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DOMINGO 26 DE MAYO DE 2002 NO. 43 Petición de lluvia, una tradición que persiste Guadalupe Martínez Donjuán Estos aguaceros y nublados de mayo, preludio de la época de lluvias, me re- movieron a la reflexión sobre una ce- remonia propiciatoria a la que hace más de quince años fui invitada. Va- rias veces me asaltó el deseo de escri- bir sobre este simbólico rito pero no lo hice, no sé si por respeto a quienes me invitaron advirtiéndome “no fotos” y prolongué esa advertencia hasta el silencio, o por temor a la crítica de los colegas al escribir temas anecdóticos no relacionados con la investigación que nos ocupa. Ahora ya casi curada en salud y sin pretender profanar la intimidad con la que se sigue realizando la ceremonia, he decidido empezar a escribir por- que desde la muerte de los grandes “huehuenches” (viejos), ha sufrido mu- chos cambios. Lo he decidido, porque la información de ésta y otras muchas ceremonias se ha ido perdiendo en los recuerdos, bien porque el tiempo se los ha ido tragando convirtiéndolos a ve- ces en cuentos o leyendas, o bien por- que el desarrollo y la modernidad del México actual los ha ido extirpando para que no opaquen su imagen. El suceso tuvo lugar en Guerrero, en una apartada región indígena de habla náhuatl, donde un estrecho valle se abre paso entre elevaciones montaño- sas y los ríos Mezcala y Amacuzac. Todo empezó en los últimos días de marzo, cuando protesté porque el viento impedía el avance de la explo- ración arqueológica que debíamos ter- minar, “no te enfades nana, el viento también tiene que hacer su trabajo”, dijo uno de los “principales” más vie- jos que frecuentaba visitarnos. ¿Su tra- bajo?.. Cualquier persona ajena a la forma de pensar de aquel anciano se hubiera preguntado ¿cual trabajo? No fui la excepción, entender la pro- fundidad de esas palabras es difícil, su cultura es diferente a pesar de que nos unan las mismas raíces; ellos, conservan parte de aquella filosofía ancestral que les fue heredada; a nosotros, se nos ha inculcado otra filosofía de la vida. Pero a veces la Antropología hace milagros, con la ayuda de más información pude comprender que el trabajo de los vien- tos era barrer los campos para quitar los restos de la cosecha anterior, ya trillada por el ganado; y recordarles un com- promiso ya centenario, en el que, can- Pasa a la página II

Petición de lluvia, una tradición que persiste

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Page 1: Petición de lluvia, una tradición que persiste

DOMINGO 26 DE MAYO DE 2002 NO. 43

Petición de lluvia, una tradición que persiste◆ Guadalupe Martínez Donjuán◆

Estos aguaceros y nublados de mayo,preludio de la época de lluvias, me re-movieron a la reflexión sobre una ce-remonia propiciatoria a la que hacemás de quince años fui invitada. Va-rias veces me asaltó el deseo de escri-bir sobre este simbólico rito pero nolo hice, no sé si por respeto a quienesme invitaron advirtiéndome “no fotos”y prolongué esa advertencia hasta elsilencio, o por temor a la crítica de loscolegas al escribir temas anecdóticosno relacionados con la investigaciónque nos ocupa.

Ahora ya casi curada en salud y sin

pretender profanar la intimidad con laque se sigue realizando la ceremonia,he decidido empezar a escribir por-que desde la muerte de los grandes“huehuenches” (viejos), ha sufrido mu-chos cambios. Lo he decidido, porquela información de ésta y otras muchasceremonias se ha ido perdiendo en losrecuerdos, bien porque el tiempo se losha ido tragando convirtiéndolos a ve-ces en cuentos o leyendas, o bien por-que el desarrollo y la modernidad delMéxico actual los ha ido extirpandopara que no opaquen su imagen.

El suceso tuvo lugar en Guerrero, en

una apartada región indígena de hablanáhuatl, donde un estrecho valle seabre paso entre elevaciones montaño-sas y los ríos Mezcala y Amacuzac.Todo empezó en los últimos días demarzo, cuando protesté porque elviento impedía el avance de la explo-ración arqueológica que debíamos ter-minar, “no te enfades nana, el vientotambién tiene que hacer su trabajo”,dijo uno de los “principales” más vie-jos que frecuentaba visitarnos. ¿Su tra-bajo?.. Cualquier persona ajena a laforma de pensar de aquel anciano sehubiera preguntado ¿cual trabajo?

No fui la excepción, entender la pro-fundidad de esas palabras es difícil, sucultura es diferente a pesar de que nosunan las mismas raíces; ellos, conservanparte de aquella filosofía ancestral queles fue heredada; a nosotros, se nos hainculcado otra filosofía de la vida. Peroa veces la Antropología hace milagros,con la ayuda de más información pudecomprender que el trabajo de los vien-tos era barrer los campos para quitar losrestos de la cosecha anterior, ya trilladapor el ganado; y recordarles un com-promiso ya centenario, en el que, can-

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NOTA

◆◆◆◆◆ El contenido delos artículos que sepublican es respon-

sabilidad de sus autores.

tos, rezos, flores, velas, música, comiday sangre, se mezclan en un rito anual: lapetición de la lluvia.

Los preparativos empezaron a prin-cipios de abril, en una reunión los “prin-cipales y comisariados”, decidieron eldía y el cerro para la ceremonia eseaño, porque los días y el lugar son“movibles” (entre el 24 de abril y el

tres de mayo, y el cerro podía ser elde Buenavista o el Tecuantepec). Enesa ocasión fue el último de abril en elTecuantepec. Se designó a los encar-gados de colectar maíz, chile y dineropara comprar guajolotes, pan, café,mezcal, velas, fruta, condimentos y te-las de colores; y a otros, para que pes-caran (en el río Mezcala el día de laceremonia). Con las telas confecciona-ron unas curiosas prendas (vestidos,pantalones y camisas) tan pequeñas queparecían estar destinadas a muñecos.

Finalmente, a las cuatro de la tardedel último día de abril, adultos, ancia-nos y niños de tres comunidades, ini-ciamos el ascenso al Tecuantepec, ce-rro que además de cerrar el valle porel sur, alberga, en su inicio, a la cons-trucción más importante de esta zonaarqueológica; a la que pareciera cus-todiar como un milenario y silenciosocentinela. Sobre la parte superior deeste cerro, se extiende una amplia te-rraza con varias construcciones pre-hispánicas ya muy deterioradas quesirven de escenario a esa ceremonia,

y en las que, la proliferación de ala-cranes resulta peligrosa.

Después de dos horas de ascensocargando todos los menesteres nece-sarios para cocinar, comer, beber, re-zar y ofrendar, no hubo descanso, nisiquiera para pensar en los alacranes.De inmediato se pusieron a quitar lamaleza y a limpiar el rústico altar im-provisado sobre una de las construc-ciones prehispánicas, en el que estabauna burda cruz de madera que ende-rezaron y colocaron otra a su lado. Lasadornaron con flores, le prendieron lasvelas y pusieron un sahumerio entreambas, y el olor del copal empezó aesparcirse en el aire. En la parte pos-terior de este altar, renovaron dos vie-jos horcones y el travesaño sobre elque, los “principales” fueron colgandouna a una todas las pequeñas prendaspara que flotaran con el aire y los “tla-loques” o los “angelitos”, a quienesestaban destinadas, las vieran y baja-ran del cielo o salieran de las cuevasdonde habitaban.

Mientras unos colocaron la cruz y loshorcones, otros juntaron leña y encen-dieron hogueras. Cuando todo quedólisto empezaron los rezos alternadoscon cantos, parte en náhuatl y parteen castilla (español) y tal era el fervorque no les preocupaban los alacranes,pero a mí me invadió el temor des-pués de que ojos expertos, descubrie-ron en dos ocasiones “colots” dondeestaba parada, porque no me atreví asentarme. Ya entrada la noche, se hizoun receso para tomar café con pan.

Así, entre rezos, cantos, descansosy tragos de mezcal llegamos a la me-dia noche. De pronto, hubo un pro-longado silencio y se empezaron a re-unir los niños, uno de los “principaleshuehuenches” puso un sahumerio enmanos de una niña y despuntó la pro-cesión, “limpiando el camino” se diri-gió al altar. Muy cerca la seguían dosniños, cada uno sujetaba un guajolotecon la cabeza recién cercenada regan-do la sangre en el camino, a los ladosy sobre las piedras que formaban elaltar. Atrás, otros niños sujetaban co-las de pescado recién cercenadas, yal mismo tiempo que las hacían vibrarlas movían verticalmente (de arribahacia abajo), y, junto a estos niños ibanotros estrujando buches secos de gua-jolotes (a manera de globos), los cua-les producían un extraño sonido.

La procesión duró un buen tiempo,los cantos y las plegarias subieron detono para irse apagando al terminar elrecorrido, la parte religiosa llegaba asu fin y daba inicio la parte pagana.Las mujeres empezaron su tarea culi-naria elaborando los tamales, a los quesiguieron el caldo de pescado, las tor-tillas y el mole con los guajolotes sa-crificados; mientras los hombres entreque las ayudaban y platicaban le die-ron fin al mezcal.

A las seis de la mañana, ya mediosatarantados y con un hambre espan-tosa por el prolongado ayuno, rezos,cantos y pláticas, se sirvió la comida,suculenta y picosísima, pero fue unmanjar para los espíritus terrenales.

Finalmente entre las nueve y las diezde la mañana empezó el descenso y elTecuantepec volvió otra vez a su anti-guo silencio nocturno, sólo interrum-pido ocasionalmente por el ulular delos búhos y tecolotes y, el aullido delos coyotes.

Varios días después, ya restablecidade la desvelada, de la comida y so-bretodo del mezcal, me quedaba unaindigestión de pensamientos e ideas detodo el simbolismo representado enese ritual. Una tarde llegó el “huehuen-che” que me había invitado, y auxilia-da por “traductor” al lado, le pedí queme explicara cada una de las partesde la ceremonia, y en verdad cómolamento no haber contado con un parde pilas nuevas para la grabadora, elintenso calor dejó inservibles las úni-cas que tenía.

El resumen de esa explicación fue quela ceremonia era “pedirle al dios la llu-via” aunque no supo definir qué dios oel nombre de éste; a cambio de ese fa-vor, le ofrendaban, rezos y cantos flo-res y “ceras” (velas) como en la igle-sia, por eso estaban las cruces. Pero“también ofrecían a la tierra la sangrede los “totoles”, que es como la vidaporque sin ella nadie vive”. En cuan-to a las colas de los pescados y losbuches de los “totoles”, su definiciónfue: “son como el rayo y el ruidocuando va a llover”, es decir, que elmovimiento y la vibración simbolizanel rápido centelleo del rayo, mientrasque el sonido de los buches, repre-sentan los truenos que anteceden a lalluvia. Y a mi pregunta por qué niños,respondió “porque son a los que oyeny hacen caso los angelitos, los tlalo-ques, porque también ellos son niños,por eso les llevamos vestidos chiqui-tos, ellos son los que ayudan a que cai-ga la lluvia”.

En esta ceremonia, mezcla del fer-vor religioso cristiano con el pagano,se entrelaza la ideología occidental yla que ha quedado, ya muy confusa ensu memoria histórica, de aquel lejanomundo prehispánico; memoria que conel tiempo se va diluyendo más y más.Baste decir que pasados cerca de vein-te años, al comparar la realización deeste ritual, queda muy claro que conlos “huehuenches” se fue ese resabiofilosófico que le daba fundamento,ahora, aunque conserva muchos delos elementos de antaño, se me anto-ja más mecánico.

Sin embargo, esas creencias han sidoparte medular en la supervivencia delos grupos indígenas y en Guerrero susmanifestaciones son diversas, ejemplode ellas son las ceremonias de Ozto-tempan, donde las ofrendas (guajolo-tes y chivos) se dejan caer a un pozo amanera de cenote, y en Zitlala se re-presenta con una feroz lucha de tigres(humanos), entre otras.

Segunda parate. La refresqueramexicana Pascual no puede con laCoca Cola, aunque esta transnacionalcomience en estos días a perder algu-nos juicios por sus prácticas monopó-licas. Esta empresa goza de la con-descendencia de las autoridades mu-nicipales o estatales. Cuernavaca noes la excepción, ferias y circunstanciasaparte, frecuentemente documentadaspor La Jornada Morelos. CarlosFuentes en Tiempo mexicano (1971)nos había prevenido sobre el curso delos cambios en México, recordándo-nos que los tiempos primordiales deQuetzalcòatl ya no podrán volver, peroque los de Pepsicóatl traen bajo suropaje seductor el riesgo de la aliena-ción. Carlos Fuentes pensando enPepsicòatl y nosotros en Cocacóatl,afirmó premonitoriamente que este será“el camino más fácil, pero no el másfeliz”, “carece hoy de metas verdade-ras en el orden de la justicia y, tam-bién, en el de la imaginación”, “somosel Bajo Chaparral de la producción yel consumo de la metrópoli yanqui”.Esta élite transnacional que ahora re-presenta el gobierno mexicano y ejer-ce dominio relativo sobre las princi-pales cadenas informativas, propagala ideología neoliberal. La retórica dis-

cursiva asume un discurso incluyente ydemagógico que los autores resumencon ironía: “nosotros, las grandes enti-dades colectivas somos capitalistascomo todos Ustedes de la clase profe-sional y compartimos sus intereses, vo-ten por nosotros”. En América Latinalos pequeños empresarios apoyan a lapolítica neoliberal de las élites que lesimponen impuestos fuertes mientras ellaspagan poco, apoyan al libre comercioy a la política económica de laissez-faireque los arruina. “Todos son capitalis-tas”—los economistas nacionalistas ymarxistas de las universidades federa-les repiten esta letanía ideológica y asíayudan a sus enemigos a engañarse a símismos y a sus víctimas.

México es un modelo de lo que pasaen las otras repúblicas de América La-tina, se quejan Hodges y Gandy, lascapas medias confusas son las basesocial principal de las élites expolia-doras. Los pequeños empresarios son“una clase-contra-sí”. Original plan-teamiento que revisa la particularidady diferencialidad del cuerpo empresa-rial bajo nuevos términos.

Este texto sobre la Revolución mexi-cana está lleno de calas deconstructi-vas del discurso corporativo transna-cional, las cuales suponen el ejercicio

de una crítica dura, la del desenmas-caramiento ideológico. También soca-va las ideologías de los historiadores:el marxismo clásico, el enfoque de “losgrandes hombres”, y la académica ten-dencia a ver la historia como un flujode eventos políticos inconexos. Poreso, la obra, en su heterodoxia y con-troversial lectura puede estimular undebate más sobre la interpretación deese gran enigma: el cierre mítico de laRevolución mexicana.

Bien organizado, escrito en un estiloclaro y con frecuencia brillante, es untexto clave para el lector interesado,pero también un buen auxiliar para laacademia, acaso para reiteradas ma-terias universitarias de Historia deMéxico Contemporáneo; Historia deAmérica Latina, Revoluciones del si-glo XX; ; y Política del Mundo en Víasde Desarrollo. Ojalá pronto tengamosuna edición mexicana accesible. Mien-tras tanto nos queda el consuelo desolicitarlo a la casa editorial: PraegerPublishers; Greenwood PublishingGroup, Inc.; 88 Post Road West, P.O.Box 5007; Westport, CT 06881-5007. Teléfono: 001203 226 3571Fax: 001-203-222-1502 correo elec-trónico para pedidos:

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Crisis o derrumbe del mito mexicanosobre la revolución

◆ Ricardo Melgar ◆

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Retablo de la Virgen de los Dolores, Temoac◆ Margarita Avilés y Macrina Fuentes ◆

El Yauhtli

“Cordón de San Francisco”

Nuestro patrimoniodesconocido

Este retablo –nicho lo podemosapreciar en el interior del templo deSanto Tomás mismo que está ubi-cado en la localidad de Popotlán,municipio de Temoac.

Entre las características este re-tablo barroco estípite se encuentrael que es un retablo nicho doradopara esculturas que cuenta con uncuerpo flanqueado por dos pilas-tras estípites y guardapolvos condecoraciones geométricas. En laúnica calle hay dos fanales: el infe-rior es de forma horizontal con elfondo policromado y no contienesu escultura original, que sería un

Teresita Loera y Anaite Monterforte

Nombre científico:Salvia leucantha Cav.

Familia: Lamiaceae

Planta cultivada en huertos familiarespara fines medicinales y ornamentales.En forma silvestre se encuentra en ma-torrales y en bosques de encino. So-lamente se reporta su uso medicinal enla región central de México.

También se le conoce como “algo-doncillo”, “cordoncillo”, “moco depavo”, “tochomixochitl”, “Moradoxo-chitl”, “salvia” o “salvia real”.

Planta herbácea, perenne, las hojaslanceoladas, rugosas, cubierta de pe-lillos en el reverso, de aspecto lanoso,las flores se encuentran en inflorescen-cias terminales, su cáliz morado y co-

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Cristo yacente, sino varias escultu-ras policromadas y una estofada querepresentan unas figuras de un naci-miento y a María Magdalena. Alre-dedor del fanal superior, hay orna-mentos ondulados en relieve, y ensu interior dos esculturas para vestiruna de ellas es la imagen de la virgende los Dolores. El remate tiene for-ma mixtilínea y descansan sobre vo-lutas; presentan un busto tallado y po-licromado con una paloma con res-plandor al centro, que representa aDios Padre. En la parte superior dela vitrina horizontal hay tres cabezasde santos talladas en madera.

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Salvia leucantha

rola blanca.

En México se emplea en problemasdigestivos, respiratorios y ginecológi-cos. En síndromes culturales se em-plea en “aire” y el “daño”. Frecuente-mente se vende en los puestos de plan-tas medicinales en mercados.

En Morelos se emplea cuando sepresenta dolor de estomago, cólicos,gases y para después del parto. Seaplica en limpias cuando se tiene “aire.

Lamentablemente esta planta nocuenta con estudios científicos quevaliden su uso tradicional.

Esta especie forma parte de la co-lección nacional de plantas medicina-les del jardín etnobotánico.

Teopanzolco...Viene de la página IV

trucción de Tenayuca: frecuentemen-te su temporalidad se atribuye a la pre-sencia tolteca. De esta manera, sola-mente los templos mayores de Teno-chtitlan y Tlatelolco pueden ser com-paradas con Teopanzolco, a mi pare-

cer, por ser recintos de uso religioso yno militar.

De todas maneras, no se debe pasarpor alto en este tipo de problemáticaque la parte más relevante de Teopan-zolco se localiza sobre una meseta quese levanta sobre Cuauhnáhuac, pese aque las plataformas habitacionales des-cienden por la ladera rumbo a la ciu-

dad. Existe una remota posibilidad quese podría considerar este sitio comoun tipo de puesto de vigía aunque esuna hipótesis que difícilmente se po-drá comprobar. Desde el punto de vistaarqueológico, los materiales que se hanencontrado en el lugar indican quehubo allí un asentamiento poblacionalque se dedicaba a las labores domes-ticas y artesanales. La gran cantidadde malacates que se han encontradoen el lugar nos hablan sobre la activi-dad de tejer. No se puede olvidar queel territorio de Morelos era el másgrande proveedor de algodón para losmercados de Tlateloco. Por el otrolado, en la casa habitacional que selocalizó por debajo de la Plataforma

15, se encontraron fogones donde seelaboraban los pigmentos. Por estarazón es difícil pensar que se pueda re-lacionar Teopanzolco con la monumen-tal fortaleza de Tenayuca o con el Cas-tillo de Teayo, sino más bien con la cons-trucción semejante del recinto sagradodel Templo Mayor de Tenochtitlan..

La investigación sobre la relación quehubo entre Teopanzolco y Cuauhná-huac sigue abierta. Se requiere másinformación para poder afirmar cual-quiera de las hipótesis planteadas eneste escrito. Con toda seguridad, lasfuturas excavaciones en Teopanzolco,así como nuevos datos que se podrántener de la antigua Cuauhnahuac, da-rán respuesta a estas incógnitas.

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Consejo Editorial: Barbara Konieczna, Ricardo Melgar, Lizandra Patricia Salazar y JesúsMonjarás-Ruiz, Miguel Morayta

Coordinación: Patricia Suárez Ortega

Formación: Sandra S. Acevedo Martínez

[email protected] Jalisco No 4, Las Palmas Tels/fax. 3-18 39 08 y 318 39 16

Teopanzolco y Cuauhnahuac◆ Barbara Konieczna ◆

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La pregunta que con frecuencia sur-ge al visitar la zona arqueológica deTeopanzolco es sobre qué relaciónhubo entre este sitio y la ciudad-es-tado de Cuauhnáhuac. Para poderdar respuesta a esta incógnita se ne-cesita profundizar más a fondo en lainvestigación de los datos arqueoló-gicos asi como apoyarse en la infor-mación etnohistórica disponible paraesta región. La hipótesis que se plan-tea al respecto de esta temática tie-ne tres vertientes: 1. Teopanzolcoera parte de la antigua Cuauhnáhuac2. Teopanzolco era un asentamientomás antiguo que Cuauhnahuac, delcual surge posteriormente la ciudadtlahuica 3. Teopanzolco era un asen-tamiento independiente coexistiendo,en algún momento de la historia conCuauhnahuac.

En ningún documento antiguo, ni enlas crónicas de siglo XVI se ha en-contrado alguna mención referente alsitio Teopanzolco. No sabemos si elnombre es el mismo con el que lospobladores prehispánicos conocían ellugar, o fue adjudicado posteriormen-te por los habitantes de la zona, comocon frecuencia sucede. El hecho deno haber alguna cita en ninguna fuen-te documental puede tener implicacio-nes que pueden conducir a ciertas ase-veraciones que se puntualizarán masadelante. Por lo que concierne a laubicación geográfica del sitio, en laépoca del posclásico esta zona al igualque Cuauhnáhuac se consideraban defiliación Tlahuica

A los investigadores del tema llamala atención el hecho de que Teopan-zolco, tomando en cuenta la magnitudde este asentamiento, no este mencio-nado en las fuentes escritas del sigloXVI, mientras se describen muchosotros lugares del territorio de More-los, entre ellos Yautepec, Oaxtepec,Yecapixtla, Cuauhnáhuac, etc. Se po-dría pensar que la monumental arqui-tectura del sitio debería despertar lacuriosidad de los cronistas y ser cita-do, aunque bajo otro nombre, en al-gún texto de la época. Hay que tomaren cuenta que muchos documentosoriginales antiguos se han perdido y la

región tlahuica es de las menos docu-mentadas de manera directa. La ma-yoría de las citas sobre lo que sucedíaen esta tierra se derivan de los docu-mentos que hablan sobre los mexicas.Por el otro lado, puede haber una in-terpretación distinta de la ausencia dela mención de Teopanzolco, aunquefuera bajo otro nombre. Una de estasideas puede coincidir con la hipótesissobre la temprana ocupación de Teo-panzolco y su virtual abandono en elperíodo Posclásico tardío, trasladán-dose todo el peso de la ocupación deTeopanzolco a Cuauhnáhuac. La otrahipótesis, que se deriva de la falta deinformación etnohistorica propia paraTeopanzolco contempla que el sitioformaba parte de la antigua Cuauhná-huac y por esta razón no se encuen-tran menciones especiales sobre el lu-gar, considerándolo parte de un soloasentamiento. Basándose en esta hi-pótesis, se consideraría a Teopanzol-co como un lugar de ocupación pos-clásica tardía, con antecedentes mastempranos que se remontan al Posclá-sico medio. Las dos hipótesis, al fin,

no se excluyen.Entre otros aspectos sobre esta in-

vestigación hay que tomar en consi-deración la cuestión topográfica detodo el área que incluya Teopanzolcoy la parte central de la antigua Cuauh-

náhuac. En la foto aérea,procedente del año 1996se puede observar laconfiguración del terrenoque ocupan los lugaresde nuestro interés. Si-guiendo las cotas de ni-vel se nota que es unapendiente leve y se pue-de observar que se tratade la misma formacióngeológica. Teopanzolcoestá localizado en unameseta elevada que demanera ondulante des-ciende hacia el área deGualupita, donde habíaun abastecimiento deagua y de allí continúadescendiendo la laderahasta el centro de

Cuauhnáhuac.Otra fuente deagua accesiblepara Teopan-zolco se en-contraba haciael Texcal. Porlo que con-cierne a la to-pografía delterreno, si sepuede consi-derar la posi-bilidad de queTeopanzolcoy Cuauhná-huac hayansido un solo asentamiento que ocu-paba un área fisiográfica común.

Otra línea de investigación del temadebe centrarse en determinar la mag-nitud del asentamiento de Cuauhná-huac en el período Posclásico tardío.No se tienen por el momento muchasevidencias arqueológicas que pudie-ran ayudar en esta tarea. Se cuentasolamente con los datos que proce-den de los rescates y denuncias que

se llevaron a cabo durante años den-tro de la ciudad de Cuernavaca, ya queel moderno asentamiento destruyó engran parte los antiguos vestigios. Lasúnicas evidencias de la ocupación pre-hispánica de Cuauhnáhuac puedenproceder solamente de los hallazgoscasuales de los rescates.

En el plano adjunto se marcaron al-gunos de los hallazgos arqueológicosdentro de la ciudad de Cuernavaca cuyatemporalidad corresponde al Posclási-co tardío. Se puede observar que loslugares están dispersos en un gran áreaalrededor del centro de Cuauhnahuac.

Este hecho permite suponer que ar-queológicamente hablando, hay un soloextenso asentamiento del Cuauhnahuacposclásico. De nueva cuenta, este he-cho permite plantear la hipótesis de queTeopanzolco formaba parte de esta granciudad prehispánica.

Otra fuente de reconstrucción deltamaño de la antigua Cuauhnahuacse puede basar en los documentosdel siglo XVI, donde se enumeran lamayoría de los barrios y estanciasde este asentamiento.

El peculiar carácter de la arquitectu-ra de Teopanzolco, sobre todo el dela construcción del Gran Basamento,llevó a la mayoría de los investigado-res a comparar este tipo de edificioscon otras construcciones aparente-mente semejantes, como lo son las deTenayuca en el Edo.de México, SantaCecilia, Edo. de México, Templo Ma-yor y Tlatelolco.

Se tendrían que estudiar mas a fon-do estas semejanzas aparentes. ElTemplo Mayor de Tlatelolco posible-mente si puede ser considerado de lamisma naturaleza arquitectónica y fun-cional que el del Tenochtitlan y porende, semejante al de Teopanzolco.Por lo que se refiere al monumentalbasamento de Tenayuca, Edo. deMéxico, debemos considerar que suorigen es mucho más temprano, rela-cionado con la migración Chichimecaen el Posclásico temprano y que pre-senta ocho etapas constructivas, lo quelo hace muy distinto en cuanto a la tem-poralidad de Teopanzolco. La cons-trucción de Santa Cecilia se asemejasolamente en su carácter monumental,tiene únicamente una escalinata de ac-ceso. Lo mismo se puede decir sobreel llamado Castillo de Teayo de Vera-cruz, que tiene el carácter de un edifi-cio fortaleza, mas semejante a la cons-

Tenayuca. Foto: Barbara Konieczna

Teopanzolco. Foto: Barbara Konieczna

Castillo de Tenayo. Foto: Barbara Konieczna