SIETE CULEBRAS - Revista Andina de Cultura - Cusco

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Una publicación dirigida por Mario Guevara Paredes y que se acerca los veinte años. En sus páginas se encuentran autores de distintos paises.

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AO 20 NUMERO 29 2011 S/. 10.00

Revista Andina de Cultura

TOMAS G. ESCAJADILLO/ JORGE LADINO GAITAN BAYONA / MARIO PANTOJA PALOMINO / LUIS BEIRO ALVAREZ / MONICA PAREDES / ALFREDO HERRERA FLORES / ALEJANDRO VARDERI / MIGUEL PAZ VARIAS /

SIETECULEBRAS EN LUXOR (EGIPTO) 2

DIRECTOR: Mario Guevara Paredes COLABORADORES: Toms G. Escajadillo Fernando Cassamar Mnica Paredes Garca Gonzalo Valderrama Escalante Rafael Ojeda Mario Pantoja Homero Rivera Rafael Ojeda Miguel Paz Varas Fernando Chuquipiunta Alfredo Herrera Flores Emma Bohrtez Bonilla Roberto Vergaray CORRESPONSALES: Ricardo Torres / Quito Ismael Lizme / La Paz Alejandro Alonso / Mxico D. F. Jorge Ladino Gaitn / Bogot Luis Beiro / Santo Domingo Lancelot Cowie / Puerto Espaa Alejandro Varderi / New York Mario Surez Simich / Madrid Mario Wong / Pars Ofelia Huamanchumo / Munich Nilo Tomaylla / Ginebra PUBLICIDAD Y MARKETING Soledad Huamanga Gamarra PROMOCIN: Jack Flores Vega CARTULA: Ismael Lizme Castro ILUSTRACIONES: Mario Curasi DIAGRAMACIN: Sieteculebras ARTE FINAL: Humberto Taype IMPRESIN: Quality Print / 084-506851 CORRESPONDENCIA Y CANJE: Av. Collasuyo P-14 / Cusco TELFONO: (084) 222727 / 984-626465 E-MAIL: [email protected] DEPSITO LEGAL: N 2005-4367 Sieteculebras no retribuye las colaboraciones. Los artculos firmados son de responsabilidad de sus autores. La reproduccin total o parcial de cualquier artculo est permitida a condicin que se cite la fuente.

SUMARIO6 Rumi, Existi alguna vez?, Toms G. Escajadillo. 10 El arte de la desaparicin forzada en dos novelas colombianas, Jorge Ladino Gaitn Bayona. 16 18 20 27 28 30 36 41 42 44 50 53 54 60 62 66 Poesa, Fernando Cassamar. Los hallazgos en el sector de talleres de Choquequirao, Mnica Paredes Garca. xtasis y placer en Cobra de Severo Sarduy, Alejandro Varderi. Poesa, Gonzalo Valderrama Escalante. El gran teatro comprometido de Humberto Robles, Ofelia Huamanchumo de la Cuba. 2666 y El apocalipsis: o de la literatura absoluta a la hora del crimen, Mario Wong. Vargas Llosa: Un gran escritor con el Premio Nobel, Mario Pantoja. Poesa, Homero Rivera. Cuento breve colombiano, Emma Bohrtez Bonilla. Stretta de Paul Celan, Miguel Paz Varas. Saramago: El escritor y el ser humano, Luis Beiro lvarez. Poesa, Fernando Chuquipiunta Machaca. Luis Cholo Nieto, poeta de voces mltiples, Alfredo Herrera Flores. Mario Guevara: Literatura de desamor y bares, Rafael Ojeda. Cuento, Roberto Vergaray. Crtica, Mario Pantoja, Nataly Villena Vega, Cronwell Jara, Mariela Dreyfus.

Toms G. Escajadillo

Rumi, existi alguna vez?En el gnero literario, la novela y la poesa son creaciones que pueden tomar algunos aspectos de la realidad, pero son tambin y principalmente fantasa e imaginacin. Ms de una discusin acerca de la verdad histrica en algunas novelas ha surgido por parte de investigadores literarios e historiadores. Y es que algunas novelas nos sitan y nos crean una imagen que podemos tomarla como real, aunque no lo sea, segn dice el investigador ingls Lewis Taylor acerca de las obras de Ciro Alegra y Jos Mara Arguedas.

E

l 23 de junio de 1965 se realiz en el Instituto de Estudios Peruano una mesa redonda sobre la recin aparecida novela Todas las sangres. Fue una reunin interdisciplinaria porque al lado de tres reputados crticos literarios (Alberto Escobar, Sebastin Salazar Bondy y Jos Miguel Oviedo) se encontraban cientficos sociales: Anbal Quijano, Jos Matos Mar, Henri Favre y Jorge Bravo Bresani. Fue una ocasin memorable. En primer lugar, Quijano haba rechazado integrar el panel. Bravo Bresani fue impertinentemente insistente en pedirle que subiera al estrado. Ms le hubiera valido no hacerlo. Lo curioso es que la Mesa, que prontamente se centr en las relaciones literatura-realidad, tuvo en todos, sobre todo en Arguedas, defensores o impugnadores en torno a cun correctamente reflejaba Todas las sangres la realidad del6

Ande del tiempo presente (1964). Slo Escobar insista en la autonoma y libertad de la novela frente al verismo. Nadie recuerda que Escobar haba dicho que un compromiso ineludible le impedira quedarse hasta el final: ausencia clave, porque Salazar Bondy-Oviedo, metindose en terreno ajeno, abogaban porque Todas las sangres s daba cuenta correctamente de la realidad de su tiempo (lo mismo deca vehemente el propio Jos Mara), mientras que Favre-Quijano (el primero con buena dosis de pedantera y crueldad, y el segundo con un duro puritanismo/academicismo), argumentaban que Arguedas hablaba del Per de 1920 o poco despus, pero no de 1965. Cuando ms se necesitaba la presencia de Escobar, ya se haba retirado. En un ensayo de 1970 peda con urgencia la edicin de dicha Mesa Redonda. Como dato anecdtico dir que uno de los ms serios arguedistas escuch la cinta en 1971/72, pero era prcticamente incomprensible. Despus se perdi hasta que en 1985 (20 aos despus, como en Dumas) se publica con el ttulo de He vivido en vano? (Lima, IEP). La edicin trae un documento que revela que Arguedas, quien se haba defendido como un len, inclusive con humor, cay esa noche en una depresin que lo llevara al suicidio, ante su apreciacin de que las objeciones de los cientficos sociales implicaban que To-

das las sangres no vala nada. Menudencias. Queremos glosar ahora un estudio de un (entonces muy joven) serio historiador ingls, Lewis Taylor, del Centre of Latin American Studies de Cambridge y la Universidad de York, que argumentaba desde su perspectiva de historiador que todo el basamento de realidad de El mundo es ancho y ajeno es falso. Segn l, no haba en el mundo novelado de Alegra, desde muchos aos antes de los aos en que se sita la novela, comunidades indgenas como Rumi, lderes comuneros como Rosendo Maqui y Benito Castro, prfidos gamonales como Alvaro Amenbar. Las relaciones sociales y laborales entre patrones/dependientes, pobres/ ricos son totalmente distorsionadas. El

estudio de Taylor se public en ingls en una prestigiosa revista acadmica alemana, Ibero-Amerikanisches Archiv (Neue Folge. Colloquim Verlag Berlin, Jg. 10 H.3, 1984, pp. 349-378). Alegra se hubiera sorprendido mucho, pues todava en 1965, en el famoso Primer Encuentro de Narradores Peruanos, en Arequipa, alegaba con fervor, citando cifras oficiales sobre el vigor y extensin de las comunidades indgenas: El director de Asuntos Indgenas me que dice posiblemente se inscribirn cual mil (y ya hay mil 800 comunidades inscritas) y que la poblacin no ser menor de tres millones y medio o cuatro millones (Lima, Casa de la Cultura del Per, 1969; p. 252; la misma pgina en la segunda edicin Lima, Latinoamericana Editores, 1986). Pero esa es otra discusin a la que convoco pblicamente a nuestros cientficos sociales. Yo soy amigo de Taylor, quien viene con frecuencia al Per, y entre broma y broma, le he hecho saber mis reparos a su estudio. Pero como se trata de un trabajo mayor, creo que ya es hora de que crticos literarios y cientficos sociales le respondan. Alguna breve referencia al paso he hecho a su texto, titulado sintomticamente: La literatura como historia: la visin de la sociedad rural de Ciro Alegra en torno a los Andes peruanos del Norte. Creo que el asunto debe tomarse a fondo. Ntese que Taylor parte de la premisa que la literatura puede (debe?) tomarse como historia (es decir, como realidad), lo que si no se matiza enrgicamente resulta una gruesa falsedad. Pero s debemos darle crdito a Taylor por la seriedad de su estudio, por su trabajo de campo y con diversos archivos de la zona (?), y por lo stunning de sus revelaciones. Quizs la paloma se le escapa a Taylor desde sus preguntas iniciales: Dada su enorme popularidad, El mundo es ancho y ajeno ha sido extremadamente influyente en moldear las percepciones de la sociedad rural en los Andes peruanos norteos tanto fuera como dentro del Per. Pero cun exacto es el cuadro

que ofrece? Cun real es el realismo literario de Ciro Alegra? (p. 349). Amigo Taylor, est usted poniendo el dedo en el ventilador, metindose en un inmemorial problema de teora literaria (y, por qu no, tambin de las ciencias sociales). De todas maneras, hemos dicho, el trabajo de Taylor es impactante. Yo, por ejemplo, siempre he sostenido que Maritegui y El mundo es ancho y ajeno son los factores que a travs de dcadas, ms han influido en la opinin pblica

ni murmuraciones. Luego comentaremos ello. Por lo tanto, fatigndose en todo tipo de archivos (como el archivo documental de Cajamarca/fondo documental de la Prefectura/subserie de Cajabamba) nos informa sobre las realidades de las comunidades menos pequeas, Llucho y Migma (Cajabamba), reconocidas el 1 de marzo de 1929. Llucho: 418 habitantes; Migma 352. Esto en s no dice mucho, porque Rumi es creada (mis clculos) con apenas alrededor de 500 pobladores. Taylor realiza

CIRO ALEGRIA

nacional en defensa de las comunidades indgenas. No es casualidad que los 7 ensayos de interpretacin de la realidad peruana (1928) y El mundo es ancho y ajeno (1941), sean los libros ms editados y ledos de la cultura peruana), y ahora resulta que todo El mundo es ancho y ajeno es falso. Taylor decide que el mundo novelado de la novela corresponde a las provincias de Huamachuco (La Libertad) y Cajabama (Cajamarca). Sin dudas

entonces un par de saltos: hace del caso de Llucho y Migma (slo 2 tres por ciento de la poblacin campesina en 1950) representativo de la totalidad de las provincias Cajabamba/Huamachuco. Enfatiza que ya desde 1850 la gran mayora de campesinos est compuesta por pequeos propietarios (53.1 por ciento en el censo de 1940; 80.7 por ciento en el censo de 1972: Alegra cuidadosamente construye una imagen de la vida comunal andina en la regin7

de Cajabamba/Huamachuco que est divorciada totalmente de la sociedad (p. 353). Es necesario ahora hacer una digresin. En la ltima entrevista que dio Gerardo Alegra, (Algo te identifica. N 2. Trujillo, febrero del 2001, pp. 193205) hay un iluminador e ingenioso texto del hermanito menor de Ciro Alegra quien ms le ayud en sus difciles aos de exiliado en Chile. En vez de citar varias veces este texto, fastidiando as al lector, creemos ms til consignar varias pginas de la entrevista a Gerardo Alegra: 196-197. En cuanto al tpico de hacendados buenos y hacendados malos Gerardo Alegra ofrece una versin totalmente distinta a la de Taylor: Los Alegra y los Bazn hicieron su propia Reforma Agraria antes del infame de Velasco.

A pesar de tener muchos postores con ofertas ventajosas, prefirieron vender Marcabal a los propios colonos, sin meter un solo extrao. Un agrimensor midi y fij los linderos que cada colono posea, y por esa parcela pag una cantidad, que fue solventada por cada uno vendiendo un caballo o un buey en menos de 10 das, as, de tan simblica, fue la cantidad que pagaron los colonos por sus parcelas. Con la parte que manejaba la hacienda, que pagaron todos simblicamente tambin a parte iguales, se form una Comunidad al estilo de Rumi, de El mundo es ancho y ajeno que manejada por una junta elegida democrticamente se repartan el trabajo y la produccin y, espero que lo sigan haciendo hasta ahora a partes iguales. (200) Lewis Taylor utiliza una tesis doctoral (indita) de un colega sobre la comunidad de Llucho y la regin Cajabamaba/Huamachuco, para alegar cmo las prcticas comunales de Llucho y su tipo de lderes oportunistas y explotadores de la masa, difieren radicalmente de Rumi y Rosendo Maqui. So what? Como veremos ms adelante. Mientras Alegra aceptaba que l haba escrito sobre el campesino de la sierra norte, evita referencias concretas acerca de dnde se halla Rumi, de manera tal que su ubicacin en la regin Cajabamba/ Huamachuco es, por decir lo menos,

frgil o simplemente equivocada. En la pgina 352 viene un mapa de lugares referidos en el texto que est, por lo tanto, totalmente equivocado. Incluye la regin Cajabamba/Huamachuco y slo le falta un puntito para indicar dnde est Rumi. El mapa incorpora, en verdad, lugares reales (incluyendo las comunidades de Llucho y Migma no mencionadas en El mundo es ancho y ajeno), o Santiago de Chuco, que lo tomamos como una licencia potica del historiador San Marcos es un pueblito que aparece en un racconto que cuenta la vida del personaje El Mgico, un vendedor ambulante; Cajabamba y el ro Condebamba aparecen en el relato de la azarosa existencia del Fiero Vasquez, mucho antes de relacionarse con Rumi. Y es que Alegra, insistimos, no quiso ubicar a Rumi. Lo ms cercano a una precisin es lo siguiente: Benito Castro es expulsado, al comienzo de la novela, de la comunidad de Rumi. Compra un caballo comunal. Cruzaron varias provincias y pararon por primera vez en las serranas de Huamachuco. El extenso texto de Taylor revela muchas otras novedades. No hubo en la poca gamonales malos de relieve: el prfido Amenbar es una maniquea invencin de Alegra. Resulta que el hacendado de ms nota, conocido como don Panchito, es un soltern que viste y vive como un campesino cualquiera y

En mi libro Alegra y El mundo es ancho y ajeno (Lima, UNMSM/Instituto de Investigaciones Humansticas, 1983, XXVIII, 197 pp.) hago un listado de ms de 60 ediciones de El mundo es ancho y ajeno en castellano (p. 21). Ahora deben sobrepasar con toda seguridad las 85 y ciertamente podramos elaborar una lista de traducciones que sobrepasara las 20 (en ingls y francs, por ejemplo, se hicieron nuevas traducciones, ampliamente superiores a las iniciales). Ante este fenmeno, qu puede hacer Taylor, qu puedo hacer yo o cualquier otro? Estudiar la novela, creo, es lo nico que resta. Intentar anularla? Ridiculous, sigo afirmando que, junto con Maritegui, Alegra es responsable de la subsistencia hasta ahora de las otrora llamadas comunidades indgenas. Pero ciertamente que el texto de Taylor me ha convencido de que es necesario que los cientficos sociales estudien el actual estado de la cuestin. Yo pude conseguir cifras oficiales recientes (la verdad es que no me he esforzado mucho en ello) y me parece (me disculpo si esto ltimo no es cierto) que con trabajos recientes sobre el tema de los especialistas en ciencias sociales, no se podr armar un mapa de la realidad actual de las tradicionales comunidades indgenas. Que yo recuerde, hace ms de diez aos, por lo menos, que no se habla del tema, hace ms de diez aos que el trmino (o su equivalente) no aparece en las principales publicaciones, por ejemplo. Y en todo este tiempo Rumi y Rosendo Maqui siguen slidos e inclumes como monolticos andinos. Rosendo Maqui es uno de los personajes ms populares (si no el ms popular) de la literatura peruana. Diremos frases aqu como que la realidad copia la literatura, que sta es la verdadera realidad? No. Tan slo me provoca decir que no se puede dejar de contestar un artculo serio, como el de Taylor. Habla el Norte y callan los sudeos/sudacas? Al tiempo que afirmo que el trabajo de Taylor ni siquiera toca (ni menos hace tambalear) a una novela inmensa y clsica como El mundo es ancho y ajeno, s nos revela la necesidad de volver a estudiarla y de investigar temas conexos, como el aludido mapa de las comunidades indgenas.1

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que al morir reparti sus extensas tierras entre sus colonos. Nada hay en la historia que revele, para Taylor, comunidades de vida plena, justa y moderado bienestar, como Rumi (por lo menos en la regin por l delimitada), nada de prcticas sociales y econmicas justas y equitativas; nada de hombres sabios como Rosendo Maqui (y luego Benito Castro), que entregan todas sus energas en servicio de la comunidad. Pero entonces, cmo borrar las cien y pico ediciones que hay sobre El mundo es ancho y ajeno?1 Por otro lado. Creo que el trabajo de Taylor es muy valioso, pero no contaba con la (para m evidente) astucia narrativa de Alegra, que no permite poner un alfiler que diga Rumi en el mapa. De otro lado, hace bien Taylor en reconocer que el otro confabulado en pro de la comunidad indgena es Maritegui (p. 357). Y para por lo menos mencionar el verdadero asunto de fondo, cules son las relaciones de una novela realista con la realidad? Por momentos pareciera que los cientficos sociales exigieran un ortodoxo verismo. Hemos tenido que dejar de lado muchos puntos del estudio de Taylor (como feroces contiendas entre hacendados de la sierra norte o sea que no todos eran angelitos como don Panchito). Creo que ya es tiempo de que la gente de ciencias sociales (y los crticos literarios) comiencen a responderle a Taylor. Pero nada podr mellar la verdad potica sobre Rumi, Rosendo Maqui y el campesino andino del norte peruano. Finalmente, el testimonio transcrito de don Gerardo Alegra hace tambalear la aparente solidez del estudio de Taylor. Se trata del hermano y a la vez mejor amigo que tuvo Ciro Alegra en su vida. Entre las visiones diametralmente opuesta de Taylor y don Gerardo Alegra yo permanezco aparentemente neutral (aunque el lector del libro de 1983 sepa claramente hacia adonde van mis preferencias). Entrarn los cientficos sociales y los crticos literarios a tallar en esta disputa? Francamente estoy comenzando a pensar que soy un jinete solitario.

HOMENAJEA

JOS MARA ARGUEDAS100 aos de su nacimiento (1911-2011)9

jorGE ladino GaiTn Bayona

El arte de la desaparicin forzada en dos novelas colombianasPREMBULO olombia, pas irnico donde los horrores sonrojan a los nmeros, est siempre a la moda con la muerte: Hombres y mujeres, jvenes y viejos/ la lucimos en los ojos/ como el ltimo grito de la vida/ la llevamos en los pies/ como si caminramos por las pasarelas del infierno (Gil, 2007, p. 99). Durante el siglo XIX se registraron ocho guerras civiles, el puente entre el XIX y el XX fue la Guerra de los Mil Das entre 1899 y 1902 con ms de 100.000 muertos y del conflicto entre liberales y conservadores durante el periodo conocido como La Violencia se registraron 300.000 vctimas mortales. Las dcadas recienten no han sido ajenas a tan vergonzosa tradicin de sevicia. El profesor Diego Otero Prada en Las cifras del conflicto colombiano (2007) indica que no hay consensos sobre los ltimos atentados contra la vida. La Comisin Permanente para los Derechos Humanos (CPDH) habla de 91.729 muertos del conflicto armado entre 1964 y 2006, mientras que la Comisin Colombiana de Juristas (CCJ) indica que son 94.366. Adems, la desigualdad social, la impunidad, el desempleo, el narcotrfico y la delincuencia han conducido a que los colombianos no necesiten ser parte de un gran bando en disputa (Guerrilla, Paramilitares y Ejrcito) para estar tambin a la moda

C

con la muerte; de ah que en entre 1964 y 2006 se hayan dado 673.930 homicidios. Un hecho atroz no alcanza a digerirse porque al momento otro asoma para generar mayor confusin y miedo: La masacre de hoy borra la masacre de ayer pero anuncia la de maana (Roca, 2007, p. 13). No obstante, como el arte tiene un compromiso tico con la memoria, varios escritores han dejado en sus obras valiosas miradas sobre el acontecer nacional. Las formas de la violencia han sido refiguradas en la ficcin y han ocupado la atencin de la crtica literaria. Es como si la violencia exigiera ante la magnitud de sus destrozos que se hablara de artes especficas: el arte de la muerte; el arte del desplazamiento y del exilio; el arte de la tortura; y el arte de la desaparicin forzada. Postular irnicamente la existencia de un arte de la desaparicin forzada en Colombia no es absurdo puesto que hay unas realidades histricas que obligan al arte a no guardar silencio. ASFADDES (Asociacin de Familiares de Detenidos Desaparecidos) seala que la historia de la desaparicin forzada en Colombia y la lucha de los familiares de las vctimas por su erradicacin, es la historia del pas mismo. Cada una no se puede contar, ni comprender, sin el espejo de las otras (ASFADDES, 2003, p. 25).

En Colombia, la desaparicin forzada ha hecho parte de su Historia. Sin embargo, el primer caso formalmente denunciado fue el de Omaira Montoya Henao el 9 de septiembre de 1977 en Barranquilla, quien tena tres meses de embarazo y era una conocida bacteriloga militante de la izquierda. La implementacin de esta prctica criminal se dio en el marco de la Doctrina de la Seguridad Nacional y se increment desde la dcada del ochenta, principalmente como modalidad represiva para eliminar a los contradictores polticos del Estado. A finales de la dcada de los ochenta y principios de los noventa, la desaparicin forzada pas a ser no slo selectiva, sino que se convirti en una prctica masiva de terror, extendindose a todos los sectores sociales, lderes populares urbanos y rurales (ASFADDES, 2003, p. 48). En los noventa, el ejrcito y principalmente la extrema derecha armada ilegal (Grupos Paramilitares o de Autodefensa) expandieron sus mtodos espantosos al respecto. Las guerrillas de izquierda (ELN, FARC), por su parte, lo hacan en menos medida pues les resultaba ms lucrativo el secuestro. ASFADDES calcula que al 2008 la cifra sobrepasara de los 15.000 desaparecidos. Debido a que resulta fundamental mirar cmo en la compleja dcada del noventa la literatura abord el fe-

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COMBATIENTES DE LAS FUERZAS ARMADAS REVOLUCIONARIAS COLOMBIANAS

nmeno de la desaparicin forzada se ha elegido el estudio de dos novelas de autoras colombianas: Las horas secretas (1990) de Ana Mara Jaramillo y Fragmentos de una sola pieza (1995) de Alexandra Cardona Restrepo. La eleccin de novelas escritas por mujeres tiene el atractivo de que la denuncia social va de la mano del cuestionamiento del orden patriarcal y la reivindicacin del cuerpo y de la subjetividad, como tambin lo han abordado Mery Cruz Calvo en Un acercamiento a la palabra femenina en las Horas secretas de Ana Mara Jaramillo (2005), Luca Ortiz en La subversin del discurso histrico oficial (1995) o Mara Mercedes Jaramillo, ngela Ins Robledo y Flor Mara Rodrguez en Y las mujeres? Ensayos sobre literatura colombiana (1991). LAS HORAS SECRETAS (1990) Esta novela de 107 pginas de Ana Ma-

ra Jaramillo1 presenta a una narradora protagonista, la cual posiciona su relato desde una triple condicin: la evocacin de la fiesta y el goce de los sentidos; la urgencia de contar una historia de amor y ausencia como intentando en vano un exorcismo; y la imposibilidad del luto por la desaparicin del ser querido, al que denomina simplemente como el negro, un lder guerrillero del Movimiento 19 de Abril (M19). En el primer captulo se indica: Voy con ese muerto encima, mejor dicho adentro, y no s donde enterrarlo (Jaramillo, 1990, p. 9). Ya en el captulo final, cuando se narra la Toma del Palacio de Justicia2 y la desaparicin del negro, se seala que el muerto no es tan cierto pues no existe la evidencia del cuerpo: No era seguro que estuviera muerto, minutos antes el locutor con voz de entierro que haba ledo su nombre entre los muertos, haba trasmitido

su entrega, su salida del Palacio de Justicia detenido (Jaramillo, 1990, p. 106). La tragedia de la desaparicin forzada sella el relato. El desaparecido exige ser visto y enterrado por sus familiares; de lo contrario es una presencia angustiosa que no descansa ni deja descansar, fulminando a quienes lo buscan por el peso agobiante de la incertidumbre: Sin ver el cadver nadie puede dar por muerto a un ser querido no hay un punto final... el duelo queda en un suspenso taladrante no hay muerte fsica ni legal la vida queda en el aire a la muerte no le sigue un llanto cierto sino un limbo... las puertas y ventanas de su casa quedan siempre abiertas a la espera de un quiz no, o quiz s (Molano Bravo, 2008, p. 4). La mujer que narra en Las horas secretas est en ese limbo del que habla

1. Naci en Pereira en 1956. Ha publicado la novela La curiosidad mat al gato (1996) y los libros de cuentos Crmenes domsticos (1993) y Eclipses (2007). A nivel lrico tiene el libro La lucirnaga extraviada (1999). 2. La toma del Palacio de Justicia por parte del grupo guerrillero M19 se dio el 6 de noviembre de 1985 durante la presidencia de Belisario Betancur. El ejrcito colombiano, negando las posibilidades del dilogo, retom el Palacio con un asalto armado que tras el incendio de las instalaciones dej 100 muertos, entre ellos 11 magistrados y 12 desaparecidos.11

Alfredo Molano Bravo en el que el suspenso mina el nimo, su relacin con el tiempo y los espacios que antes fueran familiares. La protagonista es, en cierta forma, una exiliada de lo que debiera ser la vida cotidiana, su existencia est fuera de lo comn y ha sido condenada al martirio de la bsqueda. Poco dice de su presente, ni siquiera menciona su nombre o del ser amado como si a ambos les hubieran anulado el ser, su

identidad y su rumbo, reducindolos a figuras fantasmagricas. Slo refiere el pasado en el que se encuentra refugiada. Al tributarse a la memoria, al contar en forma festiva los idilios, aventuras y entregas con su pareja hace ms contundente al lector la magnitud de su desdicha: es una mujer que ha sido mutilada del amor, el erotismo y los momentos carnavalescos. De ah que su nica satisfaccin sera encontrar el cuerpo del ne-

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gro para enterrarlo en un zona digna a lo que l representaba: Debe ser un lugar donde pegue mucho el sol, donde la msica salga del meneo cadencioso de una chola caderona y el ron y el aguardiente sean la saliva de los hombres con garganta libre (Jaramillo, 1990, p. 9). La mayor parte de la novela es ocupada por el cronotopo del idilio, el cual resulta afectado con apenas cuatro pginas, justamente las dos primeras y las dos ltimas donde se vislumbra un estado de desencanto y melancola. Si bien la narradora cuenta el ascenso de su enamorado en la estructura de poder de la guerrilla o los momentos de tensin en sus romances clandestinos cuando se haba afectado el proceso de paz en la dcada del ochenta, priman las evocaciones sobre cuestiones placenteras: la infancia del negro y las fiestas en medio del estudio en Barranquilla, el carcter alegre del graduado en derecho que se especializ como constitucionalista y que por ms rigores que brindar el conflicto armado no descuidaba el gusto por la buena ropa, la bebida y el cuerpo de bellas mujeres, el mismo negro que habra de enamorar a la narradora en Bogot. La mujer blanca de tierra fra se dej seducir por un hombre de tierra caliente a pensar de conocer los riesgos de tan singular relacin: Ola a muerto, pero mi corazn no escuch razones, ni mi vientre tampoco. Se iniciaba un cambio muy importante en mi vida; el amor entraba tumbando la puerta y el almizcle a negro invada mis entraas (Jaramillo, 1990, p. 28). Al lector, en vez de arrojrsele una narracin llena de lamento y solemnidad, se le ofrece un relato ameno. Hay frescura en el lenguaje y escenas donde las categoras simblicas del carnaval liberan al cuerpo de ataduras y recatos. La fiesta no es slo parte de la ancdota (el baile, la comida, la bebida y el sexo en abundancia) sino tambin de una expresin certera y gil. No obstante, ante el desorden de los sentidos y la rebelda del hombre que busca con la revolucin armada un pas con justicia social o la de la mujer que confronta su ciudad letrada y patriarcal al elegir

el amor de un fuera de la ley, el orden oficial se recompone y ataca con sevicia. La Historia, unvoca y silenciadora, conservadora y devota, antepone toda su fuerza contra la pequea historia de amor de la narradora. Le bastan apenas cuatro pginas a la Historia oficial para aniquilar ese universo carnavalesco que haba sido desplegado ante los ojos del lector. Los das luminosos de goce y placer de la protagonista se quedan en el pasado. En su presente prima la melancola, ese terrible sol negro del que hablarn Nerval e innumerables poetas romnticos. Ana Mara Jaramillo a travs de Las horas secretas invita a reflexionar la tragedia de los que buscan a sus desaparecidos en tanto ellos se ubican no en el duelo sino en la melancola, estado profundamente doloroso donde cada yo individual se ve arrastrado al abismo, la desolacin, los reproches y autoacusaciones debido a que el complejo melanclico se conduce como una herida abierta (Freud, 1981, p. 2097). Su protagonista funciona, en cierta forma, como una suerte de espejo de la patria propia en los aos ochenta, ambas cuerpos y subjetividades rotas, la dos transitaron del entusiasmo de los procesos de negociacin de la guerrilla con el Estado a la frustracin del holocausto del Palacio de Justicia: Se pas de la posibilidad de que grupos insurgentes se incorporaran a la vida civil y se presentaran como una alternativa poltica, a la intolerancia de los sectores ms recalcitrantes y reaccionarios de la sociedad, que bombardearon este proyecto3.

poltico (Cruz Clavo, 2004, p. 43). FRAGMENTOS DE UNA SOLA PIEZA (1995) Esta novela metaficcional de Alexandra Cardona Restrepo3 tiene componentes de novela folletinesca amorosa, usados no tanto como fidelidad a un tipo de literatura seriada, sino como mecanismos para captar la atencin de quien lee y luego impulsarlo a niveles ms densos

tanto de la narracin como del tema: el amor en la aventura afectiva, en la complejidad de la escritura, de la amistad y del anhelo de un pas menos corrupto y violento. Alguna vez, Alfred Hitchcock puntualiz: Vale ms partir de un clis que llegar a l (citado por Amar Snchez, 2000, p. 88). Es pertinente la consideracin del reconocido cineasta al abordar el texto ficcional de la autora colombiana, en tanto el clis es usado

SEBASTIANSTYLE

Naci en Ibagu en 1957. Hizo el guin de Confesin a Laura, pelcula dirigida por Jaime Osorio en 1990. Ha escrito libros de crnicas sobre los enfermos de Sida en Colombia, los secuestros de la guerrilla, las acciones perversas del paramilitarismo y la infiltracin de las mafias en la vida poltica. Film los documentales Escuela y desplazamiento (2002), La vida vive! (2002), Los Derechos Humanos, el punto de entrada: El Corazn (2004). En ellos aborda temas como las migraciones forzadas y los atentados contra el derecho internacional humanitario.

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CUSCO

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MARCHA CONTRA LA VIOLENCIA POLTICA EN BOGOTA (COLOMBIA)

en algunas de sus caractersticas, pero es sometido a torsiones y politizaciones que le dan fuerza a la creacin ficcional permitiendo que desde all exista un intento valioso de narrar la nacin. La novela cuenta la historia de un escritor llamado Eliseo, quien enfrenta los horrores de la pgina en blanco y los titubeos que le genera el no saber cul elegir de todas las historias que conoce de amigos que, de una u otra forma, estn conectados con El Chiken, un restaurante y caf. La obra est situada en los aos ochenta y en ella la autora se esmera en entregar un pedazo de historia de nuestro pas, que polticamente marc su futuro inmediato, pero lo hace desde el punto de vista del amor (Sierra, 1996, p. 38). El narrador en tercera persona focaliza a Eliseo para dar cuenta de su intimidad, sus aspiraciones amorosas y las historias que luchan en su cerebro por quedarse con el espacio de la ficcin. Una de esas cuatro es la que capta la atencin del lector en torno a la cuestin de los desaparecidos: La historia de un joven, apodado el Prncipe, un pintor que es desaparecido por el ejrcito tras unos interrogatorios en una Escuela de14

Caballera, en los que fueron detenidos y liberados sus amigos el Poetica y don ngel. Estos ltimos, en compaa de una amiga llamada Violeta, de la esposa del Prncipe (Giulietta Vanelli, quien se hallaba en Estados Unidos) y de Juan Pablo emprenden una larga bsqueda llena de incertidumbres y vanas esperanzas que derivarn en el hallazgo del cadver oculto a las afueras de Bogot. La historia del Prncipe se presenta con elementos de novela sentimental folletinesca. Al principio, a diferencia de otros personajes de quienes se ofrece su saga familiar, su pasado es nebuloso. Nada aclara el Prncipe de por qu abandon la pintura o quin era su esposa en Estados Unidos. Sin embargo, tras su desaparicin, sus amigos solicitan a su mujer que, aprovechando las posibilidades de una presin internacional, venga a Colombia a averiguar su paradero. All el lector descubre que Giulietta Vanelli, tiene 75 aos. La tpica historia de un amor sin barrera de edades. Tan extraa como la unin de estos dos seres fue su separacin. Ella, a pesar de estar enamorada del Prncipe, lo abandon para que ste retomara su arte pues, desde que se casaron, en vez

de pintar, se la pasaba la mayora del tiempo querindola. Estn los temas del amor exacerbado y la pasin enferma que otorga un estado de idilio que inevitablemente se rompe. Lo curioso de esta historia es que, si bien debe soportarse la truculencia amorosa, entre el inicio y el final del amor-pasin hay un intermedio largo sumamente cautivante por las atmsferas que genera sobre la incertidumbre, la agona y la imposibilidad del duelo de quienes buscan al desaparecido. Donde estaba la flaqueza y la poca novedad del amor-pasin es intercalado un trauma profundo de la vida social colombiana para darle un inters ms hondo a la novela. Es la seduccin del folletn y la traicin del mismo al politizarlo. Incluso el lenguaje alcanza un alto grado de visibilidad frente a las angustias por las que atraviesan los que emprenden la bsqueda: Lo peor fue enterarse de la cantidad de personas buscadas por sus familiares. Desaparecidos en todos lados. A Juan Pablo de pronto el pas se le convirti en una interminable lista de nombres que slo tenan en co-

mn el hecho de que, un da cualquiera, haban desaparecido () Tantas gentes, igual a Violeta y a sus amigos, recorriendo las mismas oficinas que Juan Pablo Steinn a diario transitaba y l ajeno a un mundo que a su alrededor se desmoronaba () La desaparicin en s misma resultaba peor que la muerte. Slo la incertidumbre reinaba en los corazones de los familiares, slo la incertidumbre. La esperanza de, un da cualquiera, verlo llegar a la puerta de la casa, escuchar su voz por telfono, la esperanza de que una maana amaneciera y todo volviera a ser como antes (Cardona Restrepo, 1995, p. 266). La historia del Prncipe es la de miles de desaparecidos. Resulta contundente en la cita anterior la afirmacin de que la desaparicin en s misma resultaba peor que la muerte, en tanto la ausencia del cuerpo amado origina una esperanza daina porque se pasa fcil de la ilusin a la tristeza. Adems, si se tiene en cuenta la lgica de los criminales, se logra un mayor efecto ejemplarizante en la poblacin cuando se desaparece que cuando se asesina y se respeta el cadver, puesto que el suplicio del muerto se prolonga en el suplicio de sus familiares. Con ello el dispositivo del terror consigue su perpetuacin, produce una nueva y ms extensa cohorte de vctimas (Moulian, 2002, p. 179). La historia del Prncipe cuando se aborda la cuestin de los desaparecidos tiene elementos kafkianos: familiares deambulando por oficinas que remiten a otras en confusin laberntica porque nadie se responsabiliza de lo acontecido. Justamente ese es un punto cuestionado en la ficcin: la clera de los ciudadanos cuando se enteran que los organismos de seguridad del Estado, que debieran proteger la vida, dignidad e integridad fsica de sus habitantes, asumen, como los bandos fuera de la ley, los mismos comportamientos criminales. El relato novelstico da cuenta de un pas en la dcada del ochenta donde las desapariciones, los interrogatorios

extrajudiciales y los crmenes son frecuentes. Aunque no seale situaciones con nombre propio de la historia colombiana, suscita en el lector mltiples recuerdos, como por ejemplo, el Estatuto de Seguridad durante el gobierno de Turbay Ayala (1978-1982) cuando se restringieron las libertades individuales con la excusa de la proteccin de las instituciones: las persecuciones, retenciones violentas de contradictores polticos del gobierno por parte de la fuerza pblica en medio de la noche ante la impotencia de sus familiares, el miedo generalizado durante el largo Estado de Sitio, las escuelas de caballera donde se efectuaban interrogatorios ilegales y torturas. Por otro lado, cmo no asociar la suerte del Prncipe en la novela de Alexandra Cardona a la de varios ciudadanos que fueron retenidos, desaparecidos y negados tras la toma del Palacio de Justicia en noviembre de 1985 durante la presidencia de Belisario Betancur? APUNTES FINALES Fragmentos de una sola pieza (1995) y Las horas secretas (1990), al abordar la tragedia de los desaparecidos, se hermanan con otras novelas de escritoras colombianas que tambin exploran el fenmeno, como son Noches de humo (1988) de Olga Behar, Los muertos no se cuentan as (1991) de Mary Daza Orozco, y La multitud errante (2001) de Laura Restrepo. En estas obras las historias de amor y de cuerpos femeninos afectados en sus posibilidades afectivas y erticas se convierten en poderosos lentes para explorar traumas profundos de la nacin. Se trata de mujeres que recrean subjetividades que son afectadas no slo por el orden patriarcal sino tambin por las emboscadas de la Historia colombiana. En sus novelas lo ntimo va ligado a lo colectivo. No eluden las problemticas de su entorno y se atreven a refigurarlas en sus ficciones, dolorosa tarea por ms que la belleza sea un bien supremo pues, al fin de cuentas, el arte de la desaparicin forzada implica escuchar el rumor de cuerpos ocultos en algn lado, ansiando un ritual, una

lgrima, al menos un puado de tierra arrojado no por manos que asesinan, sino por las que alguna vez fueron caricia. REFERENCIAS AMAR SNCHEZ, Ana Mara. Juegos de seduccin y traicin, literatura y. cultura de masas. Rosario: Beatriz Viterbo Editora, 2000, 189 p. ASFADDES (Asociacin de Familiares de Detenidos Desaparecidos). Colombia: Veinte aos de Historia y lucha. Bogot: Tercera Prensa, 2003, 280 p. CARDONA RESTREPO, Alexandra. Fragmentos de una sola pieza. Bogot: Editorial Planeta, 1995, 285 p. CRUZ CALVO, Mery. Un acercamiento a la palabra femenina en Las horas secretas de Ana Mara Jaramillo. En: Poligramas, Cali, Universidad del Valle, n. 22, 2005 Junio, p. 41-60. FREUD, Sigmund (1981). Duelo y melancola. En: Obras completas, tomo II, Luis Lpez Ballesteros y de Torres (trad.). Madrid, Editorial Biblioteca Nueva, p. 2091-2100. JARAMILLO, Ana Mara. Las horas secretas. Bogot: Editorial Planeta, 1990, 107 p. GIL, Len. A la moda con la muerte. En: ROCA, Juan Manuel (Ant.). La casa sin sosiego. Bogot: Taller de Edicin, 2007, p. 99. MOLANO BRAVO, Alfredo. Desaparicin forzada. En: El Espectador, Bogot, 2008, 26 de abril, p. 4. MOULIAN, Toms. Chile actual, anatoma de un mito. Santiago de Chile. Lom Ediciones, 2002, 250 p. OTERO PRADA, Diego Fernando. Las cifras del conflicto colombiano. Bogot: Ediciones Punto de Encuentro, 2007, 391 p. ROCA, Juan Manuel (Ant.). La casa sin sosiego. Bogot: Taller de Edicin, 2007, 164 p. SIERRA, Luis Germn. Del amor y el desencanto. En: Boletn Cultural y Bibliogrfico. Bogot: Banco de la Repblica, n. 39, v. XXXII, 1996, p.120-121.15

FErnando cassamar

Lyndon JohnsonLyndon Johnson era un negro nacido en Alabama una maana de julio cuando la patria centelleaba. Hijo de un hroe de guerra en el corazn de Vietnam que un da regres a casa sin sus piernas. Pero, qu sabes t de las guerras de este mundo? Qu sabes del odio de los pueblos, del pavor de los hombres y la furia de los dioses? No. Lyndon Johnson nunca fue presidente, Nunca fue culpable. Slo quiso ser bueno, como lo eran otros, Y sigui la lnea recta, El perfecto sentido. Pero la libertad cuesta -le dijerony hay que defenderla. Y sus negras manos acogieron el dolor / de cientos de universos muertos. Como sueos fracturndose en mil pedazos. Y constelaciones agnicas clamando por vida. Pero cuando el dolor comienza slo crea muerte. Cuando la muerte comienza slo se multiplica. Como estallidos de dolor a cada paso. Diseminando la angustia metastsica de sentirse vivo. Y donde gritar cotidianamente no soluciona nada. Pero qu sabes t del mar, si habitas otra arena? Qu sabes de la lluvia, si ocultas los ojos tras las lgrimas?] O del horror o de la muerte? Si ni siquiera entendiste por qu16

/ un da los compaeros de tu viejo barrio en Alabama] se hicieron llamar Black Panters / y desaparecieron. Ni por qu un patrn WASP en Nueva York / viol y asesin a tu pequea hermana / por el slo hecho de que se atrevi a sonrerle.] Y vamos a pasar por ti, susurraron. Y t no entendiste por qu las horas se quebraron, / otra vez, aquella tarde con tus das y tus aos Pero la libertad cuesta repitieron- y debes defenderla. Y no comprendiste por qu / la libertad se torn en sinnimo de muerte Por qu las guerras se convirtieron en un cncer / que lo fue royendo todo? Y sentiste odio cuando cayeron las torres de Babilonia. Babilonia la grande estaba lejos, pero fuiste alcanzado por sus cenizas. Y al despertar fuiste arrastrado a Bagdad, a Tikrit y a Kabul. Y no comprendiste por qu los hombres eran despedazados en nombre de tus sueos Por qu la paz tena que forjarse / en la fra fosa del silencio y de la muerte? Y continuaste caminando por la ruta de las Moiras Y viste al viejo de turbante, que yo slo pude ver por TV Al Jazzera, con las manos calcinadas, delirando ante tanto fuego:

Mtenlos como ellos los estn matando! Como mataban los patriotas de tu patria, / en nombre de tus sueos. Con la vida esfumndose a cada paso. Mientras las madres en el suelo hmedo, con los ojos escarchados de lgrimas y sangre, sostienen a sus hijos desollados /en sus brazos trmulos. Pero aqu no hay miramientos Ni en Tikrit ni en Bagdad ni en el mundo. Y te pregunt: Dime si despus no seguir mi ciudad? Pero no respondiste Y ese fue un misil al corazn de los hombres libres. Pero bienaventurados los que sufren, porque de ellos ser el reino del desvaro y de la muerte. Pues sta no es una mandrgora carnvora / que se ahogar ante tanta sangre y los estallidos de dolor con su sombra inagotable. Pero cuando el dolor comienza slo crea muerte. Cuando la muerte comienza slo se desborda. Como se desbord otra vez en Palestina, en Mosul y en el mundo.] Y fue como ver a Hiroshima sangrando en el corazn de Nagasaki.] Pero qu saben estos ngeles de nuestro odio? Qu saben los dioses de este Olimpo del pavor de los cados] y de sus cantos de dolor y de locura y de muerte o de sus gritos de horror que destrozaron nuestros tmpanos?] Tampoco lo pudo saber el blindado /que aplast al nio que intent defenderse con una piedra. Mas el odio se desbord una vez ms aquella tarde En la que tus compaeros orinaban sobre los prisioneros rabes] eyaculando brutalmente dentro de sus mujeres / y desollando a sus nios. Pero para ti era la noche final Porque eras un cobarde que nunca aprendi / a amar las glorias de este mundo

A deleitarse con la esttica cruel de la victoria y de la muerte.] A saborear la enfermedad de no saberse vencido, ni a suplicar Pero, bienaventurados los que triunfan, porque de ellos ser el reino de la gloria y de los cielos. E, inexplicablemente, aquella noche / pudiste dormir. Como nunca. Sin sueos desastrosos que sobresalten tu noche. Despus de una semana de haber llorado De haber vomitado cotidianamente, mientras tus amigos jugaban a las cartas para ver quien era el primero en liberar de su burka a una adolescente que les limpiaba los trastos, o agarraban de mujer a un impber que quiso robarles un pan y que no par de gritar / hasta que la muerte lo salvara. Entonces sentiste nausea de seguir vivo De no haber sido asesinado como los jvenes Black Panters / de tu viejo barrio en Alabama.] Mas, aqu no hay dramatismo, slo vida desbocada. Intensidad vvida que la tragedia no ha conseguido alcanzar,] emocin que nos brinda el ser el vencedor del da a da. Pero no, Lyndon Johnson nunca tuvo un primer ministro premiado con el Nbel] Nunca tuvo a su lado a un mulo de Gandhi Ni siquiera am la paz. Al amanecer el sol brillaba como nunca. Desde la pequea ventana de su habitacin vio que unos nios musulmanes empezaban a jugar con el brazo desprendido de su hermano muerto Y jal el gatillo por primera vez. La guerra lo haba matado antes.17

mnica ParEdEs Garca

LOS HALLAZGOS EN EL SECTOR DE TALLERES DE CHOQUEQUIRAO

E

n este breve artculo, basado en las excavaciones arqueolgicas desarrolladas en el as llamado sector II Talleres de Choquequirao, quiero alcanzar algunas hiptesis sobre la ocupacin y funciones de este importante sitio inca. Al parecer, llegar a Choquequirao no era sencillo. Es un lugar muy particular y quien lo visita ya de lejos percibe un mundo especial, lleno de construcciones que cuelgan sobre los abismos y con huellas de una intensa actividad por todas partes. Lo siguiente que se pregunta el viajero es quines y cmo hicieron esto. Y para qu? Las excavaciones arqueolgicas nos pueden dar algunas respuestas, como las realizadas en el sector llamado Ta-

lleres. Este sector est ubicado en un espacio bastante central del conjunto y ocupa una ladera de pendiente fuerte. Cuando llegamos para realizar el trabajo con un equipo de arquelogos, constatamos lo grande que es Choquequirao, con un rea aproximada de 3,150 hectreas, de las cuales 2,000 corresponden al conjunto urbano. Ya en el sector de trabajo, hallamos un espacio fuertemente disturbado no solo por la abundante vegetacin sino tambin por excavaciones clandestinas, saqueos y hasta incendios. Todo esto, lo sabamos de antemano, dificultara enormemente una lectura ms exacta y mejor del sitio. Las capas de una excavacin son como las pginas de un libro que nos cuenta la historia de un lugar. En el sector Talleres, se trataba principalmente de tres de estas capas. Una primera, de tierra muy suelta y con importante presencia de vegetacin muerta, concentraba la mayor parte de material cultural y mostraba indicios de la mayora de los eventos ocurridos. La segunda capa, compuesta de una tierra marrn semicompacta, presentaba tambin material cultural pero en mucha menor cantidad y estaba adems notablemente disturbada. La tercera capa era un relleno de piedras grandes por medio de las cuales se consegua superficies planas.

APROVECHAMIENTO DEL ESPACIO Y ARQUITECTURA Nuestra primera constatacin fue que quienes construyeron Choquequirao saban muy bien adaptar una topografa adversa, distribuyendo en ella espacios abiertos (calles, patios) y cerrados (recintos, talleres), as como plataformas, terrazas de contencin y corredores, todos ellos relacionados entre s y conformando un conjunto armnico. Al construir no modificaban drsticamente el relieve del lugar, sino que lo saban aprovechar, utilizando, por ejemplo, los grandes afloramientos rocosos para la contencin. Pudimos identificar tambin diferentes etapas de construccin del propio sector, con recintos inconclusos y una cantera en proceso de explotacin. Lo que ms nos llam la atencin, sin embargo, fue una plataforma lograda artificialmente superando la pendiente con grandes bloque de piedra como relleno. Sobre esta plataforma (tipo plaza) se construy una estructura circular de importancia ceremonial en la que se hallaron, sealadas por amplias y pulidas lajas de piedra, las tumbas de tres individuos, dos mayores y un nio. Se trata de un espacio logrado para ser visto de lejos y a la vez servir de mirador. Una tcnica constructiva que llam nuestra atencin fue la presencia de varios muros de cimentacin que corren

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paralelos a los muros de contencin y que al parecer sirven no para sostener subdivisiones al interior de las plataformas sino ms bien para estabilizar estas. Esta singular tcnica de cimentacin fue encontrada tambin para construir una kallanca, es decir un recinto bastante largo por lo general con ms de un vano de ingreso. LA PRESENCIA DE MATERIAL CULTURAL El estilo inca es contundente no solamente porque predomina en nmero sobre los dems sino porque dentro del mismo se ha podido identificar abundante cantidad de cermica de Cusco, en todas sus formas y usos. Siguen en proporcin los objetos cermicos producidos en la misma zona y que se distinguen por el tipo de pasta. En los contextos funerarios tambin aparecen objetos de Cusco y de Choquequirao. Desde cundo estuvo ocupado Choquequirao? Fragmentos de cermica de un estilo muy similar en formas y decoracin al Killke de Cusco indicaran incluso una ocupacin anterior a la incaica, pero este dato debe ser corroborado por ms investigaciones. Por otro lado, la alta cantidad de material domstico con huellas de uso cotidiano indica que el lugar tuvo una ocupacin constante. Se ha podido aislar, luego de la clasificacin y anlisis, pequea cantidad de fragmentos de cermica con estilos diferentes a los mencionados anteriormente y que al parecer tendran mayor afinidad con cermica de la zona del valle del Apurmac, muy poco estudiada y conocida. Destacan por decoracin con molduras antropomorfas (manos, rostros, etc.). La pregunta que nos hicimos a medida que avanzbamos en nuestras excavaciones fue si este sector estaba destinado a talleres (as haba sido bautizado en base a exploraciones de superficie) o a viviendas. Finalmente nos inclinamos por esta segunda hiptesis dada la gran cantidad de cermica de uso domstico asociada a herramientas propias de otras actividades. Por el tipo

de objetos hallados en uno u otro recinto nos atreveramos incluso a identificar la labor que desempeaban sus ocupantes. Tenemos as a tejedores e hilanderos (por la abundante presencia de rukis, piruros, agujas, ruk`is dentados) y pastores de camlidos (se hall restos de ceremonias propiciatorias para la reproduccin de ganado, como los enqaychu, que son piedras de formas, colores y presentaciones naturales muy particulares que simbolizan la abundante prole, y las illa, que son representaciones de alpacas tambin conocidas como conopas)

la presencia de alfareros, quienes se servan de estas herramientas para romper los terrones de arcilla y preparar los tintes. Los morteros y manos que servan para lo mismo son otra evidencia de esta actividad. LA PRESENCIA DE CONTEXTOS FUNERARIOS Una prctica muy comn entre los incas era enterrar a sus difuntos en los propios recintos que servan de vivienda o cerca de ellos. Nuestras excavaciones pusieron al descubierto cuatro contextos funerarios en espacios cerrados y

MATERIAL CULTURAL HALLADO EN CHOQUEQUIRAO

Otros habitantes de este sector pudieron ser maestros orfebres. Se hall restos de mesas de trabajo consistentes en piezas lticas grandes y planas, muy pulidas, con desgaste que indica labores de laminado de metales (cobre y plata). Tambin se encontraron herramientas caractersticas de esta actividad, como manos y martillos pulidores. No faltaron los artesanos que trabajaban en piedra en la elaboracin de illas o conopas, como deducimos de los restos de estas piezas a medio fabricar asociadas a bolitas de piedra tiles para el pulido. Los objetos de piedra conocidos como rompeterrones (martillos de forma discoidal u oval con un agujero al medio) nos hablan finalmente de

tres en espacios abiertos (la plataforma antes mencionada). Estos contextos funerarios tenan las caractersticas propias de la cultura incaica tanto en lo referido a la posicin sedente del difunto como a los objetos que lo acompaan. Tal es la historia que sobre los habitantes de Choquequirao, diestros constructores y artesanos que se llevaban a la tumba parte de los objetos que posean en vida, nos contaron nuestras excavaciones. Las investigaciones que se estn llevando a cabo en otros sectores nos mostrarn otros aspectos de este maravilloso sitio incaico que, a juzgar por sus dimensiones y las labores de sus habitantes, era una ciudad que se abasteca a s misma.19

alEjandro VardEri

xtasis y placer en Cobra de Severo SarduyPara Chris Granlund, inscrit dans le texteNada es ms deprimente que imaginar el texto como un objeto meramente intelectual (de reflexin, anlisis, comparacin, refraccin etc.). El texto es un objeto de placer y el gozo del texto es siempre estilstico.

Roland Barthes

I. ORGANIZANDO EL ESPACIO arto de las esquinas de la plaza que es mi espacio de escritura. Organizo simultneamente el escritorio y los significantes. Siguiendo The Pleasure of the Text1, (PT), dnde Cobra2 C) es: 1. Un texto donde la escritura es el arte de la elipsis (C, 15). 2. Un texto donde la escritura es el arte de descomponer un orden y componer un desorden (C, 20). 3. Un texto sin lugar, es decir utpico (PT, 8), perteneciente a un mundo inubicable. 4. Un texto kitsch. 5. Un texto que destruye su propia categora discursiva, su referente sociolingstico (PT, 30). 6. Un texto donde la escritura es el arte de la digresin (C, 16). 7. Un texto donde las palabras vuelan, se posan, reposan y se remontan nuevamente, (PT, 8) desde cada esquina de esa misma plaza. 8. Un texto que se evade de la batalla de las ficciones () a travs de una labor gradual de agotamiento (PT, 30), y en qu punto dicha labor comienza. 9. Un texto donde la escritura es el arte del remiendo (C, 25). 10. Un texto de citas sin comillas (PT, 31).

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11. Un texto de la escritura en voz alta (PT, 66) que Phillip Sollers exige. 12. Un texto sin misterio (PT, 31), para evitar que se transforme en un objeto de placer como cualquier otro: una pelcula, una obra de teatro, un ballet, una sinfona, un fragmento de seda negra, un zapato rojo, un vistazo al interior de una tienda porno. 13. Un texto de figuracin, no representacin, donde se revela el cuerpo del narrador, y los personajes se transforman en objetos erticos, en lugar de un texto aplastado por significados distintos al deseo, es decir, realidad, moralidad, verdad (PT, 55-56). 14. Un texto donde todo est perdido. (PT, 39) y se deshace en xtasis como consecuencia del exceso de placer verbal (PT, 8). 15. Un texto perverso (PT, 47). 16. Un texto de la atopia del xtasis (PT, 59). 17. Un texto donde la repeticin de palabras podra ser aburrida (PT, 25). II. ORGANIZANDO LOS INSTRUMENTOS Siempre empiezo a escribir limndome las uas, cortando el exceso de piel en mis dedos, es decir, en mi lenguaje3. El punto de partida es esa promiscuidad donde no s si lo que escribo es tacto o texto. Es entonces ese insensato quien habla y dice: Cobra es un texto de excesos: sexual, artstico, carnal; de asombro, seduccin, placer, donde todas las vueltas del lenguaje son posibles. Severo Sarduy nos pone en contacto con los lmites del texto y con nuestras propias limitaciones. Como lectores nos hallamos siempre sobre la frontera, y aun cuando uno pueda empezar leyendo el libro en cualquier punto o abriendo una pgina al azar, ste se nos cae al suelo. De ah que el movimiento a travs del mismo sea un movimiento hacia los lmites, arrastrndonos por la exuberancia de su lenguaje.

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El arte de la escritura es el arte de la elipsis (1). La misma teora que encontramos en Tnger4, otro de los textos sarduyanos que tiene la forma de una plaza pblica donde las palabras ruedan incontrolablemente no debemos perder de vista que la elipse es la perversin del crculo (Tnger, 85). La misma plaza aparece en varias secciones de Cobra; una novela que quiero leer como una plaza, pues desde cada esquina las palabras describen una elipse alrededor del texto que es el sol o centro de la escritura. La suma de sensaciones que Cobra proyecta es parte de un desorden organizado (2) donde el autor organiza el espacio la plaza y su instrumento el lenguaje. El exceso vendr dado entonces por el modo como se disponen a nivel lingstico las distintas situaciones. Ese (des)orden secreto que organiza el texto proviene del hecho de que el proceso narrativo sarduyano es similar al de textos utpicos como New Atlantis5 de Francis Bacon. En ambos, la historia empieza contando; en Bacon es lo extico de los mares del sur, la vegetacin, los diversos tipos de escritura griego, espaol, latn en un pergamino con unos querubines all grabados, las peculiaridades de la ropa que los nativos llevan cuando le dan la bienvenida a los marineros a la isla. En Cobra destaca el espejeo del nombre, con el grupo artstico de vanguardia que lo concibi como anagrama de las ciudades de donde provena Copenhague, Bruselas y Amsterdam as como la capacidad que el personaje principal tiene para la simulacin: Cobra, gimiendo desnuda, sobre una piel de alpaca, entre ventiladores y mviles de Calder () empezaba a transformarse a las seis para el espectculo de las doce (Cobra, 11-12). Cobra, travistindose para ser la reina del Teatro Lrico de Muecas, con Sarduy contando al describir cada uno de sus ornamentos: las pestaas postizas y la corona, los pigmentos, que no podan tocar los profanos, los lentes de contacto amarillos ojos de tigre, los polvos de las grandes motas blancas (Cobra, 12). Ambas historias surgen de reinos utpicos, el Jardn de las Delicias en New Atlantis, y una versin hiperreal de oriente y occidente en Cobra, que el autor recrea desorganizando la realidad y construyendo su propio mundo, en una confluencia de pocas, estilos y paisajes, donde el kitsch (4), que yo asocio directamente a la simulacin sarduyana, lleva a los objetos, personajes y situaciones al lmite donde se hacen apariencia y lo superan, traspasan el lmite en su afn de (re)producir no la esencia del original sino su efecto6. Con las palabras ms, ms, todava ms! Roland Barthes exige de Sarduy un goce proveniente del kitsch contenido en el texto que, segn Herman Broch, lleva al escritor a obtener su propio placer mediante una total libertad de los sentidos deslastrada de toda traba moral7. De este modo Cobra deviene un personaje puesto a transformar su vida en una obra de arte y en un objeto de placer, donde los significantes que Julia Kristeva define como el trabajo de diferenciacin, estratificacin y confrontacin con un sujeto inserto en una cadena que est significativa, comunicativa y gramaticalmente

estructurada quedan destruidos. El texto se apoya entonces en objetos fetiche los zapatos de raso, guantecillos con moos, las mangas de encaje (Cobra, 56) sin diferenciacin en su referente sociolingstico (5), desorganizando la reflexin del signo8, desmantelando el lenguaje y reorganizndolo de un prrafo a otro, en una operacin donde el espacio entre los significantes devastados es un abismo negro dentro del cual tiene lugar el proceso de lectura. Tal proceso, producto de la digresin (6) de los significantes, empieza con el texto mismo una palabra ms, una celebracin ms (The Pleasure of the Text, 8) y con un lector que se vuelca al prrafo siguiente inmerso en su propio deleite, con las palabras volando, posndose, reposando y remontndose nuevamente (7), en una labor de agotamiento (8) desde el primer prrafo; nada lo sostiene9, excepto el

SEVERO SARDUY

trabajo de collage (9) puesto a espejear otras escrituras. En Cobra sin embargo no hay comillas (10), con lo cual es difcil saber de dnde surgen los referentes. Uno sospecha que provienen de trabajos sobre ciencia, filosofa china, arte oriental, clasificados en revistas gay pero es todo. Desprotegidos, autor y lector permanecen solos, esperando (A Lovers Discourse, 37). Yo soy quien espera (40) en la esquina de la plaza, excitado porque para el placer los ngulos son suficiente (27), y resignado pues s que uno no escribe para el otro que la escritura no compensa nada, no sublima nada, que empieza precisamente ah donde t no ests tal es el comienzo de la escritura (100). III. DESCRIBIENDO EL CUERPO Un cuerpo de deseo que deseo; experimento placer al descri21

birlo: blanco o moreno, musculoso o flexible, alto o bajo, con o sin lunares. En mi mente organizo las instancias del placer con los fragmentos del cuerpo deseado surgiendo de las esquinas de la plaza hacia el centro de mis pensamientos, llegando con fuerza a travs del bosque de Bacon en una mezcla de excitacin y escritura desprotegida puestas a depositarse en los mrgenes de mi propia avidez. Aqu el autor establece contactos accidentales (67) con los bordes de la escritura, siguiendo el movimiento en torno a la plaza, representado por el polinomio Cobra-Seora-Pubprostitutas. Lo neobarroco de su estilo le permite a Sarduy vestir y desvestir el cuerpo10, no slo en la superficie sino en los referentes sociolingsticos, mediante el signo como trabajo en cruz (Recherches pour une smanalyse, 67) donde la representacin11 conlleva la separacin dentro/fuera, superficie/profundidad en los caracteres. La narracin evoluciona entonces con urgencia, tal cual uno se apropia del placer, siguiendo la ruptura entre espacio y tiempo que separa a Oriente de Occidente, y que en Cobra conlleva la creacin de un espacio lingstico como lugar de la representacin misma. Es en ese quiebre cual prdida y muerte, que surge el lekton.12 El significante/significado (Recherches pour une smanalyse, 65) es el sentido la moda, 67) o motor movilizando el trabajo en cruz del signo, que en Cobra surge con la imagen de la enana el objeto perverso () nunca definido por su contenido sino por su forma (Barthes by Barthes, 70). La enana se desplaza hacia el centro de la escritura dado su poder de concentrar la energa de las estrellas que han alcanzado el fin de su evolucin13. Ello acelera simultneamente el proceso de histerizacin del texto mismo al punto de transformar la narracin en una cascada de palabras puestas a transportar al lector a un estado de xtasis. Tal jouissance tiene lugar en la segunda parte del libro, arrastrndolo hacia los lmites, es decir, hacia el lugar ertico del texto que es el reino del sentido donde espera el cuerpo del deseo. Severo Sarduy dibuja su texto como un cuerpo flexible de deseo que condensa todas las posibilidades de identificacin, pues Cobra amalgama oriente y occidente sobre un escenario donde la cadena significativa se quiebra y el misticismo contenido en ambas culturas se homogeneza con el kitsch y el camp del lenguaje: Tigre: Cul es el camino ms rpido para alcanzar la liberacin? El gur: No pensar en eso. (Suspiros. Interjecciones de asentimiento.) (De la toilette de hombres sale Shirley Temple.) (Entra la brigada de estupefacientes: arcabuces en poliuretano, escudos en epoxy dilatado.) (Un negro desmonta la pizarra de una mquina: en cada bombillo esconde una pelota de kif y en el canal por donde ruedan las bolas de aluminio una jeringuilla. Otro negro oculta un brillante en la bomba interior del22

CAZADOR DE GRINGAS & OTROS CUENTOSDe ellos puede decirse que son piezas de excelente factura narrativa, cuyo conjunto ofrece al lector un fresco animado y viviente, cnico y puritano, trgico y cmico, feliz y desdichado, real y mentiroso, sincero, atormentado, desgarrado y por fin alucinante de personajes que colman el Cusco, esa ciudad sin colmo ni medida que, desde lejos, tiene la quimera, las luces, las sombras y la asombrosa belleza de los amores distantes. Eduardo Gonzlez Viaa

WC y luego se traga una lista de sentencias buclicas, otra de miembros del Soviet Supremo que previamente se copia con tinta blanca, pero traducida al swahil, en los pliegues de los testculos y otra, en colores, con los diseos clandestinos de la moda de invierno). (Cobra, 180-81) La escritura sarduyana devasta los significantes y lo neobarroco del lenguaje, excesivo en su forma y contenido, nos hace sentir ahtos (The Pleasure of the Text, 8) con el los amo a todos (8) de su estructura, que es la escritura en voz alta (11)14 pedida por Phillip Sollers. Se genera ah un estado de jbilo pero sin misterio (12), donde se evade el placer en su sentido ms directo a fin de fetichizar el texto cual si fuera un flexible y annimo (Barthes by Barthes, 141) cuerpo de deseo, expuesto pero sin gestos exagerados, slo movimientos imperceptibles (141) propios de los cuerpos intransitivos de representacin en un bar de ligue: chequeando la mercanca, asignndole un nmero del uno al diez al que va entrando, y esperando intilmente por ese diez que nunca llegar. La fetichizacin aporta al texto el placer que es la dosis de representacin (13) anegada por el exceso de placer verbal (14) que transforma la novela en un texto de figuracin; si bien hay un momento donde figuracin y representacin convergen, el lenguaje es un cuerpo neutro15 y la cadena est an completa. Este significativo instante es el instante de perversin (15) y atopia del xtasis (16), que viene dado por lo intacto del lenguaje sarduyano puesto a resaltar la definicin de la escritura como el arte de la elipsis, de la digresin y el collage; lenguaje fijado en su neobarroquismo, kitsch, fetichismo y placer, es decir, xtasis a los mrgenes del cuerpo ertico de deseo. En la frontera del lenguaje el signo est solo16 aburrido? (17) en los lmites, en una esquina de la plaza. El lector de Cobra cuenta con las claves de tal aburrimiento segn sienta que la repeticin de palabras puede o no serlo. Pero el acto que nos lleva a obviar o saltarnos ciertos pasajes (anticipados como aburridos) para alcanzar ms rpidamente las partes lgidas del argumento (The Pleasure of the Text, 11) es un modo peligroso de leer tanto Cobra como cualquier otro texto moderno, pues contemplar el texto como un objeto intelectual no es solamente deprimente18 sino tambin perverso en lo que a la ubicuidad del placer (59) respecta. Un placer que se desvanece cuando el lector pierde el control sobre lo que lee, y consecuentemente la libertad de determinar la pulsacin19 de su propio xtasis. No existe placer sin libre albedro. Me gusta este pensamiento, este libro, este objeto, este cuerpo del lenguaje, pero slo cuando yo escojo el instante cuando quiero pensarlo, leerlo, amarlo, tocarlo. Si me presionan la alegra se desvanece y se instala la angustia; por eso debo ser yo quien decida. IV. ESCOGIENDO EL CUERPO DEL DESEO Caso uno: Estoy solo, medio dormido20 tratando de entender qu23

CUSCO Y EL VALLE SAGRADO DE LOS INCASFernando Elorrieta Salazar Edgar Elorrieta Salazar

CUENTOS HABANEROSLuis Beiro lvarez

sucede a mi alrededor. De repente, un pensamiento llegndome desde el sueo me provoca excesivo placer, pero rpidamente lo olvido y apenas puedo recordar cul era la causa del mismo; slo un flash (The Pleasure of the Text, 10). Leo lentamente un texto moderno el placer emergiendo desde lo entretenido del lenguaje. El exceso de la escritura me lleva a acelerar el ritmo de lectura haciendo que me salte algunos pasajes. Empiezo a sentirme incmodo, mis ojos se arrastran de una a otra lnea y tengo que dejarlo. Tomo otro libro, un clsico que tambin comienzo a leer despacio. Me aburro y decido saltarme pasajes buscando las partes lgidas. Empiezo a relajarme nuevamente, recobrar el xtasis anterior. Enciendo un cigarrillo y me masturbo. El orgasmo redunda en un placer que, una vez obtenido, me permite retomar el texto inicial. Caso dos: He conocido a alguien en una fiesta. Alguien con quien he hablado por largo tiempo con objeto de desarrollar mi propio discurso: lenguaje cuya exuberancia proviene del hecho de recapitular sobre mi propio yo a travs de un conjunto repetitivo de vocablos; repetitivo en el sentido de fijarme en la mente del objeto que deseo. En un cierto momento tengo que dejar la fiesta21 sin haber planeado una cita para el da siguiente. Tras intensas averiguaciones averiguo cul es su oficina y le dejo un mensaje pegado a la puerta invitndole a salir. Estoy en suspenso. Veinticuatro horas ms tarde encuentro su respuesta pegada a la ma: Qu tal el mircoles a las 3:00 pm? Estoy en xtasis. Son las 3:10 pm., y no aparece. Estoy esperando. Cinco minutos despus un objeto neutro (Barthes by Barthes, 132) llega. Es el objeto equivocado!22 Estoy perdido. Lo intento de nuevo. Esta vez doy con la puerta correcta. Vuelvo a estar en suspenso. Cuarenta y ocho horas despus encuentro la respuesta sobre mi puerta: Querido Alejandro, t eres muy simptico pero me parece que por el momento es mejor que no salgamos juntos, el semestre est a punto de terminar y no creo que esto vaya a funcionar. Es ese lenguaje cuyo objeto se nos hurta (A Lovers Discourse, 205). Duplico mi imagen (205) Cobra=pup2. (Cobra, 32) para verme ante m mismo y duplicar el estado de sentirme solo dentro del sistema de relaciones que el texto el mensaje sobre mi puerta determina, al haber sido escrito por un autor un amante que tiene la responsabilidad23 de generar en m suspenso, xtasis, sentimiento de prdida, espera, drama, catstrofe, placer. As, estoy solo (212): Races aglutinadas los troncos; lianas deshechas abrazan las ruinas. La maleza ha invadido los fuertes de la capital24

INCASIN El (Secreto) de los BridcherosTeobaldo Llosa

EL VERANO PASADOCuentos Mollendinos

abandonada. Pjaros anidan en la zarza que cie los capiteles, por los desages de las albercas huyen las ardillas negras. El monzn y la seca han resquebrajado los muros que sepulta el polvo. Monos furiosos derrumban piedra por piedra los minaretes, arrancan laceras y letras. (Cobra, 235) Solo al interior del sistema de signos y sin el otro (A Lovers Discourse, 24). No hay posibilidad alguna de que podamos estar juntos en aras del placer. Igualmente Cobra, como texto de placer, es el espejo de mi propio xtasis. Los excesos en su estilo son los ingredientes necesarios para experimentar el estado de estar solo ante el texto y, consecuentemente, para enfrentarme cara a cara con un objeto cuyo xtasis reside en mi forma de leerlo. Slo el objeto amado puede o no llevarme al punto donde obtendr placer y xtasis, tal cual obtuve leyendo Cobra de Severo Sarduy. Y si no lo consigo la prxima vez que intente encontrarlo, no importa: seguir buscando hasta dar con la puerta adecuada. NOTAS1

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Roland Barthes. The Pleasure of the Text. Trad. Richard Miller. New York: Hill and Wang, 1975. A menos que se especifique lo contrario, las traducciones son mas. Severo Sarduy. Cobra. Barcelona: EDHASA, 1981. El lenguaje es una piel. Froto mi lenguaje contra el otro. Es como si tuviera palabras en vez de dedos o dedos en la punta de mis palabras. Roland Barthes. A Lovers Discourse. Trad. Richard Howard. New York: Hill and Wang, 1978, 73. Severo Sarduy. Tnger, Tel Quel 47 (1971): 80-88. Francis Bacon. The Great Instauration and New Atlantis. Illinois: AHH Publishing Corporation, 1980. Para una lectura ms detallada de los usos del kitsch en la narrativa sarduyana sugiero mi estudio Severo Sarduy y Pedro Almdovar: del barroco al kitsch en la narrativa y el cine postmodernos. Madrid: Pliegos, 1995. Hermann Broch. Kitsch, Vanguardia y el arte por el arte. Trad. Margarita Muoz. Barcelona: Tusquests, 1979. Julia Kristeva. Recherches pour une smanalyse. Paris: Seuil, 1979. Roland Barthes. Roland Barthes by Roland Barthes. Trad. Richard Howard. New York: Hill and Wang, 1977, 102. Falbals de perla, jade y zafiro dividen regularmente su vestido de brocados ureos; le cie el talle una faja estrecha que ornan los colores y signos del zodaco (). Dos grandes perlas rubias le alargan las orejas. Al borde de los prpados rayas negras. Cobra, 64-65. La escritura en Sarduy es siempre teatro, en el sentido que Jean Genet le da al trmino. Ello conlleva una alteracin de los significados en lo que a la funcin social de los caracteres respecta. Encontramos as criadas jugando el papel de seoras, vagabundos disfrazados de caballeros y travestis vueltos educadas damiselas.

La lectura de este estudio ha recuperado para nosotros la dimensin del historiador que piensa, que profundiza, del investigador que escarba, ordena, juzga -inclusive con pasin- a personajes y pocas. Hace tiempo que no leamos esta manera de hacer historia. Esta forma de compenetrarse con el objeto de estudio al punto de infundirle esa humanidad que han perdido gran parte de los estudios sociales Luis Enrique Tord

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(El sentido) es entonces, como representacin, el emblema de una prdida (la del espacio) y de una muerte (la del teatro como prctica). Recherches pour une smanalyse, 66. Edith Kurzweil. The Age of Structuralism: From LeviStrauss to Foucault. New York: Columbia University Press, 1980, 180. l es uno de los pocos escritores que no debe ser fetichizado () sino absorbido como un gran torrente, una poderosa aspersin () desde el placer, no del xtasis. Roland Barthes. The Grain of the Voice, Trad. S. Heath. New York: Hill and Wang, 1985, 175. Cuerpo ubicado en el texto como lugar neutro: utpico, en el reino de nadie, entre pinos, cipreses y ciruelos de invierno () olivos silvestres ilex pedunculosa cuyas ramas descendan hasta tocar el suelo, flores de peona arborescente, lianas y helechos (Cobra, 154-55). Este es tambin el paisaje donde viven los monjes budistas y tiene lugar la iniciacin de Cobra entre boyas y mstiles, vallas de la Shell un corazn ribeteado por un tubillo de nen rojo, esferas vacas, de vidrio verde, un tubo gigante, de hojalata, expulsando un cilindro blando, con rayas fluorescentes. Gaviotas inmviles, banderas duras. Cobra, 189. Est completamente listo a separarse de su funcin y operar solo. Recherches pour une smanalyse, 68. No tan alejado del xtasis: es xtasis percibido desde las costas del placer. The Pleasure of the Text, 26. Roland Barthes. Sade, Fourier, Loyola. Trad. Richard Miller. Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1997, 7.

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Lase despacio, lase toda una novela de Zola, y el libro se nos caer de las manos: lase rpidamente, por fragmentos, algn texto moderno, y ste se volver opaco, inaccesible al placer. The Pleasure of the Text, 59. Un estado en el cual la estereofona deviene un proceso de causa-efecto donde yo soy el objeto y el sujeto del placer. Id., 11. El cierto momento: Llegu con alguien. Mi amigo quiere irse temprano y pasar por otra fiesta. Invito entonces a mi objeto a que venga con nosotros pero declina mi ofrecimiento pues tambin vino acompaado. Pensando en ello salgo de la fiesta y caigo en cuenta de que no s su nombre (Cuando uno se enamora a primera vista no piensa en el nombre del objeto amado. Witches Sabbath. Trad. Richard Howard. New York: Stein and Day, 1964, 103). No puedo distinguir los bordes de nuestro discurso, la estereofona la ambivalencia, Recherches pour une smanalyse, 149 de nuestras palabras: las mas penetrando el cuerpo del otro, como dos voces que se unen en un mismo canto. Recherches, 149, en un estado de aparicindesaparicin. The Pleasure of the Text, 10. Me voy sin entender nada, sin saber a ciencia cierta cul es la razn de mi deseo. A Lovers Discourse, 72. Me equivoque de puerta: haban dos puertas indeterminadas con el mismo nombre en el mismo corredor. La responsabilidad del escritor es probablemente la de guardar, anunciar, sugerir el sentido de la totalidad imposible, el deseo rasgado de todo lo discontinuo. Phillippe Sollers, H. Paris: Seuil, 1973, 48.

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Gonzalo ValdErrama EscalanTE

MEMORIA DEL QOSQOEl Qosqo es un anciano encorvado vestido con ropa harapienta apoyado en un viejo bastn -leo nudosoartificio de magia brujera maldicin o milagro. El anciano es bajo su manto una serpiente divinidad animalejo del mundo subterrneo hombre raz tubrculo silvestre dulce hierba endemoniada. Invita al anciano a tu fiesta convdale tu bebida tus alimentos brinda en honor del haraposo! canta en honor a los andrajos! Porque la noche tenue oscuridad que ondula reposa incrustada en la cordillera. Encima la oscura bveda celeste -azul intenso absoluto que centellaluce quieta suspendida y el aire seco hace de los humores del cuerpo livianas estructuras arbitrarias y lacerantes.

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oFElia HuamancHumo dE la cuBa

EL GRANDIOSO TEATRO COMPROMETIDO DE HUMBERTO ROBLES

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umberto Robles, nacido en Mxico Distrito Federal, es mucho ms que una promesa de la dramaturgia hispanoamericana. A sus 44 aos de edad es dueo de una vasta y enriquecida obra que cada vez gana ms seguidores no slo entre el pblico, sino que actores y hasta directores del mundo de las tablas ya no pueden dejarlo pasar desapercibido. Su obra ha sido estrenada en muchos pases, al punto que se habla del Dario Fo del teatro hispanoamericano. Pero Humberto Robles y su obra son ms que eso. Los nuevos aires que trae este genio de la dramaturgia en espaol tienen el mrito y la peculiaridad de presentar una contemplacin del pasacalles del mundo desde un balcn muy mexicano, en el que el autor no est sentado

ni callado, sino de pie, y grita, guarda silencio, lanza tomates, agita banderas blancas, abuchea pero tambin aplaude, se queja, alza la voz, llora, se re y, cuando no puede ms, se descuelga de una soga hasta el piso para caminar al comps del ser humano, y actuar tambin con su vida dentro de la gran marea que es nuestro convulsionado planeta. Y son esa autenticidad y esa coherencia entre vida y obra las que le otorgan trascendencia a su arte. TEATRO Y DERECHOS HUMANOS En la actualidad Mxico es uno de los pases ms afectados por la violencia de los crteles del narcotrfico y otras taras sociopolticas que han ido arrastrando en comn muchas sociedades latinoamericanas: la violencia de gnero contra la mujer, las parodias poltico-electorales, el abuso sexual infantil, los pecados absueltos de y por la iglesia, la inversin de valores en las actividades cotidianas y pblicas, el armamentismo del ciudadano comn, etc., por slo mencionar algunos ejemplos. Un caso muy sonado, frente al que el dramaturgo mexicano no ha podido quedar indiferente, es el de la violencia contra mujeres y nias que se ejerce a diario en Ciudad Jurez, tema del que precisamente se ocupa su obra ms sonada: Mujeres de Arena. Y es que junto a la intensa dedicacin al teatro Humberto Robles es miembro

activo de muchas organizaciones que respaldan y luchan por los derechos humanos. LOS PERSONAJES FEMENINOS Como otros grandes autores contemporneos del arte de las tablas, este gran exponente del teatro hispanoamericano tiene una especial predileccin por las figuras femeninas entre la amplia gama de personajes y materias que conforman su obra. Una voz frecuente que se alza y realza en sus lneas dramticas es la de la mujer, presentada en su expresin ms autntica, pero tambin ms cmica, o ms trgica, ms sincera o ms trillada, ms ntima o ms histrica. Divorciadas, jaj, jaj es una crtica aguda y sarcstica a la alcurnia mexicana, la religin, la poltica, etc., a travs de tres personajes: Jimena, una nueva rica; Sor Simplicia; y Xochitl, una hippie. En Ni princesas ni esclavas se parodian y satirizan los clichs que la sociedad mantiene respecto a las ventajas y desventajas de ser mujer, y se le da voz a opiniones femeninas muchas veces silenciadas: una ama de casa, Lupita; una prostituta, Thelma Mara Rico; y una intelectual, Patricia. Y el gran homenaje a la virtud de la perseverancia en la adversidad es una pieza llena de irona y fantasa, Frida Kahlo, viva la vida, monlogo sobre las cuitas de la famosa pintora. Del mismo modo, a propsito del aniversario de

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2. temporada en Mnich, 2010, de NI PRINCESAS NI ESCLAVAS de Humberto Robles, por el grupo de teatro Esquina al Sur, e.V. / Foto: Christian Karpf

la independencia mexicana, apareci La doa Bicentenaria, tambin en monlogo, como una punzante llamada a la reflexin de lo que se celebra en esas fechas. EN COMPS DE ESPERA A diferencia de todo lo que el teatro contemporneo en espaol ofrece, la obra central de Humberto Robles, cuyo slo punto de apoyo es Mxico, mantiene una lnea de comunicacin con el pblico profundamente humana y universal, razn por la cual sea quizs el autor ms

representado, y mejor recepcionado, en la actualidad a nivel mundial, y no slo en pases de habla hispana, como confirma la crtica internacional. Ojal las tablas peruanas acometan la osada de llevar esta dramaturgia a los espacios nacionales, para un pblico peruano vido de novedades, devoto del humor negro y vctima comn de la crisis de valores de las sociedades latinoamericanas, llenas de cabezas rodantes, de narcotraficantes, de polticos de quinta, de fraude y de corrupcin, con unos pueblos heroicos que lo sopor-

tan todo y donde el desorden de roles sociales, polticos, econmicos, eclesisticos, educativos, etc., es tan cotidiano que hace falta resaltarlo en obras de arte vivas, con colores fuertes que den risa o provoquen llanto, pero que sacudan y no nos dejen indiferentes. Y he ah el mrito del teatro comprometido de Humberto Robles, un arte que presenta concienzuda y emotivamente sus preguntas sobre el mundo, sin que el fuego revolucionario del artista queme la esttica de su mensaje. El Per queda en comps de espera.29

mario WonG

2666 1 y el apocalipsis: o de la literatura absoluta a la hora del crimen

L

a mayor parte de la obra literaria de Roberto Bolao se inscribe dentro de una potica de la fragmentacin, pero 2666 -nmero crptico, de claras connotaciones apocalpticas, con el que titula su novela pstuma el fenecido escritor- ha sido concebida como obra total; sin parangn, ya que resulta casi inclasificable dentro de la literatura hispanoamericana de las ltimas dcadas. En su estructura misma se hilvanan diversas historias, que confluyen en las muertes en serie de mujeres asesinadas en la ciudad fronteriza de Santa Teresa. El hilo narrativo de esta novela es la pasin literaria de Hans Reiter -ciudadano alemn nacido en una aldea prusiana en 1920, y cuyo seudnimo es Benno von Archimboldi-, mas en el laberinto de la fragmentacin y la proliferacin que caracterizan a esta novela de muy largo aliento, el seguimiento de los relatos confrontan al lector con las relaciones existentes entre la literatura y el crimen en nuestras sociedades globalizadas; en este sentido, el crtico literario peruano Peter Elmore acierta cuando seala que ... este libro de libros conjuga el pathos apocalptico con la reflexin sobre el lugar de la escritura y de sus oficiantes en la encrucijada posmoderna.2.30

Quest-ce que nous rfractons? Les ailes que nous navons pas. Ren Char

La presencia de lo sagrado -dioses y demonios- en las sociedades contemporneas se manifiesta siempre como fenmenos patolgicos; esto porque lo sagrado en s mismo no tiene una existencia reconocida, ni en los simulacros de la vida comunitaria ni, menos, dentro del canon de las imgenes que las rigen; por lo que sus manifestaciones son, las ms de las veces, de chocs, de una violencia que sobrepasa todos los lmites de la racionalidad. Es por esto, precisamente, que solamente la literatura, que es un saber que encuentra en ella misma su propio fundamento -desde los romnticos alemanes hasta Baudelaire, Rimbaud, Mallarme y Lautramont- y que lo abarca todo, como una nube, capaz de envolver cualquier contorno, sin preocuparse de lmites3, puede abordar dichos fenmenos. Como Lautramont, en Les Chants de Maldoror, haba mostrado a los satanistas romnticos -vasta tribu que culmina en Baudelaire- que se haban detenido en las premisas de lo tenebroso, en 2666 Roberto Bolao, se ha atrevido a descender en el detalle del horror, con precisin, paciencia y la mirada penetrante.4 1.- De Hans Reiter-Benno von Archimboldi: literatura & crimen El espacio de la literatura es el espacio

de la alteridad, el espacio que privilegia la presencia del otro; lautre, hipcrita lector, que es mon frre, mon semblable (mi hermano, mi semejante), escribe Baudelaire en Les Fleurs du mal. La alteridad que las buenas conciencias tratan, siempre, de reducir a la norma; pero que puede confrontarnos, sin alternativa y sin medida, con el mal, con lo monstruoso en la bsqueda de lo nuevo: Un oasis de horror en medio de un desierto de aburrimiento.5. Ah los lmites de lo que se concibe como realidad son sobrepasados y, en consecuencia, las categoras de la racionalidad y de la moral, del bien y del mal, no funcionan ms6; y el escritor, de una u otra forma participa en la escena del crimen; quizs como testigo inoportuno, confundindose, acaso, entre sus hermanos verdugos y sus hermanos desconocidos.7. La realidad y el arte se confunden a la hora de la irrupcin de lo inmundo, el escritor ficcionaliza la pesadilla (y lo real de la pesadilla, que tiene visos y proyecciones delirantes). Nos hallamos ante la problemtica de la representacin de la realidad en la ficcin y/o de la ficcin de la realidad. Es por esto que la literatura es un oficio peligroso, porque est vinculada a la experiencia de los lmites, de lo abismal (y que es a lo que el el buen sentido, o el denominado sentido comn, rehuye siempre); en sta el crimen y la locura,

lo sagrado y lo profano aparecen como fuerzas que lejos de ser inconciliables, son susceptibles de mezclarse y hasta de confundirse.8. Escribir es y siempre ha sido -como lo dijo Roberto Bolao en su discurso de Carcas- saber meter la cabeza en lo oscuro, saber saltar al vaco9 en esta poca del crimen, del horror y de la dificultad para poder dar cuenta de l. Como Baudelaire que conceba el Pome como un crimen, madurado largamente, la esttica de Bolao en 2666 contina la del poeta francs (y otros: Rimbaud, Mallarm, Lautramont) en la bsqueda artstica; consciente de la existencia de una fisura que abre al abismo en la realidad del mundo: a una lucha en medio del horror para conquistar lo bello; lo verdaderamente irremediable es la belleza, que penetra hasta el dolorAh!10. Pero, la irona est siempre presente! Despus de la pelea de box que ha ido a cubrir en Sta. Teresa, Fate, un periodista negro norteamericano, va en comitiva a un restaurant de tacos y cerveza con varios mxicanos; rememora la conversacin que mantuvo con uno de ellos, Charly Cruz, sobre las salas de cine y el fin de lo sagrado: ya no hay experiencia abismal, no existe el vrtigo antes del inicio de una pelcula, ya nadie se siente solo en el interior de un multicine. Despus, segn recordaba Fate, se puso a hablar sobre el fin de lo sagrado. Para Cruz lo que ms se parece a esa experiencia, es ver a solas videos (pero hay que cumplir ciertos requisitos); cito en seguida un fragmento bastante irnico: Qu es para m lo sagrado?, pens Fate. El dolor impreciso que siento ante la desaparicin de mi madre? El conocimiento de lo que no tiene remedio? O esta especie de calambre en el estmago que siento cuando miro a esta mujer? Y por qu razn experimento un calambre, llammoslo as, cuando ella me mira y no cuando me mira su amiga? Porque su amiga es notoriamente menos hermosa, penso Fate. De lo que se deduce que para m lo sagrado es la belleza, una mujer guapa y joven y de rasgos perfectos. Y si de pronto, en medio de este restaurante

tan grande como infecto, apareciera la actriz ms guapa de Hollywood, seguira sintiendo calambres en el estmago cada vez que, subrepticiamente, mis ojos se encontraran con los de ella, o, por el contrario, la aparicin repentina de una belleza superior, de una belleza ornada por el reconocimiento, mitigara el calambre, disminuira su belleza hasta una altura real, la de una muchacha un tanto extraa que sale una noche de fin de semana a divertirse con tres amigos un tanto singulares y una amiga

cuenta su vida, sus influencias literarias (la leyenda de Persifal, el manuscrito del soldado ruso Ansky), la revolucin bolchevique y su fracaso, los escritores y poetas en esta etapa histrica, Trosky, el stalinismo; como el soldado Hans Reiter deviene escritor hasta su posible implicancia en los asesinatos de mujeres en Sta. Teresa. Un ir y venir de la historia de su vida a la obra literaria; como que se trata del desarrollo de una trama compleja, a travs de acercamientos sucesivos, al sujeto que deviene escritor y

ROBERTO BOLAO

que ms bien parece una puta?, pens Fate.11 Benno von Archimboldi es un escritor de culto; sus obras son ledas y estudiadas (hay cuatro crticos que viajan a Sta. Teresa para un mposible encuentro con l; ver La parte de los crticos). En 2666 es a travs de su vida y obra que Bolao da cuenta de una larga historia que nos remite a la 2a. Guerra Mundial, a la invasin de la URSS por las tropas de la Werhmacht; en su trayectoria hay como un ir y venir en que se

a sus relaciones con el mundo. Roberto Bolao en La parte de Archimboldi (la ltima de las cinco partes que constituyen esta novela) encuentra el lenguaje apropiado para expresar las experiencias del devenir inhumano; es la experiencia extrema de Hans Reiter en el frente del Este durante la 2a. Guerra Mundial, en la que se da una suerte de identidad entre los sentimientos humanos y los movimientos de lo inhumano, en el lmite de fronteras. Experiencia en fuga del per31

sonaje que, en la bsqueda de s mismo, confronta el abismo y asiste a diversas desterritorializaciones; experiencia escritural transgresiva, subterrnea, que nos hace descender a un inframundo de seres, sensaciones y situaciones. Se trata de una tragedia de lo oscuro que trae a la superficie lo no-humano, la locura y el crimen. 2.- La madre del cordero: Sta. Teresa y el secreto del mundo12 Los asesinatos de mujeres se suceden en la ciudad de la pesadilla -situada en la frontera entre Mxico y EE.UU. de Norteamerica- de Sta. Teresa. El sospechoso principal de los crmenes es Klaus Haas, sobrino carnal de Hans Reiter (Benno v