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1 UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA UNIDAD XOCHIMILCO DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES POSGRADO EN DESARROLLO RURAL NIVEL DOCTORADO DESPOJO, AGRAVIO, CONFLICTO Y RESISTENCIA. LA COMUNIDAD DE SANTO TOMÁS ANTE EL AGROCAPITALISMO EXPORTADOR. T E S I S QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE DOCTOR EN DESARROLLO RURAL P R E S E N T A JESÚS JANACUA BENITES DIRECTOR DE TESIS: DR. ANTONIO PAOLI BOLIO CIUDAD DE MÉXICO DICIEMBRE DE 2021

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA UNIDAD XOCHIMILCO

DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES POSGRADO EN DESARROLLO RURAL

NIVEL DOCTORADO

DESPOJO, AGRAVIO, CONFLICTO Y RESISTENCIA.

LA COMUNIDAD DE SANTO TOMÁS ANTE EL AGROCAPITALISMO

EXPORTADOR.

T E S I S

QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE DOCTOR EN DESARROLLO RURAL

P R E S E N T A

JESÚS JANACUA BENITES

DIRECTOR DE TESIS: DR. ANTONIO PAOLI BOLIO

CIUDAD DE MÉXICO DICIEMBRE DE 2021

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LECTORES DEL COMITÉ DE TESIS:

DR. ARMANDO BARTRA VERGÉS. UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA.

UNIDAD XOCHIMILCO.

DR. CARLOS RODRÍGUEZ WALLENIUS. UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA.

UNIDAD XOCHIMILCO.

DR. ROBERTO DIEGO QUINTANA. UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLINA.

UNIDAD XOCHIMILCO.

DRA. CARMEN VENTURA PATIÑO. EL COLEGIO DE MICHOACÁN A. C.

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Toda invasión sugiere, obviamente, un

sujeto que invade. Su espacio histórico- cultural, que le da su visión del mundo, en el espacio desde donde parte, para penetrar otro espacio histórico cultural, imponiendo a los individuos de éste, su sistema de valores. El invasor reduce a los hombres, del espacio invadido, a meros objetos de su acción.

Paulo Freire, ¿Extensión o comunicación?, p. 44

El objetivo primordial de la globalización

es proporcionar al capital el control total sobre el trabajo y los recursos naturales y para ello debe expropiar a los trabajadores de cualquier medio de subsistencia que les permita resistir un aumento de la explotación. Y dicha expropiación no es posible sin que se produzca un ataque sistemático sobre las condiciones materiales de la reproducción social y contra los principales sujetos de este trabajo, que en la mayor parte de los países son mujeres.

Silvia Federici, Revolución en punto cero, p. 160

La descolonización realmente es

creación de hombres nuevos. Pero esta creación no recibe su legitimidad de ninguna potencia sobrenatural: la “cosa” colonizada se convierte en hombre en el proceso mismo por el cual se libera.

Frantz Fanon, Los condenados de la tierra, p. 31

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Agradecimientos.

Al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y a la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Xochimilco, por el apoyo para cursar el doctorado en

Desarrollo Rural. A la comunidad indígena p´urhépecha de Santo Tomás, por su lucha, su valentía y sobre todo, por su generosidad para permitirme acercarme a su lucha, una lucha

que sin duda nos concierne a todos. A Napoleón Márquez Serano, a Wilfrido Huerta Trinidad, a don Adolfo Casillas Álvarez, a Héctor Álvarez Álvarez, a Don

Raúl Espino, a Margarito Trinidad Huerta, a Tata José Huerta, a Doña Irene Huerta Solís, a Doña Margarita, a Doña Digna Huerta, a Doña Elba, al profesor

Ulises Márquez Molina de la comunidad de Acachuén, al profesor Venustiano Alejo de la comunidad de Zopoco, a Cinthya Alejo de la comunidad de Carapan, a

Paola y Jorge, de la comunidad de Chilchota, y a todas y cada una de las personas de la Cañada de los Once Pueblos, de la región p´urhépecha

Eraxamani, que abrieron sus corazones y sus recuerdos para que yo pudiera escribir esta tesis.

¡Juchari Uinapikua!

Al Festival Internacional de Cine Independiente de Paracho, pues su participación

en la edición del documental “Cosechando vida después de la fresa” fue determinante. A su director general, mi hermano y compadre Roberto Janacua

Benites, por su valioso aporte a nuestro trabajo de investigación.

De la misma manera, a mi familia, mi esposa Martha por apoyarme durante todo el proceso, a Elliott y Emiliano, mis hijos pequeños. Elliott ha crecido viéndome hacer

tesis. Recuerdo la pregunta que Emiliano me hacía quisquillosamente con su rostro inocente: Papá, ¿cuándo vas a terminar la tesis?

A la Dra. Carmen Ventura Patiño, infatigable acompañante no solo de la

comunidad de Santo Tomás sino de muchas otras comunidades p´urhépecha en la búsqueda de su autonomía y libre determinación, le agradezco por su

disposición a participar en cada una de las presentaciones del documental y por ser lectora de este trabajo de tesis.

Al Dr. J. Luis Seefoó Luján, por haber formado parte de la primera etapa de esta

investigación, sus textos y pláticas fueron muy importantes para mi trabajo, así como por alentarme a escribir la crónica que posteriormente se convertiría en libro, le agradezco también por haber participado de muy buena gana en el documental “Cosechando vida después de la fresa” así como por ser lector de este trabajo de

tesis.

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A mi asesor de tesis, Dr. Antonio Paoli Bolio, por el tiempo que dedicó a leer, a observar y a corregir cada uno de los avances de tesis que le enviaba, por sus

pláticas y su paciencia al escucharme mientras caminábamos por los pasillos de la UAM Xochimilco. Recuerdo que las asesorías de tesis se convertían en

verdaderas tertulias académicas.

Al Dr. Armando Bartra Bergés, por tener la paciencia de leer esta tesis desde el comienzo. Le considero no solo lector sino amigo entrañable. Agradezco su

disposición a escucharnos dentro y fuera de las aulas, su pasión por la investigación y su coherencia son sus más grandes enseñanzas.

A mis compañeros y compañeras del posgrado en Desarrollo Rural por habernos

acompañado en intensos debates y discusiones teórico- conceptuales y metodológicas. Extrañaré esas pláticas en el comedor de la UAM.

A Maribel Velázquez, tutora nuestra en el posgrado en Desarrollo Rural de la

UAM-X por su infatigable apoyo y asesoría cuando la necesité en la tramitología burocrática, siempre estuvo ahí.

Un agradecimiento especial a mi compañera Margarita Nemecio Nemesio,

integrante de la Red Nacional de Jornaleros y Jornaleras Agrícolas, su apoyo visibilizando y difundiendo la situación de Santo Tomás durante el conflicto con la

empresa agrícola fue muy importante.

A la Dirección General de Educación Tecnológica Agropecuaria y Ciencias del Mar y la Coordinación Sectorial de Fortalecimiento Académico de la Subsecretaría de

Educación Media Superior por otorgarme las facilidades para que yo pudiera realizar mis estudios de doctorado.

A mis compañeros de la Brigada de Educación para el Desarrollo Rural No. 104 de

Charo, Michoacán, Téc. Jesús Benítez Hernández, Ing. Forrour Calvillo García, Mtro. Hiram Matías Guillén García, M. V. Z. Jesús Medina Martínez, por su apoyo

y aliento.

Por último, quiero agradecer a mis padres, Roberto y Dominga, por su amor, su cariño, su respeto y su infinita paciencia, por escucharme, por apoyarme (nos) en

todos nuestros sueños, sin ustedes yo no estaría aquí… A mi hermana Mary, su esposo Omar y mis sobrinos Arely y Oliver, a mi ahijado Enrique, su apoyo

durante toda mi carrera académica ha sido fundamental.

¡GRACIAS POR TODO!

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Índice de contenido.

Presentación. ........................................................................................................ 14

Introducción. .......................................................................................................... 20

El argumento de la tesis. .............................................................................................. 28

CAPÍTULO I. ANDARES Y DES- ANDARES. ....................................................... 35

In- definiciones temáticas. ............................................................................................ 36

¿Qué está pasando?, primer acercamiento. ................................................................ 43

Cosechando vida después de la fresa. ........................................................................ 48

Del documental a las entrevistas.................................................................................. 51

Borrones y cuenta nueva: precisiones e imprecisiones. ............................................... 52

CAPÍTULO II. DESPOJO A FUEGO LENTO. ERAXAMANI EN LA VORÁGINE

AGROCAPITALISTA. ............................................................................................ 58

2. 1 El monocultivo de berries: aproximación a un cultivo en crecimiento. ................... 67

Primer momento: Llega la fresa a México. ........................................................................... 69

Segundo momento: Llegada del Tratado de Libre Comercio. ............................................... 78

Tercer momento: El Boom de las comodities. ...................................................................... 83

2. 2 Las aguas y las tierras de Eraxamani y Tumasïu en la vorágine extractivista. ...... 90

Ïtsi (agua) para las berries. .................................................................................................. 90

Echerendo (tierra) para las berries. ...................................................................................... 99

Caminos y veredas: ¿una infraestructura para el mercado? ............................................... 101

Fuerza de trabajo, la renta de la vida. ................................................................................ 102

2. 3 Tata Ismael: cultivar para vivir o cultivar para vender. ......................................... 104

2. 4 Comuneros de hecho, comuneros de derecho y certificación de terrenos

comunales. ................................................................................................................ 111

2. 5 Acaparamiento de terrenos comunales: la familia “A”.......................................... 115

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2. 6 De cómo llegó la empresa Agrícola Superior de Jacona a la comunidad de

Tumasïu. .................................................................................................................... 119

2. 7 Precarización de la vida y escasez de alternativas de empleo. ........................... 121

Cinthya: un futuro que no es futuro. ................................................................................... 122

Liliana Huerta: una vida en el surco. .................................................................................. 127

Don Toño Ascencio: rentar la tierra. ................................................................................... 130

Reflexiones finales. .................................................................................................... 132

CAPÍTULO III. TERRITORIALIDADES EN DISPUTA: TUMASÏU CONTRA EL

AGRONEGOCIO. ................................................................................................ 137

3. 1 Territorialidad comunal. ....................................................................................... 145

Somos comuneros y comuneras porque aquí nacimos....................................................... 148

3. 1. 1 Tumasïu, vida y territorio. ........................................................................................ 159

3. 1. 2 Hacer comunidad dentro de la comunidad: prácticas de comunalidad en Tumasïu. . 163

La costumbre: sistema normativo interno en Tumasïu. ....................................................... 164

Sistema axiológico p´urhépecha: la kaxumbikua y la jarhoájperakua como valores

comunales. ................................................................................................................ 168

Nana Echeri: la naturaleza como Madre. ................................................................... 175

Héctor Álvarez: en defensa de la comunalidad. .................................................................. 175

3. 2 Territorialidad agrocapitalista. ............................................................................. 177

Tenencia individual. ........................................................................................................... 180

Ley escrita, la ley de afuera. .............................................................................................. 182

Cosmovisión occidental: la naturaleza como objeto. ........................................................... 183

Reflexiones finales. .................................................................................................... 187

CAPÍTULO IV. DE CARA AL AGRONEGOCIO, AGRAVIOS DE LA

TERRITORIALIDAD AGROCAPITALISTA A LA TERRITORIALIDAD COMUNAL.

............................................................................................................................ 191

4. 1 De los agravios en la agricultura industrial a los actores afectados. .................... 194

4. 2 De comuneros a afectados y de afectados a comuneros. ................................... 198

Afectaciones ambientales. ................................................................................................. 202

Afectaciones culturales. ..................................................................................................... 208

Afectaciones sociales. ....................................................................................................... 214

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10

4. 3 De comuneros a jornaleros afectados. ................................................................ 216

Afectaciones laborales. ...................................................................................................... 237

Afectaciones a la salud. ..................................................................................................... 239

Los agravios ocultos. ......................................................................................................... 242

4. 4 Incomensurabilidad de valores. ........................................................................... 245

4. 5 Una normatividad laxa para un incremento de la productividad. .......................... 251

Reflexiones finales. .................................................................................................... 253

CAPÍTULO V. DE LA AFECTACIÓN AL CONFLICTO Y A LA MOVILIZACIÓN

SOCIAL. .............................................................................................................. 258

5. 1 Breve historia de la relación entre Tumasïu y Agrícola Superior de Jacona. ....... 262

5. 2 La lucha contra la agricultura industrial. .............................................................. 272

5. 3 Tumasïu: del conflicto a la movilización y acción colectiva. ................................. 274

5. 3. 1 Manifestación de la inconformidad. ......................................................................... 285

5. 3. 2 Pedido. ................................................................................................................... 287

5. 3. 3 Acción judicial. ........................................................................................................ 289

5. 3. 4 Acción de protesta y otras acciones. ....................................................................... 290

5. 4 Comuneros en lucha: viñetas etnográficas. ......................................................... 291

Napoleón Márquez: una vida de protesta y reivindicación de derechos. ............................. 292

Wilfrido Huerta Trinidad: un comunero coherente. .............................................................. 296

Reflexiones finales. .................................................................................................... 299

CAPÍTULO VI. RESISTENCIA COMUNAL ANTE EL DESPOJO CAPITALISTA.

CAMBIO CULTURAL Y RECOMUNALIZACIÓN DESPUÉS DEL CONFLICTO. 304

6. 1 Después del conflicto: cambio cultural y recomunalización. ................................ 306

6. 2 La ronda comunal. .............................................................................................. 310

Cuidar la comunidad: una noche con la ronda. ................................................................... 315

6. 3 La búsqueda del presupuesto directo. ................................................................. 319

Reflexiones finales. .................................................................................................... 322

Conclusiones. ...................................................................................................... 325

Bibliografía .......................................................................................................... 333

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11

Anexos. ............................................................................................................... 345

Anexo 1. Entrevistas. ................................................................................................. 346

Índice de imágenes.

Imagen 1 Jornaleros y jornaleras agrícolas por la mañana en la comunidad de Los

Nogales. Fotografía: Jesús Janacua Benites. ....................................................... 70

Imagen 2 Gilberto, pequeño productor de berries de la comunidad de Tanaquillo.

Fotografía: Jesús Janacua Benites. ...................................................................... 78

Imagen 3 Incremento de la superficie de cultivo de fresa en Michoacán del 2004 al

2019. Fuente: Elaboración propia con información del SIAP. ............................... 84

Imagen 4 Incremento anual del tonelaje de cosecha del fresa en el estado de

Michoacán del 2004 al 2019. Fuente: Elaboración propia con información del SIAP.

.............................................................................................................................. 84

Imagen 5 Avance del agronegocio en el estado de Michoacán. Fuente: Elaboración

propia con utilización de Google Earth. ................................................................. 86

Imagen 6 Manantial "Ostákuaro", ubicado en la comunidad de Carapan, es uno de

los tres manantiales que da origen al río Duero. Fotografía: Jesús Janacua Benites.

.............................................................................................................................. 92

Imagen 7 Canales de riego de la Cañada de los Once Pueblos. Fotografía: Jesús

Janacua Benites. ................................................................................................... 93

Imagen 8 Canales de riego de la Cañada de los Once Pueblos. Fotografía: Jesús

Janacua Benites. ................................................................................................... 94

Imagen 9 Comunidad de Tumasïu (punto rojo) en conexión con las ciudades más

importantes de la región Centro- Occidente. Fuente: Elaboración propia con uso de

Google Earth. ...................................................................................................... 101

Imagen 10 Cinthya, joven comunera de Carapan. Fotografía: Jesús Janacua

Benites. ............................................................................................................... 123

Imagen 11 Reforestación en Tumasïu. Fotografía: Jesús Janacua Benites........ 138

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Imagen 12 Reforestación en Tumasïu. Fotografía: Jesús Janacua Benites........ 140

Imagen 13 Cerro de la comunidad de Tumasïu, en uno de sus parajes se fundó la

comunidad. Fotografía: Jesús Janacua Benites. ................................................. 159

Imagen 14 Templo de la comunidad de Tumasïu, dedicado en honor al Santo

Patrono, Santo Tomás. Fotografía: Jesús Janacua Benites................................ 160

Imagen 15 Tata José Huerta y Nana Margarita, considerados como un matrimonio

Kaxumbiti en la comunidad y en la región. En la fotografía se encuentran dirigiendo

un temazcal. Fotografía: Jesús Janacua Benites. ............................................... 174

Imagen 16 Terreno comunal de Tumasïu después de la agricultura industrial de

berries para exportación. Fotografía: Jesús Janacua Benites. ............................ 204

Imagen 17Botellas de insecticida utilizado por la empresa en la producción industrial

de berries para exportación. Fotografía: Jesús Janacua Benites. ....................... 206

Imagen 18 Parajes de la comunidad de Tumasïu. en su avance, la empresa agrícola

fue cambiando los nombres de cada uno de los parajes. Fuente: Elaboración propia

con uso de Google Earth. .................................................................................... 210

Imagen 19 Diferencia entre la producción de maíz de remporal (en rojo) y de riego

(en azul). Fuente: Elaboración propia con información del Servicio de información

Agroalimentaria y Pesquera. ............................................................................... 212

Imagen 20 Terreno de Tumasïu dedicado a la fabricacion de tabique. Se puede

observar el grado de deterioro. Fotografía: Jesús Janacua Benites. .................. 219

Imagen 21 Joven jornalero esperando al jefe de cuadrilla en la calle La Nacional en

Tumasïu. Fotografía: Jesús Janacua Benites. .................................................... 224

Imagen 22 Jóvenes jornaleros llegando de trabajar en día de fiesta en la comunidad

de Carapan. Fotografía: Jesús Janacua Benites. ................................................ 226

Imagen 23 Comuneras y jornaleras de la comunidad de Acachuén solicitando

cooperación para el tratamiento de Leonorilda, jornalera accidentada. Fotografía:

Jesús Janacua Benites........................................................................................ 230

Imagen 24 "Banano" accidentado mientras transportaba jornaleros de la Cañada

hacia la comunidad de Paracho. Fotografía: Vecinos Vigilantes de Uruapan. .... 231

Imagen 25 Jornalero "fabricando" pesticidas en las huertas de fresa en la comunidad

de Tumasïu. Fotografía: Jesús Janacua Benites. ............................................... 233

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Imagen 26 Bloqueo y manifestación de comuneros y comuneras de Tumasïu contra

la empresa Agrícola Superior de Jacona. Fotografía: Napoleón Márquez Serano.

............................................................................................................................ 259

Imagen 27 Avance del monocultivo de berries en los terrenos comunales de

Tumasïu. Fuente: elaboración propia con uso de Google Earth. ........................ 263

Imagen 28 Transformación de la petición. Fotografías: Napoleón Márquez Serano.

............................................................................................................................ 270

Imagen 29 Desechos de los plásticos agrícolas abandonados e incinerados por la

empresa Agrícola Superiro de Jacona en los terrenos comunales de Tumasïu.

Fotografías: Jesús Janacua Benites. .................................................................. 271

Imagen 30 Esquema "Conceptualización del problema" de Karina Koster (2016).

............................................................................................................................ 274

Imagen 31 Demanda ante la Procuraduría de Protección al Ambiente del Estado de

Michoacán. Fotografías: Napoleón Márquez Serano. ......................................... 290

Imagen 32 Napoleón en una marcha. Fotografía: Napoleón Márquez Serano. .. 296

Imagen 33 Primer aniversario de la Ronda Comunal de Tumasïu. Fotografía: Jesús

Janacua Benites. ................................................................................................. 306

Imagen 34 Comuneras de la Ronda Comunal de Tumasïu. Fotografía: Jesús

Janacua Benites. ................................................................................................. 311

Imagen 35 Doña Elba, comunera integrante de la Ronda Comunal de Tumasïu.

Fotografía: Jesús Janacua Benites. .................................................................... 317

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Presentación.

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15

En la Cañada de los Once Pueblos o Eraxamani1, al igual que en la Meseta, en la

Ciénega de Zacapu o en la zona lacustre del Lago de Pátzcuaro, asistimos a una

transformación profunda de los mundos y estilos de vida de las comunidades

indígenas a partir de la llegada de empresas agrícolas trasnacionales con la

finalidad de producir diversos cultivos para exportación como berries (fresa,

arándano, frambuesa y zarzamora) además del aguacate, el brócoli y la papa, lo

que ha significado una serie de beneficios para las comunidades como, por ejemplo,

los salarios para los y las jornaleras agrícolas, las rentas por la tierra para los

comuneros y, a partir de ello, un dinamismo económico en la región basado en

rentas bajas, contratos en desventaja para los “renteros” y trabajos precarios, sin

embargo, a la par también ha significado una serie de cambios, transformaciones y

afectaciones de diversa índole.

El argumento central de esta tesis es que el avance de esta agricultura industrial de

frutos rojos, entre otros, ha estado ocurriendo mediante un despojo capitalista o un

proceso de acumulación por desposesión de larga data que tiene lugar por lo menos

desde finales del siglo XIX y principios del XX, en contra de las comunidades de

Eraxamani y que, por lo menos en el caso de esta región, ha sido un despojo “a

fuego lento” pues el capital agrícola trasnacional actual abreva de viejas prácticas

en torno a la tierra como el acaparamiento de terrenos comunales en manos de

unos pocos comuneros y de unas pocas familias al interior de las comunidades, se

aprovecha de la “agrarización” en la toma de decisiones al interior de las

comunidades, utiliza a su favor el camino despejado que le ha dejado la Revolución

Verde creando una percepción de poca redituabilidad en el cultivo tradicional del

maíz y que, justificándose en el contexto de precariedad económica de las

comunidades, se instala en los terrenos comunales utilizando el suelo, el agua y la

renta de la fuerza de trabajo de los comuneros bajo condiciones de explotación

laboral, sin capacitación previa, sin contar con el equipo necesario y sin estar

afiliados al seguro social.

1 Eraxamani es el nombre en p´urhépecha que recibe la región conocida como Cañada de

los Once Pueblos.

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16

Todas estas condiciones hacen que el capital agrícola trasnacional avance

prácticamente sin ser cuestionado pues pareciera que es el “destino manifiesto” de

las comunidades, aunque esto suponga el deterioro ecológico y la restricción del

acceso a los bienes naturales a los y las comuneras.

Sin embargo, y así lo muestra la experiencia de la comunidad de Tumasïu, en su

avance, el agrocapitalismo también se encuentra con resistencias y otras formas de

habitar el territorio, cuyas prácticas, ideas y valores se encuentran en franca

contradicción con los procederes del agrocapitalismo. En Tumasïu, antes de la

llegada de la agricultura industrial de berries, había un fuerte sentimiento de

comunidad e identidad colectiva en algunos de sus habitantes que tiene su

fundamento en un origen étnico- cultural común, la cultura p´urhépecha, sin

embargo, la serie de afectaciones y agravios ocasionados por el capital agrícola,

pero también un cúmulo de agravios ocultos históricos fortalecieron aún más este

sentimiento de agravio e injusticia colectiva para hacer frente a la empresa agrícola.

En este tenor de ideas, el objetivo de mi trabajo es analizar el caso del conflicto

suscitado en la comunidad de Tumasïu, a partir de la llegada de la empresa Agrícola

Superior de Jacona, en términos de comprender qué aspectos de la agricultura

industrial de berries significaron agravios o afectaciones que motivaron el conflicto

y la respuesta de algunos comuneros de la comunidad a partir de lo que llamo el

encuentro de dos territorialidades distintas. De esa manera mi pregunta de

investigación es: ¿Cómo se caracterizó la respuesta de la comunidad p´urhépecha

de Tumasïu ante la llegada de la agricultura industrial a sus terrenos comunales?

En Tumasïu, la llegada de la agricultura industrial de frutos rojos de manos de la

empresa Agrícola Superior de Jacona, despertó una respuesta en un grupo de

comuneros y comuneras que se caracterizó por cuestionar y rechazar las prácticas

y consecuencias de la agricultura industrial desde la recuperación de algunos

elementos culturales p´urhépecha. De manera que la respuesta de este grupo de

comuneros y comuneras ante la empresa agrícola fue de recomunalización de las

relaciones sociales y del territorio, es decir, en su lucha contra la agricultura

industrial recurrieron a la reivindicación de su identidad étnica p´urhépecha

(Velázquez, 2019).

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17

En ese sentido, el conflicto con la empresa agrícola se desplegó sí como un conflicto

de distribución ecológica en el sentido de que tuvo lugar dentro del contexto de una

distribución desigual de los beneficios y las afectaciones pero también como un

conflicto territorial en el sentido de que supuso el encuentro de lo que llamo dos

territorialidades o maneras distintas de concebir y habitar el espacio (Díaz, 2014)

(Velázquez, 2019), conflicto que además de significar consecuencias ambientales,

laborales y de salud, también ha modificado o transformado el modo de vida

comunal.

En este tenor de ideas, la llegada de la agricultura industrial de berries a Tumasïu,

despertó una respuesta de recomunalización del territorio y de las relaciones

sociales que deparó en un conflicto entre la territorialidad comunal, creada, recreada

y defendida por algunos comuneros y comuneras que sintieron en la llegada de la

agricultura industrial de berries afectaciones a su modo de vida comunal y a su

territorio, y la territorialidad agrocapitalista, representada por la compañía agrícola y

un grupo de comuneros aliados a ella que, mediante contratos de arrendamiento,

rentaron sus terrenos comunales, convirtiéndose en comuneros renteros. En tal

sentido, la llegada de la agricultura industrial a la comunidad de Tumasïu, supuso

una diversidad de respuestas comunitarias.

Si bien en mi investigación me interesó estudiar lo que ocurre en la Cañada de los

Once Pueblos o Eraxamani como región p´urhépecha, me basé principalmente en

la experiencia vivida en la comunidad de Santo Tomás o Tumasïu, en la que una

empresa agrícola comenzó en 2012 un contrato de arrendamiento de terrenos

comunales para la producción de fresa y arándano. Contrato que en 2018 daría

lugar a un conflicto por las afectaciones e incumplimientos por parte de la empresa

y que finalizaría en 2019, cuando se decidió, mediante asamblea comunal, la

expulsión de la empresa de los terrenos comunales.

En el conflicto participaron dos grupos. Uno de ellos, conformado por comuneros y

comuneras que mantenían una perspectiva crítica con relación a la agricultura

industrial y las afectaciones que la empresa estaba ocasionando en su comunidad

y que identificamos como comuneros y comuneras defensoras de una territorialidad

comunal; por otro lado, el grupo conformado por la empresa agrícola y el grupo de

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18

comuneros renteros a favor de la empresa y, por ende, defensores de la

territorialidad agrocapitalista2.

El conflicto entre los comuneros y la empresa y el grupo opositor de comuneros

renteros, suscitó la confrontación de territorialidades o de maneras distintas de

concebir el territorio pues la llegada de la empresa agrícola, las prácticas y sobre

todo las afectaciones que ocasionó, despertaron una respuesta de

recomunalización y rehabilitación de prácticas comunales. Por un lado, la

territorialidad que identifico como “territorialidad comunal” y que significó la

rehabilitación y defensa de instituciones y prácticas como la asamblea comunal

entendida como máxima instancia en la toma de decisiones, la tenencia colectiva

de la tierra, el modo de vida comunal que incluye la realización de faenas comunales

y el cultivo de maíz; y por otro lado, la territorialidad de la agroempresa y el grupo

opositor de comuneros que defendían a través de la tenencia individual y la renta

de tierras para la producción agroindustrial con la finalidad de generar ganancias

económicas y que identifico como “territorialidad agrocapitalista”.

¿Cuál es el origen profundo del conflicto entre estas dos territorialidades distintas?,

¿Qué aspectos concretos motivaron el conflicto?, ¿mediante qué procesos avanzó

la territorialidad agrocapitalista en los terrenos comunales? Pareciera que, en el

fondo, el conflicto entre los comuneros y la empresa con el grupo opositor de

comuneros responde a dos cosmovisiones o culturas distintas lo que significa que

cada una de las dos territorialidades en pugna, la comunal y la agrocapitalista,

corresponden a una cultura particular que sostiene modos de vida distintos.

Pienso que, por un lado, la cosmovisión o cultura p´urhépecha da soporte a la

territorialidad comunal y se basa en los valores comunitarios como la

Jarhoájperakua o ayuda mutua y que se refleja en las faenas comunales o en el

apoyo desinteresado hacia el otro/ la otra comunera, o la Kaxumbikua que significa

el ser honorables en la vida comunal, esto es, vivir conforme a la costumbre dentro

2 No sugiero que la clasificación sea totalitaria y absoluta, es decir, que la comunidad pueda

y deba clasificarse en esas dos categorías. En mi tesis dicha clasificación, coadyuva en

aprehender y comprender el conflicto en términos de voluntades o actores contrapuestos.

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de la comunidad. Valores que, además, dejan entrever una concepción de la

naturaleza en la que ésta aparece como un ser y no como un objeto maleable,

explotable, cuantificable y susceptible de ser convertido en mercancía pues dentro

de la cosmovisión p´urhépecha, la naturaleza se concibe como la Nana Echeri o

Madre Tierra.

Por otro lado, la cultura occidental o turhisï3 da soporte a la territorialidad

agrocapitalista, que postula los valores o actitudes individualistas de la cultura

moderna, la propiedad individual y de dominio pleno y que concibe a la naturaleza

no como un ser sino como un objeto susceptible de ser explotable y convertido en

mercancía.

3 En p´urhépecha “thurisï” significa el extranjero, la persona ajena que no pertenece a la

comunidad.

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20

Introducción.

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21

El cuatro de noviembre de 2018 amanecieron bloqueadas las entradas a las

huertas de fresa y arándano que la empresa Agrícola Agrosuperior de Jacona o

Agrícola Superior de Jacona S. P. R de R. L, tenía bajo contrato de

arrendamiento con algunos comuneros de la comunidad indígena de Santo

Tomás, en la Cañada de los Once Pueblos, a unos veinte minutos de la ciudad

de Zamora, en el estado de Michoacán. Bloqueaban hombres y mujeres,

comuneros y comuneras, jornaleros y jornaleras, niños y adolescentes.

El bloqueo duró tres días, 4, 5 y 6 de noviembre de 2018. La comunidad le pedía

al dueño de la empresa agrícola una reunión en asamblea general a la cual

asistiera toda aquella persona que así lo deseara para aclarar una serie de

irregularidades en el contrato de arrendamiento de los terrenos comunales:

pagos atrasados de las rentas anuales de los terrenos comunales, manejo

inadecuado de la basura agrícola y de los desechos de pesticidas y demás

agroquímicos tan necesarios para los monocultivos, maltrato por parte de los

mayordomos hacia los y las jornaleras agrícolas, respeto e indemnización a los

comuneros posesionarios de los terrenos que usó la empresa y que no estaban

bajo contrato de arrendamiento, servicio médico para los jornaleros agrícolas

además de la construcción de una obra para beneficio de la comunidad por cada

año que la empresa estuviera trabajando las tierras de la comunidad que para

esa fecha, noviembre de 2018, eran ya seis años.

En el conflicto participaron, por un lado, una empresa agrícola, un

agroempresario originario de Jacona –o agroempresarios– empeñado en sacar

la máxima ganancia con el mínimo costo, aliados con un grupo de comuneros

de derecho con posesión de terrenos comunales y, por otro lado, un grupo de

comuneros, comuneras, hombres y mujeres, niños, jóvenes, adultos, ancianos

sin mucho margen de movilidad en el escenario puesto que la mayoría no eran

comuneros de derecho con posesión de terrenos comunales, lo que les dejaba

fuera del conflicto agrario en tanto que no eran “comuneros renteros” pero con

la firme convicción de defender las tierras y derechos que sus ancestros pelearon

años atrás y, con ello, defender su modo de vida en comunidad.

Es importante precisar que, a lo largo de mi trabajo, cuando haga alusión a

“comuneros renteros”, me estaré refiriendo a los comuneros que decidieron

rentarle sus terrenos de la zona parcelada de la comunidad a la empresa

Agrícola Superior de Jacona para la producción industrial de frutos rojos. Aunque

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es necesario precisar que “renteros” tiene sus matices. Hubo comuneros que por

voluntad le rentaron sus terrenos a la empresa y que una vez que inició el

conflicto con la empresa la defendieron al interior de la comunidad. Por otro lado,

también hubo comuneros que se vieron obligados a rentarle sus terrenos a la

empresa por lo que fueron renteros, pero no por su voluntad, algunos de estos

comuneros tuvieron una participación importante en el conflicto contra la

empresa.

Por otro lado, la categoría de “comunero o comunera” también tiene sus matices

pues en Tumasïu hay comuneros de derecho y comuneros de hecho. La

diferencia entre los dos radica en que los comuneros de derecho o bien están en

el censo agrario de la Resolución Presidencial o en la sentencia del Tribunal

Unitario Agrario o en el censo actualizado por el Registro Agrario Nacional, en

Tumasïu también parece tener importancia el poseer un terreno en la zona

parcelada de la comunidad. En general, los comuneros de derecho tienen

derecho a voz y a voto en la asamblea general de comuneros.

Por otro lado, los comuneros de hecho no están inscritos en el censo agrario y

muchos de ellos tampoco poseen terrenos en la zona parcelada de la comunidad

y, a diferencia de los comuneros de derecho, no tienen voz y voto en las

asambleas generales de la comunidad. Sin embargo, en la práctica estas

definiciones pueden variar y, como veremos, en Tumasïu un cambio de

autoridades civiles y agrarias fue muy importante para reconfigurar la asamblea

general de comuneros que a partir del conflicto con la empresa agrícola comenzó

a incluir y aceptar propuestas y votos tanto de los comuneros de derecho como

de los comuneros de hecho por lo que la asamblea terminó por configurarse

como un espacio más incluyente y como un espacio de democracia comunal.

De manera que cuando me refiera a “comuneros renteros” me estaré refiriendo

a los comuneros y comuneras que de manera voluntaria decidieron rentarle sus

terrenos a la empresa y se convirtieron en sus aliados al interior de la comunidad

durante y después del conflicto. Para estos comuneros era muy importante que

la asamblea general de comuneros estuviera compuesta por comuneros de

derecho y se excluyera a los comuneros de hecho.

En este orden de ideas, mi trabajo busca ofrecer un acercamiento a la respuesta

de la comunidad de Tumasïu ante los cambios y transformaciones, pero sobre

todo a las afectaciones que la llegada de la agricultura industrial de berries y

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hortalizas significó para el modo de vida de las comunidades de la región

Eraxamani, pero específicamente de la comunidad de Tumasïu, comunidad en

la que la llegada de la empresa agrícola dio origen a un conflicto de distribución

ecológica, conflicto en el que estaba en juego no solamente la tenencia de la

tierra y las consecuencias ambientales, laborales y de salud sino, con todo ello,

el modo de vida comunal que para los actores sociales significa, entre otras

cosas, la posibilidad de vivir juntos, por lo que se desplegó una territorialidad

comunal en respuesta a la territorialidad agrocapitalista, desde la recuperación

y rehabilitación de algunos elementos culturales p´urhépecha.

En este sentido, en mi trabajo recupero la noción de conflicto de distribución

ecológica propuesto por Joan Martinez Alier (2011), y con la cual da cuenta de

los conflictos originados en el marco de una distribución desigual de los

beneficios, las ganancias, así como los costos y consecuencias ambientales que

tienen lugar alrededor de estos proyectos de inversión pero que también incluyen

conflictos de valoración.

La noción propuesta por Martinez Alier me es útil para abordar el conflicto

suscitado en la comunidad de Tumasïu pues, como veremos, se trata de un

conflicto originado en el marco de un proyecto de inversión (la producción

industrial de frutos rojos), en el cual las ganancias y los beneficios se fueron de

la comunidad, pero las afectaciones se quedaron en la comunidad. En ese

sentido es que Joan Martinez Alier, habla de ecología de los pobres pues son

las personas no beneficiadas por los proyectos de inversión quienes al final,

tienen que hacerse cargo de las consecuencias ambientales, económicas,

culturales, laborales y de salud que tales proyectos dejan en sus comunidades.

A su vez, pienso que el conflicto originó una respuesta “comunal” por parte de

algunos comuneros que recuperaron, rehabilitaron, pero sobre todo reforzaron

algunos elementos ancestrales p´urhépecha para habitar y administrar el

territorio. Ello me llevó a pensar que en el conflicto de la comunidad de Tumasïu

no solo como un conflicto de distribución ecológica sino también como un

conflicto socio- territorial, entendido como un tipo particular de conflicto en el que

dos o más actores sociales se disputan el control de un territorio determinado o,

como el conflicto en el que distintas territorialidades, esto es, distintas maneras

de concebir y habitar el territorio, se disputan el control del mismo. Por ejemplo,

según Emiliano Díaz Carnero (2014) en el conflicto socio- territorial de la

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comunidad nahua de Santa María Ostula en la costa michoacana, se disputaban

el control del territorio grupos del crimen organizado, el gobierno federal, estatal

y municipal además de la minera Ternium- Hylsa y algunas empresas hoteleras.

En nuestro caso de estudio, el conflicto de distribución ecológica de la

comunidad de Santo Tomás en el que se desplegó una respuesta de

recomunalización y en el que dos territorialidades se traslaparon sobre el mismo

territorio y contrapusieron desde dos perspectivas distintas. Cada una de estas

dos territorialidades corresponden, como ya lo adelanté líneas arriba, a dos

culturas distintas: la cultura p´urhépecha y la cultura occidental o thurisï que

contraponen, ambas, una manera distinta de concebir y habitar la tierra.

El hecho de que el conflicto de distribución ecológica de la comunidad de

Tumasïu haya suscitado una respuesta de recomunalización y con ello el

despliegue de la territorialidad comunal, suscitó lo que Joan Martinez Alier (2011)

denomina como conflicto de valoración. Por ejemplo, para los comuneros de la

comunidad de Tumasïu que desplegaron la territorialidad comunal en defensa

contra la territorialidad agrocapitalista, la tierra no significa únicamente un objeto

o sustrato inerte susceptible de ser explotado, medible y cuantificable. Para ellos

y ellas, comuneros p´urhépecha, la tierra es la Nana Echeri o Madre Tierra,

proveedora de vida y alimentos, mientras que para la empresa y los comuneros

defensores de ésta la tierra, el suelo, el aire, el agua significaban insumos

necesarios para la producción de mercancías capitalistas y ganancia económica.

En Tumasïu, la agricultura industrial de berries también generó un conflicto de

valoración alrededor de los terrenos comunales como espacios físicos

determinados. Como espacios físicos los terrenos comunales juegan un

importante papel de socialización en la comunidad pues el cultivo del maíz se

basa gran parte en el trabajo comunitario, familiar y la ayuda mutua o

jarhoájperakua, pues en las actividades culturales participan los miembros de la

familia por lo que los terrenos comunales son parte imprescindible de la memoria

comunitaria, gran parte de la cosecha de maíz se reserva para la fiesta patronal

celebrada el 22 de diciembre, lo que conlleva significados culturales ancestrales

identitarios.

En contraposición, pareciera que para la agroempresa y para el grupo de

comuneros aliados a ella, la tierra constituyera solamente un sustrato inerte

susceptible de ser utilizado como medio para un fin: la producción agrícola para

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exportación con la finalidad de generar ganancias económicas, lo que significa

la instalación de monocultivos en los terrenos comunales y el uso de paquetes

tecnológicos. Lo anterior apela ya a un conflicto de valoraciones distintas y, por

lo tanto, a una inconmensurabilidad de valores pues, mientras que unos actores

sociales ven a la Tierra como una Madre, los otros actores sociales la ven

únicamente como un stock de recursos naturales.

Si bien en el cultivo de la fresa en Santo Tomás no se utilizaba glifosato pues el

deshierbe lo realizaban las y los jornaleros de manera manual, sí se utilizaban

otros agroquímicos tóxicos como el Lucathion 1000- E. Además, otras

consecuencias de la agricultura industrial como la deforestación, la erosión, el

tratamiento inadecuado de los envases de agroquímicos y plásticos agrícolas

(acolchado y plástico para macrotúnel) generaron un malestar en los comuneros

p´urhépecha de Santo Tomás que les llevó a cuestionar las prácticas

agroindustriales de la empresa y más tarde a solicitar su expulsión pues la

concepción y las prácticas realizadas sobre el territorio se contradecían con las

prácticas que ellos como comuneros habían heredado de sus antepasados.

Pareciera que el conflicto entre los comuneros p´urhépecha de Santo Tomás y

la agroempresa y el grupo opositor de comuneros renteros, se vive también a

nivel de la generación de políticas públicas en nuestro país pues, por un lado,

hay intentos serios de transitar hacia una agricultura más sustentable en la que

se reduzcan o elimine el uso de paquetes tecnológicos y se promueva el empleo

de técnicas agroecológicas, pero al mismo tiempo, se impulsa o por lo menos no

se cuestiona la utilización de agroquímicos. Recientemente el conflicto entre la

Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) y la Secretaría de Medio

Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), parece interpelar el conflicto de

Santo Tomás pues por un lado la SADER está preocupada por incrementar la

productividad sin importar el uso de agroquímicos tóxicos y ambientalmente

dañinos como el Glifosato y, por otro lado, la SEMARNAT muestra una clara

preocupación por el bienestar y la conservación de los ecosistemas haciendo

referencia a la agroecología como un método de producción sustentable y más

apegado a las prácticas y tradiciones de los pueblos y comunidades rurales e

indígenas.

De manera particular, en el estado de Michoacán la agricultura industrial de

berries ha cobrado relevancia a partir del boom de las materias primas o

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commodities, mismo que se ha traducido en la expansión territorial de los

monocultivos lo que, en el caso de la Cañada de los Once Pueblos, le ha llevado

a instalarse en terrenos bajo el régimen comunal de tenencia de la tierra y ello

ha generado, como veremos en el caso de la comunidad indígena de Santo

Tomás, conflictos alrededor del uso, apropiación y administración del territorio.

A partir de las modificaciones al artículo 27 constitucional de 1992, como parte

de las Reformas necesarias para la entrada en vigor del Tratado de Libre

Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, la propiedad social de la

tierra –ejidal y comunal– de la tierra, anteriormente consideradas como

inalienables e inajenables, se permitió la entrada al país de inversiones

extranjeras en el sector agrícola con la justificación de incrementar la

productividad y competitividad en el campo mexicano bajo la justificación, según

autores como Luis Rubio, de que “los países con los cuales México sostiene la

mayor parte de su intercambio comercial cuentan con una población de elevado

poder adquisitivo” (Rubio, 1992: 34) lo que significaría el incremento de la

producción, venta y entrada de divisas.

Lo sostenido por Rubio y los defensores del Tratado de Libre Comercio,

obedecía a la idea de que mientras más producción hubiese, en cualquier sector

incluido el agrícola, habría más riqueza misma que se traduciría “en una mayor

riqueza para los habitantes de la región”. Sin embargo, experiencias concretas

como la de la comunidad de Santo Tomás muestra claramente lo contrario, como

lo veremos más adelante. Con la llegada al poder de la 4T, el panorama para el

campo mexicano no ha cambiado mucho pues se sigue manteniendo el fin del

reparto agrario y la posibilidad de que empresas se asocien con los comuneros

para la producción agrícola lo que se ha traducido en un incremento de materias

primas o commodities, pero no se ha visto un mejoramiento de los niveles de

vida de las comunidades rurales e indígenas donde el agronegocio para

exportación se instala.

Antes bien, la experiencia de Santo Tomás muestra que la producción de

materias primas o commodities genera lo que Joan Martinez Alier denomina

como “conflictos de distribución ecológica”, caracterizados porque mientras que

las riquezas generadas por los proyectos de inversión son aprovechadas por

unas cuantas personas, las consecuencias ambientales, sociales, culturales,

laborales y de salud son asumidas por la gran mayoría de las personas. Además,

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al proponer estudiar el conflicto de Santo Tomás desde la óptica de un conflicto

de distribución ecológica me permite hacer énfasis en las relaciones desiguales

entre los países del Sur y del Norte Global.

Con todo, esta expansión geográfica de la agroindustria de frutos rojos en

terrenos comunales ha significado la irrupción de disputas por la apropiación y

el control del territorio comunal lo que no es para nada ajeno a la historia agraria

de la Cañada de los Once Pueblos. En una investigación realizada y publicada

en 1986 por El Colegio de Michoacán, Luis Alfonso Ramírez da cuenta de los

mecanismos y artilugios utilizados por personas mestizas, principalmente

originarias de la cabecera municipal, Chilchota, para despojar a las comunidades

indígenas de sus tierras comunales, aunque es extensa, por parecerme útil

reproduzco aquí la cita completa:

Muchas veces se les ofrecían en venta las tierras, y las más de las

ocasiones ellas promovían los contratos. Si alguna persona necesitaba

cincuenta o cien pesos para sacarse el compromiso del “cargo” –costumbre

inveterada entre los indígenas- ocurría a un rico en solicitud de fondos; y

claro está que los obtenía, pero a cambio del solar o del terreno, bien en

venta consumada o con pacto de retroventa. Más no creáis que les

facilitaban en dinero efectivo lo que pedían las más de las veces, sino que

les proporcionaban harina, piloncillo, manteca u otros artículos de primera

necesidad al doble de su valor; resultando que adquirían cien pesos por

doscientos en que se estipulaba la propiedad enajenada, propiedad que

valía quinientos o más pesos.

Si era venta consumada, allí paraba la operación; pero si era pacto de

retroventa, claro está que el vendedor nunca podía redimir su propiedad.

Más si por casualidad reunía el dinero para la devolución en el plazo

estipulado, no podía encontrar las más de las veces al comprador; o porque

estaba muy enfermo y no se le podía hablar, o porque el “amo” andaba de

viaje. Y es evidente que cuando el “amo” se aliviaba o volvía de “viaje”,

aunque se le hablara y se le quisiera devolver el dinero, ya no era tiempo

oportuno, porque el término había pasado fatalmente; y como es notorio

que los plazos de retroventa son irreparables, no había lugar a redención y

es evidente que el rico añadía una nueva joya a su dogal… El pobre así

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estafado, se conformaba con lamentar en silencio el despojo del que había

sido víctima; pues hay de él si intentaba hacer alguna reclamación al

magnate, o entablarle un juicio al asesinato o la cuerda era su fin. (Ramírez,

1986: 67- 68)

Así pues, en mi trabajo, como ya señalé, realizo un acercamiento a un caso de

estudio en el que la renta de los terrenos comunales a una empresa agrícola

para la producción industrial de frutos rojos deparó en un conflicto de distribución

ecológica que incluyó una disputa territorial en el que dos territorialidades

distintas se enfrentaron: la territorialidad comunal y la territorialidad

agrocapitalista.

El argumento de la tesis.

“A mí con que me den cinco mil pesos por mis tierras”-, dijo don Toño mientras

caminábamos en su parcela que en ese momento se encontraba sembrada de

fresa y arándano por la empresa4 Agrícola Superior de Jacona. Con el tiempo

comprendí que, al decirme aquellas palabras, el tío Toño daba a entender que,

entre otras situaciones, era la situación de carencia económica y la falta de

empleo en la región era lo que, en el fondo, le instaba a la renta de los terrenos

comunales para la producción industrial de frutos rojos para exportación y

aceptar las condiciones dictadas por la empresa agrícola. Aunque la situación

de carencia económica del tío Toño no era la misma para todos aquellos

comuneros y comuneras que habían decidido rentar sus tierras a la

agroempresa, sí reflejaba la situación de algunos comuneros que habían

decidido hacerlo.

Situación distinta, por ejemplo, la situación de un grupo de comuneros y,

específicamente de la familia “A”, una familia de Tumasïu que durante mucho

tiempo ha acaparado terrenos comunales valiéndose del comisariado de bienes

4 A lo largo de mi trabajo usaré los términos empresa, agroempresa, compañía agrícola

para referirme a las empresas que rentan los terrenos comunales para la producción

industrial de berries y hortalizas, aunque en particular el término “compañía o compañías

agrícolas” es utilizado por los comuneros y comuneras tanto de Tumasïu como de la

Cañada de los Once Pueblos. De igual manera, utilizaré empresario o agroempresario

para referirme a las personas que al interior de las comunidades se identifican como los

dueños de las empresas agrícolas, aunque muchas de las veces no lo sean.

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comunales para auto- expedirse documentos de compra- venta de terrenos

comunales. Resulta difícil, en ese sentido, pensar que para la familia “A”, detrás

de la renta de terrenos comunales se encuentre una situación de carencia

económica como el caso de comuneros como don Toño.

En la Cañada de los Once Pueblos y en específico en la comunidad de Tumasïu,

se han conjugado una serie de condiciones que van desde la disponibilidad de

elementos naturales como el agua del río Duero, las condiciones económicas y

políticas como la escasez de fuentes y alternativas de empleo así como la

implementación de reformas constitucionales que permitieron el arrendamiento

de terrenos comunales, condiciones que han configurado a la Cañada de los

Once Pueblos como un territorio adecuado para la producción agrícola en escala

industrial y destinada al mercado extranjero por lo que de un tiempo a la fecha

la llegada de “compañías agrícolas” a la región ha sido una constante.

De manera que el avance del capital agrícola industrial, que en la Cañada se

traduce principalmente en la producción de frutos rojos y brócoli, ha estado

ocurriendo sobre los terrenos comunales de las comunidades de la Cañada.

Carapan, Ichán, Tacuro, Santo Tomás, Urén, Chilchota, Los Nogales y El

Pedregal son algunas de las comunidades en las que el agronegocio se ha

instalado pues ello ha supuesto para las comunidades, en términos generales,

ciertos ingresos económicos como las rentas de los terrenos comunales y el

salario de los y las jornaleras agrícolas lo que a su vez se traduce en cierto

dinamismo económico al interior de las comunidades indígenas.

Sin embargo, en 2018, la comunidad de Tumasïu, o Santo Tomás como mejor

se le conoce, inició una movilización social de protesta en contra de la empresa

Agrícola Superior de Jacona, empresa que entre 2012 y 2013 inició un contrato

de arrendamiento con un grupo de comuneros para la producción de fresa y

arándano. Contrato de arrendamiento que terminó en 2019 cuando se decidió,

mediante una asamblea comunal, expulsar a la empresa agrícola por las

consecuencias de la agricultura industrial y por una serie de incumplimientos de

la empresa para con la comunidad. ¿Cuáles fueron los motivos principales de la

movilización en contra de la agroempresa?

Con todo, si bien el conflicto con la empresa Agrícola Superior de Jacona terminó

con la expulsión de ésta, el acecho de las compañías agrícolas a los terrenos

comunales de Tumasïu está lejos de haber terminado y, con ello, la amenaza

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que esto supone para los modos de vida de las comunidades p´urhépecha de la

Cañada de los Once Pueblos. Punto aparte merecen las consecuencias

ambientales, de salud, laborales y alimentarias que la agricultura industrial

supone para las comunidades.

Pese a todo lo anterior y exceptuando a Tumasïu, ninguna otra comunidad de la

Cañada ha iniciado algún movimiento en contra de las compañías agrícolas para

exigir mejores tratos para sus tierras, para sus aguas y para su gente. ¿Por qué

ha sido así?, ¿qué y cuáles son los elementos que han permitido que la

agricultura industrial avance sobre los terrenos comunales a pesar de las

consecuencias?, es decir, ¿qué procesos históricos, culturales, económicos y

políticos dieron lugar a la agricultura industrial en los terrenos comunales de la

Cañada?, ¿qué elementos impiden que los comuneros y comuneras se movilicen

para exigirles mejores tratos a las compañías agrícolas? Son algunas de las

preguntas que nos ayudan a reflexionar las razones por las que las compañías

agrícolas han encontrado un “enclave agroexportador” en la Cañada de los Once

Pueblos, y que explican en gran parte la aparente pasividad de la mayoría de los

pueblos de la Cañada con las compañías agrícolas.

Por otro lado, la experiencia vivida en la comunidad de Tumasïu nos ofrece una

oportunidad para visualizar los elementos, prácticas y consecuencias que les

permitieron a los comuneros primero, cuestionar las prácticas y consecuencias

y, segundo, expulsar a la empresa agrícola de sus terrenos comunales. ¿Qué

factores fueron importantes en la conceptualización de los comuneros y

comuneras de Tumasïu de la agricultura industrial como una actividad

problemática y cuestionable que dio lugar al conflicto de distribución ecológica

en el que se desplegó la territorialidad comunal como defensa contra la

territorialidad agrocapitalista?

En mi trabajo, recupero los conceptos de territorio y territorialidad, pues me

permiten aprehender la experiencia de Tumasïu como un conflicto de distribución

ecológica en el que entraron en pugna dos territorialidades, por un lado, la

territorialidad comunal, una territorialidad creada y recreada por comuneros y

comuneras a partir sí, de una herencia ancestral pero también de elementos

nuevos y, por el otro, la territorialidad agrocapitalista, que avanza despojando y

desterritorializando así sea de manera simbólica o materialmente a las

comunidades p´urhépecha de su territorio.

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En ese sentido, con mi eje de investigación sostengo que la llegada de las

compañías agrícolas a los terrenos comunales de las comunidades de la Cañada

de los Once Pueblos ha generado una serie de cambios y transformaciones en

el modo de vida de las comunidades que, en el caso de la comunidad de

Tumasïu, significaron el inicio de la sensación de agravio e injusticia que,

posteriormente, significó la expulsión de la empresa Agrícola Superior de

Jacona.

Así, mi trabajo de investigación pretende dar cuenta de las transformaciones que

la agricultura industrial ha significado para Eraxamani, pero de manera

específica, me interesa mostrar los significados de la agricultura industrial para

los comuneros y comuneras de Tumasïu en términos de las afectaciones que

dieron paso al conflicto de distribución ecológica y a la rehabilitación de la

territorialidad comunal como respuesta ante el avance de la territorialidad

agrocapitalista.

En ese sentido, se trata de una investigación de corte cualitativo- etnográfico que

realicé a partir de algunas nociones neo marxistas, particularmente la noción de

“acumulación por desposesión”, propuesta por el geógrafo David Harvey me

permite abordar los procesos de despojo mediante los cuales se ha instalado la

agricultura industrial en Eraxamani y en Tumasïu. Recupero también algunas

nociones de la ecología política, como ya lo adelanté, especialmente las

nociones de “conflicto de distribución ecológica” y “conflicto de valoración”,

propuestos por Joan Martinez Alier me permiten abordar el conflicto de la

comunidad de Tumasïu, como un conflicto originado en el marco de una

distribución inequitativa entre las ganancias y las consecuencias de los

proyectos de inversión y en el marco de las relaciones de poder entre el Sur y

Norte globales. También algunas nociones de movimientos sociales, como la de

agravio, propuesta por Barringtone Moore y la noción de cambio cultural, me

permiten dar cuenta de la manera en que se constituyó el conflicto de distribución

ecológica a partir de las afectaciones y agravios provocados por la agricultura

industrial, por otro lado, la noción de cambio cultural, me permite proponer que

el conflicto entre la territorialidad comunal y la territorialidad agrocapitalista pero,

sobre todo la experiencia de haber triunfado sobre una empresa de carácter

trasnacional, provocó en los comuneros y comuneras de Tumasïu un cambio

cultural positivo que les llevó a fortalecer aún más su comunalidad a través de

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productos culturales concretos como la ronda comunal y la búsqueda del

presupuesto directo.

De esta manera, mi trabajo de tesis queda estructurada como sigue. En el primer

capítulo, “Andares y des- andares” expongo lo que, en un primer momento

pretendí fuera un panorama de la metodología y de la perspectiva teórica desde

la que desarrollo el trabajo, para dar paso después a exponer los cambios,

definiciones y redefiniciones en el transcurso del trabajo de campo que me

fueron guiando y orillando a la elección de determinados instrumentos y

vericuetos metodológicos. Como expongo en el texto, más que una relatoría de

la metodología implementada, se trata de un anecdotario de cómo transité por

diversos métodos de investigación al son de una realidad cambiante.

En el segundo capítulo, que he nombrado “Despojo a fuego lento. Eraxamani en

la vorágine agrocapitalista”, me planteo el objetivo de responder a la pregunta

acerca de cómo fue el proceso de instalación de la agricultura industrial en la

región de Eraxamani, pero específicamente en la comunidad de Tumasïu. Para

ello recupero la noción de despojo o acumulación por desposesión propuesto

por David Harvey (2003) para dar cuenta cómo, a través de un proceso de

desposesión y acaparamiento de terrenos comunales, además de otros factores

como la Revolución Verde, la ley de los rendimientos decrecientes, el costo de

los insumos, una subestimación de los cultivos tradicionales y una reforma al

artículo 27 constitucional, se crearon las condiciones que permitieron la

enajenación de bienes comunales y se fue dejando el camino despejado para

que las empresas agrícolas de capital trasnacional se instalaran en los terrenos

comunales. La observación participante y entrevistas semiestructuradas forman

parte de la metodología implementada en este capítulo. Como una lectura

vertical de los procesos de despojo y de la subsunción real del capital, presento

tres viñetas etnográficas que permiten ver cómo la agricultura industrial de

exportación se ha instalado no solo en los terrenos comunales sino en la vida

cotidiana de las y los comuneros y en el futuro de jóvenes como Liliana y Cynthia,

dos comuneras jóvenes de Eraxamani.

En el tercer capítulo, que he denominado “Territorialidades en disputa: Tumasïu

contra el agronegocio”, doy cuenta de los aspectos que conforman a las dos

territorialidades que en el caso de la comunidad de Tumasïu, se enfrentaron a

partir del conflicto de distribución ecológica. Particularmente, me interesó

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destacar los elementos que conforman la territorialidad comunal reconstruida en

Tumasïu, como respuesta ante la empresa agrícola. Territorialidad y comunidad

son dos conceptos importantes en este capítulo y que considero están

estrechamente relacionados. Por un lado, la noción de comunidad, como una

construcción social, como una idea o proyecto (Zárate, 2009) de un grupo me

permite relacionarla con la noción de territorialidad entendida como una

estrategia utilizada por un grupo para influir y afectar el acceso a una zona

geográfica determinada (Sack, 1986). Metodológicamente, en este capítulo me

fue muy útil la observación participante y la realización de entrevistas

semiestructuradas. Presento la viñeta etnográfica de Héctor Álvarez, comunero

de Tumasïu pues me permite mostrar cómo se despliega la territorialidad

comunal a partir de prácticas concretas y conscientes de los comuneros que

rehabilitaron la territorialidad comunal.

En el cuarto capítulo, “De cara al agronegocio, agravios de la territorialidad

agrocapitalista a la territorialidad comunal”, a través de un análisis de contenido

a entrevistas realizadas a los y las comuneras, así como de observación

participante, doy cuenta de los aspectos concretos que para los comuneros y las

comuneras significaron una afectación o agravio, y que fueron importantes en la

construcción del conflicto de distribución ecológica. Para ello retomo la noción

de agravio propuesta por Barrington Moore -y que equiparo con a noción de

“afectación”- y que se entiende como un sentimiento de injusticia ante la violación

de las normas sociales (Moore, 1996).

En el quinto capítulo, “De la afectación al conflicto y a la movilización social”, me

he propuesto como objetivo abordar el conflicto en términos de las estrategias

de lucha implementadas por los comuneros que defendían la territorialidad

comunal en su lucha contra la agricultura industrial, es decir, me interesa mostrar

las estrategias y acciones que implementaron los comuneros que impulsaban la

territorialidad comunal en Tumasïu como una respuesta ante el avance de la

territorialidad agrocapitalista para imponerse sobre la voluntad de los comuneros

que impulsaban y defendían la territorialidad agrocapitalista. En este capítulo

presento las viñetas etnográficas de Wily y Napo, jefe de tenencia y miembro del

consejo comunal respectivamente, pues me permiten mostrar cómo la lucha y la

resistencia de las comunidades indígenas y de la comunidad de Tumasïu en

particular, van más allá del conflicto con la empresa agrícola.

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En el sexto capítulo, que he titulado “Resistencia comunal ante el despojo

capitalista. Recomunalización y cambio cultural después del conflicto”, me

interesó mostrar los procesos de recomunalización al interior de la comunidad

como resultado del conflicto con la empresa agrícola. Rescato la experiencia de

las comuneras y comuneros que experimentaron un fortalecimiento en su

identidad cultural, lo que me permite pensar que en Tumasïu hubo un cambio

cultural que a su vez me permite hablar de recomunalización de los lazos

sociales y del territorio y, por lo tanto, de resistencia y re- existencia de la

comunidad de Tumasïu, entendida como un “imaginario que proyecta un sentido

de comunidad ideal, permeado tanto por prácticas culturales añejas propias

como por modelos de comportamiento político que son ya el resultado de la

experiencia participativa de los actores en organizaciones e instituciones

modernas y no comunitarias” (Zárate, 2009: 64)

Por último, ofrezco un apartado de conclusiones en el que sintetizo las

conclusiones de cada capítulo. Más que capítulo de conclusiones me gustaría

pensar este apartado como una serie de in- conclusiones, porque me gusta

pensar que la realidad social, la realidad comunal de Tumasïu es cambiante,

dinámica. De esta manera, el título de mi trabajo de tesis “Despojo, agravio,

conflicto y resistencia. La comunidad de Tumasïu ante el agrocapitalismo

exportador”, pretende dar cuenta de la manera en que la comunidad de Tumasïu

respondió ante la llegada de la agricultura industrial de frutos rojos a sus terrenos

comunales.

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CAPÍTULO I. ANDARES Y DES- ANDARES.

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En este primer capítulo presento de manera breve y esquemática la metodología

empleada durante la realización de la investigación. No la presento como una

serie de pasos a seguir o como un instructivo de estrictos pasos a seguir sino

como una metodología flexible, con cambios, con transformaciones, con idas y

venidas, definiciones y redefiniciones y, por ello, considero que es importante

para comprender lo que intento decir en mi trabajo de investigación. Lo que

escribo en las líneas de este capítulo se trata de una especie de anecdotario de

los acontecimientos que fueron importantes a la hora de decidirme por el tema

de investigación y la manera de abordarlo en términos metodológicos. Espero

que también sirva para mostrar cómo los trabajos académicos responden a una

realidad cambiante construida por actores sociales.

En el primer apartado de este capítulo presento una descripción de las

definiciones y redefiniciones temáticas que la tesis sufrió a lo largo del camino

de la escritura. En el segundo apartado, recapitulo la manera en que me acerqué

al conflicto que atravesaba la comunidad de Tumasïu con la finalidad de

documentar las afectaciones de la agricultura industrial pero también con la

propuesta de grabar un material audiovisual para la comunidad. En el tercer

apartado, Cosechando vida después de la fresa, recapitulo la manera en que el

material audiovisual se convirtió en un instrumento de investigación importante

en tanto que permitió visibilizar el conflicto que atravesaba la comunidad, pero al

mismo tiempo, se convirtió en un instrumento de investigación importante al

constituirse como un medio de socialización y diálogo (Cortez, 2014) para los

comuneros y comuneras. Finalmente, en el quinto apartado señalo los conceptos

o nociones teóricas que retomo y desde las cuales desarrollo el trabajo de

investigación.

In- definiciones temáticas.

Esta tesis es el resultado de una serie de preocupaciones personales que,

durante el caminar se encontraron con las preocupaciones de otras personas,

hombres y mujeres, comuneros y comuneras, jornaleros y jornaleras que,

luchando contra los abusos de una empresa agrícola, reafirmaron los valores y

prácticas comunales que, a su vez, les han permitido defender su comunidad de

la invasión del capital agroexportador. Desde entonces he tratado de acompañar

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su lucha siempre con atención y respetando hasta dónde me permiten

acompañarlos.

Considero que esta tesis, al igual que muchas otras, no es la misma que empecé

a escribir hace ya cuatro años, de ahí el nombre de este primer capítulo “andares

y des- andares”. Al ser una tesis de ciencias sociales y trabajar con personas,

aquello que en la ortodoxia académica se llama “objeto de estudio”, no

permanece estático y, por supuesto, no se trata de “objetos de estudio” sino de

sujetos, personas, hombres y mujeres con capacidad, voluntad y agencia

propias.

Al igual que yo, esta tesis se ha transformado, ha sufrido cambios,

modificaciones, observaciones, correcciones. Quizá deba admitir también que

esta tesis, como atinadamente me lo señalara Armando Bartra en reiteradas

ocasiones, me encontró a mí y no yo a ella. Quizá por ello deba decir también

que se trata de una triste serendipia, de un triste accidente que me ha permitido

escribir mi tesis. Digo que es triste porque la situación por la que atravesaron los

comuneros y comuneras de Tumasïu es lamentable, pero al mismo tiempo es

una situación que me ha permitido escribir mi tesis. Como quiera que sea, me

consuelo al pensar que tal vez, como me dijeron un día los comuneros de

Tumasïu: “sirva para que otras comunidades no atraviesen por lo mismo”.

Cuando comencé a escribir el anteproyecto para ingresar al Programa de

Doctorado en Desarrollo Rural en esta nuestra Universidad Autónoma

Metropolitana me encontraba trabajando como docente promotor en una Brigada

de Educación para el Desarrollo Rural en el municipio de Charo, Michoacán.

Como docentes, trabajábamos en comunidades rurales y con mis compañeros

veíamos cómo la vorágine y la fiebre por el llamado Oro Verde se extendía por

las comunidades y cómo, desde las políticas gubernamentales, se incentivaba

más y más la agricultura industrial de exportación como un modelo de desarrollo

para las comunidades rurales a pesar de las devastadoras consecuencias socio-

ambientales.

Al mismo tiempo, me encontraba terminando una investigación sobre percepción

social de cambio climático en estudiantes de educación media básica y media

superior por lo que sabíamos, junto con el compañero con el que estábamos

haciendo la investigación, del papel importante que tiene la agricultura industrial

de exportación en la generación de los gases de efecto invernadero que están

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provocando el cambio climático, la gran crisis ambiental contemporánea. Por

ello, nos intrigaba saber cómo se le podía detener o por lo menos imponer límites

a esa agricultura capitalista que calentaba el planeta, pero no desde el ámbito

de las políticas públicas sino desde la experiencia cotidiana de las personas en

las comunidades donde la agricultura industrial se había instalado.

Uno de los resultados de aquella investigación fue que si los estudiantes no

sentían o no percibían el cambio climático como una experiencia que pusiese en

riesgo sus vidas, difícilmente cambiarían sus estilos de vida y consumo

adoptando estilos que emitan menores cantidades de gases de efecto

invernadero (Janacua & Poma, 2020).

Aquel resultado parcial me hizo pensar que, como con el cambio climático, quizá

también la percepción social tuviese un papel importante a la hora de comenzar

a cuestionar a la agricultura industrial de exportación desde las experiencias

concretas de las personas. Es decir, si las personas de las comunidades rurales

no perciben a la agricultura industrial como una actividad que supone riesgos y

problemas ambientales, difícilmente la cuestionarán por lo que

consecuentemente las hectáreas de cultivo se incrementarían en función de

dicha percepción.

De manera que, al iniciar la escritura de mi anteproyecto de investigación una de

mis preocupaciones centrales era investigar la percepción social de la agricultura

industrial en las comunidades donde ésta se encontraba instalada. Así, inicié la

investigación en la comunidad de Carapan, la primera de las once comunidades

que dan inicio a la región p´urhépecha conocida como Cañada de los Once

Pueblos indagando qué opinaban las personas de aquella agricultura industrial

que indudablemente había llevado una nueva dinámica a la región.

Dada mi labor como docente promotor, inicié mi investigación con jóvenes

estudiantes de educación media superior. Me interesaba conocer su opinión de

la agricultura de berries o del “trabajo en los ranchos”, como ellos le llaman. De

pronto me encontré con respuestas que definían la agricultura industrial desde

una perspectiva ambivalente o ambigua. Los jóvenes opinaban que aquellas

transformaciones que estaba ocasionando la agricultura industrial en sus

comunidades eran, al mismo tiempo, “lamentables pero inevitables”5 pues la

5 Notas de diario de campo. 18 de febrero de 2018.

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carencia económica y la falta de empleo en la región obligan a las comunidades

a aceptar las prácticas y consecuencias de la agricultura industrial.

Muchos de aquellos y aquellas jóvenes, estudiantes del último año del

Telebachillerato, tenían el sueño de seguir estudiando a nivel superior pero

también tenían el temor de que, al terminar su carrera universitaria, no

encontraran dónde trabajar ejerciendo su profesión. Ahora sé que aquello no era

un temor infundado. A ellos y a ellas les tocó ver cómo muchos de sus hermanos

mayores que habían tenido la fortuna de terminar de estudiar en la Normal

Indígena de Cherán, se habían quedado sin la posibilidad de trabajar y habían

tenido que refugiarse en el trabajo en el corte de fresa.

Aquello me parecía una relación de amor y odio al mismo tiempo. Los y las

jóvenes veían con fatalidad su futuro en el que se vaticinaban dos escenarios:

trabajar en los ranchos de fresas o buscar trabajo en algún otro lugar fuera de la

comunidad.

Todo aquello me abrumaba y me causaba una sensación de asombro y sentía

la necesidad de visibilizar todos aquellos cambios, transformaciones y

afectaciones que provocaba la agricultura industrial de berries que, amparada

bajo el discurso gubernamental de la generación de empleo y divisas, ocultaba

las vejaciones, las violaciones a los derechos humanos, laborales y ambientales.

Quería exponer todo aquello, las preocupaciones de aquellos jóvenes, también

eran las mías.

En noviembre del 2018, mientras me encontraba haciendo las primeras

entrevistas sobre la percepción social de la agricultura industrial en la Cañada

de los Once Pueblos, Santo Tomás, una comunidad de la Cañada, inició un

movimiento de inconformidad en contra de una empresa agrícola dedicada a la

producción de berries. Aquello llamó fuertemente mi atención porque pensé que

ahí se estaba reflejando de manera directa una percepción social de la

agricultura industrial. Lo que andaba buscando. Por ello, creo que Armando

Bartra tiene razón cuando dice que “la tesis me encontró a mí y no yo a ella”.

Cuando la comunidad de Santo Tomás inició su movimiento en contra de la

empresa Agrícola Superior de Jacona, un 4 de noviembre del 2018, me interesó

conocer su experiencia. ¿Qué los había motivado a iniciar aquel movimiento de

queja y reclamo en contra de la empresa agrícola?, ¿qué exigían?, ¿quiénes

eran aquellos y aquellas que se estaban inconformando?, ¿de qué instrumentos

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o herramientas de lucha se estaban valiendo para hacerle frente a aquella

empresa trasnacional?, ¿qué proponían? Todas aquellas preguntas me llevaron

a contactar a las personas de la comunidad que estaban encabezando el

movimiento de protesta contra la empresa agrícola.

A través de redes sociales contacté a Napoleón Márquez Serano, “Napo”, como

le dicen en Santo Tomás, a quien agradezco porque se convirtió en mi puerta de

entrada y, con el tiempo, en un gran amigo. Días antes de contactarlo, Napo

había subido unas fotografías a su perfil de Facebook mostrando los bloqueos

que los comuneros y las comuneras habían instalado en las entradas de los

ranchos de fresas y arándanos que la agroempresa tenía instalados en los

terrenos comunales de su comunidad.

Días después nos vimos en Ciudad Universitaria, en Morelia, para hacerle una

entrevista. Le comenté que me interesaba documentar la situación por la que

atravesaba su comunidad y al finalizar, donarle a la comunidad el material para

que lo difundieran o utilizaran como instrumento de lucha y visibilización de las

consecuencias que la agricultura industrial le había ocasionado a Santo Tomás.

Napo accedió y le hice la primera entrevista de varias más.

En aquella primera entrevista, Napo me explicó que el conflicto con la empresa

Agrícola Superior de Jacona había iniciado a partir de que el empresario, a quien

en esa época tenían como dueño de la empresa, había ocasionado varias

afectaciones e incumplimientos con la comunidad. Para Napo, en primer lugar,

fue importante recalcar que en su comunidad el monocultivo de berries, lejos de

significar bienestar para la comunidad, en realidad se había traducido en

afectaciones ambientales como la deforestación ilegal, la caza furtiva, la

contaminación del agua por los agroquímicos; afectaciones laborales como la

falta de seguridad social de los y las trabajadoras agrícolas y la irresponsabilidad

de la empresa para proveer a los trabajadores del equipo y la capacitación

necesaria para realizar su trabajo; agrarias como el violentar la asamblea general

de comuneros para la toma de decisiones; comunales como no tomar en cuenta

a los comuneros de hecho en la toma de decisiones y de salud como la

exposición a plaguicidas tóxicos.

Me comentó que el movimiento de inconformidad que había iniciado el 4 de

noviembre de 2018, finalizó dos días después, el día 6 de noviembre, cuando el

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empresario acudió a la comunidad para firmar un acta de acuerdos en la que se

asentaba que:

1. La empresa reconoce que hay adeudos a los renteros por lo que se

acuerda hacer la revisión, comunero por comunero de cuánto es el

adeudo, dicha revisión se realizará en esta comunidad en presencia de

las autoridades civiles y comunales, y una vez que se haya hecho la

revisión total se fijará una fecha para que en un mismo día la empresa

pague dichos adeudos. Las deudas son con base al incremento anual de

mil pesos por hectárea a cada comunero. El día del pago total de las

deudas tendrá fecha límite la última semana de noviembre.

2. Se acuerda entre la empresa y la comunidad la celebración de un nuevo

contrato colectivo de arrendamiento y para ello se acuerda que en la

primera semana de diciembre será la primera reunión entre la empresa y

la comunidad para iniciar los trabajos del nuevo contrato.

3. La empresa se compromete a realizar las obras que la comunidad

requiere. La realización de cada obra será bajo proyecto y su elaboración

será con la participación de toda la comunidad. La empresa financiará el

100% de cada obra, previa presentación del proyecto y estando de

conformidad ambas partes, dichas obras son con base al acuerdo de la

realización de una obra por año de los 5 años anteriores que la empresa

tiene trabajando nuestras tierras. La primera obra (remodelación de la

jefatura y construcción de un auditorio) tendrá inicio en el mes de enero

del 2019.

4. Se acuerda que en la siguiente semana la empresa en conjunto con las

autoridades y el comité harán un recorrido en los terrenos sin rentar para

detectar las afectaciones que la empresa ha causado a dichos terrenos y

poder dar la indemnización a los comuneros.

5. La empresa se compromete a hablar con los encargados y mayordomos

para que los trabajadores tengan un trato digno, así mismo se

compromete a que no habrá represalias para los trabajadores que

participaron en el bloqueo de los accesos a las parcelas. Así mismo la

empresa se compromete a ofrecer los puestos de primer nivel a los de

Santo Tomás, previa capacitación que la misma empresa brinde.

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6. Se acuerda hacer una revisión del trabajo que desempeñan los pagadores

y si se detectan irregularidades y el mal manejo de los salarios se les

cambie de puesto. Así mismo los trabajadores se comprometen a reportar

si son víctima de dichas irregularidades.

7. Se acuerda que la empresa hará los trámites necesarios para dar de alta

en el seguro social a todos los trabajadores. De manera temporal la

empresa pondrá a disposición un médico 3 veces a la semana para la

atención del trabajador y sus familiares directos. Para cuando se celebre

el nuevo contrato la empresa ya debe finiquitar los trámites necesarios

para el alta del trabajador al seguro social.

8. La empresa se compromete a pagar los sueldos caídos de 2 días a todos

los trabajadores por los días que la comunidad estuvo en actividad de

protesta.

9. Se acuerda que la empresa está dispuesta a trabajar con el Comité de

Vigilancia para salvaguardar los aspectos del manejo de la basura, tal

comité debe de ser elegido por una asamblea, y en conjunto mantener

vigiladas todas las tierras. Dicho esto, se aclara que el comité tiene la

facultad de estar realizando visitas sorpresa para la detección de

anomalías.

Después de escuchar las palabras de Napo, entendí y sentí que la situación

problemática por la que estaba atravesando la comunidad de Santo Tomás, se

podía extrapolar a muchas otras comunidades y regiones no solamente del

estado, sino del país y, con toda seguridad, del mundo y particularmente de los

países de América Latina en donde en los últimos diez años la agricultura

industrial se ha instalado6. Aquella agricultura, si bien se había incrementado a

partir del 2007, en realidad había iniciado su crecimiento a partir de la firma del

Tratado de Libre Comercio con América del Norte.

En términos concretos, el TLC se tradujo en las comunidades rurales en un

proceso de despojo y expulsión de hombres y mujeres hacia las ciudades o hacia

otros países. La eliminación del subsidio a la producción maicera, significó el

6 Ejemplo de lo anterior, es el cultivo de papa en Perú, la quinoa en Bolivia, la soja en

Brasil y el aguacate en México (Robinson, 2020).

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inicio de un proceso de abandono de la agricultura tradicional en las

comunidades abriendo el camino hacia la introducción de otros sistemas

agrícolas cuya producción, lejos de significar autonomía y seguridad alimentaria,

ha significado la producción de materias primas para exportación.

¿Era ese el modelo de desarrollo rural que se debía promover?, me pregunté a

mí mismo como docente promotor de desarrollo rural al escuchar las palabras

de Napo. Al imponer límites y expulsar a la empresa agrícola trasnacional, la

comunidad de Tumasïu daba un claro ejemplo de resistencia al capital agrícola

y de defensa de su modo de vida tradicional cuyo corazón se encontraba en la

defensa de su territorio, de sus terrenos comunales ancestrales. Documentar y

comprender qué había llevado a aquellos comuneros y comuneras de Tumasïu

a emprender la defensa de su territorio en contra de la agricultura industrial se

había convertido en mi objetivo de investigación.

De esa manera, en mi tesis me interesó conocer y comprender a aquellos y

aquellas comuneras que, en el contexto del conflicto de distribución ecológica

originado por las afectaciones de la agricultura industrial, impulsaban la defensa

del territorio a través de lo que en mi tesis llamo “territorialidad comunal”, que

entiendo, siguiendo a Robert Sack (1986), como la estrategia utilizada por un

individuo o colectividad para afectar, limitar o prohibir el acceso a una zona

geográfica determinada. De manera que la territorialidad comunal se desplegó

como respuesta ante la territorialidad agrocapitalista que era representada por

la agricultura industrial y defendida por algunos y algunas comuneras de la

comunidad.

¿Qué está pasando?, primer acercamiento.

Aquella primera entrevista con Napoleón se convirtió en el inicio de una serie de

grabaciones de video con las que me propuse, con el permiso de las autoridades

de la comunidad, editar un documental en el que se mostraran las consecuencias

ambientales de la agricultura industrial de berries en la comunidad de Santo

Tomás.

Al jefe de tenencia Wilfrido Huerta, o “jefe Wily”, como le dicen con cariño en la

comunidad, le pareció buena idea pues consideró que sería una buena manera

de dar información a la misma comunidad sobre las consecuencias de la

agricultura industrial para la salud de los trabajadores y los efectos sobre los

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elementos naturales, el suelo, el agua. Resulta que, en aquel momento, como

incluso ahora, en Santo Tomás había una opinión dividida en torno a la renta de

terrenos comunales y a la agricultura industrial. Había quienes estaban a favor y

quienes, como el jefe Wily y Napo, estaban en contra porque estaban

convencidos de las consecuencias negativas que contraía el uso de

agroquímicos y plásticos agrícolas en la producción de berries.

Sin embargo, la decisión de rentar o no las tierras a la agroempresa, en aquel

momento, estaba lejos de recaer en sus manos como autoridades civiles y

comunales, la decisión recaía en los comuneros y comuneras que tenían en

posesión los terrenos comunales de la comunidad y, por ello, consideraban

importante difundir información acerca de las consecuencias ambientales y de

salud que la producción industrial de berries significa para las comunidades

donde se instala.

Por ello, les pareció buena idea el grabar y editar material audiovisual con el

tema de la agricultura industrial y sus consecuencias socio- ambientales.

Pensaron que una buena idea sería que en el video que se grabara, apareciera

una figura externa a la comunidad, que brindara información sobre las

consecuencias del uso de agroquímicos en la agroindustria pues pensaban que

si ellos y ellas mismas, como integrantes de la resistencia contra el agronegocio

salían en el video, el resto de los comuneros y comuneras que rentaban sus

terrenos a la empresa, no creerían la información pues “nadie es profeta en su

propia tierra”.

La segunda visita que hice a la comunidad la realicé en el marco del inicio del

documental. En los primeros días de diciembre de 2018, el comité de vigilancia

de Tumasïu me invitó a dar un recorrido por la zona parcelada de la comunidad

donde la empresa Agrícola Superior de Jacona mantenía, aún, el monocultivo

de fresas y arándanos para documentar las afectaciones ambientales que estaba

ocasionando.

Acompañando al jefe de tenencia, Wilfrido Huerta Trinidad y al entonces

comisariado de bienes comunales, Don Adolfo Álvarez Casillas y a los

comuneros y comuneras afectadas por las prácticas de la agricultura industrial

de berries, recorrimos gran parte de los terrenos afectados aquella tarde. Con

cámara y grabadora en mano, los comuneros y comuneras me fueron diciendo

las afectaciones que habían provocado el movimiento de protesta contra la

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agroempresa. Contaminación y erosión del suelo, plásticos y botellas de

pesticidas agrícolas abandonados en los caminos y barrancas, destrucción de

mojoneras, tala de árboles sin autorización, apertura de zanjas y nuevos caminos

y utilización de terrenos sin rentar, fueron algunas de las afectaciones que grabé

aquella tarde.

El documental brindaría la información necesaria para que los comuneros y

comuneras posesionarias de los terrenos comunales que le rentaban a la

empresa agrícola, dejasen de hacerlo por sí mismos sin necesidad de una fuerza

que les obligara a dejar de rentar los terrenos. Con esa idea, comencé la

grabación del material audiovisual haciendo entrevistas a algunos comuneros y

comuneras y a un especialista, el Dr. J. Luis Seefoó, investigador de El Colegio

de Michoacán, que después se convertiría en lector de los primeros borradores

de esta tesis, haciendo recorridos para documentar los daños y afectaciones

sentidas por la empresa agrícola.

El Dr. J. Luis Seefoó tiene una gran experiencia en torno a la toxicidad de los

agroquímicos utilizados en el cultivo de berries, así como de las consecuencias

ambientales que ésta contrae. De esa manera, el documental sería una fuente

de información no solamente para la comunidad de Tumasïu y convencer a los

comuneros para que dejasen de rentar los terrenos comunales, sino para

muchas otras comunidades de Eraxamani que tienen instalado el monocultivo

de berries en sus terrenos comunales.

Pasó 2018 y me encontraba terminando de realizar las tomas y ordenando las

grabaciones para el documental. El 2019 inició con la segunda inconformidad de

la comunidad para con la empresa quien, para esa fecha, no había cumplido con

los acuerdos firmados con la comunidad. Sabedora de que en la comunidad la

decisión de rentar o no rentar recaía en las manos de los comuneros de derecho

posesionarios de los terrenos comunales, la agroempresa únicamente había

saldado las deudas de rentas con los comuneros renteros, pero no había

cumplido con ningún otro de los acuerdos y compromisos adquiridos.

De hecho, fueron los comuneros renteros quienes motivaron e incitaron en gran

parte la primera movilización en contra de la empresa agrícola en noviembre de

2018. Les solicitaron a las autoridades agrarias, el comisariado de bienes

comunales, que interviniera para que el empresario les pagara las rentas anuales

atrasadas por los terrenos comunales y, cuando se logró el pago de las rentas,

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la participación de los comuneros renteros se desdibujó, dejaron de participar.

Con ello, comenzó a profundizarse la división y fragmentación comunitaria entre

los comuneros renteros y el resto de la población. que incluía tanto a comuneros

de derecho como de hecho, así como jornaleros agrícolas.

Ni obras para la comunidad, ni seguro médico, ni médico para los jornaleros y

jornaleras agrícolas. Aunado a ello, en marzo de 2019, en el marco de un evento

gastronómico en un predio de la comunidad de Santo Tomás, ocurrió el

asesinato de un comunero. El agravio y el sentimiento de injusticia en torno a la

empresa agrícola se reavivó a partir de lo sucedido porque, aunque no se sabe

bien a bien quién o quiénes fueron los responsables del asesinato, sí se sabe

que el agroempresario había contratado personal armado para que vigilaran las

huertas de fresa y arándano y evitar el robo de fruta que se había incrementado

hacia poco tiempo.

El agravio se reavivó porque, además del asesinato, uno de los compromisos

que había adquirido el agroempresario para poder instalar el monocultivo de

berries había sido el de construir una barda perimetral alrededor de la zona

parcelada. No lo hizo y en su lugar prefirió contratar gente armada.

El día 9 de marzo de 2019 mediante una asamblea general se decidió bloquear

nuevamente las entradas a las huertas de fresa y arándano como una medida

de presión que obligara al empresario a responder por los incumplimientos del

acuerdo firmado el 6 de noviembre de 2018. Sin embargo, a diferencia del año

anterior, el empresario tardó más días en aceptar una reunión con los comuneros

y sólo accedió si ésta tenía lugar fuera de la comunidad y mediada por las

autoridades municipales.

Desde el día 9 de marzo hasta el día 16 que tuvo lugar la reunión, los comuneros

y comuneras de Tumasïu se apostaron en las entradas a las huertas de fresa y

arándano en la zona parcelada de la comunidad. Hombres y mujeres, comuneros

y comuneras, jornaleros y jornaleras se apostaban desde temprano para impedir

que la empresa trabajara en el monocultivo de fresas y arándano. A diferencia

del movimiento de noviembre del 2018, en marzo de 2019 los comuneros

renteros no participaron pues su inconformidad, la falta de pagos de las rentas

anuales, ya había sido atendida por la empresa agrícola.

En el movimiento de marzo de 2019, eran las autoridades civiles, agrarias,

comuneros y comuneras posesionarias que habían decidido no rentar sus

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terrenos a la empresa agrícola, algunos jornaleros y jornaleras, quienes

participaron activamente solicitando a la empresa el esclarecimiento del crimen

y el cumplimiento de los acuerdos firmados en noviembre de 2018.

Fue en particular esta segunda movilización en contra de la empresa el que

significó un cambio en los comuneros y comuneras de Tumasïu pues el

empresario dejó ver que en realidad no le interesaba el bienestar de la

comunidad sino únicamente el aprovechamiento de los recursos naturales de la

comunidad obteniendo el mayor beneficio sin hacerse responsable de los costos

sociales y ambientales que la agricultura industrial generaba en la comunidad.

En la reunión con la comunidad y en presencia del presidente municipal de

Chilchota y de la comisión de la secretaría de gobernación, el empresario negó

ser el dueño de la empresa con lo que se desentendía de los acuerdos firmados

el 6 de noviembre lo que significaba que se retractaba del acta de acuerdos

proponiendo que lo único que podían hacer era “ayudar” a los comuneros a

gestionar apoyos para la construcción de las obras que solicitaban. Aquel

engaño por parte del agroempresario fue un agravio más que se acumuló a todos

los ocasionados por las prácticas de la agroempresa y el cúmulo de agravios

históricos sufridos por la comunidad de Tumasïu. Agravios que fueron generando

un discurso oculto (Scott, 2000) que alimentó el malestar y la sensación de

injusticia.

Evidentemente, los comuneros se retiraron de la reunión molestos, no se llegó a

ningún acuerdo. Más tarde, en asamblea comunal, se decidiría la expulsión de

la empresa de los terrenos comunales, los comuneros y comuneras inconformes

habían determinado que ya no querían que la empresa se hiciera cargo de los

acuerdos firmados, querían la expulsión de la empresa.

En asamblea comunal, decidieron darle un mes de plazo a Agrícola Superior de

Jacona para que retirara toda la infraestructura que incluía el sistema de riego,

las bombas, los macrotúneles y los plásticos agrícolas. La fecha propuesta por

la asamblea fue el 17 de abril. Sin embargo, ante el plazo propuesto por la

comunidad, la empresa solicitó se le diera no un mes sino tres para retirarse de

los terrenos comunales de manera que se acordó que el 17 de junio la empresa

tendría que haber retirado toda la basura y desechos agrícolas de los terrenos

comunales.

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La comunidad accedió siempre y cuando la empresa entregara el dinero

correspondiente a las obras que tenía que haber construido por cada año que

utilizó las tierras. La empresa entregó un millón ochenta mil pesos a la

comunidad y ésta le concedió tres meses a la empresa: abril, mayo y para el 16

de junio la empresa ya tenía que haber abandonado los terrenos comunales de

Santo Tomás, aunque el proceso de negociación fue mucho más complejo pues

incluyó luchas por el poder ante y en la comunidad, y entre las autoridades civiles

y agrarias y la empresa agrícola.

El 15 de junio, un día antes de que se cumpliera el plazo, el jefe de tenencia, el

jefe de tenencia, Wilfrido Huerta Trinidad, y miembros del Consejo Comunal

Napoleón Márquez Serano, Héctor Álvarez y Margarito Huerta Trinidad me

invitaron a dar un recorrido por los terrenos comunales de Tumasïu para

constatar que la empresa hubiera retirado todo lo concerniente a la producción

industrial de berries.

Mientras estábamos ahí, en las parcelas llenas de plástico y basura agrícola

incinerada pude ver que, con tristeza, pero también con coraje en sus ojos, los

comuneros veían cómo la empresa se había llevado todo lo que le significaba un

valor económico, pero había dejado los terrenos infestados de plástico de

acolchado, macrotúnel y de botellas y contenedores de agroquímicos además

de las dos gigantes ollas de agua que dejaba como zanjas erosionadas. Los

comuneros no sabían de qué manera podrían obligar a la empresa a hacerse

responsable de los desechos y los daños.

Cosechando vida después de la fresa.

La filmación del material audiovisual me permitió un mayor acercamiento a la

comunidad de Santo Tomás y a lo que ocurría en el conflicto con la empresa

agrícola de manera que, en marzo del 2019, cuando inició el segundo momento

del conflicto pude estar de cerca documentando las acciones de los y las

comuneras de Santo Tomás con la intención de agregar algunos fragmentos en

el documental. Además, preparar y filmar el documental me permitió participar

de manera más cercana con ellos. Ello me impidió, a la postre, entrevistar a los

comuneros y comuneras que apoyaban a la empresa agrícola pues me

identificaban como simpatizante del lado de las autoridades civiles y comunales.

Aunque esa limitación me preocupó pues reconozco que en mi tesis hay una

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enorme laguna sobre las motivaciones de aquellos comuneros y comuneras,

ahora me siento tranquilo pues al hacer el documental y “tomar partido”, fui fiel a

mi postura personal con respecto a la agricultura industrial. En ese sentido, me

gusta pensar que mi postura como investigación puede situarse desde la

investigación acción en tanto que esta significa:

…tomar partido por un grupo social a partir del reconocimiento de que

se enfrenta a problemas diversos que se advierten en el hecho de que

no tiene garantizados determinados derechos y de que cuenta con cierta

posibilidad de movilizarse para garantizar tales derechos. (Cortez, 2014:

14)

En ese tenor de ideas, pienso que, en el marco de la crisis civilizatoria y

ambiental que atravesamos, las investigaciones sociales tendrían que cuestionar

“las razones por las que se investiga, y a quién va a beneficiar [tales]

investigaciones” (Cortez, 2014: 20). En ese sentido, a lo largo de mi investigación

no me interesó poner en tela de juicio los argumentos, narraciones, anécdotas y

vivencias de los actores sociales pues justamente me interesó eso: conocer de

la voz de los actores sociales su experiencia con la agricultura industrial de

berries.

La filmación del documental me permitió, por un lado, un acercamiento a la

comunidad y, por el otro, conocer de voz de los y las comuneras la cronología

de la relación entre la comunidad y la empresa Agrícola Superior de Jacona

además de visibilizar su experiencia en distintos foros y medios de

comunicación. Aunque la grabación de los materiales para el documental la

había iniciado en noviembre de 2018, el documental estuvo terminado hasta

mayo de 2019 una vez que fue editado por el equipo del Festival Internacional

de Cine Independiente de Paracho7.

Una vez terminado, el documental se presentó en siete ocasiones distintas.

Aunque el documental ya se lo había mostrado a Napo para saber su opinión y

aprobación, la primera presentación del documental ante mas personas fue en

7 El documental puede consultarse en: https://www.youtube.com/watch?v=grjXw2gTtcI

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la comunidad de Santo Tomás y se realizó después de la celebración de un

temazcal guiado por Tata José Huerta, un comunero de honor y respeto en la

comunidad. Organizamos una presentación en la que estuvo el jefe Wily, Héctor

Álvarez, Tata José Huerta, Nana Margarita, esposa de Tata José Huerta, Jorge

Huerta, la señora Digna y otras personas provenientes de Zacapu y Purépero.

La impresión que causó en ellos el documental fue de asombro pues en el

documental se puede ver la gran cantidad de plástico agrícola que la empresa

dejó en los terrenos comunales además de las botellas y contenedores de

agroquímicos, restos de polvos y basura. La idea de exponer ante ellos el

documental la primera vez fue para que dijeran sus impresiones y si estaban de

acuerdo o no con el resultado final.

Aunque debo admitir que el documental no se realizó a través de un proceso de

reflexión dialógica, pienso que fue útil para “mostrar las experiencias e iniciativas

sociales” de los actores y para “tratar de influir sobre los tomadores de decisiones

y sobre otros grupos u organizaciones.” (Cortez, 2014: 39) con la idea de generar

un cambio social en los comuneros renteros.

Específicamente se pretendía que el documental influyera en los comuneros

renteros y poseedores de los terrenos comunales para que, una vez que

contasen con la información sobre las consecuencias a corto, mediano y largo

plazo de la agricultura industrial, decidieran dejar de rentar por cuenta propia los

terrenos a la empresa agrícola.

A esa primera presentación siguieron otras siete, incluida una presentación en

un congreso académico de carácter internacional. En cada una de las

presentaciones del documental los comuneros de Santo Tomás, exponían en

qué consistió el conflicto que atravesaron con la empresa agrícola lo que me

permitió tomar notas y grabaciones de audio de sus palabras por lo que las

presentaciones del documental fueron momentos clave para comprender la

cronología del conflicto entre la comunidad y la empresa agrícola.

A la presentación del documental en la comunidad le siguieron una presentación

en el Centro Cultural Giraluna -ahora extinto por la pandemia por coronavirus-,

una presentación en el IV Educador Comunitario en la comunidad de

Comachuén, otra en el Centro Cultural Universitario de la Universidad Nacional

Autónoma de México en Morelia, otra presentación en Pátzcuaro, una más en el

Festival Internacional de Cine Independiente de Paracho, otra en el Festival de

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Cine Tukuru en la comunidad de Tacuro y una última presentación en el VIII

Congreso Internacional de Humanidades y Cultura: Migrantes en busca de un

futuro, organizado por la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán y la

Universidad de Camagüey, Cuba.

Del documental a las entrevistas.

El documental como instrumento de investigación y participación en el conflicto

de Tumasïu, me permitió comprender las fechas y acontecimientos importantes

en el conflicto lo que me permitió escribir la crónica del conflicto. Ello había sido

importante para los comuneros pues querían mostrar las afectaciones de la

agricultura industrial, interés que compaginó con el mío. Alentado también por el

Dr. J. Luis Seefoó, escribimos el relato cronológico del conflicto entre la

comunidad y la empresa agrícola. Más tarde, en coautoría con Napo,

concursaríamos en el IV Premio Nacional Francisco J. Múgica, organizado por

el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía

Alimentaria de la Cámara de Diputados y obtendríamos el segundo lugar, lo que

significó que la crónica se publicaría como libro impreso y digital8.

Nuestro libro, intitulado Extractivismo fresa: crónica de un conflicto ambiental en

la Cañada de los Once Pueblos, sería una manera más para visibilizar los costos

socio ambientales que la agricultura industrial significa para las comunidades

donde se instala. Si bien la participación de los comuneros y de las autoridades

civiles y agrarias durante las presentaciones del documental me brindó

información para escribir la crónica, fue necesario puntualizar algunas dudas que

tenía con entrevistas a personas de la comunidad.

Después de las dos movilizaciones en contra de la empresa, de la expulsión de

ésta y de las presentaciones del documental, mi investigación se basó

principalmente en visitas y estancias cortas a la comunidad y a la región para

realizar algunas entrevistas y participar con ellos en la ronda comunal. En 2020,

con el inicio de la pandemia por coronavirus, mis visitas a la comunidad fueron

más esporádicas y de menor tiempo, lo que me obligó a realizar entrevistas por

8 El libro en formato digital se puede consultar en:

https://www.academia.edu/49554827/Extractivismo_fresa_Crónica_de_un_conflicto_a

mbiental_en_la_Cañada_de_los_Once_Pueblos

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medio de llamadas de celular e intensificar el uso de otros medios como las redes

sociales.

Borrones y cuenta nueva: precisiones e imprecisiones.

En septiembre de 2020, una nueva empresa agrícola rentó algunos terrenos

comunales de Tumasïu. El acecho del agrocapital a los terrenos comunales de

Tumasïu no ha terminado, amparado por la situación de carencia económica de

algunos comuneros y la ambición y acaparamiento de otros, ha continuado. Al

darme cuenta de la llegada de la nueva empresa a los terrenos comunales,

hablar de lo sucedido en Tumasïu en términos de conflicto socio- ambiental no

tenía mucho sentido, aunque la agricultura industrial sí había generado costos

en términos ambientales. Si bien Agrosuperior de Jacona se había marchado

dejando tras de sí una enorme cantidad de desechos agrícolas en los terrenos

comunales y división comunitaria, la disputa territorial continuaba al interior de la

comunidad originada en una tensión entre el derecho agrario y el derecho

indígena (Ventura, 2021).

Al iniciar el acompañamiento del proceso que atravesaban los comuneros y

comuneras de Santo Tomás en 2018, comencé a abordar el conflicto como si se

tratase de un conflicto socio- ambiental, de hecho, como parte de mis actividades

de apoyo a la comunidad, registré el conflicto en el Mapa de Justicia Ambiental

que coordina el Dr. Joan Martínez Alier9. Los primeros avances de mi

investigación los presenté bajo ese rótulo pues para mí era evidente que se

trataba de un conflicto generado alrededor de las consecuencias ambientales de

la agricultura industrial. Ver el conflicto de la comunidad de Tumasïu como un

conflicto ambiental suponía verlo únicamente desde las exterioridades y costos

de carácter ambiental, es decir, como aquellos en los cuales diversos actores

sociales se enfrentan por las consecuencias generadas por cierta actividad

económica (Fini, 2016), en el caso de Tumasïu, la producción industrial de

berries para exportación.

9 El caso, registrado como conflicto socioambiental puede consultarse en:

https://ejatlas.org/conflict/comunidad-indigena-de-santo-tomas-vs-agricola-superior-de-

jacona-michoacan-mexico

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Sin embargo, al avanzar en la investigación y al transcribir y poner atención en

las entrevistas mientras hacia el análisis, fui cayendo en cuenta que las

exigencias de los comuneros y comuneras de Santo Tomás no solamente

recaían en el ámbito de lo ambiental, en su discurso también había exigencias

de índole laboral como la exigencia de un mejor trato para los y las jornaleras

agrícolas, de seguridad social, de un mejor salario, había también exigencias de

índole agrario, había exigencias del derecho indígena como el respeto a la

organización político- comunitaria por lo que hasta ese momento el hecho de

analizar el conflicto en términos de un conflicto socioambiental obedecía más a

mis intereses que a los intereses de aquellos y aquellas que estaban luchando

en su comunidad.

Además de lo anterior, me parece que la noción de “conflicto socioambiental”

además de hacer énfasis en la disputa entre dos o más actores por las

afectaciones ambientales, se queda corto en señalar el origen de las

afectaciones que pueden estar en proyectos locales, por ejemplo, un tiradero al

cielo abierto o la queja contra un miembro de la comunidad por un proyecto local,

lo que deja de lado las relaciones de poder a nivel global.

En el caso del conflicto de la comunidad de Tumasïu con la empresa Agrícola

Superior de Jacona, me interesó abordarlo como un conflicto generado a partir

de las consecuencias de un proyecto de inversión agrícola cuyos beneficios y

ganancias económicas se iban de la comunidad, pero las consecuencias y

afectaciones se quedaban para ser asumidos por los y las comuneras por lo que

mi investigación pretende insertarse en uno de los debates actuales de la

ecología política y que gira en torno a la distribución inequitativa de los costos y

afectaciones de la agricultura industrial de capital trasnacional en las

comunidades donde se instalan.

La ecología política, entendida como un abordaje multidisciplinario que pretende

“analizar los conflictos desde una perspectiva que articula las relaciones entre la

naturaleza y los seres humanos” (Toledo, Garrido, & Barrera- Bassols, 2014:

115), ha estudiado los conflictos generados en torno a proyectos de inversión

agrícola y, en el contexto del incremento de las hectáreas de berries para

exportación en el estado de Michoacán me parece pertinente aportar a dicho

debate, sobre todo tomando en cuenta que la mayoría de los estudios sobre

conflictos generados en torno a la agricultura industrial se centran en las

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afectaciones ambientales (Toledo, Garrido, & Barrera- Bassols, 2014) (Berger,

2016) (Casadinho, 2018) dejando de lado otras afectaciones y experiencias

igualmente importantes para los actores sociales.

En ese sentido, la noción de conflicto de distribución ecológica me permite hace

énfasis en el origen de las afectaciones al señalar que tienen lugar en el marco

de una distribución inequitativa de las ganancias y las consecuencias de

proyectos de inversión de capital agrícola trasnacional en los que las ganancias

salen de la comunidad y las consecuencias, las afectaciones y agravios se

quedan en la comunidad. Además, la noción de conflicto de distribución

ecológica:

apunta hacia procesos de valoración de la naturaleza que no

corresponden a los criterios de racionalidad económica para la

asignación de precios de mercado y costos crematísticos al ambiente,

movilizando a actores sociales por intereses materiales y simbólicos (de

supervivencia, identidad, autonomía y calidad de vida), más allá de las

demandas estrictamente económicas de propiedad de los medios de

producción, de empleo, de distribución del ingreso y de desarrollo. (Leff,

2004: 256)

En ese sentido, el conflicto de distribución ecológica de la comunidad de

Tumasïu, que a su vez remite a conflictos de valoración, puede ser abordado a

la luz de la noción de territorialidad como un concepto que permite pensar que,

sobre un mismo territorio, es decir, sobre un mismo espacio

concurren y se sobreponen distintas territorialidades locales, regionales,

nacionales y mundiales, con intereses distintos, con percepciones,

valoraciones y actitudes territoriales diferentes, que generan relaciones

de complementación, de cooperación y de conflicto. (Montañez &

Delgado, 1998: 123)

En este orden de ideas, al proponer y utilizar en mi trabajo la noción de

“territorialidad” lo hago retomando la definición de Robert Sack para quien la

territorialidad es una estrategia utilizada por un individuo o un grupo para

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controlar, afectar e influir el acceso a una zona geográfica (Sack, 1986) que,

según mi interpretación, se relaciona con la definición de Gustavo Montañez,

quien la define como “el grado de control de una determinada porción de espacio

geográfico por una persona o grupo social, un grupo étnico, una compañía

multinacional, un Estado o un bloque de estados” (Montañez, 1997: 124)

En ese sentido, territorio no es igual a territorialidad. Como he señalado, la

territorialidad remite a una estrategia de administración del territorio, mientras

que este último es entendido como un espacio socialmente construido (Sosa,

2012) en el que se despliega una praxis económica (Bartelt, 2019) que incluye

relaciones de poder o posesión (Montañez & Delgado, 1998) y que por lo tanto

hace referencia a un espacio en el que se despliega una autarquía del grupo

humano que lo habita.

Así, las nociones de territorio y territorialidad son útiles en el análisis del conflicto

de Tumasïu porque se desplegaron dos territorialidades sobre un mismo

territorio. Una territorialidad que concebía el territorio, la zona parcelada de la

comunidad, desde una apropiación simbólico- cultural y desde la producción de

valores de uso10 que le permitía a los comuneros y comuneras vivir además de

significar la base física de su identidad como herencia ancestral de sus

antepasados p´urhépecha. Por otro lado, una perspectiva que concebía el

territorio como mero espacio utilitario y funcional y desde la producción de

valores de cambio (Giménez, 2005).

Las nociones de territorialidad comunal y territorialidad agrocapitalista me

permiten abordar el conflicto suscitado en la comunidad de Tumasïu de una

manera más amplia, lejos de ser considerado como un conflicto entre una

comunidad y una empresa agrícola, como un conflicto entre dos territorialidades

que se despliegan sobre un mismo territorio, de manera que me permite

analizarlo como un conflicto de valoración que trasciende las externalidades

ambientales.

Tal como como ocurrió en la comunidad de Tumasïu, donde un grupo de

comuneros desplegaron la territorialidad agrocapitalista sobre los terrenos

10 Marx entiende “valor de uso” y valor de cambio” de la siguiente manera: “<La

capacidad que tienen todos los productos, ora naturales, ora industriales, de servir para

la subsistencia del hombre se denomina particularmente valor de utilidad, y la capacidad

que tiene de trocarse uno por otro, valor de cambio” (Marx, 1999: 51)

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comunales de la comunidad en 2012, lo que hizo surgir la territorialidad comunal,

aparentemente suspendida por un tiempo dando lugar al conflicto entre estas

dos territorialidades y los grupos que las impulsaban en el interior mismo de la

comunidad. Ambas territorialidades entraron en pugna porque ambas

desplegaban formas de organizar material y simbólicamente el mismo espacio,

a saber, la zona parcelada de la comunidad a partir de valoraciones distintas del

mismo espacio pues, mientras que para la territorialidad comunal aquel espacio

constituye un universo de significaciones que incluyen espacios de socialidad

familiar y comunal que les permite reproducirse tanto material como cultural y

simbólicamente (Giménez, 2005), para la territorialidad agrocapitalista, aquel

espacio era un espacio para la producción industrial de mercancías para

exportación, por lo tanto, un espacio que era apropiado desde una perspectiva

predominantemente utilitaria y volcada hacia la producción de valores de cambio

(Giménez, 2005).

Fue a partir de estas redefiniciones teórico- conceptuales, que giré mi proceder

metodológico hacia comprender el conflicto que se suscitó a partir del encuentro

de estas dos territorialidades: la territorialidad comunal y la territorialidad

agrocapitalista. La primera, como he dicho, sustentada en la recuperación de

prácticas y nociones ancestrales p´urhépecha como la kaxumbikua y la

jarhoájperakua, la defensa de la tenencia comunal de la tierra, de la producción

maicera, de la asamblea comunal como instancia máxima en la toma de

decisiones, de las faenas como actividades importantes en la reproducción de la

vida y el fortalecimiento de los lazos comunitarios, la revitalización de los valores

ancestrales p´urhépecha, la rehabilitación de la ronda comunal y la rehabilitación

de la naturaleza como Madre Tierra.

La segunda, sustentada en la tenencia individual y de pleno derecho de los

terrenos de la zona parcelada de la comunidad11 y por lo tanto de la decisión

individual de qué hacer sobre sus tierras lo que implica la disolución de la

asamblea comunal como máxima instancia en la toma de decisiones lo que, en

11 Una comunidad agraria se compone, por lo general, de superficie parcelada,

superficie de uso común y de una reserva de crecimiento. La superficie de uso común

es de todos, mientras que las parcelas se encuentran en posesión del comunero que

las trabaje, aunque siguen siendo propiedad de la comunidad.

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el caso de la comunidad de Tumasïu le abrió las puertas a la agricultura industrial

de berries para exportación.

Como ya mencioné, la tesis que presento ahora no es la misma que inicié a

escribir en 2017 y principios de 2018. Si en aquel entonces inicié preguntándome

por la percepción social de la agricultura industrial; los cambios, las

transformaciones y los encuentros con personas como Napo, el Jefe Wily,

Héctor, Tata José, Nana Margarita, el profe Raúl, la señora Digna y las generalas

de la ronda comunal de Tumasïu, me han hecho preguntarme no sólo cuál es su

percepción de la agricultura industrial, sino cómo y por qué iniciaron un

movimiento de resistencia ante la territorialidad agrocapitalista que se extiende

cada vez más por todo el país.

Resistencia que no es para menos si se toma en cuenta las condiciones

económicas paupérrimas en las que un agrocapitalismo neoliberal rampante

tiene sumidas a las comunidades rurales e indígenas. En mi tesis, pretendo dar

cuenta de este proceso de lucha y resistencia de una comunidad indígena, la

comunidad de Tumasïu, la más pequeña de la Cañada de los Once Pueblos ante

el Gran Capital Agrícola.

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CAPÍTULO II. DESPOJO A FUEGO LENTO. ERAXAMANI EN LA VORÁGINE AGROCAPITALISTA.

El vallecito tiene una anchura media como de dos kilómetros más o

menos. La altura es aproximadamente de 2, 000 metros sobre el nivel

del mar; el clima es templado y delicioso. Las tierras de fondo son de

primera calidad. Se cultivan el trigo, la cebada y el maíz. De frutales son

excelentes los aguacates y muy buenos los duraznos, los higos y las

chirimoyas. Hay una variación apreciable en el clima entre la cabecera

de la Cañada y Chilchota. Aquí alcanza a madurar el plátano; hay

naranjos en los solares y las granadas son primorosas; en Carapan, el

clima es menos propicio para las plantas subtropicales creciendo, en

cambio, con mayor lozanía los nogales de Castilla y la chirimoya. El agua

es abundante. Brota de manantiales en la parte alta del valle y corre

hacia el poniente, formando un riachuelo de proporciones apreciables

que es el comienzo del Río Duero. La topografía permite la fácil irrigación

del suelo. (Sáenz, 1932)

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Inicio este segundo capítulo con un fragmento del libro Carapan, escrito por el

profesor Moisés Sáenz y publicado en 1932 pues me parece que ilustra

perfectamente la manera en que se ve a la Cañada desde los ojos externos. El

libro de Sáenz es el reflejo del proyecto que el profesor encabezaba y con el que

se pretendía “integrar” a la cultura mexicana a los “indios de la Cañada” a través

de programas y talleres educativos. El fragmento me parece importante porque

muestra “las bellezas” naturales de la Cañada que, a la postre, darían lugar a la

llegada de las agroempresas.

El objetivo de este capítulo, en este sentido, es presentar la región de estudio,

La Cañada de los Once Pueblos o, en p´urhépecha, Eraxamani, centrándonos

en las características que han permitido en la expansión del cultivo de berries en

el contexto de un despojo que he llamado “despojo a fuego lento”12. Para ello,

retomo los conceptos de acumulación por desposesión o de despojo capitalista

entendido como una constante y reiterada separación de los comuneros de los

medios de reproducción y de vida (Grigera & Alvarez, 2013).

En este capítulo me es muy útil la noción de despojo que equiparo con la noción

de “acumulación por desposesión”, propuesta por David Harvey, para dar cuenta

del proceso por el cual las comunidades indígenas de la Cañada son

desposeídas de sus terrenos comunales para la inversión de capital a través de

contratos de arrendamiento. Harvey recupera la idea de “acumulación primitiva

u originaria”, que Marx postula en el capítulo XXIV del primer tomo del Capital

pero advierte una diferencia. Con la idea de acumulación originaria, Marx sugería

que, contrario a lo que había sostenido Adam Smith, el nacimiento del capital se

había dado de la separación no solamente de los campesinos de sus medios de

producción o tierras, sino de todos aquellos bienes en manos de la iglesia:

12 Con “despojo a fuego lento” hago referencia y diferenciación con los procesos de

despojo a los que refiere Verónica Velázquez (2019), y los cuales describe como

procesos de despojo marcados por la violencia a mano armada por parte del crimen

organizado tanto en el caso de Zirosto como en el caso de Cherán. Como veremos más

adelante, los procesos actuales de despojo de terrenos comunales en la Cañada han

estado precedidos por políticas públicas como la reforma al artículo 27 constitucional de

1992 y por la subestimación de los cultivos tradicionales por la Revolución Verde, así

como por la generación de una dependencia de los insumos agrícolas por parte de los

y las comuneras. Cuestiones que explicaremos más adelante.

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El despojo de los bienes de la iglesia, la fraudulenta enajenación de los

dominios del Estado, el robo de las tierras comunales, la transformación

de la propiedad feudal y de los clanes en propiedad privada moderna,

llevada a cabo por medio de la usurpación y con terrorismo despiadado:

he ahí los métodos idílicos por medio de los cuales se desarrolló la

acumulación originaria. Fueron ellos los que conquistaron el campo para

la agricultura capitalista, los que incorporaron la tierra al capital y los que

suministraron a la industria urbana la mano de obra necesaria de un

proletariado libre como los pájaros. (Marx, 1946: 654)

Sin embargo, Harvey considera que dicho proceso es vigente por lo que no se

puede utilizar el término de “originaria o primitiva” para designar un proceso de

separación que sigue ocurriendo por lo que sugiere el término de “acumulación

por desposesión” para referirse a un proceso de separación entre los

productores y sus medios de producción, que actualmente sigue ocurriendo en

diferentes partes del planeta.

En su texto, Harvey escribe varios ejemplos por los cuales se lleva a cabo en la

actualidad los procesos de acumulación por desposesión como la biopiratería, la

mercantilización de la naturaleza, la mercantilización de diversas

manifestaciones culturales, la privatización de instituciones y bienes públicos, así

como el “desmantelamiento de los marcos reguladores” (Harvey, 2003: 118). Es

particularmente interesante, y relevante para mi análisis, que Harvey sostenga

que este desmantelamiento de los marcos reguladores sea un dispositivo

importante para la acumulación por desposesión.

No obstante, también es cierto que el proceso de acumulación originaria de Marx

y el de acumulación por desposesión de Harvey, no dan cuenta por sí mismos

de la generación de riqueza del capital actual. Pensar que separando de los

medios de producción y de vida a los productores basta para instaurar el modo

de producción capitalista, significa olvidar o pasar desapercibidos los aspectos

subjetivos del proceso. Tal y como reflexiona Marx en torno a la tragedia del

señor Peel13, uno de los requisitos para la instauración del modo de producción

13 “El señor Peel, nos dice en tono plañidero, se trasladó de Inglaterra junto al Swan

River, en la Nueva Holanda, llevando consigo medios de vida y de producción por valor

de 50 000 L. Este señor Peel, hombre precavido, tuvo además la precaución de hacerse

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capitalista, obviando los procesos de acumulación originaria basados en el

despojo, consiste en la creación de la clase trabajadora y en crear las

condiciones suficientes para “absorver” esa fuerza de trabajo.

Marx sostiene que a partir de finales del siglo XV se expidieron una serie de

legislaciones sanguinarias en contra del vagabundaje pues, muchos de aquellos

y aquellas que fueron repentinamente separados de sus medios de producción

se convirtieron en vagabundos renuentes a trabajar para los nacientes

capitalistas14. En opinión de Zygmunt Bauman (Bauman, 2000), aquella

sangrienta legislación a la que refiere Marx, tenía la finalidad de instaurar una

“ética del trabajo” que obligase a las personas despojadas, no solo a trabajar

sino a introyectar como un valor moral el hacerlo. En nuestros días ya no es

necesaria una legislación que obligue a las personas a trabajar, bastan las

condiciones de precariedad y escasez económica, además de la aceptación de

un estilo de vida basado en el consumo de mercancías, es decir, de la adopción

del american way of life para, incluso, aceptar la separación, el despojo y la

generación de riqueza para el capital15.

Desde la perspectiva de la filósofa feminista marxista Silvia Federici, también

habría que recordar y tomar en cuenta el papel de las mujeres en este proceso

de despojo pero, sobre todo, de la generación de plusvalía. Particularmente, para

Federici es importante el papel del trabajo doméstico realizado por las mujeres

e invisibilizado por el capital para la generación de plusvalía (Federici, 2018).

Así, por ejemplo, las vidas de las comuneras jornaleras de Eraxamani y de

acompañar por 3 000 trabajadores, hombres, mujeres y niños. Al llegar a su punto de

destino “el señor Peel se quedó sin un solo criado que le hiciera la cama o le llevara

agua del río”. El señor Peel lo había previsto todo, salvo una cosa, desgraciadamente:

que no le era posible exportar las relaciones de producción de Inglaterra a las riveras

del Swan River” (Marx, 1946: 682) 14 Nos dice Marx: “Los vagabundos en condiciones de trabajar eran condenados a la

pena de azotes y de cárcel. Enganchados a la parte trasera de un carro, se les azotaba

hasta hacerlos sangrar, después de lo cual debían jurar volver a su pueblo de origen o

al lugar de donde hubieran residido los tres años anteriores y “ponerse a trabajar”.”

(Marx, 1946: 655) 15 De esa manera fueron seducidos, por ejemplo, los ejidatarios de Charo y de Jesús

del Monte, lugares donde se construyeron los fraccionamientos Tres Marías y Altozano,

respectivamente. Ahí, en esos lugares donde anteriormente se sembraba maíz y se

pastoreaba al ganado, ahora se encuentran los fraccionamientos, campos de golf y

tiendas departamentales.

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Tumasïu están marcadas por una doble jornada de trabajo, la que realizan en el

surco y la que realizan al llegar a sus hogares. El trabajo reproductivo, la

reproducción de la mano de obra, la reparación del cuerpo, de los cuerpos de

los trabajadores queda de esa manera a cargo de las mujeres, como afirma

Federici, “designándose como <trabajo de mujeres>” (Federici, 2020: 118)

Por otro lado, también es necesario precisar que el despojo nunca es total, es

decir, el capital nunca despoja totalmente de los medios de reproducción y de

vida a los comuneros y comuneras. La renta de la tierra permite la producción

de berries para exportación pero también permite que los comuneros y las

comuneras subsistan con cierta independencia de la asalarización del capital

cuando las tierras no se encuentran bajo contrato de arrendamiento.

La hipótesis o eje temático que guía mi reflexión en este capítulo es que en la

Cañada de los Once Pueblos o Eraxamani, la agricultura industrial de berries se

ha instalado gracias a un proceso de acumulación por desposesión o de despojo

capitalista de terrenos comunales de larga data que va desde los despojos de

terrenos comunales por parte de las élites de la cabecera municipal a finales del

siglo XIX y principios del XX, pero que contempla también la instauración de la

Revolución Verde a mediados del siglo XX y el gradual desplazamiento de la

agricultura tradicional, el acaparamiento de terrenos comunales, la certificación

de terrenos comunales y la exclusión de comuneros y comuneras en la toma de

decisiones al interior de las comunidades. De manera que, además de presentar

la región de estudio, en este capítulo me propuse el objetivo de caracterizar cómo

ha sido este proceso de despojo de terrenos comunales que ha dado lugar a la

producción industrial de berries en Eraxamani y en la comunidad de Tumasïu.

Si bien en mi investigación me centro en la experiencia de la comunidad de

Tumasïu, lo cierto es que el contexto en el que ocurrió el conflicto con la empresa

agrícola se enmarca en la región conocida como Eraxamani16 o Cañada de los

Once Pueblos, región que se ha caracterizado porque desde aproximadamente

doce o quince años a la fecha ha experimentado una expansión inusitada de las

hectáreas de diversos cultivos para exportación como las denominadas berries

o frutos rojos como la fresa, los arándanos, la zarzamora, la frambuesa o del

16 Eraxamani es el nombre en p´urhépecha que recibe la región conocida como Cañada

de los Once Pueblos. En adelante usaremos preferentemente el nombre Eraxamani, por

ser el nombre que utilizan los comuneros y comuneras de Tumasïu.

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cultivo de brócoli también para exportación lo que ha significado la sustitución

de, entre otras cosas, la agricultura maicera y ha originado cambios y

transformaciones en el modo de vida comunal, de modo que en mi trabajo

constantemente retomo a Eraxamani como contexto general.

La pregunta o las preguntas que guían mi reflexión en este capítulo son: ¿Cómo

ha sido este proceso de acumulación por desposesión en Eraxamani y en

Tumasïu que ha permitido la producción industrial de materias primas o

commodities para exportación como los frutos rojos?, ¿qué mecanismos se han

utilizado para ello?

Reflexiono lo anterior a la luz de la idea, ofrecida por Delgado (2016), de que no

todos los territorios son rentables para el capital y que algunos, como Eraxamani

son más rentables que otros ya que, como considera Eduardo Fernández (1993),

para la instalación del monocultivo de berries, que no es un cultivo para

autoconsumo y ni siquiera para consumo local, no bastan únicamente las

cualidades ecológicas de la región sino que también son importantes las

condiciones socio- económicas, los medios de transporte y la disponibilidad de

fuerza de trabajo: “no en todos los lugares en donde las condiciones ecológicas

son favorables al cultivo ha adquirido importancia en el contexto del comercio

internacional” (Fernández, 1993: 59), de manera que el agronegocio se instala

ahí donde las condiciones le ofrecen ventajas competitivas para la producción

(Bendini, 2011).

Lo propuesto por el autor se corresponde con lo sostenido por Verónica

Velázquez (2019) quien en su trabajo sobre la violencia de género en contextos

de violencia estructural y agroextractivismo delimita su área de trabajo

retomando el concepto de “enclave agroexportador”. Para Velázquez (2019) un

enclave agroexportador se caracteriza por articular capitales, modos de

producción globales y recursos naturales locales además de acortar las

distancias y acelerar los tiempos de rotación del capital17.

17 En 1989, J. Luis Seefoó describía la región de Zamora y Jacona al modo de enclave

agroexportador, destacando los elementos que más tarde Fernández y Velázquez

retomarían: “La agricultura zamorana ocupa un lugar muy destacado en Michoacán. Su

cercanía a Guadalajara y a otras ciudades que constituyen un amplio mercado, la

infraestructura hidráulica, los caminos, y sus excepcionales condiciones naturales (suelo

muy fértil, agua abundante, luminosidad solar, etc.), así como la abundante mano de

obra barata hacen de Zamora un vergel que surte de trigo a las industrias locales de la

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A la luz de lo expuesto por Fernández y Velázquez considero que en Eraxamani

y en Tumasïu en particular se conjugan las condiciones que definen al enclave

agroexportador al que refiere Velázquez (2019), por lo que en este apartado me

propongo presentar las condiciones y procesos que hacen de la región de

Eraxamani un enclave agroexportador y, por lo tanto, un territorio clave en el

proceso de acumulación por desposesión para el capital agrícola global.

Sostengo que en Eraxamani, previo a la renta de terrenos comunales para la

producción industrial de berries y hortalizas, se fueron conjugando una serie de

condiciones y procesos que fueron desterritorializando a los comuneros y

comuneras de su territorio aunque, como veremos, para ello no ha sido

necesaria su absoluta expulsión pues, como sostiene Omar Felipe Giraldo

(2018), actualmente una de las prácticas de las empresas agrícolas es incluir a

los comuneros y comuneras en la producción industrial de berries y hortalizas al

modo de comuneros renteros o de jornaleros y jornaleras agrícolas por lo que no

es necesaria la compra de los terrenos, sino la renta.

Durante mi trabajo de campo pude observar, que en Eraxamani y en Tumasïu el

proceso de despojo de los terrenos comunales ha sido un proceso a fuego lento

y de larga data, es decir, un despojo a una velocidad que casi pasa desapercibida

y en un contexto de escasez económica que se ha agravado desde la

implementación del Tratado de Libre Comercio que hace que algunos

comuneros perciban como una alternativa o, quizá como la única alternativa, la

renta de terrenos comunales para la producción agroindustrial del monocultivo

de berries y hortalizas.

El proceso de despojo en Eraxamani y en Tumasïu se ha implementado

principalmente a partir de cuatro fases que desarrollo en este capítulo. En primer

lugar, las compañías agrícolas han aprovechado los elementos naturales y la

infraestructura existente en la región sin preocuparse, claro está, por diseñar

programas de conservación y recuperación ecológica y de los elementos

naturales que utilizan en la producción de berries y tampoco por llevar a cabo los

protocolos para el manejo adecuado de desechos agrícolas.

harina y del pan, de hortalizas y fresas al mercado nacional y extranjero (EUA). (Seefoó,

1989: 117)” (Seefoó J. L., 1989: 117)

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Desde las aguas del río Duero y la infraestructura hidráulica como los pozos de

agua, las concesiones y los canales de riego hasta el prodigioso suelo de los

terrenos comunales de Tumasïu, el agronegocio ha ido avanzando. En ese

apartado me interesa hacer una descripción de los elementos naturales que

abaratan los costos de producción, así como de la infraestructura que sirve de

entrada y salida de las mercancías agrícolas de voz de aquellos y aquellas que

han experimentado las transformaciones y cambios que la llegada de las

compañías agrícolas ha significado en las comunidades.

En segundo lugar, en la experiencia de la comunidad de Tumasïu, ha sido

importante el papel que la Revolución Verde tuvo para generar una dependencia

por parte de los comuneros para con los paquetes tecnológicos, específicamente

el uso de fertilizantes en la agricultura maicera de la comunidad cuyo uso generó

lo que se conoce como “ley de rendimientos decrecientes” que indica que

cada vez se necesitan mayores cantidades de insumos para que los

cultivos alcancen los mismos niveles de crecimiento, como lo reflejan

datos que estiman que el rendimiento por kilogramo de nitrógeno ha

disminuido un tercio en comparación con 1961, cuando el uso de

fertilizantes químicos empezó a expandirse por el mundo. (Giraldo, 2018:

62)

y que en la comunidad de Tumasïu generó una percepción de poca redituabilidad

con relación a la producción maicera, cuestión que abordaré más adelante.

Además de ello, también es importante considerar que, tal y como sugiere

Velázquez (2019), la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio implicó que

el gobierno mexicano dejara de subsidiar la producción maicera, lo que se

tradujo en mayores costos de producción para los y las comuneras. De manera

que los dos procesos anteriores, la ley de rendimientos decrecientes y la entrada

en vigor del TLC, dieron lugar a una percepción de poca redituabilidad o

rentabilidad de la producción maicera lo que, a la postre ha significado un

abandono gradual de la misma. En particular, me interesa recuperar las voces e

historias de los comuneros que sintieron cómo la agricultura de maíz para

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66

subsistencia y autoconsumo fue dejándose de lado por ser percibida como una

actividad que “no dejaba”18.

En tercer lugar, en Tumasïu parece haber sido importante un proceso de

acaparamiento de terrenos comunales por parte de algunos comuneros lo que,

con el paso del tiempo, dio lugar a una especie de “terratenientes” o de

comuneros que poseían una gran cantidad de terrenos en detrimento de una

gran cantidad de comuneros y comuneras que no tenían tierras de manera que,

cuando la empresa Agrícola Superior de Jacona llegó a la comunidad, la decisión

de rentar o no los terrenos quedó en manos de unos pocos.

Finalmente, en cuarto lugar, para los comuneros y comuneras de Tumasïu, la

certificación de la zona parcelada a través de los programas federales

impulsados como parte de las acciones necesarias para la firma e

implementación del Tratado de Libre Comercio ha sido un momento clave a partir

del cual comienza un proceso de desterritorialización y desarticulación

comunitaria pues ello dio lugar a una confusión en algunos comuneros que

consistió en pensar que con la certificación de los terrenos comunales, el

régimen de tenencia de la tierra pasaba de propiedad social a propiedad

individual, tal como lo reseña Carmen Ventura:

Para ellos, el hecho de que sus tierras se midieran y recibieran un

certificado parcelario ha significado que ya pueden disponer libremente

de ellas. En este sentido, la concepción de propiedad individual empieza

a permear sobre la concepción comunal, a pesar de que legalmente

continúa siendo un régimen de propiedad comunal. (Ventura, 2019: 75)

En este sentido, el proceso de certificación de los terrenos comunales junto con

los procesos anteriormente descritos dio entrada a la agricultura industrial

18 “No dejaba” es una expresión que mientras hacia el trabajo de campo era empleada

por algunos comuneros para referirse al cultivo de maíz como una actividad que no

reditúa y más bien significa pérdidas. Como nota contextual, cito un comentario que me

hizo don Rodrigo, un ejidatario del municipio de Charo durante mi trabajo en otras

latitudes. Para Rodrigo actualmente no se puede vivir del maíz: “No, de esto no se puede

vivir, nomás con que tengas hijos y los mandes a la escuela tienes para que no te

alcance y ya tienes que andar buscándole en otro lado.” (Notas de trabajo de campo,

19 de mayo de 2019).

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primero de berries y luego de brócoli, a través de contratos de arrendamiento

entre las compañías agrícolas y los comuneros lo que a su vez fue erosionando

el tejido social- comunitario. A continuación, abordo cada uno de estos procesos

no sin antes realizar una aproximación al cultivo de berries, pero especialmente

de fresa como un cultivo que se encuentra en franca expansión territorial en el

estado de Michoacán.

2. 1 El monocultivo de berries: aproximación a un cultivo en crecimiento.

“Estamos en la cuna de las berries en México, exportamos como país, más de cuatrocientas mil toneladas a todo el mundo aunque el 97% de esas cuatrocientas mil toneladas van a Norteamérica, Estados Unidos y Canadá y una de las asignaturas pendiente es diversificar los mercados en Europa, Asia, Oceanía y Sudamérica, esta exportación de cuatrocientas mil toneladas significa un ingreso de divisas al país por dos mil cuatrocientos cincuenta y tres millones de dólares”19

José Luis Bustamente,

Pdte. Aneberries20.

Mensajes como el anterior, pronunciado en el salón Charo de la Casa de

Gobierno del estado de Michoacán por José Luis Bustamante quien es el

presidente de la Asociación Nacional de Exportadores de Berries, muestran

claramente el valor económico de la agricultura industrial enfocada en la

producción de berries para exportación. Lo anterior, a su vez, es aprovechado

19 Redacción, (16 de marzo de 2020). Estamos en la cuna de las berries en México.

Agencia Quadratin. En Línea. 20 La ANEBERRIES o Asociación Nacional de Exportadores de Berries que fue fundada

en 2009 y aglutina a las empresas más grandes productoras y exportadoras de berries

en el país para tratar, según su portal, temas importantes relacionados a lo fitosanitario

y la inocuidad del cultivo de berries para exportación.

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por los distintos niveles de gobierno pues justifica la actividad agroindustrial tanto

por la cantidad de divisas que genera la exportación a países como Estados

Unidos y Canadá como por la cantidad de empleos que se generan alrededor

del agronegocio, como lo muestran las palabras del presidente de la Asociación

Nacional de Exportadores de Berries.

El ejemplo no se queda en el estado de Michoacán. La agricultura industrial para

exportación ha sido utilizada por los gobiernos progresistas de varios países

latinoamericanos como un camino hacia la generación de empleos y divisas. Así,

por ejemplo, son importantes los casos de la quinoa en Bolivia, la patata en el

altiplano peruano y la banana o plátano en Honduras (Robinson, 2020), cultivos

todos que se han incrementado sustituyendo ya sea los cultivos tradicionales o

bien alterando los métodos de cultivo y transformándolos en monocultivos que

alteran la integridad de los ecosistemas.

Menos conocido es el cultivo de las berries, aunque ya comienza a generar

malestares. El valor económico que significa el cultivo de berries ha significado

que la cantidad de hectáreas se multiplique lo que ha conllevado a que el cultivo

que inicialmente comenzó en las geografías de Zamora y Jacona se extienda a

otras latitudes del estado. De esta manera, en este apartado ofrezco una

descripción de cómo el cultivo de berries, específicamente la fresa21, se ha

incrementado en el estado a partir de tres momentos importantes.

En primer lugar, es importante el momento en que llega la fresa, proveniente de

Francia, a la región de Zamora; en segundo lugar, la firma del Tratado de Libre

Comercio como un parteaguas en el incremento de las hectáreas de producción

y, en tercer lugar, el boom de los precios de las commodities o materias primas

entre 2005 y 2007, también es un momento que marca un antes y un después

en el incremento de la superficie del cultivo. A continuación, abordo cada uno de

estos tres momentos centrándome en el aumento de la superficie de cultivo pues

ello me permitirá centrar la atención, a su vez, en cómo en esta expansión el

21 Retomo el cultivo de la fresa porque es el cultivo que más se ha extendido en nuestra

región de estudio, Eraxamani, aunque no me limito a ello ya que en el estudio de caso

que abordo, el caso de la comunidad de Tumasïu, sus tierras no solamente son

codiciadas por las empresas productoras de fresa sino también de otros cultivos como

el brócoli.

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agronegocio de berries le ha llevado a instalarse en terrenos comunales de las

comunidades de Eraxamani.

Primer momento: Llega la fresa a México.

Son las seis de la mañana y los y las jornaleras, provenientes de la Cañada, pero

también de la Meseta y de algunos pueblos de la Ciénega de Zacapu, se apilan

en los puestos y tiendas de la comunidad de Los Nogales. Son trabajadores y

trabajadoras agrícolas que trabajan en el corte, la pizca, el deshierbe, el

despatarre, el riego, la fumigada, la cosecha y el empaquetado de la fresa, en la

poda de la zarza o en la fumigación y cosecha del brócoli en lugares como

Zamora, Jacona y Tangancícuaro aunque en épocas recientes también en

algunas comunidades de la región p´urhépecha de Eraxamani se han instalado

algunas compañías freseras y productoras de otros cultivos como brócoli,

utilizando para ello contratos de arrendamiento de terrenos comunales y

empleando a los comuneros y a las comuneras en los ranchos como jornaleros

y jornaleras agrícolas.

Los Nogales, comunidad que pertenece al municipio de Chilchota, es lugar

obligado de paso y una parada obligada para los choferes de los grandes

camiones amarillos conocidos como bananos22 pero también de los raiteros23

que trasladan a los jornaleros en sus camionetas o autos particulares hacia los

ranchos ubicados a lo largo del territorio Eraxamani, pero también en

Tangancícuaro, Tlazazalca, Patamban, Zamora y Jacona.

Ahí, en el frío de la mañana, los jornaleros y las jornaleras agrícolas se abastecen

de los enseres necesarios tanto para su labor como para su ingesta en los

ranchos agrícolas. Tortas, sándwiches, galletas, café, yogurt, refrescos, bebidas

energizantes, pero también lentes oscuros, guantes, botas de plástico, gorras y

botes de veinte litros para la cosecha son algunos de los artículos que se ofrecen

en los negocios de Los Nogales.

22 Los bananos son camiones amarillos, usualmente de origen estadounidense que son

utilizados para transportar las flotillas de jornaleros y jornaleras agrícolas. Se les ha

dado ese mote por su aspecto largo de color amarillo y líneas negras. 23 Los “raiteros” son personas de las distintas comunidades que ya sea por contrato con

alguna empresa agrícola o que de manera individual transportan a los y las jornaleras

agrícolas desde sus comunidades hasta las huertas utilizando para ello sus vehículos y

camionetas particulares.

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Al estar ahí por la mañana, la comunidad de Los Nogales adquiere la apariencia

de una verbena popular o de una fiesta. La algarabía de los y las jornaleras

apilados en torno a los puestos de comida, le da vida por unos momentos al

pequeño crucero. Durante cuarenta minutos, a ambos lados de la carretera se

estacionan cerca de cuarenta bananos y un sinfín de autos, taxis y camionetas,

pasado lo cual, casi todo vuelve a la normalidad para volver a reactivarse

cercanas las dos de la tarde, cuando salen de trabajar y se les ofrece, a

diferencia de la mañana, tostadas de ceviche, camarón, cerveza sola y

preparada pero también fruta picada y churros con verdura.

A decir de Doña Natividad, vecina allegada a la comunidad de Los Nogales, la

llegada de las compañías agrícolas ha significado un dinamismo económico,

aunque sea “de a pasadita”. Ella, junto con su nuera salen a vender distintos

guisados que preparan desde las tres de la mañana además de pan, café y té

para los jornaleros y las jornaleras antes de entrar a trabajar. El movimiento

fuerte en Los Nogales se da entre las cinco y media y seis de la mañana y

gradualmente va disminuyendo de manera que a las siete de la mañana

prácticamente todo vuelve a la normalidad. Aunque la llegada de las compañías

agrícolas ha significado la creación de fuentes de empleo, la señora Natividad

Imagen 1 Jornaleros y jornaleras agrícolas por la mañana en la comunidad de Los Nogales. Fotografía: Jesús Janacua Benites.

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también piensa que con ello se ha incrementado la inseguridad por ello no está

del todo convencida de que la agricultura de exportación sea algo positivo.

Las empresas agrícolas, muchas de ellas de capital extranjero asociadas con

empresas locales nacionales, que se han instalado en la región, han significado

fuentes de empleo y cierto dinamismo económico en la región. Sin embargo, la

llegada de estas empresas a toda la región de Zamora, Jacona, Tangancícuaro

y recientemente a Eraxamani, también ha significado un abandono o sustitución

de la agricultura tradicional de subsistencia que en las comunidades de

Eraxamani se refiere al maíz como un cultivo importante tanto para la ingesta

diaria como para las celebraciones de las comunidades.

¿Por qué ha sido esto así? O, más allá, ¿qué condiciones han obligado a los

comuneros y comuneras a convertirse en “esclavos en su propia tierra”24?, ¿qué

condiciones les han obligado a rentar sus tierras y vender su fuerza de trabajo a

las grandes compañías agrícolas?

Don Luis Huerta, comunero de sesenta años de edad y originario de la

comunidad de Tumasïu, cuenta que desde joven cuando no estaba en el Norte,

trabajaba en las huertas de fresa en Zamora, Jacona y en épocas más recientes

en Tangancícuaro, lo que da cuenta de la cantidad de tiempo que lleva el cultivo

de berries en la región del Valle de Zamora. “Teníamos que salir a las cinco de

la mañana para poder llegar a tiempo desde la Cañada hasta Jacona”, cuenta

don Luis.

Actualmente don Luis ya no trabaja y comenta que cuando la empresa Agrícola

Superior de Jacona llegó a los terrenos comunales de Tumasïu le empleó con

trabajos y labores más sencillas y que no implicaban tanto esfuerzo físico debido

a su avanzada edad, pero también, debido a su experiencia, le encargaban

algunas veces que supervisara el trabajo de los y las jornaleras agrícolas.

Según Eduardo Fernández en su libro Burguesía, fresas y conflictos (Fernández,

1993), el cultivo de la fresa llegó a México aproximadamente en 1928 y fue traída

24 “Esclavos en su propia tierra” es una expresión que constantemente era empleada

por los comuneros mientras hacia trabajo de campo para referirse a la situación de

conflicto con la empresa Agrícola Superior de Jacona y con la que daban a entender

que los comuneros y comuneras pasaron de ser “dueños” de los terrenos comunales a

ser trabajadores explotados por la empresa a la que le arrendaron los terrenos

comunales para la producción industrial de berries. Notas de diario de campo 11 de

marzo de 2019, comunidad de Tumasïu.

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de Francia a Jalisco y posteriormente algunos agricultores la llevarían por

curiosidad al Valle de Zamora en 1938. Según lo propuesto por este autor, el

cultivo de la fresa iniciaría de manera tímida para ir expandiéndose hasta que en

1964 tiene lugar la primera exportación de fresa del valle zamorano hacia

Estados Unidos lo que supone un parteaguas en la producción de berries en

México.

De acuerdo con Ernest Feder, en su libro Imperialismo fresa, el cultivo de fresa

llegó a la región de Zamora y Jacona a mediados de la década de los sesenta

del siglo pasado (Feder, 1981). Las discrepancias entre Fernández y Feder

pueden deberse a que este último autor se aboca en señalar el nacimiento de la

producción a gran escala mientras que Fernández señala los orígenes del cultivo

de la fresa y no se ciñe necesariamente a los inicios de la industria fresera de

carácter exportador.

Entre las razones por las cuales la industria fresera se instaló en México, Feder

considera que principalmente tuvieron que ver, en primer lugar, las relaciones de

poder entre las empresas agrícolas norteamericanas y el gobierno mexicano, lo

que les permitió, a la postre, ocupar “las mejores tierras de los distritos de riego,

donde los rendimientos son altos y los costos de producción bajos” (Feder, 1981:

20)

El cultivo de las berries, y específicamente el cultivo de fresa en Michoacán ha

crecido de manera exponencial extendiéndose de Zamora y Jacona a lugares

como Tangancícuaro y los terrenos comunales de los pueblos de Eraxamani. El

proceso del cultivo o, como les gusta decir a algunos economistas, la cadena de

valor de las berries se puede sintetizar a través de tres etapas. Comienza en la

producción, que generalmente está en manos de grandes empresas productoras

como Agrícola Superior de Jacona o Agrosuperior, Los Mariscales, los Sámano,

los Navarro, los Nolasco, Agrícola Chilchota o Agrícola El Cerezo, por mecionar

solo algunas de las empresas productoras más grandes que se encuentran en

la región tanto de Eraxamani como de Tangancícuaro, Zamora y Jacona.

Son las empresas productoras quienes se encargan de producir las frutillas y de

los preparativos para ello como la renta de la tierra, la contratación de la mano

de obra, el empaquetado y el envío de la fruta. Si en la época de Feder era

común que capital extranjero estuviese directamente involucrado en la

producción de fresa, en la actualidad esto ha ido quedando cada vez más en

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manos de empresas mexicanas que venden su producción a empresas

congeladoras extranjeras como Driscoll´s, Berrymex, Land Farms o Val- Mex

Frozen Foods de manera que rara vez éstas últimas tienen contacto con las

comunidades, con la tierra y con los jornaleros que las producen, todo ello queda

en manos de las empresas productoras.

La congeladora Driscoll´s es quizá la empresa que más operaciones realiza en

el estado y también una de las que comienza a generar malestares en algunas

comunidades y ejidos. Por ejemplo, en 2021, en la región de Lagunillas y

Huiramba, cerca de la ciudad de Morelia, algunos campesinos se organizaron

en contra del uso de los cañones antigranizo por parte de la congeladora y las

productoras de berries. En su lucha, los campesinos desplegaron un comunicado

a través de las redes sociales en el que se puede leer:

Desde hace poco más de cuatro años amas de casa, ejidatarios,

comuneros, campesinos y demás habitantes de los poblados de la

región de Tiripetío, Huiramba, Lagunillas, Tzintzuntzan y Pátzcuaro,

venimos exigiendo en todos los niveles del gobierno que actúen como

es su responsabilidad para poner un alto al saqueo, a la sobre

explotación de los mantos acuíferos, a la modificación de los ciclos

pluviales y a la depredación del resto de los bienes naturales, por parte

principalmente de las agroindustrias trasnacionales, en particular de la

compañía denominada Driscoll´s.

Con todo, empresas como Driscoll´s son nuevas en su proceder. De hecho, me

atrevo a pensar que la industria agrocapitalista que actuamente vemos

expandirse por el territorio estatal no es el mismo que dio origen al cultivo de

berries en la década de los años sesenta sino que se trata de un agrocapitalismo

distinto en su proceder. No se trata ya de los viejos agricultores, herederos de

las viejas prácticas de los hacendados que compraban y acaparaban tierras para

la siembra de un monoculvito en crecimiento, se trata de agroempresas que en

sus procedimientos han adoptado las estrategias del capitalismo de la

modernidad líquida que, para Zygmunt Bauman, se trata de un capitalismo

extraterritorial basado en la renta de la tierra, un capitalismo ligero, es decir,

liberado de las responsabilidades que contrae estar atado al territorio:

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El hecho de apropiarse o, peor aun, de anexar la tierra de otro implica

inversión de capital y engorrosas tareas administrativas y políticas,

responsabilidades, compromisos… y, sobre todo, limita

considerablemente la futura libertad de movimiento. (Bauman, 2003:

199)

De manera que, en este liberarse de la carga que significa la adquisición

(compra) de la tierra, el agrocapitalismo ligero se libera de la obligación de

contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida de las comunidades donde

se instala momentáneamente (Bauman, 2017). Al agrocapitalismo liviano, nada

le ata al territorio. En el proceder de este imperialismo del agrocapitalismo liviano,

si alguien se tiene que responsabilizar de las externalidades económicas,

sociales y ambientales, son los productores o los comuneros, dueños de los

terrenos que les rentan a las agroempresas y, como veremos más adelante, en

el caso de la comunidad de Tumasïu, así fue.

Lo anterior es una enorme diferencia con los procedimientos de los viejos

productores quienes se caracterizaban por la compra, adquisición y

acaparamiento de terrenos para la producción agroindustrial, dueños de la tierra,

ésta les ataba al territorio y les imponía compromisos con los agentes locales,

con los trabajadores, con las comunidades25. Podría decirse, exagerando lo

dicho por Bauman que, al ser los productores viejos, los dueños de los terrenos

donde cultivaban las berries, ello les llevaría a tener un mejor manejo de las

externalidades ambientales producidas por las prácticas de la agricultura,

después de todo, se trataba de su propio patrimonio.

La renta de la tierra, que en Eraxamani se ha traducido en la renta de los terrenos

comunales, es importante en la generación de plusvalía para las empresas

trasnacionales pues, si consideramos que en el proceso de creación de

25 Como veremos en el apartado 2. 4 de este mismo capítulo, en Eraxamani y en

Tumasïu, el acaparamiento de terrenos comunales fue uno de los elementos

importantes para que la agricultura industrial de berries para exportación se instalara en

la comunidad y una vez expulsada la agroempresa, los comuneros y comuneras

tuvieron que hacerse cargo de las externalidades ambientales ocasionadas por el

monocultivo.

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mercancías, esto es, en el proceso de trabajo se desgastan los medios de

producción, a saber, la tierra, el suelo, el agua, ello les obligaría, según lo

propuesto por Marx, a incluir el costo que tendría la reparación de los medios de

producción en el precio final de las mercancías producidas. Sin embargo, como

hemos visto, el agrocapitalismo exportador actual ha cambiado su proceder y la

renta de la tierra les exhime a los empresarios agrícolas de tales costos lo que

incrementa la plusvalía a partir de la renta de la tierra.

Como parte de este nuevo proceder, son las grandes empresas congeladoras

como Driscoll´s y Lands Farms, empresas que trabajan a través de agricultura

por contrato, quienes les imponen las condiciones a las empresas productoras

como la variedad de fresa a sembrar, el método, es decir, si será de planta madre

o de cepellón, el modo de empaque, es decir, en qué tipo de basket o contenedor

deberá ser empacada la frutilla y los agroquímicos que podrán ser utilizados en

la producción pues, dependiendo del país al que se exportará, serán los

agroquímicos y la cantidad de ellos que serán permitidos en el cultivo.

Incluso, hay congeladoras que financian la producción a los productores

dándoles a crédito la planta a cambio de obligarles para que les vendan toda la

producción a ellos de manera que la empresa congeladora nada, o casi nada

tiene que ver con el cultivo en sí de las berries, sólo les interesa el resultado final,

es decir, la obtención de la mercancía agrícola. El testimonio del administrador

de la empresa agrícola Chilchota, una de las más grandes de la región, nos

muestra el proceder de las congeladoras:

la mayor parte de las berries con las que trabajamos son patentadas por

algunas empresas, entonces desde ahí empezamos el proceso de

planeación con la empresa que nos financia la planta para tener

entregas, hacemos contratos donde toda nuestra fruta tiene que ser cien

por ciento destinada para ellos, no puede haber desvíos y generamos

varias cláusulas donde nos comprometemos como productores a

entregar el cien por ciento de nuestra producción hacia ellos, aquí pues

llevamos a cabo el desarrollo vegetativo, la floración y hasta la fruta y

entra la parte de la cosecha, la cosecha nosotros la hacemos de todos

los cultivos de berries directas a los clauchers, que no tenga contacto

con otro tipo de envases sino que sea directo al empaque, después pasa

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a una mesa de selección de calidad que es aquí interna de nosotros

mismos donde también checamos el peso, que la mayoría de la fruta

tenga la calidad que se requiere para la exportación, se etiqueta con un

código de trazabilidad que el código de trazabilidad tiene el número del

productor, tiene el número del rancho y la fecha del día que se está

cosechando que eso es para checar ellos la vía de embarque, frescura

y demás de la fruta después de ser cosechada, después de aquí pasa a

otro proceso que eso ya lo toma la empresa comercializadora, de aquí

se entrega a las instalaciones de ellos que son los coolers donde se hace

el pre- enfriado, el enfriado y la conservación y ya de ahí sale directa a

los distintos países que las exportan26.

Cabe mencionar que las congeladoras que trabajan de esa manera no se

responsabilizan de las pérdidas que pueda tener la empresa productora si, por

alguna plaga o por algun acontecimiento meteorológico pierden la producción, la

productora estará obligada a pagarle a la congeladora la planta. Claro está que

en este contexto las afectaciones ambientales como resultado del proceso

productivo no tienen cabida.

En el caso de la comunidad de Tumasïu, fue la empresa Agrícola Superior de

Jacona o “Agrosuperior” S. P. R de R. L, quien rentó los terrenos para la

producción y posterior exportación de frutos rojos, especialmente fresa y

arándano. Agrosuperior le vendía toda su producción a Val- Mex Frozen Foods

en Texas, Estados Unidos y de ahí pasaba al consumidor final.

De manera esquemática, la cadena productiva de la fresa en Eraxamani queda

de la siguiente manera:

26 Entrevista al administrador de la empresa agrícola Chilchota, realizada el 17 de

noviembre de 2020 en la comunidad de Chilchota.

Comuneros Dueños de

la tierra

Empresa

Productora

Agrosuperior

Empresa congeladora.

Val-Mex Frozen Foods

Consumidor

final.

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77

A decir de Gilberto Prado, comunero de la comunidad de Tanaquillo y quien

además es propietario de una pequeña huerta de berries en un terreno que

heredó de su padre, no cualquiera puede producir fresa y vendérsela a las

empacadoras pues se necesita una inversión considerable. Además de ello hay

que considerar que la producción y la comercialización de hortalizas y

especialmente la producción de fresa está cooptada por los intermediarios o

brockers (Gil & Arenas, 2015) que actualmente están representados por las

congeladoras o coolers, según mostramos más arriba.

Según Gilberto Prado, quien además es profesor de educación básica, en el

terreno que heredó cuando falleció su padre, sembraba maíz criollo pero eso lo

hacía nada más por “trabajar el terreno” porque “no dejaba”.

Después de ello, Gilberto sembró árboles de aguacate con la idea de exportar

con una inversión inicial de aproximadamente diez mil pesos pero comenta que

después de ello se arrepintió porque al árbol de aguacates “le sacas” hasta

después de cuatro años y durante todo ese tiempo hay que “meterle y meterle”27,

por lo que decidió plantar fresa. Sin embargo, comenta que ello también implicó

una fuerte inversión pues es necesario comprar los plásticos del macrotúnel, del

acolchado, la infraestructura de hierro que soporta el macrotúnel, la planta

madre, los paquetes de agroquímicos y contratar la mano de obra, inversión que

asciende hasta los quinientos mil pesos por hectárea.

Por ello, Gilberto Prado piensa que el cultivo de fresa no lo puede realizar

cualquier persona pues se necesita de grandes cantidades de dinero por lo que

en su mayoría el cultivo ha quedado en manos de las grandes empresas que no

excluye a los pequeños productores pero se tienen que alinear a las condiciones

que rigen e imponen las grandes empresas congeladoras como Driscoll´s28 o

Lands Farms, que son quienes les compran finalmente la producción.

27 Notas de diario de campo. 19 noviembre de 2020. 28 La empresa Driscoll´s no es una productora de fresas, más bien juega el papel de

intermediario o bróker entre los productores y los compradores- distribuidores finales.

Es la empresa congeladora más importante de la región de Zamora y con toda

seguridad, del estado.

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Segundo momento: Llegada del Tratado de Libre Comercio.

El segundo momento importante en la historia de la expansión del cultivo de las

berries en México y en el estado de Michoacán se enmarca en el contexto de la

firma y entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio. Considero que esta

expansión del cultivo de berries, en el marco del TLC, se explica desde: a) un

cambio en las políticas públicas del estado mexicano en torno al campo que

pasaron de ser políticas de un estado benefactor a políticas de un estado

neoliberal, b) una nueva división internacional del trabajo en la que México

produciría hortalizas, frutas y verduras mientras que Estados Unidos produciría

granos básicos; c) la eliminación de aranceles para las importaciones

estadounidenses y, d) la eliminación de subsidios a la producción maicera en

México.

De acuerdo lo señalado por estudios como el realizado por Jesús Gil Méndez, el

incremento de cultivos como la fresa, estaría estrechamente relacionado con

cambios en las políticas públicas del estado mexicano hacia el campo. Según su

investigación, los cambios se corresponderían con el tipo de estado. De un

estado benefactor que basaba su crecimiento agrícola e industrial en el modelo

de sustitución de importaciones que permitía proporcionar alimentos,

Imagen 2 Gilberto, pequeño productor de berries de la comunidad de Tanaquillo. Fotografía: Jesús Janacua Benites.

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autosuficiencia alimentaria y materias primas, se pasó a un estado neoliberal que

le apostó a la liberalización y apertura económica que acentuó la dependencia

alimentaria del país (Gil, 2015). De acuerdo con esta interpretación, las

consecuencias de estos cambios se manifestarían sobre todo en la eliminación

de subsidios a la producción y la reducción y casi desaparición del sistema de

financiamiento a la producción maicera.

Aunque la finalidad de las políticas mexicanas posrevolucionarias siempre

estuvieron enfocadas a la modernización del campo mexicano, de 1940 a 1982

las políticas públicas dirigidas al campo estuvieron diseñadas bajo el modelo de

“sustitución de importaciones” bajo el cual la finalidad era, a grandes rasgos,

producir materias primas y transformarlas y reducir las importaciones. Con ello,

se impulsaron medidas que elevaron la productividad del campo mexicano a

través del financiamiento y subsidios a la producción creándose una banca

especializada y un sistema de distritos de riego (Zorrilla, 2003).

El sexenio que marca la diferencia es el de Miguel de la Madrid Hurtado, quien

gobernó el país de 1982 a 1988. En 1982, inicia la apertura comercial, se acelera

en 1985 con el ingreso de México al GATT y se consolida en 1993 con la entrada

en vigor del TLC (Gil, 2015). En opinión de Jesús Gil, los programas aplicados

desde 1982 han tenido la finalidad de facilitar la liberalización del sector

agropecuario a través de

1) la severa reducción de la participación del Estado en la promoción del

desarrollo económico sectorial; 2) la apertura comercial externa que

remató en la inclusión del sector agropecuario en el TLC; 3) la reforma

de la legislación agraria abriendo vías a la concentración de la tierra. (Gil,

2015: 154)

Firmado en 1993, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte fue

presentado por el gobierno de Carlos Salinas de Gortarí como la panacea del

desarrollo y la entrada de México al llamado “primer mundo”.29

29 Como escribe Jorge Volpi en La guerra y las palabras: “En los discursos de Salinas

sobresalían siempre dos términos: modernización y solidaridad; estas dos palabras

definían el núcleo de su visión política. Como Porfirio Díaz o Miguel Alemán, él también

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Bajo esa idea, el Tratado perseguía como objetivos: a) eliminar obstáculos al

comercio y facilitar la circulación transfronteriza de bienes y de servicios entre

los territorios de las Partes; b) promover condiciones de competencia leal en la

zona de libre comercio; c) aumentar sustancialmente las oportunidades de

inversión en los territorios de propiedad intelectual en territorio de cada una de

las partes; d) proteger y hacer valer, de manera adecuada y efectiva, los

derechos de propiedad intelectual en territorio de cada una de las Partes; e) crear

procedimientos eficaces para la aplicación y cumplimiento del Tratado, para su

administración conjunta y para la solución de controversas; y f) establecer

lineamientos para la ulterior cooperación trilateral, regional y multilateral

encaminada a ampliar y mejorar los beneficios del Tratado (Américanos, 2021).

El Tratado de Libre Comercio con América del Norte fue el resultado de los

Pogramas de Ajuste Estructural que fueron “sugeridos” por el Banco Mundial y

el Fondo Monetario Internacional a las naciones africanas pero que también

fueron llevadas a cabo en sudamérica con la intención de “sanear” la economía

de dichos países, en el contexto de las deudas adquiridas por los gobiernos y

financiar proyectos de desarrollo (Rubio, 1992).

Sin embargo, para la filósofa feminista Silvia Federici, los programas de

liberación comercial no se han traducido en beneficios concretos para las

regiones y sí, en cambio, en afectaciones:

Los Programas de Ajuste Estructural (PAE), por ejemplo, pese a su

promoción como herramientas para la recuperación económica, han

destruido los modos de subsistencia de las mujeres, haciendo imposible

que se reproduzcan ellas y sus familias. Uno de los objetivos principales

de los PAE es la <modernización> de la agricultura, es decir, la

reorganización de la misma en base al comercio y la exportación. Lo que

conlleva un aumento del terreno dedicado a los cultivos comerciales y

que más mujeres, las principales agricultoras de subsistencia del mundo,

se vean desplazadas. Las mujeres también se han visto desplazadas por

el retraimiento del sector público que ha provocado el desmantelamiento

estaba convencido de que México sólo saldría del atraso y la marginación mediante un

rápido progreso económico” (Volpi, 2004: 124)

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de los servicios sociales y del empleo público. También aquí las mujeres

han sido las que han pagado el precio más alto no solo porque han sido

las primeras en resultar despedidas sino también porque la falta de

acceso a la asistencia sanitaria y al cuidado infantil marca para ellas la

diferencia ente la vida y la muerte. (Federici, 2018: 162)

De manera concreta, en México, la firma del Tratado supuso, en el sector

agropecuario30 la implementación de dos acciones. Por un lado, la cancelación

de aranceles a las exportaciones de Estados Unidos y Canadá hacia México y,

por otro lado, la eliminación o equiparamiento de los subsidios federales a la

producción de los cultivos que entraron en el Tratado.

La eliminación de aranceles a las importaciones de maíz proveniente de Estados

Unidos, provocó la pauperación de las condiciones de vida de los campesinos,

lo que provocó que cerca de 70% de ellos enfrentaran desventajas comerciales

como resultado de la apertura total del comercio (Maya & Cabada, 2009).

En términos agrícolas, el Tratado de Libre Comercio con América del Norte

significó una división internacional de la producción agrícola que se enmarca

dentro de una reestructuración internacional de la producción de bienes de

consumo

Y prioriza la producción para la exportación: acepta la división

internacional del trabajo agrícola según la cual los países desarrollados

(Estados Unidos, la Comunidad Europea, Australia y Canadá) son

productores de granos básicos, carne y oleaginosas, y los países

subdesarrollados, sobre todo los de América Latina, productores de

frutas, hortalizas y flores; es decir, bienes suntuarios cuya producción y

comercialización está controlada por trasnacionales o por oligopolios

nacionales. (Quintana, 2005: 100)

De manera que mientras que en México se producirían hortalizas, frutas y

verduras (Maya & Cabada, 2009), Estados Unidos enfocaría su producción

30 El Tratado de Libre Comercio con América del Norte contempló siete sectores

económicos: 1) el sector manufacturero, 2) el sector automotriz, 3) el sector textil, 4) el

sector agropecuario, 5) servicios financieros, 6) inversión extranjera y, 7) maquiladoras.

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agrícola al cultivo de granos básicos como el maíz. En términos concretos, la

especialización del campo mexicano a la producción de hortalizas ha significado

que se desplacen algunos cultivos importantes para la subsistencia como la

agricultura maicera y que ello, a la postre, signifique una pérdida sustancial de

seguridad y autosuficiencia alimentaria.

En consonancia con lo anterior, en opinión de Beatriz de la Tejera y

colaboradores, “al entrar en vigor el TLC en enero de 1994 se cambió el concepto

de seguridad alimentaria, al hacerse depender parte importante de la

disponibilidad nacional a la oferta de grano proveniente de Estados Unidos,

presionar los precios del grano a la baja y generar un alto grado de vulnerabilidad

nacional” (Tejera, Santos Ocampo, Arreola Zarco, & Ochoa Franco, 2009: 123)

De manera que, como sostienen Raymundo Espinoza y colaboradores (2019)

las políticas agrícolas neoliberales implementadas como antesala y requisito

para los PAE:

han sido reorganizadas para desmantelar la soberanía alimentaria del

país y convertir a los campesinos mexicanos en proletariado rural, ello

mediante la apertura a la importación de granos estadounidenses

subsidiados y la promoción de la agricultura comercial de exportación, lo

cual ha derivado en la sobreexplotación de territorios y biodiversidad en

las regiones donde operan las agroindustrias -algunas están entre las

más grandes del mundo-, y que son, además, las mayores consumidoras

de agroquímicos, fármacos veterinarios, maquinaria y semillas

transgénicas. (Espinoza, y otros, 2019: 185)

En el campo mexicano y específicamente en el campo de Eraxamani y los

terrenos comunales de Tumasïu esto se concretizó en el desplazamiento de la

agricultura tradicional maicera para autoconsumo por cultivos como las berries

(fresa, arándano, frambuesa), cuya producción es principalmente para

exportación. En Tumasïu como en el resto de las comunidades de Eraxamani,

cada hectárea de berries más equivale a una hectárea menos de maíz.

Según el reporte presentado por el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural

Sustentable y la Soberanía Alimentaria de la Cámara de Diputados, es posible

apreciar un incremento en la producción de berries, a partir de la firma y entrada

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en operación del Tratado. Según el mismo reporte, en 1993, antes de la entrada

en vigor del Tratado se producían en México 94, 657 toneladas de fresa, en 1995,

un año después de la firma, se produjeron aproximadamente 140 mil toneladas

(CEDRSSA, 2017). En el marco de la firma del Tratado, según el mismo reporte,

las importaciones estadounidenses de berries en general quedaron libres de

arancel a partir del primero de enero de 1994 lo que, a la postre, ha significado

un aumento de 1, 189% de la producción de berries en México de 1993 a 2016.

Incluso, en el contexto de la firma y entrada en vigor del Tratado de Libre

Comercio, la producción mexicana de zarzamora, sólo por poner un ejemplo,

desplazó a la producción canadiense que antes del Tratado era el principal

proveedor del mercado estadounidense de zarzamoras. Sin embargo, es

conocido que Canadá se ha caracterizado en los últimos veinte años por la

deslocalización de empresas (Federici, 2018), sobre todo cuando éstas suponen

la expoliación de los elementos naturales hacia otras regiones, principalmente a

los países clasificados como de Tercer Mundo o en vías de desarrollo y, por

ende, susceptibles de “recibir” inversión de capital extranjero.

Tercer momento: El Boom de las comodities.

El tercer momento importante en la historia del incremento del cultivo de las

berries lo constituye el boom de las commodities entre 2005 y 2007 a partir del

cual se nota un incremento importante tanto en las toneladas de cosecha como

en las hectáreas de cultivo.

En los años noventa del siglo XX los precios de las materias primas

aumentaron de forma palpable. Esta prosperidad se reforzó aún más

después del cambio de siglo; la década entre 2003 y 2012- 2013 hoy se

conoce como el “Súper Ciclo”. Los precios de combustibles como el gas

y el petróleo, de minerales y metales, así como de productos agrícolas,

siguieron su incremento de manera continua y, a partir de 2005, a una

velocidad inverosímil y hasta llegar a un nivel récord. (Danilo, 2019)

El incremento de los precios de las materias primas, a su vez, se tradujo en un

incremento de la superficie de cultivo que a la fecha, se ha ido incrementando

de manera constante, tal como podemos observar en las siguientes tablas donde

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se observa tanto el incremento de la superficie sembrada como la cosecha desde

el 2004 al 2019.

Imagen 3 Incremento de la superficie de cultivo de fresa en Michoacán del 2004 al 2019. Fuente: Elaboración propia con información del SIAP.

Imagen 4 Incremento anual del tonelaje de cosecha del fresa en el estado de Michoacán del 2004 al 2019. Fuente: Elaboración propia con información del SIAP.

Es de notar que este incremento en las hectáreas de producción de berries, al

igual que de otras commodities y cultivos como el aguacate y la quinoa31,

31 Como lo describe Andy Robinson: “La quinoa se había puesto de moda de manera

espectacular a principios del siglo XXI, al menos entre las clases medias de los países

desarrollados, donde la reacción contra el gluten estaba transformando el régimen

alimentario de millones de personas. Al igual que ocurrió con el aguacate, la quinoa se

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obedece también a un incremento en el consumo y la demanda principalmente

de países del Norte Global que, a su vez responde, a la moda de los llamados

superalimentos con alto contenido proteínico y de antioxidantes. Las berries y

específicamente el arándano es el que mayor cantidad de antioxidantes aporta,

mismos que están relacionados con el incremento del colesterol HDL o

“colesterol bueno” que es muy importante para disminuir la posibilidad de

contraer afecciones cardiacas (López, 2021).

Vista así, la producción de monocultivos como las berries lleva salud a ciertos

lugares pero deja enfermedad en los lugares donde se producen lo que habla de

un consumo irresponsable y acrítico y que responde, finalmente, a un deseo

moderno de repeler la vejez32.

Lo que también dice que los conflictos de distribución no involucran únicamente

distribuciones inequitativas de dinero y ganancias económicas, sino a la

distribución inequitativa de bienes inmateriales como la salud humana y

ambiental.

Por lo anterior, cada vez es más común observar cómo en Eraxamani pero no

únicamente en esa región, los cultivos de exportación como las berries van

avanzando sobre los terrenos comunales antes dedicados a la siembra y cultivo

del maíz para subsistencia. La imagen 5 muestra el avance del agronegocio por

el estado de Michoacán. Haciendo uso de Google Earth recorrí los 113

municipios del estado para identificar de manera aérea los predios donde había

instalada agricultura protegida, esto es, acolchados plastificados o

macrotúneles. Si bien es cierto que no es un método preciso pues algunos

puntos pueden corresponder a otro tipo de instalaciones, cierto es que por sus

convirtió en un superalimento codiciado por sus propiedades saludables.” (Robinson,

2020: 176) 32 Para Gilles Lipovetsky cada época histórica tiene una figura mítica y opina que si a

los tiempos de Sigmund Freud le correspondió la mítica figura de Edipo, en la actualidad

de una sociedad moderna -o posmoderna, para Lipovetsky-, corresponde la figura de

Narciso: “Inversión narcisista en el cuerpo visible directamente a través de mil prácticas

cotidianas: angustia de la edad y de las arrugas; obsesión por la salud, por la <línea>,

por la higiene; rituales de control (chequeo) y de mantenimiento (masajes, sauna,

deportes, regímenes); cultos solares y terapéuticos (superconsumo de los cuidados

médicos y de productos farmacéuticos), etc.” (Lipovetsky, 2002: 60)

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carácterísticas la mayoría se corresponde con las prácticas de la agricultura

industrial protegida.

Imagen 5 Avance del agronegocio en el estado de Michoacán. Fuente: Elaboración propia con utilización de Google Earth.

Sin embargo, aterrizando en la experiencia de la comunidad de Tumasïu, la

agricultura industrial de berries para exportación que se instaló en los terrenos

comunales durante poco más de seis años no se tradujo en mejorar la calidad

de vida de la comunidad. A ojos de los comuneros la vida en Tumasïu sigue

prácticamente igual.

Recuerdo en ese sentido una conversación que tuve con Napoleón Márquez,

quien además de ser comunero originario de Tumasïu y formar parte del Consejo

Comunal y ser integrante activo de la ronda comunal, fue mi portero de entrada

a la comunidad. En aquella conversación le pregunté que si pudiésemos regresar

el tiempo y colocar una cámara fotográfica que registrase el momento en que la

empresa llegó a la comunidad hasta pasados los seis años de renta de tierras,

me dijera en qué había mejorado o cambiado la comunidad. Su respuesta fue

apabullante:

No pues en nada Jesús, aquí en Santo Tomás, después de seis años de

cultivo de frutilla por parte de la empresa Agrosuperior, te puedo decir

que el pueblo sigue prácticamente igual, antes más bien ha empeorado

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por la contaminación que nos está dejando la empresa con las tierras ya

sin minerales y contaminadas por tantos agroquímicos que les ponen.33

El testimonio de Napoleón es importante porque me permite contrastar el

discurso productivista y entusiasta, basado en el incremento de la producción de

materias primas, con la que tanto el gobierno estatal como el sector empresarial

defienden el agronegocio de frutos rojos en su avance y expansión pero que, sin

embargo, en la experiencia concreta de muchas comunidades y en específico

de la comunidad de Tumasïu, la instalación del monocultivo no ha significado un

mejoramiento de los niveles y de la calidad de vida de los comuneros, lo que

habla de una inequitativa distribución de las ganancias y de las afectaciones.

Al respecto, es revelador el panorama que pintaba ya en 1981 Ernest Feder con

relación a la contribución de la industria fresera al bienestar de Zamora y Jacona,

entonces región productora por excelencia del fruto:

La industria de la fresa es una fuente importante de ingresos para el

gobierno del Estado de Michoacán, a la cual éste se aferra con

desesperación; pero los fondos estatales no se derraman en las

comunidades de Zamora y su vecina Jacona. La contribución de la

industria local al bienestar de los pueblos es prácticamente nula. Ambos

pueblos están físicamente en decadencia, los servicios públicos son

inadecuados, no se gasta prácticamente ningún dinero en embellecer

estos horribles y ruidosos pueblos, no obstante que se sabe que sólo en

Zamora residen 3, 00034 millonarios. Esta industria localmente

importante, no contribuye al mejoramiento de la vida del ciudadano

33 Entrevista a Napoleón Márquez Serano, realizada el 8 de noviembre de 2018 en

Ciudad Universitaria en Morelia, Michoacán. 34 El dato de los 3000 millonarios residentes en Zamora ofrecido por Feder parece

exagerado, sin embargo, respeto el dato ofrecido por el autor. Extraña y

coincidentemente, Feder caracteriza a estos “millonarios”, como:

“a) Aquellos que ocupan y ocuparon funciones importantes en la organización

sociopolítica del ejido; b) Ejidatarios que compraron sus títulos a través de alguna

maniobra ilegal en confabulación con los funcionarios del ejido y los organismos del

gobierno encargados del sector ejidal; c) Los acaparadores, que amplían sus

propiedades ilegalmente mediante la compra o renta de parcelas de otros ejidatarios.”

(Feder, 1981: 87)

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medio, sino todo lo contrario, como lo señalaré más adelante. (Feder,

1981: 77)

Por triste que parezca, el panorama de desigualdad social que dibujaba ya Feder

en 1981, es consustancial a los enclaves agrocapitalistas. Para Silvia Federici

(2018), una de las características del extractivismo de materias primas, como

resultado de las prácticas impulsadas a partir de los programas de ajuste

estructural, es que es una actividad que no está diseñada para mejorar los

niveles de calidad de vida de las comunidades donde se instala, antes bien, las

empeora como mecanismo que facilita y justifica la permanencia del agronegocio

en la región.

En consonancia con lo anterior, es menester considerar que si bien la producción

de berries en Michoacán se ha incrementado a partir de la firma del Tratado de

Libre Comercio y con la ratificación del T- MEC y se ha traducido en miles de

millones de dólares en divisas, lo cierto es que ello no ha significado

necesariamente un mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades

donde el agronegocio se ha instalado.

Considero que estas características del avance del monocultivo de berries en

tierras comunales permite caracterizar al agronegocio como una actividad

extractiva, es decir, como una agricultura industrial extractivista que produce

mercancías para exportación, tal como sugiere Omar Felipe Giraldo:

La agricultura industrial también se define por su extractivismo. Es decir,

trata a la naturaleza no como punto de retorno, sino tan solo como punto

de partida en la cadena de producción material. Es una agricultura

fosilista, totalmente dependiente del petróleo, que funciona a partir de

incrementos de consumo de energía y materiales. Asimismo, el modelo

funciona incluyendo a los seres humanos como simples engranajes de

la mega- máquina industrial, en la que progresivamente se va

condenando a los agricultores a servir como operarios mientras que los

demás son reducidos a consumidores, en una carrera que convierte a

mujeres y a hombres en “recursos humanos” que surten al proceso de

explotación. (Giraldo, 2018: 178)

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A su vez, este extractivismo de materias primas genera a su paso externalidades

ambientales, así como cambios y transformaciones en los modos de vida lo que

hace que algunos investigadores como Eduardo Gudynas se pregunten por qué

los gobiernos toleran y hasta promueven el extractivismo, o el agroextractivismo

en nuestro caso, como modelos de desarrollo (Gudynas, 2010), si se trata de

prácticas que expolian los territorios.

Se pregunta Gudynas “¿Por qué los gobiernos progresistas toleran estos

impactos sociales y ambientales?” (Gudynas, 2010: 63). La respuesta de los

gobiernos progresistas consiste en aminorar las consecuencias ambientales

comparadas con la riqueza que se puede generar a su costa, como ejemplo,

Gudynas cita a Rafael Correa, expresidente de Ecuador: “En el caso

ecuatoriano, el presidente Rafael Correa repite las alusiones a “no ser mendigos

sentados sobre un saco de oro”, donde sería una tontería o irresponsabilidad no

aprovechar esa riqueza” (Gudynas, 2010: 65)

Considero que definir y percibir la agricultura industrial como un proceso

extractivista es difícil entre otras cosas porque hay una falta de una experiencia

perceptiva inmediata de los daños aunado a una falta de información científica

de calidad y oportuna de los daños y consecuencias de la agricultura industrial y

a la obtención de ciertos beneficios inmediatos como los salarios de los y las

jornaleras y las rentas anuales por la tierra a los comuneros (Janacua, 2020).

Ello ha facilitado que la expansión de la agricultura industrial se incremente en

los terrenos de las comunidades de Eraxamani, lo que ocasionalmente ha dado

origen a problemas y conflictos como el ocurrido en la comunidad de Tumasïu.

Ahora bien, a la luz de lo expuesto hasta ahora, habría que preguntarnos ¿de

qué elementos naturales se apropia este capitalismo agrícola despojando a las

comunidades indígenas de Eraxamani? A raíz de la experiencia vivida en

Eraxamani y en Tumasïu, podemos decir que mediante la producción de

materias primas la agricultura industrial en Eraxamani extrae principalmente

agua y suelo lo que supone, por sí mismo, un daño a largo plazo pues es un

extractivismo de elementos naturales que rompe el ciclo metabólico natural, es

decir, un consumo de agua que supera la capacidad de recarga de los

manantiales o un uso del suelo que supera la capacidad de éste para recuperar

sus nutrientes.

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A continuación, abordo este extractivismo de agua y suelo pues constituyen dos

elementos abundantes en Eraxamani que han permitido la instalación del

agronegocio en su territorio y que, por ende, explican la instalación del

monocultivo en los terrenos comunales sustituyendo los cultivos para

autoconsumo como el maíz.

2. 2 Las aguas y las tierras de Eraxamani y Tumasïu en la vorágine

extractivista.

En este apartado me interesa mostrar el despojo de agua y suelo por parte de

las compañías agrícolas que han instalado la agricultura industrial de berries y

de otros cultivos en los terrenos comunales de Eraxamani, despojo que, como

sostiene Verónica Velázquez (2019), se caracteriza por la velocidad con la que

se ha venido realizando esta extracción35 que expolia los elementos naturales y

con ello los medios de reproducción y de vida de las comunidades. La agricultura

industrial supone un uso desmedido, un uso extractivo de elementos naturales,

principalmente de agua y suelo, cuya reparación y reproducción, en términos de

metabolismo social, son superados con creces.

Ïtsi (agua) para las berries.

Las muchachas pasan en grupos rumbo al ojo de agua. Las que van,

llevan el cántaro apoyado en el cuadril, sujeto el cuello estrecho con una

mano; las que regresan lo traen en la cabeza, sostenido levemente con

un brazo en arco, o, las más ágiles, suelto, en equilibrio peligroso, a tono

con el paso rítmico. Puesta de sol. (Sáenz, 1932)

35 En su trabajo, Verónica Velázquez hace referencia a los procesos extractivistas que

supone el cultivo de berries, principalmente zarzamora en el Valle de los Reyes y a la

tala clandestina, sufrida en la comunidad de Cherán: “Aunque las comunidades

indígenas en la Meseta P´urhépecha de Michoacán han resistido a antiguos procesos

históricos de despojo de sus recursos y territorios comunales, en las últimas décadas

se ha acelerado el cambio de uso de suelo.” (Velázquez, 2019: 17).

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Esta cita, del emblemático libro Carapan, publicado en 1932 por Moisés Sáenz,

refleja un poco los usos y prácticas del agua en Eraxamani. De la fecha del libro

del educador a la actualidad las cosas han cambiado. Las muchachas ya no van

al agua y los cántaros ya poco se usan y han quedado relegados a objetos

ornamentales, se prefiere comprar agua embotellada para el consumo y el agua

entubada ha dejado de lado la necesidad de “ir a acarrear el agua” desde el río

Duero. El uso del agua también ha cambiado.

En este apartado, presento a Eraxamani como un lugar con abundante agua, lo

que en un principio dio lugar a las comunidades a lo largo de la Cañada, pero

ahora, años después, también ha dado lugar a la llegada de empresas agrícolas

de capital trasnacional para la producción de berries y hortalizas para

exportación.

Corre el mes de julio de 2020 y Napoleón Márquez se prepara para cultivar su

terreno comunal. Para hacerlo ha conseguido semilla criolla de la meseta

p´urhépecha. Para sembrar su maíz Napoleón recurre a las técnicas

tradicionales de sus antepasados p´urhépecha, se planteó como reto no utilizar

agroquímicos como fertilizantes y pesticidas. Además de la preparación previa

del terreno es importante la espera de la lluvia, que haya buena lluvia para tener

una buena cosecha. Las prácticas agrícolas maiceras en Tumasïu como en el

resto de las comunidades de Eraxamani son de temporal, es decir, dependen de

la cantidad de lluvia por año a diferencia de la agricultura industrial cuyos

agroempresarios tienen acceso a la infraestructura hidráulica como los pozos

profundos y los canales del distrito de riego.

La diferencia es que mientras los cultivos de temporal respetan los ciclos

hidrológicos en tanto que dependen de la lluvia anual (“si no llueve, no hay

cosecha”), la agricultura industrial tiene acceso al agua prácticamente todo el

año sin restricción alguna lo que ha dado origen a cuestionamientos acerca de

cuánta agua consumen las compañías agrícolas que se han apostado a lo largo

y ancho de Eraxamani para la producción de berries y hortalizas.

Don Avelardo Eraspe es un comunero de sesenta y ocho años originario de la

comunidad de Carapan. Desde el 2015 trabaja como personal de mantenimiento

del parque Ostákuaro, el primero de los manantiales que dan origen al río Duero

que atraviesa, serpenteando, toda la región de la Cañada de los Once Pueblos

hasta desembocar en el lago de Chapala, ya en el estado de Jalisco. El manantial

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se encuentra en la comunidad de Carapan, la primera de las once comunidades

que conforman el territorio p´urhépecha Eraxamani. Ahí, en lo alto, se encuentra

Ostákuaro que, además de funcionar como un parque recreativo también

funciona como un mini- sistema de riego comunal en el que se abren y cierran

las compuertas para regar las huertas de aguacate o el propio abastecimiento

de agua al interior de la comunidad.

Con el paso del tiempo, Don Avelardo ha sido testigo de la disminución del

afluente de agua en el principal manantial de Carapan lo que a su vez ha dado

lugar a distintas explicaciones. Para el comunero es importante el papel que

juegan las compañías agrícolas que se han apostado en los terrenos comunales

de Carapan, Ichán y Tacuro, que se encuentran en la parte más alta de

Eraxamani. Para Don Avelardo, una de las transformaciones importantes que ha

ocasionado la llegada de las compañías agrícolas, además del empleo para los

comuneros y comuneras en el jornal, es la disminución del afluente de agua en

Ostákuaro:

Imagen 6 Manantial "Ostákuaro", ubicado en la comunidad de Carapan, es uno de los tres manantiales que da origen al río Duero. Fotografía: Jesús Janacua Benites.

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acá en la parte rumbo a Purépero están… llegaron inversionistas

extranjeros que hicieron pozos para el riego de la fresa que plantan allí

y pudiera ser que ellos son, nos están afectando porque como el agua

nosotros pensamos que viene de arriba para abajo y ellos están

haciendo pozos ya acá adelante para arriba, pudiera ser que es lo que

está afectando que ya no haya suficiente agua para nacer acá36

Si bien no hay estudios científicos que comprueben que la disminución del agua

en el manantial Ostákuaro se deba a la llegada de las compañías agrícolas a

Eraxamani, lo cierto es que, en términos administrativos, en México el sector que

más agua requiere es el sector agrícola, seguido del sector doméstico o público

y del sector industrial. Según una investigación, publicada por la Gaceta de la

Universidad Nacional, se estima que la industria agrícola consume cerca del 80%

del agua en México (Maguey, 2018). Lo anterior ocurre dado que se privilegia la

actividad agropecuaria como una actividad productiva.

36 Entrevista realizada a don Avelardo Eraspe Santos el 11 de abril del 2018, en la

comunidad de Carapan.

Imagen 7 Canales de riego de la Cañada de los Once Pueblos. Fotografía: Jesús Janacua Benites.

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Con relación en específico al cultivo de fresa algunas investigaciones apuntan

que el cultivo de la fresa requiere de grandes cantidades de agua que en

Eraxamani significa mermar las aguas del río Duero y de los afluentes

subterráneos que dan lugar a los manantiales que originan al mítico río. En una

entrevista realizada a J. Luis Seefoó Luján37, investigador del Colegio de

Michoacán y quien ha enfocado sus estudios en torno a la agricultura industrial

de berries, sostuvo que en el cultivo de berries cuando el sistema de riego para

la fresa es por goteo son necesarios aproximadamente 192 litros de agua para

producir un kilogramo de fruta, mientras que, si el sistema de riego es tradicional,

es decir, por gravedad o inundación, el requerimiento de agua puede elevarse

hasta los 1, 080 litros de agua por kilogramo de fresa. De manera que, si por

hectárea se producen aproximadamente cuatro toneladas de fresa, el gasto de

agua por hectárea es de 776, 000 litros de agua.

Por lo anterior, al ser Eraxamani una región con abundancia de agua también ha

sido una región codiciada para la producción agroindustrial. Al igual que muchas

zonas del país, Eraxamani no está exenta de conflictos por el agua que están

atravesados por el uso, manejo y distribución desigual del agua.

37 Entrevista realizada el 23 de febrero de 2019 en las instalaciones de El Colegio de

Michoacán, en la ciudad de Zamora.

Imagen 8 Canales de riego de la Cañada de los Once Pueblos. Fotografía: Jesús Janacua Benites.

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Mientras hacía trabajo de campo, la impresión que me dejó la región fue que

había dos tipos de apropiación o uso de agua: uno comunal y otro agroindustrial.

La diferencia entre los dos modos de apropiación estriba, según mi comprensión,

en que mientras el modo de comunal utiliza preponderantemente agua

superficial a través de los canales de riego que salen de Ostákuaro el modo de

apropiación agroindustrial utiliza agua subterránea y se realiza mediante

concesiones expedidas por la Comisión Nacional del Agua.

Es conocido que la creación de los distritos de riego fue creando una división en

las comunidades entre aquellos que tenían acceso al agua para riego y aquellos

que no y se tenían que contentar con el cultivo de temporal, sabido es que “la

situación de los productores de temporal siempre fue más precaria que la de los

de riego” (Diego, 2019)

Es justo aquí donde Seefoó Luján (2005), identifica un punto nodal en la

diferenciación de los productores de fresa que terminaría dejando fuera del

negocio de la fresa a muchos pequeños productores y dejando el camino

despejado a las grandes empresas productoras.

Según Luis Seefoó Luján, el mercado estadounidense, el mercado más

importante para los productores mexicanos de fresa, impuso unas normas de

sanidad e inocuidad que tenían la finalidad el reducir el riesgo sanitario para los

consumidores norteamericanos (Seefoó, 2009) y dichas normas de inocuidad

incluían eliminar el riesgo microbiano eliminando el sistema de riego con agua

superficial o “rodada”. Según el investigador:

La restricción de cultivos en tierras regadas con aguas contaminadas se

ha convertido en una condición de singular importancia para la salud de

las finanzas de las empresas y de los consumidores. Las normas

oficiales de la calidad de riego limitaron el cultivo de hortalizas que tienen

contacto directo con agua y suelo y que regularmente se ingieren sin

cocer, como las fresas. De esta forma se protege la salud de la población

y se impide que los productores menos capitalizados planten la frutilla.

(Seefoó, 2005)

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Estas condiciones generaron una relación de poder, dominación e inequidad de

los agricultores más adinerados y con acceso a los canales de riego para con

los productores menos capitalizados.

Lo anterior, también se enmarca dentro del proceso de modernización de la

producción fresera que significó dejar atrás prácticas consideradas riesgosas

como el llamado entarquinamiento también conocido como estanquilamiento y

que según Feder (1981), era una práctica que se realizaba como parte de las

actividades de preparación del terreno para la siembra y cultivo de la fresa en

regiones como Zamora y Jacona. La técnica consistía en inundar con agua en

varios centímetros de profundidad el terreno a cultivar, según Feder (1981), se

creía que con esta práctica se eliminaban las enfermedades y las malas hierbas

por lo que era una práctica que se realizaba antes de la introducción y uso de

los insecticidas y agroquímicos38.

Las luchas por la tierra en Eraxamani, como en muchas partes, han sido también

una lucha por el agua. Así, el testimonio de Don Venustiano, comunero de la

comunidad de Zopoco, cobra relevancia pues, como veremos, en Eraxamani el

aprovechamiento tanto del agua como de la infraestructura hidráulica queda en

manos de los grandes empresarios. Sostiene don Venustiano con relación a la

instalación de la agricultura industrial de berries en Tumasïu:

el asunto ahí era generar empleo para que la gente de Zopoco, la gente de

Santo Tomás se ocupe para no andar en otros… peleándonos, ¿si?, y ya

ahí fue surgiendo lo del agua, yo lo que quería investigar era saber si el

empresario estaba pagando esta agua, entonces no lo está pagando, no

existe un documento, el permiso en donde él tenga por escrito que está

empleando esta agua para, para saquearnos el agua, está aprovechando

recursos naturales que eran beneficios para el pueblo, ahora él los está

ocupando39.

38 Sin embargo, según lo sostenido por J. Luis Seefoó (1989), a partir de 1948 se

comenzó la fabricación de plaguicidas a través de un convenio con la Fundación

Rockefeller y el gobierno mexicano, a partir de ahí se iniciaría un proceso de propaganda

para la venta de los agroquímicos que irían sustituyendo al entarquinamiento como una

práctica contra las plagas del cultivo de la fresa. 39 Entrevista realizada a Don Venustiano, el 3 de abril del 2018 en la comunidad de

Zopoco.

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Eraxamani pertenece al distrito de riego Ciénega de Chapala, a la región

hidrológica VIII Lerma Santiago Pacífico en la que, según lo registrado en el

portal de la Comisión Nacional del Agua, en el municipio de Chilchota hay 28

concesiones de agua40 para uso agrícola. Sin embargo, en la práctica es difícil

conocer en qué medida se relacionan el número de concesiones con el número

real de usuarios pues a partir del periodo de veda, muchos concesionarios

rentaron volúmenes de agua a otros usuarios.

Sin embargo, el testimonio de don Venustiano muestra el aprovechamiento

desigual e inequitativo del agua aún en zonas ricas de este elemento como

Eraxamani pues mientras las compañías agrícolas están aprovechando el agua

subterránea, las comunidades vecinas que se abastecen del agua de Ostákuaro

y Kuinio, han enfrentado dificultades para abastecerse de agua.

De esa manera, mientras escribía esta tesis, revivió un conflicto por el agua entre

Carapan y el resto de las comunidades de Eraxamani. Al estar los dos principales

manantiales que dan origen al río Duero en la comunidad de Carapan, las

autoridades civiles de esta comunidad pretendieron realizar trabajos de

modernización en el parque del manantial Kuinio por lo que solicitaron

cooperación de las comunidades río abajo. Sin embargo, algunas comunidades

se molestaron porque las autoridades civiles de la comunidad de Carapan

amenazaron con cortarles el agua a sus comunidades si éstas no cooperaban.

Al final, el problema se redujo a cooperación voluntaria y no se le negó el acceso

al agua a las comunidades.

Este aprovechamiento desigual del agua en Eraxamani donde la mayor parte del

consumo de agua queda en manos de los agroempresarios, ha dado lugar a la

generación de externalidades41. En particular, con relación a la industria fresera

40 Según la Ley Nacional de Aguas una concesión es un ”Título que otorga el Ejecutivo

Federal a través de “la Comisión” o del organismo de Cuenca que corresponda,

conforme a sus respectivas competencias, para la explotación, uso o aprovechamiento

de las aguas nacionales, y de sus bienes públicos inherentes, a las personas físicas o

morales de carácter público y privado, excepto los títulos de asignación” 41 En México, entre 2020 e inicios del 2021 ha iniciado una crisis hídrica sin precedentes

lo que ha hecho que algunos actores sociales volteen a ver a las grandes empresas

trasnacionales que hacen uso desmedido del agua como Coca cola, Bonafont, PepsiCo

y algunas cerveceras que gozan del cobijo de las políticas neoliberales extractivistas.

Conocido es el caso de las comunidades poblanas de Almoloya, Tlautla, Ometoxtla,

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preocupa tanto la cantidad y uso de agua como las consecuencias para los

mantos freáticos por el uso de agroquímicos. Como vimos, el cultivo de fresas

para exportación requiere grandes cantidades de agua, pero también genera

consecuencias o externalidades a los cuerpos y mantos freáticos de los cuales

se abastecen las comunidades de Eraxamani.

La generación de externalidades por la producción industrial de berries con

relación al agua incluye la eutrofización de los cuerpos de agua ocasionada por

los nutrientes de los fertilizantes que logran llegar a las superficies de los mantos

acuáticos, esa hipernutrición en el agua provoca una explosión de algas

fotosintéticas que, a su vez, impiden la entrada de luz solar al fondo acuático lo

que consecuentemente termina matando a los organismos (Bucheli, 2015).

Según una investigación realizada por Adriana Sandoval y Antonieta Ochoa,

parte de la contaminación del lago de Chapala, en cuyas aguas desemboca el

río Duero, se debe a las descargas de aguas residuales sin tratar, pero también

por los agroquímicos vertidos a lo largo del río (Sandoval & Antonieta , 2010). En

ese sentido, en enero de 2020 un reportaje del periódico La Jornada daba

cuenta, basándose en algunas investigaciones realizadas por la Universidad de

Guadalajara y el Centro de Investigaciones y Estudios Sociales y Antropológicos

de Occidente, de la existencia de residuos de hasta doce agroquímicos

considerados peligrosos para la salud en la orina de niños de las comunidades

cercanas al lago de Chapala42.

De esta manera, la producción industrial de berries no solamente significa un uso

desmedido de agua sino también la contaminación y eutrofización de los mantos

de agua en la región.

Zacatepec, Cuanlá, Nextetelco, Coronango, Tepalcatepec, Cuapan, Xoxtla y

Cuautlancingo, comunidades que luchan contra el saqueo de agua que la empresa

Bonafont hace de sus manantiales. En un comunicado se puede leer: “Los pueblos

exigimos que este despojo se detenga de manera inmediata y definitiva, nos sumamos

a la exigencia de que la empresa salga del territorio y que el agua sea para las

comunidades”. En: https://www.lajornadadeoriente.com.mx/puebla/denuncian-pueblos-

del-itza-popo-amenazas-de-los-representantes-legales-de-bonanfot/

42 Nota periodística “Niños orinan agrotóxicos en Jalisco” en:

https://www.jornada.com.mx/2020/01/04/opinion/014a1eco

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Echerendo (tierra) para las berries.

Cuando la empresa llegó a Santo Tomás pues yo creo que ahí peló los ojos porque nuestras tierras nunca habían sido utilizadas de esa manera, entonces eran prácticamente vírgenes43…

Napoleón Márquez, Comunero de

Tumasïu.

Para Napoleón Márquez Serano, comunero de Tumasïu, el uso de los

agroquímicos es una de las afectaciones más importantes que la agricultura

industrial está ocasionando en los terrenos de su comunidad, pero también en el

resto de las comunidades de Eraxamani. En su reflexión, Napoleón compara la

agricultura que anteriormente se realizaba en los terrenos comunales de

Tumasïu con las prácticas que las compañías emplean en la producción de

berries y resalta el uso de “tanto agroquímico” que, en comparación con las

prácticas campesinas de sus padres y sus abuelos, no se utilizaban.

Para el investigador Omar Felipe Giraldo la agricultura industrial es una actividad

extractiva por partida doble. En primer lugar, porque extrae del suelo los

nutrientes dejándola prácticamente inservible para actividades agrícolas

posteriores, pero también porque es una agricultura altamente dependiente de

minerales para la fabricación de los agroquímicos, minerales que son extraídos

mediante la minería. El autor pone de ejemplo el cultivo de la soya:

Los ejemplos del agroextractivismo son múltiples, pero quizá basta con

citar el caso de la soya. Para producir una tonelada al modo de los

“desiertos verdes” que se han venido territorializando vertiginosamente

en los campos del Sur global desde los albores del milenio, se requiere

43 Entrevista a Napoleón Márquez el 8 de noviembre de 2018 en Ciudad Universitaria,

Morelia, Michoacán.

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extraer “16 kilogramos de calcio, 9 de magnesio, 7 de azufre, 8 de

fósforo, 33 de potasio, y 80 de nitrógeno”. Esos elementos químicos no

son retribuidos al suelo y generan su degradación, minando

aceleradamente las bases requeridas por la vida para su reproducción.

(Giraldo, 2018: 26)

De manera que el agronegocio, que entiendo como sinónimo de la agricultura

industrial, depende de una homogenización y especialización del uso de suelo,

esto es, de eliminar todo aquello que no sea parte del monocultivo. Malezas,

hierbas, arbustos, árboles, insectos, roedores y ganado no son parte del

monocultivo y son eliminados ya sea mediante trabajos culturales mecánicos o

por acción de químicos.

Al mismo tiempo, la eliminación de esta biodiversidad propia de un ecosistema

saludable, hace más propensos a los monocultivos a las plagas lo que, de nueva

cuenta, significa el uso de más agroquímicos tanto para la prevención como para

la eliminación de las plagas.

Históricamente, Eraxamani se ha caracterizado por ser una región altamente

productiva en términos agrícolas, lo que también ha significado diversos embates

contra los modos de vida de las comunidades, así como desplazamientos y

transformaciones de los estilos de vida y consumo. Las prodigiosas y generosas

tierras de Eraxamani, antes dedicadas a la siembra de maíz, de avena, sorgo,

janamargo o trigo, ahora están convertidas en sustrato inerte que sirve de

soporte para los acolchados y macrotúneles blancos.

Cada vez son mas las comunidades que desplazan el cultivo de maíz por el

cultivo de berries, principalmente fresa, arándano y frambuesa, pero también

brócoli son algunos de los cultivos que se están cultivando en los terrenos

comunales. En 2020, mientras me encontraba en la región haciendo trabajo de

campo, eran las comunidades de Carapan, Tacuro, Ichán, Zopoco, Santo Tomás

(Tumasïu), Tanaquillo, Urén, Chilchota, Etúcuaro y Los Nogales las

comunidades en las que había agricultura industrial, aunque en la comunidad de

El Pedregal no había cultivos, en su territorio se encuentra el albergue

“Pedregal”, que alberga a jornaleros y jornaleras de Michoacán, pero también de

otros estados como Guerrero, Oaxaca y Chiapas.

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Es en relación al agua y al suelo que se puede caracterizar a la agricultura como

un proceso de extractivista de recursos naturales a fuego lento, es decir, a una

velocidad poco perceptible lo que hace que pocas veces se le exijan a los

agroempresarios mejores prácticas en torno al uso de estos dos elementos

naturales.

Caminos y veredas: ¿una infraestructura para el mercado?

Una circunstancia que convierte a Eraxamani en una región ideal para la

producción industrial de berries para exportación o, más bien, una circunstancia

que permite el despojo y extracción de elementos naturales para la producción

industrial de berries es la infraestructura de entrada y salida que le conecta con

las ciudades más importantes de la zona Occidente del país.

La infraestructura vial, aeroportuaria y portuaria favorecen tanto la entrada de los

insumos importados como la venta y exportación al mercado internacional de las

materias primas producidas en el país, incluidas las berries.

Eraxamani es travesada por la carretera federal número 15, construida por y en

tiempos del General Cárdenas, lo que le conecta con otras vías importantes

como la federal número 37, la autopsita siglo XXI, que une a la ciudad de México

con Guadalajara, Morelia, Uruapan y Lázaro Cárdenas.

Imagen 9 Comunidad de Tumasïu (punto rojo) en conexión con las ciudades más importantes de la región Centro- Occidente. Fuente: Elaboración propia con uso de Google Earth.

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De esta manera, los elementos naturales como el suelo, el agua, pero también

aspectos como la disponibilidad de mano de obra y la infraestructura existente

en la región, convierten a Eraxamani en una región de recursos clave pues, en

opinión de David Harvey:

Empujados por la competencia, los capitalistas individuales buscan

ventajas competitivas en el seno de esa estructura espacial y tienden,

por consiguiente, a desplazarse a los lugares donde los costos son más

bajos o la tasa de beneficio más alta. (Harvey, 2003: 84)

Sin embargo, la acumulación originaria o la acumulación por desposesión, por sí

sola, no explica la generación y acumulación de riqueza. En el esquema, hace

falta la aparición de un elemento: la fuerza de trabajo.

Fuerza de trabajo, la renta de la vida.

En los ranchos o en el campo, como los lugareños llaman al espacio físico donde

se producen las fresas y hortalizas, acuden personas de la región a trabajar

mediante contrato o por jornal, aunque últimamente las empresas también

mandan transporte a zonas más lejanas como a la meseta p´urhépecha, a

Zacapu o Purépero o bien recientemente han llegado personas de otras

localidades e incluso de otros estados a trabajar en el corte de la fruta. Así, en

diversas partes de la región es posible encontrar albergues destinados para las

personas que vienen bajo contrato de otras latitudes del país.

Como adelanté en el apartado anterior, los procesos de acumulación por

desposesión no explican por sí solos la llegada de la agricultura industrial a

Eraxamani. A las condiciones físicas y la infraestructura existente en Eraxamani

hay que agregar la renta de la tierra y, sobre todo, la renta de la vida de aquellos

comuneros y comuneras que, una vez separados de sus medios de producción

y de vida, venden su fuerza de trabajo a las empresas agrícolas.

Se trata de una población que “entra y sale” de la relación contractual con las

empresas agrícolas dado el carácter de empleo estacional característico de las

plantaciones empresariales capitalistas (Bartra, 2006). En ese sentido, son

comuneros y comuneras que, además de dedicarse estacionalmente a la pizca

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de fresa, mantienen otras actividades que les permiten sobrellevar la vida

cuando el trabajo en los ranchos escasea.

De manera que el capital agrícola trasnacional no solamente genera plusvalía

del despojo de los terrenos comunales y de las características físicas que

abaratan la producción industrial de berries para exportación, en el proceso

también abreva de las actividades económicas y de autosubsistencia que los

jornaleros y las jornaleras realizan cuando no hay trabajo en los ranchos44 de

manera que la renta permite que el despojo nunca se realiza de manera total.

La situación de explotación se complica cuando se piensa en las jornaleras y en

el trabajo infantil. Dentro del trabajo agrícola se destaca que son todavía las

mujeres y los niños quienes son más susceptibles a tener un trato diferenciado

en comparación con los hombres lo que se traduce en menor salario y una mayor

invisibilización laboral. Como sostiene Silvia Federici con respecto al trabajo

doméstico:

El que carezcamos de salario por el trabajo que llevamos a cabo en los

hogares ha sido también la causa principal de nuestra debilidad en el

mercado laboral. Los empresarios saben que estamos acostumbradas a

trabajar por nada y que estamos tan desesperadas por lograr un poco

de dinero para nosotras mismas que pueden obtener nuestro trabajo a

bajo precio. (Federici, 2018: 61)

Aunque en general el discurso por parte de los agroempresarios es que no hay

trabajo infantil lo cierto es que las evidencias obtenidas en investigaciones y las

evidencias narrativas de personas de la región sostienen lo contrario. Luis

Seefoó sostiene que “Las organizaciones no gubernamentales y las oficiales

calculan que 2 634 000 niños trabajan en los campos mexicanos, de los cuales

40% no percibe ingresos” (2009: 94) y las razones para ello estriban en el

desempleo en las comunidades rurales y el bajo nivel salarial lo que termina por

hacer indispensable el trabajo infantil (Seefoó, 2009a). además de las

44 Señala Armando Bartra que “a través del empleo asalariado estacional el contratador

se apropia indirectamente de la productividad el trabajo desarrollado en las labores de

subsistencia.” (Bartra, 2006: 189)

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cualidades del trabajo agrícola facilitan el que los niños “jueguen” trabajando

(Seefoó, 2005).

Además de todo el panorama anterior, la disponibilidad de mano de obra dentro

y fuera de la región le permite a los agroempresarios mantener los salarios bajos

pues siempre hay quien está dispuesto a trabajar por menos salario (Feder,

1981) situación que incluso se reproduce dentro de las propias comunidades de

la Cañada de los Once Pueblos pues es posible encontrar testimonios narrativos

que sostienen que “hay pueblos que trabajan por menos” en comparación con

otros, tal como lo sostiene Feder:

Los empleadores que “controlan” el mercado del trabajo provocan

deliberadamente la llegada de avalanchas de trabajadores, porque si la

oferta de trabajo excede permanentemente la demanda, esto se

convierte en una férrea garantía de que los salarios puedan ser

mantenidos al mínimo. Es sintomática que los empleadores manden

reclutadores o camiones cada año a las comunidades circunvecinas,

incluso a considerables distancias, para traer trabajadores, aunque

haya ya una sobre- abundante oferta de mano de obra, en su mayoría

subempleada, en la ciudad; porque los trabajadores no residentes están

dispuestos a trabajar por menos. (Feder, 1981: 109)

Lo anterior explica el por qué los agroempresarios instalados en la Cañada de

los Once Pueblos reclutan a personal de localidades cada vez más lejanas e

incluso, cuando el movimiento del 4 de noviembre ocurrido en Santo Tomás tuvo

lugar, los mayordomos de la empresa Agrosuperior de Jacona tenían ya un

ejército de trabajadores listo para sustituir, de ser necesario, a los trabajadores

que no quisieran volver al trabajo.

2. 3 Tata Ismael: cultivar para vivir o cultivar para vender.

Tata Ismael es un comunero de ochenta y tres años originario de Tumasïu.

Actualmente es uno de los comuneros más longevos y que mayor participación

tiene en las asambleas y faenas comunales por lo que es percibido como un

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comunero de respeto o Kaxumbiti45. Aunque durante mucho tiempo Tata Ismael

no vivió en Tumasïu sino trabajando en la construcción en la ciudad de México,

a su regreso a Tumasïu Tata Ismael tomó participación en las actividades de la

comunidad. A lo largo de su vida Tata Ismael llegó a fungir como jefe de tenencia,

secretario y tesorero y como comisariado de bienes comunales de Tumasïu, por

lo que su experiencia y sus consejos son tomados en cuenta en las asambleas.

A Tata Ismael lo conocí durante el conflicto que los comuneros atravesaban con

la empresa Agrícola Superior de Jacona. Tata Ismael permanecía sentado en

una silla observando la situación, cruzado de pies y recargando su mentón sobre

sus manos en su bastón. Usaba sombrero de ala corta y cuando hacía mucho

frío, se cobijaba su tradicional gabán p´urhépecha. Su postura, tranquila,

inspiraba la paciencia, prudencia y sapiencia que sólo con la edad se adquiere.

En aquel momento yo me encontraba grabando algunos de los daños,

particularmente ambientales, que la producción industrial de berries había

significado para los comuneros y comuneras de Tumasïu por parte de la empresa

Agrícola Superior de Jacona. Con ello pretendía editar el pequeño documental

que finalmente llamamos Cosechando vida después de la fresa, por lo que

llevaba para todos lados mi cámara, mi tripié, mi grabadora de voz y mi libreta

de notas cual reportero de algún periódico local.

Alguien me dijo que si quería conocer cómo había llegado la “compañía” de

berries a Tumasïu, tenía que platicar con Tata Ismael por lo que me acerqué

hasta donde estaba sentado, bajo un toldo azul de una marca refresquera y le

pregunté si me podía explicar qué pensaba de que se rentaran los terrenos

comunales para la producción industrial de berries y cómo es que todo eso había

sucedido en Tumasïu.

En su conversación, Tata Ismael hizo eco de algo que ya otros comuneros, más

jóvenes, me habían comentado explicando cómo y por qué razones los

45 Kaxumbiti, que viene de Kaxumbikua, es uno de los valores más importantes dentro

de la cultura p´urhépecha y remite a la honorabilidad o al “ser honorable” en la

conducción de los asuntos de la vida comunal. Aunque por ahora no abordaremos

detalladamente la Kaxumbikua dado que lo haremos en el capítulo III donde

desarrollamos el sistema axiológico de la territorialidad comunal, por ahora basta con

señalar que la Kaxumbikua es la honorabilidad por lo que cuando alguien en la

comunidad es señalado como Kaxumbiti, es que es una persona vista como honorable

en la vida comunal.

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comuneros y comuneras habían dejado de sembrar maíz nativo y habían

comenzado por ver como una alternativa la renta de tierras para la producción

de berries.

Para Tata Ismael, todo comenzó cuando se dejó de cultivar maíz en las parcelas

o terrenos comunales y ello, para Tata Ismael, tiene su origen en un momento

cuando un extensionista llegó a Tumasïu, procedente de la comunidad de

Paracho para mostrarles las “bondades” de utilizar fertilizante sintético a través

de una parcela demostrativa en la que comparó los resultados de la siembra con

semilla nativa y mediante las técnicas tradicionales y los “beneficios” de usar el

fertilizante sintético:

…fue creo que en los sesentas cuando llegó un señor que venía creo

que de Paracho y traía con él unos fertilizantes y nos dijo: “miren, le voy

a echar a este surco y a este no para mostrarles cómo crece más grande

el maíz”… y sí creció pues más grande la mata por aquí así estaba y el

elote estaba más grande, ya la gente fue echándole poco a poco esos

fertilizantes…46

También algunos comuneros más jóvenes que Tata Ismael advierten que el uso

de los paquetes tecnológicos ha tenido relevancia en el gradual abandono de la

agricultura maicera y de subsistencia.

Tata Toño o, mejor dicho, mi tío Toño A, quien no es originario de la comunidad

de Tumasïu, pero llegó a vivir ahí con sus padres y su hermana cuando todavía

era muy pequeño, también ha sido testigo de los cambios que ha sufrido la

agricultura maicera de subsistencia en la comunidad y en cómo el uso de

fertilizantes sintéticos y maquinaria agrícola fue transformando el trabajo en el

campo:

luego ya este empezó pues eso del fertilizante, empezó y ya nomás fue

la cosa de que cuando se empezó y ya después ya dejaba uno de

46 Entrevista realizada a Tata Ismael Lázaro Márquez, el 11 de marzo de 2019, en la

comunidad de Tumasïu.

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aplicarle… ya no se daba… ya no, entonces como que se fue

acostumbrando la tierra47.

De manera que la llegada de la agricultura industrial de frutos rojos a la Cañada

de los Once Pueblos y, específicamente a la comunidad de Santo Tomás, se

explica en parte, según el testimonio de los propios comuneros, por un proceso

gradual de abandono de las prácticas agrícolas tradicionales que de manera

generacional se heredaban de padres a hijos a través de los ciclos agrícolas.

Abandono que en gran medida se explica, a su vez, por el bombardeo discursivo

con el que la Revolución Verde llegó y se implantó en las comunidades utilizando

lo que me atrevo a llamar “anzuelos discursivos”48 que tenían la finalidad de

“crear” inferioridades, por un lado, inferioridad en los comuneros por sus

prácticas tradicionales y, por el otro lado, inferioridad en las semillas nativas por

su rendimiento. Lo anterior nos lo explica Vandana Shiva:

En el Tercer Mundo la Revolución Verde desplazó no sólo a variedades de

semillas, sino que también a cultivos enteros. Así como la ideología de la

Revolución Verde declaró que ciertas personas eran “primitivas” e

“inferiores”, también determinó que ciertos cultivos eran de “bajo

rendimiento”, “inferiores” y de “grano grueso”. Únicamente una agricultura

tendenciosa, enraizada en el patriarcado capitalista, podría declarar que

cultivos nutritivos como el ragi y el jowar son inferiores. (Shiva, 1997: 34)

Ejemplos de lo que llamamos “anzuelos discursivos” y que se implementaron en

la Revolución Verde son palabras como “modernización”, “tecnología agrícola”,

“semillas mejoradas”, “alto rendimiento”, “maquinaria agrícola”, “paquetes

tecnológicos”. Anzuelos discursivos que combinados con la actitud de

superioridad intelectual con la que se manejaban los extensionistas o promotores

47 Entrevista a Antonio Ascencio, realizada el 9 de noviembre de 2019, en la comunidad

de Tumasïu. 48 Con “anzuelos discursivos” me refiero a una serie o bien de palabras o de frases

dichas con la finalidad de convencer de algo a algún actor social. Pensamos que en el

marco de la implantación de la Revolución Verde y de los paquetes tecnológicos se trata

de palabras o frases que hacían denotar la inferioridad de las prácticas tradicionales en

pos de las prácticas agrícolas novedosas.

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agrícolas, creaban una atmósfera de inferioridad cultural en los comuneros y sus

prácticas agrícolas.

En este sentido, según Paulo Freire, pedagogo brasileiro a quien debemos uno

de los ensayos más lúcidos sobre los efectos sociales del extensionismo rural,

el extensionismo implica:

…la necesidad que sienten aquellos que llegan “hasta la otra parte del

mundo”, considerada inferior, para, a su manera, “normalizarla”. Para

hacerla más o menos semejante a su mundo. De ahí que, en su “campo

asociativo”, el término extensión se encuentra en relación significativa con

transmisión, entrega, donación, mesianismo, mecanicismo, invasión

cultural, manipulación, etcétera. (Freire, 1973: 21)

Vista de esta manera, la Revolución Verde no solo puede ser entendida como

un proceso gradual de desprendimiento y olvido de las prácticas agrícolas

tradicionales, sino como un proceso colonialista de exclusión cultural:

Los propósitos de la colonización se cumplen solo en la medida en que el

colonizado cambie su forma de vida para ajustarla a las necesidades y los

intereses de la empresa colonial. Estos cambios imprescindibles, sin

embargo, no conducen a la asimilación del colonizado en la cultura

dominante, sino sólo a su adaptación a nuevo orden en su papel de

vencido, de colonizado. La diferencia se mantiene, porque en ella descansa

la justificación de la dominación colonial. (Bonfil, 1987, 21)

La seducción del monocultivo (Bartra, 2014), diseñada y dirigida hacia los

posesionarios de la tierra, es decir, los campesinos y comuneros, fue

implantando la idea de que cultivar la tierra utilizando las prácticas tradicionales,

es decir, el policultivo o milpa y la semilla criolla o nativa y la rotación de cultivos,

era obsoleto y de “bajo rendimiento” y que por tanto eran prácticas que debían

sustituirse por las novedosas técnicas y tecnologías provistas por la Revolución

Verde.

En esta exclusión es evidente que se privilegió a los cultivos de exportación

(Escobar, 2007) que en el caso de la Cañada ha significado la introducción de

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cultivos de las berries como la fresa, el arándano, la frambuesa y la zarzamora,

en detrimento de aquellos considerados como de autoconsumo en el contexto

de la llamada “reconversión productiva del campo” (Delgado, 2016).

El resultado de ello ha sido el progresivo abandono y olvido de las semillas y de

cultivos tradicionales enteros (Shiva, 1997) para dar paso a monocultivos de

maíz con semilla mejorada o híbrida y el uso de paquetes tecnológicos que

incluyó herbicidas, fungicidas, acaricidas, y el cada vez más necesario fertilizante

químico49.

A decir de algunos comuneros, si bien el rendimiento del cultivo por hectárea

efectivamente se elevó con el uso de fertilizantes, lo cierto es que los paquetes

tecnológicos también resultaron una tecnología útil para empobrecer y destruir

la tierra (Shiva, 1997), como lo deja entrever el testimonio del siguiente comunero

de Santo Tomás con relación a la llegada de la Revolución Verde y la

comparación de los cultivos tradicionales con los paquetes tecnológicos:

se surcaba y ya uno con el tronco se sembraba con la mano y se tapaba

con el tronco y pa poder este sembrar maíz, frijol, calabazas y todo eso, y

luego ya este empezó pues eso del fertilizante, empezó y ya nomás fue la

cosa de que cuando se empezó y ya después ya dejaba uno de aplicarle…

ya no se daba… ya no, entonces como que se fue acostumbrando la

tierra50.

Además del empobrecimiento de la tierra por el efecto de los agroquímicos

especialmente el uso de los plaguicidas que contrae la generación de la

resistencia a algunas plagas como insectos, hongos, ácaros y maleza además

del daño a los microorganismos del suelo como las bacterias nitrogenantes, la

49 Algunas investigaciones (Arévalo, Hernández, Salcedo, & Galvis, 2007) sugieren que

el uso inapropiado y sin supervisión de fertilizantes sintéticos o abonos verdes contrae

consecuencias ambientales severas y de salud para los animales y seres humanos,

ideas que concuerdan con las sostenidas por Omar Felipe Giraldo, quien considera que

el “uso de fertilizantes sintéticos para suplir la degradación del suelo, no solo ha

degradado la fertilidad de la tierra, sino que contamina el agua, provocando la

proliferación de algas y muerte de peces” (2018, 63) 50 Entrevista a Toño Ascencio, realizada el 9 de noviembre de 2019 en la comunidad de

Tumasïu.

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lombriz y las micorrizas (Seefoó, 2005), son algunas de las consecuencias del

uso de los paquetes tecnológicos.

De manera que, a la luz de esta agricultura novedosa, desarrollista, el suelo de

la Cañada fue generando una “dependencia” hacia el uso de estas tecnologías

por lo que también se puede hablar del empobrecimiento de los comuneros por

el cada vez mayor costo de los insumos o paquetes tecnológicos.

A su vez, este alto costo de los paquetes tecnológicos fue interpretado como

poca redituabilidad o rentabilidad de cultivos como el maíz mejorado, lo que se

entiende como “rendimiento decreciente” (Giraldo, 2018), es decir, que cada vez

era necesario aplicar más fertilizante sintético para poder obtener el mismo

rendimiento que la primera aplicación: “había que meterle más pa´ poder

sacarle”51, lo que, al parecer, fue determinante para ir dejando de cultivar las

tierras comunales, tal como se puede apreciar en el siguiente extracto de

evidencia narrativa:

lo tradicional era sembrar este maíz, frijolito, habas eso era lo que, trigo,

avena, eso es lo que se cultivaba en estas tierras, pero ya al transcurso de

los, de los años al saber que ya no era redituable ese tipo de cultivos ¿qué

es lo que hicieron los, los dueños de esas tierras?, pues los abandonaron

y ya de ahí este llega la empresa hace un estudio de las tierras.52

En síntesis, la percepción de poca redituabilidad económica acompañada del

alto costo de los insumos agrícolas (paquetes tecnológicos), fue el entramado

perfecto para la renta de los terrenos comunales a las empresas agrícolas para

la producción de berries: para la expansión de la territorialidad agrocapitalista

sobre terrenos comunales.

51 Notas de diario de campo. 9 de noviembre de 2019. 52 Entrevista a Antonio Ascencio, realizada el 28 de noviembre de 2019 en la comunidad

de Tumasïu.

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2. 4 Comuneros de hecho, comuneros de derecho y certificación de

terrenos comunales.

Antonio Ascencio es un comunero que, aunque no es originario de la comunidad

de Tumasïu, ha vivido ahí por más de sesenta años pues cuando era niño se fue

a vivir ahí con sus papas, procedentes de la comunidad de La Cantera, municipio

de Tangamandapio. Con el paso del tiempo, su participación en la comunidad y

heredar algunos terrenos comunales por parte de su padre, a don Toño, como

se le conoce en Tumasïu, se le reconoce como comunero tanto por su

participación en las asambleas y faenas como por estar registrado en el padrón

agrario.

A sus sesenta y cinco años de edad, don Toño ha dejado de sembrar maíz en

sus parcelas pues considera que no es rentable y que cada vez es más necesario

hacer uso de herbicidas y sobre todo de fertilizantes si es que se quiere “sacar

algo” de la siembra por lo que con el paso del tiempo ha dejado de sembrar maíz.

Cierto es que su conocimiento del campo, del maíz, del ciclo agrícola, de las

variedades criollas del maíz nativo es abrumador. Sin embargo, en su narración,

don Toño acepta que las transformaciones del campo, que incluyen la

tecnificación de los instrumentos de trabajo, es algo que ha ido incrementándose

y esta lógica deja fuera a los pequeños productores o campesinos quienes,

ahogados por las condiciones económicas terminan por dejar de lado la siembra

de cultivos tradicionales y optar por la renta de los terrenos que, en el caso de

su comunidad, Tumasïu, dio el paso al contrato de arrendamiento que algunos

comuneros tenían con la empresa Agrícola Superior de Jacona para la

producción industrial de berries.

Las entrevistas que tuve la oportunidad de hacerle a don Toño dejan entrever

algunos de los conflictos o de las condiciones que en parte explican la renta de

tierras y que dio lugar al conflicto con la empresa agrícola. En una entrevista

informal, más bien una plática, que tuvo lugar mientras les visitaba y llevaba un

poco de pan, don Toño aprovechó para dejarme en claro cuál era su postura

ante la situación que privaba en la comunidad con relación a la renta de terrenos

para la producción de berries.

Me comentó que él estaba de acuerdo en rentar las tierras pues aparte de que

cada vez es más costoso sembrar maíz, también su edad le hacía cada vez más

difícil hacer los trabajos necesarios para la siembra de sus parcelas por lo que

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me dijo “de que estén ahí nomás las tierras, con cinco mil pesos que me den al

año”. Aquellas palabras de don Toño, dichas con cierto desenfado me mostraron

que la decisión de rentar los terrenos había sido una decisión en la que no toda

la comunidad había participado. Lo anterior deja entrever lo que Carmen Ventura

(Ventura, 2021) denomina como tensión entre la comunidad indígena y la

comunidad agraria en Tumasïu.

El caso de don Toño es útil porque ayuda a ejemplificar la diferencia entre

comunero de hecho y comunero de derecho que, en el caso de Tumasïu, dio

origen a los denominados “comuneros renteros” que fueron aquellos comuneros

que, siendo “posesionarios” de terrenos de la zona parcelada de la comunidad,

decidieron rentarlos a la empresa Agrícola Superior de Jacona para la

producción de berries. Aunque, como mostraré, no todos los comuneros que

poseían terrenos decidieron convertirse en renteros, el proceder invasivo de la

empresa agrícola obligó a algunos a rentarles sus terrenos.

Como bien expone Carmen Ventura (2021), la comunidad de Tumasïu adquirió

el carácter de comunidad agraria de derecho a partir de la sentencia del Tribunal

Unitario Agrario expedida el 18 de septiembre del 2000. Para la autora la

sentencia marca un momento decisivo dentro de la comunidad pues implicó que

de ahí en adelante su vida interna estaría normada por el marco jurídico agrario

lo que generó la exclusión de los comuneros y comuneras que no estaban

registradas en el censo agrario.

En Tumasïu, un comunero de derecho es aquel que, como don Toño, se

encuentra registrado en el censo agrario lo que le da derecho a voz y a voto

dentro de las asambleas de derecho (Ventura, 2019), situación que se

complejiza si se toma en cuenta que algunos de los comuneros de derecho en

Tumasïu también son poseedores de terrenos comunales de la zona parcelada

de la comunidad.

Aunque en Tumasïu la tenencia de la tierra está bajo el régimen de propiedad

social, el hecho de que la herencia y venta de cesión de derechos comunales

sea una práctica inveterada ha creado la idea de la propiedad individual de la

tierra, es decir, se ha pasado de la idea de ser “posesionarios de la tierra”

comunal a ser “propietarios de los terrenos”.

Lo anterior no es algo nuevo, Moisés Franco nos dice que para los antiguos

p´urhépecha no había diferencia entre posesión y propiedad de la tierra:

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Es de estimar que para los p´urhépecha, posesión y propiedad, no eran

fases diferentes aplicadas a un objeto. Quizá no concebían esa dualidad.

Sólo así se explica que aún en nuestros días la “posesión” se sitúa en el

mismo nivel de “propiedad”, y, es más, en el ámbito de los hechos, los

dos conceptos se “confunden” porque la visión cultural del p´urhépecha

respecto a la tierra equivale a decir: “poseemos la tierra porque somos

propietarios” o de otra forma, “somos propietarios porque ocupamos la

tierra”. (Franco, 1997: 35)

Según el mismo autor, esa confusión entre posesión y propiedad dio origen a la

preocupación por documentar la tenencia de la tierra, es decir, la propiedad de

la tierra, ya que la documentación significaba un medio de defensa e instrumento

de prueba de la propiedad de la tierra (Franco, 1997) lo anterior porque, como

sugiere Guevara, había una percepción de inseguridad jurídica de tenencia de

la tierra (Guevara, 2014). Como explicaré en el apartado 2. 5, en Eraxamani y

en Tumasïu, muchos comuneros se “hicieron” documentos para defender la

propiedad de terrenos comunales.

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte entre México, Estados

Unidos y Canadá, supuso una serie de reformas constitucionales que Armando

Bartra considera más bien como reformas privatizadoras del campo mexicano

señalando a la reforma del artículo 27 constitucional una de las más importantes

para operativizar el Tratado.

En Eraxamani, según la investigación realizada por Carmen Ventura, para

certificar las tierras y solares las comunidades necesitaban contar con la carpeta

básica que consta de resolución presidencial o, en su defecto, la sentencia

emitida por el Tribunal Unitario Agrario, además del acta de posesión y deslinde

y el plano definitivo. Según Ventura (2019), de las once comunidades de

Eraxamani, seis no cuentan con carpeta básica y de las cinco que sí cuentan

con la carpeta básica, tres ya fueron certificadas, entre ellas, Tumasïu.

En el caso de la comunidad de Tumasïu, que en 2011 midió y certificó su zona

parcelada, significó para algunos comuneros de derecho con posesión de

terrenos comunales que ya podían disponer libremente de ellos (Ventura, 2019)

sin necesidad de rendirle cuentas a la asamblea general de comuneros. De

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manera que algunos de los comuneros posesionarios de los terrenos comunales

de Tumasïu se convirtieron en comuneros renteros en la relación contractual con

la empresa Agrícola Superior de Jacona.

Sabedores de ello, en Eraxamani y en Tumasïu el proceder de los

agroempresarios ha sido consultar únicamente con los comuneros posesionarios

de los terrenos comunales lo que se podría llamar como “agrarización de la toma

de decisiones”, idea que retomo de Mónica Montalvo (2019) quien habla de

“agrarización de la afectación” para referirse a que en los conflictos

socioambientales con relación a megaproyectos muchas veces los promoventes

restringen la noción de afectados a aquellos que tienen títulos de propiedad

excluyendo a todas aquellas personas que aunque no tengan título de propiedad

también son afectados por los megaproyectos53.

En Tumasïu, la agrarización de la toma de decisiones se caracterizó por excluir

a todas las personas que no eran comuneros de derecho para decidir rentar o

no las tierras comunales para la producción agroindustrial. Se argumentó que

ello era una decisión que únicamente les atañía a los comuneros de derecho que

poseían terrenos en la zona parcelada de manera que se excluyó de la toma de

decisiones a los comuneros de hecho, aquellos que no están registrados en el

censo agrario pero que de acuerdo con los criterios de membresía internos como

haber nacido en la comunidad, participar en las asambleas y faenas, sí son

considerados como comuneros.

Lo anterior, sin tomar en cuenta que la empresa no realizó una asamblea general

de comuneros y, a decir de algunos comuneros, negoció de manera individual y

en privado con la mayoría de los comuneros, esto, aunado a las condiciones

anteriormente expuestas y el acaparamiento de terrenos comunales que

expondré en el apartado siguiente, decidió la renta de la tierra y el inicio de la

agricultura industrial en Tumasïu.

53 Más adelante, en el capítulo IV, propongo que la noción de “agrarización de la

afectación” también fue utilizada por la empresa en el conflicto de la comunidad de

Tumasïu como una estrategia para excluir de la movilización y protesta social a la

mayoría de los comuneros y comuneras de Tumasïu.

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2. 5 Acaparamiento de terrenos comunales: la familia “A”.

La historia agraria de la Cañada de los Once Pueblos o Eraxamani es una

historia marcada por el despojo y el acaparamiento de terrenos comunales, en

los cuales las comunidades indígenas fueron despojadas de gran parte de sus

terrenos comunales por parte de grupos de poder político cuyo origen se

encontraba generalmente en la cabecera municipal, Chilchota.

En ese sentido, la relación de las comunidades p´urhépecha de Eraxamani con

la cabecera municipal, Chilchota, ha estado caracterizada por el recelo y la

desconfianza. Lo anterior no es para menos si se considera que desde la

formación del Estado- Nación mexicano y su constitución en la división territorial

que conocemos conformada por estados y municipios, las cabeceras

municipales estuvieron dirigidas por personas de origen criollo quienes pocas o

en nulas ocasiones tomaron en cuenta a las comunidades indígenas quienes

quedaron supeditadas al papel pasivo de contribuyentes y a lo que dispusieran

las autoridades de la cabecera municipal.

Un elemento que, a lo largo de la historia ha abonado para que la relación de

desconfianza continúe entre las comunidades indígenas de Eraxamani y la

cabecera municipal y en general con cualquier agente externo a la comunidad,

ha sido la disputa por la tierra pues, como es largamente conocido, en las

comunidades indígenas la tenencia de la tierra es de carácter colectivo o

comunal y si bien durante la Colonia se protegió la tenencia comunal, con la

instauración del liberalismo en el poder éstas prácticamente llegaron a

desaparecer pues, como sostiene Adolfo Gilly (1971), el programa del gobierno

liberal significaba la organización de una burguesía en el país por lo que en 1856,

un año después de la llegada al poder, el partido liberal con Benito Juárez, se

expidió la ley de desamortización que pretendía

crear una clase de pequeños propietarios agrarios, pues iba dirigida no

sólo a poner en circulación en el mercado las tierras del clero, sino

también las de las comunidades indias, liquidando la antigua estructura

de la propiedad comunal. (Gilly, 1971: 8)

Siguiendo con esta misma idea, según lo sostenido por Luis Alfonso Ramírez

(1986), las leyes de desamortización de bienes comunales dieron lugar a un

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proceso de acaparamiento de las mejores tierras de cultivo en manos de un

reducido número de familias54 de Chilchota y Tangancícuaro. El mismo autor da

cuenta de los mecanismos y artilugios que los criollos utilizaban para apropiarse

de las mejores tierras de cultivo de la región.

Aunque no otorga un dato preciso, Ramírez (1986) señala en su texto que

durante la primera década del siglo anterior eran principalmente las familias

Vaca, Álvarez y Silva, las que acaparaban la mayor cantidad de tierras

comunales en la región de la Cañada.

A su vez, este despojo y acaparamiento de tierras trajo como consecuencia el

que los comuneros indígenas, despojados de sus medios de vida, se vieron

obligados a trabajar ya sea como peones o bien como medieros con los grandes

terratenientes55.

Así pues, nos dice Ramírez:

Los propietarios de estas tierras constituían la “élite” económica de la

Cañada. Muchos las habían adquirido de los propietarios originales, que

a su vez las obtuvieron dolosamente de los comuneros indígenas. Eran

54 Luis Ramírez (1986), da cuenta de que por lo menos tres familias, los Vaca, los

Álvarez y los Silva, dieron origen a las élites de poder que controlaron y concentraron el

poder político y económico en la Cañada. En su investigación, posterior a la de Ramírez,

Javier Valdez (2010), agrega a las familias Herrera y Béjar. Cabe mencionar que para

este último autor dichas familias provenían de desecendencia española: “dichas famlias

venían de España y se avecindaron en el pueblos de Chilchota, en algún caso su

apellido cambió un poco, como ejemplo tenemos el de la familia Vaca, cuyos

desendientes se apellidaban “Cabeza de Baca” quienes murieron con ese apellido en

1850. La posterior familia conservó sólo el Vaca e ignoramos el por qué del cambio y a

qué obedecía” (Valdez, 2010: 53) 55 Luis Ramírez (1986), señala que hacia 1916 los contratos de mediería en la Cañada

tenían las siguientes características: “primera: la hacienda proporciona a mediero una

labor con una extensión aproximadamente de tres y media hectárea, para siembra de

maíz, a medias con la finca. Segundo: La hacienda proporciona además del terreno una

yunta de bueyes, un arado aperado y la semilla necesaria. Tercero: El mediero recibe

en buen estado los avíos (sic) antes citados, y se compromete a devolverlos en las

mismas condiciones, sin más deterioro que el natural causado por el uso. Cuarto: Si

alguno de los bueyes muriese, inutilizase o perdiese, el valor, que será de cincuenta

pesos por cabeza, lo reportará el mediero por ser la mitad de su valor. Quinto: Los

gastos que se originen en el beneficio de la labor serán por exclusiva cuenta del

mediero, con excepción de los que causen el regadío y costos de cosecha, que los

reportarán ambos contratantes por mitad.” (Ramírez, 1986: 61)

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tierras distribuidas entre los distintos miembros de una misma familia

(como en el caso de la familia Vaca) y sus poseedores también

controlaban los molinos de harina y nixtamal, las principales industrias

de la cañada y también tenían posesiones en el mismo pueblo de

Tangancícuaro (el caso de Estaban García y de Juan Equihua). Muchos

de ellos residían también allí o tenían casas en Zamora e incluso ejercían

su profesión en esta ciudad (el caso del Dr. Vicente Vaca Silva) y sólo

acudían a sus propiedades a vivir por temporadas. (Ramírez, 1986: 73.

74)

Según lo escrito por Javier Valdez (2010), en la Cañada hubo dos repartos

agrarios, uno en 1833 y otro en 1839, sin embargo, dice que “los indígenas

tuvieron la facultad de vender las tierras a quien fuera, como de hecho lo hicieron,

siendo las causas muy diversas” (Valdez, 2010: 25). Con todo, lo que no

menciona el autor es que, dentro de esas muy diversas causas, se encuentra el

engaño y el robo por parte de las familias potentadas en contra de los indígenas

de las comunidades de Eraxamani.

En Tumasïu, el acaparamiento de terrenos comunales también es parte de su

historia agraria. Según Javier Valdez (2010), a principios del siglo XX en Tumasïu

los terrenos comunales estaban repartidos entre: “María Concepción Vera

esposa de José Ma. Vaca, Francisco Vaca Silva, Prudencio Saavedra, Carlos

Vera, Juan Equihua Silva, Francisco Álvarez Valdez, Pedro Candelario del Val

de Chilchota y Marcelino Lázaro de Tanaquillo” (Ramírez, 1986: 30)

Una familia en particular, la familia “A”, es señalada en Tumasïu por el

acaparamiento de terrenos comunales de la zona parcelada mediante el

comisariado de bienes comunales, la autoridad agraria en la comunidad pues

algunos integrantes de esta familia ocuparon ese cargo durante mucho tiempo

de manera que mediante la “elaboración de documentos” se apropiaron varios

terrenos.

En opinión de Héctor Álvarez, aquello propició la acumulación de terrenos

comunales en manos de unas cuantas personas y, específicamente, de la familia

“A” lo que ha significado que muchos comuneros no “posean” ningún terreno

comunal. En Tumasïu y en otras comunidades esto dio origen a una especie de

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clases sociales entre los comuneros que más terrenos poseían y quienes menos

o incluso no tenían ningún terreno:

esa era la idea de aquí, la persona que tenía más cosecha pues era la

persona que era más pudiente, pudiéramos llamarle así, que era una

persona adinerada56

De manera que estas clases sociales, fundamentadas en el acaparamiento de

terrenos comunales, dieron paso a una agricultura por mediería: aquellos que no

poseían ningún terreno comunal se vieron obligados a trabajar a medias los

terrenos comunales de los comuneros que más terrenos comunales poseían y

que, por lo tanto, no alcanzaban a sembrarlos:

Muchos comuneros antes de que llegara la empresa, se arriesgaban y

sembraban todos sus terrenos y no alcanzaban a cosechar y ahí se

quedaba el maíz por eso decían “no pues yo mejor rento”57

Si en otras latitudes del Sur Global la agricultura industrial está dando paso al

acaparamiento de tierras comunales, como en el caso del cultivo de la caña de

azúcar en Guatemala tal como lo describe Katja Winkler (Winkler, 2013) en sus

investigaciones, en Eraxamani y específicamente en la comunidad de Tumasïu,

pareciera que fue precisamente el acaparamiento de terrenos comunales en

manos de unas pocas familias lo que dio paso al agronegocio y el caso de la

familia “A”, señalada como la familia con mayor extensión de tierra en posesión,

fue la principal aliada y defensora de la empresa Agrícola Superior de Jacona

para la renta de terrenos comunales con la finalidad de producir berries de

exportación.

56 Entrevista a Héctor Álvarez, realizada el día 19 de noviembre de 2020 en la

comunidad de Tumasïu. 57 Entrevista a Héctor Álvarez, realizada el día 19 de noviembre de 2020 en la

comunidad de Tumasïu.

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2. 6 De cómo llegó la empresa Agrícola Superior de Jacona a la comunidad

de Tumasïu.

A finales del 2012 y principios del 2013, en los terrenos comunales de Tumasïu

se instaló la empresa de nombre Agrícola Superior de Jacona o Agrosuperior,

dedicada al cultivo, transformación, comercialización y exportación de frutos

rojos especialmente fresa y arándano mediante un contrato de arrendamiento de

algunos terrenos comunales. Se instaló lentamente, iniciando solamente con

algunos terrenos comunales, pero avanzando poco a poco, convenciendo a

comuneros y comuneras de rentar sus tierras y, a los que no convenció, sus

prácticas de “homogenización agrícola” les obligaron a rentar hasta llegar a

cultivar 140 hectáreas de la zona parcelada de la comunidad.

Para instalarse en la comunidad, según el testimonio de algunos comuneros, no

se discutió el asunto en la asamblea general sino que el trato fue de manera

individual entre la empresa y el representante de bienes comunales de nombre

Aniceto Márquez Gómez, actualmente fallecido, y el trato individual con dos de

las personas que más terrenos poseían, incluida la familia “A”, personas que a

lo largo de los seis años que duró la empresa en la comunidad fungieron como

defensores de la empresa ante la comunidad.

A saber, una de las tácticas que los empresarios utilizan para llegar a las

comunidades es mediante la identificación de los personajes centrales en la

toma de decisiones como jefes de tenencia, autoridades agrarias o personas con

autoridad y liderazgo moral en la comunidad para la posterior seducción o

manipulación mediante gratificaciones económicas. Lo que actualmente se

conoce es que la empresa agrícola comenzó los trabajos de nivelación, barbecho

y preparación de los terrenos en diciembre de 2012, sin embargo, los contratos

de arrendamiento se firmaron con fecha de febrero de 2013.

Dentro de los acuerdos que se estipularon con la empresa en el primer contrato

de arrendamiento se tiene que para que se permitiera la instalación de la

agricultura industrial de frutos rojos fue que la renta anual con cada uno de los

comuneros sería de nueve mil pesos por hectárea y que esta renta se

incrementará en función de la inflación anual, el cumplimiento individual, en

tiempo y forma, a cada comunero que tuviese contrato de arrendamiento con la

empresa, la construcción de la obra de cercado perimetral de la zona parcelada

donde estuviese instalado el monocultivo y la perforación y el equipamiento de

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un poco profundo mismo que, una vez terminado el contrato de arrendamiento

con la empresa, firmado inicialmente por diez años, sería para el uso y usufructo

de la comunidad.

En el contrato firmado para la renta de la tierra, se acordó que la agroempresa

construiría un cercado perimetral que protegiese la zona parcelada de la

comunidad que incluía predios como “Potrero de Cura” y “Conero”. Los propios

comuneros le hicieron la sugerencia al empresario de que construyera el cercado

perimetral pues ellos mismos habían sido víctimas de robo de maíz, la

sugerencia era para que protegiera el monocultivo de berries.

Otra de las promesas que la agroempresa utilizó para poder instalar los

monocultivos de fresa en los terrenos comunales de Tumasïu fue la construcción

de obras para el beneficio de la comunidad, específicamente de una obra por

cada año del contrato.

En el contrato inicial, se acordó que la agroempresa realizaría la perforación y el

equipamiento de un pozo profundo aclarando que, una vez que el contrato de

arrendamiento terminase, el pozo equipado se quedaría para el beneficio de la

comunidad.

La agroempresa llegó a la comunidad de Tumasïu con la promesa de la

generación de empleo y la construcción de una serie de obras en beneficio para

la comunidad. Por ello, la empresa no tuvo mayor problema para instalar el

monocultivo en los terrenos comunales además de que, como ya mencionamos,

la decisión de rentar los terrenos estuvo, mayoritariamente, en manos de los

comuneros posesionarios de la tierra y específicamente de aquellos que más

terrenos poseían.

A sabiendas de que muchas personas de la comunidad trabajaban ya en la fresa

pero en localidades como Tangancícuaro, Zamora o Jacona, ofrecieron que los

trabajos generados por la agroempresa en los terrenos comunales serían única

y exclusivamente para personas de la comunidad quienes ya no tendrían la

necesidad de viajar a otras localidades y, por ello, no tendrían que gastar en el

pasaje que el traslado suponía.

Como he mostrado hasta ahora, los territorios de las comunidades indígenas y

rurales han sido históricamente codiciados tanto por el Estado como por

empresas de capital trasnacional situación que es comprensible pues

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121

una buena parte del potencial que encierra la biodiversidad se encuentra

en manos de las comunidades rurales (ejidos y comunidades indígenas)

[…] los cinco estados de la República Mexicana considerados los más

ricos desde el punto de vista biológico (Oaxaca, Chiapas, Veracruz,

Guerrero y Michoacán) concentran más de 10 000 ejidos y comunidades

con una superficie de 22. 3 millones de hectáreas. (Boada & Toledo,

2003: 158)

En ese contexto, en su avance el capital agrícola trasnacional ha encontrado

resistencias conformadas por minorías como campesinos, comuneros,

jornaleros que se organizan para defender su territorio desde cosmovisiones

distintas lo que genera conflictos. Resistencias y defensas del territorio cuyos

liderazgos muchas veces son acosados, asediados y en algunos casos,

asesinados. Tan sólo en 2020, según el informe del Centro Mexicano de Derecho

Ambiental, en México fueron asesinados dieciocho activistas y defensores de los

territorios.

Comuneros y comuneras que sin ser ambientalistas profesionales (Alier, 2011),

defienden su territorio. La lista de nombres es tristemente larga. Durante 2020

en Michoacán el informe destaca el asesinato de Homero Gómez y Raúl

Hernández Romero defensores de la biósfera de la mariposa monarca, pero

también los casos de Jesús Miguel Jerónimo y su hijo Jesús Miguel Junior, de la

comunidad de Ichán en la Cañada de los Once Pueblos (Centro Mexicano de

Derecho Ambiental, 2021).

Sin embargo, otros nombres como el de Samir Flores Soberanes de la

comunidad de Cuautla, Morelos, Guadalupe Campanur comunera de la

comunidad de Cherán y recientemente la desaparición de Tomás Rojo, líder de

la tribu Yaqui en defensa del agua, han ensanchado la sangrienta lista de los

defensores de su territorio en contra del despojo capitalista.

2. 7 Precarización de la vida y escasez de alternativas de empleo.

En este apartado me interesa mostrar una serie de viñetas etnográficas de

personas que me permitieron, con su testimonio, sus pláticas y su amistad,

mostrar una parte de la vida cotidiana de Eraxamani y cómo en ella figura la

agricultura industrial de berries como una de las pocas alternativas de empleo

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en la región. Con ello, pretendo mostrar cómo la instalación de la agricultura

industrial en Eraxamani se corresponde con procesos de despojo y de

precarización de la vida que ha orillado a la instalación de la agricultura industrial

en la región.

En primer lugar, muestro la historia de una joven, a quien llamaré Cinthya, pues

me parece que ejemplifica las condiciones de vida de muchas de las y los

jóvenes de la región Eraxamani que crecen en un contexto de creciente

agroindustria y donde las expectativas de estudiar y obtener un empleo que

permita, a su vez, tener una estabilidad económica, parecen ser cada vez más

difíciles y el hecho de que el trabajo en el campo de fresas se aparezca para ella

cada vez más como la única posibilidad real de trabajo en su región. No sin un

aire de cierta fatalidad y resignación, Cinthya relata cómo en su pueblo Carapan,

los jóvenes parecen estar destinados a trabajar en el surco.

En segundo lugar, presento la historia de Liliana Huerta, una mujer joven, madre

soltera de la comunidad de Tumasïu que relata cómo la agricultura industrial en

Eraxamani y, en su momento en su comunidad, le ha permitido salir adelante y

tejer redes de amistad con otros hombres y mujeres, aunque es consciente de

las condiciones precarias en que desarrolla su trabajo como jornalera agrícola.

En tercer lugar, presento la viñeta biográfica de don Toño Ascencio, un

comunero cuya historia nos muestra cómo la edad pero también otros aspectos

como la poca redituabilidad del cultivo del maíz después de la Revolución Verde,

hace que se vaya abandonando poco a poco el trabajo en el campo, situación

que es aprovechada por las empresas agrícolas trasnacionales.

Cinthya: un futuro que no es futuro.

Cuando conocí a Cinthya, en 2018, era una joven de veinte años que atendía la

tiendita familiar y que sentía un sabor agridulce con las empresas freseras pues

por un lado para ella era obvio que contaminaban el agua y expoliaban los suelos

además de que era un trabajo que explotaba laboralmente a las personas pero,

por otro lado, también representan fuentes de empleo y cierta seguridad social

que les brindan algunos beneficios como cuando falleció su padre y dos meses

antes su mamá, doña Ángela, entró a trabajar al campo de fresa y la empresa

“sí le dio seguro social” y pudieron hacerle a su papá las hemodiálisis necesarias

para llevar su tratamiento. Actualmente su mamá sigue trabajando en el campo

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y ello es una preocupación para Cinthya pues ve cómo llega cansada de la

espalda por mantenerse agachada tanto tiempo.

Cinthya es originaria de la comunidad de Carapan y a los quince años quedó

huérfana de padre por lo que su madre se hizo cargo de ella y de sus otras dos

hermanas. Comenta que ella iba en tercer semestre del cbta58 cuando su padre

falleció por insuficiencia renal y que ello fue un duro acontecimiento que marcó

un antes y un después en su vida pues al morir su padre, su madre tuvo que salir

a trabajar por lo que Cinthya tuvo que abandonar sus estudios, quedarse en casa

y atender la tiendita familiar pues ello significaba un ingreso económico

importante para la familia.

Pasados cuatro años de la muerte de su padre, Cinthya se juntó en unión libre

con su novio que primero intentó robársela, pero a ella no le pareció bien y se

escondió en su casa por lo que el pretendiente fue a hablar con su mamá

acompañado de sus padres. Cinthya accedió, pero después se arrepintió porque

piensa que ella sentía que no era todavía su momento para casarse. Considera

que uno de los problemas más importantes de su comunidad es la edad con la

58 Centro de Bachillerato Tecnológico agropecuario, plantel de educación media superior

ubicado en la comunidad de Ichán, también en la región de Eraxamani.

Imagen 10 Cinthya, joven comunera de Carapan. Fotografía: Jesús Janacua Benites.

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que contraen matrimonio los jóvenes y que ello les obliga a entrar a trabajar en

el campo de fresas y abandonar sus estudios:

yo veo que aquí también uno de las problemáticas de mi pueblo es que

se casan muy chiquitos y es un problema por qué, porque no ya no

pueden seguir estudiando porque ya tienen que mantener a una mujer y

luego también cuando mmm son muy pocas las familias que se esperan

a que se casen y ya estén juntos pero aquí la mayoría la… los

muchachos y hasta algunos niños porque con decirte que se casan hasta

de los treces años, doce años las muchachas y los muchachos ya se

casan entonces ya no van a la secundaria, ya no van a la prepa por qué,

porque ya no pueden, ya no es lo mismo o ya los papás, cuando la

muchacha van los papás de la muchacha a decirle al niñ… al muchacho

oye deja que mi hija termine la secundaria o que termine… la suegra ya

dice no es que ya no es, ya no quería estudiar por eso se quiso casar

entonces ahora ya no y ya hay problemas o cuando empieza a estudiar

el muchacho y la muchacha ya no entonces los papás de la muchacha

pues les parece mal cómo el muchacho si va a seguir estudiando y la

muchacha ya ahí ya en casa entonces ya la mayoría ya no estudia y qué

es lo que pasa, ya tienen hijos entonces ya tienen una familia que

mantener y ya como no tienen estudios se van al campo a trabajar a la

congeladora a trabajar59

Además, todavía sin casarse, su prometido comenzó a tratarla mal y a engañarla

con otras muchachas por lo que Cinthya se regresó a su casa lo que significó

problemas porque sus hermanas mayores no la querían aceptar de regreso “ya

así nomás, si ya había estado juntada”, por ello, se fue de su casa un tiempo

hasta que su mamá habló con ella: “pues si eres mi hija, cómo no te voy a

aceptar, dónde más vas ir”. Cinthya regresó a su casa, pero condicionada a

quedarse encerrada, atendiendo el negocio familiar y cuidando a sus sobrinas,

además, le prohibieron hablar con hombres y salir con sus amigas.

59 Entrevista a Cinthya, realizada el 13 de abril de 2018 en la comunidad de Carapan.

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A pesar de todo, Cinthya sigue soñando. Los sueños y anhelos de Cinthya no

son muy distintos a los de muchas jóvenes de su edad. Sueña con terminar una

licenciatura que le permita tener un buen trabajo y entonces construir su casa.

Cuando la conocí todavía no terminaba la preparatoria y quería estudiar

administración de empresas, historia o psicología, para ayudar a los jóvenes y

niños de su comunidad pues le preocupaba mucho ver que a muchos niños ya

no les interesa estudiar por “irse a trabajar al campo”:

muchas madres que dejan a sus hijos cuando van en la primaria y ellos

empiezan a ir a trabajar entonces no les ponen atención a sus hijos y los

este ya como que les interesa también el trabajo o ven este que sus

papás van a trabajar ahí y ellos no aspiran a mucho como decir “a yo no

voy a trabajar así, yo, yo tengo que salir adelante” aquí como que son

muy conformistas y dicen “ah, yo también ya puedo trabajar en eso al

cabo que este ahí no se necesitan muchos estudios” y así entonces ya

se meten ahí y ya también a trabajar de… en el campo, en la

congeladora.60

Sin embargo, a Cinthya también le aterra que, al terminar sus estudios a nivel

superior, no encuentre un lugar donde trabajar pues ve que ello es una triste

constante en su pueblo y en su región donde muchos egresados y egresadas de

la universidad, así como de las normales han terminado trabajando en el corte

de la fresa:

ése es el problema de que si estudias una ingeniería y así pues ya nada

más te quedas así con estudiado y todo pero no hallas dónde trabajar

(desempleo profesional) porque aquí cercas (desplazamiento

profesional laboral) pues no hay sólo están las compañías esas de fresa

porque ahorita que me acuerdo hay personas que sí, sí hicieron ya este,

ya son profesionistas por ejemplo, algunos que terminaron en la upn y

entonces ya son maestros, solamente que no han podido pagar su…

¿cómo se llama?, su título… exactamente y ya no pueden conseguir

60 Entrevista a Cinthya, realizada el 15 de abril de 2018 en la comunidad de Carapan.

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trabajo y entonces pues ya se meten al trabajo en el campo también

este, están los que salieron en las normales y que todavía no les han

dado su clave61

El hecho de que, al igual que Cinthya, muchos y muchas jóvenes vean el campo

de fresas como una única posibilidad real de trabajo para Cinthya significa

empeñar el futuro o, en sus propias palabras: “un futuro que no es futuro”, en

tanto que la producción industrial de berries para exportación sí está significando

una fuente de ingresos para las comunidades, pero, al mismo tiempo, están

acabando con los recursos naturales de las comunidades.

Después de dos años de conocer a Cinthya, muchas cosas han pasado en su

vida. Una de las más importantes ha sido que pudo terminar su preparatoria en

una escuela privada en la ciudad de Morelia, por lo que tuvo que viajar cada fin

de semana hasta obtener su certificado.

A inicios de 2020, Cinthya presentó examen en la Escuela Normal Indígena de

Cherán. Se preparó durante dos meses en todas las disciplinas además de

estudiar la lecto- escritura del p´urhépecha, sin embargo, no obtuvo un lugar

pues durante ese año el proceso de ingreso a la normal estuvo llena de

irregularidades. Entre otras cosas, algunos aspirantes detectaron venta de

lugares por parte de las autoridades educativas de la normal.

Después de algunas protestas y marchas para exigir que se repitiera el proceso

de selección en la Normal, Cinthya dejó de luchar. Se decepcionó al saber que

la normal indígena también estaba corrompida y que, por lo menos ese año, no

podría obtener un lugar para estudiar.

El no haber podido ingresar a la normal la decepcionó y tuvo que volver a atender

la tiendita familiar a la cual se ha sumado una pequeña boutique de cosméticos

y una tienda de ropa, aunque con la pandemia generada por el coronavirus las

ventas no han sido las que esperaba la familia y aunado a la falta de pago de

sus hermanas que son maestras normalistas, pasaron un mal momento durante

la pandemia por covid- 19. Desesperada, Cinthya admite que ha pensado en

mas de una vez meterse a trabajar a los ranchos de fresa, con su mamá. Incluso,

una de las últimas veces que la vi, me comentó que había contactado a un jefe

61 Entrevista a Cinthya, realizada el 13 de abril de 2018 en la comunidad de Carapan.

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de cuadrilla para trabajar y él le pidió sus papeles, pero Cinthya acababa de

extraviar su credencial de elector por lo que no pudo entrar a trabajar.

Actualmente Cinthya se encuentra preparándose para intentar entrar a la

Universidad Pedagógica Nacional o al Tecnológico de Cherán el próximo año

pues, aunque se deprimió un poco por no haber podido ingresar a la normal, ha

recuperado sus fuerzas para continuar luchando en su vida.

Historias como la de Cinthya, nos muestran la realidad a la que se enfrentan los

y las jóvenes de la región de Eraxamani. Un contexto de incertidumbre laboral

en el que aparecen cada con más fuerza como la única opción las compañías

agrícolas productoras de fresa lo que, a lo postre, significa empeñar el futuro de

las comunidades dadas las prácticas que realizan en torno a los elementos

naturales como el agua y el suelo. Para Cinthya, pensar en un futuro de esa

manera es pensar en “un futuro que no es futuro”.

Liliana Huerta: una vida en el surco62.

Liliana es madre soltera de dos pequeños y originaria de la comunidad de Santo

Tomás, en la Cañada de los Once Pueblos. De sus 27 años de edad los últimos

diez los ha dedicado a las labores en el campo pues, aunque estudió una carrera

técnica como asistente educativo, la falta de alternativas de empleo en la región

la orillaron a ingresar al “campo”, a trabajar en el surco, por lo que algunas veces

trabaja en el corte de brócoli en el Valle de Guadalupe, otras en la poda de la

zarzamora y algunas más en la repela y pizca de fresa en Tangancícuaro. Por

ello, cuando llegó la empresa Agrícola Superior de Jacona, no dudó en entrar a

trabajar ahí, aunque, acepta, en otros lugares la paga era mejor pero el hecho

de no tener que salir de su comunidad y poder estar cerca de sus hijos, le

convencieron de quedarse a trabajar en su comunidad Tumasïu.

Ser madre soltera y trabajar en el campo significa que las labores diarias de

Liliana comienzan quince minutos antes de las cinco de la mañana cuando se

levanta para preparar el lunch que ha de llevar consigo a Tangancícuaro y el que

les ha de dejar a sus pequeños para que doña Guadalupe, la madre de Liliana,

los lleve a la escuela. Cuando le pregunté a Liliana por qué no preparaba el lunch

62 Una versión de la historia de Liliana Huerta fue publicada en La Jornada del Campo:

https://www.jornada.com.mx/2019/12/21/delcampo/articulos/santo-tomas.html

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un día antes, con un suspiro de cansancio, me dijo que no le daba tiempo pues

al llegar de trabajar tenía que hacerse cargo de las labores domésticas como

lavarles la ropa, lavar los trastes, barrer, trapear y hacerse cargo de muchas

actividades domésticas pues sus padres ya son personas de la tercera edad.

Aunque todo depende de si va a trabajar con la cuadrilla de Jesús Torres,

originario de Tanaquillo, que es cuando ocasionalmente sale a la “Zona Morelia”

y atienden lugares como Tiripetío, Huiramba o El Correo y se tiene que levantar

a las tres de la mañana y regresan ya pasadas las siete de la noche. El capital

agrícola, abreva del trabajo doméstico invisibilizado y lo naturaliza como una

actividad propia de las mujeres (Federici, 2018) de manera que mujeres como

Liliana, como madre soltera tiene que desempeñar dos jornadas laborales: en el

surco y en el hogar63.

Usualmente, Liliana espera al “raitero” o al jefe de cuadrilla en la carretera federal

que lleva de Morelia hacia Zamora y al punto de encuentro en la comunidad de

Acachuén donde “los recoge” la camioneta para llevarlos, junto con sus

compañeros, a trabajar a Tangancícuaro antes de detenerse en la comunidad

de Los Nogales, donde la mayoría compra algunos de los enseres que han de

comer pa´guantar en el trabajo.

me levanto, la primer alarma suena a las quince a las cinco y ya como a

las cinco diez me levantó, me alisto, preparo las cosas depende si voy a

cortar pus ya los botes que voy a llevar al trabajo, si es por día ya pus

llevo mi lunch y ya como a las cinco cincuenta tengo que salir de mi casa

porque voy hasta Acachuén a agarrar el, la camioneta que nos lleva,

tonces ya me voy caminando y ya ahí este ya en eso sale el chofer y ya

nos subimos y nos vamos ya como a las seis y media estamos en Los

Nogales que compran ahí cosillas para en la mañana y ya de ahí nos

vamos al trabajo pues ya llegamos y dejamos las cosas y ya, ya nos

63 Escribe Federici: “Hoy en día, muchas personas consideran que el trabajo doméstico

es una vocación natural de las mujeres, tanto que a menudo se etiqueta como <trabajo

de mujeres>” (Federici, 2018: 67). Parte de los objetivos del feminismo actual, como

corriente filosófica y como movimiento social, han consistido en desnaturalizar el trabajo

doméstico, los cuidados y la maternidad promovidos por el capitalismo patriarcal como

actividades “naturales” de la mujer (Federici, 2012).

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metemos a pizcar ya, dependiendo de la hora que terminemos, a veces

por ejemplo estos días que no tiene mucha fresa pus ya más tardar ya

como a las once ya terminamos de cortar…64

Las condiciones en que Liliana realiza su trabajo son, por demás, desfavorables

y precarias pues no cuenta con seguro social ni prestaciones por lo que, si llega

a enfermarse o tiene necesidad de asistir a consulta médica, además de pagar

de su salario tiene que faltar al trabajo lo que muchas veces le amerita uno o dos

días de descanso o el despido definitivo. Además, la empresa para la cual trabaja

actualmente no le brinda capacitación ni los materiales –guantes, gafas, overol,

cubre bocas- para realizar su trabajo de forma segura. Al igual que muchas y

muchos jornaleros, Liliana no sabe exactamente qué derechos tiene como

trabajadora agrícola pero sí sabe que las empresas están obligadas a brindarles

seguridad social.

A pesar de estar expuesta a condiciones adversas como las altas temperaturas

y las fumigaciones al interior de los macrotúneles que le han valido, hasta ahora,

algunas cefaleas, deshidrataciones severas, irritación ocular y de las vías

respiratorias además de lesiones lumbares por cargar los botes pal´ proceso que

pesan cada uno veinte kilos dependiendo de lo que se coseche, Liliana es

consciente de que si no fuera por el trabajo en los ranchos, para ella sería difícil

mantener a sus dos hijos.

Por ello, Liliana acepta que la agricultura industrial también ha significado la

posibilidad de tener cierta solvencia económica sobre todo en tiempos de

cosecha, es decir, de octubre a noviembre y de febrero a marzo y también la

posibilidad de ampliar su red social de apoyo con compañeras y compañeros

dentro del surco donde, acepta, aparte de cosechar fresas, también ha forjado

algunas amistades:

Qué de mi trabajo me gusta más… pues convivir con la gente porque

conocemos a muchas personas de distintos lugares, a veces los

problemas, se desahoga uno ahí, y como por ejemplo le digo mi rutina si

64 Entrevista realizada a Liliana Huerta, el 12 de noviembre de 2019 en la comunidad de

Tumasïu.

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yo fuera y no platicara con nadie eh creo que estaría más estresada no

sé en la casa entonces ya vamos y aunque sea cosillas ahí que aunque

no hablemos pero escuchamos a las demás y ya nos estamos riendo y

ya se va rápido el día…65

Sin embargo, también acepta que la agricultura industrial, en su comunidad,

Santo Tomás, significó varios perjuicios que motivaron un conflicto con la

empresa Agrícola Superior de Jacona que se acercó en 2012 para iniciar el

cultivo de fresa y arándano en los terrenos comunales. Al saberse explotada y

que el salario que la empresa daba era por mucho más inferior que en otras

empresas, Liliana se salió de trabajar y, cuando el movimiento en contra de

Agrícola Superior de Jacona inició, apoyó en los bloqueos pues su padre, mayor

de edad, era un comunero rentero al que la empresa le había atrasado los pagos

de las rentas.

Historias como la de Liliana, nos muestra como las condiciones de precariedad

económica les obliga a las comunidades y a las personas a aceptar la instalación

de la agricultura industrial en sus comunidades y aceptar las condiciones

laborales que ofrecen las agroempresas, como un destino manifiesto del que es

difícil sustraerse aun y cuando esto significa expoliar los elementos naturales y

la salud de los y las trabajadoras agrícolas.

Don Toño Ascencio: rentar la tierra.

“A mí con que me den cinco mil pesos… de que estén ahí nomás las tierras” me

dijo mi tío Antonio Ascencio, Don Toño, como le dicen en Tumasïu, mientras

caminábamos en medio de los surcos y me mostraba una de sus tierras en las

que en aquel tiempo había un huerto de arándanos de la empresa Agrícola

Superior de Jacona.

Don Toño, como me referiré a él de ahora en adelante, es un comunero de

derecho que certificó sus parcelas cuando el Fondo de Apoyo para Núcleos

Agrarios sin Regularizar llegó a la comunidad de Santo Tomás, es un comunero

65 Entrevista a Liliana Huerta, realizada el 12 de noviembre de 2019 en la comunidad

de Tumasïu.

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que se encuentra registrado en el padrón de comuneros y posee varios terrenos

comunales en distintos predios de la zona parcelada de la comunidad.

Cuando yo era niño, Don Toño, quien está casado con mi tía Luz, hermana de

mi madre, se dedicaba básicamente a dos actividades: a sembrar maíz o a

elaborar tabique que después comercializaba en distintos lugares como

Tangancícuaro, Zamora, Jacona, Tlazazalca o en lugares de la meseta

p´urhépecha como Paracho, Cherán y Nahuatzen.

Sin embargo, con el paso del tiempo Don Toño ha ido dejando de hacer tabique,

en parte por la edad, pero también porque cada vez es más difícil encontrar

madera para la quema, una buena tierra para el barro y el estiércol de caballo

necesario para ello pues, como me dijo Don Toño “ya casi nadie usa caballo”. Lo

anterior supuso un problema porque los ingresos económicos se redujeron y Don

Toño recurrió a la “raiteada”, es decir, se dedicaba -y se dedica algunas veces

todavía- a llevar gente a Zamora, a Jacona a Tangancícuaro o a los diferentes

campos de berries a cambio de un pago.

Como dije líneas arriba, Don Toño también se dedicó a la siembra, llegó a

sembrar maíz, trigo, avena, sorgo y janamargo, pero los altos precios de los

insumos para la producción y los bajos costos de venta lo fueron obligando a

dejar el campo. Para mí, Don Toño fue siempre un señor de trabajo que siempre

usaba su sombrero y cuyo lenguaje delataba una amplia experiencia en los

cultivos tradicionales.

Cuando el programa de certificación de terrenos (fanar66) comunales llegó a

Tumasïu, Don Toño certificó sus terrenos de manera que cuando llegó la

empresa Agrícola Superior de Jacona en 2012, comenzó a rentarle algunos de

sus terrenos para la producción de berries. Don Toño dice que ya no puede

sembrar sus terrenos y que rentarlos le significaba casi la misma utilidad

económica que si los continuara sembrando, pero sin el riesgo de perder la

cosecha por algún infortunio climático.

Don Toño y su esposa, mi tía Luz, tuvieron cinco hijos. Una mujer que

actualmente es madre y ama de casa, y cuatro hombres, tres de los cuales se

dedican a trabajar como jornaleros agrícolas donde “haya jale”, el cuarto de ellos

es profesor de educación primaria egresado de la Escuela Normal de Tiripetío,

66 Fondo de Apoyo para Núcleos Agrarios sin Regularizar.

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quien también ha tenido que trabajar en el campo de fresas cuando el gobierno

del estado no les paga puntualmente sus salarios a los profesores.

El caso de Don Toño Asensio muestra cómo ciertamente el acaparamiento de

terrenos comunales ha dado paso a la renta de terrenos comunales para la

agricultura industrial, proceso en el que también el envejecimiento de los cuerpos

de los campesinos ha sido un factor importante. De la familia de Don Toño

prácticamente todos se mantienen o se han mantenido en algún tiempo del

trabajo como jornaleros agrícolas.

Reflexiones finales.

A lo largo del capítulo me propuse reflexionar a la luz de dos objetivos centrales.

En primer lugar, me interesó presentar la región de estudio, la región

p´urhépecha de la Cañada de los Once Pueblos o, en p´urhe, Eraxamani. Pero

también me propuse caracterizar el proceso de despojo de terrenos comunales

que ha dado lugar a la producción industrial de berries para exportación.

Las preguntas que guiaron mi reflexión fueron: ¿cómo ha sido este proceso de

despojo o de acumulación por desposesión en Eraxamani y en Tumasïu que ha

permitido o dado paso a la producción industrial de materias primas o

commodities para exportación como los frutos rojos?, ¿Qué mecanismos se han

utilizado para despojar a las comunidades de sus territorios e instalar el

monocultivo?

A través del capítulo, me interesó mostrar los elementos, pero también los

procesos histórico- políticos locales que explican en gran parte el hecho de que

actualmente asistamos a una transformación profunda de los modos de vida de

las comunidades que incluye, entre otras cosas, el desplazamiento de la

agricultura maicera y la proletarización de la vida además de la erosión del tejido

social comunitario.

Sostengo que en Eraxamani y particularmente en la comunidad de Tumasïu, el

proceso de despojo ha sido un proceso a fuego lento, a una velocidad que casi

pasa desapercibida y en un contexto de escasez económica que hace que los

comuneros perciban como una alternativa la renta de terrenos comunales para

la producción agroindustrial de frutos rojos.

En mi análisis, retomo la noción de acumulación por desposesión, propuesta por

el geógrafo David Harvey y con la que da cuenta de una constante e incesante

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separación de los comuneros de los medios de reproducción y de vida. Con la

noción de acumulación por desposesión, el geógrafo propone que la

acumulación originaria o primitiva de la que da cuenta Karl Marx, es un fenómeno

que ocurre actualmente y de una manera constante por parte del capital

valiéndose de varios mecanismos como, por ejemplo, la desaparición de los

marcos normativos.

En Eraxamani y, especialmente en Tumasïu, este proceso de despojo, de

acumulación por desposesión, es un proceso que ha ocurrido, según mi

interpretación, a partir de cuatro fases o de cuatro elementos.

En primer lugar, las compañías o empresas agrícolas han aprovechado los

elementos naturales como la abundante agua y el prodigioso suelo además de

la infraestructura existente en la región sin preocuparse por el diseño de

programas de recuperación y conservación ecológica. Es en relación con el uso

del agua y de suelo que caracterizo a la agricultura industrial de berries como un

proceso extractivista de recursos naturales a fuego lento. Todos estos elementos

abaratan la producción de materias primas y convierten a Eraxamani en un

territorio clave para la producción.

En segundo lugar, refiero a la Revolución Verde como un punto importante en el

abandono de la agricultura maicera y de subsistencia y, por lo tanto, como un

punto importante en la separación de los comuneros de sus medios de

producción y de vida. Especialmente la implementación de “anzuelos

discursivos”, fueron creando una inferioridad subjetiva en los comuneros, pero al

mismo tiempo, el uso de fertilizantes fue dando paso a lo que se conoce como

“ley de rendimientos decrecientes”, lo que fue incrementando el costo de la

producción de maíz. Además de ello, el hecho de que el Tratado de Libre

Comercio con América del Norte supusiera la eliminación de subsidios para la

producción maicera y la eliminación de aranceles para la producción maicera

proveniente de Estados Unidos, significó el empobrecimiento del campo

mexicano.

En tercer lugar, en el proceso de despojo que dio lugar a la agricultura industrial

de berries para exportación en Tumasïu, es importante un proceso de

acaparamiento de terrenos comunales por parte de algunos comuneros, de

manera que cuando la empresa Agrícola Superior de Jacona llegó a la

comunidad, la decisión se agrarizó, es decir, quedó en manos de unos pocos, a

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134

saber, de aquellos que poseían los terrenos comunales excluyendo al resto de

los comuneros y comuneras.

En cuarto y último lugar, el proceso de certificación de terrenos comunales, como

parte de las acciones necesarias para la firma e implementación del Tratado de

Libre Comercio, fue un hito relevante pues, para algunos de los comuneros que

accedieron a certificar sus parcelas, ello significó que la tenencia de la tierra

pasaba a ser de pleno dominio, es decir, propiedad privada y, con ello, la

asamblea general de comuneros dejaba de ser, para ellos, la máxima instancia

en la toma de decisiones y resolución de conflictos. De esa manera, decidir entre

rentar o no las parcelas, quedaba en manos de unos pocos comuneros cuya

concepción de la tenencia de la tierra se identificaba con la tenencia individual.

Así, a partir de estos mecanismos de despojo avanzó y se instaló la agricultura

industrial de berries para exportación cuyo inicio se encuentra en Zamora pero

que ha avanzado hacia otras latitudes como Jacona, Tangancícuaro, Tlazazalca,

la Cañada de los Once Pueblos.

En el capítulo me interesó mostrar cómo, a pesar de que el monocultivo de

berries supone una serie de consecuencias y externalidades de distinta índole,

ha ido incrementado la zona de cultivo pues supone una gran cantidad de divisas

y empleos por lo que es una actividad económica defendida e incluso impulsada

por el sector empresarial pero también por los tres niveles de gobierno.

Hago énfasis en cómo, a pesar del discurso productivista y desarrollista con que

es presentada la agricultura industrial de berries, ello no se ha traducido en el

mejoramiento de los niveles y calidad de vida de las comunidades donde se

instala el agronegocio. Antes bien, los expolia.

Al centrarme en los procesos y los mecanismos de despojo quise mostrar que la

agricultura industrial y todos sus aditamentos -acolchados plastificados,

macrotúneles, sistemas de riego, herbicidas, fungicidas, acaricidas, fertilizantes,

cepellones- y también sus consecuencias -contaminación plástica,

contaminación de los mantos freáticos, erosión del suelo, deforestación- no

aparecieron de la noche a la mañana en los terrenos comunales de las

comunidades p´urhépecha de la Cañada de los Once Pueblos y que su

instalación obedece a procesos de despojo que datan por lo menos de finales

del siglo XIX y principios del XX.

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135

Históricamente, la Cañada de los Once Pueblos ha sido una región conocida por

sus abundantes elementos naturales como el suelo y las aguas del río Duero, lo

que ha significado que las tierras, en manos de las comunidades indígenas

desde su fundación o “desde tiempos inmemoriales”, siempre fueron codiciadas

por agentes y personas externas a la comunidad. Por lo que el acaparamiento

de terrenos comunales fue una práctica recurrente tanto por personas externas

a la comunidad como por personas y familias internas, como nos lo mostró el

caso de la familia “A” en Tumasïu.

Pero también casos como el de don Toño nos muestran cómo el acaparamiento

de terrenos en unas pocas manos ha deparado en un envejecimiento del campo

que imposibilita el trabajo agrícola lo que ha beneficiado a las empresas

agrícolas pues “de que están ahí nomás las tierras…”, es preferible rentarlas

pues ello supone una entrada económica tanto para los comuneros de derecho

con posesión de terrenos comunales que se benefician con la renta de los

terrenos, como para los comuneros de hecho, que trabajan en el jornal.

Además, la historia de este despojo está atravesado por las reconfiguraciones

territoriales que van desde las reformas liberales del siglo XIX, la reforma agraria

de principios del siglo XX y la reforma al artículo 27 constitucional de 1992

(Ventura, 2006). Dichas reconfiguraciones territoriales han significado la pérdida

de territorio y, por consiguiente, pérdida de autonomía para las comunidades.

Aunado a todo lo anterior, las condiciones de carencia y precariedad económica

en las que se encuentran las comunidades, han normalizado el monocultivo de

berries en la región. Pareciera entonces que la agricultura industrial se aparece

como el destino manifiesto de las comunidades de Eraxamani aunque esto

signifique el expolio de los elementos naturales y de la salud de los cuerpos,

degradar el ambiente, envenenar y eutrofizar los mantos freáticos, la pérdida de

biodiversidad.

En dicho contexto, historias como las de Cinthya y Liliana nos muestran cómo

en la región se ha ido asumiendo como un destino un tanto fatal, el trabajar en

el surco, en la repela de berries. Las comunidades tienen poco margen de

maniobra para exigir mejores tratos, lo que se agrava cuando la decisión de

rentar o no las tierras se agrariza y se excluye a la mayoría de la población. El

agronegocio no debería de ser el destino manifiesto de las comunidades y, por

supuesto, no debería ser catalogado como modelo de desarrollo rural pues si

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136

bien la agricultura industrial significa miles de millones de pesos en divisas, éstas

se van de la comunidad y se quedan en las manos de unos cuantos mientras

que las consecuencias, los costos, las externalidades ambientales, laborales y

de salud se quedan en la comunidad, en el territorio, en las manos y en los

cuerpos de quienes habitan los parajes donde se instala el agronegocio.

Por ello, en el contexto gris donde la agricultura industrial de producción y

exportación de materias primas se aparece como el destino manifiesto,

experiencias de resistencia como las de la comunidad de Tumasïu, que resisten

a la vorágine agrocapitalista, a la seducción del monocultivo, aferrándose a su

identidad cultural para defender su territorio, merecen la pena retomarlas y

visibilizarlas.

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CAPÍTULO III. TERRITORIALIDADES EN DISPUTA: TUMASÏU CONTRA EL AGRONEGOCIO.

Nosotros pensamos que la tierra no es de nosotros,

nosotros somos de la tierra…

Napoleón Márquez Serano. Comunero de Santo Tomás.

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138

Inicio este tercer capítulo con las palabras que Napoleón me dijo mientras

realizábamos una reforestación en uno de los cerros de Tumasïu. Mientras los

hombres y mujeres de mayor edad plantaban los arbolitos de pino, con Napo y

los integrantes más jóvenes de la ronda comunal acarreábamos los arbolitos

desde las camionetas hasta donde serían plantados. Trabajo arduo. Allí, en un

momento de descanso bajo los árboles más grandes, Napo me dijo unas

palabras que dejaron entrever su concepción de naturaleza: “Nosotros

pensamos que la tierra no es de nosotros, nosotros somos de la tierra”.

Comprendí allí, de las palabras de Napo, el significado de “Nana Echeri”,

palabras en p´urhépecha que se traducen como “Madre Tierra” y que lejos de

ser un slogan vacío y sin significado, de palabras de Napo adquirían una

trascendencia importante: detrás de aquellas palabras se translucía una

cosmovisión distinta, la cosmovisión p´urhépecha, una forma alternativa de vivir

y habitar el espacio a la manera hegemónica propuesta e impuesta por el

pensamiento moderno- occidental y bajo el cual la naturaleza y el territorio

adquieren el estatus de objeto susceptible de ser dominada, estudiada,

explotada, es decir, desde una perspectiva utilitaria (Giménez, 2005).

Así que aquellas palabras me terminaron de convencer que el conflicto con la

empresa agrícola no fue solamente por los acuerdos incumplidos por parte de la

empresa sino también por causas que trascendían lo agrario. En el conflicto

Imagen 11 Reforestación en Tumasïu. Fotografía: Jesús Janacua Benites.

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también había reivindicaciones que tenían relación con la defensa del territorio

ancestral como base material de la identidad cultural, con respecto a la

conservación de la biodiversidad, a la conservación de los elementos naturales

de la comunidad y con defender la agricultura maicera que, a su vez, representa

la base de actividades culturales que fortalecen la identidad cultural p´urhépecha

como las fiestas tradicionales.

En ese sentido, considero que el conflicto en la comunidad de Tumasïu implicó

también dos maneras de concebir el territorio en tanto apropiación de un actor

social, tal como lo define Gilberto Giménez (2005), una apropiación utilitaria y

funcional y una apropiación simbólico- cultural.

Para Giménez, la apropiación utilitaria del territorio ocurre “cuando se considera

el territorio como mercancía generadora de renta (valor de cambio), como fuente

de recursos, como medio de subsistencia, como ámbito de jurisdicción del poder,

como área geopolítica de control militar, como abrigo y zona de refugio…”

(Giménez, 2005: 10).

Por otro lado, entiende la apropiación simbólica del territorio cuando “se lo

considera como lugar de inscripción de una historia o de una tradición, como la

tierra de los antepasados, como recinto sagrado, como repertorio de

geosímbolos, como reserva ecológica, como bien ambiental, como patrimonio

valorizado, como solar nativo, como paisaje natural, como símbolo metonímico

de la comunidad o como referente de la identidad de un grupo” (Giménez, 2005:

11)

En Tumasïu, como desarrollaré en este capítulo, la llegada de la agricultura

industrial supuso el encuentro entre estas dos formas de habitar y concebir el

territorio, encuentro que motivó el conflicto socioterritorial entre la territorialidad

comunal, más identificada con la generación de valores de uso y de la

apropiación simbólico cultural propuesta por Gilberto Giménez, y la territorialidad

agrocapitalista más enfocada a la producción de valores de cambio y de la

apropiación utilitaria y funcional.

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En este sentido, pienso que el incremento de los conflictos de distribución

ecológica, socioambientales y socioterritoriales dejan entrever valoraciones

distintas de la naturaleza y del territorio en el contexto de un mercado global. En

este tenor de ideas, considero que es posible pensar el conflicto de la comunidad

de Tumasïu como parte de lo que Boaventura de Sousa Santos denomina

“globalización contrahegemónica” en contraposición a una globalización

hegemónica excluyente en tanto que es un

[…] proceso por el cual una condición o entidad local dada logra extender

su alcance por todo el globo y, al hacerlo, desarrolla la capacidad de

designar como local a alguna entidad condición social rival. (Santos,

2009: 230)

En ese mismo sentido, afirma Santos, la globalización hegemónica implica

conflictos con aquellos que “integra” excluyendo, de esos conflictos nacería la

resistencia que, para Santos conforma la globalización contrahegemónica:

Por todo el mundo los procesos hegemónicos de exclusión encuentran

diferentes formas de resistencia -iniciativas de base, organizaciones

locales, movimientos populares, redes trasnacionales de solidaridad,

nuevas formas de internacionalismo obrero- que intentan contrarrestar

Imagen 12 Reforestación en Tumasïu. Fotografía: Jesús Janacua Benites.

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la exclusión social abriendo espacios para la participación democrática

y la construcción comunitaria, ofreciendo alternativas a las formas

dominantes de desarrollo y conocimiento; en suma, en favor de la

exclusión social. (Santos, 2009: 231)

En ese sentido, la globalización contrahegemónica está compuesta de iniciativas

y movimientos que combaten la exclusión de índole económica, social, política y

cultural originados por la encarnación más reciente del capitalismo global o

globalización neoliberal (Santos, 2009, 180) y en ese sentido son movimientos

que se enarbolan como resistencia a la globalización hegemónica.

En las exigencias y reclamos del conflicto vivido en la comunidad de Tumasïu se

dejaron entrever valoraciones distintas: ante el productivismo de la agricultura

industrial, la vuelta y defensa de la agricultura maicera para autoconsumo; ante

la concepción utilitarista del suelo, la propuesta de volver a una agricultura

orgánica para autoconsumo; ante el despojo y la tenencia individual de la tierra,

la vuelta y defensa de la tenencia colectiva de la tierra.

En este tenor de ideas, en este capítulo presento las dos territorialidades que en

el caso de la comunidad de Tumasïu, entraron en conflicto a partir de la llegada

de la agricultura industrial de berries para exportación a los terrenos comunales.

Como sostengo líneas arriba, antes del conflicto y movimiento de protesta en

contra de la empresa agrícola en la comunidad de Tumasïu ya había un fuerte

sentimiento de comunidad e identidad colectiva fundamentada en un origen

cultural común: la cultura p´urhépecha. En ese sentido, Tumasïu, como una

comunidad indígena p´urhépecha, pertenece a ese gran cúmulo de

conocimientos y saberes silenciados e invisibilizados por la razón metonímica,

la razón dominante en la modernidad occidental y que excluye los otros saberes

y conocimientos.

En mi trabajo, propongo que la comunidad, en los tiempos actuales, es una

construcción social proyectada cuya existencia no es independiente de la

existencia de aquellos que deciden vivir en comunidad. En ese sentido,

concuerdo con la definición de comunidad que ofrece Eduardo Zárate y que la

entiende como una construcción que

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142

proyecta un sentido de comunidad ideal, permeado tanto por prácticas

culturales añejas propias como por modelos de comportamiento político

que son ya el resultado de la experiencia participativa de los actores en

organizaciones e instituciones modernas y no comunitarias. (Zárate,

2009: 64).

Es decir, que la comunidad no existe por sí misma con independencia de

aquellos que la construyen, antes bien, justamente por ser el resultado de la

decisión explícita de sujetos que deciden vivir en colectividad, la comunidad,

como la entiendo aquí, es una construcción consciente y, en el caso de la

comunidad de Tumasïu, en el proceso de construcción los actores sociales

recuperaron elementos que consideraron y sientieron importantes en su proyecto

de comunidad. En ese tenor de ideas, la noción de comunidad que retomo aquí

se vincula con la noción de territorialidad, que retomo de Robert Sack para quien

la territorialidad es una estrategia utilizada por un individuo o un grupo para

controlar, afectar e influir el acceso a una zona geográfica (Sack, 1986). Lo que

me permite entender la territorialidad comunal como una territorialidad construida

por los actores sociales a partir de elementos culturales p´urhépecha

específicos, es decir, como una estrategia que los y las comuneras de Tumasïu

implementaron para controlar, afectar e influir el acceso a los terrenos comunales

por parte de la territorialidad agrocapitalista.

Por ello, tampoco entiendo a la comunidad de Tumasïu actual como un ente

anacrónico sino como una construcción social por parte de unos actores sociales

que recuperan para ello algunos elementos culturales p´urhépecha como parte

de una estrategia territorial.

Siguiendo las ideas de Verónica Velázquez (2019) quien, a partir de la noción de

territorios alternativos, propone que en la comunidad de Cherán surgió una

territorialidad alternativa como una respuesta a los intentos de reterritorialización

neoliberal en las comunidades indígenas, a partir de la reivindicación de una

territorialidad ancestral y étnica (Velázquez, 2019), propongo que en el caso de

la comunidad de Tumasïu, también operó la puesta en marcha de la

territorialidad comunal como una territorialidad alternativa a la agrocapitalista y

que en ese proceso se recuperaron aspectos comunales para hacer frente a la

territorialidad agrocapitalista representada por el monocultivo de berries.

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Siguiendo las ideas expuestas hasta ahora, se puede admitir que la comunidad,

pensada como una construcción social proyectada, es la construcción social de

un o unos actores. ¿En qué consiste esta comunidad construida socialmente en

Tumasïu?, ¿Quién o quiénes son los actores sociales que la construyen?, son

preguntas que guían mi reflexión a lo largo de este capítulo. La territorialidad

comunal en Tumasïu está siendo impulsada, es decir, construida por hombres y

mujeres, comuneros y comuneras que se han opuesto a la territorialidad

agrocapitalista recuperando y fortaleciendo algunas prácticas e ideas

comunales.

En el trabajo de Verónica Velázquez (2019), se puede ver una respuesta de

incorporación de la agricultura industrial de berries y aguacate en el

ordenamiento territorial comunal, en el caso de la comunidad de Zirosto y, la otra

respuesta, que repele y se resiste a la territorialización extractivista de

agroexportación a partir de la reivindicación de su territorialidad ancestral, la del

caso de Cherán. En mi trabajo, parto de la premisa de que tanto en la región de

Eraxamani como específicamente en la comunidad de Tumasïu también se

presentan las dos respuestas a la agricultura industrial.

La respuesta de la comunidad, sin embargo, no fue general pues en un sector

de la comunidad de Tumasïu, también surgió una respuesta de incorporación de

la agricultura industrial a su territorio comunal a partir de la renta de los terrenos

comunales, generalmente por parte de comuneros de derecho con posesión de

tierra, pero también de comuneros de hecho sin posesión de tierras que se

empleaban como jornaleros y jornaleras en la agricultura industrial de berries.

En contraparte, también surgió una respuesta de resistencia, cuestionamiento y

rechazo a la reterritorialización neoliberal capitalista representada por la

agricultura industrial de berries, territorialidad impulsada por comuneros tanto de

hecho como de derecho inconformes con el uso que se les estaba dando a los

terrenos comunales por parte de la empresa agrícola.

De manera que, en mi trabajo propongo que en Eraxamani y en Tumasïu, el

avance del agronegocio ha dado lugar al encuentro de dos respuestas y ello, a

su vez, a dado lugar a un conflicto entre dos territorialidades. Por un lado, una

territorialidad agrocapitalista concretizada en la producción de berries y

hortalizas que avanza mediante contrato de arrendamiento de terrenos

comunales y las consustanciales prácticas del monocultivo y que en el caso de

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la comunidad de Tumasïu ha sido aceptada y fue a su vez impulsada por algunos

de los comuneros de derecho que poseen los terrenos comunales67. Por otro

lado, una territorialidad comunal que, como en el caso de la comunidad de

Cherán, se revitaliza en función de la reivindicación de elementos étnicos y

ancestrales y que es impulsada por un grupo de actores sociales específicos.

Presento, en ese sentido, estas dos territorialidades que entraron en pugna en

Tumasïu a partir de la llegada de la agricultura industrial de berries, partiendo de

la información en entrevistas y la observación participante. No pretendo, con ello,

agotar en su totalidad los significados de estos dos mundos o territorialidades,

más bien me interesa perfilarlos con la finalidad de tener presentes las dos

formas de habitar y administrar el territorio que se contrapusieron en Tumasïu a

partir de la llegada de la empresa agrícola y que dieron lugar al conflicto. Me

interesa también presentar dos viñetas etnográficas, una por territorialidad, en la

que presento una parte de la vida de un actor social. Considero que ello ayudará

a comprender mejor aún que el tratamiento teórico, el por qué de las acciones

de cada actor social. De esta manera, el capítulo está compuesto por dos

grandes apartados, el primero de ellos, dedicado a la territorialidad comunal en

el que perfilo los elementos que, a partir de la voz de los comuneros y

comuneras, son importantes en la construcción de la vida comunal en Tumasïu,

y el segundo apartado, en el que abordo la territorialidad agrocapitalista a partir

de algunos de los postulados más importantes y que se confrontan con las

prácticas comunales recuperadas y revitalizadas por los comuneros y

comuneras de Tumasïu.

67 Como explicamos en el primer capítulo, con “comuneros de derecho con posesión de

tierra”, entendemos aquellos comuneros que tienen en posesión terrenos comunales,

aunque no en pleno dominio porque éste es de la comunidad en tanto ente agrario. En

el caso de la comunidad de Tumasïu, fue con ellos y ellas las que la empresa Agrícola

Superior de Jacona inició el arrendamiento de terrenos comunales para la producción

industrial de berries.

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3. 1 Territorialidad comunal.

para hacernos grandes personas son otras cosas, esto, la lucha hermanos, ser hermanos p´urhépechas, eso es lo que llamamos nosotros como p´urhépechas la Kaxumbikua, jorhejpukua, la mariokpekukua y la Jarhoájperakua que son este meramente de la raíz p´urhépecha y esto es un ejemplo de lucha que hemos vivido y seguiremos luchando.

Héctor Álvarez. Comunero de Tumasïu.

El testimonio anterior, pronunciado desde las palabras de Héctor Álvarez,

comunero de Tumasïu, reflejan la dimensión axiológica de la cultura

p´urhépecha, importante en la constitución de la territorialidad comunal desde la

cual los comuneros y comuneras defendieron -y defienden- su modo de vida

comunal en contra de la territorialidad agrocapitalista.

En este sentido, entendemos por territorialidad “el conjunto de prácticas y

acciones sociales de una formación social específica que producen material y

simbólicamente el espacio” (Díaz, 2014: 4), lo que, a su vez, remite a formas de

concebir y habitar, a través de acciones y prácticas, el espacio físico. De esta

manera, las preguntas que intentamos responder son: ¿Qué prácticas y acciones

sociales producen material y simbólicamente el espacio y la territorialidad

comunal en Tumasïu?, y, ¿Quién o quiénes son aquellos, aquellas que impulsan

la territorialidad comunal en Tumasïu?

Para responder la pregunta nos basamos en la recuperación de los elementos

que permiten la vida comunal en la comunidad de Tumasïu, según las entrevistas

y la observación participante que realizamos con los y las comuneras que

construyen y defienden la territorialidad comunal y que, según vemos, para ellos

la vida comunal significa hacer referencia a cinco elementos o prácticas

concretas que permiten la vida comunal.

En primer lugar, haremos referencia a la tenencia de la tierra que dentro del

conflicto en la comunidad significó un elemento importante pues algunos de los

comuneros aliados a la empresa agrícola argumentaban que, a partir de la

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certificación de una parte de la zona parcelada de la comunidad, la tenencia de

la tierra era de propiedad privada y que, por ende, cada comunero por lo

individual tenía la facultad de rentar los terrenos a la agroempresa sin tomar en

cuenta la asamblea general de comuneros. Para ellos el hecho de haber

obtenido un certificado parcelario significó que el régimen de tenencia de la tierra

ya no era social, sin embargo, no es así, la tenencia de la tierra en Tumasïu

continúa siendo social, comunal y, por ello, la asamblea general de comuneros

continúa siendo la máxima instancia en la toma de decisiones y resolución de

conflictos.

Por otro lado, había un grupo de comuneros, que son de quienes nos interesa

recuperar el testimonio, que, con una opinión distinta, argumentaban que la

tenencia de la tierra en la comunidad continuaba bajo el régimen comunal y que,

por ello, la decisión de rentar o no los terrenos comunales a la agroempresa

recaía en la asamblea general de comuneros, tanto de derecho como de hecho.

En segundo lugar, de acuerdo a la narrativa de los y las comuneras, haré

referencia a las prácticas sociales y culturales que se forman alrededor de la

tenencia de la tierra bajo el régimen comunal y que constituyen una oportunidad

para fortalecer el tejido social comunitario. Principalmente hago referencia al

cultivo del maíz y de las prácticas alrededor del cultivo como la conservación de

semilla nativa, la preparación del terreno, la siembra, la cosecha, el desgrane y

los alimentos preparados con el maíz como actividades socializadoras

importantes dentro de la comunidad y de las familias y que el acecho de la

territorialidad agrocapitalista ha puesto en riesgo al desplazar la agricultura

tradicional maicera.

Pienso que un aspecto particularmente importante para los comuneros y

comuneras que defienden la territorialidad comunal, es el aspecto de la

autonomía y seguridad alimentaria que el cultivo de maíz para autoconsumo les

otorga, versus la inseguridad y dependencia alimentaria que significó para ellos

el monocultivo de berries.

En tercer lugar, aparece como un elemento importante en la conformación del

conflicto, el sistema axiológico o los valores comunitarios que chocan o se

contradicen con los valores narcisistas e individualistas propuestos por la cultura

moderno- occidental capitalista. La Kaxumbikua y la Jarhoájperakua aparecen

como valores importantes en la conducción de la vida de los y las comuneras, al

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mismo tiempo que están estrechamente relacionadas con el sistema normativo

interno de la comunidad.

En cuarto lugar, hacemos referencia al ya mencionado sistema normativo interno

de la comunidad: la costumbre, que se contrapone con la ley escrita de la cultura

moderno- occidental y que fungió un importante papel dentro de la conformación

del conflicto socio- territorial. Es sobre todo en la parte inicial del contrato de

arrendamiento entre los comuneros y la empresa Agrícola Superior de Jacona

que observamos un encuentro entre la costumbre y la ley escrita.

Por último, la cosmovisión indígena p´urhépecha de la naturaleza en la que ésta

aparece como Nana Echeri (Madre Tierra) es un elemento que también está

presente en la narrativa de los comuneros y que se contrapone con la definición

moderno- occidental de la naturaleza como un objeto y stock de recursos para

la producción de mercancías.

Según pude ver durante mi trabajo de campo, en Tumasïu decidir por defender

la vida en comunidad ha significado defender la tenencia colectiva de la tierra, la

asamblea y las faenas comunales, los valores p´urhépecha, el sistema normativo

interno y la cosmovisión p´urhépecha en la que la naturaleza, la madre

naturaleza o Nana Echeri, aparece como un sujeto. A continuación abordaré

cada uno de estos elementos que componen la territorialidad comunal, aunque

en primer lugar me interesa presentar a aquellos comuneros que en Tumasïu

impulsaron la defensa y la rehabilitación de la territorialidad comunal toda vez

que parto de la idea de que la recomunalización, esto es, la rehabilitación de los

elementos de la territorialidad comunal es un proyecto (Zárate, 2009) impulsado

por actores sociales para lo cual recuperan algunos elementos ancestrales,

además, presentar a los actores sociales también nos ayudará a entender cómo

se fue conformando el discurso comunalista que terminó por expulsar a la

empresa Agrícola Superior de Jacona. Como mostraré, en el caso de la

comunidad de Tumasïu, en el impulso de recomunalización de la comunidad el

papel que jugaron las autoridades civiles y comunales fue sumamente

importante pues lideraron y mostraron una actitud de apertura que redefinió las

asambleas comunales pues, en base al derecho indígena y a los criterios de

membresía étnicos (Ventura, 2021), se permitió la participación de todos y todas,

trascendiendo a la asamblea agraria.

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Somos comuneros y comuneras porque aquí nacimos.

Héctor Álvarez es profesor de educación primaria, bilingüe p´urhépecha.

Originario de la comunidad de Tumasïu, desde muy temprano sale de su casa

para impartir clases en la comunidad de Ichán. En sus clases, Héctor intenta

inculcar a sus estudiantes el amor a la cultura p´urhépecha y a los elementos

culturales ancestrales a través de actividades artísticas pues además de profesor

y comunero, Héctor es un artista p´urhépecha que pinta al óleo figuras

emblemáticas como Tata Juan Chávez68 o Elpidio Dominguez69.

Orgulloso de su origen cultural p´urhépecha, Héctor, además funge como

miembro del Consejo Comunal de Tumasïu, un órgano que, a decir de sus

propias palabras, coadyuva en la administración pública comunal con las

autoridades civiles y agrarias. No es la primera vez que Héctor tiene un cargo al

interior de su comunidad, anteriormente fue ya secretario de la Jefatura de

Tenencia en los tiempos en que la empresa Agrícola Superior de Jacona llegó a

su comunidad, allá por el 2012. Desde entonces, Héctor observó con mucho

detenimiento las prácticas que ésta realizaba en los terrenos comunales de su

comunidad:

Yo le decía al entonces jefe de tenencia: “oye, como que este fresero o

esta compañía agrícola que se metió aquí como que llegó como quien

dice a su casa, porque no le hemos dicho nada”, y en ese entonces la

empresa ya había comenzado a contaminar mucho.70

A pesar de ello, Héctor y algunos otros miembros de la comunidad no

encontraron eco en las respuestas que el jefe de tenencia les daba en aquel

momento pues junto con el comisariado de bienes comunales, había participado

68 Tata Juan Chávez Alonso fue un comunero originario de la comunidad p´urhépecha

de Nurío. Fue delegado cero del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, integrante

del Consejo Nacional Indígena y un personaje clave en la conformación del movimiento

zapatista en la meseta p´urhépecha. 69 Elpidio Domínguez fue un comunero originario de la comunidad de Santa Fe de la

Laguna y líder de la lucha contra los ganaderos de Quiroga que quisieron despojarlos

de sus terrenos comunales en la década de los 70´s. 70 Entrevista a Héctor Álvarez, realizada el 17 de noviembre de 2020 en la comunidad

de Tumasïu.

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en la instalación del monocultivo y las opiniones de Héctor, a pesar de ser parte

del Consejo, no fueron tomadas en cuenta a la hora de entablar los contratos de

arrendamiento con los comuneros.

Sin embargo, aquello no desmotivó a Héctor y tiempo después, con la

designación del nuevo jefe de tenencia, Wilfrido Huerta Trinidad y del Consejo

Comunal, Héctor volvió a ser designado como miembro. De manera que, en

noviembre de 2018, cuando inició el conflicto con la empresa Agrícola, Héctor

vio reflejadas sus preocupaciones en los diálogos y temas expuestos y debatidos

en las asambleas comunales que dieron origen al movimiento de protesta.

De manera que en el origen del movimiento de protesta contra la agroempresa

las autoridades civiles, comunales y agrarias tuvieron un papel muy importante

pues su intervención y seguimiento del conflicto significó que éste estuviera

presente en la agenda de las asambleas comunales las que, dicho sea de paso,

en Tumasïu se convocan de manera general con independencia del censo

agrario por lo que todos y todas están invitadas a participar en ellas. Las

autoridades civiles anteriores, además de participar en la instalación del

monocultivo, nunca pusieron el tema de las afectaciones provocadas por la

agricultura industrial en la agenda de las asambleas comunales. Ahora bien,

¿Por qué se dio este cambio de actitudes en las autoridades civiles y

comunales?, ¿qué hace distintas a las autoridades civiles anteriores a las que le

hicieron frente al agronegocio?, ¿quiénes conforman las autoridades civiles

actuales en Tumasïu?

Aunque muchos movimientos sociales se afirman como organizaciones

horizontales, también es cierto que siempre hay quienes sobresalen de entre

todos y todas las que lo conforman. Sea porque son las autoridades en turno,

porque tienen facilidad de palabra o porque son los directamente afectados. En

este tenor de ideas, considero que el movimiento de resistencia de la comunidad

de Tumasïu no se puede comprender sin un acercamiento a quiénes son

aquellos y aquellas que, de una forma u otra, sobresalieron en el movimiento de

protesta contra la empresa agrícola que, en el caso de Tumasïu, correspondió a

las autoridades civiles y comunales que, hay que decirlo, fueron en su mayoría

jóvenes.

En las comunidades de Eraxamani, además del jefe de Tenencia como titular o

propietario del cargo, la plantilla administrativa cuenta con un suplente del jefe

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de tenencia, un secretario y un tesorero, aunque solamente el titular tiene

derecho a recibir una compensación económica en el ayuntamiento municipal.

Como muchas comunidades p´urhépecha, las autoridades de Tumasïu son una

hibridación entre lo propuesto en la Ley Orgánica Municipal del estado de

Michoacán y la organización política heredada de las tradiciones y costumbres

que en algunas comunidades incluyen a las autoridades tradicionales y religiosas

(Cruz, 2014).

La Ley Orgánica Municipal contempla, en su artículo 90, el respeto a la

organización política y social de las comunidades indígenas ampliando el

margen de movilidad para que elijan y diseñen su organización política social

conforme a sus usos y costumbres, a la letra, dice:

Artículo 90. Tomando en consideración que el Estado de Michoacán

tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus

pueblos indígenas, en los municipios donde se encuentran asentados

éstos, los Ayuntamientos protegerán y promoverán el desarrollo de sus

lenguas, culturas, usos, costumbres, recursos y formas específicas de

organización social de acuerdo con la Constitución Política de los

Estados Unidos Mexicanos, Constitución Política del Estado y demás

leyes aplicables.

Por ello, siendo y asumiéndose Tumasïu como una comunidad indígena, al

interior de su organización política se contempla la figura del Consejo Comunal,

como una figura política que coadyuva en la administración comunal. A decir de

Héctor, es herencia viva y recreada de los antepasados p´urhépecha:

Este cargo, si nos remontamos un poquito hacia atrás, este cargo pues

es haz de cuenta como quien dice uno de los cargos ancestrales por

decirlo así donde se juntaban parte de la comunidad para llevar a cabo

pues o tomar más bien decisiones e incluso este cargo del Consejo es

similar a un consejo tradicional que aún aquí si todavía tenemos eda

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nada más que las leyes ya no lo, ya no lo reconocen, estoy hablando del

juez71.

En Tumasïu, el Consejo Comunal es la manifestación de esta herencia política

ancestral y se corresponde con la manera en que se organiza la comunidad para

fines organizativos tanto políticos como religiosos. Corresponde a la

organización barrial heredada por los antiguos p´urhépecha según se lee en la

Relación de Michoacán. Tumasïu se divide en dos barrios: el barrio de arriba y

el barrio de abajo, divididos por el templo erigido al santo patrono, Santo Tomás.

Según Günther Dietz (2017), en muchas ocasiones el jefe de tenencia era motivo

de conflicto y desconfianza al interior de las comunidades pues su dependencia

unidireccional con el ayuntamiento lo identificaban con la élite dominante

generalmente mestiza, ajena casi siempre a los intereses de la comunidad.

Sin embargo, en Tumasïu y en otras comunidades de Eraxamani, se ha notado

un cambio en esta situación y el jefe de tenencia actual, Tata Wily, está

identificado con los intereses de la comunidad, expresados a través de la

asamblea comunal. Napo y algunos comuneros consideran que la elección de

Wily como jefe de tenencia fue algo inusual pues la jefatura siempre había estado

ocupada por familiares o comuneros cercanos a la familia “A” y sus intereses.

Para ellos, el hecho de que la asamblea comunal haya elegido a Wily, un

comunero de hecho sin posesión de tierras que laboraba como jornalero agrícola

fue un parteaguas en el destino de la comunidad y en el proceso de cuestionar

los procederes y quejas que la empresa agrícola estaba generando.

Además, el hecho de que la forma de llevar a cabo la elección tanto del jefe de

tenencia como del Consejo Comunal y de los demás miembros del ayuntamiento

comuna sea mediante usos y costumbres, legitima al interior de la comunidad la

investidura y autoridad de los comuneros electos. En Tumasïu, la manera de

elegir a las autoridades se da mediante la propuesta, al interior de la asamblea

comunal realizada para tal fin, de los comuneros candidatos. Acto seguido, se

solicita al resto de los comuneros que se formen detrás del comunero candidato

de su preferencia.

71 Entrevista realizada a Héctor Álvarez el 17 de mayo de 2019 en la comunidad de

Tumasïu.

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A diferencia de otras comunidades de Eraxamani, en Tumasïu no se realiza

“campaña política” para promover a los comuneros candidatos, como por

ejemplo en el caso de la comunidad de Carapan en que se conforman planillas

por candidato y se abre un periodo de tiempo para promover al candidato. En

Tumasïu la elección se hace “a mano alzada” y votan los hombres y mujeres

reconocidos como miembros de la comunidad por lo cual casi no es necesaria la

credencial de elector pues en Tumasïu “todos nos conocemos”.

Como sostengo en el segundo capítulo, anteriormente los jefes de tenencia eran

impuestos por el presidente municipal y tenían una importante participación en

los procesos de acaparamiento y despojo de terrenos comunales, de ahí la

desconfianza que había al interior de las comunidades con relación al jefe de

tenencia.

En Eraxamani, el surgimiento del Consejo Regional de Autoridades Civiles,

Comunales y Tradicionales Eraxamani, formado por algunas de las comunidades

como Ichán, Huáncito, Zopoco, Tumasïu, Tanaquillo, Urén y Los Nogales para

hacer frente a las decisiones del ayuntamiento municipal muestra este cambio

entre las anteriores autoridades civiles y las actuales:

Este Consejo surgió a raíz de lo que ha venido trascendiendo durante

muchos años, el monopolio que han hecho nuestras autoridades

municipales, el poco interés por intervenir en las comunidades, el

presupuesto de cada año fiscal que se entrega, que son pues digamos

míseros porque sinceramente las autoridades municipales siempre han

utilizado a las comunidades dentro de lo que son las campañas políticas,

con promesas, comprometiéndose a hacer algunas obras que realmente

al final, cuando ya están en el poder nunca las hacen, entonces esa es

una de las razones pero el Consejo también nació por la represión que

sufrieron las comunidades de Ichán y Santo Tomás el pasado 4 de

diciembre de 2018 en donde la comunidad de Ichán se manifestaba por

la imposición que quería hacer el actual presidente Eduardo Ixta

Álvarez72.

72 Entrevista realizada al Consejo Regional de Autoridades Civiles, Comunales y

Tradicionales Eraxamani.

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153

Las autoridades civiles, comunales y agrarias de Tumasïu que hicieron frente al

agronegocio, están conformadas por personas jóvenes de la comunidad que

mantienen una actitud crítica con respecto al proceder de las anteriores

autoridades civiles y comunales que se caracterizaron por el acaparamiento de

terrenos comunales de mano de élites en el poder municipal73 y de los partidos

políticos, por lo que los jóvenes integrantes de la actual administración comunal

mantienen una postura crítica con el gobierno municipal y los partidos políticos.

En ese sentido, es posible pensar el conflicto socioterritorial de Tumasïu en

términos de un cambio generacional:

Nuestros papás, sesenta o hasta un poquito más nuevos, todos estaban

influenciados por los partidos políticos que incluso en algunas

comunidades el PRI era uno de los partidos políticos que dominaba y

¿qué es lo que hacían al dominar?, ellos pensaban que también dentro

de sus comunidades podían hacerlo de esa manera, entonces ahí en las

comunidades indígenas es lo que ha pasado, que siempre han estado

ellos queriendo tener el control, siempre han querido tener el dominio de

una comunidad con esa mentalidad partidista, entonces yo pienso que

las personas fueron más débiles en ese sentido porque asimilaron todo

lo que los partidos políticos les daban, todo lo que les enseñaban y ellos

veían que de un cierto punto digamos de la cabecera municipal les

enseñaban cómo tratar a la gente y ellos llegaban y hacían lo mismo en

las comunidades.74

Son jóvenes que, podríamos decir, forman parte del movimiento de emergencia

indígena que describe Carmen Ventura (2018) y que en el estado de Michoacán

tendría sus antecedentes en la década de los noventa con el levantamiento del

Ejército Zapatista de Liberación Nacional y lo que la autora denomina “una

oleada de reformas jurídicas en materia indígena” lo que permitió que las

comunidades indígenas del estado hicieran demandas principalmente en el

73 Proceso ya descrito en el capítulo I. 74 Entrevista al Consejo Regional de Autoridades Civiles y Tradicionales Eraxamani,

realizada el 12 de marzo de 2019 en la comunidad de Tumasïu.

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plano de lo político como el derecho a contender por la presidencia municipal, la

creación de nuevos municipios y la integración de regiones autónomas

pluriétnicas (Ventura, 2018). Demandas que, a decir de la autora, surgieron a

partir del desencanto de las comunidades indígenas con el sistema de los

partidos políticos.

Como todo movimiento social, el movimiento indígena a nivel nacional y

latinoamericano ha implicado procesos de lucha y resistencia que, a su vez, han

dado lugar a cambios culturales en aquellos que luchan. Alice Poma, quien ha

dedicado su vida académica a estudiar los cambios culturales en las luchas

contra represas habla de los cambios culturales ocasionados en los sujetos en

lucha y uno de esos cambios tiene que ver con la conversión de sentimientos o

emociones con respecto a algo:

[…] encontramos que gracias a movimientos sociales que consiguieron

un cambio cultural, como el movimiento feminista o el movimiento por los

derechos de las personas con preferencias sexuales diferentes (gay

pride), o el sentimiento de culpabilidad por no ser una buena ama de

casa, en satisfacción por ser una mujer feliz, a pesar de no tener hijos o

no estar casada. Así mismo, en México, el movimiento zapatista en

Chiapas hizo que mucha gente sintiera orgullo en lugar de vergüenza

por ser indígena. (Poma, 2018: 196)

De manera que, en Eraxamani y en Tumasïu, se asiste no solamente a un

cambio generacional sino a un cambio cultural que es resultado de la larga lucha

del movimiento por los derechos de las comunidades indígenas.

Así, los jóvenes que representan a las autoridades civiles y comunales de

Tumasïu y que enfrentaron a la agroempresa son hijos y nietos de aquellos y

aquellas comuneras decepcionadas del sistema de partidos políticos y que, tal

vez por esa decepción, impulsan fuertemente no solo la territorialidad comunal,

sino el ejercicio político de sus derechos para autogobernarse como comunidad

indígena a partir de sus usos y costumbres. Así como sus padres y abuelos se

decepcionaron del sistema partidario, ellos también lo están de la idea de

desarrollo económico que los gobiernos neoliberales del PRI y del PAN

impulsaron en sus administraciones.

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155

Los jóvenes que participan actualmente en los cargos civiles y comunales al

interior de la comunidad mantienen un fuerte sentimiento de identidad

p´urhépecha. Algunos de ellos son profesores de educación primaria bilingüe,

con mucha experiencia en la lucha magisterial, cuya formación profesional se

realizó fuera de la comunidad pero que, una vez que terminaron su preparación

académica, volvieron a la comunidad para laborar ahí y participar en las

asambleas comunales y en la toma de decisiones en la comunidad.

Al haber salido de la comunidad para preparase académicamente, algunos de

ellos fueron víctimas de discriminación por su origen étnico y cultural, lo que lejos

de intimidarlos les fortaleció y les volvió más críticos a las relaciones de

dominación y discriminación, además, éste salir de la comunidad les permitió la

construcción de grupos políticos y de redes de apoyo (Bonfil, 1987).

De hecho, para Gunther Dietz (2017) es esta creación de redes y el surgimiento

de lo que llama una inteligentsia p´urhépecha, posteriormente emancipada de la

tutela de las instituciones, lo que permitirá la emergencia indígena que señala

Carmen Ventura (2018).

Además, pienso que en este cambio de actitud de las autoridades civiles,

comunales y agrarias de Tumasïu han sido determinantes distintos momentos

históricos del pueblo p´urhépecha, momentos que incluso se han convertido en

banderas de lucha de las distintas comunidades indígenas por lo que la

recuperación de la memoria histórica de lucha ha sido importante para estos

jóvenes.

Pienso, por ejemplo, en el conflicto de la comunidad de Santa Fe de la Laguna

en contra del despojo de terrenos por parte de los ganaderos de Quiroga a finales

la década de 1970, el conflicto de la comunidad de Cherán en 2011 y el atentado

contra la comunidad de Arantepacua en 2017 o en la postura crítica de

comunidades p´urhépecha como Nurío. Por supuesto, se trata de jóvenes que

en su infancia supieron del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación

Nacional en 1994, de la visita del EZLN la comunidad de Nurío en 2001 y 2006,

por lo que se trata de jóvenes que, tal vez a diferencia de la generación de sus

padres, crecieron en un contexto sí de discriminación que fue generando en ellos

un cúmulo de agravios ocultos, pero también del surgimiento de sentimiento de

orgullo hacia adentro de la comunidad y hacia el ser p´urhépecha que les ha

llevado a defender su comunidad y su territorio así como a elementos

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importantes de la identidad p´urhépecha como el lenguaje, la vestimenta, la

gastronomía y las tradiciones y costumbres.

Además, uno de los factores importantes en la rehabilitación de los valores,

figuras, deidades, tradiciones y costumbres p´urhépecha ha sido la celebración

del Año Nuevo P´urhépecha, celebración que se realiza cada 2 de febrero desde

1983 y en el que se enaltecen algunos de los símbolos más importantes de la

cultura p´urhépecha como el lenguaje, la vestimenta, la tradición gastronómica y

la cosmovisión p´urhépecha.

Pienso que otro elemento importante en la recuperación de la memoria histórica

y de la rehabilitación de elementos de la cultura p´urhépecha ha sido la

conformación del Consejo Supremo Indígena de Michoacán (CSIM), fundado en

2015 en la comunidad de Caltzontzin como el resultado de una serie de foros

realizados durante más de dos años en distintas comunidades (Ventura, 2018).

Desde su formación, el CSIM se ha constituido como un espacio de análisis y

coyuntura política en el que se discuten las distintas situaciones que atraviesan

las comunidades indígenas de Michoacán con las autoridades civiles, agrarias,

tradicionales y comunales de las distintas comunidades indígenas de Michoacán

que forman parte del Consejo. El CSIM ha sido un bastión importante en la

interlocución entre las comunidades y el Estado para que éstas exijan distintos

derechos como por ejemplo el derecho a ejercer el presupuesto directo, a la

soberanía alimentaria y a la autonomía75.

En concordancia con lo que refiere Carmen Ventura (2018), pienso que la

legislación en materia indígena también ha tenido un papel importante en el

cambio cualitativo de las autoridades civiles y comunales de Tumasïu y de

algunos comuneros y comuneras. En ese sentido, Ventura considera que dos

momentos dentro de la legislación internacional marcan el inicio de un cambio

en las relaciones entre el Estado- Nación y las comunidades indígenas. La

autora, identifica en primer lugar el convenio 107 de la Organización

Internacional del Trabajo, aprobado en 1957 y en el que aunque, según la autora,

“se expresa una predominancia todavía liberal en tanto que se parte de la idea

de la primacía de los derechos individuales y de una negación de posibles

75 En la lucha por lograr el presupuesto directo, el CSIM conformó el colectivo de

abogados indígenas Juchari Uinapikua, en su mayoría por abogados p´urhépecha, para

litigar y defender los derechos de las comunidades.

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derechos colectivos” (Ventura, 2012: 77), reconoce que constituye el

antecedente directo del convenio 169 que sería aprobado en 1989 y del cual

México sería, después de Noruega, el segundo país en ratificar (Ventura, 2012:

80)

En dicho convenio, a decir de la autora, se reconoce el derecho de las

colectividades a existir dentro de los estados nación de manera diferenciada por

lo que se les reconocen derechos territoriales, culturales y sociales lo que

conlleva a la transformación en la concepción de los pueblos indígenas quienes,

así, dejan de ser concebidos como objetos de atención a sujetos con

personalidad jurídica (Ventura, 2012). Lo anterior, a mí parecer, ha permitido que

las comunidades se transformen en actores políticos en demanda y defensa de

los derechos que les son garantizados por la legislación nacional e internacional.

En Tumasïu, quienes enarbolaron el movimiento de protesta en contra de la

agroempresa fueron hombres y mujeres, comuneros y comuneras, jornaleros y

jornaleras que abrevaron de esta emergencia indígena. En ese sentido,

considero que el movimiento de protesta en contra de la empresa agrícola es

incomprensible si no se toma en cuenta el movimiento indígena como

movimiento social.

El movimiento de protesta en contra de las prácticas de la agricultura industrial

agrupó distintos actores sociales cuya identidad colectiva comenzó a formarse

alrededor de un discurso que recuperó elementos de la cultura p´urhépecha. En

ese sentido, el movimiento de protesta no sólo se conformó alrededor de los

agravios ocasionados por las prácticas de la agricultura industrial, también los

cohesionó el saberse y el sentirse con un origen común amenazado. Como

comentaré en el cuarto capítulo, para los comuneros y comuneras de la

comunidad de Tumasïu fueron muy importantes los agravios ocasionados por la

empresa agrícola, pero dada la historia de despojo, discriminación y exclusión

de que han sido objeto las comunidades indígenas, en ellos y ellas también se

formó lo que, en referencia a lo que propone James Scott76, denomino como

76 En su libro “Los dominados y el arte de la resistencia”, James Scott propone que, en

contextos de opresión, los oprimidos manejan dos discursos, un discurso público y un

discurso oculto. Scott sostiene que mientras que el discurso público es el que los

oprimidos expresan en presencia del opresor mediante el que minimizan sus

sentimientos de agravio y ofensa, mientras que el discurso oculto es el que expresan y

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“agravios ocultos” y que fueron catalizadores importantes durante el conflicto con

la empresa agrícola.

En el movimiento participaron comuneros y comuneras, tanto de derecho con

posesión de terrenos como comuneros de hecho, jornaleros y jornaleras

agrícolas y fue un movimiento que se caracterizó por establecer vínculos y tener

apoyo de otras comunidades indígenas tanto de la propia región Eraxamani

como de las otras regiones p´urhépecha, como el apoyo mostrado por la

comunidad indígena de Arantepacua a través del envío de despensas y la

publicación de un manifiesto en contra de la empresa agrícola y en apoyo a la

comunidad de Tumasïu. El hecho de que el movimiento de protesta en contra de

la empresa agrícola se reafirmara como el movimiento de una comunidad

indígena en defensa de sus terrenos comunales apeló a la reafirmación de la

identidad indígena p´urhépecha en contra de aquellos y aquellas que apoyaron

abiertamente a la empresa agrícola, cuyos intereses parecían estar en contra de

la comunidad de manera que quienes se enfrentaron a la agroempresa y a la

territorialidad agrocapitalista, lo hicieron rehabilitando ideas y prácticas

ancestrales de la territorialidad comunal, en ése sentido, la comunidad, la

territorialidad comunal es una creación constante y consciente de los actores

sociales: la comunidad no existe por sí sola, se construye a través de prácticas

constantes que, en Tumasïu significó defender la tenencia comunal de la tierra,

la recuperación del cultivo del maíz con semilla nativa, la recuperación y

rehabilitación del sistema axiológico p´urhépecha, el sistema normativo interno

(la costumbre) y la rehabilitación de la concepción de la naturaleza como Nana

Echeri (Madre Tierra).

En ese sentido, el discurso de protesta que terminó con la expulsión de la

empresa agrícola de los terrenos comunales de Tumasïu fue construyéndose a

partir sí de los agravios y afectaciones ocasionados por la empresa agrícola pero

también de un cierto cúmulo de experiencias de agravio y resistencia de otras

comunidades p´urhépecha. De manera que, como veremos en el siguiente

apartado, en la conformación del movimiento de protesta los y las comuneras no

solamente recuperaron elementos de la cultura p´urhépecha, también

construyen en ausencia de este, de manera que tiene un papel importante en la

resistencia pues alimenta la sensación de agravio.

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159

recuperaron la memoria histórica de los agravios cometidos en contra de los

pueblos p´urhépecha. Este discurso de resistencia y conflicto contra la

agricultura industrial abrevó del derecho indígena que les permitió redefinirse

orgullosamente como comunidad indígena con derecho a su territorio y a la

autonomía.

3. 1. 1 Tumasïu, vida y territorio.

La territorialidad comunal reconstruida en Tumasïu se despliega sobre una base

material (Velázquez, 2019), territorio ancestral, que le da soporte a la vida

comunal. Si bien se desconoce la fecha histórica de la fundación de la

comunidad, se piensa que ésta tuvo su origen en una travesía y que los primeros

pobladores llegaron o bien de la comunidad de Nurío o de la comunidad de San

Felipe de los Herreros en la Meseta P´urhépecha, huyendo de la Conquista

española y en busca de agua (Janacua & Marquez, 2020). Aunque hay estas

dos versiones del origen de la comunidad, entre los comuneros que impulsan la

territorialidad comunal parece ganar terreno la teoría de que el origen en la

comunidad se encuentra en Nurío pues hay lazos afectivos y familiares con ella

(Ventura, 2021).

Imagen 13 Cerro de la comunidad de Tumasïu, en uno de sus parajes se fundó la comunidad. Fotografía: Jesús Janacua Benites.

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Según esta versión, los primeros pobladores de Tumasïu se habrían asentado

en una parte alta de la Cañada, en un paraje conocido como San Tumasïu y que

posteriormente, por “las políticas de congregaciones de indios de la corona

española provocaron la reagrupación de las poblaciones ubicadas en los cerros,

a la ribera del río” (Ramírez, 1986: 58), bajarían al lugar donde se encuentra

actualmente, en las orillas del Río Duero, entre las comunidades de Zopoco y

Acachuén. De manera que para 1603, las congregaciones habían dado lugar ya

a los asentamientos actuales de los pueblos de la Cañada de los Once Pueblos.

Para la comunidad y, en especial para los comuneros y comuneras que impulsan

la territorialidad comunal, es de suma importancia recordar el viaje que hicieron

los antepasados del pueblo desde la comunidad de Nurío, en la Meseta

P´urhépecha, hasta Eraxamani. Como parte de las actividades de rescate de la

memoria, las autoridades civiles tenían contemplado un recorrido desde

Tumasïu hasta Nurío en enero de 2021, con la finalidad de visitar los sitios de

origen común, sin embargo, por la pandemia de coronavirus, la visita se

suspendió.

Imagen 14 Templo de la comunidad de Tumasïu, dedicado en honor al Santo Patrono, Santo Tomás. Fotografía: Jesús Janacua Benites.

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Según cuentan las viejas voces de la comunidad, en Nurío hay un predio llamado

Santo Tomás y que de ahí habrían salido los fundadores de la comunidad de

Tumasïu huyendo de la conquista española y en la búsqueda de agua. Los mitos

fundantes, para Luis Villoro (1998), son importantes en la creación de una

identidad con un origen en común. Origen que en Tumasïu no solamente remite

a la comunidad de Nurío, sino también al territorio en el que habitan desde su

fundación.

En este sentido, parto en mi aproximación al territorio de Tumasïu, entendiéndolo

no solo como el polígono geográfico delimitado sino como un espacio

socialmente construido (Sosa, 2012), esto es, como un espacio físico que es

significado y re- significado por un o unos actores sociales a través de prácticas

consuetudinarias. De esta manera, el territorio no es únicamente el espacio de

la producción y reproducción físico- biológica, sino también el espacio de la

producción y reproducción social y cultural (Quintana, 2017) que permite la

continuidad en el tiempo- espacio de la comunidad77.

En Tumasïu, el territorio es entendido como el espacio heredado por los

antepasados en el que se desplegaban las actividades que permitían la vida

física, social y cultural, prácticas que no se restringían únicamente a la siembra

y cultivo de maíz para autoconsumo sino también para venta e intercambio con

otras comunidades78. Por ello, una de las actividades importantes a realizar en

los predios de Tumasïu, es la siembra del maíz que también brinda la

oportunidad de reforzar lazos y vínculos familiares e intracomunitarios a través

de las actividades agrícolas.

Si bien en Tumasïu, el cultivo del maíz rara vez se realiza a modo de milpa, es

decir, como un policultivo en el que se asocia al maíz con otras plantas como

chile, frijol o la calabaza, lo cierto es que las actividades culturales en torno al

77 Aunque hay ejemplos que muestran que “la comunidad sale de la comunidad”, como

las familias que migran temporal o permanentemente pero que “sienten” que siguen

siendo parte de la comunidad, que dan cuenta de la extraterritorialidad de la comunidad

y de la identidad p´urhépecha. 78 Al respecto son de gran importancia las fiestas patronales, dedicadas al Santo o Santa

Patrona, pero también las fiestas del corpus y las fiestas denominadas “de la octava”.

Como sostengo en un trabajo anterior, las fiestas tradicionales en las comunidades

p´urhépecha son la oportunidad de formar y fortalecer vínculos con otras comunidades

y redistribuir los excedentes de producción de maíz (Janacua, 2016).

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maíz se siguen realizando con ayuda de familiares79 lo que refiere a la “ayuda

mutua” o jarhoájperakua, que abordaré más adelante. Guillermo Bonfil en su ya

clásico trabajo (1987) hace notar que las actividades en torno al maíz, como el

desgrane, por ejemplo, representan una oportunidad para intensificar las

relaciones domésticas.

En concordancia con lo anterior, el profesor Raúl Espino, comunero de Tumasïu,

considera que la siembra del maíz era una de las actividades importantes dentro

las familias pues ello permitía la transmisión de conocimientos de una

generación a otra:

toda esa actividad pues la realizábamos familiarmente, de esto cabe

mencionarse que era una situación manejada de esta manera que el

papá hacía, el jefe de familia hacia esta actividad, cuando faltaba el jefe

de familia el hijo continuaba con la misma actividad y así sucesivamente

a través del, del tiempo entonces era una convivencia mucho muy

armónica…80

La importancia del territorio en Tumasïu, como en otras comunidades, no se

circunscribe únicamente a la socialización y fortalecimiento de los vínculos

familiares e intracomunitarios. Al ser un espacio destinado a la producción y

reproducción de la vida, también era un espacio relacionado con la fiesta

religiosa, celebrada en Tumasïu el 22 de diciembre en honor a Santo Tomás. De

manera que subsistencia, socialización, cultura y territorio estaban fuertemente

relacionados en Tumasïu, es decir, en Tumasïu el territorio también se apropia

desde una dimensión simbólico- cultural (Giménez, 2005).

79 Mención aparte merecen los comuneros que han acaparado varias hectáreas de

terrenos comunales pues, si alcanzan a cultivar todos “sus terrenos”, lo hacen mediante

el pago de mano de obra, es decir, mediante peonaje. 80 Entrevista al profesor Raúl Espino León, realizada el 20 de septiembre de 2019 en la

comunidad de Tumasïu.

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163

3. 1. 2 Hacer comunidad dentro de la comunidad: prácticas de comunalidad

en Tumasïu.

Vivir en una comunidad no es garantía de nada. Como lo muestran infinidad de

casos, al interior de las comunidades, aún las originarias, hay tensiones,

conflictos y disputas en torno a temas que parecen amenazar su existencia.

Contrario a la folclorización y romantización con que se ha pretendido ver a las

comunidades a las que se ha dibujado como la panacea y la alternativa al modelo

capitalista por sí mismas, el hecho de que haya comunidades que integran el

modelo agrocapitalista en su territorio (Velázquez, 2019) me hace pensar que la

territorialidad comunal es una construcción social consciente y, por lo tanto, una

decisión de una colectividad lo que contrariaría la tesis de que las comunidades

indígenas, por sí mismas, son o representan una alternativa al modo de

producción capitalista.

Las comunidades no están aisladas, mantienen contacto con otras comunidades

y latitudes del mundo y con otras formas de vida. El hecho de que algunos de

sus miembros salgan de la comunidad a formarse y también la migración hacia

otras naciones en busca de empleo son dos factores de hibridación cultural, lo

que representa una fuente de preocupación en algunos miembros de las

comunidades por “dejar de ser comunidad” o “dejar de ser p´urhépecha” (Zavala,

1988) (Janacua, 2017).

Este contacto con otras culturas y formas de estar en el mundo, hace que, tal

vez hoy más que nunca, vivir en comunidad sea una decisión consciente entre

otras múltiples opciones ofrecidas por la modernidad globalizada.

Por lo anterior, la comunidad la entiendo aquí como una construcción social que

es impulsada por ciertos actores sociales. En Tumasïu, como ya mencioné, la

defensa de la comunidad fue fuertemente impulsada por hombres jóvenes y

mujeres que recuperaron y rehabilitaron elementos importantes para el vivir en

comunidad, por supuesto, no sugiero que Tumasïu esté libre de tensiones y

divisiones internas, por el contrario, el conflicto de distribución ecológica con la

empresa mostró las divisiones entre aquellos que defienden y proyectan el vivir

en comunidad desde la tenencia comunal de la tierra y los valores comunales y

aquellos que defienden el proyecto de vivir en comunidad desde la tenencia

individual.

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Por lo anterior, en el caso de la comunidad de Tumasïu, los agravios y

afectaciones ocasionadas por la agricultura industrial despertaron una respuesta

de comunalismo en el sentido en que lo entiende Eduardo Zarate:

Por comunalismo me refiero a un proyecto de recomunalización de las

relaciones sociales al interior de las localidades, por consiguiente, a un

imaginario que proyecta un sentido de comunidad ideal, permeado tanto

por prácticas culturales añejas propias como por modelos de

comportamiento político que son ya el resultado de la experiencia

participativa de los actores en organizaciones e instituciones modernas

y no comunitarias. (Zárate, 2009: 64)

De manera que, en su resistencia ante la agricultura industrial, los comuneros y

comuneras de Tumasïu identificados con la comunalidad, respondieron a un

cierto proyecto de comunidad en el que recuperaron y rehabilitaron prácticas

consideradas por ellos y ellas como los elementos más importantes de la cultura

p´urhépecha y por ende de la territorialidad comunal. Visto de esta manera, la

territorialidad comunal se despliega como una estrategia para delimitar e influir

el acceso, uso y control del territorio (Sack, 1986). Estrategia que se desplegó a

través de la defensa de la tenencia comunal, la defensa de la agricultura maicera

y la asamblea general de comuneros, tanto de derecho como, de hecho.

Rescato de las palabras de los comuneros que impulsaban la territorialidad

comunal tres elementos importantes. En primer lugar, el sistema axiológico

p´urhépecha representado principalmente por la kaxumbikua y la

jarhoájperakua, la costumbre y la concepción de la naturaleza como Madre

Tierra.

La costumbre: sistema normativo interno en Tumasïu.

Don Magdaleno Márquez es comunero de Tumasïu, desde hace más de

cuarenta años se dedica a la fabricación de tabique por lo cual renta algunas

veces terrenos a otros comuneros para “sacar tierra” o para abrir un camino que

permita pasar el camión y transportar los tabiques. Por ello considera que rentar

los terrenos no es una actividad que por sí misma esté mal, pues es algo que se

ha hecho en Tumasïu desde hace mucho tiempo, pero comenta se respetaban

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los términos del contrato así haya sido éste de manera verbal o escrita. En ese

mismo sentido, Tata José Huerta señala que los contratos de arrendamiento

entre los p´urhépecha se hacían de palabra y se cumplían porque estaba en

juego la honorabilidad del comunero por lo que no era necesario un papel para

sostener el trato.

Para Héctor Álvarez, el hecho de que al instalar el monocultivo de berries la

empresa agrícola haya deforestado árboles o eliminado rocas y vallados

naturales que servían de mojoneras es algo que también afectó los usos y

costumbres con relación a la tierra pues antes de la llegada de la empresa había

claridad “dónde empezaba un terreno y dónde terminaba”, con la llegada de la

empresa y la instalación del monocultivo, eliminaron las mojoneras y señas que

servían de división lo que, piensa, afectaría las relaciones una vez que la

empresa se marchara. Estas tres experiencias muestran usos y costumbres con

relación a la tierra en Tumasïu muy antiguos y que se vieron violentados por la

empresa agrícola.

Para Moisés Franco Mendoza, el sistema normativo p´urhépecha es entendido

en términos de la costumbre, que es el conjunto de normas o la ley no escrita

que rige y regula la vida interna de la comunidad, es decir, es la ley no escrita y

sabida por todos los integrantes de la comunidad que dicta cómo deben

comportarse en la vida social de la comunidad:

…es la norma no escrita […] Las definiciones que sobre ella se formulan

incluyen dos elementos: la práctica de ciertas reglas sociales derivadas

de un uso que sea suficientemente prolongado […] La práctica

consuetudinaria, esto es, la repetición de ciertas formas de

comportamiento es razón de su validez específica y da origen a la idea

de que aquello que siempre se ha hecho en determinada forma, debe

hacerse siempre igual por ser un uso inveterado. (Franco, 1997: 84)

En este sentido, la costumbre estaría vinculada con la tradición o pindekua de la

comunidad, si entendemos a esta última como lo propone Patricia Ojeda ( 2006),

quien la entiende como conocimiento popular heredado:

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En las comunidades indígenas p´urhépecha la tradición, sustentada en

raíces remotas, se va volviendo parte del conocimiento popular

automático mediante la socialización del individuo que nace y se

desarrolla en cierto contexto. Es justamente este mecanismo de

socialización y el aprendizaje de los roles sociales y comunitarios como

se pone en movimiento el “costumbre” o pindekua, que dicho de otro

modo corresponde a la manera en que las tradiciones de un pueblo se

activan y cristalizan en un lugar y momento específicos y que se

actualizan constantemente dependiendo principalmente de los actores

sociales. (Ojeda, 2006: 69)

Vista de esta manera, la costumbre o las normas no escritas se aprenderían e

introyectarían mediante los procesos de socialización primaria que apuntan

Berger y Luckmann (2001). Para estos sociólogos, el proceso de socialización

primaria consiste en asumir el mundo en el que ya viven otros, es decir, la

persona nace en una sociedad, en una comunidad donde la realidad social le

está dada por lo que se ve en la necesidad de participar en ella, esto es, asumir

la realidad social ya dada.

…el proceso por el cual se llega a ser hombre81 se produce en una

interrelación con un ambiente. Este enunciado cobra significación si se

piensa que dicho ambiente es tanto natural como humano. O sea, que

el ser humano en proceso de desarrollo se interrelaciona no solo con un

ambiente natural determinado, sino también con un orden cultural y

social específico mediatizado para él por los otros significantes a cuyo

cargo se halla. (Berger & Luckmann, 2001: 68)

De manera pues que la costumbre se reproduce y fortalece en la interactividad

cotidiana dentro de la comunidad a través de la tradición en socialidad con la

comunidad por lo que la tradición oral, es decir, el heredar de boca en boca a las

generaciones más jóvenes las tradiciones y lo que se tiene que hacer en los

81 En su texto, los autores Peter Berger y Thomas Luckmann utilizan la categoría

“hombre” para referirse al ser humano.

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acontecimientos más importantes dentro de la comunidad es de suma

importancia.

En su libro, Agustín Jacinto Zavala (1988), que es uno de los primeros

investigadores en abordar el estudio o, mejor dicho, en realizar una reflexión

anecdótica de lo que es el costumbre en su pueblo natal, Cherán, se refiere a la

costumbre asociándola con los principales ritos de paso de su pueblo.

De manera que cuando Agustín Jacinto dice “vamos a ver un poco de la práctica

social, un poco de lo que es ser miembro de una comunidad de la Meseta”

(Jacinto, 1988: 81) sugiere de una manera muy sútil que para ser considerado o

considerada como miembro de una comunidad, es necesario saber y prácticar

la costumbre en cada uno de los ritos de paso de su comunidad: el nacimiento,

el bautismo, la confirmación, la primera comunión, el matrimonio y la muerte. En

pocas palabras, para ser considerado miembro de la comunidad, es necesario

“saber hacer las cosas” como se hacen en la comunidad.

Así, relacionando lo dicho por Franco y por Jacinto, la costumbre se puede

entender como las normas o reglas no escritas que dictan la manera de

comportarse o lo que comunitariamente está permitido o no hacer en cada

momento de la vida social comunitaria.

Al parecer, sin embargo, la costumbre no solamente dicta lo que tiene que

hacerse en los ritos de paso, también tiene una gran importancia en la

transmisión de valores tenidos como importantes dentro de la vida social

comunitaria o, también podría pensarse que, el llevar a cabo la costumbre de

manera correcta, es altamente valorado.

Dentro de los valores que se reproducen y fortalecen mediante la costumbre, se

encuentra el valor comunitario de la jarhoájperakua o ayuda mutua y la

kaxumbikua u honorabilidad, que abordaré en el siguiente apartado.

De esta manera, la costumbre o el sistema normativo p´urhépecha tendría como

eje fundamental el cumplimiento de las normas no escritas, pero sí establecidas

y heredadas mediante la tradición y en las que se lleva a cabo la vida ordinaria

de la cotidianidad a partir de los valores ya mencionados. En este sentido, como

bien lo señala Moisés Franco (1997), también la tenencia de la tierra, es decir,

la posesión por parte de un comunero de una porción de la tierra comunal,

estaría en la comunidad de Tumasïu fundamentada en la costumbre y por lo

tanto en el reconocimiento de los otros comuneros y no en la titularidad o

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especificidad que pueda dar un título de propiedad y, retomando lo escrito con

relación a los valores llevados a cabo en la cultura p´urhépecha, no habría

necesidad de títulos o papeles que avalen la tenencia o posesión de la tierra

pues ello lo avala “la palabra”, es decir, el honor o la kaxumbikua.

Sin embargo, a decir del mismo autor, la propiedad privada, entendida como

contraposición a la propiedad comunal reconocida en la costumbre, cada vez

gana más terreno dentro de las propias comunidades de la Cañada pues con

ello, dice, se garantiza la tenencia de la tierra en caso de algún problema o

inconveniente como la muerte del titular.

Por lo que se puede ver, la costumbre no solo se manifiesta en los ritos de paso

importantes para la comunidad, también se manifiesta en temas relacionados a

la tierra y, específicamente, a la manera en que se trabaja la tierra y en ello, el

honor, el manejarse “como se debe hacer”, es importante para la cultura

p´urhépecha.

Sistema axiológico p´urhépecha: la kaxumbikua y la jarhoájperakua como

valores comunales.

Como adelanté en el apartado anterior, la kaxumbikua y la jarhoájperakua son

dos valores importantes dentro de la territorialidad comunal recreada en Tumasïu

y están interrelacionados con la costumbre o las normas no escritas que guían y

conducen la vida interna de la comunidad. En mi trabajo me interesa mostrar

estos dos valores considerados como importantes en Tumasïu por parte de los

comuneros que impulsan la territorialidad comunal. Consciente de que se trata

de dos temas amplísimos que necesitarían de dos investigaciones por separado,

no pretendo que mi abordaje aquí sea exhaustivo. De manera particular me

interesa mostrarlos a partir del uso estratégico que se le dio en la construcción

de la territorialidad comunal o recomunalización, por lo que pongo énfasis en la

kaxumbikua y la jarhoájperakua como dos requisitos de membresía a la

comunidad recomunalizada, es decir, que aquellos comuneros o comuneras que

practiquen la kaxumbikua y la jarhoájperakua son considerados como

comuneros lo que trasciende el hecho de “haber nacido en la comunidad” pues,

en palabras de Napo, ser kaxumbiti significa “querer el bien para la comunidad”.

En este sentido, algunas investigaciones traducen la kaxumbikua como un valor

y algunas otras como un valor que condensa otros valores. Para Agustín Jacinto

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Zavala, a quien debemos uno de los primeros escritos que aborda la

kaxumbikua, ésta se entiende como “cortesía, buenas maneras, buena

educación, saber comportarse de acuerdo con las enseñanzas de los mayores”

(Zavala, 1988: 104). Aunque Jacinto Zavala pone énfasis en la kaxumbikua como

un dispositivo que rige las relaciones socio- corporales de los integrantes de la

comunidad e incide en la construcción de los roles y relaciones de género, es

decir, es un proceso a través del cual los hombres y las mujeres “aprenden” a

ser y a comportarse de acuerdo a su género adquiriendo una serie de atributos

correspondientes al ser de un hombre y de una mujer.

Retomando a Manuel Gembe (2016), quien dedicó su tesis doctoral al estudio

de las reconfiguraciones de género en la comunidad de Cheran, podría decir que

la kaxumbikua está íntimamente relacionada con la costumbre en tanto

reproduce los comportamientos, conductas, roles y atributos permitidos a cada

género al interior de la comunidad.

Para Verónica Velázquez (2019), para quien la kaxumbikua se reduce al “honor”,

la responsabilidad de ésta recae principalmente sobre las mujeres por lo que se

vigila celosamente su comportamiento sexual. Para las mujeres, según

Velázquez, la kaxumbikua significa la obediencia, el respeto, el servicio y en el

caso de las mujeres solteras, la modestia sexual y para las mujeres casadas, el

ser buenas madres.

Así, “no hacer cosas de hombres” o “no andar con puros hombres”, son parte de

los comportamientos exigidos hacia las mujeres como parte de “ser una buena

mujer”, lo cual significa problemas para las mujeres jornaleras quienes, por las

necesidades del trabajo, salen de la comunidad a trabajar, situación que

Verónica Velázquez (2019), señala muy bien en su trabajo.

Gembe señala, por ejemplo, que parte de la costumbre cuando una pareja se

casa, es vivir con la familia de él para que la mujer aprenda a hacer las cosas,

en otro ejemplo, nos ofrece el caso de una mujer joven de 16 años que al casarse

tuvo que abandonar su educación media superior para irse a vivir con el padre

de su hijo pues “así era la costumbre”. En ese sentido, pienso que la kaxumbikua

tiene la finalidad de proteger y conservar a la comunidad hacia adentro y hacia

afuera. Si la kaxumbikua está relacionada con la costumbre, es decir, con “cómo

se deben hacer las cosas en la comunidad”.

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Aunque mientras realicé trabajo de campo no supe de viva voz de violencia

ejercida hacia las jornaleras, sí escuché de varios casos de celotipia. Tambien

escuché de hombres y mujeres, el estar asombrados por la cantidad de divorcios

y separaciones a partir de la llegada de las empresas agrícolas a la región.

Aunque no exploré la relación entre la kaxumbikua, la violencia de género y el

trabajo agrícola, Verónica Velázquez sí lo documentó en su trabajo.

Para las comuneras que impulsan la territorialidad comunal en Tumasïu, el

hecho de participar en las actividades como la ronda comunal, sí ha significado

el romper con algunos de los valores y comportamientos que conforman la

kaxumbikua: “esas que andan en la ronda con puros hombres y tan de noche,

nostá bien”. Sin embargo, el cuidar y proteger de la comunidad significó, en el

caso de Tumasïu, el romper con algunos valores y prácticas que supone la

kaxumbikua para con las mujeres. Un caso similar es el de las comuneras de

Cherán que iniciaron el movimiento de protesta en contra de los talamontes

aquel 15 de abril de 2011. En este sentido, sostengo en mi tesis que la

kaxumbikua se reconfigura de acuerdo a las condiciones históricas, sociales,

políticas y económicas por las que atraviesan las comunidades de manera que

si la necesidad y el agravio urgen, tomar las armas, salir a protestar y defender

a la comunidad es cuestión en el que los géneros parecen quedar arrebasados.

En términos concretos, me interesa explorar la relación entre la kaxumbikua con

el ser un “buen comunero/ comunera” y no tanto en su relación con el género

como sí lo hacen los trabajos ya citados (Jacinto, 1988) (Gembe, 2016) (Lemus,

2018) (Velázquez, 2019). Aunque no niego que la kaxumbikua es un dispostivo

de poder que rige las relaciones entre un hombre y una mujer, a mi me interesa

recuperar la kaxumbikua más como un dispositivo que, en el caso de la

comunidad de Tumasïu formó parte de la territorialidad comunal y por ende tuvo

un uso estratégico que les permitió a los comuneros y comuneras que

impulsaban la territorialidad comunal la reconstrucción de una identidad cultural

en defensa de su territorio en contra de la territorialidad agrocapitalista en tanto

que ser “un buen comunero” equivale a ser kaxumbiti y, a su vez, ser kaxumbiti

se traduce en “preocuparse y en ver por el bien de la comunidad”.

En este sentido, la rehabilitación de valores como la kaxumbikua y la

jarhoájperakua configuran el Sesi Irekani que se traduce como “Vivir Bien”

(Badajoz, 2017) y que tiene que ver con un ideal de vida (Magaña, 2017)

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construido, reconstruido y proyectado por los actores sociales como parte de su

proyecto de comunidad.

Así, para los comuneros y comuneras de Tumasïu, la kaxumbikua y la

jarhoájperakua constituirían el pilar sobre el que se fundamentaría su ideal de

comunidad y que estaría más allá del crecimiento económico, la producción de

valores de cambio y la expoliación de los elementos naturales. Visto así, el Sesï

Irekani forma parte de las alternativas a la sociedad occidental capitalista como

la perspectiva del decrecimiento económico y el Buen Vivir (Acosta & Brand,

2017).

Algunos atributos importantes de la kaxumbikua para estos comuneros son el

respeto, la tolerancia, la igualdad, la participación en cargos civiles y religiosos,

la ayuda desinteresada al prójimo, la humildad y la actitud de servicio y ayuda.

En ese sentido, pienso que la kaxumbikua y la jarhoájperakua se relacionan y

complementan entre sí, más bien, el ser considerado como un “buen comunero/

buena comunera”, tiene que ver con la complementariedad de estos dos

conceptos de la cosmovisión p´urhépecha.

Así lo sostiene Héctor Álvarez quien relacionó estos don conceptos cuando le

pregunté por las cualidades de un buen comunero en Tumasïu:

[…] mi tío, él va mucho a Estados Unidos, tiene muchos terrenos es lo

que te digo pues es de las personas que se han conseguido muchos

terrenos pero a base de que ha ido pues a Estados Unidos, tiene

bastantes terrenos, él viene, él nunca se niega a cooperar, eh, faenas

pues no, no puede ir pero a veces va su esposa, a veces le dicen “ay

pues sabes qué pues se está, se está ocupando esto”, y dice “ah no hay

problema ¿cuánto?, “tanto”, “ah sale, ahí te va”, este faenas te digo tal

vez no puede pero sí paga pues hasta unas dos, tres pues según las, las

que le pidan, o sea él nunca se niega pero realmente no es un buen

comunero, con el simple hecho de que no está aquí y cuando está aquí

a veces empieza a presumir “es que yo ya esto, yo ya aquello, ya di

tantas faenas y no y todo eso” y pus simplemente no se le puede

considerar un kaxumbiti, no se le puede considerar un kaxumbiti porque

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al final de cuentas hay otros que pueden dar igual que él y los dan

humildemente82.

De manera que ser una persona kaxumbiti implica la prestancia, colaboración,

ayuda, respeto, tolerancia y participar en la vida de la comunidad, en la

jarhoájperakua o faena y que en otros lugares se conoce como tequio o mano

vuelta y que ha sido muy importante en el mantenimiento de la vida

comunitaria83. Sin embargo, según me comentó Héctor, no solo es importante la

participación sino también la actitud con que se participa y ello implica la mesura

y la humildad.

En la comunidad de Tumasïu, se ha generado una especie de “mercado de

faenas” en la cual las personas que tienen una ocupación fuera de la comunidad

y que por ello no pueden -o no quieren- participar en las faenas, le pagan a

comuneros para que asistan en su representación. Aunque es una práctica

tolerada, ello no hace a la persona que paga por la faena, una persona kaxumbiti.

Además, participar en la jarhoájperakua, que Celerino Felipe Cruz entiende

como “…la ayuda entre todos, donde prevalece una concepción de la

reciprocidad y la colaboración que se traduce en solidaridad tanto interpersonal,

intrafamiliar y comunitaria. (Cruz, 2014: 310), para Héctor significa la creación

de un espacio social donde se socializan conocimientos, saberes, valores,

anécdotas, mitos, leyendas de la propia comunidad. En la Jarhoájerakua se

aprende la kaxumbikua y gracias a la kaxumbikua es posible la jarhoájperakua:

cuando vamos a faenas pues fíjate que ahí surgen varios temas o varias

cosas que tú no sabías de la aunque la comunidad es chiquita pero salen

pues varias cosas, sobre todo cuando va gente mayor, ellos e remontan

82 Entrevista realizada a Héctor Álvarez el 19 de noviembre de 2020 en la comunidad

de Tumasïu. 83 Guillermo Bonfil señala que en la faena “La noción de salario es ajena a gran parte

del trabajo orientado hacia la autosuficiencia: no se paga, se retribuye, se adquiere la

obligación de hacer lo mismo que otros hicieron por uno, cuando llegue el momento. El

trabajo comunal es una obligación que está implícita en el hecho mismo de formar parte

de la comunidad: es común, es pareja y aquí si, cuando alguien no participa, debe pagar

a otro que lo haga por él.” (Bonfil, 1987: 61)

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a esa época “ah yo me acuerdo cuando venimos una faena aquí y aquí

pasó esto y esto” y te quedas ¡ah órale pues sí!, y es o sea como que es

otra cosa de ir tú que mandes pues a otra persona, y eso está bien

porque le decía incluso a uno de mis, más bien a mi papá una vez me

dijo sabes qué que va a haber una faena, no papá que no, tienes que ir

pues porque al final de cuentas cuando seas ya señor te tienes que

aclimatar pues, ve, ve, y me dijo “sirve de que conozcas más gente” o

que escuches más gente ahí y es que fíjate Jesús pues a pesar de que

el pueblo es pues chico y, y aquí casi diario vemos a la si es que a la

mitad del pueblo, ¿no?, pero aún así no nos conocemos como

comunidad, ya en esas faenas o en esas pequeñas reuniones es cuando

conocemos a la gente y la escuchamos pues, su forma de expresarse, a

veces me sorprendo de una persona que podemos decir no terminó ni la

secundaria no, pero tiene pues ideas distintas y dices “ah, tiene ideas

buenas”, tiene una forma diferente de expresarse a lo que yo tenía en mi

concepción pues y como que digo “ah órale pues sí”, ser comunero no

es nada más pues pagar sino que también convivir, platicar,

escucharnos y decir “órale, está bien”84

Para los comuneros y comuneras que impulsan la territorialidad comunal, la

kaxumbikua y la jarhoájperakua son dos conceptos importantes dentro de la

cosmovisión p´urhépecha que rehabilitan porque permite la vida en comunidad.

En opinión de Héctor Álvarez, Tata José Huerta sería el ejemplo claro de un buen

comunero, de un comunero kaxumbiti en la comunidad de Tumasïu en tanto que

encarna los valores enaltecidos por el discurso comunalista: ser respetable y

respetado, ayudar al prójimo, llevarse bien con la comunidad, no tener problemas

con nadie, no tener vicios, tener una buena vida marital y familiar, sembrar su

maíz y, sobre todo, participar de la vida en comunidad.

En su vida como profesor jubilado, Tata José Huerta se dedica a realizar

temazcales en Tumasïu y en distintas comunidades p´urhépecha. En el

temazcal, Tata José rehabilita y enaltece distintas deidades p´urhépecha como

84 Entrevista realizada a Héctor Álvarez el 19 de noviembre del 2020 en la comunidad

de Tumasïu.

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Curicaheri, que en la mitología p´urhépecha es el Dios del Fuego, la deidad más

importante para los p´urhépecha:

Era de gran importancia para los tarascos el culto al fuego, El Dios del

Fuego fue su principal deidad más antigua, y de ella se derivaron todas

las otras. Curicaheri es su nombre. Es el gran fuego puesto que curi es

raíz de fuego, y caheri significa grande. Es también el Gran Engendrador,

porque curi es también raíz de engendrar que se dice en tarasco curi-

pe- hpens- ta- ni. Como los dioses engendradores en las religiones

mesoamericanas y quizá en todas, son ancianos, a su dios engendrador

llamaban los tarascos también Cura, que significa abuelo, siendo en todo

como Huehuetéotl, el Dios Viejos de los mexicanos, su Dios del Fuego.

(Corona, 1984: 27)

Tata José dedica cada temazcal al Dios Fuego, Curicaheri, y da oportunidad para

que cada participante ofrende algunas palabras al dios p´urépecha. En la

mitología y cosmovisión p´urhépecha el fuego es de suma importancia.

Imagen 15 Tata José Huerta y Nana Margarita, considerados como un matrimonio Kaxumbiti en la comunidad y en la región. En la fotografía se encuentran dirigiendo un temazcal. Fotografía: Jesús Janacua Benites.

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Nana Echeri: la naturaleza como Madre.

Durante el conflicto con la empresa agrícola, se dejaron entrever las valoraciones

de la naturaleza para los comuneros y comuneras de la comunidad de Tumasïu

que cuestionaban y rechazaban las prácticas de la agricultura industrial. De esa

manera, el lenguaje utilizado por los comuneros y comuneras para referirse a la

naturaleza revela su concepción.

Por supuesto, la concepción actual de la naturaleza de los comuneros y

comuneras de Tumasïu, como parte de la territorialidad comunal revitalizada, es

parte de la cosmovisión p´urhépecha de la naturaleza en la cual ésta no era

concebida como un stock de recursos naturales (Toledo, 2009) sino como un

lugar sagrado, habitado por entes sagrados.

Así, por ejemplo, durante los temazcales realizados en Tumasïu y dirigidos por

Tata José Huerta, se destacan deidades como Curicaheri, Dios del Fuego

p´urhépecha, y a la naturaleza como Madre Naturaleza o Nana Echeri, deidades

a las que se dedica cada una de las puertas del ritual.

Según algunos autores, para las culturas originarias no había una separación

entre la naturaleza y el ser humano y prevalecía una concepción más

organológica de la naturaleza en la que el ser humano formaba parte de ésta y

no estaba escindido de ella.

Héctor Álvarez: en defensa de la comunalidad.

Originario de la comunidad p'urhépecha de Santo Tomás, en la Cañada de los

Once Pueblos en Michoacán, Héctor Álvarez es —además de profesor de

educación indígena, miembro importante del consejo comunal y participante

activo de la ronda comunal— un artista que descubrió su amor por el arte a la

temprana edad de seis años, mientras observaba a su madre elaborar ollitas de

barro a las que decoraba con hermosos pájaros, flores y grecas dibujados a

pulso.

Padre y esposo, Héctor intenta enseñarles a sus hijos las tradiciones,

costumbres y la cosmovisión p´urhépecha. Para ello considera muy importante

la tradición oral de padres a hijos, pero, sobre todo, de abuelos a nietos por lo

que intenta que sus hijos pasen tiempo con su abuelo. La llegada de la empresa

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agrícola, significó para Héctor, que se perdiera la oportunidad de que sus hijos

pasaran tiempo con su abuelo en la parcela

Como artista plástico, Héctor pasó de la decoración de alfarería a experimentar

en otros materiales. Probó los aerosoles y el acrílico, pero fue el óleo con el que

sintió que estaba en su elemento. Héctor no sólo cambió de material, también

ha tenido que definir su propio estilo y su técnica, lo que le ha llevado a voltear

a ver sus raíces culturales, aquello que le da identidad. Así, ha optado por

transmitir un mensaje con su creación artística o, mejor dicho, revitalizar y

rehabilitar los valores p'urhépecha, como la Kaxumbikua y la Jarhoájperakua.

[…] decir que estamos vivos, que la raza p'urhépecha sigue vigente,

estamos en resistencia y vamos a seguir en resistencia. Este es un

ejemplo de cómo una empresa trasnacional nos vino a invadir pero aún

así alzamos la voz y la echamos afuera y esperamos que sea un ejemplo

para las generaciones venideras; que no nos quedemos callados, no nos

dejemos manipular por el dinero, porque el dinero al final de cuentas no

está en nuestra cultura. Nuestra cultura se basa en otras cosas, en la

ideología, en la cosmovisión, en todos esos valores que no tienen precio.

Desafortunadamente, nos han venido cambiando la idea y nos quieren

hacer creer que el dinero nos hace ser personas y eso no es así, para

ser personas se ocupan otras cosas: la lucha, ser hermanos, ser

hermanos p'urhépechas, la Kaxumbikua, la Jarhoájperakua, que son

meramente p'urhépechas.85

Es así que, en uno de sus trabajos, ubicado en los portales de la jefatura de

tenencia de la comunidad de Carapan, puede apreciarse una reproducción del

lienzo de Carapan —cuyo original se encuentra en La Relación de Michoacán

de Jerónimo de Alcalá— en el que se retrata la genealogía de los señores de

Pazquaro, Cuyacan y Michuacan.

Después del conflicto con la empresa Agrícola Superior de Jacona, el asedio por

parte de las empresas agrícolas transnacionales y la insistencia de los

85 Entrevista realizada a Héctor Álvarez, el 16 de junio de 2019 en la comunidad de

Tumasïu.

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comuneros aliados a la empresa en sostener que la tenencia de la tierra es

individual y en agrarizar la toma de decisiones al interior de la comunidad, para

Héctor ha significado que la lucha y la resistencia continúa y, para él, un

instrumento de lucha y sensibilización importante es el arte.

En su creación artística, Héctor también considera importante fortalecer la

memoria colectiva de las luchas de las distintas comunidades que integran el

pueblo p'urhépecha, recuperando a los personajes que han liderado la

resistencia. Ejemplos de esto son Juan Chávez, comunero y símbolo de la

resistencia de la comunidad de Nurío; Elpidio Domínguez, comunero y líder de

la lucha de la comunidad de Santa Fe de la Laguna; Jacinto Rita, músico

compositor de pirekuas; o Gabino Madrigal Tiamur, uno de los fundadores de la

comunidad, quien aún conservaba uno de los últimos apellidos originarios de la

comunidad.

Para Héctor Álvarez, la tenencia comunal de la tierra es un elemento importante

de la identidad y cosmovisión p'urhépecha dentro de la cual los seres humanos

somos uno con la naturaleza, de manera que defender a la Madre Tierra (Nana

Echeri), es defender la vida misma. Por ello, Héctor ha tomado como temas

principales de su estilo artístico símbolos como la Nana Echeri, la agricultura

maicera, las distintas luchas que ha enfrentado el pueblo p'urhépecha,

comuneros p'urhépecha ilustres y el origen de su comunidad.

Lo que la viñeta etnográfica de Héctor nos muestra es que más allá de la

ganancia económica, para algunos comuneros y comuneras de Tumasïu es más

importante la recuperación de aspectos culturales comunitarios que heredaron

de sus antepasados p´urhépecha.

3. 2 Territorialidad agrocapitalista.

Entiendo la territorialidad agrocapitalista a partir de una relación en

contraposición con la territorialidad comunal. Al igual que ésta última, la

territorialidad agrocapitalista es una manera de concebir y habitar el territorio

pero que, según vemos en el caso de Santo Tomás, se contraponen con las

concepciones y las maneras de habitar el territorio de la territorialidad comunal.

La entiendo, también a partir de la noción expuesta por Robert Sack, para quien

la territorialidad es una estrategia implementada por un individuo o un grupo para

influir o afectar el acceso a una zona geográfica determinada. En este sentido,

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la territorialidad agrocapitalista se trataría de una estrategia implementada por

una empresa, aliada con un grupo de comuneros para influir y afectar el acceso

a una zona geográfica determinada, a saber, los terrenos comunales de la

comunidad de Tumasïu. De esa manera, es una estrategia que pretendería

imponer una manera de administrar los terrenos comunales que significa, entre

otras cosas, imponer qué, cuándo y cómo sembrar, de manera que se trastocan

las formas comunales de administrar y habitar los terrenos comunales. Por

ejemplo, sustituyendo la agricultura maicera de temporal y para autosustento por

una agricultura industrial que más que productora de alimentos, es una

agricultura productora de mercancías, materias primas o commodities.

Así mismo, entiendo la territorialidad capitalista a partir de la noción de

modernidad capitalista que propone el filósofo Bolívar Echeverría:

Por modernidad habría que entender el carácter peculiar de una forma

histórica de totalización civilizatoria de la vida humana. Por capitalismo,

una forma o modo de reproducción de la vida económica del ser humano:

una manera de llevar a cabo aquel conjunto de sus actividades que está

dedicado directa y preferentemente a la producción, circulación y

consumo de los bienes producidos. Entre modernidad y capitalismo

existen las relaciones que son propias entre una totalización completa e

independiente y una parte de ella, dependiente suya, pero en

condiciones de imponerle un sesgo especial a su trabajo de totalización.

(Echeverría, 2011: 70)

En ese tenor de ideas, la territorialidad agrocapitalista la entiendo a partir del

concepto de modernidad pues, como sostiene Omar Felipe Giraldo (2018), la

modernidad funciona como soporte del agronegocio o de la territorialidad

agrocapitalista pues ésta avanza toda vez que el pensamiento moderno o la

modernidad ha desacralizado los territorios de las comunidades originarias,

como señala Octavio Iani “la cultura del capitalismo seculariza todo lo que

encuentra por delante y puede transformar muchas cosas en mercancía,

incluyendo signos, símbolos, emblemas. Todo se seculariza, se instrumenta, se

desencanta.” (Iani, 1998: 45)

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Al mismo tiempo, el concepto de modernidad lo recupero del pensamiento del

filósofo Luis Villoro para quien la modernidad se entiende como dominio racional

sobre la naturaleza y la sociedad (Villoro, 2010: 125) y la superación de lo

tradicional.

Historias como las de Tata José Huerta o Héctor Álvarez, nos muestran que para

ellos su territorio y los elementos naturales son concebidos como “sagrados” y

ancestrales, en contraposición a ello, para la territorialidad agrocapitalista, los

territorios y la naturaleza son concebidos como meros objetos, stocks de

recursos naturales susceptibles de ser explotados, estudiados y

comercializados. De hecho, para Luis Villoro la destrucción de la naturaleza por

la técnica moderna está antecedida por “la degradación de los entes naturales a

meros objetos” (Villoro, 2010: 126)

Específicamente, me es muy útil la noción de “figura del mundo” moderno,

ofrecida por el filósofo Luis Villoro porque ilustra el cambio y las diferencias entre

la territorialidad comunal y la territorialidad agrocapitalista en tanto que,

siguiendo a Villoro, me permite proponer que a cada una de las dos

territorialidades le corresponde una figura del mundo:

La nueva figura del mundo se desprende de una creencia central: el sentido

de que todas las cosas, incluido el del hombre mismo, proviene del hombre.

El hombre es fuente de sentido y no recibe él mismo de fuera su sentido.

Los entes no tienen un sentido <<objetivo>>, independiente de los sujetos,

adquieren sentido en relación con éstos. Por eso la labor del hombre es

crear un segundo mundo a partir de la naturaleza: sólo en ese mundo las

cosas se revisten de sentido. (Villoro, 2010: 122)

Es decir, Villoro propone que la figura del mundo moderno o la modernidad es

una etapa de centramiento de los significados del mundo en el hombre:

En primer lugar, el hombre ya no tiene una ousia o esencia determinada,

es visto fundamentalmente como acción que se da a sí mismo una esencia.

Su naturaleza, si alguna hay en el hombre, no cae bajo la categoría del

haber, sino bajo la categoría del hacer; el hombre es lo que se hace, es por

lo tanto fundamentalmente libertad. (Villoro, 2010: 43)

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Por lo anterior, para Villoro la modernidad supone una serie de actitudes que le

permiten al hombre reafirmarse ante el mundo, quizá la actitud más relevante de

la modernidad sea el individualismo que supone el sustraerse de los mandatos

divinos y, en consecuencia, asumir que el ser humano entendido de manera

individual es, en sí mismo, constructor de su propio destino.

Tenencia individual.

En la comunidad de Tumasïu también hay adeptos de la tenencia individual de

la tierra, un tipo de tenencia de la tierra que significa el dominio pleno de la misma

y, por ende, la sustracción de los comuneros de la asamblea comunal entendida

como máxima instancia en la toma de decisiones. Si en la tenencia comunal, la

tierra o los terrenos de la zona parcelada pertenecen al colectivo de la comunidad

y sólo se encuentran en posesión del comunero que los trabaja, en la tenencia

individual basada en la propiedad privada estos pasan a ser propiedad privada

del titular.

Para Moisés Franco si la tenencia comunal era la propia de la cultura

p´urhépecha, la tenencia individual se corresponde con el modelo turhisï, es

decir, ajeno a la comunidad y que propicia la desintegración de la comunidad y

que se podría equiparar, según mi interpretación de lo escrito por Franco, con el

modelo moderno occidental.

Según hemos visto, de acuerdo con Franco, la titulación o documentación de los

terrenos comunales en la Cañada obedece a varios factores entre los que

destaca el hecho de que constituía un medio de defensa y un testimonio de

prueba de la posesión a la vez que permite transmisión de derechos. La

preocupación que se tenía -o se tiene todavía- por documentar la tenencia de la

tierra es comprensible si se toma en cuenta los antecedentes de despojo, robo

y acaparamiento de terrenos comunales en manos de unas pocas personas y

familias. Por ello, la certificación de terrenos comunales significó para algunos

comuneros la posibilidad de documentar la tenencia de los terrenos comunales

y tener cierta seguridad jurídica.

La tenencia individual se contrapone con la tenencia colectiva -comunal- como

forma de tenencia ancestral p´urhépecha, aunque últimamente va ganando más

adeptos la tenencia privada: “Tradicionalmente la forma comunal se identifica

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con la tenencia de las comunidades indígenas, mientras que la privada

representa la del turhisï, que a últimas fechas gana más adeptos” (Franco, 1997:

138)

En Tumasïu, esta certificación de terrenos comunales que para algunos

comuneros significó tener un documento que acreditara la tenencia individual de

los terrenos, permitió la entrada a empresas como Agrícola Superior de Jacona

para el establecimiento de contratos de arrendamiento para la producción

industrial de frutos rojos, aunque como he señalado, también de otros cultivos

como brócoli.

La tenencia individual de la tierra se correlaciona con el individualismo como un

valor moderno- occidental que promueve la idea de sustraerse de la comunidad

y buscar una solvencia económica en solitario lo que trae a colación al

individualismo como el rasgo humano más importante en la modernidad

capitalista.

Para pensadores como Juan José Bautista, quien obviamente sigue a Marx, el

capitalismo no solamente produce mercancías capitalistas sino una forma de

relación social y, por lo tanto, una forma de vida humana:

El capitalismo, para poder constituirse en la forma de producción

dominante, tenía y tiene que producir de modo permanente no solo

mercancías capitalistas, o relaciones de mercado capitalista, sino su

asociación o conglomerado humano pertinente, es decir, una forma de

agrupación humana que fuese producto de su propia forma de

producción y reproducción subjetiva, hecha a su imagen y semejanza.

(Bautista, 2012: 93)

El fundamento de esta agrupación humana radica en la separación de los

productores y los medios de producción y en el enfrentamiento de los seres

humanos como propietarios privados, es decir, en la enajenación de bienes.

A su vez, la enajenación de bienes, necesaria para la instauración del

capitalismo necesita de un cambio en la relación del ser humano con la

naturaleza donde ésta deja de ser concebida como un sujeto para pasar a ser

concebida como objeto, como lo explica Bautista:

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…para que existan <las cosas> en cuanto cosas, o en sí y para sí estas

tienen que haberse separado de los seres humanos para poder aparecer

como <cosas en sí y para sí>. Esto significa que tiene que haberse

producido una realidad donde los seres humanos puedan concebir la

existencia de productos que ahora son <cosas> con las cuales ya no hay

una relación estrictamente subjetiva, y que por ello ahora pueden

concebirse como cosas <independientes> del ser humano y no

relacionadas con él o con su vida. Es decir, tiene que haberse producido

objetivamente en la realidad la relación sujeto- objeto, contexto donde

puede ahora aparecer y existir en sentido estricto la mercancía

capitalista, o sea, la producción de una cosa que en sí misma es

enajenable. (Bautista, 2012: 84)

Por supuesto, como hemos visto, en contextos actuales de carencia económica

y desempleo como el que atraviesan las comunidades de Eraxamani y de

Tumasïu en particular, la tenencia individual de los terrenos significa la

posibilidad de obtener un recurso económico que atenúe la escasez.

Ley escrita, la ley de afuera.

Para Moisés Franco Mendoza, en las comunidades hay dos sistemas normativos

vigentes que regulan la vida cotidiana: la ley y la costumbre. Identifica que

mientras que la costumbre es la norma no escrita que regula la vida cotidiana de

las comunidades y que se asume como “propia” en tanto que se consideran

como una herencia ancestral pues incluye

“la práctica consuetudinaria, esto es, la repetición de ciertas formas de

comportamiento es razón de su validez específica y da origen a la idea

de que aquello que siempre se ha hecho en determinada forma, debe

hacerse siempre igual por ser un uso inveterado” (Franco, 1997: 84)

La ley escrita, por otro lado, correspondería a “lo dictado desde afuera” y que por

lo tanto no se asume como una ley propia sino como una ley impuesta. En ese

sentido, la ley escrita se considera, según la interpretación de este autor, como

la ley del turhisï, es decir, del extraño a la comunidad.

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La historia de despojo de las comunidades indígenas y de la Cañada muchas

veces ha estado amparada bajo las leyes turhisïs como, por ejemplo, la ley Lerdo

de desamortización de 1856, lo que explicaría en gran parte el rechazo hacia la

ley impuesta: “La vieja práctica de imponer a las comunidades indígenas la

reglamentación de su patrimonio se repitió con las leyes desamortizadoras.”

(Franco, 1997: 97) Pero también los cambios y reformas estructurales como la

implementada al artículo 27 constitucional de 1992.

Cosmovisión occidental: la naturaleza como objeto.

Actualmente asistimos a una crisis múltiple que según algunos pensadores como

el filósofo mexicano- ecuatoriano Bolívar Echeverría, adquiere el status de una

crisis civilizatoria que trasciende las crisis individuales, es decir, la económica, la

social, la política o la cultural, (Echeverría, 1998), cada una por separado.

Las implicaciones de lo sostenido por el filósofo son profundas pues ello implica

pensar que todo el modelo civilizatorio en el cual se fundamenta la vida actual,

es un modelo que está en crisis y ello insta a pensar en alternativas a dicho

modelo civilizatorio lo que ha dado origen a un número no menor de reflexiones

que proponen alternativas como la del desarrollo sustentable, la del desarrollo

sostenible o más recientemente la del decrecimiento y la rehabilitación teórica

de propuestas precolombinas como la del Buen Vivir o Sumak Kawsay o el lekil

kuxlejal en tseltal y tsoltil o el Sesï Irekani en p´urhépecha.

Ahora bien, ¿de qué modelo civilizatorio nos habla Bolívar Echeverría? En un

texto titulado Crítica de la modernidad capitalista, Echeverría hace referencia a

la modernidad como el modelo civilizatorio adoptado por Occidente durante el

primer siglo del segundo milenio:

La modernidad es un proyecto civilizatorio que aparece muy

tempranamente en la historia de Occidente, en el primer siglo del segundo

milenio. Este proyecto civilizatorio aparece sobre la base de una

transformación radical de los medios de producción de esa época que

permite el aparecimiento de la posibilidad de un proyecto de vida civilizada

diferente a todo el proyecto de vida civilizada que había prevalecido a lo

largo de milenios antes de ese periodo. (Echeverría, 2011: 167)

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Para el filósofo, este proyecto civilizatorio habría avanzado por el mundo hasta

colonizarlo casi por completo durante la época de los grandes descubrimientos,

de la Conquista y la época Colonial.

En ese mismo sentido, para Enrique Dussel

“La modernidad se originó en las ciudades europeas medievales, libres

centros de enorme creatividad. Pero nació cuando Europa pudo confrontrse

con “el Otro” y controlarlo, vencerlo, violentarlo; cuando pudo definirse

como un “ego” descubridor, conquistador, colonizador de la Alternidad

constitutiva de la misma Modernidad” (Dussel, 1994: 8)

Más aún, para Echeverría, este modelo civilizatorio “parte de una nueva relación

posible entre el ser humano y lo otro llamado naturaleza” (Echeverría, 2011:

167), es decir, la modernidad como modelo civilizatorio no sólo significó la actitud

de descubridor y conquistador hacia el Otro, el indígena, tal cual lo relata Dussel

sino también por mantener esa postura hacia la naturaleza.

En ese tenor de ideas, la modernidad se caracterizó por concebir a la naturaleza

como un objeto maleable, medible, cuantificable y, por ello, susceptible de ser

explotable; en suma, se trató, como sostiene Boaventura de Sousa Santos, de

una separación entre el ser humano y la naturaleza (Santos, 2009).

Concepción de la naturaleza que se contradice con la de las cultura originarias

para las cuales, según Víctor Toledo, tenía un carácter o una cualidad cuasi

sagrada y no era concebida, como a partir de la modernidad, como un objeto o

recurso económico (Toledo, 2009).

Así también para el filósofo mexicano Luis Villoro, la modernidad se plantea

como un reposicionamiento del ser humano con relación a la naturaleza. Es

específicamente en su libro El pensamiento moderno, publicado por primera vez

en 1992, donde Villoro expone el concepto de “figura del mundo”, mismo que

utiliza para explicar la posición del ser humano ante y en el mundo según las

diversas épocas históricas.

Lo anterior quiere decir que para Villoro cada época histórica condensa una serie

o un conjunto de ideas básicas que caracterizan a la época, mismas que señalan

la manera en como el mundo se configura ante el ser humano (Villoro, 2010).

Como ejemplo, Villoro hace una comparación entre la posición que el ser

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humano tomaba en una época anterior a la modernidad y la posición que el ser

humano tomó para sí ante el mundo en la modernidad:

El pensamiento moderno se inicia cuando el hombre deja de verse desde

la totalidad del ente que lo abarca, para ver la totalidad del ente desde el

hombre. Ya no se contempla sólo como una creatura con un puesto singular

aliado de las otras, bajo la mirada ecuánime del dios, sino como un sujeto

que reconoce el sitio de las demás creaturas en el todo y elige para sí su

propio puesto. Deja de ser un elemento integrado en el gran todo; ahora es

capaz de hacerle frente. (Villoro, 2010: 115)

Pensamos que el concepto de figura del mundo es un concepto potente que nos

permite pensar nuestro tiempo así como las consecuencias de este

reposicionamiento del ser humano ante la naturaleza que la figura del mundo

moderno supone.

En consonancia con lo anterior, para Mario Teodoro Ramírez la modernidad

puede pensarse también como un proceso de liberación humana de todo aquello

que la limitaba, las fuerzas de la naturaleza incluidas:

Como sabemos, la modernidad –la sociedad, la cultura, la ideología

moderna- comienza con una reivindicación general de lo humano, de la

potestad humana, contra todo lo que busque limitarla o someterla. El

humanismo moderno nace en el momento en que la voluntad de

dominación y la capacidad de hacer se lían en la subjetividad individual,

individualizante e individualista. (Ramírez, 2011: 34)

Así, en la modernidad como modelo civilizatorio hegemónico exportado de

Occidente hacia el resto del mundo, el mundo natural, el ser otro de lo humano

adquiere sentido desde el humano lo que para los tres filósofos referidos con

anterioridad significa que la crisis que atravesamos actualmente radica

justamente en esa centralidad de lo humano individualista como rasgo

característico de la modernidad como modelo civilizatorio.

También para Bolívar Echeverría el humanismo es un rasgo característico de la

modernidad como modelo civilizatorio y la describe como la pretensión de

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supeditar la existencia de lo otro a la existencia humana, lo que termina por

cosificar, es decir, de convertir en objeto al mundo y con ello a la naturaleza, que

es, a su vez, convertida en materia prima para la producción desenfrenada de

mercancías capitalistas. De manera que es esta concepción de la naturaleza y

del mundo en general como un objeto medible, cuantificable y explotable lo que

ha conllevado a la generación de la crisis actual.

Aún más, para el investigador Víctor Manuel Toledo, el cambio en la relación

entre el hombre y la naturaleza que supuso la modernidad como modelo

civilizatorio supuso también una alteración en el metabolismo social mismo que

el autor entiende como la manera en que los seres humanos, agrupados en

asociaciones, se apropian y utilizan materiales y energías de la naturaleza

(Toledo, 2013) que les permiten producir y reproducir las condiciones materiales

de existencia (Toledo & Boada, 2003).

Relacionando las ideas del filósofo mexicano Luis Villoro y del ecólogo Víctor

Toledo, se puede afirmar que cada época histórica tiene su figura del mundo y

un metabolismo social propio de manera que, haciendo un ejercicio de

comparación histórico, las sociedades primitivas tendrían un metabolismo social

en el cual el proceso de apropiación de la naturaleza tendría un carácter primario,

es decir, una apropiación caracterizada fundamentalmente porque los seres

humanos “se limitaban a extraer todos sus medios de subsistencia por medio de

la recolección de especies vegetales y animales y sus productos, la caza y la

pesca” (Toledo & Boada, 2003: 142), por lo que es una forma de apropiación

propia de las sociedades primitivas nómadas.

En tanto que el modo de apropiación secundario se caracteriza, según Toledo y

Boada (2003), porque la apropiación ya ocasiona una transformación, aunque

limitada, de los ecosistemas a través de la elaboración y uso de algunas

herramientas y el uso de energía solar. Correspondería a este modo de

apropiación la domesticación en pleno del maíz lo que significó la transformación

de suelos y territorios para el cultivo; este modo de apropiación correspondería

a sociedades y comunidades campesinas de producción rural.

Por último, Víctor Toledo identifica el tercer modo de apropiación que él

caracteriza por pasar de la producción rural campesina basada en el uso de

energía solar a una producción industrial basada y altamente dependiente del

uso de energías fósiles y minerales lo que, a diferencia del modo secundario de

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apropiación, supuso “un cambio cualitativo en el grado de transformación de los

ecosistemas” (Toledo & Boada, 2003: 144).

La relación entre el ser humano y la naturaleza es indisoluble e inevitable; por lo

menos el ser humano necesita precariamente de la naturaleza para vivir pues,

como hemos visto, de ella extrae alimentos, nutrientes, vitaminas, sales y

minerales que le brindan la energía suficiente para que su proceso metabólico

funcione diariamente. Sin embargo, como hemos visto, esta relación ha

cambiado y es sobre todo el tercer modo de apropiación, el industrial, el que

supone una serie de consecuencias que ponen en tela de juicio la existencia de

las condiciones generales que permiten la vida en la tierra y, con ello, se pone

en tela de juicio la propia existencia del ser humano pues el modo de apropiación

industrial de la naturaleza sobre pasa la capacidad de regeneración de los

ecosistemas lo que ha conllevado al deterioro de las condiciones generales que

permiten la vida en la tierra siendo una de las amenazas más importantes el

cambio climático.

Reflexiones finales.

A lo largo del capítulo me propuse como objetivo central presentar las dos

territorialidades que en el caso de la comunidad de Tumasïu, entraron en

conflicto a partir de la llegada de la agricultura industrial de berries para

exportación a los terrenos comunales.

Las preguntas que guiaron mi reflexión fueron: ¿En qué consiste la comunidad

socialmente construida en Tumasïu? Y, ¿Quién o quiénes son los actores

sociales que construyen e impulsa la territorialidad comunal ante la territorialidad

agrocapitalista?

Lo anterior, toda vez que en mi trabajo retomo la concepción de territorialidad

ofrecida por Robert Sack, quien la entiende y define como una estrategia

utilizada por un individuo o un grupo para controlar, afectar e influir en el acceso

a una zona geográfica determinada. Al retomar la propuesta de territorialidad de

Sack, hago explícita la concepción de comunidad que utilizo en mi trabajo. Así,

entiendo a la comunidad como una construcción social que “proyecta un sentido

de comunidad ideal, permeado tanto por prácticas culturales añejas propias

como por modelos de comportamiento político que son ya el resultado de la

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experiencia participativa de los actores en organizaciones e instituciones

modernas y no comunitarias” (Zárate, 2009: 64)

Es decir, propongo que la comunidad, en los tiempos actuales, no existe por sí

misma y con independencia de aquellos que la construyen y que más bien,

justamente por ser el resultado de la decisión explícita de sujetos que deciden

vivir en colectividad, la comunidad es una construcción consciente y un proyecto

político y que, en el caso de la comunidad de Tumasïu, en su construcción los

actores sociales recuperaron y revitalizaron elementos culturales ancestral es

p´urhépecha que consideran importantes en su proyecto de comunidad.

De esta manera, la llegada de la agricultura industrial a los terrenos comunales

de Tumasïu, provocó una respuesta de recomunalización de la comunidad

impulsada por actores sociales determinados. Por ello, en el capítulo hago

énfasis en los actores sociales que rehabilitaron e impulsaron la territorialidad

comunal a partir de elementos ancestrales p´urhépecha.

¿Quién o quiénes fueron estos actores sociales?, fue una pregunta importante

en el capítulo y a través de la que señalo que el movimiento de protesta en

Tumasïu en contra de la agricultura industrial y de la territorialidad

agrocapitalista, es incomprensible sin tener como contexto histórico, político y

jurídico el movimiento indígena como movimiento social.

De esta manera, en el capítulo enfatizo que los actores sociales que rehabilitaron

e impulsaron la territorialidad comunal, son jóvenes comuneros de la comunidad

de Tumasïu que abrevaron del movimiento indígena como movimiento social.

Son jóvenes que considero, a diferencia de sus padres y abuelos, han

experimentado un cambio cultural a partir de la emergencia indígena (Ventura,

2018) y del movimiento indígena de manera que son jóvenes que se sienten

orgullosos y reivindican su identidad cultural p´urhépecha lo que les ha llevado a

defender su territorio entendido no solamente como polígono geográfico sino

como un espacio socialmente construido (Sosa, 2012) y soporte de la vida

comunal.

En consonancia con esto, la llegada de la agricultura industrial a los terrenos

comunales de Tumasïu no solamente significó la configuración de un conflicto

de distribución ecológica sino un conflicto territorial en el que se confrontaron la

territorialidad comunal y la territorialidad agrocapitalista.

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A partir de ello, en el capítulo propongo, a partir de un análisis de contenido, que

la territorialidad comunal en Tumasïu se construyó a partir de cinco elementos

importantes para los y las comuneras, como una estrategia de defensa ante la

territorialidad comunal.

En primer lugar, la tenencia colectiva de la tierra significó un elemento importante

pues algunos de los comuneros aliados a la empresa agrícola argumentaban

que en la comunidad la tenencia de la tierra era de pleno dominio y que, por

ende, cada comunero por lo individual tenía la facultad de rentar los terrenos a

la agroempresa sin tomar en cuenta la asamblea general de comuneros.

En segundo lugar, fueron importantes algunas prácticas sociales y culturales que

se forman alrededor de la tenencia de la tierra bajo el régimen comunal y que

constituyen una oportunidad para fortalecer el tejido social comunitario.

Principalmente el cultivo del maíz y las prácticas alrededor del cultivo son

actividades socializadoras importantes dentro de la comunidad y de las familias.

En tercer lugar, apareció como un elemento importante el sistema axiológico o

los valores comunitarios que chocan o se contradicen con los valores narcisistas

propuestos por la cultura moderno- occidental capitalista. Así, la Kaxumbikua y

la Jarhoájperakua aparecen como valores importantes en la conducción de la

vida de los y las comuneras, al mismo tiempo que están estrechamente

relacionadas con el sistema normativo interno de la comunidad.

En cuarto lugar, hacemos referencia al ya mencionado sistema normativo interno

de la comunidad: la costumbre, que se contrapone con la ley escrita de la cultura

moderno- occidental, fungió un importante papel dentro de la conformación del

conflicto socio- territorial. Fue, sobre todo en la parte inicial del contrato de

arrendamiento entre los comuneros y la empresa Agrícola Superior de Jacona,

que observamos un desencuentro entre la costumbre y la ley escrita.

Por último, la cosmovisión indígena p´urhépecha de la naturaleza en la que ésta

aparece como Nana Echeri (Madre Tierra) fue un elemento que también estuvo

presente en los testimonios de los comuneros y que se contrapone con la

definición moderno- occidental de la naturaleza como un objeto y stock de

recursos.

La viñeta etnográfica de Héctor Álvarez, me sirvió para mostrar que mucho más

allá de la producción de mercancías agrícolas, de la subsunción real y formal de

los territorios por el agronegocio, para algunos comuneros y comuneras es

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mucho más importante la recuperación de aspectos culturales comunitarios

p´urhépecha.

Pienso que también la viñeta de Héctor, nos ayuda a pensar que hay formas

alternativas de habitar los territorios más allá del capitalismo como, por ejemplo,

el Buen Vivir o Sumak Kawsay, el lekil kuxlejal de los tzeltales y tzotzil o el Sesï

Irekani de los p´urhépecha.

El conflicto en la comunidad de Tumasïu, pero sobre todo la respuesta de

recomunalización me hace pensar en la posibilidad de salir de la crisis

socioambiental que atravesamos y en las soluciones que los gobiernos parecen

esgrimir al proponer el desarrollo sustentable como una alternativa. Pienso,

quizá de manera pesimista que, a la luz del conflicto de Tumasïu, si no vemos

como una necesidad el cambiar y revitalizar otras formas de civilización a la

occidental capitalista, no lo haremos y que, tal vez, como propongo en el

siguiente capítulo, sea necesario experimentar en cuerpo y territorio propio los

agravios para cuestionar, criticar y quizá transformar nuestra forma civilizatoria.

Por otro lado, en el capítulo me interesó mostrar también la territorialidad

agrocapitalista la entiendo a partir de una relación en contraposición con la

territorialidad comunal. Que se configura a partir de la tenencia individual, de la

ley escrita o la ley de afuera de la comunidad y de la cosmovisión occidental de

la naturaleza.

Considero que, a partir de estos elementos, la territorialidad agrocapitalista ha

avanzado a través del desencanto del mundo como un fenómeno propio de la

modernidad occidental capitalista.

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CAPÍTULO IV. DE CARA AL AGRONEGOCIO, AGRAVIOS DE LA TERRITORIALIDAD

AGROCAPITALISTA A LA TERRITORIALIDAD COMUNAL.

participamos como familia, participamos como comuneros porque pues veíamos que los terrenos de cultivo pues estaban siendo mal utilizados verdad, en contra de lo que nosotros pensábamos o que vimos en nuestros abuelos cómo se debería de trabajar con la Madre Mierra.

Tata José Huerta.

Comunero de Tumasïu.

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Tata José Huerta es un comunero originario de la comunidad de Tumasïu. A sus

65 años, Tata José es profesor jubilado de educación indígena. Actualmente sus

principales actividades son básicamente tres. Cuando Tata José no está

realizando y dirigiendo Temazcales a través de los cuales rehabilita algunos

valores y deidades prehispánicas p´urhépecha, está dirigiendo rituales de

compadrazgo en Tumasïu y en toda la región de Eraxamani pues al ser un

hombre visto como Kaxumbiti, lo llaman para que diga las palabras (Uandakua)

del ritual de compadrazgo, está cultivando maíz cuando inicia el ciclo de cultivo,

actividad que realiza utilizando semilla nativa.

Tanto la siembra como la cosecha, Tata José la realiza con ayuda de su familia,

su esposa, Nana Margarita, sus hijos y nietos por lo que el cultivo del maíz se

convierte en un espacio de socialización y transmisión de conocimientos y

saberes locales. Para Tata José Huerta, al igual que para muchos otros

comuneros y comuneras de Tumasïu, la agricultura industrial de berries supuso

el desplazamiento de la agricultura tradicional pues se dejó de cultivar el “maicito”

para darle paso a la agroempresa y el monocultivo de berries.

Pero no fueron las únicas quejas contra la agroempresa. Héctor Álvarez se quejó

por la deforestación de los árboles que había plantado en su terreno; algunos

jornaleros se quejaron del mal trato que sufrían por parte de los mayordomos;

Tata José también se quejó porque consideró que los terrenos no estaban siendo

cultivados conforme a la tradición heredada por los antepasados; Napoleón

Márquez consideró que el uso de los agroquímicos era perjudicial no solamente

para la comunidad sino también para las comunidades vecinas; doña Digna se

inconformó por que la empresa utilizó su terreno aunque ella había decidido no

rentarlo y Don Toño se quejó del atraso de la agroempresa en el pago de las

rentas anuales.

Quejas y reclamos que expresaban los agravios sentidos por los y las comuneras

de Tumasïu. En este sentido, entiendo por agravio, al que equiparo con la noción

de afectación, como la sensación de injusticia cuando una regla social es

quebrantada (Moore, 1996). No obstante, este variopinto de reclamos en

Tumasïu, para la empresa Agrícola Superior de Jacona, agente de los daños, no

todas las quejas eran válidas. Al negar la validez de las quejas, la agroempresa

le negaba el status de “afectados” a la mayoría de los y las comuneras de

Tumasïu lo que significaba imposibilitarlos para constituirse en sujetos políticos

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en reclamo de sus derechos (Berger, 2016) y de la posibilidad de ser

recompensados por los daños causados.

En este sentido, para Omar Arach la noción y experiencia de la afectación

representa la credencial que posisiona a aquellos que sufren las principales

consecuencias de los megaproyectos en la arena política y, por ende, en la

posibilidad de acceder a las compensaciones del daño (Arach, 2019).

En su proceder, la agroempresa “agrarizó la afectación”, es decir, consideró

como válidas únicamente las quejas y agravios sentidos por las y los comuneros

de derecho con posesión de terrenos bajo contrato de arrendamiento con la

agroempresa, aquellos que le habían rentado los terrenos para la producción de

berries, agravios que prácticamente se reducían al pago de las rentas anuales

atrasadas y dejó de lado los agravios sentidos por el resto de los comuneros,

comuneras y jornaleros agrícolas. Sin embargo, una vez expresadas las

primeras quejas en contra de la agroempresa, provenientes de los comuneros

de derecho renteros al interior de la asamblea comunal, surgió el debate de quién

debía y podía considerarse como “afectado” por las prácticas de la empresa

agrícola: ¿únicamente los comuneros de derecho con posesión de tierra,

renteros de los terrenos?, ¿los comuneros de derecho con posesión de tierra

que no le rentaban los terrenos a la agroempresa y aun así se veían afectados

de distintas maneras? ¿los comuneros de hecho sin posesión de tierra?, ¿los

jornaleros?

En este tenor de ideas, el objetivo de este capítulo es presentar la serie de

agravios o afectaciones que motivaron la movilización social de protesta en

algunos comuneros y comuneras de Tumasïu en contra de la empresa Agrícola

Superior de Jacona y que no se circunscribían al pago de las rentas atrasadas

sino a una serie de afectaciones que engloban lo ambiental, lo laboral, lo social,

lo cultural y la salud. Lo abordo a través de un análisis de contenido temático en

entrevistas realizadas a comuneros y comuneras que participaron en el

movimiento contra la agroempresa, así como de las nociones de “afectado/

afectada” (Arach, 2019) (Berger, 2016) y “agravio” (Moore, 1996), que nos

permiten pensar las consecuencias como afectaciones que motivaron la

movilización social de los actores afectados en contra de la agricultura industrial

en el caso de la comunidad de Tumasïu.

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4. 1 De los agravios en la agricultura industrial a los actores afectados.

Definir y percibir la agricultura industrial como una actividad extractivista y por lo

tanto, como una actividad generadora de consecuencias negativas o problemas

ambientales es especialmente difícil. Sobre todo, porque cuando se hace

referencia a “extractivismo” o a “actividades extractivas”, se piensa en, por

ejemplo, la actividad minera tanto de socavón como a cielo abierto en tanto que

es una actividad que extrae grandes cantidades de recursos minerales del suelo

o subsuelo y la afectación es percibida de manera prácticamente inmediata en

tanto que las consecuencias de la agricultura industrial tardan tiempo en hacerse

visibles.

Sin embargo, en la actualidad, algunos trabajos como el de Omar Felipe Giraldo

proponen que la agricultura industrial sí puede ser considerada como una

actividad extractiva y que, además, lo es por partida doble en tanto que:

Los ejemplos del agroextractivismo son múltiples, pero quizá basta con

citar el caso de la soya. Para producir una tonelada al modo de los

“desiertos verdes” que se han venido territorializando vertiginosamente

en los campos del Sur global desde los albores del milenio, se requiere

extraer “16 kilogramos de calcio, 9 de magnesio, 7 de azufre, 8 de

fósforo, 33 de potasio, y 80 de nitrógeno”. Esos elementos químicos no

son retribuidos al suelo y generan su degradación, minando

aceleradamente las bases requeridas por la vida para su reproducción.

(Giraldo, 2018: 26)

Por lo que la agricultura industrial, destinada a exportación no sólo extrae

nutrientes del suelo sino de suelos de otras latitudes. De manera que cuando se

ve a los lados de la carretera un monocultivo, se está delante de una agricultura

industrial que está extrayendo nutrientes y energía no sólo de ese lugar, sino de

otros fuera de la percepción inmediata, aunque la mayoría ubicados en las

geografías de los países del Sur Global.

En un trabajo anterior (Janacua, 2020), sostengo que entre algunos de los

aspectos por los cuales es difícil construir a la agricultura industrial como un

conflicto ya sea socioambiental o socioterritorial y por lo tanto constituir un

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movimiento de protesta, se puede considerar la velocidad lenta86 con que tardan

en aparecer las consecuencias de salud y ambientales ocasionadas por la

agricultura industrial además de la falta de un sentido de imposición que sí

acompaña a otros procesos extractivos como, por ejemplo, el hecho de que a

las comunidades les sea impuesta la decisión de concesionar su territorio para

la operación de una mina o la construcción de una represa, pero también la falta

de una experiencia perceptiva inmediata de los daños y consecuencias así como

la falta de información sobre las consecuencias a corto, mediano y largo plazo

del uso de agroquímicos y de las prácticas de la agricultura industrial hacen difícil

que se le conciba como una actividad extractiva.

En el trabajo de mi autoría ya mencionado (Janacua, 2020), hago una aclaración

con relación a las nociones de “problema ambiental” y “conflicto socioambiental”.

Retomando lo sugerido por Tetreault, Ochoa y Hernández (2012), propongo que

la agricultura industrial puede convertirse en un conflicto en la medida en que un

actor social se sienta agraviado o afectado por el problema, en este caso, la

agricultura industrial y surja la voz de queja o reclamo. Sin embargo, para autoras

como Karina Kloster no basta con la inconformidad o la queja de un actor social

y considera que se necesita la identificación del responsable del agravio (Kloster,

2016), por lo que el conflicto se conforma de dos o más actores: un agraviado y

un responsable del agravio.

En general, debemos a Mauricio Berger el desarrollo de lo poco que se ha escrito

sobre la noción de afectados por los agrotóxicos utilizados en la agricultura

industrial. El autor opina que los afectados por agrotóxicos son personas que

“[no] saben del problema al que están expuestas hasta que comienzan a percibir

en sus propios cuerpos los impactos: afecciones dermatológicas, respiratorias,

gastrointestinales, nerviosas, disrupciones endócrinas” (Berger, 2019: 126)

Con todo, la experiencia de la comunidad de Tumasïu trasciende la noción de

afectado propuesta por Mauricio Berger pues éste autor, al centrarse únicamente

en las afectaciones ambientales y de salud ocasionados por el uso de los

agrotóxicos, deja de lado otro tipo de afectaciones que en el caso de la

86 En este aspecto hago referencia al trabajo de Grettel Navas, Sara Mingorria y

Bernardo Aguilar (2018), en el que proponen que algunas actividades extractivas

implementan una violencia lenta (slow violence) porque los efectos del extractivismo

tardan un tiempo en mostrarse.

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comunidad de Tumasïu fueron determinantes para iniciar el movimiento de

protesta en contra de la empresa agrícola y la agricultura industrial. En su trabajo,

Mauricio Berger se centra en el caso del Grupo de Madres del Barrio de Ituzaingó

Anexo, en la ciudad de Córdoba, Argentina, que data del 2001. El Grupo de

Madres comenzó su lucha cuando comenzaron a percibir un incremento de

enfermedades principalmente en sus hijos e hijas, afectaciones que se

mostraron sólo después de más de veinte años de fumigaciones con agrotóxicos.

Lo que muestra el caso del Grupo de Madres del Barrio Ituzaingó confirma lo

postulado por Mauricio Berger pues su movimiento de inconformidad y protesta

lo comenzaron sólo después de veinte años y después de que aparecieron las

consecuencias como cánceres, malformaciones, lupus y púrpura y afecciones

hormonales (Ayllon, Herrera, Lindon, Ferreyra, & Vera, 2019)

En una revisión del Mapa de Justicia Ambiental (Environmental Justice Atlas, en

inglés), realizada durante el mes de abril del 2020, encontré que de los 3, 081

conflictos registrados hasta ese momento sólo 11 tenían como fenómeno

coyuntural a la agricultura industrial y las consecuencias ambientales y de salud

que contraen. De esos once casos, en nueve se hace referencia a prácticas de

agricultura industrial de varios años de operación (más de veinte años) y sólo en

dos casos las prácticas del monocultivo tenían menos de trece años (Janacua,

2020). Por ello, cobra importancia la noción de slow violence o “violencia lenta”

propuesta por Grettel Navas, Sara Mingorria y Bernardo Aguilar y con el que dan

a entender que los efectos o consecuencias de las prácticas, en este caso de la

agricultura industrial, tardan en mostrarse y, cuando lo hacen, suele ser

demasiado tarde pues ya han dado lugar a los cánceres, lupus, infertilidad

másculina y femenina y malformaciones congénitas como ocurrió en el caso del

Grupo de Madres de Ituzaingó Anexo.

Sin embargo, como ya mencioné, en Tumasïu y en Eraxamani el caso ha sido

distinto. En Tumasïu las quejas no iniciaron por la aparición de alguna afectación

a la salud o ambiental ocasionados por el uso de agroquímicos sino por los pagos

de rentas atrasados y afectaciones que podemos llamar culturales en tanto que

son afectaciones a la costumbre de trabajar las tierras. Por supuesto, ello no

significa que en la región no se hayan dado casos de intoxicaciones por

agroquímicos o que incluso todavía no aparezcan las consecuencias del uso de

agrotóxicos en la región, sólo quiero hacer énfasis en que en Tumasïu, el

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conflicto y el movimiento de protesta en contra de la agricultura industrial y la

empresa agrícola no inició por las afectaciones producidas por los agroquímicos

lo que, a mi parecer, le otorga más valor a ese conflicto porque muestra que la

agricultura industrial y sus prácticas no sólo significan afectaciones a la salud y

ambientales, sino a afectaciones de otra índole igual de importantes.

Toda afectación da o debe dar paso a procesos de compensación y en todo caso

de reparación del daño. Sin embargo, los empresarios agrícolas, fundamentados

en un economicismo clásico, conciben las afectaciones como “externalidades”

de la producción, es decir, “como lesiones al medio ambiente producidas por un

fracaso del mercado, que hace que no sea el responsable del daño el que pague

la reparación o compensación, sino la sociedad en su conjunto.” (Russi & Alier,

2003: 125)

Para Russi y Alier (2003), dichas externalidades son en realidad pasivos

ambientales que entienden como

la suma de los daños no compensados producidos por una empresa al

medio ambiente a lo largo de su historia, en su actividad normal o en

caso de accidente. En otras palabras, se trata de sus deudas hacia la

comunidad donde opera. […] En realidad, se podría decir que dichas

deudas son éxitos de traslación de los costos a la sociedad, que permiten

a las empresas ser competitivas (Russi & Alier, 2003: 125)

Aún así, en Tumasïu se percibieron afectaciones que dieron origen al

movimiento de protesta en contra de la empresa agrícola que derivaron en la

expulsión de la misma. Ahora bien, ¿qué es un agravio?, ¿quién es o quiénes

son los afectados en el caso de la comunidad de Tumasïu?, ¿con respecto a qué

prácticas específicas se sintieron agraviados y, por ende, afectados?, ¿es

posible compensar/ reparar los daños ocasionados por la agricultura industrial

en Tumasïu? Son algunas de las preguntas que intento responder en este

apartado.

Por lo anterior, comencé el capítulo con el fragmento de una entrevista a Tata

José Huerta pues en sus palabras se deja entrever que la afectación surgió a

partir de la confrontación de dos mundos distintos: su mundo comunal del cultivo

de maíz y la realización de Temazcales y el mundo del monocultivo que le

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198

despojó la posibilidad de los espacios de socialización como la parcela con su

famlia. Lo que concuerda con lo propuesto por Omar Arach, para quien la

afectación es el resultado de la confrontación de mundos de vida distintos en los

que “se ponen en juego visiones diferentes del espacio y del tiempo, del futuro,

de la verdad, de la justicia” (Arach, 2019). En las palabras de Tata José también

se revela el reconocimiento de un agravio provocado a la naturaleza que, en sus

palabras adquiere la representación de un ente: Madre Tierra (Nana Echeri), que

se confronta con la perspectiva cosificante de la naturaleza que es concebida

como mero objeto.

A diferencia de otros conflictos relacionados con la agricultura industrial, el

conflicto de Tumasïu no inició por la aparición de afectaciones a la salud como

resultado del uso de agroquímicos, sino más bien por problemas relacionados

con los pagos de las rentas de los terrenos comunales para los comuneros

renteros. Ello, sin embargo, significó un momento coyuntural que permitió que

otros actores sociales con menor capacidad de agencia o de movilización

levantaran su voz en contra de la agroempresa.

Tal fue el caso de los comuneros de derecho con posesión de terrenos

comunales que decidieron no rentarle los terrenos al agroempresario lo que, en

el momento de la instalación del monocultivo de berries les dejó fuera de la toma

de decisiones en tanto que se agrarizó la decisión de rentar los terrenos. A los

comuneros de derecho no renteros se les sumaron otros actores sociales con

menor capacidad de agencia: los jornaleros y jornaleras agrícolas.

De manera que, en el conflicto socioterritorial de Tumasïu fueron dos los actores

sociales que, mediante su inconformidad o agravio, dieron inicio al movimiento

de protesta en contra de la empresa Agrícola Superior de Jacona y de la

agricultura industrial capitalista. En lo que sigue, mostraré las afectaciones o

agravios sentidos tanto por los comuneros de derecho renteros como no renteros

y de los comuneros de hecho que dieron paso a la movilización social.

4. 2 De comuneros a afectados y de afectados a comuneros.

Las quejas contra la empresa agrícola comenzaron a llover en una asamblea

general de comuneros en 2018. Los que primero se inconformaron fueron los

comuneros renteros, es decir, los comuneros de derecho con posesión de

terrenos comunales que le rentaban las tierras a la empresa Agrícola Superior

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199

de Jacona para la producción industrial de berries para exportación. La queja de

los comuneros renteros fue la oportunidad para que comuneros como Héctor

que, aunque era comunero de derecho con posesión de terrenos, habían

decidido no rentarle sus terrenos comunales a la empresa agrícola y expresaran

sus inconformidades pues, aunque no rentaban sus terrenos, con sus prácticas,

la agroempresa les ocasionó diversas afectaciones.

En este sentido, el papel que jugaron las autoridades, tanto agrarias como

civiles, fue muy importante pues al no ver el asunto con la agroempresa

únicamente como un “problema agrario”, le dieron la entrada a otras afectaciones

que trascendían lo agrario y por lo tanto a otros comuneros. Agrarizar la

afectación significaba que la empresa únicamente se haría cargo y resarciría las

externalidades producidas a todos aquellos comuneros y comuneras renteras en

primer lugar y a los comuneros posesionarios que, sin rentarle, habían sido

afectados por las prácticas del monocultivo.

Lo anterior, a pesar de que la Ley ambiental para el desarrollo sustentable del

estado de Michoacán en la fracción XI del cuarto artículo define como daño

ambiental:

La alteración relevante que modifique negativamente el medio ambiente,

sus recursos, el equilibrio de los ecosistemas, la salud humana o los

bienes o valores ambientales colectivos.

La misma ley, en el artículo 151 del capítulo IV, señala que “Cualquier persona

tiene el derecho a denunciar ante la Procuraduría o el Ayuntamiento que

corresponda, todo hecho u omisión que contravenga las disposiciones de esta

Ley y demás ordenamientos que regulen las materias relacionadas con la

protección al ambiente y los recursos naturales.”

En ese mismo sentido, también la ley de desarrollo rural integral sustentable del

estado de Michoacán, de la cual se benefician “ejidos, comunidades indígenas y

las organizaciones o asociaciones de carácter nacional, estatal, regional,

distrital, municipal y localidades de pobladores del medio rural que se constituyan

o estén constituidas de conformidad con las leyes vigentes y, en general, toda

persona física o moral que, de manera individual o colectiva, realice

preponderantemente actividades en el medio rural”. Lo anterior, deja en claro

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200

que cualquier persona de la comunidad, independientemente del hecho de que

sea comunero de derecho o de hecho, si se siente afectado por las prácticas de

la empresa agrícola, tiene derecho a realizar una denuncia pública y a exigir una

compensación por ello.

A pesar de lo anterior, la empresa agrícola a través de su representante legal y

sus aliados al interior de la comunidad intentaron agrarizar la afectación. Al

intentar agrarizar la afectación, en la asamblea comunal se originó una discusión

en torno a quién y quién podía y debía ser considerado como comunero y por lo

tanto quién y quién tenía voz y voto y quién quedaba excluido de ello, pues la

empresa y sus aliados, en su intento de agrarizar la afectación, argumentaban

que en el problema con la empresa únicamente debían opinar los comuneros

renteros, excluyendo al resto de los comuneros y comuneras de Tumasïu.

Dicha discusión inició, según mi interpretación, como un intento de “agrarizar” la

afectación, es decir, de considerar únicamente como afectados a aquellos

comuneros que: a) poseían terrenos en la zona parcelada de la comunidad, b)

poseían certificados parcelarios, aunque este aspecto no era muy importante

porque con o sin certificado parcelario, el hecho de que determinadas tierras les

sean reconocidas como propias por parte del resto de los comuneros bastaba, y

c) tener en contrato de arrendamiento con la empresa agrícola. Es decir, la

categoría de comunero que defendía la empresa agrícola y sus aliados en ese

intento de agrarizar la afectación era la proveniente del derecho agrario, desde

el cual un comunero es:

Titular de derechos en una comunidad agraria legalmente reconocida,

establecida en la LA [Legislación Agraria] y el estatuto comunal; esta

calidad le permite, en su caso, el uso y disfrute de su parcela y la cesión

de sus derechos, así como el aprovechamiento y beneficio de los bienes

de uso común87.

Sin embargo, en la comunidad no operaba únicamente la definición de comunero

desde el derecho agrario, operaba también la definición de comunero desde los

criterios de membresía propios desde los cuales “todos y todas son comuneros

87 Glosario de términos de la Procuraduría Agraria.

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201

porque nacieron en la comunidad”, desde dicha definición el conflicto con la

empresa agrícola tomó otra dirección.

Como muy bien sostiene Mónica Montalvo, agrarizar la afectación tiene la

finalidad de “dividir y evitar la respuesta de la sociedad en su conjunto, la

respuesta comunitaria” (Montalvo, 2019: 60). Sin embargo, en Tumasïu también

permeaba otra definición de comunero, una definición que no excluía a todos

aquellos y aquellas que no cumplían con los requisitos de la legislación agraria

y que tiene relación con los llamados “criterios de membresía” que son definidos

al interior de cada comunidad.

En este sentido, el testimonio de Héctor Álvarez es importante pues nos ayuda

a comprender que en la comunidad de Tumasïu la categoría de comunero no se

aplica únicamente a aquellos o aquellas que poseen terrenos comunales o tienen

certificados parcelarios o están registrados en el padrón de comuneros, sino que

“todos son comuneros por el simple hecho de haber nacido en la comunidad”:

con el simple hecho de nacer en la comunidad pues eres comunero, creo

que no hay necesidad de que tengas un terreno o algo pues al final de

cuentas pues estás aquí, eres parte del pueblo, participas en faenas, por

el simple hecho de participar en faenas ya eres comunero, ya si aportas

una cooperación que dicte la asamblea pues eres comunero88.

El reconocimiento de comuneros y comuneras desde los criterios de membresía

internos fue importante en Tumasïu para impedir la agrarización de la afectación

pues al ser considerados como comuneros “a todo aquel, aquella que nació en

la comunidad”, se le daba ciudadanía política y reconocimiento para exigir una

reparación o un resarcimiento en caso de afectación a todos aquellos que así lo

sintieran.

De manera que, en el caso de Tumasïu, de los pagos atrasados en las rentas

anuales de los terrenos comunales, se pasó a enlistar una serie de afectaciones

y agravios que motivaron un movimiento de protesta en contra de la empresa

agrícola. En lo que sigue, abordaré las afectaciones sentidas por los comuneros

y comuneras de Tumasïu.

88 Entrevista realizada a Héctor Álvarez, el 19 de noviembre de 2020.

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202

Afectaciones ambientales.

Por el tipo de suelo, el clima y la abundancia de agua del río Duero, la región de

la Cañada de los Once Pueblos ha sido considerada como una región con

vocación agrícola por lo que la mayoría de los comuneros de Santo Tomás son

expertos campesinos en el cultivo de maíz, avena, sorgo y janamargo y, si bien

es cierto que desde mediados del siglo pasado ya no realizan una agricultura

cien por ciento tradicional, es decir, una agricultura basada en sistemas de

asociación y rotación de cultivos como el maíz, el frijol, el chile y la calabaza

(Shiva, 1997) cuya forma fundamental es la milpa y está orientada

preponderantemente al autoconsumo (Bonfil, 1987) además de no utilizar

fertilizantes nitrogenados ni pesticidas químicos, pues la llegada de la

Revolución Verde les impuso el uso de paquetes tecnológicos que incluían

semilla mejorada, fertilizantes y pesticidas, lo cierto es que en su discurso, los

comuneros de Santo Tomás mencionan tener un trato más amable con sus

terrenos a diferencia del trato que le dio la empresa Agrícola Superior de Jacona

por lo que no tardaron en notar algunas afectaciones ambientales como

resultado del tipo de prácticas que utilizaba la empresa en el monocultivo de

berries, prácticas que chocaban o se contraponían con las prácticas que ellos

realizaban en sus terrenos lo que significó un encuentro de voluntades

contrapuestas o de creencias y de prácticas alrededor de la agricultura, tal como

nos lo muestra el testimonio de Tata José, comunero de Santo Tomás:

participamos como familia, participamos como comuneros porque pues

veíamos veda que los terrenos de cultivo pues estaban siendo mal

utilizados verdad, en contra de lo que nosotros pensábamos verdad o que

vimos verdad en nuestros abuelos cómo se debería de trabajar con la

madre tierra.89

En este sentido, como sostiene Nicholas Matthew Risdell (2011), quien a su vez

sigue a Barrington Moore:

89 Entrevista realizada a Tata José Huerta el 19 de febrero del 2020 en la comunidad de Tumasïu.

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203

[…] el sentimiento de injusticia sólo es posible en contraste con una noción

de justicia. Es decir, que tiene que haber una serie de reglas sociales que

la gente considera como necesarias, y cuando estas reglas son violadas

por la autoridad ello se interpreta como un ataque de tipo moral y provoca

una sensación de injusticia. (2011, 74).

Es decir, la renta de tierras en Santo Tomás para el cultivo industrial de frutos

rojos deparó en la violación de un conjunto de saberes y prácticas agrícolas

propias de la comunidad cuyos miembros consideraban como justas, prácticas

que además se relacionaban con un conjunto de saberes ancestrales que

apelan, por lo tanto, al quiénes somos de la comunidad.

En la construcción social de un conflicto socioambiental, y en general en la

construcción social de cualquier conflicto, se requiere la conformación identitaria

de aquellos que participan en el conflicto. Para autores como Nicholas Matthew

Risdell (2011), dicho proceso ocurre durante la primera etapa de conformación

del conflicto, es decir, en la etapa de diagnóstico, que es “cuando se atribuye

responsabilidad por el problema a ciertos actores, construyendo así una

identidad tanto del protagonista (el movimiento y sus participantes) como del

antagonista (personas o colectivos que se oponen a los objetivos del

movimiento)” (2011: 66).

Para autoras como Karina Kloster, la inconformidad de la parte agraviada

deviene en denuncia únicamente cuando se reconoce y expresa el o los orígenes

o la causa de la inconformidad, es decir, una vez que se ha identificado el o los

responsables del daño. Por ejemplo, los conflictos socio- ambientales en el

estado de Michoacán registrados en el Environmental Justice Atlas en todos está

plenamente identificado el responsable de las afectaciones así, la lucha del

municipio indígena de Cherán es contra el crimen organizado dedicado a la tala

ilegal de su bosque, la lucha de la comunidad de Angangueo es contra el Grupo

México del empresario Larrea y la lucha de la comunidad de Aquila es contra la

empresa Minera Ternium. Por otra parte, la lucha de la comunidad de Tepoztlán

es en contra del grupo empresarial K-S. Así mismo, en el estado de Michoacán

ha tenido una trascendencia importante en las comunidades y en la organización

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comunal la lucha que los comuneros de Santa Fe de la Laguna contra los

ganaderos de Quiroga.

Un barbechado de más de cincuenta centímetros, cuando lo normal para los

comuneros era barbechar la tierra a no más de treinta centímetros para no dejar

el suelo tan expuesto; surcar la tierra sin tomar en cuenta el desnivel de los

terrenos, cuando lo usual para los comuneros era tomar en cuenta el desnivel y

las barrancas naturales para evitar la erosión y el deslavado de tierra por las

lluvias y el viento; arrasar con las mojoneras naturales como piedras, árboles o

relieves naturales, cuando lo cotidiano era respetar dichas señales naturales

para saber los límites de los terrenos en posesión y evitar los conflictos internos

en la comunidad son algunas de las “reglas” que para los comuneros de Santo

Tomás, violó la empresa con sus prácticas agrícolas industriales.

En este orden de ideas, tanto para Risdell (2011) como para Meneses (2016), la

construcción social del agravio consiste en una serie de valoraciones entre lo

que se considera justo e injusto por lo que se puede decir que, en la formación

del agravio para los comuneros de Santo Tomás, se realizó una comparación

Imagen 16 Terreno comunal de Tumasïu después de la agricultura industrial de berries para exportación. Fotografía: Jesús Janacua Benites.

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205

entre las prácticas agrícolas tradicionales90 en la comunidad y las prácticas

agrícolas de la empresa.

Dichas valoraciones, entre lo injustas que eran las prácticas agroindustriales que

Agrícola Superior de Jacona realizaba en los terrenos comunales, recayeron en

un ejercicio reflexivo hacia el futuro de la comunidad, de sus tierras y de las

generaciones jóvenes de seguirse con la producción industrial de frutos rojos lo

que significó que muchos comuneros cuestionaran la comodidad que las rentas

anuales les dejaba, como nos lo explica nuevamente Tata José Huerta:

lo importante es que sí nos dimos cuenta de que económicamente a lo

mejor teníamos una solvencia ya este económica bien definida pero

nuestras tierras se estaban acabando eh, y, y nosotros ¿qué le íbamos a

dejar a nuestras familias, a nuestras hijas, a nuestros hijos?91

La imaginación, según consideramos, juega un papel importante en la

construcción social de un conflicto sea de carácter ambiental, socioterritorial o

de distribución ecológica, es decir, la capacidad que un actor social, en este caso

los comuneros, tenga de hacer un ejercicio de imaginación hacia el futuro de su

comunidad es la posibilidad, también, de convertirse en un sujeto político.

Por ejemplo, según María Rosas (1997) en la lucha contra el club de golf, los

comuneros de Tepoztlán imaginaron cómo sería su comunidad una vez que el

club de golf estuviera instalado y lograron así prever la escasez de agua a la que

se someterían si permitían su instalación, dicha imaginación, para María Rosas

funcionó como catalizador para el movimiento socioambiental contra la empresa

K- S92.

90 En este trabajo, cuando nos refiramos a “prácticas agrícolas tradicionales” o

“agricultura tradicional”, estaremos haciendo referencia no a la milpa como sistema de

cultivo tradicional, sino a las prácticas agrícolas que tradicionalmente realizan en Santo

Tomás, aunque dichas prácticas incluyan el uso de semillas mejoradas y paquetes

tecnológicos. 91 Entrevista a Tata José Huerta, realizada el 19 de febrero de 2020, en la comunidad

de Tumasïu. 92 Nos referimos al movimiento social que la comunidad de Tepoztlán, en el estado de

Morelos, realizó contra la instalación de un campo de golf por parte de la empresa K- S

en contubernio con el gobierno estatal.

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Las prácticas agrícolas que realizaba la empresa Agrícola Superior de Jacona,

además, trajo consigo consecuencias a los campos de cultivo como la

generación de diferentes plagas que nunca habían sufrido los terrenos

comunales pues, si bien, se sembraba en su mayoría maíz lo cierto también es

que no todos los comuneros sembraban al mismo tiempo de manera que los

espacios sin sembrar funcionaban como barreras biológicas para el control de

plagas. Con la llegada de la empresa, sin embargo, el monocultivo de arándanos

y fresas y el uso intensivo de pesticidas agroquímicos atrajo la consustancial

plaga de la fresa, la araña roja y una plaga de saltamontes que los comuneros

atribuyeron a la agroempresa.

El uso de pesticidas agrícolas para el control de plagas como una actividad

consustancial a las prácticas agrícolas industriales motivó también una

preocupación en los comuneros pues, si bien, ellos como comuneros también

llegaron a utilizar algunos pesticidas y fertilizantes nitrogenados en el cultivo del

maíz, nunca lo hicieron en la magnitud en como la empresa lo hacía de manera

que se llegaron a cuestionar sobre los posibles efectos que aquel uso

indiscriminado de pesticidas agrícolas tendría tanto para sus tierras, como para

el agua y los animales. Dudas que no estaban del todo equivocadas pues, a decir

de Marie Jane Angelo:

[l]os pesticidas, que son lanzados intencionalmente al medio ambiente

con el propósito expreso de matar o interrumpir los organismos vivos, a

menudo representan riesgos significativos para las demás especies, aun

los humanos (Angelo, 2017: 141)

Imagen 17Botellas de insecticida utilizado por la empresa en la producción industrial de berries para exportación. Fotografía: Jesús Janacua Benites.

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207

Como ya mencioné líneas arriba, la llegada de la empresa a la comunidad no

solamente significó la generación de plagas y la erosión de suelos, sino un

cambio en el paisaje visual de los terrenos comunales pues la empresa, con la

finalidad de tener un campo con las características necesarias para instalar un

monocultivo, barbechó y emparejó toda la superficie de la zona parcelada de

manera que la tierra, o el suelo que sobró de dichos trabajos los trasladó a otro

lugar, tal como nos lo dicen las del profesor Raúl Espino, comunero de Tumasïu:

algo que se me pasaba es de que en el momento en que la empresa se

estableció dejó este una situación de, ahora sí de que se llevó más bien

una gran cantidad de tierra de la capa arable porque cuando barbechó,

emparejo ya todo se llevó la tierra a quién sabe dónde y eso no estaba en

el contrato93

Al igual que otras prácticas extractivas como la minería, las minas de carbón y

la explotación de hidrocarburos, los monocultivos agroindustriales también

conducen a procesos de transformación territorial que desembocan en un

reordenamiento de paisajes […] Algunas características de estos procesos

son la modificación de fronteras territoriales y los en- cercamientos

(enclosure), la formación de enclaves, la des- democratización del

aprovechamiento de la naturaleza94 y amplias destrucciones

medioambientales. (Acosta y Brand, 2017, 164).

93 Entrevista al profesor Raúl Espino el 20 de septiembre de 2019, en la comunidad de

Tumasïu. 94 Como hicimos notar en el capítulo anterior, en la comunidad de Santo Tomás, la

decisión de rentar las tierras a la empresa Agrícola Superior de Jacona estuvo solo en

algunas pocas manos, es decir, en los comuneros posesionarios de la zona parcelada

de la comunidad. Como se vio, además en la comunidad hay algunos comuneros que

con el paso del tiempo han acaparado muchos terrenos comunales pues en tratos han

comprado o les han cedido los derechos agrarios, lo que significó una reducción del

número de personas que finalmente decidieron rentar los terrenos a la agroempresa.

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A decir de los comuneros, lo consiguiente a esta remoción y barbecho de tierra

tan profundo fue el deslave ocasionado por la lluvia y el viento. Durante algunos

recorridos de campo que realizamos en las huertas de fresa y arándano que la

empresa Agrícola Superior de Jacona tenía en la comunidad observamos

algunos canales de desagüe que la empresa instaló, canales que se fueron

deslavando con la lluvia. Lo anterior, también fue un motivo para que algunos

comuneros se inconformaran en la asamblea comunal:

el otro día que fui a ver no pus la parte oriental pegado a lo de Zopoco

verdad pues sí quedó una, un vallado, y dije “pus esto qué”, se ve que eso

pues se hizo a propósito como desagüe entonces eso en lugar pues de

servir como desagüe pues se fue abriendo más verdad porque pues tiene

esa, esa pendiente.95

Todas estas situaciones se fueron construyendo, mediante la comparación entre

lo justo y lo injusto, lo propio y lo impropio, es decir, las prácticas agrícolas

propias y las prácticas agrícolas ajenas, como afectaciones ambientales que

motivaron la búsqueda de un responsable, a saber, la agroempresa. Así pues,

por afectaciones ambientales entendemos todas aquellas afectaciones que

fueron motivo para que los comuneros en primer lugar se inconformaran por el

trato a sus tierras y, en segundo lugar, una vez que vieron que el empresario no

resolvió el problema, participaran en el movimiento contra la empresa.

En resumen, las afectaciones ambientales que movilizaron a los comuneros

están comprendidas entre la generación de plagas por el monocultivo, el uso de

pesticidas para combatirlas y el riesgo que ello podría conllevar, la erosión del

suelo, la generación y el inadecuado tratamiento a los desechos agrícolas, el

saqueo y el barbecho inadecuado de la tierra, el deslave y la destrucción de

diques o barreras naturales que contenían el suelo.

Afectaciones culturales.

Actualmente asistimos a una redefinición de lo que es el territorio, mismo que ya

no se concibe únicamente como una porción física de tierra definida

95 Entrevista realizada el día 19 de febrero de 2020 en la comunidad de Tumasïu.

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209

geográficamente y bajo el control del Estado Nación, definición que estaría más

cercana a la vieja tradición nacionalista que lo designaría únicamente como un

polígono irregular de tierra, para pasar a una definición del territorio que abarca

otros aspectos del territorio como los procesos de representación, construcción

y apropiación cultural (Sosa, 2012) que del territorio hacen los grupos humanos

que lo habitan y que, por ende, es un espacio construido socialmente con y en

la historia a través de las prácticas de apropiación de los elementos naturales

que en el territorio se encuentran.

La agricultura industrial de frutos rojos en la comunidad indígena de Santo

Tomás no solamente causó afectaciones ambientales, para los comuneros

también fueron algunas afectaciones culturales las que llevó a los comuneros a

inconformarse.

Las prácticas de la agricultura industrial no solamente radican en la instalación

de monocultivos, es decir, la siembra y cultivo de un solo grano u hortaliza, sino

en la homogenización cultural del territorio.

Ya vimos en el apartado anterior cómo la empresa Agrícola Superior de Jacona,

en su proceder para instalar la agricultura protegida de fresa y arándano no solo

barbechó y aplanó toda la superficie parcelada de la comunidad, también en lo

simbólico parece haber instalado un monocultivo cultural que estaba terminando

con los nombres de los predios de manera que, para la empresa y los

mayordomos, todos los predios tenían el mismo nombre. De manera que ahí

donde la comunidad, a través de la historia y las prácticas culturales denominó

a sus predios con los nombres de Conero, Potrero y La Tijera, por citar solo

algunos ejemplos, la agroempresa y sus mayordomos, y con el tiempo también

los propios comuneros parecían estar olvidando los nombres originales de los

predios; en tiempos del monocultivo aquellos predios se denominaban Rancho

1, Rancho 2 y Rancho 3.

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210

Otra de las consecuencias de la agricultura industrial en la comunidad fueron los

cambios en las rutinas tanto de hombres como de mujeres, comuneros, como el

resultado de la asalarización.

Como ya comentamos líneas más arriba, si bien en la comunidad desde hace

años no se practica la milpa, sí se cultivaba maíz, por lo que la llegada de

Agrícola Superior de Jacona y con ella el monocultivo de berries significó la

interrupción de ciertas prácticas agrícolas que permitían la convivencia familiar,

como sostienen Espinoza y colaboradoras, el capital agroexportador parecen

dominarlo todo y no se restringen a los surcos de cultivo sino que lo permea todo:

la sala, la recámara, la cocina, la comunidad y no es que haya –sostienen- un

patrón en cada hogar sino que la rutina y las formas de vida dominadas por los

bajos salarios estructuran su vida cotidiana (Damián, Ramírez, & Tello, 2017)

Además, el abandono de la agricultura de maíz en la comunidad modificó las

tradiciones que tenían como eje central las actividades culturales relacionadas

con el cultivo del maíz como la preparación del terreno, el barbecho, la siembra,

el cuidado y la cosecha, actividades en las cuales solía participar sino toda la

familia, sí gran parte de ella por lo que el cultivo del maíz no solamente

significaba una actividad productiva sino también, y quizá ello es más importante,

una oportunidad de reforzar los lazos familiares.

Imagen 18 Parajes de la comunidad de Tumasïu. en su avance, la empresa agrícola fue cambiando los nombres de cada uno de los parajes. Fuente: Elaboración propia con uso de Google Earth.

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211

la comunidad tenía una convivencia mucho muy sana en cuanto al

desarrollo de toda la actividad agrícola, cada uno de los parceleros que

teníamos nuestras tierras en antes de que se rentaran para la agroempresa

las trabajábamos de una manera muy unida, cada quien cultivaba su tierra,

desde el inicio pues con el barbecho, el rastreo de ahí pues la siembra cada

quien este hacia su siembra prácticamente de lo que es el cultivo del maíz

y entonces este ya después de sembrar esperamos para que se hiciera la

siguiente actividad que era la de escarbar nuestras tierras y fertilizarlas

posteriormente hacíamos lo que la segunda o sea que ya para la última

actividad que teníamos para el maíz y de ahí esperar para que el tiempo

nos favoreciera toda esa actividad pues la realizábamos familiarmente, de

esto cabe mencionarse que era una situación familiar, de esta manera que

el papá hacía, el jefe de familia hacia toda esta actividad, cuando faltaba el

jefe de familia el hijo continuaba con la misma actividad y así

sucesivamente a través del tiempo entonces era una convivencia mucho

muy armónica, muy bonita eh llegó la empresa eh la hora si la situación por

el dinero, eh hizo que esto cambiara, cambiara a tal grado de que había

una enajenación ya concreta ya al parecer que ya no queríamos trabajar

las tierras, queríamos recibir nada más el dinero de la empresa96.

En este mismo sentido, los cambios y las transformaciones se van dando

paulatinamente también en las construcciones de las mismas casas y atrás van

quedando las construcciones tradicionales diseñadas en función de una cultura

del maíz en las que, señalaba Bonfil Batalla, había siempre un espacio para el

almacenaje de las mazorcas, para el desgrane del maíz, para el fogón y el metate

(Bonfil, 1987)

Además, en tiempos de COVID- 19, el abandono de la agricultura maicera

supuso un contexto de inseguridad y ausencia de soberanía alimentaria que

expuso aún más a las comunidades pues, a pesar de la pandemia, gran parte

de la población de las comunidades tenía que salir de estas para trabajar, no así

96 Entrevista al profesor Raúl Espino, realizada el 20 de septiembre de 2019, en la

comunidad de Tumasïu.

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212

aquellas que mantuvieron más o menos la agricultura para autoconsumo que les

garantizó alimento necesario (Arias & Morales, 2020).

En comunidades donde se ha instalado el agronegocio, como en Eraxamani y

en Tumasïu, las hectáreas rentadas para la producción de materias primas son

equivalentes a una disminución de seguridad y soberanía alimentaria pues “una

hectárea más de fresa significa una hectárea menos de maíz”.

A decir de algunos y algunas comuneras de Tumasïu, el hecho tener un trabajo

como jornaleros agrícolas si bien les otorgó cierta independencia económica

también significó que su rutina cambió, que ya no se sembró el maíz que solía

sembrarse y ya no se tuvo el tiempo suficiente como para cumplir algunas

obligaciones al interior de la comunidad tan importantes como las faenas o las

asambleas comunales.

La gráfica siguiente, elaborada a partir de los datos del Servicio de Información

Agroalimentaria y Pesquera de la Secretaría de Desarrollo Rural, refleja la

cantidad de hectáreas de producción de maíz en el estado de Michoacán,

mientras que el cultivo de maíz por riego se cuenta en miles de hectáreas, el

cultivo de temporal se cultiva únicamente por cientos de hectáreas y, según se

puede apreciar, en algunos años incluso no se contabiliza ninguna superficie.

Es interesante lo que muestra la gráfica anterior porque refleja cómo el cultivo

de maíz de riego no tiene grandes variaciones, mientras que el cultivo de maíz

de temporal sí, lo que puede significar que la agricultura industrial desplaza

0

2000

4000

6000

8000

10000

2004

2005

2006

2007

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2012

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2014

2015

2016

2017

2018

2019

Riego

Temporal

Imagen 19 Diferencia entre la producción de maíz de temporal (en rojo) y de riego (en azul). Fuente: Elaboración propia con información del Servicio de información Agroalimentaria y Pesquera.

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213

principalmente al cultivo de maíz de temporal que es el que realizan los

pequeños campesinos, comuneros cuya producción tiene la finalidad de la

autosubsistencia.

A decir de Guillermo Bonfil Batalla, la faena comunal “es una obligación que está

implícita en el hecho mismo de formar parte de la comunidad” (1987, 61) por lo

que se entiende que es un ejercicio de reciprocidad social que Bonfil Batalla

parece entender muy bien cuando dice que en la faena comunal “se adquiere la

obligación de hacer lo mismo que otros hicieron por uno, cuando llegue el

momento” (1987, 61), lo que, en el caso de la comunidad de Santo Tomás, refiere

al valor comunitario de la Jarhoájperakua, que es la ayuda mutua hacia la

comunidad y a los otros.

Al impedir las faenas comunales, la asalarización de la rutina también estaba

destejiendo la cohesión social comunitaria, tal como nos lo muestra el fragmento

de una entrevista a un comunero de Tumasïu:

nos estábamos alejando de esa parte verdad porque empezamos a pus del

trabajo a su casa, de su casa al trabajo ya sin, sin ánimos verdad por el

trabajo, verdad, o sea del trabajo a su casa y pues órale nada más pensar

en mi que tengo que prevenirme tengo que alistarme, tengo que preverme

de lo que con lo que voy a, de lo que voy a ocupar para mañana entonces

nos fuimos deslindando, nos fuimos separando de esa convivencia y de

nuestra responsabilidad para ir a las asambleas.97

En las comunidades, tanto de hecho como de derecho, un mecanismo de

organización y cohesión social ha sido la asamblea comunal o comunitaria y la

asalarización de la rutina, al igual que a las faenas comunales, ha implicado que

ya no se disponga del tiempo suficiente para atenderlas como parte importante

de la organización comunal.

Por ello, tanto con las asambleas como con las faenas se ha generado una

especie de mercado interno en el que los comuneros que no pueden ir a las

faenas, le pagan a otros comuneros para que asistan por ellos y al parecer, ello

no es del todo mal visto dentro de la comunidad de Tumasïu.

97 Entrevista a Raúl Espino, el 20 de septiembre de 2019 en la comunidad de Tumasïu.

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214

Además, en su proceder, la agroempresa trató de imponer un comité de

comuneros a modo de tal manera que todas sus exigencias fuesen aprobadas,

lo anterior constituyó un ataque a la organización comunal de Santo Tomás pues

ésta, al ser una comunidad de derecho, tenía establecido el Comisariado de

Bienes Comunales al cual la empresa tenía que dirigirse, sin embargo, al

encontrar requerimientos y requisitos por parte de la autoridades civiles de la

comunidad, la agroempresa formó un comité alterno, lo que fue sentido por los

comuneros como una afrenta a su organización social.

Por todo lo anterior, una de las consecuencias de la agricultura industrial de

frutos rojos ha sido la desarticulación del tejido comunitario98 que, a decir de

Gisela Espinoza, cuando ello ocurre es cuando las empresas agrícolas han

tenido éxito pues, al desgarrar física, emocional, social y culturalmente a las

familias y a las comunidades, la agricultura industrial o bien se instala fácilmente

en las comunidades o expulsa a las familias que huyen desarraigadas a otros

lugares en búsqueda de trabajo.

A su vez, esta desintegración del tejido social comunitario ha originado que otras

territorialidades incursionen, y en algunos casos con mucho éxito, en las

comunidades, por ejemplo, la territorialidad narcocapitalista que ha inundado las

calles de las comunidades de la Cañada con venta de drogas.

Por afectaciones culturales entendemos todas aquellas afectaciones

ocasionadas por la agricultura industrial y que incidieron en algunos aspectos

culturales de la comunidad de Santo Tomás como la organización política

comunal, los usos, las costumbres y tradiciones como las faenas y asambleas

comunales.

Afectaciones sociales.

El capital agroexportador avanza despojando a las comunidades de sus

territorios y desalojando, o convirtiéndolos en jornaleros y jornaleras, a los que

habitan los parajes comunales, para hacerlo, ha emprendido una guerra

interminable contra los comuneros y campesinos, de manera que estos quedan,

inevitablemente, de cierta manera desalojados de sus propios territorios. Así, en

98 A decir de Gisela Espinoza, el éxito de las empresas agroexportadoras se traduce en

el “desgarramiento físico, emocional, social, cultural de las familias” (2017, 44)

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215

Santo Tomás, este sentimiento de “ser ajenos en la propia tierra” se fue

incrementando al punto de sentirse extraños en su propio terruño.

la empresa pues hora si se podría decir que se había adueñado de las

tierras, nosotros como dueños de los terrenos ya no podíamos ni pasar

por ahí99

Lo anterior está relacionado con el robo de frutos rojos que se dio en las huertas

de fresa y arándano que la agroempresa tenía instaladas en los terrenos de la

comunidad por lo que una de las reacciones de la empresa fue contratar

veladores o vigilantes, sin embargo, esto agravó el sentimiento de agravio e

injusticia pues los comuneros sintieron que ya no eran libres de caminar por los

parajes de su comunidad aún aquellos que no tenían contrato de arrendamiento

con la empresa agrícola.

Actividades delictivas e inseguridad social fueron fenómenos que empezaron a

ocurrir alrededor del monocultivo de berries. Algunos comuneros contaron que

de hecho ellos mismos habían sido víctimas del hurto de maíz cuando

sembraban por lo que cuando llegó la agroempresa le sugirieron construir un

muro para proteger la fruta. Sin embargo, ésta no aceptó y comenzó a

incrementarse el hurto de frutos rojos por la noche.

En este sentido, mientras me encontraba haciendo trabajo de campo, un

comunero de Santo Tomás, nos mencionó que un bote de veinte kilogramos de

arándano robado se vendía hasta en cuatrocientos pesos en “el mercado negro”

lo que comenzó a llamar la atención de algunas personas lo que no es extraño

si tomamos en cuenta que a la semana un jornalero en promedio puede ganar

entre mil y mil quinientos pesos, comparado con los dos mil o dos mil quinientos

que le dejaría el hurto de frutos rojos, se entiende que algunas personas hayan

comenzado el hurto masivo de frutos rojos en las huertas que Agrícola Superior

de Jacona tenía en Santo Tomás. Al respecto, tal vez valga la pena pensar el

hurto de frutos rojos en Santo Tomás como esos actos de desesperación,

99 Entrevista realizada a Raúl Espino León el 20 de septiembre de 2019 en la comunidad

de Tumasïu.

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216

rebeldía y desafío a la autoridad opresiva de los que habla James Scott (2000),

como actos de resistencia frente al abuso del agroempresario.

Lo anterior a su vez motivó a la agroempresa a contratar vigilantes y veladores

lo cual a su vez también trajo consecuencias negativas pues además de que

dichos vigilantes provenían de fuera de la comunidad estaban armados100.

Además de esta vigilancia armada, la agroempresa usufructuó terrenos

comunales que no estaban bajo arrendamiento. El monocultivo, como práctica

agrícola industrial avanzó poco a poco convenciendo a algunos de los

comuneros que originalmente no accedieron a rentar sus terrenos, la

agroempresa o bien los convenció de rentar o bien terminó por usar los terrenos,

aunque no se los hubiesen dado en contrato de arrendamiento101. Lo anterior

conllevó también una queja en contra del agroempresario y sus procedimientos

para la expansión del monocultivo de berries.

Por afectaciones sociales entendemos todas aquellas afectaciones ocasionadas

por la agricultura industrial de frutos rojos en la comunidad y que no tienen

relación con lo cultural, sino en relación con temas como la seguridad pública, la

vida social, el matrimonio, las relaciones sociales, el desempleo, etc.

4. 3 De comuneros a jornaleros afectados.

a medio día se pone muy sofocante, no entra casi mucho aire, entonces sí este, yo en esos casos lo que me da es que creo

que la deshidratación me empieza a doler la cabeza, de tanto calor…

Liliana Huerta. Comunera y jornalera de Tumasïu.

100 El atentado en el que murió un comunero de Santo Tomas y otro más terminó herido

el día 9 de marzo del 2019 fue ocasionado por estos vigilantes nocturnos:

https://www.elsoldezamora.com.mx/policiaca/balean-a-un-taxi-viajaba-un-grupo-de-

indigenas-de-chilchota-3167319.html 101 El cultivo de frutos rojos en la comunidad de Santo Tomás llegó a ocupar en su

totalidad 140 hectáreas del área parcelada lo que significa que el monocultivo llegó a

abarcar el 51.6% de la totalidad de la zona parcelada que en su totalidad son 271

hectáreas (Ventura, 2019).

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217

Víctor es un joven jornalero de la comunidad de Huáncito, en Eraxamani, y

cuando la empresa Agrícola Superior de Jacona llegó a Tumasïu, él acababa de

terminar su carrera como ingeniero en innovación agrícola sustentable en el

Instituto Tecnológico Superior de Cherán, pero al no encontrar dónde trabajar,

comenzó a laborar en Tumasïu, en la fumigada de fresas. La disponibilidad de

fuerza de trabajo es una de las condiciones que las agroempresas han

aprovechado para instalarse en los terrenos comunales de Eraxamani.

De manera que la escasez de alternativas y fuentes de empleo es una situación

que les ha servido a las empresas agrícolas para su expansión territorial. Con la

generación de empleos en las comunidades muchas empresas logran instalar

los monocultivos en los terrenos comunales de las comunidades de Eraxamani

muchas veces con contratos de arrendamiento nada claros y en los que muchas

veces los comuneros y comuneras salen perdiendo.

En Tumasïu, según las palabras de Napo, la empresa Agrícola Superior de

Jacona se pudo instalar, sí gracias a la agrarización en la toma de decisiones al

interior de la comunidad, pero también porque la empresa utilizó “la bandera de

la generación de empleos” para convencer a los comuneros tanto de rentar los

terrenos comunales como de ingresar a trabajar en los surcos.

Como mencioné en el segundo capítulo, en Tumasïu hay “comuneros de

derecho” y “comuneros de hecho”, entendiendo a los primeros como aquellos

cuya calidad como comunero “se acredita ya sea con el censo que aparece en

la Resolución Presidencial o en la sentencia emitida por el Tribunal Unitario

Agrario, en la que se reconoce legalmente la existencia de la comunidad agraria,

o bien, con el censo actualizado expedido por el Registro Agrario Nacional”

(Ventura, 2019: 7). Son comuneros que también se han apropiado de porciones

de tierras de cultivo.

A diferencia de los comuneros de derecho, los comuneros de hecho no se

encuentran registrados en la Resolución Presidencial, pero que en el caso de la

comunidad de Tumasïu sí son considerados como comuneros “por el simple

hecho de haber nacido en la comunidad”102 por gracias a los criterios propios de

membresía que, en la práctica, parecen trascender al derecho agrario.

102 Entrevista a Héctor Álvarez, comunero de Tumasïu el 19 de noviembre del 2020.

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218

Pese a ello, se podría decir que algunos comuneros de hecho sin posesión de

tierras son doblemente excluidos. Por un lado, algunos de ellos han sido

excluidos de la posibilidad de poseer tierras de la zona parcelada y, por otro lado,

lo han sido también por no tener derecho a voz y voto dentro de las asambleas

generales de comuneros cuando ésta es convocada por las autoridades agrarias

y de acuerdo al derecho agrario. Aunque en el caso de la comunidad de

Tumasïu, los comuneros de hecho sí tienen la posibilidad de expresar sus

opiniones a través de la asamblea comunal lo cual, como describiré más

adelante, les dio la oportunidad de expresar sus inconformidades con relación a

las violaciones y afectaciones generadas por la empresa agrícola.

Aunque se desconoce la cantidad de comuneros de derecho en la comunidad

puesto que no se ha actualizado el censo agrario103, se percibe que en Tumasïu

la mayoría de los comuneros y comuneras lo son únicamente de hecho y no

poseen tierras de la zona parcelada de la comunidad. Además, como ya

mencioné en los capítulos precedentes, algunas familias de la comunidad se han

apoderado de grandes extenciones de tierra en Tumasïu lo que prácticamente

cierra la posibilidad de un reparto más equitativo de ésta.

A lo largo de la historia de Tumasïu, los comuneros que no poseen terrenos

comunales han tenido que complementar el gasto de distintas maneras como

nos lo muestra Alfonso Ramírez:

Los jornaleros eran indígenas que tenían acceso a tierras de comunidad

en las que sembraban maíz para el autoabasto. Combinaban ambos

trabajos como agricultores independientes y como jornaleros en los

ranchos y haciendas, en las distintas épocas del año. También

trabajaban en las huertas y en pequeñas labores en los pueblos,

especialmente en Chilchota. (Ramírez, 1986: 77)

Ya sea mediante la elaboración de alguna artesanía, como los cántaros, ollas y

vasijas características de la región, la fabricación de tabique pero también como

peones o jornaleros, los comuneros de hecho sin posesión de tierras han tenido

103 Según la sentencia del Tribunal Unitario Agrario, se registraron 228 campesinos en

posesión de terrenos comunales.

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219

que hacerle frente a la vida. Sin embargo, poco a poco, la ocupación en la

elaboración de tabique y artesanías hechas de barro se va terminando porque el

barro con el que se elaboran también se está terminando, además de que la

madera necesaria para su cocción también es cada vez más difícil de conseguir.

Además, el trabajo en la elaboración de tabiques es un trabajo temporal que se

realiza en tiempos de secas, por lo que en tiempos de lluvias tienen que buscar

trabajo en otros lugares.

También el trabajo “a medias” o de “medieros” con los comuneros de derecho

que poseen tierras ha sido una actividad recurrente a la que han acudido los

comuneros de hecho sin posesión de tierras. Por ello, el trabajo como jornalero

es una actividad común que de alguna manera también ayudó a que la llegada

de las empresas agrícolas trasnacionales fuera aceptada en las comunidades

pues el ser jornalero es una actividad de muchos años en la región.

Por lo anterior, siempre ha habido en Tumasïu y en todo Eraxamani, fuerza de

trabajo disponible para trabajar la tierra a medias. El caso de Víctor, y las

historias de Liliana y Cinthya, nos muestran que ahora no es muy distinto y que

el hecho de que algunos jóvenes hayan tenido acceso a una educación superior

no hace mucha diferencia en la movilidad social.

Imagen 20 Terreno de Tumasïu dedicado a la fabricacion de tabique. Se puede observar el grado de deterioro. Fotografía: Jesús Janacua Benites.

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220

De manera que actualmente muchos jóvenes egresados de educación media

superior e incluso del sistema de educación superior se han tenido que insertar

a laborar como jornaleros en las huertas de fresa instaladas en Eraxamani pues,

dicho en las palabras de los propios jóvenes parece no haber muchas

alternativas en la región.

El caso de Ezequiel A., comunero de Tumasïu, lo ejemplifica muy bien. Ezequiel

egresó de la Escuela Normal de Tiripetío en 2015 pero una vez egresado, se

encontró, junto con sus compañeros de generación, que la reforma educativa

implementada por el gobierno del priísta Enrique Peña Nieto, les impidió el

acceso a plazas federales y estatales. Sin embargo, Ezequiel y su generación sí

entraron a trabajar pero mediante contratos por lo que sus pagos se les

retrasaron hasta uno o dos años de manera que normalistas como Ezequiel

tuvieron que recurrir al jornaleo en la pizca de fresa para solventar los gastos

familiares. En su familia, Ezequiel no es el único que labora en la agricultura

industrial. Su padre le rentaba sus terrenos a la empresa agrícola, su hermano

mayor fue contratado como mayordomo y dos de sus hermanos menores

también trabajaban como jornaleros. Fueron ellos dos, dice, quienes lo animaron

a entrar a trabajar temporalmente al campo.

Como el caso de Ezequiel, a lo largo de Eraxamani hay muchos casos de

jóvenes egresados que se decepcionan del sistema educativo mexicano pues

este no representa ya un dispostivo de movilidad social. Al menos no en

Eraxamani aunque, como sostiene el sociólogo Zygmunt Bauman, esa es una

condición a nivel mundial:

Durante muchos años, un diploma de enseñanza superior procedente de

una universidad de primera fila fue la mejor inversión que los padres

amamantísimos podían hacer en pro de sus hijos y en pro del futuro de

sus hijos. […] La conmoción que ha supuesto el fenómeno, nuevo y en

rápido ascenso, de los graduados sin empleo, o de los graduados que

tienen empleos muy por debajo de las expectativas generadas por sus

títulos (expectativas consideradas legítimas), es un golpe muy doloroso.

(Bauman, 2013: 77- 79)

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221

Mientras me encontraba haciendo trabajo de campo, platicando con jóvenes de

la comunidad de Carapan, les pregunté a Andrea y Ricardo cómo se imaginaban

su vida en cinco años. Bromeando me dijeron que “seguramente casados y con

hijos”, a lo que Andrea inmediatamente corrigió:

No, bueno yo horita no porque yo me imagino que una universidad horita

es trabajo seguro […] y pues buscando a ver en qué […], en qué parte

puedo trabajar y si me van a pagar bien…104

En este sentido, en un trabajo anterior (Janacua, En prensa) expuse como la

juventud de la región de Eraxamani ve trastocados sus proyectos de vida en tres

esferas de su vida cotidiana: la educación, el trabajo y los elementos naturales

de su comunidad. Descubren, no sin decepción, que la educación difícilmente

está vinculada con el mundo laboral lo que termina por favorecer a las empresas

agrícolas pues los jóvenes desempleados y con necesidades se insertan a

trabajar en el surco lo que a la larga termina por expoliar los elementos naturales.

Visto así, el agronegocio instalado en Eraxamani y en Tumasïu abreva de las

necesidades de las comunidades para instalar las huertas de monocultivos y,

como sostiene J. Luis Seefoó, el hecho de que haya una gran necesidad de

empleo y una escasez de alternativas en la región les obliga a los comuneros,

convertidos en jornaleros, a aceptar casi cualquier condición laboral que se les

ofrezca lo que depara en serias violaciones a sus derechos humanos.

Tal vez es en el caso de los jornaleros agrícolas donde se puede ver claramente

el proceso de separación de los comuneros y sus medios de subsistencia y, de

esa manera, ser lanzados al mercado de trabajo como jornaleros. Es en el

capítulo XXIV del primer tomo del Capital, denominado La llamada acumulación

originaria, en el que Marx da cuenta del proceso mediante el cual se instaura el

modo de producción capitalista en Europa. Sostiene como un requisito

fundamental la separación de los productores o campesinos de los medios de

producción y de vida.

104 Entrevista realizada a Andrea y Ricardo en la comunidad de Carapan el 23 de junio

de 2018.

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222

Marx sostiene que al separar al productor de los medios de producción y de vida

se generan dos condiciones indispensables para la instauración del modo de

producción capitalista: por un lado, se genera la mano de obra indispensable, es

decir, se ensanchan las filas del proletariado y, por otro lado, se libera a los

medios de producción, es decir, las tierras, para la producción capitalista.

De esta manera, “libres como pájaros”, escribía Marx, los productores, ya sin

medios de producción serían lanzados al mercado de trabajo tanto para vender

su fuerza de trabajo como para adquirir los medios que le permitan reproducir su

propia fuerza de trabajo El objetivo de esta separación es pasar de una sociedad

de productores a una sociedad de consumidores (Bauman, 2000). De esta

manera, el desempleo cumple una función capitalista:

En los márgenes de su aparente “exclusión” desempeñan la función de

mantener la mano de obra barata, pues son usados para generar el

chantaje de que deben agradecerle al explotador por ser explotados –“si

no está contento con su salario, hay filas de personas que trabajarían

por la mitad de lo que usted lo hace”-, además de que legitiman la

autoridad policial estatal al crear la sensación de inseguridad. (Giraldo,

2018: 86)

En México y en los países del Sur Global las políticas de ajuste estructural han

precarizado aún más las condiciones laborales de los jornaleros agrícolas pues,

a través de la flexibilización laboral se deslindan de obligaciones con respecto a

los derechos de los jornaleros y jornaleras agrícolas. Por ello, es muy común que

la vida del jornalero agrícola sea una vida con falta de certidumbre laboral y lo

mismo puede trabajar en el corte de fresa en Tangancícuaro que en el empaque

en alguna congeladora.

La población jornalera es

Es una población fija y a la vez “flotante”. Están allí cuando se les

requiere y se van en cuanto se les despide, situación que se adapta bien

a las necesidades de flexibilización del trabajo que buscan las empresas.

En ese sentido, tienen empleo a lo largo del año, pero de manera

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223

intermitente y en diferentes empresas, de tal manera que no logran

estabilidad laboral. (Lara & Rau, 2011: 324)

Se trata de la vida de un buscador o de un caminante que va hacia donde hay

mejores condiciones o hacia donde está el corte como nos muestra la historia de

Liliana Huerta, que un día se encuentra en el corte de fresa en Tangancícuaro,

otro día puede estar en la repela en Chilchota y otro más en el brócoli en terrenos

de Purépero.

Aún así, los jornaleros como población son considerados como una población

socialmente vulnerable que tiene derechos laborales como trabajadores

agrícolas. Aunque, como la historia nos muestra, pocas veces se respetan sus

derechos laborales como trabajadores. Según el octavo artículo de la Ley

Federal del Trabajo, se entiende que un trabajador es:

…la persona que presta a otra, física o moral, un trabajo personal

subordinado. Para los efectos de esta disposición, se entiende por

trabajo toda actividad humana, intelectual o material,

independientemente del grado de preparación técnica requerido por

cada profesión u oficio.

En ese mismo sentido, según la ley de desarrollo rural integral sustentable del

estado de Michoacán en el artículo 133 señala a los jornaleros como un grupo

social vulnerable y señala como sus derechos:

1. No ser discriminados o excluidos por su actividad, así como a no recibir

malos tratos por parte de los productores agrícolas;

2. Recibir asesoría jurídica gratuita y en su lengua materna;

3. Tener capacitación sobre la actividad que van a realizar por parte del

productor agrícola,

4. Contar con el equipo adecuado para el desempeño de su actividad y en

su caso para el manejo de agroquímicos o sustancias tóxicas;

5. Tener acceso a los servicios de salud y educación gratuita para ellos y

sus familias durante su permanencia, incluyendo a los que son jornaleros

migrantes;

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6. Recibir el salario estipulado o contratado y que se respete el horario de

su jornada laboral; y

7. Tener un salario igualitario entre mujeres y hombres dado que realicen la

misma actividad.

En Eraxamani y en Tumasïu, la vida de un jornalero es cansada. Dependiendo

de en dónde vaya a trabajar, los y las jornaleras se pueden levantar entre cuatro

y cinco de la mañana para esperar, en el frío de la madrugada, al jefe de

cuadrilla, al banano o al raitero para irse a trabajar. Aunque los horarios varían

de acuerdo con la época del año y de las actividades pendientes, usualmente

entre las siete y siete y media de la mañana los jornaleros ya se encuentran

trabajando.

Aunque la vida del jornalero es pesada, la vida de las jornaleras lo es aún más

pues, además de tener que laborar temprano en el surco, por la tarde también

tienen que hacerse cargo de las labores del hogar, consideradas en Eraxamani,

todavía como “actividades propias de la mujer”.

El contrato de personal, de brazos y de músculos dispuestos a fumigar, repelar,

deshierbar, cosechar y empaquetar las berries la mayoría de las veces corre a

cargo, no de los agroempresarios, sino de los llamados “jefes de cuadrilla”

Imagen 21 Joven jornalero esperando al jefe de cuadrilla en la calle La Nacional en Tumasïu. Fotografía: Jesús Janacua Benites.

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quienes se valen de la amistad o de los vínculos de familiaridad y de parentesco

para “reclutar” a los jornaleros y jornaleras.

Cuando el “apalabramiento de trabajo” (Seefoó, 2005) se hace así, mediante la

amistad, la familiaridad y la confianza, se da lugar a una condición laboral en la

que pocas veces hay lugar para la queja y el reclamo para el jefe de cuadrilla y

mucho menos para el agroempresario. Tal como lo cuenta Jesús T., comunero

de la comunidad de Tanaquillo y quien trabaja como jefe de cuadrilla para

diversas empresas productoras de berries:

[…] no pus yo tengo hartos amigos en toda la Cañada, soy muy

amiguero, yo les digo que si quieren trabajar conmigo hay que echarle

ganas al jale porque de lo que se trata es de sacar adelante el trabajo y

que no nos gane el jale otra cuadrilla, así de simple105.

En la práctica, las palabras de Jesús T., se traducen en trabajar lo más

rápidamente posible, de manera eficaz y sin quejarse de las condiciones

laborales. Como señala Seefoó (2005), el hecho de que las contrataciones se

den de esa manera resulta en una

[…] subcontratación que diluye la responsabilidad laboral del patrón,

especialmente cuando ocurren accidentes de trayecto que son muy

comunes. El patrón “concesiona” el corte de fresa de un determinado

número de surcos a una persona. Esa concesión asegura empleo al

jornalero y a sus hijos, esposa, parientes, etc. En el sistema de apartado

el propio jornalero se interesa en la calidad del corte, que no haya

basuras, vidrios, rocas filosas que lesionen sus pies, etc. Se convierte

en un supervisor gratuito. (Seefoó, 2005: 202)

Asombra el atuendo de las y los jornaleros. Pantalón, playera, sudadera, gorra,

paliacate, botas, lentes negros y mochila además de las cubetas de veinte litros

105 Entrevista realizada a Jesús T., realizada el 18 de noviembre de 2020, en la

comunidad de Tanaquillo.

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cargadas bajo el brazo. Tanto hombres como mujeres van cubiertos de pies a

cabeza por el frío, pero también por el sol, el polvo, los agrotóxicos y, en el caso

de las mujeres, también por el acoso.

En la comunidad de Tumasïu, mientras estuvo instalado el monocultivo de

berries, la empresa Agrícola Superior de Jacona no se hizo cargo de proveer del

equipo necesario ni de brindarle a los jornaleros y jornaleras la capacitación

necesaria en el manejo de plaguicidas y agrotóxicos por lo que son ellos y ellas

mismas quienes tienen que proveerse de lo necesario. Lo anterior, a pesar de

que la norma oficial NOM- 003- STPS- 1999 señala como una de las obligaciones

del patrón:

Proporcionar cuando menos al personal ocupacionalmente expuesto el

equipo de protección personal establecido en la etiqueta u hoja de datos

de seguridad, asegurarse de su uso correcto y mantenerlo en

condiciones de funcionamiento seguro, incluyendo el lavado de la ropa

de trabajo al término de cada jornada, en el propio centro de trabajo.

Imagen 22 Jóvenes jornaleros llegando de trabajar en día de fiesta en la comunidad de Carapan. Fotografía: Jesús Janacua Benites.

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Aún así, las y los jornaleros se van a trabajar comprando ellos mismos el material

necesario, pero no suficiente. El modo de producción agrocapitalista actúa

contraponiendo a los jornaleros entre sí en forma de competencia: todos son

vendedores de su propia fuerza de trabajo:

los trabajadores tuvieron que competir entre ellos para vender su fuerza

de trabajo y conseguir dinero para su subsistencia y la de sus familias.

(Parker, 2000: 24)

En Eraxamani lo anterior se ha traducido en que, en el proceso de negociación

para trabajar, algunas cuadrillas de trabajadores “le ponen” mejores condiciones

al productor agrícola para ser contratados como por ejemplo no pedir tiempo

para el lunch, no pedir agua o no quejarse por las condiciones de trabajo. La

escasez de empleo hace que los jornaleros compitan entre sí para obtener el

empleo, aunque ello signifique poner en riesgo la propia salud. Como sostiene

Seefoó (2005), los y las jornaleras no suelen discutir y regatearles mucho a los

empresarios agrícolas ni a los jefes de cuadrilla por las condiciones laborales

pues ello podría significar no obtener el trabajo: “Los salarios son bajos, pero si

unos no aceptan esa paga lo más seguro es que haya personas que trabajen,

incluso, por un salario menor” (Seefoó, 2005: 98)

Mientras me encontraba en la comunidad de Zopoco, una de las comunidades

de Eraxamani, conocí a un joven comunero que entre dientes me comentó que

la llegada de las empresas freseras a la región había contrapuesto a las

comunidades e incluso a los propios comuneros entre sí por ver “quién ofrecía

las mejores condiciones” para la instauración del cultivo de berries:

los de Zopoco de hecho no salen a comer, ellos siguen y siguen

trabajando a diferencia de otros que sí salen, entonces yo creo que la

empresa ve eso y pues le conviene 106

106 Entrevista a Ismael, joven comunero de Zopoco, realizada el 23 de junio de 2018 en

la comunidad de Zopoco.

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El resultado de la inanición y de la falta de ingesta de agua es anemia y daño a

los riñones. En tiempos de calor, la temperatura debajo de los macrotúneles

puede alcanzar los 38 grados centígrados por lo que la deshidratación severa y

daño hepático son un riesgo siempre presente para los jornaleros y jornaleras

en la agricultura industrial.

En fechas recientes, algunas investigaciones periodísticas han señalado que las

condiciones extenuantes de trabajo a las que se enfrentan los y las jornaleras

agrícolas, condiciones que se caracterizan por el trabajo a destajo, han permitido

que se instale un mercado de drogas como el cristal. En un reportaje publicado

por el periódico La Jornada, se detalla que se ha detectado un incremento del

consumo de cristal entre la población jornalera “para rendir más”. En el artículo

se puede leer:

El problema es que los contratistas que los llevan principalmente a los

campos agrícolas de Sinaloa, sólo ofrecen trabajo temporal, por lo que

los jornaleros laboran hasta que su cuerpo resista para juntar dinero que

les servirá para subsistir el resto del año, no obstante, lo hacen bajo

condiciones de sobreexplotación e inhumanas.107

Aunque el reportaje hace referencia a cultivos ubicados en Sinaloa, la región de

Eraxamani poco a poco ha ido convirtiéndose en lugar de recepción de jornaleros

de otros estados. Ejemplo de lo anterior es la existencia del albergue “El

Cerecito”, ubicado en la comunidad de El Pedregal que recibe trabajadores de

Oaxaca, Guerrero y Chiapas. Trabajo lleno de riesgos y peligros tanto dentro

como fuera de la pizca.

Según Luis Seefoó, quien en su tesis doctoral investigó la percepción del riesgo

en los jornaleros agrícolas, hay un proceso de “normalización” del riesgo que les

ayuda a sobrellevar su vida laboral en el que intervienen principalmente dos

momentos. En primer lugar, el autor identifica ciertos “esquemas culturales” que,

sobre todo en el caso de los hombres, les ayuda a normalizar el riesgo. Seefoó

piensa que tales esquemas culturales se manifiestan en actitudes de “audacia,

107 Nota “Jornaleros son inducidos al uso de drogas para resistir faenas”, en:

https://www.jornada.com.mx/notas/2021/06/13/economia/jornaleros-son-inducidos-al-

uso-de-drogas-para-resistir-faenas/

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de desafío a las situaciones mediante las cuales, los hombres, expresan su

identidad masculina, su fuerza ante los demás y, sobre todo, frente a las mujeres”

(Seefoó, 2005: 112). En segundo lugar, Seefoó identifica que una actitud de

fatalidad es importante para los jornaleros y jornaleras a la hora de normalizar el

riesgo laboral y que se concreta en la frase: “la vida así es”. Es decir, que los

accidentes laborales son cosas de la vida y por lo tanto se deben aceptar.

En 2020, mientras me encontraba haciendo trabajo de campo en Eraxamani, una

comunera de Acachuén, a quien llamaré Leonorilda, fue atropellada por un

automóvil mientras se dirigía a su casa después de trabajar en el corte de fresa

en la comunidad de Etúcuaro. Debido a que Leonorilda no se encontraba inscrita

en el seguro social, cuando ocurrió el accidente fue su propia familia quien tuvo

que hacerse cargo de los gastos generados por la hospitalización. Sin embargo,

fue necesaria una operación por lo que las mujeres de su comunidad, quienes

también son jornaleras, organizaron una colecta para ayudar a la familia de

Leonorilda a solventar los gastos. Al hacerlo, ellas mismas exponían sus vidas

pues la colecta se llevó a cabo en la carretera Morelia, Zamora, mientras estaban

ahí los tráiles, las camionetas, los autos, los autobúses pasaban a centímetros

de sus cuerpos.

Resultado del accidente, Leonorilda tuvo varias lesiones, incluida una fractura

de clavícula y de la columna vertebral. Difícilmente volverá a caminar y si lo hace,

su movimiento será muy limitado. El trabajo en el surco que realizaba Leonorilda

junto con el trabajo de su esposo, completaban el ingreso familiar para sostener

a su familia de cuatro hijos, sin el ingreso de ella, la familia necesitará

complementar el gasto de otra manera.

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Pero también cuando el transporte “corre a cuenta del jefe de cuadrilla”, la vida

de los y las jornaleras agrícolas no deja de estar expuesta. Tan sólo el 7 de

marzo de 2021 se presentó un accidente cuando un tráiler impactó un camión

en el que viajaba una cuadrilla de jornaleros en la carretera Morelia- Pátzcuaro.

En la nota se puede leer: “Al menos tres personas murieron y once más

resultaron lesionadas durante un choque ocurrido entre un tráiler y un camión

que transportaba jornaleros en Huiramba, Michoacán. El accidente se registró

en el kilómetro 35 de la carretera Morelia- Pátzcuaro cuando un tráiler que

circulaba presuntamente a exceso de velocidad impactó por alcance al camión

de transporte de personal el cual salió proyectado contra una vivienda a la altura

de la comunidad de El Carmen”108

Otro accidente ocurrido el 18 de febrero de 2021 en la carretera Chilchota-

Tangancícuaro relata que al menos una persona murió en un accidente entre

una camioneta y un camión que transportaba jornaleros, en la nota se lee: “Un

accidente ocurrido en Michoacán cerca de las 06:20 horas de este jueves sobre

la carretera Zamora- Morelia, en el tramo carretero Tangancícuaro- Chilchota,

justo a la altura del sitio conocido como el palmar, dejó una persona muerta y 25

108 Nota periodística del portal televisa.news: https://noticieros.televisa.com/ultimas-

noticias/tres-personas-mueren-por-choque-en-huiramba-michoacan/

Imagen 23 Comuneras y jornaleras de la comunidad de Acachuén solicitando cooperación para el tratamiento de Leonorilda, jornalera accidentada. Fotografía: Jesús Janacua Benites.

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lesionados. Una camioneta y un camión de transporte de personal, en el que

viajaban trabajadores agrícolas de diversos pueblos de la Meseta P´urhépecha

con destino a los cultivos de Tangancícuaro, se vieron involucrados en el

percance.”109

En tiempos de COVID- 19, los y las jornaleras agrícolas son también de las

poblaciones más vulnerables. El hecho de que tengan la necesidad de salir a

trabajar los expone al peligro del transporte en condiciones riesgosas, a los

peligros de los plaguicidas y al riesgo de contraer el virus SARS- COV- 2 por la

manera en que se viaja en los camiones, en las camionetas y en los autos de los

llamados raiteros.

Los accidentes laborales a los que están expuestos los y las jornaleras son

constantes y no provienen únicamente del transporte. También el uso de

agrotóxicos supone un riesgo casi siempre presente de intoxicación. En el uso e

intoxicación por plaguicidas, es en los países del Sur Global donde mayor

número de casos se presentan. Lo anterior, a partir de la recomendación emitida

por la Agencia de Protección al Ambiente de sustituir los plaguicidas

109 Nota periodística del portal Proceso:

https://www.proceso.com.mx/nacional/estados/2021/2/18/un-accidente-deja-un-

muerto-25-heridos-en-carretera-de-michoacan-258565.html

Imagen 24 "Banano" accidentado mientras transportaba jornaleros de la Cañada hacia la comunidad de Paracho. Fotografía: Vecinos Vigilantes de Uruapan.

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órganoclorados por plaguicidas órganofosforados y carbamatos. Lo anterior

significa que en los países donde se producen las berries para exportación hacia

los países del Norte Global hay un mayor número de intoxicados ya que, como

señala Seefoó (2005), los plaguicidas órganoclorados son menos tóxicos pero

más persistentes, es decir, están activos durante mayor tiempo lo que daba lugar

a que cuando las berries llegaban al consumidor final, lo hacían con restos

activos de agrotóxicos.

En cambio, los plaguicidas órganofosforados y carbamatos, son menos

persistentes en el tiempo pero mucho más tóxicos que los órganoclorados lo que

protege al consumidor final, la mayoría de las veces residente del Norte Global,

pero expone la vida y los cuerpos de los y las jornaleras agrícolas del Sur Global,

por lo que se trata de una injusticia ambiental- laboral (Alier, 2011). En el proceso

de intoxicación concurren diversos elementos. Aparte de las actitudes que

apunta Seefoó y que ya describí líneas arriba, también juega un papel importante

el mal estado de los equipos de fumigación como, por ejemplo, las bombas

mochila que “pocas veces están en buen estado” (Janacua & Janacua, 2019).

Por otro lado, aunque la aplicación de los cocteles de plaguicidas se haga por

medio del sistema de irrigación por goteo, los jornaleros y jornaleros no dejan de

estar expuestos.

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Como quiera que sea, la necesidad les empuja a “hacer el jale” aunque esto

signifique poner en riesgo la vida, como me comentó Liliana Huerta durante una

entrevista:

Pues este supuestamente tiene que haber botiquín de primeros auxilios

en cada rancho, pero en los que he visto no ha habido botiquín, en caso

específico si alguien se corta ya es cuando pues ya van por él o si alguien

tiene para que se le den… lo normal, y ya los fumigadores que también

he visto pues tampoco les han dado este los overoles o cómo es que se

llaman pues no…110

Pero para los y las jornaleras agrícolas, el riesgo y las amenazas para su

integridad física no quedan ahí. Con el pasar del tiempo, en sus cuerpos se van

110 Entrevista realizada a Liliana Huerta el 12 de noviembre de 2019 en la comunidad de

Tumasïu.

Imagen 25 Jornalero "fabricando" pesticidas en las huertas de fresa en la comunidad de Tumasïu. Fotografía: Jesús Janacua Benites.

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acumulando las sustancias agroquímicas, dando paso a lo que se denomina

como “bioacumulación”, cuyas consecuencias se muestran cuando ya suele ser

demasiado tarde.

Lo anterior, le ha permitido a autores como Gretel Navas, Sara Mingorria y

Bernardo Aguilar (2018) hablar de “violencia lenta” (slow violence) y con el que

dan a entender que en el caso de la agricultura industrial y los monocultivos, las

externalidades y consecuencias a la salud se muestran a una velocidad lenta a

través de diferentes cánceres (de piel, lupus), daño hepático y otras afectaciones

graves como la perdida de fertilidad (masculina y femenina) y malformaciones

congénitas.

En el caso de la comunidad de Tumasïu, mientras realizaba trabajo de campo

no encontré indicios de enfermedades crónicas provocadas por el uso de

plaguicidas en la agricultura industrial de berries. Como mostraré en los

siguientes apartados de este capítulo, en Tumasïu la movilización en contra de

la empresa Agricola Superior de Jacona no tuvo como motivo principal las

afectaciones a la salud de los y las jornaleras lo que no significa que no hayan

estado expuestos y expuestas mientras la empresa mantuvo el monocultivo ahí,

el que no se hayan presentado afectaciones graves a la salud en Tumasïu puede

significar que los efectos todavía no se han mostrado.

De esta manera, se puede ver que la población jornalera es una de las

poblaciones más violentadas y excluidas del país y del mundo. Se les violentan

sus derechos humanos y laborales, se les expone a situaciones peligrosas con

el uso de plaguicidas sumamente tóxicos sin la capacitación previa y el equipo

necesario para ello. En Tumasïu y Eraxamani, aunque no niego que ello también

pueda estar ocurriendo en otras latitudes, los y las jornaleras agrícolas son los

excluidos y violentados, son excluidos y violentados por el mero hecho de ser

jornaleros, pero también por el hecho de ser indígenas. Son los comuneros de

hecho, excluidos de la toma de decisiones al interior de su comunidad, son los

comuneros excluidos de los bienes comunes, son los “sin acceso a tierras de

cultivo”. En el caso de las mujeres, la exclusión se multiplica. Son excluidas y

violentadas por el hecho de ser jonaleras, pero también por el hecho de ser

indígenas y, más aún, son excluidas y violentadas por el hecho de ser mujeres.

La pregunta que inevitablemente surge al saber de las condiciones laborales en

las que trabajan los y las jornaleras es por qué si éstas son tan deplorables e

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inseguras, no se movilizan para mejorar sus condiciones laborales y con ello

mejorar su calidad de vida. Al respecto, ya se han escrito esbozos de lo que se

podría llamar “teoría de inmovilización social” de la población jornalera que

pretende explicar en parte por qué difícilmente se movilizan para exigir mejores

condiciones laborales. Se señalan entre los elementos explicativos:

1) el relativamente bajo desarrollo de la cooperación en los procesos de

trabajo agrícola, 2) el carácter temporal del trabajo asalariado, 3) la

dispersión física -no solamente en los lugares de trabajo sino también de

los lugares de residencia- de los asalariados del campo, y 4) su lejanía

con respecto a las ciudades. (Lara & Rau, 2011: 318)

Pero también la realidad social se ha encargado de mostrar que dicha teoría de

la inmovilización social de la población jornalera llega a su término cuando los

agravios se sienten en la propia piel. Si bien los ejemplos no son muy conocidos,

la prensa se ha encargado de darlos a conocer. Tal vez los casos más

importantes hasta la fecha sean el paro laboral liderado por César Chávez en la

industria vinícola y la movilización jornalera en San Quintín ocurrida el 17 de

marzo de 2015. En una nota escrita por el Centro de Información sobre

Empresas y Derechos Humanos se puede leer: “Jornaleros agrícolas protestan

en San Quintín por mejores condiciones laborales y salarios; exponen condición

de esclavitud contemporánea”111.

En Tumasïu, al igual que en San Quintín, los agravios sentidos por los y las

jornaleras agrícolas y que motivaron su participación en el movimiento de

protesta tienen que ver con las condiciones laborales en las que trabajaban que

se agregaron a los agravios sentidos por los comuneros tanto de derecho como

de hecho. La mayoría de los conflictos alrededor de la agricultura industrial no

han sido de carácter socioambiental sino de carácter laboral, piénsese, por

ejemplo, en el movimiento jornalero iniciado en la década de los cincuentas por

César Chávez, o en la huelga jornalera de San Quintín en 2015 cuyas principales

111 En: https://www.business-humanrights.org/es/últimas-noticias/méxico-jornaleros-

agr%C3%ADcolas-protestan-en-san-quint%C3%ADn-por-mejores-condiciones-

laborales-y-salarios-exponen-situación-de-esclavitud-contemporánea/

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demandas giraban en torno a la seguridad social y el mejoramiento de los

salarios (Espinoza, Ramirez, & Tello, 2017).

Como mencioné líneas arriba, el hecho de que los comuneros de derecho con

posesión de tierras comunales que le rentaban a la empresa agrícola hayan

expresado sus afectaciones y demandas en la asamblea comunal, significó una

oportunidad para que los comuneros jornaleros expresaran sus inconformidades

con relación a la empresa agrícola, de ese modo el conflicto socio- territorial en

Tumasïu adquirió características laborales cuando los jornaleros y jornaleras que

laboraban para la empresa Agrícola Superior de Jacona también se

inconformaron en las asambleas comunales, tal como me lo expresó el jefe de

tenencia, Wilfrido Huerta:

[¿qué otras afectaciones provoca la empresa, nada más esas o hay

algunas otras más, como por ejemplo del lado de los trabajadores, eh,

se acercaron con ustedes los trabajadores al momento de iniciar el

movimiento?]. Sí, este por ahí unas personas que se acercaron y dijeron

“no miren pero es que nosotros este necesitamos trabajar” y ya nosotros

platicamos con ellos y les pedimos pues que nos apoyaran porque al fin

de cuentas también estábamos pidiendo pues este lo que le acabo de

mencionar lo del seguro que eso pues era por bien de los trabajadores y

también que se les pagara un poquito mejor y que se les dieran

aguinaldo y ciertas cosas pues que no tienen ellos, beneficios también

para los trabajadores y de hecho por ahí se les pagó dos días de salario

por los días que no trabajaron, también este pues sí lo bueno es que

también este la empresa sí se comprometió y sí cumplió con la mayoría,

por ahí dos tres personas que decían que no se les había pagado pero

la mayoría sí…112

Tal vez la razón o el motivo por el cual las autoridades civiles que lideraron el

conflicto contra la agricultura industrial es porque el jefe de tenencia, Wilfrido

Huerta fue trabajador agrícola de la empresa Agrícola Superior de Jacona y ello

112 Entrevista realizada al jefe de tenencia Wilfrido Huerta Trinidad el 11 de febrero de

2019 en la comunidad de Tumasïu.

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le mantuvo en una posición de empatía y le permitió entender cuáles eran las

necesidades de los trabajadores agrícolas pues él mismo había trabajado en

otras empresas agrícolas lo que le permitió, a la postre, comparar las condiciones

laborales que la empresa mencionada tenía. Por otro lado, el ser hijo de un

comunero de derecho con posesión de tierra le permitió ver y entender las

necesidades de los comuneros, en ese sentido se formó una conexión entre los

agravios sentido por los comuneros y los jornaleros dando lugar al movimiento

de protesta en contra de la empresa agrícola. A continuación, presento las

principales afectaciones sentidas por los y las jornaleras agrícolas.

Afectaciones laborales.

Al ser una población vulnerada y excluida y por “ganar al día”113, cuando los

comuneros de hecho y de derecho se inconformaron del proceder y las

afectaciones ocasionadas por la agricultura industrial, los y las jornaleras no se

inconformaron un tanto por temor a perder el trabajo o a sufrir represalias por los

mayordomos y los pagadores. Sin embargo, el hecho de que el jefe de tenencia

haya sido trabajador jornalero, le permitió comprender las dificultades y las

violaciones a los derechos laborales de los y las jornaleras, de manera que

cuando en una rueda de prensa realizada en el marco del movimiento de protesta

una periodista le preguntó de qué manera la agroempresa violentaba los

derechos laborales de los jornaleros, el jefe Wily respondió:

si usted me preguntaba que si se está violando pues los derechos

laborales de los jornaleros, sí porque por hay este hay muchas, muchos

reportes pues de los mismos trabajadores que se enferman y pues en lo

que andan en el doctor y pues no pueden ir a trabajar ya cuando se

recuperan ya van al trabajo y pus ya no los quieren ya los descansan

una semana, dos semanas o definitivamente pues ya los corren y este

113 “Trabajar por día” es tal vez la descripción mas apropiada para referirse al trabajo

agrícola en Eraxamani y en el monocultivo de berries que la empresa Agrícola Superior

de Jacona tenía instalados en los terrenos comunales de Tumasïu.

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pus sí por eso pedíamos nosotros este el seguro social para que ellos

puedan este comprobar pues que están enfermos, la incapacidad114

Las afectaciones laborales sentidas por los y las jornaleras agrícolas están

íntimamente relacionadas con las afectaciones a la salud. Es decir, en la medida

en que los derechos laborales de los y las jornaleras agrícolas no son

respetados, en esa medida se ocasionan daños a su salud. Cuando le pregunté

al jefe de tenencia Wilfrido si la empresa agrícola tenía asegurados a los

trabajadores agrícolas, su respuesta fue la que, por desgracia, me esperaba.

Con un rotundo no, Wilfrido me dijo que ningún trabajador o trabajadora agrícola

estaba asegurada en los monocultivos en Tumasïu. Aunque me comentó que

supo del caso de un jornalero que sufrió un accidente laboral y recibió, después

de una larga lucha, una indemnización:

Bueno, yo nada más tengo conocimiento de una persona que se había

accidentado ahí, pero él batalló mucho, él dice que gastó mucho dinero

para andar pidiendo que se le diera el seguro porque se lastimó la

columna y ya no quedó bien entonces él este ocupa tratamiento y pues

ya por ahí lo apoyaron en el seguro para que se rehabilitara115.

En el caso de la comunidad de Tumasïu, muchas de las afectaciones sentidas

por los jornaleros y jornaleras y que posteriormente se convirtieron en reclamo

hacia la agroempresa tenían su origen en las “promesas” hechas por la

agroempresa para instalarse en los terrenos comunales y que tenían relación

con la “generación de empleos” con lo cual la empresa se comprometía a:

a) Contratar en su mayoría a personas de la comunidad de Tumasïu y;

b) Contratar a las personas de la comunidad de Tumasïu para los puestos

más importantes dentro del monocultivo.

114 Participación del jefe de tenencia Wilfrido Huerta Trinidad en una rueda de prensa

realizada en la comunidad de Tumasïu el 12 de marzo de 2019. 115 Entrevista realizada al jefe de tenencia, Wilfrido Huerta Trinidad el 11 de febrero de

2019 en la comunidad de Tumasïu.

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Y, aunque en un principio sí se respetaron dichos acuerdos, con el paso del

tiempo y el incremento de los maltratos por parte de los mayordomos, muchos y

muchas jornaleras decidieron dejar de trabajar ahí para irse a otras empresas

donde “pagaban mejor” por lo que la empresa comenzó a contratar jornaleros de

otras comunidades violentando el acuerdo inicial. Así lo describe Liliana:

cuando entré a trabajar aquí no me agradó porque las mismas gentes de

aquí que trabajaban ahí como que se sentían ya los patrones y siempre

menospreciaban a la gente y supuestamente cuando la empresa entró

dijeron que la mayoría iban a trabajar gente del pueblo que porque venía

a ayudar tonces cuando entro la mayoría era gente de fuera116

El hecho de que algunos jornaleros se fueran a trabajar a otras empresas les

permitió comparar el sueldo y las prestaciones laborales que se ofrecían en otros

lugares lo que dio origen a que muchos trabajadores agrícolas decidieran irse a

trabajar fuera.

Además, como me señalaron algunos jornaleros, para los puestos más

importantes se contrataron personas ajenas a la comunidad y aquellos puestos

importantes que sí se entregaron a personas de la comunidad dieron origen a

una actitud de prepotencia porque, cuentan los jornaleros “se sentían superiores

a uno”.

Mientras estuvo instalada en los terrenos comunales de Tumasïu, la empresa

Agrícola Superior de Jacona no inscribió en el seguro social a ningún trabajador

agrícola, por lo que éstos tampoco contaban con vacaciones ni con el reparto de

las utilidades generadas por la empresa agrícola.

Afectaciones a la salud.

Quizá porque no las hubo o porque todavía no se mostraban o quizá porque,

como sostiene Seefoó (2005), los jornaleros y jornaleras agrícolas internalizan

los riesgos del trabajo jornalero, las afectaciones a la salud en el caso de la

comunidad de Tumasïu ocasionadas por las prácticas de la agricultura industrial

116 Entrevista a Liliana Huerta, realizada el 12 de noviembre de 2019, en la comunidad

de Tumasïu.

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no fueron un reclamo sustancial hacia la empresa agrícola y por ende no se

constituyeron como un motivo de la protesta social.

Más bien, operó ahí un ejercicio de imaginación117 hacia el futuro de la salud de

los cuerpos de las y los jornaleros agrícolas que estuvo no a cargo de los

jornaleros y jornaleras agrícolas, sino de las autoridades civiles: ¿Qué sería de

la salud de ellos y ellas si se continuaba con el modelo de agricultura industrial?

empresa luego también nos va a llegar pues a nosotros en la comunidad

y ahí la afectación no solo va a ser en primer ni para los que están

rentando la tierra, no solamente para Santo Tomás, sino que bueno

creemos que la afectación va a ser en toda la región y realmente sí es

una responsabilidad muy grande que nosotros vemos como Santo

Tomás118.

Por lo que, una vez iniciado el movimiento de protesta en contra de la empresa

Agrícola Superior de Jacona, se incluyeron exigencias para beneficio de la

población jornalera.

Como he dicho, en Tumasïu no se presentaron afectaciones graves o crónicas

por las prácticas de la agricultura industrial, pero algunos trabajadores sí

presentaron molestares propios de dicho tipo de agricultura como cefáleas,

deshidratación, irritación ocular, dolor lumbar por posturas inclinadas durante

mucho tiempo y ligeras intoxicaciones lo que demuestra la falta de capacitación

por parte de la agroempresa. En las entrevistas que Liliana Huerta me permitió

hacerle, se transfiguran las afectaciones provocadas por las condiciones

laborales:

Pero sí es muy caliente y más cuando estamos como a medio día se

pone muy sofocante, no entra casi mucho aire, entonces sí este, yo en

117 Como mostraré en el siguiente capítulo, la imaginación, juega un papel importante

en la construcción social de un conflicto ambiental o territorial, es decir, la capacidad

que un actor social tenga de hacer un ejercicio de imaginación hacia el futuro de su

comunidad es la posibilidad, también, de convertirse en un sujeto político. 118 Entrevista realizada a Napoleón Márquez Serano el 29 de noviembre de 2018 en la

ciudad de Morelia.

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241

esos casos lo que me da es que creo que la deshidratación me empieza

a doler la cabeza, de tanto calor119

Pero también aquellas que no son producto de las condiciones laborales, sino

de las prácticas consustanciales a la agricultura industrial y que incluyen el uso

de agroquimicos tóxicos:

[Y, ¿has conocido o has conocido a alguien en estos años que haya

sufrido de intoxicaciones de en tu, en su trabajo?] -Mmm, no, no este así

cercano no, sí he escuchado comentarios, una vez que me pasó a mí,

andaba hace como tres años trabajando en el Valle, como le digo así

estábamos trabajando y pasaron los fumigadores y nosotros entramos a

trabajar otra vez a repelar y en eso no se cómo le hice con la rozadera y

brincó este la tierra y me salpicó en el ojo…

[¿Tierra?] -Ajá tierra pero estaba mojada del fumigante entonces me

ardían y ya yo lo dejé así, y ya llegó y me dolía y se me empieza a

hinchar, al día siguiente no fui a trabajar porque se me había hinchado

el ojo, todo el ojo ya hasta que no fui con una este que vende

medicamentos me dio una gota y con eso se me quitó120.

Además, en su narrativa, Liliana deja en claro que son ellas, las jornaleras y los

jornaleros los que tienen que curar sus cuerpos y comprar con sus propios

recursos las medicinas necesarias para ello.

En Tumasïu las afectaciones a la salud de largo plazo como los distintos tipos

de cánceres, el daño hepático, las malformaciones congénitas y la infertilidad

ocasionada por el uso de agroquímicos no se han presentado. En ese contexto,

recuerdo las palabras que Napo me dijo mientras les acompañaba en la ronda

119 Entrevista a Liliana Huerta, realizada el 12 de noviembre de 2019, en la comunidad

de Tumasïu. 120 Entrevista a Liliana Huerta, realizada el 12 de noviembre de 2019 en la comunidad

de Tumasïu.

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comunal: “Estas empresas están matando lentamente las tierras, y a

nosotros”121.

Los agravios ocultos.

“Me siento indignada porque a nosotros los p´urhépecha, después de

que ya nos saquearon los thurïses o las gentes pues ricas, pues da

coraje de que piensen que porque somos indígenas, el ser p´urhépechas

quieren, están acabando con nuestra gente…”

Doña Margarita Huerta Solís.

Comunera de Tumasïu.

Además de la serie de afectaciones de distinto carácter sentidos por los y las

comuneras de Tumasïu hay, me parece, un cúmulo de agravios históricos que

pese a no tener relación directa con el conflicto suscitado con la empresa

Agrícola Superior de Jacona, fueron muy importantes, tal vez más importantes

que los propios agravios manifestados para motivar e iniciar la movilización de

protesta en contra de la empresa agrícola.

Por ello inicio el penúltimo apartado de este capítulo con las palabras que doña

Margarita Huerta Solís, comunera luchadora de Tumasïu, me dijera mientras

permanecía bloqueando las entradas de las huertas de fresa y arándano. Me

parecen palabras poderosas que suscitan y recuerdan lo que las comunidades

indígenas p´urhépecha y otras culturas originarias han sufrido por el avasallante

paso del “progreso” impulsado por agentes externos a ellas.

Lo que nos muestra la historia agraria e indígena de la Cañada de los Once

Pueblos, es la historia de los pueblos y comunidades indígenas del país y de los

países alguna vez colonizados que, en la Cañada, como señalé en el segundo

capítulo, entre otras formas, se manifestó en el despojo y acaparamiento de

terrenos comunales por parte de personas ajenas a la comunidad lo que dio

origen a un sentimiento de agravio e injusticia social que se fue acumulando.

121 Entrevista realizada Napoleón Márquez Serano el 29 de noviembre de 2018, en la

comunidad de Tumasïu.

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243

Las palabras de doña Margarita, recuerdan que la colonización no solamente es

formal y aunque ésta haya quedado atrás después de la independencia, en

realidad permanecieron las actitudes de dominación (Paz, 1985) y clasismo ante

las comunidades indígenas. Por ello puede hablarse de una descolonización

incompleta: “se obtuvo la independencia frente a España, pero no se eliminó la

estructura colonial interna” (Bonfil, 1987: 11). De manera que la llegada de la

empresa agrícola y de la territorialidad agrocapitalista parece haber suscitado el

recuerdo de los más de quinientos años de lucha y resistencia de las

comunidades indígenas ante los colonizadores.

Quizá las palabas de doña Margarita fueron de las más emotivas que escuché

en el conflicto, en ellas se muestra la rabia contenida que los agravios

acumulados originaron en ellas, en ellos. Por mucho tiempo, las comunidades

indígenas han sido despojadas no solamente de su territorio, sino también de su

capacidad intelectiva y de toma de decisiones. La conquista española no

solamente fue una conquista militar, también fue una conquista espiritual y

epistémica. La razón occidental, la razón indolente (Santos, 2009) avanzó

subestimando y eliminando los conocimientos de las culturas originarias que

habitaban Mesoamérica.

Después de quinientos años, la relación entre la empresa agrícola, una empresa

que se mueve y avanza esgrimiendo una territorialidad capitalista, y la

comunidad de Tumasïu, una comunidad indígena p´urhépecha, revive las

relaciones entre los conquistados y los conquistadores, entre los dominados y

los dominadores, una relación caracterizada por el recelo y la desconfianza. Por

supuesto, también revive los agravios y los sentimientos de injusticia, de rabia

contenida, de molestia.

Pienso que en Tumasïu y en las comunidades de la Cañada, la condición

generalizada de carencia económica y la falta de alternativas de empleo coloca

tanto a los comuneros de derecho como a los comuneros de hecho en una

situación de subordinación con relación a aquellos que están en condiciones de

“generar empleo”. Ello prácticamente les obliga a aceptar las condiciones

impuestas por las empresas -rentas bajas, salarios raquíticos, mal trato,

contaminación, inseguridad laboral-, con la finalidad de generar, así sea un poco,

empleos en la comunidad. Situación de dominación y de poder que, siguiendo a

James Scott, puede dar lugar a discursos públicos en los que los sentimientos

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de rabia contenida se mantienen tras bastidores y no se muestran dada la

relación de poder.

Por ello, en Tumasïu la agricultura industrial no solamente significó una relación

de subordinación entre la empresa agrícola y los comuneros de derecho,

también significó una relación de subordinación entre “el patrón agrícola” y los

jornaleros y jornaleras agrícolas.

Algunas investigaciones ya han abordado las relaciones de poder entre los

patrones y los trabajadores jornaleros. En su tesis de doctorado, J. Luis Seefoó

sugiere que en el campo no todo es “gracias patroncito”:

En el campo hay muestras permanentes de inconformidad: desde la puja

y negociación por una mejor paga en el apilo o en la báscula, el

tortuguismo y paros parciales en la cosecha de papa o, por lo menos,

una aceptación no totalmente pasiva. La ironía, el chiste, el apodo son

recursos que en la interacción humana funcionan como “armas de los

débiles”. (Seefoó, 2005: 223- 224)

Aunque estos agravios permanecieron ocultos, durante todo el conflicto

estuvieron latentes, a modo de discurso oculto (Scott, 2000), quizá esperando el

momento oportuno para expresar toda la carga afectiva que tenían contenida.

Para James Scott el comportamiento de los subordinados se clasifica en dos

facetas: el discurso público y el discurso oculto.

El discurso público es aquel que, en la relación de subordinación, los

subordinados emiten en presencia del poderoso “ya sea por prudencia, por

miedo o por el deseo de buscar favores, le dará a su comportamiento público

una forma adecuada a las expectativas del poderoso” (Scott, 2000: 24). Ese

discurso puede estar maquillado, puede ser una máscara, una ficción que oculte

los verdaderos sentimientos y pensamientos de los subordinados. Es el discurso

que los dominados emiten en presencia de los demás y, sobre todo, ante el

poderoso.

El discurso oculto, por otro lado, es el discurso que los subordinados emiten

estando una vez que han salido de la presencia del poderoso. El discurso oculto

no solamente implica actos de lenguaje sino también

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una extensa gama de prácticas. De este modo, para muchos

campesinos, la caza furtiva, el hurto a pequeña escala, la evasión de

impuestos, el trabajo deliberadamente mal hecho son parte integral del

discurso oculto. (Scott, 2000: 38)

Casos de robo de berries fueron conocidas en Tumasïu mientras duró la

producción en los terrenos comunales. Por ejemplo, es conocida la historia de

un comunero originario de Zopoco que comadaba un grupo de personas para

robar fruta por las noches que después vendían de manera clandestina.

En la relación de subordinación, si los agravios llegan a sobrepasar un límite

puede haber una “exploción” en la que los subordinados expresen el discurso

oculto al poderoso. En Tumasïu, este momento se vivió en el momento en que

se inició el movimiento de protesta en contra de la empresa agrícola pero, de

manera más concreta, cuando el empresario negó ser el dueño de la empresa y

deslindarse de los acuerdos firmados con la comunidad. A partir de ahí, se

difuminó la frontera entre el discurso público y el discurso oculto.

Recuerdo cuando, estando en el segundo bloqueo a las huertas de fresa, me

acerqué al fogón donde se encontraban las mujeres preparando las tortillas para

la comida. Ahí estaban doña Irene, doña Margarita, doña Elba y la esposa del

jefe Wily, echando las tortillas. Les pregunté qué le dirían al empresario si lo

vieran en aquel momento. Su respuesta fue digna y tajante: “mmm, a ese no lo

queremos ni ver por aquí, por eso no viene porque ya sabe lo que le espera…”122.

De esta manera, el conflicto de la comunidad de Tumasïu estuvo alentado por

agravios ocultos de muy larga data, cuyo origen se remonta a los agravios e

injusticias cometidos contra las comunidades indígenas de la Cañada por

agentes externos y de agravios más actuales, provocados por los procederes y

prácticas de la empresa agrícola.

4. 4 Incomensurabilidad de valores.

Un tema importante que surge de las afectaciones y de la noción de afectado, a

partir de la experiencia de la comunidad de Tumasïu, es el de la compensación

o reparación del daño o afectación. Para pensadores como Joan Martínez Alier

122 Notas de diario de campo. 12 de marzo de 2019.

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246

(Alier, 2011), el llegar a un acuerdo o concenso entre el o los afectados y aquellos

obligados a compensar la afectación da lugar a conflictos de valoración

ocasionados por lo que él mismo llama “incomensurabilidad de valores”.

¿Cómo compensar la pérdida de lugares de sociabilidad comunitaria como la

parcela?, ¿cómo compensar la erosión del tejido social comunitario?, ¿cómo

compensar la pérdida de biodiversidad?, ¿cómo compensar la pérdida de agua

en los manantiales?, ¿cómo compensar la erosión del suelo que, por otra parte,

para los afectados no es únicamente sustrato inerte, sino contenedor de la vida

misma?, ¿cómo compensar la contaminación a la naturaleza que para los

afectados no es únicamente un stock de recursos naturales sino su Nana Echeri,

su Madre Tierra?

Por ello, el conflicto de la comunidad de Tumasïu puede considerarse como un

conflicto de valoraciones distintas pues si los empresarios y los comuneros

identificados con la territorialidad agrocapitalista veían y reducían los elementos

naturales a términos económicos y financieros, los comuneros identificados con

la territorialidad comunal veían a la naturaleza como un ser vivo, como la Nana

Echeri. De ahí, se deduce que son dos valoraciones distintas, inconmensurables

por lo tanto, llegar a un consenso para reparar o compensar los daños, es difícil.

Se trata pues de una incomensurabilidad de valores en tanto que las

compensaciones o reparaciones del daño se centran únicamente en valores

económicos pero los lenguajes de valoración de los afectados pueden y en el

caso de Tumasïu, están fundamentados en otros valores que implican

cuestiones afectivas, históricas, emocionales, de identidad colectiva que son

prácticamente intraducibles en términos económicos.

De esta manera, el cálculo de la compensación es complicada porque se

enfrenta a esta incomensurabilidad de intereses, es decir:

[…] la imposibilidad de representar en un solo lenguaje, en este caso el

lenguaje monetario, los daños producidos en esferas diferentes de la

actividad humana: ¿cuál es el valor monetario de la degradación de un

paisaje, de la reducción de la biodiversidad, de la erosión cultural, de la

pérdida de la salud? (Russi & Alier, 2003: 125)

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Considero que es con relación a la naturaleza y los elementos naturales donde

se puede percibir de manera clara el conflicto de valoración que subyace en e

conflicto de distribución ecológica en la comunidad de Tumasïu. Fue durante una

entrevista que medios de comunicación le hicieron a Ignacio A, comunero de

Tumasïu y miembro de la familia “A”, aliado y defensor de la empresa agrícola al

interior de la comunidad, que éste dejó entrever la forma en que perciben la

naturaleza, por parecerme importante la reproduzco completa:

-Reportero: Primero que nada que nos regale su nombre completo y que nos

diga si es rentero o tiene tierras en la zona parcelada.

-Ignacio: Sí, mi nombre es Ignacio Álvarez Bartolo, soy rentero, eh me dedico

eh yo soy agricultor…

-Reportero: ¿Cuál es la problemática, señor Bartolo?

-Ignacio: Mmm la problemática, mire esto es un capricho por parte de las

autoridades, yo así lo percibo en lo personal, si, es un capricho de ellos, nosotros

hemos este pues puesto nuestra propias propuestas hacia la empresa, nosotros

como dueños de las tierras, si, la, las tierras no son comunales, cada terreno

tiene su título de propiedad…

-Reportero: ¿Son pequeños propietarios?

-Ignacio: Así es, ahora… eh para esto desde un principio nosotros lo analizamos

hace seis años, ya van seis años atrás en donde llegábamos a ver de que

nuestra gente se tenía que trasladar a trabajar a Zamora, Tangancícuaro, si, y

todas las mañanas tenía que la gente que madrugar mucho tenía que madrugar

entonces llega el señor Héctor Valdés y dice yo quiero rentar las tierras, eh

sabemos que, que hay agua pero que no están seguras, hubo necesidad de

desensolvar, de preparar las tierras, de, bueno una inversión muy grande, para

esto eh llegamos a valorar que la renta sería de un principio de diez mil pesos

por hectárea posteriormente ahí mismo se tomó un acuerdo en una de las

cláusulas en donde año tras año tendría que tener un incremento eh ahorita en

la actualidad eh la renta es de quince mil pesos, esperemos que para el 2020

vaya a ser de dieciséis mil pesos…

-Reportero: Es una renta mensual, ¿verdad?

-Ignacio: Así, es… sí anual.

-Reportero: ¿Considera que el trato es adecuado, justo?

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-Ignacio: Para nosotros lo consideramos de que sí…

-Reportero: ¿Sí?, ¿Sí piensan?

-Ignacio: Sí, yo como agricultor yo que nosotros nos dedicamos aquí a sembrar

principalmente maíz, janamargo ahorita en la actualidad, sí, entonces a como

están los costos de fertilizantes, herbicidas, fungicidas y todo eso, es muy caro

y el producto que nosotros este pues cosechamos pues es muy barato, el maíz

en esta temporada pues estaba a tres pesos el kilo, nuestras tierras producen

aproximadamente de tres a cuatro toneladas, esto si está bien…

-Reportero: ¿Por hectárea?

-Ignacio: Por hectárea de ahí para abajo, hay parcelas en donde producen una

tonelada, una tonelada y algo…

-Reportero: ¿No les alcanzaba?

-Ignacio: No, pus no, para nada, entonces por eso es que optamos para

nosotros consideramos de que este la renta pues es buena para nosotros.

-Reportero: ¿Nunca les ha quedado mal la empresa?

-Ignacio: A nosotros no, al contrario eh hay compañeros en donde tienen

recibido eh un año, hasta dos años adelantados, ¿por qué?, porque en

ocasiones que hay necesidad de, necesidades y la empresa pues no se niega,

si, ese es por ese lado y por otro lado la propuesta de nosotros es lo que ya

mencionaba el compañeros si, el cercado perimetral para evitar los robos, el otro

es la electrificación si, en esa área, un pozo profundo y que hablamos y

consideramos que va a ser eh pues un buen dinero que va a gastar la empresa,

si, pero las autoridades y un grupito pues ellos están empeñados de que no la

remodelación de la plazuela y de la jefatura de tenencia…

-Reportero: Ustedes, al hablar de autoridades, ¿son autoridades municipales o

autoridades comunales?

-Ignacio: Aquí, locales, así es.

-Reportero: Gracias.

-Reportero: Nos recuerda su nombre por favor…

-Gustavo: Gustavo Bartolo Pérez, servidor de usted.

-Reportero: Nos comenta que usted es rentero…

-Gustavo: Soy rentero, tengo una parcela ahí en el potrero, el que está

involucrado en esta, en este problema es conocida la zona como rancho 1, que

viene siendo el Potrero y Conero, sí, en un tiempo en paz descanse el señor

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Héctor Valdés ofreció un apoyo para obras si que fue la cantidad de ciento veinte

mil a ciento ochenta mil, han pasado cinco años y no se ha hecho nada, por eso

la gente de aquí más bien las autoridades y unos maestros, entre ellos uno que

se llama Salomón Márquez, ¿es Márquez?

-Tercero: No, Napoleón…

-Gustavo: Ahh Napoleón Márquez que es el líder y que es el que están

bloqueando junto con otro maestro o ex maestro Pedro Nicolás, sí, de que

quieren hacer, que se hagan las obras ahora con un total de cinco obras y cada

una aproximadamente vale la primera obra cuatro millones seiscientos sesenta

y dos mil pesos, quieren que el señor el arrendatario haga esas obras, sin

embargo, bueno pues el apoyo no era de esa cantidad, ahora la cantidad que se

ha ido, si quiere decir que se ha ido almacenando esa cantidad de ciento veinte

pues actualmente alcanza una cantidad de seiscientos mil pesos y no cuatro

millones seiscientos, ahora quieren otras obras más o menos de esa cantidad

porque opinan esos maestros que ganan millonadas los señores que están este

rentando aquí… el arrendatario.

-Reportero: ¿Cuántos trabajadores se ven afectados?

-Gustavo: Cuatrocientos aproximadamente y son de distintos pueblos, desde

Urén, Tanaquillo, Acachuén, Santo Tomás, Zopoco, Huáncito, Ichán, Tacuro y

Carapan.

-Reportero: En estos momentos que no pueden ingresar a las tierras de cultivo,

¿cómo se ve en pérdidas?

-Gustavo: Bueno, se ve mucho en pérdidas aparte de los trabajadores que van

al día que no este hora si que no tienen pues algún apoyo o una, una un colchón

para dejar de trabajar verdad entonces pero también los de la fresa pierden y el

arándano pierden diario no sé cuántos miles de pesos simplemente de los

trabajadores de los cuatrocientos son aproximadamente cien mil pesos los que

tendría que pagarles no sé si esto eh les tienen que pagar porque no es una

huelga, es un bloqueo que hicieron las autoridades de aquí y los maestros que

nada tienen que ver ni siquiera son dueños de los terrenos de ningún de ninguna

área del Potrero, ni de Conero que es el Rancho 1…

-Reportero: ¿Quiere decir que todos los renteros o los comuneros de esta

localidad están de acuerdo?

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250

-Gustavo: No están de acuerdo, si, no están de acuerdo nosotros tenemos unos

representantes del rancho 1 que actualmente uno de ellos tiene terreno pero es

maestro y está dando clases y otros pues aquí hay uno de ellos, aquí está

presente y bueno pues no hacen caso, no nos dejan hablar cuando hay

asambleas o los hacen secretamente ellos, a través de citatorios y no nos dicen

a ver los propietarios que vengan si, entonces eso es lo que está pasando…

-Reportero: ¿Qué tipo de obras son las que está o que pretenden llevar a cabo?

-Gustavo: Bueno, quieren hacer tumbar, fíjese, tenemos una jefatura de

tenencia eh vamos a decir ya está viejita pero quieren tirar la jefatura de tenencia

y volverla a hacer, hacer toda la plaza nuevamente que viene costando cuatro

millones seiscientos sesenta y dos mil pesos, ahora, el dueño de la fresa dice

pues yo les doy un apoyo pero no, no está cantidad que pues tenemos muchos

gastos no crean que ganamos millonadas como dicen los maestros, verdad,

entonces hay muchos gastos simplemente para trabajar las tierras, barbecharlas

sembrar y toda esa gente se ocupa, si, sembrar, fumigar, podar, limpiar y los

químicos y los estos como se llaman lo de los profesionistas que también tienen

que ver ahí con toda la agronomía, si, entonces pues hay muchos gastos, no es

así nada más de que ganan millonadas, verdad.

-Reportero: ¿Qué cantidad de producción ahorita no se está generando?

-Gustavo: No pues, imagínese los que andan cosechando toda esa gente a

veces corta hasta no sé, ¿trece cajas?

-Tercero: Sí, por ay más o menos.

-Gustavo: Por persona y cuánto se está echando a perder eso, a parte de eso

hay robos por eso queremos nosotros los propietarios que se haga la barda

perimetral al lado de Zopoco porque por esa parte es donde hay más robos, si,

y pierde mucho también o sea que ahorita es posible que estén robando porque

nadie está vigilando, no dejaron entrar a nadie123.

123 Entrevista realizada a Gustavo Bartolo Pérez, comunero rentero, el 12 de marzo de

2019. La entrevista tuvo lugar durante el bloqueo realizado por la comunidad a las

huertas de fresa y arándano. La entrevista no fue dada a nuestra investigación sino a

los medios de comunicación de la ciudad de Zamora que acudieron a la comunidad a

cubrir la noticia convocados por el dr. J. Luis Seefoó Luján del Colegio de Michoacán.

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251

Por razones como las anteriores, es muy difícil que las afectaciones y daños

sentidos por aquellos y aquellas que viven donde se instalan los proyectos de

inversión logren una compensación más allá de lo monetario. Desde esta

perspectiva, se puede sostener que en realidad el agrocapitalismo es incapaz de

resarcir los daños que provoca dada la incompatibilidad de valores con los que

son percibidos los territorios.

4. 5 Una normatividad laxa para un incremento de la productividad.

“Hay veces que sí vienen [las autoridades en materia laboral] a revisar que los

patrones sí les den el equipo necesario pero ese día sí les prestan los overoles,

las gafas y los equipos pero ya cuando se van otra vez se los quitan”124. El

testimonio de José N, joven comunero originario de Zopoco que ha laborado en

los ranchos, muestra que en la Cañada la vigilancia y el cumplimiento de la

normativa laboral y ambiental es laxa o que por lo menos se realiza a medias.

Este proceder violatorio es consustancial de los llamados países “en vías de

desarrollo” que, en el contexto de un globalizado capitalismo neoliberal, ponen

en bandeja de plata sus territorios para las empresas trasnacionales con la

finalidad de retener o generar empleos (Bauman, 2003), aunque ello suponga

expoliar los cuerpos y los territorios mismos.

En ese contexto, el incremento de las actividades extractivas, en aras de un

supuesto desarrollismo y crecimiento económico, está teniendo lugar en los

países del Sur Global cuya normatividad es laxa, débil o bien, donde sí existe

una normatividad fuerte pero una débil o nula vigilancia (Alier, 2011).

En términos concretos y asequibles en la realidad de la región de Eraxamani y

que se manifestó en el caso de la comunidad de Tumasïu, la débil vigilancia dio

lugar a que el agroempresario como patrón violara las obligaciones a las que

estaba sometido por la normatividad hacia el medio ambiente, hacia la

comunidad como una entidad agraria pero también como una comunidad

indígena y también a los y las jornaleras agrícolas, a sus derechos laborales y

de salud.

124 Entrevista a José N., joven originario de la comunidad de Zopoco, realizada el 19

de marzo de 2019.

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252

En México, la normatividad que regula tanto los derechos laborales de las y los

trabajadores agrícolas así como las obligaciones de los patrones son la ley

federal del trabajo y las normas oficiales mexicanas. Especialmente las normas

003, 007 y 018 son las que regulan los usos de insumos fitosanitarios y agrícolas

así como las instalaciones, la maquinaria, el equipo y las herramientas así como

el sistema para la identificación y comunicación de peligros y riesgos para la

salud humana por el uso de sustancias químicas peligrosas en los centros de

trabajo.

Me interesa destacar aquí principalmente las obligaciones de los patrones que

son las que en última instancia violentó la empresa Agrícola Superior de Jacona.

Me interesa hacerlo para que sirva de herramienta de defensa e información para

las comunidades donde se instale el agronegocio.

La norma 003 que regula las actividades agrícolas, el uso de insumos

fitosanitarios o plaguicidas e insumos de nutrición vegetal o fertilizantes y las

condiciones de seguridad e higiene cuyo objetivo es “Establecer las condiciones

de seguridad e higiene para prevenir los riesgos a los que están expuestos los

trabajdores que desarrollan actividades agrícolas de almacenamiento, traslado y

manejo de insumos fitosanitarios o plaguicidas e insumos de nutrición vegetal o

fertilizantes”, establece dentro de las obligaciones importantes del patrón: evitar

que las mujeres gestantes o en periodo de lactancia y los menores de 18 años

realicen actividades como personal ocupacionalmente expuesto, proporcionar al

personal ocupacionalmente expuesto, jabón y agua limpia para lavarse y

bañarse, proporcionar cuando menos al personal ocupacionalmente expuesto el

equipo de protección personal establecido en la etiqueta u hoja de datos de

seguridad, asegurarse de su uso correcto y mantenerlo en condiciones de

funcionamiento seguro, incluyendo el lavado de la ropa de trabajo al término de

cada jornada en el propio centro de trabajo, proporcionar a los trabajadores, en

caso de accidente atención de primeros auxilios, así como el traslado a un centro

de atención médica.

La norma 007125, que regula las actividades agrícolas, las instalaciones, la

maquinaria, el equipo y las herramientas así como las condiciones de seguridad,

125 Diario Oficial de la Federación, 03/09/2001:

http://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=768131&fecha=09/03/2001

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253

tiene como objetivo “Establecer las condiciones de seguridad con que deben

contar las instalaciones, maquinarias, equipo y herramientas utilizadas en las

actividades agrícolas para prevenir riesgos a los trabajadores”. Esta norma

establece como algunas de las obligaciones del patrón: informar a los

trabajaadores sobre los riesgos a que están expuestos en las actividades

agrícolas que desarrollen, impartir a todos los trabajadores por lo menos durante

cinco minutos, antes de iniciar cada jornada, pláticas con indicaciones para

realizar las operaciones seguras, prevenir riesgos de trabajo en el uso y

mantenimiento de maquinaria, equipo y herramientas, el correcto uso y

mantenimiento del equipo de protección personal o la atención de emergencias,

contar con personal capacitado para brindar los primeros auxilios y con botiquín

de primeros auxilios.

Reflexiones finales.

En Michoacán, la agricultura industrial de frutos rojos ha experimentado un

incremento en el área de cultivo justificado por la generación de divisas y

empleos en las distintas comunidades donde estos proyectos de inversión se

instalan.

En su avance y expansión, este avance de los monocultivos también ha

generado una distribución inequitativa de afectaciones y daños de los que

muchas veces las empresas agrícolas no se hacen cargo por lo que terminan

siendo los comuneros y las comuneras, las jornaleras y los jornaleros, los y las

jóvenes de las comunidades quienes asumen el costo de dichas afectaciones, lo

anterior a pesar de la legislación ambiental que tendría que obligar a las

empresas a tener un manejo adecuado de los residuos y las externalidades

provocadas por sus prácticas.

En el capítulo me propuse como objetivo presentar la serie de agravios y

afectaciones que en la comunidad de Tumasïu motivaron la movilización social

de protesta en contra de la empresa Agrícola Superior de Jacona y las prácticas

consustanciales de la agricultura industrial, afectaciones que significaron una

serie de agravios (Moore, 1996) que motivaron la acción colectiva de comuneros

y jornaleros agrícolas.

Las preguntas que guiaron mi reflexión a lo largo del capítulo fueron: ¿Qué es

un agravio?, ¿Quién es o quiénes son los afectados en el caso de la comunidad

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254

de Tumasïu?, ¿Con respecto a qué prácticas específicas se sintieron agraviados

y, por ende, afectados?, ¿es posible compensar, reparar los daños ocasionados

por la agricultura industrial en Tumasïu?

De esa manera, a lo largo del capítulo muestro que las afectaciones que, en el

caso de la comunidad de Tumasïu dieron lugar a un debate y reflexión en torno

a quién y quién podía considerarse como afectado toda vez que la empresa

agrícola, en su proceder, “agrarizó la afectación”, es decir, intentó atender

únicamente las afectaciones sentidas por los comuneros renteros, es decir,

aquellos que bajo contrato de arrendamiento le rentaban las tierras para la

producción industrial de berries. Al agrarizar la afectación la empresa agrícola

no solamente se centraba en las afectaciones de los comuneros renteros que se

prácticamente se reducían al atraso del pago de las rentas anuales y al

incremento de estas, también dejaba fuera de la arena política a los comuneros

que, sin ser renteros, sí eran considerados como comuneros según los propios

criterios internos de la comunidad.

De esa manera, al agrarizar las afectaciones, la empresa agrícola pretendía

desincentivar la acción colectiva de los otros afectados en la comunidad. Para

Omar Arach (2019), la noción y experiencia de la afectación significa la

credencial política que posiciona a los sujetos en el campo de lucha y les abre la

posibilidad de acceder a las compensaciones o reparaciones del daño aunque,

como señalé siguiendo lo propuesto por Russi y Alier (2003), ello da lugar a una

incomensurabilidad de valores lo que realmente apunta a una imposibilidad de

reparar o compensar los daños ocasionados por la agroindustria.

¿Cómo compensar o reparar el daño que significó para Héctor Álvarez el hecho

de que la empresa, en su proceder, deforestó los pinos de cinco años de edad?,

¿cómo compensar económicamente la pérdida de suelo, de agua?, ¿Acaso la

Nana Echeri, es traducible a dinero?. Ello me lleva a pensar que los daños

ocasionados por el capital, sea este agrícola, inmobiliario, minero o de cualquier

otra índole, son en realidad incompensables sobre todo si se instalan en

territorios habitados desde una cosmovisión distinta a la modernidad occidental

capitalista.

Es en ese sentido que me interesó mostrar las afectaciones sentidas por los

comuneros, tanto de hecho como de derecho, así como de los y las jornaleras

agrícolas que incentivaron el proceso de movilización colectiva en contra de la

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territorialidad agrocapitalista, concretizada en las prácticas de la empresa

Agrícola Superior de Jacona.

En Tumasïu, la construcción social del agravio para los y las comuneras se

realizó a partir de una comparación entre las prácticas agrícolas tradicionales

maiceras y las prácticas agrícolas de la empresa pues la renta de tierras para el

cultivo industrial de frutos rojos deparó en la violación de un conjunto de saberes

y prácticas agrícolas propias de la comunidad cuyos miembros consideraban

como justas, prácticas que además se relacionaban con un conjunto de saberes

ancestrales.

Específicamente, para los comuneros y comuneras las afectaciones ambientales

que provocó la agricultura industrial tienen que ver con un barbechado mucho

más profundo en comparación al que realizaban los comuneros en sus parcelas,

el surcado también fue importante porque la agroempresa surcó los terrenos sin

tomar en cuenta el desnivel y las barrancas naturales, lo que provocó erosión y

deslavado de suelo por la lluvia y por el viento; el hecho de que la empresa en

la instalación del monocultivo eliminara las mojoneras naturales como piedras,

árboles o relieves naturales, además de la generación de distintas plagas y el

subsecuente uso indiscriminado de pesticidas son algunas de las reglas que

para los comuneros de Tumasïu violentó la empresa agrícola e incentivaron la

movilización social más allá de las rentas atrasadas y del incumplimiento en los

incrementos anuales.

Pero los comuneros y comuneras no únicamente experimentaron afectaciones

ambientales, junto con ellas, algunas afectaciones culturales también fueron

importantes como los cambios en las rutinas de los hombres y de las mujeres

como parte del proceso de asalarización, lo que afectó gravemente la

participación en las asambleas y faenas comunales, erosionando en tejido social

comunitario. En el apartado también señalo que la instalación del monocultivo,

supuso el abandono de la agricultura maicera, lo modificó las tradiciones que

tenían como eje central las actividades culturales relacionadas al maíz.

Las afectaciones sociales experimentadas por los y las comuneras se relacionan

con el incremento de actividades ilícitas alrededor del monocultivo como la venta

de drogas pero también del hurto de frutos rojos lo que significó que la empresa

agrícola contratara vigilantes armados. Pero también el hecho de que la empresa

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hubiese utilizado terrenos que no estaban bajo contrato de arrendamiento,

provocó la movilización social de los comuneros.

Sin embargo, como mencioné, no solamente los comuneros y comuneras se

inconformaron, también los y las jornaleras agrícolas se inconformaron ante los

procederes de una empresa agrícola trasnacional. Para los jornaleros y

jornaleras, las afectaciones ocasionadas por la empresa agrícola tienen que ver

con la violación a sus derechos laborales, lo que, en su caso, se relacionó

estrechamente con afectaciones a la salud.

Afectaciones a la salud que, en el caso de la comunidad de Tumasïu, no se

manifestaron de manera crónica, es decir, no se dieron casos de intoxicasiones

agudas pero algunos trabajadores sí presentaron algunos malestares propios del

monocultivo como cefácelas, deshidratación, irritación ocular, dolor lumbar e

intoxicaciones ligeras.

Además de mostrar las afectaciones sentidas por los comuneros y comuneras

así como de los y las jornaleras agrícolas, me interesó mostrar lo que llamé

“agravios ocultos” y que se refiere a un cúmulo de agravios que al no tener

relación de manera directa en el conflicto, pocas veces se verbalizaron, sin

embargo, pienso que fueron un importante catalizador del conflicto.

Con “agravios ocultos” hago referencia a la noción de “discurso oculto”,

propuesta por James Scott para designar los discursos construidos en contextos

de opresión por parte de los oprimidos pero que en pocas ocasiones revelan en

presencia del opresor. Pienso que en el caso de la comunidad de Tumasïu fueron

importantes porque revivieron los malestares y agravios sentidos por los

comuneros y comuneras excluidas de manera histórica de la toma de decisiones

al interior de la comunidad, lo que recuerda los tiempos del despojo y del

acaparamiento de terrenos comunales a principios del siglo XX por las familias

más potentadas de la cabecera municipal.

Para terminar, considero que es lamentable la situación por la que atravesaron

los comuneros y comuneras de la comunidad de Tumasïu, sin embargo, pienso

que al mismo tiempo es esperanzador porque, como sostiene la investigadora

María Fernanda Paz Salinas, citada por Hernández, Ochoa y Tetreault (2012)

“los conflictos socioambientales se presentan no como un problema de la

sociedad contemporánea sino como una oportunidad para detener el deterioro,

ofrecerle resistencias (o generar) formas asociativas que expresen e impulsen

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proyectos contra hegemónicos”, y en el caso de la comunidad de Tumasïu así

fue. El hartazgo de los comuneros terminó por visibilizar aún más los daños

ambientales, sociales, culturales, laborales y de salud que las prácticas de la

agricultura industrial traían como el barbecho sin restricción en profundidad y

dirección, uso indiscriminado de pesticidas y herbicidas, el tratamiento

inadecuado de los residuos sólidos como el plástico del macrotúnel, el plástico

del acolchado para el suelo y de los recipientes de los agroquímicos utilizados

así como la falta de protección, capacitación y respeto a los derechos laborales

de los y las jornaleras agrícolas; todo esto abrió la posibilidad para exigir a la

empresa un mejor tratamiento y un mejoramiento de las prácticas agrícolas

industriales.

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CAPÍTULO V. DE LA AFECTACIÓN AL CONFLICTO Y A LA MOVILIZACIÓN SOCIAL.

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[…]nosotros allá en la Cañada pues no sé si afortunada o desafortunadamente hemos visto que, que luego pus esas personas, llámese empresarios o el propio gobierno, la única manera en la que nos escuchan pues es hacerle

alguna presión, una actividad política126

Napoleón Márquez Serano. Comunero de Santo Tomás.

Como señala Víctor Manuel Quintana (2005), históricamente los adversarios de

los movimientos rurales, según su interpretación, han sido básicamente dos, los

ricos y el Estado. Contra los primeros se ha luchado por la tierra, el

acaparamiento de tierra, agua y el coyotaje de las cosechas mientras que el

segundo a su vez, ha sido la contraparte de la lucha por la dotación de tierras.

Sin embargo, Quintana advierte la aparición de un tercer adversario de la lucha

de los movimientos rurales: las empresas trasnacionales, contra ellas, señala

Quintana, las comunidades rurales, pero también indígenas, dirigen una serie de

demandas muy específicas como “contra la exportación dumping de sus

productos, que atenta contra la soberanía alimentaria de las naciones; contra el

126 Entrevista realizada a Napoleón Márquez Serano el 29 de noviembre de 2018 en la

comunidad de Tumasïu.

Imagen 26 Bloqueo y manifestación de comuneros y comuneras de Tumasïu contra la empresa Agrícola Superior de Jacona. Fotografía: Napoleón Márquez Serano.

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uso de transgénicos, contra el empleo de agroquímicos que devastan el medio

ambiente” (Quintana, 2005: 103)

Por ello, he escogido las palabras de Napoleón Márquez para iniciar este

capítulo, pues en ellas se deja entrever cómo se percibe que en las luchas de

las comunidades indígenas los adversarios son, como sostiene Quintana,

básicamente dos, el gobierno y los ricos del campo que ahora se traducen en las

grandes empresas trasnacionales que han avanzado territorialmente gracias al

cobijo del Estado neoliberal.

En sus luchas, las comunidades rurales e indígenas han utilizado diversas

estrategias para ser escuchados por aquellos hacia quienes están dirigidas sus

demandas, de manera que en muchas ocasiones necesitan realizar

movilizaciones sociales y acción colectiva para la consecución de sus objetivos.

De esta manera, muchos movimientos sociales en nuestro país, pero también

en el resto del mundo, han logrado cambios sociales, políticos y culturales

significativos a través de movilizaciones sociales y actividades de presión

política. A través de la movilización, muchas veces se logra generar un marco

jurídico que regule aquella actividad contra la que se sienten agraviados, como

por ejemplo los agricultores de la región de Lagunillas, en el estado de

Michoacán, que lograron tener la atención del Congreso Legislativo del Estado

para solicitar que se tipifique como delito ambiental el uso de cañones

antigranizo para incidir en la precipitación de lluvia o granizo127. Otro ejemplo

notable es el de las comunidades mayas de Calakmul, Campeche que

obtuvieron un amparo contra la construcción del tren maya en tiempos de la 4T.

Como señalé en el capítulo anterior, las diversas afectaciones y agravios

ocasionados por la empresa Agrícola Superior de Jacona dieron origen a una

serie de peticiones y exigencias. Sin embargo, ante la actitud de la empresa de

negación y ninguneo a través de la agrarización de la afectación, los comuneros

y comuneras iniciaron, a partir de las afectaciones sentidas por ellos y ellas, un

conflicto y a una movilización de acción colectiva con la intención de lograr que

127 Nota “Activistas y agricultores exigen que uso de cañones antigranizo sea delito

ambiental en el estado”, en el portal del periódico La Voz:

https://www.lavozdemichoacan.com.mx/michoacan/medio-ambiente/activistas-y-

agricultores-exigen-que-uso-de-canones-antigranizo-sea-delito-ambiental-en-el-

estado/

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el agente de las afectaciones y agravios, a saber, la agroempresa, los reparase

o pagara una compensación por los daños generados.

De esta manera, inicio este quinto capítulo con las palabras de Napo porque

revelan una de las estrategias de lucha utilizada por las comunidades

p´urhépecha y hacen notar que es una estrategia necesaria ante el mutismo de

aquellos a quienes están dirigidas las tomas, los bloqueos, las marchas y en

última instancia, las quejas, los reclamos y las exigencias.

Como he mostrado, según mi interpretación, en Tumasïu, la agricultura industrial

de berries y otras hortalizas se ha instalado gracias al acaparamiento de terrenos

comunales en manos de unas pocas familias, lo que a su vez, como he mostrado

en el capítulo cuarto, ha significado una serie de agravios y afectaciones tanto

para los comuneros de derecho con posesión de tierra y que decidieron rentarle

sus terrenos a la empresa, como para los comuneros de derecho con posesión

de tierra que habían decidido no rentarle a la empresa agrícola, así como para

las y los comuneros de hecho, algunos de los cuales se empleaban como

jornaleros en el monocultivo de berries que Agrícola Superior de Jacona.

En este tenor de ideas, el objetivo que me he planteado en este capítulo es

abordar el conflicto en términos de las estrategias de lucha implementadas por

los comuneros que impulsaban la territorialidad comunal en su lucha contra la

agricultura industrial, es decir, me interesa mostrar las estrategias y acciones

que implementaron los comuneros que impulsaban la territorialidad comunal en

Tumasïu como una respuesta ante el avance de la territorialidad agrocapitalista

para imponerse sobre la voluntad de los comuneros que impulsaban y defendían

la territorialidad agrocapitalista.

Por lo anterior, es necesario en primer lugar, hacer un breve recuento

cronológico del conflicto y de la relación entre la comunidad de Tumasïu y la

empresa Agrícola Superior de Jacona. En segundo lugar, realizaré un análisis

del conflicto para lo cual retomo la teoría de la conflictividad socioambiental, pero

sobre todo de la noción de conflicto de distribución ecológica propuesto por Joan

Martinez Alier para caracterizar el conflicto en la comunidad de Tumasïu, pero

también me valgo de algunas nociones de movimientos sociales,

específicamente de la noción de agravio como resorte de la acción colectiva. En

tercer lugar, abordo y resalto las estrategias utilizadas en la lucha contra el

negocio agrícola por los comuneros y comuneras que impulsan la territorialidad

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comunal en Tumasïu. Por último, me interesa mostrar dos viñetas etnográficas

en las que expongo brevemente los relatos de vida de Napoleón Márquez

Serano y de Wilfrido Huerta Trinidad, líderes del movimiento en contra de la

empresa agrícola pues me parece que un acercamiento a ellos como personas

ayuda a comprender el inicio, el desarrollo y la continuidad de la lucha de los

comuneros incluso más allá del conflicto con la empresa agrícola. Mostrar sus

viñetas etnográficas me permitirá mostrar cómo la comunidad de Tumasïu ha

tenido que luchar antes, durante y después del conflicto con la empresa. En

particular, la viñeta del jefe Willy también muestra cómo, a pesar de la lucha y la

victoria contra la empresa agrícola se necesitan cambios estructurales o modelos

de desarrollo rural que permitan que los y las comuneras vivan en sus

comunidades y no sean expulsados en busca de trabajo.

5. 1 Breve historia de la relación entre Tumasïu y Agrícola Superior de

Jacona.

El conflicto en la comunidad de Tumasïu de las dos territorialidades encontradas

tiene tres momentos importantes: a) noviembre de 2018, b) marzo de 2019 y, c)

junio de 2019. A continuación, me baso en estas fechas para desarrollar el

conflicto.

La empresa Agrícola Superior de Jacona, que también se conoce como

Agrosuperior de Jacona, llegó a los terrenos comunales de Tumasïu a finales del

2012. Se presume que fue por invitación de Aniceto Márquez Gómez que fungía

como comisariado de Bienes Comunales, Felipe Sales Lázaro como secretario,

y Jesús Álvarez Bartolo como tesorero del comisariado, quienes estaban

estrechamente vinculados con la familia “A”, una de las familias que posee mayor

cantidad de terrenos comunales en la comunidad. Para la instalación del

monocultivo de frutos rojos, las autoridades agrarias de la comunidad no

convocaron a una asamblea general, únicamente se convocó a los comuneros

de derecho, es decir aquellos que como ya comenté, poseían terrenos

comunales de la zona parcelada, por lo que para instalarse se “agrarizó” la

decisión de rentar los terrenos y no se abrió la posibilidad de que los comuneros

de hecho participaran y opinaran al respecto.

Incluso, me mencionó Tata José Huerta, con la mayoría de los comuneros el

trato fue personal y aquellos que no fueron citados o aquellos que no aceptaron

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rentar sus terrenos, al final tuvieron que hacerlo porque la empresa agrícola fue

invadiendo terrenos pues “le convenía agarrar parejo para instalar los túneles y

el sistema de riego”128, de manera que al final, la empresa tenía instalado el

monocultivo de berries en cerca de 140 hectáreas de terrenos comunales de la

zona parcelada de la comunidad.

Imagen 27 Avance del monocultivo de berries en los terrenos comunales de Tumasïu. Fuente: elaboración propia con uso de Google Earth.

Inicialmente, en el contrato de arrendamiento que la empresa agrícola firmó por

separado con cada comunero, se estableció que el contrato tendría una duración

de diez años y que renta anual por cada hectárea se pagaría en nueve mil pesos

con la promesa de que cada año la renta aumentaría mil pesos de acuerdo con

la inflación.

En ese contrato, la empresa se comprometió a “realizar las obras cercado

perimetral, la perforación y equipamiento de un pozo profundo aclarando que

cuando cumpla su periodo de contrato dicha obra se quedará en beneficio de los

comuneros dueños de los predios que intervienen en este contrato”129. La

promesa de la perforación del pozo de agua se firmó a pesar de que desde 2013

la Comisión Nacional del Agua, a través de un decreto emitido por el Ejecutivo

Federal prohibió la perforación de pozos profundos para la extracción de agua.

Sin embargo, en su proceder la empresa tuvo un trato preferencial con la familia

“A” y con un grupo de comuneros allegados a ella pues, mientras que a este

grupo de comuneros la empresa les pagaba puntualmente la renta anual, con el

128 Entrevista a Napoleón Márquez Serano, realizada el 20 de septiembre de 2020 en la

comunidad de Tumasïu. 129 Contrato de arrendamiento entre la empresa Agrícola Superior de Jacona y los

comuneros de Tumasïu.

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resto de los comuneros una serie de atrasos fue generando un sentimiento de

inconformidad.

Sin embargo, Napo comentó que el sentimiento de inconformidad se expresó por

primera vez en una asamblea comunal a principios de 2018 en la que se estaba

tratando el problema de la red de agua potable de la comunidad. En dicha

asamblea, un comunero propuso que puesto que la empresa agrícola se había

comprometido a construir una obra por cada año que estuviese usufructuando

los terrenos comunales y hasta ese año no había construido ninguna, aquella

era la oportunidad de que cumpliera sino con las obras adeudadas, sí con la

solución del problema de la red de agua potable, para lo cual se necesitaban 1,

300, 000 pesos. Sin embargo, un comunero allegado a la familia “A” y aliado a

la empresa agrícola, se opuso argumentando que la empresa cooperaba cada

año con la cantidad de 3, 000 pesos para la realización de la fiesta patronal,

celebrada el 21 de diciembre en honor al santo patrono, Santo Tomás.

Finalmente, la empresa no colaboró para resolver el problema del agua potable

en la comunidad, pero en algunos comuneros quedó el sentimiento de

inconformidad que más tarde se sumó a las quejas de algunos comuneros

renteros por las rentas atrasadas. A algunos comuneros la empresa les debía

hasta dos o tres años de renta mientras que, a algunos, a sus allegados, les

había adelantado el pago de dos o tres años, sin mencionar que la empresa no

incrementó los mil pesos por año de renta a la mayoría de los comuneros

renteros.

En una asamblea comunal se decidió convocar al empresario Héctor Valdez

Aguirre, a quien se tenía en la comunidad como dueño de la empresa. Se le hizo

llegar una invitación por escrito para que asistiera a una asamblea comunal, pero

el empresario se negó diciendo que únicamente recibiría en sus oficinas a una

representación de seis personas que designara la comunidad. La comunidad se

negó a la propuesta del empresario y tomó la decisión de volver a invitarlo a la

comunidad y ante su negativa, la comunidad decidió bloquear las entradas a las

huertas de fresa y arándano de manera que éstas amanecieron bloqueadas el 4

de noviembre de 2018 y permanecerían así hasta el 6 de noviembre, día en que

acudiría el empresario.

El 4 y el 5 de noviembre, los y las comuneras permanecieron en el bloqueo contra

la empresa agrícola como una manera de presión para que asistiera el

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empresario y atendiera las peticiones de la comunidad. Para ello, se organizaron

para formar comisiones, algunos fueron a cortar leña para el fuego, otros llevaron

sillas, aportaron platos y vasos de sus propias casas, las mujeres se organizaron

para preparar la comida, otros pintaron algunas mantas alusivas al conflicto.

Ni el cuatro, ni el cinco ni el seis de noviembre trabajaron los y las jornaleras

agrícolas lo que en un principio supuso una situación problemática dado que la

mayoría de ellos “gana al día”, ante ello, las autoridades civiles y agrarias

decidieron agregar en el pliego petitorio una serie de peticiones en beneficio de

las y los jornaleros agrícolas como, por ejemplo, que la empresa no arremetiera

contra los trabajadores que habían participado en el bloqueo, así como que se

respetaran los pagos íntegros de todos y cada uno de los y las jornaleras

agrícolas durante los días que había durado el bloqueo.

Aquella fue una oportunidad para que no solo los comuneros de derecho

renteros de los terrenos comunales expresaran sus inconformidades para con la

empresa agrícola, también lo fue para que los y las jornaleras lo hicieran, ello

aunque en un principio no se sintieron interpelados por la actividad de bloqueo

hasta que las autoridades civiles y agrarias les dijeron que aquella era una

oportunidad para mejorar sus condiciones de trabajo pues ninguno de ellos

estaba afiliado al seguro social y eran víctimas de malos tratos por parte de los

mayordomos y pagadores.

También fue la oportunidad para que los comuneros que habían decidido no

rentarle sus terrenos a la empresa y ésta aún así los utilizó, se inconformaran

pues no sólo había invadido terrenos sin rentar, también había dejado basura en

muchos de ellos, lo que también fue una queja contra la empresa agrícola.

De esa manera, el pliego petitorio de aquel primer bloqueo del 4 de noviembre

contemplaba las siguientes peticiones:

a) Que la empresa reconociera los adeudos con los comuneros renteros,

b) que se pagara el incremento de mil pesos por año de renta,

c) que se elaborara y firmara un nuevo contrato de arrendamiento colectivo

y no individual,

d) que la empresa se comprometiera y realizara las obras de impacto que

había prometido a la comunidad desde un principio,

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e) que la empresa indemnizara a los comuneros afectados por la invasión

de sus terrenos,

f) que la empresa y los mayordomos tuvieran un trato digno con los y las

jornaleras agrícolas,

g) que la empresa detectara y corrigiera irregularidades en el pago del

salario de los jornaleros por parte de los pagadores,

h) que la empresa diera de alta en el seguro social a todos y cada uno de

los y las jornaleras agrícolas, y que temporalmente la empresa enviara un

médico tres días a la semana para atender a los trabajadores y a sus

familiares y, finalmente,

i) que la empresa se hiciera cargo de los desechos y la basura agrícola a

partir de un trabajo de supervisión coordinado con el comité de vigilancia

de la comunidad.

El agroempresario asistió a la comunidad el día 6 se noviembre acompañado por

el contador de la empresa. En asamblea comunal general, realizada en la

jefatura de tenencia de Tumasïu, se leyeron cada uno de las exigencias y

reclamos. Ante un centenar de comuneros y comuneras que lo observaban en

la jefatura de tenencia, el agroempresario aceptó cada una de las solicitudes que

se le hicieron y firmó el acta de acuerdos levantada por las autoridades civiles

de Tumasïu estableciendo que el mes de diciembre del 2018 sería la fecha en la

que todo lo exigido debería estar cumplido.

Sin embargo, pasó noviembre, diciembre y enero, febrero y marzo del 2019 y el

empresario no cumplió ninguno de los acuerdos firmados por él, salvo el de

pagar las rentas adeudadas y el incremento de mil pesos a cada comunero

rentero. Después correría en la comunidad la teoría de que el bloqueo del 6 de

noviembre había tenido “pronta respuesta” en comparación con el segundo

bloqueo porque en aquel primer bloqueo se realizó en temporada de cosecha de

fresa.

Todo siguió en tensa calma hasta el 11 de marzo del 2019, fecha en que se inició

el segundo bloqueo y que se decidió dos días antes en una asamblea comunal

que tuvo lugar para discutir el asesinato de un comunero originario de Tumasïu

en los alrededores de las huertas de fresa y arándano. El asesinato tuvo lugar

en el contexto de la presentación de un libro de cocina tradicional p´urhépecha

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que se realizó el viernes 8 de marzo por la mañana y se prolongaría hasta el

sábado 9, sin embargo, en la madrugada del sábado, mientras los últimos

asistentes a la presentación del libro se regresaban a la comunidad, recibieron

disparos que impactaron en dos de ellos, falleciendo uno de ellos en un hospital

de la ciudad de Zamora.

Los hechos ocurridos en aquel páramo de Tumasïu revivió el malestar sentido

contra la empresa agrícola porque días antes los comuneros se dieron cuenta

que la empresa había contratado personas armadas para cuidar el monocultivo

alegando que era víctima del robo de fruta por las noches. La inconformidad de

los comuneros se agravó porque ellos mismos le habían sugerido al empresario

que construyera una barda perimetral con la finalidad de cuidar el cultivo, pero

no les hizo caso.

En asamblea decidieron bloquear las entradas a las huertas nuevamente a partir

del día lunes 11 de marzo. Dado el carácter general de la asamblea en la que se

decidió el segundo bloqueo, los comuneros allegados a la empresa tuvieron el

tiempo de avisarle al empresario para que desinstalara el equipo y la maquinaria.

El lunes 11 de marzo de 2019 muy temprano inició el segundo bloqueo a las

huertas de fresa y arándano que la empresa Agrosuperior tenía instaladas en los

terrenos comunales de Tumasïu. Instalaron una carpa en la que colgaron una

manta con quejas y protestas contra los incumplimientos de la empresa y

prendieron un fuego con el que prepararon un café. Las mujeres instalaron

nuevamente un fogón para preparar la comida.

La diferencia con el primer bloqueo fue que marzo, a diferencia de noviembre no

era temporada de cosecha y no había fruta madura para corte por lo que el

empresario tardó tiempo en responder el llamado de la comunidad para entablar

una mesa de diálogo. Otra diferencia importante fue que la mayoría de los

comuneros renteros no participó en el segundo bloqueo lo que es entendible si

se toma en cuenta que sus peticiones fueron cumplidas en el primer bloqueo, a

saber, las rentas atrasadas y el incremento de mil pesos. La mayoría de los

jornaleros también se abstuvo de participar en el segundo bloqueo, tal vez

previendo que en esa ocasión el empresario optaría por no dialogar, lo que

significaría perder su fuente de trabajo de manera que en el segundo bloqueo

participaron únicamente comuneros de derecho con posesión de terrenos

comunales pero que habían decidido no rentarle sus terrenos a la empresa, es

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decir, comuneros que no habían estado de acuerdo con el contrato de

arrendamiento para la producción industrial de frutos rojos, también participaron

comuneros de hecho sin posesión de terrenos y algunos jornaleros y jornaleras

agrícolas, así como las autoridades agrarias y civiles.

El objetivo del segundo bloqueo fue que la empresa cumpliera a cabalidad los

acuerdos firmados el 6 de noviembre además del esclarecimiento del asesinato

del comunero, para ello solicitaban una reunión con el empresario en asamblea

comunal. Pese al bloqueo, el empresario no contestó las llamadas que el jefe de

tenencia, Wilfrido Huerta Trinidad le hizo por la mañana y tarde de aquel lunes

11 de marzo. Fue hasta el viernes 15 que el jefe de tenencia recibió una llamada

de la secretaría de gobernación pues días antes habían solicitado su

intervención. Gobernación logró que el empresario aceptara una reunión con la

comunidad para solucionar el problema.

El empresario aceptó con la condición de que la reunión se llevara a cabo en la

presidencia municipal del ayuntamiento de Chilchota y con intermediación del

presidente municipal y la secretaría de gobernación. La cita fue a las 11 de la

mañana. Asistieron el jefe de tenencia, Wilfrido Huerta Trinidad, el comisariado

de Bienes Comunales, Adolfo Álvarez Casillas, los integrantes del Consejo

Comunal, Héctor Álvarez, Napoleón Márquez Serano, Gustavo Huerta, y los

comuneros Tata José Huerta y Raúl Hernández León además de la profesora

Carmen Ventura Patiño y el chef de cocina tradicional Salvador Díaz.

Lo interesante del careo con la empresa fue que después de que el jefe de

tenencia de Tumasïu leyera el pliego petitorio redactado por la comunidad un día

antes en asamblea general, el apoderado legal y asesor agrario de ésta,

comenzó su discurso diciendo que el señor Héctor Valdez Aguirre, quien hasta

ese entonces se había ostentado como dueño de la empresa agrícola, en

realidad no lo era y que la empresa era una sociedad en la que las decisiones

se tomaban a través de un consejo.

Aunque no lo dijo directamente, los comuneros de Tumasïu entendieron que con

ello el apoderado legal daba a entender que los acuerdos firmados por el

empresario el 6 de noviembre de 2018 quedaban sin efectos lo que obviamente

generó un sentimiento de molestia y enojo. La mesa se terminó y la empresa no

se hizo responsable de los acuerdos firmados con la comunidad, su propuesta

se centró en “ayudar” a los comuneros a gestionar apoyos en dependencias de

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gobierno. Por su parte, la postura de la presidencia municipal se centró en tratar

de que la comunidad aceptara la propuesta de la empresa, lo que hizo sentir a

los comuneros que el apoyo del presidente municipal estaba con la empresa

agrícola. Los comuneros mencionaron que ellos, en calidad de comisión, no

podían tomar una decisión en ese momento puesto que debía ser consultada en

asamblea comunal.

Se acordó que la respuesta de la comunidad le sería dicha a la empresa al día

siguiente, domingo 17 de marzo, después de que fuera consultada en asamblea

comunal general. Como mostraré más adelante, la asamblea comunal fue -y es-

una plataforma muy importante en la deliberación del conflicto con la empresa

agrícola.

En opinión de Napoleón Márquez, esa asamblea comunal fue muy importante

porque ahí se expresaron las voces de los comuneros más longevos de la

comunidad y su opinión fue muy importante a la hora de tomar una decisión:

un comunero ya de edad y de respeto en nuestra comunidad en esa

noche cuando se decidió sacar en la asamblea, él dijo: “llegará el día en

que estas tierras a la empresa ya no le van a servir y simplemente se va

a ir dejando las tierras estériles, inservibles y ya no vamos a poder

sembrar nuestro maíz” y fue a partir de escuchar a las personas mayores

que se decidió dejar de rentar las tierras y exigirle a la empresa que

desalojara los terrenos comunales: “…en esa asamblea que se celebró

el 16 de marzo, bien me acuerdo que la hicimos ahí donde teníamos el

bloqueo, ahí la gente decidió que ya no quería nada con la empresa130

La votación en la asamblea comunal fue que ya no querían que la empresa

hiciera las obras ni acatara los acuerdos firmados el 6 de noviembre de 2018. La

comunidad decidió expulsar a la empresa Agrícola Superior de Jacona de sus

terrenos comunales. La decisión le fue comunicada a la empresa al día siguiente.

Aunque inconforme, la empresa agrícola aceptó el trato. Aún así, algunos de los

comuneros allegados a la empresa y a la familia “A” trataron de desincentivar el

130 Entrevista realizada a Napoleón Márquez Serano el 20 de septiembre de 2020, en la

comunidad de Tumasïu.

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270

acuerdo comunal argumentando que a ellos ya se les había adelantado hasta

dos o tres años de renta anual por lo que no era posible expulsar a la empresa

de los terrenos comunales puesto que el contrato inicial de arrendamiento había

sido firmado por diez años. Sin embargo, los errores y faltas en los contratos

iniciales dieron apertura a su eliminación.

Imagen 28 Transformación de la petición. Fotografías: Napoleón Márquez Serano.

Al mismo tiempo, la comunidad solicitó que dicho acuerdo se firmara ante un

notario público para que diera fe y se cumpliera. El acuerdo ante notario púbico

se firmó días más tarde, después de varias reuniones. Antes de la firma, la

comunidad le dio a la empresa un plazo de un mes para que retirara de los

terrenos comunales todo lo que había instalado para el monocultivo de berries:

plásticos del acolchado de los surcos, plástico de los macrotúneles, las

mangueras de irrigación, las bombas de riego, las bodegas, los cercados que

había construido con plástico y la infinidad de contenedores vacíos de

agroquímicos que la empresa irresponsablemente había dejado tirados en las

barrancas y en algunos terrenos comunales. En el acta también se pactaba que

la empresa debía pagar la cantidad acorde a las obras de impacto que se había

comprometido a construir en la comunidad, cantidad que ascendía a 1, 080, 000

pesos.

Pese a ello, la empresa agrícola solicitó que se le concediera no un mes sino

tres, quedando en el acta firmada ante el notario público así, de manera que el

plazo estipulado vencía el 17 de junio de 2019. Para esa fecha, me dijo Wilfrido

Huerta Trinidad como jefe de tenencia, los terrenos comunales debían estar sin

rastro alguno de que la agricultura industrial de berries hubiese estado instalada

en los terrenos comunales de Tumasïu.

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271

A pesar de ello, el día 16 de junio, un día antes de que venciera el plazo, el jefe

y las autoridades agrarias hicieron un recorrido por la zona parcelada para

verificar que la empresa estuviera cumpliendo con lo pactado. Aunque ellos ya

sabían la respuesta, les interesaba documentar fotográficamente la condición de

los terrenos. Para esa fecha, prácticamente la empresa había recogido todo lo

que le era útil: bombas y el sistema de irrigación, estructuras para los

macrotúneles; pero había dejado en los terrenos todos los desechos de la

agricultura industrial incluidas las dos fosas que habían hecho para las ollas de

agua y una cantidad considerable de botellas y contenedores de agroquímicos

sin un tratamiento adecuado. No conforme con ello, la empresa trató de

deshacerse de los desechos incinerándolos en los propios terrenos comunales,

lo que provocó una gran humareda en la comunidad y dio como resultado

grandes montañas de plástico incinerado.

Imagen 29 Desechos de los plásticos agrícolas abandonados e incinerados por la empresa Agrícola Superiro de Jacona en los terrenos comunales de Tumasïu. Fotografías: Jesús Janacua Benites.

A plazo vencido y pacto incumplido, las autoridades civiles y agrarias

interpusieron una demanda ante la Procuraduría Ambiental del estado de

Michoacán por daños ambientales a la empresa Agrícola Superior de Jacona.

Los logros de los comuneros y comuneras que defendían e impulsaban la

terriorialidad comunal fueron la expulsión de la empresa agrícola de los terrenos

comunales y el dinero correspondiente a las obras que debía construir por cada

año de renta.

Sin embargo, mientras escribo estas líneas, han pasado más de tres años

después de la primera movilización social y la empresa agrícola nunca se hizo

responsable de las afectaciones causadas a la comunidad, el dinero pagado por

la empresa no significa en absoluto una reparación del daño ni ninguna

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272

compensación económica, fue solo lo que la empresa le debía a la comunidad

por las obras incumplidas. En marzo de 2021, algunos terrenos comunales

todavía lucían con plástico de acolchado y macrotúnel encima, hechos pedazos

por el sol, el viento y la lluvia, algunos comuneros no pudieron sembrar maíz en

el ciclo agrícola 2019- 2020 y los que sí sembraron tuvieron que limpiar ellos

mismos sus terrenos.

Como sugieren Daniela Russi y Joan Martínez Alier (2003), en los conflictos de

distribución ecológica en los que no pocas veces intervienen empresas

trasnacionales, las preguntas que quedan por responder son: ¿quiénes o quién

se hará cargo de las afectaciones?, ¿en qué tribunales hay que hacer la

demanda? Por ello, muchas veces las comunidades quedan en el desamparo

jurídico por dos razones, en primer lugar, porque el sistema jurídico en México,

como ya vimos, es laxo y, en segundo lugar, porque al tratarse de empresas

trasnacionales muchas veces no se sabe ante qué instancias se necesita

interponer la queja o denuncia.

5. 2 La lucha contra la agricultura industrial.

Hasta ahora, he abordado en mi trabajo cómo la agricultura industrial significó

para las comunidades y para Tumasïu en especial, diversas consecuencias de

índole ambiental, social, laboral y a la salud humana que, no obstante, muchas

veces no se perciben o no se sienten como afectaciones o agravios por lo que

es difícil también que se enarbolen movimientos de resistencia y protesta en

contra de dicho tipo de agricultura.

Sin embargo, también hemos visto cómo en algunos casos sí se enarbolan

movimientos de resistencia en contra de los proyectos de inversión

agroindustriales lo que significa que se ha generado un conflicto en contra de

agroproyectos industriales lo que, a su vez, significa que se ha generado un

conflicto donde las consecuencias de la agricultura industrial o los

procedimientos de la agricultura industrial misma son el motivo principal del

conflicto y contra lo que se lucha y se solicita o bien una reparación de los daños

o una compensación económica.

Con todo, como muy bien sugiere Javier Souza Casadinho (2018), el que las

comunidades sientan las afectaciones o agravios cometidos por la agricultura

industrial, no significa que de manera automática se movilicen u organicen

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273

acciones colectivas en contra de ello por lo que el caso de la comunidad de

Tumasïu y de los y las comuneras que iniciaron y lideraron el conflicto en contra

de la empresa Agrícola Superior de Jacona es importante para comprender

cómo y por qué se movilizaron, cómo y por qué conceptualizaron la agricultura

industrial como una actividad problemática que debía ser detenida o por lo

menos limitada, cuáles eran sus objetivos y de qué acciones y estrategias se

valieron para lograr sus objetivos.

Para responder las cuestiones anunciadas, me valdré del esquema elaborado y

utilizado por Karina Kloster (2016) en su investigación con relación a los

conflictos en torno al agua porque me parece que es útil para explicar cómo se

origina y conceptualiza un conflicto entre las dos territorialidades en la

comunidad de Tumasïu y además me permite relacionar el conflicto de la

comunidad de Tumasïu con la teoría de los movimientos sociales pues fue un

conflicto que finalmente se solucionó mediante la acción colectiva.

Kloster sugiere que, en la conceptualización del problema, lo que para mi

equivaldría a construir algún fenómeno determinado como un conflicto en el que

se encuentren voluntades e intereses contrarios de dos o más actores sociales,

se puede estructurar a partir de dos posibles escenarios: a) con un actor

responsable plenamente identificado y, b) sin un responsable plenamente

identificado de las afectaciones y agravios. Kloster sugiere que el pasaje a las

acciones siguientes depende de esos dos escenarios. Como hemos mostrado,

en el caso de la comunidad de Tumasïu, siempre se tuvo plenamente identificado

al actor social responsable de las afectaciones: la empresa agrícola.

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274

En los apartados que siguen abordaré el desarrollo y la conceptualización del

conflicto de la comunidad de Tumasïu, haciendo énfasis en que con ello pretendo

dar a conocer cómo la organización social comunitaria, a través de sus espacios

de socialización, como la asamblea comunal, permiten entretejer la rebeldía,

pero, sobre todo, la resistencia y la reexistencia comunal.

5. 3 Tumasïu: del conflicto a la movilización y acción colectiva.

En este apartado me he propuesto como objetivo, mostrar el conflicto de la

comunidad de Tumasïu a partir de la noción de conflicto de distribución

ecológica, propuesto por Joan Martínez Alier (Alier, 2011), pues me permite

acentuar y enfatizar que el conflicto tuvo lugar en el contexto global de una

distribución desigual e injusta de las ganancias y de las afectaciones generadas

por actividades económicas, en este caso, la producción industrial de materias

primas o commodities que tiene lugar para el disfrute de los países del Norte

Global pero cuyas afectaciones y costos ambientales se quedan en los lugares

donde tiene lugar la producción, lugares que muchas veces se encuentran en

países del Sur Global.

Se trata pues de un conflicto de distribución ecológica en tanto que las ganancias

son globales, es decir, tienen una movilidad global, pero las afectaciones son

Imagen 30 Esquema "Conceptualización del problema" de Karina Koster (2016).

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275

sumamente locales. Por lo tanto, se trata de un conflicto que tiene lugar en el

marco de una división internacional del trabajo en la que los países del Sur

Global son productores de materias primas o commodities de manera que entran

en el mercado global como meros exportadores de naturaleza lo que significa el

expolio de los territorios y de los cuerpos.

Aunque en mi trabajo no me desmarco de las nociones de conflictos

socioambientales o ambientales, pues justamente en Tumasïu la producción de

berries generó una serie de afectaciones ambientales, considero que la noción

de conflicto de distribución ecológica permite una mejor aproximación al conflicto

generado en Tumasïu como un conflicto que fue el resultado de la aplicación

irrestricta del libre comercio en la que las relaciones entre los países no son

equitativas y en las que las comunidades, los comuneros y las comuneras, tienen

que hacerle frente a las grandes empresas de capital trasnacional en sus propios

territorios.

Pareciera que en esta globalización capitalista tanto los países como las

comunidades tuvieran que enfrentarse a una disyuntiva que pone en riesgo la

integridad de sus territorios. ¿Quieres salir adelante?, ¿quieres empleo?,

¿quieres salir de la pobreza? Parece que son las preguntas con las que el capital

global interpela a los países del Sur Global y a las comunidades. Ante tales

preguntas, la respuesta, según la experiencia de Tumasïu pareciera ser: Expolia

tus territorios, erosiona tus tierras, contamina tu agua, bioacumula agroquímicos

en tus cuerpos. De manera que los países del Sur Global han tenido que recurrir

a actividades extractivas para generar entrada de divisas y con ello paliar, así

sea un poco, la pobreza y el desempleo.

Las comunidades de la Cañada y Tumasïu en particular, parecen enfrentarse a

las mismas preguntas. Ante un escenario de desempleo y carencia económica,

las comunidades, los comuneros y las comuneras, los y las jóvenes como Liliana

y como Cinthya parecen no tener otra opción que el trabajo en la producción de

berries, aunque ello signifique el deterioro ambiental, la contaminación y la

fragmentación del tejido social comunitario por no mencionar las potenciales

enfermedades como resultado de la bioacumulación de agroquímicos. De esta

manera, en los siguientes párrafos desarrollo las nociones de conflicto

socioambiental y conflicto de distribución ecológica para en adelante abordar el

pasaje a la movilización colectiva como una serie de estrategias que le permitió

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276

a los comuneros y comuneras de Tumasïu, la defensa de su territorio ante el

avance de la territorialidad agrocapitalista.

Para investigadoras como María Fernanda Paz Salinas, quien ha dedicado parte

de su vida académica al estudio de los conflictos socioambientales, si bien los

conflictos socioambientales tienen una larga historia en nuestro país, también

reconoce que estos se han incrementado a partir de la implementación de

políticas públicas de carácter neoliberal en el que el papel del Estado se reduce

al de promover buenas condiciones para que las empresas trasnacionales

inviertan en proyectos de inversión que, a su vez, generen empleo. De esta

manera, para Paz Salinas los conflictos socioambientales “[e]stán asociados a

la desregulación comercial, la apertura y creación de mercados, la

mercantilización del ambiente, sus recursos y sus servicios, y también de los

espacios públicos” (Paz, 2012, p. 33)

Así, un aliado o unos aliados importantes en la generación e incremento de los

conflictos socioambientales, ha sido el Estado pues en el neoliberalismo éste se

ha convertido en un “Estado débil” (Bauman, 2017) que, o bien no impone

restricciones a las empresas trasnacionales con la finalidad de que inviertan o la

normatividad, tanto ambiental como laboral, es laxa o bien, no hay una

supervisión adecuada en el cumplimiento de la normatividad existente.

Al respecto, dice Zygmunt Bauman que en el neoliberalismo el estado:

puede lograr o al menos intentar “creando mejores condiciones para la

libre empresa”, lo que significa acomodar las reglas de juego de la

política a las reglas de la “libre empresa” -o sea, que el gobierno ponga

todo el poder regulatorio del que dispone al servicio de la desregulación,

el desmantelamiento y el menoscabo de las leyes y estatutos existentes

que puedan imponer “restricciones a la empresa”, para que las promesas

gubernamentales de no utilizar su poder regulatorio para obstaculizar las

libertades del capital resulten creíbles y convincentes-, y que ese

gobierno se abstenga de hacer ningún movimiento que pueda llevar a

pensar que el territorio que administra políticamente es hostil a los usos,

expectativas o cualquier emprendimiento futuro del capital global, o que

es menos hospitalario para con éste que el territorio administrado por los

vecinos de al lado. (Bauman, 2003: 160)

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En el caso de México y muchos países del Sur Global, el Estado no sólo ha sido

débil y laxo, sino que en un principio fue el encargado de realizar las

modificaciones y reformas necesarias para que se permitiese la inversión de

capital extranjero en el país como la modificación del artículo 27 constitucional

de 1992. En ese tenor de ideas, Fernanda Paz Salinas, opina que en la era

neoliberal el incremento de la conflictividad socioambiental no sólo las empresas

trasnacionales han sido las principales responsables, al lado de ellas, como he

dicho, también figura el Estado en tanto que emprendió acciones concretas como

la modificación al

artículo 27 de la Constitución para liberar tierras y recursos naturales;

reformó las leyes de agua y minería para abrir paso a la privatización y

el despojo; con la ley de inversión extranjera, facilitó la entrada y

colocación de capitales; ha desmantelado la producción campesina y las

dependencias de gobierno se han convertido en las principales

promotoras de las inversiones privadas (Paz, 2012: 40)

Esta desregulación normativa o esta normativa generada a modo, dio paso a un

avance de la territorialidad capitalista que, en lo concreto, en las comunidades

indígenas y rurales pero también en zonas urbanas se ha manifestado a través

de proyectos de inversión agrícola, ganaderos, turísticos, mineros, inmobiliarios

y a la ejecución de megaproyectos de infraestructura para el Capital como

aeropuertos, autopistas, presas, gasoductos, oleoductos, refinerías y trenes

transpenínsulares, por mencionar sólo algunos ejemplos.

A su vez, este avance del Capital ha dado lugar al encuentro de voluntades

contrapuestas que se manifiestan en las voces de aquellos y aquellas que

habitan los territorios y parajes donde el Capital se ha instalado o pretende

hacerlo y que de una u otra manera se sienten afectados por ello.

Muchas de estas resistencias están conformadas por personas de a pie,

campesinos, comuneros, jornaleros, amas de casa, jóvenes, estudiantes, pero

también se encuentran profesionistas y personas de la tercera edad que se

reúsan a abandonar el terruño que les vio nacer o en el que crecieron además

de personas de la sociedad civil interesadas por un cambio social.

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A través de estos movimientos de resistencia ante el avance del capital

trasnacional actúan y dejan escuchar su voz y sus inconformidades porque se

saben o se sienten afectadas por estos proyectos de manera que se oponen o

bien a los proyectos en su totalidad o a las consecuencias de estos por lo que

buscan que se cancelen y, en muchos casos, buscan acceder a la reparación

del daño o a la compensación de estos (Arach, 2019).

Esta oposición y resistencia a los proyectos de inversión da lugar a los conflictos

como tales. En ese sentido, un conflicto puede entenderse como una “relación

social de lucha” (Weber, 1994: 31) en la que la acción colectiva se orienta con la

finalidad de imponer la voluntad sobre la del actor social adversario o agente de

la afectación. En ese sentido, un conflicto puede entenderse también como un

encuentro de voluntades contrapuestas (Kloster, 2016) en un determinado

espacio o territorio o una imcompatibilidad de intereses (Casadinho, 2018) de

dos o más actores también sobre un determinado espacio.

De esta manera, un conflicto se configura a partir de la aparición de dos actores

sociales: un actor social afectado por la actividad y un actor social agente o

responsable de las afectaciones y contra el cual se dirigirán los reclamos y

exigencias del primer actor. Por ello, para Karina Kloster, quien dedicó una

investigación a estudiar los conflictos por el agua en la ciudad de México, es

importante la identificación del responsable de la afectación (Kloster, 2016). Por

su parte, para Eduardo Hernández, Heliodoro Ochoa y Darcy Tetreault (2012) es

importante la aparición en el escenario del actor social afectado. Para estos

autores, hay una diferencia importante entre un problema ambiental, un conflicto

socioambiental y un movimiento ambiental. Señalan que mientras que un

problema ambiental puede existir sin convertirse por fuerza en un conflicto

socioambiental, en un conflicto socioambiental un problema ambiental necesita

“ser sentido” como tal por un actor social determinado, es decir, un actor social

debe sentirse afectado por el problema ambiental de manera que esta afectación

dé origen a los reclamos y peticiones.

Como ejemplo, los autores abordan el caso del río Santiago, en el estado de

Jalisco. Señalan que por muchos años el río Santiago fue un problema ambiental

por la contaminación que diariamente era arrojada a su cause por las industrias

agrícolas y de autopartes ubicadas en su cuenca. Sin embargo, enfatizan que

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279

no se convirtió en un conflicto socioambiental hasta que un actor social se sintió

afectado por dicha contaminación y reclamó el alto a la contaminación:

El problema [de la contaminación del río Santiago] empezó en la década

de los setenta, pero fue hasta principios de este nuevo siglo cuando se

empezó a escuchar la voz de los afectados, quienes denunciaban

problemas de salud pública relacionados con los altos niveles de

contaminación en el río. A partir de entonces, se puede hablar de un

conflicto sobre un bien ambiental: el río Santiago, que después de ser

fuente de agua potable, lugar de diversión y belleza natural, es convirtió

en un peligro y un sitio apestoso para los habitantes de la ribera y, en

menor medida, para todos los pobladores de la zona metropolitana de

Guadalajara. (Tetreatult, Heliodoro , & Eduardo, 2012: 15)

También el caso del grupo de Madres de Ituzaingó, en Córdoba, Argentina, pone

de manifiesto que para que se configure un conflicto socioambiental es necesario

la aparición de los dos actores sociales señalados, el afectado y el actor social

agente de las afectaciones. El grupo de madres de Ituzaingó se conformó

cuando se dieron cuenta que las afectaciones a la salud que sufrían sus hijos,

como cánceres, malformaciones congénitas, lupus, púrpura y afecciones

hormonales, eran causadas por el uso intensivo de agroquímicos como

endosulfán y heptacloro, utilizados en el cultivo de palma aceitera.

De manera que para que se configure un conflicto socioambiental es necesaria

la aparición en el campo de batalla de dos actores sociales: el actor social

afectado y el actor social responsable o agente de los daños o afectaciones. En

la comunidad de Tumasïu, en un primer momento el actor social afectado se

conformó tanto por comuneros y comuneras de derecho, con posesión de tierras

que le habían rentado a la empresa agrícola como por comuneros y comuneras

de derecho que habían decidido no rentar sus tierras, así como por comuneros

y comuneras de hecho, algunos de los cuales trabajaban como jornaleros

agrícolas.

La noción de conflicto socioambiental es útil para abordar el conflicto de la

comunidad de Tumasïu porque pone de manifiesto que las actividades de la

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agricultura industrial dan origen a afectaciones ambientales cuyo centro muchas

veces está relacionado con el uso intensivo de agrotóxicos:

Los conflictos de carácter agrícola están íntimamente ligados a la

contaminación por agro- químicos y pesticidas y se articulan con otras

modalidades ligadas a la sobreexplotación de los mantos acuíferos, el

desvío del agua a las ciudades e industrias, la introducción de cultivos

transgénicos y la erosión de los suelos. (Toledo, Garrido, & Barrera-

Bassols, 2014)

Sin embargo, el caso de la comunidad de Tumasïu demuestra que los conflictos

alrededor de la agricultura industrial no sólo se forman alrededor de las

consecuencias ambientales generadas en torno al uso intensivo de

agroquímicos y pesticidas, sino alrededor de otro tipo de afectaciones, como lo

señalé en el cuarto capítulo.

En Tumasïu, la apropiación capitalista de los terrenos comunales a través de un

contrato de arrendamiento dio lugar a una reacción comunalista por parte de un

grupo de comuneros que esgrimieron argumentos desde elementos de la

identidad étnica p´urhépecha.

En este sentido, es principalmente la definición ofrecida por Javier Souza

Casadinho la que nos permite hacer un acercamiento al conflicto en Tumasïu

pues vincula los conflictos territoriales con los conflictos ambientales:

Se entiende por conflicto ambiental a la incompatibilidad de intereses

que aflora a propósito de la prevención o reparación de un daño

ambiental. Los conflictos ambientales son procesos que involucran a

acciones colectivas que enfrentan diferentes cosmovisiones,

percepciones, valores, intereses, que poseen los actores participantes

en torno a la ordenación del territorio y la posesión y titularidad, la

conservación, uso y control de los bienes naturales. En presencia de un

conflicto ambiental, surgen reacciones, hay intereses que se ven

afectados y que son contrapuestos. (Casadinho, 2018: 354)

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La definición ofrecida por Souza Casadinho es pertinente para abordar el

conflicto de la comunidad de Tumasïu porque, aunque no habla de conflictos de

distribución ecológica sino de conflictos ambientales, su definición sí remite a

cosmovisiones, valores e intereses que se contraponen en el contexto de las

pulverizaciones con agrotóxicos sobre un territorio determinado en comunidades

de Argentina y, como sugiero, en Tumasïu la llegada de la territorialidad

agrocapitalista despertó una reacción comunalista que apeló a la cosmovisión

indígena p´urhépecha, a la concepción indígena de la naturaleza como madre y

a la agricultura tradicional maicera así como a algunos valores p´urhépecha

como la kaxumbikua y la jarhoájperakua.

En su abordaje, Casadinho identifica que en el conflicto participan dos grupos

sociales o actores, un afectado por las pulverizaciones y un provocador de la

afectación, casi siempre las empresas agrícolas a las que suma a las empresas

fabricantes de agroquímicos. El conflicto se desarrolla a través de estrategias y

acciones concretas mediante las cuales los dos actores encontrados tratan de

“elevar su posición” con respecto al otro actor, a saber, los pueblos afectados

tratarán de limitar el área de producción agroindustrial, así como las

pulverizaciones aéreas y terrestres con agrotóxicos mientras que los

agroempresarios tratarán de proteger y aún de incrementar sus actividades

agrícolas (Casadinho, 2018).

Es en particular la definición aportada por Souza Casadinho, una definición

media entre un conflicto socioambiental y un conflicto ecológico distributivo pues,

al proponer que en un conflicto se encuentran distintas cosmovisiones,

percepciones y valores, da la entrada a los conflictos ecológico distributivos en

tanto que conflictos de valoración o de inconmensurabilidad de valores pero

también como un conflicto territorial pues en Tumasïu fue gracias a la

recuperación de la comunalidad que pretendió administrarse y gestionarse el

territorio, es decir, en base a la cosmovisión p´urhépecha y no en base a la

perspectiva capitalista de la producción de valor.

Es interesante ver que en el conflicto de la comunidad de Tumasïu se asistió

también a un conflicto de valoración de la naturaleza o de los elementos

naturales, es decir, un conflicto en el que cada actor “expresa un modo diferente

de definir y valorar lo que se está disputando, sea un recurso natural o un

territorio” (Fini, 2016: 103). Mientras que los comuneros que defendían e

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impulsaban la territorialidad comunal se referían a la naturaleza como Madre

Tierra o Nana Echeri, la empresa y los comuneros que se identificaban con la

territorialidad agrocapitalista hablaban de la naturaleza en términos económicos.

Joan Martínez Alier propone pues el término de “conflictos de distribución

ecológica o ecológico distributivos” para caracterizar una serie de conflictos

originados en el marco del crecimiento y expansión de un capitalismo

extractivista encarnado en la actividad minera pero también en la generación de

megaproyectos como infraestructura hidráulica, represas, autopistas,

aeropuertos y también en los proyectos de inversión agrícola de carácter

industrial para la generación de materias primas cuyo mercado de consumo se

encuentra generalmente en el Norte Global pero cuyas consecuencias

ambientales, sociales, culturales y de salud se quedan en los territorios donde

tiene lugar la producción que son lugares generalmente ubicados en los países

del Sur Global. Es decir, estos proyectos económicos generan injusticias

ambientales entendidas como una distribución desigual de los beneficios de

dichos proyectos: mientras que unos cuantos disfrutan de los beneficios, muchos

y muchas tienen que afrontar las consecuencias de los proyectos de inversión

(Paz, 2012).

Al respecto, son interesantes las convergencias teóricas entre Martínez Alier y

Boaventura de Sousa Santos. Aunque en sus textos no se interpelan

directamente, las similitudes son visibles cuando Santos hace referencia a los

movimientos sociales que, para él, conforman una globalización

contrahegemónica que

Consiste en el conjunto extenso de redes, iniciativas, organizaciones y

movimientos que luchan contra la exclusión económica, social, política y

cultural generada por la encarnación más reciente del capitalismo global,

conocida como globalización neoliberal. (Santos, 2009: 180)

De manera que en muchos de estos territorios en donde se está instalando el

capitalismo extractivista se están generando conflictos y movimientos de

resistencia y por la justicia ambiental.

Para Martínez Alier estos movimientos representan una nueva corriente

ecologista que denomina “ecologismo de los pobres” y que se distingue de la

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corriente del “culto a lo silvestre” y del “evangelio de la ecoeficiencia”, que son

las otras dos corrientes identificadas y expuestas por Martínez Alier (2011).

Mientras que el culto a lo silvestre se preocupa por la conservación de la

naturaleza sin cuestionar para nada la industria y la urbanización, el evangelio

de la ecoeficiencia se centra en el desarrollo sustentable. Por su parte, el

movimiento por la justicia ambiental:

[…] el ecologismo popular, el ecologismo de los pobres, nacidos de los

conflictos ambientales a nivel local, regional, nacional y global causados

por el crecimiento económico y la desigualdad social. Ejemplos son los

conflictos por el uso del agua, el acceso a los bosques, sobre las cargas

de contaminación y el comercio ecológicamente desigual, que están

siendo estudiados por la Ecología Política. Los actores de tales conflictos

muchas veces no utilizan un lenguaje ambiental, y esta es una de las

razones por la cual esta tercera corriente del ecologismo no se identificó

hasta los años ochenta.

Como sostiene Alier, los actores sociales de los movimientos por la justicia

ambiental y los conflictos de distribución ecológica muchas veces no utilizan un

lenguaje ambientalista ni científico pues se trata de personas, hombres mujeres,

jóvenes e incluso niños con formación académica o sin ella que se inconforman

por las consecuencias de los grandes proyectos que experimentan en sus

propios territorios. Tal como sucedió en el conflicto de la comunidad de Tumasïu,

ellos y ellas, los comuneros y comuneras no eran ni son ambientalistas o

activistas ambientales profesionales, la mayoría se dedica al campo, muchos son

profesores y otros asalariados en distintos trabajos, pero sí son personas que

actualmente cuestionan el modo de producción capitalista porque les ha tocado

vivir en carne propia sus consecuencias.

Se trata más bien de actores sociales que a lo largo de la lucha van aprendiendo

lenguajes nuevos que les permiten defender sus territorios en contra de las

externalidades producidas por los proyectos. Muchas veces, incluso, hay actores

sociales que a partir del conflicto se convierten en activistas sociales, actividad

que les lleva a estudiar carreras universitarias que les permiten adquirir nuevas

herramientas y formar nuevas y amplias redes para defender sus territorios o,

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284

como en el caso de Tumasïu, se trata también de personas que históricamente

han sido excluidas por el hecho de ser indígenas por lo que su lucha en defensa

de su territorio trastoca también la lucha por el reconocimiento de sus derechos

como pueblos indígenas. Recuerdo muy bien, por ejemplo, cuando Napo me

comentó que había decidido estudiar una segunda licenciatura en derecho y

cuando le pregunté la razón de ello, me contestó que era para “defender a su

comunidad”.

En síntesis, el inicio de los conflictos de distribución ecológica en el Sur Global,

no tienen su origen en el conocimiento científico, sino en la experiencia y el sentir

directamente la afectación o agravio en los cuerpos y en los territorios en ver y

construir el riesgo y la amenaza como algo real, por lo que también están

estrechamente relacionados con aspectos subjetivos como el apego o afecto al

territorio.

Como he señalado con anterioridad, en el conflicto de la comunidad de Tumasïu,

no se trató del conflicto entre una comunidad entera y una empresa agrícola,

más bien se trató de un conflicto entre dos territorialidades distintas, esto es,

entre dos estrategias para “controlar, afectar e influir el acceso a una zona

geográfica” (Sack, 1986), es decir, entre la territorialidad comunal y la

territorialidad agrocapitalista, ambas impulsadas por actores sociales

heterogéneos pero también, en tanto dos territorialidades distintas, de un

conflicto de distribución ecológica y de valoración.

El impulso y defensa de la territorialidad comunal fue una reacción ante la

territorialidad agrocapitalista pues, mientras que los comuneros identificados con

ésta última defendían la propiedad privada de la tierra y la renta para la

producción industrial de materias primas o commodities, los comuneros que

defendían e impulsaban la territorialidad comunal, defendían la tenencia

colectiva de la tierra y la defensa de la asamblea comunal como máxima

instancia en la toma de decisiones y resolución de conflictos. En su defensa del

territorio, recuperaron y rehabilitaron elementos ancestrales de la cultura

p´urhépecha.

En el capítulo anterior hice referencia a las afectaciones provocadas por la

empresa agrícola y las prácticas de la agricultura industrial y que servirían de

motivación para la movilización colectiva y aunque entre ellos sí hay afectaciones

ambientales y de salud provocadas por el uso de agroquímicos, como he

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señalado con anterioridad, no fueron las únicas afectaciones que funcionaron

como motivación para la acción colectiva, es decir, el conflicto en la comunidad

de Tumasïu, aún y cuando tenía como eje fundamental la agricultura industrial

de berries, las afectaciones sentidas por los y las comuneras trascendieron a las

ambientales y de salud.

Por lo anterior, el conflicto no podría tildarse únicamente de conflicto ecológico

distributivo sino de conflicto socioterritorial en tanto que se contraponen dos

territorialidades distintas, conflicto en el cual las dos territorialidades desplegaron

estrategias y actividades específicas para tratar de imponer su voluntad sobre la

otra. Es decir, el conflicto de la comunidad de Tumasïu fue un conflicto de

distribución ecológica en el cual se desplegó una territorialidad comunal como

una manera de controlar, afectar e influir el acceso a una zona geográfica (Sack,

1986), por lo que fue un conflicto de distribución ecológica que suscitó un

conflicto territorial.

En mi trabajo, aunque mencionaré así sea de pasada algunas de las estrategias

-o más bien omisiones- de la empresa agrícola para desalentar la lucha de los

comuneros y comuneras que impulsaban y defendían la territorialidad comunal,

me interesa mostrar más bien las estrategias y acciones de los y las comuneras

para defender su territorio.

5. 3. 1 Manifestación de la inconformidad.

En Tumasïu, el conflicto con la empresa agrícola, la manifestación de la

inconformidad se realizó en tres momentos. Un primer momento, en noviembre

de 2018, en el que el actor social se conformó tanto por los comuneros de

derecho con posesión de terrenos comunales conocidos como “comuneros

renteros” como por los comuneros de derecho con posesión de terrenos

comunales que habían decidido no rentarle sus tierras a la empresa agrícola, así

como por comuneros de hecho, muchos de los cuales, como ya he dicho,

trabajaban como jornaleros agrícolas para la empresa. En este primer momento

las inconformidades giraban en torno al pago de las rentas atrasadas y el pago

de rentas de terrenos que sin estar bajo contrato de arrendamiento fueron

utilizados por la empresa agrícola para la producción industrial de berries para

exportación.

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Un segundo momento, a partir de marzo de 2019, en el que se diluyó la

participación de la mayoría de los comuneros renteros porque avizoraron la

posibilidad de que la empresa fuera expulsada de la comunidad y con ello, la

posibilidad de obtener la renta de la tierra. A pesar de ello, en ese segundo

momento participaron en el bloqueo contra la empresa algunos de los

comuneros de derecho con posesión de terrenos comunales que, sin haber dado

sus terrenos en contrato de arrendamiento sus terrenos fueron utilizados por la

empresa, además de comuneros de hecho, hombres, mujeres y jóvenes

excluidos de la toma de decisiones que estaban inconformes con el proceder de

la empresa agrícola.

Y, finalmente, un tercer momento en que las inconformidades hacia la empresa

agrícola se transformaron. En este tercer momento, los comuneros y comuneras

solicitaban, amparados bajo el derecho indígena y su derecho a decidir sobre su

territorio, que la empresa agrícola abandonara los terrenos comunales de

Tumasïu.

Me interesa hacer énfasis en este apartado de la importancia que tuvo la

asamblea comunal para la manifestación de las inconformidades sentidas por

los y las comuneras de Tumasïu con respecto a la agricultura industrial. Es

relevante porque la asamblea, como bien se sabe, es un espacio constituido por

los y las comuneras pero, en el caso de la comunidad de Tumasïu y el conflicto

con la empresa agrícola, la asamblea trascendió la definición de asamblea

general de comuneros que se practicaba en la comunidad, es decir, una

asamblea de comuneros y comuneras de derecho desde el derecho agrario, para

llevarse más allá de lo agrario y constituirla como asamblea general de

comuneros en los que se incluían tanto a los comuneros de derecho como a los

comuneros de hecho, es decir, desde los criterios internos de membresía como

haber nacido en la comunidad, participar en las asambleas y faenas.

Ello fue trascendental para el posterior desarrollo del conflicto pues, como señala

Napo, en el conflicto con la empresa la asamblea comunal fue un espacio de

socialización, de información, de intercambio de opiniones y perspectivas en el

que no se excluyó a nadie:

en esos procesos de lucha cuando luego recuperamos ciertos conceptos

que ya se vivían anteriormente en la comunidad pero que a lo mejor no

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sé por diferentes razones este poco a poco pues se hacen de lado en

este caso como Santo Tomás al momento en el que se inicia este

conflicto la comunidad cobra mucha relevancia el hecho de realizar las

asambleas generales de comuneros vimos una diferencia a raíz de otros

años en estas asambleas, en estas reuniones de toma de decisiones

que se tomó mucho en cuenta la participación de los jóvenes, la

participación de la mujer, cosa que no se veía pues en años pasados,

[…] fueron espacios de mucho análisis, de mucha plática, se pudo este

pus escuchar a los jóvenes a las mujeres y desde luego sin hacer a un

lado la participación de los señores grandes que pus son los que tienen

pues la experiencia que son quienes ya han pasado por diferentes

cargos.131

De esta manera, la asamblea comunal reconfigurada a partir de los criterios

internos de membresía, fue una importante estrategia en el conflicto con la

empresa.

5. 3. 2 Pedido.

Para Karina Kloster, “[l]as personas piden (solicitan, reclaman, demandan -no

legalmente-apremian, exigen) cuando comprenden y logran expresar qué es lo

que necesitan para solucionar su problema.” (Kloster, 2016: 58). Es decir, el

esquema de Kloster parece estar de acuerdo con lo propuesto por Tetreatult,

Heliodoro y Hernández (2012) en que es necesaria la voz de los afectados ante

el problema para la conformación de un conflicto.

Por lo que la noción de afectación, que yo equiparo con la sensación de agravio,

adquiere una relevancia importante en la conformación de un conflicto así como

la identificación del agente de los daños, es decir, del actor social responsable

de los daños o afectaciones:

la inconformidad se convierte en una denuncia cuando se conoce y se

expresa el origen o la causa de la inconformidad y se sabe el quién o el

motivo (el porqué) (Kloster, 2016: 59)

131 Conferencia virtual impartida por Napoleón Márquez el 21 de junio de 2021.

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En ese sentido, en Tumasïu nunca hubo dificultad para identificar al culpable o

el agente de las afectaciones. Las peticiones de los comuneros y las comuneras

siempre estuvieron dirigidas al agroempresario Héctor Valdez Aguirre a quien

tenían como dueño de la empresa Agrícola Superior de Jacona. A lo largo del

conflicto, en dos asambleas comunales se redactaron las peticiones de los

comuneros y comuneras de Tumasïu hacia la empresa agrícola.

En la primera de ellas, se solicitaba que la empresa cumpliera los acuerdos a los

que se había comprometido para poder instalar el monocultivo de berries en los

terrenos comunales y otros agregados a partir de las afectaciones.

Entre los acuerdos firmados por el empresario el 6 de noviembre de 2018 figuran:

pagar los adeudos a los comuneros renteros, redacción y firma de un nuevo

contrato de arrendamiento colectivo y no individual, la realización de las obras

de impacto para la comunidad, pagar las rentas a los comuneros cuyos terrenos,

sin estar bajo contrato de arrendamiento, fueron utilizados por la empresa para

la producción de frutos rojos, a que los mayordomos y encargados tengan un

mejor trato para con los y las jornaleras agrícolas, a supervisar y detectar

irregularidades y mal manejo de los salarios de los y las jornaleras agrícolas, a

dar de alta a todos los y las jornaleras agrícolas en el seguro social, a pagar los

sueldos de los jornaleros durante los dos días que duró el bloqueo de las huertas

y a trabajar con el comité de vigilancia de la comunidad para salvaguardar los

aspectos del manejo de la basura y los desechos agrícolas.

Sin embargo, a decir de Napo, las exigencias y peticiones de los y las comuneras

de Tumasïu cambiaron a partir de la reunión sostenida con la empresa el 16 de

marzo de 2019 en que el agroempresario negó ser el dueño de la empresa e

invalidó con ello los acuerdos firmados con los comuneros el día 6 de noviembre

de 2018.

A partir de ahí hubo un cambio, nosotros nos salimos de la reunión con

la empresa y en asamblea comunal les dijimos que el empresario se

había retractado de los acuerdos, ahí nos dijeron que ya no querían

nada, que ya no querían que la empresa cumpliera con los acuerdos que

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lo que querían era que la empresa se fuera definitivamente de la

comunidad132

Para los comuneros y comuneras de Tumasïu, el hecho de que el empresario

haya negado ser el dueño de la empresa Agrícola Superior de Jacona significó

que se diluyó el responsable y con ello, la posibilidad de que fuera él el que

reparase los daños y se hiciera responsable de las afectaciones. Ante la

respuesta del empresario, la comunidad solicitó la expulsión de la empresa

agrícola de sus terrenos comunales.

Durante el bloqueo, como acción de protesta, fue importante la red de apoyo que

la comunidad, a través de sus autoridades civiles, agrarias y el consejo comunal,

tejieron con otras comunidades en resistencia. El apoyo de comunidades de la

meseta p´urhépecha como Arantepacua, Nurío y Comachuén, pero también de

comunidades de la propia Cañada de los Once Pueblos como Ichán, Zopoco,

Acachuén, Tanaquillo y Urén fue muy importante durante el conflicto.

Comunicados y posicionamientos políticos como el redactado por la comunidad

de Arantepacua o el redactado por el Consejo Supremo Indígena de Michoacán

fueron igualmente importantes pues dieron a conocer el conflicto de la

comunidad de Tumasïu a nivel estatal y nacional.

5. 3. 3 Acción judicial.

Como parte de los acuerdos firmados ante notario público entre la empresa

agrícola y las autoridades civiles y agrarias de Tumasïu, la empresa solicitó que

los comuneros firmaran un acta donde se comprometían a no realizar ninguna

acción penal en contra de la empresa y de esa manera la empresa les entregaría

el dinero pactado por las obras de impacto que nunca construyó para la

comunidad.

Sin embargo, la empresa incumplió en el cumplimiento del acuerdo firmado

mediante el cual se comprometía a “dejar los terrenos tal como los había

recibido”, es decir, sin residuos de plástico agrícola ni desechos. Ante tal

incumplimiento, las autoridades civiles y agrarias de Tumasïu decidieron

132 Entrevista a Napoleón Márquez Serano, realizada el 15 de noviembre de 2020, en la

comunidad de Tumasïu.

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proceder ante la Procuraduría de Protección al Ambiente del Estado de

Michoacán, para interponer una denuncia por daños ambientales. Hasta la fecha,

no hay resolución de dicha denuncia. En México, se puede decir, la justicia llega

demasiado tarde. En Tumasïu, esta tardanza obligó a los campesinos a limpiar

“por su propia mano” sus terrenos para poder utilizarlos.

A la fecha, algunas barrancas y algunos terrenos aún continúan con resquicios

de plástico agrícola que, desmoronándose, se está integrando poco a poco al

suelo o es arrastrado por el agua y el viento al río Duero. ¿Cuáles serán las

repercusiones de ello?

Al principio del conflicto, una duda que surgió en los comuneros y que es algo

común en los conflictos de distribución ecológica (Alier, 2011), fue en qué

tribunales demandar a la empresa toda vez que esta se decía ser una empresa

de origen mexicano con oficinas en Jacona, Michoacán y oficinas operativas en

Texas, Estados Unidos a través de la firma Val- Mex Frozen Foods. Como

sostiene Ernest Feder (1981), el hecho de que la empresa tenga un origen

mexicano pero también capital extranjero causa una confusión en los comuneros

y comuneras.

Imagen 31 Demanda ante la Procuraduría de Protección al Ambiente del Estado de Michoacán. Fotografías: Napoleón Márquez Serano.

5. 3. 4 Acción de protesta y otras acciones.

Kloster sostiene que “si se desvanece la creencia de que hay un tercero que

solucione, entonces la denuncia progresa en la necesidad de realizar acciones

por propia cuenta que modifiquen el estado actual de la situación que produce

inconformidad. Tenemos así la aparición de la acción directa bajo dos formas: a

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través de la intervención de la acción judicial y/o legal, y a través de la acción de

protesta” (Kloster, 2016: 59)

Kloster entiende la acción de protesta como “una forma en la que se produce

una acción- reacción en términos de desobediencia, para lo cual se necesita la

toma de conciencia en cuanto a las capacidades y posibilidades de la propia

acción” (Kloster, 2016: 24)

Las formas de acción de protesta son los bloqueos, las manifestaciones y tomas.

En Tumasïu fueron los bloqueos que las y los comuneros realizaron a las

entradas de fresa que la empresa tenía instaladas en los terrenos comunales lo

que finalmente obligó al empresario a escuchar las quejas y peticiones que los

comuneros sentían.

Sin embargo, en el caso de la comunidad de Tumasïu, para llegar tomar la

decisión de iniciar las acciones de protesta en contra de la empresa agrícola, fue

necesaria la organización social comunitaria que se realizó dentro del seno de la

asamblea comunal donde las autoridades civiles y agrarias dieron participación

a toda aquella persona que así lo quisiera.

5. 4 Comuneros en lucha: viñetas etnográficas.

El conflicto de la comunidad de Tumasïu nos muestra que las luchas de las

comunidades indígenas y rurales, después de más de quinientos años de la

colonización española, continúan siendo contra el acaparamiento de la tierra, el

acaparamiento del agua y el coyotaje de los precios. Luchas a las que ahora se

agregan la lucha por la soberanía alimentaria, el uso de transgénicos y

agroquímicos, en este sentido, en este apartado me he propuesto el objetivo de

mostrar dos viñetas etnográficas de dos comuneros jóvenes uno de ellos,

Wilfrido, jefe de tenencia que acompañó y lideró la lucha contra la empresa

agrícola y de Napo, comunero miembro del Consejo Comunal que ha defendido

a la comunidad no solamente contra la empresa agrícola, sino en otros frentes.

Las viñetas de Wily y Napo nos muestran un lado de la vida de las comunidades,

una vida de lucha, de protesta y de reivindicación de derechos.

De esta manera, la viñeta de Napoleón Márquez Serano nos muestra que los

frentes de lucha de las comunidades indígenas se despliegan en distintos

frentes. La vida de Napo muestra que en pleno siglo XXI, se sigue luchando por

la tierra, por su inclusión, contra la discriminación, por el reconocimiento de los

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derechos de las comunidades indígenas, por el respeto y reconocimiento de los

derechos laborales de los y las jornaleras agrícolas, pero también por el respeto

de los derechos laborales de los y las profesoras indígenas.

La viñeta del jefe Wily, por otro lado, no solamente nos muestra la vida de un

hombre íntegro y coherente, también nos muestra cómo el capital ha subsumido

prácticamente la vida laboral de la Cañada, nos muestra también la incapacidad

del sistema político mexicano para brindar seguridad social a sus ciudadanos.

Las viñetas de Napo y Wily muestran que, si las luchas por la defensa del

territorio que están llevando a cabo muchas comunidades en el país no son

acompañadas por cambios estructurales, de nada servirán. El jefe Wily defendió

su territorio ancestral de la contaminación, de la erosión, del uso de

agroquímicos, de la explotación laboral, en suma, de la agricultura industrial

responsable del cambio climático por lo que, si no se hacen cambios

estructurales, el discurso de preocupación por el deterioro ambiental de los

distintos niveles de gobierno será sólo eso, discurso.

Napoleón Márquez: una vida de protesta y reivindicación de derechos.

A Napo lo conocí a partir de que inició el conflicto en su comunidad. Ya había

iniciado el bloqueo del 6 de noviembre de 2018 a las entradas de las huertas de

fresa y yo ya había escuchado hablar del conflicto a través de redes sociales y

de mi tía Luz, esposa del tío Toño quien era comunero rentero.

Napo formaba parte del Consejo Comunal y era un comunero activo en las

asambleas comunales que, junto con otros comuneros, como Héctor Álvarez,

nunca estuvieron de acuerdo en que los terrenos se utilizaran para la producción

industrial de berries de manera que el conflicto fue un momento coyuntural

importante para que los comuneros de hecho, que habían sido excluidos de la

toma de decisiones al momento de instalar el agronegocio, expusieran sus

opiniones.

Después de tiempo de haber realizado aquella primera entrevista fui conociendo

poco a poco a Napo. Aunque claro que todos tienen sus diferencias, Napo se

parecía mucho a los demás integrantes del Consejo Comunal, conformado por

comuneros y comuneras que defendían la territorialidad comunal, la vida en

comunidad y la tenencia colectiva de la tierra.

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A ellos y a ellas, los unía, además de la identidad p´urhépecha y su fuerte apego

al territorio donde habían nacido, los agravios sentidos por los y las comuneras,

por ser parte de una cultura indígena, una cultura agraviada por más de

quinientos años por una sociedad liberal que implantaba su voluntad sobre el

territorio de los pueblos originarios, sin consultarles y sin tomarles en cuenta.

Agravios heredados que para la generación de Napo lejos de significar motivos

de vergüenza e inmovilización social, son las banderas de lucha que se

concretizan en el ¡Juchari Uinapikua!, que se escucha en las marchas y bloqueos

que las comunidades han tenido que realizar en las carreteras, en las

presidencias municipales, en el palacio de gobierno estatal o aún afuera del

majestuoso Palacio Nacional, en ciudad de México.

Cuando Napo era joven, salió de su comunidad a estudiar la secundaria a la

cabecera municipal, Chilchota. Ahí vivió uno de los momentos más difíciles de

su vida al enfrentarse de cara con el racismo y la discriminación que sus

compañeros, originarios de la cabecera municipal, cometían en contra de los y

las jóvenes de las comunidades indígenas de la Cañada de los Once Pueblos

que estudiaban en Chilchota.

Humillaciones, burlas, sarcasmo y ninguneo era lo cotidiano para Napo y sus

compañeros hasta que “se colmó el vaso” y Napo y sus compañeros

respondieron a la serie de agresiones y humillaciones que habían tenido que

soportar durante los tres años de la secundaria. Napo estuvo a punto de perder

el año escolar porque en la pelea su contrincante tuvo que ser hospitalizado.

Pero Napo no se arrepintió, ni pidió perdón, que era la petición del director de la

secundaria y de los padres del alumno hospitalizado.

Napo terminó la secundaria, pero nunca olvidó aquellos tres años de secundaria

marcados por el racismo y la discriminación de sus compañeros de clase de “la

cabecera municipal”. Mientras Napo me contaba aquello en su voz todavía había

un cierto matiz de coraje. Su relato me hizo comprender no sólo su reacción sino

la de los comuneros que estaban en contra de la tenencia individual, ante la

entrada de la empresa Agrícola Superior de Jacona y los comuneros aliados a

ella.

Napo no sólo luchaba contra el despojo del territorio por parte de la empresa

agrícola, con ello, luchaba y defendía la tenencia colectiva de la tierra, la

comunidad, el vivir en comunidad. Con ello, Napo también luchaba por la

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agricultura tradicional maicera de subsistencia, por recuperar y salvaguardar las

semillas nativas y los conocimientos y saberes erosionados por los años de

Revolución Verde y del agronegocio.

Pero la lucha de Napo no se quedaba ahí, al ser profesor de educación primaria

bilingüe, también luchaba por la educación indígena, por los derechos de los

niños p´urhépecha y por las condiciones laborales del sector magisterial también

afectadas por las políticas neoliberales de privatización. Al mismo tiempo,

luchaba por el reconocimiento de los derechos de las comunidades indígenas,

es parte del diplomado sobre cultura p´urhépecha que desde hace cuatro años

se imparte en distintas comunidades de Michoacán vinculando sus luchas y

necesidades.

Como muy bien señala Armando Bartra en su libro El Capital en su laberinto en

el que señala que los campesinos son actores sociales que despliegan su lucha

en diferentes frentes, Napo es un comunero que despliega su lucha en diferentes

frentes:

un mismo campesino puede levantar reivindicaciones propias de los

pequeños productores en su lugar de origen y tener demandas de

jornalero en las zonas de contratación. Pero, a la vez, es perfectamente

posible que donde trabaja como asalariado se organice también como

solicitante de tierra, mientras que en la comunidad de la que proviene ha

creado derechos agrarios y espera una Ampliación de Ejido o participa

en la lucha contra el terrateniente y el acaparador de parcelas. (Bartra,

El capital en su laberinto. De la renta de la tierra a la renta de la vida,

2006)

Napo me recuerda aquellas grandes figuras históricas de la lucha por la tierra y

los derechos de las comunidades indígenas. Desde Lucio Cabañas o Genaro

Vázquez hasta Primo Tapia, comuneros históricos que al mismo tiempo me

hacen pensar que la lucha ha sido siempre la misma, las necesidades, los

reclamos, los agravios de las comunidades indígenas, han sido los mismos y

seguirán sin solución si no son tomados en cuenta en la toma de decisiones a

nivel local, municipal, estatal y nacional.

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Napo y los miembros del Consejo Comunal pertenecen a esa generación de

comuneros excluidos, hijos y nietos de comuneros excluidos del sistema político

que sólo los ve como insumos electorales, pero no como sujetos de derecho y

actores sociales. Por ello, decepcionados de los partidos políticos muchas

comunidades están dirigiendo sus esfuerzos para conseguir el presupuesto

directo y en el proceso electoral de este 2021, muchas de ellas no permitieron la

instalación de casillas electorales.

En su lucha, la preparación académica ha sido un bastión importante. En ello,

además de su preparación superior como profesor, también el diplomado sobre

cultura p´urhépecha ha sido una plataforma muy importante pues en ella se han

discutido temas relevantes sobre los derechos de las comunidades indígenas,

las costumbres, tradiciones, en un espacio de diálogo en el que participan

comuneros, comuneras, académicos, jóvenes, mujeres.

Aunque el conflicto con la empresa agrícola terminó, el embate de la

territorialidad agrocapitalista no lo ha hecho. Arropadas por las todavía políticas

neoliberales que la Cuarta Transformación se ha negado a eliminar totalmente,

las empresas agrícolas de capital extranjero siguen asediando las tierras

comunales justo como sucedía hace más de cien años. Si bien las haciendas y

los hacendados ya no existen, ahora son las agroempresas y los empresarios

quienes mediante procesos de despojo que no implican necesariamente la

compra de los terrenos, se apropian de ellos mediante contratos de

arrendamiento elaborados, muchas veces, con serias irregularidades.

Esfuerzos como el que realiza Napo, al participar activamente en la organización

de la vida en comunidad, son loables en un mundo de individualismo y crisis

civilizatoria. Esfuerzos como el de Napo son inversamente proporcionales a las

afectaciones provocadas por la apropiación capitalista de los territorios: sus

luchas beneficiarán a todos, aunque no todos estén conscientes de ello.

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Wilfrido Huerta Trinidad: un comunero coherente.

Conocí al jefe Willy en 2018, justo cuando Napo me invitó a dar un recorrido por

las huertas de fresa y arándano que la empresa Agrícola Superior de Jacona

tenía instaladas en los terrenos comunales de Tumasïu. El recorrido, coordinado

por la jefatura de tenencia y el comité de vigilancia, tenía el objetivo de supervisar

los terrenos y hacer un listado de las afectaciones que la empresa había

ocasionado en los terrenos de los comuneros.

En ese recorrido, el jefe Willy me fue platicando cada una de las afectaciones

que la empresa agrícola había ocasionado en los terrenos comunales y en la

propia comunidad.

En ese momento el jefe Willy, además de ser el jefe de tenencia también

trabajaba como jornalero agrícola en las huertas de fresa y arándano que la

empresa agrícola tenía en su propia comunidad. Lo interesante de la figura del

jefe Willy es que, aún siendo él mismo trabajador de la empresa y con riesgo de

perder su fuente de trabajo, apoyó y lideró la lucha contra la empresa agrícola

no así la mayoría de los jornaleros y comuneros renteros quienes vieron la

Imagen 32 Napoleón en una marcha. Fotografía: Napoleón Márquez Serano.

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probabilidad de que la empresa agrícola fuera desalojada de los terrenos

comunales.

El jefe Willy es comunero originario de Tumasïu y, al igual que muchos de los

jóvenes integrantes del Consejo Comunal, es comunero de hecho, es decir, no

está registrado en el padrón agrario y no posee terrenos comunales. El jefe Willy

trabajó como jornalero gran parte de su vida laboral, al igual que su padre, Don

Luis Huerta y su hermana, Liliana Huerta. No sólo trabajó en el cultivo de fresa

y arándano en Tumasïu, también trabajó como jornalero en Estados Unidos y en

otras comunidades de México como Tangancícuaro o Jacona lo que le ha

permitido tener una amplia experiencia tanto en el trabajo como en el trato que

dan los empresarios a los y las jornaleras agrícolas.

Del jefe Willy me sorprendió su congruencia y honestidad además de la empatía

que era capaz de sentir por los y las jornaleras agrícolas. Durante el conflicto

con la empresa agrícola, el jefe Willy puso sobre la mesa la condición de las

jornaleras que revisan la fruta cosechada:

las muchachas como le digo las muchachas nos entretenían muchísimo

en lo que revisaban mucho y muchos de nosotros, los pizcadores ya les

empezaban a gritar a las muchachas y yo ahí fue cuando me cayó el

veinte dije no pues hasta yo, hasta yo a veces decía no pues nos quitan

mucho tiempo y pus de todas formas nosotros estamos tratando de

cortar bien y pues y ellas decían no pues es que también a nosotros nos

exigen entonces por eso me animé y dije ijoles pues también pues nos

agarramos con las muchachas y ellas no tienen la culpa, también de allá

las están presionando133

Fue gracias a que él fue trabajador agrícola que el movimiento de la comunidad

de Tumasïu en contra de la empresa agrícola, hicieron suyas algunas peticiones

que tenían que ver con los derechos laborales de los y las jornaleras agrícolas

como el derecho a estar inscritos en el seguro social y contar con prestaciones

sociales, así como un mejor trato por parte de los mayordomos.

133 Entrevista a Wilfrido Huerta Trinidad, realizada el 11 de febrero de 2019 en la

comunidad de Tumasïu.

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Durante el conflicto, en un intento por continuar con el proceso de producción de

berries, el empresario agrícola trató de sobornar al jefe Willy ofreciéndole dinero

pero el jefe de tenencia se negó, respetando los acuerdos de la asamblea de

comuneros como máxima instancia en la toma de decisiones y resolución de

conflictos.

Como jefe de tenencia, el conflicto con la empresa agrícola no fue el único

problema al que se ha enfrentado la comunidad de Tumasïu, también tuvo que

enfrentarse a la expansión del crimen organizado en Tumasïu. En la Cañada de

los Once Pueblos las autoridades civiles y agrarias han sido objeto de

intimidación cuando no de actos directos de violencia en los que por desgracia

han muerto varias autoridades. Los casos más recientes son el del jefe de

tenencia de Ichán, asesinado a balazos en su domicilio, pero también el caso del

suplente del jefe de tenencia de la comunidad de Tanaquillo, quien fue asesinado

mientras almorzaba en la orilla de la carretera.

También durante su administración el jefe Willy recibió amenazas por parte del

crimen organizado por lo que la Fiscalía General de la República le concedió la

autorización para portación de arma de fuego. La venta al menudeo de drogas

en toda la Cañada es una práctica que se ha expandido y para ello, el crimen

organizado ha utilizado como vía de tráfico el “Camino Real”, una calle que

conecta a las comunidades de los Once Pueblos y es poco transitada durante el

día y la noche.

La falta de empleos y oportunidades ha hecho que el jefe Willy no terminara su

administración como jefe de tenencia. En abril de 2021 se fue a Estados Unidos

para trabajar como jornalero agrícola dejando a su esposa y a sus dos hijos en

Tumasïu. México sigue siendo un importante expulsor de personas del campo

hacia otros países y es triste saber que personas como el jefe Willy, quien en su

administración defendió y lideró la lucha que su comunidad enfrentaba contra

una empresa trasnacional, no tengan alternativas de desarrollo en su propia

comunidad y que tengan que trabajar para las empresas capitalistas tanto en su

propio país como fuera de él.

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299

Reflexiones finales.

En el capítulo me planteé como objetivo abordar el conflicto de la comunidad de

Tumasïu en términos de las estrategias de lucha implementadas por los

comuneros y comuneras en contra de la empresa agrícola y la territorialidad

agrocapitalista. Para hacerlo, me interesó en primer lugar, mostrar un breve

recuento cronológico de la relación entre la comunidad y la empresa agrícola,

abordando los momentos más importantes en términos del conflicto, es decir,

dejar en claro la manera en que la empresa llegó a la comunidad y cómo se fue

dando la relación y la generación de las afectaciones que darían paso a las

inconformidades de los y las comuneras.

En la cronología, me interesó enfatizar el hecho de que la empresa agrícola,

además de que agrarizó la decisión de rentar o no los terrenos para la producción

industrial de frutos rojos, también la individualizó lo que violentó a la asamblea

comunal como máxima instancia en la toma de decisiones y resolución de

conflictos al interior de la comunidad.

En la cronología, también me interesó mostrar cómo se fue incrementando el

área de cultivo de la empresa agrícola sobre los terrenos comunales de Tumasïu,

obligando a aquellos comuneros que en un principio no habían aceptado rentarle

sus terrenos, a rentárselos. Así, adquirieron sentido para mí las palabras que

doña Margarita me dijo durante el segundo bloqueo a la empresa agrícola: “los

terrenos a fuerzas nos los quitaron”, palabras que en un primer momento

confieso no haber entendido del todo.

El análisis del conflicto lo abordé a partir de algunas nociones de la conflictividad

socioambiental pero específicamente, me interesó recuperar la noción de

“conflicto de distribución ecológica”, propuesto por Joan Martinez Alier pues me

permitió mostrar el conflicto de la comunidad de Tumasïu como un conflicto

generado en el contexto global de una distribución desigual e injusta de las

ganancias y de las afectaciones generadas por actividades económicas como la

producción industrial de materias primas o commodities que tiene lugar para el

disfrute de los países del Norte Global pero cuyas afectaciones y costos

ambientales se quedan en los lugares donde tiene lugar la producción.

En ese sentido, pareciera que la globalización económica interpelara a las

comunidades del Sur Global con las preguntas: ¿Quieres salir adelante?,

¿quieres empleo?, ¿quieres salir de la pobreza?, y que las respuestas dictadas

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300

fueran: erosiona tus tierras, contamina tu agua, bioacumula agrotóxicos en tus

cuerpos.

De esa manera, la viñeta del jefe Willy nos dice eso. Parece que, a las

comunidades, despojadas históricamente de sus territorios, despojadas de las

alternativas de empleo, no les quedara otra opción más que expoliar sus propios

territorios, sus propios elementos naturales, sus propios cuerpos. Eso, o irse de

la comunidad como el jefe Willy, en busca de empleo en otro país.

Por otro lado, la viñeta de Napo, nos recuerda que las comunidades han tenido

una historia permanente de lucha. Nos recuerda que la comunidad de Tumasïu

ha estado en lucha antes, durante y después del conflicto con la empresa

agrícola. Una lucha contra el despojo histórico no solamente de su territorio, sino

también de su cultura, de su lenguaje, de sus derechos como sujetos políticos.

La experiencia de la comunidad de Tumasïu me hace pensar que resistir es

difícil. ¿Resistir a qué? A los altos costos de los insumos agrícolas, a la

seducción del saqueo, a la seducción del estilo de vida dominante asalariado

donde el campo ha quedado relegado a lo inferior, al desempleo, a la

inseguridad. Resistir es difícil. Así nos lo muestra la historia reciente de la

comunidad de Santo Tomás, pues una vez pasado el conflicto con la empresa

Agrícola Superior de Jacona, otra empresa, más bien pequeña, entró a la

comunidad para cultivar brócoli con la promesa de hacerlo a través de métodos

orgánicos y con respeto hacia la tierra, el agua y los trabajadores. Resistir es

difícil.

No obstante, la dificultad de resistir, la comunidad de Tumasïu ha emprendido

un camino de resistencia por lo que a través del capítulo me interesó mostrar las

estrategias que les permitieron a los comuneros y comuneras que defendían e

impulsaban la territorialidad comunal, vencer a la territorialidad agrocapitalista.

En ese tenor de ideas, para la comunidad de Tumasïu fue importante anteponer

la asamblea comunal como máxima instancia en la toma de decisiones pero

también fue necesaria una reestructuración de la misma en el sentido de hacerla

más incluyente de tal manera que no solo participaran en ella los comuneros de

derecho sino también los y las comuneras de hecho, es decir, una asamblea

comunal en el que nadie quedara excluido, ello, como mostré a través de las

palabras de Napo, transformó en Tumasïu a la asamblea en lo que debería de

ser: un espacio de diálogo y reflexión social- comunitaria.

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301

Lo que la experiencia de Tumasïu nos muestra es que, si las resistencias

emprendidas por las comunidades indígenas ante la expansión del capitalismo

no son acompañadas por un marco normativo- cultural, no cambiará nada. Si el

modelo de desarrollo rural sigue estando amparado bajo la lógica capitalista de

la producción de mercancías agrícolas, de las materias primas, de las

commodities, la desigualdad seguirá creciendo.

A la luz del conflicto de distribución ecológica vivido en la comunidad de Tumasïu

que, a su vez generó un conflicto de territorialidades, se pone de manifiesto que

la tesis según la cual la globalización sería un proceso de integración socio,

cultural y política y no solamente económica, no es equitativa no es un proceso

en el que todos los seres humanos y todos los territorios valgan lo mismo, como

lo señala Zygmunt Bauman al hablar de la movilidad de los habitantes del primer

y del segundo mundo:

Para el habitante del primer mundo -ese mundo cada vez más

cosmopolita y extraterritorial de los empresarios, los administradores de

cultura y los intelectuales globales-, se desmantelan las fronteras

nacionales tal como sucedió para las mercancías, el capital y las

finanzas mundiales. Para el habitante del segundo, los muros de

controles migratorios, leyes de residencia, políticas de “calles limpias” y

“aniquilación del delito” se vuelven cada vez más altos; los fosos que los

separan de los lugares deseados y la redención soñada se vuelven más

anchos, y los puentes, al primer intento de cruzarlos, resultan ser

elevadizos. Los primeros viajan a voluntad, se divierten mucho (sobre

todo, si viajan en primera clase o en aviones privados), se les seduce o

soborna para que viajen, se les recibe con sonrisas y brazos abiertos.

Los segundos lo hacen subrepticia y a veces ilegalmente; en ocasiones

pagan más por la superpoblada tercera clase de un bote pestilente y

derrengado que otros por los lujos dorados de la business class; se les

recibe con el entrecejo fruncido, y si tienen mala suerte los detienen y

deportan apenas llegan. (Bauman, 2017: 96)

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En consonancia con lo expuesto por el sociólogo, la experiencia concreta e

inmediata de las comunidades y específicamente de Tumasïu, deja entrever que

la globalización es un proceso sumamente selectivo en la que no todos los seres

humanos tienen los mismos derechos y en el que algunos territorios quedan

supeditados al estatus de stock de recursos naturales para el capital

trasnacional.

Así, la crisis ambiental, social, política, cultural y económica que atravesamos

son signo de que tanto la modernidad occidental capitalista como la

globalización, entendidos como proyectos de emancipación de los seres

humanos, no han logrado su objetivo, lo que supone, en opinión de Anthony

Giddens, una visión pesimista de la globalización:

Una visión pesimista de la globalización la tendría mayormente por un

asunto del norte industrial, en el que las sociedades en desarrollo del sur

tienen poco o ningún peso. La vería destrozando culturas locales,

ampliando las desigualdades mundiales y empeorando la suerte de los

marginados. La globalización, razonan algunos, crea un mundo de

ganadores y perdedores, unos pocos en el camino rápido hacia la

prosperidad, la mayoría condenada a una vida de miseria y

desesperación. (Giddens, 2000: 27)

Con todo ello, a pesar de ello, los comuneros y las comuneras de Tumasïu

defendieron su territorio ante el avance de la territorialidad agrocapitalista, a

pesar de que se trataba de una empresa trasnacional, a pesar de que tenían a

la familia más acaudalada de la comunidad en su contra.

Eraxamani o La Cañada de los Once Pueblos, al igual que muchas otras

regiones del país, seguirá siendo codiciada por los empresarios en su afán de

incrementar la producción de mercancías. Con ello, se corre el riesgo de

desintegrar el tejido social comunitario y el avance de otras territorialidades como

la narcocapitalista. La oleada de asesinatos de autoridades civiles y agrarias de

Eraxamani da cuenta de ello.

En el contexto de esta desigualdad mundial y de la decepción ante la modernidad

occidental capitalista y la globalización como proyectos, han ocurrido y ocurren

movimientos de fortalecimiento identitario que, lejos de significar un

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303

enclaustramiento cultural y cerrazón ante el mundo, significan una manera de

decidir entrar y estar en el mundo globalizado, desde sus raíces.

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304

CAPÍTULO VI. RESISTENCIA COMUNAL ANTE EL DESPOJO CAPITALISTA. CAMBIO CULTURAL Y

RECOMUNALIZACIÓN DESPUÉS DEL CONFLICTO.

El colonizado, por tanto, descubre que su vida, su respiración, los latidos de su corazón,

son los mismos que los del colono. Descubre que una piel de colono no vale más

que una piel indígena.

Frantz Fanon. Los condenados de la Tierra.

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305

Para doña Digna Huerta, comunera de Tumasïu, su comunidad cambió después

del conflicto con la empresa agrícola. Aunque acepta que el conflicto dividió

algunas familias y separó amistades de años, también acepta que después del

conflicto hubo algunos cambios para bien como la conformación de la ronda

comunal y el hecho de buscar ejercer el presupuesto directo, lo que significaría

una mayor seguridad para la comunidad y una mayor autonomía con respecto

de la cabecera municipal.

En este sentido, en el presente capítulo, me he propuesto el objetivo de presentar

las prácticas de recomunalización que tuvieron lugar a partir del cambio cultural

en la comunidad de Tumasïu después del conflicto con la empresa Agrícola

Superior de Jacona bajo la premisa de que el conflicto y movimiento contra la

empresa agrícola generó un cambio cultural en los comuneros y comuneras que,

a su vez, dio lugar a un fortalecimiento de las prácticas de la territorialidad

comunal.

El eje temático que guía mi reflexión en este capítulo es que el conflicto generado

por los agravios y afectaciones de las prácticas de la agricultura industrial y

sentidos por los comuneros y comuneras de Tumasïu dieron origen a un

fortalecimiento de las prácticas de comunalidad en la comunidad. Es decir, que

los agravios y el conflicto dieron origen a una comunidad (recomunalización)

dentro de la comunidad de Tumasïu que se refleja en aspectos concretos de la

vida de la comunidad como la conformación y activación permanente de la ronda

comunal, el fortalecimiento de la asamblea comunal como máxima instancia en

la toma de decisiones y la reflexión en torno a la búsqueda del ejercicio directo

del recurso económico de la comunidad. De manera que la lucha contra la

empresa agrícola y la territorialidad agrocapitalista generó un shock moral

(Poma, 2017) al saberse “vencedores y vencedoras” en el conflicto con la

empresa trasnacional. En este sentido, pienso que en Tumasïu se puede hablar

de un “antes” y un “después” del conflicto.

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306

6. 1 Después del conflicto: cambio cultural y recomunalización.

En este apartado me interesa exponer la noción de “cambio cultural” como una

noción coyuntural entre el conflicto y el fortalecimiento de los procesos de

recomunalización posteriores al conflicto con la empresa agrícola.

La noción de cambio cultural la retomo del trabajo que Alice Poma ( 2017), dedica

a estudiar el papel de las emociones y el cambio cultural en la lucha y defensa

por el territorio amenazado por la construcción de represas. Poma estudia tres

casos de conflictos, dos en España y uno en México, que se configuraron

alrededor de las afectaciones sentidas por los habitantes de las comunidades

que se verían desplazadas por la construcción de las represas.

En su trabajo, Poma parte de la hipótesis de que todo conflicto supone un shock

moral, entendido como “proceso de reelaboración de la realidad” que Poma

entiende, citando a Jasper, como “la vertiginosa sensación que se produce

cuando un evento o información muestra que el mundo no es como uno lo

pensaba, y que puede a veces llevar a una articulación o reelaboración de

principios morales” (Jasper, 2011: 289). En ese sentido, el shock moral deviene

cuando la gente piensa o percibe un momento y una acción específica a partir

Imagen 33 Primer aniversario de la Ronda Comunal de Tumasïu. Fotografía: Jesús Janacua Benites.

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307

de la cual su comunidad/ territorio no volverán a ser igual, en ese tenor de ideas

el shock moral se entiende también como una “ruptura” de la cotidianidad.

Poma entiende que la protesta social en contra de la construcción de las

represas, en nuestro caso el de la comunidad de Tumasïu en protesta contra la

empresa agrícola, tiene lugar a partir de una ruptura de la cotidianidad, es decir,

a partir de la alteración de la rutina diaria de la comunidad por las consecuencias

de un proyecto determinado. La autora aclara que se trata de un shock “moral”

porque implica la reelaboración de ideas, creencias y valores.

En los casos analizados por Alice Poma, el shock moral se produjo “cuando las

personas de las comunidades afectadas por la construcción de represas toman

conciencia de que el proyecto “va en serio”” (Poma, 2017: 94) y ello suscita una

emoción. Qué tipo de emoción se suscita será determinante en el desarrollo

posterior del shock moral y de la defensa del territorio pues las emociones

pueden motivar la movilización social o bien, inhibirla.

Por lo tanto, en el esquema de Alice Poma, las emociones tienen un papel muy

importante para el shock moral. En su análisis, distingue a los impulsos, las

emociones reflejo, los estados de ánimo, los vínculos afectivos y, finalmente, las

emociones morales que, junto con los vínculos afectivos, como el apego al

territorio, por ejemplo, destaca como los más importantes para la defensa del

territorio y por lo tanto para la movilización y la protesta social.

Las emociones morales, según el análisis de Poma, se caracterizan por

necesitar un considerable procesamiento cognitivo y están vinculadas a los

sentimientos de justicia e injusticia (Poma, 2017), de manera que están

estrechamente relacionadas con la defensa del territorio y la conformación de

conflictos tanto de distribución ecológica, como socioambientales o territoriales.

Además, las emociones morales “dependen de la visión del mundo del sujeto,

de lo que considera justo o injusto y de su sistema de valores” (Poma, 2017: 78)

Para la autora, ejemplos de emociones morales pueden ser la vergüenza, el

orgullo, la compasión, el ultraje, la indignación, algunas formas de disgusto,

miedo y rabia. Poma destaca la indignación dentro de las emociones morales y

considera que es provocada por la creencia de que una norma moral ha sido

deliberadamente rota, lo que se relaciona con la definición de agravio ofrecida

por Barrington Moore y que retomo a lo largo de mi trabajo para definir la

afectación.

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Así, la experiencia de la indignación sentida por los y las comuneras cobra

relevancia en el análisis tanto de la conformación del conflicto de distribución

ecológica como de la respuesta territorial en el caso de Tumasïu. La emoción de

indignación expresada en las palabras de doña Margarita da cuenta, además,

de los agravios ocultos que no fueron una exigencia para la empresa agrícola

pero que sí funcionaron como catalizadores del conflicto porque contienen las

vejaciones que los indígenas de la comunidad de Tumasïu, como cultura

p´urhépecha, han sufrido a lo largo de su historia y que, en opinión de James

Scott, puede dar lugar a un producto cultural colectivo:

Un individuo que es ofendido puede elaborar una fantasía personal de

venganza y enfrentamiento, pero cuando el insulto no es sino una

variante de las ofensas que sufre sistemáticamente toda una raza, una

clase o una capa social, entonces la fantasía se puede convertir en un

producto cultural colectivo. (Scott, 2000: 32)

De esta manera, la experiencia de indignación sentida por los comuneros y

comuneras de Tumasïu por los procederes y afectaciones de la agricultura

industrial de manos de la empresa Agrícola Superior de Jacona funcionó como

catalizador en el conflicto y que, aunado a los agravios ocultos de lo que ha sido

la historia agraria y cultural de las comunidades indígenas dieron como resultado

cambios culturales que, en el caso de la comunidad de Tumasïu, se concretan

en procesos de recomunalización concretos.

Sin embargo, para Poma, el cambio cultural no solamente es producto de la

experiencia de indignación sino del momento de ruptura o shock moral que

entiende, siguiendo a James Jasper, como un suceso que ocurre cuando un

acontecimiento no previsto o un cúmulo de información incrementa el

sentimiento de ultraje- indignación en una persona o un grupo de personas que

los orilla hacia la acción política. Así, en la conformación del shock moral, según

Poma, intervienen tanto las expectativas como la cultura.

A partir de lo anterior, puedo pensar que en Tumasïu, el shock moral tuvo lugar

en dos momentos, el primero de ellos en el que sucedió un acontecimiento no

previsto y el segundo, resultado de la experiencia de salir triunfadores en el

conflicto con la empresa agrícola. En este sentido, en Tumasïu el primer shock

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309

moral ocurrió cuando los comuneros y las comuneras, que mantenían la

expectativa de que el empresario se hiciera cargo de los acuerdos y daños

provocados por su empresa, se enteraron que el empresario no era dueño de la

empresa lo que significaba que no se haría cargo de los acuerdos firmados por

él en la reunión de asamblea del 6 de noviembre de 2018. Así, el engaño

magnificó el sentimiento de injusticia en los comuneros que mantuvieron su

posición y el bloqueo a la empresa. De esta manera, la exigencia de que la

empresa abandonara los terrenos comunales fue el resultado de la indignación

causada por las afectaciones, pero, sobre todo, de la indignación causada tras

saberse engañados y estafados por el empresario agrícola.

El segundo shock moral en los comuneros y comuneras tuvo lugar no como

resultado de un acontecimiento no previsto ni de un cúmulo de conocimientos,

sino de saberse triunfadores tras el conflicto con la empresa agrícola. Nuestra

autora piensa que es importante analizar la experiencia de las personas al

saberse “pertenecer a la parte más débil y vulnerable [del conflicto], y qué pasa

cuando el gigante es vencido” (Poma, 2017: 24).

En el caso de la comunidad de Tumasïu, también se trataba de una “lucha entre

David y Goliat” en el sentido de que Tumasïu es una comunidad indígena

p´urhépecha y además es la comunidad más pequeña de la Cañada de los Once

Pueblos y aún así venció a la empresa de capital trasnacional Agrícola Superior

de Jacona, una empresa mexicana pero con capital extranjero cuyas oficinas de

venta se encuentran en Estados Unidos. La victoria se veía difícil.

Lo que sugiero es que el conflicto de distribución ecológica con la empresa

agrícola supuso un cambio cultural en los comuneros y comuneras que

antepusieron la territorialidad comunal a la territorialidad agrocapitalista y el

triunfo desencadenó una experiencia de fortalecimiento que se manifestó en

productos culturales particulares.

En los apartados que sigue abordaré los productos culturales colectivos que

pienso fueron el resultado del cambio cultural producido por el conflicto con la

empresa agrícola. Productos culturales colectivos que, además, favorecen y

fortalecen la comunalidad en tanto que son procesos de recomunalización, me

refiero a la ronda comunal en primer lugar y a la búsqueda del ejercicio del

presupuesto directo en segundo lugar.

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310

6. 2 La ronda comunal.

Y ataviábanse todos los valientes hombres, entiznábanse todos y poníanse en las cabezas

unas guirnaldas de cuero de venado o pluma de pájaros. A cada uno destos valientes

hombres encomendaban un barrio, que era como capitanía, e iba con cada barrio un principal

que llevaba la cuenta de cada barrio y conoscía los vecinos dél.

(Alcalá, 2010)

Uno de los productos culturales colectivos que fue resultado del cambio cultural

en la comunidad de Tumasïu fue la reactivación permanente de la ronda

comunal. Es importante porque, además, es una práctica de recomunalización

que permite, a su vez, seguir fortaleciendo el cambio cultural.

Como los elementos de la territorialidad comunal expuestos en el tercer capítulo,

la ronda comunal es una práctica de recomunalización que se revitaliza y

recupera de la herencia cultural ancestral de los p´urhépecha.

En ese sentido, la ronda comunal es una herencia ancestral p´urhépecha que

varias comunidades han rehabilitado de manera permanente ante el incremento

inusitado de violencia y delitos y una evidente disminución de la capacidad del

Estado para brindarles seguridad. Desde 2005, comunidades p´urhépecha como

Nurío, Cherán, Cheranástico, Arantepacua, Huecorio, Sevina, Pichátaro y

recientemente Capacuaro pero también comunidades nahuas como Santa María

Ostula en 2009, en la costa del estado, han reactivado sus rondas comunales

como una estrategia que les permite protegerse de los embates del crimen

organizado, pero también de crímenes de carácter ambiental como la tala ilegal,

como fue el caso del municipio indígena de Cherán K´eri.

El surgimiento de la ronda comunitaria en Cherán K´eri obedece a su lucha por

la emancipación de los partidos políticos que, coludidos con el crimen organizado

(Caballeros Templarios), estaban talando sus bosques poniendo en riesgo los

manantiales de los que la comunidad se abastecía de agua.

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Por las fechas, el movimiento de Cherán concuerda con la recrudización de la

lucha contra el crimen organizado que el presidente Felipe Calderón inició en

2006 en la ciudad de Apatzingán, meses después de llegar al poder. Concuerda

también con la irrupción de los grupos de autodefensas que se organizaron en

pueblos de tierra caliente para defenderse del narco.

Sin embargo, los grupos de autodefensa y las rondas comunitarias se diferencian

en tanto que las rondas comunales o policías comunitarias son

estructuras de los pueblos indígenas forjadas a través de los años, de

acuerdo con las circunstancias que les ha tocado vivir. Junto con ellas

existen las policías comunitarias de las comunidades, que año con año

son nombradas por los pueblos de entre sus mismos integrantes para

que se encarguen de su seguridad. Se trata de prácticas milenarias. En

cambio, las autodefensas son grupos de ciudadanos armados que

buscan defenderse de las agresiones de la delincuencia organizada y

los abusos policiacos. Sus integrantes no son nombrados por sus

pueblos y no les rinden cuentas de sus acciones. (Hernández, 2014: 36)

En la experiencia de Cherán K´eri, también se conformó la policía comunitaria

porque la policía municipal respondía a intereses ajenos, de manera que, para

Imagen 34 Comuneras de la Ronda Comunal de Tumasïu. Fotografía: Jesús Janacua Benites.

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312

realizar la vigilancia comunitaria durante el conflicto del 2011, la policía

comunitaria de Cherán se integró en su mayoría “por jóvenes propuestos por los

barrios, cuyo requisito fue que gozaran de buena reputación en la comunidad”

(Romero, 2018: 45)

En Tumasïu, la ronda comunal se activó en 2019, después del conflicto con la

empresa agrícola y después de un acontecimiento que marcó la vida cotidiana

de la comunidad. Ya se había sentido la necesidad de activar la ronda pues los

comuneros y comuneras notaban que personas ajenas a la comunidad entraban

y salían y que, aprovechando la ausencia de vigilancia y la división del tejido

social comunitario, vendían drogas en las propias calles: “ya no sabíamos ni

quién entraba y salía de la comunidad”134.

El 30 de agosto de 2019, ocurrió el intento se secuestro de un niño en las calles

de la comunidad. En una camioneta de redilas, unos sujetos ajenos a la

comunidad privaron de su libertad a un niño de manera que se alertó a la

comunidad mediante las bocinas. La rápida movilización de las autoridades y los

comuneros permitió el rescate del menor quien sufrió algunas heridas, pero

sobrevivió.

En una nota periodística del periódico La Voz de Michoacán se puede leer el

encabezado “Intentan quemar a hombre tras ser acusado de secuestrar a menor

y tratar de huir”135. Aquel hecho reanimó la discusión al interior de la asamblea

comunal sobre activar de manera permanente la ronda comunal pues durante el

intento de secuestro, la policía municipal tardó mucho tiempo en llegar a la

comunidad por lo que fueron los propios comuneros quienes se organizaron y

aprehendieron al presunto culpable del secuestro del menor.

En la instauración de la ronda misma, también es posible identificar un cambio

cultural de fortaleza. El hecho de haber capturado a los secuestradores por ellos

mismos y el hecho de que después de ello, la policía llegara mucho tiempo

después significó el incremento de la sensación de soledad y desamparo ante

134 Entrevista a Napoleón Márquez Serano, realizada el 16 de diciembre de 2020, en la

comunidad de Tumasïu. 135 Nota periodística del diario La Voz de Michoacán:

https://www.lavozdemichoacan.com.mx/seguridad/intentan-quemar-a-hombre-tras-ser-

acusado-de-secuestrar-a-menor-y-tratar-huir/

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las autoridades municipales, como nos lo dice Israel Huerta, quien actualmente

es coordinador general de la ronda comunal de Tumasïu:

cuando inició la ronda este pues a mí me pareció muy bien esa parte

porque en realidad yo al principio lo miraba en el sentido de que no

teníamos la cobertura de seguridad con el municipio, que ocupamos

porque siempre renegábamos de eso como comunidad que se hacía

algo o si sucedía algo, había un suceso o algo, los mandábamos llamar

y pues no o llegaban como que medio hacían y pues no era lo que uno

esperaba, no solucionaban nada y aparte pues ya había varios pues ya

se sabía que si igual si te levantaban pues te golpeaban, se

aprovechaban pues

yo si me acuerdo estábamos en reunión aquí todos sobre la plaza había

faena, llegó ahí mi tía “no hijo que háblenle a la policía que se robaron

al hijo de tu compadre en una camioneta así” este pues reaccioné rápido

y en eso ya salió otro y sacó su carro y vámonos y a anunciar que se

juntara toda la comunidad para lo que pasara porque se robaron un niño

y había que encontrar a la camioneta, un leñero y así y así136

Por supuesto, activar la ronda comunal no fue un proceso sencillo pues al interior

de la comunidad el conflicto con la empresa agrícola dejó muchas divisiones y

muchos comuneros, aliados de la empresa, no apoyaron la instauración de la

ronda comunal. Sin embargo, en la asamblea comunal se votó por la activación

permanente de la ronda comunal. Fue el jefe Wily, el jefe de tenencia, quien inició

la organización de la ronda comunal auxiliado por el Consejo Comunal.

Para su reactivación, los comuneros y comuneras de Tumasïu, acudieron a la

Relación de Michoacán, en la que se describe de manera breve cómo se

conformaban las rondas comunales:

136 Entrevista a Israel Huerta Santo, realizada el 29 de agosto de 2020, en la comunidad

de Tumasïu.

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A cada uno destos valientes hombres encomendaban un barrio, que era

como capitanía, y iba con cada barrio un principal que llevaba la cuenta

de cada barrio y conoscía los vecinos dél. (Alcalá, 2010: 193)

En Tumasïu la ronda comunal está conformada por comuneros y comuneras de

los dos barrios de la comunidad. En un principio la convocatoria fue abierta, se

invitó a los comuneros y comuneras que quisieran acompañar y, como acababa

de pasar el intento de secuestro, muchos salían a hacer la ronda, pero con el

tiempo fueron dejando de asistir por lo que tuvo que hacerse mediante faenas.

En Tumasïu, como en muchas comunidades, la faena comunal funciona como

un mecanismo mediante el cual la comunidad hace trabajos u obra pública a

través del trabajo colectivo:

La faena, el trabajo colectivo y obligatorio destinado sobre todo a la

realización de obras públicas comunales, es recuperado por ambos tipos

de autoridades locales para promover la participación de los vecinos en

los asuntos de interés común. (Dietz, 2017: 426)

De esa manera, cuando la ronda comunal se debilitó se convocó a través de

faena comunal. En Tumasïu, al ser comunero, comunera y pertenecer a la

comunidad indígena es necesario cumplir con las faenas porque ello es una

corresponsabilidad que todos los comuneros deben cumplir.

Durante los primeros días de la instauración de la ronda comunal, los comuneros

y comuneras salían armados con lo que tuvieran a mano. Algunos tenían armas,

pero la mayoría no, por lo que salían con palos, machetes y resorteras. Sin

embargo, al pasar los días se dieron cuenta de lo que en realidad estaban

enfrentando:

Pues mira Jesús, en una ocasión tuvimos un, pues un breve

enfrentamiento así a, pues a balazos se podría decir en una parte donde

ya le llamamos la zona roja que este era un vehículo estaba ahí este

estacionado, no se quiso este eh pues parar, cuando vimos pues ellos

empezaron a tirar y pues la ronda tuvo que responder entonces este esa

situación sí como que mermó también el ánimo porque sí varios pus sí

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se detuvieron a pensar qué estaba pasando como te comento pues a

raíz de eso varios dijeron “no pues por el contrario yo creo que ocupamos

también este pus dotarnos de más equipo porque si la gente mala anda

ya con esas condiciones pues necesitamos responder de esa manera

entonces este pues es una de las situaciones más críticas que hemos

pasado, eso fue en los límites entre Santo Tomás y Huáncito ahí fue

donde pasó esa situación.137

De esa manera, la ronda, que en un inicio era convocada a través de faenas,

pasó a tener una mejor organización:

ahorita ya contamos con un coordinador general como quien dice ya es

el encargado general de la ronda y eso ya como que le quitamos un poco

la carga de trabajo a la jefatura de tenencia, ya él es el encargado

entonces el coordinador general sus inmediatos pues son los

coordinadores de calle y a la vez de los coordinadores de calle pues son

los cabos todos esos ya hacemos el cuerpo que… luego periódicamente

se están reuniendo para hacer las valoraciones138

Como parte del proceso de fortalecimiento de la ronda comunal, Tumasïu a

través de su coordinador general comenzó a buscar la posibilidad de obtener

recurso económico para los comuneros y comuneras que la conforman. Sin

embargo, ello no ha sido posible por lo que uno de los retos es mantener a la

ronda activa cuestión que no es para nada sencilla.

Cuidar la comunidad: una noche con la ronda.

En este apartado me interesa mostrar la ronda comunal de Tumasïu a través una

breve viñeta de trabajo de campo haciendo énfasis en las complicaciones que

los comuneros y comuneras enfrentan cada día, cada noche para proveerse la

seguridad que el Estado debería garantizarles.

137 Entrevista a Napoleón Márquez, realizada el día 29 de agosto de 2020 en la

comunidad de Tumasïu. 138 Entrevista a Napoleón Márquez Serano, el 29 de agosto de 2020 en la comunidad

de Tumasïu.

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316

Mientras estuve haciendo trabajo de campo tuve la oportunidad de acompañar a

la ronda comunal durante varias noches. La experiencia de caminar con ellos y

ellas por las calles oscuras y silenciosas de Tumasïu, me brindó la oportunidad

para ver de cerca cómo es hacerse cargo de la propia seguridad.

El primer día nos quedamos de ver a las nueve de la noche en la jefatura de

tenencia. Poco a poco se fueron juntando los comuneros en el portal de la

jefatura, llegaban saludándose entre sí con la camaradería que la vida en común

les ha permitido construir.

Las comuneras, un poco más alejadas también se fueron juntando, a un lado de

la jefatura, ellas, tal vez más que los hombres se saludaban en p´urhépecha.

Con el rostro a medio cubrir con el rebozo, llevaban cada una un palo, no

llegaban solas, llegaban de a dos o de a tres. Después me di cuenta de que

algunas de esas comuneras eran faeneras, es decir, algunos comuneros les

pagaban para ir a cubrirles en su turno con la ronda.

Esperamos poco más de media hora para dar tiempo a que más comuneros

llegaran. De ahí, después de hacer un pase de lista en el registro -la ronda

funciona como faena- en el que anotaban a cada comunero y comunera, así

como de la calle y el barrio donde vivían, se hizo la organización y partimos a

cerrar las entradas de la comunidad.

Nos dividimos en dos grupos, mientras que un grupo se dirigiría a cerrar la

entrada colindante con la comunidad de Huáncito, con el otro grupo iríamos a

cerrar la entrada principal en la carretera federal, así como las dos entradas

laterales y la entrada de la comunidad de Acachuén.

Después de ello, el plan era recorrer las calles principales de la comunidad. El

silencio de la noche hacía perceptibles los ruidos de la comunidad.

Caminábamos en la oscuridad y sólo cuando un ruido o algo extraño nos

alertaba, los comuneros prendían sigilosamente sus lámparas y las dirigían para

averiguar. El ladrido de los perros es una excelente alerta y los comuneros

sabían localizar el origen de los ladridos. Así, estando en la calle La Nacional, a

un costado de la carretera federal, el ladrido de unos perros nos alertó. El jefe

Wily dijo que aquello estaba ocurriendo en el Camino Real, a unos dos kilómetros

de donde estábamos. Emprendimos la marcha, corriendo, apenas llegamos o,

mejor dicho, apenas llegué.

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Aquella noche la ronda detuvo a dos comuneros. Al primero de ellos, al ser la

primera vez que la ronda lo detenía, lo dejó ir a su casa tras advertirle que, si lo

volvían a sorprender, sería llevado a la cárcel. Al segundo, como ya se le había

advertido en varias ocasiones, fue llevado a la cárcel ubicada bajo el campanario

de la comunidad.

Estuvo ahí cerca de dos horas hasta que la unidad de la policía Michoacán fue

por él. Aunque la comunidad mantiene la ronda comunal, ello no significa que no

tengan coordinación con las autoridades municipales, estatales y federales.

Cuando acompañé las primeras veces a la ronda me sorprendía ver a mujeres

comuneras que salían, armadas con palos, a acompañar la ronda. Me sorprendió

mucho Doña Elba, una comunera de Tumasïu que, con un pasamontaña y un

palo, salía cada que podía a acompañar a la ronda. Mientras los hombres

cerraban las entradas a la comunidad con grandes piedras que apostaban sobre

las calles, las mujeres esperan en la retaguardia vigilando en silencio.

Una noche de esas, mientras los comuneros cerraban las entradas entre

Tumasïu y la comunidad Acachuén, se escuchó a lo lejos una motocicleta. Venía

de Acachuén hacia Tumasïu y los comuneros se escondieron para sorprender al

Imagen 35 Doña Elba, comunera integrante de la Ronda Comunal de Tumasïu. Fotografía: Jesús Janacua Benites.

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motociclista. Cuando se acercó le marcaron el alto, pero no se detuvo, aunque

intentaron tumbarlo de la motocicleta se escapó hacia la comunidad de Huáncito

por el Camino Real que, como bien señala Napo, funcionaba como un camino

para vender y transportar drogas hasta que la ronda comunal de Tumasïu lo

impidió. Tal vez a ello se debían las amenazas que el jefe Wily sufrió y por lo que

la fiscalía general le permitió la portación de arma de fuego.

Mientras hacíamos el recorrido de la ronda, le pregunté a Napo qué es lo más

peligroso que les ha tocado enfrentar como ronda comunal, su respuesta me

impactó porque me dijo algo que yo intuía, pero no me había atrevido a

preguntar, la existencia del crimen organizado en la propia comunidad de

Tumasïu.

En opinión de Napo, al fracturarse el tejido social comunitario de las

comunidades se permitió la entrada no solamente de la territorialidad

agrocapitalista, con ella entraron otras territorialidades como la narco-

territorialidad y al instaurar la ronda se impide que avance.

Israel Huerta, comunero de Tumasïu y coordinador general de la ronda comunal,

sostiene que instalar la ronda comunal de manera permanente no ha sido fácil,

pero él se siente orgulloso porque ello les permite tener mayor autonomía con

respecto a la cabecera municipal, Chilchota.

No ha sido fácil porque, como ya mencioné líneas arriba, las comunidades

indígenas no solamente de Eraxamani sino de varias regiones, han estado

amenazadas por el crimen organizado. Actualmente, Tumasïu es la única

comunidad de la Cañada que mantiene activa su ronda comunal lo que significa

grandes riesgos pues es la única comunidad que le ha puesto un alto a la venta

de drogas, ello, por supuesto, supone un alto riesgo para los comuneros que

lideran la ronda.

En su caminar, sin embargo, los comuneros y comuneras de la ronda no han

estado aislados. Han formado una red de apoyo con otras comunidades que les

ha permitido capacitarse y co- apoyarse en momentos críticos como el conflicto

con la empresa agrícola.

Con la instauración de la ronda comunal, por ejemplo, los comuneros y

comuneras que forman parte fueron capacitados por la ronda comunal de la

comunidad de Arantepacua, comunidad que ya tiene más tiempo haciéndose

cargo de su propia seguridad.

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319

Mientras escribo estas líneas, en agosto de 2021, la ronda y la organización

comunal continúa consolidándose en Tumasïu. Los comuneros y comuneras van

por el segundo aniversario de la ronda comunal.

6. 3 La búsqueda del presupuesto directo.

“Este paso de gigantes, ya nadie lo detiene.”

Napoleón Márquez.

Comunero de Tumasïu.

Pienso que otro producto cultural colectivo que en gran parte ha sido resultado

del cambio cultural después del conflicto con la empresa agrícola, es la

búsqueda del presupuesto directo. Aunque no se ha realizado la gestión

necesaria ante las instancias correspondientes, la inquietud está latente en la

comunidad, pero se ha detenido porque los comuneros renteros, aliados en su

momento a la empresa agrícola, no están de acuerdo en los procesos de

recomunalización y autonomía, lo que pondría en riesgo la consulta general por

el presupuesto directo.

En la última década hemos asistido a un movimiento de comunidades indígenas

que en la búsqueda de su autonomía apelan al presupuesto directo como una

herramienta para ejercer el derecho de autogobernarse. Camino nada fácil pues,

como he tratado de hacer constancia en mi tesis, los intereses sobre los

territorios de los pueblos originarios son muchos.

Recientemente, la comunidad de Zirahuén, perteneciente al municipio de

Salvador Escalante, a través de la solicitud girada al Instituto Electoral de

Michoacán, convocó a asamblea general para realizar la consulta para obtener

el presupuesto directo. Sin embargo, la asamblea fue suspendida tras una

protesta por parte de personas integrantes de la comunidad que no querían que

se ejerciera el presupuesto directo apelando a “que ya no eran indígenas sino

mestizos”139, lo que demuestra que hoy, quizá más que nunca, el vivir en

139 En una nota periodística puede leerse “Rechazan habitantes de Zirahuén consulta

de usos y costumbres: https://www.elsoldemorelia.com.mx/local/rechazan-habitantes-

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comunidad o la comunidad misma es un proyecto, una construcción social

consciente de aquellos y aquellas que deciden vivir juntos. Lo sucedido en

Zirahuén destruye la idea de que “la comunidad” o “las comunidades” son la

panacea del mundo ante la crisis civilizatoria que atravesamos, ellos y ellas

también tienen pugnas internas.

Días después de la cancelación de la consulta en Zirahuén, en una entrevista a

medios de comunicación, Pável Guzmán, miembro del Consejo Supremo

Indígena de Michoacán, señalaría que detrás del impedimento a la consulta se

encontraban intereses económicos:

Lo más grave es que detrás de este supuesto movimiento se encuentran

empresarios y grupos que buscan obtener grandes parcelas comunales,

ubicadas alrededor del lago, con el fin de construir fraccionamientos y

complejos turísticos, y que sin duda los gobiernos comunales significan

para ellos un gran obstáculo porque representan la defensa del territorio

purépecha140.

Sin embargo, en otras comunidades la consulta sí se ha realizado y ha

significado una manera de defender su territorio. Ejemplo emblemático de

autonomía ha sido el caso de Cherán, único municipio indígena autónomo. A

partir de 2011, tras el largo movimiento en defensa de sus bosques expulsando

a los talamontes del crimen organizado, la comunidad de Cherán, ubicada en la

Meseta P´urhépecha, solicitó se le permitiera elegir a sus gobernantes a través

de sus usos y costumbres expulsando a los partidos políticos de su territorio.

Ello les permitió tener una mayor organización al interior de la comunidad que

coadyuvó en una defensa más efectiva de su territorio pues su gobierno

comunal, ya a través de usos y costumbres, lo organizaron a través de los

consejos. Aunque el caso de Cherán es emblemático y único por ser municipio

indígena, sí supuso un ejemplo para muchas otras comunidades indígenas que

de-zirahuen-consulta-de-usos-y-

costumbresmichoacaneleccionespueblosindigenasiem-6894671.html 140 Entrevista realizada a Pável Guzmán por medios de comunicación, se puede

consultar en: https://noticiasydebatem3.com/intereses-economicos-obstaculizan-usos-

y-costumbres-en-zirahuen/

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al no ser municipio han optado por la búsqueda del presupuesto directo como

una vía para la autonomía y la defensa de sus territorios.

En concordancia con lo anterior, para investigadores como Araceli Burguete y

Orlando Aragón, esta ola de comunidades en busca del presupuesto directo y la

autonomía se debe a la crisis en la que se encuentra sumido el actual Estado

nación mexicano. Por supuesto, casos como el de la comunidad de Tumasïu son

una muestra clara de esta crisis que se manifiesta en inseguridad, desempleo,

contaminación y degradación de los territorios.

Ante tal panorama, el presupuesto directo se presenta como una de las vías para

la autonomía de las comunidades indígenas recuperando sus formas

tradicionales de organización socio- política:

La autonomía comunal pugna ante todo por el fortalecimiento y en su

caso la recuperación de las instituciones y autoridades comunales,

puesto que se considera a la comunidad como el espacio físico donde

se concentran y reproducen la mayor parte de las prácticas y formas de

vida indígena. (Burguete & Aragon, 2008: 304)

De esta manera, el presupuesto directo ha significado para las comunidades que

lo ejercen, un “uso estratégico del derecho” (Aragón, 2018) que les da la

posibilidad de autogobernarse a partir de su propia organización. Para

comunidades p´urhépecha como San Felipe de los Herreros, San Francisco

Pichátaro, Arantepacua y Cheranástico, el presupuesto directo ha sido una vía

para autodefinirse como comunidad.

En este sentido, pienso que la elección por el presupuesto directo es, de una u

otra manera, la elección por pertenecer o no al Estado Nación mexicano que, en

su formación, no tomó en cuenta a las comunidades indígenas que habitaban el

territorio sobre el cual fue fundado de manera que, en su origen, el Estado se

conformó a partir de una homogenización cultural del territorio que no tomó en

cuenta la diversidad cultural que había ya en el territorio ocupado por el Estado

Nación, como lo sostiene Luis Villoro:

[…] la constitución del nuevo Estado [mexicano] es obra de un grupo de

criollos mestizos que se impone a la multiplicidad de etnias y regiones

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del país, sin consultarlos. Los pueblos indios no son reconocidos en la

estructura política y legal de la nueva nación. (Villoro, 1998: 46)

De manera que la conformación del estado mexicano se realizó a partir de una

perspectiva homogenizante hegemónica que avanzó sobre los territorios de las

culturas que los habitaban con anterioridad a la formación del Estado Nación.

Ello supuso que los territorios y los elementos naturales contenidos en ellos

pasaron a ser propiedad de la nación, excluyendo en la toma de las decisiones

a los pueblos originarios que habitaban los territorios con anterioridad a la

formación del Estado nación.

Iniciativas como el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo

han sido decisivas para las comunidades en la defensa de los territorios en

contra de los procesos de despojo y saqueo de recursos como el petróleo, el

agua y minerales y, como en el caso de Tumasïu, contra las prácticas y

consecuencias de una agricultura industrial que calienta el planeta.

Después del conflicto con la empresa agrícola, el fortalecimiento de la

territorialidad comunal en Tumasïu y de algunas de las prácticas comunales

importantes como la asamblea comunal, se ha explorado la posibilidad de ejercer

el presupuesto directo. Aunque no se ha decidido comunalmente todavía, la

posibilidad de ejercerlo está presente.

Reflexiones finales.

En el capítulo, me propuse como objetivo hablar de los cambios culturales y de

los procesos de recomunalización que el conflicto con la empresa Agrícola

Superior de Jacona suscitó en la comunidad de Tumasïu bajo la premisa de que

el conflicto y movimiento contra la empresa agrícola generó un cambio cultural

en los comuneros y comuneras que fortaleció las prácticas de la territorialidad

comunal.

El eje temático que me guio durante el capítulo fue que el conflicto de distribución

ecológica generado por los agravios y afectaciones de las prácticas de la

agricultura industrial y sentidos por los y las comuneras de Tumasïu, dieron

origen a un fortalecimiento de las prácticas de comunalidad en la comunidad.

Es decir, que los agravios y el conflicto dieron origen a una recomunalización del

tejido social comunitario en Tumasïu a través de prácticas concretas de la vida

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323

en la comunidad como la conformación y activación permanente de la ronda

comunal, el fortalecimiento de la asamblea comunal y la búsqueda del ejercicio

del presupuesto directo.

Durante el capítulo me basé en las ideas propuestas por Alice Poma.

Específicamente la noción de “shock moral” me sirvió para hablar de un antes y

un después del conflicto en la comunidad porque supone un “proceso de

reelaboración de la realidad” que conlleva la reelaboración de ideas, creencias y

valores.

Siguiendo lo expuesto por Poma, expuse que en Tumasïu, la experiencia con la

empresa agrícola suscitó una emoción de indignación, que Poma clasifica como

una emoción moral importante en la defensa del territorio, la movilización y la

protesta social en tanto que están relacionadas con la experiencia de agravio,

que retomo de Barrington Moore. Así, la indignación, como una emoción surgida

por los agravios y afectaciones provocadas por las prácticas de la empresa

agrícola cobró relevancia en el análisis pues dio lugar a una reelaboración de la

realidad que deparó, a su vez en dos productos culturales colectivos.

Parte de lo que sugiero en el capítulo es que el conflicto entre la comunidad y la

empresa agrícola o, en otras palabras, entre la territorialidad comunal y la

territorialidad agrocapitalista, generó un cambio cultural que terminó por

fortalecer a la territorialidad comunal y se manifestó en dos productos culturales

concretos: la ronda comunal y la búsqueda del presupuesto directo, dos

productos culturales que, a su vez, fortalecen y permiten la vida en comunidad.

La ronda comunal, como producto cultural emergente del conflicto con la

empresa agrícola, es también una rehabilitación de la ronda como herencia

ancestral p´urhépecha que le ha permitido a Tumasïu, a través de los comuneros

y comuneras que participan, cuidar de sí mismo. Como sostengo en el capítulo,

ello no ha sido fácil pues la comunidad no solo se enfrenta a delitos menores

sino a los embates del crimen organizado. En su camino, los comuneros y

comuneras han tejido redes con otras comunidades que, como ellos, también

han tenido que hacerle frente a la inseguridad.

La búsqueda del presupuesto directo, por otro lado, significa un esfuerzo por

obtener mayor autonomía con respecto a la cabecera municipal. Indica un

hartazgo hacia la política partidista, fundamentada en la división política

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moderna, en la que las comunidades originarias han sido tratadas como objetos

y no como sujetos de derecho.

La experiencia de Tumasïu, con la agricultura industrial, con el conflicto

suscitado con la empresa y la instauración de la ronda y la búsqueda del

presupuesto directo, dejan entrever que las políticas dirigidas al campo y a las

comunidades indígenas y rurales por parte del gobierno independientemente de

la filiación partidista, ha significado un profundo abandono. Abandono de la

producción maicera, abandono de la seguridad pública, abandono de las

comunidades en términos presupuestales. Si la historia de las comunidades

originarias ha sido la historia del despojo, en la actualidad experiencias como la

de Tumasïu muestran que, por desgracia, también es el presente.

En el contexto actual, de globalización económica en la que el papel de Estado

nación parece desdibujarse, asistimos al resurgimiento de las identidades étnico

culturales como una estrategia para sobrevivir, los sentimientos nacionalistas,

sostiene Anthony Giddens, brotan como reacción a las tendencias

globalizadoras (Giddens, 2000).

La vasta experiencia de la comunidad de Tumasïu me hace pensar en la

importancia de la experiencia del agravio en la conformación de la comunidad y

la comunalidad incluso ahí donde previamente no había ningún vínculo social.

La experiencia de Tumasïu muestra que la crisis que actualmente atravesamos

no es solo una crisis ambiental, ni social, ni económica, ni política, ni cultural por

separado y ni siquiera una crisis del Estado nación, lo que la experiencia de

Tumasïu nos dice es que actualmente vivimos una crisis civilizatoria y la

civilización que está en crisis es la civilización occidental capitalista (Echeverría,

Crítica de la modernidad capitalista, 2011), (Federici, El patriarcado del saladio.

Críticas feministas al marxismo, 2018).

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325

Conclusiones.

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Después de un poco más de cuatro años de haber iniciado este proceso de

investigación, miro a mi alrededor y observo con cierta preocupación cómo sigue

incrementándose el área de cultivos de berries, pero también de otros

monocultivos como el aguacate por diversas latitudes del estado.

No obstante, también es posible ver y encontrar la irrupción de diversos

movimientos en contra del cambio de uso de suelo y del uso de cañones

antigranizo, consustanciales en la instalación de la agricultura de exportación

basada en monocultivos.

Resistencias que contradicen lo sostenido por algunos investigadores

interesados en el tema que, sin matizar las diferencias, generalizan las

circunstancias que han permitido el avance de los monocultivos sosteniendo que

en el cambio de uso de suelo y que, en la instalación de la agricultura industrial,

tanto del aguacate como de las berries, “las comunidades son parte del

problema”141.

Tan sólo en cuatro años, se han configurado movimientos y acciones de protesta

en contra de las afectaciones de la agricultura industrial en Michoacán de pare

de diversos actores sociales como campesinos, comuneros, ganaderos y

jornaleros. Como ejemplos de ello se pueden mencionar los casos de los

comuneros de Zacapu, de los productores de maíz de Los Reyes, de los

campesinos de la región de Lagunillas y el caso de los campesinos de los

municipios de Villa Madero y Acuitzio del Canje, que se han organizado para

imponerle un límite a la expansión del agrocapital en sus territorios.

Cuando inicié este proceso de investigación fue justamente esa pregunta la que

me motivó: ¿Qué es elementos o qué factores han incidido para que el

agronegocio se instale en el imaginario social como una alternativa de desarrollo

rural?, ¿Qué es lo que podría llevar a inconformarse a los actores sociales ante

las afectaciones de la agricultura industrial? Y, ¿Qué condiciones se necesitan

para que la agricultura industrial y sus afectaciones den paso a la configuración

de conflictos de distribución ecológica, socioambientales o territoriales?

Encontrar estas resistencias nos dice que el avance del agrocapital se realiza de

manera heterogénea, con trabas y resistencias que va encontrando a su paso.

141 Palabras de Jaime Navia. Conferencia virtual “Capital mundial del aguacate. Costos

socioambientales de la agroindustria en México”, el 28 de julio de 2021. En línea.

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De modo que hoy, tal vez más que cuando inicié a redactar mi anteproyecto de

investigación, es posible encontrar resistencias y esfuerzos organizativos en

contra de la agricultura industrial.

Algunas de estas resistencias, como nos muestra el caso de la comunidad de

Tumasïu, apelan a otras formas de organización comunitaria y recuperan otras

formas de relacionarse con la naturaleza, así como otras formas de producción

alimentaria locales. Pienso que en tiempos de la pandemia por coronavirus

quedó demostrado que la agricultura industrial para exportación atenta contra la

seguridad y autosuficiencia alimentaria de las comunidades pues el incremento

de la superficie significa el desplazamiento de una agricultura maicera para

autosubsistencia.

Aún así, son pocos los conflictos que se enarbolan alrededor de la agricultura

industrial y sus consecuencias. Ello se refleja en que la mayoría de los estudios

que existen se centran o bien en las afectaciones ambientales o bien en las

afectaciones laborales hacia la población jornalera, ignorando otras afectaciones

de distinta índole e igual de importantes para los actores sociales. Lo anterior no

es para menos si se toma en cuenta el discurso con el que los tres niveles de

gobierno presentan a la agroindustria, como una actividad económica

generadora de divisas y empleos.

Aunque no propongo que la experiencia de los comuneros y comuneras de

Tumasïu pueda ser extrapolada a otras latitudes donde el agronegocio se ha

instalado, sí considero que es un ejemplo y un parteaguas en una actualidad

donde los ideales de la sociedad moderno occidental capitalista, como el

individualismo y la creencia en el crecimiento económico a costa de lo que sea,

han colonizado los sueños, los anhelos y los proyectos de desarrollo de las

comunidades, erosionando el tejido social comunitario y, con ello, agravando la

crisis civilizatoria que atravesamos.

Ante este escenario, lo que la experiencia de la comunidad de Tumasïu nos

muestra es la posibilidad de conformar movimientos de resistencia aún ante

empresas de capital trasnacional. En este sentido, en mi trabajo de investigación

me propuse como objetivo general el realizar un acercamiento a la respuesta de

la comunidad de Tumasïu ante la llegada de la agricultura industrial de berries

para exportación. Lo anterior dado que, de la Cañada de los Once Pueblos, fue

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la única comunidad que se inconformó, iniciando un movimiento de protesta en

2018 que terminó por expulsar a la empresa agrícola de su territorio en 2019.

Así, el título de la presente tesis pretende dar cuenta, de manera sintética, de mi

propia pregunta de investigación. “Despojo, agravio, conflicto y resistencia” dan

cuenta de la manera en que se percibió y reaccionó ante la llegada de la

agricultura industrial de berries en la comunidad de Tumasïu.

Con “Despojo, agravio, conflicto y resistencia”, intenté reflejar los intereses de

los propios actores sociales, de las comuneras y de los comuneros que se

inconformaron en contra de la empresa Agrícola Superior de Jacona pues

responden, grosso modo, a cómo fue el proceso histórico que permitió la

instalación de la agricultura para exportación en Tumasïu; se da cuenta también

de los agravios y afectaciones que dieron lugar a los reclamos y exigencias que

posteriormente darían lugar a la configuración del conflicto y de los impactos

ulteriores de este en la organización político comunitaria de Tumasïu.

El caso de la comunidad de Tumasïu muestra que en la actualidad globalizada

hay territorios que valen más que otros para el Capital y que el proceso de

despojo que ha permitido la instalación de la agricultura industrial en Eraxamani

y en Tumasïu, ha sido un proceso de despojo a fuego lento en el contexto de

una escasez y precariedad económica inducida que ha hecho que los comuneros

perciban como una alternativa la renta de los terrenos comunales para la

producción agroindustrial de frutos rojos para exportación.

Sostengo que en Tumasïu, este proceso de despojo ha ocurrido a partir de cuatro

fases. El proceso de despojo a fuego lento que ha dado paso a la instalación de

la agricultura de berries ha ocurrido gracias a la percepción de poca

redituabilidad que el uso de paquetes tecnológicos de la Revolución Verde les

ha dado a los cultivos tradicionales del maíz y que ha generado lo que se conoce

como ley de rendimientos decrecientes, lo que incrementa los costos de

producción. Aunado a ello, el Tratado de Libre Comercio también significó un

incremento en los costos de producción para los comuneros pues supuso la

eliminación de los subsidios al maíz y la eliminación de aranceles para las

importaciones estadounidenses.

El proceso de despojo también abrevó de un acaparamiento de terrenos

comunales al interior de la comunidad de Tumasïu que dio paso a la

“agrarización de la decisión”, es decir, que la decisión de rentar o no los terrenos

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329

a la empresa Agrícola Superior de Jacona, recayó en los comuneros de derecho,

registrados en el censo agrario y con posesión de terrenos comunales,

excluyendo al resto de la comunidad que no eran comuneros de derecho sino,

de hecho. De esta manera, el caso del conflicto de la comunidad de Tumasïu

con la empresa agrícola muestra las limitaciones del derecho agrario que, en la

práctica, ha generado una especie de terratenientes al interior de las

comunidades, lo que en la actualidad se está traduciendo en afectaciones

ambientales, laborales, sociales y culturales.

Este contexto de empobrecimiento del campo a partir de las políticas

neoliberales implementadas en México y este proceso de acaparamiento de

terrenos comunales en las comunidades, les ha abierto el camino a empresas

trasnacionales que, en busca disminuir los costos de producción de mercancías

agrícolas, se instalan en territorios estratégicos con acceso a elementos

naturales como el agua y el suelo, esgrimiendo anzuelos discursivos como la

generación de empleo.

Sin embargo, la experiencia de los comuneros de Tumasïu nos muestra que

pese al discurso desarrollista con que es justificada la agricultura industrial de

berries para exportación, ello no se ha traducido en el mejoramiento de los

niveles y de la calidad de vida de la comunidad. Antes bien, ha dado paso a un

conflicto de distribución en el que las ganancias se van de la comunidad y se

quedan en las manos de unos pocos, pero las afectaciones ambientales, a la

salud, laborales y culturales se quedan en la comunidad.

En este sentido, pareciera que, desde principios del siglo XX, las políticas

agrarias del país han tenido la finalidad de abrirle paso a la inversión de capital

y que, resultado de estas políticas, las condiciones de carencia y precariedad

económica han normalizado el monocultivo de berries en la región Eraxamani y

en muchas otras regiones del estado.

Pienso que el caso de la comunidad de Tumasïu nos muestra que el agronegocio

no debería ser el destino manifiesto de las comunidades y, claro, tampoco

debería ser pensado o tenido en cuenta como modelo de desarrollo rural pues,

si bien es cierto que la agricultura industrial para exportación significa miles de

millones de dólares en divisas, éstas terminan yéndose de la comunidad

mientras que los costos, las externalidades, se quedan en la comunidad, en el

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territorio, en las manos y en los cuerpos de quienes habitan los parajes donde

se instala el agronegocio.

Así, en mi tesis doy cuenta de cómo la llegada de la agricultura industrial a los

terrenos comunales de Tumasïu generó dos respuestas. Mientras que unos

comuneros le dieron la entrada a la empresa Agrícola Superior de Jacona a

través de contratos de arrendamiento, otros comuneros cuestionaron

fuertemente los procedimientos y las consecuencias de la empresa trasnacional.

En su respuesta, estos comuneros apelaron a la recomunalización de la

comunidad rehabilitando algunos elementos culturales p´urhépecha importantes

para ellos en su respuesta ante la empresa trasnacional.

Así, la llegada de la agricultura industrial de berries a los terrenos comunales de

Tumasïu significó tanto la configuración de un conflicto de distribución como un

conflicto de territorialidades contrapuestas pues la recomunalización de la

comunidad significó rehabilitar prácticas e ideas que se contraponían con la

agricultura industrial. De manera que en Tumasïu, entraron en conflicto dos

territorialidades, entendidas como estrategias para incidir en el acceso a cierta

área geográfica (Sack, 1986).

La empresa agrícola y los comuneros, esgrimían argumentos desde el derecho

agrario para limitar el acceso a los terrenos comunales y con ello, excluir de la

toma de decisiones al resto de la comunidad, diciendo que, a partir de la

certificación de terrenos comunales, la tenencia de la tierra en la comunidad

pasaba a ser de pleno dominio. Por otro lado, los comuneros que rehabilitaron

la territorialidad comunal como respuesta a la llegada de la empresa agrícola,

argumentaban, desde el derecho internacional y el derecho indígena, su

identidad como comunidad indígena y, con ello, su derecho a organizarse.

El conflicto de la comunidad de Tumasïu, así como la territorialidad comunal,

como una estrategia territorial para imponerle límites a la territorialidad

agrocapitalista, no se puede entender sin tomar en cuenta a los actores sociales,

de manera que el movimiento de protesta en contra de la empresa agrícola se

enmarca dentro del contexto histórico, político y jurídico del movimiento indígena

como movimiento social.

El caso de la comunidad de Tumasïu nos muestra que el proceder del capital,

sea este agrícola, minero o de otra índole, es muy similar. Igual que las empresas

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331

mineras, la empresa Agrícola Superior de Jacona “agrarizó la afectación”

(Montalvo, 2019), con lo que pretendió inhibir la acción social colectiva.

Al agrarizar la afectación, la empresa agrícola se centraba en las afectaciones

sentidas por los comuneros renteros que prácticamente se reducían al atraso del

pago de las rentas anuales y al incremento de estas al mismo tiempo que dejaba

fuera de la arena política al resto de los comuneros y comuneras.

La agrarización de la afectación muestra las limitaciones del derecho agrario y

dio origen a un ejercicio de reflexión al interior de la asamblea general de

comuneros en Tumasïu, en el que, apelando al derecho indígena y a la

legislación internacional, terminó por ampliar y democratizar la asamblea a partir

de los criterios de membresía internos bajo los cuales se reconoce como

comunero a todo aquel, aquella que haya nacido en la comunidad y tenga una

participación activa en la asamblea y en las faenas comunales. Con ello, en

Tumasïu se eliminó la agrarización de la afectación y se admitió las afectaciones

que trascendían la renta de la tierra.

Con todo, el conflicto de la comunidad de Tumasïu respondió no solamente a las

afectaciones y agravios cometidos por la empresa agrícola, como mostré,

respondió también a un cúmulo de agravios históricos cometidos en contra de

las comunidades y pueblos originarios. El conflicto de la comunidad de Tumasïu

da cuenta de que, después de más de quinientos años, los territorios de las

comunidades indígenas siguen siendo codiciadas por agentes externo a ellas.

Considero que es lamentable la situación por la que atravesaron los comuneros

y comuneras de la comunidad de Tumasïu, sin embargo, al mismo tiempo fue

esperanzador porque muestra que el Capital no ha subsumido todos los

territorios y tampoco ha subsumido todos los sueños y anhelos de las

comunidades. Es esperanzador porque nos muestra que el Capital no despoja

de manera total a los pueblos y comunidades y, en este despojo no totalitario,

las asambleas comunales, como espacios de organización comunal también se

han erigido como espacios de disidencia y resistencia.

Es esperanzador porque, como sostiene Fernanda Paz, los conflictos se

presentan como una oportunidad para detener el “deterioro, ofrecerle

resistencias o generar formas asociativas que expresen e impulsen proyectos

contra hegemónicos” (Tetreatult, Heliodoro , & Eduardo, 2012: 15).

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332

El conflicto y resistencia de la comunidad de Tumasïu es esperanzador porque

muestra que el despojo nunca es total y que mientras no nos despojen de la

esperanza de un futuro mejor, habrá resistencia, re-existencia.

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Anexos.

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346

Anexo 1. Entrevistas.

Wilfrido Huerta Trinidad. Jefe de tenencia de la comunidad de Santo Tomás.

Wilfrido es originario de la comunidad de Santo Tomás, además, en la actualidad

funge como Jefe de Tenencia. Trabajó como jornalero agrícola en las tierras que

la comunidad le renta a la empresa Agrosuperior de Jacona. Como jefe de

tenencia ha tenido que representar a los comuneros afectados por la empresa y

exigir al agroempresario la firma y el cumplimiento de los acuerdos mismos que,

a la fecha, no ha cumplido. Es un varón de aproximadamente cuarenta años,

casado y con hijos, que ha tenido que emigrar a Estados Unidos en más de una

ocasión en busca de empleo.

Napoleón Márquez Serano. Consejo Comunal de Santo Tomás. Napoleón

Márquez es profesor de educación primaria bilingüe p´urhépecha, originario de

la comunidad de Santo Tomás y actualmente funge también como miembro del

Consejo Comunal de Santo Tomás y por ello ha tenido un papel fundamental en

el conflicto que la comunidad atravesó con la empresa Agrosuperior de Jacona.

Napoleón es varón de aproximadamente treinta años y labora en comunidades

cercanas, aunque cuando es necesario se traslada rápidamente hacia la

comunidad. Dentro del grupo opositor en el conflicto, es identificado fácilmente

como el “líder” ideológico del movimiento por su destacada participación, tan es

así, que para los comuneros que apoyan y defienden la presencia de la empresa

en la comunidad el movimiento es un movimiento de “profesores”, por la

presencia de Napoleón en el movimiento. Como comunero, Napoleón ha

estrechado vínculos con otras comunidades que se han caracterizado por su

lucha, como la comunidad de Nurío, por lo que se mantiene una estrecha relación

con la comunidad zapatista.

Adolfo Álvarez Casillas. Comisariado de Bienes Comunales de la Comunidad

de Tumasïu. Como comisariado, fue un importante miembro en el conflicto con

la empresa agrícola. Sin embargo, abandonó la lucha justo cuando las

autoridades civiles y agrarias iniciaban la demanda por daños ambientales contra

la empresa agrícola. Se presume que errores y fallas financieros y

administrativos le obligaron a abandonar la lucha. Después de que terminara su

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gestión al frente de la comisaria de bienes comunales, fue electo un comunero

del lado de los comuneros que defendían y alentaban la posesión individual de

la tierra y de la renta. Su abandono de la lucha debilitó el frente de lucha.

Héctor Álvarez Álvarez. Profesor de educación básica bilingüe, comunero y

miembro del Consejo Comunal de Tumasïu. Aunque tiene un parentesco con la

familia “A”, tanto su formación como profesor como su educación en casa,

siempre del lado de la comunidad, le ha dado una sensibilidad que le llevó a

cuestionar las prácticas y los procedimientos que la empresa Agrícola Superior

de Jacona implementaba en los terrenos comunales.

Israel Huerta. Israel es un joven comunero de Tumasïu, es profesor de

educación básica bilingüe y miembro del Consejo Comunal de Tumasïu. Cuando

se inició el conflicto con la empresa agrícola, su participación fue importante en

la organización de los bloqueos. Pasado el conflicto e iniciado el proceso de

formación de la ronda comunal, la asamblea lo eligió para que fuera el

coordinador general de la misma por lo que le ha tocado coordinar reuniones con

las distintas rondas comunitarias de otras comunidades p´urhépecha en busca

de solidaridad y asesoría. Entre ellas destaca la ronda de Arantepacua, la de

San Francisco Pichátaro y la ronda de la comunidad de Cheranástico.

Digna Huerta. Doña Digna es una comunera originaria de la comunidad de

Tumasïu, mujer valiente que participó activamente en los bloqueos y el conflicto

contra la empresa, una vez terminado el conflicto e iniciado el proceso de

constitución de la ronda comunal, doña Digna fue una participante activa de la

ronda, formó parte de las llamadas “Generalas” de la comunidad. Además,

cuando se inició el proceso de remodelación de la plaza comunal, la asamblea

la eligió para que fuera la supervisora de la misma, acepta que fue un reto pues

nunca había hecho algo así pero que el mandato de la asamblea es el mandato

de la asamblea y se tiene que cumplir.

Doña Elba. Mujer comunera de aproximadamente cincuenta años de edad. Es

participante activa de la ronda comunal, aunque acepta que a veces, cuando un

comunero no puede salir, ella acepta un pago por suplirlo, también acepta,

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orgullosa, que la mayoría de las veces lo hace porque le gusta cuidar a su

comunidad. Cada que puede sale a la ronda con su pasamontaña y un palo.

Doña Irene Huerta Solís. Doña Irene es una comunera de aproximadamente

sesenta años de edad, originaria de la comunidad de Tumasïu. Participó

activamente en el bloqueo contra la empresa agrícola. Mantuvo una actitud

crítica durante el conflicto y una vez que el empresario se negó a cumplir los

acuerdos fue de las primeras mujeres que dijeron que ya no querían que se

respetaran los acuerdos, que lo que querían era que la empresa se fuera de la

comunidad. Después del conflicto, Doña Irene participó en las diferentes

actividades con los comuneros. Es una participante activa de la ronda comunal.

Vicente Silva Vaca. Comunero de Santo Tomás, abogado que participó

activamente en el conflicto con la empresa agrícola defendiendo la tenencia

comunal de la tierra en la comunidad. Es comunero de la tercera edad, de

profesión abogado por lo que su participación durante el conflicto con la empresa

fue muy importante. También en los momentos anteriores al conflicto su

participación fue importante porque, como abogado, en las asambleas

comunales en las que participaba siempre sostuvo que la tenencia de la tierra

en Tumasïu era de carácter comunal y no de propiedad privada, como sostenían

los comuneros aliados a la empresa agrícola.

Raúl Espino León. Comunero de Tumasïu, aunque no es originario de ahí sino

de la comunidad p´urhépecha de Sevina, al haberse casado con Doña Irene

Huerta Solís y su comportamiento al interior de la comunidad se le considera

como comunero pues su conducta le hace ver como un hombre de honor

(kaxumbiti). Participó activamente en el conflicto con la empresa en los bloqueos

y en el careo en la presidencia municipal defendiendo la tenencia comunal de la

tierra.

Tata José Huerta. Comunero de Tumasïu, es profesor de educación básica

actualmente jubilado. Como jubilado, Tata José Huerta se dedica a realizar y

promover el temazcal como una práctica ancestral p´urhépecha. En los

temazcales, Tata José rehabilita algunas deidades p´urhépecha. Por su

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comportamiento al interior y fuera de la comunidad, Tata José es considerado

como un comunero kaxumbiti por lo que es invitado a diversas festividades como

uandari, persona encargada de pronunciar un discurso en las festividades más

importantes como los bautizos y casamientos. Su participación en el conflicto fue

activa e importante pues apoyó fuertemente a las autoridades civiles y agrarias.

Aunque fue comunero rentero, comenta que en realidad no quería rentar los

terrenos, pero el proceder de la empresa, al encajonar los terrenos, no le dio otra

alternativa por lo que en el conflicto su exigencia era la reparación o

compensación del daño.

Ignacio Álvarez Bartolo. Comunero- rentero de Santo Tomás. El comunero

Ignacio Álvarez Bartolo es un varón de aproximadamente sesenta años de edad.

Él es rentero, es decir, es un comunero que posee certificado parcelario y en

función de ello considera que puede rentarle las tierras a cualquier particular, por

ello, desde que la empresa Agrícola Superior de Jacona llegó a la comunidad, él

le renta sus tierras. Así mismo y según acusaciones al interior de la comunidad,

trabaja para la empresa convenciendo a la gente de las ventajas de tener a la

empresa en la comunidad, obviamente, la bandera con la que hace su trabajo es

la generación de empleos y por lo tanto el mejoramiento económico de los

habitantes de la región. Según testimonios, en las asambleas generales él es

uno de los comuneros a los que la misma asamblea no deja hablar. Por lo menos

en el bloqueo del 11 de marzo, él estuvo con los jornaleros y jornaleras agrícolas

apoyando a la empresa.

Antonio Ascencio. Comunero- rentero de Santo Tomás. El tío Toño es

comunero y está casado con tía Luz, hermana de mi madre, es originario de la

comunidad de Santo Tomás, perteneciente a la Cañada de los Once Pueblos.

Cuando yo era chico el tío Toño se dedicaba a la elaboración de tabique que

luego comercializaba en diferentes puntos como Tangancícuaro, Zamora,

Tlazazalca o algunas comunidades de la meseta p´urhépecha como Paracho,

Cherán o Nahuatzen, de hecho, en la Cañada de los Once Pueblos es conocido

por este oficio. Sin embargo, con el tiempo me di cuenta de que el tío Toño había

dejado de hacer tabique y que poco a poco también dejó de sembrar “su maíz”

en parte por la edad y también por la cada vez más difícil tarea de conseguir

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madera de pino, buena tierra y estiércol de caballo que la producción de tabique

requiere. Por mucho tiempo el tío Toño también se dedicó a sembrar maíz, trigo,

avena, sorgo y janamargo, pero los altos precios de producción y los bajos costos

de venta hicieron que cada vez se fuera desmotivando más abandonando el

campo. Para mí el tío Toño fue siempre un señor de trabajo, siempre usa

sombrero y su lenguaje delata la amplia experiencia en los cultivos tradicionales.

Es un señor de campo. Sin embargo, desde el año en que la empresa

Agrosuperior de Jacona llegó a la comunidad, él optó por rentar las tierras

convirtiéndose así en lo que la empresa y la comunidad llama como “renteros”.

Su economía, además, se complementa con otras pequeñas actividades como

llevar viajes a la ciudad de Zamora o a los poblados circunvecinos en un coche

blanco que utiliza para ello, además, comenta que tiene una pipa en la que “echa

viajes” de agua y de vez en cuando corta algunos vegetales que crecen en su

casa para venderlos en las comunidades cercanas. En el primer bloqueo del 4

de noviembre del 2018 la participación del tío Toño fue más activa que en el

bloqueo del 11 de marzo, en el que prácticamente no participó.

Luciano Álvarez. Luciano Álvarez es un habitante de la comunidad indígena de

Santo Tomás, de aproximadamente 60 años, ha sido trabajador de la empresa

Agrosuperior de Jacona en varias ocasiones. Acepta que fue uno de los

comuneros que alentó a la empresa agrícola para que se instalara en los terrenos

comunales de la comunidad, pero al mismo tiempo, acepta que nunca esperó

que la empresa se fuera a comportar de esa manera, violentando la organización

comunal y dejando tantas afectaciones tras de sí. A él le hubiese gustado que

las autoridades civiles y agrarias llegaran a un acuerdo con la empresa porque

ello habría significado empleo para la comunidad y sus habitantes.

María Huerta. María Huerta es originaria de la comunidad de Santo Tomás,

además de ello, actualmente se dedica a trabajar en el campo, empezó como

pizcadora de fresa, sin embargo, con el tiempo y su desempeño alcanzó el

puesto de “anotadora” de los jornaleros que entraban a trabajar a las huertas,

por lo anterior, es determinante en los pagos que se realizan. María Huerta no

era una jornalera como cualquier otra, tiene un salario un poco más elevado de

lo normal por lo que se convirtió en una aliada de la empresa al interior de la

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comunidad. Su papel en el conflicto con la empresa agrícola fue de un

incondicional apoyo para esta y los comuneros allegados. Cuando se realizó la

rueda de prensa, su apoyo moral fue para la empresa.

Víctor Magaña. Víctor Magaña es originario de la comunidad de Huáncito, es

soltero, por lo que puede ser considerado como joven, sin embargo, al haber

trabajado como jornalero lo entrevistamos en ese sentido, vive con sus padres,

aunque piensa en “salir a estudiar fuera porque es diferente estudiar fuera que

aquí”. La entrevista se llevó a cabo en la comunidad de Huáncito, perteneciente

a la Cañada de los Once Pueblos. Actualmente Víctor trabaja en el ayuntamiento

de Chilchota en la dirección de Desarrollo Rural. Estudió la licenciatura en

Desarrollo Comunitario en la Universidad Pedagógica Nacional después de

haber abandonado, por cuestiones económicas, la licenciatura en la Universidad

Michoacana. Después de eso regresó a su comunidad, pero tiene grandes

deseos de regresar a la ciudad a estudiar pues considera que siempre “es

diferente estudiar en una ciudad que acá”. Para poder terminar sus estudios

universitarios, Víctor se vio en la necesidad de trabajar de jornalero agrícola en

las huertas de fresa en la comunidad de Santo Tomás, en sus palabras,

considera que el trabajo es muy pesado y demandante físicamente.

Ezequiel A. Joven comunero de Tumasïu, hijo de un comunero rentero. Aunque

estudió nivel superior en la escuela normal rural de Tiripetío, tuvo que emplearse

en varias ocasiones en las huertas de fresa y arándano que la empresa Agrícola

Superior de Jacona tenía instaladas en su comunidad pues su pago como

profesor le fue varias veces retrasado.

Don Luis Huerta. Don Luis Huerta es un comunero originario de Tumasïu.

Durante toda su vida laboral trabajó como jornalero agrícola que, dice, es un

trabajo muy pesado por lo que lo abandonó lo que significó una afectación a los

ingresos familiares. Sin embargo, cuando la empresa Agrícola Superior de

Jacona llegó a la comunidad, pensó en rentar sus terrenos, decisión que no le

gustó a su familia pues ello significaba tener que abandonar la agricultura del

maíz que año tras año realizaban en familia. Pese a ello, decidieron rentar los

terrenos para poder solventar los gastos familiares, además, la empresa le

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contrató como tractorista pues, dentro de su experiencia, don Luis aprendió a

manejar tractor, lo que le permitió tener un ingreso extra. Por todo lo anterior, el

conflicto con la empresa agrícola tuvo un sabor agridulce para la familia de don

Luis Huerta, sin embargo, al mismo tiempo le dio gusto el triunfo de la

comunidad.

Liliana Huerta Trinidad. Comunera originaria de Tumasïu. Trabaja como

jornalera agrícola en diversas empresas, ha trabajado en la fresa, en la

zarzamora, en el brócoli y en la papa. Cuando la empresa Agrícola Superior de

Jacona llegó a los terrenos comunales de Tumasïu, ella se opuso a la decisión

que habían tomado sus padres de rentar sus terrenos comunales, sin embargo,

tras ver la situación de su padre, Don… Huerta, un hombre mayor que ya no

puede sembrar sus terrenos, aceptó para no mermar las entradas económicas

de la familia. Liliana es madre soltera de dos pequeños de los que se encarga

su abuela mientras ella va a trabajar en el surco. Comenta que aunque la

agricultura industrial significa grandes daños ambientales y de salud, también es

una oportunidad para que se tejan vínculos de amistad con los cuales hacer

frente a la vida.

Tata Ismael Lázaro Márquez. Tata Ismael es un comunero mayor, originario de

la comunidad de Tumasïu que participó activamente en la defensa de la tenencia

comunal de la comunidad de Tumasïu. Aunque durante mucho tiempo vivió fuera

de la comunidad, en la Ciudad de México, desde que regresó fungió en diversas

ocasiones como jefe de tenencia y comisariado de bienes comunales. Su apoyo

hacia las autoridades civiles y agrarias durante el conflicto con la empresa

agrícola fue muy importante. Su testimonio e historia de vida fueron muy

importantes tanto para los comuneros como para mi en lo personal pues mostró

la manera en que la Revolución Verde llegó a la comunidad de Tumasïu.

Venustiano. Comunero originario de Zopoco, es profesor de educación primaria

bilingüe jubilado. Durante el sexenio de Enrique Peña Nieto (2012- 2018), fungió

como representante de las comunidades indígenas de la región de la Cañada de

los Once Pueblos en la Comisión Nacional de Pueblos Indígenas (CDI), ahora

Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI). Cuando la empresa Agrícola

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Superior de Jacona llegó a la comunidad de Tumasïu, él fungía como

representante de Bienes Comunales de su comunidad Zopoco, por lo que las

autoridades agrarias de Tumasïu, en específico el señor Aniceto Márquez,

entonces comisariado de Bienes Comunales de Tumasïu, le pidieron el favor de

usar los canales de agua comunales. Don Venustiano acepta que él colaboró en

lo que pudo para que se instalara la empresa porque ello significaba una fuente

de empleo importante en la región.

Avelardo Alejo. Don Abelardo es un comunero originario de la comunidad de

Carapan, aunque vivió durante mucho tiempo en la Ciudad de México, cuando

regresó a su comunidad, aproximadamente hace quince años, se dedicó a

trabajar las tierras comunales que le heredó su padre sembrando maíz. Desde

2016 trabaja como velador en el parque Ostákuaro. Su sensibilidad y experiencia

le han permitido percibir cómo la cantidad de agua que originalmente salía del

manantial más importante de Carapan y que da origen al río Duero ha

disminuido, él lo atribuye a las empresas agrícolas que se han instalado en la

región en la parte alta de la Cañada.

Jesús Torres. Comunero originario de la comunidad vecina de Tanaquillo.

Desde hace más de veinte años trabaja como “enganchador” de jornaleros para

diferentes empresas agrícolas cuyos dueños son personas de Tangancícuaro y

Zamora. Orgulloso de su actividad, Jesús Torres maneja un camión de los

llamados “bananos” además de una combi y un auto compacto con el que

traslada a los y las jornaleras agrícolas a las diferentes huertas ubicadas en la

región de Tangancícuaro y aún fuera de ella.

Cinthya Alejo. Es una joven comunera, originaria de la comunidad de Carapan.

Aunque nunca ha trabajado como jornalera agrícola, su sensibilidad le ha

permitido darse cuenta de la manera en que las empresas explotan a los y las

jornaleras agrícolas, así como a los elementos naturales de las comunidades.

Observa con cierta tristeza que el trabajo en el campo es una de las pocas

opciones laborales que hay en la región, lo que para ella es preocupante pues

los niños y jóvenes terminan por decepcionarse de la educación lo que sumado

a la situación de pobreza que se vive en la región, los obliga a abandonar los

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estudios para ingresar a trabajar en las empresas agrícolas. Piensa que toda esa

situación por la que atraviesan las comunidades de la Cañada comprometerá los

elementos naturales por lo que la juventud se enfrenta a “un futuro que no es

futuro”.

Héctor Valdez Aguirre. Héctor Váldez Aguirre es hijo de Héctor Váldez, a quien

apodaban “La Perra”, dentro y fuera de la Cañada. Su padre fue el que inició el

contrato de arrendamiento con la comunidad para la producción industrial de

berries, al fallecer, le dejó a su hijo la responsabilidad de administrar la empresa.

En la comunidad de Tumasïu se le tenía como dueño de la empresa y, como tal,

era tratado al interior de la misma, por ello durante el primer bloqueo realizado

el 6 de noviembre de 2018, se le invitó como dueño para que atendiera las

exigencias y reclamos de los comuneros renteros. Sin embargo, el 15 de marzo

de 2019, dejó en clara su postura: no era ni el dueño de la empresa y tampoco

se haría cargo de los acuerdos firmados ante la comunidad el 6 de noviembre.

Juan Román Ruiz Valencia. Abogado, asesor agrario y apoderado legal de la

empresa, que durante el conflicto fungió como vocero de la empresa. Fue el que

durante el careo

Tizoc Delgado Soto. Contador de la empresa.