289
UNIVERSIDAD DE CHILE FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES ESCUELA DE POSTGRADO REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS DISCURSOS SOBRE LOS INDÍGENAS EN CHILE (1830-1860) Tesis para optar al grado de Doctora en Historia mención Historia de Chile VIVIANA XIMENA GALLARDO PORRAS Profesor/a Guía: JOSÉ LUIS MARTÍNEZ CERECEDA Santiago de Chile, enero 2021

REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

  • Upload
    others

  • View
    3

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

UNIVERSIDAD DE CHILE

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES

ESCUELA DE POSTGRADO

REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

DISCURSOS SOBRE LOS INDÍGENAS EN CHILE (1830-1860)

Tesis para optar al grado de Doctora en Historia mención Historia de Chile

VIVIANA XIMENA GALLARDO PORRAS

Profesor/a Guía: JOSÉ LUIS MARTÍNEZ CERECEDA

Santiago de Chile, enero 2021

Page 2: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

RESUMEN

Esta investigación describe y analiza el proceso de conformación de los diversos

discursos enunciados sobre la población indígena en Chile, en especial de aquella que se

situaba en el territorio de la Araucanía, en el marco del desafío que enfrentaba la sociedad

chilena de las primeras décadas republicanas, para construir una representación social

sobre los indígenas. Se identifica no solo la representación hegemónica, el estereotipo,

que se instala y fija como voz oficial, sino también aquellas enunciaciones que fueron

descalificadas, que se consideraron incompetentes y que fueron relegadas o dejadas de

lado.

Planteo como hipótesis que el discurso sobre los indios durante la primera mitad

del siglo XIX, se constituyó en una estrategia de dominación, de imposición y doble

control: hacia los indígenas, en primer lugar, a los cuales se los representa, se los describe,

se habla por ellos; y, en segundo lugar, hacia la misma sociedad productora de esos

discursos, sobre la cual se busca imponer una autoridad de ideas y valores que permitan

regirla.

La investigación se enmarca dentro de las corrientes de estudio que rescatan las

formas de referir, de decir y representar a los "otros", en específico, al discurso sobre los

indios. Si bien asumo que estas prácticas discursivas pudieron desplegarse en distintos

soportes y a través de diversas semióticas, en esta investigación restrinjo el discurso a

textos literarios o documentos.

Page 3: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

iii

A la memoria de Juan Gallardo Angel, mi padre

A María Angélica Porras Letelier, mi madre

Con gratitud y cariño infinito

Page 4: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

iv

AGRADECIMIENTOS

Esta investigación es deudora de quienes durante su desarrollo me apoyaron de

diversas maneras. En primer lugar, en el inicio de este proceso, agradezco a la Comisión

Nacional de Investigación Científica y Tecnológica Conicyt, por la adjudicación de la

beca doctoral, que me permitió realizar mis estudios de doctorado. Así también a la

embajada de Francia y al Instituto Chileno Francés por la beca de pasantía doctoral

realizada en la Universidad de Rennes 2 donde compartí con Jimena Obregón quien

aportó importantes comentarios e información para esta investigación. A Nicolás Richard

por acogerme en el Centre Recherches Historiques de l´Ouest y habilitar una oficina para

mi trabajo.

También debo agradecer a Jorge Hidalgo, Director del Programa de Doctorado en

Historia de Chile, por su preocupación en la finalización de mi proceso académico, y

alentarme a concluir esta tesis. A Myriam Alarcón, secretaria de la Escuela de Postgrado,

quien con sus orientaciones y profesionalismo estuvo siempre atenta a solucionar dudas

y requerimientos de mi proceso académico.

A Marie Juliette Urrutia, mi alumna y ayudante en la Universidad de Santiago de

Chile, con quien compartimos el interés por el estudio sobre el pueblo Mapuche, por las

clases compartidas y por el Newen que hoy desde tierras lejanas me envía con tanto

cariño.

Especial mención merece José Luis Martínez, amigo y maestro, quien

generosamente y pese a sus diversas tareas, accedió a dirigir está tesis. Le agradezco sus

orientaciones y la confianza en mi proyecto. Le debo un especial agradecimiento por

enseñarme hace años ya, a escudriñar los textos.

Page 5: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

v

A mis colegas de la Escuela de Historia de la Universidad Academia de

Humanismo Cristiano, por su amistad y apoyo, agradezco particularmente a Manuel

Fernández, Marco Feeley, Rodrigo Araya, Natalia Espinosa y especialmente a mis

colegas y amigos Milton Godoy y Hugo Contreras, por compartir sus propias experiencias

y angustias como tesistas de doctorado, por leer los manuscritos de mis incipientes

reflexiones y aportar con sus críticos comentarios y consejos. Por su solidaridad y apoyo.

Sin duda, mis mayores agradecimientos son por animarme a continuar con esta tarea,

cuando me sentía abrumada y desalentada.

Dejo para el fin a Roberto Figueroa, compañero de la vida, por su ayuda invaluable

en diferentes formas. Estas páginas son deudoras de su apoyo, paciencia y lúcidos

comentarios. A Pablo, mi hijo, quien, a través de mi experiencia ha aprendido los

esfuerzos, empeños y desvelos en la realización de una tesis. A ambos les agradezco estar

a mí lado.

Santiago, verano 2021.

Page 6: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

vi

ÍNDICE GENERAL

INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………1

CAPÍTULO 1. LA REPRESENTACIÓN DE LOS MAPUCHE DEL

SIGLO XIX EN EL DEBATE HISTORIOGRÁFICO: UN BALANCE

Y UNA PROPUESTA…………………………………………………………….......9

1.1. La representación de los mapuche en la historiografía chilena actual…………...10

1.1.1 La representación del indio en el mundo colonial…………………………...13

1.1.2 ¿Aculturación, disciplinamiento o aceptación de la alteridad? El debate

para los siglos XVII y XVIII……………………………………………………...20

1.1.3 La representación de los indios en la época republicana………………….....25

1.1.4 Héroes o bárbaros, ¿un giro discursivo en la temprana república?.................30

1.1.5 El bárbaro, la condena salvaje y las voces discrepantes……………………..36

1.2. Una propuesta de análisis……………………………………………………..46

1.2.1 Representaciones y discursos………………………………………………..48

1.2.2 Textos, documentos y enunciados…………………………………………...57

CAPÍTULO 2. LA CONSTRUCCIÓN DE UN DISCURSO OFICIAL,

(1810-1850)……………………………………………………………………….......63

2.1 La crisis del pacto colonial y la búsqueda de una nueva relación entre el

Estado y el pueblo Mapuche…………………………………………………….....63

2.2 Representaciones dominantes y discursos nacionales………..………………..80

2.2.1 De las nominaciones y sus contextos……………………………….......85

2.2.2 La emergencia de los discursos republicanos……………………….....105

a) El discurso de la diferencia………………………………………..108

Page 7: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

vii

b) El discurso del héroe indómito y el discurso del enemigo

acosador (1830-1840)……………………………………………….114

c) Una voz, múltiples discursos……………………………………...118

d) El discurso de la civilización contra la barbarie, de la tierra

fértil pero subutilizada……………………………………………….124

e) El discurso sobre el otro-indio…………………………………….139

CAPÍTULO 3. DE TRÁNSITO POR LA ARAUCANÍA:

LA REPRESENTACIÓN DE LOS INDÍGENAS EN LA NARRATIVA DE

CIENTÍFICOS Y VIAJEROS…………………………………………………….132

3.1. Del araucanismo latente al araucanismo manifiesto……………………………132

3.2. El relato de viaje: entre lo documental y lo narrativo………………………......144

3.3. Recorriendo la Araucanía…………………………………………………….....146

3.4. El viaje de conocimiento etnográfico……………………………………….......157

3.4.1. El viaje de Ignacio Domeyko………………………………………....158

a) Investigaciones sobre Domeyko y la Araucanía………………….162

b) Práctica científica y construcción de una mirada etnográfica….....166

c) Imaginario indígena en Ignacio Domeyko……………………......176

d) En vista de “el otro”……………………………………………....189

e) Evaluación y propuesta de Domeyko: civilización moral de

los indios…………………………………………………………......192

f) La Araucanía y sus habitantes en debate…………………………..195

3.4.2. El viaje de Edmond Reuel Smith………………………………...........197

a) Búsqueda de conocimiento directo………………………………..198

b) Superar, confirmar, conjugar………………………………….......202

Page 8: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

viii

CAPÍTULO 4. DIAGNÓSTICOS POLÍTICOS: UNA MIRADA

LEJANA Y UN OBSERVADOR EN TERRENO. LOS ESCRITOS

SOBRE LA ARAUCANÍA DE FRANCISCO BILBAO Y DE

ANTONIO VARAS…………………………………………………………………208

4.1 Los Araucanos, en la mirada de Francisco Bilbao……………………………….213

4.1.1 Aproximación al análisis bibliográfico de “Los Araucanos” de

Francisco Bilbao…………………………………………………………………..214

4.1.2 “Los Araucanos” de Bilbao: construyendo una identidad americana

desde París……………………………….………………………………………..216

4.1.3 Bilbao y el discurso sobre el “vecino”………………………………....…....223

4.2 Antonio Varas, el diagnóstico político de un observador en terreno…………….229

4.2.1 El informe Varas: una narrativa con estructura de plantilla

descriptiva……………………………………………………………………........234

4.2.2 El ‘Informe Varas’ y la ‘Memoria de Domeyko’, ¿un nuevo

discurso sobre la Araucanía?....................................................................................241

CONCLUSIONES…………………………………………….………………….….256

BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………….........262

Page 9: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

ix

ÍNDICE DE CUADROS

Cuadro 1: Nominaciones hacia la población indígena y sus respectivos contextos

de enunciación, (1823-1830)…………………………………………………………..96

Cuadro 2: Nominaciones hacia la población indígena y sus respectivos contextos

de enunciación, (1830-1840)…………………………………………………………101

Cuadro 3: Nominaciones hacia la población indígena y sus respectivos contextos

de enunciación, (1840-1850)…………………………………………………………103

Cuadro 4 Referencias al mundo mapuche en el discurso oficial y en el texto

de Bilbao……………………………………………………………………………..224

Cuadro 5. Referencias al territorio mapuche en el discurso oficial y en el texto

de Bilbao……………………………………………………………………………..227

Page 10: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

1

INTRODUCCIÓN

Desde el inicio de nuestra historia republicana, hace ya más de dos siglos,

asistimos a la permanente tensión y conflicto entre el estado chileno y el pueblo

mapuche. Inicialmente enunciado como la cuestión de Arauco y hoy como el conflicto

Mapuche, los hechos que dan cuenta de esta tensión son diversos y de intensidades

variadas, desde las acciones de interrupción de caminos, toma de predios o quema de

camiones en el sector de la Araucanía, hasta las muertes de mapuche1 y chilenos2 que

completan la lista. Tampoco son menores las detenciones y sentencias por presuntos

delitos terrorista y la clasificación de un nuevo tipo de preso político, esta vez,

mapuche. Las discusiones y reflexiones de la sociedad chilena en torno a este conflicto,

en su mayoría, rondan sobre la nula comunicación entre la élite política, las

instituciones de justicia y el pueblo mapuche, entre el moderno estado republicano y

las culturas originarias.

Desde hace algún tiempo, en el marco de este conflicto, cobró relevancia en mi

mirada y reflexión todas aquellas enunciaciones que, en la sociedad chilena, han

surgido en relación al pueblo mapuche. Las referencias cotidianas, por ejemplo, de los

vecinos de Santiago, Temuco o Traiguén, que en muchos casos se refieren a ellos como

1 A modo de ejemplo, menciono aquí a algunos mapuche asesinados en democracia, según señala la

página web del diario Uchile, en una crónica titulada “Camilo Catrillanca no es el único: los mapuches

asesinados en democracia” del jueves 15 de noviembre de 2018. Estos son: los hermanos Agustina

Huenupe Pavian y José Mauricio Huenupe Pavian (2002), Jorge Antonio Suárez Marihuan (2002), Alex

Lemun Saavedra (2002), Julio Alberto Huentecura Llancaleo (2004), Zenén Alfonso Díaz Nécul (2005),

José Gerardo Huenante Huenante (2005), Juan Collihuin Catril (2006), Matías Catrileo Quezada(2008),

Johny Cariqueo Yañez (2008), Jaime Mendoza Collio (2009), Rodrigo Melinao Lican (2013), José Mauricio Quintriqueo Huaiquimil (2014), Victor Manuel Mendoza Collo (2014), Camilo Catrillanca

(2018). https://radio.uchile.cl/2018/11/15/camilo-catrillanca-no-es-el-unico-los-mapuches-asesinados-

en-democracia/ (revisado 29 de agosto de 2020). 2 Un caso emblemático de este conflicto es la muerte del matrimonio de Werner Luchsinger y Vivianne

Mackay el año 2013. Ver columna de Loreto Soto: “La historia de la familia Luchsinger en la

Araucanía”, en radio U de Chile, viernes 4 de enero de 2013.

https://radio.uchile.cl/2013/01/04/la-historia-de-la-familia-luchsinger-en-la-araucania/ (revisado 29 de

agosto de 2020).

Page 11: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

2

“borrachos, flojos o desconfiados”3, la discriminación, la burla y el desprecio con que

los miran, ese miedo y desconfianza que en ocasiones hace recordar al más vehemente

Vicuña Mackenna, cuando opinaba a mediados del siglo XIX, que el indio “no es sino

un bruto indomable, enemigo de la civilización porque solo adora todos los vicios en

que vive sumergido, la ociosidad, la embriaguez, la mentira, la traición i todo ese

conjunto de abominaciones que constituye la vida salvaje”4.

¿Desde cuándo la sociedad chilena tiene esa representación del pueblo

mapuche? ¿Surgió en los primeros años inmediatamente lograda la independencia? Y

en aquella época pretérita, ¿habrá existido solo una forma, una sola voz y un solo

contenido para referirse al mapuche? La historiografía ¿se ha hecho cargo de esta

temática? Estas fueron las incipientes interrogantes que sirvieron de motivación a este

estudio.

Esta investigación refiere a las diversas formas en que se representó a los

mapuche en las primeras décadas de vida independiente de Chile (1810-1850).

Aludimos no solo a la representación hegemónica5, al tipo de representación o

estereotipo que se instaló y fijó como voz oficial, sino también a aquellas enunciaciones

que se descalificaron, que se consideraron incompetentes y que fueron relegadas o

dejadas de lado.

Es importante destacar que, en los documentos revisados para esta

investigación, correspondiente a la primera mitad del siglo XIX, la enunciación

“mapuche”, para referir a los habitantes de la Araucanía, estaba absolutamente ausente.

La referencia más habitual era “araucano”. Rescato la nominación mapuche, pues son

ellos los habitantes ancestrales del territorio reconocido como la Araucanía. Estos son

3 Comentarios de vecinos de Temuco y Traiguén en el Video El juicio de Pascual Pichún (2007). 4 Benjamín Vicuña Mackenna, La Conquista de Arauco. Discurso pronunciado en la Cámara de

diputados en su sesión de 10 de agosto 1868 (Santiago: Imprenta del Ferrocarril, 1868), 7. 5 Usamos aquí el término hegemónico como supremacía, preeminencia, superioridad jerárquica.

Page 12: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

3

los habitantes de la llamada frontera sur, denominación dada por la elite gobernante

durante 1810 y 1850 al territorio comprendido entre el río Biobío por el norte, el río

Toltén por el sur, la cordillera de los Andes por el este y el océano Pacífico por el

oeste6.

Instalado el gobierno republicano, la pregunta y reflexión sobre qué hacer con

los indios fue el motor de producción de nuevas y diversas enunciaciones. Muchos

autores, literatos, científicos y políticos, a través de diversos medios, como artículos de

prensa, debates parlamentarios, relatos de viaje, informes de funcionarios de la

administración pública, se refirieron al mundo indígena de la Araucanía. Apoyados en

diversas fuentes y aludiendo a temas variados, definieron propuestas de incorporación,

ocupación, conquista, inclusión, exclusión, definiciones de barbarie y civilización de

la población mapuche. Junto con ello y sin tener claros consensos sobre qué hacer,

comenzó un despliegue de estrategias que apuntaron principalmente a una ocupación

temprana y paulatina de sus territorios. Normas legales y administrativas, colonización

espontánea o propuesta de incorporación por las armas, fueron las diversas iniciativas

manifestadas, las cuales estuvieron acompañadas de un discurso sobre el mundo

indígena o, como dice Boccara7, de una especie de estereotipo que se construyó acerca

del mapuche y que permitió expresar, justificar y determinar las distintas políticas

tomadas hacia ellos.

Esas enunciaciones sirvieron como directrices de la acción, una especie de

discurso oficial que pugnaba por instalarse como hegemónico. A modo de ejemplo, el

6 El 2 de julio de 1852 se creó la provincia de Arauco, cuyo decreto de creación establece que

“comprende los territorios indígenas situados al sur del río Bíobio y al norte de la provincia de Valdivia” específicamente “sus límites se fijaron en los ríos Carampangue, Taboleo y Bíobio, el río Toltén por el

sur, el océano Pacífico por el oeste y la cordillera de los Andes por el este”. José Ignacio González Leiva

y Patricio Bernedo Pinto, “Cartografía de la transformación de un territorio: La Araucanía 1852-1887”,

Revista de Geografía Norte Grande, 54:179-198 (2013) 184. Este es, específicamente el territorio que

se asume y enuncia como la frontera sur o la Araucanía en los documentos oficiales y en relatos de

viajeros durante la primera mitad del siglo XIX. 7 Guillaume Boccara e Ingrid Seguel-Boccara, “Políticas indígenas en Chile (siglos XIX y XX). De la

asimilación al pluralismo (El caso Mapuche)”. Revista de Indias, 217 (1999) 744.

Page 13: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

4

presidente Joaquín Prieto aludió, en su discurso de apertura a las sesiones legislativas

del año 1833, a “la actitud hostil que nos vemos obligados a mantener contra los

bárbaros de la frontera sur” y más adelante, agregó “Nuestra bandera es ahora mas (sic)

respetada que nunca de las tribus bárbaras comarcanas; i ha renacido la seguridad en

aquellos campos que fueron antes teatro de sus insultos y depredaciones”8. Esas

enunciaciones o esa representación dominante instalaron, como supuestas

características propias de la población indígena, la barbarie, la ociosidad, la miseria, la

ignorancia y la agresividad y, en ocasiones, también la belicosidad y valentía, situando

al indígena en la oposición de los intereses de la joven república. Así se fue relevando

o instalando como dominante aquel discurso que recalcaba principalmente las

presuntas diferencias, expresando una clara relación de poder hacia los representados.

Sin embargo, existieron otras enunciaciones que discreparon de la construcción

de este estereotipo y, por cierto, de las acciones que justificaba. En los mismos espacios

donde se gestaba el estereotipo dominante, surgieron y se desplegaron voces

discrepantes9. Aludimos a lo que Foucault define como "saberes sometidos"10, a

aquellos saberes que fueron descalificados, considerados incompletos, incompetentes,

insuficientemente elaborados o jerárquicamente inferiores. Un ejemplo paradigmático

de voz disidente fue el científico Ignacio Domeyko, quién en 1845 construyó otra

representación del mundo indígena de la Araucanía11. Su discurso, contrariamente a la

8 Joaquín Prieto, “Discurso de apertura en las sesiones del Congreso, 1 de junio de 1833” en Documentos

parlamentarios: discursos de apertura en las sesiones del Congreso, i Memorias ministeriales. Chile.

Congreso Nacional (Santiago: Imprenta del Ferrocarril, 1858), 8-19. 9 Para la identificación de discursos alternativos y voces discordantes ver Charles Walker, “Voces

discordantes: discursos alternativos sobre el indio a fines de la colonia” en Charles Walker (compilador)

Entre la retórica y la insurgencia: las ideas y los movimientos sociales en los Andes, siglo XVIII (Cusco:

Centro Bartolomé de las Casas, 1996). 10 Michel Foucault, La microfísica del poder, (Madrid: La Ediciones de La Piqueta, 1992), 128. 11 Ignacio Domeyko, La Araucanía y sus habitantes, (Santiago: Biblioteca Fundamentos de la

Construcción de Chile, 2010a) y Viaje a la Araucanía en el año 1845, (Santiago: Biblioteca

Fundamentos de la Construcción de Chile, 2010b)

Page 14: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

5

opinión general, rescató la "prosperidad" de los indígenas, entregando una visión

positiva de ellos12.

Esta investigación describe y analiza el proceso de cómo se configuraron los

diversos discursos enunciados sobre los indios, en el marco del desafío que enfrentaba

la sociedad chilena de las primeras décadas republicanas, para construir una

representación social sobre los indígenas. En relación a esto, pregunto ¿Cuáles fueron

las diferentes vertientes de producción de esos discursos, la científica, la histórica, la

política o la literaria? ¿Qué significado adquirió, en el contexto de la construcción de

una representación dominante, la originalidad, la disidencia o la discrepancia? Y si

asumo que la representación o discurso hegemónico condujo a propuestas y acciones

hacia el territorio y población de la Araucanía, ¿es dable pensar que, si existieron otras

miradas, otras representaciones y otros discursos, entonces hubo también otras

propuestas hacia el mundo indígena y su territorio?

Este trabajo contribuye, desde una perspectiva general, a analizar las formas en

que se representó a los indígenas en Chile en las primeras décadas post-independencia

(1810-1850), centrándose en el proceso de conformación e instalación de una

representación dominante sobre los indígenas en Chile durante dicho período, la cual

no solo logró imponerse sobre aquellos grupos humanos que representaba, sino

también se configuró en oposición y debate con otros discursos o voces, que apuntaban

a construir representaciones alternas sobre el mundo mapuche, pero que fueron

desplazados, opacados y relegados a la categoría de discursos disidentes en oposición

al discurso oficial.

12 Domeyko advierte “El indio chileno es un agricultor, agricultor por su carácter, por la naturaleza física

de su país, por su genio y costumbre…El pacífico araucano tiene su casa bien hecha, grande,

espaciosa…tiene huertos y sementeras de trigo, cebada, maíz, garbanzos, papas, linaza y repollos: todo

bien cultivado y cercado…”, Domeyko, 2010a: 40.

Page 15: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

6

El estudio se presenta organizado en cuatro capítulos. En el primero se incluye

un panorama de cómo la historiografía ha tratado el tema sobre la representación de los

indígenas, principalmente de los mapuche. Se trata de un estado del arte que no

pretende incluir toda la literatura que refiere a los mapuche, sino fundamentalmente a

aquellos investigadores que han reflexionado en las formas en que la sociedad chilena

decimonónica se refirió al mundo indígena. Incluyo, además, el tratamiento que estos

historiadores han dado al tema, esto es, si señalaron una o varias formas de referir o

representar, si advirtieron la existencia de una linealidad cronológica de estas

representaciones o, tal vez, una simultaneidad de ellas. Este capítulo también incorpora

la identificación y detalle del enfoque con el cual abordaré esta investigación, es decir,

el marco teórico conceptual que me permitirá abordar la documentación seleccionada.

Una primera definición es la de nación, ya que fue preciso reconocer de qué manera

los criollos, que fundaban una nueva república, pensaron la nación y asignaron a la

población indígena un papel en ese proyecto. Así también se incluyen los conceptos de

representación y discurso, ambos asumidos como construcciones colectivas, fruto de

convenciones sociales y culturales de una época determinada.

Inicio el capítulo segundo con una breve síntesis histórica de las relaciones

Estado-Pueblo Mapuche durante la primera mitad del siglo XIX. Luego, retomo mis

preguntas de investigación, con una reflexión y desafío fundamental, reconociendo

cómo fue dándose el discurso dominante instalado como discurso oficial y en qué

documentos era posible rastrearlo, identificarlo y analizarlo. La segunda parte de este

capítulo se hace cargo de estas preguntas, analizando la documentación considerada

oficial, aquella producida por los agentes del Estado. Me refiero a textos

constitucionales, discursos presidenciales, memorias ministeriales, debates

parlamentarios y censos de población. El tratamiento de esta información permitió

reconocer los múltiples enunciados con los cuales se hacía referencia al mundo

indígena de la Araucanía, instalando paulatinamente una imagen política y oficial de

estos. El análisis de dichos documentos permitió rastrear el proceso histórico de

Page 16: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

7

construcción de este discurso oficial, identificando cómo se representó al mundo

indígena, qué acciones se adoptaron hacia ellos y, por cierto, cómo este discurso oficial

se impuso sobre otras definiciones y propuestas.

El tercer capítulo analiza un material documental particular, se trata de los

relatos de viajes de científicos y naturalistas que recorrieron la Araucanía durante la

primera mitad del siglo XIX, principalmente miradas extranjeras, pero testimoniales.

Lo que sostengo es que el reconocimiento por contacto directo con el indígena

posibilitó el surgimiento de una nueva mirada sobre el mundo mapuche, una especie

de alteridad discursiva basada en una práctica de observación que puso la atención en

otras características, propiciando un conocimiento de primera mano, basado en la

experiencia, en donde la nueva mirada y la novedad de lo visto que dicha mirada

permitía, dio paso a la discrepancia o el disenso con el discurso oficial. Este capítulo

aborda con detalle el análisis de los relatos de viaje del polaco Ignacio Domeyko y del

norteamericano Edmond Reuel Smith, quienes recorrieron la Araucanía buscando

reconocer al indígena que habían conocido en relatos previos. El destino de sus viajes

fue la Araucanía y su afán etnográfico fue explícito. Se incluye aquí, además, el análisis

de los relatos de Eduard Poeppig, César Maas y Aquinas Ried, viajeros de tránsito por

el territorio, quienes, si bien no tuvieron una declarada intención de conocimiento

etnográfico, refirieron diversas características y apreciaciones sobre el mundo

indígena.

El cuarto y último capítulo, examina dos creaciones de autores criollos de la

segunda mitad de la década de 1840, período particularmente prolífero en producciones

sobre los araucanos. En primer lugar la obra Los Araucanos de Francisco Bilbao,

ejemplo de una producción intelectual que pretendió generar un discurso autónomo

americano, una producción que invitaba a la autoinvención del continente. Si bien esta

obra no es fruto de la experiencia o el reconocimiento de primera mano de los mapuche,

lo destacable es que su fuente de información y gran influencia fue el relato de viaje de

Page 17: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

8

Domeyko, estableciendo con éste un dialogo, una intertextualidad, dando cuenta de la

multivocalidad de un discurso que rescató la prosperidad, productividad y calma del

mapuche. Un segundo documento que se analiza en este capítulo corresponde al

informe a la Cámara de Diputados de Antonio Varas, como visitador judicial a la

Araucanía el año de 1848. En el análisis de este informe, advierto innegables

similitudes con lo expuesto por Ignacio Domeyko, abordándose una comparación entre

ambos autores, por su cercanía temporal, porque ambos realizan un diagnóstico político

y porque sus evaluaciones complejizaron la representación del mundo mapuche,

llamando la atención hacia una diversidad indígena que superaba la visión

estereotipada del discurso oficial.

Page 18: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

9

CAPÍTULO 1

LA REPRESENTACIÓN DE LOS MAPUCHE DEL SIGLO XIX EN EL

DEBATE HISTORIOGRÁFICO: UN BALANCE Y UNA PROPUESTA

El debate historiográfico que quiero rescatar aquí se relaciona con las diversas

y múltiples referencias que durante la primera mitad del siglo XIX se realizaron sobre

el mundo indígena mapuche. Sin duda, toda acción o intervención hacia los habitantes

de la Araucanía fue acompañada de un discurso legitimador, que pudo preceder a la

acción como su promotor o, en otros casos, justificar a posteriori las acciones

emprendidas. Ese discurso hizo alusión a las poblaciones indígenas, dando cuenta de

cómo fueron consideradas, vistas y descritas. El tema de esta tesis es justamente ése:

dar cuenta de cuáles fueron las formas en que la sociedad chilena de comienzos de la

era republicana mencionó a los habitantes de la Araucanía, y cómo se establecieron las

relaciones de poder entre las distintas formas de considerarlos.

En este capítulo, más concretamente, me interesa reflexionar sobre lo que ha

dicho la historiografía acerca de esas referencias, identificando cuáles han sido los

conceptos utilizados para analizar las enunciaciones hacia el mundo indígena,

pesquisando los contenidos que se han definido prioritarios e indagando sobre la

diversidad de tales menciones, y de cómo se lograron explicar posibles hegemonías o

consensos entre ellas.

No pretendo realizar una revisión detallada, pormenorizada y enciclopédica de

todos aquellos autores que expresaron características sobre el mundo indígena. Mi

punto de atención tiene más que ver con aquella literatura historiográfica que se

pronuncia en específico sobre las referencias hacia dicho mundo, sobre los autores y

Page 19: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

10

las obras que han incluido una reflexión acerca de las maneras en que la sociedad

chilena decimonónica pensó y dijo sobre el mundo indígena.

He querido dar cuenta también de algunas polémicas que se han presentado en

la etnohistoria y en la historiografía sobre ciertos temas relacionados con el mundo

mapuche del siglo XIX, porque resulta relevante señalar cómo estas disciplinas han

abordado la relación del Estado chileno con el mundo mapuche durante este período.

No obstante, si bien reconozco que el tema de la ocupación de la Araucanía, por

ejemplo, tiene actualmente absoluta vigencia, rescato a su vez la posibilidad de dar

otras miradas a la relación entre la sociedad chilena y el pueblo mapuche. Mi objetivo

no es indagar, entonces, sobre la ocupación de la Araucanía, ni tampoco conocer la

realidad indígena de una época determinada, sino que se relaciona con las formas en

que la sociedad chilena de inicios del período republicano aludía al mundo indígena de

la Araucanía, con sus enunciados y silencios, los cuales fueron paulatinamente

construyendo una imagen, discurso o estereotipo del indígena.

1.1 La representación de los mapuche en la historiografía chilena actual

En la línea de investigación definida en los párrafos precedentes, la bibliografía

que aborda de manera directa o tangencial las formas del referir hacia el mundo

indígena es diversa, y los grados de profundidad y reflexión al respecto también varían.

De esta manera, han sido diversos los enfoques que se le han dado al problema. Los

investigadores, por ejemplo, han utilizado en forma indistinta diversos conceptos para

denominar esas referencias o enunciaciones, a saber: estereotipo, imagen, visión,

juicio, opinión, representación o discurso. Advierto que tales denominaciones, de una

u otra forma, se ligan a las diversas temáticas estudiadas y a las perspectivas que los

historiadores han asumido para incluir en sus estudios las miradas y decires sobre los

indígenas.

Page 20: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

11

Uno de los primeros autores en reflexionar sobre estos problemas fue Milan

Stuchlick13, quien en la década de 1970, hizo explicita una tendencia que según él tenía

la sociedad chilena para abordar el tema sobre el mundo mapuche. A su juicio, con un

conocimiento inexacto, incompleto, poco experto y no científico, la sociedad hispana

o chilena, o sociedad global como él la denomina, habría definido la identidad mapuche

valiéndose de un conjunto limitado de rasgos que articuló y concibió como los más

importantes en un momento histórico determinado. Así, a lo largo de la historia, en

Chile se habrían construido estereotipos sobre los mapuche que habrían guiado las

acciones que la sociedad global, hispana o chilena, emprendía sobre éstos. Stuchlick

define el concepto de estereotipo como “un principio de clasificación a través del cual

el individuo o el grupo de individuos están automáticamente definidos como mapuche

y los miembros de la sociedad mayoritaria toman la actitud apropiada hacia ellos”14. El

estereotipo sería un modelo construido por los chilenos, no para describir o comprender

la cultura mapuche, sino para fundamentar y justificar las actitudes que se tendrían

hacia ella. A juicio del autor, no ha existido la intención de conocer etnográficamente

al mundo mapuche, ya que la pregunta más importante a resolver ha sido ¿qué hacer

con los mapuche? y nunca ¿qué son o cómo son los mapuche? 15.

Stuchlick identificó los estereotipos clásicos destacados por la historiografía

chilena. En primer lugar, el valiente guerrero, que habría surgido a principios de la

conquista y que habría perdurado por tres siglos; luego, el estereotipo de bandidos

sangrientos, destacado a partir de la primera década del siglo XIX; y, finalmente, el del

indio flojo y borracho que habría surgido a mediados del siglo XIX. Para Stuchlick es

interesante hacer notar que el cambio de estereotipo no se vinculó, necesariamente, con

las modificaciones en la cultura mapuche, sino más bien con transformaciones

13 Milan Stuchlick, Rasgos de la Sociedad Mapuche contemporánea (Ediciones Universitarias de la

Frontera, 1974). 14 Stuchlick, 1974: 27 y 28. 15 Ibíd. 1974: 9.

Page 21: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

12

ocurridas al interior de la cultura chilena, debido a que los estereotipos, a su juicio, se

producen con independencia de sus referentes.

El valiente guerrero, estereotipo que habría surgido en las primeras

representaciones expresadas en crónicas, cartas y otros relatos históricos, donde

repetidamente se caracterizó al indígena como defensor de su tierra y libertad, tendría

para este autor un carácter fundante y difícil de destruir, pues, si bien es cierto, en estos

tempranos relatos se habrían enunciado otras características sobre los mapuche, que

tenían que ver con su economía, organización social o religión, ninguna de ellas habrían

logrado incluirse como parte de una caracterización más permanente y estereotipada

del indígena

En esta línea, Milan Stuchlick señala un ejemplo precursor de relación de poder

entre discursos o referencias hacia el mundo indígena. Este investigador indica que,

paralelamente al discurso del valiente guerrero que se instaló como hegemónico por

casi tres siglos, circuló otro discurso, originado por González de Nájera en su crónica

titulada Desengaño y reparo del Reino de Chile. En dicha obra se habría levantado un

estereotipo con el que se intentó desacreditar su valentía y belicosidad. Este segundo

estereotipo habría circulado en forma paralela y simultánea a aquel que resaltaba la

fuerza, las destrezas físicas y guerreras. Sin embargo, Stuchlick sugiere que el

estereotipo levantado por González de Nájera quedó “aislado”, ya que “tanto en la

historia como en la conciencia contemporánea figura el estereotipo de los araucanos

como valientes guerreros”16.

Un real cambio discursivo es advertido por Stuchlick recién a inicios del siglo

XIX, a partir del apoyo que algunos caciques mapuche dieron a realistas y montoneros

durante la lucha independentista. A partir de ese momento, sostiene el autor, la sociedad

chilena habría considerado al mapuche como un enemigo interno, siendo sus actos

16 Stuchlick, 1974: 37.

Page 22: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

13

considerados como bandidaje y crimen, y los individuos mapuche transformados en

bandidos sangrientos. El autor plantea que aquí habría ocurrido un cambio en el

trasfondo moral de la imagen del guerrero, modificándose la evaluación chilena de esos

actos. A su juicio, el cambio de imagen no representó una transformación de sus rasgos,

sino la conservación de la misma descripción de éstos con ayuda de nuevos juicios

valorativos. Aclarando los cambios de opinión de la sociedad chilena frente al

mapuche, Stuchlick sostiene: “Las capacidades y habilidades físicas que causan

valentía o bestialidad, fundamentales para ser un buen guerrero o un buen bandido, son

básicamente las mismas: lo que cambia es la evaluación externa de ellas”17.

El texto de Stuchlick resulta paradigmático, no solo porque identifica los

estereotipos que han servido para representar, en diversos períodos históricos, al mundo

mapuche, sino porque además refuerza la idea de la construcción de las

representaciones sociales, estando estas más ajustadas a las necesidades de los

productores de la imagen que al referente mismo.

1.1.1 La representación del indio en el mundo colonial

En las últimas décadas, hemos asistido a un significativo incremento de las

producciones historiográficas que tratan de forma explícita el tema de las nominaciones

y referencias hacia los indígenas durante el período colonial. Estos estudios se han

detenido a reflexionar y problematizar sobre los sistemas de clasificación y

denominación surgidos en una variopinta y compleja sociedad, abordando, por una

parte, a los agentes coloniales productores de estas denominaciones y clasificaciones

de los “otros”, así como también, por otro lado, las reacciones y propuestas de los

“sujetos etiquetados”18. Aunque estos estudios analizan un período histórico que no

forma parte directamente de mi objeto de reflexión, me parece importante destacar aquí

17 Stuchlick, 1974: 40. 18 Alejandra Araya y Jaime Valenzuela, América Colonial. Denominaciones, clasificaciones e

identidades (Santiago: RIL Editores, 2010), 11-17.

Page 23: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

14

los principales hallazgos y aportes que ellos han logrado, sobre todo en la identificación

de los principales discursos coloniales sobre los indígenas y su eventual prolongación

en los tempranos períodos republicanos.

Un punto inicial de atención, que permite identificar una de las entradas que se

le ha dado al tema, tiene que ver con que los autores advierten con claridad que los

indígenas fueron definidos y caracterizados según los intereses de la incipiente

sociedad colonial, representándolos como bárbaros y endemoniados19, miserables

incapaces de pagar tributo, rebeldes, enemigos y sospechosos20, todo ello

fundamentalmente -como explican los autores que analizaremos a continuación- con el

fin de justificar las acciones que la sociedad colonial desplegó sobre ellos, esto es: el

servicio personal, el castigo, la represión y la esclavitud; en síntesis, la acción

colonizadora en su totalidad.

Un trabajo pionero en esta línea reflexiva y que aporta una mirada global del

período, nos la entrega Holdenis Casanova en un artículo dónde revisa las formas en

que los hispanos se refirieron al mundo indígena21. Su relato es un recuento histórico

que comienza con la mismísima llegada de Colón y sus primeras impresiones sobre el

territorio y sus habitantes. Para el caso de la Araucanía colonial, Casanova destaca, en

base a una serie de testimonios, las formas en que los hispanos aludieron hacia los

indígenas. Su recuento identifica tres nominaciones o imaginarios: el primero es

positivo, el indio valiente y belicoso; los dos siguientes son negativos, el bárbaro y el

diabólico. Esta autora realiza un trabajo etnohistórico en el que, a través del análisis de

cartas y crónicas, da cuenta de la instalación de imágenes construidas sobre los

19 Holdenis Casanova, “La Araucanía colonial: discursos, imágenes y estereotipos (1550-1800)” en Jorge

Pinto Rodríguez (editor) Del discurso colonial al proindigenismo. Ensayos de Historia Latinoamericana

(Temuco: Ediciones Universidad de La Frontera, 1996). 20 Hugo Contreras “Los conquistadores y la construcción de la imagen del “indio” en Chile Central”,

José Manuel Zavala “¿Enemigo o rebeldes? Categorización hispana de la resistencia mapuche en el

Chile del siglo XVIII” en Alejandra Araya y Jaime Valenzuela (Editores) América Colonial.

Denominaciones, clasificaciones e identidades (Santiago: RIL editores, 2010). 21 Casanova, 1996.

Page 24: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

15

mapuche. En un primer momento, estos habrían sido denominados como guerreros

valientes, destacándose su belicosidad, capacidad física, habilidad en la guerra, audacia

e ingenio. La autora repasa las citas de Pedro de Valdivia, Gerónimo de Vivar y Alonso

de Ercilla, donde a su juicio se habría gestado esta primera imagen: “De esta forma, a

través de diversos testimonios de la época se fue construyendo una imagen

estereotipada de larga vigencia en Chile. La de los valientes y extraordinarios

guerreros”22.

Sin embargo, -de acuerdo a Casanova- la misma instancia de guerra que hizo a

los conquistadores admirar a los indígenas, generó en forma paulatina otra percepción

frente a sus adversarios, desde la cual estos serían reconocidos y considerados como

bárbaros. La guerra fue, a juicio de la autora, un eje fundamental para definir al “otro”.

Cuando los indios colaboraban, eran entonces considerados sujetos útiles; cuando se

oponían a las exigencias de la colonización, se les visualizaba como hostiles, rebeldes

y bárbaros23. Casanova sostiene que la noción de behetría, para caracterizar el mundo

mapuche, fue utilizada por casi todos los cronistas del siglo XVI e incluso por autores

posteriores, dando como ejemplo de ello el Informe sobre el Reino de Chile de Miguel

de Olaverría24. Este concepto, que alude al desorden, la confusión y ausencia de

autoridad única, habría instalado, a juicio de la autora, el concepto de bárbaro para

referir a los mapuche del siglo XVI. Casanova reconoce que autores tales como Pedro

de Valdivia, Gerónimo de Bibar y Alonso Góngora y Marmolejo, que en un primer

momento alabaron la belicosidad de los indígenas, son los mismos que en forma

paralela los enunciaron como bárbaros25.

22 Casanova, 1996: 49. 23 Ibíd. 54. 24 Ibíd. 51. 25 Ibíd. 50-51.

Page 25: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

16

En esa misma línea reflexiva, Hugo Contreras26 advierte sobre la imagen que la

mayoría de los habitantes de nuestro país tiene hoy, en las primeras décadas del siglo

XXI, respecto a los indígenas del Chile central del siglo XVI, los picunche, que suele

ser negativa, de sujetos dóciles frente a la conquista, en resumidas cuentas cobardes, y

cuya sociedad es considerada simple y de escaso desarrollo. Una de las tareas que el

autor emprende en su investigación es interrogarse sobre los orígenes de esa imagen.

Contreras se propone conocer los argumentos que justificaron o fundamentaron

que en el Chile de mediados del siglo XVI se implementara la modalidad del servicio

personal como forma de pagar tributo a los hispanos. Acorde a esto, señala cómo

encomenderos y gobernadores coincidieron en describir a los indígenas de Chile

Central como miserables, pobres, sin un cultivo capaz de producir excedente,

argumentos todos que resultaron fundamentales a la hora de definir que el tributo que

debían pagar tenía que ser en servicio personal y no en especies. Tales argumentos

habrían ido poco a poco conformando una imagen de los indios que, a su vez, fue

recogida y reelaborada por un número importante de historiadores, quienes la

potenciaron y la instalaron como una realidad entre gran parte de los lectores de sus

textos27.

En la reconstrucción de ese incipiente imaginario, las cartas de relación y las

probanzas de méritos fueron los documentos utilizados por el autor para dar cuenta de

estos primeros discursos sobre el indio. Las cartas de Pedro de Valdivia, en donde

informaba al rey acerca de las características de los indígenas, así como las cartas donde

quedaron registradas las opiniones del gobernador García Hurtado de Mendoza,

habrían constituido los medios de prueba, según Contreras, para construir el imaginario

de holgazanes, flojos y desordenados de estas primeras representaciones de los

26 Contreras, 2010. 27 Contreras, 2010: 50

Page 26: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

17

habitantes de Chile central28. Palabras que, a juicio del autor, iban mucho más allá de

ser opiniones personales, sino más bien parecían generar un consenso entre los

castellanos29.

Si bien el esfuerzo de Contreras está centrado en dilucidar si aquella imagen se

correspondía con la realidad indígena del siglo XVI30, más que estudiar en específico

los discursos sobre los indios y de cómo estos discursos lograron un lugar de

hegemonía, considero que su texto nos sitúa en un tema de especial interés, que

Stuchlick también consideró hace décadas atrás: cómo la construcción de la imagen del

indio o su representación, resulta fundamental para justificar y defender las acciones

que se emprenden en relación a ellos.

En los trabajos recientemente expuestos de Casanova y Contreras31, la

propuesta de los autores es reflexionar sobre las nominaciones hacia el mundo indígena

(de la Araucanía y Chile central), las consecuencias de dichas nominaciones en el trato

que el hispano daba al indio e intentar explicar las motivaciones que tuvo la sociedad

colonial para el uso de esos denominaciones

El trabajo de Zavala32, a mi juicio, logra profundizar en esta línea reflexiva,

pues señala que su investigación es una tentativa de interpretar las diversas

denominaciones hacia el indígena formuladas por la sociedad colonial así como el

marco epistémico en que se dieron esas denominaciones. La investigación de Zavala

28 “[…] a causa de ser behetría los indios de estas provincias, en no tener cacique ni subjeción unos a

otros, son holgazanes y no se acimentan ni tienen cuidado de sus personas […]” El Gobernador de chile

don García Hurtado de Mendoza a los oficiales Reales de Santiago, (Santiago, 4 de diciembre de 1560) citado por Contreras, 2010: 61 29 Contreras, 2010: 61. 30 Contreras realiza un pormenorizado trabajo con fuentes administrativas y judiciales, documentos

menos argumentativos que cartas y probanzas de mérito, los cuales entregan otras evidencias que

permiten reconocer algunos aspectos y complejidades de las estructuras económicas indígenas y sus

formas de organización política. 31 Contreras, 2010; Casanova, 1996. 32 Zavala, 2010.

Page 27: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

18

está centrada específicamente en el uso de dos calificativos para referirse a los

mapuches renuentes a la dominación hispana, estos son el de enemigo y el de rebelde.

Para Zavala, la lógica clasificatoria del otro dependía de las complicaciones

jurídico-políticas planteadas por el grupo hispano. Según su análisis, ser enemigo era

reconocer cierta soberanía en el otro, pues para ser un enemigo era necesario no estar

sometido a la misma autoridad. Por el contario, ser rebelde era atribuirle cierto grado

de sujeción hacia el poder español y, en consecuencia, lo que se intentaba era

incorporarlo a la soberanía hispana33.

Sin embargo, y pese a la atención en estas dos denominaciones, Zavala

reconoce la existencia de otras denominaciones, la cuales habrían sido construidas

sobre principios civilizatorios; por ejemplo, respecto al cristianismo, los indios eran

nominados como infieles, paganos, gentiles; por otro lado, en cuanto al modo de vida

occidental, los indios fueron nominados como bárbaros e indios fronterizos.

Zavala reconoce que los principios que sustentaban estas clasificaciones

formaban parte de un sistema de pensamiento hispano colonial, donde lo teológico, lo

cultural y lo político no estaban necesariamente divididos en conjuntos teóricos

autónomos e independientes34 y, concluyentemente, afirma que los sistemas

denominativos aplicados a los indígenas obedecían a modelos taxonómicos construidos

a partir de pares de opuestos, que establecían categorías suficientes y mutuamente

excluyentes entre un polo positivo y otro polo negativo. Zavala se remonta, así, a los

orígenes del modelo taxonómico occidental planteado por Aristóteles.

Casanova también identifica una tercera nominación, que no tiene como eje

productor la guerra, sino, como diría Zavala, los principios civilizatorios, en este caso,

33 Zavala, 2010: 202-204. 34 Ibíd. 209.

Page 28: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

19

el cristianismo35. Este imaginario, a su parecer mucho más tajante, dice relación con su

demonización. Posición tan radical le fue posible a Casanova de identificar en la obra

del franciscano Pedro de Sosa y de los militares Santiago de Tesillo y Alonso González

de Nájera36. A juicio de esta autora, la imagen del indio diabolizado sirvió a los

españoles para justificar la empresa conquistadora. La ociosidad y la flojera

complementaron este cuadro, significado como el triunfo del cuerpo por sobre el

espíritu. Ambas imágenes, borrachos y flojos, se convirtieron así en estereotipos de

larga vigencia en Chile, que habrían perdurado hasta nuestros días37.

Casanova concluye que, una vez superado el asombro inicial, la concepción del

“otro” que se construyó por parte de los hispanos “fue la de un ser inferior, un sujeto

débil por naturaleza, infrahumano, bárbaro y demoniaco”, imagen que habría servido

para legitimar las acciones de los españoles en estas tierras38.

Es recurrente en los estudios que identifican los estereotipos o imágenes

construidas hacia el mundo indígena, resaltar la idea de que éstos constituyen un

imaginario presente hasta hoy. Tema significativo que, sin lugar a dudas, releva y da

vigencia a las investigaciones que se plantean reflexionar sobre cómo se construyeron

estos discursos y cómo lograron posicionarse en las sociedades de la época. Así,

algunos historiadores colonialistas39 señalan el rol fundamental que habría jugado la

historiografía al respecto. A su juicio, este incipiente y a la vez consensuado

imaginario, fue configurando una historiografía de la barbarie, en la cual los aportes de

Diego Barros Arana, Domingo Amunátegui Solar y Guillermo Feliú Cruz40, resultaron

35 Zavala, 2010: 208 36 Casanova, 1996: 58 37 Ibíd. 75. 38 Ibíd. 81 39 Contreras, 2010: 53-55 40 Diego Barros Arana, Historia General de Chile, Tomo I (Santiago: Editorial Universitaria/DIBAM,

1999); Domingo Amunátegui Solar, 1909-1910. Las encomiendas de indígenas en Chile, (Santiago,

Imprenta Cervantes, 2 vols.); Guillermo Feliu Cruz, 1941. Las encomiendas según tasa y ordenanzas

(Buenos Aires, Casa Jacobo Peuser).

Page 29: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

20

fundamentales para difundir la idea de un indígena rústico, de escasa evolución,

cazador recolector, sin hábitos de trabajo, destinado a desaparecer con prontitud. Según

Contreras, estos argumentos se fueron reiterando, cristalizándose una imagen del indio

que cada día resultó y resulta más difícil de eliminar.

1.1.2 ¿Aculturación, disciplinamiento o aceptación de la alteridad? El debate para

los siglos XVII y XVIII

Una de las polémicas más significativas para el estudio de la Araucanía y las

relaciones que el mundo indígena sostuvo con los hispanos y, posteriormente, con la

república chilena, dice relación con la propuesta de los Estudios Fronterizos. Surgida

en los inicios de la década de 198041, esta línea de investigación se propuso terminar

con el mito de una guerra de tres siglos entre indígenas y españoles, criticando la idea

de la Araucanía como espacio exclusivamente guerrero y a las relaciones hispano-

criollas-mapuche como esencialmente bélicas42. Al alero del historiador Sergio

Villalobos, los investigadores que comparten esta idea, como, por ejemplo, Luz María

Méndez, Horacio Zapater, Carlos Aldunate y Carlos Bascuñán43, postulan que los

procesos de aculturación y transculturación fueron fundamentales en las relaciones

fronterizas coloniales y republicanas. A juicio de estos historiadores, hablar de “guerra

de Arauco” para un período de tres siglos es históricamente erróneo y peligrosamente

reductor. Así, proponen una nueva periodización para la historia de las relaciones

hispano-criollo-indígenas, reconociendo ciento veinte años de guerra entre 1536 a

1655, que dieron a paso a un período de paz o convivencia pacífica entre 1655 a 1883.

41 En opinión de Guillaume Boccara, los ‘Estudios Fronterizos’ surgidos en la década de 1980 se han

impuesto como la nueva historia dominante de la Araucanía. Guillaume Boccara, Los Vencedores.

Historia del Pueblo Mapuche en la época colonial, (Santiago: Ocho Libros Editores, 2009) 42 Boccara, 2009: 203 43 Sergio Villalobos, Carlos Aldunate, Horacio Zapater, Luz María Méndez, Carlos Bascuñán,

Relaciones Fronterizas en la Araucanía (Santiago: Ediciones Universidad Católica de Chile, 1982).

Page 30: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

21

Incluyen por cierto en esta periodización el proceso de incorporación de la Araucanía

al territorio de la república de Chile44.

La tesis de los Estudios Fronterizos sostiene que los mapuche no fueron

reducidos a través de medios violentos, sino que se asimilaron poco a poco a la sociedad

dominante a través de una serie de contactos pacíficos como el comercio, la misión, el

parlamento y la permanente acción de tipos fronterizos, como el Comisario de naciones

y el Capitán de amigos, quienes habrían mantenido contactos estrechos con caciques y

agrupaciones indígenas, escuchando sus quejas, manteniendo la paz y tratando de evitar

los ataques y depredaciones de los indígenas. A juicio de Villalobos, estos tipos eran

oficiales ampliamente aceptados en la Araucanía porque llenaban el vacío de poder en

una sociedad que no tenía una autoridad central45.

Terminando con el mito de los trescientos años de la guerra de Arauco, estos

investigadores proponen una reinterpretación no solo del avance colonial en la

Araucanía, sino también cuestionan y critican el imaginario del indígena heroico y

guerrero que, a juicio de Villalobos, sería solo una fantasía mítica que “se consolidó y

pasó a ser parte de la realidad mental, manteniéndose a través de los siglos, llegando

hasta nosotros como un concepto histórico en que todos creen a pie juntillas”46.

Desde otra perspectiva de reflexión y análisis, Guillaume Boccara postula, por

el contrario, que el proceso de reducción, asimilación e incorporación de la Araucanía

no habría estado carente de violencia. El autor reconoce un primer mecanismo abstracto

de poder desplegado desde el inicio de la Conquista hasta la mitad del siglo XVII, al

que define como soberano, en tanto su meta fue someter a masas de indígenas por la

44 Boccara, 2009, 202 45 Sergio Villalobos, Vida Fronteriza en la Araucanía. El mito de la guerra de Arauco (Santiago:

Editorial Andrés Bello, 1995), 182. 46 Villalobos, 1995: 67

Page 31: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

22

vía de la guerra y la paz47. Sus manifestaciones más evidentes habrían sido la

encomienda, la esclavitud, la maloca y la expedición de la guerra. El segundo período

que reconoce Boccara se habría desarrollado desde la segunda mitad del siglo XVII

hasta el final del siglo XVIII, etapa donde habría primado el dispositivo disciplinario48.

A su juicio, luego de superada la guerra y establecidas nuevas relaciones de fuerza,

habría surgido una nueva lógica: “La paz consiste en este momento preciso en las

relaciones de poder que resultan de la guerra…”49. Habrían existido, entonces, nuevos

medios de dominación del territorio y de su población. Los nuevos dispositivos que

identifica este autor para el disciplinamiento de los indígenas, habrían sido los

parlamentos, la misión, la educación y el comercio. Cada uno de ellos desplegando la

vigilancia y el control. Así, el parlamento habría permitido conocer qué ocurría en las

tierras indígenas, posibilitando contabilizar y vigilar a la población. La misión por su

parte es vista por este autor como una institución que pretendía transformar al indígena

y apropiarse de su tiempo: “El poder que ejercitaba el misionero no era sobre la tierra

y sus productos, sino sobre los cuerpos de los indios y sobre lo que estos hacen…”50.

Así, también, el comercio habría ejercido control sobre el tráfico; y la educación, una

permanente vigilancia. Boccara concluye: “Desde luego, esta nueva fase no es un

período guerrero, sino el asentamiento de un nuevo diagrama y de un nuevo tipo de

poder…Se estableció una tecnología de poder que tenía como meta normalizar,

contabilizar, civilizar, en fin disciplinar al indígena”51. Para Boccara, en consecuencia,

sería inapropiado hablar de paz cuando continuaba existiendo la voluntad de

dominación y de subordinación mediante la utilización de la misión, del comercio, del

parlamento y de las escuelas de indios52.

47 Guillaume Boccara “Dispositivos de poder en la sociedad colonial-fronteriza chilena del siglo XVI al

siglo XVIII” En: Jorge Pinto Rodríguez (editor) Del discurso colonial al proindigenismo. Ensayos de

Historia Latinoamericana. (Temuco: Ediciones Universidad de la Frontera, 1996), 31. 48 Boccara, 1996: 32. 49 Ibíd. 32. 50 Ibíd, 34. 51 Ibíd. 38-39. 52 Boccara, 2009: 212.

Page 32: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

23

Posteriormente, inaugurando el siglo XXI, un grupo de investigadores

constituidos en la Comunidad de Historia Mapuche53, comienzan a articular una crítica

hacia las interpretaciones historiográficas chilenas, proponiéndose replantear la historia

mapuche. En sus propias palabras, su quehacer tiene que ver con “la reconstrucción o

sistematización de nuestras historias”54. Como ellos advierten55, el texto que marcará

un hito es sus investigaciones es la publicación de Pablo Marimán, Sergio Caniuqueo,

José Millalén y Rodrigo Levil, titulada ¡¡…Escucha, winka…!! Cuatro ensayos de

historia nacional mapuche y un epílogo sobre el futuro56. Texto fundamentalmente

histórico, en donde se reconstruye la historia mapuche desde la época precolombina

hasta los tiempos actuales.

Además de sus diversas investigaciones57, centradas principalmente en temas

contemporáneos, en donde el rescate de la memoria y la identidad resultan

fundamentales, sus reflexiones también tienen como objeto el período colonial y la

incipiente república, intentando reconstruir las relaciones del mundo mapuche con el

estado colonial y republicano. Es en esas investigaciones donde es posible identificar

el análisis que estos historiadores realizan sobre las formas de representar y considerar

al pueblo mapuche por parte de la historiografía chilena.

53 Entre sus integrantes se cuentan cientistas sociales, pedagogos, trabajadores sociales, antropólogos e

historiadores, entre estos últimos Jaime Antimil Caniupan, Enrique Antileo, Herson Huinca-Piutrin,

Pablo Mariman, Héctor Nahuelpan, Jimena Pichinao, Claudio Alvarado Lincopi, Fernado Pairican, Juan

Porma, entre otros. 54 Jaime Antimil Caniupan, “Panko, wenumalal ka tranantúe mapu ñi tukulpazungun. Reconstrucción

del territorio ancentral de comunidades mapuche a través del rescate del Kuifyke zungu. Wajmapu,

siglos XIX y XX” en Pedro Canales Tapia (Editor) Zuamgenolu. Pueblo Mapuche en Contexto de Estado

nacional Chileno, Siglos XIX-XXI.(Santiago: Editorial Usach, 2016) 55 José Luis Cabrera Llancaqueo, “Desde los márgenes…Pueblo Mapuche e Historiografía”, en Canales, 2016), 57. 56 Pablo Mariman, Sergio Caniuqueo, José Millalén, Rodrigo Levil ¡¡…Escucha, winka…!! Cuatro

ensayos de historia nacional mapuche y un epílogo sobre el futuro (Santiago: LOM Ediciones, 2006). 57 Hector Nahuelpán “El sueño de la Identidad Latinoamericana o la búsqueda de lo propio en lo ajeno”

Atenea 495 (2007) 157-164. Héctor Nahuelpan “El lugar del indio´ en la investigación social.

Reflexiones en torno a un debate político y epistémico aún pendiente” Revista Austral de Ciencias

Sociales 24 (2013) 71-91. Pedro Canales Tapia, Tierra e Historia. Estudios y controversias acerca de

la historia del Pueblo Mapuche en Chile, 1950-2010. (La Serena: Universidad de La Serena, 2010).

Page 33: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

24

En una mirada histórica general, e intentando caracterizar las relaciones

interétnicas entre el mapuche y el winka, Pablo Marimán58 identifica diversas etapas

en las cuales es posible reconocer las formas que desde el Estado y la sociedad chilena

se consideró al mapuche. La primera de ellas fue la guerra de Arauco (1541-1641),

período caracterizado por el conflicto bélico y la consecuente negación del otro. El

segundo período lo define como el de los Parlamentos (1641-1825), caracterizado, a su

juicio, por la regulación de la convivencia, una especie de aceptación de la alteridad

por parte del grupo dominante. Es en este segundo período cuando los Mapuche habrían

manifestado una gran capacidad de respuesta frente al dominio externo, a partir del

desarrollo de sus propias prácticas culturales. Así lo manifiesta Jimena Pichinao59,

quien señala que, si bien los Parlamentos deben ser entendidos como una forma de

negociación de formato hispano, estos fueron transformados de acuerdo al estilo

mapuche de hacer política. Así, entonces, la autora reconoce en esta etapa una

indudable capacidad de agencia y de protagonismo del pueblo mapuche60. El propio

Marimán señala que fue necesario, para que los parlamentos fuesen una expresión real

y duradera, cambiar su práctica, ya que lo importante era tratar y negociar, y no

imponer. A su juicio, “difícilmente esto podía provenir del mundo hispano cuya

naturaleza imperial y práctica colonial encerraban la lógica de la imposición y la

guerra”61.

La tercera etapa identificada es la de negación del otro y de violación de los

pactos, que culminó con la conquista del Wallmapu (1860-1885). Finalmente, desde

58 Pablo Marimán, “Situación histórica y contemporánea del Ngulumapu”. En Fabiola Escárzaga, Raquel

Gutiérrez, Juan José Carrillo, Eva Capece, Börries Nehe (coordinadores), Movimiento indígena en

América Latina: resistencia y transformación social, volumen III (México: Universidad Autónoma

Metropolitana, Xochimilco: Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla: Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en

Antropología Social, 2014). 59 Jimena Pichinao Huenchuleo, “Los Parlamentos hispano-Mapuche como escenario de negociación

simbólico político durante la colonia”, en Comunidad de Historia Mapuche. Ta iñ fijke xipa

rakizuameluwün. Historia, colonialismo y resistencia desde el país Mapuche (Temuco: Ediciones

Comunidad de Historia Mapuche, 2012), 25-42. 60 Pichinao, 2012: 39. 61 Marimán, 2006: 53-127.

Page 34: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

25

fines del siglo XIX hasta el presente, habría un período marcado por “una convivencia

subordinada, con pauperización material y conculcación de derechos”62. Como

resultado de estas dos últimas etapas, la Comunidad de Historia Mapuche observa

invisibilización, negación, asimilación, conclusiones reiteradas que estos autores

obtienen en sus investigaciones. Así, al criticar la propuesta de los Estudios

Fronterizos, advierten que en ellos se desconoce la existencia del pueblo mapuche en

la actualidad, incorporándolos “como una identidad étnica perteneciente a la sociedad

chilena”63, como si el pueblo mapuche hubiese protagonizado una especie de

asimilación e incorporación casi voluntaria al momento de establecer relaciones con la

sociedad chilena, adquiriendo “elementos de una cultura más avanzada, lo que les

indujo a querer ser parte de ella y entrar a la modernidad. Así, los estudios fronterizos

no consideran el impacto negativo y el costo que dejó la ocupación militar. Además se

deslegitiman la autenticidad mapuche de los sujetos y organizaciones que se identifican

como tal en el presente, la de los sobrevivientes y sus descendientes”64.

1.1.3 La representación de los indios en la época republicana

Diversos autores han referido a la construcción de las representaciones sobre el

mapuche durante el período republicano, principalmente a partir de sus reflexiones en

temas tales como las relaciones del pueblo mapuche con el Estado o el proceso de

ocupación de la Araucanía. En esas reflexiones, no obstante, también abordaron o

hicieron alusión, aunque tangencialmente, a los imaginarios construidos sobre los

indígenas.

La historiografía que ha investigado el mundo de la Araucanía durante el siglo

XIX, ha centrado su mirada y reflexiones principalmente hacia el tema de la ocupación

chilena del territorio. Existen completas descripciones y análisis sobre cómo se fue

62 Marimán, 2014. 63 Cabrera, 2016: 55. 64 Ibíd.

Page 35: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

26

gestando este proceso, desde el avance espontáneo de colonos hasta la acción militar

directa sobre la zona. Numerosos trabajos describen las campañas militares, los debates

previos, las discusiones expresadas en la opinión pública, las resistencias y

levantamientos indígenas65. En ese contexto, sin embargo, no son muchos los autores

que abordan el tema de la representación o discurso sobre los indígenas. A veces hacen

mención a dichas enunciaciones solo de forma accesoria. En esos casos excepcionales,

es posible reconocer ciertas menciones al tema de la representación que realizó la

sociedad chilena de los mapuche del siglo XIX.

Guillaume Boccara e Ingrid Seguel-Boccara, en un estudio sobre las políticas

indígenas implementadas por el estado chileno en los siglos XIX y XX, aclaran que

analizar dichas políticas, no significa solamente atenerse a la presentación de las

distintas leyes, sino que resulta necesario referir a las ideologías imperantes que

construyeron los criollos acerca del mapuche66. Los autores advierten que les resultó

preciso incorporar en su análisis los estereotipos que construyeron los criollos acerca

del Mapuche. Boccara y Seguel-Boccara nominan estereotipo a las diversas referencias

hacia el mundo indígena que, a su juicio, sirvieron para justificar, determinar y expresar

las distintas políticas hacia éste67.

Por su parte, Fernando Casanueva68 utiliza los conceptos de visión, concepción,

o imagen, para nombrar las diversas formas en que la élite chilena del siglo XIX se

65 Ricardo Ferrando Keun, Y así nació la Frontera…Conquista, Guerra, Ocupación, Pacificación 1550-

1900 (Santiago: Editorial Antártica, 2000); Leandro Navarro, Crónica militar de la conquista y

pacificación de la Araucanía desde el año 1859 hasta su completa incorporación al territorio nacional,

(Santiago: Pehuén Editores, 2008); Arturo Leiva, El Primer avance a la Araucanía. Angol, 1862. (Temuco: Universidad de La Frontera, 1984). 66 Boccara y Seguel-Boccara, 1999: 744. 67 Boccara y Seguel-Boccara incluyen en su trabajo los estereotipos que “expresando, justificando y

determinando las distintas políticas indígenas, en cada época construyeron los criollos acerca del

Mapuche: valiente guerrero, héroe, salvaje, flojo-ladrón-borracho, pobre-ignorante, etc.”, op. cit.: 744. 68 Fernando Casanueva “Indios Malos en tierras buenas: visión y concepción del Mapuche según las

elites chilenas (Siglo XIX)”, en Guillaume Boccara (Editor) Colonización, Resistencia y Mestizaje en

las Américas (Siglos XVI-XX) (Quito: Ediciones Abya-Yala, 2002).

Page 36: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

27

refirió al mundo mapuche. A su juicio, dichas concepciones justificaron los proyectos

que la clase dirigente emprendió contra los indígenas.

Jorge Pinto, quien ha trabajado con esmero el proceso que llevó al estado

chileno a ocupar las tierras de la Araucanía, aborda detalladamente el escenario del país

entre 1850 y 1860, señalando cómo se conjugaron una serie de factores que desataron

el interés por las tierras de la Araucanía69. En ese contexto, explica el autor, existían

distintas opiniones respecto de la ocupación de la Araucanía y, por consiguiente, se

entiende, habrían existido también distintos juicios hacia sus habitantes. El autor define

esas opiniones como antiindigenistas y proindigenistas70. Las primeras se habrían

enmarcado en una especie de ideología de la ocupación, que legitimaba la acción del

Estado y que proyectó a la opinión pública la idea de un mapuche de barbarie

incorregible, que ultrajaba y entorpecía su desarrollo. Las segundas, las

proindigenistas, si bien habrían compartido la mirada hacia el territorio de la Araucanía

en relación a sus potencialidades agrícolas, diferían de las primeras en los métodos de

incorporación del territorio y, por cierto, del trato hacia el mapuche, considerando a

este como un sujeto susceptible de civilizar.

En otro artículo71, este mismo autor, describiendo las formas en que los

historiadores han tratado el tema de la ocupación de la Araucanía, refiere al concepto

de juicio, señalando que la historiografía clásica del siglo XIX, en la cual incluye a

Benjamín Vicuña Mackenna, Miguel Luis Amunátegui, Diego Barros Arana y

Crecente Errázuriz, formularon juicios lapidarios acerca de los mapuche,

considerándolos un estorbo para el progreso. Según Pinto, estos juicios no pasaron

69 Para profundizar en esos factores y en las características del período se sugiere ver Jorge Pinto

Rodríguez: La formación del Estado, la Nación y el pueblo Mapuche. De la inclusión a la exclusión,

(Santiago: Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, 2003a), 131-149. 70 Pinto “Del antiindigenismo al proindigenismo en Chile en el siglo XIX”, en Jorge Pinto Rodríguez

(editor) Del discurso colonial al proindigenismo. Ensayos de historia Latinoamericanas. (Temuco:

Ediciones Universidad de La Frontera, 1996), 83-115. 71 Pinto “La ocupación de la Araucanía a través de historiadores, novelistas, poetas y dirigentes

mapuche”, Revista de Historia y Geografía, 17 (2003b).

Page 37: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

28

inadvertidos en su época, y habrían constituido la imagen que sirvió para distorsionar

el relato de la ocupación de la Araucanía72.

Por su parte, Simon Collier, en su libro La construcción de una República 1830-

1860. Política e Ideas, cuestiona el prototipo de estabilidad política que se le ha dado

a Chile durante el siglo XIX por parte de los textos de historia. A su juicio, este período,

que denomina la república temprana, estuvo marcado por serios conflictos y algunos

sangrientos hechos que enfrentaron a los diversos gobiernos con sus adversarios

liberales. El autor es explícito en señalar que el énfasis de su investigación está en

rescatar lo que la gente pensó y dijo que estaba ocurriendo en esa época y su

articulación con los eventos políticos de ese tiempo. Por cierto que, en tal rescate, el

historiador incluye lo que en la época se pensaba y se decía sobre el mundo indígena

de la Araucanía.

Si bien es cierto, a Collier le interesa rescatar lo que la gente pensó y dijo, es

claro que refiere a los chilenos letrados73, sus búsquedas y citas dicen relación con

artículos y crónicas periodísticas, opiniones de ministros, parlamentarios, reconocidos

viajeros y la voz de la iglesia Católica.

Los conceptos utilizados por Collier para aludir a esas referencias son

básicamente los de opinión, expresión, percepción, muy en línea con lo declarado en

su introducción en el sentido de rescatar lo que se pensó y se dijo en el período.

72 Pinto, 2003b: 172. 73 Collier señala en la introducción de su texto que “Los materiales sobre los cuales este trabajo se

fundamenta fueron tomados de una exhaustiva inspección de lo que chilenos letrados y más elocuentes

escribieron o dijeron en sus periódicos, libros, panfletos y hojas sueltas, en sus debates parlamentarios y a veces en sus correspondencias privadas…la utilización de la frase “chilenos educados”, usada

frecuentemente en forma deliberada, sirve para recordar que la clase alta educada de chilenos

conformaba una pequeña minoría en la república temprana y que aquellos miembros de la clase alta

educados e inteligibles eran un grupo aún más pequeño. Estos últimos eran para bien o para mal, los

chilenos que importaban en la vida política y quienes poseyeron abrumadoramente más influencia que

cualquier otro sector de la sociedad en la creación de la república”. Simon Collier La construcción de

una República 1830-1865. Política e Ideas (Santiago: Ediciones Universidad Católica de Chile, 2008),

30.

Page 38: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

29

Advertimos, entonces, que no existe por parte del autor, una reflexión sobre la posible

instalación de estereotipos, construcciones discursivas o imaginarios para referir al

mundo indígena en las décadas estudiadas.

Con algunos matices diferenciadores, la historiografía ha visto en estos diversos

discursos los argumentos que justificaron acciones futuras hacia los indígenas y sus

tierras74. Así también lo indica Casanueva, quién afirma que el discurso republicano

sobre los indios fue construido por aquellos que nomina como "padres de la república

de las letras chilenas": José Victorino Lastarria, Miguel Luis Amunátegui, Francisco

Bilbao, Diego Barros Arana, Benjamín Vicuña Mackenna y Vicente Pérez Rosales.

Señala, además, que esos discursos fueron fundamentales en las decisiones de los

gobiernos sucesivos en relación al "problema araucano".

Blanca Muratorio sostiene que desde el período colonial hasta el presente, las

diversas imágenes sobre el indio, creadas por diversos imagineros en contextos

culturales variados “se convierten en capital cultural que en distintos períodos

históricos sirve a los intereses de los imagineros, ya sean estos etnógrafos, viajeros,

extranjeros, misioneros, intelectuales, artistas, políticos, representantes del Estado-

Nación o de ciertas organizaciones ecológicas”75.

¿Cuáles han sido los estereotipos o imágenes que los investigadores han

identificado?

74 Boccara y Seguel Boccara, 1999: 744; Luis Carlos Parentini y Patricio Herrera “Araucanía maldita:

su imagen a través de la prensa (1820-1860)” en Leonardo León, Patricio Herrera, Luis Carlos Parentini,

Sergio Villalobos, Araucanía: La Frontera Mestiza, Siglo XIX (Santiago, LOM Editores, 2003), 83. 75 Blanca Muratorio, “Discursos y silencios sobre el indio en la conciencia nacional”, en Sergio Pachano

(Editor). Antología. Ciudadanía e identidad. (Quito: FLACSO, 2003), 362.

Page 39: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

30

1.1.4 Héroes o bárbaros, ¿un giro discursivo en la temprana república?

La historiografía chilena ha descrito la construcción de discursos sobre el

mundo indígena como un proceso diacrónico, ordenado y lineal. Supone así un discurso

hegemónico, consensuado por una elite centralista e impositiva, que refiere y

representa al mundo indígena de acuerdo a sus propios intereses.

Reconozco en las obras historiográficas la identificación de dos formas de

referir al mundo indígena, a saber: la visión heroica y aguerrida y la del bárbaro o

salvaje, esta última sujeta a variaciones de intensidad en el tiempo y complementada

con otros contenidos o características.

Existe consenso entre los historiadores que el siglo XIX se inaugura con el

rescate o uso simbólico y alegórico de la imagen del guerrero araucano que instalara

Ercilla con su poema épico La Araucana. La historiografía constata que, desde las

primeras acciones independentistas, se fue gestando, por parte de los sectores

dominantes, un discurso sobre los indígenas que rescató la visión heroica, valiente y

aguerrida del mapuche que luchó por la independencia de su tierra. Así lo indica

Guillaume Boccara al señalar que en los albores de la república el indígena fue símbolo

nacional de la resistencia de la vieja colonia76. El uso simbólico del heroico araucano

se testimonió en la constante enunciación de los nombres de los antiguos héroes para

incitar a los patriotas independentistas.

“¡Ah patriotas! (…) recobrad vuestros derechos, imitando en la unión y la

constancia vuestros ascendientes araucanos, cuyas cenizas reposan en la urna

de la causa sagrada de la libertad (…) Revive entre nosotros Colocolo,

76 Boccara y Seguel-Boccara, 1999: 745. También refieren al uso simbólico del indio: Casanueva, 2002;

Patricio Herrera, “La cuestión de Arauco. Un problema de dignidad nacional durante el siglo XIX”, en

Manuel Loyola y Sergio Grez (Compiladores) Los proyectos nacionales en el pensamiento político y

social chileno del siglo XIX. (Santiago, Ediciones UCSH, 2002: 75-88); José Bengoa, Historia del

pueblo mapuche. Siglos XIX y XX (Santiago: LOM, 2008).

Page 40: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

31

Caupolicán, y el inmortal Lautaro –Scipion americano-, que su patriotismo y

valor sirve y servirá (…) de honor y espanto a los tiranos”77.

Los investigadores señalan que la utilización del pasado indígena por parte de

los independentistas sirvió para legitimar la lucha por la libertad, al mismo tiempo que

instaló la idea de una historia común. Era la prolongación de un proceso que habían

comenzado los indígenas al resistir al mundo hispano. En la nueva coyuntura

independentista, los criollos tomaban las mismas banderas para liberarse de los

españoles, haciendo continuidad con una historia de lucha que había comenzado siglos

atrás.

Pese al consenso historiográfico frente a la presencia inicial de este discurso

heroico, las opiniones de los investigadores sobre el paso a una nueva forma de

enunciación hacia los indígenas, aquella que dio origen a la representación de estos

como bárbaros o salvajes, son altamente disímiles. El momento del giro discursivo y

las causas de éste son hasta ahora interpretados de manera variada, aún muy lejanas a

un efectivo consenso.

Simon Collier titula su acápite Araucanía Indomable, queriendo relevar que es

esa la principal mirada que, desde la sociedad chilena de inicios del siglo XIX, se da a

este territorio y su población. A su juicio, el rescate del heroico y valiente indígena y

el uso del mito del indio indómito, tan conveniente para el período independentista, fue

persistente durante todo el siglo XIX. Aquellas evocaciones habrían superado la

coyuntura independentista, siendo posible de pesquisar hasta bien adentrado el siglo

XIX. Más aún, el autor consigna que durante el siglo XX, esa forma de referir al

mapuche está aún presente78.

77 Ilustración Araucana N°1, 6 de septiembre 1813, en Simon Collier, Ideas y política de la

independencia chilena. 1808-1833. (Santiago, Ed. Andrés Bello, 1977), 200. La cursiva me pertenece. 78 Al respecto, Simon Collier recuerda que una canción popular de 1962 señalaba que el éxito de Chile

en la Copa del Mundo de fútbol de ese año había hecho vibrar “nuestra roja sangre araucana” (Collier,

1977: 215). Todo indica que la anexión de nuevos territorios a través de la incorporación de la Araucanía

Page 41: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

32

José Bengoa79, en la misma línea, define a esta primera enunciación como un

discurso “araucanista” de los “primeros padres de la patria”. A su juicio, este discurso

se habría mantenido hasta hoy en la tradición patriótica del país, pasando a ser parte

del discurso oficial en Chile. Se trataría de reforzar la idea libertaria, independiente,

indómita de este pueblo, “… y para ello se echa mano de Caupolicanes y Lautaros”80.

Algunos historiadores, por el contrario, identifican que ciertos sucesos y

momentos durante el siglo XIX habrían generado un giro discursivo. Para varios de

ellos, tan pronto como iniciadas las acciones bélicas entre realistas e independentistas,

que generaron alianzas de los indígenas de frontera con uno y otro ejército, se habría

producido un cambio radical en la visión de la elite sobre los indígenas. A partir de ese

hecho, Casanueva81, por ejemplo, advierte un giro en la visión de las elites: un nuevo

enfoque que habría caracterizado al indio como un bárbaro irreductible y veleidoso, a

quien había que someter por diferentes medios para lograr la unidad del territorio y el

progreso de la patria. Así, la elite republicana, a través de diversos discursos y en

formatos variados, habría creado y divulgado una imagen negativa del indígena

atribuyéndole barbarie, miseria y falta de aptitudes en general.

Otros autores, en cambio, sitúan este viraje discursivo más tardíamente, a partir

de 1850. Boccara, apoyado en las ideas de Jorge Pinto, sostiene que el Estado fue

concebido en las primeras épocas republicanas como la realización de una gran

(1861-1883) y el triunfo chileno sobre Perú y Bolivia en la Guerra del Pacífico (1879-1884), impulsó a

principios del siglo XX la reflexión sobre las características de la nación y la identidad nacional. Al

parecer, como señala Eva Muzoppapa, “Un remozado pensamiento nacionalista indagó en cuestiones cómo el espíritu o la raza, con el objetivo de dar con las mejores condiciones para el desarrollo del país”.

Así, entonces, el pensamiento nacionalista, retomó para dar respuesta a esas interrogantes el tópico de

las virtudes guerreras araucanas. Ver Eva Muzzoppapa, Estado, nación y legitimidad en el discurso de

las fuerzas armadas de Chile. (1988-2005), Tesis para optar al grado de Magíster en Estudios

Latinoamericanos. Universidad de Chile, marzo, 2006, 57-58. 79 Bengoa, 2008. 80 Bengoa, 2008: 141. 81 Casanueva, 1996.

Page 42: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

33

hermandad o familia, “la casa grande”, por lo que la continuidad de la política indígena

colonial (misiones y parlamentos) aparecía como una solución provisoria, en espera de

una total anexión territorial de la Araucanía. Es importante destacar aquí que, para

Boccara y Seguel-Boccara, la entrada al tema de los estereotipos hacia el mundo

indígena tiene que ver casi exclusivamente con las políticas de Estado relacionadas con

la anexión de sus tierras y la posterior asimilación del pueblo mapuche82. Desde esa

perspectiva, estos autores advierten el viraje discursivo hacia 1850, precedido por una

serie de medidas tendientes a ocupar la Araucanía de forma paulatina, donde se habría

instalado un discurso e imaginario sobre los indígenas que resaltó su supuesta barbarie

y poca capacidad de trabajo. “El proindigenismo de los primeros tiempos iba a ser

desplazado por un discurso antiindigenista, evolucionista y racista, que legitimará las

usurpaciones y violencias legales”83.

Efectivamente, Jorge Pinto sitúa el cambio de opinión y actitud de la elite

santiaguina hacia la década de 1850. El autor evidencia esta transición a partir de una

serie de transformaciones que desataron la ambición por las tierras de la Araucanía. A

mediados del siglo XIX, el gobierno, a juicio de Pinto, manifestaba escaso interés por

la Araucanía, ya que la mirada habría estado puesta en el norte minero y en la fertilidad

del valle central. Sin embargo, la crisis económica que se hizo sentir en el país en la

década de 1850, junto con la posibilidad de conectar la economía chilena con los

mercados del Atlántico a través de la Araucanía, habrían permitido que el interés por

la zona aumentara. A fines de la década, una insurrección mapuche en el contexto de

la guerra civil de 1859, desencadenó el proceso. Jorge Pinto reflexionando sobre este

giro discursivo señala:

“El asunto era presentar las cosas de modo que la sensibilidad nacional no se

sintiera lastimada por efecto de una actitud que, en el fondo, era una agresión

82 Boccara y Seguel-Boccara reconocen la asimilación del mundo indígena principalmente como la

negación de la especificidad indígena y el despojo de sus territorios. 83 Boccara y Seguel-Boccara, 1999: 74

Page 43: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

34

al mapuche, símbolo de la resistencia al español y figura clave en el discurso de

los próceres de la independencia. Y en esto los grupos dirigentes fueron

extremadamente cuidadosos84”.

Por su parte, los historiadores Luis Carlos Parentini y Patricio Herrera85

proponen otro momento de cambio discursivo, avalado fundamentalmente por el

análisis de la prensa regional86. Estos investigadores reconocen la presencia del primer

discurso patriota que habría rescatado los rasgos heroicos del guerrero mapuche; sin

embargo, a diferencia de Boccara, de Seguel-Boccara y de Pinto, advierten que la

permanencia de dicho discurso habría sido tan solo hasta 1820. Parentini y Herrera

señalan que, tempranamente durante la república, surgió una prensa, principalmente en

Concepción, que respondía a los intereses de terratenientes, comerciantes y

especuladores que tenían capitales invertidos en la Araucanía, que habría contribuido

a generar un clima de opinión a favor de la acción militar en la zona y, por cierto, a la

construcción de un imaginario colectivo que transformó el antiguo y épico Flandes

Indiano en la Araucanía Maldita87. Las representaciones que esta prensa regional habría

promovido sobre la Araucanía y sus habitantes dicen relación con un indígena

interesado, voluble, quisquilloso, bárbaro feroz y hostil, que ponía en peligro y acosaba

a la población al norte del Biobío.

Parentini y Herrera critican la visión de que entre 1830 y 1850 la mirada de la

elite chilena y de la clase política habría estado puesta en el Norte chico, principalmente

por el descubrimiento de los minerales de plata88, período en que se habría formado el

84 Pinto, 1996: 87. 85 Herrera 2002; Parentini y Herrera, 2003. 86 Entre los periódicos de Concepción analizados por estos autores se encuentran El Faro del Bío Bío, El Telégrafo de Concepción y El Correo del Sur. 87 Parentini y Herrera, 2003: 67 88 William Sater afirma que: “La minería de plata finalmente se desarrolló primero con el descubrimiento

y explotación de las minas de Chañarcillo, cerca de Copiapó, en 1832, y después, en 1848, con el

descubrimiento de Tres Puntas”. William F. Sater, “La industria minera en Chile: de salvadora a chivo

expiatorio”, en Iván Jaksic, Andrés Estefane y Claudio Robles (Editores): Historia política de Chile,

1810-2010. Tomo III. Problemas Económicos (Santiago, Fondo de Cultura Económica – Universidad

Adolfo Ibáñez, 2018), 75.

Page 44: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

35

modelo exportador y en el cual se habría generado desinterés por el territorio de la

Araucanía, permitiendo que funcionaran los mecanismos coloniales de la misión y el

parlamento. Los autores señalan, por el contrario, que esta interpretación habría surgido

de un análisis basado en las lógicas del poder central y de las representaciones

provenientes de la sociedad santiaguina, olvidando los intereses de la sociedad

fronteriza. Así, estos autores relevan para el siglo XIX la presencia de un discurso

regionalista, que superaría la mirada centralista de otros historiadores.

Al analizar la construcción del Estado nacional chileno, Cabrera Llancaqueo89,

como representante de la Comunidad de Historia Mapuche, señala específicamente que

éste tuvo un poderoso aliado en la historiografía decimonónica liberal, la que habría

instalado un discurso funcional al objetivo de consolidar la naciente republica chilena.

Es a mediados del siglo XIX cuando la historiografía, en tanto disciplina, habría

comenzado a escribir una historia de Chile legitimadora del régimen republicano,

relevando el proceso independentista y al grupo social que lo encabezó. Influenciados

por el liberalismo político y económico, la élite criolla que lideró el proceso

independentista, debió reconocer la ciudadanía a todos los habitantes del territorio,

compartieran o no los ideales nacionales, “De ahí la necesidad de asimilar a los

mapuche al Estado y la sociedad chilena por la vía de la ciudadanía, vínculo jurídico

que se fundamentaba en la nacionalidad”90.

Si bien los historiadores mapuche coinciden en que los criollos recurrieron a la

visión mitificada de los araucanos como un pueblo guerrero, creando un imaginario en

el cual compartían un enemigo histórico común con los Mapuche en su causa

independentista, advierten al mismo tiempo que esta visión fue efímera, pues, la

igualación discursiva entre chilenos y mapuche levantada por los patriotas, tuvo una

implicancia determinante para el proyecto de construcción del Estado-Nación: los

89 Cabrera, 2016: 52. 90 Cabrera, 2016: 53.

Page 45: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

36

mapuche habían existido en un tiempo pasado, lejano al presente de modernidad y

progreso propio del siglo XIX. Por este motivo, la presencia del mapuche se habría

percibido como un anacronismo que impedía la realización del proyecto de la élite,

llegando incluso a transformarse en un imperativo moral, el sacarlos del salvajismo en

que se encontraban, incorporándolos por su propio bien a los beneficios de la

civilización. El tránsito del estereotipo de heroico guerrero a bárbaro es identificado y

fijado por estos historiadores en la segunda mitad del siglo XIX, “…imagen que luego

de 1850 cambiaría drástica y sospechosamente por otra abominable, cruel e injuriosa.

Se dijo que el Mapuche era un indio despreciable, salvaje, vicioso y grosero. Un

bárbaro”91.

La preocupación por el progreso se habría expresado en el proyecto de identidad

nacional, manifestándose casi como una obligación “el llegar a ser y el deber ser”

civilizados. En ese contexto, el mapuche habría sido asumido no solo como un opuesto

sino como un obstáculo a la consolidación de dicho proyecto92. Así, al objetivo colonial

de evangelizar se le habría sumado en el período republicano el de civilizar93.

1.1.5 El bárbaro, la condena salvaje y las voces discrepantes

Identificado como el segundo discurso hacia el mundo indígena, el “indio”

bárbaro y salvaje ha sido descrito cuantiosamente en nuestra historiografía. Según

algunos historiadores94, fue la prensa de la época el principal transmisor de ese nuevo

discurso. El Mercurio de Valparaíso y El Ferrocarril de Santiago expusieron

argumentos para justificar no solo la ocupación del territorio, sino también el nuevo

trato hacia el indígena.

91 Canales, 2010: 52. 92 Nahuelpan, 2007: 161. 93 Patricio Macaya, “Capuchinos italianos en el Wallmapu. La escuela misional: labor y metodología,

1848-1896”, ver en: Canales, 2016: 100. 94 Casanueva, 1996: 308; Boccara y Seguel Boccara, 1999: 755; Pinto, 1996: 87.

Page 46: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

37

Bengoa señala que en la segunda mitad de la década de 1860 predominó el

discurso centrado en lo que se denominó como la “cuestión de Arauco”, y sostiene que

la ambición por ocupar las tierras de la Araucanía habría definido el discurso que la

sociedad chilena generó hacia el mapuche. Las referencias eran, entonces, hacia los

indígenas que ocupaban una parte importante del territorio. Así, para Bengoa, habría

cambiado la visión sobre el problema en tanto el tradicional héroe araucano pasaba a

ser el bárbaro y sanguinario indio del sur95.

En oposición a la difusión de la imagen del indio salvaje, peligroso y enemigo

de la república, y de su reducción a través de la conquista militar de sus territorios, se

manifestaron tenazmente los articulistas de la Revista Católica. Jorge Pinto reconoce

en esta publicación una tendencia proindigenista y Fernando Casanueva la considera

como una voz discrepante. Para José Bengoa eran sectores minoritarios que habrían

retomado la tradición indigenista de Luis de Valdivia y de otros que abogaron a favor

de los indígenas96. Esta revista publicó durante 1859 una serie de artículos que se

oponían a los planteamientos dominantes sobre los indígenas. En su N° 588, fue

publicado un artículo titulado "Independencia de Arauco", donde se hacía una dura

crítica a quienes postulaban el exterminio de los araucanos, defendiendo a quienes

nominaba como "héroes araucanos"97. Fernando Casanueva considera que la propuesta

de la Revista Católica fue fundamentalmente de tutela paternal y caritativa,

propiciando la civilización por medio de la persuasión a la vida civil, ilustrando su

inteligencia, transformando su corazón y sus costumbres, respetando siempre sus

derechos98. En relación al proindígenismo enunciado en la Revista Católica, Pinto

95 Bengoa, 2008: 183. 96 Bengoa, 2008: 181. 97 Según José Bengoa, la influencia de los frailes franciscanos, Palaviccino y Estanislao Leonetti,

ardientes defensores de los indígenas, fue fundamental en los artículos publicados en la Revista Católica

el año de 1859, Bengoa, 2008: 181. 98 Casanueva, 1996: 308.

Page 47: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

38

comenta que su intención era de transformación del indígena, de conducirlo a la

cristiandad y, por lo mismo, de apartarlo de su forma de ser. El historiador señala:

“El misionero y la iglesia defendieron al mapuche, se condolieron de su

condición, pero se empeñaron en acosar su cultura…Cuando no lo consiguen,

sienten el peso del fracaso y no fueron pocas las veces que terminaron

fustigando al mapuche con la misma fuerza que lo defendían de los ataques de

El Mercurio y El Ferrocarril”99.

Si bien la búsqueda y análisis de estos investigadores se concentran en discursos

producidos desde el poder, mayoritariamente construidos por la elite santiaguina, de

políticos, literatos, intelectuales, en debates parlamentarios, informes ministeriales,

historiografías, artículos de prensa y revistas, cuyas enunciaciones hacia el indígena en

muchos casos descansan en una mirada lejana, descontextualizada, en un conocimiento

de a oídas, es imprescindible señalar, no obstante, que los historiadores también

incluyen en sus investigaciones, los testimonios de visitantes a la Araucanía. Destacan

en especial al científico polaco Ignacio Domeyko y al visitador judicial Antonio Varas,

quienes, por distintos motivos, recorrieron la Araucanía en la década de 1840100.

Simon Collier menciona a Ignacio Domeyko y lo que considera como sus

ponderadas opiniones acerca del territorio y sus habitantes, principalmente en lo que el

científico denominó como la civilización material. Incluye también a Antonio Varas,

comisionado por el Congreso para visitar la Araucanía, de quien rescata su

consideración de que sería inhumano e inmoral el dejar a los indígenas en la oscuridad

en que la que vivían101.

99 Pinto, 1996: 98. 100 Fernando Casanueva incluye a Domeyko al referirse a los viajeros extranjeros que visitaron la

Araucanía, Casanueva, 2002: 317-319. 101 Collier, 1977: 216.

Page 48: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

39

Villalobos también destaca la opinión de Ignacio Domeyko. A juicio de este

historiador, el científico procuró dar a conocer el verdadero carácter de los araucanos,

apartándose del mito del valiente guerrero. Destaca también el carácter de testigo de

Domeyko, visitando el territorio, comprobando en terreno “la buena disposición de los

indios, su estado de prosperidad, el apego a la paz, la compenetración fronteriza y la

excelente acogida que tenían los misioneros”102.

El debate parlamentario de 1868 es otro hito en el análisis historiográfico para

dar cuenta acerca de las referencias hacia los indígenas. El discurso de Vicuña

Mackenna contra los indígenas es una cita obligada para quienes refieren a la más dura

y crítica visión republicana sobre los indios. Los historiadores, citando a Vicuña

Mackenna, reconstruyen el discurso que caracteriza al mapuche como una raza salvaje

y perversa, vil por naturaleza, cruel congenial y horripilante, bruto indomable, enemigo

de la civilización, ocioso, ebrio, mentiroso y traidor. Según Casanueva, la opinión de

Vicuña Mackenna era compartida por la mayoría de la clase dirigente chilena103.

Sergio Villalobos104 matiza dicho juicio, y reconoce la existencia durante el

siglo XIX de diversas opiniones hacia el mundo mapuche, tanto negativas como

positivas. Sin embargo, no concuerda con los investigadores citados en el sentido de

considerar que la elite decimonónica tuviese sobre el mapuche un discurso racista y

agresivo. A su juicio, la elite y la clase política, habrían considerado el problema de la

Araucanía con altura de miras, preocupándose del trato pacífico, sin opresión ni robos

hacia el mapuche. Villalobos fundamenta su juicio citando a los presidentes José

Joaquín Pérez, Aníbal Pinto y Domingo Santa María. Así, también, reconoce en el

102 Villalobos, 1995: 203. 103 Casanueva señala que Benjamín Vicuña Mackenna comparte los mismos argumentos de Alonso

González de Nájera, uno de los más duros cronistas militares coloniales, partidario del genocidio

sistemático de los indios rebeldes, Casanueva, 2002: 311. 104 Sergio Villalobos, Incorporación de la Araucanía. Relatos militares 1822-1883, Recopilación e

introducción de Sergio Villalobos R. (Santiago: Catalonia, 2013).

Page 49: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

40

visitador judicial Antonio Varas, la preocupación del Estado chileno por comprender

los problemas de la Araucanía105.

La historiografía ha mencionado otros discursos, simultáneos y disidentes al

racismo planteado por Vicuña Mackenna. Boccara y Seguel-Boccara plantean, sin

embargo, que fueron raras e impotentes, pero no menores, las voces que se alzaron en

contra de la política racista de civilización por las armas, mencionando a Francisco

Bilbao, José Victorino Lastarria, Manuel Antonio Matta, Justo Arteaga y Pedro Ruiz

Aldea106. Casanueva también rescata discursos alternos, los que denomina voces

disidentes, mencionando a Francisco Bilbao107 y Pedro Ruiz Aldea. Sus visiones sobre

el indio son más bien positivas, rescatando la hospitalidad y su aptitud de próspero

agricultor.

Jorge Pinto también reconoce lo que él denomina como voces de minoría,

mencionando a Manuel Antonio Matta, Angel Custodio Gallo, Justo Arteaga

Alemparte y José Victorino Lastarria. El historiador señala que esas voces de minoría

no lograron sensibilizar a sectores más amplios de la elite dirigente. Recreando la

escena parlamentaria, Pinto comenta:

“La sorna con que Vicuña Mackenna respondió a los planteamientos de Arteaga

y las risotadas que el secretario de la Cámara registró a propósito de sus

intervenciones, sólo acallaban un discurso que seguramente muchos diputados,

convencidos de la superioridad de la raza blanca europea, a la cual creían

pertenecer, no querían escuchar”108.

105 Villalobos, 2013: 13-14. 106 Estos autores plantean que pese a la divergencia de estas voces, todos los intervinientes a la sesión de

1868 definen al indio como salvaje o bárbaro frente a la república civilizada. Todos habrían estado de

acuerdo en la ocupación del territorio, sea por medios violentos o pacíficos, Boccara y Seguel Boccara,

1999: 754. 107 Francisco Bilbao escribe desde París en 1847 un artículo titulado Los Araucanos. A juicio de

Casanueva Bilbao es uno de los escasos autores que subraya las características de guerrero y agricultor

del indígena, Casanueva, 2002: 302. 108 Pinto, 1996: 101.

Page 50: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

41

Otro momento en el análisis de las referencias sobre el mundo indígena, lo

constituye el trabajo realizado en 1999 en el Taller de Análisis del discurso

etnohistórico, bajo el amparo del Departamento de Ciencias Históricas de la Facultad

de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, con la participación de

historiadores, etnohistoriadores, antropólogos y especialistas en literatura109, en donde

se abordaron nuevas propuestas teóricas y metodológicas para la investigación sobre

las sociedades indígenas americanas. El campo de los estudios sobre discursos fue

asumido por estos investigadores para poder enfrentar teórica y metodológicamente

temas variados, como repensar el problema de la identidad en tanto construcción

discursiva o el papel de la producción de discursos en la construcción de sujetos

históricos110.

Deudora de este taller y de la propuesta del análisis de discurso, abordé en un

trabajo anterior111 el período independentista en Chile, con el propósito de identificar

cómo se fue gestando el discurso sobre los indios que diera cuenta de la percepción,

caracterización y consideración que la élite política e intelectual tenía sobre las

poblaciones indígenas del territorio. Allí advertí que tempranamente se construyó una

imagen o estereotipo del mundo indígena, una especie de "etnificación"112 de lo indio

desde los sectores dominantes, funcional a la construcción de un proyecto de nación

que surgía desde la élite113. Esta imagen o estereotipo fue expresada en arengas

políticas, artículos periodísticos, en las constituciones políticas y en proclamas,

109 Integrantes de este taller fueron Rolf Foester, Rodrigo Lazo, Viviana Gallardo, Leonardo León, José

Luis Martínez y Nelson Martínez. 110 Uno de los productos del trabajo multidisciplinario realizado en este taller es el texto de José Luis

Martínez (Editor) Los discursos sobre los otros (Una aproximación metodológica interdisciplinaria) (Santiago: LOM Ediciones, 2000). 111 Viviana Gallardo Porras “Héroes indómitos, bárbaros y ciudadanos chilenos: El discurso sobre el

indio en la construcción de la identidad nacional”, Revista de Historia indígena, 5 (2001). 112 Se refiere a lo que una sociedad dice sobre otros (etnificándolos) a partir de sus propios sistemas

clasificatorios, sus estereotipos y actitudes culturales, Amselle y M´Bokolo (1985), citado en José Luis

Martínez, Gente de la tierra de guerra. Los Lipes en las tradiciones andinas y el imaginario colonial

(Santiago: PUCP, DIBAM, 2011), 25. 113 Gallardo, 2001: 120

Page 51: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

42

espacios todos de enunciación donde se desplegó el discurso sobre los indios en los

años de incipiente nación114.

En ese análisis percibí que, pese a existir un discurso hegemónico, no hubo una

sola enunciación hacia el mundo indígena, sino, más bien, se desplegaron varios

discursos que circularon simultáneamente y que no necesariamente aludían a una

misma mirada y descripción. Estas referencias fueron simultáneas en el tiempo y, a mi

juicio, estaban sujetas a tres miradas sobre el indio en diferentes perspectivas

cronológicas.

Una mirada hacia el pasado indígena, expresada en una enunciación muy

coyuntural del momento inicial del proceso independentista, que rescató y glorificó las

hazañas de los indígenas sobre los españoles, una mitificación que relevó y puso en

vigencia el imaginario de Ercilla115.

Una mirada futura a partir de la cual se esperaba construir una nación de

ciudadanos, manifestada en el discurso en el que los indígenas fueron invitados a una

utopía igualitaria, a eliminar diferencias, a no disentir en educación, religión y

costumbres. En esta referencia la eliminación de las características indígenas, de

114 Para una visión panorámicas de estos discursos en algunos países americanos, ver los trabajos de:

J.L. Martínez, N. Martínez y V. Gallardo: "Rotos, cholos y gauchos: la emergencia de nuevos sujetos en

el cambio de algunos imaginarios nacionales republicanos (siglo XIX)", 161-190 y “Presencia y

representación de los indios en la construcción de nuevos imaginarios nacionales (Argentina, Bolivia,

Chile y Perú 1880-1920)”, 191-222, en Grinor Rojo, Alicia Salomone et al. Nación, Estado y Cultura

en América Latina, (Santiago: LOM ediciones, 2003). Ver también José Luis Martínez, Viviana

Gallardo, Nelson Martínez "Construyendo identidades desde el poder: los indios en los discursos

republicanos de inicios del siglo XIX" en G. Boccara (ed), Mestizaje, identidades y poder en las

Américas (Quito: Ediciones Abya-Yala, 2002), 27-46. 115 Son varios los autores que han trabajado el rescate o uso simbólico de lo indígena durante el período

independentista. Simon Collier (1977) trabaja esta idea y postula la idealización de la Araucanía. Por su

parte, König señala para este período toda una dedicación a lo indio, ver Hans-Joachim König, “El

indigenismo criollo ¿Proyectos vital y política realizables o instrumento político?”, Historia Mexicana

XLVI/4 (1996). Otros trabajos que señalan este rescate: Casanova (2000), Gallardo (2001), Peralta

(2009), Casanueva (2002).

Page 52: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

43

aquello que los hacía ser distintos, era la condición previa para ser tratados como

iguales116.

Y una mirada presente, una enunciación que constató diferencias, que relevó

las distancias entre el civilizado republicano y el bárbaro indígena, considerándolo

como la rémora de una república que deseaba zafarse de las ataduras coloniales.

Tres formas de referir sobre el mundo indígena que coexistieron, se

complementaron y contradijeron, constituyendo tempranamente una representación

oficial sobre el indio en Chile durante el siglo XIX. Estos discursos convivieron en

Chile aproximadamente desde 1810 hasta 1830, generando una verdadera matriz de

enunciación, heterogénea, diversa, no excluyente ni única.

Sugerente resulta al respecto rescatar las reflexiones de Blanca Muratorio, quien

plantea que en el pensamiento y práctica política de Simón Bolívar, se revela aquello

que la autora denomina como “ambigüedad” de los blancos-mestizos hacia el otro

indio. En ese discurso la misma triada discursiva se aprecia claramente:

“El romanticismo europeizante de Bolívar lo llevó primero a idealizar al indio

como buen salvaje…En el Cuzco evoca al Inca como figura retórica entre las

ruinas de un pasado ya muerto. Manco Capac, en su rol de “Adán de los Indios”

se convierte para Bolívar en el rey de un paraíso perdido. Pero por último, ante

los indios como sujetos históricos, Bolívar firma decretos aboliendo los

cacicazgos, manda eliminar a los “barbaros” indios Pastusos que se sublevan

obstaculizando sus triunfos, suprime las instituciones comunitarias y finalmente

los esconde bajo la republicana categoría de “ciudadanos”117.

A modo de concluir este acápite y de sintetizar las principales ideas aquí

recogidas, asumo que la historiografía chilena, al abordar las relaciones del pueblo

116 Gallardo, 2001: 125 117 Muratorio, 2003: 367.

Page 53: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

44

mapuche con el Estado durante el siglo XIX, lo hace generalmente poniendo más

énfasis en la segunda mitad de este siglo, teniendo como objeto de estudio el proceso

que llevó a ocupar sus tierras y que se inició en 1861 con el plan de pacificación

propuesto por Cornelio Saavedra. La primera mitad del siglo XIX, a mi juicio, no ha

sido abordada en detalle, más aún cuando lo que interesa rescatar son las referencias

que hacia el pueblo mapuche se fueron instalando desde el comienzo del proceso

independentista. Precisamente esa etapa fue fundante en la construcción y

consolidación de las imágenes y representaciones que, más adelante, serían utilizadas

como argumentos para ocupar el territorio de la Araucanía.

Por otra parte, me parece interesante destacar que, salvo Milan Stuchlick, la

mayoría de los investigadores no repara en el concepto de la construcción de

estereotipos o representaciones y, en tanto construcciones, no identifican los procesos

de instalación de dichas representaciones, así como tampoco señalan que estas se

identifican mucho más con las sociedades que las producen que con los sujetos a los

cuales se refieren. Es decir, para el período de construcción nacional, crear al “otro”

significó, en un proceso paralelo, auto definirse como nación.

Otro punto a destacar a partir de esos trabajos es que la historiografía

generalmente ha identificado un estereotipo o representación dominante, que ha

instalado en forma diacrónica, única y lineal en la narración historiográfica. En cambio,

las simultaneidades o convivencias de enunciaciones han sido poco registradas y

consideradas, la mayoría de las veces se las ha considerado como voces de minoría. A

mi juicio, de la diversidad y variedad de referencias sobre el mundo indígena solo una

o algunas lograron posicionarse como hegemónicas, las cuales fueron relevadas en una

época determinada y fueron también las destacadas por la historiografía posterior. Solo

de forma tangencial se rescatan aquellas referencias distintas a la voz hegemónica. Así,

la simultaneidad discursiva y la identificación de los contenidos de otras referencias no

han sido aspectos suficientemente tratados.

Page 54: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

45

Es importante plantear que para la historiografía, las voces disidentes no

lograron constituir un discurso oficial porque eran minoría en su tiempo y contexto o

fueron calladas por las risotadas, la ironía y la burla. A mi juicio, ha faltado una

reflexión más profunda sobre los procedimientos de exclusión que desplegó el discurso

dominante y que finalmente generaron discursos amagados, silenciados y eclipsados.

Entre los diversos estudios que posibilitan analizar las opiniones o referencias hacia el

indígena durante el siglo XIX, me parece que no se ha puesto el énfasis necesario en

los mecanismos de producción, circulación e intensión de exclusividad de los discursos

referidos a los indios.

Las transformaciones, los cambios y continuidades, las simultaneidades que

estas referencias manifiestan a través del tiempo, dan cuenta de los matices en la

instalación y hegemonía de esos discursos y, por cierto, de las tensiones y relaciones

de poder entre ellos. Generados habitualmente desde el poder, estos deben ser

construidos, instalados, defendidos.

Coincido, por último, con Blanca Muratorio, quien plantea que el estudio

histórico de estos discursos “… asume que debemos problematizar un concepto de la

cultura dominante como estática y homogénea y cuestionar una idea del colonialismo

como un proceso coherente y monolítico”118. Los discursos sobre los indios debieron

pugnar por instalarse como hegemónicos, de hecho y al platearlo así, entonces

inevitablemente advierto que debieron existir varios discursos que operaron

simultáneamente.

118 Muratorio, 2003: 363

Page 55: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

46

1.2 Una propuesta de análisis.

Tal como he expuesto hasta aquí, el tema de esta investigación se vincula a un

área de estudios amplia que tiene que ver con la representación y la construcción

discursiva del "otro", tema abordado teóricamente por varios investigadores y desde

diversos puntos de vista119. A partir del presente balance historiográfico, me interesa

explicitar el marco teórico y conceptual que he utilizado para abordar el desafío de

analizar y comprender el proceso de la construcción del “otro” en el contexto de la

formación de una nación, tarea que la élite chilena se auto impuso una vez consolidado

el proceso de independencia.

Al reflexionar en cómo se pensó la nación durante las primeras décadas

republicanas, asumo que esta fue una producción o construcción cultural de un sector

particular de la sociedad chilena. En palabras de Anderson, “la calidad de nación, al

igual que el nacionalismo son artefactos culturales de una clase particular”120.

Siguiendo las reflexiones de este autor, en cuanto a su propuesta de definir la nación

como “una comunidad política imaginada como inherentemente limitada y

soberana”121, advierto que las características que le asigna, son posibles de reconocer

en la idea de nación de la elite criolla chilena.

En primer término, la nación que propiciaron los criollos en Chile fue

imaginada, dado que escasamente se conocía el territorio y sus habitantes, así como

tampoco existía certeza de quiénes podían o debían ser incluidos en ella.

Tempranamente, cada vez que se hizo referencia a los habitantes del territorio, se aludía

119 Tzvetan Todorov, Nosotros y los otros, (México, Siglo veintiuno editores, 1991); Mary Louise Pratt,

Ojos Imperiales (Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes, 1997); Tzvetan Todorov, La

conquista de América. El problema del otro (Buenos Aires: Siglo XXI editores Argentina, 2003),

Edward Said, Orientalismo (Barcelona: Debolsillo, 2009). 120 Benedict Anderson, Comunidades Imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del

nacionalismo. (México: Fondo de Cultura Económico, 1993), 21. 121 Anderson, 1993: 23.

Page 56: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

47

en forma general e imprecisa al “pueblo”122. Se asumió, además, pese a no haber

claridad sobre quienes la constituían, que la nación era limitada, pues efectivamente

debía tener sus lindes, bordes y exigencias, entre ellas una fundamental, que surgió de

manera prematura en los escritos legales y constitucionales, como era haber nacido en

el territorio de Chile, o estar vinculado con chilenos, o bien, residir en territorio chileno.

Estas características de frontera o límite permitirían, evidentemente, estar dentro o

fuera de la nación123. También fue definida como una comunidad fraterna, enunciación

permanente de los criollos cada vez que aludían a la formación de la nación como si

fuese una gran familia. Según Jorge Pinto, la formación de una gran familia, o

hermandad, fue una aspiración criolla que incluyó inicialmente al mapuche en el

proyecto de nación que se estaba fundando “para construir con él y sus territorios un

nuevo país que surgía de las ruinas del mundo colonial”124. Anhelo semejante al

descrito por Rolando Rojas para el Perú de los inicios republicanos, en cuanto a que la

oposición al gobierno español habría permitido plantear una suerte de “hermandad

política” entre los criollos y la población indígena125.

Sin embargo, en una comunidad imaginada, aquél que está más distante cultural

y territorialmente, es representado y construido a través de ciertos códigos y cánones

comunes, un andamiaje necesario para poder entenderlo, comprenderlo y

potencialmente incorporarlo al proyecto de nación. Tal como lo plantea Said al referirse

a la creación del orientalismo, es preciso construir “una especie de filtro aceptado, que

122 Reglamento Constitucional Provisorio del Pueblo de Chile de 1812, Reglamento Constitucional de

1814, alusiones al pueblo por ejemplo en los artículos II, IV, VI. 123 Así por ejemplo, se estipula en la Constitución Política del Estado de Chile de 1822, que en su artículo

1° establece: “La Nación chilena es la unión de todos los chilenos…”, y más adelante en su artículo 4° señala: “Son chilenos. 1° Los nacidos en territorio de Chile, 2° Los hijos de chileno y chilena, aunque

hayan nacido fuera del Estado. 3° Los extranjeros casados con chilena, á los tres años de residencia en

el país. 4° Los extranjeros casados con extranjera, a los cinco años de residencia en el país, si ejercen la

agricultura, ó la industria, con un capital propio…”, Constitución Política del Estado de Chile.

Promulgada el 23 de octubre de 1822, Imprenta del Estado, 1-3. 124 Pinto, 2003a: 67. 125 Rolando Rojas, La república imaginada. Representaciones culturales y discursos políticos en la

época de la independencia (Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 2017), 79.

Page 57: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

48

Oriente atraviesa para penetrar en la conciencia occidental”126. La fabricación de este

‘filtro’ fue la tarea que la élite criolla chilena asumió para construir la representación

del mapuche, una labor que parecía iniciar con la idea de compartir un pasado común,

pero que con el correr del tiempo mostró vacilaciones y recelos para proyectar un futuro

compartido.

1.2.1 Representaciones y discursos

Es necesario detenerse aquí y hacer referencia al concepto de representación.

Siguiendo a Stuart Hall, entiendo por representación como la producción de sentido del

mundo a través del lenguaje127. En efecto, como señala Hall, en el proceso de construir

sentido intervienen dos sistemas de representación. El primero refiere a la relación de

los objetos, las personas y acontecimientos externos, y a los conceptos y relaciones

entre éstos que tenemos en nuestra mente. Estos conceptos necesariamente deben estar

ordenados, sistematizados y presentados en mapas conceptuales, los cuales son

comunes y compartidos por una sociedad y en una época determinada. Es a través de

estos mapas conceptuales comunes que podemos interpretar el mundo de una misma

forma.

El segundo sistema de representación involucrado en el proceso de construir

sentido es el lenguaje. La necesidad de expresar, compartir e intercambiar los

conceptos, solo es posible a través de la existencia de un lenguaje común. En tanto

nuestro mapa conceptual compartido debe ser traducido a un lenguaje común,

podemos, entonces, correlacionar nuestros conceptos e ideas con palabras escritas,

sonidos dichos o imágenes visuales. El término que se utiliza para nominar estas

palabras, sonidos dichos o imágenes que portan sentido es ‘signos’: “El proceso que

126 Said, 2009: 26. 127 Stuart Hall (ed.), Representation: Cultural Representations and Signifying Practices (London: Sage

Publications, 1997), 13-74.

Page 58: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

49

vincula los signos con nuestros sistemas conceptuales y los objetos, gentes y eventos y

los convierte en un conjunto es lo que denominamos representación”128.

A partir de esta noción, se entiende que el sentido que otorgamos al mundo es

construido, esto porque la relación entre el signo, el concepto y el objeto al que puede

referir, es completamente arbitraria. El sentido no está en el objeto, ni tampoco en la

palabra. El sentido es construido y fijado por un código cultural que une nuestro sistema

conceptual y nuestro sistema de lenguaje, posibilitando que hablemos y escuchemos de

manera inteligible, todo lo cual es el resultado de un conjunto de convenciones sociales

y culturales.

Siendo el sentido un resultado de nuestras convenciones sociales, culturales y

lingüísticas, entonces, nunca puede estar resuelto de manera definitiva. El sentido es

producido, “Es el resultado de una práctica significante, una práctica que hace que la

cosas signifiquen”129.

Según esta definición, el lenguaje es utilizado para representar el mundo. Pero

el lenguaje no funciona como espejo de la realidad (teoría reflectiva), ni tampoco

expresa solo lo que el hablante o escritor o pintor quiere decir (teoría intencional), sino

más bien el sentido es construido en y mediante el lenguaje (teoría construccionista).

Como parte de la teoría construccionista, se identifican dos clásicos enfoques de

análisis: el semiótico y el discursivo. Para efectos de esta investigación, mi opción

teórica y metodológica es el enfoque discursivo.

Normalmente, el término discurso es usado como un concepto lingüístico, pero

Foucault le dio un tratamiento más amplio, ya que puso atención a las reglas y a las

prácticas que producen afirmaciones con sentido en diferentes épocas y culturas. Lo

128 Hall, 1997: 6 129 Ibíd. 9

Page 59: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

50

que se dice y lo que se hace parecen estar unidos en la propuesta foucaultiana. Para este

autor, además, el discurso corresponde a un momento histórico particular, en cada

época y sociedad, el discurso produce formas de conocimiento, objetos, sujetos y

prácticas de conocimiento, que pueden cambiar o diferir de época en época130.

De acuerdo a lo expresado hasta aquí, mi intención es referirme a las formas de

representar a la población indígena del territorio de la Araucanía, de enunciarlos, de

caracterizarlos y describirlos, identificando cómo la sociedad chilena decimonónica -o

más bien la élite política e intelectual de esa sociedad- se refirió hacia ese mundo,

generando una construcción colectiva, aceptada y oficial para enunciar "lo indio". Es

lo que podríamos definir como el discurso sobre los indios en Chile durante el siglo

XIX.

Así, entonces, el discurso es histórico, social y compartido en una época

determinada. Específicamente en esta investigación, una forma común y transversal de

referir al mundo indígena, presente en diversos textos o enunciaciones, identificada por

ejemplo en proclamas políticas, en memorias ministeriales o en el discurso jurídico.

De esta definición, se desprenden algunas de sus características que de una u otra

manera conducen mi mirada y análisis.

En primer lugar, los discursos, en tanto construcciones colectivas, son

multivocales, es decir están constituidos por varias voces y documentos simultáneos en

el tiempo131, que pese a que sea un individuo quien lo enuncia, su discurso contiene o

recoge formas colectivas de percibir, describir y relatar, incluyendo así, otras

experiencias, otras miradas y análisis. Esta inclusión también considera, por cierto,

conceptos y referencias de épocas pretéritas.

130 Hall, 1997: 29 131 Martínez, 2011: 27.

Page 60: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

51

Expresados en textos y documentos, los discursos insertan en su relato otras

voces a través de estrategias narrativas como la cita y la intertextualidad132. Un ejemplo

claro se presenta en el relato de viaje, donde algunos viajeros incluyen en sus

narraciones las voces de textos canónicos para reafirmar sus propias afirmaciones sobre

los lugares y sujetos visitados. Si bien el viaje, principalmente el de expedición

científica, pretendió la adquisición de saberes comprobables, no es menos cierto que

los relatos de viajeros fueron acompañados por referencias de lecturas anteriores o

complementados con lo que escucharon o les contaron, incluyendo además

comparaciones con tierras lejanas. Se advierte que el relato de viaje es una construcción

narrativa que incorpora de forma orgánica y armónica no sólo el testimonio de lo visto,

sino también de lo oído de numerosos informantes y de lo leído en variadas fuentes

documentales.

Para mi estudio, en específico, aquellos viajeros que visitaron la Araucanía

durante la primera mitad del siglo XIX, insertaron en sus relatos, recurrentemente, citas

de La Araucana de Alonso de Ercilla y del Compendio de la Historia Geográfica,

Natural y Civil del Reyno de Chile del Abate Juan Ignacio Molina, generando una

evidente intertextualidad. Esta estrategia narrativa permitió al narrador-viajero

manifestar su intención de compartir las descripciones y características que estos

autores realizaron sobre el mundo indígena, asignándoles la categoría de

paradigmáticos. Esta idea también ha sido trabajada por Said, al referir sobre el poder

referencial de los textos. A su juicio, todo aquel que escribe sobre Oriente –lo que es

válido incluso para Homero- asume algún precedente, algunos conocimientos a los que

hace referencia y en los que se apoya “[…] toda obra sobre Oriente se asocia a otras

obras”133.

132 Al respecto, Marchese y Forradellas señalan que "(…) la cita es un caso evidente de intertextualidad,

que revela el nexo entre el autor que cita y el citado. Esta relación puede presentar distintas

connotaciones: tanto puede indicar la voluntad de unirse a una tradición ideológico-cultural, como puede

connotar intentos paródicos, irónicos o satíricos”, ver Angelo Marchese y Joaquín Forradellas

Diccionario de retórica, crítica y terminología literaria (Barcelona: Editorial Ariel, 1989), 55. 133 Said, 2009: 44.

Page 61: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

52

En segundo lugar, otra características del discurso, es que las formas sociales

del decir o relatar no tienen necesariamente una vinculación con la realidad que alude

o refiere, sino más bien con los procedimientos culturales de percibir, con los códigos

que cada cultura posee para significar y decodificar la experiencia y poder

transmitirla134. Por tanto, no se trata aquí de saber qué discurso es el "más verdadero",

sino de entender cómo la sociedad decimonónica chilena construyó una forma para

referirse al mundo indígena. Un discurso que tiene más que ver con la cultura que lo

produce que con el objeto de su discurso. Esta línea de reflexión, ha sido trabajada por

Edward Said instalando el concepto de representación para referir a la realidad a la cual

se alude discursivamente. A su juicio quienes dicen o escriben de “otros” –él está

pensando en Oriente- lo hacen desde una exterioridad, es decir, aquellos que dicen o

escriben “están fuera de Oriente desde un punto de vista existencial o moral” por tanto

su producción es una representación en tanto no un retrato natural de Oriente, en

consecuencia, al momento del análisis es fundamental fijar la atención en los recursos

narrativos que se utilizan para representar, las circunstancias históricas y sociales,

“pero no la exactitud de la representación ni su fidelidad a algún gran original”135.

Como plantea Foucault, “no se trata de interpretar el discurso para hacer a través de él

una historia del referente…de neutralizar el discurso, de hacerlo signo de otra cosa y

de atravesar su espesor para alcanzar lo que permanece silenciosamente más allá de

él…”136, sino no más bien de detenerse y mantenerse en el discurso, en su presencia,

en su espesor, para hacer surgir su complejidad y para identificar en él “la formación

regular de los objetos que solo en él se dibujan”137. El discurso no es una tenue

superficie donde entran en contacto la realidad (las cosas), con las palabras que las

enuncian. Para Foucault, los discursos deben ser entendidos “como prácticas que

forman sistemáticamente los objetos de que hablan”138. Eso es lo que quiero rescatar al

134 Martínez, 2011: 27. 135 Said, 2009: 45. 136 Michel Foucault, La arqueología del saber (México: Siglo XXI, 2010), 66. 137 Foucault, 2010: 67. 138 Ibíd. 68.

Page 62: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

53

indicar que el/los discurso/s sobre el indígena en las primeras décadas del siglo XIX

tiene más que ver con sus propios productores, con sus formas discursivas, con sus

intereses y aspiraciones, que con los indígenas del siglo XIX.

Una tercera constatación, derivada de su carácter social, es que pueden existir

varios discursos operando simultáneamente, siendo a veces unos más dominantes que

otros. Unos se relevan, otros se eclipsan y, en ocasiones y en contextos históricos

específicos, los órdenes y primacías cambian139. Los contextos, las especificidades

históricas, son las causantes de la hegemonía de uno por sobre otro, pero pese a esa

relevancia, hay que destacar que es una dinámica de discursos de un mismo estatus,

quiero decir con esto, que son parte de la representación oficial, del estereotipo

dominante, de lo comúnmente aceptado.

Sobre los indígenas en Chile, durante el siglo XIX, no existió un solo discurso

homogéneo y diacrónico, una linealidad discursiva. Más bien, la figura semeja a un

abanico desplegado, con varios discursos que, en ocasiones, se orientaron a objetivos

distintos. Sin duda esos discursos constituyeron el saber común sobre los “indios”. A

veces, algunos de ellos se relevaron por sobre otros, siendo aquellos más influyentes

que estos. Es posible identificar en tempranas proclamas políticas, discursos

presidenciales o ministeriales, alusiones a los indígenas como héroes, resaltando sus

atributos bélicos, pero en otras ocasiones también se alude a ellos como bárbaros y

salvajes, muy lejos de las aspiraciones y proyecciones republicanas de la elite criolla.

Es más, hubo ocasiones donde en una sola voz se concentraron varios discursos sobre

139 La existencia de varios discursos operando simultáneamente es señalado por Beatriz Pastor al referir

al discurso narrativo de la conquista. La autora identifica la existencia de a lo menos tres tipos de

discurso: mitificador, del fracaso y de la rebelión. En este esquema, José Luis Martínez, identifica dos

planos distintos, el del discurso narrativo de la conquista como una gran unidad que organiza y da sentido

a las descripciones, y los otros tres discursos que el autor define como discursividades, es decir, como

formas específicas que adquieren los discursos, en una estructura social concreta y en una coyuntura

histórica determinada. Ver Beatriz Pastor Discurso narrativo de la conquista de América, (La Habana,

Casa de las Américas, 1983); Martínez, 2011: 26, 27 y 31.

Page 63: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

54

los indios, que parecían ser complementarios y, en otras ocasiones, incluso parecieron

ser contradictorios.

Sin embargo, hubo circunstancias en que surgieron otros discursos, que

escaparon al entramado que generaba el discurso oficial. Inicialmente fueron

reconocidos como voces disidentes. Esos discursos pudieron ser contradictorios,

mostrando tensiones y pugnas presentes al interior de una sociedad; más aún, algunos

pudieron pugnar por acallar, eclipsar o amagar a otros, momento en el cual podemos

advertir al discurso como una estrategia de dominación y de control. Un buen ejemplo

de estas voces disidentes lo muestra Charles Walker140, quién utilizando la expresión

de voces discordantes, se refiere a lo ocurrido en Perú a fines de la colonia, una vez

concluida la rebelión de Tupac Amaru. Señala este autor que, previo a esta rebelión, la

visión negativa de la élite virreinal sobre los indígenas se había agudizado y las

referencias hacían alusión a los indios como seres inferiores por naturaleza, que

difícilmente podían mejorar. Pero con el estallido de la rebelión, la propaganda y las

medidas contra los indígenas aumentaron y se extendieron ampliamente entre los no

indígenas, proceso al que se le denominó el “gran miedo”141. Este tipo de discurso fue,

según lo expresado por Walker, ampliamente difundido en los textos políticos y

discursos legales, donde se expresaba que “El indio era miserable (términos casi

redundantes dentro del discurso colonial de los grupos de poder) porque nacía así y

además porque su existencia, plena de prácticas culturales inferiores, lo denigraban”142.

Sin embargo, expresa Walker en su estudio, esa visión despectiva sobre el indio no

tuvo una absoluta hegemonía a fines de la colonia, ya que habrían existido voces

discordantes, que, “aunque no lograron imponerse dentro del discurso político,

cuestionaban la interpretación de los problemas del indio como resultado de su

140 Charles Walker "Voces discordantes: discursos alternativos sobre el indio a fines de la colonia"; en

Charles Walker (editor), Entre la retórica y la insurgencia: las ideas y los movimientos sociales en los

Andes, siglo XVIII (Cusco: Centro Bartolomé de las Casas, 1996), 89-112. 141 Walker, 1996: 98. 142 Ibíd.

Page 64: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

55

naturaleza”143. El autor argumenta, citando a Miguel de Eyzaguirre, Fiscal del crimen

de la Real Audiencia de Lima y protector de indios, quien en su ensayo Ideas acerca

del indio, en 1809, explicaba la situación del indio en términos socioeconómicos,

criticando duramente a sus explotadores, fueran estos, jueces, administradores

coloniales o curas. Señala Walker que el texto de Eyzaguirre no tuvo mayor impacto

en el período de la independencia peruana, en el sentido de que ni el trato ni la

consideración hacia los indios cambió. Por una parte, el virrey Abascal emprendió

campañas para acallarlo, acusándolo de conspirar en contra del gobierno colonial. Por

otra, y desde la perspectiva de los criollos, el texto también tuvo muy poca resonancia,

debido a la ausencia de pensadores progresistas en su actitud hacia el indio. Walker

concluye que “La de Eyzaguirre fue, una voz aislada. Aunque no representaba un gran

movimiento sociopolítico, sin lugar a dudas había gente con ideas similares”144.

Desplegar estrategias para acallar un discurso, no considerarlo o eclipsarlo,

plantea un juego de fuerzas, una pugna por hegemonizar el decir. De esto se desprende,

entonces, que el discurso regula lo que se dice y lo que se silencia, generando un orden,

con sus propios bordes y límites, lo que permite definir el estar dentro o fuera del

discurso permitido. "Si bien los discursos y las prácticas discursivas construyen objetos

sociales o culturales sobre los cuales se ejerce el dominio del decir y actuar, también

construyen silencios excluyendo, o intentando hacerlo, a otros discursos, que por esta

vía se transforman en prácticas y saberes sometidos o marginales"145.

Existieron, entonces, en la sociedad republicana diversas formas de representar

a los indígenas, algunas de las cuales fueron los insumos que constituyeron un discurso

oficial; otras, en tanto, fueron descalificadas, constituyendo lo que Foucault nomina

143 Walker, 1996: 99-100. 144 Ibíd. 103. 145 Martínez, 2011: 35.

Page 65: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

56

como saberes sometidos, "saberes ingenuos, inferiores jerárquicamente al nivel del

conocimiento o de la cientificidad exigida”146.

En los espacios donde circulaba el discurso oficial sobre los indios, es posible

rescatar también otras voces, aisladas y disidentes que no lograron instalarse como

dominantes. Por tanto aquel discurso que se instaló como hegemónico, se constituyó

en una estrategia de dominación y doble control: hacia los indígenas, a los cuales se los

representaba, se los describía, se hablaba por ellos; y hacia la misma sociedad

productora de esos discursos, imponiendo la autoridad de las ideas y los valores que la

debían regir. Algo similar es lo planteado por Chantal Mouffe147 al referir al concepto

de hegemonía148 en Gramsci. Pensado como una práctica de las clases dirigentes en

general, la hegemonía es asumida con un doble carácter, dirigente y dominante;

dirigente en relación con su propia clase y dominante en relación con las clases

subalternas “[…] una clase es dominante en dos sentidos, es decir, es dominante y

dirigente. Dirige a las clases aliadas y domina a las clases opuestas”149.

Reconozco, como planteó Foucault, que el discurso no solo “traduce las luchas

o los sistemas de dominación, sino que constituye un medio y un fin, es decir, el

discurso es el medio por el cual se lucha y finalmente es el poder del que quiere uno

adueñarse”150. Adueñarse de la palabra, del "decir" en nuestro estudio, de la forma de

representación sobre los indios ¿qué poderes se despliegan en esa apropiación?: a) el

que domina la construcción de su objeto discursivo; b) el que excluye o silencia otras

representaciones o discursos; c) el que determina las acciones o las políticas a

implementar; y d) el que justifica y legitima dichas acciones.

146 Michel Foucault, Microfísica del poder (Madrid: Las Ediciones de la piqueta, 1992), 129. 147 Chantal Mouffe, “Hegemonía e ideología en Gramsci”, en H. Suárez (Ed.): Antonio Gramsci y la

realidad colombiana. (Bogotá: Foro Nacional, 1991), 167-227. 148 Es importante señalar que la concepción gramsciana de hegemonía, según Mouffe, incorpora una

nueva dimensión indisolublemente ligada a la dirección política, esto es, la dirección intelectual y moral.

Mouffe, 1991: 194. 149 Mouffe, 1991: 186. 150 Michel Foucault, El orden del discurso (Barcelona: Tusquets Editores, 2008), 15.

Page 66: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

57

1.2.2 Textos, documentos y enunciados

Dado que esta investigación se enmarca dentro de las corrientes de estudio que

rescatan las formas de referir, de decir y representar a los "otros", en lo que he definido

como el discurso sobre los indios, me parece necesario establecer algunas precisiones

respecto de la selección de dichos discursos.

Si bien asumo que estas prácticas discursivas pueden desplegarse en distintos

soportes y a través de diversas semióticas, para efectos de esta investigación restringiré

el discurso a textos literarios o documentos.

Esta investigación pone atención en el período que se desarrolla entre 1810 a

1850 aproximadamente, es decir una vez iniciado el proceso de independencia y los

años previos al inicio de las acciones militares de ocupación del territorio de la

Araucanía. Período fundante en la construcción de representaciones y discursos sobre

los indígenas.

Los discursos de los que me ocuparé se construyeron e impusieron desde los

grupos de poder, elites políticas e intelectuales, aquellos que desplegaron las ideas y

acciones para construir la nación, los cuales necesariamente, en esa tarea, debieron

pronunciarse sobre la población indígena del territorio de la Araucanía.

Para abordar esta investigación prospecté y analicé documentos procedentes del

mundo político e intelectual. Incluí dentro de estos textos, memorias ministeriales,

discursos presidenciales, sesiones del parlamento, textos legislativos, relatos de viajes,

tratados políticos e informes administrativos, entre otros. Este corpus documental

heterogéneo lo complementé con una exhaustiva revisión bibliográfica, que me

permitió establecer el contexto en el cual se insertaron las representaciones sobre los

indígenas durante el período en estudio.

Page 67: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

58

Entre las fuentes documentales de carácter oficial, se destacan las producidas

por los agentes de estado, actores que obedecieron al impulso o intención de

construcción del Estado nación. A modo de ejemplo, desde el inicio del período

republicano, a través de leyes y decretos, los indígenas fueron nominados por las leyes,

construidos por los decretos, los que les asignaron derechos y obligaciones,

condicionando su derecho a propiedad. El estudio de este tipo de documentos me

permitió no solo conocer las políticas de los diversos gobiernos de la época, sino

también advertir la construcción de estereotipos para enunciar el mundo indígena.

No incluyo aquí el vasto material documental producido por el grupo militar,

en específico sus memorias y diarios de expediciones. Si bien este tipo de

documentación podría aportar significativamente en enriquecer el análisis y las

perspectivas de investigación sobre las relaciones en general entre el Estado de Chile

y la población de la Araucanía, el objetivo preciso de esta investigación es abordar el

discurso sobre los indígenas que emanó de los grupos que tuvieron la conducción en la

construcción nacional. Y en ese sentido, asumo aquí que la instalación de las formas

del decir fue transmitida e impuesta desde la élite a otros sectores, incluyendo a los

militares. Por tanto, el lugar del sujeto de la enunciación también es un elemento a

considerar en la selección de la documentación. Para efectos de esta investigación,

incluyo la revisión y análisis de las Memorias del Ministerio de Guerra y Marina, donde

me interesaron, específicamente, los relatos que recogieron la discusión respecto a los

indígenas, con la respectiva construcción de enunciados, los que serían posteriormente

ordenados, dirigidos y recogidos por los militares de frontera151.

151 Destaca en esta temática el texto de Sergio Villalobos, Incorporación de la Araucanía. Relatos

militares 1822-1883. (Santiago: Catalonia, 2013). Este texto incluye el “Diario de la Expedición militar al territorio indio, 1822” de Thomas Leigthon, quien sirvió en las fuerzas patriotas en la región de

Valdivia durante los años de las campañas de la independencia, la “Memoria del general don José María

de la Cruz sobre sus operaciones en la Araucanía. 1849”. El tercer documento incluido es el de Bernabé

Cobo, “Campaña de Arauco por la Baja frontera en 1859. Costumbres y reducción de los indígenas”; el

cuarto es un texto anónimo titulado “De la última campaña y repoblación de Angol, en la Araucanía, por

el Ejército de Operaciones de ultra Bio-Bío, bajo la dirección del teniente coronel y comandante en jefe,

intendente de la provincia de Arauco D. Cornelio Saavedra”. Dos documentos de Ambrosio Letelier, el

“Informe sobre la Araucanía que pasa al señor ministro de guerra el comisionado especial, sargento

Page 68: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

59

El análisis, tratamiento y sistematización de la documentación oficial implicó

identificar, en primer lugar, los enunciados sobre los indígenas utilizados por los

agentes estatales en los diversos escenarios y contextos. Enunciados que fueron signo

y marca de una forma de entender y considerar a los indígenas. Cada uno de los

enunciados, aglutinaban atributos asignados a los indígenas, por tanto, cada enunciado

no fue asumido tan solo como un nombre o concepto, sino como un contenedor de

características o atributos del mundo indígena. Así, pude constatar que los enunciados

fueron diversos y variados. Por ejemplo, se nominó a la población de la Araucanía

como indios, indígenas, araucanos, bárbaros, etc., cada uno de ellos encerrando

atributos y consideraciones que se utilizaban ligados a contextos histórico-políticos

específicos.

El análisis lo realicé en todos los enunciados que fui identificando, sin

considerar si eran criticados, discutidos, rechazados o admitidos por sus

contemporáneos; es lo que Foucault denomina como un campo de presencia152. El

análisis también contempló reconocer las continuidades y discontinuidades históricas

de dichos enunciados, lo que Foucault llama los campos de memoria153.

Incluí, además, análisis de relatos de viajes, principalmente porque en ellos se

devela el encuentro y reconocimiento con “el otro”. Tal como señala Ottmar Ette, el

relato de viaje “trata de formas de percepción de la alteridad cultural”154, por tanto,

utilicé los relatos de viajes para identificar la construcción narrativa del otro. Si bien

los viajeros que visitaron la Araucanía durante la primera mitad del siglo XIX fueron

mayor de artillería, don Ambrosio Letelier. 1877” y “Apuntes de un viaje a la Araucanía. 1877”. Finaliza

con las “Memorias de la campaña a Villarrica 1882-1883” de Francisco A. Subercaseaux. Abundan en estos textos las descripciones geográficas, los diagnósticos de la situación militar de frontera, en

específico la condición de los cuarteles, el armamento y la infraestructura. No escapa a estos análisis la

descripción de las características de la cultura indígena, el trato con los caciques y las reacciones de estos

ante la presencia militar. 152 Foucault, 2010: 78. 153 Ibíd. 79 154 Ette, Ottmar, Literatura de viaje: De Humboldt a Baudrillard (México: UNAM, Facultad de

Filosofía y Letras, 2001), 13.

Page 69: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

60

numerosos y estuvieron motivados por intereses variados, en esta investigación puse

énfasis en aquellos que explícitamente mostraron una intención de conocimiento

etnográfico, es decir, aquellos que visitaron el territorio de la Araucanía para reconocer

a su habitante155.

En términos generales, esta investigación abordó el relato de viaje desde una

perspectiva metodológica que los considera como una construcción narrativa.

Relevando principalmente su argumento, es decir, la construcción artística del viajero,

identifiqué y recuperé las formas del decir, las elecciones y órdenes, la incorporación

de relatos históricos, las comparaciones de lo desconocido con lo conocido, etc. Esta

construcción narrativa habla de una forma de mirar y de conocer, es lo que se mira en

el otro y lo que se dice del otro: ¿Qué describe?, ¿cómo lo enuncia?, ¿cómo lo ordena?,

son pistas que están en la construcción narrativa, reflejo de las elecciones de su

productor, “narrar es administrar un tiempo, elegir una óptica, optar por una modalidad

(dialogo, narración pura, descripción) realizar en suma un argumento entendido como

la composición o construcción artística e intencionada de un discurso sobre las

cosas”156, en tanto y para esta investigación, una buena forma de comprender cómo

estos viajeros decimonónicos caracterizaron, describieron y representaron al mundo

indígena de la Araucanía.

Incluyo aquí, entonces, a Ignacio Domeyko, quien recorrió la Araucanía en

1845, y pese a su breve permanencia en la zona, publicó un texto con las descripciones

y resultados de sus análisis, titulada “Araucanía y sus habitantes: Recuerdo de un viaje

hecho en las provincias meridionales de Chile en los meses de enero y febrero de 1845.

155 Entre aquellos que visitaron la Araucanía, pero no necesariamente con un interés etnográfico, se

encuentra el alemán Eduard Poepping quien en 1826 recorrió el sur del país realizando estudios de

vegetación, botánica y zoología. La experiencia de su viaje quedó plasmado en su obra: Un testigo en

la alborada de Chile (1826-1829). Otro alemán que visitó la región fue Paul Treutler, quien en 1859

visita la Araucanía en búsqueda de vetas y mantos de oro y plata. Producto de su expedición en 1861

publicó La provincia de Valdivia y los araucanos. 156 José María Pozuelo, Teoría del lenguaje literario (Madrid: Editorial Cátedra, 1988), 240.

Page 70: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

61

Este texto, a diferencia de su diario de viaje, documento titulado Viaje a la Araucanía

en el año de 1845, tuvo una gran difusión, siendo publicado el mismo año de 1845 por

la imprenta chilena y reeditado en 1846. Ambos textos son incluidos en el análisis. Así,

también, Edmond Reuel Smith, quien llegó a Chile como parte de una expedición naval

astronómica enviada por el gobierno de Estados Unidos. Una vez terminada su labor

científica, permaneció en Chile atraído por los comentarios que había escuchado sobre

el pueblo mapuche, cuyo territorio recorrió en 1853, expedición de la cual produjo la

obra: Los Araucanos o Notas sobre una gira efectuada entre las tribus indígenas de

Chile meridional.157

Considero también en esta selección a otros tres viajeros que, si bien no

expresaron como objetivo conocer al indígena, sí estuvieron de tránsito en el territorio,

lo que les permitió reconocer las costumbres y características del mundo indígena, las

que plasmaron en sus relatos de viaje. Se trata del alemán Carlos César Maas, quien

recorrió este territorio entre enero y julio de 1847, cuyo confesado interés era conocer

la región de Valdivia, aunque su interés comercial en la zona fue sin duda evidente,

viaje que le permitió escribir el texto Viaje a través de las Provincias australes de la

República de Chile desde enero hasta junio de 1847. Maas viajó junto al médico

Aquinas Ried, quien escribió el Diario de Viaje desde Valparaíso hasta el Lago

Llanquihue y de regreso (7 de febrero al 20 de junio de 1847). Por último, incluyo

entre los viajeros que recorrieron el territorio indígena, el relato de Eduard Poeppig,

quién, pese a que su viaje comprendió un espacio mucho más amplio, destaca por sus

rigurosas observaciones de la Araucanía.

157 Sobre estos viajeros ver: Carlos Sanhueza, Chilenos en Alemania y alemanes en Chile. Viaje y nación

en el siglo XIX. (Santiago: LOM Ediciones, 2006), Víctor Caro, Viajeros y relaciones fronterizas. La

Araucanía 1830-1900. (Tesis para optar al grado de Magíster Artium en Historia, Universidad de

Santiago de Chile, 2001).

Page 71: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

62

En relación al método que desplegué para analizar estas obras, seguí la

propuesta de Said158, reconociendo en estos textos la localización estratégica, es decir,

la posición de un autor en relación a lo que describe, y la formación estratégica, esto

es, el poder referencial de los textos entre ellos, es decir, cómo se posicionan. Todo el

que escribió o se pronunció sobre los indígenas definió su posición con respecto a ellos.

Trasladado al análisis de texto, esta posición supone identificar el tipo de tono narrativo

que cada autor adoptó, el género de imágenes, temas y motivos utilizados.

Pero nada de esto sucede en abstracto, todo autor asumió algún tipo de

precedente, algunos conocimientos previos, conocimientos de los que hizo referencia

y en los que se apoyó. Es decir, todo discurso sobre los indios se asoció a otras textos

o discursos, una especie de discurso fundante o, como Grínor Rojo nomina, modos

discursivos ejemplares159.

El análisis contempla un examen de los componentes del discurso y no sólo

aspectos particulares de éste. La búsqueda consiste en identificar de qué manera esos

componentes se combinaron, ordenaron y jerarquizaron para describir y representar a

los indígenas de la primera mitad del siglo XIX160.

158 Said, 2009. 159 Grinor Rojo, Diez tesis sobre la crítica (Santiago: LOM Ediciones, 2001), 75 160 [...] La crítica por lo tanto, no debe empezar por nombrar un sesgo sino un examen de los componentes

del discurso, vehículo de toda ideología, en busca de la manera en la que esos componentes se podrían

haber combinado para describir cualquier figura particular del pasado [...]" Ranajit Guha, La prosa de

la contrainsurgencia, en Saurabh Dube (Compiladora y editora). Pasados poscoloniales: colección de

ensayos sobre la nueva historia y etnografía de la India (Ciudad de México: El Colegio de México,

1999), 159-208.

Page 72: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

63

CAPÍTULO 2

LA CONSTRUCCIÓN DE UN DISCURSO OFICIAL, 1810-1850

2.1 La crisis del pacto colonial y la búsqueda de una nueva relación entre el Estado

y el pueblo Mapuche

Desde mediados del siglo XVI el mundo indígena y el territorio de la Araucanía

en particular, experimentaron los embates de la conquista, con todo lo que ello

significaba. El avance hispano en el territorio, la fundación de ciudades, la compulsión

al trabajo, el sometimiento a las formas productivas hispanas, el cuestionamiento a sus

costumbres y la imposición de la religión161. Múltiples e improvisadas respuestas de la

población originaria se fueron generando frente a la acción hispana, la resistencia, la

adaptación, la aculturación, todas incipientes estrategias para relacionarse con el

conquistador162.

La guerra fue, sin duda, la primera expresión de este conflicto en la Araucanía,

iniciada en 1550 con la campaña de Pedro de Valdivia y la fundación de Concepción,

guerra que se mantuvo con una alta intensidad hasta la gran rebelión de 1654163, la cual

concluyó con el triunfo indígena y el retroceso de los hispanos al norte de la línea del

Biobío en 1662.

161 Hugo Contreras Cruces, Oro; tierra e indios. Encomienda y servicio personal entre las comunidades

indígenas de Chile Central, 1541-1580 (Santiago: Ediciones Universidad Academia de Humanismo

Cristiano, 2017). 162 Leonardo León, “La resistencia anti-española y el rol de las fortalezas indígenas en Chile Central,

1536-1545” Cultura, Hombre y Sociedad 3 (1986): 53-116. 163 Sergio Villalobos, Vida Fronteriza en La Araucanía. El mito de la guerra de Arauco. (Santiago:

Editorial Andrés Bello, 1995), 35.

Page 73: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

64

Durante los largos siglos coloniales, los siglos XVII y XVIII, la interacción

entre el mundo hispano-chileno y el indígena fue generando un acomodo de las

relaciones interétnicas. Así, por ejemplo, el trueque de bienes, el conchavo, el

mestizaje, el comercio, el contacto cultural, se instalaron como una forma de relación

fronteriza entre hispanos y mapuche. Fue en el siglo XVIII cuando la dinámica

comercial se reforzó incitando a “buhoneros y mercachifles que se internaron en la

Araucanía con sus chucherías”164.

Todas estas dinámicas de interacción convivieron con las acciones oficiales

desplegadas por el Estado colonial, esto es, las misiones, los parlamentos y la

mediación de funcionarios fronterizos. Los jesuitas incursionaron y se establecieron a

fines del siglo XVI en la Araucanía, creando, posteriormente, en 1612 y 1613, las

misiones de Rere, Concepción, Arauco y, luego, las de Boroa y Ranquelhue. Ya para

inicios del siglo XVIII se contaban 13 misiones, asistidas por jesuitas, franciscanos y

otros clérigos seculares. Según las instrucciones de la corona, estas debían evangelizar

y enseñar a los indios, para lo cual se dispuso de un colegio de naturales en Chillán165.

En relación con los parlamentos, “estos funcionaron como un instrumento de

negociación entre la nación mapuche y la corona española, arbitrando el conjunto de

relaciones entre las partes involucradas”166.

Durante el período colonial se realizaron aproximadamente treinta y cinco

parlamentos en Gulu Mapu167, desde las paces de Quillín en 1641 al de Negrete en

1803. En ellos se establecieron acuerdos sobre convivencia, entrega de prisioneros de

uno u otro bando, aceptación de la evangelización por parte de los indígenas, la

164 Sergio Villalobos 1995: 123. 165 Ibíd. 155-156. 166 Pichinao, 2012: 26. 167 Se entiende por Gulu Mapu la vertiente actualmente chilena del territorio Mapuche. Ver Pichinao,

2012: 28.

Page 74: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

65

regulación de la entrada al territorio de la Araucanía por parte de comerciantes, el

reconocimiento de las autoridades mapuches, entre otros puntos168.

Dentro de las acciones oficiales que el Estado desarrolló, destacaron aquellas

desplegadas por los primeros sujetos que establecieron relaciones con el mundo

indígena y que permitieron un contacto más directo y efectivo, los lenguaraces, especie

de traductores que, al conocer el idioma indígena tanto como el castellano, permitieron

la fluidez en la comunicación. Posteriormente, esta función se oficializó a través de la

instalación de ciertos tipos de funcionarios fronterizos del ejército, que sirvieron de

eslabón en las relaciones del Estado y el pueblo mapuche, el Comisario de Naciones y

el Capitán de amigos169. El primero estaba encargado de mantener las relaciones con

las diversas parcialidades araucanas “tal fue el origen de los cargos de comisarios de

naciones, uno con asiento en la ciudad de Concepción y otro en Valdivia, y cuya

obligación era mantener el contacto con los caciques”170. Por su parte, los Capitanes de

amigos fueron un elemento importante en la ejecución de la política indígena, ya que

“Aparecen prácticamente en cada reunión, en los tratados y en los Parlamentos;

acompañan a las autoridades en su paso por la Araucanía o Valdivia y eran, junto con

algunos jefes militares y los misioneros, quizás los mejores conocedores del mundo

mapuche”171.

168 Pichinao, 2012: 28-29.Una publicación exhaustiva sobre los parlamentos durante la colonia es el

trabajo de José Manuel Zavala, el cual reúne en un solo volumen las actas y relaciones de 48 parlamentos,

celebrados entre 1593 y 1803, José Manuel Zavala (Editor) Los Parlamentos hispano-Mapuches, 1593-

1803. Textos fundamentales. (Temuco: Ediciones Universidad Católica de Temuco, 2015). Ver además;

Carlos Contreras Painemal, El Koyang y los parlamentos: un mecanismo propio de la sociedad mapuche, Tesis para optar al título de Antropología y al grado de Licenciado en Antropología Social, Universidad

Academia de Humanismo Cristiano, 2005. 169 Jorge Iván Vergara, La herencia colonial del Leviatán, el Estado y los Mapuche-huilliches (1750-

1881) (Iquique: Ediciones Instituto de Estudios Andinos, 2005), 89-101. 170 Villalobos, 1995: 173. Sobre la cooperación indígena hacia los hispanos, en el contexto del

surgimiento de estos funcionarios coloniales durante el siglo XVII, ver Andrea Ruiz-Esquide Figueroa,

Los indios amigos en la frontera araucana (Santiago: DIBAM, 1993). 171 Vergara, 2005: 91.

Page 75: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

66

Estas acciones oficiales, y también las más oficiosas, pueden ser consideradas

como un pacto interétnico, o lo que algunos investigadores han nominado como una

especie de pacto colonial. Guillermo Madrazo señala que el concepto de pacto colonial

es una idea que ha cobrado fuerza en los estudios americanistas. Acuñada por Tristan

Platt, esta idea sirve para explicar cómo llegaron a estabilizarse las relaciones

interétnicas bajo la forma de un sistema fuertemente estructurado, luego del impacto

inicial producido por la llegada de los hispanos en América. “La imposición por la

fuerza de un nuevo sistema de vida y de una situación de subordinación no hubiera

tenido permanencia si no se hubieran abierto canales para un entendimiento tácito, un

“pacto” que Platt analiza en especial con respecto a la situación del pueblo Aymara”172.

Para el caso chileno Jorge Pinto rescata el concepto a partir de las paces de Quillin, las

que habrían establecido una suerte de “pacto colonial “que habría involucrado a casi

todos los protagonistas del mundo fronterizo173, así como también ha utilizado el

concepto de pacto colonial es el historiador Leonardo León174.

Este pacto comenzó a verse afectado y sobresaltado por las reformas borbónicas

del siglo XVIII, aunque fue a partir del proceso de independencia que estas relaciones

sufrieron fuertes trastornos, ajustes y reacomodamientos175. Convulso período en el

cual el grupo criollo que lideró el proceso de emancipación de España, no solo enfrentó

bélicamente al hispano, sino también y en paralelo comenzó a diseñar la nación

independiente que deseaba construir. En ese escenario complejo, inevitablemente se

incorporó al mundo indígena de la Araucanía, tanto en lo bélico, como en las

definiciones de nación que se estaban fundando.

172 Guillermo Madrazo, “Pacto étnico, rebelión y modernidad en el siglo XVIII” en Andes, 16 (2005):

27. 173 Pinto, 2003: 33. 174 Leonardo León, “El pacto colonial hispano araucano y el parlamento de 1692”, Nutram 30 (1992):

27-33. 175 Marisol Videla, Los Parlamentos mapuches de la Frontera de Chile, (1793-1825) Tesis para optar

al grado de Magíster en Historia, Universidad de Chile, 2011, 12.

Page 76: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

67

En lo bélico, porque los indígenas deseaban mantener el pacto interétnico que

habían alcanzado a través de las políticas oficiales hispanas. Los acuerdos obtenidos

en el Parlamento de Negrete, de 1793, estaban presentes en sus memorias como el gran

encuentro pacífico entre naciones soberanas, estableciendo la paz y regulando el libre

tránsito de misioneros, tropas, mercaderes y correos por los caminos que unían

Concepción con Valdivia y Chiloé176. Pero en el momento de la emancipación, el

mundo ‘huinca’ apareció dividido y enfrentado, lo que motivó al pueblo mapuche a

aliarse con uno u otro bando, intentando mantener la situación lograda durante la

colonia. Hubo un grupo significativo de ellos que apoyó la causa realista: otros, en

cambio, lucharon junto a las banderas de la emancipación177.

Por otra parte, incipientemente los criollos comenzaron a definir la sociedad

que querían construir. En ese desafío, reconocer el territorio y sus habitantes fueron

dos temas fundamentales. Por un lado, se trataba de un territorio heredado de la

dominación hispana, reconociendo la continuidad de los límites coloniales, que

configuraba un espacio que era necesario fijar, conocer y prospectar en cuanto a sus

recursos, reactivar su producción y, por cierto, donde desplegar soberanía178. Ese

territorio fue identificado como una gran casa. Por otro lado, en cuanto a la población,

el propósito era construir con ella una “hermandad o gran familia”179, lo que significaba

aplicar el concepto de la igualdad, intentando homogeneizar culturalmente a sus

habitantes, terminar con el sistema de castas e incorporar fundamentos teóricos como

la soberanía, representación y ciudadanía, todos los cuales pusieron en el tapete el

176 Osvaldo Silva y Eduardo Tellez, “Los Butalmapus de los llanos en la Araucanía”, Cuadernos de

Historia 21 (2001): 24. 177 Leonardo León, O´Higgins y la cuestión mapuche. 1817-1818 (Santiago: Ediciones Akhilleus, 2011),

33-34; José Bengoa, Historia del pueblo mapuche. Siglos XIX y XX (Santiago: LOM, 2008), 137. 178 Paulina Peralta, “Ni por la razón ni por la fuerza. El fallido intento del estado nacional por incorporar

a los pueblos Mapuche y Pehuenche (1810-1835)”. Revista de Historia Social y de las Mentalidades.

XIII/1 (2009): 57. 179 Pinto, 2003: 72.

Page 77: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

68

debate en torno al indígena. La nación política de este modo resultaba de la unión de

diferentes naciones culturales, la que incluía, por cierto, el mundo indígena180.

Para el cumplimiento de esos objetivos, el grupo dirigente debió desplegar una

serie de estrategias que se podrían clasificar en legislativas, administrativas, militares

y religiosas. En la medida que lo permite una breve síntesis, abordaré esas estrategias,

identificando la relación que se gestó entre el incipiente Estado republicano y el pueblo

mapuche.

El período comprendido entre 1810 y 1830 se caracterizó por una política de

Estado de inclusión hacia el mundo mapuche181, al menos discursivamente. Esta

política se expresó a través de bandos, reglamentos y tratados que insistieron en la idea

de incorporar al mapuche a la nación chilena y entregarle formalmente la ciudadanía,

además del reconocimiento de cierta autonomía en sus territorios y de reconocer la

legitimidad de la autoridad de algunos de sus lonkos.

En lo que respecta al territorio, la Araucanía fue incorporada, a lo menos

legislativamente, a la república a través de las cartas constitucionales. La primera

constitución que fija con claridad los límites territoriales fue la de 1822, donde se

declara que el territorio de Chile se consideraba una unidad, estableciéndose sus límites

desde el despoblado de Atacama por el norte hasta el Cabo de Hornos por el sur. Esta

delimitación incluía, por tanto, el territorio comprendido entre el Biobío y el seno del

Reloncaví. Así, el territorio indígena quedaba absorbido por la república. Las

constituciones posteriores de 1823, 1828 y 1833, dispusieron exactamente los mismos

deslindes nacionales y, por tanto, a lo menos en lo que respecta a lo administrativo-

territorial, se asumió continuidad en el territorio. ¿Qué pasó entonces con la definición

180 Pinto, 2003: 72. 181 Pinto, 2003: 64-65; Armando Cartes, “¿Bárbaros o Ciudadanos? Los Mapuches en el albor

republicano”, en Armando Cartes y Pedro Díaz (Coordinadores) Ciudadanía. Temas y debates. (Chile:

Centro de Estudios Bicentenario, 2014), 232.

Page 78: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

69

constitucional de los habitantes ubicados al sur del Biobío? La misma constitución de

1822 decretó que “son chilenos los nacidos en el territorio de Chile”, agregando que

“todos los chilenos son iguales ante la ley, sin distinción de rango ni privilegio”. Lo

mismo se señala en las constituciones posteriores. Así, entonces, los habitantes al sur

del Biobío, a lo menos en el discurso legislativo, fueron considerados chilenos en

igualdad de condiciones que el resto de la población182.

En esta misma línea, y como un primer intento de superar las rémoras y

referentes socio culturales del Antiguo Régimen, e instalando el espíritu

homogeneizador que avalaba la integración igualitaria de los habitantes del territorio,

se dispusieron una serie de decretos y reglamentos. Entre las estrategias jurídico

políticas que fueron en esa dirección se destaca el decreto dictado en 1813 por la Junta

que sucedió a Carrera, titulado Reglamento a favor de los ciudadanos indios. En él se

declaraba el propósito efectivo de establecer con los indios la fraternidad, igualdad y

prosperidad. El reglamento estableció la desaparición de los llamados pueblos de indios

y la ubicación de sus habitantes en villas formales, dotados de escuela, iglesia, casa

consistorial y cárcel183.

Pese a la política de inclusión manifestada en este documento, la resistencia de

los diversos grupos mapuche al proyecto de construcción nacional hizo más bien

impracticable la legislación. Las parcialidades mapuche vieron en estas propuestas la

alteración a los acuerdos que se habían conseguido en largos años de esfuerzo durante

el período colonial, a través de una serie de parlamentos que habían reglado la

convivencia con el hispano184.

182 Gallardo, 2001: 127; Peralta, 2009: 64. 183 Holdenis Casanova, “Entre la ideología y la realidad: la inclusión de los mapuches en la nación

chilena (1810-1830)”, en Revista de Historia Indígena 4 (2000): 18; Gallardo, 2001: 124. 184 Pinto, 2003: 67-68.

Page 79: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

70

El arribo de la expedición monárquica de Antonio Pareja en 1813, alteró ciertas

neutralidades y equilibrios de los primeros años, pero fue a partir de 1817 cuando la

tranquilidad fronteriza comenzó a alterarse. Luego de las derrotas hispanas en

Chacabuco (1817) y Maipú (1818), los diezmados ejércitos realistas se dirigieron a los

territorios ubicados al sur de la frontera, lo que significó que muchas parcialidades

mapuche tomaran partido por el ejército realista, viendo en ellos la posibilidad de

mantener las políticas y acuerdos conseguidos durante la colonia. Esta resistencia

fronteriza, que incluyó también a otros grupos como montoneros, integrado por los

hermanos Pincheira, Antonio, Santos, Pablo y José Antonio, fue denominada por la

historiografía liberal como Guerra a muerte185.

Posterior a la derrota de Chacabuco, los realistas lograron reorganizarse en

torno a Concepción, instalando sus contingentes en Talcahuano. En ese momento, las

estrategias desplegadas por patriotas y realistas intentaron principalmente capturar la

alianza con los mapuche o, a lo menos, mantener su neutralidad. Mientras que los

cuatro butalmapus mapuche, por su parte, procuraban, cada uno de ellos, asegurar su

predominio a nivel regional, restablecer los mermados circuitos comerciales de

manufacturas y ganados, y mantener los acuerdos conseguidos a través de numerosos

parlamentos186.

Es importante señalar que, desde el siglo XVIII, la administración española

utilizó el término butalmapu para referirse a los mapuches de la Araucanía y de los

Andes adyacentes187. Esta división tardía188 del mundo mapuche consideraba la alianza

185 Benjamín Vicuña Mackenna consagró esta nominación en su texto La guerra a muerte. Memoria

sobre las últimas campañas de la independencia de Chile 1819-1824 (Santiago: Imprenta Nacional 1868. Otro historiador que trabajó en profundidad esta temática fue Tomás Guevara en, Los Araucanos

en la guerra de la Independencia (Santiago: Imprenta Barcelona, 1902). Sobre la participación mapuche

en la guerra a muerte, ver Rodrigo Araya, “Mariluán: la restauración del orden en la Araucanía, 1822-

1827” Historia y Geografía 18 (2004). 186 León, 2011: 27. 187 Silva y Tellez, 2001: 17-19. 188 “El argumento filológico parece validar la idea de una aparición tardía de las agrupaciones

longitudinales llamadas vutanmapu en relación con grupos territoriales preexistentes llamados

Page 80: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

71

de cierto número de ayllarewe, con un criterio longitudinal, esto es, una división que

seccionaba el territorio “en cuatro largas jurisdicciones en las que cada una cubría uno

de los cuatro pisos ecológicos…la planicie costera, el llano interior, la precordillera

andina y los valles andinos”189.

La frontera militar del Biobío se enfrentaba entonces a situaciones variadas de

acuerdo al butalmapu con el cual estaba en contacto. La división contemplaba a los

costinos o lafquenches, que incluían el territorio situado en la vertiente occidental de

la Cordillera de Nahuelbuta, desde Albarrada y Coronel hasta las inmediaciones de

Tirúa. Los llanistas fronterizos o lelvunches septentrionales cuyas principales

territorios se encontraban en Angol, Huequén y Niminco. Los llanistas arribanos de

Mulchén, Malleco, Quilaco y Bureu. Más al norte, entre Chillán y Curicó, se

encontraban los pehuenches septentrionales. Los llanistas meridionales, no tenían

contacto directo con la frontera del Biobío, por lo que las comunidades de Maquehua,

Boroa, Quechereguas, Lumaco y Cholchol, no accedían a ella debido a la presencia del

cacicazgo de Angol. Así, entonces, la frontera del Biobío limitaba con cuatro

butalmapus: lafquenche, lelvunche, inapire y pire. Cada butalmapu operaba de forma

autónoma, tratando de asegurar su predominio a nivel regional190. Pero si bien existía

esta división del mundo mapuche, también es importante destacar que, al interior de

cada butalmapu, existían caciques con mayor ascendiente y prestigio que otros,

ayllarewe. En efecto, el término vutanmapu parece menos antiguo que el término ayllarewe. Según

nuestro conocimiento, este término aparece en los documentos españoles solamente durante el siglo

XVII. El término sería entonces, en el siglo XVII, un término nuevo. La primera referencia que

conocemos es la de Núñez de Pineda y Bascuñan (1974), quien hacia los años el 1670 escribe el relato

de su cautiverio de 1629”. José Manuel Zavala, Los mapuches del siglo XVIII. Dinámica interétnica y

estrategia de resistencia. (Temuco: Ediciones Universidad Católica de Temuco, 2011), 77. Según José Bengoa, “La relación con las autoridades españolas nos parece la explicación del origen de estas grandes

agrupaciones. Tal como se ha señalado, ya en el siglo dieciocho los butamapus eran una realidad, al

menos en su contacto con los gobernadores de Chile, esto fue provocando la preeminencia de algunos

cacicazgos en relación a la gran mayoría. Las alianzas matrimoniales la fueron consolidando, y la riqueza

ganadera, juntamente con la gran cantidad de hijos, parientes y mocetones la consolidó”, Bengoa, 2008:

71. 189 Zavala, 2011: 76. 190 León, 2011: 27.

Page 81: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

72

generando tensiones internas que se reflejaron en las diversas posiciones tomadas

frente a la lucha independentista191.

Como plantea Bengoa, frente al conflicto de la independencia, los mapuches se

dividieron de acuerdo a sus tradicionales diferencias y conflictos locales. Los abajinos,

con sus caciques Lorenzo Colipí y Venancio Coñoepán, se unieron a los criollos

independentistas, apoyándolos activamente en la guerra. Junto a los españoles, por otro

lado, estuvo la mayor parte de la Araucanía, caciques de la costa, pehuenches,

arribanos, boroanos192, allí estaban Mañil y Mariluán y los caciques de la costa,

Huenchuquir, Lincopi, Cheuquemilla, los pehuenches Martín Toriano y Chuica, los de

Truf-Truf y Maquehua, Calvuqueo y Curiqueo, Juan Neculmán, quienes reafirmaron

su compromiso con los antiguos parlamentos realizados con la corona “en los cuales

se reconocía la frontera del Bío-Bío y la Independencia de la Araucanía”193.

Dentro de las estrategias desplegadas por los patriotas para invitar a la

convivencia, y así poder captar alguna alianza con los indígenas, se destaca la iniciativa

de los Artículos de Paz, dictados por O´Higgins en su calidad de Director Supremo, en

agosto de 1817. En estos, se otorgó a los mapuche la condición de hermanos, al mismo

tiempo que se les reconocía la autoridad de los lonkos en sus respectivas comunidades.

A juicio de León, a través de este documento “se dejaba de lado la percepción de

bárbaros y salvajes con que habitualmente se denominaba a los habitantes del

Gulumapu”194.

191 Eduardo Caviedes “Desplazando el escenario: Los Araucanos en el proceso de independencia de

Chile”, Studia Historica. Historia Contemporánea 27 (2009): 92-98. 192 Al parecer existe cierta discrepancia en relación con la identificación de las alianzas mapuches

durante el período independentista. Al respecto, y pese a que varios historiadores (Leonardo León, José Bengoa, Pablo Marimán y otros) señalan el apoyo lafquenche a la causa realista, Jorge Pinto sostiene:

“En rigor, durante la lucha por la independencia, la resistencia indígena no comprometió a toda la

población ultra Bio Bio. Los costinos se mantuvieron casi siempre aliados al gobierno chileno y entre

las parcialidades llanistas, que fueron las que más se opusieron a los cambios, hubo varios caciques que

apoyaron al llamado ejército patriota. Los pehuenche, en cambio, como viejos aliados de las autoridades

coloniales, se movilizaron casi en masa contra los revolucionarios”. Pinto, 2003: 80. 193 Bengoa, 2008: 145-146. 194 León, 2011: 54.

Page 82: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

73

Pese al primer intento de O´Higgins de invitar a la convivencia pacífica a los

diversos butalmapus, el poder realista consiguió las alianzas de lafquenches, angolinos

y de algunos prestigiosos y emblemáticos lonkos. Solo en el sector de los llanos los

patriotas lograron el apoyo más permanente de varias parcialidades195.

La persistente resistencia indígena a las propuestas del grupo emancipador,

incitó a los patriotas a un cambio de actitud frente a los indígenas. Así se entiende, por

ejemplo, la solicitud de Freire a O´Higgins para ir contra los lafquenches y exterminar

a la localidad de Colcura196. O la del propio O´Higgins, quien desanimado por la

persistente resistencia mapuche, y la nula acogida a sus políticas, decidió ir contra los

indígenas, movilizando tropas hacia el sector de Angol, evidenciando un drástico

cambio de actitud frente a ellos197.

Sin embargo, los intentos de O´Higgins por captar las alianzas de los mapuches,

lo llevó nuevamente a dictar el 4 de marzo de 1819 un Bando Supremo en el cual

establece “llamarlos en lo sucesivo ciudadanos chilenos y libres como los demás

habitantes del estado con quienes tendrán igual voz y representación”, esto para

terminar con la situación de oprobio en la cual, según O´Higgins, el gobierno español

había mantenido a estas comunidades, negándoles toda representación política y todo

recurso para salir de su condición servil198. Este Bando incluyó, además, aspectos

importantes referentes a la constitución de la propiedad, lo cual tuvo una directa

repercusión en los pueblos de indios, ya que liberó parte de sus tierras a un mercado

regulado por los principios de la propiedad individual. Si bien es cierto esto no influyó

en los mapuches al sur del Biobío “es un poderoso precedente para entender la vista

195 León, 2011: 37; Pinto, 2003:70. 196 León, 2011; 51. 197 Ibíd. 77. 198 Pinto, 2003: 72; Bengoa, 2008: 147.

Page 83: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

74

gorda que la república hará del estatus político-jurídico que gozaba la nación mapuche

a través de sucesivos parlamentos con la Corona”199.

Posteriormente, en el gobierno de Ramón Freire se celebraron dos tratados o

parlamentos que expresaron la continuidad en la política o estrategia de inclusión

seguida por el incipiente Estado. El primero de estos fue el de Yumbel, celebrado en

1823 entre el teniente Coronel Pedro Barnachea y caciques embajadores de los cuatro

Butalmapus. En él se estableció que “Desde el despoblado de Atacama hasta los límites

de la provincia de Chiloé, todos serán tratados como ciudadanos chilenos en el goce de

las gracias y privilegios correspondientes y con las obligaciones respectivas”200.

El segundo fue el Tratado de Tapihue, celebrado el 7 de enero de 1825 entre el

mismo coronel Barnachea, comandante de la alta frontera y delegado de la ciudad de

Los Ángeles, y Francisco Mariluán, “Gobernador de 14 reducciones”201. La tradición

historiográfica ha visto en este tratado el primer pacto político formal suscrito entre la

república y los mapuches202, el cual logró restablecer la paz amagada por la

independencia. Más lejos aún, algunos han interpretado este tratado como el

reconocimiento de la independencia territorial y política de la nación mapuche, como

anteriormente lo habían hecho los españoles203, una especie de restitución del pacto

colonial. En concreto, se establecieron 33 puntos alusivos a: alianzas políticas y

militares, comercio, intercambio de cautivos y controles de tránsito por el territorio. En

este parlamento se mantuvo el Biobío como frontera entre los dos mundos,

reconociendo la ciudadanía chilena a todos los indígenas, y sancionando la autonomía

de los territorios al sur del Biobío204.

199 Marimán, 2006: 82. 200 Pinto, 2003: 67. 201 Marimán, 2006: 83. 202 Eduardo Tellez, Osvaldo Silva, Alain Carrier y Valeska Rojas, “El tratado de Tapihue entre ciertos

linajes mapuches y el gobierno de Chile (1825)”, Cuadernos de Historia 35 (2011): 171. 203 Marimán, 2006: 83. 204 Pinto, 2003: 73; Cartes, 2014: 227.

Page 84: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

75

Sin embargo, el tratado en cuestión ha sido considerado contradictorio en

muchos de sus contenidos, al parecer por no tomar en cuenta las diferencias culturales,

sociales y étnicas de los contrayentes205. Todo lo cual fue generando, por una parte,

situaciones impracticables y, por otra, impulsando una homogeneización que imponían

las estructuras jurídicas de la república. Así, si bien la Araucanía quedó incluida a la

república al considerarse que la nación comprendía la población situada entre el

territorio desde Atacama hasta el Cabo de Hornos, por otro lado, se hizo una explicita

mención al Biobío como la línea divisoria entre los territorios chileno y mapuche,

estableciéndose el porte obligatorio de un pasavante para todos quienes transitaran de

un lado al otro de dicha línea divisoria206, situación que se ha interpretado como cierta

autonomía para el territorio mapuche. Por otro lado, se incorporó a los mapuche a la

nación jurídica, a través de la entrega de ciudadanía chilena con sus deberes y

obligaciones, entendiéndose con ello que no solo quedarían sujetos a las leyes vigentes

sino también a todas las venideras:

“Potencialmente, cualquier órgano, senador, jurista o estatista chileno podría

argüir después que el despacho de legislaciones particulares lesivas para los

intereses de la sociedad mapuche portaban el sagrado y ostentoso compromiso

público, acordado otrora por los caciques, de acatar las disposiciones legales

impuestas por esa vía. Los mapuches habían ganado una autonomía relativa,

pero con hipoteca”207.

Si bien es cierto que, a partir del Tratado de Tapihue, el Estado retomó los

parlamentos y las misiones, esas tradicionales prácticas que habían sido exitosas en el

período colonial como estrategia para regular las relaciones en la frontera208, y que a

juicio de algunos autores habría dado origen a un nuevo ‘pacto republicano’209, no es

205 Tellez et. al., 2011: 175. 206 Ibíd. 179. 207 Tellez et. al., 2011: 182-183. 208 Pinto, 2003: 80. 209 Rolf Foerster, Jorge Iván Vergara y Hans Gundermann, “Dos siglos de política indígena republicana.

Del Estado monocultural al reconocimiento étnico”. En Iván Jaksic y Francisca Rengifo (Editores),

Page 85: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

76

menos cierto que en la década de 1830 se manifestó un marcado interés del grupo

dirigente por desplegar la soberanía territorial en la Araucanía. Ejemplo de ello es lo

expresado por el Comandante en Jefe del Ejército de la Frontera, Manuel Bulnes, al

presidente de la República, José Joaquín Prieto, en 1833, en relación a los mapuches y

a la posibilidad de avanzar hacia sus tierras.

“Puedo asegurar a V.S que están tan abatidos y tan domado su antiguo orgullo,

que sin el menor inconveniente podríamos avanzar nuestra insignificante línea

de frontera al otro lado del Bio Bio, y aún reedificar las principales ciudades

arruinadas que habían en su terreno, si la República tuviese habitantes y

recursos para hacerlo. La brillante oportunidad que se nos presenta es digna de

la meditación del Supremo Gobierno, por lo que me apresuro a ponerlo en

conocimiento de V.S para los fines que convengan”210.

Estas intenciones se vieron exacerbadas con la rebelión indígena de 1834-1835,

momento en el cual se estableció otro tipo de relación entre el joven estado-nación y el

pueblo mapuche211. Lo que movilizó la acción del gobierno fueron las hostilidades

manifestadas por correrías en la frontera de indígenas de Collico, Mulchén y otras

tribus huilliche, con saqueos y destrucciones a posiciones mapuche aliadas al gobierno,

principalmente a Lorenzo Colipí, tradicional aliado de la república. La lealtad del

gobierno chileno a Colipí se expresó en el envío del General Manuel Bulnes para

sofocar la rebelión y restablecer a aquél sus posesiones212.

Historia política de Chile, 1810-2010. Tomo II. Estado y Sociedad (Santiago: FCE, UAI, 2017), 209-

210. 210 El Araucano N°167, 1833 cita en Pinto, 2003: 81. 211 Manuel Ravest, “Arauco…siempre Arauco. Estudio introductorio…”, en Cornelio Saavedra,

Documentos relativos a la ocupación de Arauco, que contiene los trabajos practicados desde 1861 hasta

la fecha. (Santiago: Cámara Chilena de la Construcción: Pontificia Universidad Católica de Chile:

dirección de Bibliotecas Archivos y Museos, 2009), xxii. 212 Alfredo Gómez Alcorta, “La rebelión mapuche de 1834-1835. Estado nación chileno versus el

enemigo bárbaro” (Working paper Series 18. Editor General Jorge Calbucura. Ñuke Mapuförlaget,

2003), 2.

Page 86: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

77

Al parecer la presencia del Estado agudizó o tensionó las relaciones entre los

propios grupos mapuche. La política mapuche de la primera mitad del siglo estuvo

tensionada por la presencia de Colipí y Mañil, ambos representantes de posiciones

antagónicas en cuanto a su posición con el Estado chileno. Sin embargo, como explica

Pablo Marimán, ambos eran la cara visible de un entramado de relaciones sociales y

políticas que incluían a muchos territorios del Wallmapu213. Por tanto, no es difícil

entender que el apoyo del Estado chileno a Colipí, alteraba el equilibrio en las

relaciones indígenas, exacerbando los ánimos de varias parcialidades.

Bulnes llevó diversos contingentes de recambio para asediar a los rebelados. La

captura de familias, la destrucción del ganado, las habitaciones y los campos agrícolas,

fueron los mecanismos con los cuales este general inmovilizó a los enemigos214. Desde

ese momento, muchos caciques fueron considerados enemigos del Estado. Así se

demuestra en la Memoria que el Ministro de Guerra, José Javier Bustamante, presentó

al Senado en 1835, validando la guerra “para castigar y escarmentar seriamente a

nuestros encarnizados enemigos y crueles ofensores de nuestros amigos”. Este

documento resulta clave, pues no solo proviene de un alto funcionario del Estado, sino

que en él se observan las principales manifestaciones de una política excluyente del

Estado215.

La guerra contra la Confederación Perú-Boliviana significó paralizar todas las

hostilidades con los mapuche, lo que impulsó al gobierno a recomponer ciertas

alianzas, propósito que logró en 1837, cuando se establecieron las paces en los llanos

de Boroa, donde se hizo presente en representación del gobierno Pantaleón Sánchez,

quien sería en adelante el nuevo capitán de amigos216.

213 Marimán, 2006: 85. 214 Gómez, 2003: 2-4. 215 Peralta, 2009: 82. 216 Marimán, 2006: 84.

Page 87: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

78

Estas expresiones del interés del gobierno por apaciguar el conflicto, se

combinaron y convivieron en el tiempo con otros mecanismos de relación con los

mapuche. Junto a los parlamentos, el gobierno reactivó las misiones217. Ya en 1833, el

presidente Prieto había ordenado la reapertura del antiguo Colegio de Propaganda Fide

de Chillán, con el propósito de acercar a los indígenas a la civilización por medios

pacíficos. Señala Jorge Pinto que en esa oportunidad se describió a los mapuches como

“seres que más bien parecen brutos que racionales…que desparramados en hordas,

ocupan una parte considerable en el Estado”218.

Manuel Bulnes, por su parte, consideró la necesidad de establecer nuevas

misiones religiosas en la Araucanía, esta vez con capuchinos italianos. Así fue como

en 1848 el gobierno acordó con dicha orden el envío de doce misioneros idóneos que,

por un mínimo de diez años, estuvieran al servicio de las misiones de Arauco. La

jurisdicción territorial de estas misiones se estableció entre el río Cautín y la ciudad de

Valdivia. Sin embargo, las misiones capuchinas llegaron hasta las cercanías de

Osorno219. Fue a través de la escuela que los capuchinos desplegaron su acción efectiva

de evangelización y civilización.

Una política constante del Estado fue mantener los enclaves militares y

misionales en territorio mapuche, los cuales colaboraron con información sobre acceso

217 El retorno a las antiguas fórmulas de las misiones y parlamentos, puede ser explicado, según Paulina

Peralta, en parte, por la debilidad institucional que caracterizó al naciente Estado entre 1820 y 1840. Más

aún, “Al no contar con la capacidad política ni bélica para ocupar el territorio ubicado al sur de la

frontera, los sucesivos gobiernos no pudieron prescindir de estos mecanismos tradicionales de alianzas

y transacciones”. Peralta, 2009: 80. 218 Pinto, 2003: 81. Es sugerente considerar que, hacia mediados del siglo XIX, según Milton Godoy, la élite y el Estado chileno buscaban arrancar la presencia cultural indígena y su influencia sobre el mundo

mestizo y popular, caracterizados por la barbarie y el desorden, un acervo que debía ser reemplazado

por el proyecto de progreso, orden y civilización que impulsaba la modernidad europea, lo que habría

hecho necesario un creciente control social y territorial por parte del Estado, fenómeno que el autor

observa en las festividades populares del Norte chico. Ver Milton Godoy, Fiestas, carnaval y

disciplinamiento cultural en el Norte Chico, 1840-1900 (Tesis doctoral para optar al grado en Historia,

Universidad de Chile, 2009), 267-268. 219 Macaya, 2016: 96-97.

Page 88: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

79

al territorio, número de población, tipos de recursos minerales y madereros, así como

una descripción del uso del suelo. “Estas misiones y fortines fueron las cabezas de

playa sobre las cuales, de manera oficial, se abordó inicialmente el tema de la expansión

territorial chilena sobre el Gulumapu”220.

Al parecer, para mediados del siglo XIX, los indígenas habían dejado de ser

considerados una real amenaza para el estado, a ello habían contribuido las misiones

de franciscanos y capuchinos repartidos por toda la frontera y el parlamento celebrado

en 1846, gestionado por Brancadori y Colipí221.

Las acciones implementadas a partir del gobierno de Manuel Montt (1851-

1861) no fueron improvisadas. Desde ese momento, se comenzó a preparar el camino

para la ocupación de la Araucanía. Entre sus acciones se cuenta el refuerzo de la

presencia militar en la zona de la costa, la iniciativa jurídico administrativo de la

creación de la provincia de Arauco en 1852 (que incluía los territorios entre Biobío y

Valdivia), la implementación de un plan de conquista militar conducido por Cornelio

Saavedra, y los acuerdos que siguió gestionando con algunas parcialidades mapuches

para neutralizar cualquier intento de resistencia mancomunada222.

En síntesis, durante la primera mitad del siglo XIX, las acciones del Estado

estuvieron movidas en una aparente contradicción. El discurso inicial de inclusión,

materializado en bandos y decretos que se desplegaron fundamentalmente entre 1810

y 1830, y que invitaba a la convivencia con la entrega temprana de ciudadanía y

nacionalidad, convivió con acciones bélicas y entradas violentas al territorio mapuche,

en un período que coincidió con la lucha independentista y la llamada Guerra a Muerte.

Los criollos emancipadores trataron de obtener alianzas de los mapuches o, a lo menos,

su neutralidad, y cuando no se logró, entonces, los indígenas se convirtieron en un

220 Marimán, 2006: 87. 221 Pinto, 2003: 85. 222 Marimán, 2006: 95.

Page 89: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

80

enemigo que había que combatir. Posteriormente, en especial a partir de Tapihue

(1825), se desarrolló una política de agasajos, parlamentos y misiones. Acciones que

también estuvieron acompañadas por las nominaciones a su supuesta barbarie, a

considerarlos y tratarlos como enemigos. La rebelión de 1834-1835 dejó en evidencia

que las tropas republicanas seguían en el mismo ejercicio y con las mismas alianzas

fronterizas que durante el período independentista. En estricto rigor, durante toda la

primera mitad del siglo XIX, el Estado chileno operó contingentemente frente al mundo

mapuche. Si bien concretó en decretos y bandos e, incluso, en constituciones, una

invitación a formar parte de una nación de hermanos, la aplicación de aquellas

normativas fue precaria y, en muchos casos, muy poco clara respecto a quiénes estaba

dirigida dicha legislación, ya que algunas parecían estar exclusivamente destinadas a

los indígenas de Chile Central, mientras otras fueron directamente enunciadas para

influir en los indígenas al sur del Biobío. En tal estado, era inevitable que no existiera

un consenso sobre qué hacer con los indios, toda vez que durante las décadas tempranas

de la república, se actuó de acuerdo a los requerimientos y conveniencias del momento.

2.2 Representaciones dominantes, discursos nacionales

Una de las vertientes de mayor relevancia en la producción del discurso sobre

los indígenas en el siglo XIX en Chile, provino desde el gobierno y la política. Desde

estos espacios se generaron formas de referir hacia el mundo indígena que fueron

asociadas no solamente a su representación y caracterización, sino también a proponer

y ejecutar acciones hacia ellos. A partir del proceso independentista, el aún joven

Estado de Chile debió actuar en varios frentes paralelamente, consolidando su

independencia, generando sus instituciones de gobierno, reconociendo el territorio y,

por cierto, debió además pronunciarse con relación a aquellos que constituirían la

nación. Paulatinamente, se fue instalando un discurso institucional hegemónico u

oficial.

Page 90: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

81

¿Cómo se formó la imagen o representación de la población indígena a partir

de la cual esta fue enunciada durante el siglo XIX? o más bien ¿cuáles fueron las

fuerzas en juego, me refiero a las opiniones, decisiones e intereses, que permitieron la

emergencia de una determinada forma de representación?

En lo que sigue del presente capítulo identificaré el discurso o discursos

producidos en la institucionalidad política de la incipiente república, desde los albores

independentistas hasta mediados del siglo XIX, discursos que llevaron a la formación

de la imagen política y oficial de los indígenas, surgida y manifestada a través de leyes,

discursos presidenciales, memorias ministeriales, debates parlamentarios, censos y

textos constitucionales. Este conjunto documental da cuenta de las preocupaciones,

intereses y desafíos que los agentes estatales desplegaron en el período de la temprana

República para consolidar la organización y administración del joven país. Los temas

de la seguridad de la nación, el desarrollo productivo, las discusiones presupuestarias

fueron, sin duda, los más destacados. No obstante, allí también es posible identificar

las miradas, la descripción y acción que la elite gobernante, me refiero a los presidentes

de la República, ministros de Estado y parlamentarios, desplegaron hacia el ‘otro-

indio’. En ellos se narran y describen leyes de protección al indígena, empleo de fuerza

militar en su contra, acción misional y una consideración general amplia hacia el

mundo indígena, pero también es posible develar las denominaciones utilizadas, los

atributos que se les asignan y las acciones dispuestas hacia ellos. Analizar este conjunto

de documentos permite además presentar el proceso histórico de las formas de referir

y considerar a los indígenas, nos colabora en reconstituir históricamente el proceso de

instalación de un discurso que podemos identificar como oficial, esto es, un discurso

que representa al mundo indígena, decide acción hacia ellos y, por cierto, se impone

sobre otras definiciones y propuestas.

Abordaré el período comprendido entre la instalación de la primera junta de

gobierno de 1810 hasta mediados del siglo XIX, esto es por considerar que, en estas

Page 91: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

82

décadas, el novato Estado instaló las bases de estereotipos hacia el mundo indígena.

Fue en esta etapa cuando la institucionalidad política dio forma y contenido a las

representaciones que servirán posteriormente a 1850 para la decisión-acción del Estado

chileno con relación a la Araucanía y sus habitantes.

En una línea comparativa, existen investigaciones de este tipo que se han

realizado para otras regiones y períodos, me refiero a que han abordado

específicamente la construcción de un relato oficial sobre el indígena utilizando variada

documentación estatal. Uno de estos trabajos es de Walter Delrío223, quien aborda el

período de 1879 a 1885 en lo que respecta a las campañas militares en norpatagonia y

la Araucanía. El corpus documental analizado por Delrío corresponde a diversos

narradores que intercambiaron correspondencia de comandancias militares, como

también documentación de distintos fondos ministeriales, (Guerra, Colonización y

Relaciones Exteriores), generando lo que el autor define como conarración. Delrío

sostiene que en el análisis de la narrativa de las campañas, los distintos narradores

fueron construyendo y redefiniendo categorías para hacer referencia a los grupos

originarios, al mismo tiempo que intentaban dar cuenta de una determinada “realidad”.

De esta manera, comenta el autor, “quedaron definidos ciertos eventos de las campañas

y se impuso el uso de ciertas categorías, para referir a los indígenas constituyéndose,

así un relato oficial de los acontecimientos de las campañas que buscaba legitimar la

incorporación de los grupos originarios en un estatus de subordinación dentro del

Estado-Nación”224. Para Delrío, en esta documentación es posible advertir una

transformación en la construcción narrativa del aborigen desde las miradas oficiales,

donde el salvaje -interno al territorio pero externo a la nación- deviene en el “indio

salvaje”, sea este chileno o argentino. A su juicio, estos cambios en la nominación no

son solamente legitimaciones discursivas de las acciones bélicas, “sino que representan

un cambio en la marcación de alteridad en la construcción de nuevas relaciones

223 Walter Delrío, “De ‘salvajes’ a ‘indios nacionales’. Interpelaciones hegemónicas y campañas

militares en norpatagonia y la Araucanía (1879-1885)”, en Mundo de Antes 3 (2002): 192. 224 Delrío, 2002:192.

Page 92: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

83

sociales”225. Analizando esta narrativa oficial, Delrío advierte que se sustenta,

principalmente en la naturalización de la diferencia, estigmatizando al otro indígena,

pasando a formar parte de los presupuestos de una época determinada226. Rescato en la

investigación de Delrío, no solo la identificación de nuevas nominaciones hacia el

mundo indígena, sino también, del cómo éstas dan cuenta de la instalación de nuevas

formas de relaciones sociales en períodos históricos específico.

Para el espacio ecuatoriano también existen ejemplos investigativos que

instalan la idea de la construcción de un discurso oficial sobre el indígena. Andrés

Guerrero indaga en el discurso político sobre el indio que emerge a fines del siglo XIX

en Ecuador. Este autor recurre al discurso jurídico, a las leyes, decretos y circulares de

los gobernadores, a los discursos ministeriales, en general alude a un discurso que, a su

juicio, ha sido heredado de generación en generación, que se instala como un esquema

mental, “que reformula tópicos de un boceto conservado en los repliegues perdurables

de la memoria histórica de los políticos blanco mestizos”. Su investigación releva la

pregunta de cómo se formó la imagen del indio y cuál fue el juego político que permitió

su emergencia227.

Siguiendo esta línea reflexiva, en el contexto histórico de construcción del

Estado-Nación en Chile, se instalaron una serie de formas de referir al otro, en quienes

produjeron los documentos que he definido como oficiales. En el tratamiento de esta

heterogénea documentación, reconozco ciertas formas comunes o términos que se

reiteran para referir a las poblaciones indígenas del territorio. Por tanto, un primer paso

en el análisis es identificar la o las referencias que se consignan hacia el mundo

indígena. Me refiero en específico a la nominación, al cómo en los documentos

225 Ibíd. 190. 226 Ibíd. 227 Andrés Guerrero, “Una imagen ventrílocua: El discurso liberal de la “desgraciada raza indígena” a

fines del siglo XIX”, en: Blanca Muratorio (Ed) Imágenes e imagineros. Representaciones de los

indígenas ecuatorianos, siglos XIX y XX. (Quito: Flacso Ecuador, 1992), 198.

Page 93: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

84

oficiales los indígenas son nombrados, y también descritos, es decir, aquella

nominación que aparece ligada o asociada a atributos. Entonces, para efectos

metodológicos, el nombre y su predicado constituyen nuestra unidad mínima de

análisis. Estos términos, generalizados y reiterados en los documentos, pueden ser

consignados como enunciados, toda vez que constituyen una “entidad provista de

sentido y que es posible destacar de una cadena hablada o de un texto escrito,

independientemente de sus dimensiones sintácticas”228.

Además de reconocer estos enunciados por su reiteración en los documentos,

es posible señalar que pertenecen a una forma -al parecer común- conocida y social,

usada y manejada por aquellos agentes estatales para referir al indígena. Así, por

ejemplo, la mención de “Araucano” estaría refiriendo a un grupo de atributos o

características de este ‘otro-indio’ que no necesariamente se mencionan, es decir, se

ahorra o economiza latas descripciones y explicaciones.

Reconocidos estos, es preciso advertir cierta constante en la referencia, esto es,

identificar cómo las diversas enunciaciones se acomodan a contextos o circunstancias

de enunciación. La referencia, si bien alude a un mismo grupo o colectivo indígena, el

nombre dado y los atributos que se le asignan, varían de acuerdo al contexto en el cual

se enuncian.

¿Cuántas fueron las formas de nominarlos? Esta interrogante permite advertir

si hubo una referencia o si existieron varias de ellas operando simultáneamente, notar

si hubo convivencia entre referencias en un tiempo y espacio, es decir, si existió

sincronía, simultaneidad e inclusión. Así mismo, es posible, y como otro momento de

análisis, identificar la continuidad o durabilidad de estas referencias. Una vez

228 A. J. Greimas y J Courtes, Sémiotique. Dictionaire raisonné de la théorie du Langage hachette (París:

1979,12) citado por José Luis Martínez, “Textos y palabras. Cuatro documentos del siglo XVI” en

Estudios Atacameños 10 (1992): 137.

Page 94: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

85

identificadas, es factible seguir su evolución en el tiempo o, contrariamente, identificar

sus rupturas, transformaciones o discontinuidades.

Si existieron varias referencias hacia el mundo indígena entonces es dable

pensar en la probabilidad de jerarquías entre ellas y, a partir de allí, identificar una que

se imponga, que se establezca como principal o dominante, que eclipse o acalle otras,

o contrariamente, tal vez se pueda identificar de qué manera éstas se articulan y

conviven en igualdad.

2.2.1 De las nominaciones y sus contextos

En las primeras décadas postindependencia, las enunciaciones o alusiones más

habituales para referir al mundo indígena fueron los conceptos de: Indígenas,

Araucanos, Indios, Bárbaros. ¿Cuándo se utilizó uno y otro? ¿Es posible identificar

particularidades en sus contextos de enunciación?

La temprana mirada de Ramón Freire sobre la zona de la Araucanía, resulta ser

un anuncio de acciones futuras, y permite reconocer diversas formas de enunciación

hacia las poblaciones indígenas en general. Concluidas las luchas independentistas,

Bulnes, como Director Supremo del país, señaló su intención de resolver el trato hacia

los indígenas en el territorio pacificado. Así lo manifestó en su discurso frente al

Congreso constituyente en agosto de 1823. Para ello consideró necesario promover la

prosperidad del territorio, en específico de Valdivia, señalando el rol fundamental de

las misiones y advirtiendo que “el gran interés de la Patria es reducir a la vida social a

los indios vecinos que manifiestan felices disposiciones, ha procurado llenar las

misiones con sujetos capaces de llevar a cabo esta empresa”229. Pero no es solo en el

territorio pacificado que Freire proyecta resolver conflictos, a su juicio, también era

229 Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de la República de Chile 1811- 1845 (en adelante SCL), Tomo

VIII, (Santiago, Imprenta Cervantes, 1886), Sesión de 13 de agosto de 1823, 21.

Page 95: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

86

necesario resolver la relación con los habitantes al sur de la frontera del Biobío230. Una

vez superado los conflictos bélicos, Freire señala:

“Los araucanos, nuestros padres, han recordado las glorias del antiguo Arauco.

Seducidos por manejos bárbaros i por una conducta que armaba al hermano

contra el hermano, ellos degradaban la memoria de sus constantes esfuerzos por

la libertad, haciéndose agentes de la tiranía española. Desengañados hoy de su

error, han jurado una paz eterna a sus hermanos, i el pueblo de Santiago ha visto

con ternura rodear me los ilustres descendientes de Caupolican, Vilumilla i

Curiñancu”231.

Ya “pacificados los indios bárbaros que reducidos por aquellas hordas invadían

nuestros establecimientos”232, Freire considera oportuno discutir y meditar sobre el

establecimiento de la línea de frontera en el sur. Así, en 1823, el Director Supremo

entregó una prematura evaluación y propuesta sobre el territorio de la Araucanía y sus

habitantes. Su diagnóstico de la zona es penoso, alude a su escasa industria, a la falta

de aplicación al trabajo e, incluso, a la inmoralidad contraída por la guerra y el

pillaje233. A su juicio, la instalación de colonias extranjeras en el extenso territorio entre

el río Maule y el Imperial, más específicamente, entre el río Biobío y el Imperial,

permitirían civilizar esta zona, “sería la medida mas oportuna i benéfica, porque

bastaría por remedio de los males espuestos”234. Incluso, si fuere necesario, propone

que parte del empréstito solicitado a Inglaterra pueda utilizarse para traer familias

europeas a la zona235. La propuesta de Freire en relación con los habitantes de la

230 Lucrecia Enríquez, “La Republica chilena ante la cuestión indígena (1810-1830)”, Hispania Sacra,

LXIII (2011):645. 231 SCL, Tomo VIII, Sesión del 13 de agosto de 1823, 21 232 SCL, Tomo VII, Sesión de 11 de julio de 1823, 273. 233 SCL, Tomo VII, Sesión de 11 de julio de 1823, 274. 234 SCL, Tomo VII, Sesión de 11 de julio de 1823, 274. 235 “El Director tiene comunicaciones que dirijir al Enviado de la República, que hoy reside en Paris.

Quiere aprovechar esta oportunidad para el gran fin indicado; dará las instrucciones competentes, i

espera que el Senado, después de acordar la lei sobre que se hace iniciativa del modo mas conforme a

su sabiduría, autorizará tambien al Director para invertir, si fuese absolutamente necesario, alguna parte

del empréstito en la conducción de familias extranjeras”, SCL, Tomo VII, “Sesión Senado Conservador

de 11 de julio de 1823”, 274. En los primeros años de la república fue necesario solicitar un crédito

externo para solventar los gastos del Estado. El primer empréstito fue negociado por José Antonio de

Page 96: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

87

frontera sur es de inclusión, en su discurso la invitación a la ciudadanía es explícita:

“La gran mira del Gobierno de Chile debe ser la civilización de los indios i su reunión

a los demás chilenos, en términos que se forme una sola Nación”236. Posteriormente,

Freire insiste en su propuesta de avance de la línea de frontera de Arauco, repartiendo

terrenos entre los ríos Biobío e Imperial, y entregándoselos a individuos que puedan

dedicarse a su cultivo, aunque siempre “prefiriendo a los indios que quieran reducirse

a vida social”237.

Para llevar adelante esta empresa y asegurar la amistad con los que denominó

araucanos, se consideró necesario realizar un parlamento general. Asimismo, era de

interés de Freire invitar al gobierno de Buenos Aires a rescatar “por cuenta de ambos

Estados las familias que se encuentran cautivas entre los indios”238. Así:

“Leyóse un oficio del Ministerio de Gobierno sobre los gastos que exije el

parlamento jeneral con los araucanos, acompañando una nota dirijida al

Gobierno de Buenos Aires para que concurra rateadamente a cubrir los gastos

que debe ocasionar la restitución de las familias de Chile, i de aquellas

provincias que se hallan prisioneras entre los indios”239.

En esta notificación queda claro que, a nivel de la enunciación, el parlamento

se celebra con los ‘Araucanos’, en tanto, los cautivos y prisioneros se encuentran con

aquellos a quienes se denomina ‘indios’. Sin embargo, en la preparación de dicho

parlamento, la desconfianza y temor hacia la actitud de los llamados indios se planteó

Irisarri, durante el gobierno de Bernardo O´Higgins en 1822, ante la casa Hullet and Co. de Londres, por

un millón de libras esterlinas. Los gobiernos chilenos invirtieron el empréstito inglés en el pago al Perú

por los gastos que había hecho a raíz de la campaña del Ejército Libertador de los Andes; en la compra de pastas de metálicos para la Casa de Moneda; en el pago de sueldos atrasados del ejército y otras

deudas del fisco; en compras de armamentos y en el financiamiento de la expedición a Chiloé, último

reducto español en Chile. Andrés Sanfuentes, “La deuda pública externa de Chile entre 1818 y 1935”,

en Estudios de Economía 14 (1987): 19-20. 236 SCL, Tomo VII, “Sesión Senado Conservador de 11 de julio de 1823”, 274. 237 SCL. Tomo VIII, “Sesión del Congreso Constituyente de 22 de agosto de 1823”, 74. 238 SCL. Tomo VIII, “Sesión del Congreso Constituyente de 15 de septiembre de 1823”, 186. 239 SCL. Tomo VIII, “Sesión del Congreso Constituyente de 15 de septiembre de 1823”, 188

Page 97: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

88

desde un primer momento, y persistía la sospecha de ataques o enfrentamientos que

eran necesarios prever con la asistencia masiva de un contingente militar. Así se expuso

que: “La celebración de un parlamento general a que probablemente concurrirán mas

de cuarenta indios i al ménos mil quinientos soldados chilenos para evitar cualquier

accidente siniestro, por mas economía con que quiera llevarse su gasto, no podrá dejar

de ocasionar el de veinte mil pesos…”240.

Y, pese a haber sido aprobado el presupuesto de $20.000 para la realización de

dicho parlamento, las negativas del Intendente de Concepción fueron planteadas por

Ramón Freire al Senado. La imposibilidad de celebrar el parlamento y todo tipo de

tratados serios con los araucanos era manifestada por el intendente en los siguientes

términos:

“La mala fe que los indíjenas han manifestado i la imposibilidad de reunirlos

para efectuar el parlamento acordado, deben en mi concepto, retraer a V.E del

pensamiento de dirigirse a la plaza de Yumbel. Es necesario penetrarse de la

necesidad de adoptar medidas hostiles, como el único medio de poner a cubierto

la provincia i aun la República. Aun cuando por ahora se presentasen, no dude

V.E. que seria en la apariencia, pero que faltarían a su palabra en el momento

mismo que enemigos exteriores se uniesen a ellos. No se hicieron para bárbaros

los tratados, pues no hai en ellos la virtud en que consiste su firmeza”241.

A juicio del intendente, la mala disposición que los indígenas habían

manifestado y la imposibilidad de reunirlos para efectuar el parlamento, hacían

necesario adoptar medidas hostiles hacia ellos para rechazar sus incursiones.

La imposibilidad de trato y parlamento con los Araucanos, llevó a Freire no

solo a postular la idea de ocupar Chiloé, hasta el momento en manos hispanas, sino

también a ser él mismo quien guiara las acciones. A su juicio, esta sería la única forma

240 SCL, Tomo VIII, “Sesión del Congreso Constituyente de 15 de septiembre de 1823”,194. 241 SCL. Tomo IX, “Sesión del Senado Conservador de 9 de febrero de 1824”, 79- 80.

Page 98: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

89

de lograr pacificar a los indios. Ramón Freire dirigiéndose al Senado Conservador,

señaló:

“El Director conoce hasta la evidencia que no se conseguirá la pacificación de

los indios de esta frontera, miéntras los enemigos de la causa de América

ocupen el punto de Chiloé, ni podrá tampoco evitarse que nuestros mares sean

infestados de corsarios. Bajo este concepto ha meditado espedicionar sobre

Chiloé, tomando el mando del ejército…”242.

Viendo frustradas las esperanzas de paz con los Araucanos, el Senado se

convence de que la medida óptima para conseguirla es la expedición a Chiloé.

“El Senado ha recibido la honorable nota de V.E., de 26 del pasado, i al

considerarla, se ha penetrado del mas profundo sentimiento al ver se han

frustrado las fundadas esperanzas de la pacificación de los araucanos. Le es

igualmente sensible la alternativa de usar de medidas hostiles con aquéllos, o

de permitir se perpetúe en el Estado la desolación i la muerte; pero, convencido

de las poderosas razones que espone V.E., cree de urjente necesidad adoptar

aquéllas para reponerlas en seguridad.

V.E. a quien ésta se halla encargada con mas especialidad, toca de mas cerca

plantificar las que pueda garantirnos de las incursiones de los bárbaros i de las

sujestiones de ese resto de enemigos desesperados, que permenecen entre

ellos”243.

Nuevamente, y ahora en voz del Senado, la referencia deja ver que la paz se

celebra con los que llaman ‘Araucanos’, mientras las posibles incursiones de ataque

son desplegadas por los que nomina ‘bárbaros’. ¿Con quién se identifica el bárbaro, a

qué espacios o contextos remite?

242 SCL. Tomo IX, “Sesión del Senado Conservador de 9 de febrero de 1824”, 79- 80. 243 SCL. Tomo IX, “Sesión del Senado Conservador de 9 de febrero de 1824”, 81. La cursiva me

pertenece.

Page 99: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

90

El concepto puede ser identificado y leído en numerosas enunciaciones. Pagden

lo define como un término inestable, pues se aplicaba a muchos grupos distintos, siendo

adaptado según las necesidades concretas del que lo usaba244. Los griegos de los siglos

VIII y VII a.c, quienes acuñaron el concepto, lo emplearon con el significado de

extranjero. Para ellos, el bárbaro era alguien que no sabía hablar griego. Sin embargo,

esta incapacidad no se consideraba solo un defecto lingüístico, sino también de su

racionalidad, pues los griegos asociaban el habla inteligible con la razón. Además, se

consideraba que aquellos que no hablaban griego vivían fuera de la familia griega de

hombres, la oikuméne, no compartiendo los valores culturales colectivos de la

comunidad helénica245. Para Alicia Barabas, el concepto bárbaro creado en la

antigüedad designaba el reconocimiento de la existencia humana culturalmente alterna,

sin ligar a la diferencia el prejuicio de la inferioridad246.

Para la sociedad griega las diferencias entre los bárbaros y ellos, se definían por

ciertas categorías de valor, porque, se suponía, existían muchos niveles o grados de

humanidad. Por ejemplo, la crueldad y la ferocidad, signos de desborde y desenfreno,

fueron tempranamente las características de una naturaleza bárbara. “Después de todo,

un hombre solo llega a ser un verdadero hombre (en vez de una bestia) haciendo

realidad lo que es potencial en él, aprendiendo a controlar con la razón su naturaleza

animal”247.

Para Alicia Barabas, la categoría que remitía al otro radicalmente diferente era

la de salvaje248. El bárbaro ha sido confundido con el salvaje, aunque, como plantea

Carmen Bernand, sus campos semánticos sean distintos249. Covarrubias, a inicios del

244 Anthony Pagden, La caída del hombre natural (Madrid: Alianza editorial, 1988), 36. 245 Pagden, 1988: 37. 246 Alicia Barabas “La construcción del indio como bárbaro: de la etnografía al indigenismo”.

Alteridades 19 (2000), 10. 247 Pagden, 1988: 38-39. 248 Barabas, 2000:10. 249 Carmen Bernand, Los indígenas y la construcción del Estado Nación. Argentina y México, 1810-

1920: historia y antropología de un enfrentamiento (Buenos Aires: Prometeo Libros, 2016), 227-230.

Page 100: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

91

siglo XVII, describe a los salvajes como hombres cubiertos de vellos, con barbas y

cabellos largos, como los ermitaños, los salvajes originariamente son seres silvestres

que viven en los bosques y en los desiertos como los animales, salvaje es “todo lo que

es de la montaña, los pintores que tienen licencia poética, pintan vnos hombres todos

cubiertos de vello de pies a cabeça, con cebellos largos y barua larga. Estos llamaron

los escritores de libros de caualleria Salvajes”250. Bernand afirma que “el salvaje es el

otro no como diverso o distinto, sino como radicalmente opuesto, con el cual la

identificación es imposible”251.

El bárbaro, en cambio, es un otro, pero más próximo, con el cual las diferencias

son culturales, contrastando con la civilización. Carmen Bernand sostiene que la

utilidad de los bárbaros era la de hacer resaltar, por contraste, el carácter civilizado de

la cultura política ateniense (la democracia), ligada a la oratoria y la argumentación252.

La definición de la palabra ‘bárbaro’ en términos culturales pasó sin dificultad

del mundo helénico al cristiano, por lo que la definición y los atributos asignados para

éste, poco se diferenciaron entre ambos espacios culturales. Si bien para el mundo

cristiano la principal característica de lo bárbaro era la ausencia de creencia, existían

también otros atributos que definían al nominado. Así, éste era un tipo cultural que se

caracterizaba por una serie de cualidades, antítesis de las supuestas características de

la sociedad civil. Mientras los cristianos vivían en armonía y gobernaban sus vidas de

acuerdo a leyes establecidas, los bárbaros pasaban en agresión constante y no

observaban ninguna ley; mientras los hombres racionales vivían en ordenadas

ciudades, los bárbaros habitaban en los bosques y montañas siempre prestos al ataque

del mundo civilizado. “De forma general, para cualquier propósito serio “bárbaro” era

una palabra reservada a aquellos que ni suscribían las opiniones religiosas europeas, ni

250 Sebastián de Covarrubias Orozco, Tesoro de la lengua castellana o española (Madrid, Luis Sánchez,

1611): 268. 251 Bernand, 2016: 227-228. 252 Bernand, 2016: 228.

Page 101: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

92

vivían de acuerdo con las normas sociales europeas”253. Para Barabas254, la

transposición de bárbaro a salvaje, o la salvajización del bárbaro ha sido un proceso

muy frecuente en la historia, toda vez que el otro amenazaba el statu quo y debía ser

radicalmente desacreditado255.

Esas mismas características fueron las reconocidas y reactualizadas en el Chile

republicano para definir a los indígenas como ‘bárbaros’. Viviendo en hordas salvajes,

sin orden, en espacios rústicos como bosques o selvas, sin trabajo agrícola y alejados

de todo atisbo de cristiandad. En general, no viven en ciudades, no trabajan la tierra,

no son cristianos, son salvajes en costumbres, peligrosos y hostiles.

La enunciación de bárbaro, ligada en los primeros años en Chile a aquel

habitante al sur del Biobío y que escapaba a la tutela del naciente Estado, es una

nominación que se intensifica en sus atributos a través del tiempo. Al respecto y en el

contexto de una naturaleza bárbara, el intendente de Concepción, hacia 1826,

demandaba auxilios para repeler a los “bárbaros y bandidos que asolaban aquella

provincia”256.

¿Cuáles eran los bárbaros, a qué bandidos se refería el intendente? Se trataba de

un grupo de indígenas acaudillado por los Pincheira quienes fastidiaban y asustaban

con sus correrías devastadoras la zona de Concepción. Ellos son los considerados y

enunciados por el intendente como enemigo feroz, crueles bandidos y malvados

253 Pagden, 1988: 46. 254 Barabas, 2000:10. 255 “Por ello salvaje y bárbaro, dos instancias de un proceso, compartían muchos atributos negativos

para los urbanos civilizados que los observaban: seres silvestres, sin idioma, que no viven en espacios

urbanizados sino en espacios salvajes (desiertos o selvas). Pueden llegar a ser brutales y comer comida

cruda, andar desnudos e incluso practicar el canibalismo”. Barabas, 2000: 10. 256 SCL. Tomo XIII, “Sesión del Congreso Nacional de 6 de setiembre de 1826”, 60.

Page 102: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

93

facinerosos, y cuyas acciones estaban consideradas al nivel de una invasión del

enemigo en una guerra aniquiladora257.

Es en esa consideración y escenario que el intendente solicitó recursos para

perseguirlos, en específico caballos, los cuales debían ser esenciales en el tipo de guerra

que se sostenía con ellos. Enfrentarlos significaba combatir también a sus aliados, los

indios bárbaros, quienes les daban asilo y protección en sus correrías, pues estos

bandidos “aprovechándose de la superioridad de su caballería, frecuenta sus

incursiones en el territorio de la República, sirviéndole de asilo, en el caso de ser

perseguido, los indios bárbaros, a quienes alucina con la esperanza del robo”258.

En el estudio y desarrollo de los proyectos para hacer frente a bandidos y

bárbaros -enviando fuerzas militares al sur- la Comisión militar del Congreso dio

cuenta de los puntos más relevantes de la organización del ejército, el número de

efectivos enviados a la zona, unos mil hombres de caballería preparándose para un

posible ataque, pues “Por comunicaciones del comandante de armas del cantón de

Cordillera, que alcanzan hasta el 17 del presente, se sabe que el malvado Pincheira

prepara elementos en unión de indios bárbaros, para invadir el territorio de la provincia

de Colchagua en el mes próximo de septiembre u octubre”259. Allí se insiste en la

257 En el relato historiográfico, los hermanos Pincheira han sido definidos y caracterizados de diversas

formas, una de ellas dice relación con el pillaje, son representados como salteadores de caminos que con

sus correrías aterrorizan el sur de Chile, los trabajos historiográficos del siglo XIX, tienden a

caracterizarlos de esa forma, nos referimos a Diego Barros Arana en su Historia General de Chile o

Benjamín Vicuña Mackenna en La guerra a muerte: memoria sobre las últimas campañas de la

independencia de Chile: 1819-1824. Sin embargo para otro grupo de historiadores, los hermanos

Pincheira son un caso de bandolerismo social, en esta línea de análisis de inscribe el trabajo de Ana

María Contador Los Pincheira. Un caso de bandidaje social. Chile 1817-1832 (Santiago: Bravo y Allende Editores; 1998), Adolfo Márquez Los Pincheira. Mito y realidad (Concepción: Ediciones

Universidad de Concepción, 2001) o el trabajo de Julio Pinto y Verónica Valdivia ¿Chilenos todos?: la

construcción social de la nación (1810-1840) (Santiago, LOM, 2009). En estos estudios la acción de los

hermanos Pincheira se reconoce como una reacción al contexto político, social y económico

postindependencia, una especie de protesta campesina expresada en el bandolerismo. 258 SCL. Tomo XIII, “Sesión del Congreso Nacional de 6 de setiembre de 1826”, 29. 259 SCL. Tomo XII, “Sesión del Congreso Nacional de 6 de septiembre de 1826”, 29; Tomo XII,

“Sesión del Congreso Nacional de 6 de septiembre de 1826”, 228.

Page 103: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

94

resistencia al bandido Pincheira, sin embargo, al momento de nombrar a sus aliados,

esta vez ya no los llaman bárbaros, sino indios, con los cuales incluso se puede entablar

la paz260. Se afloja la intensidad de la enunciación en miras de un posible acuerdo y

trato con los indios, pues la comisión militar aspira a la realización de un parlamento,

que permita la reactivación del comercio, la reedificación de la ciudad de Los Ángeles,

pero, por sobre todo, concluir la guerra con los indios. Esto queda de manifiesto en lo

expresado por la comisión militar en sesión del Congreso de la república:

“Por ello i por el conocimiento que algunos de la Comisión tienen del carácter

de los indios, le parece que la medida mas propia i la única que debemos adoptar

es de que se haga un parlamento general en la frontera, convocando a los cuatro

gobiernos de Butalmapus i demás caciques, que deberá presidir el Poder

Ejecutivo, donde se trate de la paz, de las mútuas conveniencias que nos resultan

de ella, del comercio que debe establecerse i garantirse, i de que deben

entregarnos al bandido Pincheira i permitir que nuestras tropas entren a sus

tierras para perseguirlo i acabarlo”261.

De acuerdo a lo hasta aquí planteado, en las primeras décadas

postindependencia, las enunciaciones o alusiones más habituales para referir al mundo

indígena, fueron los conceptos de: indígenas, araucanos, indios y bárbaros. Al analizar

estas referencias es posible advertir que estas nominaciones se asocian a contextos e

intenciones, incluso a posibles acciones hacia ellos. Así la nominación indio, en

muchas ocasiones va ligada a la de bárbaro, al que combate y se enfrenta, es aquel que

amenaza, que puede invadir y hostigar, el que definitivamente no está en paz y se

encuentra en sectores más lejanos o de difícil acceso, cordilleras o selvas de bosques :

La nominación de araucano, por otra parte, es utilizada para aquel con el cual

se puede y quiere acordar, tratar y parlamentar, es incluso potencialmente pacífico y

pese a que puede habitar en zonas más lejanas, se considera más cercano:

260 SCL. Tomo XIII, “Sesión del Congreso Nacional de 20 de septiembre de 1826”, 89. 261 SCL. Tomo XIII, “Sesión del Congreso Nacional de 20 de septiembre de 1826”, 89.

Page 104: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

95

“El gobierno acompaña al Soberano Congreso el adjunto proyecto de lei sobre

estender la línea de demarcación de la frontera de Arauco, construcción de

fuertes i reductos para su seguridad; repartimiento de terrenos que yacen entre

los ríos Biobío e Imperial; i parlamento general que debe celebrarse con los

araucanos”262.

En otras ocasiones estos mismos araucanos también pueden ser definidos como

bárbaros, cuando es así, entonces, se les considera una amenaza que hay que combatir.

Así lo manifiesta el Senado Conservador en 1824, al señalar la necesidad de: “Disponer

que se adopten contra los bárbaros araucanos las mediadas de hostilidad necesarias a

rechazar sus incursiones”263.

A aquellos que se enuncian como indígenas, se les reconoce atisbos de

civilización, viven en pueblos y es necesario agasajarlos para aproximarlos, es una

especie de categoría intermedia, en transición, que puede ser integrada a la vida

republicana y a las tareas asalariadas. Así queda expresado en la ocasión de la

instalación de una fábrica de sombreros, en la cual se le exige a su dueño Thomas

Appleby que la mitad de los operarios incorporados deben ser indígenas:

“La Comisión de Industria ha examinado el espediente que hace la solicitud del

extranjero don Thomas Appleby, sobre una nueva fábrica de sombreros

superfinos, i tiene a bien informar a U.H. que el establecimiento es

ventajoso…Merece justamente que se le liberte de derechos de estraccion,

sujentando al fabricante a la minuta siguiente: 1. Que los sombreros han de ser

superfinos, 2.- Que en la fábrica ha de haber, lo ménos, la mitad de operarios

indígenas…”264.

262 SCL. Tomo VIII, “Sesión de 9 de febrero de 1824”, 73-7. La cursiva me pertenece. 263 SCL. Tomo IX, “Sesión de 9 de febrero de 1824”, 79. La cursiva me pertenece. 264 SCL. Tomo VI, Convención Preparatoria 1822, 154.

Page 105: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

96

Esquemáticamente, una síntesis de dichas enunciaciones puede representarse según

como se muestra en el Cuadro 1.

Cuadro 1: Nominaciones hacia la población indígena y sus respectivos contextos de

enunciación, (1823-1830).

Nominación

Contextos

de

enunciación

(remiten a

atributos

asignados o a

acciones hacia

ellos)

Indígenas Araucanos

Indios/ Bárbaros

Pueblos de

indígenas

Parlamento con los

araucanos

Invasiones de los indios

Civilizar a los

indígenas

Pacificación de los

Araucanos

Indios bárbaros

Agasajar de los

indígenas

Guerra con los indios

Operarios

indígenas

Mientras no se celebre la paz

con los indios

Fuente: Elaboración propia en base a Sesiones de los Cuerpos Legislativos (1823-1830).

Avanzado el período, ya para la década de 1830, los apelativos más utilizados

en la documentación ministerial, parlamentaria y presidencial para referir al mundo

indígena continúan siendo: indios, bárbaros y Araucanos, pero está vez se advierte una

nueva nominación, la de enemigos. Como ya sabemos, cada una de estas nominaciones

está asociada a ciertas características o atributos o en otros casos a ciertas acciones que

se despliegan sobre ellos.

El enemigo resulta bien caracterizado, son sus atributos de crueldad, fiereza y

audacia los que se relevan. Lo definen como un “otro” que está en contra, que se opone

y molesta con sus correrías y su destrucción. ¿Enemigo de quién o de qué?, estos

indígenas son considerados enemigos irreconciliables de la civilización. Así lo

manifiesta el presidente Joaquín Prieto en su discurso de apertura de las sesiones del

Congreso de la República, al hacer referencia a las acciones del ejército del sur y su

Page 106: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

97

propuesta de acciones conjuntas de Chile y Argentina para combatir a las tribus indias

que infestan la frontera:

“Es necesario el concierto de las operaciones de uno i otro estado para el logro

de ventajas decisivas i permanentes sobre estos enemigos irreconciliables de la

civilización; objeto a que dedicará el Gobierno sus cuidados en la próxima

campaña”265.

Este mundo indígena considerado enemigo no es la exclusiva amenaza que

posee la República, ya que la nación española, otras naciones vecinas y hordas de

bandidos cordilleranos, también son enunciados como enemigos. Sin embargo, es el

enemigo indígena a quien se le atribuye la mayor fiereza y crueldad. En la Memoria

del Ministro de Guerra, José Javier Bustamante, en la cual recuerda su llegada al

ministerio y las primeras intenciones hacia el mundo indígena, señala:

“A mi ingreso al Ministerio se trataba sobre la necesidad de cubrir nuestras

fronteras avanzando su línea mas adelante. Con este fin debía hacerse una

entrada con un considerable Ejército, para castigar i escarmentar sériamente a

nuestros mas encarnizados enemigos i crueles ofensores de nuestros amigos266.

El enemigo indígena es próximo, cercano, es una amenaza latente que se define

como un vecino inquieto, guerrero y audaz. El general Bulnes, expresando la necesidad

de realizar una expedición formal a territorio indígena, sostiene que:

“Este es, a juicio del Jeneral que suscribe, el único medio de obtener una

completa quietud i de propender al aumento i prosperidad de esta provincia,

265 Joaquín Prieto, “Discurso de apertura en las sesiones del Congreso, 1 de junio de 1833”, en

Documentos parlamentarios: discursos de apertura en las sesiones del Congreso i Memorias

Ministeriales, Congreso Nacional (Santiago: Imprenta del Ferrocarril, 1858), Volumen 1, 9. La cursiva

me pertenece. 266 SCL. Tomo XXIII, “Sesión Cámara de Senadores de 14 de septiembre de 1835”, 447. La cursiva me

pertenece.

Page 107: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

98

librándonos de unos vecinos tan inquietos i acostumbrados al robo, cuanto

guerreros i audaces”267.

No obstante, si la cercanía es geográfica, el apelativo enemigo alude a un

indígena que es inalcanzable, que se encuentra fuera del control de la institucionalidad

republicana.

José Manuel Zavala, en un estudio sobre las denominaciones hacia el mundo

indígena en Chile durante el siglo XVIII, sostiene como hipótesis, “que en el Chile

colonial, calificar al indígena de ‘enemigo’ era reconocerle cierta soberanía; en cambio,

designarlo como ‘rebelde’ era atribuirle un cierto grado de sujeción al poder

colonial”268. A su juicio, la construcción discursiva colonial chilena del siglo XVIII,

particularmente el discurso oficial, había integrado bien los argumentos filosóficos,

políticos y jurídicos de la conquista de América. Según estos criterios, reconocer a

alguien como ‘enemigo’ equivalía a situarlo fuera de la jurisdicción de la autoridad

legítima; para llamar a alguien enemigo y hacerle la guerra era necesario que no

estuviera sometido a la misma autoridad: “Creemos entonces que dar la calidad de

“enemigo” al indígena implicaba hacerlo -en teoría- parte de otra soberanía, es decir de

otra república”269. Coincidentemente, Jimena Obregón reconoce para el siglo XVII los

conceptos de enemigo y rebelde como categorías en oposición y antagonismo. La

autora explica que, en Chile durante este período se distinguían dos tipos de enemigos,

por una parte el “enemigo de Europa”, también llamado “enemigo del mar”,

representado por la expedición inglesa de Narborough que se acercó a la costa de

Valdivia causando gran temor y recelo, y el llamado “enemigo de la tierra”, también

reconocido como nativo araucano-mapuche que también era calificado de rebelde o

267 Ibíd. 472. 268 Zavala, 2010: 201-217. 269 Zavala 2010:204.

Page 108: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

99

aucae, “…La diferencia entre el enemigo y el rebelde sería que este último estaría

desconociendo a un superior y rompiendo una sujeción instalada”270.

Siguiendo estas reflexiones, podemos señalar que el apelativo de “enemigo

irreconciliable” que durante las primeras décadas republicanas se acuñó para referir al

indígena, evidencia que la elite criolla tenía claridad del nulo alcance que tenía su

organización y administración en el territorio indígena, al sur de la frontera del Biobío.

A primera vista, entonces, parece contradictorio indicar que se consideró al

indígena como un enemigo interno; sin embargo, es dable pensarlo, ya que si bien no

estaban integrados aún a la nación, habitaban en una zona que jurisdiccionalmente se

consideraba integrante del territorio nacional271. Cuando se tomaba la decisión de

actuar en contra de los bárbaros, estos pasaban a ser enunciados en los discursos y

memorias como enemigos; así, parece haber sido el tipo acción a emprender el que

definía el tipo de enunciación para referir.

“Nadie ignora que es lícito reducir a toda clase de enemigos, i mui

particularmente a los bárbaros a un estado de absoluta nulidad, de modo que no

puedan ofender. Si este pueblo se hallase rodeado de otros civilizados, si se

encontrase en medio de la Europa cristiana, culta i filosófica, i con las mismas

dificultades que nosotros para civilizarlos ¿deberían respetar o respetarían

aquellos pueblos esos derechos de humanidad i filantropía?”272.

270 Jimena Obregón, “Para acabar con los indios “indios enemigos”…y también con los “amigos”. Los

mapuche-araucanos ante las concepciones hispanas de alianza y antagonismos (Chile, 1670-1673), en Araya y Valenzuela (Editores), 2010: 193. 271 No está de más recordar que la Constitución Política de la República de Chile, de 1833, señala en su

artículo 1: “El territorio de Chile se estiende desde el Desierto de Atacama hasta el Cabo de Hornos, y

desde las Cordilleras de los andes hasta el Mar pacífico, comprendiendo el Archipiélago de Chiloé, todas

las islas adyacentes, y las de Juan Fernández”. Asimismo, en su artículo 2, el cual refiere a la forma de

gobierno, señala: “La República de Chile es una é indivisible”. Constitución de la República de Chile

jurada y promulgada el 25 de Mayo de 1833 (Santiago: Imprenta de la Opinión, 1833) 2-3. 272 SCL. Tomo XXIII, “Sesión Cámara de Senadores de 14 de septiembre de 1835”, 448.

Page 109: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

100

El enemigo irreconciliable de la civilización, no puede ser otro sino que el

bárbaro, pues es éste, el que tiene la marca de la diferencia cultural273. Más que

atributos o características en su enunciación, es la acción hacia ellos lo que les define

y caracteriza, a ellos se les combate, se les hace la guerra, se les ataca o incluso se

puede celebrar la paz. Todo enmarcado en el ámbito de la guerra, donde se les instala

en un lejano “ellos”. Al identificar las enunciaciones de acciones hacia los bárbaros, se

evidencia que la acción va de un “nosotros” a “ellos”, estableciendo claramente la

condición de alteridad que se les asigna.

En esta condición de alteridad también se enuncia al indio, este también en la

nominación es atacado, combatido, escarmentado y castigado.

Para la década de 1830, la enunciación Araucano también es consignada en la

documentación oficial, los contextos en los cuales se insertan son aquellos en los que

se reconoce el valor en la guerra, la destreza y por sobre todo el heroísmo del mundo

indígena. Se recuerdan las proezas de los héroes araucanos, pero no es solo su pasado,

también es su acción presente, pues se lamentan de la horrible guerra que se libra con

los Araucanos y con todo lo que ellos representan. “¡Quiera el cielo permitir que en

adelante no oigamos hablar mas de la ominosa guerra con los valerosos araucanos!”274.

Una síntesis de dichas enunciaciones se presenta en el Cuadro 2, donde es

posible advertir que algunas de ellas cambian en sus atributos, como es el caso de

Araucano, que refuerza su connotación positiva; el resto gatillan acciones de mayor

agresión y hostilidad hacia los indígenas.

273 En los diccionarios del siglo XIX se lee sobre ‘Bárbaro’: “Fiero, cruel. Arrojado, temerario. Inculto,

grosero, tosco”. Y para ‘Barbarie’: “Rusticidad, falta de cultura”. Real Academia Española, Diccionario

de la lengua castellana por la Real Academia Española (Madrid: Imprenta de D. Francisco María

Fernández, 1843) 92,1. 274 SCL. Tomo XXIII, “Sesión Cámara de Senadores de 14 de septiembre de 1835”, 449.

Page 110: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

101

Cuadro 2: Nominaciones hacia la población indígena y sus respectivos contextos de

enunciación, (1830-1840).

Nominaciones

Contextos

de

enunciación

(remiten a

atributos

asignados o a

acciones

hacia ellos)

Indios

Enemigos Bárbaros Araucanos

Castigar a los

indios

encarnizado Guerra contra los

bárbaros

Héroes

Araucanos

Audacia y

arrojo de los

indios

audaces Campaña contra los

bárbaros

Territorio

Araucano

Indios

escarmentados

fiero, feroces Expedición formal

contra los bárbaros

Valerosos

Araucanos

destructor Los tratados de paz no

son para bárbaros

carnicero No son aplicables a los

bárbaros los principios

que rigen a la

civilización

vecino

irreconciliable

Fuente: Elaboración propia en base a Documentos parlamentarios: discursos de apertura en las sesiones

del Congreso i Memorias ministeriales, (1830-1840).

Más adelante, ya en la década del 1840, podemos identificar la consolidación

de las enunciaciones: ‘Araucano’ y ‘Bárbaro’, así también la de ‘Indígena’ que pareció

algo disminuida en la década anterior.

Indios, bárbaros y frontera es una trilogía habitual para referir a la situación de

hostilidad y sobresalto que se vive en la frontera del sur. La preocupación por la

seguridad de la nación es la coyuntura narrativa que permite incluir al indio/bárbaro.

La tranquilidad de la nación y la seguridad de su territorio se ven alteradas por aquellos

que son denominados bárbaros. Esto se hace patente en el discurso del presidente

Manuel Bulnes cuando señala:

Page 111: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

102

“La seguridad de la república es otro punto que trato de someter a vuestras

deliberaciones. La prosperidad material de las provincias del Sur está unida al

progreso de los beneficios sociales entre las tribus bárbaras, cuyos hábitos

salvajes han sido una causa constante de inquietud para los pueblos

comarcanos”275.

El enunciado ‘Araucano’ se instala para evocar al indígena heroico y buen

guerrero, aquel que es difícil de someter o sujetar. Manuel Montt, desde los diversos

ministerios que ocupó en la República temprana, no dudó en alabar el carácter indómito

de los Araucanos, refiriéndose a ellos como las “indómitas tribus de Arauco”276. Y

desde el ministerio del Interior, en contexto de la fundación del Fuerte Bulnes, Montt

compara el carácter de las poblaciones indígenas australes con las del Araucano de la

siguiente manera:

“Los rigores del clima no se han encontrado mui superiores a lo que se

esperimenta en Chiloé, ni los naturales han opuesto resistencias que hagan

concebir sérios temores por la seguridad de aquel naciente establecimiento. No

tienen estos el carácter osado i guerrero que los Araucanos, i en las

comunicaciones tenidas hasta ahora con la Colonia, no han dado a conocer ni

inquietud ni alarma por la ocupación de aquellos lugares”277.

Otra forma recurrente de nominación es, ‘Indígena’, si bien el concepto en los

diccionarios de la época lo definen como “El que es natural del país, provincia o lugar

de que se trata”278, y en el censo de 1835, el término indígena es utilizado para definir

275 Discurso del Presidente Manuel Bulnes, 1 de junio de 1843, en Documentos parlamentarios:

discursos de apertura en las sesiones del Congreso…, Volumen 2, 107. 276 Memoria de Manuel Montt, Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, 24 de junio de 1842,

en Documentos parlamentarios: discursos de apertura en las sesiones del Congreso…, Volumen 2, 29. 277 Memoria de Manuel Montt, Ministro del Interior, 20 de agosto de 1845, en Documentos

parlamentarios: discursos de apertura en las sesiones del Congreso…, Volumen 2, 363. 278 Vicente Salvá, Nuevo Diccionario de la Lengua Castellana, que comprende la última edición íntegra,

muy rectificada y mejorada del publicado por la academia Española, y unas veinte y seis mil voces,

acepciones, frases y locuciones, entre ellas muchas americanas (París: Librería de don Vicente Salvá, 1846), 611, 2.

Page 112: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

103

la vegetación vernácula, originaria, propia del lugar279, podríamos advertir que, los

contextos de enunciación generalmente refieren a reducir, civilizar, colonizar, en

síntesis, sacar del estado natural.

En el Cuadro 3 se sintetiza la terminología utilizada a partir de 1840 para referir

a los habitantes de la Araucanía. La visualización permite reconocer la trilogía de

enunciación ‘indio-bárbaro-frontera’, así como los atributos guerreros del araucano y

las acciones de civilización sobre quienes se les denomina indígena.

Cuadro 3: Nominaciones hacia la población indígena y sus respectivos contextos de

enunciación, (1840-1850)

Nominaciones

Contextos de

enunciación

(remiten a

atributos

asignados o a

acciones hacia

ellos)

Araucano

Indio/Bárbaro Indígena

Carácter osado y

guerrero

Frontera con los

bárbaros

Proyecto de

reducción de los

indígenas

Indómito Indios bárbaros Conquistas que la

civilización ha hecho

sobre los indígenas

Lengua araucana Frontera de los indios

bárbaros

Sin oposición por

parte de los

indígenas

Fuente: Elaboración propia en base a Documentos parlamentarios: discursos de apertura en las sesiones

del Congreso i Memorias ministeriales, (1840-1850).

En la diacronía de las enunciaciones es posible señalar ciertas continuidades,

transformaciones y emergencias. Así por ejemplo, el concepto Araucano, utilizado

tempranamente para aludir a un mundo indígena próximo con el cual se puede acordar

279 “Solo se procura por ahora dar una lijera noticia de las principales producciones de Chile tanto

exóticas como indígenas, elijiendo aquellas plantas mas comunes, con distinción de las que se cultivan

por agrado en los jardines…” en Fernando Urízar, Repertorio chileno Año de 1835 (Santiago: Imprenta

Araucana, 1835), 149.

Page 113: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

104

y parlamentar, evolucionó a una enunciación que se instaló para hacer referencia al

heroísmo del guerrero indómito, del pasado y del presente, para aquel que luchó con el

español y para aquel con el cual se lucha y guerrea en el presente. En este sentido, se

retoma una consideración hacia el indígena heredera de la tradición instalada por

Alonso de Ercilla en su poema La Araucana. Pese a ser las mismas características que

se utilizan para definirlo (valiente, audaz, aguerrido, indomable, etc), la condición o la

consideración hacia él cambia sustantivamente, del uso simbólico dado a la categoría

de héroe, pasa a ser un enemigo.

El bárbaro es otro enunciado del cual podríamos señalar que existe continuidad,

surge para referir a la invasión, al ataque, al enfrentamiento con un ‘otro’ que es distinto

y lejano, se mantiene así en las primeras décadas republicanas para incluir,

posteriormente, referencias geográficas más específicas, situándolo en el espacio de

frontera. Ligado a la nominación de indio, constituye el binomio permanente para

referir al ataque, la guerra y la campaña militar.

Permanente en el tiempo es la nominación de indígena. Se habla de agasajar,

civilizar, conquistar, reducir, colonizar, lo que se busca es atraer, traer a una cierta

condición, esta es la de civilizado. La noción de indígena no incluye la resistencia,

opera en un nivel distinto a la del bárbaro que hay que civilizar.

Una referencia que emerge con características republicanas es la de enemigo,

es el enemigo de la nación, de la soberanía, de un proyecto nuevo de estado.

Page 114: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

105

2.2.2 La emergencia de los discursos republicanos

En un estudio anterior280 señalé que desde las primeras acciones

independentistas hasta aproximadamente 1830, la elite criolla se manifestó de múltiples

maneras para referir al mundo indígena, sin existir una única fórmula para percibirlos

y describirlos, ya que tempranamente se instalaron formas variadas, simultáneas y no

excluyentes de referir sobre los ‘indios’. Estos discursos estuvieron condicionados por

las distintas aspiraciones y proyecciones referentes a la construcción del Estado.

Funcional a la creación de una identidad histórica y pasado común, los indios fueron

rescatados y glorificados, destacando su valentía y creciente “amor a la libertad”. Todo

indica que ese coraje araucano inspiró a los patriotas en sus primeras campañas

militares contra los realistas. El uso simbólico del valor del indígena pretérito se hizo

presente. Camilo Henríquez en 1812 escribió en La Aurora de Chile:

“¿Quién no admira el ardor y magnanimidad heroica con que combatieron por

su libertad los indios chilenos? (…) Toda la América había doblado ya la cerviz

bajo el yugo; ella miraba con triste silencio condenados sus hijos al trabajo

matador de las minas, despojados de sus posesiones, reducidos a la servidumbre

(…) Sólo el araucano rehusa las cadenas i anteponiendo todos los males

posibles a la pérdida de su libertad (…) resiste, combate, triunfa (…) I cuando

es vencido, ni decae su ánimo, ni pierde la esperanza de vencer” 281.

Otro ejemplo del rescate del indígena heroico se testimonia en la constante

enunciación de los nombres de los antiguos héroes para incitar a los patriotas, así como

su inclusión en himnos y canciones con ocasión del aniversario de la instalación del

gobierno local282. En la Ilustración Araucana de 1813 se lee:

280 Gallardo, 2001. 281 La Aurora de Chile N°23, 16-06-1812. Citado por Holdenis Casanova, “Entre la ideología y la

realidad: la inclusión de los mapuches en la nación chilena (1810-1830)”, en Jorge Pinto (Ed.) Del

discurso colonial al proindigenismo. Ensayos de historia latinoamericana (Temuco: Ediciones de la

Universidad de la Frontera, 1996), 15. 282 Gallardo, 2001: 122.

Page 115: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

106

“¡Ah patriotas! (…) recobrad vuestros derechos, imitando en la unión y la

constancia vuestros ascendientes araucanos, cuyas cenizas reposan en la urna

de la causa sagrada de la libertad (…) Revive entre nosotros Colocolo,

Caupolicán, y el inmortal Lautaro -Scipion americano-, que su patriotismo y

valor sirve y servirá (…) de honor y espanto a los tiranos”283.

Paralelamente, circulaba otra enunciación que invitaba al indígena a

incorporarse a la inaugurada condición de ciudadano. Variados discursos y arengas

postulaban la inclusión de los indígenas a la nación chilena. La utopía igualitaria

aspiraba a que los indios debían ser ciudadanos como todos, con los mismos derechos

y obligaciones. Sin embargo, constatadas las diferencias, dicha inclusión pasaba por un

proceso de transformación de la población indígena, de homogeneización con los

chilenos. La intención era borrar toda diferencia y disentimiento, condición sine qua

non para lograr la participación efectiva. La propuesta criolla de formar “ciudadanos

chilenos” implicaba eliminar las diferencias y arrasar con la realidad cultural indígena,

ya fuera con educación, vale decir paciente y pacíficamente, o con las más brutales

amenazas y acciones de violencia284. Una prueba de ello es la propuesta de Camilo

Henríquez, quien señaló:

“El deseo de la libertad se acompaña siempre con el de la igualdad, conviene

pues que se persuadan que los reconocemos por iguales a nosotros, que nada

hay en nosotros que nos haga superiores a ellos, que la opinión estará a favor

suyo, será, entre nosotros elevados a todas las dignidades, se estrecharán

nuestras familias con las suyas por los vínculos de la sangre, siempre que no

haya disonancia en la educación, religión, modales y costumbres”285.

283 Ilustración Araucana N°1, 6 de septiembre 1813. Citado en Collier, 1977: 200. La cursiva me

pertenece. 284 Gallardo, 2001: 124. 285 Camilo Henríquez, Escritos Políticos de Camilo Henríquez. Introducción y recopilación de Raúl

Silva Castro (Santiago: Ediciones de la Universidad de Chile, 1960), 76. La cursiva me pertenece.

Page 116: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

107

Algunos de los escritos de Henríquez, permiten corroborar la hipótesis de que

la posibilidad de incorporación efectiva del indígena en igualdad de condiciones “fue

la negación de lo indio como espacio de diferencia”286. El discurso de la utopía

igualitaria, chocó irremediablemente con la constatación de diferencias.

Reconocimos, entonces, la construcción del indio héroe, indómito y valiente,

del indio bárbaro e incivilizado, y del indio potencial ciudadano, utópicamente igual en

derechos y obligaciones. Tres miradas hacia lo indio en perspectivas cronológicas

(pasado heroico, futuro igualitario y presente heterogéneo), que convivieron

simultáneamente en un período de ensayo y error de organización republicana.

Si he admitido que fueron discursos coyunturales, entonces, corresponde

preguntar ¿Qué pasó con ellos una vez lograda la independencia y afianzada la idea de

nación homogénea?, ¿Dieron origen a nuevos discursos de acuerdo con la etapa y

necesidades de la construcción nacional? ¿Se reactualizaron en otros contextos? ¿Hubo

nuevos discursos que se instalaron como hegemónicos?

Sin duda es necesario retomar y profundizar esas primeras enunciaciones del

período independentista, identificarlas y, por cierto, develar sus formas de articulación

y jerarquización, advirtiendo su carácter republicano fundacional, como gérmenes de

discursividades futuras.

Primeramente, abordo el discurso general sobre los indígenas, las primeras

manifestaciones de constatación de diferencias e intentos de definirlos. Son los indios

más cercanos, los conocidos, aquellos que permiten proyecciones y acciones sobre

ellos. La identificación de ese discurso me permite, contrastar con aquel otro discurso,

en específico sobre el mapuche o histórico araucano.

286 Gallardo, 2001: 124.

Page 117: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

108

a) El discurso de las diferencias

Luego de la instalación de la Primera Junta de Gobierno en 1810 devino un

período de crisis, debates y definiciones ideológicas, rencillas personales y una fuerte

reacción realista. Pese a ello, estos primeros años fueron también de decisiones,

proyecciones y de construcción de representaciones fundantes o formativas para el

imaginario chileno. Según Collier287, los años entre la formación del primer gobierno

nacional y autónomo y el descalabro del ejército patriota en Rancagua fueron

esencialmente de creación. ¿Cuál fue el discurso que se desplegó incipientemente sobre

el mundo indígena durante este período?

En materia legislativa sobre los indígenas288, el siglo XIX se inaugura con el

Reglamento de Ley a favor de los indios, dictado por la Junta de Gobierno de 1813. Es

preciso recordar que esa Junta se instaló en una coyuntura militar compleja, en la que

José Miguel Carrera tomó la comandancia en jefe del Ejército para hacer frente a las

incursiones realistas encabezadas por el Brigadier Antonio Pareja, dejando el Poder

Ejecutivo en manos de una Junta de Gobierno. La históricamente conocida Junta de

1813, destacó por sus acciones en pos de colaborar con los avances del incipiente

gobierno independiente, entre ellas se reconocen la fundación del Instituto Nacional, la

Biblioteca Nacional y el decreto de libertad de imprenta.

El aludido reglamento resulta fundante, pues instala las bases de muchos

proyectos hacia el mundo indígena, que se retomaran posteriormente. Nos referimos

en concreto a la erradicación de los pueblos de indios, su instalación en villas formales,

287 Collier, 1977. 288 Para la labor de revisión de las leyes han sido particularmente útiles dos obras, Álvaro Jara,

Recopilación Indigenista de Chile (México D.F: Instituto Indigenista Interamericano, 1956) y Ricardo

Anguita, Leyes Promulgadas en Chile desde 1810 hasta 1° de junio de 1913 (Santiago: Imprenta,

Litografía i Encuadernación Barcelona, 1913). Si bien las leyes calificadas como indigenistas por Álvaro

Jara solo incluyen aquellas destinadas a reglamentar la protección a los indígenas o a promulgar medidas

a su favor, hemos completado la revisión de leyes que se refieren al mundo indígena con el índice de

Ricardo Anguita.

Page 118: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

109

el remate de sus tierras y la promulgación de reglamentos políticos y económicos con

finalidades homogeneizantes. En esta ley se define a los indígenas como: en extrema

pobreza, inercia, incivilidad, falta de moral y educación, además de vivir abandonados

en los campos289. El Reglamento alude a los indios y diagnostica su condición,

señalando: “es clase ruda, abandonada y miserable de los indios”290.

Si se define y entiende que la ley es para proteger al indígena, si en ella se devela

una consciente política de protección, entonces advertimos que debió existir una forma

de enunciarlo, de referirse a él, constituyendo una temprana retórica sobre el indio.

Además, es posible señalar que estas políticas proteccionistas permiten

identificar no solo las formas de definir, referir y caracterizar al indígena, sino que en

ellas también es posible identificar las estrategias desplegadas hacia ellos por quienes

enunciaron la Ley, es decir, por la elite criolla dominante291.

En Chile fue necesario representar al indígena como carente, miserable,

desposeído material y moralmente para, a través de la ley, ir en su ayuda, protección y

rescate. Así, entonces, asoman en la enunciación del reglamento palabras claves como:

miserable, incivilizado, abandonado.

Del mismo modo, esas primeras definiciones de los indígenas, apuntan a

identificar la diferencia, a constatar que el indio o los indios -como lo enuncia la ley-

son diferentes a la elite criolla productora de esta legislación y que, por cierto, no solo

deben ser protegidos y bien tratados, sino también homogeneizados y civilizados. Así

289 Jara, 1956: 25. 290 Ibíd. 26. 291 Tal y como lo plantea Guerrero en su estudio sobre las políticas proteccionistas hacia el indígena en

el Ecuador en el siglo XIX, estas políticas generan un discurso que trasluce una efigie de doble faz, por

el anverso los indígenas se definen como miserables, sin voluntad y por el reverso la efigie traza una

semblanza de los dominantes, principalmente una estrategia de condescendencia hacia los que considera

inferiores, la magnanimidad de tratar a los indios como seres humanos, ver Guerrero, 1994.

Page 119: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

110

cada una de las adjetivaciones va acompañada de una medida entendida como

reparatoria.

Se constata que viven abandonados en los campos, por tanto “todos los indios

verdaderamente tales y que hoy residen en los que se nombran pueblos de indios,

pasaran a residir en villas formales, gozando de los mismos derechos sociales de

ciudadanía que corresponde al resto de los chilenos”292. Sugerente nos resulta aquí

constatar que, si bien se adjetiva a los indios y se los define con ciertas características,

la certera distinción entre quiénes lo son y quiénes no, no es una tarea que los criollos

asuman como resuelta.

En relación con su extrema miseria, el Reglamento dispone que para cada

familia de indios se formará una casa de quincha o rancho. Cada indio tendrá una

propiedad rural, ya sea unida a su casa o en sus inmediaciones. Se dará a cada familia

de indios una yunta de bueyes, con su arado, los instrumentos de labranza, las semillas

para la siembra del primer año y un telar para tejidos ordinarios de lana293. Y en lo

concerniente a su falta de moral y educación, las villas tendrán una iglesia, una casa

consistorial, una cárcel, una escuela de primeras letras, escritura y doctrina294.

Estas enunciaciones, sin duda, diseñaron un incipiente perfil de los indígenas,

una representación que oscilaba entre su situación social real, la condición jurídica que

los definía y el imaginario social creado por la elite criolla gestora y promotora de las

leyes. La aspiración de homogeneización se hace patente en este Reglamento al

enunciar que “El Gobierno desea destruir por todos modos la diferencia de castas en

un pueblo de hermanos”295.

292 Jara; 1956. Punto I, Reglamento Ley a favor de los indios 1813, 25. La cursiva me pertenece. 293 Jara, 1956. Punto III, IV, V, Reglamento Ley a favor de los indios 1813, 25. 294 Ibíd. 295 Jara, 1956. Punto VIII Reglamento Ley a favor de los indios 1813, 26.

Page 120: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

111

Pese a la explícita declaración del término de castas, o más bien de

denominaciones diversas para los habitantes de un mismo territorio, es relevante

mencionar que para el censo de 1813 -el primero a nivel nacional-296, la categoría

‘indio’ aparece como una de las clasificaciones de la población. En él, la población es

clasificada en, primer lugar, según su condición de casado, soltero, viudo, esto tanto

para hombres como mujeres; luego por edad, estableciendo 5 grupos etarios (de 1 día

a 7 años; de 7 a 15; de 15 a 30; de 30 a 50; de 50 a 100) y, finalmente, por lo que el

censo titula “origen y casta”. En ese acápite se deja ver la siguiente clasificación; para

aquellos que se incluyen en la categoría ‘origen’, la taxonomía es: españoles

americanos, españoles europeos, españoles asiáticos, canarios y africanos, europeos

extranjeros; y en la categoría de ‘castas’, se incluye a: indios, mestizos, mulatos y

negros297. La persistencia de nominaciones coloniales, como ‘Reino de Chile’, o de

‘españoles americanos’ para referir a la población criolla americana o chilena, o la

permanencia de la división social por castas, es un rasgo fuertemente marcado en dicho

censo, pese a su declarada intención republicana de acceder a cálculos seguros sobre

población, para dar organización y representación política popular. Sin duda el censo

de 1813, fue un insumo para el discurso de la diferencia.

Asimismo, en cada uno de los 15 puntos del reglamento dictado por la junta de

1813, las referencias utilizadas son la de indio-indios, asignándoles una serie de

características que resaltan la miseria en que viven y la incivilidad en que se

encuentran. No se les reconocen sus pueblos como tales, sino más bien, y aportando a

la caracterización de incivilizado, señalan que viven abandonados en los campos. En

296 Cabe mencionar que este censo incluyó datos de 14 provincias del territorio (Copiapó, Huasco, La

Serena, Petorca, La Ligua, Los Andes, Aconcagua, Quillota, Valparaíso, Melipilla, Rancagua, Colchagua, Curicó y Talca), Santiago y Concepción no fueron incluidos. Sin embargo en 1812 se realizó

un empadronamiento por las autoridades eclesiásticas en el obispado de Concepción en base a los

registros parroquiales. Los datos arrojados en ese empadronamiento aparecen incluidos en el censo de

1813. Para mayor información al respecto ver Andrés Estefane Jaramillo, “Un alto en el camino para

saber cuántos somos…Los censos de población y la construcción de lealtades nacionales. Chile, Siglo

XIX”. En Historia 37 (2004):33-59. 297 Archivo Nacional, Censo de 1813 Levantado por don Juan Egaña, de orden de la Junta de Gobierno

formada por los señores Pérez, Infante y Eyzaguirre. (Santiago: Imprenta Chile, 1953).

Page 121: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

112

el análisis de las disposiciones del Reglamento queda de manifiesto que los pueblos de

indios, a lo menos, fueron un estorbo para algunas aspiraciones de la naciente república.

Una de ellas y muy relevante, dice relación con la propiedad de la tierra. Es importante

reconocer que lo novedoso de este decreto era que las tierras comunales desaparecerían.

Además, el indio quedaba en libertad de enajenar sus propias tierras, sin requerir

ningún trámite especial para ello298. La medida de disolución de los pueblos de indios

también hace referencia a la intención de homogeneizar a la población nacional, de

evitar que existiesen grupos separados en espacios definidos, como señalan los propios

legisladores “destruir la diferencia de casta en un pueblo de hermanos”299. Pese a todas

las medidas tomadas a favor de ellos, sin embargo, la percepción era que la degradación

y el vicio aumentaban. Pervivían los prejuicios instalados, donde los atributos

asignados al indio resaltaban preferentemente una supuesta incivilidad, en tanto sus

pueblos, arrastraban esa marca, y se les consideraba refugio de delincuentes. Así,

algunos años después, en el contexto de tratar de aliviar gastos y penurias de los

habitantes de Concepción en 1822, se estableció “emplear en tan laudable objeto el

valor de los terrenos en que estaban los pueblos de indios, que, con esta afectada

denominación, solo servían de asilo a malhechores”300.

El problema radicó no solo en que su presente se encontraba atado al

envilecimiento y corrupción, sino también su fama póstuma, su memoria y recuerdo.

Para el gobierno, y lo más probable para la dirigencia independentista en 1813, los

indígenas debían constituirse en soporte y gala de la naciente patria. Es la pervivencia

del mito del indio heroico y virtuoso que se quería rescatar e instalar en las bases de la

nación, pero que colisionaba con la constatación de la diferencia, de su incivilidad y

degradación: “…a pesar de las providencias que hasta ahora se han tomado y (tal vez

298 Enríquez, 2011 :639 299 Jara, 1956: 26. 300 SCL. Tomo VI, “Sesión de 16 de octubre de 1822”, 298.

Page 122: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

113

por ellas mismas) se aumenta la degradación y vicios, a que también quedaría

condenada su posteridad, que debe ser el ornamento de la patria”301.

En este primer Reglamento la nominación hacia el mundo indígena es la de

indios. En general, indios son aquellos que se les considera incivilizados y viciosos,

miserables y pobres, es la constatación de un espacio de diferencia, es por eso que se

les quiere civilizar y homogeneizar. El Reglamento no especifica territorios ni

habitantes en particular, no se aprecia una zonificación del mundo indígena. Los indios

son sujetos en general, a los cuales se les describe en sus modos de vida, costumbres,

creencias, y se les evalúa en sus diferencias y carencias para llegar a ser civilizados.

En el esfuerzo de homogeneización nacional, el decreto del Director Supremo

Bernardo O´Higgins, eximiendo del tributo a los indígenas y otorgándoles la

ciudadanía en 1819302, desde la perspectiva de la nominación y referencias hacia el

mundo indígena, resulta sorprendente. La historiografía señala que este decreto fue

válido solo para los indígenas ubicados más al norte (Picunches), quienes fueron

reducidos a pueblos de indios y rematadas sus propiedades y que en el territorio del

sur, en la Araucanía, el decreto no habría tenido aplicación práctica303.

301 Reglamento Ley de 1813 a favor de los indios, dictado por la Junta de Gobierno de 1813, con acuerdo

del Senado. 302 Decreto del Director Supremo Bernardo O´Higgins eximiendo de tributo a los indígenas y

otorgándoles la ciudadanía, 1819, en Jara, 1956. 303 Según Milton Godoy y Hugo Contreras, O’Higgins habría intentado borrar la presencia indígena en

el territorio de Chile, a través de un proceso que definen como de “integración por negación”, ver Milton

Godoy y Hugo Contreras, “Indios con tierras y caciques, pero sin república. La historiografía de lo

indígena en una república sin indios, Norte chico y Chile centro sur, siglo XIX”. En Diego Escolar y Lorena Rodríguez (Comp.), Más allá de la extinción: identidades indígenas en la Argentina criolla,

siglos XVIII-XX. Y una reseña comparativa con Bolivia, Paraguay, Chile y México (Buenos Aires: SB,

2019). John Lynch, al respecto, señala que “O´Higgins intentó ganarse a los araucanos mejorando la

posición legal de los indios en la sociedad chilena. Decretó que ya no había ninguna diferencia de

situación entre ellos y los blancos; que eran iguales a los otros (…) Pero los araucanos continuaron

siendo obstinados enemigos del nuevo estado, y fue difícil y caro contenerlos”. John Lynch Las

revoluciones hispanoamericanas 1808-1826 (Barcelona: Ariel, 2008), 152. Ver además Bengoa, 2008:

147; Casanueva, 2002: 294.

Page 123: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

114

Sin embargo, y más allá de la efectividad de este decreto, llama la atención que

en todo el documento O´Higgins no utiliza las nominaciones habituales, nos referimos

a la de ‘Indio’, ‘Indígena’ y/o ‘Araucano’ para enunciarlos; en estricto rigor, evita

nombrarlos, no los nomina, sutilmente refiere a ellos como: “…antiguos habitantes de

la América” o “porción preciosa de nuestra especie”, para luego asignarles una nueva

categoría, la de “ciudadanos chilenos”. “Por tanto, declaro que para lo sucesivo deben

ser llamados ciudadanos chilenos, y libres como los demás habitantes del estado con

quienes tendrán igual voz y representación…”304.

¿Por qué la dificultad o negación a la nominación? Tal vez la pretendida

aspiración igualitaria inhibió la nominación, y si eran iguales, entonces ¿por qué o para

qué darles una nominación distinta al resto de los chilenos? Si los llamaba indios,

entonces remarcaba una serie de atributos ligados a este nombre, es decir, aludía su

miseria, su incivilidad, su abandono, reforzando un discurso de la diferencia que a todas

luces la medida O´Higginiana deseaba erradicar.

b) El discurso del héroe indómito y el discurso del enemigo acosador (1830-1840)

La estabilidad política conseguida en Chile después de las luchas

independentistas y los conatos internos que tuvieron su punto culmine con los

acontecimientos de 1829-1830, se materializó con la elección de Joaquín Prieto a la

presidencia de la República. Por un período de diez años (1831-1841), Prieto representó

los ideales conservadores triunfantes en Lircay contra el liberalismo de Ramón Freire.

Nacido en Concepción, hijo del capitán de Dragones de la Frontera, José María Prieto,

se incorporó tempranamente a las milicias de Caballería de esa ciudad, para luego ser

un destacado actor en la lucha por la independencia. Luego de la derrota en el desastre

de Rancagua pasó a Mendoza, donde formó parte del Ejército Libertador de los Andes.

304 Decreto del Director Supremo Bernardo O´Higgins eximiendo de tributo a los indígenas y

otorgándoles la ciudadanía, 1819, ver Jara, 1956: 28.

Page 124: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

115

Hay consenso en la historiografía nacional de que uno de sus primeros y

principales objetivos luego de asumir la presidencia, fue establecer el orden en el país

a través de la implementación del programa conservador basado fundamentalmente en

el principio de autoridad305. Tradicionalmente se asume que su gobierno da inicio a la

República en Chile, dejando atrás un período de ensayos, errores y disputas

habitualmente reconocido como Anarquía.

Pero es en esta presidencia cuando se instala con bastante fuerza y nitidez la

idea del indio bárbaro como un enemigo irreconciliable de la civilización, aquel que

los altera y les hace la guerra en el frente interno. Su mirada está puesta en la frontera

al sur del Biobío, son los habitantes de este territorio los reconocidos como bárbaros

enemigos. ¿En qué contexto surge este discurso? ¿Cuáles fueron los atributos de este

enemigo interno? ¿Convivió ese discurso con otro, o se impuso y desplazó a los

anteriores?

Hacia 1833, Joaquín Prieto se solazaba en su discurso presidencial de la

tranquilidad externa e interna de la cual gozaba el país, únicamente alterada por “la

actitud hostil que nos vemos obligados a mantener contra los bárbaros de la frontera

del sur” esas “son las únicas excepciones a la concordia i la correspondencia de buenos

oficios que deseamos cultivar con todos los pueblos de la tierra”306.

Los indígenas eran los responsables del clima hostil, ellos constituían la

amenaza constante de la frontera del sur, ellos insultaban y depredaban. Como corolario

305 Portales en un brindis por el ascenso de Prieto a la primera magistratura exclamó. “A la patria, a la

libertad, a la ley, al orden público: porque todo prospere en la administración de mi ilustre amigo, el benemérito don Joaquín Prieto, y porque se radique más y más la justa confianza que inspiran a los

buenos chilenos las laudables intenciones y honradez de este jefe”. Ramón Sotomayor Valdés Historia

de Chile bajo el gobierno del General Don Joaquín Prieto, Tomo I (Santiago: Academia Chilena de la

Historia, Fondo Histórico Presidente Joaquín Prieto, 1962), 121. 306 Joaquín Prieto, “Discurso de apertura en las sesiones del Congreso, 1 de junio de 1833”, en

Documentos parlamentarios. Discursos de apertura en las sesiones del Congreso, i memorias

ministeriales correspondientes a la administración Prieto (1831-1841) Tomo 1, (Santiago: Imprenta del

Ferrocarril, 1888), 8.

Page 125: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

116

de aquello, se les nominaba reiteradamente como tribus indias, bárbaras que infestan

por largo tiempo la frontera.

En la consideración de Prieto, para enfrentar esta hostilidad era necesario,

incluso, generar una alianza ofensiva y defensiva con las provincias argentinas, ya que

éstas tenían el mismo tipo de adversario belicoso. A su juicio, “Es necesario el

concierto de las operaciones de uno i otro estado para el logro de ventajas decisivas i

permanentes sobre estos enemigos irreconciliables de la civilización”307.

El espacio de frontera en un contexto de desconfianza, fricción y hostilidad es

el escenario de donde emerge el bárbaro enemigo. En el discurso de Prieto es posible

incluso advertir el ensalce y relevancia que adquiere el ejército, su acción bélica en

contra de los bárbaros es la que les permite lucir y brillar. El presidente Prieto al

respecto señala:

“Nuestros beneméritos militares siguen acreditando los sentimientos honrosos

i virtudes cívicas que los distinguen. Por el respectivo departamento se os dará

una noticia circunstanciada de las operaciones del ejército destinado a contener

las incursiones de los bárbaros de nuestra frontera, i no dudo que sabréis

apreciar en ellas, a la par que el valor i denuedo, a la actividad infatigable i el

heróico sufrimiento de todo jénero de trabajos i privaciones que exige la

naturaleza del terreno i de la guerra”308.

Los enfrentamientos que describe el Presidente, tienen como protagonistas a

dignos militares enfrentándose con las tribus bárbaras. En el relato, existe un evidente

traslado de las características asignadas previamente al mundo indígena, me refiero en

específico a las del héroe, valiente, guerrero, defensor de su tierra y libertad, esta vez a

las milicias republicanas. Contrariamente, la valentía del indígena, su destreza en la

307 Ibíd. 308 Prieto, 1888: 24.

Page 126: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

117

guerra, son vistas en este momento republicano en clave negativa, ahora son bárbaros

sangrientos.

Milán Stuchlik, al analizar la formación de los estereotipos que la sociedad

chilena ha generado a través de su historia en relación a los mapuches, señala que cada

uno de ellos responde a una mirada externa, a lo que ocurre en específico en la sociedad

chilena en un momento determinado. A su juicio, el cambio de imagen –de héroe a

bárbaro- no representa un cambio muy grande de rasgos, solo son descritos desde otro

punto de vista con ayuda de juicios valóricos. “Las capacidades y habilidades físicas

que causan valentía o bestialidad, fundamentales para ser un buen guerrero o un buen

bandido, son básicamente las mismas, lo que cambia es la evaluación externa de

ellas”309.

Sin duda aquello que plantea Stuchlik es posible de aplicar si existiera una

transición unívoca y exclusiva de estereotipo, esto es, por ejemplo, de héroe a bárbaro,

y que esta referencia o estereotipo hubiese logrado imponerse y desplazar a otras

nominaciones. Sin embargo, es posible advertir que para la década de 1830 la

referencia del bárbaro enemigo convivió con aquella del héroe indígena, sin

reemplazarla, sin formar parte de una sucesión o transición discursiva lineal.

Resulta una constante en los discursos presidenciales de Joaquín Prieto y del

Ministro de Guerra, José Javier Bustamante, rescatar la figura del indómito araucano,

aquel legendario indígena que sirvió como inspiración y aliento en las luchas

independentistas.

“La organización, disciplina i moral de la fuerza armada han ocupado una parte

mui principal en los desvelos del Gobierno, i también han correspondido

plenamente a ellos. Nuestra frontera del Sur fue teatro de sucesos brillantes que

enseñaron al indómito araucano a respetar las banderas chilenas, i en que la

309 Stuchlik, 1974: 40.

Page 127: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

118

constancia i el sufrimiento de las fatigas i de todo jénero de privaciones no

resplandecieron ménos que la pericia militar i el denuedo”310

En muchas ocasiones, en una sola voz, es posible advertir la referencia al

indígena, tanto como bárbaro sangriento, como a través de la evocación de las proezas

de araucanos, una nación valiente y digna de cultura.

c) Una voz, múltiples discursos

El ministro José Javier Bustamante, en su memoria dirigida al Congreso

Nacional en septiembre de 1835, señala que un tema de discusión y debate ha sido la

guerra que se ha llevado a cabo contra los bárbaros, guerra que puso en conflicto a los

habitantes de la frontera y que despertó las sensibilidades de los que nomina “buenos

chilenos”311. En su Memoria, Bustamante presenta a un indígena múltiple, de varios

perfiles y características. Los enuncia como un pueblo bárbaro, de enemigos fieros y

encarnizados, como una raza carnicera y destructora. Sin embargo, también refiere a

ellos evocando su bravura, sus hazañas y heroísmo de antaño. ¿Cuándo se señalan esos

discursos, cómo se articulan en una misma voz?

Siguiendo la estructura del relato en la Memoria de Bustamante, el Ministro

inaugura su discurso señalando la necesidad de corregir y aclarar las malas impresiones

que algunos tienen sobre el conflicto y ataque del ejército chileno contra los

indígenas312. El relato remite al contexto de guerra en la frontera sur del territorio, en

310 “Esposicion que el Presidente de la República Joaquín Prieto dirije a la nación chilena, 18 de

septiembre de 1841”, en Documentos parlamentarios: discursos de apertura en las sesiones del Congreso…, Tomo 1, 68. 311 SCL. Tomo XXIII, “Sesión Cámara de Senadores de 14 de septiembre de 1835”, 447. 312 Si bien, no es posible identificar en la propia documentación estos discursos disidentes, sí es posible

advertir los mecanismos a través de los cuales, el propio Bustamante, deslegitima y cuestiona las que

nomina “voces que repugnan la guerra con los bárbaros”, pues las considera mal informadas, basadas en

equivocados o falsos relatos que “refieren maliciosamente con el objeto de hacer recaer odiosidades

sobre el jefe que dirije aquella campaña…”. SCL. Tomo XXIII, “Sesión Cámara de senadores de 14 de

septiembre de 1835”, 448-449.

Page 128: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

119

él se entregan argumentos a favor de la guerra contra los indígenas, se explican los

ataques de uno y otro bando y se enuncian características de los protagonistas o actores

del conflicto.

Una de las primeras enunciaciones tiene que ver con aquella que resalta la

bravura del indígena, vista en clave positiva por quienes se lamentan de tener que

enfrentarlos. Bustamante señala que la guerra contra los indígenas estremece algunas

susceptibilidades, esto en específico por las desgracias que acarrea al pueblo mapuche,

al respecto destaca:

“…conmueve también la sensibilidad de los buenos chilenos por las desgracias

que acarrea a una nación valiente, digna de cultura i que adorna los anales de

Chile. I a la verdad, ¿Qué otro pueblo de bravos conocemos que tenga el

imponderable arrojo de atacar repetidas veces sin mas arma que una lanza

sostenida por su robusto brazo, a igual número de soldados provistos de pólvora

i bala despedida diestramente por el cañón destructor? ¿I qué diremos si en

lucha tan desigual logran, como se ve muchas veces, arrebatar la victoria a su

enemigo u obligarlo a una violenta retirada?”313.

Se manifiesta en este texto la satisfacción por las proezas pasadas y presentes

de los indígenas y, más aún, el orgullo de que sean parte de la república chilena: “Todo

chileno siente en el fondo de su corazón el más grato placer al escuchar o referir las

antiguas i modernas proezas de los héroes araucanos, i todos se glorian de que este

pueblo esté situado dentro de los límites de la república”314.

A juicio del ministro, existen variadas versiones de esta guerra, los hechos han

sido mal conocidos, abultados, exagerados; por ello, se ve en la obligación de dar

explicaciones. Es por esto que, en el relato de los hechos, remarcó y destacó la idea de

que todo acto emprendido en contra de los indígenas había sido una acción en respuesta

313 SCL. Tomo XXIII, “Sesión Cámara de senadores de 14 de septiembre de 1835”, 448-449. 314 SCL. Tomo XXIII, “Sesión Cámara de senadores de 14 de septiembre de 1835”, 448-449.

Page 129: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

120

a las agresiones que estos les habían inferido. Las expediciones tenían por objeto

imponer y castigar seriamente a los indios “por los daños que continuamente nos

causan”315.

Sin embargo, frente al escenario de justa agresión que relata, Bustamante señala

que hay algunos que se lamentan de estas. Es en esta parte del discurso en que el

ministro expresa la cruenta consideración que se tiene hacia el mundo indígena. Así, al

narrar las agresiones realizadas hacia ellos, se advierte en primer lugar, el no

reconocimiento de sus más básicos derechos, más bien la negación de éstos:

“Respecto la buena fé de los que solo miran en estos actos la irritación que

produce en los bárbaros el despojo de sus hijos i mujeres; repruebo también las

carnicerías que no sean necesarias en la guerra, pero, debe tenerse presente que

no son aplicables a los bárbaros los principios que rijen entre las naciones

civilizadas…”316.

Se alude, además, a su disminución como pueblo, una especie de etnocidio

manifiesto en el cual lo que se quiere es exterminar la costumbre alterna, la cultura

opuesta, se apela a la transformación, al cambio, a la destrucción de sus modos de vida

y pensamiento317.

“Los jóvenes que se estraen i que se reporten entre nuestras familias, no se

hacen esclavos; que solo los toman para hacerles prestar un moderado servicio,

por lo regular doméstico, a trueque de educarlos en las máximas del

cristianismo; i que el civilizarlos es no solo un bien inmenso para ellos sino

315 SCL. Tomo XXIII, “Sesión Cámara de senadores de 14 de septiembre de 1835”, 448-449. 316 Ibíd. La cursiva me pertenece. 317 Pierre Clastres sostiene que el etnocidio se refiere no ya a la destrucción física de los hombres sino a

la de su cultura. “El etnocidio es, pues, la destrucción sistemática de los modos de vida y de pensamiento

de gentes diferentes a quienes llevan a cabo la destrucción. En suma, el genocidio asesina los cuerpos

de los pueblos, el etnocidio los mata en su espíritu…El etnocidio…admite la relatividad del mal en la

diferencia: los otros son malos pero puede mejorárselos, obligándolos a transformarse hasta que, si es

posible, sean idénticos al modelo que se les propone, que se les impone. La negación etnocida del Otro

conduce a una identificación consigo mismo”. Pierre Clastres, Investigaciones en antropología política

(Barcelona: Gedisa, 2001, 56-57).

Page 130: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

121

también para el Estado, que disminuye con esta presa una raza carnicera

enemiga i destructora de la parte civilizada i útil de nuestra población”318.

Incluso a su extinción y desaparición, “Las mujeres, a mas de conseguir los

mencionados bienes, logran también no concebir en sus vientres fieras silvestres tanto

mas peligrosas que el tigre”319.

La guerra es asumida por el ministro como lícita, frente a cualquier enemigo,

particularmente contra los indígenas, válido es entonces reducirlos a la absoluta nulidad

y aniquilación. Eso haría cualquier nación civilizada para preservar sus fronteras de sus

devastadoras incursiones. Y en esa lógica, el ministro se pregunta “¿por qué entonces

se acrimina tanto a nuestros soldados porque extraen familias como presas de guerra,

porque incendian algunos campos cuando lo exije la necesidad de la campaña; porque

aprehenden los ganados que el enemigo abandona…?”320. En el afán de defensa del

ejército y sus acciones, Bustamante declara todas las acciones y agresiones que estos

infieren a los indígenas.

Los valientes guerreros de antaño, aquellos que cantara Ercilla en su poema,

aquellos que se enfrentaban con bríos a los españoles, y que fueron utilizados por los

patriotas simbólicamente en las luchas independentistas, se han transformado en

enemigos fieros y encarnizados.

Advierto que los indígenas se enuncian en el discurso del ministro Bustamante

de tres formas, a saber: como héroes, como bárbaros y como enemigos. ¿Cómo

podríamos explicar esa convivencia de enunciaciones? A mi juicio, aquella evocación

al indígena heroico tiene más que ver con una forma de resaltar y fortalecer la imagen

318 SCL. Tomo XXIII, “Sesión Cámara de Senadores en 14 de septiembre de 1835”, 448. La cursiva me

pertenece 319 Ibíd. 320 Ibíd.

Page 131: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

122

del ejército republicano que ha logrado vencerlos, imponiendo el respeto a la república.

La construcción del incipientemente heroico ejército republicano, previo a hazañas

bélicas internacionales, se construye en contraposición del heroico araucano, es por

ello que es necesario resaltar el carácter indómito del indígena, su destreza bélica y

fiereza en la lucha321.

Pero, en el momento de justificar las acciones en contra de los indígenas, es

necesario resaltar en ellos sus características bárbaras, despiadadas, son agresores

continuos de la frontera sur del territorio.

Héroe y bárbaro son enunciaciones hacia el mundo indígena que continúan de

épocas anteriores. Adicionalmente, en este período se incluye una nueva referencia,

esta es la de enemigo. Un enemigo que se encuentra dentro de los límites de la

república, es la construcción de un enemigo interno.

La noción de bárbaro claramente se asocia a la acción bélica, existe la necesidad

de hacerles frente, combatirlos pues se han transformado en enemigos de la

civilización. Sin embargo, en las reflexiones de algunos ideólogos y políticos de la

época, existió además otra mirada hacia el indígena que, sin quitarle la nominación y

categoría de bárbaro, propició un trato distinto.

321 En la descripción de la población chilena que aparece en el censo de 1835, llama la atención la

mención especial a los soldados. Es en este temprano y oficial documento donde se instala un imaginario

del soldado chileno, que el ministro Bustamante rescata en su oficio. En el texto se lee: “El arte militar

ha sido tan desconocido en Chile como justamente elojiado el valor de sus soldados, quienes adquieren el carácter de tales en cortísimo tiempo, siempre que sirven a las órdenes de jefes capaces de

disciplinarlos…Mas en medio de las excelentes cualidades de valor, sobriedad y resistencia que se

observa en el soldado chileno, es mas temerario e imprudente en los riesgos de un combate que cauto y

obediente a las ordenes que recibe para librarse de ellos. La circunstancia de tener cortas nociones del

arte militar procede más bien de su heroica intrepidez que de su falta de aptitudes, pues si no es lícito

dudar de aquella, tampoco es permitido negar que estas sean las más sobresalientes en vista de los

progresos que en el corto período de tres años han hecho en la academia militar los jóvenes que sirven

en ella”. Urízar, 1835: 5.

Page 132: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

123

Hacia 1839, Mariano Egaña, Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública,

evaluando el combate en la frontera, señaló que la fuerza de las armas no había logrado

el objetivo de incorporar al mundo indígena al seno de la patria. A su juicio, una medida

más justa y generosa de trato hacia el indígena era la acción misional:

“Existe enclavada en nuestro territorio una nación bárbara i belicosa que ha

derramado a torrentes la sangre de nuestros padres i hermanos, que no ha podido

ser sojuzgada en cerca de trescientos años, i sobre cuya suerte y relaciones

futuras, es preciso pensar desde luego sin perder de vista por un instante este

grande objeto. Si para incorporarla al seno de la Patria no ha bastado hasta aquí

la fuerza de las armas, parece que debemos recurrir a medios más justos, mas

jenerosos y mas efectivos, promoviendo su conversión y civilización”322.

La intención de formar “una sola familia con todos los habitantes de la

República”, puede ser considerada una invitación a la igualdad ciudadana, pero tal

como ocurría en las arengas del temprano período independentista, esa invitación

negaba la diferencia y apelaba a la homogeneización, en este caso con la acción

misional, reduciendo así al indígena a la vida social, a la civilización, para que dejaran

“sus antiguas prácticas supersticiosas i atroces, hasta la de quemar familias enteras por

la sugestión de un adivino”323.

En consecuencia, se podría identificar este contrapunto, manifestado en la

voluntad de enfrentamiento y en la invitación a incorporarse a la civilización, como

una sola mirada y nominación hacia el indígena, es decir, un solo campo de

enunciación, que destaca la diferencia pero que a su vez la niega y desea superarla,

donde los medios o las acciones dispuestos para ello oscilaron entre las hostilidades

fronterizas y la acción misional.

322 Mariano Egaña, “Memoria que el Ministro de Estado en el Departamento de Justicia, Culto e

Instrucción Pública presenta al Congreso Nacional el año de 1839”, en Documentos parlamentarios:

discursos de apertura en las sesiones del Congreso…, Tomo 1, 208. 323 Joaquín Tocornal, “Memoria que el Ministro de estado en el departamento del Interior presenta al

Congreso Nacional el año de 1835”, en Documentos parlamentarios: discursos de apertura en las

sesiones del Congreso…, Tomo 1, 89.

Page 133: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

124

d) El discurso de la civilización contra la barbarie, de la tierra fértil pero

subutilizada.

La instalación de la nominación bárbaro para referirse a los habitantes al sur del

Biobío se intensificó en la década de 1840. La creciente preocupación por la seguridad

de la república y, particularmente, de las provincias de Valdivia y Chiloé, hizo

necesario enfocar la atención en el territorio de la Araucanía, considerado un verdadero

enclave que limitaba la soberanía nacional, dividía el territorio y generaba inseguridad

en sus fronteras septentrional y meridional. Tempranamente el presidente Manuel

Bulnes hizo alusión a sus habitantes, a “las tribus bárbaras, cuyos hábitos salvajes han

sido una causa constante de inquietud para los pueblos comarcanos”324.

Este enclave, visto muchas veces como una dificultad o escollo para la unión y

la consolidación territorial, comenzó a ser destacado por sus atributos geográficos,

principalmente por sus fértiles tierras. Desde el Ministerio de Guerra, José Aldunate

promovió la instalación de una colonia militar en las márgenes meridionales del Biobío,

así se ocuparían las fértiles tierras de la zona, que a su juicio se encontraban

abandonadas, aprovechando sus recursos y su potencial productivo. Los beneficios de

esta colonia militar eran vistos como diversos, se extendería la línea de frontera y los

propios colonos militares harían frente a los posibles ataques de los habitantes del

sector, sin duda el atributo de su peligrosidad resaltaba en la consideración del ministro,

quien los nombra con toda pertinencia como “bárbaros”325.

Paralelamente se desplegó otra mirada sobre el territorio araucano, o más bien

dicho otra propuesta de acción hacia sus habitantes. Considerados estos como no

civilizados y enunciados como bárbaros, este territorio era un buen sitio para la

324 “Discurso del Presidente Manuel Bulnes, 1 de junio de 1843”, en Documentos parlamentarios:

discursos de apertura en las sesiones del Congreso…, Tomo 2, 107. 325 “Discurso de José Aldunate, Ministro de Guerra y Marina, 21 de agosto de 1842”, en Documentos

parlamentarios: discursos de apertura en las sesiones del Congreso…, Tomo 2, 100.

Page 134: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

125

instalación de misiones. Éstas fueron rescatadas como una eficaz acción frente a las

tribus de Arauco y un importante resorte “para atraer a la civilización a los que viven

todavía en el estado de barbarie”326.

Restablecer las casas misionales de Arauco y Nacimiento fue la propuesta del

Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, Manuel Montt, quien hacia 1842

sostenía que no solo los buenos efectos de la religión contribuirían “sobre las indómitas

tribus de Arauco”, sino que además sería una buena forma de comunicar Concepción

y Valdivia. Así mismo, el ministro Montt indicó que este proyecto era muy beneficioso,

pues coincidía “con otro formado por el departamento de la Guerra para internar las

fronteras militares i unir todas las provincias de la República”327.

Efectivamente, ya sea a través de la instalación de colonias militares o misiones

al sur del Biobío, existió acuerdo en que la finalidad última de la acción era:

1) Incorporar tierras fértiles las cuales se consideraban abandonadas.

2) Avanzar en la línea de frontera.

3) Reducir a los indígenas a la vida civilizada.

4) Lograr la unión de todas las provincias de la República.

Estas aspiraciones develaban tangencialmente la consideración que se tenía

frente al indígena. La alusión a tierras fértiles pero abandonadas fue un guiño al

concepto del indígena flojo y poco productivo, de ahí la necesidad imperiosa de

adjudicarse ese territorio perdido. Así, también, el objetivo de reducir a los indígenas

a la vida civilizada, estableció con firmeza la idea de barbarismo y salvajería para

referirse a los habitantes al sur del Biobío.

326 “Discurso de Manuel Montt, Ministro de justicia, Culto e Instrucción Pública, 31 de junio de 1843”,

en Documentos parlamentarios: discursos de apertura en las sesiones del Congreso…, Tomo 2, 149. 327 “Discurso de Manuel Montt, Ministro de Justicia, culto e Instrucción Pública, 24 de junio de 1842”,

en Documentos parlamentarios: discursos de apertura en las sesiones del Congreso…, Tomo 2, 29.

Page 135: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

126

Vista la obra misional como una acción patriótica, Montt lamentó que los

recursos para llevarlas a cabo fueran escasos. La existencia de pocos misioneros y el

abandono de casas misionales, hizo que se perdiera el trabajo de muchos años, así

entonces “La obra eminentemente benéfica i patriótica de sacar de la barbarie a

centenares de semejantes nuestros, de difundir entre ellos los sanos principios de la

moral evanjélica i reunirlos a la familia chilena, quedará paralizada”328.

En los primeros años de la década de 1840, desde el Ministerio de Guerra y el

Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública, existió una forma común para

referirse a los habitantes al sur del Biobío. Nominados bárbaros, fueron todos quienes

tenían como característica el sucumbir a los hábitos de la vida salvaje. Internarse en su

territorio, a través de la acción militar o misional, constituía una conquista de la

civilización sobre la barbarie, por tanto, sacarlos de la barbarie y reunirlos a la familia

chilena era considerado, sin duda, una obra patriótica. El indígena fue disociado de su

espacio, las características de este no eran traspasadas naturalmente al otro329, y así, la

tierra fue reconocida cómo fértil y potencialmente productiva, mientras sus habitantes,

en cambio, de costumbres bárbaras y hábitos salvajes, instalándose la idea que tan bien

graficó el historiador Fernando Casanueva, “eran indios malos en tierras buenas”330.

328 “Discurso de Manuel Montt, Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, 31 de junio de 1843”,

en Documentos parlamentarios: discursos de apertura en las sesiones del Congreso…, Tomo 2, 265. 329 En el siglo XVI la tierra y sus habitantes se consideran unidas en un vínculo confuso y difícil de

desunir. Las características de una parecen traspasarse a los otros o viceversa: así es posible leer en

alguna crónica: “Aunque en general tienen las mujeres el color más castaño que moreno tienenlo muchas

verdinegro y quebrado, y unas más blanco que otras, según los temples de las tierras donde nacen y se crían…” Alonso González de Nájera. “Desengaño y reparo de la guerra del reino de Chile [1614]”. En

Colección de Historiadores de Chile y documentos relativos a la Historia Nacional. Tomo I (Santiago:

Imprenta Ercilla, 1889). Para profundizar sobre este tema ver Martínez, 1992. 330 Casanueva, 2002. A diferencia de lo planteado hasta aquí, Jorge Pinto sostiene que, hasta mediados

del siglo XIX, el gobierno chileno había manifestado muy escaso interés por la Araucanía. A su juicio:

“Sus relaciones con los mapuche se seguían canalizando a través de la Iglesia, bajo la idea de que por

medio de la evangelización sería posible atraer a un pueblo, cuya resistencia al español se había

transformado en un verdadero símbolo nacional”, Pinto, 1996: 85.

Page 136: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

127

Se evidencia una escisión del hombre y la tierra, una nueva mirada, donde la

modernidad capitalista concibe a la tierra y sus recursos divorciada de sus habitantes.

Los indígenas son desacreditados en el nuevo modelo económico, la invitación a la

nación les tiene ya un lugar asignado. Tal y como plantea Delrío, el proceso de

incorporación de la población originaria al Estado-Nación va en paralelo con un nuevo

lugar o estatus subalterno asignado al indígena dentro de la nueva economía, siendo

también un claro proceso que tiene como intensión la extensión de la hegemonía

nacional. Las categorías sociales utilizadas para referir al indígena “operan hacia la

naturalización de la diferencia al interior de la formación económica política, sobre la

base de criterios etnico/raciales”331. A su juicio, estas categorías pasaron a formar parte

de los presupuestos de una época determinada.

Más adelante, las nominaciones comienzan a ser variadas, se suman a la de

bárbaro, las de ‘infiel’, ‘indígena’, ‘araucano’ e ‘indio’. Son éstos los habitantes que

están más allá de la frontera, ubicados en un territorio que se reconoce como fértil, pero

que sin duda es aún inasible.

En los discursos y memorias ministeriales del período, se constatan

apreciaciones sobre las características de los habitantes fronterizos. Si bien no son tan

explícitas, las tareas propuestas revelan la percepción y consideración que se tenía

hacia ellos. En general, predomina un tono donde se expresa la noción de que dichos

habitantes desentonan, tienen malos hábitos, vicios, sin embargo en el discurso

ministerial son requeridos, invitados a la civilización, era necesario entonces “reducir

a los indígenas e intimarlos en nuestra nacionalidad”332. No obstante, pese a la

intención de incorporarlos, existía una tarea previa que no podía esperar, que consistía

en superar las diferencias, en homogeneizar y civilizar a la población indígena. En las

memorias ministeriales existe una reiterada alusión a la acción civilizadora, esta

331 Delrío, 2002: 190. 332 “Memoria de Manuel Vial, Ministro del Interior, 8 de septiembre de 1848”, en Documentos

parlamentarios: discursos de apertura en las sesiones del Congreso…, Tomo 3, 116.

Page 137: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

128

estrategia como es sabido se desplegó a través de la acción misional y el avance militar

en la zona, la intención fue correr el cerco, la línea de frontera, asir el territorio de forma

paulatina y pacífica.

Así entonces, a los indígenas que vivían errantes era necesario atraerlos al

hábito de la vida civil, su característica de ambulantes fue leída como un posible

peligro, ellos podían hostilizar y provocar ataques en la frontera

“Al fin de asegurar la tranquilidad de las fronteras contra las incursiones de las

tribus indígenas errantes i atraerlos a los hábitos de la vida civil, se han dado

instrucciones al Intendente de Concepción para que procure radicarlos en

habitaciones fijas, valiéndose al efecto de los caciques de mas influencia”333.

Otra característica relevada es su falta de instrucción, en ese contexto, la instalación de

escuelas fue considerada como un potente agente civilizador

“El Gobierno ha ordenado también que en la mayor parte de las misiones, no

solo se dé instrucción relijiosa a los indios pequeños, sino que además se

establezcan escuelas de escritura i lectura con el objeto de que para mas tarde

el profesorado de estos primeros rudimentos de educación se ejerza por los

mismos indios, quienes no dejarán de prestarse a la enseñanza halagados por

las asignaciones con que deben dotarse”334.

Y no solo la escuela tradicional, también se pensó en la instrucción de alguna

habilidad manual. Así, la propuesta de crear una Escuela de Artes y Oficios fue mirada

con buenos ojos por el gobierno, ya que entregaría los conocimientos que no tenían, les

333 “Discurso del Presidente de la República don Manuel Bulnes en la apertura de las cámaras legislativas

de 1849”, en Documentos parlamentarios: discursos de apertura en las sesiones del Congreso…, Tomo

3, 257. 334 “Memoria de Máximo Mujica, Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, 29 de agosto de

1850”, en Documentos parlamentarios: discursos de apertura en las sesiones del Congreso…, Tomo 3,

452.

Page 138: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

129

instalaría nuevas necesidades y mostraría los medios para satisfacerlas, lo que a ojos

del discurso oficial produciría la destrucción de la barbarie335.

De las nominaciones utilizadas no se advierte alguna hegemónica o más

destacada, todas se utilizan indistintamente o se amoldan a la necesaria tarea de

civilizar, ya sea a indígenas, infieles, indios, bárbaros o araucanos. La relevancia que

cobró el territorio al sur del Biobío, obligó a generar un discurso sobre sus habitantes,

siendo así que la barbarie se impuso como la característica principal, reflejando

prejuicios y temores sobre el indio, más que una amenaza real. Durante la década del

cuarenta la barbarie se instaló como discurso oficial, eran tribus errantes que vivían en

bosques, tierras fértiles pero no trabajadas. Los indígenas en ningún caso fueron

considerados laboriosos. Por otra parte, la ignorancia fue otro atributo que se destacó,

por lo que la instalación de escuelas apuntó precisamente a terminar con su incivilidad.

e) El discurso sobre el otro-indio

De acuerdo a mi análisis inicial, ese conjunto de descripciones, nombres y

atributos, algunos de ellos constituidos en enunciados, con los cuales se hizo referencia

en la documentación a esa específica otredad que es la indígena, colabora, en términos

iniciales y generales, para constituir el discurso sobre el otro-indígena durante la

temprana república.

Presentando continuidades en el tiempo, muchas de esas nominaciones son

posibles de identificar en diversos períodos históricos y en contextos variados. Sin

embargo, en ocasiones, es posible advertir que si bien la referencia no cambia, los

atributos asignados a ésta pueden variar, modificarse o intensificarse. Es lo que

podemos constatar por ejemplo con la nominación “araucano” o “bárbaro”.

335 “Memoria de Salvador Sanfuentes, Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, 12 de junio de

1849”, en Documentos parlamentarios: discursos de apertura en las sesiones del Congreso…, Tomo 3,

291.

Page 139: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

130

Ahora bien, cada una de esas nominaciones no constituyen por sí mismas un

discurso sobre el otro-indígena. Es claro observar que un discurso no se integra de una

única nominación, sino que en él confluyen o pueden confluir varias referencias. A

modo de ejemplo, podemos tomar aquí aquel discurso que constata diferencia, que

establece la distancia entre el chileno civilizado, constructor de la república, y los

indígenas que, habitando el mismo territorio nacional, son considerados miserables,

incivilizados, faltos de educación, entre otras características. Para su nominación se

utilizan mayoritariamente las referencias de indio y bárbaro, con todos los atributos

que estos dos conceptos pueden aportar.

Sin duda, estas son referencias sociales, colectivas, que dan cuenta de lo que la

sociedad chilena decimonónica opinaba, pensaba, imaginaba y representaba sobre el

mundo indígena. En ocasiones estereotipos contradictorios, como es el caso del

‘Héroe/Bárbaro’, son elaborados a partir de las mismas características asignadas al

indígena, vistas y evaluadas desde una posición y momento particular de la sociedad

chilena, constituyendo en definitiva lo que podríamos nombrar como discursividad, es

decir, “como formas específicas que adquieren los discursos, en una estructura social

concreta y en una coyuntura histórica determinada”336.

Discursividades particulares que formarían parte de una gran unidad, el discurso

sobre el “indio” durante la república, constituido por elementos como una construcción

desde el poder o dominio, en este caso la elite criolla, quienes definieron una forma de

referirse al mundo indígena, asignándole características, previendo o pronosticando sus

decisiones y acciones.

Para el caso del discurso oficial en Chile en el período 1810-1850, la elite

gobernante debió construir y redefinir categorías para hacer referencia a los grupos

originarios. Se impusieron por cierto el uso de ciertas categorías, constituyendo un

336 Martínez, 2011: 31.

Page 140: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

131

relato oficial. ¿En qué se sustentaba esta narrativa oficial? En la naturalización de la

diferencia, en la inferioridad y en el estar lejano a la civilización, en posibilidad de ser,

en potencia. Así, los indígenas quedarían sujetos a acciones implementadas desde el

poder estatal para transformarlos, cambiarlos o extinguirlos.

Page 141: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

132

CAPÍTULO 3

DE TRÁNSITO POR LA ARAUCANÍA: LA REPRESENTACIÓN DE LOS

INDÍGENAS EN LA NARRATIVA DE CIENTÍFICOS Y VIAJEROS.

3.1 Del araucanismo latente al araucanismo manifiesto

De acuerdo a lo que señalé en el capítulo anterior, el discurso oficial, centralista

y de pretendido consenso, definió a los indígenas en los albores de la república en

términos de inferioridad, utilizando y resaltando discursivamente sus diferencias. De

este modo, el discurso oficial asignó a los indígenas ciertos atributos, como pobreza,

incivilidad, falta de moral y de educación, que luego usó como argumentos y retórica

para el despliegue de una política proteccionista y, ciertamente, de transformación, que

en términos generales ha sido descrita como proindigenismo.

Más adelante, cuando la seguridad de la nación fue una preocupación, los

reconocidos y nunca olvidados atributos bélicos de los indígenas dieron origen a dos

formas de representación, esto es, la pervivencia de la visión de héroe, donde se

enunciaba la satisfacción por las proezas pasadas y presentes y, por sobre todo, el

orgullo de que fuesen parte de la república chilena y, paralelamente, la visión del indio

como un enemigo fiero, encarnizado e irreconciliable de la civilización, al que, por

cierto, había que combatir para mantener la seguridad fronteriza y nacional.

Paralelamente, el modelo económico y político implementado por la república

aprovechó las características atribuidas a los indígenas para instalar al indio como un

otro diferente al interior de la nación, así los llamados hábitos salvajes justificaban

internarse en su territorio a través de la acción misional o militar. En síntesis, era la

conquista de la civilización sobre la barbarie que permitiría ocupar sus tierras fértiles

pero consideradas subutilizadas.

Page 142: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

133

En relación con esto, Jorge Pinto postula que habría sido después de la crisis

económica de 1857 cuando el Estado chileno puso mayor interés por las tierras

indígenas, desarrollando políticas que culminaron con la ocupación de la Araucanía.

No obstante, el mismo historiador reconoce que existieron manifestaciones anteriores

de este interés337.

Sin ir tan lejos en el tiempo, me parece relevante destacar ciertas opiniones que

circulaban en Chile hacia la década del cuarenta en relación al mundo indígena y su

territorio, principalmente porque estas opiniones y acciones estaban vigentes en el

momento en que, por una parte, parecía que se consolidaba una situación de mayor

estabilidad fronteriza y, por otra, se generó un importante flujo de expediciones de

viajeros y naturalistas recorriendo el territorio de la Araucanía.

En una columna del periódico El Agricultor, publicación de la Sociedad Chilena

de Agricultura y Beneficencia, titulada Necesidad de colonizar y poblar los terrenos

baldíos y desiertos de la República especialmente el de Arauco, son varias las

opiniones que se dejan ver en relación al indígena. En primer lugar, es digno de notar

que el territorio de Arauco se considera baldío y desierto, su población al parecer no se

ocupa en la agricultura, pues el columnista comenta que los araucanos son un pueblo

de pastores. Manifiesta, además, el temor que existe frente a un supuesto avance de los

indígenas hacia territorio chileno. Se dice:

337 “En estricto rigor, el debate no era nuevo. A lo largo de la corta historia republicana que Chile llevaba

recorrida hasta entonces, el tema se había planteado en varias ocasiones. En 1823, cuando el Congreso discutió la idea de traer inmigrantes para civilizar al mapuche, se reconoció que “la gran mira del

gobierno de Chile debe ser la civilización de los indios y su reunión con los demás chilenos en términos

que se forme una gran nación”. En 1828 se produjo otra discusión interesante en el Congreso General

Constituyente que debatió largamente la situación de los mapuches y del territorio que poblaban, sin que

se llegara a acuerdo si debían considerarse chilenos y si la Araucanía formaba parte del territorio

nacional.” Jorge Pinto Rodríguez, Ignacio Domeyko. Viaje a la Araucanía en el año 1845 y otros

documentos sobre la frontera, en Ignacio Domeyko, Araucanía y sus habitantes (Santiago: Biblioteca

Fundamentos de la Construcción, 2010), xlvi.

Page 143: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

134

“¿Quien nos ha dicho que dejando en paz a estos peligrosos vecinos, no llegaran

a multiplicarse a tal estremo (sic) que las producciones naturales de su territorio

no sean bastante a suministrarle los alimentos precisos para subsistir? Entonces

despertando su codicia y aprovechándose de nuestra debilidad traspasarán la

frontera, y nuestros desgraciados pueblos serán la víctima de sus correrías”338.

Pese a que se reconoce en el indígena su valor y amor a la libertad, este es

descrito como un potencial enemigo y como un problema a la hora de pensar en la

colonización:

“Mas no es solo la abundancia de territorios y la escasez de habitantes los únicos

motivos que nos deben hacer desear la inmigración; causas mas poderosas,

aunque lentas, nos impelen a desearla con ansia. ¿Hemos pensado acaso en ese

pueblo robusto y belicoso que ocupa la parte mas fértil de nuestro suelo, y á

quien ninguna nación ha podido subyugar hasta el presente? Hablo de los

araucanos, de esa nación que tanta sangre costó a los españoles, y tantos

caudales perdidos estérilmente, pues que ningún fruto dieron á aquellos

ambiciosos conquistadores [...]”339.

La presencia de poblaciones indígenas en toda América era tema de debate en

el período de incipiente república. La Iglesia a través de la Revista Católica manifestó

que, a su juicio, era evidente que no se podía civilizar a un pueblo sin el auxilio de la

religión. En una columna titulada Civilización de los indígenas, la iglesia destacó la

labor misional en la zona de Paraguay y la Guayana, en donde “convirtieron aquellas

hordas errantes y bárbaras, en pueblos laboriosos y morales”340 y también las misiones

de la zona del sur de Chile. El caso de Valdivia y Chiloé es recordado de la siguiente

forma: “Hasta en Chile se obtuvieron grandes progresos en la civilización de nuestros

indígenas, aun permanecen todavía entre ellos la tradición de los primeros misioneros,

que vinieron á plantar la Cruz en los ocultos bosques de Valdivia y de Chiloé […]”341.

338 El Agricultor, Nº22, Santiago, abril de 1842, 208. 339 El Agricultor, Nº22, Santiago, abril de 1842, 207. 340 Revista Católica, Nº15, Santiago, 1 de noviembre de 1843, 121. 341 Revista Católica, Nº17, 17 de noviembre de 1843, 137.

Page 144: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

135

En 1843, el gobierno de Bulnes había conformado una comisión informativa

que tenía por finalidad analizar los distintos proyectos de colonización de los sitios

baldíos del país, incluyendo, por cierto, los territorios comprendidos entre Concepción

y Valdivia. Dicha comisión estuvo integrada por Mariano Egaña, Ramón Errázuriz y

Pedro Palazuelos342. En 1845 esta comisión se manifestó a favor de aprobar un

presupuesto de 100.000 pesos para “protejer la civilización de los indígenas”, moción

que fue aprobada por mayoría de 17 votos contra 12. La falta de consenso absoluto de

los legisladores de la época queda en evidencia con las palabras del congresista Palma,

quien en sesión de 13 de agosto de 1845 sostuvo:

“La civilización de los indígenas es un asunto de mucha importancia mas grave

tal vez de lo que ha parecido a la Comisión informante. No es tan fácil ir a

repoblar ciudades que están en el interior, ni avanzar esos establecimientos allá

dentro de unos pueblos belicosos i de poca fe: es un problema que está por

resolverse todavía. ¿Cómo se puede deducir a esa multitud de hombres que hai

al otro lado del Biobío a que se pongan, no digo al nivel, sino a que medio se

adapten a las costumbres i usos de las poblaciones?”343

Más adelante continuaba:

“Entre los dos sistemas que se han adoptado desde la conquista hasta estos

últimos tiempos, el de rigor i el de la predicación. Hasta ahora no está bien

decidido cuál es el que más conviene, porque ambos han tenido sus contrastes.

Ir ahora a dar 100.000 pesos para poblar Osorno i otras ciudades del sur, no me

parece mui acertado”344.

Sin duda el gobierno también tenía una posición al respecto, la que quedó de manifiesto

en la Memoria presentada por el ministro del Interior Manuel Montt al Congreso en

342 Ignacio Domeyko, Memoria sobre la colonización en Chile (Santiago: Biblioteca Fundamentos de la

Construcción de Chile, 2010b). 343 Sesiones de los Cuerpos Legislativos de Chile. Tomo XXXVI, Sesión de 13 de agosto de 1845. 344 Ibíd.

Page 145: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

136

sesión de 29 de agosto de 1845345. Esta Memoria fue difundida en su época a través de

su publicación completa en El Araucano de septiembre de 1845. En ella se advierten

los principales temas que importan a los intereses de la república y se destaca con

notoriedad “la ocupación real i efectiva del estenso i fértil terreno que media entre

Concepción i Valdivia”346. Para el ministro Montt, la presencia de indígenas en la zona,

calificados como pueblo bárbaro, era una amenaza “a nuestra cultura i adelantamiento”.

Manifiesta que ya es tiempo de retomar el tema de la ocupación de la Araucanía, a su

juicio los pasos dados por el gobierno, especialmente con la instalación de misiones,

han sido de gran utilidad, lo que queda de manifiesto en la ciudad de Valdivia, por

tanto, Montt considera necesario replicar el modelo para la Imperial, “que parece debe

ser el primer paso en esta conquista pacífica i de convencimiento”347.

El ministro Montt se manifiesta proclive a la colonización extranjera para estos

territorios, ya que, a su juicio, sólo así se devolverá al cultivo y a la industria aquellos

ricos y vastos territorios348.

Montt recuerda que el gobierno había creado una comisión para que informara

sobre la posibilidad de la colonización en la zona, y pese a que los resultados de tales

estudios aún no se conocían, confiaba en una pronta respuesta por parte de este

organismo. Asimismo, considera que el Intendente de Valdivia también entregaría

información relevante, “sujeto, de cuya capacidad i reconocido amor público, se espera

exactas i útiles observaciones. Penetrado de lo mucho que importa a la prosperidad del

345 Tenemos algunos antecedentes no confirmados del todo, los cuales señalan que Ignacio Domeyko ya

había entregado al gobierno chileno, su obra sobre la Araucanía, por tanto es dable suponer que el ministro Montt conocía ese texto cuando pronunció su discurso frente al Congreso. En el texto Ignacy

Domeyko ciudadano del mundo, en un apartado titulado: “Panorama de la vida de Ignacio Domeyko

Ancuta (1802-1889)”, se señala que el 20 de marzo está de regreso en Santiago, luego de su viaje a la

Araucanía y que en la capital remite al gobierno un memorial sobre la Araucanía. Ryn Zdzislaw, Ignacy

Domeyko ciudadano del mundo (Cracovia: Editorial de la Universidad Jaguelonica, 2002).204. 346 El Araucano, 5 de septiembre de 1845, 3. 347 El Araucano, 5 de septiembre de 1845, 3. 348 Ibíd.

Page 146: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

137

país la realización de esta idea, dará una justa preferencia a todo lo que a ella se

refiera”349.

Pese a la relevancia de estas enunciaciones, existieron durante la primera mitad

del siglo XIX, sin embargo, voces alternas a este discurso oficial. Principalmente de

aquellos quienes advirtieron sobre el desconocimiento que se tenía sobre el mundo

indígena. Ejemplo de ello son los viajeros y naturalistas que se internaron en la

Araucanía con la intención de conocer al mapuche, de construir conocimiento sobre

ellos o de superar miradas distorsionadas sobre su realidad. Es el caso del viajero y

naturalista polaco Ignacio Domeyko, quien se internó en la Araucanía hacia 1845. Al

inicio de su obra el viajero es explícito en señalar el objetivo de su viaje:

¿Acaso no es digno de ser visto un país libre, independiente, aunque salvaje, que

permaneció hasta el día de hoy tal como fue hace tres siglos, antes de la llegada

de los conquistadores de alma de fuego, vestidos de aceros? ¿Por ventura no es

asunto de interés conocer al americano indígena, hasta ahora independiente, amo

y señor de su tierra? La crónica precolombina viviente350.

Conocer al americano indígena es la motivación del viajero, sin duda su interés

está influenciado por lo conocido con antelación, es el indígena heroico, aquel que

resistió al español, ese es el referente que desea reconocer.

Otro ejemplo es Henry Delaporte, agrónomo francés, quien llegó a Chile para

trabajar en la Escuela Nacional de Agricultura. Producto de su viaje y experiencia con

los mapuche, publicó en 1855 una obra titulada Recuerdos de un viaje. Una visita

donde los Araucanos. Por el sr. H. Delaporte, exalumno de Grignon y director de la

Escuela Nacional de Agricultura. En ella, el agrónomo advierte a sus lectores sobre la

349 El Araucano, 5 de septiembre de 1845, 3. El intendente de Valdivia en septiembre de 1845 era

Salvador Sanfuentes, quien, posteriormente, conocida la propuesta de Domeyko, hizo significativas

críticas al respecto. 350 Ignacio Domeyko, Viaje a la Araucanía en el año 1845 (Santiago: Biblioteca Fundamentos de la

Construcción de Chile, 2010c), 116.

Page 147: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

138

escasa información que se tiene de los indígenas y señala la posibilidad de

conocimiento que se genera a través del tránsito por su territorio y del contacto con

ellos. Al respecto comenta:

“Les contaré acerca de una población salvaje que ocupa una parte del territorio

de la República de Chile y que, aun aquí, sus costumbres y comercio son poco

conocidos, lo que ha impedido a los viajeros de estos dos últimos siglos contar

las maravillas de su civilización. Son los araucanos. Hace un mes me

encontraba entre ellos; por lo tanto, puedo hablarles con conocimiento”351.

Así, también, Edmond Reuel Smith, astrónomo norteamericano, quien en 1853,

una vez finalizada su misión científica en Santiago, partió desde Concepción para

visitar la Araucanía. Su intención era clara, deseaba conocer a aquellos indígenas de

los cuales poco se sabe y nada se habla. Al respecto el viajero señala los objetivos de

su viaje de la siguiente manera:

“En un momento como el actual, cuando se siente un interés tan grande por todo

lo que se relaciona con las razas aborígenes de América, creo que no se necesita

disculpa para publicar cualquier noticia respecto de una tribu de indios muy

poco conocida y raras veces citada; a pesar de haber ganado una reputación

envidiable por su resistencia al avance de los blancos durante más de trescientos

años”352.

Si bien es cierto, los viajeros explicitan meridianamente los intereses que

motivan sus viajes, no es menos cierto que en ellos también se devela una crítica, esto

es, el poco conocimiento que se tenía sobre estos indígenas.

351 Henri Delaporte, Recuerdos de un viaje. Una visita donde los araucanos Por el sr. H. Delaporte,

exalumno de Grignon y director de la Escuela Nacional de Agricultura, 1855, en Ítalo Salgado

(Compilador), Lorena Villegas, Samuel Quiroga, Travesías por la Araucanía. Relatos de viajeros de

mediados del siglo XIX, (Temuco: Ediciones de la Universidad Católica de Temuco, 2016), 243. 352 Edmond Reuel Smith, Los Araucanos o Notas sobre una gira efectuada entre las tribus indígenas de

Chile Meridional, (Santiago: Imprenta Universitaria, 1914), 124.

Page 148: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

139

En ese mismo sentido, Pedro Ruiz Aldea escribía hacia 1868 en el prólogo de

su texto Los Araucanos i sus costumbres:

“Si vamos a juzgar de la Araucanía por lo que dice la opinión pública, no

daremos nunca con la verdad, porque ésta se halla dividida en varias

parcialidades que tienen interés en que no se conozca. Para unos, Arauco no es

más que el Arauco antiguo, i para otros una nación salvaje que todavía no se ha

despojado de sus hábitos guerreros […] ¿Qué relación queremos encontrar entre

los araucanos del siglo XVI y los del siglo XIX? Ni Arauco es el Arauco de

Ercilla, ni tampoco una nación bárbara i grosera como quieren muchos”353.

Y más adelante, agrega: “De aquí han dimanado todos los errores que se han

difundido cuando se ha hablado de ellos: cada uno los ha pintado como ha querido o

parecídole (sic) que son […]”354.

Todo indica que, durante el siglo XIX, frente al discurso oficial, existió otro, un

discurso alterno, que conllevaba una crítica al saber convencional, que manifestó

insatisfacción con lo que se decía y conocía sobre los indígenas. Esta crítica tenía que

ver con la idea de que la Araucanía y sus habitantes habían sido enunciados y descritos

por el discurso oficial, no como una realidad sentida y experimentada, sino más bien

como una imagen construida desde la distancia cultural y geográfica. Sin duda desde

su ausencia. Existió entonces una alteridad discursiva que puso la atención y vista en

observar otras cosas, que propició generar un conocimiento sobre el indígena de

primera mano, basado en la experiencia, en donde la novedad y la nueva mirada pudo

dar paso a la discrepancia o el disenso.

Eduard Said, al intentar identificar las diversas formas de representar Oriente

por parte de Occidente, establece una diferencia entre lo que él nomina como un

orientalismo latente y un orientalismo manifiesto. Para este autor, el orientalismo

353 Pedro Ruiz Aldea, Los Araucanos i sus costumbres, (Santiago: Guillermo Miranda Editor, 1902), 5. 354 Ruiz Aldea, 1902: 5.

Page 149: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

140

latente es aquella manera de representar Oriente a partir de una serie de supuestos, uno

fundamental es la inferioridad racial, supuesto basado en la idea de la desigualdad de

las razas enunciada durante el siglo XIX por Cuvier en Le Regne animal, en el Essai

sur l´inégalité des races humanines de Gabineau y en The Dark Races of man de Robert

Knox. Así, también, ese orientalismo latente se habría formado a través de una visión

y enunciación acumulativa de voces prestigiosas de eruditos, viajeros y poetas, que

conformaron un Oriente quintaesencial, una especie de manifestación doctrinal

“doxológica”. Said sostiene que: “A los orientales raramente se les miraba

directamente, se les contemplaba a través de un filtro, se les analizaba no como a

ciudadanos o simplemente como a gente, sino como a problemas que hay que

resolver”355.

Contrariamente, el orientalismo manifiesto es aquel que se constituye de la

selección de diferentes criterios establecidos sobre la sociedad, esto es, las lenguas, las

literaturas, las historias orientales, aquel que se construye a partir del conocimiento de

características o aspectos particulares de una sociedad. Said plantea que: “Cualquier

cambio que se produzca en el conocimiento de Oriente está basado de modo casi

exclusivo en el orientalismo manifiesto”356.

Siguiendo las reflexiones de Eduard Said, podríamos identificar al discurso

oficial con el orientalismo latente. Es decir, aquel que pretende unanimidad, estabilidad

y perdurabilidad, pero que se aleja de la visión experimental de la Araucanía,

constituyendo una especie de araucanismo latente basado en supuestos como la

naturalización de la diferencia, donde la presunta incivilidad de los indígenas se instaló

como principal característica de distancia y oposición. Si bien es cierto, la obra de

Joseph Arthur de Gobineau, Essai sur l´inegalité des races humaines, se publicó en

1853 y 1855, se debe considerar que, previamente, durante los años 1840 y 1850, las

355 Said, 2002: 278-279. 356 Said, 2002: 277.

Page 150: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

141

obras sobre el rol jugado por las razas en las sociedades humanas se multiplicaron. Por

cierto, como bien lo plantea Carole Reynanuad-Paligot, un antecedente ineludible lo

constituye el aporte a esta postura realizado por Étienne Serres desde su cátedra de

anatomía e historia natural –que ocupó entre 1839 y 1855– innovadoramente

renombrada como Cátedra de Antropología, e instalada en el Museo Nacional de

Historia Natural de París, la cual otorgó un lugar importante al estudio de las razas y a

su influencia dentro de las sociedades357. Esta simiente conceptual permitió que

intelectuales como Michelet, Taine y Renan se vieran embebidos de esta nueva

percepción de “raza”, que permitía otorgar atributos o defectos a los grupos humanos

estudiados. En esta misma línea de análisis, es posible sustentar que los atributos de

heroísmo y belicosidad transmitidos por tres siglos a través de la obra de Alonso de

Ercilla se resignificaron para instalar al indígena como enemigo hostil y fiero.358

Por otro lado, aquel que he nombrado como discurso alterno, es posible

identificarlo con el orientalismo manifiesto, o en este caso con una especie de

araucanismo manifiesto, que plantea disenso y crítica frente al araucanismo latente,

pero que propone intención de conocimiento de la sociedad indígena a través de su

vista y experiencia, desplazando la mirada a su cotidianidad y superando la condena y

el rechazo a priori.

357 Carole Reynaud-Paligot, “Construction et circulation de la notion de “race” au cours du XIXe siècle”,

en Nicolas Bancel, Thomas David et Dominic Thomas, L´invention de la race. Des représentations

scientifiques aux exhibitions populaires (París: Éditions La Découverte, 2013), 103-116. 358 Leonardo León, parafraseando a Said, utilizó el concepto de mapuchismo para referirse a la historia

y representación que realizó Tomás Guevara en sus estudios sobre los Mapuche. A su juicio, y pese al

conocimiento de Guevara sobre ellos, este no escapó a una construcción prejuiciosa, instalando los vicios y perfil negativo con que fueron reconocidos durante el siglo XX. Para León, el referido mapuchismo

adquiere especial importancia a comienzos del siglo XX, solo a modo de antecedente histórico, el autor

refiere a las enunciaciones prejuiciosas previas a la instalación del mapuchismo, al respecto señala: “Fue

en esos años cuando, una vez concluida la usurpación de sus territorios y la negación de su autonomía

nacional, la construcción historiográfica de los mapuches se dirigió a despojarlos de su humanidad. En

el ámbito académico primaba la idea del bárbaro y del salvaje, contrapuesto al ideal del hombre

civilizado que plantó la ´ilustración´.” Leonardo León, “Historia y representación: Tomás Guevara y sus

estudios sobre los mapuches del Gulu Mapu” Historia Indígena 10 (2007): 47-61 (51)

Page 151: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

142

Expedicionarios, comerciantes, militares, sacerdotes, naturalistas, fueron

visitantes esporádicos y transitorios en territorio de la Araucanía durante la primera

mitad del siglo XIX, quienes se convirtieron en testigos de las características de este

territorio y sus habitantes359. Sin dejar de lado sus supuestos y con disímiles

motivaciones aprehendieron el territorio, muchos de ellos dejando registro de su

experiencia. Conocer su potencial agrícola, prospectar sus alcances mineros, comerciar

con los mapuches, insistir en su evangelización, proyectar su incorporación a la nación

o reconocer al mítico araucano, fueron motivaciones que impulsaron a muchos a

aventurarse en un territorio que, para esa época, se encontraba independiente del estado

chileno, en donde aún sus autoridades, su cultura y sus dinámicas cotidianas se

desarrollaban de forma independiente del alero estatal.

Todos estos viajeros, científicos o no, se anclaban en la tradición instaurada

durante el segundo tercio del siglo XVIII en Europa, aquello que Mary Louise Pratt

nominó como una conciencia planetaria, esto es, una nueva noción de concebir el

planeta, prospectarlo y de manifestar su conocimiento360. A partir de la publicación de

El sistema de la Naturaleza, de Carl Linneo en 1735, quien proponía un sistema de

clasificación para reconocer y caracterizar todas las formas vegetales del planeta,

conocidas o desconocidas para los europeos, se instaló una forma de conocimiento

estandarizado y global, de pretendida aspiración científica. Ese mismo año se llevó a

359 Diversos viajeros recorrieron el territorio de la Araucanía motivados por variadas razones, ejemplo

de ello son el alemán Eduard Poeppig (1826), Carlos César Maas (1847), Edmond Reuel Smith (1853)

y Paul Treutler. Importante es destacar el recorrido realizado por Claudio Gay a tierras mapuches, en

1835 estando en Valdivia tuvo la oportunidad de hacer expediciones a esas tierras y en 1838 recorre la

frontera norte del territorio mapuche, su última visita a este territorio fue a inicios de la “Pacificación de

la Araucanía”. Lo que es relevante en nuestro estudio es que Gay solo en 1870 logró redactar “la multitud

de informaciones dispersas que había podido reunir en sus viajes por el sur de Chile” como nos lo advierte Diego Milos en su reciente libro. Desde esa perspectiva y tomando en cuenta que las

enunciaciones de Gay sobre los mapuches no se conocieron durante la primera mitad del siglo XIX, esta

investigación no ha incluido el estudio y análisis de Claudio Gay. Para conocer la obra de Gay sobre los

mapuches es imprescindible la lectura de Diego Milos, Usos y costumbres de los araucanos. Claudio

Gay (Santiago: Taurus, 2018). Sobre viajeros en territorio mapuche véase Sanhueza, 2006; Caro, 2001;

Armando Cartes, Viajeros en tierras Mapuches (Tomé: Edición Al Aire Libro, 2013); Salgado, Villegas

y Quiroga, 2016. 360 Pratt, 1997: 38.

Page 152: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

143

cabo la primera gran expedición científica de Europa, la expedición de Charles Marie

de La Condamine, que pretendía determinar la forma exacta de la tierra. Pratt postula

que estos dos acontecimientos fueron fundamentales en la concepción de las elites

europeas sobre ellas mismas y su relación con el resto del mundo, habría sido el

surgimiento de una conciencia planetaria que se caracterizó por la exploración interior

y la construcción de significado a escala global a través de los aparatos descriptivos de

la historia natural361.

De allí el impulso al reconocimiento interior de los continentes en oposición a

la exploración marítima. La exploración de La Condamine marcó el comienzo de una

era de viajes científicos y de exploración interior. Viajes para cuya organización

concurrió el esfuerzo conjunto de las elites intelectuales y comerciales europeas,

captando el interés público que deseaba conocer las descripciones y testimonios de

tierras lejanas, dando origen a una variada producción textual. Estas exploraciones

generaron un cierto tipo de narrativa a través de la literatura de viajes. Una forma

concreta de manifestar conocimiento a través de la narración de lo experimentado en

aquellos viajes, “desplazando formas más antiguas de literatura de supervivencia, la

descripción cívica o la narrativa de navegación para dedicarse íntegramente al nuevo

proyecto de construcción de conocimiento que proponía la historia natural”.

Estas nuevas miradas no solo reconocieron la naturaleza y su entorno, sino que

incorporaron otros aspectos de la realidad. En ocasiones los relatos consistieron en

vividas descripciones etnográficas, reconociendo formas de vida de las sociedades

visitadas, escritos según el modelo tradicional de descripción de costumbres y

conductas. Todo indica que el género literatura de viaje permitió un cierto relato que

entregó descripciones prolijas de detalles, anécdotas y vivencias de las expediciones y

sus recorridos.

361 Pratt, 1997: 38.

Page 153: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

144

3.2. El relato de viaje: entre lo documental y lo narrativo

El relato de viaje se ha definido como “una narración en prosa en primera

persona que trata sobre un desplazamiento en el espacio hecha por un sujeto que,

asumiendo el doble papel de informante y protagonista de los hechos, manifiesta

explícitamente la correspondencia -veraz, objetiva- de tal desplazamiento con su

relato”362. Todo indica que la presencia del narrador en los hechos es un aporte a la

fiabilidad y veracidad de la información que consigna.

Sin embargo, el relato de viaje ha sido caracterizado por algunos autores como

un género friccional, esto es, en tensión entre su carácter documental y su construcción

narrativa, oscilando entre lo real y observado con lo imaginado363. Para algunos, esta

característica es lo que permite considerar a estos textos como históricos y literarios a

la vez364, ya que en ellos es posible advertir un anclaje factual, asentado en los hechos,

en los testimonios, en la realidad, con un componente cronológico y topográfico

verificables, que se conjugan con su carácter testimonial, el cual, si bien es cierto, apela

a la objetividad de lo vivido, necesariamente rescata el carácter de lo relatado365. Si

bien el viaje de expedición científica pretendió la adquisición de saberes comprobables,

no es menos cierto que los relatos de viajeros fueron acompañados por referencias de

lecturas anteriores o complementados con lo que escucharon o les contaron, incluyendo

además comparaciones con tierras lejanas. Se advierte que el relato de viaje es una

construcción narrativa que incorpora de forma orgánica y armónica no sólo el

362 Beatriz Colombi, “El viaje y su relato” en Revista de Estudios Latinoamericanos 43 (2006): 14. 363 El relato de viajes se presenta como un género que, lejos de limitarse a las formas puramente

diccionales (o sea, no-ficcionales), incluye también muchas estrategias y formas escriturales que

pertenecen al campo de la ficción. Oscilando entre dicción y ficción, entre la función puramente referencial y la función poética que incluye los más diversos procedimientos ficcionales, el relato de

viajes se caracteriza por su friccionalidad [...] Ottmar Ette “Literatura de viaje de Humboldt a

Braudillard”, Revista de Occidente 260 (2003): 108. 364 Verónica Ramírez, “Ciencia y literatura: Eduard Poeppig y su representación de la Araucanía (siglo

XIX)”, en Cuadernos de Historia Cultural 6 (2017): 41-42. 365 Luis Alburquerque-García “El relato de viajes: hitos, formas y evolución del género”, Revista de

Literatura 73/145 (2011): 17-18; Juan Villar “Paraliteratura y libros de viajes”, Revista Compas de

Letras 7 (1995): 20

Page 154: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

145

testimonio de lo visto, sino también lo oído de numerosos informantes y lo leído en

variadas fuentes documentales. Que un relato de viaje incluyera, en el siglo XIX,

evocaciones poéticas, por ejemplo, no lo hacía menos científico o veraz, sino que estos

formaban parte de los recursos estilísticos y narrativos que lo hacían atractivo a su

lector y que, a su vez, permitían al narrador construir una determinada representación

de la realidad a la que estaba aludiendo. Humboldt dio cuenta de aquello al advertir que

no existía ninguna contradicción entre la dimensión y la función científica del relato de

viaje y la puramente poética366.

Además de esta distinción entre el carácter documental y el ficcional en el relato

de viaje, otros autores han enfatizado la diferencia entre historia y discurso o, lo que en

la crítica literaria se denomina, la trama y el argumento367. En la narración, el viajero

expresa una construcción que podríamos nominar artística, es decir, una cierta

disposición de lo relatado que no necesariamente se apega estrictamente a lo visto y a

una secuencia cronológica de causa-efecto, sino que dispone los datos, hechos y

descripciones de acuerdo a los requerimientos de su relato368, “en una palabra la trama

366 Humboldt declara en el tomo II de su Cosmos: “Repito aquí de intento, que pueden darse a las

descripciones de la naturaleza contornos fijos y todo el rigor de la ciencia, sin despojarlas del soplo

vivificador de la imaginación. Adivine el observador el lazo que une al mundo intelectual al mundo

sensible, abarque la vida de la naturaleza y su vasta unidad más allá de los objetos que mutuamente se

limitan, que esta es la fuente de la poesía” Alexander von Humboldt, Cosmos. Ensayo de una descripción

física del mundo.(Madrid-Santiago de Chile: Los Libros de la Catarana, 2011), 231 367 Para la crítica literaria, según J.M. Pozuelo, la distinción “Historia” y “Discurso” es luminosamente

atraída y rescatada por los formalistas rusos, en especial por B. Tomachevski (1925), quien, con la

distinción en el relato entre trama y argumento, habría impulsado y otorgado nuevo sentido a la

constitución de los relatos. Para Tomachevski, de acuerdo a Pozuelo, la trama podría exponerse de una

manera pragmática siguiendo el orden natural, o sea, el orden cronológico y causal de los acontecimientos, independientemente del modo en que son dispuestos o introducidos en la obra. El

argumento, en cambio, estaría constituido por los mismos acontecimientos, respetando su orden de

aparición en la obra. José María Pozuelo, Teoría del Lenguaje Literario, (Madrid: Editorial Cátedra,

1988), 228. 368 En un estudio previo, resultado de esta investigación doctoral, abordé el relato de viaje y su valor

documental, estudio que fue publicado en: Viviana Gallardo “Domeyko y su viaje a la Araucanía: la

construcción narrativa del mundo indígena en los albores del Chile republicano” HiSTORelo. Revista de

Historia Regional y Local 12/24 (2020):14-39.

Page 155: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

146

es lo que ha ocurrido, efectivamente, el argumento es el modo en que el lector se ha

enterado de lo sucedido”369.

3.3. Recorriendo la Araucanía

Durante la primera mitad del siglo XIX fueron varios los viajeros que se

aventuraron por la Araucanía, sus finalidades y motivaciones fueron sin duda variadas.

Muchos atravesaron el territorio, pero no todos tenían como motivación conocer al

habitante de aquellas tierras y generar un temprano conocimiento etnográfico.

Un viajero que tempranamente recorrió tierras indígenas fue el alemán Eduard

Poeppig, quien llegó a Chile en el año 1826, después de haber permanecido en Estados

Unidos y Cuba. De formación médico, Poeppig manifestó un interés sin igual en el

reconocimiento herbáreo de América. Entusiasmado en su viaje hacia Chile, comenta:

“¡Pensad que a fines de marzo herborizaré Chile!”370. Su interés, como platea Carlos

Keller, traductor de su obra, fue estrictamente científico, su objetivo era “coleccionar

plantas y animales, pues su viaje fue financiado por algunos amigos sajones que

recibieron como retribución esos objetos de la historia natural. No venía como emisario

de ningún gobierno, y apenas tuvo contacto con el de Chile”371.

Producto de su recorrido por América del sur, Poeppig publicó en 1835 en

Lepzig una obra titulada Reise in Chile, Peru und auf dem Amazonenstrome während

der Jahre 1827-32 (Viaje en Chile, Perú y en el río Amazonas durante los años 1827-

32), cuyo primer volumen dedicó exclusivamente a Chile, mientras el segundo y final

se ocupó de Perú y Brasil. El primer volumen fue traducido por Carlos Keller en 1960

y titulado Un testigo en la alborada de Chile. Justificando su título, el traductor señala:

369 Pozuelo, 1988: 228 370 Carlos Keller, “Prólogo del traductor”, en Eduard Poeppig, Un testigo en la alborada de Chile

(Santiago: Zig-Zag, 1960), 13. 371 Keller, 1960: 11

Page 156: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

147

“es interesante escuchar a alguien que presenció los inicios, la gestación de la

nacionalidad y de la República”372.

Los años de recorrido por Chile, entre 1826 y 1829, corresponden al tumultuoso

y anárquico período post independencia. Durante su permanencia en el país recorrió

Valparaíso, el valle de Aconcagua, Los Andes, Talcahuano y el territorio de Antuco,

sector donde fue testigo de las acciones de los Pincheira y de los pehuenches. Sus

descripciones y observaciones se concentraron preferentemente en el Valle del

Aconcagua y en la región del Biobío. El método desplegado por Poeppig en su viaje

consistió en realizar largas estadías en un mismo sitio, conociendo y describiendo con

detalle. Su permanencia prolongada le permitió conocer a la población local, “de allí

que el Chile que describiera este alemán además de incluir paisajes, plantas y animales,

incorporase huasos, arrieros, hacendados y, sobre todo, mapuches”373. Si bien Poeppig

reconoce que estos territorios fueron visitados por otros viajeros que dejaron testimonio

de sus andanzas, reivindica y valora la permanencia prolongada en el territorio y la

observación y descripción que de ella deriva. Así lo advierte el propio naturalista, quien

señala:

“También sobre Chile y el Perú se han publicado desde entonces numerosas

relaciones, cuyos mérito y opiniones no es el caso de juzgar aquí; pero debe

destacarse que ninguna de ellas se ha basado en una estadía prolongada, con

fines netamente científicos. Mientras que británicos y franceses no fueron

parcos en sus juicios acerca del país que cantó Ercilla y sobre el imperio de los

antiguos incas, sólo rara vez algún alemán se hizo escuchar sobre ellos, aunque

en el mejor de los casos los visitó fugazmente durante algunas semanas”374.

Su recorrido por el territorio indígena comenzó con el reconocimiento de la

zona de Arauco, evocando allí lo conocido a través de La Araucana de Alonso de

372 Ibíd. 14 373 Ramírez, 2017: 49. 374 Eduard Poeppig, Un testigo en la alborada de Chile (Santiago: Zig-Zag, 1960), 17.

Page 157: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

148

Ercilla, poema pionero en establecer un imaginario del territorio y sus habitantes,

indicando: “proseguimos la navegación, para entrar en ella por la Boca Grande,

separada del canal (la Boca Chica) por la isla Quiriquina, que es pequeña pero elevada

y que adquirió fama histórica, como tantos lugares de esta provincia, apareciendo

también en “La Araucana”375. Es aquí donde el viajero establece una intertextualidad

con el poema de Ercilla, al cual evoca en varios episodios de su narración. Para

Verónica Ramírez esto representa la inclusión de la obra del viajero alemán en la

tradición épica occidental, la autora reconoce en el relato de Poeppig los tópicos más

característicos de la épica clásica renacentista, estos son: el naufragio, los incendios y

saqueos urbanos y el tópico épico de las edades376.

Durante su estadía en Talcahuano, Poeppig reafirmó su método científico y su

impronta de naturalista, permaneciendo en el sector todo el invierno, observando,

anotando y describiendo “y como pronto encontrara una casa en que podría dedicarme

a los asuntos propios de un naturalista sin ser molestado, y la región prometía

abundantes colecciones, acordé pasar en el pequeño caserío el invierno, que ya se

aproximaba”377.

Pero fue en Antuco donde el viajero reconoció el mundo indígena, territorio de

frontera, tal como él advierte, “último lugar poblado en la extremidad oriental del

país”378. Su avance, que incluyó las zonas de Hualqui, Rere y Yumbel, le permitió

acceder a los primeros encuentros con los indígenas y elaborar las descripciones que

dejará como testimonio en su obra. Con una marca innegable de miedo y desconfianza

por los habitantes que reconoce, Poeppig entrega descripciones en las cuales la

violencia, la ebriedad, el desenfreno y la salvajería son una constante. Así, nos relata:

375 Poeppig, 1960: 300. 376 Ramírez, 2017: 53. 377 Poeppig, 1960: 302. 378 Ibíd. 347.

Page 158: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

149

“Mi tropilla fue rodeada por centenares de indios pehuenches, de color cobrizo

y semidesnudos, que gritaban espantosamente y parecían dispuestos a

considerar el equipaje como su botín. Con los sonidos de una lengua jamás

escuchada, presentaban múltiples exigencias, y una embriaguez que rayaba en

la locura les dio el valor de cometer violencias, que les habría faltado bajo

otras circunstancias en el centro de una aldea chilena. Este asalto habría

podido tener consecuencias desagradables, pues mis acompañantes,

demasiado resueltos prepararon sus armas de fuego en medio de la reyerta.

Fuimos librados oportunamente del salvaje gentío por algunos dragones que

se apresuraron a ayudarnos”379.

Las costumbres indígenas que observó Poeppig, fueron consideradas por él

como bárbaras y crueles. Así, el viajero en más de una ocasión manifiesta desagrado y

no pocas veces, incluso, dolor, al observar las prácticas de justicia, las penas a muerte

y los enfrentamientos entre los propios indígenas. Es constante en el naturalista la

enunciación del miedo que lo asiste al recorrer el territorio indígena, la descripción

alude a un indio de prácticas salvajes, ebrio, atemorizador. Así, Poeppig comenta sobre

prácticas indígenas de guerra, pehuenches que habiendo vencido en sangrienta lucha a

los moluches, prueban su triunfo haciendo rodar las cabezas de los enemigos a sus pies,

“cuyas fisonomías salvajes y de súbito congeladas por la muerte ofrecían un aspecto

verdaderamente terrible”380.

Verónica Ramírez asume estas características entregadas por Poeppig como

parte del tópico de incendios y saqueos, sumamente presente en la épica clásica y

renacentista, de la cual, la obra del naturalista sería expresión381. Así, la destrucción de

ciudades por parte de los indígenas, el despliegue de su belicosidad, el saqueo y la razia

de ciudades son parte de este tópico, que “sugiere la imagen de un mundo en ruinas,

víctima de la violencia y de la codicia de sus enemigos”382.

379 Poeppig, 1960: 354-355. 380 Ibíd. 362. 381 Ramírez, 2017: 54. 382 María Gabriela Huidobro, El imaginario de la Guerra de Arauco (Santiago: FCE, 2017), 130.

Page 159: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

150

Estas características que el viajero insiste en instalar en su narración, recuerdan

un conocido tópico del relato de viaje, referido a la decepción de no encontrar aquello

que se desea reconocer, en este caso, el indígena retratado por Ercilla. Al respecto, el

viajero señala: “No eran estos los héroes de Ercilla, y por mucha licencia poética que

se concediera al español, los originales se distanciaban de una manera demasiado

repugnante del retrato”383.

Poeppig se traslada a través del territorio indígena con temor, cautela y

desconfianza. Además de las escenas que testimonia, es el desconocimiento de estos

indígenas lo que suma preocupación a su tránsito. Es a partir de ese desconocimiento

que la obra de Poeppig adquiere una intención etnográfica, pues el viajero es explícito

al señalar que “(…) merecieron mi preocupación también por el hecho de tratarse de

un pueblo todavía no descrito por ningún viajero, por lo cual se incluirán en este lugar

los resultados de esa investigación”384.

Si bien es cierto, la construcción del indígena que realiza Poeppig está marcada

por la desconfianza y el miedo a su supuesto salvajismo, el naturalista reconoce

distintos momentos o estados que condicionan y definen las acciones y actitudes de los

pehuenches, asignando a la ebriedad como causa de reacciones bárbaras y crueles.

Poeppig lo manifiesta en su estadía en la aldea de Antuco, el indio, dice, “no tiene nada

de peligroso en estado de sobriedad, pero se transforma en un animal feroz, que no

reconoce el miedo, ni reconoce relaciones anteriores, cuando se encuentra bajo la

influencia de las bebidas alcohólicas”385.

Así, también, establece una clara diferencia entre las características

manifestadas en tiempos de guerra y de paz. Es durante el conflicto que se muestran, a

su juicio, de una barbarie pavorosa. Reconociendo que los pehuenches están en

383 Poeppig, 1960: 356. 384 Ibíd. 391. 385 Poepipig, 1960: 387.

Page 160: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

151

permanente guerra con sus vecinos, el viajero relata una serie de episodios donde

muestra la barbarie indígena casi de aspecto diabólico. Describe sus rostros untados de

sangre de caballo, su permanente chivateo, sus cabellos largos sobre el rostro “ese

gentío, que parece estar constituido por espíritus que se han escapado del infierno”386.

Junto a estas descripciones, el viajero señala que el indígena en tiempos de paz es

hospitalario y que, en general, mantiene buenas relaciones comerciales “en los tratos

comerciales son honrados, desaprobando el hurto cobarde y la estafa”387.

Poeppig no será el único viajero que aprecia y describe la dualidad en el

comportamiento de los indígenas, lo que para algunos autores es garante de una mirada

más objetiva y menos sujeta a estereotipos, dichos o representaciones instaladas388.

Otros viajeros de paso fueron los también alemanes César Maas y Aquinas

Ried, quienes transitaron por la Araucanía como parte de un derrotero que los llevaba

a conocer las colonias de inmigrantes alemanes en Llanquihue. Ambos realizaron un

viaje conjunto dos décadas después de Poeppig, en 1847, y de sus vivencias cada uno

dejó registro, Cesar Maas, Viaje a través de las Provincias australes de la República

de Chile desde enero hasta junio de 1847 y Aquinas Ried, Diario de Viaje desde

Valparaíso hasta el Lago Llanquihue y de regreso (7 de febrero al 20 de junio de 1847).

Comerciante el primero, médico el segundo, la intención de conocer las colonias

alemanas en el sur de Chile, los llevó a transitar por la Araucanía, conocer su territorio

y describir a sus habitantes.

386 Poepipig, 1960: 401. 387 Ibíd. 403. 388 Esta apreciación es también válida para las descripciones y cometarios de Ignacio Domeyko. El

viajero reconoce características de los Mapuche en tiempos de guerra y de paz, al respecto, Lilianet

Brintrup sostiene que la inclusión de variadas características, positivas como negativas, muestra

objetividad y cientificismo. Lilianet Brintrup “Encuentros en el viaje a la Araucanía de Ignacio

Domeyko: La naturaleza y el Araucano” Anales de Literatura Chilena 4 (2003): 35-57 (50).

Page 161: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

152

En el relato de Maas se aprecian los preparativos y gestiones necesarias para

transitar por el territorio de la Araucanía. Inaugura las gestiones, la entrevista de

Aquinas Ried con el Presidente Manuel Bulnes, quien manifiesta su apoyo y, por cierto,

su inclinación a la idea de habitar las tierras del sur con población alemana.

“Nuestro amigo, el doctor Ried, fue presentado por don Francisco al Presidente

de la república el general Bulnes, quien le prometió toda clase de ayuda en su

viaje a través de la Araucanía, además le manifestó que era partidario de una

inmigración alemana al sur de Chile, pero que el gobierno no disponía de

recursos pecuniarios para fomentar dicho proyecto”389.

Además de relatar cómo consigue lo que denomina pasaporte para pasar por la

zona, Maas continua su narración indicando que él y Ried adquieren una serie de piezas

que les servirían como regalos, objetos de trueque o de canje con los indígenas, “retazos

de tela azul, y roja de dos varas, chaquiras, cuchillos, añil, espejitos, acordeones,

pañuelos rojos de algodón, estribos, etc. y gorras con galones dorados para los

caciques”390, todo esto utilizado como una forma de aproximación.

En el relato de Maas, la construcción del indígena cotidiano se asocia a lo que

le han contado o a lo que evoca. No es un registro testimonial, sino más bien la

reconstrucción de un imaginario, de lo oído, lo leído o lo sabido, de un indígena

valiente, histórico, aguerrido pero no menos peligroso, temido y hostil. Es el claro

ejemplo de la construcción del araucanismo latente, la reinstalación de características

pretéritas, no confirmadas, pero incuestionadas sobre los indígenas. Así, por ejemplo,

las características de embriaguez, salvajismo y destrucción se insertan en su obra por

relato y mención de otros, no es el viajero el testigo de ellas. En las proximidades de

los Ángeles, el baqueano que colabora con la expedición señala:

389 César Maas, Viaje a través de las Provincias Australes de la república de Chile desde enero hasta

junio de 1847 (Santiago: Revista Cóndor, 1916), 7. 390 Maas, 1916: 18.

Page 162: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

153

“Aquí fue […] donde aparecieron en tiempo de la guerra de la Independencia,

miles de indios y en el transcurso de varias horas saquearon y quemaron toda la

ciudad, enseguida se dirigieron a Yumbel. Con el vino que allá encontraron se

embriagaron de tal manera, que los patriotas pudieron expulsarlos. Más tarde

destruyeron la ciudad, lo mismo Nacimiento. En su avance al norte llegaron

hasta Chillán. Guiados por un oficial español, Pincheira incitando a estas hordas

salvajes al saqueo, al robo y al asesinato, esparcieron el terror y el espanto entre

los pobladores de estas provincias. Todavía son temidos los indios”391.

Asimismo y reforzando ese imaginario, Maas se refiere a la acción guerrera de

los mapuche. Si bien es cierto, él no fue testigo de despliegues bélicos, los describe

como si hubiese sido testigo de la escena:

“La lanza es muy flexible y en las guerras la alza a galope tendido, con las

cabelleras flotantes y sus caras pintadas, contra el enemigo para derribarlo. El

centro de la lanza casi toca el suelo. La punta se dirige contra el enemigo. La

caballería nada puede hacer para atajar tal ataque furioso de los indios. Solo la

infantería y los cañones las hacen mella. Nunca usan armas de fuego. Solo

lanzas y laques”392.

A todas luces, esa representación de escena bélica recuerda al pintor alemán

Mauricio Rugendas y su obra El malón. Caracterizado por el romanticismo y el

costumbrismo, el artista representó escenas detalladas de los países que visitó, sus

paisajes, personajes, escenas de la vida cotidiana, quien, a su propio decir, tuvo especial

interés por el habitante de la Araucanía393. De su producción sobre este territorio se han

391 Maas, 1916: 21. 392 Ibíd. 26. El destacado es mío. 393 Rugendas viajó a América por primera vez en 1821, con una expedición científica a Brasil, en la cual

participó como grabadista y dibujante. Allí permaneció cinco años, sus dibujos representan detalles botánicos y relatan costumbres indígenas. Su segundo viaje se inició en 1831. Salió de Europa hacia

Haití, desde donde pasó a México. Durante su estadía trabajó intensamente, se conocen alrededor de dos

mil obras sobre temas variados: trajes típicos, flora, fauna y pueblos indígenas. Desde allí fue desterrado

a Chile por ocultar a dos fugitivos conspiradores contra el general Anastasio Bustamante. Sobre

Rugendas ver los trabajos de Pablo Diener, “Lo pintoresco como categoría estética en el arte de viajeros.

Apuntes para la obra de Rugendas” Historia 40/2 (2007), Hetmut Schindler, “Rugendas y los araucanos:

Apuntes Etnográficos” en Rugendas, América de Punta a Cabo. Rugendas y la Araucanía, Exposición

y catálogo Pablo Diener Ojeda (Santiago: Editorial Aleda, 1992), Gabriel Cid y Jacinta Vergara,

Page 163: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

154

conservado 125 dibujos y casi una veintena de óleos. Rugendas había incorporado un

estereotipo del araucano, caracterizado por la bravura y gallardía, el orgullo y la

destreza física, atributos que había conocido anteriormente de la obra de Peter

Schmidtmeyer, Viaje a Chile a través de los Andes, editada en Londres en 1824, obra

que se constituyó en uno de los referentes de conocimiento social que utilizó en su

producción pictográfica394. El propio Schmidtmeyer señala: “[…] los araucanos

constituyen el único pueblo, que parece no haberse amedrentado en lo más mínimo

ante la nueva vista y el efecto de la artillería, fusilería, cotas de acero y caballos […]

los araucanos pelean con intrepidez y extraordinaria bravura”395.

César Maas conoció el trabajo del pintor alemán, ya que así lo comenta estando

en Talca en casa de su compatriota Eduardo Gutike y Muendt: “Nos entretuvimos

mirando los bonitos dibujos y ensayos del pintor alemán Rugendas, un buen amigo de

Gutike. Antes de su regreso a Europa le había dejado cuadernos con dibujos hechos en

sus viajes por México, Perú, Chile y Brasil”396. No es de extrañar, entonces, que la

representación gráfica de las destrezas guerreras de los mapuches motivaran a Maas a

incorporar estas escenas como relato vívido en su obra.

El resto del relato y descripciones del viajero se vinculan a su experiencia con

las autoridades indígenas, caciques principales con los cuales compartió. Ejemplo de

ello es su encuentro con Colipí, a quien describe como el cacique más rico y poderoso,

incluso lo menciona como “su majestad araucana” o en otras ocasiones como “el gran

“Representando “la copia Feliz del edén” Rugendas: Paisaje e identidad nacional en Chile, Siglo XIX”,

Revista de Historia Social y de las Mentalidades 15/2 (2011), Ricardo Bindis, Rugendas en Chile

(Santiago: Editorial Los Andes, 1989), Ana María Woolvett, “El redescubrimiento de Chile a través de los pintores viajeros. Una mirada a nuestra identidad” Tesis de Licenciatura en Historia, Pontificia

Universidad Católica de Chile, 2003. 394 Viviana Gallardo Porras, “Rugendas, artista viajero y su aporte a la construcción de la representación

indígena” Tiempo Histórico 4 (2012): 67-86. 395 Peter Schmidtmeyer, Viaje a Chile a través de los Andes. Realizado entre los años 1820-21 (Buenos

Aires: Editorial Claridad, 1947), 323. Es importante señalar que este viajero alemán no viajó hacia la

Araucanía, razón por la cual no fue incluido un análisis específico de su obra en este estudio. 396 Maas, 1916: 13.

Page 164: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

155

caudillo araucano”397. En esta parte del relato, Maas rescata el buen trato y

entendimiento que consigue con estas autoridades, vinculadas al gobierno chileno.

Comenta el viajero que Colipí recibe sueldo del estado y que ostenta el cargo de capitán

chileno, todo esto por haber luchado junto a los chilenos en contra de España. Un

aspecto que llama la atención es el detalle pormenorizado de sus atuendos, de

apariencia criollizada. Colipi es descrito de la siguiente manera:

“Su majestad araucana recién había hecho la siesta a la sombra de un frondoso

árbol y al acercarnos lo vimos ocupado en ponerse su casaca militar, es decir

una chaqueta azul con galones rojos, aparentando un soldado chileno. Tenía

puesta una camisa blanca con ancho cuello, que en esos momentos estaba

arreglando. No usaba pantalones, sino un chamal sujeto mediante un cinturón

de cuero con adornos de plata. Llevaba botas de potro, es decir, calzado hecho

de las patas de caballo, de una sola pieza, sin suelas, con una abertura para los

dedos de los pies que se afirmaban en los estribos. Cubría su cabeza un bonete,

a saber, un sombrero como los usaban los campesinos chilenos, adornado con

cintas de colores”398.

Mucho más despojado de características de alteridad, el cacique es construido

en su cercanía con el estado chileno.

En el Diario de viaje de Aquinas Ried399, al igual que en el relato de Maas, las

descripciones y observaciones sobre la Araucanía fueron presentadas como parte del

derrotero que realizaron desde Valparaíso hasta las colonias alemanas del sur

chileno400. En general, lo que observa Ried en Chile lo considera deplorable. Así, por

ejemplo, del palacio de gobierno en la ciudad de Santiago opina: “El palacio de la

Moneda es un conjunto extenso de muros de ladrillo muy poco característico. Falto de

397 Ibíd. 24. 398 Ibíd. 399 Aquinas Ried, Diario del viaje efectuado por el Dr. Aquinas Ried desde Valparaíso hasta el lago

Llanquihue y de regreso (7 de febrero de 1847 al 20 de junio del mismo año) (Santiago: Imprenta

Universitaria, 1920). 400 Salgado, Villegas y Quiroga, 2016.

Page 165: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

156

estilo determinado, falto de comodidades, falto de elegancia”401 y recordando la

construcción de la catedral santiaguina señala:

“La catedral, tan poderosa, es un edificio inconcluso. Bosquejada y construida

por dos ingleses, estando por iniciarse la construcción de las torres, los referidos

contratistas pidieron más dinero; el pueblo no pudo desembolsarlo y la obra ha

quedado sin terminar. Un indio, quien se había perfeccionado en el arte de la

arquitectura bajo la dirección de los antedichos ingleses, convino en colocar el

techo y concluir el edificio. Por lo tanto esta catedral católica, de la capital de

un país católico, ha sido construida por dos herejes y un infiel, un pobre e

ignorante indígena!”402.

En los Ángeles tiene la primera vista de los indígenas, de quienes dice que

tienen “aspecto bárbaro y mirada penetrante”403.

En general, en el relato de Ried, la construcción del araucanismo latente es

evidente. La nominación hacia el mundo indígena es la de araucano, siempre asociado

al atributo de belicosidad, ya sea evocando sus ataques en períodos coloniales contra

los hispanos o recordando las acciones de los misioneros instalados en Nacimiento en

1835, para someter con su prédica a los “indómitos araucanos”404. Al llegar a los

Ángeles señala que la población ha estado a menudo expuesta a “los ataques de los

araucanos”405, y de Nacimiento hacia el sur nomina el territorio como “el país de los

araucanos”406 y agrega: “Después de una jornada bastante larga, por campos y

despoblados, de improviso se nos presentan los primeros hombres de la raza del

país”407, esto refiriéndose al encuentro con el cacique Colipí en compañía de no menos

de 50 indígenas.

401 Ried, 1920: 19. 402 Ibíd. 403 Ibíd. 53. 404 Ibíd. 49. 405 Ibíd. 51. 406 Ibíd. 55. 407 Ibíd. 57.

Page 166: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

157

Al igual que Maas, los encuentros de Ried son con los más paradigmáticos

caciques del territorio, Colipí, y Pinoleo, de los cuales manifiesta, en general, buena

impresión. Son, sin embargo, las referencias al indígena común las cargadas de cierto

racismo y desprecio, principalmente la vista y consideración hacia las mujeres:

“Las mujeres araucanas son, por lo general obesas, chicas de pie ancho y de

andar pesado, semejante a andar de los patos…Las caras pintadas dan a los

indios un aspecto desagradable y ridículo, sobre todo a las mujeres cae mal esta

manera de adornarse”408.

Así, también, al describir la tan mencionada costumbre de elaborar el mudai por

las mujeres más ancianas de la comunidad, señala: “[…] Las viejas brujas,

encuclilladas junto al botijo, mastican sin cesar el maíz, moviendo las lacias y

arrugadas mejillas y la visión de las hechiceras de Macbeth se presenta a mis ojos”409.

3.4. El viaje de conocimiento etnográfico.

Como se advirtió más arriba, existieron otros viajeros que se aventuraron hasta el

territorio de la Araucanía con el interés específico de conocer las costumbres y

tradiciones de los mapuche de la zona, este es el caso de Ignacio Domeyko, Edmond

Reuel Smith y Henry Delaporte.

El poeta Jorge Tellier señaló que, a través de estos viajeros extranjeros, fue

posible conocer al mapuche viviendo en paz, con una vida sedentaria, advirtiéndose en

sus relatos los detalles de su vida doméstica y la utilización de recursos naturales y “un

nivel de vida, muchas veces superior al término medio del campesinado de la zona

central”410.

408 Ried, 1920: 64-66. 409 Ibíd. 61. 410 Jorge Tellier, “La Araucanía y los Mapuches según tres viajeros extranjeros del siglo pasado”, Boletín

de la Universidad de Chile 58 (1965): 4-12.

Page 167: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

158

Sin duda que un espacio sugerente de visitar en el Chile decimonónico fue la

Araucanía. Luego del agitado período de independencia, esta zona vivía en relativa

tranquilidad, de forma casi autónoma del Estado chileno. La literatura había

contribuido poderosamente con el conocimiento y difusión de las características de este

territorio y sus habitantes, siendo el poema épico La Araucana de Ercilla conocido por

quienes visitaban la zona atraídos por la figura del “indio indomable" que la habitaba.

Es en este contexto que deseamos relevar la obra de Ignacio Domeyko, hombre de

ciencia, reconocido y respetado intelectualmente, avalado por el estado en múltiples

tareas que se le asignaron, de gran prestigio intelectual en nuestro país, quien, entre sus

múltiples labores en Chile, visitó la Araucanía en el verano de 1845.

Convencido el intendente de Coquimbo, don José Santiago Aldunate, de las

potencialidades mineras de la zona y de la creciente necesidad de un conocimiento

profesional al respecto, gestionó a través del gobierno central la contratación de un

especialista que se dedicara a instruir a los jóvenes aportando al desarrollo minero de

la zona. Ignacio Domeyko, quien hacia 1837 se había titulado en la Escuela de Minas

de París, fue contratado por el gobierno chileno para esa misión.

3.4.1 El viaje de Ignacio Domeyko a la Araucanía

Ignacio Domeyko arribó a Chile en 1838, instalándose en la ciudad de

Coquimbo. Desde allí desplegó actividades de reconocimiento geológico y minero,

recorriendo los sectores del norte chico, “Eran viajes sacrificados, a lomo de mula, con

la sola compañía de un guía y durmiendo a la intemperie […] Pero cada expedición

colmaba al sabio con gratificantes observaciones y descubrimientos científicos, que

compartía después con sus alumnos y con las sociedades científicas de Europa” 411.

411 Hernán Godoy y Alfredo Lastra, Ignacio Domeyko. Un testimonio de su tiempo. Memorias y

correspondencia (Santiago: Editorial Universitaria, 1994), 18.

Page 168: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

159

Como era habitual para el científico, en el verano de 1845 preparó un viaje de

estudios, esta vez al sur del país, recorriendo desde Biobío a Valdivia. En este viaje el

mundo indígena de la Araucanía se convirtió en su nuevo objeto de estudio412.

Sus descripciones, comentarios y proyecciones sobre el mundo indígena fueron

consignados en su diario de viaje, bajo el título de Viaje a la Araucanía en 1845 y en

una obra titulada Araucanía y sus habitantes. Recuerdo de un viaje hecho en las

provincias meridionales de Chile en los meses de enero y febrero de 1845.

Un aspecto de mis reflexiones es plantearme qué impacto tuvo esta obra,

principalmente porque Domeyko había sido un sujeto reconocido por el Estado y sus

contemporáneos. Los méritos y servicios que el profesor Domeyko desplegó en

Coquimbo, fueron tempranamente reconocidos por las autoridades locales y

nacionales. El intendente de la provincia de Coquimbo, en 1841, don Juan Melgarejo,

destacó los méritos y servicios del profesor Domeyko en promover los conocimientos

científicos, y el propio Manuel Montt, quien se desempeñaba como Ministro de

Instrucción Pública, en carta al mismo intendente, manifestó: “Por lo que respecta al

mérito contraído por el profesor don Ignacio Domeyko en el desempeño de la clase que

preside, puede V.S prevenirle que, consagrando sus tareas a tan laudable objeto, se ha

hecho acreedor a la estimación del gobierno, i que se le tendrá presente para

recompensar sus servicios”413.

412 No existe acuerdo en la historiografía respecto de si Domeyko fue en misión oficial a la Araucanía,

es decir contratado por el gobierno chileno. Gonzalo Piwonka sostiene que Domeyko no contó con el

patrocinio oficial del gobierno. Paz Domeyko Lea-Plaza señala que el presidente Bulnes lo designó como enviado especial a la Araucanía. Revisadas las sesiones del Congreso Nacional del año 1845, no se

advierte ningún detalle de apoyo financiero o pagos realizados a Ignacio Domeyko para su expedición a

la Araucanía. Lo concreto es que Domeyko contó con numerosas cartas de recomendaciones para las

autoridades locales que facilitaron su tránsito y estadía en zona araucana. Ver Paz Domeyko Lea-Plaza,

Ignacio Domeyko. La vida de un emigrante (1802-1889) (Santiago, Editorial Sudamericana, 2002), 183;

Pinto, 2010: XXXVI. 413 Miguel Luis Amunátegui, Ignacio Domeyko, (Santiago: Ediciones de la Universidad de Chile, 1952),

23.

Page 169: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

160

Los ministros que sucedieron a Montt, Antonio Varas y Salvador Sanfuentes,

hicieron también en sus memorias al Congreso destacadas menciones a Ignacio

Domeyko414.

Suponemos que ese mismo prestigio hizo que su obra se difundiera y circulara

por el país. Su informe sobre la Araucanía fue publicado por la imprenta chilena ese

mismo año y reeditado en 1846415. Además, a fines de 1845 e inicios de 1846, fue

insertado el texto casi completo en los números 801, 802, 803 y 804 del periódico El

Araucano.

Sin duda estaban las condiciones para que su obra y sus apreciaciones

etnográficas tuviesen relevancia y acogida en las opiniones de sus coetáneos.

Efectivamente, hubo numerosos comentarios que circularon en columnas periodísticas

de la época, se alabó su forma de escribir, su manejo del castellano y su habilidad para

poder unir literatura y ciencia. Sin embargo, su obra Araucanía y sus habitantes, no

estuvo exenta de críticas. Destacados intelectuales y políticos aludieron críticamente a

las recomendaciones del naturalista expuestas en la tercera parte de su texto, es decir,

a todo lo que tenía que ver con la propuesta de incorporación de las poblaciones

indígenas.

No es interés en este capítulo indagar exclusivamente en las críticas hacia su

política indígena, ya que consideramos que centrarnos únicamente en esa temática sería

reeditar la misma falencia de sus coetáneos, es decir, no advertir que Domeyko, previo

a la enunciación de una "política indígena", realizó un diagnóstico y evaluación de la

tierra y los habitantes de la Araucanía. El objetivo central es, por lo tanto, identificar

precisamente ese diagnóstico, aquello que no se relevó, que no fue considerado por sus

414 Ver Berta Lastarria Cavero, Ignacio Domeyko y su época, 1802-1888, (Valparaíso: Sociedad

Imprenta y Litografía Universo, 1937), 51 y Amunátegui, 1952: 26. 415 Amunátegui señala las dos ediciones de la obra, en 1845 y 1846 y agrega “lo que era cosa

extraordinaria en Chile”, Amunátegui, 1952: 48.

Page 170: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

161

coetáneos, que voluntaria o involuntariamente se silenció, nos referimos en específico

a lo que Domeyko dice sobre el mundo indígena, a cómo describe al habitante de la

Araucanía y cómo lo enuncia, lo que podríamos considerar como un conocimiento

etnográfico, en fin, identificar cuál es el discurso sobre los “indios” que se despliega

en la obra de Domeyko, un discurso que sin duda podríamos considerar alterno al

discurso oficial.

Sostengo que en Domeyko se incubaba un nuevo discurso hacia el mundo

indígena, un discurso positivo avalado en el conocimiento de primera mano, en la

experiencia y en el reconocimiento del “indio” del presente. Ya no era exclusivamente

la evocación ercillesca del araucano, tampoco la de un utópico y despojado indígena

incorporado a la civilización. Esta nueva descripción del mundo indígena se construyó

con los datos de la experiencia, con la vista y opinión sobre sus cultivos, sus ganados,

sus costumbres, su saludo y cortesía. Los hechos heroicos y épicos que cantaba Ercilla

dieron paso a un indígena representado como un próspero agricultor, dueño de su tierra

y ganado. Es esta descripción la que acalló o desestimó la elite, la que no tuvo cabida

en sus comentarios, y que no fue considerada en el desarrollo de sus futuras políticas

gubernamentales hacia la Araucanía.

Abordar este tema lleva a reflexionar en cómo se fueron construyendo los

imaginarios y representaciones sociales del mundo indígena en el proceso de

construcción nacional. No cabe duda que la voz de los científicos fue una opinión

autorizada, suponemos respetada y escuchada, en otras palabras, fundante, en la

creación de estos imaginarios y de ese conocimiento. Sin embargo, y el estudio sobre

Domeyko así lo refiere, no es menos cierto que la elite nacional seleccionó y resignificó

la descripción que Domeyko realizó del mundo indígena.

Page 171: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

162

a) Investigaciones sobre Domeyko y la Araucanía

Abundante es la producción historiográfica y literaria que ha centrado su

quehacer en la figura del sabio polaco. Desde sus contemporáneos, como el historiador

Miguel Luis Amunátegui, hasta recientes publicaciones, destacan su calidad de

científico y humanista. Asimismo, no han faltado comentarios para su obra científica,

sus aportes a la minería nacional, su labor docente, su contribución a la instrucción

pública o el importante rol que desempeñó en la Universidad de Chile416.

Su incipiente y reducida producción “etnográfica”, nos referimos en concreto a

sus obras Araucanía y sus habitantes y su Diario de Viaje, también han sido objeto de

estudios y análisis pormenorizados. Interesantes resultan los de Gonzalo Piwonka,

Lilianet Brintrup y Jorge Pinto, quienes refieren en específico al viaje de Ignacio

Domeyko a la Araucanía417. Destacan también los trabajos de Armando Cartes y Rafael

Sagredo que, si bien no enfocan su trabajo de manera exclusiva en el sabio naturalista,

sí analizan con precisión su obra al referirse a los viajeros en tierras mapuche418.

Si bien estos estudios abordan con bastante profundidad la obra de Domeyko

sobre la Araucanía, creo necesario, sin embargo, precisar mis coincidencias y

diferencias con dichos estudios. Primeramente, y en particular sobre el carácter de la

obra, asumo que las apreciaciones etnográficas de Domeyko vertidas en sus textos son

parte de un discurso científico, producidas mediante una práctica científica. En este

416 Además de los autores ya citados, podemos destacar a Julio Pinto, “Ignacio Domeyko. La minería

como ciencia y como fe”, en Julio Pinto, Javier Jofré y Ricardo Nazer, Ignacio Domeyko, José Tomás

Urmeneta, Juan Brüggen. Tres forjadores de la minería nacional (Santiago: Instituto de ingenieros de

Minas de Chile, 1993) 41-82; Jaime Quezada, Ignacio Domeyko; sabio y gran viajero (Santiago: Zig-Zag, 1993); Zdzislaw Jan Ryn, Ignacio Domeyko: ciudadano de dos patrias (Antofagasta: Ediciones

Universitarias, UCN, 1994); Manuel Alcides Jofré, Ignacio Domeyko. Científico y humanista, (Santiago:

Editorial Universidad de Santiago de Chile, 2011). 417 Gonzalo Piwonka Figueroa, “Domeyko y la Araucanía chilena”, Anales de la Universidad de Chile

14 (2002): 77-118; Brintrup, 2003; Pinto, 2010. 418 Armando Cartes, Viajeros en Tierras Mapuches, (Tomé: Ediciones Al Aire Libro, 2013). Rafael

Sagredo, La ruta de los naturalistas. Las huellas de Gay, Domeyko y Phillippi (Santiago: Patrimonio

Cultural de Chile, Larraín Vial, 2012).

Page 172: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

163

punto coincido con Brintrup, para quien la obra Araucanía y sus habitantes es una

mezcla de narración y de prácticas científicas, una combinación de observaciones

empíricas y especulación imaginativa419. Dicha autora realiza un estudio de la obra de

Domeyko desde el análisis narrativo, estableciendo dos focos de atención, nominados

por ella como dos grandes encuentros del sabio, uno con la naturaleza de la región de

la Araucanía y otro con una alteridad cultural, con el indígena araucano. La autora logra

identificar el procedimiento científico de su labor etnográfica a través de las múltiples

actividades que el viajero realizó en su rápida visita a la zona. Principalmente refiere

al encuentro directo con el araucano. A su juicio, eso le permitió evaluar y concluir una

apreciación diferente de aquella preconcebida y aprendida a través de lo leído y

escuchado. La observación y admiración de sus sembrados resulta, a juicio de Brintrup,

decisiva a la hora de caracterizarlos, “Domeyko niega que la única acción de los

indígenas sea ‘sembrar’ el terror en los campos, como prejuiciosamente había sido

informado”420. Brintrup señala que el adjudicarles rasgos tanto positivos como

negativos, le permite a Domeyko establecer una clasificación del indígena que

evidencia la seriedad científica de su observación421.

Piwonka, por el contrario, desestima el carácter científico de la obra por varios

motivos. En primer lugar, sostiene que Domeyko, pese a su innegable formación

científica-humanista, no puede ser catalogado como un conocedor de la ciencia

etnológica aplicada y, menos aún, como un indigenista. Además, señala que su ética

cristiana le impidió y limitó a la hora de percibir de un modo objetivo y científico el

mundo indígena de la Araucanía. Desde esta perspectiva, este autor desestima que el

discurso de Domeyko constituya conocimiento etnográfico, para él el etnocentrismo,

la subjetividad y la fe permearon su discurso422.

419 Brintrup, 2003: 36. 420 Ibíd. 50. 421 Sobre esta clasificación, Brintrup postula que Domeyko divide a los araucanos en: araucanos salvajes,

araucanos más salvajes y araucanos menos salvajes. Brintrup, 2003: 50. 422 Piwonka, 2002: 86

Page 173: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

164

Por otra parte, Armando Cartes sostiene que el interés moderno de Domeyko se

ve reflejado en el propósito mismo del viaje, esto es “Investigar el carácter de aquellos

bárbaros, y tentar los medios más adecuados para reducirlos a la vida social”423.

Desde otra perspectiva, y coincidiendo con uno de los puntos de atención de mi

estudio, tanto Piwonka como Pinto, plantean en sus investigaciones el impacto que

produjo la obra de Domeyko entre sus contemporáneos y cómo ésta fue recibida y

comentada al momento de su publicación. Pinto sostiene que el prestigio del naturalista

como “hombre ponderado y sagaz observador de la realidad”, permitió que sus

opiniones sobre la Araucanía tuviesen alguna influencia en el sector político y la gente

ilustrada “que debía decidir qué hacer en una región aún no sometida a la soberanía del

Estado Chileno”424. Las reflexiones y análisis de ambos autores, Piwonka y Pinto, se

centran fundamentalmente en las críticas y comentarios que la producción de Domeyko

tuvo por parte de la elite política e intelectual de su tiempo. Ambos autores rescatan,

por ejemplo, los comentarios de Andrés Bello y Antonio García Reyes, intelectuales

que desestimaron el plan y propuesta de Domeyko para la incorporación o reducción

de los indígenas. Más aún, Piwonka llega aún más lejos y se pronuncia sobre la

intención de Domeyko, señalando al respecto:

“El ocasional viajero -mundialmente indubitado gran sabio mineralogista- con

menos de siete años de residencia en Chile, casi todos ellos en el norte, y testigo

apenas de dos meses de fragmentos territoriales de todo el hábitat araucano se

convierte en catequista de cómo debe el estado nacional ‘civilizar’ a sus

habitantes”425.

A nuestro juicio es importante destacar que, tal como los contemporáneos de

Domeyko, que sólo comentaron y criticaron su propuesta y programa de incorporación,

silenciando cualquier otra enunciación sobre el mundo indígena, estos autores siguen

423 Cartes, 2013: 115 424 Pinto, 2010: xv. 425 Piwonka, 2002: 91.

Page 174: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

165

el mismo derrotero de análisis, es decir, rescatan e incluyen en sus artículos las críticas

a la obra de Domeyko, pero no se revela en estos estudios la indagación sobre si

Domeyko instaló un nuevo discurso sobre el mundo indígena, un discurso que matizase

las opiniones que en aquella época se vertían sobre los habitantes de la Araucanía, que

rescatase un posible conocimiento etnográfico de ese territorio. Más aún, los autores

tienden a coincidir con las críticas que la obra recibió en su época. Así, para Piwonka,

Domeyko consideró a la Araucanía como una verdadera cruzada para cristianizar

pueblos no cristianos, deber de creyente militante, lo que lo habría alejado del ideal de

investigador objetivo del mundo y del hábitat araucano426. Y Pinto, coincidiendo con

Piwonka, sostiene que la motivación del viaje de Domeyko y su posterior informe o

Memoria corresponde más bien a un celo misional, a la labor de un católico militante

que habría visto en la Araucanía “un campo fecundo para derramar fe, la única que abre

las puertas a la civilización y une a los habitantes de la patria”427.

De los estudios comentados, coincido con Brintrup, respecto al reconocimiento

de un nuevo discurso sobre el indígena. A juicio de esta autora, al desplazarse con

tranquilidad por el territorio indígena, Domeyko crea una narración en donde la fiereza

de sus habitantes es depuesta en favor de la honradez y de la hospitalidad428.

Pinto también propone que Domeyko modificó algunos de los prejuicios o

juicios que circulaban en Chile sobre el mundo indígena. Al respecto destaca que el

científico quedó sorprendido por la riqueza de este pueblo, del bienestar alcanzado,

dice que Domeyko habló de un pueblo aventajado “que supera a varios del mundo

cristiano”, sin embargo, el historiador reconoce que también en el texto de Domeyko

existe la enunciación al indígena que siembra el terror, a la imagen de “una fiera

insaciable de sangre y saqueo”429. A juicio de Pinto, Domeyko estuvo muy poco tiempo

426 Piwonka, 2002: 91. 427 Pinto, 2010: xliii. 428 Brintrup, 2003: 49. 429 Pinto, 2010: xliii.

Page 175: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

166

en la frontera como para hacerse una idea completa de las características de este pueblo,

así justifica este doble discurso, al que califica de cierta manera como contradicciones

de su relato. Para Armando Cartes, el relato de Domeyko y su descripción sobre el

mapuche es contradictorio y ambiguo, presentando el choque o pugna entre “su

formación científica y su personalidad romántica”430. Pero, pese a la ambigüedad

reconocida, Cartes rescata la habilidad de Domeyko para mostrar rasgos positivos y

negativos de los mapuche, lo que a su juicio “evidencia la imparcialidad de lo

observado y, al mismo tiempo, su mirada flexible y humana”431. Según Sagredo, una

actitud permanente en Domeyko fue la añoranza de su patria derivada de su experiencia

del exilio, lo que se evidenció en sus descripciones del territorio de la Araucanía y de

sus habitantes432. Su relato transmite admiración por ese territorio y su pueblo,

representando a través de ella a su Polonia añorada. La exaltación patriótica, a juicio

de Sagredo, se manifiesta en sus constantes alusiones a la heroica resistencia araucana,

la que identifica con su propia lucha contra los rusos en la ocupación de su natal

Polonia433.

b) Práctica científica y construcción de una mirada etnográfica.

Al plantear que el procedimiento desplegado por Domeyko en su visita a la

Araucanía es parte de una práctica científica y que su producción textual, consecuencia

de este viaje, tiene ese carácter, necesariamente me obliga a reconocer y describir ese

método, para lo cual, la referencia a Humboldt y su aporte, me resulta obligada.

La mirada de una naturaleza en permanente unión y ligazón posibilitó en

Humboldt un tipo de investigación y análisis holístico, un concepto global de la

geografía física, que derivó en que sus estudios científicos abarcaran distintas ramas

430 Cartes, 2013: 109. 431 Ibíd. 112. 432 Sagredo, 2012: 44. 433 Ibíd. 60.

Page 176: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

167

de la ciencia434. El interés del científico prusiano fue buscar las relaciones entre los

diferentes componentes de su física del globo y de estudiar de qué manera estos

componentes eran influidos por otros elementos, tanto como por el medio ambiente en

que se encontraban. Este método lo aplicó en todas sus investigaciones, ya sea para

estudiar las relaciones entre plantas y minerales, clima y vegetación, como entre el

hombre y su entorno435.

“[…] para contribuir a los progresos de la geognosia, que es una ciencia de

encadenamientos, es preciso renunciar á la cumulación [sic] estéril de hechos

aislados y estudiar las relaciones que existen entre las desigualdades del suelo,

la dirección de las cordilleras y la naturaleza mineralógica de los terrenos”436.

Su método empírico, además, se complementó con el rescate y estudio de la

historia de las zonas recorridas. Para el caso americano, Humboldt utilizó las antiguas

fuentes españolas, relatos de cronistas, viajeros, misioneros y funcionaros que

entregaron las más tempranas descripciones del nuevo mundo. Valoró sus obras, pues,

a su juicio, estos cronistas fueron los precursores de lo que él llamó física del globo, la

cual contempla todos los aspectos a la vez. El científico sacó estos “[…] cronistas

españoles del olvido y utilizó sus escritos como material científico, hizo que

recuperaran y se pusieran estas valiosas fuentes a disposición de la ciencia, lo cual

constituye, de forma indirecta, una contribución a ésta”437. Humboldt, al analizar la

cordillera de los Andes y reflexionar sobre el origen de su nombre, señala: “El Inca

434 Es posible dimensionar la obra de Humboldt al advertir el vasto campo de sus estudios científicos,

que incluyeron sus investigaciones biológicas sobre la distribución de plantas y sus condiciones

ecológicas, los experimentos químicos y electrobiológicos con organismos vivos, así como trabajos

sobre la forma y la superficie de la tierra, relacionados con datos climáticos y físicos. Su amplia

formación le posibilitó adentrarse en otras disciplinas, como la física biológica, la química o la medicina. Véase Sandra Rebok, “La expedición americana de Alexander Von Humboldt y su contribución a la

ciencia del siglo XIX”, Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos 003/32 (2003): 441-458. 435 Rebok, 2003: 446. 436 Alexander von Humboldt, Viage á las regiones equinocciales del nuevo continente, hecho en 1799

hasta 1804 por Al. De Humboldt y A. Bonpland /redactado por Alejandro de Humboldt. Continuación

indispensable al Ensayo Político sobre el reino de la Nueva España, por el mismo autor. Tomo V (París:

En Casa de Rosa, 1826), 72. 437 Rebok, 2003: 449.

Page 177: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

168

Garcilaso, hijo de una princesa peruana, que escribió con gran simplicidad la historia

de su país natal en los primeros años de la conquista, no da etimología alguna del

nombre de los Andes”438.

Directa o indirectamente, la propuesta humboldtiana influyó en naturalistas y

viajeros, en sus formas de observar y describir, en sus trabajos de campo y, por sobre

todo, en superar los límites que la especificidad disciplinaria les daba. Casos como los

de Alcides d'Orbigny, en su recorrido por Bolivia, o Ignacio Domeyko en la Araucanía,

son un buen ejemplo, ya que incorporaron en sus investigaciones a las sociedades

indígenas sudamericanas, constituyéndolas en objeto significativo de sus estudios439.

La experiencia y práctica de Alcides d'Orbigny, quien en el transcurso de sus

viajes compartió con las poblaciones originarias de América y las asumió como objeto

de conocimiento científico, me parece relevante al momento de intentar develar la

construcción de una mirada etnográfica durante el siglo XIX en América.

Declarada la independencia de Bolivia el 6 de agosto de 1825, la nueva nación

abrió fronteras para el ingreso de misiones científicas; fue entonces cuando el Museo

de Historia Natural de París, resolvió constituir una misión científica en Bolivia.

Después de algunos nombres propuestos para llevar a cabo esta misión, se escogió al

joven y brillante científico Alcides d’Orbigny. El científico aceptó su designación e

inmediatamente abrió un Diario de Viaje, en julio de 1826 y escribió en su primera

438 Humboldt, 1826: 99. 439 d' Orbigny ingresó a Bolivia en 1830, a sólo cinco años de la fundación de la república, cuando aún

su temprano gobierno no tenía determinada la extensión territorial exacta de la nueva nación ni tampoco

se conocían sus recursos naturales y su población real, clasificada regional y nacionalmente; se ignoraba,

entonces, cuál era el eje financiero de sus exportaciones e importaciones; con qué respaldo contaban las

cuentas nacionales del Presupuesto General de la Nación, además de otros aspectos estatales esenciales

que había que fijar con autoridad plena y con convincente veracidad científica. Esta cita en Juan

Albarracín Millán, Una visión esplendorosa de Bolivia. Las exploraciones de Alcides d' Orbigny en

Bolivia (La Paz: Plural Editores, 2002), 21.

Page 178: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

169

página “Estamos dispuestos, si era necesario, a entregarle a este viaje, toda nuestra

existencia”440.

En sus tempranas reflexiones, pensó que no debía excluir de estas

preocupaciones el estudio del hombre, “el ser más perfecto de todos los seres” del

universo. Además, por lo que le informaron, era muy poco lo que se conocía de la vida

y costumbres de sus habitantes441.

En el territorio de los Guarayos, el científico galo mostró el mayor interés por

conocer a sus habitantes, convirtiendo a la población en su objeto de estudio. Al

respecto, expresó que le atraía conocerlos de cerca para comparar la obra de las

reducciones hechas por las órdenes religiosas de Paraguay y Perú y, en particular, para

ver “al primer hombre salvaje de las selvas del nuevo mundo que recibió el primer

grado de civilización”442.

Alcides d' Orbigny destacó por su aporte y conocimiento científico

multidisciplinario a la Bolivia de los primeros años republicanos, incluyendo en sus

estudios la percepción y descripción de las poblaciones indígenas de las zonas que

visitó. Según René Arze, su talento para la investigación científica estuvo acompañado

de una convicción humanista que le permitió estudiar a todos los grupos étnicos con

los que convivió, superando la visión del exotismo o constante paternalismo con que

se miraba en el siglo XIX a los aborígenes americanos443. Al respecto destacamos las

palabras del historiador boliviano:

“No hay en su extensa obra una nota de menosprecio o sarcasmo, por extrañas

que fuesen las costumbres y usos con los que tropezaba y que registraba

440 Albarracín Millán, 2002: 36. 441 Ibíd. 442 Albarracín Millán, 2002: 222. 443 René Arze, “Alcide d' Orbigny en la visión de los bolivianos”, en Boletín del Instituto Francés de

Estudios Andinos 003/32 (2003): 467- 477.

Page 179: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

170

puntualmente en su diario de viaje, como auténtico precursor del moderno

concepto de la 'Otredad' es decir, el reconocimiento y el respeto al otro”444.

Este viajero fue capaz de advertir otro tipo de características del mundo

indígena, dando pasos significativos al conocimiento de éstas, principalmente con la

observación y registro de sus organizaciones sociales. Ya no fue sólo la observación de

la naturaleza lo que interesó al naturalista, sino también el funcionamiento y análisis

de las sociedades observadas.

Parte de la metodología reconocible dice relación con el contacto directo con

las poblaciones indígenas. Así, el joven naturalista francés compartió el modo de vida

de las poblaciones visitadas y apuntó en sus diarios de viaje las primeras impresiones

que estos grupos le dejaban.

En el territorio Guarayo vivió entre su gente durante un mes y una semana,

tiempo que le permitió estudiar sus costumbres, religión e industrias. En sus escritos

destacó lo amigable de su trato, los describe como desenvueltos, de bellas

proporciones, caracterizando detalladamente a sus mujeres. También los retrató en sus

normas sociales: “Ofrecen franqueza, hospitalidad y todas las virtudes […] son buenos

padres, buenos maridos, y aunque graves por hábito, se creen, en medio de la

abundancia y de la libertad salvaje, los más felices de los mortales”445.

Otro aspecto importante de la obra de d’Orbigny tiene que ver con la exposición

de los resultados de su observación. Jean-Pierre Chaumeil distingue en la producción

de este viajero dos momentos o etapas en su reflexión antropológica. La primera es el

tiempo de la ‘descripción’, materializada en el diario de viaje, relación completa con

datos inéditos complementados con información o manuscritos de misioneros; el

segundo es el de la ‘síntesis’, representada en su obra El Hombre Americano,

444 Arze, 2003: 473. 445 Albarracín Millán., 2002: 225.

Page 180: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

171

producción meditada y sistematizada acerca de las observaciones recogidas en el viaje,

en la cual propone una nueva clasificación de los pueblos sudamericanos en tres

grandes razas. Alcides d' Orbigny dio también mucha importancia al papel de la

iconografía como parte integrante de sus trabajos, cerca de 500 láminas ilustran su obra,

las cuales constituyen documentos iconográficos de gran interés etnográfico446. El

propio naturalista, refiriéndose a sus ocupaciones durante su travesía por las misiones

de Mojos, entrega información de su método de trabajo:

“Tenía que poner en orden mis notas y mis itinerarios geográficos, reunir los

objetos de historia natural tomados de los alrededores, estudiar la misión y sus

archivos, y, sobre todo, escribir vocabularios de las lenguas cayuvava,

pacaguara e iténez. Para estar aquí, sólo unos días, éstas eran jornadas

abrumadora […] Tales tareas no me dejaban más que contados instantes de

descanso que aprovechaba para recorrer los aledaños”447.

Si recapitulamos sobre los puntos identificados en la construcción de una

mirada etnográfica por parte del naturalista francés, advertimos:

1.- Construcción de un objeto de estudio: asumir a las sociedades indígenas como

sujetos susceptibles de conocer y analizar.

2.- Cambios en la manera de percibir al mundo indígena: relevar sus costumbres, sus

formas de vida, estructuras sociales y características económicas.

3.- Metodología desarrollada: trabajo en terreno, observación participante, relación

directa con las poblaciones indígenas.

446 Jean-Pierre Chaumeil, “Dos visiones del hombre americano. D' Orbigny, Marcoy y la etnología

sudamericana”, en Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos 003/32 (2003): 459- 466. 447 Albarracín Millán., 2002: 245.

Page 181: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

172

4.- Construcción de un relato en dos momentos de producción: in situ, corresponde al

diario de viaje; y su síntesis, con una obra sistematizada.

5.- Complemento del relato con información proveniente de crónicas, cartas y datos de

misioneros.

Ahora bien, frente a nuestro tema en estudio, si examinamos la labor desplegada

por Ignacio Domeyko en la Araucanía, advertimos que comparte en gran medida las

características del trabajo de Alcides d' Orbigny.

Domeyko construyó el relato sobre su experiencia en la Araucanía en dos

momentos: el primero expresado en su diario de viaje, documento titulado Viaje a la

Araucanía en el año 1845 y el segundo -el momento de la síntesis como lo define

Chaumeil- en su obra titulada “Araucanía y sus habitantes: Recuerdo de un viaje hecho

en las provincias meridionales de Chile en los meses de enero y febrero de 1845”. A

estos documentos debemos agregar, además, su producción iconográfica, algunas

acuarelas que refieren a costumbres indígenas, caciques reunidos, mujeres araucanas

con sus telares e hijos. Lamentablemente el acceso a este tipo de documentos es muy

restringido, por ello no lo incorporaremos en nuestro análisis448.

En su diario de viaje, Domeyko enuncia con claridad su objeto de estudio al

señalar:

“¿Acaso no es digno de ser visto un país449 libre, independiente, aunque salvaje,

que permaneció hasta el día de hoy tal como fue hace tres siglos, antes de la

448 Algunas acuarelas de Domeyko se encuentran en el texto de Paz Domeyko Lea-Plaza. En este texto la autora comenta: “Domeyko, inspirado, sacó una tablilla para hacer bosquejos, algunas acuarela y ese

mismo día dibujó a varios araucanos sentados bajo una ramada sostenida por unos postes. Varias veces

durante este viaje registró en pequeñas pinturas escenas de la vida indígena”. La autora además consigna

que miembros de la familia de Ignacio Domeyko aún conservan ocho de estas acuarelas. Domeyko Lea-

Plaza, 2002: 191-192-196-204. 449 Necesario es aclarar que hacia 1845 el concepto país no tiene una connotación política, su definición

hacia 1843 era de: “región, reino, provincia o territorio”, Diccionario Real Academia Española (1843),

521.

Page 182: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

173

llegada de los conquistadores de alma de fuego, vestidos con aceros? ¿Por

ventura no es asunto de interés conocer al americano indígena, hasta ahora

independiente, amo y señor de su tierra? ¿La crónica precolombina viviente?”

Y más adelante, señala:

“Si es lícito que los turistas, por aburrimiento, recorran las capitales del mundo

civilizado para su diversión, con comodidades, para ver lo que cada país dejó

en herencia, ¿no es mejor y más noble conocer a gentes que, por su congénito

amor a la patria, medio desnudos, con arcos y mazas, se resistieron a la fuerza

castellana, conservando hasta el presente sus almas primarias y lo que sus

antepasados les legaron?”450.

Con estas interrogantes, Domeyko inicia sus notas sobre su viaje a la Araucanía.

Sin duda, ellas revelan la construcción de su objeto de estudio, “es asunto de interés

conocer al americano indígena”451, su traslado a las tierras sureñas tiene un objetivo

claro que explicita en sus testimonios.

Decidido el objetivo y derrotero, el viajero, en su calidad de viajero-lector, se

instruye a través de lo dicho y escrito sobre su objeto de estudio. Domeyko indica que

estando en Valparaíso, pronto a iniciar su viaje, adquirió un ejemplar de La Araucana

de Alonso de Ercilla. Esta obra fue fundamental en su relato de viaje. A medida que

recorre el territorio inserta pasajes de este poema, evocando hechos históricos y

también admirándose de la buena descripción geográfica del poeta. Así, escalando el

cerro Marigüeñu, Domeyko señala:

“El día era sereno, de calma en el ambiente, y el cielo azul; saqué del bolsillo

la Araucana de Ercilla y leí el modo en que relata aquel triunfo de los indios

independientes. Me admiró ante todo la exactitud con que el poeta conquistador

reprodujo la forma de este cerro, pues, aunque no participó en la batalla de

450 Domeyko, 2010c: 116. 451 Ibíd.

Page 183: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

174

Marigueñu, le tocó recorrer esa ruta en los posteriores encuentros con los

araucanos”452.

Domeyko realizó trabajo de campo, en terreno, visitó y compartió con los

indígenas en su propio ambiente. Fue testigo de primera mano de su fisonomía y

costumbres.

“Pude observar a esos hombres más de cerca: el color de sus rostros, no muy

oscuro, era algo más claro que el de las tribus indias de las regiones nortinas de

Coquimbo y Huasco […] El rostro del araucano es ancho, los labios, sobre todo

el inferior, son gruesos, la frente tiene apenas dos o tres pulgadas de alto, el pelo

negro, grueso, en los ojos un salvajismo difícil de describir, pero no repelente

[...]”453.

Su mirada no sólo se detuvo con detalle en las características físicas de sus

observados, sino que también develó ceremonias rituales, modos de producción,

formas de cultivo, advertencias lingüísticas, formas de entretención e incluso

enemistades locales.

“Para observar mejor a los araucanos más primitivos, con quienes me topé aquí

por primera vez, se me aconsejó ir a una de las mejores tabernas, donde suelen

parar los indios que vienen desde lejos [...] Fui allá y vi una gran sala, parecida

a las de nuestras posadas, con bancos alrededor [...] En torno se sentaba, en los

bancos, la indiada, algunos en tierra, con piernas encogidas a la turca. No había

disputas ni escándalo; tampoco había mujeres. Casi cada uno de los indios

estaba sentado cabizbajo, callando o murmurando en voz gruesa y gutural.

Sorbían tranquilamente unos chicha (es decir, sidra de manzana) y los otros

aguardiente”454.

452 Domeyko, 2010c: 125. 453 Ibíd. 142. 454 Ibíd. 133.

Page 184: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

175

El naturalista intenta comprender las costumbres indígenas, reflexiona sobre sus

orígenes o procedencia, así cuando el cacique de Tirúa lo recibe con gran hospitalidad,

Domeyko comenta:

“Este modo de recibir a los huéspedes [...] no podía ser una simple invención

humana, introducida artificialmente o bajo presión entre los salvajes; debe ser

la herencia de un nivel moral de la Araucanía del que ya se perdieron las

tradiciones, de un estado de cultura y efecto más elevado de como los hallaron

los españoles”455.

Brintrup señala que, para Domeyko, la hospitalidad, honestidad y generosidad

correspondían a gestos independientes del quehacer chileno, ya que son valores que el

científico ancla en el pasado precolombino456.

Es importante considerar que aquello que el científico observa y describe, es

precisado y complementado con lo leído y en muchos casos también con lo oído.

Sugerente resulta este aspecto, pues consideramos que señala una forma de cómo se

entendía la práctica científica en el siglo XIX, lo que incluía, por cierto, la presentación

de resultados a través de diarios o relatos de viajes, informes o memorias. De este

modo, el relato de viaje de Ignacio Domeyko entrega información de primera mano, lo

que el viajero ve, pero también lo que el viajero evoca. Sin duda, Domeyko es un

viajero- lector. Es importante reconocer que completa su relato con información que

deriva de la lectura. Al recorrer los campos de Andalién, Domeyko comenta: “De

pronto, como en virtud de un conjuro, revivió en mi memoria lo que ya sabía de esa

batalla por el poema de Ercilla y por las viejas crónicas”457.

455 Domeyko, 2010c: 157 456 Brintrup, 2003: 54. 457 Domeyko, 2010c: 116.

Page 185: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

176

El naturalista es claro en advertir cómo construye su conocimiento. Comenta en

Tirúa: “De lo que he visto y de la conversación con el capitán y con algunos indios que

hablaban poco el español, pude formarme una idea del modo de vivir de este pueblo”458.

Es importante destacar que Domeyko denuncia en su relato la existencia y

difusión, a su juicio, de un equívoco o distorsionado conocimiento del mundo indígena

y propone una aproximación a ellos a través de los comentarios de quienes los

conocieron y tuvieron trato con ellos.

El valor científico del testimonio etnográfico de Domeyko es compartido por

Mario Orellana, quien en su obra Historia de la Arqueología en Chile, posiciona a

Domeyko como un precursor de la antropología en el período anterior a 1882. Orellana

destaca la información que entrega el naturalista sobre algunas características y

costumbres indígenas como la dualidad de su comportamiento, esto es en épocas de

paz y guerra, sus costumbres mortuorias, y descripciones de la mujer araucana459.

c) Imaginario Indígena en Ignacio Domeyko

Como indicamos anteriormente, pese a la permanencia breve de Domeyko en

la zona de la Araucanía, el científico publicó un preciado texto con las descripciones y

resultados de su análisis, su obra fue titulada “Araucanía y sus habitantes: Recuerdo

de un viaje hecho en las provincias meridionales de Chile en los meses de enero y

febrero de 1845. Es a través de esta obra donde se difunden sus apreciaciones sobre la

población de la Araucanía, realizando una verdadera evaluación y diagnóstico, para

458 Domeyko, 2010c: 160. 459 Una versión preliminar sobre el carácter científico de la obra etnográfica de Domeyko, que es

producto de esta investigación, fue publicada previamente en: Viviana Gallardo “El discurso etnográfico

y la representación indígena en la obra de Ignacio Domeyko: una voz disidente” Revista Chilena de

Antropología 40 (2019): 204-220.

Page 186: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

177

luego proponer un programa de incorporación de estas poblaciones a la emergente

nación chilena.460

La obra se estructura en tres partes. En primer lugar, entrega una detallada

descripción del territorio de la Araucanía. Allí enuncia sus características físicas y

delinea minuciosamente el “territorio indio” entre el río Biobío y el río Valdivia. Ríos

y árboles, cordilleras y selvas impenetrables, no escapan a su mirada. En la segunda

parte de su relato, expone las costumbres de sus habitantes, enunciándolas como

“estado moral de los araucanos, sus usos y costumbres”. Allí traza sus formas de vida,

creencias y ritos, sus habitaciones, quehaceres diarios y zonas de cultivo. Para concluir

su obra, entrega un análisis de los obstáculos que existen para incorporar al indígena a

la llamada “verdadera civilización” y entrega propuestas y sugerencias para la efectiva

incorporación del indígena.

La formación de naturalista de Domeyko se expresa en el primer apartado de su

obra, que trata sobre la “situación física y naturaleza del país ocupado por los

araucanos”. Para cumplir con ese objetivo, el autor no se limita sólo a describir el

territorio de la Araucanía, sino que, a su juicio, para tener una comprensión cabal de la

zona, es necesario darle un contexto geográfico. El orden de su relato recuerda las

crónicas tempranas de la conquista, siendo un verdadero viaje en el cual el lector

acompaña a Domeyko desde la cuesta de Chacabuco hasta más al sur del Reloncaví.

La descripción del territorio comienza reconociendo tres fajas de terreno (cordillera de

la costa, cordón de los Andes y en el centro el llano intermedio) que le permitirán, más

adelante, clasificar a los indios en costeños y llanudos.

460 Es esta obra la que centrará nuestro análisis, fundamentalmente porque ésta fue conocida y comentada

por los coetáneos de Domeyko. Eventualmente referiremos a su Diario de viaje, principalmente para

ejemplificar sus enunciaciones hacia el mundo indígena. Es necesario aclarar que la primera vez que

apareció impresa la relación de su viaje a la Araucanía fue en 1977 a través de las Ediciones de la

Universidad de Chile con el título de Mis viajes, memorias de un exiliado. Al respecto el historiador

Jorge Pinto señala que en esa edición el pasaje sobre la Araucanía se titula Fragmento del viaje al país

de los salvajes, Araucanía “por lo que ignoramos si existe un texto más amplio que supere estos

fragmentos”, ver Pinto, 2010: xxxi.

Page 187: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

178

En las proximidades del Salto de la Laja enuncia la presencia del protagonista

de su relato, advirtiendo que este lugar es “testigo de tantas correrías del fiero

araucano”461. La presencia del volcán Antuco marca un hito en la estructura del relato,

ya que de ahí en adelante, la población indígena se hace presente, y si bien la

característica del territorio es central, la de sus habitantes también comienza a ocupar

la atención del naturalista.

Dice Domeyko que, en el volcán Antuco, está la puerta de la civilización y de

la barbarie, de lo culto y de lo salvaje: un punto destinado tal vez a tener gran papel en

el porvenir americano462.

A partir de Antuco, además, el relato incorpora con más recurrencia otras

selecciones y elecciones. Por ejemplo, la descripción del territorio vincula sus

potencialidades con la eventual presencia chilena. Existe una especie de inclinación

profética en el discurso de Domeyko, que pronostica para muchos territorios un

desarrollo pujante. Así, al describir los ríos Biobío, Imperial y Toltén, los califica como

navegables y manifiesta que algún día se transformarán en vías comerciales para dar

salida a la producción del llano y de la zona precordillerana. La construcción del

imaginario de la Araucanía no se constituye solamente de la descripción de lo que ve,

es también la proyección fundamentada de su desarrollo futuro “el ojo que explora

perspectivas en el sentido espacial sabe que está mirando también perspectivas en el

sentido temporal”463. Desde este lineamiento, el tipo de narración de Domeyko es lo

que Marie Louise Pratt reconoce como la vanguardia capitalista, aquel relato que ve

posibilidades de futuro, entendido como recursos a desarrollar, excedentes a

comercializar, ciudades y puertos a construir, líneas férreas que instalar.

461 Ignacio Domeyko, Araucanía i sus habitantes. Recuerdos de un viaje hecho en las provincias

meridionales de Chile en los meses de enero i febrero de 1845 (Santiago: Biblioteca Fundamentos de la

Construcción de Chile, 2010a), 15. 462 Ibíd. 16. 463 Pratt, 1997: 114.

Page 188: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

179

Domeyko sitúa lo que él llama “territorio indio”, desde el río Biobío hasta el río

Valdivia, territorio que caracteriza con una cordillera costera elevada que impide la

comunicación entre el llano intermedio y la costa.

Llegando al Imperial, Domeyko comenta: “Nada de bárbaro y salvaje tiene en

su aspecto aquel país: casas hechas y espaciosas, gente trabajadora, campos extensos y

bien cultivados, ganado gordo y buenos caballos, testimonios todos de prosperidad y

de paz”464. Y más adelante señala que en las riberas entre el Imperial y el río Budi se

repite el mismo cuadro de prosperidad y población agrícola. Comenta Domeyko que

esta zona quedó muy separada del Estado chileno desde la destrucción de la Imperial,

y que estos indios nunca han querido admitir misiones y tampoco han querido

establecer relación con el gobierno chileno, “se han resistido a entrar en relación con

el gobierno chileno más que cualquiera otra tribu araucana”465.

Dos puntos llaman la atención de esas últimas enunciaciones. La primera dice

relación con la prosperidad material que advierte para el mundo indígena, un discurso

que mantendrá durante toda su obra, y que incluirá cuando se refiera a la incorporación

de los indios y reflexione sobre el concepto de la referida civilización.

La alusión a “otra tribu araucana” también merece atención. Es importante

señalar la identificación, en el relato de Domeyko, de diversas comunidades indígenas

desde el Biobío a Valdivia. Menciona como prósperos a los de Imperial y el Budi, se

refiere a los que viven en los llanos de Angol, los de las vegas de Lumaco, las inquietas

y turbulentas tribus de Choncho, los de Boroa (célebres por la hermosura de su rostro),

los de Maquegua, Villarrica, Pelecauhín y Petrusquén; utiliza gentilicios como

Tucapelinos, Imperialistas, Tolteños, cada uno con sus características y

particularidades466.

464 Domeyko, 2010a: 24. 465 Ibíd. 466 Ibíd. 26.

Page 189: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

180

Domeyko, alejándose de la ciudad de Valdivia, retoma la descripción

geográfica más estricta, apreciando la discontinuidad de las fajas de relieve y el término

de la cordillera andina hundiéndose en el océano.

La observación y descripción detallada de las diversas comunidades indígenas,

repartidas por el territorio entre Biobío y Valdivia llaman la atención de Domeyko.

Pareciera que en su enunciación, el naturalista supera la homogeneización y

uniformidad que impusieron los conquistadores a través del concepto de “indio”,

reconceptualizado en la exclusión de las elites decimonónicas como bárbaro o

incivilizado. Domeyko es capaz de advertir en su relato particularidades como la

ubicación, costumbres e, incluso, en su eventual disposición hacia el gobierno chileno.

Ahora bien, reconocemos además en Domeyko un segundo tipo de enunciación

hacia el mundo indígena, más generalizante y que evoca permanentemente el mito

ercillesco. El desplazamiento geográfico estructura su narración, en la que inserta, de

acuerdo a cada zona descrita, la ubicación de diversos grupos indios con sus respectivas

características, formando un cuadro variado y complejo de comunidades indígenas

definidas, en primera instancia por su ubicación geográfica. La estructura descriptiva

de Domeyko posibilita un discurso hacia el mundo indígena marcado por una

enunciación de la diversidad y la particularidad, que configura un todo imbricado con

la enunciación histórica y general de “los indios valientes guerreros”. En el Diario de

Viaje es posible identificar con mayor precisión su percepción y representación del

fenómeno estudiado.

En dicho Diario la descripción detallada comienza en Talcahuano, aquí las

vivencias y experiencias del autor son determinantes para apreciar y describir el nuevo

espacio. Al respecto señala: “Es preciso haber pasado, como yo, siete años en una

Page 190: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

181

región costera seca, sin árboles, para apreciar la belleza de esta bahía…”467. Y más

adelante agrega:

“A su entrada está la isla Quiriquina, coronada de bosques siempre verdes, a lo

largo de la cual pasó lentamente nuestro buque por un estrecho llamado Boca

Negra, y llegamos a una especie de lago. Esta bahía está protegida a su alrededor

por orillas rocosas, adornadas por hermosos bosquecillos […]. El puerto toma

su nombre del pueblecito de Talcahuano […] En los tres primeros años de su

existencia fue tres veces saqueado y destruido por los indios araucanos; al

finalizar la guerra de la independencia fue también saqueado por el cruel

Benavides, el cabecilla de los realistas [...]”468.

Su próximo destino es Concepción. En el camino de Talcahuano a Concepción

claramente combina su visión de naturalista y evocación histórica, así comenta: “El

camino pasa por vegas a trechos fangosas, memorables por la batalla en que los

patriotas fueron derrotados por los españoles en la guerra de independencia”469.

Su próximo paradero es la Araucanía, relato que el nomina en su obra como

Fragmentos del viaje al país de los salvajes. Es a partir de este momento en que en la

narración se insertan los recuerdos de episodios bélicos, batallas y enfrentamientos

entre españoles e indígenas, hechos heroicos de uno y otro bando con permanentes

alusiones a los cantos de La Araucana. Así, incluye en su narración los relatos de voces

autorizadas de las batallas de Andalién, San Pedro Lagunillas, entre otras:

“Recordemos, en efecto, lo que dicen de esto Ercilla, Goyenechea y otros de aquella

época […]”470. Estas menciones las realiza incorporando en el relato citas textuales del

poema La Araucana. Así, Domeyko establece vínculos con los autores citados,

467 Domeyko, 2010c: 108. 468 Ibíd. 109. 469 Ibíd. 110. 470 Domeyko, 2010a: 18. Domeyko se refiere aquí probablemente a la crónica de Vicente Carvallo y

Goyeneche, Descripción Histórica-Geográfica del Reino de Chile, que si bien fue publicada en 1875 y

1876, existía una copia de ésta en la Biblioteca Nacional de Chile desde inicios de la década de 1840,

copia que Claudio Gay había ordenado sacar del manuscrito original que se encontraba en la Biblioteca

Nacional de Buenos Aires (Amunátegui, 1875, 17; Feliu, 1965: 63).

Page 191: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

182

generando una evidente intertextualidad. Esta relación, le permite indicar o manifestar

su intención de compartir las descripciones y características que estos autores

realizaron sobre el mundo indígena471.

Por ejemplo, refiriéndose a la muerte de Caupolicán, Domeyko comenta:

“Al plantarse ante la afilada estaca, sobre la cual iba a empalarlo el negro

Galofo, le indignó a tal punto el aspecto del vil verdugo que, pese a que estaba

aherrojado, de una sola patada arrojó a tierra al negro y por poco lo mata.

Después, una vez aplacada su ira, se sentó él mismo, con rostro sereno, en el

filo del ensangrentado madero”472.

Y completa su descripción con una cita de Ercilla:

“Sin que labio ni ceja retorciese,

sosegado quedó de la manera

que si asentado en tálamo estuviera. (Canto XXXIV)”473

Domeyko hace suyo el relato de los cronistas. Frente al cerro Marigüeñu se

cuestiona: ¿será lícito pasar por este lugar sin recordar la hazaña? 474. Pregunta que da

pie a continuar con el relato de la batalla ocurrida en 1554, una de las mayores victorias

de los mapuche contra los españoles. Son estos relatos de episodios bélicos los que

permiten a Domeyko caracterizar al mundo indígena. La valentía y fuerza, el amor a la

tierra, el apego a la libertad, son características que el viajero destaca en el indio, es lo

sabido, lo que le han contado, lo que ha leído.

471 “Si se considera la literatura como un sistema en el que las obras asumen un valor caracterizado por

su mutua relación, la cita es un caso evidente de intertextualidad, que revela el nexo entre el autor que cita y el citado. Esta relación puede presentar distintas connotaciones: tanto puede indicar la voluntad de

unirse a una tradición ideológico-cultural, como puede connotar intentos paródicos, irónicos o satíricos”.

Angelo Marchese y Joaquín Forradellas, Diccionario de retórica, crítica y terminología literaria,

(Barcelona: Editorial Ariel, 1989), 55. 472 Domeyko, 2010c: 154. 473 Domeyko, 2010c: 154. La cita de Domeyko es literal al poema de Ercilla. Ver Alonso de Ercilla, La

Araucana, Canto XXXIV (Madrid: Aguilar, 1959), 710. 474 Domeyko, 2010c: 125.

Page 192: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

183

En el valle de Carampangue, el narrador advierte, con cierta complicidad y

compasión hacia los indígenas: “¡Cuántos hombres, Dios mío sufrieron en estas

casamatas de Colo Colo el tormento y hallaron la muerte o la invalidez por su amor y

fidelidad a sus bosques, ríos y rocas patrias!”475. Cada espacio es construido no sólo

por su descripción geográfica sino que por la inserción de episodios y vivencias que

ocurrieron en él. Se genera una narración que es la suma de episodios o escenas

variadas, que no sigue una secuencia cronológica y que son independientes entre sí. En

ningún caso son episodios que se vinculen para producir el desenlace de la narración.

Así se entiende la inclusión de la descripción del juego de la chueca, el martirio de

Galvarino o la presencia y labor del cura Brancadori en la misión de Tucapel.

Concordamos aquí con Carrizo Rueda, quien señala que una de las características del

discurso del relato de viaje es, precisamente, aquella en que los episodios se suceden

en forma independiente, “donde cada uno de ellos reviste interés por sí mismo, y sin

que aparezcan elementos que los vayan involucrando unos con otros en función de abrir

y mantener expectativas que confluyan en una conclusión. Las descripciones no van

hacia un fin (no empujan hacia adelante), sino que actúan como adjetivos que van

revelando la imagen de mundo que el discurso asume como escritura de cierto espacio

recorrido476

El narrador-viajero va entregando su imagen de mundo, en específico de este

espacio araucano. De cierta forma, la manera en que dispone los hechos y relata los

episodios constituyen señales para entender la forma en que a través de la narración

representa y construye el territorio y el mundo indígena.

Hasta aquí hemos advertido que la narración sigue el orden del avance en el

territorio y que cada espacio constituye una unidad en la cual se inserta la descripción

geográfica y episodios históricos o vivenciales que amenizan el relato. Sin embargo, si

475 Domeyko, 2010c: 131. 476 Sofía Carrizo Rueda, Poética del relato de viajes (Kassel: Reichenberger, 1997), 19-20.

Page 193: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

184

afinamos la mirada, podemos identificar tres espacios o zonas que se relacionan

directamente con la presencia indígena y que determinan el tipo de episodios que

Domeyko inserta.

La primera zona o espacio se desarrolla desde Talcahuano hasta Arauco

(incluye Concepción, la ribera del río Biobío, el cerro Marigüeñu, el valle de

Carampangue). En este tramo el viajero no tuvo encuentro con los indígenas, sin

embargo, están permanentemente presentes en las evocaciones de los cantos de La

Araucana.

El segundo espacio se desarrolla desde el río Lebu al río Toltén, incluyendo su

paso por Tucapel, Tirúa e Imperial. La presencia indígena en este sector es notoria. Al

llegar a Tucapel, Domeyko comenta: “Aquí estamos ya entre las posesiones de los

indios libres e independientes”. Los episodios insertados en esta parte del relato tienen

que ver con descripciones variadas: el juego de la chueca, conflictos entre caciques,

como Colipi y Painemal, sus costumbres de cortesía, descripción de bosques y selvas,

incluso de árboles como la araucaria.

La tercera zona se inicia al cruzar el río Queule y alcanza hasta Valdivia, un

sector sometido a las reducciones. Aquí, los episodios intercalados dicen relación con

las características de los indios sometidos, su vida y aprendizaje en las misiones.

Esta división del relato, a nuestro juicio, se vincula con las estrategias que

utiliza el autor para representar a los indígenas. Al respecto nos parece sugerente

identificar en qué parte del relato se enuncia “lo indio” y cuáles son las estrategias

narrativas que utiliza el autor para hacer presente al mundo indígena.

En términos generales y en un primer nivel del análisis, reconocemos en

Domeyko dos tipos de enunciaciones para referir al mundo indígena. Existe una

Page 194: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

185

primera enunciación, histórica y generalizante, que evoca permanentemente el mito

ercillesco. Así, por ejemplo, en reiteradas ocasiones refiere a: “los defensores de la

tierra”477, “aguerridos Cayeguano y Talcahuano”478, “fiero araucano”, “defensores de

su patria”479, “descendientes de Caupolicán, Rengo, Lautaro y tantos héroes

salvajes”480, “los indios libres e independientes”481, siempre acentuando su valentía, su

amor a la libertad, a su tierra e independencia. La digresión y la cita son las estrategias

que posibilitan en el discurso de Domeyko esta primera enunciación.

Por otra parte, una segunda enunciación se relaciona con la descripción de lo

observado, que podríamos nominar de la diversidad y particularidad. Así, Domeyko es

capaz de advertir en su relato particularidades en ubicación, costumbres e, incluso, en

disposición hacia el gobierno chileno. El indio del presente, aquel que es

contemporáneo a Domeyko, es observado y descrito, superando la generalización

colonial, imponiendo en su relato la diversidad y la particularidad. Ejemplo de ello es

la caracterización de los caciques Painemal y Colipi y el relato de sus permanentes

conflictos482, o la historia del cacique Carmona, la descripción física del cacique de

Tirúa o la enunciación detallada de todos aquellos que lo recibieron y saludaron -

Culumil, Carmona, Ucracán, Payneán, Guanulán, Allapán y otros-483.

Si bien estos dos tipos de enunciaciones son transversales en el relato, podemos

advertir que aquella enunciación que hemos nominado como histórica y general es

frecuentemente utilizada en la primera parte del relato, esto es, en aquella zona en

donde el viajero-narrador aún no ha tenido la posibilidad de tener a la vista al indígena

(de Talcahuano a Arauco). A partir de la segunda zona (del río Toltén en adelante), al

477 Domeyko, 2010c: 118. 478 Ibíd. 129. 479 Ibíd. 123. 480 Ibíd. 181. 481 Ibíd. 139. 482 Ibíd. 150. 483 Ibíd. 177.

Page 195: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

186

entrar en contacto con los indígenas, las enunciaciones refieren más profusamente a la

diversidad y particularidad.

En los primeros territorios recorridos, los indígenas están ausentes, no son parte

de la vivencia cotidiana del viajero, en tanto Domeyko los incluye intercalando

episodios bélicos del poema La Araucana. Los incluye, por ejemplo, en el recuerdo de

la batalla de Andalién. Para evocar la batalla del siglo XVI, el narrador se vale de un

personaje, este es el timonel de su bote, quien lo conduce por el río Biobío. El timonel

es quien hace de guía y va dando pauta para los recuerdos y comentarios de Domeyko:

“El joven Miguel contemplaba arrobado esos campos históricos, entre los dos,

recordábamos lo que los cronistas españoles dicen en son de alabanza de los

araucanos, sobre esa batalla del Andalién. El veterano nos escuchaba con

atención y, maniobrando el timón, señaló con la cabeza hacia el mar y fijándose

en el promontorio de Gualpén que parece montar guardia en la misma

desembocadura, exclamó con voz ronca: Allí, señores, lo pasaron peor los godos;

allí no se habría salvado ni uno solo si no fuera por la ayuda de Santiago”484.

Otra estrategia para hacer presente al indígena, es incluirlo en el relato a través

de la participación de éstos pronunciando discursos y arengas. Los indígenas aparecen

en la narración, dando discursos de arrojo y valentía. El caso de Galvarino es

paradigmático: “Sin torcer ceja ni arrugar la frente, alzo la cabeza, extendió el cuello y

dijo: Cortad también esta garganta sedienta de vuestra sangre; ¿de qué os sirve mi

diestra si miles mejores que la mía os aguardan?”485.

El narrador combina texto histórico y reflexiones en presente. Después de

relatar el sangriento sacrificio de Galvarino comenta: “Me detuve para mirar un tiempo

484 Domeyko, 2010c: 118. 485 Ibíd. 123.

Page 196: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

187

estas dehesas, hasta ahora poco habitadas, poco cultivadas, como si el trigo no quisiera

crecer en esta tierra impregnada con sangre de sus antiguos dueños legítimos”486.

En Tucapel, Domeyko tiene el primer encuentro con los indios, aquí la mención

no es lo evocado o recordado, la mención es a lo visto y comprobado por su propia

experiencia. El indígena “de carne y hueso” se hace presente ante su vista.

Ahora la enunciación de lo indio es a su apariencia física, su indumentaria, sus

modos y costumbres de saludo, la descripción de sus parlamentos, o la percepción de

rencillas entre caciques locales. Es el testimonio de lo que el viajero observa:

“Se turnaban en hacer usos de la palabra los dos caciques, sin mirarnos ni mirar

el uno al otro sin reforzar su parlamento con gestos; seguían la vista baja hasta

el suelo y las manos escondidas debajo del poncho. El sonido de su lengua no

es desagradable; hay muchas sílabas guturales y algunas otras se pronuncian

como en inglés the y they de modo que, de lejos parece escuchar a los yanquis

conversando con campesinos renanos, y sólo cuando se trataba de emitir un

tono muy alto y prolongado, el cacique estiraba y alzaba un poco el cuello como

un gallo cuando canta”487.

Si bien, en esta parte de la narración también se incluyen episodios o pasajes de

La Araucana, en específico lo referente a Caupolicán, el viajero-narrador construye una

representación del mundo indígena, según lo visto y lo oído: “De lo que he visto y de

la conversación con el capitán y con algunos indios que hablaban un poco el español,

pude formarme una idea del modo de vivir de este pueblo”488. Así describe, por

ejemplo, el interior de la vivienda indígena, las vestimentas de la mujer y sus labores

domésticas. Domeyko se enfrenta a otra realidad del mundo indígena, no es la heroica

y épica, es la doméstica, cotidiana y a su juicio poco salvaje vida araucana. La

486 Domeyko, 2010c: 123. 487 Ibíd. 156. 488 Ibíd. 160.

Page 197: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

188

descripción de este espacio es bastante bucólica, la disposición de las viviendas

indígenas, sus cultivos de papas y habas, los verdes campos, son descritos una y otra

vez en el espacio comprendido entre Tucapel y el río Toltén. Al respecto el viajero

comenta: “Las casitas de los indios, dispersas como por capricho por toda la región,

con sus huertos de verduras, campitos de maíz, habas o porotos otorgan a esta región

un carácter más civilizado de lo que realmente es”489. Recuerda esta descripción el

topos del Locus amoenus, en este caso un indígena en un lugar feliz y muy próspero490.

La tercera zona que hemos identificado y que posibilita nuestro análisis,

corresponde al sector de Valdivia, Osorno y La Unión. Nominado por Domeyko como

la frontera sur de la Araucanía, en ella reconoce el comienzo de la zona sometida al

gobierno chileno, es el sector de las llamadas reducciones. Existe una manera constante

y reiterada en esta parte del relato para referirse a los indígenas, la enunciación refiere

a “los indios sometidos”, “indios que reconocen la autoridad política y judicial de la

república” y en otras ocasiones refiere a “los indios convertidos”. Es importante

destacar que Domeyko hace distinción entre la sumisión al gobierno y la conversión al

cristianismo. A su juicio, si bien esta zona está sometida a la autoridad del estado

chileno, estos indios persisten en sus costumbres y creencias, lo que les impide asumir

cabalmente la categoría de indios convertidos. Así lo evidencia al comentar: “Cada

misionero debe mantener la escuela y propagar la fe, porque todavía la mayor parte de

esta población, sumisa al gobierno, se aferra a su salvajismo, no quiere bautizarse, no

habla español, vive torpemente y se embriaga con chicha”491.

489 Domeyko, 2010c: 140. 490 El locus amoenus es un antiguo topos de la mitología y de la literatura: representa el lugar feliz, el

edén, la edad de oro, la situación sin problemas del hombre alejado de los contrastes de la historia y

reconciliado con la naturaleza. […] está caracterizado frecuentemente por la presencia de un prado con

flores, uno o varios árboles, una fuente o un arroyo, un viento suave que sopla, un pájaro o varios que

cantan. Ver Marchese y Forradellas, 1989: 249. 491 Domeyko, 2010c: 189.

Page 198: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

189

d) En vista de “el otro”

En la segunda parte de su obra, Araucanía i sus Habitantes, Domeyko se dedica

a describir a los habitantes. Comienza su referencia con las características físicas de los

araucanos, remitiéndose al imaginario ercillesco, citando al propio poeta. Los describe

como robustos, de espaldas grandes, pechos levantados, ágiles, desenvueltos,

alentados, animosos, valientes y atrevidos492. Además, refiere a sus ojos grandes y

vivaces, piel morena, labios bien formados y pelo negro áspero y grueso. Si bien

Domeyko caracteriza en forma general a los habitantes de la Araucanía, advierte que

existe gran diversidad en la fisonomía de sus rostros, sobre todo en aquellos que

identifica como caciques, nominándolos “nobleza araucana”. Ellos –comenta- son de

caras blancas y rasgos casi europeos, comparándolos con los sectores populares del

norte de Chile, los cuales, dice, tienen sus caras “mucho más indias y más cobrizas que

entre la nobleza araucana”493.

En relación a sus ritos y creencias, Domeyko cree necesario precisar y aclarar

ideas equivocadas sobre las poblaciones araucanas, sobre todo en aquello que se

denominó como prácticas supersticiosas y agoreras que, a su juicio, han sido las que

más los han desprestigiado y les han dado fama de bárbaros e incivilizados. Al respecto

comenta: “lo que más había llamado la atención y provocado la censura (de los que sin

profundizar, ni conocer al indio y lo han calificado como degradado impropio de la

civilización moderna) han sido sus supersticiones, aquellas prácticas bárbaras de sus

juntas y sus agoreros”494.

Sin embargo, y pese a la opinión generalizada de la sociedad de la época, el

naturalista considera la superstición de estos indígenas como una muestra de su

espiritualidad. Al respecto, comenta: “lejos de extrañar el valor en su pecho

492 Domeyko, 2010c: 31. 493 Ibíd. 32. 494 Ibíd. 33.

Page 199: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

190

supersticioso, consideremos más bien sus creencias groseras, aun sus supersticiones

ciegas, como otras tantas pruebas de la espiritualidad de su carácter y a la Araucanía

como un campo feraz y de gran porvenir para la viña del Señor”495.

Dar cuenta de sus características y costumbres tiene un sentido claro en la obra

de Domeyko, ya que en su relato va construyendo paulatinamente una imagen de

“indio” que, si bien no es completamente civilizado, presenta rasgos de civilización

material innegables. Tanto es así que Domeyko pareciera jerarquizar la sociedad que

observa, y en esa jerarquización los indios no necesariamente son la base. Incluso,

habitualmente los compara con los sectores populares chilenos o europeos y su

apreciación es siempre de gran ventaja para los indígenas.

Domeyko percibe, interpreta y describe desde su experiencia de viajero.

Comenta que, desde su encuentro con los Araucanos, fue recibido con toda cortesía y

consideraciones propias de un pueblo civilizado. En su diario de viaje también comenta

“[...] salió el propio cacique y dijo algo con voz gruesa y ronca […] nos apeamos, el

dueño dio a cada uno de nosotros su mano derecha repitiendo ‘Mari, mari peñi’ y nos

sentamos donde se nos indicó”496.

Como advierte Mario Orellana497, Domeyko señala la dualidad del

comportamiento de los araucanos, destacando su actuar en tiempos de paz y de guerra.

En tiempos de paz son hospitalarios, “su genio y sus maneras son más suaves y casi

diré más cultas, en cuanto a lo exterior que las de la plebe en muchas partes de

Europa”498.

495 Domeyko, 2010a: 34. 496 Domeyko, 2010c: 173. 497 Mario Orellana, Historia de la arqueología en Chile (Santiago, Editorial Universitaria, 1996), 113. 498 Domeyko, 2010a: 39.

Page 200: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

191

Sus viviendas están próximas a ríos y esteros, donde cultivan la tierra. Domeyko

señala al respecto: “en sus contornos se divisan las lindas campiñas y floridas praderas,

en que el indio tiene sus caballos y su ganado gordo, hermoso, aunque no tan numeroso

como el de las haciendas chilena”499. Paisaje apacible, casi bucólico, el naturalista

intenta transmitir sin duda la imagen de prosperidad y paz y por sobre todo un estado

próximo a la civilización:

“Tal es el indio observado en su vida doméstica, en medio de la paz […] Al

verlo en este estado, cualquier viajero que se limite a observar el trato interior

del indio chileno, su bienestar físico y las comodidades de que goza, su juicio y

su buen sentido, su cordura y su hospitalidad afable, no lo tomará por cierto por

un salvaje ni bárbaro: antes, por el contrario, lo consideraría aventajado a

algunos pueblos del mundo cristiano”500.

En tiempos de guerra, en cambio, el viajero sostiene que el indígena es bárbaro

y salvaje, cruel y destructor, retoma características que poseía antes del proceso de

evangelización.

Pese a las alabanzas para el mundo indígena, Domeyko advierte cambios desde

aquella época histórica en que luchaban por su tierra, época que glorifica Ercilla. Señala

que desde la conquista hay “síntomas tristes en ella”. Refiere a la escasez de reuniones

deliberativas, a la desaparición de autoridades como toquis y ulmenes y al cambio de

las divisiones políticas del territorio con la venta de tierras. Además, Domeyko critica

su falta de memoria histórica, comentando enfáticamente que: “nadie entre ellos sabe

hoy quienes eran aquel esforzado Lautaro, ese sabio Colo Colo, el impávido

Caupolicán, que sólo viven en la memoria y poesía de los cristianos”501.

499 Domeyko, 2010a: 41. 500 Ibíd. 42. 501 Ibíd. 47.

Page 201: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

192

Las reflexiones y análisis de Domeyko sobre el mundo indígena constituyen

una evaluación sobre el estado o condición en que se encuentran y, por tanto, es el

primer paso para luego desarrollar su propuesta de incorporación de este territorio y

sus habitantes. Es en la tercera parte de su obra donde manifiesta su propuesta. El

historiador Jorge Pinto señala que este apartado fue el que más polémicas desató,

“aquélla que se refería a las causas que se oponían a la civilización de los indígenas y

a los medios 'que parecen más oportunos' para su reducción”502.

e) Evaluación y propuesta de Domeyko: civilización moral de los indios.

A juicio de Domeyko, el gran tema de incorporar a los indios a la civilización,

pasa primeramente por definir el concepto de civilización. Para evaluar al mundo

indígena en este aspecto, Domeyko evoca varias de sus características: formas de vestir,

viviendas, cultivos, ganado, comercio y fabricación de ponchos. Al respecto comenta:

“En sus casas reina el orden, la tranquilidad, la sumisión al jefe de la familia,

en fin, todos aquellos dones que harían la envidia de muchas familias de los

pueblos civilizados. Sus campos bien cultivados y cercados, sus ganados

gordos, la abundancia de fruta, de legumbres y de bebidas espirituosas [...]”503.

Y concluye que no es la civilización material la que hay que ofrecer a estos

indios porque en ésta son aventajados. Para él la verdadera civilización es la moral,

aquella que conduce al bienestar moral del hombre, a la elevación del alma y del

pensamiento, a las convicciones fuertes, nacionales, a la dignidad del hombre y su

felicidad moral, las cuales se consiguen con la única fuerza y fuente de inspiración que

consiste en la fe y en las creencias religiosas504. Así definida la verdadera civilización,

la incorporación de “los indios” a la nación chilena debe, entonces, ser entendida como

502 Pinto, 2010: xl. 503 Domeyko, 2010a: 54. 504 Ibíd.

Page 202: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

193

la incorporación a la nacionalidad católica republicana. La verdadera civilización, a su

juicio, es de carácter moral, lo que, sin duda, determina las formas en que hay que

proceder y actuar para alcanzar ese desafío.

Domeyko advierte en su relato que el tema de la incorporación genera

disidencia de opiniones y debate sobre los efectivos medios para conseguirla.

Su propuesta contempla un sistema de reducción fundado en la educación

religiosa e intelectual de los indígenas, que tenga como principal objetivo reformar las

costumbres indígenas que se alejen u opongan a la verdadera civilización.

A su juicio, esto se puede conseguir a través de un programa de acción que

contemple, en primer lugar, el establecimiento de misiones “desempeñadas por un clero

enérgico, virtuoso, instruido en el idioma de los indígenas [...] en segundo lugar,

mediante una estricta justicia y buenos ejemplos de parte de las autoridades y de los

hombres que se pongan en contacto inmediato con los indios”505.

Domeyko denuncia la escasez de sacerdotes, sólo un sacerdote en Los Ángeles,

uno en Nacimiento y otro en Antuco.

Su propuesta también contempla las misiones. A su juicio sería conveniente

crear dos colegios de misioneros, uno en Chillán y otro en Castro. El rol que le asigna

a la misión también recuerda el período de conquista, los misioneros deberían aprender

mejor el idioma araucano y, si es posible, concluye, se deben traer misioneros de

Europa. Para el viajero es necesario una política de establecimiento de misiones en

Tucapel, Angol, Purén y Santa Bárbara.

505 Domeyko, 2010a: 59.

Page 203: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

194

Domeyko propone para la zona un gobierno de cooperación mutua entre los

misioneros y las autoridades civiles. Su propuesta también considera la incorporación

de tierras. Hay que adquirir, dice, “terrenos incultos”, su mirada está puesta en aquellos

territorios que los indios no trabajan, a los que nomina como “desiertos”. Pero pese a

que no son trabajados por el mundo indígena, Domeyko es enfático en señalar que estas

propiedades tienen dueño, por lo mismo sugiere que sean adquiridas a través de

compras justas en las que se establezca el precio a través de un convenio y los límites

de la propiedad a través de un agrimensor. Señala:

“Que cosa hay, por otra parte, más racional que el tratar de poblar los terrenos

desiertos que por su fertilidad y situación prometen grandes ventajas? Pero no

olvidemos que estos terrenos tienen propietarios, hijos de los dueños que los

poseían desde tiempos inmemoriales [...]”506.

Domeyko es de la opinión de generar muchas propiedades pequeñas, habitadas

por sus dueños, quienes deberán trabajarlas y cultivarlas, no es partidario de la

instalación de la gran hacienda, ni tampoco de la colonización extranjera en específico

para el sector de la Araucanía.

El naturalista es explícito al manifestar que la acción civilizadora de la república

chilena debe diferenciarse de aquella realizada por los españoles. Por lo mismo,

considera necesario evitar la fundación de ciudades, la cuadrícula y el disciplinamiento

de asentamiento, señalando que esta práctica fue odiosa y resistida por el mundo

indígena, “es menester evitar que ellos confundan a los hermanos que tratan de

incorporarlos en su familia, con la memoria de los antiguos conquistadores”507.

Para Domeyko, la reducción de los indios es entendida como la incorporación

a una misma familia con los chilenos, a través de la civilización moral y no de la

506 Domeyko, 2010a: 65. 507 Ibíd. 71.

Page 204: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

195

conquista. Sólo esa incorporación es considerada como verdadera y duradera,

generando un vínculo firme para unir a los indígenas con los chilenos. Al respecto se

pregunta ¿Puede haber acaso paz, fraternidad, fusión de intereses y nacionalidades

entre pueblos que no adoran al mismo Dios?, es ese el punto de partida que vislumbra

Domeyko para poder reformar aquellas ideas, costumbres e inclinaciones que más se

oponen a la verdadera civilización y que en definitiva impiden que un indio pueda

llamarse “chileno”508. Domeyko concluye su propuesta afirmando que la organización

republicana en Chile cuenta con las condiciones para llevar a cabo esta propuesta de

educación moral y religiosa de los indígenas. El sacerdote chileno, el hombre de

Estado, el soldado, son los llamados a realizar esta obra de reducción, alejándose de las

aspiraciones de conquista.

Una vez difundida su obra, es esta propuesta la que concierta los comentarios y

críticas del mundo político de la época.

f) La Araucanía y sus habitantes en debate.

La producción etnográfica de Domeyko se enmarcó en una coyuntura nacional

en donde el tema de la Araucanía, sus habitantes y la colonización, estaban

absolutamente vigentes. Su obra y, en específico la tercera parte de ésta, fue duramente

criticada. Andrés Bello, como redactor del periódico El Araucano, realizó un

comentario crítico en su edición de Enero de 1846. Para Bello, la reducción o

civilización de La Araucanía presentaba muchas dificultades y la solución entregada

por Domeyko no proporcionaba las soluciones necesarias. Consideraba, además, que

el sistema que promovía el naturalista era muy lento en sus efectos e incluso utópico.

Bello advirtió que la propuesta de Domeyko parecía estar en oposición con los

resultados de la experiencia.

508 Domeyko, 2010a: 59.

Page 205: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

196

En cierta medida, Bello desconoce el discurso de Domeyko como una propuesta

científica, principalmente, porque la considera basada en emociones cristianas que

invaden al naturalista. “El sentimiento cristiano, honrado, filantrópico, que palpita por

todas partes bajo la pluma del Sr. Domeyko, le ha hecho tal vez mirar como una cosa

posible o fácil la elección de los elementos con que es menester contar para que sea

realizado su plan”509.

El redactor de El Araucano, cuestiona casi punto por punto la propuesta de

Domeyko. A su juicio, proveer de buenos curas y escuelas para la población fronteriza

no es fácil, así como tampoco encontrar hombres con las características que contempla

Domeyko para el cargo de capitanes de indios. La misma opinión manifiesta para el

cargo de jefe militar y civil de la zona. Bello es tajante al afirmar: “Sentimos decirlo:

el sistema de reducción del Sr. Domeyko nos presenta un bello ideal para cuya

realización es muy difícil encontrar materiales”510. Y más adelante agrega: “Todos los

gérmenes de la civilización se han regado con sangre. En el sistema mismo del Sr.

Domeyko la guerra sería tarde o temprano una necesidad inevitable”511.

Otro importante crítico a la propuesta de Domeyko fue Salvador Sanfuentes,

intendente de Valdivia, quien señaló en El Araucano:

“La naturaleza de mi asunto me lleva a hablar sobre los medios más oportunos

de conseguir la civilización de los araucanos, materia en que el señor Domeyko

ha hecho ostentación de su ingenio i de los nobles sentimientos de su corazón.

Yo también me honro de haber participado de sus ideas, antes que una

experiencia hubiera venido a desengañarme. Pero en el día me es preciso

confesar que no miré el plan que él propuso, sino como una bella e ingeniosa

utopía”512.

509 El Araucano, 16 de enero 1846, 3. He actualizado la ortografía. 510 Ibíd. 511 Ibíd. He actualizado la ortografía. 512 El Araucano, 14 de agosto de 1846, 5. He actualizado la ortografía.

Page 206: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

197

Me interesa detenerme en la opinión de Salvador Sanfuentes. Como manifesté

al inicio de este capítulo, el ministro Montt había señalado lo importante que era la

información y opinión del Intendente de Valdivia en relación a la ocupación de la zona

de la Araucanía, afirmando que, por su gran amor público, estas informaciones serían

de gran utilidad. Interesante resulta destacar algunas informaciones que Domeyko

entrega en su Diario de Viaje, a instancias de comentar sobre lo sacrificado y costoso

que resultaba el tránsito de animales desde Valdivia a Concepción. Si bien describe lo

sacrificado de la travesía con animales empantanados, perdidos entre coligües y

ataques de indígenas, denuncia que este tráfico corresponde a especuladores que

compran a vil precio en la provincia de Valdivia, llevando el ganado al norte y

obteniendo grandes ganancias. Domeyko escribe en su diario: “Esta vez, el ganado

conducido por la selva pertenecía al intendente de Valdivia y, si no me equivoco, él

mismo acompañaba la expedición”513. Todo indica que los intereses políticos o

económicos se mezclaban y que las propuestas del científico en muchos casos fueron

relativizadas y subordinadas a estos intereses. Los medios propuestos por Domeyko

fueron considerados ineficaces para una elite política que en el fondo no compartía la

propuesta del sabio acerca de qué hacer con el territorio indígena.

3.4.2 El viaje de Edmond Reuel Smith

Otro viajero que mostró un interés particular por la Araucanía y sus habitantes

fue Edmond Reuel Smith, astrónomo norteamericano quien llegó a Santiago en 1849

formando parte de la expedición naval Astronómica enviada por el gobierno de los

Estados Unidos, a cargo del teniente James T. Gillis. Instalados con un centro

astronómico en el cerro Santa Lucía, en la ciudad de Santiago, la labor astronómica se

extendió hasta 1852. Concluidos los objetivos de la expedición, Smith decidió recorrer

el territorio indígena, principalmente para conocer las características, los usos y

costumbres de sus habitantes. Producto de su tránsito por territorio indígena, Smith

513 Domeyko, 2010c: 182.

Page 207: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

198

publicó en 1855 en Nueva York The Araucanians, or Notes of a tour amoog the Indian

Tribes of Southern Chile514.

a) La búsqueda de conocimiento directo

Es al inicio de su texto cuando Smith explicita el objetivo de su viaje y, por

cierto, el de su publicación:

“En un momento como el actual, cuando se siente un interés tan grande por

todo lo que se relaciona con las razas aborígenes de América, creo que no se

necesita disculpa para publicar cualquier noticia de una tribu de indios muy

poco conocida y raras veces citada; a pesar de haber ganado una reputación

envidiable por su resistencia al avance de los blancos durante más de trescientos

años”515.

Por lo señalado, no es la fama o divulgación de las proezas araucanas lo que

interesa al autor. Smith quiere acceder a otro tipo de información o conocimiento sobre

los pueblos americanos, a aquello que se desconoce, de lo que no se habla, de lo que se

ignora. Y no solo eso, su intención es también difundir ese conocimiento, así entonces

advierte que su objetivo es “dar una relación de las costumbres, los usos, la religión y

el estado actual de los araucanos; de una manera que pueda interesar al etnólogo como

a la generalidad de los lectores”516. Su visita a tierra mapuche tiene ese objetivo, el cual

es fundamental a la hora de conducir su mirada y descripción, así como seleccionar la

trama y ordenar el argumento de su texto.

514 En 1914 se publicó la traducción al castellano realizada por Ricardo Latcham en Colección de Autores Extranjeros relativos a Chile de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía, bajo el título Los

Araucanos. Notas sobre una gira efectuada entre las tribus indígenas de Chile Meridional. Una nueva

versión de este texto fue incluida en el libro Travesías por la Araucanía. Relatos de viajeros de mediados

del siglo XIX, (2016), de Ítalo Salgado (Compilador), Lorena Villegas y Samuel Quiroga. Esta versión

incorpora los grabados que están presentes en la versión inglesa y que no fueron incorporados en la

traducción de 1914. 515 Smith, 1914: xii. 516 Smith, 1914: xiii.

Page 208: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

199

El viajero ratifica su interés científico al manifestar su intención de comentar a

los mapuche cuál es su objetivo en el recorrido por sus tierras, solo así, piensa, podría

ganarse la confianza de los indígenas, lo que le permitiría aproximarse al conocimiento

de sus costumbres. Smith comenta al respecto: “[…] yo quise andar sin ambajes,

informar a los indios del verdadero objetivo de mi visita, y decirles que iba a verlos,

animado por el deseo de llegar a conocer los usos y costumbres de un pueblo que se

había defendido con éxito contra el poderío de España, conseguido las alabanzas de sus

enemigos y conquistado renombre en los anales del heroísmo”517.

Es el poco o vago conocimiento sobre el mundo indígena lo que motiva a Smith

a realizar su viaje, en el cual desplegará su interés científico, que deja ver desde sus

preparativos. Las primeras dificultades se manifiestan al intentar conseguir caballos y

equipamiento, además de la deserción de su acompañante por el “temor a los indios”.

El conocimiento latente sobre los indígenas se hace presente a cada momento, el temor

que despierta una excursión entre “los indios”, la posibilidad de un viaje rodeado de

peligros, hacen que la excusión de Smith no sea muy popular.

En su avance por el territorio, Smith anota de manera científica las

características de este:

“Este desierto arenoso es un fenómeno de especial interés geológico, sobre todo

considerada junto con las enormes capas de tufa518 y de escoria que se

encuentran en otras partes de la misma llanura. El viajero, por poco que sepa de

ciencia, no puede menos que impresionarse a la vista de estas grandes

manifestaciones que con tanta claridad hablan de una época relativamente

moderna de vasta actividad volcánica”519.

517 Smith, 1914: 81-82. 518 La ‘tufa’ es un tipo de roca de origen volcánico. De acuerdo al Compendio de Historia Natural del

catedrático Lucas de Tornos y Matamoros (1859), la “…tufa o toba volcánica es una sustancia sólida

aunque blanda, de fractura hojosa, compuesta de fragmentos de escoria, de arena y ceniza volcánica, que

se han consolidado por haber estado aglomeradas o por infiltración”. Ver Lucas de Tornos, Compendio

de Historia Natural (Madrid, Imprenta de don Salvador Albert, 1859), 86. 519 Smith, 1914: 110.

Page 209: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

200

Más aún, el registro de lo observado es complementado con la utilización de la

cámara lúcida520, lo que le permite incorporar en su obra una serie de croquis sobre lo

registrado. En ellos se incluyen paisajes como la vista del Salto del Laja o aspectos que

llaman su atención, como las carretas tiradas por yuntas de bueyes, dibujos que

acompaña de detalladas descripciones. La mayoría de sus dibujos corresponden a su

visita a tierras indígenas, allí incluye la recreación de costumbres como los modos de

dormir, la elaboración del mudai, actividades lúdicas como el juego de habas, las urnas

mortuorias, los tocados y vestimentas femeninas.

El despliegue de su método científico queda en evidencia en el tránsito por el

territorio. El viajero valora lo observado de primera mano, ser testigo le permite

registrar con comprensión y detalle lo observado:

“La infidelidad de la mujer se castiga siempre con la muerte y el culpable, si es

cogido en el acto, se expone a sufrir la misma pena; pero si escapa se le exige

el valor original que el marido pagó por la mujer. Tuve la ocasión de ver un

caso de esta naturaleza mientras estaba en Nacimiento”521.

En otros casos las costumbres y características que logró identificar y describir

se deben a su intencionada permanencia en algún lugar. “Permanecimos varios días en

la ruca de Chancay y como Sánchez era muy amigo de la casa, se me proporcionó una

oportunidad muy favorable para estudiar las costumbres de los araucanos”. Así,

también, el aprendizaje y uso incipiente del lenguaje indígena le permitió interactuar y

consultar a sus informantes sobre aspectos puntuales: “Intrigado para comprender estos

520 La cámara lúcida es un aparato óptico inventado y patentado en 1806 por William Hyde Wollaston,

conformado de un prisma con dos superficies reflectantes a 135°, que traslada la imagen de una escena

exterior en ángulo recto respecto del observador que se encuentra sobre el aparato, de manera que puede

estar percibiendo la imagen y simultáneamente viendo cómo traza con un lápiz el contorno de la imagen

reflejado sobre una superficie de papel. Fue ampliamente utilizada por pintores paisajistas, dibujantes

técnicos, ilustradores de enciclopedias y científicos. Ver Martin Kemp, La ciencia del arte. La óptica en

el arte occidental de Brunelleschi a Seurat. (Madrid: Ediciones Akal, 2000), 214-215. 521 Smith, 1914: 127.

Page 210: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

201

procedimientos tan singulares me acerqué a una de las mujeres y señalando el jarro le

pregunté Chem tua? (¿Qué es eso?) Mudai! Contestó”522.

Otra característica del método científico utilizado por naturalistas y viajeros en

sus relatos de viaje es complementar lo visto con lo leído en textos canónicos. Para

Smith, en su tránsito por la Araucanía, La Araucana de Alonso de Ercilla y el

Compendio de la Historia Geográfica, Natural y Civil del Reyno de Chile del Abate

Juan Ignacio Molina, constituyeron soportes de conocimiento y validación de lo

observado. Sin embargo, Smith, quien desea conocer con precisión aspectos que se

desconocen de estos indígenas, releva el conocimiento en terreno, la visita y la

interacción con los indígenas. Es por ello que critica a Molina y en ocasiones pone en

tela de juicio sus aseveraciones.

“Molina, generalmente muy bien informado, dice que los araucanos jamás fajan

a sus infantes, pero yo encontré que la costumbre era universal entre ellos, y

aun cuando se la encuentra hasta cierto punto común entre los chilenos de baja

esfera social, no se puede suponer que la hayan adquirido de los españoles. No

es extraño este error de Molina si se toma en cuenta que describe un pueblo que

nunca visitó, del cual solo obtuvo información de extraños”523.

Y en otras, con cierto sarcasmo, advierte que Ercilla no cumplió plenamente el

rol de informante:

“No aumentó mi apetito, ver a unos cuantos niños desnudos que jugaban allí

cerca, con sus cuerpecitos cubiertos de manchas y rascándose constantemente;

efecto, como supe después; de la sarna. Si hubiera sabido lo común que era esta

asquerosa enfermedad entre los nobles hijos de Arauco, tal vez no habría

empezado mi viaje; pero Ercilla había olvidado describir este inconveniente

[…]”524.

522 Smith, 1914: 210-211. 523 Ibíd. 121. 524 Ibíd. 108.

Page 211: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

202

De acuerdo a lo hasta aquí expresado, es posible reconocer en Smith el

despliegue de un quehacer científico. Si bien es cierto su mirada y descripción se

detiene con detalle en las características físicas y geográficas del territorio, tiene un

claro objeto de estudio, esto es la sociedad indígena, araucana, principalmente para

superar el desconocimiento que sobre ella se tiene. El empirismo es su método, en tanto

conoce a través de la observación y contacto directo con ellos. Además, incluye y

complementa su narración con relatos de otros autores que escribieron sobre la

Araucanía y sus habitantes.

b) Superar, confirmar, conjugar

Smith parte desde Concepción su travesía a territorio mapuche “para visitar

aquel campo clásico de la historia chilena, la Araucanía”525. Llegando al río Biobío, no

puede dejar de admirar su grandeza y lo compara con el Potomac en las cercanías de

Washington. En Los Ángeles, tiene su primer encuentro con indígenas, dedicados a un

considerable comercio de animales y lana que intercambian por “paños, cuchillos, vino

y cachivaches”. Es en esa ciudad donde realiza la primera descripción detenida y

detallada de los que él nomina como Pehuenches o Puelches. En concreto, eran grupos

de indígenas que venían de regreso de una expedición comercial a Chillán y que se

preparaban a volver a Buenos Aires por los Andes y las pampas. Sobre ellos comenta:

“Eran sucios, de aspecto salvaje, y bulliciosos, aunque alcoholizados, no eran

turbulentos ni pendencieros. Horas enteras permanecían sentados en círculo”526. Pese

al efímero contacto, Smith reconoce un tronco común en las poblaciones indígenas, al

respecto advierte que “Estos indios son de la misma raza que los araucanos, hablan el

mismo idioma, y difieren de ellos solo en las peculiaridades de usos y

costumbres…”527.

525 Smith, 1914: 1. 526 Ibíd. 26. 527 Ibíd. 27.

Page 212: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

203

Es también en Los Ángeles, donde intentó reunir información sobre los

mapuches, pero, pese a ser una ciudad tan cercana a la frontera, Smith confirma la

vaguedad de las ideas que circulaban sobre estos indígenas. Más aún, los intentos por

hacerlo disuadir de su expedición por el peligro inminente de estar en contacto con los

indios, era la idea recurrente.

Smith fue convencido por Pantaleón Sánchez, un capitán de amigos que le

acompaña y guía en su expedición, que, para conseguir los fines propuestos, esto es

conocer los usos y costumbres de los indígenas de la Araucanía, ir por Valdivia no era

la mejor opción. A su juicio, esa ruta le permitiría un viaje rápido pero con poco

contacto con los indígenas. Además, por ser la ruta más concurrida, los indígenas ya

habían perdido sus características y costumbres y “han asimilado poco a poco el traje,

los usos y hábitos de los españoles”528. Con esta advertencia, el viajero decide seguir

su ruta hacia Nacimiento. Hasta ese momento, Smith conocía el araucanismo latente

que permeaba las ideas y el supuesto conocimiento del mapuche. Se había imbuido de

este conocimiento a través de las lecturas de Ercilla y Molina, de los comentarios

durante su permanencia en Santiago, de lo escuchado en su traslado por Concepción.

Sabía de esa especie de quintaesencia que distinguiría el carácter indígena,

caracterizándolo por su valentía, amor a su tierra y libertad, por su fuerza y destreza

física, pero sin duda también se fue haciendo testigo de cómo esas características

mutaban o se transformaban y eran vistas por la sociedad chilena en clave negativa.

Así, entonces, al mapuche se le temía por su fiereza, peligrosidad y carácter aguerrido.

No obstante, Smith desea aproximarse al indígena distante y diferente, quiere

conocer, bien para confirmar las ideas imperantes o superar ese conocimiento,

generando una especie de desmitificación del mapuche. En otras ocasiones, en tanto,

puede ser posible conjugar lo sabido con nuevas percepciones y miradas. Es en este

punto de su viaje -Nacimiento- que el científico logra apreciar la vida y costumbre

528 Smith, 1914: 71.

Page 213: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

204

indígena, el baño de las mujeres en el río, la práctica de cargar jarros de agua y de llevar

a sus niños en la espalda, la vestimenta, el uso del chiripá que describe con atención

“prenda en forma de poncho que envuelve el cuerpo desde la cintura hasta los tobillos,

y sujeta por un cinturón o faja”529, la práctica de la poligamia, “la más arraigada y

mantenida de las costumbres sociales de los indios”530, el despliegue de la elocuencia,

la forma más segura para lograr distinguirse. Frente a este aspecto, Smith da su opinión,

le parece que las alabanzas que le han dado a la oratoria araucana son exageradas, a su

juicio “sus oradores son muy inferiores a los que se hallan entre los indios de

Norteamérica, tanto por la materia como por la elocución de sus discursos”.

Como más arriba señalé, el objetivo científico de Smith fue determinante en su

mirada y descripción, así como en la forma y alcance de su publicación. Entendida una

cultura como diferente, no basta con señalar e identificar dichas diferencias. Sin duda

la tarea que posibilita el conocimiento de aquellos otros es la comprensión. El

relativismo instalado como alternativa a la comprensión de las sociedades humanas

hacia fines del siglo XVII, es decir, la aceptación de que otros mundos son simplemente

diferentes, estableció la necesidad de suponer un entendimiento cognitivo sobre el otro

distinto y distante, sobre aquellos que se intentan describir531. Smith se hizo parte de

esa propuesta al incorporar en su mirada y descripción no solo la evaluación de la

sociedad observada, sino también el intento de comprensión. Procura comprender la

realidad, no la rechaza, mucho menos la condena. Hay varios ejemplos en los que el

viajero supera su prejuicio, observa, evalúa y comprende, en ocasiones, incluso, en

forma explícita, cambia de opinión. Al encontrarse en la ruca de Chancay –mapuche

que los hospeda por algunos días- y observar la costumbre de fajar a los niños pequeños

y mantenerlos sujetos y colgados de un madero, señala:

529 Smith, 1914: 97. 530 Ibíd. 102. 531 Anthony Pagden, La caída del hombre natural. El indio americano y los orígenes de la etnología

comparativa, (Madrid: Alianza Editorial, 1988), 22.

Page 214: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

205

“[…] había una guagua que pasaba suspendida de un gancho, o apoyada contra

la pared; estaba fajada de tal manera a un marco de colihues que solo por el

movimiento de los ojos se podía notar que estaba viva. Era de suponer que el

constreñimiento tan prolongado sería bastante molesto para la criatura; pero no

demostró ninguna intranquilidad y mis observaciones me convencieron de que

el más sosegado y contento de todos los nenes es el de los mapuches”532.

Así, también, Smith describe en detalle la costumbre del saludo entre los

mapuche, una formalidad que demora de diez a quince minutos, en donde se suceden

preguntas y respuestas533. El tono, dice Smith, es monótono y “recuerda el rezo del

rosario o la entonación de los sacerdotes durante la misa”534. Sin embargo, y pese a lo

tediosa que le resulta la práctica del saludo, el viajero logra aceptar y valorar el gesto

de amabilidad “semejantes costumbres impacientan a un anglosajón, pero como se

originan en la bondad e indican una disposición amistosa, deben mirarse con

indulgencia y aún con admiración”535.

Existen otros momentos de su relato en los cuales el viajero norteamericano

desmitifica la imagen heroica y aguerrida del mapuche. Si bien es cierto, no desconoce

ni niega esos atributos, desmonta el araucanismo latente, a través de una serie de

relatos donde cuenta cómo estos indígenas muestran debilidades y flaquezas,

concluyendo que los mapuche son hombres sensibles, apasionados como cualquier

otro, de aspecto común y corriente. Así lo expresa al comentar sobre las prácticas

sexuales de los jóvenes solteros, quienes reciben los favores de las jóvenes indígenas,

para quienes, al decir de Pantaleón Sánchez, “el comercio sexual no se consideraba

532 Smith, 1914: 121. 533 “Si el huésped es forastero, el dueño de casa se dirige a él primero con las palabras: -No le conozco

a Ud. Hermano –o bien- No le ha visto a Ud. Nunca antes. Entonces el huésped menciona su nombre y

lugar de residencia y pregunta por la salud de su interlocutor, la de su padre, madre, mujeres y niños;

pide noticias de sus tierras, de sus siembras y de su ganado. Después pregunta por el jefe del distrito, los

vecinos, sus mujeres y familiares, siembras, etc; si ha habido incidentes desagradables, enfermedades,

accidentes o muertes en la vecindad”. Smith, 1914: 106. 534 Smith, 1914: 107. 535 Smith, 1914: 108.

Page 215: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

206

vergonzoso”536. A juicio de Smith, “El hombre cuando le domina su naturaleza animal

y no tiene religión ni código moral poco refrena sus pasiones y hace poco caso de las

virtudes abstractas. Los hijos de Arauco, por famosos que sean en cuanto a sus hechos

de armas, no constituyen excepción a esta regla”537. Y profundizando esta

desmitificación, el viajero narra una escena íntima y doméstica en donde un hombre

debe cauterizar la espalda de su mujer, para sanarla de sus dolencias. Procedimiento

doloroso, pues “la pobre mujer se retorcía con el dolor, y al parecer, su verdugo sentía

tanta angustia como ella, porque le corrían las lágrimas, las que echaba a un lado con

la mano desocupada”538. No le deja de admirar al viajero que, pese a la apariencia

corpulenta, varonil y aguerrida del mapuche, este manifiesta pena y desazón “[…] este

hombre tenía la reputación de ser un valiente guerrero y habría soportado en manos del

enemigo, cualquiera tortura con estoica filosofía, como todos los de su raza; pero los

valientes hijos de Arauco, los descendientes de Caupolicán y Lautaro, en el seno de

sus familias son tan sensibles como las mujeres”539.

Así, también, la apariencia física aparece desmitificada en Smith. En su relato

los mapuche no son los corpulentos indígenas de Ercilla, tampoco los fornidos

guerreros que retratara Ocaña en 1600. Contrariamente, los cuerpos indígenas parecen

desilusionarle: “En este respecto quedé desilusionado de los araucanos; porque no

correspondían a mi concepto de la gente indomable descrita por Ercilla. Son de estatura

media, de anchas espaldas, de gruesas extremidades y con frecuencia corpulentos

cuando llegan a viejos. Como raza son de aspecto inferior a los aborígenes de Norte

América”540. La misma desilusión manifiesta al presenciar una partida de palín, a su

juicio un juego poco notable en destreza y actividad, y en relación a los jugadores

sostiene que quedó desilusionado de su desarrollo físico, pues no era el esperado “me

536 Smith, 1914: 128. 537 Ibíd. 129. El destacado me pertenece. 538 Ibíd. 140. 539 Ibíd. El destacado me pertenece. 540 Ibíd. 153.

Page 216: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

207

parecían inferiores en este respecto, a la clase obrera chilena; tanto en su musculatura,

como en la simetría de su cuerpo…”541.

En síntesis, en este capítulo he tratado de mostrar que cada uno de los viajeros

analizados, emprendió su tránsito por el territorio de la Araucanía con imaginarios y

representaciones sobre el mundo indígena que oscilaban entre dos construcciones, la

heroica y aguerrida y la que los representaba como una nación bárbara y grosera. Sin

embargo, su paso por territorios indígenas les permitió, sin bien no superar, a lo menos

instalar nuevas miradas y descripciones de aspectos no retratados o desconocidos

previamente por la sociedad chilena. En algunos casos, viajeros como Domeyko o

Smith, desplegando un saber científico, conociendo en terreno a través de un método

experimental en proceso de formación, asumieron cuestionamientos al araucanismo

latente e incorporaron datos sobre sus costumbres, sus formas de agricultura, su

hospitalidad, que terminaron tensionando la fama de bárbaros e incivilizados que la

representación oficial ofrecía sobre los mapuche.

541 Smith, 1914: 228.

Page 217: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

208

CAPÍTULO 4

DIAGNÓSTICOS POLÍTICOS: UNA MIRADA LEJANA Y UN OBSERVADOR

EN TERRENO. LOS ESCRITOS SOBRE LA ARAUCANÍA DE FRANCISCO

BILBAO Y DE ANTONIO VARAS

Conocer al mapuche en su propio territorio fue la motivación de diversos

viajeros, naturalistas y científicos que recorrieron la Araucanía durante el siglo XIX.

El reconocimiento del indígena posibilitó el surgimiento de una nueva mirada sobre el

mundo mapuche, una especie de alteridad discursiva que puso la atención en observar

otras características, que propició generar un conocimiento sobre el indígena de

primera mano, basado en la experiencia, en donde la novedad y la nueva mirada pudo

dar paso a la discrepancia o el disenso con el discurso oficial.

Esas observaciones y descripciones, que fueron presentadas como partes del

derrotero que estos viajeros realizaron, permitieron un reconocimiento de la Araucanía

en la primera mitad del siglo XIX. En dichos relatos se advierten los detalles de la vida

doméstica y la utilización de recursos naturales, además de las menciones a caciques y

su disposición hacia el gobierno chileno.

En muchos casos, la vanguardia capitalista se hizo presente en estos relatos, no

solo advirtiendo las potencialidades del territorio, sino a través del disgusto y la

molestia por las costumbres y cotidianidad indígena. A juicio de los viajeros, la comida

con las manos, las camas en el piso, la falta de aseo o el exceso de consumo de alcohol,

eran signos inequívocos de la necesidad de civilizar, para la cual la función del europeo

se consideraba fundamental. La visión del viajero extranjero fue la del veedor, quien

Page 218: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

209

observó panorámicamente, evaluando, juzgando y representando a la sociedad

indígena.

Sin embargo, en esas mismas décadas, las primeras luego del periodo de

independencia, surgió la necesidad de los propios criollos de generar un proceso de

auto invención. Orgullosos de su americanismo, generaron una producción literaria que

intentó rescatar lo americano, lo local, reinventar América a la manera que el propio

Humboldt lo había hecho a partir de su viaje a este continente en 1799-1804. Ejemplos

fueron Andrés Bello, el poeta cubano José María Heredia, los argentinos Esteban

Echeverría y Domingo Faustino Sarmiento, entre otros542. Todos ellos, y desde Europa,

generaron textos que intentaban aportar conocimiento y claridad a la tarea de fundar

las nuevas repúblicas americanas. En cuanto a los poemas de Bello, Heredia y

Echeverría, estos son considerados poemas extensos que intentaron reflejar la imagen

de la época y consiguieron que ya para “la década de los años cuarenta, en el ámbito

hispánico, la epopeya fuera considerado un género anacrónico y desenfocado”, sin

embargo, es importante insistir que el proceso de superación del canon épico fue

gradual543. El marcado estilo americanista se tradujo en alabanzas a los productos

americanos, a referencias históricas, a su geografía, relatos donde se conjugó la

mención a la rusticidad con una retórica nada rústica, lo que Pratt nominó como las

paradojas coloniales544. Así, Bello, en su poema La agricultura en la zona tórrida545

publicado por primera vez en 1826, en la revista Repertorio Americano, alude a

Atahualpa y Moctezuma, a la yuca, al banano y a la parcha, insertando en muchos casos

542 Me refiero en específico a las siguientes obras: el poema de Andrés Bello, “La agricultura en la zona

tórrida” en Obras Completas de Andrés Bello (Caracas: Fundación La Casa de Bello, 1981), 65-74. José

María Heredia, “En el Teocalli de Cholula”, en Obras Poéticas, vol. 1. (Nueva York: Imprenta y librería de N. Ponce de León, 1875), 179-182. El poema La Cautiva de Esteban Echeverría en Obras Completas

de D. Esteban Echeverría. Tomo 1. Compilado por Juan María Gutiérrez. (Buenos Aires: Imprenta y

Librería Mayo, 1870), 35- 136; y Domingo Faustino Sarmiento, Facundo ó Civilización i Barbarie en

las pampas Argentinas (París: Librería Hachette y Cia., 1874). 543 Daniel Mesa, “El poema extenso como institución cultural. Forma poética e identidad americana en

Bello, Heredia y Echeverría” Nueva revista de filología hispánica, tomo 56/1 (2008), 90. 544 Pratt, 1997: 304. 545Bello, 1981: 65-74.

Page 219: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

210

en notas a pie de página explicación de sus referencias 546. La materia prima

fundamental para las ideologías americana y americanista fueron los escritos de

Humboldt, su estética americanista utópica, que permitió a los intelectuales criollos

formular interpretaciones de la realidad americana y, al mismo tiempo, plasmar con un

estilo europeizante “el proyecto liberal criollo [que, VG] implicaba la fundación de

una sociedad y una cultura americanas descolonizadas e independientes manteniendo

al mismo tiempo los valores europeos y la supremacía blanca”547. En el poema En el

Teocalli de Cholula, de Heredia, la aspiración de fundar un mito americano, comprende

mezcla de sucesos históricos y míticos “siendo los escritos de Humboldt, las crónicas

de la conquista de México y el Génesis bíblico, las fuentes principales”548.

Sin embargo, como plantean algunos autores549 el modelo criollo no fue solo

una imitación o reproducción de los modelos y discursos europeos. Mucho más

correcto sería pensar en las representaciones criollas como una transculturación de

materiales europeos, que fueron seleccionados, presentados y desplegados de manera

que no reproducían simplemente las visiones hegemónicas de Europa. En sus escritos

pretendieron permanentemente legitimar la hegemonía criolla, no solo contra la antigua

dominación española, sino también contra los imperialismos franceses o ingleses.

Como plantea Ángel Rama, existió un proyecto criollo inicial de independencia,

originalidad y representatividad550. La independencia política fue el impulso que gatilló

las ansias de autonomía en la producción intelectual, rebelándose narrativamente contra

el pasado colonial. Negar a la metrópoli necesariamente los motivó a ser originales en

sus producciones; esa originalidad, según Rama, se manifestó en el uso del tópico de

la decadencia europea, “instaurando el principio ético sobre el cual habría de fundarse

546 Este poema de Andrés Bello ha sido considerado como el comienzo y la proclamación consciente de

la literatura americanista en el continente sudamericano, ver Pratt, 1997: 302 547 Pratt, 1997: 306 548 María C. Albin, "Mito e Historia en la poesía de José María Heredia”. Hispanófila, 135 (2002): 89-106. 549 Pratt, 1997; Ángel Rama, La transculturación narrativa de América Latina (Buenos Aires: Ediciones

El Andariego Siglo, 2008). 550 Rama, 2008: 17

Page 220: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

211

tanto la literatura como el rechazo del extranjero”551. Y a su vez, esa originalidad solo

podía manifestarse a través de la representatividad de la región en la cual surgía, pues

ésta tenía sus particularidades en el medio físico, una composición étnica heterogénea

y por cierto un grado de desarrollo distinto al europeo552.

Esta intelectualidad criolla, pretendiendo generar un discurso propio, abordó

temáticas variadas, donde la alabanza a la naturaleza americana, a sus productos y

riquezas fue una constante. Bello exhortó en su poema a trabajar el inmenso territorio

virgen; su proyecto era principalmente agrario, alejándose de la minería, el comercio y

de la mirada mercantilizante que fomentaba la producción europea553. En general, para

quienes deseaban levantar las aspiraciones igualitarias y anticoloniales, la descripción

del paisaje no estuvo ligada a perspectivas de desarrollo económico, tampoco a la

percepción de la vanguardia capitalista. Así, también, en los escritos de Bello, España

se reveló como una fuerza retrógrada de bárbara conquista, marca innegable del deseo

de independencia554.

Heredia, por su parte, en el poema En el Teocalli (templo) de Cholula de

1820555, también alaba la naturaleza evocando la tradicional triada humboldtiana: los

llanos, los bosques y las altas cumbres cordilleranas556. La estrofa que abre el poema,

describe un paisaje idílico en el que destacan los campos fertilísimos. La alusión a las

cañas deliciosas, el naranjo, la piña y el plátano, relevan los productos americanos y

sus campos fértiles, la bella tierra que habitaban los aztecas. El poeta idealiza la vida

551 Rama, 2008: 17. 552 Ibíd. 18 553 Los versos en cuestión rezan: “Id a gozar la suerte campesina;/ la regalada paz, que ni rencores/ al

labrador, ni envidias acibaran;/ la cama que mullida le preparan/ el contento, el trabajo, el aire puro;/ y el sabor de los fáciles manjares,/ que dispendiosa gula no le aceda; y el asilo seguro/ de sus patrios

hogares/ que a la salud y al regocijo hospeda”. Bello, 1981: 69. 554 Los versos en cuestión: “Y pues al fin te plugo,/ árbitro de la suerte soberano,/ que, suelto el cuello

de extranjero yugo,/ erguiese al cielo el hombre americano,/ bendecida de ti se arraigue y medre/ su

libertad; en el más hondo encierra/ de los abismos la malvada guerra, y el miedo de la espada asoladora/

al suspicaz cultivador no arredre/del arte bienhechora”. Bello, 1981:72. 555 Heredia, 1875: 179-182. 556 Pratt, 1997: 317.

Page 221: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

212

rural americana a través de la enumeración de sus productos y “presenta un cuadro de

los habitantes y la geografía accidentada de las comarcas de los climas ecuatoriales: los

labriegos y sus haciendas, y su alternancia de llanos y montes nevados”557. Incorpora a

la historia, además, aquella que se liga al monumento precolombino, la sociedad azteca

precolombina es enunciada como los valientes aztecas; sin embargo, contrasta la tierra

productiva con la superstición y la guerra que inundaron esos territorios. Critica

abiertamente el despotismo de los reyes aztecas, la sanguinaria práctica del sacrificio

humano y la tiranía en que mantenían a tantos pueblos esclavos. El templo de Cholula

es evocado como testigo de un pasado americano que es necesario superar, pero nunca

olvidar, pues también es ejemplo -o memoria- para el hombre de hoy, de la demencia

y del furor humano558.

En estas producciones de auto invención americana, el indígena no estuvo

ausente. Para Esteban Echeverría, fueron los pueblos indígenas del presente, y no del

pasado, los que representó en su poema narrativo La Cautiva559. Representados como

bárbaros y hordas salvajes, los indígenas se enfrentan a la civilización, el sentimiento

frente a ellos es de desconfianza y temor560. Así, también, en una obra no ficcional

como Facundo o Civilización y Barbarie de Domingo Faustino Sarmiento, la barbarie

está constituida por las sociedades indígenas y el atraso representado por la sociedad

colonial española561.

557 Albin, 2002: 97. 558 Los versos referidos son: “hallábame sentado en la famosa/ Chuluteca pirámide. Tendido/ El llano

inmenso que ante mí yacía,/ Los ojos a espaciarse convidaba./ ¡Que silencio! ¡qué paz! Oh! ¿quién diría/ Que en estos bellos campos reina alzada/ La bárbara opresión, i que esta tierra/ Brota mieses tan ricas,

abonada/ Con sangre de hombres, que fue inundada/ Por la superstición i por la guerra?...”. Heredia,

1975:180. 559 Echeverría, 1870: 35-136. 560 El verso aludido dice: “En trance tan duro los carga el cristiano,/ Blandiendo en su mano/ la terrible

lanza, que no dá cuartel./ Los indios mas bravos luchando resisten,/ Cual fieras embisten/ el brazo sacude

la matanza cruel”. Echeverría, 1870: 74. 561 Sarmiento, 1874.

Page 222: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

213

Sin embargo, en el esfuerzo de elaborar una nueva representación de sus

sociedades, las aspiraciones liberales fueron, en muchos casos, incapaces de auto

representarse plenamente. En el poema de Bello no existe mención a quienes realizaban

los trabajos, eran manos invisibles, multitudes laboriosas anónimas quienes talaban

árboles, surcaban la tierra y cosechaban los frutos americanos.

Las posibilidades de construcción de una literatura independiente de los

modelos metropolitanos, ha sido cuestionada por Daniel Mesa, quien plantea, por

ejemplo, que en los poemas de Heredia y Bello la representación de las guerras de

independencia no logra ocultar una especie de reconocimiento a la presencia española

“y el género no parece mostrarse consciente de su diferencia respecto de la conciencia

colonial, ni parece evidente la decisión de abrirse a posturas radicalmente

subversivas”562.

4.1 Los Araucanos en la mirada de Francisco Bilbao

Es en este contexto, es decir, en el esfuerzo de construir una nueva

representación de América y de una nueva identidad para su población, que deseo

rescatar la obra del chileno Francisco Bilbao, quien, desde París en 1847, escribe una

obra titulada Los Araucanos. La primera versión de este texto tuvo como título

“Tableaux de l´Amerique Meridionale. Les Araucans, leur foyer, leurs moeurs et leur

histoire” y fue publicado en la Revue Independante, en París, el año 1847. La segunda

versión, fue publicada en español, el año 1866, luego de la muerte de Francisco Bilbao,

cuya edición estuvo a cargo de su hermano Manuel Bilbao. De acuerdo a lo que señalan

562 Mesa, 2008:102.

Page 223: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

214

algunos autores563, esta segunda versión fue completada y organizada por Manuel

Bilbao -al parecer- por lo fragmentario de la primera versión de este texto564.

4.1.1 Aproximación al análisis bibliográfico de “Los Araucanos” de Bilbao

No son muchos los investigadores que han trabajado y analizado en específico

el opúsculo de Bilbao, Los Araucanos. Algunos, como Vicente Romero, han resaltado

las contradicciones del pensamiento liberal igualitario de Francisco Bilbao cuando se

refiere a los indígenas565. Si bien es cierto, dice este autor, Bilbao presenta admiración

y respeto hacia los mapuches y, consecuentemente, se opone a los proyectos y políticas

tendientes a su exterminio, al mismo tiempo propone la colonización militar-civil de la

zona de la Araucanía con pequeños propietarios, así como la redención espiritual y la

civilización de sus sociedades. Para Romero, en ese sentido, Bilbao sirve a los intereses

de la clase pan-criolla en su proceso de consolidación regional como clase dominante

latinoamericana. Sin duda, estas ideas se vinculan con la propuesta de Mary Louise

Pratt, en el sentido de advertir que, en el desarrollo de ideas criollas locales, que aspiran

a la independencia, al republicanismo y a la construcción de una identidad propia, al

parecer inevitablemente se replica el modelo de los valores europeos y de la supremacía

blanca566.

En el análisis historiográfico y en relación con el mundo mapuche, Francisco

Bilbao es asumido por algunos autores como una voz disidente. Así lo define Fernando

563 Vicente Romero “Francisco Bilbao y la cuestión indígena. Vistazo sobre un quarante-huitard chileno

y la víspera de la conquista de “La Frontera” (1847-1864)”. La Cañada 5(2014):238. 564 Álvaro García San Martin y Alejandro Madrid Zan publicaron en la Revista Mapocho, segundo semestre 2011, 307-362 una nueva versión del texto Los Araucanos de Francisco Bilbao, éste presenta

una nueva traducción al español realizada por Alejandro Madrid. Según lo expresa Vicente Romero, ésta

edición permite diferenciar claramente las partes que corresponden a la versión de 1847 de los agregados

que figuran en la de 1866. Ver Francisco Bilbao, “Cuadro de la América meridional. Los araucanos, su

territorio, sus costumbres y su historia”. en Álvaro García San Martin y Alejandro Madrid Zan Revista

Mapocho, 70 (2011): 307-362. 565 Romero, 2014. 566 Pratt, 1997: 306.

Page 224: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

215

Casanueva, quien destaca en Bilbao su formación imbuida por el discurso filosófico de

la Ilustración y los ideales de la revolución francesa567. Este autor lo destaca como

integrante de la Generación literaria del ´42, quien impulsó el pensamiento moderno

en las clases dirigentes a través de la docencia y publicación de textos y opúsculos,

principalmente para hacer evolucionar a la sociedad chilena. Es en ese contexto que

escribe en París su artículo sobre los Araucanos. Según Casanueva, este texto intentaba

responder a la pregunta de cuál debía ser la política de Chile respecto de esa población.

Para el autor, la visión del indígena que plantea Bilbao es más bien positiva, aunque

reconoce que abundan los términos salvaje y bárbaro. En el análisis que realiza

Casanueva de la obra de Bilbao, es importante advertir que incluye los agregados

realizados por Manuel Bilbao en la edición de 1866, reconociendo tres aspectos que el

autor destaca como fundamentales, esto es: primero, una descripción y evaluación del

indígena; segundo, la denuncia o crítica de lo que se ha hecho desde el estado colonial,

la iglesia y el gobierno republicano; y tercero, una propuesta de acción hacia ellos568.

En relación con su descripción, Casanueva rescata que, para Bilbao, los indios

no son salvajes absolutos; a su juicio, Bilbao habría sido uno de los escasos autores que

identificaban las características de guerrero y agricultor que poseían los mapuches569.

A este respecto es importante mencionar a Ignacio Domeyko, quien, en esa misma

década también rescata esas características para el mapuche570.

Luego, Casanueva se detiene en analizar los fracasos que enuncia Bilbao en los

intentos por civilizar a los indios, resaltando las críticas a la república de Chile y su

política militarizada en contra de la Araucanía. Finalmente, y en forma detallada,

examina la propuesta de Bilbao, concluyendo que el territorio de la Araucanía es visto

como un espacio de conquista en el cual no se reconocen la libertad y soberanía de sus

567 Casanueva, 2002:300. 568 Ibíd. 300-302. 569 Casanueva, 2002:301. 570 Domeyko, 2010a: 41.

Page 225: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

216

habitantes, quienes “tarde o temprano, deberán integrarse a la República y los indios

someterse a sus leyes”571.

En esta línea de reflexión, Maribel Mora572 es menos drástica en evaluar la

postura de Bilbao sobre los indígenas. A su juicio, éste presenta una perspectiva

inclusiva, integradora y respetuosa, propiciando una relación igualitaria con el mundo

indígena. Sin embargo, también advierte las dificultades que enfrenta el intelectual al

intentar comprender una cultura distinta.

4.1.2 Los Araucanos de Bilbao: construyendo una identidad americana desde

París

El opúsculo Los Araucanos no es un trabajo testimonial, en él la experiencia, el

reconocimiento o el tránsito por el territorio no están presentes, no son los insumos de

su producción. Contrariamente, lo que nutre a Bilbao y le permite generar una imagen

y caracterización de los indígenas y su territorio, es lo que ha leído, lo que ha conocido

a través de lecturas canónicas. Pretéritas obras como La Araucana de Alonso de Ercilla,

el Compendio de la historia geográfica natural y civil del Reino de Chile de Juan

Ignacio Molina, y las cartas de Pedro de Valdivia son referentes obligados. Así,

también, incluye a sus contemporáneos, los naturalistas Claudio Gay573 e Ignacio

571 Casanueva, 2002: 302 572 Maribel Mora Curriao, “´Combatiendo siempre sin rendirse jamás´. Los pueblos indígenas en el

imaginario de américa de Francisco Bilbao”. La Cañada 1 (2010): 43-69. 573 De acuerdo a Diego Milos, Claudio Gay recién a inicios de la década de 1870 tuvo la oportunidad de

redactar el manuscrito que dedicaría a la Araucanía, ver Diego Milos, “Introducción”, en Claudio Gay,

Usos y costumbres de los araucanos (Santiago: Taurus, 2018, 9 y 19-20). Por ello, es menester aclarar que no es ese el texto de Claudio Gay al que hace referencia Bilbao, sino a una obra anterior, la Geografía

Botánica de Chile, publicada en el Bulletin de la Société de Geographie, en París en 1845, según lo que

Álvaro García San Martin y Alejandro Madrid Zan indican en las notas de pie de página de la edición

de 2011 de la obra de Bilbao (Bilbao, 2011: 327). Según García y Madrid, en la edición del escrito de

Bilbao de 1866, además, su hermano Manuel incorporó la cita de un párrafo de otro artículo de Gay

publicado en el mismo Bulletin en 1835, donde describe una ceremonia funeraria de la que el propio

naturalista fue testigo; esta cita la incluyó Manuel Bilbao a continuación de la descripción de las

ceremonias funerarias de los araucanos que relata Francisco Bilbao en su trabajo (Bilbao, 2011: 341).

Page 226: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

217

Domeyko574, siendo la influencia de este último significativamente manifiesta en su

obra. Especial atención pone en la tierra y sus componentes, es esta obra de Bilbao un

buen representante de la reinvención de la realidad americana que, desde Europa, los

intelectuales criollos intentaron forjar.

La obra original de Francisco Bilbao se estructura en tres partes. En la primera

de ella caracteriza el territorio chileno y en particular la Araucanía. La cordillera de los

Andes es un elemento eje en su narración, enunciado como el signo más característico

y sobresaliente del Nuevo Mundo, este relieve es central en su relato para describir la

geografía de Chile y en particular de la Araucanía. Destaca en general sus riquezas

minerales, sus ríos gigantescos, la variedad de sus temperaturas y, por consiguiente, la

diversidad de especies vegetales y animales. Después de una detallada descripción,

concluye señalando “su volumen parece necesario para el equilibrio de este

hemisferio”575. Ancla y puntal de este continente, el territorio chileno es producto de

las sinuosidades de la cordillera, su desvío leve hacia el oriente al sur del trópico de

Capricornio, forma un valle entre ella y el océano “Este valle que se prolonga desde

los 24º hasta los 55ª la latitud austral, forma el territorio de la república”576.

Al igual que en Domeyko, la referencia a Ercilla al momento de describir el

territorio araucano es insoslayable. Descrito como un santuario en donde se ha cobijado

la independencia de un pueblo, Bilbao señala que penetrando en este territorio se

recuerda espontáneamente a Ercilla, Así, afirma: “Tres siglos nos separan de este poeta,

mas las descripciones que nos ha dado de esos lugares, donde dejó la espada para cantar

a ese mundo nuevo, resplandecen aún por su veracidad y colorido”577.

574 Se trata de la obra de Domeyko La Araucanía y sus habitantes, que Bilbao cita en reiteradas

ocasiones, ver Bilbao, 2011: 326-328-362. 575 Bilbao, 2011: 325. 576Ibid. 577 Ibíd. 326.

Page 227: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

218

Bilbao presenta una vegetación exuberante, bosques espesos e impenetrables

con árboles seculares y plantas trepadoras que invaden el paisaje. La alusión de las

especies vegetales es numerosa y detallada: roble, raulí, avellano, copihue, canelo,

coligues, de este último, debe dar explicación y reseña a su público europeo, al respecto

dice lo siguiente: “esas cañas largas fuertes y flexibles que el araucano emplea para

fabricar sus lanzas y construir sus chozas”578. Al igual que Domeyko, quien la nombra

como “aristócrata del bosque”579, Bilbao hace especial mención de la araucaria,

refiriéndose a ella como el esbelto, gigantesco pino de piñones. Alude también a la

fauna, sus características mejoradas por las calidades del clima, el caballo, el

chilihueque, el huanaco y el huemul, animales que también está obligado a definir. Del

chilihueque señala que es “una llama doméstica” y el huemul una “especie de ciervo

indígena de Chile”580.

Los ríos y lagos no escapan a su descripción. Apoyado en el relato de Gay,

señala su ubicación al pie de los Andes y su conexión con el océano a través de

numerosos ríos. Bilbao no solo describe, también evalúa las potencialidades del

territorio y proyecta modernización e industria. Mirando este territorio comenta:

“Cuando la civilización y la industria hayan establecido su población numerosa

y activa en esos lugares privilegiados, encontraran flotas en los bosques, la

fuerza motriz en las minas de carbón; minerales, lanas y maderas para exportar;

y los canales y los ríos distribuirán en el océano Pacífico todas esas riquezas”581.

Es en este escenario donde inserta al araucano, en conjunción con las nubes, el

viento, estruendos de truenos y relámpagos. En medio de ventoleras y aguaceros, en el

relato surge el araucano, junto al resonar de galopes de caballos. El estereotipo y la

578 Bilbao, 2011: 327. 579 Domeyko, 2010a: 166 580 Bilbao, 2011: 329. 581 Ibíd. 328.

Page 228: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

219

idealización acompañan la primera referencia al indígena, la que se conjuga con una

naturaleza ad-hoc.

En la segunda parte de su obra, Bilbao se dedica a caracterizar y describir en

detalle al araucano. Advirtiendo de la poca certeza sobre sus orígenes, confirma la

uniformidad de su fisonomía, de su lengua, de sus costumbres y política. Los describe

como homogéneos, parecidos, uniformes, de poco disenso y, pese a la variedad de

ocupaciones y diversidad en el asentamiento, advierte que es posible identificar una

sola lengua.

Las tribus araucanas son definidas tal cual lo hace Domeyko582, ocupando

gentilicios, sus nombres derivan de los lugares que habitan. Son boroanos, tucapelinos,

tolteños, indios de Cholchol, de Maquegua, de Villarrica583.

Conocedor del mapudungun, Francisco Bilbao reconoce influencia de la lengua

araucana en los términos y nominaciones chilenas. Si bien no especifica en detalle cuál

o cuáles serían esos términos, destaca que son principalmente aquellos que aluden a la

naturaleza, a ríos, montañas, árboles y animales. Así mismo, en su relato incorpora

términos en mapudungun, lo que revela conocimiento e interés por esta cultura. A lo

largo de su narración se pueden identificar diversos términos tales como: Auca,

picunches, puelches, huilliches, Leuvuches, moluches, inapire-mapu, pire-mapu,

ulmenes, ad mapu, pulquitun, guecubu, Meulen, anca, entre otros, los que insertos en

la narración, generan un efecto de realidad de identidad americana o marca de etnicidad

en su relato. Según Maribel Mora estos términos fueron utilizados para referir a la

sociedad y cultura araucana, siguiendo la nomenclatura leída en el abate Molina.584

582 Coincidentemente Domeyko menciona a los de la Imperial y el Budi, a los que viven en los llanos de

Angol, los de las vegas de Lumaco, los de Choncho y Boroa, los de Maquegua y Villarrica, Pelecahuín

y Petrusquén, usa gentilicios como Tucapelinos, Imperialistas y Tolteños, ver Domeyko, 2010a: 26. 583 Bilbao, 2011: 335. 584 Mora, 2010: 61.

Page 229: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

220

En cuanto a la estructura del relato, este se organiza de acuerdo a una doble

caracterización, en la cual la enunciación de ‘araucano’ e ‘indio’, permiten identificar

los atributos asignados al mundo indígena.

En numerosas y mayoritarias ocasiones los nomina araucanos, habla de “la

vestimenta de los araucanos”585, “la lengua de los araucanos”586, “las costumbres de

los araucanos”587, las “creencias de los araucanos”588“la historia de los araucanos”589.

Asociado siempre a su desarrollo cultural, esta nominación advierte una condición de

calma, prosperidad y productividad.

Contrariamente, existe una segunda enunciación, la de indio/indios, la cual se

identifica asociada a su fisonomía y descripción física “estos indios se mantienen

erguidos, pero su andar es desgarbado pues tienen las piernas arqueadas”590. Y cada

vez que en la narración se alude a situaciones de guerra, la referencia utilizada es

‘indios’, así por ejemplo: “En la guerra, los indios traman y utilizan todas las trampas

que les sugiere su imaginación de salvaje”591. La nominación de indios es acompañada

en el relato por la destreza física, la habilidad guerrera, el apego a la naturaleza, la

salvajería y la crueldad bélica: “Los indios levantan con las puntas de sus lanzas los

corazones chorreando sangre, y vuelven a correr a caballo…”592. Son indios

vehementes, ágiles y feroces, pero no menos valientes y valerosos, así Bilbao reconoce

en ellos el arrojo, la firmeza y perseverancia en la lucha contra sus enemigos. Evocando

585 Bilbao, 2011: 338. 586 Ibíd. 336. 587 Ibíd. 338. 588 Ibíd. 341. 589 Ibíd. 344. 590 Ibíd. 336. 591 Ibíd. 340. 592 Ibíd. 342.

Page 230: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

221

la carta de Pedro Valdivia a Carlos V señala: “y nunca tal tesón de gente he visto jamás

en el pelear como estos indios tuvieron contra nosotros”593.

Al igual que Domeyko, Bilbao reconoce diferencias en el indígena según se

comporte en tiempos de paz o de guerra. Como advertimos, en época de paz, los nomina

araucanos y el relato versa principalmente sobre sus costumbres. Según éstas, es

definido como un sujeto en transición, en un estado intermedio. Así, Bilbao señala “En

cuanto a las costumbres, los araucanos se sitúan entre la civilización y la barbarie. Uno

de los brazos se apoya sobre el arado, el otro sobre el lomo del caballo”594. Son

cultivadores de trigo, maíz y habas, labran próximo a sus viviendas y allí también

pastan y crían a sus animales. Por sus modos de vida y producción, Bilbao reconoce en

ellos una vida que no es nómade, como la del pehuenche, pero tampoco identifica en

ellos las características de las naciones civilizadas, en este aspecto “el araucano se

encuentra en una fase intermedia”595.

De igual forma, Domeyko define al indígena en tiempos de paz como un

agricultor: “El indio chileno es agricultor, agricultor por su carácter, por la naturaleza

física de su país, por su genio y sus costumbres (…) El pacífico araucano tiene su casa

bien hecha, grande espaciosa (…) Inmediatos a su casa, tiene huertos y sementeras de

trigo, cebada, maíz, garbanzos, papas, linaza, repollos: todo bien cultivado y

cercado…”596. En síntesis, Bilbao reconstruye y presenta a un araucano que es a su vez

guerrero y agricultor.

Es en la tercera parte del relato donde Bilbao ratifica esta idea, construyendo

una narración histórica desde los primeros combates entre araucanos e hispanos. Cada

593 Bilbao, 2011: 345. 594 Ibíd. 337. 595 Ibíd. 338. 596 Domeyko, 2010a: 41.

Page 231: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

222

una de esas batallas es construida con sus características y particularidades, donde el

araucano es resaltado por su resistencia, por su valentía, admirado por su contendor.

Caupolicán, Lautaro, Galvarino son los referentes guerreros araucanos, son

ellos los que Bilbao llama héroes: “Se dice que Villagra, impresionado por su extrema

bravura, les ofreció salvar la vida. Pero un grito de guerra fue la única respuesta que

recibió. Ninguno huyó, ninguno se rindió (…) los seiscientos araucanos murieron como

héroes”597.

El hispano, si bien es caracterizado por su crueldad, y las referencias a las

mutilaciones de indígenas dan prueba de ello, como aquella donde rememora que

“mandé cortar hasta doscientos las manos y narices”598, también es, sin embargo,

exaltado por su capacidad guerrera. Tal y como los hispanos en sus crónicas y cartas

glorificaban y magnificaban el valor araucano para resaltar sus propias hazañas, así

también Bilbao describe el carácter de los conquistadores, quienes son ensalzados,

prestigiados y exaltados en sus atributos guerreros, Valdivia, junto a Cortés, es

enunciado como uno de los más grandes capitanes enviados por España a la conquista

de América, quienes “Golpearon sin piedad, y las colonias se edificaron con la sangre

de los indígenas y sobre las ruinas de su libertad. No podemos más que asombrarnos

de esa mezcla de barbarie y grandeza”599.

Todo el relato histórico colonial está marcado por la lucha, el combate, el

enfrentamiento, son dos razas enemigas que se encaran en un espacio de frontera.

Según Bilbao, en los convulsos acontecimientos de 1810, un nuevo actor se

sumó a las acciones guerreras, haciendo que los araucanos sintiesen que, “la misma

raza los ataca bajo otra bandera”. En ese contexto, interpreta y se esfuerza por

597 Bilbao, 2011: 350. 598 Bilbao, 2011: 346. 599 Ibíd. 348.

Page 232: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

223

comprender el accionar indígena y el apoyo de algunas tribus a la causa hispana. Para

ellos, realistas y criollos, habrían sido sus enemigos. En este aspecto Bilbao es crítico

a la historiografía liberal que condenó la acción y la decisión de los araucanos, y se

pregunta ¿acaso debían reconocer en ella el resplandor de la revolución francesa?600

Bilbao concluye su revisión histórica con críticas a la gestión y política

contemporánea en relación con el mundo indígena. Junto con considerarla débil y

negligente, Bilbao además denuncia los malos tratos hacia los indígenas, señalando:

“La debilidad o la incuria del gobierno permiten hostilidades dignas de

bárbaros. Se queman los ranchos de los indios, se los masacra sin piedad, se

fomenta sus divisiones internas, en una palabra se busca su aniquilación ¿es ese

el modo de proceder de la civilización?”601.

4.1.3 Bilbao y el discurso sobre el “vecino”

Bilbao asume a los araucanos como vecinos de los chilenos a los cuales hay que

atraerlos con el poder de la civilización: “Esta república (…) podrá apoyarse en una

época no lejana en sus belicosos vecinos y asociarlos a su destino”602.

De acuerdo a lo que describí en los capítulos anteriores, a partir de la década de

1830, en y desde los espacios institucionales de Chile, las referencias hacia los

indígenas instalaron con fuerza la idea de un indio bárbaro y principalmente enemigo.

Su tierra fue evaluada como un espacio fértil y fructífero, pero subutilizado por indios

incapaces y flojos, más preocupados en hacer la guerra a los chilenos que en cultivar y

desarrollar su agricultura. Durante las décadas de 1830, 1840 y 1850, las nominaciones

a los indios que se situaban más allá del Biobío, resaltaron su supuesta barbarie,

situándolos como un enemigo interno que con su resistencia y oposición, no solo

600 Bilbao, 2011: 354. 601 Ibíd. 355. 602 Ibíd. 355.

Page 233: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

224

fastidiaba y rechazaba el desarrollo de la república, sino también dividía el territorio

generando una discontinuidad de la soberanía nacional.

Es en ese contexto que Bilbao presentó una descripción y evaluación del mundo

mapuche bastante disímil a ese discurso oficial, como se puede observar en el Cuadro

3:

Cuadro 4. Referencias al mundo mapuche en el discurso oficial y en el texto de Bilbao.

Discurso oficial Texto de Bilbao

Enemigo irreconciliable Vecino

Bárbaro Araucano: Guerrero (Héroe)

Agricultor

Tierra poco utilizada Tierra trabajada

Fuente: Elaboración propia en base a Sesiones Cuerpos Legislativos (1840-1850) y Bilbao, 2011.

Como se observa en el esquema, en oposición al discurso oficial, en el discurso

de Bilbao el araucano es asumido como un vecino. De acuerdo al diccionario de Salvá

de 1846 la definición refiere a: “El que habita con otros en un mismo pueblo, barrio o

casa, en habitación independiente. Cercano, próximo o inmediato en cualquier línea.

Semejante, parecido o coincidente”603. Creo, sin duda, que para Bilbao el araucano es

cercano y próximo, y no lo entiende como un enemigo al que hay que combatir, sino

más bien como un cercano con el cual hay que construir y asociarlo al futuro de la

república.

Estas nociones de enemigo/vecino encierran cada una de ellas una

consideración distinta hacia la soberanía que se le reconocía a la población indígena

603 Vicente Salvá, Nuevo diccionario de la lengua castellana, que comprende la última edición íntegra,

muy rectificada y mejorada del publicado por la Academia Española y unas veinte y seis mil voces,

acepciones, frases y locuciones, entre ellas muchas americanas (París: Librería de don Vicente Salvá,

1846), 1097, 2.

Page 234: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

225

sobre el territorio de la Araucanía. La categoría de enemigo, a la que ya me referí en el

capítulo sobre el discurso oficial, fue utilizada durante aquellas décadas de manera bien

caracterizada: son sus atributos de crueldad y fiereza los que se destacan. En general,

como ya lo señalé, el enemigo se definió como un “otro” que se opone, que está en

contra de todo atisbo de progreso, mencionado como radicalmente irreconciliable de la

civilización. El enemigo indígena se definió como próximo y cercano, no obstante, y

pese a su vecindad geográfica, era considerado un enemigo inalcanzable que se

encontraba fuera del dominio republicano. En este sentido, se le reconocía cierta

soberanía sobre su territorio, pues son “otros” los que habitan un territorio que no está

sometido bajo la misma autoridad que rige la república chilena. En Bilbao, los

araucanos mencionados como vecinos también son soberanos de sus territorios, esa

soberanía les viene de la ocupación ancestral de sus tierras. Vagas e inciertas

reminiscencias históricas son evocadas por Bilbao para reconocer los orígenes de los

araucanos, menciona el recuerdo de un diluvio que obligó a los primeros araucanos a

refugiarse “sobre un alto monte dividido en tres puntas”604. Según su relato, cada vez

que la tierra se sacude con violencia, los araucanos procuran refugiarse en los montes

que tienen esta figura. Según Bilbao, estas tradiciones ancestrales de los araucanos,

aquellas que tratan sobre su geografía y geología y su memoria histórica, están en

completa armonía, lo que, de acuerdo al parecer de Bilbao, sería corroborado por la

apariencia actual de su tierra y el aspecto moral de sus habitantes. A su juicio, en esa

memoria se anclaría el derecho y soberanía sobre su tierra. Sobre esto señala:

“La analogía entre sus montañas y aquella de tres puntas de la tradición, entre

las conmociones naturales de las que huían los primeros habitantes y los

temblores que de tiempo en tiempo agitan su suelo, parece probar que los

araucanos han poseído, desde los tiempos más remotos, la tierra que ocupan”605.

604 Bilbao, 2011: 333. 605 Ibíd. 333.

Page 235: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

226

Y más adelante agrega que los araucanos viven en la tierra legada por sus

ancestros606.

Con un argumento muy parecido, Domeyko señalaba que adquirir los territorios

incultos podía ser el modo más eficiente para avanzar en la civilización de los indios,

sin embargo, fue enfático en advertir: “Pero no olvidemos que estos terrenos tienen

propietarios, hijos de los dueños que los poseían desde tiempos inmemoriales…”607.

Era un consenso desde 1830 hasta bien entrada la década de 1850, valorar el

territorio araucano por su fertilidad. Sin embargo, desde el discurso oficial, existía la

crítica a sus habitantes por el escaso trabajo que despliegan en ellas. Bilbao logra

advertir esa fertilidad, señalando que: “Los pastizales abundan, y esas tierras vírgenes

en su mayor parte, producen con poco esfuerzo la subsistencia del indio”608; sin

embargo, logra ponderar el trabajo indígena, reconociendo el cultivo de esos campos y

definiendo al araucano como un agricultor, pues comenta que “alrededor de las casas

se extienden los campos que labran y donde pastan los animales”609.

Como ya señalé en el segundo capítulo de este trabajo, para el discurso oficial,

en aquella época, el araucano es enunciado como un bárbaro y, si bien se rescatan sus

características heroicas, éstas se consignan principalmente para resaltar la valentía de

las tropas republicanas que hacen frente a tan encarnizado enemigo. Aunque nociones

contrapuestas, los conceptos de heroísmo y barbarie fueron utilizados por el discurso

oficial para referir al araucano. Igualándose en la guerra, no eran las capacidades

bélicas las que establecían la diferencia y distancia de cada bando, sino más bien sus

características culturales, en tanto la noción de bárbaro era lo que determinaba la

diferencia fundamental.

606 Bilbao, 2011: 337. 607 Domeyko, 2010a: 65. 608 Bilbao, 2011: 328. 609 Ibíd. 338.

Page 236: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

227

Sin embargo, y pese a las evidentes diferencias entre el discurso dominante y

las apreciaciones de Bilbao, es posible identificar, para la década de 1840, referencias

comunes, principalmente, como anotamos más arriba, en lo que se refiere al territorio

ocupado por los araucanos. Estas dicen relación con la idea de una tierra fértil,

productiva, con grandes potencialidades, referencias que impulsan acciones,

proyecciones o definitivamente políticas hacia ellos, principalmente las que tiene que

ver con la necesidad de ocupar, poblar y explotar. Esquemáticamente, estas referencias

comunes se pueden representar del siguiente modo:

Cuadro 5. Referencias al territorio mapuche en el discurso oficial y en el texto de

Bilbao.

Discurso oficial hacia 1840 Texto de Bilbao

Características del

territorio

Tierra fértil Tierra fértil

Acciones que se deben

emprender

Territorio que hay que

ocupar

Territorio que hay que

ocupar

Fuente: Elaboración propia en base a Sesiones Cuerpos Legislativos (1840-1850) y Bilbao, 2011.

Desde el discurso oficial, por ejemplo, en 1842 se promovió la instalación de

una colonia militar en las márgenes meridionales del río Biobío. Según el Ministro de

Guerra, José Aldunate, así se ocuparían las fértiles tierras de la zona, que a su juicio se

encontraban abandonadas, aprovechando sus recursos y su potencial productivo610.

Paralelamente se desplegó otra propuesta de acción hacia sus habitantes, considerados

como no civilizados y enunciados como bárbaros, este territorio era un buen sitio para

la instalación de misiones611. Efectivamente, ya sea a través de la instalación de

610 Congreso Nacional de Chile, Documentos parlamentarios: discursos de apertura en las sesiones

del Congreso, i Memorias ministeriales. Volumen 2. 21 de agosto de 1842, José Aldunate, Ministro de

Guerra y Marina, 100. 611 Congreso Nacional de Chile, Documentos parlamentarios: discursos de apertura en las sesiones del

Congreso, I Memorias ministeriales. Volumen 2, 24 de junio de 1842, Manuel Montt, Ministro de

Justicia, Culto e Instrucción Pública, 29.

Page 237: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

228

colonias militares o de misiones religiosas al sur del Biobío, existió acuerdo en que la

finalidad última de la acción era incorporar tierras fértiles, las cuales se consideraban

abandonadas, avanzar en la línea de frontera, reducir a los indígenas a la vida civilizada

y lograr la unión de todas las provincias de la República.

Por su parte, Bilbao presenta en su relato un paisaje inigualable de la Araucanía,

donde invita al viajero a observar un cuadro supremo, pletórico, vertiginoso y

particularmente atractivo. Al respecto señala:

“En ninguna parte el viajero encontrará bosques más exuberantes, torrentes más

impetuosos, precipicios más profundos y quizás las cascadas más pintorescas.

Cuando éste ha escalado las cumbres más elevadas y baja la vista desde esas

regiones de tempestades hacia esas misteriosas soledades, siente el Eterno las

ha conservado en su pureza original para servir algún día de cuna a nuevas

sociedades”612.

En su evaluación, este territorio está casi despoblado, encontrándose en un

estado prístino, con grandes potencialidades, es un espacio posible de conquistar, de

ocupar y poblar. Sin embargo, en su narración no es posible advertir ninguna política

específica de ocupación. Sus referencias son vagas y más bien tienen que ver con el

establecimiento de buenas relaciones entre los chilenos y las tribus araucanas. Es el

concepto de vecino el que se releva en Bilbao, espera que la paz entre el gobierno

chileno y los araucanos sea duradera y que sea la base de “relaciones útiles y

fecundas”613. En tanto, Chile deberá procurar atraerlos por el “encanto y el poder de la

civilización”614.

612 Bilbao, 2011: 330. 613 Bilbao, 2011: 355. 614 Ibíd.

Page 238: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

229

Tal y como lo hicieron Domeyko y Antonio Varas en los años 1840 en Chile,

Francisco Bilbao se mostró siempre opuesto a la guerra contra los indios615 y no sugirió

el uso de la fuerza como medio de someter al mapuche a la civilización.

4.2 Antonio Varas, el diagnóstico político de un observador itinerante

La década de 1840 fue particularmente intensa en la observación de la

Araucanía, visitada por naturalistas y viajeros extranjeros, o evocada e imaginada a la

distancia por chilenos alejados de su patria. Domeyko representó el esfuerzo de

reconocer de primera mano este territorio, y siendo testigo de tránsito, pudo conocer y

luego describir a un araucano agricultor y hospitalario. Bilbao, por su parte, criollo

americanista, apelando a la construcción de una identidad americana, rescató al

indígena con sus características de un presente agricultor y ganadero, pero no

despojado de ímpetu guerrero, y sin haber recorrido el territorio araucano, generó desde

Europa una imagen del indígena que en nada distó de la del viajero y naturalista

europeo.

Todo sugiere que la mirada criolla, local, pudo haber determinado un mayor

compromiso a la hora de proyectar la nación, y aportar a la naciente república. Ahora

bien, si esa mirada se avalaba en el testimonio, en el contacto cercano, en el contacto

directo con la experiencia, entonces, sería dable esperar un nuevo resultado de la

ecuación del visitador-criollo.

Este es el caso de Antonio Varas, quien a fines de esa misma década fue

comisionado por la Cámara de Diputados para elaborar un informe que diera cuenta al

Congreso Nacional de “antecedentes, hechos y circunstancias” que inclinasen a

establecer un determinado régimen y gobierno sobre aquella parte del territorio donde

se situaban las poblaciones indígenas no reducidas y las plazas fronterizas del sur del

615 Romero, 2014.

Page 239: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

230

país616. El informe presentado por Antonio Varas en 1849, en su calidad de visitador

judicial de la república, tiene como origen el requerimiento que el Presidente de la

República Manuel Bulnes envió al Senado proponiendo un proyecto de ley referido a

erigir el establecimiento de Magallanes en colonia dependiente de la comandancia

general de la Marina617. A juicio del Presidente Bulnes, era necesaria la dependencia

más directa del gobierno, pues el sistema que hasta ese momento se aplicaba generaba

confusión de autoridades, donde se topaban y confundían las disposiciones de

autoridad entre el gobierno de la colonia de Magallanes, de la autoridad general del

departamento y de los comandantes de buques; además, existía una escasa información

sobre la zona, lo que impedía generar y planificar un buen gobierno para el sector618.

Es por ello que el Presidente, en el proyecto de Ley enviado al Senado con fecha 20 de

diciembre de 1848, propuso establecer la dependencia de Magallanes a la comandancia

general de Marina, en tanto sus autoridades y funcionarios deberían ser nombrados por

la Armada de la república, convirtiendo así al establecimiento en colonia militar

marítima. A juicio de Bulnes, una vez que este establecimiento incrementara sus

recursos y población, sería posible darle la misma organización de los otros

departamentos de la República619.

El mensaje de Bulnes fue inicialmente acogido por el Senado, el cual estableció

una comisión especial para el estudio de la propuesta legislativa. Sin embargo, y luego

de sendas conversaciones con los ministros del Interior y de Guerra, esta comisión

estableció que dicho proyecto era ineficaz y que era necesario dictar una ley más

general “que provea de remedios a males de mucha trascendencia que aquejan a todas

616 Antonio Varas, “Informe presentado a la cámara de diputados por Don Antonio Varas, visitador judicial de la República, en cumplimiento del acuerdo celebrado en la sesión del 20 de diciembre del

año 1848, sobre la reducción pacífica del territorio araucano”. En Cornelio Saavedra, Documentos

relativos a la ocupación de Arauco que contienen los trabajos practicados desde 1861 hasta la fecha.

(Santiago: Cámara Chilena de la Construcción, Pontificia Universidad Católica de Chile, Dirección de

Bibliotecas Archivos y Museos, 2010), 267-268. 617 Ibíd. 268. 618 Ibíd. 619 Ibíd. 269.

Page 240: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

231

las plazas fronterizas, y a las tribus indígenas que pueblan una gran parte de nuestro

territorio”620. De acuerdo a la comisión especial del Senado, las leyes de la República

no se aplicaban en aquellas regiones fronterizas y, en general, los indígenas que las

poblaban no reconocían más autoridad que la ejercida por los comandantes de frontera

o por los intendentes, “y despojados éstos de las facultades judiciales, se ha introducido

la confusión y desgobierno”621. Señalaba la comisión especial, además, que el

Congreso no podía legislar para el gobierno económico de los indígenas por falta de

datos e información indispensable y que aquellos ciudadanos chilenos que vivían en

las plazas fronterizas tenían que acogerse a un régimen militar para asegurar la frontera

y sus vidas. Es por estos motivos que la comisión especial del Senado finalmente

propuso un proyecto más ambicioso y completo que el originalmente presentado por el

Presidente Bulnes, que impulsaba la centralización y uniformidad en la administración,

y que pretendía otorgar al presidente la facultad para que ordenase y proyectase el

gobierno en los territorios indígenas. Finalmente, tomando la propuesta de dicha

comisión especial, el Senado presentó el siguiente proyecto de Ley:

“Art. 1º. Las plazas fronterizas, la colonia de Magallanes y las demás que se

establezcan en Chile y los territorios habitados por indígenas no reducidos,

dependerán exclusivamente del Presidente de la República y serán gobernados

según sus órdenes por los intendentes, gobernadores o comandantes de frontera.

2º Se autoriza al Presidente para dictar las ordenanzas que juzgue convenientes,

para el mejor gobierno de las fronteras, para la más eficaz protección de los

indígenas, para promover su más pronta la civilización y para arreglar los

contratos y relaciones de comercio con ellos.

3º Cuando se adelanten las fronteras, los territorios que queden comprendidos

dentro de ellas y que tengan más de diez mil almas, se erigirán en departamentos

y serán regidos de igual modo que los demás en que se halla dividida la

república.

620 Varas, 2010: 269. 621 Ibíd.

Page 241: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

232

4º Cada año se dará cuenta al congreso de las disposiciones que se dictaren en

virtud de esta autorización, y se pedirán los fondos que fueren precisos para

atender a su servicio”622.

Hacia fines de la década de 1840, la mirada de las autoridades estaba puesta en

el sur del territorio, que derivaría en el establecimiento de Punta Arenas. El desafío del

control y la administración de espacios más alejados del centro, incentivó a los

legisladores a incluir en su proyecto de ley otros territorios que, si bien geográficamente

no eran tan lejanos, administrativamente sí lo estaban. Ese fue el caso de la Araucanía,

un territorio ni tan distante ni ambientalmente tan inhóspito como Magallanes, pero

que hasta ese momento albergaba a una población que no solo rehuía el control estatal

sino que era evaluada y enunciada como indígenas no reducidos y cuya incorporación,

en especial después de la rebelión de 1835623, ya era vista, por políticos, el clero y

militares, como un problema de Estado624.

Así, la solicitud que la Cámara de Diputados realizó a Antonio Varas señalaba:

“[…] se pidan a V.S los informes que puedan contribuir a ilustrar a las cámaras

sobre los antecedentes, hechos y circunstancias que persuadan de la necesidad

o la conveniencia de establecer de una manera excepcional el régimen y

gobierno de aquella parte del territorio chileno que comprendan las plazas,

fronteras y poblaciones de que se trata.”625.

El nombramiento de Antonio Varas para la elaboración del informe se

fundamentó en razón de la alta magistratura que investía como visitador judicial

nacional, cargo que supuestamente le facilitaría “obtener los datos y conocimientos que

622 Varas, 2010: 270-271. 623 Manuel Ravest Mora, “Arauco…siempre Arauco. Introducción a Documentos… ”. En Cornelio

Saavedra, Documentos relativos a la ocupación de Arauco que contienen los trabajos practicados desde

1861 hasta la fecha. (Santiago: Cámara Chilena de la Construcción, Pontificia Universidad Católica de

Chile, Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos, 2010), xxii. 624 José González Leiva y Patricio Bernedo Pinto, “Cartografía de la transformación de un territorio: La

Araucanía 1852-1887”. Revista de Geografía Norte Grande 54, (2013): 183. 625 Varas, 2010: 268.

Page 242: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

233

necesita para expedirse en este negocio”626. La visita judicial nacional era una

institución que había sido creada por ley en 1842, con el objeto de llevar a cabo una

fiscalización centralizada, única y nacional de todos los juzgados del país, labor que

debía ser realizada por un visitador nombrado por el Presidente de la República, quien

finalmente optó por el joven abogado Antonio Varas de la Barra627. De acuerdo a dicha

normativa, el visitador debía revisar todas las causas pendientes en cada juzgado, para

ordenar al juez competente la agilización de la causa, contando para ello con amplias

facultades que le permitían elaborar decretos, destituir a funcionarios judiciales y a

jueces de primera instancia y prohibir el ejercicio de defensorías a agentes judiciales

que no tuvieran el título de abogados628. ´

Si bien la ley estableció que se debían visitar todos los juzgados del país, en

realidad Varas solo alcanzó a visitar dos provincias, Colchagua y Concepción, dado el

escaso tiempo de dos años que se le había otorgado para tan vasta tarea. A partir de

diciembre de 1847 el visitador recorrió el departamento de San Fernando y retornó a

Santiago en marzo de 1848 a redactar los respectivos informes. En agosto del mismo

año se dirigió al departamento de Rancagua, que tardó dos meses en recorrer.

Posteriormente, en enero de 1849, se dirigió a la provincia de Concepción, estadía que

se prolongó hasta junio de ese año, entregando sus últimos informes judiciales en

diciembre de 1849629. Esta última itinerancia, que le demandaría la mitad del año 1849,

la realizaría no solo en su rol de visitador judicial sino también de informante para la

Cámara de Diputados.

Es en ese contexto legislativo y administrativo que se genera el Informe de

Antonio Varas, el cual lleva por título Informe presentado a la Cámara de diputados

626 Varas, 2010: 268. 627 Víctor Brangier, “Transacciones entre ley y prácticas judiciales locales en tiempos de codificación.

El caso de la Visita Judicial Nacional, 1848-1849”, en SudHistoria 5 (2012): 132. 628 Ibíd. 629 Ibíd.

Page 243: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

234

por don Antonio Varas, visitador judicial de la República, en cumplimiento del

acuerdo celebrado en la sesión del 20 de diciembre del año de 1848, sobre la reducción

pacífica del territorio araucano.

4.2.1 El informe Varas: una narrativa con estructura de plantilla descriptiva

El documento presentado por Varas se estructura de acuerdo a los

requerimientos que le fueron establecidos al momento de comisionarlo para la

elaboración del informe sobre la Araucanía. Como ya advertí, su objetivo era entregar

datos e información sobre este territorio y sus habitantes, conocer este espacio para

evaluar la factibilidad de establecer un tipo de gobierno homogéneo con el resto de la

República630. Esta solicitud de contenidos logró incidir en la elaboración del informe,

tanto para la selección de los criterios y dirección de la mirada que determinaría qué

era lo que se debía incluir o excluir, como para establecer el orden de lo narrado,

estructurando la obra. Su texto fue, entonces, el producto de un mandato u obligación

de informar. El Estado chileno, a través de este mandato, pretendía recabar información

que le permitiera significar el territorio de la Araucanía, recreando la realidad política

y social del sector. Sin duda el informe de Varas construyó conocimiento y representó

un territorio desde una posición de poder, en el sentido que propone Said631.

En este aspecto, el informe de Varas se asimiló a un tipo de narración que

surgiría a partir de las emergentes necesidades y requerimientos de saber técnico de

parte del Estado, materializados en mandatos específicos a personas expertas, a través

de contratos especiales. Ejemplo de ello fue el contrato suscrito entre el Estado de Chile

y el geólogo y naturalista francés José Amado Pissis, a quien se le encomendó hacer

630 Varas, 2010: 271; González y Bernedo, 2013: 183. 631 Said, 2009. Un interesante artículo sobre el tema de la representación discursiva del territorio y cómo

esta condiciona el actuar estatal sobre una zona, es el de Boris A. Araya “Los orígenes de la construcción

discursiva del territorio de Aisén por parte del Estado de Chile (1818-1929), Magallania 45/1 (2017):

47-73.

Page 244: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

235

una descripción geológica y mineralógica del territorio de Chile en 1848. Al igual que

Varas, Pissis tuvo que abordar un mandato que le encomendaba una producción textual

regida por una estructura narrativa que obedecía a un formato descriptivo632. El relato

de Pissis representó una ruptura con la tradición naturalista desarrollada por Humboldt.

Pissis describía, evaluaba y proyectaba el territorio, generando un tipo de relato técnico

estructurado de acuerdo a las exigencias del contrato firmado con el Estado chileno. Su

descripción se identificaba con los intereses del Estado, ya que era una descripción

detallada de todo lo que en él existía633. De la misma manera, el informe de Varas

respondió a un requerimiento de saber, en este caso político-administrativo, que

demandaba el Estado, dando origen a un texto cuya narrativa se encontraba

estructurada por las exigencias del mandante. Este tipo de narrativa técnica, presentó

el mismo carácter utilitario de las narrativas que representaban el ascenso de las

vanguardias capitalistas634.

A diferencia del relato de los viajeros que recorrieron la zona y generaron una

producción textual, caracterizada por tener una estructura narrativa conducida por su

avance en el territorio, en donde las sinuosidades del viaje, es decir, el derrotero, fueron

marcando la línea narrativa y la descripción de la geografía, el paisaje, la tierra y sus

habitantes inundando el relato, el informe presentado por Varas, en cambio, muestra

una escasa referencia a la tierra y sus características; el anclaje a la realidad geográfica

está casi ausente. Salvo por escasas referencias a modo de guía en la lectura, el paisaje

y la geografía están ausentes.

632 Como ejemplo, ver José Amado Pissis, “El desierto de Atacama, su jeolojía, sus productos i

minerales”, en Anales de la Universidad de Chile [s.n] (1877). [En línea]. Para profundizar en la obra de Pissis, ver Ernesto Greve, Don Amado Pissis y sus trabajos geográficos y geológicos en Chile

(Santiago: Imprenta Universitaria, 1946). 633 Viviana Gallardo, “Estado, ciencia y capitalismo en Atacama: representaciones del desierto en la obra

de Amado Pissis, 1866-1880”, ponencia presentada en el Colloque international Capitalismes sauvages,

Rennes, 2018. 634 Pratt señala respecto a los viajeros que representan la nueva vanguardia capitalista: “En sus escritos,

la contemplativa y estetizante retórica del descubrimiento es frecuentemente reemplazada por una

retórica de conquista y realización orientada hacia objetivos determinados”, Pratt, 1992: 261.

Page 245: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

236

Si bien Varas basa su convicción en la observación directa, en el testimonio y

la visión de primera mano, es explícito en el inicio de su informe en señalar que no se

ha guiado exclusivamente por los resultados de sus observaciones personales, y que ha

buscado ilustrar sus opiniones con las contribuciones de informantes ajenos, cuyos

aportes fueron relevantes en la elaboración de su documento. De esta manera, Varas

tuvo acceso a datos entregados por “hombres que han vivido largos años entre los

indígenas, o que han estado en frecuentes comunicaciones con ellos, que les han hecho

la guerra…”635, y que al ser interrogados por el visitador, le suministraron una confiable

información, que le permitió, junto a su propia observación, generar el informe que

presentó a las cámaras.

Su informe se inicia con una conclusión, esto es:

“Los territorios de indígenas requieren un régimen y gobierno especial, diverso

del que se observa en el resto de la República. Uno siente esa necesidad luego

de que observa lo que son esos territorios, lo que son sus pobladores, y la clase

de sumisión en que se hallan respecto de la autoridad del Estado”636.

De ahí en adelante, en la estructura de su relato, sus esfuerzos e intenciones

están orientadas a entregar la información necesaria para avalar su diagnóstico y

conclusión.

Siguiendo los lineamientos de lo requerido, uno de los primeros aspectos que

aborda el visitador, dice relación con identificar y caracterizar a las autoridades del

territorio, el alcance de sus atribuciones y poder efectivo, su funcionamiento y

estructura de gobierno. En ese esfuerzo, identifica a Inspectores, Caciques, Intendentes,

Comisarios, Comandantes de plaza y Capitanes de amigos637, cargos que serán de gran

635 Varas, 2010: 271. 636 Varas, 2010: 271. 637 Ibíd. 272-274.

Page 246: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

237

relevancia al momento de proponer un sistema de administración y gobierno para la

zona.

La primera distinción que establece entre las autoridades es reconocer aquellas

que son comunes, esto es reconocidas tanto por indígenas como por chilenos o

españoles, y aquellas que tienen que ver exclusivamente con el gobierno interior de la

zona.

Primeramente identifica a los Inspectores, una autoridad común a la que

recurrían los indígenas en sus reclamos contra los españoles y que, en ocasiones,

también era solicitada para resolver disputas entre los propios indígenas638. Para el caso

del gobierno interior, Varas advierte que su independencia es completa: “Sus caciques

los gobiernan sin tomar para nada en cuenta las autoridades de la república”639. Sin

embargo, y pese a esa independencia, el visitador logra identificar autoridades del

gobierno central que tienen cierto reconocimiento y atribuciones en el territorio, estas

son el intendente, el comisario y los comandantes de plaza. En la evaluación que hace

Varas, advierte que, a medida que los indígenas se ubican a mayor distancia de la

frontera y pierden relación con la población chilena o española, estas autoridades -el

comisario y los capitanes de amigos- pierden atribuciones e influencia, es más, el

respeto a ellos disminuye considerablemente. Se devela cierta crítica al actuar de estos,

señalando -en el caso de los capitanes de amigos- que habitualmente han sido hombres

viciosos, incapaces de imponer su autoridad en pos de la civilización de los indígenas,

la misma reflexión hace para los comandantes, quienes al momento de su visita, ya no

son respetados ni obedecidos por los indígenas640.

La referencia que hace Varas a la población chilena o española, como si se

tratara de un conjunto indistinto, bien vale la pena considerarla. De hecho, el propio

638 Varas, 2010: 272. 639 Ibíd. 272. 640 Ibíd. 272-274.

Page 247: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

238

autor creyó necesario hacer una aclaración al respecto en su informe, indicando en una

nota de pie de página que:

“Españoles son llamados en la frontera, para distinguirlos de los indígenas, los

chilenos que forman la población civilizada; conformándome con este uso, y

atendida la procedencia de esta población, y la necesidad de una palabra que

evite rodeos, me decido a adoptar la misma denominación en este informe”641.

Todo indica que la nominación de chileno, aún no tenía, al menos en la zona de

la frontera, una connotación identitaria. Se establecía por oposición a la de indígena y,

por tanto, se permitía la analogía con la de español. Pese a las décadas transcurridas

desde el proceso de independencia, la situación sobre la nominación chileno parece no

haber cambiado tanto respecto al período independentista, ya que, cómo señalé en un

capítulo anterior, en el censo de 1813 ni siquiera se hacía mención al enunciado

‘chileno’, siendo la de ‘español americano’ la categoría utilizada. Así, chileno pudo

haber sido en los inicios de la república una categoría con una dimensión quizá más

administrativa que identitaria. Así, fue recién en la Constitución de 1822 fue cuando se

especificó quiénes eran chilenos”642.

En el análisis que realiza Varas, la población indígena del territorio visitado no

se asume como homogénea ni uniforme, la proximidad a la frontera es un aval de

convivencia con los chileno-españoles y, por tanto, también del reconocimiento y

acatamiento de ciertas autoridades comunes; la lejanía, en cambio, da cuenta de

indígenas que no respetan a las autoridades, las cuales tienen una influencia muy escasa

en el territorio. Esta forma de análisis será retomado por Varas cuando enuncie su

641 Varas, 2010: 273. 642 “1.-son chilenos los nacidos en territorio de Chile, 2.- los hijos de chileno y chilena, aunque hayan

nacido fuera del Estado, 3.- los extranjeros casadas con chilena, á los tres años de residencia en el país,

4.- Los extranjeros casado con extranjera, a los cinco años de residencia en el país, si ejercen la

agricultura, ó la industria, con un capital propio, que no baje de dos mil pesos; ó el comercio, con tal que

posean bienes raíces de su dominio, cuyo valor exceda de cuatro mil pesos”. Constitución Política del

Estado de Chile promulgada el 23 de octubre de 1822, Imprenta del Estado, 2-3.

Page 248: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

239

propuesta de sujeción de los indígenas, destacando que el territorio visitado entre

Biobío y el Cautín es bastante diverso.

Antonio Varas concluye de su identificación de autoridades que existe un orden

particular de funcionarios que sirven para el gobierno de los territorios indígenas.

Frente a este escenario plantea abiertamente el siguiente cuestionamiento: ¿Debe

prescindirse de este hecho y someter los territorios de infieles al mismo régimen que el

resto del Estado? ¿O deberá conservarse en lo sustancial ese orden de funcionarios, y

desarrollar ese régimen en la forma más adecuada para civilizar los indígenas e

incorporarlos completamente al Estado643?

A partir de este cuestionamiento, el informe contempla el análisis de las

poblaciones indígenas y sus características en cuanto a si son susceptibles de reducir,

civilizar y sujetar. Instalado como un segundo tema en su informe, Varas, divide a la

población indígena de acuerdo a su ubicación, esto es, su mayor o menor cercanía al

espacio de frontera, por tanto, al contacto con la población chileno-española

republicana. Para el autor, la tarea de sujetar a las poblaciones indígenas a las

autoridades comunes del Estado, no es una empresa imposible, principalmente con

aquellos indígenas próximos a la frontera, pues estos han aprendido el castellano “han

tomado gran parte los hábitos de los fronterizos, se ocupan en el mismo orden de

trabajos, gozan de las ventajas del comercio; muchos tienen propiedad fija; y

acostumbrados a mirar con respeto las autoridades que sus vecinos reconocen, no les

sería para ellos tan chocante someterse a ellas”644. Además, advierte que entre los

indígenas fronterizos el espíritu guerrero y la exaltación de independencia están más

apagados. Contrariamente, evalúa que para aquellos indígenas lejanos a la frontera

“sería necesario una verdadera conquista”645, y si bien es de opinión que la presencia y

acción de un ejército fuerte en la zona puede lograr ese objetivo, cuestiona esa

643 Varas, 2010: 274. 644 Ibíd. 275. 645 Ibíd.

Page 249: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

240

alternativa, pues pronostica inevitables acciones de violencia e injusticia contra el

mundo indígena. Al respecto plantea “¿sería justo acometer la empresa? ¿Seríamos

nosotros los ciudadanos de una república, los que autorizaríamos el escándalo de la

conquista y de la matanza en esa porción de los primitivos pobladores de nuestro

suelo?”646.

La tercera parte de su informe es adelantar una propuesta de acción sobre la

zona, basado en un régimen de gobierno sustentado en lo que existe, manteniendo

algunas autoridades, en específico a los comandantes, pues este sería el mejor medio

para civilizar y gobernar. Esta parte de su informe es relevante, ya que profundiza cuál

es el objetivo planteado por el Estado, esto es, civilizar a los indios, mejorar su

condición material, ilustrar y cultivar su inteligencia. E inmediatamente agrega ¿Pero

es realizable este objetivo? Una pregunta relevante en la reflexión de Varas, pues, a su

juicio, esas acciones llevan aparejado el despojo, el abuso de poder y la sumisión. En

la propuesta de acción del Estado se asume al mundo indígena como bárbaro, es por

ello que Varas frente a esa constatación, también señala que existen distintos estados

de barbarie que identifica nuevamente por ubicación geográfica, aquellos del

Butalmapu de la costa, los del Bultalmapu de los Andes, los indígenas que se ubican

entre Carampangue y Lebu y aquellos de regiones más centrales647.

La parte más extensa de su relato corresponde a aquella donde enuncia los

medios civilizatorios que deben desplegarse en la Araucanía. Es en este punto que me

parece interesante, como propuesta de análisis, comparar el informe de Varas con lo

que Ignacio Domeyko propuso para este territorio, principalmente porque ambos

refirieron a un mismo territorio en una misma época, y experimentaron una vivencia

que les permitió desarrollar un proceso de conocimiento hacia el mundo indígena a

partir del cual generaron un diagnóstico y propuesta de acción.

646 Varas, 2010: 275. 647 Ibíd. 277.

Page 250: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

241

Este análisis comparativo tiene como finalidad identificar y contrastar las

formas de considerar y referir al mundo indígena de la Araucanía, es decir, reconocer

las consideraciones que están detrás de esas propuestas, aquellas que las sustentan y

avalan. Identificando sus similitudes y diferencias, la comparación entre el informe de

Varas y la memoria de Domeyko pretende advertir si acaso es posible considerar que

ambas propuestas aportan a construir o derechamente a instalar un nuevo discurso sobre

los indígenas de la Araucanía.

4.2.2 El ‘Informe Varas’ y la ‘Memoria de Domeyko’ ¿un nuevo discurso sobre la

Araucanía?

En el contexto del desarrollo de la propuesta civilizatoria generada por Varas

es posible advertir las formas de enunciación y consideración hacia el mundo mapuche,

pues inevitablemente para argumentar su propuesta, debe señalar cuál o cuáles son las

características del mundo indígena que propician un determinado camino de acción. En

ese orden de cosas, insistir o replantear la división del mundo indígena que señala es

fundamental, pues de ella deriva una serie de atributos y nominaciones que se le

asignan.

La cercanía o lejanía de los indígenas con la línea de frontera es la primera

división que advierte Varas. Aquellos indígenas cercanos a ella son reconocidos por

sus características de civilidad, en ellas se incluye el uso del castellano, sus hábitos y

actividades, como la práctica del comercio, la propiedad fija y el respeto por las

autoridades locales648. Todo indica que el mundo indígena a la vista y consideración de

Varas ha sido permeado por la sociedad chileno-española republicana. Sin embargo, y

pese a aquello, Varas sostiene como característica fundamental de este grupo de

indígenas, el gran apego a sus costumbres y tradiciones, además de estimar su

648 Varas, 2010: 274-275.

Page 251: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

242

independencia. A su juicio, el resguardo y permanencia de esa independencia ya no

pasa por su belicosidad, pues señala que el espíritu guerrero y la exaltación

independentista en ellos ha menguado. El resguardo de su independencia, más bien, se

sustentaría en la mantención de la tradición y las costumbres649. En contraposición,

para los indígenas más lejanos a la frontera las características que se repiten en el

informe de Varas son la de su altivez y espíritu guerrero, en número son la mayoría y

están acostumbrados al desgobierno y a una vida sencilla de pocas necesidades650.

Domeyko, a su vez, también divide a la población indígena, y si bien esta

división o advertencia de heterogeneidad no dice relación con su localización, su

mirada identifica distintas características morales y de la vida práctica y cotidiana de

los indígenas, dependiendo de si se encuentran en tiempo de paz o en tiempo de guerra.

A su juicio “La falta de esta distinción tan esencial en la historia del hombre, ha sido

muchas veces la causa de confusión y origen de las contradicciones que se notan en la

descripción de las costumbres y del carácter de los pueblos salvajes”651.

Para Domeyko, los indígenas en tiempo de paz son hospitalarios, sensatos,

juiciosos, cumplen sus tratos y cuidan su honor. Al igual que Varas, reconoce en ellos

el respeto a la autoridad, entregando el acatamiento que corresponde. En general, el

sabio polaco define al indio como “Grave y muy formal en su trato, algo pensativo,

severo, sabe respetar la autoridad, dispensando a cada cual el acatamiento y cariño que

le corresponde”652. Así también coincide con Varas en que la tradición guía su acción

y su moral. Al respecto sostiene que:

“Por un sentimiento de intuición natural, o de una tradición oscura, lleva como

grabado en su ánimo un código moral; y está dispuesto a cumplir con él en

649 Varas, 2010: 275. 650 Ibíd. 651 Domeyko, 2010a: 39. 652 Ibíd.

Page 252: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

243

cuanto sus pasiones e inclinaciones brutales, no refrenadas por mandamiento

alguno ni precepto divino, se lo permitan”653.

Paralelamente, Domeyko establece las características de los indígenas en

tiempo de guerra, período que en el cual, a su juicio, afloran las pasiones y su carácter

indómito, desplegándose “la soberbia valentía araucana, sembrando terror y desolación

entre los suyos y los vecinos”654. Sin embargo, y pese a la rudeza de la caracterización,

Domeyko la aprecia como un estado transitorio, primigenio e inculto, que invita a la

tarea de la civilización, considerando al indígena como un otro semejante, pues su

estado soberbio y pasional es similar al que eventualmente posee la cultura occidental:

“[…] el indio, en tiempo de guerra, representa lo que fueron nuestros antepasados antes

del cristianismo y lo que nosotros somos cuando las pasiones, el egoísmo y la malicia

nos atraviesa”655.

Como se puede advertir, ambos autores complejizan la mirada y consideración

hacia el indígena, instalando una caracterización más variada que supera la visión y

representación estereotipada planteada por el discurso oficial, una especie de fractura

paradigmática que les permitirá proponer propuestas de civilización en consideración

a la diversidad del mundo indígena.

Una vez asumida la población indígena como no homogénea y advirtiendo su

diversidad y particularidad, fue necesario para ambos autores propiciar modelos de

civilización, asimilación o reducción adecuados, tomando en cuenta esas diferencias,

perfilando con atención los medios que debían utilizarse. Esa reflexión es asumida por

Antonio Varas en su informe, tal cual lo hace Domeyko en su memoria sobre la

Araucanía. En ese contexto, ambos autores señalan en primer lugar que toda acción

civilizatoria debe diferenciarse de aquella realizada por los españoles. El viajero polaco

653 Domeyko, 2010a: 39. 654 Ibíd. 48. 655 Ibíd.

Page 253: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

244

señala “[…] es menester evitar que ellos confundan a los hermanos que tratan de

incorporarlos en su familia, con la memoria de los antiguos conquistadores”656. Y

Varas, por su parte, sostiene que estos indígenas acostumbrados al desgobierno,

enfrentados a la uniformidad del régimen y sometidos a la igualdad de cargas y

exacción tributaria, rechazaran la civilización, pues “Acostumbrados al desgobierno y

a sus pocas necesidades, no comprenden que esas cargas traigan para ellos algún bien,

solo verán en ellas los antiguos tributos con que la rapacidad de los conquistadores

hacía gemir a sus padres”657.

La tarea encomendada y asumida por Varas tiene un objetivo claro que él desea

develar y explicitar, esto es, saber con certeza para qué es necesario el avance de la

república al territorio indígena. La respuesta instalada clara y precisa en su informe es:

la civilización de los indígenas. Y, en tanto y de acuerdo a lo que él observó y evaluó,

definió la civilización de estos indígenas como una tarea que contemplaría cuatro

acciones fundamentales, a saber:

1.-Mejorar su condición material

2.-Ilustrar y cultivar su inteligencia

3.- Desarrollar los buenos sentimientos que son el patrimonio de la humanidad

4.-Elevar su espíritu a las verdades morales y religiosas

Y a renglón seguido, Varas se cuestiona ¿el indómito araucano se prestará a la

sumisión que la civilización le impone y que siempre ha rechazado con tenacidad?658.A

su juicio, la respuesta no está en aplicar la fuerza de la conquista sino, contrariamente,

un orden de autoridades encargadas de su gobierno y un buen sistema de medios

civilizatorios.

656 Domeyko, 2010a: 71. 657 Varas, 2010: 275. 658 Ibíd. 276.

Page 254: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

245

Coincidentemente, Domeyko también reflexiona sobre el concepto de

civilización y lo que ella implica. A su juicio, el mundo indígena no necesita una

civilización material, pues en ese aspecto ellos son aventajados. Para Domeyko, al igual

que Varas, la verdadera civilización es moral, aquella que conduce al bienestar del

hombre, a la elevación del alma y del intelecto, a la dignidad y felicidad moral, las

cuales, se consiguen a través de la fe y las creencias religiosas659.

Instalados en este punto, Varas y Domeyko definen cuáles deberían ser las

formas o medios para conseguir ese objetivo. Sobre este punto las coincidencias o

semejanzas son evidentes.

Varas plantea en su informe que uno de los primeros medios civilizatorios

deben ser las misiones. Pese a las detalladas críticas que realiza a este sistema -su

escaso número, solo dos al momento de su recorrido, Tucapel y Nacimiento, y la

incapacidad de los misioneros de conocer la lengua aborigen- señala que “civilizar,

moralizar a un pueblo sin echar mano de la influencia religiosa, es para mí una

quimera”660. Lo mismo para Domeyko, quien postula que la civilización de los

araucanos se puede conseguir mediante la propaganda de misiones, desempeñados por

un “[…] clero enérgico, virtuosos, instruido en el idioma de los indígenas, paciente y

trabajador…”661.

El establecimiento y organización de las misiones, devela por parte de sus

promotores, aquellas características indígenas que, a su juicio, debían ser erradicadas,

superadas, eliminadas, en fin combatidas a través de la acción misional662. Todo indica

659 Domeyko, 2010a: 54. 660 Varas, 2010: 279. 661 Domeyko, 2010a: 59. 662 Para algunos autores el proceso misional lleva aparejado signos aculturizadores y etnocidas “Cambiar

la religión de los mapuche por la cristiana se convertiría en sinónimo de cambiar la cultura del bárbaro

por la del civilizado, del indio por la del blanco, del colonizado por la del colono”. Ver Macaya, 2016:

101.

Page 255: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

246

que los antiguos hábitos del indígena, aquello que se consideraba vicio y superstición,

fueron el foco de ataque de la acción misional663. Sin embargo, y pese a que la

instalación de una misión lleva aparejada la reprobación de ciertas características

indígenas, es importante destacar que, para que esta fuese factible y fecunda, también

debía considerar ciertas características indígenas como positivas por el mundo

republicano. A este respecto, era la hospitalidad de los indígenas la actitud más

destacada y reconocida, que no solo Varas percibió, sino la mayoría de los viajeros que

transitaron por la zona durante la primera mitad del siglo XIX. En relación a ella, Varas

manifestó que los misioneros que se internen en la zona debían estar “confiados en la

hospitalidad que el indígena nunca niega”664. Y, por su parte, Domeyko destacando la

hospitalidad, la liga con otras grandes cualidades del indígena, esto es, con su amor a

la libertad y a la independencia “[…] junto con esa tradición de hospitalidad y amor al

prójimo, heredó este pueblo el valor, la hombría, el amor a la libertad e independencia,

tan emparentados con el amor al prójimo y con la hospitalidad…”665.

Refiriéndose a las misiones, Varas realiza una segunda división de la población,

esta vez etaria, lo que de alguna forma avala la idea que las acciones y planificación

debían ajustarse a las características particulares de los indígenas. Para él la población

debía ser dividida en hombres formados y niños. Para los hombres formados, los

adultos, la acción misional “tiene que dar ejemplo de tolerancia, no debe combatir sus

preocupaciones, sus errores”666, hasta cierto punto, se podría señalar que existe respeto

por la vida indígena, por sus elecciones y desvelos. Sin embargo, anima a los

misioneros a que destierren en ellos la ociosidad, la holgazanería, poniendo a su vista

las ventajas del trabajo. Refiere específicamente al cultivo del campo y a las artes más

sencillas667. Es sobre este punto que podríamos advertir una diferencia sustantiva entre

663 Varas, 2010: 279. 664 Ibíd. 665 Domeyko, 2010a: 157. 666 Varas, 2010: 281. 667 Ibíd. 280.

Page 256: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

247

la representación de los indígenas que realiza Domeyko respecto a la que formula

Varas, pues para el primero los indígenas eran grandes cultivadores de la tierra, criaban

ganado y poseían sus casas bien hechas, donde nada faltaba y la abundancia era

cotidiana. Tanto es así que, como advertimos más arriba, para Domeyko no es la

civilización material la que había que imprimir en estos indígenas, pues los consideraba

aventajados en este aspecto. Varas en cambio, puso el acento en grandes terrenos

incultos, subutilizados.

El segundo grupo de atención fueron los niños, es con ellos con quienes había

que trabajar para erradicar definitivamente la barbarie, con ellos sería necesario

“ilustrar su entendimiento, inspirar en su corazón los sentimientos morales y

religiosos”668. La propuesta de Varas contempla colonias agrícolas, donde se tenga bajo

su dirección a los niños, alejados de sus padres, para así educarlos y prepararlos “para

la vida laboriosa del hombre civilizado”669.

Esta función para Varas, debe ser realizada por “buenos operarios” refiriéndose

en específico a sacerdotes que se debían internar en la Araucanía. En este punto

también coincide con Domeyko, quien refiriéndose a la misión sostiene que se necesita

“un clero enérgico, virtuosos…paciente y trabajador”670.

La labor misional asumió una postura esperanzadora frente a los indígenas; aquí

las enunciaciones sobre ellos como “enemigos irreconciliables de la civilización”671,

que durante la misma época circulan en algunos discursos oficiales, no tienen cabida.

668 Varas, 2010: 280. 669 Ibíd. 670 Domeyko, 2010a: 59. 671 “Es necesario el concierto de las operaciones de uno i otro estado para el logro de ventajas decisivas

i permanentes sobre estos enemigos irreconciliables de la civilización” Así se refería, por ejemplo, el

Presidente Prieto en 1833 a la población de la Araucanía. “Discurso de apertura de Joaquín Prieto en las

sesiones del Congreso, 1 de junio de 1833”, en Documentos parlamentarios: discursos de apertura en

las sesiones del Congreso i Memorias Ministeriales, Congreso Nacional (Santiago: Imprenta del

Ferrocarril, 1858) Volumen 1, 9

Page 257: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

248

Una segunda estrategia de civilización eran las escuelas. Varas, quizás

recordando lo conocido en Domeyko, señala: “Entre las personas que algo han pensado

en el sur sobre la civilización de los indígenas, al mismo tiempo que desesperan

completamente de las misiones, algunos creen que la implementación de escuelas sería

un medio eficaz”672. En ellas una especie de misionero civil debería trabajar con los

niños, enseñándoles las primeras letras y trabajos manuales “sea oficios o cultura del

campo, combata la pereza y se encargue de la más eficaz preparación para la vida

civilizada”673.

En cambio para los indios ya formados, el Capitán de amigos debía instruirlos

en la agricultura, en la construcción de sus casas, en la crianza de sus animales, en el

cuidado y asistencia de sus enfermos674.

Varas propone un orden civilizatorio, una propuesta de disciplinamiento en

donde el trabajo ocuparía el primer lugar, donde la producción de la tierra y la

enseñanza de oficios mejorarían su condición material y frenaría sus vicios. Luego de

esto, vendría la conversión, siendo el resultado de este proceso la civilización675.

La propuesta de Varas incluía a las mujeres, y es allí donde también hace

explícitas sus características. Para él, éstas son más laboriosas y más sumisas que los

hombres indígenas, características que las hace más proclives a todo proceso

civilizatorio676.

672 Varas, 2010: 282. 673 Ibíd. 674 Ibíd. 283. 675 Ibíd. 284. 676 Ibíd.

Page 258: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

249

Otro medio civilizatorio que enunció Varas era la comunicación y el comercio.

De ellos, realizó un detallado análisis sobre sus aportes al proceso civilizatorio,

entendiendo por éste, el aumento en el bienestar material del indígena, su desarrollo

intelectual y mejoras de índole moral. Efectivamente, consideraba que el comercio les

había entregado un lenguaje más adelantado y “la comunicación con gente de más

ideas, ha debido influir necesariamente, aumentando sus cortas riquezas

intelectuales”677. Además, el comercio ha incitado al indígena al trabajo, ofreciéndole

alicientes “para vencer su indolencia”678. Frente a la actividad comercial y los

beneficios para los indígenas, Varas deja entrever otras opiniones y consideración que

tiene sobre el mundo indígena, calificándolos entonces de limitados intelectualmente y

holgazanes. Esta última idea se refuerza con la permanente enunciación de la

subproducción de las tierras indígenas, lo que reafirmará más adelante cuando aborde

el tema de la venta de tierras en el sector. En la evaluación sobre el aporte del comercio

en la moral de los indígenas, Varas es enfático en señalar que esta actividad ha

mermado la moral indígena, principalmente por los agentes encargados del comercio,

quienes “[…] no es raro que roben a los indígenas, que los engañen, que fomenten su

desconfianza denunciando mentidos proyectos de la autoridad”679.

A partir de esa constatación, el visitante sostiene que es conveniente limitar el

acceso al espacio de la Araucanía, que no se pueda entrar libremente, que se debe exigir

la presentación de un documento, una especie de pasaporte680. “El pasaporte se pasaría

677 Varas, 2010: 285. 678 Ibíd. 285. 679 Ibíd. 680 Todo indica que la modalidad de pasaporte o documento para entrar en la zona de la Araucanía, fue

una práctica habitual, así se evidencia en los relatos de viajeros que transitaron la zona. Ejemplo de ello

es el testimonio de Aquinas Ried y César Maas quienes transitaron por la Araucanía en 1847, en un viaje

que tenía por objetivo conocer las colonias de inmigrantes alemanes en Llanquihue. Sobre la utilización

de pasaportes César Mass comenta: “[…] hicimos una visita al Ministro de Justicia don Salvador

Sanfuentes que había sido intendente de la provincia de Valdivia…nos recibió con mucha amabilidad y

prometió tenernos los pasaportes, etc que necesitábamos”. Maas, 1950: 7.

Page 259: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

250

al Capitán de amigos de la parcialidad respectiva, y serviría como un salvoconducto

para que los indígenas respetasen al que lo llevare”681.

Domeyko, por su parte, no concuerda con la idea de que el comercio sea un

método para ilustrar y moralizar a los indígenas. A su juicio, así como se ha

desarrollado con los indígenas, ni siquiera merece un examen serio. En su evaluación,

el comercio es una actividad realizada por unos “buhoneros sueltos que, con una carga

de pacotilla, se llevan traficando por el territorio de los indios de una casa a otra…”682.

La poca valoración a esta actividad y de la función que podían cumplir sus agentes

queda resumida en los cuestionamientos que plantea:

“Yo quisiera preguntar a los que han tratado a aquellos tenderos ambulantes si

de veras los consideran capaces de civilizar a los indios y, sobre todo, de

amaestrarlos en la moral y justicia. Quisiera preguntar a los que se entregan a

ese pequeño comercio, ¿hasta qué punto se hallan interesados en la civilización

de los indígenas, cuya incredulidad e ignorancia tanta cuenta les hace

explotar…”683.

Su propuesta propicia el establecimiento de comerciantes, de pequeñas tiendas

instaladas en cada misión, vigilados e inspeccionados por las autoridades -misioneros

y Capitanes de amigos- siendo éstas autoridades quienes entreguen permiso a hombres

conocidos y honrados, impidiendo así la llegada de sujetos de mala fama y conducta

sospechosa684.

La solicitud del informe a Antonio Varas, devela los intereses que el Gobierno

chileno, en específico su Congreso, manifiesta en relación con el territorio de la

Araucanía y sus habitantes. Varas es explícito en abordarlo y comenta

681 Varas, 2010: 285. 682 Domeyko, 2010a: 57. 683 Domeyko, 2010a: 57. 684 Ibíd. 70.

Page 260: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

251

“Ocupar con pobladores civilizados esos territorios, invadirlos de esta manera

para acelerar la absorción de la población indígena por la española…valiéndose

para ellos de legítimas compras, es sin duda un excelente medio de acercar la

época en que Arauco deje de inspirar recelos y entre como una cualquiera de

las provincias a formar una parte integrante y efectiva de la República”685.

La integración de estos territorios y la asimilación y reducción de sus habitantes

es la intención clara de la República. Para los ojos del Estado, esa integración territorial

debía tener como posibilidad la compra-venta de tierras con los indígenas, aspecto que

el informe de Varas debía necesariamente analizar e incluir. Sin embargo, y como es

recurrente en la estructura de su escrito, previo a proyectar la acción, esto es, la

adquisición de tierras indígenas, se detiene a informar el “estado del arte” sobre la

compra-venta de territorios en la Araucanía. Sin escabullir ni acallar la critica a las

formas en que éstas se han realizado, alude a compras fraudulentas o a usurpaciones

previas. “Suele emborrachárselos para que vendan, se les da el precio en dinero que en

breve disipan”686. De ahí deriva la permanente desconfianza del indio, recelo nacido de

antiguos y permanentes abusos y la entrada en su territorio de aventureros que se

internan en su territorio. Y más adelante agrega: “Todos estos abusos se evitarían, si el

Estado comprase a un precio equitativo para el indígena y vendiese después

indemnizándose”687.

La propuesta de Varas es la instalación en estos territorios de múltiples

propietarios, que la habiten y cultiven. Promueve evitar la acumulación de tierras en

pocas manos, así como prohibir a empleados de la frontera adquirir terrenos de los

indios. En la ocupación del territorio, la presencia del ejército es entendida como un

agente protector, impondrá respeto y eventualmente podrá impedir o castigar los

abusos hacia los indígenas688.Como propuesta, señala que la internación del ejército

685 Varas, 2010: 286. 686 Ibíd. 286. 687 Ibíd. 286-287. 688 Ibíd. 294.

Page 261: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

252

debía materializarse a través de las compras de terreno que el Estado hiciese a los

indígenas y que luego se repartiesen a los soldados, quienes trasladados allí con sus

familias, cultivarían la tierra y resguardarían la zona. Como argumento de esta moción,

Varas insistió en la subutilización del territorio indígena, sembrando solo pequeñas

porciones de terreno. A su juicio, “Los pequeños campos que el indígena sólo ocupa

en una pequeña parte, nos brindan un medio para corregirlo. Compre el Estado terrenos,

véndalos o distribúyalos con ligeros gravámenes para llamar a ellos población y para

hacer propietarios”689. La propuesta de esta verdadera colonia militar, se complementa

con la colonización extranjera, que generaría un territorio habitado por soldados, que

darían protección, e intercalado por familias extranjeras industriosas que impulsarían

el desarrollo en la zona.

Domeyko, por su parte, también era partidario de una regulación en la

adquisición de terrenos en la Araucanía. Coincidentemente, sugiere la compra por parte

del Estado a precios justos y la posterior entrega a soldados veteranos: “Hablo de la

oportunidad que podría tener el Estado para premiar los servicios y el buen

comportamiento de los militares…con los terrenos comprados a los araucanos”690.

Tampoco está de acuerdo con la formación de la gran propiedad, debe existir

“prohibición de comprar y poseer terrenos de mayor extensión que los que indicaré la

ley”691. En lo que definitivamente no coincide con Varas es en la propuesta de la

colonización extranjera, ya que, a su juicio, esa medida sería inaplicable en territorio

araucano, en específico en el sector de la embocadura del río Imperial hasta la ciudad

de la Imperial, donde, “los primeros que allí viniesen tendrían que forjar de sus arados

y azadones lanzas y machetes para pelear y empapar el suelo con la sangre de sus

vecinos, antes de empezar a regarlo con el sudor de su trabajo”692.

689 Varas, 2010: 295. 690 Domeyko, 2010a: 67. 691 Ibíd. 67. 692 Ibíd. 68.

Page 262: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

253

En síntesis, en opinión de Varas las misiones, la escuela y el comercio con la

población española, eran los medios civilizatorios a partir de los cuales debía surgir la

incorporación paulatina y sucesiva de la población indígena al resto de la nación. El

establecimiento, la regulación y desarrollo de estos medios civilizatorios exigirían, en

la opinión de Varas, dos cosas fundamentales: “organizar de forma conveniente los

territorios de infieles y dar respetabilidad a las autoridades que se les encargue”693.Y

Domeyko, en el mismo sentido, refiriendo a las maneras de lograr el proceso

civilizatorio, señala que es posible lograrlo “mediante una estricta justicia y buenos

ejemplos de parte de las autoridades y de los hombres que se pongan en contacto

inmediato con los indios”694.

¿Cuáles son aquellas autoridades que deben liderar estos medios? Ya se ha

enunciado que los sacerdotes, o más bien, los buenos sacerdotes, son los que debían

cumplir un rol misional y también educacional. Junto a ellos destaca el intendente o

superintendente de indígenas, comandantes generales en cada uno de los puntos de

Arauco y Nacimiento, comandantes particulares y Capitanes de amigos al lado de todo

cacique gobernador. Estas autoridades eran para los indígenas, pero la propuesta de

Varas contempla también que la escasa población chilena-española que vivía en ese

territorio quedase bajo su control. El superintendente, propuesto por Varas, debía

ejercer una autoridad paternal, conocer el carácter de los indígenas y realizar un estudio

de la frontera y de la situación de los indígenas “No puede proceder por principios

generales ya formados, sino en vista de lo que las circunstancias particulares de la tierra

aconsejasen en cada caso”695. Este es un punto relevante, pues el conocimiento de

primera mano, la evaluación sobre el territorio, eran aspectos no considerados en el

discurso oficial, centralista y estereotipador del indígena. Los territorios a cargo de este

superintendente debían ser Lautaro y Laja y su carácter no necesitaba ser militar.

693 Varas, 2010: 288. 694 Domeyko, 2010a: 59. 695 Varas, 2010: 297.

Page 263: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

254

Otra autoridad a destacar son los Capitanes de amigos, fuertemente criticados

por Varas. Si bien como institución debían permanecer, consideraba que muy pocos

debían continuar en sus cargos, “unos porque son viciosos y otros porque no son

aptos”696, los más capacitados debían oficiar de lenguaraces sirviendo a comandantes

o superintendentes.

Identificados los medios civilizatorios y los desafíos en su implementación, uno

de los aspectos más decidores e influyentes, dice relación con el carácter indígena. En

la evaluación que realiza Varas, define al indígena como altanero, animado por un

espíritu de independencia, que se manifiesta en su conducta hacia la autoridad foránea

y hacia sus propios caciques. A este respecto señala “Es preciso domarlo sin degradar

el carácter indígena”697. Esa afirmación revela apreciación y valoración al carácter

indígena, si bien incomoda y dificulta el proceso civilizatorio, es considerado y se

valora positivamente.

Domeyko, por su parte, también refiere una opinión bastante similar, pues para

él, el principal medio civilizatorio que hay que aplicar es la educación religiosa e

intelectual de los indígenas y, en virtud de ese sistema, “Lo que se propone es conservar

el vigor y el temple del antiguo carácter araucano, realzando su dignidad moral e

intelectual mediante el cristianismo”698.

Las evaluaciones y propuestas de Varas y Domeyko, ambos visitantes del

Araucanía en la década de 1840, develan una forma de describir al indígena en la cual

la percepción de la diferencia es una constante. Una especie de doble diferencia, esto

es, primero señalando usos y costumbres que distaban mucho de las propias, sus

prácticas cotidianas, los llamados vicios y supersticiones, su organización política y

social. Sin embargo, la constatación de esas diferencias no aproximaba a los indígenas

696 Varas, 2010: 300. 697 Ibíd. 291. 698 Domeyko, 2010a: 58.

Page 264: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

255

al salvajismo, sino por el contrario, sus cualidades, su diversidad, fue asumida, no solo

con respeto, sino como una condicionante al momento de proyectar en ese territorio.

Para ambos, era preciso y necesario, al momento de planificar en la zona, desechar la

idea de la uniformidad nacional, Domeyko lo advirtió señalando:

“Siendo las relaciones entre los indios que están reduciéndose y los cristianos

muy distintas de las que existen entre los ciudadanos de una nación civilizada,

es justo que también el gobierno interior, la administración y las leyes a que se

sometan dichos indios sean por ahora de distinto orden de lo que se pone en

práctica en las demás partes de Chile”699.

Y Varas fue enfático al inicio de su informe al advertir que

“Los territorios de indígenas requieren un régimen y gobierno especial, diversos

del que se observa en el resto de la República. Uno siente esa necesidad luego

de que observa lo que son esos territorios, lo que son sus pobladores…”700.

Un segundo tipo de diferenciación es la que proyectan ambos autores al interior

del mundo indígena, no es la mirada que concentra y uniformiza, sus descripciones

fueron capaces de advertir diferencias por ubicación, por situación de paz o guerra,

rompiendo con el paradigma nacional del estereotipo uniformador. A partir de aquella

diversidad, evaluaron el territorio y elaboraron sus propuestas para la Araucanía y sus

habitantes.

699 Domeyko, 2010a: 62-63. 700 Varas, 2010: 271.

Page 265: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

256

CONCLUSIÓN

La sociedad chilena desde sus inicios republicanos acuñó diversas formas para

referir al mundo indígena en general y, particularmente, al mapuche. Algunos de estos

discursos lograron instalarse como dominantes, reforzando en definitiva cierto tipo de

acciones que el incipiente Estado pretendía desplegar sobre dicha población. Las

formas hegemónicas de representación o, más bien, los discursos desplegados hacia los

indígenas, fueron básicamente el del bárbaro, al que se le temía pero también se le

enfrentaba, pues podía devenir en enemigo; el héroe, valiente guerrero, evocado de

antaño y reconocido en el presente y el hermano, aquel con el cual se quiere construir

una “gran familia”.

Hacia la década de 1830, es posible identificar estos tres discursos operando

simultáneamente. El Presidente Prieto se lamentaba en 1833 de “la actitud hostil que

nos vemos obligados a mantener contra los bárbaros de la frontera sur”701, que alteraban

el clima de paz obtenido en la república por esos años, y que los transformaban en

enemigos irreconciliables de la civilización702. Los atributos asignados a los mapuche

en este discurso fueron los de bárbaros sangrientos, enemigos fieros y encarnizados,

una raza carnicera y destructora703.

Sin embargo, es posible identificar que la referencia del bárbaro enemigo

convivió con otra, la del héroe, valiente y guerrero. A modo de ejemplo, el Ministro de

Guerra, José Javier Bustamante, si bien presenta al indígena como un bárbaro y

701 Joaquín Prieto, “Discurso de apertura en las sesiones del Congreso, 1 de junio de 1833”, en

Documentos parlamentarios: discursos de apertura en las sesiones del Congreso…,Volumen 1, 8. 702 Ibíd. 703 SCL. Tomo XXIII, José Javier de Bustamante, “Memoria que el Ministro de Estado en el

Departamento de Guerra y Marina presenta al Congreso Nacional”, 447.

Page 266: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

257

enemigo, también alude a su bravura, a sus hazañas, a su antiguo heroísmo araucano,

destacando el orgullo de que esta raza de bravos fuese parte de la república.

Hubo también altas autoridades del Estado que hicieron referencias al indio

como un hermano, al que había que incorporar al seno de la patria “promoviendo su

conversión y civilización”704, discurso que se avalaba en la aspiración a una nación

homogénea, donde no había cabida para la diferencia y el disentimiento, y cuando se

reconocían diferencias, impulsaba una acción tendientes a superarlas, borrarlas o

eliminarlas

La historiografía que se ha hecho cargo del estudio sobre los discursos o

representaciones sobre el mundo indígena y mapuche, ha descrito un desarrollo

ordenado y lineal de estas, una diacronía en la cual es posible establecer epocalmente

los giros o cambios discursivos. Sin duda, se trata de un enfoque problemático, pues,

los distintos autores han planteado hitos y fechas disímiles para ese cambio. Esa falta

de coincidencia cronológica, como traté de demostrar en esta investigación, se debió a

que no existió una transición lineal en la representación de los indígenas, un giro

discursivo, un momento de cambio, pues, estos discursos convivieron en el tiempo,

fueron simultáneos y no excluyentes. Heredados en su mayoría del período anterior,

presentes desde los inicios independentistas, fue en la década de 1830 cuando surgió

una nueva nominación asociada a la barbarie, la de enemigo, discurso que se instaló

hegemónicamente mucho antes de que el Estado iniciara las primeras acciones de la

llamada pacificación.

Es preciso, por otro lado, destacar que en paralelo a estos discursos

hegemónicos, existieron otras voces que no coincidieron con el discurso oficial y que

704 Mariano Egaña, “Memoria que el Ministro de Estado en el Departamento de Justicia, Culto e

Instrucción Pública presenta al Congreso Nacional el año de 1839”, en Documentos parlamentarios:

discursos de apertura en las sesiones del Congreso…, Volumen 1, 208.

Page 267: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

258

son posibles de identificar durante toda la primera mitad del siglo XIX. Estas voces

disidentes manifestaron su cuestionamiento a lo difundido sobre la Araucanía y sus

habitantes y, por cierto, a los planes y proyectos que se proponían desde el discurso

oficial. Fueron voces de viajeros que tuvieron intenciones etnográficas, de la

intelectualidad criolla, que propiciaba en sus escritos aspiraciones igualitarias y

anticoloniales y de autoridades del Estado que buscaban un conocimiento de primera

mano para modernizar la administración del territorio. Nominadas como voces

disidentes por la historiografía, estas llegaron a constituir, a mi juicio, un discurso

alterno, toda vez que discreparon del oficial y obligaron a quienes suscribían la opinión

hegemónica, a defender sus posturas.

En efecto, a partir de 1845 se generó una eclosión de voces referidas al mundo

indígena, en especial sobre la Araucanía. Domeyko publica en ese año su Viaje a la

Araucanía, Bilbao desde París escribe Los araucanos en 1847, y Antonio Varas emite

su Informe sobre el territorio Araucano en 1849. Este parece ser el momento de la

instalación del discurso alterno, ya no solo como voces disidentes aisladas, sino como

una construcción social sobre el indígena que circuló por el país y el extranjero, y que

fue transversal a sus productores, alojándose y conviviendo de manera complementaria

en el ensayo filosófico, en el discurso administrativo, o en la memoria del naturalista.

Coyuntura especialmente prolífica, toda vez que el discurso oficial resultó estimulado

a defender su primacía, a través de voces legitimadas como la de Andrés Bello o

Salvador Sanfuentes, quienes polemizan e intentan rebatir a Domeyko.

Dentro del discurso de la alteridad, destaco el discurso de la prosperidad, el cual

reconoce al mapuche como un agricultor próspero, discurso que se repite en los relatos

de viajeros, como Domeyko o Reuel Smith, que se internaron en la Araucanía y que

reconocieron de primera mano el mundo indígena, destacando la prosperidad

productiva, los campos llenos de papas, porotos y habas y de “…gente trabajadora,

Page 268: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

259

campos extensos y bien cultivados, ganado gordo y buenos caballos, testimonios todos

de prosperidad y de paz”705.

Otro discurso alterno reconocible es el de la hospitalidad y cortesía indígena

que, según los viajeros, traslucía grados significativos de civilización. Smith, por

ejemplo, quien critica lo extenso y monótono del saludo entre los mapuche, consideraba

este ritual como un gesto de amabilidad706. Para Domeyko, como bien señala Brintrup,

la hospitalidad, honestidad y generosidad correspondían a gestos anclados en el pasado

precolombino707. Y para Varas, era un atributo de los indígenas que consideraba una

ventaja a la hora de proyectar medidas como la instalación de misiones en el territorio

indígena708.

Un tercer discurso alterno posible de identificar es el que enuncia a los

indígenas como vecinos, un cercano que a todas luces presenta características que

permitiría la construcción de un futuro republicano en comunidad.

No obstante, en estos dos discursos identificados, el oficial y el alterno, es

posible reconocer elementos comunes. Durante la primera mitad del siglo XIX, la

nominación de bárbaro para los indígenas fue habitual, incluso por aquellos que

propiciaban miradas alternas. Ambos discursos se instalaron desde una evaluación

común hacia la cultura mapuche, que consideraban en estado de barbarie. Todo indica

que, pese a las intenciones de reconocimiento etnográfico que explicitaron algunos

viajeros, o la aspiración de la construcción de una identidad americana por parte de

Bilbao, el eurocentrismo primó en las representaciones y evaluación del mundo

indígena en ambos discursos. Domeyko, por ejemplo, caracterizando a los araucanos

705 Domeyko, 2010a: 24. 706 Smith, 1914: 108. 707 Brintrup, 2003: 54. 708 Varas, 2010: 279.

Page 269: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

260

en períodos de paz, señala que “en cuanto a las costumbres, los araucanos se sitúan

entre la civilización y la barbarie”709

Sin duda, este reconocimiento de barbarie cultural, legitimó tanto en el discurso

oficial como en el discurso alterno, una voluntad o intención de intervención. La idea

de transformar, cambiar, civilizar, estaba presente con la acción misional, la educación

o la intervención militar directa. Domeyko, por ejemplo, al proyectar la actividad

misional comenta: “Cada misionero debe mantener la escuela y propagar la fe, porque

todavía la mayor parte de esta población, sumisa al gobierno, se aferra a su salvajismo,

no quiere bautizarse, no habla español, vive torpemente y se embriaga con chicha”710.

La posibilidad de transformar y proyectar en el territorio, es otra manifestación

de esta mirada eurocéntrica, que asume no solo a los habitantes como parte de un

barbarismo cultural, sino también al territorio de la Araucanía. El tipo de narración que

inunda los relatos es lo que Pratt reconoce como la vanguardia capitalista, aquel relato

que ve posibilidades de futuro, entendido como un espacio que es necesario transformar

para hacerlo útil, aprovechar sus recursos, producir excedentes, construir ciudades,

entre otras acciones. Domeyko, por ejemplo, al describir los ríos Biobío, Imperial y

Toltén, los proyecta como vías comerciales para dar salida a la producción del llano y

de la zona precordillerana, y Bilbao, por su parte, evalúa las potencialidades del

territorio proyectando su modernización económica, vislumbrando el futuro “Cuando

la civilización y la industria hayan establecido su población numerosa y activa en esos

lugares privilegiados, encontraran flotas en los bosques, la fuerza motriz en las minas

de carbón; minerales, lanas y maderas para exportar; y los canales y los ríos distribuirán

en el océano Pacífico todas esas riquezas”711.

709 Bilbao, 2011:337 710 Domeyko, 2010c: 189. 711 Bilbao, 2011: 329

Page 270: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

261

Otro aspecto similar entre el discurso oficial y el alterno fue el reconocimiento

del indígena por sus características de violencia y ferocidad. Sin embargo, aquí hubo

una diferencia sustancial, pues, para aquellos que propiciaron el discurso alterno, la

ferocidad del mapuche parecía ser circunstancial. Son varios los autores que

reconocieron características disímiles de los indígenas en épocas de guerra y en tiempos

de paz, estableciendo una clara diferencia con el discurso oficial, el cual sostenía que,

esa violencia y ferocidad era permanente, incluso al punto de justificar el rechazo a

toda posibilidad de firmar acuerdos o pactos con ellos pues, “No se hicieron para

bárbaros los tratados, pues no hai en ellos la virtud en que consiste su firmeza”712.

Estas similitudes muestran quizá las limitaciones que el discurso alterno tuvo

como nueva propuesta de representación del mundo indígena. En general, su

planteamiento quedó restringido a los cánones europeos y no resultó, como sugiere

análogamente Mesa713 para la construcción de una literatura americana independiente,

lo suficientemente subversiva a la modernidad como para lograr integrar a la cultura

indígena en la conformación de la identidad americana o chilena, debilidad que quizás

también le impediría, en una futura coyuntura aún más compleja, defender su nuevo

paradigma cultural.

712 “Sesión del Senado Conservador de 9 de febrero de 1824”. SCL. Tomo IX, 79- 80. 713 Mesa, 2008:102.

Page 271: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

262

BIBLIOGRAFÍA

Fuentes Impresas

ANGUITA, R. 1913. Leyes Promulgadas en Chile desde 1810 hasta 1° de junio de

1913. Santiago, Imprenta, Litografía i Encuadernación Barcelona, 1052p.

ARCHIVO NACIONAL. 1953. Censo de 1813. Levantado por don Juan Egaña, de

orden de la Junta de Gobierno formada por los señores Pérez, Infante y Eyzaguirre.

Santiago, Imprenta Chile, 372p.

CONGRESO NACIONAL. 1858-1861. Documentos parlamentarios: Discursos de

apertura en las sesiones del Congreso i Memorias ministeriales. Nueve volúmenes.

Santiago, Imprenta del Ferrocarril.

CHILE. 1812. Reglamento Constitucional Provisorio del Pueblo de Chile de 1812. [En

línea]

https://obtienearchivo.bcn.cl/obtienearchivo?id=documentos/10221.1/17607/3/reglam

ento_constitucional_1812.pdf [Consulta: 25 enero 2021].

CHILE. 1822. Constitución Política del Estado de Chile promulgada el 23 de octubre

de 1822, Imprenta del Estado, 78p.

CHILE. 1833. Constitución de la República de Chile jurada y promulgada el 25 de

mayo de 1833. Santiago, Imprenta de la Opinión, 48p.

GONZÁLEZ DE NÁJERA, A. 1889. Desengaño y reparo de la guerra del reino de

Chile [1614]. En MEDINA, J. T. Colección de Historiadores de Chile y documentos

relativos a la Historia Nacional. Tomo I. Santiago, Imprenta Ercilla, 317p.

JARA, A. 1956. Recopilación Indigenista de Chile. México D.F, Instituto Indigenista

Interamericano, 126p.

LETELIER, V. Sesiones de los Cuerpos Legislativos de la República de Chile (1810-

1845). [s.a.] Publicado por la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile. [En línea]

https://es.wikisource.org/wiki/Sesiones_de_los_Cuerpos_Lejislativos_de_la_Rep%C

3%BAblica_de_Chile_(1810-1845) [consulta: 24 enero 2021].

SENADO CONSULTO. S/N. Indios. Reglamento. Lei a favor de los indios dictado por

la Junta de Gobierno de 1813 con acuerdo del Senado. [En línea]

https://www.bcn.cl/leychile/navegar?idNorma=1063806 [Consulta: 25 enero 2021].

Page 272: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

263

Periódicos

El Agricultor

El Araucano

Revista Católica

Prensa digital

diarioUdeChile [En línea] https://radio.uchile.cl/

Audiovisuales

LARRAÍN, M. T. 2007. El juicio de Pascual Pichún. Largometraje documental.

Canadá-Chile, 65 min. Mini/DV, color.

Artículos de revistas:

ALBIN, M. C. 2002. Mito e historia en la poesía de José María Heredia. Hispanófila,

(135): 89-106. [En línea] http://www.jstor.org/stable/43807104 [Consulta: 21 enero 2021].

ALBURQUERQUE-GARCÍA, L. 2011. El relato de viajes: hitos, formas y evolución

del género. Revista de Literatura (73/145): 15-34.

ARAYA, R. 2004. Mariluán: la restauración del orden en la Araucanía, 1822-1827.

Historia y Geografía (18): 79-101.

ARAYA, B. 2017. Los orígenes de la construcción discursiva del territorio de Aisén

por parte del Estado de Chile (1818-1929). Magallania (45/1): 47-73.

ARZE, R. 2003. Alcide d' Orbigny en la visión de los bolivianos. Boletín del Instituto

Francés de Estudios Andinos (003:32): 467- 477.

BARABAS, A. 2000. La construcción del indio como bárbaro: de la etnografía al

indigenismo. Alteridades (19): 9-20.

BILBAO, F. 2011. Cuadro de la América Meridional. Los Araucanos, su territorio, sus

costumbres y su historia. Mapocho. Revista de Humanidades (70): 322-362.

BOCCARA, G. y SEGUEL-BOCCARA, I. 1999. Políticas indígenas en Chile (siglos

XIX y XX). De la asimilación al pluralismo (El caso Mapuche). Revista de Indias

59(217):741-774.

Page 273: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

264

BRANGIER, V. 2012. Transacciones entre ley y prácticas judiciales locales en tiempos

de codificación. El caso de la Visita Judicial Nacional, 1848-1849. SudHistoria (5):

124-151.

BRINTRUP, L. 2003. Encuentros en el viaje a la Araucanía de Ignacio Domeyko: La

naturaleza y el araucano. Anales de Literatura Chilena (4), 35-57.

CASANOVA, H. 2000. Entre la ideología y la realidad. La inclusión de los mapuches

en la nación chilena (1810-1830). Revista de Historia Indígena (4): 9-48.

CAVIEDES, E. 2009. Desplazando el escenario: Los Araucanos en el proceso de

independencia de Chile. Studia Historica. Historia Contemporánea (27): 75-98.

CID, G. y VERGARA, J. 2011. Representando “la copia Feliz del edén”. Rugendas:

Paisaje e identidad nacional en Chile, Siglo XIX. Revista de Historia Social y de las

Mentalidades (15/2): 109-135.

COLOMBI, B. 2006. El viaje y su relato. Revista de Estudios Latinoamericanos (043):

11-35.

CHAUMEIL, J.P. 2003. Dos visiones del hombre americano. D' Orbigny, Marcoy y la

etnología sudamericana. Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos (003:32):

459- 466.

DELRÍO, W. 2002. De “salvajes” a “indios nacionales”. Interpelaciones hegemónicas

y campañas militares en norpatagonia y la Araucanía (1879-1885). Mundo de Antes

(3): 189-208.

DINIER, P. 2007. Lo pintoresco como categoría estética en el arte de viajeros. Apuntes

para la obra de Rugendas. Historia (40/2): 285-309.

ENRÍQUEZ, L. 2011. La Republica chilena ante la cuestión indígena (1810-1830).

Hispania Sacra (LXIII): 627-652).

ESTEFANE, A. 2004. “Un alto en el camino para saber cuántos somos…”. Los censos

de población y la construcción de lealtades nacionales. Chile, Siglo XIX. Historia

(37):33-59.

GALLARDO, V. 2001. Héroes indómitos, bárbaros y ciudadanos chilenos: El discurso

sobre el indio en la construcción de la Identidad nacional. Revista de Historia indígena

(5):119-134.

GALLARDO, V. 2012. Rugendas, artista viajero y su aporte a la construcción de la

representación indígena. Revista Tiempo Histórico (4): 67-86.

Page 274: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

265

GALLARDO, V. 2019. El discurso etnográfico y la representación indígena en la obra

de Ignacio Domeyko: una voz disidente. Revista Chilena de Antropología (40): 204-

220

GALLARDO, V. 2020. Domeyko y su viaje a la Araucanía: la construcción narrativa

del mundo indígena en los albores del Chile republicano. HiSTORelo. Revista de

Historia Regional y Local (12/24):14-39.

GARCÍA, A. 2011. Introducción y notas. Cuadro de la América Meridional. Los

Araucanos, su territorio, sus costumbres y su historia. Francisco Bilbao. Mapocho.

Revista de Humanidades (70): 307-321.

GONZÁEZ LEIVA, J Y BERMEDO PINTO, P. 2013. Cartografía de la

transformación de un territorio: La Araucanía 1852-1887. Revista de Geografía Norte

Grande (54): 179-198

KÖNIG, H.J. 1996. El indigenismo criollo ¿Proyectos vital y políticamente realizables

o instrumento político? Historia Mexicana (46): 745-767.

LEÓN, L. 1986. La resistencia anti-española y el rol de las fortalezas indígenas en

Chile Central, 1536-1545. Cultura, Hombre y Sociedad (3):53-116.

MADRAZO, G. 2005. Pacto étnico, rebelión y modernidad en el siglo XVIII. Andes

(16): 0. [En línea]. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=127/12701602 [consulta:

18 enero 2021].

MARTÍNEZ, J.L. 1992. Textos y palabras. Cuatro documentos del siglo XVI. Estudios

Atacameños (10): 135-150.

MESA, D. 2008. El poema extenso como institución cultural. Forma poética e

identidad americana en Bello, Heredia y Echeverría. Nueva revista de filología

hispánica, (56/1): 87-122.

MORA, M. 2010. ‘Combatiendo siempre sin rendirse jamás´. Los pueblos indígenas

en el imaginario de América de Francisco Bilbao. La Cañada (1): 43-69.

NAHUELPÁN, H. 2007. El sueño de la Identidad Latinoamericana o la búsqueda de

lo propio en lo ajeno. Atenea (495): 157-164.

NAHUELPÁN, H. 2013. El lugar del indio´en la investigación social. Reflexiones en

torno a un debate político y epistémico aún pendiente. Revista Austral de Ciencias

Sociales (24): 71-91.

Page 275: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

266

PERALTA, P. 2009. Ni por la razón, ni por la fuerza. El fallido intento del estado

nacional por incorporar a los pueblos mapuche y pehuenche. (1810-1835). Revista de

Historia Social y de las Mentalidades (13): 55-85.

PINTO, J. 2003b. La ocupación de la Araucanía a través de historiadores, novelistas,

poetas y dirigentes mapuche. Revista de Historia y Geografía (17):153-206.

PISSIS, J. A. 1877. El desierto de Atacama, su jeolojía, sus productos i minerales.

Anales de la Universidad de Chile. (s.n). [En línea].

https://revistas.uchile.cl/index.php/ANUC/article/view/19600/20755 [consulta: 23

enero 2021].

PIWONKA, G. 2002. Domeyko y la Araucanía Chilena. Anales de la Universidad de

Chile (14):77-118.

RAMÍREZ, V. 2017. Ciencia y literatura: Eduard Poeppig y su representación de la

Araucanía (Siglo XIX). Cuadernos de Historia Cultural (6): 40-69.

ROMERO, V. 2014. Francisco Bilbao y la cuestión indígena. Vistazo sobre un

quarante-huitard chileno y la víspera de la conquista de “La Frontera” (1847-1864). La

Cañada (5): 231-256.

REBOK, S. 2003. La expedición americana de Alexander Von Humboldt y su

contribución a la ciencia del siglo XIX. Boletín del Instituto Francés de Estudios

Andinos (003:32): 441-458.

SANFUENTES, A. 1987. La deuda pública externa de Chile entre 1818 y 1935.

Estudios de Economía (14): 17-72.

SILVA, O. y TELLEZ, E. 2001. Los Butalmapus de los llanos en la Araucanía.

Cuadernos de Historia (21): 17-36.

TELLEZ, E., SILVA, O., CARRIER, A. y ROJAS, V. 2011. El tratado de Tapihue

entre ciertos linajes mapuches y el gobierno de Chile (1825). Cuadernos de Historia

(35): 169-190.

TELLIER, J. 1965. La Araucanía y los Mapuches según tres viajeros extranjeros del

siglo pasado. Boletín de la Universidad de Chile (58): 4-12.

VILLAR, J. 1995. Paraliteratura y libros de viajes. Revista Compas de Letras (7): 20

Page 276: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

267

Libros y capítulos de libros:

ALBARRACÍN, J. 2002. Una visión esplendorosa de Bolivia. Las exploraciones de

Alcides d' Orbigny en Bolivia. La Paz, Plural Editores, 426p.

AMUNÁTEGUI SOLAR, D. 1909-1910. Las encomiendas de indígenas en Chile.

Santiago, Imprenta Cervantes, volumen 1, 476p. y volumen 2, 538p.

AMUNÁTEGUI, M. L. 1952. Ignacio Domeyko. En: Ensayos Biográficos. T. I.

Santiago, Ediciones de la Universidad de Chile, 185-414.

ANDERSON, B. 1993. Comunidades Imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la

difusión del nacionalismo. México, Fondo de Cultura Económico, 315p.

ANTIMIL CANIUPAN, J. 2016. Panko, wenumalal ka tranantúe mapu ñi

tukulpazungun. Reconstrucción del territorio ancestral de comunidades mapuche a

través del rescate del Kuifyke zungu. Wajmapu, siglos XIX y XX. En: CANALES, P.

(Ed.). Zuamgenolu. Pueblo Mapuche en contexto de Estado nacional chileno, siglos

XIX-XXI. Santiago, Editorial USACH, 155-177.

ARAYA, A y VALENZUELA, J. 2010. Presentación. En: América Colonial.

Denominaciones, clasificaciones e identidades. Santiago, Ril Editores, 7p.

BARROS ARANA, D. 1999-2005 Historia General de Chile. Santiago, Tomo I,

Segunda Edición. Santiago, Editorial Universitaria/DIBAM, 347p.

BELLO, A. 1981. Obras Completas de Andrés Bello. Caracas, Fundación La Casa de

Bello, 757p.

BENGOA, J. 2008. Historia del pueblo mapuche. Siglos XIX y XX. Séptima Edición.

Santiago, LOM Ediciones, 421p.

BERNAND, C. 2016. Los indígenas y la construcción del Estado Nación. Argentina y

México, 1810-1920: historia y antropología de un enfrentamiento. Buenos Aires,

Prometeo Libros, 369p.

BINDIS, R. 1989. Rugendas en Chile. Santiago: Editorial Los Andes, 100p.

BOCCARA, G. 1996. Dispositivos de poder en la sociedad colonial-fronteriza chilena

del siglo XVI al siglo XVIII. En: PINTO, J. (Ed.). Del discurso Colonial al

Proindigenismo. Ensayos de Historia Latinoamericana. Temuco, Ediciones

Universidad de La Frontera, 27-39.

Page 277: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

268

BOCCARA, G. 2009. Los Vencedores. Historia del pueblo Mapuche en la época

colonial. Segunda Edición. Santiago, Ocho Libros Editores, 434p.

CABRERA LLANCAQUEO, J. L. 2016. Desde los márgenes…Pueblo Mapuche e

Historiografía. En: CANALES, P. (Ed.). Zuamgenolu. Pueblo Mapuche en contexto de

Estado nacional chileno, siglos XIX-XXI. Santiago, Editorial USACH, 51-62.

CANALES, P. 2010. Tierra e Historia. Estudios y controversias acerca de la historia

del Pueblo Mapuche en Chile, 1950-2010. Segunda edición. La Serena, Editorial

Universidad de La Serena, 319p.

CARRIZO, S. 1997. Poética del relato de viajes. Kassel, Reichenberger. 187p.

CARTES, A. 2013. Viajeros en tierras mapuches. Tomé, Al Aire Libre. 120p.

CARTES, A. 2014. ¿Bárbaros o Ciudadanos? Los Mapuches en el Albor Republicano.

En CARTES, A. y DÍAZ, P. (Coordinadores). Ciudadanía. Temas y debates. Chile,

Centro de Estudios Bicentenario, 221-248.

CASANOVA, H. 1996. La Araucanía colonial: discursos, imágenes y estereotipos

(1550-1800). En: PINTO, J. (Ed.). Del discurso Colonial al Proindigenismo. Ensayos

de Historia Latinoamericana. Temuco, Ediciones Universidad de La Frontera, 41-82.

CASANUEVA, F. 2002. Indios Malos en tierras buenas: visión y concepción del

Mapuche según las elites chilenas (Siglo XIX). En: BOCCARA, G. (Ed.).

Colonización, Resistencia y Mestizaje en las Américas (Siglos XVI-XX). Quito,

Ediciones Abya-Yala, 291-327.

CLASTRES, P. 2001. Investigaciones en antropología política. Barcelona, Gedisa,

256.

COLLIER, S. 1977. Ideas y política de la independencia chilena .1808-1833. Santiago,

Editorial Andrés Bello, 374p.

COLLIER, S. 2005. La construcción de una República 1830-1865. Política e Ideas.

Santiago, Ediciones Universidad Católica de Chile, 336p.

CONTADOR, A. M. 1998. Los Pincheira. Un caso de bandidaje social. Chile 1817-

1832. Santiago, Bravo y Allende Editores, 202p.

CONTRERAS, H. 2010. Los conquistadores y la construcción de la imagen del “indio”

en Chile Central. En: ARAYA, A y VALENZUELA, J. (Eds.). América Colonial.

Denominaciones, clasificaciones e identidades. Santiago, Ril Editores, 49-79.

Page 278: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

269

CONTRERAS, H. 2017. Oro, tierra e indios. Encomienda y servicio personal entre las

comunidades indígenas de Chile Central, 1541-1580. Santiago: Ediciones Universidad

Academia de Humanismo Cristiano, 434p.

CRUZ, J. M. de la 2013. Memoria del general don José María de la Cruz sobre sus

operaciones en la Araucanía. 1849. En: VILLALOBOS, S. Incorporación de la

Araucanía. Relatos militares 1822-1883. Santiago, Catalonia, 49-66.

CHACON, B. 2013. Campaña de Arauco por la Baja Frontera en 1859. Costumbres y

reducción de los indígenas. En: VILLALOBOS, S. Incorporación de la Araucanía.

Relatos militares 1822-1883. Santiago, Catalonia, 67-146.

DELAPORTE, H. 2016 [1855]. Recuerdos de un viaje. Una visita donde los araucanos.

En: SALGADO, I. (Compilador). Travesías por la Araucanía. Relatos de viajeros de

mediados del siglo XIX. Temuco, Ediciones de la Universidad Católica de Temuco,

243-261.

DOMEYKO, I. 2010a. La Araucanía y sus habitantes. En: SAGREDO, R. (Editor

general). Araucanía y sus habitantes: recuerdos de un viaje hecho en las provincias

meridionales de Chile, en los meses de enero y febrero de 1845/ Ignacio Domeyko.

Santiago, Cámara Chilena de la Construcción, Pontificia Universidad Católica de

Chile, Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos, 5-73.

DOMEYKO, I. 2010b. Memoria sobre la colonización en Chile. En: SAGREDO, R.

(Editor general). Araucanía y sus habitantes: recuerdos de un viaje hecho en las

provincias meridionales de Chile, en los meses de enero y febrero de 1845/ Ignacio

Domeyko. Santiago, Cámara Chilena de la Construcción, Pontificia Universidad

Católica de Chile, Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos, 79-103.

DOMEYKO, I. 2010c.Viaje a la Araucanía en el año 1845. En: SAGREDO, R. (Editor

general). Araucanía y sus habitantes: recuerdos de un viaje hecho en las provincias

meridionales de Chile, en los meses de enero y febrero de 1845/ Ignacio Domeyko.

Santiago, Cámara Chilena de la Construcción, Pontificia Universidad Católica de

Chile, Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos, 105-235.

DOMEYKO-LEA PLAZA, P. 2002. Ignacio Domeyko. La vida de un emigrante

(1802-1889). Santiago, Editorial Sudamericana, 749p.

ECHEVERRIA, E. 1870. Obras Completas de D. Esteban Echeverría. Tomo 1. Buenos

Aires, Imprenta y Librería Mayo, 446p.

¡¡ … ESCUCHA, WINKA…!! Cuatro ensayos de historia nacional mapuche y un

epílogo sobre el futuro. 2006. Por Marimán, P “et. al”. Santiago, LOM Ediciones, 278p.

Page 279: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

270

ERCILLA, A. de. 1959. La Araucana. Tercera Edición. Madrid, Aguilar, 770p.

ETTE, O. 2001. Literatura de viaje, de Humboldt a Braudillard. México, UNAM, 122p.

FELIÚ CRUZ, G. 1941. Las encomiendas según tasa y ordenanzas. Buenos Aires, Casa

Jacobo Peuser. 273p.

FERRANDO, R. 2000. Y así nació la Frontera…Conquista, Guerra, Ocupación,

Pacificación 1550-1900. Santiago, Editorial Antártica, 615p.

FOERSTER, R. VERGARA, J. I. y GUNDERMANN, H. 2017. Dos siglos de política

indígena republicana. Del Estado monocultural al reconocimiento étnico. En JAKSIC,

I. y RENGIFO, F. (Editores). Historia política de Chile, 1810-2010. Tomo II. Estado y

Sociedad. Santiago, Fondo de Cultura Económica, Universidad Adolfo Ibáñez, 205-

242.

FOUCAULT, M. 1992. Microfísica del poder. Tercera Edición. Madrid, Las

Ediciones de la Piqueta, 189p.

FOUCAULT, M. 2008. El orden del discurso. Barcelona, Tusquets Editores, 76p.

FOUCAULT, M. 2010. La arqueología del saber. Segunda edición. México, Siglo

XXI, 273p.

GASPAR y ROIG. 1870. Biblioteca Ilustrada de Gaspar y Roig. Diccionario

enciclopédico de la lengua española, con todas las vozes, frases, refranes y locuciones

usadas en España y las Américas Españolas. Tomo II. Madrid, Imprenta y Librería de

Gaspar y Roig editores, 1392p.

GAY, C. 2018. Usos y costumbres de los araucanos. Santiago, Taurus, 372P.

GODOY, H y LASTRA, A. 1994. Ignacio Domeyko. Un testimonio de su tiempo.

Memorias y correspondencia. Santiago, Editorial Universitaria, 365p.

GODOY, M. y CONTRERAS, H. 2019. Indios con tierras y caciques, pero sin

república. La historiografía de lo indígena en una república sin indios, Norte chico y

Chile centro sur, siglo XIX”. En ESCOLAR, D. y RODRÍGUEZ, L. (Comp.). Más allá

de la extinción: identidades indígenas en la Argentina criolla, siglos XVIII-XX. Y una

reseña comparativa con Bolivia, Paraguay, Chile y México. Buenos Aires, SB, 236 a

252.

GÓMEZ, A. 2003. La rebelión mapuche de 1834-1835. Estado nación chileno versus

el enemigo bárbaro. Antecedentes para la desmitificación historiográfica de la “frontera

Page 280: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

271

pacífica”. Working paper Series 18. Editor General Jorge Calbucura. Ñuke

Mapuförlaget, 48p.

GREVE, E. 1946. Don Amado Pissis y sus trabajos geográficos y geológicos en Chile.

Santiago, Imprenta Universitaria, 102p.

GUERRERO, A. 1992. Una imagen ventrílocua: el discurso liberal de la “desgraciada

raza indígena” a fines del siglo XIX. En: MURATORIO, B. (Ed.) Imágenes e

imagineros. Representaciones de los indígenas ecuatorianos, siglos XIX y XX. Quito,

FLACSO Ecuador, 197-252.

GUEVARA, T. 1902. Los Araucanos en la guerra de la Independencia. Santiago,

Imprenta Barcelona, 647p.

GUHA, R. 1999. La prosa de la contrainsurgencia. En: DUBE, S. (Compiladora y

editora). Pasados poscoloniales: colección de ensayos sobre la nueva historia y

etnografía de la India. Ciudad de México, El Colegio de México, 159-208.

HALL, S. 1997. El trabajo de la representación. En: HALL, S. (Ed.). Representation:

Cultural Representations and Signifying Practices. London, Sage Publications. [en

línea]

http://metamentaldoc.com/14_El_trabajo_de_la_representacion_Stuart_Hall.pdf.

[Consulta: 21 julio 2020]

HENRÍQUEZ, C. 1960. Escritos Políticos de Camilo Henríquez. Introducción y

recopilación de Raúl Silva Castro. Santiago, Ediciones de la Universidad de Chile,

191p.

HEREDIA, J. M. 1875. Obras Poéticas. Volumen 1. Nueva York, Imprenta y librería

de N. Ponce de León, 350p.

HERRERA, P. 2002. La cuestión de Arauco. Un problema de dignidad nacional

durante el siglo XIX. En: LOYOLA, M. y GREZ, S (Compiladores). Los proyectos

nacionales en el pensamiento político y social chileno del siglo XIX. Santiago,

Ediciones UCSH, 75-88.

HUIDOBRO, M.G. 2017. El imaginario de la Guerra de Arauco. Santiago, Fondo de

Cultura Económica, 364p.

HUMBOLDT, A. von. 1826. Viage á las regiones equinocciales del nuevo continente,

hecho en 1799 hasta 1804 por Al. De Humboldt y A. Bonpland /redactado por

Alejandro de Humboldt. Continuación indispensable al Ensayo Político sobre el reino

de la Nueva España, por el mismo autor. Tomo V, París, En Casa de Rosa, 368p.

Page 281: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

272

HUMBOLDT, A. von. 2011. Cosmos. Ensayo de una descripción física del mundo.

Madrid-Santiago, CSIC, Libros de la Catarata, Centro de Investigaciones Diego Barros

Arana, 961p.

JAN RYN, Z. 1994. Ignacio Domeyko: ciudadano de dos patrias. Antofagasta,

Ediciones Universitarias, UCN, 22p.

JOFRÉ, M. 2011. Ignacio Domeyko. Científico y humanista. Santiago, Editorial

Universidad de Santiago de Chile, 103p.

KELLER, C. 1960. Prólogo del traductor. En: POEPPIG, E. Un testigo en la alborada

de Chile. Santiago, Zig-Zag, 9-14.

KEMP, M. 2000. La ciencia del arte. La óptica en el arte occidental de Brunelleschi a

Seurat, Madrid, Ediciones Akal, 382p.

LASTARRIA, B. 1937. Ignacio Domeyko y su época, 1802-1888. Valparaíso,

Sociedad Imprenta y Litografía Universo, 155p.

LEIGHTON, TH. 2013. Diario de la expedición militar al territorio indio. En:

VILLALOBOS, S. Incorporación de la Araucanía. Relatos militares 1822-1883.

Santiago, Catalonia, 31-48.

LEIVA, A. 1984. El Primer avance a la Araucanía. Angol, 1862. Temuco, Universidad

de La Frontera, 220p.

LEÓN, L. 2011. O´Higgins y la cuestión mapuche. 1817-1818. Santiago, Ediciones

Akhilleus, 128p.

LETELIER, A. 2013a. Informe sobre la Araucanía que pasa al señor ministro de guerra

el comisionado especial, sargento mayor de artillería, don Ambrosio Letelier. En:

VILLALOBOS, S. Incorporación de la Araucanía. Relatos militares 1822-1883.

Santiago, Catalonia, 171-217.

LETELIER, A. 2013b. Apuntes de un viaje a la Araucanía. En: VILLALOBOS, S.

Incorporación de la Araucanía. Relatos militares 1822-1883. Santiago, Catalonia, 219-

283.

LYNCH, J. 2008. Las Revoluciones hispanoamericanas, 1808-1826. Barcelona, Ariel,

382p.

MACAYA, P. 2016. Capuchinos italianos en el Wallmapu. La escuela misional: labor

y metodología, 1848-1896. En: CANALES, P. (Ed.). Zuamgenolu. Pueblo Mapuche

Page 282: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

273

en contexto de Estado nacional chileno, siglos XIX-XXI. Santiago, Editorial USACH,

93-107.

MARCHESE, A. y FORRADELLAS, J. 1989. Diccionario de retórica, crítica y

terminología literaria. Barcelona, Editorial Ariel, 446p.

MARIMAN, P. 2006. “Los Mapuche antes de la conquista militar Chileno-argentina”.

En Marimán, P “et. al”. ¡¡ … ESCUCHA, WINKA…!! Cuatro ensayos de historia

nacional mapuche y un epílogo sobre el futuro. Santiago, LOM Ediciones, 53-127.

MARIMÁN, P. 2014. Situación histórica y contemporánea del Ngulumapu. En

ESCÁRZAGA, F. GUTIÉRREZ, R. CARRILLO, J. J. CAPECE, E. y NEHE, B.

(Coordinadores). Movimiento indígena en América Latina: resistencia y

transformación social, volumen III. México, Universidad Autónoma Metropolitana,

Xochimilco: Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”,

Benemérita Universidad Autónoma de Puebla: Centro de Investigaciones y Estudios

Superiores en Antropología Social, 179-187.

MÁRQUEZ, A. 2001. Los Pincheira. Mito y realidad. Concepción, Editorial:

Universidad de Concepción – Universidad del Biobío – Municipalidad de Pinto, 54p.

MARTÍNEZ, J.L. (Ed.). 2000. Los discursos sobre los otros (Una aproximación

metodológica interdisciplinaria). Santiago, LOM Ediciones, 230p.

MARTÍNEZ, J.L. 2011. Gente de la tierra de guerra. Los lipes en las tradiciones

andinas y el imaginario colonial. Lima, Fondo Editorial Pontificia Universidad

Católica de Perú – Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile, 419p.

MARTÍNEZ, J.L., GALLARDO, V. y MARTÍNEZ, N. 2002. Construyendo

identidades desde el poder: los indios en los discursos republicanos de inicios del siglo

XIX. En: BOCCARA, G. (Ed.). Mestizaje, identidades y poder en las Américas. Quito,

Ediciones Abya-Yala, 27-46.

MARTÍNEZ, J.L, MARTÍNEZ, N. y GALLARDO, V. 2003. Rotos, cholos y gauchos:

la emergencia de nuevos sujetos en el cambio de algunos imaginarios nacionales

republicanos (siglo XIX). En: CASTILLO, A. “et.al.” (Editoras). Nación, Estado y

cultura en América Latina. Santiago, Ediciones Facultad de Filosofía y Humanidades,

Universidad de Chile, 161-190.

MARTÍNEZ, J.L, MARTÍNEZ, N y GALLARDO, V. 2003. Presencia y

representación de los indios en la construcción de nuevos imaginarios nacionales

(Argentina, Bolivia, Chile y Perú 1880-1920). En: CASTILLO, A. “et.al.” (Editoras).

Nación, Estado y cultura en América Latina. Santiago, Ediciones Facultad de Filosofía

y Humanidades, Universidad de Chile, 191-222.

Page 283: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

274

MAAS, C. 1950. Viaje a través de las Provincias Australes de la república de Chile

desde enero hasta junio de 1847, traducido por Jorge Schwarzenberg de las “Fuentes

para la Historia de la inmigración alemana” publicada en 1916. Santiago, Revista

Cóndor, 40p.

MILOS, D. 2018. Introducción. En: GAY, C. Usos y costumbres de los araucanos.

Santiago, Taurus, 9-25.

MOUFFE, Ch. 1991. Hegemonía e ideología en Gramsci. En: SUÁREZ, H. (Ed.).

Antonio Gramsci y la realidad colombiana. Bogotá, Foro Nacional, 167-227.

MURATORIO, B. 2003. Discursos y silencios sobre el indio en la conciencia nacional.

En: PACHANO, S. (Editor). Antología. Ciudadanía e identidad. Quito, FLACSO, 361-

375.

NAVARRO, L. 2008. Crónica militar de la conquista y pacificación de la Araucanía

desde el año 1859 hasta su completa incorporación al territorio nacional. Santiago,

Pehuén Editores. 424p.

OBREGÓN, J. 2010. Para acabar con los “indios enemigos”…y también con los

“amigos”. Los mapuche-araucanos ante las concepciones hispanas de alianzas y

antagonismo. En: ARAYA, A y VALENZUELA, J. (Eds.). América Colonial.

Denominaciones, clasificaciones e identidades. Santiago, RIL Editores, 173-199.

ORELLANA, M. 1996. Historia de la arqueología en Chile. Santiago, Editorial

Universitaria, 217p.

PAGDEN, A. 1988. La caída del hombre natural. El indio americano y los orígenes de

la etnología comparativa. Madrid, Alianza Editorial, 297p.

PARENTINI, L.C. y HERRERA, P. 2003. Araucanía maldita: Su imagen a través de

la Prensa (1820-1860). En: LEÓN, L. “et. al.”. Araucanía: la frontera mestiza, siglo

XIX, Santiago, LOM Editores, 63-100.

PASTOR, B. 1983. Discurso narrativo de la conquista de América. La Habana, Casa

de las Américas, 570p.

PICHINAO, J. “Los Parlamentos hispano-Mapuche como escenario de negociación

simbólico político durante la colonia”, En COMUNIDAD DE HISTORIA

MAPUCHE. 2012. Ta iñ fijke xipa rakizuameluwün. Historia, colonialismo y

resistencia desde el país Mapuche. Temuco: Ediciones Comunidad de Historia

Mapuche, 25-42.

Page 284: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

275

PINTO RODRÍGUEZ, J. 1996. Del antiindigenismo al proindigenismo en Chile en el

siglo XIX. En: Del discurso Colonial al Proindigenismo. Ensayos de historia

Latinoamericana. Temuco, Ediciones Universidad de La Frontera, 83-115.

PINTO RODRÍGUEZ., J. 2003a. La formación del Estado, la Nación y el pueblo

Mapuche. De la inclusión a la exclusión. Santiago, Dirección de Bibliotecas Archivos

y Museos, 319p.

PINTO RODRÍGUEZ, J. 2010. Ignacio Domeyko. Viaje a la Araucanía en el año 1845.

Y otros documentos sobre la frontera. En SAGREDO, R. (Editor general). Araucanía

y sus habitantes: recuerdos de un viaje hecho en las provincias meridionales de Chile,

en los meses de enero y febrero de 1845/ Ignacio Domeyko. Santiago, Cámara Chilena

de la Construcción, Pontificia Universidad Católica de Chile, Dirección de Bibliotecas

Archivos y Museos, i-lviii.

PINTO VALLEJOS, J. 1993. Ignacio Domeyko. La Minería como ciencia y como fe.

En: PINTO VALLEJOS, J.; JOFRÉ, J. y NAZER, R. Ignacio Domeyko, José Tomás

Urmeneta, Juan Brüggen. Tres forjadores de la minería nacional. Santiago, Instituto de

ingenieros de Minas de Chile, 39-82.

PINTO VALLEJOS., J. y VALDIVIA, V. 2009. ¿Chilenos todos? La construcción

social de la nación (1810-1840). Santiago, LOM Ediciones, 352p.

POEPPING, E. 1960 [1826-1829]. Un testigo en la alborada de Chile. Santiago, Zig-

Zag, 507p.

POZUELO, J.M. 1988. Teoría del lenguaje literario. Madrid, Editorial Cátedra, 304p.

PRATT, M. L. 1997. Ojos Imperiales. Buenos Aires, Universidad Nacional de

Quilmes, 385p.

QUEZADA, J. 1993. Ignacio Domeyko; sabio y gran viajero. Santiago, Zig-Zag, 93p.

QUIROGA, S y VILLEGAS, L. 2016. Araucanía Wallmapu. En: SALGADO, I.

(Compilador). Travesías por la Araucanía. Relatos de viajeros de mediados del siglo

XIX. Temuco, Ediciones de la Universidad Católica de Temuco, 281-294.

RAMA, A. 2008. La transculturación narrativa de América Latina. Buenos Aires,

Ediciones El Andariego, 352p.

RAVEST, M. 2010. “Arauco…siempre Arauco. Introducción a Documentos relativos

a la ocupación de Arauco… ”. En Cornelio Saavedra. Documentos relativos a la

ocupación de Arauco que contienen los trabajos practicados desde 1861 hasta la fecha.

Page 285: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

276

Santiago, Cámara Chilena de la Construcción, Pontificia Universidad Católica de

Chile, Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos, ix-lix.

REAL ACADEMIA DE LA LENGUA. 2006. Diccionario de la lengua castellana /

Real Academia Española, 1843. Alicante, Biblioteca virtual Miguel de Cervantes. [En

línea] http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmc7p8w2 [consulta: 24 enero

2021].

RELACIONES FRONTERIZAS en la Araucanía. 1982. Por Villalobos, Sergio “et. al”.

Santiago, Ediciones Universidad Católica de Chile, 283p.

REYNAUD-PALIGOT, C. 2013. Construction et circulation de la notion de “race” au

cours du XIXe siécle. En: BANCEL, N., DAVID, Th. y THOMAS, D. L´invention de

la race. Des représentations scientifiques aux exhibitions populaires. París, Éditions La

Découverte, 103-116.

RIED, A. 1920. Diario del viaje efectuado por el Dr. Aquinas Ried desde Valparaíso

hasta el lago Llanquihue y de regreso (7 de febrero de 1847 al 20 de junio del mismo

año). Santiago, Imprenta Universitaria, 70p.

ROJAS, R. 2017. La república imaginada. Representaciones culturales y discursos

políticos en la época de la independencia. Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 156p.

ROJO, G. 2001. Diez tesis sobre la crítica. Santiago, LOM Ediciones, 166p.

RUIZ ALDEA, P. 1902. Los Araucanos i sus costumbres. Santiago, Guillermo

Miranda Editor, 84p.

RUIZ-ESQUIDE, A. 1993. Los indios amigos en la frontera araucana. Santiago, Centro

de Investigación Diego Barros Arana - Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos,

116p.

SAAVEDRA, C. De la última campaña y repoblación de Angol, en la Araucanía, por

el Ejército de Operaciones de ultra Bio-Bío, bajo la dirección del teniente coronel y

comandante en jefe, intendente de Arauco D. Cornelio Saavedra. En: VILLALOBOS,

S. Incorporación de la Araucanía. Relatos militares 1822-1883. Santiago, Catalonia,

147-170.

SAID, E. 2009. Orientalismo. Barcelona, Debolsillo, 510p.

SALGADO, I. 2016a. Contexto histórico de la Araucanía a mediados del siglo XIX.

En: SALGADO, I. (Compilador). Travesías por la Araucanía. Relatos de viajeros de

mediados del siglo XIX. Temuco, Ediciones de la Universidad Católica de Temuco, 9-

18.

Page 286: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

277

SALGADO, I. 2016b. Sobre los autores y relatos. En: SALGADO, I. (Compilador).

Travesías por la Araucanía. Relatos de viajeros de mediados del siglo XIX. Temuco,

Ediciones de la Universidad Católica de Temuco, 19-23.

SANHUEZA, C. 2006. Chilenos en Alemania y alemanes en Chile. Viaje y nación en

el siglo XIX. Santiago, LOM Ediciones, 270p.

SALVÁ, V. 1846. Nuevo diccionario de la lengua castellana, que comprende la última

edición íntegra, muy rectificada y mejorada del publicado por la Academia Española y

unas veinte y seis mil voces, acepciones, frases y locuciones, entre ellas muchas

americanas. París, Librería de don Vicente Salvá, 1140p.

SARMIENTO, D. F. 1874. Facundo ó Civilización i Barbarie en las pampas

Argentinas. París, Librería Hachette y Cia., 179p.

SATER, W. 2018. La industria minera en Chile: de salvadora a chivo expiatorio. En

JAKSIC, I.; ESTEFANE, A.; y ROBLES, C. (Editores). Historia política de Chile,

1810-2010. Tomo III. Problemas Económicos. Santiago, Fondo de Cultura Económica

– Universidad Adolfo Ibáñez, 2018, 73-105.

SCHINDLER, H. 1992. Rugendas y los araucanos: Apuntes Etnográficos. En DINIER,

P. (Editor) Rugendas: América de Punta a Cabo. Rugendas y la Araucanía. Exposición

y catálogo Pablo Diener Ojeda. Santiago: Biblioteca Nacional-Editorial Aleda, 71-108.

SCHMIDTMEYER, P. 1947. Viaje a Chile a través de los Andes. Realizado entre los

años 1820-21. Buenos Aires, Editorial Claridad, 351p.

SMITH, E. R. 1914. Los Araucanos o notas sobre una gira efectuada entre las tribus

indígenas de Chile meridional. Santiago, Imprenta Universitaria, 241p.

SMITH, E.R. 2016. Los Araucanos. Notas sobre una gira efectuada entre las tribus

indígenas de Chile meridional. En: SALGADO, I. (Compilador). Travesías por la

Araucanía. Relatos de viajeros de mediados del siglo XIX. Temuco, Ediciones de la

Universidad Católica de Temuco, 123-242.

SOTOMAYOR, R. 1962. Historia de Chile bajo el gobierno del General Don Joaquín

Prieto. Santiago, Academia Chilena de la Historia, Fondo Histórico Presidente Joaquín

Prieto, Tomo I, 476p.

STUCHLICK, M. 1974. Rasgos de la sociedad Mapuche contemporánea. Santiago,

Ediciones Universitarias de la Frontera y Ediciones Nueva Universidad, 106p.

Page 287: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

278

SUBERCASEAUX, F. A. 2013. Memorias de la campaña a Villarrica 1882-1883. En:

VILLALOBOS, S. Incorporación de la Araucanía. Relatos militares 1822-1883.

Santiago, Catalonia, 285-351.

TODOROV, T. 1991. Nosotros y los otros. México, Siglo veintiuno editores, 1991,

460p.

TODOROV, T. 2003. La conquista de América. El problema del otro. Segunda

Edición. Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 277p.

TORNOS, L. de. 1859. Compendio de Historia Natural. Divididos en los tres ramos de

Mineralogía, Botánica y Zoología. Madrid, Imprenta de don Salvador Albert, 130p.

[En línea]

https://books.google.co.cr/books?id=q9t2_jN26FsC&printsec=frontcover&source=gb

s_vpt_read#v=onepage&q&f=false [consulta: 07 enero 2021].

TREUTLER, P. 1958. Andanzas de un alemán en Chile, 1851-1863. Santiago, Editorial

del Pacífico, 570p.

URÍZAR, F. 1835. Repertorio chileno Año de 1835. Santiago, Imprenta Araucana,

241p.

VARAS, A. 2010. Informe presentado a la cámara de diputados por Don Antonio

Varas, visitador judicial de la República, en cumplimiento del acuerdo celebrado en la

sesión del 20 de diciembre del año 1848, sobre la reducción pacífica del territorio

araucano. En SAAVEDRA, C. Documentos relativos a la ocupación de Arauco, que

contienen los trabajos practicados desde 1861 hasta la fecha. Santiago, Cámara Chilena

de la Construcción, Pontificia Universidad Católica de Chile, Dirección de Bibliotecas

Archivos y Museos, 267-321.

VERGARA, J. I. 2005. La herencia colonial del Leviatán, el Estado y los Mapuche-

huilliches (1750-1881). Iquique, Ediciones Instituto de Estudios Andinos, 311p.

VICUÑA MACKENNA, B. 1868. La guerra a muerte. Memoria sobre las últimas

campañas de la independencia de Chile. 1819-1824. Santiago, Imprenta Nacional,

572p.

VICUÑA MACKENNA, B. 1868. La Conquista de Arauco. Discurso pronunciado en

la Cámara de diputados en su sesión de 10 de agosto 1868. Santiago, Imprenta del

Ferrocarril, 17p.

VILLEGAS, L y QUIROGA, S. 2016. Construcción del imaginario social de la cultura

mapuche a través de relatos y registros visuales. En: SALGADO, I. (Compilador).

Page 288: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

279

Travesías por la Araucanía. Relatos de viajeros de mediados del siglo XIX. Temuco,

Ediciones de la Universidad Católica de Temuco, 265-280.

VILLALOBOS, S. 1995. Vida Fronteriza en la Araucanía. El mito de la guerra de

Arauco. Santiago, Editorial Andrés Bello, 215p.

WALKER, Ch. 1996. Voces discordantes: discursos alternativos sobre el indio a fines

de la colonia. En: WALKER, Ch. (Ed.). Entre la retórica y la insurgencia: las ideas y

los movimientos sociales en los Andes, siglo XVIII. Cusco, Centro Bartolomé de las

Casas, 89-112.

ZDZISLAW, R. 2002. Ignacy Domeyko ciudadano del mundo. Cracovia, Editorial de

la Universidad Jaguelonica, 691p.

ZAVALA, J.M. 2010. ¿Enemigo o rebeldes? Categorización hispana de la resistencia

mapuche en el Chile del siglo XVIII. En: ARAYA, A y VALENZUELA, J. (Eds.).

América Colonial. Denominaciones, clasificaciones e identidades. Santiago, Ril

Editores, 201-217.

ZAVALA, J. M. 2011. Los mapuches del siglo XVIII. Dinámica interétnica y estrategia

de resistencia. Temuco, Ediciones Universidad Católica de Temuco, 360p.

ZAVALA, J. M. (Editor). 2015. Los Parlamentos hispano-Mapuches, 1593-1803.

Textos fundamentales. Temuco, Ediciones Universidad Católica de Temuco, 493p.

Congresos, conferencias, reuniones

GALLARDO, V. 2018. Estado, ciencia y capitalismo en Atacama: representaciones

del desierto en la obra de Amado Pissis, 1866-1880. En: Colloque international

capitalismes sauvages, Octubre 2018, Rennes, 8p.

Tesis

CARO, V. 2001. Viajeros y relaciones fronterizas. La Araucanía 1830-1900. Tesis para

optar al grado de Magister Artium en Historia, Departamento de Historia, Facultad de

Humanidades, Universidad de Santiago de Chile, 304p.

CONTRERAS, C. 2005. El Koyang y los parlamentos: un mecanismo propio de la

sociedad mapuche. Tesis para optar al título de Antropología y al grado de Licenciado

en Antropología Social, Universidad Academia de Humanismo Cristiano, 190p.

GODOY, M. 2009. Fiestas, carnaval y disciplinamiento cultural en el Norte Chico,

1840-1900. Tesis doctoral para optar al grado en Historia, Facultad de Filosofía y

Humanidades, Universidad de Chile, 577p.

Page 289: REPRESENTACIONES HEGEMÓNICAS Y VOCES DISIDENTES. LOS

280

MUZZOPPAPA, E. 2006. Entretejidos y entrelazados. Estado, nación y legitimidad en

el discurso de las fuerzas armadas de Chile. (1988-2005). Tesis para optar al grado de

Magíster en Estudios Latinoamericanos. Facultad de Filosofía y Humanidades,

Universidad de Chile. 163p.

VIDELA, M. 2011. Los Parlamentos mapuches de la Frontera de Chile, (1793-1825).

Tesis para optar al grado de Magíster en Historia, Facultad de Filosofía y Humanidades,

Universidad de Chile, 136p.

WOOLVETT, A. M. 2003. El redescubrimiento de Chile a través de los pintores

viajeros. Una mirada a nuestra identidad. Tesis para optar al grado de Licenciatura en

Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, 246.