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OlmosA - Imaginando Fronteras

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Olmos Aguilera, Miguel. “Imaginando fronteras: representación y ficción en la frontera Norte.” Actas de las VII y VIII reuniones internacionales La frontera. Ed. René Julio Castillo. Bogotá: Universidad Piloto de Colombia, 2004. 185-89.

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    LA FRONTERA: Una nueva concepcin cultural

    Imaginando Fronteras:Representacin y ficcin en la frontera Norte

    Dr Miguel Olmos Aguilera*El Colegio de la Frontera

    Presentacin

    La intencin de este trabajo es hacer un recorrido por elimaginario de diversos gru-pos sociales que cohabitan la socie-dad fronte-riza de Mxico-Estados Unidos. Se enfatiza la dimen-sin de ficcin, no solamente como parte de lo no verdadero, sinocomo contn-do de una realidad diferente, generada a partir delas evocaciones culturales sobre lo no propio. La ilusin, a dife-rencia de la ficcin forjada a partir de la relacin con el otro, segenera principalmente con el material imagi-nario individual, mis-mo que no deja de estar nutrido, en cierta medida, por los sueosgenerados en colectivo. Suponer que la lnea fronteriza es unalnea imaginada, en tanto que es representacin onrica demigrantes recientes o de varias generaciones, es una herramientapara rastrear los ejes de repre-sentacin real de los mitos moder-nos y tradi-cionales, generados desde hace siglos y que, hoy da,continan su condicin propia de desarrollo.

    El rgimen ficcional de la cultura de la sociedad fronterizaplantea mltiples identi-ficaciones e identidades imaginarias, cons-truidas en contrapunto con la condicin de alteridad donde sesite el sujeto de las otras culturas... las otras ilusiones. Para elmigrante reciente, el transitar entre los limites sociales y cultura-les, es acceder a una etapa entre lo conocido-controlado, y lodesconocido-peli-groso. Esta dicotoma se establece, sin embar-go, de acuerdo a los referentes personales que tejen la urdimbresimblica en cada cultura. Por consiguiente, el espacio constitui-do entre la realidad cultural propia, y la realidad cultural ajena, eslo que se define como el terreno de la ficcin, elaborada a partirde la diferencia cultural. Aug nos dice:

    ...Si definimos los otros como una suerte de ficcin (en lacual, no hay que olvidar, intervienen mltiples personajes raros:Dioses, espritus, brujos. ..), nosotros nos definimos por lo mismocomo observadores objetivos, atentos por dems a no dejarnosarrastrar por las historias de los otros, no dejarnos imponer unrol; al hacer esto, nosotros no pensamos en las ficciones quevivimos nosotros mismos.

    Los actores

    La heterogeneidad cultural de la llamada regin fronteriza, esel fenmeno a partir de la cual se construye este espacio culturalparticular y fascinante. Gringos, Chicanos o Mexico-americanos,indgenas originarios, migrantes indgenas, migrantes mexicanosmestizos, o familias novohispanas, son gru-pos que encuentran sutierra prometida en ambos lados de la frontera. En conjunto mol-

    dean el rgimen imaginario que integra la moderna sociedadfronteriza. Sin embargo dicho rgimen al transformar constante-mente la concepcin de identidad, sirve tambin, paradjicamen-te, como catalizador de los referentes de reconocimiento que enotro sistema, -digamos una sociedad tradicional- formara partede las necesidades internas. Es decir, en general, en este tipo desociedades, la lgica tradicional funciona bajo una compleja discri-minacin de material transcul-tural. De tal suerte que el mecanismode pres-tamo cultural se genera como imperiosa nece-sidad dedeterminado elemento externo, pero siempre a partir de las nece-sidades internas. En la lgica sub-urbana o sub-tradicional de lasociedad tijuanense, el intercambio es tan intenso que el elementoexterno es el patrn de identidad, y su funcionamiento es un siste-ma totalmente abierto. As, la sociedad moderna de la frontera, seexpande ideolgi-camente transformando su centro de identi-dadal mismo tiempo que transforma las identidades perifricas.

    La construccin de la alteridad ocuando la historia se convierte en mito

    El examen de la identidad histrica como parte de la expe-riencia de la diferencia cultu-ral, nos remite a la revalorizacin denuestra cultura; a un anlisis exhaustivo de la identi-dad y de losvalores de reconocimiento pro-pio. Todas las sociedades estnenvueltas en el imaginario de su cultura en una poca particular.Cada etapa de la historia de un pas o una regin, se caracterizapor un rgi-men imaginario particular. La realidad imagi-nada estan eficaz como la realidad material. As, los mitos de los indge-nas del Noroeste de Mxico son episodios que, sin estar situadosen la historia, nos remite al encuen-tro mismo del hombre con lanaturaleza y su domesticacin. De tal forma que en una secuenciatemporal, sera posible restituir el imaginario de las fases subsi-guientes a la conquista espaola, o a la recomposicin cultural dela regin. Sin embargo, pese a que los mitos son fenmenos nohistricos, pode-mos pensar que la globalizacin de la sociedadcontempornea implementa tentcu-los de poder y control ideo-lgico, ligados a hechos histricos particulares. De la mismamanera que la estructura que soporta la dife-rencia y la identidadirrumpe en una dimen-sin no temporal, los hechos articulados a

    * Miguel Olmos, antroplogo y etnomusiclogo, es doctor por laEcole de Hautes Etudes en Sciences Sociales de Paris. Entre suspublicaciones destaca el libro El Sabio de la Fiesta, con el cualobtuvo el Premio Bernardino de Sahagun. Actualmente es investi-gador del Departamento de Estudios Culturales de El Colegio de laFrontera Norte.

    LA FRONTERA:Una nueva concepcin

    cultural

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    la explicacin de las diferencias culturales si pueden serejemplificados temporalmente.

    Por ejemplo, la regin septentrional del pas ha sido conce-bida como foco de atrac-cin incluso desde el siglo XVI. Estalnea cultural del norte de Mxico comienza a ser dibujada porCabeza de Vaca quien al termi-nar su odisea en el norte de laNueva Espaa difunde las mticas imgenes donde abundan lasaventuras, la riqueza y el desengao iden-titario. Pese a que elconquistador se convier-te en el generador de los mitos del No-roeste, el mito regional se propagar tambin por por otros rela-tos y otras fantasas donde partici-parn mujeres hermosas, ciu-dades de oro etc. El siglo XIX el oro californiano se incorpo-raral mito del norte, hasta llegar el siglo XX caracterizado por lamigracin masiva de decenas de miles de mexicanos que, con laesperanza de encontrar mejoras econmicas, son contratadospara las actividades agrcolas en el vecino pas de norte.

    En el Noroeste de Mxico y la regin fronteriza, la experien-cia civilizatoria con-tempornea se intensifica con la movilidadde los individuos establecidos en lugares distan-tes al originario.Estos grupos e individuos desfilan frente a nosotros, sin poderasirlos, igual que en un desfile en el cual- cada grupo expresa suidentidad mas idealizada, confron-tada con lo que ellos mismosconsideran como los distintos.

    Polleros, empresarios, intelectuales, ind-genas, migrantes ode una tradicin milenaria originaria, -restringida actualmente aun millar de individuos-, se ven envueltos en un sistema mgico deidentificaciones. La supuesta globalizacin impone ahora, comonunca antes, un rgimen de proliferacin imaginaria que en mlti-ples ocasiones trasto-ca los ejes de identificacin, y en otrosrefuerza los lazos identitarios ya construidos. Por esto mismo, laexperiencia globalizante de identificacin fronteriza no es la mis-ma para el migrante reciente, que para el migran-te de variasgeneraciones, el empresario o el indgena originario.

    Para el migrante recin llegado, los puntos de referencia setrastocan de manera inme-diata, tanto mas, cuando el individuoproviene de un ncleo o comunidad con lazos de articulacin msfuertes que los que esta-blece la sociedad mestiza. De esta forma,y al igual que muchas sociedades cosmopolitas y globalizantes, lasociedad mestiza del noroes-te de Mxico ha sido forjada confragmentos de grupos diversos que componen los mitos de lanacionalidad mexicana.

    Los mitos de identidad fronteriza.

    En este ir y venir imaginario, los indi-viduos se amoldan y seconvierten a los mitos transformndose recprocamente con elapor-te colectivo. Los mitos, le dan sentido a la vida del migrante:le impulsan a cruzar, a asentarse y perpetuarse en la cultura de lafrontera. Sin embargo, el fenmeno mtico no es generado en unsolo grupo social ni en un solo sentido. Para el mexicano asentadoen EU, el mito de la mexicanidad aumenta exponencialmente conla distancia fsica y temporal. El componente de solidaridad ima-ginado, as como el mito de los hijos de Aztln se subliman con elpasar de los aos.

    Por el contrario, para el gringo el mexi-cano representa laanarqua, la corrupcin, la holgazanera, y finalmente la libertad ala que ellos acceden en momentos de arrebato. Estos elementosaislados y estereotipados, pero con cierto fundamento cada vezms arquetpico, siguen alimentando la visin de generacionesque se encuentran del otro lado de la frontera. Por otro lado laincertidumbre y temor de cruzar la lnea, como la llaman enTijuana, no solo se representa de Mxico hacia Estados Unidossino en sentido inverso. El cruce de la frontera es para el gringouna transgresin imaginaria; representa la incursin a una socie-dad con una normatividad diferente. As como los mexicanoscruzan con ciertos mitos a cuestas, tambin los estadounidensesacarrean los propios. Sin embargo el peligro real es evidentemen-te el sentido Mxico-Estados Unidos.

    De la misma manera que ocurre con los marroques en Es-paa, con la poblacin del Magreb en Francia, con los turcos enAlema-nia, o con los inmigrantes a los pases de Europa Centralprovenientes del antiguo blo-que socialista, para el grueso de lapoblacin establecida desde hace varias generaciones en la fron-tera con los Estados Unidos, los problemas sociales son provoca-dos por los migrantes recientes. Lejos de representar una amena-za para los oriundos, los viajeros contienen el saneamiento de laintolerancia y del etnocentrismo.

    Por otro lado, actualmente las investi-gaciones sobre la po-blacin migrante hace gala de un positivismo exacerbado, cuestio-nndose invariablemente sobre l numero de muertos, de clan-destinos etc. Contrariamente a este tipo de informacin sobrecuntos son, de dnde vienen y dnde estn, es preciso insistirque los migrantes no transportan slo su ser fsico. La gente cargacon sus santos, sus goces y sus ideales, a partir de los cualeselaboran la ficcin sobre el otro. Dicha cons-truccin ser unaarma de supervivencia iden-titaria que les acompaa a todo lolargo de su trayecto, y con la cual transforman la realidad culturaldesde el momento de su salida: hasta el establecimiento en unlugar determinado. Pese a que el imaginario mtico y de alteri-dad, contina acomodndose en el transcurrir del proceso deadaptacin, llega a ocurrir que el material referencial puede sufriraltera-ciones en el sistema de origen, entrando en conflicto conlos nuevos significantes de la sociedad receptora, violentando almismo tiempo las antiguas referencias.

    Los sueos de los viajeros y personajesfolclricos

    En la incertidumbre y vulnerabilidad, el migrante echa a an-dar un mecanismo de adaptacin en el cual participan semidiosesrecuperados por la colectividad, y que son los que guiarn sucamino; poco importa si el personaje creador de un mito espec-fico haya actuado de talo cual forma, lo importante es la maneracomo la colectividad lo recrea mediante su imaginacin sin que lagente de cuenta de este proceso. El personaje de Joa-qun Murietaes un ejemplo. El mito es recor-dado por la gente que vive en lafrontera desde hace varias generaciones. Una familia cuenta comoel to Joaqun, quien despus de perder a su esposa e hijos, seconvierte en la pesadilla de los gringos. Dicho personaje ges-tado

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    en el imaginario del siglo XIX, aparece en la pelcula del Zorro,como otra variante del mismo mito. Murieta tambin es recupe-rado entre otros escritores por Pablo Neruda en la Cantata, Fulgory muerte de Joaqun Murieta. Este arquetipo, del fronterizo justi-ciero es alimentado, en el Norte de Mxico inclusive con antiguasseries televisivas con personajes como el Sisco Kid, y su amigoPancho, o el mismo Llanero Solitario, cuya series se transmita en latelevisin mexicana del norte, durante la dcada de los sesenta.Este hroe solitario, y no mestizo, representa al pionero converti-do, que demuestra por de-ms su tolerancia y comprensin hacialos indgenas, teniendo como compaero al indio Toro, quien lla-maba al enmascarado kimo-sabi, o amigo, en la lengua de los yaquis.

    As los mitos del vengador justiciero se presentan como unosde los pilares de la bsqueda identitaria desplegada por losfrontereos en el transcurso de la historia. Especialmente en elsiglo XIX personajes de esta naturaleza simbolizan el reto de viviren un medio desrtico, hostil y agreste.

    El miedo al otro: entre lo liminal, lo malo y lo corrupto Losmltiples grupos sociales fronterizos, en su lucha por vencer elmiedo al otro, manifestado muchas veces por el desprecio, inten-tan erradicar ciertos aspectos de su experiencia cultural para in-corporar otros a su corpus identitario. El mecanismo para hacerfuncionar lo ficcional es el olvido (Auge, ibid). En esta guerra deidentidades imaginadas, existen obviamente quienes poseen mejo-res elementos para enfrentar al diferente, ya todo aquello cuyossignos y pautas culturales se transfiguran en algo no reconocible.

    Por esta razn la vulnerabilidad legal y afectiva es por de-ms transparente. Esta rea-lidad vulnerable no disminuye la acti-tud de defensa a la que se somete el heterclito conjunto social.La tica que rige a cada clase o estamento social, entra en conflic-to con la idea construida por los que no pertenecen al grupo. Lallegada a un grupo o cultura distin-ta es equiparable a lo queTurner llama el estado liminal en los ritos de paso, como la muer-te, el matrimoni o la pubertad, en todas las culturas del mundo.En estos tipos de esta-do transitorios se resiente el dolor por loque se deja, y por lo que se desconoce de un futu-ro inmediato. Elrito de paso exorciza el mie-do autogenerado; es el pasar de unnivel a otro ms extrao y ajeno, pero establecido como impera-tivo cultural. Adems de que los individuos franquean los obst-culos, es nece-sario divulgar que han superado el umbral de peli-gro, y que el nuevo status ha sido alcanza-do. Decir que losjvenes (migrantes) estn en peligro de muerte, es afirmar que unindi-viduo que se sita fuera de las estructuras admitidas y quepenetra en una regin margi-nal, se encuentra a merced de unpoder tal que es capaz, ya sea de suprimirlo o de con-vertirlo enhombre. O como dice la tradicin popular: lo que no mataengorda. El meca-nismo de conversin a una nueva cultura esuna germinacin que da como resultado el nacimiento de un nue-vo ser y un nuevo desafo. En esta zona de nadie, se bautizan dacon da los migrantes de la Frontera Norte.

    El trastorno en el rgimen indgena

    Con todo, as como el mismo mexicano ha generado, parael extranjero el estereotipo de corrupto desorganizado y aprove-

    chado, esta suerte de estereotipo lo reproduce al interior de supropia sistema con la cultura indgena, o con el migrante misera-ble situando a ambos en la parte inferior de la escala social. Por suparte, los ms antiguos pobladores de la regin o indgenas origi-narios, tambin parti-cipan en esta guerra de imgenes. Sus pobla-dos se encuentran excluidos fsica e ideolgi-camente de las ur-bes. En todo Baja Califor-nia, la poblacin no supera el millar dehabi-tantes. En lo que concierne a los indgenas ppagos, estosson apenas 600 individuos en Sonora, mientras que en EU, sobre-pasan los 20,000. Los indgenas ppagos que habitan en el estadode Sonora comparados con los que habitan en Arizona son unaminora que se resiste a abandonar parte de su territorio de ori-gen. Los Yaquis es el otro grupo de la frontera, aunque su llegadaa la colonia de Arizona no tiene mas de 80 aos. Contra-riamentea lo que sucede con los Ppagos, los Yaquis de la colonia deArizona representan solo un nfima parte de su cultura cuyo grue-so de la poblacin se ubica en el estado de Sonora.

    Si bien los pueblos indgenas de Mxico se insertan en ladinmica contextual de lo que se ha llamado la modernidad, stacatego-ra les ha reservado un lugar totalmente parti-cular. En lafrontera norte de Mxico la tradicin ha encontrado un impassecomo en ningn otro lugar del pas. Si echamos un vistazo a lascomunidades indgenas de la frontera, nos percatamos de lamarginalidad en la que viven los que constitucionalmente son re-conocidos como ciudadanos mexica-nos. No obstante lo que nosinteresa sobre esta marginalidad es la restitucin del proceso porel cual la neocolonizacin imaginaria ha sido construida.

    De la misma manera que se ha desarro-llado el proceso decolonizacin en otros pases, (desplegando mecanismos de con-trol y conversin que posteriormente funcionarn por s mismosen la sociedad conquistada), en el Norte de Mxico la coloniza-cin del imagi-nario esttico se realiza a partir de la evange-lizacinjesuita del siglo XVII. En aquel tiempo se establecieron ciertosprincipios que determinaran posteriormente la dinmica de su-misin indgena, tanto hacia su Dios cris-tiano, como a las institu-ciones generadas en las nuevas colonias. Con una diferencia demas de cien aos, con respecto al centro de Mxico, la conquistaespiritual de la regin norte de la Nueva Espaa, nos plantea otrasfronteras culturales. La misma diferencia cultural de los habitan-tes del norte, di como consecuencia otro tipo de evangelizacin,y por lo tanto, otro tipo de sociedad. La trans-formacin delsistema de creencias indgenas se presenta en todo el continente,pero las particularidades arriba sealadas le dieron otro carctera la regin.

    Las culturas de la regin norte poseen fuertes diferenciasculturales con el altiplano mesoamricano del centro del pas,desde hace por lo menos mil aos. Estas diferencias se presentanpese al proceso de colonizacin y conquista. Por esta razn laconquista indgena fue ms tarda, pues la belicosidad de estosindgenas superaba por mucho la de los indgenas del centro, poresto su pacificacin fue tambin ms costosa para la corona Espa-ola. En conclusin la Frontera mesoamericana, no correspondeen absoluto con las fronteras polticas trazadas en 1847 con laperdida del territorio mexicano .

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    El racismo y lo salvaje

    Los sentimientos de exclusin y racismo que se viven actual-mente en la regin fronte-riza han sido configurados desde eltiempo de la colonia. El racismo contemporneo, sigue muy decerca la tan socorrida idea del salvaje del siglo de las luces enEuropa. Los senti-mientos de exclusin y superioridad son fcil-mente generados en los ambientes coloniales. Sin embargo elneocolonialismo es un fen-meno que se desarrolla en todos lospases colonizados, con un alto porcentaje de pobla-cin mesti-za, y en aquellos pases en donde la identidad es cuestionada porotros grupos externos.

    La historia del sentimiento nacional ha sido tambin la his-toria de la marginalidad y de estos prejuicios sobre la inferioridadde las culturas indgenas. En el racismo fronterizo resalta princi-palmente el que proviene de la poblacin estadounidense encon-trando su objetivo histrico en la poblacin migrante mexicanade origen indgena o mestizo. El fenotipo y estereotipo del otro,no permite discernir diferencias. Sin embargo el peso del senti-miento racista no se soporta por igual en los distintos estratossociales de la poblacin mexicana. Los migrantes indgenas sesitan en la parte ms baja de la escala de valora-cin socialfronteriza. Este grupo junto con los indgenas originarios debesoportar el peso de la exclusin. No obstante es nece-sario mati-zar que los indgenas migrantes cargan por un lado con el despre-cio de los mestizos, y por otro con el de los gringos.

    Por su parte, a los indgenas fronterizos les reconforta saberque tienen familiares del otro lado de la frontera, quienes les ayu-dan eventualmente con algunas materias primas en la confeccinde sus objetos rituales. Pese a dicha ayuda las diferencias sonextremas. Mientras que el indgena mexicano vive sin asistenciamdica y sin ingresos fijos, la Seguridad Social es varias veces mseficaz para el indgena de Estados Unidos. Este lti-mo recibe unaayuda en su Reservacin por el solo hecho de ser indgena, sincontar algunos beneficios recibidos por los casinos adminis-tradospor ellos mismos situados a todo lo largo de la frontera.

    El sistema general econmico contextua-liza todas las for-mas de superioridad social nacional. Lejos de ser solamente unsenti-miento etnocntrico, con todas sus implica-ciones, no esmuy difcil de situar los smbo-los del poder anglosajn. Entre elpoder adquisitivo de un obrero de Estados Unidos y el salario deun obrero mexicano existen varios abismos de distancia.

    La representacin imaginada de lafrontera

    Las fronteras entre algunos grupos sociales que ya hemosreferido, son fronteras que se alimentan y se mantienen en el mbitoficcional. En la realidad pocos son los grupos que establecen con-tacto real con los otros. En este principio radica el fundamentode que la frontera sea imaginada. Los ind-genas de las coloniasmigrantes no establecen nexos relevantes con los otros grupos inclu-yendo los mestizos. Por parte de los indgenas originarios tampoco

    existe un contacto eficaz entre ellos y los migrantes. Cada grupoghetto se reproduce internamente, y solo establece los nexosestrictamente impres-cindibles con los grupos del exterior.

    Entre los grupos sociales de las ciudades fronterizas, comoTijuana, el contacto cerca-no no implica fuertes relaciones inter-nas, ni disminucin de la distancia ideolgica. La representacinque los otros tienen de noso-tros mismos es un proceso dialcti-co de ficcin y de doble representacin imaginada. Por un ladoencontramos el mecanismo de pensamiento fcil, bajo los signosde las ope-raciones estereotpicas, y por otro, la repre-sentacinimaginada que elaboramos a partir de este material y nuestrapropia experiencia cultural colectiva. El conocimiento que se des-prende de esta suerte de pozole identi-tario, es una forma re-presentativa de la lgica pensante de la regin fronteriza.

    En este mar de identificaciones, ms o menos consolidadasexisten casos cuya excepcionaliclad se va convirtiendo en un pa-trn patolgico del acervo imaginario re- elaborado culturalmente.Es decir casos en los que la experiencia de alteridad, depara eldesajuste violento de referencias culturales, trastornando el ma-terial imaginado; por consiguiente la representacin imaginada esuna representacin suficientemente tergiver-sada como paracausar conflicto al deses-tructurar el sistema psquico del migranteindividuo; situacin por dems recurrente en todos pases conpoblacin inmigrante, estudiada ampliamente por laetnopsiquiatra y la psicologa transcultural.

    De acuerdo a algunos especialistas, este es un proceso par-ticular de la regin fronteriza al que se le ha denominado psico-sis fronte-riza. Esta situacin de vulnerabilidad asocia-da a lacondicin de migrante, en particular en el caso de migrantes re-cientes, (aunque no es imperativo), es una situacin harto cono-cida por un numero importante de religiones marginales que pu-lulan en toda la regin fronteriza. En este mar ideolgico, los mi-grantes encuentran en el pensamiento religio-so el mecanismopara subsanar sus carencias afectivas, o la frustracin de sus an-helos. El olvido pone en escena la ficcin, las normas imaginariasse trastocan revelando sbita-mente su contenido.

    Final

    Pese a la situacin de conflicto identitario, y al aparente caosen el que se desenvuelve este pequeo laboratorio de la posmoder-nidad, no todas las identificaciones quedan vaciadas por la exclu-sin. Esta amalgama de identificaciones fronterizas imaginadas,ha fortalecido sustancialmente la cultura tradi-cional y popularde la poblacin mestiza y de migrantes indgenas. Igualmente lapoblacin chicana ha tenido una produccin artstica considera-ble que es sntoma de la fortaleza de su identidad.

    Existen varios mitos contemporneos que generan un sinn-mero de identificaciones en la cultura del mestizo. Los nuevos vande la mano con el fenmeno del contrabando de narcticos, elcual a pesar del estigma reproduce formas de identidad culturalmas o menos generalizada en toda la sociedad del Noroeste deMxico. En este caso el mito no se construye por el contrabandoen s mismo, sino por sus personajes. Los personajes de la mafia

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    organizada han sido fuente inagotable de inspiracin para loscompositores fronteri-zos, principalmente entre la poblacinmesti-za. Con ayuda de una monstruosa infraes-tructura comer-cial, el corrido norteo recrea las hazaas de famosos personajesde la frontera.

    Finalmente, es preciso sealar que pese a que los sub mundoso culturas minoritarias del conglomerado fronterizo se repliegan yse abren por intersticios insospechados, esta jungla de civilizacinliminal se hace cada vez ms pequea. La aparente homoge-neidadde la cultura globalizante con los media, la informacin digital, atransformado el rgimen de ficcin, trastocando las mentalidadescolectivas y dando origen a otras formas de creacin y de pensar alos otros: los otros: los diferentes.

    Los operadores y los vehculos de la globalizacin y de lasobremodernidad, recobran vida particular en esta regin deAmrica del Norte; en esta frontera imaginada entre Mxico y losEstados Unidos, cuyas caractersticas no han sido vistas todavaen otras fronteras nacionales.

    a) La ficcin, fundamento de la cultura como espectculo:sobremodernidad.

    b) La locura es una de las formas expresivas de libertad delpeatn y del caminante que recupera el no lugar .

    c) El viaje sin retorno del antroplogo de la ciudad

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