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PROCESOS DE MERCADO · procesos de mercado revista europea de economÍa polÍtica volumen i, nÚmero 2, otoÑo 2004 revista semestral publicada por uniÓn editorial, con la colaboraciÓn

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PROCESOS DE MERCADOREVISTA EUROPEA DE ECONOMÍA POLÍTICA

VOLUMEN I, NÚMERO 2, OTOÑO 2004

REVISTA SEMESTRAL PUBLICADA POR UNIÓN EDITORIAL,CON LA COLABORACIÓN

DE LA FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALESDE LA UNIVERSIDAD REY JUAN CARLOS

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© 2004, Jesús Huerta de Soto© 2004, Unión Editorial, S.A.ISSN:: 1697-6797Depósito legal: M-17.229-2004

Administración Procesos de Mercado :c/o Jesús Huerta de SotoUniversidad Rey Juan CarlosCampus de VicálvaroP.º de los Artilleros, s/n28032 MADRIDTel.: 91-435 59 80 • Fax: 91-431 40 95Correo: [email protected]

Unión Editorial, S.A.Colombia 6128016 MadridTel: 91 350 02 28 • Fax: 91 359 42 94www.unioneditorial.esCorreo: [email protected]

Maquetación: JPM Graphic, S.L.Martín Machío, 1528002 MadridTel: 91 181 22 10 • Fax: 91 181 22 12Correo: [email protected]

Impreso por TECONOLOGÍA GRÁFICA, S.L.

Impreso en España • Printed in Spain

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PROCESOS DE MERCADORevista Europea de Economía Política

DIRECTOR

Jesús Huerta de Soto, Universidad Rey Juan Carlos, Madrid

SUBDIRECTORES

Óscar Vara Crespo, Universidad Autónoma de MadridÁngel Rodríguez García Brazales, Universidad Autónoma de MadridJavier Aranzadi del Cerro, Universidad Autónoma de Madrid

SECRETARIO GENERAL Y REDACTOR-JEFE

Miguel Ángel Alonso Neira, Universidad Rey Juan Carlos, Madrid

CONSEJO CIENTÍFICOAntón Afanasiev (Instituto Central de Econo-

mía y Matemáticas, Academia de Cienciasde Rusia)

Dario Antiseri (Libre Universidad Interna-cional de Estudios Sociales –LUISS–“Guido Carli”, Roma)

Josefa Aracil Fernández (Universidad deSevilla)

Manuel Ayau (Universidad Francisco Marro-quín, Guatemala)

Philipp Bagus (Universidad de Münster,Alemania)

Norman Barry (Universidad de Buckingham,Reino Unido)

Miguel A. Bastos Boubeta (Universidad deSantiago de Compostela)

Fernando Bécker Zuazua (Universidad ReyJuan Carlos, Madrid)

Alberto Benegas-Lynch (Fundación FriedrichA. Hayek, Buenos Aires)

Bruce Benson (Universidad de Florida, Esta-dos Unidos)

Francisco José Blanco Jiménez (UniversidadRey Juan Carlos, Madrid)

Walter Block (Loyola University, NuevaOrleans, Estados Unidos)

Boudewijn Bouckaert (Rijksuniversitat deGante, Bélgica)

Gerard Bramoullé (Universidad de Aix-Mar-sella III, Francia)

José Casas Pardo (Universidad de Valencia)Jean-Pierre Centi (Universidad de Aix-Marse-

lla III, Francia)Enrico Colombatto (Universidad de Turín)

Dan Cristian Comanescu (Universidad deBucarest, Rumania)

Hernán Cortés (Pontificia Universidad Cató-lica de Chile)

Juan de la Cruz Ferrer (Universidad Complu-tense de Madrid)

Raimondo Cubeddu (Universidad de Pisa)Miguel Cuerdo Mir (Universidad Rey Juan

Carlos, Madrid)Frank Daumann (Universidad de Jena, Ale-

mania)Richard M. Ebeling (Hillsdale College,

Michigan, Estados Unidos)François Facchini (Universidad de Reims-

Champagne-Ardenne, Francia)Rogelio Fernández Delgado (Universidad Rey

Juan Carlos, Madrid)Manuel Fernández Grela (Universidad de San-

tiago de Compostela)José Juan Franch Meneu (Universidad Autó-

noma de Madrid)Bruno Frey (Universidad de Zurich, Suiza)Georges Gallais-Hamonno (Universidad de

Orleáns, Francia)José Antonio García Durán (Universidad

Central de Barcelona)Santiago García Echevarría (Universidad de

Alcalá de Henares, Madrid)Jacques Garello (Universidad de Aix-Marse-

lla III, Francia)Roger W. Garrison (Universidad de Auburn,

Alabama, Estados Unidos)Eduardo Giménez Fernández (Universidad de

Vigo)

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Miguel González Blanch (Universidad ReyJuan Carlos, Madrid)

Gerd Habermann (Universidad de Potsdam,Alemania)

Jeffrey M. Herbener (Grove City College,Estados Unidos)

Hans Hermann-Hoppe (Universidad deNevada en Las Vegas, Estados Unidos)

Manuel Hernández Muñiz (Universidad deOviedo)

Jörg Guido Hülsmann (Ludwig von MisesInstitute, Auburn University, Estados Unidos)

Lorenzo Infantino (Libre Universidad Interna-cional de Estudios Sociales –LUISS–“Guido Carli”, Roma)

Juan Iranzo (Universidad Nacional de Educa-ción a Distancia –UNED– Madrid)

Gregorio Izquierdo (Universidad Rey JuanCarlos, Madrid)

Nicolai Juul Foss (Universidad de Copen-hangen, Dinamarca)

Peter Koslowski (Universidad de Hannover)Martín Krause (Escuela Superior de Economía

y Administración de Empresas, BuenosAires)

Jean Dominique Lafay (Universidad de París I)Bertrand Lemennicier (Universidad de París VI)Ignacio de León (Universidad Católica Andrés

Bello, Caracas, Venezuela)Kurt R. Leube (Hoover Institution, Universi-

dad de Stanford)Victoriano Martín Martín (Universidad Rey

Juan Carlos, Madrid)Javier Martín Pliego (Universidad Rey Juan

Carlos, Madrid)Juan Carlos Martínez Coll (Universidad de

Málaga)Gerrit Meijer (Universidad de Maastrich,

Holanda)Enrique Menéndez Ureña (Universidad

Pontificia Comillas)Jerónimo Molina Cano (Universidad de

Murcia)José Manuel Moreira (Universidad de Aveiro)

José Montoya Sáenz (Universidad de Valencia)Dalmacio Negro Pavón (Universidad Complu-

tense de Madrid)Ubaldo Nieto de Alba (Universidad Com-

plutense de Madrid)Paloma de la Nuez Sánchez Cascado (Uni-

versidad Rey Juan Carlos, Madrid)Andrés Ollero Tassara (Universidad Rey Juan

Carlos, Madrid)J. Atilano Pena López (Colegio Santo Domingo

de La Coruña)José Luis Pérez de Ayala (Universidad San

Pablo-CEU)Víctor Pérez Díaz (Universidad Complutense

de Madrid)Mikel Pérez-Nievas (Universidad de Santiago

de Compostela)Angelo Maria Petroni (Centro Luigi Einaudi,

Turín, Italia)Carlos Rodríguez Braun (Universidad Com-

plutense de Madrid)Rafael Rubio de Urquía (Universidad Autóno-

ma de Madrid)Lourdes Saiz Bárcena (Universidad de Burgos)Venancio Salcines Cristal (Universidad de La

Coruña)Pascal Salin (Universidad de Paris-Dauphine)Joseph T. Salerno (Universidad de Pace,

Estados Unidos)Mark Thornton (Ludwig von Mises Institute,

Auburn University, Estados Unidos)Joaquín Trigo Portela (Universidad Central de

Barcelona)Octavio Uña (Universidad Rey Juan Carlos,

Madrid)Juan Velarde Fuertes (Universidad Complu-

tense de Madrid)Enrique Viaña Remis (Universidad de Castilla-

La Mancha)Jan Winiecki (Computer Science and Mana-

gement School, Rzeszow, Polonia)Christian Watrin (Universidad de Colonia)Paolo Zanotto (Universidad de Siena)Jesús M.ª Zaratiegui (Universidad de Navarra)

CONSEJO ASESOR

Lorenzo Bernaldo de Quirós, Vicente Boceta, Gabriel Calzada, Francisco Capella, JoséIgnacio del Castillo, Gorka Echevarría, Jose Luis Feito Higueruela, Francisco GarcíaSauco-Polo, Rocío Guijarro Saucedo, Jesús Gómez Ruiz, León Gómez Rivas, IngolfKrumm, Luis Alfonso López García, Ruben Manso Olivar, César Martínez Meseguer,José Antonio Monterrubio Quirós (asesor jurídico), Massimiliano Neri, Luis María Lin-de, Juan Marcos de la Fuente, Julio Pascual Vicente, Alberto Recarte y García Andrade,Luis Reig Albiol, José Carlos Rodríguez Mata, José Félix Rodríguez Rego, Rafael TermesCarreró, Juan Torras Gómez, Pentru Tudor Smirna, Ricardo Viejo.

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7SUMARIO

Artículos

– Javier Aranzadi del Cerro: Teoría de la Acción y Fundamentosde Economía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

– François Facchini: La théorie autrichienne des cycles: une théoriede la récurrence des erreurs collectives d’anticipation . . . . . . .

– Dario Antiseri: Friedrich A. von Hayek e il problema dellasolidarietà . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Notas

– Jesús Huerta de Soto: Hayek’s Best Test of a Good Economist– Philipp Bagus: La tragedia de los bienes comunales y la

escuela austriaca: Hardin, Hoppe, Huerta de Soto, y Mises

Documentos

– Hans Mayer: El valor cognitivo de las teorías funcionalesdel precio. Investigaciones críticas y positivas referidas alproblema del precio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Reseñas bibliográficas

– Ingolf Günter Krumm: Una bibliografía de L. von Mises

Sumario

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8 SUMARIO

Noticias

Seminario sobre la macroeconomía del capital y la teoría delciclo económico en la DICEA de la Universidad Autó-noma de Chapingo (México D.F.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Finn E. Kydland y Edward C. Prescott, premios Nobel deEconomía del año 2004 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Presentación de dos nuevos libros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Seminario del Liberty Fund sobre economía austriaca . . .

Lectura de dos nuevas tesis doctorales . . . . . . . . . . . . . . . . .

Presentación del primer número de la Revista Procesos deMercado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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9SUMARIO

Artículos

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10 SUMARIO

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11TEORÍA DE LA ACCIÓN Y FUNDAMENTOS DE ECONOMÍA

TEORÍA DE LA ACCIÓNY FUNDAMENTOS DE ECONOMÍA

JAVIER ARANZADI DEL CERRO*

Resumen. Este artículo parte de la teoría de la acción o praxeología deMises para analizar la forma en que se proveen las necesidades económi-cas. Explica que la realidad económica se manifiesta en la acción personalen una sociedad y cultura determinadas. Es en la convivencia y en la parti-cipación común de unos valores, creencias, conocimientos, donde se confi-guran las estructuras de medios y fines que constituyen el quehacer de laeconomía.

Abstract. This paper sets out from Mises’s theory of action or praxeology toanalyze the way in which economic needs are provided for. It explains thateconomic reality is manifested in personal action in any one society andculture. It is in coexistence and the sharing of values, beliefs and knowledgethat the structures of means and ends constituting the raw material ofeconomics take shape.

Palabras clave: Escuela austríaca, praxeología, instituciones, cultura, ética.

Códigos JEL: A12, A14, B53, D69, Z13.

* Departamento de Análisis Económico: Teoría e Historia Económica, Facultadde Ciencias Económicas y Empresariales, Universidad Autónoma de Madrid.

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía Política,vol. I, n.º 2, Otoño 2004, pp. 11 a 49

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12 JAVIER ARANZADI DEL CERRO

I. INTRODUCCIÓN:REALIDAD ECONÓMICA

Y ACCIÓN HUMANA

Persona y acción están contenidas en todos y cada uno de loscasos del actuar humano.1 Nada más obvio, para empezar, quereconocer que el hombre tiene necesidades que satisfacer. Esdecir, hablar de realidad económica es hablar de necesidades.Necesita procurarse alimento, cobijo, pareja, etc. En nuestra so-ciedad, estamos habituados a proveer nuestras necesidades a tra-vés de los intercambios de mercado. Parémonos en la palabrahábito. No puedo negar el gusto que tengo por empezar siemprecon la etimología de las palabras porque es un valioso hilo con-ductor de la investigación y el razonamiento. Hábito procede dehéxis, la manera de habérselas con las cosas. Esta definición nospone de manifiesto la forma en que nosotros nos manejamos conlas cosas. Estamos acostumbrados a proveer nuestras necesi-dades mediante relaciones mercantiles; trabajamos por un sala-rio que nos permite comprar aquello que deseamos.

Lo único que estamos poniendo de manifiesto es que el hom-bre hace cosas. Esta capacidad fabril es la que genera todo elabanico de posibilidades que tenemos a nuestra disposición. Esinnegable que el desarrollo de la capacidad productiva de losúltimos siglos ha generado un incremento de las posibilidadesde acción nunca visto en la historia de la humanidad. Segura-mente una persona del siglo pasado se quedaría sorprendida dela televisión, los viajes en avión, la informática, etc. Es tal lasituación de cambio, que no es raro oír a una persona de ciertaedad decir que el mundo ya no es lo que era. Ciertamente elmundo que se nos ofrece ahora es mucho más amplio y complejoque el de hace un siglo.

1 Véase K. Wojtyla (1982).

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13TEORÍA DE LA ACCIÓN Y FUNDAMENTOS DE ECONOMÍA

Hemos escogido a propósito este ejemplo para poner de ma-nifiesto algo que ya les rondará por la cabeza. Muchos pensaránque no hay ninguna necesidad para organizarse en economíasde mercado y que, de hecho, hay otros regímenes económicosbasados en la planificación y en el control estatal. Y están en locierto quienes así piensan. Pero si meditamos sobre lo que acaba-mos de decir nos encontramos con algo aparentemente paradó-jico. Comer, beber, vestirse, son necesidades esenciales al serhumano. Pero lo que ya no es tan esencial es la forma de satis-facerlas. Es decir, la estructura económica capitalista o la socia-lista no vienen determinadas por las necesidades que satisfacen.En otras palabras, no hay ninguna necesidad en la forma de satis-facer nuestras necesidades. Algo aparentemente paradójico, peroque era de esperar al estudiar personas. Si tratáramos sobre ani-males, atrapados en el mundo de los estímulos, no hablaríamosde economía. A nadie se le ocurre afirmar que el «trabajo» delleón es cazar antílopes. En cambio, el hombre es cazador, agri-cultor, ganadero, ingeniero, etc. La economía es, por lo tanto,privativa del hombre. El hombre ha liberado su comportamientodel apremiante estímulo y ha intercalado entre éste y su respues-ta el mundo de los valores, sentimientos, proyectos, etc. Se haconstruido un mundo no sólo de estímulos, sino de pensamientosque dirigen su acción. Este abandono del salvajismo hace quela vida del hombre no se desarrolle entre cosas, sino entre cosasque son transfiguradas por el sentido que les otorgamos y, así,vivimos entre cosas-sentido. Entramos de lleno en el mundosimbólico de la cultura y la sociedad, que es el ámbito donde laeconomía adquiere su pleno sentido.

Podemos decir, por lo tanto, que el hombre está ligado a susnecesidades, pero la forma de ligarse a ellas no es meramenteanimal.2 No hay nada humano que sea completamente explicable

2 Señala A. Millán-Puelles: «Estar sujeto a unas necesidades básicas o prima-rias, que condicionan la posibilidad de atender a las otras, significa en el hombreestar dotado de un estrato animal a cuyas exigencias hay que proveer con unas

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14 JAVIER ARANZADI DEL CERRO

recurriendo sólo a la naturaleza del ser vivo. Como bien señalaMartin Buber, «ni siquiera el hambre del hombre es el hambrede un animal».3 El hombre se liga a sus necesidades a través delmundo simbólico que comparte con otros hombres y que setransmite socialmente.4 El hombre no viene determinado por laespecie. Es esta la razón de la fragilidad del recién nacido, encomparación con la rapidez con que la cría de cualquier otroanimal provee sus propias necesidades. La radical diferencia esque el hombre tiene que aprender y asimilar todo el entramadosimbólico que la sociedad le trasmite y que le permitirá enfren-tarse a la vida. Un ejemplo bien sencillo de este contraste nos loofrece la mano humana.5 Comparada con la pezuña del herbí-voro, no tiene la dureza necesaria ni para huir velozmente, nipara golpear; comparada con la garra del carnívoro, no tiene niel filo, ni la fuerza necesaria para desgarrar. Aparentemente, lamano no tiene ninguna función específica. Es un órgano inde-terminado.

En realidad, la mano es una capacidad de acción: cojamos unpalo. Con un palo se golpea más fuerte que con la mano. Peroun palo es inútil ante un animal grande, por ejemplo, un búfa-lo. El palo no ofrece, en sí, la solución. Pero la inventiva delhombre posibilita que si se afila el palo, se puede utilizar paraherir al animal y alcanzar sus órganos vitales. El hombre trans-

capacidades y aptitudes que sobrepasan ese mismo estrato, precisamente porquelo pueden objetivar. Esta objetivización, imprescindible para que la economía sea un ar-tificio, es algo que el animal irracional no puede hacer, y no porque no perciba losobjetos de sus necesidades, sino porque no objetiva a éstas a su vez, por no contarcon la capacidad de concebirlas. Respecto de ellas, su situación es la de estar «liga-do», no «ob-ligado», ya que este ob supone un trascenderlas —sin dejar de tener-las— ya que implica el espíritu como capacidad de reflexión (auto-objetivización),esencialmente inviable para un ser desprovisto de la facultad de hacer conceptos.»Cf. A. Millán-Puelles (1984) p. 36. Cursivas en el original.

3 Véase M. Buber (1995) p. 80.4 Como señala E. Husserl: «Humanidad en general es, por esencia, ser hombre

en humanidades vinculadas por la generación y la socialidad.» Cf. E. Husserl (1991)p. 16.

5 Este ejemplo lo tomamos de L. Polo (1993) p. 64.

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15TEORÍA DE LA ACCIÓN Y FUNDAMENTOS DE ECONOMÍA

forma el palo en una lanza. El palo no es la lanza. El origen dela lanza es la transformación del palo en un símbolo cultural. Elpalo es naturaleza, pero la lanza es un símbolo de comporta-miento inteligente, es cultura. La transformación de cosas eninstrumentos consiste en actualizar las posibilidades de las co-sas. La generación de una posibilidad afecta a todo el sistemade acción. La posibilidad de cazar animales más grandes exigepalos de cierto grosor. Se investigan nuevas formas de endure-cer las puntas utilizando el fuego. Lo más importante es que suutilización plantea nuevas preguntas. ¿Por qué una lanza esbuena para cazar un búfalo y en cambio es ineficaz con anima-les más rápidos? La lanza es demasiado pesada para cazar gace-las. Hace falta algo más ligero. La solución se encontró en ali-gerar el peso de la lanza, creando la jabalina. Así, el hombreaplica su inteligencia a la práctica de la habilidad manual. Lasmanos se convierten en inventores de instrumentos cada vezmás complejos. Aparece el arco y las flechas, se domestican ani-males, etc. Las manos se convierten en el instrumento de instru-mentos6 y en algo más importante. Para demostrar que una per-sona está desarmada, extiende la palma de la mano. La mano seconvierte en un símbolo; entra de lleno en el mundo simbólico.Con la mano se realiza el símbolo de la paz. La mano en conjun-ción con la cara se vuelve expresiva.7

Esta innovación constante pone de relieve la importancia dela inventiva en la constitución de un sistema social. Primero secrea un nuevo instrumento. Luego se generaliza su uso. Y porúltimo, se vuelve costumbre su uso. Es una costumbre trasmi-sible y como tal se entrega en tradición a las generaciones veni-

6 Así definió Aristóteles la mano: el instrumento de instrumentos. Cf. Aristó-teles, Acerca del alma, III, 432 a.

7 La ciencia económica, popularmente, es la forma de ganar dinero. Es la cre-matística. Esta palabra procede de khrêma, que a su vez viene del verbo krháo, quesignifica tener en la mano. Según Leonardo Polo, el sentido primitivo de esta pala-bra está aludiendo a que el hombre es un ser con manos. Cf. L. Polo (1993) p. 64.

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16 JAVIER ARANZADI DEL CERRO

deras. Podemos considerar que la realidad económica es un pro-ceso de creación de posibilidades de acción que se realizan socialmentey se trasmiten culturalmente. Constituye parte de lo que E. Husserldenominó Lebenswelt (el mundo de la vida). Indicando ese en-tramado de relaciones y símbolos que el hombre hace socialmen-te y transmite en generaciones. Digamos, por lo tanto, que elhombre es un con-ser. Dando a entender que la esencia del hom-bre es ser-con. Es decir, que para constituirse como tal le es esen-cial otros hombres y la cultura. Como señala Zubiri: «este con(con las cosas, con los demás hombres, con-migo mismo) no esun añadido, una relación extrínseca que añade el hombre en elejercicio de su vida. Esto sería absolutamente quimérico. Es algomucho más radical. El con es un momento formal estructural dela misma vida, y por lo tanto de la sustantividad humana en sudinamismo vital.»8

Nuestro estudio de la economía en esta introducción se cir-cunscribe en un ámbito muy determinado. Nos limitamos ri-gurosa y metódicamente a describir lo que las cosas son paten-temente, es decir, cómo se nos manifiestan en el ámbito de larealidad radical primaria que es nuestra vida. Constatamos quela realidad económica se manifiesta en la acción personal en unasociedad y cultura determinadas. Es en la convivencia y en laparticipación común de unos valores, creencias, conocimientos,donde se configuran las estructuras de medios y fines que cons-tituyen el quehacer de la economía. Es totalmente adecuadodefinir, por lo tanto, al hombre como con-ser. Señalando con estaexpresión la esencial apertura de la persona a sus semejantesmediando la sociedad y la cultura. Es decir, toda acción indivi-dual es, de suyo, social; tiene un significado cultural. En resu-men, el estudio de la economía, y de cualquier ciencia social engeneral, se fundamenta en el análisis de la acción.

8 Cf. Zubiri (1989) p. 225. Cursivas en el original.

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17TEORÍA DE LA ACCIÓN Y FUNDAMENTOS DE ECONOMÍA

II. HACIA UNA TEORÍA GENERALDE LA ACCIÓN

Las ciencias sociales, sea Economía, Sociología, Psicología, De-recho, Ciencias Políticas, tienen como realidad objeto de estu-dio a la persona. Es importante resaltar el trabajo pionero rea-lizado por el equipo dirigido por T. Parsons y E.S. Shills, conla colaboración de E.C. Tolman, G.W. Allport, C. Kluckhohn,H.A. Murray, R.R. Sears, R.C. Sheldon, S.A. Stouffer, publica-do con el título Hacia una Teoría General de la Acción.9 Buscabanlos elementos comunes de las distintas áreas de investigaciónde los miembros del equipo. Si tenemos en cuenta la distintaprocedencia de los miembros, había sociólogos, psicólogos yantropólogos sociales, y la relevancia de sus trabajos en susáreas respectivas de trabajo, es razonable que considerasen sutrabajo como «una base para el desenvolvimiento de las cien-cias sociales en general».10 Dado el relieve de los miembros dedicho grupo, y la relevancia que dentro de las ciencias socia-les ha tenido Hacia una Teoría General de la Acción, resumamosbrevemente sus ideas. Este resumen nos presentará una prime-ra teoría explicativa de la realidad expuesta en la introducción,y nos permitirá esbozar los elementos a desarrollar en esteartículo.

La tesis principal expuesta en Hacia una Teoría General de laAcción es que el hombre se esfuerza por alcanzar metas. En subúsqueda de metas, el actor se orienta hacia los objetos y estaorientación se supone que comprende tres modos: el cognosciti-vo, el catéctico (desiderativo) y el evaluativo. Estos tres elemen-tos conforman un sistema, ya que «los elementos cognizados son

9 La obra original lleva por título Towards a General Theory of Action (NuevaYork: Harper & Row, 1962). Las referencias en el cuerpo del texto se toman de laversión española, Hacia una Teoría General de la Acción (Buenos Aires: EditorialKapeluzz, 1968).

10 Op, cit., p. 14.

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18 JAVIER ARANZADI DEL CERRO

evaluados según ayuden o no a conseguir lo que el actor de-sea».11

La teoría de Parsons integra los tres elementos explicativosen un sistema. Un sistema, afirma Parsons, «se caracteriza porla interdependencia de sus partes o variables. La interdependen-cia se refiere a la existencia de relaciones determinadas entre laspartes o variables, en lugar de variaciones al azar. En otras pala-bras, la interdependencia es un orden en las relaciones entre loscomponentes que participan en la formación del sistema.»12 Loselementos desiderativos, cognitivos y evaluativos están interna-mente relacionados. La explicación de cada uno de ellos requierela presencia de los otros dos. Es decir, la teoría de la acción seestructura en tres partes: desiderativa, cognitiva y evaluativa,que representan un orden entre sí. Estas tres partes constitutivasdefinen un sistema de acción. Démosle la vuelta al argumentoy preguntemos, ¿cuántas estructuras en la realidad cumplenestos tres requisitos y se las pueden considerar, por tanto, siste-mas de acción?

Según Parsons, hay tres tipos de sistemas que presentan lostres elementos mencionados:

— Las personas: son sistemas de acción motivada que se orga-nizan alrededor de los organismos vivientes.

— Los sistemas sociales: son sistemas de acción que se organi-zan alrededor de las relaciones mutuas de los actores.

— Los sistemas culturales: son sistemas de patrones simbóli-cos (estos patrones son creados o manifestados por los ac-tores individuales y se trasmiten en el sistema social pordifusión y en las personalidades por medio del aprendi-zaje).13

11 Op, cit., p. 198.12 Op, cit., p. 133.13 Op, cit., p. 176.

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19TEORÍA DE LA ACCIÓN Y FUNDAMENTOS DE ECONOMÍA

Así dicho, parece que estos tres sistemas son realidades dis-tintas. Parsons se encarga de desmentirlo: «la personalidad, lacultura y el sistema social son analíticamente inseparables y cadauno de los tres implica a los otros dos. Si hay algo emergente,es la acción, como categoría que abarca a las tres y ella emergedel mundo orgánico.»14 Ahora bien, si estos elementos son analí-ticamente inseparables, tendrán que tener unas reglas de inte-gración que garanticen estabilidad al sistema. Analizando laobra de Parsons, el control e integración de la acción recae sobrela norma moral. ¿Qué entiende Parsons por norma de valor mo-ral? Afirma: «las normas de valor moral son la mayoría de lasnormas comprehensivas e integrativas para determinar y regu-lar el sistema total de acción... Ellas constituyen el tribunal deúltima instancia en cualquier problema integrativo dentro delsistema».15

La indicación de este texto apunta a la posibilidad de la exis-tencia de una teoría moral o ética integrativa o sistémica quecontrole las distintas partes de la estructura constitutiva de laacción. Más indicaciones sobre esta teoría ética y sobre cuál esla relación de las partes constituyentes no se aportan con clari-dad en Hacia una Teoría General de la Acción.

En este trabajo no nos vamos a centrar en la ética. Nuestroobjetivo será centrarnos en las conclusiones a las que llegaParsons. Así, afirma, que el objetivo principal ha sido la descrip-ción, «de los complejos conceptos descriptivos de la estructurade la acción».16 Ahora bien, Parsons es consciente de que estosconceptos tienen «hipótesis dinámicas implícitas».17

Con el siguiente esquema podemos representar los elementosanalíticos aportados por Parsons y los interrogantes que planteasu integración:

14 Op, cit., p. 278.15 Op, cit., p. 97.16 Op, cit., p. 273.17 Op, cit., p. 273

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El esquema representa los tres subsistemas de acción quedistingue Parsons: la persona (situada en el centro del esquema)inserta en una sociedad con una cultura (elementos representa-dos a la izquierda), genera la acción (representada por la flechaque surge de la confluencia de los tres subsistemas). Las flechasdobles representan las relaciones de interdependencia que exis-ten entre la sociedad, la cultura y la persona. La obra de Parsonsse ha centrado en la descripción de los subsistemas, sin desa-rrollar la estructura dinámica que existe entre los componentesdel sistema. Esta relación tripartita se nos ha manifestado en laintroducción al concluir que el hombre es un con-ser. Señalandocon esta expresión la esencial apertura de la persona a sus se-mejantes mediando la sociedad y la cultura. Es decir, toda ac-ción individual es, de suyo, social; tiene un significado cultu-ral. Pero, no nos vamos centrar, en este trabajo, en analizar lasrelaciones entre sociedad, cultura y acción individual.

Parte ética

Sistema social

Cultura

LA PERSONA

La acción como sistema:

• Parte desiderativa.• Parte cognitiva.• Parte evaluativa.

La acción

Nuestro objetivo será analizar el dinamismo de la acción indi-vidual. Es decir, hacer explícitos los dinamismos implícitos queParsons consideraba. También representamos el elemento éticoque Parsons considera el regulador del sistema. La relación dela ética con el resto del sistema no queda clara en Hacia una TeoríaGeneral de la Acción, por lo que sería pertinente interrogarnos porla relación de la ética con la estructura dinámica de la acción.

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21TEORÍA DE LA ACCIÓN Y FUNDAMENTOS DE ECONOMÍA

Aunque, como ya hemos mencionado, el análisis de la ética den-tro de la teoría de la acción excede el alcance de este trabajo.18

En resumen, el objetivo del presente artículo es analizar larelación entre los elementos desiderativos, cognitivos y eva-luativos presentes en la acción individual. Es decir, estudiar eldinamismo interno al que apunta Parsons. Se plantean, por lotanto, las dos preguntas siguientes:

1.ª ¿Cuál es la relación entre los elementos desiderativos, cogni-tivos y evaluativos presentes en la acción individual? Y, comocorolario,

2.ª ¿Cuáles son las posibilidades reales de acción de la persona?

III. TEORÍA ECONÓMICA Y TEORÍADE LA ACCIÓN: LA ACCIÓN HUMANA

EN L. VON MISES

La exposición de la obra de Parsons aporta un marco común paralas ciencias sociales, y nos ha permitido formular las dos pregun-tas que constituyen el núcleo de este trabajo. La realidad econó-mica muestra las características que el modelo teórico de Parsonsquiere explicar. La realidad económica es, de suyo, dinámica ycompleja. Consideramos, por lo tanto, esencial la aportación deParsons sobre las ciencias sociales. Su aportación básica es ponerde manifiesto la necesidad de sistemas analíticos que permitanpresentar todas las características esenciales del objeto de estu-dio, y segundo, permitir desarrollos teóricos que desvelen lasrelaciones dinámicas de dichos elementos.

Una vez demostrada la necesidad teórica de interrogarsesobre los fundamentos antropológicos de la economía, nos que-da una pregunta que nos permitirá canalizar la investigación.

18 Se puede consultar sobre el tema Aranzadi, J. (1997) (1999b) (2001).

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¿Aporta la teoría económica algún modelo que se planteara lariqueza de la realidad económica basándose en una teoría de laacción? La respuesta a esta pregunta es afirmativa y constituiráel desarrollo de este apartado exponer la obra teórica de L. vonMises, cuyo objetivo era basar la ciencia económica en una teoríageneral de la acción. Lo cual mostrará cómo se relacionan inter-namente los elementos desiderativos, cognitivos y evaluativosen la acción individual.19

Las obras de Mises dedicadas a la fundamentación de la eco-nomía, por orden cronológico, son:

— Epistemological Problems of Economics20

— La Acción Humana21

— Teoría e historia22

— The Ultimate Foundation of Economic Science.23 Último libro deMises, publicado a la edad de 81 años.

19 Sobre la teoría de la acción de Mises y sus desarrollos teóricos puede con-sultarse J. Aranzadi (1999a).

20 Este libro se publicó por primera vez en alemán en 1933. Actualmente es ase-quible la traducción inglesa que, con el título señalado, fue publicada por New YorkUniversity Press, Nueva York, 1981.

21 La Acción Humana tiene tres ediciones en inglés escritas por Mises con el títuloHuman Action: A Treatise on Economics. Las dos primeras ediciones publicadas porYale University Press, New Haven en 1949 y 1963, respectivamente, y la tercerapor Henry Regnery, Chicago, 1966. Esta obra ha tenido siete ediciones en español.La primera, editada por la Fundación Ignacio Villalonga, Valencia, 1960 fue tra-ducida de la tercera edición inglesa por Joaquín Reig Albiol. La segunda fue edita-da por Sopec, Madrid, 1968. Las ediciones restantes han corrido a cargo de UniónEditorial, Madrid, años 1980, 1985, 1995, 2001 y 2004, respectivamente. A partirde la quinta edición, con un amplio «Estudio Preliminar» de Jesús Huerta de Soto,presenta una notable corrección estilística respecto a las anteriores, por lo que todaslas citas de este estudio se extraerán de la última.

22 Obra aparecida en inglés con el título Theory and History (Yale: Yale UniversityPress, 1957 y reimpresa en 1969 por Arlington House, New Rochelle. Existe traduc-ción española realizada por Rigoberto Juárez y publicada con el título Teoría e Histo-ria (Madrid: Unión Editorial, 1.ª ed., 1975; 2.ª ed., 2003). Las citas están tomadas deesta segunda edición española editada dentro de la colección «Biblioteca Austriaca».

23 Obra aparecida en inglés con el título Ultimate Foundation of Economic Science:An Essay on Method. Existen dos ediciones de la obra en inglés. La primera publi-cada por William Volker Fund, Indianápolis, 1962 y la segunda por Sheed Andrewsand McMeel, Kansas, 1978. Nosotros utilizaremos la segunda edición.

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23TEORÍA DE LA ACCIÓN Y FUNDAMENTOS DE ECONOMÍA

El propio Mises consideraba sus obras más importantes LaAcción Humana y Teoría e Historia. Siendo en su opinión, The Ulti-mate Foundation of Economic Science «un suplemento y un comen-tario a dichas obras».24 La Acción Humana es un libro claramentedividido en dos partes: la primera parte desarrolla las categoríasbásicas de toda acción humana: es un tratado de praxeología,palabra acuñada por Mises de la raíz griega prâxis, acción. Lasegunda parte es una teoría del mercado y del cálculo econó-mico, cataláctica en la terminología misiana (palabra originariadel griego katallattein, cuya traducción es canjear o permutar).

Es importante resaltar esta estructura de la obra para aclararun error bastante común al aproximarse a la obra de Mises. Laciencia económica para Mises es la cataláctica, el intercambio debienes de forma directa, mercancía-mercancía o indirecta, mer-cancía-dinero-mercancía, sujeto a cálculo económico. La praxeo-logía es la teoría de los prerrequisitos, requisitos y categorías detoda acción humana. Al ser las acciones de mercado un caso par-ticular dentro de las acciones posibles, la praxeología engloba ala cataláctica. Mises explicaba esta relación entre ambos ámbitosde acción con la siguiente frase: «la teoría de la acción o praxeo-logía y su rama más desarrollada la economía o cataláctica».Nunca escribió Mises que la praxeología fuese la economía.

La explicación de por qué considera Mises correcta la inclu-sión de la cataláctica en la praxeología la realiza en Epistemo-logical Problems of Economics, al ampliar el ámbito de la teoríasubjetiva del valor para criticar la diferenciación entre compor-tamiento económico y no-económico de la escuela clásica.

Son éstas las razones por las que consideramos fundamentalpara la comprensión de la obra de Mises Epistemological Problemsof Economics. Es en esta obra donde se plantean las limitacionesque la caracterización del agente económico clásico implica parala explicación de los fenómenos económicos, y las vías de desa-

24 Véase Mises (1978) p. XIII.

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rrollo teórico que, siguiendo los pasos de Carl Menger y Böhm-Bawerk, amplían el subjetivismo de la teoría del valor, incar-dinando las acciones económicas dentro de una teoría generalde la acción humana.

1. Desarrollo de la teoría subjetiva del valor

Para superar la distinción de los economistas clásicos entre racio-nalidad o comportamiento económico e irracionalidad o com-portamiento no-económico, Mises empieza Epistemological Pro-blems of Economics con un estudio del objetivo y campo de laciencia de la acción humana. Comienza por establecer el carácterlógico de «la ciencia universalmente válida de la acción huma-na».25 El concepto básico de acción y sus requisitos. Este aparta-do es importante. Define por primera vez la acción humana «ocomo se la designa tautológicamente, acción racional... comocomportamiento racional».26

El prerrequisito para la acción es un estado de insatisfacción yla posibilidad de cambiar esta situación. El fin que nos motiva aactuar, continúa Mises, viene dado desde fuera de la acción. Es unsentimiento, una percepción subjetiva de una situación que me-diante la acción es mejorable. En resumidas cuentas, es un juiciode valor. La ciencia, la explicación racional, no tiene nada que decirsobre lo que se debe o no se debe desear. De esto se encargan lasnormas o la ética. El economista sólo debe constatar la existenciade una insatisfacción que mueve a la acción. Afirma Mises que laelección de los medios se basa en la apreciación individual sobresu adecuación para la obtención del fin. Un individuo puede equi-vocarse y no utilizar los medios adecuados. No es irracional, sim-plemente ha errado. Si una persona cambia frecuentemente de finesno es irracional, sino inconstante. Si no utiliza los medios adecuadosha fallado. Por lo tanto, toda acción es racional.

25 Véase Mises (1981) p. 13 y ss.26 Op. cit., p. 23.

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25TEORÍA DE LA ACCIÓN Y FUNDAMENTOS DE ECONOMÍA

Es errónea, argumenta Mises, la división de «lo económico»y «lo no-económico» en función de los fines o de la adecuaciónde los medios a la consecución de los mismos. Nuestro objetivono es juzgar los fines o los medios, sino estudiar el proceso porel cual el actor crea la estructura de medios y fines. El principioeconómico no puede basarse en los fines, ya que éstos están fuerade la economía. Por su parte, los medios no permiten obtenerun principio económico, ya que la elección de los mismos es elresultado de una apreciación subjetiva del actor. Con estas consi-deraciones, Mises desecha la obtención de un principio econó-mico a través de la clasificación de los fines o los medios.

La búsqueda de dicho principio le lleva a Mises a interrogarsepor la esencia del comportamiento económico. Si la economíaestudia la utilización de medios para la consecución de fines,independientemente de cuales sean dichos fines y medios, elprincipio económico ha de ser algo más radical que la elecciónde los fines y los medios. Este principio es la realidad de tenerque descubrir una estructura de medios y fines; de tener queelegir entre fines y optar por uno, renunciando a los otros. Elprincipio económico es «la existencia de conflicto entre los fi-nes y por lo tanto la necesidad de elegir entre ellos».27

Es decir, si toda acción implica una elección entre diversasposibilidades, toda acción es economizadora con los mediosdisponibles para la realización de los fines alcanzables. Por lotanto, la ley fundamental de la acción es el principio económico.Toda acción está bajo su dominio. «El que quiera negar la posibi-lidad de la ciencia económica tiene que empezar por cuestionarla validez universal del principio económico, es decir, la nece-sidad de economizar, como característica de toda acción, por supropia naturaleza.»28

27 Véase Mises (1981) p. 79.28 Op. cit., p. 80.

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Esta definición de economía plantea problemas de inmediato.Problemas a los que no fue ajeno Mises. Por un lado, le permiteatacar al homo oeconomicus clásico. Esta abstracción clásica com-prende sólo un lado del hombre, «el económico, el material. Leconsidera sólo un hombre envuelto en negocios, no como unconsumidor de bienes.»29 Por otro lado, Mises, ¿no había dichoque toda acción es por su naturaleza económica? ¿Por qué criticaal homo oeconomicus clásico por fijarse sólo en lo económico, silo económico abarca todo?30

Para explicar esta situación hay que introducir dos concep-tos que utilizaba Mises: «lo económico en sentido amplio» y «loeconómico en sentido estricto». El primer término se refiere alámbito general de la acción que cumple el principio económi-co. El segundo término se refiere a aquellas acciones sujetas alas consideraciones monetarias de coste-beneficio. Afirma Mises:«[L]a característica especial del cálculo económico es que la esfe-ra de su utilización nos parece una provincia especial dentro deldominio más amplio de toda acción. En el uso diario, la esferade la economía se extiende hasta donde es posible el cálculomonetario. Lo que va más allá es considerado la esfera no-econó-mica... Considerando el cálculo económico en términos moneta-rios como el más importante e indispensable instrumento parala producción en gran escala nos demuestra la falta de sentidode una separación terminológica entre estas dos esferas.»31

Estos dos conceptos, «lo económico en sentido amplio» y «loeconómico en sentido estricto», los introduce Mises para explicarla formación de los precios. Si aceptamos la definición neoclásicade comportamiento económico, muchos de los precios que sepagan tendrían como causa un comportamiento no-económico.Esto es así, porque toda persona, según la teoría clásica, actúa

29 Ibid, p. 180.30 Para un análisis comparativo de la obra de Mises y el modelo neoclásico del

homo oeconomicus puede consultarse J. Aranzadi (1999a).31 Véase Mises (1981) p. 157.

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económicamente sólo si compra en el sitio más barato y vendeen el más caro. Pero, continúa Mises, es fácilmente refutable estasupuesta racionalidad económica.

Consideremos el siguiente ejemplo: una persona que vive enun territorio políticamente disputado, por ejemplo, Checoslova-quia. Esta persona es un nacionalista alemán que quiere com-prarse toda la parafernalia militar para inscribirse en una organi-zación atlético-militar. Si pudiendo hacer sus compras en unatienda regentada por un checo, más baratas que en una tiendaregentada por un alemán, y decide comprar en la segunda, debe-ríamos concluir que actúa antieconómicamente. ¿Es esto correc-to? No, ya que la teoría clásica era capaz de explicar sólo laacción del hombre de negocios y era incapaz de explicar todoaquello que fuera más allá, «su pensamiento estaba orientadohacia la contabilidad, la expresión máxima de la racionalidaddel empresario».32 Para Mises, «el hecho es que la moderna teoríaeconómica empieza por las valoraciones subjetivas del actor yla acción gobernada por dichas valoraciones».33

Queda así claro que, para Mises, toda explicación de los pre-cios ha de ampliar su ámbito para considerar como causa econó-mica cualquier estado de insatisfacción percibida por el actor yque conscientemente perciba la existencia de medios para hacer-la desaparecer. En el ejemplo del alemán, la insatisfacción es lasituación política de la minoría alemana en los Sudetes, y elmedio de solucionarlo es ayudar a un compatriota comprandoen su establecimiento. Estas características, que explican la for-mación de cualquier precio, son los requisitos de toda acciónhumana. Por lo tanto, el ámbito de «lo económico» abarca todaacción humana. «Por medio de su subjetivismo la teoría moder-na se convierte en ciencia objetiva. No realiza juicios de valorsobre las acciones; y explica los fenómenos de mercado no so-

32 Op. cit., p. 175.33 Op. cit., p. 10.

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bre la base de acciones correctas, sino sobre la base de accionesdadas.»34

Dada esta explicación, es pertinente preguntarse: ¿conside-raba Mises la posibilidad de ampliar el cálculo económico a todoámbito de la acción humana? O en sus propias palabras, ¿esposible que «lo económico en sentido estricto llegue a englobar«lo económico en sentido amplio»?

Su respuesta es clara: «[E]s absurdo querer aplicar los elemen-tos de este cálculo [coste-beneficio] a problemas distintos. Unono debe extenderlos a res extra commercium. Uno no debe inten-tar por medio de ellos incluir más que la esfera de lo económicoen sentido estricto. Sin embargo, esto es precisamente lo queintentan aquellos, al averiguar el valor monetario de la vidahumana, las instituciones sociales, etc.; o quienes con investiga-ciones de gran sofisticación intentan determinar en términosmonetarios de nuestro dinero tipos de cambio del pasado recien-te, por no mencionar los del pasado remoto.»35

La impresión es que Mises tenía clara la separación entreaquellas acciones sujetas al cálculo económico y el resto de ac-ciones. Las primeras, «lo económico en sentido estricto» eran lasacciones productivas o instrumentales en su ámbito de merca-do o cataláctica. Estas acciones participaban del axioma de laacción humana y sus categorías estudiadas por la teoría gene-ral de la acción humana o praxeología. La teoría general de laacción engloba y supera a la economía. Pero Mises no delimitóen ningún trabajo la frontera entre ambas esferas. Nunca espe-cificó qué acciones humanas no están ni estarán sujetas a cálculoeconómico. Lo que en nuestra opinión sí es cierto, es que Mises,ya en esta obra, no quedó convencido de su clasificación y res-tringe la economía como ciencia a la esfera de «lo económico ensentido estricto». Esta conclusión se desprende del siguiente

34 Op. cit., p. 180.35 Op. cit., p. 159.

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texto: «la investigación de los factores determinantes [de losvalores] es la tarea de otras ciencias, no la de la economía. Laeconomía es la ciencia de la cataláctica».36

Esto es cierto. Pero también lo es que, si quiere explicar laeconomía como parte de la teoría de la acción, es necesario dis-cernir entre ambos ámbitos.

2. Relación entre lo económico en «sentido amplio»y en «sentido estricto»

La inexistencia de un criterio de demarcación entre las dos es-feras de «lo económico» es un tema que Mises vuelve a trataren La Acción Humana. Las dificultades con que se tropieza al tra-tar el ámbito de «lo económico» no provienen de que haya in-certidumbre respecto a cuáles sean los fenómenos que debanexaminarse. La economía como ciencia, en palabras de Mises,«aspira a analizar los precios monetarios de los bienes y servi-cios que en el mercado se intercambian».37

El ámbito de «lo económico» se ciñe al intercambio de bie-nes y servicios utilizando el cálculo monetario. Es estrictamen-te «lo económico en sentido estricto». Los problemas surgen enel mismo análisis de los fenómenos de mercado. Es necesariosalirse de la órbita estricta del mercado. En una transacción demercado entran elementos no materiales que son esenciales parael análisis del fenómeno de mercado. Tal como hemos explicadoen el apartado anterior, el conocimiento, los modos de habér-selas el actor con las cosas, es decir, la cultura, y las personasson elementos constituyentes y determinantes del intercambio,pero no son reducibles al bien o servicio intercambiados. Con-cluye Mises: «[R]esulta harto difícil trazar una neta frontera

36 Op. cit., p. 16837 Véase Mises (1995) p. 285.

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entre las acciones que deben quedar comprendidas dentro delámbito de la ciencia económica en sentido estricto (en sentidoestrecho), y las que deben ser excluidas, pues la economía fue,poco a poco, ampliando sus primitivos horizontes hasta conver-tirse en una teoría general que abarca ya todo tipo de acciónhumana. Se ha transformado en praxeología. Por eso resultadifícil precisar, dentro del amplio campo de la praxeología gene-ral, los límites concretos de aquella más estrecha disciplina quese ocupa sólo de las cuestiones estrictamente económicas.»38

Mises concibió la economía como una ciencia que «no tratasobre cosas y objetos material; trata sobre los hombres, sus apre-ciaciones y, consecuentemente, las acciones humanas que deaquéllas se derivan».39 Esta definición implica que para estudiarlos fenómenos de mercado hay que salirse de su marco estrictoy analizarlos desde las personas que los realizan. Cada paso enla comprensión de la realidad de la persona ha supuesto unavance en la economía. Pero que el avance de la economía se pro-duzca por una incardinación de los fenómenos económicos dentro deuna teoría general de la acción no implica que todo acto humano seareducible a términos monetarios.

Por lo tanto, para separar con nitidez ambos ámbitos utiliza-remos el siguiente esquema:

38 Op. cit., p. 283-84.39 Op. cit., p. 111: «Economics is not about things and tangible material objects;

it is about men, their meanings and actions», Human Action, cit., p. 91.

Economía en «sentido amplio»:No-monetizables

Acciones Coste-beneficio subjetivo

Economía en «sentido estricto»:Monetizables

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31TEORÍA DE LA ACCIÓN Y FUNDAMENTOS DE ECONOMÍA

3. La estructura de la teoría de la acción misiana

Es necesario para la explicación de los fenómenos de mercadoestructurar una teoría general de la acción. Tarea a la que Misesse dedica en las dos primeras partes de La Acción Humana. Lascinco restantes son deducciones de las leyes económicas. Comoél mismo dice, cualquier ampliación en su sistema teórico de laacción es la base para mejorar la teoría económica y su metodo-logía.

La estructura de la primera parte es un análisis de la esenciade la acción. «El punto de partida de la praxeología no consisteen seleccionar unos ciertos axiomas ni en preferir un cierto mé-todo de investigación, sino en reflexionar sobre la esencia de laacción.»40 El método es reflexionar sobre los componentes queen toda acción están presentes para que ésta emerja. ¿Cuál es,entonces, la causa irreductible para que se produzca la acción?La propia categoría de acción. Si una persona quiere negar esteprincipio realiza una volición consciente. Por definición, todaconducta consciente es una acción. Por lo tanto, concluye Mises,para negar la categoría de acción dicha persona ha actuado. Laacción es un axioma; es irreductible a otras causas. Es una con-dición necesaria de nuestro conocimiento.

Por lo tanto, el primer punto sobre el que se estructura lateoría de la acción humana de Mises es la acción humana comopresupuesto irreductible. Es un principio autofundante. El axio-ma de acción tiene un significado bien definido. Para superarla visión clásica del homo oeconomicus clásico, Mises busca unprincipio económico que no radique ni en la elección de los me-dios, ni en la elección de los fines. Radicando el nuevo principioeconómico en la inerradicable realidad de toda acción: el hombretiene que elegir entre las distintas alternativas de acción que sele presentan. El principio económico es la realidad primigenia

40 Op. cit., p. 48.

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de toda acción. Para actuar, hay que elegir entre distintas posibi-lidades. Esto supone que:

1.º Toda acción cumple el principio económico.2.º Si el principio económico no es un criterio de asignación de

medios a fines, la elección de los medios depende de la apre-ciación subjetiva del actor sobre su adecuación para la con-secución del fin. Por lo tanto, toda acción es racional.

Sobre el axioma de acción inserta Mises dos elementos. Elprimero como requisito de acción o categoría básica praxeo-lógica; el segundo como factor praxeológico. Nos referimos a lacausalidad y al tiempo, respectivamente.

a) La causalidad

Aunque la acción no se puede reducir a otra causa, antes deactuar el hombre ha de percibir una situación de insatisfacción.Escribe Mises: «El hombre, al actuar, aspira a sustituir un esta-do menos satisfactorio por otro mejor.»41 Siempre ha de prefe-rir un estado a otro. La indiferencia sólo se produciría en el serplenamente satisfecho que careciera de motivos para variar deestado.42

Aun percibiendo ese estado insatisfactorio, el hombre puedeno actuar. ¿Cuándo ocurre esto? En palabras de Mises, «cuandoel hombre no advierte mentalmente la existencia de cierta con-ducta deliberada capaz de suprimir o, al menos, de reducir laincomodidad sentida. Sin la concurrencia de esta circunstancia,ninguna actuación es posible; el interesado ha de conformarsecon lo inevitable.»43 Llegados a este punto, tenemos al indivi-duo con una insatisfacción. Quiere un cambio en su situación yconsidera que existen los medios para cambiarla. Tendrá que

41 Op. cit., p. 18.42 Op. cit., p. 18.43 Op. cit., p. 18.

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descubrir las relaciones causales que provocan cambios. AfirmaMises: «El actuar implica y presupone la categoría de causa-lidad.»44 La categoría de medios y fines presupone la relacióncausa-efecto. Esta relación es responder a la pregunta: «¿Dóndey cómo debo intervenir para desviar el curso que los aconteci-mientos adoptarían sin esa mi interferencia capaz de impulsarloshacia metas que satisfacen mejor mis deseos?»45

El hombre ha de conocer la relación causal para toda acción.Pero esto no implica que conozcamos a ciencia cierta la causade todo fenómeno. El principio de causalidad se ha planteadoen la búsqueda de la regularidad de los fenómenos, en la bús-queda de leyes: si A, entonces B. Ahora bien, dado que nuestroconocimiento es parcial, tendremos que establecer la ley en tér-minos estadísticos. Diremos: si A, entonces B en el 70 % de loscasos, C en el 30 % restantes. Los problemas filosóficos, episte-mológicos, metafísicos de la causalidad y la inducción imper-fecta quedan fuera del ámbito de la praxeología. ConcluyeMises: «Interesa tan sólo a nuestra ciencia dejar sentado que,para actuar, el hombre ha de conocer la relación causal existenteentre los distintos eventos, procesos y situaciones.»46

b) El tiempo

¿Cuál es la relación entre la acción y el tiempo? Partiendo delaxioma de acción, su prerrequisito era la existencia de una insa-tisfacción y el deseo de cambiar esa situación. Quien actúa distin-gue entre pasado, presente y futuro. Esta diferencia en términosfilosóficos no es adecuada. Todo momento presente se hunde enel pasado. No es más que una tenue línea entre el futuro y elpasado. Quien actúa distingue entre un tiempo antecedente a laacción, el pasado; un tiempo de acción, y un tiempo consecuente

44 Op. cit., p. 27.45 Op. cit., p. 28.46 Op. cit., p. 29.

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a la acción, el futuro. De tal forma que la relación causal antece-dente-consecuente la percibimos en esta secuencia temporal. Si,por un lado, la acción implica el deseo de un cambio, la causa-lidad es necesaria para relacionar los recursos que pueden pro-ducir este cambio. La acción y la causalidad van íntimamenteunidas. Por otro lado, la relación causal antecedente-consecuentese presenta en una temporalidad procesal. La causalidad y latemporalidad son inseparables. Mises concluye: «Los conceptosde cambio y de tiempo están inseparablemente ligados.»47

La estructura fundamental del sistema misiano está termina-da. El siguiente esquema representa los elementos que estruc-turan la teoría de la acción misiana:

Prerrequisitos de la Acción:

— Estado de insatisfacción.— Posibilidad de cambiar esta

situación.

Causalidad

Axioma de Acción.

— Racionalidad de la Ac-ción.

— Principio económico.

Tiempio de Acción.

Evaluacióncoste-beneficio

subjetiva.

Ejecuciónde la Acción.

47 Op. cit., p. 119

El elemento base es el axioma irreductible de la acción huma-na. El segundo paso ha sido aclarar los prerrequisitos de la ac-ción: la preferencia. El tercer paso fue analizar cómo este pre-rrequisito implica la categoría causal para saber discernir en larelación medio-fin. El cuarto y último paso es explicar el carác-ter secuencial de la relación causal. La conclusión a la que llegaMises es que la acción es una preferencia temporal percibida como unarelación medio-fin.

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35TEORÍA DE LA ACCIÓN Y FUNDAMENTOS DE ECONOMÍA

Es el momento de recuperar el esquema de la obra de Parsonspresentado más arriba y recapitular lo expuesto hasta el mo-mento.

• Parte ética

Sistema social

Cultura

LA PERSONA

La acción como sistema:

• Parte desiderativa.• Parte cognitiva.• Parte evaluativa.

La acción

Este esquema representa los elementos analíticos necesariospara obtener una base común a todas las ciencias sociales, segúnParsons y sus colaboradores. Consideramos correcta su preten-sión, teniendo en cuenta que todas las ciencias sociales tienenel mismo objeto de estudio, aunque delimiten distintos aspectosde dicha realidad. Sea la sociología, la economía, el derecho, lapsicología, la historia, la filosofía, todas ellas estudian al hombreen distintos aspectos pertenecientes a un origen común. Es lavida humana este origen común, el cual nos muestra la econo-mía como una realidad surgida de las necesidades humanas. Eneste proceso en el que el individuo, con los demás hombres (so-ciedad), con las cosas dotadas de sentido (cultura) genera todoel entramado de bienes y servicios que constituye la economía.

El estudio de la obra de L. von Mises nos ha permitido com-probar cómo desde la teoría económica se ha constatado la nece-sidad científica de ampliar las bases antropológicas que susten-tan los modelos teóricos y comprobar cómo la obra teórica deMises es perfectamente compatible con el esquema de Parsons.Es decir, de una realidad común es perfectamente esperable quelos modelos teóricos desarrollados por grandes científicos que

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desarrollan sus obras desde áreas afines, pero autónomas, con-verjan. Analicemos el siguiente esquema:

Este esquema nos permite comprobar la riqueza teórica queobtenemos al adoptar una visión común dentro de las cienciassociales. La interdisciplinariedad alumbra el marco común detodas las ciencias sociales. Las obras de Parsons y Mises nosofrecen un marco teórico muy rico y fructífero para afrontarproblemas de cualquier ciencia social, y la economía en parti-cular. Desde el punto de vista de la teoría económica, este esque-ma nos permite observar el acto económico más simple, sea unatransacción de mercado, como el resultado de un proceso. Sidamos de lado a dicho proceso, si no nos centramos en él, nosserá muy difícil comprender qué es realmente. Porque el fenó-meno económico observado, es decir, una transacción de mer-cado, es para cada uno de los participantes un acto económicoasignativo. Cada actor ha decidido el fin a conseguir y ha eva-luado la adecuación de los medios para la consecución del fin.48

Cada agente, utilizando los precios, valora los medios y decidecuál es el intercambio ventajoso para él. El hecho observado esel intercambio de unos bienes por dinero. Esta interpretación

Prerrequisitos de la Acción:

— Estado de insatisfacción— Posibilidad de cambiar esta

situación

Sistema social

Cultura

Causalidad

Parte ética Tiempo de AcciónEjecución de

la Acción

Axioma de acción.— Racionalidad de la acción.— Principio económico.

Evaluacióncoste-

beneficiosubjetiva

48 Etimológicamente, asignar procede del latín ad signare, que significa fijar oseñalar lo que a una persona o cosa corresponde. Por lo tanto, estrictamente hablan-do, la asignación se produce cuando se ha decidido el fin.

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considera el fenómeno económico como acto asignativo; comoun hecho histórico en el cual se han intercambiado unas canti-dades de bienes por unas cantidades de dinero. Lo cual es ciertoy nos permite afirmar que en todo fenómeno económico, consi-derado como hecho histórico, existe una relación entre cantida-des de dinero y cantidades de bienes.

Pero el fenómeno económico es algo más complejo y radical queel mero intercambio de bienes por dinero. Este intercambio histó-rico es la plasmación de un elenco de elementos que han interve-nido en su constitución y ejecución. Para que el intercambio seproduzca, cada persona ha de percibir una situación de insatisfac-ción y la posibilidad de cambiarla realizando el intercambio. An-tes de realizar el intercambio, cada persona evalúa su coste y elbeneficio que le otorgará la posesión del bien intercambiado parala consecución del fin. Si sólo consideramos el intercambio en sí,la realidad que lo originó no aparece reflejada. El porqué de unprecio parte de considerar que las personas que intervienen en elintercambio persiguen fines. Fines que son cosas, sean materialeso inmateriales, que son deseables y cuya posesión supone un cam-bio en el estado de insatisfacción previo al intercambio. Pero, porsí sola, la insatisfacción no desencadena el intercambio. Cada per-sona tiene que percibir la posibilidad de hacer el intercambio. Pormuy insatisfactoria que sea una situación, si no sabemos cómocambiarla, poco podemos hacer.

La insatisfacción originaria se plasma en la consecución deun fin que supone un cambio de situación. El conocimiento nosólo activa la posibilidad del intercambio, sino que permite,mediante el cálculo de coste-beneficio monetario, evaluar si losmedios de que dispone cada persona son adecuados para la con-secución del fin. Una vez que todos los elementos del esquemaplanteado en este apartado han intervenido, se produce el inter-cambio, que es el fenómeno observado. El acto observado es elresultado de la intervención de tres tipos de elementos, ya seña-lados por Parsons:

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1.º Elementos desiderativos que están presentes en los prerre-quisitos de la acción.

2.º Elementos cognitivos, presentes en el axioma de acción.3.º Elementos evaluativos, presentes en la evaluación coste-be-

neficio de los medios.

El hecho de observar el intercambio no se explica por cons-tatar las circunstancias en las que se ha plasmado. Si decimosque el precio de un kilo de patatas es 6 euros, no estamos men-cionando las causas que lo han originado.49 El intercambio comoacto observado se ha de explicar por la intervención de los trestipos de elementos que lo originan y determinan.

La evaluación de los medios permite asignarlos a la conse-cución del fin. Mises considera que a la economía no le compe-te catalogar los fines que se persiguen al intercambiar bienes.Queda a la economía explicar cómo se adecuan los medios a losfines. El único problema, en apariencia, es buscar los medios másadecuados para lograr el fin. Dice Mises: «Los actos mentales quedeterminan el contenido de una elección se refieren ya sea a fi-nes últimos o a los medios para lograr estos fines. Los primerosson llamados juicios de valor. Los segundos son decisiones téc-nicas derivadas de proposiciones acerca de hechos.»50 Pero laevaluación no sólo actúa sobre los medios, también sobre losfines. Mises es consciente de que los fines que se persiguen pue-den variar: «Tan pronto como las personas se atreven a poneren duda y a examinar un fin, ya no lo consideran como tal, sinoque lo tratan como un medio para alcanzar un fin aún más alto.El fin último está más allá de cualquier examen racional. Todos

49 Este intento de explicación es comparable al estudioso de la medicina queexplica la existencia de la enfermedad por la fiebre. La fiebre es la constatación delhecho de la enfermedad, es la constatación empírica externa de su existencia. Peroni explica cómo se originó ni cómo curarla, lo cual es fundamental no sólo para elmédico, sino también para el enfermo.

50 Véase Mises (1969) p. 12.

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los otros fines son provisionales. Se transforman en medios tanpronto como se les compara con otros fines o medios.»51

Este párrafo seleccionado apunta a la esencia del acto econó-mico. La asignación de los medios no supone que el deseo y lavaloración de otros fines estén desactivados. Las tres categoríasde elementos: desiderativos, cognitivos y evaluativos estánsiempre activos. Los fines son considerados como tales mientrasla valoración no considere pertinente un cambio de ellos. Losfines y los medios del acto asignativo no son realidades externas al actorque estén determinadas por una legalidad externa a la persona. Es lapersona quien en las propiedades reales de las cosas externascree descubrir la posibilidad de obtener un fin mediante su utili-zación. El fin y los medios son posibilidades activas que la per-sona constituye sobre las propiedades reales de las cosas. Esdecir, el acto asignativo es activo, tiene dinamismo.

La asignación se produce porque el actor ha mantenido acti-vado un fin durante un periodo de tiempo, considerando quees el máximo beneficio que puede obtener con los recursos a sualcance. Que se produzca el fenómeno del intercambio a travésdel dinero, es el resultado de un comportamiento conducente ala consecución del fin deseado. Comportamiento que la personavoluntariamente mantiene a lo largo del tiempo y que suponela justificación del fin.

Los cambios que se producen por el mero paso del tiempointroducen nueva información que la persona evalúa. Tal comodefine Mises el axioma de acción, la persona actúa porquequiere cambiar una situación insatisfactoria por otra más satis-factoria. El acto asignativo es activo porque la persona prefierelos de mayor valor a los de menor valor. La coherencia lógicaimplica que para entender el acto asignativo hemos de consi-derar que la persona persigue un fin. Pero que la persona actúecon un fin no supone que el fin perseguido sea siempre el

51 Op. cit., p. 14.

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mismo. En palabras de Mises: «Si nuestra valoración cambia,también habrá de variar nuestra actuación. Modificadas las cir-cunstancias, carecería de sentido permanecer fiel a un plan deacción anterior. Un sistema lógico ha de ser coherente y ha dehallarse exento de contradicciones por cuanto supone la coetá-nea existencia de todas sus diversas partes y teoremas. En laacción, que forzosamente se produce dentro de un orden tem-poral, semejante coherencia es impensable. La acción ha de aco-modarse al fin perseguido y el proceder deliberado exige queel interesado se adapte continuamente a las siempre cambiantescondiciones.»52

Estas consideraciones nos llevan a la esencia del fenómenoeconómico que observamos; el hecho histórico del intercambioes el resultado de un proceso de creación y descubrimiento defines y medios, su constante evaluación y ejecución. Cada actoeconómico tiene plena explicación como parte integrante de unproceso dinámico en el que intervienen elementos desiderativos,cognitivos y evaluativos de la persona en su entorno socio-cul-tural. No hay explicación plena del acto, si no es dentro del pro-ceso que lo generó. Por lo tanto, el fenómeno económico adquie-re su pleno significado al considerarlo, no como un acto aislado,sino dentro del proceso activo de la persona que lo ejecuta, talcomo está expuesto en el esquema de este apartado. Este carác-ter dinámico del acto económico pone de manifiesto que dichosfenómenos son realmente partes constitutivas de un procesodinámico más complejo: la acción humana.

52 Véase Mises (1995) p. 169.

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IV. LA PERSONA Y SUS POSIBILIDADES DE ACCIÓN

Llegamos al último apartado y, como era de esperar, el análisisde la estructura de la acción nos ha devuelto a la persona y susposibilidades de acción. Si nuestros razonamientos son correc-tos, nos encontramos en situación de aportar una serie de indi-caciones sobre la estructura de los elementos cognitivos, desi-derativos y evaluativos que constituyen el núcleo de la acciónindividual. Las posibilidades de acción de la persona son el re-sultado de la gestión inteligente de la realidad. La realidad que-da expandida por las posibilidades que gestiona la inteligenciaal integrarla en proyectos humanos. El hombre inventa posibi-lidades, gestando y gestionando la irrealidad del proyecto. Sibien es cierto que lo posible se basa en las propiedades realesde las cosas, no se puede reducir a ellas, porque lo posible, queaún no existe, surge de la acción de la inteligencia sobre la rea-lidad.

El objetivo de este apartado es explicar la proyectividad hu-mana como la capacidad de crear información, elaborarla y pro-ducir respuestas eficaces. Proyectar es anticipar una meta. Todapersona, al emprender un proyecto, acomete una empresa. El proyec-to es una irrealidad; es una proyección del actor. Éste se proyectahacia el futuro trascendiendo el presente. El proyecto es unalínea de acción a punto de ser emprendida; activa, motiva y diri-ge la acción. En el origen de todas las ocurrencias proyectivashay un deseo de actuar. Toda persona, por rutinaria que sea,emprende un proyecto fuera de su zona de desarrollo próximo.El objetivo se percibe de una manera difusa, poco clara. Más queun conocimiento preciso y claro, es una sensación de falta. ¿Quéconoce de un objetivo una persona cuando se propone algo?Siempre se parte de ideas muy vagas. J. A. Marina53 señala queel objetivo puede ser cualquier realidad sugerente en la que se

53 Cf. J.A. Marina (1993).

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barruntan muchas posibilidades. Volvamos a resaltar que estasposibilidades no son propiedades de las cosas, sino operacionesincoadas por las personas que cambian el significado de las co-sas. Se convierten en sugerentes, interesantes, prometedoras.Percibimos mejoras de la situación en la que nos encontramos.Como señala Mises,54 en el origen de cada acción está la percep-ción de una insatisfacción y el conocimiento, por muy difuso quesea, de una situación más satisfactoria que se convierte en elobjetivo de nuestra acción.

El fin de cualquier acción tiene dos características esenciales:

1.ª Todo objetivo es la percepción de carencia, unido al deseo deactuar. La percepción de la meta anticipa el camino a seguir paraalcanzarlo. En todo proyecto, la persona se sale de lo dado, delo estadísticamente previsible. Se adentra en lo irreal, en lo quetodavía no existe. Se pretende lo nunca visto.55 La acción huma-na, al proyectarse, se sale de lo dado; no se pretende una repe-tición del pasado, sino su mejora: se amplía la realidad personalde cada actor con posibilidades que hasta el momento nuncahabía intentado. El proyecto es someter la acción humana a laconsecución de una irrealidad que todavía no existe, pero queel actor encuentra sugerente.

2.ª El objetivo es siempre una percepción individual. La mismarealidad es concebida de manera totalmente distinta por perso-nas diferentes. La característica de la creatividad es ver posibi-lidades donde los demás no ven nada.56 Este fin que se proyectaen el futuro ejerce sus efectos en el presente. No hay un saltoinfranqueable entre el fin de la acción y el presente. El proyecto

54 Véase el tercer apartado de este trabajo.55 J.A. Marina cita como ejemplo el afán de Valle-Inclán de unir palabras que

no habían estado antes juntas. Marina (1993) p. 152.56 Un ejemplo claro es el ofrecido por J.A. Marina sobre Einstein: «El mismo

Einstein, reflexionando sobre su obra, dijo que durante todos esos años tenía unsentimiento de dirección, de ir en línea recta hacia algo concreto. Es muy difícil dedescribir ese sentimiento, pero yo lo experimentaba como una especie de sobre-vuelo, en cierto sentido visual.» Ver J.A. Marina (1993) p. 135.

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es el plan que hace actual y real nuestro fin que, de entrada, nosaparece lejano e irreal. Entre el futuro y el presente se estableceel nexo que dará realidad a nuestras aspiraciones. Por lo tanto,el futuro no es algo utópico, que no tiene lugar en este mundo.Por el contrario, la nota esencial del objetivo que perseguimoses que sea factible, que se pueda alcanzar. De esta manera, pode-mos afirmar que el objetivo que nos marcamos en el futuro no es unporvenir, sino un porhacer.57

Una vez que nos decidimos por un fin, adecuamos los mediosa su consecución. Podemos, por lo tanto, afirmar que proyectares un proceso asignativo. Pero, teniendo siempre en cuenta que loesencial del proyecto es su carácter dinámico. No podemos desligarel carácter asignativo del procesal y considerar que los fines dela acción están dados. Esta separación supone una reducciónantropológica fundamental. Si adoptamos la hipótesis de finesdados, olvidamos que nunca existe un único curso de acción;olvidamos que siempre las posibilidades son plurales; que nuncahay una única alternativa de acción. Por esta razón, hablamosde la creación de posibilidades en plural. El hombre es el animal queposee futuro; siempre se enfrenta a múltiples posibilidades deacción. El problema al que hace frente es determinar qué es loque puede hacer en cada alternativa; determinar el alcance uobjetivo de cada posibilidad y compararlas entre sí. Aunque estaidea parece obvia, es importante incidir en que la estructuradinámica de la acción, por su propio dinamismo, determina múl-tiples fines que compiten entre sí. En otras palabras, no existela acción en singular, sino el sistema plural de fines y medios.

Dentro de los distintos fines a su alcance, se decide por el quevalora más. Pero en cuanto cambian las circunstancias puede

57 Esta misma idea la expresa magistralmente el profesor Julián Marías con lassiguientes palabras: «Mi vida no es cosa, sino un hacer, una realidad proyectiva,argumental, dramática, que propiamente no ‘es’, sino ‘acontece’.» Cursiva en eloriginal. Ver J. Marías (1996), p. 126.

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cambiar la valoración y elegir otro fin. Como señala Mises:«Cuando se han modificado las propias valoraciones, permane-cer adheridos a unas ciertas normas de acción anteriormenteadoptadas, en gracia sólo a la constancia, no sería una actuaciónracional, sino pura terquedad. La acción sólo puede ser constan-te en un sentido: en preferir lo de mayor a lo de menor valor.»58

Si desligamos el fin de su estructura generadora, no realizamosuna simplificación intranscendente; realizamos un cambio debase en el estudio de los problemas humanos, abandonamos alhombre de carne y hueso y nos centramos en el homo oeconomicus.En la economía praxeológica es fundamental ligar los fines a laestructura de la acción. La multiplicidad de los mismos y sucarácter dinámico aconseja su estudio desde la teoría de la ac-ción. Si partimos de la visión de los medios y los fines como unaestructura dinámica, la función del proyecto es planificar lasactividades que hay que ejecutar para la consecución del fin.

El proyecto no es un sueño. En el sueño no hay manera depasar de la irrealidad a la realidad. En el proyecto las cosas rea-les constituidas en recursos nos mantienen en la realidad. Elproyecto está siempre condicionado por los recursos de la ac-ción. Gran parte de la tarea creadora va a consistir en gestionarlas restricciones, siendo el tiempo una de las principales. HenriBergson tiene estas bellas palabras sobre el tiempo: «El tiempoes lo que impide que todo esté dado de un golpe. Retarda o,mejor, es demora. Él debe, por lo tanto, ser elaboración. ¿No serávehículo de creación y de elección? ¿No prueba la existencia deltiempo que existe la indeterminación de las cosas? ¿No será eltiempo esta indeterminación misma?»59 En el estudio del tiempohay que diferenciar dos aspectos: la historicidad de la personay la estructura sinóptica del proyecto.

58 Mises, (1995) p. 124.59 H. Bergson, (1963), p. 1333.

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a) La historicidad de la persona

La primera aproximación a la realidad tempórea es reconocerque la vida humana tiene una duración; se entiende que la vidadura una serie de años. Pero es duración con un orden bien de-terminado. El tiempo tiene pasado, presente y futuro. Comoseñala Mises, lo único que estamos afirmando es que: «Quienactúa distingue el tiempo anterior a la acción, de un lado, eltiempo consumido por la misma, de otro, y el posterior a ella,en tercer lugar. No puede el ser humano desendenterse del trac-to temporal.»60 El tracto temporal —el antes, el ahora y el des-pués— no solamente es una duración en tres partes, sino queestas tres partes tienen un cierto orden. Antes y después, signi-fican antes y después en la ordenación.

Esta ordenación temporal, no solamente es una ordenación,sino una ordenación en la que en cada momento sólo existe unade las partes: el presente. El pasado ha dejado de existir; el futurotodavía no existe. Cuando la ordenación de los elementos de unamagnitud es tal que la anterioridad y posterioridad en el ordensignifica que lo uno deja de ser lo que es lo otro, entonces esfluente. Señala Mises: «Para la praxeología [...], entre el pasadoy el futuro se extiende un presente amplio y real. La acción, comotal, se halla en el presente porque utiliza ese instante donde seencarna su realidad.»61 He aquí la clave para entender la histo-ricidad de la persona.62 El hombre no vive en el tiempo; su histo-

60 Mises (1995) p. 120.61 Op. cit., p. 121. Esta misma idea del presente la encontramos en H. Bergson,

quien comenta: «Se define arbitrariamente el presente como lo que es, cuando elpresente es simplemente lo que se hace.» Cursivas en el original. Véase H. Bergson(1963a) p. 291.

62 El papel fundamental del tiempo fue destacado por el propio C. Menger, fun-dador de la Escuela Austriaca de Economía. Consúltese al respecto el apartado«Tiempo-error» del capítulo primero de Menger (1997), pp. 120 ss. Sobre este tema,véase el artículo de A.M. Endres (1984), p. 900. Afirma: «El tiempo histórico reinaabsolutamente en los Grundsätze.» También Max Alter señala: «El proceso de cam-bio, siendo el proceso causal, sólo es comprensible como un proceso temporal.» Véa-se Alter (1982). Las cursivas son mías.

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ricidad es algo más radical: el presente del hombre está hecho delpasado y del futuro. La realidad humana no sólo está en el tiempo,sino que el tiempo está en ella. De suerte que el hombre no sola-mente tiene un pasado y tiene un futuro, como en el mundo físi-co, sino que está hecho en su presente de pasado y futuro.

La historicidad del hombre, es decir, la fluencia del tiempoimplica una dirección. El tiempo fluye del pasado hacia el fu-turo. Apunta Mises: «La acción influye exclusivamente sobreel futuro [...]. El hombre adquiere conciencia del tiempo al pro-yectar la mutación de una situación actual insatisfactoria porotra futura más atrayente.»63 La fluencia del tiempo significaque el hombre está inexorablemente proyectado al futuro. Nohay reversibilidad posible en la historicidad del hombre. Cadamomento vivido se convierte en pasado. El ahora del presenteingresa continuamente en el pasado quedando sólo retenidopor la memoria. Son los fines que el actor conscientemente pro-yecta los que ejercen su efecto sobre el presente. Pero este pre-sente se escapa: está constantemente fluyendo. No hay formade retener el tiempo. La única forma que tiene el hombre desalirse de lo dado, de la fluencia, es representarse mentalmen-te un esquema que sintetice los pasos que ha de dar para con-seguir su objetivo. En otras palabras, el hombre vence al tiempoa través del proyecto.

b) La estructura sinóptica del proyecto

El tiempo del proyecto es el tiempo con que cuenta el hombrepara hacer su vida. El hombre cuenta con el tiempo, con su tiem-po, para hacer el proyecto. Esta estructura de contar con el tiem-po no es independiente de la fluencia. El hombre es un ser flu-yente, independientemente del proyecto. La vida del hombrefluye inexorablemente en una dirección. Es decir, la primera

63 Mises (1995) p. 120.

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característica del proyecto es su fluencia. Todo proyecto es unasucesión de actividades. Pero la forma de salirse de esta fluenciaes a través de la inteligencia. El actor organiza la informaciónque posee y se representa las actividades que ha de realizar paraconseguir su objetivo. En otras palabras, se representa su propiavida como un todo, donde las etapas del proyecto son las partesque conforman su realidad deseada. A esta representación inte-lectual o proyección que el actor posee la vamos a denominar,siguiendo a Zubiri, estructura sinóptica.64

¿Qué es dicha estructura? La estructura sinóptica del proyec-to es la forma de escapar de la fluencia. Es una percepción deltiempo del que dispone el hombre para realizar el proyecto. En palabrasde Zubiri: «El hombre tiene una inteligencia y una inteligenciaen la que por siguiente su fluir tiene dos dimensiones distintas:de un lado, como acto psíquico, está sometida a un fluir, exacta-mente como todo lo demás: como sus sentimientos y sus volicio-nes y su vida entera. Es un fluir de actos de una manera indiscer-nida; cada acto respecto de otros fluye en la unidad del torrentede la conciencia. Esto es verdad. Pero lo que pasa al unísono esque la inteligencia ve precisamente su propia realidad fluentey cuenta con la realidad entera en cuanto tal, y por consiguiente,se abre a la totalidad del campo de lo real en su carácter de fluen-te. Es el tiempo sinóptico. Esta visión del campo entero de la reali-dad fluente reobra sobre el momento presente de su fluencia, y estereobrar es justamente el proyecto.»65

Así se unen los dos aspectos temporales en el hombre: es flu-yente porque es histórico y es proyectivo porque está abierto al futuro.66

La proyectividad es el tiempo como posibilidad propia del hombre y de

64 La idea la he tomado del capítulo XI de su Estructura dinámica de la realidad,cit., titulado «El dinamismo como modo de estar en el mundo», pp. 279-311.

65 Zubiri (1989) p. 307.66 Señala el profesor Julián Marías: «El tiempo no es mero transcurso o fluencia...

el tiempo no se limita a ‘pasar’, sino que tiene estructura; y ésta no es la simpleduración o cuantificación, sino la que impone la realidad proyectiva de la vida.»Véase J. Marías (1995) p. 182.

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su vida. En todo proyecto, el hombre tiene una visión sinóptica;67 lasdistintas etapas que forman el proyecto aparecen ordenadassecuencialmente y ejercen su efecto en el presente de acción. Enel párrafo anterior, hemos puesto en cursivas la última frase deltexto seleccionado de Zubiri porque expresa con claridad y pre-cisión el nexo que existe entre el futuro proyectado y el presentede acción. La realidad deseada que el actor quiere realizar afectaa su historicidad, a su presente de acción. Esta afección del futu-ro sobre el presente es el material que maneja la creatividadhumana. Esta capacidad creativa no es reducible a la informa-ción que maneja el actor, sino que su misión fundamental esmanejar información prospectivamente, es decir, generarplanes.68

La unidad de la estructura sinóptica del tiempo y la fluenciaexplica el significado de la frase, dar tiempo al tiempo.69 Aquí eltiempo funciona dos veces. Desde el punto de vista sinóptico,hay que dejar que el tiempo fluya. Luego, en la fluencia del tiem-po las ideas tienen que madurar, tienen que dar de sí. En todoproyecto se intenta ahorrar tiempo. Pero, como señala Mises:todo proyecto se ve «sometido a la servidumbre del demasiadopronto y del demasiado tarde».70

La ejecución del proyecto cierra la estructura de la acción. Seacual sea el tipo de proyecto, su ejecución transforma su marcooriginario. La ejecución de una acción tiene consecuencias fun-

67 La idea de estructura sinóptica del proyecto está presente en la obra de Mises.Lo expresa de manera concisa: «El hombre adquiere conciencia del tiempo al pro-yectar la mutación de una situación actual insatisfactoria por otra futura más atra-yente.» Mises (1995) p. 120.

68 El profesor J. Huerta de Soto define el plan como: «La representación men-tal de tipo prospectivo que el actor se hace de las distintas etapas, elementos yposibles circunstancias que puedan estar relacionadas con su acción.» Ver J. Huer-ta de Soto (1992) p. 45, nota 8.

69 Zubiri (1989) p. 307.70 Mises (1995) Esta cita se toma de la 4.ª edición española (p. 167), porque en

la 5.ª y en la 6.ª dicha frase se ha transformado en la siguiente: «sometido a la ser-vidumbre del antes y del después» (p. 122), expresión que, a nuestro parecer, seadecua menos que la citada en el cuerpo del texto a la idea original de Mises.

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damentales sobre la persona que actúa, la sociedad y la cultura.Estas tres dimensiones sólo son separables analíticamente. Larealidad observada es la acción individual. Pero acción con otraspersonas; es decir, acción social. Y acción dotada de sentido, esdecir, acción cultural. En la acción se manifiestan todas las face-tas de la estructura dinámica de la realidad personal.

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51LA THÉORIE AUTRICHIENNE DES CYCLES

LA THÉORIE AUTRICHIENNE DES CYCLES:UNE THÉORIE DE LA RÉCURRENCE

DES ERREURS COLLECTIVESD’ANTICIPATION

FRANÇOIS FACCHINI*

Resume: Cet article présente les développements récents de la théorieautrichienne des cycles. Il se concentre sur les apports théoriques et soutientque désormais la théorie autrichienne des cycles est une théorie pluriellede la récurrence des erreurs collectives d’anticipation. Les économistesautrichiens s’accordent pour penser que la nationalisation de la monnaieest à l’origine de l’excès d’offre de monnaie qui crée une distorsion de lastructure des taux d’intérêt des prêts et induit la phase de récession. Ilss’entendent aussi sur les raisons de la récurrence des erreurs d’anticipationet sur leur uniformité. La théorie des droits de propriété explique la récurrencedes erreurs d’anticipation par la socialisation des risques. La théorie desanticipations explique les erreurs collectives par la centralisation desanticipations autour des décisions de la banque centrale et rend compteainsi de l’instabilité des systèmes économiques. Les économistes autrichiensse divisent, en revanche, sur les raisons de cet excès d’offre de monnaie. Ily a ceux qui soutiennent que cet excès d’offre se mesure par rapport àl’épargne monétaire et s’explique par la pratique des réserves fractionnaires(école de la libre circulation). Il y a ceux, au contraire, qui estiment que cetexcès doit être mesuré par rapport à la demande de monnaie et expliquépar l’absence de concurrence entre les monnaies (école de la banque libre).

* EDJ, Université de Reims Champagne Ardenne, Faculté de sciences écono-miques et de gestion, 57 bis rue Pierre Taittinger 51000 Reims, et Chercheur associéau LAEP, Université de Paris 1 Panthéon - Sorbonne, http://laep.univ-paris1.fr/facchini/index.htm et [email protected].

Cet article a été publié initialement dans l’Actualité Economique, numéro deSeptembre 2004. Nous tenons à remercier son Comité de rédaction pour avoiraccepté sa ré-édition.

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía Política,vol. I, n.º 2, Otoño 2004, pp. 51 a 94

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Mots clés: cycles, anticipations, droits de propriété, banque centrale, banquelibre et erreur

Abstract: This paper offers an account of the recent development of AustrianTrade Cycle Theory. It focus on the theoretical contributions and arguesthat the Austrian’s explanation of Trade Cycle is a theory of collective errorsof expectations and of their recurrences. Austrian economists agree to explainthe errors of individuals by the nationalization of money because it leads toan excess of money supply. Nevertheless, they disagree about the cause ofthis excess. Two explanations have been suggested. The first one measuresthe excess in relation with the demand of money. The second one evaluatesthe excess in relation with monetary saving. They agree, on the contrary, onthe reasons of the recurrence of expectation errors and their uniformity.The theory of property rights explains the recurrence of expectation errorsby the socialization of risk. The expectation theory explains the collectiveerrors by the centralisation of expectations (big player hypothesis) on thecentral bank decisions. Therefore, the centralization of expectations explainsthe instability of market process.

Keywords: cycle, expectations, property rights, central banking, free bankingand error

Classification JEL: E32, E58,

I. INTRODUCTION

La théorie autrichienne des cycles s’est développée au début duvingtième siècle avec les travaux de Ludwig von Mises (1912, 1966)et de Friedrich Hayek (1931, 1932)1. Elle s’est ensuite précisée avecles travaux de Murray Rothbard (1970, 1975), Ludwig Lachmann(1978), Roger Garrisson (1984, 1989) et/ou Gerald O’Driscoll etMario Rizzo (1985). Il existe entre ces auteurs des différences etaucune version canonique de la théorie autrichienne des cycles nes’est aujourd’hui imposée (Garrisson 1989, p.3). Tous s’accordent,

1 Voir l’article de Dostaler G. (2001).

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cependant, sur l’importance des liens entre les prix relatifs et lacoordination inter-temporelle, autrement dit, la structure du capi-tal pour expliquer les cycles. Tous restent fidèles de surcroît à l’idéeque les cycles économiques ont une raison monétaire qui trouveson origine dans la fixation d’un taux d’intérêt des prêts inadaptéeaux préférences inter-temporelles des individus sur le marché(Sechrest 1997, p.10).

Cette théorie des cycles a pourtant fait l’objet de plusieurstypes de critiques. Dès les années trente, de nombreuxéconomistes doutaient de sa capacité à rendre compte des faits.Plus tard, Axel Leijonhufvud (1986, p.417) a partagé cetteopinion et soutenu que la théorie autrichienne des cycles avaitété falsifiée parce que l’inflation ne produisait aucun boom desur-investissement et que la stagflation des années 1970permettait de constater l’inflation, mais ne permettait pasd’observer l’accélération de l’accumulation du capital etl’épargne forcée pourtant prévues par les économistesautrichiens. La théorie du capital, qui fonde la théorieautrichienne des cycles a, de plus, été jugée incorrecte2. L’unedes conséquences majeures de ce constat serait qu’il n’est pasnécessaire de savoir si la demande de capital fluctue pourexpliquer les cycles (Yeager 1986, p.382). Il suffirait d’expliquerle processus d’ajustement entre le taux d’intérêt et le changementdes prix relatifs pour rendre compte des cycles. L’existence d’undéséquilibre monétaire expliquerait à lui seul les cycles (Yeager1986 et Friedman 1993, p.172).

Malgré la virulence des critiques, les économistes autrichienscontinuent de penser que les cycles s’expliquent par un excèsd’offre de monnaie. Ils contestent, tout d’abord, la thèse selonlaquelle la théorie autrichienne serait incapable de rendrecompte de l’Histoire3 et des grandes crises4. Ils acceptent, en

2 Voir M. Blaug (1981, p.586).3 La crise allemande des années 20 a été expliquée par Bresciani-Turroni (1937).

Le Roux et Levin (1998) montrent que l’explication autrichienne des crises s’applique

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revanche, d’abandonner la recherche d’une mesure objective dudétour de production pour adopter une théorie radicalementsubjective du capital. On peut alors estimer qu’ils renouvellentleur théorie en définissant les cycles comme le résultat d’unprocessus récurrent d’erreurs collectives d’anticipation.

Cet article se propose de présenter ce renouvellement de lathéorie autrichienne des cycles. Il rappelle, tout d’abord, lesenchaînements de la théorie autrichienne des cycles etl’importance qu’elle accorde à la coordination inter-temporelledes actions humaines sur le marché par les taux d’intérêt (2).

Il explique, ensuite, pourquoi l’institutionnalisation d’unsystème monétaire hiérarchisé autour d’une banque centralesuscite l’apparition d’une structure des taux d’intérêt des prêtsqui ne reflète pas les préférences temporelles des agents. Ilprésente à cette occasion le débat entre l’école de la librecirculation et l’école de la banque libre. Ces deux écolessoutiennent que la nationalisation de la monnaie est à l’originede l’instabilité des économies de marché, mais se divisent sur lamanière dont ce changement institutionnel modifie la structuredes taux d’intérêt des prêts. L’école de la banque libre estimeque la structure des taux d’intérêt des prêts ne reflète pas lespréférences temporelles parce que le marché de la monnaie n’estpas concurrentiel. L’école de la libre circulation soutient que c’estla généralisation de la pratique des réserves fractionnaires quiexplique la distorsion de la structure des taux d’intérêt.

Il aborde, enfin les questions de la récurrence et del’uniformité des erreurs (4). Pourquoi les entrepreneursn’apprennent rien de leurs erreurs passées? Pourquoi font-ils

à la récession de l’économie sud-africaine de 1980-1996. Hughes (1997) explique larécession de 1990. Keeler (2001) montre la pertinence du modèle autrichien pourcomprendre les cycles de l’économie américaine. Wainhouse (1984) met enperspective quelques évidences qui valident la théorie autrichienne des cycles.

4 Rothbard (1963) et Robbins (1934) analysent la grande crise de 1929 commeune illustration de la théorie autrichienne des cycles. Voir aussi les travaux deSkousen (1988, 1994).

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tous la même erreur au même moment? On rend compte de larécurrence des erreurs d’anticipation par la socialisation desrisques. La nationalisation de la monnaie a les mêmes effets quela socialisation en général. Elle favorise le développement decomportements de passager clandestin (4.1). On expliquel’uniformité des anticipations par le processus de convergencedes anticipations autour des décisions de la banque centrale queprovoque la centralisation du système monétaire. C’est parceque la banque centrale a les caractéristiques d’un «big player»qu’elle centralise le jeu des anticipations anéantissant ainsi leurdiversité et, du même coup, les conditions de stabilité del’économie de marché (4.2).

II. LA THÉORIE AUTRICHIENNE DES CYCLESEST UNE THÉORIE DE LA MAUVAISE COORDINATION

DES MARCHÉS DANS LE TEMPS

Le cycle dans les théories de Mises et Hayek s’explique par unebaisse du taux d’intérêt des prêts qui n’est pas provoquée parune hausse de l’épargne, mais par une décision discrétionnairedes banques.

1. Taux d’intérêt des prêts et taux d’intérêt originaires

L’évolution des taux d’intérêt des prêts reflète normalementl’évolution des taux d’intérêt originaires. Le taux d’intérêtoriginaire est «le rapport entre la valeur attribuée à la satisfactiondans le futur immédiat, et la valeur attribuée à la satisfaction du mêmebesoin dans des temps plus éloignés. Il se manifeste en économie demarché par la dépréciation des biens à venir, comparés aux biensprésents. C’est un rapport entre des prix de denrées, non un prix enlui-même» (Mises 1985, p.552 ou 1966, p.526). L’individu estime

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qu’une pomme aujourd’hui vaut 1 euro et qu’une pommedemain vaut 0,5 euro. Le rapport des prix entre biens présentset biens futurs est de deux. Le bien présent a deux fois plus devaleur que le bien futur. L’intérêt est donc une catégorie del’action humaine.

L’abstinence, ainsi expliquée par la préférence pour le futur,rend possible l’échange différé. L’abstinent échange des produitsactuels contre des produits futurs. Il échange du blé aujourd’huicontre du blé demain. Il est le prêteur. Il s’abstient non pas parcequ’il souhaite toucher un revenu d’intérêt, mais parce qu’ildéprécie le présent et apprécie le futur. L’évolution du niveaude l’épargne traduit donc l’évolution du taux d’intérêt originaire(préférence temporelle). Plus les individus déprécient le présentplus ils s’abstiennent de consommer. Le montant des biensépargnés croît alors avec le taux d’intérêt originaire.

Les banques peuvent alors organiser des échanges différésentre les individus selon leurs préférences temporelles. Lesemprunteurs, moyennant le paiement d’un taux d’intérêt desprêts, utilisent aujourd’hui les biens destinés à la consommationfuture. Le niveau du taux d’intérêt des prêts est d’autant plusélevé que le montant de l’épargne est faible. La rareté del’épargne informe, par conséquent, les entrepreneurs sur lespréférences temporelles des agents. Elle permet de supposer queles hommes préfèrent le présent au futur et incite lesentrepreneurs à produire des biens pour la consommationd’aujourd’hui.

Toute baisse des taux d’intérêt des prêts provoque alors unajustement de la structure du capital à la demande future. Elleinforme les entrepreneurs que les agents dévalorisent le présentet leur permet d’anticiper un écart de valeur entre les biensprésents et les biens futurs favorable au futur. Elle les incite àréorienter leur production vers le futur puisque la valeur desprojets de long terme a augmenté relativement à la valeur desprojets de court terme (O’Driscoll et Rizzo 1985, p.205).

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L’ensemble de la structure du capital s’ajuste donc pour exploiterles écarts inter-temporels de valeur. Si l’entrepreneur acorrectement anticipé les prix et le type de bien demandé, ilréalisera des profits qu’il n’aurait pas réalisés s’il n’avait pasréagi à la variation du taux d’intérêt des prêts et s’il ne s’étaitpas adapté par un allongement du processus de production auxnouvelles préférences temporelles des agents.

2. Taux d’intérêt des prêts et variation de la valeur de lamonnaie

En économie de marché l’ensemble de ces calculs est expriméen monnaie. Tous les biens ont des prix monétaires. Tous lesprix sont donc influencés par le prix de la monnaie qui informeles entrepreneurs sur son pouvoir d’achat.

Lors d’un échange différé comme l’acte de prêt, la variationdu prix de la monnaie est extrêmement importante. Une baissedu prix de la monnaie altère la répartition des revenus entre lesprêteurs et les emprunteurs. Elle spolie les détenteurs de créanceau profit de leurs débiteurs. Une hausse du prix de la monnaiea l’effet inverse. Elle spolie les débiteurs par les chargesindûment accrues de leurs dettes. Les entrepreneurs sont, dansces conditions, d’autant mieux informés sur les préférencestemporelles des individus que le pouvoir d’achat de la monnaie(son prix) est stable dans le temps, car dans le cas contraire, letaux d’intérêt des prêts variera indépendamment du tauxd’intérêt originaire. C’est parce que les entrepreneurs ne peuventpas faire la différence entre une hausse du taux d’intérêt desprêts induite par une variation de la quantité d’épargne(variation du taux d’intérêt originaire) et une hausse induite parune variation du prix de la monnaie qu’ils vont prendre desdécisions inadaptées à la demande des consommateurs. Cettebaisse artificielle des taux d’intérêt provoque alors une

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distorsion générale de la hiérarchie des prix relatifs qui induitun mécanisme d’auto-renforcement des erreurs et une mauvaisecoordination des actions humaines sur le marché. Ce sont doncles banquiers qui engagent l’ensemble des entrepreneurs dansun processus d’ajustement de la structure du capital qui n’a paslieu d’être.

3. Variation du prix de la monnaie et cycle

Les entrepreneurs interprètent la baisse du taux d’intérêt desprêts comme le signe d’une appréciation du futur. Ils onttendance, pour cette raison, à réorienter la structure du capitalvers les projets de long terme au détriment des projets de courtterme. Ils se préparent ainsi à répondre à une demande de biensfuturs, alors que les consommateurs n’ont pas changé leurpréférence temporelle. La création de crédits non gagés sur del’épargne en monnaie est à l’origine d’une phase d’expansion.Elle est aussi la cause de l’inadaptation de la structure de laproduction à la demande et de la phase de récession.

La séquence de la théorie autrichienne des cycles est lasuivante. La multiplication des projets de production de pluslong terme (produire pour le futur) induite par la baisseartificielle des taux d’intérêt des prêts provoque une pénurie debiens de consommation qui favorise un mouvement de haussedes prix des biens de consommation (Hayek 1931, p.118). Cettetension inflationniste force les consommateurs à consommermoins et à épargner plus. La hausse des prix des biens équivautalors à une épargne forcée (Hayek 1932). Les consommateurssubissent les décisions des entrepreneurs sans bénéficier desgains de productivité (Hayek 1931, p.116). Cette tensioninflationniste ne concerne cependant pas tous les biensimmédiatement. L’augmentation des prix, avant d’être généralecomme dans la théorie monétariste, dépend du lieu d’entrée et

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de sortie de la monnaie dans le système économique (effetCantillon). Les entrepreneurs qui ont obtenu un prêt dépensentleur argent et créent une offre additionnelle qui accroît d’abordles revenus des personnes qui produisent les biens demandéspar les emprunteurs.

Outre l’augmentation du prix des biens de consommation,la préparation de l’offre de biens pour le futur augmente le prixdes facteurs de production (effet Ricardo). Les salaires ont alorstendance à augmenter dans ces secteurs et à favoriser uneaugmentation des coûts de production dans l’ensemble del’économie. La production des biens de consommation diminuealors au fur et à mesure que les projets de long terme attirent letravail et les autres facteurs de production. L’absenced’augmentation du montant de l’épargne volontaire crée doncun déséquilibre entre les investissements ex ante et l’épargne exante qui se résorbe ex post par un phénomène d’épargne forcée.

Le premier effet de l’injection de crédits artificiels est defrustrer les plans de consommation. La coordination estmauvaise puisque les consommateurs sont obligés de diminuerleur niveau de consommation présente pour préparer uneconsommation future qu’ils ne souhaitent pas. Contrairement àla croissance provoquée par une augmentation de l’épargne,l’investissement des entrepreneurs dans des projets de plus longterme se fait désormais au détriment de la consommation quidoit mobiliser une plus grande quantité de monnaie pour acheterune même quantité de bien.

Tant que du crédit artificiel est injecté, le mouvement versles projets de long terme et l’épargne forcée se perpétuent.L’augmentation du volume des moyens de paiement s’avèrecependant insoutenable sur le long terme pour deux raisons. Lesconsommateurs ne peuvent pas rester dans cet état de frustrationet les banques ne peuvent pas créer de la monnaie indéfiniment.Le caractère involontaire de l’ensemble de ces modificationsrend les systèmes économiques vulnérables à un retour à des

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processus de production moins longs. Ce retour explique lescrises (Hayek 1931, p.118). L’expansion va alors laisser place àla récession car la structure du capital induite par l’apport demoyens de paiement est inconsistante avec les préférences pourle temps des individus. Il y a mauvaise coordination inter-temporelle parce que la baisse artificielle du taux d’intérêt desprêts a favorisé un phénomène de mal-investissement (Mises1985, p586). Il y a sur-investissement en bien de capital et sous-investissement en bien de consommation.

La crise survient quand les banques ne peuvent plus assurerle financement des investissements longs qui s’avèrent moinsprofitables que prévu. Les entrepreneurs constatent que leursanticipations sont erronées. Le volume de biens futurs n’est pascelui qu’ils avaient estimé. «La classe des entrepreneurs est dans lasituation d’un maître d’œuvre dont la tâche est d’ériger un bâtimentà partir d’un stock limité de matériaux. Si l’entrepreneur estime qu’ila plus de matériaux qu’il n’en a en réalité, il dresse un plan qui dépasseses moyens. Il exagère les dimensions du terrassement et des fondationset plus tard découvre en poursuivant la construction que les matériauxlui manquent pour achever le bâtiment» (Mises 1985, p.586). Ils sontalors obligés de ré-ajuster la structure de la production pouréviter les phénomènes de surproduction. Ils décident delicencier5. Si les banques ne peuvent pas les aider financièrementpendant cette période de restructuration, il est probable que larestructuration se termine par un mouvement de faillite quifragilise l’ensemble du système économique et provoque uneprofonde récession. Ce scénario s’avère le plus vraisemblablecar les banques restent contraintes par un ratio de liquidité. Cettecontrainte favorise une hausse des taux d’intérêt qui signale àl’ensemble des agents que les consommateurs préfèrent leprésent. Elle sonne le glas de tous les projets qui avaient tablésur une forte appréciation du futur.

5 Pour l’école autrichienne les causes des cycles sont l’origine principale duchômage massif et permanent d’une partie de la population (Gunning 1985).

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Les cycles économiques sont donc le résultat des décisionsdes banques qui sont un facteur d’instabilité lorsqu’elles sont àl’origine d’une structure des taux d’intérêt des prêts qui nereflète pas les taux d’intérêt originaires. Cette explication restecependant encore relativement imprécise. Elle ne précise pas,tout d’abord, les conditions dans lesquelles les banquiers créentl’excès de monnaie qui provoque une distorsion de la structuredes taux d’intérêt. Elle ne dit pas, ensuite, pourquoi les erreursd’anticipation sont immuablement récurrentes et pourquoitoutes les banques augmentent leur taux d’intérêt des prêts aumême moment. On pourrait, en effet, penser que progressivem-ent les banquiers et les entrepreneurs qui acceptent les prêtssavent qu’en accordant trop de crédit ils fragilisent le systèmemonétaire et augmentent les risques de faillite et d’instabilité.Il faut alors expliquer pourquoi les individus sont conscientsde leurs erreurs ou des conséquences de leurs erreurs, mais nesouhaitent pas les corriger (Hülsmann 1998, p.9).

III. CYCLES ÉCONOMIQUES,CONDITIONS INSTITUTIONNELLES

DE L’ACTIVITÉ BANCAIRE ET EXCÈS DE MONNAIE

Les banquiers créent un excès d’offre de monnaie qui provoqueune distorsion de la structure des taux d’intérêt parce qu’ilsagissent dans le cadre d’un système monétaire hiérarchiséautour d’une banque centrale (Hayek 1978)6. Cette explicationgénérique cache cependant un débat sur la manière dont lamonopolisation de l’offre de monnaie par les Etats modifie lecomportement des banques et conduit à l’excès d’offre demonnaie qui provoque le cycle.

6 Voir pour une brève histoire de la nationalisation de la monnaie en France lelivre de Salin (1991) et l’article de Nataf (1997).

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Un premier groupe d’économistes autrichiens, réuni sous labannière de l’école de la libre circulation, soutient que c’est lagénéralisation de la pratique des réserves fractionnaires quiexplique la distorsion de la structure des taux d’intérêt. Cettepratique explique pourquoi l’argent prêté ne correspond pasnécessairement à l’argent déposé en banque à cet effet. Les cycleset l’instabilité de l’économie de marché disparaîtraient si lesbanques n’avaient pas le droit de créer des moyens de paiementnon convertibles en monnaie. L’école de la libre circulations’accorde, pour cette raison, avec l’école de la circulation pourinsérer l’émission de billets dans des limites très strictes7, maisestime que seule la dénationalisation de la monnaie permet deréaliser cet objectif.

Un deuxième groupe, plus proche des positions de l’école dela banque8, conteste la thèse du coefficient de réserve de 100%et explique les déséquilibres monétaires par l’absence deconcurrence. Cette école dite de la banque libre soutient que lescycles ne sont pas liés à l’émission de moyens de paiement nonconvertibles par les banques et que de telles pratiques ont plutôttendance à éliminer les récessions économiques9.

7 L’école de la circulation (« currency school ») adopte les thèses bullionistes etsoutient que la monnaie ne détermine que le niveau des prix et les cours du change.Elle devait donc être sévèrement contrôlée et n’être émise qu’en contrepartie d’unaccroissement du stock d’or national, à la suite d’un excédent de la balancecommerciale et d’une hausse du cours du change (de Mourgues 1993, p.172).

8 L’école de la banque (« Banking school ») soutient que l’émission de monnaiedevait être laissée libre et qu’elle ne présentait aucun danger si elle correspondaità des créances sûres et à court terme qui permettaient à la banque d’émission decontrôler sa production et de rectifier ses erreurs (de Mourgues 1993, p.172).

9 Salin (2001) combat la thèse des réserves fractionnaires. Il propose, cependant,de scinder le débat en trois. Il juge que les raisons avancées par l’école de la banquelibre (Selgin et White, 1996) sont incorrectes, mais soutient que les systèmesmonétaires avec réserves fractionnaires sont stables.

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1. L’école de la libre circulation: la pratique des réservesfractionnaires est à l’origine des cycles

Pour l’école de la libre circulation, l’étude des causes et des effetsde la pratique des réserves fractionnaires permet de préciser lesconditions dans lesquelles les banques sont à l’origine des cycles.Cette pratique explique l’erreur d’anticipation des banques etla baisse artificielle des taux d’intérêt des prêts. Il y a réservefractionnaire lorsqu’une banque émet de la monnaie non con-vertible (fiduciary media).

Sous les catégories forgées par Ludwig von Mises10 (1966,pp.433), la monnaie non convertible est une forme particulièrede monnaie. Mises distingue, en effet, le crédit réel (crédit gagésur l’épargne) et le crédit artificiel (crédit pur). Les banquesémettent des moyens de paiement (billets et chèques) qui ne sontpas de la monnaie proprement dit, mais des substitutsmonétaires (money substitutes). Ces substituts monétaires sontdes créances émises par les banques qui sont à l’origine payableset remboursables à vue et au porteur en un bien économiqueayant sa valeur propre (or ou argent). Les moyens de paiementsont convertibles en monnaie. Lorsqu’un moyen de paiementn’est pas totalement convertible, il est utile de distinguer la partieconvertible que Mises (1966, pp.434) appelle un certificatmonétaire et la partie non convertible que Mises appelle unmoyen de paiement fiduciaire (fiduciary media)11. Il ne faut pas,

10 La place de Mises dans ce débat n’est pas encore vraiment élucidée. Salerno(1993) estime que Mises n’est pas partisan de la banque libre. Il soutient que Misesdéveloppe une position orthodoxe (pour le 100%). La controverse entre Le Maux(2000) et Hülsmann (2000a) traite spécifiquement de cette question. Le Maux (2000)juge, en effet, que Mises ne soutient pas la règle des 100%. Voir aussi la controverseentre Selgin (2000) qui considère que Mises n’a pas vraiment pris parti et qu’il yvoit des avantages et des inconvénients et Hülsmann (2000b). Nous ne présentonscependant pas ce débat dans le corps du texte, car nous partageons la position deSelgin (2000, p.94) qui pense que le problème ne doit pas être résolu par unargument d’autorité, « Mises a dit », mais par un effort d’argumentation original.

11 Voir Salerno J.T. (1994, p.75-77).

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pour cette raison, assimiler mécaniquement billets de banqueet monnaie comme le fait l’école de la circulation (currency school)puisqu’il peut dans certain cas exister des moyens de paiementfiduciares (partie non convertible). Il ne faut pas non plussoutenir, comme l’école de la banque (banking school), que lesbillets ne sont que des créances sur la banque et que rien negarantit pour cette raison leur convertibilité puisqu’il existe descertificats monétaires (partie convertible).

C’est parce que la nationalisation de l’offre de monnaie inci-te les banques à émettre de la monnaie non convertible qu’elleest à l’origine des cycles économiques et d’importants effetsdominos.

a) Réserve fractionnaire et cycles économiques

Pour que le taux d’intérêt des prêts reflète les préférencestemporelles des prêteurs, il faut que les banques ne confondentpas l’argent déposé et l’argent épargné.

La banque rend, en effet, deux types de service. Elle vendson coffre et met en relation les prêteurs et les emprunteurs.

Le client du banquier achète, tout d’abord, aux banquiers lesservices rendus par son coffre fort. Il met une partie de sesressources à la banque pour des raisons de sécurité (Hüslmann2000b). La banque n’est pas censée utiliser ses dépôts enmonnaie. Le client de la banque obtient un certificat de dépôtqu’il peut utiliser pour acheter des biens et services (monnaiede transaction) et faciliter ainsi ses transactions. Il peut aussiexiger la remise immédiate de sa monnaie afin de profiter d’unprix intéressant sur le marché. La banque est donccontractuellement tenue de ne pas utiliser la monnaie ainsidéposée. Elle est dans l’incapacité juridique de prêter ce qu’ellene possède pas.

Le client du banquier achète, ensuite, un serviced’intermédiation. Le banquier met le prêteur en relation avec

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l’emprunteur. Il informe l’emprunteur des choix inter-temporelsdu prêteur. Le prêteur vend alors un service à l’emprunteur parl’intermédiaire de la banque qui met en relation les deux partiesau contrat. Avant tout contrat, le prêteur informe le banquierdu montant de monnaie qu’il souhaite garder pour saconsommation courante et le montant de monnaie qu’il souhaiteaffecter à la consommation future. Le prêteur sait, en effet,qu’une fois prêté, son argent ne lui appartiendra plus et qu’ilfaudra qu’il attende la fin du contrat ou le remboursement duprêt pour pouvoir à nouveau utiliser cette monnaie comme ill’entend. La monnaie prêtée devient la propriété de l’emprunteur.Le banquier est, dans ces conditions, informé d’une partie deschoix inter-temporels du prêteur. L’action de prêter révèle aubanquier une préférence pour le futur. Une augmentation del’offre de monnaie affectée au prêt est donc interprétée commeune valorisation du futur. L’information véhiculée par le prixdes prêts est une bonne approximation de la préférence temporelledes individus.

Lorsque le banquier pratique le système des réservesfractionnaires, il prête de l’argent qui n’a pas été épargné, maisseulement déposé. Prenons un exemple. Un individu (A) dépose100 Euros dans les coffres de la banque X pour s’assurer contrele vol. La banque X utilise 50 de ces 100 Euros pour accorder uncrédit à un individu (B). La banque prête ainsi à l’individu Bsans que l’individu A ait renoncé à sa monnaie. Elle crée doncde la monnaie. Elle fait croire aux individus (A) et (B) qu’ilspeuvent immédiatement disposer d’un montant total de 150Euros alors qu’il n’y a que 100 Euros déposés à la banque. Lebanquier, dans ce cas, développe une activité risquée, car ildistribue des crédits instables, c’est-à-dire des crédits qui ne sontpas garantis par de la monnaie. Il octroie des crédits qui ne sontgagés sur aucune décision d’épargne en monnaie. Le crédit purs’engendre de lui-même. L’argent ne naît pas d’un argent quilui préexisterait. Il est crée ex nihilo. Les prêts font les dépôts

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qui font les prêts qui font les dépôts, etc. C’est pour cette raisonque le banquier est à l’origine des cycles. Il prête plus de monnaiequ’il n’a le droit (épargne monétaire) afin d’accroître son niveaud’activité. Il baisse ainsi le taux d’intérêt des prêts, injecte de lamonnaie dans l’économie et biaise l’information véhiculée parle système des prix en éloignant les entrepreneurs des choixinter-temporels des acteurs. Les emprunteurs profitent, parconséquent, de ce Knut Wicksell appelle l’épargne forcée parceque les banques peuvent offrir plus de crédit qu’elles nepossèdent d’épargne monétaire.

La monnaie-crédit non gagée sur de l’épargne monétaire tendalors à biaiser l’information véhiculée par les taux d’intérêt desprêts et à favoriser un processus de mauvaise coordination quine trouve sa solution que dans une profonde phase de récession.

b) La pratique des réserves fractionnaires expose l’économiede marché à des effets dominos

La pratique des réserves fractionnaires accroît aussi l’instabilitédes économies de marché parce qu’elle l’expose à des effetsdominos. Une banque fait faillite parce qu’elle ne peut pasrépondre à la demande de monnaie et entraîne avec elle d’autresbanques, ce qui déstabilise complètement le système monétaireet financier et biaise l’ensemble de la structure du capital quidevient totalement inadéquate. La théorie autrichienne descycles précise les étapes de cet effet. L’école de la libre circulationsoutient donc que l’origine des crises s’explique par la pratiquefrauduleuse des réserves fractionnaires et que cette dernièreexplique à son tour la création d’une banque centrale (de Soto1995, p.32). Car lorsque les banques ont compris qu’il était trèslucratif de violer les principes des droits de propriété qui règlele système du 100%, elles ont fait pression sur le gouvernementpour qu’il joue le rôle du prêteur en dernier ressort ou/et qu’ildélègue cette fonction à une banque centrale dont la mission est

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de fournir les liquidités lorsqu’elles ont trop émis de moyensde paiement fiduciaires (fiduciary media).

c) La pratique des réserves fractionnaires est frauduleuse

Cette pratique ne serait, cependant, pas possible dans lessystèmes monétaires de libre circulation. Dans un systèmemonétaire non hiérarchisé, les banques qui violent «le principedu droit selon lequel dans le contrat de dépôt d’argent fongible,l’obligation traditionnelle de garde qui est un élément essentiel danstout dépôt non fongible, se matérialise dans l’exigence de maintenir, àtout moment, une réserve de 100 pour cent de la quantité d’argentfongible reçue en dépôt, (…)» (Huerta de Soto 1994, p.383) serontsanctionnées par la justice. La règle du 100% de réserve s’imposepar conséquent spontanément comme une règle abstraite parcequ’elle est la simple application du droit de propriété privée(Huerta de Soto 1994, p.388, note 18)12. La pratique des réservesfractionnaires est frauduleuse (Huerta de Soto 1994, p.386)13

parce que le banquier agit sans le consentement de son clientqui a déposé sa monnaie, non pas pour un prêt, mais uniquementpour faciliter sa disponibilité monétaire (Huerta de Soto 1994,Hoppe et al. 199814, Huerta de Soto 1998b, p.41).

La pratique des réserves fractionnaires enrichit donc lesbanques et une partie de la population aux dépens de l’autre15.

12 Huerta de Soto (1994, p.384 note 9) rappelle qu’un jugement du Tribunal deParis du 12 juin 1927 condamna un banquier pour délit d’appropriation frauduleusepour avoir utilisé, selon la pratique bancaire commune, les fonds qu’il avait reçusen dépôt de son client. Une autre sentence du même tribunal du 4 janvier 1934 seprononce dans le même sens.

13 Huerta de Soto (1997, p.4) remarque que cet argument est déjà utilisé parNavarro en 1556 dans son livre, Commentaire sur l’échange.

14 Hoppe et al. (1998) soutiennent que les propriétaires de la monnaie créditpur (emprunteur) ne sont pas les victimes de la fraude, mais des conspirateurs. Ilsaident la banque à détourner la loi.

15 L’institution des banques centrales est le résultat d’une action coercitive desgouvernements. Elle est le résultat de la complicité du gouvernement des banques pourinstitutionnaliser le système des réserves fractionnaires (Huerta de Soto 1995, p.28).

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1) Elle explique le caractère cyclique des économies de marchéavec banque centrale, 2) viole les droits de propriété, et 3)favorise l’instabilité et la méfiance.

2. L’école de la banque libre: les cycles s’expliquent par undéséquilibre monétaire

L’école de la banque libre (free banking school) ne renie pas lesdistinctions proposées par Mises, mais estime que la pratiquedes réserves fractionnaires n’est pas à l’origine de l’instabilitédu prix de la monnaie. Elle soutient ensuite que 1) la concurrenceentre les monnaies assure la stabilité économique, que 2) lapratique des réserves fractionnaires respecte la libertécontractuelle et que 3) l’existence d’un marché inter-bancairegarantit la stabilité des systèmes de banque libre. Elle mobiliseaussi l’histoire et estime que les banques ont toujours cherché àcontourner le coefficient de réserve de 100%, que le contrôle dela base monétaire reste précaire (Yeager 2001, p.257) et que lessystèmes de banque libre sont stables alors qu’ils ne pratiquentpas le coefficient de réserve de 100%.

a) Cycles économiques et déséquilibres monétaires

L’école de la banque libre n’explique pas, tout d’abord, les cyclespar l’absence momentanée de liquidité des banques, mais parles déséquilibres monétaires. Elle est, sur ce point, en accord avecl’école de la banque. Elle s’en écarte, cependant, lorsqu’elle es-time que les déséquilibres monétaires sont le résultat dumonopole de la création monétaire accordé aux banques cen-trales. Elle propose une théorie des déséquilibres monétaires oùl’excès de monnaie est mesuré par rapport à la demande demonnaie et non par rapport à la quantité d’épargne monétaire(Selgin et White 1996). Son raisonnement est le suivant.

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Elle débute par le problème classique de la compatibilité del’équilibre monétaire (offre et demande de fonds prêtables) et del’égalité épargne - investissement (Selgin 1991, p.91). Elle soutient,ensuite, que «la demande globale d’avoirs en monnaie-banque reflète leconsentement du public à fournir des fonds prêtables par l’intermédiairedes banques sur lesquelles il détient ses créances». Les banques sont,dans ces conditions, de simples intermédiaires pour les fondsprêtables (p.92). Elles créent une relation directe entre les conditionsd’équilibre sur le marché des avoirs en monnaie-banque et lesconditions d’équilibre sur le marché des fonds prêtables. Touteaugmentation de la demande de monnaie justifie alors uneaugmentation des prêts et des investissements bancaires. La phasede récession qui engage le cycle s’explique, dans ces conditions,par un déséquilibre monétaire. Si une hausse de l’offre de monnaiecrée un excès de monnaie, les gens dépenseront cet excès (Selgin2000, p.97). «Si les salariés souhaitent plus de monnaie mais que lesbanques ne répondent pas à cette demande ils baisseront leurs achats debiens de consommation» (Selgin 1991, p.92). Les entrepreneursinterprèteront cette baisse de la consommation comme une baissedurable de la rentabilité de leurs activités. Ils réduiront, alors, leurcapacité de production et provoqueront le développement d’unerécession. La phase de récession est donc le résultat d’un mauvaisajustement de l’offre à la demande de monnaie. Une crise ne peutse produire que si les banques ne répondent pas de façon appropriéeà une hausse de la demande de monnaie.

L’originalité de la théorie de la banque libre ne se trouve pas,cependant, dans cette explication monétaire des phases derécession. Elle est plutôt dans l’approfondissement de la théoriehayékienne de la dénationalisation de la monnaie (Hayek 1978).Hayek a, en effet, avancé l’idée que la stabilité du niveau généraldes prix sera réalisée dans de meilleures conditions dans unrégime de concurrence que dans un régime de monopole. C’estsur cette base que l’école de la banque libre explique l’ampleurdes déséquilibres monétaires constatés dans les économies de

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marché. Après avoir rappelé l’horizon de long terme qui entourela gestion de la masse monétaire (Selgin 1991, Chapitre 7),l’absence de coûts physiques de production de la monnaie etses conséquences sur les problèmes d’information rencontrés parles banques pour ajuster l’offre et la demande de monnaie, lesthéoriciens de la banque libre soutiennent que la concurrenceentre les banques est un processus de découverte de l’offre demonnaie plus performant que le monopole. Toute la théorie desprocessus de marché est mobilisée pour atteindre cetteconclusion qui repose simplement sur l’idée qu’un systèmecentralisé est moins apte à mobiliser l’information tacite quiexiste à l’état synthétique dans le système des prix.

b) La pratique des réserves fractionnaires respecte la libertécontractuelle

L’école de la banque libre soutient, ensuite, que la pratique desréserves fractionnaires n’est pas un acte illégal car rien n’indiqueque les clients des banques tiennent à ce que les banquespratiquent un coefficient de réserve de 100%. Les réservesfractionnaires ne sont frauduleuses que parce que la demandedes clients se porte sur les banques qui pratiquent le 100%. Cettehypothèse n’est, cependant, étayée par rien et ne peut surtoutpas être généralisée à l’ensemble des agents.

Elles ne sont pas non plus frauduleuses parce qu’émettre unbillet de banque oblige le banquier à rembourser le porteur (LeMaux 2000, p.173). Le banquier ne s’engage pas à redonner lemême dépôt or, mais une même quantité. Il n’y a donc rien defrauduleux dans cette pratique.

S’il n’est pas frauduleux de pratiquer le système des réservesfractionnaires, alors interdire ce type de contrat est liberticide(White 1989, p.156, Salin 1998). L’absence de banque centralene se traduira plus par la généralisation de la règle du 100%mais par le cloisonnement du système bancaire; d’un côté les

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banques qui affichent leur coefficient de réserve de 100% et del’autre les banques qui pratiquent des réserves fractionnaires(Selgin 2000, p.96).

c) Les systèmes de banque libre ne sont pas menacés par des effetsdominos

L’école de la banque libre admet enfin le risque que prend labanque à prêter plus de monnaie qu’elle n’en a en banque (Selgin2000, p.18) mais estime qu’il faut se poser la question de savoirsi «le jeu en vaut la chandelle». Les systèmes de banque libre avecréserves fractionnaires prennent le risque que tous les clientsd’une banque demandent le remboursement de leur créance(fiduciary medias) au même moment. Cette perte de confiancegénéralisée serait à l’évidence à l’origine d’une crise et d’uneforte instabilité du système économique.

L’école de la banque libre estime, cependant, que seule unedéfaillance du marché inter-bancaire de prêts et emprunts detrès courte durée (le jour) peut provoquer une telle crised’illiquidité. Cet échec n’est pas vraisemblable (Salin 1991,Chapitre IV, Selgin 1991), car dés qu’une banque apparaît commeun risque, elle ne trouve plus de prêteur. A cet argument s’enajoute deux autres.1) Si une banque n’a qu’un client, le risquequ’il vienne un jour demander la conversion de la totalité deses certificats en termes d’or est grand. Le banquier est, dansces conditions, obligé de respecter le 100% or. Mais si le nombredes clients est important, la loi des grands nombres joue et assureque tous les déposants ne viendront pas en même temps chercherleur or (Salin 1991, p.67). 2) Les banques ont ensuite intérêt àconstituer un système bancaire afin de garantir la convertibilitéde leur monnaie et d’accroître ainsi l’utilité de la monnaie pourleur détenteur (Salin 1991, p.85). L’une des conséquences de cesystème est la mise en œuvre d’un marché où les banquess’échangent leur monnaie à un taux convenu contractuellement.

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Une banque qui émettrait trop de billets par rapport au nombrede ses déposants et qui accroîtrait ses risques d’illiquidité seraitsanctionnée par les tribunaux si elle changeait son taux deconversion or. Les créanciers pourraient cependant l’accepterpour éviter la faillite (Salin 1991, p.89). Si la faillite est inévitable,ils pourraient se répartir les coûts et les répercuter en fonctionde leur contrainte sur le prix de leur service. Les banquiers, pourprévenir ces situations, peuvent aussi instituer des règles debonne conduite. Ces règles porteront sur les coefficients deréserve. Tout banquier qui ne respecte pas un certain niveau deréserve sera exclu du système ou financièrement sanctionné. Lesystème bancaire, qui n’est rien d’autre qu’un cartel spontané,développe des stratégies pour endiguer les effets de dominos etconserver leur avantage concurrentiel vis-à-vis d’autres cartelsde banque contrôlant d’autres zones territoriales (Salin 1991,1998).

3. Ecole de la Banque libre versus Ecole de la libre circulation

Les critiques de l’école de la banque libre ont logiquement donnélieu à des réponses de l’école de la libre circulation qui a étayéses arguments et tenté de persuader de la légitimité de saposition.

a) Réserves fractionnaires versus déséquilibres monétaires

L’école de la libre circulation a tout d’abord estimé que l’écolede la banque libre confondait demande de monnaie et épargneen monnaie (Hoppe 1994, pp.71-73, Huerta de Soto 1998b, p.35-37) et oubliait que l’offre et la demande de monnaie s’ajustaientaussi par le pouvoir d’achat de monnaie (Salerno 1983, p.246).Il n’est pas juste, en effet, de soutenir qu’une demande de

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monnaie supplémentaire sans offre nouvelle de monnaie conduitnécessairement à un déséquilibre car l’offre de monnaie nes’ajuste pas uniquement par les quantités. Elle s’ajuste aussi parles prix. La stabilité de l’offre de monnaie provoque une haussedu pouvoir d’achat de la monnaie et de la rentabilité del’extraction de l’or (Salerno 1983).

Il n’est pas correct, ensuite, de soutenir que l’augmentationde la demande de monnaie équivaut à une hausse de l’épargnedès que la banque a ouvert une ligne de crédit à son client. Cetteposition conduit les économistes de la banque libre à oublierl’importance des ajustements inter-temporels sur le marché.L’augmentation de la demande de monnaie n’équivaut pas àune augmentation de l’épargne parce que l’épargne traduit lespréférences temporelles des hommes alors que la demande demonnaie informe sur son utilité. Cette différence rappelle qu’ilne faut pas traiter tous les dépôts en monnaie comme del’épargne car une partie de la demande de monnaie répond àune demande de liquidités. Une augmentation de la demandede monnaie ne signifie pas, dans ces conditions, une hausse del’épargne, c’est-à-dire un changement des préférencestemporelles des agents. Elle ne doit pas non plus être interprétéecomme une évolution des préférences temporelles. Il peut justes’agir d’une augmentation de la demande de liquidité. Il estlogique, à la suite de ce raisonnement, de soutenir que seul lerespect du 100% permet au taux d’intérêt des banques de refléterles préférences temporelles. Dès qu’apparaissent les moyens depaiement fiduciaires les taux d’intérêt ne reflètent plus lespréférences temporelles et la structure du capital devientinadaptée.

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b) Liberté contractuelle versus Droits de propriété

Le débat sur l’illégalité des réserves fractionnaires dans unsystème non hiérarchisé a aussi fait l’objet de nombreuxéchanges. Hoppe (1994, p.70) estime que l’école de la banquelibre se méprend sur la notion de liberté contractuelle. La liber-té contractuelle ne signifie pas que deux individus s’entendentpour en voler un troisième16.

Cet argument est juste mais il n’entre pas dans la logique del’école de la banque libre qui estime qu’offrir et demander desmoyens de paiement fiduciaires n’est pas un crime. Il s’agitseulement d’un contrat. Si un tiers (déposant) se trouve lésé,rien ne l’empêche de faire un recours en justice. Cette solutionest d’ailleurs inscrite dans les institutions du marché.L’opposition entre les deux arguments est donc factice car rienn’empêche les banques de pratiquer les réserves fractionnaires17.On peut affirmer avec certitude que le système de banque libresélectionnera les banques en fonction de leur stratégie dedifférenciation (Hülsmann 2000c)18, mais rien ne permet de dire

16 Ce n’est pas, cependant, parce que les banquiers ont toujours souhaité utiliserl’argent de leurs déposants à leur profit (Huerta de Soto 1995, p.31) que la règledu 100% n’est pas praticable. Le vol est une activité lucrative que les autorités pu-bliques réussissent malgré tout à juguler.

17 Il n’est pas facile cependant d’expliquer les raisons qui pousseraient un clientà accepter ce type de pratique. Personne a priori n’acceptera de prêter son argentsans le paiement d’une prime de risque. Il y a bien liberté des contrats, mais il n’ya aucune raison que le déposant accepte un tel contrat qui est désavantageux pourlui. S’il veut prêter son argent, il fait payer le service. Le contrat porte alors sur letaux d’intérêt du prêt et non sur la possibilité de prêter un argent qu’a priori ilsouhaite immédiatement disponible. La banque qui pratique les réservesfractionnaires le fera donc bien sans le consentement de son client (sauf exception).

18 L’école de la libre circulation tente, enfin, de développer une voie deconciliation en proposant une théorie de la différenciation. Le coefficient de réservedeviendrait un facteur de discrimination important pour les clients qui, selon leurbesoin et leur degré d’aversion au risque s’adresseront à des banques pratiquantles réserves fractionnaires ou à des banques respectant la règle du 100% (Hüslmann2000c). Cette position est déjà tenue par Salerno (1983) qui propose de distinguerles banques des institutions financières afin de sortir du débat sur les réservesfractionnaires de l’impasse.

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avec certitude si ce sont les banques qui pratiquent un coefficientde réserve de 100% qui passeront le test du marché. Seule lamise en place de systèmes monétaires non hiérarchisés surlongue période permettrait de l’affirmer.

c) Effets de dominos versus stabilité des systèmes de banque libre

Le troisième argument débattu porte sur la stabilité des systèmesde banque libre avec réserves fractionnaires. L’histoire estmobilisée par les deux écoles. L’école de la libre circulation prendargument de la disparition des systèmes de banque libre pourvalider sa position19. Si toutes les expériences historiques debanque libre avec réserves fractionnaires ont échoué (Huerta deSoto 1998, pp.37-39) et conduit à l’institutionnalisation d’unebanque centrale, c’est qu’elles n’étaient pas viables. Les systèmesde banque libre avec réserves fractionnaires n’auraient donc paspassé le test du marché (Hülsmann 2000c).

L’école de la banque libre rejette cette position en montrantque les systèmes de banque libre étaient performants et stables(Selgin 1988, Chapitre 1 et p.243). Elle établit un certain nombrede faits (Dowd 1992, 1994). Le système de banque libre favoriseune grande stabilité du pouvoir d’achat de la monnaie etfonctionne plutôt sur une base matérielle qui est l’or. Aucunsystème de banque libre n’a jamais abandonné la convertibilitéor et aucune évidence historique ne permet d’affirmer que laconcurrence entre les banques favorise l’explosion monétaire etl’accélération de l’inflation. Ces systèmes étaient très stables etl’offre supplémentaire de monnaie induite par les découvertesde mines d’or était rapidement intégrée dans le système (White1984). Leur stabilité était caractérisée par de faibles variationsdes taux d’intérêt dans les systèmes écossais et canadiens, par

19 Voir par exemple Rothbard (1988) pour l’école de la libre circulation etHorwitz (1993) pour l’école de la banque libre.

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une meilleure capacité à réagir que les systèmes américains ouanglais face aux chocs climatiques (Dowd 1994, p.411) et par unfinancement sur fonds permanents beaucoup plus élevé dansles systèmes libres que dans les systèmes réglementés ouhiérarchisés20. On peut en conclure que vraisemblablement dansun système de banque libre les banques mettront en place unsystème de compensation qui n’empêchera pas une banque defaire faillite si elle a pris des risques inconsidérés, mais quirendra presque nuls les effets dominos.

Ce n’est donc pas parce que les systèmes de banque libren’étaient pas viables qu’ils ont disparu, mais parce que lesgouvernements politiques souhaitaient pratiquer leseigneuriage, financer ainsi leurs dépenses militaires et leursstratégies de prédation et répondre à la pression des banquiers.

Les arguments théoriques sont aussi renouvelés. L’école dela libre circulation considère que la constitution d’un cartel debanques permet de soutenir que les risques d’un effet dedominos sont limités mais pas écartés (Hülsmann 1998b). Il estcorrect aussi de penser que la contrepartie d’un système deparfaite convertibilité des monnaies-banques entre elles est degénéraliser les comportements de passager clandestin car dansun tel système, le pouvoir d’achat d’une monnaie-banquedépend du pouvoir d’achat de toutes les autres. Chaque banqueest, dans ces conditions, obligée de défendre le cours de lamonnaie-banque de sa concurrente pour éviter une baisse dupouvoir d’achat de sa propre monnaie. La mutualisation desrisques induite par le cartel a donc un effet pervers puisqu’ellefavorise une baisse progressive des coefficients de réserve qui,à terme, ne peut que fragiliser le système monétaire.

L’école autrichienne explique donc l’excès de monnaie parl’institutionnalisation d’un système monétaire hiérarchisé maisse divise sur les conditions de stabilité d’un système de banque

20 Tous ces résultats sont confirmés par Gentier (2000).

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libre. L’école de la libre circulation soutient que l’absence debanque centrale aurait pour effet d’empêcher la pratique desréserves fractionnaires, de biaiser les taux d’intérêt et dedistordre la structure du capital. L’école de la banque libre argueque les systèmes de banque libre pratiqueraient des coefficientsde réserve inférieurs à 100% et que c’est la concurrence quiprotégerait la stabilité du système.

IV. UNE EXPLICATION DE LA RÉCURRENCEDES ERREURS COLLECTIVES D’ANTICIPATION

La théorie autrichienne des cycles ne doit pas cependant secontenter d’expliquer les erreurs d’anticipation qui distordentla structure du capital. Elle doit aussi rendre compte de larécurrence des erreurs et de leur dimension collective, car uncycle se répète par définition et n’est pas composé que d’unephase de récession.

Pour expliquer la récurrence d’erreurs collectives d’anticipationles économistes autrichiens mobilisent leur théorie des anticipationscognitives et leur théorie des droits de propriété. Ils soutiennentque les banquiers n’apprennent rien de leurs erreurs (récurrence)parce qu’ils n’y ont pas intérêt et qu’ils font tous la même erreurparce que l’institutionnalisation d’une banque centrale concentreles anticipations autour de ses décisions. Les pertes de confiancecollectives sont, dans ces conditions, amplifiées par la centralisationdu système monétaire.

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1. La socialisation des risques explique la récurrencedes erreurs d’anticipation

La nationalisation de la monnaie favorise des pratiques de prêtsnon gagés sur de l’épargne en monnaie parce qu’elle tend àsocialiser les risques d’une telle pratique. Les banquiersdéveloppent largement ce type d’activité parce que le systèmesocialise les pertes sur l’ensemble du système monétaire maismaintient les gains privatifs. Elle limite les effets de l’absencede liquidité sur la faillite des banques et met les banques en facedu même choix que les éleveurs en présence d’une pâturecommune de libre accès (Huerta de Soto 1995, p.33).

Face à une augmentation de la demande de crédit sansvariation de la quantité de monnaie déposée dans les banques(base monétaire), les banques ont deux attitudes possibles, soientelles augmentent le taux d’intérêt des prêts, soient elles baissentleur coefficient de réserve. Si chaque banque est responsable etsupporte le coût de l’expansion du crédit, elles ont plutôttendance à augmenter le taux d’intérêt des prêts. Si les banquespeuvent externaliser une partie de leur coût sur les autresbanques sans perdre de bénéfices, elles choisiront de réduire leurcoefficient de réserve. Chaque banque sait pourtant que réduirele coefficient de réserve accroît les risques de faillite etd’instabilité. Chaque banque a aussi conscience, que si elle neprête pas pour maintenir le système stable, les autres banquesle feront. Il s’agit donc d’un problème classique de dilemme duprisonnier (Carilli et Dempster 2001, p.322).

Lorsque le système institutionnel n’individualise pascorrectement les gains et les pertes jointes à une action, il pro-voque la généralisation des comportements de passagerclandestin. En l’absence de banque centrale (prêteur en dernierressort), chaque banque doit supporter tous les risques deliquidité associés à une diminution du coefficient de réserve.Avec le monopole de la banque centrale, la banque qui prête

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plus qu’elle ne possède en réserve ne supporte pas tous les coûtsde son action parce que le prêt supplémentaire n’est qu’unepetite partie de l’offre de monnaie du monopole. L’existenced’un prêteur en dernier ressort et d’un monopole de la créationde monnaie expliquent donc pourquoi les banques ont intérêt àcréer un excès de moyens de paiement non convertibles.

On possède ainsi une explication des récurrences des erreurscollectives. C’est parce que le système institutionneln’individualise pas correctement les pertes et les profits qu’ilsuscite la récurrence des erreurs. Les entrepreneurs anticipenttoujours de la même manière les effets des politiques monétairesdes gouvernements, mais n’ont pas intérêt à en tenir compte,car ils savent que d’autres en profiteront. Autant qu’ils tirentdes bénéfices du système avant qu’il n’entre en récession. Laphase d’expansion reste bénéfique pour ceux qui ont prêté etemprunté. Les vrais perdants sont ceux qui n’ont pas profité desgains de l’expansion et qui supportent la totalité des pertespendant la récession. L’existence d’une banque centrale favorisedonc l’émergence d’opportunités de profit qui n’existent qu’àl’état latent ou marginal dans un système monétaire qui res-pecte les droits de propriété absolus des intervenants sur lemarché.

2. L’uniformité des anticipations s’explique par l’existenced’une banque centrale

Reste pour conclure à expliquer pourquoi les banquiers agissenttous de la même façon.

Dans un système de banque libre, la coordination inter-temporelle est le résultat du travail d’anticipation desentrepreneurs. Ces derniers ne sont pas omniscients mais sontaidés dans leur tâche par l’institution des profits monétaires quipermet de savoir relativement rapidement qui a bien anticipé

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la demande car le taux d’intérêt des prêts informe sur la variationdu volume de l’épargne mais ne dit rien sur le type de demandequi se développera dans le futur. L’entrepreneur s’en remet alorsà son alertness pour définir le type de biens sur lesquels se por-tera la demande des consommateurs.

Toute variation des taux d’intérêt des prêts (échange différé)informe approximativement les entrepreneurs sur les choixinter-temporels des agents et met l’économie en mouvement.Une modification des préférences temporelles oblige en effet lesentrepreneurs à s’adapter et à modifier la structure du capital.Elle provoque des licenciements, des embauches, des pertes etdes profits. Elle redistribue les parts de marché et remet en cau-se les situations acquises par les entrepreneurs parce qu’ellesanctionne les entrepreneurs qui ont échoué dans leur travailde coordination. Une erreur d’anticipation peut par exempleprovoquer une sur-évaluation de la valeur des biens futurs etune sous-évaluation de la valeur des biens présents. Lesinvestissements réalisés ne réussissent pas alors à dégager lesbénéfices suffisants pour payer l’intérêt des emprunts et lessalaires et réaliser des profits.

L’erreur isolée est ainsi à la source de pertes pour l’entrepreneur.Elle n’est cependant qu’une simple source de mouvementlorsqu’elle reste isolée. Le taux d’intérêt des prêts et l’activitédes banques n’opèrent, dans ces conditions, pas parfaitementparce qu’ils n’arrivent pas à informer parfaitement les acteurssur leurs choix inter-temporels. Ils sont cependant des pointsd’orientation indispensables pour l’entrepreneur qui souhaiterépondre à la demande future.

L’action de l’investisseur ne correspondra pas toujours à la de-mande future, mais la diversité des anticipations lui permettrade réajuster son offre en imitant les décisions des entrepreneursqui auront anticipé la demande des consommateurs avec le plusd’acuité. Cette correction des erreurs d’anticipation isolées se ferapar des restructurations industrielles (faillites et rachats, fusions,

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etc.) ou par l’existence d’une structure de production suffisammentflexible pour se réorienter en cas d’erreur d’appréciation del’entrepreneur sur la nature de la demande future.

La théorie autrichienne des cycles nous met cependant enprésence d’erreurs collectives d’anticipation. L’erreur collectiveest un facteur d’instabilité, car elle suppose que tout le mondese trompe. Il n’existe pas, dans ces conditions, de repèrescapables de faciliter la réorientation des ressources vers laproduction des biens qui satisfont la demande. La conditionformelle d’une erreur collective est donc la convergence desanticipations (Fehl 1986, p.82).

Développer une théorie des cycles c’est aussi expliquerpourquoi à certaine période de l’Histoire il existe un processusd’auto-renforcement des erreurs d’appréciation sur les besoinsfuturs des consommateurs.

La théorie des anticipations et l’hypothèse du «big player» sontde bonnes bases pour expliquer l’uniformité des anticipationsdans un système monétaire hiérarchisé. L’uniformité desanticipations s’explique par la centralisation du processus dedécouverte de profit autour des décisions de la banque centrale.

a) La théorie des anticipations

La théorie des anticipations utilisée ne reprend pas l’hypothèsedes anticipations rationnelles de Lucas, elle préfère reprendreet étendre la théorie hayékienne21.

Dans la théorie hayékienne, les anticipations sont le résultat d’untravail d’interprétation de la réalité (comme elle est et comme ellepourrait être) encadré et orienté par les règles de l’esprit. Les règlesde l’esprit ne sont cependant pas indépendantes de l’environnementdans lequel elles se sont formés. Les anticipations individuelles etles comportements sont dépendants des institutions qui président

21 Cette théorie est construite sur la philosophie de l’esprit exposée par Hayekdans son ouvrage de 1952 Sensory Order.

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à l’ordre social (Butos et Koppl 1993, p.317). Toute modificationdes institutions modifie le contexte dans lequel se formel’anticipation. Cela signifie que les règles du marché sontintériorisées par les individus qui interprètent la réalité à leurlumière. Ils savent que s’ils ne respectent pas les règles du marché,ils seront sanctionnés. La concurrence sur le marché impose auxparticipants à l’échange une discipline qui punit les comportementsdéviants par des pertes.

Cette unicité de la règle ne se traduit cependant pas par uneuniformité des comportements, car ce n’est pas parce que toutle monde agit dans le même environnement qu’il aura les mêmesprojets. La diversité des plans crée une diversité des antici-pations dans un contexte institutionnel identique pour tout lemonde. Elle ne se traduit pas non plus par l’uniformité descomportements parce qu’il ne s’agit pas d’un commandement.La règle ne dit pas ce qu’il faut faire dans le détail, mais ce quiest interdit. C’est un principe négatif.

b) L’hypothèse du «big player»

Toute modification de l’ordre institutionnel modifie alors lesanticipations des acteurs. L’institutionnalisation d’un systèmemonétaire hiérarchisé autour d’une banque centrale est unprofond changement du contexte institutionnel des actionshumaines sur le marché. Elle introduit un joueur qui a le pouvoirde ne pas se plier à la discipline du marché, autrement dit, un«big player» (Koppl et Yeager 1994). Le «big player» est quelqu’unqui influence les résultats du processus de marché en exerçantun jugement discrétionnaire qui lui permet d’échapper à lalogique des pertes et des profits22. Le ministre des finances et legouverneur de la banque centrale sont des «big players».

22 «A Big player in anyone who influences the results of the market process byexercising his discretionary judgement while remaining himself wholly or largely immunefrom the discipline of profit and loss» (Koppl and Yeager 1992, p.5).

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Quand les marchés sont soumis à l’action discrétionnaire des«big players», ils ne coordonnent plus aussi bien les actionshumaines, car l’action des «big players» est moins prédictible quel’action des autres joueurs sur le marché qui obéissentstrictement à la loi des pertes et des profits. Tous lesentrepreneurs dépendent désormais de l’idiosyncrasie dugouverneur de la banque centrale. Ils doivent, pour cette raison,anticiper ses actions et tenter de prévoir l’imprévisible parrapport aux règles normales du marché. Ils cherchent àinterpréter les déclarations, les écrits et l’ensemble des discoursdes gouverneurs successifs de la banque centrale. Ils redoutent,pour cette raison, tout changement à la tête des banques centra-les car ils sont obligés de réapprendre à gérer les personnalitésdes hommes qui gèrent ces organisations. L’introduction d’un«big player» est aussi un facteur de mauvaise coordination desactions humaines sur le marché parce qu’elle affaiblit le filtredes pertes et des profits. Elle compromet la discipline du mar-ché et la stabilité des anticipations.

c) Action du «big player» et uniformité des anticipations

L’introduction d’un ««big player» est de surcroît à l’origine d’unetendance à l’uniformisation des anticipations des acteurs car ellecentralise le processus d’anticipation autour d’un point focal (ladécision de la banque centrale) et transforme le système de règlesen un système de commandement.

— Le «big player» centralise le processus d’anticipation. Tousles acteurs sont attentifs à l’action de la banque centrale parce qu’ellea le pouvoir de modifier toute la hiérarchie des taux d’intérêt desprêts. Dans un système hiérarchisé, la nouvelle monnaie est crééelorsque la banque centrale accorde un prêt. Ces prêts sont déposésdans les banques et sont de la responsabilité de la banque centrale.Les banques incitent les emprunteurs (entrepreneurs) à rechercher

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ces prêts par une baisse des taux d’intérêt monétaires. Si ellesobtiennent facilement des prêts de la banque centrale, elles peuventbaisser leur taux d’intérêt. Si les prêts de la banque centrale sontcoûteux, en revanche, elles augmentent leur taux d’intérêt etlimitent le processus de création monétaire. Cela signifie que c’estla politique monétaire menée par la banque centrale qui orientel’activité des banques. Il ne s’agit plus d’anticiper une demandediffuse constituée d’une infinité d’individus, mais d’anticiperl’action de l’autorité monétaire afin d’en exploiter les effets. Le prixdes prêts n’est plus lié à la préférence temporelle desconsommateurs, mais à la préférence temporelle des autoritésmonétaires.

Désormais tout le système des taux relatifs d’intérêt des prêtsest hiérarchisé par un prix unique (taux de refinancement de labanque centrale) qui définit le taux de base bancaire del’ensemble d’une économie nationale. Outre le fait que ce prixde l’argent est partiellement déconnecté des préférencestemporelles des acteurs, il centralise tout le jeu des anticipations.Il s’agit de connaître le prix de la monnaie banque centrale. Sitoutes les banques anticipent une baisse, alors les entreprisesjugent qu’une période d’expansion inflationniste va s’ouvrir etqu’ils ont intérêt à s’endetter pour bénéficier d’un effet de levier.

— Le «big player» transforme le système de règle en unsystème de commandement. L’institutionnalisation d’unsystème hiérarchisé rend les entrepreneurs et les banquierscaptifs des ordres (commandements) des autorités monétairesqui peuvent exiger des acteurs un type d’action. Le gouverneurde la banque centrale peut, par exemple, souhaiter défendre lavaleur de sa monnaie dans une situation où les tensionsinflationnistes dominent. Il peut alors obliger les banques quelleque soit leur politique de crédit à déposer une partie de leursréserves à la banque centrale. Il sanctionne indifféremment lesbanques qui participent à la crise monétaire et celles qui ont une

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gestion saine de leurs ressources. Il tend alors à ne pas respecterla discipline du marché et à inciter les entrepreneurs à ne pas larespecter puisqu’ils ne seront plus récompensés s’ils anticipentcorrectement le futur et gèrent sainement leurs affaires.

d) Quelques conséquences sur le débat entre l’école de la librecirculation et l’école de la banque libre

L’introduction d’un «big player» développe par conséquent unprocessus d’uniformisation des anticipations qui induit unegrande instabilité puisque désormais l’erreur ne sera plus isolée,mais collective et plus aucun système de compensation ne pourrajouer. Dans ce contexte, les effets de dominos n’existent que sitous les clients des banques jugent au même moment qu’il exis-te un risque d’illiquidité. Ils ne s’expliquent que par un processusde convergence des anticipations. Il est peu vraisemblable,cependant, qu’un tel processus existe en économie de marché,car la décentralisation garantit la diversité des anticipations etassure ainsi sa stabilité. L’hypothèse du «big player» expliquedonc aussi pourquoi un système de banque libre est stable etassuré contre les effets de dominos.

V. CONCLUSION

La théorie autrichienne des cycles est donc devenue plurielle ettrès attentive aux conditions institutionnelles de l’activité desbanquiers. Elle a perdu en unité, mais a su renouveler sondiscours spéculatif (description) et ses prescriptions (morale).

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1. L’importance des renouvellements théoriques

L’école autrichienne s’accorde sur l’idée que l’instabilité del’économie de marché s’explique par la nationalisation de lamonnaie mais se divise sur ce qui faisait pourtant le cœur de lathéorie autrichienne des cycles puisqu’elle ne s’entend plus surl’idée que l’origine des cycles s’explique par l’écart entre lescrédits accordés par les banques (fiduciary money) et les fondsvolontairement épargnés.

Ces divergences ne remettent pas en cause l’unité etl’originalité de sa démarche. Elle est unifiée autour del’explication de la récurrence des erreurs collectives d’anticipationet propose une théorie endogène des cycles qui met au cœur deson explication l’erreur, le capital et la monnaie. On peut aussiremarquer que la théorie autrichienne des cycles rejoint lathéorie post-keynésienne dans sa volonté d’endogénéiser lesexplications de l’offre de monnaie et de ne plus considérer cettedernière comme une variable exogène. Elle met ainsi l’accentsur le rôle décisif que jouent le banquier et les institutionsmonétaires (banque centrale ou banque libre) dans l’instabilitédes systèmes économiques. Elle se distingue, pour cette raison,des théories exogènes et réelles des cycles où l’erreurd’anticipation est ignorée et où le facteur travail est le seulfacteur d’ajustement.

Ces divergences ne sont, cependant, pas sans conséquence,car elles portent sur le cœur de la théorie autrichiennetraditionnelle des cycles et sur la nature de la monnaie. Il estjuste à notre avis de penser que l’école de la libre circulation estla seule garante de la théorie autrichienne des cycles telle qu’elles’est développée au début du vingtième siècle. La théorie de labanque libre se présente, au contraire, plus comme unealternative que comme un moyen de perfectionner la théorieexistante. Outre ces remarques générales nous pensons que ladécentralisation des systèmes de banque libre garantit leur

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stabilité, mais qu’il n’est pas possible de soutenir que lessystèmes de réserves fractionnaires qui ont existé ont passé letest du marché. La question reste donc ouverte tant que les Etatsn’auront pas libéralisé durablement l’émission de monnaie.

Nous pensons, aussi, que la pratique des réserves fractionnairesexplique la mauvaise coordination des projets économiques dansle temps parce qu’elle biaise l’information sur les préférencestemporelles véhiculées par les agents. Il n’est pas exclu, pourcette raison, que le test du marché ne sélectionne pas la pratiquedu coefficient de réserve de 100% et que la dénationalisation dela monnaie ne garantisse pas contre des baisses artificielles destaux d’intérêt. La mauvaise coordination dans le temps desactions individuelles n’est pas, cependant, générale, car dansun système décentralisé il y a une pluralité de taux d’intérêt. Lamauvaise coordination inter-temporelle d’un projet deproduction explique les faillites individuelles, mais ne provo-que pas de crises systémiques. Il ne faut donc pas attendre de ladénationalisation de la monnaie qu’elle assure une parfaitecorrespondance de tous les projets de production à la demande,mais qu’elle garantisse l’ordre économique contre l’avènementde profondes phases de récession.

2. Les conséquences de politique économique de la Théorieautrichienne des cycles

En portant leur attention sur les effets de la nationalisation dela monnaie sur la stabilité des économies de marché, leséconomistes de l’école autrichienne ont aussi renouvelé leursprescriptions de politique économique. Ils peuvent soutenir qu’iln’est pas suffisant de constitutionnaliser les politiquesmonétaires (central circulation school)23 pour garantir la stabilité

23 L’école autrichienne se trouve sur ce point d’accord avec l’analyse proposéepar Allais (1993, p.325) ou Friedman (1960). Allais (1993) défend le principe du

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des économies de marché. La constitutionnalisation de lapratique du coefficient de réserve de 100% rétablit la justessede l’information véhiculée par les taux d’intérêt sur lespréférences temporelles des agents. Elle ne s’attaque, cependant,pas à l’origine de l’instabilité monétaire et économique qui estl’uniformisation des anticipations induite par la nationalisationde la monnaie. Si les économistes autrichiens ont raison, il estjuste alors de penser que l’Union monétaire et l’indépendancedes banques centrales limitent les erreurs d’anticipation desentrepreneurs et l’apparition de cycle politico-économique, maisrenforcent le pouvoir du «big player» et ses effets (la socialisationdes pertes24, les risques de parasitisme et l’uniformité desanticipations). Ce sont donc des solutions insuffisantes pourlutter efficacement dans le long terme contre l’instabilité dessystèmes économiques et monétaires.

coefficient de réserve de 100% pour faciliter la politique monétaire desgouvernements et suit sur ce point la tradition monétariste qui est favorable aucoefficient d’encaisse de 100% afin de rendre la politique monétaire plus prévisible(Friedman 1960, pp.104-115).

24 Salin (1991) soutient que la création d’un système monétaire européen autourd’une banque centrale européenne indépendante ne porte pas remède à lacaractéristique essentielle des systèmes monétaires modernes, à savoirl’irresponsabilité institutionnelle.

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95FRIEDRICH A. VON HAYEK E IL PROBLEMA DELLA SOLIDARIETÀ

FRIEDRICH A. VON HAYEK E ILPROBLEMA DELLA SOLIDARIETÀ

DARIO ANTISERI*

Resumen. La competizione nello sviluppo della scienza e nella vita di unademocrazia costituisce la piü alta forma di collaborazione, cosí come lo énell’economia di mercato - sistema económico che sta a base delle libertapolitiche e che é la fonte maggiormente sicura del piü esteso benessere. LaGrande Societá, tuttavia, é seriamente minacciata - ammonisce Hayek -dalla riaffermazione dell»’etica tribale» del socialismo: «il concertó di‘giustizia sociale’ é stato il cavallo di Troia tramite il quale ha fatto il suoingresso il totalitarismo». Con ció Hayek non nega affatto il valore dellasolidarietá, in quanto la Grande Societá puó permettersi di aiutare i piüdeboli e deve farlo.

Abstract. In the development of science and of a democracy, competitionrepresents the highest form of collaboration. The same applies in the freemarket economic system that supports political freedom and correspondsto the most secure source of extended welfare. However, Hayek warns thatThe «Great Society» is seriously threatened by the comeback of the social-ism’s «tribal ethic»: «the concept of ‘social justice’ has been the Trojan horsefor the entrance of the totalitarism». By saying this, he does not deny thevalue of solidarity. The Great Society can allow itself to help those in need,and actually it must do it.

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía Política,vol. I, n.º 2, Otoño 2004, pp. 95 a 118

* Libera Università degli Studi Sociali (LUISS), Roma.

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96 DARIO ANTISERI

I. SCIENZA, DEMOCRAZIA E MERCATO: UNITI DALGRANDE PRINCIPIO DELLA «COMPETIZIONE»

La ricerca scientifica può venir correttamente vista, nella scia delrazionalismo critico, come un processo senza fine di soluzionidi problemi attraverso la «concorrenza» di più idee; sul pianopolitico, la ricerca scientifica trova il suo equivalente nellademocrazia in quanto concorrenza tra le varie proposte deidifferenti partiti; in economia la competizione si ha tra prodottiesposti sul mercato. Ricerca scientifica, democrazia e mercatofunzionano in base al grande principio della concorrenza. Se nellavita intellettuale non c’è concorrenza tra idee, l’esito sarà unintollerante e cieco dogmatismo; se nella vita politica non c’èconcorrenza, l’esito scontato sarà il totalitarismo; se in economiaviene abolita la concorrenza del mercato, avremo una piani-ficazione centralizzata, fonte di oppressione, di corruzione e didissipazione delle risorse.

La realtà è che, analogamente a quanto accade nella scienza,anche sul mercato vince —di volta in volta, e non certo perl’eternità— chi ha saputo inventare e produrre una «merce» cherisolve un problema (magari prima inesistente) meglio di altremerci. E come nella scienza sovrani sono i fatti, così sul mercato(non truccato, senza protezioni) sovrani sono i consumatori conle loro preferenze, preferenze illuminate da valori scelti. Ilmercato è un processo di soluzione di problemi. Ma esso è anche,o soprattutto, «un processo di esplorazione in cui gli individuicercano nuove opportunità che, una volta scoperte, possonoessere usate anche da altri» (Hayek, 1988b, p. 320; e si veda ancheHayek, 1986, pp. 441-444). Chi abbraccia l’economia di mercatoè antistatalista e antinterventista, vede nella proprietà privatadei mezzi di produzione il fondamento del benessere e della piùampia libertà, e considera la concorrenza come la più alta for-ma di collaborazione. Competizione, infatti, deriva dal verbocum-petere, che significa cercare insieme: cercare insieme in

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maniera concorrenziale, come nella scienza così nel mercato, lamigliore soluzione («teoria» o «merce»). La logica di mercato èuna logica sensibile, ultrasensibile, ai problemi degli utenti oconsumatori. Già in questo primo senso è una logica dellasolidarietà.

II. IL «PROCESSO» AL MERCATO SI BASASU DI UNA «ISTRUTTORIA» SBAGLIATA

Ma è proprio il valore della solidarietà quello a cui ci si richiamaa destra e a sinistra e a cui fanno appello tanti amici cattolici perscagliarsi contro l’economia di mercato. L’economia di mercato—si dice— è esattamente l’opposto della solidarietà. La competi-zione viene vista come una guerra che, ovviamente, emargina ivinti. Il profitto sarebbe semplicemente un furto. Il mercato —si aggiunge— è spietato: schiaccia tutto e tutti e non si accorgenemmeno dell’esistenza di persone che, come per esempio iportatori di handicap, nella competizione non possono neppurepensare di entrare. E le critiche diventano un rifiuto secco e totaledel mercato allorché si punta il dito su quell’orribile cosa che èla compra-vendita di armi micidiali. Il «mercato» delle armi èuno degli argomenti più usati contro l’economia di mercato.

Non è proprio il caso di porre in discussione le buone intenzionidi quanti —cattolici o no— sono contrari al mercato in nomedella solidarietà con i più umili, con gli svantaggiati, con quantihanno urgente bisogno di cure indispensabili e di aiuto. Ma,come ben si sa, di buone intenzioni son lastricate le vie dell’in-ferno. C’è un vecchio detto, in Pennsylvania, secondo il quale iQuaccheri andarono nel Nuovo Mondo per fare del bene efinirono per fare soldi. Scriveva Thoreau nel 1845: «Non c’è odorepeggiore di quello della bontà andata a male [...] Se sapessi percerto che qualcuno sta venendo a casa mia col deliberato con-senso di farmi del bene, scapperei a gambe levate». Ed ecco come

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Milton Friedman (Friedman, 1975, p. 82) commenta questopensiero di Thoreau: «chiunque è libero di fare del bene, ma aspese sue».

Non è, dunque, questione di intenzioni. Queste le guarderàIddio. Per noi contano, dalla prospettiva politica, gli esiti di taliprogetti intenzionali. E i risultati del rifiuto del mercato in nomedella solidarietà sono e sono stati letteralmente disastrosi, siaper la libertà che per il benessere di milioni e milioni di uomini.Senza economia di mercato, senza la proprietà privata dei mezzidi produzione, non è possibile nessuna vera democrazia,nessuno Stato di diritto, e nessuna libertà individuale è garantita.Lo Stato che ha abolito la proprietà privata dei mezzi diproduzione è lo Stato che possiede tutti i mezzi; e «chi possiedetutti i mezzi stabilisce tutti i fini» (Hayek, 1948, p. 81; e Hayek,1996, p. 163). E, d’altro canto, «la libertà di stampa è un puroinganno se l’autorità statale controlla tutti gli uffici-stampa, tuttele tipografie e tutte le cartiere» (Mises, 1959, p. 277).

L’economia di mercato è la base della libertà politica. Ma essaè anche la fonte più sicura del benessere più esteso, in quanto èproprio l’economia di mercato che si è rivelata come lo strumentopiù adeguato, tra quelli disponibili, per produrre ricchezza peril maggior numero di persone (Hayek, 1997b, pp. 196-218; eHayek, 1967, p. 23 e ss.). Di conseguenza, se non vogliamo chela solidarietà significhi un reciproco pianto sulle nostre miserie(o, peggio ancora, lo storno —cioè il furto— di risorse da chiproduce a clientes parassiti i quali per mestiere fanno gli«elettori»), allora dobbiamo asserire —perché intellettualmenteconvinti e moralmente motivati— che è l’economia di mercatoa configurarsi come un vero e proprio strumento della solidarietà.Certo, una società che abbia abbracciato l’economia di mercatonon è e non sarà mai il paradiso. E, tuttavia, è decisamentepreferibile dividere in parti diseguali la ricchezza in un mondodi libertà e di pace piuttosto che dividere in parti sempre ecomunque diseguali la miseria in un mondo di oppressione in

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cui necessariamente vige il principio per cui «chi non ubbidiscenon mangia».

Si guarda al mercato delle armi e si rifiuta la logica delmercato. E’ forse questo un valido argomento? Sarebbe comedire che occorre abolire la scienza perché la fisica ha scopertol’energia nucleare e la chimica ci ha fatto conoscere gli effettidel curaro. Ma è chiaro che se uno usa il curaro per uccidereun’altra persona, la colpa non è né del curaro né della scienza;colpevole è soltanto l’assassino e malvagia è la sua etica.Analogamente, se uno realizza profitto vendendo armi, ilcolpevole non è il «mercato»; colpevoli sono coloro che vendonoe comprano armi e disumana è la loro etica. Il mercato è sempreinnocente.

III. F.A. VON HAYEK: LA GRANDE SOCIETÀÈ MINACCIATA DALL’«ETICA TRIBALE»

Tutta la nostra conoscenza è ipotetica, congettuale; restasmentibile. Questo è il grande insegnamento di Karl R. Popper.Un insegnamento decisamente contro-intuitivo: giacché ognunodi noi pensa di avere l’esatta percezione della situazione, la verasoluzione dei problemi, i valori più alti razionalmente fondati,l’ideologia «scientifica», il «vero» Dio o l’indiscutibile dimos-trazione della non-esistenza di Dio. Ebbene, se l’insegnamentodi Popper è contro-intuitivo, il pensiero di Hayek è contro-istintivo: giacché egli sostiene che la Grande società è minacciatadalla riaffermazione dell’»etica tribale» del socialismo. Una delleragioni per cui in tempi recenti si è potuto notare un forte ritornodel modo di pensare dell’organizzazione e un declino dellacomprensione del funzionamento dell’ordine di mercato sta nelfatto —dice Hayek— che «una parte in continuo aumento deimembri della società lavora come membro di vaste orga-nizzazioni e trova il proprio orizzonte di comprensione limitato

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a ciò che è richiesto dalla struttura interna di tali organizzazionimedesime» (Hayek, 1986, p. 344). In realtà, «una parte semprecrescente passa l’intera vita lavorativa come membro di vasteorganizzazioni ed è portata a pensare soltanto in termini delleesigenze del modo di vita organizzativo» (ibid.).

Le cose, però, non si fermano qui: quando gruppi particolaripensano che i loro membri meritano questo o quest’altro edhanno la forza di imporre queste loro idee —impedendo aglialtri di offrire i loro servizi a condizioni più favorevoli—, si avràallora che «ogni gruppo di azioni del genere dirette ad assicurareun reddito o una posizione particolare di propri membri creaun ostacolo all’integrazione della Grande società ed è quindiantisociale nel vero senso della parola. Diventa una forzadisgregante perché non produce una riconciliazione ma unconflitto fra gli interessi dei diversi gruppi. Come ben sanno ipartecipanti attivi alla lotta per la ‘giustizia sociale’, questadiventa in pratica una lotta per il potere da parte di interessiorganizzati in cui le argomentazioni di giustizia servonounicamente come pretesti» (Hayek, 1986, p. 347). L’esperienzamostra ad abundantiam che «le azioni collettive di gruppiorganizzati sono quasi invariabilmente in contrasto con l’inte-resse generale». E qui Hayek va alla radice della sua argo-mentazione: «Sono i sentimenti ereditati dalle forme più antichedi società che portano a condannare come antisociale il perse-guimento degli interessi individuali che contribuiscono all’in-teresse generale, e ad elogiare come ‘sociale’ l’asservimento aquegli interessi settoriali che distruggono l’ordine globale»(Hayek, 1986, p. 349; Hayek, 1997b, pp. 33-39). Gli interessiorganizzati di gruppi sociali forti danneggeranno i membri digruppi meno forti.

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IV. UNA PROPOSTA«CONTRO-ISTINTIVA»

Nel piccolo gruppo —all’interno del quale gli uomini sonovissuti per centinaia di migliaia di anni— domina uno scopocomune tangibile. Gli individui del piccolo gruppo si conoscono,si aiutano; tra loro c’è solidarietà, lealtà personale. Ben diver-samente stanno le cose nella Grande società: «Il sorgeredell’ideale della giustizia impersonale basata su norme formaliè stato raggiunto attraverso una continua lotta contro i senti-menti di lealtà personale che sono alla base della società tribale,ma che nella Grande Società non devono essere lasciati influen-zare l’uso dei poteri coercitivi del governo» (Hayek, 1986, p. 354).E ciò per la ragione che «l’estensione» graduale di un comuneordine pacifico dal piccolo ordine alla comunità sempre piùvasta ha comportato scontri continui tra le richieste di unagiustizia settoriale basata su scopi comuni tangibili e i requisitidella giustizia universale, egualmente applicabili all’estraneocome al membro del gruppo» (ibid.). Da qui —precisa Hayek—«un costante conflitto tra le emozioni profondamente radicatenella natura umana attraverso millenni di esistenza tribale, e lerichieste di principi astratti di cui nessuno afferra appieno ilsignificato. Le emozioni umane sono legate ad oggetti concreti,e le sensazioni di giustizia, in particolare, sono ancora stretta-mente connesse ai bisogni tangibili del gruppo a cui ognunoappartiene, alle necessità del mestiere o della professione, delclan o del villaggio, della città o del paese al quale ognunoappartiene. Soltanto una ricostruzione mentale dell’ordineglobale della Grande società ci permette di capire che il tendereconsapevolmente verso propositi concreti e comuni, che a moltiancora appare più meritevole e superiore rispetto alla ciecaosservanza di norme astratte, distruggerebbe quel sistema piùvasto in cui tutti gli esseri umani contano allo stesso modo»(ibid).

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Nell’ordine di mercato «i produttori sono spinti a servire lagente senza conoscere i suoi bisogni individuali». Ma lavorareper soddisfare i bisogni di altri uomini sconosciuti «presupponee richiede concetti morali diversi da quelli secondo i quali lagente serve fini tangibili. Farsi guidare indirettamente dall’attesadi un vantaggio monetario, il quale opera come indicatore dellerichieste da parte di terzi, richiede nuove concezioni morali chenon prescrivono fini particolari, ma piuttosto norme che limitinolo spettro delle azioni permesse. Divenne parte dell’ethos dellasocietà aperta il fatto che fosse meglio investire il proprio patri-monio in strumenti che rendessero possibile produrre di più acosti inferiori piuttosto che distribuirlo tra i poveri, o prendersicura dei bisogni di migliaia di persone sconosciute piuttosto cheprovvedere ai bisogni di pochi vicini conosciuti. Ovviamente,queste idee non si svilupparono perché coloro che le seguironoper primi capivano che in tal modo conferivano maggioribenefici ai loro simili, ma perché i gruppi e le società che cosìagivano prosperavano più delle altre; di conseguenza, ciò sitrasformò gradualmente nel ‘dovere’ morale riconosciuto della‘vocazione’ a farlo» (Hayek, 1986, pp. 355-356).

Si pensa, di solito, che fare del bene implichi obbligatoriamentedi occuparsi di specifici bisogni di persone conosciute; adesempio, «che sia molto meglio aiutare un uomo conosciuto chemuore di fame piuttosto che alleviare i bisogni acuti di uncentinaio di persone sconosciute» (Hayek, 1986, p. 356). Hayekla pensa diversamente: a parte il problema di che cosa intendafare un imprenditore di successo con i propri profitti —dopoaverli guadagnati— questo imprenditore, precisa con forzaHayek —«è portato a beneficiare più persone mirando almaggior utile possibile di quanto potrebbe fare se si concentrassesul soddisfacimento dei bisogni di persone conosciute. Egli ècondotto dalla mano invisibile del mercato a portare il soccorsodelle comodità moderne alle più povere case che non conoscenemmeno» (ibid).

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Scopi moralmente ispirati possono produrre conseguenzeimmorali. Il concetto di «giustizia sociale» —insiste Hayek— «èstato il cavallo di Troia tramite il quale ha fatto il suo ingresso iltotalitarismo» (Hayek, 1986, p. 346). E, in effetti, «bisognarendersi conto [...], che gli ideali del socialismo (o della giustiziasociale) che a tal riguardo appaiono così allettanti, non offronoveramente una nuova morale ma fanno unicamente appello aistinti ereditati da un tipo di società più antico. Essi rap-presentano un atavismo, un tentativo vano di imporre allasocietà aperta la morale della società tribale; se tale moraleprevalesse, non soltanto distruggerebbe la Grande società maminaccerebbe la sopravvivenza di quei grandi numeri chel’umanità ha raggiunto grazie a tre secoli di ordine di mercato»(Hayek, 1986, p. 338). E ancora: «Il socialismo è semplicementela riaffermazione di quell’etica tribale il cui graduale inde-bolimento aveva reso possibile la grande società» (Hayek, 1986,p. 341).

V. LA FUNZIONE DELLEASSOCIAZIONI VOLONTARIE

Da siffatte considerazioni Hayek non inferisce che le norme dicondotta che fanno riferimento a rapporti personali speciali«abbiano perso importanza nel funzionamento della Grandesocietà». E qui egli porta il suo discorso sull’enorme importanzadelle associazioni volontarie. «E’ totalmente estranea ai principibase di una società libera l’idea secondo la quale tutto ciò di cuiil pubblico ha bisogno debba essere soddisfatto da organiz-zazioni obbligatorie, e tutti i mezzi che gli individui sonodisposti a devolvere ai fini pubblici debbano essere sottocontrollo del governo. Al contrario, il vero liberale deve aus-picare il maggior numero possibile di quelle società particolariall’interno dello stato, quelle organizzazioni volontarie che si

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pongono tra l’individuo e lo stato, che il falso individualismodi Rousseau e la Rivoluzione francese vollero sopprimere. Eglivuole però privarle di qualsiasi potere esclusivo e obbligatorio.Il liberalismo non è individualistico nel senso di ‘ognuno persé’, sebbene sia per natura sospettoso verso la tendenza delleorganizzazioni ad arrogarsi diritti esclusivi per i propri membri»(Hayek 1986, p. 362).

Con queste sue riflessioni Hayek intende sottolineare «l’im-portanza dell’esistenza di numerose associazioni volontarie nonsoltanto per gli scopi particolari di coloro che condividono uninteresse comune ma anche per fini pubblici nel vero senso dellaparola. Lo stato dovrebbe avere il monopolio della coercizionenecessaria a limitare la coercizione stessa; ciò non significa chelo stato debba avere l’esclusivo diritto di perseguire fini pubblici.In una società veramente libera, gli affari pubblici non si limitanoa quelli di governo (men che meno a quelli del governo centrale),e lo spirito pubblico non dovrebbe esaurirsi nell’interesse versolo stato» (ibid). E sempre Hayek insiste: «Una delle grandidebolezze della nostra epoca è la mancanza di fede e pazienzaper costruire organizzazioni volontarie per gli scopi che si hannoa cuore. Si chiede immediatamente al governo di far uso dellacoercizione (o con i mezzi raccolti tramite coercizione) per averequalsiasi cosa appaia desiderabile a molti. Tuttavia nulla puòavere un effetto più negativo sulla partecipazione reale delcittadino di quanto lo sia il fatto che lo stato, invece di forniresoltanto il quadro di riferimento essenziale per una crescitaspontanea, diventa monolitico e si prende cura di tutti i bisogniche possono essere soddisfatti soltanto dallo sforzo concentratodi molti. Il grande merito dell’ordine spontaneo, che si occupasoltanto dei mezzi, è l’aver reso possibile l’esistenza di numerosecomunità volontarie a servizio della scienza, delle arti, dellosport e così via. E’ altamente auspicabile che nel mondo moder-no questi gruppi tendano ad estendersi oltre i confini nazionali,e che ad esempio uno scalatore svizzero possa avere più cose in

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comune con uno scalatore giapponese che con un tifoso di cal-cio del suo paese, e che possa appartenere ad un’associazionecomune con il primo, completamente indipendente da qualsiasiorganizzazione politica a cui entrambi appartengono» (Hayek,1986, p. 363). Da ciò ben si comprende, allora, che «l’attualetendenza dei governi a portare tutti gli interessi comuni di vastigruppi sotto il proprio controllo tende a distruggere il verospirito pubblico. Come risultato, un numero sempre crescentedi uomini e donne si sta allontanando dalla vita pubblica, a cuiin passato avrebbe dedicato molte energie. Sul continente euro-peo l’eccessivo interessamento dei governi ha in passato osta-colato lo sviluppo di organizzazioni volontarie per fini pubblici,e ha prodotto una tradizione in cui gli sforzi privati erano spessoconsiderati come ingerenze gratuite. Gli sviluppi modernisembrano aver prodotto progressivamente una situazione simileanche nei paesi anglosassoni, dove un tempo gli sforzi privatiper fini pubblici erano una caratteristica tipica della vita sociale»(ibid.).

VI. HAYEK E LA DIFESADEI PIÙ DEBOLI

Il capitalismo non è parola di Dio. Gli Stati o le società chehanno abbracciato l’economia di mercato non sono il paradiso.Eppure, dove vige l’economia di mercato si è avuta l’espansionepiù ampia delle libertà politiche: Stato di diritto ed economia dimercato nascono, vivono e muoiono insieme. Dove vige l’eco-nomia di mercato regna il più ampio benessere: negli Staticapitalistici viene «divisa» in modo diseguale la ricchezza.

Ma —e qui sorge la domanda più urgente— che ne è dellasolidarietà all’interno di uno Stato che abbia abbracciato l’eco-nomia di mercato? In Legge, legislazione e libertà Hayek scrive:«(...) Il capitalismo come esiste oggi ha indubbiamente molti

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difetti rimediabili, che un’intelligente politica di libertà dovreb-be correggere. Un sistema che si basa sulle forze spontanee delmercato, dopo aver raggiunto un certo livello di ricchezza, nonè indubbiamente incompatibile con uno stato che fornisca, fuoridal mercato, qualche forma di previdenza in caso di estremapovertà» (Hayek, 1986, p. 346). La Grande società —precisaHayek— «è riuscita brillantemente ad abolire la povertà in sensoassoluto. Nei paesi sviluppati nessuno in grado di lavorare èprivo oggi di cibo e casa; mentre per chi è incapace di guadagnareabbastanza da se stesso queste cose essenziali sono fornite ge-neralmente fuori dal meccanismo di mercato. La povertà in sensorelativo deve naturalmente continuare ad esistere in una societàche non sia completamente egualitaria: fintanto che esistel’ineguaglianza qualcuno deve essere in fondo alla scala. Mal’abolizione della povertà assoluta non è aiutata dallo sforzo diraggiungere la «giustizia sociale». Di fatto, in molti paesi in cuila povertà assoluta è ancora un problema grave, la preoc-cupazione della ‘giustiza sociale’ è diventata uno dei maggioriostacoli all’eliminazione della povertà. In Occidente, il rag-giungimento da parte delle masse di un benessere ragionevoleè stato causato dall’aumento generale di ricchezza ed è stato solorallentato dalle misure che interferiscono con il meccanismo dimercato. E’ stato proprio quest’ultimo a creare l’aumento delreddito globale, che a sua volta ha reso possibile provvederefuori dal mercato al sostentamento di chi non era in grado diguadagnare abbastanza. I tentativi di ‘correggere’ i risultati delmercato verso la ‘giustizia sociale’ hanno probabilmente pro-dotto più ingiustizia sotto forma di nuovi privilegi, ostacoli allamobilità e frustrazione di sforzi, di quanto abbiano contribuitoad alleviare la sorte dei poveri» (Hayek, 1986, pp. 349-350).

Hayek è persuaso che il servizio postale statale è del tuttoinefficiente; propone l’abolizione del monopolio monetariostatale («che è stato usato per defraudare e ingannare i cittadini»[Hayek, 1986, p. 431; e Hayek, 1978]); combatte il monopolio

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statale delle trasmissioni televisive e della scuola. E, tuttavia,egli, sempre in Legge, legislazione e libertà, scrive: «Lungi dalpropugnare ‘uno stato minimo’, riteniamo indispensabile chein una società avanzata il governo debba usare il proprio poteredi raccogliere fondi per le imposte per offrire una serie di serviziche per varie ragioni non possono essere forniti —o non possonoesserlo in modo adeguato— dal mercato» (Hayek, 1986, p. 416).In tal modo, afferma Hayek, molte delle comodità capaci direndere tollerabile la vita in una città moderna vengono fornitedal settore pubblico: «la maggior parte delle strade [...], lafissazione degli indici di misura, e molti altri tipi di informazioneche vanno dai registri catastali, mappe e statistiche, ai controllidi qualità di alcuni beni e servizi» ( Hayek, 1986, 418).

Per Hayek, la sfera delle attività di governo non vincolate daleggi di governo è molto vasta. Certo, l’esigere il rispetto dellalegge, la difesa dai nemici esterni, il campo delle relazioni esteresono attività dello Stato. Ma c’è sicuramente di più, poiché«pochi metteranno in dubbio che soltanto questa organizzazione[dotata di poteri coercitivi: lo Stato] può occuparsi delle calamitànaturali quali uragani, alluvioni, terremoti, epidemie e così via,e realizzare misure atte a prevenire o rimediare ad essi» (Hayek,1986, p. 428). Ed è ovvio, allora, «che il governo controlli deimezzi materiali e sia sostanzialmente libero di usarli a propriadiscrezione» (ibid).

Ma vi è —e qui le considerazioni che seguono sono di estremaimportanza e smentiscono parecchie interpretazioni affrettate ecertamente non documentate del pensiero di Hayek—, «vi è an-cora —scrive Hayek— tutta un’altra classe di rischi rispetto aiquali è stata riconosciuta solo recentemente la necessità di azionigovernative, dovuta al fatto che, come risultato della disso-luzione dei legami della comunità locale e degli sviluppi di unasocietà aperta e mobile, un numero crescente di persone non èpiù strettamente legato a gruppi particolari su cui contare incaso di disgrazia. Si tratta del problema di chi, per varie ragioni,

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non può guadagnarsi da vivere in un’economia di mercato, qualimalati, vecchi, handicappati fisici e mentali, vedove e orfani —cioè coloro che soffrono condizioni avverse, le quali possonocolpire chiunque e contro cui molti non sono in grado dipremunirsi da soli, ma che una società la quale abbia raggiuntoun certo livello di benessere può permettersi di aiutare» (ibid;cfr Hayek, 1948, p. 107).

Ha ben ragione Angelo M. Petroni allora a scrivere che: «Nonci si stancherà mai di ripetere come Hayek sia sempre stato infavore della creazione di una ‘rete’ di sicurezza che permettessedi vivere a coloro che non fossero stati capaci di provvedere alproprio sostentamento all’interno del mercato. Ma ciò deveavvenire fuori dal mercato non come ‘correzione’ del mercatomedesimo» (Petroni, 1992, p. 18).

Una società che abbia abbracciato la «logica di mercato» puòpermettersi il conseguimento di fini umanitari perché è ricca; epuò farlo tramite operazioni fuori mercato e non con manovreche siano correzioni del mercato medesimo. Ma ecco quella che,ad avviso di Hayek, è la ragione per cui essa deve farlo: «Assi-curare un reddito minimo a tutti, o un livello sotto cui nessunoscenda quando non può più provvedere a se stesso, non soltantoè una protezione assolutamente legittima contro rischi comunia tutti, ma è un compito necessario della Grande Società in cuil’individuo non può rivalersi sui membri del piccolo gruppospecifico in cui era nato» (Hayek, 1986, p. 429; e Hayek, 1988b,p. 102). E, in realtà, ribadisce Hayek, «un sistema che invoglia alasciare la relativa sicurezza goduta appartenendo ad un grupporistretto, probabilmente produrrà forti scontenti e reazioni vio-lente, quando coloro che ne hanno goduto prima i benefici sitrovino, senza propria colpa, privi di aiuti, perché non hannopiù la capacità di guadagnarsi da vivere» (Hayek, 1986, p. 429;e Hayek, 1988a, p. 102)).

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VII. LEONE XIII E LE RAGIONIDELLA DIFESA DELLA «PROPRIETÀ PRIVATA»

Leone XIII, in un periodo storico in cui la proprietà privata deimezzi di produzione veniva considerata come un furto sia dal-la stragrande maggioranza degli intellettuali che dalle masseorganizzate nei partiti di ispirazione marxista e socialista, fecedella proprietà privata una difesa lucida e coraggiosa; e congrande preveggenza additò i pericoli distruttivistici insitinell’abolizione della proprietà privata. Leggiamo nella RerumNovarum: «La comunanza dei beni proposta dal socialismo vaassolutamente respinta, perché nuoce a quegli stessi che sivogliono aiutare, offende i diritti naturali di ciascuno, altera lefunzioni dello Stato e turba la pace comune».

Va a grande merito di Leone XIII aver affermato che talvolta lebuone intenzioni possono avere conseguenze diametralmenteopposte a quelle intese: i socialisti intendono abolire la proprietàprivata al fine di raggiungere il maggior benessere per il maggiornumero di persone; l’esito di questa loro azione non potrà essereche l’immiserimento progressivo di tutti e la più crudele schiavitùper i popoli. Questo prevedeva Leone XIII nella Rerum Novarumdel 1891. Questo prevederà Ludwig von Mises negli anni Venti. Equesto è quanto si è tragicamente verificato nel secolo passato. E,dunque, è etico il socialismo»? E’ davvero solidale ed etico il socia-lismo»? Basta, sul serio, l’etica dell’intenzione?

No! L’etica dell’intenzione è certamente necessaria; ma essanon è politicamente e socialmente sufficiente. Lo statalismo el’interventismo, possiamo ammettere che, almeno nei più, sianostate e siano concezioni animate dalle più serie intenzioni disolidarismo, da attenzione alle difficoltà di sfortunati ed infelici.I risultati, però, cui hanno portato le politiche stataliste edinterventiste e le pratiche paternalistiche sono disastrosi. Ecco,allora, che l’etica della responsabilità —l’etica che cioè guarda airisultati— si impone sull’etica dell’intenzione.

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È proprio perché hanno abbracciato l’etica della respon-sabilità che, ai nostri giorni, cattolici come Michael Novak epadre Robert Sirico negli Stati Uniti d’America, Jean-YvesNaudet e Jacques Garello in Francia, don Angelo Tosato in Ita-lia, si sono persuasi che è esattamente l’economia di mercato acostituire lo strumento più adeguato per il conseguimento dellasolidarietà. E, prima di costoro è necessario fare menzione dicattolici liberali come A. de Tocqueville, F. Bastiat, A. Rosmini,W. Röpke, K. Adenauer, L. Einaudi e L. Sturzo.

VIII. SUL FRONTE DI IERI:PENSATORI CATTOLICI SOSTENITORI

DELLA «LOGICA DI MERCATO»

Alexis de Tocqueville (1805-1859): «Quello che sopra ad ogni altrocaratterizza ai miei occhi i socialisti di tutti i colori, di tutte lescuole, è una sfiducia profonda per la libertà, per la ragioneumana, un profondo disprezzo per l’individuo preso in se stesso,al suo stato di uomo; ciò che li caratterizza tutti è un tentativocontinuo, vario, incessante, per mutilare, per raccorciare, permolestare in tutti i modi la libertà umana; è l’idea che lo Statonon debba soltanto essere il direttore della società, ma debbaessere, per così dire, il padrone di ogni uomo; il suo padrone, ilsuo precettore, il suo pedagogo [...]; in una parola, è la confisca,in un grado più o meno grande, della libertà umana».

Frédéric Bastiat (1801-1850): «Quando una nazione è oppressada tasse, niente è più difficile —io direi pure impossibile—cheripartirle in maniera equa». E poi: «Allorché si sarà ammesso invia di principio che lo Stato ha l’incarico di operare in modofraterno in favore dei cittadini, si vedranno tutti i cittadinitrasformarsi in postulanti. Proprietà fondiaria, agricoltura, in-dustria, commercio, marina, compagnie industriali, tutti siagiteranno per reclamare i favori dello Stato. Il tesoro pubblico

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sarà letteralmente saccheggiato. Ciascuno troverà buone ragioniper dimostrare che la fraternità legale deve essere intesa inquesto senso: ‘I vantaggi per me ed i costi per gli altri [...]’. Losforzo di tutti tenderà a strappare alla legislazione un lembo diprivilegio fraterno».

Antonio Rosmini (1797-1855). Leggiamo nella Filosofia deldiritto: «La proprietà esprime veramente quella stretta unionedi una cosa con una persona (...). Questa specie di unione che sichiama proprietà cade sempre dunque tra la persona e la cosa eracchiude un dominio di quella sopra di questa. La proprietà èil principio della derivazione dei diritti e dei doveri giuridici.La proprietà costituisce una sfera intorno alla persona, di cuila persona è il centro; nella qual sfera niun altro può entrare».Da ciò l’imperativo di rispettare l’altrui proprietà. Per Rosmini,asserisce Clemente Riva, «la persona (...) ha sempre ragione difine e non può mai essere quantificata nella sua altissimadignità». E ancora: «Le persone sono principio e fine delloStato. Sono esse che costituiscono, che assegnano lo scopo e ilimiti, per cui lo Stato e tutti gli organi statali sono dei semplicimezzi per le persone che ne sono realmente il fine. Di qui ilcarattere ministeriale o di servizio dell’autorità (...). Per questoil bene pubblico, come bene dell’organismo statale deve esseresubordinato al bene privato di ciascuna persona. E il benecomune non è altro che il bene privato e proprio di tutte lesingole persone, o quel bene generale a cui ciascuna realmentepartecipa».

Wilhelm Röpke (1898-1916): «Antichità classica e Cristia-nesimo, entrambi sono i veri antenati del liberalismo, perchésono gli antenati di una filosofia sociale che regola il rapporto,ricco di contrasti, tra l’individuo e lo Stato secondo i postulatidi una ragione inserita in ogni uomo e della dignità che spettaad ogni uomo come fine e non come mezzo, e così contrapponealla potenza dello Stato i diritti di libertà del singolo». «Il libe-ralismo non è [...] nella sua essenza un abbandono del

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Cristianesimo, bensì è il suo legittimo figlio spirituale [...] Illiberale diffida di ogni accumulazione di potere, perché sa chedi ogni potere, che non viene tenuto nei suoi limiti da contrap-pesi, si fa presto o tardi abuso».

Konrad Adenauer (1876-1967): «La media proprietà è unasicurezza essenziale degli stati democratici». «Una socia-lizzazione troppo vasta rende troppo grande l’accumulazionedella potenza nelle mani dello Stato e avevamo personalmentesofferto i pericoli che ne derivano per la vita di un popolo. Ilsocialismo porta necessariamente alla sottomissione dei dirittie della dignità dell’individuo allo Stato o a una collettività simileallo Stato». «Il nazional-socialismo non era altro che la conse-guenza spinta fino al crimine [...] del ludibrio del valoredell’individuo, risultante dall’ideologia materialista». «Ilconcetto della supremazia, della onnipotenza dello Stato, delsuo primato sulla libertà e sulla dignità dell’individuo è incontraddizione con la legge della natura dei cristiani. Secondoil mio parere, l’esistenza e il rango dell’individuo devono venireprima dello Stato».

Luigi Einaudi (1874-1961). In una delle sue Prediche inutili LuigiEinaudi domandava: «I vescovi hanno adempiuto bene all’uf-ficio di curare nei seminari l’educazione economica dei giovaniche sentono la vocazione del sacerdozio? Hanno procurato chesi impartissero ai seminaristi le nozioni elementari necessarieper distinguere tra il lecito giuridico e il dovere caritativo, fral’economia e la morale?».

Luigi Sturzo (1871-1959). Scriveva don Luigi Sturzo il 4 no-vembre del 1951: «Oggi si è arrivati all’assurdo di voler eliminareil rischio per attenuare le responsabilità fino ad annullarle [...]Gli amministratori, i direttori, gli esecutori degli enti statalisanno in partenza che se occorrono prestiti, garantisce lo Stato;se occorre lavoro dovrà trovarlo lo Stato; se si avranno perditesi ricorrerà allo Stato; se si produce male ripara lo Stato; se nonsi conclude un gran che, i prezzi li mantiene alti lo Stato.

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Dov’è il rischio? svaporato. E la responsabilità? svanita. El’economia? compromessa [...] In Italia, oggi, solo le aziende deipoveri diavoli possono fallire: le altre sono degne di salvataggio,entrando per questa porta a far parte degli enti statali, parastatalie pseudo-statali. Il rischio è coperto in partenza, anche per leaziende che non sono statali, ma che hanno avuto gli appoggidello Stato. In un Paese, dove la classe politica va divenendoimpiegatizia [...]; dove la classe economica si statalizza; dove laclasse salariale va divenendo classe statale, non solo va a morirela libertà economica, ma pericola la libertà politica [...]». Il 13maggio del 1954 Sturzo asseriva: «La Pira crede che il problemada risolvere sarebbe quello di arrivare alla totalità del sistemafinanziario in mano allo Stato [...] Questo io chiamo statalismo, econtro questo dogma io voglio levare la mia voce senza stan-carmi finché il Signore mi darà fiato; perché sono convinto chein questo fatto si annidi l’errore di far dello Stato l’idolo: Molocho Leviathan che sia [...]». E il 27 maggio 1954: «[...] La mia difesadella libera iniziativa è basata sulla convinzione scientifica chel’economia di Stato non solo è anti-economica ma comprime lalibertà e per giunta riesce meno utile, o più dannosa, secondo icasi, al benessere sociale».

IX. PENSATORI CATTOLICI LIBERALIDEI NOSTRI GIORNI

Robert Sirico, sacerdote cattolico americano e membro dellaMont Pélerin Society, ha fondato nell’aprile del 1990 il Lord ActonInstitute con l’intento che «dimostrando l’indissolubile nesso trareligione e libertà, leaders economici di fede religiosa possanoforgiare un’alleanza in grado di garantire e sostenere una societàlibera e onesta». Scrive padre Sirico: «Prima di poter essereconsumata, la ricchezza dev’essere prodotta; la povertà è lacondizione naturale della razza umana, il risultato dell’ostacolo

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frapposto dalla natura al benessere umano: la scarsità. L’abbon-danza è l’eccezione: non c’è bisogno di far nulla per ‘produrre’povertà, laddove tanto bisogna fare per produrre ricchezza (...)Pertanto, prima di poter soccorrere i poveri, dobbiamo indagaresulla natura della produzione di ricchezza». E poi: «Il cris-tianesimo trova la sua realtà più vera quando vive nel cuore dipersone che, in virtù di un impegno liberamente assunto,contribuiscono a modificare in meglio il mondo circostante. Imomenti più oscuri del cristianesimo si sono avuti quanto laChiesa ha voluto governare dai parlamenti e dalle capitali degliuomini politici, anziché nel cuore dei fedeli». «Se, come avvenutonegli ultimi vent’anni, la Chiesa alla ricerca della verità ha potutodialogare coi pensatori influenzati da Marx, allora forse è maturoil tempo perché si apra il dialogo con il liberalismo classico».

Jean Yves Naudet (nato nel 1948) è professore di scienzeeconomiche presso la Facoltà di diritto e scienze politiche di Aix-Marseille III. I regimi del socialismo reale —fa presenteNaudet— si sono caratterizzati prima di tutto per la loroinefficienza. «Ma tale inefficienza —egli scrive— proveniva dalrifiuto di riconoscere la natura dell’uomo e i suoi diritti, acominciare da quello di perseguire il proprio fine personale, eancora dal diritto di proprietà o dal diritto di iniziativa eco-nomica». Il mercato, tuttavia, «deve rimanere al suo posto».L’economicismo utilitarista è semplicemente disumano e «laCentesimus annus, in conformità con l’intera dottrina sociale dellaChiesa, fa ben vedere che il mercato non è che uno strumento, enon un fine». E «la dottrina sociale della Chiesa, così come siconfigura da un secolo a questa parte e come viene propostoancora oggi nella Centesimus annus, implica una chiara prioritàin favore della famiglia».

Jacques Garello (nato nel 1934), professore di Storia delle ideee dei fatti economici all’Università di Aix-en-Provence, allievodi Daniel Villey e Jacques Rueff, è tra i rappresentanti piùprestigiosi della scuola liberale francese. Garello è persuaso della

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sicura convergenza tra liberalismo e pensiero cattolico. L’ostilitàdella Chiesa nei confronti dell’economia di mercato è dipesa,ad avviso di Garello, dal fatto che il liberalismo di ieri sipresentava con credenziali inaccettabili per la Chiesa cattolica.Tali caratteristiche del liberalismo erano la fede smisurata nellaRagione, l’utilitarismo e il materialismo dell’homo oeconomicus.Ma, oggi —grazie al lavoro scientifico della Scuola austriaca dieconomia e soprattutto grazie al pensiero di F.A. von Hayek—si è sviluppato un pensiero liberale che ha rotto nella manierapiù netta con la tradizione razionalista-utilitarista-materialista.Con questo sono cadute, appunto, le ragioni dell’ostilità dellaChiesa nei confronti del liberalismo. La verità, afferma Garello,è che le virtù morali che accompagnano il mercato «sono quelledell’Occidente cristiano»: l’onestà, il rispetto della parola data,il rispetto degli altri, il rifiuto dell’oppressione e dell’arbitrio.«Coniugando liberalismo e cattolicesimo, l’Occidente ritrova eritroverà il suo equilibrio intellettuale, morale e spirituale».

Angelo Tosato (nato nel 1938 e prematuramente scomparso, nel1999), sacerdote dal 1963, ha insegnato presso l’Università Gre-goriana e presso la Lateranense, esegeta di fama internazionale,ha introdotto in Italia il pensiero di M. Novak ed è autore delvolume: Economia di mercato e cristianesimo (1994). Qui di seguitosoltanto due sue considerazioni: «Anche in campo cattolico si sentel’esigenza di riesaminare la tradizionale condanna del capitalis-mo, di sottoporre a verifica la presunta incompatibilità tra i valoridel sistema di economia politica liberale e l’etica cristiana. Ilprocesso di ripensamento può dirsi ormai avviato». «(...) Se per‘capitalismo’ si intende (...) onesta ricerca del benessere personale,familiare e collettivo, e più ancora un sistema che dia a tutti la facoltàdi esercitare liberamente e proficuamente la propria capacità incampo economico, allora il rapporto col cristianesimo non può cheessere di sintonia e di collaborazione».

Michael Novak (nato nel 1933 in Pennsylvania) è il teologo-economista americano, autore de Lo spirito del capitalismo

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democratico e il cristianesimo (1982). Ecco, di seguito, alcune sueconsiderazioni: «La democrazia politica (...) è compatibile solocon un economia di mercato»; «Il capitalismo non sarà in gradodi far sparire completamente il cancro della povertà né a livellointernazionale né a livello locale, ma, grazie ad esso, la povertàsarà sicuramente meno diffusa di quanto non sia attualmentenei paesi socialisti o nel Terzo Mondo. L’unione di capitalismoe democrazia non porterà il regno dei Cieli sulla Terra ma, perliberare i poveri dalla miseria e dalla tirannia e per dar spazioalla loro creatività, il capitalismo e la democrazia possono faremolto di più di quanto sia in potere di tutte le altre alternativeesistenti»; «Nell’intimo cuore del sistema capitalista vi è lafiducia nelle capacità creative dell’uomo. Come affermano iteologi cattolici, e come provato dall’esperienza, questa fiduciaè ben riposta (...) Dal Vecchio e dal Nuovo Testamento abbiamoimparato che, per provvedere ai nostri bisogni e ai nostridesideri, dobbiamo agire personalmente senza aspettare l’aiutodello Stato (...) In questo modo abbiamo imparato a vivere comeuomini e donne liberi, responsabili del nostro destino. E se pureci inginocchiamo innanzi a Dio, di fronte al mondo stiamo a testaalta e ci facciamo carico delle nostre responsabilità personali».1

1 I brani di Leone XIII, A. de Tocqueville, F. Bastiat, A. Rosmini, W. Roepke,K. Adenauer, L. Einaudi, L. Sturzo, R. Sirico, J.-Y. Naudet, J. Garello, A. Tosato,M. Novak vengono citati dai testi richiamati in bibliografia - testi tutti rinvenibilinell’antologia: Cattolici a difesa del mercato, a cura di Dario Antiseri, SEI, Torino,1995.

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119HAYEK’S BEST TEST OF A GOOD ECONOMIST

Notas

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121HAYEK’S BEST TEST OF A GOOD ECONOMIST

HAYEK’S BEST TESTOF A GOOD ECONOMIST

JESÚS HUERTA DE SOTO*

A careful reading of the quotations that Hayek left us uponhis death on hundreds of cards explains what is, in his opinion,the ultimate and definitive test of whether or not someone is atrue economist. It is curious to draw attention to the fact thatHayek had already referred to this matter in Appendix III to hisPure Theory of Capital, which he wrote in 1941 and which endswith the following words: «More than ever it seems to me to betrue that the complete apprehension of the doctrine that ‘de-mand of commodities is not demand for labour’ is ‘the best testof an economist’» (Hayek 1976, p. 439). Here, Hayek wishes tohighlight one of the key points of the theory of capital: the realproductive structure is very complex and is formed by manystages, in such a way that an increase in the demand for con-sumer commodities will always be detrimental to employmentin the stages furthest away from consumption (which is preciselywhere most of the workers are employed). Or, in other words,the employers can perfectly well earn money, even if their rev-enue (or «aggregate demand») drops, if they reduce their costsby replacing labour by capital equipment, thus indirectly gen-erating a significant demand for employment in the stages ofcapital goods production furthest away from consumption(Huerta de Soto 1998, pp. 213-313).

* Catedrático de Economía Política, Universidad Rey Juan Carlos, Madrid.

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía Política,vol. I, n.º 2, Otoño 2004, pp. 121 a 124.

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It is more than illustrative how Hayek, in the select group ofquotations on economic theory that he has left us in hundreds ofhis handwriting cards, wished to refer, once again, to these keyideas of the theory of capital. Effectively, Hayek now tells us that«Investment is more discouraged than stimulated by a high de-mand for consumer goods, and so is employment because in an ad-vancing economy more workers are employed to work for the distant fu-ture than for the present»(emphasis added). And he also says that«In the end is the decrease of final demand at current prices thatleads to new investment to reduce costs». Therefore, Hayek con-cludes that «employment is not determined by aggregate demand».In short, for Hayek, the best test for an economist is to understandthe implicit fallacy contained in the underconsumption theoriesand in what is called the shrift paradox or paradox of saving: «It isnot consumer’s demand that secures the generation of incomes. Itis investment of the excess of incomes over consumer’s expendi-tures which keeps incomes up». A large number of economists areunable to understand these principles because they adopt themacroeconomic aggregate approach that Hayek considers to be aserious error that leads, in the final analysis, to social engineeringand socialism («Socialism is based on macroeconomics —a scien-tific error»). The only way of understanding what happens at«macro» level is by using microeconomics: «We can understandthe macrosociety only by microeconomics». Furthermore, even theChicago School monetarists are victims of this error: «Even MiltonFriedman is reported to have once said ‘we are all Keynesiansnow’». The approach based on the model of equilibrium and mac-roeconomics is erroneous because «a science which starts with theconceit that it posses information which it cannot obtain is not ascience». The same may be said of Welfare Economics, which, forHayek, is «the spurious scientific foundation of socialist policies».

The test of the economist is broadened to include the under-standing of the essential role of economic calculation and the esti-mation of opportunity costs that are made possible by market

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prices, in the extended order of social co-operation. In fact, «notbefore the understanding of opportunity costs (i.e. alternativesforgone) was there an adequate science of economics». This essen-tial idea was never understood by the classical economists and isstill today «obscured by the Marshallian compromise» or, as is evenbetter expressed by Hayek in another quotation, «by the long domi-nance of the wishy-washy Marshallian compromise». For Hayek,furthermore, «economics is the science that can demonstrate thatrationalism is wrong because rational knowledge of facts is notsufficient» and that allows us to conclude that «the destroyers ofwestern civilisation were some of the great rationalist thinkers ofthe 19th century, Bentham, Mill, Russell and Keynes». Thus, «Thepowerful seducers are no longer Marx and Engels, Proudhon orLenin but Keynes, Tinbergen, Galbraith and Myrdal, Leontieff andDworkin, etc., etc. They are to me the enemies of the great extendedsociety». All of them share, to a greater or lesser extent, «The ideathat without the existence of a market men would know as muchas they do within a market system (which) is the fundamental er-ror of those who, like Oskar Lange, assert the possibility of an ef-fective economic calculation in a socialist economy». In short, forHayek, «The fools are those who believe they know more than theydo, that is the rationalists».

On one occasion, Ludwig von Mises wrote that «what distin-guishes the Austrian School and will lend it immortal fame isprecisely the fact that it created a theory of economic action andnot of economic equilibrium or non-action» (Mises 1978, p. 36).Hayek, in turn, takes Mises’ idea to a general level and writes,on one of his cards, that «The main achievement of the AustrianSchool is that it has decidedly helped to clear up the differenceswhich inevitably must exist between science dealing with rela-tively simple phenomena [macroeconomics, model of equilib-rium] and science of highly complex phenomena» [the truemarket process]. And perhaps, today, the best test of an econo-mist is his full understanding of this essential difference.

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124 JESÚS HUERTA DE SOTO

BIBLIOGRAPHY

HAYEK, F.A. (1976). The Pure Theory of Capital, Routledge, London.HUERTA DE SOTO, J. (1998). Dinero, crédito bancario y ciclos económicos,

Unión Editorial, Madrid.MISES, L. VON (1978). Notes and Recollections, Libertarian Press, South

Holland, Illinois. Traducción española, Autobiografía de unliberal, Unión Editorial, Madrid 2001.

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125LA TRAGEDIA DE LOS BIENES COMUNALES Y LA ESCUELA AUSTRIACA

La tragedia de los bienes comunalesy la escuela austriaca:

Hardin, Hoppe, Huerta de Soto, y Mises1

PHILIPP BAGUS*

El objetivo de este artículo es demostrar la importancia del con-cepto de «tragedia de los bienes comunales» para la EscuelaAustriaca, señalando su aplicabilidad al ámbito de la banca yde la democracia y subrayando los paralelismos existentes en-tre los dos ámbitos.

Para llevar a cabo este trabajo analizaré el término acuñadopor Hardin, resaltando que si bien ha pasado a la historia comoel creador del concepto «tragedia de los bienes comunales», eséste en realidad un concepto acuñado por Mises. También ana-lizaré lo que al respecto sostiene Huerta de Soto en su análisisde la banca con reserva fraccionaria y Hoppe en su análisis dela democracia.

Además señalaré que hay una «tragedia de los bienes comu-nales» ideal y que hay supuestos que se acercan a este tipo ideal.Por lo tanto, mantengo que se puede usar el concepto como ins-trumento teórico para analizar las fuerzas e intereses inheren-tes a sistemas cercanos al tipo ideal.

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía Política,vol. I, n.º 2, Otoño 2004, pp. 125 a 139

1 Quisiera expresar mi agradecimiento a Massimiliano Neri por sus numero-sos comentarios y notas, al Dr. Guido Hülsmann por impulsarme a hacer este artí-culo, al Dr. Rogelio Fernández Delgado y al Dr. Jesús Huerta de Soto por su exten-sa ayuda.

* Universidades de Münster (Alemania), y Rey Juan Carlos (Madrid).

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1. El término y el concepto: «tragedia de los bienes comunales»

El biólogo Garrett James Hardin2 acuñó el término «tragedia delos bienes comunales». En su ahora famoso artículo de 1968 «TheTragedy of the Commons», Hardin describe cómo la propiedadcomunal —es decir, el dominio público— es aprovechada hastaque se deteriora o se destruye.

Para ilustrar dicha «tragedia», es decir, la sobreexplotaciónde la propiedad pública, Hardin recurre a ejemplos del medioambiente, como el de las poblaciones de peces en el océano. Pesea que los pescadores saben que la destrucción de los caladerosa largo plazo les perjudica, existe el incentivo de aprovecharsecuanto sea posible del bien común antes de que lo hagan losotros pescadores. Al final el bien común se destruye. En estoconsiste la «tragedia».

Hay que subrayar que en el concepto de la tragedia de losbienes comunales de Hardin, que denominaré tipo ideal de tra-gedia de los bienes comunales, casi no hay obstáculos (límites)a la sobreexplotación,3 y el incentivo es explotar la propiedadcomún cuanto antes para cosechar el máximo lucro.

Gracias a su artículo, muchos consideran a Hardin comopadre del concepto de tragedia de los bienes comunales. No obstan-te, en su análisis de la banca con reserva fraccionaria, Huerta deSoto ha planteado de nuevo la cuestión relativa a quién es elverdadero padre de este concepto y sostiene que Garrett Hardinno fue el primero en describirlo, sino que Ludwig von Mises ya

2 Garrett James Hardin y su esposa Jane se suicidaron el 14 de septiembre de2003. Loa dos sufrían enfermedades graves y pertenecían al grupo End-of-LifeChoices, que apoya el derecho de los pacientes a suicidarse.

3 Por supuesto, un límite universal está constituido por las valoraciones subje-tivas de los consumidores que pueden impedir la destrucción total de la propie-dad. Es decir, el último pez en el océano probablemente nunca va a ser pescado,porque no tiene sentido económico para los pescadores incurrir en los grandescostes necesarios para buscar y capturar este último ejemplar, debido a la expecta-tiva de obtener un precio relativamente bajo por el mismo.

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lo había descrito 28 años antes en su libro Nationalökonomie,4 de1940.

De hecho, Mises señala en este libro que la concepción esta-tal de la propiedad muchas veces no es conforme a la funciónsocial de la propiedad privada. Cuando los derechos de propie-dad no se definen rigurosamente, el propietario «deja de inte-resarse por la totalidad de los resultados de su actuación. Des-cuenta, en tales casos, tanto los lucros escamoteados comoaquellos costes de que se le exonera».5

Más adelante Mises se centra en el problema de los costesexternos que resultan de los derechos de propiedad no rigurosa-mente determinados. El individuo no considera los costes exter-nos cuando emprende el cálculo económico. Por eso, el cálculoeconómico proporcionará resultados deficientes y falsos. Duran-te su discusión de los costes externos, Mises —aplicando el pro-blema de los costes externos al medio ambiente— explícitamentedescribe el problema de los bienes comunales que Hardin pro-clamará en 1968:

Las tierras carentes de dueño efectivo (es indiferente que se con-sidere propiedad pública desde un punto de vista meramentelegal) las utiliza la gente sin preocuparse del daño que puedansufrir. Cada cual procura lucrarse al máximo, por cualquiermedio, de sus rentas –madera y caza de los bosques, riquezapiscícola de las aguas, minerales del subsuelo– desentendiéndosede los efectos que puedan producirse. La erosión de la tierra, elagotamiento de las riquezas naturales y demás quebrantos futu-ros son costes externos que los actores no tienen en cuenta en suscálculos. Talan los árboles sin respetar los nuevos brotes ni pen-sar en repoblación alguna. Aplican métodos de caza y pesca queacaban con las crías y despueblan los lugares.6

4 En el epígrafe VI del capítulo 10 de la Parte IV de Nationalökonomie: Theoriedes Handelns und Wirtschaftens, Editions Union, Ginebra 1940, 2.ª ed., PhilosophiaVerlag, Munich 1980, pp. 599-605.

5 Ludwig von Mises, (2004), p. 774.6 Op. cit., p. 775.

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Por lo tanto, sólo se debe considerar a Garrett Hardin comopadre del término, pero no del propio concepto. De hecho, comoqueda demostrado en el anterior pasaje, 28 años antes el con-cepto fue expuesto del modo más completo y sistemático porLudwig von Mises, como parte del problema más general queplantean los derechos de propiedad insuficientemente definidosy/o defendidos.7

2. El sistema bancario y Huerta de Soto

La tragedia de los bienes comunales tiene una relación con laEscuela Austriaca mucho más reciente y directa. En Dinero, Cré-dito Bancario y Ciclos Económicos, Huerta de Soto aplica el con-cepto de «tragedia de los bienes comunales» a un análisis de labanca con reserva fraccionaria, es decir, al sistema bancario enel que existe un coeficiente de caja de menos del cien por cien,como ocurre en el sistema bancario moderno.8 Los bancos pres-tan parte del depósito a la vista a agentes económicos creandotítulos de dinero ex nihilo. Esto tiene como consecuencia que losbancos no pueden reembolsar todos sus depósitos al mismotiempo.

7 Rudimentos del concepto de la «tragedia de los bienes comunales» ya se pue-den encontrar en la discusión de Aristóteles sobre la propiedad privada. Aristótelesseñala que la propiedad común recibe poca atención y que los propietarios impul-sados por su propio interés descuidan la obligación de mantener la propiedad enbuenas condiciones. Véase Rothbard (1999), p. 43.

Con Santo Tomás de Aquino el concepto entra en la escolástica: «... every manis more careful to procure what is for himself alone than that which is common tomany or to all: since each one would shirk the labor and leave to another that whichconcerns the community, as happens where there is a great number of servants»(Summa Theologica, ed. en inglés de Benziger Brothers, Nueva York, 1947), p. 1477.

No obstante, hay que notar los diferentes puntos de vista: Aristóteles y SantoTomás de Aquino subrayan el incumplimiento de la obligación de cuidar la pro-piedad común, que implica no acometer una acción que se debe hacer, mientrasque Mises y Hardin se centran en la sobreexplotación activa de la propiedad pú-blica.

8 Véase Huerta de Soto, (2002), pp. 518-21.

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La aplicación de Huerta de Soto merece una atención másdetallada, puesto que claramente explica por qué los bancos conreserva fraccionaria, por su propia naturaleza, siempre estántentados a expandir el crédito. Además explica por qué los ban-cos libres con reserva fraccionaria presionan para la introduc-ción de un banco central.

Como señala Huerta de Soto, el problema de la tragedia delos bienes comunales surge siempre que se definen los derechosde propiedad inadecuadamente. En el caso de la banca con re-serva fraccionaria, los banqueros pueden violar los derechos depropiedad porque no está definido claramente quién es el pro-pietario del depósito. Cuando los clientes efectúan sus depósi-tos, el banco promete que el depósito siempre estará disponiblepara ser retirado. Sin embargo, los depósitos —por la propiadefinición de la banca con reserva fraccionaria— nunca estándisponibles para todos los clientes en un mismo momento. Estoes así porque los bancos disponen de una parte de estos depósi-tos y la prestan a otros clientes. Es decir, emiten medios fidu-ciarios.9 Los bancos violan los principios tradicionales del de-recho de propiedad de sus depositantes cuando emiten mástítulos de propiedad que la propiedad que tienen confiada.10

Cuando los bancos violan y abusan de los derechos de propie-dad de sus clientes obtienen grandes beneficios. La tentación deexpandir el crédito es casi irresistible. Además, intentarán ex-pandir el crédito y emitir medios fiduciarios tanto como les seaposible sin que ello les perjudique.

Esta expansión crediticia presenta otro rasgo típico que sepuede encontrar en la tragedia de los bienes comunales en rela-ción con los costes externos. En este caso, todos resultan perju-

19 Los medios fiduciarios son el exceso de los títulos monetarios «que sobrepa-sa la cuantía de las reservas». Mises (2001) p. 519.

10 Huerta de Soto, op. cit., p. 518. Una de las más importantes contribucionesde este exhaustivo libro es demostrar cómo se ha desarrollado históricamente labanca y que la banca con reserva fraccionaria evolucionó como una perversión delderecho de propiedad tradicional.

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dicados por los cambios en los precios inducidos por la emisiónde los medios fiduciarios. Estos costes externos negativos no sontenidos en consideración por los bancos, quienes intentan explo-tar las oportunidades de ganancia ofrecidas por un sistema legalque ni determina ni defiende apropiadamente los derechos depropiedad de sus depositantes.

Explotación y costes externos son rasgos similares en el aná-lisis de Hardin de la tragedia de los bienes comunales aplica-dos al medio ambiente y en el análisis de Huerta de Soto apli-cado a la banca libre con reserva fraccionaria. Sin embargo, comoHuerta de Soto señala, existe una diferencia importante entre losdos. En el análisis de Hardin no existe prácticamente límite algu-no a la explotación de lo «no privatizado», por ejemplo, la pro-piedad medioambiental no claramente definida. Sin embargo,en relación con los bancos con reserva fraccionaria sí que existeun límite importante en la emisión de medios fiduciarios a cos-ta de los clientes del banco. Este límite viene impuesto por elcomportamiento de los otros bancos y de sus depositantes en unsistema de banca libre. En concreto, la expansión crediticia estálimitada porque los bancos pueden verse forzados a la quiebrapor el sistema de liquidación de las cámaras de compensacióninterbancaria.

Imaginémonos un simple ejemplo. Hay dos bancos: banco Ay banco B. El banco A expande el crédito mientras que el bancoB no lo hace. Los títulos de dinero emitidos por el banco A sonintercambiados por clientes del banco A con clientes del bancoB. En un determinado momento, los clientes del banco B o elpropio banco B reclamarán la amortización de los títulos dedinero al banco A. Por ello, el banco A perderá algunas de susreservas, por ejemplo oro. Como cualquier banco con reservafraccionaria, el banco A puede verse abocado a la suspensión depagos. Es decir, no puede amortizar todos los títulos de dineroque ha emitido. Por lo tanto, si el banco B y sus clientes reclamanque el banco A amortice los títulos de dinero hasta el punto en

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que no pueda cumplir, el banco A tiene que suspender pagos(y, eventualmente, declarar su quiebra).

De ahí que el sistema de liquidación y los clientes de los res-tantes bancos, al reclamar la amortización de sus títulos, ponganestrechos límites a la emisión de los medios fiduciarios. Losbancos tienen un cierto incentivo a restringir la expansión demedios fiduciarios en un grado más estricto que sus bancos riva-les con el objetivo final de forzar a sus competidores a la quie-bra y quedarse solos en el mercado. Es decir, estos bancos porsupuesto que quieren explotar las grandes oportunidades deganancia ofrecidas por los inadecuadamente definidos derechosde propiedad; sin embargo, sólo pueden expandir el créditomientras puedan evitar razonablemente el riesgo de suspensiónde pagos y quiebra. Es decir, la competencia les obliga a con-trolar su expansión crediticia.

El problema que ahora se plantea es cómo pueden los bancosincrementar sus beneficios con la expansión crediticia mientrasmantienen un riesgo de quiebra bajo. La solución obviamenteradica en llegar a acuerdos para evitar las consecuencias nega-tivas de una expansión crediticia independiente y no coordina-da. Por eso, los bancos tienden a establecer una política combina-da, simultánea y simétrica, de expansión crediticia. Esta políticales permite mantener su solvencia, guardar sus reservas, y ob-tener grandes ganancias.

Por tanto, la tragedia de los bienes comunales no sólo predi-ce la explotación y los costes externos de una propiedad priva-da vagamente definida, sino que también explica por qué haygrandes fuerzas en un sistema de banca libre que impulsan larealización de acuerdos empresariales, fusiones y cárteles. Sinembargo, incluso después de la fundación de un cártel, la ame-naza de quiebra sigue latente. El cártel bancario, como todos loscárteles, es inestable. Por eso los bancos de reserva fraccionariatienen un gran incentivo para pedir la creación de un bancocentral. La única diferencia entre la tragedia de los bienes comu-

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nales aplicada al medio ambiente y aplicada al sistema de labanca libre —los límites en la explotación— es ahora eliminadapor la introducción de un banco central. Por lo tanto, unaverdadera situación de tragedia de los bienes comunales seencuentra sólo, según Huerta de Soto, cuando el banco centralha sido establecido. Ahora los bancos pueden explotar sin res-tricción la propiedad incorrectamente definida y malamentedefendida.

Sin embargo, incluso en el escenario más favorable para losbancos, esto es, cuando el banco central y el papel moneda han sidocreados, existe un límite que Huerta de Soto no menciona: el ries-go de la hiperinflación. Como Rothbard expone, «with fiat moneyestablished and gold outlawed, the way is clear for full-scale...inflation. Only one very broad check remains: the ultimate threatof hyper-inflation, the crack up of the currency.»11

Por lo tanto, hay que concluir que la analogía de Huerta deSoto que relaciona la banca con reserva fraccionaria con la tra-gedia de los bienes comunales no es totalmente perfecta.

Es decir, incluso cuando se ha creado un banco central, aúnexiste un control a la explotación de la propiedad privada. Enuna situación de tragedia de los bienes comunales ideal, el incen-tivo consiste en explotar la mal definida propiedad tan rápidocomo sea posible para adelantarse a la posible explotación deotros. Sin embargo, incluso cuando existe un banco central queasegure su solvencia, no les conviene a los bancos con reservafraccionaria emitir los medios fiduciarios tan rápido como lessea posible. Hacer esto podría conducir a una hiperinflación sinfreno.12 Esta hiperinflación llevaría al colapso del sistema mone-

11 Véase Murray N. Rothbard, What Has Government Done to Our Money (5.ª ed.,Auburn, Ala.: Ludwig von Mises Institute, pdf. Edición online), p. 43.

12 Hay otro límite a la expansión crediticia que viene impuesto por la opiniónpública. Ésta puede influir en el comportamiento del banco central induciéndole amantener la expansión crediticia dentro de ciertos límites. Este es el motivo por elcual los bancos centrales dedican muchos esfuerzos a construir su credibilidad fren-te a la opinión pública.

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tario y a tensiones sociales que no redundarían en beneficio delsistema bancario.

Hay que subrayar que la hiperinflación es un fenómeno quedepende de la «opinión pública», o mejor dicho de las expecta-tivas del público. Es decir, los individuos creen que la inflacióncontinuará en el futuro y se deshacen de su dinero con rapidezimpulsando así la pérdida de poder adquisitivo y reforzando lainversión en «valores reales». La explotación de los bienes comu-nales, por lo tanto, tiene que ser diluida y llevarse a cabo concuidado. No obstante, la analogía de Huerta de Soto es muy útilpara comprender los incentivos, la dinámica y la naturaleza deun sistema de banca con reserva fraccionaria.

3. La democracia y Hoppe

Otra relación importante entre la escuela austriaca y la trage-dia de los bienes comunales se puede encontrar en el análisis queHoppe hace de la democracia. Hoppe señala que la combinaciónde la regla de «una persona-un voto» con el acceso libre al go-bierno democrático para cada persona adulta implica que cadapersona y su propiedad están al alcance y a disposición de lamayoría. Es decir, se crea así una situación de tragedia de losbienes comunales.13

Hoppe no profundiza en esta idea y no subraya los límitesque existen a la explotación de la propiedad mal definida en estasituación. No obstante, merece la pena investigar los posibleslímites de explotación para entender mejor las fuerzas que ac-túan en los procesos democráticos.

De hecho, en democracia los derechos de propiedad no seencuentran rigurosa y establemente determinados porque elpropio Estado, como monopolio de compulsión y coerción,

13 Véase Hans-Hermann Hoppe (2004).

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puede redefinir y cambiar los derechos de propiedad en cual-quier momento. Es decir, no se garantiza una definición clara,segura y estable de los derechos de propiedad.

Existe el incentivo para el ser humano, siempre impulsadopor su propio interés, de usar el libre acceso al gobierno y laregla «una persona-un voto» para explotar y expropiar la propie-dad privada de los demás. En las democracias modernas se sueleexplotar la propiedad privada mediante impuestos, regulacio-nes, la prestación de servicios para el Estado y la confiscacióninflacionaria. En otras palabras, en democracia cualquier indi-viduo puede acceder al gobierno y una vez en el gobierno ex-propiar la propiedad de los demás con impuestos, etc.

Además, en democracia se cumple otra característica de latragedia de los bienes comunales: dada la limitación temporaldel gobierno democrático, existe, en contraste con la monarquía,un incentivo a explotar la propiedad privada cuanto antes, por-que si no se aprovecha esta oportunidad ahora, el próximo yposiblemente distinto gobierno lo hará.

No obstante, igual que sucede en el caso de la banca con reser-va fraccionaria, la analogía con la tragedia de los bienes comu-nales en el medio ambiente, es decir, la tragedia de los bienescomunales ideal, no es perfecta, porque hay límites a la explo-tación de los derechos de propiedad. E igual que sucedía en elcaso de la banca con reserva fraccionaria, estos límites puedenexplicar la tendencia en las democracias a suprimir dichos lími-tes en la medida en que sea posible. Existen dos límites funda-mentales a la explotación de la propiedad no rigurosamentedefinida en una democracia: la competencia de otros Estados yla opinión pública.

El primer límite está constituido por la competencia de otrosEstados. Las democracias con impuestos más bajos y menosregulaciones impulsan a que la población de otros Estados másintervenidos emigre hacia ellas, por lo que se produce unatransferencia de propiedad hacia los Estados menos expropia-

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dores. Se podría decir que, análogamente a lo que ocurría en elcaso de la banca con reserva fraccionaria, los Estados se hallantambién en peligro de perder sus «reservas», proporcionadaspor los bienes de los ciudadanos objeto de expropiación estatal.La solución para las democracias, o los Estados en general, parasuperar este límite es análoga a la del caso de la banca libre conreservas fraccionarias: la formación de acuerdos, cárteles y fu-siones para «armonizar» la competencia entre sí y orquestar unaexpropiación simultánea y más intensa de la propiedad de losparticulares.14 Como los cárteles y los acuerdos libres no sonestables, han de vincular a las partes de manera legal. Por esolos Estados tienen el incentivo de establecer entre ellos víncu-los de tipo jurídico. Un ejemplo histórico muy ilustrativo de estaevolución hacia una «armonización» legislativa y la formaciónde una constitución está representado por la propia UniónEuropea.

Además, existe una opción más violenta y frecuentementeusada para impedir la competencia de otros Estados y así am-pliar la base de propiedad privada que puede ser expropiada yque, por supuesto, no existe en el caso de la banca con reservafraccionaria: la guerra. Irónicamente, se ha utilizado el miedo ala guerra, la táctica más violenta para eliminar el límite quesupone la competencia, para justificar la técnica de la «armoni-zación». De hecho, después de la Segunda Guerra Mundial seargumentaba a favor de una unión europea para evitar el ries-go de una nueva guerra intraeuropea.15 En suma, los dos, gue-rra y «armonización», sirven para deshacerse de la competen-cia entre Estados.

14 Por supuesto, esta tendencia se ve frenada por el problema que plantea lacesión del poder existente antes de la unión, alianza o federación de Estados, dadoque implica la renuncia parcial a la propia soberanía. Hülsmann argumenta quelos inconvenientes de la unificación pueden llegar a ser irrelevantes ante el miedoa la extensión de «quiebras» estatales. Véase Hülsmann (1997), pp. 81-96.

15 Por ejemplo, Helmut Kohl, canciller alemán, argumentaba así. Véase Hoppe(ed.), (2003), p. 169.

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El segundo límite más fundamental a la expropiación, es elde la opinión pública, que pone una limitación en dos sentidos.Primero, la opinión pública es esencial para todos los Estados,porque el poder es «un fenómeno moral y espiritual». «Un siste-ma duradero de gobierno debe basarse siempre en una ideologíaque la mayoría acepte.»16 Es decir, el gobierno democrático tieneque convencer a la mayoría de que la expropiación de la propie-dad privada es en su propio interés o al menos legítima.17 Unatáctica apropiada para lograrlo consiste en generar confusiónsobre quién resulta ganador neto y quién resulta perdedor netode las redistribuciones democráticas. Por eso es esencial para elgobierno promocionar la ideología democrática que mantiene,entre otros aspectos, que la expropiación de la propiedad pri-vada llevada a cabo por un gobierno elegido democráticamen-te es siempre legítima. Quizás una de las razones del éxito de lademocracia consista precisamente en que es más fácil convencera la mayoría de la población de que la explotación de la propie-dad privada por el Estado es legítima si es que se efectúa demo-cráticamente.

Además, la opinión pública establece un límite importante ala explotación de la propiedad privada: en las democracias lospolíticos desean, ante todo, ser reelegidos. Es decir, el gobiernono sólo tiene el incentivo de convencer a la mayoría de la pobla-ción de que la explotación de la propiedad es legítima, sino tam-bién de que, al menos el día de la elección, es mejor que la expro-piación siga en sus manos en vez de en las manos del partidoopositor.

La solución para reducir, al menos, el límite de la expropia-ción de los derechos de propiedad, constituido por la opiniónpública consiste obviamente en influir, modelar y formar la

16 Véase Mises, (2001) pp. 226 y 227.17 Algunas veces puede ser conveniente convencer a la mayoría de la pobla-

ción de la necesidad de cambiar o interpretar de diferente modo determinadasbarreras institucionales, constituidas por las leyes o las constituciones.

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opinión pública para acercarse a una situación de tragedia delos bienes comunales ideal, que es la situación más confortablepara los gobernantes. Por eso habitualmente el Estado controlae influye en la opinión pública a través de la educación, es de-cir, de las escuelas, institutos, colegios y universidades públicasy privadas. Además, juega un papel importante en los mediosde comunicación a través de numerosos controles, regulaciones,medios públicos, censura y licencias de los medios.

En resumen, la analogía de la democracia con la tragedia delos bienes comunales ideal no es perfecta, pero, como sucedíaen el caso de la banca con reserva fraccionaria, puede explicarmuchas tendencias existentes que determinan el comportamien-to de los gobiernos democráticos que tratan de remover los lími-tes a la expropiación de la propiedad privada mal definida ydefendida por el propio sistema político.

4. Conclusión

Hay que subrayar los interesantes paralelismos existentes en elanálisis de la banca con reserva fraccionaria y el análisis de la de-mocracia con la teoría de la tragedia de los bienes comunales. Enambos casos la analogía con la tragedia de los bienes comunalesen el medio ambiente no es perfecta, porque en la «tragedia ideal»no hay límites a la explotación de la propiedad no rigurosamentedefinida y el incentivo es el explotar esta propiedad cuanto antespara adelantarse a la explotación efectuada por los demás.

Por el contrario, en los casos de la banca con reserva frac-cionaria y de la democracia si hay límites a la explotación queson muy incómodos para los individuos que quieran disfrutarlibremente de la explotación de la propiedad no definida ade-cuadamente. Por eso, en los dos casos existen incentivos paraeliminar dichos límites siempre que sea posible, sin que se puedallegar a una situación de tragedia ideal. Además, los límites son

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muy parecidos y en los dos casos están constituidos por los dospilares de la competencia y la opinión pública.

Por lo tanto, el concepto de tragedia de los bienes comuna-les de tipo ideal, o bien, de tipo hardiano, puede servir comoinstrumento teórico para analizar en la realidad sistemas conderechos de propiedad mal definidos que están cerca de este tipoideal, pero que están restringidos por determinados límites, ypara entender, asimismo, aquellas fuerzas e intereses inheren-tes a los propios sistemas que tratan de superar dichos límites,aproximándose de este modo al supuesto ideal de «tragedia».

En suma, se puede concluir que el concepto y el término detragedia de los bienes comunales constituyen en una contri-bución importante de la Escuela Austriaca. Mises expuso el fun-damento teórico del concepto antes y de forma más completaque Hardin. Basándose en esta teoría, Huerta de Soto desarrollasu análisis de la banca con reserva fraccionaria para explicar lasfuerzas inherentes en este sistema para crear un banco central,y Hoppe impulsa con su analogía de la tragedia de los bienescomunales y la democracia un análisis paralelo en el campopolítico.

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139LA TRAGEDIA DE LOS BIENES COMUNALES Y LA ESCUELA AUSTRIACA

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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HOPPE, H.-H., Democracy - The God That Failed (New Brunswick, NJy Londres: Transaction Publishers, 3.ªed., 2002). Traducciónespañola: Monarquía, democracia y orden natural (Madrid: Edi-ciones Gondo, 2004).

HOPPE, H.-H. (ed.), The Myth of National Defense: Essays on the Theoryand History of Security Production (Auburn, Ala: Ludwig vonMises Institute, 2003).

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HUERTA DE SOTO, J., Dinero, crédito bancario y ciclos económicos (Ma-drid: Unión Editorial, 2.ª ed., 2002).

VON MISES, L., La acción humana (Madrid: Unión Editorial, 7.ª ed.,2001).

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Documentos

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143EL VALOR COGNITIVO DE LAS TEORÍAS FUNCIONALES DEL PRECIO

EL VALOR COGNITIVODE LAS TEORÍAS FUNCIONALESDEL PRECIO. INVESTIGACIONES

CRÍTICAS Y POSITIVAS REFERIDASAL PROBLEMA DEL PRECIO*

HANS MAYER**

1. Introducción

«Felizmente no hay nada en las leyes del valor1 que quede por acla-rar para cualquier escritor del presente o del futuro: la teoría sobre lamateria está completa.» «La teoría intrínseca del proceso de formaciónde precios no puede ser expresada de otra manera que por un sistemade ecuaciones simultáneas como el nuestro.» Aproximadamente unsiglo de desarrollo de la teoría económica separa la primera de estasafirmaciones, en la que el famoso John Stuart Mill sostiene la impor-tancia de su teoría del valor de cambio en el establecimiento de las le-yes del precio,2 y la segunda, su igual en certidumbre apodíctica, en laque Cassel intenta destacar convenientemente su propia teoría del pre-cio.3 En ese siglo, teóricos como Gossen, W. S. Jevons, Léon Walras, Carl

* Traducido al español por José Gregorio Díaz Bahamonde a partir de la versióninglesa publicada como capítulo 16 en Kirzner, I. (ed.) (1994) Classics in Austrianeconomics: A sampling in the history of a tradition (Londres, William Pickering, vol.2).La traducción del alemán al inglés fue realizada por Patrick Camiller que actuali-zó, cuando fue posible, las referencias. Para esta traducción también se tuvo a lavista el artículo de Mayer, «Il concetto di equilibrio nella teoria economica. Ricerchesulla trattazione matematica del problema dei prezzi» publicado en Bottai, G. yArena, C. (1937) Nuova collana di economisti stranieri e italiani, Vol.4 Economia pura,Turín, Unione Tipografico-Editrice Torinese, pp.645-799. La edición original de esteartículo fué publicada en alemán con el título de «Der Erkenntniswert derfunktionellen Preistheorien: Kristische und Positive Unntersuchunngen zumPreisproblem», en Die wirtschaftstheorie der Gegenwart, Hans Mayer (ed.), Verlag vonJulius Springer, vol. II, Viena 1932, pp. 147-239b.

** Antiguo catedrático de economía política en la Universidad de Viena.1 O valor de cambio en la terminología de la economía clásica.2 Principles of Political Economy (Londres, 1849), libro iii, cap.1, secc.1, p.5333 The Theory of Social Economy, 1.ª. ed., trad. por Joseph McCabe (Londres, T.

Fisher Unwin, 1923), p.138. Cfr. 2.ª. ed., trad. por S. L. Barron (Londres, 1932),pp.140-1

Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía Política,vol. I, n.º 2, Otoño 2004, pp. 141 a 261

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Menger, Böhm-Bawerk, Wieser, Pareto, Marshall y Wicksell —sólo paranombrar a los más significativos— han dedicado el trabajo de su vidaa resolver el problema central de la economía comercial: la formaciónde los precios. En la actualidad, algunos especialistas consideran lassoluciones ofrecidas por uno u otro de los dos sistemas anteriores comoverdades finales inamovibles, y ven todo trabajo adicional como partede la casuística de problemas especiales dentro de ellos. Sin embargo,otros, aunque admiren sinceramente estos resultados, sienten con másfuerza su carácter decepcionante e inadecuado, intentando encontrarsoluciones que satisfagan un propósito cognitivo más amplio.

Ahora necesitamos examinar más detenidamente dónde está lo ina-decuado y qué debería ponerse en su lugar. Para evitar cualquier malen-tendido, permítasenos decir primero que ello no se refiere a esas frasesgastadas que, por necesidad de un argumento sustancial, buscan cons-tantemente obstruir el progreso de la investigación. Por ejemplo, laobjeción de que una solución propuesta es «subjetiva» u «objetiva»como si aún hoy fuese permisible sostener, que las relaciones de valordel hombre hacia los bienes y la formación de los precios está determi-nada exclusivamente por factores objetivos o subjetivos. Otro ejemploes la caracterización como «materialista» o «idealista» del análisis decorrelaciones completamente orientado al conocimiento, etiquetas quemuchos aún consideran excepcionalmente «profundas». O incluso ladistinción entre teorías «individualistas» y «universalistas», que puedenser apropiadas para una actitud enjuiciadora (normativa) hacia las cosaspero que se vuelve carente de significado, artificial e ilusoria si se aplicaal trabajo teórico cuyo único fin es aclarar procesos de la realidad empí-rica.

Lo inadecuado en cuestión no está en la falta formal de unidad[Geschlossenheit] de los sistemas en el sentido de coherencia interna entreproposiciones. Al contrario, como veremos, muchos de ellos se distin-guen precisamente por su hermosa y sencilla «coherencia», lo que parael conocimiento actúa como una especie de cortocircuito: una dudosaaproximación a lo circular y a la tautología. Es más probable que muchossistemas exhiban una falta de unidad en el otro sentido de totalidad. Peroaunque los sistemas de teoría de precios así construidos carecieran formal-mente de fallos, lo que produce insatisfacción es su excesivamente estrechaaplicación a los procesos de la realidad económica. En una ciencia cuyoobjeto último es la economía empíricamente dada, el sistema formal-mente más completo pierde su utilidad en la medida en que los supuestostípico-ideales que están tras su construcción se desvían de las precon-

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diciones realmente típicas de la realidad. No es sólo que los resultadosproducidos por el aparato del sistema sean también discrepantes con losde la realidad económica; mucho más serio es el hecho de que el aparato,por la forma en que está construido, no puede reconocer y procesar ciertosproblemas presentes en el curso real de la economía. La investigaciónde los movimientos hacia el interior de la realidad económica requiereurgentemente una comprensión perspicaz del proceso de formación de losprecios, mayor de la que es posible obtener a través de modos de obser-vación puramente «estáticos» o a través de la simple descripción de lasrelaciones de precios que finalizan en un estado de equilibrio ya alcan-zado. Este aspecto insatisfactorio de las teorías existentes de los precioses inmediatamente evidente al notar que, precisamente en la últimadécada, se ha producido un cambio cada vez más notable hacia tratamien-tos estadísticos realistas de las correlaciones entre precios que se mueven;hacia la investigación de fenómenos en el desarrollo de los procesos eco-nómicos; y, más específicamente, hacia el complejo conjunto de cuestio-nes referidas al extremadamente «dinámico» problema de los ciclos ycrisis económicas, para cuya comprensión los sistemas hasta ahora esen-cialmente estáticos de las teorías de los precios se han mostrado inade-cuados.

Una clasificación de las modernas teorías de los precios, por sustareas cognitivas distintivas e instrumentos cognitivos apropiados, faci-litará la clarificación de sus méritos y defectos así como los límites desu poder explicativo. Pueden distinguirse dos tipos principales:

I. Teorías Genético Causales, que para explicar la formación de los pre-cios pretenden proporcionar una comprensión de las correlacionesde precios a través del conocimiento de las leyes de su génesis.

II. Teorías Funcionales, que por determinar precisamente las condicionesdel equilibrio, pretenden describir las relaciones de correspondenciaentre precios ya existentes en la situación de equilibrio.

Ambas son teorías «puras»: afirman que sus leyes (genéticas o estructu-rales) son necesarias y universalmente válidas, y tienen un carácter hipoté-tico puesto que el contenido de cada ley es un eslabón de un fenómeno concondiciones particulares. Si, como sucede a menudo, se desea considerar lo«empírico realista» así como lo «puro» bajo el concepto de teoría, sería nece-sario identificar un tipo adicional: las «teorías» estadísticas del precio. Peroesto confundiría completamente el concepto de teoría como un sistema deconocimiento necesariamente interconectado. Pues sólo un carácter empí-rico, no la necesidad, se añade en las regularidades descubiertas por la esta-

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dística: ellas acumulan material empírico para ser evaluado por medio dela teoría, pero no pueden ser en sí mismas teorías en el sentido estricto deltérmino. En este sentido, nada esencial cambian los maravillosos refina-mientos de los métodos estadísticos, por ejemplo el cálculo de correlacio-nes en el estudio de los movimientos en la economía, y especialmente el esta-blecimiento de conexiones «estocásticas» que reemplazan las característicasdistintivas de la necesidad por aquellas propias de una probabilidad a priori.

Pese a los ingeniosos argumentos de Sombart, es imposible cerrarlos ojos al hecho de que el escrutinio histórico de los precios, la descrip-ción de cómo emergieron una vez y se desarrollaron en casos concre-tos, es algo fundamentalmente diferente de la teoría.4

Casi no es preciso indicar que, de las numerosas variantes actualesde las teorías de los precios, difícilmente alguna corresponde a cual-quiera de los tipos básicos en toda su pureza. Todas están relacionadasentre sí, lo que resulta de su naturaleza como tipo ideal, y son aproxi-maciones más o menos cercanas. Esto no debe sugerir que tales tiposhíbridos provengan de un intento consciente de «síntesis» o de eclecti-cismo deliberado; más bien en esto puede verse la lucha por hacer pro-gresos en uno u otro sentido y de ahí, inevitablemente, la insatisfactoriaimpresión de falta de unidad orgánica del sistema. Posteriormente de-beremos dar una mirada crítica más próxima a las variantes más impor-tantes; aquí comenzaremos examinando, en principio, la especificidadde los dos tipos básicos y cómo se comparan en términos de la eficienciade sus resultados.

Indudablemente, el más antiguo de los dos es el tipo funcional, cuyaorganización está basada en el supuesto de que ciertas cantidades fácily directamente perceptibles —precios, salarios, interés y renta, o precio,oferta y demanda— «se establecen en equilibrio»: tienden hacia unarelación en la cual, si no son perturbadas desde fuera, buscan establecer-se a sí mismas una y otra vez. Es una pregunta abierta si esta idea deuna situación de equilibrio, que explícitamente o no siempre ha estadoen la base de las teorías del precio, surgió primero de la observacióndirecta de la constancia relativa de ciertas conexiones, o por analogíade procesos de la naturaleza (mecánicos u orgánicos), o del postulado

4 Ni el hecho de que la decisión del historiador de su objeto esté guiada porperspectivas teóricas, ni el que su exposición emplee conceptos establecidos por lateoría, significan que su propio trabajo sea teoría. Pero si va más allá de la descrip-ción de los hechos concretos e intenta demostrar su genética fundamental o susleyes estructurales, él no hace esto como historiador sino que construye teoría conmaterial histórico (útil o inútil).

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de una situación normal. De los primeros grandes constructores de sis-temas, los fisiócratas presentaron un sistema distintivamente cinéticode equilibrio, mientras el equivalente clásico (¡con su concepto de precionormal!) produjo uno que era estático al menos en su carácter básico.Nada esencial cambió como resultado del intento de establecer un so-porte causal en la teoría clásica de los costes laborales y la teoría de laoferta y la demanda que, de nuevo como factores genéticamente inde-pendientes entre sí, se supuso tienden hacia el equilibrio. La antiguateoría del equilibrio alcanzó la cima en el sistema de John Stuart Millcon el «descubrimiento» de que entre la demanda, el precio y la ofertano hay una relación causal secuencial sino que se determinan recíproca-mente entre sí como los componentes de un mecanismo.

La teoría de los precios explícitamente genético causal hizo su pri-mera aparición con el descubrimiento de Gossen y Jevons del signifi-cado del factor subjetivo para el conocimiento de los procesos econó-micos.5 Su necesidad fue fuertemente enfatizada por L. Walras (en elapoyo de los fundamentos de su sistema), pero en su resumen final delas relaciones de precios el «inventeur d’équilibre économique» lo aban-donó en favor de los principios funcionales. C. Menger la establecióepistemológicamente con claridad insuperable (en el famoso prefaciode su Grundsätze y en su Untersuchungen über die Methode derSozialwissenschaften und der politischen Ökonomie 6) y él, junto a Böhm-Bawerk, Wieser y gran parte de los teóricos de la «Escuela Austriaca»que realizaron trabajos adicionales sobre sus fundamentos, coherente-mente la incorporaron en su construcción de la teoría del precio.

Después que Cournot encontrara la manera de introducir formasmatemáticas de pensamiento y expresión en la economía teórica, sedesarrolló paralelamente una nueva teoría funcional que tenía ahora asu disposición, en el concepto matemático de función, el instrumentorequerido para el manejo preciso del fenómeno del equilibrio. Sobre esta

5 Intentos anteriores por incorporar la función del factor subjetivo en el surgi-miento de las relaciones de intercambio no llevaron a una teoría de los preciosconsistentemente desarrollada. Tales esfuerzos correspondieron a Bentham,Davanzati, Galiani, Genovesi, Turgot, Condillac, Soden, Auguste Walras, Hermann,Dupuit, Say y Senior.

6 Traducidos respectivamente como Principles of Economics, trad. por J. Dingwally B. F. Hoselitz (Glencoe, The Free Press, 1950) e Investigations into the Method ofthe Social Sciences with Special Reference to Economics, trad. por Francis J. Nock (Urba-na, University of Illinois Press, 1963). De la primera obra hay una traducción es-pañola publicada por Unión Editorial, Madrid, 2.ª edic. 1997.

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base, el trabajo de L. Walras y de Pareto produjo esos sistemas com-prensivos y maravillosamente coherentes que, a juicio de muchos delos teóricos actuales, hace que el modo genético causal de investigacióny presentación deba ser definitivamente sustituido. El problema epis-temológico de las relaciones causales, el éxito sin precedentes logradopor la limitación de la investigación a las dependencias funcionales enlas ciencias naturales exactas, y los ocasionales errores e infelices formu-laciones incurridas en la investigación aplicada —atribuibles más a losinvestigadores que al método como tal—, especialmente la exageradadiscusión acerca de «la causa» del valor y del precio (de la cual Böhm-Bawerk en particular no es inocente) cuando en realidad un complejode causas actúan juntas: todo esto ayudó a reforzar la creencia de quelas teorías genético causales del precio estaban obsoletas. Este rechazoencontró su expresión más profunda en la teoría de Pareto y en la largalista de escritores dedicados a desarrollos adicionales de la Escuela deLausana, en la teoría del precio de Cassel, en el sistema teórico deSchumpeter desde 1908,7 y también en Marshall aunque no de una ma-nera totalmente coherente.

No obstante, es evidente que, pese al respeto a los argumentos y alexamen crítico de los resultados logrados en ambas partes, actualmentese prepara un regreso al análisis genético causal. Parece que la aproxi-mación funcional ya ha extraído del problema del precio todo aquelloque podía extraer y, a menos que se abandone completamente la teoríarobusta y se esté satisfecho estableciendo únicamente regularidadesestadísticas, es necesario retornar al modo de pensamiento genéticocausal.

La teoría del equilibrio establece como tarea cognitiva el describirprecisamente las relaciones cuantitativas que se obtienen entre los pre-cios, la oferta y la demanda de todos los bienes en un mercado unificadouna vez que se alcanza un estado de reposo: es decir, una vez que nin-gún cambio adicional de bienes se lleva a cabo a través de actos de inter-cambio. Aunque esta situación nunca se produce en la economía empí-rica, y aunque incluso sus aproximaciones tan solo duran un momento,la teoría del equilibrio cree en ella porque con su cumplimiento todoslos elementos de la economía supuestamente tienden a establecer elobjeto cognitivo de la teoría de los precios. Por lo tanto, la teoría del

7 Das Wessen und der Hauptinhalt der theoretischen Nationalökonomie. Sin embar-go, puede concluirse de los numerosos trabajos posteriores de Schumpeter que élya no sostiene ese brusco rechazo a la problemática genético causal.

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equilibrio busca proporcionar la ley estructural o formal de la situaciónde equilibrio presentando las relaciones claras y recíprocas entre nive-les de precios y oferta, demanda y cantidades producidas, costes y asísucesivamente. Todos los elementos que recíprocamente mantienen elequilibrio en el estado de reposo son tomados como simultáneamentedados (es decir, existentes) o simultáneamente «conocidos» (en sentidomatemático). Ningún elemento está dado antes que otro: no hay co-nexión causal unívoca entre ellos, sino que todos se determinan mutua-mente. Se relacionan entre sí en una dependencia reversible completa,en «interdependencia general», como elementos variables de un siste-ma cerrado: si un elemento cambia en cantidad todos los demás seubican automáticamente en una relación de correspondencia. De estamanera se posibilita tratar las cosas geométricamente, pues la geometríarequiere establecer la ley formal de un objeto espacial presentando lasrelaciones mutuas entre elementos espaciales (puntos, líneas, superfi-cies). Y tal tratamiento realmente ocurre: en los casos más simples fijan-do directamente las posiciones respectivas de las curvas, y en los máscomplejos, a través de ecuaciones analíticas que dan un sistema simul-táneo que excluye el tiempo y la causalidad.

Se afirma que tales ecuaciones recogen la ley formal de la situaciónde equilibrio al fijar matemáticamente sus condiciones para el mercadolibremente competitivo (y mutatis mutandis para el mercado mono-polístico). Están así constituidas, por una parte por la definición de lasituación de equilibrio —cese del cambio (o en términos matemáticos, loscocientes diferenciales son iguales a cero)—, y por otra, por las leyes decambio a las que están sujetos los elementos del sistema relacionadosrecíprocamente (por el carácter formal de las curvas), que a su vez noson obtenidas ni de la experiencia ni por deducción. Como es bien cono-cido, estas condiciones deben ser no contradictorias e independientesentre sí, y dadas en tal número que sea posible establecer desde ellasprecisamente el mismo número de ecuaciones como de cantidades in-cógnitas presentes. Los representantes de la teoría del equilibrio de losprecios afirman que su mayor mérito es haber mostrado que, para losprincipales casos de competencia y monopolio considerados, precisa-mente hay tantas ecuaciones condicionales como incógnitas, y que con-secuentemente el nivel predominante de precios individuales y su in-terrelación no son accidentales sino que están fuerte e inequívocamentedeterminados en todo momento del tiempo.

Debemos ahora considerar que lo que las teorías del equilibrio pue-den ofrecer a nuestro conocimiento de la economía ya está dado, sin ex-

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cepción, por el «pensamiento calculador» en la preparación de las ecua-ciones. Entonces el proceso de conocimiento económico se rompe y lasdeducciones adicionales son dejadas al automatismo del aparato ma-temático, para comenzar de nuevo sólo con la interpretación de losresultados proporcionados por el aparato. Los resultados serán correc-tos —es decir, darán un cuadro preciso de correlaciones económicas—si las proposiciones empíricas o las deducciones que son la base de lapreparación de las ecuaciones son correctas. Por lo tanto, todo depen-de del contenido de las proposiciones que llevaron a la preparación delas ecuaciones. Pero aun si las relaciones expresadas en las ecuacionesno tienen un carácter de pura definición, ni contradicen directamentela experiencia, ni se contradicen entre sí, las soluciones derivadas delsistema de ecuaciones pueden tener muy diferentes significados parael conocimiento de la realidad económica. Este significado dependeráde si la observación que constituye la base del contenido empírico delas ecuaciones también se aplica a los factores elementales de la forma-ción del precio —cuyo carácter elemental o primario se apoya en estarpresentes aun sin referencia a los precios (por ejemplo, los factoresmentales que generan la demanda), mientras que los precios no pue-den existir sin ellos—, o si la observación está limitada simplemente arelaciones entre cantidades que resultan de la operación de tales facto-res elementales (por ejemplo, demanda efectiva y oferta efectiva y surelación con los precios), y por lo tanto está restringida a un mero fe-nómeno superficial tanto en los propósitos cognitivos como en las herra-mientas de explicación. En el último caso, es evidente la poca compren-sión que puede obtenerse del proceso de formación de precios y de sumovimiento. Para ser preciso, para estos propósitos cognitivos los siste-mas de ecuaciones simultáneas tendrían que perder su validez aúnsobre bases puramente formales, porque las relaciones expresadas enlas diferentes ecuaciones no pueden ser establecidas independientemen-te una de otra, sino que parcialmente una sigue a otra como un resulta-do de la combinación genética de los factores elementales.

El valor de las teorías matemáticas del precio no puede ser decididocon argumentos generales desde una opinión preconcebida que carecede evidencias, tales como: «la teoría de los precios debe presentarseen forma matemática porque la tarea es describir relaciones cuantita-tivas» o «no puede ser matemática porque la analogía mecánica esinapropiada al carácter orgánico de la economía». Es necesario seguirel camino más arduo pero seguro de someter los actuales tipos princi-pales de teorías matemáticas del precio a un análisis crítico detalla-

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do, cuyos resultados permitirán por primera vez enjuiciar los límitesde la capacidad de las matemáticas para abordar de forma fructíferael problema del precio.

El camino que seguiremos es suficientemente claro. Comenzandocon Cournot y John Stuart Mill,8 la línea asciende rapidamente desdeJevons hasta la cima de Léon Walras; es continuada a través de muchasramificaciones por Vilfredo Pareto y sus numerosos discípulos quecontinúan activos en diferentes países eslavos y de lengua romance. Lospaíses germánicos y anglosajones —donde, especialmente en Alemania,había mucho menos inclinación y comprensión por el análisis funcio-nal de los procesos económicos9— se aproximaron en mayor o menorgrado a la nueva corriente gracias a los trabajos de Edgeworth, IrvingFisher, Marshall, Wicksell y Schumpeter, aunque no iban exactamenteen la misma línea. Hoy en día, la presentación muy simplificada deCassel, con su eliminación máxima de problemas, ha adquirido unaposición dominante en Alemania.

Será útil a efectos críticos dividir en dos grupos a los principalesrepresentantes de las teorías en consideración: la antigua teoría del equi-librio (en sentido temporal más que evaluativo) representada por Jevonsy Walras, caracterizada por su intento de proporcionar una subestruc-tura causal al análisis funcional; y la más reciente teoría estrictamenteno causal del equilibrio de Pareto y Cassel. Cournot, que es un prede-cesor de ambas teorías, ocupa un lugar especial: el hilo conector levincula más a la nueva que a la antigua teoría del equilibrio.

8 Criticando teorías anteriores, Mill destaca que para la derivacion del precio«la idea de una ratio entre demanda y oferta está fuera de lugar y no es relevanteen la materia: la analogía matemática apropiada es la de una ecuación. Demanda yoferta, la cantidad demandada y la cantidad ofrecida serán igualadas». Principles,p. 547.

9 Mathematische Untersuchungen über die Theorie des Preises (1889) de Auspitz yLieben, y Mathematische Begründung der Volkswirtschaftslehre (1885) de Launhardt,no tuvieron un impacto significativo. Como es sabido, lo mismo es cierto del desa-rrollo de la teoría del equilibrio en el trabajo de Gossen quien sólo aplicó el análi-sis funcional y después fue celebrado como precursor de la escuela «psicológica».Como sucede con los trabajos principales de Léon Walras y V. Pareto, ¡no se haconsiderado necesario traducir sus obras al alemán!

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2. La teoría del precio de Cournot

El paso de la aproximación «clásica» inexacta al análisis exacto, mate-mático funcional («neoclásico»), fue completado por A. Cournot. No es queél mantuviese una posición esencialmente opuesta a la investigación delas conexiones causales, como Pareto y Cassel. Las consideraba tan comple-jas que afirmó: «Cuán lejos estamos de ser capaces de resolver, con plenoconocimiento de las conexiones causales, una serie de preguntas que sonintrépidamente decididas cada día.»10 Él habla de completo conocimientode las causas de los cambios en los valores, argumentando que lo principales conocer las leyes que ocasionan esos cambios.11 Y es consciente de quelos juicios basados en probabilidades, tales como son los proporcionadospor la estadística, son inadecuados: «simplemente, sólo el conocimientode las leyes especiales en un campo particular, en vez de un juicio en térmi-nos de probabilidad, puede establecer un juicio de certeza».12 Sin embargo,le es ajeno el problema genético de la formación del precio (sobre el su-puesto heurístico del trueque). Erróneamente lo identifica con el problemahistórico y así «la contribución de lo original, desencadenando fuerzas,parece completamente extinta [para Cournot]».13 Él presupone un merca-do constituido y un valor constante del dinero —de ahí que una serie deproblemas básicos de la formación de los precios sea excluida desde el co-mienzo— y propone «sólo un axioma o, si se prefiere, sólo una hipótesis:que todos busquen obtener el mayor valor posible de su propiedad o tra-bajo».14 Y entonces plantea el problema de manera opuesta a la de los Clá-sicos, para quienes el precio de mercado era una cantidad desconocida queintentaban deducir de la combinación de cantidades dadas: oferta y de-manda. El procedimiento de Cournot se ha vuelto tan importante para lasteorías funcionales posteriores que vale la pena revisarlo detalladamente.

«El precio de los objetos», sostiene la casi unánime opinión, «está enproporción inversa a la cantidad ofrecida y en proporción directa a la canti-dad demandada»15. «¿Cuál es el verdadero contenido de este principio?¿Es la idea de que el precio cae a la mitad si se dobla la cantidad de bienes

10 Rechechers sur les principles mathématiques de la theorie des richesses (1838), citadoaquí desde la traducción alemana (Jena, 1924), Prefacio, p. xxiii.

11 Id., p.17.12 Ibid., p.18.13 Ibid., p.35.14 Para Cournot, valor denota aquí valor de cambio.15 Ibid., p.35. Los siguientes comentarios clave están tomados del capítulo 4,

«Sobre la Ley Fundamental de la Demanda».

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vendidos? Entonces deberíamos ser más sencillos y decir simplemente queel precio es inversamente proporcional a la cantidad ofrecida. Pero esteprincipio ahora comprensible sería falso»16. No hay razones para que, a lamitad del precio, deba venderse exactamente el doble de cantidad. «Ade-más, ¿qué entendemos por cantidad demandada? Ciertamente no es la canti-dad que es realmente vendida ante la demanda de los compradores; el prin-cipio anterior llevaría a la absurda conclusión general de que mientras máscaro sea un bien, más se venderá. Pero si la demanda es entendida comoel vago deseo de poseer algo, abstraído de los límites de precio que cadauno establece para su demanda, entonces no hay ningún bien para el cualla demanda no pueda ser considerada infinita.17 Y si uno debe tomar encuenta el precio al que cada demandante esta dispuesto a comprar y cadaoferente a vender, entonces ¿qué significa el principio? No es una aseve-ración falsa sino que carece de significado». «Intentemos descartar los prin-cipios infructuosos. Normalmente, la demanda de un bien es mayor cuantomás barato. La venta o la demanda —para nosotros estos dos conceptos coin-ciden y no vemos bajo qué condiciones deberíamos considerar una deman-da que no tuviera su correspondiente venta— generalmente aumenta siel precio cae.»18 Y ahora viene el cambio radical: «Supongamos, entonces,que las ventas o la demanda anual D para cada bien es una función parcialF(p) del precio p de cada bien. Si la forma de esta función fuera conocidaobtendríamos la ley de demanda o venta.» Pero como la forma de esafunción «depende» de tantos factores «morales» que «no pueden ser ni con-tados ni medidos» (tales como, «obviamente, el grado de utilidad de unobjeto, la clase de servicio que desempeña, el placer que produce, las cos-tumbres y moral de cada nación, la prosperidad promedio y la manera enque la riqueza está distribuida») «no puede esperarse que esta ley puedaser expresada en un fórmula algebraica.» Más bien, sobre la base de obser-vaciones uno debe preparar una tabla de los valores correspondientes deD y p, y por interpolación construir una fórmula empírica o curva pararepresentar la función en cuestión. Si sobre esta base la solución al proble-ma aún no puede llevarse al nivel de la aplicación numérica —debido a lafalta de material estadístico exacto y abundante «y también por los cambiosprogresivos que sufre la ley de la demanda en un país que aún no ha alcanza-

16 Énfasis añadido.17 Énfasis añadido. Nótese la evidente contradicción con lo sostenido por Cournot

en la p.43 de su libro donde afirma que «el uso de un bien es siempre limitado, aun en elsupuesto de que sea absolutamente gratis» (precio cero). Ya Adam Smith argumentaba:«la demanda por comida de un hombre está limitada por su capacidad estomacal».

18 Énfasis añadido.

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do el equilibrio»19—, «estaría justificado, sin embargo, introducir la desco-nocida20 ley de demanda en los cálculos analíticos con la ayuda de un sím-bolo indefinido», pues «como es sabido, una de las más importantes tareasdel análisis es precisamente comprender ciertas relaciones entre magni-tudes que no pueden ser totalmente expresadas numéricamente o en fór-mulas algebraicas.»

De hecho, ciertas propiedades generales de diferentes funcionesdesconocidas —por ejemplo, crecer o decrecer ad infinitum, o ser repe-titiva, o ser real sólo dentro de ciertos límites— pueden conducir, conla ayuda de la expresión analítica, a relaciones igualmente generalesque difícilmente se hubieran descubierto de otra manera. La justifi-cación de la hipótesis de que la función F(p) de la ley de demanda escontinua — nótese que en esta deducción, Cournot siempre entiende pordemanda o ventas la demanda global y no la individual, y además noen un punto determinado del tiempo sino «la cantidad vendida anual-mente en el área de un país o mercado»21— procede del hecho de que«a mayor mercado y mayor variedad de necesidades, capacidades ycaprichos de los consumidores, más establemente cambiará la funciónF(p) con p». Inestabilidades ocasionales de la función F(p) pueden serinterpretadas como «fricciones» (¡el modelo para los «fenómenos friccio-nales» de la teoría moderna!) equilibradas con el intercambio. Reitera-damente, Cournot expresa su esperanza de que, con la ayuda de la in-formación ofrecida por las estadísticas, algún día la teoría estará losuficientemente avanzada para lograr soluciones numéricas.22

La teoría del precio de monopolio de Cournot, suficientementefamosa aunque no carente de críticas en el desarrollo de casos comple-jos,23 presenta una brillante aplicación de su recientemente formulada

19 Énfasis añadido. Cfr. p.43: «La ley de demanda también puede cambiar enel mismo período de tiempo, si el estado pasa a través de un repentino movimientode progreso o declive.»

20 Énfasis añadido.21 Ibid., pp. 40 y 43.22 El uso que hace Cournot de su función F(p) para derivar el precio al que el

valor de cambio agregado del volumen anual de ventas en la economía alcanza sumáximo (ibid., p.43) no ha sido considerado aquí, pues no presenta problemas enla teoría del precio moderna.

23 Véase el tratamiento dado en F. Y. Edgeworth, «La teoría pura del mono-polio», Papers Relating to Political Economy (Londres, 1925), vol.1, pp.111 y ss. Cfr.mi investigación en la formación del precio monopólico: «Preis, Monopolpreis»,Handwörterbuch der Staatswissenschaften, 4.ª ed., vol.6, llega a conclusiones diferen-tes a las de Cournot en el caso de monopolios parciales.

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relación D=F(p). También incluye una derivación de las relaciones entreprecio del producto y precio de los medios de producción,24 en la queuno puede encontrar en Cournot una aproximación muy interesante ysin precedentes a la problemática de la moderna «teoría de la imputa-ción»25 —eso sí, su derivación finalmente revierte en la antigua teoríaclásica de los costes y de la oferta. No es preciso efectuar aquí una expo-sición detallada de este tema, dado que analizaremos algunos de susaspectos particulares en la siguiente crítica.

Cournot no desarrolló una teoría general del precio (es decir, unateoría de la formación de los precios competitivos en su mutua co-nexión). Él mismo señaló lo siguiente: «Hemos investigado cómo la leyde demanda determina el precio de cada bien individual en conexión consus condiciones de producción.» «Examinamos los precios de los otrosbienes y el ingreso de otros productores como magnitudes dadas inmutables.»26

Cournot también merece elogios por concebir la primera noción deinterdependencia general de la que posteriormente Walras se hará cargode un modo sistemático. No obstante, debe ser señalado que Cournot—contradiciendo repetidamente su propio procedimiento en la soluciónde problemas parciales— apoyó una noción de dependencia total queno excluía la relación de causalidad, a diferencia de las visones metodo-lógicas de quienes han creado los sistemas más recientes de interde-pendencia: «En general, cambios en el sistema causados por un elemen-to tienen que mostrarse gradualmente en acción y en contra-acción a travésde todo el sistema.»27

Con la derivación y aplicación de las funciones de demanda deCournot hemos llegado al corazón de las teorías del equilibrio, y no mealejaré del tema del estado presente de las teorías del precio si pasamosa un examen crítico de su trabajo.

El valor cognitivo de un principio explicatorio —o, si se prefiere, de unprincipio que sirve para describir correlaciones como pretende hacer laley de la demanda de Cournot— depende de la amplitud del campo deproblemas en que prueba su valor, del mayor o menor número de proble-

24 Cap.9, «Sobre la colaboración entre productores».25 Cuando realicé mis investigaciones sobre el problema de la imputación desco-

nocía las indicaciones de Cournot. Ver «Zurechnung» y «Verteilung» , Handwörterbuchder Staatswissenschaften, 4.ª ed., vol.8; y «Die Wert-und Preisbildung derProduktionsmittel», Economia Politica Contemporanea, vol. 2 (Padua, 1930), pp.1-51.

26 Cap.11, «Sobre el ingreso social». Énfasis añadido.27 Énfasis añadido. Esto es opuesto a la determinación recíproca y simultánea de

los elementos entre sí.

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mas individuales que puede solucionar, o, en otras palabras, de la me-dida en que las relaciones que constituyen su contenido en forma de unaley tienen validez universal, permitiendo no sólo la solución de proble-mas parciales o particulares, sino también la agregación de todas esassoluciones parciales o áreas de conocimiento en un sistema unificado deconocimiento. Si al pasar de un problema a otro, un principio explicativonecesita regresar al material empírico para derivar relaciones adicionaleso leyes parciales, o para incorporar más «variables independientes» alsistema, será menos fructífero cara a la comprensión del conjunto decorrelaciones del área que se quiere analizar.

La «ley de la demanda» de Cournot es una relación empíricamenteestablecida entre cambios en el precio y cambios en la cantidad debienes vendidos. A partir de esta única relación obtenida de la expe-riencia («afirmación material») y de la hipótesis de que el vendedor«busca conseguir el mayor valor de cambio posible de su posesión»,Cournot deriva todos sus resultados por medios puramente deductivos,a través de juicios analíticos expresados en forma matemática. Perocomo Kant mostró claramente, los juicios analíticos («verdades concep-tuales») no pueden proporcionar ningún nuevo conocimiento de la rea-lidad, y puesto que los juicios sintéticos son posibles sólo en base a laexperiencia —como demuestra concluyentemente la epistemología mo-derna—28, todo lo que el sistema de Cournot puede ofrecer cogniti-vamente en relación al problema del precio proviene de una fuente: su«ley de la demanda». ¿Es suficiente esta fuente de conocimiento? ¿Pue-den las múltiples relaciones que vinculan los precios de los bienes a unadeterminación fija ser realmente comprendidas como una unidad pormedio de esa proposición empírica (el problema de la teoría del precio)?Inmediatamente resulta evidente que la base empírica de Cournot parasu «ley de la demanda» es demasiado pequeña para afrontar esta ampliatarea de la teoría general de los precios. En realidad, uno puede obser-var no sólo la relación base de Cournot entre precio y ventas sino tam-bién otras numerosas relaciones: por ejemplo, cambios en la venta deun bien con cambios en la estratificación del ingreso, o con movimientosen los precios de otros bienes, o con cambios en la naturaleza y en laescala de las necesidades de la población, etc. O puede constatarse cómoprecios y ventas varían juntos ante cambios en una tercera magnitud—la escala de producción, el precio de los medios de producción, cam-

28 Véase M. Schlick, Allgemeine Erkenntnislehre, 2.ª ed. (Berlin, 1925).

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bios en la tecnología, etc.29 Pero no sólo en términos de contenido sinotambién temporalmente, cabe afirmar que el campo de observación deCournot es demasiado estrecho como para servir de fundamento parael conocimiento de las correlaciones de precios que se dan en el mun-do real. Su observación se extiendan sólo a procesos simultáneos sobreel mercado: la relación que él establece entre ventas y precios es tanatemporal como lo son las relaciones de la geometría analítica. Peroahora sabemos a partir de la experiencia que la asociación entre los cam-bios de las magnitudes que aquí nos conciernen suceden en el tiempo, a me-nudo en períodos considerables; y que elementos de las series en que tienelugar se ubican dispersos en el tiempo en un orden inmutable (¡rela-ción causal!). Así, si uno no considera los «efectos remotos» del cambioen uno de estos factores (precio, ventas, demanda, oferta, escala de pro-ducción, requerimientos, estratificación del ingreso, tecnología de pro-ducción, etc.), es imposible incluso con las deducciones más precisas(juicios analíticos), comprender las correlaciones de precios que se danen el mundo real. Pero este es precisamente el procedimiento de todala teoría «estática» del precio y de su padre Cournot. Y es por esto queel proceso de formación del precio permanece impenetrable para él.

¿En base a qué, entonces, Cournot eligió arbitrariamente la relaciónentre precios y ventas de entre toda la lista de posibles vínculos exis-tentes entre los precios y otras «magnitudes»? Indudablemente, en basea razones de mera utilidad o conveniencia. Porque esa relación tratamagnitudes directamente «tangibles», numéricamente disponibles, ypor lo tanto es susceptible de un tratamiento matemático exacto. Perotal conveniencia en términos de exactitud y simplicidad no coincide conla conveniencia en términos de rango cognitivo —como el propioCournot tuvo finalmente que admitir. Prueba su valor sólo para la so-lución de problemas individuales, aislados, de una clase muy especial:en la derivación del precio de monopolio donde los supuestos estánmuy simplificados, y en el cálculo del precio competitivo para un bienindividual, donde los precios de los otros bienes y especialmente de losmedios de producción son siempre considerados como dados. Es decir,en la descripción de un equilibrio parcial estrechamente definido, perono en la determinnación del precio de mercado de equilibrio general.

Esta incapacidad de la función de demanda de Cournot como herra-mienta para explicar la formación del precio, ya está presente en la

29 W. C. Mitchell no está errado al hablar del «problema proteico de la oferta yla demanda». Business Cycles: The Problem and Its Setting (National Bureau ofEconomic Research, Inc., Nueva York, 1927), p.154.

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propia forma en que la misma es obtenida. No efectuaremos objecio-nes al postulado de que la curva debe ser siempre continua: lo contrariosería muy enojoso cara a los desarrollos matemáticos adicionales, aparte de que los viejos matemáticos tradicionales dirían simplementeque cualquier curva «racional» debe ser continua (evidentemente, elmismo axioma que el expresado en el ya abandonado Natura non facitsaltum). De todas maneras, en el caso de Cournot —que trabaja con lacurva de demanda agregada de un área completa de la economía y serefiere a las grandes disparidades de ingreso, propiedad, necesidades,gustos, etc., entre la población— los fundamentos para la continuidadde la curva están elaborados de un modo más apropiado que en loscontradictorios y exageradamente sutiles intentos, de justificar la conti-nuidad de las curvas de demanda individuales de algunos recientesteóricos del equilibrio.30 El punto crucial es que, como Cournot tuvoconfesar, la única declaración general que fue capaz de hacer sobre elcarácter formal de las curvas fue que, si simultáneamente los precios cam-biantes se dibujan en el eje de las abscisas y las cantidades vendidas serepresentan en las ordenadas, entonces las curvas van de izquierda aderecha de la abscisa. Pero esto significa que para cada bien tiene quedeterminarse la forma concreta de la curva —y todo depende de laforma concreta, pues con cada cambio la relación precio-ventas se alteracompletamente. Así, para Cournot no puede haber una fórmula exactadada la multiplicidad y diversidad de las condiciones que interactúan:debe ser determinada con ayuda de las estadísticas en cada caso parti-cular, para cada bien y cada mercado en cada momento del tiempo (quees precisamente como se hace hoy casi un siglo después: un grupo delos actuales teóricos del equilibrio y muchas instituciones se dedican apreparar estadísticas de los movimientos de precios de todos los bienespara obtener el carácter formal de las curvas, hoy conocido con el nom-bre de elasticidad de la demanda).31

¿Qué se ha logrado con este nuevo punto de partida? Los economis-tas clásicos identificaron una dependencia funcional entre demanda ab-

30 Esto se discutirá en mayor medida al analizar, posteriormente, la teoría delos precios de Pareto.

31 Uno puede ver la diferencia. Para los matemáticos y fenomenólogos la formade la demanda (estadísticamente establecida) es también su «ley», y esa «ley»cambia de lugar en lugar y de momento en momento. El no fenomenólogo quisieraconocer más y se pregunta qué determina el rumbo de la curva. Si no se le despa-cha con la réplica de que tal pregunta es inadmisible, deberá conformarse con unasimple respuesta: «las estadísticas».

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soluta y precio, por una parte, y entre oferta y precio, por otra, aun sinutilizar una formulación matemática exacta. Cournot estableció en for-ma exacta una dependencia funcional entre precio y demanda efectiva.Ambas relaciones corresponden a la experiencia y no se contradicen entresí. Pero los clásicos no estaban satisfechos con eso: buscaron el vínculoentre los precios de todos los bienes diferentes: aquella ley que regula cómolos valores de cambio de todos los bienes se relacionan entre sí. Podían conti-nuar preguntándose y buscando esto debido a que el uso que hacían dela demanda y oferta absolutas les permitía buscar hacia fuera sus deter-minantes. También fueron capaces de construir otras relaciones más am-plias en el sistema y pensaron haber encontrado una de ellas entre el valorde cambio de los bienes y el desembolso efectuado en costes laborales.Pero entonces Cournot ignoró inmediatamente la cuestión relativa a laexistencia de una relación más amplia al considerar que los precios es-tuvieran dados como variables independientes, y colocar la demanda efec-tiva (es decir, el volumen de ventas) en relación a ellos. Para Cournot sólohay curvas aisladas (relaciones precio-ventas) para cualquier bien; y lacuestión relativa a los determinantes de la demanda efectiva es ignora-da en base a que ésta es una función del precio que en teoría no puede serdeterminada de modo más preciso. Determinarla teóricamente es demostrarla relación general de la que deriva la respectiva forma concreta de la fun-ción de demanda. Se supone aquí «el conocimiento de las leyes que oca-sionan los cambios en el valor», que estaría a su vez determinado por el«conocimiento de las leyes especiales de la materia» a la que esas causaspertenecen. Pero en vez de investigar estas desconocidas «leyes especialesde la materia» —que, de hecho, se convierten en las leyes de la formacióndel precio en la medida en que sean decisivas para la forma de la función dedemanda—, Cournot queda satisfecho con sus referencias a las estadísti-cas. En cada caso concreto, deja sin analizar un material empírico enbruto, en lugar de estudiar las leyes que sólo pueden ser adquiridas através de un análisis del material empírico más comprehensivo y amplio.En vez de la formulación de relaciones definidas, universalmente váli-das, somos remitidos a los «hechos brutos».32 Eso significa nada más y

32 Así, cuando llega a las cifras de demanda obtenidos estadísticamente, quecorresponden a los diferentes niveles de precios para cada bien (así como al valorde la moneda), Cournot puede incorporarlas en su sistema sólo en forma de «datos».Pero la evolución completa de las ciencias exactas —como Henri Poincaré ha mos-trado en su Science and Hyphotesis (Londres, 1905)— tiende crecientemente a diluirlas cantidades que han sido tomadas previamente como datos o «constantes», sepa-rándolas en relaciones de factores variables.

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nada menos que abandonar completamente el intento de llegar a una so-lución teórica al problema.

Aquí podemos ver el carácter completamente inadecuado del puntode partida. La «ley de la demanda» es supuesta para proporcionar larelación fundamental a partir de la cual pueda derivarse el vínculoexistente entre los precios y la demanda de cada bien. Pero esta ley cam-bia (como Cournot tuvo que afirmar explícitamente) de lugar en lugar,de tiempo en tiempo, de bien en bien, y estos cambios de la «ley» sonsólo descubiertos por las estadísticas; nada puede decirse acerca de laley que ocasiona cambios en la «ley de la demanda», es decir, en el ca-rácter formal de las curvas de demanda. Pero una «ley» que cambia deacuerdo con circunstancias externas no puede contener una relación fun-damental porque no formula ninguna conexión universalmente válida,independiente de un tiempo y lugar concretos. De hecho, no es una leyen el sentido estricto del término sino que sólo proporciona al investiga-dor la tarea de descubrir la ley que gobierna los cambios en esa seudo-ley a causa de las alteraciones en las circunstancias externas. O, expre-sado en términos matemáticos, sólo deja el problema de descubrir lasvariables independientes respecto a las cuales aquellas que se han supues-to como independientes en la «ley de demanda» de Cournot —preciose implícitamente las cantidades demandadas— son ellas mismas mag-nitudes que varían. Sólo entonces se habría establecido la ley que pro-porciona las cambiantes relaciones precio-demanda de todos los bie-nes y así las correlaciones globales de precios y demanda para todoslos bienes (como Jevons, Walras y los austriacos han tratado de hacercon sus leyes de la constitución de la demanda por necesidades, califi-cadas por algunos como «psicológicas», o Edgeworth, Irving Fisher yPareto con sus leyes estructurales del análisis de curvas de indiferen-cia). Sólo entonces se habría descubierto una magnitud que, más quedeterminada por un sistema elaborado, sería en sí «determinante delsistema».33 (El término sistema es utilizado aquí en un doble sentido:por una parte, como el sistema de precios reales y demanda cuantita-tiva predominante en la realidad del mercado; por otra, como el esque-ma teórico adecuado para ese sistema y que sirve para explicarlo).

33 Sin embargo, tal determinante del sistema está presente en el trasfondo, in-troducido a modo de polizón en el libro de Cournot: es el buen, antiguo y vacíoprincipio económico de que «todos buscan obtener el mayor valor posible [valorde cambio] de su propiedad o trabajo». Esto sólo tendría sentido si el valor de cam-bio agregado —es decir, las relaciones de precio y coste de todos los bienes— estu-viese dado. Pero en ese caso no necesitaría ser deducido.

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Pero si la ley de la demanda de Cournot fracasa completamente comoherramienta para determinar los precios competitivos en sus mutuas co-nexiones, se ha probado enteramente exitosa —como Cournot mostróde manera magistral— para solucionanr el problema estrechamentedefinido de la derivación del precio de monopolio, en los casos mássimples de monopolio completo y control sin coste para el monopolis-ta sobre el bien monopolizado. Sin embargo, precisamente el mismo re-sultado puede ser obtenido sin un análisis tan elevado34, y en cualquiercaso este problema especial no tiene tanto que ver con la economía so-cial como con la economía individual: se trata de un simple problemade cálculo de beneficios. La tarea aquí es descubrir los precios a los que elempresario monopolista obtiene la mayor ganancia total —entendidacomo el producto entre el precio unitario y las ventas a ese precio [pF(p)debe estar en su máximo]— por lo que se supone que el cambio en las ven-tas al modificar el precio es ya empíricamente conocido y así la solución del pro-blema económico social ya está dada. Es aun más evidente que cuando la«ley» de Cournot va más allá de las cuestiones sobre el cálculo econó-mico privado35 ya no es efectiva en el siguiente caso elemental queaborda: el del monopolio total con costes de producción. Aquí, aparte deque las cantidades vendidas varían con los cambios en el precio (funciónde demanda), los costes del monopolista «que deben ser pagados»36

también determinan los ingresos máximos netos. Pero se supone queestos costes están dados desde fuera —por los precios de los recursosproductivos que ya se han formado de alguna manera en el mercadocompetitivo en que el monopolio está inserto. La determinación mate-mática que Cournot da aquí para la «ley» de cambios en los costes enfunción de los cambios en los precios del producto monopolizado —esdecir, para la construcción de la curva de costes —realmente no puedeser considerada en absoluto como una derivación de los precios y de loscambios en los precios de los factores de producción (costes). Cournot estable-

34 Como he intentado mostrar en mi artículo «Monopolpreis», Handwörterbuchder Staatswissenschaften, 4.ª ed.

35 El ajuste económico privado a la meta de maximizar el valor de cambio totales aplicado por Cournot a la economía como un todo (al respecto, véase en líneasposteriores el interesante paralelo con Cassel). «La construcción de una tabla conestos valores [es decir, los valores de p para cualquier bien donde el producto pF(p)es el máximo] podría ser leída y sería el trabajo más original de la más completapreparación práctica para resolver las preguntas referidas a la teoría de la riqueza»(p.44).

36 Ibid., p.48.

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ce la relación entre su supuesta ley fundamental, D=F(p), y los costes ha-ciendo que éstos —que explícitamente excluyen el gasto financiero totalpara una cantidad dada de producto (D)— dependan de las ventas, de-jando indeterminado el momento de su ocurrencia. Por lo tanto, los cos-tes se convierten en otra función (F) de D —en cuyo caso, como diceCournot, costes y cantidades vendidas son funciones de la única variableindependiente, p. En sí misma, esta podría ser una noción correcta —quelas modernas teorías «subjetivas» han alcanzado por un camino dife-rente y con una mayor especificación en el contenido de la relación—siempre y cuando, primero, se renuncie al principio general en que elprecio de un producto individual se supone siempre que es la variableindependiente (ya dado), y segundo, lo cual es aun más significativo eneste contexto, que (con sus supuestos) Cournot fuera realmente capazde —y estuviera dispuesto a— deducir una ley indicando que el preciode los medios de producción cambia en función del precio del produc-to. En vez de esto, sin embargo, Cournot se da por contento con que laforma de la función (curva) de costes sea determinada por su ley técni-ca perfectamente comprendida y formulada del crecimiento en funciónde los rendimientos decrecientes, crecientes y constantes.37 Pero si sebasa la construcción de la curva de costes en el hecho de que en la ope-ración de la ley (técnica) de rendimientos decrecientes, una cantidad adi-cional de producto puede ser producida sólo con, por ejemplo, el dobledel número de horas de trabajo pagadas, y por lo tanto los «costes» seduplican, y se establece de esta forma la relación entre cambios en el pro-ducto, e indirectamente entre el precio del producto y el gasto en «cos-tes» en el sentido de pago por varias cantidades de medios de produc-ción, entonces el precio de los factores de producción (en el ejemplo, eltrabajo) evidentemente no ha sido derivado en absoluto. Más bien se su-pone ya dado en otro sitio por formación competitiva de precios, de modoque la solución del problema se debilita seriamente. Sólo en un casoCournot parece ofrecer una determinación de los precios de los mediosde producción: cuando se trata de medios específicos de producción queun monopolista puede usar únicamente para producir un artículo par-ticular. Es también el caso en el que Cournot demuestra se derivan losprecios de los medios de producción a partir de los precios de los pro-ductos,38 aproximándose aquí al problema de la imputación como yahemos dicho antes.

37 Ibid., pp. 50-2.38 Ibid., pp. 86 y ss.

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Dado que pese a su inusual apariencia, este punto es crucial para laefectividad del procedimiento de Cournot, debemos revisarlo más dete-nidamente. Cournot se pregunta cuáles son «las leyes según las cualeslos diferentes productores de un bien distribuyen los rendimientos obte-nidos sobre la base de la ley de la demanda del producto final». Tome-mos dos materias primas, cobre (a) y zinc (b), y supongamos que sólopueden ser utilizadas para hacer un producto: bronce (a b); las canti-dades de cobre y zinc contenidas en la unidad de medida del bronce(coeficientes de producción) son m1:m2; cada una de las dos materiasprimas es producida por un monopolista; hacemos abstracción de loscostes de producción de cada materia prima y de los costes de elabora-ción del producto final. La pregunta es cómo, sobre estos supuestos, elprecio del producto (p) es repartido entre los precios de los dos recur-sos productivos (p1 y p2). Esto plantea el problema de la formación delos costes de producción —es decir, de los recursos productivos— enuna economía comercial. Cournot concluye que , con sus supuestos, elresultado debe ser m1p1=m2p2=p/2; por lo que «los rendimientos sondistribuidos en partes iguales entre los dos monopolistas». «Y en reali-dad», añade, «no hay razón para que la distribución fuese desigual,beneficiando a uno en perjuicio del otro.» Sin embargo, si se piensa enlos factores que operan en el mundo real de la economía, es obvio queel planteamiento de Cournot sobre la determinación unívoca de losprecios de los dos medios de producción es cuestionable. En realidadla solución permanece completamente indeterminada. Los productoresdel bien (a b) pueden pagar por (m1+m2) hasta el total del precio de suproducto, p; pero deberán pagarlo completamente si existe competenciailimitada entre ellos. Sin embargo, el modo en que p es repartido entrem1 y m2 es completamente irrelevante para el productor. Si tuviera quepagar más por m1 puede gastar proporcionalmente menos por m2. Porotro lado, están los monopolistas A y B, cada uno de los cuales luchapor obtener las máximas ganancias de la venta de su materia primatratando de asegurar la mayor proporción posible del precio del pro-ducto final (p) para su propio precio. Quien tenga o no éxito, cuál delos dos obtiene la mayor participación de p para su materia prima ycual se conforma con el resto, permanece completamente abierto, econó-micamente hablando. El problema coincide con uno planteado en lateoría de la imputación de Böhm-Bawerk, donde hay una única combi-nación de dos factores con coeficientes de producción fijos, sin solucióndefinitiva. Si Cournot piensa que «no hay razón para que la distribuciónfuese desigual, beneficiando a uno en perjuicio del otro», podemos

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responderle que no hay razón para que la distribución sea equitativaentre ambos, lo que es igual de correcto.39

Igualmente indeterminada queda la solución al otro problema plan-teado por Cournot: cómo determinar los precios de las dos materiassuponiendo que ambas sean adecuadas para muchos usos diferentes.Cournot deja esto a un lado comentando que «las ecuaciones parecendemasiado complejas para obtener conclusiones de ellas»

Todas las otras deducción de Cournot suponen que los precios delos medios de producción y sus cambios ya han sido dados en algunaparte, independientemente de la función básica D=F(p). Esto es espe-cialmente cierto en sus investigaciones sobre el efecto de los cambiosen los costes de producción sobre los movimientos de los precios (elprecio es hecho dependiente de los costes de producción);40 no habríainconsistencia alguna si la determinación de tales costes como funciónde algunos precios de producción hubiera sido de mostrada previamen-te más allá de toda duda, lo que no es el caso. Ya que, además, la corre-lación fundamental basada en una ley, entre precio del producto y pre-cio de los medios de producción no es tratable con el procedimientode Cournot, es claro que su ley D=F(p) solo tiene un valor explicativolimitado.

39 Cournot piensa que puede derivar una solución unívoca de las siguientesecuaciones. Si D representa el volumen de ventas o de producción del productor oproductores del bien (a b), y D1 y D2 son las demandas efectivas de esos produc-tores por las materias primas a y b, entonces:

p = m1p1+m2p2D = F(p) = F(m1p1+m2p2)D1 = m1 F(m1p1+m2p2)D2 = m2 F(m1p1+m2p2)Y los valores de p1 y p2 son determinados por las dos ecuaciones d(p1D1)/

dp1=0 y d(p2D2)/dp2=0, que expresan la condición de máximo rendimiento paracada uno de los dos monopolistas propietarios de las materias primas. A partir deestas últimas ecuaciones, Cournot también considera que cada uno de los dos mo-nopolistas al variar su precio independientemente del otro puede modificar la canti-dad de sus ventas de materia prima que hace que sus ingresos por ventas (preciopor cantidad) sean máximos. Pero este supuesto es completamente injustificado yes, en realidad, no empírico. Si A redujese su precio p1, es muy improbable que Breduzca a la vez su precio p2 con el propósito de que p cayera, D aumentara y portanto D1 y D2 crecieran de nuevo. Es mucho más probable que cada monopolistase diga a sí mismo: «¿para qué voy a reducir el precio de mi materia prima si conello no aumentaré mis ventas ni mis ganancias y la participación del otro mono-polista en p crecerá a mi costa?». Pero entonces numerosos «equilibrios inestables»son posibles y la solución al problema permanece abierta.

40 Ibid., p. 80 y pp. 53-5, 74 y ss., 98, etc.

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Así, el salto radical que Cournot vio entre la escuela clásica y su pro-pia teoría sólo constituyó un avance parcial. Al comenzar desde unarelación entre magnitudes calculables, empíricamente dadas (funcionesde demanda), estableció la posibilidad de tratar exactamente ciertosproblemas especiales, estrechamente definidos. Pero como resultado delnuevo punto de partida, el desarrollo de una correlación general verda-dera en la economía social tuvo forzosamente que abandonarse. Puestoque las relaciones o herramientas explicativas que los economistas clási-cos requerían para su tarea cognitiva más amplia eran diferentes deaquellas que Cournot necesitaba para su tarea más estrechamente defi-nida, su aguda polémica contra el uso de los conceptos de oferta ydemanda en la teoría clásica es injustificada e induce al error.

Por oferta y demanda Cournot entiende oferta efectiva y demandaefectiva, con precios que se suponen ya dados. Ya que sobre estos su-puestos «oferta» y «demanda» coinciden entre sí y con las ventas, lostres conceptos se hacen idénticos y una explicación del precio en térmi-nos de sus efectos recíprocos debe llevar a tautologías. Con toda la agu-deza que pudiera desearse, esta visión de la oferta y la demanda apa-rece en las exposiciones de los mas modernos teóricos del equilibriocomo Pareto («en economía política es costumbre distinguir entre lacantidad de bienes que un individuo, habiendo llegado al punto deequilibrio, ha entregado y lo que ha recibido; lo primero es llamado suoferta, lo segundo, su demanda»41) y especialmente A. De Pietri-Tonelli(«en efecto, la oferta estará constituida por la cantidad entregada y nopor la cantidad ofrecida, y la demanda está constituida por la cantidad reci-bida y no por la que es demandada»42). Pero cuando los clásicos decían quela oferta y la demanda determinan el precio de mercado, tenían enmente la oferta y la demanda absolutas, que sin duda tienen una fun-ción explicativa siempre y cuando sean cuidadosamente analizadas(aunque debe indicarse que los economistas clásicos no completaronel necesario análisis de la oferta y la demanda). El mayor de los Walrasllamó la atención sobre este punto con gran perspicacia.43

41 Vilfredo Pareto, Manual of Political Economy, trad. por Anne S. Schwier, cap.3(Nueva York, Augustus M. Kelley, 1971), p. 162.

42 Traité d’économie rationelle (1927), pp. 204-5.43 «La demanda absoluta ... es la expresión de todas las necesidades agrupa-

das juntas; está siempre presente de modo tácito (pero no por ello menos tangible)para todas las cosas escasas que pueden contribuir al bienestar humano, en todosquienes son capaces de conocer y apreciar el deleite que producen, con abstrac-ción de los medios disponibles para obtenerlas. De modo similar, entiendo por la

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A pesar de algunas observaciones excelentes sobre las diferenteselasticidades de la demanda según el tipo de bien,44 Cournot bloqueael camino hacia una comprensión de los determinantes generales de losprecios (y así a una explicación de sus correlaciones generales). Pode-mos ver esto en su afirmación de que mientras «el concepto abstractode riqueza o valor de cambio está determinado y por lo tanto es apropiadopara un desarrollo exacto», no es el caso con los conceptos de «utilidad,escasez, adecuación para la satisfacción de necesidades y disfrute humano...,que debido a su naturaleza cambiante e indeterminada no pueden serusados como base para ninguna teoría científica. Porque todos estimanla utilidad a su propia manera y no hay medida fija para la utilidad delos bienes.» Y «verdad o falsedad no son aplicables a los juicios referi-dos a la utilidad de los bienes: estas son preguntas de valoración queno son susceptibles de ningún cálculo o demostración lógica.»45 En talesreflexiones, Cournot pudo haber recordado sus propias palabras: «pues,como es sabido, una de las más importantes tareas del análisis es, pre-cisamente, comprender ciertas relaciones entre magnitudes que no pue-den ser completamente entendidas en términos puramente numéricoso incluso en fórmulas algebraicas»; o «lo que está involucrado aquí noes una relación cuantitativa sino una gobernada por leyes; las magnitudespueden, ciertamente, ser señaladas pero no medidas». Si él hubiera hechoeso, no sólo habría llegado a una valoración muy diferente de la funciónexplicativa de las leyes de la utilidad subjetiva para la teoría de la for-mación de los precios: habría pasado directamente a la construcción delas funciones índice de utilidad [ophelimity] de Pareto.

Y así, el círculo de los seguidores de Cournot en teoría exacta haampliado su forma matemática de expresión original al estudio de cómolos factores subjetivos operan en la formación del precio, y se ha movidomás allá del equilibrio meramente parcial a la derivación del equilibrioagregado de la formación de los precios.

palabra oferta esa oferta general y absoluta que en todos los tiempos y para todoslos países es nada más que la expresión de la cantidad de bienes escasos y limita-dos a disposición de los hombres, con abstracción de los medios con que cuentanalgunos para conseguirlos y de la necesidad del mayor número que no lo logra...La diferencia entre demanda y oferta absolutas y demanda y oferta reales [es decir,efectivas] es que estas pueden estar o no en equilibrio, pero ello no es cierto de laoferta y demanda absolutas... La oferta absoluta siempre es menor que la deman-da absoluta: nunca puede ser igual ni mucho menos mayor». Auguste Walras, Dela nature de la richesse et de l’origine de la valeur (París, 1832), pp. 235 y 237.

44 Cournot, op. cit., pp. 123-4.45 Ibid., p.4. Véase, posteriormente, la proximidad de Cassel a estas ideas.

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3. La teoría del precio de Jevons

W. S. Jevons, que no conocía la teoría de Cournot cuando escribióla primera edición de su obra,46 planteó primero el problema en térmi-nos genético-causales al proponerse investigar las leyes que gobiernanel proceso de formación del precio. Así, comenzó investigando los deter-minantes del precio que operan por el lado de la demanda. Mientrasque previamente la demanda había sido tratada como un agregado, élla dividió en sus componentes: las demandas individuales. Y buscandoformular la ley de la formación de la demanda individual en base a leyesde utilidad o valor subjetivo47 —una aproximación que, como es sabi-do, fue adoptada en forma casi simultánea e independiente por CarlMenger y Léon Walras, y antes que todos por Heinrich Gossen—, Jevonsya perfilaba las características esenciales de esas teorías que hoy la genteintenta etiquetar como «psicológicas».48 Como Walras, ofreció una sínte-sis distintiva y, debe decirse, extremadamente fructífera de la derivacióngenético-causal de las consecuencias y la aplicación del concepto me-cánico-matemático de equilibrio como representación. Esta síntesis deaproximaciones teórico causales y funcionales se hace evidente en laintroducción de Jevons al concepto de equilibrio en el prefacio a laprimera edición: «La Teoría de la Economía así tratada presenta unaanalogía cercana a la ciencia de la Mecánica Estática, y las Leyes delIntercambio se parecen a las Leyes del Equilibrio de una palanca, deter-minadas por el principio de las velocidades virtuales. La naturaleza dela Riqueza y el Valor es explicada por la consideración de cantidadesindefinidamente pequeñas de placer y de dolor, así como la Teoría dela Estática se apoya en la igualdad de cantidades de energía indefinida-mente pequeñas.»49 Su visión genético causal del problema fue expli-citada en su opinión de que Cournot —a quien, en general, tenía en altaconsideración— «no elaboró ninguna teoría última sobre el fundamento

46 Véase el prefacio a la segunda edición, W. Stanley Jevons, The Theory ofPolitical Economy (Londres, 1879).

47 «Las leyes que vamos a encontrar deben ser concebidas como teóricamenteciertas para el individuo... pero las leyes del agregado dependen, sin duda, deaquellas que se aplican a casos individuales.» Ibid., p. 52.

48 En el prefacio a la segunda edición de su libro, Jevons escribió acerca del trabajode Gossen (que no conocía al escribir la primera edición): «Desde esta exposición esmuy evidente que Gossen me había precedido completamente respecto a los princi-pios generales y el método de la teoría de la economía.» Ibid., p.xxxviii.

49 Theory of Political Economy, p. vii.

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y la naturaleza de la utilidad y del valor»,50 o en sus estudios sobre «elorigen del valor»,51 o en la disposición de relaciones no reversibles («loscostes de producción determinan la oferta; la oferta determina el gradofinal de utilidad; el grado final de utilidad determina el valor»52, o «queel valor del trabajo... debe ser determinado por el valor de lo que pro-duce, y no el valor de lo producido por el del trabajo»53). Su aproxima-ción genético-causal conforma la estructura completa de su análisis.

Como ya hace mucho que las conclusiones de Jevons se han conver-tido en moneda corriente de la teoría económica (por lo que puede supo-nerse que son de conocimiento común), y dado que aquí nos interesaexclusivamente evaluar su senda cognitiva y demostrar los problemasaún no resueltos (o aquellos sólo aparentemente resueltos), podemoslimitarnos a sus puntos más esenciales.

El punto de partida está en los sistemas individuales de deseos y enlas cantidades positivas o negativas de placer producidas por el con-sumo o el esfuerzo del trabajo. Estas constituyen los grados de utili-dad económica que Jevons, aunque inicialmente muy escéptico acercade la posibilidad de medirlos54 y convencido sólo de que eran comparables,trató como cantidades totalmente medibles en sus investigaciones pos-teriores.55 Él desarrolló la ley de la utilidad decreciente de subconjuntosfinitos dado un aumento en la cantidad de bienes (Ley de Gossen), porlo cual las curvas resultantes se supone que son continuas; formuló demanera ejemplar el concepto de grado final de utilidad que es básico paratodo su sistema,56 como «el grado de utilidad de la última adición... deuna cantidad muy pequeña, o infinitamente pequeña, al stock existen-te», o como coeficientes diferenciales (Du/Dx) de la utilidad agregada(u) obtenida a través del empleo de una cantidad total de un bien (x)como una función de esa cantidad.57 Con el establecimiento de la leyde la utilidad marginal decreciente generada por un aumento en la

50 Ibid., p. xxxi.51 Ibid., pp. 174 y ss.52 Ibid., pp. 179, en el curso de la contraposición entre su teoría y la de Ricardo.53 Ibid., pp. 179.54 Ibid., pp. 15. Todas las objeciones hechas por escritores posteriores a la no-

ción de que la utilidad puede ser medida, ya fueron anticipadas por Jevons.55 Por ejemplo, p.34, donde se exponen sumas y diferencias algebraicas de pla-

cer y dolor.56 «El grado final de utilidad es esa función sobre la cual la Teoría Económica

fundamentará un giro». Ibid., p.56.57 Ibid., p.55.

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cantidad de bienes, Jevons realmente descubrió una relación fundamen-tal que gobierna todas las economías, y es evidente que dicha ley debe,precisamente, ser constitutiva para la formación de la demanda. Peroesta única relación fundamental no es suficiente para la determinaciónde los precios. Ciertamente, proporciona la ley de la curva de deman-da de cada bien aislada de la formación del precio, pero no proporcionala ley para la correlación de todas las demandas y todos los precios delos diferentes bienes. Por eso, se requieren también otros determinantes.Jevons pensó que los había encontrado en lo que escritores posterioresllamaron «ley de la igualación de la utilidad marginal» o «ley del mismonivel de utilidad marginal». Y es extremadamente interesante —al tiem-po que ofrece una mejor intuición sobre la relación entre las teoríasfuncionales (del equilibrio) y las genético-causales— cómo a partir deaquí los caminos se separan. Todo lo desarrollado por Jevons hasta laley de igualación de la utilidad marginal coincidía con lo que losaustriacos desarrollaron con su enfoque puro en teoría causal. Tambiénel concepto de utilidad marginal, ya preparado en lo esencial por CarlMenger aunque no explícitamente formulado, fue derivado indepen-diente e íntegramente por Wieser. Pero los austriacos no llegaron a laley de un nivel uniforme de utilidad marginal.58 Ellos lo rechazaronexpresamente.59 Por otro lado, la ley del nivel de la utilidad marginal,como relación básica esencial para desarrollos posteriores, puede en-contrarse sin excepción en todos los economistas matemáticos que ope-ran con el factor subjetivo —ya sea en la manera elemental desarrolla-da por Jevons o, como en Walras y Pareto, en forma de una igualaciónde las utilidades ponderadas (es decir, divididas por el precio) de lasúltimas unidades de bienes adquiridas. Superficialmente, la diferenciaen la aplicación o no de esta «ley» por las teorías funcionales o causalesparece un detalle insignificante, especialmente si, como se verá en lassiguientes determinaciones del precio, hay muchos paralelos entre lasdos orientaciones teóricas. En realidad, sin embargo, la base está puestapara ese sistema de equilibrio que aparece de los últimos desarrollospuramente formales. Lo que John Stuart Mill dijo acerca de la teoría delvalor se aplica aquí literalmente: «El más pequeño error en ese temainfecta con errores correspondientes todas nuestras otras conclusiones;

58 Esto ya puede encontrarse en Gossen.59 Sobre este aspecto, véase mi artículo crítico «Eine neue Grundlegung der

theoretischen Nationalökonomie», Zeitschrift für Volkswirtschaft, Sozialpolitik undVerwaltung (1911).

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y cualquier vaguedad o nebulosa en nuestra concepción de ésta creaincertidumbre y confusión en todo lo demás.»60

Merece la pena tratar un poco más de esta «ley». Jevons la desarro-lló en su investigación sobre «la distribución del bien entre diferentesusos».61 El stock de un bien es dividido en x1 e y1 de acuerdo con «losdos usos diferentes» de que es capaz.62 Entonces, dado el deseo por lo-grar la mayor utilidad total posible, «cuando la persona permanece sa-tisfecha con la distribución que ha hecho, se sigue que ninguna altera-ción le produciría más placer; lo que implica decir que el incremento deun bien produciría tanta utilidad en un uso como en otro (¡!). Sean Du1 yDu2 los incrementos de utilidad que surgen del respectivo consumo enlas dos formas, ante un incremento del bien. Cuando la distribución estácompleta, deberíamos tener que Du1 = Du2 , o en el límite tenemos laecuación du1/dx= du2/dy que es verdadera cuando x e y son respecti-vamente iguales a x1 e y1. En otras palabras, debemos tener los mismosgrados finales de utilidad en los dos usos. El mismo razonamiento... evi-dentemente se aplicará a cualquier par de usos, y de ahí a todos los usossimultáneamente, de modo que obtenemos una serie de ecuaciones que esmenor en una unidad al total de formas de usar un bien.»63 Ese es el desa-rrollo. Jevons en seguida añade un comentario perfectamente correc-to: «A menudo deberíamos encontrar que estas ecuaciones fallan. Auncuando x fuese igual a 99/100 del stock, su grado de utilidad aún puedesobrepasar la utilidad añadida por el 1/100 restante en cualquiera delos otros usos. Esto significaría que sería preferible dar todo el bien alprimer uso. Puede quizás afirmarse que tal caso no sea la excepción sinola regla.»64 Y entonces Jevons se pierde completamente en una confu-sión de usos económicamente permitidos y técnicamente posibles: «Pues encualquier caso que un bien sea capaz sólo de un uso, la circunstancia esrepresentada teóricamente diciendo que el grado final de utilidad eneste empleo siempre supera al de cualquier otro empleo.»65 Jevons con-cluye esta parte argumentando que en tiempos de escasez «las cosasde gran utilidad en otros aspectos son implacablemente aplicadas a pro-pósitos extraños»; por ejemplo, que durante el cerco de Paris la pobla-ción comiese una gran cantidad de caballos porque los necesitaban más

60 Mill, Principles, pp. 532-3.61 Jevons, pp. 63-6.62 Ibid.63 Ibid., pp. 64-5. Énfasis añadido.64 Ibid., p. 65. Énfasis añadido.65 Ibid. Énfasis añadido.

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urgentemente para este propósito que para otros, aunque «un ciertostock de caballos tuvo que ser conservado como ayuda necesaria parala locomoción, de modo que la ecuación de los grados de utilidad nuncafalló completamente».66 Y con esto, Jevons parece haber finalizado com-pletamente con sus propias dudas acerca de la igualación de la utilidadmarginal, pues, en sus desarrollos posteriores en la teoría del intercam-bio, nunca duda en hacer el más extenso uso de esta «ley».

Tal fue el desarrollo del sistema elemental de equilibrio. De hecho, esta«ley» es fundamental para todas las teorías del equilibrio: si es válida, consti-tuye la relación de demanda de varios bienes que surge de cada sujetoeconómico. Es indiferente, entonces, si el problema del precio se planteade tal modo que las demandas se suponen como variables independientesrespecto a los precios de los bienes, o si los precios de diferentes bienes seasumen como cantidades dadas y las demandas de ellos son derivadascomo las variables dependientes. En la primera forma, se seguiría de laley (en la medida en que fuese válida) que cada sujeto económico demandaaquella cantidad de cada bien que hace que la utilidad marginal de sudemanda final sea la misma en cada categoría de bienes; en otras palabras,que los fondos disponibles para su demanda agregada individual (su renta)están divididos entre las demandas de varios bienes de tal modo que seobtiene la misma utilidad marginal en cada tipo de consumo. La adiciónde demandas individuales para cada bien genera una demanda socialagregada para los diferentes bienes en el mercado y las relaciones cuantita-tivas entre sí (de ahí las relaciones entre precios). De modo que el sistemade equilibrio general de los precios de mercado está determinado por estaagregación de los sistemas de equilibrio individual. Si, por otra parte, se co-mienza suponiendo que los precios siempre están dados, la ley de igualnivel de utilidad marginal tiene el efecto de que las demandas individualespara todas las categorías de bienes —y de ahí también la demanda socialagregada de los diferentes bienes— puedan ser determinadas. A partir dela división de los fondos disponibles para la demanda agregada del sujetoeconómico (su renta) entre varios bienes, se procura que la última unidadde dinero gastada, a los precios dados en cada categoría de bienes, ocasioneel mismo grado de utilidad en todas las categorías. En este caso, entonces,el precio de equilibrio en el mercado está ya predeterminado por los equi-librios de las demandas individuales que se apoyan en la igualación delas utilidades marginales.

66 Ibid., p. 66.

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Por lo tanto, resulta evidente que en los grupos de ecuaciones condicio-nales establecidas por los economistas matemáticos posteriores para ladeterminación de los precios de equilibrio, deben incluirse aquellas queestablecen que la ley del nivel de la utilidad marginal debe cumplirse, paracada sujeto económico, respecto a todos los bienes del mercado. Realmentepuede decirse que este grupo de ecuaciones es el único cuyo contenido esun juicio sintético, una afirmación acerca de los procesos o relaciones reales.Los otros dos grupos de ecuaciones condicionales en juego, (i) que trasobtenerse el equilibrio de mercado la suma de los bienes entregados y reci-bidos en el intercambio por todos los sujetos económicos (sumas y restas)es igual a cero, y (ii) que ingresos y gastos deben coincidir para cada sujetoeconómico involucrado en el intercambio (equilibrio presupuestario paracada individuo), lógica y matemáticamente no expresan nada más quejuicios de identidad. Es decir, los supuestos iniciales planteados (transfe-rencia compensatoria, tipos y cantidades dadas de bienes) no son modificadosen el mercado en el curso de la investigación.

Resulta ahora claro que si esta ley fundamental de la igualación delnivel de utilidad marginal no se cumple, el sistema teórico completode precios de equilibrio perdería su principal apoyo, y estaría comple-tamente indeterminado por el grupo (i) de ecuaciones condicionales.

3.1. La «ley del nivel de la utilidad marginal»

La cuestión del realismo de la relación básica expresada en esta leyes de decisiva importancia para la utilidad de los sistemas de preciosconstruidos sobre ella. Su derivación es la base necesaria para los si-guientes dos supuestos: primero, que todas las curvas de utilidad o dedeseos de cada sujeto económico tienen un carácter estrictamente conti-nuo para los diferentes bienes o circunstancias psicológicas, que sesupone están simbolizadas en esas curvas; y segundo, que las curvascoexisten, de modo que el problema de maximización para cada indivi-duo a través de su esfuerzo por conseguir la mayor utilidad o satisfac-ción total posible, puede resolverse sólo cuando asigna cualquier in-cremento en sus medios económicos de manera que asegura un igualcrecimiento en satisfacción o utilidad en todas las diferentes categoríasde necesidades (naturalmente, en la medida en que los factores técnicosno lo impidan). Evidentemente, usar tales medios para aumentar lasatisfacción de una categoría de deseos a costa de la privación en otra,significaría un menor crecimiento de la utilidad agregada que la que

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produciría incrementar la satisfacción en un mismo nivel en todas lascategorías. Se han hecho intentos por representar esta circunstanciapsicológica con toda clase de material ilustrativo. Me refiero al siste-ma de escalas coexistentes de deseos o utilidades en los economistasaustriacos (quienes, sin embargo, no postulan continuidad estricta); alsistema de curvas de utilidad y de deseos, continuas y simultáneamenteválidas, entre los matemáticos; al sistema de líneas de indiferencia suce-sivas a intervalos infinitesimales de Edgeworth, Irving Fisher y Pareto;y a esa simbolización más gráfica, ampliamente usada desde IrvingFisher, en la que un depósito de líquido con vasos comunicantes repre-senta los deseos por varios bienes, y el líquido, dados los cambios encantidad o la cambiante presión del depósito, siempre aparece al mismonivel, continuo y uniforme, de crecimiento o decrecimiento. Sin embar-go, también se puede intentar representar el supuesto estado de lascosas empleando parcialmente relaciones «tangibles», puramente exter-nas. Puesto que las mencionadas correlaciones son esencialmente menta-les, aunque si su inclusión pudiese parecer necesaria a investigadoressin prejuicios, el primer objetivo sería considerar la muy engañosa ysimplista acusación de «sobrepasar los límites» de la «psicología» y la«metafísica». Esta acusación fue hecha una vez por Pareto y se ha repe-tido a menudo con cierto placer, especialmente si evita profundizar enun problema difícil y legitima seguir utilizando tautologías en la super-ficie. Retornaremos a estos puntos posteriormente.

Para mantenerse en lo que es «visible», la idea consiste en tomar losconjuntos de consumo que contienen las diferentes clases de bienes, elabo-rados por los sujetos económicos individuales, y observar los cambiosen ellos. Según la hipótesis, cualquier pequeño aumento de la renta sedividiría en pequeños incrementos en todas las especies de bienes com-prendidas en el conjunto de consumo de los individuos; a su vez, cual-quier pequeña reducción de la renta mostraría un pequeño descensoen el consumo de todos los tipos de bienes. Y si en esta clase de «obser-vación» no se está satisfecho con el mero «hecho» de un alza o baja enla cantidad de todas las categorías de bienes sino que se desea establecerel alcance o los límites del ascenso o disminución en los tipos de consu-mo (lo que es necesario para preservar la ley de igual nivel de utilidadmarginal, y sólo es posible presentando el grado de utilidad marginalen los variados usos); y si, además, se desea evitar esa desaprobadadeterminación «psicológica» de las relaciones de utilidad marginal (queprocede de comparar intensidades de deseo directamente experimen-tadas y observadas), entonces nada permanece salvo la estratagema de

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«interrogar» a los sujetos económicos acerca de las relaciones de utili-dad que mantienen entre los incrementos del último bien en los dife-rentes tipos de consumo, de modo que la respuesta de nuevo pueda serla postulada ley de igual nivel de utilidad marginal. O de modo máspreciso, sólo queda suponer que es posible preguntarles, puesto queparece dudoso que tal truco sea practicable. Y esta es, verdaderamente,la forma en que proceden una serie de autores.67

Ahora bien, estas relaciones postuladas o fingidas de la ley del nivelde utilidad marginal, que, como hemos visto, constituyen los principalessoportes de los sistemas matemáticos de equilibrio, ¿coinciden verdade-ramente con relaciones existentes en el mundo real? Y si la respuesta esnegativa, ¿ello es tan sólo una imprecisión permisible o «simplificaciónestilizada» que no cambia nada sustancial y por lo tanto no deteriora elvalor cognitivo de los resultados obtenidos de esta manera (es decir, suutilidad para nuestra comprensión de la formación de las relaciones de pre-cios en el mundo real)? Así, tras desarrollar la ley básica (del nivel de lautilidad marginal) en forma simplificada, ¿no puede lograrse su aplica-bilidad a la formación del precio simplemente a través de una ley auxiliarque remueva las imprecisiones? De las siguientes consideraciones se des-prende que ambas ideas no son ni pueden ser ciertas.

Comencemos observando la segunda de las dos deducciones resu-midas antes: aquella que afirma estar basada en hechos externos «tangi-bles» (conjuntos de consumo). Es evidente de inmediato que la obser-vación del mundo real da un cuadro muy distinto. Si, por ejemplo, larenta de un sujeto económico se eleva en un décimo de su importe ori-ginal, podemos ver que ese incremento no se utiliza completamentepara lograr un crecimiento idéntico de bienes en todos los tipos de consu-mo; mas bien, ciertas clases de bienes del conjunto de consumo perma-necerán constantes, otras crecerán en varias proporciones y algunas de-crecerán, mientras otras clases de bienes desaparecerán completamentey serán reemplazadas por otras «más sofisticadas». Si la experienciamuestra que esto es lo que sucede con pequeños aumentos de la renta,el efecto de incrementarla al doble o más no es que todos los tipos debienes utilizados previamente experimenten el mismo crecimientocuantitativo, sino que el conjunto de consumo completo, con la excep-ción de pocos bienes que permanecen en su nivel previo de uso, se com-pone de nuevas clases de bienes. La noción de un cambio continuo yuniforme en las cantidades de todos los bienes resulta grotesca cuando

67 Por ejemplo, Walras, Marshall, y, posteriormente, Schumpeter.

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concretamente se piensan sus consecuencias. Por ejemplo, al volversealguien más rico tendría que consumir más pan cada día, su conjuntode consumo contendría más azúcar, usaría más sal en casa, las canti-dades de objetos de uso similar (como el vestuario) serían mayores, etc.¿Estos son los hechos «tangibles»? Al contrario, la experiencia mues-tra que cualquier caída en la renta no es seguida por una reducción entodos los tipos de consumo: en tal caso la cantidad de algunos bienespermanece constante, la de otros se reduce en grados variados, artícu-los sofisticados son reemplazados por otros rudimentarios, y algunasclases de bienes se abandonan completamente. Por lo tanto, desde laexperiencia externa, la determinación de la ley del nivel de utilidadmarginal debe considerarse un completo fracaso.68

Las cosas no se presentan mejor con la segunda deducción «psicológi-ca», también presente en Jevons, basada en la proposición de que un stockde varios bienes utilizables (renta) produce el máximo de satisfacción totalcuando, en todos los tipos de consumo, el pequeño incremento final ocasio-na iguales «cantidades de placer» o utilidades marginales, o dicho de otramanera, satisface iguales intensidades de deseo. Esta afirmación es másdifícil de refutar porque se refiere al terreno de los hechos mentales, perola tarea es más significativa a la hora de despejar el camino hacia una teoríadel precio que explique el mundo real. Según sus defensores, esta segundamanera de derivar la ley del nivel de utilidad marginal debería propor-cionar también la explicación para la totalidad del consumo —construcciónque se supone se basa en la experiencia pero que en realidad es ficticia—, através de un sistema estructural ilusorio de deseos como determinante deesas combinaciones ficticias de bienes. De modo que, ciertamente, el falsocuadro del sistema de deseos (falso cuando se compara con la realidad) esconsistente con el falso cuadro del conjunto de consumo. De hecho, comopodemos deducir claramente de la explicación de Jevons que hemos ana-lizado antes,su explicación incluye una petitio principii: el argumento deque los incrementos finales en cada tipo de deseos o categorías de bienesdebe tener el mismo grado de utilidad marginal, ¡porque de otra manera sehabrían dispuesto de manera diferente! 69

68 La detallada investigación estadística de las décadas más recientes para ave-riguar las distintas «elasticidades» de demanda para diferentes bienes ya consti-tuye una refutación de facto de la ley del nivel de utilidad marginal. Las regulari-dades estadísticas así obtenidas, al refutar completamente la ley básica, no sirvenni siquiera como leyes auxiliares.

69 Esto es expresado muy claramente por Enrico Barone: «En la asignación desu ingreso a varios usos posibles, el individuo actúa de tal manera que la unidad

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Como hemos visto, esta ley se deriva necesariamente del supuesto,explícito o no, de que los mismos grados (intensidades) de satisfacciónson siempre de importancia apremiante, al mismo tiempo, en relacióncon toda clase de deseos, pues sólo entonces el respectivo incrementofinal de bienes posibilitará los mismos incrementos de utilidad o satis-facción en las diferentes clases de deseos. Se supone que esta idea serepresenta por el trazo continuo de las escalas o curvas de necesidad odeseo.70 El desarrollo posterior presupone que cada satisfacción, sim-bolizada por tal escala o curva, tiene en sí misma una realidad mentalaislada en una clase de deseo, pero que simultáneamente todas juntas(en un punto del tiempo o sobre un período de consumo) coexisten, deuna forma ilustrada por una multiplicidad de curvas independientes ypresentes a la vez. De modo que cualquier grado de intensidad de sa-tisfacción aparece al mismo tiempo en todas las escalas (curvas).

Basta con ser totalmente consciente de estos supuestos para darsecuenta de que el esquema construido del sistema de deseos es comple-tamente diferente de los hechos de la realidad mental. No hay necesidadde sutiles teorías psicológicas o de experimentos psicofísicos. La expe-riencia cotidiana, accesible a todos a través de la autoobservación, essuficiente para establecer dos cosas: primero, que la satisfacción declases particulares de deseos no es independiente del estado de satisfac-ción en otras clases (un hecho que autores contemporáneos han llamadocomplementariedad mental de la satisfacción de deseos o de la utili-dad)71; y segundo, (algo inadvertido precisamente por esos autores quehan reconocido la complementariedad mental de los deseos) la inter-

final de ingreso (última unidad disponible de dinero) destinada al consumo de cadabien particular produce la misma utilidad en todos sus usos. De otro manera seríaventajoso para ese individuo no invertir la unidad relevante de ingreso en el con-sumo del bien con menor utilidad sino en el de otro bien con mayor utilidad». Principi dieconomia politica (Roma, 1920), pp. 4-5.

70 Para evitar recargar esta explicación aún más, no trataremos aquí la contro-vertida cuestión de la unidad más pequeña (¿infinitesimal?) de los diferentes bie-nes que pueden ser tomados como base para la construcción de las curvas. Bastedecir que lo importante no es la divisibilidad técnica de los bienes sino la econó-mica, y qué la unidad más pequeña es, por tanto, aquella cuyo uso ocasiona unincremento adicional sensible de satisfacción para el individuo.

71 Carl Menger y Wieser ya reconocieron que «todas las utilidades son, en esen-cia, complementarias», aunque ellos no profundizaron en el tema como intentanaquellos autores que operan con líneas de indiferencia y funciones de utilidadagregada, tales como Edgeworth, Irving Fisher, Pareto, Wicksell y más reciente-mente L. Schönfeld.

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conexión entre diferentes deseos no es de dependencia mutua, general,sino que principalmente involucra una determinación genética y unila-teral (causal) de lo inmediato de deseos particulares a traves del procesode satisfacción de otros deseos (ya sea total o hasta un cierto grado deintensidad). Así, aprendemos de la experiencia que los deseos de unaclase (calidad) particular se desencadenan primero, o pasan de estarlatentes a ser relevantes en la actualidad cuando los deseos de una clasediferente están ya satisfechos total o parcialmente. Pero si todos losdeseos que difieren en clase o calidad no están recíprocamente presen-tes, entonces el postulado de la ley de la igualación de la utilidad margi-nal (que iguales incrementos de utilidad o placer se producen en todaslas clases de deseos través del uso final de los bienes) se hace imposibleen el verdadero mundo de la psique.72

Para asegurar aun más el resultado de nuestro análisis crítico, perotambién para demostrar positivamente el hecho mental básico del cualderiva la conexión entre las demandas individuales de varios bienes,debemos retornar ahora a los fundamentos últimos de la teoría econó-mica: las leyes estructurales de los sistemas de deseos.

Antes de nada, ¿no hay una contradicción interna en la manera enque refutamos la ley del nivel de utilidad marginal al mostrar que nu-merosas clases de deseos sólo llegan a existir cuando deseos de una clasediferente ya han sido completamente satisfechos, una consideración queva más allá del hecho, básico en el sistema de escalas de los austriacos,de que varios deseos con su intensidad máxima están instalados a unnivel (en la escala general de intensidad) donde otros deseos están yaparcialmente satisfechos? ¿No es una contradicción que una clase parti-cular de deseo sólo se haga existente en un nivel donde otro deseo yaha tocado fondo? ¿No significaría esto que el primer deseo, con su inten-

72 No parece necesario indicar, para evitar malentendidos, que los puntos ante-riores no sólo se refieren al bien conocido (y desde Gossen, continuamente obser-vado) fenómeno «dinámico» de desarrollo del sistema de deseos a través de mayo-res (o más sofisticadas) aspiraciones culturales o lujosas siempre cambiantes (sobrela base de la satisfacción regular de deseos rudimentarios) a través de la evolución,el hábito, la imitación, la práctica, etc. De ahí la posterior formación del sistemade deseos o el cultivo de la capacidad de disfrute. Los comentarios también se re-fieren a la regularidad estática por la cual lo inmediato de los deseos ya formadosestá determinado a través de la satisfacción preferente de otras clases de deseos, alas que todo individuo está sujeto en cada período de consumo, sin consideracióndel nivel de desarrollo de su sistema de deseos. Un ejemplo gráfico de esto sería elcaso en que alguien que está todavía atormentado por sed o hambre no es capazde disfrutar los exquisitos placeres del arte.

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sidad inicial, comienza por debajo del mínimo de la escala general deintensidad? En realidad, hay una contradicción, pero no en los hechosque hemos mencionado, sino entre ellos y las curvas y escalas usualesde los sistemas de deseos que no son adecuadas para la realidad em-pírica. Lo inadecuado de las representaciones convencionales se apre-cia en los siguientes aspectos.

1. Las explicaciones usuales, que trabajan con curvas o escalas dedeseos simultáneamente aplicables, hacen parecer irracional satisfacercompletamente uno u otro deseo (a menos que pueda ser satisfecho sólocon bienes gratuitos), si todos los demás deseos no son completamentesatisfechos al mismo tiempo. Pero puesto que la satisfacción total detodos los deseos humanos nunca es posible, entonces racionalmenteninguno de ellos será satisfecho completamente si no sólo parcialmente.Por ejemplo, no habría una satisfacción completa si no sólo parcial dela sed o el hambre porque los incontables deseos de lujo nunca puedenser totalmente satisfechos. Esto está conectado con el segundo punto.

2. La construcción usual de las distintas curvas o escalas está basadaen la diferenciación en varias clases externas de bienes, cuyos precios tienenque ser derivados por medio de esas curvas. Y es dado por supuesto, quesi no hay deseo por algunas clases de bienes (de modo que la intensidadde deseo por ellas ha caído a cero), el grado de intensidad del «placer» o«disfrute» causado por la última unidad de esa categoría de bienes estarápróximo al límite inferior de la escala general de intensidad. Lo que se pasapor alto es que el grado final de placer o disfrute en las diferentes calidadesde sensación o tipos de deseos es diferencialmente alto, y que la tensión entreel último grado perceptible de intensidad de placer o disfrute en relacióna una clase particular de deseo, y el último grado en otras clases de deseo(puesto que no todas las calidades de sensación pasan por todos los gra-dos de intensidad), es en muchos casos tan grande que hay espacio en eserango para muchas nuevas escalas de otras calidades de sensación.73 Enotras palabras, lo que no se ha considerado es que en un cierto punto deintensidad algunas calidades de sensación se convierten en otras con lasque los bienes externos están correlacionados; o que en ciertos puntos deintensidad hay una ramificación de deseos básicos (para los cuales corres-ponden ciertos bienes externos) en una serie de otros deseos, cuali-

73 Sólo Wieser parece haber reconocido esto, cuando ocasionalmente habla de«diferentes puntos de tensión» para diferentes deseos. Friedrich von Wieser, SocialEconomics, trad. por A. Ford Hinricks (Londres, George Allen & Unwin, 1928), pp.29 y ss.

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tativamente diferentes, «más sofisticados» a los que corresponden otrosbienes. El deseo por el bien A muere completamente después de que unacierta cantidad ha sido consumida; toma su lugar el deseo por los bienesB, C, D, etc., que no estaban ahí antes. Así, la intensidad del deseo por elbien A, según la visión convencional, se hace cero en el punto en que losdeseos por los bienes B, C, D se hacen sentir por primera vez con su inten-sidad inicial.

3. El modo usual de concebir las cosas, con sus escalas o curvas cons-truidas por separado pero que se suponen simultáneamente válidas,hace caso omiso o no puede expresar el hecho de que la cantidad deplacer (el incremento de bienestar) ocasionado por cualquier consumode bienes no sólo depende de una cantidad consumida previamente deesa clase de bien (según la «primera ley de Gossen»), sino también dela cantidad y secuencia en el consumo de todos los otros bienes.

Si se intenta definir formalmente ese máximo de «satisfacción»,«placer» o «bienestar», que en la medida en que puede ser producidoabsolutamente por bienes externos es la meta del consumo y finalmentede la disposición conjunta de los bienes económicos, se hace evidenteque, puesto que cada satisfacción o placer o disfrute individual es tran-sitorio, es posible lograrlo sólo en forma de una secuencia (repetidaperiódicamente), de una sucesión de condiciones (mentales) deseadas,y no, por ejemplo, en forma de una constante preservación de un esta-do de satisfacción o placer ya alcanzado (que sería una imposibilidadpsicológica y fisiológica). Este carácter secuencial del «bienestar» hacepreguntarse siempre si el campo de visión del sujeto está estrechamenterestringido al más corto período de tiempo dado por el ritmo de su vida,la curva diaria de bienestar, o si se extiende a una mayor porción de lavida comprendiendo varias de tales secuencias, o la curva de bienestarde toda una vida. Para la secuencia como un todo (la curva de placeragregado), cada bien consumido implica cierto placer parcial cuya cali-dad e intensidad está conjuntamente determinada por todos los placeresocasionados por los bienes consumidos previamente. Así, el máximobienestar que los sujetos económicos pueden procurar de las cantidadesdisponibles y de las variedades de bienes es una materia de experienciapara cada individuo (quien no necesita conocer las leyes fisiológicas ypsicológicas subyacentes): dependerá de la secuencia en que los variostipos y cantidades de bienes sean empleados. Y la secuencia agregadaóptima de consumo (la curva óptima de placer agregado) se caracterizapor el hecho de que, en el consumo secuencial, cada bien individualtiene su lugar donde asegura el mayor placer posible en conexión con

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el uso de todos los otros bienes. Por ello, el sistema usual de curvas yescalas existentes a la vez para cada clase de bien es inadecuado, puesla realidad siempre implica una secuencia total y no secuencias parcia-les aisladas para cada especie de bien. Es ya muy claro que la ley de laigualación de la utilidad marginal es una imposibilidad. Mientras laesencia de las cosas es una secuencia, la ley indicada asume una sincro-nización en la satisfacción de diferentes tipos de necesidades a un mismonivel simultáneamente aplicado (un error inducido, evidentemente, porel hecho de que uno puede tener simultáneamente los bienes externos).Es como si uno fuera a expresar la experiencia del valor estético deescuchar una melodía —determinada por experiencias sucesivas denotas individuales— en términos del valor estético de la armonizaciónsimultánea de todas las notas que forman la melodía.

Así, cuando algún teórico reciente dice que la utilidad marginal deun bien es una derivada parcial de la función de utilidad agregada delstock conjunto disponible de varios bienes, no hay duda de que estáen lo correcto. Pero con esa afirmación general se puede hacer tan pococomo con, por ejemplo, la igualmente indisputable observación de quecada evento concreto es dependiente del estado total del mundo en esemomento, mientras no se conozca la forma precisa (la ley) de dependen-cia. La «primera ley de Gossen» continúa siendo válida; pero puestoque la ley se refiere sólo a la secuencia aislada de satisfacción en elconsumo de cada clase de bien, no es suficiente por sí misma para deri-var la ley estructural de la secuencia agregada de satisfacción y portanto la ley de disposición de varias clases de bienes, ni la relación deutilidad marginal entre ellos.

Aquí no intentaremos tratar exhaustivamente el problema,74 pero nece-sitamos referirnos a ciertos puntos que son de importancia fundamentalpara comprender la conexión entre las curvas de demanda individual devarios bienes y para la derivación de las leyes de la formación de los pre-cios. Desde que hablamos de una secuencia de estados mentales —de«placer», «disfrute» o «bienestar subjetivo»— la satisfacción o placer de-rivado del consumo de varios bienes exhibe una dependencia que es engran medida unilateral, y nada de absolutamente recíproca (reversible).En este contexto, debe considerarse especialmente la distinción hecha por

74 Algunos aspectos del problema están tratados en mi «Untersuchung überdas Grundgesetz der wirtschaftlichen Wertrechnung», Zeitschrift für Volkswirtschaftund Sozialpolitik (1922), y en mi artículo «Produktion» en Handwörterbuch derStaatswissenschaften, 4.ª ed.

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Pareto, aunque no la profundizara, entre besoins y goûts.75 Primero, circuns-tancias dolorosas hacen que nuevas necesidades deban ser satisfechas (loque en sí mismo puede estar asociado a sensaciones de placer) en orden aproducir el potencial psíquico para experimentar estados positivos deplacer. La secuencia no es reversible y esto ocasiona que el esfuerzo porconseguir bienes que sirvan para producir estados positivos de placer sólopuede hacerse inmediato, y que la demanda por tales bienes sólo puedeafirmarse a sí misma, cuando está asegurado el control sobre los bienesque sirven para hacer frente a los estados de aflicción.76 Pero esto haceinsostenible el supuesto de una dependencia general, recíproca y reversibleentre las demandas individuales por los diferentes bienes, en la medida enque este supuesto se apoya a su vez en el hecho mental de la utilidad com-plementaria.

Si la ley del nivel de utilidad marginal cae —y ya no puede seguirsiendo sostenida después de todo lo dicho— todas sus derivaciones,naturalmente, también lo hacen: en particular la fórmula de la igual-dad de las utilidades marginales ponderadas que es fundamental paralos economistas matemáticos, y la fórmula de la proporcionalidad delas utilidades marginales de diferentes bienes para cada sujeto a losprecios predominantes.

3.2. La teoría del intercambio de Jevons

En la teoría del intercambio que construye sobre su teoría de la utili-dad, Jevons abandona la idea de «una solución completa del problemaen toda su natural complejidad», que es «un problema de movimiento—un problema de dinámica», y se limita al «problema puramente está-tico» de establecer las condiciones bajo las cuales cesa el intercambio yse alcanza el equilibrio.77 Desde un punto de vista estático, es correctoque «los últimos incrementos (dx, dy) en un acto de intercambio deben ser

75 En su Cours d’économie politique. [Mayer explica que besoins corresponde aBedürfnisse «en sentido estricto» (es decir, necesidades objetivas), y goûts a Genüse,que ha sido traducida como «placeres» o «gratificaciones», pero que aquí sugeri-ría «gustos» o «predilecciones». Nota del traductor al inglés].

76 También aquí las delicadas investigaciones de Wieser son una excepción enla literatura: «Pues este valor que deseamos con la mayor intensidad no es el úni-co que «preferiríamos» tener. Generalmente, los más ansiosamente deseados sontodos esos que tienden a preservar la vida. Usualmente, aquellos que embellecenestán ubicados más abajo en la escala» Social Economy, p. 33.

77 The Theory of Political Economy, p. 101.

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intercambiados en la misma relación que el total de cantidades cambiadas»,de modo que dy/dx = y/x. Esto se sigue de la «ley de indiferencia», unade las proposiciones centrales de la teoría, según la cual no pueden pre-dominar precios diferentes para el mismo bien, en cualquier punto deltiempo, en el mercado abierto, y así todas las cantidades parciales debenintercambiarse a los mismos precios. «La clave de toda la teoría delintercambio y de los principales problemas de la economía radica enesta proposición: la relación de intercambio entre dos bienes cualesquie-ra, será el valor recíproco de la relación de los grados finales de utilidadde las cantidades disponibles de bien para el consumo, una vez que elintercambio se haya completado».78 Queda por verse si, en el caso de dossujetos económicos, uno de los cuales posee un cantidad del bien A yel otro una cantidad del bien B, y donde la relación es, digamos, 10a a1b, el intercambio será mantenido ventajosamente hasta que la gananciaen utilidad se convierta en pérdida para ambas partes, como resultadode cualquier acto posterior de intercambio. El equilibrio surgirá en elpunto donde la utilidad de 10a es igual a la utilidad de 1b para cadaparte, o donde cantidades infinitamente pequeñas de A y B intercam-biadas en la misma relación (10:1) no ocasionen ninguna utilidad adi-cional para ninguno de los dos. Esta idea, expresada matemáticamente,permite obtener la fórmula de las famosas ecuaciones de intercambio deJevons. Si Dx denota un pequeño incremento de A y Dy un pequeñoincremento de su contraparte B, y si x representa la cantidad total inter-cambiada de A e y la cantidad total intercambiada de B, entonces nece-sariamente Dy/Dx=y/x, o Dy=yDx/x. Pero dado que, en el estado deequilibrio, las magnitudes de utilidad de estos incrementos deben seriguales para cada parte, «los grados de utilidad de los bienes inter-cambiados [es decir, la utilidad marginal de las últimas cantidadesinfinitamente pequeñas intercambiadas] estará en proporción inversaa las magnitudes de los incrementos cambiados».

Si inicialmente, de las dos clases de bienes A y B el sujeto I posee lacantidad a (de A) y el sujeto II posee b (de B), y si la cantidad x (de A)es intercambiada por y (de B), entonces, después del intercambio, Itendrá (a-x) de A e y de B, mientras II tendrá x de A y (b-y) de B. Si,además, Φ1(a-x) denota el grado de utilidad marginal de A para I, Φ2(x)el grado de utilidad marginal de A para II, Ψ1(y) el grado de utilidadmarginal de B para I, y Ψ2(b-y) el grado de utilidad marginal de B paraII, entonces el intercambio debe continuar hasta que para I se verifique

78 Ibid., pp. 102-3. Énfasis añadido.

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la igualdad Φ1(a-x)dx=Ψ1(y)dy y para II Ψ2(b-y)dy=Φ2(x)dx. Después delas reformulaciones y sustituciones apropiadas, esto da lugar a lasiguiente expresión con las dos ecuaciones suficientes para determinarel resultado del intercambio:

Φ1(a-x)/Ψ1(y) = y/x = Φ2(x)/Ψ2(b-y)

Jevons aplicó exactamente los mismos principios desarrollados para eltrueque de dos bienes por dos sujetos, al caso de tres o más sujetos y bie-nes. Así, el principal caso de la teoría del precio es tratado con simplicidad ybrevedad sorprendentes.79 Si el sujeto I mantiene la cantidad a del bien Ay da x1 a II y x2 a III; el sujeto II mantiene la cantidad b del bien B y da y1 aI y y2 a III; y III tiene la cantidad c del bien C y da z1 a I y z2 a II, entonceslas seis cantidades desconocidas son intercambiadas de la siguiente ma-nera:

I da x1 por y1 y x2 por z1

II da y1 por x1 e y2 por z2

III da z1 por x2 y z2 por y2

«Estos pueden ser tratados como intercambios independientes».80 Ahora,si Φ1, Ψ1 y χ1 denotan las funciones de utilidad marginal de los bienesA, B, y C para I; Φ2, Ψ2 y χ2 las mismas funciones para II; y Φ3, Ψ3 y χ3

las de III, entonces por analogía con el caso anterior, tras completar elintercambio entre I y II la relación de intercambio entre y1 y x1 está dadapor:

Φ1(a-x1-x2)/Y1(y1) = y1/x1 = Φ2(x1)/Ψ2(b-y1-y2)

Y de modo similar, en el intercambio entre I y III se obtienen lassiguientes ecuaciones para la relación de la utilidad marginal de los bie-nes A y C:

Φ1(a-x1-x2)/χ1(z1) = z1/x2 = Φ3(x2)/χ3(c-z1-z2)

Lo mismo ocurre para el intercambio entre II y III «que será inde-pendientemente regulado sobre principios similares»:81

79 Ibid., pp. 124-7.80 Ibid., p. 125. Énfasis añadido.81 Ibid., pp. 126.

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Ψ2(b-y1-y2)/χ2(z2) = z2/y2 = Ψ3(y2)/χ3(c-z1-z2)

Entonces, «para cada cantidad de bien que se ofrece a cambio algodebe ser recibido, y si porciones de la misma clase de bien son recibi-das desde varias partes diferentes, entonces podemos concebir que lacantidad que se da por ese bien está repartida en muchas porcionesdistintas. Los intercambios en el caso más complicado pueden descom-ponerse de este modo en intercambios simples».82

Cuando hay competencia, la determinación de la relación de inter-cambio aún se trata de forma más lacónica. Jevons no hace más que dis-cutir brevemente el caso en que un sujeto, al entregar parte de su stockde bienes, adquiere el bien requerido de dos propietarios de diferentescantidades del mismo, y establece el problema de la ecuación como enel primer caso ya visto (trueque de dos bienes entre dos sujetos).83

En resumen, Jevons llega a las siguientes conclusiones básicas de suteoría del intercambio. La relación en que una persona divide su dinero o ingresopara la adquisición, a través del intercambio, de cantidades de otros bienes«dependerá parcialmente de la relación de intercambio, parcialmente delgrado final de utilidad de estos bienes». Y la regla general de intercambio esque «una persona adquiere tales cantidades de bienes que los grados finalesde utilidad de cualquier par de bienes es el inverso de las relaciones deintercambio de los bienes». En otras palabras, «una persona distribuye surenta de tal manera que iguala la utilidad de los incrementos finales de todos losbienes consumidos. Como el agua corre entre las grietas hasta llenarlas almismo nivel, así hace la riqueza entre todos los tipos de gasto».84 «De aquíse sigue, obviamente, que en el gasto de la renta de una persona para obte-ner la mayor ventaja posible, la suma algebraica de las cantidades de bienesrecibidos o dados, cada uno multiplicado por su grado final de utilidad,será cero» Esta es la relación que los economistas matemáticos posterioresaplicaron bajo el nombre de presupuesto equilibrado:85 que para cada sujetoeconómico la suma de ingresos y gastos debe ser cero.

Jevons considera que el progreso futuro de la economía como cienciaexacta dependerá principalmente de si la ley de la utilidad cambiantepuede ser comprendida en términos numéricos precisos, lo que reque-riría «estadísticas precisas de las cantidades compradas de bienes por

82 Ibid., pp. 126.83 Ibid., pp. 127-8.84 Ibid., pp. 150-1.85 Véase en las secciones posteriores la discusión sobre Walras y Pareto.

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toda la población a diferentes precios»,86 y que la utilidad del dinerotendría que ser tratada, por el momento, como una constante. PeroJevons no oculta las grandes dificultades que surgen aquí, especialmen-te por las grandes posibilidades de sustituir bienes y por el hecho deque en realidad «la utilidad del dinero» no permanece constante res-pecto a los cambios en los precios de los artículos de consumo masivo.87

Debe recalcarse que Jevons, con un extraño grado de honestidadintelectual, deja implacablemente al descubierto para el lector las bre-chas y problemas discernibles en su propio sistema, lo que hace a sutrabajo merecedor de consideración. Se refiere a una serie completa decasos típicos en que sus ecuaciones de intercambio no funcionan, espe-cialmente aquellos casos numerosos en que los bienes no pueden serdivididos en cantidades infinitesimalmente pequeñas. Jevons tambiénestablece explícitamente —sin la ligereza mental que muchos econo-mistas matemáticos posteriores han mostrado cuando reinterpretabanla realidad sin considerar el valor explicativo de los resultados, en unaforma que es más conveniente para la aplicabilidad del cálculo diferen-cial— que «las leyes que asumen una continuidad de variación no sonaplicables donde las variaciones continuas son imposibles».88 En estecontexto, donde nuestro único interés se centra en los elementos bási-cos de la teoría del intercambio de Jevons, tendremos que abstenernosde analizar sus comentarios acerca de las relaciones de utilidad margi-nal de los bienes usados para consumo y producción,89 que se han con-vertido en fundamentales para la literatura teórica angloamericana, asícomo su teoría de los costes (esfuerzo laboral), y más concretamente laconexión entre el precio y los costes de producción.

86 Esto está implícito en los intentos modernos por establecer curvas de deman-da usando medios empíricos.

87 La diferencia fundamental respecto a Cournot, que también espera que todoel progreso provenga de las estadísticas, es muy clara. Para Jevons, la caracteriza-ción estadística de las curvas de utilidad es una expresión concreta de sus leyes,mientras que para Cournot la curva obtenida a través de las estadísticas ya es lafunción de demanda básica.

88 Ibid., p. 118.89 Ibid., pp. 146 y 213 y ss., respectivamente.

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3.3. Crítica de la determinación de las ecuaciones de intercambiode Jevons

Los resultados de las investigaciones de Jevons establecen los teore-mas básicos que los economistas matemáticos (teoría del equilibrio) hanseguido hasta el presente. Estos se repiten en Walras, Marshall, Pareto,Wicksell, Schumpeter, Barone y otros. Lo que es indicativo de algún pro-greso, son los refinamientos de formulación, las modificaciones o correc-ciones en un punto u otro, pero las proposiciones básicas han permaneci-do igual. Por lo tanto, una evaluación crítica debería distinguir tambiénentre la verificación de si las proposiciones básicas pueden ser sostenidas,y la demostración de los defectos que, en realidad o en intención, ya hansido rectificados por las teorías matemáticas más recientes.

Con respecto a las proposiciones básicas, la crítica ya ha sido adelan-tada en su mayor parte en la prueba anterior de la invalidez de la ley dela igualación de la utilidad marginal. Pues, como es evidente, esa ley,explicita o implícitamente, proporciona el fundamento para la deter-minación de las ecuaciones de intercambio en cada uno de los casos queJevons discute. El contenido de la ley que considera «la clave de toda lateoría del intercambio y de los principales problemas de la economía», la leyde que «la relación de intercambio de dos bienes cualesquiera será elrecíproco de la relación de los grados finales de utilidad de las canti-dades de bienes disponibles para el consumo una vez que se ha com-pletado el intercambio», es siempre idéntica a la de igual utilidad delas últimas cantidades parciales adquiridas y entregadas en el intercam-bio (como el mismo Jevons demuestra). Dado que los supuestos bási-cos tras las ecuaciones de intercambio de Jevons entran en severo con-flicto con la realidad, esas ecuaciones pierden su valor cognitivo paralos procesos del mundo real.

Un segundo supuesto cuestionable y contradictorio de Jevons, es quela relación de intercambio es constante durante el proceso de intercam-bio agregado que él imagina compuesto de sucesivos intercambiosmenores, uno tras de otro (siempre, por ejemplo, con una unidad de Bpor diez unidades de A). Jevons observa que este supuesto contradicesus propias declaraciones fundamentales sobre las escalas de utilidades,porque de ahí se deduce que en cada uno de estos sucesivos intercam-bios los «determinantes de utilidad», y por tanto las relaciones de inter-cambio, deben cambiar para ambas partes.90 Pero él se consuela a sí

90 Ibid., p.99.

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mismo con el pensamiento de que esto es un problema dinámico difícil;que primero debe ser abordado el problema estático más simple y, hastael momento, no resuelto;91 y que según la «ley de indiferencia» (estática)todas las cantidades de dos bienes que van a los mercados, ya seanparciales o totales, deben ser intercambiadas en la misma relación enalgún punto del tiempo. Pero aquí hay un error metodológico y unafalsa conclusión. El error metodológico de Jevons es que el problemade la formación del precio —como usualmente le hemos llamado— essiempre y necesariamente un problema «dinámico». Su conclusión falsasurge del hecho de que en el gran mercado de una economía nacionallas relaciones de intercambio ya existentes, que han surgido de la interac-ción entre muchos miles de oferentes y demandantes, no son cambiadasdel todo (o al menos no perceptiblemente) como resultado de los actosde intercambio de los individuos (la definición usual de competenciailimitada). Y esto, argumenta erróneamente Jevons, permite suponerque aun en el caso fundamental de la teoría del intercambio —el casode intercambio entre dos sujetos cuyas posesiones de los bienes encuestión constituyen la oferta total y la demanda total— la relación deintercambio permanece inalterada a través de los intercambios suce-sivos de bienes. En otras palabras, que la relación marginal de inter-cambio que determina el precio de equilibrio, debe ser idéntica a lasrelaciones de intercambio parcial previas, sobre las que la relación deintercambio marginal está genéticamente construida.92

Una pregunta adicional desde el punto de vista de la aclaración dela realidad, es si es permisible suponer que los actos de intercambiosiempre ocurren sucesivamente y en pequeñas cantidades de bienes,un supuesto cuyo propósito metodológico es perfectamente evidente:la aplicabilidad del cálculo diferencial. Sin embargo, aquí no examina-remos esto en detalle.

No obstante, estas consideraciones nos llevan a una pregunta másimportante, pues concierne al valor cognitivo de la aproximación está-tico-funcional a la teoría del precio. Jevons basa toda su teoría del inter-cambio en las leyes de la necesidad y utilidad, que reconoce como cen-trales y que desarrolla en forma clásica. Hubiera podido esperarse que

91 Porque «es una tarea más fácil establecer las condiciones bajo las cuales secompleta el comercio y cesa el intercambio, que intentar averiguar a qué tasa pro-seguirá el comercio cuando el equilibrio no se alcance». Ibid., p. 101-2.

92 Edgeworth, y sobre todo Alfred Marshall —Principios de Economía (Londres,1898), pp. 414 y ss., 795-6, y nota xii-, han indicado que suponer constante la rela-ción de intercambio no es permisible.

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dedujera, en una detallada cadena argumental, la determinación de lasrelaciones de intercambio (precios) a partir de las escalas de utilidad ycantidades de bienes dadas por el lado de los sujetos económicos partici-pantes, permitiendo así que ciertas relaciones de intercambio emerjangenéticamente desde las premisas. En vez de esto, lo que sigue —justocomo hace Walras posteriormente— es un cambio repentino desde laaproximación genético-causal (dinámica) a la funcional (estática). No sólolas escalas de utilidad y las cantidades de bienes que intercambian lossujetos, sino también las mismas relaciones de intercambio (que debían habersido explicadas) son supuestas como ya existentes y, en ese sentido, «dadas»(aunque fuese «por el momento», para citar la restricción formal).93 Yen vez de un estudio de las leyes por las que ciertas relaciones de inter-cambio deben emerger, sólo tenemos una consideración de las corres-pondencias mutuas entre las relaciones de intercambio (precios), lasutilidades marginales de varios bienes, y las cantidades de bienes cedi-dos y adquiridos por cada sujeto, que se presentan cuando el equili-brio ya ha sido alcanzado. Así, es el problema y no sólo la aproximaciónlo que ha cambiado. Y aunque después, en su teoría de la producción,de la desutilidad y de los costes, Jevons retoma el camino de la expli-cación genético causal, en su teoría del intercambio renuncia a ella enfavor de la aproximación funcional.

Jevons no estudia la ley que gobierna el proceso formativo de las relacio-nes de intercambio, inmutable si las condiciones no cambian, o, másadecuadamente, que se reproduce a sí mismo una y otra vez por mediode la renovación de las mismas condiciones (puesto que, con condicio-nes constantes de «equilibrio» o reposo, nada sería intercambiado). Ensu lugar, la pregunta que se plantea es la de describir las condicionessimultáneas que deben darse para que no haya más intercambio. Estadescripción estática, que elimina todo movimiento y causalidad, nopasa completamente sin contradicción como puede verse de la expre-sión «si no ocurre acto adicional de intercambio» o «si un estado de reposo esalcanzado». Esto significa que la tarea consiste en comprender la relaciónrecíproca de las fases finales pequeñas (infinitesimales) de los movi-mientos o procesos que preceden inmediatamente (los cocientes diferen-ciales son iguales a cero) al estado de reposo (el máximo de las funciones

93 «La cantidad de cualquier artículo comprado es una función del precio alque es comprado». Ibid., p. 101. ¡Desde aquí un cambio en el punto de partida a lafunción de demanda de Cournot! Véanse también los comentarios posteriores a lateoría del precio de Cassel.

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matemáticas). Jevons identifica dos de estas condiciones en las ecua-ciones condicionales que desarrolla para describir las relaciones deintercambio de equilibrio. Una de ellas, ya demostrada irreal, es lacondición de igual utilidad marginal para cada participante; la segundaes que la relación de intercambio debe ser idéntica a la de todas las can-tidades intercambiadas, Dy/Dx=y/x. Como hemos visto, Jevons obtieneesta ecuación a partir de la «ley de indiferencia»: una vez que existe larelación de intercambio entre dos bienes, de modo que su proceso for-mativo ha finalizado, entonces (si los datos no han cambiado) todas laspartes de la cantidad total x, y pueden seguir siendo cambiadas en lasmismas proporciones. Pero entonces el problema de la ley del origende una cierta relación de intercambio ya está tras nosotros. Puesto queesta ecuación presupone la existencia de las relaciones de intercambio, nopuede ser usada para la determinación de las relaciones de intercambio:estamos enfrentados a un argumento circular.

Lo anterior puede ser probado con bastante concreción. Como todoslos teóricos que trabajan con el análisis marginal, Jevons asume que eltrueque entre dos personas sucede en intercambios parciales que sesiguen, gradualmente, uno tras otro, y en una relación que, aunqueoriginalmente se supone desconocida, es sin embargo constante paratodas las fases sucesivas del intercambio. Como hemos visto, la cualidadde constancia es imposible porque está en contradicción con las curvasde utilidad. Pero pasemos sobre este supuesto de constancia: si la rela-ción es constante o no, los totales de intercambio de los dos bienes (x,y)sólo aparecen al final de un proceso de trueque que ocurre sucesiva-mente, en más o menos numerosos intercambios parciales (Dx,Dy). Sóloal final del proceso, entonces, resultan los totales del intercambio (x,y) através de la suma de las cantidades parciales de bienes transferidos enlas fases individuales del trueque. Estas cantidades no son conocidasantes por los participantes del intercambio: si así fuera, las partes inme-diatamente cambiarían los totales y no habría sucesión de pequeñosintercambios parciales. De igual modo, las cantidades totales tampocoson definitivas antes de concluir el último intercambio parcial. Es comoel comienzo de un juego de ajedrez: el resultado ni es subjetivamenteconocido por los jugadores ni está objetivamente determinado. Lostotales finales dependen de las relaciones de intercambio que han apare-cido en los sucesivos intercambios parciales individuales, tal y comocada movimiento en un juego de ajedrez depende de los previamenteejecutados, y el resultado final, de todos los movimientos sucedidospreviamente. Por lo tanto, las relaciones de intercambio parcial prece-

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dentes han sido formadas sin ninguna conexión con x, y , y sin ningúnconocimiento de sus magnitudes, y para hablar de una verdadera so-lución al problema habría que mostrar sus determinantes.

La situación puede ser visualizada fácilmente por medio de lasusuales escalas o curvas, pero una simple observación algebraica estambién suficiente. Supongamos que entre el tenedor de un stock deA y el poseedor de un stock de B, 1b es intercambiado inicialmente por10a. Entonces, tras completar este acto de intercambio las utilidadesmarginales de a y b habrán cambiado para ambas partes y, en conse-cuencia, la relación de intercambio deberá ser diferente —digamos 1ba 8a— para la siguiente transferencia de bienes, 1b a 5a para la próxima,y 1b a 1a para la última a través de la cual se establece el «equilibrio»(es decir, un acto posterior de intercambio no ocasionaría incrementosen utilidad a ninguna de las partes). Entonces los totales de intercambio(x,y) son 4b y 24a, pero la relación final de intercambio, ∆y/∆x, es 1:1.De modo que no se cumple lo postulado por Jevons de que ∆y/∆x=y/x , porque en el transcurso del proceso, la relación ∆y/∆x ha cambia-do. Pero aun dejando de lado, por el momento, la chocante contradic-ción con las curvas de utilidad de los individuos, suponiendo que larelación de intercambio fuese constante para todas las fases sucesivasdel trueque, y que las relaciones de intercambio totales (x,y) pudiesenser derivadas de la relación ∆y/∆x, los totales intercambiados estaríandados ex post y el núcleo del problema —cómo la relación ∆y/∆x hasido determinada —permanecería sin respuesta.

En esencia, hay una ficción inmanente, más o menos disimulada, enel corazón de las teorías del equilibrio matemático: vinculan en ecuacionessimultáneas, magnitudes operativas no simultáneas (en secuencia genéticocausal) como si existieran todas juntas al mismo tiempo. Una situación estásincronizada (se desarrolla al mismo tiempo) en la aproximación «estática»,mientras que en la realidad estamos tratando con un proceso. Pero no se pue-de considerar «estáticamente» un proceso generativo como un estado de repo-so sin eliminar precisamente lo que le hace ser lo que es.94

Una vez que la economía ha alcanzado un estado y hay «equilibrio»entre los precios de varios bienes, sus costes, su oferta y demanda, etc., elproblema de cómo se ha alcanzado ese equilibrio queda detrás de nosotros.

94 No es necesario explicar que precisamente lo mismo es válido para todaexplicación de carácter sincronizado que busca deducir a partir de equilibrios ciné-ticos ya logrados (repetición cíclica de lo mismo) el proceso que lleva a la formaciónde ese equilibrio.

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Para la economía estática en sí, en que todas las relaciones parecen ya for-madas y constantes (pues los datos son inmutables), esto, como en cual-quier estado de reposo, no es problemático. Y sería contradictorio inten-tar, como hizo Jevons, dedudir las leyes de movimiento o formaciónconducentes al equilibrio desde las propias relaciones dentro del estadode equilibrio o reposo (utilidades marginales igualadas al mismo nivel;relaciones entre los totales intercambiados de bienes en el ya alcanzadoequilibrio). Deberemos volver a este problema fundamental de método.

En realidad, y aquí la teoría actual está unida en lo que Böhm-Bawerk fue uno de los primeros en mostrar concluyentemente,95 unadeterminación unívoca de la relación de intercambio en el caso elemen-tal de Jevons de trueque entre dos sujetos económicos, es imposible: elproblema permanece indeterminado. Pues, según sea la posesión de losbienes y las escalas de utilidad de las partes en el intercambio, sus rela-ciones subjetivas de utilidad pueden ser tan distantes entre sí que ungran numero de diferentes relaciones de intercambio son económica-mente posibles para ambos dentro de ese margen. Y sólo la llegada decompetidores (mientras más lleguen, los límites seran más estrechos)establecerá la relación de intercambio.96

Pero quizás lo que indujo a Jevons a cambiar, con un éxito tan sóloaparente, al camino de la resolución estática del problema fue precisa-mente el hecho de que, pese a todas sus expectativas exageradas sobrelas posibilidades de su nueva teoría de la utilidad, llegó a la insatisfacto-ria conclusión de que en el caso más elemental ninguna relación deintercambio podía deducirse genéticamente a partir de las escalas deutilidad y la posesión de los bienes.

Si es cierto que, por las razones mostradas, la explicación de Jevonsno ofrece solución al caso de trueque elemental, es evidente que ladeducción construida sobre esa base no puede llevar a una solución delcaso principal de formación de precios: el intercambio de tres o másbienes entre tres o más sujetos económicos. Como puede verse fácil-mente en las ecuaciones presentadas antes, éstas reproducen relacio-nes que se han demostrado falsas: la ley del nivel de utilidad margi-nal, que debe cumplirse para cada parte en el intercambio; y la relación

95 Ver Eugen V. Böhm-Bawerk, The Positive Theory of Capital, trad. Por WilliamSmart (Londres, Macmillan, 1891), libro 4, «Precio».

96 Curiosamente, Jevons interpretó la indeterminación teórica del precio en unintercambio bilateral simplemente como el caso especial en que uno de los dosbienes era indivisible. The Theory of Political Economy, pp. 132-3.

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de identidad entre las cantidades totales de diferentes bienes trans-feridas al final de todo el proceso de intercambio entre cualesquiera dospersonas, y las relaciones parciales de intercambio existentes al iniciode los sucesivos actos de intercambio. Por lo tanto, el problema centralpermanece sin resolver: ¿cómo se determinan las relaciones de inter-cambio para el primer acto de intercambio (esas relaciones de las queresultan las transferencias totales: x1, x2, y1, y2, z1, z2)?

Sobre este problema de intercambio de tres o más bienes entre treso más sujetos, se han establecido la mayoría de las teorías del precio,aunque esto no siempre haya sido señalado por sus creadores. La solu-ción ofrecida dice que, dadas la posesión de los bienes y las funcionesde utilidad de los sujetos que intercambian, los precios deben estable-cerse finalmente a un nivel en que cada persona ha cedido tanto de subien y obtenido a cambio tanto del otro que se cumple la ley de iguala-ción de la utilidad marginal (un resultado que podría aplicarse, ade-más, a muchos precios diferentes). Pero aparte de lo irreal de la ley delnivel de utilidad marginal, esto de hecho no es una solución: es unahipótesis que afirma que (por analogía con las leyes de la mecánica segúnlas cuales la colisión entre cuerpos de diferente velocidad y peso debellevar finalmente a estados predecibles de equilibrio), en el caso denegociaciones entre diferentes sujetos económicos, debe establecerse unequilibrio definido correspondiente a la ley de la utilidad marginal ypor lo tanto a unas relaciones de intercambio definidas, tras un compli-cado e inexplicado (en sus detalles) proceso. Nuestro caso no debe con-fundirse con la situación de mercado competitivo, pues la multiplicidadde personas que puja o vende más barato en la oferta y la demanda deuno de tres o más bienes, hace que un cierto precio unitario emerja paracada bien. Todo a lo que nos hemos referido sólo emerge en una faseparticular, el fin del proceso de formación. Todo aquello que precede ydetermina la fase final —cómo los competidores en el lado de la demandaalcanzan el mayor precio a ofrecer para cantidades particulares de dife-rentes bienes— o, en otras palabras, todo lo que determina cómo, sin laexistencia previa de ningún precio, los individuos dividen su ingreso (enbienes o dinero) en la demanda de diferentes clases de bienes, perma-nece completamente oscuro incluso en este recuento parcial del proceso.

Y para iluminar este punto es preciso volver al caso aparentementesimple de intercambio de tres bienes entre tres personas, pues se espera-ría que aquí la ley de formación de las relaciones de intercambio se mos-trase de modo más claro, una expectativa que, sin embargo, es com-pletamente ilusoria tras un analisis detallado. Lo que se ha demostrado

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aquí no es la ley de formación sino la hipótesis de un estado ya finalizado.Los datos (funciones de utilidad y posesiones de individuos separados)son arrojados al «crisol del cálculo matemático» junto con la ley (irreal)de igual utilidad marginal, y las tautológicas ecuaciones condicionales(de que, tras el intercambio, ingresos y gastos deben estar equilibradospara cada individuo, y que todas las cantidades y tipos de bienes dispo-nibles para los individuos implicados deben ser idénticas antes y des-pués del proceso). Y entonces el misterioso proceso en el crisol es dejadopara asegurar que se produzca finalmente un estado de equilibrio conrelaciones de intercambio definidas. Pero no hay demostración de laley que opera en el proceso oculto en la oscuridad, que se supone llevaa la formación de relaciones de intercambio muy definidas. ¿Cómo esconcebible que, entre tres personas, cada una de las cuales tiene unanecesidad de los bienes de las otras dos, tomen forma simultáneamenterelaciones de intercambio unívocas firmes para los tres? Es difícil pensaresto si uno considera que lo que el Sujeto Uno da de su bien A al SujetoDos a cambio de parte del bien B no sólo depende de las propias escalasde utilidad de A y B (y de las del Sujeto Dos por los mismos bienes),sino también de lo que debe darse de A para el Sujeto Tres a cambio departe de su bien C, de lo que el Sujeto Tres debe dar de su bien C alSujeto Dos por parte del bien B, y así sucesivamente. Y todo esto deberesolverse simultáneamente; cada individuo debe estar en una posiciónque le permita saber anticipadamente, a partir series sucesivas de nue-vas cantidades desconocidas (aún no dadas, ni objetiva ni subjetiva-mente), cómo obtener las siguientes conclusiones: esto es, el máximode A que ofreceré por un pedazo de C, esto es, cuánto de B ofrecerépor un pedazo de A, de C, etc. No sólo eso, como Jevons correctamentedijo en otro contexto,97 «el sujeto es aquel en el que tiene lugar la comple-ja acción y reacción» que no se puede comprender a través de ecua-ciones simultáneas; toda la concepción del problema es tal que nuncapuede resolverse.98 Es de este modo una completa desviación para con-tentarse con la idea de la «determinación recíproca». Ese no es el lugardonde finaliza el problema sino donde comienza. Mostrar cómo, en quéforma, a través de qué vínculos esta «determinación recíproca» debeconducir a relaciones de intercambio definidas, es precisamente el pro-blema.

97 Ibid., p. 80.98 La analogía con la física teórica es el famoso «problema de los tres cuerpos».

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El lector recordará aquí el ejemplo bien conocido de Marshall: de lamisma manera que varias esferas en una fuente determinan recíproca-mente su equilibrio a través de presión y contrapresión, así los facto-res económicos se determinan mutuamente entre sí. Aquí, el carácterengañoso de la analogía mecánica está claramente expresado. La mismaconstante, gravedad, opera sobre todas las esferas y cada una de ellasaporta su propio peso, invariante, en la fuente, ejerciendo presión ycontrapresión al margen del orden en que fueron puestas allí. Pero lasutilidades marginales de bienes particulares, y los elementos provenien-tes de cada individuo para la formación de las relaciones de intercam-bio, son variables que dependen de si el Sujeto Uno intercambió pri-mero con el Dos o el Tres, el Sujeto Dos con el Uno o el Tres, el SujetoTres con el Uno o el Dos; de la secuencia en que los tres se asociaroncon los demás en cada intercambio parcial de sus bienes; y, finalmen-te, de cuál de las numerosas relaciones de intercambio fue la única enque cada uno de los tres comenzó primero a intercambiar con los otrosdos. Pero estas relaciones de intercambio no sólo están indeterminadassino que son indeterminables. No estamos una pulgada más cerca dela solución si tomamos la relación de intercambio entre los sujetos Unoy Dos como una función de la relación de intercambio entre Dos y Tresy entre Uno y Tres, la relación de intercambio entre Uno y Tres comouna función de la relación de intercambio entre Uno y Dos y entre Dosy Tres, y la relación de intercambio entre Dos y Tres como una funciónde la relación de intercambio entre Uno y Dos y entre Uno y Tres. Debe-ríamos ser capaces de decir algo más sobre la forma de esas funciones yde su asociación recíproca, algo no tan vano como afirmar que todos loshechos en el mundo están interrelacionados, por lo que cada uno de-termina a los demás y es a su vez determinado por ellos.

La analogía mecánica y las ecuaciones simultáneas basadas en ellason así inaplicables al problema de la formación del precio. «Pero lavida práctica resuelve el problema». Sin duda. Pero precisamente por-que el problema no puede ser resuelto teóricamente en el contexto delas teorías funcionales del precio, podemos ya inferir que debe poner-se en práctica bajo supuestos diferentes de los de la teoría matemática,y que todo depende de cómo sean fijados si vamos a dar una explica-ción de la formación del precio en el mundo real.

La aproximación funcional, incluso en manos de una mente tan ex-cepcionalmente aguda y esmerada como la de Jevons, no tiene éxito enmostrar por sí misma una solución teórica al problema de la formaciónde los precios. Si el supuesto de que la actividad económica tiene una

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determinación mental (cuya revelación en las leyes de la utilidad y susefectos en la formación del precio es la base de la fama inmortal deJevons) es sinónimo del camino de la derivación genética y de la expli-cación en sentido limitado (como opuesto a la mera descripción) y «com-prensión» del curso de la economía, entonces la vuelta al análisis estáticofuncional al aumentar las dificultades explicativas, implica una transfor-mación del problema de la ley de la formación del precio en el de lacorrespondencia de relaciones simultáneas de precios con las utilidades mar-ginales y cantidades de bienes de los sujetos económicos.99 Aun si lasproposiciones utilizadas (ley del nivel de igualación de la utilidad mar-ginal) fuesen materialmente correctas, sería un error suponer que conesta descripción de las relaciones de correspondencia entre las relaciones deintercambio, grados de utilidad marginal y posesiones individuales, ode pequeños cambios en éstos inmediatamente antes de que se alcanceel estado de reposo, el proceso formativo del equilibrio y de sus precios yahubiese sido explicado implícitamente. Ese podría ser el caso —siempresuponiendo que el contenido de las relaciones aplicadas fuese material-mente correcto— sólo si fuera legítimo suponer dos cosas: primero, quedurante esta fase final, justo antes o en los márgenes del establecimientodel equilibrio, los cambios (infinitesimales) en los factores que hemosmencionado fuesen idénticos o estuviesen en una relación constante yya conocida, con las cambiantes proporciones de esas magnitudes quesurgen en las fases previas del proceso formativo de la relación de inter-cambio (el precio); y segundo, naturalmente, que los factores que se rela-cionan entre sí en cada fase diferente del proceso siguen siendo cuali-tativamente los mismos (y, en particular, que a través de todas las fasesse conservan las mismas clases de necesidades o puntos de intersecciónde sus curvas).

Para plantearlo gráficamente, sería necesario suponer que todos lospuntos de intersección sucesivos que son establecidos a través del procesotemporal que forma la relación de intercambio de equilibrio exhibanla misma estructura, es decir, los mismos factores y las mismas rela-ciones cuantitativas de esos factores entre sí; o aun más, que la estruc-tura cambie según la misma ley (en la misma relación) que en la fasefinal del proceso formativo que precede inmediatamente al estado de reposo.

99 Esto es mostrado claramente, por ejemplo, en la cita anterior según la cualla relación en que las personas dividen su dinero o ingreso a cambio de cantidadesde otros bienes, «dependerá parcialmente de la relación de intercambio, parcial-mente del grado final de utilidad de esos bienes».

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Pero tal supuesto —que subyace a la afirmación de que en los sistemasde equilibrio las ecuaciones simultáneas del estado de reposo puedenproporcionar una intuición del proceso de formación del precio— nosólo carece de fundamento empírico sino que entra en conflicto con laconstrucción del sistema de deseos que fue avanzada previamente conla ley de la igualación de la utilidad marginal, de modo tan severo que,lejos de ser una hipótesis útil de trabajo, constituye una ficción quebloquea el camino hacia una explicación teórica de la formación de losprecios en el mundo real.

En verdad, la situación es precisamente la contraria. Una vez que elproblema más amplio (dinámico) del proceso de formación del precioha sido resuelto, será necesario —puesto que la relación de precios enel estado de equilibrio sólo representa una fase, la final de todo el pro-ceso— que la relación de correspondencia entre precios (relación deintercambio), utilidades marginales y totales intercambiados esté tam-bién dada implícitamente. Esto aclara por qué son tan grandes las difi-cultades (reconocidas totalmente sólo en la más reciente investigaciónteórica) de pasar de una aproximación estática a otra dinámica, y deusar los resultados de la teoría estática para la investigación de losmovimientos económicos, como para ser capaces de superarlas. No esel caso, como casi universalmente se supone, que la teoría estática seala etapa preliminar sobre cuya base se alcanzará la teoría dinámica, enun terreno donde el proceso total no puede ser derivado sólo del cono-cimiento de su fase final. El único camino con perspectivas reales desuperar las dificultades probablemente descansa en el método de la«estática comparativa»,100 es decir, estática comprendiendo la estruc-tura de cada una de las numerosas fases sucesivas (interceptos) del pro-ceso, y las subsecuentes comparaciones de los cambios en la estructu-ra a través de las etapas del proceso total, con el objeto de que puedaobtenerse la ley de movimiento o cambio. Pero tal procedimiento sóloes estático en el nombre, pues la observación y descubrimiento de cam-bios durante un proceso total constituye verdaderamente la esencia dela aproximación dinámica que, una vez más, se muestra de este modoidéntica a la investigación genético causal.

100 Cfr. las excelentes ideas de E. Schams, quien ha comprendido el problemadel método en toda su profundidad en «Komparative Statik», Zeitschrift für Natio-nalökonomie, vol.2 (1930), y «Konstanz und Variabilität ökonomischer Grossen-beziehungen», Weltwirtschaftliches Archiv, vol.31 (1930).

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4. La teoría del precio de Walras

Habiendo discutido una serie de problemas básicos en el contexto dela teoría estática de Jevons, podemos quedarnos en los límites estrictos denuestro análisis crítico a los sistemas aplicados de teorías funcionales.

En el trabajo de León Walras101 tenemos el primer intento, aún nosuperado en su admirable unidad, de establecer un sistema matemáticopara el conjunto de la teoría económica sobre los nuevos fundamentos delvalor subjetivo que él descubrió independientemente de Jevons, Gosseny Menger.102 Lo que aquí nos interesa al examinar los fundamentos dela teoría del precio, es sólo el «primer problema» que él discute en lasección «Teoría Matemática del Intercambio»: a saber, el intercambiode bienes listos para consumo (sin referencia, por tanto, a las leyes deproducción). «Las cantidades de bienes están dadas; nosotros busca-remos el sistema de ecuaciones cuyas raíces son los precios de esosbienes.»103 «Si es posible, debemos, por tanto, encontrar una teoría queexplique las causas que determinan esos precios, o permanecer en silen-cio.»104 «Por reducción o análisis, rastreamos los precios hacia sus ele-mentos», y entonces «expresaremos numéricamente los precios y suscausas, y aplicaremos el método deductivo —es decir, inferiremos losprecios desde sus causas.»105 El problema planteado por Walras es hallar«la ley de formación de los precios de equilibrio».106 «Las causas de la forma-ción del precio son también las del cambio de precios. Estas causas sonlas utilidades de los bienes y el stock de esos bienes.»107 El proyecto deexplicación genético causal —que Pareto, con su aproximación pura-

101 Ver Élements d’économie politique pure ou théorie de la richesse sociale (Lausana, 1874)[Traducción inglesa por William Jaffé: Elements of Pure Economics (Londres, George Allen& Unwin 1954)]; y los cuatro memorandos resumiendo los Elements, el primero de loscuales fue remitido a la Académie des Sciences Morales et Politiques de Paris en agostode 1873, y los otros tres a la Société Vaudiose des Sciences Naturelles en Lausana endiciembre de 1875, enero-febrero de 1876 y julio de 1876, respectivamente (Elements, p.36). Posteriormente, los cuatro memorandos fueron publicados en alemán comoMatematische Theorie der Preisbestimmung der wirtschaftlichen Güter (Stuttgart, 1881). Losextractos que se indican a continuación provienen de esta edición.

102 Véase la interesante correspondencia entre Jevons y Walras publicada enlos cuatro memorandos.

103 Matematische Theorie der Preisbestimmung, p. 3.104 Ibid., p. 5.105 Ibid., p. 24 Énfasis añadido.106 Ibid., pp. 33 y ss.107 Ibid., p. 38.

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mente funcional, reprocharía posteriormente a Walras— no podría estarexpresado de manera más clara.

Es del máximo interés considerar si Walras alcanzó esta meta y con quéresultados. Su propia explicación del programa de trabajo a seguir se en-tiende fuerte y claro. El objetivo es mostrar «(1) cómo el mercado o los pre-cios de equilibrio se derivan de las curvas de demanda, (2) cómo las cur-vas de demanda se derivan a partir de la utilidad y de la cantidad de losbienes. Partiendo de esta base será evidente cuál es la relación entre utili-dad y cantidad de los bienes, por un lado, y sus precios de mercado, porotro».108 Primero, el aparato conceptual. Es el mismo de Jevons; sólo lostérminos son diferentes. «Utilidad intensiva» se refiere tanto a la urgenciao grado de intensidad de un deseo como a la utilidad producida por unaunidad o fracción de una unidad de bien; en otras palabras, es el «gradode utilidad» de Jevons. Se supone una «medida de urgencia» como «enfísica y mecánica se utilizan en el cálculo ciertas magnitudes (por ejem-plo, masas) que no son medibles directamente de ninguna manera».109 La«utilidad extensiva» de un bien para un sujeto, denota la cantidad de biennecesaria para satisfacer el deseo hasta el punto de desaparecer. En térmi-nos hoy más familiares, estos elementos son utilizados para construir la«curva de utilidad o deseo» que puede ser o no continua.110 Debe indicarseque, a diferencia de Jevons, la cantidad de bienes se representa en el ejevertical y la urgencia de deseos en el eje horizontal (así como los preciosposteriormente aparecerán en la abscisa y las cantidades en la ordenada).Por «utilidad efectiva» se entiende el uso total de una cantidad de bienes.El concepto básico de Walras, «rareté» (escasez), es idéntico al concepto deutilidad marginal.111 Rareté puede ser definido «como el cociente diferencialdel consumo correlacionado con los stocks».112 El precio de un bien expre-sado en términos de otro es el inverso de la relación de intercambio: si Aintercambia por B en la relación 2:1, el precio de A en términos de B es 1/2 y el de B en términos de A, 2. Oferta efectiva y demanda efectiva —es decir,oferta y demanda a precios definidos— deben ser iguales en equilibrio.

En su primera afirmación al respecto —que no pretende, en absoluto,ser una solución teórica—, Walras muestra que tanto el problema como

108 Ibid., p. 8.109 Ibid., p. 12.110 La interpretación de course de besoin como «want curve» [«curva de deseo»] se

sigue de la traducción al inglés de los Elements de Walras. Nota del traductor al inglés.111 [Como Mayer, el traductor inglés de los Elements deja el término rareté en

francés. Véase la extensa nota del traductor en Elements, pp. 506-7].112 Ibid., p. 17.

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la naturaleza de las curvas de demanda pueden establecerse empírica-mente recogiendo los cambios en los totales demandados a diferentesprecios, ya sea a través de la observación directa del mercado o sobrela base de estadísticas y cuestionarios. Como en Cournot, su ecuaciónalgebraica es da=fa,1(pa) (demanda efectiva de un bien como una funciónde su precio). Posteriormente, Walras pasa al primer punto de su pro-grama de investigación teórica: «Cómo los precios de mercado o de equili-brio se derivan de las curvas de demanda». Haciendo, como siempre, elsupuesto de trueque, tomemos como dados los totales de bienes A y By las curvas de demanda individual de un gran número de personasque desean adquirir cantidades de A y de B. Puesto que la curva dedemanda total (Da) es derivada de la suma de todas las curvas de de-manda individuales de A (cada una de las cuales es a su vez una funciónde los precios), la curva de demanda total de A en términos de B estambién una función del precio de A en términos de B, y de modo simi-lar la curva de demanda total de B en términos de A (Db) es una funcióndel precio de B en términos de A. La oferta efectiva total, que en equili-brio debe ser igual a la demanda efectiva total, se obtiene de la simpleconsideración: «Querer adquirir Da unidades de A al precio pa (de A entérminos de B) significa ofrecer Ob (oferta total de B) = Da pa unidadesde B al mismo precio pa (de A en términos de B), o al precio pb = 1/pa deB en A. En otras palabras, la oferta de un bien a cambio de otro es iguala la demanda de este último bien multiplicada por su precio en términosdel primer bien.»113 Por lo tanto, el precio de equilibrio debe formarseen el punto de intersección de la curva de demanda total y la curva deoferta total, porque sólo existe para esta igualdad entre demanda efec-tiva y oferta efectiva. «Así, si las curvas de demanda están dadas, losprecios se obtienen matemáticamente.» Hasta este punto se puede acep-tar que la exposición tiene por objetivo presentar definiciones, explican-do la correspondencia lógica entre los conceptos de precio de equili-brio, demanda efectiva y oferta efectiva. Por tanto, todo dependerá decómo se elaboren teóricamente las curvas de demanda.

Walras pasa ahora al segundo punto de su programa: «cómo las cur-vas de demanda se derivan de la utilidad y cantidad de los bienes».114 Comien-za, al igual que Jevons, por construir las curvas de utilidad o deseo delos bienes A y B para el Sujeto Uno y el Sujeto Dos. La utilidad totalque Uno tiene de su stock de A y Dos de su stock de B están dadas, en

113 Ibid., p. 10.114 Ibid., p. 12.

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cada caso, por cierta superficie de la representación gráfica. Cada unopodría aumentar su consumo total si intercambiara parte del stock desu bien por parte del stock del otro al precio de mercado. Puesto que pa

está dado, da (la demanda del Sujeto Dos por A) está determinada porla condición de que la cantidad de su propio bien (B) que él entrega acambio del otro bien (A) al precio corriente (¡!) será tal que, una vezque el intercambio se haya completado, la utilidad total del resto de lacantidad B y de la cantidad de A adquirida estarán en el máximo.115 Estacondición de utilidad máxima «se cumple cuando la relación de urgenciade los últimos deseos satisfechos o la relación de rareté tras el intercambio,sea igual al precio».116 La prueba de esto —de nuevo igual que en Jevons—supone que el intercambio entre los dos individuos tiene lugar en unaserie de intercambios separados (sin considerar si son magnitudes infi-nitesimales o infinitas) al precio corriente, de modo que cada intercam-bio individual sucesivo es menos ventajoso para cada una de las parteshasta que, en el acto final, el «área de consumo individual» cedida conuna cantidad del bien es igual al «área de consumo individual» ad-quirida con una cantidad del otro bien. Para este último intercambioindividual, «la base de estas áreas representa las raretés y están en unarelación recíproca con la altura, que representa las cantidades inter-cambiadas». Walras, entonces, concluye la demostración: «Así, paracada precio pa de A en términos de B corresponde una demanda da quepermite la máxima utilidad, y de este modo la curva de demanda es con-secuentemente determinada como una función del precio.»117

El lector habrá seguido este argumento con asombro. ¿Cuál era elproblema claramente formulado? «Cómo las curvas de demanda se deri-van de la utilidad y de la cantidad de los bienes», que precisamente es elencabezamiento de este capítulo. Al comienzo de la explicación, Walrasestablece los supuestos de partida con precisión matemática: «Dos bie-nes A y B y sus respectivas utilidades están dados para cada uno de losparticipantes en el intercambio, así como el stock de cada bien que cadaposeedor tiene; la tarea consiste en averiguar las curvas de demanda».Y a mitad de camino en la demostración, Walras, repentina y eviden-temente, ¡supone el precio como dado! Abandona así su propio programade explicación genético causal del precio a partir de las curvas de deman-da, y de obtención de éstas a partir de los «elementos finales», las uti-

115 Ibid., p. 14.116 Ibid., p. 14.117 Ibid., p. 15.

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lidades y los stocks de bienes. Había prometido que seguiría la pistahacia atras de los precios hasta llegar a sus elementos originarios a travésdel método de «reducción y análisis»; pero en su explicación de la inte-racción causal de estos elementos finales (utilidades y stocks) en laformación del precio, ¡Walras supone la participación de un precio ya for-mado! De una forma diferente, esto es lo mismo que el cambio de Jevonsdesde la derivación genético causal del precio o demostración de sus leyesformativas, a la descripción funcional de la correspondencia en la situaciónde equilibrio entre la utilidad marginal, las cantidades intercambiadasy adquiridas de los bienes, y los precios ya existentes (o «dados»).

Parece totalmente fuera de duda que Walras haya hecho consciente-mente esta transformación del problema. Pues el siguiente capítulo,118 quelleva el encabezamiento «Definición analítica del intercambio de dos bie-nes. La escasez como causa del valor en el intercambio», comienza con laafirmación (frecuentemente repetida): «Las curvas de utilidad y los stocksde bienes son, al final, las condiciones necesarias y suficientes para el estable-cimiento de los precios de mercado o de equilibrio. En el primer caso, elindividuo y las curvas de demanda agregada se derivan matemáticamentea partir de estos supuestos. Y de las curvas de demanda individual y agre-gada se derivan, posteriormente, matemáticamente, los precios de mercadoo equilibrio. Las curvas de demanda son derivadas matemáticamente apartir de las curvas de utilidad y de los stocks de bienes, sobre la base delhecho de que cada propietario buscará alcanzar la máxima satisfacción desus deseos».119 ¿Cómo es posible que una mente tan clara como la de Walraspudiera, sin notarlo, abandonar su propio camino claramente definido yorientado a la solución del problema de la formación del precio? ¿O quese moviera en círculos por suponner que lo que iba a explicar (el resultadode la formación del precio) era el determinante de la formación del precio,con datos dados al inicio del proceso? ¿O que en esencia, explicara un ciertoprecio por ese mismo precio? Si se considera que el alejamiento de la sendaprogramática de la derivación genético causal hacia la explicación circularocurre del mismo modo y en el mismo punto que en el caso de Jevons,entonces a la vista del razonamiento claro y agudo de ambos autores, laconclusión sugiere fuertemente que su común uso de la analogía mecánico-matemática120 —ya implicada por el concepto de «equilibrio»— debe ser

118 Ibid., pp. 15 y ss.119 Énfasis añadido.120 Repetida y explícitamente, Walras se refiere a esta analogía. Por ejemplo

(pp. 23-4): «De la misma forma que la mecánica trata con movimiento y velocidades,

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lo que les ha conducido, inconscientemente, a cambiar el problema y revertirla demostración a mitad de camino.

La mecánica o la geometría tienen que ver con magnitudes o fuerzas(o elementos) que se supone existen simultáneamente; algunas de ellas«conocidas» o «dadas», otras «desconocidas» requiriendo ser descu-biertas por medio de aquellas que son conocidas. Ahora, todos estoselementos o determinantes parciales están en una relación de corres-pondencia simultánea y recíproca entre sí: los lados y ángulos de untriángulo, el radio y la circunferencia de un círculo, la relación entrelos extremos de una palanca, la relación entre energía gastada y energíaobtenida (un ejemplo al cual Jevons dedicó un capítulo completo parajustificar la analogía mecánico-matemática en la teoría económica), etc.Y puesto que, además, ellos son lógica pero no genéticamente depen-dientes uno de otro —¿qué significaría imaginar dependencia genéticaentre el radio y la circunferencia?—, es irrelevante cuál de estos elemen-tos está «dado» y cuál es «desconocido». Su correspondencia regular ysimultánea siempre permite deducir lo desconocido a partir de lo cono-cido, siendo suficiente su magnitud para completar las ecuaciones nece-sarias. Por la misma razón, se permite usar el artificio metodológico:«Supongamos, por un momento, como dadas las magnitudes (desco-nocidas) a, α, etc.» Las cosas son muy diferentes, sin embargo, al tratarprocesos de desarrollo como la formación de los precios, donde ciertas«magnitudes» o elementos que existirán en etapas posteriores (precios,relaciones de intercambio) son causalmente producidos por otrasmagnitudes existentes en una etapa previa en el tiempo (deseos, canti-dades de bienes).121 Con el supuesto de correspondencia recíproca, estosignificaría que lo posterior habría determinado lo anterior, y vicever-sa. ¡Los motivos psicológicos para una acción concreta (una acción yaejecutada, no sólo pensada) tendrían que ser determinados por el acto

la economía pura, como la definimos, trata con intercambio y precios... los preciosson las relaciones inversas de las cantidades intercambiadas de bienes; estas magni-tudes pueden ser expresadas numéricamente así como representarse en un diagra-ma... es así legítimo aplicar las matemáticas a la economía pura, tanto como a lamecánica y astronomía; es decir, desarrollar la economía pura de la misma mane-ra que la mecánica y la astronomía ...y si esto es permitido, debería hacerse.» [Difi-cilmente puede ilustrarse mejor como el uso de las matemáticas en economía tien-de a confundir, incluso, a las más brillantes mestes; nota del trad.]

121 Que el mismo Walras apuntara esto hace que la confusión de los dos proble-mas, en el curso de la explicación, aparezca aún más desconcertante: «Rareté es lacausa del valor en el intercambio. El intercambio es un hecho dependiente; rareté esun hecho independiente». Ibid., p. 17.

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como su causa efectiva, así como el acto por los motivos psicológicos!Pero de hecho un problema es fijar las relaciones simultáneas de corres-pondencia entre elementos, y otro es derivar genéticamente el resultadofinal de un proceso. Las matemáticas no tienen problemas de este tipo,pero la psicología, la fisiología, la biología y, ciertamente, la economía,sí los tienen. Puede ser que, a pesar de las apelaciones previas a Kant yMax Weber, se quiera reconocer como perteneciente a («o distintivode») una ciencia particular sólo esos problemas que fueron tratadoscomo tales en cada parte de su desarrollo histórico,122 según el princi-pio burocrático Quod non est in actis, non est in mundo. Incluso enton-ces, sin embargo, es imposible cerrar los ojos al hecho de que, puestoque hay tal cosa como una ciencia económica, el interés cognitivo delos economistas siempre ha estado dirigido, al menos en parte, a los pro-cesos formativos de las relaciones entre hechos económicos, y no sim-plemente a la descripción de correspondencias simultáneas entre aque-llos cuya formación ya está completa.

Difícilmente es necesario recalcar que la previamente mencionada«ley de la igualación de la utilidad marginal» tiene una influencia esen-cial en el desarrollo de la solución intentada por Walras. Para ambaspartes en el intercambio, el equilibrio se establece en el punto donde«las áreas individuales de consumo... como resultado de las últimas can-tidades entregadas y adquiridas, deben ser iguales», a lo que Walrasagrega expresamente: «independientemente de si éstas son infinitamen-te pequeñas o no». Y él infiere de esto que «los precios de mercado oequilibrio son iguales a los cocientes de las raretés».123 Pero aunque laley del nivel de la utilidad marginal tuviese algo de real, el equilibrioindividual que le corresponde —es decir, la satisfacción máxima de losindividuos después del intercambio— tendría que establecerse a unnivel muy diferente para uno y otro sujeto, según la relación de inter-cambio ya formada; y por esa razón el precio a ser derivado en el inter-cambio entre dos personas sería indeterminado.

De nuevo, Walras, al igual que Jevons, busca evitar esta conclusióntomando un precio definido como ya dado en la derivación de la forma-ción del precio.

Como Jevons, Walras toma la solución para el caso simple de inter-cambio entre dos personas como la base metodológica para soluciones

122 Como A. Amonn sostiene recientemente con particular énfasis en Objekt undGrundbegriffe der theoretischen Nationalökonomie, 2.ª ed. (1927).

123 Walras, p. 16.

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de mayor complejidad. Pero pasa por encima del caso de intercambiode tres bienes entre tres personas, que es tan importante para explicar elproceso de formación de precios, y va directamente a considerar laformación del precio de varios bienes en condiciones de libre compe-tencia.124

El supuesto es de n bienes A, B, C, D, ..., en un mercado librementecompetitivo; cada participante en el intercambio sólo posee una clasede bien de la que desea conservar «una cierta cantidad» para sí mismoy «destinar una cierta cantidad al intercambio por otras clases de bie-nes». Entonces, la demanda —por ejemplo, del poseedor de A por cadauno de los otros bienes, B, C, D, ...— «dependerá no sólo del precio deese bien sino del precio de todos los demás. Sin duda, estamos forzadosa reconocer que la determinación de la demanda de B en términos deA no puede proceder sin conocimiento de los precios de C, D, ..., entérminos de A. Pero también es forzoso admitir que, si los precios deB, C, D, ... en términos de A son conocidos, esto ya hace posible deter-minar la demanda de B en términos de A. Así cada demanda individualpor B, C, D, ... en términos de A es una función de varias variables: losprecios de B, C, D, ... en términos de A». De manera que tenemos lasiguiente ecuación:

db,a=fb,a ( pb,a pc,a pd,a )

donde db,a denota la demanda por B en términos de A, y pb,a, pc,a, etc., losprecios de B, C, etc., en términos de A. Así, la cantidad de B demandadaefectivamente por el poseedor de A está determinada si los precios es-tán dados para todos los otros bienes en términos de A. Pero debido al núme-ro de variables en el intercambio de varios bienes, las demandas indivi-duales ya no pueden expresarse por medio de curvas: «debemos pasar,necesariamente, del modo de expresión geométrico al algebraico».

Tras esta presentación general del problema, Walras procede a ladeterminación estrictamente teórica: «Tenemos que mostrar: (1) cómo losprecios de mercado o de equilibrio se derivan desde las ecuaciones de de-manda, y (2) cómo las ecuaciones de demanda se derivan desde la utilidady cantidad de los bienes.» Primero se aborda el segundo problema. De-ben encontrarse las ecuaciones de demanda, dados n bienes (A, B, C,D, ...), dada la utilidad de cada uno de esos bienes para cada uno de losparticipantes en el intercambio, y dados los stocks que cada cual posee

124 Ibid., pp. 24 y ss.

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de cada uno de los bienes. Si los stocks de los bienes A, B, C, D, ... po-seídos por los individuos se denominan qa, qc, qd,... , y las raretés (utili-dades marginales) de los diferentes bienes para cada individuo son ex-presadas como una función de la cantidad de cada uno de esos bienes,entonces para cada poseedor de A las ecuaciones son:

ra=Fa(qa), rb=Fb(qb), .... ,

de modo que «estos datos son suficientes para establecer la ecuación de de-manda de B en términos de A para cualquier poseedor de A».125 Este sujetoda una cierta cantidad de A por cierta cantidad db,a de B a un cierto pre-cio pb,a de B en términos de A; una cierta cantidad de A por cierta can-tidad dc,a de C a un cierto precio pc,a de C en términos de A; y así suce-sivamente. Sea x la cantidad total de A que él da por B, C, D, etc., y asíqa-x es la cantidad que conserva para sí. Entonces resulta la siguienteecuación:

x = db,a pb,a + dc,a pc,a + ....

de la que se sigue:

qa - x = qa - db,a pb,a - dc,a pc,a - ....

Por lo tanto, para varios bienes así como para dos, podemos afir-mar que la demanda está determinada por la condición de satisfacciónmáxima ... y que esta condición implica «que la relación de rareté o ur-gencia del último deseo satisfecho tras el intercambio es igual al precio». Sino fuera así, entonces tendrían lugar intercambios adicionales. Si lautilidad marginal (rareté) de A después del intercambio es ra=Φa(qa-x);la de B, rb=Φb(db,a); y la de C, rc=Φc(dc,a), entonces tenemos las ecuaciones

Φb(db,a) = pb,a Φa(qa-x) = pb,a Φa(qa - db,a pb,a - dc,a pc,a - ....)

y de modo similar, para Fc(dc,a), etc., es decir, n-1 ecuaciones.126 Y Walrasconcluye la derivación: «De esta manera la ecuación de demanda individualpara cualquier bien está determinada como una función de los precios de to-dos los bienes.»127

125 Ibid., p. 26. Énfasis añadido.126 Como sabemos, una ecuación menos que el número de bienes porque los

precios están verdaderamente expresados en términos de una clase de bien (A).127 Énfasis añadido.

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Era necesario reproducir completa la explicación de Walras: pri-mero, porque habría carecido de sentido, o sería incluso imposible, exa-minar críticamente el tratamiento exacto de un problema complejo sinpresentar toda la explicación; y segundo, para posibilitar que el lectorcompare el «progreso» de los sistemas matemáticos posteriores de lateoría de precios con el sistema de Walras. En las pocas páginas de estecapítulo de la Mathematische Theorie está concentrado el logro magis-tral de Walras,128 que justifica su fama como l’inventeur de l’equilibreéconomique. Difícilmente hay otro trabajo en toda la historia de la teoríaeconómica que se le aproxime en grandeza y unidad de concepción, oen el rigor lógico de su combinación, aparentemente sin esfuerzo, defactores económicos. Lo que Cournot abandonó como tarea irrealizabley lo que Jevons sitúa a distancia lejana, aquí aparece realizado. La admi-ración ante esta maestría lógica y artística no debería impedirnos exami-nar sobriamente el valor de su detallado sistema para nuestra compren-sión de la realidad económica. Pues, como es sabido, la más perfectaunidad de un sistema en sí misma no prueba nada acerca de su valorexplicativo respecto del mundo real.

Primero, observemos los supuestos sobre los hechos. Aquí la «leydel nivel o igualación de la utilidad marginal», que supuestamente com-prende la condición de la máxima satisfacción, juega un rol fatal en elestablecimiento del sistema de ecuaciones. Lamentablemente, debedecirse que, puesto que la realidad no hace el favor de adaptarse a lossistemas conceptuales sino que más bien éstos han de adaptarse a ella,el valor explicativo del sistema de ecuaciones es por tanto muy redu-cido. Uno no puede contentarse con que la realidad o irrealidad de la«ley del nivel o igualación de la utilidad marginal» sólo afecte a rela-ciones cuantitativas concretas entre los factores económicos, y no inva-lide la naturaleza de sus correlaciones en el sistema de ecuaciones, entanto que la esencia y propósito del sistema en cuestión sea trazar lasconexiones cuantitativas entre los diversos factores (niveles de los pre-cios, utilidad marginal, cantidades de bienes, etc.). En sistemas de equi-librio, la ley del nivel de utilidad marginal pasa por una ley estructural.

Ahora, aun si dejamos de lado el uso de la ley del nivel o igualaciónde la utilidad marginal, este elaborado sistema de ecuaciones no nosda respuesta a la cuestión fundamental de la teoría del precio que elmismo Walras pretendía responder: cómo una determinación unívoca de

128 Corresponden a la Lección 11 de Elements: «Problema del intercambio devarios bienes por otro», pp. 132-42.

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los precios de varios bienes resulta de los deseos y posesiones de losindividuos como elementos finales, sin que nada más —incluyendo, cierta-mente, los precios— esté también dado. Tampoco hay ninguna solu-ción a la pregunta que necesita realizarse incluso antes: ¿cómo se divi-de la propiedad individual (la renta) entre la demanda de adquisiciónde ciertos bienes —demanda que sólo entonces forma los precios de esosbienes— sin (nuevamente) la previa existencia de tales precios? Alformular sus ecuaciones, Walras supuso una solución a esta pregunta.Ya es asumido que el poseedor de A «entrega ... una cierta cantidad» aun «cierto precio» para adquirir «una cierta cantidad» de C, D, etc.,mientras conserva «una cierta cantidad» para sí. Walras correctamentetoma estas «ciertas» cantidades como desconocidas para el teórico; susvalores predominantes surgirán de las ecuaciones que tienen que esta-blecerse. Los participantes en el intercambio toman como conocidas susdisposiciones supuestamente descritas en las ecuaciones: es sobre estesupuesto como el poseedor de A verdaderamente da una cierta canti-dad de su bien por una cierta cantidad de B, C, D, etc. Pero, ¿cómo esque el poseedor de A conoce las porciones que debe intercambiar porciertas cantidades de B, C, D, etc., en orden a lograr su máxima satis-facción? La «ley de la igualación de la utilidad marginal» no es sufi-ciente porque la igualdad puede resultar a muy diferentes niveles segúnlos precios predominantes. Para que puedan derivarse precios corrien-tes sobre los supuestos de Walras, ya debe haber precios formados enel pasado que, a su vez, sólo pueden ser derivados de la misma mane-ra (por recurso a precios en el pasado), ¡en una clase de regressus ininfinitum histórico! Si se intenta evitar esto apelando a supuestos está-ticos, incluyendo la igualdad completa de precios pasados y presentes,se derivan los precios deseados desde los mismos precios (y no de suselementos formativos en un escenario sin precios) y el carácter circulardel argumento —para el problema de formación del precio que Walrasdeseaba resolver— se hace evidente.

Digámoslo de otra manera. Es fácil ver que las demandas potencialesde los individuos por los diferentes bienes (que surgen de sus deseos)se reduce a demanda efectiva una vez que los precios existen para esosbienes. Y el grado de esta reducción —en otras palabras, la relación decorrespondencia (que el sistema de ecuaciones de Walras busca repre-sentar) entre la demanda individual efectiva (e implícitamente, la agre-gada) de ciertos bienes, los precios predominantes y las utilidades mar-ginales— es tanto lógica como genéticamente un problema secundario. Elloporque, como claramente muestra el supuesto de Walras de precios ya

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existentes, el problema sólo surge cuando los precios ya existen por loque problema primario de formación del precio sigue con nosotros sin resol-ver. La teoría de los precios nunca encontrará la paz hasta que este pro-blema sea eliminado: asoma su cabeza en cuanto se realiza una inves-tigación un poco profunda en problemas teóricos particulares, está enel trasfondo de la confusa disputa entre «estática» y «dinámica», y traslas cuestiones que surjen de nuestra comprensión cognitiva de los mo-vimientos en la economía que la teoría moderna encuentra tan pertur-badores. Y un sistema de correspondencias simultáneas, tal como elpresentado por Walras con su elaborado conjunto de ecuaciones, nopuede ofrecer solución a este problema primario de descubrimiento dela ley de un proceso.

Tampoco la ofrecen las demostraciones adicionales que Walras desa-rrolla sobre estos fundamentos. Comienzan estableciendo mecánica-mente n(n-1) ecuaciones de demanda agregada «por la simple adiciónde ecuaciones de demanda individuales». Y entonces, a partir de la pro-posición de que al precio de equilibrio la demanda agregada iguala ala oferta agregada, y a partir de las proposiciones adicionales de que laoferta de un bien en relación a otro siempre iguala la demanda del úl-timo multiplicada por su precio en términos del primero, una serie deecuaciones de intercambio, de nuevo n(n-1), es obtenida. Tenemos así untotal de 2n(n-1) ecuaciones, que precisamente corresponden al númerode incógnitas: n(n-1) precios relativos de los n bienes más las n(n-1) can-tidades totales de esos n bienes mutuamente intercambiados. Finalmen-te, Walras se vuelve a una consideración de equilibrio general.129 Has-ta el momento, sólo «ha sido derivado un cierto equilibrio incompletoen el mercado de dos cualesquiera bienes». «El equilibrio completo ogeneral del mercado existe sólo cuando los precios recíprocos de doscualesquiera bienes igualen la relación de precios de cada uno de ellosen términos de cualquier tercer bien». A modo de prueba, se suponeque el mercado se divide en tantos mercados parciales «como intercam-bios se realizan de las dos clases de bienes»: es decir n(n-1)/2 merca-dos parciales. En cada uno de estos mercados parciales los precios deintercambio «establecidos matemáticamente a través del sistema ante-rior de ecuaciones», son registrados y hechos visibles: «el intercambiode A por B y de B por A, a los precios recíprocos pa,b, pb,a; intercambiode A por C y de C por A, a los precios recíprocos pa,c, pc,a; etc.» Segúnestos precios dados, «cada parte en el intercambio formula su demanda

129 Ibid., pp.29-40.

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para cada uno de los bienes en términos de los que posee». Entonces,por ejemplo, de acuerdo con la condición de «máxima utilidad» (ley dela igualación de la utilidad marginal), las siguientes dos ecuaciones seaplicarán al «poseedor de A que ha conservado qa-x de A para sí y ad-quirido db,a de B y dc,a de C»:

Fb(db,a) = pb,a Fa(qa-x)Fc(dc,a) = pc,a Fa(qa-x)

Y por lo tanto, Fc(dc,a) = [pc,a / pb,a] Fb(db,a)

Si ahora, por ejemplo, pc,b > [pc,a / pb,a], entonces Fc(dc,a) < pc,b Fb(db,a)«Esto significa que es ventajoso para nuestro sujeto, después de susprimeros dos intercambios en los mercados (A, B) y (C, D), irse al mer-cado (B, C), vender allí C y comprar B al precio pc,b de C en términos deB». «Este procedimiento perturbará el equilibrio del mercado (B, C)porque allí la oferta será mayor a la demanda, y sólo será posible res-tablecer el equilibrio a través de una reducción de pc,b». Cada poseedorde B y cada posedor de C procederá de una manera similar. Sólo a tra-vés de estos «intercambios complementarios» posteriores el equilibriode mercado será «perfecto y general».

En esta explicación de la formación del equilibrio general, es chocanteque Walras muy correctamente intente comprender el carácter del procesode aparición del equilibrio como una secuencia de diferentes fases, de lascuales las posteriores son construidas sobre las precedentes, dejando fueralas contradicciones de los equilibrios parciales previos (si se obtiene 1B por4A y 1C por 1A en el mercado, la relación de intercambio 2C por 1B nopuede existir: debe ser 4C por 1B). Desafortunadamente, aquí, como enJevons, la investigación concierne sólo a la última fase de todo el procesoque conduce al establecimiento del equilibrio general:130 la generación de

130 Incluso esta última fase es tratada de modo incompleto. En el caso anterior,no puede ser el final del asunto que el poseedor de A, que ha averiguado primerosu nivel de utilidad marginal para los bienes A, B, C sobre la base de precios existen-tes, de ahí en adelante intercambie parte de su C por B de acuerdo con su experien-cia del precio de B en términos de C. Mas bien, puesto que el nivel de satisfacciónpor B y C en comparación a A ha cambiado para él, de nuevo debe regresar al princi-pio de máxima utilidad e intercambiar parte del B recién adquirido por A. Y puestoque todos los otros participantes del mercado hacen lo mismo, todos los preciosserán continuamente establecidos en movimiento. Estos movimientos disminuiránlenta pero inexorablemente , hasta que el ajuste completo sea finalmente alcanzado—y todo esto sobre la base de precios iniciales que están, de algún modo, ya dados.

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uniformidad en el precio de mercado sobre la base de precios ya existentes(a la luz de los cuales los participantes en el intercambio pueden ya for-mular su utilidad máxima para operaciones posteriores en el mercado).Lo que permanece sin analizar es la fase precedente en que los precios yaexistentes se han desarrollado a partir de los elementos formativos prima-rios, sobre los que, posteriormente, todo es construido. Para la apariciónde esos precios dados en la fase precedente, somos remitidos al «desarro-llo matemático a través del anterior sistema de ecuaciones», y así a la an-terior derivación de precios de equilibrio parcial que ya hemos sujeto aexamen crítico. Además, el supuesto (correcto) de varias fases en la for-mación del precio, que se suceden una a otra, contenido en la necesidadpostulada de intercambios complementarios posteriores, es incompatiblecon el sistema de ecuaciones simultáneas en que Walras está comprome-tido. Porque un sistema cuya estructura sólo permite relaciones de corres-pondencia simultáneas es inapropiado para la inclusión de procesosgenéticos. De ahí que Walras —con la expresión «suponiendo que ningúnintercambio complementario tenga lugar y que el equilibrio de cualesquie-ra dos bienes en el mercado es general»— se haya forzado a sí mismo aintroducir un nuevo conjunto de ecuaciones condicionales, cuyo conteni-do es «que el precio recíproco de cualesquiera dos bienes iguale la rela-ción de precios de cada uno de ellos en términos de cualquier tercer bien».Y ahora esto se deja al automatismo del aparato matemático y a sus exten-sas ecuaciones, para que el mismo asegure que ciertos precios surgirán fi-nalmente en equilibrio.

Walras piensa que con su sistema de ecuaciones ha logrado la «leyde formación del precio de equilibrio»;131 cree que ha probado «quetanto para dos como para varios bienes, las condiciones necesarias ysuficientes de la formación del precio de mercado o de equilibrio sonla utilidad de los bienes para quienes intercambian y los stocks de esosbienes en manos de sus propietarios».132 Finalmente, Walras afirma unavez más que ha mostrado «que la utilidad y stocks de los bienes» son «lascausas de la formación del precio». Pero, con toda la debida admiraciónpor la maestría de Walras en la comprensión exacta de las leyes estruc-turales de un estado de equilibrio ya alcanzado, nuestro examen críti-co debe llegar a la conclusión de que deja sin resolver el problema fun-damental de la formación del precio.

131 Encabezamiento de la sección 5, p.33.132 Ibid., p.37.

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5. La teoría del precio de Pareto

El sistema de Vilfredo Pareto, tal como está desarrollado en suManuale di economia politica,133 representa el tipo puro de teoría funcionaldel precio. Aunque el sistema de Pareto es inimaginable sin el trabajopionero de Walras, él no tenía intención de limitarse a la consolidacióny desarrollo adicional de los fundamentos de Walras. Aunque mantienelos elementos que soportan la estructura —las ecuaciones de Walrasexpresando ciertas relaciones básicas—, él no cree que estén debida-mente colocados e intentará reemplazar ciertos puntos de apoyo débi-les por otros más fuertes. Hay dos alteraciones mayores de esta claseen las que Pareto plantea su reforma del sistema de Walras. Primero, lacomprensión causal de la manera en que los elementos se combinan enel sistema económico es reemplazada rigurosamente y sin excepcionespor un esquema de dependencia condicional recíproca. Y segundo, él aban-dona el supuesto, que le parece completamente irreal y por tanto ilegí-timo, de que la urgencia e importancia de los deseos pueda ser medi-da, y lo reemplaza por un sistema de jerarquías, logrado por mediospuramente experimentales y equipado con índices definidos; un siste-ma de líneas de indiferencia o gráficos de indiferencia que, sin requerirninguna medida cuantitativa, permite la deducción de las correlacionesy su presentación en un sistema de ecuaciones.

Naturalmente, aquí sólo podemos mirar aquellas partes de la estruc-tura monumental y compleja de Pareto que conciernen a nuestro pro-blema de la formación del precio, y mencionaremos la conexión conotras partes sólo en la medida en que sea necesario para comprenderel lugar que el problema del precio ocupa en el sistema económico dePareto considerado como un todo.

En la visión de Pareto, la teoría económica tiene la tarea de «inves-tigar las uniformidades de los fenómenos...; esas llamadas leyes».134

«Una ley o una uniformidad es verdadera sólo bajo ciertas condiciones...

133 Milan 1906. [La discusión de Mayer se basa en la edición francesa Manueld’économie politique, 2.ª ed. (Paris, 1927). En lo sucesivo, se cita la traducción ingle-sa Manual of Political Economy (trad. por Ann S. Schwier, Nueva York, 1971) quetambién se basa en la edición francesa de 1927. Nota del traductor al inglés.] Lateoría de los precios que Pareto ofreció antes en su Cours d’économie politique, 2 vols.(Lausana, 1896 y 1897) está repetida en lo esencial en el Manuel. De los muchosartículos importantes de Pareto en el Giornale degli Economisti, véase especialmen-te «Considerazioni sui principi fondamentali» (1892 y 1893).

134 Manual of Political Economy, pp.2-3.

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Algunas de estas condiciones son implícitas, otras explícitas... Lascircunstancias que rodean un fenómeno son una parte integral del fe-nómeno y no pueden ser separadas de él... Sólo conocemos fenómenosideales, que más o menos aproximan los fenómenos concretos». Por ello,debe utilizarse «el método de aproximaciones sucesivas», que corres-ponde al «método de la abstracción decreciente» de los teóricos austria-cos.135 La economía teórica tiene que explicar «las muchas acciones ló-gicas y repetidas que los hombres ejecutan para procurar las cosas quesatisfarán sus gustos». «En otras palabras, sólo ciertas relaciones entrehechos objetivos y hechos subjetivos, principalmente los gustos de loshombres, nos conciernen.»136 «El problema es muy complejo porque loshechos objetivos son muy numerosos y parcialmente dependen unosde otros. Esta mutua dependencia hace que la lógica ordinaria prontose vuelva impotente cuando vamos más allá de los primeros elemen-tos de nuestro estudio. Entonces, debemos recurrir a una lógica espe-cialmente apropiada para este tipo de estudio, es decir, a la lógica ma-temática.»137

Tras estos comentarios metodológicos preliminares, Pareto se muevedirectamente al «tema principal» de la teoría estática, el «equilibrioeconómico» que «resulta de la oposición entre los gustos de los hombresy los obstáculos para satisfacerlos».138 Por tanto, la investigación tieneque abarcar gustos, obstáculos y la manera en que estos dos elementosse combinan para establecer un equilibrio. El equilibrio económico, quees tomado como la situación básica en todas las teorías matemáticas,es aquí definido como «el estado que se mantendría indefinidamente si nohubiera cambios en las condiciones bajo las que es observado». O, una «defi-nición equivalente», «el equilibrio ... está determinado de tal maneraque, si fuese ligeramente modificado, tendería a restablecerse inmediata-mente, retornando a su posición original».139 «Para determinar el equilibrio

135 Ibid., pp. 4-9.136 Ibid., p. 103.137 Ibid., p. 104.138 Ibid., p. 106. Dentro del concepto de Bedürfnis como es usado en la teoría

alemana, Pareto distingue entre dos diferentes categorías: besoins [deseos o nece-sidades] —es decir, Bedürfnisse en sentido estricto— y goûts [gustos] —es decir,deseos por ciertos placeres. [Considerando que Mayer no tenía una edición alemanadel libro de Pareto cuando escribió este artículo, el traductor al inglés decidió usarlos términos tal como aparecen en la edición inglesa. Desde ahí se han traducidoal español.]

139 Ibid., pp. 108-9.

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estableceremos la condición de que en el momento en que ocurra, losmovimientos permitidos por los obstáculos son impedidos por los gus-tos...»140

En la investigación sobre «gustos», Pareto define primero el conceptode utilidad [ophelimity] ya introducido en el Cours, como el placer permi-tido por un incremento definido en la cantidad de un bien. Adicio-nalmente, él distingue entre «utilidad elemental», que corresponde alconcepto de utilidad marginal,141 y «utilidad elemental ponderada», quees el cociente entre la utilidad elemental y el precio. Sin embargo, in-mediatamente Pareto los deja de lado por ser conceptos inutilizables—este es uno de los principales aspectos de su reforma— porque, debidoa que la utilidad de un bien A depende no sólo de la cantidad consumidade ese bien, sino también de las cantidades consumidas de los otrosbienes B, C, ..., la falta de una unidad de medida significa que la utilidadde un bien es inmensurable.142 Si realmente se fuesen a emplear losconceptos de utilidad y valor en uso, argumenta Pareto, sería mejorhablar simplemente de un sistema de índices de utilidad. Estos conceptosfacilitan la exposición de la teoría del equilibrio económico aunque noson necesarios para su obtención. «Gracias al uso de las matemáticas»,uno puede construir «esta teoría completa... sobre nada más que unhecho de la experiencia: la determinación de las cantidades de bienesque constituyen combinaciones entre las cuales el individuo es indife-rente. La teoría de la ciencia económica adquiere así el rigor de la mecá-nica racional.» Pareto demuestra esto derivando las líneas de indiferenciade gustos que son tan fundamentales para su nuevo sistema.143 Si toma-mos, por ejemplo, una persona que posee un kilo de pan y un kilo devino, esta combinación puede ser igual, respecto a sus gustos, a

140 Ibid., p. 110.141 «Si esta cantidad [del bien] es muy pequeña (infinitamente pequeña) y si el

placer que da es dividido por la cantidad, tenemos la utilidad elemental». Ibid., p.112. Eso no puede ser tan fácil de imaginar: ¡una magnitud psicológica divididapor una cantidad de objetos externos! Véase también el artículo fundamental deP. N. Rosenstein-Rodan, «Grenznutzen», Handwörterbuch der Staatswissenschaften,4.ª ed.

142 Ibid., p. 112. Indicaciones similares habían sido hechas antes por Auspitz,Lieben, Edgeworth y Fisher. Cfr. los agudos e importantes estudios de J. Neubauer,«Grenznutzen, Indifferenz, Elastizität und Durchschnittsnutzen», Jahrbuch fürNationalökonomie und Statistik (1930), y «De Gossenschen Gesetze», ibid (1931).

143 Ibid., pp. 118 y ss. Si x e y son las cantidades de los bienes X e Y que posee elindividuo, entonces f1(x,y)=0 es la ecuación de una línea de indiferencia, desde laque un cierto y1 y2 y3 ... se asegura para cada x1 x2 x3 ... Ver ibid., Apéndice, p. 391.

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Pan 1,6 1,4 1,2 1,0 0,8 0,6Vino 0,7 0,8 0,9 1,0 1,4 1,8

Podría hallarse incluso un número mayor de tales combinaciones.«Llamamos a estas series, que podrían ampliarse indefinidamente, unaserie de indiferencia», porque entre todas estas combinaciones el indivi-duo se muestra «indiferente en su decisión». Si dibujamos en los dos ejesde un sistema de coordenadas las cantidades de los dos bienes perte-necientes a las combinaciones indiferentes contenidas en las series ante-riores, obtenemos una curva continua, la «línea de indiferencia», queestá compuesta de puntos de la misma utilidad. Demos a cada combi-nación de bienes un índice arbitrario, que sólo tiene que satisfacer doscondiciones: (i) que dos combinaciones entre las que la decisión es indi-ferente deben tener el mismo índice; y (ii) que de dos combinaciones,aquella que es preferida a la otra debe tener un índice mayor. Con estoobtenemos también los índices de utilidad.144 Si se prosigue este proce-so, todo el plano del sistema de coordenadas estará cubierto con unnúmero ilimitado de curvas de indiferencia (para un ilimitado númerode combinaciones), cada una de las cuales tiene su propio índice. Asítendremos una reproducción completa de los gustos del individuo res-pecto a estos dos bienes. «Eso es suficiente para determinar el equilibrioeconómico. El individuo puede desaparecer, siempre y cuando nos deje estafotografía de sus gustos.» Lo mismo puede hacerse para todos los bienes.Estas curvas de indiferencia pueden entenderse como líneas de nivel,cuyas alturas están representadas por los índices de utilidad. Paretohabla aquí de «la colina de los índices de placer». Las ilimitadas formasde ascenso entre curvas de indiferencia, es decir los pasos desde me-nores a mayores alturas (gran utilidad), son llamadas sendas (sentiers)por Pareto. En su opinión, estas líneas de indiferencia de gustos y sendasson las principales técnicas de representación disponible para la teoríaeconómica.

La línea de indiferencia de obstáculos se construye de una manerasimilar. Entre los obstáculos, es decir, lo que se opone al esfuerzo delos individuos por la satisfacción, no sólo se consideran los desembolsoso costes de producción, sino también el hecho de que un bien es escasoy que ha de pagarse un precio para adquirirlo, así como todos «losobstáculos que surgen de la organización social».145 Un obstáculo espe-

144 Ibid., p. 119.145 Ibid., p. 124.

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cialmente importante se hace presente cuando los individuos no puedenescoger libremente la relación de intercambio de sus bienes, porque detodas las sendas posibles la única que el individuo puede seguir estádeterminada por la relación de intercambio dada.146

La siguiente tarea es encontrar el punto común de equilibrio degustos y obstáculos, que constituye un punto de equilibrio general.147

En la discusión sobre el «equilibrio con respecto a los gustos», se mues-tra ahora de una complicada manera —aquí las teorías no matemáticasson más simples e igualmente rigurosas— que con coeficientes de pro-ducción dados para la conversión del bien B en el bien A, o con relacio-nes de intercambio (precios) dadas de A y B (que en la terminología dePareto se denomina una senda dada), la cantidad de B que el individuoconvertirá en A o intercambiará por A está determinada en el momentoque las sucesivas transformaciones e intercambios parciales alcancenaquel punto en que la combinación de A y B permita la mayor utilidadtotal. Es decir, en el lenguaje de Pareto, el equilibrio con respecto a losgustos es alcanzado en el punto donde la senda estipulada toca unacurva de indiferencia de gustos. Si se fijan otras sendas (son dados otroscoeficientes de producción o relaciones de intercambio), los puntos deequilibrio serán diferentes. Y si vinculamos todos estos puntos de equi-librio que surgen de varias sendas dadas, obtenemos la «línea de inter-cambios». Agregando las cantidades que son «transformadas» por cadaindividuo en las relaciones de intercambio dadas —es decir, que soncedidas y adquiridas a través del intercambio— obtenemos la «línea deintercambio para la colectividad» (la oferta agregada efectiva y la de-manda agregada efectiva en cada relación de intercambio). «El equili-brio con respecto a los obstáculos para el productor» se desarrolla dela misma forma, con la «colina de beneficios» reemplazando a la «colinadel placer».

Con un argumento muy complejo, que no puede reproducirse en loslímites de este ensayo, Pareto muestra ahora que con líneas de indife-rencia de gustos y obstáculos dadas y con sendas o líneas dadas para losparticipantes en el intercambio, deben surgir puntos definidos de equi-librio.148 Él hace las siguientes afirmaciones: «si dos individuos inter-cambian bienes entre sí, los puntos de equilibrio están en las intersec-ciones de las líneas de intercambio de ambos individuos» (a lo que

146 Ibid., p. 125.147 Ibid., p. 130.148 Ibid., pp.133-46.

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debería añadirse que este descubrimiento sobre un estado de reposoalcanzado donde las relaciones de intercambio bilaterales coinciden, noes desconocido para los no matemáticos, pero no explica nada si laslíneas de intercambio están dadas desde el principio). O, de modo másamplio, «si hay un punto donde la senda de los individuos contratanteses tangente a las curvas de indiferencia de estos individuos, éste es unpunto de equilibrio». Y la formulación más general: «el equilibrio tienelugar en los puntos de intersección de la línea de equilibrio de gustosy la línea de equilibrio de obstáculos. Estas líneas son el locus de lospuntos de tangencia de las sendas a las líneas de indiferencia.»149

Sobre estos fundamentos, Pareto procede a la determinación de losprecios.150 En teoría económica, «los precios aparecen como incógnitasauxiliares, muy útiles para resolver problemas económicos, pero quedeben ser eliminadas al final de modo que sólo permanezcan los gus-tos y los obstáculos».151

A continuación, Pareto define la oferta y la demanda de un individuocomo los bienes que él entrega o adquiere cuando ha llegado al punto deequilibrio del intercambio; naturalmente, las cantidades varían con elprecio (y con la forma de las sendas sobre las que el equilibrio ha sidoobtenido).152 En consecuencia, oferta y demanda son dadas ex post,después de que el intercambio ha finalizado (se ha alcanzado el inter-cambio de equilibrio) y el precio ha sido formado. Por lo tanto, aquí notenemos una explicación de la formación de los precios. En el intercam-bio de dos bienes entre dos individuos a un precio dado, la curva deintercambio es, al mismo tiempo, la curva de oferta y de demanda. Lacurva de demanda individual de B es también la curva de oferta indi-vidual de A (como Jevons y Walras ya indicaron). En el sistema de lí-neas de indiferencia, entonces, si se dibujan las cantidades de A en laabscisa y las de B en la ordenada, el precio de A en términos de B estáexpresado por la pendiente de la senda de los individuos hacia el ejede la ordenada. El precio de equilibrio se encuentra donde hay inter-sección entre la curva de demanda del primer individuo y la curva de

149 Ibid., p. 137.150 Ibid., pp. 152 y ss.151 Carl Menger ya se aproximó a esta idea cuando dijo alguna vez que los

precios son «fenómenos puramente superficiales», o vínculos en un proceso eco-nómico global que se origina en los deseos humanos y en la escasez de bienes, yque finaliza con la satisfacción de deseos a través de la transformación o intercam-bio de los bienes.

152 Ibid., p. 162.

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oferta del segundo; o, en general, donde la demanda de un bien es iguala su oferta. Esto muestra, supuestamente, que «la ley de la oferta y lademanda» puede derivarse desde el sistema de líneas de indiferencia através del cual dicha ley adquiere su significado exacto. En el caso delintercambio de dos bienes, entonces, la demanda de un bien sólo depen-de de su precio y lo mismo sucede con la oferta. En el caso del inter-cambio de varios bienes, la oferta y la demanda de un bien particulardependen del precio de todos los otros bienes (como Walras ya sabía).

Después de estos largos y complejos preparativos, una sección titu-lada «Equilibrio en el caso general»153 argumenta que en un mercadolibremente competitivo, siempre y cuando cada individuo mantengaintercambios sucesivos (a un precio constante dado) entre sus propiosbienes y los objetos de su demanda hasta el punto de equilibrio, la uti-lidad (o el índice de utilidad) será precisamente la misma para las últimaspequeñas cantidades de bienes que son entregadas y adquiridas: la ley del nivelo igualación de la utilidad marginal, largamente esperada por el lector, esahora solemnemente entronizada.154 «Para que este razonamiento seariguroso», observa Pareto, «las cantidades deben ser infinitesimales»,pero infinitesimales o no, «d’une façon ou l’autre tenemos una noción delfenómeno».155 «Para cantidades muy pequeñas se puede asumir que lautilidad es proporcional a las cantidades. En tal caso, la utilidad de 5gramos de vino estará en la proximidad de la mitad de la utilidad de10 gramos de vino —será precisamente la mitad si consideramos can-tidades infinitesimales.» (Nótese que aquí Pareto cae en el error de su-gerir que la utilidad puede medirse, lo que a menudo ha denunciado yevitado para construir su sistema de líneas de indiferencia.) Si, por ejem-plo, pan y vino se intercambian a la relación constante 2:1, entonces «enel equilibrio, la utilidad de una muy pequeña cantidad de pan debe serigual a la mitad de la utilidad de la misma muy pequeña cantidad devino». En otras palabras, «la utilidad elemental ponderada del pan ydel vino deben ser iguales». Esto es cierto para todos los individuos ybienes en un mercado libremente competitivo, «en tanto supongamosque la satisfacción producida por el consumo de cada bien es indepen-diente del consumo de los otros bienes»156 —un supuesto que Pareto

153 Ibid., pp. 165 y ss.154 Ibid., p. 168. Pareto llama a las ecuaciones del nivel o igualación de la utili-

dad marginal «la piedra angular de la economía matemática». Enzyklopädie dermathematischen Wissenschaften, vol. 1, p.1105.

155 Ibid., pp. 165-6.156 Ibid., p. 166.

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considera completamente permitido siempre y cuando tratemos úni-camente de pequeños cambios de cantidad.157 Así, en el punto de equi-librio las utilidades ponderadas de todos los bienes son las mismas.

Podemos anticipar lo que viene. Como hace Walras, se introducentres grupos de ecuaciones condicionales. Las de la categoría A denotancondiciones referidas a gustos y obstáculos y están establecidas par-tiendo de la ley de la igualación de la utilidad marginal. Las de la catego-ría B son las ecuaciones presupuestarias que establecen que para cadaindividuo los ingresos y gastos deben equilibrarse en el intercambioacordado para cualquiera de los bienes (ya hemos visto el carácter tauto-lógico de esta «condición» al discutir la teoría de Walras). El númerode las ecuaciones condicionales de la categoría B es el mismo que elnúmero de individuos.

De esta manera, para tomar el ejemplo de Pareto, si hay 100 indivi-duos y 700 bienes, la categoría A nos daría 699 ecuaciones para cadaindividuo (una menos que 700 porque un bien debe servir como medi-da de precio), y por lo tanto, hay 69.900 ecuaciones en total. La catego-ría B nos dará otras 100 ecuaciones, lo que permite alcanzar la cifra de70.000. «En general, este total es igual al número de individuos multi-plicado por el número de bienes». El número de incógnitas está com-puesto por 699 precios de los bienes (uno menos que 700 porque un biencumple la función de dinero), y por las cantidades adquiridas (o entre-gadas) de cada bien por cada individuo, es decir 70.000 unidades. Estonos da 70.699 incógnitas para 70.000 ecuaciones. Para conservar las 699ecuaciones perdidas, Pareto construye las condiciones de la categoríaC referidas a los obstáculos, estableciendo que las cantidades totalesde los bienes permanecen constantes antes y después del intercambio,puesto que lo que algunos individuos entregan es adquirido por otros(una ecuación menos que 700 porque, si conocemos las cantidades delos otros bienes, las ecuaciones de la categoría B nos dan directamentela cantidad total de un bien que es comprado o vendido). En otras pala-bras, la suma de los bienes comprados y vendidos por todos los indivi-duos es igual a cero. «El número de las condiciones es ahora igual alde las incógnitas y el problema está completamente determinado».158

157 Ver cap. 4, secciones 10 y 11, pp. 183-4.158 Ibid., pp. 167-8. La cuestión de la producción está fuera del campo de este

ensayo, limitado a los elementos de la teoría del precio. Pero si fuésemos a incluir-la en el cuadro, las nuevas incógnitas darían origen a una adicional «categoría D»de ecuaciones condicionales, que expresarían el hecho de que por cada bien los

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El sistema de ecuaciones algebraicas correspondiente a las catego-rías A, B, C, junto a sus soluciones, es dado en el Apéndice del trabajode Pareto. No hay razones para examinarlo detenidamente, pues lapresentación y análisis crítico de las teorías del precio no pretende revi-sar cálculos mecánicos sino evaluar las ideas que determinan las ecua-ciones y el valor cognitivo de los resultados.

Una objeción natural, anticipada por Pareto, es que la elaboraciónde tal sistema de ecuaciones presupone absurdamente un conocimientoimposible de las utilidades de todos los bienes para todos los indivi-duos, y de un enorme número de otras circunstancias de producción,etc. Y además, aunque se conocieran todos estos datos, para 100 indivi-duos y 700 bienes, serían necesarias 70.699 ecuaciones; y en una pobla-ción de millones con miles de bienes, el total crecería a proporcionesfantásticas y sobrepasaría la capacidad humana para su resolución. Aesto, Pareto replica que no es una cuestión de ofrecer soluciones numé-ricas y prácticas, sino que tales ecuaciones «son los únicos medios cono-cidos para llegar a entender la manera en que estas cantidades y pre-cios varían o, más exactamente, para comprender en una forma generalcómo tiene lugar el equilibrio».159

Con la «lógica ordinaria» usada exclusivamente por la «economíaliteraria» —una lógica que trabaja con «palabras sin sentido» y siempretoma sólo una magnitud como dada y deja a las demás como descono-cidas— es imposible alcanzar una solución al problema del equilibrio.Aquí sigue una crítica feroz a las teorías no matemáticas que es a menu-do injusta, en el sentido de no hacer justicia a su diferente aproxima-ción (genético causal): las acusa de operar con «entidades metafísicas»que sólo existen en la imaginación mientras que en el mundo real no

costes de producción deben igualar el precio de venta (en el supuesto de librecompetencia); y a una «categoría E» que implicaría que —como la constancia cuanti-tativa de los bienes en el intercambio expresada por la categoría C— las cantidadesde los medios de producción que son utilizados para producir los bienes («bienestransformados» según Pareto) debe igualar a las cantidades de esos medios de pro-ducción contenida en los productos. En otras palabras, la cantidad al inicio y al finales la misma en la producción. Es cierto que los numerosos materiales auxiliares (porejemplo, el carbón) y las cantidades de trabajo usadas en la producción —sólo paramencionar los casos más obvios— no existen más después de que el proceso de pro-ducción ha sido completado. Pero esto, notablemente, no parece haber inquietadoa Pareto cuado estaba formulando las ecuaciones. Aquí vemos un típico ejemplode la inconsciente transferencia de las leyes físicas (la ley de la preservación de laenergía) a las realidades económicas.

159 Ibid., p. 171.

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hay nada salvo «mutua dependencia».160 Y entonces Pareto concluye:«es la mutua dependencia de los fenómenos lo que hace indispensableel uso de las matemáticas para su estudio; la lógica ordinaria puede sersuficiente para estudiar las relaciones de causa y efecto, pero pronto sehace impotente cuando el tema son relaciones de mutua dependencia.Éstas, en mecánica racional y en economía pura, necesitan el uso de lasmatemáticas. La principal utilidad que se deriva de las teorías de laeconomía pura es que nos dan una noción sintética del equilibrio eco-nómico, y por el momento no tenemos otra forma de alcanzar ese obje-tivo.»161

5.1. Crítica de los fundamentos de la teoría del precio de Pareto

¿Está verdaderamente justificada la evaluación optimista de Paretosobre el valor cognitivo de su sistema? Una cuidadosa verificación crí-tica de lo que es compartido totalmente (o casi totalmente) por la abru-madora mayoría de los economistas matemáticos es un deber científi-co. Muchos ven en el sistema de Pareto el punto más alto al que la teoríaabstracta en general, o al menos la teoría estática, puede llegar.

Comencemos considerando la construcción básica de las líneas ocurvas de indiferencia, sobre las que descansa todo lo demás, y con cuyaayuda son derivadas las «relaciones típicas» o leyes de las realidadeconómica.162 Si estas curvas de indiferencia han de ser útiles, han deobtenerse de supuestos que a su vez provengan del mundo real. Sinembargo, un examen detallado muestra que sucede todo lo contrario.Primero debemos examinar la manera en que las curvas de indiferen-cia son obtenidas; y esto no es, como pudiera parecer, una cuestiónmeramente técnica en un sistema cuya superioridad sobre otros en este

160 El reproche incluso está dirigido a Walras, sobre la base de que él tambiénbuscó causas para el valor de cambio.

161 Ibid., p.180.162 No podemos profundizar más detalladamente en el desarrollo del concep-

to de indiferencia y de líneas de indiferencia en la literatura económica. Especialatención debería darse a F. Y. Edgeworth «Mathematical Psychics» (Londres, 1881),pp. 1-28; «On the Determinateness of Economic Equilibrium» (Londres, 1891), pp.313-19; Papers Relating to Political Economy, 2 vols. (Londres, 1925); e Irving Fisher,Mathematical Investigations in the Theory of Value and Prices (reimpreso en 1925), p.32. Para cuestiones adicionales véase P. Boninsegni, «I fondamenti dell’economiapura», Giornale degli Economisti, febrero de 1902, y el sofisticado estudio de M.Fanno, «Die Elastizität der Nachfrage nach Ersatzgütern», Zeitschrift fürNationalökonomie, vol. 1 (1929), pp. 51-74.

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campo se apoya —según se nos asegura constantemente— precisamenteen el hecho de que todos sus hallazgos han sido garantizados por me-dios experimentales. Esta base empírica es la que, se supone, permite eluso de procedimientos matemáticos exactos con el mismo rigor que dis-tingue a las formulaciones de la mecánica teórica (que está tambiénbasada sobre presupuestos experimentalmente asegurados).

¿Cómo se establece la indiferencia sobre ciertas combinaciones, entreel número infinito de posibilidades? ¿A través de la simple observa-ción de un proceso visible? Esto está, naturalmente, excluido porque asimple vista no se puede apreciar si las diferentes combinaciones son ono indiferentes a un sujeto. Por lo tanto, es necesario incluir en el expe-rimento las declaraciones del sujeto económico que forma estas combi-naciones, lo que obviamente sólo puede hacerse a través de «cuestio-narios». El primer paso es, entonces, preguntar al sujeto —como hacePareto— cuáles combinaciones cuantitativamente variables de dos bie-nes (por ejemplo, entre pan y vino) le son «indiferentes» y así igual-mente importantes; las respuestas, según Pareto, constituirán una seriemuy larga (en realidad, podría ser extendida ad infinitum).163 Pero esasería sólo una pequeña parte del experimento. Tendría que ser conti-nuado para tres bienes, con un todavía mayor numero de combina-ciones (la primera serie ya era infinita), y posteriormente, de nuevo unavez más, hasta que se establezca un número infinito de combinacionespara todos los cientos o miles de bienes en el mercado (esto es precisosi se quiere obtener el número necesario de ecuaciones para la deter-minación de los precios). Así, se tendrían series infinitas de combi-naciones indiferentes de pan y vino, series infinitas de combinacionesindiferentes de pan y carne, series infinitas de combinaciones indife-rentes de vino y carne, series infinitas de combinaciones indiferentesde pan, vino y carne, etc. Luego se obtendrían las curvas de indiferen-cia para las combinaciones indiferentes de cualesquiera dos bienes;formas tridimensionales de indiferencia para tres bienes; y formas deindiferencia inimaginables para n bienes, que sólo pueden ser expre-sadas en ecuaciones algebraicas y pensadas en un espacio n dimensio-nal: «diversidad en el hiperespacio»164 o, como o plantea Furlan, multi-plicidades n dimensionales.165

163 Ibid., p. 118.164 Ibid., p. 406.165 Vease el artículo de Furlan, «Wirtschaftliches Gleichgewicht», Hand-

wörterbuch der Staatswissenschaften, 4.ª ed., vol. 8.

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Pasemos ahora sobre el hecho de que, para el literalmente infinitonumero de encuestas requeridas para completar este experimento, nosería suficiente el tiempo y facultades de una generación entera dehumanos (lo que no deja de tener interés para un experimento que sesupone análogo a los de la física).166 Lo que no podemos tratar a la lige-ra, sin embargo, es la imposibilidad objetiva (es decir, localizada en elobjeto experimental) de que pueda llevarse a cabo, que en nuestro casoes de naturaleza psicológica. De los individuos interrogados se esperaun número infinito de experiencias concernientes a la indiferencia deun número infinito de combinaciones de bienes, de los que unos pocosles son familiares; y además deben reproducir en sus respuestas, conprecisión matemática, este infinito número de experiencias (no disponi-bles). Evidentemente, ambas cosas son pura ficción: que los individuosden las respuestas que necesita el teórico es simulado. No es un experi-mento genuino sino una ilusión cuyo propósito es proporcionar al teó-rico los resultados que ha postulado a priori. Para esta clase de experi-mento no hay analogía en las ciencias naturales donde el objetivo detoda experimentación es obtener un resultado previamente desconoci-do, o confirmar o refutar un resultado hipotético. La ficción cambia elsignificado y propósito de un experimento en su opuesto; con tal «expe-rimento» se puede «derivar» naturalmente lo que se desee, cualquier«ley» no importa el grado en que contradiga la realidad. Y este experi-mento ficticio, ¿verdaderamente impide lo que se supone que debeexcluir, es decir, partir de relaciones entre hechos psicológicos (urgenciade deseos) proporcionados por la «experiencia interior»? Suponer estosería engañarse a sí mismo. ¿Cuál es la base última de las respuestasdel individuo referidas a la indiferencia entre ciertas combinaciones?O es la propia experiencia interior del sujeto acerca de lo que esas com-binaciones significan en términos de bienestar subjetivo, o bien es elinvestigador teórico quien pone en boca del interrogado su experienciainterior personal concerniente a lo que diferentes combinaciones signi-fican en términos de bienestar relativo, de modo que pueda ser repetidaen «cuestionarios» como un escritor que expresa sus propias ideas a

166 «La diferencia (con las anteriores soluciones al problema del intercambiobasadas en las ecuaciones walrasianas) es que comenzamos desde la medición dela satisfacción, mientras que hoy en día el punto de partida son resultados experi-mentales mediante los cuales los deseos de los individuos nos son revelados. Lasfunciones Fa, Fb (de la ecuación diferencial de las curvas de indiferencia) son pura-mente hechos empíricos y teóricamente no tienen nada indeterminado ni dudoso.»Enzyklopädie der mathematischen Wissenschaften, vol. 1, p. 1110.

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través de sus personajes. Esto no es experimentación sino puesta enescena e invención. Este intento de evitar referirse a la experiencia inte-rior de hechos psicológicos debe considerarse como un completo fra-caso.

No obstante, más serio que el autoengaño sobre la base empírica delas formas de indiferencia, es la irrealidad o, mejor dicho, la imposibi-lidad del contenido expresado en las relaciones de indiferencia. Aquí elénfasis principal no debería ponerse en el supuesto de que varios bienesque forman las combinaciones individuales puedan ser alterados encantidades infinitesimales, ficción que no se sostiene en la realidad y queno es tan inocua como los economistas matemáticos se han esmeradoen presentar, dado que es esencial para la continuidad de la líneas deindiferencia y de las sendas. La apelación favorita a la variabilidadinfinitesimal de magnitudes en física teórica fracasa aquí, como reco-noce cualquiera tras una comparación efectuada seriamente. No impor-ta que los resultados numéricos de las deducciones apoyadas en estabase ilusoria correspondan precisamente a la realidad (es decir, a losprecios verdaderamente formados). Aunque ello sucede, los economis-tas matemáticos argumentan que el aparato del sistema de ecuacionesno pretende ofrecernos soluciones numéricas sino tan sólo proporcio-nar la naturaleza y forma de las correlaciones generales a través de lascuales se establece el equilibrio. Naturalmente, esto contrasta de ma-nera decisiva con las ecuaciones derivadas de la física teórica citadascomo justificación, pues, si han de ser útiles, deben ser aplicables preci-samente a casos concretos con resultados numéricamente identificables.Pero además, los precios derivados de esta ficción, que a su vez sonderivados de los supuestos correspondientes a la realidad (divisibilidadno aleatoria de los bienes), no sólo producirían relaciones de preciosnuméricamente diferentes, sino que la naturaleza y forma de las relacio-nes por las que los precios de los diferentes bienes se correlacionan entresí sería también distinta. Si en realidad muchos bienes pueden producirun efecto de satisfacción a los individuos sólo en dimensiones defini-das, finitas, entonces la clase de distribución de la renta en la demanda deestos diferentes bienes (y entre otros aleatoriamente divisibles), la for-ma de las correlaciones de demanda que surgen de cada individuo, y laclase de correlaciones de precio entre los diferentes bienes, será distintade la situación en que todos los bienes son infinitamente divisibles.

Los economistas matemáticos pasan por alto muy fácilmente sobreeste hecho tan inconveniente, y precisamente aquí, el procedimiento dePareto es típico cuando intenta rebatir una objeción que no puede ser

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ignorada.167 Es cierto, escribe, que «en realidad... las variaciones en lascantidades ocurren de una forma discontinua». Pero esa es una «dificul-tad técnica» porque todos los problemas concernientes a magnitudesinfinitesimalmente variables son —para la teoría matemática— muchomás fáciles de resolver que aquellos en que sólo hay elementos variablesde modo finito. «Por ello, cada vez que sea posible, debemos reempla-zar lo último por lo primero, lo que se hace en todas las ciencias físiconaturales. Sabemos que por eso se comete un error, pero puede ser ig-norado cuando es absolutamente pequeño o menor que otros errores in-evitables.» Este es precisamente el caso de la economía política, «puessólo consideramos fenómenos promedio y aquellos que involucran gran-des números». Se ocupa del individuo, «no en orden a investigar lo queun individuo consume o produce, sino sólo para considerar uno de loselementos de una colectividad y entonces agregar el consumo y la pro-ducción de un gran número de individuos». Entonces prosigue con elmuy repetido ejemplo del reloj de bolsillo. «Cuando decimos que un in-dividuo consume uno y un décimo de reloj, sería ridículo tomar estaspalabras literalmente... Estas simplemente significan, más bien, que, porejemplo, cien individuos consumen 110 relojes... Cuando decimos queel equilibrio tiene lugar cuando un individuo consume uno y un décimode reloj, simplemente queremos decir que el equilibrio sucede cuando100 individuos consumen juntos 110 relojes (algunos uno, otros dos omás, y otros ninguno), de modo que el promedio es 1,1 para cada uno.»

En su esfuerzo por rescatar el cálculo infinitesimal para la teoría econó-mica, ¿realmente Pareto pasó por alto el hecho de que las operaciones conpromedios estadísticos anulan la aproximación de la teoría pura, que es expli-car fenómenos económicos por los efectos y contra efectos de los individuos (de-seos, posesiones, valoraciones subjetivas) sobre la formación del hecho social(precios), y viceversa? ¿Por qué no deberíamos comenzar directamentedesde las utilidades marginales promedio, las curvas de indiferencia pro-medio, las curvas de demanda promedio, la renta promedio, etc., de unacolectividad? ¡El camino al «precio normal» de la teoría clásica no seríatan largo! ¿Realmente pudo Pareto no haber notado que el precio resul-tante de la cantidad total de un bien demandado por una suma de indivi-duos cambia fundamentalmente según la distribución de la demanda totalentre la suma de demandas individuales, ya sean concentradas en uno oen pocos, o repartida entre todos (y en este último caso, según si se dividaigual o desigualmente)? En el ejemplo anterior, donde hay una demanda

167 Cap. 3, sección 65, «Variaciones continuas y variaciones discontinuas», pp. 122-3.

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«promedio» de 1,1 relojes, el 1/10 de reloj para cada 100 individuos esinefectivo para la formación de la demanda actual y de los precios. Lademanda por un décimo de un reloj tendría un efecto sobre la formacióndel precio sólo si ésta aumentara a diez décimos, o un reloj completo. Deotro modo, la disponibilidad de demanda (componente de renta) asigna-da por los individuos a los 0,1 relojes se movería hacia la demanda de bie-nes diferentes, y los precios serían muy distintos de los obtenidos si algúnindividuo demandara 2 o 3 y otros ninguno, en vez de que cada indivi-duo demandara 0,1 relojes. Las cifras promedio ex post, aunque significati-vas para propósitos estadísticos, son absolutamente inútiles para las de-ducciones de la teoría económica. Este artificio, que pretende justificar elsupuesto de divisibilidad económica infinitesimal de los bienes, y con elloel carácter continuo de las curvas, es, por tanto, imposible de aplicar.

Y no es el único. Por ejemplo, otro que requiere gran astucia es reco-mendado por Schumpeter. Aquí la idea es superar las discontinuidadesen los deseos individuales o curvas de demanda sobre la base de queen tales casos, donde lo real es que un deseo o demanda por la fracciónde un bien es imposible, las personas asumen que la demanda todavíase refiere a una unidad del bien, sólo que de menor calidad. Así, en elejemplo anterior la demanda por un décimo de reloj de oro sería aproxi-madamente igualada a (o podría ser interpretada como) la demanda porun reloj de acero; la demanda por dos décimos sería equivalente a lademanda por un reloj de níquel; la de tres décimos a la demanda porun reloj de plata; y así sucesivamente. De esta manera, ciertamente seobtendría formalmente una curva continua, pero no tendría ningunautilidad pues resultaría de remendar conjuntamente las demandas dediferentes bienes que originan diferentes precios en el mercado.168 Exis-ten, desde luego, pocas posibilidades de hacer que los economistas ma-

168 Otro artificio también recomendado por Schumpeter, depende del hechode que la magnitud base se supone elegida en términos muy generales. «Yo esta-blezco un valor sobre un paquete de cigarrillos y en relación a mi consumo totalpor año ésta es una magnitud infinitesimal». Pero este ejemplo no prueba nada:primero, porque la cantidad demandada para un único y breve período de consu-mo es contrapuesta a la cantidad total demandada en un «infinitamente» grannúmero de tales períodos (que es la base para el cálculo infinitesimal en el ejem-plo); y segundo, porque se recurre a la divisibilidad infinitesimal de stocks de unbien mientras el problema real es si está permitido suponer la divisibilidadinfinitesimal de unidades de un bien, lo que ni siquiera es mencionado. En este temase ha de estar de acuerdo con la opinión de Valk contra la de Schumpeter. Cfr.Willem Valk, «Zur Frage der Grenzproduktivität», Schmollers Jahrbuch, año 51, No.4 (1927), y la réplica de Schumpeter en el mismo número.

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temáticos reconozcan que es ilegítimo emplear el cálculo infinitesimalen teoría económica, pues ello les obligaría a renunciar al instrumentoque consideran mas esencial para el análisis matemático de los fenó-menos económicos.

Pero volvamos ahora a la principal debilidad de las curvas de indi-ferencia. Su construcción se basa en la generalización indiscriminadade un hecho que, en realidad, sólo tiene una aplicación muy limitada.Así, se supone que «la primera característica de las curvas de indife-rencia» es la ilimitada capacidad de sustitución de los diferentes bienespara la satisfacción de las necesidades. Sin esa premisa, ni siquierapodría construirse una curva de indiferencia. Nuevamente, aquí, comosiempre sucede al contrastar los supuestos básicos contra los hechos,la visualización de hechos concretos en el mundo real proporciona elcontrol más fiable. Pareto supone que las cantidades de bienes que cons-tituyen una particular combinación de utilidades marginales (un índi-ce particular de utilidad) pueden ser variadas «indefinidamente», detal modo que una reducción en la cantidad de un bien es reemplazadapor un aumento en la cantidad de otro, sin ningún cambio en el valortotal de la combinación, y que esto es aplicable a todos los bienes y atodas las combinaciones cualitativamente diferentes. Si, por ejemplo,existe una combinación de ciertas cantidades de los bienes A, B, C, D,E, un cambio de cualquier tamaño en la cantidad de A (ma) no alteraríalas utilidades marginales en la combinación, siempre y cuando mb o mc

o md o me (solos o en combinación) fueran correspondientemente incre-mentados, y viceversa, en un ilimitado número de variaciones.

Pero aunque los bienes pueden ser sustituidos dentro de límites muyestrechos, si esto se considera como regla generalmente válida nosllevaría a las más absurdas conclusiones. Estrictamente hablando, unacapacidad de sustitución completamente recíproca de los bienes —en-tendiendo por ella la posibilidad de mutuo reemplazo para el logrode un resultado particular (es decir, cualitativamente unívoco)— surgesólo en la categoría de esos bienes productivos que solo entran en el pro-ducto como materiales auxiliares o en forma de energía («bienes detrabajo» en la expresión teleológica de Wieser). El concepto, entonces,cesa de tener aplicación en el caso de aquellos «bienes materiales» cuyasustancia entra en el producto y cuyas cualidades especiales ayudana determinar las cualidades especiales del producto, en la medida enque éstas estén valoradas diferencialmente por los consumidores (quees lo que finalmente importa). Pero aquí también la posibilidad eco-nómica de la sustitución tiene sus limites en el hecho naturalmente

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dado de la complementariedad.169 Sólo en casos muy raros, sin embar-go, los bienes de consumo están dotados de la capacidad de sustitucióneconómica. El hecho de que, económicamente, no sean bienes idénti-cos sino diferentes ocasiona que ellos no sirvan precisamente para satis-facer las mismas (sino más bien a cualitativamente diferentes) nece-sidades, generando gratificaciones cualitativamente distintas que,quizás con muy raras excepciones llevan a una evaluación diferencial(utilidad diferente). En términos del efecto en la utilidad total subje-tiva, obviamente no es poco importante si en un menú se «reempla-za» una clase de fruta, o una marca de cigarrillos por otra, o a fortiori,si una pequeña cantidad de pan es «reemplazada» por una mayor can-tidad de vino en la cesta de la compra diaria. Pero sobre los supues-tos de Pareto, este último ejemplo podría ser llevado tan lejos («inde-finidamente») que incluso una combinación con un mínimo de pan(próximo a cero) y una gran cantidad de vino sería equivalente parael individuo a una combinación con mucho pan y un mínimo de vino.En el ejemplo de Pareto hay una prueba chocante de la irrealidad delos «hechos empíricos» expresados en sus curvas de indiferencia.Cuanto más bienes estén involucrados en una combinación, y másvariados sean, más grotesca se vuelven las implicaciones de toda laficción: menos y menos pan y carne a cambio de más y más sal; cadadescenso en la cantidad consumida de té es contrapesada por unatransferencia del azúcar a combinaciones diarias equivalentes (indi-ferentes); mientras menos muebles hay más espacio para ellos; antemenos calefacción más ocasiones especiales; una pérdida de ropa seacepta con algunos cigarrillos adicionales, etc. De modo más claro quecualquier argumento abstracto, estos absurdos muestran el caráctercompletamente antiempírico de los supuestos que se encuentran detrásde la construcción de las curvas de indiferencia.

Las correlaciones de utilidad, «líneas de intercambio», curvas dedemanda y relaciones de precios que son derivadas de esta «fotografíade los deseos» —realmente, una caricatura de la realidad— son eviden-temente incapaces de describir, ni siquiera aproximadamente, relacio-nes del mundo real.

Llegamos a una conclusión paradójica. El conocimiento de la depen-dencia de la utilidad de cada bien respecto al consumo total, no sólode ese bien sino de todos los otros —es decir, el conocimiento de la

169 Que Pareto también considera en conexión con la variabilidad de los coefi-cientes de producción.

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perfecta complementariedad de los bienes respecto a la satisfacción dedeseos o «gratificaciones»—, indujo a Pareto a abandonar cualquierintento por establecer cuantitativamente las utilidades de los bienesindividuales para operar con las utilidades (o índices de utilidad) decomplejos de bienes expresados en formas de indiferencia. Y en la cons-trucción de estas formas de indiferencia, lo que él dejó fuera del cuadrofue precisamente el hecho de la complementariedad.

Este estado de cosas es todavía más destacable considerando quePareto es uno de los autores que más claramente ha reconocido la nece-sidad absoluta de descubrir las leyes estructurales del sistema de nece-sidades o gustos, si es que la teoría económica pura ha de ser establecidasobre fundamentos exactos. La investigación sobre gustos ocupa unagran parte de espacio en su sistema,170 y junto con los trabajos de Gossen,Wieser, I. Fisher, Edgeworth, M. Fanno y Cuhel debe ser consideradaentre las contribuciones más valiosas y esenciales sobre el tema.

Convencido de que puede ignorar «sin grandes errores» la secuenciade consumo de varios bienes, con sus serias dificultades teóricas,171

Pareto argumenta que en general la utilidad producida por el consumode un bien puede ser dependiente en dos maneras de los otros bienesdisponibles para el individuo. El primer tipo de dependencia (D1) surgedel hecho de que «el placer de un consumo está conectado con el placerde otro consumo», lo que autores posteriores han denominado «comple-mentariedad psicológica». El segundo tipo de dependencia (D2) se relacionacon la sustitución y «se manifiesta en el hecho de que una cosa puedeser sustituida por otra para producir sensaciones, si no idénticas, almenos aproximadamente iguales».172 Dentro del primer tipo (D1) Paretodistinguía además entre dos variantes. Primero, está la dependenciamuy general de la utilidad de un consumo respecto a la situación totaldel individuo en relación con los bienes, una dependencia que puedeser ignorada si no involucra variaciones sustanciales en la cantidad delos bienes, y si sólo se estudia el fenómeno en la proximidad de unaposición de equilibrio dada. La segunda variante a la que Pareto serefiere bajo el encabezamiento de «bienes complementarios»,173 consisteen el hecho de que «ciertas cosas deben ser utilizadas conjuntamentepara producirnos placer». Pero también aquí, en esta definición tan

170 Ibid., pp. 110-38, 181-209 y en muchos otros puntos del texto, especialmenteen el Apéndice.

171 Ibid., p. 182.172 Ibid., pp. 182-3.173 Ibid.

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estrecha, Pareto llega a la conclusión de que la utilidad de un bien com-plementario puede ser considerada como independiente de las varia-ciones de cantidad en los otros bienes complementarios,174 por la si-guiente razón: «El error puede ser insignificante cuando hay sólopequeñas variaciones en las cantidades de los bienes, porque en ese casopodemos suponer aproximadamente que el consumo del bien en con-sideración tiene lugar bajo ciertas condiciones promedio con respectoa los bienes accesorios.»175 Y con esto Pareto se despide de esa depen-dencia de complementariedad que había identificado correctamentelíneas antes. Desde aquí en adelante, ésta será tratada sólo como un casoespecial y Pareto se concentrará casi exclusivamente en el segundo tipode dependencia (a través de sustitución), por la que mostró su predi-lección desde el inicio pues la necesitaba para la construcción de suscurvas de indiferencia. De acuerdo con sus ejemplos sobre la sustitu-ción mutua del pan y las patatas para calmar el hambre, o de la cerve-za y el vino para extinguir la sed, o de la lana y el algodón para ropa, odel petróleo y parafina para iluminación, Pareto mantiene que «unacierta equivalencia puede ser establecida entre los bienes que corres-ponden a una cierta necesidad».176 «Si», continúa, «la relación de equi-valencia se refiere estrictamente a los gustos del individuo», es la mismaque da fundamento a las curvas de indiferencia. Pero algunas veces éstano se refiere a gustos sino a necesidades. Al satisfacer una necesidad, unopuede sustituir cada uno de los otros bienes del mismo tipo pero dediferente cualidad, y de acuerdo con los cambios en la renta, se reem-plazará, digamos, maíz con pan, o perlas falsas por verdaderas. En elanálisis teórico de este hecho, de nuevo Pareto cree que es más útiloperar con «aproximaciones» y, para un gran número de gustos y

174 El argumento de Pareto es como sigue. Uno puede tratar de considerar todoel grupo complementario —por ejemplo, café, azúcar, taza, cuchara— como un bien«compuesto» o «nocional». Pero entonces las dificultades serían todavía mayores.¿Dónde estaría el límite de este bien «nocional»? ¿por qué no incluimos «la mesa,la silla, el mantel, el edifico en que todo esto se localiza, y así ad infinitum»? Y detodas maneras, esto multiplicaría el número de bienes porque cada posible combi-nación de bienes reales nos daría tantos más nuevos «bienes nocionales». Por lotanto, es mejor escoger el mal menor —abstrayéndonos de los casos donde los bie-nes «son tan estrechamente dependientes entre sí que sería muy difícil considerar-los separadamente»— y tratar los bienes complementarios según el caso precedente(primera variante de A1), es decir, dejar la dependencia fuera de la explicación.Ibid., p. 184.

175 Ibid., p. 184.176 Ibid., p. 185.

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necesidades humanas, «asumir equivalentes ciertas cantidades de bie-nes que pueden sustituirse... con respecto a nutrición, por ejemplo, ...entre cantidades de pan, patatas, judías, carnes, etc. En este caso, sólonecesitaríamos considerar la utilidad total de estas cantidades equiva-lentes». Además, en esta aproximación no deberíamos alejarnos dema-siado de una cierta «región limitada». Y se da a esta clase especial desustitución, a través de bienes de reemplazo, las credenciales teóricaspara su inclusión en las combinaciones equivalentes de las curvas deindiferencia. La posibilidad ilimitada de sustituir bienes diferentes entales combinaciones se convierte en el principio autocrático, y el hechode la complementariedad es completamente abandonado. En realidad, en susesfuerzos por establecer la sustitución como la base universal para laaplicabilidad general de las curvas de indiferencia, Pareto va tan lejoscomo para constituir curvas de indiferencia incluso en los casos másfuertes de complementariedad, cuando dos bienes producen un efectode satisfacción sólo a través de su interacción en proporciones estricta-mente definidas.177 Empresa ésta imposible y contradictoria, incoheren-te con sus propias premisas porque la proporción rígidamente definidaexcluye compensar el descenso en un bien a través de un incrementoen el otro. Lo único que permanece en realidad de toda la «curva deindiferencia» imaginaria es, por tanto, un único punto que es, preci-samente, esa proporción.

Constantemente, Pareto nos afirma que las curvas de indiferenciason el núcleo de su sistema a partir del que todo el conjunto de la eco-nomía pura puede ser derivado. Pero aunque él lo vea como un avan-ce respecto a sus predecesores, ciertamente no podemos considerarloel enfoque correcto de la materia. Ya nos hemos referido al infran-queable golfo existente entre el contenido de los supuestos formales enque se basa la construcción de las curvas de indiferencia, y las premisasde la realidad empírica. Pero hay una falacia todavía más seria en suargumento.

Mientras más general se conciba la meta o el propósito global al quela disposición individual de los bienes está dirigido, y más se reduzcadesde una determinación o composición cualitativa a una puramentecuantitativa —en otras palabras, más formal y abstracto sea el conceptode «utilidad máxima»—, tanto más varios bienes o combinaciones debienes estarán relacionados con el fin global como medios para su cum-plimiento. Si el punto de partida es una «necesidad agregada» o «placer

177 Ibid., pp. 200-1.

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agregado» inherentemente no diferenciado, entonces se le pueden rela-cionar todos los posibles bienes y estos pueden sustituirse entre sí. Pero,obviamente, esto no nos proporciona conocimiento adicional algunosobre los factores que determinan la utilidad de las diferentes clasesde bienes y las correlaciones de utilidad que son necesarias para lasderivaciones de la teoría economía. Además, nuestra propia experienciainterior así como el testimonio de otros sujetos económicos, demues-tra que en realidad las personas están guiadas no por una meta uni-versal de «máxima gratificación» o «mayor suma de placer», tan abstrac-ta como inimaginable, sino por una multiplicidad de «necesidades» o«gratificaciones» cualitativamente diferentes, para el logro de las cualessólo son adecuados bienes de cierto tipo y calidad. Y es en su adquisi-ción y utilización donde hallamos el ambito de todo lo que puede sercaracterizado como pertinente a la economía.178 Basar la economía teó-rica en este conocimiento es la novedad y avance fundamental que los«modernos», desde Gossen, Jevons, y Carl Menger, han alcanzado enrelación al procedimiento de la economía clásica, que comenzaba desdeun «principio económico» tan correcto como estéril por su falta de con-tenido: los mayores resultados posibles con los menores medios.

Seamos claros al respecto. El punto de partida para la derivación decada proceso en la economía clásica, es que la meta final que guía a lossujetos económicos es lograr la mayor suma posible de dinero o valorde cambio, una entidad cuantitativa cuya homogeneidad es fácil decomprender. En este contexto de comerciantes y hombres de negocios,las diferentes clases de bienes pueden reemplazarse entre sí sin restric-ción, siempre que no representen nada más que valor de cambio. Porsu parte, el punto de partida de la teoría reciente, que en principio estambién adoptado por Pareto, es que la meta final de las aspiracioneseconómicas humanas es lograr, con los recursos disponibles, la mayorsatisfacción posible de una multiplicidad determinada fisiológica ypsicológicamente de necesidades cualitativamente diferentes, simbo-lizadas no por una magnitud homogénea (valor de cambio, dinero) sino

178 Pareto expresó con precisión ser consciente de esto en uno de sus primerosensayos. Si se denota las utilidades de las cantidades de los bienes (xa, xb) comoFa(xa), Fb(xb), y la utilidad total del consumo agregado de diferentes bienes por lafunción F, entonces «uno puede proceder desde la consideración de F para llegara Fa, Fb o viceversa. El último es el camino más simple, porque uno puede ser cons-ciente del placer que permite Fa dxa, Fb dxb, ... pero no ser consciente del placer totalF». «Anwendungen der Mathematik auf die Nationalökonomie», Enzyklöpadie dermathematischen Wissenschaften, vol.1 (Leipzig), pp. 1103 y ss.

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por un sistema de cualidades con diferentes grados de importancia, queno pueden ser reemplazadas entre sí.179

Para construir sus curvas de indiferencia, Pareto hace un supuestoque se aproxima a uno de los dos supuestos típicos presentados antes.El objetivo de lo que los individuos hacen con sus bienes, argumenta,es satisfacer «especies de necesidades» o «necesidades genéricas» intrín-sicamente no diferenciadas (ese es el significado de besoins, como opues-to a goûts y plaisirs): la «necesidad de nutrición», de «vestuario», de«líquidos que extingan la sed», de «iluminación», etc. Una completavariedad de bienes reales son apropiados para estos propósitos general-mente definidos (patatas, pan, carne, judías, etc.), y pueden ser susti-tuidos entre sí. A continuación, muy inadecuadamente, Pareto trans-fiere esta capacidad de sustitución mutua de los bienes —que resultaríadel supuesto formal de que el fin de la economía es satisfacer conjuntosde necesidad— a las circunstancias fundamentalmente diferentes delmundo real: es decir, a la multiplicidad jerárquica de necesidades particu-lares, numerosas y cualitativamente distintas, donde la satisfacción de unano puede ser reemplazada por la satisfacción de otra. Esos efectos de satisfac-ción cualitativamente diferentes están sujetos a interpretaciones indi-viduales de bienestar, y la evaluación de las clases de bienes apropia-das variará no sólo con la cualidad específica de la necesidad, sinotambién con el orden en la secuencia del consumo (complementariedadpsicológica) a través de la que se les asigna un lugar según el grado decontrol sobre las cantidades de otras clases de bienes. No obstante, todoel tema de la secuencia es ignorado por Pareto, e invertido al privile-giar el postulado de la sustitución indefinida. Como muestran sus agu-das investigaciones, nadie es más consciente que el propio Pareto deque entre los humanos civilizados el objetivo final de la economía noes la satisfacción de especies de necesidad sino de gustos y placeres alta-mente diferenciados. Las especies de necesidad surgen sólo en esassituaciones excepcionales donde la supervivencia está en juego y laspersonas se limitan a satisfacer las necesidades primordiales para vivir.Durante una guerra, por ejemplo, una escasez de alimentos en el frente

179 Sobre la distinción fundamental entre el tipo puro de economía doméstica(consumo) con sus múltiples metas, por una parte, y la economía empresarial consu meta global homogénea y no estructurada (máximo beneficio neto, para lo quelos varios bienes y medios de producción son intercambiables según criterios deprecio y capacidad técnica), por otra, véase mi artículo «Untersuchung zu demGrungesetz der wirtschaftlichen Wertrechnung», Zeitschrift für Volkswirtschaft undSozialpolitik, Nueva Serie, vol. 2 (1922).

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puede significar que no sólo patatas, centeno, cebada o maíz sino tam-bién la corteza de los árboles puedan sustituirse entre sí; o que ante unaescasez de tabaco éste sea «reemplazado» por heno.

Pero esas no son las conexiones subjetivas con los bienes que operanen la formación de los precios de mercado. En realidad, todas las combi-naciones que Pareto consideraba como equivalentes en la sustitucióntienen diferentes utilidades o índices de utilidad, puesto que, aunquesirvieran a la misma necesidad, estarían adaptadas a gustos muy dis-tintos. Las líneas de indiferencia se nos revelan como formas imagi-narias. Si esto es así, y creo que esto no puede ser descartado en un análi-sis escrupuloso, entonces el elaborado sistema de Pareto aparece de estamanera: relaciones básicas imaginarias (las curvas de indiferencia) queestán vinculadas a través de relaciones totales irreales (la ley del nivelo igualación de la utilidad marginal) con una situación hipotética yverdaderamente inexistente de equilibrio. Por lo tanto, es natural quelos precios y las correlaciones de precios derivadas de esta construcciónno sean los del mundo real.

6. La teoría del precio de Cassel

La teoría del precio de Cassel tiene la ventaja de su admirable simpli-cidad comparada con las otras que hemos considerado. Esta es, también,la principal razón de que amplios círculos de economistas alemanes comen-zaran a interesarse en la aproximación matemático funcional al problemadel precio, después de la aparición de la Teoría de la Economía Social deCassel.180 Después de todo, el esquema postulado de interdependencia ge-neral y unívoca entre todos los elementos de la economía ofrecía una bien-venida legitimación del abandono de las dificultosas investigaciones so-bre las intrincadas conexiones causales. En ese momento, las ideas deJevons, Walras y Pareto eran conocidas en Alemania sólo por rumores.Respecto a la teoría «austriaca», como resultado de la innecesariamentelarga y amarga «disputa metodológica» (G. Schmoller/C. Menger), erarechazada, o porque ofrecía teoría sistemática en vez de material históri-co, o porque se consideraba inútil para explicar el fenómeno socioeconómico

180 The Theory of Social Economy, 1.ª ed., trad. por Joseph McCabe (Londres, T. FisherUnwin, 1923), Cfr. 2.ª ed., trad. por S. L. Barron (Londres, 1932). Cassel presentó susideas básicas en 1899, en un artículo titulado «Grundriss einer elementaren Preislehre»,Zeitschrift für die geschichtlichen Staatswissenschaften. También proporciona un resumenconciso en Grundgedanken der theoretischen Ökonomie (Leipzig, 1926).

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del precio dado que incluía hechos subjetivos en la estructura básica, porlo que unos la consideraban «muy complicada» y otros, «muy simplista».181

Sin embargo, llegó el tiempo en que ya no fue posible ignorar que el análisisteórico de la económía es indispensable y no puede ser reemplazado porla más minuciosa acumulación de material histórico. El terreno era favo-rable para la recepción de un sistema que, con gran simplicidad y unaforma matemáticamente exacta de presentación, tenía el inestimable «mé-rito» de ofrecer una teoría del precio sin una teoría del valor, evitando así cual-quier análisis de las relaciones mentales de valoración subjetiva que eranconsideradas como intrínsecamente sospechosas.182 Se supuso que la inclu-sión de tales valoraciones subjetivas para explicar los procesos económicos,y especialmente la formación del precio, suponían caer en el terreno de la«metafísica» o, al menos, un prohibido «cruce de límites en el dominio dela psicología».

Sin duda, la situación ha mejorado fundamentalmente en los últimosveinte años, de modo que Schumpeter, por ejemplo, repitiendo extensa-mente puntos en su Wesen und Inhalt, puede ahora decir de la polémicade Cassel contra la teoría de la utilidad marginal: «Él hace objecionespoco relevantes, referidas, por ejemplo, a los supuestos ‘empujes psico-lógicos’ de teóricos dentro de esa orientación.»183 Antes, cualquier crí-tico podía lanzar a un investigador culpable de este procedimiento lastemidas palabras «metabadiz eiz allo genoz!», dañándole a los ojos desus colegas. Como si la fertilidad y el valor explicativo de una teoríapudieran ser destruidos con lógica: ¡como si todo el avance de la cienciaen cada campo no hubiera procedido, precisamente, en desafío a lalógica! Hoy en día, es mucho más raro encontrar tan brusco abandonode la inclusión de hechos mentales (aunque erróneamente denominados«proposiciones de la psicología») en la base explicativa de los fenó-menos económicos.184 Otras consideraciones han tomado a su cargo lafunción de alejar la investigación de la senda del éxito.

181 Sobre las afirmaciones a favor del rechazo u «objeción» ver P. N. Rosenstein-Rodan, «Grenznutzen», Handwörterbuch der Staatswissenschaften, 4.ª ed.

182 El intento de Schumpeter de hacer que las ideas de Walras y la presentaciónmatemática de las conexiones económicas fuesen fácilmente comprensibles parael mundo alemán de la enseñanza (Wesen und Hauptinhalt der theoretischenNationalökonomie, 1908) disfrutó de un éxito que, aunque ni rápido ni dramático,fue el más duradero en ciertos círculos restringidos.

183 «Cassels theoretische SozialökonomiK», Schmollers Jahrbuch, vol.51.184 El profesor A. Amonn, por ejemplo, insiste en este tema. Véase su Objekt

und Grundbegriffe der theoretischen Nationalökonomie, 2.ª ed. (Viena, 1927), y «DerStand der reinen Theorie», Festgabe für Brentano, vol.2 (1924).

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6.1. El principio explicativo de la teoría de Cassel

Cassel presenta el problema como normativo, lo que es, ciertamente,una novedad en comparación con las teorías previas. «Debemos.. vercómo el problema de restringir la satisfacción de deseos se resuelve enla economía del intercambio.» «En nuestro orden económico actual, lasdemandas de los individuos por la oferta de bienes están reguladas porlos precios fijados en todos los bienes;185 y éstos deben pagarse antes deque los bienes pueden ser tenidos.» «Esta restricción de las demandas delos consumidores es... la labor del establecimiento de los precios.» Y enton-ces el principio explicativo es introducido inmediatamente. «Como larestricción de consumo debe ser muy rigurosa en proporción a la escasezde bienes respecto a las demandas de los consumidores, y dado que poreso los precios son determinados sustantivamente por esta escasez,vemos que el propósito descrito de la fijación de precios es una expre-sión del principio de escasez.»186 «De ahí que...el principio de escasez signi-fica armonizar, por la presión de los precios, la necesidad de consumocon una relativamente insuficiente oferta de bienes.»187 «El principio dela escasez es, de hecho, de importancia fundamental para la teoría delos precios, y por ello para toda la teoría económica.»188 «El principiode la escasez» y el supuesto de un valor dado del dinero son, en la visiónde Cassel, un fundamento suficiente sobre el cual se puede levantar lateoría de los precios. Una teoría del valor (subjetivo) es «a lo menosinnecesaria en la ciencia económica»;189 en realidad, ella ha sido «fatal»porque el concepto de valor es «vago», «elástico» y «oscuro», y carecede fundamento aritmético.190 Los intentos recientes «para medir la im-portancia económica de los bienes por la sensación de su necesidad»son meras «ficciones». «Una medida común para expresar estimacionesde valor» —lo que es imperativo porque «los hombres siempre hanencontrado necesario reducirlas a una unidad común»— sólo puedeapoyarse en el dinero puesto que «el criterio de valoración actualmenteusado en la práctica económica... debe fijar los límites de la cienciaeconómica». «Los valores son, entonces, reemplazados por precios, esti-maciones de valor por valoraciones en dinero. Tenemos una teoría de los

185 Énfasis añadido.186 The Theory of Social Economy, pp. 73-5.187 Énfasis en el original.188 Ibid., p. 75.189 Ibid., p. 51.190 Ibid., p. 50.

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precios en vez de una teoría del valor.»191 «En la vida económica prácti-ca... la intensidad emocional de las demandas sólo es considerada enla medida que entra en las valoraciones monetarias», y así «la cienciaeconómica puede considerar elementos de economía subjetiva sólocuando son manifestados en valoraciones monetarias».192 «Nosotrospostulamos sólo una escala de medida en la que todas las valoraciones sonefectuadas.»193 «La pregunta sobre cómo es establecida la escala de me-dida—cómo los precios son fijados en cifras absolutas— debe ser...reservada para la teoría especial del dinero.»194 Con este simple golpe,Cassel consigue «eliminar» la teoría del valor.

En este contexto, donde la única tarea es asegurar que varios tiposy variantes de sistemas son útiles para explicar la formación de losprecios, no es necesario mirar con detalle las contradicciones, no delsistema como tal, sino simplemente de los fallos subjetivos del autor.No sería difícil mostrar la evidente contradicción entre, por un lado, laafirmación de que las valoraciones subjetivas son completamente pres-cindibles en teoría económica y que no pueden ser comprendidas entérminos cuantitativos, y, por otro, el uso de Cassel de categorías «psico-lógicas» en su explicación clara y concisa del fenómeno económico bá-sico: cuando sostiene que la esencia de la economía está en la satisfac-ción de varias necesidades «ordenadas según su importancia relativa»;cuando habla de «sopesar las diferentes necesidades» evaluando sus«grados de saturación e intensidad» y regulando el uso de los bienes«de acuerdo a la importancia de las diferentes necesidades» (¿qué esesto sino la definición usual de valor subjetivo?); o cuando «el sacrifi-cio... toma la forma de una restricción sobre la satisfacción posible deotros deseos».195 Tampoco es necesario añadir nada acerca de la nove-dad o función explicativa del concepto de escasez, si uno recuerda queel concepto de «relación económica cuantitativa» —ya establecido desdeCarl Menger, tanto dentro como fuera de la Escuela Austriaca— tieneexactamente el mismo contenido, y en algunos casos (por ejemplo,Böhm-Bawerk) es usado alternativamente al término escasez. Pero losaustriacos, como otros teóricos, con buena razón han evitado describiruna premisa de la economía como su «principio».

191 Ibid., pp.50-1. Énfasis añadido.192 Ibid., p.50.193 Ibid., p.52. Énfasis añadido.194 Ibid.195 Ibid., pp. 8, 36, 65.

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Lo que no es poco importante para el carácter y valor cognitivo delsistema completo de Cassel es el hecho de que él «reemplaza» la teoríadel valor con la teoría del precio en el proceso de «sustituir» estima-ciones de deseos subjetivos por valoraciones monetarias. Cassel sostienela visión particular de que la construcción de la teoría económica mo-derna sobre una doctrina del valor se debe a una indefendible hipótesisacerca de la evolución histórica de la economía social. «En la cienciaeconómica», escribe, «la idea de que la economía monetaria fue prece-dida por una ‘economía de intercambio puro’, una economía de tipomás simple y primitivo, ha sido fatal. Es escasamente posible dudar deque esta idea es responsable del hecho de que la teoría económica sehaya sentido obligada a analizar una imaginaria economía de intercam-bio sin dinero y hacer de este estudio la base de la estructura teóricaentera» —lo que debe conducir a «dificultades enormes» porque fueutilizada «la muy vaga y elástica idea de valor» en vez del precio mone-tario de los bienes.196 Una razón adicional para la introducción del con-cepto de valor en la teoría económica fue el conocimiento de la «rela-tividad y mutabilidad de cada escala monetaria». Con estas opiniones,en tan extremo desacuerdo con la evolución completa de la teoría econó-mica, no es sorprendente que Cassel juzgue mal la función de la relacióndel valor en la teoría de los precios. Para Cassel las cosas son extrema-damente simples. Así como a nivel de la economía individual, el prin-cipio económico asegura que los deseos más importantes preceden alos menos importantes en el uso de bienes escasos, así en la economíade intercambio como un todo, aunque «no hay una voluntad única...,los deseos de todas las economías individuales deben ser ordenadossegún su importancia relativa». «Una línea debe [¡!] ser trazada entrelos deseos que van a ser satisfechos y el resto [¡!]», y «la producciónentera debe ser regulada en este sentido». «Primero» se asume que laeconomía de intercambio «por sí sola [¡!] cumple los requerimientos delprincipio económico —la restricción uniforme de deseos y la direcciónde la producción».197 ¡Ese es el presupuesto empírico de la economía deintercambio para Cassel! Y garantizar que el principio económico esaplicado a toda la economía de intercambio constituye «la necesidadsocioeconómica de los precios». Un cierto precio es «puesto» [gesetzt] acada bien —para Cassel los precios siempre son «puestos» o «fijados»

196 Ibid., pp. 49-50.197 Ibid., p. 65.

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o «establecidos»— «para restringir la demanda de cualquier artículoparticular y hacer que la oferta sea adecuada a la demanda».198

«Cuando los precios de todos los bienes están dados, podemos supo-ner que todos los factores que influyen sobre los individuos en la regu-lación de su consumo están fijos»; su demanda de cada bien particularestá, entonces, determinada. «Esta demanda total debe, si hay equili-brio, cubrir la oferta total... porque, en virtud del principio de la escasez, elobjeto de los precios es restringir la demanda de cualquier artículo parti-cular y hacer que la oferta sea adecuada a la demanda.» «La serie decondiciones que obtenemos de esta manera es suficiente, como regla,para establecer el problema de los precios.»199 Incluso Cassel no puedeprescindir enteramente de una investigación de la ley tras los cambiosen la demanda, porque necesita ecuaciones funcionales para la deriva-ción del precio. En una breve explicación ya anticipada por Cournot—quien ya suponía que la demanda individual de cada bien dependesólo de los precios relevantes «dados»—, Cassel muestra entonces quela naturaleza y extensión de la dependencia de la demanda individualde un bien puede ser establecida mediante la observación estadística decambios en el precio de ese bien. Sin embargo, esta elasticidad de lademanda sólo puede averiguarse muy imperfectamente, tanto por laescasez de estadísticas de los consumidores como por las dificultadespropias de la naturaleza del problema. La condición de que todos losotros precios deben permanecer constantes —requerida si un cambioen la demanda de un bien se basa en cambios en su precio— nuncapuede ser estrictamente cumplida. Además, continúa Cassel, «es sufi-ciente para la solución del problema de los precios... si asumimos quela demanda para cada uno de los artículos en cuestión se establece tanpronto como los precios de estos bienes son fijados. No necesitamosanalizar la demanda más allá en conexión con el problema de los pre-cios. El alcance de la demanda a un precio dado es un hecho tangiblede una naturaleza cuantitativa, aritmética, y en esta forma puede serdirectamente utilizado en la ciencia económica como parte de su estruc-tura. Sin duda, los procesos psicológicos que están tras este hecho tienenun cierto interés para el economista...; pero ese estudio claramente nocae dentro del dominio de la propia teoría económica». «Particularmen-te, debemos apuntar esto en oposición a la llamada teoría de la utilidad

198 Ibid., p. 76.199 Ibid. Énfasis añadido.

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marginal», que es un intento por presentar una «psicología de la de-manda».200

Si alguien fuese a pensar que los deseos subjetivamente valoradoshan sido así definitivamente retirados de la teoría económica y reempla-zados por una elasticidad de la demanda estadísticamente obtenible,muy pronto se vería decepcionado. Cassel afirma, a continuación, quela esencia de la economía es escoger de entre el infinito número dedeseos aquellos que serán satisfechos según su importancia. «Para estepropósito la economía del intercambio necesita una medida común detodos los deseos diferentes.201 Encuentra este criterio común al fijar unprecio único para cada artículo de la misma calidad y exigiendo el pagode este precio antes que el deseo sea satisfecho. Esto significa que undeseo para el cual el precio demandado se paga siempre es consideradomás importante que algún otro deseo para el que el precio no es paga-do. Así, la economía de intercambio mide la importancia de los diferentesdeseos mediante las sumas de dinero que son pagadas para su la satis-facción.» O en otras palabras, «puesto que, respecto a la regulación delconsumo [en toda economía de intercambio], hemos reconocido que lacantidad de dinero que es ofrecida para la satisfacción de varios deseoses la medida correcta [¡!] de la importancia de esos deseos, el mismocriterio es válido para la regulación de la producción. Llegamos así ala conclusión de que los medios de producción deben [¡!] ser utilizadosde tal modo que satisfagan las demandas que pagarán más. La solucióndel problema es, por tanto, fijar [¡!] precios uniformes para los mediosde producción; determinar los precios de los bienes finalizados segúnaquellos precios; y controlar la producción de tal manera que se satis-fagan sólo los deseos que cubran el precio determinado en esta forma,y no los otros».202 «La fijación de precios uniformes es el modo particular

200 Ibid., p. 81. Además del cargo de ser conducida por la psicología, la teoríade la utilidad marginal también es acusada de presentar «una considerable distor-sión de la realidad», por asumir «una estimación abstracta, expresada en cualquierescala de medida, de la utilidad de las diferentes etapas de satisfacción de deseosen todas sus clases» (Ibid., p. 82). Cassel argumenta que esto es imposible para elhomo oeconomicus, que necesita al menos el apoyo de precios existentes para talesvaloraciones. Ya nos hemos referido a la evidente contradicción entre esta afirma-ción de Cassel y su procedimiento: al establecer la esencia de la economía, comienzadesde una jerarquía de deseos y usos de bienes según su importancia relativa, loque obviamente presupone un patrón de comparación.

201 Ibid., p. 85.202 Ibid., pp. 87-8. Una afirmación muy característica: «Para los otros medios

de producción, los precios deben ser calculados [¿por quién? ¿por la «sociedad»?]

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en que la economía de intercambio típica aplica el principio del uso más«económico» de sus bienes disponibles.»203

Una vez que Cassel está bajo el hechizo de esta ficción, no le inquietasi tiene algún valor explicativo para la formación de los precios en elmundo real. Todo lo que le importa es si «este método» —el que «unasociedad» [¡!] satisfaga sus deseos según su capacidad de pago— estambién el «correcto» para la realización del principio económico. Surespuesta es afirmativa porque la objeción «de que es más importanteel deseo de pan de un hombre hambriento que el deseo de alimentar asus perros de un hombre rico» es «o contra el uso irracional que el másrico hace de su dinero... o, en el fondo, una crítica a la actual distribu-ción del ingreso».204

Después de esta exposición, no puede haber dudas sobre qué esperarde la teoría del precio de Cassel. Su propósito cognitivo no es explicar—o aun «describir»— la formación del precio en el mundo real, sinoaveriguar los precios que normativamente deben ser «establecidos» o«calculados» por «la economía de intercambio» de modo que cumplael «principio económico», como un plan para la sociedad como un todo.Es decir, averiguar la formación de precios para un caso completamenteficticio, no empírico, en que la economía de intercambio como un todoes gobernada por la norma, y los precios así instrumentados conducena todas las cantidades escasas de bienes disponibles en la economía aesos usos que son «más racionales» desde el punto de vista de toda lasociedad. Basta aclarar el carácter normativo y el ficticio punto de par-tida para mostrar el fracaso completo e inevitable de la teoría de Casselcomo explicación de la formación empírica del precio.205

¿Quién es este sujeto dominante, la economía de intercambio, queatiende a la realización del principio económico en la sociedad comoun todo; que establece, por tanto, la meta para el conjunto de la econo-mía; que necesita una medida para la clasificación de las necesidadeseconómicas individuales según la importancia de su satisfacción para

según su escasez relativa, de modo que la demanda efectiva de cada uno de ellos...será lo suficientemente pequeña como para ser satisfecha con la cantidad existen-te de medios de producción». Ibid., p. 89.

203 Ibid., p. 86.204 Ibid., p. 85-6.205 Cfr. el libro de W. Kromphardt, Die Systemidee im Aufbau der Casselschen

Theorie (Leipzig, 1927), p. 14: «Al emplear el principio económico como el criteriode selección, Cassel opone un precio cósmico, imaginario, no real, al precio con-cebible y posible en los sistemas.»

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toda la sociedad, para seleccionar las más importantes; y que para talfin «establece» o «calcula» los precios «correctos» de los productos ymedios de producción? Evidentemente, la expresión figurativa«economía de intercambio», que denota una abreviación, ha llevadoa Cassel, como a muchos otros teóricos de mentalidad socialista, a insi-nuar la realidad de una economía en una metáfora que personaliza yadscribe a este ente ficticio todas las funciones que existen en una eco-nomía colectivista planificada pero no en su opuesto, la economía deintercambio voluntario. Hay así un conflicto patente entre las premisasde la derivación y las premisas lógicamente necesarias del problematal como está planteado: por un lado, la formación del precio en la eco-nomía de intercambio, una forma de organización con libertad indivi-dual de consumo y producción en que cada economía individual cumpleobedientemente con el «principio económico»; pero por otro, ninguna auto-ridad regula ese principio para la totalidad social. Por lo tanto, el proce-dimiento debe llevar a resultados que no dicen nada acerca de la for-mación del precio en la economía de intercambio del mundo real.206

Pese a todos sus comentarios ocasionales de que no hay casos deregulación en la economía de intercambio, Cassel sin embargo parecesuponer que opera una misteriosa voluntad. ¿Y si tal voluntad existiese,conociendo las cantidades totales disponibles de bienes para una socie-dad, los deseos totales dirigidos hacia ellas, el poder de compra trascada uno de esos deseos y la demanda total de cada bien a cada precio;alineando demandas y stocks de cada bien a través del establecimientode los precios; y estableciendo los precios «correctos» sobre la base deeste conocimiento y normas? No quedaría nada por explicar de eseproblema de determinación del precio: estaría «resuelto» en su tota-lidad. Pero ese problema de determinación normativa de los precios esmuy diferente del problema que ha ocupado a la teoría económica des-de el principio: ¿cómo tiene lugar la formación de precios unívocos enel mercado?

Ciertamente, no es accidental que Cassel, como Cournot, considerelos precios como variables independientes que han sido dadas primero,y las demandas como las variables dependientes fluctuando con losprecios. Ni es un accidente que, en su teoría del dinero, rechace la idea

206 Curiosamente, contradiciendo esta aproximación está el comentario precisode Cassel: «Los métodos no pueden ser elegidos arbitrariamente; estos son deter-minados esencialmente por la naturaleza interior de la realidad en cuestión».Grundgedanken, p. 11.

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de que su función primaria sea la de medio de cambio y prefiera lahipótesis de que el dinero fue introducido conscientemente por algunaautoridad como estandarización de los medios de pago y de una abs-tracta escala de medida. Cara a su objetivo determinar el precio de mono-polio, Cournot identificó correctamente el precio como la variable inde-pendiente respecto a la demanda, porque el monopolista que conocesus existencias y es capaz de estimar cambios en la demanda a variosniveles de precios, realmente tiene el poder de establecer o «estandari-zar» un precio. Sin embargo, las premisas son muy diferentes en el casode los precios competitivos donde el supuesto del precio como la varia-ble independiente carece de todo sentido. Ciertamente, Cassel se ad-hiere al punto de vista de que, con la ayuda del principio de la escasez,será capaz de ofrecer una teoría unificada que abarque tanto los precioscompetitivos como los de monopolio, así como la formación de losprecios para los numerosos tipos intermedios de monopolio y compe-tencia. Pero tal «teoría del precio» no va más allá de la más general delas generalidades y en vista de la innegable diferencia en las bases actua-les de la formación del precio monopolista y competitivo, es incapazde ofrecer nada en forma de conocimiento sustantivo. Hay aún menosnecesidad de discutir que Cassel no hizo el más ligero intento por cum-plir su promesa, y subsiguientemente basó sus deducciones en las pre-misas de la formación de los precios competitivos.207

¿Y el «reemplazo» de la teoría del valor por la teoría del precio? SiCassel dijese que quería eliminar la teoría del valor de la teoría delprecio, ello no estaría abierto a objeciones sobre bases lógicas. ¿Por quédebería impedirse presentar a ésta sin aquella, en tanto las demandaspropias de la teoría del precio fuesen lo suficientemente modestas?Cassel puede incluso recurrir a los economistas «clásicos» para ilustrarel rancio abolengo de su programa de investigación. ¿No derivó AdamSmith — ciertamente, un siglo y medio atrás— el «precio normal» sinla teoría del valor, haciéndolo depender de los costes combinados desalarios, rentas y beneficios que él consideraba hechos tangibles según«las relaciones promedio de cada país»? ¿Y no dedujo las oscilacionesdel precio de mercado alrededor del precio normal a partir de hechostangibles tales como el tamaño respectivo de la oferta y la demanda?¿No puede uno —como hizo Cournot un siglo atrás y otros muchosdesde entonces— plantear a la vez una teoría del precio con datos esta-

207 Sobre el programa y desarrollo de tal «metateoría» en Cassel, véase,Schumpeter, Wesen und Inhalt, pp. 83-4.

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dísticos tangibles, concernientes a cambios en la oferta, demanda yprecios, representados en gráficos o ecuaciones funcionales y entonces,a la manera de Cassel, decretar que «además de eso... la ciencia econó-mica no necesita vincularse a nada más»?208 Efectivamente, eso puedehacerse, así como un médico puede limitar su investigación de unaenfermedad a las correspondencias entre sus síntomas manifiestos, sinir a la etiología o al curso de la verdadera enfermedad. Pero no debemosconfundir los diferentes propósitos cognitivos. La teoría del precio cons-truida sobre una teoría del valor busca alcanzar algo diferente de unateoría del precio sin ideas relacionadas al valor. Su fin es presentar elproceso de formación del precio, que simplemente no sale a la luz si lainvestigación permanece confinada a las correspondencias entre pre-cios ya existentes o leyes de cambios en los precios (carece de funda-mento que Cassel califique a su teoría como de formación de precios).En otras palabras, su fin es esencialmente desarrollar nuestra compren-sión de cómo —es decir, según qué leyes— el lado subjetivo (deseos,stocks disponibles para los agentes económicos, valoraciones subjeti-vas) es «objetivado» en relaciones sociales y procesos (intercambio,precios) que no existirían a menos que sean manifestados por los suje-tos; y mostrar las regularidades por las que las relaciones sociales desa-rrolladas de esta manera (intercambio, precios, salarios, ingresos, inte-rés, etc.) reaccionan ante los hechos subjetivos (demandas individuales,etc.): no sólo la formación del precio sino todo el proceso económicoque se desenvuelve en la interrelación de lo subjetivo y lo social. Es unpropósito cognitivo muy diferente del que Cassel proyecta en su teoríadel precio, y cuya legitimidad científica viene del hecho de que nospermite resolver cuestiones de la vida económica real que los resultadosde aproximaciones más modestas no pueden contestar.

Que el mismo Cassel es culpable de tal confusión se manifiesta clara-mente en su supuesto «reemplazo» de la teoría del valor por la teoría delprecio. Una vez que se ha reconocido el carácter instrumental del valor parala teoría del precio, nunca se puede pedir que los medios para alcanzarun propósito mayor sean «reemplazados» por un propósito más limitadoque no requiere tales medios.

En el sistema «libre de valores» de Cassel, ¿cuál es el supuesto signi-ficado de la idea de que en una economía de intercambio como un todo«los deseos de todas las economías individuales deben ser ordenadossegún su importancia relativa» de modo que los deseos a ser satisfechos

208 Ibid., p. 82.

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por la economía de intercambio están separados de los que se dejan sinsatisfacer, haciendo que «la regulación social del consumo» sea una po-sibilidad? O, ¿qué significa el argumento de que «la realización del prin-cipio económico respecto a la dirección de la producción en la economíadepende de la manera en que los deseos están graduados», de modo quelos deseos que han de contar como más importantes son simplementeaquellos cuya satisfacción requiere mayores precios, siendo esta la «medi-da correcta de la importancia de esos deseos»?209 ¿Por qué Cassel —man-teniendo su rechazo a la teoría del valor— no está contento notando elhecho de la existencia de flujos diferenciales en el lado de la demanda, ysin embargo acepta que una demanda con mayor poder de compra im-plica deseos de mayor importancia en términos de la economía de inter-cambio como un todo? Aquí, la teoría del valor no es reemplazada poruna teoría del precio, como Cassel erróneamente interpreta su propiaaproximación. Más bien, en lugar de valoraciones individuales subjetivasque tienen existencia real y pueden por eso ayudar a explicar causalmentela formación de los precios, se nos presentan valoraciones puramenteimaginarias de los deseos de las economías individuales llevadas a cabopor una inexistente «dirección de la economía de intercambio», de modoque sobre la base de esta clasificación la «economía de intercambio»puede estandarizar los precios «correctos». ¡Esta «doctrina del valor» eslo que Cassel pone en lugar de la teoría del valor «innecesaria» y «psico-lógica»! Y todo esto sólo para ser capaz de apartar el problema del proce-so de formación del precio, el problema central y más difícil de toda lateoría económica que, sin duda, no puede ser resuelto sin un análisis dela demanda. ¡Todo esto para ser capaz de suponer, en base a precios es-tablecidos por la «economía de intercambio», que la demanda es la va-riable dependiente y la oferta, la independiente, limitando su tarea adeducir, no la ley de formación del precio, sino la ley del cambio de losprecios ya formados!210

209 Ibid., pp. 45, 85, 87. El precio calculado en dinero es descrito como «la dimen-sión de valor».

210 Es apenas necesario recalcar el engañoso juego en las palabras «importanciade deseos» contenidas en la afirmación de Cassel de que «la cantidad de dineroque es ofrecida para la satisfacción de varios deseos es la medida de la importanciade esos deseos». Ibid., p. 87. Del hecho de que la «economía de intercambio» noexiste como un sujeto que mide y compara los deseos de las economías individualessegún su importancia, y de que incluso aunque existiese una autoridad guiando laeconomía social según alguna planificación, la medida o comparación de los deseosde diferentes sujetos económicos sería imposible por la falta de un sistema común

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En el enfoque de Cassel, esta valoración ficticia de las necesidadesde las economías individuales a través de una dirección ficticia de laeconomía de intercambio, para el propósito de una inexistente «regu-lación social de la economía de intercambio» por medio de la «fijaciónde los precios», es aplicable no sólo a los bienes de consumo sino tam-bién a los medios de producción. «Los medios de producción deben serutilizados de tal modo que satisfagan las demandas [Bedürfnisse] quepaguen más». «La solución del problema es, por tanto, fijar precios uni-formes para los medios de producción; determinar los precios de losbienes finalizados según aquellos precios; y controlar la producción detal manera que se satisfagan sólo los deseos que cubran el precio deter-minado en esta forma, y no los otros». «Para otros medios de produc-ción,211 los precios deben ser calculados según su escasez relativa, demodo que su demanda efectiva sea lo suficientemente pequeña».212

«Así, el proceso de fijación de los precios en la economías de intercam-bio abarca tanto a los medios elementales de producción como a todoslos bienes finales de consumo...; y todos lo precios están fijados, y fija-dos simultáneamente». Según Cassel, los costes de producción no sonel factor determinante de los precios de los productos; ni es cierto quelos precios de los medios de producción estén determinados por los pre-cios de los bienes finales, como sostiene «el conjunto de lo que esdenominado reciente teoría subjetiva del valor».213 Y puesto que los pre-cios de los medios de producción fluyen como ingreso a sus propie-

de referencia, se desprende que tales afirmaciones están desprovistas de valorcientífico. Hay dos posibles maneras en las que Cassel entiende «importancia deun deseo». Primero, se puede referir al sentido fuerte del concepto, a la importanciadel deseo para el sujeto, en cuyo caso es erróneo sostener que la importancia de undeseo está medida por la suma de dinero ofrecida para su satisfacción. Todos sa-ben, sin comparar las necesidades de individuos diferentes, que el precio que unapersona de bajo ingreso puede ofrecer para la satisfacción de un deseo muy fuertees menor que aquel que una persona de un mayor ingreso puede ofrecer para lasatisfacción de un deseo menos urgente. Y segundo, si Cassel se refiere al poder decompra detrás de un deseo, entonces el uso de las palabras es inapropiado y tau-tológico: un deseo con mayor poder de compra es lo mismo que una demanda conmayor poder de compra. No es un avance abandonar el resultado del análisis cientí-fico —el conocimiento de que la demanda efectiva está compuesta de dos elemen-tos: la urgencia de deseo y el poder de compra— para posibilitar una explicaciónsimplificada pero incompleta que considera sólo uno de los elementos.

211 [Es decir, aquellos que no existen en abundancia. Nota del traductor alinglés].

212 Ibid., p. 89.213 Ibid., pp. 89-91.

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tarios, pero este ingreso a su vez determina la demanda, entonces esteingreso está determinado también por el proceso general de formacióndel precio. «Todos los factores desconocidos del proceso de fijación deprecios dependen unos de otros, y éstos sólo se determinan, y enton-ces se determinan conjuntamente, cuando resolvemos el problema deestablecimiento del precio». «La conexión causal entre las diferentes va-riables no es unilateral», «sino que está en la naturaleza de una cadenacerrada de causas, en la que cada eslabón depende de todos los demás,y que puede seguirse en cualquier dirección».214 Así, únicamente de lavalidez postulada del «principio económico» para la economía de inter-cambio como un todo, de modo mucho más simple que en Walras y Paretoque tuvieron que luchar con la incorporación de valoraciones subjetivasal sistema, se obtiene un esquema de interdependencia general cuya for-mulación exacta se sigue de las ecuaciones de Cassel.

6.2. El mecanismo de formación de precios de Cassel

Tomemos una «economía de intercambio cerrada en la que el esta-blecimiento de los precios es gobernado por el principio de la escasez».«Cómo se origina ese estado de cosas no importa en lo que concierne a nuestroestudio».215 Lo primero que debe considerarse es el caso de formacióndel precio en que la producción es dejada a un lado: las cantidades debienes disponibles para el consumidor en un período definido estándadas»; estas cantidades serán denominadas «la oferta de los bienes encuestión, S1, S2, ..Sn». «Primero supondremos que la suma de dinero con quecada consumidor paga durante el período relevante por la satisfacción desus deseos, está fijada anticipadamente. En estas circunstancias, la de-manda de cada consumidor de varios bienes en el período está clara-mente definida tan pronto como los precios son determinados.»216 Es «másapropiado», argumenta Cassel, seleccionar el precio del bien como lavariable independiente. Entonces, la demanda individual y la demandatotal son funciones del precio, y «la forma de estas funciones expresalas valoraciones subjetivas». «Pero si miramos más detenidamente a lafunción de demanda, encontraremos que también contiene, como varia-bles, los precios de todos los demás bienes.» «La demanda del consu-midor individual de un artículo particular... no está determinada hasta

214 Ibid., pp. 97-8.215 Énfasis añadido.216 Ibid., pp. 135-6.

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que todos los precios de todos los artículos que pueden ser objeto desu demanda estén fijados.» «Con los precios de los n bienes, por tanto,se establece la demanda de cada consumidor individual, y consecuen-temente la demanda total del conjunto de consumidores, para cualquierartículo particular.» Si llamamos a la demanda total para los n bienesdurante el período relevante D1, D2, ..Dn, podemos expresar estas mag-nitudes como funciones de los n precios

D1 = F1 (p1 ... pn) (1)D2 = F2 (p1 ... pn)...Dn = Fn (p1 ... pn)

«Como la fijación de precios de acuerdo con el principio de la esca-sez tiene que restringir la demanda hasta que pueda ser satisfecha conla oferta disponible de bienes», en el equilibrio de la economía de in-tercambio se cumple que D1=S1, D2=S2, ..., Dn=Sn, de modo que

F1 (p1 ... pn) = S1 (2)F2 (p1 ... pn) = S2

...Fn (p1 ... pn) = Sn

«De ahí que para resolver el problema de la determinación de losprecios en el caso más simple, debemos considerar los n precios comolas cantidades desconocidas del problema, y tomarlas como dadas enel modo matemático usual. Entonces quedamos en posición de expre-sar la demanda de los n bienes en estos precios según las ecuaciones(1) y (2) que son consecuencia del principio de la escasez. Este sistemacontiene n ecuaciones para la determinación de n precios desconocidos,lo que generalmente es supuesto para determinar las n cantidades des-conocidas. Una vez conocidos los precios, pueden calcularse la demandade cada consumidor individual y la demanda total de cada bien particu-lar.217 Como la demanda es satisfecha a los precios calculados de estamanera, todo el problema de la distribución de los bienes disponiblespara los consumidores está resuelto.» «El hecho de que la demanda deun artículo dependa... de los precios de todos los demás artículos... hacenecesario expresar el proceso de determinación de los precios [¡!] me-diante un sistema de ecuaciones simultáneas como nuestro sistema (2).»«La naturaleza intrínseca del proceso de determinación de los precios

217 Énfasis añadido.

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no puede representarse adecuadamente de ninguna otra manera.»218 Deun modo análogo, los precios son incorporados al problema de pro-ducción. Si r denota el número de medios de producción, (R1, R2, ... ,Rr) las cantidades disponibles de ellos, n es el número de bienes pro-ducidos, (a11, a12, ... a1r; a21, a22, ... a2r; ... , an1, an2, ... anr) son los coeficientestécnicos dados,219 (q1, q2, ... , qr) son los precios (desconocidos) de los rdiferentes medios de producción, y (p1, p2, ... , pn) son los precios de losn productos finalizados, entonces a11 q1 + a12 q2 + ... + a1r qr = p1 (3) ... ...... expresa el hecho de que, para cada bien, los costes de produccióndeben igualar a su precio. Puesto que la demanda total de cada bienesta expresada por el sistema de ecuaciones

D1 = F1 (p1 ... pn) (4)... ... ...

y dado que el principio de la escasez ocasiona que

D1 = S1 (5)... ... ...

(donde S1 denota las cantidades producidas de los bienes particulares),entonces la demanda total de cada medio de producción es

a11 S1 + a21 S2 + ... + an1 Sn (6)... ... ...

Y como «de acuerdo con el principio de escasez, esta demanda decada uno de los medios de producción debe ser igual a la cantidaddisponible de ellos en el período considerado, entonces [¡!] es objeto dela determinación de los precios el restringir la demanda cuanto sea nece-sario para este propósito». Con ello, tenemos:220

R1 = a11 S1 + a21 S2 + ... + an1 Sn (7)... ... ...

«Aquí las S son, en virtud de los sistemas de ecuaciones (5) y (4),funciones de p, y por lo tanto, en virtud del sistema de ecuaciones (3),funciones de q. El sistema de ecuaciones (7) contiene así como incógnitas

218 Ibid., pp. 137-8.219 Las cantidades de factores a11 ... a1r son necesarias para la producción de una

unidad del bien 1; a21 ... a2r son necesarias para una unidad del bien 2, etc.220 Ibid., pp. 141-2.

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los r precios de los medios de producción. También hay r ecuaciones yel sistema, por tanto, es generalmente suficiente para determinar lascantidades desconocidas.» Una vez que los precios de los medios deproducción son conocidos, los precios de los bienes finales pueden sercalculados en las ecuaciones (3), la demanda de bienes finales sale delas ecuaciones (4), y así la distribución de los medios de producciónentre las diferentes líneas se obtiene de (5). La fórmula (6) nos permitecalcular las exigencias establecidas en la demanda de varios medios deproducción, reguladas por esta formación de precios. La adaptación deestas exigencias a las cantidades disponibles de los medios de produc-ción es asegurada por el sistema de ecuaciones (7). «Así, el problemade determinación del precio está completamente resuelto para el casoque consideramos aquí.» «Nuestra ecuación muestra la naturaleza realdel proceso de establecimiento de los precios que no puede represen-tarse de ninguna otra forma más simple.»221

De la demanda de bienes finales resulta «una lucha por los relati-vamente escasos medios de producción; en la economía de intercambioesta lucha es apaciguada con la fijación de unos precios uniformes paralos medios de producción; éstos, a su vez, fijan los precios de los produc-tos y son así una forma de restringir la demanda».

Cassel mantiene que esta explicación pone fin a la disputa sobre los de-terminantes del precio: «los factores que determinan los precios... son losdiferentes coeficientes dados de nuestras ecuaciones.... [los que] puedendistribuirse en dos grupos principales... los objetivos y los subjetivos. Losfactores objetivos son las cantidades de los medios de producción (R) ylos que hemos llamado coeficientes técnicos (a). Los factores subjetivos sonlos coeficientes de las ecuaciones (4), que representan la dependencia dela demanda respecto a los precios». «Podemos decir, por tanto, que losprecios son determinados por la escasez de los medios de producción enproporción a su demanda indirecta por parte de los consumidores. La es-casez de medios de producción, de acuerdo a nuestros supuestos, es unfactor dado del problema. La demanda, por otro lado, es en sí una funcióndel precio de los bienes finales y, consecuentemente, en virtud del sistemade ecuaciones (3), una función de los precios de los medios de producción,y por eso no puede ser un factor determinante de éstos. Lo que en esteaspecto es un factor dado del problema de precios, es la manera en quelas funciones de demanda dependen de los precios de los medios de pro-ducción; es decir, la forma de estas funciones o el agregado de sus coefi-

221 Ibid., p. 142.

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cientes, que caracteriza la naturaleza de la demanda de los medios de pro-ducción.» La «escasez de los medios de producción y el carácter de sudemanda» son por tanto «los dos factores determinantes de los precios»,ambos «esenciales en el completo sentido de la palabra».222

Si ahora abandonamos el supuesto de que el gasto monetario de losconsumidores en bienes finales está fijado anticipadamente —porque«el volumen de todos los pagos de cada consumidor.. está determinadopor su renta» y «la renta del individuo... está determinada por los pre-cios de los medios de producción que él vende en el curso de los pro-cesos productivos, y ni estas rentas ni los pagos hechos en virtud deellas deben considerarse como parte del problema de determinación deprecios»—, esto «no modifica la forma externa de los sistemas de ecua-ciones que sirven para determinar los precios». Pero el punto de partidaahora son los precios de los medios de producción, que provisional-mente pueden suponerse como conocidos. Estos nos ayudan a calcularlas rentas de las diferentes economías individuales y estas rentas —enconexión con los precios de los bienes, que también pueden calcularsea partir de los precios de los medios de producción— determinan elgasto total en consumo de la economía individual, por lo que la formade las ecuaciones (4) permanece sin cambios. «Pero éstas ya no inclu-yen los pagos totales que previamente dábamos como constantes. Noobstante, ahora tenemos los coeficientes de la funciones F1, ... , Fn comofunciones de los precios de los medios de producción. Pero las varia-bles p1, ... , pn son, de acuerdo con el sistema de ecuaciones (3), funcio-nes de las incógnitas q1, ... , qr. De ahí que las funciones F1, ... , Fn con-tengan ahora, además de las variables q1, ... , qr, sólo constantes quedeben considerarse como dadas en nuestro problema, y que representanla dependencia de la demanda respecto de los precios y la distribuciónla renta determinada por estos precios.»223

En resumen, una vez más Cassel llama la atención hacia los «deter-minantes inmediatos de los precios»: «los factores subjetivos de losprecios se apoyan en las características de la dependencia de la demandade bienes finales respecto de los precios. Los factores objetivos son...las condiciones técnicas de producción y las cantidades disponibles de losmedios de producción».224 Naturalmente, «en los casos en que los princi-pios suplementarios de la determinación de precios también se apli-

222 Ibid., pp. 143-4.223 Ibid., p. 148.224 Ibid., p. 152.

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quen» (el principio diferencial, el principio de sustitución, el principiode costes medios decrecientes, el principio de formación del precio deproductos relacionados), estos determinantes son parcialmente modi-ficados y reemplazados por otros.

«Pero si los tres grupos de determinantes deben ser tomados en cuenta,la teoría de la formación del precio está contenida esencialmente en nuestrasolución al problema. Y además de esta solución no puede haber otra teoríade la formación del precio que describa y explique los procesos actuales de laeconomía de intercambio.»225

6.3. Crítica de la teoría del precio de Cassel

¿Cumple la teoría de Cassel la promesa de proporcionar una aproxi-mación más profunda al proceso de la formación del precio que la conte-nida en las propuestas de sus predecesores? Para que esto fuese cierto, loprimero que se requiere sería que la deducción hubiera comprendidocorrecta y totalmente las fuerzas que operan estableciendo el precio en elmundo real y la manera en que éstas se combinan. Pero, al parecer, unacontradicción evidente se aloja en el corazón del sistema de Cassel. Mien-tras la primera parte, que supuestamente proporciona las bases para ladeducción, tiene un carácter puramente normativo, la solución presentadaen la segunda parte bajo el título de «mecanismo de formación del precio»circula por las bien llevadas sendas funcionales, donde se supone que unsistema de ecuaciones simultáneas envuelve las dependencias recíprocascon la luz del conocimiento.

Después de los puntos que hemos discutido antes, no puede quedarduda acerca del carácter normativo de la primera parte. Efectivamente,si se piensa lógicamente, del mismo modo en que una voluntad necesa-riamente uniformizadora existirá al final detrás de cada principio norma-tivo, en el sistema de Cassel el principio que supuestamente regula a laeconomía de intercambio como un todo debe tener detrás la ficción deuna voluntad suprema unificada, una especie de puesto central de coman-do, que conduce a la economía entera según un plan e indica las leyesque la gobiernan. Esto puede que no se afirme explícitamente, pero en-cuentra expresión en numerosas frases, en puntos cruciales del argu-

225 [La referencia de esta cita final, que no tiene equivalente en la edición inglesadel libro de Cassel, está dada en la nota a pie de la página 134 de la edición alemana.Nota del traductor al inglés].

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mento, que no tendrían sentido sin este supuesto. ¿Qué podría significarque la «tarea» o propósito de la formación del precio es «restringir lasdemandas de consumo», sino que, puesto que los fines no están en lascosas sino establecidos por una voluntad, se supone tácitamente que unadirección central de la economía establece la tarea? En una economíalibre, comercial, e individualista, ¿quién tiene interés y juega el papel deasegurar que «los deseos de todas las economías individuales sean orde-nados según su importancia relativa», que «la producción entera debaser regulada en este sentido», y que «los requerimientos del principioeconómico sean satisfechos»? ¿Cuál es la autoridad que «necesita unaescala común» para «medir» la importancia de todos lo diferentes deseos,de todas las economías individuales, desde el punto de vista de la eco-nomía como un todo? ¿Quién juzga «el uso más racional de todos losbienes» y «fija los precios en conformidad a ello»? ¿A quién puede serasignada toda esta deliberación y determinación de metas para la eco-nomía como un todo, sino a una voluntad regulatoria ubicada sobre laseconomías individuales, que hace el trabajo de formar los precios «demanera que la demanda se restrinja para cualquier artículo particular yla oferta sea adecuada a la demanda»? Esta ficción no es una mera figuradiscursiva o una simplicación permisible; pierde su carácter no com-prometido y adquiere una importancia real para las derivaciones deCassel en el momento en el que éstas entran en la formulación de lossupuestos de la deducción exacta.

Aclarar este punto es relevante para una teoría como la de Cassel,que pretende asegurar el conocimiento del proceso de formación delprecio, y no sólo describir el sistema de precios ya formado. Porque elvalor cognitivo de una teoría que busca representar el proceso de for-mación del precio en una economía de intercambio, depende crucial-mente de si comprende apropiadamente e incluye en sus presupuestosformales las verdaderas fuerzas conductoras de esa forma de economíasocial (las fuerzas que provocan y sostienen todo el proceso de forma-ción del precio, la lucha por la satisfacción óptima de los deseos, porun lado, y los mayores beneficios, por otro), o si, en vez de esto, inven-ta como fuerza conductora una norma regulatoria (e implícitamente,una voluntad que fija la norma) que, supuestamente, planifica la eco-nomía de intercambio como un todo. Si hace esto último, transformael problema descartando cualquier manera de resolver la cuestión dela formación del precio en una economía de libre mercado. Esto es asíincluso si el resultado final logrado con la ayuda de esta ficción —corre-lación entre precios de equilibrio, demanda y oferta de varios bienes,

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ingresos, etc.— estuviera en sí correctamente presentado. Porque, comoes bien sabido, el mismo resultado puede alcanzarse por diferentescaminos, y una vez que comienzas trabajando con ficciones, las haynumerosas que pueden servir para el mismo fin.226 Pero en el caso deun problema como el de la formación del precio en una economía demercado tal y como la misma empíricamente existe, el núcleo de la tareacognitiva especial no es describir el resultado final de la formación delprecio (aunque sea también importante), sino mostrar cómo ese resultadoes alcanzado en la realidad (es decir, la ley de los procesos) y cómo lainteracción de elementos ya existentes (deseos, cantidades de bienes,etc.) origina nuevas magnitudes —precios— que antes no estaban pre-sentes. Puesto que el problema se plantea en términos del equilibriode mercado en una economía libremente competitiva —equilibrio nopensado por ninguna voluntad de los involucrados en el proceso deformación del precio, ni por «la economía» como un todo—, el inves-tigador ya no tiene libertad para inventar algún camino arbitrario co-menzando desde premisas distintas a aquellas de esta forma de econo-mía social, a menos que desee suprimir el problema en sí.

Pero esto es precisamente lo que ocurre en la teoría del precio deCassel. El problema es delinear el proceso de formación del precio enuna economía social sin voluntad regulatoria única, donde cada unode los presentes en el mercado es guiado sólo por sus propios intereses.Y el punto de partida para Cassel es una norma que flota sobre toda laeconomía, con independencia de las fuerzas individuales que determi-nan la formación de los precios, y que asigna a los precios la finalidadde satisfacer el principio económico para el conjunto de la economíanacional. La pregunta era ¿cómo los precios y sus correlaciones surgena partir de las premisas individualistas de una economía libre? Pero estose ha convertido ahora en una cuestión diferente: ¿cómo la formaciónde los precios logra su meta predeterminada de cumplir el principioeconómico —igualación de oferta y demanda— para la economía en suconjunto? Un fin no intencionado del proceso que requiere explicaciónes así tomado como su punto de partida intencional.

226 El enfoque mecánico de Laplace, por ejemplo, estaba basado en la ficciónde un gran espíritu que, conociendo en todo momento la posición de todos lospuntos sólidos en el universo así como su velocidad provisional, posee un sistemade ecuaciones diferenciales con aceleraciones, de manera que es capaz de calcularcon precisión absoluta todos los hechos en el pasado y el futuro. Cassel va inclusomás allá de esto, puesto que en su sistema ese espíritu omnisciente establece lasnormas que determinan el contenido de estas ecuaciones diferenciales.

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En el sistema de Cassel, entonces, el problema específico de la teoríade la formación del precio es eliminado desde el principio por una defini-ción normativa del punto de partida. Nada puede ser agregado a este resul-tado del análisis crítico con la objeción de que la norma en el sistema deCassel —«la demanda debe igualar la oferta por medio de la formacióndel precio, porque es el objeto de la formación del precio cumplir el princi-pio de escasez»— es sólo un asunto «puramente formal» que sólo propor-ciona la formulación de una ecuación condicional del estado de equilibrio.Aunque este supuesto formal de igualación de oferta y demanda fueselegítimo y necesario para una descripción exacta de los sistemas finales deprecios —es decir, del estado de equilibrio alcanzado—, es metodológica-mente ilegítimo (pues no es específico para el problema) si la tarea cogni-tiva es demostrar la senda que conduce a la formación de los precios y alequilibrio entre la oferta y la demanda. El procedimiento de Cassel impli-ca preparar las ecuaciones condicionales S1=D1 etc. simplemente como unaexpresión de la norma de que debe haber equilibrio: éstas no incorporanlas fuerzas conocidas por la experiencia que verdaderamente tienden aocasionar el equilibrio. Es decir, las magnitudes variables obtenidas a travésde la experiencia que causan un máximo definido (como en el caso deJevons, Walras y Pareto) y que expresan la ley de movimiento que produceel equilibrio. Y esto significa que desde el comienzo Cassel renuncia acualquier intento de resolver el problema. En vez de estas funciones queexpresan la ley de movimiento, lo que hallamos es un intento por evitarfunciones de utilidad subjetiva y plantear la norma S1 = D1 requerida paratoda la economía en virtud del principio económico.

Esto también elimina la ostensible contradicción entre la primera yla segunda parte de la teoría de Cassel. Su derivación del «mecanismode formación del precio» es una explicación funcional sólo en aparien-cia. En la medida en que él intenta evitar el uso de la relación causal,recurre a medios cercanos a una aproximación normativa, y se muevehacia una derivación teleológica en términos de un fin preestablecido dela formación del precio.

Consideremos esto algo más, permaneciendo dentro de las imáge-nes sugeridas por la presentación de Cassel. En la primera parte de sudrama teórico, el sujeto normativo imaginario —«la economía de inter-cambio»— aparece en el mercado y establece precios que equilibraránla oferta y la demanda. En el segundo acto, sin embargo, se nos da unaintuición del cálculo de la voluntad fijadora de precios, que intenta acla-rar las condiciones que debe cumplir al establecer los niveles de pre-cios de varios bienes, en orden a hacer que su norma —igualación de

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oferta y demanda— entre realmente en vigor. Estas condiciones son de-sarrolladas en forma de ecuaciones simultáneas a partir de las funcionesde demanda de Cournot ampliadas por Walras. Así, este «mecanismode formación del precio» también se apoya completamente en funda-mentos normativos. Persiste la primera premisa: D1 debe ser igualadaa S1; y es muy característico que, en el curso de las deducciones mate-máticas, el vínculo conector sea insertado repetidamente: «puesto quees tarea de la formación del precio satisfacer el principio de escasez».

Ahora debe investigarse si, a pesar de la irrealidad de la fuerza con-ductora (normativa) sobre la que Cassel funda la totalidad de la forma-ción del precio, las otras ecuaciones condicionales (1) y (2) —sólo paratomar el caso elemental de Cassel sin producción— pueden contenerlos factores o fuerzas que verdaderamente determinan la formación delprecio en el contexto postulado de una economía de mercado libre. Enprincipio, aquí es posible uno de dos casos. En el primero de ellos, es-tas ecuaciones contienen las fuerzas que determinan la formación delprecio (funciones de demanda individual o funciones índices de utili-dad o indiferencia, como en Walras o Pareto), de modo que aparece unaevidente contradicción entre las ecuaciones normativas básicas deCassel (D1 = S1, etc.) y las ecuaciones (1) y (2). Si la norma de Cassel esla fuerza determinante de los precios, todo lo demás (funciones de uti-lidad subjetiva, etc.) debe ser sólo una condición o dato. En el segundocaso, las fuerzas y relaciones subjetivas determinan los precios, de modoque la norma que Cassel establece sobre todos los sujetos económicosno puede mantenerse al mismo tiempo. Un sistema de ecuaciones quecombinara las fuerzas y relaciones subjetivas con la norma sería intrín-secamente —es decir, en los supuestos tras las diferentes ecuaciones—contradictorio e inútil.

Cassel debe ser coherente, dado que su programa es ofrecer una«teoría del precio sin una teoría del valor», para eliminar el factor sub-jetivo cuya exacta definición e inserción en el sistema presentó, comohemos visto, enormes dificultades a sus predecesores. Así, las ecuacio-nes de los grupos (1) y (2) no dicen nada acerca de los factores que de-terminan el precio; por el contrario, sólo presentan el efecto de los pre-cios (e indirectamente de su norma regulatoria) con condiciones dadaso datos. En el sistema de Cassel, según las ecuaciones de (1) —D1 = F1

(p1 ... pn), etc.— la demanda no es nada más que una función de los pre-cios; es la variable dependiente mientras que el precio es independien-te; es el elemento pasivo, el material formado por la norma que opera através de la regulación del precio. Y las ecuaciones de (2) —F1 (p1 ... pn)

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= S1, etc.— no contienen una relación establecida independientementede la ecuación normativa básica, S1 = D1 o de la ecuación (1), sino quesimplemente concluye de ellas que, si la demanda de un bien dependede todos los precios y ha de igualar a la oferta, entonces la oferta decada bien también debe ser dependiente de todos los precios. El valorcognitivo de toda la derivación matemática permanece o cae con elcarácter empírico o ficticio de esa norma.

Si se acepta que el fundamento normativo de Cassel es inutilizableen una teoría del proceso de formación del precio, también hay en elmodo de derivación muchas proposiciones sustantivas y deduccionesque requieren explicación. En primer lugar, la forma en que Casselintroduce su norma en la deducción matemática es simplemente la deuna ecuación de identidad. Para cada clase de bien, la demanda y laoferta deben ser iguales (D1 = S1, etc.), ¡de modo que mil manzanas soniguales a mil manzanas! En vez de poner, en un lado el conjunto demagnitudes que conforman la demanda, y en el otro el conjunto de magni-tudes que conforman la oferta —que es necesario en una ecuación ge-nuina y que es lo que Jevons y Walras intentaron hacer—, Cassel nospresenta una mera tautología. Como hemos visto, Cournot partió de labase de que la demanda efectiva y la oferta efectiva eran idénticas al«volumen de ventas» y entonces operó sólo con este volumen como unafunción del precio. Pero Cassel usa su tautología para establecer dosgrupos de ecuaciones: ¡unas que establecen que la demanda es unafunción de todos los precios, y otras que afirman, precisamente, queesta función de todos los precios es igual a la oferta!

Más extraña aún es la ruta establecida para la ecuación (1), la únicaque en el sistema de ecuaciones de Cassel contiene un juicio sintético.La preparación de la ecuación D1 = F1 (p1 ... pn) está basada en la proposi-ción recurrente de que, dado el fondo de gasto (ingreso) de los consumi-dores, «la demanda de cada consumidor por varios bienes... está claramenteestablecida tan pronto como los precios son establecidos». Pero la reflexiónsobre toda la experiencia interior y exterior muestra que esta proposi-ción básica es insostenible; que de hecho, si lo único dado fuesen los in-gresos o rentas de los sujetos y los precios, entonces tanto la demandaefectiva de los individuos como la suma de todas sus demandaspermanecerían completamente indeterminadas. Cien sujetos diferentespodrían, con los mismos ingresos y precios, desarrollar cien tipos dife-rentes de demanda de bienes individuales; y además, su demanda pue-de responder ante cambios en el precio de muchas maneras distintas. Así,suponiendo que el problema está planteado con precios ya dados, las

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obvias magnitudes determinantes (ingreso y precios) carecen de los ele-mentos adicionales necesarios para una determinación real de la deman-da. Esto es lo que la experiencia externa nos dice. La experiencia interna—auto observación de los motivos que guían al individuo a formar sudemanda efectiva— muestra que una demanda «absoluta», «virtual» o«psicológica», existente con independencia de precios e ingresos, es lacondición previa indispensable para que exista la demanda efectiva, yque su naturaleza y extensión de nuevo dependen de los deseos y de susinterrelaciones estructurales. Ingresos y precios se unen al determinan-te elemental, la ley estructural del sistema de deseos, como un factor res-trictivo, y el resultado de su influencia (la naturaleza y el tamaño de lademanda efectiva) variará mucho según la forma (la naturaleza y el ta-maño) de la demanda absoluta de los diferentes bienes. Si ese es el caso,sin embargo, las relaciones que Cassel disfraza en su primer y principalgrupo de ecuaciones son superficiales, en la medida que afirma que sonunívocas. Pero si se ha supuesto que su único contenido es la completa-mente vaga aseveración de que la demanda efectiva exhibe alguna de-pendencia —incluyendo la de precios e ingreso— entonces éstas son efec-tivamente correctas, pero no dicen nada y no pueden ser utilizadas parala derivación unívoca de los precios y su correlación con la demanda.227

La conclusión de que D1, D2, etc. están en alguna relación de depen-dencia indefinida de p1 ... pn dice tan poco o tanto como la formulaciónde que todos los elementos en el mundo mantienen alguna clase de de-pendencia uno de otro. Evidentemente, nada se gana como explicación,en tanto no se diga nada más preciso acerca de la forma particular dedependencia. Sería distinto si en el sistema de Cassel las ecuaciones de(1), tan inadecuadas para la determinación de la demanda, fueran com-plementadas por un grupo de apoyo a través del cual se removiera laindeterminación. Como ya hemos visto, el grupo de ecuaciones D1 =S1, etc. contiene una tautología y las ecuaciones de (2) no contienen rela-ciones establecidas independientemente de las anteriores sino sólo laconclusión de ambas. Es así inmediatamente evidente que las ecua-ciones de (1), debido a que son las únicas que implican un juicio sinté-tico, verdaderamente constituyen el segundo pilar del sistema después

227 El contenido indeterminado de la ecuación (1) también ha sido señalado porA. Amonn, «Cassels System der theoretischen Nationalökonomie», Archiv für So-zialwissenschaft und Sozialpolitik, vol. 51; E. Schams, «Die Casselschen Gleichungenund die mathematische Wirtschaftstheorie», Jahrbuch für Nationalökonomie undStaatswissenschaft, vol. 127; y J. Neubauer, «Die Casselche Preistheorie», Zeitschriftfür die geschichtliche Staatswissenschaft, vol. 89.

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del principio normativo. Pero, puesto que las ecuaciones de (1) no tie-nen un contenido determinado, no dicen nada acerca de la forma de de-pendencia putativa y sólo son ecuaciones ilusorias. Serían genuinas sólosi, a través de la incorporación de constantes u otras variables tales comop1 ... pn, exhibieran relaciones cuantitativas que expresaran la ley de distri-bución del ingreso o renta en la demanda de varios bienes; es decir, sólo siestuviesen contenidas en ellas, las funciones de utilidad subjetiva delos distintos bienes. Pero eso es precisamente lo que Cassel quería evi-tar. En su lucha por la mayor simplicidad posible, subestimó totalmenteel rol indispensable que las funciones de utilidad subjetiva habían ju-gado para sus predecesores en teoría matemática.

¿Cómo pudo llegar Cassel a la conclusión completamente insoste-nible de que los precios y los ingresos existentes son completamentesuficientes para determinar la demanda de cada consumidor por variosbienes? Una posibilidad es que él asuma tácitamente como evidente quecada consumidor conocerá sin ayuda, por referencia a los precios, cómodistribuir su renta para la adquisición de los diferentes bienes.228 Esto,claramente, evadiría el corazón del problema: lo que tenía que derivarseaparecería como ya conocido. ¡El teórico se retiraría de la búsqueda deuna solución con las simples palabras: «la realidad se resuelve a símisma!». Otra posibilidad es que Cassel esté sugiriendo implícitamenteque la relación de distribución precisa de la demanda total a preciosdados es conocida directamente a partir de la «elasticidad» de demandaestadísticamente establecida, es decir, de la conducta de los consumido-res estadísticamente establecida a los respectivos precios. En este caso,tal conducta estadísticamente establecida sería adoptada como el «factordeterminante» en lugar de una ley que requiriese derivación teórica.

Cassel hace ambas cosas. No está interesado en desarrollar la ley porla cual los sujetos económicos dividen su renta en la demanda de va-rios bienes: cómo se produce esa división es un problema de los indi-viduos. Así, él queda satisfecho con establecer mediante estadísticasque, a precios dados, siempre se sigue una cierta distribución. Es ciertoque este procedimiento se hace totalmente claro sólo al final de lasdeducciones de Cassel, donde los coeficientes de las ecuaciones de (1)

228 Parece no haber otra forma de interpretar las proposiciones: «Cuando losprecios de todos los bienes están dados, podemos asumir que todos los factoresque influyen sobre un individuo en la regulación de su consumo están fijos», y «Sinos atenemos estrictamente a los hechos, sólo podemos decir que los hombresdeciden lo que comprarán cuando todos los precios están dados...; más allá de eso,la ciencia económica no necesita relacionarse con la cuestión». Ibid., pp. 76, 82.

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están dados por la elasticidad de demanda estadísticamente establecida,de modo que la determinación inicial de esta ecuación parece ser elimi-nada. Pero ahora cada argumento contra el reemplazo de la teoría porestadísticas debe ser defendido contra todo el procedimiento, comoparcialmente ya hemos hecho.229

Para ganar la comprensión del proceso de formación del precio, nece-sitamos saber cómo se origina la determinación de la demanda. Y se nosrefiere al hecho de que, según la evidencia estadística, tal determinaciónsiempre ocurre en cada circunstancia histórica concreta. Pero aun estaafirmación, evidentemente modesta en sus pretensiones cognitivas, seprueba inútil con una inspección detallada. Como Cassel mismo no pudodejar de ver al final,230 es técnicamente muy difícil establecer medianteestadísticas el hecho y el grado de un cambio en la demanda causado porun cambio en ciertos precios. Esto no sólo es por la pobre calidad de lasestadísticas de consumo, excusa que ha sido utilizada repetidamente des-de la época de Cournot. Hay una razón más esencial. En orden a esta-blecer estadísticamente el efecto (el grado) de un cambio en el precio p1,luego en el precio p2, etc. sobre las demandas D1, D2, etc. —es decir, loscoeficientes del grupo (1) de ecuaciones que supuestamente eliminen laindeterminación— es necesario suponer que el precio p1 cambia aislada-mente mientras todos los demás precios permanecen constantes, y obser-var el efecto de esto sobre la demanda de los diferentes bienes. Sin em-bargo, este supuesto (cambio en un precio con los demás constantes) estáen irreconciliable contradicción con la premisa básica de todas las teoríasdel equilibrio que parten de la interdependencia general de todos losprecios, o de su relación de correspondencia mutua unívoca. Tambiéncontradice llamativamente toda nuestra experiencia. Así, las cifras decambios en la demanda obtenidas bajo este irreal supuesto son igualmen-te irreales en su significado.231 Esto está ligado estrechamente con una

229 Véase la introducción a este ensayo. A. Löwe identifica claramente la este-rilidad inevitable de los intentos por reemplazar el conocimiento nomológico conel material empírico estadístico, en «Wie ist Konjunkturtheorie überhauptmöglich?», Weltwirtschaftliches Archiv, octubre 1926. (Véase también A. A. Young,«English Political Economy», Economica, marzo 1928.) Sobre nuestro conocimien-to de los eventos naturales, véase especialmente el trabajo del creador de la teoríacuántica: Max Planck, Dynamische und statistische Gesetzmässigkeit (Leipzig, 1914).

230 Véase nuestro comentario anterior al principio explicativo de Cassel.231 Tras nuestra discusión previa, no necesitamos agregar nada sobre la legiti-

midad y valor de las operaciones con cambios infinitesimales. Sobre la preguntaesencial de si un artificio puede ser usado para obtener relaciones continuas a través

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segunda deficiencia básica. Aunque fuera legítimo suponer cambiosaislados en el precio de cada bien para averiguar, de la observación desu efecto, la dependencia de la demanda ante cambios en el precio p1,luego en el precio p2, etc., claramente sería muy equivocado suponer quelos cambios aislados y alternados en D1, D2, etc. obtenidos a través de cam-bios alternados en p1, p2, etc., se impusieran simultáneamente. Es obvio apartir de la experiencia, y aquí no se necesita deducción previa, que elcambio en la demanda es diferente cuando diez precios cambian simul-táneamente a cuando los mismos diez precios cambian en sucesión (porla misma cantidad), y se agregan los diez cambios resultantes en la de-manda. En el primer caso, uno obtiene la expresión para la dependenciade la demanda D1, etc. respecto a un precio compuesto y se renuncia así aaveriguar la dependencia especial de la demanda respecto al precio deuna clase particular de bienes: es decir, no se obtienen los coeficientesindispensables para la solución del grupo (1) de ecuaciones. Pero en elsegundo caso, donde la dependencia alternada de la demanda respecto alos precios de los diferentes bienes es tomada como simultáneamenteoperativa al ser introducida en una y la misma ecuación, los coeficientesen uso son incorrectos. La desviación que evitaría los «procesos psicoló-gicos» constituyentes de la demanda y nos conduciría al objetivo, resul-ta intransitable. Los coeficientes requeridos de las ecuaciones del grupo(1) no pueden ser obtenidos por el hecho, suficientemente obvio inclusosin estadísticas, de que todos los precios tienen que pagarse con el ingre-so, y que consecuentemente, cuando un precio cambia, la proporción depoder de compra liberada o restringida debe ser dividida, de alguna ma-nera, entre la demanda de todos los bienes. Es cierto que «la extensiónde la demanda ante un precio dado es un hecho tangible de una natura-leza cuantitativa, aritmética».232 Pero la conclusión que Cassel extrae, queeste «hecho tangible» puede «ser utilizado directamente en la ciencia eco-nómica como parte de su estructura», es, por decir lo menos, apresurada.Los coeficientes de las ecuaciones del grupo (1) de Cassel están simple-mente arreglados para permanecer como dados: éstos no pueden deter-minarse en realidad. Así, pese al intento de darles un contenido defini-do con ayuda de las estadísticas, las ecuaciones del grupo (1) permanecen

de interpolación, véase E. Lohr, Atomistik und Kontinuitätslehre in der neuzeitlichenPhysik (1926), p. 60: «Las formas matemáticas ordinales deben y pueden ser orde-nadas simplemente, sólo en la medida en que lo que ha de ordenarse sea conformea la experiencia.»

232 The Theory of Social Economy, p. 80.

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como meras ilusiones; su contenido es una relación indeterminada y, portanto, inútil en la derivación de los precios.

Pero dejando a un lado esta imposibilidad de la derivación debemosplantear una cuestión más importante. En una teoría de la formación delprecio, ¿cuál es el valor cognitivo de comenzar con precios y derivar la de-manda a partir de ellos, en vez de hacerlo a la inversa? Cassel justifica suprocedimiento simplemente argumentando que es «más apropiado... selec-cionar el precio del bien como la variable independiente». Pero si el procesode formación del precio es tomado como el problema, el teórico ya no puede«seleccionar» arbitrariamente qué está dado y qué debe ser derivado. El proce-so que la teoría tiene que demostrar —la emergencia de precios determina-dos unívocamente— no debe tomarse como el punto de partida, a menosque se de un amplio margen a todo el problema. No es evitar el tema supo-ner temporalmente que los precios ya son conocidos en las derivaciones mate-máticas; pero sí lo es suponer que la demanda relevante (estadísticamenteestablecida) está formada por precios ya existentes (temporalmente anterio-res). ¡Los precios son determinados por la demanda y la demanda por losprecios! Eso sería correcto si fuese cuestión de un proceso genético que ocu-rriese a lo largo del tiempo, no en el sentido abstracto de que la «demanda»determina al «precio» en general y viceversa, sino en el sentido de que la«demanda» dt1 (en el punto o breve intervalo de tiempo t1) determina elprecio pt1 y este determina de nuevo a la demanda dt2 en el intervalo siguien-te. Pero en un sistema de relaciones simultáneas de magnitud, que es comose concibe el sistema de Cassel,233 este es un argumento circular, lejos del hechode que un sistema de relaciones simultáneas de magnitud (en que ningunade ellas contiene el factor tiempo) nunca puede producir información acer-ca de un proceso formativo. Lo que Cassel verdaderamente se esfuerza enmostrar no es, como erróneamente cree, la ley de la formación de preciosunívocos y correlaciones de precios —es decir, la ley del surgimiento de pre-cios definidos de determinantes elementales no localizados en los precios(provisionales)— sino sólo la ley del cambio del precio, destinada a derivarprecios presentes con la ayuda de la configuración, estadísticamente defi-nida, de una demanda formada por precios pasados.234

233 «Todos los factores desconocidos del proceso de fijación de precios depen-den entre sí, y ellos sólo estarán determinados (y entonces, determinados juntos)cuando resolvamos el problema.» «La conexión causal entre las diferentes varia-bles no es unilateral», «sino que está en la naturaleza de una cadena cerrada decausas en que cada eslabón depende de todos los demás.» Ibid., pp. 97-8.

234 El análisis crítico no necesita ser repetido en el caso de incorporar la pro-ducción en el desarrollo de Cassel. Allí las incógnitas son los precios de los me-

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Es muy característico cómo Cassel, al discutir los «factores que deter-minan al precio», busca escapar del argumento circular. Como determi-nante, él señala «la escasez de los medios de producción en proporcióna su demanda indirecta por parte de los consumidores». «La escasezde los medios de producción... es un factor dado del problema. La de-manda, por otro lado, es en sí una función del precio de los bienes fina-les y, en consecuencia, en virtud del sistema de ecuaciones (3), una fun-ción de los precios de los medios de producción, y por eso no puedeser un factor determinante de ellos. Lo que en esta parte es un factordado del problema de los precios es la manera en que las funciones dedemanda dependen de los precios de los medios de producción; esdecir, la forma de estas funciones o el agregado de sus coeficientes, quecaracteriza la naturaleza de la demanda de los medios de producción».Así un factor d (demanda) determina un resultado p (precio). Sin embar-go, en su forma concreta este determinante d está parcialmente deter-minado por su propio resultado p y sólo puede ser precisado si su de-pendencia de p ya ha sido establecida. ¡Y todo esto en referencia a unproceso de formación en que no se puede hablar de conexiones reversibles!En lugar de un argumento manifiestamente circular, ahora tenemos unomás oculto. Y el único propósito es evitar el «análisis psicológico» dise-ñado para averiguar los determinantes reales de la demanda.

Al analizar esta ruptura de los componentes básicos del sistema deCassel, ya no necesitamos ir a detalles como el supuesto de un valorconstante del dinero dado (supuesto que en sí obstruye, ciertamente,una aproximación más profunda al proceso de formación del precio).

Si los resultados de nuestro análisis crítico son correctos, no puedesostenerse que la teoría del precio de Cassel se aproxime más a la reso-lución del problema de la formación del precio que la teorías funcio-nales de sus predecesores. Por el contrario, al renunciar a una compren-sión general de la manera en que verdaderamente trabajan las fuerzasque dan forma al precio, y al suponer la estructura de la demanda aprecios dados como una constante (estadísticamente establecida), su

dios de producción, y la ecuación que es esencial para averiguarlas —análoga a laecuación (1)— contiene como coeficientes «subjetivos» a la demanda de medios deproducción formada del mismo modo, por precios ya existentes («Ahora, sin em-bargo, tenemos los coeficientes de las funciones F1 ... Fn como funciones de los pre-cios de los medios de producción», Ibid., p.148). Para Cassel, estos coeficientes, juntocon la cantidad dada de los medios de producción y los coeficientes técnicos, sonlos factores determinantes últimos y son dados como constantes.

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finalidad cognitiva y aplicación marca un retroceso al nivel de la teo-ría clásica de la «oferta y la demanda», que también operaba con unaestructura no analizada de la demanda, siempre supuesta como dada.

7. Conclusiones

No queda espacio para una completa evaluación de los resultadospositivos y críticos de nuestra investigación.235

La productividad limitada de las teorías del equilibrio y su incapacidadpara comprender la formación del precio, son, finalmente, resultado delhecho de que representan sistemas puros de verdades conceptuales o jui-cios analíticos («vérités éternelles, en palabras de Leibniz) y no exhiben niuna proposición sintética general («vérité de fait») ni una ley general obtenidade la experiencia, como en las ciencias naturales. Las ecuaciones de equili-brio (por ejemplo, las ecuaciones B a la E de la formulación de Pareto) sonobtenidas a partir definiciones previamente establecidas y de identidadesexplícitas o implícitas. Éstas son utilizadas para derivar, a través de infe-rencia puramente lógica, un nexo de relaciones de sustitución que eviden-temente no puede dar más conocimiento de la realidad que el ya conteni-do en las premisas. Esto es verdadera «derivación» en el sentido de«pruebas» en lógica pura y matemáticas, y no adquisición de nuevo cono-cimiento acerca de correlaciones en el mundo real. Con esto no se dice nadaen contra del uso de las matemáticas en teoría económica, siempre y cuan-do sirvan al fin que Poincaré expresó tan bien y apropiadamente: su únicoobjeto «es coordinar las leyes físicas con las que los experimentos físicosnos familiarizan, enunciando lo que, sin la ayuda de las matemáticas, sería-mos incapaces de efectuar».236 Sólo en un punto el sistema flotante repre-sentado por las teorías del equilibrio parece contactar con la realidad:

235 Esto se hará en una demostración más extensa, donde observaremos, entreotras cosas, el significado cognitivo de la «sincronización» implícita en todas lasteorías del equilibrio, la ficción de la igual movilidad de todos los elementos económi-cos, y los intentos para «dinamizar» las ecuaciones de equilibrio introduciendo unaduración variable o índices temporales y coeficientes para el movimiento de magni-tudes económicas particulares, como en los recientes esfuerzos de H. L. Moore, H.Schultz y sus numerosos seguidores. Estos autores intentan obtener la ley de de-manda a partir de una mayor experiencia estadística y así superar el carácter silo-gístico de la teoría del equilibrio estático, para obtener fórmulas para el mobileequilibrium.

236 Henri Poincaré, Science and Hypothesis, trad. por W. J. G. (Londres, WalterScott Publishing Co., 1905), p.211.

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237 En el lenguaje de la nueva física matemática: un vector (una «magnituddireccional» simbolizada por una flecha) es reemplazado por un escalar (una mag-nitud no direccional que sólo puede ser indicada en una escala numérica).

donde ocurre la inserción indispensable de la demanda, el factor dinámico,en la ecuación A. Si se desplegase una ley empírica general de la correla-ción de la demanda individual de diferentes bienes (una ley que sólo podríaser «psicológica»), se establecerían efectivamente la «dinamización» delsistema y sus correlaciones con los procesos de formación del precio en elmundo real (aunque es cierto que con ello, al mismo tiempo, sucedería latransición desde lo puramente funcional a las relaciones causales). Jevons,Walras e incluso Pareto (aunque él no lo admitiría) intentaron esto con susfundamentos psicológicos causales (funciones de utilidad, líneas de indi-ferencia, la ley del nivel de la utilidad marginal). Pero, a medio camino, sedetuvieron (en los quiebros mencionados antes) y se contentaron con se-guir otro camino que parecía llevar más fácilmente al objetivo pero que,en realidad, conducía a otro diferente y más modesto. Este es el caminoque Cournot y Cassel tomaron desde el comienzo: convirtieron a la deman-da, la fuerza conductora de todo el sistema, en «demanda efectiva», y a lademanda efectiva en «volumen de ventas».237 En este camino la fuerzamotivadora es despojada de su esencia; como una magnitud dependientese convierte en función de otras magnitudes del sistema. La pérdida dedinámica del sistema es así completa: la causalidad es encerrada y la inter-dependencia universal, restaurada. Naturalmente, el precio se ha perdi-do y su búsqueda, que podría haber permitido al sistema explicar los pro-cesos de movimiento y desarrollo del mundo real, se ha abandonado.

Pero la generación científica más joven —de cada época— sientecada vez más fuertemente la estrechez, insuficiencia y falta de desarro-llo de la teoría estática del equilibrio. Esta no es ingrata hacia el cono-cimiento propedéutico recibido y aprecia totalmente su valor en la reso-lución de problemas especiales con premisas estrechamente definidas(la teoría estática del precio monopólico, la teoría de los efectos deri-vados de cambios en los impuestos, tarifas sobre precios, etc.). Sobreesta base, es crecientemente consciente de que las formas integradas pro-porcionadas por la ciencia matemática pueden llevarnos adelante sólosi logramos, primero, una amplia experiencia para obtener leyes empí-ricas acerca de la acción de las fuerzas (subjetivas y sociales) que —confundamentos históricamente típicos de organización social— generanconexiones socioeconómicas que originan, desarrollan y forman el cursodel proceso económico. Cansada del juego de vincularse constantemen-

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te a la cadena de silogismos, la teoría presente está regresando de lamera «derivación» a la investigación. Este es el camino en el cual los gran-des constructores de sistemas de la «antigua» escuela histórica alemanase encontraron con los fundadores de la «Escuela Austriaca».

Y haberlo reconstruido para quienes vienen después es, en no menormedida, la contribución de Friedrich von Wieser quien, tanto con unextraño grado de comprensión histórica como con conocimiento teórico,descubrió las leyes del ser en las leyes del devenir. Es a él a quien estetrabajo está dedicado.

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Reseñasbibliográficas

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UNA BIBLIOGRAFÍADE L. VON MISES

INGOLF GÜNTER KRUMM

Datos de la obra reseñada:Título: Ludwig von Mises-The man and his economicsAutor: Israel M. KirznerEditorial: ISI Books, Wilmington, Delaware 2001Número de páginas: 226

Resumir en menos de 200 páginas la vida y la obra del quizás másgrande economista del siglo XX, Ludwig von Mises (1881-1973), con susaportaciones magistrales en campos tan amplios y diferentes como lateoría monetaria y el ciclo económico, la aplastante critica al socialis-mo y al intervencionismo y la fundamentación metodológica de la cien-cia económica, no es tarea fácil y probablemente sólo puede haber sidollevada a cabo por alguien que no sólo conoce a fondo la obra del eco-nomista austriaco, sino que también ha estado a su lado durante mu-chos años. Este es el caso del autor de la biografía Ludwig von Mises -The man and his economics, Israel M. Kirzner, que junto con Murray N.Rothbard fue el alumno más brillante que tuvo Mises en Nueva York,especialista en el desarrollo de la concepción dinámica y en el estudiode sus consecuencias coordinadoras en el mercado y del que el lectorespañol tiene a su disposición, gracias a Unión Editorial, dos de susobras más importantes, Competencia y empresarialidad y Creatividad, ca-pitalismo y justicia distributiva.

Kirzner, en sus propias palabras, no pretende escribir una biogra-fía completa, ni una biografía intelectual sobre su maestro, sino resu-mir de forma breve «la historia de Mises en su papel de economista».Por ello, en los dos primeros de los seis capítulos, Kirzner dibuja la vida

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y obra del economista Mises en su contexto histórico. Sus obras cum-bres sobre el dinero (Teoría del dinero y del crédito) y, según él, las tresposibles formas de cooperación social (sus tres obras Socialismo, Críticadel intervencionismo y Liberalismo), su famoso Privatseminar, en palabrasde Rothbard «the outstanding seminar and forum in all of Europe fordiscusión and research in economics and social science», su influenciadecisiva sobre el primer socialista austriaco, Otto Bauer (gracias a lalabor de Mises se evitó una huelga general que hubiese tenido conse-cuencias desastrosas para la situación posbélica austriaca), y su traba-jo como consejero de la Cámara de Comercio y del Banco Central (lainflación en Austria era modesta en comparación con la de Alemania)son las estaciones principales de su vida en Viena.

Los años vieneses, sobre todo los años veinte, fueron importantespara Mises, según Kirzner, por varias razones. En primer lugar, porqueMises no sólo publicó las ya mencionadas obras sobre las posibles for-mas de cooperación social, sino que, acaso aún más importante, Misesestableció en aquellos años los fundamentos metodológicos de la mo-derna Escuela Austriaca. Y en segundo lugar, argumenta Kirzner, mien-tras la Escuela Austriaca seguía a principios de los años veinte en granmedida a Böhm-Bawerk y Wieser, por lo que no se diferenciaba aún deuna forma radical del mainstream, fue Mises quien marcó, sobre todoen los años treinta, el futuro camino de la Escuela Austriaca en unadirección muy diferente al establecer las bases metodológicas de lateoría de la acción humana. Después de la publicación de Nationalö-konomie (1940), fruto principal de su estancia de seis años en Ginebra ysobre todo después de la publicación de Human Action en el año 1949en Estados Unidos, el abismo entre austriacos y el mainstream se hizocada vez mayor. Allí, en Nueva York, donde murió en el año 1973, Misesno sólo pasó, en sus propias palabras, los años más productivos de suvida; también contribuyó con su trabajo intelectual en gran medida ala supervivencia de la Escuela Austriaca, que se vio cada vez más mar-ginada por las otras escuelas de moda (primero keynesiana, luegomonetarista) que consideraban el enfoque misiano como old fashionedpor no utilizar los métodos de la ciencias naturales en la ciencia eco-nómica.

Después de esta incursión histórica, que constituye una tercera partedel libro, Kirzner dedica el tercer capítulo a la investigación económica.Para Mises existen en la ciencia dos esferas diferentes: las ciencias natu-rales y la ciencia de la acción humana. En la primera se pueden esta-blecer, a través de la observación, relaciones funcionales; sin embargo,

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en el campo de la acción humana no existen regularidades mensurables.La aplicación de los métodos de las ciencias naturales al campo de laacción humana la denominó Hayek «scientism» o «cientismo».

El entendimiento misiano de la economía consta de implicacioneslógicas acerca de la naturaleza y la dinámica de las decisiones de losseres humanos, así como la dinámica existente en los procesos de inte-racción a la hora de tomar decisiones. Kirzner pone el énfasis en queMises se percató muy pronto de que el desarrollo del enfoque econó-mico a finales del siglo XVIII era un enfoque nuevo y revolucionariopara entender la cooperación social. A partir de ahí se reconoció la exis-tencia de leyes sociales cuyo cumplimiento era tanto una condiciónprevia para el éxito, como lo era en el caso de las leyes de la naturale-za. Dice Mises: «They were compelled to recognize a regularity whichthey compared to that which they were already familiar in the field ofnatural sciences.» En la economía hay leyes universales y su negaciónequivale, según Mises, a la negación de las contribuciones esencialesde la economía (leyes económicas como tendencias sistemáticas). ParaKirzner, el mensaje central de Mises es entender cómo estas tendenciassistemáticas surten efecto a través de la competencia en los mercados.Hay una tendencia en la que el proceso empresarial asegura aquellaasignación de recursos en una sociedad que corresponde al rango pre-ferencial de los consumidores.

El ejemplo más claro, donde según Kirzner se manifiestan las dife-rencias metodológicas entre Mises y la corriente dominante es en elámbito del mercado y del empresario, que constituye el cuarto capítulodel libro de Kirzner con el titulo «La economía del proceso de mercado».Al contrario dels corriente dominante, que consideró y sigue conside-rando los resultados del mercado desde la perspectiva de la «omnis-ciencia» (mercados perfectos, competencia perfecta), el enfoque centralde Mises está en los procesos del mercado, descubiertos e impulsadospor agentes económicos, que no disponen y no pueden disponer de unainformación «completa». En vez del creciente uso de las matemáticasy de la econometría por parte de la corriente dominante, con que ellospensaban «fundamentar» su enfoque, Mises eligió el razonamientológico y el análisis crítico de las herramientas. Para Kirzner son dos lasconsecuencias resultantes de este entendimiento distinto acerca denaturaleza de la investigación económica en general y del mercado ydel empresario en particular: por un lado, la corriente dominante sevolvió cada vez más intervencionista (precisamente por el ideal demercados perfectos que vía intervención estatal se pretendía alcanzar)

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y, por otro lado, se consideró a Mises out of step, a su rechazo de lamatemática en la economía unfashionable y a sus conclusiones en el cam-po de la economía política a menudo como «conservadoras». Además,la teoría neoclásica condujo, con su enfoque principal en el equilibrio,inevitablemente al descuido del análisis del proceso hacia este equili-brio (que nunca se alcanzará por el propio dinamismo de la funciónempresarial). El núcleo del análisis económico no consiste en conocerlas condiciones necesarias para alcanzar dicho equilibrio, sino en cono-cer el carácter sistemático del proceso de mercado. Por ello el mercadono es para Mises un lugar o un sitio, sino un proceso.

Tampoco hay sitio en el análisis enfocado al equilibrio para la figu-ra del empresario; él es el centro del proceso de mercado y «the drivingforce of the market», estimulado en un entorno inseguro por su inquie-tud, su ímpetu y su afán de obtener el máximo beneficio posible. Sufunción consiste en descubrir y corregir los desajustes; si él es capazde percibir una oportunidad de ganancia comprando productos másbaratos y vendiéndolos más caros, entonces ha descubierto un desajustey al actuar lo está corrigiendo. Por lo tanto, como cita Kirzner a Mises,el desajuste radica en que los precios son «desde el punto de vista delestado futuro del mercado... demasiado bajos». Desajuste y oportuni-dad de ganancia son dos caras de la misma moneda.

Las diferencias metodológicas entre ambos enfoques las resumemejor que nadie el propio Mises en su Autobiografía de un liberal (UniónEditorial, 2001) en la famosa cita recogida por Kirzner: «La caracterís-tica que distingue a la Escuela Austriaca, la que realmente le aseguraráuna fama imperecedera, es el haber formulado una teoría de la accióneconómica y no una teoría del equilibrio económico, que es sinónimode inacción.»

El quinto capitulo de la biografía de Kirzner trata de la temática conque Mises empezó su vida como científico: nos referimos al ámbito dela teoría monetaria, y más concretamente a su obra Teoría del dinero ydel crédito, del año 1912. Lord Robbins, que tradujo este libro en 1934 alinglés, dijo: «few works which convey a more profound impression ofthe logical unity and the power of modern economics». Fue hasta losaños treinta el libro estándar en los temas monetarios. Forma parte delámbito de la especulación. Aun así, la pregunta esta justificada: ¿Quéhubiese pasado con el posterior desarrollo de la ciencia económica si apartir de la segunda mitad de los años treinta el más influyente econo-mista, John Maynard Keynes, hubiese leído este libro en su idiomaoriginal durante sus años de formación?

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La intención de Mises consistía en rebatir la opinión entonces pre-dominante de que se puede tratar la teoría del dinero fuera del contex-to de los demás problemas económicos y, como él mismo dice, «másaún, se pensaba que propiamente no pertenecía en absoluto a la eco-nomía política, sino que representaba en cierto modo una disciplinaautónoma». Para demostrar la unidad entre el campo monetario y elcampo «real», el reto teórico consistía en mostrar que el valor del dine-ro obedece a las mismas leyes que cualquier otro bien económico: setrataba de dar una solución al «círculo austriaco». Helfferich afirmó quela teoría austriaca de la utilidad marginal no es aplicable al valor deldinero. El supuesto círculo austriaco se basa en que, por un lado, el valordel dinero (el poder adquisitivo) determina la demanda del dinero, peropor otro lado esta demanda depende a su vez del valor del dinero.¿Quién fue el primero: la «gallina» (la demanda de dinero) o el «hue-vo» (el poder adquisitivo del dinero)? La solución de Mises es el teore-ma regresivo, según el cual el dinero de hoy fue una vez un bien nomonetario (por ejemplo: oro), que tenía un valor subjetivo como biende consumo (por ejemplo: oro para su uso industrial de alhajas) y quetenía por lo tanto un valor que dependía exclusivamente de la utilidadmarginal. Dice Kizner: «Up until that point in time the market value ofthis commodity was determined entirely by marginal utility considera-tions that not include (...) purchasing power considerations.»

Mises criticó además la interpretación mecánica de la teoría cuanti-tativa de Fisher (y su conclusión de que variaciones en la cantidad dedinero conducen a variaciones proporcionales en el valor de cambioobjetivo del dinero), el término «nivel de precios» y la idea de que eldinero es «neutral». Para Mises el dinero es un factor dinámico y todaconclusión acerca de una relación constante entre la cantidad de dine-ro y su valor está basada en un análisis estático no aplicable al dineroporque el dinero es en su esencia algo dinámico. Y aún es más, Misesno sólo rechaza la idea de la neutralidad del dinero, sino también queesto fuese algo deseable: «Money, without a driving force of its ownwould not, as people assume, be a perfect money it would not be moneyat all.» La comprobación quizá más sólida de que el dinero jamás puedeser neutral es la teoría austriaca del ciclo.

Basándose en la Currency School, en la teoría del capital de Böhm-Bawerk y en la teoría del «interés natural» de Wicksell, la teoría del cicloexplica los efectos de la variación de la oferta monetaria sobre la estruc-tura productiva de una economía, que tarde o temprano y de formainevitable desembocan en una crisis o depresión. La creación expansiva

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de créditos y depósitos sin el respaldo del ahorro, hace que el tipo deinterés del mercado se sitúe por debajo del tipo «natural de interés»,que refleja, basándose en la preferencia temporal, la decisión entre con-sumo y ahorro. Por otro lado, los empresarios, «seducidos» por los tiposde interés artificialmente bajos, invierten más en bienes económicos deorden superior, es decir, emprenden nuevos proyectos de inversión yalargan así la estructura productiva, convirtiéndola en más intensivaen capital. La descoordinación entre las verdaderas preferencias de lossujetos económicos (consumo hoy) y las decisiones tomadas por losempresarios (consumo mañana, porque la producción necesita tiempo)provoca una serie de reacciones orientadas a la nueva subida de lostipos y a la obligación de abandonar gran parte de los proyectos deinversión empezados. Ha llegado la recesión, es decir, la adaptación dela estructura productiva a las preferencias reales de los consumidores.Dice Kirzner: «It is the rate of interest which has the function ofbalancing the desire of consumers goods now with their desire for alarger (...) volume of such consumption goods tomorow. Themisleadingly low money rate of interest encourages producers to ig-nore the true needs of consumers for inmediate consumer satisfactions.»

El sexto y último capítulo lo titula Kirzner «Mises: economista delsiglo del libre mercado». El argumento de Kirzner radica en que, a pesarde las grandes contribuciones mencionadas, Mises es sobre todo cono-cido como uno de los más agudos defensores del capitalismo y del libremercado. Mientras que tras la Primera Guerra Mundial el comunismoera un peligro latente para el capitalismo, hoy día lo es el interven-cionismo en sus diferentes facetas. En gran parte, el predominio delintervencionismo se puede atribuir históricamente a la mala interpre-tación de las experiencias vividas durante la gran depresión en los añostreinta (aunque el intervencionismo ya había empezado antes); la opi-nión pública exigió regulaciones, controles y otras formas directas eindirectas de intervencionismo, con el fin de combatir «los excesos» delcapitalismo. Del lado político, fuertemente soportado por la «nueva»teoría económica de los años treinta, se pretendía alcanzar lo mejor delos dos mundos: las ventajas de una economía de mercado y la políticacentralizada de regulaciones en el ámbito del dinero, fiscal y del mer-cado. Según Kirzner, millones de estudiantes de economía «han apren-dido» que la economía mixta es el punto de vista unánime de la teoríamoderna.

Mises rechazó la posibilidad de una «tercera vía». Para Mises estaidea es un mito. Con su crítica de los controles de precios, la política

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Anti-Trust, el déficit presupuestario, una política monetaria inflacio-nista, los subsidios agrarios, redistribución de la renta, aduanas, etc.,Mises se enfrentó a todas las medidas económicas que caracterizan elmoderno estado de bienestar. Esta política, según él, está condenadaal fracaso, bien porque desprecia las preferencias de los consumidores,o bien porque conduce a resultados no previstos que exigen nuevasintervenciones que tampoco obtienen los resultados pretendidos y asísucesivamente (espiral de intervención). Por ello, la «tercera vía», unsistema que ni es socialismo ni es capitalismo, por definición no puedeser un sistema estable, sino un sistema con una tendencia inherentehacia un sistema socialista (en palabras de Mises, existe una «built-indynamic in a regime of government intervention that inevitably setsin motion a systematic series of changes leading in the direccion ofcomplete socialism»).

A Kirzner corresponde el mérito de haber resumido las aportacio-nes esenciales y tan amplias de Ludwig von Mises (teoría monetaria ydel ciclo, posibles formas de la cooperación social, la metodología parala ciencia económica y la teoría de la acción humana) en menos de dos-cientas paginas. Sin embargo, el orden de los capítulos es discutible; ami juicio, hubiese sido mejor para una biografía mantener el ordencronológico, que hubiese reflejado aún más claramente el desarrollointelectual y científico de Mises. También el lector que conoce la obrade Mises se puede preguntar por qué Kirzner no dedicó un capítuloentero al tema del socialismo, que fue, junto con el del dinero, el ámbitodonde más influencia ha ejercido Mises. Sin embargo, ello no cambiade ningún modo el valor de esta biografía, ideal para lectores que aúnno conocen la obra de Mises pero en la cual también el lector familiari-zado con el economista austriaco encontrará muchos detalles descono-cidos o que se han pasado por alto y que le servirán como un preludiode las biografías más completas que están preparando Guido Hülsmanny Richard Ebeling, de las cuales podremos disfrutar en breve y nosproporcionarán algunos aspectos de Mises hasta ahora desconocidos.

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Noticias

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Seminario sobre la macroeconomíadel capital y la teoría del ciclo económicoen la DICEA de la Universidad Autónoma

de Chapingo (México D.F.)

Del 4 al 15 de agosto de 2003 se llevó a cabo el Seminario sobre Teoríadel Capital en las instalaciones de la División de Ciencias EconómicoAdministrativas (DICEA) de la Universidad Autónoma Chapingo. Esteseminario marca un hecho muy relevante dado que se estudia la teoríadel capital desde el punto de vista de la Escuela Austriaca de Economía.Dicho seminario lo impartió el Dr. Miguel Alonso Neira quien es unacadémico-investigador de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid,España. El Dr. Alonso Neira trabaja muy estrechamente con otro granrepresentante de la Escuela Austriaca de Economía que es el Dr. JesúsHuerta de Soto ampliamente reconocido por sus aportes a la teoría eco-nómica.

Es interesante señalar que, hasta donde sabemos, es la primera vezque en México se da un seminario de tal naturaleza y que nuestra insti-tución, la Universidad Autónoma Chapingo, es la primera en Méxicoen abrir sus puertas a un pensamiento económico poco conocido ennuestro país, aun en los ámbitos académicos relacionados con las cien-cias económicas.

En dicho seminario se revisó el origen del pensamiento neoliberalremontándose a Juan de Mariana y los escolásticos españoles de laEscuela de Salamanca quienes dejaron constancia de sus aportacionesen el siglo XVI.

La moderna Escuela Austriaca de Economía nace en el segundo terciodel siglo XIX. Precisamente fue fundada por Carl Menger con su libroPrincipios de Economía Política (1871) dando origen a la revolución mar-ginalista, seguido por Eugen von Böhm-Bawerk con su libro —La con-clusión del sistema marxiano— (1896). Como todos sabemos, el siglo pasa-do se distinguió porque el marxismo y el keynesianismo se impusieronen todo el mundo: La revolución de Mao Dze Dong en China (1905), larevolución mexicana (1910), la revolución rusa (1917), el movimiento

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nacional socialista de Hitler (1934), la revolución cubana (1959). Inclusolos Estados Unidos, Inglaterra y Francia aunque no se declaraban socia-listas se hicieron partidarios de la intervención estatal en toda la vida eco-nómica, política y social. Sólo los austriacos encabezados por Ludwig vonMises, con su gran obra Socialismo (1922) y Friedrich von Hayek con Roadto the serfdom (1944) advirtieron que los sistemas comunistas, socialistas,fascistas, nazis y keynesianos tendrían que fracasar porque todos ellosse basaban en la eliminación de la propiedad privada, de las libertadeseconómicas y en la abolición del mercado. Tarde o temprano, las estruc-turas autoritarias donde el Estado se transformaba en el amo y señor dela economía tenían que caer, produciendo toda clase de perjuicios a lasociedad. La razón del fracaso radica en que ningún aparato burocrático,aun cuando esté formado por los hombres mejor preparados y doctos,es capaz de asimilar la información sobre los gustos, preferencias, anhe-los y necesidades de la gente. Todos los sistemas autoritarios pretendenmanejar la economía como si un país fuera una sola empresa encabeza-da por un grupo o un solo líder. Los gobiernos socialistas o nazis organi-zan la producción a través de monopolios encabezados por un burócrataque debe obedecer órdenes centrales. Naturalmente, se genera una enor-me descoordinación que conduce al aumento sin límites de la burocra-cia en cada unidad productiva; se genera derroche de recursos, produc-ción poco diversa y, sobre todo, se desperdicia el talento de millones depersonas. El caos que genera llega a ser de tal magnitud que no hayfuerzas humanas que lo corrijan y el sistema se colapsa.

Estas ideas nunca fueron del gusto de los gobernantes: muchos deellos se creían con conocimientos y poderes sobrenaturales, y no estabandispuestos a escuchar a los teóricos de la Escuela Austriaca. Sin embargoJohn Maynard Keynes, Lenin y Oskar Lange llegaron a ser muy aprecia-dos por los hombres del poder porque justificaban «desde el punto devista teórico» el control de la economía por el estado.

A los pensadores austriacos se les persiguió, se les aisló y condenóal olvido. Sólo a finales del siglo XX, cuando las crisis económicas deri-vadas de las recetas marxistas y keynesianas han provocado las peorescrisis sociales, el mundo ha empezado a prestar una mayor atención alos pensadores austriacos. Por desgracia, Ludwig von Mises y Friedrichvon Hayek ya no viven, pues de otra manera serían testigos de que lahistoria les está dando la razón y que ahora se empieza a apreciar y estu-diar toda su teoría.

Durante el seminario el Dr. Alonso Neira nos introdujo de maneramagistral a la teoría del capital. Pudimos constatar la gran diferencia

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de la Escuela Austriaca de Economía con el enfoque marxista en lo quese refiere a la teoría del valor. Mientras los austriacos explican el precioa través de la teoría subjetiva del valor, Marx lo hace a través del valortrabajo. Quedamos muy sorprendidos por la demostración de que elenfoque neoclásico, y sus modelos de agente representativo, están máscerca de la visión socialista que de la capitalista. A través del Triángulode Hayek pudimos comprender el efecto de la tasa de interés en lasdecisiones de los empresarios para invertir en bienes de capital cuandola tasa es baja, y en bienes de consumo inmediato cuando la tasa deinterés es alta. Se analizó el caso de Japón, Estados Unidos, Chile yMéxico para comprender la razón de sus ciclos económicos. Asimismo,se abordó el problema que genera el señoreaje, es decir, la emisión dedinero para generar inflación, que es un instrumento largamente utili-zado por los gobiernos irresponsables para financiar sus gastos o paraofrecer préstamos a los inversionistas a tasas más bajas que las delmercado. Una buena intención que sin embargo conduce a la destruc-ción del sistema bancario y eventualmente de toda la economía.

Durante dos semanas, los veintiún alumnos procedentes de la UAM,IPN, Sociología Rural, de la maestría y doctorado en economía agrícolade la DICEA tuvieron la oportunidad de discutir, reflexionar y com-prender un enfoque teórico que nunca se había impartido en México.

Esperamos que este seminario marque el inicio de una fructíferarelación con la Universidad Rey Juan Carlos de España para realizarun programa de intercambio de estudiantes y académicos entre las dosinstituciones.

Desde luego, hay que mencionar el decidido apoyo del Dr. JoséAntonio Ávila Dorantes, Jefe del departamento del Doctorado, del M.C.Jaime Ruvalcaba, Director de la DICEA, y de Fernando Garrido Pugay Santos Mercado Reyes, alumnos del doctorado en Economía Agrícola.

Estamos seguros que la organización de seminarios internacionalescomo éste beneficia e incrementa el prestigio de nuestra querida Uni-versidad Autónoma Chapingo.

Lunes, 25 de agosto de 2003

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Finn E. Kydland y Edward C. Prescottpremios Nobel de Economía

del año 2004

La Real Academia Sueca de las Ciencias ha concedido el premioNobel de Economía del año 2004 a los profesores Finn E. Kydland (Uni-versidad Carnegie Mellon y Universidad de California) y Edward C.Prescott (Universidad del Estado de Arizona y Banco de la ReservaFederal de Minneapolis) por sus aportaciones a la macroeconomía diná-mica. Concretamente, las principales aportaciones de estos autores secentran en el estudio de las razones que conducen al llamado problemade la «incoherencia temporal» de las políticas económicas, y al análisisde las fuerzas motrices subyacentes a los ciclos económicos.

El problema de la incoherencia temporal de las políticas económicas

El equilibrio macroeconómico no sólo depende del comportamientopresente de las políticas económicas sino también de su comportamien-to futuro esperado. Si las decisiones de política económica siguen unaregla sistemática creíble, los agentes pueden utilizarla para formar suspropias expectativas sobre la orientación futura de las medidas queadopten el Gobierno y el Banco Central.1

Kydland y Prescott (1977) fueron capaces de formalizar este razona-miento. Ambos autores muestran que la expectativa de una elevada tribu-tación sobre las rentas del capital de las familias, provocará un descensode su nivel de ahorro. Igualmente, en el ámbito de la política monetaria,que posteriormente desarrollarían con mayor precisión Barro y Gordon

1 En este caso, los agentes actúan bajo el supuesto de que las instituciones eco-nómicas continuarán manteniendo escrupulosamente sus reglas de política econó-mica.

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(1983), subrayan que cuanto más expansiva sea la política monetaria eje-cutada por el Banco Central, y por tanto mayor la tasa de inflación espera-da, mayores serán los precios y salarios determinados en el presente.

Los premios Nobel de Economía del año 2004, demuestran cómo lasexpectativas sobre la orientación futura de las políticas económicaspueden dar lugar a problemas de incoherencia temporal. Se dice que unapolítica es coherente desde el punto de vista temporal, si una acciónplanificada en el período t para ser ejecutada en el período t+i, siguesiendo óptima cuando se alcanza ese último período. Por el contrario,una política es incoherente desde el punto de vista temporal, si alcanzadoel período t+i» ya no es óptimo responder de la forma que se habíaplanificado en el periodo t.

Partiendo de este razonamiento, gran parte del análisis moderno enel ámbito de la política económica —especialmente en el ámbito de lapolítica monetaria— tiene su origen en la contribución inicial deKydland y Prescott (1977), prestando gran atención a cuestiones decredibilidad de las políticas económicas, o de capacidad de las institu-ciones económicas para comprometerse de manera creíble en reglas depolítica económica vinculantes. Dicho de otra forma, Kydland y Prescott(1977), y posteriormente Calvo (1978) y Barro y Gordon (1983), hacenimportantes contribuciones al eterno debate acerca de cómo debe di-señarse la política económica: qué es más conveniente, adoptar reglasestrictas de obligado cumplimiento transparentes y creíbles, o procedera una gestión discrecional (ad hoc) de las políticas económicas.

Kydland y Prescott sugieren que un uso discrecional de las políticaseconómicas conduce a resultados subóptimos y a un «sesgo (innecesa-rio) de inflación».2 Dicho de otro modo, si los políticos carecen de lasuficiente capacidad para comprometerse de manera creíble en la adop-ción de reglas políticas, los resultados de su gobierno serán peores (entérminos de inflación y posiblemente de empleo) que si mantuviesenuna sólida reputación política. De este modo, los análisis de Kydlandy Prescott (1977) y de Barro y Cordón (1983) suponen un espaldarazoformal definitivo a la posición monetarista respecto a la deseabilidadde administrar la economía siguiendo reglas a largo plazo transparentesy creíbles, que eviten la aparición de espirales inflacionistas.3

2 Es decir, la tasa de inflación será superior en este contexto que en un escenarioalternativo en el que las autoridades económicas centren su gestión en reglas polí-ticas estrictas, transparentes y plenamente creíbles.

3 Al mismo tiempo, estos modelos se convierten en un apoyo explícito a la teoríade la tasa natural de paro monetarista, según la cual el desempleo puede reducirse

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El trabajo de los galardonados del año 2004 ha establecido los funda-mentos para un programa de investigación amplio sobre la credibilidad,la viabilidad, y el diseño (o la gestión) de las políticas económicas. Suscontribuciones han desplazado el debate académico desde la adopciónde medidas de política aisladas, hacia la necesidad de reformar las ins-tituciones encargadas de gestionar las economías nacionales: por ejem-plo cuál debe ser el papel del Banco Central, y cómo debe diseñarse lapolítica monetaria para evitar el llamado «sesgo inflacionario» de laspolíticas discrecionales o simplemente no creíbles. Por otro lado, losmodelos de incoherencia temporal de las políticas económicas, inicial-mente diseñados para un entorno de economía cerrada, se han exten-dido para incorporarlos al estudio de las crisis cambiarias y financieras.Concretamente, los modelos de crisis monetarias de segunda genera-ción o de ataques especulativos autocumplidos (self-fulfilling speculativeattacks) parten de los trabajos de Kydland y Prescott (1977) y de Barroy Gordon (1983) para representar un mundo en el que la interacciónentre las expectativas privadas y los incentivos de los políticos condu-ce a equilibrios múltiples (crisis versus no crisis). Es decir, en estosmodelos las crisis monetarias se convierten en un suceso posible perono seguro, dependiente de las expectativas de los agentes acerca de lacredibilidad de los compromisos de política económica adoptados porlos gobiernos o los bancos centrales.

Análisis de las fuerzas motrices subyacentes a los ciclos económicos

La segunda contribución de los laureados de la presente edición delos premios Nobel se centra en el desarrollo de una nueva teoría de losciclos económicos. Kydland y Prescott (1982) han transformado la teoríadel ciclo económico al integrarla con la teoría del crecimiento econó-mico. Mientras las investigaciones previas —concretamente las desa-rrolladas bajo el paradigma keynesiano— destacaron las perturbacionesmacroeconómicas por el lado de la demanda como fuerza motriz de losciclos económicos, estos autores demuestran que los shocks por el ladode la oferta (aumentos en el precio del petróleo o descensos en la tasade crecimiento de la productividad) pueden tener importantes impli-

por debajo de su nivel natural (o de equilibrio a largo plazo) pero sólo a corto pla-zo. A largo plazo, las expectativas inflacionarias y el correspondiente ajuste sala-rial devolverán al desempleo a su tasa natural.

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caciones sobre las fluctuaciones a corto plazo de las economías nacio-nales.

En su trabajo de 1982, Kydland y Prescott muestran cómo las fluc-tuaciones en la tasa de progreso tecnológico —principal fuente del creci-miento económico a largo plazo— generan fluctuaciones a corto pla-zo.4 Estos autores han construido un modelo cuantitativo para analizarel ciclo económico partiendo del comportamiento de las familias y delas empresas. Es decir, muestra las fluctuaciones económicas como elresultado colectivo de un conjunto innumerable de decisiones preven-tivas adoptadas por los hogares y las empresas respecto al consumo, lainversión, la oferta de trabajo, etc. Por tanto, el método de Kydland yPrescott aborda el análisis macroeconómico partiendo de la microfun-damentación. Sus aportaciones son ampliamente utilizadas en la ma-croeconomía moderna.

Bibliografía mencionada en el texto

BARRO, R. y D. GORDON (1983a), «A positive theory of monetary policyin a natural-rate model», Journal of Political Economy, 91, 589-610.

BARRO. R. y D. GORDON (1983b). «Rules, discretion and reputatíon in amodel of monetary policy». Journal of Monetary Economics, 12, 101-120.

CALVO. G. (1978). «On the time consistency of optimal policy in a mon-etary economy». Econometrica, 46. 1411-1428.

KYDLAND, F. y E. PRESCOTT (1977). «Rules rather than discretion: Theinconsistency of optimal plans», Journal of Political Economy, 85,473-490.

KYDLAND, F. y E. PRESCOTT (1982), «Time to build and aggregate fluc-tuations», Econometrica. 50. 1345-1371.

4 Dicho de otra forma, generan una covarianza entre el PIB, el consumo, lasinversiones y las horas trabajadas muy próxima a la observada en los datos reales.

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Presentaciónde dos nuevos libros

Durante la primera mitad del año 2004 se han presentado en el Semi-nario Ludwig von Mises de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Socia-les de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid dos nuevos libros: unamonografía sobre la Teoría Económica de las crisis monetarias y finan-cieras, y la traducción al español de «El orden sensorial» de FiedrichA. Hayek.

Para el lector interesado en estos trabajos sus referencias son:

Miguel A. Alonso Neira

Teoría Económica de las crisis monetarias y financieras y de los con-troles de capital.

Colección Estudios. Instituto de Estudios Económicos. Madrid2004.

Fiedrich A. Hayek (Traducción realizada a cargo de los profe-sores Ángel Rodríguez García-Brazales y Óscar Vara Crespo)

El orden sensorial. Los fundamentos de la Psicología Teórica

Biblioteca Austriaca. Unión Editorial. Madrid 2004.

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Seminario del Liberty Fundsobre economía austriaca

Del 4 al 7 de septiembre de 2003 tuvo lugar en Obergurgl (Alpesaustriacos), lugar de retiro veraniego de F.A. Hayek, donde terminó deescribir su obra The Constitution of Liberty, un seminario sobre «TheAustrian School of Economics: History, Development, and its Impacton Individual Liberty», dirigido por Kurt R. Leube.

Asistieron, a este encuentro internacional entre otros, los profeso-res Watrin y Zollern de Alemania, Jacques Garello y Jean Pierre Centide Francia, Raimondo Cubeddu de Italia y Jesús Huerta de Soto deEspaña. Durante los tres días intensivos en que duró el Seminario seanalizaron críticamente en debates muy animados las grandes diferen-cias teóricas existentes entre el paradigma neoclásico (especialmente ensu versión de la Escuela de Chicago) y el programa de investigaciónde la Escuela Austríaca, discusiones que continuaron al finalizar cadajornada de forma peripatética a lo largo de los múltiples senderos querodean al maravilloso pueblo tirolés de Obergugl.

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Lectura de dos nuevastesis doctorales

Durante el año 2004 se han leido dos nuevas tesis doctorales quedesarrollan investigaciones originales que se han efectuado al amparodel «Seminario Ludwig von Mises» de la Facultad de Ciencias Jurídi-cas y Sociales de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, ambas bajola dirección y tutela del profesor Jesús Huerta de Soto.

La primera de ellas se leyó el lunes 7 de junio de 2004 por el Dr.Gabriel Calzada y versó sobre «Análisis económico e institucional dela teoría de la defensa privada a través de compañías de seguros». ElTribunal calificador, presidido por el profesor Armando Torrent y com-puesto por los también profesores Carlos Rodríguez Braun, Juan JoséIranzo, José Juan Franch y Miguel Ángel Alonso Neira (que actuó comosecretario) otorgó por unanimidad un «sobresaliente cum laude» al doc-torando.

La segunda tesis se leyó el Jueves 30 de septiembre de 2004 por elDr. César Martínez Meseguer y trató sobre «La teoría evolutiva de lasinstituciones económicas y jurídicas en la Escuela Austriaca», obtenien-do una calificación de «sobresaliente cum laude» por unanimidad delTribunal presidido por el profesor Armando Torrent y Constituido porlos profesores Carlos Rodriguez Braun, José Juan Franch Meneu, JavierAranzadi del Cerro y Miguel Ángel Alonso Neira (secretario).

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Presentación del primer númerode la Revista Procesos de Mercado

El pasado lunes 21 de junio de 2004 tuvo lugar en el Salón de Actosde la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad ReyJuan Carlos la presentación oficial del primer número de la RevistaProcesos de Mercado: Revista Europea de Economía Política. A este actoasistieron la Presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, D.ªEsperanza Aguirre y Gil de Biedma, así como el Excmo. y MagníficoSr. Rector de la Universidad D. Pedro González Trevijano y el Ilmo. Sr.Decano de la Facultad D. Carlos Fernández de Casadevante Ramoní.

A continuación recogemos las palabras pronunciadas en dicho actopor D.ª Esperanza Aguirre y por el Director de la Revista, D. Jesús Huer-ta de Soto.

Palabras de la presidenta de la Comunidad de Madrid en el acto depresentación de la revista Procesos de Mercado

Excmo. y Magfco. Sr. Rector de la Universidad Rey Juan Carlos,Ilmo. Sr. Decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de

la Universidad Rey Juan Carlos,Sr. Director de la Revista Procesos de Mercado,Sras. y Sres.,

El nacimiento de una revista científica es un acontecimiento inte-lectual de primera magnitud. Especialmente si se trata de una revistade Economía. Porque la Economía, como nos enseñó Ludwig von Mises,es la principal representante, junto con el Derecho, de la metacienciaque estudia la acción humana, y que también incluye a la Sociología, ala Política, a la Psicología y a la Historia.

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Todas ellas son ciencias que se ocupan de averiguar y de compren-der las pautas generales del comportamiento humano ante diversassituaciones. Y todas ellas se basan en dos sencillos axiomas: el prime-ro, que las personas actuamos conscientemente para intentar reducirnuestro malestar o nuestra insatisfacción con el estado de cosas que nosrodea. Y el segundo, que somos capaces de comprender las acciones denuestros semejantes en la medida en que son seres humanos como no-sotros.

Pero aquí acaba la sencillez. A toda ciencia se le exige capacidad depredicción. Sin embargo, al contrario que en la Física o en la Astro-nomía, predecir el comportamiento de todos nuestros semejantes, indi-viduo por individuo, es tarea reservada exclusivamente a la divinidad.

Quienes, con su limitada inteligencia humana, lo han intentado enel plano teórico, han tenido que reducir a las personas al papel de me-ras «moléculas» de una masa social amorfa, pasiva y homogenea. Yquienes, en el plano de la realidad, les han tomado al pie de la letra,han provocado las mayores tragedias y catástrofes humanas.

Incluso la tarea de descubrir pautas muy generales de comporta-miento, tanto a nivel individual como a nivel social, es uno de los retosmás difíciles a los que puede enfrentarse la inteligencia humana. Hayekya advirtió que las Ciencias Sociales en general, y la Economía en parti-cular, debían conformarse con descubrir y consolidar las institucionesque hacen posible el progreso y la vida en sociedad.

Pero ni siquiera es posible, en la inmensa mayoría de los casos,descubrir las leyes que dan lugar a esas pautas mediante la reflexión ola experimentacion. Porque desconocemos el origen, el alcance y el sen-tido último de la inmensa mayoría de ellas. Por eso Hayek recomenda-ba al científico social en general, y al economista en particular, tomarsiempre esas pautas o instituciones, por extrañas e irracionales queparezcan, como un dato e intentar comprenderlas rastreando las razo-nes de su nacimiento y de su evolución.

La razón de ese sabio consejo es que esas pautas o instituciones hansurgido de un proceso evolutivo, de prueba y error, que ha incorpora-do millones de experiencias imposibles de reproducir una por una, si-quiera mentalmente o con la ayuda de potentes ordenadores.

Por todo esto, como decía al principio, el nacimiento de una revistacientífica de Economía es un acontecimiento intelectual de primeramagnitud. Porque el objeto de Procesos de Mercado es, precisamente, elestudio de todas esas pautas e instituciones que hacen posible el pro-greso y la vida en sociedad.

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Sras. y Sres., quiero decirles que es para mí un honor y una gran sa-tisfacción asistir al nacimiento de este proyecto intelectual, que nacebajo los mejores auspicios. En primer lugar, Procesos de Mercado nacecon el apoyo y la colaboración de la Universidad Rey Juan Carlos. Es-pecialmente de su Rector, D. Pedro González Trevijano, y del Decanode la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, D. Carlos FernándezCasadevante.

Creo que ambos pueden estar orgullosos y muy satisfechos de estagran contribución a la producción y difusión del pensamiento científi-co-económico.

El director de Procesos de Mercado y alma mater de este proyecto, miquerido y admirado amigo Jesús Huerta de Soto, es uno de los econo-mistas más destacados de España. Los nombres que figuran en la listadel Consejo Científico y del Consejo Asesor dan una idea del reconoci-miento del Profesor Huerta de Soto por parte de la comunidad cientí-fica.

Porque, maestro de economistas y de liberales, Jesús Huerta de Sotoes también una de las autoridades mundiales en la Escuela Austriacade Economía, la misma que fundaron Menger, Mises y Hayek. Da fede ello la larga lista de libros, de artículos y de conferencias que haescrito y pronunciado a lo largo de su brillante carrera.

Además, Procesos de Mercado está editada y distribuida por UniónEditorial, la empresa que dirige Juan Marcos de la Fuente. Fue a travésde los libros de Juan Marcos, otro liberal, como conocí a los maestrosde la economía y del pensamiento que me convirtieron definitivamen-te en lo que soy hoy: una liberal profundamente convencida. Y por ellocontará siempre con mi gratitud y mi reconocimiento a su excelentelabor de editor.

Acabo ya, Sras. y Sres. Sólo me queda desearles a todos los que hanhecho posible que este proyecto vea la luz, que Procesos de Mercado y laFacultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Rey JuanCarlos se conviertan en referencias obligadas para todos los profesio-nales y estudiosos de la Economía y las Ciencias Sociales. Estoy segurade que el prestigio de su director y el alto nivel científico de sus cola-boradores lo lograrán muy pronto.

Muchas gracias.

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Palabras de contestación del director de la Revista Procesos de Mer-cado, profesor Dr. D. Jesús Huerta de Soto

Excma. Sra. Presidenta de la Comunidad Autónoma de MadridExcmo. Rector Magnífico de nuestra Universidad Rey Juan CarlosIlmo. Sr. Decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales que

nos acogeAlumnos, Compañeros Profesores, Sras. y Sres.

En primer lugar querría agradecer a todos ustedes su presencia eneste acto universitario y, en especial, a las autoridades académicas ypolíticas que hoy nos acompañan y le dan el máximo realce.

También les quiero indicar como Director y Fundador de la Revistaque hoy es para mí un día muy importante en el que se culmina y a lavez nace un Proyecto que un grupo de investigadores españoles, y delresto de Europa, veníamos acariciando desde hace años; a saber:

Crear una revista científica de economía, de gran calidad académica,que pudiera servir como medio de publicación y foro aglutinador dela denominada Escuela Austriaca de Economía, que tanta importancia estáadquiriendo en todo el mundo especialmente desde que Ludwig vonMises falleciera en 1973 y Friedrich A. Hayek recibiera el premio Nóbelde Economía hace ahora exactamente 30 años.

La Escuela Austriaca, en su versión moderna, surgió en Viena apartir de 1871 de la mano de Carl Menger. Sin embargo, Menger enrealidad lo que hizo fue retomar una tradición mucho más antigua, quehabía quedado relegada al olvido, la de nuestros Escolásticos del Siglode Oro español, por lo que sería mucho más apropiado denominar Es-cuela Española a la Escuela Austriaca dado que ésta nació en la Uni-versidad de Salamanca a partir del siglo XVI.

Los principales aspectos diferenciadores de esta corriente del pensa-miento económico que pretendemos cultivar en la Revista son los si-guientes: la Escuela Austriaca es una escuela muy humanista y multi-disciplinar, que desarrolla sus aportaciones teóricas partiendo del serhumano, es decir, de los hombres y mujeres tal y como son en reali-dad, y por tanto, no centrándose en un estereotipo, especie de ser robo-tizado, ese «homo economicus» maximizador de beneficios que es elprotagonista de los modelos matemáticos de las diferentes versionesde la Escuela neoclásica (desde los neokeynesianos a los teóricos deChicago); según los austriacos el protagonista de todos los fenómenossociales es el empresario, entendido como el ser humano dotado de una

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innata capacidad, a la vez creativa y coordinadora, para descubrir losfines que le merecen la pena y actuar para alcanzarlos; los austriacosconciben la sociedad como un orden espontáneo, es decir, como unproceso competitivo, que jamás se encuentra en equilibrio y que nopuede ser diseñado ni controlado centralizadamente por nadie (preci-samente y para recoger esta idea esencial es por lo que hemos bautizadoa nuestra Revista con el nombre de Procesos de Mercado); finalmente, laEscuela Austriaca es la Escuela liberal de Economía por antonomasia,pues es la que mejor explica cómo la intervención del estado y la coac-ción sobre la función empresarial, perturban gravemente el procesosocial de creatividad y coordinación. Luego el humanismo, la funciónempresarial, la concepción dinámica del mercado y el liberalismo sonlas cuatro notas diferenciadoras de la corriente de investigación eco-nómica que pretendemos acoger en nuestra Revista.

«Procesos de Mercado» surge, pues, para cubrir una laguna o llenarun vacío en el mundo académico de España y de Europa: y es que, noexisten revistas científicas de estándar elevado dedicadas a publicartrabajos con el enfoque que acabamos de describir tan brevemente. Apartir de ahora, los investigadores dedicados a trabajar en la noble tradi-ción de la Escuela Austriaca, y a impulsar su desarrollo e influenciadispondrán en «Procesos de Mercado» de una revista científica de reco-nocido prestigio y calidad académicos.

A este fin, y con el objetivo de alcanzar y superar los estándares decalidad más elevados requeridos por las Agencias de Evaluación másexigentes, nos pusimos en contacto con los 80 profesores de economíaque trabajan en 40 universidades europeas y que más interesados estánen la Escuela Austriaca, invitándoles a participar en el panel de evaluado-res o «referees» anónimos de los artículos, y a formar parte del comitécientífico de la Revista, siendo de resaltar el gran entusiasmo y apoyoque hemos recibido de todos ellos (los cuales en cierto sentido, constitu-yen la médula de la Escuela Austriaca que hoy en día trabaja en Europa).

Ahora bien, el proceso evaluador de cada original recibido, no sólose efectúa por 2 ó 3 especialistas cualificados que actúan como evalua-dores anónimos, sino que tiene un objetivo fundamentalmente cons-tructivo, es decir, jamás orientado a destruir, sino todo lo contrario, aañadir valor a los trabajos que se reciben, estimulando a los autores paramejorar y completar sus respectivos textos originales siempre que ellosea preciso.

La estructura de «Procesos de Mercado» puede verse en su primernúmero: un primer apartado de 4 ó 5 artículos originales, alguno de ellos

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incluso publicado en alguna otra lengua europea como el inglés, francés,italiano o portugués. El enfoque de estos artículos es multidisciplinar: nosólo se incluyen trabajos de análisis económico más abstracto, sino tam-bién artículos de tipo histórico y economía aplicada que ilustren enfoquesteóricos, así como estudios de metodología, análisis del derecho y las ins-tituciones e historia del pensamiento económico.

Un segundo apartado estará dedicado a las que hemos denominado«Notas» o artículos más breves, sobre temas más puntuales o de tipopolémico.

El tercer apartado incluye, bajo el encabezamiento de «Documen-tos», pequeñas joyas de la literatura económica que hasta ahora nohabían sido publicadas en España. Y es que, la historia del pensamiento,lejos del interés de curiosidad meramente arqueológica que tiene en elcampo de las ciencias naturales y tecnologías, es de importancia tras-cendental en Economía Política, donde, muy posiblemente, la respuestaa muchos interrogantes actuales ya puede haber sido pensada en el pa-sado por teóricos hoy olvidados que es preciso sacar de nuevo a la luz.

Por último, una sección de Reseñas bibliográficas y Noticias acadé-micas sobre la Escuela, pondrán fin al contenido de cada número de laRevista.

Me gustaría terminar con unas palabras de agradecimiento a todosaquellos que me han ayudado en mi andadura académica y que hanhecho posible convertir en realidad este proyecto. Concretamente debodejar constancia de mi agradecimiento a las siguientes personas:

A Luis Reig Albiol, a su fallecido hermano Joaquín y a los asistentesa los seminarios que aquél organizaba los jueves por la tarde en su casahace ya 30 años, y en donde empecé a estudiar por primera vez la eco-nomía de los procesos de mercado.

A Juan Marcos de la Fuente, Consejero Delegado de Unión Edito-rial, y a los suscriptores de la misma que han hecho posible la publica-ción de la Revista con una calidad tan elevada.

Mi agradecimiento también a la Facultad de Ciencias Jurídicas ySociales de la Universidad Rey Juan Carlos representada hoy aquí porsu Decano y Rector. La Universidad, no sólo está dotada de unas mag-níficas instalaciones que ahora podremos visitar, sino que además estásabiendo crear un entorno de estímulo intelectual, de docencia y deinvestigación universitaria que ha superado con mucho todas las ex-pectativas que tenía cuando llegué a esta Institución procedente de laUniversidad Complutense. Además, Enrique San Miguel, Director delServicio de Publicaciones, y Soledad Vicente Rosillo, Directora de la

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Biblioteca, ya están trabajando para distribuir la Revista a través delServicio de Intercambio Universitario. Esta iniciativa junta con la publi-cación en internet de la Revista, pasado un plazo prudencial, aumen-tará aún más la difusión de la misma.

Y, finalmente, mi agradecimiento a los veinte miembros del Conse-jo Asesor de la Revista y en especial a los profesores de la UniversidadRey Juan Carlos que están colaborando con la misma, a nuestro asesorjurídico José Antonio Monterrubio, que se ocupó de todo el papeleoadministrativo de la Fundación, y sobre todo a los tres Subdirectoresprofesores Óscar Vara, Ángel Rodríguez y Javier Aranzadi, así como anuestro Secretario General y Redactor Jefe profesor Miguel Ángel Alon-so Neira. Su entusiasmo, juventud y espíritu de trabajo verdaderamenteuniversitario es nuestra principal esperanza y garantía de la continui-dad y éxito en el futuro del proyecto editorial que hoy ha nacido. Mu-chas gracias.

Lunes 21 de junio de 2004

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NORMAS PARA EL ENVÍO DE ORIGINALES

1. El original y dos copias de cada texto se enviarán a Procesos de Mercado:Revista Europea de Economía Política, c/o Jesús Huerta de Soto, Facultadde Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad Rey Juan Carlos, Campus deVicálvaro, P.º de los Artilleros, s/n, 28032 Madrid. O bien a la direcciónelectrónica [email protected].

2. La extensión total de los trabajos no deberá exceder normalmente de 30 pá-ginas (10.000 palabras) mecanografiadas a doble espacio, incluyendo cua-dros, gráficos y referencias bibliográficas. Se agradecerá el envío de laversión definitiva en soporte informático, preferentemente en formato Wordtanto para el texto como para los gráficos.

3 Cada texto deberá ir precedido de una página que contenga el título del tra-bajo y el nombre del autor o autores, junto con su dirección y teléfono. Enpágina aparte se incluirá un breve resumen del trabajo de unas 150 pala-bras en español y en inglés, así como las palabras clave y los respectivoscódigos del Journal of Economic Literature.

4. El texto y símbolos que se desee aparezcan en cursiva deberán ir en ese tipode letra o, en su defecto, subrayado.

5. Las referencias irán al final del artículo bajo el epígrafe Referencias biblio-gráficas, ordenadas alfabéticamente por autores y de acuerdo con el siguien-te orden: apellido y nombre (en minúsculas) del autor o autores, año de pu-blicación (entre paréntesis y distinguiendo a, b, c, en caso de que el mismoautor tenga más de una obra citada en el mismo año), título del artículo (entrecomillas), título de la revista a la que pertenece el artículo (en cursiva o su-brayado), lugar de publicación (en caso de libro), editorial (en caso de li-bro), número de la revista, y páginas (xx-yy, en caso de un artículo de re-vista o de una contribución incluida en un libro).Cuando se trate de artículos o libros traducidos y se cite de acuerdo con latraducción, el año que debe seguir al nombre del autor será el de la ediciónoriginal, en tanto que el año de la versión traducida figurará en penúltimo lugar,justo inmediatamente antes de la referencia a las páginas.

6. Las notas irán numeradas correlativamente y voladas sobre el texto, inclu-yéndose su contenido a pie de página y a espacio sencillo.

7. Las referencias bibliográficas que aparezcan en el texto o en las notas de-berán hacerse citando únicamente el apellido del autor o autores (en mi-núsculas) y entre paréntesis el año y, en su caso, la letra que figure en lasReferencias bibliográficas, así como las páginas de la referencia.

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8. Los cuadros y gráficos incluidos en el trabajo irán numerados correlativa-mente y deberán ser originales, incluyendo además su título y fuente.

9. La Redacción de Procesos de Mercado acusará recibo de los originales avuelta de correo, y la Dirección, a la vista de los informes de los evaluadores,resolverá sobre su publicación en un plazo no superior a seis meses desdela recepción del original. Esta resolución podrá venir condicionada a la in-troducción de modificaciones en el texto original.

10.Los trabajos remitidos a Procesos de Mercado no podrán haber sido publi-cados o aceptados para su publicación en cualquier otro medio.

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