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Retratos de una eraProyecto de grado

Juan Camilo Ruiz Alvarado

Autor

Jeisson CastroTutor

Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Facultad de artes ASAB

2015

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Sí, increíblemente de arte es que me voy a graduar o eso es lo que muchos esperan. Sin embargo ya es un despropósito pensar que alguien se pueda graduar como artista, puesto que nadie en el transcurso de la historia ha podido dar más

que una leve descripción, un bello balbuceo de lo que significa esa palabra. El todo y la nada contenidos en un solo sonido, que es tan común que cada día debe renovarse a sí mismo para no perder de vista su singularidad.

Con esto quiero decir que, el bello Título, etiqueta necesaria que acredita mi hacer, no es más que un símbolo decadente, resultado de la pérdida de sensibilidad y confianza que como raza hemos alcanzado.

¿ARTE?

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ADVERTENCIA: El siguiente texto no busca entrar a participar en convocatorias distritales ni en concursos de arte. El planteamiento inicial no corresponde a las dinámicas de concurso ni a las técnicas expositivas del arte moderno, tampoco refuerza una idea clásica, mucho menos una idea contemporánea del arte, sólo deja ver una opinión, una sencilla y vaga opinión.

Sí está leyendo esto con la intención de encontrar alguna de las cosas mencionadas anteriormente le recomendamos DEJAR DE LEER EN ESTE MOMENTO.

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Abordar el arte como un medio mas no como un fin, es la razón por la que he dedicado los últimos años de mi vida a este

oficio, ya que comprendo que cada indivi-duo dentro o fuera del mundo artístico, intenta incansablemente decir algo, lo que sea.

La evolución del lenguaje es un buen ejemplo de esa característica humana, un ejemplo vivo, del es-fuerzo que, como especie, ha dejado un legado que sigue evolucionando, inventado y redefiniendo, lo que es, lo que cree que es y lo que piensa que será de si mismo. Ese es el lenguaje, una masa inestable de símbolos que se mueve y crece tan rápido como la humanidad se lo permite, corrijo, tan rápido como la humanidad crece.

Decir cosas es lo que queremos, y desde que nace-

mos, nos obligamos aprender los códigos establecidos para poder comunicar lo que sentimos. Sin enten-der aún qué era «pensar», o tal vez que significaba la palabra «sentir», aplicamos estos conceptos al buscar la manera de repetir los sonidos de nuestro entorno, generando un movimiento, alguna mue-ca, cualquier estímulo que lograra satisfacer lo que, para ese momento, experimentamos. Con estos ac-tos repetitivos y cometiendo cientos de errores (sin saber que lo son) logramos adaptarnos poco a poco a ese sistema de fonemas, que empezamos a llamar lenguaje.

Inconscientemente empezamos a repetir patrones que vemos cada vez más familiares. Aprendemos poco a poco la forma en la que el mundo funciona, en la que nosotros mismos funcionamos. Descifrando estos patrones de signos, notamos como nos vamos introduciendo lentamente en un sistema mayor, algo tan complejo e inestable como el mismo lenguaje.

INTRODUCCIÓN

Así es como creamos una necesidad sin darnos cuenta. Más allá de ayudar a suplir fácilmente nues-tros menesteres biológicos, abrimos la puerta de la expresión, la puerta a la traducción lingüística de nuestros sentidos.

Sin embargo, con el tiempo esta técnica se naturali-za, dejamos de verla como una herramienta externa para convertirla en una extensión del mismo ser.Hablamos para nombrar, por describir, para com-parar, con la intención de definir, identificar o diferenciar, la usamos para recordar o quizá para nunca olvidar. Sea cual sea el motivo que impulse nuestro «hacer» su manifestación, exterior, termi-na convirtiéndose en una expresión de lo que cada individuo es.

Pero el lenguaje es sólo uno de los medios que la humanidad, en el transcurso de su historia ha de-sarrollado para expresarse. El lenguaje, de la misma manera que el arte, es un medio que puede

ser apropiado y usado en pro de los intereses de cada sujeto.

Continuando con la tesis inicial, lo que van a encon-trar a continuación es el resultado de mis experiencias, el aprendizaje y los cientos de errores que me ayuda-ron a generar preguntas y (posibles) conclusiones, las cuales fueron apareciendo en el transcurso de mi «carrera como artista» apropiando el arte como un medio, o mejor dicho, como varios medios en uno solo, que me ayudaran a expresar (eso espero), con mayor facilidad lo que dentro de mí se ha gestado durante estos años.

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El contexto es sencillo, soy un estu-diante de arte en una universidad pública Colombiana, academia que desde sus inicios se ha destacado

por proponer una mirada distinta (actualmente fra-se de cajón) frente a la educación tradicionalmente impartida en este país, una apuesta grande que el Instituto distrital de cultura y turismo define como:

«El principal desafío... es brindar a cada uno de sus estudiantes edu-cación formal a nivel superior de excelente calidad, que les permita explorar, descubrir y desarrollar

una visión personal del arte,

así como una expresión propia y genuina.»

NOTA: -en este momento es pertinente aclarar que hablo estrictamente de la carrera de artes plásticas y visuales-

Esta institución, como toda creación humana es susceptible a cambios, algunos de índole político (Cambio de rector, decano y otras directivas su-bordinadas), otros con fines académicos (nuevos pénsums, laboratorios artísticos y las nuevas generaciones de maestros) e indudablemente, muchos de tipo económico (Inversión en infraes-tructura, renovación de maquinaria, estímulos para la investigación-creación y rumores de peculado).

Estos cambios surgen, en parte, como una respues-ta a las necesidades crecientes que las instituciones, el medio artístico y los mercados dictan. Desde

UNA QUEJA PESIMISTA

«...Mi nombre es Juan y dentro de un año un trozo de papel dirá que soy un artista...»

(breve reseña de Artista requerida en el formulario de inscripción de la convocatoria COLOMBIA HOY - de la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de Cartagena de Indias - 2013)

este punto nacen unas cuantas interrogantes ¿cuáles son esas necesidades? ¿cada cuánto cam-bian esas necesidades? y ¿son necesidades fundamentales para ser artista?

Siguiendo con los interrogantes podría intentar ir al inicio de todo, y llegar quizá a preguntar-me ¿qué es el arte? pero esto sería un acto imprudente e innecesa-rio, por más que argumente, mis palabras serán tomadas (en este momento) por simples opiniones y en el arte, la retórica es el arma suicida de muchos textos.

Tengo algo claro, la academia, como institución se ve sometida por grandes fuerzas, un pensa-miento liberal, que representa esa experimentación constante que desde las escuelas modernas ha tomado fuerza y caracteriza los «grandes» cambios en el mundo artístico, y un pensamiento Con-servador (los antiguos liberales) que por suerte o accidente llega-ron a tener algo más que una bue-na idea, ahora tienen el poder de calificar lo que puede ser y lo que no puede ser considerado arte (desde la academia claro está).Estos dos pensamientos luchan entre sí, dejando a los estudian-

tes en medio de ese campo de batalla. Me gustaría pensar que lo hacen como un ejercicio crí-tico para poder identificar esas necesidades y dar «a cada uno de sus estudiantes educación formal a nivel superior de e x c e l e nte calidad» disculpen el sentido irónico que estoy to-mando al retomar esa cita, pero esta lucha institucional tiene que ver más con un ejercicio de poder que con una lógica pragmática con fines pedagógicos.

Está visto que cada maestro, quie-re transmitir sus destrezas como artista, mientras mezcla la teoría que caracteriza su materia con las experiencias que lo caracterizan a él o ella. En su mayoría cuentan, por compasión o auto-complacencia, la manera en la que cada uno se ha ganado la vida en el mundo artís-tico (o fuera de este). Compartiendo estas historias lo-gran ilustrar y en algunos casos demostrar, que la academia no es la vida y que el conocimiento que allí se imparte no es totalmente aplicable fuera de esta.

Vale la pena decir, que más allá de ser una queja pesimista, creo que es la experiencia que habla por sí misma, mi experiencia y la ma-

nera como he aprendido a ver el mundo en el que me desenvuelvo. Si bien nací en un momento de la historia en el que tengo muchos privilegios (no tantos como quisiera), siento que, todo el conocimiento que se ha cons-truido a través de los tiempos se está, y se seguirá, fosilizando en los grandes templos del saber, mientras que fuera de estos, la vida sigue su curso, cruel y mági-co, en donde la ley del más fuerte prevalece amparada en las ma-las interpretaciones que se le ha dado a la razón.

Seguramente, el argumento an-terior esté fuera de lugar; desde luego la generación de los Smar-tphones y los hijos de internet, son la evidencia irrefutable de mi posible error, mas no la justifica-ción del caos al que me refiero, ya que esta generación está en pro-ceso de crecimiento y hasta ahora no tienen responsabilidad alguna de mi queja.

Sin la intención de irme tan lejos, empezaré por explicar cómo mi paso por la academia, es un ejem-plo perfecto, del deterioro social por el cual estamos caminando.

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La universidad me nutría de diferentes mo-delos de pensamiento, los mitos griegos y sus grandes aportes al pensamiento occidental fueron quizá, el primer dar-

do existencial que la academia lanzaba. Como un buen ejercicio de historia, los grandes textos (algunos des-contextualizados) ampliaban el corto panorama que los colegios habían dejado en nuestras pequeñas mentes. En algo se tenía que diferenciar la educación superior y ha-blar mal del otro era una buena estrategia.

Estos mitos eran el inicio de una tendencia filosófica, que numerosos autores tomarían a través de los años como una excusa, para alimentar, explicar o refutar ideas anteriores, formando con esto el pensamiento que dominaría por siglos la historia que era «digna de ser estudiada». La calidad de sus textos que, en sus mejores traducciones al español, solo nos mostraban las palabras que desconocemos, dejaban un camino de migajas en el cual era muy fácil perderse. Sin contar que, la calidad de las fotocopias que leíamos de mejoraba con el tiempo, que leer un capítulo no era entender la idea de un libro completo y que el salto entre pensadores confundía más de lo que aporta. Así fue como la academia nos enseñó a resumir la historia que debía ser estudiada.

«El gran universo del lenguaje se abre ante nosotros para mos-trar la insignificancia de nuestra existencia y el cruel pecado de la ignorancia...»

Alejandro Naar

Con el tiempo, investigación y la retroalimentación en los corredores antes de cada clase, los grandes paradig-mas escondidos del pensador de turno, mostraban la cara. Simplificando las palabras, reconociendo las ideas principales, tal vez mal interpretadas, pero necesarias para responder a los parciales que no median si com-prendimos o no un pensamiento determinado, siempre y cuando la cita que hiciéramos de este estuviera bien hecha.

A pesar de tener otra clase de aprendizaje dentro de la academia, un aprendizaje más enfocado al «hacer» cuyos enfoques intentan expandir nuestros sentidos, ver más allá de los prejuicios, aprender las teorías en la práctica y tener la experiencia de sentir fuera de los libros. Los nombres de Kant, Sartre, Hegel, Heidegger, Freud, Lacan, Foucault, Adorno entre otros filósofos que aprendimos a pronunciar pero nunca a escribir, eran cada vez más solicitados en nuestros trabajos.

Contradictoriamente, las materias prácticas se tornaban teóricas, los «maestros» solicitaban expandir nuestros sentidos por medio de un hacer específico, refinando nuestras técnicas a través de «experiencias sensibles».

Posteriormente nos pedían justificar mediante textos dichas experiencias. La obra no bastaba, si detrás de esta no tenía un referente, una historia o cualquier cita que sirviera de justificación para nuestro hacer.

Los proyectos de clase (las tareas) se encargaron de sis-tematizar aún más los procesos de creación. Se pedía un ¿por qué? que naciera de las necesidades reales y los in-tereses de cada creador, lo que no notamos fue, que cada calificador influía en el ¿por qué? de sus estudiantes.

Parámetros de presentación, normas de escritura, tiem-pos de entrega, en fin, las reglas claras de un juego que se alejaba de los procesos personales para imponer el ritmo y las necesidades de un mercado cambiante, un contra reloj que llamamos semestre.

¡Ahora entiendo porqué la llaman Carrera!Sin duda alguna el texto que más me marcó dentro de la carrera no lo encontré entre las fotocopias desdibujadas por el tiempo, ni en las «grandes» publicaciones acadé-micas de mi Alma Matér, esté lo encontré por accidente en las redes sociales, mientras descansaba de la ardua búsqueda de mis intereses. Una noticia resaltó entre los grandes mares de información que por allí transitan, con un título, casi imposible de ignorar.

EL CRUEL PECADO DE LA IGNORANCIA

Este texto lleno de tecnicismos resumidos pudo refle-jar la condición humana aun más que esa condensación de pensamientos filosóficos (de complejos universales) que la academia nos impartía. Los hechos, aquellas co-sas que se estudian en las clases de historia pero que son continuamente obviados en el hoy, fueron los que me generaron el ¿por qué? más importante de mi carrera.

A diario la prensa colombiana publica esta clase de ti-tulares, con algunas noticias más fuertes e indignantes que otras, es por eso que mi ¿por qué? no tenía nada que ver con la indignación mediática o los métodos de hacerle publicidad a la publicidad de los diarios. Menos aún en cómo, desde el arte, se pueden representar esta clase de acontecimientos. Más allá de un gesto «simbó-lico», un «dibujito» o una «pinturita» que ilustre dicha realidad (con la particular mirada de un artista), el ti-tular de un medio de comunicación ya lo dejaba claro. «En Colombia Regalar la comida es más costoso que tirarla a la basura» . Es por eso, que mi pregunta estaba más cercana al por qué (tras conocer esta clase de noticias) no pasa nada ¿por qué no pasa nada?

Después de esa noticia mis ensayos y proyectos artísti-cos seguían con su fecha de caducidad, mis «maestros» continuaban calificando una carrera que cuestiona los juicios de valor y la comida se seguía botando para ahorrar dinero. La Vida en general seguía su curso.Evidentemente mis intereses ya no estaban en la presen-tación formal de una obra o en las fórmulas y estrategias que existían para justificarla. Sin salirme mucho del li-breto, hice todo lo posible para transmitir esas mismas inquietudes como aspirante a artista.Por más esfuerzos que hiciera, los requerimientos que tenían mis maestros nunca cambiaban, eran los mismo, una obra y un texto que la justifique, un proyecto que explique el desarrollo de una obra, las historias o los dis-cursos escondidos detrás del arte.

Fue así como intenté cambiar las reglas del juego (o eso quería pensar), al mejor estilo del arte conceptual, usé el lenguaje como obra. Adapté las preguntas existenciales y las teorías filosóficas (aprendidas en la carrera) para polemizar la labor de mis jurados. Cuestioné las obras de mis compañeros y las de mis profesores, como un método para demostrar que El NO HACER NADA, era tan válido como los que SI HACÍAN ALGO, ya que las dos acciones (desde el arte) tenían el mismo impacto en la sociedad. No cambiaban nada.

Las conclusiones se tornaron amargas, ninguna de esas acciones respondieron mis preguntas, solo generaron discusiones triviales con aquellos que no aceptaban mis argumentos. Ya sea por EGO o por un sincero acto dia-léctico, las discusiones se alargaban hasta que el único argumento que les quedaba sobre la mesa, era recordar la jerarquía que tenía nuestra relación por medio de la nota. El resultado era el mismo un texto que justificara el texto.

«me siento tonto tratando de justificar mi sensibilidad con palabras que no son mías, ante un grupo de personas que siempre intentarán contradecirme, con pensamientos que no son suyos...»

Alejandro Naar

El lenguaje puede justificar cualquier cosa, una obra de arte, un discurso político, o el desperdicio de recursos vitales en pro del «progreso de un sistema» en este mismo instante está just i f icando una tes is de grado.

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En el sistema de fonemas donde se articulan los sentidos, para que el lenguaje sea lenguaje, existe un esfuerzo compartido por parte de

un emisor, como de un receptor. Un esfuerzo que nace de la necesidad de entender y ser de entendidos; no bas-ta con querer decir cosas, es necesario que los otros las entiendan. Aunque las posturas de muchos emisores/receptores sea la del «yo siempre tengo la razón» En co-municación, no existe quien la tenga, solo existe el que entrega y no entrega correctamente su mensaje.

«¿para qué te sirve el conocimiento si no eres capaz de hacer algo con el?»

Daniel Lamer

No reconozco la inteligencia de las personas en la cantidad de títulos que ostentan, como va la educación, los títulos que-darán relegados aquellos que posean el dinero para pagarlos, pero pagar no significa necesariamente saber. Siento que la inteligencia está más ligada a los actos que cada sujeto realiza en el transcurso de su vida. Por esta razón es que he empezado a desconfiar de los que solo hablan con su boca y no con sus actos. Como dice mi buen ami-go Lamer, de qué le sirve a la academia acumular tanto conocimiento, si este conocimiento se está llenando de moho en sus anaqueles.

En este momento creo que he dejado claro la insatisfac-ción con la que estoy saliendo de la universidad. No me disculpo por las irónicas críticas a un sistema educativo que no sabe lo que hace, pero que niega al que cuestio-na su autoridad. Tampoco siento pena por comparar sus «métodos» con el deterioro social por el cual caminamos. Ya que, conservando escalas, sufren del mismo error humano. No me disculpo, porque son esas experiencias las que le dan vida a esta Historia.

Retratos de una era, nace de la ruptura a la idealización académica. En donde todas las frases de inclusión, de valoración y de sensibilidad del arte caen ante el peso de los actos cotidianos de sus representantes. ¿En qué

concepto tenemos al arte y a los artistas? Es una pregun-ta que me hago cada vez que alguien lanza una sonrisa curiosa, al saber lo que estudio.

Es por eso que este proyecto online busca ampliar, la percepción que se tiene de esta carrera, de este mundo desconocido para muchos. Contando las experiencias vividas, mezcladas con un poco de cinismo y ficción (para que los involucrados no se sientan ofendidos) quiero retratar el esfuerzo humano que existe detrás de ser un artista, que no es diferente al esfuerzo de cual-quier otro oficio, aunque así lo parezca. Ya que todos, absolutamente todos buscamos vivir la vida al sobrevi-vir a este sistema socio-económico que nos califica.

El amargo dulce del conocimiento, eso fue lo que me dejó la academia. Un conocimiento que exalta el esfuer-zo de unos pocos, sobre las cenizas del de muchos. El espejo de un montón de humanos (sensibles) que intentan subsistir en este mundo, mientras di-cen lo que sienten. Caminando unos encima de otros sin darse cuenta (o conscientes) de que lo hacen por un simple acto de supervivencia.Con esto quiero seguir transmitiendo mis por qués. Mediante pequeñas historias buscaré explicar la vida de una generación de artistas que buscan sobrevivir a la academia y con esto transmitir ese por qué ocurren cosas cuando en realidad no pasa nada.

EL AMARGO DULCE DEL CONOCIMIENTO

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Entrevista al autor de Retratos de una era...

¿Por qué una serie que hable del mundo del arte?

En la búsqueda de mis interese personales, encontré que existen mucha cosas (socialmente hablando) con las que no concuerdo. Nací en Colombia y desde que recuerdo las palabras hambre, guerra, religión, política e inequidad tienen un papel fundamental en el drama que a diario se vive en este país.Entiendo que estos problemas son la suma de cir-cunstancias, tanto locales como globales, que son dignas de ser estudiadas, No sólo como un acto ne-tamente histórico, sino, como un ejercicio reflexivo que nos dé la respuesta a dichas catástrofes (si es que lo fueron) y desde la perspectiva del tiempo, aprender, anticipar y poder evitar repetirlas.También entiendo que esta nación es relativamente nueva, que los cambios sociales, no se pueden dar de un día para otro, ya que cada uno de estos tie-nen procesos que deben ser vividos, entendidos e interiorizados. Aunque es evidente, que Colombia se ha saltado procesos fundamentales, al acelerar cambios por un incansable esfuerzo de estar a la par con las grandes potencias; importando con esto,

modelos ideológicos, económicos y educativos, que tal vez no se adapten totalmente a las necesidades reales de estas tierras.El mundo del Arte es un microcosmos que con-densa todos estos cambios. Un ejemplo vivo, de la interacción humana, el comercio, las guerras, las ideológicas, los ejercicios de poder y sus arbitrarie-dades. Allí encuentro las grandes contradicciones que se dan al intentar enfrentar la razón (como excusa) ante la sensibilidad humana (como hecho).

¿Por qué una serie online?

Entre los enormes cambios que ha tenido la humani-dad, los avances tecnológicos son, en su gran mayoría, los responsables. Al cambiar la manera en la se ha-cen las cosas, al dar la posibilidad de generar nuevas experiencias y poder transmitirlas, producen en la sociedad cambios en la construcción del sentido que tiene la vida de todos los seres que afecta.

Los medios de comunicación hacen parte de los grandes cambios que gracias a la tecnología, transformaron nues-tras vidas. Como mencioné anteriormente la aceleración de estos procesos ha causado catástrofes, pero también ayudado igualar las condiciones y el acceso al conoci-miento Global.

PREGUNTAS CAPCIOSAS

Por un momento imagine los cambios que vivieron la gene-ración anterior a usted. En tan solo 50 años han visto la guerra en, por lo menos, tres medios de comunicación diferentes. Han podido ver el mundo sin mover-se de sus casas. Han aprendido datos interesantes que solo po-drían verse en las investigaciones universitarias, se han conmovido por la nueva cultura visual y, por supuesto, han sido víctimas de los nuevos métodos de manipu-lación que estas generan.

¿Qué hay ahora? Los computado-res, las tablets, los smartphones, los softwars que cada uno de estos soportan. La posibilidad de conec-tarse entre estos, en cualquier parte del mundo y tener toda la informa-ción que se desee con solo tocar un botón. ¡Ese es el Ahora!

El mundo digital abrió sus puertas a todo aquél que lo quiera conocer. Entendiendo esta realidad, hago una apuesta (para mi interesante) de los límites que tiene el arte, o mejor dicho presentar una serie online como excusa plástica para sustentar una Tesis en arte.

Somos hijos de esta era, y como un buen hijo puedes elegir entre, negarla añorando un pasado me-jor, o entenderla y usar las herra-mientas que está te ofrece para decir lo que sientes.No sé que elijan ustedes, pero yo, prefiero aprovecharme de ella.

¿Por qué hacer la entre-ga a través de internet y no un montaje diferente (tradicional)?

Los métodos de consumir cultura han cambiado, ya no son el mo-nopolio que los establecimientos culturales vendían como un pri-vilegio, llenando con «estatus» el aire que se respiraba en esos espacios con evidentes limitacio-nes físicas. Menos aún los nuevos mercados emergentes, saturados de publicidad que los medios (como la televisión y la radio) nos ofrecen.

La Internet nos permite quitar las fronteras espacio tempora-les, a las que están atadas las ex-posiciones (tradicionales). Este «producto artístico» se sale de las pretensiones de modificar un espacio físico, para introducir su contenido, de forma libre, en el mundo virtual.

Piense que, casi todas las obras que se han expuesto alguna vez en la historia, terminan hacien-do publicidad a ellas mismas en diferentes portales WEB. Si la lógica de una exposición, es ador-nar un lugar con «ARTE», por un tiempo y con un público limita-do, para que después ese mismo «ARTE» busque más público y reconocimiento a través de inter-net. Siento (sin querer ofender) que es una pérdida de tiempo.

Prefiero quitar los intermedia-rios, ir directamente al medio que soportará mi obra y así apro-vecharlo al máximo.

De hecho la tesis escrita, también la presenté de manera virtual, esperando que mis calificado-res entiendan que existen otras maneras de presentar mis ideas, y por supuesto corregir errores, optimizando al máximo los re-cursos finitos.

¿Por qué cree que esta serie puede ser consi-derada Arte?

Por estética, por categoría, por proceso, por tiempo, por esfuer-zo... podría hacerle una lista de palabras que respondan su pre-gunta, pero eso sería darle una lista de excusas que van afectar su percepción de la obra. Simple-mente experimente lo que tenga que experimentar y siéntase libre, de decir y hacer lo que quiera con ella.

Prefiero pensar que de este ex-perimento ustedes serán los que patrocinen su hacer, los que le darán la categoría que mejor les parezca. Con esto yo, solo les muestro un fragmento de mis ex-periencias.

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ProcesosInnovar, con esta palabra tengo mis reservas, ya que en la experimentación propia del ser humano, se recorren caminos comunes a todo crecimiento. Creamos for-mas, colores, tamaños, técnicas e incluso procesos que nos llevan a repetir patrones e ideas, las cuales dejan uno que otro resultado similar y en algunos casos (sólo algunos) algo realmente nuevo es creado.

Pero siento que no podemos llamar nuevo algo que intenta regirse bajo los mismos parámetros de califi-cación con los que se han medido las obras durante siglos. Menos aún si la primera intención (como seres humanos) es intentar reconocer, asociar y encajar todo lo que nos rodea. Es por eso que uso el arte como me-dio, como la suma de todas esas técnicas que se han perfeccionado a través del tiempo para poder contar una historia.

La argumentación de los capítulos anteriores, señalan en toda su extensión, las problemáticas y los desacuer-dos con los que me vi enfrentado durante mi carrera, la (excusa) justificación perfecta para darle vida a mi obra.

A Continuación describiré el paso a paso que se esconde detrás de un montaje no tradicional, los pros y los contras que fueron apareciendo en el camino de la experimentación entre otros apartes que se pueden medir.

EL TRABAJO DETRÁS DEL TRABAJO

PRODUCCIÓN AUDIOVISUAL

«El artista» Guión técnico

SINOPSIS

Un joven pinta tranquilamente en su taller hasta que una llamada interrumpe su trabajo, cambiando radicalmente sus emociones en un estallido de color.

DESCRIPCIÓN DE LA ESCENA

• El corto tiene paneos circulares de cámara.• Los saltos de escena se hacen a través de colores

que aparecerán durante cada escena.• La cámara sigue lentamente cada movimiento

del sujeto (teniendo énfasis en los gestos que este haga)

• Algunos planos de Detalle y PPP, resaltan sus manos, brazos, cara del sujeto. También mues-tra los materiales que usa para trabajar como pinceles, lienzo y sus pigmentos.

SONIDO

El sonido está dividido en tres parte, el final de una llamada, una melodía en instrumentos de orquesta que desemboca en sonidos electrónicos. Todo esto con el fin de generar tensiones determinadas en el transcurso de la pieza visual.

-¡No mijitico, no sobrevalore su trabajo! ¿qué le pasa?-

Con esta frase empieza el video del «artista», un video que introduce a Daniel Lamer, un joven uni-versitario que cree en el papel romántico del arte, dejando ver su postura, en el esfuerzo que pone en cada detalle de su trabajo. Después de terminar esa obra se estrella con una realidad propia de su era, al sentir como su maestro descalifica el esfuerzo de su trabajo, sin verlo.

La característica principal de este producto audio-visual es la manera en la que se narra la historia, ya que se empieza por el final, una llamada, una frase de desaliento y una persona que tristemente empieza a trabajar. Un acto apasionado y agitado es con esto que Daniel parece empezar su pintura. Con un paneo circular de cámara, se hace el mis-mo recorrido exaltando los gestos de su cara y su pincel, adicionalmente se hacen planos detalles que nos acercan a la intimidad que el artista tiene con los materiales que maneja. La historia termina con la mirada apreciativa de Daniel, la contemplación de un creador que quiere empezar (pero no está seguro) de cómo debe hacer su trabajo. Dejando un final abierto que muestra un pincel que poco a poco va quitando el pigmento del lienzo, hasta que lo deja completamente blanco.

La historia muestra el esfuerzo que existe detrás del trabajo humano, no se pretende postular una ver-dad estética, es por eso que nunca se muestra la obra completa, se deja que la imaginación de cada espec-tador complete la obra, evitando con esto desviar la atención del público por un gusto netamente esté-tico . La intención está en generar un sentimiento de impotencia, sentimiento por el cual todos hemos pasado alguna vez al ver como arbitrariamente se nos descalifica sin razón alguna.

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«La bailarina» Guión técnico

SINOPSIS

Los finos movimientos que hace una joven mien-tras sigue la música que suena en su cabeza, cuando sus movimientos se han transformado en un baile un voz la despierta de su éxtasis.

DESCRIPCIÓN DE LA ESCENA

• Toda la escena resalta los detalles del cuerpo en movimiento.

• La cámara hace planos generales y medios pla-nos para no perder de vista los movimientos del cuerpo.

• Algunos planos de Detalle y PPP, resaltan sus manos, hombros, labios, ojos y Boca.

SONIDO

El sonido tiene cuatro cambios rítmicos siguiendo el movimiento de la bailarina. Las voces en off ge-neran tensiones con la música, al punto de mostrar sólo con la voz la de-valoración del esfuerzo de la Bailarina.

-pero ella lo que tiene es... -si, si, Pero no llega, no llega, no llega. le falta algo- ¡NO! pero no... -definitivamente miremos más adelante a ver de donde sacamos eso que hace falta, ese gustico, ese algo que me hace falta...

Gabriela Arango, es una joven Bailarina que se está presentando en un casting, ella Abandonó la acade-mia pero nunca el baile, así que al presentarse pone todo su conocimiento en función del movimiento dando un gran espectáculo a los jurados. La bailarina es una clara representación de la falta de confianza que existe en nuestro sistema social, a diferencia de un cirujano o quizá un arquitecto, los que de su trabajo dependen la vida de muchas per-sonas, la Bailarina encierra la belleza de los trabajos cuyo esfuerzo dependen del hacer y la práctica, es decir la cotidianidad de los actos humanos. En este video hago presente una crítica a la incoherencia burocrática, que parece estar ciega detrás de las for-malidades y protocolos que justifican su hacer, pero que pasan por encima del esfuerzo de otros.

Durante todo el producto audiovisual, se hacen cortes al movimiento de la bailarina, para centrar la atención en los diálogos que tienen dos personas que nunca se ven. Estas dos personas discuten in-cansablemente sobre si es bueno o no el trabajo que está haciendo Gabriela. Sacando argumentos que buscan indignara al espectador, al no tener ningún sentido lógico, argumentos que parecen más pasio-nales que reflexivos.

Al cumplir protocolos, ejercen su poder al pasar por alto lo realmente importa, su baile. La expre-sión de un ser que busca ganarse la vida con lo que hace, pero que su hacer se ve restringido a un trozo de papel que diga que lo represente. Al no tener este papel (símbolo de confianza) automáticamente su hacer desaparece aunque esté se vea registrado du-rante todo el video.

Salirse dellibreto Al empezar este artículo, quise mostrar una moles-tia que tengo con una palabra en particular. Como artistas, en algún momento quisimos innovar de una u otra manera en el mundo del arte, sin pensar todo lo que esto conlleva. No quiero decir que el producto plástico que justifica este trabajo es una «obra innovadora» porque no lo es. Tampoco quie-ro parecer pretencioso con el hecho de no tener un montaje tradicional, ya que este montaje tiene detrás, toda una lógica pragmática, que refuerza la distribución y es consecuente con el pensamiento anteriormente expuesto. Con esto quiero dar una descripción de todo lo que implicó hacer esta clase de montaje.

En palabras cortas, el montaje de mi tesis se hizo digitalmente dentro de un portal web que lleva como nombre «RETRATOS DE UNA ERA» el cual está alojado dentro de un servidor que permite el acceso global al contenido que allí se muestra. Al hacer esta clase de montaje, las dinámicas tradicio-nales que existen al exponer una pieza audiovisual cambian completamente. Para empezar no empiezo por modificar un espacio específico, considero que los recursos que se necesitan para hacer esto ter-minarían por convertirse en una carga estresante para mi.

Por un lado los tiempos exposición son muy cortos lo cual no permite una planificación y distribución completa de la muestra. Aunque mi obra se pue-de adaptar a cualquier superficie, está no debería lanzarse en cualquier parte ya que esto afectará la percepción del espectador. A diferencia de los mon-tajes de obras bidimensionales o tridimensionales los cuales parecen estar congelados en el tiempo y pueden ser apreciados las veces que sea sin que su presencia canse, un montaje audiovisual tiene una duración específica, lo que lo hace tener una des-ventaja dentro de una exposición permanente. Este producto necesita repetirse todo el tiempo lo que cansa rápidamente a una persona que quiere apre-ciar otras obras.

Por otro lado encerrar un producto digital en un espacio físico es limitar sus capacidades de distri-bución y movilidad. La cantidad de personas que

puedan ver una muestra física está limitada por va-rios factores, la cantidad de convocatoria que está tenga, la disposición de los interesados en la muestra, el número de personas que este lugar pueda almacenar en un tiempo determinado y la duración de la exposición.

En contraste con mi muestra digital, la exposición no obliga a los interesados a movilizarse a un pun-to determinado, desde cualquier parte del mundo puede acceder a la obra en el momento que lo de-see. Aunque depende del factor de interés que los espectadores le den, la convocatoria se hace por los mismos medios usados por las exposiciones tradi-cionales (redes sociales, correo electrónico, carteles y el voz a voz). Adicional a esto la muestra puede ser compartida por los espectadores. una ventaja más que no podría hacerse en una muestra física ya que el producto que se comparte es la misma obra.

Una ventaja más que existe en el mundo digital es el poder medir exactamente en cada momento del dia, la interacción que los usuarios tienen con la obra. A través de un servicio de google que muestra en forma de estadísticas, la cantidad de personas que han entrado a la página, el tiempo en promedio que dura cada persona, los lugares en el mundo en los que se ha visto la obra y los nuevos usuarios que llegan cada día.

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Datos tomados de Google analytic del portal WEB http://retratosdeunaera.com del 10 de mayo al 7 de julio del 2014.

Salirse del libreto no es un simple acto de rebeldía, es una búsqueda experimental de nuevas formas de hacer y mostrar lo hecho. Los datos anteriores muestran una cantidad de personas de distintas partes del mundo que ahora sa-ben de la existencia de una pieza audiovisual llamada retratos de una era. Estos mismos números serían imposibles de dar con las limitaciones, anteriormente men-cionadas de una exposición tradicional.

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Al iniciar «la carrera» soñé con el día en el que iba adornar un sa-lón blanco. En donde el vino, me ayudara a cruzar fácilmente la frontera de la vergüenza y con esto explicarles, a ustedes, con palabras, lo que quise decir con mis actos.

Reclutando un club de aplausos iba a proponer una fiesta con la excusa de exponer mi trabajo.

EL EXQUISITO ARTE DEL ENGAÑO

Reafirmando mi EGO y creyen-do que las miradas ebrias y los aplausos falsos eran el pago por mi esfuerzo y mi mayor contri-bución a la vida.

Al despertar me había c ans a -d o de correr, recordando que la ebriedad era un estado placentero que me gusta vivir solo, que el arte es una expresión sensible del ser más no un concurso de belleza y que, para adornar inte-riores, me había equivocado de carrera.

NOTA: Palabras pronunciadas por Alejandro Naar en una ce-remonia de grado y con estas mismas palabras se termina mi trabajo.

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