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REGRESO A GUAYAQUIL "Te diré que posiblemente salgo pronto para Guayaquil, porque aquí es imposible la vida con tanta crisis. No hay trabajo. Con todo, he podido ganarme la vida y reunir lo que he podido para conseguir el empleo a bordo, que espero me den hoy. No es para seguir viajando. En Guayaquil me quedaré para no volver a viajar más, nunca más. Aquí todo se paga y pagaré al gringo del muelle para poder irme. Sabrás que el otro día hubo un mitin en una plaza. Es una reunión a la que va mucha gente a protestar. Yo estuve también. Hubo palos y tiros. Peleé duro, pero tuve suerte y nada me pasó. Mataron a mi amigo Claudio Barrera, el venezolano. No sé si el buque sale hoy o mañana. Pregunta y recíbeme en el muelle. No quiero más esta ciudad tan grande, donde hay tanta plata, pero sólo para los ricos. Antes no era así, cuando había trabajo, pero ahora... Supongo que estarás con buena conservación. Te manda un abrazo, Juan". Le llamaron, entregándole un papel para que pudiera pasar y trepó la escala del buque sin voltear la cabeza. Estaba libre, libre de Nueva York. Nadie lo podría sacar del barco. Un extraño desasosiego le invadía y no acertaba a acomodar su maleta en la tarima que le señalaron. ¿A qué hora saldrá el buque? Quería sentir la vibración de sus máquinas, el viento del mar abierto, el balance, el olor a aceite y a pintura fresca. Se había sentado en la cama, cuando vio en su delante a tres hombres en camisa y pantalón azul de trabajo, gorros blancos en la cabeza.

Regreso a Guayaquil

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Regreso a Guayaquil

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Page 1: Regreso a Guayaquil

REGRESO A GUAYAQUIL 

"Te diré que posiblemente salgo pronto para Guayaquil, porque aquí es imposible la vida con tanta crisis. No hay trabajo. Con todo, he podido ganarme la vida y reunir lo que he podido para conseguir el empleo a bordo, que espero me den hoy. No es para seguir viajando. En Guayaquil me quedaré para no volver a viajar más, nunca más. Aquí todo se paga y pagaré al gringo del muelle para poder irme. Sabrás que el otro día hubo un mitin en una plaza. Es una reunión a la que va mucha gente a protestar. Yo estuve también. Hubo palos y tiros. Peleé duro, pero tuve suerte y nada me pasó. Mataron a mi amigo Claudio Barrera, el venezolano. No sé si el buque sale hoy o mañana. Pregunta y recíbeme en el muelle. No quiero más esta ciudad tan grande, donde hay tanta plata, pero sólo para los ricos. Antes no era así, cuando había trabajo, pero ahora... Supongo que estarás con buena conservación. Te manda un abrazo, Juan". 

Le llamaron, entregándole un papel para que pudiera pasar y trepó la escala del buque sin voltear la cabeza.

Estaba libre, libre de Nueva York. Nadie lo podría sacar del barco. 

Un extraño desasosiego le invadía y no acertaba a acomodar su maleta en la tarima que le señalaron. ¿A qué hora saldrá el buque? Quería sentir la vibración de sus máquinas, el viento del mar abierto, el balance, el olor a aceite y a pintura fresca. Se había sentado en la cama, cuando vio en su delante a tres hombres en camisa y pantalón azul de trabajo, gorros blancos en la cabeza. 

- ¿Ha conseguido plaza? -le preguntaron.

- Sí

- Muy malo todo en Nueva York, ¿no?

- No hay trabajo. Millones de desocupados. 

Page 2: Regreso a Guayaquil

Tenía, por fin, amigos nuevos, marineros que no estaban en tierra. Fumaron juntos. Se contaron cuentos y anécdotas. Le pidieron que les dijera algo de su vida, de su país. Y él se estuvo hablando, con acento tranquilo, de todo, del cacao, de su María del Socorro, del maravilloso río que rodeaba el puente. ¿Y en el buque? ¡Ah, se pasa regular, compañero ecuatoriano! Hidrovo escuchaba, pero no le importaba nada que le dijesen que la comida era harto mala, sopas sucias, carne podrida, nada de fruta... 

A. PAREJA DÍEZ-CANSECO [Ecuador, 1908-1993], El muelle