

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4 PERICOLI

El ilustrador publica un libro dondereflexiona sobre el rostro y el retrato,acompañado de ilustraciones sobregrandes escritores.

3 G. DEL TORO

El Laberinto del Fauno vuelve a po-ner de relieve la capacidad del me-xicano para hacer cine comercial sinrenunciar a su sello de autor.

culturasTRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 15 de octubre de 2006

¿Dónde está el aura de laobra de arte contemporáneo?¿Qué lleva a los turistas a losnuevos museos? Se imponeun arte que tiene cada vezmás en cuenta conceptoscomo espectáculo, evento,juego, diversión.

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N° 87Suplemento de

artes y letras

ARTE espectáculo

Laurence Fishburne en una de las fotografías de la serie ‘Crying Men’, de Sam Taylor-Wood, expuesta en Explorafoto

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t oboganes en las turbinas de la Tate Mo-dern, sesiones de dj’s y grabaciones de

programas de radio en el Musac, Brad Pitt yAngelina Jolie conviviendo en Explorafoto...En este número nos hacemos algunas pre-guntas acerca del camino hacia la especta-cularización del arte contemporáneo. En unmomento en el que las propias obras no po-seen ese aura que hace desfilar delante deellas a los miles de turistas para los que, en elfondo, se construyen los nuevos centros de

arte, las estrategias buscan una presencia enlos medios y en el inconsciente masivo ba-sándose en el espectáculo, lo lúdico, lo diver-tido. ¿Tendencia pasajera o próxima dicta-dura excluyente?

En este número nos acercamos a la obrade uno de los pocos cineastas que consiguenconciliar las exigencias de las películas co-merciales con su sello de autor. Guillermo delToro vuelve a demostrarlo en El laberinto delfauno, recién estrenada en nuestras cartele-

ras. Tenemos más fotografía con un artículosuscitado al ver la polémica obra de JillGreenberg, la americana que hace llorar a losniños. Les acercamos el trabajo el escritor eilustrador Tullio Pericoli, que en un libro re-flexiona acerca del rostro y el retrato, una dis-ciplina en la que se ha acercado a alguno delos grandes escritores. Y traemos también aAndreu Martín, uno de los clásicos del géne-ro negro español, que está de actualidad poruna nueva novela y una reedición.N

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1 EL QUE DESORDENAAllá por noviembre de 2004, en uno denuestros primeros números, el poetaTomás Sánchez Santiago le decía aVíctor M. Díez en una entrevista conmotivo de una lectura del primero en laciudad: «El libro aparece y desaparece.Una vez hechas sus ceremonias devisibilidad, el libro desaparece y ahíempieza su verdadera vida, que siemprees oculta y de raíz. Por tanto, cuanto mástarde en aparecer, más libre me siento deesa contradicción. Y quizás por eso loalimento de forma inconsciente». Enaquel momento, su libro El quedesordena, que acaba de aparecer en lamagnífica editorial DVD, recorría esoslaberintos del mundo de la edición. Porfin es un hecho y Sánchez Santiago leerásus poemas el martes en la Facultad deFilología. Copio de la contraportada:«Mediante una tensión expresiva sinconcesiones, El que desordena parecereunir una actitud y un lenguaje en unamisma convocatoria, a favor de lacontinua indagación que proponeacomodarse en la disconformidad comolugar natural del poeta. Así, aposentadoen la extrañeza o en el sigilo –los dosnúcleos en que el libro se configura–,Tomás Sánchez Santiago vuelve areivindicar algo que ha sido eje central desu secreta escritura: la convicción de quemás allá de las asechanzas sociales y delas decorativas catalogaciones de laliteratura el sitio del poeta ha de sersiempre otra parte, unas afuerasatormentadas e inocentes donde lamirada busca ‘cómo pegar / una últimallamada / a la insubordinación’». Unagrata visita.

2 QUIÉN TE LO IBA A DECIR...Seguro que han escuchado esta frase, elúltimo latiguillo de un David Bisbal quedicen que ha madurado en su meteóricacarrera de cantante postlatino de masas.De su último disco había vendido más detrescientos mil ejemplares en la primerasemana, así que parece que tendremosadrenalina rizada para rato. Quien notiene ninguna duda de la perdurabilidaddel ‘icono Bisbal’ es Michel Houellebecq,el penúltimo ‘enfant terrible’ de las letrasfrancesas. Su libro La posibilidad deuna isla es una curiosa fábula dehumanos en busca de la eterna juventudprimero y de la inmortalidad después,

conseguida gracias a los experimentosgenéticos de la secta elohimita. El futurosegún Houellebecq, un par de milenioshacia adelante, es un paisaje desierto yreseco después de la práctica extinciónde la especie humana, limitada a algunossalvajes que han retrocedido a las formasde vida prehistóricas. Los poshumanosocupan fortalezas individuales, secomunican vía Internet y ni sienten nipadecen. Uno de ellos, en una excursiónpor fuera de su feudo, pasa por lo que fueel aeropuerto de Barajas. ¿Qué encuentraallí? Un inmenso retrato de David Bisbal.Como estatua de la Libertad en Elplaneta de los simios. Quién se lo iba adecir...

3 ILUSTRADORESLes presentamos algunas ilustracionesde la abulense Raquel Aparicio, uno delos últimos fichajes de la agencia PencilIlustradores, en cuya web se puedenhacer una idea de los distintos estilos ytécnicas que emplean los ilustradores dehoy. «Constantemente está buscandocómo expandir su lenguaje gráfico. Leencanta experimentar con todo tipo detécnicas, considerando los materialesmuy importantes en laconfiguración/caracterización de suspersonajes. La tinta, el collage, lainfografía, la foto-ilustración son algunosde los recursos que utiliza. Su estudioacoge a todos los huerfanitos que seencuentra en la basura. Juntos planeanqué hacer para su nueva ilustración.Después de merendar, si se han portadobien, los acuesta en el escáner».Raquel Aparicio publica en revistas como‘Elle’, ‘Ragazza’ y ‘Quo’.

4 GOOGLE Y EL DOCUMENTALHace unas semanas, ‘Elástico’ escribíasobre la proliferación de documentales enla red de vídeo de Google, ante lalimitación de Youtube para archivos delarga duración. Youtube quedaba paravideoclips, películas caseras y viralesvarios mientras que el Google Vídeopermitía ver algunas de las mejorespiezas de documental político que correnpor esos festivales y que casi nunca seestrenan. ¿Qué pasara ahora con lacompra de Youtube a manos del próximoGran Hermano de la red? Pueden verejemplos de estas películas en ‘Elástico’.

culturas2 TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 15 de octubre de 2006

Antonio [email protected]

Arriba, ilustraciones de Raquel Aparicio,

cuyo trabajo puede apreciarse en pencil-

ilustradores.com. Abajo, Tomás Sánchez

Santiago y su útlimo libro

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fastas consecuencias por partedel hombre a la hora de quebran-tar la lógica de la naturaleza hu-mana amparada en la alquimiatransmitida por mitos como Ger-bert d´Aullirac o Fulcanelli. Sinembargo, el elemento infantil, enel cine de Del Toro, es trascen-dental, ya que casi todos sus fil-mes giran en torno a los niños o alinfantilismo que rodea a sus per-sonajes. La niñez es presentadacomo perspectiva inocente a la so-ledad y la pequeñez de lo humanoen un universo infinito y amoral,siniestro y adverso, bien sea comoalegoría del temor al mundo adul-to o como metáfora de lo invero-símil, de aquello angustiosamenteajeno a las preocupaciones y ca-vilaciones más trascendentales.La figura infantil se manifiesta co-mo catalizador de los miedos hu-

manos, que no vienen transferi-dos por el morboso encuentro concadáveres o ánimas, sino por laconciencia de una extraña situa-ción en el mundo.

Guillermo del Toro ofrece es-ta idea en todas sus películasmuy sutilmente, donde las mal-diciones que padecen los perso-najes derivan de un acto realiza-do por la acción humana, comocastigo por alterar el orden na-tural del universo. Tras su salto aHollywood con Mimic, experien-cia de aprendizaje en una indus-tria coartadora que obstaculizóun frustrado intento de rendirhomenaje a cintas de serie B co-mo Deadly Mantis o The BlackScorpion, la cinta, basada en unrelato ‘pulp’ de Donald A. Wol-heim, fue una interesante revisi-tación al mito de Prometeo, en el

que el hombre (científicos, en es-te caso) pretende demostrar supotencial y orgullo en la experi-mentación con unos insectos queacaban por enfrentarse, en for-ma de mutación, contra la socie-dad. La libertad de producción ycreativa la recuperaría con ElEspinazo del Diablo, película pro-ducida en España que otorgaríauna inolvidable experiencia deespectros, de sonidos de ultra-tumba y venganzas paranorma-les en un atípico filme con tintesde ‘western’ intimista escondidoen un belicismo incomprendidobajo los emboscados pasillos deun tétrico orfanato abandonadoen medio de la nada. Es cuandose observa la exquisitez visual delrealizador y la sorprendenteadaptación con la que es capazde ajustarse al presupuesto deuna producción humilde sin per-der la línea de estilo ni de direc-ción en su ambición estética,aportando todo tipo de simbolis-mos que registran la estilizada si-lueta de sus protagonistas y losque les rodean, como la eternaimagen de ese niño ceroso, em-palidecido por la muerte y hu-medecido por los restos de unprecoz asesinato del que brotaun fino hilo de sangre.

Blade II, fue el trámite cons-ciente para demostrar que eracapaz de dirigir Hellboy, pero apesar del encargo, el sello de DelToro se percibe en la destrezacon la que resuelve esta incur-sión en el gótico modernista,

procedente del cómic, delos efectos especiales y latelevisión (la serie Hora

Marcada, de la que también sur-gió Alfonso Cuarón), el cineastamexicano Guillermo del Toro es,con sólo seis películas, uno de losreferentes más importantes delgénero terrorífico dentro del ci-ne contemporáneo, debido a laprecisa maestría con la que el di-rector ha utilizado en todos suslargometrajes los dispositivosgenéricos afines a un universopropio donde el vampirismo, lamagia ocultista, la anatomíamalsana, la entomología, los fan-tasmas, la licantropía y la super-héroes desamparados contribu-yen a una imaginería y un estiloque se remite a los insondableshábitos y tradiciones del cine yla literatura de terror. Sus fábu-las, inspiradas en Borges, ArthurMachen, Algernon Blackwood,Lovecraft o William H. Hodgson,establecen sus pilares en el actosobrenatural que irrumpe de for-ma axiomática en la vida coti-diana de sus personajes, desglo-sando un significado oculto ycontinuo que representa los te-rrores y fobias más primitivas yancestrales de la concepción hu-mana, como el miedo a la muer-te y el temor a lo desconocido. Alo largo de su filmografía, el ci-neasta azteca se ha caracteriza-do por saber conciliar el cine deautor que se ajusta a los cánonesde la artesanía con la del cine deespectáculo ‘mainstream’ e in-dustrial, sin renunciar a su pro-pia visión a través de sus cons-trucciones metódicas, de su ca-pacidad de fascinación a la horade trasladar a imagen guionesque bien podrían ser cuentostradicionales.

En su celebrada obra debutCronos, Del Toro ya innovó en esaestudio del vampirismo postmo-derno, sin dejar a un lado su revi-sionismo clásico con un armazónargumental a modo de cuento dehorror gótico, con un predominioexistencialista que después ha idodiseminándose en su posteriorcarrera, como una constante enla que imperan símbolos y metá-foras, desenterrando la figura delvampiro como la búsqueda de ne-

aprovechando el ‘exploit’ del No-veno Arte que impregna cada se-cuencia de esta irregular peropersonal visión del vampiro ne-gro recreado anteriormente porStephen Norrington, donde con-cibe el vampirismo como un vi-rus científico de laboratorio queinstituye la drogadicción comocreadora de monstruos ‘love-craftianos’, conjugando esta di-rectriz con la maestría con laque maneja las secuencias de ac-ción, coreografiadas y planifica-das con la que capta la estéticadel cómic. Un planteamiento quedio sus frutos en Hellboy, apro-ximación al mito de Mignola enun producto menos ortodoxo delo esperado, virtud que desglosa-ba el potencial avasallador y ci-nematográfico de Guillermo delToro, el mejor exponente de ‘au-tor’ moderno dentro del génerofantaterrorífico. Su último filme,El laberinto del Fauno es su vuel-ta al mundo infantil exhibido co-mo catalizador de los miedos hu-manos donde en un mundo defronteras divergentes: donde elbien y mal, las luces y las som-bras, el amor y el odio pero, so-bre todo, la fantasía y la realidad,subrayan otra fábula imborrable.Una forma de entender la vidamediante la fabulación que con-firma a Del Toro como uno de losmás grandes narradores del cinemoderno con exponentes del gé-nero de magia y fantasía.

Miguel Á. Refoyo

La artesanía de lo fantásticoGUILLERMO DEL TORO

El laberinto del faunovuelve a demostrar lacapacidad delcineasta mexicanopara marcar susobsesiones comoautor en productosque acepta el cine demasas.

3CINE culturasTRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 15 de octubre de 2006

Arriba, Guillermo del Toro. Abajo, fotograma de El laberinto del fauno

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de Beckett y lo conozco como au-tor, busco en él sus escritos: buscoen su cara lo que conozco de él.Comparo su historia con lo queveo». Este método es algo forzado,y lleva a un resultado que con fre-cuencia es, como apunté antes, de-masiado explicativo. Mientras con-templa esas fotos, Tullio Pericoliempieza a dibujar, afanándose porencontrar el gesto, el rasgo defini-torio. Luego pule el retrato sucesi-vas veces, dibujando en papeltransparente sobre el dibujo ante-rior.

Pero lo mejor de estas delicio-sas páginas son las meditacionessobre dos temas estrechamenterelacionados, aunque diferentes: elrostro y el retrato. Como parecenignorar quienes se someten a ope-raciones de cirugía estética, la be-lleza del rostro reside en lo que tie-ne de relato autobiográfico. Lasarrugas narran nuestra vida y, enespecial, (como apunta sorpren-dentemente Pericoli) nuestras si-mulaciones, pues los gestos simu-lados, al ser más forzados, impli-can mayor esfuerzo de los múscu-los y por ese motivo se quedan másmarcados en el rostro. Por eso, co-mo todo fotógrafo sabe, es más ex-presivo un rostro cuantas másarrugas tiene.

Pocas cosas existen en el mun-do tan interesantes como un ros-

si no me equivoco (pero puedoestar dando injustificada-mente por supuesto que a to-

do el mundo le ha pasado lo mismoque a mí), Pericoli es conocido enEspaña desde que ‘Babelia’ empe-zó a publicar algunos de sus retra-tos de escritores. De estos traba-jos yo había concebido la idea deun artista algo naif y al mismotiempo inquietante, un esteticistacuyas obras eran siempre agrada-bles de ver y un intérprete que qui-zá se excedía en la explicación.

Ignoro si este libro surge delcentenario del nacimiento (1906)de Samuel Beckett, o si ha sidosencillamente aprovechado paraconmemorar tal ocasión. El casoes que incluye, en sus páginas fi-nales, diez retratos del escritor,elaborados a partir de fotografías ysobre todo de lecturas. Tullio Pe-ricoli explica que retrata a partirde lo que sabe del personaje. Antelas fotografías, se pregunta quéhay en ese rostro de lo que ha leídodel autor. Sin duda, las páginas es-critas por alguien son el mejor re-trato posible de su personalidad.El mejor, pero no precisamente elmás sintético. Mientras Pericolicontempla esas fotografías de surostro, con el bagaje de sus lectu-ras detrás, se va preguntando dón-de, en qué rasgos de su rostro, estálo que ha leído: «Si miro el rostro

con reverencia, pues son pensa-mientos hondos, certeros y origi-nales. Incluye un prólogo de Salva-tore Silvano Nigro, unos pequeñosretratos de Eco, Joyce, Dostoyevs-ki y Stevenson, además de los diezde Beckett, y está muy bien tradu-cido por María Condor. Lo reco-miendo vivamente.

Garcimuñoz

Espejo del almaTULLIO PERICOLI

El ilustrador y escritor italiano reflexiona sobre el rostro y el retrato en un precioso libro

Retratos de James Joyce y dos de Samuel Beckett

tro. Si el lector no lo ha compren-dido antes, lo hará al leer este libro.Pericoli cita a Conrad: «Lindgardobservaba con gran interés. Leatraía aquel no sé qué inaprensi-ble. Una línea, un surco, acaso laforma de los ojos, el pliegue de lospárpados, la curva de las mejillas,aquel pequeño rasgo que no esigual en dos caras en todo el mun-do, que en cualquier rostro es labase de la expresión, como si, sien-do todo lo demás herencia, miste-rio o azar, solo él hubiese sido plas-mado conscientemente por el áni-mo interior».

Pintor, diseñador y escritor ita-liano, Tullio Pericoli reside en Mi-lán. Ha expuesto dentro y fuera deItalia; y ha trabajado como esce-nógrafo para la Opernhaus de Zu-rich y la Scala de Milán. Sus dibu-jos han aparecido en los más im-portantes diarios y revistas inter-nacionales (en España en ‘El País’,al menos). Algunos de sus librosson Woody, Freud und andere(1988), Atraverso il disegno (1991),Die Tafel des Königs (1993) y Te-rre (2000). Que yo sepa, en Españasolo Siruela había publicado ante-riormente un libro suyo, Retratos(2004).

El alma del rostro es un precio-so volumen editado en la encanta-dora Biblioteca de Ensayo Minorde Siruela. Sus párrafos se leen

culturas4 TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 15 de octubre de 2006ILUSTRACIÓN

TULLIO PERICOLI

El alma del rostro

Trad. de María Condor

Siruela, 2006

90 pp. / 10 euros

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Arte y lógica del espectáculo

¿qué es lo que tienen en co-mún los toboganes de Cars-ten Höller en la sala de tur-

binas de la Tate Modern, el apa-drinamiento de Alaska y su trou-pe ochentera por parte del Musac,la exposición de Steven Klein enExplorafoto o la firma de FrankGehry en el Guggenheim de Bil-bao? Podría decirse que un obje-tivo: llamar la atención. Y tras deesa atención, un deseo: provocarcolas de visitantes, entrar en laagenda de los touroperadores,atraer el interés del maná del tu-rismo cultural sobre el que cadavez está más asentada la cultura.Se puede detectar una contradic-ción en esta estrategia: los nuevoscentros de arte contemporáneotrabajan para atraer públicos ma-sivos exhibiendo algo que no for-ma parte del imaginario masivo.

Por reciente, por convulsa, porpoliforme, por indeterminada, porescasamente difundida, la pro-ducción contemporánea necesitaun acompañamiento espectacu-lar, un envoltorio, para conseguirun objetivo tan prosaico como in-evitable tal y como están las co-sas. Ese celofán dota a la obra deun aura que por sí sola no tiene.

La pasada semana, el escritorJulio Llamazares –en un artículodemasiado demagógico para migusto– se rasgaba las vestiduraspor la imagen exterior que pro-yecta el Musac –Museo de ArteContemporáneo de Castilla y Le-ón, ubicado en León–, que en suinauguración del curso programóla asistencia de Alaska y de la Te-rremoto de Alcorcón. ¿Iba algúnmedio generalista a hablar deMuntean & Rosenblum o JulieMehretu, autores de las bien re-cibidas por la crítica exposicio-nes inauguradas? ¿Por qué en elfestival Explorafoto la exposicióncon más repercusión ha sido la deSteven Klein con Brad Pitt y An-gelina Jolie simulando una convi-vencia? La Terremoto es un ico-no para un público con fuerte ca-pacidad económica y marcadasensibilidad para el arte y el co-leccionismo. Pitt y Jolie son ico-nos mundiales y una mina para laprensa más o menos rosa. El Mu-

sac estrenó una película sobre Zi-dane y unos meses atrás los tele-diarios nos bombardearon conuna exposición que mostraba aBeckham durmiendo la siesta. Sino tenemos un icono sancionadopor el paso del tiempo, la Histo-ria y la exclusividad –una Gio-conda o unas Meninas–, valganlos iconos de la música, el depor-te o el cine. No todo el arte es asíni todos los centros trabajan conlos mismos parámetros, eviden-temente. Pero se detecta un an-sia por alcanzar la mayor difu-sión: en el fondo, hay una compe-tencia atroz entre los centros dearte que puede acabar afectandoa lo que se expone e incluso a loque se crea.

Atribuimos al arte contempo-ráneo el valor de ser un elementocrítico, quizá el más poderoso, delos valores que conforman la so-ciedad. Pero, al entrar en la diná-mica del espectáculo, ¿estasobras son complacientes o pre-tenden cuestionar ese estatus deinmovilidad al que nos dirigen los‘mass media’? Si nos atenemos ala repercusión, el sistema engu-lle esta vertiente artística converdadero placer. Al margen delos escasos medios especializa-dos, el arte de hoy salta a la agen-da mediática por dos motivos:por un contenido reconocible o

por una forma extravagante. Lascaras de los presentadores pare-cen subrayar la pregunta que elespectador medio se hace: ¿peroesto es arte? Un arte condenado auna infancia perpetua que ten-dríamos que haber abandonadohace décadas.

El ejercicio se convierte en unequilibro difícil. Por un lado, el an-sia de notoriedad y de presencia.Por otro, la sostenibilidad de unsistema simbólico, de representa-ción de nosotros mismos que ne-cesitamos para entendernos. Si laesfera política invierte en imageny la quiere ya, los directores y co-misarios buscan propuestas queprovoquen una presencia mediá-tica, ¿acabarán los artistas porplegarse a una práctica débil ycomplaciente con el mercado?¿Destruirá la lógica del espectá-culo el mundo artístico como haterminado ya con deportes comoel ciclismo, a fuerza de ‘obligar’ alos ciclistas a rellenar farmacoló-gicamente la franja que separa sucapacidad con lo que exige la má-xima audiencia? ¿Se convertirá enuna dictadura en la que lo no di-vertido o vendible termine por notener sitio alguno? Demasiadaspreguntas que se irán contestan-do con el tiempo.

Antonio Marcos

El artecontemporáneo sedebate en uncomplicado equilibrioentre la notoriedadpública y el ejerciciocrítico

Obras de Steven Klein (izquierda),

Sam Taylor-Wood sobre actores de

cine llorando. Abajo, la sala de

turbinas de la Tate Modern convertida

en un parque de atracciones

Proponemos algunaspreguntas sin demasiadasrespuestas ante lacreciente presencia de loespectacular en el artecontemporáneo y suscontradicciones. A labúsqueda del auraperdida.

5ARTE culturasTRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 15 de octubre de 2006

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El triunfo de Orfeo

Los avatares de la enseñanza

en una prodigiosa interpretación del mito de Or-feo, Patrick Süskind rinde cuentas ideológicasacerca del verdadero amor. Espero no estrope-

arle a nadie la lectura de este dulce ensayo al iniciar lareseña comentando el final (si bien no me dispongo aresumirlo), donde se encuentra lo mejor del parecerdel escritor germano. Recurriendo a la comparación,una de las más socorridas y mejores estrategias deanálisis, contrapone en qué consistía el amor de Or-feo, y que dio lugar a su triunfo y su fracaso, de una pu-reza muy superior al episodio bíblico cotejado. Y esque éste episodio es el referido a la resurrección deLázaro, donde Cristo se muestra como un individuocuyas «manifestaciones están salpicadas de órdenes,amenazas y el reiterante y apodíctico ‘pero yo os digo’.Así hablan en todos los tiempos los que no aman niquieren salvar a un solo hombre, sino a toda la Hu-manidad». Por el contrario, «la historia de Orfeo nosconmueve hasta hoy porque es la historia de un fra-caso. Falló el maravilloso intento de reconciliar losdos poderes de la existencia humana, el amor y lamuerte». Para quien desconozca el mito de Orfeo, ca-be mencionar que fue a través de la música, es decir,de la belleza, como consiguió rescatar a Eurídice delreino de los muertos, y que algo que podría interpre-tarse como vanidad fue lo que provocó un gesto suyoque la devolvió al mundo subterráneo. Sin duda, Süs-kind toma partido por esta versión del amor de en-tre todas las que va apuntando, pues el personaje deOrfeo lucha por devolver vida, en tanto que las ver-siones más románticas del amor, las pasionales, ter-minan con un suicidio tópico y vacuo, con una muer-te voluntaria que no aporta nada a nadie.

Como ya se habrá adivinado, el término amor queutiliza Süskind se refiere tan solo al de contenido eró-tico. La verdad es que cualquier otra acepción se hadesgastado de tanto utilizarla, y en este caso se utili-za por no encontrar un término que acote mejor el

sentido del ensayo. De hecho, en algún momento dela lectura se puede llegar a pensar que resulta una re-flexión un tanto anacrónica. Eso sucede en tanto queSüskind menciona a Sócrates, a Stendhal, al Wildeque escribió Salomé, a Novalis, a Goethe, a Wagner,además de algún verso del libreto de La flauta mágica,e incluso, sin saber muy bien cómo, encuentra motivospara mencionar a Baudelaire. A todos ellos los inter-preta como buen lector; y como buen habitante delplaneta Tierra, también interpreta actos como la úl-tima pasión homoerótica de un envejecido ThomasMann cuyo sexo apenas tiene nada que decir, o la co-bardía de un Kleist autocompasivo que se sabe inca-paz de suicidarse en solitario. A los episodios históri-cos añade alguna anécdota de lo cotidiano, de esas delas que uno es espectador inevitable y a las que con-viene recibir con el sentido del humor bien engrasado,como hace Süskind.

Partiendo de ese abono, y de calificativos con-vencionales aplicados al término amor –a saber: im-portante, misterioso y personal–, sin andar con ro-deos a la hora de afrontar su vertiente platónica,sin eludir los tópicos que lo vinculan a experienciasde índole religiosa –de ahí la terminología con que seexpresa la gente cuando se refiere al amor– o el lu-gar común según el cual el auténtico amor se en-cuentra más cómodo en el campo de lo apolíneo, dela belleza; sin dejar de considerar como atontados alos que practican el amor adolescente (en el sentidomás peyorativo del término), reconociendo que elcampo de reflexión es el instinto erótico, Süskindno llega a ninguna conclusión nueva, dado que nue-va no es la magnífica enseñanza que nos legó el mi-to de Orfeo, esa que fusiona el amor verdadero conla aceptación de la muerte. Esa que está muy bienrecordar de vez en cuando.

Ricardo Martínez Llorca

en declaracio-nes recientesMcCourt (el

autor de éxitos tanconocidos como Lascenizas de Ángela oLo es) confesaba:«Los chicos estánhambrientos de ver-dad en un mundo enel que todos mien-ten». Y este pareceser el objetivo hu-mano y profesionalque McCourt persi-

gue sin denuedo en su actividad acadé-mica. Los treinta años como profesorquedan reflejados en estas páginas, quepretenden completar Lo es, su obra an-terior, en la que contaba cómo se hizo pro-fesor. No es fácil conseguir que una obrasobre la enseñanza de la Lengua en Esta-dos Unidos (sería lo mismo en cualquierpaís del mundo) alcance semejantes co-tas de interés. Con todo, no hay que olvi-darlo: profesores, padres y alumnos, es-pecialmente los dos primeros, reciben uncurioso tratamiento en la obra.

Planteada en teoría como una obra au-tobiográfica (difícil de admitir si se tieneen cuenta el detallismo con que están re-creadas muchas situaciones), McCourtrefleja lo que ha sido su experiencia pro-

fesional a lo largo de treinta años, perosobre todo, el espíritu con el que él se haacercado al difícil mundo de los adoles-centes americanos. No hay duda de queestas páginas son una apasionada defen-sa de la necesidad de acercarse a losalumnos por el único camino posible: elde la confianza, el afecto y la comunica-ción. Un planteamiento tan aparente-mente sencillo supone enfrentarse conelementos adversos y ofrecer alternati-vas no exentas de riesgo. Elementos ad-versos son la administración, los cargosdirectivos, los profesores veteranos y elestamento de los padres. El riesgo nacesiempre de la dificultad de acercamientoa los adolescentes, sobre todo cuando és-tos proceden de familias ‘destruidas’ ycarecen de objetivos vitales.

La solución de estas dificultades vie-ne a ser el contenido de la obra. McCourt(que pasa por la experiencia negativa dela enseñanza universitaria y la de su in-tento de elaborar la tesis en el Trinity Co-llage de Dublín) presenta las diversas si-tuaciones con los chicos, delicadas en mu-chos casos, y la forma en que va consi-guiendo adentrarlos en el misteriosodisfrute del texto literario. Aparte del co-mienzo de la novela (con un llamativo co-mienzo in medias res citado como recla-mo en la contraportada de la obra) resul-ta sorprendente la forma en que el profe-

sor aprovecha la vida diaria para llevar asus alumnos a la literatura; de hacer lite-ratura con la vida diaria, en una palabra.Escenas como el análisis de la oracióngramatical con el bolígrafo como sujeto, laantología de las excusas presentadas pa-ra justificar la ausencia a clase, la lecturay comentario de recetas de cocina… sondetalles pedagógicos de inesperada ex-presividad. Es un modelo de comentariode texto literario perfecto la lectura con-junta del poema ‘El vals de mi papá’, fuen-te de curiosas observaciones por parte delos alumnos y rematadas por una confe-sión de tranquilidad: «No tenéis por quéreaccionar a todos los estímulos».

En la obra no faltan las confesiones detitubeos, temores y fracasos por parte delnarrador, ni serias y sinceras autocríticas.Por ello, cuando la profesora suplente lepida un consejo, McCourt no lo dudará:«Descubre lo que te gusta, y céntrate enello». Tal y como les dice como despedida asus alumnos: «– No creo que nadie alcancela libertad completa, pero lo que intentohacer con vosotros es conseguir que elmiedo se refugie en un rincón». Una bellaevocación de la enseñanza, a la que sólo esachacable la existencia de ciertos estereo-tipos y algunas expresiones traducidas deforma incorrecta.

Nicolás Miñambres

PATRICK SÜSKIND

Sobre el amory la muerte

Traducción de Miguel Sáenz

Seix Barral, 2006

69 pp. / 16 euros

culturas6 TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 15 de octubre de 2006LIBROS

La historianunca contada

La autora de uno de los libros más po-lémicos de la temporada, Ki Longfe-llow, se atreve con una narración asom-brosamente fiel de una de las figurasmás controvertidas del cristianismo, yapoyada en el descubrimiento en 1945de los pergaminos de Nag Hammadi.En estos textos, se revelan los pasosnunca contados de aquella que, su-puestamente, acompañó a Jesucristoen sus últimos días. El secreto de MaríaMagdalena es uno de los lanzamientosdel año en Estados Unidos. Sus dere-chos de edición se han vendido a másde diez países y la polémica de su con-tenido ha llamado la atención de Holly-wood, que prepara ya una película. Ellibro ha sido editado por la Factoría deIdeas. De pecadora arrepentida a líderde los primeros cristianos, de prostitu-ta a ‘conocedora del Todo’, María Mag-dalena fue relegada a un papel secun-dario en la Iglesia hace más de mil se-tecientos años. Una buena elección pa-ra revisar un mito histórico.

FRANK MCCOURT

El profesor

Maeva, 2006

Trad. de Alejandro Pareja

294 pp. / 18 euros

El autor de El Perfume entrega un pequeño ensayo sobre la fusión del amor y la muerte

KI LONGFELLOW

El secreto de MaríaMagdalena

La Factoría de Ideas, 2006

413 pp. / 19,95 euros

El misterio delconflicto Maine

Un joven oficial lleva un mensaje confi-dencial para el presidente Sagasta, peroes interceptado. En La Habana, el aco-razado Maine estalla un día antes de ter-minar su misión pacífica. El ex agenteHércules Guzmán Fox y el agente delS.S.P, George Lincoln, comienzan unatrepidante carrera contrarreloj paradescubrir la verdad, descifrando men-sajes secretos y huyendo constante-mente para salvar sus vidas. Un rompe-cabezas que deberán resolver antes deque se declare la guerra. En su carrerase mezclarán organizaciones secretas,personajes históricos como Roosevetl oUnamuno y secretos guardados con celodurante siglos. Así arranca la segundaobra más votada por los lectores en elconcurso de Casa del Libro a mejor no-vela del verano. Estamos ante un frené-tico thriller de secretos oficiales, conspi-raciones tenebrosas, luchas de poder,mentiras, claros oscuros en los bajos fon-dos de La Habana y en los enmoqueta-dos salones de Washington; narrado conun ritmo frenético , y con un rigor histó-rico que deja en pañales a otras obras.

MARIO GOLDEROS

Conspiración Maine

Nowtilus, 2006

424 pp. / 16,95 euros

Frank McCourt se enfrenta a las crecientes dificultades del aprendizaje literario

N O V E D A D E S

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Piel de policía, su última crea-ción –escrita a cuatro manos conel periodista Carles Quílez– vuel-ve a tratar el tema de la perviven-cia en los Cuerpos de Seguridadde elementos fascistas convenci-dos de su capacidad de coaccionara la ciudadanía mediante la cons-tante amenaza al revisar un epi-sodio de corrupción policial y cri-men de Estado ambientado en ladécada de 1980. Con la realidadhistórica como materia prima, lanovela se dedica a establecer des-de la ficción –aunque sin perdernunca de vista su origen fidedig-no, minuciosamente documenta-do– un oscuro pasaje que bien pu-diera estar relacionado con la pri-

mera acción de los GAL. Los pro-blemas de convivencia en las co-misarías entre adeptos a la dicta-dura incapaces de adaptarse a lasnuevas normas democráticas ynuevos agentes idealistas que, es-peranzados con el cambio de mo-delo político, abogaban por unapolicía cercana, respetuosa y deservicio público, sirven de base ala pareja de escritores para mos-trar la pervivencia de algunos delos vicios del antiguo régimen. La-cruz, uno de esos jóvenes soñado-res, descubre ciertas irregulari-dades en una investigación y co-mienza a indagar en los malos há-bitos profesionales de algunos desus compañeros, topándose con

consolidado como uno de losmás prolíficos escritores delpanorama literario estatal

–al que ha aportado ya más decincuenta novelas, enmarcadasen un amplio espectro que va dela literatura juvenil a la narrativaerótica– Andreu Martín saltó a lafama a principios de la década delos ochenta al ser uno de los re-presentantes del ‘boom’ de la no-vela negra española, reprimida yprácticamente inexistente du-rante los casi cuarenta años dedictadura. Junto a Manuel Váz-quez Montalbán, Juan Madrid,Francisco González Ledesma oJulián Ibáñez, el autor barcelonésse constituyó en defensor de unnuevo modelo literario que com-binaba las influencias de maes-tros del género como Chandler,Hammett o Himes con una mira-da crítica y desencantada hacialos cambios políticos y socialesque se llevaban a cabo en la Espa-ña de la Transición. Frente a la in-terpretación histórica efectuadadesde el poder, que impuso el ol-vido como única forma de supe-rar el pasado y propagó hasta lasaciedad el éxito del modelo re-formista, la novela negra vertebróun discurso contracultural opues-to al mensaje oficialista.

En el caso de Martín, esa ‘poé-tica del desengaño’ se desarrollógracias a la creación de una obraque mostraba, con extraordinariacrudeza, cómo el cambio que seprodujo en la política fue incapazde aplicarse al resto de esferas pú-blicas y cómo la violencia institu-cionalizada que la dictadura habíaimpuesto en las estructuras poli-ciales y en diversos estratos socia-les resultó imposible de reprimir.Sus descripciones, duras y des-carnadas, de los ambientes mássórdidos y deprimidos de las ciu-dades –casi siempre de Barcelona,escenario habitual de sus novelas–reflejaban una cosmovisión queconcebía el mundo como una jun-gla en la que sólo la delincuencia yla marginalidad garantizaban lasupervivencia. Esa constante pre-sencia social de la violencia ha im-pregnado toda la obra del escritorcatalán, que alcanza en títulos co-mo Prótesis o Barcelona connec-tion sus mejores cotas.

una red de corrupción y criminali-dad organizada relacionada con laultraderecha española y con cier-tos departamentos estatales. Sudescubrimiento será el germen deuna traumática y salvaje expe-riencia que le llevará a dejar elCuerpo, abandonar sus ideales yretirarse a trabajar en una co-chambrosa taberna. Después devarios años de vuelta de todo, de-dicado a servir y beber whiskys yconvertido en un personaje paté-tico cada vez más alejado de lo queun día llegó a ser, recibe una ines-perada visita que le hace darse debruces con un pasado que creía yaolvidado. La novela se estructuraasí como un flash-back que lleva alprotagonista a rememorar las cau-sas de su miseria y al lector a en-tender su situación. Ese viaje alpasado lleva implícito un deseo devenganza contra quien Lacruzcree responsable de todo lo ocu-rrido que hace reducir todo el ar-gumento de la novela –en la quehay lugar para el rito iniciático, ladenuncia social, la trama policia-ca e incluso el amor– a una rela-ción de odio salvaje y autodes-tructivo entre dos personajes quesimbolizan dos formas muy dis-tintas de ser y entender la vida.

La obsesiva preocupación porla violencia, constituida con losaños en uno de los tópicos de lanarrativa de Martín, es percepti-ble también en Por amor al arte,que, a pesar de ser una de sus pri-meras obras, vuelve a estar de ac-tualidad gracias a una reediciónque, debidamente revisada, su-pone una gran noticia para losamantes del género negro al per-mitirles entrar en contacto conun texto ya descatalogado y sólolocalizable hasta ahora en libre-rías de viejo. Estructurada conmaestría a través de múltiplessaltos temporales que permitenque el lector sepa siempre másque los personajes, la novela na-rra una compleja trama en la quese han de investigar el robo detres Picassos y el asesinato de doshermosas jóvenes suecas. Esa ex-cusa argumental sirve al escritorpara diseccionar de forma críti-ca y mordaz el mundo del artemoderno y sus relaciones, en posdel escándalo y el impacto, con elsexo y el crimen.

Directas y descarnadas, Pielde policía y Por amor al arte su-ponen un jalón más en la larga yheterogénea trayectoria de unautor que ha conseguido conver-tirse en uno de los más ácidoscronistas de la sociedad actual.Lejos de recurrir a inverosímilestramas conspirativas para mos-trar sus miedos y amenazas,Martín conseguir atemorizar asus lectores desde el convenci-miento de que, como en la legen-daria novela de Jim Thompson,el verdadero asesino es el que ha-bita en nuestro interior.

Javier Sánchez Zapatero

El asesino dentro de síANDREU MARTÍN

Su última novela escritaa cuatro manos conCarles Quílez y lareedición de su Por amoral arte confirman aAndreu Martín como unode los escritores mássólidos y prolíficos delgénero negro español.

7LIBROS culturasTRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 15 de octubre de 2006

Andreu Martín

ANDREU MARTÍN YCARLES QUÍLEZ

Piel de policía

Roca, 2006

299 pp. / 18 euros

ANDREU MARTÍN

Por amor al arte

La Factoría de Ideas, 2006

319 pp. / 18,95 euros

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original en los tiempos que corrende decadencia imperialista, se li-mita a tomar modelos infantilesno mayores de tres años, desnu-darles el torso, colocarles frente aun paredón azul, iluminarles deuna forma tan irreal que pareceagresiva y disparar el obturadoruna vez que les ha arrebatado elcaramelo que previamente les en-tregó. El resultado son una seriedolorosa de primeros planos deniños desgarrados que gritan, llo-ran y se convierten en máscarasque la fotógrafa retoca digital-mente acentuando lágrimas y pie-les tensas. Con títulos presunta-mente políticos o apocalípticos,las imágenes parecen evocar el

‘dolor’ provocado por esta políti-ca sangrante de los Estados Uni-dos, imágenes que han sido abier-tamente censuradas por un pú-blico estupefacto que, sin embar-go, ha comprado cada una de lascasi treinta fotos por un valor demás de cuatro mil quinientos dó-lares.

Distorsionados, desgarrados,los niños nos muestran una ex-presión tan irreal de dolor –la ilu-minación violenta, los colores ar-tificiales y la proximidad del pri-mer plano les convierte en obje-tos– que podemos olvidar lo quesubyace tras la propuesta de la ar-tista: no dejan de ser niños a losque se les ha hecho deliberada-

tengo una hija de casi tresaños y la obsesiva certeza deque hay que defender la li-

bertad de expresión por encimade todo: amenazas rusas demuerte, histerias islámicas, sen-sibilidades diversas... eso no sig-nifica en modo alguno que defien-da ciertas manifestaciones ‘artís-ticas’ tan cuestionables como elhecho de ser príncipe de los in-gleses y disfrazarse de nazi enuna fiesta o realizar un trabajotan espeluznante como el de la fo-tógrafa norteamericana Jill Gre-enberg cuyo proyecto titulado‘End times’ nos sitúa de nuevo enla polémica de las fronteras delarte y los valores de la máscara.

La fotografía ha dejado de serel género de la verdad. Los traba-jos que pueden verse en el festi-val de fotografía que cubre las pa-redes de Salamanca este otoño demáscaras nos recuerdan que laimagen es tan engañosa como eldeseo. Los juegos sobre la familiareal inglesa o la familia ideal nor-teamericana no son más quepuestas en escena de una mentiraplasmada en el negativo de la ver-dad. Cuando Jill Greenberg, re-putada fotógrafa comercial, deci-de hacer un crítica a la política desu presidente, recurrencia nada

de zarzas y borrachos de flores.Mann, madre y observadora, se li-mitó a plasmar con su cámara lavida cotidiana de unas vacacionesenvueltas en la malsana canículade los pantanos. Nunca hirió o da-ñó a sus hijos en virtud de algodenominado ‘arte’, se convirtió enla reportera diaria de días de libe-rad y calor, resbaladizos de sudory densos de sangre. Días de vaca-ciones que suscitaron todo tipo decríticas, críticas que reconocíanel trabajo impecable de una artis-ta que nunca dejó de retratar a sufamilia con cercanía, respeto y ve-racidad. No era ella la que araña-ba con zarzas las manos del niño,era el niño el que, tras el juego, lemostraba los estigmas a su ma-dre. La fascinación por la sangrees tal, que mi hija se contempla lasrodillas arañadas con reverenciapara pedir después a gritos des-garradores una tirita. La madresabe muy bien dónde está el lími-te del drama, un drama que nuncadebe ser provocado de forma de-liberada por el adulto. Hay un sa-dismo cierto en hacer llorar a unniño así porque sí, un sadismo quenunca puede ser disfrazado conpropuestas supuestamente artís-ticas y mucho menos, políticas ocuestionadoras del terrible mun-do en el que vivimos. Un mundotan estúpido en el que somos ca-paces de ver belleza donde a mientender no hay más que un in-tento patético de mostrar pro-puestas originales. Probablemen-te mi opinión sea tan cuestionablecomo estos fundamentalistascristianos que amenazan a Gre-enberg con la condenación eter-na a través de un blog. Probable-mente sea la maternidad la queme hace suscribir la frase de PioBaroja, misántropo donde los ha-ya que jamás tuvo hijos: «Si parasalvar al mundo tengo que hacerllorar a un niño, prefiero que sepierda el mundo». O que se hablemenos de mi trabajo.

Charo Alonso

Dolor retocadoJILL GREENBERG

¿Búsqueda de labelleza o patéticointento de llamar laatención conpropuestas originales?Las polémicas fotos deniños de lanorteamericana, aexamen crítico.

mente daño. Cualquier persona,sin ser necesariamente madre, sa-be que estas expresiones de dolorintenso son tan cotidianas comola alegría desbordada, pero tam-bién sabemos que están provoca-das por una situación irremedia-ble. Puedo intuir lo que le provocadolor a mi hija y evitarlo en la ma-nera de lo posible sin hacer undrama de sus arrebatos de dra-matismo desgarrado pero, de nin-guna manera, soy capaz de pro-vocarlos deliberadamente, y me-nos con un propósito llamémoslo‘artístico’.

Recuerdo el titulo de una delas películas de Ibáñez Serradorque aterrorizaban mi infancia co-mo si fuera un mantra irrevoca-ble ¿Quién puede matar a un ni-ño? ¿Quién tiene tanta fuerza co-mo para abstraerse del dolor aje-no y fotografiar la miradadesolada de una victima infantil?Algunas de las imágenes más im-pactantes del pasado siglo son re-tratos dolorosos de niños sufrien-tes que concentran en su rostro ysus ojos la injusticia que provocanlos mayores. Hacer del dolor unrecurso deliberado no deja de sercuestionable, y a mi juicio, algocontrario a la ética. La polémicasuscitada por las fotos de Green-berg ha conseguido ponerla en elpunto de mira de la vanguardiaartística, ávida de propuestas no-vedosas, sin embargo, tambiénnos ha situado en los márgenes dela utilización estética de modelosreales. Tan reales que una de lasniñas llorosas es su propia hija.

Cuando la fotógrafa nortea-mericana Sally Mann expuso susfotografías bajo el título de ‘Inme-diatly family’ en los años noventa,también provocó una airada pro-testa ante las imágenes de la in-fancia de sus tres hijos desnudos ylibres en medio de una naturale-za desatada de calor y humedad.En ella los niños aparecían belloscomo elfos, bañándose en el Mis-sippi, cubiertos de sangre, ocu-pando una cama meada, heridos

culturas8 TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 15 de octubre de 2006