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José Antonio Morales Malagón
Cotidianidad no es lo mismo que primitividad
En el parágrafo §11 de Ser y tiempo, aunque breve, Heidegger posiciona la analítica
existenciaria del Dasein ante las disciplinas dedicadas al estudio óntico de éste: la
antropología y la etnología. La comprensión de la diferencia entre éstas últimas y la
primera permite aclarar en mayor grado la naturaleza de la tarea emprendida en pos de
plantear la pregunta por el sentido del ser: la analítica existenciaria, gracias a su “método”
fenomenológico, no presupone una concepción del Dasein al llevar a cabo su estudio y
análisis —es decir, no tiene una pre-concepción—; a diferencia de ella, tanto la
antropología como la etnología presuponen ya una unidad previa o primitiva de la
naturaleza del ser humano sobre y desde la cual fundan y deducen la ulterior unidad de la
concepción del mundo “propia” del mismo. “También la etnología presupone como hilo
conductor una analítica del “ser ahí” satisfactoriamente desarrollada.”1
Es por lo anterior que Heidegger afirma que “Cotidianidad no es lo mismo que
primitividad. La cotidianidad es un modo de ser del “ser ahí” también cuando y justo
cuando el “ser ahí” se mueve dentro de una cultura altamente desarrollada y diferenciada.
Por otra parte, tiene [también] el “ser ahí” primitivo sus posibilidades de ser no-cotidiano y
su específica cotidianidad.”2 Es decir, que la “unidad” del Dasein que puede ser develada
por medio de la analítica no tiene relación alguna con la diversidad óntica que le es propia.
No surge de ella ni representa una aportación a los estudios que la estudian. “Pero como las
ciencias no pueden ni deben aguardar al trabajo ontológico de la filosofía, el avance de la
investigación no tendrá lugar como un “progreso”, sino como una “reiteración” y una
depuración de lo descubierto ónticamente por la que quepa “ver a través”
ontológicamente.”3
De aquí se desprende otro posicionamiento por parte de Heidegger ante los estudios de
Cassirer acerca del Dasein mítico. Cassirer recupera, en palabras de Heidegger, “la
arquitectónica de la Kritik der reinen Vernunft, de Kant, y en general [el] contenido
1 Martin Heidegger, Ser y tiempo, trad. de José Gaos, FCE, México, 1971, p. 63.
2 Idem.
3 Idem.
sistemático de ésta”4 para llevar a cabo este análisis. La pregunta reside entonces en si esta
perspectiva, apoyada en Kant, basta para “ver a través” de sus fundamentos mismos o si,
por el contrario y como parece ser el caso con Heidegger, es “menester aquí un nuevo y
más radical punto de partida.”5
Dicho esto, cabe también resaltar que hay al menos un cruce entre la perspectiva de la
exégesis heideggeriana y la cassireriana que no sería aventurado interpretar como una
adopción o recuperación de esta última por la primera. Este cruce se refiere al riesgo, ante
la amplia diversidad de conocimientos etnológicos acerca de las diferentes culturas
existentes, de pretender encontrar en el ordenamiento y la comparación de ellas “el
desarrollo de la idea de un «concepto natural de mundo».”6 Pues:
En el fondo es semejante superabundancia de nociones la tentación que lleva a
desconocer el verdadero problema. El sincrético compararlo todo y tipizar no da
simplemente de suyo un genuino conocimiento de esencias. […] El genuino
principio del orden tiene su peculiar contenido material, que no se encuentra jamás
mediante la operación, sino que ya está dado por supuesto en ella.7
Por su parte, Cassirer lo plantea en estos términos:
Dentro de los límites de la reflexión crítica no podemos concluir la unidad de la
función a partir de la unidad pre-existente o presupuesta del substrato metafísico o
psicológico, ni tampoco fundar aquella en ésta sino que debemos partir puramente de
la función como tal. Si a pesar de todas las diferencias de factores particulares
encontramos en la función una “forma interna” relativamente constante, no podemos
inferir retrospectivamente la unidad sustancial del espíritu, sino que esta unidad es
constituida y designada a través de la función. En otras palabras, la unidad no aparece
como el fundamento sino solamente como otra expresión de esta misma determinación
de forma. Ésta, como determinación puramente inmanente, tiene que aprehenderse
4 Ibid., p. 64, nota al pie.
5 Idem.
6 Ibid. p. 64.
7 Idem.
también en su significado inmanente sin que tengamos que responder a la pregunta por
sus fundamentos, sean estos trascendentes o empíricos.8
Esta clara orientación del preguntar por la “esencia” de la cosa misma —prevenida tanto de
los presupuestos metafísicos como de los empírico-psicológicos y tan propia de la consigna
del método fenomenológico9—, este “preguntarse en sentido socrático por su pura
determinación esencial, su τί ἐστι”10
, esta “cuestión del ser, por encima de un mero adquirir
nociones acerca de los entes, el aguijón de toda investigación científica”11
; estos modos de
preguntar son las primeras directrices puestas para “dirigir por el camino recto la
comprensión de la tendencia de la siguiente exégesis y de su manera de plantear la
cuestión.”12
Son los primeros esbozos que traen luz sobre el posterior desarrollo de la
analítica del Dasein y sobre el modo en que el preguntar propio de esta exégesis será
llevado a cabo.
8 Ernst Cassirer, Filosofía de las formas simbólicas, Vol. 2, “El pensamiento mítico”, trad. de Armando
Morones, FCE, 1998, p. 31. 9 Martin Heidegger, op. cit. p. 45: ¡A las cosas mismas!
10 Ernst Cassirer, op. cit., loc. cit.
11 Martin Heidegger, op. cit., p. 65.
12 Ibid., p. 64.