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HISTORIA DEL EJERCICIO MISIONERO EUDISTA EN VENEZUELA (1924-2012) __________________________________________________ __________ 1.- La Misión, definición del término Según el Nuevo Diccionario de Pastoral dirigido por Casiano Floristán, el término se aplica “a una modalidad particular de la misión de la Iglesia dirigida a los no cristianos. Es el esfuerzo de la Iglesia por echar raíces en otras culturas”. 1 En este sentido, para designar la expansión de la Iglesia y el anuncio del evangelio, se había venido hablando de iluminación de los gentiles, propagación de la fe, conversión de los gentiles, predicación apostólica, promulgación del evangelio… La amplitud y flexibilidad del término misión se comenzó a aplicar espontáneamente a la primera evangelización en países no cristianos. Ello se reducirá después a lo que se llamarán “misiones extranjeras”. Antes del Vaticano II, sobre todo en las encíclicas misioneras a partir de la Rerum Novarum de Pío IX, la palabra “misión” quedaba reservada a la obra de la propagación de la fe en los pueblos que comenzaban a recibir el anuncio del evangelio. Una ulterior reflexión sobre la situación de la acción misionera de la Iglesia hizo ver que esta 1 Casiano FLORISTÁN (dir.), Nuevo Diccionario de Pastoral”, San Pablo, Madrid, 2002, p. 903.

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P. David Rodríguez

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HISTORIA DEL EJERCICIO MISIONERO EUDISTA EN VENEZUELA (1924-2012)

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1.- La Misión, definición del término

Según el Nuevo Diccionario de Pastoral dirigido por Casiano Floristán, el término se aplica “a una modalidad particular de la misión de la Iglesia dirigida a los no cristianos. Es el esfuerzo de la Iglesia por echar raíces en otras culturas”.1 En este sentido, para designar la expansión de la Iglesia y el anuncio del evangelio, se había venido hablando de iluminación de los gentiles, propagación de la fe, conversión de los gentiles, predicación apostólica, promulgación del evangelio… La amplitud y flexibilidad del término misión se comenzó a aplicar espontáneamente a la primera evangelización en países no cristianos. Ello se reducirá después a lo que se llamarán “misiones extranjeras”.

Antes del Vaticano II, sobre todo en las encíclicas misioneras a partir de la Rerum Novarum de Pío IX, la palabra “misión” quedaba reservada a la obra de la propagación de la fe en los pueblos que comenzaban a recibir el anuncio del evangelio.

Una ulterior reflexión sobre la situación de la acción misionera de la Iglesia hizo ver que esta tenía también un campo muy propio en lugares de antigua cristiandad. El concepto de misión alcanza a cualquier actividad de la iglesia encaminada a cumplir el encargo que le dio el Señor. Una toma de conciencia de esta verdad dio paso a apellidar misionero a cualquier quehacer eclesial, generalmente para subrayar la dimensión de anuncio e interpelación que de algún modo se incluye en dichas actividades.

La ambigüedad y problemática del término fue afrontada por el concilio que en su Decretro sobre misiones adoptó el concepto de actividad misional. El uso de la locución Ad Gentes con el que quedó denominado el decreto, estará adaptada a la nueva situación aplicada a quienes no están

1 Casiano FLORISTÁN (dir.), Nuevo Diccionario de Pastoral”, San Pablo, Madrid, 2002, p. 903.

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en la Iglesia –nuevo pueblo de Dios-, con excepción de los israelitas no cristianos.

Con Pablo IV, la evangelización pasa a ser categoría englobante de la comprensión de la Iglesia. La evangelización es “la misión esencial de la Iglesia” (EN 14)2. Su discurso mira a la totalidad de la obra de la Iglesia, pero con oportunas referencias a la primera evangelización al hablar de los destinatarios del anuncio de la fe (EN 51-53). La misión o actividad misionera pasa a ser un momento privilegiado y prioritario de la evangelización.

Más que de expansión de la Iglesia en medio de ambientes nunca antes evangelizados (Ad Gentes), la predicación como anuncio de evangelio informa nuestras misiones eudistas contempladas en su sentido teológico global. Como quehacer eclesial, los eudistas nos sentimos plenamente Iglesia evangelizando, todo lo que hacemos forma parte de la misión de la Iglesia y, en la actividad misionera o misión, encontramos nuestra forma privilegiada y prioritaria de vivir la evangelización.

Pasemos ahora a mostrar cómo las Constituciones Eudistas describen esto que acabamos de afirmar.

2.- La misión en las Constituciones de los Eudista

Al inicio del Capítulo II, Artículo I de las actuales Constituciones Eudistas, se exponen algunos principios teológicos pastorales que sostienen nuestra vida y misión en el seno de la Iglesia. En primer lugar, “La misión de la Congregación en el seno de la Iglesia es colaborar en la obra de la evangelización y en la formación de buenos obreros del Evangelio” (n.10). Esta misión doble y única a la vez, es el fruto de la participación de los eudistas en la comunión trinitaria, que a su vez los mueve a hacer que “todos los hijos de Dios dispersos se reúnan en la unidad” (Jn 11, 52)” (n.11). A la manera de Jesús y los doce, los eudistas “se reúnen en comunidad fraterna… y ponen su alegría en “hacerlo vivir y reinar” en el

2 Esta encíclica que inspirará nuestras constituciones del 1983, especialmente el título A. La obra de la Evangelización “Los ejercicios de las misiones”

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corazón del mundo” (n.12). Animados por el Espíritu, viven la sacramentalidad de la Iglesia anunciando la Buena Nueva a los pobres” (n. 13). Se inspiran profundamente en san Juan Eudes, arrebatado por el amor de Jesús, abriendo con audacia nuevos caminos para hacer crecer el Reino de Jesús, y llevando en el corazón las angustias y las necesidades de los hombres (n. 14). En pos de san Juan Eudes, todos los Eudistas se esmeran por ser testigos de su bautismo y de la gracia de la ordenación, así buscan alcanzar el ideal de santidad propuesto por el fundador (n. 15). En resumidas cuentas: vivir la identidad eclesial evangelizando y formando, formar parte de la comunión trinitaria y haciendo que otros formen parte de la misma, buscar la vida y el reino de Jesús entre ellos y en el corazón del mundo, ser sacramentos de salvación y liberación, ser misericordiosos y creativos permanentemente, buscar la santidad desde el gozo y la fidelidad al bautismo y a la ordenación.

Así, pues, queda claro que los eudistas vivimos nuestro ser eclesial participando de la obra evangelizadora de la iglesia. Esta realización la operamos mediante el “ejercicio de las misiones” y el “ejercicio de los Seminarios”.

Este Primer Congreso Misionero Eudista en Venezuela busca detenerse en la práctica específica de lo que nuestras Constituciones describen como “ejercicio de las misiones”. ¿De qué modo las Constituciones Eudistas revelan la naturaleza de las mismas? En siete numerales, aparecen los siguientes rasgos: 1) Trabajan en el anuncio del Evangelio y en la renovación de la fe (que supone una evangelización anterior), mediante el testimonio de su vida, la oración, la enseñanza y el desempeño de las diversas tareas pastorales (nótese la naturaleza particular de los medios pastorales) (n. 23); 2) dan especial importancia a las tareas que mejor les permiten participar en la Evangelización, para hacer conocer “al mismo Jesús, Evangelio de Dios” (n.24); quieren ser testigos de un Reino de justicia y libertad “prestando oído a los más pobres”, comprometiéndose, en armonía con las directivas de los obispos, a promover una distribución más justa y fraternal de los bienes de este mundo, conscientes del poder liberador del Evangelio (n.25). Ante las angustias humanas, buscan apropiarse de la mirada de Jesús y su actitud misericordiosa que revela el

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Corazón de Dios (n. 26); proclaman la fuerza del Evangelio porque la Palabra de Dios tiene poder para impregnar las culturas y transformar las estructuras sociales, llegando hasta lo más profundo del corazón del hombre (n. 27). Proclaman la palabra a quienes no la han escuchado todavía, a los que habiéndola escuchado se han apartado de ella, y a las comunidades para que sean ellas mismas evangelizadoras. Cuidan por acompañar y hacer crecer en profundidad, bajo la acción del Espíritu Santo, la vida eclesial en todas sus dimensiones. Quieren vivir la misión reuniendo a los hombres en Iglesia, en torno a la Eucaristía, porque es la realización del misterio del amor y de la salvación de Dios aquí en la tierra (n. 29).

De este modo, y al igual que para san Juan Eudes, el ejercicio de la misión busca anunciar la Buena Nueva de Jesucristo, el Reino de Dios Padre entre los hombres. La renovación de la fe de los bautizados los anima a buscar los medios más eficaces para que el Evangelio alcance a transformar el corazón del hombre y las estructuras culturales que lo rodean. Pone especial cuidado en garantizar el crecimiento de la semilla del Reino en las comunidades de los hombres y mujeres que buscan responder al llamado recibido por la alianza bautismal, hasta el punto de comulgar eucarísticamente, como hermanos, del misterio salvador que los recrea y los transforma en nuevos testigos evangelizadores de Reino del Padre.

Si bien es cierto que nuestras Constituciones no califican el “ejercicio de las misiones” como itinerantes, ésta fue la manera como san Juan Eudes organizó y ejecutó su práctica evangelizadora durante muchos años. También es cierto que las Constituciones tampoco hablan de misiones temporales entre pueblos y ciudades sino, más bien y de modo genérico, de anunciar el Evangelio, renovar la fe, ser testigo entre los hombres de la justicia y fraternidad cristianas, acompañar el crecimiento de las comunidades. Esto nos está indicando que las Constituciones eudistas no pretenden determinar un modo concreto de evangelización como específica actividad distintiva de los eudistas. La perspectiva en este sentido es amplia, lo que importa es anunciar el Reinado de Jesús en los corazones. Sin embargo, este aparente silencio no debe interpretarse

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como tajante descalificación del método aplicado por el mismo san Juan Eudes, esto es, el de las misiones itinerantes por temporadas o momentos espirituales claves. La estrategia misionera aplicada por san Juan Eudes y su equipo es para nosotros hoy una fuente de inspiración carismática, en este sentido, motivadora de nuestro quehacer misionero Eudista hoy. Por tal razón, ha representado y sigue representando para nosotros un camino de servicio a la Iglesia. A esta particular manera de vivir nuestro ser y misión me referiré para mostrar la labor de los Eudistas en Venezuela, su cualidad, algunos rasgos estratégicos de su acción, todo esto desde la perspectiva histórica, esto es, desde el momento en que arribaron los eudistas a Venezuela (diciembre del 1924) hasta nuestros días.

3.- El ejercicio misionero Eudista en Venezuela

Hasta el presente no existe un estudio científico que muestre en profundidad el ejercicio misionero que los Eudistas vienen realizando desde el año 1924, fecha en que entraron los Eudistas en Venezuela, hasta nuestros días. Ciertamente algo más que modesto fue escrito como testimonio de la vivencia tenida durante las misiones en una que otra publicación eclesiástica o civil. Probablemente nuestro archivo provincial espera ser encontrado para sacar a la luz algunos momentos históricos en los que los Eudistas prestaron sus servicios pastorales en diversas diócesis del país. Sin embargo, la historia de esa experiencia está principalmente guardada en el corazón y en la memoria de quienes fueron sus testigos, muchos de los cuales viven entre nosotros. Esos Eudistas, obispos, sacerdotes y laicos son para nosotros testigos de primer orden, fuente testimonial del celo apostólico vivido por los Eudistas misioneros en Venezuela.

3.1.- Las misiones practicadas por los Padres del Seminario.

Un primer capítulo importante en la historia de las misiones eudistas en Venezuela, es el que todavía escriben los Eudistas desde la obra de los Seminarios. Podemos afirmar que desde el año 1924 hasta el presente, se extiende el primer capítulo de las misiones eudistas venezolanas.

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Los Eudistas llegaron a Venezuela solicitados para trabajar en la formación de los sacerdotes diocesanos. La ciudad andina de San Cristóbal fue la puerta de entrada, allí comenzó nuestra historia. Posteriormente llegarán a colaborar en los seminarios de Mérida, Maracaibo, Caracas, Calabozo y Barinas. Los padres del seminario siempre se destacarán por su entrega decidida formando buenos pastores en los seminarios diocesanos. A ello se consagrarán arduamente día y noche.

Durante los tiempos litúrgicos fuertes (Navidad, Semana Santa) y el mes de agosto, los padres de seminario comprendieron de una manera espontánea que debían estar en medio de las parroquias campesinas y citadinas, acompañando al pueblo de Dios con frecuencia abandonado y necesitado del apoyo pastoral. Es así cómo hasta en época de vacaciones se dedicaron a pastorear múltiples poblados. Pareciera que esta actividad brotaba innatamente de su vocación Eudista y sacerdotal, la comunidad del seminario se renovaba con el ejercicio misionero. Sin duda, las misiones alentaban el celo por mejor formar a los futuros pastores.

Podemos decir con toda seguridad que la presencia ininterrumpida de los Padres Eudistas en los seminarios de Venezuela, presencia que ya va para los 88 años, constituye el desde donde del primer capítulo sobre las misiones eudistas venezolanas. No será sino hasta comienzos de la década de los 80`s del siglo pasado, que el ejercicio misionero adquirirá una forma distinta, empezando por ser constituido en “proyecto misionero provincial”. Por más de cincuenta años, los padres del seminario misionaron, si cabe la expresión, “a título personal”. Cada uno de ellos se comprometía personalmente en diversos lugares, en ellos se percibía el deber y el deseo de misionar.

La estrategia misionera estaba ya trazada por las fiestas espirituales propias de las diversas temporadas litúrgicas, esto es: presidir la celebración de los sacramentos, procesiones, catequesis, predicaciones. El tiempo no se prestaba para más si consideramos que, con frecuencia, se atendían diversos poblados a la vez. La preocupación por los campos más apartados y abandonados movió el corazón de muchos de nuestros hermanos misioneros.

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No siempre trabajaban solos. Con frecuencia se hacían acompañar de seminaristas y laicos. También hoy, la formación del equipo misionero junto a laicos y seminaristas es una herramienta útil para la buena formación sacerdotal. Esta labor misionera conoció territorios vecinos como distantes en otras diócesis. La cercanía con los señores obispos y sacerdotes sirvió para que los padres recibieran frecuentes invitaciones a colaborar pastoralmente.

En conclusión, los tiempos litúrgicos fuertes sirvieron para que los Eudistas formadores en los Seminarios diocesanos, realizaran misiones en medio, preferiblemente, de parroquias y poblados necesitados del acompañamiento pastoral. Este ejercicio misionero acompañó a los Eudistas desde los inicios en Venezuela y continúa caracterizando la actual presencia formadora desde los seminarios diocesanos. Solamente después de comienzos de la década de los 80`s, las misiones de los padres del seminario también estarán cobijadas y apoyadas por el proyecto a cargo del recién creado Secretariado Misionero Provincial.

3.2.- San Francisco de Macaira

El poblado de San Francisco de Macaira se encuentra ubicado en la zona norte del estado Guárico. En medio de una zona montañosa, la atención pastoral se extiende hasta los poblados cercanos ubicados más al norte de Macaira, ya en territorio sureño del estado Miranda. Las misiones eudistas acompañaron el casco parroquial de San Francisco de Macaira y otros diez poblados circunvecinos.

Por invitación de Monseñor Antonio Salas cjm, que para aquel entonces era obispo de Calabozo, el padre Pedro Drouin llega a Macaira en el año 1967, un año después de su arribo a Venezuela. A título personal, el padre Pedro acompañó poco a poco el centro de Macaira y sus poblados hasta casi finales de los años 80`s. Muy pronto se hizo acompañar de laicos y seminaristas eudistas. En un principio, la misión quedaba circunscrita a la atención catequética y litúrgica de los diversos poblados. Hasta la muerte del padre Laya, su párroco, los eudistas aparecen como colaboradores, luego la falta de pastor permanente convertirá por décadas a las misiones eudistas en un importante apoyo pastoral para esta zona.

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Cuando la Provincia Eudista venezolana confiere a las misiones el rango de proyecto provincial, Macaira pasa a ser un importante epicentro de evangelización Eudista. Alrededor del mismo se vincularán muchos laicos, asociados y formandos. El tiempo de duración de las misiones será también de una semana.

La Casa de Formación “La Misión”, jugará un papel protagónico en las misiones de Macaira. Por un lado prestará un apoyo importante a nivel de vinculación de agentes pastorales y, por el otro, el ejercicio misionero servirá para que los mismos formandos se capaciten mejor, especialmente en un momento de renovación provincial que buscaba reencontrarse con esta actividad fundamental para el santo fundador y para la pequeña congregación por él fundada.

Como Proyecto Misionero Provincial, Macaira aparece, Junto a Tabasca (oriente del país), centralizando la actividad misionera de los Eudistas en Venezuela. La necesidad de ofrecer un acompañamiento que consolide la gestación de las comunidades campesinas cristianas y la maduración mediante la formación y la celebración de la fe de las mismas, desplegará todo un gran esfuerzo de preparación, ejecución y evaluación de la misión tres veces por año.

Las misiones aseguraban una variedad de actividades dirigidas a niños, jóvenes y adultos: visitas a los hogares, encuentros recreativos y catequéticos con niños y jóvenes, reuniones con los adultos por las noches, celebraciones eucarísticas, procesiones. Desde la Casa de Formación y con el apoyo del padre Drouin, se preparaba todo el plan para cada uno de los días de la semana. Cada esfuerzo misionero tenía un objetivo claro que era expresado en un slogans motivador.

Algunos criterios pastorales dieron impronta a las misiones: la cercanía a los hombres y mujeres del lugar, el trabajar con ellos sin llegar a sustituirlos, la construcción de la comunidad justa y fraterna, la colaboración personal y comunitaria, la promoción humana, la inserción e inculturación, el descubrimiento de la fe del pueblo, compartir y celebrar la fe más que imponerla.

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Hacia finales de los 80`s el recién ordenado padre Fernando Duarte pasa a asumir la coordinación del Secretariado de Pastoral Misionera. Bajo su dirección las misiones seguirán amparadas por el dinamismo y la autoridad adquiridos. Además de todo lo dicho anteriormente, el padre Duarte enriquecerá a las misiones de Macaira con nuevas líneas de acción como la promoción del campesino, la consolidación de las comunidades cristianas, el apoyo material a sus necesidades, la organización popular y la formación de agentes pastorales.

En el año 2005, luego de 45 años de presencia Eudista, San Francisco de Macaira comenzó a tener responsables diocesanos. Se toma la decisión de salir de Macaira y dar paso a otra nueva etapa. El apoyo aún se mantiene desde las nuevas generaciones laicales locales formadas por los eudistas, también por los esposos Jesús y Ercilia, asociados eudistas que hacen vida en el poblado de La Loma, así como del padre Fernando que eventualmente los visita.

3.3.- La misión de Oriente

Comenzando la década de los 80's el padre Humberto Gómez cjm, recibe la invitación del señor párroco de Barrancas, sur del estado Monagas, y conoce el poblado de Tabasca junto a sus caseríos circunvecinos. El gobierno provincial decide apoyar la evangelización de esta extensísima zona rodeada de muchas necesidades espirituales y materiales; es así como el padre Humberto Gómez inicia una labor misionera que al poco tiempo se convertirá en otro centro importante de irradiación misionera eudista en Venezuela.

La responsabilidad pastoral del padre Humberto, que incluía también a los jóvenes y las vocaciones eudistas, se traducirá armónicamente en una labor con tres acentos distintos. La evangelización misionera canalizará en un sólo esfuerzo la animación juvenil y la búsqueda de vocaciones para la Congregación mediante los Campamentos Vocacionales Misioneros. A los pocos años se inaugura el Centro Misionero Eudista de Tabasca, y se erige formalmente una comunidad Eudista local. El padre Humberto residirá en Tabasca principalmente, lo acompañaran durante los años siguientes algunos sacerdotes y seminaristas de la congregación. Con el fuerte apoyo

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de las misiones en los tiempos fuertes, la evangelización se extenderá primero a cinco caseríos, luego al vecino poblado de Uracoa y sus poblados circunvecinos.

Hacia el año 1992, la Congregación acepta la responsabilidad pastoral de la recién creada parroquia San José y San Juan Eudes de Temblador, la comunidad local de Tabasca se traslada al nuevo centro parroquial. Posteriormente con la erección de la nueva parroquia San Carlos Borromeo de Uracoa, sólo uno de los poblados, Las Alhuacas, quedará dentro de los linderos de la parroquia de Temblador. Desde entonces, los Eudistas han tratado de asegurar un personal para el pastoreo de la grey tembladoreña, y en esto las misiones itinerantes ejercieron y continúan ejerciendo un papel importante.

Aunque en los inicios los Campamentos Vocacionales Misioneros tuvieron una extensión que superó con frecuencia la semana, las misiones de Semana Santa y de diciembre mantuvieron la duración de 7 días.

El ejercicio misionero buscaba garantizar las celebraciones litúrgicas centrales, los encuentros diferenciados de personas (niños, jóvenes y adultos), la visita a los hogares y a los enfermos, actividades culturales y recreativas. Junto a estas actividades, fueron canalizadas numerosas iniciativas sociales caritativas (entrega de ropas, medicinas, asistencia profesional). El celo y la creatividad pastoral del Padre Humberto G. lo llevaron a solidarizarse con la promoción humana y social de los indígenas Warao ubicados entre los caños que separan el estado Monagas del Delta Amacuro.

El equipo misionero no solamente fue compuesto por el personal Eudista (sacerdotes y misioneros) sino por una gran cantidad de jóvenes provenientes de todo el país (fruto de la pastoral juvenil) y de religiosas de varias congregaciones. Junto al centro de Macaira, el de Oriente se convirtió en un poderoso dinamizador de las misiones y hontanar de futuras vocaciones eudistas.

A casi veinte años de presencia Eudista al frente de la parroquia San José y San Juan Eudes, y a treinta años de los inicios en el estado Monagas, la Provincia venezolana agradece al Señor los frutos sacerdotales y laicales

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eudistas que forman parte de nuestro ser hoy en Venezuela. Al mismo tiempo mira con decisión los exigentes desafíos que la misión itinerante allí le plantean.

3.4.- Misiones de apoyo

El Secretariado de Pastoral Misionera empezó a recibir apremiantes solicitudes de apoyo misionero de diversas zonas del país. También la necesidad de renovación interna terminó imponiéndose hasta aceptar algunas peticiones que fueron respondidas, unas veces mediante misiones puntuales, otras mediante jornadas de mayor frecuencia. Los misioneros eudistas desde hace muchos años también avanzaron en su consolidación interna. Primero debían permanecer durante algunos años en la etapa de “premisión” para luego pasar a la de “misión”. La primera etapa era más de formación que de ejercicio misionero, sin embargo, las escuelas de los premisioneros se desarrollaban siempre en el contexto de los pueblos. Cuando el premisionero finalizaba su etapa y pasaba a ser misionero, podía ser enviado junto a cualquiera de sus hermanos, a misionar dondequiera que el equipo coordinados así lo dispusiese. Con la incorporación de esta escuela de formación, se pudo pensar en dar respuesta misionera en otros lugares del país. En el estado Guárico, el pueblo de San José de Tiznados y sus caseríos circunvecinos recibieron gran ayuda en medio de sus necesidades. Otras diócesis como las de Guanare y Barinas últimamente se han visto beneficiadas por el esfuerzo juvenil de nuestros misioneros.

4.- El porvenir de las misiones eudistas en Venezuela.

He expuesto grosso modo algunos aspectos cronológicos y fenomenológicos que constituyen la historia de las misiones eudistas en Venezuela. En primer lugar, se desprende la necesidad de indagar en profundidad esta historia desde sus aspectos metodológicos y estratégicos, así como desde su relación con la Iglesia Venezolana misma. En segundo lugar, el tiempo vivido misionando en una u otra forma, nos invita a evaluar prospectivamente el actual ejercicio misionero que prestamos. Estoy seguro que nuestra presencia en este Primer Congreso

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Eudista Misionero viene acompañada de sinceros deseos de continuar entregándonos al servicio de Jesús y de la Iglesia venezolana, y de evaluarnos para mejor organizar y ejecutar la misión itinerante en los desafiantes momentos del nuevo siglo XXI.