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1 POBREZA Y EDUCACIÓN EN MÉXICO Susan W. Parker 2008-2009

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POBREZA Y EDUCACIÓN EN MÉXICO

Susan W. Parker

2008-2009

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Informe sobre Desarrollo Humano 2008-2009:

Gasto Público para el Desarrollo Humano “Pobreza y Educación en México”

Susan W. Parker

1. Introducción y Objetivos

El presente documento de investigación se centra en los temas de pobreza, ingreso y

educación en México. Esta investigación tiene dos análisis principales. Primero, nos

enfocamos en la escolaridad de la población Mexicana así como su habilidad cognitiva y la

relación entre dichas variables. Tomando ventaja del carácter longitudinal de la ENNViH,

también presentamos los niveles de escolaridad y habilidad cognitiva para los niños

mexicanos y analizamos cómo cambian estos niveles a través del tiempo. Así mismo, se

presenta una descripción por nivel socioeconómico (medido a través de quintiles de gasto

per cápita, el cual funciona como proxy del ingreso permanente de los individuos) de la

distribución de los indicadores de educación por quintil. Finalmente, dado que la ENNViH

provee información detallada sobre las características de las escuelas a donde asisten los

niños actualmente inscritos, se presenta una relación de los niveles de educación con la

calidad de las escuelas disponibles en México.

Este análisis sobre las tendencias en educación es innovador al menos por tres

razones. En primer lugar, los datos permiten estudiar la asistencia escolar de los niños a

través del tiempo y evaluar así qué niños progresan rápidamente en comparación de los

niños que se van quedando rezagados, de acuerdo a ciertas características socioeconómicas.

En segundo lugar, el análisis permite relacionar la escolaridad y la habilitad cognitiva así

como conocer las diferencias por nivel socio-económico. En tercer y último lugar, por

primera vez en México podemos caracterizar detalladamente la calidad de las escuelas a las

que asisten los niños de acuerdo a su nivel de ingreso y a otras características

socioeconómicas. Las escuelas a las que asisten los niños reflejan la oferta disponible y las

características de las escuelas de la región, de forma que las diferencias en las características

de estas escuelas muestran claramente las diferencias del gasto del gobierno entre áreas

geográficas.

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Un segundo análisis que se lleva a cabo en esta investigación presenta los niveles de

pobreza en México en 2002 y en 2005, tomando ventaja –una vez más- de la naturaleza

longitudinal de la ENNViH para analizar las transiciones dentro y fuera de la pobreza. Este

análisis también es bastante innovador dado que la ENNViH es la primera base de datos

longitudinal y representativa a nivel nacional, lo cual permite empezar a caracterizar hasta

qué punto la pobreza en México es temporal o permanente. En este trabajo se presenta

evidencia sobre las transiciones de pobreza de acuerdo a las tres líneas oficiales de pobreza

en México entre 2002 y 2005 y por grupo de edad.

El documento está organizado de la siguiente manera. A continuación se presenta

una breve descripción de la Encuesta Nacional Sobre Niveles de Vida de los Hogares, fuente

principal del análisis. Posteriormente se presentan los resultados principales sobre educación

de adultos y niños así como información sobre las características de las escuelas a las que

asisten los niños y al último hay un apartado sobre los niveles de pobreza en México en

2002 y 2005.

2. Encuesta Nacional sobre Niveles de Vida de los Hogares

La Encuesta Nacional sobre Niveles de Vida de los Hogares (ENNViH) es una base de

datos multi-temática y de corte longitudinal que recoge amplia información sobre

indicadores socioeconómicos, demográficos y de salud de la población mexicana.

La ENNViH es la primera encuesta en México con representatividad a nivel

nacional que parte de un diseño longitudinal, lo cual permite seguir a los mexicanos a lo

largo del tiempo independientemente de sus decisiones de migración. Esto tiene por objeto

estudiar la dinámica económica, demográfica, epidemiológica y migratoria de la población

a través de una encuesta panel de por lo menos 10 años de duración.

El diseño de la muestra de la línea basal estuvo a cargo del Instituto Nacional de

Estadística Geografía e Informática (INEGI). La línea basal es una muestra probabilística,

estratificada, multi-etápica e independiente a cada dominio de estudio. El tamaño de la

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línea basal es de 8,440 hogares con aproximadamente 35,000 entrevistas individuales en

150 localidades de la República Mexicana. La línea basal (ENNViH-1) se llevó a cabo en el

año 2002. El segundo levantamiento (ENNViH-2) se llevó a cabo entre el año 2005-2006

con una tasa de re-contacto del 90 por ciento a nivel hogar. Los levantamientos 3 y 4 están

programados para el año 2009 y 2012, respectivamente.

El carácter multidimensional de la ENNViH facilita el estudio sobre la interrelación

de diferentes fenómenos demográficos y socioeconómicos presentes en la dinámica del

bienestar de la población. Ejemplo de algunos vínculos son: la relación de la salud de un

individuo con su productividad laboral; el vínculo de la pérdida de ingresos familiares con

las decisiones de algunos integrantes del hogar de migrar dentro y fuera del país, y su nexo

con decisiones de inversión en capital humano; la relación de estas decisiones con la

participación de la población en programas de política social; o bien, el efecto de la

incidencia de las tasas de criminalidad y la percepción de inseguridad en la comunidad

sobre el bienestar, el comportamiento y la salud de los mexicanos.

La ENNViH-1 y ENNViH-2 proveen información detallada a nivel individual,

hogar y localidad como: i) patrones de gasto y consumo, decisiones de ahorro, pertenencia

de activos y riqueza familiar, ii) información sobre programas sociales con incidencia

comunitaria; a nivel hogar o individual iii) nivel de escolaridad actual y historial educativo

de todos los integrantes del hogar, iv) tipo de empleo, movilidad y participación laboral de

todos los miembros del hogar mayores a 5 años, v) información sobre uso del tiempo en

actividades concernientes al hogar y la educación de los hijos, vi) medición e interpretación

sobre el estado de salud: auto-percepción y expectativas del individuo sobre su estado de

salud, hábitos cotidianos relacionados con el cuidado o descuido de la salud (deportes,

ingesta de alcohol, tabaquismo, etc.); indicadores de funcionalidad para personas de edad

avanzada; propensión y reporte de enfermedades crónicas; medidas antropométricas (peso y

talla) relacionadas con problemas de nutrición o sobre peso; indicadores biológicos como

presión sanguínea y niveles de hemoglobina (los cuales se encuentran relacionados con

problemas de hipertensión arterial y anemia, respectivamente), vii) información

retrospectiva sobre salud reproductiva e información histórica sobre embarazos,

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nacimientos y pérdidas sobre las mujeres en edad fértil dentro del hogar (14-45 años de

edad); prácticas y uso de anticonceptivos; información sobre utilización de servicios de

salud durante el embarazo, parto y post parto, y muchos otros temas de gran relevancia.

Además, durante el levantamiento de la encuesta los miembros del hogar entre 5 y 65 años

de edad contestaron un libro que contiene matrices progresivas de Raven. Estas matrices

fueron diseñadas para medir las habilidades cognitivas de las personas, independientemente

de su nivel de alfabetización, es decir, sin necesidad de que las personas sepan leer y

escribir. Dicho instrumento nos permite analizar las habilidades cognitivas de la población

Mexicana, así como relacionarlas con otros indicadores, como logros en la educación

formal.

3. Principales Resultados

Educación

En esta sección se analizan algunos indicadores relacionados con la educación de los adultos

y niños.

En referencia a los adultos, el Cuadro 1 muestra los grados de educación promedio

por grupos de edad y por género así como los resultados de las pruebas cognitivas. Del

cuadro es evidente que los niveles de escolaridad de la población han ido aumentando en el

tiempo. En 2005, hombres entre 15 y 24 años tienen en promedio 9.23 grados de

escolaridad (terminada) mientras que hombres entre 45 y 54 años tienen 6.2. Es importante

remarcar que mientras que entre la población de mayor edad existen diferencias

significativas en los grados de escolaridad completados entre género -favoreciendo a los

hombres-, entre generaciones más jóvenes no existe evidencia de que exista una brecha que

también los favorezca. De hecho, parece ser que existe una pequeña diferencia a favor de

las mujeres.

En cuanto a resultados en la prueba cognitiva, el desempeño entre hombres y

mujeres es bastante similar, siendo los más jóvenes quienes reportan mejores resultados. El

nivel de la prueba disminuye con la edad, probablemente reflejando mejores niveles de

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habilidad cognitiva entre jóvenes derivados, por ejemplo, de mejoras en nutrición en la

infancia.

(Cuadro 1: Indicadores de -educación para individuos de 15 años y más)

Por su parte, el análisis por quintiles de gasto per cápita muestra que, como es

esperado, los individuos con mayor gasto per cápita tienen un mayor grado de escolaridad

que los individuos en el primer quintil de gasto (casi cuatro años de escolaridad de

diferencia), tanto para el 2002 como para el 2005 (Cuadro 2). Los niveles de la prueba

cognitiva están claramente correlacionados con el nivel de ingreso. Adultos en quintiles

más pobres muestran peores niveles de educación así como peores niveles de habilidad

cognitiva, sugiriendo que ambas variables están relacionadas con la generación de

ingresos.

(Cuadro 2: Indicadores de educación para individuos de 15 años y por quintiles de

gasto per cápita)

A continuación se presenta un análisis sobre las tendencias educativas entre niños.

A diferencia de los adultos, el nivel de escolaridad de los niños cambia a través del tiempo,

por lo cual se presenta un análisis longitudinal sobre los cambios en asistencia escolar a lo

largo de los años. El Cuadro 3 presenta indicadores de escolaridad y habilidad cognitiva

para niños entre 6 y 14 años de edad en 2002 por género. El cuadro también presenta los

niveles educativos en el 2005 por este mismo cohorte de niños del 2002 tres años más tarde

(en 2005). En cuanto a niveles de escolaridad, El Cuadro 3 muestra que para casi todas las

edades, en 2002 las niñas tienen mayor escolaridad que los niños, situación que se repite en

2005 (esta diferencia es más marcada conforme aumenta su edad). De esta forma, se vuelve

inmediatamente aparente que desde edades tempranas los niños comienzan a repetir años

escolares. Por ejemplo, los niños de ocho años tienen únicamente 1.4 años de escolaridad

promedio mientras que uno esperaría que esta estadística fuera cercana a los dos años de

escolaridad. De acuerdo a la información sobre el grado de repetición escolar (columna dos

del Cuadro 3) se pueden ver tasas de repetición extremadamente altas entre niños. A los 14

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años, cerca de un tercio de los niños y casi 30% de las niñas reportan haber repetido al

menos un año escolar.

A través del tiempo y como sería de esperarse, los niños aumentan su asistencia

escolar, particularmente aquellos que eran más jóvenes en 2002. Por otro lado, la

proporción de aquellos niños que repiten años escolares también aumenta

considerablemente a lo largo del tiempo.

En cuanto a niveles de habilidad cognitiva basada en los resultados de la prueba

Raven, El Cuadro 3 muestra que los resultados globales son bastante parecidos entre

hombres y mujeres y no hay diferencias significativas. Entre 2002 y 2005 se muestran

claras mejorías en dicha prueba por cada grupo de edad, lo cual es consistente con el hecho

de que las capacidades cognitivas aumentan en la etapa de la niñez.

(Cuadro 3: Indicadores de educación de hombres y mujeres de 6 a 14 años de edad)

El Cuadro 4a muestra a los mismos indicadores educativos de los individuos de 6 a

14 años por quintil de gasto per cápita. En primer lugar, es instructivo revisar las cifras de

los niños de 6 a 7 años, quienes apenas empiezan su escolaridad formal. Como es de

esperarse en este grupo específico, no hay diferencias en el logro educativo. Sin embargo,

llama la atención de que desde los seis años ya hay diferencias importantes en el nivel de

capacidad cognitiva de acuerdo al nivel de ingreso/pobreza. En otras palabras, antes de que

pueda haber diferencias en la escolaridad formal de los niños, ya existen grandes diferencias

en su capacidad cognitiva.

A pesar de que no hay diferencias en escolaridad para el grupo de edad de seis a

siete años en 2002, tres años después para este mismo cohorte de niños ya hay claras

diferencias en los años de escolaridad, en la proporción que repite años escolares y en la

proporción inscrita en la escuela para los niños que tienen entre 9 y 10 años de edad en

2005. Tendencias similares ocurren para todos los grupos de edad del Cuadro 4a.

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En este cuadro también se muestra el porcentaje de niños inscritos en la escuela por

grupo de edad y para ambas rondas de la ENNViH (2002 y 2005). Al diferenciar por grupos

de edad, el porcentaje más alto de niños inscritos a la escuela se encuentra en el grupo de

niños de entre 8 y 9 años de edad en 2002 (entre el 96 y 100%) y el más bajo se encuentra

entre niños de 12 a 14 años de edad (entre 84 y 95%). Para 2005, el porcentaje de niños

inscritos en la escuela es mayor para los niños entre 6 y 7 años de edad (entre 96 y 98%),

mientras que los niños entre 12 y 14 años de edad siguen siendo los que presentan una

menor proporción inscrita a la escuela (entre 40 y 65%), además de que presentan un

descenso dramático en dicha proporción entre 2002 y 2005. Al hacer el análisis por grupos

de ingreso/pobreza se encuentra que, para cada grupo de edad, los niños más pobres son los

que presentan menores porcentajes de inscripción a la escuela. Una diferencia notoria se

encuentra en el grupo de 12 a 14 años de edad en 2002, en el cual los más pobres tienen una

tasa de inscripción del 84% comparada con una tasa del 95% para niños de mayores

ingresos. Este último indicador probablemente esté relacionado con el factor de que muchos

niños que viven en condiciones de pobreza se ven en la necesidad de salirse de la escuela y

empezar a trabajar desde tempranas edades.

A pesar de que el análisis que se presenta aquí es meramente descriptivo, la

evidencia sugiere que el ingreso del hogar y las condiciones económicas así como la

habilidad cognitiva son determinantes importantes dado que predicen la desigualdad en la

asistencia escolar a lo largo del tiempo. Esto deja claro que el nivel de escolaridad es

altamente disparejo entre grupos de gasto per cápita (por ejemplo niños en el último quintil

de gasto per cápita de 6 a 14 años en el 2002 tienen en promedio 7 años de educación en

2005 mientras que los niños del primer quintil tienen 5.5 años de escolaridad en promedio

en el 2005).

(Cuadro 4a: Indicadores de educación de niños de 6 a 14 años por grupos de edad y

gasto per cápita)

Respecto al tema de habilidad cognitiva, incluso desde que los niños son pequeños

empiezan a aparecer diferencias en el nivel de habilidad cognitiva de acuerdo al nivel de

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ingreso/pobreza. Dichas diferencias probablemente no son resultado de diferencias en

escolaridad dado que a esa edad todavía no se ha empezado la escolaridad formal. Sin

embargo, es factible que existan diferencias en la proporción de niños por grupo de edad que

asistan o han asistido al kínder. Este tema se analiza en el Cuadro 4b, donde presentamos el

nivel de habilidad así como la proporción de niños inscritos en la escuela de 5 años de edad

en el 2002. El cuadro muestra que efectivamente existen diferencias en la proporción de

niños de 5 años de edad inscritos en la escuela por grupo de ingreso, lo cual refleja

diferencias importantes en la inscripción para educación preescolar1

.

(Cuadro 4b: Indicadores de educación de niños de 5 años de edad y por grupos de

gasto per cápita)

Niveles más bajos de habilidad cognitiva están asociados con mayor incidencia en

desnutrición en la infancia. El cuadro 5 presenta los niveles de habilidad cognitiva por

quintiles, así como talla, niveles de desmedro y el Índice de Masa Corporal de niños. Este

cuadro es consistente con el hecho de que los niños más pequeños que viven en hogares más

pobres tienen mayores índices de desmedro. Después de tres años, diferencias significativas

en la proporción de niños con desmedro persisten. Así, el Cuadro 5 es consistente con el

hecho de que la desnutrición es un factor que claramente predice las diferencias en cuanto a

habilidades cognitivas (Behrman 1996 y Behrman & Deolalikar, 1988).

(Cuadro 5: Habilidad cognitiva e indicadores de salud de niños de 5 a 7 años por

grupo de edad y quintil de gasto per cápita)

Los cuadros anteriores han enfatizado la idea de que las diferencias en el ingreso

familiar pueden predecir hasta cierto punto la eventual asistencia escolar de niños. Mientras

que esto no es sorpresivo, es importante evaluar los factores potenciales que explican esta

relación. A primera vista, una hipótesis obvia es que las familias con mayores ingresos

1 Es importante mencionar que se aprobó una reforma constitucional en noviembre 2002 que establecía la obligatoriedad para todos los niños de la educación preescolar, así como se delimitaban los periodos para dar cumplimiento a dicha disposición: el tercer año en el ciclo 2004-2005, el segundo año en el ciclo 2005-2006, y el primer año en el ciclo 2008-2009. Esta reforma quizás podría ayudar a reducir la evidente brecha educativa en la inscripción en la educación preescolar que existe entre niños proveniente de familias con bajos recursos versus los de más altos recursos.

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gastan más en la educación de sus hijos. Una segunda hipótesis es que las familias con

mayores ingresos pueden tener padres con mayor escolaridad que se preocupan más por la

asistencia escolar de sus hijos y por ende dedican más tiempo en el desarrollo educativo de

sus hijos y en actividades como la lectura con ellos. Una tercera hipótesis es que los niños

que viven en zonas más pobres tienen menor acceso a escuelas o asisten a escuelas de menor

calidad. Si el gasto en educación fuera independiente o incluso estuviera relacionado

progresivamente con el ingreso del hogar, no deberían existir diferencias en la calidad de las

escuelas a las que asisten niños pobres y niños no-pobres, con la excepción de diferencias

que pueden surgir al asistir a escuelas privadas. Entonces, una pregunta evidente sería cómo

se comparan las características de las escuelas a las que asisten niños pobres con las de

escuelas a las que asisten niños de mayores ingresos. El análisis siguiente busca responder

esta pregunta.

Es importante remarcar que la ENNViH es la primera base de datos que nos permite

cruzar directamente información a nivel individual y a nivel hogar con información sobre

las características de las escuelas. Algunos estudios previos, en particular los de John Scott

(vea por ejemplo, Scott 2008) estiman la distribución del gasto social entre los hogares por

nivel de ingreso suponiendo un costo promedio por usuario uniforme. Ello mide sobre todo

la desigualdad generada en gasto educativo debido a que en los sectores más pobres de la

sociedad los niños asisten menos tiempo a la escuela.

En el Cuadro 6 empezamos a revisar algunos indicadores escolares relacionados con

la oferta educativa. Este cuadro muestra el tiempo promedio que tardan en llegar a la escuela

(un proxy de la distancia de la escuela), las horas en promedio que pasan los niños en la

escuela así como la razón alumno/maestro. Cabe destacar que en ausencia de información

sobre el presupuesto del gobierno federal y estatal para cada escuela, la razón

alumno/maestro es un excelente proxy de los recursos que se destinan a nivel de escuela ya

que la mayor parte del gasto educativo de una escuela está dirigida a los sueldos de los

maestros. El Cuadro 6 muestra que el tiempo promedio para llegar a la escuela es

relativamente bajo (alrededor de 11 a 12 minutos) y constante entre los 6 y 11 años de edad

y aumenta ligeramente después de los 11 años -como se podría esperar cuando los niños se

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pasan de primaria a secundaria-. Respecto a horas pasadas en la escuela por día, el dato es

más o menos constante para niños de 6 a 11 años y aumenta después, lo cual también es

consistente con el hecho de que se pasan más horas en la escuela durante la secundaria que

durante la primaria. Finalmente, llama la atención que la razón alumno/maestro disminuye

drásticamente con la edad de los niños, siendo alrededor de 22 niños por salón a los 6 años y

menos de 10 niños por salón para los jóvenes de 14 años.

(Cuadro 6: Características escolares de hombres y mujeres entre 6 y 14 años de edad)

El Cuadro 7 muestra las variables de horas en la escuela, horas de estudio fuera de

la escuela y razón maestro/alumno por quintil de gasto y por grupo de edad. Por todos los

grupos de edad, las horas que pasan en la escuela tienden a ser similares entre quintil -de

alrededor de casi 5 horas por día escolar- aunque hay una ligera tendencia de mayor número

de horas por día en las escuelas a las que asisten niños de familias de mayores ingresos. Lo

que sí llama la atención aún para los niños de 6 a 7 años -quienes apenas están entrando la

escuela- es la diferencia que existe en el número de horas dedicadas a estudiar fuera de la

escuela por quintil. Niños de 6 a 7 años en el quintil más bajo estudian un promedio de 4.3

horas fuera de la escuela mientras que niños de 6 a 7 años en el quintil más alto estudian 6.6

horas a la semana. Respecto a la razón maestro/alumno también son muy llamativas las

grandes diferencias entre quintiles. Para niños del quintil más bajo de ingreso, la razón

maestro/alumno es de 23 alumnos por salón versus 19 para alumnos en el quintil con mayor

ingreso. Ello es una clara reflexión de las diferencias en el gasto educativo que existe entre

niños con familias de menores ingresos versus familias de ingresos más altos. Estos

hallazgos son parecidos para todos los grupos de edad, mostrando que niños en grupos más

pobres tienden a tener clases con una mayor razón de alumnos/maestros, siendo más

dramático el caso para niños entre 12 y 14 años de edad (en 2002 hay cerca de 18 alumnos

por maestro en escuelas donde asisten niños del primer quintil de gasto comparados con 9

alumnos por maestro en escuelas donde asisten niños del último quintil de gasto).

(Cuadro 7: Características escolares de niños entre 6 y 14 años por edad y quintil de

gasto per cápita)

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En resumen, lo último representa un claro indicador de la calidad de las escuelas así

como del gasto que se ejerce en las mismas (dado que los salarios de los maestros

normalmente ocupan la mayor fracción del gasto). Esto último permite analizar qué tan

diferenciado es el presupuesto que tienen las escuelas a las que asisten niños pobres

comparado con el presupuesto que tienen las escuelas a las que van niños de mayores

ingresos, ya que la infraestructura de los salones y el presupuesto para contratar a docentes

son clara referencia de la diferencia que existe entre niveles de ingreso/pobreza.

El Cuadro 8 muestra una serie de características sobre infraestructura física (si

cuentan con electricidad, baño, computadoras, pisos limpios o biblioteca) de las escuelas

que hay en la localidad donde residen niños entre 6 y 14 años por grupos de edad y gasto

per cápita en el 2002. En cuanto a las escuelas que cuentan con electricidad, prácticamente

no existen diferencias en el porcentaje que cuenta con esta facilidad, ni por grupo de edad

ni por grupo de gasto per cápita (prácticamente todas rondan entre el 97 y el 100% de

cobertura). Sin embargo, sí existen diferencias notorias entre las escuelas de la localidad

que cuentan con baño, computadoras, pisos limpios o biblioteca por grupos de gasto per

cápita. Por ejemplo, en cuanto a la infraestructura relacionada con sanitarios, cerca del 79%

de las escuelas de la localidad a las que asisten niños entre 6 y 7 años de edad de menores

recursos cuentan con baños, comparadas con el 96% de las escuelas a las que asisten niños

de la misma edad del quintil más alto de ingreso. Así mismo, un porcentaje muy bajo de

escuelas a las que van niños de esa edad del primer quintil de gasto tienen computadoras

(36%), mientras que este porcentaje es de 57% para escuelas de niños en familias de

mayores ingresos. Este mismo comportamiento se observa para escuelas con pisos limpios

y escuelas con biblioteca, en cada grupo de edad.

El cuadro anterior permite analizar las condiciones físicas en las que se encuentran

las escuelas de las localidades a las que asisten niños pobres comparadas con las escuelas a

las que asisten niños en mejor situación económica. Claramente se ve que los niños de

menores ingresos regularmente acuden a escuelas que se encuentran en condiciones muy

precarias dado que algunas no cuentan con electricidad, baño o tan siquiera pisos limpios.

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Al hacer el análisis sobre equipamiento más sofisticado como computadoras y bibliotecas

es evidente que el porcentaje que no tiene éstos es todavía más marcado comparado con

niños de familias de mayores recursos.

(Cuadro 8: Infraestructura de las escuelas a las que asisten niños entre 6 y 14 años

por grupos de edad y gasto per cápita en 2002)

El Cuadro 9 replica el análisis anterior en cuanto a la información de la escuela a la

que asisten niños entre 6 y 14 años de edad por grupo de edad y gasto per cápita en 2002

(en lugar de la información sobre las escuelas que hay en la localidad donde residen dichos

niños, como se presentó en el cuadro anterior). En cuanto al acceso a electricidad, escuelas

con excusado, computadoras, pisos limpios y bibliotecas, los indicadores muestran las

mismas tendencias que el cuadro anterior. Adicionalmente, en este cuadro se muestran tres

indicadores más que corroboran los hallazgos previos. En primer lugar, la proporción de

computadoras por alumnos dista mucho de ser pareja entre niveles de ingreso/pobreza.

Como es de suponerse, los niños más pobres asisten a escuelas donde hay menor número de

computadoras y a su vez éstas deben ser compartidas por más estudiantes. En segundo

lugar, se puede ver que mientras que en los quintiles más altos hay casi cuatro libros por

alumno (3.7), en el primer quintil de ingreso/pobreza la relación de libros por alumnos es

de 2.4. Por último, en escuelas más pobres hay menos salones que en las escuelas a las que

asisten los niños con mayores ingresos (10 aulas comparadas con 13).

(Cuadro 9: Información de las escuelas a las que asisten niños entre 6 y 14 años por

grupo de edad y gasto per cápita en 2002)

En cuanto a información adicional sobre la calidad de la educación que se imparte

en escuelas a las que asisten niños entre 6 y 14 años de edad, el Cuadro 10 muestra

diferentes indicadores como los años de educación y el sueldo del director de las escuelas,

así como de los maestros de éstas. A pesar de que la brecha no es muy grande, sí existen

diferencias en los años de educación del director de una escuela que se encuentra en el

último quintil de gasto en comparación con uno de una escuela del primer quintil (tienen

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más años de escolaridad los primeros). Así mismo, los directores de las escuelas a las que

asisten niños de mayor ingreso perciben un mayor salario que aquellos que dirigen escuelas

para niños de menores recursos (por ejemplo, el sueldo del director de una escuela a la que

asisten niños de entre 12 y 14 años de edad del primer quintil de gasto es de 7,600 pesos

comparado con el sueldo de 11,200 de un director de escuela de niños del último quintil de

gasto). Esta tendencia se repite para los años de educación del director y el sueldo de los

maestros.

(Cuadro 10: Información de las escuelas a las que asisten niños entre 6 y 14 años por

grupos de edad y gasto per cápita en 2002)

En resumen, el análisis sobre las características de las escuelas a las que asisten los

niños muestra claramente que los niños más pobres asisten a escuelas que están en peores

condiciones que las escuelas a las que van niños de familias con mayores recursos. Estas

tendencias son evidentes en una serie de indicadores incluyendo la razón alumno/maestro,

condiciones de infraestructura básica, así como computadoras, bibliotecas, nivel de

escolaridad de los maestros y los salarios de los mismos.

Condiciones de Pobreza

Esta sección presenta un panorama general sobre el porcentaje de individuos que viven en

condiciones de pobreza (alimentaria, de capacidades y patrimonial)2

en 2002 y en 2005,

tanto a nivel nacional como por zonas urbanas. En el ámbito rural, la línea de pobreza

alimentaria corresponde a $598 per cápita, la línea de pobreza de capacidades es de $707

per cápita y la patrimonial es de $1,086. Por su parte, en zonas urbanas, la línea de pobreza

alimentaria corresponde a $809 per cápita, la de capacidades corresponde a $993 y la línea

de pobreza patrimonial es de $1,624 (CONEVAL, 2006).

2 Pobreza Alimentaria: incapacidad para obtener una canasta básica alimentaria, aún si se hiciera uso de todo el ingreso disponible en el hogar en comprar sólo los bienes de dicha canasta. Pobreza de Capacidades: insuficiencia del ingreso disponible para adquirir el valor de la canasta alimentaria y efectuar los gastos necesarios en salud y educación, aun dedicando el ingreso total de los hogares nada más que para estos fines. Pobreza Patrimonial: insuficiencia del ingreso disponible para adquirir la canasta alimentaria así como realizar los gastos necesarios en salud, educación, vestido, vivienda y transporte, aunque la totalidad del ingreso del hogar fuera utilizado exclusivamente para la adquisición de estos bienes y servicios.

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El objetivo de este análisis es utilizar el carácter longitudinal de la ENNViH para

presentar las transiciones de pobreza a lo largo del tiempo. Este análisis longitudinal nos

permite empezar a analizar hasta qué punto la pobreza es de larga o corta duración, lo cual

quizás refleja la ocurrencia de eventos que ocasionan la pérdida de trabajo versus

condiciones estructurales de carácter más permanente. Por lo tanto, en esta sección se

caracteriza la movilidad de la población mexicana dentro y fuera de la pobreza.

El Apéndice 1 detalla cómo se construyen los ingresos en la ENNViH, la cual

presenta fuentes de ingresos extremadamente detalladas las cuales son comparables con la

Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH). Dado que la ENIGH ha

sido históricamente utilizada por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de

Desarrollo Social (CONEVAL) para desarrollar indicadores oficiales de la población que

vive en condiciones de pobreza de acuerdo a las tres líneas de pobreza, es interesante

analizar diferencias potenciales en el ingreso entre ambas fuentes.

La Gráfica 1 muestra la comparación de la distribución del ingreso total entre la

ENNViH y la ENIGH del 2002. A grandes rasgos, se puede observar que los ingresos

medios son similares aunque la ENNViH presenta colas más dispersas en ambos lados.

Para nuestro análisis, este es un hecho de relevancia porque implica que la ENNViH

presentará estimaciones mayores de la población que vive en condiciones de pobreza que la

ENIGH. Hemos analizado los diferentes tipos de ingreso y las condiciones de recibir

determinados ingresos y los resultados muestran que el monto promedio recibido es similar

entre la ENIGH y la ENNViH, de manera que creemos que las diferencias no se deben al

hecho de que una encuesta u otra esté capturando mejor un tipo de ingreso en particular.

Una explicación alternativa de las diferencias puede deberse a las diferencias en la

proporción de hogares que reportan tener un ingreso. Los hogares en la ENIGH que no

reportan ningún ingreso son sacados de esta encuesta dado que son hogares con

información incompleta. Además, para los hogares que no reportan un ingreso particular, el

ingreso faltante se convierte en cero al momento de sumar el ingreso total. Por lo tanto, si

existen diferencias entre la ENIGH y la ENNViH se deben a la proporción de hogares que

no reportan un ingreso o a la proporción de hogares que reportan cero ingresos, lo cual

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estaría llevando a estimaciones diferentes sobre la distribución del ingreso entre ambas

fuentes. Una hipótesis es que la ENNViH puede estar capturando mejor a los hogares que

tienen muy pocos ingresos comparados con los que no tienen ingresos (que son eliminados

de las bases de la ENIGH), lo que explicaría así la mayor incidencia de hogares con

menores ingresos en la ENNViH que en la ENIGH. Desafortunadamente, no podemos

explorar directamente esta hipótesis debido a que las bases de datos de la ENIGH sacan a

los hogares que no reportan ingresos.

(Gráfica 1: Distribución del Ingreso Corriente Per Cápita)

Continuando con el análisis sobre la incidencia de pobreza en 2002 y en 2005 el

Cuadro11 muestra la proporción de individuos que se encuentran en condiciones de

pobreza alimentaria y patrimonial en 2002 y 2005 de acuerdo a cifras de la ENNViH. De

acuerdo a ésta, el 36.8% de los individuos vivían en condiciones de pobreza alimentaria en

2002. Al hacer la diferenciación por zona rural/urbana, se observa que el 29.1% de los

individuos sufrían de pobreza alimentaria en zonas urbanas comparados con el 48.1% en

zonas rurales. En cuanto a la pobreza patrimonial, cifras de la ENNViH indican que un

61.3% de los individuos no cuentan con el ingreso suficiente para cubrir su alimentación,

salud, educación, vestido, vivienda y transporte. En zonas rurales este porcentaje es de

71.7% y en zonas urbanas es de 54.3%. Aquí se puede ver que la pobreza ha sido

aproximadamente constante entre el 2002 y el 2005 aunque en zonas urbanas hubo un

ligero aumento en la pobreza medida tanto por la línea de pobreza alimentaria y por la línea

de pobreza patrimonial.

(Cuadro 11: Condiciones de pobreza a nivel nacional y por zona rural/urbana)

El Cuadro 12 muestra las transiciones que se han dado entre 2002 y 2005 de los

individuos que se encontraban en algún tipo de condición de pobreza. En cuanto a la

pobreza alimentaria, alrededor de la mitad de los individuos que vivían bajo esas

circunstancias en 2002 continúan en el mismo estado para 2005. Por otro lado,

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17

aproximadamente el 40% de los individuos que no vivían en condiciones de pobreza

alimentaria cayeron a esta situación en 2005. Un porcentaje importante de individuos que

no vivían en condiciones de pobreza en 2002 se encontró en condiciones de pobreza

patrimonial. En total, el 21% de los individuos no se encontró en condiciones de pobreza en

ninguno de los dos años. Esto puede compararse con la fracción que era pobre en 2002

(61%) para mostrar que la fracción de la población que es pobre en algún punto (por

ejemplo en 2002 o en 2005) es significativamente mayor que la fracción de aquellos que

eran pobres en determinado momento. En otras palabras, la pobreza longitudinal toca a una

fracción mayor de la población de la que es evidente en análisis de corte transversal. Sin

embargo, también es relevante el caso de aquélla fracción de las personas que eran pobres

en 2002 pero que dejan la pobreza en 2005. Por ejemplo, de aquéllos que se encontraban en

condiciones de pobreza más extrema (pobreza alimentaria), cerca de un cuarto de éstos

individuos ya no son pobres en 2005, lo cual significa una mejoría notoria en su bienestar.

Estas figuras longitudinales sobre pobreza muestran movilidad sustancial dentro y

fuera de la pobreza y también revelan a una proporción más alta de personas que viven en

estas condiciones de las que estarían en evidencia sólo con cifras de corte transversal.

(Cuadro 12: Evidencia longitudinal sobre transiciones de los individuos en

condiciones de pobreza a nivel nacional)

Los dos siguientes Cuadros (Cuadro 13 y 14) repiten el ejercicio anterior para zonas

urbanas y rurales. Como es de esperarse, los porcentajes de pobreza generales son mucho

mayores en zonas rurales que en zonas urbanas, además de que hay un mayor porcentaje

que cae en la pobreza en zonas rurales que en zonas urbanas. Cerca del 72% de la población

en zonas urbanas es pobre en al menos un año contra 87% en zonas rurales. Una pregunta

interesante relacionada con esto es si aquéllos que son pobres en zonas urbanas lo son por

períodos de tiempo más cortos que los que son pobres en zonas rurales. Primeramente, esta

pregunta puede contestarse al analizar si la población rural o la población urbana parecen

tener más movilidad dentro y fuera de la pobreza. Como podría suponerse, la evidencia

muestra que la pobreza rural tiene mayor probabilidad de ser de mayor duración. De la

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18

población en pobreza alimentaria en 2002 (11.2/28.7) sólo 39 por ciento continuaba en

condiciones de pobreza alimentaria en 2005. Sin embargo en áreas rurales 48 (27.7/47.7)

por ciento de aquellos en condiciones de pobreza alimentaria en 2002 continuaba en

condiciones de pobreza alimentaria en 2005. En áreas urbanas, de aquéllos que no estaban

en pobreza en 2002 una fracción mayor permaneció siendo no pobre (59%) a comparación

de zonas rurales (47%) en 2005.

(Cuadro 13: Evidencia longitudinal sobre transiciones de los individuos en

condiciones de pobreza en zonas urbanas)

(Cuadro 14: Evidencia longitudinal sobre transiciones de los individuos en

condiciones de pobreza en zonas rurales)

A continuación el análisis se centra en la transición de pobreza por grupos de edad,

de manera que se pueda juzgar si hay algunas edades que están más inclinadas a vivir en

condiciones de pobreza y particularmente, si están más inclinadas a vivir en condiciones de

pobreza permanente que otros grupos de edad. Los cuadros del 15 a la 17 repiten el análisis

del Cuadro 12 para tres grupos de edad: niños de 0 a 5 años de edad, adultos de 16 a 49

años de edad y adultos de 50 años o mayores.

Los Cuadros 15, 16 y 17 claramente indican que son los niños quienes sufren las

mayores tasas de pobreza tanto de forma longitudinal como por corte transversal.

Únicamente 14% de los niños en México no son pobres en al menos uno de los dos años, lo

cual sugiere que la gran mayoría de niños viven en condiciones de pobreza por lo menos

durante una parte de su niñez. Además, una vez estando en esta situación, es menos

probable que los niños salgan de la pobreza que los adultos. Por ejemplo, de los niños que

vivían en condiciones de pobreza en 2002, el 57% permaneció bajo esta condición en 2005

contra el 45% de los adultos que estaban bajo pobreza alimentaria en 2002.

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19

(Cuadro 15: Evidencia longitudinal sobre transiciones de los niños entre 0 y 15 años

de edad en condiciones de pobreza a nivel nacional)

Respecto a los adultos de 16 a 49 años y adultos de 50 años o mayores, los Cuadros

16 y 17 muestran que tanto sus niveles de pobreza como los cambios en el tiempo son

parecidos y bastante menores que las mismas cifras para niños. Los adultos tienen menores

proporciones en la pobreza y cuando viven en condiciones de pobreza, tienden a salir más

rápidamente de ésta que los niños.

(Cuadro 16: Evidencia longitudinal sobre transiciones de individuos entre 16 y 49

años de edad en condiciones de pobreza a nivel nacional)

(Cuadro 17: Evidencia longitudinal sobre transiciones de los adultos de 50 años o más

en condiciones de pobreza a nivel nacional)

El Cuadro 18 muestra las transiciones de pobreza para la población beneficiaria del

Programa de Desarrollo Humano Oportunidades. Hay varios aspectos de interés en este

cuadro. En primer lugar, a pesar de que el mecanismo de focalización de Oportunidades es

diferente al mecanismo que se utiliza para medir la pobreza oficial en México, es

interesante analizar cuál es la proporción de hogares beneficiarios de Oportunidades que se

clasifican como pobres de acuerdo a la medición oficial. En segundo lugar, es interesante

estudiar hasta qué grado existe movimiento dentro y fuera de la pobreza entre los

beneficiarios de Oportunidades. El cuadro muestra que la gran mayoría de estos

beneficiarios se clasifican como pobres en al menos una de las tres definiciones de pobreza

oficiales. A lo largo del tiempo, es importante remarcar que solamente el 5% de los

beneficiarios de Oportunidades no son pobres ni en 2002 ni en 2005, lo cual muestra que

hay muy pequeñas tasas de fuga. La movilidad dentro y fuera de la pobreza entre

beneficiarios de Oportunidades también es muy baja, aún menor que la señalada para la

población general en el Cuadro 12.

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(Cuadro 18: Porcentaje de individuos en condiciones de pobreza que son beneficiarios

de Oportunidades)

En general, estas tendencias son consistentes con dos conjeturas. En primera

instancia, son consistentes con un excelente nivel de focalización del Programa

Oportunidades, el cual captura a la población que vive en condiciones de pobreza y a la

población que es más propensa a tener menos movilidad para salir de la pobreza. Sin

embargo, hasta cierto se puede considerar que el Programa Oportunidades no esté dando

como resultado una mayor movilidad fuera de la pobreza dadas las bajas tasas de movilidad

fuera ésta en comparación con el nivel nacional. Estudios de evaluación posteriores de

Oportunidades deberían considerar no solamente el efecto del programa en reducir la

pobreza sino en aumentar la movilidad para salir de ésta.

El análisis global sobre las transiciones de pobreza ha mostrado que el uso de

información longitudinal para medirla permite ver que una mayor fracción de la población

experimenta pobreza de la que es evidente en encuestas de corte transversal. De forma

complementaria, esta evidencia sugiere que la pobreza no es permanente para aquéllos que

la viven, sino que una gran proporción de aquéllos que son pobres en 2002 ya no sufren de

pobreza en 2005. Adicionalmente, presentamos transiciones por grupos de edad que

demuestran que los niños no sólo tienen mayores índices de pobreza sino que también

tienen menor probabilidad de tener transiciones dentro y fuera de ésta. Es decir, la pobreza

es relativamente más permanente en el caso de niños que para adultos.

El Cuadro 19 muestra los rezagos a nivel hogar que existen en México, tanto para

los individuos que vivieron en condiciones de pobreza en 2002 y 2005; para los que

salieron de la pobreza en 2005; para los que entraron a la pobreza en 2005 y para los

individuos que no fueron pobres en ninguno de los dos periodos, en zonas urbanas. En

cuanto a las características del hogar, se puede ver que aquéllos considerados como pobres

estructurales (pobres en ambos períodos) tienen en promedio hogares de mayor tamaño que

los no pobres. Así mismo, el índice de hacinamiento es mucho mayor para los pobres

estructurales y para los pobres en alguno de los dos períodos (ya sea en 2002 o en 2005)

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que para los no pobres en ambos periodos. Como es de esperarse, es mayor el porcentaje de

hogares con piso de tierra, sin excusado y drenaje y sin aparatos electrodomésticos para el

caso de pobres estructurales que para los no pobres. En cuanto a características

demográficas, los hogares con pobreza estructural tienen mayor número de niños (tanto de

0 a 5 años como de 6 a 12). Por el contrario, los hogares no pobres en ambos períodos

tienen mayor número de adultos. Los indicadores de las características del jefe del hogar

muestran que es mucho más probable que el jefe de hogar de estas viviendas no tenga

instrucción (12%) a comparación de los hogares no pobres en ambos periodos (6%).

En el Cuadro 19 también se muestran las características laborales del jefe del hogar

(de 26 a 45 años de edad) en cada período de estudio. Este cuadro es muy útil para explicar

cómo el estado laboral de las personas es un factor explicativo de la entrada y salida de la

pobreza. Por ejemplo, para aquellos individuos en hogares donde el jefe del hogar estaba

trabajando en 2002 pero no en 2005, el índice de pobreza en 2002 fue de 11% contra 31%

en 2005. Contrariamente, para aquellos hogares donde el jefe del hogar no trabajaba en

2002 pero sí en 2005, 21% eran pobres en 2002 y sólo 5% lo eran en 2005. Por ende, se

puede observar que la pobreza a través de un periodo de tiempo está claramente asociada

con las transiciones dentro del mercado de trabajo.

En cuestiones de formalidad e informalidad en el trabajo, los hogares que fueron

pobres en algún momento en el tiempo (en ambos años, en 2002 o en 2005) tienen mayores

niveles de informalidad que los hogares no pobres.

(Cuadro 19: Características de individuos y hogares por pobreza longitudinal:

zonas urbanas)

El cuadro anterior permite ver que, como es de esperarse, los hogares que viven en

condiciones de pobreza estructural en zonas urbanas presentan peores condiciones de vidas

(tanto demográficas como escolares y laborales) que los individuos que no fueron pobres en

ningún período. Así mismo, aquellos hogares que salieron de la pobreza en 2005 tienen

mejores niveles de vida que los hogares que entraron a la pobreza en el mismo año.

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A continuación, el Cuadro 20 repite el análisis anterior para los individuos y

hogares en zonas rurales. Con respecto a las características del hogar, este cuadro muestra

consistencia con los indicadores de pobreza generales, es decir, los hogares que se

encuentran en peores condiciones de vivienda son los pobres en ambas rondas y los de

mejores condiciones son los no pobres en ambas rondas. Entre dichos extremos se

encuentran los hogares que son pobres solamente en alguna de las dos rondas (en 2002 o en

2005).

Sobre las características del hogar se puede ver que, a diferencia de las zonas

urbanas, en las zonas rurales hay mayor índice de hacinamiento, menor porcentaje de

hogares con excusado, drenaje y aparatos electrodomésticos, tanto para individuos pobres

en ambos periodos, como para los pobres en un solo periodo o los que nunca fueron pobres

(evidentemente los pobres presentan peores condiciones que los no pobres). Así mismo,

los individuos que viven en zonas urbanas tienen mayores niveles de escolaridad que los

que viven en zonas rurales.

Este mismo patrón se observa en relación a características escolares, esto es, los

individuos que tienen menor nivel de escolaridad son los que presentan pobreza estructural,

mientras que los individuos que tienen mayor educación no fueron pobres en ninguna

ronda. En cuanto a las características laborales del jefe del hogar, el Cuadro 20 muestra una

relación importante entre el trabajo del jefe y la pobreza del hogar, es decir, cuando el jefe

pierde su trabajo, es más probable que el hogar entre a la pobreza (el nivel de pobreza pasa

de 11% en 2002 a 24% en 2005) y cuando el jefe encuentra un trabajo, es más probable

que el hogar salga de ésta (la pobreza pasa de 15% en 2002 a 8% en 2005).

(Cuadro 20: Características de individuos y hogares por pobreza longitudinal:

zonas rurales)

En general, los cuadros anteriores muestran consistencia con el hecho de que la

probabilidad de caer en la pobreza aumenta cuando los individuos tienen un menor nivel de

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escolaridad, siendo los pobres estructurales los que se encuentran en peores condiciones

demográficas y socioeconómicas. En cuestiones laborales, las últimas tablas explican

claramente cómo el estado laboral de una persona influye en la entrada y salida de ésta de

la pobreza, es decir, aquéllos individuos que viven en hogares donde el jefe del hogar

trabajaba en 2002 pero no en 2005 presentan mayores niveles de pobreza en el segundo

periodo, mientras que los hogares donde el jefe del hogar no trabajaba en 2002 pero sí en

2005 presentan menores niveles de pobreza en 2005, y por ende una mejoría en sus

condiciones de vida.

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24

4. Referencias

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Development Economics, in: Hollis Chenery & T.N. Srinivasan (ed.), Handbook of

Development Economics, edition 1, volume 1, chapter 14, pages 631-711, Elsevier.

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Years”. New England Journal of Medicine.

2007 Jul 26; 357(4):370-9.

Fernald Lia, Juan Pablo Gutierrez, Lynnette M. Neufeld, Gustavo Olaiz, Stefano M.

Bertozzi, Michele Mietus-Snyder, and Paul J. Gertler. “High Prevalence of Obesity Among

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JAMA, June 2, 2004; 291: 2544 - 2545.

Rubalcava, Luis y Teruel, Graciela (2006). “Guía de Usuario de la Encuesta Nacional sobre

Niveles de Vida de los Hogares Primera Ronda”.

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Niveles de Vida de los Hogares Segunda Ronda”.

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Mimeo. CIDE.

Secretaria de Salud “Salud en México 2004”, Secretaria de Salud, México DF, 2004.

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25

Secretaria de Salud “Salud en México 2001-2005. Información para la rendición de

cuentas”, Secretaria de Salud, México DF, 2005.

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26

Apéndice 1: Construcción de la variable de ingresos con la ENNViH.

La construcción de ingresos para la estimación de pobreza se realizó con base en la

metodología oficial del Comité Científico para la Medición de la Pobreza. Se utilizaron los

siguientes libros de la ENNVIH 2002 y 2005: Libro I, Libro II, Libro IIIA, Libro IIIB,

Libro V y Libro Proxy.

Para la construcción de ingresos se sumaron los ingresos monetarios y no

monetarios de la encuesta, realizando un neteo de los regalos dados y recibidos por los

hogares encuestados, esto es, restando los regalos dados de los recibidos. Los ingresos no

monetarios fueron extraídos del Libro I donde se reporta ingreso no monetario por pago en

especie, autoconsumo y/o regalos para los siguientes rubros: alimentos, vestido y calzado,

bienes de limpieza, enseres domésticos, transporte público y privado, servicios médicos,

materiales para la escuela y artículos para recreación. Con base en el Libro I fueron

extraídos los regalos dados y recibidos por el hogar que a su vez, en el caso de los regalos

dados por el hogar, fueron descontados del ingreso corriente total per cápita (ingreso

monetario y no monetario).

Para la conformación del ingreso monetario se sumaron los siguientes ingresos

obtenidos de los Libros II, IIIA, IIIB, V y Proxy: ingreso neto agrícola (ingreso por ventas

menos costos agrícolas); ingresos por negocios propios; ingresos por renta de la propiedad;

trasferencias de gobierno y transferencias privadas; remuneraciones al trabajo de obreros y

campesinos y cuentas propias; ingresos por negocios propios de campesinos propietarios de

parcela; patrones y cuentas propia; remuneraciones al trabajo de menores de 15 años y

transferencias de miembros no residentes.

Todos los ingresos fueron deflactados a agosto de 2002 y 2005 -respectivamente-

según periodo de levantamiento del hogar y de periodicidad del rubro en cuestión.

El procedimiento fue clasificar a los hogares de acuerdo a su estatus de pobreza (con las

distintas líneas de pobreza) y clasificar a todos los individuos dentro de tales hogares como

pobres. Si un individuo cambia de hogar entre el 2002 y el 2005, se clasifica como pobre en

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el 2005 de acuerdo a la pobreza del hogar donde residen en el 2005. Las matrices de

transición fueron construidas con base en los individuos aparecidos en ambos periodos, así

como aquellos que reportaron ingreso corriente total per cápita mayor a cero. Esto es

debido a que la ENIGH, encuesta utilizada para el cálculo oficial de pobreza, elimina de la

base original aquellos hogares que reportaron ingreso corriente total igual a cero.