obr126374

Embed Size (px)

Citation preview

  • 7/25/2019 obr126374

    1/229

    2

    LADRN DE MITOSNovela antropolgica

    Francisco Snchez Prez

  • 7/25/2019 obr126374

    2/229

    3

    Dedicado a Lola,compaera de naufragio

    A Pepa y Julia,tablas de salvacin

  • 7/25/2019 obr126374

    3/229

    4

    ecuerdo el momento en que se trastocaron mis

    planes para el verano y, quizs, como estaba apunto de comprobar, para el resto de mis das.Entr en el despacho, me dej caer en el silln y

    cerr los ojos para relajarme un rato antes de salir de laEscuela. Haba asistido a la ltima reunin del departamento yno me encontraba con nimos para bajar al gape dedespedida del curso. Cercano el final de mi vida profesional,

    consider que ya haba soportado demasiadas liturgiasacadmicas y no tena por qu hacer ms concesiones que lasestrictamente necesarias; las justas para que no se notarademasiado la distancia anmica, tambin intelectual, desde laque de un tiempo a esa parte vena contemplando la ltimaetapa de mi vida acadmica que, no obstante, iba a culminar ala vuelta del verano con mi nombramiento como directora del

    departamento de Antropologa. Bien a mi pesar. La propuestalleg sin yo buscarla y sin corresponderme. La verdadera raznque haba influido en la decisin de algunos que me apoyaronobedeca a un sentimiento de deuda y culpa instalada en susconciencias, que les indujo a ver en mi designacin una formade reparacin con otra persona. Slo por eso acept, con laconciencia de que, con todo, iba a ocupar un puesto que no

    desmereca. Nadie poda negar mi entrega total a laAntropologa, ni siquiera quienes reprochaban a mis trabajosuna base terica obsoleta. Empeosa como siempre he sido,cuando tuve conocimiento de las primeras crticas al respectorealic un considerable esfuerzo de aggiornamento terico.Hasta que acab por convencerme de que las teoras que contanta seguridad sustentan mis crticos estn ineludiblemente

    condenadas a sufrir el mismo mal que las mas: el paso deltiempo. Tambin a ellas les llegar su hora y sern sustituidaspor otras nuevas, cuyo mrito no consistir en ser mejores para

    R

  • 7/25/2019 obr126374

    4/229

    5

    comprender al ser humano; tan slo ms apropiadas para que,

    quienes en su momento las asuman, hagan lo que han venidohaciendo todas y cada una de las generaciones deantroplogos precedentes: servirse de ellas para pensarse en sumundo. Eso, claro est, si para entonces todava existe laAntropologa, pues he empezado a temerme que mis jvenescrticos, lejos de constituir la vanguardia que creenrepresentar, acaso sean heraldos negros que anuncian su

    muerte.

    La muerte de la Antropologa, un asunto que venaocupando mis cuitas intelectuales desde haca un tiempo, sobreel cual haba decidido disertar el da de mi toma de posesin.Una idea que me inspir Milan Kundera en una conferenciaque imparti en la Sorbona, cuyo tema versaba sobre la

    muerte de la novela en el comunismo ruso, a la cual asist mspor acompaar a una amiga especialista en literatura eslavaque por inters propio. En su disertacin, Kundera dijo algoque, de pronto, ilumin el difuso malestar intelectual que yosenta con mi disciplina: La muerte de la novela afirm elescritor- no es una idea fantasiosa. Ya ha tenido lugar. Y ahorasabemos cmo se muere la novela: no desaparece; su historia

    se detiene: despus, no queda sino el tiempo de la repeticin, enel que la novela reproduce su forma vaciada de su espritu. Es,pues, una muerte disimulada que pasa desapercibida y nochoca a nadie. Pero yo no quiero profetizar los caminos futurosde la novela, de los cuales no se nada; solamente quiero decir: sirealmente la novela debe desaparecer, no es porque est allmite de sus fuerzas, sino porque se encuentra en un mundo

    que ya no es el suyo.Haba programado ponerme aquella misma tarde a

    preparar la conferencia, no tanto por falta de tiempo, pues

  • 7/25/2019 obr126374

    5/229

    6

    tena por delante las vacaciones de verano, como por llenar el

    vaco del cese de la actividad docente y el hecho de que me ibaa quedar sola en Pars. El ao anterior me haba vuelto de laToscana antes de lo previsto, porque la regin se puso de moday dej de ser el reducto de calma y luz donde cada verano iba arefugiarme del sofocante ambiente de Pars, contaminado deturistas. No me asusta la soledad, pues me he curtido en elladurante mis largas estancias de trabajo de campo en Bretaa,

    aunque desde que sufr el ictus procuro evitarla a base depasar muchas horas en la Escuela; pero he seguido disfrutandode ella los fines de semana, alternando la lectura y la msicacon largos paseos por las orillas del Sena. Con la edad, heempezado a valorar ms el sosiego que me proporcionan lasoledad y el silencio, acaso porque intuyo en ellos el anticipo deuna muerte que presiento no muy lejana, que no deseo, pero

    tampoco temo.Abr los ojos y comenc a supervisar la correspondencia

    que me haban dejado sobre el escritorio: una carta de uncolega, dinosaurio como yo, incapaz de adaptarse al correoelectrnico, una invitacin para impartir un seminario enBurdeos, novedades editoriales y otra carta que reclamespecialmente mi atencin. Estaba dirigida a la Profesora

    Yvonne, as, sin apellido, Escuela de Altos Estudios en CienciasSociales de Pars, sin calle ni cdigo postal y sin remite. Mir elmatasellos y, al comprobar su procedencia, Cuzco, Per, micorazn dio un vuelco. Me qued mirndola sin mover unmsculo y not el sudor mi sien. Pasado un rato, con un levetemblor en las manos, rasgu el sobre y saqu una hojaplegada. Solo pona:

  • 7/25/2019 obr126374

    6/229

    7

    Hotel Corihuasi. Cuarto n 1. Cusco

    Est vivo!, estall en mi cabeza, para, de inmediato,descartarlo. No puede ser me dije- Cayetano habra puestomi nombre completo. Adems, l no habra mantenido unsilencio tan doloroso durante todo este tiempo. Sin embargo,quien quiera que haya enviado esta carta, lo conoce. O loconoci, me sent obligada a corregir.

    Vino a mi memoria el da que, aos atrs, recib el fax de laEmbajada de Francia en Per, en respuesta a mi solicitud deinformacin sobre mi amigo y colega. La ltima me la habaproporcionado l mismo desde Lima, cuando me telefonepara comunicarme la muerte de Lucho, nuestro comncompaero de los tiempos del doctorado en Pars. Ya no volv asaber de l. Llam al Instituto de Antropologa de Cuzco, con el

    que tena constancia de que Cayetano haba mantenidocontacto, y me confirmaron que haca tiempo que noregresaba por all. Al poco de iniciar mis pesquisas, laEmbajada de Francia me enviaba una respuesta con un fatalDESAPARECIDO con el que oficialmente se cerraba el caso.Una frmula que en cualquier otro lugar del mundo habrasignificado un resquicio abierto a la esperanza, pero no en el

    Per violento de aquellos aos, y mucho menos en un lugarperdido de los Andes. Desaparecido quera decir: asesinado amanos de la guerrilla senderista, del ejrcito, de quien fuera;significaba que su cadver estara sepultado junto a otroscadveres annimos en alguna de las innumerables fosascomunes que minan el paisaje andino, como as haba puestode manifiesto la Comisin de la Verdad, constituida en Per

    para tratar de esclarecer el horror que imper en el pasdurante ms de una dcada. Cuando me enter de la existenciade la Comisin, contact con la oficina en Lima. Me dijeron que

  • 7/25/2019 obr126374

    7/229

    8

    an no haban empezado la investigacin en el departamento

    de Cuzco. Meses despus, abandon toda esperanza de volver averlo con vida, cuando le el informe final que la Comisinpublic en Internet. Cayetano Aljamia haba pasado a ser unoms en la lista de los 69.280 muertos y desaparecidos en elPer de los terribles aos ochenta.

    Veinte aos despus de su desaparicin, reciba aquellainquietante misiva. No lo dud ni un segundo. De camino a mi

    casa compr el billete, embarqu en el primer avin a Lima,donde tuve que hacer noche. Desde mi cuarto del hotel localicel nmero de telfono del hotel indicado en la carta paracerciorarme de su existencia. Y no slo comprob que exista,sino que, para aumentar an ms mi desconcierto, cuando dimi nombre me confirmaron que ya tena reservado el cuartonmero 1.

    Se me aceler el corazn al escuchar la voz del comandanteanunciando la inminente llegada al aeropuerto de Cuzco. Mirpor la ventanilla del avin para distraer mis nervios. Me quedsobrecogida por la infinita sucesin de picos nevados, por sugrandiosa belleza; tambin porque de repente imagin lacordillera andina como un descomunal mausoleo de blancomarmreo. Y al hacerlo, se disip otra imagen que se me vena

    insinuando con insistencia desde el momento en que le lacarta: la de Cayetano esperndome en el cuarto nmero 1 delhotel Corihuasi. Una imagen que haba procurado evitar, puesno quera alimentar vanas esperanzas, y porque reavivaba enmi nimo el reproche con que me haba fustigado desde que yano tuve ms remedio que aceptar que, con su desaparicin,perda para siempre la posibilidad de someter a la prueba de

    los hechos lo que, tras muchos aos de haberme negado areconocerlo, llegu a aceptar con todas las consecuencias.

  • 7/25/2019 obr126374

    8/229

    9

    Fue al final de los cursos de doctorado cuando empec a

    preguntarme por mis sentimientos hacia l, despus de habercompartido, maanas, tardes y alguna que otra noche hastabien entrada la madrugada, las dependencias del Museo delHombre, donde ejercamos de becarios. Qu poda atraermede alguien incapaz de encontrar algn sentido a cualquieractividad que no tuviera relacin con la disciplina queprofesaba? Qu tena aquel joven obsesionado por irse al

    desierto del Sahara, el lugar que haba elegido para llevar acabo el trabajo de campo previo a la elaboracin de su tesisdoctoral? Qu me ofreca alguien que reparta todo su tiempoentre las clases particulares de hasana, el dialecto rabe de laregin escogida, la lectura de cuanto se haba escrito sobremitologa tuareg, la bsqueda en la banlieu de inmigrantesmauritanos que le anticiparan toda la informacin posible y

    con los que practicar la lengua, la preparacin a conciencia delos dispositivos tericos y metodolgicos que habran deorientar su investigacin y las largas jornadas del Museo delHombre, el nico lugar de Pars donde deca encontrarse agusto?

    Y as deba ser, a tenor del radical cambio de talante quemanifestaba nada ms pasar junto al enorme ttem de la

    Columbia britnica que flanqueaba la entrada principal deledificio. Una vez dentro, desapareca la actitud un tantodistante, como ausente, que sola mantener con todo cuantotuviera que ver con la vida cotidiana del comn de losmortales, y desplegaba un entusiasmo que lleg incluso aderivar en manas extraas. Como la que cogi en losalmacenes. Al principio nos haca rer, pero con el tiempo

    terminamos por considerarlo como algo natural en l. Cuandollegaban los cajones procedentes de los ms recnditos lugaresdel mundo, l se apresuraba a ser el primero en abrirlos. Con

  • 7/25/2019 obr126374

    9/229

    10

    gesto ceremonial, sacaba de su interior los objetos de texturas,

    formas y colores exticos y se los llevaba a la nariz. Paracaptar su olor genuino, antes de que pierdan el ltimo hlito devida propia, deca, y se quedaba un rato con los ojos cerrados,como extasiado, la pieza pegada a su rostro, acaricindola conlas yemas de los dedos. Aseguraba experimentar as, con todala intensidad de sus sentidos, la soledad del esquimaldeslizndose con el kayac entre tmpanos de hielo por las

    cristalinas aguas de la costa de Groenlandia; el crepitar delfuego calentando el cuenco de barro de la remota aldea deKerala, en la India; el tintineo de las campanillas en la pagodacamboyana; la fragancia de las especias guardadas enrecipientes de una tienda de un zoco turco; el sonido deltambor de madera de Zaire, el de las largas trompas de metaldel Tbet; la textura del collar de colmillos de jaguar de los

    indios del Amazonas, de los rollos sagrados taostas de papel dearroz, del bastn de danza nemaink procedente de las NuevasHbridas. Objetos evocadores de mundos tan distintos ydistantes del suyo, de escenas cotidianas de gentes inmersas ensus vidas, que a l le provocaban un ardiente deseo de huir, deevadirse de cuanto le rodeaba y mezclarse con esos otrossonidos, esas otras luces, esos otros olores; el anhelo de

    experimentar otras vidas sugeridas. Algo que yo no entendabien de qu arcanos recovecos de su personalidad proceda.Pareca emanar de un fondo de insatisfaccin, quizs con elmundo que le haba tocado vivir, quizs con l mismo,probablemente con ambos. Por eso no me sorprendidemasiado aquel mes de mayo del ltimo curso de doctorado,cuando Pars entero se ech a las calles, que l se limitara a

    asistir a la primera asamblea en la Sorbona, para luegodesaparecer. Cuando la situacin volvi a la normalidad, supeque se haba marchado al Sahara.

  • 7/25/2019 obr126374

    10/229

    11

    Y con su ausencia me lleg la respuesta. Tarde. Me instal

    en la Bretaa francesa para realizar mi trabajo de campo, yall no slo se me hicieron patentes mis sentimientos por l;tambin la constatacin de que mi relacin con laAntropologa se haba estado nutriendo de la desaforadapasin que destilaba Cayetano por ella. Llegu a pensar inclusoen abandonar; pero pronto desech esa idea: nunca dejo sinterminar lo que tengo entre manos. Me di un ao para

    ponerme a prueba, el tiempo que duraran nuestrosrespectivos trabajos de campo, yo entre bretones y l entre sustuareg, si es que no se quedaba a vivir con ellos para siempre,vista su impaciencia por marcharse sin despedirse. Por eso noentend que, tras regresar l a los tres meses para tratar unascuestiones con su director de tesis, empezara a posponer suvuelta al desierto, al principio de un da para otro, luego de una

    semana para la siguiente, hasta que un da me dijo, sin ms,que haba cambiado de tema de tesis y que, en adelante, secentrara en reflexionar sobre el modelo terico desarrolladopor su director. Nunca ms volvi al Sahara. Y nunca dio unaexplicacin ni yo se la ped. Termin su tesis con excelentesresultados y, de la mano del Viejo Ttem, como as empezamosa apodar a su director y ya por entonces jefe del departamento,

    pas a ser su ms estrecho colaborador. Comenz a publicarlibros y artculos, participar en cuantos actos acadmicos se lereclamaba, dirigir tesis de doctorado, impartir conferencias yseminarios en universidades francesas y del extranjero,invariablemente, para exponer, reflexionar, polemizar,defender o fundamentar aspectos tericos relativos a lostrabajos de su maestro sobre mitologa. Lleg a ser

    considerado el mejor experto en la obra del Viejo Ttem; maspara m fue a costa de perder el fondo de pasin que tanto mehaba seducido.

  • 7/25/2019 obr126374

    11/229

    12

    Nos distanciamos. Termin mi doctorado y obtuve una

    plaza en un liceo de Lille, donde me cas y tuve a mi hija. Ycuando todo apuntaba a que acabara mi vida de profesora deprovincias, enviud. En el sepelio, l me sugiri que regresara aPars. Y no par de desplegar la considerable capacidad deinfluencia que le confera su estrecha vinculacin con elomnipotente Viejo Ttem, hasta que consigui llevarme aldepartamento de Antropologa de la Escuela. All, volvimos a

    anudar los lazos de nuestra antigua amistad, que poco a pocose fueron cerrando hasta llegar a constituir la extraa parejaque acabamos siendo. Slo si estaba fuera de Pars faltaba llos domingos a almorzar conmigo y mi hija. Cuando yo tenaque ausentarme, l se encargaba de recoger a mi hija en casade mis padres y la llevaba al colegio.

    Fue en algn momento de entonces cuando volv a

    preguntarme sobre mis sentimientos hacia l. Esta vez, con laestulta seguridad que da la experiencia, determin que pornada del mundo iba a poner en riesgo mi amistad dando unpaso en falso.

    Me quera l?Esa pregunta me la respond yo misma el domingo que

    apareci en casa acompaado de Justine. Me haba contado

    que llevaban un tiempo saliendo juntos (nos tenamosmutuamente al tanto de nuestros respectivos escarceosamorosos); pero el hecho de llevarla a casa adquira unsignificado especial. Fue una prueba de fuego que me cogidesprevenida y me oblig a hacer acopio de todos mis recursospara no romper los votos de amistad que me haba hecho.Vinieron das de prudente distanciamiento, de ntimas

    zozobras que fui capeando como pude, hasta convencerme am misma de que la ventolera levantada con la aparicin deJustine slo haba removido la hojarasca de los celos y no otros

  • 7/25/2019 obr126374

    12/229

    13

    sentimientos ms profundos. Me hice ntima amiga de Justine y,

    como tal, me toc vivir la gran crisis de la pareja, cuando, trashaber visitado ella varios gineclogos porque no se quedabaembarazada sin resultados que lo impidieran, l consintihacerse las pruebas de fertilidad. El resultado: esperma dbilpara la fecundacin. Segn los mdicos, poda deberse tanto acausas genticas como psicolgicas. l se apresur a achacarloal permanente estrs en que viva y prometi a Justine que, en

    adelante, aminorara sus mltiples actividades. Regresabaantes a casa y empezaron a tener ms vida social. Hasta queun da, el Viejo Ttem le advirti de que estaba perdiendovisibilidad en el panorama acadmico y que ello perjudicabasus aspiraciones a sucederle en la direccin del departamento.Cayetano entr en un estado de ansiedad que se fue acusandoa medida que se acercaba el momento de la jubilacin de su

    maestro. Justine, por su parte, empez a obsesionarse porquesu tiempo frtil llegaba a su fin. Los dos se adentraron en unterritorio de silencios y reproches velados. Hasta que Justine nopudo ms y le pidi un tiempo de separacin para reflexionar.l se lo concedi y se mud a otro apartamento. Y yo volv arecuperarlo cada domingo a la hora de almorzar.

    Me preocup por l cuando, en plena crisis vital, se march

    a Per; pero, en mi fondo, experiment un asomo de esperanzapor algo que al principio no supe definir bien, hasta que, mesesms tarde, me llam para decirme que haba decididoquedarse ms tiempo, que necesitaba buscar respuestas a suspreguntas. Cuando colgu el telfono, sent el fro aliento de ladistancia, mas tambin la dulce sospecha de que por elhorizonte de aquella crisis atisbaba la figura del joven

    apasionado que tanto haba admirado. Me advert a m mismaque esta vez no iba a repetir el mismo error de juventud: el que

  • 7/25/2019 obr126374

    13/229

    14

    comete quien no se arriesga al impulso de una primera caricia,

    a sabiendas de que tambin puede ser la ltima.Cuando baj del taxi en la puerta del hotel Corihuasi me

    faltaba el aire y me temblaban las piernas. Aturdida, entr yme sent en el primer silln que encontr frente al mostradorde la recepcin. El conserje, al ver mi estado, me trajo deinmediato un mate de coca.

    - No se apure, seora, es el soroche. Se le pasar rpido o

    que me deca en espaol, para continuar en inglspreguntndome si prefera que me acompaase a mi cuarto ydejar los trmites de registro para despus.

    Apenas alcanc a emitir un no con la cabeza desde el pozode ansiedad en que me encontraba. Slo pasados unosminutos, despus de preguntar al joven por la persona que hizola reserva, ste responderme que la hicieron por telfono, yo

    interpelarle si era voz de hombre o de mujer, l contestarmeque no lo saba porque no era su turno, yo inquirirle si meesperaba alguien en el cuarto, y l, un tanto extraado,decirme que recin se haba incorporado pero no lo crea, quela llave estaba ah, slo entonces me sent con fuerza suficientepara levantarme sin que me flaquearan las piernas. Con unpellizco en el estmago, sub acompaada por el conserje.

    Contuve la respiracin mientras ste abra la puerta del cuartoy me ofreca el paso. Una vez dentro, respir aliviada. Ydecepcionada.

    - Alguien ha debido olvidar eso seal un paquete quehaba sobre la mesa.

    - Se me haba olvidado. Es para usted. Lo trajeron ayer. Elconserje de noche lo habr subido.

    - Quin lo trajo pregunt, tratando de disimular laagitacin que acompaaba a mis palabras.

    - Uno de los nios lustrabotas de la plaza de Armas.

  • 7/25/2019 obr126374

    14/229

    15

    Cuando el conserje sali del cuarto, me apresur a

    inspeccionar el paquete. Slo pona: Para Yvonne. Reconoc lamisma letra de la misteriosa carta. Lo abr y saqu un mazo defolios escritos a mano. En la primera pgina slo haba unttulo.

    LADRN DE MITOS

    No necesitaba ms. Estrech el manuscrito contra mi pechoy, cuando consegu ahogar el llanto, me enjugu las lgrimas,me sent al borde de la cama, saqu las gafas del bolso, me laspuse y, con el corazn disparado, comenc a leer.

  • 7/25/2019 obr126374

    15/229

    16

    1

    st buscando en las cajas apiladas en el pasillode su apartamento los apuntes que tomdurante la ltima conferencia impartida por sumaestro, el Viejo Ttem, hace ahora algo ms

    de tres meses. Ha recordado el desafo que ste lanz a susdiscpulos presentes en el aula magna para que continuaransus estudios sobre los mitos y le ha parecido oportuno citarloen el prlogo del libro que esta misma noche va a dar porterminado. No en vano l ha sido su ms cercanocolaborador en el departamento de Antropologa desde losya lejanos tiempos en que aqul dirigi su tesis doctoral, y noen balde ha dedicado toda su produccin escrita a reflexionarsobre su obra. De hecho, el libro que ahora termina, untratado sobre las aportaciones ms relevantes de su maestroa la Antropologa, ser su homenaje particular por la deudaintelectual que tiene contrada con l.

    Bajo un montn de carpetas se topa con un paquete decuadernos atados con una cinta roja. Lo saca y su rostrodibuja una mezcla de sorpresa y alegra. Haca siglos que lostena perdidos de vista. Cuaderno de campo del Sahara, n 1.Cayetano Aljamia, lee con nostalgia en la portada del primero.Lo abre: 5 de junio de 1968. Vuelo Pars-Nouadhibou.Debajo:El antroplogo incipiente. Le sigue todo un cdigo deintenciones que habra de guiar el trabajo de campo que sedispona a emprender en una tribu tuareg asentada en unoasis de la regin del Adrar, al noreste de Mauritania. Paseasu mirada emocionada por las lneas escritas en las hojas de

    E

  • 7/25/2019 obr126374

    16/229

    17

    rebordes pajizos, pero la prisa por terminar el prlogo slo le

    permite retener una serie de palabras subrayadas que vanhilvanando el texto: punto de vista del otro

    , empata

    ,comprensin

    , objetividad

    , observacin participante

    , rigorcientfico

    , mirada distante, alteridad.Cierra el cuaderno y lodeja a un lado. Coge el nmero 2. Contiene dibujos de escenasde la vida cotidiana en el oasis: La cosecha de dtiles. Pastoreode cabras y dromedarios.Juegos de nios.Mujeres en torno al

    pozo.Preparando el cus-cus. Se detiene en el siguiente: unajaima profusamente dibujada en sus ms pequeos detalles,acompaada de un glosario. Sonre. Por unos instantes, supensamiento se pierde en el pasado. El nmero 3 incluyedescripciones de ritos de nacimiento, matrimonio y muerte.El 4, el 5 y el 6 recogen relatos de la mitologa tuareg. Tomael ltimo cuaderno, de pastas violeta, ste sin numerar, lo

    abre. Contiene ensayos de interpretacin de los relatosrecopilados. Le llama la atencin la cantidad de palabras,frases, incluso prrafos enteros que hay tachados, corregidosy vueltos a tachar. Unas veinte hojas ms adelante, laescritura queda repentinamente cortada en medio de unafrase; el resto de la pgina y la contigua estn en blanco. En sucabeza se desencadena un sbito torbellino de emociones

    encontradas, de entre las que acaba por prevalecer una: elhecho mismo de haberse sorprendido, puesto que esperfectamente consciente de que abandon aquel trabajo decampo al poco de comenzar. Por qu ha recibido entonces lainterrupcin del texto como un reproche del pasado?

    Pasa la pgina.

    Tnger, 7 de septiembre de 1968.

  • 7/25/2019 obr126374

    17/229

    18

    Tnger! musita sorprendido. Ahora s haba olvidado por

    completo los dos das que tuvo que pasar en la ciudadnorteafricana por una avera del avin que lo llevaba deregreso del desierto hacia Pars. Se recuerda sentado al bordedel mirador que se abre sobre la baha, el cuaderno violetasobre el regazo, contemplando la costa espaola, al otro ladodel estrecho de Gibraltar. Acababa de escribir lo que, tantosaos despus, vuelve a leer.

    No hay que remontarse a Morgan, Tylor, Boas oMalinowski, para situar los orgenes de la Antropologa.Tampoco a los filsofos de la Ilustracin, como sostienenalgunos, ni a los cronistas de Indias espaoles, como piensanotros; ni siquiera al viajero medieval Ibn Khaldum o algegrafo griego Herodoto. Hay que ir ms all, mucho ms

    all de los confines de la Historia, hasta el tiempo de los mitos,para localizar el autntico origen de la Antropologa. FueHrcules quien, al separar el continente europeo del africano,dio lugar al nacimiento del mito fundador de la disciplina. Unmito protagonizado por un yo, Europa, que se erigi enconocedor nico, y un otro, frica, concebido por aqul a suimagen y conveniencia. Y heme a m aqu, de cara a Europa y

    de espaldas a frica, en plena transgresin de las reglas deljuego prescritas por el mito. S que bastara con girarme cientoochenta grados sobre mi propio trasero para adoptar laposicin epistemolgica correcta y, en lugar de continuar miviaje a Pars, regresar al oasis para continuar el trabajo decampo. Pero ya no puedo. Ese otro que constitua mi objeto deestudio se ha convertido en alguien que ya no me es ajeno,

    alguien a quien puedo desear, y supongo que hasta odiar; masde ningn modo observar o analizar.

  • 7/25/2019 obr126374

    18/229

    19

    El resto del cuaderno est en blanco. Lo cierra, lo adjunta

    con los otros y los devuelve a la caja. Sigue esculcando en loscajones hasta dar con la carpeta que buscaba. Con su menteenganchada en el recuerdo del desierto, regresa alordenador, enciende un cigarrillo, lee la ltima frase escrita yse detiene en los dos puntos que palpitan bajo el cursor a laespera de la cita; slo que ahora no ve clara la oportunidadde incluirla. Da una profunda calada, arroja el humo a la

    pantalla y retoma la lectura desde el principio del prlogopara recuperar el hilo que lo haba conducido hasta la cita delViejo Ttem. Pero el hilo lo lleva otra vez hasta los dos puntosy lo deja de nuevo all atascado, tratando de identificar lasconfusas emociones que le ha desatado el reencuentro de losviejos cuadernos de campo. Incapaz de recuperar laconcentracin, decide dejarlo para el da siguiente. Son ms

    de las dos de la madrugada y ha de levantarse temprano parair a la Escuela.

    Por la maana, imparte su clase de doctorado, aunque hatenido que hacer un esfuerzo para disipar la imagen delcuaderno violeta que de modo intermitente irrumpa en sucabeza. Se pasa por la secretara para resolver los trmites desu candidatura a la prxima eleccin del nuevo director del

    departamento. Al anochecer, regresa a su casa. Cena, se haceun caf, pasa al estudio y se dispone a trabajar. Conecta elordenador, enciende un cigarro y comienza a leer las pginasdel prlogo escritas la noche anterior. Decide descartarlo: elmodo en que se refiere a su maestro le est pareciendo ahoraun tanto adulador y no quiere dar una imagen de s mismodemasiado reverente. Reconoce que le debe mucho, claro;

    pero, acaso no es l tambin acreedor de su reconocimientodespus de haberle dedicado toda su vida profesional? Faltamenos de un mes para el relevo en la direccin y, al da de

  • 7/25/2019 obr126374

    19/229

    20

    hoy, el Viejo Ttem an no se ha dignado a hacer un gesto de

    apoyo a su candidatura. Un apoyo que todo el mundo da porsupuesto, incluso sus adversarios, pero l, a tenor de ciertasactitudes que viene percibiendo entre algunos colegas deldepartamento, no las tiene todas consigo. Y Claudine, la otraaspirante a la sucesin no ha dejado de hacer mritos paraganarse al Viejo Ttem. ste, no obstante, ha mantenido unsilencio pulcro y equidistante entre ambos; una actitud que a

    l le parece injusta y tambin peligrosa, pues se puedeinterpretar como un acto de elocuente desafeccin por partedel Viejo Ttem hacia quien es considerado como suheredero intelectual.

    Cierra el documento y abre uno nuevo. Durante un buenrato permanece con los dedos sobre el teclado y la miradaenganchada en el cursor. No encuentra el modo de abordar

    el prlogo. O mejor dicho, se le ocurre uno sonre conmalicia- pero no puede darle forma de escritura. Tendra sugracia: un libro dedicado a ponderar las aportaciones delViejo Ttem al campo de la Antropologa, en cuyo prlogo sudiscpulo ms cercano tambin advierte al lector de susmiserias. Todo un ejercicio de Antropologa total, piensasarcstico. Bueno, se interrumpe, djate de ocurrencias

    estpidas. No puedes perder ni un minuto. Los de la editorialte advirtieron que un solo da de retraso en la entrega delmanuscrito impedir que el libro est en las libreras envsperas de la eleccin, como t quieres.

    Entra al saln, saca un disco al azar, lo pone. Suena laobertura de Tannhuser. Pasea entre las cajas de librosapiladas y se dice por ensima vez desde que se instal en

    este apartamento tras la separacin de su mujer, hace algoms de un ao, que debera ordenar la biblioteca. Prontocomprueba que la msica, lejos de relajarlo, aumenta su

  • 7/25/2019 obr126374

    20/229

    21

    ansiedad. Apaga el tocadiscos y se sienta frente al ordenador.

    Qu puede escribir sobre el Viejo Ttem: Que hadesarrollado uno de los corpus tericos ms relevantes de laAntropologa? Que es uno de los autores ms citados? Querepresenta una especie de intelectual que se extinguir conl? S, puede escribir todo eso y no mentir si lo hace. Peromentira si slo escribiera eso: si no aludiera a los cadveresque ha ido dejando en su trayectoria profesional, al rastro de

    sumisin, humillacin y vasallaje, la falta de generosidad, lacarencia de afectos, la soberbia, la infinita soberbia que, ennombre de la disciplina antropolgica, ha destilado cada unode sus gestos, cada uno de sus pasos hacia el Olimpo de laacademia. Se puede escindir al personaje de la persona sintraicionar la verdad, esa verdad a la que, segn el ViejoTtem mismo tantas veces ha dicho, hay que someter todo lo

    dems? Qu dira si su ms devoto discpulo, siguiendofielmente sus enseanzas, expusiera en este prlogo toda laverdad? Bueno, de sobra sabe lo que dira: que las personasno importan; slo su obra trasciende.

    - Su obra musita entre dientes - Su puta obra! Soy yoparte de esa obra?

    La maana siguiente la pasa encerrado en su despacho de

    la Escuela; no le apetece ver a nadie. A las cuatro, baja a laconferencia que imparte un colega de la Universidad deSidney sobre mitos aborgenes australianos. No le gusta laidea de tener que pasarse un par de horas encerrado en lasala de conferencias; pero con la eleccin en puertas no lequeda ms remedio que asistir. El Viejo har la presentacindel conferenciante y Claudine va a estar con toda seguridad.

    El aula ya est llena, de modo que tiene que sentarse al final,no sin antes comprobar que, en efecto, su contrincante ya haocupado un puesto en la primera fila. Entran el

  • 7/25/2019 obr126374

    21/229

    22

    conferenciante acompaado del Viejo Ttem y se acomodan

    en el estrado.Cayetano recibe las primeras frases de su maestro como

    un golpe bajo a su aspiracin a sucederle.- Tenemos con nosotros a un reconocido experto en

    mitologa australiana que, lejos de limitarse a refrer modelostericos desarrollados por otros, ha elaborado los suyospropios a partir de una sistemtica y rigurosa investigacin

    realizada in situ. Sin duda, el nico modo de hacerAntropologa.

    Seguro que el Viejo Ttem no estaba pensado en l aldecir esas palabras. Pero entonces por qu mientras lasdeca ha dirigido una sutil y fugaz mirada hacia l? Ha sidoun mensaje, un aviso, una sentencia? Bueno, no ha deextraarse: sabe de sobra que en su mundo acadmico las

    verdades se construyen con los materiales que se extraen delas canteras del inters y la circunstancia. Y la circunstanciaahora es que su inexperiencia en trabajo de campo apenaslos tres meses fallidos en el Sahara- es su taln de Aquilescurricular, como bien se encargan sus adversarios de darpbulo. De hecho, es el argumento que estn difundiendopara cuestionar su candidatura. Y ahora, quien se supone que

    debera ser su mximo valedor, viene a exponerpblicamente la herida. Nota cmo el golpe en el estmagodel Viejo Ttem se transforma en una pompa de ira que lesube hasta la garganta. Se levanta airado y sale del aula. Aquin cojones le interesa la hermenutica del canguro! sejustifica con rabia una vez fuera.

    Pasan los das en medio de rumores, concilibulos, apoyos

    sinceros, apoyos ficticios y elocuentes silencios. Silencios quea l le resultan coherentes en algunos compaeros, mas noen su maestro. Varias veces se ha encontrado con l en el

  • 7/25/2019 obr126374

    22/229

    23

    departamento, se han saludado con la cordialidad habitual e

    incluso han tratado algn asunto menor; ni una palabrasobre la sucesin. En un par de ocasiones, el Viejo Ttem seha mostrado interesado en saber cmo lleva el libro.

    Llegado el da de la votacin, se pasa a primera hora de lamaana por el departamento para votar, imparte la clase yregresa a su apartamento. No desea encontrarse con el Viejo.Hasta el ltimo momento ha esperado una manifestacin de

    apoyo, unas palabras, una sonrisa, un gesto, una simplepalmada en el hombro; cualquier seal de reconocimientopblico, por sutil que fuera, habra bastado para asegurar sueleccin; pero, sobre todo, le hubiera servido para aliviar laamarga sensacin de haber sido utilizado y abandonado porquien durante tantos aos ha sido su modelo a seguir. Pormucho que le duela, ya no puede seguir negndose a asumir

    que si el Viejo Ttem lo vota no es porque lo considere elmejor candidato, sino a fin de que el departamento quede enmanos de quien considera que mejor va a garantizar sulegado. Para eso el Viejo se ha pasado toda una vidaadiestrndolo, para que, llegado el momento, l ya seaincapaz de rebelarse sin que tal osada no le suponga poneren evidencia lo que ahora empieza a comprobar que tantos

    esfuerzos y sacrificios le ha costado llegar a ser: nada, apenasuna sombra.

    Pasadas las cinco de la tarde, suena el telfono. Sabe quees Yvonne, compaera en el departamento, su amiga ntimadesde los tiempos del doctorado.

    - He perdido, verdad? se anticipa l para amortiguar elgolpe.

    - Por un voto.Se produce un lapso de silencio.

  • 7/25/2019 obr126374

    23/229

    24

    - Bueno intenta l controlarse el mundo sigue girando.

    Cmo ha reaccionado el Viejo Ttem.Yvonne tarda unos segundos en responder.- El muy cabrn no ha aparecido en todo el da.Cayetano se queda mudo. De repente, el edificio de su vida

    acadmica se acaba de desplomar.- Quieres que vaya? pregunta Yvonne.- No hace falta - consigue responder l, haciendo un

    esfuerzo para que no se le quiebre la voz.- De verdad?- De verdad, Yvonne, gracias. Ya te llamar maana.

    Los das siguientes a la votacin, apenas hace acto depresencia en la Escuela para dar sus clases a primera hora dela maana y nada ms terminar se va. El resto del da lo pasa

    deambulando por la ciudad, para regresar a su apartamentouna vez anochecido.

    Hoy lleva toda la tarde paseando por el barrio latino. Depronto, cae en la cuenta de que est a una calle delapartamento donde viva con su mujer antes de laseparacin. Hace cinco meses que no se ven. La ltima vezfue en casa de Yvonne, donde conoci a George, el tipo con

    quien, al parecer, Justine andaba saliendo. Nadatrascendente, segn le asegur Yvonne despus, comotambin prueba el hecho de que siga viviendo sola. Y ahora,al pensar en ella, se le ha despertado el deseo de verla.Despus de todo, nunca hubo una ruptura en toda regla.Simplemente, la relacin haba entrado en un estado deatona que devino en incomunicacin. En realidad, slo se

    dieron un plazo para reflexionar. Quizs ha llegado elmomento de retomar algunos asuntos que dejaronpendientes.

  • 7/25/2019 obr126374

    24/229

  • 7/25/2019 obr126374

    25/229

    26

    - Yo tambin quera hablar contigo. Fue lo que acordamos

    no?- Ya. Pero de eso hace un ao.- Nos dimos un plazo.- Si. Unos meses.- El tiempo pasa.- El tiempo pasa, Cayetano, pero no lo hace por igual para

    todos. Dos personas pueden compartir la misma cama

    durante aos y, sin embargo, estar viviendo en tiemposdistintos.

    l encaja la indirecta.- Siempre es posible que esas dos personas sincronicen

    sus vidas.- No siempre.Justine le mira a los ojos. La dbil sonrisa dibujada en sus

    labios no consigue borrar el asomo de tristeza que refleja sumirada.

    - Estoy embarazada.La noticia cae sobre l como el rayo que, en medio de la

    tormenta, fulmina al rbol solitario.- Lo vas a tener? se oye preguntar, a pesar de que

    conoce la respuesta.

    - S contesta ella con timidez, pero a la vez con un fondode firmeza que l recibe como una acusacin.

    Cayetano siente cmo se desgarran las entraas vindolaah, frente a l, la mirada brillante y triste pero serena, con losbrazos cruzados sobre su vientre fecundado por otrohombre. Incapaz de soportar un segundo ms, da mediavuelta y deja el apartamento, tratando de contener el llanto

    que no puede reprimir ms cuando irrumpe en una callecuya nica salida est absurdamente interceptada por elViejo Ttem con los brazos abiertos. Confuso y sin control, se

  • 7/25/2019 obr126374

    26/229

    27

    ve subir de nuevo las escaleras con mpetu desbocado, entrar

    en el apartamento, tomar a Justine en sus brazos, besarla conansia, empujarla contra la pared, bajarse el pantaln, levantarsu falda con precipitacin, comenzar a dar empellones a uncuerpo pasivo, frgil, rgido, y acabar gimiendo porque se dacuenta de que no puede penetrarlo.

    Excusa una gripe para justificar su ausencia de la Escuelahasta la semana siguiente y anticipa el permiso a la asistenta

    para que viaje a Portugal a celebrar la Navidad con su familia.Pasa el tiempo encerrado en el apartamento, en pijama,tumbado en el sof, comiendo a deshoras los restos de quesoy pat, dormitando durante el da, dando vueltas en la camadurante la noche. Hasta que llega el da en que no tiene msremedio que volver a la Escuela para dar la ltima clase deltrimestre.

    En plena exposicin del tema enmudece ante las atnitasmiradas de los alumnos. Se queda con la boca ridculamenteentreabierta, incapaz de emitir sonido alguno en medio de unexpectante silencio. Pasa un eterno minuto y slo cuandoempieza a escuchar los primeros murmullos consigue por findecir:

    - Lo siento.

    Sin poder controlar el temblor de sus manos, recoge suspapeles de la mesa y abandona el aula. Entra en su despacho,tira el esquema de la leccin a la papelera, se pone el abrigo ysale a la calle. Echa a andar por el bulevar en direccin alSena. Paulatinamente, la respiracin recupera un ritmo mspausado; a cambio, un dolor punzante se le ha instalado en ellbulo frontal derecho. Haca tiempo que no le volvan sus

    habituales migraas. El fro cortante del final del otoo leobliga a subirse el cuello del abrigo y sobre l anuda labufanda. No aminora la marcha hasta que llega al ro.

  • 7/25/2019 obr126374

    27/229

    28

    Desciende al quaiy echa a andar sobre la alfombra de hojas

    pajizas en direccin a la isla de Saint Louis. Lleva las manosapretadas en los bolsillos, pero no siente el dolor de las uasclavadas en la piel.

    Suena el telfono cuando entra al apartamento; pero nocontesta. Descorcha una botella de vino, se sirve una copa. Lamigraa sigue instalada en su cabeza. Copa en mano, entraen el dormitorio, bordea la cama revuelta, llega hasta la

    mesilla de noche, regresa sobre sus pasos, entra en la cocina,se sirve vino, contina. De nuevo el timbre del telfono. Seacerca al aparato y de un tirn arranca el cable de la pared.Repite el mismo recorrido, una y otra vez, como un animalsalvaje recin enjaulado.

    Lo despiertan las campanas de Saint Sulpice. Esttumbado en el sof, enrollado en una manta. No recuerda en

    qu momento se qued dormido, y tiene la cabezademasiado abotargada para intentarlo. Enciende la lmpara.El destello de luz en sus ojos desprevenidos le hace patente elprofundo aturdimiento en el que se encuentra, el cualrpidamente se explica cuando ve la botella de vino vacasobre la mesa y otra ms en el suelo a medio consumir. Mirael reloj: las 08:32. Nota la boca reseca, la lengua acolchada. Se

    asoma a la ventana. La niebla espesa da un aspecto fantasmala los campanarios de la iglesia. La maana est plomiza.

    Qu asco de invierno masculla.Se vuelve y su vista tropieza con el viejo cuaderno de

    campo violeta cerrado sobre el sof. No sabe cmo ha llegadohasta ah. Lo toma y, tras hacer un intil gesto reflejo paraagarrar el bolgrafo que cae de entre sus hojas, lee lo ltimo

    que hay escrito:

  • 7/25/2019 obr126374

    28/229

  • 7/25/2019 obr126374

    29/229

    30

    hice. Slo que en vez de abandonar, como deb haber hecho,

    me refugi en la vida gris de la academia. Y ahora ya es tarde.No hay vuelta atrs.

    Echa a andar, y conforme sus pasos lo llevan de sala ensala, su pensamiento se va adentrando en un itinerariointerior, flanqueado por vitrinas que exponen miedos,emociones, anhelos, incertidumbres, ambiciones, fracasos. Lorecorre sin percatarse de que entra en un pasadizo que

    reproduce un puente colgante. Se oye el sonido de fondo deuna quena andina. La sala est en penumbra para protegerde la luz los delicados vestigios prehispnicos expuestos. Enun momento dado, se gira y queda paralizado al tropezar sumirada desprevenida con el ttrico rostro acartonado de unamomia. Est acuclillada, envuelta en su fardo mortuoriodescolorido y deshilachado. A su alrededor, en el suelo, hay

    mazorcas de maz y dos muecas funerarias de trapo.Sobrecogido por la visin que tiene frente a l, no percibe quealguien se le acerca por la espalda.

    - Qu destino el de este pobre inca, ir a parar con sushuesos a la vitrina de un museo.

    Junto a la descarnada calavera, ve reflejada en el cristal ladulce y familiar expresin de unos ojos azules que asoman

    por su hombro derecho.- S. Pero no olvides que somos nosotros, los antroplogos,

    quienes lo hemos puesto ah responde a los ojos azules. -Cmo diablos has conseguido dar conmigo, Yvonne? Seguroque no vienes por el museo desde los tiempos en quetrabajbamos aqu de becarios.

    - Un alumno mo te ha visto entrar esta maana. Te

    puedes imaginar el revuelo que se ha levantado en la Escuelacon tu espantada de clase.

    - Vaya - responde l, volvindose hacia Yvonne.

  • 7/25/2019 obr126374

    30/229

  • 7/25/2019 obr126374

    31/229

    32

    - Ests dando por sentado que Antropologa y

    antroplogos son la misma cosa.- Pues ya me dirs cmo se puede concebir la

    Antropologa sin antroplogos!- Del mismo modo que puede hacerse a la inversa.- Antroplogos sin Antropologa? Y qu puede hacer un

    antroplogo sin Antropologa?- Lo que yo he hecho todos estos aos. Ven -dice tirando

    del brazo de Yvonne con determinacin.Se adentran en una selva tropical de cartn piedra. Se

    oyen cantos de pjaros y aullidos de monos. Estn en lassalas dedicadas a las culturas amaznicas. Se detienen anteuna vitrina.

    - Tzantzasdice l sealando una cabeza reducida por losjbaros al tamao de un puo. - Eso es lo que yo he hecho

    todos estos aos. Tzantzas. - Recuerdas las tcnicas queutilizaban para la reduccin?

    - No veo a dnde vas, Cayetano empieza ella aimpacientarse.

    - Cuando capturaban a su enemigo comienza l adescribir con la precisin de un neurocirujano, sin apartar lamirada del tzantza - lo primero que haca el cazador era

    cortarle la cabeza para deshuesarla. Cortaba la piel por laparte posterior y la separaba del hueso para hervirla en aguamezclada con hierbas aromticas, cortezas ricas en taninos yjugo astringente extrado del chinchipi, una liana tropical.Luego, colocaba una piedra caliente dentro de la piel yplanchaba la parte externa sobre el molde. Introduca arenacaliente por los huecos que quedaban entre la piedra y la piel

    para que sta se fuera encogiendo. Cuando consegua eltamao apropiado, cosa la incisin de la parte occipital y dela nuca. Entonces, tea la cabeza con carbn vegetal, la

  • 7/25/2019 obr126374

    32/229

  • 7/25/2019 obr126374

    33/229

    34

    - En La Coupole hay demasiado ruido. Si no te importa,

    prefiero otro sitio mejor.- Est bien acepta ella encogiendo los hombros. - Si

    tengo que pedir un adelanto, lo har. Todo sea por lostiempos felices que pasamos juntos en este museo. A verdnde desea comer su seora?

    - En el restaurante de la Ciudad Universitaria leresponde, y se queda a la espera de ver cmo reacciona ella

    ante su propuesta.En la cara de Yvonne aparece primero una expresin de

    sorpresa y luego una sonrisa de complicidad. Ha pasado unavida entera desde que no van por all.

  • 7/25/2019 obr126374

    34/229

    35

    2

    a voz del comandante anuncia que en veinteminutos aterrizarn en el aeropuerto JorgeChvez de Lima. Cayetano echa un vistazo a lapantalla: el avioncito intermitente sobrevuela la

    costa peruana. Regresa al hojeo distrado del peridico. Sedetiene en una noticia de agencia que da cuenta de la muertede decenas de miles de etopes a causa de la hambruna. Dejaun dedo sealando la pgina, regresa a la portada y actoseguido la pasa: un extenso reportaje dedicado al cuarentaaniversario de la proclamacin de la Carta de los DerechosHumanos por la ONU, ilustrado con fotografas de losdignatarios ms poderosos del planeta. Apoya la cabeza en elrespaldo y entorna los prpados. Quin entiende al serhumano, al que le importan ms los smbolos que lo quesimbolizan. Y qu ilusos somos los antroplogos, que noshemos dado por cometido comprender al ser humano; laespecie animal que se sirve de la estrategia del camuflajepara defenderse de sus depredadores, como tantas otrasespecies animales y vegetales, pero tambin de otra que esexclusivamente suya: la capacidad de protegerse a base deengaarse a s mismo. Abre los ojos y deja escapar la miradapor la ventanilla. El sol del atardecer empieza a ocultarse enel espeso mar de nubes gris que se extiende hasta elhorizonte. Acaso porqueese sea el nico modo que tiene dedefenderse del ms peligroso de sus depredadores: lmismo.

    L

  • 7/25/2019 obr126374

    35/229

  • 7/25/2019 obr126374

    36/229

  • 7/25/2019 obr126374

    37/229

  • 7/25/2019 obr126374

    38/229

    39

    - S. Los tengo estudiando en un colegio americano, muy

    bueno. El sistema de enseanza peruana es un completodesastre.

    - Por el despachazo que tienes, veo que no te va mal.- Bueno, bueno, no es oro todo lo que reluce. La direccin

    de esta institucin tiene sus complicaciones. Pero no mequejo.

    - Por qu dejaste la enseanza en la Universidad?

    - Con el salario de profesor no me alcanzaba. No teimaginas las penurias que he pasado. Hubo un tiempo quehice de taxista en las horas libres. Hasta que empec aasesorar proyectos de cooperacin para el desarrollo. Aqu, sino te dedicas al narcotrfico, a las altas finanzas o a la poltica,eso es lo nico que te permite mantener unos ingresosestables y en dlares.

    - Y en qu consiste tu trabajo?- En realidad no es lo que los antroplogos ortodoxos,

    como t, entienden por Antropologa. Buscamos financiaciny coordinamos proyectos en la selva: erradicacin deplantaciones de coca, incentivacin de cultivos sustitutivos,implementacin de postas mdicas, cooperativas agrcolas.Creo que hacemos una labor positiva. Aunque no te puedes

    imaginar la de reproches que he tenido que or de algunosantiguos colegas de la izquierda. Segn ellos, me he vendidoal capitalismo.

    - Y cuanta verdad hay en eso?- Digamos que estoy rentado dice con un impostado

    gesto de cinismo-. Pero es que las cosas son bien difciles enel Per justifica- . La deuda externa nos come y la inflacin

    amenaza con desbocarse. La situacin poltica se descontrola.Te voy a dar unos cuantos datos que ilustran bien lasituacin. Desde 1980 llevamos ms de trece mil muertos a

  • 7/25/2019 obr126374

    39/229

    40

    manos del terrorismo y del ejrcito. El sesenta por ciento de

    los nios est desnutrido. Y un sondeo reciente sobreexpectativas de vida revela que ms de un ochenta por cientode peruanos quiere salir del Per.

    - Catastrfico.- As es. Pero es que el Per es harto complicado,

    hermano. No se puede comprender con claves occidentales.Ustedes, los europeos, viven en su plcido balneario, y no es

    esa la mejor perspectiva para entender lo que ocurre fuera.- Algo habr contribuido la democracia y el progreso a

    crear lo que t llamas balneario. No crees?- Por supuesto. Pero su democracia y su progreso no han

    caminado solos jams. Las conquistas, las rapias, ladominacin y la explotacin han sido fieles aliadas suyas.

    - No caers en la demagogia de culpar a Occidente de

    todos los males de los pases en vas de desarrollo?- Reconocers que alguna responsabilidad s tendr el

    Primer Mundo en el orden internacional, puesto que ha sidoel que lo ha ordenado. Y buena prueba de ello es su malaconciencia. Sabes cul es el primer producto de exportacindel Per?

    - No, no lo s.

    - Primero fue el oro, luego el caucho, el guano y la harinade pescado. Ahora son los capitales en forma de pago de ladeuda externa, la cocana y el blsamo. Blsamo de lacooperacin internacional para aliviar el escozor de la malaconciencia de los europeos.

    - Podra no haber esa ayuda.- No seas ingenuo, Cayetano. Ustedes han acabado por

    aprender que los abusos con los pases perifricos terminanpor salirles ms caros. Pura lgica financiera.

    - O sea, que te has dedicado a la poltica.

  • 7/25/2019 obr126374

    40/229

  • 7/25/2019 obr126374

    41/229

  • 7/25/2019 obr126374

    42/229

  • 7/25/2019 obr126374

    43/229

  • 7/25/2019 obr126374

    44/229

    45

    las tramas de intereses internacionales. Ah encontrars

    claves para explicar no slo la realidad peruana, sino lacondicin humana, la vida misma. Realidades Cayetano,realidades y no abstracciones tericas!

    - Pero si prescindimos de la razn terica... trata deargumentar Cayetano, ms por mantener su posicin frentea Lucho que porque le apetezca polemizar sobre ese asunto.

    - Cojudeces! interrumpe Lucho- Mira, antes te he dado

    una razn de por qu dej la universidad. Pues te voy a darotra. Cuando empec con la Cooperacin trat por todos losmedios de compaginarla con mi actividad acadmica,convencido de que cuantos ms conocimientos tericostuviera, mejor resolvera los problemas que se me fueranpresentando. Pero lleg un momento en que vi que lo quehaba aprendido en Pars no me serva para entender este

    carajal. Cuanto ms profundizaba en mis conocimientostericos ms senta que me alejaba del ser humano real.

    - Esa afirmacin supone banalizar la Antropologa porcompleto.

    - Ya, pues. En cambio a m lleg a parecerme que era laAntropologa la que banalizaba al ser humano.

    Cayetano se queda callado.

    Se han adentrado en un parque de olivos. Caminanpausadamente en direccin al hotel, efectuando pequeosaltos cuando la discusin sube de tono, como si el comps dela marcha marcara el ritmo de la conversacin y de esemodo, parndose, mirndose, echando de nuevo a andar,fueran puntuando el curso de su dilogo. De vez en cuando, elcanto de una paloma acompaa la conversacin.

    - Qu extrao me resulta escuchar el canto de una palomatorcaz en medio de un olivar, a miles de kilmetros de los

  • 7/25/2019 obr126374

    45/229

  • 7/25/2019 obr126374

    46/229

    47

    - Oye Lucho, me has dejado preocupado. Lo de las

    amenazas de muerte crees que va en serio?- Hermano, cuando las cosas llegan al extremo al que han

    llegado en este pas, cualquier cosa, por descabellada que sea,es posible.

  • 7/25/2019 obr126374

    47/229

    48

    3

    ayetano contempla desde el ventanal de sucuarto el panorama que se extiende ante susojos. Abajo se abre la gran plaza de Armasporticada, con la catedral a la izquierda y la

    iglesia de la Compaa en frente. En torno a la plaza, unatrama reticular de calles conforma el Cuzco incaico y colonial,ms irregular y abigarrado a medida que la urbe seencarama a los cerros circundantes. De entre los tejados delas casonas coloniales de patios interiores porticados,sobresalen los campanarios de las iglesias. La ciudad sederrama suavemente valle abajo y se pierde de vista al pie deun cerro donde hay escrito sobre el terreno en letrasgigantescas: VIVA EL PER.

    Toma un sorbo del mate de coca que le han subido paraaliviar la sensacin de mareo que empez a sentir mientrasesperaba a recoger el equipaje.

    - Es el soroche, seor, le ha dicho el conserje. Si se quedareposando un rato, se le pasar rpido.

    Ahora, algo ms repuesto, se dispone a hacer un primerrecorrido por la ciudad.

    - Vaya con cuidado, seor, lo previene el conserje. - Hayparo armado.

    Baja la calle empedrada y sale a la plaza de Armas. Seencamina hacia la catedral y sube la escalinata hasta el atrio.Est cerrada. Tambin la iglesia de la Compaa. Va asentarse en un banco del jardn central. Apenas hay gente, apesar de lo avanzado de la maana. Las tiendas y los

    C

  • 7/25/2019 obr126374

    48/229

    49

    restaurantes permanecen cerrados. Dos lustrabotas

    conversan aburridos junto a la fuente central. Uno de ellos sele acerca y le ofrece su servicio. Cayetano acepta. Elmuchacho le deja un peridico local. En su portada informadel asalto a la universidad por el ejrcito el da anterior. Hubovarios heridos y numerosos detenidos: dos estudiantes y unrepresentante del sindicato minero que en ese momentoinformaba a la asamblea reunida en el saln de actos.

    - Est bien fregada la cosa, amigo comenta el lustrabotas.- S, eso parece.Una tanqueta militar, vieja y abollada, entra por una de las

    esquinas de la plaza. Pasa delante de la catedral y va aestacionarse a un costado del atrio.

    - Mejor se va de aqu, amigo le aconseja el joven, dandopor terminada su labor. Cobra y se va con el cajn de los

    avos bajo el brazo.Un camin militar cargado de soldados armados irrumpe

    en la plaza y va a situarse a la altura de la iglesia de laCompaa. Los militares descienden y toman posiciones enlos soportales.

    Un clamor de voces procede de una de las calles quedesemboca en la plaza. Llevado por la curiosidad, Cayetano

    echa a andar hacia la esquina. Junto a l pasa un automvilcon cuatro militares; se estaciona junto al camin. Losescasos viandantes aceleran el paso. Aparecen los primerosmanifestantes con grandes pancartas, coreando consignas.Cayetano observa desde el soportal. El grueso de lamanifestacin se encuentra ya en la plaza; de entre ellos saltapor los aires un mazo de panfletos que revolotean sobre las

    cabezas de la gente. Un hombre vestido de paisano agarrauno al vuelo, le echa un vistazo, se dirige al automvil de losmandos militares y se lo entrega. Mantienen una corta

  • 7/25/2019 obr126374

    49/229

  • 7/25/2019 obr126374

    50/229

    51

    disparos ms. El corazn le golpea con violencia dentro del

    pecho. Le falta el aire. Se apoya en la pared para recuperar elaliento. Un bote cae junto a l y empieza a despedir un densohumo amarillo. Tose, derrama lgrimas sin control. Saca elpauelo y se lo pone sobre la boca y la nariz. Alguien chocacon l y casi lo tira al suelo. Se dirige a la tienda de la esquinacon la intencin de refugiarse en ella, pero slo le da tiempode escuchar el golpe del cerrojo en el interior. Acelera el paso

    y se mete en un callejn, haciendo un ltimo esfuerzo para nodesvanecerse. A punto de desfallecer, se sienta derrotado enel quicio de la primera puerta que encuentra.

    -Ya aprese, seor! oye a sus espaldas.Ayudado por unos brazos que tiran de l, Cayetano entra.

    La puerta vuelve a cerrarse de inmediato. Se deja caer en laprimera silla que encuentra. Lentamente, acompasa la

    respiracin. Permanece con los ojos cerrados, intentandorecuperar el pulso entre accesos de tos. Cuando se encuentrams sosegado, oye una voz:

    - As pues, hemos cazado a un gringo revolucionario.- Perdn? dice l dirigiendo la mirada hacia el punto de

    donde procede la voz.En la penumbra del rincn que procuran las

    contraventanas entornadas entrev la silueta difusa de unamujer sentada tras una mesa. Parece que dibuja en uncuaderno. Cayetano echa un vistazo a su alrededor y reparaque se encuentra en un caf. No ms de una decena de mesasocupan el local. Slo estn ellos tres.

    - Tmese este mate - le dice la joven que le ha ayudado aentrar, poniendo en la mesa una jarra con agua humeante

    llena de hojas de coca.- Gracias. Vuelve la cabeza hacia el rincn donde la

    mujer sigue enfrascada en su tarea Que uno quede

  • 7/25/2019 obr126374

    51/229

  • 7/25/2019 obr126374

    52/229

  • 7/25/2019 obr126374

    53/229

  • 7/25/2019 obr126374

    54/229

  • 7/25/2019 obr126374

    55/229

  • 7/25/2019 obr126374

    56/229

  • 7/25/2019 obr126374

    57/229

  • 7/25/2019 obr126374

    58/229

  • 7/25/2019 obr126374

    59/229

  • 7/25/2019 obr126374

    60/229

  • 7/25/2019 obr126374

    61/229

  • 7/25/2019 obr126374

    62/229

  • 7/25/2019 obr126374

    63/229

  • 7/25/2019 obr126374

    64/229

  • 7/25/2019 obr126374

    65/229

  • 7/25/2019 obr126374

    66/229

    67

    - Cayetano. Hola Hugo.

    - Hola amigo le da la mano y se sienta.- Ya te debe de quedar poco para comprar el pasaje para

    Europa- dice Angie al joven.- Puuucha! Estn bien caros esos pasajes. Y luego hay que

    vivir all y dicen que la chamba no se encuentra fcil. Si por lomenos la agencia de turismo me pagara en dlares. Pero conestos jodidos intis... Ni a Chinchero, pues!

    - As que eres gua de turismo pregunta Cayetano.- No, no se apresura Hugo a corregir. Eso es para sacar

    plata. Yo soy antroplogo - responde con solemnidad.- Vaya, qu interesante. - Cayetano mira de reojo a Angie.

    Ella le sonre.- S pues. Pero no hay chamba. Y eso que ac hay full

    ruinas incas, y full costumbres para estudiar. Pero slo los

    antroplogos gringos pueden hacerlo. Esos vienen con susdlares.

    - He visto que hay un Instituto de Antropologa cerca de laplaza de Armas.

    - Puros gringos. De Lima, todo lo ms.- Algn cusqueo habr, no?- Claro que s, el conserje.

    - Y la universidad?- No funcioona, puees! Slo entran a trabajar los que

    tienen vara. Est bien fregada la cosa. Y usted, amigo, qu deturismo no?

    Angie mira a Cayetano y hace un gesto elevando la cejaizquierda, como diciendo: Lo ves? No tienes remedio. l ledevuelve un gesto de rendicin y acatamiento.

    - Me temo que soy uno de esos antroplogos gringos delos que hablas. Aunque yo no tengo los bolsillos llenos deplata.

  • 7/25/2019 obr126374

    67/229

    68

    - Es profesor en la universidad de Pars aclara Angie.

    - Estooo, ver, en realidad yo no soy antroplogo todava corrige Hugo. - Aunque no me falta sino mi tesis de maestra.Pero la tendr pronto. Slo que habr que esperar a quetermine la huelga. Y dgame doctor no tendra una beca paraque yo me vaya a estudiar all?

    - Bueno, yo no tengo becas; pero siempre se puedeintentar conseguir una. Supongo que en la Embajada de

    Francia en Lima te podrn informar mejor que yo. Qu talandas de idiomas?

    - Ah no ms.- No seas tan humilde, Hugo, que no es tu estilo -interviene

    Angie. Y dirigindose a Cayetano -Se defiende en ingls ydomina el quechua, aunque no se prodiga mucho con l.

    - Pero el francs, nada. Vienen pocas gringas francesas por

    ac. Y usted, viene al Instituto de Antropologa?- No, no vengo al Instituto.- Entonces va a hacer trabajo de campo in situ.- Slo estoy de paso.- Lstima, porque yo podra acompaarlo a lugares donde

    todava se celebran puras fiestas incas.- A l le interesan los mitos dice Angie.

    - Esto, doctor, ya visit Sacsayhuaman?- S miente para no dar explicaciones.- Y baj ya al Valle Sagrado y al Machu Picchu?- Tambin.- Pucha. Y ya fue a Tres Cruces? Es un sitio desde donde

    se ven tres soles al amanecer.-Y eso?

    - Hay que subir a ms de cuatro mil metros de altura, a unlugar en el que la cordillera desciende de golpe hasta losllanos de la selva, ms de tres mil metros abajo. Hay que

  • 7/25/2019 obr126374

    68/229

  • 7/25/2019 obr126374

    69/229

  • 7/25/2019 obr126374

    70/229

    71

    miseria, la cultura blanca y la indgena, la soberbia y la

    humillacin. De esa materia prima est hecho el brichero.- Pues oyndolo se dira que lo nico que le interesa es

    ligar gringas apunta Cayetano con sorna.- No lo desestimes. Es muy intuitivo. Slo que va a lo suyo.

    Pero ese es uno de los rasgos de su especie. Son capaces dellegar a las mximas humillaciones con tal de conseguir loque les interesa. Y lo que ms les interesa es salir del pas,

    escapar de esta sociedad que los desprecia: los blancosporque son cholos, los indios porque tienen hbitos deblanco y se relacionan con gringos, y ellos a s mismosporque no asumen su condicin mestiza. Y la nica maneraque tienen de huir es cautivando a alguna de las gringuitasque caen por aqu buscando emociones, aventuras,sexotismo, como dicen ellos, y afecto. Ten por seguro que la

    chicas con las que se va a encontrar ahora andan yaconvencidas de que l es un prncipe Inca, heredero directode Pachacutec. Un da de estos les har algunarepresentacin de rituales incas en las ruinas deSacsayhuamn o en Qenco, las llevar a presenciar un pagode coca a la Pachamama y a un curandero para que les paseun cuy por el cuerpo para librarlas de sus males, y si puede

    les vender unos cuantos cuarzos cargados con energaesotrica. Justo lo que ellas vienen buscando desde su mundocivilizado y aburrido. Y l se lo ofrece a cambio de compaa,prctica del idioma, sexo, algo de droga y, con suerte, elsalvoconducto de su plata para salir del Per.

    - Y qu tal xito tienen.- Algunos consiguen viajar a Europa o a los Estados

    Unidos. All pasan una temporada con su gringuita, inclusolos hay que llegan a casarse. Casi todos acaban por volverantes o despus, decepcionados del sueo de la civilizacin

  • 7/25/2019 obr126374

    71/229

    72

    occidental, hartos de verse ms marginados y despreciados

    que aqu.- No se puede decir que sea un oficio muy escrupuloso el

    suyo.- Porque tratan de sobrevivir vendiendo exotismo? dice

    Angie endureciendo el tono de voz. Lo mira fijamente a losojos y le pregunta desafiante - Me quieres decir qu hacenustedes los jodidos antroplogos?

    Cayetano se queda cortado por la arremetida de Angie.- Bu, bueno, nosotros hacemos ciencia. Nos atenemos a

    una disciplina dice l con aires de suficiencia, soltando unaforzada carcajada por la ocurrencia de la comparacin.

    - Muy bien. Eso es precisamente lo que hacen ellos,atenerse a su disciplina. Y te aseguro que no se salen delguin. Se visten como se tienen que vestir, actan como

    tienen que actuar y dicen lo que tienen que decir. Lo mismitoque hacen ustedes cada da en sus soporferas universidades.La diferencia es que ustedes manejan plata y ellos no.

    - Pero... y los fines? Qu me dices de los fines? esgrimel, desconcertado por los inesperados argumentos de ella.

    -Hay diferencia?-Mujer, cmo que no la hay! Hace un gesto de

    incredulidad ante lo que le parece una absoluta evidencia. Yprosigue, algo enfadado consigo mismo por haber entrado altrapo tendido por alguien a quien no considera uninterlocutor vlido. - Nosotros producimos conocimiento y losuyo no deja de ser una mera estrategia para sobrevivir.

    - Al final, viene a ser lo mismo. l tiene que hacer susestrategias y t las tuyas. Y dentro de cien aos, ni tu

    Antropologa ni su bricherasignificarn nada en el curso deluniverso. Na-da dice, terminando de desenroscar el tapnde la botella de pisco.

  • 7/25/2019 obr126374

    72/229

    73

    Y de repente, as sin ms, en un rincn de un caf perdido

    de la cordillera andina, a tres mil cuatrocientos metros sobreel nivel del mar, mientras Carol King canta Youve Got aFriend, Cayetano tiene la impresin de que la hippietrasnochada que tiene frente a l le acaba de dar la leccinmagistral de su vida. Sus palabras han sido como un violentotirn que ha roto el hilo de sentido en el que se ha pasadomedia vida ensartando una larga retahla de perlas retricas,

    las mismas que ahora rebotan descontroladas por el suelopara ir a perderse, una tras otra, en los resquicios abiertos dela deteriorada tarima.

    - Quieres el pisco o no, antroplogo?- le insisten loscarnosos labios pintados de carmn, como diciendo, y vamosa cosas ms importantes.

    Quiero morderte la boca, piensa Cayetano y le sale un

    escueto S, s, claro-, procurando contener la ola devoluptuosidad que Angie le acaba de provocar. Su respuestaqueda ahogada en el clamor con que la clientela recibe elrepentino corte del fluido elctrico. Las chicas de la barra seapresuran a encender las velas que hay repartidas en lasmesas. Poco a poco se va calmando el ambiente hasta quedarde nuevo el murmullo de las conversaciones. Angie ya tiene

    levantado el vaso de pisco para brindar, pero lo detiene amedio camino por el sbito silencio que se produce. Dossoldados pertrechados con fusiles acaban de entrar. Losmilitares intercambian unas palabras con una de las chicas;sta se acerca a la mesa para hablar con Angie.

    - Qu buscan esos cabrones ac! - pregunta Angievisiblemente contrariada

    - Dicen que cerremos las puertas. Van a pedir lasdocumentaciones. Qu hacemos, Angie?

  • 7/25/2019 obr126374

    73/229

    74

    - Hagan lo que les piden. Y estn tranquilas, no va a pasar

    nada.Cierran. Uno de los soldados pasa de mesa en mesa

    controlando las documentaciones con una linterna.- Se puede saber qu ocurre? pregunta Angie con gesto

    adusto cuando el soldado llega a su mesa. Soy la duea delcaf.

    - Ya lo s, seorita Angie. Usted no se acuerda de m, pero

    yo de usted s.- Ah s? dice ella dulcificando la voz.- Este era el nico caf del que nunca me echaron cuando

    de chico vena a vender mis postales. No se preocupe, slotenemos orden de identificar al personal.

    - Y no se te ocurri nada mejor que meterte en elejrcito?

    - En el cuartel se come cada da y se duerme sobre unacolchoneta, no en cartones en la calle.

    Regresa la luz. El soldado de la puerta hace seales deurgencia a su compaero para que salga.

    - Nos tomamos el pisco en otro sitio? sugiere Cayetano.Fija la mirada en sus labios a la espera de que su boca sepronuncie, pero en lugar del s deseado ve una expresin de

    estupor dibujada en el rostro por el tremendo estallido queacaba de remecer los muros del local.

    - Hostias!- exclama Cayetano, en medio de los gritos depnico de la gente.

    Por un momento parece que el techo se viene abajo.Crujen las vigas de madera y caen algunos cascotes de yeso.En un acto reflejo, Angie se ha agarrado a la mano de

    Cayetano que, agachado bajo la mesa, tira de ella. En laconfusin del momento, en la oscuridad apenas rota por lasdos nicas velas que han quedado encendidas y en medio de

  • 7/25/2019 obr126374

    74/229

  • 7/25/2019 obr126374

    75/229

    76

    - Ah, hola reconoce ste a uno de los lustrabotas de la

    plaza. Qu hacis ah?- Dormir, pues.- Mejor se van de aqu. Corran al caf antes de que cierre.

    Le dicen a Anglica que los deje dormir all esta noche ya?- Gracias. Chau Angie. Chau, seor.Los nios salen de sus cajas y corren al caf.- En fin, lo ms que puede pasar es maana falten unos

    cuantos pasteles dice Angie resignada.Angie y Cayetano pasan junto a la tanqueta antidisturbios.

    Tiene el motor en marcha. Suben por el costado izquierdo dela catedral y van a desembocar en la plaza de las Nazarenas.Est solitaria, en calma. El sonido de sirenas se oye lejano.

    - Ac vivo. En esa casita del rincn.- Caramba. As que t eres la que pone msica a altas

    horas de la madrugada.- Si lo dices porque pueda molestar, no hay problema. Soy

    la nica habitante de la plaza. Todos estos edificios estnabandonados.

    - Bueno, la nica no. Veo que no vives sola dice ldecepcionado al ver la ventana iluminada.

    - Lo dices por la luz encendida? La dejo siempre que

    salgo por la noche. No me gusta llegar a casa a oscuras.Ella saca la llave y abre la puerta.- Sabes? Esta plaza es el lugar que ms me gusta de la

    ciudad. Tiene algo especial dice l subiendo las escalerastras ella.

    - S, lo s.- Sabes que tiene algo especial o que es el lugar que ms

    me gusta de la ciudad?- bromea l.- Las dos cosas.Abre la puerta del apartamento.

  • 7/25/2019 obr126374

    76/229

  • 7/25/2019 obr126374

    77/229

    78

    empieza a soplar por un largo tubo metlico apuntado hacia

    los rescoldos.- Mira a ver si queda algo de yerba en la cajita que hay

    encima de la mesa. Por cierto t fumas, antroplogo? pregunta y sigue soplando.

    - Slo tabaco le sale a Cayetano como una excusa. El tonoempleado por ella no admite una manifestacin deabstinencia total.

    - Claro, qu se puede esperar de un intelectual serio comot.

    Cayetano abre la caja. Hay un mechero, una bolsita conhojas de marihuana y varios librillos de papel de fumar. Cogela bolsa y se queda estupefacto al ver la jeringuillahipodrmica que hay debajo. Esta ta es una yonqui!,exclama alarmado para s. No sabe cmo reaccionar. Su

    primer pensamiento es que tiene que salir de all cuantoantes, pero se contiene pensando que al fin y al cabo slo setrata de tomar una copa. Nada lo compromete a llegar mslejos.

    Saca el papel y la hierba y se dispone a liar el cigarrillo.Nunca lo ha hecho, pero en ese momento no le apetecequedar como un pazguato.

    - Anda, djalo que te lo vas a cargar. Dame, ya lo hago yo dice Angie al ver las dificultades de Cayetano para liar elporro. Coge el papel, lo pone en la palma de la mano derecha,vierte la mezcla de tabaco y marihuana y, ante los atnitosojos de Cayetano, lo la sin ayuda de la otra mano.

    - Esto es como cachar: cuanto ms se practica pasa lalengua por el papel- mejor se hace.

    - Cachar?- Follar, creo que dicen ustedes aclara ella con

    naturalidad.

  • 7/25/2019 obr126374

    78/229

  • 7/25/2019 obr126374

    79/229

    80

    - Eso he hecho? dice azorado. - No me he dado cuenta.

    De quin es entonces? quiere asegurarse Cayetano detodos modos.

    Angie se le queda mirando con media sonrisa dibujada enla boca.

    - No saba que estaba ah. Es de un argentino loco quecay por el Cusco hace un mes y no se le ocurri otro sitiopara picarse que el servicio del Viajero. Se lo encontr una de

    las chicas tirado junto al lavabo. Lo llev al hospital y lediagnosticaron una septicemia. Estuvo en cuidadosintensivos hasta que le dieron el alta. Como no tena plata ni adnde ir, me lo traje a casa. Se qued un par de semanas pararecuperarse. El otro da me encontr un papel en el que medaba las gracias y se fue.

    - Un acto muy generoso de tu parte.

    - Qu carajo. El asunto poda llegar a la polica. Bastantemala fama tiene ya mi caf entre las gentes bien-pensantesde ac como para aadir un escndalo de ese tipo.

    Con un leve gesto del brazo, Angie insiste de nuevo con elcigarrillo. Cayetano lo toma, le da una calada y, mirando a losojos de Angie, se lo pasa. En el trayecto de vuelta, su mano seha depositado sobre la rodilla de ella.

    - Mierda, antroplogo! exclama Angie, volviendoridculo el gesto de Cayetano.

    - Qu pasa! - retira l la mano como si acabara de tocaruna plancha caliente.

    - Que no aprender nunca. Debera tener ms cuidado conmis palabras- dice enfadada consigo misma.

    - Y qu le pasa a tus palabras! levanta el tono para

    mitigar la sensacin de ridculo.- Pues que provoca malentendidos se lamenta- Ves esa

    foto que est en la estantera? Es Alice.

  • 7/25/2019 obr126374

    80/229

    81

    - Tu pareja, supongo trata de adoptar una actitud

    natural que disimule su frustracin.- Ya no. Dur dos aos, pero se acab. Hace tres meses

    conoci en el caf a una danesa que vena para participar enno s qu cuentos de ritos iniciticos incas, en las ruinas deQenqo. Se llev a Alice con ella.

    - Pues no sabes cunto lo siento - dice l, haciendo acopiode todo su arsenal de cinismo.

    - Sientes... que haya tenido una relacin con Alice o que sehaya ido? pregunta ella mirndolo de soslayo.

    - Las dos cosas. Bueno, no corrige- Si te soy sincero, msla primera. Me resultabas muy atractiva confiesasabindose fuera de peligro.

    - Ya no? dice ella dolida en su amor propio.- Quieres que me haga falsas ilusiones?

    - Digo que si ya no te resulto atractiva insiste ella.- Mira Chuncha, me pareces muy sensual declara l,

    dejando de administrar el juego de la seduccin, puesto quenada hay ya que negociar.- Pero comprenders que no es lomismo.

    - Porque piensas que soy lesbiana? reconsidera ellaante la declaracin de Cayetano.

    - T lo acabas de decir.- T lo acabas de deducir!- Pero si has tenido un rollo con una ta hasta hace tres

    semanas...!- Tres meses- puntualiza ella.- ...tres meses corrige l - y resulta que yo he deducido

    que eres lesbiana!

    - Sers burguesaso de mierda! le recrimina -. As queeres de los que piensan que la orientacin sexual es unamarca indeleble de la personalidad.

  • 7/25/2019 obr126374

    81/229

    82

    - Qu es para ti entonces?

    Angie se levanta con parsimonia, aade un madero alfuego y enciende otra varilla de sndalo.

    - Puesss... dice pensativa Yo dira que algo as como... La carnosidad de los labios soplan la cerilla - un estado denimo. Eso, un estado de nimo, - reafirma orgullosa de suhallazgo.

    - Y cul es tu estado de nimo en estos momentos? se

    adentra Cayetano de nuevo en el terreno de juego.Angie no responde. Vuelve a sentarse en la colchoneta

    junto a l, da la ltima calada al cigarrillo, pone sus labiossobre los de Cayetano, los abre con suavidad y le pasa labocanada de humo. Se levanta y rebusca entre los discos,saca uno, sonre y lo pone. Jim Morrison canta:

    You know that it would be untrueYou know that it would be a liar

    Angie se tumba en la colchoneta con la cabeza apoyada enel regazo de Cayetano.

    - Hblame de ti le pide.- Joder, Chuncha! dice l, enardecido por el regusto a

    pisco, marihuana y mango que le han dejado los labioscarnosos de Angie. - Hace un rato me dijiste que no te parecainteresante Qu te ha hecho cambiar de opinin?

    - Te dije que no me parecan interesantes tus asuntosacadmicos y me siguen sin interesar; pero s el misterio dealguien que viene cada noche a sentarse en un banco, ah enla plaza, y se queda hasta la madrugada. - Lleva sus dedos a la

    frente de Cayetano y con el pulgar y el corazn distiende condelicadeza el ceo fruncido. De qu ests huyendo?

    - Qu te hace pensar que estoy huyendo de algo.

  • 7/25/2019 obr126374

    82/229

  • 7/25/2019 obr126374

    83/229

    84

    jofaina, tal y como ha visto hacer a los otros comensales, y se

    las enjuaga con el chorro de agua que cae de la jarra.Entonces, repara en las delicadas filigranas de hennadibujadas en la mano que sujeta la jarra. Levanta la mirada yse topa con unos inmensos ojos negros que lo mirantmidamente. El cuerpo se le remece.

    - As que te abandonaste perdidamente a un viajero interrumpe Cayetano su recuerdo.

    - Viv con l los momentos ms lindos de mi vida.Cayetano vuelve a sumergirse en el pasado. Est solo en el

    campamento. Es temporada de recogida de dtiles y todos seencuentran en el palmeral. Se entretiene en dibujar su jaima,refugiado de la calima del medioda. De pronto, percibe elrumor de unos pasos sobre la arena. Una joven se asoma a latienda y se le queda mirando cndidamente con sus grandes

    ojos negros pintados de kool. A Cayetano se le acelera elpulso, como siempre que la ve o la siente cerca, desde que secruzaron sus miradas por primera vez. Hasta este momentoha tratado de evitarla, ha batallado consigo mismo para nopensar en ella, se ha fustigado y se ha acusado por desearla;ha intentado aplicar todos los recursos que le proporciona elmanual de deontologa antropolgica, pero ha sido intil. Y

    ahora la tiene ah enfrente, dicindole algo que no alcanza aescuchar con nitidez porque todava no entiende muy bien elhasana, y porque el corazn se le ha desbocado y ya noresponde de sus actos.

    - Luego, desapareci, dejndome hecha polvo y preada la oye Cayetano decir.

    - Habrs tenido ms amores.

    - Algunos; pero no con hombres.- Claro, le guardaste el hueco a tu viajero.

  • 7/25/2019 obr126374

    84/229

    85

    Angie incorpora levemente la cabeza y se le queda

    mirando con gesto de sorpresa.- Si lo quieres ver as... Pero a ti no te va ese lenguaje,

    antroplogo. - Vuelve a apoyar la cabeza.- Cmo? pregunta Cayetano, y repara enseguida el

    doble sentido de sus ltimas palabras.- Ahora dime contina ella - Sigues creyendo que tienes

    alma de viajero?

    - Me temo que no dice Cayetano rozando con sus dedoslos labios de ella. Tengo demasiados lastres para viajar.

    - Eso te pasa por profesor.- Seguramente; pero no s cmo se corrige ese defecto.- Djalo, pues.- A mi edad, si se deja lo que se ha llegado a ser, se queda

    uno sin nada.

    - Tienes pareja?- Me separ hace algo ms de un ao.- No se entendan ustedes.- Ms bien yo no me entenda conmigo mismo.- La echas de menos?- Eso es algo que ya no me puedo permitir.- Qu te lo impide.

    - Una membrana, como quiera que se llame, que clausurael paso a la matriz una vez que se ha producido lafecundacin. Sobre todo, si el espermatozoide fecundador esde otro.

    - Te puso los cuernos, pues.- Digamos que me los puse yo mismo en diferido.- La amabas?

    Cayetano tarda en responder.- S, supongo que s.

  • 7/25/2019 obr126374

    85/229

    86

    Se produce un silencio. Angie busca la mirada de

    Cayetano. Pasa la mano detrs de su nuca, lo atraesuavemente hacia s y, alzando ligeramente el torso, lo besa;luego se gira, le baja la cremallera del pantaln y comienza amanipular en su interior. l se deja hacer. Cayetano comienzaa emitir leves jadeos de placer, que al cabo de un rato setransforman en gemidos cuando se le hace patente que sucuerpo no va a responder a sus deseos.

    Angie se incorpora.- Eh! Qu pasa, t. Es que no te fas pregunta con

    suspicacia. Ya te he dicho que la jeringuilla no es ma. Nosoy imbcil.

    - No es eso.- Entonces, es porque me gustan las mujeres no?- No, no es por esa razn trata l de ser convincente. - Es

    cosa ma. Slo ma. No te preocupes.- Tienes problemas de impotencia?- Parece que s.- Entonces no es porque no te guste dice con un matiz de

    candidez en la voz que provoca en Cayetano un efecto deconsuelo y al mismo tiempo de ternura hacia ella. La atrae yla abraza.

    - Soy yo quien no me gusto, Chuncha le susurra al odo.- A decir verdad, yo tampoco saba si podra continuar.- Claro. Le tienes reservado el hueco a tu viajero.- Hace demasiado tiempo de eso. Pero necesitaba

    sentirme estrechada por los brazos de alguien.- Vaya dos.- S, pues. Vaya dos.

  • 7/25/2019 obr126374

    86/229

    87

    5

    ntra en el Caf del Viajero, saluda confamiliaridad a la joven de la barra, coge delrevistero los peridicos del da, va a sentarse ala mesa del rincn del fondo, junto al ventanal,

    y se dispone a hojearlos mientras desayuna las tostadas y elmate de coca que enseguida le servir la joven. Entretanto,saca del bolsillo la carta que acaba de recoger en la oficina decorreos. Repara en que tiene un pico abierto y que se hademorado casi un mes en llegar.

    Querido Cayetano,Dirs que la pesada de tu amiga Yvonne no piensa dejarte

    tranquilo en lo que parece que va a ser un tiempo de exiliovoluntario ms largo de lo previsto, pero las cosas se estnponiendo feas para ti en la Escuela. Algunos (te puedesimaginar quines) han empezado a sugerir que deberanabrirte un expediente por ausencia injustificada. As que, talcomo quedamos cuando me llamaste para decirme que porahora no pensabas regresar y que, si se ponan tontos, losmandara a la mierda (sic) (de dnde has sacado eselenguaje?), coment con el presidente la posibilidad de que teconcedan el sabtico que tienes pendiente y le pareci unabuena solucin para resolver el asunto. Sin embargo, laburcrata de nuestra nueva directora (y felpudo del Viejo, no teimaginas hasta qu punto) se niega a firmar la solicitud sinque hayas presentado un plan de trabajo que lo justifique. Mepuse manos a la obra y creo que ya he resuelto el problema.

    E

  • 7/25/2019 obr126374

    87/229

    88

    Habl con Jacques Blanchard, el especialista en historia andina

    del Departamento de Estudios Latinoamericanos, y me dijoque hay en Cuzco un Instituto de Antropologa cuyo director esamigo suyo. Jacques me sugiri que entre los dos veis la formade vincularte a la institucin. l ya le ha escrito avisndole deque lo vas a visitar enseguida. As podremos presentarle a laFelpudo un papel para tu sabtico. Nada ms lo tengas, me lomandas por fax sin demora. Los nimos de algunos colegas

    estn algo alterados por tu tardanza en reincorporarte y slohe conseguido calmarlos por ahora ofrecindome a continuarsustituyndote en las clases y atender a tus doctorandos. Unavez resueltos los trmites del permiso, te pondrn un sustituto ydispondrs de un ao entero para reflexionar con la distancia yel sosiego que dices necesitar.

    Djame hacerme la ilusin, sin embargo, de que no vas a

    agotar todo el sabtico y que muy pronto estars aqu denuevo para tener con quien ir de vez en cuando a unaexposicin, a cenar o al cine, los das ms tristes del mundo,como son los domingos grises y fros del invierno parisino.Sobre todo, despus de comprobar, una vez ms (como estamisma maana), que el tipo que ha dormido a mi lado, conquien he salido los ltimos fines de semana, no remueve el ms

    mnimo efluvio de mi algo desgastada libido. Que prefiero lasoledad tranquila de mi madurez, y que me reconforta saberque t andas por los aledaos de mi vida y la de Nicole. Ellatambin te va a echar de menos. Aunque, lo cierto (y ms durode asumir para m de lo que yo, vieja activista del Mayo, podasuponer) es que ya es mayorcita y empieza a volar sola. Sobretodo esto ltimo, despus de la brillante idea que tuviste de

    dejarle tu auto hasta tu regreso. T sers el responsable de misdesvelos de cada una de las noches que salga, hasta que oiga lallave entrar en la cerradura de la puerta y pueda, por fin,

  • 7/25/2019 obr126374

    88/229

  • 7/25/2019 obr126374

    89/229

  • 7/25/2019 obr126374

    90/229

  • 7/25/2019 obr126374

    91/229

    92

    detalles del amplio despacho: el mirador esquinado que da

    sobre la plaza de Armas, una chimenea, mobiliario clsico deestilo cuzqueo, de aspecto sobrio e incmodo, un ordenadory un plano antiguo de la ciudad colgado detrs del sof, lasestanteras repletas de libros cuidadosamente ordenados. Seacerca a una de ellas. Le llaman la atencin las obrascompletas del filsofo Karl Popper encuadernadas en pielrepujada. Ser hortera!

    Entra el director.- Su despacho tiene un emplazamiento magnfico - dice

    Cayetano acercndose al mirador.- Pocas vistas hay tan bellas como la que tiene ahora

    delante de sus ojos responde el director situndose junto al. - Aunque usted tampoco puede quejarse de la que leofrece su cuarto, el nmero uno, si no me equivoco dice

    orientando la mirada y sealando con el dedo hacia arriba,en direccin al hotel. Dispone de un panorama ms amplioque el mo aade como un reproche.

    Cayetano se esfuerza en disimular su incomodidad por lainformacin que aquel tipo parece tener sobre su vida, hastacierto punto comprensible en una ciudad pequea, mas noas el modo como la est administrando.

    Cierto. Desde se ve mejor el nevado el fondo que se alzaall al fondo.

    - El Ausangate, uno de los apus sagrados de la cosmogonainca cuenta el director, con un tono que revela una sutilbajada de guardia. Da un pequeo giro y se coloca junto aCayetano mirando en la misma direccin. - Que, por cierto contina-, usted habra podido contemplar cada vez que

    hubiera querido de haber venido antes, ya que los cuartos deinvestigadores invitados dan a este mismo lado del edificio.Ser positivo para el Instituto tenerlo entre nosotros

  • 7/25/2019 obr126374

    92/229

    93

    afirma, dando por sentado que Cayetano va a mudarse del

    hotel. - Y para usted tambin. Aqu dispondr de uno de losmejores fondos bibliogrficos sobre Antropologa andina.Una parte sustancial de lo que se publica sobre asuntosandinos se produce en estos despachos, tanto por parte denuestra plantilla de investigadores, como de los colegasextranjeros que frecuentemente nos visitan. Cualquierpretensin de obtener conocimiento antropolgico sobre la

    cultura andina pasa necesariamente por este centro pareceadvertirle.

    - Le agradezco la invitacin; pero por ahora continuarhospedado en el hotel. Mi cuarto, aunque austero, es muyacogedor y ciertamente me permite una perspectiva msamplia que la de este mirador le responde Cayetano,esperando que su negativa a aceptar la invitacin no dificulte

    la posibilidad de conseguir algn documento que lo vinculecon el Instituto.

    El director mira el reloj, visiblemente contrariado por elrechazo de Cayetano a trasladarse al Instituto.

    - Es la hora. Bajamos?Entran los dos en el saln de actos, lleno por estudiantes

    universitarios. El director va con paso decidido hacia el

    estrado e invita a Cayetano a tomar asiento en un extremo dela primera fila, junto al ventanal que da a la plaza. El directorse sienta, abre la carpeta y toma la palabra. Su voz resuenapor los altavoces. De inmediato se hace el silencio.

    - Con el ttulo Paradojas de la identidad peruana voy aexponer unas reflexiones que he elaborado a partir de uncomentario que me hizo hace unas semanas un colega de la

    universidad de San Diego, en California. Me expresaba superplejidad por la afirmacin que cierto antroplogoperuano hizo en el curso de una conferencia impartida por l

  • 7/25/2019 obr126374

    93/229

    94

    en esa misma universidad, un par de meses antes. Al parecer,

    se reivindic descendiente de los incas, a pesar de que susapellidos y rasgos fsicos lo desmentan a todas luces. Desdeentonces le he dado algunas vueltas a este asunto, que nopuede ser zanjado, como haca mi interlocutor californiano,concluyendo que el susodicho colega ignoraba los hechoshistricos. No es esa la respuesta, ya que semejante discursosuele darse en intelectuales que conocen bien los hechos de

    la historia y, cmo no, su propia filiacin de parentesco. Otracosa es la interpretacin y el uso perverso que ellos hacen delos hechos. As que, para entender tales contradicciones, yome inclinara ms bien por la hiptesis de la paradoja.

    A Cayetano le produce un inmenso fastidio tener queaguantar all sentado hasta el final de la conferencia. Condisimulo, inclina ligeramente la cabeza hacia su derecha y

    deja escapar la mirada por el ventanal. La visin de la ampliaplaza lo alivia de la claustrofobia que le produce verseencerrado. Su mirada cae sobre Victoria, que est tratandode vender sus postales a una pareja de turistas. stosrepasan el mazo y se lo devuelven con gesto displicente. Ellase aleja cabizbaja y va a sentarse en el borde de la fuente. Msac, en el atrio de la catedral, las dos cholitas posan con su

    llama para unos turistas. En las escalinatas, un grupo denios lustrabotas conversa a la espera de algn cliente.Repara en Alipio y rememora lo que sobre l le ha contadoAngie. Nacido de madre soltera, el nio fue abandonadocuando tena tres aos. Pas la infancia con una ta suya que aduras penas poda mantener a sus siete hijos y un maridoalcohlico que se pasaba el da metido en las chicheras.

    Alipio no