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1 EJEMPLOS DE PREGUNTAS. CURSO 2013/14. Ramón Mª del Valle-Inclán, Luces de bohemia Confeccionadas por los/as alumnos/as de 2º Bachillerato A: Cristina Albero, Silvia Ballester, Mireia Calero, Zaida Ferrando, Anna Payà, Vicente Javier Puerto, Mamuni Sidi y Verónica Valero.

Ramón Mª del Valle-Inclán, Luces de bohemia · PDF file3 piezas teatrales Farsa infantil de la cabeza de dragón y Farsa y licencia de la reina casta, en la que aparecen también

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EJEMPLOS DE PREGUNTAS. CURSO 2013/14.

Ramón Mª del Valle-Inclán, Luces de bohemia

Confeccionadas por los/as alumnos/as de 2º Bachillerato A:

Cristina Albero, Silvia Ballester, Mireia Calero, Zaida Ferrando, Anna Payà, Vicente Javier

Puerto, Mamuni Sidi y Verónica Valero.

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1) Evolución de la obra de Valle-Inclán. Justifica su inclusión de Luces de

bohemia en la etapa que le corresponda.

Ramón María del Valle- Inclán (1866-1936) fue uno de los escritores más importantes del

Modernismo y de la Generación del 98. Su obra evoluciona desde un interés en lo puramente

estético hasta una literatura que irá más allá de la crítica social. La obra literaria de Valle-Inclán es

susceptible de dividirse en tres etapas:

a) Etapa modernista (1895-1905). Siguiendo la tendencia del momento, Valle se sumó al

Modernismo al inicio de su producción literaria. En sus obras mezcla de manera perfecta lo real y lo

legendario, lo artístico y lo popular. En esta etapa destacamos sus Sonatas (Sonata de otoño, 1902;

Sonata de estío, 1903; Sonata de primavera, 1904; Sonata de invierno, 1905). En estas novelas,

Valle-Inclán nos ofrece una visión artística de la excelencia, con un gran peso romántico. Debido al

predominio del esteticismo, son el reflejo de un tiempo y una moda literaria.

b) Etapa de transición (1907-1920). Poco a poco, el presente histórico y la realidad

sociopolítica se imponen al autor y harán que Valle-Inclán se aproxime hacia las inquietudes de los

hombres del 98. Dentro de esta etapa de transición podemos diferenciar dos ciclos:

—El ciclo mítico se constituye por obras que resaltan la importancia de lo irracional. Valle-

Inclán, en contra del teatro burgués, creó obras con un sentido dramático universal. El escenario

principal es una Galicia rural, oscura y ancestral, y los personajes son extraños tarados y violentos.

A este periodo corresponden las dos trilogías Comedias Bárbaras (1907-1922), piezas teatrales

donde el autor nos presenta un mundo dominado por la miseria y la brutalidad, y La Guerra carlista

(1908-1909), novelas en las que encontramos precedentes del esperpento.

—El ciclo de la farsa se compone de obras situadas en el siglo XVIII, época muy apreciada

por los modernistas. El autor refleja de este modo la realidad que le gustaría para su tiempo. Valle

introduce rasgos sentimentales que se complementan con otros de carácter grotesco. Como

consecuencia, las obras adquieren un tono tragicómico, que es el sello de este ciclo. Destacan las

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piezas teatrales Farsa infantil de la cabeza de dragón y Farsa y licencia de la reina casta, en la que

aparecen también elementos propios del esperpento.

c) Etapa del esperpento (1920-1936). A partir de 1920 la obra de Valle se centrará en la

denuncia de un mundo dominado por lo deforme y lo absurdo, con un lenguaje también deformado.

Este cambio ideológico y estético aparece ya en el drama Divinas palabras (1920), obra que vuelve

a ambientarse en el mundo rural gallego, caracterizado por lo deformidad, la brutalidad y el

desgarro. Sin embargo, será Luces de Bohemia (1920-1924) la obra que inaugure definitivamente el

esperpento, género literario creado por Valle-Inclán que deforma sistemáticamente la realidad,

recargando sus rasgos grotescos y absurdos, a la vez que se dignifica artísticamente el lenguaje

coloquial y desgarrado. A este ciclo pertenecen también otras piezas teatrales como Tablado de

marionetas (1927) y Martes de carnaval (1930). En el ámbito de la novela son Tirano Banderas

(1926) o el inconcluso ciclo de El ruedo ibérico (1927-1936) las obras representativas de esta nueva

estética.

Por tanto, Luces de Bohemia es una obra profundamente renovadora desde el punto de vista

teatral y muy crítica desde el punto de vista social. En ella, Valle-Inclán cuestiona los puntos más

polémicos de la España de su tiempo, la cual veía, al igual que los intelectuales de su época, con un

gran pesimismo. Era la España de la Restauración, el caciquismo y “el desastre del 98”.

De este modo, podemos comprobar cómo Valle-Inclán evoluciona desde un Modernismo

elegante y nostálgico por los tiempos pasados hasta una literatura de hondo contenido crítico,

basada en la distorsión de la realidad: el esperpento. Consecuentemente el entierro de Max Estrella,

en Luces de Bohemia, es también el entierro del Modernismo y de su “inutilidad”.

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2) Luces de bohemia en el contexto histórico y literario de su época.

Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936) inicia su carrera literaria tras el denominado

desastre del 98, fecha en la que se pierden las últimas colonias españolas (Cuba, Filipinas y Puerto

Rico). España era en aquel tiempo un país rural con una industrialización creciente en escasos

focos, unos altos niveles de analfabetismo, unos salarios terriblemente bajos y un gran conflicto

social al que el régimen político de la Restauración ya no podía dar una respuesta satisfactoria.

Valle-Inclán publicó por entregas la primera versión de Luces de bohemia en 1920 en la

revista España. Más tarde, en 1924, la obra apareció en forma de libro con notables ampliaciones y

cambios. A pesar de su relevancia, la dificultad escénica que entrañaba imposibilitó la

representación del drama hasta 1968, año en que se estrenó en París, en francés. En España conoció

un estreno ese mismo año, en Sabadell, y en 1970 otro, el más representativo, en Valencia.

Frente a otras obras literarias más “elitistas” (como las del Modernismo), Luces de Bohemia

es una obra de su tiempo: retrata el estado de degradación de la Restauración, un sistema político

bastante longevo, que se caracterizaba por la alternancia pacífica en el poder de los dos partidos

mayoritarios, el liberal y el conservador. Este régimen acabó produciendo un sistema corrupto y

caciquil donde el movimiento obrero no tuvo fácil la entrada y donde el fraude electoral era muy

común. Ante esta situación, la monarquía promovió el golpe de estado de Primo de Rivera en 1923.

Sin embargo, este cambio no sirvió para mejorar la situación social y política, de modo que, tras la

dictadura (o “dictablanda”, como también se la llamó), la monarquía desapareció y se proclamó la II

República (14 de abril de 1931).

En su pieza teatral, Valle-Inclán nos aproxima a la vida bohemia. La bohemia había sido

para muchos artistas de fin de siglo más que un simple modo de vivir: fue una forma de entender el

arte y la vida; fue una época heroica, donde con orgullo aristocrático se confinaba el Arte al mundo

de la Belleza. Ese es el mundo de Max, pero este mundo en 1920 ya no tiene sentido. Luces de

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bohemia es, pues, una particular queja de este universo ya consumado. Junto a la crítica al mundo

artístico, en la obra destaca también la crítica a una realidad política, social y económica que estaba

destinada a periclitar y que, dentro del contexto europeo, era una realidad anticuada y

subdesarrollada. Las críticas hacia el contexto histórico recorren toda la obra tanto en la visión de

un Madrid a un paso del alzamiento popular como en los personajes trágicos, ridículos y

convertidos en títeres.

En lo que respecta al contexto cultural de la época, el esperpento de Valle convive con otras

muchas fórmulas de hacer teatro:

a) la comedia burguesa, cuyo principal representante es Jacinto Benavente con obras como

La cena de las fieras o Los intereses creados;

b) el drama poético en verso, que mezcla el Romanticismo con el modernismo, donde se

encuentran autores tan importantes como Eduardo Marquina y Francisco Villaespesa;

c) el teatro cómico, creado únicamente para entretener al publico mediante un humor facilón

y burlesco y de juegos de palabras;

d) o las producciones del 98 que probaran suerte con un teatro no siempre comprendido y

apoyado por el público donde destacan autores como Unamuno, Jacinto Grau y Azorín.

Leída con atención, Luces de bohemia es la parodia de muchas de estas fórmulas y, también,

la superación de todas ellas.

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3) Características del esperpento y su reflejo en Luces de bohemia.

Valle-Inclán publicó por entregas la primera versión de Luces de bohemia en 1920 en la

revista España. Más tarde, en 1924, la obra apareció en forma de libro con notables ampliaciones y

cambios. A pesar de su relevancia, la dificultad escénica que entrañaba imposibilitó la

representación del drama hasta 1968, año en que se estrenó en París, en francés. En España conoció

un estreno ese mismo año, en Sabadell, y en 1970 otro, el más representativo, en Valencia.

El esperpento de Valle-Inclán no es solo un género literario, sino una estética y una visión

del mundo, a la cual llega el escritor desde unas concretas circunstancias históricas españolas y una

determinada posición crítica. Es, por tanto, una parodia del sentido de la vida y una manera grotesca

de dar forma a la tragedia nacional.

Considerada como la primera manifestación de la estética del esperpento, en Luces de

bohemia hallamos la primera definición de esta corriente estética (escena XII). Mientras Max

Estrella agoniza, explica que la tragedia española no es tragedia en el sentido clásico, sino que se

expresa a través de una «estética sistemáticamente deformada», que ya había utilizado Goya en sus

pinturas: «Los héroes clásicos han ido a pasearse en el Callejón del Gato”, una callejuela madrileña

cuyas paredes lucían espejos cóncavos y convexos que distorsionaban las imágenes que reflejaban.

Con esto, Valle intenta dar una idea de qué pretende con el esperpento: reflejar la realidad

como si se la colocara delante de un espejo cóncavo, de esta forma algo trágico se convierte en

grotesco y ridículo.

Según Valle-Inclán, hay tres maneras de ver el mundo desde un punto de vista estético. En

primer lugar, estaría la Tragedia, en la cual los espectadores contemplan desde abajo a los

protagonistas de las historias, que suelen ser héroes, como por ejemplo, en el teatro griego. En

segundo lugar, encontramos el Drama y la Comedia en el que los espectadores están al mismo nivel

que los personajes de la historia y por tanto se pueden identificar con ellos. Aquí se enmarcaría todo

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el teatro moderno y contemporáneo (desde el renacentista y barroco hasta el de los siglos XIX y

XX). Por último, estaría el esperpento, creado por Valle-Inclán, donde los espectadores observan a

los personajes, ridículos y grotescos, desde arriba, y por lo tanto no pueden identificarse con ellos.

Estos personajes representan la miseria moral al ser vistos como seres inferiores.

La estética del esperpento se cristaliza en diversas formas en Luces de Bohemia.

Por un lado, en el comportamiento y la descripción de los personajes: don Latino,

animalizado como un perro, es mezquino; Zaratustra es un fantoche; los modernistas, unos

impertinentes, meros imitadores de Rubén Darío, también animalizado como un cerdo triste; el

empeñista se muestra indiferente ante la muerte del niño; el borracho del bar de Pica Lagartos se

burla de todo; y Basilio Soulinake resulta ser una persona insensible en la escena del velatorio.

Por otro lado, en la descripción de los lugares donde se desarrolla la acción: la librería de

Zaratustra es una cueva; la buñolería, antro; el calabozo, la antesala del Infierno.

Sin duda, uno de los recursos más significativos del esperpento en Luces de Bohemia es la

deformación del lenguaje. Los personajes han abandonado la exquisita lengua modernista para caer

en un habla expresiva y singular, fruto de la fusión del habla más culta y la más vulgar

(encontramos voces de todos los sectores de la sociedad). En los diálogos se emplea un léxico

degradante, lleno de vulgarismos propios de Madrid (“naturaza”) y otros de uso más extendido,

como “cuála”. También se usan giros expresivos, sorprendentes y humorísticos (“cráneo

privilegiado” (sic)), gitanismos (“gachó”) y reducción de palabras como “Don Latí”.

Este rasgo lingüístico sirve de envoltura a un tono humorístico y disparatado, así como a la

crítica a la religiosidad tradicional y vacía.

Aunque Valle-Inclán no quiso escribir una tragedia, lo evita conscientemente al decidir que

Max muera en la escena XII, contraviniendo el habitual clímax final de la tragedia clásica; sin

embargo, sí queda en el lector/espectador un poso trágico.

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4) Luces de bohemia y la realidad política y social.

Valle-Inclán publicó por entregas la primera versión de Luces de bohemia en 1920 en la

revista España. Más tarde, en 1924, la obra apareció en forma de libro con notables ampliaciones y

cambios. A pesar de su relevancia, la dificultad escénica que entrañaba imposibilitó la

representación del drama hasta 1968, año en que se estrenó en París, en francés. En España conoció

un estreno ese mismo año, en Sabadell, y en 1970 otro, el más representativo, en Valencia.

En Luces de bohemia, Valle-Inclán lleva a cabo un retrato sórdido de diferentes estratos de

la sociedad madrileña y española del momento. El itinerario nocturno de Max Estrella nos sirve de

muestrario de una sociedad decadente, con una clase dirigente corrupta e incompetente.

Desde el punto de vista político, las críticas del escritor van dirigidas al sistema político de

la Restauración, que abarcó cincuenta años de la historia de España (1874-1923). Durante este

periodo, la dirección de la nación pasaba alternativamente de manos de los liberales a los

conservadores y el papel de los partidos menos acomodados tanto de derechas (carlistas) como de

izquierdas (republicanos, socialistas…) tenía un carácter marginal

El anquilosamiento y la inoperancia del sistema eran evidentes a principios del siglo XX. El

caciquismo, la corrupción, el nepotismo y la injusticia social encontraron su réplica en el aumento

de la tensión social y la violencia. Por no hablar del efecto en la conciencia nacional del desastre del

98 y las funestas campañas de la guerra de Marruecos.

En la obra, la crítica al sistema político se muestra mediante referencias burlescas a políticos

de la época, como García Prieto, Maura o el conde de Romanones (todos ellos presidentes en algún

momento del Consejo de Ministros); y alusiones a la represión policial dirigida por el Ministerio de

Gobernación. Actos como el VI (encuentro entre Max y Mateo, el anarquista catalán, en una celda)

o el XI (el espectáculo de la madre con su niño muerto en brazos) ilustran perfectamente la

situación de esos años y despiertan en lectores y espectadores el recuerdo de la Semana Trágica de

Barcelona, las huelgas generales o la Revolución Rusa. Como contrapunto a esta insurrección

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popular, en Luces de bohemia también se mencionan los colectivos defensores de la patronal y la

Restauración, como la Acción Ciudadana (citada en el la escena III).

El dramatismo de estas escenas socava el espíritu de Max Estrella. Involuntario testigo de

los acontecimientos, llega a afirmar, apesadumbrado, pesimista, que «La Leyenda Negra, en estos

días menguados, es la Historia de España» (Acto XI).

De este modo debía de sentirse Valle-Inclán, cuyo credo político se iría matizando a lo largo

de los años. Durante gran parte de su vida se había alineado con la causa carlista en su nostalgia por

una época anterior de valores nobiliarios y cristianos. Este deseo de vuelta al Antiguo Régimen

suponía un profundo rechazo al materialismo burgués y capitalista y a la corrupción sistemática de

la Restauración. De ahí que, en las últimas décadas de su vida, no viese con malos ojos el

radicalismo anarquista y la acción de otros movimientos obreros en tanto en cuanto posiciones

ideológicas contrarios al estado burgués.

Mediante la odisea nocturna de Max y Latino, se nos muestran ambientes de todo tipo: la

humilde buhardilla de Max y su familia, la librería de Zaratustra con sus intelectuales de medio

pelo, la taberna de Pica Lagartos, la buñolería modernista, el Ministerio de Gobernación y sus

calabozos, la oficina del Ministro, el Café Colón… Y, en ellos, moviéndose personajes de las clases

altas y bajas, aunque especialmente las mas bajas.

A excepción del anarquista asesinado con la excusa de su intento de fuga o la madre del

niño muerto, ambos revestidos de cierta dignidad, todos los personajes son víctimas de la

degradación moral que les impone su pobreza. Se muestran interesados y mezquinos, como se

comprueba perfectamente en la actitud de Latino, Pica Lagartos o La Pisa Bien, por ejemplo.

Luces de bohemia retrata una España ignorante, retrasada y primitiva, cuyos valores se fían

a una religión superficial y folclórica, cuya cultura tiene sus símbolos en una Academia

desprestigiada, unos modernistas trasnochados y una bohemia agonizante, y cuyo timón es

manejado por los incompetentes y corruptos políticos. En suma, y citando palabras de Max estrella,

España deviene en «una deformación grotesca de la civilización europea».

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5) Modernismo y 98 en Luces de bohemia.

La crisis de fin de siglo en España dio lugar a dos movimientos: el Modernismo y la

Generación del 98. Esta diferenciación ha sido a veces muy discutida. Para una parte de la crítica

existe un único movimiento literario, el Modernismo, que es la expresión del cambio de sensibilidad

en la cultura española de fin de siglo. Para otros, en cambio, aunque modernistas y noventayochistas

pertenezcan a una misma generación histórica, existen diferencias suficientes entre ellos como para

no incluirlos en el mismo movimiento: el Modernismo se asocia con la preocupación estética y el

refinamiento y la Generación del 98 con una orientación más intelectual y filosófica (el problema

existencial, el tema de España). Lo que es evidente es que los autores más importantes de estos años

(Machado, Azorín o el propio Rubén Darío) militan a menudo en ambos movimientos.

Valle-Inclán es uno de estos autores cuya producción literaria evoluciona de un Modernismo

inicial a una posición de crítica social que lo emparentan con los postulados de la Generación del 98

(para más datos, véase la pregunta 1).

El momento en que el autor gallego cambia su manera de reflejar la realidad se da con la

publicación Luces de bohemia, cuya primera versión apareció en 1920 en la revista España. Más

tarde, en 1924, la obra se editó en forma de libro con notables ampliaciones y cambios. A pesar de

su relevancia, la dificultad escénica que entrañaba imposibilitó la representación del drama hasta

1968, año en que se estrenó en París, en francés. En España conoció un estreno ese mismo año, en

Sabadell, y en 1970 otro, el más representativo, en Valencia.

Luces de Bohemia es una obra que presenta numerosos rasgos tanto del Modernismo como

de la llamada Generación del 98. Podríamos decir que hay dos etapas dentro del Modernismo: una

primera muy vital, sensorial, interesada por lo aristocrático y lo oriental, y muy colorista que apenas

se ve reflejada en esta pieza teatral; y una segunda etapa mucho más existencialista, pesimista y

nihilista que es la realmente bohemia, y por tanto, la que se ejemplifica en esta obra.

Las características apreciables del Modernismo en Luces de Bohemia son las siguientes:

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a) Destacan las acotaciones tan literarias que hacen de Luces de Bohemia una obra casi

irrepresentable. Se describen sensaciones y olores o situaciones que no pueden representarse sobre

un escenario, de ahí que esta obra se califique como una “novela dialogada” o un “guion

cinematográfico”. Se emplea en estas acotaciones un lenguaje cuidado, culto, refinado, muy

sensorial y lleno de cultismos o incluso neologismos, que contrasta contrasta claramente con el

lenguaje puramente coloquial y vulgar de muchos diálogos.

b) Hallamos un gran número de escenas triviales y situaciones absurdas o irrelevantes, que

generan desconcierto en el lector.

c) Por último se destaca la admiración que siente Valle-Inclán hacia todo el mundo

moderno, cosmopolita y urbano. De esta manera se entienden las referencias continuas a ciudades

como París o Londres.

En lo que respecta a su vinculación con los rasgos de la Generación del 98, podemos

destacar los siguientes aspectos:

a) En los diálogos se emplea un lenguaje vulgar, muy coloquial, que contrasta con el alto

grado de refinamiento que alcanzan las acotaciones literarias.

b) Aparece la preocupación por grandes interrogantes que el ser humano, desde un punto de

vista existencialista, puede llegar a plantearse: la fugacidad de la vida, la cercanía de la muerte, el

veloz paso del tiempo...

c) Se observa una crítica negativa a la degradación moral, social y cultural que vive la

sociedad española de principios del siglo XX. La sociedad española de los años 20 está sumida en el

oscurantismo religioso, los abusos de poder de los políticos y la ignorancia de un pueblo que

detestaba la cultura y la inteligencia. Esto es precisamente lo que critica Max Estrella, quien

representa la evolución de su autor desde las posturas bohemias del Modernismo al compromiso

activo con los más desfavorecidos.

De este modo Luces de bohemia se concibe como el reflejo de la conciencia del propio

Valle-Inclán: la evolución desde las frivolidades Modernistas hacia una literatura comprometida.

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6) Los personajes de Max Estrella y Don Latino en Luces de bohemia.

Valle-Inclán publicó por entregas la primera versión de Luces de bohemia en 1920 en la

revista España. Más tarde, en 1924, la obra apareció en forma de libro con notables ampliaciones y

cambios. A pesar de su relevancia, la dificultad escénica que entrañaba imposibilitó la

representación del drama hasta 1968, año en que se estrenó en París, en francés. En España conoció

un estreno ese mismo año, en Sabadell, y en 1970 otro, el más representativo, en Valencia.

Los personajes de Luces de bohemia, más de cincuenta, responden a una variada tipología.

En su intención de evocar la vida bohemia, Valle-Inclán introduce en la obra algunos personajes de

la vida real, con su propia identidad (Rubén Darío) o bajo una ficticia: el caso más evidente es el del

propio Max Estrella y de su esposa, madama Collet, inspirados en el escritor Alejandro Sawa,

paradigma de escritor bohemio y poeta maldito, marginal e ignorado por la cultura oficial, y su

mujer, Jeanne Poirier.

También aparecen personajes reales por alusión —Maura, Romanones, Castelar—

respondiendo al deseo de anclar la acción en la realidad de su tiempo; mientras que otros son

puramente ficticios: la Pisa Bien, el Rey de Portugal, La Lunares… y el Marqués de Bradomín,

personaje de Valle-Inclán (de quien se presenta además como trasunto) protagonista de las Sonatas.

En el grupo de los personajes de ficción también hay que incluir a los arquetípicos o genéricos (el

Sereno, los Guardias…), los colectivos (los Epígonos del Parnaso Modernista, el coro de voces de

la escena XI…) y hasta personajes animales: los de la librería de Zaratustra.

De los personajes de Luces de Bohemia dice Valle: «Son enanos, patizambos que juegan una

tragedia». De entre todos estos, sobresalen el protagonista y su acompañante.

Max Estrella es un personaje espléndido, mezcla de cobardía, viveza, egoísmo y momentos

de grandeza. No se trata de un personaje noble precisamente, pero si humano. Aparte de ser una

representación de un personaje real, Alejandro Sawa, ejerce a veces como el portavoz del propio

Valle Inclán. Posee un “nombre parlante”: Máximo Estrella, es decir, una gran luz, una guía en

mitad de la noche en que se desarrolla la obra. Aunque Valle no deja de lado la ironía: Max es un

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ciego que pretende mostrarnos (hacernos ver) la verdad. En Max, que al ser humano no está exento

de las contradicciones de la especie, hay una perpetua síntesis de humor y queja, orgullosa dignidad

y mezquina indignidad, consciencia de mediocridad y sentimiento de frustración. Ridículo o

patético, furioso con la injusticia social, crítico, mordaz o profundo. Su ceguera no le impide ver el

sufrimiento del pueblo y las injusticias proferidas por el poder de las que van convenciéndose a lo

largo de su periplo nocturno.

La degradación de Max sintetiza el enfrentamiento de dos mundos: el de la bohemia, como

marginación voluntaria, y el del poder indiferente y egoísta ante las penalidades del pueblo. De ese

modo Max es estafado por Zaratrusta, engañado por Don Latino, encarcelado, “prostituido” al

vender su dignidad al Ministro. Incluso su muerte será confundida con una borrachera y más tarde

con la catalepsia.

Don Latino de Hispalis, en cambio, encarna el antihéroe, y como tal, es la “contrafigura de

Max- Sawa”. Su nombre —de claras raíces latinas— rememora el de otro “latino” que guio a un

poeta por los infiernos: Virgilio precediendo a Dante (Max) en su búsqueda de Beatriz (la luz, la

verdad). Este personaje debe entenderse como un desdoblamiento de la personalidad del

protagonista. Si Max representa la parte más noble, Don Latino es lo que en su vida hubo también

de desengaño y de “sablazo”. Animalizado como un perro lazarillo de Max (o el Lazarillo

engañando a su amo ciego), actúa al principio como escudero paródico del protagonista y es en

definitiva el fantoche con que Valle hace caricatura de la bohemia. Caracterizado mediante un

lenguaje repleto de cultismos y, a la vez, coloquialismos, vulgarismos y modismos madrileños, Don

Latino se nos presenta como un tipo miserable, desleal, embustero, canalla, insensible ante las

penurias de Max, al que llega a robarle la cartera con el décimo premiado, en el momento de su

muerte, e irónicamente, este miserable se verá favorecido por la fortuna.

Mediante estos dos personajes, Valle-Inclán pretende describirnos el momento de crisis en

que vive la sociedad española. Ellos son las dos caras de una misma moneda: una moneda falsa que,

a la postre, no vale un pimiento… como la España de comienzos del siglo XX.