Segundo, Juan Luis - Concepcion Cristiana Del Hombre-1962

  • Upload
    rinderk

  • View
    221

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

  • 7/30/2019 Segundo, Juan Luis - Concepcion Cristiana Del Hombre-1962

    1/20

    1

    Concepcin Cristiana de Hombre

    Juan Luis Segundo S. J.

    Conferencia dictada en los V Cursos Internacionales de Verano

    organizados por la Universidad de la RepblicaMontevideo, Uruguay, Febrero 19621

    -I -Cuando se me hizo el honor de invitarme a participar en estos cursos, junto al tema que me

    toca desarrollar "El hombre en el catolicismo", figuraba el del Profesor Mondolfo con el ttulo "El

    hombre en las corrientes marxistas". Luego el ttulo se modific, pero, afortunadamente, nodesapareci el tema.

    Y digo afortunadamente porque, en primer lugar, y de una manera si se quiere externa,ambos temas se justifican mutuamente, se justifican como confrontacin y dilogo. Hace dos aosRoger Garaudy, uno de los ms conocidos pensadores marxistas franceses, escriba su libro"Perspectivas del hombre". Su finalidad, tal como l mismo lo expone en la advertencia preliminar,era tratar de "extraer del anlisis crtico del existencialismo, del pensamiento catlico, delmarxismo, las convergencias posibles en un esfuerzo comn por captar al hombre total"2

    Pretenda entablar con esa obra, en torno a este tema del hombre que es precisamente elnuestro, lo que l llama con una frase que suena muy equvoca entre nosotros, un "dilogo devivos". Porque estimaba que la concepcin, marxista, catlica y existencialista del hombreformaban las tres corrientes vivas en las que se mueve el pensamiento de hoy. Lo que l decade Francia vale posiblemente para los pases latinos. Por lo menos mi pequea experiencia meindica que vale tambin, a grandes rasgos, para los tres pases latinoamericanos que ms conozco:Argentina, Chile y Uruguay.

    Claro est que, aun as, la tercera corriente, el existencialismo, no figura explcitamente en elprograma. Pero creo que no es posible dudar de que, a pesar de ello, ha estado presente en muchosde los planteos de este curso sobre el hombre, por lo menos en forma implcita.

    Porque, y sta es la razn ms profunda por la que he empleado el adverbioafortunadamente, esas tres corrientes estn necesariamente en dilogo. Hasta tal punto que or laexposicin de una es como estar al lado de una persona que est hablando por telfono. Para com-prender lo que dice tenemos que intercalar con la imaginacin preguntas, respuestas, malas pa-labras... es decir, al interlocutor.

    El mismo Garaudy escribe a propsito del marxismo-leninismo: "Es inevitable que unpensamiento militante sobre todo en momentos de extrema tensin histrica y polarizacin de fuer-zas, se vea obligado a adoptar, llevado por la necesidad de vigilar y de combatir, una ciertarigidez en el modo de acoger los pensamientos que provienen de otras fuentes; pero no existe lamenor duda para ningn marxista, a pesar de los tanteos y de los errores inevitables, de que elmarxismo, no puede vivir y desarrollarse sino integrando y sobrepasando todo lo que la filosofacontempornea tiene de verdaderamente vivo; el marxismo no sera el marxismo si se limitara a

    1 Digitalizacin de una copia mimeografiada de mayo de 1964.

    2Roger Garaudy "Perspectives de lhomme". P.U.P. Pars 1960 p. 1

  • 7/30/2019 Segundo, Juan Luis - Concepcion Cristiana Del Hombre-1962

    2/20

    2

    responder a Sartre con las objeciones que Marx le pona a Stirner, o a Husserl con la refutacinque hizo Lenin de las teoras de Ernesto Mach, o a Desroches o a Teilhard de Chardin con laargumentacin de Feuerbach.3

    Lo mismo ocurre, y es tambin Garaudy quien lo nota, con respecto al catolicismo: "La doc-trina catlica -escribe-, tiene la vejez de una larga tradicin, pero se ha tenido que enfrentar conexigencias nuevas, ha debido responder a problemas nuevos, y todo lo que hay de ms vital en el

    pensamiento catlico de hoy ha nacido como respuesta a esas urgencias".4

    Se podra perfectamente cambiar de sujeto y repetir del pensamiento catlico lo que diceGaraudy del marxista: "Es inevitable que un pensamiento militante, sobre todo en momento deextrema tensin histrica y de polarizacin de fuerzas, sea llevado a adoptar, acuciado por lanecesidad de vigilar y combatir, una cierta rigidez en el modo de acoger pensamientos que

    proceden de distintas fuentes, pero no existe la menor duda para ningncatlico, a pesar de lostanteos y de los errores inevitables, que el catolicismo no puede vivir y desarrollarse sinointegrando y sobrepasando todo lo que hay de verdaderamente vivo en la filosofa contempor-nea..." Y lo mismo exactamente podra decirse del existencialismo cuando sostiene la pretensin deser verdaderamente una filosofa.

    Habr, pues, de todas maneras, un dilogo. Al exponer lo que me parece ser la concepcincatlica del hombre, estar necesariamente dialogando con el resto del pensamiento vivo con-temporneo y muy particularmente con la concepcin marxista y existencialista del hombre. Us-tedes tendrn que or unilateralmente una especie de conversacin telefnica... No obstante, laorganizacin de estos cursos ha previsto la forma en que este dilogo se vuelva lo ms explcitoposible.

    ---------

    Y ahora unas brevsimas puntualizaciones previas que ya son, hasta cierto punto, una entradaen el tema.

    El tema que me toca desarrollar es el de la concepcin del hombre en el pensamientocatlico. Por qu catlico y no simplemente cristiano? Evidentemente, por una razn muyexplicable. Como ustedes saben muy bien existen distintas confesiones cristianas, una de las cuales,

    es la que se designa con el nombre de catolicismo. Es lgico por lo tanto que al pedirle a uncatlico que hable del tema, se haga mencin de que su pensamiento no va a representar a todo loque se puede llamar pensamiento cristiano.

    Que quede por lo tanto claro eso. Pero, en primer lugar, ello no puede impedir el empleo delos trminos cristiano, o cristianismo. No es posible pedirles a protestantes y a catlicos que acausa de sus divergencias dejen de lado los trminos que designan ms profundamente supensamiento, es decir, su adhesin al mensaje, a la revelacin cristiana. Se me perdonar, por lotanto, que use, refirindome al pensamiento catlico, el trmino de cristiano o decristianismo,sobre todo en un cursillo en el que tendremos que acudir con frecuencia a las fuentes mismas delpensamiento cristiano, muy anteriores, evidentemente, a las divergencias del siglo XVI.

    Pero, en segundo lugar, tampoco es verdad que yo represente aqu el pensamiento catlicosobre el hombre. No solamente por obvias razones personales de que nadie me ha investido de esarepresentacin y por lo tanto no puedo representar ms que a m mismo, sino fundamentalmenteporque ese pensamiento catlico sobre el hombre, en cierto sentido, no existe.

    No existe, por ejemplo, como podra existir una proclama, ya redactada que yo les trajeraaqu para leerla y defenderla despus. En cierto sentido se puede decir que los veinte siglos dehistoria del cristianismo no ha sido otra cosa que una progresiva exploracin, especulativa yprctica a la vez, de ese enigma que es el hombre, partiendo de las verdades bsicas que elcristianismo cree reveladas por Dios.

    3 Ibid p. 10

    4 Ibid pp. 7-8.

    http://cri._sti.a_-/http://cri._sti.a_-/http://cri._sti.a_-/
  • 7/30/2019 Segundo, Juan Luis - Concepcion Cristiana Del Hombre-1962

    3/20

    3

    Ocurre aqu algo semejante a lo que pasa en un partido poltico. Los que lo fundan y le danun programa, no prevn, como es lgico, lo que habr de ocurrir un siglo despus. Ello no quieredecir que, un siglo despus, el partido carezca de orientacin frente a las nuevas circunstancias.Siempre habr una lnea de orientacin, un sentido que viene del pasado y que permite leer einterpretar el presente. Se le es fiel, a pesar de que ya no se sigan literalmente las consignaspretritas. Ms aun, se le es fiel en la medida en que se tiene el coraje de renunciar a seguirlasliteralmente y de explorar su sentido ms hondo. 5

    Tendremos ocasin de ver ms en concreto, pero ya lo indicaba por otra parte Garaudy en eltexto citado, que la concepcin del hombre que pueda tener el cristianismo de hoy es y no es lamisma que la de los siglos medievales o la de la Iglesia de las catacumbas, as como nosotrossomos y no somos los mismos que fuimos en nuestra niez o en nuestra adolescencia. Si elcristianismo pretendiera ser la respuesta prefabricada y fija de una vez para siempre a losproblemas de todos los hombres de todos los tiempos, sera la tirana espiritual ms gigantesca dela historia.

    En cambio, si nos proporciona aquellas experiencias bsicas a partir de las cuales, viviendonuestra responsabilidad histrica y social, podamos construir al hombre que debe ser, entonces encada lugar, en cada poca, a cada instante tenemos que recomenzar el trabajo de captar la imagencristiana del hombre a travs de las situaciones nuevas que nos propone la historia. Y sta es la

    primera dificultad que experimento para decirles a ustedes cul es la concepcin cristiana delhombre.

    Pero existe otra, ntimamente ligada a la anterior. Permtanme referirles un hecho reciente.En Ro de Janeiro, en la ltima reunin mundial de la Juventud Obrera Catlica, se levant parahablar un delegado africano, y dijo lo siguiente: "Hace ms de cuatro siglos que el cristianismoexiste aqu, no es cierto?", le contestaron que s. "Y en esos cuatro siglos jams baj del 95% dela poblacin, no es as?" As es. "Entonces, en este continente prcticamente cristiano durantecuatro siglos, los cristianos han dejado surgir esas "favelas" y pueden convivir tranquilamentedas, meses y aos con esa miseria. Qu significado tiene entonces para ustedes la palabracristianismo?"

    En otras palabras, y desde nuestro punto de vista, la pregunta podra verterse as: Qu

    imagen del hombre han sacado ustedes del cristianismo para poder convivir sin angustia con esamiseria? Formular una pregunta as supone evidentemente dos cosas: primera, que existe de hechoya una concepcin del hombre en los llamados catlicos, ya sea que se tome como catlico a aquelque fue bautizado, aqul que contina profesndose catlico, o aquel que realiza un mnimodeterminado de requisitos. Para responder a esta primera pregunta, puesto que se trata de hechos,hay que llevar a cabo una encuesta sociolgica. Es decir, determinar primero a quines vamos allamar catlicos o cristianos -independientemente de cul sea su concepcin del hombre - yluego preguntarles con los mil procedimientos de la sociologa, cmo piensan que debe ser elhombre.

    Pero el delegado africano con su pregunta supona otra cosa ms: que una sola concepcindel hombre corresponda al cristianismo autntico, la que hubiera debido llevar a los que se decan

    cristianos a eliminar esa miseria. En otras palabras, l haba establecido lo que deba ser elcristianismo ante esa situacin histrica, y con esa norma en la mente juzgaba la realidadsociolgica.

    La pregunta nuestra: Cul es la imagen cristiana del hombre? tiene, por lo tanto, dosrespuestas posibles: la sociolgica, la que me indica lo que de hecho piensa una cantidaddeterminada de personas llamadas cristianas; y la de principio, la que consulta la fuente delpensamiento cristiano y frente a tal realidad histrica determina lo que debe ser la imagen delhombre para ser autnticamente cristiano.

    5 Cfr. Karl Rahner "Chalkedon - Ende oder Anfang?" en "Dan Konzil von Chalkedon"Echter. Wrzburg, 1954. Band III ss. 3-8.

  • 7/30/2019 Segundo, Juan Luis - Concepcion Cristiana Del Hombre-1962

    4/20

    4

    En nuestro estudio vamos a tratar de responder a esta ltima pregunta. Por la razn clara qunotaba tambin Garaudy: slo en este nivel puede haber dilogo.

    En efecto, estas dos vertientes de la pregunta y de la respuesta se encuentran tambin en lasotras corrientes de pensamiento actuales. Existe un determinismo sociolgico que moldea para lalucha cotidiana la mentalidad de los hombres que se dicen adherentes de tal o cual sistema. Y elresultado es una realidad masiva, polarizada., simplificada, rgida. Pero existe tambin laposibilidad de ver en el adversario algo ms que esa deformacin. Precisamente uno de los factores

    ms decisivos para impedir todo dilogo es que cada uno hable de su propio sistema en trminos delo que debera ser, mientras que supone que el sistema del adversario no es ms que suencarnacin sociolgica.

    El cristiano que pretende dialogar con un comunista, lo hace como si fuera un discpulo deCristo hablando con un asesino de Budapest. El comunista se enfrenta con el cristiano encarnandoel gran sentido de liberacin y promocin humana de Marx contra el perverso reaccionario culpablede todas las alienaciones. Y lo mismo con respecto al liberalismo. Galbraith escribe no sin humorque para los marxistas as estereotipados, "El capitalista posee una astucia o capacidad casiinfinita para todo, excepto para lo que se refiere a su propia supervivencia"6

    En otras palabras, el dilogo slo se puede entablar cuando se busca una fidelidad ms hondaque la oposicin literal a todo lo que no es la letra de la propia posicin.

    Y creo que eso es lo que se busca aqu: ese ir a las fuentes autnticas que posibiliten eldilogo. Es significativo, por ejemplo, a mi modo de ver, que el ttulo fijado inicialmente para suconferencia "El hombre en las corrientes marxistas", el Prof. Mondolfo lo haya sustituido este otroque apunta ms a la fuente "El materialismo histrico como humanismo y el hombre segn Marx".

    Mi propsito ser pues buscar a la luz de nuestra historia contempornea en las mismasfuentes del cristianismo cul debe ser su concepcin del hombre. Una bsqueda de la autnticaimagen cristiana del hombre.

    Tambin tendremos en cuenta, es cierto, pero de un modo secundario, esa realidad sociol-gica del cristianismo, y especialmente del cristianismo latinoamericano en lo que respecta a suconcepcin del hombre. Pero no para juzgar lo que debe ser, sino para explicarnos por qu es as.

    Por lo tanto, y esto es importante, ustedes mismos deben ser jueces. Ustedes mismos podrnjuzgar si la interpretacin que doy de esas fuentes es correcta, sean o no cristianos, del mismomodo que yo, sin ser marxista puedo juzgar la mayor o menor fidelidad a las fuentes de un profesorque me habla de Marx, de Malthus o de Sartre. No les hablo pues aqu como representante delclero, ni siquiera como representante autorizado de una creencia determinada. Cualquiera podrahacer, y hasta creo que todos deberan hacer, el trabajo que les propongo. Los invito en este cursolaico a realizar la aventura laica de decidir cul es en el momento histrico que vivimos la imagendel hombre que responde ms hondamente a las fuentes del pensamiento cristiano, fuentes quepertenecen indudablemente al pensamiento universal.

    -IIEl cristianismo signific para los que lo vivieron junto a su fuente, una doble revolucin

    religiosa, algo doblemente indito. Y ese algo se refera tan directamente a la concepcin de Dioscomo a la concepcin del hombre y de su existencia en el mundo.

    6J. Kenneth Galbraith "La sociedad opulenta". Trad. Estap. Ed. Ariel, Barcelona, 1960.p. 78

    http://fuenfces.es/http://fuenfces.es/
  • 7/30/2019 Segundo, Juan Luis - Concepcion Cristiana Del Hombre-1962

    5/20

    5

    Ustedes saben que Bultmann, discpulo de Heidegger y que ha aplicado sus mtodos alestudio del origen del cristianismo, ha llamado a las cartas de San Juan y de San Pablo la "primera

    fenomenologa de la existencia cristiana''. En efecto, en esos escritos del Nuevo Testamento noaparecen, como en los Evangelios, hechos, dichos, ancdotas, todo ese bagaje primero deacontecimientos que lleva consigo la existencia cristiana en su etapa ms primitiva y espontnea.En las cartas de San Juan y de San Pablo esa existencia se nos parece no slo vivida, sino tambinpensada. Hay all una meditacin, una reflexin sobre las nuevas dimensiones que adquiere la

    existencia gracias a la revelacin de Cristo.Pues bien, en la primera carta, de San Juan se repite dos veces esta frase clave que sintetiza,

    en cierto sentido, esa revelacin: Dios es amor. 7

    La filosofa griega, que se haba ocupado, mucho ms que el pensamiento hebreo, de definirel concepto de Dios, lo conceba en general como un principio infinito e inaccesible, inmutable eimpasible. No condeca ciertamente con ello la expresin Dios es amor. A no ser en un sentidosumamente lejano y desteido: Dios era el principio perfecto e indiferente de donde brotaba todoser y toda vida.

    El Dios de la Biblia, era tambin el principio de todo ser, pero adems apareca entrando enrelacin personal con sus creaturas: era fiel, justo, bueno. Despojando a la palabra "amor" de granparte de su resonancia humana, hubiera podido cuadrar a lo que el Antiguo Testamento deca deDios.

    La Revelacin cristiana iba ms all. No slo afirmaba que para conocer a Dios haba queempezar por el contenido de ese trmino "amor", sino que pretenda que ni siquiera bastaba conforjarse un concepto, ms o menos estilizado de lo que es amar. Pona claramente, como condiciny norma para acceder al conocimiento de lo divino la experiencia humana del amor que es don ygenerosidad. En efecto, no hay que olvidar que el trmino griego para designar aqu el amor no es"eros", el deseo, sino "agap", el amor don, comunidad. Pues bien, San Juan nos advierte ex-plcitamente que "El que no ha experimentado ese amor no conoce a Dios, porque Dios esjustamente eso".8

    Es decir que, segn sea, todas las otras imgenes y conceptos de la Divinidad, de lo

    Absoluto, han de ponerse de acuerdo con esa realidad de nuestra existencia emprica queexperimentamos en ese don espontneo y generoso de nosotros mismos que llamamos amar.

    Y, en efecto, San Juan ha descubierto ese interior de la Divinidad, cuando ha visto a Dioshecho hombre sufrir y morir por los dems: "Conocimos -escribe- que Dios es amor porque lovimos dar su vida por nosotros".9

    El contenido ms autntico de nuestro amor nos sirve pues para penetrar en el interior de laDivinidad: amar es volverse doblemente vulnerable, es vivir pendiente de otro ser, es vivir ennuestro ser lo que le ocurre, es tratar de parar con nuestro ser el mal que lo amenaza.

    Ahora bien, y aqu comienza a manifestarse la vertiente humana de este descubrimiento si-guiendo una perfecta lgica existencial que ustedes podrn apreciar, si es cierto que "Nadie tienemayor amor que el que da su vida por sus amigos"10, Dios, que la dio por todos no se guard nadapara s. Y puesto que su vida era, como hemos visto, esencialmente, ntimamente, amor, as aldarnos su vida naci en nosotros esa vida divina que nos permite tambin a nosotros, a pesar denuestra pobreza, amar de veras a nuestros hermanos.

    7 I Juan 4, 8 y 16

    8 I Juan 4, 8

    9 I Juan 3, 16

    10 Juan 15, 13

    http://interior.de/http://interior.de/
  • 7/30/2019 Segundo, Juan Luis - Concepcion Cristiana Del Hombre-1962

    6/20

    6

    "Sabemos experimentalmente -escribe San Juan- que hemos pasado de la muerte a la vida,porque podemos amar a los hermanos".11

    As las fuentes del cristianismo ven como una posibilidad estrictamente divina, como algoque supera todas las posibilidades del universo, el que un ser limitado, indigente y miserable,pueda, a pesar de su pobreza, olvidarse de s, darse. Segn ello, nada absolutamente en el mundoque vemos nos introduce ms en el conocimiento de lo divino y en su existencia misma, que esaincreble posibilidad de los ms necesitados de olvidarse de s en la solidaridad.

    Pero la lgica de este descubrimiento de la fe cristiana va a invadir todo el dominio de lapraxis humana. De una manera paradjica.

    En el evangelio de San Mateo se narra que un doctor de la ley le pregunt una vez a Jesscul era el gran mandamiento. Evidentemente preguntaba por lo absoluto en el orden moral. Ahorabien, Jess contesta, con dos mandamientos: "Amars al seor tu Dios con todo tu corazn... y elsegundo -prosigue- es semejante (en valor) al primero: amars a tu prjimo como a ti mismo" 12.La respuesta es lgica: lo absoluto en la moral humana no puede ser sino ejercer esa posibilidaddivina y absoluta que Dios le dio: la posibilidad de amar de veras. Ahora bien, sintetizando, losobjetos posibles de ese amor se pueden dividir en dos campos: Dios por un lado, los hombres porotro. De ah los dos mandamientos que resumen la ley prctica del hombre.

    Es ya ciertamente extraordinario que una religin equipare los deberes que tiene el hombrecon Dios, con lo absoluto, a los que tiene con los dems hombres sus semejantes,

    Pero hay ms. Hay lo que podramos llamar, si la palabra no fuera ambigua, el "materialis-mo" de los primeros pensadores cristianos, es decir, su desconfianza por toda idealizacin sin base,por toda pretendida intencin que no se concrete en lo visible. Hay dos mandamientos, pero uno esla medida, el criterio del otro. "Si alguien dice, -escribe San Juan- que ama a Dios y no ama a suhermano es un mentiroso. Porque quien no ama a su hermano a quien ve, cmo podr amar a

    Dios a quien no ve"13.

    En otras palabras, la posibilidad divina que Dios ha dado al hombre ha sido la de amar deveras, el autntico don de s, la generosidad que, como dice tambin San Juan, no sea "slo de

    palabra y de afecto, sino prctica y de veras"14. Y es evidente que ese problema y esa

    responsabilidad se le plantean al hombre cuando ve a su hermano. Es el amor del "prjimo" esdecir del prximo, el que se entra por los ojos 15.

    Y as, paradjicamente, la religin cristiana parece como que des-absolutizara a Dios paraabsolutizar al hombre. Los dos mandamientos se reducen a uno, y Jess deja como testamento unsolo mandamiento, una sola orientacin especficamente cristiana para orientar toda la praxis delhombre: "ste es mi mandamientos que se quieran entre ustedes como yo los he querido" 16.

    Desde entonces todos los escritos del Nuevo Testamento, todas las fuentes cristianas re-sumen de la misma manera esa imagen prctica del hombre. En realidad, todo ello no es ms que lalgica conclusin a partir de aquel descubrimiento: Dios es amor. San Juan en dos ocasionesresume as paradjicamente el desarrollo que hemos venido siguiendo. "Si Dios nos ama as(hastadar la vida por nosotros) nosotros tambin tenemos que dar la vida..." y cuando todos esperbamos

    11 I Juan 3, 14

    12 Mateo 22, 39

    13 I Juan 4, 20

    14 I Juan 3, 18

    15 Cfr. Lucas 10, 27-37

    16 Juan 15, 12

  • 7/30/2019 Segundo, Juan Luis - Concepcion Cristiana Del Hombre-1962

    7/20

  • 7/30/2019 Segundo, Juan Luis - Concepcion Cristiana Del Hombre-1962

    8/20

    8

    Evidentemente, todas estas grandes preguntas histricas no conducen generalmente arespuestas muy concretas. En cambio creo que puede ser interesante traducir a trminos actualeseste primer aspecto revolucionario del cristianismo que hemos hallado en sus fuentes primitivas,Qu significa, en la problemtica contempornea, esa imagen del hombre que nos presentaban, ensu contexto religioso original, los textos que acabamos de estudiar?

    Esto es lo que trataremos de ver maana.

    La mejor manera, me parece, de resumir lo de ayer, es seguir adelante... y tratar de poner enclaro esa impresin de extraeza que se tiene al contacto con las fuentes del pensamiento cristiano.

    De lo que vimos ayer surge, en efecto, la pregunta de si el cristianismo, en su autenticidadoriginal es, en rigor de verdad, una religin entre las dems, o una especie de revolucin que,partiendo, es cierto de una idea de la divinidad, absolutiza el mundo del hombre. De si, comoescriba Escarpit, es "una revolucin laica y anticlerical".

    Es posible, a pesar de estar trabajando durante veinte siglos en la civilizacin de Occidente,que esta novedad no se haya convertido aun en conciencia clara? O que se haya perdido apenas

    nacida?De todos modos, ah tienen ustedes un hecho claro y significativo: casi dos mil aos despus

    de la aparicin de esos escritos que ayer analizbamos, cuando todo el mundo en Occidente piensaespontneamente en el cristianismo cuando se oye mencionar el trmino religin, qu hallamoscuando se trata de definir tcnicamente este trmino? Una definicin que no se aplica,estrictamente hablando, al cristianismo.

    Hagamos la prueba con una de las obras ms clsicas en este orden de ideas: el "Vocabulariotcnico y crtico de la Filosofa" de Lalande. Bajo el ttulo religin encontramos lo siguiente:"Institucin social caracterizada por una comunidad de individuos unidos por 1) el cumplimientode ciertos ritos regulares y la adopcin de ciertas frmulas (rituales); 2) la creencia en un valorabsoluto, con el cual nada se puede comparar, creencia cuyo mantenimiento es el objeto de la

    comunidad; y 3) el ponerse el individuo en relacin con un poder espiritual superior al hombre,poder concebido ya sea como difuso, ya sea como mltiple, ya sea finalmente como nico, o seaDios"20.

    Ahora bien, si recorremos esos tres puntos, o mejor dicho los dos primeros, porquedejaremos al tercero para cuando tratemos la segunda revolucin religiosa del cristianismo, y loscomparemos con lo visto ayer sobre el cristianismo original, veremos, creo, que no concuerdanradicalmente. Con ello tendremos, al mismo tiempo un resumen de lo visto y una confirmacin yactualizacin de aquel anlisis.

    El primer elemento al que hace referencia nuestra definicin es el rito. No ser quizs lacaracterstica ms honda de una religin, pero la acompaa casi siempre. Podemos decir que el ritoes la accin cuya relacin con su efecto es misteriosa, preternatural, incontrolable y, por ende,objeto de revelacin y de fe. La religin suele casi siempre ensear al hombre cmo lograr lo quebusca por medios de eficacia invisible y divina. Porque en ese mundo de lo divino de poco vale latcnica y el procedimiento cientfico, es decir lo profano. Slo el rito es eficaz y decisivo.

    Pues bien, nada de eso apareca en lo que hemos estudiado del cristianismo original. En esejuicio universal donde todos los hombres sern aquilatados por sus actos, nadie pregunta por ritos,como ustedes han podido notarlo: la eficacia decisiva es la de haber dado un pan real al que tenahambre, una compaa fsica al que estaba realmente solo. El que no conoce la tcnica de hacer

    20 Andr Ladande "Vocabulaire technique et critique de la Philosophie". Alcan.Pars 1938.t. II, p. 703

  • 7/30/2019 Segundo, Juan Luis - Concepcion Cristiana Del Hombre-1962

    9/20

    9

    pan, tiene una puerta cerrada que ningn rito le abrir. Le quedan otras, pero todas suponen unsaber, una eficacia controlable y perfectible, una ciencia, una tcnica.

    El rito se realiza casi siempre en un lugar sagrado, por oposicin a las actividades profanas.El templo, el altar son los lugares propios donde se ejerce el rito, donde mediante esas accionessagradas el hombre se pone en contacto con lo absoluto u obtiene algo de l. Pues bien, elcristianismo saca lo absoluto de ese mbito. Jess dice en cierta ocasin, en el Evangelio quecuando el hombre est al pie del altar y recuerda que debe algo a su hermano, que deje el altar y

    vaya primero a solucionar su problema, su problema al parecer profano, porque el rito de nada leservira en caso contrario. 21

    Ms an, Jess habla expresamente de esa revolucin religiosa que introduce. Pasando porSamaria, una mujer se le acerca con una de esas tpicas preguntas religiosas que van a loaparentemente esencial, a lo absoluto: Dnde eran eficaces la adoracin y las oraciones? En eltemplo de Jerusaln o en el templo de Garizim? Jess le contesta que con l ha llegado elmomento en que una tal pregunta ya no tiene sentido. El "aqu" o "all" de la eficacia ritual yano importan. Lo decisivo, es "el espritu y la verdad" 22. Y llamaba espritu a esa posibilidad divinaque el hombre tiene de salir de s cuando lo posee un amor verdadero, y verdad ala eficacia prctica opuesta al simple rito.

    Y en el sentido en que el sacerdocio suele en las diversas religiones reservarse laexclusividad del poder ritual considerado decisivo, el cristianismo significaba una revolucinlaica y a-clerical. Ms an, pensando en la reaccin que ello suscitaba en un mundo donde elsacerdocio pretenda de hecho esa exclusividad, hasta se podra emplear el trmino que usaEscarpit: "laica y anticlerical".

    En esta extraa religin, la eficacia absoluta se sita, junto con la necesidad real que laprovoca, en el plano de la verdad. Es decir, en el plano de la eficacia material cuando se trata deuna necesidad material, en el plano de lo espiritual (con tal de no idealizarla) cuando la necesidades espiritual. En el cristianismo autntico ningn problema se soluciona supliendo laresponsabilidad de ese amor eficaz por una magia sagrada.

    El segundo elemento al que hace referencia nuestra definicin de la religin es la creencia,

    el dogma, la fe como un conocimiento especial de lo absoluto, propio de la comunidad religiosa deque se trata.

    Todas las religiones presentan un determinado credo, es decir, una va de acceso, abierta porla misma divinidad, hacia el secreto de lo absoluto, la adhesin a ese credo, a ese dogma, significapues la posibilidad de caminar por el nico sendero que lleva a la divinidad y por ende a lasalvacin definitiva.

    Pues bien, y por extrao que parezca, tampoco en ese sentido el cristianismo es una religinen la acepcin estricta de la palabra. Hay aqu una diferencia algo sutil, pero profunda y de granvalor para lo que veremos ms adelante.

    Cuando en ese juicio universal al que nos referamos los hombres se presenten ante el juez,la pregunta decisiva que se les dirige no hace mencin alguna de su adhesin a un credodeterminado: Me diste de comer? Me diste de beber?

    Ms an, no se hace all ni siquiera mencin de la situacin especial en que se hallarn loscristianos. Porque ellos ciertamente no preguntarn: Dnde te vimos hambriento o sediento? No lopreguntarn porque su misma doctrina se los dice. En ese juicio universal la salvacin se otorga alos que sin referencia concreta a Cristo han amado concretamente a sus hermanos.

    Por eso, aqu tambin aparece, paradjicamente, el cristianismo como una revolucin laica.En cierto sentido es, como si dijramos, la religin de la no necesidad de profesar una religin. Es

    21 Mateo 5, 23-24

    22 Juan 4, 19-24

  • 7/30/2019 Segundo, Juan Luis - Concepcion Cristiana Del Hombre-1962

    10/20

    10

    la religin que le dice al hombre: haces bien siguiendo el camino que te dicta tu corazn, cuandosigues su voz ms autntica. Eso es lo esencial.

    Cuando San Juan escriba, como vimos ayer, que sabemos por experiencia que hemos pasadode la muerte a la vida porque podemos amar a los hermanos, no se refera, como es lgico, a unaposibilidad que datara del ao uno de la era cristiana, sino a una posibilidad tan vieja, como lahumanidad. 23 La revelacin cristiana la confirmaba, la afianzaba, la haca religiosaexplicando su origen y su fin, y despejaba el panorama religioso afirmando que en esa posibilidad y

    no en otros ritos o creencias estaba el acceso a lo absoluto.

    El cristianismo se presentaba as como la explicacin y la confirmacin del movimientomismo que llevaba la humanidad entera y como la invalidacin de toda religin que pretendieraintroducir condiciones suplementarias, misteriosas, esotricas, a la salvacin.

    Por eso San Pablo, en su Segunda Carta a Timoteo le escribe: "Dios nos liber... segn suproyecto y su gracia (es decir su don), la cual se dio por Cristo desde el principio de los tiempos,pero se manifest ahora con la luz de nuestro salvador Jesucristo"24. Jesucristo es salvador, noporque haya abierto con su revelacin un camino indito para llegar a la felicidad, sino porquegracias a l, Dios hecho hombre, existi en el hombre, desde el comienzo de la humanidad, esedinamismo unnime que lo lleva a la ayuda mutua y a una solidaridad creciente.

    Los cristianos, segn la concepcin ms original del cristianismo, no son, por lo tanto, losque han sido informados de la existencia de un nico camino que lleva a la salvacin mientras losdems caminan por la senda equivocada.

    Se les seala el mismo camino que a todos los hombres. Se les da, con la revelacin, eso s,una mayor conciencia y una mayor certeza de esa orientacin, una mayor responsabilidad deayudar a los dems a caminarlo, y una esperanza mayor de lo que espera a los caminantes a su tr-mino. Porque, en efecto, aunque no podemos detenernos en ello, la vida futura que aparece unida ala revelacin cristiana no es, como hemos visto ya, una compensacin de lo que ac no se hizo, unsustitutivo de lo que se dej de hacer. Es la realizacin, an invisible, pero progresiva al mismoritmo de nuestra accin aqu, de un mundo donde ese amor efectivo que aqu tenemos, en la medidamisma en que es efectivo y sincero, se realiza sin lmites.

    Cuando en el primer siglo del cristianismo, Tertuliano introduce esa idea de que toda almahumana es "naturalmente cristiana" 25, la frmula puede parecer la insolente pretensin de unapequesima minora a ser la religin obligatoria de toda la humanidad. Pero notemos lacontrapartida de esa pretensin, manifiestamente incluida en ese adverbio "naturalmente". Porquecon l, en cierto sentido, renunciaba el cristianismo a ese carcter tpico de las religiones: laposesin exclusiva de un camino hacia Dios o hacia la salvacin. El cristianismo no poda dividirradicalmente a unos hombres de otros porque en el fondo, implcitamente, era el ncleo unnime deuna humanidad que estaba en marcha hacia un porvenir mejor, ms humano. Tendr de ese ncleoprofundo una conciencia ms clara y ms cierta gracias a la revelacin, pero el cristiano sabe que lno es todo en ese camino. Hay otros que tienen otras funciones, todas importantes, todasnecesarias.

    Se trata pues de una revolucin religiosa. No tanto, insisto, en comparacin con otras re-ligiones, sino con la misma concepcin vulgar, divulgada, de lo que es una religin.

    Notemos rpidamente:, antes de pasar al segundo aspecto de esa revolucin, que la objecinms seria que se le opone al cristianismo hoy en da, la que afecta a su misma concepcin delhombre, van al cristianismo identificado a esa definicin de religin que hemos estado estudiando.

    Existe una frase de Giono, el novelista francs, que expresa su negativa radical a sercristiano, y que me parece explicitar ms la conocida objecin que Marx, quizs con mayor

    23 Cfr. I Juan 1, 1

    24 II a Timoteo 1, 9-10

    25 Tertuliano Apologeticus Cap. XVII Migne Patrologa Latina I, 377

  • 7/30/2019 Segundo, Juan Luis - Concepcion Cristiana Del Hombre-1962

    11/20

    11

    precisin, planteaba a la "religin" (en su sentido ms clsico) de ser opio del pueblo. Giono dice,refirindose a los cristianos: "No quiero ser uno de esos hombres que atraviesan un campo debatalla con una flor en la mano".

    Si observamos atentamente la comparacin, tendremos la imagen de un hombre, no tantodominado por el egosmo, como dominado por la irrealidad. Mientras todos los dems estnembarcados por una lucha que ellos estiman de vida o muerte, ese hombre no las juzga digna de suatencin. No tanto porque sea un burgus. Marx en su famosa frase sita precisamente esta actitud

    en el mismo pueblo. Sino porque se ha acostumbrado nicamente a valorar lo que tiene valorabsoluto. Y eso pertenece a otro mundo, y no es, ni mucho menos el objeto de esa lucha,encarnizada de los hombres. Es la flor, ese absoluto que relativiza el inters por todo lo dems. Y,por qu se trata de un absoluto tan radicalmente ajeno a la vida real? Porque el hombre aprende dela religin que lo nico que importa es el contacto con lo divino, y los nicos medios eficaces delograrlo son los ritos y la adhesin a los dogmas. Cmo extraarse entonces de que se desentiendade lo relativo y busque simplemente en esa batalla algo totalmente ajeno, muy hermoso quizs,pero ciertamente muy lejano?

    El cristianismo, tal como lo hallbamos en sus fuentes autnticas, era una revolucin laica enlo religioso. En la misma medida le quita al hombre la flor de la mano y lo introduce en esa luchade vida o muerte. Segn su posicin en ella ser juzgado. Ninguna magia sagrada, ningn

    conocimiento de un camino especial escondido a los dems, debern sacarlo de ese combate,puesto que para ese combate y no para otra cosa se le ha lado la verdad revelada: que Dios es amory que todo amor efectivo se convierte en valor absoluto, en el nico verdadero valor absoluto de laexistencia humana.

    - III

    Vamos a entrar ahora en la segunda parte, en la consideracin de lo que podramos llamar lasegunda revolucin religiosa del cristianismo.

    Si ustedes recuerdan, en la definicin de religin que encontramos en el "Vocabulario de laFilosofa" de Lalande, se hablaba de un tercer elemento unificador, adems de los ritos y losdogmas, de esa institucin social que es toda religin: la relacin de sumisin del hombre conrespecto a un poder superior.

    Que Dios, el ser supremo, perfecto, creador, sea por su naturaleza superior a toda creatura,ello no constituye an lo religioso propiamente tal. Para que pueda hablarse rigurosamente dereligin, Dios debe ejercer, por as decirlo, esa superioridad, ese dominio, en el mundo real que esla morada del hombre.

    Ahora bien, Dios ejerce ese poder superior a travs de dos estructuras que se imponen alhombre desde ese plano superior y divino: las estructuras de la sociedad religiosa, directamente, ylas estructuras mismas del universo, indirectamente, es decir las leyes fsicas, psquicas, sociales,

    morales. Todas estas leyes ostentan, por su misma necesidad que parece ignorar la libertad delhombre, un carcter absoluto y divino. En otros trminos, la Iglesia y la naturaleza. Sometindose aesas estructuras por el poder divino que ellas representan, el hombre adopta una actitud religiosafundamental: el acatamiento de la divinidad.

    Podr parecer casual, pero la sumisin a la Iglesia y la sumisin a la naturaleza por motivosreligiosos, plantean los dos problemas ms profundos a la existencia cristiana, del primer siglo. SanPablo es consultado por las nuevas comunidades cristianas de Corinto, de Galacia y presiente lamisma pregunta en los cristianos de Roma. Debe resolver esos problemas, y lo hace en formaradical y revolucionaria tambin. La solucin es una para ambos problemas, la que, en sntesis les

    http://lucha.de/http://lucha.de/http://hablaba.de/http://hablaba.de/http://lucha.de/http://lucha.de/
  • 7/30/2019 Segundo, Juan Luis - Concepcion Cristiana Del Hombre-1962

    12/20

    12

    escribe a los cristianos de Galacia: "As Cristo nos dio la libertad. Por favor, permanezcan en ella yno vuelvan a aceptar la esclavitud" 26.

    Es decir, la actitud religiosa tradicional, en cuanto se relacionaba con la sumisin a la Iglesiay a la naturaleza, es clasificada por San Pablo como "esclavitud", como actitud sobrepasada o,como l dice tambin a los cristianos de Galacia, como la negacin misma de la novedad trada porJesucristo 27.

    Toquemos primero, el problema de la Iglesia. Vimos ayer, y tambin hoy en parte, cmo elcristianismo en su sentido ms original y autntico era una revolucin laica, dentro de lo religioso.Sin embargo, en esas mismas fuentes cristianas originales se habla de una iglesia fundada porJesucristo, con ritos, doctrinas, sacerdocio, y autoridad. Y se habla igualmente de la necesidad deesa iglesia para la salvacin 28.

    Parece difcil conciliar este aspecto con el precedente en una imagen cristiana del hombre. Esindudable. Tanto es as que normalmente la solucin consiste en suprimir uno de los trminos de laoposicin. Es frecuente que aquellos que perciben el aspecto revolucionario del cristianismo tengana la Iglesia cristiana como la revancha de lo habitual, como una recada en el concepto clsico dereligin, como la reaccin de la timidez ante la magnfica pero audaz visin renovadora de Jess.

    Y no faltan los que sigan el camino contrario. Si Jess fund una iglesia, todo lo que antes

    dijimos sobre su revolucin cristiana no tiene sentido, tiene que ser entendido de otro modo, nodebe tomrselo as, tal como suena.

    Evidentemente, cada uno es perfectamente libre de concluir que esos dos aspectos soncontradictorios y de preferir el uno al otro. Pero reconozcamos algo indudable: para las primerasfuentes del cristianismo los dos aspectos, aunque propongan difciles problemas, aunqueprovoquen una dolorosa tensin, han de mantenerse y conjugarse.

    Cristo realiz en lo religioso una revolucin laica y, no obstante, fund una iglesia y ladeclar necesaria. Cmo puede comprenderse eso? Cmo lo comprendieron los primerospensadores cristianos? En primer lugar, partiendo de lo que ya vimos, porque ello sigue siendoverdad, verdad fundamental y esencia, del cristianismo, su nico mandamiento, su nica lnea deaccin.

    Dijimos que el cristianismo llevaba consigo una revelacin, y que esa revelacin no sig-nificaba que los hombres que la reciban comenzaran gracias a ella a recorrer un camino especial,diferente. La revelacin los iluminaba sobre la manera de seguir con una mayor conciencia y unamayor esperanza el camino autntico de toda la humanidad.

    As la revelacin da, a los que la comprenden y la aceptan por la fe, la conciencia refleja delo que antes era slo espontneo. No es que este mundo est compuesto de hombres que marchanpor el camino del error hacia la muerte, mientras que unos pocos han tenido la suerte de conocer laruta verdadera y caminan por ella hacia la salvacin. No. Todos recorremos el mismo camino.Unos, con una confianza ciega, siguiendo esa corazonada de que habla San Pablo 29. Otros han odoy han credo, y saben. No lo saben todo, por supuesto, pero saben, por ejemplo, de dnde viene y adnde va esa fuerza ms profunda y unnime que existe en el corazn de los hombres y que poneen marcha la humanidad. Y adems han aprendido de esa revelacin muchas otras cosas sobre lasexigencias y las condiciones de un amor autntico. No lo saben todo, ni con mucho. Siguennecesitando de lo que saben los otros. Pero saben lo bastante para ayudar. Y para eso estn. Paraeso se les ha dado lo que saben.

    26 Glatas 5, 1

    27 Glatas 5, 2 y 5, 11-12

    28 Cfr. Marcos 16, 15-16; Hechos 16, 30-33 etc.

    29 Romanos 2, 14-16

    http://habla.de/http://cora.zona.da/http://cora.zona.da/http://habla.de/
  • 7/30/2019 Segundo, Juan Luis - Concepcion Cristiana Del Hombre-1962

    13/20

    13

    Pero San Pablo recuerda que si quieren ayudar eficazmente con eso que saben, necesitan deuna estructura organizada. Porque, como les escribe a los romanos, "Cmo habr quienes crean sino han odo? Y cmo oirn si no hay quien predique? Y cmo habr quien predique si no hayalguien que enve predicadores?"30.

    Ah tenemos pues claramente indicada la necesidad de esa estructura social compuesta poraquellos que han de ayudar a los dems primero en todo -es su deber de hombres y nadie losdispensa de l- pero tambin en esa funcin especial que les toca precisamente por su fe en la

    revelacin que han recibido.

    Dijimos que el cristianismo desconfiaba de las idealizaciones y aquilataba el amor por laeficacia del servicio prestado. Esto vale tambin para esa funcin propia del cristiano de trasmitir loque se le ha dado a los dems. Y as, en busca de esa eficacia, de esa verdad, de su amor a losdems, tendr que entrar en los engranajes de lo social, deber constituir, a pesar de todos lospeligros que ello trae, una sociedad organizada, visible, eficaz, que conserve y difunda ese mensaje.Eso es la Iglesia.

    Pero esa misma eficacia pide algo ms. Ya dijimos que todo hombre, aun sin saberlo, recibede Dios, segn la concepcin cristiana, el poder amar de veras, el poder darse a s mismo a losdems. Queda entonces en su libertad el hacerlo o no. Pues bien, el cristiano necesita comocualquier otro ese poder que le viene de Dios, esa gracia. Pero necesita, adems, para podercumplir su funcin especfica, que es llevar a los dems la conciencia de esa gracia, el poder vivirlal en forma consciente y meditada, no slo espontnea, en las distintas circunstancias de su vida.Para que eso suceda realmente as, estn esos ritos llamados por los cristianos sacramentos. Lagracia de Dios que llega a todo hombre, llega a ellos mediante un smbolo, o signo visible que, almismo tiempo la explica y hace reflexionar sobre su significado.

    As por ejemplo, el poder vivir la solidaridad entre los hombres es, segn vimos, en laconcepcin del cristianismo original, una posibilidad que viene de Dios, un don, una gracia deDios. El cristiano, como todo, y en la misma medida que todo hombre, la recibe de Dios, decorazn a corazn. Pero al cristiano, que tiene que servir a los dems con el mensaje de lo que esagracia significa, la gracia se le da precisamente con su mensaje, es decir, con un signo o smbolosensible: el de una mesa comn donde todos se alimentan del mismo pan y del mismo vi no.

    En otras palabras, la Iglesia es la sociedad visible instituida por Jesucristo para darle eficaciaa esa funcin especial que han de desempear los que crean en l en beneficio de toda lahumanidad. El cristianismo podra llamarse la religin del amor verdadero, y la Iglesia cristiana esesa organizacin especial destinada a ayudar a esa realidad comn de todos los hombres medianteuna conciencia ms profunda y ms cierta de la orientacin y del trmino de ese camino.

    Pues bien, entendindola as, paradjicamente otra vez, el hombre se libera de la Iglesia.Porque evidentemente, la Iglesia puede esclavizar, y contra esa esclavitud tuvo ya que luchar SanPablo en los orgenes mismos del cristianismo.

    En las primeras comunidades cristianas pronto surgieron los que podramos llamar los"acomodos" con Dios mediante la Iglesia. No sera ms eficaz para ponerlo a uno bien con Dios

    un bautismo dado por una personalidad eclesistica, que el mismo bautismo conferido por uncristiano cualquiera?31. No valdra ms ante Dios el declararse discpulo de la doctrina de Pedro, elapstol, el primer pontfice de la nueva iglesia, que de la doctrina de Pablo, un predicador que nisiquiera haba visto a Cristo? 32No estaran finalmente ms cerca de Dios los que, adems deseguir los nuevos ritos, continuaran sometidos a las prescripciones rituales de Israel?

    En otras palabras, el hombre, insaciable interesado, buscaba su salvacin sometindoseservilmente a las reglamentaciones de ese mundo divino y superior que entrevea en la Iglesia.

    30 Romanos 10, 14-15

    31 I Corintios 1, 10 y sig.

    32 I Corintios 3, 3 y sig.; Glatas 1, 11 y sig.

  • 7/30/2019 Segundo, Juan Luis - Concepcion Cristiana Del Hombre-1962

    14/20

    14

    Como San Pablo les explica a los cristianos de Corinto, no se trata de someter la libertad creadoradel hombre a cosas, a rangos, a elementos del mundo, ni siquiera, dentro de la Iglesia. "Que nadie

    se esclavice, a hombres -escribe-Porque todo es de ustedes, la Iglesia, el mundo, la vida... Todo esde ustedes"...33

    La Iglesia ser necesaria, pero no porque el hombre no valga nada sin ella, no porque ellaposea una eficacia exclusiva para llevar a la salvacin a los hombres por un camino diferentejalonado por prescripciones dogmticas y rituales. Ser necesaria para todo hombre que comprenda

    y acepte lo que ella significa. Porque si comprendiendo y aceptando que ella posee la concienciaverdadera de ese movimiento de la humanidad entera, rechazndola se rechazara el pertenecer aese movimiento mismo. No se puede seriamente querer una accin y rechazar la conciencia de loque significa.

    Ms an, por el hecho de que la Iglesia no puede apartarse, sin dejar de ser lo que es, de esemovimiento universal, unnime, y de que cree tener de l un grado de conciencia mayor, no hayque extraarse de que use frmulas como sta "fuera de la Iglesia no hay salvacin". No es que laIglesia tenga una exclusividad de la que no puedan participar los que no aceptan sus dogmas o noreciben sus sacramentos. Es la participacin sincera en ese camino de solidaridad lo que salva -nohemos renunciado a ello- pero la Iglesia llama justamente a eso participar de su vida 34. Del mismomodo que Hegel, por ejemplo, llamaba ya actividad del espritu absoluto a lo que an luchaba en la

    contradiccin sin tener conciencia del trmino de esa dialctica. La expresin, igual que aquellaotra sobre el alma naturalmente cristiana, revela, no una pretensin descabellada, sino la renuncia atodo esoterismo, a toda exclusividad,

    Pero volvamos, para terminar, a nuestro tema: la Iglesia puede esclavizar cuando se ve enella un mundo estructurado por Dios para que el hombre, sometindose a l, tenga acceso a la di-vinidad .

    Pero no slo la Iglesia puede esclavizar as. Exactamente lo mismo puede ocurrir con lanaturaleza. Las estructuras, las leyes del universo pueden aparecer como puestas por Diosindependientemente del hombre, como un poder superior propio de Dios. Si el hombre se somete al, se realiza y se salva. Si lo rechaza, ser libre, pero su rebelda intil estar destinada a latragedia, al vaco.

    Si el mundo est fijado y determinado por lo divino, la libertad del hombre es un absurdo.San Pablo luch durante aos, con toda su energa para que los corintios, los glatas, los romanos,comprendieran... qu? Que eran sencillamente dueos del mundo. Que no exista un podersuperior, sino una persona a quien tenan que llamar Padre 35. Que estaban en su casa en eluniverso. Que todo el mundo le haba sido dado, total, definitivamente al hombre. Y quejustamente lo haban sabido los hombres cuando vieron a Cristo, Dios hecho hombre, darlo todo, yaun su propia vida, por todos y cada uno.

    Quieren un ejemplo reciente de lo que esto significa? Sin abrir juicio, lo cual no sera demi incumbencia ni pertenece al tema, sin abrir juicio sobre la realidad social del campesinadobrasileo, les quiero leer unas pocas frases de "Escucha campesino"' de Francisco Juliao: "El la-tifundio se vale del nombre de Dios. Cmo? Te explico. El latifundio dice as: Si uno es rico yotro es pobre, el uno tiene tierra y otro no... si uno vive en palacio y otro en una choza, es porque

    Dios lo quiere. Quien se rebela contra eso se rebela contra Dios... El mundo siempre fue as. Y hade ser siempre as. Es Dios quien lo quiere. As habla el latifundista, campesino. Usa el nombrede Dios para asustarte. Porque t crees en Dios. Pero ese Dios... no es tu Dios" 36.

    33 I Corintios 3, 21-22

    34Cfr. Karl Rahner "Ecrits thologiques. Trad. Fran. Givord. t. II "Lappartenance al'Eglise". Descle. Pars 1960.

    35 Glatas 4, 1-7

    36 Francisco Julio "Escucha, campesino". Ed.Presente. Montevideo 1962. pp. 55-56,

  • 7/30/2019 Segundo, Juan Luis - Concepcion Cristiana Del Hombre-1962

    15/20

    15

    La segunda revolucin religiosa del cristianismo se parece, en cierto sentido, a la dePrometeo: quitarle al mundo a los dioses para drselo al hombre. Slo que aqu nadie le quitanada a Dios. Es Dios mismo el que lo ha dado. Nadie puede escudarse en l para justificar lo queexiste de hecho. Porque desde un principio todo el universo estuvo dado al hombre, aunque steno lo creyera o no lo supiera. Es una simple relacin de valor perfectamente lgica cuando seama: la libertad del hombre vale ms que todas las estructuras del universo.

    Ahora bien, cmo se conjugan esas dos revoluciones en una imagennica del hombre, y

    cmo el cristianismo confronta esa imagen del hombre con el mundo de la tcnica? Eso es lo quetrataremos de ver maana.

    Para resumir brevemente lo visto ayer, confrontemos una vez ms el pensamiento quehemos hallado en las fuentes del cristianismo con los problemas del pensamientocontemporneo.

    Habamos visto que la segunda revolucin del cristianismo original en el plano religiosoconsista en reemplazar por una relacin personal la sumisin del hombre a un poder superior

    encarnado en las estructuras de la Iglesia o en las leyes de la naturaleza.Ayer vimos cmo la primera objecin, sobretodo de origen marxista, iba enderezada al

    cristianismo concebido como religin en el sentido clsico de la palabra y no a su autnticaconcepcin del hombre.

    Hoy vamos a ver cmo una segunda objecin, proveniente esta vez del existencialismo (yasea liberal, ya de izquierda), va contra un cristianismo identificado con otra actitud religiosaclsica: el sometimiento de la libertad a la ley para alcanzar a Dios. Esto nos ayudar por unaparte a rever y por otra a profundizar lo que vimos en la segunda parte de nuestra exposicin deayer.

    Creo que a ttulo de ejemplo valdr una de las ltimas escenas de "Las Moscas" de Sartre,en que Orestes, el protagonista, se enfrenta con Jpiter despus de haber asesinado por venganza a

    Egisto y a su propia madre Clitemnestra.

    Jpiter utiliza una jerga demasiado cristiana como para no ver en l a un smbolo del Diosdel cristianismo. Quiere lograr de Orestes un acto de arrepentimiento y para ello, mostrndole eluniverso, le dice: "Escucha la armona de las esferas, ese enorme canto mineral... No ests en tucasa, intruso; ests en el mundo como la astilla en la carne... pues el mundo es bueno;lo hecreado segn mi voluntad y yo soy el Bien. Pero t, has hecho el mal" 37.

    Notemos desde ya la diferencia radical con el pensamiento de San Pablo sobre la posicindel hombre, en el cosmos, a pesar de tratarse, en el caso de Jpiter de Sartre, de un Dios tanpoderoso y razonable... Para San Pablo, como les escribe a los cristianos de Galacia, el hombre enel mundo es como el hijo en la casa de su padre. Mientras es menor de edad, est sujeto a sumaestro y a los empleados de su padre. A juzgar por cmo le mandan todos, parecera el ltimo detodos los dependientes, siendo que es ya, siendo que siempre ha sido seor de todos 38. Perocuando llega su mayora de edad, se revela su carcter de hijo: est en el mundo como en su propiacasa, porque es su propia casa 39 . Ya no tiene que someterse a ningn elemento del mundo, porquel, con su libertad, es el que ha de sealarle a cada uno de esos elementos su propio valor. Ellos de

    37 Jean-Paul Sartre "Teatro".Trad. Bernrdez Losada, Buenos Aires 1948. pp. 77 y sig.

    38 Glatas 4, 1-3

    39 Glatas 4, 4-7

  • 7/30/2019 Segundo, Juan Luis - Concepcion Cristiana Del Hombre-1962

    16/20

    16

    por s son vacos 40. Y esclavizarse a ellos, ignorar su libertad frente a ellos, es ofender al Padre quese los dio.

    Considerar de otro modo el mundo, su realidad y sus leyes es entrar con el Jpiter de Sartre,en el impasse de la libertad. En efecto, sigamos oyendo a Jpiter: "El Bien est en ti, fuera de ti... les el que permite el xito de tu mala empresa, pues fue la claridad de las antorchas, la dureza de tuespada, la fuerza de tu brazo... Tu cuerpo mismo te traiciona porque se acomoda a mis

    prescripciones... Y ese MAL de que ests tan orgulloso, qu es (entonces) sino un reflejo del ser..

    una imagen engaosa, cuya misma existencia est sostenida por el Bien? Vuelve a la naturaleza..."

    Pero Orestes reflexiona. Qu significa entonces su libertad si el valor de sus actos se lodicta esa naturaleza? Ser el hombre el nico ser privado de esa seguridad instintiva, elemental,para lograr su destino? La libertad es slo una absurda posibilidad de equivocarse, de extraviarse?Ciertamente, la libertad del hombre, aun antes de que haga el mal, es ya una astilla en la carne de lanaturaleza, en el orden del mundo.

    Y Orestes se decide: "Jpiter-dice-, eres el rey de las piedras y de las estrellas... Pero noeres elrey de los hombres... Fuera de la naturaleza, contra la naturaleza, sin excusa... pero novolver bajo tu ley; estoy condenado a no tener ms ley que la ma (si mi libertad ha de tener algnsentido) ... Porque soy un hombre, Jpiter, y cada hombre debe inventar su camino"

    Pero el Jpiter de Sartre no es el Dios cristiano: es ese poder supremo de que habla ladefinicin clsica de religin. El Dios que San Pablo conoce es el que dice, como hemos visto ayer:"Todo es tuyo". Inventa, por lo tanto, tu camino. No tienes para ello que disputarme nada a m. Peroaade: "Slo que esa libertad no sea para ti una ocasin de egosmo" 41.

    Con esto tenemos, muy en sntesis, claro est, completada la imagen del hombre propia delcristianismo. Los dos extremos se han tocado: la libertad del hombre es creadora, pero slo tieneverdadero sentido de libertad cuando se realiza en el amor que es don de s a la comunidad. Yviceversa, el destino del hombre es social, pero de tal manera que pueda ser libre y creador en losocial. Para la imagen cristiana, del hombre no existe lo social como preexistiendo a la persona,pero tampoco existe lo privado como refugio de la arbitrariedad.

    Yo no s si los principales rasgos de esta imagen cristiana del hombre habrn quedado claros

    a travs de una exposicin tan rpida y densa, sospecho que no. Pero las sugerencias son a menudoms tiles que los sistemas, cuando se trata de cursos.

    De todos modos, lo que diga desde aqu hasta el final no podr ser otra cosa que sugerencias,demasiado rpidas y por lo mismo, en la simplicidad de su enunciado, superficiales. Ustedes medisculparn.

    -IV

    Decamos al comienzo de estos cursos que en el dilogo que queramos entablar, todos es-

    tbamos convencidos de que slo integrando y superando lo que hay de profundamente verdaderoen las otras corrientes de pensamiento, puede vivir y valer la propia.

    Vamos a tratar, brevsimamente de hacer un poco ms explcito el dilogo que -ustedes lohan notado- no ha estado nunca ausente en todo lo que dijimos hasta aqu.

    Por un lado, el cristianismo ve en la libertad de cada persona humana un valor irreductible.Dios es amor, y amar es siempre comenzar por querer libre al ser amado. Objeto de un amorpersonal por parte de Dios, todo hombre tiene o debe tener el universo ante su libertad como un

    40 Glatas 4, 8-9

    41 Glatas 5, 13

    http://rey.de/http://rey.de/
  • 7/30/2019 Segundo, Juan Luis - Concepcion Cristiana Del Hombre-1962

    17/20

    17

    artista, el material de su obra. Todo orden que pretenda solucionar otras necesidades humanas y nosta, no ser cristiana.

    Con esto la imagen ms autntica del cristianismo cree coincidir con la adquisicin msvaliosa del pensamiento existencialista. Y ustedes se habrn ya dado cuenta de que porexistencialismo entiendo algo ms vasto que lo que se suele comprender en esa palabra. Creo quees un poco como la codificacin y la explicitacin de una serie de experiencias que la culturaoccidental ha realizado, fuera de la corriente cristiana, en orden a lograr una mayor libertad y una

    captacin ms honda del valor de esa libertad. Por eso englobo en la palabra mucho ms de lo queella significa tcnicamente en filosofa.

    Pero, qu hacer con esa libertad, con esa facultad creadora? El existencialismo la opone, porregla general, a la religin y a la naturaleza, y de una manera especial, a todo lo que pretendedeterminar al hombre en nombre de la ciencia o de la sociedad o de las leyes de la historia. En esedilema, una vez ms, qu hacer con esa libertad que parece constituir la esencia misma delhombre? Renunciar a ella, dejndose llevar por las leyes de la naturaleza o de la historia, orebelarse estrilmente para cultivar esa misma capacidad de elegir?

    Para el cristianismo el dilema no se presenta as. El hombre no est con su libertad frente auna naturaleza inferior a l. Est frente a otros hombres y en esa comunidad lo espera el valorabsoluto capaz de llenar de sentido esa libertad. La libertad cristiana es radicalmente social. Elhombre es libre cuando se da espontneamente, en el amor, a otras personas. Cuando se quiere deveras, se es libre y no obstante se somete el hombre seriamente a las leyes naturales y sociales pararealizar ese amor, sin sentirse alienado por la obligacin que ellas imponen. Es extrao que lafenomenologa existencialista no haya hecho un anlisis serio del amor y de la solidaridad, cuandolo ha hecho de la angustia, de la libertad, de la mala fe. En este punto, la imagen cristiana delhombre cree encontrar uno de los elementos ms profundos y verdaderos del marxismo.

    Para esa imagen cristiana, la libertad personal, facultad creadora en lo social, no exige loprivado como el campo de lo arbitrario donde el hombre pueda realizarse individualmente haciendolo que se le antoje. Pero exige que en ese darse a los dems, lo social instituido como estado opartido respete su poder creador.

    Valga, una vez ms, un ejemplo. Merleau-Ponty, el conocido filsofo francs, unos mesesantes de su muerte narraba as la discusin aparentemente poltica, pero en realidad filosfica, quelo haba separado de Sartre.

    Haban discutido sobre la decisin que haba que tomar frente a la divisin del mundo en dosbloques. Sartre pretenda que haba que elegir, y que haba que decidirse por Rusia y el bloquecomunista. Merleau-Ponty deseaba conocer ms antes de decidirse. No vea claro en lasintenciones, en los mtodos, en las actitudes profundas de ese bloque. Pero el principal argumentode Sartre iba a la nocin misma de la libertad, le deca a Merleau-Ponty: "Es la misma medida enque quieres considerar ms lo que hay que elegir, disminuye tu libertad. En el fondo lo que tquieres sin confesarlo es ver tan claro lo que hay que elegir, que simplemente ya no tengas enrealidad que elegir, porque la eleccin est ya hecha". Y Merleau-Ponty sacaba la consecuencia:"Entonces cuando menos se piensa, en la razn de elegir algo, tanto ms libremente se lo elige. Yla libertad ms perfecta es la que elige con los ojos cerrados, la que se juega sin apoyo alguno, laque ejerce ms radicalmente su dominio sobre todo".

    Lo paradjico es que esa concepcin de la libertad y su dominio absoluto sobre toda larealidad, que Sartre esgrima para aconsejar la adhesin al comunismo le mantendra siemprealejado de l. Ms alejado de lo que l mismo quisiera. Porque, y no sin razn, el marxismoleninismo ve en el existencialismo, aun cuando lo sustenten elementos de izquierda, la ltima yms genuina consecuencia de la ideologa liberal. Ms an, en la actitud del marxismo leninismocontra todo izquierdismo o marxismo heterodoxo, anrquico, est, en el fondo, la acusacin detener una concepcin burguesa y liberal, o si se quiere implcitamente existencialista, de la libertad.Y ciertamente, no se puede hacer la revolucin conservando el terrenito propio,

    Pero, viceversa, es posible hacerla sin tener previamente en cuenta la mayor de lasalienaciones que es la prdida del poder creador del hombre en las mismas estructuras sociales?

    http://quiere.de/http://quiere.de/
  • 7/30/2019 Segundo, Juan Luis - Concepcion Cristiana Del Hombre-1962

    18/20

    18

    Es posible impedir efectivamente las aberraciones posibles en toda revolucin, como el culto a lapersonalidad, el olvido de las etapas necesarias (todo lo cual se traduce en alienaciones semejantesa las anteriores), es posible impedirlas efectivamente si el orden social no lleva ya desde elcomienzo clara y prcticamente indicada la manera de respetar el poder creador de cada hombrecuando ste se vuelca hacia lo social?

    Creo que en torno a estos problemas es posible y urgente dialogar. Y la primera condicinpara ello ser la de reconocer de antemano, como yo lo reconozco el que sin querer simplificamos

    las posiciones contrarias a la nuestra. Un dilogo profundo mostrar precisamente que esas posi-ciones son ms complejas, ms ricas, ms hondas y consiguientemente ms concordes.

    Ese dilogo es tanto ms necesario para el cristianismo cuanto es consciente de que esa ima-gen del hombre sacada de las fuerzas originales no concuerda 'en una buena medida' con la imagendel hombre de esa realidad sociolgica llamada cristianismo.

    Al hacer con ustedes ese recorrido de las fuentes del pensamiento cristiano, en ningn mo-mento he olvidado que hay una realidad sociolgica que parcialmente desmiente la imagen del

    hombre que all encontrbamos.Primera pregunta, pues, que vamos a hacernos con respecto a ese cristianismo sociolgico:

    cul es, de hecho, la imagen que se hace del hombre el cristianismo de nuestros pases?

    En una buen a medida, es la misma deformacin que apareca, como hemos visto, ya en losalbores del cristianismo. Es la que hace, que despus de veinte siglos, se d de la religin enOccidente, una definicin que, rigurosamente hablando, no conviene al cristianismo.

    La revolucin religiosa de Cristo era tanto ms difcil de captar plenamente cuanto era mscompleja: poda ver las mismas cosas habituales con una mirada nueva, ms desinteresada, msprofunda. Poda ver en la Iglesia otra cosa que una secta, en los sacramentos otra cosa que unamagia, en la doctrina otra cosa que dogmas esotricos, en la estructura eclesistica otra cosa que unmedio de acomodarse con Dios ignorando el resto, en las leyes de la naturaleza otra cosa que una

    alienacin de la libertad.

    Pero para reunir la eficacia con esa nueva visin ms desinteresada y ms honda de loselementos religiosos habituales, era menester vivir una tensin. No poda ser ello la cmoda uestable posesin del hombre-masa. Era un fermento, algo pequeo y fuerte, segn la mismaexpresin de Jess. Un puado de fermento que se esconde en la masa, pero nunca la masa misma.

    Una segunda pregunta con respecto a la realidad sociolgica del cristianismo podra ser lasiguiente: en qu medida exactamente el cristianismo sociolgico puede pretender representarhoy esa imagen del hombre propia del cristianismo autntico? O la ha perdido totalmente? Estoyseguro que ms de uno de ustedes ha dicho, por lo menos para s, al orme hablar de esa concepcindel hombre propia del cristianismo autntico: "eso es lo que inventan ahora..."

    Por eso quise desde el principio separar claramente lo que iba a decir, de la realidadsociolgica del cristianismo, y realizar un estudio de las fuentes que cualquiera puede hacer ojuzgar. Pero ahora que tocamos esa realidad surge la pregunta de cmo se combinan el debe ser y larealidad en el cristianismo. O si estn total e irremediablemente separados. Noten que creoperfectamente justificada la pregunta. Y necesaria. Pero no puedo contestarla aqu. Eso s seraproselitismo. Porque es evidente que si yo soy cristiano es porque no reconozco esa ruptura total.Creo que el fermento del cristianismo autntico se da en la Iglesia real en una medida tal que mepermite pertenecer a ella sin traicionar la esencia del mensaje cristiano. Pero mostrar como llego aesa conviccin es algo demasiado personal y subjetivo, para que pueda ser objeto de este curso. Nose puede medir algo tan sutil como esa distancia entre los dos cristianismos, simplemente desdefuera, sin hacer la experiencia, y una experiencia amplia y profunda de lo que es la Iglesia. Y si yopretendiera suplir en ustedes con mi testimonio esa experiencia, mis palabras seran simplemente

    las de un creyente.

    http://on.br/http://on.br/
  • 7/30/2019 Segundo, Juan Luis - Concepcion Cristiana Del Hombre-1962

    19/20

    19

    Pero hay una tercera pregunta y sa si merece ser propuesta y respondida aqu: Qufuerzas histricas han intervenido para producir esa deformacin parcial que presenta elcristianismo sociolgico?

    Bastar reconocer algunos grandes hechos histricos para dar una respuesta, aunque someraa esta pregunta. Durante cierto tiempo, en sus orgenes, el cristianismo sociolgicamente hablando,estuvo compuesto por convertidos. Cada cristiano haba sentido una vez en su vida la sorpresa detopar con esas fuentes que hemos analizado, y con su mensaje revolucionario. Las desviaciones,

    fciles de explicar, que seala San Pablo, son individuales.

    Pero llega un segundo instante, y ya se nace cristiano. Cuando se nace cristiano es difcilvolver a encontrar en toda su frescura el sabor de las fuentes del cristianismo. Mil actitudes ymaneras de pensar estereotipadas ponen una barrera entre el cristianismo original y el cristianismodemasiado cristiano. Ser para l una fortuna el tener que convivir con otros que lo haganreflexionar, con adversarios que lo hagan profundizar en lo que hasta cierto punto ignora.

    Pero llega un tercer instante y la conversin masiva de la clase gobernante del mundooccidental, convierte a ste en una mquina de hacer cristianos. Esa casi absoluta unanimidadproducida no por una ntima y profunda adhesin a las fuentes originales, sino por la simplepresin social conduce a ese fenmeno de deformacin que sealbamos. Hubiera sido unaaberracin histrica que ello no ocurriera as.

    Pero justamente ah tenemos a los restos de ese mundo unnime, masivamente cristiano,frente al mundo de la tcnica, Qu va a suceder? Esta ser la cuarta y ltima pregunta.

    Cmo se enfrenta el cristianismo con el mundo de la tcnica? Si nos referimos a suautntica imagen del hombre, la tcnica le plantea problemas en cuanto plantea problemas a lalibertad misma del hombre. Y slo me cabe en este punto hacer mo el anlisis que hizo aqu endas anteriores el Dr. Moreno hablando precisamente de este tema.

    Creo que poco se puede agregar a ese anlisis, sumamente concreto y rico, si algo puedoagregar desde mi punto de vista, es esta impresin general, inspirada en una observacin deGurvitch en su obra: "Determinismos sociales y libertad humana" 42

    Cuando todos los determinismos que actan en la vida humana, de cualquier clase que sean,se reducen a su denominador comn, y se suman entre s, el resultado es lo que llamamos eldeterminismo, en singular. Y como en ninguna parte dejamos de encontrarnos con l, concluimosque en ninguna parte se da la libertad. Es decir, nos alarmamos en proporcin creciente a medidaque sumamos determinismos. Pero la suma est mal hecha, dice con mucho acierto Gurvitch. Loque existe realmente son determinismos, en plural. Que no se suman formando bloque, sino que secombinan de mil maneras y que pueden estructurarse por lo tanto en buena parte libremente, entorno a tal o cual imagen del hombre.

    Lo mismo podramos decir aqu. Si sumamos las tcnicas bajo el rtulo nico de la tcnicaen singular, no veremos ms que ese denominador comn, pero lo veremos en todas partes: la tc-nica tiende a convertir en automtico, en una segunda naturaleza, lo que antes exiga una decisin,lo que antes exiga el ejercicio de la libertad. Cuando, por ejemplo, mecanizo mis reflejos parasubir a un mnibus, es evidente que ya no usar la libertad para decidir qu pierna voy a moverprimero. Y si hago algo equivalente en los dems planos, parece que la suma me va a convertir enun perfecto autmata. Y no es as. La experiencia me prueba que lo que sucede es que traslado milibertad desde el mover la pierna a elegir el mnibus, por ejemplo. O sea, en otras palabras, trasladoel ejercicio de la libertad a jerarquizar entre s para una finalidad acciones que ciertamente se hanvuelto automticas. Si advertimos, pues, que la tcnica es una abstraccin, y que existen enrealidad tcnicas en plural, creo que podemos constatar que hablando en general, la libertad sigueteniendo la misma funcin que antes. Existen probablemente en la tcnica (vamos a utilizar el

    42 Georges Gurvitch "Determinismes sociaux et libert humaine", P.U.F, Pars 1955, p. 9.

  • 7/30/2019 Segundo, Juan Luis - Concepcion Cristiana Del Hombre-1962

    20/20

    20

    singular para no ser pedantes) los mismos peligros que en el uso de cualquier elemento natural,aunque plantee nuevos problemas, pero no creo que haya en ella ninguna fuerza intrnseca contrariaa la libertad.

    Pero, paradjicamente, es la liberacin que trae consigo la tcnica la que parece estardestinada a destruir a breve plazo los ltimos restos de ese Occidente que fue cristiano.

    Hace ya mucho tiempo que la sociologa religiosa constata la equivalencia de estos dos

    trminos: progreso tcnico y descristianizacin. Por qu?En nuestros pases meridionales de Amrica Latina existe un proceso relativamente rpido

    de tecnificacin. Y vemos que, en la misma medida que esa tecnificacin no es detenida por unaexplotacin ciega, lleva consigo un aumento de los medios masivos de comunicacin. Creceadems la permeabilidad de la estratificacin social, la reduccin del tiempo de trabajo para unaproporcin creciente de hombres asalariados, la reduccin del analfabetismo, la facilidad detransportes, y se reduce la poblacin agrcola, aislada.

    Todos elementos que acompaen a una tecnificacin normal, producen un cambio radical enlas relaciones sociales. El progreso tcnico, acentuando la interdependencia de los hombresacenta, sus comunicaciones mutuas. Todos viven en contacto con todos. Es quizs la realidadsocial ms relevante de los tiempos modernos.

    Pero en la misma medida, se terminan los ambientes cerrados, y la presin social de esosambientes. Si todos viven en contacto con todos, todos sufren el impacto de todos. Al hombre quevive en ese mundo, es ya imposible mantenerlo apartado de tales o cuales influencias.

    El cristianismo masivo pierde as lo que constituy durante siglos su gran fuerza enOccidente: la presin de un ambiente social cerrado y unnime. La consecuencia es evidente,aunque muchos cristiano no sepan todava la magnitud del cambio que ello supone. "Cuando lavida religiosa -escribe Desqueyrat en su obra 'La crisis religiosa de los tiempos nuevos'-ya noencuentra apoyo en el medio social, que es lo que ocurre en la actualidad, ya no es posible sino en

    forma personal, heroica, interiormente formada".43

    Ello quiere decir que con el advenimiento de la tcnica y de esa comunidad visible, cada vez

    ms visible, de todos los hombres de un planeta reducido, ya no ser aceptado ni vivido sino apartir de su autenticidad.

    Este pluralismo que la tcnica introduce en todos los rincones del planeta tarde o temprano,la Iglesia catlica, aun oficialmente lo ha juzgado como una situacin mejor que la unanimidadsuperficial que pudiera conseguirse impidiendo errores.

    Y a los que preguntaban cmo la Iglesia, haba aprobado en otro tiempo la Inquisicin, elCardenal Lercaro contestaba sencillamente, sinceramente, que la Iglesia aprenda con la historia.Con palabras extraamente parecidas a las que empleaba Garaudy para hablar del marxismo, elcardenal explicaba que la Iglesia haba entendido siempre defender la verdad, pero que los nuevosproblemas de la historia (y entre otros la convivencia) le haban enseado que la mejor manera dedefender la verdad no es hacer que se repita o se acepte pasivamente, sino que se busque y se haga

    propia a la manera del hombre, es decir, a travs del tanteo y del dilogo. Aquella objecin que yocitaba antes: "eso es lo que inventan ahora..." es, hablando en rigor, muy verdadera.

    Slo en un mundo as, que hace posible la tcnica, poda el cristianismo, real identificarsems con el cristianismo original que hemos estudiado para captar su imagen del hombre. El que seacente su condicin de fermento y su doble aspecto revolucionario est, en el plano histrico,condicionado a la revolucin tcnica.

    43 A. Desqueyrat S.J. "La crisis religiosa de los tiempos nuevos" Trad. Aguirre, Descle.Pamplona 1959. p. 77.

    http://creciente.de/http://creciente.de/