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Otras formas de contestación Otras formas de contestación e intervención social Otras formas de contestación e intervención social 23 uda/ 2013 - Galde 3 Si en los números anteriores de Galde se recogían análisis de la actual crisis en la que estamos sumidos desde su vertiente económica y política, en este número hemos pretendido recoger diferentes experiencias de actores sociales que se movilizan y expresan profundos anhelos de cambio, criticando los modelos actuales de produc- ción, reproducción o consumo y que, en muchos casos, crean y se manifiestan como iniciativas hurgadoras de alternativas e impulsoras de un cambio de paradigma socio- cultural. Las críticas y alternativas a «lo existente» son amplias, diversas y de diferente cala- do. Este dossier recoge una serie de colaboraciones sobre algunas cuestiones que nos parecen de interés en esta búsqueda de «otro mundo posible», y de suma de respues- tas al cúmulo de preguntas que nos surgen en el contexto actual. Nos lo planteamos como un inicio, con la idea de seguir incorporando en cada nuevo número más viven- cias, enseñanzas y ámbitos de reflexión. Repensar, deconstruir y crear, creemos que son características comunes a muchas de las reflexiones que aquí se presentan. Iniciativas diversas comprometidas con la recuperación de valores como la solidaridad, lo procomún, el compromiso por la «po- lis» o el activismo social, conteniendo miradas hacia las relaciones entre lo público y privado, individuo y comunidad, o nuestra imbricación con el entorno físico y social.

Revista Galde 03 Dossier

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"Otras formas de contestación e intervención social". Dossier de la revista Galde 03, verano/2013,

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Otras formas de contestaciónOtras formas de contestacióne intervención social

Otras formas de contestacióne intervención social

23uda/2013 - Galde 3

Si en los números anteriores de Galde se recogían análisis de la actual crisis en la queestamos sumidos desde su vertiente económica y política, en este número hemospretendido recoger diferentes experiencias de actores sociales que se movilizan yexpresan profundos anhelos de cambio, criticando los modelos actuales de produc-ción, reproducción o consumo y que, en muchos casos, crean y se manifiestan comoiniciativas hurgadoras de alternativas e impulsoras de un cambio de paradigma socio-cultural.

Las críticas y alternativas a «lo existente» son amplias, diversas y de diferente cala-do. Este dossier recoge una serie de colaboraciones sobre algunas cuestiones que nosparecen de interés en esta búsqueda de «otro mundo posible», y de suma de respues-tas al cúmulo de preguntas que nos surgen en el contexto actual. Nos lo planteamoscomo un inicio, con la idea de seguir incorporando en cada nuevo número más viven-cias, enseñanzas y ámbitos de reflexión.

Repensar, deconstruir y crear, creemos que son características comunes a muchasde las reflexiones que aquí se presentan. Iniciativas diversas comprometidas con larecuperación de valores como la solidaridad, lo procomún, el compromiso por la «po-lis» o el activismo social, conteniendo miradas hacia las relaciones entre lo público yprivado, individuo y comunidad, o nuestra imbricación con el entorno físico y social.

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N Teresa Aramburu

La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) es uncolectivo conocido en toda España que surgió hace ya másde cinco años. Creo que deberíamos comenzar esta entre-vista contándonos su génesis, ¿por qué y para qué for-masteis la plataforma, ¿cuales fueron las ideas fuerza queos motivaron a montar la PAH?ADA COLAU. La plataforma no surgen de la nada. Las platafor-mas surgen de gentes que veníamos trabajando por el dere-cho a la vivienda. En el pequeño grupo impulsor nos encon-trábamos personas vinculadas a la iniciativa V de vivienda.Una iniciativa que reclamaba el Derecho a la Vivienda. Habríaque recordar que en 2006 en concreto pasó algo muy pareci-do al 15M. Cuando nadie se lo esperaba, la ciudadanía seauto convocó a través de redes sociales a las plazas de lasprincipales ciudades de España y señaló un problema que noestaba en la agendas oficiales que era el tema de la viviendacomo derecho. En un momento de crecimiento del PIB im-presionante, en plena burbuja, donde la vivienda parecía unainversión segura, donde se hablaba de España como modeloa exportar y salía Zapatero hablando de que el sistema finan-ciero era el más robusto del mundo entero…En ese contexto detriunfalismo donde aparentemente todo el mundo estaba ga-nando, salieron miles de personas (en ese momento sobre todogente joven), a decir: «esto es mentira, nos están mintiendodescaradamente, nosotros cada día vivimos de forma más pre-caria», siendo uno de los factores principales de la precariedaden la que se encuentran muchísimas personas la vivienda, laforma de acceder a ella.

Por tanto, las reivindicaciones por el derecho a una vivien-da digna no es un fenómeno que surge con la crisis.A.C. Efectivamente, el problema de la vivienda es un proble-ma que se viene cocinando desde hace décadas. Y entonces,gente que ya veníamos proactivos del derecho a la vivienda,nos implicamos mucho en esas movilizaciones, siendo unode los aciertos de este movimiento el señalar la burbuja in-mobiliaria cuando el Estado negaba su existencia.

Eso es importante, frente a la mentira que repetían 24 ho-ras los medios de comunicación, las instituciones públicas,los partidos y las inmobiliarias, frente a esa mentira mil vecesrepetida, salió la gente a decir: «Aquí hay una burbuja». Nosestáis engañando a la población. En ese momento eran po-quísimos los intelectuales que lo decían, Naredo en Madrid,Montalvo en Barcelona, el difunto Ramón Fernández Durán…Había datos y sabíamos que había un problema de sobre en-deudamiento y pensábamos que la burbuja un día estallaría yque cuando estallara habría miles de personas afectadas porejecuciones hipotecarias y por desahucios. Por eso en el 2008,empezamos a trabajar en la creación de la PAH, pero con unadoble intención. Por un lado, dar respuesta a los problemasde emergencia que ya preveíamos, aunque no nos podíamosimaginar que iba a tener la envergadura que ha tenido. Y porotro, seguir denunciando el modelo de acceso a la viviendaque estaba detrás, que la propiedad privada se estaba impul-sando a través del endeudamiento, que era una estafa y un

engaño y que había que impulsar otras formas detenencia. Estas ideas las recogíamos ya en el mani-fiesto fundacional (htt:afectadosporlahipoteca.com).

Y mirando las características del movimiento haciaadentro. Cómo se aúnan ritmos, visiones y deci-siones en un colectivo con presencia de personascon larga trayectoria de activismo social y compro-miso político, con gentes que está en situacionesde emergencia y no necesariamente con experien-cia en colectivos sociales? ¿Como es ese apoyomutuo, esa convivencia de personas de distintassensibilidades, compromisos políticos o trayecto-ria personal?

AdaColau

A.C. El grupo inicial de Barcelona éramos básicamenteactivistas por el derecho a la vivienda, aunque todos so-mos afectados, a menos que tengas la vivienda resueltapor herencia familiar. En este país todo el mundo es unafectado. El crecimiento del movimiento surgió de las re-des sociales, a través de internet y de gente que no esta-ba politizada. Siguiendo con esa línea teníamos muy claroque debíamos impulsar experiencias políticas en ese mis-mo sentido, es decir, de mayoría social, o sea que paraque realmente cambien las cosas tiene que haber un cues-tionamiento y un debate general, no entre reductos van-guardistas para entendernos. Existe un problema de vul-neración de derechos humanos y en la medida en quecreemos que los derechos se conquistan, para que se con-quiste y consolide un derecho, tiene que ser la ciudadaníala que protagonice esa conquista

¿Que habéis aprendido de esas personas que se hanacercado con su problema y en la plataforma se hanempoderando?A.C. He aprendido muchísimas cosas en mi vida desde elpunto de vista político. La primera, la parte bonita: venía-mos de un activismo pro derecho a vivienda, vimos el pro-blema, nos anticipamos y creamos una plataforma parahacerle frente. Pero no acertamos en todo, hubo una cosaen la que nos equivocamos, es que cuando nosotros im-pulsamos las primeras reuniones a las que, efectivamen-te, vinieron centenares de personas, esperábamos en-contrarnos con mucha gente enfadada, indignada.Esperábamos eso, encontrarnos a gente enfadada por lasensación de la estafa, y en cambio comenzaron a venirdecenas, centenares de personas que básicamente esta-ban hundidas en la miseria, deprimidas, avergonzadas,culpabilizadas. Cuando estalla la burbuja y salta todo porlos aires, tu vida salta en pedazos, te quedas sin trabajo,

«La protagonista de derechos tiene que se

«La protagonista de derechos tiene que se

AdaColau

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pierdes tus ingresos económicos, tu estatus social, ade-más puedes perder tu vivienda, y descubres una cosa queno sabías, que es que puedes ser moroso de por vida y,además, en una sociedad individualista, competitiva, don-de la pobreza está estigmatizada. Te avergüenzas de po-der ser pobre, te avergüenzas de ser un moroso. Encima,el discurso oficial, sobre todo al principio de la crisis, es deculpabilización absoluta de las víctimas,... «hemos queri-do vivir por encima de nuestras posibilidades, tenemos loque nos merecemos, etc,...» Con lo cual, nos encontra-mos a gente absolutamente destrozada, que es todo locontrario a un sujeto a punto de movilizarse.

En cambio si está culpabilizado y avergonzado, no tie-ne ningún motivo para moverse, al contrario, solo tienepara esconderse, para deprimirse, para no salir de la camay para intentar suicidarse, como desgraciadamente hemosvisto a menudo. Y entonces, antes de enfrentarnos a losbancos, a los poderes públicos, vimos que teníamos quehacer un trabajo más interno, -lo que luego ha supuestoel empoderamiento-, que básicamente lo hemos hecho através del asesoramiento colectivo, de reuniones. En laasesoría colectiva la gente experimenta que no es un pro-blema suyo, individual, sino que es estructural, por si mis-ma puede ver que efectivamente, no es que yo este loca,o sea una fracasada, sino que ha habido una estafa gene-ralizada... Pero todo no es simplemente un modelo eco-nómico, para que se haya convertido en modelo hegemó-nico, y haya triunfado, es porque se ha impulsado tambiénun modelo cultural ideológico que lo acompañan. Todoeso no está fuera de nosotros, sino que nos atraviesa atoda la gente.

Y ese reto de un nuevo paradigma sociocultural ¿comose va construyendo, como se va imaginando, buscan-do…?

A.C. Una cosa es que lo teorices y otra cosa es que lo expe-rimentes en la vida cotidiana y realmente incorpores la ideaen cada gesto de que las cosas pueden ser de otra manera.Nos han enseñado a desconfiar de nuestro vecino. Entonces,cuando todo esto estalla, la primera experiencia que tiene lagente es la soledad. Y además, con la idea «oficial», de queno hay alternativa. Todo eso es lo contrario al empodera-miento, es un discurso para la impotencia, el pesimismo y ladepresión. Eso fue lo primero con lo que nos tuvimos queconfrontar, y de hecho no es casualidad que uno de los le-mas más coreados de la plataforma es: «Si se puede». Cuan-do haces esa experiencia cotidiana de ver lo que está vivien-do la gente y como lo está interiorizando, el «si se puede» esrevolucionario. Y eso es lo más brutal que yo he vivido en mivida, el paso de afectado a activista es impresionante.

¿Hay cosas que os han sorprendido en esa línea del nadatrillado, sino de experimentación en este contexto de crisis?A.C. Sí. Es importante decir, que ahora parece que una delas victorias más importantes del movimiento es que se haempezado a cambiar el imaginario colectivo, que en realidades lo más difícil, y ahora desobedecer masivamente está bienvisto, está bien visto parar desahucios, está bien visto que lagente afectada se movilice, pero nosotros cuando empeza-mos había un estigma social. Eran unos hipotecados, unosespeculadores, unos desgraciados que se merecían lo quetenían, porque lo habían firmado, y hablar de este tema in-cluso en círculos de activistas era muy difícil. Una de las vic-torias es que a base de persistir y persistir, el imaginario hacambiado. Fue muy difícil al empezar, porque tener una pri-mera persona dispuesta a salir públicamente a decir: «soy po-bre, lo he perdido todo, me quedo en la calle, necesito ayuda»era inconcebible entonces. Que hubiera un primer caso, queconsiguiéramos pararlo y poder difundirlo en las redes fue muyimportante. Una de las claves de la Plataforma, más allá de lasgrandes denuncias y de querer cambiar leyes, es que hemos idobuscando formas de movilización que nos han permitido conse-guir lo que nosotros llamamos pequeñas/grandes victorias.

Otra singularidad de la Plataforma es que surgen iniciati-vas «como hongos» ¿Estas movidas tienen particularida-des en Cataluña, Euskadi,... ?A.C. No hay grandes diferencias; cosas muy puntuales, comoque Kutxabank que es la caja con más aceptación de Euskadi,que tiene el problema específico del IRPH -un índice paravalorar las hipotecas-, y se supone que habrá que trabajar-lo más que en otras comunidades, aunque son cosas me-nores. Diferencias en cuanto que somos 180 plataformas entodo el Estado, y que en algunos lugares son más asambleas debarrio, que se han convertido en plataforma, con lo cual puedentener otros elementos del día a día un poco diferentes. Cosascualitativas del movimiento no hay nada.

¿El tema de la financiación? Una movida tan grande y deestas características ¿Como lo afrontáis?

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ta de la conquista deue ser la ciudadanía»ta de la conquista deue ser la ciudadanía»

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... A.C. Pues la financiación se explica rápido, básicamente sinun duro. El movimiento se ha hecho desde la autogestiónmás pura y dura. Y ya te digo, sin dinero se han hechomuchas cosas con el activismo y el trabajo voluntario deabogados, economistas, y todo tipo de profesionales, cadacual aportando su granito de arena.

Además, en Internet hemos creado muchos documen-tos útiles, muchos vídeos para que la gente pueda formar-se y tener recursos, y luego hemos hecho lo típico de autofinanciación con chapas, camisetas,... y tal, para pagar laspancartas del día a día. En el último año se puso un númerode cuenta y de ahí nos han llegado bastante donativos. Debehaber como 50.000 euros en la cuenta, y hay todo un deba-te en el movimiento de como se utiliza todo ese dinero. Sirealmente se utiliza parcialmente para pagar multas produ-cidas por las movilizaciones o para pagar formación y des-plazamientos de las plataformas más pequeñas.

¿Nos puedes describir algunas particularidades desde elpunto de vista de mujer?A.C. En la plataforma hay muchísimo protagonismo feme-nino, eso es algo que comentan todas las PAH, que haymuchísima mujer tirando del carro y eso seguramente noes por casualidad. Hay como mínimo dos explicaciones, in-tuitivas, en base a la experiencia del día a día. Una es que lavivienda es un tema familiar, es un tema de supervivenciabásico, que afecta a la posibilidad de la familia misma. Dehecho, una de las cosas más terroríficas que nos ha pasadoen nuestra experiencia es que en algunos casos les amena-zan con quitarle la custodia de los hijos si se quedan en lacalle, con lo cual no solo lo pierdes todo, sino que puedesperder lo único que te queda, que es tu familia, por perderla vivienda. Entonces, esas situaciones que amenazan a loshijos, hace que las mujeres no estén tranquilas y peleencomo jabatas hasta el final. Pero además también hay otrofactor más cultural creo yo, que es eso que te decía al prin-cipio, ese capitalismo no solo como modelo económico, sinode valores socio culturales -donde el capitalismo es patriar-cal- van de la mano. Vivimos de esa sociedad del éxito indi-vidual, donde la gente se mide por lo que acumula, las pro-piedades, lo que consume, el éxito profesional, y esebásicamente es un valor masculino. Es el hombre el quetiene que triunfar y tener un buen trabajo, etc., digamoscomo rol. El que queda más descolocado en eso es el hom-bre. El que de repente no sabe cual es su papel y el que lovive como un fracaso personal más fuerte todavía es elhombre, que de repente le ha fallado a su familia, es unfracasado social y económico y nunca más se va a poderrecuperar. En estas situaciones hemos visto aumento de laviolencia de género, hombres que se van de casa y no vuel-

ven nunca más, hombres deprimidos que nopueden levantarse de la cama, y frente aesos hombres que se hunden y no sabencomo hacerle frente a esa situación, puesuna vez más es la mujer la que tiene quesacar las fuerzas de donde sea y sacar lanegociación para adelante y enfrentarse al

banco y a quien haga falta, para defender, si hay hijos sobretodo, para defender al núcleo familiar.

Mirada al futuro, a los retos que os estáis planteando.A.C. Bueno, para mí el principal reto ahora es organizativo,clarísimamente. Somos un movimiento muy horizontal, muyde base, que ha crecido mucho en muy poco tiempo, muyunidos por unos objetivos de mínimos. Tenemos un movi-miento con un montón de núcleos, que como en cualquiercolectivo humano, surgen miles de pequeños conflictos, di-visiones o diferentes ideas. Más allá de estos núcleos muydescentralizados, que se comunican mucho por internet,hay que pensar de forma más compleja la organización,porque nos queda mucha lucha por delante, y para que estosea sostenible en el tiempo, hay que reorganizar este movi-miento, para democratizar las decisiones, pero que al mis-mo tiempo ser ágiles. Además tenemos un activismo fre-nético del día a día, porque peleamos caso a caso, con locual todas las personas están sobrepasadas por el día a día.

Otro problema general que yo veo -no es sólo de la pla-taforma- es que en nuestro país hay un importante déficitdemocrático, y que no hay una sociedad civil fuerte organi-zada. Ahora, hace tiempo, que la sociedad está buscandonuevas formas de movilización, pero que de momento hansido demasiado espontaneistas. Lo viví en las luchas antig-lobalización, y lo viví en la plataforma por el derecho a lavivienda. El lado bueno es una gran frescura, que incorporaa mucha gente nueva, no politizada, y eso es muy bueno.Pero hay que trabajar con objetivos a corto, medio y largoplazo y en la complejidad. En esta línea queda mucho poraprender y desarrollar. Creo que es un problema general, yademás necesario en el debate más amplio que tenemos.Se pide una regeneración democrática en este país, porqueahora mismo hay una democracia secuestrada. Para hacereso, lo primero que nos hace falta es una sociedad civilfuerte y organizada que de manera permanente esté vigi-lando al Poder, gobierne quien gobierne, y eso ahora mis-mo está debilitado y hace falta mucho para reforzarlo.

Ada Colau Ballano activista social. Es una de las personas quefundó en 2009 la Plataforma de Afectados por Hipotecas en Bar-celona, y su actualportavoz. Es coau-tora del libro VidasHipotecadas. Tra-baja como respon-sable de Viviendaen el ObservatoriDESC (Observatoriode Derechos Econó-micos, Sociales yCulturales)

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n Estado de Derecho supone la existencia de un mar-co normativo regulador de la convivencia, lo que noimplica necesariamente su carácter democrático, ni

RafaSainz

de Rozas U política, los por entonces incipientes movimientos socialesno tardan en ver cómo muchas de sus iniciativas no sólocarecen de cauce por la vía institucional, sino que ésta pare-ce diseñada para negarlas en lo sustancial. Sus consiguien-tes llamamientos a la desobediencia contienen, en particu-lar en el ámbito del antimilitarismo, el feminismo y el ecologismo,dos rasgos que entroncan directamente con la DC:

- Por un lado, frente al modelo tradicional de «acumula-ción de fuerzas» en torno a una vanguardia revolucionaria,a la espera del triunfo definitivo tras la «lucha final», la des-obediencia era preconizada como vía para ir abriendo espa-cios autónomos en que disfrutar ya de espacios de libertad,ya sea mediante la infracción deliberada de normas, ya me-diante la creación de espacios autogestionados.

- En el contexto de las campañas mencionadas, no ha-bía lugar para una vanguardia armada, ni desde el punto devista de los principios ni desde una perspectiva práctica, alpervertir la concepción misma de la transformación socialradical que se preconizaba. No es por tanto casual la des-confianza que la DC siempre generó en aquellos ámbitosque, en algún momento, pudieron contemplar la lucha ar-mada como «una lucha popular más».

Criminalización y legitimidadNo por ello dejaron de ser tildadas muchas de aquellas

acciones como antidemocráticas, cuando no de filoterroris-tas, desde ámbitos gubernamentales y policiales. Una cri-minalización que, no siendo ciertamente exclusiva de Eus-kadi, encontró sin embargo un caldo de cultivo específicoen sus circunstancias históricas y políticas. Entre ellas inte-resa aquí destacar el consenso, compartido por partidos ymedios de comunicación mayoritarios, en torno a la necesi-dad de consolidar el incipiente entramado institucional de-mocrático, amenazado por el terrorismo y la involución, atri-buyendo a sus actores el monopolio del debate político.

En países con un régimen de libertades más asentado,en cambio, la acción política extraparlamentaria a través deiniciativas ciudadanas no era percibida, necesariamente,como una opción anti-sistema. La propia discusión sobre la

que la ciudadanía lo sienta como propio. Esa aceptación, asícomo la disposición a obedecerlo más allá de la pura coac-ción legal, es más bien consecuencia de los consensos exis-tentes, en un momento y unas circunstancias específicas,sobre la legitimidad del sistema político y económico al quesirva. Consensos cuya calidad democrática, a su vez, depen-derá de que ese marco garantice derechos civiles, sociales ypolíticos que representan, en términos históricos, hitos esen-ciales de la "Lucha por el Derecho", y cuyo logro nunca ha sidoconsecuencia del acatamiento de las reglas establecidas, sinodel cuestionamiento de tales consensos.

Por eso, en un momento en que el sistema, lejos degarantizar esos logros, exige recortarlos en aras de su pro-pia supervivencia, incidir en ese cuestionamiento represen-ta un ejercicio de disidencia democrática particularmentelúcido. De ahí el interés que de un tiempo a esta parte hacobrado la reflexión sobre el significado y el potencial de ladesobediencia, la no colaboración, la resistencia civil novio-lenta, como instrumentos para la transformación social: nosólo en su dimensión movilizadora de cara a la acción polí-tica sino, ante todo, por su capacidad para cuestionar, ape-lando a valores de justicia compartidos por la comunidad, elfundamento mismo de la obediencia a las leyes, que no esotro que el de su legitimidad.

Las presentes líneas quieren ser una contribución a esareflexión, al hilo de los rasgos definitorios de la desobe-diencia civil (DC) que, en Euskadi, pueden ser reconocidosen las campañas practicadas por diversos movimientos so-ciales. Nos ocuparemos en particular de la influencia ejerci-da, tanto en sus medios como en sus fines, por uno de ellosen particular: la opción por la no-violencia.

Movimientos sociales y disidencianoviolenta en la historia reciente del País Vasco

Ya desde los primeros años de la transición, y conformeel estado de derecho iba ofreciendo vías de participación

En torno a la desobedienciacivil y la noviolencia en Euskadi

En torno a la desobedienciacivil y la noviolencia en Euskadi

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legitimidad de la DC, que eventualmente las acompañaba,discurría también en términos más maduros: se trataba dedeterminar lo que aportaba a la profundización democráticade un sistema en el que la ciudadanía, circunscrita a lossistemas formales de participación, corría el riesgo de aca-bar limitándose a aprobar o rechazar en bloque los hechosconsumados, hasta dimitir de su papel para convertirse enclientes del Estado. En ese contexto, la DC adquiría un ca-rácter de «piedra de toque del Estado Democrático de De-recho»2.

No es casual por tanto que sea en él donde, desde me-diados del siglo pasado, tanto la Ciencia política como laFilosofía del Derecho se han venido ocupando de los presu-puestos de legitimación de las infracciones de la ley dirigi-das a lograr un cambio en la ley, o en los programas delgobierno, cuando sean conscientes, abiertas, públicas, sim-bólicas y no-violentas, y apelen al propio sentido de justiciade la comunidad en la que tengan lugar3.

Definiendo la desobedienciaEn los rasgos enunciados ha buscado la DC, histórica-

mente, justificación como opción legítima en un sistema delibertades:

- En primer lugar, hablamos de actos no conformes a lalegalidad, que pueden consistir tanto en comportamien-tos activos (hacer lo prohibido) como pasivos (no hacerlo ordenado). Es decir, un acto de DC no «se hace» simple-mente, sino que «se comete»4.

- En segundo lugar, debe tratarse de actos públicos yabiertos. Resulta comprensible que así deba ser, si tene-mos en cuenta que el objetivo ha de ser llegar a los másamplios estratos de la sociedad. Por tanto, hay que posibi-litar el conocimiento de las razones de los disidentes, y altiempo mantener abiertos los canales de negociación. Porotra parte, con ello se subraya la convicción moral de quienrealiza en acto de DC, que somete sus principios de justiciaa la consideración del resto de sus conciudadanos5.

- En tercer lugar, los actos de DC son voluntarios yconscientes. El sujeto, de haberlo querido, los hubiera po-dido evitar. La persona sabe que está infringiendo un man-dato que le afecta, y opta por hacerlo en ejercicio de sulibertad. Por otra parte, la actuación tiene un carácter mo-ral: se realiza exclusivamente sobre la base de lo que elsujeto considera que es su deber, y no buscando satisfacersus intereses o inclinaciones. En este sentido, suele aludir-se a la disposición a aceptar el castigo como muestra deque su actuación es «en conciencia».

A primera vista, este requisito parece consustancial a laDC, a la que distinguiría de determinadas manifestacionesde delincuencia convencional basada en el incumplimientode un deber. Así, a través de él, cabría diferenciar la figuradel objetor fiscal de la del defraudador de impuestos, o ladel insumiso del desertor que sólo busca verse eximido delservicio a título particular.

Ciertamente, existe una actuación «en conciencia», unaética principialista a partir de la cual el desobediente definey pone en práctica su iniciativa política. Pero conviene insis-

tir en que lo que caracteriza a dicha ética no es el hecho deque sus adherentes estén ciegamente convencidos de laverdad de sus posiciones, sino la libertad en el proceso deformación de esa conciencia, así como el entronque de lamisma en valores de justicia6. Es decir, los actos de DC nose basan en una conciencia particular, sino que apelan alsentido de justicia de la comunidad sobre la que pretendeninfluir. Se distinguirían así los desobedientes civiles de losobjetores de conciencia, cuya acción, en principio, no nece-sitaría basarse en las creencias comunes, sino precisamen-te en el hecho de que existe una diferencia entre éstas y lasque ellos profesan7.

Ahora bien, en una sociedad democrática, para que ladesobediencia a la ley, además de resultar moral, consigaapelar a las bases en que se sostiene la convivencia, esnecesario que dicho código moral entre en una perspectivaunificante con los Derechos Humanos. En la medida en quesea así, la conciencia de la que parte el desobediente no sebasará en una ética de la convicción que demanda toleran-cia, sino que se asentará más bien sobre una ética de laresponsabilidad, desde la cual las razones que impulsan aldesobediente representan elementos de una relación dialo-gada entre éste y la sociedad.

Las campañas de desobediencia practicadas en Euskadihicieron referencia explícita desde un primer momento aeste aspecto, conscientes de que en él reside gran partedel potencial transformador de este tipo de disidencia. Esen este contexto en el que ha de entenderse la aceptacióndel castigo8, requisito tradicional de la DC que, en el caso dela practicada en el País Vasco, ha de ser matizado en elsentido de que nunca ha sido presentada por los desobedien-tes civiles como prueba de la sinceridad o del carácter moral desu gesto desobediente, sino más bien como resultado de unacriminalización cuestionada en su legitimidad.

- Un cuarto requisito relaciona tradicionalmente la DCcon el carácter no-violento y simbólico de la acción. Efec-tivamente, la no-violencia aparece como parte consustan-cial de la teoría y la práctica de las manifestaciones de DCmás notorias que se han dado a lo largo de la historia, y enEuskadi ha venido jugando un papel determinante en rela-ción con la discusión en torno a la compatibilidad de la DCcon el uso de la violencia para fines políticos.

Noviolencia desobediente: Identidad y utilidadY es que desde finales de la década de los ochenta,

sectores cada vez más amplios de la sociedad vasca com-prenden que la violencia con fines políticos, además de cons-tituir una aberración ética y un error político de primer or-den, se muestra incapaz de generar sinergias con otrasformas de lucha que pretendan la transformación social. Elincontestable éxito cosechado por la insumisión al servicio mi-litar puso de manifiesto, por otra parte, el contraste entre elpotencial transformador de la DC y la creciente deslegitimaciónsocial de toda iniciativa política que pretendiera ser compatiblecon el uso de la violencia. Y no sólo porque vías con tan distintogrado de legitimidad social se obstaculizaban mutuamente sino,ante todo, porque ese potencial estaba directamente relacio-

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nado con el papel fundamental que los principios de la no-violencia han venido desempeñando en el diseño y desarro-llo de las campañas de DC, y que puede ser analizado des-de una triple vertiente:

- En primer lugar como herramienta de diagnóstico-aná-lisis, partiendo de un concepto de violencia estructural quesería, siguiendo a Galtung9, la causa de la diferencia evita-ble entre lo potencial y lo efectivo en términos de repartode recursos, así como de acceso a las vías efectivas de de-cisión. La acción no-violenta se concibe, en esta línea, comoproceso de lucha por la justicia en el que el conflicto no ha deser evitado, sino que ha de hacerse aflorar mediante la denun-cia, la no cooperación con las situaciones de violencia y la for-mulación de alternativas en clave constructiva.

- En segundo lugar como identidad, al exigir coherenciaentre los fines que el movimiento desobediente asume comopropios y los medios de los que se dota para lograrlos. Des-de este punto de vista, su opción por la no-violencia se for-mulaba a partir de la idea de que utilizar la violencia contraotra persona para alcanzar los propios objetivos es una for-ma de instrumentalizarla. Se relacionaba así con el impera-tivo ético kantiano que exige tratar a las demás personascomo fines en sí mismos, y no como medios, y a partir delcual las iniciativas de DC en Euskadi han buscado que laacción no lesione la integridad de las personas ni impida elejercicio de sus derechos básicos, con particular énfasis enla necesidad de respetar y potenciar las condiciones quepermiten a la persona expresar libremente sus ideas y ac-tuar conforme a las mismas.

Esta importancia que la perspectiva no-violenta atribu-ye al modo en que fines y medios se condicionan mutua-mente ha venido teniendo una doble consecuencia en lascampañas de DC en Euskadi: por un lado, de cara al movi-miento mismo, la no-violencia se proyecta en la opción porformas organizativas que fomenten la corresponsabilidad en el

acceso a la información y en la asunción de compromisos,impidan o al menos sirvan para sacar a la luz el sexismo enlas relaciones y el modo de funcionar, y posibiliten siste-mas de participación y toma de decisiones tendentes alasamblearismo, más que a la estructura jerárquica. Por otrolado, y de cara al exterior, no cabe duda de que la capacidadde propuesta por parte del movimiento se ve favorecidapor la coherencia de la que dota la no-violencia a la combi-nación de elementos identitarios y de la acción.

- En tercer lugar, y en relación con este último aspecto,cabe analizar la no-violencia desde su dimensión de herra-mienta más eficaz para el logro de objetivos políticos a travésde la DC, a causa de la capacidad persuasiva de que dota aldiscurso la coherencia entre fines y medios. En este senti-do, la opción por la no-violencia no parte de una ingenuaconfianza en la naturaleza humana, sino de ser conscientede que el adversario, aunque no se «convierta», necesitajustificar sus acciones, lo que hace mostrarse sensible alimpacto que el conflicto pueda tener en la opinión pública.Esto es, la actitud desobediente asume que los objetivos,los medios y la propia viabilidad de una iniciativa de en-frentamiento al poder dependerán de la legitimidad que osten-te quien lo ejerza, así como de las muy diversas razones quepueden estar en la base de la obediencia que lo sustenta.

A partir de esta constatación, la apuesta por la no vio-lencia propia de las campañas de DC obedeció, también, aconsideraciones pragmáticas: en la medida en que el siste-ma esté más o menos legitimado democráticamente, la su-perioridad ética de los medios con los que se expresa ladisidencia acaba siendo determinante10.

Por eso me parece oportuno concluir que, en esa luchade legitimidades, la DC contribuye a configurar de modo noconvencional la voluntad política colectiva de forma real-mente dialogada con el poder, al posibilitar vías para esta-blecer un diálogo racional y libre entre la persona desobe-diente y la sociedad a cuyo sentido de la justicia apela.

Rafa Sainz de RozasProfesor de Derecho Penal en la UPV-EHU

Vinculado al Movimiento de Objeción de ConcienciaCoordinador del Área de Justicia del Ararteko

1 RANDLE, M. (1994), Civil Resistance, Fontana Press, Londres, p. 1792 HABERMAS, J. (1983), «Ziviler Ungehorsam, Testfall für den demokra-

tischen Rechtsstaat. Wider den autoritären Legalismus in der Bundesre-publik», en P. Glotz (ed.) Ziviler Ungehorsam im Rechtsstaat, Suhrkamp,Frankfurt am Main, pp. 29-53.

3 Por todos, BEDAU, H.A. (1961), «On Civil Disobedience», The Journalof Philosophy, vol. 58, 21, pp. 653-665.

4 UGARTEMENDIA ECEIZABARRENA, J.A. (1999), La desobediencia civil en elestado constitucional democrático, Marcial Pons, Madrid, p. 126.

5 GARZON VALDÉS, E. (1981), «Acerca de la desobediencia civil», Sistema,42, p. 83.

6 ESTEVEZ ARAUJO, J.A. (1994), La Constitución como proceso y la des-obediencia civil, Trotta, Madrid, p. 31.

7 FALCON TELLA, M.J. (2000), La desobediencia civil, Marcial Pons, Madrid,p. 76.

8 COHEN, M. (1969), «Civil Disobedience in a Constitutional State», TheMassachusetts Review, 10, p. 211.

9 GALTUNG, J. (1981), «Contribución específica de la irenología al estudiode la violencia: tipología», en La violencia y sus causas, Editorial de laUNESCO, p. 95.

10 SHARP, G. (1973), The Politics of Nonviolent Action, Porter SargentPublishers, Boston, p. 495 ss.

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¿Todavía crees que no

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Carlos Rey

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ste era el título de las Jornadas de Economía Solidariaque se celebraron este año en Aragón. Era una invita-ción a reflexionar sobre las alternativas económicas de

con el entorno. En su introducción se remarca el enfoquede la actividad económica subordinado en proveer de ma-nera sostenible las bases materiales para el desarrollo per-sonal, social y ambiental del ser humano en función de lacalidad de vida y el bienestar de sus miembros y de toda lasociedad como sistema global.

A medida que ha ido aumentando el número de inicia-tivas de economía solidaria y que sus propios proyectoscrecían y se hacían más complejos, surgió la necesidad y lavoluntad de conocerse y generar lazos que posibilitaran lacooperación, la creación de herramientas comunes y dealternativas más ambiciosas.

En REAS tenemos en común la carta solidaria y el desa-rrollo de una estrategia centrada en fortalecer los inter-cambios y la intercooperación de las iniciativas económi-cas solidarias ya sean de producción, consumo, finanzas oculturales, así como impulsar instrumentos comunes queimpulsen espacios económicos alternativos realizando alian-zas con el resto de movimientos sociales para ser tambiénactores de cambio político.

En concreto las redes de Euskadi y Navarra, por su tra-yectoria común, comparten varios instrumentos colectivosde trabajo. Uno de ellos es la auditoría social, herramientapropia creada hace seis años de autoevaluación en la cohe-rencia con respecto a la carta solidaria. Otro instrumentocomún es el impulso de la banca ética a través del proyectoFIARE, y actualmente estamos inmersos en la construccióndel mercado social, espacio común de consumidores, pro-

¿Todavía crees que noEL

Redes de economía alt

transformación social que se están incorporando por todoel estado y que están construyendo el germen de un nuevomodelo económico, que no se queda en la teoría, sino quees palpable en todas las dimensiones económicas, tantoproductivas, de consumo, financieras o culturales.

Resalto este título como expresión de lo que pretendeeste artículo, presentar las redes de economía alternativay solidaria, resaltar sus avances y experiencias, destacarlas potencialidades y debilidades que tiene este movimien-to y hacer cómplice a los lectores y lectoras en los retosque tenemos por delante.

Frente a un modelo económico neoliberal que se diceel único posible, pero que está en continua contradiccióncon los derechos humanos y la justicia social, podemosseñalar que ya existen proyectos que tienen una lógica dis-tinta, que además de ser viables, muestran que en su co-nexión construyen no sólo otra economía sino poderososinstrumentos de construcción de justicia, cohesión social ysolidaridad.

La articulación cada vez más fluida y consistente entrediversas entidades y empresas que apostaban por la cohe-rencia entre justicia social y economía dio lugar en 1995 ala creación de la red REAS (Red de Economía Alternativa ySolidaria), red de redes, que agrupa actualmente en el es-tado español a más de 300 entidades y empresas organiza-das en 13 redes territoriales y dos sectoriales que son laAsociación AERESS de Recuperadores y la Banca Ética FIA-RE que próximamente comenzará a funcionar como unabanca con servicios plenos.

En REAS están actualmente implicadas directamente18.500 personas, de las que 6.686 son puestos de trabajoretribuidos. En conjunto, el movimiento de la economía al-ternativa y solidaria mueve alrededor de 220 millones deeuros anuales. Forma parte de RIPESS (www.ripess.org), laRed Intercontinental de Economía Social y Solidaria queestá presente en 65 países diferentes de los 5 continentesy que celebra encuentros con asiduidad; el próximo seráen Filipinas.

La base que une a todo este movimiento es la «Cartade Principios de la Economía Solidaria», que la define enseis grandes principios: equidad, trabajo, sostenibilidad am-biental, cooperación, sin carácter lucrativo, y compromiso

Redes de economía alt

¿Todavía crees que no

«La economía solidaria no es una idea, es una realidad práctica.»«No solo es posible otra economía sino que ya es posible producir, trabajar,consumir, ahorrar o financiarse a través de una economía no capitalista.»

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e no hay alternativas?

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veedores y distribuidores, donde la ciudadanía podamosejercer nuestra opción de producción y consumo concompromiso social.

En el portal web www.economiasolidaria.org existerecogida una gran diversidad de buenas prácticas de eco-nomía solidaria, tanto de las organizaciones como colecti-vas, que ilustran los avances que se están consiguiendo yque son transferibles y replicables. Este portal web es otroinstrumento colectivo muy valorado que recoge más de7.500 contenidos y que es visitado diariamente por más3.000 personas. Edita un boletín mensual que supera las17.000 suscripciones.

Estos instrumentos colectivos se unen a la organiza-ción de encuentros, jornadas, y últimamente ferias, queestán ayudando a hacer más visible que no solo es posi-ble otra economía sino que ya es posible producir, tra-bajar, consumir, ahorrar o financiarse a través de unaeconomía no capitalista.

Hay que destacar las últimas ferias que se están rea-lizando por toda la geografía unidas al desarrollo del mer-cado social y que en concreto en Barcelona y Madridhan tenido una gran acogida de público. En Barcelona,con 114 expositores, acudieron más de 7.000 perso-nas moviendo unos 17.000 euros en moneda social, yen Madrid el pasado junio reunió a más de 10.000 per-sonas, 130 expositores, y movieron unos 40.000 euros enmoneda social. En Bilbao se está preparando una paranoviembre.

La economía solidaria no es una idea, es una reali-dad práctica que muestra que es posible construir elmundo que queremos desde prácticas individuales ycolectivas y que podemos avanzar en nuestra soberaníaeconómica y crear espacios liberados del capitalismo.Esto contagia, no solo porque es necesario, sino porquenos satisface y nos enriquece en nuestra dimensión per-sonal, social y política.

El intercambio de saberes y experiencias, el uso de herra-mientas e instrumentos compartidos, la ayuda mutua, la ela-boración de estrategias y posicionamientos en común en tor-no a la producción solidaria, el consumo responsable, las finanzaséticas, el mercado solidario, y la extensión de la cultura de lasolidaridad, hacen de este sector económico también un movi-miento social al servicio de la comunidad y en alianza con ella.

Movimiento que en otros países como en América Latinaes una forma de vida prometedora recogida como modelo enlas Constituciones de Bolivia, Brasil y Ecuador. En la zonafrancófona canadiense de Québec la economía solidaria hacreado 125.000 empleos. Brasil cuenta con un ministerio dedi-cado a la economía solidaria y François Hollande ha revitaliza-do en Francia un Ministerio delegado de Economía Social ySolidaria. También en Francia hay una red de 40 municipios quehan acomodado su actividad a principios de economía solidaria.Estas políticas públicas solo son fruto de un fuerte movimientosocial organizado que estos países tienen.

La crisis ha propiciado su crecimiento y que sea más co-nocido por una sociedad que cada vez mira hacia otras alter-nativas por el futuro incierto tanto económico como medio-ambiental del sistema actual.

Sin embargo para poder transformar esta sociedad tene-mos que superar la atomización del movimiento y fortalecerla cultura de trabajo colectivo en red. Los inconvenientes deltrabajo en red son claros, hay distintas velocidades, ritmos yprocesos y por ello los tildamos de ineficaces al ser más lentoel recorrido, pero como decían otros «vamos lentos porquevamos lejos». El trabajo en red en cambio está plagado deventajas si consideramos el proceso de cambio a largo plazo,ya que se genera inteligencia social colectiva, y son muchaslas experiencias positivas que lo confirman.

Este año, desde REAS editamos la guía práctica «Huelgaal capitalismo», que tuvo muy buena acogida, y que plasmabalos retos que queríamos compartir con la sociedad y otrosmovimientos sociales para avanzar en la economía solidaria.(www.economiasolidaria.org/noticias/guia_prac -tica_-huelga_al_capitalismo)

En ella invitábamos a luchar, imaginar y construir, y seproponían formas prácticas para empezar ya a desenganchar-nos del capitalismo. Porque cada gesto cotidiano es tambiénpolítica y porque la vida cotidiana es el único espacio liberado delque disponemos para demostrar y demostrarnos que hay alter-nativas. Terminábamos con este párrafo...

«Ni en nuestro nombre, ni con nuestro trabajo, ni con nues-tro consumo, ni con nuestro dinero. No se trata de salir de lacrisis para seguir con el capitalismo, sino salir del capitalismoque provoca las crisis. Se trata de empezar a construir desdeahora embriones de una economía democrática, equitativa ysostenible. Una economía al servicio de las personas y no delos mercados».

Carlos Rey. Dinamizador socio cultural.Secretario Técnico en REAS. www.economiasolidarias.org

e no hay alternativas?

a alternativa y solidariaa alternativa y solidariaREAS Navarra ha

abierto una nuevaemisión de présta-

mos solidarios,invitando a toda

persona o entidadinteresada a

financiar, esta vez,una iniciativa de

explotación de vacaspirenaicas ecológicas

en la localidad deVillanueva de

Aezkoa / Hiriberri.(En la foto)

e no hay alternativas?

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MartaPascualRodríguez

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rente al clamoroso silencio de unos medios de comu-nicación controlados, la protesta social encuentra grie-

En un recorrido desordenado y necesariamente incom-pleto aparece El crepúsculo del ladrillo, una Opera bufaque denuncia la especulación inmobiliaria, con un libretodel economista ecológico José Manuel Naredo, interpreta-da por la orquesta Solfónica, una formación musical nacidaen la acampada de la Puerta del Sol. Podemos seguir conlas aulas en la calle, desarrolladas de forma masiva enmuchas ciudades del estado para protestar contra la Leyde Educación. Miles de personas enseñando y aprendien-do en espacios abiertos. Proliferan las batukadas con ca-rácter político: Samba de Rua, Ecobloco, Kontrabloko… queacompañan concentraciones, fiestas o bloques críticos demanifestaciones. Resisten los Graffitis, hijos de la pintadaclandestina. Crece la pintura mural: En Esto es una Plaza,un mural inmenso muestra a unos obreros en plena fiebrede la construcción, talando el simbólico madroño al que laosa mira desconsolada. Pequeñas pintadas hechas con plan-tilla y spray se aparecen en las paredes de muchas ciuda-des: Sin ti… soy yo, repite en los muros un mensaje femi-nista. Una silueta que representa la cara de Aznar con orejasde burro se acompaña del texto «asnar». Entre la palabra yla estética, las camisetas son también soporte de la denun-cia, como aquellas que imitan logos de grandes empresas:Tontorola, Caca Culo… Un colectivo de contrapublicidad,Consumehastamorir, genera imágenes que se burlan deldiscurso publicitario.

El propio cuerpo se vuelve en ocasiones lienzo o murode expresión. Una performer, escribe sobre su piel con uncuchillo la palabra «perra», un insulto que recae sobre mu-chas mujeres violadas y asesinadas en Centroamérica, y lomuestra en público. Fundación Robo, iniciativa para la crea-ción colectiva que practica según sus palabras el populis-

personas entra en una enorme sucursal del Banco de San-tander, en Sevilla, y se arranca a bailar con arte una rumbarave: «Banquero, tú tienes el dinero, y yo el mundo ente-ro». Los encargados de seguridad les empujan a la callemientras siguen cantando, bailando y palmeando. Esta gra-bación se cuelga en la red y es descargada por miles depersonas. Un ejemplo entre cientos de los resquicios porlos que se cuela y multiplica la denuncia social sostenidaen la canción, el baile, la poesía, el humor.

Los movimientos sociales críticos, se preguntan desdesiempre cómo hacerse oír, cómo estar presentes en la ca-lle y multiplicar voluntades. La protesta siempre ha estadotrufada de creatividad. Manifestaciones, eslóganes, pin-tadas, acciones de calle, han mostrado el ingenio y lalucidez popular. Mayo del 68 fue quizá un momento deeclosión en el que tomaron protagonismo herramientasde denuncia que renovaban los modos clásicos de ex-presión propios del movimiento obrero. En esta renova-ción se embarcaron la poesía o las artes plásticas, ynacieron espacios híbridos: arte conceptual, body art,performances, marcados por la espontaneidad y la rup-tura.

En los últimos tiempos encontramos de nuevo unaexplosión de lenguajes con los que hacer protesta. Las ma-nifestaciones se llenan de batukadas, masas que bailan ydisfraces. La red distribuye con velocidad viral cómo seestampa una tarta sobre la cara de una política. Yomango,en un cuidado manual electrónico, ofrece atención al «yo-mangante» y ayuda técnica rigurosa para desarrollar la prác-tica del hurto político en grandes almacenes. Los cientosde folios que empapelaban la puerta del sol en la acampa-da del 15M en Madrid reunían dosis de creatividad queenvidiaría cualquier agencia publicitaria («No hay pan paratanto chorizo», «Yes, we camp», «Manos arriba, esto esun contrato»…)

Son comunicaciones breves, certeras e ingeniosas. Con-centradas, pero fácilmente comprensibles. Herramientasurgentes que no adoptan los modos de la argumenta-ción compleja, no se enredan en la pregunta sobre lacalidad artística ni están en guerra con la obviedad delos mensajes.

Es de justicia reconocer que desde muy atrás las arteshan movido conciencias y voluntades. El cine de KenLoach, el Guernica de Picasso, el teatro de se SanchisSinisterra, las novelas de Gopegui, las canciones de La-bordeta… Esta lista es seguro interminable.

Pero nos referiremos aquí a prácticas expresivas re-cientes, quizá más «humildes» que se encuentran a me-nudo en territorios mixtos, a caballo entre la música, elbaile, la palabra, la acción directa o el teatro de calle…Creaciones colectivas o anónimas, que se apropian deespacios aún no totalmente controlados: la calle, lasredes electrónicas y las conciencias despiertas de mu-chas personas.

tas a través de las cuales manifestarse: Un grupo deLos mil lenguajes de laLos mil lenguajes de la

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mo musical ha editado varios discos con canciones de au-toría difusa y/o colectiva que reúnen denuncia y humor. Larevolución no será televisada, Clase obrera dónde está, la,la, la. Su facción literaria ha publicado Asaltos, coleccionesde minirelatos que participan de esa intención crítica. Unapalanca más para organizar el descontento.

Los fanzines, soporte hace décadas del comic under-ground, han servido a culturas marginadas para expresarsu resistencia. La creación feminista Pikara Magazine esun buen ejemplo. La careta de Anonymous se ha converti-do en un icono y una denuncia ante la propiedad del cono-cimiento. El Teatro de la Escucha o el Teatro Foro en susdiferentes versiones se muestran en pequeños locales, peromuchas veces lo hacen en las calles, convirtiendo la de-nuncia en acción dramática y viceversa. La flashmob esotro fenómeno creciente que salpica la red con insisten-cia. One billion rising fue una propuesta internacionalde baile simultáneo y multitudinario contra la violenciapatriarcal. Un grupo irrumpe en una oficina de empleocantando. Decenas de mujeres coreografían en la calleVencimos al patriarcado del norte y del sur. Ya no soyuna muñeca vestida de azul parodiando a Rafaela Carrá.Sevillanas indignadas, villancríticos, canciones popula-res que transforman sus letras para hacer mofa del so-breconsumo, para denunciar las nucleares, las redadas,o reírse de Eurovegas. Los videos que graban y muestrandesalojos, los cortos de la serie Clases ara Wert, los blogs,los miles de creaciones radicales que se agitan en las re-des sociales llegan a millones de pensamientos con men-sajes transgresores contagiosos.

Estas muestras de expresión reúnen ingredientes po-derosos: Transmiten mensajes políticos sencillos y con fuer-

za comunicativa. Mensajes que no pierden radicalismo, perosi el habitual tono serio por ser cantados, bailados, porusar la ironía.

Su autoría es colectiva, anónima o difusa. En línea conla filosofía del copyleft, la creación popular se apropia ytransforma -sin pudor y por derecho- textos, músicas oanuncios. Y esta fuerza grupal despliega una inesperadapotencia creativa.

Son herramientas que se valen de la sorpresa y la per-plejidad, muchas veces de la provocación, para llegar a unpúblico inespecífico y desprevenido. Mensajes cargados deun humor que provocan complicidad. Ante una fuerte subi-da del transporte público decenas de personas vestidas degala irrumpieron con copas de cava en los vagones, denun-ciando que el metro se había convertido en un lujo. Inte-rrumpir una intervención del ministro de finanzas portu-gués con un chorro de carcajadas es algo que las fuerzasdel orden no tienen previsto. La ridiculización deslegitima.El humor puede ser un instrumento de demolición. Y la risaes antídoto contra el miedo.

Se despliegan en lugares que escapan -al menos enparte- al control del poder: la calle, los espacios públicos eInternet. La calle es el espacio del encuentro directo, abier-to, gratuito y heterogéneo. Pero también lo son las biblio-tecas, las oficinas bancarias y las grandes superficies, es-cenarios donde la protesta aborda a los viandantes. Con lanecesaria ayuda del descomunal altavoz de Internet. El ac-ceso masivo a las redes electrónicas deja recovecos porlos que se cuela la televisión en steaming, los blogs, loscortos de youtube, las ciberacciones, las convocatorias delas redes sociales, las imágenes escondidas por el poder.

Son modos de protesta que cambian las reacciones dela opinión pública y debilitan los clásicos argumentos re-presivos basados en acusaciones de violencia, desorden oamenaza. Llevar a prisión a alguien que se cuela en un cock-tail, haciéndose pasar por hombre de estado y despliegauna pancarta en la que denuncia la irresponsabilidad deEuropa ante el cambio climático, no tiene buena prensaante el gran público. Las fuerzas del orden actúan sin duda,pero su intervención se torna fácilmente caricaturizable.Hasta el punto que el Estado ha necesitado modificar elcódigo penal para ampliar el marco de criminalización de laprotesta

El sistema busca hacer desaparecer las protestas incó-modas. Borrar las pintadas y colocar en la retaguardia delas manifestaciones un camión de limpieza que va dejandola calzada impoluta tras el paso de la última manifestante.Los medios de comunicación omiten, minimizan o distor-sionan las noticias que muestran la protesta social.

Frente a estas prácticas de represión e invisibilzación,la creatividad social inventa fórmulas que alcanzan públicosnuevos. La rabia colectiva, organizada, genera una energía crea-dora de alcance creciente. Una esperanza para el cambio.

Marta Pascual Rodriguez.Licenciada en Ciencias de la Educación. Profesora de Interven-

ción Sociocomunitaria. Activista de Ecologistas en Acción

de la protesta socialde la protesta social

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Y

uda/2013 - Galde 3

es que resultaba inimaginable que algo como lo queluego fue Facebook -y cuyas primeras formas comoFriendster o Orkut empezaban a ensayarse sin dema-

Pero volvamos a su autor original. En 1964 Paul Baranhabía recibido un importante encargo de la RAND Corpora-tion, el think tank científico de la defensa norteamericana:describir qué estructura debían de tomar las comunicacio-nes de datos para sobrevivir a la primera oleada de un ata-que nuclear soviético.

Baran se dió cuenta de que en una red centralizada, ladesconexión del nodo central destruye inmediatamente todala red. Una red descentralizada era en cambio mucho másrobusta: al eliminar uno de los nodos localmente centraliza-dores la red no desaparecía completamente aunque algu-nos nodos quedaban desconectados y generalmente la redse rompiera en varios trozos. Baran se preguntó si no era

FB y twitter: el 18 Brumariode la Internet transformadora

Davidde Ugarte

Cuando hace casi diez años empezaba a discutir con mis compañeros lo que luego sería«El poder de las redes», nadie hubiera pensado que unos años más tarde por «redes sociales» se entendería

un conjunto de servicios centralizados en manos de megacorporaciones en oscura promiscuidadcon el gobierno de EEUU. Y eso que por aquel entonces todos nos llamaban «los ciberpunks».

siado éxito- pudiera llegar a soñar siquiera con sustituir a laRed, esa Red con mayúsculas por distribuida, promesa dedistribución del poder, que había sido nuestra casa y nuestrocampo de batalla los diez años anteriores.

Así que me gustaría comenzar rescatando las ideas fuer-tes desde las que en aquellos años (1996-2007) los ciber-punks pensamos Internet como un espacio político.

El siguiente gráfico fue creado por Paul Baran para fun-damentar la estructura de un proyecto que más tarde seconvertiría en Internet.

La primera es la idea de base del que seguramente hayasido el más poderoso de nuestros esloganes (y «slogan» engaélico escoces no es otra cosa que un grito de guerra, unirrintzi): Tras toda arquitectura informacional se escondeuna estructura de poder.

Si observamos atentamente, los tres gráficos unen losmismos puntos de diferente manera. Estas tres disposicio-nes –técnicamente llamadas topologías– describen tres for-mas completamente distintas de organizar una red: centra-lizada, descentralizada y distribuida. La idea centralsubyacente en nuestra argumentación es que la clave parapoder explicar la gran mayoría de los nuevos fenómenos so-ciales y políticos a los que nos enfrentamos –y para evaluar elsentido político de cualquier herramienta digital– consiste enentender la diferencia entre un mundo en el que la informaciónse distribuye en una red descentralizada y otro en el que lohace en una red distribuida, por lo que recomendaría que ellector marcara esta página y volviera a ella cada cierto tiempo.

posible definir una red cuya característica princi-pal fuera que al eliminar cualquier nodo ningúnotro quedara desconectado. Llamó a este tercertipo «redes distribuidas» y propuso su uso paraconectar entre si los ordenadores de las grandesuniversidades que habían recibido fondos de in-vestigación de la defensa. Esa red, DARPANet,se conocería más adelante como Internet.

Pero donde Baran veía ordenadores y cables,nosotros veíamos todo un relato histórico. A laépoca de las comunicaciones centralizadas –elcorreo de postas– correspondían el periódico lo-cal, el club de la revolución francesa, el estadoabsoluto y la república jacobina. Mientras que ala revolución del telégrafo debíamos el sistema

mediático contemporáneo (agencias, periódicos nacionales,ediciones locales), los partidos y sindicatos de masas im-plantados en el territorio, la interconexión de las bolsas, laempresa multinacional y el estado democrático federal.

¿Qué traería un mundo basado en redes de comunica-ción distribuidas como Internet? El fin del poder de filtrosobre la información y el estallido de las grandes agendaspúblicas nacionales en universos de agendas comunitarias.En una palabra, el fin del encuadramiento nacional de laconversación social y, al alimón, el de las trabas al comerciode inmateriales. Pero también el fin de la propiedad intelec-tual, de la empresa autoritaria, de los incentivos basados ex-clusivamente en el salario y hasta del sistema educativo al uso.

Recordar que bajo toda arquitectura de información seescondía una estructura de poder suponía dotar de sentidopolítico a la explosión del uso social de Internet que comen-zaba en la segunda mitad de los noventa.

RED CENTRALIZADA RED DESCENTRALIZADA RED DISTRIBUIDA

FB y twitter: el 18 Brumariode la Internet transformadora

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El futuro influye más en el presente que el pasado decíaotro eslogan del grupo ciberpunk en aquellos años. La bur-guesía que tradicionalmente había despreciado los valoresdel hacker empieza a sentirse azorada por las grandiosasexpectativas de un futuro cibernético. Expectativas infla-das, y un total desconocimiento de la cibercultura y lo querepresentaba, se convirtieron en la fórmula de una especu-lación ansiosa y descontrolada: la burbuja puntocom. Pági-nas web que compraban cadenas consolidadas de medios,portales de proveedores que salían a bolsa… el despropósi-to parecía no tener fin. Hasta que el NASDAQ comenzó acaer entre ayes y maldiciones, demostrada la imposibilidadde monetarizar aquellas inversiones desaforadas.

Los inversores clamaban contra la misma estructura dela red y su neutralidad, que impulsaba una oferta práctica-mente ilimitada a la que los usuarios podían acceder enigualdad de condiciones sin tener en cuenta el capital inicialde los promotores de un sitio u otro. De hecho la mayoríadel tráfico empieza pronto a dispersarse por una pléyade depáginas personales y blogs que, casi de modo orgánico,imponen una cultura de la gratuidad y un redescubrimientode las ideas de comunal y comunidad.

Los valores de la ética hacker, que habían dado lugaraños atrás al movimiento de derechos civiles en la red y al–entonces todavía minoritario, pero creciente– movimientodel software libre, se trasladan a la generación de conteni-dos. La blogsfera materializa el sueño de un gran medio decomunicación distribuido y hasta los periódicos –que en unprincipio se sienten amenazados– comienzan a abrir bitáco-ras para sus periodistas y opinadores habituales.

La emergencia de la blogsfera no hará esperar sus con-secuencias políticas. Manila en 2001, Madrid en 2004 o Pa-

rís en 2005 son la piedra de toque de un nuevo tipo demovilización de masas que no necesita de partidos, nace dela deliberación espontánea en Internet y se moviliza usandoteléfonos móviles que calcan en sus agendas el punto finode la red social real.

Bajo la arquitectura distribuida de las nuevas formas decomunicación se escondía una estructura nueva de poderbasada en la deliberación más que en la decisión, en la agre-gación espontánea de acciones individuales antes que en lavotación colectiva. Se teoriza entonces la plurarquía y loque Juan Urrutia había llamado, en un ensayo de 2001 pu-blicado entonces en Ekonomiaz, la lógica de la abundancia.

Es el momento álgido de la promesa de las redes distri-buidas, un mundo donde el poder de filtro de las élites sedesmorona ante una sociedad que, de alguna manera, alvirtualizar su conversación, se independiza de la capacidaddisciplinaria y homogeneizadora de los media y el estado.

En apenas una década, las redes distribuidas habían im-puesto modos alternativos de generar y distribuir informa-ción, productos culturales y conocimiento técnico; su ex-tensión social había abierto paso a nuevas formas demovilización y estas habían a su vez generado terremotospolíticos.

Parecía inminente un impacto económico profundo y,de hecho, desde finales de los noventa las industrias liga-das a la llamada propiedad intelectual (software, audiovi-sual, farmacéuticas, etc.) venían anticipando los desastresque -para ellas- se avecinaban y proponiendo leyes diquecontra el cambio sociotecnológico.

La unión de redes distribuidas y globalización, la globa-lización de los pequeños, parecía imparable. Nos sentíamosen el albor de un nuevo sistema y en cierto sentido, lo está-bamos.

Y llegamos a 2007, el año de la gran celebración dos-puntocerista: se multiplican los congresos y conferenciasen todo el mundo, los medios hablan continuamente de laWikipedia y aunque todavía siguen hablando de blogs, em-piezan a recoger noticias sobre los primeros pasos de Twit-ter y el crecimiento de Facebook. La búsqueda «web 2.0»alcanza su máximo histórico según las gráficas de GoogleTrends, a partir de ahí dibujará una escarpada bajada. EliPhone de Apple sale al mercado. La recentralización de loque todavía era basicamente distribuido parecía una fiestade sociedad hasta arriba de coca y llena de periodistas.

Es también año de presidenciales en Francia. Sarkozyquiere ganar la batalla de la red. Un mapa publicado enton-ces muestra a los más de 80.000 blogs que apoyan al candi-dato. A la cabeza de ellos el famoso bloguero Loïc LeMeuraporta el conocimiento del terreno y el prestigio hacker conel que el candidato quiere resarcirse del susto de las ciber-turbas de 2005. Pero el sistema político europeo no es comoel americano: las redes no están para recoger fondos, sinopara expresar adhesión. No ponen en jaque a los viejosaparatos electorales, que a diferencia de en EEUU no lesnecesitan para ganar independencia de los grandes contri-buyentes, sino que los refuerzan a la manera de una hincha-da futbolística. Y la vieja guardia se da cuenta. Tras la cam-paña se pulsa el botón de apagado. ...

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El día después de las elecciones presidenciales, las gi-gantescas redes de blogs de ambos candidatos se deshin-chan rápidamente. Un sabor agridulce queda incluso entrelos seguidores del nuevo presidente. El aparato político, sinembargo, está encantado. Creen haber encontrado una for-ma de incluir la red en la campaña que la concibe como elaparato de una provincia periférica más. El coste invisiblehabrá de pagarse más tarde, cuando al intentar legislar so-bre Internet, grandes sectores de la blogsfera no se sientanya comprometidos con el presidente y se dediquen a ero-sionar su popularidad.

No obstante, un nuevo modelo se está asentando. Tansólo unos meses después, en enero de 2008, las primariasestadounidenses serán una campaña basada en el prejuicioen la cual a la red no le queda otro papel que el de merocanal para alimentarlo. Romney, Obama y Clinton no salenindemnes. La comunicación política en red se entiende, des-de un malévolo infantilismo, como terreno de video-maledi-cencia y juego de cromos. En ese marco, lo realmente no-vedoso de la campaña en red de Obama fue unir las técnicasrecaudadoras que los demócratas habían ensayado en 2004con la concepción de hinchada en red de Sarkozy, en unacultura de la adhesión a la que servicios como Facebook seajustan como un guante.

Adhesión. Esta es la clave de la comunicación y la polí-tica en Facebook. La palabra pertenece en ella al líder, quepor primera vez se comunica directamente con una masade adherentes que ya no viven en foros y blogs, sino enpequeñas fichas donde el tamaño mismo de los mensajesdifícilmente permite generar reflexiones alternativas y es-pacios deliberativos autónomos.

Tras la victoria presidencial, Obama escenifica su resis-tencia a dejar la Blackberry. Hay mucho contenido y densi-dad simbólica en este gesto. A diferencia de Sarkozy, ellíder no quiere dejar la red. Quiere seguir comunicándosedirectamente con ella. A fin de cuentas, el modelo no es yael de la emergencia y efervescencia conversacional que asus-taba a los aparatos. Se ha convertido, y es el mérito deObama haberlo entendido, en unidireccional. En una radioalternativa que el presidente pretende utilizar como un nuevoRoosevelt. El país, el pueblo, se ha convertido en un reci-pientario homogéneo que escucha directamente al hombreque representa la esperanza y habla cada vez más con len-guaje papal, situándose discursivamente por encima de lapolítica. 2008 parece 1932 sin hiperinflación.

Los nuevos servicios estrella serán pronto jaleados porlos medios tradicionales. La campaña presagia ya una es-trategia de recentralización de la red en la que Google hasido pionera. La cultura de la red, que ya había pasado de la

interacción de la blogsfera al participacionismo de la Wiki-pedia, se precipitaba hacia un escalón aún más bajo: la cul-tura de la adhesión.

La metáfora ciberpunk de las topologías de red ha deser leída en sentido contrario. De 2002 a 2005 los relatosde futuro se construían a partir de la blogsfera (una reddistribuida) y de la experiencia y consecuencias sociales dela cultura de la interacción que llevaba pareja y que, a lasfinales, no era sino la experiencia social de la plurarquía enun entorno definido por la lógica de la abundancia.

De 2005 a 2007, los años del dospuntocerismo, el focomediático recaerá sobre la Wikipedia, Digg y otros serviciosweb participativos: agregadores de contenidos cuyo creci-miento insinúa una arquitectura de red descentralizada. Dis-cursos que exaltan la cultura de la participación. Pero parti-cipar no es interactuar. Se participa en lo de otro, se interactúacon otros. Los nuevos servicios dospuntoceristas se piensandesde la generación artificial de escasez: votar, decidir entretodos los que pasen por ahí la importancia de una noticia o larelevancia de una entrada enciclopédica y, sin tener en cuentala identidad o los intereses de nadie, producir un único resulta-do agregado para todos. Todo se justifica sobre el discursodospuntocerista. El rankismo y el participacionismo se convier-ten en arietes de una mirada sobre la red donde se recupera ladivisoria entre emisores y receptores.

Pero, desde 2008, Facebook y Twitter, dos redes cen-tralizadas basadas en la cultura de la adhesión, se convier-ten, en parte gracias al tranquilizador reenfoque obamista,en los favoritos de la prensa del mundo. Sus usuarios cre-cen exponencialmente y hasta el Departamento de Estadorecomienda a los disidentes iraníes que los utilicen -en lu-gar de los blogs- para coordinar sus protestas. Los ciberac-tivistas chinos pronto descubrirán lo fácil que es censurar oeliminar cualquier medio de comunicación centralizado. Fan-Fou, la versión local de Twitter, se cierra de la noche a lamañana durante los conflictos étnicos en el oeste del país.In-Q-Tel, el fondo de inversiones de la CIA, centra sus in-versiones en empresas dedicadas a espulgar y analizar laingente cantidad de información centralizada por los cadavez más masivos libros de cromos del siglo XXI.

En tan sólo ocho años, la evolución de la Web 2.0 habíaconseguido revertir -al menos en parte- el desastre que elfracaso de las puntocom supuso para los que querían domi-nar la red sin asumir los valores de un mundo que es almismo tiempo distribuido y globalizado.

David de Ugarte Garcia. Tecnólogo y emprendedor cooperativo.http://lasindias.com [email protected]

Artículo más extenso en la edicción digital de Galde 3

...

«Bajo toda arquitectura de información se escondía una estructura de poder suponíadotar de sentido político a la explosión del uso social de Internet.»

«Adhesión. Esta es la clave de la comunicación y la política en Facebook.»«Participar no es interactuar. Se participa en lo de otro, se interactúa con otros.»

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37

U

Galde 3 - uda/2013

que todxs sigamos teniendo en nuestro haber los mismosbienes o capacidades que ofrecer no los podremos inter-cambiar por la falta de dinero. No ha desaparecido ni lo quetenemos que ofrecer ni la necesidad de adquirirlo. Lo queha desaparecido es el medio de intercambio.

Si el dinero es una manera de gestionar la relación en-tre deuda y crédito ¿no se podría hacer esto de otro modo?Se puede y se hace. ¿Quién no conoce el tú me arreglas elordenador y yo te pinto la cocina? Pepsi hizo algo parecidocon el vodka Stolíchnaya. Pero también existen modos máscomplejos en los que participan multitud de actores. Deeso sabe McDonalds, donde las empresas que lo compo-nen realizan los pagos internos en una moneda propia. Ytambién muchas grandes corporaciones que utilizan lo quese llama el trueque corporativo.

Si menciono estos casos es porque son menos conoci-dos que las iniciativas de carácter más social y local: siste-mas como LETS, RES, CES, clubes de trueque; casos comoBanco Palmas en Brasil, Chiemgauer en Alemania, IthacaHours en EE.UU, Fureai Kippu en Japón o Totnes Pound enInglaterra, o el Eusko en Iparralde, solo por mencionar al-gunos. Las monedas alternativas, locales o complementa-rias, han surgido en multitud de comunidades con el fin depoder gestionar cómo se establece esa relación entre deu-da y crédito, de crear su propio medio de intercambio y deno estar al albur de los bancos.

También las pequeñas empresas quieren tener más con-trol sobre el medio de intercambio, y muchas de ellas seorganizan en sistemas de intercambio empresarial. Milesde empresas funcionan hoy en día así. El caso más intere-sante de esta modalidad es el del Banco WIR, un bancoque funciona en Suiza desde 1934, que utiliza su propiamoneda y al que están asociadas más de 75.000 PyMES.

El dinero que conocemos no es inevitable y en nuestrasmanos está explorar alternativas a un sistema que dejamucho que desear.

Beatriz Moral, antropóloga

es el dinero, de dónde viene o cómo se crea. Lo vivimoscomo una fatalidad, y así las pitonisas nos auguran su abun-dancia o su escasez, como si de un designio de la diosaFortuna se tratara.

Aunque no lo entendamos, nos es, sin embargo, nece-sario para poder vivir más o menos dignamente en unasociedad que lo ha convertido en la piedra angular de nues-tras vidas. Nos echamos a temblar pensando en todo loque podemos perder cuando la crisis sobrevuela nuestrascabezas. Y como nos parecen irremediables tanto su natu-raleza como sus designios, nos resignamos a jugar al únicojuego que nos permite: el de sálvese quien pueda.

¿Y si el dinero no fuera inevitable? El dinero es un con-cepto abstracto y no es fácil dar de él una definición exac-ta, pero si de algo no cabe duda es de que el dinero no esun fenómeno natural. No podemos olvidar que es una crea-ción humana, y como tal, a lo largo de la historia y en lasdiferentes latitudes de este mundo, ha ido adoptando dife-rentes formas y funciones. Si definimos el dinero de unaforma muy estrecha, posiblemente se nos quedarán fueramuchas de las formas en que los seres humanos han re-suelto la relación entre deuda y crédito, ya que no siemprelas monedas (acuñadas o naturales) han sido la solución. Afin de cuentas, el dinero, tal y como lo conocemos hoy endía, no deja de ser una modalidad de resolver esa relación.No es la única modalidad posible ni la única que existe.

Si esto es así, no nos podemos resignar a sufrir unsistema monetario cuyas consecuencias son, de maneracíclica, devastadoras. En este momento en el que estamospadeciendo una gran crisis, estamos en la obligación de pre-guntarnos sobre el dinero y buscar alternativas. Cuando labanca decide parar la máquina de crear dinero a través de lospréstamos (siendo esta la principal forma de crearlo), nos que-damos sin medio de intercambio. Esto quiere decir que aun-

tilizamos el dinero todos los días, ya sea en su formade moneda, electrónica o como dígito en un sistemainformático, pero pocas veces nos preguntamos qué

¿Hay alternativa al dinero?

BeatrizMoral

Las gentesmarchan más alláde una mujer que

sostiene uncartón

reivindicativo enBucarest,

Rumania, quedice: "Si tuvieras

oro en el corazón,¿estarías

dispuesto aabrirlo?" ¿Hay alternativa al dinero?

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38 uda/2013 - Galde 3

a actual crisis no hace más que confirmar que el modeloeconómico actual es incapaz de satisfacer las necesida-

Sin embargo, pienso que no deberíamos caer en unexceso de «ilusión autogestionaria» en el marco políticoactual. El ejemplo de la última reforma eléctrica del PP,muestra claramente como desde el poder pueden redefinirlas reglas del juego para dificultar, cuando no truncar, eldesarrollo de iniciativas económicas basadas en la coope-ración y la justicia.

Necesariamente vamos a tener que reformularnos con-tinuamente, encontrar nuevas formas de apoyo mutuo ode desobediencia económica, y desde luego no sustraer-nos del debate político sobre el papel de las instituciones ala hora de facilitar o impedir el desarrollo de alternativas. Yen ese sentido un debate permanente sobre alianzas, acuer-dos, tácticas y proyectos concretos generará tensiones quedebemos ser capaces de abordar y resolver.

Uno de los debates importantes al calor de los recortessociales y económicos tiene que ver con como recuperar elcontrol de la economía. A la vez que luchamos firmementecontra los recortes de los servicios públicos no podemosdejar de plantearnos qué capacidad de control real tenía-mos en el marco del llamado «estado de bienestar». Lafacilidad con que todo está siendo desmantelado cuestio-na esa visión de lo público como cesión total al aparato delestado de la gestión y el control económico a cambio deunas migajas de «bienestar». Como evidentemente la em-presa privada capitalista sólo atiende sus intereses mone-tarios, creemos que la economía social y solidaria puedejugar un papel relevante para garantizar el control social delos bienes y servicios comunes.

Todo esto se hace sentir muy fuertemente con la ac-tual situación de precariedad, miseria y desamparo quesufren muchas personas. Vamos a tener que tejer muchasmás redes de solidaridad que den respuesta no simple-mente «caritativa» a las necesidades perentorias de esaspersonas. Si no lo hacemos desde el ámbito de la solidari-dad y la participación, lo harán otros grupos desde el ámbi-to de la «lucha por la supervivencia» como están haciendoalgunos grupos fascistas en Grecia y también en España.Podemos tener la actitud pasiva de «eso es tarea del esta-do», o justamente cuestionar el papel que está teniendo elestado para reivindicar y relanzar mecanismos de autoges-tión y control económico que haga a las personas dueñasde su destino.

L Mercado Social: un esToñoHernández

sas de ganancia y acumulación no duda en desmontar de-rechos sociales y laborales, ni en expropiar los recursoscolectivos y destruir territorios y ecosistemas.

Pero es importante señalar que esto ocurría también enlos momentos de ciclo expansivo o crecimiento, sólo que ladestrucción social quedaba oculta en la externalización de losimpactos a otros países, y/o en el traslado, vía endeuda-miento con créditos, a un futuro que ha llegado ya.

Para salir de esta degradante situación es necesariootras reglas de juego económico, y unos actores, empre-sas y personas, que apuesten de manera decidida por unasprácticas económicas y laborales que pongan en el centroa las personas y por extensión el conjunto de la vida.

Con esta idea, desde hace más de un año hemos pues-to en marcha el Mercado Social, una red de intercambioseconómicos en la que sus participantes - empresas, perso-nas y organizaciones -, no buscamos una simple relacióncomercial, sino reconocernos como miembros de una co-munidad con un interés colectivo de cambio social.

Ha sido un año de aprendizaje y prueba, de testar yrepensar herramientas como la auditoría participativa, el«escaparate» on-line o la moneda social; de analizar lasformas de funcionamiento de las comisiones y el nivel deinterés en la propuesta. Todo ello para terminar dando unsalto mayor en visibilidad y reconocimiento con la I Feriadel Mercado Social que celebramos en junio en Madrid,por la que pasaron más de 10.000 personas y circularon40.000 Boniatos, nuestra moneda social.

Experiencias similares están teniendo lugar en otroslugares del estado, como Aragón, Navarra, Catalunya o Eus-kadi, y aunque con particularidades en cada territorio, elobjetivo es conformar un Mercado Social estatal regido porprincipios y herramientas similares.

Seguramente, el mayor éxito de este periodo haya sidoun aumento de ese reconocimiento mutuo que está deri-vando en cambio de proveedores hacia entidades del mer-cado social, especialmente relevante en el ámbito de lasfinanzas y la energía. Como cada vez pensamos más ennuestros afines para satisfacer nuestras necesidades, sevan consolidando lentamente redes comerciales más autó-nomas que buscan cambiar las reglas del juego económi-co, incentivando el apoyo mutuo en lugar de la competen-cia, y con el objetivo de ir construyendo «hegemonía» socialsegún se asientan los nuevos hábitos de consumo.

des de las mayorías sociales. Para mantener sus ta-

«Uno de los debates importantes al calor de los recortes sociales y económi-cos tiene que ver con como recuperar el control de la economía.»

«Aún tenemos mucho que avanzar para definir un modo de «estar» en la eco-nomía que encaje con las necesidades de la crisis ecológica y social.»

Mercado Social: un es

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39Galde 3 - uda/2013

Una de las mayores dificultades para avanzar en la cons-trucción del mercado social está en el ámbito de la con-ciencia individual y colectiva: nos cuesta vernos como al-ternativa e incluso cuando nos creemos el proyecto vamosdemasiado lentos o somos perezosos para cambiar nues-tros hábitos cotidianos de consumo y trabajo. Ningún cam-bio, ninguna propuesta se puede hacer sin esfuerzo. Y sino nos inculcamos la necesidad de realizar esos esfuerzospersonales iniciales que suponen operar con otras herra-mientas, cambiar de proveedores habituales, ir un pocomás lejos a comprar a una tienda de la economía social ysolidaria, etc, difícilmente avanzaremos con la rapidez querequiere el momento.

En el ámbito colectivo, de la red como mercado socialno capitalista, aún tenemos mucho que avanzar para defi-nir un modo de «estar» en la economía que encaje con lasnecesidades de la crisis ecológica y social. Asentar mo-delos de austeridad y autocontención tanto de las em-presas como de las personas, en la producción y en elconsumo, a la vez que mantenemos empleos en condi-ciones dignas, no resulta una tarea sencilla en un terre-no en el que no es posible deslindarse totalmente delmercado basado en la competitividad feroz y la preca-riedad.

Pero el «estado del bienestar» que hemos tenido, ba-sado en el consumismo, tampoco es una opción viable ni

físicamente por el agotamien-to de los recursos, ni éticamen-te porque se ha basado en elexpolio de muchos territorios.Queramos o no, vamos a tenerque reinventar las relacionessociales y económicas en lospróximos decenios.

Para construir herramien-tas para la liberación tenemosque descartar la cesión del po-der de decisión y control enpersonas o instituciones quepuedan derivar en cierta buro-cratización. No obstante, lacomplejidad creciente requie-re ir profesionalizando ciertastareas para ser capaces de lle-gar a cada vez más personas ycolectivos, y funcionar de ma-nera eficiente. Las experienciascooperativas como Coop57 oFIARE están demostrando quees posible conjugar esos aspec-tos, aunque ello exige la parti-cipación activa de los y las so-cias no profesionalizadas en lasdistintas comisiones donde setoman las decisiones. Esto será

un espacio para el cambio

un elemento fundamental y determinante para evitar unaderiva no deseada del Mercado Social.

Otro de los retos que tenemos como Mercado Sociales la ampliación en dos direcciones: la primera tiene quever con ser capaces de incorporar nuevos sectores econó-micos de primera necesidad al ámbito de la economía soli-daria; tenemos muchos «puntos ciegos», pero también exis-te cierta capacidad financiera para apoyar proyectos solventes.

La segunda línea tiene que ver con ampliar alianzas conotro montón de iniciativas en el ámbito económico no conven-cional y que tienen que ver con la satisfacción de las necesida-des mediante redes de solidaridad, grupos de consumo...,o con la puesta en valor de las capacidades personales enbancos de tiempo, redes de trueque o intercambio, etc.

Actualmente, hay cuando menos centenares de milesde personas en el estado participando en iniciativas de estetipo. Es una fuerza humana considerable para generar cam-bios. Nos queda ser conscientes de ello, ser capaces dereconocernos como actores del cambio y conseguir coordi-narnos o colaborar para ser decisivos en el cambio políticoy social, todo ello sin menoscabo de respetar las diferen-tes maneras de hacer y organizarse.

Toño Hernández. Ingeniero técnico industrial.De la Comisión Gestora del Mercado Social de Madrid

y activista de Ecologistas en Acción.

un espacio para el cambio

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U

uda/2013 - Galde 3

na encuesta reciente para medir la opiniónciudadana sobre las principales instituciones,entidades, y grupos sociales, sitúa a los ban-

matices, se financian de este modo actividades relacio-nadas con la economía social y solidaria, sostenibilidady ecología, cultura, exclusión social, cooperación inter-nacional etc.

Como es lógico, esto debe venir acompañado de unapolítica de transparencia, para saber qué actividades seestán apoyando. En este sentido, es frecuente encontraren la banca ética listados detallados de los proyectos financia-dos, en un claro contraste con la banca tradicional, que apenasofrece información, o bien se limita a resaltar aquella parteque resulta más oportuna (vinculada por ejemplo a su obrasocial o a fundaciones que tienen finalidades de este tipo).

Con base en esta preocupación sobre el destino de losfondos, y en principios como la transparencia, la participa-ción, solidaridad o coherencia (y sin olvidar la necesariacompatibilización con un rendimiento económico que per-mita continuar con la iniciativa), se plantean diferentes es-tructuras. En muchos casos, se trata simplemente de reto-mar la labor de intermediación financiera con uncomponente de interés social. Oikocredit, por citar un ejem-plo cercano, recoge aportaciones (recuperables), que con-vierte en préstamos para proyectos agrícolas o de microfi-nanzas en África o América Latina, donde tiene delegacionesa través de su red. Coop57, con origen en Catalunya y uncrecimiento posterior en red, financia a entidades españo-las de diferentes sectores de interés social. También FIA-RE, con origen en Euskadi y que va ampliando su red, tra-baja manteniendo una estructura donde la cercanía yparticipación son clave, y atiende como herramienta finan-ciera a entidades de economía social y solidaria.

Estas iniciativas suponen una opción para destinar elahorro, pero no una alternativa completa al sistema finan-ciero tradicional, que ofrece otros servicios que utilizamoscotidianamente (cuentas corrientes, tarjetas...), y que pre-cisan constituir una entidad financiera regulada, lo que su-pone un reto en cuanto a capital, garantías, estructura, via-bilidad, etc.

Con todo, encontramos ya en diversos países europeosentidades que ofrecen servicios similares a los del sistemafinanciero tradicional4. Entre ellas se encuentra en nuestroentorno Triodos, con presencia ya en 5 países. Se daría asíuna alternativa real a los bancos tradicionales, que ha mos-trado su viabilidad, pero se preocupa por mantener unaadecuada política de inversiones y transparencia.

cos en el puesto 24 (de 26) con una aprobación de un 15%,tan solo por delante de los políticos y los partidos1.

Esta información se une a diversos escándalos (prefe-rentes, clausulas suelo, dietas, indemnizaciones y salariosdesproporcionados…), y contrasta con los ingentes esfuer-zos y recursos públicos destinados de forma directa o indi-recta a sostener al sector financiero y sus intereses, en uncontexto de recortes para casi cualquier actividad.

En este marco, cabe preguntarse por qué el sistemafinanciero debe ser apoyado -más allá de la apelación alcaos que supuestamente supondría no hacerlo- y en quéconsiste exactamente su utilidad social. Frente al escepti-cismo general, encontramos en el terreno de la banca y lasfinanzas algunas corrientes que defienden un posible apor-te en positivo, a partir de un sector muy distinto al actual.Con unos límites algo difusos se incluyen aquí la bancaética, las microfinanzas, las comunidades de ahorro y prés-tamo entre particulares y otras iniciativas.

Desde esta perspectiva, minoritaria pero creciente, lasfinanzas pueden suponer un aporte positivo en la construc-ción social, y el sistema financiero que ahora sufrimos se-ría más bien la consecuencia de un camino que, colocandoa las finanzas en el centro del sistema económico, las hautilizado como instrumento al servicio de una minoría, con-tribuyendo a la desigualdad, la exclusión, la evasión fiscal yde capitales2, y las recurrentes crisis3.

En esta línea, la banca ética tiene como preocupacióncentral la utilización dada a los fondos depositados, mien-tras el sistema financiero convencional da por descontadoque sus clientes no necesitan ser informados sobre estepunto. El apoyo a actividades como la producción y tráficode armas, o a grandes proyectos medioambientalmentedañinos, bien sea en forma de participaciones en el capital,o bien mediante préstamos u otros servicios, han dado lavoz de alarma sobre un aspecto que muchos clientes noconocen, y posiblemente no aprueben, pero sobre el quesu entidad financiera no va a informarles ni consultarles.Se trata de cuestionar un modelo que se desentiende delos efectos que provoca, y que ha trasladado el foco de sutrabajo a la creación y comercialización de productos comple-jos, donde la relación con la economía real es secundaria.

La banca ética defiende una política de inversiones queexcluya actividades negativas, y fomente aquellas que seentiende tienen un mayor impacto social. Con algunos

«La banca ética tiene como preocupación central la utilización dadaa los fondos depositados» «En paralelo al apoyo a la "banca ética", resultaoportuno impulsar la "ética en la banca"» «La promoción de la banca éticadebe contribuir también a las prácticas éticas en las finanzas tradicionales»

Finanzas alternativas y JorgeGutiérrez

Finanzas alternativas y

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En cuanto a las limitaciones de la banca ética, se en-cuentra en primer lugar el propio crecimiento de las inicia-tivas y sus posibles contradicciones. La ampliación de labase de clientes o participantes puede ser positiva, perodificulta enormemente la participación e implicación, y ale-ja a los depositantes de los proyectos financiados y lasdecisiones clave. Es complicado que entidades como Trio-dos mantengan estos principios de la misma forma que laspequeñas iniciativas, y veremos en este sentido cómo afron-ta una entidad muy cercana a su base, como FIARE, supróximo salto para operar como entidad financiera (de lamano de Banca Popolare Etica).

Por otro lado, y pese a su crecimiento, se trata de unsector aún muy minoritario, que no puede verse de for-ma realista como alternativa completa al actual sistemabancario, tanto por su volumen como por su perfil5. Porello, y en paralelo al apoyo a la «banca ética», resultaoportuno impulsar la «ética en la banca», como un con-cepto que (sin olvidar los necesarios cambios normativos yla regulación) debe ir ganando peso, y que afectaría a todaslas entidades. Desde este punto de vista, es imprescindi-ble la promoción de criterios éticos en la gestión financie-ra, contemplando lo «ético» no tanto como una etiqueta(que se tiene o no), sino como un objetivo al que tender.La ética en finanzas se referirá así a la atención en lacolocación del activo, la transparencia, la correcta go-

bernanza, la promoción de la participación,la política de protección del cliente, la cohe-rencia en las políticas internas etc. y deberápromoverse en todo tipo de entidades, quemostrarán diferente comportamiento en es-tos aspectos6.

En línea con lo anterior, la promoción dela banca ética debe contribuir también a lasprácticas éticas en las finanzas tradiciona-les, tanto por su efecto demostrativo, comopor su aporte en cuanto a sensibilización ydenuncia frente a las entidades tradiciona-les, que hace tiempo perdieron la confianzade muchos clientes, y posiblemente tenganque variar sus enfoques en los próximosaños. En este sentido, y aunque sea a nivelde imagen más que real, es significativo quelas grandes entidades estén incorporando asus mensajes algunas de las ideas que he-mos citado, y en sus campañas recientesencontramos lemas como: «Empecemos porlos principios» (Bankia) o «El banco más sos-tenible del mundo, por su compromiso conla educación y la sociedad» (Santander). Másallá de la credibilidad que nos merezcan,estos mensajes indican que algo preocupa yse mueve en el sector financiero.

1 El País, domingo 25 de agosto de 2013. Encuesta de Metroscopia2 Una detallada explicación sobre el papel que el sistema finan-

ciero actual tiene en la fuga de capitales, la evasión de impuestos,y el papel central (no residual) de los paraísos fiscales en el marcodel sistema económico y financiero, puede encontrarse en el librode Nicholas Shaxson (2012): Treasure Islands: Tax Havens and theMen who Stole the World, Vintage.

3 Sobre la implicación de las finanzas en las crisis, ya al inicio delos 2000, Joseph Stiglitz (El malestar en la Globalización, Taurus)alertaba «Aunque la liberalización del mercado de capitales clara-mente implica mayores riesgos, no ha traído consigo beneficiosequivalentes en términos de crecimiento económico».

4 FEBEA (Fédération Européenne des Banques Ethiques et Alter-natives) agrupa a un buen número de iniciativas de banca ética,entre las que se encuentran varias con estructuras asimilables alas de la banca tradicional (www.febea.org).

5 Como referencia, el volumen de activos de Triodos, que alcan-zaba a final de 2012 los 5.291 millones de euros, es 120 vecesinferior al de una entidad como BBVA en esa fecha. Por otro lado,resulta difícil que todas las actividades encajen en un perfil comoel que suele exigirse, y habría que ver quién cubre actividadescotidianas y muy frecuentes, por ejemplo de particulares, que labanca ética no abarca.

6 No todas las entidades de banca ética operan de la mismaforma, ni todas las tradicionales tampoco. En España por ejemploencontramos cajas de ahorros, como Caixa Colonya y Caixa Ontin-yeny, cuyos planteamientos y orientación podrían encuadrarse enlo que se entiende por banca ética.

Jorge Gutiérrez Goina. Profesor del Departamento deEconomía Financiera II (UPV-EHU) Adscrito al Instituto Hegoa

s y Banca éticas y Banca ética

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42 uda/2013 - Galde 3

l profundo e intenso cuestionamientoactual sobre la legitimidad del contratosocial, y de las instituciones que de él

Extremadura,…), y una gran penetración en los puntos dé-biles del poder con sus denuncias en instancias judiciales einstituciones europeas5. Se trata de un movimiento queansía construir un nuevo paradigma energético «desdeabajo y para las personas», desde unos fundamentos ener-géticos, sociales y políticos sólidos. No en vano el focosocial y mediático exige un rigor especial a las iniciativasque se autodenominan alternativas a lo existente. En defi-nitiva, el papel que juegan este tipo de plataformas es elde posibilitador y catalizador de sinergias entre actores dediversas procedencias y territorios. Los avances produci-dos hasta la fecha así lo indican, como también ponen derelieve la especial predisposición de l@s implicad@s paraentenderse, superar sus diferencias y concentrarse en losobjetivos comunes.

Resulta asimismo evidente que para llegar a esta situa-ción se ha aprendido mucho de los planteamientos y ma-neras de trabajar de otras propuestas, que también se vanincluyendo en el presente movimiento. Entre otras, la depueblos en transición6 (transition towns), que nace en elReino Unido y se extiende con el tiempo por zonas de Ma-drid, Baleares, Cataluña, Andalucía,... y que poniendo elacento en la construcción de comunidades que vivan la rea-lidad futura sin combustibles fósiles, aporta la atención pres-tada a la formación de redes descentralizadas y autosufi-cientes, la auto-formación continua, la creatividad y lanecesidad de la sostenibilidad como principio rector. Elmovimiento antinuclear subraya, por otra parte, la im-portancia de los conocimientos técnicos y políticos paraenfrentarse al poder energético, que la batalla es uncarrera de fondo y que la labor de difusión y comunica-ción ha de ser planteada de manera estratégica y riguro-sa. Y de la red P2P (peer-to-peer, o red entre iguales),que procede de otro ámbito bien diferente, se extrae suprofundización en el significado y en las posibilidades queofrecen las redes sociales (ya sean virtuales o reales), asícomo en la importancia de la robustez y agilidad de lasmismas.

Ahora bien, este movimiento se enfrenta a una seriede retos importantes, que en algunos casos pueden resul-tar vitales. Uno de ellos es el mantenimiento de la tensiónformativa, comunicativa y, fundamentalmente, movilizado-ra, que permita ir evolucionando en la búsqueda de mino-rías mayoritarias (la famosa masa crítica). También habría

La cultura de la soberanía enEderivan, y sobre cómo se deben satisfacer las necesidadesde las personas, también ha llegado al mundo de la ener-gía. Parecía éste un ámbito vedado a la crítica social nominoritaria debido a la rigidez, el control del poder y lacomplejidad que la rodean. Sin embargo, en los últimostiempos se han ido dando una serie de acontecimientosque han posibilitado que las fronteras que separan los te-rritorios susceptibles de crítica de los que no, hayan idodesapareciendo.

Se puede detectar que el reciente cuestionamiento ener-gético tiene puntos en común con el resto de movimientossociales que realizan una crítica radical al sistema. Comoparte de dicha cultura, el recién nacido movimiento por lasoberanía energética cuestiona el oligopolio energético, ensus dos vertientes1 aunque sesgado hacia la eléctrica. Norehúye la confrontación, es decir, no se niega un papel reac-tivo como herramienta para reafirmarse, difundir, influir ymovilizar. Un ejemplo de ello son las plataformas ciudada-nas creadas en los dos últimos años para denunciar losproyectos de fractura hidráulica que se planean en sus te-rritorios,2 y que también incluían entre sus objetivos labúsqueda de alternativas al modelo energético actual.Objetivo común con iniciativas donde el aspecto que másresalta es el propositivo como vía necesaria para recu-perar la soberanía colectiva. Es el caso de las comercia-lizadoras de electricidad de origen renovable en forma-to de cooperativas, que van ganando peso firmemente:Som energia (Girona), la pionera, y GoiEner (Gipuzkoa)y Zencer (Cantabria)3, más recientes, completan unapropuesta de soberanía energética que puede comen-zar ya mismo desde el propio consumo y con una gestióncompartida entre l@s soci@s.

Pero probablemente el salto cualitativo que ha permiti-do aumentar la integración de actores sociales y, funda-mentalmente, poner el tema energético encima de la mesadel debate público fue el nacimiento, en otoño de 2012, dela Plataforma por un Nuevo Modelo Energético4 (Madrid-Extremadura). Una pequeña chispa de inicio en la inmensi-dad que se terminó convirtiendo en un gran fuego. A tra-vés de una intensa actividad interna, de cohesión yautoformación, y externa, de denuncia y presión, han obte-nido una alta calidad en sus propuestas, la extensión rápi-da del movimiento en diferentes formas (Madrid, Catalu-ña, País Valenciano, Canarias, Euskadi, Navarra, Andalucía,

PabloCotarelo

«El movimiento por la soberanía energética da sus primeros pasospara dar respuesta a los desafíos de un momento histórico único,

donde la energía disponible será decreciente.»«Posiblemente el mayor desafío será construir proyectos concretos alternativos...»

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de arraigar más allá de los núcleos urbanos significativos.Así como aspirar a ganar mayores cotas de legitimidad yrepresentación popular. Aunque posiblemente el mayordesafío será construir proyectos concretos alternativos, pro-fundamente fundamentados en las sinergias derivadas dela unión de diversos actores y reproducibles a varias esca-las. Que sean capaces de funcionar en paralelo al sistemaactual, que en sí mismos respondan a las necesidades dela gente (sin distinción entre convencid@s y no convencid@s)y, como consecuencia de todo ello, supongan una amena-za/competencia sólida al oligopolio existente. Esta es unade las mayores dificultades a las que se han enfrentado losmovimientos de alternativa energética hasta el momento:resistir tanto las imperfecciones propias como los emba-tes del sistema en la elaboración de propuestas alternati-vas bien fundamentadas, escalables, coherentes y perdu-rables.

Pero también en algunos aspectos existe todavía unmargen de mejora. Aspectos que se relacionan con el apren-dizaje individual y colectivo. Es el caso de la dificultad paraasimilar la complejidad de los conceptos y el funciona-miento del mundo de la energía. Además, a pesar de losavances todavía se deben superar barreras significati-vas respecto a las herramientas de internet, como losprejuicios a utilizarlas, la brecha digital o los problemastécnicos.

En cualquier caso, el escenario que senos presenta no deja mucho lugar a confiaren alternativas energéticas que provengandel mismo sistema o que se basen en laficción de la abundancia infinita, como elactual. Una crisis energética marcada porel agotamiento inminente del petróleo de-nominado barato, unida a la crisis climática(asumida por el sistema como inevitable),y unos oligopolios energéticos concentra-dos en seguir haciendo negocio, invirtien-do en ese concepto abstracto y especula-tivo de la Energía (con mayúscula),solamente puede enfrentarse centrandola atención en las energías (con minús-cula) que satisfagan las necesidades rea-les de la población. Estamos siendo tes-tigos de la muerte de un paradigmaenergético que sostiene un paradigmaeconómico y social imposible. La creacióndel nuevo paradigma está en marcha y, adiferencia del periodo de paz social inme-diatamente anterior al actual, están abier-tas las puertas a todas las opciones que sepuedan barajar partiendo desde el presen-te. Lo cual significa que el cambio se dará,sí o sí. Pero también que será en condi-ciones de lucha constante. El movimien-to por la soberanía energética da sus pri-

ía energética

meros pasos para dar respuesta a los desafíos de unmomento histórico único, donde la energía disponibleserá decreciente. De la capacidad de organizar proyec-tos viables, y de la flexibilidad y adaptación a las cir-cunstancias que se vayan presentando, dependerá el tipode modelo energético que tengamos en el futuro. El princi-pio einsteiniano de transitar nuevos caminos para hallarnuevas soluciones está claro, solo resta lo más complica-do: las soluciones concretas.

Pablo Cotarelo Álvarez.Ingeniero de Minas. De Ecologistas en Acción

1 Eléctrico y petrolero2http://frackingezaraba.org/, https://frackingnolarioja.wordpress.-

com/, https://fracturahidraulicano.wordpress.com/, https://aturemfracking.wordpress.com/

3 http://www.somenergia.coop/, http://www.goiener.com/, http://www.zencer.es/

4 http://www.nuevomodeloenergetico.org/pgs2/5 Denuncia ante la Fiscalía Anticorrupción por las llamadas puer-

tas giratorias entre política y oligopolio energético, y la aperturade expediente administrativo por parte de la Comisión por incum-plimiento de normativa europea del llamado «tasazo eléctrico»,respectivamente.

6 http://movimientotransicion.pbworks.com/w/page/21695346/MovimientodeIniciativasdeTransicion

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ueremos imaginarnos y participar de nuevas formasde gobierno más participativas, inclusivas y transpa-rentes que vayan más allá de la democracia represen-

De igual a igual. Hacia unde makerspaces y fablabs, hasta el gran desarrollo de laslicencias libres, pasando por el consumo colaborativo, porproyectos de co-creación y repositorios digitales de usocomún, por experiencias de democracia inclusiva u openda-ta, etc.

El P2P propone un nuevo modelo socioeconómico basa-do en las redes y relaciones entre pares. Un modelo quehunde sus raíces en prácticas comunitaristas y tiene su re-ferente más cercano en las comunidades de desarrollo desoftware libre basadas en cuatro libertades: 0.- copia y uti-lización; 1.- acceso código fuente (programa, patrón, dise-ño, metodología, manual); 2.- modificación, mejora, deriva-dos y nuevas aplicaciones, remezcla; y 3.- comunicaciónpública, distribución, explotación.

Un modo de hacer que ha desarrollado una ética, la éti-ca hacker, que se resume en la premisa «Ningún problemadebería resolverse dos veces»; y se basa en el libre acceso,reproducción y distribución del código fuente –la informa-ción y/o conocimiento, ya sea en forma de un patrón, undiseño, una metodología, una programación, un manual di-dáctico, de cualquier producto, servicio o actividad–, demanera combinada con otros valores como pasión, liber-tad, conciencia y compromiso social, flexibilidad, creativi-dad o accesibilidad. Una ética que pone en el centro a laspersonas y las relaciones entre ellas y con su entorno; queprioriza el uso sobre la posesión, el entusiasmo sobre laética protestante propia del Capitalismo.

A partir del caso paradigmático de la comunidad de de-sarrollo de Linux –que ha hecho que el software libre sevaya imponiendo en sistemas operativos, programas y apli-caciones frente al software privativo–, el modelo producti-vo P2P se ha ido expandiendo, adaptando y diversificando.Desde algo ya tan habitual en nuestras vidas como la Wiki-pedia, el mayor repositorio de conocimiento libre creadocolectivamente, que terminó con la histórica hegemonía dela Enciclopedia Británica; pasando por proyectos relaciona-dos con grandes ámbitos industriales como la automocióno la fabricación de maquinaria pesada como: Wikispeed, elprimer prototipo de un deportivo de bajo coste y alta efi-ciencia energética desarrollado comunitariamente bajo li-cencias libres y listo para su producción por pequeñostalleres locales; u Open Source Ecology, que trabajan enel diseño abierto de las máquinas industriales básicaspara desarrollo autosostenible de la vida, como un gene-rador eólico, un tractor o una máquina de hacer ladrillos.Y así, un sinfín de casos –con una dimensión global, lo-cal o casi siempre interconectando ambos niveles–, rela-cionados con: el hardware libre y la producción materialcomo Arduino o la impresora 3D de fabricación aditiva Re-prap; el desarrollo de infraestructuras de telecomunicacio-nes como guifi.net; la circulación de una moneda de cursolegal, autónoma y de flujo global como Bitcoin; plataformas

tativa y la política de partidos tradicional? ¿Podrían jóvenesingenieras, estudiantes de FP y trabajadores en paro crearjuntas maquinaria industrial de bajo coste? ¿Que pasaría silas fábricas auxiliares de automoción se juntasen para fabri-car conjuntamente un coche de propiedad compartida? ¿Pen-samos en cómo crear e instalar generadores que ademásde incrementar la producción de energías renovables, re-duzcan significativamente nuestra factura eléctrica? ¿Nossumamos a una manera de construir infraestructuras detelecomunicaciones distribuidas y en manos de la sociedadcivil? ¿Podemos hacer que la relación entre productoreslocales del sector primario con comercios y grupos de con-sumo de proximidad se generalice? ¿Queremos practicarnuevos modelos de consumo colaborativo para el uso delcoche, de electrodomésticos, de la vivienda, de herramien-tas, de productos culturales…? ¿Qué surgiría de la combi-nación entre empresas y comunidades de software libre ylas empresas y comunidades alrededor del euskera? ¿Nosatrevemos a repensar la red pública de escuelas, bibliote-cas, centros cívicos, polideportivos o casas de cultura paraadaptarlas a nuevas necesidades y formas de estudio,trabajo, ocio, más flexibles y polivalentes? ¿Pueden labanca ética, el crowdfunding, los prestamos P2P, las co-munidades autofinanciadas, las monedas locales o lasdistintas formas de economía no-monetaria jugar un pa-pel fundamental en el desarrollo de un nuevo modelo socie-conómico? ¿Qué tienen que ver el cooperativismo, el auzo-lan y el open government? ¿Queremos liberarnos de la tiraníadel copyright y las patentes? ¿Estamos dispuest*s a co-responsabilizarnos y a relacionarnos como seres interde-pendientes?

Estas y otras muchas preguntas sirven para ayudarnosa imaginar sobre la posibilidad de una sociedad basada enlas redes y relaciones de producción, gobernanza y propie-dad P2P, entre pares, desde lo común, libre y abierto. Unaforma de superar la parálisis producida por el desconciertoy atrevernos a mirar más allá, viviendo esta engañosa yperversa crisis en la que nos tienen inmers*s, no como algoque pasará para volver a donde estábamos, sino como elmomento para sumarnos a otra filosofía de vida y haceremerger otras alternativas que ya estaban ahí y ahora estánevolucionando y cristalizando con fuerza.

¿QUÉ ENTENDEMOS POR P2P? El P2P (peer to peer), másallá de un protocolo de intercambio de archivos digitales, estoda una filosofía sobre un cambio de paradigma en la ma-nera de organizarnos-compartir-producir-conversar en red,de forma distribuida, conectando personas e iniciativas, lo-cal y globalmente. Una apuesta por la apertura, la descen-tralización y el empoderamiento colectivo, que tiene su re-flejo en toda una emergente y diversa tipología de iniciativas.Desde la llamada 3ª Revolución Industrial y la proliferación

Ricardo Amaste

De igual a igual. Hacia un

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ia una sociedad P2P

de corwdfunding para el desarrollo de los bienes comunescomo Goteo; cooperativas de producción y consumo quedesde la economía solidaria entran en el mercado de la ban-ca, la energía o la alimentación, como FIARE, Goiener o Es-netik; que pueden encontrarse aglutinadas en plataformascomo mecambio.net, ouishare.net o mercadosocial.net;espacios de co-trabajo, makerspaces, fablabs, hubs y cen-tros sociales vinculados a la innovación social y la accióncultural como Astra, WikiToki, BilbaoMakers, Arteklab oKabia; plataformas que implican y dan protagonismo a laciudadanía como tuderechoasaber o arreglamicalle, así comonumerosas iniciativas y dinámicas de trabajo derivadas del15M de manera informal o como evolución de movimientossociales preexistentes, de las que puede ser los casos mássignificativos la PAH o el PartidoX, pero que tienen su ver-dadero potencial en la multiplicación de movimientos, ini-ciativas, asambleas de barrio; la suma de agentes comoESLE, REAS, Las Indias, MIK, Cibersity, EHNE, Katilu, De-sazkundea, Konfekoop, Ekoliderrak, Bagara, Zaramari, Ta-bakalera, UbiQa, Aprendices, Blogariak o nosotras mismasdesde ColaBoraBora... ¡La lista crece a cada momento!

ORGANIZANDO UNA VIDA EN COMÚN. Pero para avanzaren el desarrollo de una sociedad P2P, además de celebrartodo lo conseguido (que es mucho), es necesario identificary trabajar de forma autocrítica sobre las barreras y los retosexistentes; desde las grietas en el sistema, paso a paso,empezando desde un* mism*, a la vez que se trabaja en laproducción de unas determinadas condiciones para que elcontexto sea cada vez más propicio.

Necesitamos desarrollar prácticas de buen gobierno quefaciliten la colaboración y el intercambio. Promover cam-

bios legislativos, que si no favorezcan,al menos no penalicen una economíacolaborativa ahora entre la (ai)legalidad.Y avanzar hacia la figura del ‘estado so-cio’, como autoridad gubernamentalpública, que funcione como una agen-cia facilitadora y empoderadora. Comoórgano de subsidiaridad favorecedor deautonomía interdependiente.

Debemos buscar la sostenibilidadde la creación libre y no sólo de su distri-bución y consumo; trabajando las tensio-nes entre valor y beneficio, entre público,privado y común; desarrollando el marcode las licencias libres; y evolucionandodesde la lógica consumista del download,hacia la producción de abundancia y di-versidad del upload, de ciudadan*s queson a la vez productor*s y usuari*s.

Tenemos que identificar, incentivary conectar experiencias e iniciativas, se-ñalando especialmente aquellas quepuedan tener más impacto a corto pla-

Ricardo AMASTÉ. http://www.colaborabora.org@ColaBoraBora | @Ricardo_AMASTE

zo y diversifiquen los ámbitos de actuación, para que resul-ten motivantes y tractoras.

Y debemos ser conscientes de que esta nueva socie-dad, por muy P2P que la imaginemos, será feminista o noserá. No podemos olvidar que el sistema productivo debeestar subordinado al reproductivo, para el desarrollo de unavida que merezca la pena ser vivida. Para ello será necesa-rio abandonar nuestro frenético y patológico ritmo, afrontaruna distribución justa del tiempo de trabajo y del resto detareas; y atrevernos a poner en juego definitivamente nues-tras vulnerabilidades, los afectos y cuidados, la ayuda mu-tua y los desahogos sin los cuales es imposible imaginaruna vida en común.

Pero sobre todo debemos ser capaces de afectar cadavez a más personas; que haya una mayor identificación dela sociedad en general con el P2P; aumentar la masa críticay así tener impacto, conseguir romper las inercias y las prác-ticas reaccionarias desde el viejo orden, e intentar transfor-mar cuantitativa y cualitativamente la sociedad. Si realmen-te queremos que haya un cambio de conciencia sobre lapropiedad y el poder, más allá de dogmas, necesitamos serverdaderamente abiert*s, generar confianza, distribuir co-nocimiento y que se transfieran experiencias practicas.

Por eso, este texto es sobre todo un llamamiento, unainvitación a juntarnos para hacer preguntas, buscar solucio-nes, cambiar leyes, sentar las bases y practicar eso quepodría ser una sociedad P2P: y hacerlo desde la escuela, enlas plazas, dentro de las industrias tradicionales, con lasinstituciones, a través de las redes... ¿Te apuntas?

ia una sociedad P2P

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l paro, además de un grave mal social, es un arma po-derosa en manos de la patronal y un elemento de debi-lidad de un sindicalismo ya de por sí muy debilitado.

El reparto del trabajo habría que perseguirlo pormedio de la reducción de jornada, en tanta medida comosea necesaria para acabar con el paro, y la generaciónde los puestos de trabajo equivalentes a esa reducciónhoraria, que habría que ir obteniendo vía negociación co-lectiva, aunque el objetivo final debiera ser la reducción dejornada por ley.

¿Tendría efectos salariales esa disminución horaria? Esun tema importante, pero supeditado al principal: el repar-to del trabajo y la reducción del paro. En todo caso la pér-

dida salarial no tendríaque ser equivalente, par-te debiera ser aportadapor los beneficios empre-sariales, y no tendría querepercutir de igual modoen los niveles salarialesdistintos, sino que ten-dría que significar unaacortamiento drástico delos abanicos, de modoque se mantengan o in-crementen los salariosmás bajos, y las posiblesreducciones afecten a losmás altos, incluso en por-centaje superior a la dis-minución horaria.

Mientras esto no seconsiga no están demásiniciativas voluntarias dereparto que lo impulsen:reducciones de jornada,

permisos sin sueldo, excedencias... siempre, sobre todo,con la exigencia de contratar otra persona, e intentandotambién siempre el que no se quede en una postura ética ypersonal sino se convierta en todo lo posible en exigenciade reparto: haciéndolo si se puede de forma colectiva, ale-gando motivos de conciencia, denunciando la pasividad delas empresas y la administración y con toda otra medidaque seamos capaces de desarrollar.

Seguro que todo eso no es suficiente, que el repartodel trabajo no soluciona de por sí y de forma inmediata ni lasituación de paro ni las de pobreza severa, necesitare-mos también otras medidas, y la renta básica universaly suficiente tendría que ser la principal. Simultáneamentehabría que promover puestos de trabajo intensivos enmano de obra y no en capital, y socialmente rentables:dependencia, cuidados, educación, cultura, tecnologíasblandas, agricultura ecológica... y, en alguna medida, hayque poner en cuestión un desarrollo tecnológico, siem-pre acompañado de un mayor gasto energético y de mate-rias primas.

Chema Berro Miembro de BANATU TALDEA. Iruña

EPor esa debilidad, en época de altísima tasa de paro como laactual, la mayoría de convenios negocian aumentos de jorna-da (o flexibilidades que disminuyen igualmente la necesidadde contratación), acompañados de reducciones salariales yendurecimiento de las condiciones laborales. A las personasen activo el paro les supone cobrar menos, trabajando máshoras y en peores condiciones. Un chollo, para la patronal.

Además, no estamosen una crisis cíclica, la ac-tual tiene unos compo-nentes de límites ecoló-gicos innegables que nose pueden obviar, y elparo no va a ser reabsor-bido por medio de unareactivación económica,que no va a darse ni esdeseable. Como muchasde las consecuencias dela crisis, si seguimos conlos mismos esquemas defuncionamiento social ycon el mismo modelo dedesarrollo el paro no ten-drá solución. Fiarla a lareactivación económicaes aplazarla para siempre.

En cualquier sociedadnormalizada o no enfermael paro sería un absurdo,lo normal sería que el trabajo que fuera necesario realizarse repartiera lo más equitativa y racionalmente. Pero no esel caso, vivimos en una sociedad enferma. La enfermedadde nuestra sociedad se llama capitalismo, que invierte laescala, poniendo el beneficio por encima de las personas yde la satisfacción de sus necesidades. Una enfermedad quese nos ha inoculado a todos en forma de individualismo,consumismo, insolidaridad, competitividad...

El capital saca provecho de las desigualdades internas(la mayor de las cuales es el tener o no tener trabajo) pararebajar las condiciones laborales y sociales de toda la po-blación y siempre deja abiertas esas desigualdades: si noes el paro, serán los miniempleos, la precariedad extrema...Las desigualdades, tanto internas como internacionales son elterreno en le que mejor se desenvuelve el capital para ejerceruna imposición creciente. A la inversa, la recuperación de unacierta capacidad de contestación social pasa por la reduc-ción de las desigualdades, reducción que, por otra parte,siempre debe ser el objetivo preferente de esa actuaciónsocial y sindical. El reparto del trabajo jugaría un papel im-portante en la reducción de las desigualdades internas.

Chema Berro

El Reparto del Trabajo,una propuesta

viable parauna vida

mejor

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viable parauna vida

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