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Página 1 of 9 APÉNDICE MUESTRA MUY BREVE DEL RESUMEN DE LA HISTORIA DE LUISIANA 1762-1802 Elaborado por D. Egéa-Kuehne – Traducción A. Calvo LA HISTORIA La Guerra y los tratados La Guerra de los siete años En los finales de los 1750s, Francia declaró la guerra a Gran Bretaña en el mundialmente conocido conflicto como la guerra de los siete años o en la Norteamérica británica como la guerra entre los franceses y los indios. Empezó en 1754 en la frontera occidental de la américa inglesa, esta contienda local que tenía lugar en el valle del río Ohio pronto tomó medidas de conflicto global. En el año 1756, los países colonialistas europeos con intenciones de dominar Norteamérica se unirían a la batalla. Francia y España, para entonces aliadas como naciones reinadas por Borbones, unirían sus ejércitos contra el enemigo común, Gran Bretaña. La guerra comenzó con lo peor que le podía pasar a Francia, Quebec cayó en poder de los británicos el 18 de octubre de 1759. A principios de 1760, era obvio que Francia y España habían perdido la guerra, un desenlace que tendría mayores consecuencias para Luisiana. El 3 de noviembre de 1762, se firmó el preacuerdo de paz entre Francia y España por un lado y Gran Bretaña y Portugal por el otro. El tratado de Fontainebleau El mismo día 3 de noviembre de 1762 se acordó un decreto en Fontainebleau, firmado por la parte francesa por Choiseul y Grimaldi por la parte española, por el cual Luis XV por mera generosidad y de corazón y a cuenta del mucho afecto y amistad que le unía a su primo Carlos III de España al que le regaló el territorio de Luisiana así como Nueva Orleans y la isla en la que estaba situada la ciudad (ver documento anejo con el texto original del tratado). El Rey de España aceptó el regalo el 13 de noviembre de 1762 (ver documentos anejos con los textos originales de la propuesta francesa y la aceptación española). El tratado se llevó en secreto. El tratado de París El 10 de febrero de 1763, un segundo tratado, el conocido como el tratado de los sinvergüenzas de París, se firmó, por el que Francia cedía a Inglaterra el río y el puerto de Mobile y todas las posesiones que se dejaron a la izquierda de la ribera del Misisipi, excepto la ciudad de Nueva Orleans y sus alrededores (Baton Rouge entonces pasó a ser inglesa). España cede a Inglaterra la provincia de Florida, con el Fuerte de San Agustín y todo el territorio al este y sudeste del Misisipi. La Havana se devolvió a España y Guadalupe y la Martinica a Francia.

Resumen Historia de Luisiana 1762 - 1802

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APÉNDICE

MUESTRA MUY BREVE DEL RESUMEN DE LA

HISTORIA DE LUISIANA

1762-1802

Elaborado por D. Egéa-Kuehne – Traducción A. Calvo

LA HISTORIA

La Guerra y los tratados

La Guerra de los siete años

En los finales de los 1750s, Francia declaró la guerra a Gran Bretaña en el mundialmente conocido conflicto como la guerra de los siete años o en la Norteamérica británica como la guerra entre los franceses y los indios. Empezó en 1754 en la frontera occidental de la américa inglesa, esta contienda local que tenía lugar en el valle del río Ohio pronto tomó medidas de conflicto global. En el año 1756, los países colonialistas europeos con intenciones de dominar Norteamérica se unirían a la batalla. Francia y España, para entonces aliadas como naciones reinadas por Borbones, unirían sus ejércitos contra el enemigo común, Gran Bretaña. La guerra comenzó con lo peor que le podía pasar a Francia, Quebec cayó en poder de los británicos el 18 de octubre de 1759. A principios de 1760, era obvio que Francia y España habían perdido la guerra, un desenlace que tendría mayores consecuencias para Luisiana. El 3 de noviembre de 1762, se firmó el preacuerdo de paz entre Francia y España por un lado y Gran Bretaña y Portugal por el otro.

El tratado de Fontainebleau

El mismo día 3 de noviembre de 1762 se acordó un decreto en Fontainebleau, firmado por la parte francesa por Choiseul y Grimaldi por la parte española, por el cual Luis XV por mera generosidad y de corazón y a cuenta del mucho afecto y amistad que le unía a su primo Carlos III de España al que le regaló el territorio de Luisiana así como Nueva Orleans y la isla en la que estaba situada la ciudad (ver documento anejo con el texto original del tratado). El Rey de España aceptó el regalo el 13 de noviembre de 1762 (ver documentos anejos con los textos originales de la propuesta francesa y la aceptación española). El tratado se llevó en secreto.

El tratado de París

El 10 de febrero de 1763, un segundo tratado, el conocido como el tratado de los sinvergüenzas de París, se firmó, por el que Francia cedía a Inglaterra el río y el puerto de Mobile y todas las posesiones que se dejaron a la izquierda de la ribera del Misisipi, excepto la ciudad de Nueva Orleans y sus alrededores (Baton Rouge entonces pasó a ser inglesa). España cede a Inglaterra la provincia de Florida, con el Fuerte de San Agustín y todo el territorio al este y sudeste del Misisipi. La Havana se devolvió a España y Guadalupe y la Martinica a Francia.

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Consecuencias para Luisiana

El gobierno francés bajo posesión española

Como quiera que el tratado de Fointainebleau fuera llevado en secreto, el Rey de Francia continuaba ejerciendo como poseedor de Luisiana. Nicolas Chauvin de la Frénìere fue nombrado síndico general el día 1 de enero de 1763, Foucault fue nombrado regulador el 10 de febrero de 1763 y el día 16 de marzo de 1763 el Rey Luis XV anunció que tenía nombrados un director (D’Abbadie, 29 junio, 1763) y un comandante (Aubry). Ignorado el traspaso de posesión, los residentes de Luisiana continuaron viviendo como si la provincia siguiera perteneciendo a Francia, y la mayor parte de negocios públicos y privados continuaron sus actividades como si nada. La mascarada continuó hasta que el tratado de Paz de París de 1763 acabó con la guerra de los siete años oficialmente, y en octubre de 1764 el Director General D’Abbadie recibió un comunicado oficial anunciando la cesión de Luisiana a España y ordenando la transferencia de la provincia a los representantes españoles (ver documento anejo para ver el texto original de la carta).

La reacción de los colonos

Este acuerdo oficial tuvo importantes repercusiones para Luisiana, haciendo público el traspaso de Luisiana del control de Luis XV de Francia a Carlos III de España. Sorprendió e hirió a los colonos de Luisiana, que se sintieron traicionados. Reaccionaron a la noticia con escepticismo, rechazo, repulsa y en algunos casos con abierta hostilidad (Wall). Se sintieron como si hubieran pasado como rebaño de un pastor a otro (Fortier I, 150). La mayoría de ellos no querían convertirse en súbditos españoles y según Fortier, les dejó sumidos en la consternación y desesperación. Su apego a Francia era fuerte, especialmente porque algunos de estos colonos habían abandonado la parte del territorio cedido a Inglaterra para continuar siendo franceses (Fortier I, 152).

Petición al Rey de Francia

A propuesta de Lafrénière, se firmó una petición suplicando al Rey que no vendiera a sus súbditos a otro monarca (Fortier I, 154). Con la esperanza de convencer al Rey de que mantuviera Luisiana como provincia francesa, Jean Milhet, un rico mercader de Nueva Orleans, viajó junto con una delegación a París, y una vez allí consiguió el apoyo del entonces anciano Bienville. El Rey rechazó recibirlos y el Ministro Choiseul hizo oídos sordos a sus demandas.

España se acerca lentamente

Intento de llegada de Antonio de Ulloa

Cuando Milhet anunció que su misión pro-Luisiana francesa había fallado, los colonos comenzaron con la esperanza de que España no tomara posesión de aquello que sus habitantes tenían como provincia francesa. Sin embargo, el 10 de julio de 1765, Ulloa envió un mensaje a Aubry desde La Habana para hacerle saber que había

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sido designado como gobernador de Luisiana por el Rey de España. Habían transcurrido más de tres años desde la firma del tratado secreto de Fontainebleau y dos desde el tratado oficial de París. Aun así, España no se mostró ansiosa por tomar posesión de su nueva colonia. Ulloa llegó a Luisiana unos meses más tarde, el 22 de febrero de 1766, y a Nueva Orleans el 5 de marzo de 1766 con un grupo de setenta y cinco hombres solamente, los suficientes para revolucionar a la gente (volverla loca) y no los suficientes como para controlarla. Pero en lugar de dirigirse a Nueva Orleans, permaneció donde habían desembarcado, en el puesto avanzado/avanzadilla de Balize, cerca de la desembocadura del Misisipi. Casi un año después, el 20 de enero de 1767, y sin acto público de posesión, Ulloa tomó posesión formalmente de Luisiana para España cuando Aubry fue a visitarle a Balize y firmó un documento por el que las colonia era transferida a España.

Gobierno español a través de autoridad francesa

Desde Balize, Ulloa intentó gobernar Luisiana a través de Aubry que continuó residiendo en Nueva Orleans. El Consejo Superior (francés) se sintió insultado ya que ellos creían que Ulloa había registrado formalmente las cartas de patente con ellos, y que oficialmente había tomado posesión de la provincia y que debería haber tenido lugar una ceremonia oficial en Nueva Orleans. El único símbolo público de posesión española era la bandera española, izada en Balize, y en los recién creados destacamentos en el territorio de Misuri, en el río Iberville y enfrente de Natchez. No se izó bandera española en Nueva Orleans, donde la bandera francesa ondeaba por encima de la Plaza de Armas. Fortier declara que se justificaba a los colonos por desconocer la regla/norma de Ulloa y en esta petición de su retirada de Luisiana (I, 162). Esta situación era potencialmente peligrosa, porque las órdenes de Ulloa, que venían de Aubry, parecían no tener mucho que ver con la población, y simplemente les irritaba.

La insurrección de 1768

La falta de liderazgo de Ulloa y su actitud distante y erudite (Carrigan, in Fortier I, 341), tradicionalmente había sido considerada la razón por la que los colonos estaban descontentos y sublevados. Carrigan señala que la insurrección de 1768 es uno de los episodios de la historia de Luisiana que más ha llamado la atención de estudiosos (historiadores) y escritores (ver bibliografía). Sin embargo, la revuelta se limitó principalmente a Nueva Orleans y alrededores. El 25 de octubre de 1768, un grupo de terratenientes, comerciantes, artesanos y trabajadores redactaron un borrador de petición demandando la inmediata salida de Ulloa de la colonia. El consejo Superior (francés) se reunió el 28 de octubre para evaluar la petición. El 29 de octubre, cuando le preguntaron si Ulloa había registrado algún título (propiedad) o poderes, Aubry tuvo que responder: “No me ha sido comunicado en firme ningún título (de propiedad) sobre la misión de M. de Ulloa” (en Fortier I, 171). El Consejo Superior declaro oficialmente el gobierno de Ulloa inválido y le concedieron tres días para abandonar Luisiana. Se envió una delegación a París para una vez más apelar al Rey. Le pidieron que reafirmara su control sobre Luisiana, pero en vano. Luis XV reiteró la soberanía de España sobre Luisiana. En España, Carlos III consideró las actuaciones de los colonos como un caso claro de traición a la corona (ver en documento adjunto el

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texto original del memorial de 1768). Cuando Ulloa había sido designado gobernador de Luisiana el 21 de mayo de 1765, recibió instrucciones de no realizar cambios en el entonces gobierno de la colonia. La insurrección y la expulsión de Ulloa en 1768, instaron a los españoles a dar a su sucesor, General Alejandro O’Reilly, un paquete de medidas diferentes. El 16 de abril de 1769, O’Reilly fue autorizado a tomar cualquier medida y forma de administración militar y civil que estimara apropiada.

La respuesta de España a la insurrección: O’Reilly El sanguinario

El General Alejandro O’Reilly llegó a Balize el 23 de julio de 1769, según Fortier con veinticuatro barcos y tres mil soldados; durante el mes de agosto de 1769 (I,209), con doce barcos y 2.000 hombres, según Wall (59). Carlos III estaba empeñado en dominar a los insurgentes/rebeldes. A diferencia de Ulloa, la llegada de O’Reilly a la colonia estuvo llena de pompa y ceremonia. Según el informe de Aubry (20 de agosto de 1769, ver documento anexo para el informe original), O’Reilly acometió la investigación de los hechos que acontecieron el levantamiento. En las siguientes semanas, para el 24 de octubre de 1769, O’Reilly había terminado su investigación, las detenciones de habían llevado a cabo y un juicio en el cual O’Reilly era juez y jurado, había sido celebrado. El veredicto fue duro y rápidamente ejecutado, impactando a los lusianenses, ganándose así el sobrenombre de O’Reilly “El Sanguinario”. Aubry pasaría a la historia como el informador que traicionó a sus compatriotas, proporcionando a O’Reilly informes detallados de los hechos acaecidos en Octubre de 1768, incluyendo una lista detallada de nombres de los autores.

Contrariamente a todas las apariencias, O’Reilly no fue gobernador de la colonia. Este título pertenecía a Luis de Unzaga y Amezaga, quien había llegado a Luisiana junto con O’Reilly. Una vez que este último hubo impuesto sus sentencias contra los rebeldes, y puesto en marcha algunas grandes reformas (por ejemplo, el Código de O’Reilly, Cabildo), cedió el gobierno de Luisiana a Unzaga y retornó a La Habana en Marzo de 1770.

1770-1800 VER APÉNDICE: LUISIANA BAJO LA AUTORIDAD DE

CADA GOBERNADOR

EL RETROCESO DE LUISIANA (1800-1802)

Francia y Napoleón Bonaparte

Mientras Salcedo negociaba con los americanos el Derecho de Depósito y usos del Río, en Europa se producían una serie de acontecimientos que afectarían profundamente al futuro de Luisiana. En 1793, y como resultado de las rivalidades internacionales engendradas por la Revolución, Francia volvió a entrar en guerra. Aunque Francia estaría en guerra la mayor parte de las dos siguientes décadas, todavía tenía puestas sus esperanzas en recuperar el control de Luisiana, aun cuando un nuevo líder estaba surgiendo. Después de sus campañas militares en Italia (1796) y Egipto (1797), Bonaparte había vuelto a Francia (1799). En el 18 de Brumario (9 de noviembre de 1799), derrocó el Directorio e instauró el Consulado. El 14 de junio de 1800, derrotó

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al ejército austriaco y poco después le seguiría la paz con Austria. Con el casi seguro probabilidad de firmarse la paz con Inglaterra, la ambición de Bonaparte se dirigió hacia la restitución del imperio colonial francés.

Carlos IV, Rey de España

Así como Carlos IV tenía una fuerte moralidad y fe religiosa, era débil como líder. Durante muchos años su reino había sido gobernado por el amante de su mujer, el Primer Ministro Manuel Godoy, Príncipe de la Paz. Aunque Godoy había mostrado cierta habilidad para gobernar el reino, Bonaparte era demasiado astuto para él. El primer Cónsul francés no tuvo dificultad en convencer a Godoy de que si Luisiana volvía a ser francesa, entonces serviría mejor como escudo para México y el Golfo.

El deseo de Luisiana de ser devuelta a Francia

Desde que el Tratado de París de 1763 fuera firmado otorgando Luisiana a España, muchos colonos habían alimentado la esperanza de que el territorio fuera devuelto a Francia (ver la numerosa cantidad de intentos y peticiones). Esta esperanza era también albergada por muchos también en Francia, como evidenciaban con su apoyo a los colonos de Luisiana los numerosos intentos de convencer al Rey, rogándole que intentara preservar para ellos su nombre patriótico, sus leyes y sus privilegios (Fortier I, 204).

El Tratado de San Ildefonso, 1 octubre, 1800

Alrededor de 1800, Bonaparte (con frecuencia nombrado como Napoleón, aunque Napoleón Bonaparte no se convirtiera en Napoleón I hasta 1804) había impuesto una constitución autoritaria en Francia. Durante el invierno de 1800, había reorganizado y centralizado el sistema judicial, la administración territorial (las prefecturas) y la economía. Se encontraba lo suficientemente seguro como para empezar seriamente las negociaciones para la devolución de Luisiana a Francia. El 1 de octubre de 1800, se negoció un tratado entre el ciudadano francés Alexandre Berthier, General en Jefe, y Don Mariano Louis de D’Orquijo en San Ildefonso. (ver en documento adjunto el texto original). Luisiana sería recuperada para Francia seis meses más tarde después de la completa y entera ejecución de las condiciones y estipulaciones mencionadas en dicho tratado, con el mismo grado y alcance que tenía en el momento en que estuvo en manos de España y el mismo que tuvo cuando Francia la poseyera (en Frontier II, 178). Este tratado fue una vez más mantenido en secreto porque la paz con Inglaterra estaba pendiente de ser firmada y porque Bonaparte era consciente de que no debía exponer Luisiana a una potencial invasión de soldados americanos o británicos. La historia se repetía de nuevo, con cambio de socios: el territorio fue de nuevo sacudido y expoliado al capricho de reyes y gobernantes de dominación en dominación, como un barco a la deriva por la tempestad de un puerto inseguro a otro (en Frontier II, 303). Esta vez, hasta que Francia estuvo preparada para enviar un oficial para gobernar Luisiana, fueron los oficiales y tropas españolas los que, durante el intervalo, continuarían asumiendo esta responsabilidad.

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El Tratado de Madrid, 21 marzo, 1801

Unos pocos meses más tarde, el 21 de marzo de 1801, Lucien Bonaparte, que había jugado un papel crucial en el golpe de Brumario, firmaría un segundo tratado en Madrid. Este tratado confirmaba el Tratado de San Ildefonso, pero añadía que, como Luisiana se cedía a Francia, al duque de Parma, yerno de Carlos IV, se le concedería el ducado de la Toscana y el título de Rey de Etruria. Pasaría año y medio antes de que Carlos IV firmara el tratado de retrocesión, el 15 de octubre de 1802. Éste además añadió las siguientes condiciones: Francia prometería no invadir Luisiana y devolverla a España en caso de que el Rey de Etruria perdiera su poder (en Frontier II, 178).

La toma de posesión de Luisiana

Entretanto, Francia había firmado los preliminares de paz con Inglaterra el 1 de octubre de 1801, y Bonaparte pensó que podía tomar posesión de Luisiana sin problemas y porqué no, también reclamar Santo Domingo a los negros. Finalmente se firmó un tratado entre Francia, España e Inglaterra en Amiens, Francia, y Bonaparte pudo por fin seguir los pasos necesarios para reclamar formalmente la posesión de Luisiana. Designó a General Víctor como Capitán-General, a Pierre Clément Laussat como Prefecto Colonial y a Jean-Jacques Aymé como juez. Los planes de Bonaparte proporcionaron a Luisiana oficiales y recursos financieros para completar el gobierno, incluyendo medallas de plata para los jefes indios de regalo. Tan pronto como el Tratado de Amiens se firmó, el General Víctor se preparó para partir con su expedición con el objeto de llegar a Luisiana y oficialmente tomar posesión del territorio.

Esto dio amplio margen de tiempo para que se rompiera el tratado de paz de Amiens entre Francia e Inglaterra y Víctor jamás zarparía. Sin embargo, Laussat alcanzó la costa de Nueva Orleans y como Comisionado del gobierno francés, recibió Luisiana por parte de España el 30 de noviembre de 1803 (Memorias de Laussat).

Es obvio que, aunque la retrocesión de Luisiana a Francia generalmente está fechada en 1800, fue en realidad anterior a la posesión francesa pero sólo durante veinte días antes de que Bonaparte la vendiera a los Estados Unidos en 1803: “Sólo puedo congratularme por los acontecimientos acaecidos durante los veinte días que la República Francesa ha regido en estos territorios” (Carta de Laussat, en Fortier II, 279, ver en documento adjunto el texto original). El 20 de diciembre de 1803, Luisiana fue vendida a los Estados Unidos.

UNA LECTURA CRÍTICA DE LA HISTORIA

El lapso de tiempo de este trabajo es de sólo cuarenta años (1762-1802). Aun con todo, en este segmento de tiempo tan insignificante de la historia de la humanidad, las 3 potencias coloniales más importantes del mundo (Inglaterra, Francia y España) y varios grupos culturales mayoritarios (acadianos, negros, británicos, criollos, indios, españoles, hombres y mujeres) intrincadamente hermanados y un considerable número de voluntades y fuerzas en juego al igual que algunos factores aparentemente insignificantes/desdeñables, todos forjaron lo que es Luisiana a día de hoy, incluso en sus más profundos y muchas veces aspectos insospechados. Debido a

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que este lapso de tiempo es tan corto, porque es extremadamente complejo, porque la mayoría de las fuentes de información primarias están en francés o español, porque estas fuentes se hallan diseminadas/dispersas en innumerables bibliotecas y archivos de varios países, porque estos documentos son con frecuencia contradictorios, a menudo cargados de emoción y a veces teñidos de corrupción, y también porque los historiadores a menudo, deliberadamente o no, han simplificado el orden, la complejidad o la ambigüedad de los hechos, ese periodo permanece incluso a fecha de hoy en buena parte sin explorar, y la última palabra todavía no ha sido ni mucho menos pronunciada (y probablemente nunca lo haga). (Carrigan, en Fortier I, 274). Más recientemente, estudiosos de la materia han vuelto a visitar los registros coloniales, a explorar otros nuevos, analizando antiguos no conocidos e intentando comprender las colonias en el contexto de los países matrices, el imperio entendido como un todo, y los hechos internacionales de aquel momento.

Obstáculos en la investigación

Registros disponibles de este periodo histórico (1762-1802) reflejan los principales problemas a los que se enfrentaron los investigadores. Estos muestran evidencias de amplias discrepancias en la presentación de los hechos, … explicaciones superficiales de hechos y personalidades, y … una total falta de información en áreas concretas (Carrigan, en Fortier I, 271).

El problema de las fuentes

Retrocediendo hasta las fuentes primarias, aunque es una solución atractiva, no es tan fácil ni útil como pueda sonar. Uno debe echar investigar por todas partes en cientos de bibliotecas y archivos, en varios países (Canadá, Francia, España, Estados Unidos), y en varios idiomas (inglés, francés, latín, español). Algunas de las discrepancias, contradicciones y ambigüedades encontradas en fuentes secundarias son también características de algunas fuentes primarias de este periodo. Una triangulación de fuentes, tanto en fuentes primarias como en secundarias es útil, y la atención meticulosa a temas de autenticidad, validez y fiabilidad es primordial. Aun así, no aclararía todos los problemas. Por ejemplo, diferentes fechas, o diferentes estadísticas se seguirían identificando para el mismo evento: Fortier informa la llegada de O’Reilly a Luisiana el 23 de julio a bordo de una fragata acompañado de veintitrés cargueros, llevando a bordo a tres mil soldados (I, 209), mientras que Wall informa su llegada durante el mes de agosto, … con dos mil soldados a bordo de una docena de naves (Wall 59).

Problemas inherentes a este periodo

La vida en la colonia estaba llena de tensiones debido a rivalidades y conflictos, personales, políticos, religiosos o bien todos al mismo tiempo. Esto dio lugar a gran cantidad de cartas, diarios, memorias, libros de contabilidad detallando cargos y contra-cargos de facciones competidoras o de invididuos (Carrigan, in Fortier I, 272). También fue una época en la que la corrupción estaba bastante extendida y aparentemente inevitable; al menos casi nadie podía evadir los cargos de corrupción de una u otra forma, de un lado o del otro. Delanglez señalaba el hábito de escribir

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cartas perjudiciales sin otro fundamento que los celos a enemigos políticos o personales, algo que era demasiado común en Luisiana durante el periodo francés (Delanglez 1935, 213). Además todos estos documentos no estaban sólo escritos por funcionarios oficiales, sino por cualquiera que tuviera y supiera utilizar una pluma. (Delanglez 1935, 213). En aquella época de despiadadas luchas por el control, todas las armas eran válidas: privación, difamación, calumnia, nada era considerado demasiado malo para satisfacer el despecho contra enemigos personales o por si haciéndolo había la mínima posibilidad de asegurarse el ascenso de uno mismo (Delanglez 1935, 213). Además o tal vez por este motivo, lo que se ha dado por llamar la fobia al enemigo es relatado por fuentes primarias y secundarias. Es la fobia de ver las manos del enemigo en todo lugar, algo muy común en la burocracia de la Nueva Francia, tal y como aparece a cualquiera que lea la correspondencia oficial (Delanglez 1937, 239n).

La labor de acceder a múltiples fuentes de información resulta cada vez más fácil en algunos aspectos (catalogación computerizada e investigación informatizada), aunque de enormes proporciones en otros (la creciente suma y diversidad de fuentes).

Pérdida de referencias

Hasta hace relativamente poco tiempo, los estudiosos de la materia no vieron la necesidad de las referencias completas y las notas. A menudo esto es delicado, duro hasta lo imposible para localizar las fuentes de un autor, ya que se dan los autores absolutamente desconocidos. Más allá de esto también encontramos notas y documentos en diferentes idiomas, a veces precipitadas y descuidadas traducciones son las únicas fuentes posibles. Una detallada inspección a este tipo de colecciones de fuentes básicas y documentaciones como las de Margry o French revelan omisiones, adiciones y alteraciones y Delanguez es particularmente crítico con el trabajo de éstos. Sin embargo Carrigan apunta que otros eruditos, aunque críticos, han atribuido los defectos de ambos Margry y French al descuido y las técnicas defectuosas utilizadas, no demasiado diferentes de las de aquellos otros editores del siglo XIX (en Fortier I, 275).

Razones para la cesión de Luisiana a España

Teoría de Fortier

Fortier tenía una pobre opinión de Luis XV, al que consideraba un monarca corrupto y el cual no entendía el apego de los Lusianenses por Francia, y cedió su país a España sin consultárselo a ellos (I, 140). Básicamente, presentó la cesión de Luisiana a España como consecuencia de la pérdida de Canadá para los ingleses: la pérdida de aquella provincia indujo a Luis XV a liberarse de este territorio, que había supuesto una fuente de gastos a la madre patria (Francia) (I,140). Carrigan expresa su sorpresa al contemplar el hecho de que Fortier no detectara las discrepancias entre estas afirmaciones y el contenido del tratado que declaraba que Luisiana era en realidad un regalo de Luis XV al Rey de España como resultado de su generosidad por la amistad y el cariño que profesaba a su primo, el Rey de España (I, 143). Debido a su desprecio por Luis XV, Fortier se preocupa más del destino de los colonos de Luisiana que de las razones de la cesión de Luisiana.

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APÉNDICE

UNA CRONOLOGÍA SELECTIVA DE LA HISTORIA DE LUISIANA

1762 3 noviembre Por el tratado de Fontainebleau, Francia cede a España todo el oeste del

Misisipi en Luisiana.

1763 10 febrero Por el tratado de París, Francia cede a Inglaterra el este del Misisipi en

Luisiana.

1764 Algunos de los primeros acadianos llegan a Luisiana

Los Jesuitas son expulsados de Luisiana

1766 5 marzo Ulloa se convierte en el primer gobernador español de Luisiana.

Llega a Nueva Orleans pero no toma posesión del cargo.

1768 28 octubre El Consejo Superior ordena la salida de Ulloa de Luisiana

1769 17 agosto O’Reilly llega a Nueva Orleans para tomar posesión de Luisiana para España.

El gobierno español abre colegios públicos.

El gobernador Bernardo de Gálvez comienza a prestar ayuda a Luisiana en la

lucha revolucionaria americana contra Inglaterra.

1788 21 marzo La mayor parte de Nueva Orleans es destruida por un incendio.

1793 25 abril El Papa Pío VI funda la primera Diócesis de Luisiana y las Floridas.

1794 8 diciembre Después de un incendio intencionado en 1792, un tercer incendio arrasa

Nueva Orleans.

23 diciembre Se inaugura la catedral de San Luis.

1795 abril Se sofoca un levantamiento de esclavos en Pointe Coupée

20 octubre El tratado de San Lorenzo concede a los americanos libre navegación por el

Río Misisipi.

Comienzan los trabajos en el Cabildo y el Presbiterio.

Etienne de Boré desarrolla el proceso de fabricación de azúcar de caña de

Luisiana.

1800 1 octubre Por el Tratado de San Idelfonso estipula la cesión española de Luisiana a

Francia.