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PÁGINAS LOCALES DEL ÁREA SUDAMÉRICA NOROESTE Marzo de 2018 P1 MENSAJE DE ÁREA PÁGINAS LOCALES DEL ÁREA SUDAMÉRICA NOROESTE “… Yo el Señor lo amo a causa de la integridad de su corazón” (DyC 124:15 Por el Élder Enrique R. Falabella Primer Consejero, Presidencia de Área Sudamérica Noroeste Élder Enrique R. Falabella E l valor de la palabra, la honestidad e integridad parecen ser virtudes que se van extinguiendo a través del tiempo. En la época de El Libro de Mormón la palabra tenía un valor aún superior a la vida. En el capítulo 44 del Libro de Alma se relata la conversación entre Moroni quien lideraba los ejércitos nefitas y Zerahemna el caudillo lamanita: Los ejércitos nefitas habían cercado a los lamanitas y estaban a punto de destruirlos. Moroni detuvo la batalla y dijo a Zerahemna: “… os mando que nos entreguéis vuestras armas de guerra, y no derramaremos vuestra sangre, … si os vais por vuestro camino y no volvéis más a guerrear contra nosotros” Zerahmena contestó: “… He aquí nuestras armas de guerra; te las entregaremos, mas no nos permitiremos haceros un juramento que sabemos que quebrantaremos, … de otro modo, retendremos nuestras espadas, y venceremos o moriremos.” “… Moroni le devolvió la espada y las armas de guerra que había recibido, diciendo: He aquí, termina- remos la lucha… Porque no puedo retractarme de las palabras que he hablado”. ¡Qué gran valor tenía la palabra de Moroni y Zerahemna! ¡Que fácil hubiera sido para Zerahemna decir “te prometo que no volveremos a la guerra” aunque después regresara con un ejercito más grande! O para Moroni decirle que se fuera y evitar así más destrucción Integridad para con Dios Al bautizarnos, al entrar al templo, al tomar la santa cena hacemos pro- mesas a Dios. Bien haríamos en repa- sar esos convenios y analizar si somos fieles a ellos. El Señor dijo: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa.” Al fijar la atención en la frase mi casa, me hace pensar que los diez- mos no son míos, son de el Señor, son para Su casa. Refiriéndose al día de reposo el Señor dice que es “Mi día santo” (Isaías 58:13). ¿Qué querrá el Señor que yo haga en Su día? Hace tiempo escuché la historia de un soldado miembro de la Iglesia que entabló amistad con una niña. Él le habló sobre el evangelio y la niña estaba muy entusiasmada. Un día lo invitó a visitar a su abuelo. El aceptó y al llegar a casa el abuelo lo trató con mucha cordialidad. En medio de la conversación le dijo que él tenía la costumbre de hacer un brindis con aquellos a quienes admiraba. Sacó una copa muy pequeña y la llenó de vino. El soldado la tomó y titubeó, pensó que esa pequeña cantidad de vino no le haría daño y finalmente la tomó. De pronto la niña salió de entre las cortinas y el abuelo le dijo: “Te lo dije, nadie es tan fiel a sus convenios”.

PÁGINAS LOCALES DEL ÁREA SUDAMÉRICA NOROESTE · 2018-03-13 · PÁGINAS LOCALES DEL ÁREA SUDAMÉRICA NOROESTE Marzo de 2018 P3 En las décadas de los ochenta y noventa era frecuente

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PÁGINAS LOCALES DEL ÁREA SUDAMÉRICA NOROESTE

“… Yo el Señor lo amo a causa de la integridad de su corazón” (DyC 124:15Por el Élder Enrique R. FalabellaPrimer Consejero, Presidencia de Área Sudamérica Noroeste

Élder Enrique R. Falabella

El valor de la palabra, la honestidad e integridad parecen ser virtudes

que se van extinguiendo a través del tiempo.

En la época de El Libro de Mormón la palabra tenía un valor aún superior a la vida.

En el capítulo 44 del Libro de Alma se relata la conversación entre Moroni quien lideraba los ejércitos nefitas y Zerahemna el caudillo lamanita:

Los ejércitos nefitas habían cercado a los lamanitas y estaban a punto de destruirlos. Moroni detuvo la batalla y dijo a Zerahemna: “… os mando que nos entreguéis vuestras armas de guerra, y no derramaremos vuestra sangre, … si os vais por vuestro camino y no volvéis más a guerrear contra nosotros” Zerahmena contestó: “… He aquí nuestras armas de guerra; te las entregaremos, mas no nos permitiremos haceros un juramento que sabemos que quebrantaremos, … de otro modo, retendremos nuestras espadas, y venceremos o moriremos.”

“… Moroni le devolvió la espada y las armas de guerra que había recibido, diciendo: He aquí, termina-remos la lucha… Porque no puedo retractarme de las palabras que he hablado”.

¡Qué gran valor tenía la palabra de Moroni y Zerahemna! ¡Que fácil hubiera sido para Zerahemna decir “te prometo que no volveremos a la

guerra” aunque después regresara con un ejercito más grande! O para Moroni decirle que se fuera y evitar así más destrucción

Integridad para con DiosAl bautizarnos, al entrar al templo,

al tomar la santa cena hacemos pro-mesas a Dios. Bien haríamos en repa-sar esos convenios y analizar si somos fieles a ellos.

El Señor dijo: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa.”

Al fijar la atención en la frase mi casa, me hace pensar que los diez-mos no son míos, son de el Señor, son para Su casa.

Refiriéndose al día de reposo el Señor dice que es “Mi día santo”

(Isaías 58:13). ¿Qué querrá el Señor que yo haga en Su día?

Hace tiempo escuché la historia de un soldado miembro de la Iglesia que entabló amistad con una niña. Él le habló sobre el evangelio y la niña estaba muy entusiasmada. Un día lo invitó a visitar a su abuelo. El aceptó y al llegar a casa el abuelo lo trató con mucha cordialidad. En medio de la conversación le dijo que él tenía la costumbre de hacer un brindis con aquellos a quienes admiraba. Sacó una copa muy pequeña y la llenó de vino. El soldado la tomó y titubeó, pensó que esa pequeña cantidad de vino no le haría daño y finalmente la tomó. De pronto la niña salió de entre las cortinas y el abuelo le dijo: “Te lo dije, nadie es tan fiel a sus convenios”.

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Presidencia de Área:Élder Carlos A. Godoy, Presidente

Élder Enrique R. Falabella, Primer Consejero

Élder Hugo Montoya, Segundo Consejero

Invitamos a aquellos interesados a enviarnos sus artículos sobre su lectura del Libro de Mormón y sobre sus experiencias con “la obra de salvación”.

Editora: Lucy Torres y Rodolfo Barbosa

Responsable de Edición: Paulo Sánchez

Envíenos noticias o eventos a [email protected] fotos, favor de enviarlas en archivo “jpg” de buena resolución y tamaño.

Integridad para con nuestros conyugues

Nos debemos fidelidad el uno al otro. Hace mucho tiempo uno de mis líderes me hizo una pregunta sobre esto: ¿Le es usted mentalmente fiel a su esposa? Tiene que ver no solamente con el Hacer sino con el Ser (Mateo 5:28; DyC 42:23).

Integridad para con nuestros empleadores:

Somos pagados para un trabajo determinado, para dedicar cierto tiempo del día a las responsabilida-des que se nos delegan. ¿Usamos el tiempo de trabajo para asuntos perso-nales? ¿Cuidamos de los bienes de la empresa con honestidad? ¿Criticamos o esparcimos rumores hacia aquellos que nos dieron empleo?

Integridad en nuestros estudios:¿Soy totalmente íntegro en mis

exámenes y tareas? El copiar en los exámenes se ve hoy en día como algo común y algunos lo ven hasta nece-sario. Pero al hacerlo corremos dos grandes riesgos:

1. Defraudamos a nuestro Dios, a la institución que nos educa, a noso-tros mismos y a nuestro prójimo

2. ¿Le gustaría a usted ser tratado por un médico que pasó sus exámenes copiando? ¿Qué tal sería encargar la construcción de mi casa a un inge-niero que aprobó sus cursos ha-ciendo trampa? Si usted tuviera que revelar su comportamiento durante sus estudios y exámenes a los que quieren contratarlo ¿le ayudaría a obtener el empleo o a perderlo?

Integridad para conmigo mismo:Aunque nadie estuviera viéndome,

yo no puedo esconderme de mi mismo. ¿Está en paz con mi cora-zón a causa de mi integridad? ¿Si he adquirido deudas, cumplo con mis pagos fielmente?

El Señor recompensará grande-mente a aquellos que tienen un corazón íntegro. Por ello al referirse a Hyrum, el Señor dijo: porque yo, el Señor, lo amo a causa de la integridad de su corazón (DyC 124:15). ◼

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En las décadas de los ochenta y noventa era frecuente encontrar en las carreteras del norte del Perú decenas de automóviles y buses

repletos de santos de los últimos días provenientes de Colombia, Ecuador y Venezuela, con destino a la ciudad de Lima, Perú para asistir al templo, siendo este el más cercano en esa época. Al igual que los santos en los albores de la restauración, estaban deseosos de obedecer el llamado del profeta de recibir sus ordenanzas personales y la de sus antepasados.

Algunos transitaban en automóviles o buses de excursionistas, otros hacían el trayecto en forma indivi-dual o familiar utilizando también los medios de transporte terrestre públicos de cada país por el que cruza-ban. Estas personas procedentes de esos países realizaron este sacrificado recorrido en más de una ocasión.

En uno de esos viajes, a principios de 1991, ocurrió un contratiempo de regreso a Colombia, obligán-donos, entrada la tarde, a detenernos en la ciudad de Chimbote, en la costa pacífica peruana, a unos 430 kilómetros al norte de Lima. El hermano Gonzales, a quien conocíamos, era el presidente de la Estaca Chimbote y nos había atendido amablemente en nuestro paso hacia Lima, fue de gran ayuda para solucio-nar el impase.

Esta escala fue providencial, pues se nos informó de una epidemia de cólera que ya había afectado varias víctimas. El presidente Gonzales nos advirtió acerca de las medidas que debíamos tomar para evitar el contagio con estas palabras: “No se detengan a comprar alimentos o agua en el camino hasta que hayan salido del Perú”. Antes de partir nos brindaron ricos alimentos, también se nos proveyó de agua estéril y otras provisiones a los más de 40 miembros para que evitáramos adquirirlos en el camino.

A los niños pequeños los bañaron, les dieron de comer, además los consolaban y los besaban; les esterili-zaron y prepararon biberones para el viaje. Entre las personas que prestaban servicio estaban la presidenta de la Sociedad de Socorro de la estaca, la hija, el yerno del presidente Gonzales y otros hermanos de la ciudad. Antes de partir tomamos algunas fotos y emprendimos nuestro viaje de regreso a Colombia el cual demoraba cerca de tres días.

Veinte años después de este hecho, nuestro tercer hijo, Enós Daniel Pastrana, fue llamado a servir como misio-nero de tiempo completo a la Misión Perú Lima Central. Tres meses después, esta misión se dividió, y él continuó su servicio misional en la recién creada Misión Perú–Cusco, presidida por el presidente Wilson Calderón. Tiempo después, élder Enós Pastrana fue llamado como asistente del presidente Calderón.

En una de sus conversaciones, el élder Pastrana le narró a su presidente de misión la historia de su viaje al Templo de Lima cuando era un niño de brazos, tal como lo relataron sus padres, resaltando la fe y el sacrificio de los primeros miembros de la Iglesia en Colombia. Su presidente de misión retomando las palabras de su asis-tente, recordó una reunión parecida hace 20 años atrás en Chimbote, el misionero indicó que había una foto

de ese acontecimiento en su casa.Al término de su misión, Enós envió la foto a su presidente de misión, quien con asombro dijo: ¡No lo puedo creer!, ¡No lo puedo creer! ¡Ese soy yo! Evidentemente, era el presidente Calderón quien soste-

nía a Enós en sus brazos para calmarlo, y también, 20 años después, fue un gran apoyo para nuestro hijo en la misión pues veló como un padre durante el tiempo que sirvió como misionero.

Nosotros sabemos, al igual que todos los que viajábamos en esa oportunidad, que fue pro-videncialmente la mano de Dios la que nos guio de regreso a Chimbote para librarnos de esa enfermedad y que no hay casualidad, ya que el Señor prepara el camino y guía a sus hijos para que puedan efectuar su Obra. ◼Eduardo y Elsi Pastrana, Estaca Medellín, Colombia, Belén

¿ S A B Í A S Q U É … ?

Élder Pastrana y Presidente Wilson Calderón

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P Á G I N A S L O C A L E S

Campamento de las Mujeres Jóvenes de la Estaca MaturínPor Glenny Álvarez de TorresPresidenta de las Mujeres Jóvenes de la estaca Maturín, Venezuela.

Cada año llevamos a cabo el campa-mento de las Mujeres Jóvenes de la

Estaca Maturín, Venezuela. Jamás se ha nos ha requerido un fe tan firme y una confianza inquebrantable en nuestro Padre Celestial como en estos últimos años, al momento de planificar, seleccionar el lugar, buscar presu-puesto tanto de los alimento como del transporte, escoger los menús,

hacer las compras, debido a la crisis que atraviesa nuestra amado país. Sin embargo, las presidentas de las muje-res jóvenes de los ocho barrios que componen nuestra estaca, así como las especialistas de campamento traba-jan con devoción, amor y fe y hemos visto los frutos de ese trabajo. Somos testigos de milagros que ocurren en nuestros campamentos.

Esta vez no ha sido la excepción. El 19 y 20 de mayo 2017 se realizó el campamento en la finca El acantilado, que está ubicada afuera de nuestra ciudad, cerca de un pueblo llamado Quebrada Seca. La dueña, Carmen Vargas, es una viuda muy servicial, ella y su hijo Domingo Rodríguez nos recibieron con mucho cariño, prestándonos sus instalaciones total-mente gratis.

Asistieron 61 mujeres jóvenes y 42 líderes. Trabajamos con el lema de este año: “Si alguno de voso-tros tiene falta de sabiduría, pídala

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a Dios…” (Santiago 1:5–6). Como líderes oramos y ayunamos para buscar esa sabiduría de Dios tanto para realizar el campamento como para saber administrar los recursos. El Padre Celestial nos bendijo en todo momento, pudimos conseguir los alimentos, a pesar de los grandes desafíos y no solo eso sino que Él los multiplicó, se pudo tener de manera abundante; pudimos estar seguras, llegar y regresar bien del campamento. El Padre Celestial nos bendijo con un buen tiempo.

Muchas jóvenes, madres y líderes oraron para que no lloviera. Los días antes y después del campamento llovió, pero los dos días en el cam-pamento, a pesar que se colocaron nubes oscuras, no llovió. La caminata fue una bonita experiencia para las líderes y jóvenes que participaron, fue divertida y también en las actividades realizadas, las jóvenes compartieron con jóvenes de diferentes barrios, se reforzaron principios y se disfrutó de hermosos paisajes de la naturaleza, como ríos, montañas, árboles, aire puro y el canto de los pájaros.

De todas las jóvenes que participa-ron en el circuito práctico para evaluar los niveles de campamento, 47 apro-baron y fueron certificadas y algunas aprobaron varios niveles.

Las jóvenes y sus líderes sintieron el Espíritu Santo durante la charla fogo-nera. Las jóvenes hablaron de las cosas que aprendieron de los líderes de la presidencia de estaca, y al compartir sus testimonios.

La mayoría de las jóvenes tuvieron la oportunidad de tener momentos apacibles, donde pudieron leer,

meditar las escrituras que le correspon-día a cada nivel.

Las jóvenes líderes campistas cer-tificadas demostraron gran respon-sabilidad, obediencia y humildad en las tareas asignadas durante el campamento.

Las jóvenes demostraron atributos de liderazgo, se enseñaron unas a otras y desarrollaron sus talentos, durante las dramatizaciones.

Fuimos bendecidas por todos los líderes del sacerdocio que nos acompañaron. Nos sentimos seguras y protegidas.

Ha sido una gran bendición traba-jar en el reino de nuestro Señor en la organización de las Mujeres Jóvenes en este tiempo, ser testigos de estos milagros, y saber que pese a los gran-des desafíos, Dios está con nosotros y nos demuestra su amor. ◼

Consuelo por medio de las Revistas LiahonaPor Eduardo ArroyoSucre, Colombia

En los pabellones del Hospital de Corozal, se entregaron revistas

Liahona, a los pacientes y familia-res de estos, para que leyeran los mensajes inspirados de los profetas y autoridades generales de la Iglesia. También para que centraran sus recuerdos en el Salvador, el cual obrará milagros en ellos y sanarán

cualquier dolencia y enfermedad según la diligencia y fe.

En el transcurso, encontramos miembros de la Iglesia menos activos, quienes nunca imaginaron recibir tan especial regalo. Muchos encontraron en la revista un medio particular de emoción, ya que se sintieron amados y animados a pensar en el Salvador. ◼

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Porque Tuve HambrePor Gingerly TorresBarrio Las Brisas, Estaca Maturín, Venezuela

Hace unos días, me levanté muy temprano para realizar unos

trámites personales y, a las 8:00 de la mañana, tenía mi entrevista de ajuste de diezmos.

Al prepararme para ello, decidí llevarme 2 galletas sodas y una mer-melada. Mientras esperaba ser aten-dida vi que eran las 7:20 am y decidí marcar la espera e ir a mi entrevista. Tenía buen tiempo para llegar puntual, pero mientras caminaba vi dos ancia-nos, sentados en un escalón, pidiendo dinero. Les di unas monedas y avancé unos pasos, pero percibí una voz en mi mente que decía: “dales tus galletas”. Solo pensé que llegaría un poco tarde a la entrevista, y no tenía más dinero para comprar algo y comer, pero aun así, decidí sentarme con ellos y com-partir mis alimentos.

También llevaba un poco de agua que ellos bebieron. Me sentí tan feliz al verlos comer con tanta emoción mientras la abuela me decía: “gracias hija, me hacía falta”. Les dije que solo agradezcan a Dios pues Él siempre se acuerda de nosotros. Les di una sonrisa y al alzar la mirada, vi que varias per-sonas traían jugo, panes y empanadas para los ancianos. Empecé a llorar y a sonreír de la emoción

al ver que ellos hacían eso. Una de las personas secó mis lágrimas y me preguntó: ¿por qué lloras? Le expresé del amor del Salvador que yo sentía en este momento, ya que pensaba que por los momentos duros que está pasando el país el corazón de muchos se había enfriado.

Después de mi entrevista, recordé que una noche antes en mis oraciones le pedí a Dios que sea un instrumento en sus manos, y no ser solo un bloque de quejas o desdichas.

Doy testimonio que Él responde nuestras oraciones, que sí se acuerda de nosotros y que no estamos solos. Como dijo el élder Godoy, aquí está ocurriendo milagros. Este fue el mío, y lo atesoro en mi corazón y testi-fico que Dios vive, y que su Hijo nos enseñó cómo vivir, y a ellos les agra-dezco su infinito amor. ◼

S I T I O S D E L Á R E A

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