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UNA PERLA ENCONTRADA (Se va hacer hilacha para desmentírmela) Juan Pampero Retrato de doña María de los Remedios de Escalada. Su cara de felicidad lo dice todo. Mírela bien: ¿acaso estaría por llorar? . Creo que finalmente mi esposa terminará teniendo la razón: a esta biblioteca mía, que tantos pesos me ha costado, más con robos y tramoyas que he tenido que hacer para agenciarme de algunos ejemplares, habría que rociarla con querosén, prenderle fuego y después intentar apagarlo con nafta. Espero que, cuando ella se encuentre decidida a hacer semejante barbaridad contra la cultura, primero me deje salir del escritorio dándome un grito o bien que mi ángel protector se interponga y le esconda la caja de fósforos. Y si no están de acuerdo con esto o no me creen, miren lo que me ha pasado. Hace unos días andaba buscando entre unos cuadernos viejos algo que yo había recolectado y deseaba mandárselo a mi estimada amiga Olga. En este hojear de ida y vuelta, voy y me encuentro con un fragmento, verdadera perlita, de las extensas Memorias del General José María Paz. Este 1

Remedios de Escalada

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Memorias del General Paz

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UNA PERLA ENCONTRADA(Se va hacer hilacha para desmentrmela)Juan Pampero

Retrato de doa Mara de los Remedios de Escalada. Su cara defelicidad lo dice todo. Mrela bien: acaso estara por llorar?. Creo que finalmente mi esposa terminar teniendo la razn: a esta biblioteca ma, que tantos pesos me ha costado, ms con robos y tramoyas que he tenido que hacer para agenciarme de algunos ejemplares, habra que rociarla con querosn, prenderle fuego y despus intentar apagarlo con nafta. Espero que, cuando ella se encuentre decidida a hacer semejante barbaridad contra la cultura, primero me deje salir del escritorio dndome un grito o bien que mi ngel protector se interponga y le esconda la caja de fsforos. Y si no estn de acuerdo con esto o no me creen, miren lo que me ha pasado. Hace unos das andaba buscando entre unos cuadernos viejos algo que yo haba recolectado y deseaba mandrselo a mi estimada amiga Olga. En este hojear de ida y vuelta, voy y me encuentro con un fragmento, verdadera perlita, de las extensasMemoriasdel General Jos Mara Paz. Este ha sido sonsacado del Captulo IX de la obra, intituladoLa Guerra Civily, como no tiene fecha de copia pienso que la debo haber tomado alrededor de octubre de 1980 aproximadamente, segn veo por los artculos que estn vecinos. Por lo que sin ms historias paso a transcribrselo para ustedes, previnindolos que lo que est entre parntesis es mo.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . En los das posteriores comienza diciendo el General Paz-, ni los montoneros volvieron a presentarse, ni nuestra caballera se separ del grueso del ejrcito. Habamos hecho dos marchas ms y nos hallbamos en la Candelaria (posta)[1], cuando a las doce de la noche se nos record para hacernos saber de orden del general, que el general Viamonte, en el Rosario, haba celebrado con los montoneros un armisticio y suspensin de armas que era extensivo a nosotros. No habra pasado una hora cuando fui nuevamente recordado, para darme la orden de que me alistase para marchar en el acto con mi escuadrn. Este se hallaba de servicio, y no tena disponibles ms de cuarenta hombres; lo present al coronel[2]y no me dio ni un hombre ms; no tenamos a sogas sino los caballos de marcha y tampoco se me dio tiempo para tomar los otros. Mi comisin se reduca a volver al Desmochado (posta)[3]a socorrer a doa Remedios de Escalada, esposa del General San Martn, que haca el viaje a Buenos Aires[4], y que segn noticias estaba sitiada en dicha posta por montoneros e indios. Mi comisin era desesperada[5]a ser cierto el parte que acababa de llegar, y era ms que probable que ni yo ni ninguno hubiramos escapado; sin embargo, fue preciso obedecer. He aqu como haba sucedido. El general San Martn, que estaba en Mendoza, haba dispuesto por razones domsticas[6], que no es del caso explanar[7], que su seora marchase a Buenos Aires a pesar del mal estado del camino. Ella lo haba avisado al general Belgrano, quien creyndola ms cercana le haba dejado una escolta de cuarenta hombres, al cargo de su sobrino don Pedro Caldern[8]. Este, con su escolta, la seora y su trfago[9]haban llegado la noche antes al Desmochado, cuando ya muy avanzada supo que una gruesa divisin de santafesinos e indios estaba a pocas cuadras de la casa; procur fortificarse en ella y le avis al general por un hombre que pudo hacer salir. Cuando, ya pronto a marchar, fui al cuartel general a recibir las ltimas rdenes, me dijo el general Belgrano: Lleve usted el pasaporte que ha trado del Rosario el teniente coronel don Mariano Daz, que es quien ha venido a notificar del armisticio; por si los montoneros ignoran esta ocurrencia, se les har saber por un parlamentario, mostrndole dicho pasaporte; si a pesar de esto no quisiesen suspender las hostilidades, los batir usted. Era bien dudoso, por no decirlo increble, que los indios respetasen un parlamentario, y por lo mismo era probable que si la noticia del armisticio no haba llegado era forzoso venir a las manos. En esta conviccin march, y me di tanta prisa que al salir el sol ya haba andado las seis leguas que hay de la Candelaria al Desmochado. Efectivamente, luego que avist la posta, avist tambin un campamento que estaba como a ocho cuadras[10]de ella, en que podra haber hasta trescientos montoneros; ms como no hiciesen movimiento, tampoco adelant el parlamentario proyectado, y llegu francamente a la posta, lo que pude hacer sin tocar en su campo, que ocupaba otro costado. All supe por Caldern que estaba en comunicacin con el jefe enemigo y que tenan participacin el armisticio y lo observaban. La seora del general San Martn pudo, pues, con seguridad seguir su camino. Yo regres con ella[11], y antes de medioda estuvimos en nuestro ejrcito. Al da siguiente sigui dicha seora para Buenos Aires[12], sin la menor novedad. Mucho dio que pensar el viaje repentino de esta seora en circunstancias tan crticas y por un camino erizado de peligros: al considerar la confianza con que el general San Martn la expona a caer en manos de los feroces montoneros[13], llegaron algunos a sospechar que estuviese secretamente de acuerdo con los jefes disidentes y que hubiese obtenido seguridades correspondientes. Vena a dar cierto viso de probabilidad a esta sospecha la aversin que siempre haba mostrado dicho general a desenvainar su espada en la guerra civil, como despus lo ha cumplido religiosamente. Sin embargo, estoy persuadido que nada de esto hubo, y que el viaje de su esposa nada tuvo en comn con la poltica.VOLVER AL NDICE DE "HISTORIA"kkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkk

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PORTADA

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Despus de la copia de este fragmento vienen las notas mas de aquel entonces: [1]Depostapas a llamarseVillade la Candelaria, hoy se llama Casilda en la Provincia de Santa Fe. [2]Sera el Jefe del Estado Mayor del General Belgrano. [3]La posta de Desmochado es en la actualidad la ciudad de Arequito sobre el camino que va de Santa Fe a Ro Cuarto pasando por Villa Mara. [4]Remedios de Escalada vena de Mendoza capital con su hija Mercedes que entonces era una criatura de pecho y ella no haba cumplido los 20 aos.

[5]La expresin del General Paz nos da una idea de los peligros que se cernan sobre ellos.

[6]Estas palabras del General Paz nos dan a entender que l conoca el problema domstico que exista en la familia de San Martn, pero se guarda de referirlo. Y en verdad este viaje completamente descabellado no ha sido explicado por nadie al da de la fecha. Qu fue lo que vio Remedios en Mendoza que decidi su viaje abrupto? Evidentemente ella algo debi contarle al general Paz. Como luego, con seguridad, se lo contara a Belgrano y a Viamonte que la conocan de niita y eran muy amigos de su familia.

[7]Obsrvese el recaudo de Belgrano al nombrar a un pariente suyo para tal misin. [8]Evidentemente el asunto debi ser muy grave y por eso Paz le hace una gambeta. [9]No sabemos cul era estetrfagode Remedios. En nuestro pas se entiende porbultosde un equipaje. Pero llama la atencin que el General Paz lo mencione, porque se supone que un viajero trae su equipaje. Puede ser el atad que Remedios traa en el techo del carricoche y que San Martn hizo colocar all para que le dieran sepultura junto con si hijita. No le dio una escolta, pero le dio un atad. Evidentemente San Martn era un hombre previsor. [10]Digamos que a unos 800 metros.

[11]Cmo habr sido lo peligroso del camino que los 60 Km hasta donde se encontraba el General Belgrano, Remedios lo hizo escoltada por dos escuadrones: el de Caldern y el de Paz. [12]S. En verdad sigui para Rosario, donde se embarc en un vapor para Buenos Aires.

[13]Mand San Martn a su esposa para que la maten en el camino? No s. Pero l saba de la posicin de Belgrano y pudo pedirle una escolta de Ro Cuarto hasta Rosario. Belgrano se enter por las postas de quien vena y mand a Caldern alarmado de saber lo que estaba ocurriendo. Y el Padre del Ande conoca de la peligrosidad del camino, dado que unos aos despus, de regreso a su quinta de Mendoza, no se animaba a hacer aquel trayecto por donde l enviara su esposa y a su hijita en soledad. El Gran Capitn, con su esposa agonizante en la quinta de su hermano en San Isidro, tena miedo de que lo maten. Y se qued con Eusebio, el jovencito que se trajo del Per y con l se qued hasta la muerte. Con Eusebio vivi 26 aos sin separarse ni un segundo. Con Remedios estuvo casado 10 aos de los cuales convivi solamente 2 aos, 4 meses y 12 das. Hgase la cuenta y vase quien miente. Eusebio ha sido decididamente omitido por nuestros historiadores. Por qu? Acaso no fue el ms grandeamigoque tuvo el Libertador?Entonces?FIN?

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