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CORRESPONDENCIA libros Mistepios de la alcoba y el amor Correspondance amoreuse avec Antoinette de Wattéville. (1928-1937) BALTHUS Buchet-Castel. París, 2001 493 páginas, 150 ff. L A Correspondencia amorosa entre Balthazar Klossowski de Rola, Balthus (1908-2001), y su pri- mera esposa; Antoinette de Watter- ville (1912), tiene una,importancia muy fuera de lo común, para la his- toria de la pintura, porque revela,. por yez primera, el origen último, profundamente moral y espiritual, de las semillas y raices de la obra erótica del artista, el más grande y turbador, quizá, de los pintores figu- rativos del siglo XX. Balthus llega definitivamente a lá pintura, hacia 1926, cuando copió ciertos frescos de Fiero della Fran- cesca, en Afezzo, cuando la pinttrra misma había entrado en un Calva- rio agonal. Hacía más de diez'años qué Ramón Gaya, en la misma pari- sina plaza de Fustenberg, a unos me- tros, igualmente; del antiguó estudio de Delacroix, lo había precedido en ese doloroso, atormentado y solita- «BALTHUS sueña con organizar la resistencia contra el, Terror y el nnal gusto a través del erotismo más puro y refinado» rio camino de la cruz: romper antici- padamente con, lá tradición emer- gente de las vanguardias, iinpo- niendo la ley marcial de su imperio, definitivamente planetario, santifi- cado por la especulación. Gaya y Balthus no estaban solos, todavía. El Noucentisme catalán, los Valori Pías-. tici italianos, la Neuesacklickeit ale- mana, también habían intentado re- sistir al nuevo orden emergente y dominante. Morandi, Hopper, el Pi- casso nouceñtiste e italianizante, de 1917 a 1924, también hablan de las vías subterráneas y proscritas, du- rante mucho tiempo, por donde in- tentarían sobrevivir las viejas y ar- tesanas tradiciones pictóricas, en cuarentena, amenazadas de muerte, en tanto que modo de expresión de una especie de artistas en vías de aparente extinción. Largo y penoso exilio Morandi se refugió én su estudio, esperado la Uegada de los bárbaros del poema de Cavafis. Hopper asu- mió el purgatorio. Gaya fué conde- nado al destierro. La corresponden- cia de Antoinette de .WattevUle con su amigo de adolescencia, primera juventud y futuro esposo, nos cuenta, en detalle, por vez primera, desde la intimidad más honda (la in- timidad del pintor, su modelo y amante, abandonados al fragor del deseo y las primeras obras maes- tras, comenzando p o r i c lefon de guitarre y La toilette de Cathy, 1934, ambos), como Balthus sueña conorganizar la resistencia contra el Terror y la tiranía del mal gusto que llegaba: a través del erotismo más puro y refinado. Como es bien sabido, esa resis- tencia terminó por conducirlo a un largo y penoso exüio (del que no co- menzó a salir hasta 1983, el año de la retrospectiva del Centro Pompidou, .. t .. .. .S; .* > ' clave mayor: contra la emergente y tiránica vulgaridad de masas, am- bos imaginan un teatro cruel, qUe a Artaud lo conduce a la concepción de un teatro de nuevo cuño (muy próximo a Él Público de Federico García Lorca, que es de aquella época, 1936), y a Balthus lo lleva hasta las Cumbres Borrascosas de Emüy Bronté, que también seduci- rían a Luis BüñueL Cuando Balthus üustra Cumbres Borrascosas, entre 1934 y 1936, An- toinette de WattevUle, su amiga de la infancia, en Berna, su hermano y él mismo, son sus primeros modelos para el teatro de la crueldad (Ar- taud) que florece tras la relectura de algunas escenas oníricas del roman- cuando se inicia la recuperación der finitiva qué culminaría convirtién- dolo en el pintor vivo más caro y co- tizado de finales del siglo XX), pero comenzó de manera dramática, con im intento de suicidio, con láudano, del que pudo salvarse gracias a la in- tervención de su mejor amigo de la época, Antonin Artaud, con el que , trabajaría en el montaje de los Cency . de Shelly. El diálogo íntimo entre Balthus y Artaud (que, con Brecht y VaUe-lnclán, continúa siendo imo de los patriarcas de la teoría dramática del siglo XX, no lo olvidemos) es otra ticismo inglés. Todo Balthus está, ya, esbozado en esas primeras ilus- traciones, a falta de la semilla fe- cunda del erotismo más crudo y reni- ñado (La legan de. guitarre) y el exhi- bicionismo áureo y celeste de La Rué (1934) y La Montagne (1934). Ante las dimensiones escandalosas de esas y algunas otras obras mayo- res {La toilette de Cathy, retrato fan- tasmal de Antoinette, en desnudo frontal), Balthus le escribe a Bebé (así Uama a su futura esposa, en la intimidad) cartas muy pedagógicas y significativas, razonando el origen y sentido último dé la vía real y eró- tica de su obra: contra la deshuma- nización del hombre, contra la me- canización y automatismos indus- triales que destruyen la vida moral, y contra los intelectuales, converti- dos, diurante los años treinta, en pa- yasos y maniquíes, estima Balthus, de un teatro de sombras fimestas. El erotismo tiene y tendrá, en su obra, insiste Balthus, esa doble di- mensión moral y espiritual. Por vez «ESCRIBE a Bebé cartas muy pedagógicas, razonando el origen y sentido último dé la vía real y erótica de su obra» primera, en la intimidad y ínisterios de la alcoba y el amor, Balthus des- cubre el secreto que ilumina toda su obra, vma de las más hondas y secre- tas de la historia del arte moderno. . Utilizando el mismo lenguaje que Ortega, Balthus denuncia la deshu- manización del hombre, convertido en pelele privado de los primeros atributos de su,condición moral y espiritual, a quien el arte deshuma- nizado de. Ortega priva de la identi- dad primera de su rostro y figura. En la intimidad sacra de una corres- pondencia amorosa, el artista revela el misterio original de su obra más sulfurosa. La legón, de guitarre, para subrayar que el aprendizaje del arte (el arte de tocar la guitarra, en este caso) culmina con la iniciación a los más profundos misterios de la carne, el placer y el deseo. Lá vida del espíritu, como quería Artaud, precisamente, comienza por las re- velaciones de la piel, a salvo, a tra- vés del arte, de la carnicería indus- trial. El heroico combate del artista El intelectual, con su logomaquia manicomial, cotemporáneó y ciego, cuando no cómplice, déla deshuma- nización del hombre y del arte, re- cuerda Balthus; es uno de los prime- ros culpables de ese doble proceso de destrucción del hombre y destruc- ción del arte. «El hombre ha sido en- terrado -escribe Balthus- bajo una capa de asfalto. ¡Socorro...!» La vida y las manifestaciones del espíritu han sido condenadas al destierro, víctünas de la crueldad ciega de los automatismos industriales y sonám- bulos. La defensa e ilustración de la figura humana, al desnudo, nos ha- bla del heroico combate del artista, amenazado, en su inconclusa e in- cierta guerra contra la tiranía de los objetos y maniquíes desalmados del teatro cruel de nuestra vida contem- poránea. Juan Pedro Quiñonero 27 ABC Cultural / l.S-9-2001 Cultural (Madrid) - 15/09/2001, Página 27 Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.

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CORRESPONDENCIA libros

Mistepios de la alcoba y el amor Correspondance amoreuse

avec Antoinette de Wattéville. (1928-1937)

BALTHUS Buchet-Castel. París, 2001

493 páginas, 150 ff.

L A Correspondencia amorosa entre Balthazar Klossowski de

Rola, Balthus (1908-2001), y su pri­mera esposa; Antoinette de Watter-ville (1912), tiene una,importancia muy fuera de lo común, para la his­toria de la pintura, porque revela,. por yez primera, el origen último, profundamente moral y espiritual, de las semillas y raices de la obra erótica del artista, el más grande y turbador, quizá, de los pintores figu­rativos del siglo XX.

Balthus llega definitivamente a lá pintura, hacia 1926, cuando copió ciertos frescos de Fiero della Fran-cesca, en Af ezzo, cuando la pinttrra misma había entrado en un Calva­rio agonal. Hacía más de diez'años qué Ramón Gaya, en la misma pari­sina plaza de Fustenberg, a unos me­tros, igualmente; del antiguó estudio de Delacroix, lo había precedido en ese doloroso, atormentado y solita-

«BALTHUS sueña con

organizar la resistencia contra el, Terror y el nnal gusto a través del erotismo más puro y refinado»

rio camino de la cruz: romper antici­padamente con, lá tradición emer­gente de las vanguardias, iinpo-niendo la ley marcial de su imperio, definitivamente planetario, santifi­cado por la especulación. Gaya y Balthus no estaban solos, todavía. El Noucentisme catalán, los Valori Pías-. tici italianos, la Neuesacklickeit ale­mana, también habían intentado re­sistir al nuevo orden emergente y dominante. Morandi, Hopper, el Pi­casso nouceñtiste e italianizante, de 1917 a 1924, también hablan de las vías subterráneas y proscritas, du­rante mucho tiempo, por donde in­tentarían sobrevivir las viejas y ar-tesanas tradiciones pictóricas, en cuarentena, amenazadas de muerte, en tanto que modo de expresión de una especie de artistas en vías de aparente extinción.

Largo y penoso exilio Morandi se refugió én su estudio,

esperado la Uegada de los bárbaros del poema de Cavafis. Hopper asu­mió el purgatorio. Gaya fué conde­nado al destierro. La corresponden­cia de Antoinette de .WattevUle con

su amigo de adolescencia, primera juventud y futuro esposo, nos cuenta, en detalle, por vez primera, desde la intimidad más honda (la in­timidad del pintor, su modelo y amante, abandonados al fragor del deseo y las primeras obras maes­tras, comenzando p o r i c lefon de guitarre y La toilette de Cathy, dé 1934, ambos), como Balthus sueña conorganizar la resistencia contra el Terror y la tiranía del mal gusto que llegaba: a través del erotismo más puro y refinado.

Como es bien sabido, esa resis­tencia terminó por conducirlo a un largo y penoso exüio (del que no co­menzó a salir hasta 1983, el año de la retrospectiva del Centro Pompidou,

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clave mayor: contra la emergente y tiránica vulgaridad de masas, am­bos imaginan un teatro cruel, qUe a Artaud lo conduce a la concepción de un teatro de nuevo cuño (muy próximo a Él Público de Federico García Lorca, que es de aquella época, 1936), y a Balthus lo lleva hasta las Cumbres Borrascosas de Emüy Bronté, que también seduci­rían a Luis BüñueL

Cuando Balthus üustra Cumbres Borrascosas, entre 1934 y 1936, An­toinette de WattevUle, su amiga de la infancia, en Berna, su hermano y él mismo, son sus primeros modelos para el teatro de la crueldad (Ar­taud) que florece tras la relectura de algunas escenas oníricas del roman-

cuando se inicia la recuperación der finitiva qué culminaría convirtién­dolo en el pintor vivo más caro y co­tizado de finales del siglo XX), pero comenzó de manera dramática, con im intento de suicidio, con láudano, del que pudo salvarse gracias a la in­tervención de su mejor amigo de la época, Antonin Artaud, con el que

, trabajaría en el montaje de los Cency . de Shelly. El diálogo íntimo entre Balthus y Artaud (que, con Brecht y VaUe-lnclán, continúa siendo imo de los patriarcas de la teoría dramática del siglo XX, no lo olvidemos) es otra

ticismo inglés. Todo Balthus está, ya, esbozado en esas primeras ilus­traciones, a falta de la semilla fe­cunda del erotismo más crudo y reni­ñado (La legan de. guitarre) y el exhi­bicionismo áureo y celeste de La Rué (1934) y La Montagne (1934). Ante las dimensiones escandalosas de esas y algunas otras obras mayo­res {La toilette de Cathy, retrato fan­tasmal de Antoinette, en desnudo frontal), Balthus le escribe a Bebé (así Uama a su futura esposa, en la intimidad) cartas muy pedagógicas y significativas, razonando el origen

y sentido último dé la vía real y eró­tica de su obra: contra la deshuma­nización del hombre, contra la me­canización y automatismos indus­triales que destruyen la vida moral, y contra los intelectuales, converti­dos, diurante los años treinta, en pa­yasos y maniquíes, estima Balthus, de un teatro de sombras fimestas.

El erotismo tiene y tendrá, en su obra, insiste Balthus, esa doble di­mensión moral y espiritual. Por vez

«ESCRIBE a Bebé cartas muy pedagógicas, razonando el origen y sentido último dé la vía real y erótica de su obra»

primera, en la intimidad y ínisterios de la alcoba y el amor, Balthus des­cubre el secreto que ilumina toda su obra, vma de las más hondas y secre­tas de la historia del arte moderno.

. Utilizando el mismo lenguaje que Ortega, Balthus denuncia la deshu­manización del hombre, convertido en pelele privado de los primeros atributos de su,condición moral y espiritual, a quien el arte deshuma­nizado de. Ortega priva de la identi­dad primera de su rostro y figura. En la intimidad sacra de una corres­pondencia amorosa, el artista revela el misterio original de su obra más sulfurosa. La legón, de guitarre, para subrayar que el aprendizaje del arte (el arte de tocar la guitarra, en este caso) culmina con la iniciación a los más profundos misterios de la carne, el placer y el deseo. Lá vida del espíritu, como quería Artaud, precisamente, comienza por las re­velaciones de la piel, a salvo, a tra­vés del arte, de la carnicería indus­trial.

El heroico combate del artista El intelectual, con su logomaquia

manicomial, cotemporáneó y ciego, cuando no cómplice, déla deshuma­nización del hombre y del arte, re­cuerda Balthus; es uno de los prime­ros culpables de ese doble proceso de destrucción del hombre y destruc­ción del arte. «El hombre ha sido en­terrado -escribe Balthus- bajo una capa de asfalto. ¡Socorro...!» La vida y las manifestaciones del espíritu han sido condenadas al destierro, víctünas de la crueldad ciega de los automatismos industriales y sonám­bulos. La defensa e ilustración de la figura humana, al desnudo, nos ha­bla del heroico combate del artista, amenazado, en su inconclusa e in­cierta guerra contra la tiranía de los objetos y maniquíes desalmados del teatro cruel de nuestra vida contem­poránea.

Juan Pedro Quiñonero

27 ABC Cultural / l.S-9-2001 Cultural (Madrid) - 15/09/2001, Página 27

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