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1 PARTIDOS POLITICOS Y SISTEMAS ELECTORALES JORGE ELIGIO MENDEZ PEREZ 1 jorgemendez@codetel.net.do jorgemendez90@hotmail.com Anat ole Fr ance enar boló el cr it er io de que “la ut opìa es el pr incipio de t odo pr ogr eso y el diseño de un por venir mej or ”, por lo que pedimos excusas por adelant ado si nuest r o pensamient o r esult a alt ament e ut ópico; aunque lo cier t o es que la dimensión de Alber t Einst ein r esult a un valor incuest ionable cuando af ir ma que “no podemos r esolver los problemas con la misma mentalidad que los creamos”. La moder nización de los par t idos y su r ef or ma polìt ica est à en una f ase de cr it icalidad globalizant e, por que al par ecer los par t idos polìt icos no han logr ado adapt ar se al ent or no social del nuevo modelo que r egist r a el pr oceso de r eingenier ìa mundial que se cuestiona incesantemente: ¿estamos en una época de cambio o en un cambio de época? La cr isis silenciosa de los par t idos polìt icos ha af lor ado par a el anàlisis que t oca hast a la conciencia de lo bueno y de lo bello de la nat ur aleza par adigmàt ica de la ver r dad y de la r ealidad que af ect a el clima or ganizacional de la polìt ica y la cult ur a del ej er cicio de la política partidaria que busca la revisión del marco ideológico y el contenido de sus creencias, sus valor es, sus act it udes, sus nor mas y pr incipios, su f ilosof ìa or ganizacional y su est ilo gerencial partidario. Esa r ef lexión conduce al anàlisis de los par t idos polìt icos desde una “per spectiva hacia adent r o” que se une a los sist emas elect or ales desde una cosmovisión int egr al que t r asciende hast a el lider azgo par t icipat ivo que t iene que r econocer el cult ivo de la perfección como abono al mejoramiento de la productividad y de la creatividad polìtica. 1. Enfoque de los Partidos Políticos El plur alismo polìt ico sir ve de sust ent o al sist ema elect or al, donde imper a un r égimen democràtico que valida los partidos polìticos como identificación del estado de derecho. 1 .- Suplente a Miembro de la Junta Central Electoral. Maestría Summa Cum Laude en Ciencia Política. Maestría Summa Cum Laude en Relaciones Internacionales y Diplomacia. Postgrado Magna Cum Laude en Especialidad en Estudios Judiciales. Profesor de Derecho de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) y de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU), en las concentraciones en Derecho de Sucesiones, Derecho Electoral, Derecho de Regímenes Matrimoniales y Derecho Procesal Civil III (Recursos Procedimentales).

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PARTIDOS POLITICOS Y SISTEMAS ELECTORALES

JORGE ELIGIO MENDEZ PEREZ1

[email protected]

[email protected]

Anat ole Fr ance enar boló el cr it er io de que “la ut opìa es el pr incipio de t odo pr ogr eso y el diseño de un por venir mej or ”, por lo que pedimos excusas por adelant ado si nuest r o pensamient o r esult a alt ament e ut ópico; aunque lo cier t o es que la dimensión de Alber t Einst ein r esult a un valor incuest ionable cuando af ir ma que “no podemos r esolver los problemas con la misma mentalidad que los creamos”.

La moder nización de los par t idos y su r ef or ma polìt ica est à en una f ase de cr it icalidad globalizant e, por que al par ecer los par t idos polìt icos no han logr ado adapt ar se al ent or no social del nuevo modelo que r egist r a el pr oceso de r eingenier ìa mundial que se cuestiona incesantemente: ¿estamos en una época de cambio o en un cambio de época?

La cr isis silenciosa de los par t idos polìt icos ha af lor ado par a el anàlisis que t oca hast a la conciencia de lo bueno y de lo bello de la nat ur aleza par adigmàt ica de la ver r dad y de la r ealidad que af ect a el clima or ganizacional de la polìt ica y la cult ur a del ej er cicio de la política partidaria que busca la revisión del marco ideológico y el contenido de sus creencias, sus valor es, sus act it udes, sus nor mas y pr incipios, su f ilosof ìa or ganizacional y su est ilo gerencial partidario.

Esa r ef lexión conduce al anàlisis de los par t idos polìt icos desde una “per spectiva hacia adent r o” que se une a los sist emas elect or ales desde una cosmovisión int egr al que t r asciende hast a el lider azgo par t icipat ivo que t iene que r econocer el cult ivo de la perfección como abono al mejoramiento de la productividad y de la creatividad polìtica.

1. Enfoque de los Partidos Políticos

El plur alismo polìt ico sir ve de sust ent o al sist ema elect or al, donde imper a un r égimen democràtico que valida los partidos polìticos como identificación del estado de derecho.

1.- Suplente a Miembro de la Junta Central Electoral. Maestría Summa Cum Laude en Ciencia Política. Maestría Summa Cum Laude en Relaciones Internacionales y Diplomacia. Postgrado Magna Cum Laude en Especialidad en Estudios Judiciales. Profesor de Derecho de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) y de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU), en las concentraciones en Derecho de Sucesiones, Derecho Electoral, Derecho de Regímenes Matrimoniales y Derecho Procesal Civil III (Recursos Procedimentales).

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El compr omiso de viabilidad asumido por los par t idos polìt icos encar na f uer zas cent r ìf ugas (cent r alización) y cent r ìpet as (descent r alización) que hacen que la oper abilidad de los sist emas elect or ales sea la t r aducción axiológica de una concr eción ir r enunciable que se pr olonga t eleológicament e a la or ganización y f uncionamient o del Est ado en el sist ema polìt ico moder no, el cual deviene de la coor dinación est r at égica de los par t idos polìt icos en bùsqueda axiomàtica de la “captura del poder”.

En el àmbit o concept ual y en su f unción exist encial los par t idos polìt icos desar r ollan una compet encia que nace en sus r elaciones int r apar t idar ias y se pr olonga sensiblement e f uer a de sus linder os nat ur ales en una vir t ualidad que depende del nivel de consenso ent r e fuerzas polìticas interactuantes en procesos electorales.

La Polit ologìa concibe que allì donde hay r asgos acent uados de una diver sidad de par t idos polìt icos con vocación de poder y cont enido def inido, en un r esor t e de aut onomìa, debe dar se un sist ema elect or al con r espuest as coher ent e, diàf ana, t r aspar ent e y dot ado de imparcialidad.

Par a que haya una concr et a moder nización del Est ado debe pr oducir se pr imer o una r eingenier ìa amplia en la comunidad polìt ica por aquel post ulado que est ablece que una sociedad en proceso de modernización tiene que ser pluralista con alto nivel de participación polìt ica, por que la moder nización cr ea y eleva la conciencia y act ividad polìt ica a gr upos sociales y económicos que no exist ìan en la sociedad t r adicional o que se encont r aban f uer a de la esper a de su polìt ica. O dichos gr upos son asimilados al sist ema polìt ico, no se convier t en en una f uent e de ant agonismo y r evolución cont r a el sist ema. El logr o de la comunidad polìt ica en una sociedad en moder nización implica... la int egr ación “hor izont al” de gr upos comunales y la asimilación “ver t ical” de clases sociales y económicas”. (Hunt ingt on, S.P. :“El Orden Polìtico en las Sociedades en Cambio”. P. 351).

J . Br yce dice que “... la democr acia es la maner a de cont ar las cabezas sin r omper las”, per o la t ónica par ece que ha sido la que est ablece que hay que buscar “pr imer o el r eino polìt ico y t odo lo demàs t e ser à dado por añadidur a”. Est o engendr a la at ención pr imar ia que hay que dispensar a las or ganizaciones polìt icas; pues el est ablecimient o de un sist ema de par t idos ef icient e es capaz de est r uct ur ar la par t icipación de nuevos valor es en polìt ica par t idist a que pr est igien la inst it ucionalidad en una conj unción ver dader a de desar r ollo polìt ico. “Un r égimen sin par t idos es por necesidad, un r égimen conser vador ” (Duver ger M. :“Polìt ical Par t ies”. P. 426) y un Est ado sin par t idos con est r uct ur as o plat af or mas ideológicas def inidas subcumbe en la f r agilidad. Todo en democr acia par ece concent r ar se en lo electoral. José Ortega y Gasset lo confirma en “La Rebelión de las Masas” cuando presagia que “... la salud de las democracias, cualesquiera que sean su tipo o grado, dependen de un mìsero detalle técnico: el procedimiento electoral, todo lo demàs es secundario”.

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La t eor ét ica que cast r a la ef iciencia par t idar ia y que dest aca la ir r acionalidad, , la devaluación y la cor r upt ela par t idar ia, hindilgada con mayor pr of usión en la época act ual, hay que deshacer la con post ulados que f or t alezcan una imagen posit iva y mor alizant e, por que est à compr obado que no puede exist ir democr acia sin par t idos polìt icos. En un Est ado en moder nización la or ganización polìt ica equivale a una or ganización par t idar ia y no es posible el desar r ollo social sost enido en un Est ado donde pr edominen la f r agment ación y el desor den polìt ico. Los par t idos polìt icos son los vehìculos ef ect ivos par a const r uir o r econst r uir una convivencia democr àt ica, por lo que deben “super ar el mer o car àct er coj unt ur al y elect or al par a desar r ollar est r uct ur as est ables y per manent es sobr e plat af or mas pr ogr amàt icas que r ecuper en, mot iven y mant engan el int er és de la mayor ìa.... mer ecen super ar la sat anización que los abr uma... per der el car àct er peyor at ivo y malsano... empr ender el ar duo pr oceso de r ecuper ación del buen nombr e de la Polìt ica par a que ést a sea vist a como un inst r ument o de la sociedad civil y no como un obst àculo a las r einvindicaciones sociales”· (Mur illo, G., Ruìz, J .C. :“Par t idos y Clases Polìt ica en Amér ica Latina”. P. 292-293).

El nuevo or den int er nacional det er mina que sólo es legìt imo lo que pr oviene de f ór mulas democr àt icas. Est o conduce a la int er acción ent r e la sociedad y los par t idos polìt icos, los cuales est àn llamados a delinear el mar co de la polìt ica económica y social del Est ado, per o abandonando la pràctica ominosa de la redistribución por la vìa del ejercicio del clientelismo.

El par t ido de not ables del siglo XI X ha desapar ecido. “Sus t ar eas alt er naban ent r e conceder algunas de las aspir aciones de las clases subor dinadas y r epr imir a los sect or es popular es cuando el nivel de sus demandas alt er aba el or den social, al t iempo que se administ r aba la r es pùblica, ent endida como asunt o de los sect or es dominant es a quienes ser vìa y ent r e los cuales r eclut aba a sus miembr os. Con el desar r ollo económico y la incipient e indust r ialización en algunos paìses de la r egión, pasar on a t ener un papel ant icipador de demandas o a pr act icar una polìt ica de t ipo iluminist a. Su mét odo de acción er a elit ist a. Se t r at aba de r ealizar conver saciones de caballer os por medio de las cuales se arriba a pactos. La fórmula polìtica dominante era la de un gobierno presidencial de mayoría sur gido de elecciones censit ar ias e indir ect as. En la mayor ìa de los paìses de la r egión r esult aba dif ìcil seguir ést as r eglas dur ant e lar go t iempo. La acción anar quizant e de los bandos ar mados caudillescos, que r epr esent aban los int er eses de los sect or es somet idos, obligaba a negociar con ellos. Las sit uaciones de guer r a y de paz se alt er nar on con el paso del t iempo. Finalment e la mayor ìa de est as or ganizaciones no logr ó t r ansf or mar se en par t idos de masa, salvo en Colombia y Ur uguay y se ext inguier on lent ament e”. (Per elli, C., Zovat t o, D.: “Par t idos , Lider azgos y Consolidación Democr àt ica en Amér ica Lat ina “, Partidos y Clases . P. XVII).

Los par t idos polìt icos de masas apar ecen con la moder nización societ al , con su complej ización y con el ascenso de los sect or es medios ligados a su pr omoción. Hubo la

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conf or mación de par t idos Cat ch All ( “at r apa t odo”), agr egador es de int er eses y par t idos ar t iculador es de int er eses con una def inición ideológica o cor por at iva, asì como par t idos populist as que acent uar on una dimensión client elìst ica, unos r econocidos como àr bit r os ent r e clases sociales u ot r os que apelando a la negociación r ecur r ier on a f ór mulas autoritarias, populistas, aùn cuando recurrìan a la realización de procesos electorales.

Las dict adur as comisar iales t ecnobur ocr àt icas de los años 60 y 70 hicier on que algunos paìses mant uvier an polìt icas est at alist as, f r ent e a ot r os que opt ar on por la vìa de r ecor t ar el Est ado, pasando las f or maciones par t idar ias pr eexist ent es a sit uaciones de hiber nación ante la acción combinada de las fuerzas armadas y los tecnoburócratas.

Los par t idos y los lìder es polìt icos dier on paso a una r edemocr at ización que en su pr of undidad polìt ica de aj ust e r eduj o la ef ect ividad de la acción de int er mediación de los par t idos hast a conducir al despr et igio del polìt ico pr of esional que dio lugar al “out sider ” o ant ipolìt ico, como Mar io Var gas Llosa f r ent e a Alber t o Fuj imor i en Per ù, Fer nando Collo de Melo, en Br asil, Tabar é Vàsquez, en Ur uguay, Raf ael Calder a, en Venezuela; o la apr eciación de ext r apar t idos nacidos del r echazo de la clase polìt ica t r adicional y por el despr et igio par t idar io, como ocur r ió en Ar gent ina con los gober nador es Ramón “Palit o” Or t ega y Car los Reuteman o en Venezuela con Hugo Chàvez.

La sust ant ividad de lo polìt ico hay que r escat ar lo con una ar gument ación convincent e que valor ice lo expr esado por J or ge Mar io Gar cìa Laguar dia, en el Pr imer Cur so Anual I nt er amer icano de Elecciones, or ganizado, en 1987, por CAPEL, en donde quedó plasmado que “... la bùsqueda de la democracia es una gran aventura compart ida, en la que todos estamos en el derecho y en la obligación de part icipar. Y es una aventura dif ìcil de coronar, porque identificar al sujeto y al objeto del poder polìtico, a los gobernantes y a los gobernados, a los detentadores y a los dest inatarios del poder, es el ideal que persigue el autént ico régimen democràt ico en su visión màs comprensiva. La promoción del derecho y de los procesos electorales democràt icos debe entenderse como la defensa de un derecho humano fundamental”.

2. Partidos Polìticos en el Marco del Derecho Electoral.

El f enómeno de los par t idos polìt icos est à apoyado indudablement e en el desar r ollo del suf r agio, en aument o y consolidación de gr upos sociales que f acilit an su legit imación sobr e pr incipios sist émicos que cont r ibuyen con la democr at ización de la sociedad que ar t icula valor es en la f or mación de la volunt ad polìt ica par a la or ient ación del ej er cicio del poder nacido de componentes electorales.

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2.1. Definición de Partidos Polìticos.

La nat ur aleza def init or ia de par t idos polìt icos obedece a una concepción que se circunscribe dentro de perspectivas históricas y geogràficas.

2.1.1. Ambito Histórico.

Desde el àmbit o hist ór ico se t oma como punt o de par t ida las inst it uciones de expresión popular del período clàsico del Derecho Romano como lo representó el Senado, las ciudades-est ado medievales, el Par lament o de Tudor e inst it uciones de expr esión democràtica de la Francia Revolucionaria.

La hist or ia r egist r a el par t ido polìt ico par t iendo de la cooper ación basada en lealt ad, metas comunes que implican decisiones polìticas.

La def inición de par t idos polìt icos r esult a complicada, per o “se t r at a de las or ganizaciones que par t icipan en elecciones compet it ivas, con el f in de hacer acceder a sus candidatos a los cargos pùblicos representativos”, (Pasquino, G.: “Manual de Ciencia Polìtica,” citando a Stefanno Barttolini. P. 217).

Se apr ecia que “el t ér mino par t ido polìt ico compr ende a las or ganizaciones cuya f inalidad es la de apoder ar se del gobier no en la cont ienda elect or al con uno u ot r os partidos” (Enciclopedia Internacional de Ciencias Sociales”. P. 264).

Pier r e Duclos subr aya que par t ido polìt ico es “la expr esión or ganizada en una f r acción de opinión en la lucha por la conquist a del poder ”. (L` evolut ion des Rappor t s Polit iques Deput ` s. P. 142). A est a def inición Er ich Kauf f mann est ablece que los par t idos “son or ganizaciones que cuent an con det er minados f ines y exigencias, ar r ast r an a adher idos y seguidor es y per siguen conquist ar el poder , o por lo menos, inf luir en la f or mación de la volunt ad est at al” (Gr undt at sachen Und Gr eund Br egr if f e Der demokcr at ie, Munchen. P. 17).

Lenk y Newman r ecogen la consider ación de Edmundo Bur ke, par a est ablecer que el par t ido polìt ico es “un gr upo de hombr es unidos par a f oment ar , mediant e esf uer zos conj unt os, el int er és nacional, basàndose en algùn pr incipio det er minado en el que t odos sus miembros estàn de acuerdo” (“Teoría y Sociologìa Crìtica de los Partidos Polìticos”. P. 82).

Max Weber llama par t ido polìt ico a las “...f or mas de socialización que, descanzando en un r eclut amient o (r ealment e) libr e, t iene como f in pr opor cionar poder a sus dir igent es dent r o de una asociación y ot or ga por ese medio a sus miembr os act ivos det er minadas

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posibilidades ideales o mat er iales (la r ealización de bienes obj et ivos o el logr o de vent aj as personales o ambas cosas)” (“Economìa y Sociedad”, Fondo de Cultura Económica. P. 228).

Par a Coleman y Rosber g los par t idos polìt icos son “Asociaciones f or malment e or ganizadas con el pr opósit o explìcit o y declar ado de adquir ir o mant ener un cont r ol legal, bien solos o en coalición, o en compet encia elect or al con ot r as asociaciones similar es, sobr e el personal y polìtica de gobierno”, (“Sociologìa Polìtica”, P. 120).

El criterio de partidos polìticos es amplio y la definición es mùltiple:

a) “...int ent o or ganizado de alcanzar el poder , ent endiendo por t al el cont r ol del apar at o est at al, est a pr et ensión lo dist ingue de los gr upos de pr esión y de los pequeños partidos cuyo interés en el poder es alto, remoto para que afecte a su actuación”.

E.E. Shattschneider.

B) “Conj unt o de ciudadanos que se asocian con el obj et o de def ender sus int er eses polìticos y luchar por el poder, con el fin de realizar un programa de acción y doctrinario”.

Daniel Moreno Diccionario de Polìtica.

C) “Gr upo de per sonas or ganizadas con el f in de ej er cer o de inf luir en el poder del Estado para realizar total o parcialmente un programa polìtico de caràcter general”.

Manuel Garcìa-Pelayo.

D) “Agr upación social que or ganizada legalment e, siendo sust ent ant e de una ideologìa f ilosóf ica con t endencia polìt ica t iene como obj et ivo pr incipal la conquist a del poder pùblico”.

José A. Silié Gatón “Tratado de Derecho Electoral”

El ar t ìculo 41 de la Ley Elect or al Dominicana nùmer o 275-97 del 21 de diciembr e del 1997, ot or ga un car àcat er legal a la def inición de par t ido polìt ico, al concebir lo como la “agrupación de ciudadanos que se organiza de conf ormidad con la const itución y las leyes, con el f in primordial de part icipar en la elección de ciudadanos aptos para cargos pùblicos y de propender a la realización de programas t razados conf orme a su ideologìa particular, con el objetivo de alcanzar los puestos electivos del Estado”.

La ley de par t idos polìt icos de la Repùblica Feder al Alemana t iene una def inición casi par ecida a la dominicana, al est ablecer que los par t idos polìt icos son “Asociaciones de

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ciudadanos que inf luyen dur ader ament e o por lar go t iempo en la f or mación de la volunt ad polìt ica y aspir an a cooper ar en r epr esent ación del pueblo”. Los par t idos polìt icos que compit en ent r e sì const it uyen la base polìt ica del moder no sist ema const it ucional par lament ar io. Como gr upos f or mados of r ecen alt er nat ivas par a la conf igur ación de la vida est at al. Los par t idos f igur an ent r e los f act or es màs poder osos en un Est ado democr àt ico. Su libr e act uar es par t e int egr ant e necesar ia del or denamient o democr àt ico (Document o sobre Polìtica y Sociedad. Repùblica Federal Alemana, p. 14).

La unif icación de cr it er ios nacida de la mixt if icación def initoria de la conceptualización de partidos polìticos hacen identificar las siguientes caracterìsticas:

a) Tienen un sentido de permanencia que refleja la institucionalidad. b) Preconizan la materialización de un pluralismo polìtico. c) Sirven de promotores de la participación ciudadana. d) Cont r ibuyen con la f or mación y manif est ación de la volunt ad popular par a accesar

al poder, a los cargos de elección popular. e) Influyen en las decisiones polìticas y democràticas del Estado.

2.1.2. Perspectiva Geogràfica.

La per spect iva geogr àf ica que def ine la nat ur aleza de los par t idos polìt icos t oma en cuent a el or igen y el papel de los mismos donde se ident if ican posiciones diver sas complement ar ias a las var iables hist ór ico-conf lict iva que subyace en la f or mación divisor ia socio-est r uct ur ales al pr oceso de f or mación del Est ado, al desar r ollo indust r ial como base par a la exist encia de ident idad colect iva, de gr upos y movimient os pot encialment e en conflicto o variables de tipo institucional.

El or igen y el desar r ollo de los par t idos polìt icos se t r aslada a la ampliación del suf r agio par a poner las condiciones de disponibilidad de un amplio mer cado elect or al, donde apar ecen t endencias compet it ivas con f uer t es consecuencias or ganizat ivas en los par t idos polìt icos; asì mismo, los par t idos polìt icos est àn ligados al desar r ollo de las inst it uciones democràtico-r epr esent at ivas y en par t icular a los par lament os, “segùn una pr ogr esión que par t e del desar r ollo de la r epr esent ación par lament ar ia no dist or sionada (vot o igual y r educción de los obst àculos inst it ucionales par a la t r ansf or mación de los vot os en mandat os par lament ar ios), y concluye con el pleno r econocimient o de la r esponsabilidad par lament ar ia del gobier no y la vinculación inst it ucional ent r e mayor ìa par lament ar ia y poder gubernamental”. (Sànchez Torres, Carlos Ariel: “Derecho Electoral Colombiano”. P. 47).

El anàlisis sist émico de East on y Par sons, r et omada por Bar t olinni, expr esa una “sit uación hist ór ica de int er acción ent r e una ser ie de input sociocult ur ales (que det er minan

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las diver sas opor t unidades par a la ar t iculación de las demandas y de la pr ot est a y la or ganización y la movilización del apoyo) y los out put s inst it ucionales del pr oceso de democr at ización polìt ica, es decir , las r eglas del j uego y las disposiciones const it ucionales que se elabor an en est a f ase como r espuest a a las pr esiones desde abaj o hacia la r epr esent ación polìt ica, en un ver dader o pr oceso de r et r oaliment ación” (Pasquino, op. Cit .. 237).

2.2. Sistemas de Partidos y Partidos Polìticos.

Los sistemas de partidos empujan hacia el sistema electoral registrando la realidad y su apar at o de pr oyección que par t e de la dist inción de la democr acia liber al con r égimen pluralista y el modelo autoritario con el régimen de partido ùnico o régimen sin partido.

El sistema de part idos puede ser def inido como el “...conjunto de part idos en un determinado Estado y los elementos que caracterizan su est ructura: cant idad de part idos, las relaciones ent re sì, t anto respecto a la magnitud de ellos como a sus f uerzas relacionales. . . . las ubicaciones mutuas, ideológicas y est ratégicas, como elementos para determinar las f ormas de interacción; las relaciones con el medio circundante, con la base social y el sistema polìt ico” (Nohlen, Diet er : “Diccionar io Electoral”. P. 631).

Se apr ecia que el sist ema de par t idos t oma en cuent a la est r uct ur a del génesis, la f unción o capacidad f uncional. Est o conduce a at emper ar la explicación conf igur at iva de los dif er ent es sist emas de par t idos desde una ópt ica genét ica con element os inst it ucionales influyentes.

2.2.1. Clasificación de Sistemas de Partidos.

2.2.1.1. Monopartidismo 2.2.1.1. Partido dominante 2.2.1.3. Bipartidismo régido y flexible 2.2.1.4. Sistema dos y medio 2.2.1.5. Pluripartidismo.

La complej idad de los sist emas de par t idos polìt icos ha conducido a que se hayan t omado en consider ación los f actores que han cont ribuìdo al desarrollo de los part idos polìticos. Dentro de los elementos esquemàticos de aproximación cientìfica estàn:

a) La cantidad de partidos polìticos b) Rol de los partidos polìticos en el Sistema Electoral

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c) Formación partidista d) Pluralismo del efecto de representación proporcional e) Competitividad y no competitividad f) Dinanismo transformante competitivo e interactivo g) Atomización de los partidos producto de la fragmentación y polarización. H) Cleavages nacidos de fracturas sociopolìticos.

2.2.1.1. Sistema Monopartidista

Encier r a la exist encia de par t ido ùnico como ant ìt esis de una democr acia plur alist a y expr esión de una sociedad con una sola r espuest a elect or al en el f or mado par t idist a sin r ef er encia compet it iva. La base hist ór ica de Ar gelia, Rusia y Cuba est à anclada como mej or ejemplo del modelo partidista.

2.2.1.2. Sistema del Partido Dominante

Es el r ef lej o de la inser ción de un par t ido polìt ico que aunque exist an ot r os par t idos polìt icos se convier t e en un par t ido pr edominant e, hegemónico, at omizado por la at r act ividad, por acomodamient o ideológico o por inmovilización sociológica r esult ant e del gr ado de út ilidad. El ej emplo se cent r a en el par t ido liber al demócr at a de J apón, donde a pesar de compet encia socialist a y comunist a mant iene el pr edominio, donde Komeit o en cuar ent a años no per dió el poder ; el Par t ido Revolucionar io I nst it ucional de México (PRI ) es una elocuent e muest r a por per manecer en el poder desde f inales de la década de los años veinte hasta la actualidad.

2.2.1.3. Sistema Bipartidista Rìgido y Flexible:

El bipar t idismo r ìgido o duopolio es un modelo que nace, segùn Maur ice Duveger de las líneas divisor ias ent r e conser vador es y liber ales; por lo que su t ipif icación r equier e una dist ancia ideológica ent r e dos par t idos mayor it ar ios con posibilidad de alt er nabilidad y con est r uct ur ación f or t alecida en ambas colect ividades humanas. El ej emplo de plur alidad bipartidista por excelencia està en Gran Bretaña.

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El bipar t idismo f lexible t iene una nat ur aleza de poca est r uct ur ación de sus par t idos, donde no hay f àcil admisión de t er cer os par t idos. El caso t ìpico se obser va en los Est ados Unidos, donde demócratas y republicanos tienen abierta una discusión continua entre ambos.

El bipar t idismo r esult a de la f r agment ación del mult ipar t idismo o de la r upt ur a del monopar t idismo par a llevar a la conexión det er minant e de la polar ización, baj o el ent endido de Sartori de que el “mult ipart idismo polarizado f avorecìa la crisis y la inestabilidad del sistema democràtico”.

El cr it er io de la cant idad de par t idos ha sido sust it uido por element os cualit at ivos y se ha abor dado la pr opuest a clasif icat or ia de compet it ividad y no compet it ividad, donde se t oma en cuent a “la dif er enciación ideologica y pr agmàt ica” y los subt ipos nacidos de los sistemas compet it ivos como son :“ 1r o. Alt er nant e-ideológico, 2do. Alt er nant e-pragmàtico, 3r o. Hegemónico-I deológico; y 4t o. Hegemónico-Pr agmàt ico”, (La Palombar a J . Weider M.: “Political Parties and Political Development).

El est ilo de clasif icación numér ica f ue luego r ef or mulado por Sar t or i en 1976 por el cr it er io de compet ición e int er acción ent r e los par t idos polìt icos t omando en consider ación lo dinàmico, lo t r ansf or mant e en el sist ema de par t ido. Est o le per mit ió pr esent ar la inser t ación de f or mat os par t idist as que en cont inuum compr ende la est r at if icación gener al ya plant eada ent r e la cual se encuent r a el bipar t idismo que no escapa al det er minismo inst it ucionalist a de Maur ice Duver ger ni a la conf igur ación sociológica de Lipset y Rokkan que aducen est os ùlt imos que “... los cont rastes decisivos ent re los dist intos sistemas (de part ido) emergieron antes del ingreso de los part idos de la clase obrera en la arena polìt ica, y el caràcter de estos part idos de masas, f ue notablemente inf luidos por la constelación de ideologìa, de movimientos y de organizaciones con los cuales debìa encont rarse en la cont ienda”. (Lipset , S.M. y Rokkan, St .: “Par t y Syst em and Vot er Alignment s, Fr ee Pr ess. P.35). Aquì est à cent r ada la muest r a f ehacient e de que la est r uct ur a sociopolìt ica ha adquir ido un car àct er per sist ent e, independient ement e de la t esis de congelamient o (f r eezing) apar ecida en Eur opa después de concluìda la f ase de movilización polìt ica, donde con la apar ición del nuevo cleavage (el ecológico) y nuevos t ipos de par t idos que escapan a la “capacidad explicat iva del enf oque sociológico plasmado por dichos t r at adist as, apar eció la t eor ìa genét ica de los par t idos y en una t emàt ica de subj et ividad que r equier e de mayor compr ensión par a una explicación ar gument ist a de los factores que se verifican en la formación y evolución de los sistemas de partidos.

2.2.1.4. Sistema Dos y medio.

El r esult ant e de la alt er nabilidad del poder no t ant o en su desempeño elect or al, sino por la interactuación por un tercer partido.

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En el sist ema de par t idos que se dist ingue por el pr ot ot ipo dos y medio su dif er encia ideológica puede ser notable, aunque la diferencia entre los dos primeros partidos puede ser mayor que en el bipar t idismo. Ej emplo clàsico en la Repùblica Feder al Alemana con dos partidos grandes como CDU y SPD.

Los t r at adist as al analizar el sist ema de dos y medio “pr ef ier en hablar de bipar t idismo equilibr ado o de bipar t idismo dominado, cuando uno de los dos es mayor que el otro” (Schawartzenberg, R.G., “Sociologìa Politica”. P. 562).

2.2.1.5. Sistema Pluripartidista.

El plur ipar t idismo o mult ipar t idismo comienza a oper ar a par t ir de la pr esencia de tres o mas partidos relativamente equilibrados. En Europa puede apreciarse en Francia o en Italia y en América Latina en Perù o en Ecuador.

Un element o const it ut ivo pr opio del plur ipar t idismo es que nor malment e conlleva a coaliciones o alianzas, estables o no, de origen eminentemente electoral.

2.3. Tipologìa de Partidos Polìticos.

La viabilidad de la int er acción de los par t idos polìt icos y el ideologismo que sost iene el discur so polìt ico consolida la democr acia y el sist ema polìt ico f or t alece su visión gener ador a de concept ualizaciones f or mulador as de un or denamient o est at al dinàmico cuya t r ansf or mación es la gar ant ìa conf or mador a de la int egr ación ciudadana en una cat egor ìa etipelogìa de partidos polìticos conforme a su concepción.

El siglo XI X mar ca la apar ición de los par t idos polìt icos con car àct er es dist int ivos pr opios de la f ase pr imar ia de su desar r ollo que se inicia en Eur opa y se pr olonga a los Estados Unidos.

Las condiciones de un pensamient o polìt ico est r uct ur ado en cr it er ios que f avor ecìan la discusión pr opor cionar on el sur gimient o de los par t idos polìt icos en Gr an Br et aña como pr oduct o de la Revolución I nglesa en Fr ancia como consecuencia de la Revolución Fr ancesa en Est ados Unidos como obr a de la I ndependencia que se hizo eco ent r e la mir ada desconf iada y la f alt a de convivencia pacìf ica en Amér ica Lat ina t r as su pr oceso independent ist a con enf oques alt er nat ivos que dif icult an el mar co analìt ico de la ar t iculación par adigmàt ica de su f uncionamient o compr ensible en cuant o a los pr incipios abstractos y especulativos de su dominio.

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El esf uer zo met odológico r ealizado por Max Weber , Rober t Richels, Ost r ogor ski, Maur ice Duver ger y Giovanny Sar t or i, mar car on el punt o de par t ida par a el anàlisis t ipológico moder no de los par t idos polìt icos que par t e de la màs amplia expr esión de la Sociologìa del Poder hasta una comprensión moderna de formación polìtica.

2.3.1. Tipologìa de Max Weber.

2.3.1.1. Partidos de Patronaje.

Tienden al logr o de la posición del poder par a el j ef e polìt ico con la f inalidad de que sus seguidores ocupen cargos administrativos en el aparato estatal.

2.3.1.2. Partidos de clase o de grupo social.

Est àn inspir ados en una int uición del mundo, donde hay una act uación conscient e de que el interés està basado en principios abstractos que se sitùan en una visión futurista.

La concepción Weber iana par t e de que t odos los t ipos de par t idos cent r an su caracterìstica comùn en la aspiración del poder personalista , ya que la tutela del interés del electorado es una función secundaria, porque su misión es asegurar el poder.

Weber f ue el pr imer o en r econocer la necesidad de la f inanciación de los par t idos polìt icos como una nat ur aleza par a combat ir la cor r upción y dar segur idad de mayor confluencia de transparencia.

Expresa que “si los candidatos soportan el mayor peso de los gastos electorales, los partidos se conf igur an como plut ocr acias de los candidat os; si, por el cont r ar io, los f ondos pr ovienen de mecenas o de gr upos indust r iales y económicos el par t ido se pr esent a como r epr esent ant e de int er eses especìf icos; f inalment e, si la f inanciación se obt iene por medio del apar at o del par t ido los candidat os depender àn de los f uncionar ios del par t ido” (Weber , M. : “Economìa y Sociedad”. P. 277).

Weber af ir ma que t odo par t ido est à car act er izado par a alcanzar el poder , concediendo poca at ención a la car act er ización del par t ido en lo que r espect a al funcionamiento en relación con sus adherentes o con los grupos sociales.

Sigmund Newman, cont r adice el cr it er io Weber iano al pr oponer una t ipologìa de par t idos polìt icos que implica la par t icipación polìt ica en la cont ienda elect or al, su inf luencia en la vida de cada milit ant e en t or no al conj unt o or ganizat ivo , las act ividades que acompañan a cada miembr o par t idist a y la int egr ación de est os a los gr upos sociales especìficos que hay que movilizar e incor por ar a la vida del par t ido. Par t iendo de est as

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pr emisas pr esent a la siguient e t ipologìa de par t idos polìt icos en cont r aposición a Max Weber:

1ro. Partidos de representación individual 2do. Partidos de integración

2.1. Partidos de integración democràtica 2.2. Partidos de integración total.

2.3.2. Tipologìa de Maurice Duverger.

Tr as la consecución de la Segunda Guer r a Mundial, Maur ice Duver ger analiza f or mulismos par t idar ios par a concr et izar la sist emat ización t ipológica de los par t idos polìticos y desde su naturaleza profundizó en la siguiente clasificación:

2.3.2.1. Segùn el origen de los Partidos Polìticos: Externos e Internos.

2.3.2.1.1. I nt er nos.. Cuando se desar r ollan desde el gr upo parlamentario hacia abajo, ampliando la organización electoral a la sociedad.

2.3.2.2.2. Ext er nos. Sur gen f uer a del Congr eso y se or ganizan par a accesar al mismo con formulaciones vinculantes en la sociedad.

2.3.2.2. Segùn la part icipación polìt ica de los part idos: De masas y de Cuadros.

La par t icipación polìt ica int er na est ablece la dif er enciación ent r e los par t idos de cuadr os y par t idos de masas y desde el àmbit o de la est r uct ur a or ganizat iva en par t idos de acción directa e indirecta que se aplica a los partidos de masas.

2.3.2.2.1. Partidos de Masas

Son de est r uct ur a dir ect a que se basan en una adhesión individual y dir ect a al par t ido que sopor t a la elección de pagar la inscr ipción y de par t icipar , màs o menos, con regularidad en su vida interna.

El par t ido indir ect o de masas t iene una est r uct ur a const it uìda por una ser ie de asociaciones como sindicat os cooper at ivas, mut ualidades , or ganizaciones popular es y

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pr of esionales, que est àn unidas en una ùnica or ganización elect or al, en la cual la per sona no es en estricto sentido miembro del partido, sino de la asociación a la cual pertenece.

2.3.2.2.2. Partidos de Cuadros.

Exigen un compr omiso t ot al del adher ent e, el cual conj unt ament e con ot r os af iliados son agr upados en secciones o divisiones, las que cumplen por separ ado, per o int egr ados en un r ol det er minado, cir cunscr it o a una act ividad pr oselit ist a o elect or al en un àmbit o geogr àf ico o sect or ial det er minado, obser vando una disciplina f ij ada por la dir igencia y aceptada por la base organizada.

2.3.2.3. Segùn la Est ructura Organizat iva de los Part idos Polìt icos: Directa e Indirecta.

Los element os or ganizat ivos que sir ven de base al f undament o y a las consecuencias der ivat ivas de la nat ur aleza hace que las or ganizaciones par t idist as basadas en comités, secciones, células o milicias t engan una cat egor ìa de r elevancia en el modelo clasif icat or io de la est r uct ur a analizada por Maur ice Duver ger . La célula se ha const it uido en una unidad or ganizat iva hist ór ica de r ef er encia bàsica de los par t idos comunist as, la cual sient a su espìr it u, por lo gener al, en una muest r a pr of esional y agr upa a los adher ent es del Par t ido en un mismo lugar de t r abaj o, aunque exist an ot r as células locales par a agr upar a los trabajadores aislados o a los miembros del Partido que no trabajan en colectividad.

La sección es la unidad pr opia de los par t idos socialist as eur opeos que con la exist encia de una base t er r it or ial t iende a r eagr upar a los miembr os del Par t ido en un territorio determinado y a ser responsable de la actividad de Partido.

El comit é es ponder ado con un cr it er io que ident if ica a dos t ipos de par t idos or dinar iament e dist int os con r espect o a sus car act er ìst icas esenciales. Tiene un car àct er r est r ingido, una nat ur aleza no expansiva, una composición est r at égica basada en la t ácit a coopt ación y su r ef er encia t er r it or ial est à dir igida a la cir cunscr ipción elect or al, lo que lo convier t e en una unidad que puede most r ar car act er ìst icas pr opia de par t idos de not ables del r égimen censit ar io de suf r agio r est r ingido con algunas dif er encias no pr of undas, como a or ganizaciones elect or ales locales. El ej emplo se cent r a en los par t idos polìt icos de los Est ados Unidos, donde de modo especial se pr esent an cont r aposiciones con r elación al régimen de partidos europeos.

Véase que nor malment e la mayor ìa de los par t idos polìt icos de Amér ica Lat ina t ampoco t ienen una est r uct ur a f or malist a basada en una j er ar quìa de unidades or ganizat ivas, aunque sì se ver if ican alianzas de comit és elect or ales locales y los ór ganos cent r ales est àn

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int er esados y act ivados par a la pr opaganda elect or al y no cont r olar con ef iciencia la maquinaria del partido en su totalidad.

Duverger trabaja la estructura organizativa de la milicia como una entidad privada de caràcter militar con una filosofìa disciplinaria que se destaca por la simbologìa de uniformes e insignias, donde hay una mar cada r upt ur a del par t ido con la acción elect or al y par lament ar ia, por lo que r epr esent a un inst r ument o t ìpico que busca la der r ot a de un régimen por el estilo interno organizacional, propio del orden militar.

El desar r ollo de un sist ema polìt ico es la f uent e que cuando hay democr acia f acilit a la pr eponder ancia de los par t idos polìt icos, donde la oposición, la r ivalidad y la compet encia ent r e el gobier no y sus ant agonist as conduce a lo que Rober t A. Dahl denomina “Poliarquìa”, ahì nace el debate en pùblico y los axiomas de Dahl:

“1. La pr obabilidad de que un gobier no t oler e la oposición aument a en la medida que disminuye el precio de dicha tolerancia”.

“2. La pr obabilidad de que un gobier no t oler e la oposición cr ece en la medida en que aumenta el precio de suprimirla”.

“3. En la medida en que el pr ecio de la supr esión exceda al pr ecio de la t oler ancia , mayores son las oportunidades de que se de un régimen competitivo”.

“4.Las pr obabilidades de que un gobier no t oler e la oposición a su r égimen aument an a medida que disminuyen los r ecur sos con que dicho gobier no cuent a par a supr imir a sus adversarios en relación con las fuerzas de la oposición”.

“5. La pr obabilidad de que un gobier no t oler e la oposición aument ar al r educir se su capacidad par a ut ilizar la violencia y las sanciones económicas encaminadas a supr imir dicha oposición”.

En uno u ot r os casos t r àt ese de sist ema de par t idos o de t ipologìa de par t idos polìt icos con r elación a los sist emas elect or ales; hay que dej ar la vaguedad que r educe la int egr ación y la acción ciudadanas hacia la democr acia, sin que haya el plur alismo ext r emo o polar izado de Sar t or i ni coaliciones inest ables o endebles que imposibilit en la solución de pr oblemas ni la exist encia de élit es polìt icas o lùdicos de la vida polìt ica que sepult en la confianza “en la democracia representativa y..... la buena voluntad para tolerar los conflictos polìt icos” (Dennis, J ack; Lindber g, León, McCr one, Donald y St ief bold, Rodney: “ Polit ical Socializat ion t o Democr at ics Or ient at ions in Four West er n Syst ems Compar at ive Polit ical Studies.” 1 abril 1968. P. 91-92 y 101.

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Los post ulados demuest r an que los par t idos var ìan en su est r uct ur a y en su or ganización, que exist e la “necesidad de movilizar un elect or ado mayor ”, que dej e mas la “vìa libr e par a el desar r ollo de moder nas or ganizaciones de par t idos... nuevas f or mas de compet encia..... el par t ido que quer ia sobr evivir t iene que ir en busca de sus miembr os, simpatizant es, seguidor es y vot ant es pot enciales, mediant e or ganizaciones a nivel de bar r iada, sección, célula y demàs.... dent r o de un sist ema de suf r agio amplio... penet r ar cada vez màs pr of undament e en las zonas r ur al y ur bana... la lucha por ganar af iliados, simpat izant es o vot ant es aviva la polit ización del elect or ado... donde los par t idos compit en por los vot os, la par t icipación del elect or ado suele ser mucho mayor ”. (Dahl, Rober t A.: “Poliarquìa: Participación u Oposición”. P. 32-33).

3. Los Sistemas Electorales.

El concept o de sist ema elect or al est à r egular ment e asociado con los t ér minos de Derecho Electoral, Régimen Electoral y Ley Electoral.

La conf luencia nominalìst ica de la concept ualización plant eada es abar cador a cuando subyace un sent ido amplio nor mat ivo en el campo j ur ìdico-posit ivo o consuet udinar io que r egula la elección de r epr esent ant es o de per sonas que accesan a car gos pùblicos; mient r as que stritu sensu hay un caràcter de operatividad que se simplifica en la conversión de votos.

Es pr eciso det er minar la dif er enciación del mar co concept ual de las t er minologías empleadas que guar dan r elación con los sist emas elect or ales. El r égimen elect or al analiza la f enomenologìa de la elección. El Der echo Elect or al mat iza , abar ca la r egulación nor mativa desde el àmbit o legal del pr oceso elect or al, ponder ando el sist ema del suf r agio, condiciones par a la par t icipación en las elecciones y la conf igur ación axiológica que r eglament a el der echo de libr e acceso del modo de par t icipación de los par t idos polìt icos y de los ciudadanos. El sist ema elect or al es una muest r a inequìvoca que r esguar da el pr incipio de r epr esent ación , el pr ocedimient o t écnico de la elección, el mecanismo par a que los elect or es expr esen su volunt ad polìt ica en vot os que ser àn t r aducidos en puest os o funciones en una rama del poder pùblico.

Como se puede apr eciar , un sistema electoral es la expresión de representación polìt ica bajo el amparo del principio mayoritario o proporcional combinado con tecnicismos para su aplicabilidad en un proceso electoral que puede part ir de la f ragmentación sectorial o t erritorial anclada en las denominadas circunscripciones electorales, en la f orma de presentación de candidaturas, en el procedimiento de votación y asignación de los votos computados como regla decisoria que conduce a la adjudicación de los puestos o f unciones municipales, provinciales o nacionales, baj o el ampar o del mét odo de cómput o (D` Hondt o cifra repartidora inventada por el matemàtico belga Victor D` Hond T que divide los votos por partidos polìticos por una serie de divisores de donde se obt ienen cocient es o cif r as que f avor ecen a los par t idos mayor it ar ios; en

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cont r aposición al mét odo I mper iali (2,3,4,5, et c.), Mét odo Saint e Lague (1,3,5,7, et c.), Mét odo I gualado (1,4,3,5,7 et c.), Mét odo Danés (1,4,7,10,13, et c.) y Mét odo Hunt ingt on (1,2,2,3,4, etc.) que concluye con la proclamación oficial por el organo competente.

El ant agonismo mult if act or ial que oper a en los sist emas polìt icos se pr olonga a los sistemas electorales, pues la gobernabilidad con su vulnerabilidad o su viabilidad depende en gran medida del sistema electoral.

La influencia del sistema polìtico en el sistema electoral es variable en la connotación maligna o benigna de su pot encialidad. El desar r ollo del sist ema elect or al est à concat enado con el sist ema polìt ico donde conf luyen f enómenos polìt icos-cult ur ales, hist ór icos-economicos y sociales.

La polémica puede t ener vida, la oposición t ener cuer po y la int er r elación de las inst it uciones polìt icas conf or mar un sist ema de par t idos capaz de pr oducir un sist ema elect or al con ef ect os r educt ivos de las mismas or ganizaciones par t idar ias, per o cont r ibuir con la posibilidad de un sist ema elect or al cient ìf ico que incida en la alt ur a del debat e polìt ico sin t omar par t e en la est r uct ur ación y decisiones de los par t idos polìt icos, ya que el rol del sistema electoral bajo la dirección del órgano competente es fiscalizar y propender a que las r eglas int er nas o est at ut ar ias sean r espet adas, que la ley o código elect or al sea aplicado en pr ocur a de mant ener la est abilidad e int egr ación polìt ica del Est ado independient ement e de la conf r ont ación o compet encia polìt ica. Lo signif icat ivo es la ut ilidad de un compor t amient o elect or al dinàmico que cont r ibuyen con un modelo de campañas elect or ales dent r o del mar co del decor o y la decencia que legit ime la sacialidad del sist ema polìt ico y el compr omiso de pr eser var la per cepción de conf ianza y cr edibilidad del electorado.

3.1 Tipologìas de Sistemas Electorales.

La nomenclatura de los sistemas electorales està bajo el manto de una diversidad que ha gener ado una lucha de opinión cont r aver t ida que en su mar co concept ual r esult a cuasi dif ícil una det er minación ùnica. Sin embar go, la enunciación t ipológica de los sist emas elect or ales ha quedado plasmada con la ponder ación de una ser ie de leyes f or muladas en Fr ancia por León Deguit , Adhemaz Esmein, Maur ice Haur iou y J oseph-Bar t helemuy en consonancia polémica con Maur ice Duver ger ; en I t alia por Giovanni Sar t or i cont r ar r est ando o apr eciando r educciones est r uct ur ales de Ar ist ót eles, Saint -J ust y Condor cet ; en I nglat er r a Thomàs Har e, St uar t Mill; en Bélgica los plant eamient os plur alist as de Van den Heuveny y Vict or d` Hondt que siguió la int ención mat emàt ica del danés Andr ae que at r aj o la sut ileza del pr of esor Henr i Poincar é y la inspir ación de St ef ano Bar t olini que hizo compr ensible la nor mat iva conclusiva de Hume en 1742; los f undament os t r ipar t it os de M. Ost r ogor ski (1902), de R. Michels (1911), en conduct o con la moder nidad, con el ideal

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recurrent e de Max Weber y las cr ít icas pr oyecciones de apr oximaciones hipot ét icas de William Rike , Douglas Rae y Dieter Nohlen.

El comùn denominador de los sistemas electorales toma su forma dependiendo de las pref erencias polìt icas en el acto eleccionario hasta la producción de un resultado electoral que conduce al efecto de la adjudicación de los puestos pùblicos electivos.

El logicismo muest r a la inf luencia det er minant e que ej er cen los sist emas elect or ales en el pr oceso de vot ación en vit al coyunda con los elect or es como element o decisor io que marca la posibilidad exitosa de los candidatos y de los partidos polìticos, dependiendo de los sist emas elect or ales que se ver if iquen f r ent e a ot r as hipót esis pr opias ent r e la r elación def init iva de vot os y escaños, la cant idad r educt iva de par t idos hacia el Congr eso, del candidato presidencial electo con la proporción o desproporción de votos vàlidos requeridos.

Es impor t ant e t ener pr esent e que la exist encia de los sist emas elect or ales no se r educe a la r elación ent r e vot os y escaños o f unciones y al ef ect o r educt ivo o no r educt ivo que se pr oduce al moment o de emit ir el vot o; sino a la f r agment ación del sist ema de par t idos, a la capacidad del sist ema de par t idos de conf or mar una sola o mùlt iple r epr esent ación congr esional o municipal; o det er minar la vinculación vot ant e-elegido , dimensión de las cir cunscr ipciones elect or ales, f or ma de suf r agio y cr it er ios t écnicos considerables.

3.1.1. Sistema Electoral de Escrutinio Mayoritario.

Toma como r ef er encia la plur alidad y el candidat o es elegido cuando obt iene la mayor ìa absolut a o r elat iva de vot os, lo que r epr esent a que el r esult ado elect or al es cuantificado a nivel de globalidad para la proclamación del candidato elegido.

La mayor ìa absolut a se apr ecia cuando un candidat o r esult a gananciado en la pr imer a vuelt a, donde hay un sist ema elect or al de escr ut inio que cuent a con una doble vuelt a y la mayorìa relativa puede quedar configurada en la segunda vuelta.

El escr ut inio mayor it ar io puede t ener una nat ur aleza uninominal cuando est amos en pr esencia de un solo escaño o puest o y plur inominal cuando los elect or es t ienen un menù de candidatos para elegir a varios en el mismo acto eleccionario.

El escr ut inio mayor it ar io puede dar se a una vuelt a cuando se ident if ica como pur o o simple y a dos vueltas cuando se denomina ballotage.

Cuando el escr ut inio mayor it ar io es pur o y simple, el candidat o a pr oclamar como ganador es el que obt iene el mayor nùmer o de vot os, sin impor t ar la t ot alidad de vot os que t enga el adver sar io. En t ant o que en el escr ut inio de doble vuelt a o ballot age par a r esult ar

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elegido es necesar io obt ener la mit ad màs un vot os en la pr imer a vuelt a , lo que equivale a la mayor ìa absolut a y en caso cont r ar io se va a una segunda vuelt a que se def ine con una mayorìa relativa.

Maur ice Duver ger plant ea que el sist ema de escr ut inio mayor it ar io baj o la consignación de vuelt a ùnica o de dos vuelt as depende de la cant idad de par t idos que est én debidament e r egist r ados y r econocidos por el ór gano compet ent e de un Est ado det er minado; ya que cuando oper a un sist ema bipar t idist a que se disput an con ver t icalidad el manej o del poder est at al sólo hace f alt a la consignación de una sola vuelt a, per o que cuando hay una manifestación de un pluripartidismo la segunda vuelta parece indispensable.

Exist e t ambién el vot o alt er nat ivo o pr ef er encial como modalidad nacient e del escrutinio mayoritario donde en base a una combinación polìtica se realiza una sola vuelta de vot ación que r esume los ef ect os de las dos vuelt as. En est e caso cada suf r agant e vot ar à por un candidat o, per o concomit ant ement e señala ot r os candidat os que t ienen segunda pr ef er encia, t er cer a pr ef er encia, cuar t a pr ef er encia, y asì sucesivament e hast a llegar al nùmer o de candidat os deseados. El candidat o que obt enga la mayor ìa absolut a de los vot os emit idos en la pr imer a pr ef er encia ser à pr oclamado como elegido. En caso adver so, se elimina el candidat o con menos pr ef er encia t eniendo en cuent a la segunda pr ef er encia indicada en la papelet a o bolet a elect or al y la segunda pr ef er encia se t r aslada hacia ot r os candidat os. Sin ningùn candidat o obt iene la mayor ìa absolut a se pasa al t er cer or den preferencial, etc.

“La vent aj a event ual del escr ut inio mayor it ar io r eside en su simplicidad “, a pesar de que cier t as var iant es como el vot o alt er nat ivo o la inscr ipción en una papelet a de candidat os de list as dif er ent es, exigen un esf uer zo por par t e del elect o y una gr an educación cìvica. También se ha dicho que el escrutinio mayoritario es injusto y a menudo inmoral.

En cont r ast e, se puede t ener de est e modo de escr ut inio un mej or conocimient o de los candidat os por los elect or es, sobr e t odo cuando el escr ut inio es uninominal y las circunscripciones poco pobladas. Desde el punto de vista polìtico es un perfecto barómetro” (Sànchez Torres, C.A.: Derecho Electoral Colombiano”, P. 32).

3.1.2. Sistema Electoral de Representación Proporcional.

Sit ùa su ambit o de aplicabilidad como un r ef lej o de la r epr esent ación polìt ica que parte del criterio de la distribución de los sufragios entre los partidos polìticos en grado de la proporcionalidad de los votos emitidos y los escaños disponibles.

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Se apr ecia un car àct er dif er enciador sust ancial cuando el sist ema de escr ut inio mayor it ar io f avor ece a los par t idos gr andes por la br echa exist ent e en t ér mino por cent ual de vot os y escaños obt enidos por var ios par t idos, lo que obr a en desvent aj a de los par t idos pequeños; mient r as que en el sist ema elect or al de r epr esent ación pr opor cional se evidencia un marco de concordancia relativa en votos y escaños obtenidos.

El sist ema de r epr esent ación pr opor cional obedece a var iables que sur t en ef ect os dinàmicos como pr oduct o hast a del mismo debat e polìt ico, lo que conduce que sea estructurado asì:

a) Representación proporcional pura: Es cuando hay una coincidencia apr oximada ent r e la pr opor ción de vot os obt enidos por un par t ido polìt ico y la pr opor ción de escaños que le cor r esponden. En ést e apar t ado no hay bar r er as legales dir ect as ni indir ect as que alt er en el ef ect o de la pr opor cionalidad, por lo que t ampoco est à pr esent e la pr esión psicológica sobr e los vot ant es en cuando a su pr ef er encia polìt ica de acuer do al càlculo de los vot os ùt iles, ya que de exist ir condicionant es los elect or es t endr ìan opciones por par t idos que sobr epasen cualesquier a bar r er as. Ej emplo: Holanda, I sr ael, Ur uguay , Venezuela, Nicaragua.

B) Representación proporcional I mpura: Es cuando hay bar r er as indir ect as que impiden un ef ect o pr opor cional inmediat o que iguale el por cent aj e de escaños con el de los vot os, ya sea por la división del t er r it or io en dist r it os o cir cunscr ipciones elect or ales. A mayor incidencia de bar r er as, conf or me a las var iaciones en t amaño de dist r it os elect or ales, mayor ser à el ef ect o concent r ador que t endr àn esas bar r er as sobr e el compor t amient o del elect or ado. Ej emplo: España, Por t ugal, Gr ecia, Chile (1973), Per ù (1980), Brasil, Repùblica Dominicana.

C) Representación proporcional con Barrera Legal: Es el r esult ado de la limit ación del nùmer o de par t idos con posibilidad de acceder a la r epr esent ación par lament ar ia del elect or ado por la exist encia de una bar r er a que af ect a la decisión del vot ant e, r est r inge los par t idos con posibilidades de enf r ent ar se a esas bar r er as y sucede como en el sist ema alemàn que dist r ibuye la t ot alidad de los escaños de maner a pr opor cional ent r e los par t idos que lograron la meta. Ejemplo: Alemania Federal, Suecia.

Como se puede apr eciar de modo gener al, la r epr esent ación pr opor cional asegur a una r epr esent ación de la minor ìa que r eside en cada cir cunscr ipción por que se t oma en cuent a la pr opor cionalidad de los vot os obt enidos exact ament e ; a lo que t ant o Cot t er et como Emer i han af ir mado que la “r epr esent ación pr opor cional pr ocede del obj et ivo que per sigue at r ibuir a cada par t ido o a cada gr upo de opinión un nùmer o de mandat o pr opor cional a su f uer za numér ica”. Est os cr it er ios encuent r an similit ud con los plant eamient os de Ar ist ót eles,

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Saint-J ust y Condor cet donde conj ugan ideas de la per f ect a r educción del conj unt o de los representados con su alta variedad , matices físicos, ideológicos y económicos.

La int ención que valida el sist ema de pr opor cionalidad par a la r epr esent ación ganó f uer za con el mat emàt ico danés Andr ae quien en el 1885 valor ó e int egr ó est e sist ema; lo que conduj o a que St uar t Mill polemizar a f er ozment e con el inglés Thomas Har e, quien se hizo publicar “El Mecanismo de la Repr esent ación Pr opor cional”, sin que Mill logr ar a desarticular el sistema “The Frist Past the Post”.

En la lucha combat iva libr ada en Bélgica ent r e liber ales y socialist as, los medios católicos internanalizaron la expresión del pluralismo para desarticular al Partido Socialista; lo que conduj o a que Van den Heuven, Minist r o de J ust icia mot ivar a a Vict or D` Hont , Pr of esor de Der echo Civil y apasionado de las mat emàt icas a que concibier a un Pr oyect o de Ley Elect or al, que f ue apr obado el 30 de noviembr e del 1899, sit uación similar que f ue pr esent àndose en Fr ancia, cuando Yves Guyot pr eside un movimient o polìt ico f r ancés denominado “Liga par a la Repr esent ación Pr opor cional. Luego Er nest Lavisse en “La Revue de Par ìs” diseña una campaña en cont r a del escr ut inio de dist r it o por su car àct er abusivo hast a cr ear el “Comit é Republicano de la Repr esent ación Pr opor cional”, que concibe un pr ogr ama que conocer a los candidat os a las elecciones legislat ivas del 1910, coincidencia que se verificaba también en Gran Bretaña con The Proportional Representación Society”.

La Eur opa Occident al t r as la pr imer a Guer r a Mundial est aba baj o el inf luj o del sist ema de la r epr esent ación pr opor cional, por ser un modelo coher ent e de la j ust icia y la liber t ad, per o aùn cuando no hubo un logr o absolut o en la inst aur ación del sist ema de la representación proporcional, por lo menos en Francia se votó la Ley Electoral del 12 de Julio del 1919 donde se pr oducìa la mixt if icación de la r epr esent ación pr opor cional y el escr ut inio mayor it ar io; aunque Alemania, los paìses baj os, Checoslovaquia, I t alia y Suiza consiguier on est ablecer el sist ema de r epr esent ación pr opor cional, lo que er a f avor ecido por los movimientos socialistas de la época.

El mecanismo de la r epr esent ación pr opor cional viene dado por un escr ut inio de list a, donde los par t idos polìt icos t ienen que hacer un list ado de nombr es de los candidat os que somet en a suf r agio. Est o pr esupone el escr ut inio de list a ùnica que per mit e la at r ibución o reparto de escaños, tanto a la mayorìa como a la minorìa.

Maur ice Duver ger est ablece que cada list a de los escaños obt iene como base los suf r agios r eunidos, no se t oma en cuent a el r est o o r esiduo; por que la dist r ibución puede hacer se siguiendo el mét odo del cocient e elect or al o el mét odo del nùmer o unif or me, ya que ambos métodos encuentran su razón de ser en el sistema del cociente nacional.

El sist ema del concient e elect or al r esult a de la división en cada cir cunscr ipción del nùmer o t ot al de los suf r agios emit idos por el nùmer o de diput ados o r egidor es a elegir . La

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cif r a obt enidida se denomina cocient e elect or al. La list a posee t ant os candidat os elegidos como cuant as veces el cocient e elect or al est é cont enido en la cif r a de los suf r agios obtenidos.

En el sist ema del nùmer o unif or me la ley det er mina con pr ecisión par a t odo el t er r it or io el nùmer o especìf ico de vot os que son necesar ios par a que una list a puede t ener der echo a un diput ado o r egidor . Una list a obt iene t ant os diput ados o r egidor es cuant as veces ese nùmer o est é cont enido en la cif r a de vot os dados a la list a. En el caso ant er ior el nùmero de diputados o regidores de una circunscripción no està previamente determinado.

El sist ema de cuocient e nacional consiste en dividir el conjunto de sufragios emitidos en la t ot alidad de cir cunscr ipciones del Est ado de la pr ovincia o del Municipio por el conj unt o de los puest os a elegir . Cuando el coucient e nacional sea det er minado se usa la misma f or ma que el nùmer o unif or me, donde hay que est ablecer que el r epar t o del r est o o r esiduo es dif ìcil de r esolver por lo que es convenient e agr upar t odos los r esiduos a nivel nacional, par a que coincida con el sist ema del nùmer o unif or me, por lo que la sumat or ia de los r est os obt enidos por t odas las list as del paìs dar à como r esult ado que se obt endr àn t ant os puest os cuant as veces el nùmer o unif or me est é cont enido en la t ot alidad de los r est os de cada list a. En f in, la at r ibución de los r esiduos dent r o del mar co nacional es una solución acor de con la t eor ìa de la r epr esent ación pr opor cional per o t iende a la mult iplicación de los par t idos al sumar una cuot a de vot os que puede causar incisión local de dimensión general.

Cuando los r est os de cada cir cunscr ipción son r epar t idos es por que se emplea el pr ocedimient o del cocient e elect or al; lo que dent r o del àngulo de mult iplicidad de modalidades hace que cuando se at r ibuyen los escaños no encubier t os a las list as que t ienen mayor es r est os en el or den decr ecient e de ést os, se est é calculando un nuevo r est o t r as la at r ibución a una list a del escaño que queda, lo que f avor ece a los par t idos minor it ar ios y desfaroce a los partidos grandes.

Lo frecuente es adoptar el sistema de “la media màs fuerte”, que finge atribuir cada escaño no cubier t o a cada list a sucesivament e y se hace la media de los vot os obt enidos por los diput ados o r egidor es de cada list a, donde si ést a t iene la media màs f uer t e se ve efectivamente atribuido el escaño a cubrir.

Cuando la r epr esent ación pr opor cional r ecae en un escr ut inio de list a, los escaños at r ibuidos a los par t idos son dist r ibuidos ent r e los candidat os segùn el or den de pr esent ación de los candidat os pr opuest os en el int er ior de las list as. La gr avedad del asunt o r eside en el r iesgo que amenaza al elect or , el cual a veces t iene que vot ar por un candidat o que encabeza la list a que t iene poca f uer za elect or al, per o que los comit és de los par t idos polìt icos o los comit és elect or ales lo imponen; aunque el vot o pr ef er encial y la

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inscr ipción en una bolet a o papelet a elect or al de vot os de candidat os de list as dif er ent es pueden corregir dicha rigidez en la presentación de los aspirantes a cargos electivos.

El vot o pr ef er encial consist e en que el elect or clasif ica los candidat os segùn su pr ef er encia en el int er ior de una misma list a, lo que engendr a que los que est àn inscr ipt os en un list ado van a ser clasif icados segùn el nùmer o de pr ef er encia, clasif icación que va a determinar la personalidad de los candidatos elegidos.

El car àct er de aplicabilidad de la r epr esent ación pr opor cional es una moda de simplicidad en el int er medium de las dos guer r as mundiales, sobr e t odo en Eur opa Occident al; aunque el sent ido de cr it icidad en cuant o a la equidad en la r epr esent ación se convir t ió en una pr eocupación. Resalt a a la vist a el caso de la ant igua Checoslovaquia, donde a par t ir de la Ley Elect or al del 29 de ener o del 1920 el càlculo f ue r evest ido de una complej idad que conduj o a la ampliación del plazo mayor de una semana ent r e el cont eo de los vot os emit idos y la publicación de los r esult ados que t r aìa como ef ect o la pr oclamación de los candidat os elect os. La complicación f ue mayor por que los r est os obt enidos en cada list a en el plano local después de una pr imer a at r ibución o cocient e er an cent r alizados en el Minist er io del I nt er ior de Pr aga, que er a quien f inalment e t ot alizaba los r est os calculaba un nuevo cocient e en f unción de los escaños r est ant es a pr oveer y si aùn f alt aban escaños por llenar, utilizaba el método de los restos màs amplios.

Menzi Poincar é af ir maba que “el sist ema de nùmer o ùnico ser à compr endido desde el pr imer moment o y el màs ignor ant e en mat emàt icas ver à sin r azonamient o que da complet a sat isf acción a la j ust icia”. Sin embar go, Car los Ar iel Sànchez Tor r es est ablece que “la elección se t r ansf or maba en una oper ación mat emàt ica sut il, cuyos límit es escapaban frecuentemente al comùn de los ciudadanos”. (Ob. Cit. P. 35).

El caràcter de historicidad de la representación proporcional ha sido complicado. Su acept ación o r echazo ha est ado somet ido al vaivén de la opor t unidad o de las vent aj as compet it ivas que puedan f avor ecer a las par celas de los par t idos polìt icos en un per ìodo elect or al det er minado. Fìj ese que Est ados Unidos adopt ó la r epr esent ación pr opor cional con un cr it er io limit at ivo a las elecciones municipales por cor t o t iempo, vir aj e pr ogr esivo que se hizo manif iest o con sent ido analít ico en los cìr culos polìt icos y en los t r at adist as del Der echo Const it ucional que llegar on a plant ear que la cuot a de poder alcanzada por el fascismo y por el nacionalismo socialista fue obra de la representación proporcional.

El debat e sobr e los sist emas elect or ales cent r ó la at ención de la comunidad eur opea a raìz de la Segunda Guerra Mundial . Los partidos polìticos de una estructura ideológica de izquierda ascendìan al poder ant e la mar cada pr eocupación de los par t idos socialdemócr at as que r ecelaban el avance del comunismo. El r ef lej o palpable se inst aur a en Fr ancia con la mayùscula cont r adicción exist ent e ent r e comunist as, socialist as y r epublicanos popular es en

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t or no a la r epr esent ación pr opor cional, la cual f ue modif icada e impuest a por el Par t ido Comunist a con una denominación de sist ema de r epr esent ación depar t ament al, que f ue aniquilado en 1958, cuando Francia decidió abandonar la representación proporcional.

3.1.3. Sistema Electoral Mixto

El sist ema elect or al mixt o r esult a de la combinación de los sist emas elect or ales del

escr ut inio mayor it ar io y de r epr esent ación pr opor cional, de donde pueden dar se t r es t endencias compr ensibles que se ubican dent r o del sist ema mixt o con dominant e mayoritario, con dominante proporcional y equilibrado.

4. Formulación de Leyes sobre los Sistemas Electorales.

La Ciencia Polìt ica se nut r e de la complej idad sist émica que evoca de la t eor ìa del conf lict o. El desar r ollo de mét odos elect or ales es un mecanismo valioso que se t r aduce en la discusión del sist ema polìt ico donde se analiza hast a la est r uct ur a ideológica que conforma la base organizativa de los procesos electorales.

La compet it ividad de los par t idos polìt icos y la f ór mula del cont eo de los vot os que desemboca en la asignación de los escaños pr esagió element os de ponder ación sobr e la consult a de ciudadanos mediant e el suf r agio, lo que conduj o al anàlisis de la aplicación del pr incipio de mayor ìa, lo que llevó al plant eamient o de posiciones r adicales como most r ó J uan J acobo Rosseau y a las “Consider aciones sobr e el Gobier no Repr esent at ivo” de J ohn St uar t Mill del 1861, donde t oma cr it er ios de la “Democr acia en Amér ica “de Tocqueville, en lo r ef er ent e a la expansión de la ciudadanìa que “pr ovocar ìa el sur gimient o de nuevas élit es que t endr ìan que obt ener r epr esent ación “ (Ream, J uan: “Leyes de Maur ice Duver ger ”, P. 430).

Las f or mulaciones de Alt hussius sobr e la r ealización de elecciones; las pr opuest as de Hare en 1859 en base al “single t r ansf er able vot e”; el cor olar io de Car lo C. Andr ae de 1855, apoyado en la dinamización de la r epr esent ación de la minor ìa, at r aj o la apar ición del pr incipio de r epr esent ación pr opor cional, el modelo de los mét odos elect or ales sobr e la conf or mación de los par t idos polìt icos; lo cual dio paso en 1869 a la pr imer a Ley de Maur ice Duver ger , f or mada por el vot o mayor it ar io que a decir de Ashwor t hs “ha desar r ollado el sist ema de par t idos”, baj o la r egla de la mayor ìa simple y lo bipar t idar io que en 1910 Holcombe concebìa como”... casi ir r esist ible”, lo que ya habìa sido def endido en 1909 por Ramsay MacDonald, baj o el concept o de que “la regla de la mayorìa. . . debìa imponer su programa”, per o si se t r at ase de un sist ema de r epr esent ación pr opor cional “t endr ìa que entrar las coaliciones” y negociación.

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La posición del Pr imer Minist r o de Reino Unido, Ramsay MacDonald, f ue r espaldada en 1924 por Samuel E. Finer quien plant eó que “la r epr esent ación pr opor cional conf undìa la responsabilidad”, a lo que agregó en 1935 que la representación proporcional multiplicaba los par t idos polìt icos en Alemania e I t alia, donde hizo pr esencia la inest abilidad de gobier nos y la r eacción que llevó al poder a Mussolini y Hit ler ; ar gument aciones que f uer on compartidas por Hermens en 1941 y Millen en 1943; dando paso a la segunda ley de Maur ice Duver ger que descansa el sist ema de r epr esent ación pr opor cional al de la mayor ìa obt enida t r as una segunda vuelta que tiende al multipartidismo.

4.1 Leyes de Maurice Duverger

Maur ice Duver ger f or mula t r es leyes sociológicas det er minant es en el sist ema electoral con influencia en el sistema de partido, las cuales son:

4.1.1. El escrutinio mayoritario a una sola vuelta tiende al bipartidismo.

4.1.2. La r epr esent ación pr opor cional t iende a un sist ema de par t idos mùltiples e independientes unos de otros.

4.1.3. El escr ut inio mayor it ar io a dos vuelt as t iende a un mult ipar t idismo atemperado por alianzas.

Como se apr ecia el sist ema de plur alidad en cir cunscr ipciones uninominales conduce a sistemas bipartidistas y la representación proporcional a sistemas pluripartidistas.

Est as leyes est àn baj o el espect r o de las Ciencias Sociales y no est àn anclada en un determinismo absoluto porque pueden caer dentro del àmbito de la refutabilidad.

Duver ger plant ea que el escr ut inio mayor it ar io a una sola vuelt a lleva a la t endencia de la r eagr upación, so pena de ser aplast ada con un doble ef ect o de subr epr esent ación y de polarización.

La subr epr esent ación es un f enómeno mecànico por que un par t ido puede obt ener una pr opor ción de escaños inf er ior a su población de suf r agios. Exist en cuando el escr ut inio mayor it ar io f unciona solament e con dos par t idos. El que gana es f avor ecido y el ot r o es per j udicado en una pr opor ción que se ha denominado en I nglat er r a “Ley del Cubo”, por que la r elación del por cent aj e de los escaños de dos par t idos ser à igual a la r elación de los cubos de los porcentajes de los sufragios.

Ant e la exist encia de un t er cer par t ido cr ece la posibilidad que est é màs r epr esent ado que el segundo par t ido, lo que gener a que se ar r iesgue a ser bar r ido. La

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subr epr esent ación t iende a hacer per der los vot os que van inùlt ilment e a un t er cer par t ido, f enómeno que es adver t ido por los elect or es, los cuales t ambién apr eciar que la división de los par t idos ent r e dos t endencias pr óximas f avor ece a un adver sar io que sea comùn. Ant e est a r ealidad los elect or es t ienden a dej ar el t er cer par t ido par a dir igir sus vot os hacia los dos partidos polìticos màs fuertes, creando asì una polarización.

La polarización crea un fenómeno psicológico en el electorado y refuerza los factores mecànicos que conducen al bipartidismo.

Duver ger concibe el plant eamient o ant er ior desde un f oco dist int o en un r égimen de r epr esent ación pr opor cional, ya que el pr incipio de r epr esent ación pr opor cional explica la mult iplicidad de par t idos que ocasiona. Est o asegur a que una minor ìa par t idar ia, por débil que sea, tenga una representación lo que puede repercutir en una fragmentación polìtica con tendencias separadas que no disminuyen la fuerza del conjunto.

El mecanismo de escr ut inio no f uer za los par t idos a unir se, per o elect or alment e la alianza que pueda pr oducir se es inùt il, por que t odo sist ema t iende a per mit ir que cada partido polìtico corra su suerte conforme a la reciprocidad de independencia de los partidos polìticos.

En cuant o al sist ema mayor it ar io a doble vuelt a, Maur ice Duver ger est ablece que la mult iplicidad de par t idos polìt icos se debe por que la exist encia de una segunda vuelt a per mit e a cada par t ido pr obar su pr opia suer t e en la pr imer a vuelt a, sin que la lucha de t endencia pr ovoque su der r ot a, lo que signif ica un r eagr upamient o de f uer zas polìt icas en la segunda vuelta.

El f enómeno de la segunda vuelt a demuest r a que los par t idos polìt icos pueden mult iplicar se, per o por despr endimient o nat ur al t ienden a la alianza por obligación como f or ma de der r ot ar adver sar ios por la r et ir ada pur a y simple o por desist ir en f avor de ot r o. Est o conf ir ma el post ulado duver ger iano de que “la segunda vuelt a es el escr ut inio de las alianzas”

Maur ice Duver ger hace sus plant eamient os en t ér minos de t endencia màs que de dependencia, de donde queda implìcit a la est imación de una posible apr oximación causa-ef ect o a la r ealidad aplicada al cont ext o social concr et o que per mit a la compr obación o refutación del fenómeno.

Las Leyes de Maur ice Duver ger han r ecibido un sent ido de cr it icidad de analist as polìt icos como Sar t or i, William Riker , Douglas Rae y Diet er Nohlen; quienes con sus cr it er ios enr iquecen la t esis dicot ómica acer ca de los sist emas elect or ales, siendo el pr opio Duver ger quien se haya encar gado de int er pr et ar las hipót esis de sus adver sar ios y replanteado su preceptos sobre la base de “lo aprendido durante los ùltimos cuarenta años”.

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Duver ger r econoce que su f or mulación t ent at iva e impr ecisa ha conducido a algunos errores interpretativos como lo demuestra la supuesta diferencia que plantea en lo atinente a la t endencia del escr ut inio mayor it ar io a una sola vuelt a que dir ige a la cr eación y al mantenimient o de sist emas bipar t idist as y la hipót esis t endencial hacia el mult ipar t idismo de la representación proporcional y el sistema de escrutinio mayoritario a dos vueltas.

Duver ger se r et r act a en f r anca conf esión, cuando af ir ma que en 1951 dij e en partidos polìt icos que aquella es la que “mas se apr oxima a una ley sociológica en t odas las gener alizaciones suger idas en est e libr o. Ref lej aba solament e una act it ud caut elosa de mi par t e, que er a una r eacción ant e las cr ìt icas a la f or mulación or iginal que hice en 1945 en la Univer sidad de Bor deaux, donde pr esent é las consecuencias de los t r es sist emas electorales como una ley sociológica tripartita”.

Señala Maur ice Duver ger que las leyes sociológicas est àn suj et as a un gr ado de vulner abilidad mayor que las ciencias nat ur ales, per o que est as ùlt imas t ampoco son ot r o f enómeno que int er pr et an obj et os y r elaciones no r evelaciones de su esencia, por que los errores de interpretación sobre sus leyes son culpa de los lectores màs que del autor.

La conclusión f inal de Duver ger se cent r a en asegur ar que “la relación entre normas electorales y sistemas de part idos no es mecànica ni automàt ica: un régimen electoral especìf ico no produce necesariamente un sistema de part idos especìf ico; sólo ejerce presión en dirección a dicho sistema, es una f uerza que actùa junto con varias ot ras fuerzas, algunas de las cuales tienden en dirección contraria”.

4.2. Leyes Tendenciales de Giovanni Sartori

4.2.1. Las f òr mulas elect or ales plur alist as f acilit an (son condiciones que facilitan) un f or mat o bipar t idist a e inver sament e obst r uyen (condiciones que obstruyen) el multipartidismo.

4.2.2. Las f òr mulas elect or ales de r epr esent aciòn pr opor cional f acilit an el multipartidismo e, inversamente, dìficilmente conducen a un bipartidismo.

4.2.3. Dada una est r uct ur aciòn sist èmica de par t idos, la r epr esent aciòn pr opor cional obt iene un ef ect o r educt ivo causado (como condiciòn suf icient e por su no pr opor cionalidad. A mayor gr ado de impunidad de la r epr esent aciòn pr opor cional, mayor serà el costo de entrada para los pequeños partidos y màs fuerte serà el efecto reductivo y por el cont r ar io, a menor gr ado de impunidad del sist ema de r epr esent aciòn pr opor cional, màs dèbil serà el efecto reductivo. Alternativamente , un sistema de partidos estructurado f uer t ement e es sòlo la condiciòn suf icient e par a mant ener el f or mat o par t idar io pr e-

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exist ent e a la int r oducciòn de la r epr esent aciòn pr opor cional. (Puede obser var se que est a ley es pràcticamente ad hoc para cubrir la “excepciòn austrìaca”).

4.3.4. No exist iendo un sist ema est r uct ur ado de par t idos y baj o el imper io de un mèt odo de r epr esent aciòn pr opor cional pur a, que supone un cost o de ent r ada igual par a t odos, los par t idos, el nùmer o de los mismos depender à sòlo de lo que la cuot a de ingreso permita.

Sar t or i t oma el bist ur ì par a ponder ar el pensamient o de Duver ger al indicar que el aut or f r ancès lo que hace es pr esuponer que una r elaciòn causal puede ser gar ant izada por una cor r elaciòn; quer iendo signif icar que Duver ger no per cibe la dif er encia ent r e causa de y asociado con, relacionado con. Una ley (generalizaciòn causal) es verificable sì y sòlo sì; la causa-efecto queda especificada , cuando el ef ect o de la pr imer a ley (dualismo par t idist a) es t odo lo impr eciso que puede ser y el efecto de la segunda ley (multipartidismo) presenta una excesiva imprecisiòn, ya que las leyes dan un ef ect o sobr e el nùmer o de par t idos. Duver ger nunca ciñe su anàlisis a r egla de r ecuent o consecuent e, cont abiliza los par t idos conf or me a su valor nominal, desechando a veces par t idos locales por par t idos a medias. . El ef ect o del f act or causal pr esupuest o nunca es aclarado, lo que genera que las leyes de Duverger pueden adecuarse con facilidad a pr uebas que r esult en posit ivas. Est o hace que la segunda ley sea ambigua e enigmàt ica, por que est à pr ecedida por dilat ados descar gos en lo at inent e a la def iniciòn de su supuest o ef ect o (mult ipar t idismo), la cual t oma comogr ado par a inf er ir acer ca de la nociòn t ècnica del multipartidismo y la nociòn corriente de multiplicaciòn.

Sar t or i af ir ma que Duver ger t iene una concepciòn ment al de la r elaciòn causal que impor t ant iza con mayor pr opulsiòn el ef ect o de màs par t idos de la r epr esent aciòn pr opor cional, aunque dicho ef ect o sea limit ado y no necesar iament e inmediat o. Es de ahì que Sar t or i sost enga que “la representaciòn proporcional causa una remociòn de obstàculos, pero no puede decirse que causa mult iplicaciòn. . . . la inf luencia del sistema de representaciòn proporcional es meramente. . . . un debilit lamiento de la misma influencia que es ejercida por los sistemas pluralistas de mayoría”.

Un invent ar io del pensamient o de Giovanni Sartori, ar r oj a el mar co concept ual de que par a èl los sistemas electorales son dèbiles y f uertes, suj et os a un gr ado de influencia manipuladora.

Se colige que Sar t or i sigue el modelo de Duver ger , per o con una apr oximaciòn met odològica de las gener alizaciones t ipo-ley, t r at ando de r ef or mular y cor r egir los vacíos metodològicos de los postulados.

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Nohlen (1981) y Bogdanor (1983) desechan las ideas de Duverger y Sartori cuando se pr esent an como leyes , al cr eer que la relaciòn ent re sistema electoral y part ido no es factible de encapsular en fòrmulas causales, por su caràcter determinante profundo de la sociedad vigente, sujeta a una evoluciòn històrica, llegando Nohlen a establecer que la concreta f orma de art iculaciòn ent re sociedad, sistema o comunidad polìt ica, part idos con el mètodo electoral t iene variados ef ectos recìprocos que pueden darse ent re un sistema aplicado para t ransf ormar votos en cargos y el sistema de part idos polìticos.

La posiciòn de Nohlen no es compar t ida por Sar t or i, baj o el cr it er io de que la f or mulaciòn de leyes lleva a un camino est r uct ur al y f or malist a; descar t ando t ambièn el int ent o de Ral (1971), de r ef or mular la pr imer a ley de Duver ger con el cr it er io de que “los mètodos de pluralidad (mayoría simple) causan sistemas bipartidarios”, y de subdividir la segunda ley en 28 pr oposiciones baj o el ampar o del mèt odo de por cent aj e de f r accionalizaciòn de los par t idos y de asociaciòn pr obabilìst ica del sist ema de proporcionalidad.

Riker (1986) r evisa las leyes de Duver ger par a pr oducir un conocimient o acumulat ivo que r echaza Sar t or i , por que cuando Riker pr et ende sust it uir “dualismo par t idar io” por “competencia bipartidaria”, y “mantienen” por “provocan” (bring about) como corolario de los mèt odos de plur alidad (mayor ía simple) en r elaciòn a los par t idos no es màs, segùn Sar t or i, que r eemplazar una oscur idad por ot r a, una inadecuaciòn por ot r a, por que “mant ener ” no es lo mismo que “pr ovocar ”, con lo que Sar t or i dej a sin opor t unidad las ar gument aciones de Riker , combat e con t èr minos sociològicos los plant eamient os de Condor cet que concibe la construcciòn teòrica de partido ganador o perdedor.

Sar t or i en la sof ist icaciòn r educt ual de su mèt odo lògico pr esent e como equivocado al J .E. Mill en el mòdulo def init or io de “causa”, por que equivale a “condiciònes suf icient e”, como factor disparador, provocador de un efecto.

En una ar gument aciòn alt er nat iva Sar t or i concibe los mèt odos mat emàt icos posibles de Saint e-Lague y de D` Hondt , per o que màs que pr omedios hay que t ener en cuent a las cir cunscr ipciones elect or ales por que en un r ègimen de pr opor cionalidad cuando la cir cunscr ipciòn es pequeña elige un nùmer o muy limit ado de car gos que hace que la pr opor cionalidad sea not or iament e at enuada, por lo que en est e caso los mèt odos elect or ales af ect an al vot ant e y a un nivel local, mient r as que el sist ema par t idar io consider ado es un agr egado a nivel nacional. El ef ect o del sist ema elect or al puede ser constrictivo o no para el elector y por consiguiente asumir una dimensiòn manipulativa.

SISTEMA DE PARTIDOS COMO SISTEMA DE CANALIZACION DE LA POLICIA EN SOCIEDAD.

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SISTEMA ELECTORAL

SISTEMAS DE PARTIDOS.

FUERTE DEBIL

FUERTE (Estructurado)

1.Efecto restrictivo del Sistema Electoral

2. Efecto de contrapeso y bloqueo del Sistema Partidario.

DEBIL Desestructurado

3. Efecto restrictivo de la Circunscripciòn Electoral.

4. Sin influencia.

Las f or mulaciones de Sar t or i, independient ement e de su act it ud pedant ezca al ponder ar con los t r abaj os de ot r os int elect uales, no han t enido cr ìt icas sist emàt icas por que su anàlisis equilibr a en su f undament aciòn los pr ocesos hist òr icos, la Polit ologìa, la Sociologìa Polìt ica y los sist emas par t idar ios y elect or ales de visiòn casi t ot alit ar ia, en complej idad del f enòmeno ut ilit ar io y r educt ivo de las leyes ef ect ivas que f inalment e pueden graficarse asì:

SISTEMA DE PLURALIDAD Y SISTEMA PROPORCION Segùn las leyes de Sartori sobre los efectos de los Sistemas Electorales

Efecto Reductivo

No efecto No efecto ------ efecto efecto

A B Representaciòn Representaciòn Sistemas electorales proporcional pura. Proporcional impura. mayoritarios.

Representaciòn Proporcional

4.3. Planteamientos tendenciales de Dieter Nohlen.

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Dieter Nohlen revela la imposibilidad de establecer relaciones causales uniliniales (en forma de ley) en sistemas electorales y en diferentes tipos de sistemas de partidos.

Aduce el pr of esor Nohlen que en la r elaciòn sist ema elect or al-sist ema de par t idos, ent r an en j uego un conj unt o de var iables, pur ament e cont ingent es en algunos casos que inf luyen en los ef ect os pur ament e gener ados por el sist ema elect or al sobr e el sist ema de partidos.

Par a Nohlen lo impor t ant e en la conf r ont aciòn de los sist emas elect or ales sobr e las condiciones contingentes, contextualizando la relaciòn causal bajo anàlisis.

Nahlen coincide con los plant eamient os de Cot teret y Emeri, en cuant o a la mediciòn de la inf luencia de los sist emas elect or ales sobr e los r egìmenes polìt icos, su car àct er unívoco o met odologìa, cent r ada en la desmesur ada insist encia del ùnico aspect o mecànico de la oper aciòn elect or al que r ecae sobr e el sist ema elect or al. Sost ienen dichos aut or es “ que el sistema electoral es un elemento ent re muchos del sistema polìt ico en su conjunto, pero no, ni mucho menos la ùnica variable a la que hay que atender”.

Nohlen dist ingue los ef ect os dir ect os e indir ect os ent r e los dif er ent es t ipos de efectos de los sistemas electorales.

El ef ect o dir ecto de los sistemas electorales reside en la conversiòn de preferencias polìt icas en poder polìt ico. Sost iene Nohlen que los sist emas elect or ales dan f or ma a las pr ef er encias polìt icas mediant e el vot o. I nf luyen en la vot aciòn en la medida que colocan a los elect or es f r ent e a una sit uaciòn decisor ia especìf ica que est à sobr e t odo mar cada por las dif er ent es posibilidades de èxit o de los candidat os y par t idos, inher ent es a los sist emas elect or ales. El vot ant e es af ect ado por el sist ema elect or al e impulsado a est r uct ur ar su voto segùn estas condiciones.

Nohlen plant ea que los sist emas elect or ales convier t en vot os en escaños y lo hacen con dif er ent es r esult ados. I nf luyen en el gr ado de pr opor cionalidad de la r elaciòn ent r e vot os y escaños que es el cr it er io empìr ico par a medir los ef ect os dir ect os de los sist emas elect or ales. Exist e bast ant e evidencia empìr ica y cer t eza sobr e la r elaciòn ent r e las var iables magnit ud de las cir cunscr ipciones, f or ma de list as, mèt odos de càlculos, bar r er as iniciales, etc. Y el grado de proporcionalidad.

La r elaciòn de vot os y escaños es complej a por que sist emas pr opor cionales pur os pueden f allar en su pr opòsit o y sist emas no pur os super ar les con r espect o al gr ado de proporcionalidad.

Nohlen especìf ica que el ef ect o indir ect o de los sist emas elect or ales r eside en su inf luencia en la cant idad y en el f or mat o de los sist emas de par t idos por lo que de

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conf or midad con la t ipologìa bàsica, el sist ema de plur alidad f oment a con vigor osidad la representaciòn proporcional y la formaciòn de mayorìa por medio de un partido polìtico.

Nohlen propone la siguiente clasificaciòn de sistemas de representaciòn proporcional:

1. Repr esent aciòn pur a, en la que la pr opor ciòn de vot os logr ados por un par t ido y la pr opor cionalidad de mandat os que por ellos le cor r esponden, apr oximadament e, coinciden. No exist en bar r er as legales dir ect as o indir ect as que alt er en el ef ect o pr opor cional y, por lo tanto, ninguna presiòn psicològica sobre los votantes.

2. Repr esent aciòn pr opor cional impur a, en la que, por medio de bar r er as legales indir ect as (divisiòn del t er r it or io en un gr an nùmer o de cir cunscr ipciones de t amaño pequeño o mediano), se impide un ef ect o pr opor cional inmediat o que iguale el por cent aj e de escaños con el de los votos.

3. Representaciòn pr opor cional con bar r er a legal, modelo est e que limit a el nùmer o de par t idos con posibilidad de acceder a una r epr esent aciòn par lament ar ia de su elect or ado, y por lo t ant o, af ect a la decisiòn del vot ant e, r est r ingièndole a aquellas f or maciones polìt icas que cuentan con posibilidades reales de superar esa barrera, y distribuyendo la totalidad de los escaños de manera ajustadamente proporcional entre los partidos que lograron tal meta.

Como se puede apr eciar Nohlen muest r a una mult iplicidad de var iables que inciden dir ect ament e en la conf or maciòn del sist ema elect or al, por lo que usa la t er minologia “cont inuum”, como f or ma de or denar los sist emas elect or ales concr et os en f unciòn de la r elaciòn vot o-escaño, cont inuum que t iene dos polos opuest os: la elecciòn pr opor cional pur a frente a la elecciòn mayoritaria extrema.

Fr ancisco Fer nàndez Segado en su obr a “La Repr esent at ividad de los Sist emas Elect or ales”, expone que “conviene no per der de vist a... que el sistema electoral no es màs que una variable, ent r e las muchas que pueden dif er enciar se, ... que es pr eciso at ender el cont ext o.... en cada paìs debe prestarse una especìf ica atenciòn a los f actores. . . que pueden t rastocar notablemente la operat ividad que un mismo sistema viene jugando en otro paìs diferente”.

El significado de los sistemas electorales no se restringe a la relaciòn voto-escaño, ni al ef ect o r educt ivo no-r educt ivo que puede pr oducir se; sino a la f r agment aciòn del sist ema de par t idos, a la capacidad de f or mas mayor ìa unicolor , par a el Par lament o, en la r elaciòn ent r e vot ant e-elegido, ent r e el t amaño de las cir cunscr ipciones, la f or ma del vot o y hast a de la misma dinàmica polìtica.

CONCLUSIONES

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1. Los sist emas elect or ales devienen de una nat ur aleza que encuent r an su f undament o en la evoluciòn hist òr ica como r ef lej o del desar r ollo de est r uct ur as sociales y procesos variables que parten de la especificidad hasta territorial.

2. Las est r uct ur as sociales, el compor t amient o polìt ico y la inst it ucionalidad suj et a a condicionant es dif er enciador es de cada Est ado pr oducen ef ect os polìt icos en los sist emas electorales.

3. La t ipologìa de sist emas elect or ales inciden hast a en la mat er ializaciòn del per f il psicològico del suf r agant e y en la exist encial dual o mult if act or ial de par t idos polìt icos, como en la segmentaciòn formativa del comportamiento de grupos sociales.

4. Las leyes sociològicas en su f or mulaciòn de r ef ut abilidad conducen a ef ect os polìticos en la relaciòn de sutancialidad de los sistemas electorales -partidos polìticos.

5. La inexist encia de un enunciado cient ìf ico compr obable sobr e los ef ect os de los sist emas elect or ales como despr endimient o de las r elaciones sociales y polìt icas que at emper an en los sist emas par t idar ios, sin que se pueda det er minar con exact it ud que sist ema elect or al pr edomina ant e la pr esencia de una homogeneidad o het er ogeneidad social.

6. Puede que haya una manif iest a combinaciòn de f act or es o element os par a la producciòn de los efectos de los sistemas electorales.

7. Los sist emas elect or ales pr esent en sus ef ect os dependiendo de la r espuest a de los partidos polìticos al condicionamiento implìcito que arroja el mismo sistema electoral.

8. La act it ud f uncional o no del elect or ado y la est r uct ur a mult if act or ial de la sociedad civil, con el condicionamient o socio-cult ur al del vot ant e y del elegido en coyunda con los par t idos polìt icos, pr oduce var iaciones en los ef ect os del sist ema elect or al con repercusiòn en el sistema de partidos.

9. No hay un cr it er io est andar que est ablezca que un sist ema elect or al f avorece o no a un sist ema de par t ido o a una est r uct ur a ideològica det er minada, por la ambivalencia funcional existente.

10. No se puede pr ecisar que un sist ema elect or al sea òpt imo o no, por que los sist emas elect or ales obedecen a soluciones t ècnicas y polìt icas acept ables de acuer do a la època espacio-tiempo, por lo que aun cuando un sistema electoral haya mostrado un grado de sat isf acciòn en un Est ado det er minado, no implica , en modo alguno, que por su calidad transitoria se califique como inmutable.

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LAS FUERZAS POLITICAS PARTICIPAN EN LA TOMA DE DECISIONES

LA CUESTION DEL SISTEMA ELECTORAL ES UNA CUESTION DE PODER

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