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RAFAEL ORTIZ RINCON
COREGUAJES
ENTRE GRITOS DE DOLOR Y
SOLLOZOS DE IMPOTENCIA
www.orticonescritor.com
Los días pasaron tranquilamente cuando intempestivamente
llegó la noticia, que al padre Chepe lo habían asesinado al ir a
realizar unos asuntos de la parroquia en el trayecto a Palma
Verde, cinco tiros le contaron en su cuerpo; la conmoción,
tristeza y angustia de los habitantes del Melón fue
conmovedora, el silencio de sus habitantes demostraba el dolor
por la cruel muerte, más aún por la forma tan despiadada que
utilizaron los sicarios para asesinar a su pastor; con él se fue
“una esperanza de paz en un caos de impunidad”. El pretexto
de su vil crimen era por estar jugando entre dos corrientes, se
les olvidó a los criminales que él como representante de la
iglesia, tenía el deber moral de escuchar a todos los que se le
acercaran para confesar sus secretos.
Como Cristo, sangra nuestra patria por todos sus costados y
las heridas cada día se abren más para dolor y sufrimiento de
nuestro pueblo, porque como dijo Jesús, “los sepulcros
blanqueados” reflejan en su rostro el signo de la muerte. Un
nuevo manto de impunidad se suma a tantos crímenes sin
resultados de la justicia, seguimos clamándola embelesados
por las promesas de los gobernantes de turno y la burla para
con un pueblo creyente en falsas ilusiones, que lo que
consiguen cada día más, es empeorar y estimular la violencia.
Al conocer la noticia, los coreguajes se reunieron para analizar
los últimos hechos sucedidos, que presagiaban una arremetida
más violenta contra los campesinos de la región; por lo tanto,
debían estar alertas y si era posible contactar a Abanico para
hacerles frente en caso de alguna incursión. Andrés se quedó
pensativo un buen rato, después de este intervalo manifestó a
sus amigos que posiblemente el Padre Chepe, fue asesinado
por el fracaso del tal espíritu maligno, que no era más que un
burdo montaje de ciertos terratenientes para usurpar las tierras
de los campesinos de la región.
- Las represalias las veo venir por los alrededores de Valle
Escondido y La Rochela, debemos tomar las medidas de
seguridad, por si ocurre algún hecho que tengamos que
lamentar. Terminó expresando Andrés.
Encargó a Rogelio y Arsenio para que instalaran en sitios
adecuados cámaras de video bien camufladas, especialmente
en el sitio donde esporádicamente aterrizan unos helicópteros
al parecer militares, para estar alerta.
La tranquilidad reinó en la región del Melón unos veinticinco
días, las personas prácticamente se habían olvidado del crimen
del Padre Chepe y siguieron comportándose tranquilamente sin
ninguna prevención.
Un grupo de campesinos colindantes con Valle Escondido,
interesados en el Proyecto Cooperativo le solicitaron a
Samantha que si podría dictarles una capacitación sobre el
Cooperativismo; ellos le cubrirían los honorarios requeridos.
Después de consultar con Andrés, le manifestó que la decisión
era de ella, pero que él no estaba de acuerdo que fuera, porque
para ese día no podía acompañarla; si se decidía, tendría que
ir por lo menos con Natalia y la Chiqui. Ante tal disyuntiva, no
podía defraudar a los campesinos de esa región, que querían
seguir el ejemplo de la creación de cooperativas, por lo que les
manifestó que contaran con ella, que les dictaría la
capacitación.
Andrés previno a Samantha diciéndole que, si se presentase
alguna urgencia, la Chiqui era la encargada de buscarlo. No le
ofrece más hombres que la acompañen, puesto que están en
la expectativa, por si ocurre un hecho grave en esos contornos.
- De todas maneras, como te lo dije antes no me parece que
vayas a dictar ese curso, me preocupa la relativa tranquilidad,
eso puede ser señal de algo grave; en mi opinión es mejor que
no vayas, esperemos una mejor oportunidad.
Era un viernes por la noche, vísperas de la ida de Samantha a
dictar la inducción de Cooperativismo en la vereda La Rochela,
municipio de Río Bravo; Andrés estaba algo nervioso, por lo
que Samantha le preguntó:
- ¿Qué te pasa?, te veo algo preocupado.
- No me gusta dejarte ir con tan poca compañía,
desafortunadamente tengo un compromiso para ese día,
precisamente en las horas de la mañana, lo que me impide
estar contigo; me sigue rondando en mi cabeza que no deberías
ir.
- Tranquilo amor, no te angusties, haré lo posible por terminar
pronto y regresar cuanto antes.
- Eso no es tan sencillo, no creas que te van a dejar venir sin
almorzar, como mínimo te invitan a un asado; los campesinos
son muy dados a la gente y con mayor razón si se trata de ti.
- Bueno, para relajarnos un poco antes de ir a dormir, ¿por qué
no nos tomamos unos vinos? Expresó Samantha.
Se ubicaron en la sala pequeña contigua al comedor para libar
unas cuantas copas; el sitio era más íntimo.
- Magnífica propuesta, trae los vasos, yo traigo el vino.
- Por lo menos necesitamos dos botellas. Dijo Samantha.
En ese momento apareció Pablo que iba para la habitación, lo
vio Andrés y lo llamó.
- Ven para que hablemos un poco; ya entrados en materia
brindemos por el éxito de mañana, cada uno de nosotros
tenemos una misión diferente. Comentó Andrés.
- ¡Brindemos!
Después del brindis, Andrés le dijo a Pablo:
– Últimamente te he visto cabizbajo, como preocupado, muy
callado, como si te pasara algo. ¿Qué es lo que te angustia? No
es para entrometerme en tus problemas, pero por el aprecio
que te he tomado, si crees que nos puedes contar algo, no
temas.
– Ni más faltaba, ustedes se han convertido en todo para mí;
hay momentos de mi vida que me traen amargos y dolorosos
recuerdos.
– Cuéntanos Pablito si crees que podemos ayudarte en algo,
hazlo con confianza. Con lágrimas les relató.
- Cuando tenía ocho años de edad, vivía en una finca de
propiedad de mis padres. Un día cualquiera, no me acuerdo de
fechas, llegaron hasta mi casa un grupo de hombres armados;
sin motivo alguno asesinaron a mi papá, mis dos hermanitos
mayores y una hermanita un poco mayor que yo; mi mamá me
cogió el brazo y nos encerramos en la habitación de mis padres,
el grupo armado empezó a empujar la puerta, mi madre para
protegerme hizo que me escondiera debajo de la cama bien
contra el rincón; cuando los individuos tumbaron la puerta, lo
primero que hicieron fue disparar una ráfaga de metralleta a
mi mamá. Uno de los asesinos manifestó:
- Ya acabamos con todos estos hp.
- Se retiraron quedando muertos mis padres, mis hermanitos
y tres trabajadores que estaban cerca de la casa; esperé unos
minutos, no sé cuántos, me parecieron eternos, salí con
cuidado, pero me alcanzaron a ver, sospechaban que había
alguien escondido; al salir corriendo por los cafetales, me
dispararon y una de las balas me hirió en el hombro derecho,
afortunadamente fue en la parte donde no hay hueso, la bala
salió sin lesionar ningún órgano, corrí herido como unos tres
kilómetros hasta la casa de unos conocidos, todavía estaba de
día y al verme bañado en sangre me limpiaron la herida y me
curaron. Les conté lo que nos había pasado, estuve tres días
alojado en esa casa, me dieron un dinero que me alcanzó para
viajar hasta donde una hermana de mi mamá y allí relaté lo
que nos sucedió; no he sabido quién recogió los cadáveres y
dónde los enterraron, no me he atrevido a volver. Mi tía logró
darme educación hasta terminar el bachillerato, después de
esto resulté apto para el servicio militar, a los dieciocho meses
me dieron de baja, un amigo que salió conmigo me convidó
para el Melón y aquí estoy; lo demás lo conocen ustedes, lo
único que lamento es que no he vuelto a saber nada de mi tía
y la finca de mis padres.
Las lágrimas de Samantha y Andrés brotaron, no se atrevieron
a pronunciar palabra alguna, guardando silencio por unos cinco
minutos hasta que Andrés le expresó:
- Estamos con usted, tenga la seguridad que tan pronto
salgamos de unos asuntos de la hacienda y la región, vamos
hasta el sitio donde fue asesinada su familia y averiguamos
dónde la sepultaron. Conseguiremos un abogado que se
encargue de todo lo concerniente a esa vil y cruel masacre,
iremos hasta donde sea posible para que no quede en la
impunidad estos viles y horrendos asesinatos.
Pablo conmovido por ese gesto de solidaridad, les dio las
gracias diciéndoles que no tenía con qué pagarles tanta
generosidad. Después de terminar con la primera botella de
vino, discretamente les dijo:
– Estoy un poco cansado, me voy a descansar porque mañana
tenemos que trabajar.
Andrés y Samantha, después de intercambiar breves
comentarios sobre el diario vivir, expresaron que
permanentemente ocurren masacres tras masacres sin que se
tomen medidas dirigidas para acabar con esta violencia;
siempre ha prevalecido la impunidad con la casi total
indiferencia de las autoridades, que cada vez que ocurre una
situación de estas convocan consejos de seguridad y ordenan
hacer investigaciones exhaustivas, ofreciendo millones de
recompensas por la captura de los asesinos; en fin, solo reina
el silencio ante esta tragedia que sufre nuestro pueblo. A pesar
de todo, comentan que afortunadamente hay sectores que no
callan y muchos de ellos sacrifican sus vidas por denunciar
estos crímenes.
- Me siento asqueado de esta farsa que diariamente ocurre en
este país, comentó Andrés. Aún nos queda una botella de vino,
terminemos con ella.
Se miraron y mutuamente expresaron su amor, ella lo miraba
muy seductoramente cada vez que le hablaba, él la observaba
detenidamente admirando su belleza hasta que le manifestó:
- Me impresionas cuando me miras, con esa mirada fija y
penetrante que hace que se conturbe mi espíritu y mi cuerpo
se estremezca cuán frágil y mortal que soy, estamos unidos por
la llama del amor. Por mi parte jamás dejaré de amarte, soy
de los hombres que cuando amo lo hago con sinceridad,
respeto por quien me ofrece su amor, en prueba por lo que te
he dicho deseo casarme contigo, si me aceptas.
- Claro que sí amor, nos casamos por lo católico o por lo que
tú quieras. Lo abrazó y lo besó, besos que fueron
correspondidos apasionadamente.
- Nos casaremos por la religión que desees, no me opongo a
ninguna porque estoy totalmente de acuerdo con lo dicho por
el gran filósofo líder de un gran pueblo (Dalai Lama), que se
expresaba sobre una pregunta que le hicieron sobre cuál era la
mejor religión y él con gran humildad contestó: “La mejor
religión es aquella que te hace mejor, es la que te aproxima
más a Dios, al infinito. Te hace mejor, más humanitario, más
amoroso, más ético, más respetable, más sensible. Lo que más
me interesa es tu conducta delante de tus semejantes, de tu
familia, de tu comunidad, no hay religión más elevada que la
verdad.” Esa es mi religión: “La verdad”, de manera que tú
decides por cuál religión nos casamos, hasta en unión libre si
lo deseas. El día, la hora, el mes, eso lo dejo a tu consideración,
por mí me casaría ahora mismo. Terminó diciéndole Andrés.
Samantha con lágrimas lo abrazó, lo acarició con delicadeza
expresándole:
- Me he enamorado del mejor hombre del mundo, es lo que
pienso. En mi concepto no es fácil conocer una persona como
tú.
Ya era hora de ir a dormir, Samantha comentó que ese fin de
semana, Natalia estaba en su habitación porque tenían que
levantarse temprano, desayunar, ensillar los caballos e ir hasta
la Rochela.
- Qué contrariedad, resulta que en mi habitación le ofrecí un
lugar a Pablito, tenemos que madrugar para ir a la vereda de
Ventiaderos, así que cada uno para su camita. Sonrisas.
Era el sábado, Andrés y Pablo estaban preparando el desayuno
cuando llegaron Natalia y Samantha.
- Se nos adelantaron, siempre es bueno que de vez en cuando
los hombres cocinen. Al momento ladró la Chiqui, se lamió el
hocico como diciéndoles desayuné primero.
– Muy bien Chiqui. Se agachó, acarició su cabeza y le advirtió:
me las vas a cuidar y si llegas a notar peligro, les avisas
mediante gruñidos y ladridos, con tu cabeza las empujas para
que salgan de donde están y en seguida nos vas a buscar.
La perra ladró tres veces en señal que entendió, sus amigos
quedaron asombrados por la comunicación que había entre
ellos.
Una vez desayunaron, se despidieron con un hasta luego,
Samantha se acercó a Andrés y le dio un delicado beso en sus
labios.
Después de una hora de cabalgar, Samantha, Natalia y la
Chiqui llegaron a la Rochela. Las estaban esperando, el saludo
fue muy emotivo, dos campesinos llevaron los caballos a una
improvisada caballeriza que quedaba aproximadamente a
cincuenta metros de la enramada, les quitaron sus monturas
para que los caballos pudieran alimentarse tranquilamente y
las invitaron a desayunar, pero no aceptaron porque ya lo
habían hecho; respondieron que más bien empezaran la
capacitación para que no se les hiciera tarde.
En una improvisada enramada, se reunió un nutrido grupo de
campesinos prestos a escuchar a Samantha, era tan
interesante su exposición, que los asistentes a la capacitación
hacían sus apuntes en unos cuadernillos que llevaban; cuando
tenían alguna duda, alzaban la mano para preguntarle sobre el
tema y ella con toda la paciencia y cariño les explicaba. Con
todos estos detalles, la intervención llevaba aproximadamente
dos horas, cuando de un momento a otro la Chiqui que estaba
afuera, corrió hasta donde Samantha ladrándole varias veces;
con su cabeza empezó a empujarla y como una liebre
emprendió veloz carrera en busca de Andrés.
- Estamos en peligro, salgamos de aquí, corran, corran, Natalia
vamos por los caballos.
Cuando llegaron para ensillarlos, un campesino que corrió al
lado de ellas para ayudarles les dijo:
- Doctoras ¿por qué corremos?
– Se nos avecina algo muy grave y tenemos que huir.
De repente se oyeron gritos y disparos, un grupo de gente
armada estaba deteniendo y amarrando a los campesinos que
estaban en la capacitación; no habían entendido la advertencia
de Samantha y por eso casi todos se quedaron en la enramada.
Samantha y Natalia no tuvieron tiempo de ensillar los caballos,
trataron de correr por los matorrales, pero fueron alcanzadas
por varios hombres armados quienes las detuvieron; las
amarraron de pies y manos a dos árboles cerca de donde
estaban atados los campesinos, quedando al frente de una
especie de helipuerto que facilitaba el aterrizaje de
helicópteros; al campesino que corrió le dispararon hiriéndolo,
como no fue de gravedad, logró huir.
El grupo atacante muy bien armado, lo componían unas
cincuenta personas, que después de detener, atar y torturar a
los campesinos, esperaron a sus jefes para recibir órdenes;
minutos más tarde se escuchó un ruido de helicóptero que
aterrizó en el improvisado helipuerto, descendieron de la nave
cinco personas vestidas de camuflaje seguidas del coronel
comandante de la base del Melón, en compañía del que le
decían Ponzoña. El coronel dio unas órdenes para que varios
del grupo se retiraran en dirección a “la cocina”; quince minutos
más tarde, aterrizó otro helicóptero, se bajaron varios hombres
y de último apareció un general. El coronel se le acercó e
intercambiaron palabras, esperaron un tiempo hasta que
llegaron varios militares con unos bultos que los distribuyeron
en los helicópteros. Los cincuenta hombres se dividieron en dos
grupos, uno de ellos de aproximadamente quince personas se
quedó al lado de los campesinos y el otro se retiró a cumplir
otras órdenes que les habían dado el general y el coronel; antes
de partir, el general les dijo a los que se quedaron:
- A las mujeres disfrútenlas, una vez que ustedes se diviertan
no queremos que quede rastro alguno; nos han reconocido y
no queremos problemas. Manifestó el coronel Karl Castañesa.
Complementó el general Marlon Montillano:
- Hay un río cerca, es buena comida para los peces.
Los bultos introducidos en los dos helicópteros contenían
cocaína que habían traído de “la cocina”. Un campesino que
estaba atado cerca del general gritó: - ¿Qué hemos hecho para
que nos vengan a matar?
El general les respondió: - Está muy alzadito. Sacó la pistola
de su funda y le propinó tres tiros.
Otro campesino que estaba cerca le gritó: - ¡No nos asesinen!
El coronel se le acercó, sin mediar palabra alguna desenfundó
su pistola y le disparó dos tiros gritando: - ¿Quién quiere más?
Una vez partieron los helicópteros, quince de los asaltantes se
quedaron en el sitio donde estaban amarrados los campesinos,
los demás partieron hacia otras fincas cercanas. Antes de
empezar la matanza, de sus morrales sacaron unas botellas de
licor que bebieron rápidamente, no se sentían capaces de
matar a sangre fría; el sicario que tenía la motosierra se le
dificultaba prenderla, los aguardientes le estaban haciendo
efecto. Ante este cruel drama, solo se escuchaba sollozos de
impotencia y gritos de dolor por las torturas a que estaban
siendo sometidos.
Andrés y sus amigos partieron rumbo a un sitio cerca de la
vereda la Rochela conocido como “la cocina”, donde había un
amplio y bien construido laboratorio para procesar cocaína
difícil de localizar. Gracias a la inteligencia desarrollada por los
coreguajes, lograron ubicarlo y se dirigieron hacia ese lugar,
tenían conocimiento que próximamente iba a salir un gran
cargamento hacia el exterior. La misión era inyectarles a esos
paquetes de droga, unos dispositivos ultra sensoriales de alta
gama, muy potentes, creados por Andrés, que se mimetizaban
con la droga, permitiendo su fácil localización a través del
satélite. Para lograr introducirse hasta donde se estaba
procesando la cocaína, esperaban que llegara un contacto para
intercambiarse con Pablo; muy puntual llegó donde habían
quedado de esperarlo y como éste era de las mismas
características morfológicas de Pablo, daba la seguridad de que
no sospecharían el cambio.
Pablo con gran aplomo entró al laboratorio, siguió las
indicaciones del contacto, llegó al sitio donde estaba la cocaína
y con gran destreza introdujo en varios paquetes cuatro
potentes dispositivos; después de esta operación, salió
tranquilamente hasta donde lo estaban esperando y les dijo:
- Todo listo. Devolvió el sombrero y el pasamontaña al
contacto. Vaya con toda tranquilidad, nadie se dio cuenta de lo
que hicimos.
Rogelio se acercó al contacto expresándole:
- Tenga la seguridad que le cumpliremos con lo prometido. Esté
pendiente de cualquier movimiento, nos vemos donde siempre,
a la misma hora en tres días.
¡Gracias por leer!
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