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1 ISBN 987- 9225 - 01 – 5 Maestría en Gestión de Proyectos Educativos Planeamiento Estratégico Año 2011 Módulo 1 Módulo 1: Planificación, prospectiva y gestión de proyectos educativos Jorge E. Grau ¿Por qué pensar en el futuro? Porque ahí pasaremos el resto de nuestros días Son suficientes algunos meses de condiciones socio-económicas adversas para variar por completo el estado de ánimo de una persona, de una comunidad educativa, de una ciudad y de un país. Esto, demostrado hace algunos años, podría explicar por qué en la Argentina vivimos la sensación de no poder pensar ni planificar proyectos más allá del día a día (incluso con algunos meses de condiciones socio-económicas favorables). Es muy importante tomar conciencia de este clima psicológico –que es recurrente en nuestro país– porque, más allá de “ponernos mal” ante lo impredecible, tenemos la borrosa percepción de no poder regular nuestra propia vida. Por otro lado, los cambios bruscos en las condiciones socio-económicas y en las políticas de la Argentina –y del planeta–, hacen necesario que los directivos de las instituciones educativas desarrollen competencias de gestión que les permitan realizar su misión en un contexto no siempre favorable para su desempeño. Aún así, uno de los desafíos más apasionantes que nos plantea el futuro es el preguntarnos cómo serán situaciones y circunstancias que no conocemos, y cómo nos comportaremos frente a ellas. ¿Cuál es el sentido de la planificación respecto de un futuro que no conocemos? ¿La gestión de proyectos educativos puede “girar”, o debe, en torno al futuro? ¿La gestión de proyectos educativos mejora percibiendo el futuro? ¿Qué educación queremos, o necesitamos, para qué contexto, en qué futuro? ¿Cuál es el sentido de hacer prospectiva en educación? ¿Estamos preparados para percibir los problemas que nos presentará el futuro? ¿Sirve este conocimiento para “entender” el futuro? Entendemos que la Planificación y la Prospectiva son las herramientas de gestión apropiadas para estas situaciones porque tienen en cuenta no sólo los cambios actuales sino también los posibles y probables, tanto en la institución como el contexto en el sentido más amplio, político, organizativo, económico, cultural y tecnológico. Saber lo que sucederá en el futuro es –y será– una de las grandes aspiraciones de la especie humana. Sin embargo, nuestra intención no es conocer el futuro. Nuestra intención es pensar –intentar– cómo actos realizados en el presente podrán influir en los acontecimientos que ocurrirán en el futuro. La idea es comenzar a percibir con claridad las diferencias que hay entre diagnóstico, planificación tradicional, planificación estratégica y planificación prospectiva, en una secuencia que nos permita avanzar: 1) del diagnóstico a la planificación estratégica, y 2) de la planificación estratégica a la planificación prospectiva.

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1 ISBN 987- 9225 - 01 – 5

Maestría en Gestión de Proyectos EducativosPlaneamiento Estratégico

Año 2011 Módulo 1

Módulo 1:

Planificación, prospectiva y gestión de proyectos educativos

Jorge E. Grau

¿Por qué pensar en el futuro? Porque ahí pasaremos el resto de nuestros días

Son suficientes algunos meses de condiciones socio-económicas adversas para

variar por completo el estado de ánimo de una persona, de una comunidad educativa, de una ciudad y de un país. Esto, demostrado hace algunos años, podría explicar por qué en la Argentina vivimos la sensación de no poder pensar ni planificar proyectos más allá del día a día (incluso con algunos meses de condiciones socio-económicas favorables). Es muy importante tomar conciencia de este clima psicológico –que es recurrente en nuestro país– porque, más allá de “ponernos mal” ante lo impredecible, tenemos la borrosa percepción de no poder regular nuestra propia vida.

Por otro lado, los cambios bruscos en las condiciones socio-económicas y en las políticas de la Argentina –y del planeta–, hacen necesario que los directivos de las instituciones educativas desarrollen competencias de gestión que les permitan realizar su misión en un contexto no siempre favorable para su desempeño.

Aún así, uno de los desafíos más apasionantes que nos plantea el futuro es el preguntarnos cómo serán situaciones y circunstancias que no conocemos, y cómo nos comportaremos frente a ellas.

¿Cuál es el sentido de la planificación respecto de un futuro que no conocemos?

¿La gestión de proyectos educativos puede “girar”, o debe, en torno al futuro?

¿La gestión de proyectos educativos mejora percibiendo el futuro?

¿Qué educación queremos, o necesitamos, para qué contexto, en qué futuro?

¿Cuál es el sentido de hacer prospectiva en educación?

¿Estamos preparados para percibir los problemas que nos presentará el futuro?

¿Sirve este conocimiento para “entender” el futuro?

Entendemos que la Planificación y la Prospectiva son las herramientas de gestión apropiadas para estas situaciones porque tienen en cuenta no sólo los cambios actuales sino también los posibles y probables, tanto en la institución como el contexto en el sentido más amplio, político, organizativo, económico, cultural y tecnológico.

Saber lo que sucederá en el futuro es –y será– una de las grandes aspiraciones de la especie humana. Sin embargo, nuestra intención no es conocer el futuro. Nuestra intención es pensar –intentar– cómo actos realizados en el presente podrán influir en los acontecimientos que ocurrirán en el futuro.

La idea es comenzar a percibir con claridad las diferencias que hay entre diagnóstico, planificación tradicional, planificación estratégica y planificación prospectiva, en una secuencia que nos permita avanzar:

1) del diagnóstico a la planificación estratégica, y

2) de la planificación estratégica a la planificación prospectiva.

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Año 2011 Módulo 1

El objeto de este Módulo es introducirnos en ese ámbito y conocer la serie de conceptos y de técnicas de análisis que pueden ayudarnos a preparar propuestas de planificación y prospectiva para la institución educativa en la que estamos trabajando.

Índice temático 1. Introducción 1.1. Posibles enfoques

1.2. Planificación 1.3. Prospectiva 1.4. Otros enfoques

2. Planificación 2.1. Retrospectiva 2.2. Lo que vendrá... en serio 2.3. Cómo es el presente

3. Explorando el futuro

1.1. Representaciones e interpretaciones

1.1. Algunas hipótesis Prognosis 3.1. Proferencias 3.2. Extrapolación de tendencias 3.3. Variaciones canónicas 3.4. Guiones de futurición 3.5. Algunas reflexiones

4. Prospectiva 4.1. Enfoque prospectivo 4.2. Ejercicios prospectivos

4.2.1. Prospectiva “retrospectiva" 4.2.2. Prospectiva

5. Síntesis integradora 6. Bibliografía

Expectativas de logro Identificar el campo de la planificación, percibir sus alcances y sus

posibilidades, sus diferencias con el diagnóstico y su vinculación con la planificación estratégica.

Percibir las posibilidades que surgen de la planificación y profundizar los aspectos conceptuales vinculados a la planificación estratégica.

Identificar el campo de la prospectiva, percibir sus alcances y sus posibilidades, sus diferencias con el diagnóstico y la planificación tradicional y su vinculación con la planificación estratégica.

Percibir las posibilidades que surgen de la planificación prospectiva y profundizar los aspectos conceptuales vinculados a la planificación prospectiva, de acuerdo con el tipo de institución educativa.

Es conveniente acceder al Glosario General, que está en el Sitio Web del Curso.

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Año 2011 Módulo 1

1. Introducción Todos hablamos de lo mismo,

pero todavía no nos hemos puesto de acuerdo sobre qué estamos hablando.

L. Robbins

La planificación es la actividad humana que utiliza el pensamiento como precursor de la acción dirigida hacia la obtención de metas. Nació con la humanidad y ha sido un factor inseparable en las acciones que el hombre ha emprendido, tanto como individuo como grupalmente. Estuvo presente en las primeras cacerías, cuya intencionalidad era conseguir alimentos, y ha sido herramienta indispensable en la lucha entre grupos sociales por la conquista de bienes y territorio.

Para estos análisis y estudios de planificación y percepción del futuro distintos autores proponen diversas formas y modalidades. Por ejemplo, E. Bas (1999) sugiere siete formas de predecir: clarividencia, visión, profecía, anticipación, futurismo, prospectiva y futurología. Ahora bien, cuando nos referimos a la Prospectiva surge una mirada indulgente y la pregunta educada es:

¿Hablamos de profecías, ciencia-ficción, utopías, o de expresiones de deseo?

En épocas difíciles afloraban las profecías. Así ocurrió en el Renacimiento, en la Revolución Francesa y entre las dos guerras mundiales, cuando adivinadores, profetas y brujas auguraban un futuro negro, cruel, despótico, miserable, perverso que –salvo por algunos detalles– se parece bastante al mundo que estamos viviendo.

Una profecía, según el Diccionario de la Real Academia Española (1992), es “un don sobrenatural que consiste en conocer por inspiración divina las cosas distantes o futuras”, es decir, una predicción que se realiza en virtud de un atributo que está más allá de la naturaleza.

Respecto de la ciencia-ficción (del latín ficto: suposición, hipótesis), sus orígenes pueden ser rastreados a lo largo de toda la historia de la literatura. En general se pueden encontrar elementos de ella en las obras satíricas –La historia verdadera, de Luciano de Samosata o El viaje a la Luna, de Cyrano de Bergerac–. Con la llegada del Siglo XIX y la revolución industrial aparecen dos grandes precursores: Julio Verne (1828-1905) y M. G. Wells (1866-1946), sin olvidar a Edgar Allan Poe (1809-1849).

En el Siglo XX aparecen I. Asimov, A. Clarke, o R. Bradbury, que nos llevan por la idea coherente de que todo lo que sucede podría ser posible, en un futuro lejano, en una tierra paralela, en otra galaxia, o en otra dimensión de la mente. Es el autor de ciencia-ficción quien nos persuade de que en su relato todo lo que ocurre tiene alguna explicación racional: Las historias de ciencia-ficción son viajes extraordinarios a cualquiera de los futuros concebibles (I. Asimov, 1951).

Para el caso de las utopías (del griego u-topos: “lugar que no existe”), en 1516 Tomás Moro bautizó Utopía a una isla ficcional con forma de medialuna, sin propiedad privada y con abundantes recursos donde los males de la sociedad no tenían lugar y su nombre sirvió para designar sueños y deseos que surgirían de allí en más. Además de esta “Utopía”, hay otros ensayos como “La ciudad del Sol” de T. Campanella (1602), “La Nueva Atlántida” de Francis Bacon (1627), “Un mundo feliz” de A. Huxley (1932), “Walden Dos”, de B. F. Skinner (1948) y “1984” de G. Orwell (1948).

Una utopía es una abstracción, sin lugar ni tiempo determinado, donde los

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Año 2011 Módulo 1

problemas diagnosticados se resuelven. Puede ser, por ejemplo, una utopía social que se define con ciertos requisitos mínimos: una sociedad ideal que, consciente de sí misma, orienta su transformación hacia el pleno desarrollo personal y grupal, mediante la participación organizada de sus miembros, en un proceso con acceso equitativo al bienestar y compatible con el medio ambiente. En el análisis y discusión respecto a qué es una utopía –ya volveremos sobre el tema– se han gastado toneladas de papel y dan lugar a un curso paralelo de extensión similar a éste.

Otra cosa es la futurología, donde se hacen extrapolaciones de tendencias actuales como si se tratara de leyes inexorables que las personas no pueden torcer. Además, da por sentado que todo lo que es técnicamente posible terminará por hacerse, como si no hubiese limitaciones de recursos ni prioridades: en este cuarto de siglo, los futurólogos no han acertado a predecir ninguna de las principales crisis económicas y políticas de los últimos años.

Desde luego, entendemos que se pueden hacer predicciones en tecnología y en economía. Todas las grandes empresas y consultoras las hacen. Pero no es razonable ni serio hacer pronósticos y predicciones tan sesgadas y poco fundamentadas como las que se suelen ofrecer. 1.1. Posibles enfoques

Habitualmente se utilizan cinco grandes enfoques (J. Atala Riffo, 2001): 1) la predicción, 2) la previsión, 3) la proyección, 4) el pronóstico, y 5) la prospectiva.

1) Predicción: Debe basarse en teorías y enunciados no sujetos a controversias y utiliza tanto la lógica como el sentido común. Dado que se posee una hipótesis y los datos de las condiciones iniciales, se podrán explicar las razones o causas del comportamiento de un determinado evento: si se predice algo, se puede decir por qué. Como veremos, existen tres sistemas de predicción: mágicos, intuitivos y racionales.

2) Previsión: Da una idea de los probables sucesos a los cuales será necesario adaptarse, conduciendo a decisiones inmediatamente ejecutables. La previsión es un intento por resolver ese futuro probable, e inicia acciones en el presente para cubrir, anticipadamente, los problemas que pudieran surgir en el futuro inmediato.

3) Proyección: Toma datos y eventos del pasado y del presente llevándolos –a través de diversos métodos cuantitativos, matemáticos y estadísticos– hacia el futuro. Parte de la hipótesis de continuidad de las tendencias y ofrece una imagen del futuro asumiendo la continuación del patrón histórico de las tendencias actuales y pasadas.

En las predicciones se podrían explicar las causas de un determinado evento, dado que se poseen hipótesis y los datos de las condiciones iniciales. En cambio, en las proyecciones no se requiere reflejar las relaciones causales.

4) Pronóstico: Es el desarrollo de eventos futuros generalmente probables. Este enunciado condicionado presenta juicios razonados sobre algún resultado particular que se cree el más adecuado para servir como base de un programa de acción. Son argumentos que incluyen determinados valores acerca de la conveniencia, o no, de que se mantengan determinadas tendencias que hagan probable ese evento en el futuro.

5) Prospectiva: "El conjunto de análisis y estudios realizados con el fin de explorar o predecir el futuro, en una determinada materia" (D.R.A.E.,1992). Es el esfuerzo de anticipación para hacer probable el futuro más deseable. Es una actitud del hombre hacia los problemas del porvenir.

La prospectiva es (T. Miklos, 1991):

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I) una toma de conciencia y una reflexión sobre el contexto actual, y

II) un proceso de articulación y convergencia de las expectativas, deseos, intereses y capacidad de la sociedad para alcanzar ese porvenir que se perfila como deseable.

Como veremos, en el concepto de Prospectiva están implícitas las ideas de anticipación, plan, proyecto y estrategia, para explorar mejores condiciones que las actuales, así como los de expectativa, complejidad e incertidumbre que nos genera la realidad. 1.2. Planificación

El concepto de planificación empezó a aplicarse y documentarse cuando el Cardenal Richelieu –año 1630– afirmaba que "los estadistas deberían anticipar lo que podría suceder, y elaborar planes para integrar armónicamente el presente y el futuro" (P. Massé, 1965). Actualmente, la amplitud conceptual que ha alcanzado la planificación, y su naturaleza interdisciplinaria, hacen de ella una actividad más depurada, que no puede realizarse como una mera aplicación de procedimientos. Las experiencias e investigaciones en esta disciplina han generado distintas concepciones que, a diferencia de las ciencias exactas, no pierden vigencia con el surgimiento de nuevos conocimientos. Por ello, en la actualidad se encuentran vigentes diversos enfoques para realizar una planificación. Para algunos autores (citados en J. M. Sallan Leyes, 2001),

planificar: “en el fondo es decidir” (Goetz, 1949; en Steiner, 1979),

“es una determinación consciente de acciones definidas para alcanzar unos objetivos” (Koontz, 1958),

“es pensar en el futuro” (Bolan, 1974),

“es un proceso de decisiones orientadas hacia el futuro” (Ozbekhan, 1969),

“es controlar el futuro, no sólo pensar en él” (Weick, 1969),

“es disponer de la acción con anticipación” (Sawyer, 1983),

“es integrar un conjunto de actividades en un todo que tiene sentido” (Van Gusteren, 1976),

“es una estructura de decisiones integrada” (Schwendiman, 1973),

“es una propuesta de un proyecto organizado enfocado a lograr fines determinados” (J. M. Echarri, 2002),

“consiste en concebir un futuro deseado, así como los medios reales para alcanzarlo” (R. L. Ackoff, 1989).

Aún así, la idea de planificación “parece” demasiado estrecha y coercitiva en la gestión de proyectos educativos como para que el directivo y el docente la adopten y se adapten a ella creativamente. Los obstáculos más visibles son:

1) La naturaleza de las organizaciones educativas, cuya actividad incluye una influencia inevitable del entorno en el que están inmersas: los factores del entorno no se conocen suficientemente y además, no son controlables.

2) Lo incompleto de la información existente, así como el elevado costo de su obtención y análisis de la información que efectivamente se puede adquirir: no sólo no es posible obtener toda la información necesaria sino que muchas veces tampoco es posible utilizar toda la que se tiene.

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3) La dificultad de construir indicadores o parámetros que sean utilizados como instrumentos de evaluación: en este punto debe aclararse que, en los enfoques de planificación basados en la racionalidad, no pueden resolverse problemas si no se cuenta con esos indicadores o parámetros.

4) La interrelación de problemas y conflictos en las situaciones reales, en las que no siempre hay criterios integrales, algo no considerado en los enfoques de planificación basados en la racionalidad.

5) Los fines y los medios se influyen mutuamente: habitualmente se observa que los últimos pueden hacer que se modifiquen los primeros. Esto es muy difícil de incorporar en los enfoques de planificación basados en la racionalidad.

6) La limitada capacidad humana para plantear y resolver los problemas que propone la educación –siempre de largo plazo–, muchos de los cuales requieren análisis exhaustivos que sobrepasan las posibilidades de la planificación basada en la racionalidad.

Sin embargo, a pesar de todo lo anterior, enseñamos: capacitamos y preparamos niños, jóvenes y adultos, para percibir y resolver los problemas que se les presentarán en el futuro. Todo diseño curricular no sólo caracteriza los “elementos” que hay que desarrollar –conocimientos, capacidades, habilidades, destrezas, valores– sino que también configura y predispone para vivir ese futuro.

Pero existe una diferencia más: están quienes “creen” en la planificación y quienes “no creen” en ella. Planificar, o no planificar, parece estar relacionado con el temperamento. Algunas personas se rehúsan a planificar, al menos conscientemente. Prefieren dejar que las cosas se resuelvan, o se disuelvan, en el transcurrir de los días. Sin embargo, esas personas no pueden evitar que les alcance la planificación de los otros…, de los cuales frecuentemente resultan víctimas, antes que beneficiarios:

¿Planificar, o ser planificado? 1.3. Prospectiva

La Prospectiva –mirar hacia delante en el tiempo– surge con Gastón Berger en 1958, que funda en Francia el Centro Internacional de Prospectiva –la ciencia que estudia el futuro para comprenderlo y poder influir en él–. Tres años después, Bertrand de Jouvenel funda "Futuribles" y comienza a conjeturar sobre las probables modificaciones estructurales del sistema social y político.

En EE. UU., en los años sesenta, O. Helmer y T. S. Gordon, de la Rand Corporation, comienzan a explorar el futuro más probable de la humanidad. Hoy, autores como Ch. François, M. Godet, J. Lesourne, E. Jantsch, R. Jungk, J. W. Forrester, D. H. Meadows, T. Miklos, J. J. Brunner y otros, nutren permanentemente a este conjunto de conocimientos con nuevos enfoques e ideas.

Estas tentativas sistemáticas de análisis e identificación de las componentes probables de los escenarios de futuro en la sociedad y sus efectos sociales nos brindan algunas definiciones:

“El conjunto de intentos sistemáticos para mirar a largo plazo el futuro de la ciencia, la tecnología, la economía y la sociedad, con el fin de identificar aquellas tecnologías genéricas emergentes que probablemente generarán los mayores beneficios económicos y/o sociales” (OCDE, 1970).

“La prospectiva guía las acciones presentes y el campo de lo posible del

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mañana” (M. Godet, 1979).

“Conjunto de análisis y estudios realizados con el fin de explorar o de predecir el futuro en una determinada materia” (D.R.A.E. 1992).

“Los humanos pueden predecir el futuro observando regularidades (patrones) en ciertos fenómenos (las salidas de sol diarias o las estaciones) o relaciones causales (siembra de semillas y crecimiento de cosechas, o coito y embarazo). Un prerrequisito de cualquier forma de pronóstico, ya sea crítico o estadístico, es que el patrón o relación concerniente al evento de interés exista" (S. Makridakis, 1990).

"Es un panorama de los futuros posibles (futuribles), es decir, de los escenarios no improbables, teniendo en cuenta el peso de los determinismos del pasado y la confrontación de proyectos de otros actores" (M. Godet, 1993).

"La ciencia que tiene por objeto el estudio de las causas técnicas, económicas y sociales que aceleran la evolución del mundo, y la previsión de las situaciones que de ellos derivan" (J. Arapé, 2000).

“Visualizar el futuro cuando éste no pueda ser visto simplemente como una prolongación del pasado” (L. Forciniti y J. Elbaum, 2001)

“Ideas sobre el futuro y el diseño de estrategias para resolver problemas del presente” (A. Alanís Huerta, 2001).

"Es una metodología metadisciplinar, normativa, con visión global, sistémica, dinámica y abierta que explica los posibles futuros, no sólo por los datos del pasado sino teniendo en cuenta las evoluciones futuras de las variables (cuantitativas y sobre todo cualitativas) así como los comportamientos de los actores implicados, de manera que reduce la incertidumbre, ilumina la acción presente y aporta mecanismos que conducen al futuro aceptable, conveniente o deseado" (J. M. Echarri, 2002).

A partir de esos años, distintas instituciones y diversos autores comienzan a explorar los futuros más probables de la humanidad. Hoy, la prospectiva se nutre con nuevos enfoques e ideas que configura el conjunto de análisis y estudios realizados con el fin de explorar o predecir el futuro mediante el empleo de determinados métodos y herramientas que permitan, en nuestro caso, la consecución de ciertos objetivos en la gestión de proyectos educativos (Tablas Nº 1 y 2). 1.4. Otros enfoques...

Promediando la década de 1960, y en especial a partir de 1970, comienzan a percibirse las primeras preocupaciones ambientales y los primeros planteos acerca de la necesidad de asegurar un desarrollo sustentable. El acelerado crecimiento poblacional mundial alerta sobre posibles futuras crisis alimentarias y energéticas y sobre los riesgos de la contaminación ambiental. El Club de Roma se convierte en un referente de esta agenda, donde su primer informe Los límites del crecimiento, presentado por D. Meadows generó preocupación y polémicas.

La “Futurología” es desarrollada en EE. UU. entre 1950 y 1960 por el matemático norteamericano Hermann Kahn con investigadores del Instituto Hudson. Vinculados a la Organización Rand estaban originalmente volcados hacia problemas de logística a escala internacional. Esta disciplina surge con técnicas desarrolladas por la Investigación Operativa y por la Cibernética que se publican en la obra El año 2000

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(1969), escrita por H. Kahn y A. Wiener (sin relación alguna con Norbert Wiener).

Tabla Nº 1: Futuro Previsible (recopilación autores diversos, 1970 -2001)

En una visión rápida, esta “disciplina” parte de la premisa de que existen, en el presente, ciertos "procesos notables" que deberán continuar, por algún tiempo, influyendo en nuestras vidas –por ejemplo, las guerras en Medio Oriente, o los movimientos islámicos–. Supone, incluso, que esos procesos notables pueden conducir a una serie de alternativas que constituirán el mundo en un futuro próximo. Basándose en estas premisas, la “futurología” pretende dos cosas:

1) detectar las alternativas a través de los "hechos notables" del presente, y

2) descubiertas estas alternativas, elegir el futuro más conveniente.

Actualmente, también actúan otros futurólogos –desde R. Steiner a A. Toffler, H. Kahn, A. Wieners, D. Pescovitz y otros–. La mayoría de ellos coinciden en dos cuestiones que parecen ser el eje de nuestro futuro como especie:

1) el impacto de la globalización económica, y

2) el papel preponderante de las TIC´s.

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Tabla Nº 2: Futuro Previsible (recopilación autores diversos, 1970 -2001)

A su vez, muy regularmente, la Futurología nos ofrece las principales tendencias

de investigación tecnológica en Japón, Alemania, EE. UU. desarrollando reflexiones de largo alcance con las ventajas futuras que nos ofrecen tecnólogos “reconocidos”.

Más allá de la creencia, muy extendida, de que la tecnología es la base de la civilización y de su significado como único fenómeno cultural, diversos autores suponen que, a partir de la antropologización de las máquinas se podrían instalar fácilmente sensores en el cerebro y actividades psicológicas, como la memoria, el pensamiento y las emociones podrían ser detectadas electrónicamente”, o que “los biosensores permitirán la biocomunicación con las plantas”, una posible clave tecnológica para resolver los problemas de alimentación y del medio ambiente en este siglo.

Ya en 2002, Technology Review resaltaba las “nuevas tecnologías de futuro”: redes que facilitan la comunicación entre aviones y la regulación del tráfico aéreo, nanotubos que permiten un mejor y más eficiente transporte de electricidad, dispositivos optoelectrónicos que incrementan la velocidad de transmisión de datos, etcétera. Otros autores predicen que el cibersexo será mejor que el sexo, que tendremos automóviles y electrodomésticos inteligentes y que la respuesta a los males de la superpoblación, especialmente el hambre, está en los alimentos genéticamente modificados: la tecnología satisfará nuestras necesidades y, por lo tanto, este mundo será mejor...

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Este conjunto de predicciones es: a) notablemente homogéneo, y b) no dice con claridad cómo sucederá. En realidad, como veremos luego, estos pronósticos sociales son ejercicios de extrapolación, –extendidos al planeta– de lo que actualmente sucede en la sociedad norteamericana, en la europea, o en la japonesa.

Por su carácter simplificador y reduccionista, este optimismo tecnológico no deja de resultar chocante, más si se tiene en cuenta que los problemas de la alimentación y del medio ambiente no son abordables sin incluir factores económicos, políticos y sociales, mucho más decisivos que los meramente científicos o tecnológicos. Precisamente en este ámbito se aprecian las mayores lagunas en las opiniones de los entrevistados: al considerar la tecnología lo hacen de una manera autorreferencial, no insertan el hecho tecnológico en el marco general del desarrollo social de otros países.

Si bien algunos de estos análisis pueden tener cierta verosimilitud –como ocurre en ciencia-ficción– no siempre queda clara la frontera entre charlatanería y la futurología. Conviene destacar que todos esos textos tienen un elemento en común: predicen firmemente que la tecnología continuará siendo el agente de cambio social por excelencia, es decir, el elemento determinante del desarrollo de las sociedades futuras y todos se inscriben en una categoría claramente definida: el determinismo tecnológico.

No es razonable hacer estas predicciones a largo plazo –como las que hacen los futurólogos–, porque presentan las siguientes actitudes anticientíficas:

1) limitarse a relatar, absteniéndose de explicar y predecir con algún fundamento;

2) desdén por los datos empíricos, por ejemplo, el papel de las restricciones físicas y sociales, así como la importancia de los contextos específicos;

3) empleo repetido y casi exclusivo de un único modelo –el determinismo tecnológico– para resumir (sin explicar) multitud de procesos sociales, económicos y culturales diferentes;

4) adopción de una actitud idealista, según la cual los modelos y las predicciones propuestos tienen existencia independiente y terminan por incorporarse a la realidad de alguna manera, y

5) rechazo de teorías científicas básicas y bien confirmadas.

Como se infiere, la futurología poco tiene que ver con la prospectiva ya que ésta no pretende predecir el porvenir. Tampoco creemos que el futuro esté determinado a priori: es un abanico de posibilidades, abiertas a la acción humana informada y decidida. Su tarea es, precisamente, ayudar a la decisión, ofreciendo elementos de juicio para la reflexión, científica, política, gestional, acerca del mañana. Esto permite destacar que:

1) Es un proceso de reflexión compartida, independientemente de las metodologías que se utilicen para propiciar esa reflexión.

2) Son tentativas sistemáticas, lo que presupone la aceptación de una metodología y una voluntad de continuidad en el tiempo, proyectadas y referidas en el largo plazo.

3) Tiene en cuenta la evolución y los condicionamientos de la sociedad, lo que otorga un carácter multidisciplinar a los ejercicios de prospectiva.

Los estudios realizados sin un modelo de validación explícito son meras especulaciones u opiniones, sin que ello niegue alguna probabilidad –casual– de acierto.

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2. Planificación La realidad es cruel

con quienes la ignoran

Octavio Paz

Durante los últimos años el concepto de planificación de la actividad empresarial ha obtenido un gran arraigo entre las empresas y en las organizaciones sociales –entre ellas las instituciones educativas– debido a que la globalización las ha compelido a flexibilizar sus sistemas de gestión para adecuarse a los cambios constantes en un ambiente de mayor competitividad. También parece evidente que disponer una estrategia clara y explícita que guíe las acciones diarias de una institución educativa es mejor que responder a los acontecimientos externos sin un plan claro de cómo guiarlos, afrontando la realidad cotidiana de un modo puramente reactivo.

A su vez, entendemos que la gestión de proyectos educativos es algo más que la prestación de un servicio, es un bien social, lo que lleva a evaluar su eficacia social y las formas en que se relaciona con la sociedad en general y con el entorno específico en el que desarrollamos nuestro proyecto educativo. Por lo tanto, las alternativas de la gestión de proyectos educativos no se agotan en un enfoque que sólo incluya eficiencia y rentabilidad económica: es necesario enunciar las características de lo que entendemos por una educación deseable en una sociedad posible.

Por ello, el gran desafío de la dirección de las instituciones educativas no es sólo el uso eficaz de los recursos y capacidades sino también percibir la complejidad de los procesos que afectan hoy –y afectarán mañana– a la actividad educativa, formando directivos con una sólida concepción de gestión

La planificación, en principio, es un proceso que implica:

1) tener una visión clara del presente,

2) vincular el presente con el pasado, y

3) actuar.

En el sentido más amplio, planificar es tomar decisiones por anticipado. Consiste en elegir alternativas entre situaciones que aún no se han presentado, que están interrelacionadas, que son interdependientes, y que habitualmente no son conocidas con certeza. Al tomar decisiones en el presente y al comprometerse por adelantado, estamos ejerciendo influencia sobre sucesos futuros.

La planificación basada en decisiones racionales es el proceso que nos lleva –de alguna manera nos obliga– a elegir un curso de acción que asegure la realización de los objetivos previstos. Esa planificación será satisfactoria si los medios elegidos son los adecuados para asegurar la realización de los objetivos planteados o para asegurar al máximo las posibilidades de éxito. 2.1. Retrospectiva

Una mirada hacia el principio del Siglo XX, nos muestra qué lejos estaban las expectativas y las preocupaciones de las naciones en 1901 de lo que realmente les iba a suceder y que poca relación había con los acontecimientos que dominaron al siglo.

¿Cuál fue el futuro que se predijo hace aproximadamente cincuenta años?

¿Estamos viviendo ese futuro, o algo que se le parece...?

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En los años sesenta, la Rand Corporation comienza a investigar el futuro más probable de la humanidad en sus próximos cien años. Un equipo dirigido por O. Helmer y T. S. Gordon preparó un Plan de cien años para la Humanidad, que cubría:

1) La explosión científica.

2) La conquista del espacio.

3) Las armas del futuro.

4) Las etapas de la automatización. Entre 1966 y 2066, los hijos, nietos y bisnietos de esas personas –nosotros–

presenciaríamos los siguientes progresos:

1) Evolución científica: 1970: Desalinización del agua del mar. Anticonceptivos "bucales".

1980: Revisión de las teorías físicas.

1986: Fusión termonuclear controlada.

1989: Creación de formas primitivas de vida. Explotación de los fondos marinos.

1990: Utilización de las proteínas sintéticas para la alimentación.

2000: Agentes químicos para la eliminación de defectos hereditarios. Explotación económica de los océanos, con una quinta parte de la producción mundial de alimentos.

2012: Productos químicos para aumentar la inteligencia.

2020: Simbiosis entre el hombre y la máquina electrónica.

2025: Control químico del envejecimiento.

2) Conquista del espacio: 1967: Utilización de los satélites para la previsión del tiempo. Instalación de un

sistema mundial de telecomunicaciones. 1970: Aterrizaje en la Luna por una máquina tripulada. Utilización del láser en

las comunicaciones espaciales. Inspección de satélites con máquinas tripuladas. Estaciones orbitales con diez hombres.

1975: Cohetes reutilizables. Cohetes a propulsión nuclear. Cohetes a propulsión iónica. Base temporal en la Luna.

1978: Vuelo tripulado alrededor de Venus y Marte. 1982: Bases lunares permanentes. Control del tiempo. 1985: Aterrizaje sobre Marte. 1986: Máquinas lanzadas fuera del sistema solar. 1990: Fabricación de material en la Luna. Establecimiento de estaciones

permanentes en los planetas vecinos. 2020: Aterrizaje en Júpiter. 2023: Vuelo alrededor de Plutón. 2050: Vuelo fuera del sistema solar. Tráfico comercial con la Luna. Sistema de

propulsión antigravitatorio. Aterrizaje en Venus.

3) Armamento: 1965: Bomba nuclear táctica. 1968: Gas paralizante que no mata y que sólo anula la voluntad. 1970: Cohetes para armamento personal. Estaciones orbitales de

reconocimiento. 1975: Posibilidad de destrucción automática de submarinos nucleares. Aviones

con gran radio de acción.

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1976: Misiles antimisiles lanzados desde el terreno. 1980: Submarinos de gran poder de inmersión indetectables. Organización de

una defensa civil global. Utilización de delfines para la detección de submarinos.

1990: Utilización del tiempo con fines militares. Misiles antimisiles lanzados desde aviones.

2035: Acción hipnótica sobre fuerzas enemigas. Lectura del pensamiento.

4) Automatización: 1974: Control completo del tráfico aéreo. Enlaces directos entre comercios y

bancos. 1975: Automatización del trabajo familiar. Educación convertida en pasatiempo.

Utilización general de máquinas para enseñar. 1976: Biblioteca automática. 1979: Traducción automática rápida. 1985: Prótesis electrónicas: radar para ciegos. Interpretación automática de los

síntomas de enfermedades. 1988: Utilización de robots domésticos. 2000: Creación de una nueva lengua a partir de la traducción automática. Voto

automático. 2002: Autopistas de conducción automática. 2005: Periódicos impresos a domicilio.

Estas predicciones, preferentemente en tecnología y en los campos socio-económico y político, se obtuvieron con el Método Delphi –que veremos luego–, desarrollado en 1952 por O. Helmer, E. S. Quade y N. Dalkey también para la Rand, consultando a un numeroso grupo interdisciplinario de expertos (Tabla Nº 3).

Tabla Nº 3: Predicciones realizadas por Rand Corporation (1964)

Innovación Fecha muy improbable

Fecha más probable

Fecha probable máxima

Reemplazo de órganos del cuerpo humano por trasplante o síntesis

1967 1972 1983

Previsiones meteorológicas casi seguras 1973 1975 1988

Traducción automática de lenguas 1970 1975 1978

Organización de un centro de informaciones con posibilidad de rápido acceso 1972 1975 1990

Control de deficiencias hereditarias 1990 2000 2010

En la tabla anterior, el año de la primera columna indicaba que antes no se alcanzaría esa innovación, el de la columna central era el año más probable para que apareciera la innovación, y el de la tercera columna indicaría el tope máximo en el que la sociedad disfrutaría de su hallazgo.

a) Trasplantes de órganos: Si bien los trasplantes de órganos no eran una novedad después de la Segunda Guerra Mundial (primer trasplante renal, en 1936; primer trasplante de pulmón, en 1953; trasplante con éxito de riñones, en 1954; triple trasplante de riñón, páncreas y duodeno, en 1967), respecto del reemplazo de órganos del cuerpo humano por trasplante o síntesis, en 1967 el Dr. Christian Barnard demostró que el corazón de una persona puede ser removido y reemplazado por un corazón

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donado. A pesar del gran entusiasmo generado, ese trasplante fracasó y su práctica fue abandonada en el año 1970. En 1978 un equipo de Texas, EE. UU., llevó a cabo el primer implante como paso previo a un trasplante de corazón. Actualmente, hay más de 100.000 trasplantes realizados en EE. UU.

b) Previsiones meteorológicas: En lo que hace a las previsiones meteorológicas, es Ed Lorenz –un matemático que durante la Segunda Guerra Mundial se especializó en la predicción climática–, contra la opinión de la época: a) decidió plantear el problema de la predicción climática y construyó un modelo matemático del recorrido del aire alrededor de la atmósfera, y b) propuso utilizar la computadora para resolver el problema matemático.

Consecuentemente, la era de la meteorología por satélite se inicia efectivamente el 1º de abril de 1960 con el lanzamiento del satélite Tiros-1. Desde hace más de cincuenta años, el cambio más espectacular en la predicción meteorológica lo constituyeron: a) los satélites artificiales de observación meteorológica, y b) el cálculo y trazado automático de los mapas del tiempo que, con la ayuda de las fotografías procedentes de los satélites, de los gráficos de las radiosondas y a la vista de los mapas analizados, permiten al meteorólogo elaborar y predecir con mayor precisión.

c) Centro de informaciones con posibilidad de acceso rápido: Más cercana está la organización de un centro de informaciones con posibilidad de rápido acceso, que vemos claramente reflejada en Internet, que tuvo su origen hacia mediados de los años sesenta. Su desarrollo se dio en función de la “Guerra Fría”, cuando Estados Unidos se planteó la hipótesis de qué sucedería si hubiese un ataque, de lo que entonces era la Unión Soviética, a alguno de los grandes centros de información de EE. UU. A partir de la idea sobre cómo organizar la información de modo tal que –si hay un ataque en un lugar– pueda ser inmediatamente levantada en otro lugar, y así sucesivamente, surgió una nueva idea: una red para que no hubiera un solo lugar donde estuviera depositada toda la información.

Efectivamente, en 1962 P. Baran, de la Rand, y J.C.R. Licklider, del MIT –el Massachussets Institute of Technology–, describen un proceso de interacciones de comunicación mediante una red. En 1964 comienzan a desarrollar el proyecto de descentralización de una red. Ya en 1969, ese proyecto de tecnología de redes tenía dos nodos –la Universidad de California-Los Ángeles, UCLA, y el Stanford Research Institute –SRI–. En 1971, esa red tenía quince nodos y en 1972, 32 nodos. Desde 1986, la National Science Foundation de los EE. UU. administra lo que hoy llamamos Internet.

d) Traducción automática de lenguas: En cambio, en lo relacionado a la traducción automática no se verificó ni en su fecha más lejana. Si bien en los años sesenta se inició una etapa con numerosos proyectos de traducción automática en todo el mundo, con grandes partidas presupuestarias, en general se produjeron traducciones de baja calidad, y pronto hubo que aceptar que esto no era viable a corto plazo. Hoy se conocen con claridad las dificultades que impedían el avance de la traducción automática: concepción errónea de los proyectos, mal conocimiento del lenguaje, técnicas informáticas inadecuadas, etcétera. Visto desde la evolución actual de la lingüística, la psico y la sociolingüística, la filosofía del lenguaje, así como la semiótica, o semiología, y la psico y la sociosemiótica, puede aceptarse que el estado del conocimiento sobre los procesos lingüísticos no permitía, en ese momento y en el estado de los conocimientos, aventurar esas estimaciones y fechas.

Concretando, el astrofísico británico M. Rees (2003) dice: "Los científicos son

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frecuentemente ciegos a las ramificaciones de sus propios descubrimientos. En 1937, la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos organizó un comité para predecir avances importantes. Acertó con algunos pronósticos sobre agricultura (...), pero lo notable es todo lo que no previó. No tuvo en cuenta la energía nuclear ni los antibióticos, ni los jets, ni los cohetes, ni las computadoras. El comité pasó por alto precisamente las tecnologías que dominaron la segunda mitad del Siglo XX. Ernest Rutherford, el más grande físico de su tiempo, menospreció la relevancia práctica de la energía nuclear. Los pioneros de la radio la consideraron un sustituto del telégrafo. El gran matemático John Von Neumann y el fundador de IBM, Thomas J. Watson, creyeron que serían necesarias poco más que un puñado de computadoras en todo Estados Unidos."

Cabe caracterizar tres percepciones:

1) se verifica que cuando hay un interés pronunciado por desarrollar una innovación, los plazos se reducen. Esto ocurrió con las cuestiones militares en tiempo de guerra –la bomba atómica y el desarrollo del proyecto de información en red (Internet)–.

2) el grado de acierto se da en razón inversa a la lejanía de la fecha prevista: el futuro cuanto más remoto, más incierto.

3) las distintas afirmaciones son verosímiles cuando se encuentran cerca de nuestro entorno temporal, y pierden vigencia conceptual cuanto mayor es el tiempo que las separa de nosotros.

No hay demasiados motivos para pensar que nuestra capacidad de percepción y análisis haya mejorado y sea más profunda que la desarrollada en aquel momento: sería prudente y acertado percibir cuáles son las cuestiones importantes de hoy, y pensar si realmente así las percibimos ayer. 2.2. Lo que vendrá... en serio

Entre 1850 y 2000 –sólo 150 años–, la población mundial pasó de 1.000 millones a 6.000 millones de habitantes. Actualmente se estima que la población mundial alcanzará, en el año 2015, los 7.000 millones de personas y en el año 2030, los 10.000 millones. Es decir, en veinticinco años, si las previsiones de los demógrafos son correctas, nuestro planeta alcanzará una población que casi duplica a la actual. Caben algunas preguntas macro:

¿Podrá resguardarse la especie humana cuando se alcance ese nivel?

¿Cómo será en el futuro la vida en las ciudades?

¿Las interferencias de la tecnología con la naturaleza generarán nuevos problemas ambientales globales?¿El planeta seguirá siendo como lo conocemos hoy?

A estas preguntas macro agregamos algunas más cercanas a nuestra actividad:

¿Caduca rápidamente un sistema educativo que se centra en el hoy?

¿La educación se materializa mejor percibiendo el futuro?

¿Tiene importancia para el futuro de niños, jóvenes, adultos y ancianos?

Como se percibe, el propósito de vincular educación con planificación y prospectiva es disponer de herramientas conceptuales que nos ayuden a percibir y modelizar probables sociedades futuras mediante la anticipación de configuraciones que satisfagan algunas de las aspiraciones que motivan a los seres humanos,

Dado que nos enfrentamos con una situación extraordinariamente actual,

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claramente conflictiva, como es vivir en un mundo en el que percibir el futuro va a convertirse en una de las capacidades de supervivencia social, cabe empezar preguntándose: ¿cómo es nuestro presente? 2.3. Cómo es el presente

Conocer la realidad requiere datos e información –una caracterización lo más completa posible– no siempre disponible. Aún así, podemos decir que:

1) el presente se caracteriza por la complejidad creciente de: - los problemas que genera la globalización económica,

- la sobrecarga de información y comunicación,

- la invasión creciente de tecnologías cada vez más complejas,

- la creciente incertidumbre en los sistemas sociales,

- las interacciones de los nuevos riesgos globales, que no existían en ninguna tradición cultural,

- las interferencias destructivas con la naturaleza y los problemas ambientales globales, con su creciente deterioro.

2) Aparecen nuevos síntomas simultáneos –bipolares y significativamente contradictorios– a tener en cuenta:

a) En lo económico: - desocupación y demanda de nuevas destrezas laborales.

- respeto por el usuario y manejo publicitario de las necesidades.

- elevación del nivel de vida y degradación de su calidad.

- humanización del trabajo y automatización creciente.

- hiperconsumo y necesidades básicas insatisfechas.

- despilfarro y miseria.

b) En lo político: - vigencia del Estado y crecimiento de monopolios internacionales.

- visión planetaria y surgimiento de los regionalismos.

- preocupación ecológica y destrucción del hábitat.

- propuestas de participación y estructuras autoritarias.

c) En lo cultural: - crecimiento de la diversidad y mayor estandarización.

- multiplicación de los medios y menor información.

- masificación de los mensajes y menor comunicación.

- intensificación del ocio y desvalorización del trabajo.

- propuestas de capacitación y dificultad para satisfacerlas.

3) Junto a estas contradicciones está nuestra comprensión –desfasada en el tiempo– de esos temas, íntimamente vinculada a una posterior toma de decisiones, generalmente con información incompleta.

4) Esta compleja situación limita nuestra capacidad para asegurar nuestro presente y pensar nuestro futuro.

5) Consecuentemente, para:

a) reducir nuestra vulnerabilidad, y b) desarrollar nuestro potencial de desarrollo, sería oportuno

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acortar la distancia que existe entre la complejidad creciente de esta realidad y nuestra capacidad para hacerle frente, ya que están en juego no sólo nuestra realidad sino también la percepción de nuestro futuro y su calidad de vida (Fig. Nº 1).

Fig. Nº 1: ¿Cómo se percibe el presente?

Planificar acciones sobre el futuro implica pronosticarlo. Y en estos pronósticos

siempre habrá percepciones con cierta cuota de incertidumbre: "certeza de error y probabilidad de estar cerca" (E. Janstch, 1967).

Desprenderse de esas barreras o limitaciones conceptuales no es fugarnos de nuestro presente, ni para refugiarnos en un pasado esplendoroso y cómodo (que no lo fue), ni para evadir la responsabilidad del presente ubicándonos en un mundo de fantasías (peligroso para nuestra salud mental y la de quienes nos rodean). Obviamente, se puede oscilar permanentemente entre la necesidad de vaticinar lo que puede ocurrir y el deseo de crear el mejor futuro posible, y sólo dedicarnos a imaginarlo, o “soñarlo”. Pero también se puede avanzar sobre lo ya establecido, explorar posibilidades y disponerse a crear un mejor futuro posible, es decir, buscar mejores condiciones que las actuales.

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3. Explorando el futuro

Por la índole misma de su empresa, un explorador nunca puede conocer lo que está explorando

hasta que lo ha explorado

Gregory Bateson

Todas las personas tenemos una determinada visión del mundo –cosmovisión, o modelo mental–. Esa percepción es la manera de “ver” las cosas que tiene una persona y la lleva a obrar generalmente de una forma u otra. Esta duplicidad –del hecho presente y de nuestra manera de verlo– no siempre es clara para la persona que observa: de allí que el mismo suceso pueda interpretarse de diversas maneras por distintas personas. 3.1. Representaciones e interpretaciones

¿Cómo nos guían esas representaciones mentales en un medio físico y social como la educación?

Hace varios años, P. N. Johnson-Laird (1987) planteó que existen por lo menos tres formas en las que podemos representar información mentalmente: 1) las representaciones proposicionales, 2) los modelos mentales, y 3) las imágenes, auditivas, visuales o táctiles. De acuerdo con este autor: “un modelo mental puede ser definido como la representación de un cuerpo de conocimiento que cumple con las siguientes definiciones: a) su estructura se corresponde con la estructura de la situación que representa, b) puede consistir de elementos que solo corresponden con entidades perceptibles –capaz de ser percibido por los sentidos–, en cuyo caso puede ser imágenes perceptuales o imaginarias, y c) a diferencia de otras formas de representación, no contiene variables, en vez de variables utiliza símbolos que pueden guardar alternadamente valores o estados” (P. N. Johnson-Laird (1987).

La comprensión de un modelo mental se basa en la existencia de un "esquema de trabajo" en la mente de quien comprende. Cuando una persona explica algo a otra persona, le está pasando la "receta" para la construcción de un "modelo de trabajo". Esa guía o manual puede no ser útil para otras personas, ya que depende fundamentalmente de la capacidad de esta persona para comprenderla. Los modelos permiten a las personas hacer inferencias y predicciones, y entender los fenómenos, decidir las acciones a tomar y controlar su ejecución. Este es el sentido de su "modelo de funcionamiento".

Los modelos pueden ser construidos como resultado de:

1) la percepción,

2) la interacción social, y/o

3) la experiencia interna.

Aún así, las personas suponen que el razonamiento depende sólo de la manipulación de esos modelos, lo cual implica que es posible razonar sin que el proceso involucre necesariamente una lógica formal.

A su vez, un modelo mental posee los siguientes atributos (S. Mc Daniel, 2003): 1) Es una imagen –si el modelo mental es algo físico–.

2) Tiene una serie de pasos –si el modelo mental tiene un proceso–.

3) Configura un conjunto de esquemas relacionados.

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4) Tiene un vocabulario controlado.

5) Configura un conjunto de suposiciones.

Incluye lo que la persona piensa que es verdad, o válido, y no necesariamente lo que es verdad, o válido (sin preguntarnos, por ahora, qué es la verdad, o lo científicamente válido), es similar en estructura al objeto o concepto que representa, permite predecir a la persona los resultados de su acción, y es lo más simple que el objeto o concepto representa, incluyendo la información suficiente para permitir predicciones exactas.

Esto sucede habitualmente a todas las personas, pero interesa preguntarnos qué ocurre con los científicos y con los docentes, que elaboran a partir de estos modelos mentales sus teorías de la objetividad de los juicios, de la neutralidad científica, de la inocencia de las matemáticas, o de los misterios de la biología y del universo, etcétera.

¿Cómo explicar las diferencias en la interpretación, y en la representación?

¿Todas las representaciones son igualmente aceptables y válidas?

Cabe tener en cuenta que si bien las personas elaboran un modelo mental de la situación, como consecuencia del intercambio de ideas, por presiones en negociaciones o producto de una concertación, esos modelos mentales son susceptibles de modificarse en el tiempo. De hecho, una de las propiedades fundamentales de los modelos mentales es que se modifican a medida que cambia la situación. Como resultado de ese proceso de intercambio de ideas es posible alcanzar un modelo mental “compartido” de la situación, que está en la mente de cada participante: “lo que las personas negocian en las situaciones concretas son sus modelos mentales situacionales, que solamente contienen una pequeña parte del contenido de aquéllas” (M. J. Rodrigo, 1994).

Como las representaciones del mundo no son autorreferenciales –no son personales y únicas–, su caracterización necesita la aceptación por parte de la comunidad, que es la que –de alguna manera– la valida. Por ello, como veremos, la intersubjetividad y la coherencia cultural, incluso sesgada por las creencias, también son principios básicos de validación (P. N. Johnson-Laird, 1989). Ello confiere una mayor validez y aplicabilidad a los resultados del análisis prospectivo. 3.1.1. Algunas hipótesis

Cada persona intenta, a lo largo de su vida, mantener sus distintos objetivos pero, –muy probablemente–, la realidad que le toque vivir la lleve a modificar a esos objetivos en función de sus posibilidades reales y lo que el contexto le ofrece (Fig. Nº 2).

Fig. Nº 2: Objetivos personales y su evolución en el tiempo

O

t

O1

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10 20 30 40 50 60 70 80 Sucesivas generaciones se van incorporando a la realidad, habitualmente con

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diversos conjuntos de valores que colocan a cada generación ante opciones no resueltas pero conocidas: continuar y perpetuar los valores de la generación precedente, o establecer una ruptura radical para autoafirmarse contraponiéndose. En términos de cursos de acción esto se traduce en otras decisiones por conquistar nuevos horizontes, en parte continuando con lo anterior, en parte confrontando con los valores vigentes (Fig. Nº 3).

Fig. Nº 3: Objetivos personales y generaciones

O

t

O1

O1

O3

O3

O4

O5

O6 O2

O2

10 20 30 40 50 60 70 80 Si bien no es sencilla la identificación de indicadores para valorar estos cambios a través del tiempo, es evidente que la educación, en forma global, condiciona esos objetivos en determinado lapso de la vida de esos jóvenes que, a la salida de ese proceso educativo, o de instrucción, sale a insertarse en la realidad intentando cumplir sus objetivos, tal como lo planteábamos recién (Fig. Nº 3).

Fig. Nº 3: Proceso educativo y objetivos personales Co

t10 20 30 40 50 En esta propuesta, consideraremos globalmente como “efectos” a aquellos

cambios que se espera se produzcan en la institución, en la población objetivo y en su entorno inmediato, como resultado de las acciones del modelo a futuro. Estos efectos deben ser explicados y caracterizados desde el momento que se esboza el modelo. Obviamente, hay “efectos” que podrían medirse y cuantificarse y otros que no, por su carácter cualitativo.

Proceso educativo

Objetivos personales

Generación 2

Generación 1

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3.2. Prognosis

A los efectos de progresar conceptualmente con estos procesos de planificación y prospección, presentaremos de manera muy esquemática los procedimientos y técnicas más habituales, para avanzar luego en la profundización de los mismos. En principio, las diferentes técnicas de prospección pueden resumirse en dos grandes conjuntos:

1) las técnicas de proferencia, y

2) el método prospectivo.

El autor francés B. de Jouvenel propuso el nombre de proferencias –del latín proferrere: llevar hacia delante– para caracterizar las operaciones que, del estudio adecuado de los datos disponibles, deducen alguna probabilidad de futuro(s). Estas técnicas también reciben el nombre de prognosis –conocimiento anticipado de algún suceso (DRAE, 1992)– y cuentan con abundante información de estudios retrospectivos y sucesos históricos vinculados, y una observación atenta de la realidad actual.

Con estos nombres –proferencia, o prognosis– se agrupan aquellas técnicas que tienen en común basarse en experiencias anteriores –técnicas que se basan en el pasado para construir el futuro–. Ellas son: 1) las proyecciones, 2) las extrapolaciones de tendencias, 3) los guiones de futurición, etcétera.

A estos estudios de proferencia los llamaremos Futuros posibles –Futuribles–. 3.2.1. Extrapolación de tendencias

Con esta técnica se procesa la información recopilada y la experiencia histórica, y desde la situación presente se proyecta –se extrapola– hacia el futuro. El modelo representativo es el presente, y se admite que el futuro será una copia del presente, con las mejoras provocadas por las tasas de crecimiento de los fenómenos observados en la actualidad. A este futurible se lo suele llamar mundo tipo sin sorpresas (Fig. Nº 4).

Fig. Nº 4: Extrapolación de tendencias

Esta cuasi-reiteración del presente mira al futuro con los ojos de las experiencias pasadas y con datos actuales, a los que extrapola sin que se suponga ninguna modificación relevante. No obstante su relativo valor predictivo, se suele realizar ese recorrido hipotético porque permite registrar las desviaciones de otras hipótesis de futurición obtenidas con otras técnicas.

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También permitiría explicar las posibles causas de:

1) hipótesis erróneas,

2) factores o variables que no se tuvieron en cuenta, y

3) falencias en el análisis de aspectos críticos o en la apreciación de potencialidades.

3.2.2. Variaciones canónicas

En matemáticas, el adjetivo canónico se utiliza para indicar que algo es absoluto y no relativo a un observador. En prognosis se utiliza para indicar que alguna variación es natural –como debe ser, independiente de elecciones arbitrarias– y que ya está consagrada por la experiencia.

Esta técnica surge de modificar alguna variable, parámetro, factor o canon –de allí el nombre– del futurible. Esto supone –en una ubicación futura– una variación de la extrapolación como consecuencia de las modificaciones que sufre esa variable, factor o parámetro. Las proyecciones se efectúan partiendo, siempre, de la situación actual, variando los diversos supuestos. Esto también supone una variación en la manera de abordar la extrapolación vista en el caso anterior. Haciendo distintos tratamientos cuantitativos, esta variante en la extrapolación de tendencias puede ofrecer también distintas alternativas, deseables o no. Ejemplos:

1) suponer que una tecnología conocida mejora su eficacia y duplica los recursos hasta ahora conocidos,

2) suponer que se controla eficazmente la polución ambiental,

3) suponer que no se logra controlarla, etc.

Adoptadas las medidas representadas por las suposiciones y desarrolladas las descripciones, se pueden quitar –o incorporar– malformaciones o hiperformaciones de ese Mundo del Mañana, obteniendo diversas variantes del mismo. El análisis de estas variaciones canónicas da como resultado un repertorio de futuros posibles, cada uno de ellos en función del canon que se modifique (Fig. No 5).

Fig. Nº 5: Variaciones canónicas

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Esto nos lleva a futuribles ligeramente modificados, más favorables –o no– que el original, lo que constituye una posible ayuda para la crítica del presente, ya que amplifica las contradicciones que existen en el aquí y en el ahora (W. Sachs, 1980).

Algunos autores consideran esta variante de la extrapolación de tendencias como un pronóstico prospectivo, ya que parte de postular una situación futura, trabaja avanzando por rutas factibles para la transición del presente a ese futuro, pero sin caracterizar los orígenes y las razones de los cambios, sus probables impactos y el grado de control sobre ellos.

Es importante señalar que esta variante parece satisfacer las necesidades específicas de los pronósticos de corto y mediano plazo. Para períodos cortos y próximos a la situación presente su propósito es predominantemente operativo, pero es cuantitativo y requiere exactitud. Para lapsos mayores y ya no tan cercanos a la situación presente, requeriría comprender los orígenes de los cambios, sus impactos y el grado de control sobre ellos. 3.2.3. Guiones de futurición

Partiendo de la situación presente se redacta lo que se denomina una secuencia de acontecimientos –un guión o libreto (A. Merello, 1973): la narración de los eventos que van hilvanando los distintos protagonistas– que desemboca en un futuro posible. Obviamente, pueden redactarse distintos guiones de futurición, tantos como se considere convenientes.

Cada futurible es, entonces, una narración imaginativa y minuciosa del proceso que en un momento dado se inmoviliza –una especie de foto fija de la realidad– para apreciar mejor sus detalles, algo así como una historia del mañana: una descripción detallada y minuciosa de la configuración que puede haber adquirido la situación real en una determinada época del futuro (Fig. Nº 6).

Fig. Nº 6: Guiones de futurición

En la figura hay tres guiones que desembocan en futuribles distintos. Cada guión nos brinda la descripción de cómo estarán organizados o vinculados entre sí los protagonistas y los sucesos en un momento dado del tiempo futuro. Cada guión de futurición arranca siempre de la situación actual y termina con el último acontecimiento supuesto.

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3.3. Algunas reflexiones

Como se aprecia, las técnicas de proferencia, o prognosis, se basan siempre en un antecedente, para deducir de allí un consecuente. El futurible es el futuro posible desde nuestra actual comprensión, y por ello no suele tener en cuenta el efecto sorpresivo que nos produciría una "nueva manera" de ver las cosas (Fig. Nº 7).

Fig. Nº 7: Técnicas de proferencia Futuropronosticado

Futuroextrapolado

Futuroproyectado

PRESENTEPASADO FUTURO En realidad, con estas técnicas centramos más la atención en la visión retrospectiva para extraer la información esencial acerca de la necesidad a satisfacer. Casi todos los estudios de prognosis se inician –consciente o inconscientemente– remontándose al pasado, acopiando información y la experiencia actual sobre el tema a “futurizar” (A. Merello, 1973) y, a partir de esa información histórica relacionada con información actual, extrapolarla más allá del presente: es ver al futuro con los ojos de la experiencia pasado-presente. Esto implica aceptar, de contrabando, un fuerte determinismo tecnológico.

Ejemplo 1: en el año 2020 se usarán autos casi como los actuales pero, obviamente, muy mejorados, se hablará por mini-teléfonos, con muchísimas funciones más, por las actuales redes –por supuesto, muy depuradas– y se seguirán utilizando las mismas técnicas en la construcción, pero con materiales de mejor calidad, más resistentes, más “lindos”, etc.

Ejemplo 2: extensos relatos sobre las ventajas que producirían tecnologías muy depuradas, hasta hoy casi desconocidas.

Algo similar hemos visto con la futurología, que parte de la premisa de que existen en el presente ciertos "procesos notables" que deberán continuar, por algún tiempo, influyendo en nuestras vidas. Con ello pretende:

1) detectar las alternativas a través de los "hechos notables" del presente, y

2) definidas estas alternativas, elegir el futuro más conveniente.

Esta elección se efectúa a través de un proceso anticipatorio –feedforward– donde se construye el modelo del presente, y operando tanto con técnicas matemáticas –teoría de los juegos, o técnicas econométricas de proyección– como por técnicas "subjetivas" de evaluación, se determinan las alternativas "futuras". Encontradas las alternativas se elige la más conveniente, tratando de determinar qué movimientos podrán permitir su realización para llegar al futuro deseado.

Este procedimiento muestra cierto paralelismo con las técnicas de prognosis, ya

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que se limita a evaluar el conjunto de muchos "futuros posibles" frente al actual presente, y trata de alcanzar, de los "posibles", el más conveniente.

Ya desde la mitad del siglo pasado hay pronósticos sobre el futuro:

1) Pronósticos tecnológicos –E. Jantsch (1967)–.

2) Estudios globales sobre el futuro –H. Kahn, A. Toffler, R. Naisbitt– y el Informe al Club de Roma (1972).

3) Estudios específicos –el Informe 2000 al Presidente de Estados Unidos.

En 1972 un equipo de científicos del MIT elaboró, por encargo del Club de Roma, un modelo mundial cuyo objetivo era predecir el futuro del planeta a partir del estudio de las tendencias observadas en cinco variables seleccionadas como relevantes y accesibles: a) recursos naturales, b) crecimiento de la población, c) alimentos, d) producción industrial, y e) contaminación. De esos modelos basada en programas de computación surgieron:

1) El Modelo inicial del mundo (World Dynamics): J. Forrester (1971). 2) Los límites del crecimiento (The Limits to Growth): D. L. Meadows (1973). 3) The Limits to Growth II: M. Mesarovic y E. Pestel (1974).

www.clubderoma.net/cor_metodologiaindex.php

Una versión sintética del estudio fue publicada en castellano con el título Los límites del crecimiento, el cual expresaba fielmente su resultado más impactante: el mundo y sus recursos no podrían ser considerados como “infinitos”. Tenían límites, e incluso eran amenazadoramente precisos. A ese primer intento le sucedieron otros.

En América Latina se elaboró el Modelo de la Fundación Bariloche (1982), coordinado por el Dr. Amílcar Herrera, cuyo propósito fue presentar un modelo alternativo a aquella visión catastrofista, introduciendo para ello variables de índole social y política (www.fundacionbariloche.org.ar)

Muchos de estos esfuerzos por generar pronósticos a futuro se desacreditaron, algunos por intentar predicciones deterministas y mecanicistas, y otros porque fueron desmentidos crudamente por el tiempo ya que surgieron acontecimientos de importancia no previstos en ningún modelo. Si bien escapa a las posibilidades del módulo avanzar sobre los atributos de estos modelos, cabe tener en cuenta que hace varios años que se viene utilizando estos procedimientos. Como hemos visto, casi todos estos estudios predicen que la tecnología continuará siendo el agente de cambio social, con un optimismo que, a pesar de contradecir fuertemente a la realidad, no deja de sorprender.

Entendemos que planificar situaciones a futuro a partir de datos y proyecciones del pasado es hacer el trabajo a medias. Si bien lo que hacemos habitualmente es asumir el pasado como algo irremediable y sufrir el presente como determinado por la inercia de los hechos pasados, nos convendría ampliar el campo de percepción.

Frente a estas dificultades, el camino más fácil es suponer que el futuro será más o menos como el presente, puesto que el presente se parece en cierta medida al pasado. También hay ciertos comportamientos humanos que parecen constantes, y bastará ampararse en el mágico mutatis mutandis –cambiando lo que haya que cambiar– para asimilar los cambios en las condiciones de vida: se puede pensar que así como hoy abundan los que hacen ostentación de toda la electrónica que llevan encima, sus padres se jactarían de la potencia de sus autos, y sus abuelos hablarían todo el tiempo de la velocidad y la fuerza de sus caballos (P. Capanna, 2011).

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4. Prospectiva

Probablemente, un panel sobre las tecnologías del siglo XX celebrado en 1895, no hubiera incluido los aviones, la radio, los antibióticos, la energía nuclear,

la electrónica, los computadores y la exploración espacial Scientific American (1995)

Desde hace más de dos décadas, los países principales han empezado a utilizar sistemáticamente técnicas de prospectiva, especialmente en el campo de la evolución tecnológica –technology foresight–, a fin de conocer:

1) cuáles son las tecnologías claves para su desarrollo,

2) cómo pueden afectar a la sociedades en las que se desarrollan, y

3) cuáles pueden ser los factores que las impulsan.

Esta evolución tiene su núcleo principal en la utilización de métodos prospectivos por parte de las grandes empresas multinacionales en sus procesos de planificación estratégica. Consecuentemente, los gobiernos han seguido esa tendencia cuando requieren decisiones complejas para desarrollar sectores y tecnologías de alto costo.

A su vez, existen estudios detallados sobre el futuro de la educación que se vinculan con la problemática del mundo del trabajo, las tecnologías para la difusión de conocimientos y la creciente evolución demográfica, y se han focalizado tanto en el horizonte de los sistemas educativos –primarios, secundarios o universitarios– como en la vinculación entre educación, empresa y la investigación científico-tecnológica. Universidades como Harvard, o el Instituto Tecnológico de Massachussets –MIT–, han desarrollado estudios prospectivos en administración gubernamental y empresaria y en ciencias biológicas intentando develar cuáles debieran ser los objetivos de la enseñanza para responder al futuro que se avecina.

También la UNESCO se ha dedicado a monitorear posibles futuros educativos planteando posibles escenarios e intentando articularlos con las trayectorias particulares de las distintas naciones. La OEI –Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación la Ciencia y la Cultura– ha sido otra de las organizaciones internacionales que ha trabajado en la construcción de escenarios vinculados a la formación y capacitación universitaria y su vinculación con la innovación.

La prospectiva también tiene –debería tener– su inserción en los diseños curriculares: diseñar planes de estudio supone prever determinados impactos de conocimientos en realidades sociales y económicas también cambiantes que, dada la velocidad y obsolescencia de los saberes supone pensar más allá del lapso de formación de un graduado. Como se aprecia, la disposición por adelantarse a los acontecimientos que incidirán en el porvenir aparece en las instituciones educativas que, según dicen, forman para el futuro.

A diferencia de las técnicas de proferencia, que van desde el pasado hacia el futuro, la Prospectiva propone venir desde el futuro hacia el presente (A. Merello, 1973).

Este percibir desde el futuro – mirar delante de nosotros en el tiempo–, requiere:

1) admitir la idea de que el futuro está “abierto" y que en él podemos imaginar diversas configuraciones. Esto permite elegir a una de ellas como polo de nuestra actividad futura, un modelo prospectivo que surge de una actitud resolutiva que busca mejorar una situación o construir una nueva.

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2) aceptar que todo juicio sobre el futuro será inevitablemente poco claro y preciso, y, desde luego, objetable. Si somos honestos veremos que es imposible apoyar estos juicios sobre bases inobjetables y eso ya resulta positivo dado que representa la disposición de considerar nuestros juicios tan honestamente como sea posible, aunque implique que admitamos un consenso vago, ambiguo e incompleto sobre las cualidades de lo que se considera un “buen” juicio: vivimos en un mundo en el que es necesario realizar juicios “fuertes” como punto de partida.

3) disponer de los medios que permiten percibir, configurar y elaborar modelos, de manera sistemática, de sociedades futuras mediante la anticipación de nuevas configuraciones que satisfagan las aspiraciones que motivan a los hombres, obviamente con los requerimientos de viabilidad imprescindibles para esos logros.

En principio –dice A. Merello (1973): "el futuro es la categorización de un estado de cosas que aún no es, pero que sabemos que de alguna manera, inexorablemente, va a ser y que en prospectiva queremos que sea de determinada manera". Así, sólo así, se puede anticipar la configuración de un futuro deseable.

Por ello, el abordaje prospectivo consiste en concentrar la atención sobre la institución a partir del futuro: no busca adivinar el futuro, sino que pretende construirlo. 4.1. Enfoque prospectivo

Dice W. Dimma (1985): Que yo sepa, sólo hay cuatro caminos para tratar el futuro: 1) ignorarlo, 2) responderle, 3) controlarlo, o 4) predecirlo.

Bien, no parece que el primero y el segundo camino sean psicológicamente convenientes, y el tercero tiene una complejidad que escapa a las posibilidades del ser humano. En el último:

1) Si todo sigue igual, no hay nada que predecir; el problema no existe.

2) Si la perspectiva cambia, hay que predecir qué cambios se producirán.

Pero, a pesar las velocidades crecientes de cambio sociocultural y económico:

¿qué cambios son predecibles y cuáles no?

A grandes rasgos, existen dos vertientes en las investigaciones preliminares para desarrollar un proyecto prospectivo: 1) la cuantitativa, y 2) la cualitativa, y ambas se complementan enriqueciendo esa propuesta.

Las técnicas cuantitativas se refieren principalmente a la obtención y análisis de información de corte tecnológico, económico y demográfico. Sus resultados, por regla general, se muestran en diversas estadísticas sobre “bienestar”, consumo, riqueza promedio por habitante, etcétera. En cambio, las técnicas cualitativas implican una mayor dosis de observación y capacidad de obtener conclusiones sintetizando diversos factores socioculturales y verificando que los valores cuantitativos “promedio” esconden grandes diferencias. Si bien es cierto que parte de estas investigaciones se prestan a interpretaciones subjetivas, también es importante señalar que estas técnicas aportan un gran volumen de información sobre realidades sociales y económicas, expectativas y posiciones culturales de esos habitantes-usuarios-consumidores que deben integrarse con la información que proveen las técnicas cuantitativas.

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4.2. Ejercicios prospectivos

Vamos a “mirar” –analizar y comprender–, primero hacia nuestro pasado, y luego hacia nuestro futuro, preguntándonos cómo hemos vivido, cómo estamos viviendo, cómo esperamos vivir.

¿Para qué? Para tener una mejor comprensión de la realidad que estamos viviendo, y en nuestro análisis del futuro que esperamos.

De hecho, nuestra formación profesional se ha sustentado en una historia que reseña los hechos pero no los analiza, que cuenta las virtudes de los héroes, pero que muy pocas veces señala debilidades humanas; en una ciencia que describe y relata hechos científicos antes que reflexionar sobre los procesos seguidos para obtener nuevo conocimiento; en una cultura que pone el énfasis en los valores de nuestros antepasados como algo casi inmutable y que pocas veces enfoca su análisis sobre el presente y el futuro de nuestra sociedad.

Una formación profesional cada vez más desvalorizada, alejada del espíritu de servicio y del rigor científico, que no encuentra su anclaje en la cultura actual, que ya no es nuestra, ni la única ni la mejor; una cultura itinerante, que se nutre y se renueva con los aportes –fuertemente informatizados– del contexto internacional.

Salir de esos modelos puede significar:

1) fugarnos de nuestro presente para refugiarnos en un tiempo pasado esplendoroso y cómodo;

2) evadir la responsabilidad del presente para situarnos en un mundo de fantasía y fuga de la realidad,

3) oscilar permanentemente entre la necesidad de conocer lo que puede ocurrir y el deseo de crear el mejor futuro posible, o

4) cometer la osadía de salir de lo ya establecido y explorar el futuro.

En realidad, pensar diferente no equivale desechar lo que existe, pensar y actuar diferente significa brindarnos la oportunidad de explorar y construir otros caminos para descubrir nuevos destinos.

El enfoque prospectivo, como toda innovación humana, genera actitudes disímiles: desde el entusiasmo al rechazo. El rechazo puede ocultar miedos e inseguridad, que se manifiestan en el fenómeno psicosocial de la resistencia al cambio. El entusiasmo puede ocultar ingenuidad e infantilismo, que se manifiestan en otro fenómeno psicosocial: la eterna actitud adolescencial de muchos adultos. 4.2.1. Prospectiva “retrospectiva"

Hoy: 2011. Presente dado, asimilable a un futuro probable.

¿Cómo es nuestro futuro, visto retrospectivamente?

Situarse, por ejemplo, veinte años en el pasado, imaginar que retornamos a esa época, y sin saber lo que ha sucedido en todo este tiempo indiquemos cómo deberán ser (vistos desde el pasado) –cómo deberían haber sido (vistos desde el presente)– nuestros años siguientes hasta 2011.

¿Qué deberíamos haber hecho, a partir de 1980 (1990, o 2000..., de acuerdo a la edad) para lograr lo que nos gustaría ser ahora?¿Qué atributos deberíamos haber desarrollado –conocimiento, relaciones, capacidades, habilidades, destrezas– para generar ese futuro? Extenderlo a la profesión, la familia, donde trabajamos, el país...

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4.2.2. Prospectiva p.p.d.

Suponer que estamos en el año 2020...

¿Cómo será nuestro futuro?

¿Qué deberíamos hacer ya, hoy, para lograr lo que nos gustaría ser?

¿Qué atributos deberemos desarrollar –conocimiento, inteligencia, relaciones, capacidades psicomotrices, habilidades, destrezas– para concretar ese futuro?

Extenderlo a la profesión, la familia, la institución donde trabajamos, el país...

Percibir estos comportamientos y actitudes nos permitirá comprenderlos e interpretarlos a la luz de la realidad que estamos viviendo. El único requisito en estos análisis es mantener la adhesión emocional a las intenciones originales de nuestro proyecto de vida en sus distintas etapas.

Ese mirar delante de nosotros en el tiempo surge de preguntarse:

¿Cómo será mi futuro?¿Cómo será nuestro futuro? ¿Cómo será el futuro de nuestra institución?

¿Qué elementos hay que desarrollar para vivir el futuro de nuestra vida?

¿Qué importancia tiene nuestra experiencia para vivir ese futuro?

Pensándolo bien, estas preguntas se agregan a las clásicas –qué somos, de dónde venimos y a dónde vamos–, que nos permiten tomar mayor conciencia de lo que vendrá y que nos incluye.

Mirar al futuro con la seguridad de que viene hacia nosotros de manera ineludible…

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5. Síntesis integradora Dudar de todo o creerlo todo,

son dos soluciones igualmente cómodas, tanto una como otra nos eximen de reflexionar

Henri Poincaré

La aceleración de los cambios –por causas económicas, políticas, científico-tecnológicas, o sociales– es uno de los rasgos característicos de nuestro tiempo. Y es necesario determinar para los sistemas educativos, y en su conjunto toda la gestión del conocimiento, su complejidad, su extensión, su velocidad y sus efectos, directos e indirectos, y mal que nos pese, nuestra comprensión de ese proceso de cambio, ya que de ella depende nuestra capacidad de gestión.

Sin información genuina sobre:

1) el contexto –entorno social, expectativas culturales, realidad socioeconómica–, y

2) los actores –funcionarios, autoridades, asesores, directivos, docentes, padres, destinatarios–,

no se puede hablar de planificación, ni de prospectiva, ni abordar seriamente ningún proyecto, programa o plan.

Como hemos visto, en el concepto de Prospectiva están implícitas las ideas de plan y proyecto, así como los de expectativa e incertidumbre que nos genera la realidad y los de anticipación y estrategia para buscar mejores condiciones que las actuales.

Ya podemos distinguir con mayor claridad a la prospectiva de la profecía, o de la adivinación. En Delfos, al pie del Monte Parnaso, las personas acostumbraban consultar a las pitonisas –adivinadoras: sacerdotisas de Apolo– qué les depararía el futuro.

La prospectiva no busca adivinar, desentrañar o adelantar el futuro –sería ejercer el don de la profecía–, ni precaverse contra los eventos desagradables del futuro –eso sería futurología–. No trata de adivinar, sino –después de un largo camino inteligente– de formular preguntas que valga la pena resolver.

Podemos distinguir a la prospectiva de la ciencia-ficción.

A pesar de la “capacidad de asombro” (D. Knight, 1982) que genera la coherencia de la trama de la ciencia-ficción y de admitir que todo lo que ocurre puede tener alguna explicación racional, es necesario indicar caminos –científica y tecnológicamente válidos– que tenga sentido recorrer.

También podemos distinguir a la prospectiva de la utopía.

Se acepta habitualmente que una utopía es una abstracción, sin lugar ni tiempo determinado, donde los problemas diagnosticados se resuelven con ciertos requisitos mínimos: una sociedad ideal que, consciente de sí misma, orienta su transformación hacia el pleno desarrollo personal y grupal, mediante la participación organizada de sus miembros, en un proceso con acceso equitativo al bienestar y compatible con el medio ambiente.

En las utopías, las imperfecciones son resueltas a priori debido a la perfección del sistema al que ya se supone implementado. En F. Bacon, la existencia de una sociedad perfecta –"La casa de Salomón"–, conduce de tal modo la vida que la felicidad y el progreso se producen ineludiblemente. Precisamente por la errónea manera de enfocar

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el problema la palabra utopía ha dado origen a un adjetivo –utópico– que sirve para designar aquello que, de una u otra manera, se haya alejado de la realidad.

Si bien es cierto que necesitamos remontar el vuelo imaginativo (A. Merello, 1973) la prospectiva no busca diseñar una organización ideal –un universo de posibilidades infinitas sin ninguna ventana abierta a la realidad–. A diferencia de la utopía, la prospectiva propone, tal como lo dijera G. Berger en 1958, estudiar el futuro para comprenderlo y poder influir en él. En una segunda aproximación, probablemente sólo busque captar el significado social de este proceso, proponiendo herramientas que sirvan a la sociedad, fortaleciendo valores humanos, y alejando pesadillas aberrantes pero reales, como 1984, de George Orwell.

La propuesta de la Prospectiva es percibir cómo construir el futuro, cuando lo que hacemos habitualmente es asumir el pasado como algo irremediable, y sufrir el presente como algo predeterminado por la inercia de los hechos pasados.

Ese mirar delante de nosotros en el tiempo surge con fuerza al preguntarse:

¿Cómo será mi futuro?

¿Cómo será nuestro futuro? ¿Qué importancia tiene nuestra experiencia para vivir ese futuro?

¿Qué atributos hay que desarrollar –conocimiento, inteligencia, capacidades, habilidades, destrezas, valores– para vivir nuestro futuro?

¿Qué educación, para qué entorno social, en qué futuro?

Las preguntas sobre el futuro iluminan de otra manera las condiciones presentes, limitadas incluso por el contexto que nos toca en suerte. De todas maneras, significa trabajar en un proyecto para lograr mejores condiciones que las actuales y mejorar la calidad de vida de la sociedad que todos compartimos.

Pensándolo bien, están agregando algo a las clásicas preguntas sobre qué somos, de dónde venimos y a dónde vamos, tanto como para tomar alguna conciencia de lo que vendrá y que nos incluye: como dijimos, mirar al futuro con la seguridad de que viene hacia nosotros de una manera inevitable, frente al cual sólo caben la resignación, o la esperanza de la acción.

Concretando: El futuro está “abierto" y en él podemos imaginar configuraciones probables y deseables. Desde allí podemos reflexionar sobre el presente, para actuar eficazmente orientando nuestra percepción hacia ese futuro percibido como deseable.

Hacer prospectiva es buscar mejores condiciones que las actuales, es depositar la esperanza en un proyecto para mejorar calidad de vida y conseguir metas previsibles.

Pero un proyecto prospectivo requiere de:

1) el diseño de acciones para generar las condiciones que queremos, y

2) personas involucradas, responsables en la ejecución de esas tareas.

Debemos ser conscientes de las necesidades de acotar los intentos de creatividad, heterodoxia y eclecticismo, deseables desde lo prospectivo, pero no siempre posibles, y que exagerados pueden llevar a modelos difíciles de explicar y de interpretar, y evitar la "mezcla" indebida de procedimientos y técnicas que no son integrables.

Si bien parece obvio, conviene no confundir creatividad, heterodoxia y eclecticismo con lo que no sabemos que no sabemos (meta-ignorancia).

Como es evidente, el resultado de estos análisis prospectivos no debe tomarse

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como verdades absolutas, fijas e inamovibles, que van a cumplirse necesariamente. Serán solo probables escenarios donde podrán transcurrir ciertos sucesos, que podrán variar según vayan cambiando algunos de los múltiples factores que están siempre presentes en el desarrollo de la realidad. Y es muy probable que las percepciones prospectivas que se hagan para dentro de diez años tengan que ser cambiadas al cabo de tan solo uno o dos.

Pero también nos parece más humano y preferible tener alguna idea sobre cómo puede evolucionar el futuro, que no tener ninguna. Ideas que vale la pena difundir, compartir y discutir. Ideas sobre cómo cooperar para tener una sociedad mejor, más justa, más solidaria, más generosa, en donde no haya exclusiones. En una sociedad más moderna y, mejor preparada para combatir el hambre, la pobreza, la miseria, la falta de educación y la injusticia social. Esto incluye la posibilidad –y la necesidad– de construir nuestro futuro, en vez de esperar, o dejar, que lo construyan por nosotros… 6. Bibliografía Atala Riffo, J. (2001): La teoría psicoprospectiva. Editorial Universitaria. Santiago, Chile.

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