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prólogo. Matías Heer (Fadel & Fadel)

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Primera prueba de impresión: 2014

© Matías Heer, 2012

Impreso en Buenos Aires en Fadel and FadelEste libro está enteramente hecho a mano

No hice ningún depósito

Tipografía: Bodoni MT y Std.; Palatino LinotypeId: f&f.Impresión: Láser Color Hoja: Bookcell 80 grsTapa: Cromática 200 grs

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Matías Heer

Buenos Aires / 2014

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A Candi porque el futurose logra imaginándolo

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Conten idos

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Introducción

1O.G.J.O.

A.G. R.Z.L.L.

2R.C.J.G.

3 O.L. N.P. A.C. E.C.J.A.

4D.R. E.A. D.D.

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Anexo de Poemas

Índice de poemas

Índice de referencias

Índice de ilustraciones

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prólogo

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Hay metáforas críticas en la literatura que han ayudado a la escritura; la idea de una novela orgánica de Henry James, por ejemplo. Frecuentemente estas ideas tienden a fracasar porque la literatura genera montañas donde había planicies, selvas donde había terrenos yermos, ríos donde pastaban camellos. Hemos de agradecer esos grandes fracasos de la crítica y continuar elaborándolos para dejar que la escritura nos sorprenda. Lo que el lector leerá a continuación es una metáfora crítica consciente de sus límites, aunque no muy bien de sus alcances. Sin em-bargo, si hay una meta a alcanzar en este ensayo es la idea positiva de inundar, de una vez por todas, la crítica sobre poesía de una imaginación precisa y material. Para esto re-currí a mi otra pasión: la ciencia, pero no la literaria. Lo que no significa que haya tratado de hacer ciencia literaria, sino isomorfías de conocimiento para poder, mediante la traslocación de conceptos, revitalizar una gama de recursos hundidos en los aljibes de la memoria poética. Esta metá-fora crítica tiene sus raíces en mis años de estudiante de antropología: durante mi eximia experiencia académica de

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tan sólo tres años tuve la posibilidad de estudiar con Car los Reynoso, quien me abrió el abanico de una literatura cientí-fica fascinante que, al fin de cuentas, resultó fundamen-tal para pergeñar este ensayo. Por un lado, sus clases de lingüística, teorías antropológicas contemporáneas, más los seminarios de antropología de la música y aquel memora-ble, aunque sectario, seminario sobre fractales, algoritmos y teorías de la complejidad y el caos, me enseñaron a apli-car la necesaria capacidad autocrítica de la teoría, la sutile-za y precisión epistemológica, así como la demostrabilidad gráfica de ciertos fenómenos. Por otro lado, su maravilloso y didáctico libro Complejidad y el caos: una excursión antropo­lógica fue un guía inigualable para seguir los imbricados hilos matemáticos de Benoît Mandelbrot en La geometría fractal de la naturaleza y un generoso maestro de la variada literatura respecto a los fractales y los sistemas complejos. Pero tal experiencia se acabó unos meses después de que mi intolerancia para con la academia estallara y, con mu-cha felicidad, tomara la decisión de continuar estudiando por mi cuenta. Fue así que, con más tiempo para leer poe-sía en profundidad, escribir y desplazar mis ojos por cuan-tos textos quisiera, continué enlazando lecturas de índole científica y, aunque lejanamente iba encontrando algunos lazos para mis dos pasiones, aún faltaba tiempo para que se afirmaran las amarras. Un día me encontré leyendo el aber-rante ensayo de Héctor Piccoli “Manifiesto Fractal” y ex-

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ploté con un contra-ensayo infantil y terco que deleteé a los pocos días de haber comenzado a escribirlo; pero algo me quedaba claro: fuera lo que fuera a escribir sobre fractales y poesía, debía tener pruebas, muestras, ejemplos claros y precisos y actuar a favor del futuro de los recursos novedo-sos que yo percibía en la poesía argentina. Pasado un tiem-po, durante un viaje a México, me encontraba en la ciudad de Xalapa, Veracruz, vendiendo panes en la calle, casi sin plata, y decidí acercarme a una librería para proponer un taller de poesía, idea ridícula si las hay para ganar un poco más de dinero. En la nefasta librería me ofrecieron dar, pre-vio al taller, una conferencia para “reclutar” alumnos y fue así que escribí el comienzo de un ensayo intitulado algo así como “Poesía Fractal: transfiguración de la imagen“que fracasó en cuestión de días debido a su pedantería y a que me resultaba demasiado técnico al mismo tiempo que blan-do. Terminé por escribir lo que tenía que escribir en ese mo-mento: una conferencia modesta, simple, aunque enérgica e iniciática, dirigida a una gama amplísima de lectores. De vuelta en Buenos Aires, me encontré trabajando en la es-critura de tesis, colocando a los ricos en el poder, adminis-trándoles los títulos que les darían más y más poder, más y más capacidad para manejar de forma obtusa este mundo me diante la chapa de un título. Pero este trabajo agilizó mi mano y, a eso, se vino a sumar una piedra de toque fun-damental, un manjar científico que rondaba mi lista de

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lectu ras debidas llamado Gödel, Escher, Bach de Douglas Hofstadter. Al leerlo encontré la solución a gran parte de los problemas teóricos que hacían que mis intentos de ensayos se disol vieran enseguida; por ende, si el lector lee G.E.B. notará que el siguiente prototipo no se trata más que de una aplicación de los conceptos elaborados por Hofstadter: una traducción al ámbito de la poesía de la traducción de ideas que él realiza. Pero no voy a entrar en la fanfarronería de hacerme el humilde, más bien pretendo dejar en claro las deudas intelectuales que contiene este ensayo.

Por otro lado, muchos lectores podrán pensar, una vez avanzada la lectura, que el prototipo es “muy complejo” o “inhumano”. Ambas afirmaciones son vanidosas y se basan en prejuicios. El texto puede tener momentos de compleji-dad debido a que gran parte de los lectores de poesía no están familiarizados con los lenguajes formales y científicos y buscan más bien terminología blanda para argumentar sobre poesía. Esto no significa que el siguiente ensayo vaya a ser inentendible sino que, a veces, requerirá de relectu-ras, googleos y un poco de paciencia. Con respecto a lo de “inhumano”, a mi parecer, la mayor inhumanidad consiste en estancarse en la seriedad política boba de la crítica con-vencional que sólo busca archivar literatura en bibliotecas muertas para justificar ideas preconcebidas sobre lo que debe ser el mundo. Lo que leerá a continuación el lector intenta revitalizar recursos que ya nos cansamos de nom-

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brar, como la metáfora, la anáfora, la hipérbole, la mímesis, etc., que hasta nos parecen arcaicos y meros procedimien-tos de la literatura latina o renacentista. En el fondo de este ensayo sólo se establece una pelea a favor de la poesía, la vida, la imaginación y el futuro.