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215 LA CIENCIA PARA TODOS El rompecabezas de la ingeniería Por qué y cómo se transforma el mundo DANIEL RESÉNDIZ NÚÑEZ 1934 - 2009

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215 LA

CIENCIA

PARA

TODOS

El rompecabezas de la ingeniería

Por qué y cómo se transforma

el mundo

DANIEL RESÉNDIZ NÚÑEZ

1934 - 2009

Page 2: Resendiz el rompecabezas_de_la_ingenieria_vii_v3

Com

ité de Selección

Dr. A

ntonio Alonso

Dr. F

rancisco Bolívar Z

apata

Dr. Javier B

racho D

r. Juan Luis C

ifuentes D

ra. Julieta Fierro

Dr. Jorge F

lores Valdés

Dr. Juan R

amón de la F

uente D

r. Leopoldo G

arcía-Colín S

cherer D

r. Adolfo G

uzmán A

renas D

r. Gonzalo H

alffter D

r. Jaime M

artuscelli D

ra. Isaura Meza

Dr. José L

uis Morán L

ópez D

r. Héctor N

ava Jaimes

Dr. M

anuel Peim

bert D

r. José Antonio de la P

eña D

r. Ruy P

érez Tam

ayo D

r. Julio Rubio O

ca D

r. José Sarukhán

Dr. G

uillermo S

oberón D

r. Elías T

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poro todos

Page 3: Resendiz el rompecabezas_de_la_ingenieria_vii_v3

Prim

era edición, 2008

Prim

era reimpresión, 2008

Reséndiz N

úñez, Daniel

El rompecabezas de la ingeniería. P

or qué y cómo se trans­

forma el m

undo 1 Daniel R

eséndiz Núñez. -

México : FC

E, SEP,

CO

NA

CyT

, 2008 393 p

.; 21 x 14 cm

-(C

olee. La Ciencia para T

odos, 215) ISB

N 978-968-16-8444-0

l. Ingeniería l. Ser. Il. t.

LC

TA

l 55 D

ewey 508.2 C

569 V.215

Distribución m

undial

T ,IJ

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eón Muñoz S

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.© 2008, FO

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RA

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icacho-Ajusco, 227; 14738 M

éxico, D. F.

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cluid

o el diseño tipográfico y de p

ortad

a-, sea cual fuere el m

edio, electrónico o mecánico,

sin el consentimiento por escrito del editor.

ISBN

978-968-16-8444-0

Impreso en M

éxico • Printed in M

exico

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Prólogo

. . -.

. . . .

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· 15

Prim

era parte L

os PR

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ES

OS

INT

EL

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TU

AL

ES

DE

LA

ING

EN

IER

ÍA

l. Preludio: cóm

o arm

ar u

n rom

pecabezas infinito 29

l. Dos hechos obvios

. 29

2. Una actitud sensata .

30 3. Las reglas del juego .

30

II. El quehacer del ingeniero (y p

or qué se transform

a el m

undo) . . . . . .

. . 36

l. Introducción . . . _ . . . . . . . . . . . .

36 2 Q

'

1 .

. '

39 .

ue es a m

gemena

. . . . . . . -. -

. . 3. Las dos funciones centrales del ingeniero .

41 4_ La diversidad de actividades del ingeniero

44 5. El nacim

iento de la ingeniería, la aparición de los ingenieros y la interacción con la naturaleza

. . . . 47

6. Por qué se transform

a el mundo: la gam

a infinita de necesidades hum

anas . . . . . . . . . . . . _ . . .

52 7

Page 4: Resendiz el rompecabezas_de_la_ingenieria_vii_v3

III. Los métodos de la ingeniería (o cóm

o cambiar racio-

nalmente el m

un

do

) .

. . . .

. . .

. . . .

l. ¿Qué debe saber hacer u

n ingeniero?

...... .

2. Los procesos intelectuales del diagnóstico . . . . .

3. Conocim

ientos y capacidades necesarios para el diagnóstico . . . . . . . . . . . . . .

4. Los procesos intelectuales del diseño . .

5. La verificación o revisión del diseño ..

6. La obligación de optim

izar y especificar 7. C

onocimientos y capacidades necesarios para di-

señar ........... .

8. La inevitable incertidum

bre

IV E

l juicio profesional . .

. . .

. . . .

. . .

. . l. L

a incertidumbre y la obligación de decidir

2. El juicio y la necesidad h

um

ana de certeza .

3. El papel del juicio profesional

.. 4. N

aturaleza del juicio profesional 5. D

esarrollo del juicio profesional 6. E

l trabajo en equipo . . . . . .

V L

a razón no basta: otras capacidades del ingeniero l. L

imitaciones de la razón

2. El territorio de la razón .

3. Papel de la im

aginación 4. P

apel de la laboriosidad . S. V

oluntad y afecto como capacidades profesionales

6. La función psíquica de la laboriosidad y el afecto

VI. L

a formación de ingenieros

. .

. .

. .

. . .

. . .

. l. E

l pu

nto

de partida . . . . . . . . . . . . . . . . . 2. Im

portancia de

las form

aciones escolarizada

y práctica

............. .

3. El papel de la escuela de ingeniería

....... .

8

56 56 60

62 63 66 71

74 76

79 79 82 85 87 91 98

103 103 106 108 111 112 118

120 120

122 128

4. El profesorado y los planes de estudio

5. Los instrum

entos de trabajo 6. A

ctitudes ante la tecnología . 7. G

énero e ingeniería .....

Segunda parte E

L E

NT

OR

NO

DE

LA

ING

EN

IER

ÍA

VII. C

iencia e ingeniería .

. . . . .

. . . .

. .

l. Las dos fuentes de conocim

iento objetivo 2. G

alileo y el método científico . .

3. El p

od

er que da el conocimiento

. . . . . 4. L

os costos del conocimiento

. . . . . . . 5. L

as diferencias entre ciencia e ingeniería .

VIII. D

esarrollo sostenible e ingeniería . . .

. . .

l. La perturbación del entorno p

or el hom

bre . 2. ¿E

n qué consiste el desarrollo? ....... .

3. Un ejem

plo: el debate sobre las grandes presas 4. L

os argumentos del debate . . . . . . .

S. El concepto de desarrollo sostenible .

...

6. El desarrollo sostenible exige esfuerzo.

. . 7. N

o todo puede preverse durante el diseño. 8. U

na definición operativa de lo sostenible . 9. E

l carácter evolutivo de los proyectos 10. L

ecciones de la historia ...... .

11. Conclusiones . . . . . .

IX. C

ompetitividad e ingeniería

l. ¿Com

petir o cooperar? .

2. Papel de la ingeniería

. . . . . . . . . . 3. C

ondiciones necesarias en el gremio ..

4. Condiciones necesarias en el gobierno .

131 135 137 139

143 143 146 155 158 163

171 171 173 175 178 181 183 186 188 189 194 196

199 199 202 206 209 9

Page 5: Resendiz el rompecabezas_de_la_ingenieria_vii_v3

5. Condiciones necesarias en el em

presariado ....

212 3. N

aturaleza de los valores sociales 282

6. Condiciones necesarias en las instituciones acadé-

4. Progreso y circularidad . . . . . .

284 m

icas ........................

213 5. N

aturaleza de la tecnología. . . .

287 7. P

ertinencia y suficiencia de las condiciones identi-ficadas

. . . . . . . . . . . . . . . 214

6. De la angustia inerm

e a la angustia tecnológica . 289

7. La tecnología es u

na cosa, n

o u

n sujeto

. 291

8. El cam

ino hacia la competitividad .

........

216 8. T

emor y riesgo

. . . . . . . . . . . . . . 292

9. Con la incertidum

bre volvemos a topar

296 X

. Hum

anismo e ingeniería

. . . . . . . . . . . . 217

10. El retorno es im

posible . . . . . . . . . . 299

l. La m

isión de los profesionales . . . . . . . . 217

2. El hum

anismo: nacim

iento y Renacim

iento . 220

XIII. Los sistem

as socio-técnicos .

302 3. D

ignidad de todos los hombres libres .

224 l. S

istema y subsistem

as . .

302 4. R

econocimiento de la individualidad

228 2. E

valuación de proyectos . 304

5. La voluntad y el libre albedrío . . . . .

233 3. E

l enfoque y el lenguaje de sistemas

307 6. V

italidad y cultura . . . . . . . . . . .

234 4. D

inámica de los sistem

as socio-técnicos 31 O

7. U

n fundamento hum

ano para la ética . 235

5. Retrasos y desestabilización . . . . . . .

316 8. E

l humanism

o y sus avatares 237

6. Falsas soluciones y círculos viciosos . .

317 9. E

l humanism

o hoy . . . . . . . . . . . 239

7. El problem

a de los recursos comunitarios

321

111

XL É

tica e ingeniería . . . . . . . . . . .

242 l. D

efiniciones y esclarecimientos

. . 242

XIV

La incertidumbre y su m

anejo 324

l. Aceptar la incertidum

bre .

324 2. R

elaciones entre ingeniería y ética. 247

2. La incertidum

bre objetiva . 325

3. La ética en la historia de la ingeniería .

253 4. É

tica y legislación . . . . . . . . . . .

256 3. L

a incertidumbre subjetiva

328 4. V

entajas de la incertidumbre

331 5. P

rofesionalismo y códigos de conducta profesional

258 6. L

a educación ética y otros requerimientos

. . . . 263

5. Manejo de la incertidum

bre en la ingeniería 332

6. Uso de la teoría de probabilidades

. . . . . 336

7. Obstáculos que enfrenta el com

portamiento ético

272 X

V Las fallas en ingeniería

. . . . 347

Tercera parte l. L

os límites de la seguridad

347 2. El factor de seguridad

. . . 352

EL

CO

NT

EX

TO

DE

LA

ING

EN

IER

ÍA

3. Trascendencia de las fallas

357

XII. La tecnología y los valores sociales

279 l. Ingeniería, tecnología y valores

279 2. L

o peculiar de nuestra especie . 280

4. ¿Hay fallas socialm

ente aceptables y aceptadas? 360

5. El error humano en diseño

. . •·

364 6. Incom

petencia y negligencia .

366 7. P

resiones injustificadas . . .

. . 371

10 11

Page 6: Resendiz el rompecabezas_de_la_ingenieria_vii_v3

8. Fallas por mecanism

os desconocidos: el precio de la innovación .

...

.............

. 374

Bibliografía

. . .

. 379

Índice de autores .

387 Índice de m

aterias 389

12

In mem

oriam

Fernando H

iriart (1914-2005)

Raúl J. M

arsal (1915-1990)

Em

ilio Rosenblueth (1926-1994)

Page 7: Resendiz el rompecabezas_de_la_ingenieria_vii_v3

..

Page 8: Resendiz el rompecabezas_de_la_ingenieria_vii_v3

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VII. C

iencia e ingeniería

l. LA

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IEN

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OB

JET

IVO

El conocimiento de las leyes que gobiernan los fenóm

enos con que lidia la ingeniería es uno de los elem

entos que el ingeniero usa, y la ciencia es hoy la fuente principal de la que ese conoci­m

iento proviene. Sin embargo, el hecho de que la ingeniería sea

mucho m

ás antigua que la ciencia hace evidente que ésta no es su única fuente posible de conocim

iento. En efecto, antes de

que en el siglo xv

n naciera la ciencia (esto es, se institucionali­

zara su versión moderna basada en el m

étodo experimental y

las matem

áticas), la ingeniería era ya una antiquísima profesión

que apoyaba sus decisiones en conocimiento producido por la

práctica de la mism

a, que sigue siendo hoy una fuente válida y m

uy frecuentada.

Lo que se aprende del ejercicio de cualquier actividad prác­tica se denom

ina conocimiento em

pírico y, po

r ser hijo de la experiencia y no de la lucubración racipnal pura, es herm

ano legítim

o del conocimiento científico. P

or eso no es filosófica­m

ente válida la connotación despectiva impuesta, después de

143

Page 9: Resendiz el rompecabezas_de_la_ingenieria_vii_v3

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Kant, al adjetivo em

pírico, que rigurosamente significa tan sólo

conocimiento derivado de la observación de la naturaleza y, por

consiguiente, es aplicable tanto al que proviene de la ciencia com

o al producido po

r la práctica. Antiguam

ente todo conoci­m

iento requerido po

r la ingeniería u otras actividades tuvo que generarse en la práctica, pero en

el siglo xv

n com

enzó a cris­talizar u

na revolución m

etodológica que finalmente hizo de la

ciencia el surtidor principal de conocimiento para todos los fi­

nes prácticos, incluso la ingeniería. E

ntre el conocimiento generado p

or la ciencia y el derivado

de la práctica hay, como verem

os después, diferencias solamen­

te en el grado de su confirmación, y n

o en la legitim

idad de su origen, pues am

bos se basan en la observación y la experimen­

tación. Esa diferencia de grado se debe a que en la práctica de

una profesión (sea la ingeniería, la medicina u otra) es im

posi­ble o ilegítim

o experimentar en cualesquiera condiciones. Por

una parte, hay experimentos que no deben hacerse en la prácti­

ca profesional por su alto riesgo; po

r otra, los que sí son posi­bles están sujetos a las siguientes dos condiciones: a) que el nú­m

ero de variables que interviene no sea excesivo, a fin de que cada una de ellas se pueda controlar, y b) que el costo del expe­rim

ento sea asequible. Una observación astronóm

ica tiene al­gunas condicionantes equivalentes a las de la experim

entación en la práctica profesional; esto es, sus objetos de estudio son los naturales a plena escala y no se pueden aislar de variables inde­seadas. E

n contraste, el hecho de que la ciencia pueda definir arbitrariam

ente las fronteras de su objeto de estudio permite

limitar el núm

ero de variables y garantizar el control pleno de ellas; adem

ás, al trabajar en el laboratorio como hace la ciencia,

y no a plena escala como en la profesión, reduce los costos y hace

viable la suficiencia y aun la redundancia de observaciones. Em

­pero, el conocim

iento que aportan tanto la astronomía com

o la

144

práctica son tan legítimos com

o los de la ciencia; el saber deri­vado de la práctica puede resultar m

enos general, menos aproxi­

mado y a veces m

ás provisional que el conocimiento científico,

pero ambos tienen la m

isma base de validez filosófica (el em

­

pirismo).

Por lo demás, ni el conocim

iento proveniente de la ciencia ni el derivado de la práctica son definitivos ni plenam

ente fieles. T

ampoco es ninguno de ellos válido con certeza absoluta, pues

en ambos casos su m

odo de generalizar es la inducción, que consiste en pasar de la observación de casos particulares de u

n

evento a la conclusión de que el patrón observado en ellos es válido para todos los posibles eventos del m

ismo tipo; tal con­

clusión carece de validez probatoria plena, ya que siempre que­

da abierta la posibilidad de que el siguiente evento que se obser­ve contradiga a los anteriores. S

in embargo, la inducción es el

único modo de que disponem

os para extraer conclusiones de nuestra experiencia; a la vez, es la consecuencia últim

a y la más

alta expresión del conocimiento hum

ano: se basa en la abstrac­ción de la realidad m

ediante el lenguaje (tanto el ordinario co­m

o el matem

ático, el icónico, etc.) y permite identificar las si­

militudes entre dos o m

ás hechos particulares, haciendo caso om

iso de sus diferencias o peculiaridades. La inducción es el

más poderoso instrum

ento intelectual del ser humano, pues

hace posible aprender de la simple experiencia de vivir y hacer;

finalmente, constituye la fórm

ula para generar conocimiento

mediante la ciencia.

La ventaja que, en cuanto a validación, conserva el conoci­m

iento científico sobre el empírico es, com

o quedó dicho, el es­tar basado en observaciones am

pliamente redundantes que ex­

cluyen efectos de variables indeseadas y que pueden ser repetidas por investigadores independientes; ciertam

ente, no es ésta una ventaja m

enor, pero es de carácter circunstancial, no sustancial.

145

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4111

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111111

IIP'' ~~111

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~~111 .... ,.

El conocim

iento derivado de la práctica, po

r su parte, suele te, ner sobre el de origen científico la virtud de producirse en con diciones m

ucho más realistas, tanto de escala com

o de entorn o; p

or lo m

ismo, la confirm

ación de un

a teoría en la práctica, so bre todo en u

na variedad am

plia de casos particulares, constitu ye para la ingeniería u

na validación m

ucho más fuerte que la

que pudiera provenir de otras tantas confirmaciones en el en

torno artificialmente controlado de u

n experim

ento científico. F

inalmente, hay que señalar que, cuando n

o hay cono

cimien­

to científico disponible, el uso del de origen empírico es no sólo

legítimo, sino obligatorio para u

na profesión com

o la ingenie­ría, cuyo im

perativo es resolver problemas con oportun idad, y

no esperar pasivamente a que la ciencia produzca el conocim

ien­to requerido. P

or proceder así, algunas veces la ingeniería se ha adelantado a la ciencia, invirtiendo el orden cronológico en el que norm

almente ocurren las cosas en la época m

oderna; tal fue el caso del desarrollo em

pírico de las primeras m

áquinas de vapor, que luego produjeron, adem

ás de la Revolución indus­

trial, el nacimiento de la term

odinámica, u

na nueva ram

a de la ciencia .

2. G

AL

ILE

O Y

EL

TO

DO

CIE

NT

ÍFIC

O

Antes del nacim

iento de la ciencia mo

dern

a en el siglo xv

n, el conocim

iento humano progresaba lenta e interm

itentemente,

pues se iba gestando y puliendo de manera em

pírica y parsimo­

niosa en el seno de los gremios que practicaban la ingeniería, la

medicina y otras ocupaciones prácticas; así, sólo después de m

u­chos años, siglos a veces, se lograba afinar suficientem

ente un nuevo conocim

iento para considerarlo confiable. Los avances

ocurrían de vez en cuando y, po

r lo mism

o, durante generacio-_nes perm

anecían vigentes idénticas maneras de enfrentar los

146

problemas prácticos y una visión invariante del m

undo. Pode­

mos atribuir principalm

ente a Galileo y a F

rancis Bacon el ha­

ber hecho posible que el conocimiento com

enzara a crecer con rapidez cada vez m

ayor a partir del siglo xv

n. E

l número de no­

tables hallazgos que Galileo logró durante su vida, y su insisten­

cia en lo metodológico, dejaron bien establecido el m

od

o óp­

timo de buscar y confirm

ar cualquier nuevo saber objetivo. Esto

quedó claro sobre todo después de la publicación un

tanto su­brepticia (en la H

olanda protestante, más allá de los alcances

del papa) de su obra con mayores repercusiones: el D

iálogo so­bre las dos nuevas ciencias. 1 C

onforme la aplicación del m

étodo galileano fue disem

inándose en los siglos subsecuentes, se ace­leraron los descubrim

ientos en diversos campos, principalm

en­te la física y la astronom

ía. Este innovador m

od

o de generar

nuevo conocimiento, hoy llam

ado universalmente m

étodo cien­tífico, al principio n

o estuvo institucionalizado, sino que se des­

arrolló y practicó por vocaciones y decisiones personales. Sin

embargo, m

uy pronto nacieron en la sociedad civil asociaciones de individuos que lo asum

ieron colectivamente, com

o la Acca­

demia dei L

incei (1603) y la Accadem

ia del Cim

ento (1657), am

bas en la península italiana; la Royal S

ociety (1660) en Ingla­terra, y la A

cadémie R

oyal des Sciences (1666) en F

rancia. Poco

a poco, más personas, recursos y atención se fueron dedicando

al planteamiento y solución sistem

ática de multitud de proble­

mas en todas las áreas del conocim

iento, unos con motivación

práctica y otros resultantes de la pura curiosidad intelectual. N

ació y creció así la nueva ciencia, que hizo suyos todos los afanes de saber que antes tenían que atender p

or su cuenta cada

una de las ocupaciones prácticas e independizó de éstas la ge­neración de conocim

iento; surgió, en consecuencia, la ocupa-

1 Galileo G

alilei, Diálogo sobre las dos nuevas ciencias, originalm

ente publicado en H

olanda por E

lzevir, 1638.

147

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ción de investigador científico y, finalmente, la ciencia adoptó,

primero en los países desarrollados y luego en otros, aunque en

éstos de modo lim

itado y titubeante, modalidades con soporte

y estructuración social (filantrópica, comercial y gubernam

en­tal) cada vez m

ás amplias. L

a nueva ciencia ha estado produ­ciendo desde entonces un caudal de conocim

ientos que crece de m

odo acelerado y sin límite aparente, hasta el extrem

o de haberse vuelto, para algunos, el fundam

ento de una nueva fe

casi religiosa en el progreso inexorable no sólo de la ciencia, sino de la hum

anidad en todos los aspectos.2'

El método puesto a punto por G

alileo consiste en adoptar, por una parte, la observación sistem

ática y controlada como

fuente de imágenes plausibles sobre los fenóm

enos de la na­turaleza y com

o único modo válido de confirm

ar cualquier postulado, hipótesis o teoría y, por otra, el razonam

iento mate­

mático com

o medio para procesar las observaciones hasta trans­

formarlas en resultados científicos. N

o es que el despegue du­rante el siglo X

VII de este nuevo m

odo de hacer ciencia haya ocurrido sin precedentes, pues hubo precursores y pioneros que durante innum

erables generaciones fueron no sólo conci­biendo y ensayando el nuevo m

étodo, sino también enfrentan­

do y venciendo poco a poco enormes trabas que duraro

n más

de un milenio (siglos v

a xv) y que se pueden resum

ir en 1) la resistencia externa, institucional y social, representada por la ne­gación de todo nuevo conocim

iento que contradijera los dog­m

as religiosos, principalmente los de la Iglesia católica, y 2) la

reticencia interna de los propios intelectuales a contradecir los dogm

as oficiales e incorporar de manera generalizada el m

éto­do experim

ental y el procesamiento cuantitativo de las obser-

2 J. Gray, "U

na ilusión con futuro", Letras L

ibres, año VI, núm

. 71, pp. 12-17, Mé­

xico, 2004; G. Z

aid, "La fe en

el progreso': Letras L

ibres, año VI, núm

. 71, pp. 20-21. M

éxico, 2004.

148

vaciones, poderosas herramientas que, no obstante, el intelecto

humano había ido concibiendo e incluso usando desde m

ucho tiem

po atrás, aunque inconstantemente y de m

odo parcial. En

efecto, ya Platón había definido la ciencia com

o "el juicio docu­m

entado por la prueba'' (si bien para él la prueba no necesaria­m

ente era experimental); pero com

o es bien sabido, tanto la observación de la naturaleza com

o las matem

áticas tienen tras de sí una historia antiquísim

a, con seguridad más larga que 30

siglos, pues va de Egipto y sus agrim

ensores, pioneros de la geo­m

etría, a Grecia con los presocráticos, con E

uclides y Arquím

e-d es, y llega al R

enacimiento con L

eonardo, antes de formalizarse

~~~~~-. y darse a conocer m

ás ampliam

ente a partir de los trabajos de -,

Galileo en el siglo X

VII y de difundirse explosivam

ente en el XV

III, r

denominado siglo de la Ilustración, y los subsecuentes.

Desde la caída del Im

perio romano en el siglo v y hasta el

siglo de Galileo, el m

undo occidental no siguió usando el méto­

do experimental. E

sto se debió a que durante el milenio que va

d el siglo IV al X

IV E

uropa perdió gran parte del conocimiento

creado por las culturas griega y egipcia. Para que O

ccidente re­cuperara el saber de la A

tenas clásica hubieran sido necesarios m

uchos más siglos después de aquel m

ilenio medieval si no fue­

ra porque los sabios árabes habían guardado ese tesoro; de ellos fue que poco a poco, durante la últim

a parte de la Edad M

edia Y

en el Renacim

iento, fueron llegando a Europa los conoci­

mientos contenidos en los tratados filosóficos y m

atemáticos

griegos, a veces traducidos del árabe y a veces directamente del

griego, pero siempre procedentes de las bibliotecas islám

icas. H

ay que tener en cuenta que apenas en el Renacim

iento se lle­garon a conocer en E

uropa las obras de los matem

áticos de la antigua A

lejandría y los trabajos eompletos de A

rquímedes. 3

3 H. B

utterfield, Los orígenes de la ciencia m

oderna, Consejo N

acional de Ciencia

Y Tecnología, M

éxico, 1981, p. 116.

149

Page 12: Resendiz el rompecabezas_de_la_ingenieria_vii_v3

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Así, el m

oderno método científico n

o pudo florecer sino e

~

do la cultura occidental recuperó po

r ese med

io la herencia~

telectual de la Grecia clásica. E

n efecto, la revolución científio¡

del siglo xv

n no solam

ente consistió en aceptar el método ez,

perimental u observacional com

o piedra de toq

ue para validar

todo conocimiento sobre la naturaleza, sino, a la vez, en adop­

tar las matem

áticas como m

edio obligado de razon

amiento al

interpretar y expresar los resultados de las observaciones. Fue la conjunción de experim

entación y matem

atización lo que dio a la ciencia sus atributos m

odernos: el experimento la hace capaz

de detectar y describir el comportam

iento de la natu

raleza bajo ciertas circunstancias, en tanto que la m

atemática le perm

ite expresar sus resultados de m

od

o a la vez general y susceptible

de aplicarse a la predicción en cualesquiera circunstancias del futuro.

La larga historia de la hum

anidad siempre h

a estado movi­

da, sobre todo, por el interés de resolver problemas tan ingen­

tes como la supervivencia, lo que paso a paso se fue logrando

en el campo de cada u

na de las llam

adas artes prácticas: la me­

dicina, la ingeniería, las artes bélicas, la agricultura, la cría de anim

ales, etc. Indicio inequívoco de esto es que el texto de Ga­

lileo sobre las "dos nuevas ciencias" comienza reflexio

nando sobre la im

portancia del trabajo que realizaba el Arsenal de V

e­necia para el avance del arte de construir barcos. P

or la tras­cendencia que para la ciencia tuvo su contribución m

etodoló­gica, G

alileo mism

o es hoy conocido universalmente com

o científico, pero colaboró con el A

rsenal en cuestiones relativas al diseño de em

barcaciones y es visto por algunos más bien com

o ingeniero.

4 Puede decirse que fue al m

enos un gran investiga­dor de los problem

as que enfrentaban los ingenieros de su tiem-

4 N. B

assols Batalla, G

alileo ingeniero y la libre investigación, Fondo de C

ultura E

conómica, M

éxico, 1995, 208 pp. (Colección P

opular.)

150

po, además de haber fundado, en u

na sola de sus publicaciones,

tres nuevas ramas de la ciencia íntim

amente ligadas a la inge­

niería. En efecto, a pesar de que el título se refiere a "dos nuevas '

ciencias", el libro que hemos venido com

entando contiene los fundam

entos de a) la resistencia de materiales, hoy llam

ada tam

bién mecánica de m

ateriales; b) la teoría del escalamiento,

hoy conocida como análisis dim

ensional, y e) la teoría del mo­

vimiento acelerado relativa a proyectiles y caída libre de los

cuerpos. Curiosam

ente, siglos después de Galileo, en el seno de

la propia comunidad intelectual heredera de su m

étodo, han surgido disquisiciones sobre una supuesta suprem

acía de la in­vestigación que se realiza sin otro propósito que el saber por el saber; pero la m

otivación es un

asunto íntimo del investigador,

y el hecho es que la ciencia institucionalizada de nuestros días, su avance y sus usos, son indiferentes a tales m

otivaciones per­sonales, que deben verse sim

plemente com

o un derecho de cada científico.

Hem

os aludido a las resistencias, sociales o externas por una parte e individuales o internas por otra, que se opusieron durante siglos al uso general del m

étodo experimental o cientí­

fico. Para apreciar el tipo y la magnitud de la resistencia externa

que hubo que vencer, hasta conseguir que los resultados de la observación de la naturaleza y la experim

entación pudieran di­vulgarse y valorarse librem

ente, basta con considerar la vida del propio G

alileo, quien tuvo que explicar a sus corresponsales y a m

ultitud de sus críticos, una y otra vez a lo largo de su vida, más

o menos lo m

ismo: que la religión no concierne sino a la salva­

ción de las almas, pero la naturaleza, aun si creada por D

ios, sólo puede ser conocida por la experiencia y por u

n m

étodo de razonam

iento apropiado, no por la revelación. No obstante sus

explicaciones, varias veces recibió Galileo advertencias del San­

to Oficio, y finalm

ente fue juzgado y condenado a muerte, aun-/

151

Page 13: Resendiz el rompecabezas_de_la_ingenieria_vii_v3

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que amigos influyentes consiguieron que esta pena se le

mu

tara po

r la de vivir encerrado, vigilado y silenciado el resto de su vida.

A juzgar p

or los dogm

as no

teológicos que la Iglesia católica y otras siguen propugnando, las lecciones d

e aquella historia no se h

an aprendido p

or com

pleto, pese a que el papa ya "perdoncY

a G

alileo (tres y medio siglos después de m

uerto). La larga re· sistencia interna de los propios investigadores al uso del m

éto do experim

ental entre el siglo v y el xv

se explica por lo su cedido a G

alileo y a muchos otros, siem

pre po

r causas idénticas. E

n cambio, es curioso que tam

bién hubiera de batallarse duran­te siglos para vencer u

na resistencia igualm

ente interna al uso de las m

atemáticas, com

o se infiere de la reiteración que el pro­pio G

alileo (en su libro citado) y Pascal, su

joven contemporá­

neo, hacían de sus argumentos en p

ro de esta disciplina. Por

ejemplo, desde el p

rimer párrafo de su

obra póstuma, Pascal

busca convencer de las ventajas del razonamiento m

atemático

sobre la especulación intuitiva como sigue:

152

[En el m

étodo matem

ático] los principios son pocos y muy sen­

cillos, pero ajenos al uso ordinario, por lo que es improbable

toparlos espontáneamente; pero apenas se busca contacto con

ellos, uno los comprende de inm

ediato, y habría que tener una m

ente muy torpe para usarlos incorrectam

ente, pues son tan cla­ros que es im

posible que se nos escapen. [Por el contrario] los principios del m

étodo intuitivo son de uso común y están a la

vista de todo mundo; no tiene uno sino que m

irar y no se requie­re otro esfuerzo; es solam

ente cuestión de buena vista, pero bue­na de veras, pues estos principios son tan sutiles y n

umerosos

que es casi imposible que no se nos escapen algunos. Y

la omi­

sión de cualquiera de ellos conduce a error, por lo que se debe tener la visión m

uy clara para verlo todo y, además, una m

ente

muy capaz para no extraer deducciones falsas una vez conocidos

los principios. 5

En perspectiva, hoy podemos decir que los esfuerzos des­

plegados por las mejores m

entes durante un

a decena de siglos, en el x

vn

finalmente habían logrado que los tiem

pos estuviesen m

aduros para que la ciencia se liberara de sus mayores ataduras

y, como evidencia y fruto de ello, apenas u

n siglo m

ás tarde, du­rante la Ilustración, la civilización occidental buscaría basar su

vida y su visión del m

un

do

en la aplicación masiva de los cono­

cimientos científicos.

El método propugnado p

or G

alileo, que al difundirse dio lugar a que la generación de conocim

iento se acelerara conti­nuam

ente hasta nuestros días, es un

proceso que consiste en:

A. Hacer observaciones (m

ediciones) sobre el fenómeno de in­

terés y su relación con las variables que en él intervienen; si

estas variables son muchas, partir el problem

a en partes, m

an­teniendo constantes algunas de las variables m

ientras otras se hacen variar.

B. Mediante u

n acto creativo de la im

aginación informada y

entrenada, generar un

a propuesta tentativa de solución que relacione las causas con el efecto, llam

ada hipótesis ( = algo

inferior a tesis).

C. En experim

entos controlados y repetibles, comparar la hi­

pótesis con la realidad mediante u

n n

úm

ero suficiente de

observaciones, a fin de verificar la idoneidad de aquella. Si el resultado es positivo, se cierra el ciclo y la hipótesis deja de serlo y adquiere el carácter de u

na teoría; en

caso contrario, el ciclo se repite hasta obtener resultados s.atisfactorios.

5 B. Pascal, P

ensées, 1, 1670.

153

Page 14: Resendiz el rompecabezas_de_la_ingenieria_vii_v3

· L

os postulados o supuestos filosóficos que dan fundamento

al método galileano se pueden expresar com

o sigue:

l. Los

aspectos no

cuantificables de

la naturaleza

no son

susceptibles de estudio científico. Para que lo sean se requiere

que antes se definan las variables pertinentes y se inventen los artificios apropiados para m

edirlas. 2. E

xiste correspondencia perfecta entre los hechos natura­les

y ciertas expresiones

matem

áticas, pero la

expresión m

atemática correspondiente debe com

probarse experimen­

talmente caso a caso a fin de descubrir la que es correcta.

Mientras tal com

probación no se realice, la form

ulación m

atemática tiene solam

ente el carácter de hipótesis o suposi­ción. H

echa la comprobación, la hipótesis se transform

a en teoría y eventualm

ente en ley (mediante fuertes confirm

a­ciones adicionales). E

s posible continuar descubriendo así una infinidad de leyes naturales apoyándose en los hallazgos previos.

3. La

ciencia no puede

resolver de

una vez cuestiones

de com

plejidad arbitrariamente grande. M

ás bien debe aplicar u

n enfoque reduccionista; es decir, investigar y resolver uno

a uno

los com

ponentes de

un

problem

a complejo

para después abordar la investigación del todo, asum

iendo que éste es una función (en el sentido m

atemático) de sus partes,

incluyendo las interacciones entre éstas. 4. L

as teorías y leyes científicas no pueden ser finales o absolutas, sino

que deben

estar sujetas a verificación y corrección

ulterior conforme se am

plía su campo de aplicabilidad o se

perfeccionan los modos y m

edios de medir.

La validez de estos postulados ha sido probada m

ás allá de toda duda p

or la evolución de la ciencia después de G

alileo, y la

154

expansión acelerada y sin límite del conocim

iento desde enton­ces hace a diario evidente el acierto de la estrategia de investiga­ción contenida en el tercero de ellos. P

or lo demás, a las inge­

nierías militar y civil, p

or ser las m

ás antiguas, les tocó vivir inm

ediatamente después de G

alileo el proceso transformador

inducido po

r la ciencia en todas las actividades prácticas. En su

saber, que en el siglo xv

n todavía constaba casi com

pletamente

de conocimiento em

pírico, comenzó a introducirse cada vez

más el de origen científico, prim

ero para explicar las reglas prác­ticas vigentes, luego para am

pliarlas y sustituirlas, y finalmente

para basar cada vez más en la ciencia, tanto el diagnóstico de los

problemas de la ingeniería com

o el diseño de sus soluciones. C

onforme esto ocurrió, la ingeniería civil, que entonces era to­

davía una profesión que conjuntaba también a la arquitectura,

fue modificando sus diseños. H

asta entonces éstos estaban ba­sados en precedentes de proyectos exitosos construidos con u

n

solo material (m

ampostería) y en criterios de ortodoxia estéti­

ca; en a¡:lelante se comenzó a adoptar u

n enfoque m

ás integral en el que poco a poco fueron teniendo cabida nuevos m

ateria­les y la búsqueda activa de cierto equilibrio racional entre segu­ridad y econom

ía.

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PO

DE

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UE

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EL

CO

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CIM

IEN

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La principal consecuencia del avance de la ciencia ha sido el

crecimiento del poder del hom

bre para superar las limitaciones

que la naturaleza le impone, com

o a todos los seres vivos. Basta

pensar en cómo se ha transform

ado nuestro planeta conforme

el hombre ha usado ese poder, m

ediante la ingeniería y otras actividades prácticas, para satisfacer lo que considera sus nece­sidades: en paralelo han ido cam

biando las condiciones de vida, generalm

ente para bien, a pesar del desmedido crecim

iento de

155

Page 15: Resendiz el rompecabezas_de_la_ingenieria_vii_v3

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la población en tiempos recientes; aun los resultado

s indesea­bles de ciertos desarrollos basados en el nuevo conocim

iento son evidencias de aquel poder. Se ha dem

ostrado, así, que el sa­ber no solam

ente dota al ser humano de capacidad de com

­prensión de su entorno, sino tam

bién de poder para transfor­m

arlo (a veces sin haberlo comprendido cabalm

ente). El poder que da el conocim

iento, pues, no es simplem

ente poder, sino m

argen de libertad para ejercer el albedrío. Pero el poder del conocim

iento no es un

valor del conoci­m

iento en sí, sino de su aplicación o, mejor dicho, de quien lo

aplica. Si el hombre poseyera conocim

ientos sólo para fines de placer existencial contem

plativo, tal poder no existiría. Por eso puede observarse, en nuestro tiem

po y en el pasado, que el po­der de una sociedad no depende nada m

ás de los conocimien­

tos que ésta tiene, sino de su mayor o m

enor voluntad y habili­dad de usarlos. El grado abrum

ador en que ha crecido el poder de las sociedades inclinadas a usar el conocim

iento científico para fines prácticos no deja lugar a dudas sobre el poder poten­cial del m

ismo. A

pesar de que la mayoría de los seres hum

anos está al m

argen de la creación, muchos usan y com

prenden algu­nas porciones del conocim

iento de las que más poder puede

extraerse; ya casi no hay escépticos del valor que el saber encie­rra, pues a pocos ha faltado la ocasión de usar, o al m

enos ob­servar, las obras y consecuencias de ese poder en acción. D

e aquí que m

uchos alienten una expectativa muy parecida a la fe

en que el progreso de la ciencia produzca avances similares en

todo lo que la humanidad considere deseable. Q

uizá en esto haya que distinguir entre la fe en el progreso general en todos los aspectos, que no parece tener justificación histórica, y la vo­luntad de progreso lim

itado a ciertos aspectos, cuya eficacia sí está dem

ostrada. Ni el conocim

iento ni la fe en el progreso, por sí m

ismos, pueden generar cosa alguna; pero hay evidencia his-

156

tórica abundante de que la voluntad de progreso, esto es, la gana de avanzar poniendo en juego el poder del conocim

iento en las cuestiones específicas en las que éste es eficaz, sí produce pro­greso, aunque solam

ente en aquellas mism

as cuestiones especí­ficas. Se señala a C

hina como prueba de que el conocim

iento en sí no produce progreso, pues la ventaja que en una época tuvo gracias a num

erosos descubrimientos e inventos no le dio pro­

vecho práctico ni liderazgo universal, que sí lograron los países de O

ccidente cuando ejercieron su voluntad de avanzar apoya­dos en el conocim

iento aportado por la ciencia. 6 Está por verse

si podremos agregar los logros de C

hina en el final del siglo xx

y los albores del xxr com

o otra prueba de lo que logra la volun­t ad de progreso con base en el conocim

iento, sea endógeno o venido de fuera pero asim

ilado localmente.

El poder del conocimiento está m

ás concentrado que el de la riqueza. E

n primer lugar está concentrado en los países m

ás igualitarios, donde la educación y el ingreso están m

ejor distri­buidos; perp incluso en ellos el saber para fines prácticos es m

anejado por una minoría selecta, una elite dentro de la elite,

constituida por los más educados y pragm

áticos. Este hecho po­

ne en evidencia la magnitud prodigiosa del poder que da el

conocimiento: aun en m

anos de esas pequeñísimas m

inorías, el conocim

iento es capaz de transformar a la hum

anidad entera derram

ando sobre toda ella cierta dosis de beneficios. Y confor­

me el conocim

iento se multiplica, la concentración de su poder

continúa de manera natural, inevitable, creando elites m

ás se­lectas dentro de las ya existentes. N

i siquiera las utopías iguali­tarias han osado contradecir la fatalidad de esa concentración.

El poder del conocimiento y la fatalidad de su concentra­

ción son tan grandes que la democracia no p

asta para distri-

6 G. Z

aid, op. cit.

157

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buido mejor ni para atenuar con él otras desigualdades; pero

esto no es ya un problema de la ciencia o del conocim

iento, sino de la naturaleza hum

ana. Los filósofos positivistas del siglo X

IX

sostenían que con el avance científico la política y la ética termi­

narían por convertirse en ciencias que darían lugar a un

esque­m

a de valores tan incuestionables que se impondrían por la

fuerza de la razón. Ahora sabem

os, por una parte, que eso no ocurrirá, pues el hom

bre siempre encuentra la m

anera de eludir la razón o de racionalizar sus pasiones; p

or otra parte, el cono­

cimiento es m

oralmente neutro; es decir, u

n m

ismo conocim

ien­to, cualquiera que sea, puede usarse para bien o para m

al. Am

­bos hechos bastan para que la irracionalidad, con sus secuelas de guerras, m

arginación social y opresión, no desaparezca de la faz de la tierra. E

n otras palabras, el comportam

iento de los se­res hum

anos no es producto de la imperfección de la ética o la

política, sino de imperfecciones hum

anas. La historia de la hu­

manidad ha dem

ostrado ya que en la distribución del poder y la riqueza, así com

o en el grado de satisfacción de las necesidades en cada generación, hay avances y retrocesos, no progreso con­tinuado. E

l siglo y medio que nos separa del positivism

o ha vi­vido las m

odas de la planificación central y del mercado libre,

cada una repitiendo promesas, logros y estragos m

ás o menos

similares, entre sí y con los de otras doctrinas.

4· Los C

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EL

CO

NO

CIM

IEN

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Desde luego, algo se paga por el poder derivado de la expansión

del conocimiento, no sólo porque cuesta el aparato científico ne­

cesario para producir tal expansión, sino por las implicaciones

que ésta tiene. Una vez generado, el conocim

iento finalmente se

usa, y aún si el propósito expreso al que se aplica es benéfico,

158

.......... -------------

habrá efectos colaterales no deseados cuya acumulación term

i­na im

plicando un

costo; el capítulo vm

está dedicado totalmen­

te a la discusión de este tipo de problemas y sus consecuencias.

Pero hay otros costos de la expansión acelerada del conocimien­

to de los que casi no se habla y que cabe considerar aunque sea som

eramente. E

n efecto, dicha expansión implica a) la segm

en­tación del saber en especialidades; b) una m

ayor complejidad

de los problemas de todo tipo, y e) una obsolescencia m

ás rá­pida de las soluciones. C

ada uno de estos tres hechos significa un costo, ya que la especialización, la com

plejidad de nuestros problem

as y el carácter efímero de sus soluciones dificultan la

aplicación del conocimiento o la hacen m

ás onerosa. Son por

ello contrapartidas de los beneficios que da el conocimiento; lo

son en el sentido más literal del térm

ino, pues el incremento de

poder que el nuevo conocimiento otorga se ve m

ermado por

cada uno de aquellos tres factores. Veam

os cómo y p

or qué.

El crecimiento de la especializa,ción. C

onforme el conocim

iento se expande, las m

entes individuales no pueden abarcar sino una fracción proporcionalm

ente menor de ese universo, y sobrevie­

nen nuevas subdivisiones o especialidades. La lista de éstas es

cada vez más y m

ás extensa, lo que acelera la generación de nue­vo conocim

iento, pues facilita que en cada nueva especialidad se aplique el poderoso m

étodo científico a problemas m

ás nume­

rosos, que son porciones cada vez más pequeñas del todo, tanto

relativamente com

o en términos absolutos. E

s, por tanto, in­exorable que se planteen y resuelvan, por unidad de tiem

po, un

m

ayor número de interrogantes m

ás específicos sobre domi­

nios cada vez menores de la naturaleza, y así sucesivam

ente se acelere la expansión del conocim

iento. Al m

ismo tiem

po, la es­pecialización dificulta la aplicación del conocim

iento, tanto en la ingeniería com

o en otras actividades prácticas, pues éstas re-

159

Page 17: Resendiz el rompecabezas_de_la_ingenieria_vii_v3

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quieren el proceso inverso al del descubrimiento científico: la

concentración o síntesis en una mente individual del conoci­

miento disponible en las m

uchas especialidades que son nece­sarias para resolver cualquier problem

a; tanto el diagnóstico com

o la concepción de soluciones a problemas de ingeniería,

actos que constituyen el meollo de la aplicación del conoci­

miento, im

plican un proceso de síntesis. Com

o la naturaleza no reconoce las fronteras arbitrarias que la hum

anidad adopta al segm

entar su saber, cada problema de ingeniería requiere in­

formación proveniente de m

uchas disciplinas o especialidades, y cuando éstas se m

ultiplican es más difícil identificar y sinteti­

zar la información que es pertinente.

Por otra parte, del conocim

iento total disponible, sólo una fracción es aplicable a la solución de un problem

a cualquiera. E

n el contexto de la creciente segmentación, esa porción corta

las fronteras de un número cada vez m

ayor de disciplinas, y por tanto va siendo cada vez m

ás difícil acceder a ella. El ingeniero, com

o otros profesionales responsables de aplicar el conocimien­

to a la solución de problemas, debe entonces buscar casuística­

mente la aguja en el pajar: lo pertinente en el cada vez m

ás vo­lum

inoso cúmulo de saber disponible. P

or esta razón y porque la decisión de qué es pertinente y en qué grado requiere el jui­cio personal de quien decide, la aplicación del conocim

iento tiene siem

pre una dosis de subjetividad mucho m

ayor que la que interviene en la generación del m

ismo. Es válido preguntar:

¿puede la capacidad de síntesis y el juicio experto crecer tan rá­pidam

ente como crece la m

asa de información que hay que cer­

nir para hallar en ella y sus numerosos com

partimentos el co­

nocimiento pertinente? D

e no ser esto posible, la aplicación del conocim

iento científico a la solución de problemas prácticos

tenderá a retrasarse más y m

ás con respecto a la frontera del co­nocim

iento disponible.

160 ~

El crecimiento de la com

plejidad. Otra consecuencia de la ex­

pansión del conocimiento es la com

plejidad. Ésta es distinta de

la complicación que proviene del conocim

iento creciente y cre­cientem

ente segmentado. L

a segmentación im

pone dificultades de carácter cuantitativo al uso del conocim

iento, en tanto que la com

plejidad introduce otras, ahora de naturaleza cualitativa. U

na de ellas aparece porque usar más conocim

iento significa form

ular los problemas con u

n núm

ero mayor de variables ex­

plícitas, cada una de las cuales guarda interrelaciones directas o indirectas con variables adicionales. Se hace así m

ás intrincada la red de interacciones y ciclos de realim

entación entre las va­riables, m

ayor la presión (incluso social) para incorporar otras supuestam

ente importantes, m

ás compleja y costosa la form

u­lación y solución de cada problem

a y, paradójicamente, m

ás grande la cantidad de conocim

ientos que deja de considerarse aunque sea tam

bién mayor el que se incluya. El crecim

iento ex­ponencial del costo de los servicios m

édicos como consecuen­

cia de la especialización es un

buen ejemplo de este proceso de

crecimiento de la com

plejidad por motivos cuantitativos y cua­

litativos. '

Adem

ás, el mundo m

ismo se vuelve m

ás complejo, m

ás so-fisticado, conform

e sociedad e individuos poseen más inform

a­ción. E

sto es, el conocimiento m

odifica a su objeto: no sólo es m

ás complejo plantear y resolver problem

as cuanto más co­

nocimiento se incorpora en su form

ulación, sino que los pro­blem

as que hay que resolver son también intrínsecam

ente más

sutiles y difíciles. Aparece entonces otra paradoja: la sociedad

demanda soluciones no m

ás complejas, sino al contrario, m

ás sencillas, o m

ás duraderas, o más cabales, y esto exige incorpo­

rar más conocim

iento y procesarlo de modos m

ás complejos.

Cada vez es m

ás evidente la insuficiencia de las soluciones que sólo son técnicam

ente correctas. Salvo en los libros de texto, no

161

Page 18: Resendiz el rompecabezas_de_la_ingenieria_vii_v3

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hay problemas prácticos que sean puram

ente técnicos o tecnoló­gicos; todos tienen com

ponentes que requieren además conoci­

miento económ

ico, sociológico, político, ecológico, psicoló gico, etc. Sim

plificaciones que alguna vez pasaron por válidas están dejando de serlo desde que los potencialm

ente afectados dispo­nen de conocim

iento que les permite, tam

bién a ellos, saber, o al m

enos dudar y presionar. Lidiar con todo esto exigirá que si­

gan desarrollándose las teorías de la complejidad, form

as de usarlas en la práctica y personas versadas en aplicarlas, pero no sólo especialistas en cada uno de esos cam

pos, sino individuos con capacidad de sintetizar respuestas integrales a los respecti­vos problem

as prácticos. No solam

ente seguirá habiendo nece­sidad de individuos con saber, sino con sensibilidad y em

patía, intuición y buen juicio, con genio para obviar lo nim

io, res olver lo sustancial y com

unicar sus propuestas en un

entorno socio­técnico de alta com

plejidad, sino que en las profesiones éste será el tipo m

ás urgentemente requerido, a despecho de la in­

evitable especialización de la mayoría.

La aceleración de la obsolescencia. Tam

bién implica u

n costo in­

cremental el hecho de que las soluciones se vuelven obsoletas

más rápidam

ente a causa de la velocidad a la que cambia el co­

nocimiento, y a su vez el m

undo impulsado por éste. Lo que se

concibe como solución a u

n problem

a funcionará en el futuro, pero se diseña con el saber de hoy y para las circunstancias que ~-' 'r-\ noy se prevén; por tanto, esa solución será válida si las previsio-nes se m

antienen; pero el mundo cam

bia cada vez con mayor

rapidez en todos sus aspectos. Cuando la velocidad de ca m

bio del entorno social era m

ucho menor, las soluciones eran m

ás du­raderas y, por consiguiente, resultaba m

enos imperativo buscar

explícitamente que éstas fuesen adaptables a cam

bios eventuales. A

demás, la com

plejidad y la rapidez de cambio potencian el ríes-

162

go de que algunas soluciones en realidad no lo sean, sino que desencadenen resultados a la vez im

previstos y súbitos. Por tan­

to, antes no era necesario introducir explícitamente la incer­

tidumbre de los escenarios futuros en el planteam

iento de los problem

as (un motivo m

ás de complicaciones y costos). P

ara colm

o, no podemos evitar el tem

or de una catástrofe si decidi­m

os usar lo que sabemos para m

anipular ciertos sistemas glo­

bales, como el clim

a, muy sensibles a la m

odificación menor de

factores locales; ante tales sistemas lo inteligente es, por tanto, la

abstención precautoria.

Así pues, m

oderemos nuestro optim

ismo: el poder del co­

nocimiento no tiene el cam

po libre, pues está creando de modo

endógeno sus propias contrapartidas. L

a especialización, la

complejidad de nuestros m

odelos de la realidad y la corta vida de nuestras soluciones contrarrestan el poder que el propio sa­ber nos da. E

llo no augura por fuerza que tal poder se esteriliza­rá; pero debe m

overnos a considerar que, pese a la fascinación que en nuestro tiem

po ejerce el conocimiento, hay obstáculos

impuestos por la dificultad creciente de aplicarlo y, en ciertos

casos, por el temor a las consecuencias de usarlo para intervenir

en sistemas m

uy sensibles. Hubo tiem

pos durante los cuales la expansión del conocim

iento se podía traducir en un crecimien­

to proporcional del poder de la humanidad; hoy estam

os en­trando en una era diferente, en que la dificultad de m

ovilizar todo el acervo disponible y el tem

or a consecuencias no in ten­cionales produce rendim

ientos prácticos decrecientes. .• Q

5· LA

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. En todos los tiem

pos los más destacados ingenieros han tenido

como axiom

a que es deseable ejercer la ingenieríá en un campo

163

Page 19: Resendiz el rompecabezas_de_la_ingenieria_vii_v3

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más bien am

plio que estrecho. Procede preguntarse por qué,

pues esta noción contrasta con la ventaja de la especialización que la ciencia ha hecho evidente durante m

ás de tres siglos, y que es fuertem

ente propugnada por los profesionales de la investi­gación científica.

El hecho de que una y otra propuesta se contrapongan, pero

cada una haya mostrado ser idónea en su propio cam

po, se ex­plica por la naturaleza distinta de la ingeniería y la ciencia, que podem

os apreciar nítidamente si revisam

os los procesos inte­lectuales de la ingeniería descritos en los capítulos m

a v y los contrastam

os con lo dicho de la ciencia en el capítulo presente. E

n efecto, la ciencia se ocupa de descubrir cómo y por qué

funcionan las cosas; lo hace mediante experim

entos y observa­ciones repetibles y con pleno control de las variables que inter­vienen. E

n cambio, lo que com

pete a la ingeniería no es descu­brir y describir el funcionam

iento del mundo, sino cam

biarlo m

ediante diseños que operen eficazmente para los fin

es desea­dos, y a veces puede lograrse que las cosas funcionen aunque la ciencia no pueda explicar por qué .

Por otra parte, que el diseño propuesto para u

n puente, una

presa, un

edificio o una nave espacial sea capaz de soportar exi­

tosamente las inciertas acciones que sobre él pueden incidir du­

rante su vida útil no es una cuestión que alguien pueda de­m

ostrar científicamente que ocurrirá; se trata m

ás bien de una convicción a la que los ingenieros responsables de dichos dise­ños llegan basándose en ciertas deducciones teóricas y/o resul­tados experim

entales interpretados a la luz de los precedentes de la profesión. E

sa subjetividad implícita en la percepción, el

discernimiento, las inferencias y la interpretación personal del

sujeto -el in

gen

iero-

es una de las diferencias más im

portan­

tes entre la ingeniería y la ciencia. L

a ciencia busca explicación para todos los fenómen

os, pero

164

su gran poder proviene de su reduccionismo; esto es, de no pre­

tender explicarlo todo a la vez, sino tomar en cada ocasión una

porción pequeñísima de la realidad, bien delim

itada y aislada de perturbaciones externas, a fin de hacerla susceptible de ex­perim

entación, observación y medición confiables; tras pocas

repeticiones de tal experimento se puede obtener una conclu­

sión de validez general sobre la manera en que funciona esa

minúscula porción del m

undo. Para am

pliar el conocimiento

del universo basta tomar otras pequeñas porciones de él y vol­

ver a aplicar el mism

o método. E

sto es lo que hace del método

científico un instrumento tan poderoso, "la estrategia de inves­

tigación más fructífera jam

ás inventada''. P

or el contrario, la función central de la ingeniería no es explicar fenóm

enos sino controlarlos o usarlos para fines prác­ticos; esto es, lidiar con ellos, estén o no explicados científica­m

ente. La ingeniería no resuelve cuestiones generales, sino pro­blem

as específicos en su particular circunstancia; poder hacerlo depende críticam

ente de no_aislar de su entorno el proyecto, no soslayar en el m

omento del diagnóstico la influencia de ningún

factor probable, ni olvidar en la etapa de diseño las condiciones inciertas que pudieran afectar a tal proyecto en el futuro. E

n otras palabras, la ingeniería no puede ser reduccionista, sino totalizadora o integradora; no puede dividir el problem

a en pe­dazos ni aislarlo de sus circunstancias particulares, sino resol­verlo integralm

ente y en su contexto. P

or todo eso, propugnar la especialización si se trata de ha­cer investigación científica, y desaconsejarla en la práctica de la ingeniería, buscando ejercer esta profesión en un cam

po más

bien amplio, son actitudes opuestas entre sí, pero cada una con

plena justificación en su respectivo ámbito y solam

ente en él. D

esde que el método científico se volvió el m

odo dominan­

te de generar nuevo conocimiento, la tendencia a la especializa-

165

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ción de la ciencia ha hecho surgir nuevas disciplinas o especia­lidades científicas m

otivadas precisamente por las necesidades

de los ingenieros. Se trata de las llamadas ciencias de la ingenie­

ría, que aportan conocimientos útiles para que el ingeniero pue­

da contender mejor con sus propios problem

as. Las ciencias de

la ingeniería son disciplinas ejercidas por especialistas, muchos

de ellos con una formación inicial com

o ingenieros. En general,

estos especialistas no están interesados en la práctica de la pro­fesión, sino en hacer avanzar el conocim

iento que es relevante para la ingeniería. L

o hacen trabajando en el seno de grupos e instituciones académ

icas y, por supuesto, sus actividades no di­fieren en nada de las que realizan otros científicos. Tal es la in­vestigación en las ciencias de la ingeniería que, en efecto, es idéntica al resto de la actividad científica, tanto en sus procedi­m

ientos como en la naturaleza de sus resultados. L

a investiga­ción en las ciencias de la ingeniería sólo se distingue de la que se hace en el resto de las ciencias en dos aspectos: el criterio con que se escogen los problem

as a investigar y los atributos de sus soluciones. Se busca no solam

ente generar nuevo conocim

ien­to, sino que éste contribuya de inm

ediato a tornar viables o me­

jores las respuestas de los ingenieros a las necesidades sociales; para ello se escogen los tem

as que en el mom

ento pueden inci­dir m

ás sobre tales respuestas, y se prefiere en cada caso la solu­ción que, por su sencillez, puede ser adoptada con m

ás facilidad p

or los ingenieros de la práctica profesional. 7

Ciencia e ingeniería son, pues, actividades m

uy distintas. E

mpero, la segunda usa conocim

ientos provenientes principal­m

ente de la primera, y am

bas coinciden en su exigencia de ra­cionalidad, que consiste, nada m

enos pero nada más, en evitar

7 D. R

eséndiz, "La im

portancia de otros en mi contribución a la ingeniería de

cimentaciones'; en D

escubrimientos y aportaciones científicas y hum

anísticas mexicanas

en el siglo xx, Fondo de C

ultura Económ

ica, México, 2007.

166

contradicciones internas en el conjunto de los supuestos, proce­dim

ientos y conclusiones de los procesos intelectuales que rea­lizan. Y

aun en esto surge una diferencia: la racionalidad es ne­cesaria y suficiente para hacer ciencia, m

ientras que para hacer ingeniería la razón no basta, según se discute en el capítulo v.

6. ¿HA

Y ID

EO

LO

GÍA

EN

LA

ING

EN

IER

ÍA Y

LA

CIE

NC

IA?

El concepto que la mayoría de la gente tiene de la ingeniería y la

ciencia es que ambas son actividades objetivas por excelencia, y

lo que hasta aquí hemos dicho en este capítulo no contradice

explícitamente tal noción, aunque tam

poco la avala. Por su par­

te, científicos e ingenieros suelen complacerse de que su activi­

dad sea vista por los demás com

o una expresión objetiva de la realidad y sus leyes; es decir, com

o algo ideológicamente neu­

tro. Por supuesto que no hay tal neutralidad, como tam

poco puede existir en ninguna otra cosa producida por hum

anos, pero lo extendido de la noción de que ciencia e ingeniería están libres de "contam

inación'' ideológica ha determinado que el tra­

tamiento del tem

a en la literatura científica sea muy raro.

Para que el análisis de esta cuestión no resulte arbitrario de­

bemos com

enzar por definir lo que entendemos por ideología.

Los diccionarios la definen como el conjunto de ideas o creen­

cias de un

individuo o un grupo en especial que condicionan sus actitudes políticas y sociales. L

a definición puede precisarse un poco m

ás agregando los siguientes elementos postulados

por Em

ilio Rosenblueth:

8 a) la ideología es un conjunto de axio­m

as difícilmente renunciables (o dogm

as) capaz de mover a la

. 8 E

. Rosenblueth, Sobre ciencia e ideología, basado en las conferencias del 5 y 7

de junio de 1979 como m

iembro de E

l Colegio N

acional, Fundación Javier B

arros Sierra, A

. C., M

éxico, 1980, 83 pp.

167

Page 21: Resendiz el rompecabezas_de_la_ingenieria_vii_v3

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1 •• 111

1.-~:.~

acción y que cada persona o grupo social adopta como guía de

sus decisiones; b) sería excesivo pedir que el conjunto de axio­m

as que constituyen una ideología fuese absolutamente cohe­

rente o libre de contradicciones, pues por tratarse de creencias con el contenido em

ocional propio de cada persona y casi irre­nunciables, la evidencia de contradicción em

pírica o lógica no basta para m

odificarlos; e) por otra parte, sin cierto grado de coherencia,

tales axiom

as tam

poco podrían constituir una

ideología, pues no permitirían actuar.

Así pues, la ideología es una visión subjetiva m

ás o menos

distorsionada de la realidad, que sirve a un

individuo o un gru­po com

o regla sencilla de decisión y que suelen eximirlo de un

análisis más riguroso ante cuestiones que le exigen actuar. El

grado en que una ideología distorsiona o simplifica la realidad

depende del cuidado racional que el sujeto ha puesto en inte­grarla o adoptarla y, por lo m

ismo, suele ser m

ayor en las ideo­logías de grandes grupos sociales que en las de los individuos, sobre todo si éstos son cultos, cuidadosos y autocríticas. Es de suponerse que todos tenem

os una ideología, incluso quienes nunca lo han pensado y por tanto no son conscientes de ello; si no la tuviéram

os, nada nos impulsaría a la acción y seríam

os absolutam

ente apáticos o indiferentes ante todas las cuestiones relacionadas con nuestros sem

ejantes. Lo que cada individuo

sostiene como verdades evidentes constituye su ideología. 9 Q

uie­nes durante m

il años, entre los siglos v y xv

de nuestra era, sostenían con san A

gustín que estudiar la naturaleza era dis­traer la m

ente en actividades estériles, en virtud de que el único objeto digno de estudio era D

ios, estaban expresando su ideo­logía; lo m

ismo ocurre hoy cuando algún científico dice que

la ciencia es una actividad absolutamente objetiva. Y

el hecho

9 E. Rosenblueth, op. cit., p

p. 14-15.

168

de que casi todo el mundo occidental creyera en aquella época

lo mism

o que san Agustín, y casi todos nuestros contem

porá­neos crean com

o muchos científicos e ingenieros en la objeti­

vidad de la ciencia y la ingeniería, no quita a dichas creencias su sesgo.

En el capítulo x

n puede verse que la ideología de una socie­

dad se manifiesta en los llam

ados valores sociales, creencias axiom

áticas sobre lo bueno y lo malo, que a su vez son influidas

por la tecnología, y que finalmente condicionan las decisiones

éticas, como se explica en el capítulo xr. E

n conclusión, no hay posibilidad de que algo hum

ano esté libre de ideología, pues las m

últiples interconexiones de la trama social hacen que cada

subsistema reciba diversos tipos y grados de realim

entación proveniente de otros subsistem

as. Para percatarnos de que la ideología influye y está presente

en la ciencia y la ingeniería comencem

os por no confundir di­chas actividades con sus productos, que son, respectivam

ente, el conocim

iento científico y las creaciones materiales que la hu­

manidad ha acum

ulado y sigue produciendo. La ciencia y la in­

geniería como tales son actividades; no son productos, sino

procesos. En particular, la ciencia no es el conjunto de respues­

tas que esta actividad ha generado, sino una búsqueda, que co­m

ienza con una pregunta que inquieta o interesa al científico, quien, por tanto, busca responderla m

ediante el método experi­

mental o científico. A

nálogamente, la ingeniería no es el acervo

de creaciones materiales que el hom

bre ha ideado y producido para satisfacer lo que considera sus necesidades, sino los proce­sos intelectuales e instrum

entales que se desarrollan para satis­facer esa necesidad.

La ideología está presente en la ciencia porque el impulso

para emprender una investigación es la pregunta que el científi­

co y/o la comunidad de sus pares y/o la sociedad a la que uno y

169

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otra pertenecen escogen para responder entre la infinidad de preguntas posibles que la ciencia aún no ha respondido, elec­ción que necesariam

ente tiene motivaciones o condicionantes

subjetivos o ideológicos. Igualmente, puesto que las necesida­

des humanas no representan u

n estado de la naturaleza, sino un

sentimiento de insatisfacción de alguien por tal estado, pode­

mos decir que la ideología está presente en la ingeniería desde

el mom

ento en que el ingeniero asume que cierta necesidad

material am

erita satisfacerse. Tanto las preguntas que se estim

a pertinente investigar m

ediante la ciencia como las necesidades

que se busca satisfacer mediante u

n proyecto de ingeniería son

en cierta medida asuntos subjetivos influidos (cuando no de­

terminados) por lo que alguien considera deseable, legítim

o o posible, es decir, por una ideología.

Es cierto que una vez definida la pregunta a investigar cien­tíficam

ente, o la necesidad social a satisfacer mediante la inge-

• niería, los pasos y criterios con los que procede el científico o el ingeniero tienen que ajustarse a los hechos y a lo que se sabe de ellos, lo que da m

árgenes muy angostos para la subjetividad;

empero tales m

árgenes nunca dejan de existir, sobre todo en la ingeniería, según lo expuesto en los capítulos n a v. Pero m

ás im

portante que eso es el hecho de que las preguntas que se hace la ciencia y los problem

as que busca resolver la ingeniería están determ

inados o condicionados por la ideología de quienes ha­cen las preguntan o plantean los problem

as, pues esto último

determina la dirección en que una y otra avanzan.

170

;