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RAFAEL ENTREVISTA AFIRMA QUE “TODO NUESTRO ARTE ES UNA CAPTACIóN DE LA MUERTE Y UNA PROTESTA CONTRA ELLA” Y éL PROTESTA CON LAS ARMAS DEL VERSO Y DE LA REFLEXIóN FILOSóFICA QUE VUELCA EN SUS ENSAYOS. SOBRE PINTURA, FILOSOFíA, BELLEZA Y LA GUERRA CONTRA EL TIEMPO Y LA MUERTE HABLAMOS CON RAFAEL ARGULLOL. muchos yos, el máximo conocimiento al que podemos aspirar es una travesía en la que vamos avanzando de isla en isla. Al final, lo que queda es el archipiélago que somos y, simultáneamente, islas vírgenes, misteriosas, en nosotros mismos, que afortunadamente nunca conoceremos. Si no como narración, la vida sí se da in- serta en el tiempo al modo de una historia. ¿Nos está dado falsear lo que somos? ¿Qué peligros o qué notas positivas puede alber- gar esta malversación de lo que somos? No debemos falsear lo que somos. Sería un fraude. El principal fraude que po- dríamos cometer. Mi perspectiva es otra: estamos constituidos por una multiplici- dad de identidades que incluye una mul- tiplicidad de mitos. De la misma manera que las comunidades colectivas, al buscar sus orígenes, incurren en una representa- ción mítica, nuestra memoria no es solo aquello que pragmáti- camente hicimos, sino aquello que creemos que hemos hecho e, incluso, aquello que hubiéramos deseado hacer. Somos, indiso- ciablemente unidos, nosotros y nuestro mi- to. Y no sabemos qué es más “verdad”. Del mismo modo en que no sabemos qué es más “realidad”, si aquello que ocurre en nuestra conciencia de vigilia o aquello que ocurre en nues- tros sueños. Explica que tanto la literatura como la pintura inauguran un “juego de sinceridades y enmascaramientos”: ¿cree que ocurre lo mismo con la filosofía? R afael Argullol (1949), profesor en la Universi- dad Pompeu Fabra de Barcelona y catedrático de Estética y Teoría de las Artes, es uno de los ensayistas (La atracción del abismo, El Héroe y el Único), narradores (Devalú o el dolor, La razón del mal) y poetas (El afilador de cu- chillos, El poema de la serpiente) más re- conocidos de la escena cultural española y europea. Sus obras, además de encerrar una brillante altura erudita, atesoran una calidad en su prosa irresistible tanto para especialistas como para legos, lo que con- vierte a sus numerosos libros en referen- tes estilísticos de muy placentera lectura. Argullol es, sin duda, un clásico contem- poráneo. Hablamos con él sobre filosofía y arte con ocasión de la publicación de su último ensayo en Acantilado: Maldita per- fección. Escritos sobre el sacrificio y la celebra- ción de la belleza. Comienza Maldita perfección con una apelación al dictado délfico “conócete a ti mismo”. Un verbo, “co- nocerse”, que propone complementar con “reflejarse”. ¿Qué encierra el arte del autoconocimiento? ¿Es lo mismo conocerse que verse reflejado? Creo que de la misma manera que es imposible reflejarse, también es imposi- ble conocerse en términos absolutos. Si fuéramos un único rostro o si fuéramos un único yo quizá fuera posible este tipo de realización, pero como estamos cons- tituidos de muchos rostros y albergamos 8 FilosofíaHoy “Nuestra memoria no es solo lo que hicimos, sino lo que creemos que hemos hecho y lo que desearíamos hacer” ARGULLOL

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RAFAEL

ENTREVISTA

AfirmA que “todo nuestro Arte es unA cAptAción de lA muerte y unA protestA contrA ellA” y él protestA con lAs ArmAs del verso y de lA reflexión filosóficA que vuelcA en sus ensAyos. sobre pinturA, filosofíA, bellezA y lA guerrA contrA el tiempo y lA muerte hAblAmos con rAfAel Argullol.

muchos yos, el máximo conocimiento al que podemos aspirar es una travesía en la que vamos avanzando de isla en isla. Al final, lo que queda es el archipiélago que somos y, simultáneamente, islas vírgenes, misteriosas, en nosotros mismos, que afortunadamente nunca conoceremos.

Si no como narración, la vida sí se da in-serta en el tiempo al modo de una historia. ¿Nos está dado falsear lo que somos? ¿Qué peligros o qué notas positivas puede alber-gar esta malversación de lo que somos?No debemos falsear lo que somos. Sería un fraude. El principal fraude que po-dríamos cometer. Mi perspectiva es otra: estamos constituidos por una multiplici-dad de identidades que incluye una mul-tiplicidad de mitos. De la misma manera que las comunidades colectivas, al buscar sus orígenes, incurren en una representa-ción mítica, nuestra memoria no es solo

aquello que pragmáti-camente hicimos, sino aquello que creemos que hemos hecho e, incluso, aquello que hubiéramos deseado hacer. Somos, indiso-ciablemente unidos, nosotros y nuestro mi-to. Y no sabemos qué

es más “verdad”. Del mismo modo en que no sabemos qué es más “realidad”, si aquello que ocurre en nuestra conciencia de vigilia o aquello que ocurre en nues-tros sueños.

Explica que tanto la literatura como la pintura inauguran un “juego de sinceridades y enmascaramientos”: ¿cree que ocurre lo mismo con la filosofía?

Rafael Argullol (1949), profesor en la Universi-dad Pompeu Fabra de Barcelona y catedrático de Estética y Teoría de las Artes, es uno de los ensayistas (La atracción del abismo, El Héroe y el

Único), narradores (Devalú o el dolor, La razón del mal) y poetas (El afilador de cu-chillos, El poema de la serpiente) más re-conocidos de la escena cultural española y europea. Sus obras, además de encerrar una brillante altura erudita, atesoran una calidad en su prosa irresistible tanto para especialistas como para legos, lo que con-vierte a sus numerosos libros en referen-tes estilísticos de muy placentera lectura. Argullol es, sin duda, un clásico contem-poráneo. Hablamos con él sobre filosofía y arte con ocasión de la publicación de su último ensayo en Acantilado: Maldita per-fección. Escritos sobre el sacrificio y la celebra-ción de la belleza.

Comienza Maldita perfección con una apelación al dictado délfico “conócete a ti mismo”. Un verbo, “co-nocerse”, que propone complementar con “reflejarse”. ¿Qué encierra el arte del autoconocimiento? ¿Es lo mismo conocerse que verse reflejado?Creo que de la misma manera que es imposible reflejarse, también es imposi-ble conocerse en términos absolutos. Si fuéramos un único rostro o si fuéramos un único yo quizá fuera posible este tipo de realización, pero como estamos cons-tituidos de muchos rostros y albergamos

8 ■ FilosofíaHoy

“Nuestra memoria no es solo lo que hicimos,

sino lo que creemos que hemos hecho y lo que desearíamos hacer”

ARGULLOL

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el Arte como viAje (Al interior)En su obra La atracción del abismo (Acantilado, 2006), Argullol afirma que aquella necesidad de los románticos por la “pintura de paisaje” respondía, a su vez, a una necesidad por comprender y apre-hender la Naturale-za. Pero no solo.

“Como ya apuntaba con insistencia Leo-nardo Da Vinci en su Tratado de pintura, el auténtico arte es, simultáneamente, un viaje exterior y un viaje interior. El artista es un mediador, es aquel que hace visi-ble lo invisible. Simé-tricamente, también es aquel que, a través de formas visibles, nos permite el acceso hacia lo invisible. No únicamente el Romanticismo,sino toda la gran pintura europea se ha basado en esta dialéctica. Los grandes paisajes de Caspar David Frie-drich, por ejemplo, son paisajes físicos y paisajes del alma. El caminante sobre el mar de nubes es una visión abismática del propio yo. Y algo semejante podemos afirmar respecto a El monje mirando al mar. Friedrich aseguraba que el ojo más fiel es el ojo espiritual. En el campo poético Novalis decía que el verdadero viaje es siempre un viaje hacia el interior”.

FilosofíaHoy ■ 9

“Es imposible conocerse en términos absolutos“

ARGULLOL

La atracción del abismoAcantilado

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ENTREVISTA

Sí, indudablemente. Es un gran error creer que la filosofía es el paso del mito al logos, como se enseña en las escuelas. La filosofía es la búsqueda de construcción de un logos a través de muchos mitos. Es como si la araña buscara el centro sin re-currir a la tela que ha tejido, sería imposi-ble. La conciencia es imposible sin la red formada por los mitos. Y en igual direc-ción podemos decir que no existe posibili-dad de pensamiento si no es en el bosque de las sensaciones, en el que hay tanto ca-muflajes como desenmascaramientos.

¿En qué se diferencian arte y filosofía?Diría que, también al contrario de lo que nos enseñaban en la escuela, hay líneas paralelas que sí, en la última lejanía, co-inciden en un punto. Arte y filosofía coin-ciden en la interrogación del misterio. En el camino, sin embargo, parece que vayan por vías distintas, una, la filosofía, a través de los conceptos, otro, el arte, a través de las imágenes. En mi ca-so, he tratado de apo-yarme en ese punto de conciliación al que acabo de aludir. Por eso en mi escritura he necesitado continuamente transformar los conceptos en sensaciones y narracio-nes y las imágenes, en pensamientos.

Al final de Maldita perfección escribe un elogio de la poesía como un arte vincu-lado al silencio. Escribe que el poeta es “el maestro del eco”, de quien sabe recoger los frutos del silencio. También la filosofía, como la lechuza (en expresión de Hegel), emprende su vuelo al atardecer, cuando el resto de disciplinas se han retirado. Si igno-ramos ahora los dictados platónicos, ¿ofre-ce la poesía algún tipo de conocimiento?A lo largo de mi trayectoria literaria he escrito tanto desde el ruido como desde el silencio. A veces lo narrativo, e incluso lo ensayístico, se mueve necesariamente

en el ruido de la actualidad. Esto pro-porciona un conocimiento que, aunque sea transitorio, nos ayuda a navegar de puerto en puerto. El conocimiento que ofrece lo poético, tal y como yo lo entien-do, es un conocimiento más cercano a lo esencial, a lo permanente. A través de él navegamos menos en distancia, pero nos sumergimos en aguas más profundas.

En lo tocante al arte existen varios conceptos que se consideran clave. Entre ellos, quizá el más difuso, controvertido o indefinible sea el de la inspiración. ¿En qué consiste esta suerte de roce con las musas? Creo que puede desglosarse en dos mo-vimientos: el primero sería colocarse en estado de predisposición, de estar abierto a los experimentos de la existencia; el se-gundo es sencillo de enunciar pero difícil de llevar a la práctica y se puede resumir

en la definición que Baudelaire dio, preci-samente, de inspira-ción: trabajo, trabajo y más trabajo.

Cuando escribe sobre autorretratos en Maldita perfección explica que, en algunos

de ellos, se palpa con especial facilidad el “combate solitario” del artista en el desempeño de su labor. ¿Hasta qué punto es el arte una construcción social, y no solo individual?En la época moderna, desde el Renaci-miento, el arte es social en cuanto que refleja el esfuerzo individual por dar res-puesta a preguntas universales. Me da la impresión de que la cuestión no radica en la sociabilidad o individualidad del arte, sino en la capacidad que este puede tener para expresar lo universal a través de lo particular, lo eterno a través de lo fugaz, y la totalidad a través de lo fragmentario.

La filosofía siempre ha intentado encon-trar, a través de la estética, desde Platón

a Kant, hasta llegar a la actualidad, un patrón de “belleza objetiva”. ¿Cree que es posible hacer objetivo el gusto estético? Y si tenemos en cuenta los dictados más contemporáneos, tendentes al de-construccionismo de Derrida, ¿cree con-veniente o adecuado que exista un “gusto objetivo” u “objetivamente mensurable”?A veces puede sorprender que lo estético fue altamente objetivo en nuestra cultura hasta el siglo XVIII y que el juicio sub-jetivo solo se impone en las dos últimas centurias. Yo soy partidario de encontrar una mediación entre lo subjetivo y lo ob-jetivo. Para definirlo de alguna manera, hablaría de una complicidad de subjeti-vidades que pueda derivar en un deter-minado consenso. El objetivismo puro lleva a arquetipos glaciales; el subjetivis-mo sin trabas, como se ha demostrado en la época contemporánea, puede llevar fácilmente al simulacro y al fraude. Rei-vindico que el artista vuelva a ser en cier-to modo un artesano. Esto quiere decir que reivindico que lo subjetivo reintegre una tradición objetiva.

En ocasiones, arte y filosofía se han fusionado de manera casi indiscernible, como en el caso de William Blake. Si acudimos a la wagneriana obsesión por el “arte total”, ¿cree que es posible una unidad total de las artes en una única pieza que, al modo en que explicaba Schopenhauer con la música, destape y explicite la “esencia de lo humano”, caso de existir algo parecido a esto último?Antes me refería a cómo estamos consti-tuidos por realidad y mito. Si esquivamos la razón pragmática, somos lo que somos y también lo que evocamos. En la historia de la cultura Occidental hay una expre-sión que, en nuestras evocaciones, repre-senta ese ideal de obra de arte total. Se trata de la tragedia griega. A la tragedia, sea históricamente cierto o no, le otorga-mos una capacidad de integración de los lenguajes artísticos y, lo que es más im-portante, una unificación de lo sensitivo y de lo verdadero. Todo arte que aspira a entrañar esta unificación sería, por así decirlo, una manifestación de obra total.

Para terminar, en el capítulo El gran hechizo menciona al protagonista de La flauta mágica (Hans Castorp), una novela (o tratado filosófico en forma de novela) en la que cobra especial relevancia el paso del tiempo. ¿Estima que el arte en general, y la pintura en particular, nos ofrece una expe-riencia temporal genuinamente propia?No sé en otras tradiciones, como la de la metafísica hindú, pero en la nuestra estoy convencido que todo nuestro arte es una captación de la muerte y una protesta contra la muerte. En el mismo momento en que el hombre adquiere conciencia del tiempo, que es el sendero hacia la muer-te, adquiere conciencia de la necesidad de revelarse contra él. El arte, con sus distin-tas máscaras, es el fruto de esta rebelión. ■ Texto: Carlos Javier González Serrano. Fotografías: Tamara Djermanovic

“Reivindico que el artista vuelva a ser, en

cierto modo, un artesano, que lo subjetivo reintegre

una tradición objetiva“

Maldita perfección Acantilado

Visión desde el fondo del mar Acantilado

El afilador de cuchillos (un poema) Acantilado

La razón del mal Planeta DeAgostini

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