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    THEDA SKOGPOL

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    LOS ESTADOS Y LASREVOLUCIONES SOCIALES

    Un anlisis comparativo de Francia , Rusia y China

    Traduccin de Juan Jos Utrilua

    FONDO DE CULTURA ECONMICA MXICO

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    Algunos libros presentantestimonios nuevos; otros, plantean argumentosque instan al lector a considerar los problemas antiguos bajo una luznueva. Esta obra es, decididamente, de la ltima dase. -Ofrece un marcode referencia para analizar las transformaciones socio-revolucionarias de lahistoria universal moderna. Y emplea la historia comparada para'elaboraruna explicacin de las causas y de los resultados de la Revolucin francesade 1787-1800, la Revolucin rusa de 1917-1921 y la Revolucin china de1911-1949. Desarrollados a travs de una reflexin crtica de lassuposiciones y tipos de explicacin comunes a la mayor parte de las teoras

    ya recibidas de a Revolucin, los principios de anlisis esbozados en elprimer captulo del libro pretenden reorientar nustro sentido de lo que escaracterstico y problemtico de las revoluciones, tal como hanocurrido histricamente. Ms adelante, el resto del libro trata de aplicar, enrealidad, el programa del captulo i, presentando nuevos tipos deargumentos explicativos. En la Primera Parte, se buscan las races de lascrisis y de los conflictos revolucionar rios de Francia, Rusia y China,mediante anlisis de las estructuras de Estado y de clase y de lassituaciones internacionales de_ los antiguos regmenes borbnico, zarista eimperial,. Particular atencin se ha prestado a las formas en que 1$$Estados del antiguo rgimen entraron en crisis, y al surgrmieni deinsurrecciones campesinas durante los interregnos revolucionarios. Luego,en la Segunda Parte, se sigue el rastro de laspropias revoluciones, desdesus brotes originarios hasta la consolidacin de nuevos regmenesrelativamente estables y distintivamente estructurados: el napolenico enFrancia, el estanista en Rusia, y el caractersticamente sinocomunista(despus de mediados de los anos cincuenta) en China. Aqu se prestaespecial atencin a los esfuerzos de construccin del Estado por parte delos lderes revolucionarios, y a las estructuras y actividades de las nuevasorganizaciones de Estado dentro de las sociedades revolucionadas. En suvasto proceso, de regmenes antiguos a nuevos, las revoluciones francesa,rusa y china son tratadas como tres ejemplos comparables de una solapauta, coherente, social-revo- lucionaria. Como resultado, tanto las

    similitudes cuanto, los rasgos individuales de estas revoluciones sonpuestos de relieve

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    y explicados de maneras un tanto distintas de anteriores ahlisis \tericos o histricos. '

    Los libros crecen, de las maneras .ms inesperadas, a partir de lasexperiencias de sus autores, y ste no constituye una excepcin alrespecto. Las ideas que le dieron germen se desarrollaron- durartt mipoca de estudiante graduada de la Universidad de Harvard, a comienzosde los aos setenta. Fue ste por dbiles que nos. lleguen hoy susecos un periodo de activa participacin poltica para muchosestudiantes, entre ellos, yo misma. Los Estados Unidos se hallaban enna guerra brutal, contra la Revolucin vietnamita, mientras que, en elinterior, los movimientos que exigan la justicia racial y el fin inmediato ala participacin militar en el extranjero desafiaban la capacidad dediscernir el bien y el mal de nuestro sistema poltico nacional.Ciertamente, los tiempos estimularon m inters en la comprensin delcambio revolucionario. Y fue durante estos aos cuando madur micompromiso con los ideales democrtico-socialistas. Empero, sera unerror suponer que Los Estadas y las revoluciones sacudes derivaroninmediatamente de las preocupaciones polticas cotidianas. No fue as.En cambio, se desarrollaron en la rel ativa torre de marfil de la biblioteca

    y el estudio. Como estudiante graduada, emprend estudios de teoramacro- sociolgica y de historia social y poltica Comparada. En la infer-ase de estos conjuntos de estudios no dejaban d surgir prgn- tas

    desconcertantes. Mis intentos de formular respuestas a las ^cuestionesproblemticas, y luego de seguir las respuestas hasta sus conclusionesme condujeron, a travs de muchas etapas de formulacin, a losargumentos y anlisis que hoy presento aqu Por una parte, estaba mitemprana confrontacin intelectual con el caso de Sudfrica. La historiade este deSventurado pas me pareci una obvia refutacin d laestructura parsoniaha, las explicaciones' fncionlistas del orden y delcambio social, y Como desafo insuperable a las predicciones habituales ytranquilizadoras, de que el descontento de masas conducira a unarevolucin contra el palpablemente opresor rgimen de apartheid. Parecaque la justicia social no triunfaba inevitablemente. El anlisis marxista declases sociales me impresion y me pareci mucho ms til que elfuncionalismo estructural o la teora de la privacin relativa, paraComprender la situacin de los no blancos d Sudfrica, y para descifrarlas tendencias a largo plazo del cambio socioeconmico. Pero, laborandoestrictamente de acuerdo con el anlisis de clases, era difcilconceptualizar no digamos ya expUcar adecuadamente la estructuradet Es-

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    tado sudafricano y la funcin poltica de los Afrikaners, Y sin embargo,stas parecan ser las claves de por qu no haba ocurrido ningunarevolucin socil ni pareciera a punto de haberla en Sudfrica.

    Otra experiencia formativa fe una extensa exploracin, enprofundidad, de los orgenes histricos de la Revolucin china. Paraestructurar n programa de estudio, Compar y trate d explicar |osrelativos triunfos y fracasos de la Rebelin de Tal- pinft, 'di movimientonacionalista eYKuomintanJy del FaguiP Comunista Chino,considerndolos a los tres movimientos el marco --general, en constantecambio histrico, de la sociedad china, Profundamente fascinada por la

    China moderna y la del ltimo periodo imperial, me apart de estainvestigacin, sintiendo un profundo escepticismo sobre la aplicabilidad(a China, y quiz tambin a otros Estados agrarios) de las categoras so-ciocientfieas recibidas, como, por ejemplo, tradicional o feudal.

    Tambin llegu a convencerme de que las. causas d las revolucionesslo podran comprenderse pensando en las interrelaciones especficasde las estructuras de clase y Estado y en la compleja interaccin al cabodel tiempo, d ls acontecimientos internos einternacionales.

    Si la mayora de los estudiosos de las revoluciones cbipradas hanpasado, pqr as dcirlo, de Occidente a Oriente interpre- tando laRevolucin rusa a partir de la francesa 1 o la china - pm^^ li%i8a mitravesa intelectual ha dado la vuelta al globo en sendo opuesto.Habiendo empezado por investigar China, luego estudi acerca deFrancia como parte de un programa general de estudios del desarrollopoltico comparado d la Europa occidental. Aunque comprend queFrancia era supuestamente como Inglaterra, su absolutista antiguo rgimen me pareci, en muchos aspectos, similar a la China imperial.

    Tambin encontr similitudes bsicas en 16s procesos revolucionariosfracs y chino, lanzados, ambos, por revueltas de la clase altaterrateniente en contra de monarcas absolutistas, y que incluan, tambinambos, revueltas campesinas hasta culminar en nuevos regmenes mscentralizados y burocrticos. Por ltimo, llegu a interpretar la Rusiarevolucionaria y del antiguo rgimen en los mismos trminos analticosque haba elaborado para China y Francia. Y el hincapi en las estructurasagrarias y en la construccin de Estados me pareci un buen medio paracomprender el destin de esta revolucin proletaria despus de 1917,pasando por 1921, hasta llegar a comienzos de los aos treinta deesTesiglo.

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    Hubo otra peculiaridad ms digna de notar en mi induccin al enfoquesistemtico de las revoluciones. .A diferencia de la mayora de lossocilogos que trabajan en este campo, aprend bastante acerca de lashistorias de las verdaderas revoluciones antes de leer muy extensamentela bibliografa sociocientfica que pretende explicar tericamente lasrevoluciones. Al llegar a esta literatura, pronto me sent decepcionada. Elpropio proceso revolucionario era considerado de maneras que correspon-dan apenas a las historias que yo conoca. Y las explicaciones causales

    ofrecidas, o bien parecan inaplicables, o palmariamente errneas, dado loque yo haba aprendido de las similitudes y diferencias de los pases quhaban tenido revoluciones, y los que no haban pasado por ellas. Nonecesit mucho tiempo para descubrir (a menos para mi propiasatisfaccin) dnde estaba la dificultad fundamental: las teorassociocientficas derivaban sus explicaciones de las revoluciones a partirdel modelo de cmo supuestamente ocurran la protesta y el cambio pol-ticos en las sociedades liberaldemocrticas o capitalistas. As, las teorasno marxistas solan considerar las revoluciones como variantesparticularmente radicales e ideolgicas del tpico movimiento reformistasocial, y los marxistas las consideraban como acciones de clases socialesencabezadas por la burguesa o par el proletariado. No era sorprendente,pens, que estas teoras ofrecieran tan poca luz nueva sobre las causas ylas realizaciones de las revoluciones en los pases, predominantemente

    agrarios, con Estados absolutista-monrquicos y rdenes socialesbasados en los campesinos.De esta mezcla de experiencias intelectuales se me present un posible

    proyecto, que estaba destinado a culminar en este libro: el empleo decomparaciones entre las revoluciones francesa, rusa y china, y algunoscontrastes de estos casos con otros pases, para aclarar mi crtica acercade lo inadecuado de las teoras existentes sobre la revolucin, y desarrollarotro enfoque terico y otras hiptesis explicativas. Aunque rechazara yolas suposiciones y los argumentos bsicos de las teoras de la revolucinque yo conoca, senta an el afn de aclarar lalgica general que yo sentaen accin a travs de las diversamente situadas grandes revoluciones quehaba estudiado. El anlisis histrico comparada me pareci un medioideal para proceder.

    Para mi buena fortuna; las tres revoluciones que quise incluir ep mianlisis comparativo haban sido extensamente investiga- cm por loshistoriadores y especialistas. Una vasta bibliografa puede ser una barrerapara el especialista que espera aportar

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    alguna nuera contribucin basada en testimonios bsicos, nodescubiertos ni explotados; pero para el socilogo comparativo sta es lasituacin ideal. Pe manera inevitable, los proyectos de historia comparadaconcebidos con amplitud obtienen sus testimonios casi exclusivamentede fuentes secundarias; es decir, de. monografas y sntesis deinvestigacin ya publicadas en libros o artculos por los ms destacadosespecialistas del campo histrico o cultural en cuestin. La labor delhistoriador que hace estudios de comparacin. y su contribucinpotencial no estriban en revelar nuevos datos acerca de aspectos

    particulares de los diversos periodos y lugares analizados en el estudiocomparativo sino, antes bien, en establecer el inters y la valides; prima faeie de un argumento general acerca de las regularidades causales, atravs de los diversos casos histric os. El comparati - vista no tiene ni eltiempo ni (todas) las capacidades apropiadas para efectuar lainvestigacin bsica que necesariamente constituye, en gran medida, elfundamento sobre el cual se edifican los estudios de historia comparada.En camb io, el compa - rativista debe concentrarse en escudriar y revisar sistemticamente las publicaciones de lps especialistas que tratande los asuntos definidos como importantes, por las consideracionestericas y por la lgica del anlisis comparativo. Si, como a menudoocurre, los puntos debatidos por los especialistas acerca de una pocahistrica o de un acontecimiento, en particular, no son exactamente losmismos que pareceran de mayor importancia desde la perspectivacomparativa, entonces el analista comparativo debe estar dispuesto aadaptar las pruebas presentadas eri las obras de los especialistas confines analticos y Un tanto tangenciales a las que originalmente habapensado. Y deber ser tan sistemtico como le sea posible al buscar infor-macin sobre los mismos temas, de un caso a otro, aun cuando losespecialistas probablemente subrayen varios temas en su investigacin yen su polmica de un ps l otro. Claro est que la labor delcomparativista solo es posible despus de que los especialistas hanpuesto a su disposicin una. gran literatura bsica. Slo entonces puedetener esperanzas , de encontrar al menos cierto material pertinente acada tema, que debe investigarse segn los dictados del argumentocomparativo y explicativo que est tratando de desarrollar.

    Como pretende indicarlo la bibliografa de este libro, he logradobasarme extensamente en ricas literaturas acerca de Francia, Rusia yChina. Cada literatura tiene gran envergadura y profundidad, y cada unaincluye muchos libros Y artculos originalmente,

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    publicados en ingls y francs, o traducidos a estas lenguas, los dosidiomas que yo leo con mayor facilidad. Con excepcionesocasionales, atribuibles al escaso inters en ciertos temas parti-culares de una u otra literatura historiogrfica, los desafos que hetenido que recoger no se han debido a la dificultad de encontrarinformacin bsica; antes bien, han sido desafos consistentes enrevisar enormes literaturas de historia y en sopesar y utilizarapropiadamente las aportaciones de los especialistas, para poderdesarrollar un argumento histrico comparativo coherente. Loslectores (incluso los historiadores y los especialistas en el campo)

    juzgarn si he logrado recoger estos retos. En cuanto a m, quedarsatisfecha si el libro sirve, aunque sea en alguna medida, paraprovocar debates e inspirar nuevas investigaciones, tanto en losinteresados en una u otra revolucin en particular cuanto entre laspersonas que deseen comprender las revoluciones modernas engeneral, sus causas pasadas y sus realizaciones, as como susperspectivas futuras. La historia comparada crece de la interaccinde teora e historia y, a su vez, debe contribuir al enriquecimiento deambas.

    Al elaborar y reelaborar el argumento de este libro durante losltimos aos me ha parecido, a menudo, una interminable luchasolitaria con un gigantesco rompecabezas. Pero en realidad, muchaspersonas me han tendido la mano, ayudndome a ver mejor eldiseo general e indicndome dnde embonaba, o no, alguna piezaen particular.

    Mi principal deuda acadmica es para con Barrington Moore, Jr.Fue mi lectura de su obra Social Origins of Dictatorship and Democracy, mientras era yo an pasante en la Michigan StateUniversity, la que me hizo comprender por vez primera el magnficoalcance de la historia comparada, y me ense que las estructuras ylos conflictos agrarios ofrecen importantes claves a las pautas de lapoltica moderna. Ms an, los seminarios para graduados quediriga Moore en Harvard fueron los crisoles en que se forjaron miscapacidades de efectuar anlisis comparativos, aun cuando tuvieraespacio para desarrollar mis propias interpretaciones. Moore fijabatareas rigurosas y reaccionaba con crticas reveladoras. Y elcompaerismo estudiantil en los seminarios cre una atmsfera

    intelectualmente viva y alentadora. En realidad, dos amigos entremis condiscpulos de los seminarios de Moore: Mounira Chaad y John Mollenkopf, me han dado su consejo y aliento a travs de todaslas etapas de esta obra sobre las revoluciones comparadas.

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    Otra influencia decisiva y duradera ha sido la de Ellen Kay Trimberger. Llegu a enterarme de su obra, emparentada con la ma,sobre revoluciones desde arriba en Japn y en Turqua en 1970. Ydesde entonces, las ideas de Kay, sus comentarios y su amistad, mehan ayudado enormemente a desarrollar mi anlisis sobre Francia,Rusia y China.

    Como muchas primeras obras, sta tuvo una encarnacin an-terior como tesis de doctorado. Aquella fase del proyecto fueciertamente la ms difcil, porque abarqu demasiado en un lapso detiempo excesivamente breve. No obstante, en retrospectiva, veo quevali la pena, porque una tesis grande, por muy imperfecta quesea, ofrece mayor potencial para el subsiguiente desarrollo de unlibro publicable que una disertacin ms pulida y limitada. Poralentarme a emprender lo casi imposible, debo mi agradecimiento aDaniel Bell, quien tambin hizo comentarios detallados y fructferosa la primera redaccin de la tesis. Mi director fue el bueno yadmirable George Caspar Homans, quien aport minuciosos datos yejerci una implacable presin sobre m para que terminara pronto.El otro miembro de mi comit de tesis, Seymour Martin Lipset, hizoagudas sugerencias, de principio a fin, y fue tan bondadoso que notom a mal el que la tesis necesitara ms tiempo, para completarse,del que yo haba supuesto originalmente. En mis ltimos aos dedoctorado recib apoyo financiero de la Danforth Gradate Fel-

    lowship, que permite a sus becarios emprender investigaciones desu propia eleccin.Una vez terminada la tesis, Charles Tilly me brind generosa

    ayuda y recomendacicnes para las grandes revisiones que an seavecinaban. Mis colegas y estudiantes de Harvard, donde yoenseaba, me ayudaron de mil maneras a facilitar y estimular miavance en el libro. Y una vez parcialmente terminada la revisin,otros muchos ayudaron a acelerar su terminacin. Walter Lip-pincott, Jr., de Cambridge University Press, hizo arreglos para lasprimeras revisiones de los originales; stas redundaron, no slo enun contrato de publicacin, sino tambin en muy tiles consejossobre la introduccin, de John Dunn y Eric Wolf. Peter Evanstambin hizo indicaciones que me ayudaron en la correccin delprimer captulo. Mary Fulbrook me ayud en las investigacionespara la revisin del captulo ui y su labor fue pagada con unapequea beca de la Harvard Gradate Society. Yo tambin mebenefici del Fondo del Departamento de Sociologa para la JniorFaculty Research.

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    Varios amigos mos, heroicamente, se dieron tiempo para hacercomentarios escritos sobre todo el plan de mi libro. Fueron: SusanEckstein, Harriet Friedmann, Walter Goldfrank, Pe- ter Gourevitch,Richard Kraus, Joel Migdal y Jonathan Zeitlin. Adems, PerryAnderson, Reinhard Bendix, Victoria Bonnell, Shmuel Eisenstadt,

    Terence Hopkins, Lynn Hunt, Barrington Moore, Jr., Victor Nee,Magali Sarfatti-Larson, Ann Swidler e Immanuel Wallerstein,hicieron comentarios sobre artculos mos, comentarios queinfluyeron considerablemente en mi siguiente labor en el libro.Huelga decir que, aunque todas las personas mencionadas son

    responsables de mucho de lo que pueda haber de bueno en estelibro, ninguna deber considerarse responsable de susinsuficiencias.

    Las seoras Nellie Miller, Louisa Amos y Lynn McKay realizaronna labor maravillosamente rpida y precisa al mecanografiar laversin final. La seora Miller merece mi agradecimiento ante todo,pues ella se encarg de casi toda la mecanografa en cada una de lasetapas de la revisin. Realmente tuve buena fortuna al poder contarcon su perfeccionismo e inteligencia.

    Finalmente, desde luego, reconozco con amor la ayuda de miesposo, Bill Skocpol, a quien dedico el libro. Sus comentarios sobretodas las partes del texto a travs de muchas revisiones, sudisposicin a ayudar con labores prcticas, como mecanografiar lasprimeras versiones de la tesis y la revisin de las citas, al final, y supaciencia ante mis altibajos emocionales a lo largo de todo elproceso: todas estas contribuciones se encuentran en cada parte deLoa Estados y las revoluciones sociales. Bill es fsico experimental,pero sin su disposicin de ayudar, esta obra de sociologa histricacomparada no habra llegado nunca a su trmino.

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    I. LA EXPLICACIN DE LAS REVQLUCIONES SOCIALES: OTRAS TEORIAS

    Las revoluciones son las locomotoras de la historia.

    KARL MARX

    La controversia sobre las diferentes opiniones de

    metodologa y de teora se lleva adelante, apro -piadamente, en ntima y continua relacin con losproblemas reales [...] El carcter de estos problemaslimita y sugiere los mtodos y conceptos que seemplean y cmo se emplean.

    C. Wright Mills

    L AS revoluciones sociales han sido acontecimientos excepcionales, perogigantescos en la historia universal moderna. Desde Francia, en eldecenio de 1790, hasta Vietnam, a mediados del siglo xx, estasrevoluciones han transformado las organizaciones de los Estados, lasestructuras de clase y las ideologas dominantes. Han hecho nacernaciones cuyo poder y autonoma superaron claramente a suspropios pasados prerrevolucionarios y dejaron atrssimilares. LaFrancia revolucionaria se convirti de pronto enun poder conquistador en la Europa continental, y la Revolucin rusagener una superpotencia industrial y militar. La Revolucinmexicana dio a su patria la fuerza poltica necesaria para convertirseen una de las naciones ms industrializadas entre las nacionesposcoloniales, y en el pas de Amrica Latina menos expuesto aasonadas militares. Desde la segunda Guerra Mundial, laculminacin de un proceso revolucionario que llevaba largo tiempo engestacin ha reunido y transformado a la antes quebrantada China. Ynuevas revoluciones sociales han capacitado a pases descolonizados

    y neocoloniales, como Vietnam y Cuba, a romper las cadenas de unaextremada dependencia.

    Y las revoluciones sociales no se han limitado a una importancia

    nacional. En algunos casos, las revoluciones han hecho surgirmodelos e ideales de inmensa repercusin y atractivo internacional,especialmente donde las sociedades transformadas han sidonumerosas y de importancia geopoltica, verdaderas o poten-

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    dales Grandes Potencias. Los ejrcitos patriticos de la Franciarevolucionaria llegaron a dominar gran parte de Europa. Desde antesde sus conquistas y despus de su derrota militar, los idealesrevolucionarios franceses de Igualdad, Libertad, Fraternidad,encendieron las imaginaciones que se hallaban en busca deliberacin social nacional: sus efectos llegaron desde Ginebra hastaSanto Domingo, desde Irlanda hasta la Amrica Latina y la India, einfluyeron en los subsiguientes tericos de la revolucin; desdeBabeuf hasta Marx y Lenin, hasta los anticolonialistas del siglo xx.La Revolucin rusa asombr al Occidente capitalista y despert lasambiciones de las naciones surgientes, al demostrar que el poder delEstado revolucionario, dentro del espacio de dos generaciones, podatransformar a un atrasado pas agrario en la segunda potenciaindustrial y militar del mundo. Lo que la Revolucin rusa fue por laprimera mitad del siglo xx, lo ha sido la Revolucin china para lasegunda. Al mostrar que un partido leninista poda conducir a unamayora campesi na en las luchas econmicas y militares, ha hechosurgir una gran potencia que se proclama como modelorevolucionario y de desarrollo para los pases pobres del mundo. 1 Elmodelo de Yenn y el campo contra la ciudad han ofrecido nuevosideales y modelos renovados para las esperanzas de los nacionalistasrevolucionarios a mediados del siglo xx. Adems, como lo hasubrayado Elbaki Hermassi, las grandes revoluciones no slo afectana quienes, en el exterior, quisieran imitarlas. Tambin afectan a loshombres de otros pases que se oponen a los ideales revolucionarios,pero que se ven obligados a recoger los retos o a enfrentarse a lasamenazas planteadas por el vigorizado poder nacionalista que se hagenerado. El carcter universal de las revoluciones significa, diceHermassi, que ejercen un efecto demostrativo ms all de lasfronteras de su pas de origen, con un potencial para desencadenaroleadas de revolucin y contrarrevolucin dentro de unas sociedades

    y entre unas y otras. 2 Desde luego, las revoluciones sociales no han sido las nicas

    fuerzas del cambio en accin en la poca moderna. Dentro de lamatriz de la Gran Transformacin (es decir, la comercializa cin eindustrializacin mundiales, y el surgimiento de los Es

    1 Franz Schurmann,Ideology and Organization in Communist China, 2* ed.,Berkeley, University of California Press, 1968, p. xxxv. Tambin la frase anterior sobreChina y Rusia fue parafraseada de Schurmann.

    2 Elbaki Hermassi, Toward a Comparative Study of Revolutions, en Comparative Studies in Society and History 18:2, abril de 1976, p. 214.

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    tados nacionales y la expansin del sistema de Estados europeos,hasta abarcar todo el globo) en cada pas han ocurrido trastornospolticos y cambios socioeconmicos. Mas dentro de esta matrizmerecen especial atencin las revoluciones sociales, no slo por suextraordinaria importancia para las historias de las naciones y delmundo sino tambin por su clara pauta de cambio sociopoltico.

    Las revoluciones sociales son transformaciones rpidas y fun-damentales de la situacin de una sociedad y de sus estructuras declase; van acompaadas, y en parte son llevadas por las revueltas,basadas en las clases, iniciadas desde abajo. Las revolucionessociales se encuentran aparte en las otras clases de conflictos yprocesos transformativos, ante todo, por la combinacin de doscoincidencias: la coincidencia del cambio estructural de la sociedadcon un levantamiento de clases, y la coincidencia de la trans-formacin poltica con la social. En contraste, las rebeliones, auncuando triunfen, pueden abarcar la revuelta de clase subordinada,pero no termina en el cambio estructural. 3 Las revoluciones polticastransforman las estructuras de Estado, y no necesariamente serealizaron por medio de conflicto de clases. 4 Y los procesos como laindustrializacin pueden transformar las estructuras sociales sinnecesariamente producir, ni resultar, de sbitos cambios polticos ode bsicos cambios poltico-estructurales. Lo que es exclusivo de larevolucin social es que los cambios bsicos de la estructura social yde la estructura poltica ocurren unidos, de manera tal que serefuerzan unos a otros. Y estos cambios ocurren mediante intensosconflictos sociopolticos, en que las luchas de clase desempean unpapel primordial.

    Este concepto de las revoluciones sociales difiere de otras muchasdefiniciones de la revolucin, en varios aspectos importantes. Enprimer lugar, identifica un objeto complejo de expli-

    Buenos ejemplos son las rebeliones basadas en el campesinado que recurrentementeconmovieron a la Europa medieval y a la China imperial. Las rebeliones chinasocasionalmente lograron derrocar y aun remplazar dinastas, pero no transformaronfundamentalmente la estructura socio- poltica. Para mayor estudio y referencia, vase elcaptulo m.

    Como yo interpreto el caso, la Revolucin inglesa (1640-1650 y 1688-1689, enconjunto) es un ejemplo excelente de revolucin poltica. Lo que se realizfundamentalmente fue el establecimiento del gobierno parlamentario mediante la revuelta desecciones de la clase terrateniente dominante contra potenciales monarcas absolutos. El casose analiza en los captulos m y v. Otro buen ejemplo de revolucin poltica pero no social esla Restauracin Meiji japonesa, que ser analizada en el captulo .

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    cacin, del que hay relativamente pocos ejemplos histricos. Haceesto en lugar de multiplicar el nmero de casos para su explicacinconcentrndose tan slo en un rasgo analtico (como la violencia o elconflicto poltico) compartido por muchos acontecimientos denaturaleza y resultados heterogneos. 5 Estoy firmemente convencidade que la sobresimplificacin analtica no puede llevarnos haciaexplicaciones vlidas y completas de las revoluciones. Si nuestraintencin es comprender los conflictos y cambios en gran escala,como los que ocurrieron en Francia entre 1787 y 1800, no podremosavanzar si partimos con unos objetos de explicacin que slo aslen

    los aspectos que comparten tales hechos revolucionarios, como porejemplo motines o golpes de Estado. Hemos de considerar a lasrevoluciones como conjuntos, como totalidades, en gran parte de sucomplejidad.

    En segundo lugar, esta definicin hace de la transformacinsociopoltica lograda el cambio autntico de las estructuras deEstado y de clase , parte de la especificacin de lo que habremos dellamar revolucin social, en lugar de dejar que el cambio dependa dela definicin de revolucin, como lo han he cho otros muchosestudiosos. 6 La razn de ello es mi creencia

    Para ejemplos de intentos de explicar las revoluciones mediante estrategias de

    simplificacin analtica, vanse las varias obras citadas en las notas 18 y 20 de este capitulo.Ms adelante ampliar las ideas de dos importantes toricos, Ted Gurr y Charles Tilly, loscuales subsumen las revoluciones dentro de categoras analticas ms generales, aunque detipos contrastantes.

    6 Tres ejemplos de estudiosos que dejan contingente el cambio (estructural) son: Arthur L. Stinchcombe, Stratification Among Organizations and the Sociology of Revolution, enHandbook ofOrganization, ed. James G. March,Revolution , Reading, Mass.; Addison-Wesley, 1978, cap. vn, y D. E. H. Russell,Rebellion, Revolution, and Armed Forc, Nueva York, Academic Press, 1974, cap. iv. Quienes desean dejar contingente el cambiogeneralmente arguyen que nada se pierde hacindolo, dado que despus de haber examinadolas causas de los estallidos, resulten o no en cambios reales, se puede proceder a preguntar qu causasadicionales explican el subconjunto de estallidos que conducen a los cambioslogrados. Pero para aceptar este tipo de argumento, habramos de estar dispuestos a suponer que las transformaciones sociorrevolucionarias triunfantes no tienen causas estructuralesdistintivas a largo plazo, ni requisitos previos. Hemos de suponer que las revolucionessociales son simplemente revoluciones polticas o rebeliones de masas que poseen algningrediente adicional, a corto plazo, como el triunfo militar o la determinacin de losdirigentes ideolgicos para implantar los cambios despus de subir al poder. Todo elargumento de este libro se basa en la suposicin opuesta: que las revoluciones sociales stienen causas a largo plazo, y que se desarrollan a partir de

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    en que las revoluciones sociales triunfantes probablemente surgende distintos marcos macroestructurales e histricos, ms que lasrevoluciones sociales fallidas o las transformaciones polticas que novan acompaadas por transformaciones de la relacin de clases.Como me propongo enfocar exactamente esta cuestin en mi anlisisde historia comparada en el cual las revoluciones sociales soncomparadas con los casos fallidos y con las transformaciones nosocial-revolucionarias , mi concepto de la revolucin socialnecesariamente une en relieve el cambio triunfal como bsico rasgodefinitorio.

    Entonces, cmo explicar las revoluciones sociales? Dndehemos de buscar maneras fructferas de analizar sus causas y susconsecuencias? A mi parecer, las teoras sociocientficas de larevolucin no son adecuadas. 7 Por consiguiente, el principalpropsito de este primer captulo ser presentar y defender losprincipios y mtodos de anlisis que representan alternativas aaquellos que comparten todos (o casi todos) los enfoques existentes.Yo argir que, en contraste con los modos de explicacin empleadospor las teoras que hoy prevalecen, las revoluciones sociales nodeben analizarse desde una perspectiva estructural, prestandoespecial atencin a los contextos internacionales y a losacontecimientos, en el interior y en el exterior, que afectan aldesplome de las organizaciones de Estado de los antiguos regmenes

    y la construccin de nuevas organizaciones de Estadosrevolucionarios. Adems, sostendr que el anlisis tericocomparativo es la forma ms apropiada para desarrollar ex-contradicciones estructurales y potenciales inherentes a los antiguos regmenes.

    7 No pretendo haber analizado toda la literatura sociocientfica sobre las revoluciones.Dos libros que aportan crticas a tal literatura son: A. S. Cohan,Theories of Revolution: An Introduction, Nueva York, Halsted Press, 1975, y Mark N. Hagopian,The Phenomenon of Revolution, Nueva York, Dodd, Mead, 1974. Tambin se encuentrancrticas en Isaac Kram-nick, Reflections on Revolution: D efinition and Explanation inRecent Scholarship, en History and Theory, 11:1, 1972, pp. 26-63; Michael Freeman,Review Article: Theories of Revolution, en British Journal of Political Science 2.3, julio de 1972, pp. 339-59; Barbara Salert,Revolutions and Revolutionaries: Four Theories , Nueva York, Elsevier, 1976; Lawrence Stone, Theories of Revolution, enWorld Politics, 18:2, enero de 1966, pp. 159-76; Perez Zagorin, Theories of Revolutionin Contemporary Histo-riography, en Political Science Quarterly, 88, 1 de marzo de

    1973, pp. 23-52; y Theda Skocpol; Explaining Revolutions: In Quest of a Social -Structural Aproach, en The Uses of Controversy in Sociology , eds. Lewis A Coser yOtto N. Larsen, Nueva York: Free Press, 1976, pp. 155- 75.

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    plicaciones de las revoluciones que, al mismo tiempo, estn en-raizadas en la historia y sean generalizables, mas all de casosaislados.

    Para facilitar la siguiente presentacin de estas opciones tericas y metodolgicas, ser til identificar los grandes tipos de las teorassociocientficas de la revolucin, esbozando brevemente lascaractersticas principales de cada una, tal como se manifiesten enla obra de algn autor representativo. El tipo de teora que estoy porresumir de esta manera ha sido adecuadamente llamado las teorasgenerales de la revolucin; es de cir, se trata de esquemas

    conceptuales formulados bastante ampliamente y de hiptesis quepretenden ser aplicables a travs de muchos ejemplos histricosparticulares. Este libro no representa exactamente la misma ndolede esfuerzo que esas teoras generales. En cambio, como otrosestudios comparativos, histricamente enraizados de lasrevoluciones como Social Ori- gins of Dictatorship and Democracy, de Barrington Moore, Jr., Peasant Wars of the Twentieth Century, de Eric Wolf, y Modern Revolutions, de JohnDunn 8 este libro analiza bsicamente en profundidad un conjuntode casos. Sin embargo, tambin como estas obras (y quizs an msresueltamente que las dos ltimas) mi libro no slo pretende narrarlos casos uno tras otro sino, antes bien, comprender la lgicageneralizable en accin en todo el conjunto de revoluciones queanaliza. Claro est que los tipos de conceptos e hiptesis que seencuentran en las teoras generales de la revolucin sonpotencialmente aplicables a la labor explicativa del historiadorcomparativo. De hecho, todo estudio comparativo, o bien sealimenta de las ideas, o reacciona contra ellas, planteadas por lostericos cientfico-sociales de la revolucin, desde Marx hastahistoriadores ms contemporneos. Por consiguiente, las teorasgenerales que resumen brevemente, aunque no nos permitenexplorar los argumentos mucho ms ricos de los existentestratamientos histrico-com- parativos de las revoluciones; sinembargo, s aportan una manera econmica de identificar lascuestiones tericas bsicas pertinentes, para su comentarioposterior.

    Por tanto, me permito pensar que es til considerar las actualesteoras sociocientficas de la revolucin agrupadas en cuatro

    8 Barrington Moore, Jr.,Social Origins of Dictatorship and Democracy: Lord and Peasant in the Making of the Modern World, Boston, Beacon Press, 1966;Peasant Wars of the Twentieth Century , Nueva York, Harper & Row, 1969, y JohnDunn, Modern Revolutions, An Introduction lo the Analysis of a Political Phenomenon, Cambridge, Cambridge University Press, 1972.

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    familias, que enfocar una tras otra. La ms obviamente aplicable aestos agrupamientos es la teora marxista; y donde mejor estnrepresentadas sus ideas claves es en las obras del propio Karl Marx.Como partidarios activos de este modo de cambio social, losmarxistas han sido los analistas sociales ms consecuentementeinteresados en el entendimiento de las revoluciones sociales comotales. Desde luego, en el tumultuoso siglo transcurrido desde lamuerte de Marx, se han desarrollado muchas tendenciasdivergentes dentro de las propias tradiciones intelectuales ypolticas marxistas: las siguientes .teoras marxistas do larevolucin van, desde los deterministas tecnolgicos, tales comoNikolai Bujarin (en Materialismo histrico), 9 hasta los estrategos dela poltica como Lenin y Mao, 10 y hasta marxistas occidentales comoGeorg Lukcs, Antonio Gramsci y estructuralistascontemporneos como Louis Althusser; 11 no obstante, el enfoqueoriginal de Marx a las revoluciones ha seguido siendo la baseindiscutida, aunque diversamente interpretada, de todos estosmarxistas posteriores.

    Los elementos fundamentales de la teora marxista puedenidentificarse directamente sin negar en absoluto el hecho de quetodos sus elementos estn abiertos a muy variados pesos e inter-pretaciones. Marx entendi las revoluciones no como episodiosaislados de violencia o conflicto, sino como movimientos, basadosen clases sociales, que surgan de las contradicciones estructuralesobjetivas que haba dentro de sociedades histricamentedesarrolladas e inherentemente conflictivas entre sus clases. ParaMarx, la clave de toda sociedad es su modo de produccin o su

    9 Nikolai Bujarin,Historical Materialism: A System of Sociology, trad. de la 3?edicin rusa, ed., 1921, University of Michigan Press, 1969, esp. cap. vil.

    10 Vase: Robert C. Tucker, ed.,The Lenin Anthology , Nueva York, Norton, 1975,esp. pts. 1-3; y Stuart R. Schram, ed.,The Political Thought of Mao Tse-tung. ed.corregida y aumentada, Nueva York, Praeger, 1969, esp. pts. 2-6. Puede encontrarse una buena exposicin de las bases de las teoras de Lenin y Mao sobre la revolucin en Cohan,Theories of Revota tion, cap. v.

    11 Vase especialmente, Georg Lukcs,History and Class Consciousness, trad.Rodney Livingstone, Cambridge: TheMIT Press, 1971; Antonio Gramsci,Selections

    from the Pris on Notebooks, ed. y trad. Quintn Hoare y Geoffrey Nowell Smith, NuevaYork, International Publishers, 1971 y bouis Althusser, Contradiction andOverdetermination, pp. 87 -128, enFor Marx , ed. Althusser, trad. Ben Brewster, NuevaYork, Vintage Books, 1970. Se encuentra un anlisis de los acontecimientos histricos delas diversas corrientes del Marxismo occidental en Perry Anderson, Conside- rations on Western Marxism, New Left Books, Londres, 1976.

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    combinacin especfica de fuerzas econmicas de produccin(tecnologa y divisin del trabajo) y sus relaciones de clase depropiedad y apropiacin del excedente. Estas ltimas, las rela-ciones de produccin, son especialmente decisivas:

    Es siempre la relacin directa de los propietarios de las condicionesde produccin con los productores directos relacin siemprenaturalmente correspondiente a determinada etapa del desarrollode los mtodos de trabajo y por consiguiente, a su productividadsocial la que revela la ms recndita, la base oculta de toda laestructura social y, con ella, la forma poltica de la relacin de

    soberana y dependencia; en pocas palabras, la correspondienteforma especfica del Estado. 12 La fuente bsica de una contradiccin revolucionaria en la

    sociedad, segn la formulacin terica ms general de Marx, es elsurgimiento de una dislocacin dentro de un modo de produccinentre las fuerzas sociales y las relaciones sociales de produccin.

    Al llegar a determinada etapa de su desarrollo, las fuerzasproductivas materiales de la sociedad entran en contradiccin conlas relaciones de produccin existentes o, lo que no es ms que laexpresin jurdica de esto, con las relaciones de propiedad dentrode las cuales se han desenvuelto hasta all. De formas de desarrollode las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas.Y surge as una poca de revolucin social. 13 A su vez, esta dislocacin se expresa en intensificados conflictos

    de masas. La generacin de un modo naciente de produccindentro de los confines de otro ya existente: de capitalismo dentrode feudalismo, de socialismo dentro del capitalismo, crea una basedinmica para el crecimiento de la unidad y de la conciencia decada clase protorrevolucionaria, por medio de continuas luchasdentro de la clase dominante que ya exista. As, conduciendohasta las revoluciones burguesas de Europa, los medios deproduccin y de cambio, sobre cuya base se ha formado laburguesa, fueron creados en la sociedad feudal. 14

    12 Karl Marx, Capital, Nueva York, International Publishers, 1967, vol. 3,El proceso de p roduccin capi tali sta en conjunto , ed. Friedrich Engels, pgina 791.

    13 Cita del Prlogo de Marx aA Contribution to the Critique ofPoliti- cal Economy, reproducido en Lewis S. Feuer,Marx and Engels: Basic Writ- ings on Politics and Philosophy, Anchor Books, Nueva York, Doubleday,1959, pp. 43-44.

    14 Cita de The Communist Manifest, reproducido en Karl Marx y FriedrichEngels,Selecled Works, International Publishers, Nueva York,1968, p. 40.

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    Cada etapa de la evolucin recorrida por la burguesa ha idoacompaada del correspondiente progreso poltico de esa clase.Estamento oprimido bajo la dominacin de los seores feudales;asociacin armada y autnoma en la comuna medieval; en unossitios, Repblica Urbana Independiente (como en Italia y enAlemania); en otros, Tercer Estado tributario de la monarqua (comoen Francia); despus, durante el periodo de la manufactura,contrapeso de la nobleza en las monarquas semifeudales oabsolutas y, en general, piedra angular de las grandes monarquas, laburguesa, despus del establecimiento de la gran industria y delmercado universal, conquist finalmente la hegemona exclusiva del

    poder poltico en el Estado representativo moderno. 15 De manera semejante, al establecerse el capitalismo, el

    progreso de la industria, del que la burguesa, incapaz deoponrsele, es agente involuntario, sustituye el aislamiento de losobreros, resultante de la competencia, por su unin revolucionariamediante la asociacin. 16

    El proletariado pasa por diferentes etapas de desarrollo. Su luchacontra la burguesa comienza con su surgimiento. Al principio, lalucha es entablada por obreros aislados; despus, por los obreros deuna misma fbrica; ms tarde, por los obreros del mismo oficio de lalocalidad...

    A veces los obreros triunfan; pero es un triunfo efmero. Elverdadero resultado de sus luchas no es el xito inmediato, sino launin cada vez ms extensa de los obreros. Esta unin es propiciadapor el crecimiento de los medios de comunicacin creados por lagran industria y que ponen en contacto a los obreros de diferenteslocalidades. Y basta ese contacto para que las muchas luchaslocales, que en todas partes revisten el mismo carcter, secentralicen en una lucha nacional; en una lucha de clases...

    [El resultado es] la guerra civil ms o menos oculta que se desarrollaen el seno de la sociedad existente, hasta el momento en que setransforma en una revolucin abierta y el proletariado, derrocandopor la violencia a la burguesa, implanta su dominacin. 1

    La propia revolucin se logra mediante una accin de clase

    encabezada por la naciente clase revolucionaria, que ha cobradoconciencia de su funcin (es decir, la burguesa en las revoluciones

    is Ibid., p. 3716 Ibid., p. 46.17 Ibid., pp. 42-43, 45.

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    Quizs la clase revolucionaria sea apoyada por otros aliados declase, como los campesinos, pero estos aliados ni tienen plenaconciencia de clase ni estn organizados polticamente en escalanacional. Una vez que ha triunfado, una revolucin hace latransicin^ del anterior modo de produccin y forma de dominio declase a un nuevo modo de produccin, en que las nuevas relacionessociales de produccin, las nuevas formas polticas e ideolgicas y,en general, la hegemona de la triunfante clase revolucionaria, creanlas condiciones apropiadas para el ulterior desarrollo de la sociedad.En resumen, Marx considera que las revoluciones surgen de losmodos de produccin, divididos por clases, y que transforman unmodo de produccin en otro por medio del conflicto de clases.

    Las otras tres familias de teoras de la revolucin han tomado suforma bsica mucho ms recientemente que el marxismo (aunquetodas ellas toman temas particulares de las teoras sociales clsicas,incluso las de Tocqueville, Durkheim y Weber, as como Marx). Enrealidad, en los dos ltimos decenios, de la ciencia socialestadounidense han surgido abundantes teoras de la revolucin.Esta reciente proliferacin se ha interesado, ante todo, encomprender las races de la inestabilidad social y la violenciapoltica, no pocas veces con el propsito declarado de ayudar aestablecer autoridades que prevengan o mejoren estas condiciones,tanto en el interior como en el extranjero. Sin embargo, sean las quefueren las aplicaciones propuestas, se han desarrollado elaboradasteoras que se proponen, o bien explicar las revoluciones como tales,o bien subsumir explcitamente las revoluciones dentro de algunaclase an ms general de fenmenos que supuestamente explican.La mayor parte de estas recientes teoras pueden identificarse conuno u otro de tres grandes enfoques: las teoras de agregado

    psicolgico, que pretenden explicar las revoluciones por los mvilespsicolgicos de la gente para dedicarse a la violencia poltica o paraunirse a los movimientos de oposicin, 18 las teoras de consenso de sistemas de

    18 Convencidos de que las revoluciones se originan en los cerebros de los hombres, estostericos dependen de varias teoras psicolgicas de la dinmica motivacional. Algunos basansus argumentos en teoras cognoscitivas; por ejemplo: James Geschwender, Explorations inthe Theory of Social Movements and Revolution, en Social Forces, 42:2, 1968, pp. 127-35; Harry Eckstein, On the Etiology of Internal Wars, en History and Theory , 4:2, 1965, pp. 133-63, y David C. Schwartz, A Theory of Revolutionary Behavior, en When Men Revolt and Why, James C. Davies, ed., Free Press, Nueva York, 1971, pp. 109-32. Sinembargo, la variante

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    valores, que aspiran a explicar las revoluciones como respuestasviolentas de movimientos ideolgicos a graves desequilibrios de lossistemas sociales; 19 y las teoras de conflicto poltico, segn lascuales, el conflicto entre los gobiernos y los diversos gruposorganizados que luchan por el poder deben colocarse en el centro dela atencin para explicar la violencia colectiva y las revoluciones. 20 Una obra terica importante y representativa se ha producidodentro de cada perspectiva: Why Men Rebel, de Ted Gurr, dentro delagregado psicolgico: Revolu tionary Change, de Chalmers Johnson,dentro del consenso de valor de siste-

    ms plenamente desarrollada y prevaleciente de la teora de agregados psicolgicos se basaen teoras de frustracin-agresin de comportamiento violento. Los tericos y las obrasimportantes en ese terreno incluyen a James C. Davies:Toward a Theory of Revolution,en American Socio- logical Review, 27, 1962, pp. 5-18, y The J -Curve of Rising andDeclining Satisfactions as the Cause of Some Great Revolutions and a Contained Rebellion,en Violence in America, eds. Hugh Davis Graham y Ted Robert Gurr, Signet Books, Nueva York, 1969, pp. 671-709; Ivo K. y Rosalind L. Feierabend SystemicConditionsof Political Aggression: An Application of Frustration Agression Theory, en Anger , Violence and Politics, eds. Ivo K. y Rosalind L. Feierabend y Ted Robert Gurr, Englewood Cliffs, N. J. Prentice-Hall, 1972, pp. 136-83, y Betty A. Neswold, Social Change and PoliticalViolence: Cross- National Paterns, en Violence in America, eds. Davis y Gurr, pp. 60-68,y Ted Robert Gurr, A Causal Model of Civil Strife: A Comparative Analysis Using NewIndices, en American Political Science Review 62, diciembre de 1968, pp. 1104-24; yPsychol - ogical Factors in Civil Violence, en World Politics, 20, enero de 1968, pp. 245-278.

    i Bajo este rubro, deseo incluir (adems del libro de Chalmers Johnson citado en la nota32): Talcott Parsons, The Processes of Change of Social Systems, en The Social System, Free Press, Nueva York, 1951, cap. 9; Anthony F. C. Wallace, RevitalizationMovements, en American Anthro- pologist, 58, abril de 1956, pp. 264-81; Neil J.Smelser,Theory of Collecti- ve Behavior, Free Press, Nueva York, 1963; y Edward A.Tiryakian, A Model of Societal Change and Its Lead Indicators, en The Study of Total Societies, ed. Samuel Z. Klausner, Anchor Books, Nueva York, Double- day, 1967, pp. 69-96.

    20 Las obras de tericos del conflicto poltico incluyen: Anthony Oberschall,Social Conflict and Social Movements, Englewood Cliffs, N. J., Prentice-Hall, 1973, y RisingExpectations and Political Turmoil, en Journal of Development Studies 6:1, octubre de1969. pp. 5-22; William H. Overholt, Revolution, en fhe Sociology of Political Organization, The Hudson Institute, Croton-on-Hudson, N. Y., 1972; D. E. H. Russell,Rebellion, Revolution and Armed Forc, Academic Press, Nueva York, 1974; CharlesTilly, Does Modernization Breed Revolution?, en Comparative Politics, 5:3, abril de1973, pp. 425-447, y Revolutions and Collective Violence, en Handbook of Political Science, eds. Fred I. Greenstein y Nelson W. Polsby, Reading Mass., Addison-Wesley,

    1975, vol. 3,Macro- political Theory, pp. 483-556.

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    mas, y From Mobilization to Revolution, de Charles Tilly, dentro delenfoque de conflicto poltico.

    En Why Men Rebel ,21 Ted Gurr trata de desarrollar una teorageneral, basada en la psicologa, de la magnitud y las formas de laviolencia poltica, definida como

    Todos los ataques colectivos dentro de una comunidad polticacontra el rgimen poltico, sus actores incluso los grupos polticosen competencia, as como los que ocupan los cargos pblicos o supoltica. El concepto representa un conjunto de hechos; unapropiedad comn contra la cual se emplea, o se amenaza conemplear, la violencia [...] El concepto subsume la revolucin [...]tambin incluye la guerra de guerrillas, los golpes de Estado, lasrebeliones y los motines. 22

    La teora de Gurr es compleja y est llena de matices interesantesen su elaboracin plena, pero es bastante sencilla en esencia: laviolencia poltica ocurre cuando muchas personas, en una sociedad,se ponen furiosas, especialmente si las condiciones culturales yprcticas existentes fomentan la agresin contra los blancospolticos. Y el pueblo se enfurece cuando ocurre una brecha entre lascosas valuadas y las oportunidades a las que se siente con derecho ylas cosas y oportunidades que en realidad recibe: condicin conocidacomo privacin relativa. Gurr nos ofrece modelos especiales paraexplicar diferentes formas principales de la violencia poltica.Distingue el tumulto, la conspiracin y la guerra interna comoformas principales. Las revoluciones quedan incluidas en lacategora de guerra interna, junto con el terrorismo en gran escala,las guerras de guerrillas y las guerras civiles. Lo que distingue a lasguerras internas de las otras formas es que son ms organizadas queel tumulto y ms basadas en las masas que la conspiracin. Portanto, lgicamente, las revoluciones se explican como debidas,bsicamente, al surgimiento, en una sociedad, de una privacinrelativa difundida, intensa y multifactica, que toca a las masascuanto a los aspirantes a ser una lite. 21 Pues si los dirigentes poten-ciales y sus seguidores, por igual, estn intensamente frustrados,entonces es probable una participacin general y una organizacindeliberada de la violencia poltica, y entonces se presentan lascondiciones fundamentales para la guerra interna.

    21 Ted Robert Gurr,Why Men Rebel, Princeton University Press, Prin- ceton, N. J., 1970.

    22 Ibid.^ pp. 3-4,23 Ibtd., esp., pp. 334-347.

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    From Mobilization to Revolution ,24 de Charles Tilly, repre-senta, por decirlo as, la afirmacin terica culminante de unenfoque al conflicto poltico que naci en la oposicin pol-mica a las explicaciones basadas en frustracin y agresin, de laviolencia poltica, como la de Ted Gurr. Los contra-argumentosbsicos son especificados de manera convincente y fcil. Lostericos del conflicto poltico arguyen que, por muy desconten-to que pueda llegar a estar un conjunto de gente, no puede de-dicarse a la accin poltica (que incluye la violencia) a menosque forme parte de grupos siquiera mnimamente organizados

    y que tengan acceso a ciertos recursos. Aun entonces, los gobier-nos o los grupos en competencia pueden reprimir bien el deseode participar en la accin colectiva, con slo hacer demasiadocaros los costos. Adems, los tericos del conflicto polticosostienen, como dice Tilly,

    que las revoluciones y la violencia colectivas tienden a fluirdirectamentede los procesos polticos centrales de una poblacin, en lugar deexpre-sar corrientes difusas y descontento dentro de la poblacin; [...] quelasafirmaciones especficas y contra-afirmaciones que se hacenrespecto al

    gobierno existente, por varios grupos movilizados, son msimportan-tes que la satisfaccin o el descontento general de estos grupos, yquelas pretensiones de lugares establecidos dentro de la estructura delpo-der son decisivas. 25

    En realidad, Tilly se niega a hacer de la violencia en s el obje-to de su anlisis, porque sostiene que los incidentes de la violen-cia colectiva son, en realidad, simples subproductos de procesosnormales de la competencia de grupos por el poder y de objeti-vos opuestos. En cambio, el objeto del anlisis es la accin co -lectiva, definida como la accin del pueblo en conjunto en busca de sus intereses comunes. 26 Tilly analiza la accin colec-tiva con ayuda de dos modelos generales: un modelo poltico

    y un modelo de movilizacin. 27 Los elementos principalesdel modelo poltico son los gobiernos (organizaciones que guanlos medios principales concentrados de coaccin en una pobla-cin) y los grupos que compiten por el poder, incluso los miem-bros (contendientes que quieren un acceso rutinario, de bajo

    u'a BIBLIOTECAPLANTEL LEON

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    dems contendientes). El modelo de movilizacin incluye unasvariantes destinadas a explicar la pauta de la accin colectiva a laque se dedican los contendientes. Estas variantes se refieren aintereses de grupo, a grados de organizacin, a cantidades derecursos bajo control colectivo, y a las oportunidades y amenazas alas que se enfrentan los contendientes en sus relaciones con elgobierno y con los dems grupos contrincantes.

    Para Tilly, la revolucin es un caso especial de accin colectiva enque los dos contendientes (o todos ellos) luchan por la soberanapoltica definitiva sobre una poblacin, y en que los desafianteslogran, al menos hasta cierto punto, desplazar a los anterioresdetentadores del poder. 28 Dada esta concepcin, las causas de unasituacin revolucionaria de soberana mltiple incluyen losiguiente. Las primeras consideraciones deben ser las corrientessociales a largo plazo, que hacen cambiar los recursos de unosgrupos de la sociedad a otros (en particular, si los que ganan antesestuvieron excluidos de la poltica). En segundo lugar, es importanteexaminar cualesquier hechos a mediano plazo, como la proliferacinde ideologas revolucionarias y el aumento del descontento popular,que hacen probable el surgimiento de contendientes revolucionariospor la soberana, y no menos probable que grandes elementos de lapoblacin apoyen sus pretensiones. Por ltimo:

    El momento revolucionario llega cuando los miembros antesconformes de [...] [una] poblacin se enfrentan a demandasestrictamente incompatibles del gobierno y de otro cuerpo, queexigen control sobre el gobierno y obedecen a este otro cuerpo. Lepagan impuestos, dan hombres a sus ejrcitos, alimentan a susfuncionarios, honran sus smbolos, dedican tiempo a su servicio oentregan otros recursos, pese a la prohibicin del gobierno anexistente, al que antes obedecan. Ha comenzado as la soberanamltiple .29

    Las revoluciones triunfantes, a su vez, no slo dependen delsurgimiento de la soberana mltiple. Tambin dependen, pro-bablemente, de la formacin de coaliciones entre miembros de lapoltica y de los contendientes que presentan pretensionesexclusivas de control del gobierno. 30 Y definitivamente dependen delcontrol de la fuerza sustancial de la coali cin revo

    28Vase.Ibid., cap.vn. 29 Tilly, Revolutions and Collective Action, en Handbook ofPottical Science, eds.

    Greenstein y Polsby, vol. 3, Macropolitical Theory, pp. 520- 521.

    30 Tilly,Mobilization to Revolution, p. 213.

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    lucionaria. 31 Pues slo si se cumplen estas condiciones adicionalesser probable que los desafiantes revolucionarios logren derrotar ydesplazar a los que antes ocupaban el poder.

    Mientras que Ted Gurr y Charles Tilly analizan las revolucionescomo tipos especiales de acontecimientos polticos, explicables deacuerdo con las teoras generales de la violencia poltica o la accincolectiva, Chalmers Johnson, en Revolutionary Change, 32 sigue aMarx al analizar las revoluciones desde la perspectiva de una teoramacrosociolgica de la integracin y el cambio sociales. Como elestudio de la fisiologa y la patolo ga, dice Johnson, el anlisis de larevolucin se mezcla con el anlisis de las sociedades viables yfuncionantes. 33 Tomando su sabidura sociolgica de losparsonianos Johnson sostiene que una sociedad normal, libre decrisis, debe concebirse como un sistema social coordinado porvalores funcionalmente adapta do a las exigencias de su ambiente.Semejante sistema social es un conjunto, internamente coherente,de instituciones que expresan y especifican las orientacionesnucleares sociales, en sus normas y funciones. Las orientaciones devalores tambin han sido ya internalizadas mediante procesos desocializacin para servir como moral personal y como las normasdefinidoras de la realidad para la vasta mayora de los miembrosadultos normales de la sociedad. A mayor abundamiento, laautoridad poltica en la sociedad debe quedar legitimada de acuerdocon los valores sociales.

    Las revoluciones son a la vez definidas y explicadas por Johnsonsobre la base de este modelo de sistema social, coordinado por losvalores. Violencia y cambio son, dice Johnson, los rasgos distintivosde la revolucin: Hacer una revolucin es aceptar la violencia con elfin de causar el cambio de sistema; ms exactamente, es laaplicacin voluntaria de una estrategia de violencia para efectuar uncambio en la estructura social. 34 Cuando las revoluciones triunfan,lo que cambian, ante todo, son las orientaciones de valor de unasociedad. Y el intento consciente de hacerlo adopta la forma de unmovimiento ideolgico orientado por valores, que est dispuesto aemplear la violencia contra las autoridades existentes; y sinembargo, semejante movimiento no

    31 Ibid., p. 212.32 Chalmers Johnson,Revolutionary Change, Little Brown, Boston, 1966. Me inspiro

    especialmente en los caps. 1-5 en el siguiente resumen.33 Ibid., p. 3.34 Ibid., p. 57.

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    surgir, ante todo, a menos que el existente sistema social entre encrisis. Esto ocurre, segn Johnson, siempre que los valores y elmedio se queden gravemente desincronizados, ya sea porintrusiones externas o internas, especialmente de nuevos valores otecnologa. Una vez implantada esta desincronizacin, la gente de lasociedad se desorienta y queda, por tanto, abierta a conversin a losvalores alternos propuestos por un movimiento revolucionario. Alocurrir esto, las autoridades existentes pierden su legitimidad, sitienen que depender cada vez ms de la coaccin para conservar elorden. Y sin embargo, slo lograrn hacerlo durante un tiempo. Si

    las autoridades son astutas, flexibles y hbiles, aplicarn reformaspara resincronizar los va lores y el medio. Pero si las autoridades semuestran tercamente intransigentes, entonces la revolucinlograr por la violencia el cambio del sistema. Esto ocurre en cuantoa algn factor al que contribuye la fortuna se presenta parasocavar la capacidad de las autoridades, ya tenue y temporal, paradepender de la coaccin.

    La fuerza superior puede retrasar la erupcin de la violencia; noobstante, una divisin de trabajo sostenida por cosacos ya no es unacomunidad de personas que comparten los mismos valores, y ensemejante situacin (por ejemplo, en la Sudfrica de hoy [1966]), larevolucin es endmica y, ceteris paribus, es inevitable unainsurreccin. Este hecho revela [...] la necesidad de investigar laestructura de valores de un sistema y sus problemas, paraconceptualizar la situacin revolucionaria de alguna manerareveladora. 35

    La revolucin triunfante a la postre logra la resincronizacin delos valores y del medio del sistema social que las incompetentes eintransigentes autoridades del antiguo rgimen no lograron. Enrealidad, segn la visin de Johnson, la revolucin, y no el cambiorevolucionario, se vuelve posible y necesaria tan slo porque lasautoridades prerrevolucionarias fracasaron as, perdiendo sulegitimidad. La teora de la sociedad y del cambio social de Johnson,hace de las orientaciones de valor y de la legitimidad poltica loselementos claves para explicar el surgimiento de situacionesrevolucionarias, las opciones de las autoridades existentes y lanaturaleza y el triunfo de las fuerzas revolucionarias.

    Aun de esbozos tan breves como stos, podr verse claramen-

    35 lbid. y p. 32.

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    te que hay enormes desacuerdos entre los tipos principales deteoras de las ciencias sociales, no slo en su manera de explicar l;isrevoluciones sino tambin en su manera de definirlas. En este libro,ciertamente no tenemos pretensiones de neutralidad respecto a talesdesacuerdos. Evidentemente, el concepto de la revolucin social aquempleado se basa notablemente en el nfasis marxista en el cambiosocioestructural del conflicto de e. lases. Y se niega a apartarse delos problemas de la transformacin estructural, como lo hacen Gurr

    y Tilly, o a hacer de la reorientacin de valores sociales la clave delcambio social revolucionario, como lo hace Johnson. Ms an: en mianlisis general de las causas y de los resultados de las revolucionessociales, dejar de lado las hiptesis explicativas acerca de laprivacin y '1 descontento relativos, esencialmente porque yo aceptolas crticas de tales ideas que han planteado los tericos del conflictopoltico. Tambin dejar de lado (por razones que sern evidentesconforme avance mi argumento) las ideas de desequilibrio delsistema, la deslegitimacin de la autoridad y de la conversinideolgica a las cosmovisiones revolucionarias. En cambio, con mipropsito especfico de comprender algunos de los conflictos queabarcan las revoluciones sociales, depender ampliamente de ciertasideas adaptadas de las perspectivas marxistas y del conflicto poltico.

    La concepcin marxista de las relaciones de clase, como en-raizadas en el control de la propiedad productiva y en la apropiacinde los excedentes econmicos por los no productores a losproductores directos es, en mi opinin, un indispensableinstrumento terico para identificar una especie de contradiccinbsica de la sociedad. Las relaciones de clase siempre son fuentepotencial de conflicto social y poltico clasificado, y los conflictos declases y los cambios de las relaciones de clase figuran en lugardestacado en las transformaciones socio-revolucionarias triunfantes.En ios casos que estudiaremos con profundidad en este libro Francia, Rusia y China , las relaciones de clase entre campesinos yterratenientes, necesitan especial anlisis. Estas relaciones fueron elncleo de tensiones subyacentes que influyeron en la dinmicaeconmica y poltica de los antiguos regmenes prerrevolucionarios,aun durante los periodos en que no estallaba abiertamente elconflicto de clases. Ms an: durante las revoluciones francesa, rusa

    y china, los campesinos s atacaron directamente los privilegios declase de los terratenientes, y estos conflictos de clase en el campocontribuyeron, directa e indirectamente, a las generalestransformaciones sociopolticas

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    logradas por las revoluciones. Por consiguiente, como es claro, serimportante comprender por qu, y exactamente cmo, se desarrollaronestos conflictos de clases abiertos durante las revoluciones.

    Con este fin, el anlisis de clase debe suplementarse con las ideasde los tericos del conflicto poltico. Una cosa es identificar lastensiones subyacentes y potenciales arraigadas en las relaciones declase objetivas, comprendidas de manera marxista, y otra cosa escomprender cmo y cundo los integrantes de una clase seencuentran capacitados para luchar efectivamente en defensa de susintereses. Cundo y cmo pueden las clases subordinadas luchar,con xito, contra las que las explotan? Y cundo y cmo tienen lasclases dominantes la capacidad para la accin poltica colectiva? Pararesponder a estas preguntas, el argumento del conflicto poltico, deque la accin colectiva se basa en la organizacin de grupo y el accesoa sus recursos (que a menudo incluyen los recursos de la coaccin)resulta especialmente til. Por tanto, en los anlisis histricos de estelibro, no slo identificar las clases y sus intereses, sino que tambininvestigar la presencia o ausencia (y las formas exactas) de lasorganizaciones y recursos de que disponen los miembros de las clasespara emprender las luchas basadas en sus intereses.

    Por consiguiente, de estas maneras especficas, encuentro aspectosde dos de los enfoques tericos existentes que son aplicables alproyecto de comprender las revoluciones sociales. No obstante, como

    ya lo hemos dicho, el propsito predominante de este artculo no essopesar las fuerzas y flaquezas relativas de las diversas familias deteoras de la revolucin; antes bien, es sealar ciertos conceptos,suposiciones y modos de explicacin que todas ellas, pese a lasdiferencias evidentes, en realidad comparten.

    Se deben establecer tres principales principios de anlisis comoopcin alterna a los rasgos que comparten todas las teoras de larevolucin hoy prevalecientes. En primer lugar, un adecuadoentendimiento de las revoluciones sociales requiere que el anlisisadopte una perspectiva estructural, no voluntarista de sus causas yprocesos; pero todos los enfoques existentes teorizan sobre la base deuna imagen voluntarista, de cmo ocurren las revoluciones. Ensegundo lugar, no pueden explicarse las revoluciones sociales sin unareferencia sistemtica a las estructuras internacionales y a losacontecimientos de la historia universal; sin embargo, las teorasactuales enfocan bsica o exclusivamente los conflictosinranacionales y los procesos de modernizacin.

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    En tercer lugar, para explicar las causas y los resultados de lasrevoluciones sociales, es esencial concebir los Estados comoorganizaciones administrativas y coactivas, organizaciones que sonpotencialmente autnomas (aunque, desde luego condicionadas porintereses y estructuras socioeconmicos). Pero las actuales teoras queprevalecen acerca de la revolucin, en cambio, o bien unen en suanlisis al Estado y a la sociedad, o bien reducen las acciones polticas

    y al Estado a representaciones de fuerzas e intereses socioeconmicos.Cada una de estas aseveraciones es de importancia fundamental,

    no slo como crtica de las flaquezas que comparten las teorasactuales, sino tambin como base para el anlisis de las revolucionessociales en este libro en general. Por tanto, cada una merece unaelaboracin sistemtica, por turno.

    PERSPECTIVA ESTRUCTURAL

    Si retrocedemos para examinar las diferencias existentes entre lasperspectivas predominantes sobre la revolucin, lo que ms sorprendees la imagen misma del proceso revolucionario general que subyace eimbuye en los cuatro enfoques. De acuerdo con esa imagencompartida: primero, los cambios en los sistemas sociales osociedades hacen surgir inconformidades, desorientacin social onuevos intereses y potenciales de clase o de grupo para la movilizacincolectiva. Se desarrolla entonces un movimiento consciente, basado enlas masas que se solidifica con ayuda de la ideologa y de laorganizacin que conscientemente emprende el derrocamiento delgobierno existente y quiz de todo el orden social. Por ltimo, elmovimiento revolucionario lucha hasta el fin con las autoridades o conla clase dominante y, en caso de triunfar, se dedica a establecer supropia autoridad y su propio programa.

    Algo similar a este modelo del proceso genrico revolucionario,como movimiento informado o guiado con pleno propsito es supuestopor todas las perspectivas tericas que hemos revisado (convariaciones tales como las que requieren los rasgos tericos,distintivos y metodolgicos de cada perspectiva). Ninguna de estasperspectivas cuestiona nunca la premisa de que, para que ocurra unarevolucin, una necesaria condicin causal es el surgimiento de unesfuerzo deliberado, de un esfuerzo que una a los dirigentes y a susseguidores y que tienda a derrocar el orden poltico o social existente.As, para Ted Gurr, la bsica

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    secuencia causal en la violencia poltica es, primero, el desarrollo deldescontento, segundo, la politizacin de tal descontento y, porltimo, su realizacin en accin violenta contra los objetos y actorespolticos. 36 Y, como ya se indic en el anterior sumario de losargumentos de Gurr, las revoluciones en particular slo secristalizan si sus dirigentes deliberadamente organizan la expresindel descontento de las masas. De manera similar, Chalmers Johnsonhace hincapi en una difundida desorientacin personal, seguida porla conversin a los valores nuevos planteados por un movimientoideolgico revolucionario que entonces choca con las autoridades

    existentes. Tilly enfoca la atencin de su teora en la fase final delproceso revolucionario intencional: el choque de los revolucionariosorganizados, que compiten por la soberana con el gobierno; sinembargo, tambin se refiere a las causas psicolgicas e ideolgicaspuestas en relieve por la privacin relativa y por los tericos desistemas a fin de explicar el surgimiento y el apoyo popular a laorganizacin revolucionaria. Por ltimo, es evidente que tambin elmarxismo generalmente se adhiere a una versin de la premisa deque las revoluciones son creadas por movimientos intencionados;pues los marxistas aunque a travs de prolongadas luchaspreparatorias, de clase por s misma organizada y conscien te, 37 como la condicin intermedia necesaria para el desarrollo de unatriunfal transformacin revolucionaria, parten de las contradiccionesde un modo de produccin. Ms an: muchos de los acontecimientos

    tericos dentro del marxismo, desde Marx, han acentuadodesproporcionadamente los elementos ms voluntaristas inherentesa la original teora marxista de las revoluciones. Desde luego, esto nopudo decirse de la mayora de los tericos de la SegundaInternacional. Pero la insistencia en el voluntarismo s ha sidocaracterstica del leninismo y del maos- mo, con su hincapi en lafuncin del partido de vanguardia en la organizacin de la voluntaddel proletariado. Y tambin ha

    3* Gurr,Why Men Rebel, pp. 12-13.37 Los marxistas distinguen a menudo, por una parte, una clase en s, constituida por

    un conjunto de personas que estn situadas, de manera objetivamente similar respecto a lasrelaciones de propiedad en el proceso de produccin, pero a quienes faltan conciencia poltica comn y organizacin. Por otra parte, sealan una clase para s que s poseeconciencia poltica y organizacin. Un ejemplo clebre de esta distincin se encuentra en elanlisis del campesinado francs, hecho por Marx enEl 18 llrumario de Luis Bonaparte, que se encuentra en Karl Marx y F. Engels,Selected Works, International Publishers, Nueva York, 1968, pp. 171-172.

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    sido caracterstico de aquellos marxistas occidentales que, comoLukcs y Gramsci, sostienen la importancia de la conciencia de claseo hegemona para traducir las contradicciones econmicas objetivasen verdaderas revoluciones.

    Quiz valga la pena indicar que, el adherirse a una imagen in-tencionada del proceso por el cual se desarrolla la revolucin,convierte aun las teoras que pretenden ser socioestructurales enexplicaciones sociopsicolgicas, pues, segn esta imagen, las crisisrevolucionarias slo (o fundamentalmente) brotan mediante laaparicin de personas insatisfechas o desorientadas, o de grupos

    movilizables hacia los objetivos revolucionarios. Y la destruccin ytransformacin del antiguo rgimen slo ocurre porque unmovimiento revolucionario con determinado propsito se ha formadocon tal fin. Por consiguiente, los analistas son inexorablementealentados a considerar los sentimientos de insatisfaccin de lospueblos o su conciencia de objetivos y valores fundamentalmente deoposicin, como los asuntos problemticos centrales. Tilly, porejemplo, originalmente desarroll su teora de la accin colectiva consu hincapi en la organizacin social de los grupos y su acceso a losrecursos como clara alternativa a las teoras sociopsicolgicas de laviolencia poltica; y sin embargo, como define las situacionesrevolucionaria de acuerdo con la meta especial en ltimo trmino,la sobera- n a , por la cual luchan los contendientes, Tilly terminahaciendo eco a los argumentos de Johnson acerca de la gua

    ideolgica revolucionaria y a las hiptesis de Gurr acerca deldescontento como explicacin al apoyo de las masas a lasorganizaciones revolucionarias. 38 De manera semejante, cuando losneomarxistas han llegado a considerar la conciencia de clase y laorganizacin del partido como las cuestiones problemticas claves delas revoluciones, han ido interesndose cada vez menos en explorarlas cuestiones acerca de las condiciones objetivas y estructuralespara las revoluciones. En cambio, dando por sentado lo adecuadodel anlisis econmico marxista de las condiciones sociohis- tricasobjetivas para la revolucin, han invertido una energa tericainnovadora en explorar las que son consideradas, con o sin razn,como las condiciones subjetivas ms polticamente manipuladlespara realizar una revolucin potencial, cuando estn presentes lascondiciones objetivas.

    Qu hay de malo en la imagen intencionada de cmo sedesarrollan las revoluciones? Por una parte, sugiere claramente

    38 Vase especialmente Tilly,Mobilization to Revolution, pp. 202-209.

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    que el orden social se apoya, fundamental o aproximadamente, en unconsenso de la mayora (o de las clases bajas) en que sus necesidadesestn encontrando satisfaccin. Esta imagen indica que la condicinltima y suficiente para la revolucin es el retiro de este apoyoconsensa! y, a la inversa, que ningn rgimen puede sobrevivir si lasmasas llegan a sentir una inconformidad consciente. Aunque, desdeluego, semejantes ideas nunca podran ser completamente aceptadaspor los marxistas, s pueden intervenir por implicacin, junto con elhincapi en la conciencia o hegemona de clases. No es de sorprenderque Gurr y Johnson abracen explcitamente estas ideas. 39 Y Tlly caeen una versin de ellas cuando presenta a los gobiernos y a las or-ganizaciones revolucionarias como competidores por el apoyo popular,mientras las elecciones populares determinarn si ha de desarrollarseo no una situacin revolucionaria. 40 Desde luego, cualesquiera de talesconcepciones consensales y volun- taristas del orden social y de laperturbacin o del cambio son absolutamente ingenuas. Reciben unments de la manera ms obvia en la prolongada supervivencia deregmenes tan manifiestamente represivos e internamente ilegtimoscomo el de Sudfrica. 41

    Ms importante an: la imagen intencional resulta muy engaosaacerca de las causas y de los procesos de las revoluciones sociales quehan ocurrido histricamente. En cuanto a las causas, sea cual fuere laforma que concebiblemente puedan tomar las revoluciones sociales enel futuro (digamos, en una nacin industrializada liberal-democrtica),el hecho es que, en la historia, ninguna revolucin triunfante ha sidohecha por un movimiento declaradamente revolucionario quemovilizara las masas. Como bien lo ha dicho Jeremy Brecher: enrealidad,

    39 Por ejemplo, Gurr asevera que como ms eficazmente se mantieneel orden pblico slo as se le puede mantener es cuando se aportanmedios dentro de l para que los hombres trabajen tendiendo a larealizacin de sus aspiraciones (Why Men Rebel, p. x). Y para Johnson, lassocieda des, si son estables, son comunidades de quienes comparten losmismos valores.

    40 Vase la nota 29. Esta nota nos ofrece la fuente de una cita de Tillyque aparece en el texto, p. 32.

    41 Vase,, por ejemplo, Herbert Adam, Modernizing Racial Domination: South Africas Political Dynamiea, University of California Press, Berkeley,1971; y tambin Russell, Rebellion, Revolution, and Armed Forc, caps. 1-UI.Estas dos obras subrayan la cohesin y la estabilidad del Estado suda-fricano como gran obstculo a la revolucin, pese al descontento y a lasprotestas de la mayora no blanca.

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    los movimientos revolucionarios rara vez empiezan con una intencinrevolucionaria; sta slo se desarrolla en el curso de la luchamisma. 42 Es cierto que las organizaciones e ideologas revolucionariashan ayudado a cimentar la solidaridad de las vanguardias radicalesantes o durante las crisis revolucionarias. Y han facilitado mucho laconsolidacin de los nuevos regmenes. Pero en ningn sentido talesvanguardias y no digamos las vanguardias que cuentan con grandesmasas, movilizadas e ideolgicamente imbuidas han creado nuncalas crisis revolucionarias que luego hicieron estallar. En cambio, comolo veremos en captulos posteriores, las situaciones revolucionarias sehan desarrollado por el surgimiento de crisis poltico-militares dedominacin de Estado y de clase. Y slo por las posibilidades ascreadas, han logrado los dirigentes revolucionarios y las masasrebeldes contribuir a la realizacin de las transformacionesrevolucionarias. Adems, las masas rebeldes han actuado muy amenudo por su propia cuenta, sin ser directamente organizadas niideolgicamente, ni inspiradas, por dirigentes y metas declaradamenterevolucionarios. Por lo que hace a las causas de las revolucionessociales histricas, Wendell Phillips tuvo toda la razn cuando dijo:Las revoluciones no se hacen; ellas solas vienen. 43

    La imagen intencional resulta tan engaosa acerca de los procesos y resultados de las revoluciones histricas como lo es acerca de suscausas. Pues tal imagen indica claramente que los procesos yresultados revolucionarios pueden comprenderse por la actividad y las

    intenciones o intereses del grupo (grupos) clavis) que comenzaron porlanzar la revolucin. As, aun cuando Gurr no parece considerar lasrevoluciones como mucho ms que actos de simple destruccin, ssostiene que ello se debe directamente a la actividad de las masasamargadas y furiosas y de los dirigentes que originalmente causaronla revolucin. Para Johnson, la violenta reorientacin de valoreslograda por la revolucin es un hecho del movimiento ideolgico quecreci dentro del antiguo sistema social desincronizado. Y los marxis-tas no pocas veces atribuyen la lgica subyacente en los procesosrevolucionarios a los intereses y acciones de la clase en s

    42 Jeremy Brecher, Strike!, Straight Arrow Books, San Francisco, 1972,pgina 240.

    43 Cita atribuida (sin referencia exacta) a Wendell Phillips por StephenF. Cohn, en: Bukharin and the Bolshevik Revolution, Knopf, Nueva York,1973, p. 336.

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    misma histricamente pertinente, ya sea la burguesa o el prole-tariado.

    Pero tales conceptos son demasiado simplistas. 44 En realidad,unas revoluciones histricas, grupos distintamente situados ymotivados, se han convertido en participantes en el complejodesarrollo de mltiples conflictos. Pero los conflictos han sidopoderosamente moldeados y limitados por las condiciones so-cioeconmicas e internacionales existentes. Y han procedido dediferentes maneras, segn la forma en que cada situacin revolu-cionaria haba empezado por surgir. La lgica de estos conflictos no

    ha sido controlada por ninguna clase ni por ningn grupo, por muydecisivo que pareciera en el proceso revolucionario. Y los conflictosrevolucionarios inevitablemente han hecho surgir consecuencias niplenamente previstas, ni deseadas por no servir perfectamente asus intereses por ninguno de los grupos particulares en cuestin.Por consiguiente, simplemente es intil tratar de descifrar la lgicade los procesos o las consecuencias de las revoluciones socialesadoptando la perspectiva o siguiendo los actos de alguna clase o liteu organizacin, por muy importante que sea su participacin. Comoclaramente lo ha dicho Eric Hobsbawm, la importancia evidente delos actores en el drama [...] no significa que sean el dramaturgo, elpro ductor y el escengrafo. Por consiguiente, concluye Hobs bawm,las teor as que exageran los elementos voluntaristas o subjetivos dela revolucin deben tratarse con cautela. 4S

    44 Tilly evita presentar los procesos y resultados revolucionarios como hechodeliberado de grupos activos en particular, aunque no deja de presentar las causas de lassituaciones revolucionarias en trminos de movimiento con un propsito. La razn es queTilly presenta el surgimiento de situaciones revolucionarias como obra decoaliciones degrupos movilizados, e indica que tales coaliciones, por lo general, se desintegran durantelas revoluciones, haciendo surgir una serie de conflictos intergrupales que ningn grupologra controlar por completo. Esta visin de los procesos revolucionarios es perfectamentevlida. Pero la idea de las situaciones revolucionarias que tiene Tilly, como si fuerancausadas por coaliciones que deliberadamente desafan la soberana del gobiernoexistente, me parece demasiado intencionada, al menos para los casos histricos que heestudiado ms minuciosamente. Para estos casos, la idea decoyuntura que implica launin de procesos separadamente determinados, y no conscientemente coordinados (odeliberadamente revolucionarios) y esfuerzos de grupos me parece una perspectiva mstil sobre las causas de las revoluciones sociales que la idea de la coalicin intergrupal. Misrazones para creer esto se harn evidentes a su debido tiempo, particularmente en loscaptulos II y ni. 45 Eric Hobsbawm, Revolution (artculo presentado en el XIV Con -

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    Toda explicacin vlida de la revolucin depende de que elanalista se eleve por encima de los puntos de vista de los par -ticipantes, para encontrar regularidades importantes en una serie deejemplos histricos dados, incluso faltas institucionales e histricassimilares en las situaciones en que han ocurrido las revoluciones, ysimilares pautas de conflicto en los procesos mediante los que se handesarrollado. Como ha dicho el historiador Gordon Wood:

    No es que los motivos de los hombres carezcan de importancia; enrealidad, forjan los acontecimientos, incluso las revoluciones; mas lospropsitos de los hombres, especialmente en una revolucin, sontantos x tan variados, tan contradictorios que su compleja interaccinproduce resultados que nadie intent ni pudo siquiera prever. Sonesta interaccin y estos resultados a lo que se refieren loshistoriadores recientes cuando hablan con tanto desdn de aquellosfactores determinantes subyacentes y de aquellas fuerz asimpersonales e inexorables que influyen en la Revolucin. Todaexplicacin histrica que no tome en cuenta estas fuerzas, que, enotras palabras, simplemente se base en el entendimiento de lasintenciones conscientes de los autores, quedar asi limitada. 46

    Para explicar las revoluciones sociales hemos de esclarecer laproblemtica; en primer lugar, el surgimiento (no la hechura) deuna situacin revolucionaria dentro de un antiguo rgimen. Luego,hay que ser capaz de identificar la interaccin, objetivamente

    condicionada y compleja, de las diversas acciones de los gruposdiversamente situados; una interaccin que da forma al procesorevolucionario y hace surgir el nuevo rgimen. Podemos empezar porencontrar un sentido de tal complejidad slo si enfocamossimultneamente las situaciones y relaciones, institucionalmentedeterminadas, de los grupos dentro de la sociedad, y lasinterrelaciones de las sociedades dentro de las estructurasinternacionales que se desarrollan en la historia universal. Adoptartal punto de vista impersonal y no subjetivo que subraya laspautas de relaciones entre grupos y sociedades es trabajarpartiendo de la que en cierto sentido genrico puede llamarseperspectiva estructural sobre la realidad socio-

    greso Internacional de Sociedades Histricas, San Francisco, agosto de 1975), p. 10.46 Gordon Wood, The American Revolution, en Revolutions: A Comparative

    Study, ed. Lawrence Kaplan, Nueva York, Vintage Books, 1973, p. 129.

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    histrica. Tal perspectiva es esencial para el anlisis de las revo-luciones sociales.

    Los CONTEXTOS INTERNACIONAL Y DE LA HISTORIA UNIVERSAL

    Si una perspectiva estructural significa el enfoque en las relaciones,ste ha de incluir las relaciones transnacionales, as como lasrelaciones entre grupos distintamente situados dentro dedeterminados pases. Las relaciones transnacionales han contribuidoal surgimiento de todas las crisis sociorrevolucionarias einvariablemente han ayudado a formular las luchas revolucionarias ysus resultados. En realidad, todas las modernas revoluciones socialesdeben considerarse como cercanamente relacionadas, en sus causas

    y realizaciones, con la difusin, intemacionalmen- te desigual, deldesarrollo econmico capitalista y de la formacin de naciones-Estados en la escala mundial. Por desgracia, las teoras actuales de larevolucin no han tomado explcitamente esta perspectiva. Desdeluego, han sugerido que las revoluciones estn relacionadas con lamodernizacin; pero e sto ha entraado un enfoque casi exclusivo enlas tendencias y en l