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Comisión Presencia en el Mundo CIOFS | Programa de Formación 2013 marzo 1 COMISIÓN PRESENCIA EN EL MUNDO PRESIDENCIA DEL CIOFS PROGRAMA DE FORMACIÓN 2013 Marzo Artículo preparado por Rosa Galimberti OFS Traducción de Chelito Núñez Colaboradores: Anna Pía Viola OFS y Fr. Amando Trujillo Cano TOR Introducción Luego de haber examinado en las primeras dos fichas cuál es el papel que los laicos tienen en la sociedad y cuáles son los pilares que soportan la Doctrina Social de la Iglesia, nuestro recorrido nos lleva a profundizar en nuestra misión social como franciscanos seglares, que contamos con la Regla y las Constituciones Generales como herramientas preferenciales y proféticas para orientar nuestras decisiones. Este tema nos pondrá frente al compromiso de vida asumido con la profesión y nos permitirá reflexionar sobre el camino recorrido y sobre cuánto tenemos todavía por recorrer, sea individualmente o como fraternidad. En este sentido, tenemos el consuelo de las palabras de nuestro Seráfico Padre que, a punto de morir, decía a sus compañeros: “Comencemos hermanos a servir al Señor porque hasta ahora poco o nada hemos hecho(1 Cel 103). 1. La misión social según la Regla y las Constituciones Generales OFS Siguiendo los lineamientos del Magisterio de la Iglesia, y del Concilio Vaticano II en particular, la misión social de los franciscanos seglares está expresada en la Regla, en el Artículo 14: “Llamados, juntamente con todos los hombres de buena voluntad, a construir un mundo más fraterno y evangélico para edificar el Reino de Dios, conscientes de que ‘quien sigue a Cristo, Hombre perfecto, se hace a sí mismo más hombre, cumplan de modo competente sus propios deberes(Reg. 14). A esto se une lo que las Constituciones especifican: “Llamados a colaborar en la construcción de la Iglesia como sacramento de salvación para todos los hombres y constituidos por el bautismo y la profesión ‘testigos e instrumentos de su misión’, los franciscanos seglares anuncian a Cristo con la vida y la palabra. Su apostolado preferente es el testimonio personal en el ambiente en que viven y el servicio para la edificación del Reino de Dios en las realidades terrenas(CC.GG.17). Nuestra presencia es, por lo tanto, fruto de una llamada que nos hace personas capaces de construir una relación fraterna y evangélica en el mundo. Nuestra vocación es ser levadura (cf. CC.GG. 19) y la minoridad nos lleva a salir al paso de los demás, para conocer su cansancio, su ritmo de vida, para llevarles la esperanza de que es posible ya en esta vida, creer en el Bien. Como primera y fundamental contribución para la edificación de un mundo más justo y fraterno, comprométanse en el cumplimiento de los deberes propios de su trabajo y en una adecuada preparación profesional” (cf. CC.GG. 20,2). También la Regla de la OFS en el artículo 15 invita a los franciscanos seglares al testimonio y al compromiso con esta palabras: “Estén presentes con el testimonio de su vida humana y también con iniciativas eficaces, tanto individuales como comunitarias, en la promoción de la justicia, particularmente en el ámbito de la vida pública, empeñándose en opciones concretas y coherentes con su fe.(Reg. 15).

Programa de Formación - Marzo 2013

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Programa de formación de la presidencia del CIOFS, correspondiente al mes de marzo de 2013. Preparado por Fr. Armando Trujillo Cano TOR y la colaborarción de Gianluca Lista OFS

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Comisión Presencia en el Mundo – CIOFS | Programa de Formación 2013 – marzo 1

COMISIÓN PRESENCIA EN EL MUNDO – PRESIDENCIA DEL CIOFS

PROGRAMA DE FORMACIÓN 2013

Marzo

Artículo preparado por Rosa Galimberti OFS – Traducción de Chelito Núñez Colaboradores: Anna Pía Viola OFS y Fr. Amando Trujillo Cano TOR

Introducción

Luego de haber examinado en las primeras dos fichas cuál es el papel que los laicos tienen en la sociedad y cuáles son los pilares que soportan la Doctrina Social de la Iglesia, nuestro recorrido nos lleva a profundizar en nuestra misión social como franciscanos seglares, que contamos con la Regla y las Constituciones Generales como herramientas preferenciales y proféticas para orientar nuestras decisiones. Este tema nos pondrá frente al compromiso de vida asumido con la profesión y nos permitirá reflexionar sobre el camino recorrido y sobre cuánto tenemos todavía por recorrer, sea individualmente o como fraternidad. En este sentido, tenemos el consuelo de las palabras de nuestro Seráfico Padre que, a punto de morir, decía a sus compañeros: “Comencemos hermanos a servir al Señor porque hasta ahora poco o nada hemos hecho” (1 Cel 103).

1. La misión social según la Regla y las Constituciones Generales OFS

Siguiendo los lineamientos del Magisterio de la Iglesia, y del Concilio Vaticano II en particular, la misión social de los franciscanos seglares está expresada en la Regla, en el Artículo 14: “Llamados, juntamente con todos los hombres de buena voluntad, a construir un mundo más fraterno y evangélico para edificar el Reino de Dios, conscientes de que ‘quien sigue a Cristo, Hombre perfecto, se hace a sí mismo más hombre’, cumplan de modo competente sus propios deberes” (Reg. 14).

A esto se une lo que las Constituciones especifican: “Llamados a colaborar en la construcción de la Iglesia como sacramento de salvación para todos los hombres y constituidos por el bautismo y la profesión ‘testigos e instrumentos de su misión’, los franciscanos seglares anuncian a Cristo con la vida y la palabra. Su apostolado preferente es el testimonio personal en el ambiente en que viven y el servicio para la edificación del Reino de Dios en las realidades terrenas” (CC.GG.17).

Nuestra presencia es, por lo tanto, fruto de una llamada que nos hace personas capaces de construir una relación fraterna y evangélica en el mundo. Nuestra vocación es ser levadura (cf. CC.GG. 19) y la minoridad nos lleva a salir al paso de los demás, para conocer su cansancio, su ritmo de vida, para llevarles la esperanza de que es posible ya en esta vida, creer en el Bien. “Como primera y fundamental contribución para la edificación de un mundo más justo y fraterno, comprométanse en el cumplimiento de los deberes propios de su trabajo y en una adecuada preparación profesional” (cf. CC.GG. 20,2).

También la Regla de la OFS en el artículo 15 invita a los franciscanos seglares al testimonio y al compromiso con esta palabras: “Estén presentes con el testimonio de su vida humana y también con iniciativas eficaces, tanto individuales como comunitarias, en la promoción de la justicia, particularmente en el ámbito de la vida pública, empeñándose en opciones concretas y coherentes con su fe.” (Reg. 15).

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Benedicto XVI nos recuerda: “Para la Iglesia, la caridad no es una especie de actividad de asistencia social que también se podría dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia esencia” (Deus caritas est, 25). Pero, “sin verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo” (Caritas in veritate, 3). La caridad es por encima de todo la respuesta a aquello que, en una determinada situación, constituye la necesidad inmediata: los hambrientos deben ser saciados, los desnudos vestidos, los enfermos curados, los encarcelados visitados. Esta adhesión a la necesidad del hombre logra la auténtica caridad, la verdadera, sin sustituir a la justicia, más bien: la caridad “nunca carece de justicia, la cual lleva a dar al otro lo que es «suyo», lo que le pertenece”. “La justicia es la primera forma de caridad, es parte integrante de aquel amor ‘de hecho y en verdad’ (1 Jn 3, 18)” (CV 6).

Por esta razón, “en el campo de la promoción humana y de la justicia, la Fraternidad debe empeñarse con iniciativas valientes. Asumiendo posiciones claras cuando el hombre es agredido en su dignidad a causa de cualquier forma de opresión o de indiferencia. Ofrezcan su servicio fraterno a las víctimas de la injusticia” (CC. GG. 22,2).

El crecimiento humano se fundamenta en la relación con los otros hombres y con el ambiente que, además de ser cultural, o sea expresión de la creatividad humana, es principalmente natural. Nacemos dentro de un contexto del cual obtenemos vida. La naturaleza se presenta a nuestra disposición “como un regalo del Creador” (CV 48) y este modo de ser precedidos nos hace responsables del cuidado, defensa y fortalecimiento de las fuentes de energía (cf. CV 49). Para tal efecto, los franciscanos seglares: “Sientan… respeto por las otras criaturas, animadas e inanimadas, que “son portadoras de la significación del Altísimo” “y procuren con ahínco superar la tentación de explotación con el concepto franciscano de la fraternidad universal” (Reg. 18).

2. Fuentes y referencias

Regla y Constituciones Generales de OFS, Roma, 2001.

BENEDICTO XVI, Carta. Enc. Deus Caritas est, Libreria Editrice Vaticana, 2005.

BENEDICTO XVI, Carta. Enc. Caritas in veritate, Libreria Editrice Vaticana, 2009.

REDONDO V., La Orden Franciscana Seglar. Su historia y sus reglas, ed. Gabriel López Santamaria, 2012.

Concilio Vaticano II, Apostolicam Actuositatem, Cap. 8.

3. Un caso práctico: Isabel Maria Satoko Kitahara - Una aristocrática entre los que vivían en los basureros (Japón)1

Satoko Kitahara nace en Tokio el 22 de agosto de 1929, hija de Kitaha-ra Kimschi, docente universitario, y de Ei Matzura. En la familia ella trascurre una infancia serena, educada en la religión budista e iniciada en los estudios. Involucrada luego en el drama de la guerra mundial y consternada por la tragedia de la patria, formuló para sí y para otros este programa de vida: «Conscientes del día de la recuperación, esforcémonos por actuar”. Concluye sus estudios graduándose en el Instituto Superior Femenino de medicina (Schova); al mismo tiempo, atraída por la sublimidad de la religión cristiana, frecuentó los cursos de doctrina católica en la escuela de las Misioneras Mercedarias. Recibió el bautismo el 30 oct. 1949, asumiendo el nombre de Isabel, al cual enseguida agregó el de María por la singular devoción que sentía por el misterio de la Inmaculada Madre de Dios.

1 Piacentini E., Serva di Dio Elisabetta Maria Satoko Kitahara, in Santi, beati e testimoni, Internet (10.02.2013): http://www.santiebeati.it/dettaglio/94732.

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La actuación de su programa de vida, iluminado ya por la fe, se convierte para ella en una exigencia cristiana ineludible. En el año 1950, para ser útil a aquellos que la guerra había golpeado duramente y obligado a vivir en condiciones de pobreza extrema, comenzó a colaborar en la obra caritativa organizada por Fr. Zeno de la Misión, de los Frailes Menores Conventuales, instituida por San Maximiliano María Kolbe. La zona de Tokio llamada Arinomachi (Aldea de las hormigas: de las personas abandonadas, desplazadas por la guerra, anónimos como las hormigas) –donde familias enteras y personas de todas las edades, pobres y marginadas, se refugiaban y organizaban para recolectar y vender desechos–, viene a ser el campo del apostolado de Isabel María. Aquí, entre otras virtudes cristianas, brilla la caridad heroica de la sierva de Dios entre los necesitados, a los que prodigó asistencia espiritual y material con una admirable dedicación. Para ser plenamente solidaria con ellos, abandonó

definitivamente la familia, la comodidad de su condición social y la prospectiva de una brillante carrera y se mudó a Arinomachi donde, dedicada totalmente a Dios y al prójimo, vivió entre los pobres hasta su muerte.

Con extraordinaria abnegación se dedicó a la promoción humana y cristiana de los pobres de Arinomachi, especialmente de los niños, sostenida siempre de la fe viva, de la oración ardiente y de una ferviente devoción a la Virgen Inmaculada. Erige una capilla como lugar de oración y de instrucción cristiana que se transformó en el centro espiritual de Arinomachi, donde muchos se convirtieron a la fe católica y recibieron el bautismo. Después de un período de actividad febril, Isabel María, afectada por tuberculosis por la fatiga y las dificultades, se siente obligada

a reducir su trabajo; y, finalmente, se recoge toda en sí misma y en Dios, feliz de poder dedicarse a la oración asidua y de sufrir aun por amor al Señor y al prójimo. El trabajo desarrollado por Satoko Kitahara en Arinomachi había alcanzado la dimensión de notoriedad nacional cuando la protagonista, entonces conocida en todo el Japón como “María de la Aldea de las hormigas”, moría a la edad de 29 años el 23 de enero de 1958. Fue enterrada en el cementerio de Tokio con un funeral en el que participaron dignatarios civiles y eclesiásticos y un número incontable de admiradores agradecidos.

La fama del extraordinario testimonio cristiano de Isabel María Satoko Kitahara se difundió rápidamente del Japón al mundo. La Orden de los Frailes Menores Conventuales quiso promover la causa de canonización con el consentimiento del arzobispo de Tokio, para lo cual dispone en el año 1975 que fuese conducida una investigación preliminar sobre la fama de santidad de la sierva de Dios. En el año 1981, Mons. Peter Seiichi Schiroyanagi, Arzobispo de Tokio, instruyó el proceso de reconocimiento, cuya validez fue declarada por el decreto de la Santa Congregación para la Causa de los Santos el 5 de octubre de 1984. Actualmente está en curso la recopilación de la “Positio” sobre las virtudes heroicas de la Sierva de Dios.

4. Preguntas para la reflexión y diálogo en fraternidad.

1. En la primera parte de este tema se afirma que “La justicia es la primera forma de la caridad”. ¿Cómo se vive en tu Fraternidad el compromiso por la justicia?

2. ¿Qué entienden por justicia? ¿La justicia del tribunal? ¿La justicia evangélica? ¿Cuál es la diferencia entre ellas y que tienen en común?

3. El Beato Papa Juan Pablo II propuso la búsqueda de la justicia ambiental. ¿Alguna vez han discutido de que se trata esto? ¿En que se asemeja o se diferencia de la Economía verde?