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PROBLEMÁTICAS DE LA ENUNCIACIÓN Lengua Española II – Carrera de Letras Facultad de Humanidades y Artes (UNR)

Problemáticas de La Enunciación

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Introducción a la enunciación lingüística (Benveniste, Ducrot, et. al.)

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PROBLEMÁTICAS DE LA ENUNCIACIÓN

Lengua Española II – Carrera de Letras

Facultad de Humanidades y Artes (UNR)

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2 Material para uso interno de la cátedra de Lengua Española II Elaborado por Vanesa Condito (ayudante alumna) 2009

1. INTRODUCCIÓN

“ Pero el lenguaje es también hecho humano; es, en el hombre el lugar de interacción de la vida mental

y de la vida cultural y, a la vez, el instrumento de esta interacción…” Emile Benveniste (Problemas de lingüística general II)

En el marco global de los estudios del lenguaje, la problemática de la enunciación constituye uno

de los principales dominios desde el cual se comienza a pensar, hacia la segunda mitad del siglo

XX, en la vinculación y continuas mediaciones que se establecen entre el hombre en su calidad de

sujeto hablante, la lengua en tanto conjunto de recursos semióticos virtuales capaces de ser

utilizados y reelaborados, y el discurso concebido en términos de instancia concreta y actualización

en la que se materializa dicha vinculación. En tal sentido, los distintos autores que trabajaron desde

esta perspectiva señalan con unanimidad el hecho de que el objetivo del estudio de la enunciación

tiene que ver con un trabajo sobre la lengua en relación con su potencial de ser utilizada por el

hombre, así como también con un trabajo sobre los discursos que -como consecuencia de lo

anterior- se verán continuamente atravesados por una impronta más o menos marcada de

subjetividad.

Partiendo de esta base, D. Maingueneau (2004) señala que el dominio teórico de la enunciación se

encuentra entre el campo global del análisis del discurso y el campo estricto de la lingüística,

razón por la cual se puede hablar de una perspectiva de la enunciación ‘extensa’ y una perspectiva

‘restringida’ (concepción discursiva y concepción lingüística, respectivamente): si se insiste sobre

la enunciación como acontecimiento producido en un tipo de contexto, y aprehendiéndolo en la

multiplicidad de sus dimensiones sociales y psicológicas, se estará operando más bien del lado del

discurso (y ‘situación de enunciación’ equivaldría aquí a ‘situación de comunicación’); pero si se la

piensa desde la perspectiva restringida, la enunciación es necesariamente planteada en términos de

materialización lingüística de un conjunto de operaciones realizadas por el hablante constitutivas de

un enunciado y de su lugar en él. Es precisamente esta última perspectiva la que parte de los

lineamientos teóricos esbozados inicialmente por E. Benveniste (1986 y 1987), y es continuada,

retomada y reelaborada por O. Ducrot (2001), C. Kerbrat-Orecchioni (1993), y en buena medida

también por J-P Bronkart (2004).

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3 Así, pues, para Kerbrat- Orecchioni (1993) la problemática enunciativa tiene que ver estrictamente

con la búsqueda de los procedimientos lingüísticos (deícticos, modalizadores, términos evaluativos

y voces) con los cuales el locutor imprime su marca en el enunciado, se inscribe en el mensaje -

implícita y explícitamente- y se sitúa en relación a él. En otras palabras, se trata de un intento de

localización y descripción de las unidades, cualesquiera sean su naturaleza y nivel, que funcionan

como índice de la inscripción del sujeto de la enunciación

Por su parte, O. Ducrot, extremando este posicionamiento, hablará de una verdadera ‘lingüística de

la enunciación’, la que partiendo de los fundamentos de la lingüística de matriz saussureana, se

caracteriza por un funcionamiento inverso: “Aun cuando se mantenga la distinción metodológica

entre lo observable (constituido por las prácticas del lenguaje) y el objeto teórico que se construye

para explicarlo (objeto que puede seguir denominándose ‘lengua’), se piensa que ese objeto

comporta de una manera constitutiva indicaciones referidas al acto de hablar (…) Una lingüística

de la enunciación postula que muchas formas gramaticales, muchas palabras del léxico, giros y

construcciones tienen la característica constante de que, al hacer uso de ellos, se instaura o se

contribuye a instaurar relaciones específicas entre los interlocutores” (2001:134).

Finalmente, si nos detenemos en el marco del interaccionismo sociodiscursivo propuesto por J-P

Bronckart (2004) que tiene como principal objetivo la elaboración de un modelo explicativo

respecto del proceso de constitución de todo texto empírico, y la configuración de una metodología

de análisis -tomando como eje la estrecha vinculación de los polos sociedad, sujeto y lenguaje en la

dinámica del proceso de textualización y el modo en que éste se materializa en determinadas marcas

lingüísticas en el objeto textual-, podemos ver cómo constituye la enunciación uno de los niveles

centrales del análisis (el que se orienta hacia la obtención de una coherencia pragmática).

A continuación, en primer lugar realizaremos -como punto de partida- una revisión del par fundante

enunciado / enunciación, sobre todo en el sentido planteado por E. Benveniste, para luego realizar

un recorrido por los distintos temas que involucra esta perspectiva de análisis: la deixis, que tiene

que ver con la inscripción en el enunciado de coordenadas témporo-espaciales en relación con los

interlocutores de la acción verbal; la modalización y evaluación subjetiva, en tanto todo

enunciado supone, simultáneamente, un contenido proposicional y un modo de representarlo y

referirse tanto a él como a los participantes de la comunicación implicados; y finalmente, la

responsabilidad enunciativa y polifonía en tanto todo discurso supone siempre en mayor o menor

medida la puesta en escena de distintas instancias como fuentes de lo enunciado.

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4 2. EL PAR ENUNCIADO / ENUNCIACIÓN

“ El sujeto que enuncia, es (lingüísticamente) el sujeto que se enuncia (lingüísticamente), pero desde el momento en que se enuncia como sujeto enunciante

deja de ser sujeto de la enunciación para convertirse en sujeto del enunciado” C. Kerbrat- Orecchioni (La enunciación. De la subjetividad en el lenguaje)

En su ya célebre trabajo “El aparato formal de la enunciación” E. Benveniste sienta las bases del

modo en que será entendida la relación entre el ‘enunciado’ y la ‘enunciación’ en términos de

producto y producción, respectivamente; bases a partir de las cuales los estudios subsiguientes que

se encuadren en esta perspectiva establecerán con precisión su objeto de estudio: “la enunciación es

este poner a funcionar la lengua por un acto individual de utilización (…), es el acto mismo de

producir un enunciado y no el texto del enunciado, lo que es nuestro objeto. Este acto se debe al

locutor que moviliza la lengua por su cuenta” (1987: 83)

Asimismo, y en relación con esto último, es necesario señalar que cuando se habla de instancia de la

enunciación se la está pensando como estructura dialógica que es causa y efecto del enunciado y,

por consiguiente, con un carácter independiente de todo soporte empírico preexistente,

diferenciándose así -como señala D. Maingueneau (2004) de lo que podría denominarse ‘situación

de comunicación’ en tanto contexto efectivo de un discurso.

Por este motivo, justamente, se plantea el hecho de que la instancia de ‘enunciación’ no puede ser

pensada sin la aparición de un ‘enunciado’, concebido como materialización discursiva de la

misma: en otras palabras, estamos ante una auténtica dicotomía puesto que ambos términos se

requieren y definen mutuamente. Así, pues, dirá O. Ducrot (2001) que el ‘sentido’ del enunciado

(por oposición a ‘significación’ de la oración) se relaciona directamente con la descripción de su

enunciación: se trataría de una especie de imagen que el locutor construye para el alocutario en la

cual caracteriza el hecho histórico en que consiste la aparición del enunciado.

En consecuencia -y siguiendo aquí a Kerbrat-Orecchioni- al no poder estudiar directamente el acto

de producción, el objeto de estudio de los lingüistas de la enunciación tendrá que ver estrictamente

con la identificación y descripción de las ‘huellas’ del acto en el producto, es decir, las múltiples

marcas lingüísticas que dan cuenta de la apropiación de la lengua por parte de un sujeto: su

inscripción en una matriz dialógica, su inserción en el tiempo y el espacio, y el modo en que evalúa

continuamente los contenidos proposicionales que semiotiza.

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5 3. LA DEIXIS

Como señala C. Kerbrat–Orecchioni (1993), estableciendo una línea de continuidad con los

planteos fundantes de E. Benveniste, hay que tomar como punto de partida para pensar el fenómeno

de la deixis el hecho de que ‘hablar’ es significar pero es al mismo tiempo ‘referirse a’: es

establecer un sistema de referencia y localización teniendo en cuenta -y al mismo tiempo creando-

el contexto extralingüístico de la situación comunicativa.

Es decir, por un lado tenemos determinadas unidades de la lengua que pueden ser utilizadas para

referirse a unidades internas del discurso -las cuales organizan el proceso de referencia endofórica

o relativa al cotexto lingüístico-, y que están estrechamente ligadas con los mecanismos de

cohesión o coherencia temática dentro del macro proceso de textualización. Por otra parte, también

existe toda otra serie de unidades, denominadas deícticos que funcionan estableciendo una relación

con las coordenadas del mundo (real, potencial o imaginado) en las cuales se inscribe la situación

de enunciación: estamos, así, dentro del orden de la referencia exofórica o relativa al contexto

extralingüístico capaz de establecer una coherencia pragmática (Bronckart: 2004).

Por consiguiente, el fenómeno de la deixis hace referencia a la localización e identificación de los

elementos proposicionales del enunciado en relación con el contexto espacio-temporal creado y

sostenido por el acto de enunciación o, en otras palabras -y aquí seguimos nuevamente a E.

Benveniste- la deixis es organizar, al mismo tiempo y en un mismo movimiento, tanto el propio

discurso sobre el mundo como el mundo mismo, en torno de los tres puntos de referencia del yo /

aquí / ahora (personas / espacio / tiempo): “todo acto de habla es egocéntrico” ( Kerbrat -

Orecchioni: 1993: 72 )

Si nos detenemos en el caso particular del fenómeno de la deixis personal, señala E. Benveniste

(1987) que hay que indagar cómo se opone cada persona al conjunto de las demás; esto es, tanto en

relación con las posibilidades gramaticales de cada lengua natural en particular, y también en

relación con el modo en que funcionan en el orden del discurso. Así, tenemos el esquema que

propone este autor, teniendo en cuenta la instancia de enunciación y el modo en que se inscribe en

el enunciado, que básicamente opone las ‘personas’ (1ª y 2ª, subjetiva y no subjetiva,

respectivamente) a la ‘no persona’ (3ª) –aquí es interesante ver el cuestionamiento que le hace C.

Kerbrat-Orecchioni (ver pp. 56-7) a E. Benveniste y todas ellas a la ‘persona amplificada’ (los

plurales de la 1ª, 2ª y 3ª persona), la que tiene, a su vez, distintos tipos de funcionamiento en

función de las ‘personas’ incluidas dentro de los respectivos plurales (Nosotros: yo + tú / vos / yo +

ustedes / yo + él / yo + ellos / yo + tú / vos + él; etc. )

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En relación con la deixis espacial es menester tener en cuenta como punto de partida, siguiendo a

M. I. Filinich (1998) -quien a su vez retoma a A. J. Greimas-, que la noción misma de espacio

presupone ya la proyección de una cierta discontinuidad (alguna segmentación y parcelación) sobre

una continuidad indeterminada y amorfa. En otras palabras, el espacio es siempre una construcción

semiótica que se superpone a la continuidad indistinta de la extensión. Y, justamente es la deixis

uno de los mecanismos más importantes para establecer un ‘corte’ y al mismo tiempo un

ordenamiento del espacio dentro de lo enunciado y en relación con el ‘aquí’ del sujeto de la

enunciación como punto de referencia: pensar en la enunciación del espacio conduce

necesariamente a considerar que toda referencia al espacio implica la instauración de un punto de

vista desde el cual se organiza la representación espacial.

Y, finalmente, en relación con la deixis temporal preciso es que retomemos las palabras de E.

Benveniste: “una cosa es situar un acontecimiento en el tiempo crónico (el convencional,

unidireccional y segmentado), otra cosa insertarlo en el tiempo de la lengua. Es por la lengua

como se manifiesta la experiencia humana del tiempo (…) Ese tiempo tiene su centro –un centro

generador y axial a la vez- en el presente de la instancia de la palabra (…) El presente lingüístico

es el fundamento de las oposiciones temporales de la lengua (…). La lengua debe necesariamente

ordenar el tiempo a partir de un eje, y éste es siempre y solamente la instancia de discurso” (1986:

76). Desde aquí, C. Kerbrat–Orecchioni establecerá que en todo enunciado puede haber tres tipos

de tiempos como punto de referencia para constituir la coherencia temporal: el T, en tanto fecha

convencional que parte de la segmentación del ‘tiempo crónico’, el T1, en tanto momento inscrito

en el contexto verbal (referencia cotextual o endofórica), y finalmente el T0 en tanto momento de la

instancia enunciativa que configura la referencia deíctica, contextual o exofórica.

Pues bien, en relación con este tema y considerando la “distancia entre el dato y la función”

(Benveniste: 1987: 72), es necesario recordar que si bien la deixis se trata, en términos

saussureanos, de un fenómeno del orden del habla, por su referencia al modo de actualización y

concreción -siempre singular- de determinadas unidades lingüísticas en una cadena sintagmática, es

en el sistema de la lengua en donde debemos buscar las unidades y clases paradigmáticas que

potencialmente pueden operar de esta manear. Así, entonces, podemos establecer toda una serie de

categorías gramaticales que aunque no de un modo determinante -porque, como señalamos,

también existe el proceso de referencia endofórica y, por consiguiente, habrá que ver cada

enunciado en su singularidad-, tienen virtualmente la capacidad de operar deícticamente:

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7 DEIXIS PERSONAL

• Pronombres personales

• Pronombres posesivos

• Desinencias verbales (categoría de persona / concordancia)

DEIXIS ESPACIAL *

• Pronombres demostrativos

• Adverbios de lugar

DEIXIS TEMPORAL

• Desinencias verbales (categoría de tiempo)

• Adverbios y locuciones adverbiales temporales

* Véase también en el significado léxico de determinados verbos denominados ‘de movimiento’: ir /

venir – acercarse / alejarse.

EJEMPLOS1:

• “Un amigo mío escritor que descubrió que la mujer lo engañaba con un empleado de banco cuando lo más común es que las mujeres de los empleados de banco sueñen que engañan a sus maridos con escritores, se fue un día de su casa” (“El parecido”: 182)

Deixis personal realizada mediante un pronombre posesivo tónico en primera persona. Se puede confrontar cómo el primer pronombre posesivo es deíctico mientras que los otros dos -átonos y en tercera persona del plural y singular- son anafóricos (tienen antecedentes nominales dentro del texto)

• “Se desnudó rápido y yo también. Nos metimos en la cama” (“Verde y negro”: 256) En este ejemplo se da un juego entre la tercera persona del singular, la primera del singular y la unión de ambas para constituir una primera del plural (Nosotros exclusivo). Se realiza mediante la desinencia verbal y pronombres personales en caso nominativo y acusativo

• “No se asusten: esta vez la historia termina bien” (“La olvidada”: 80) En el marco de la deixis personal, se construye la figura de los lectores/enunciatarios mediante la desinencia verbal de segunda persona del plural.

• “No podía soportar mi cuarto, y no únicamente por el calor. Por eso vine aquí ” (“Unidad de lugar”: 216)

1 Nota: todos los ejemplos están tomados textualmente de cuentos de Juan José Saer publicados en Juan José Saer; Cuentos completos (1957-2000), Buenos Aires: Seix Barral, 2001.

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Aparece, en este caso, la construcción de una referencia deíctica espacial, realizada mediante un adverbio locativo.

• “No hace mucho, en Viena , estábamos paseando por la Kettenbrückengasse , una avenida muy larga llena de pequeños y grandes atractivos” (“Nieve de primavera”: 18)

Al confrontar con el ejemplo anterior es posible observar que no hay deixis espacial sino referencia espacial ‘absoluta’

• “ Ahora no hay nada, ni rastro, ni recuerdo, de sabor: nada” (“La Mayor”: 125) • “ Y el humo del cigarrillo que retiro, en este momento , de entre los labios, sube, parsimonioso,

complejo, hasta el cielorraso” (“La Mayor”: 128) Hay referencias deícticas temporales (presente de la enunciación), realizadas mediante adverbio temporal y locución adverbial temporal

• “Era un sábado a la mañana , un sábado de finales de marzo , el primer sábado de primavera ,

para ser más exactos. Desde hacía dos o tres días habíamos andado, mi marido y yo, caminando por la ciudad” (“Nieve de primavera”: 18)

En este ejemplo se puede confrontar la deixis temporal propiamente dicha de los ejemplos anteriores con la referencia temporal no deíctica: tiempo crónico (T) -en los primeros tres casos- y endofórico / anafórico (T1) en el último.

4. LA MODALIZACIÓN

Una vez esbozados los principales aspectos del problema de la señalización deíctica, conviene

mencionar que la deixis no es en modo alguno el único de los planos por donde pasa la subjetividad

enunciativa. Luego del punto de partida establecido por E. Benveniste, quien focalizó en los

deícticos como los elementos más visibles que manifiestan la presencia del hablante en el interior

del enunciado, numerosos estudiosos del lenguaje se han enfrentado con el problema de la

omnipresencia que tiene ese sujeto hablante, junto con el destinatario, en el mensaje.

Obsérvese cómo, por ejemplo, en el marco descriptivo propuesto por C. Kerbrat-Orecchioni, las

unidades deícticas constituyen tan sólo un subconjunto de las unidades subjetivas-enunciativas:

como ya vimos, los deícticos cumplirían estrictamente y de modo privativo la función de la

localización de las ‘personas’ (participantes de la actividad comunicativa), del ‘tiempo’ y del

‘espacio’ (en relación con la situación de acción verbal). Por consiguiente, más allá de la deixis,

existe toda otra gama de fenómenos lingüísticos que se consideran pertinentes para completar el

estudio de la enunciación: la modalización.

En primer lugar, es preciso señalar que el problema de la modalidad ha sido abordado tanto desde

la gramática normativa, desde la lógica formal, desde la lingüística, así como desde la semiótica;

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9 razón por la cual lejos se está de una única mirada al respecto. No obstante ello, podría establecerse

como punto de partida, tal como lo consigna M. I. Filinich (1998), el hecho de que, en términos

generales, se habla de enunciación enunciada como un rasgo definitorio de la modalización: toda

modalidad implica siempre la presencia de por lo menos dos núcleos predicativos, uno de los

cuales incide sobre la significación del otro. Esto es así dado que tradicionalmente este fenómeno ha

sido trabajado, desde la gramática, en el caso puntual de los verbos denominados ‘modales’ que

cumplen la función estricta de modificar a otros verbos y dar cuenta de modo explícito del ‘modus’

(la actitud del sujeto ante el contenido de la frase) en relación con el ‘dictum’ (el contenido

representativo): ‘poder’ / ‘querer’ / ‘deber’/ ‘saber’. No obstante, paulatinamente se comenzó a

pensar cómo este fenómeno de la modalidad se inscribía no sólo explícitamente en los verbos

modales señalados, sino también de modo implícito en todo enunciado y materializándose de

diversas formas.

Por otra parte, todo esto también puede ser pensado con mayor precisión en los términos en que lo

hace J-P Bronckart (2004: 199-200), es decir, desde la consideración de toda modalización como

una instancia lingüístico-predicativa que tiene como finalidad general el traducir los diversos

comentarios o evaluaciones formulados desde cualquier voz enunciativa a propósito de ciertos

elementos del contenido temático enunciado. Y, en relación con esta conceptualización, este autor

propone una clasificación de las modalizaciones focalizando en las diversas funciones que

cumplen, a partir del marco de la ‘teoría de los tres mundos’ de J. Habermas:

• Modalizaciones lógicas: organizadas en relación con las coordenadas formales del mundo

objetivo

• Modalizaciones deónticas: organizadas en relación con las del mundo social

• Modalizaciones afectivas: organizadas en relación con las del mundo subjetivo

Ahora bien, es interesante que -tal como establecimos en relación con la deixis-, tengamos en

cuenta el hecho de que la modalización en tanto construcción verbal que opera dotando al

enunciado de subjetividad enunciativa, siempre se materializará a partir de determinadas marcas

lingüísticas que, según Bronckart, son de un estatuto muy diverso:

• El tiempo verbal condicional

• Los verbos auxiliares de modo y perífrasis verbales en general

• Adverbios o locuciones adverbiales de modo

• Oraciones impersonales que rigen una subordinada completiva

• Los modos de los verbos

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10 • La modalidad de la oración: declarativa / exclamativa / interrogativa / imperativas /

desiderativas

Si bien este inventario no es en absoluto de carácter exhaustivo, es necesario tomarlo en

consideración sobre todo para no confundir las modalizaciones en sentido estricto con lo que C.

Kerbrat-Orecchioni denomina subjetivemas, materializados sobre todo en las categorías léxicas de

sustantivos y adjetivos. Es decir, considerando que el eje que divide la subjetividad/objetividad no

es dicotómico sino gradual, C. Kerbrat- Orecchioni postula que las distintas unidades léxicas están

ellas mismas virtualmente en la ‘lengua’ cargadas con un peso más o menos grande de subjetividad,

con la posibilidad de resignificarse en el discurso. En este sentido, se puede observar cómo tales

unidades pueden operar en el discurso redundando en efectos de subjetividad; razón por la cual las

denomina -cuando se presentan-, subjetivemas. Y a partir de esto último realiza la división –

nocional- de los subjetivemas orientados hacia la realización de un juicio apreciativo/despreciativo,

y los orientados hacia la manifestación de una reacción emocional del enunciador respecto del

objeto enunciado: los axiológicos y los afectivos, respectivamente

EJEMPLOS:

• “En su cara se estaba originando el nacimiento de una acción, aunque por la ambigüedad del gesto, resultaba imposible determinar su naturaleza. Podía ser la resignación o la venganza” (“Fuego para Rivarola: 430)

Puede verse el uso de una modalización lógica, realizada por una oración impersonal que selecciona una subordinada completiva y a partir de un verbo modal

• “Debe reconocerse , sin embargo, que también terminó siendo víctima de una confusión lógica, por no decir de un sofisma” (“Deseos múltiples”: 73)

-Se observa una modalización deóntica realizada a partir de un verbo modal y de un uso impersonal del pronombre enclítico del verbo en infinitivo (‘se’).

• “De ningún modo , nada, pareciera, estaría dispuesto, en el exterior, si alguien, en algún momento, preguntara, a, más o menos claramente, responder” (“La Mayor”: 134)

-Modalización lógica realizada tanto a partir de una locución adverbial, del empleo del modo subjuntivo, como a partir del uso del tiempo condicional simple del modo indicativo

• “(…) pero que, nombrados e individualizados por la palabra y el recuerdo se convocaban y unían sorpresivamente ” (“Los amigos”: 456)

Aquí estamos ante una modalización de tipo afectiva concretizada a partir de un adverbio de modo

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11 • “Cómo habré ido de distraído que anduvimos así cosa de treinta metros y ella tuvo que frenar y

llamarme en voz alta para que me diera vuelta” (“Verde y negro”: 256)

Observamos en este caso una modalización afectiva realizada a partir del modo exclamativo de la oración principal (que selecciona una subordinada adverbial consecutiva)

• “Ya estaba en funcionamiento la portentosa máquina, la ínfima máquina irrisoria , y ordenando el nuevo estilo de la violencia” (“Los medios inútiles”: 431)

En este ejemplo puede verse el uso de subjetivemas axiológicos realizados en adjetivos

• “El paciente era como un campo de batalla que sus deseos, que por ser tantos y tan dispares parecían ajenos, recios, se disputaban. Crecían y morían imprevisibles y efímeros, como hongos venenosos , o aparecían de pronto, viniendo de la oscuridad ubicua y sin fondo que parecía engendrarlos, siempre perseguidos por la jauría de los de su misma especia…” (“Deseos múltiples”: 75)

Este caso es ilustrativo del uso de los subjetivemas realizados en sustantivos

5. EL PROBLEMA DE LAS VOCES

“Todo enunciado es un eslabón de la cadena, muy complejamente organizada, de otras enunciados”

M. Bajtín (Estética de la creación verbal)

Si bien es indiscutible -como venimos sosteniendo desde un inicio- la omnipresencia de la

subjetividad enunciativa en todo producto discursivo, se hace necesario para que se comprenda el

tema en su complejidad, dejar planteado el hecho de que las distintas marcas de subjetividad

(deícticos, modalizadores y subjetivemas) no siempre se corresponden con una única instancia o

fuente: en otras palabras, todo texto empírico está en mayor o menor medida atravesado por

distintas voces y puntos de vista que se entrelazan de modo dinámico y en muchos casos de modo

implícito y hasta imperceptible. Y, precisamente, otro de los ejes por los que pasan los estudios de

la lingüística de la enunciación tiene que ver con el análisis del modo en que se inscriben y operan

estas distintas instancias de responsabilidad enunciativa.

Como punto de partida para pensar el concepto global de polifonía, es preciso tomar en cuenta los

aportes indiscutibles de M. Bajtín (1982) respecto del estudio de la lengua y los discursos en

relación con la praxis sociohistórica y las dinámicas interactivas. Sostiene Bajtín, por un lado, que

la palabra es siempre parcialmente ajena, y se convierte en propia cuando el hablante la impregna

de su propia intención y ‘acento’ dentro del enunciado producido. Esto está muy ligado con el

hecho de que para este autor la lengua es impensable fuera de su concreción en distintos enunciados

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12 -asociados, claro está, con distintas esferas de la actividad social-; razón por la cual la apropiación

que cada hablante realice de la lengua siempre se verá atravesada, de modo implícito, por los

enunciados ajenos con puntos de vista ajenos. Por ende, desde esta perspectiva, toda producción

discursiva estará siempre impregnada por diversos ecos de voces ajenas reelaboradas y

resignificadas en mayor o en menor grado, entendiéndose aquí por el concepto de voz tanto la idea

de un estilo, un punto de vista, una construcción temática, una orientación, un sentido, una matriz

argumentativa y una lengua. Así, pues, se puede decir que si bien este concepto bajtiniano de

polifonía excede el marco de problemas abordados desde la lingüística de la enunciación y de la

lingüística en general, constituye un punto de partida indiscutible a la hora de pensar el análisis de

cualquier enunciado concebido en términos de ‘producto’ con las huellas de la ‘instancia de

producción’, tal como señalamos en un primer momento.

Ahora bien, como advierte D. Maingueneau (2004) corresponde a O. Ducrot (2001) el haber

sistematizado las observaciones bajtinianas introduciendo la noción de polifonía en el marco

estricto de los estudios lingüísticos y planteando fundamentalmente la escisión del sujeto hablante

en el plano mismo del enunciado. Es decir, si la polifonía generalizada de la que habla M Bajtín se

caracteriza sobre todo por su carácter de implícito, la polifonía lingüística que trabaja O. Ducrot -y

retomada por J-P Bronckart a partir del concepto de ‘responsabilidad enunciativa’ y ‘gestión de las

voces’-, se caracteriza sobre todo por las marcas explícitas inscritas en la materialidad misma del

enunciado a analizar. Señala O. Ducrot como punto de partida: “persigo la finalidad de cuestionar,

y en lo posible de reemplazar lo que creo que constituye un postulado previo (y por general

implícito) de todo lo que actualmente se llama ‘lingüística moderna’ (término que abarca tanto el

comparativismo, como el estructuralismo y la gramática generativa). Este postulado previo

consiste en la afirmación de la unicidad del sujeto hablante” (2001; 251).

Así, para este autor existen por lo menos tres instancias distintas que se deben necesariamente

delimitar a la hora de consignar las fuentes de la responsabilidad enunciativa inscritas en todo

enunciado: el productor textual, el locutor y los enunciadores. Con la categoría de productor

textual nos remite al agente empírico de la instancia de comunicación verbal, con la de locutor,

nos remite al supuesto responsable a nivel global del enunciado, a quien está presente en el sentido

mismo del enunciado, y a quien, claro está, remiten los pronombres de primera persona (con la

excepción de las citas directas). Y con la categoría de enunciador/es nos remite a las distintas

voces, presupuestas o directamente manifiestas, que se inscriben en el enunciado, subordinándose a

la instancia totalizadora de la enunciación, correspondiente al locutor. En este sentido,

posteriormente Ducrot se dedicará a estudiar distintos fenómenos lingüístico-discursivos que operan

directamente habilitando la aparición de distintos enunciadores, tanto sea de modo directo o

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13 indirecto como presuposición: la cita, el discurso indirecto, el uso del entrecomillado, la negación,

la adversación, la ironía, etc.

EJEMPLO:

• “Clara entró con una fuente sobre la que traía una botella de vino blanco, jamón, masitas de agua, y paté de foie. El vino estaba helado

-‘al César lo que es del César’, dijo Clara riendo. Rey se llamaba César” (“El asesino”: 484)

A partir de este ejemplo se puede pensar cómo, hasta en el más mínimo fragmento textual, opera la orquestación de distintas voces: Productor textual: Juan José Saer Locutor: narrador Enunciador 1: personaje de Clara, habilitada mediante el discurso directo Enunciador 2: el que se desprende de la frase entrecomillada y de común conocimiento en tanto frase hecha.

A MODO DE CIERRE

Luego de este somero recorrido a través de los distintos ejes por los que pasa el problema de la

enunciación en el seno de los estudios del lenguaje contemporáneos, podríamos concluir con unas

palabras de E. Benveniste que, si bien son de los años ’60, nos parece pertinente citar no sólo por su

valor fundacional sino además por la claridad con la que expone de manera categórica la necesidad

de realizar una apertura de la mirada en relación con los problemas lingüísticos para así poder

aprehenderlos en su total y real complejidad:

“Bastantes nociones en lingüística, quizás hasta en psicología, aparecerán bajo una nueva luz si se las restablece en el marco del discurso, que es la lengua en tanto que asumida por el hombre que habla, y en la condición de intersubjetividad, única que hace posible la comunicación lingüística” (1986: 187)

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14 BIBLIOGRAFÍA GENERAL

• Bajtín, M; “El problema de los géneros discursivos” en Estética de la creación verbal, México: Siglo XXI, 1982.

• Benveniste, E; Problemas de lingüística general I, México: Siglo XXI, 1986. • Benveniste, E; Problemas de lingüística general II, México: Siglo XXI, 1987 • Bronckart, J-P; Actividad verbal, textos y discursos, Madrid: Fundación infancia y

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